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EL CORREO DE LA CAMPAÑA Página 3.

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LA LEYENDA PATRIA D

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I Despiertan los barqueros. . . ya es la hora; Que, al chocarse, derraman en el viento.


Y, al chocar de los remos sobre el río, Rumor de imprecaciones,
Alzan la barcarola de la aurora Murmullos de tumultos invisibles,
Es la voz de la Patria... Pide gloria... De ritmo audaz y cadencioso brío, Fragmentos de canciones,
Yo obedezco esa voz. A su llamado, ¡La eterna barcarola redentora! Y metálicos golpes repetidos,
Siento en el alma abiertos Caen de los sauces las dormidas arpas, Cuyo ritmo no se ajusta
Los sepulcros que pueblan mi memoria; Por impalpable mano arrebatadas; De un corazón ae bronce a los latidos.
Y, en el sudario envueltos de la historia, La selva entona, de la patria historia, Al sentirlas cruzar entre las sombras,
Levantarse sus muertos. Los no aprendidos salmos inmortales; Lívidos los espectros
Uno de ellos, recuerdo pavoroso Al beso de la luz se alza la guerra, Que acechan los insomnios del tirano,
De ud lustro aciago, se levanta impuro, Y brotan de la tierra En ronda descompuesta e imposible
Como visión que en un insomnio brota, Palpitantes recuerdos a raudales. En su almohada se alzaron,
Del fondo nebuloso, En luminosa ebullición sonora, Y poblaron sus horas agitadas
A la voz de un conjuro, y su flotante Los átomos alados Las visiones de muerte atropelladas.
Negra veste talar mi frente azota. Nadan en luz, en torno de la aurora; Rodaron las corrientes sacudidas;
¡Lustro de maldición, lustro sombrío! Y despiertan los cantos olvidados El incendio rodó por nuestro suelo;
Noche de esclavitud, de amargas horas, Que en el juncal dormían, ^E1 Plata rebramó sordas querellas, .
Sin perfumes,. sin cantos, sin auroras, Los que, en el bosque, errantes se escondían, Y, como aliadas que aprestaba el cielo,
Vaga en la margen del paterno río.. . Los que, en las nieblas, mudos se arropaban, Sus alas encendidas
O sin eco en el aire discurrían, Agitaron, temblando las estrellas. La coronada frente refrescaron.
E, impulsos sin objeto, desmayaban. Se oyó el batir de sonorosas alas
De los llorosos sauces Al levantar el vuelo las memorias;
Que el Uruguay retrata en su corriente, Todo se agita, y se estremece, y siente.
Todo despierta del sopor sombrío... El encajar de piezas de armaduras
Cuelgan las arpas mudas, Mohosas y empolvadas de victorias;
¡Ay! las arpas de ayer, que, en himno ardiente, Es que enciende el ambiente
El descenso de un astro incandescente, Ya es tarde, ya es en vano, Se unieron las riberas
Himno de libertad, salmo infinito, Del Plata libre en fraternal abrazo,
Que ocupa su lugar en el vacío. Extranjero opresor, despavorido
Vibraron, al rodar sobre sus cuerdas Y cruzaron sus ondas las banderas,
.Apercibirte a la forzada lucha,
Las auras de las Piedras y el Cerrito. Aves de gloria, cuyas alas fieras
Y entre la luz, los cantos, los latidos, t• Y concitar innúmeras legiones;
Hoy, la mano del cierzo deja en ellas Azotaron la faz del Chimborazo.
Roja, intensa mirada, Ya cercano, se escucha
El flébil son de tímidas querellas. Y a los que ayer llamara visionarios
Que, por el campo de la patria hermoso,. El libre relinchar de los bridones,
Que el casco fijarán sobre tu pecho, Al contemplar su paso vagabundo,
Apenas si un recuerdo luminoso Paseó la libertad, pisan la frente La amiga mano el argentino estrecha;
Del húmedo arenal, Treinta y Tres hombres; Y el mundo encuentran, a su paso, estrecho.
De un tiempo no distante, Ya las ferradas lanzas Sus locuras, sus mitos legendarios
De un tiempo asaz glorioso, Treinta y Tres hombres, que mi mente adora, Detienen hoy en su carrera al mundo.
Encarnación, viviente melodía, Buscan camino, y lo hallarán sangriento,
Tímido naee entre la sombra errante, Hasta tu mismo corazón, sediento Si corta fué tu vista, pueblo hermano;
Para entre ella morir, como esas llamas Diana triunfal, leyenda redentora Si corta fué, tu ofuscación de un día
Del alma heroica de la patria mía. De cobardes venganzas.
Que, alumbrando la faz de los sepulcros, En vano, en tus mazmorras oprimidos, Lavaste, con heroica bizarría,
Lívidas un instante fosforecen; Escondes los valientes En la sangre humeante del tirano.
Como esos lirios, pálidos y yertos, Que encontrastes inermes y rendidos Pueblo el de las cruzadas giganteas,
Desmayados suspiros de los muertos ' IV En torno de su hogar... Oye: ¿no sientes Puente del Ande, sueño de Bel grano,
Que, entre las grietas de las tumbas, crecen. Como alzan a lo lejos sus hermanos, Pueblo corredentcr: ¡bendito seas!
Y llega hasta sus rejas,
Helos allí.. El himno con que mueren los tiranos?
La fuerte ciudadela, Con ademán sañudo,
Baluarte del que fué Montevideo, ¡Oh! cuando el grito de los libres suena,
Cárdeno el labio, y la pupila ardiente, IX
Desnuda ya del generoso arreo, Nuncios de redención, vuelan sus ecos
De batallar el acerado escudo A hacer brotar fronteras, demarcadas
Entre las sombras vela Enbrazan sin temblar; ciñen la frente
El verde airón de su imperial señora, Por la mano de Dios, que se levantan El destrozado imperio,
Con el pesado casco del guerrero, Del seno de los ríos y los mares,
Que, en las almenas al batir el aire, Y altivo un reto lanzan, De Sarandí en el llano
Encarna macilenta, Y, al escalar los montes, Sintió el golpe mortal; pero, ocultando,
Que se estrella en el rostro del tirano;
La sombra vil de la paterna afrenta. Que caoalga los aires, • Con siluetas de cunas o de altares (tomo la pieza herida,
Todo mudo en redor. .. campos, ciudades. ... Van a cerrar los patrios horizontes, La flecha envenenada, huyó, buscando
Y rueda, y se dilata, y se desborda,
Todo, apenas se agita, Como, de ruina y destrucción sedienta, Entonando sus bélicos cantares: El matorral oculto, y la escondida
Y, del pecho en las negras soledades, Arrullos de una cuna que, en el aire, Selva breñosa en que caer sin vida.
Embozada en su parda vestidura,
-El patrio eorazón ya no palpita. Lleva sobre los hombros la turinenta cintre el marcial confuso desaliño. Mas ya no pudo ser: tras el reguero
Se dan de guerra el sonoroso abrazo; De negra sangre que sus pasos marca,
La voz de Dios. .. Clavado en la llanura,
Primer vagido de un gigante niño, Tras el golpe postrero,
II 4. Del nuevo Sinai sobre la espalda,
Que recoge la gloria en su regazo. Va la heroica legión; su vista abarca
Como león que sacude la melena,
Azota el aire, y estremece el asta Un ensanche de luz del horizonte,
¡Y un pueblo alienta allí! ¡Y, entre esa noche, Do la mano invisible de la patria,
Vive en esclavitud un pueblo... y vive! El pabellón de Libertad o Muerte
Que el aura agita de presagios llena. Y aquel grito sonó... De la Florida De Ituzaingó los velos descorriendo,
¿Y es ese el pueblo rudo, En los fragosos campos, Reproduce en el cielo, vigorosas,
Amamantado ayer por la victoria, Vibrando esté en los labios de los héroes
El santo juramento Rodeada de bravos redentores, Las cifras del ardiente vaticinio
Que batalló frenético y sañudo, Arde la inmensa hoguera Que, en el festín de Baltasar, mostraron
Y, al fin, cayó sobre el sangriento escudo, De Muerte o Libertad, firme, grandioso,
Que da a los hombres de virtud ejemplo, Que la Patria encendió, y arden en ella De un trono ya caduco el exterminio.
Envuelto en los jirones de su gloria? Nombres, tratados, vínculos nefarios,
¿Y es el que bravo, con robusta mano, Y se esparce, solemne y poderoso,
Cual se difunde el salmo religioso Que vuelan, en cenizas esparcidos,
De entre las fauces del león ibero, Como aliento de pueblos redimidos. Ituzaingó... Señor de las batallas,
Arrancó ayer su libertad, que en vano Por las calladas bóvedas del templo. ¡Oh Dios de Sabahot, armipotente!
En ella se fundieron las cadenas,
El coloso oprimió, y, entre las ruinas Para forjar con ellas las espadas, Tú otorgaste y ceñiste, en aquel día,
De la antigua grandeza Y los pechos en ella se templaron Palmas al mártir, y al guerrero lauros;
Del vencedor del árbitro de Europa, Que, en Sarandí glorioso, Yo pronuncio tu Nombre
Levantó la cabeza, V Junto al que adoro de la patria mía;
Los escombros de un trono amontonaron...
De tempranos laureles circuida, Habla, Señor, al hijo:
Y con sangre de mártires ungida? ¡Ellos son, ellos son! Patria querida: Narren tus nuncios al heroico pueblo,
¿Y es la Patria de Artigas, la que vierte No eras tú, nó, la que en servil letargo, La divina leyenda de sus padres,
Lágrimas de despecho, Te adormeciste ayer; virgen tu alma, VII Que la lira del bardo desfallece,
Teniendo aún sangre que verter, y alienta Al ostracismo amargo Y, al peso abrumador de los recuerdos,
Esa vida, engendrada por la muerte, Huyó vencida, pero no humillada, Muda y arrebatada se estremece.
Que sus memorias en baldón convierte, ¡Sarandí! ¡Sarandí!... ¡Santa memoria!
A salvar pura nuestra patria idea,
Y de su mismo oprobio se alimenta? ¡Primicia del valor, ósculo ardiente
Y hoy ya torna, encarnada Que imprimieron los labios de la gloria
En la enseña divina, que flamea,
En nuestra joven ardorosa frente!
¡Oh! nó, no puede ser. ¡Pueblo, despierta! En la cerviz del opresor, clavada. Yo, al pronunciar tu nombre, X
¡Arranca el porvenir de tu pasado! No eras tú, nó, la que su aliento enfermo
Daba a los lirios que en las tumbas brotan, De hinojos, la cabeza descubierta,
¡ Levántate valiente! Entre las cuerdas de mi lira siento
¡Levántate a reinar, que de rey tienes Al frío del suspiro de la muerte; Que nace, crece y estridente estalla, Todo acabó... Ya el mundo,
El corazón, y la guerrera frente! Yo te descubro allí, radiosa y fuerte, Firme al novel batallador escucha
Todo el fragor de las solemnes horas
Al verter, en el lienzo de la noche, Dictar sus leyes y escribir su historia;
Que escucharon la voz de tu batalla;
Las tintas del color de la alborada, Y al solio de los pueblos lo levanta
¿Será que de tus héroes, Cuando “el héroe”, los héroes encontraron
Y en el foco febril de tu mirada, Que, aun cubierto del polvo de la lucha,
Los tiempos las cenizas esparcieron? Volvernos, con el sol de nuestra historia, Tardo el corcel y perezoso el plomo;
Las sedientas espadas abrevaron, Trepa el guerrero con serena planta.
¿Será que sólo fueron Ese calor de libertad preciada,
Sus esfuerzos de ayer, fugaz aliento De roja sangre en el reciente lago,
Que el broche rompe de la flor sagrada,
Que pasó, como el ave que no deja Y, del tirano en la olvidada tumba, La patria redención ya consumada,
Fecundizando el germen de la gloria.
“Ni rastro de sus alas en el viento?” La cuna de sus hijos levantaron. Exige el culto de sus hijos fieles,
¡Oh! ¿Qué no habrá un recuerdo que levante ¡SarandW Con tu aliento poderoso En el altar del alma conservada.
Yo te descubro allí; tu alma tan sólo Sus alas formaría la tormenta, Tú, a la sombra feliz de tus laureles,
De la tumba musgosa del pasado
Un grito, al sacrificio aparejado, Da movimiento a treinta y tres latidos: Para azotar la espalda del coloso Patria, patria adorada,
Que al opresor espante, Esos, que tornan tu impalpable esencia Revuelto mar, y publicar su afrenta. En tu tranquila tarde del presente,
Y, con mano nervuda, Y, empapada en su luz, alzan la frente; Yo en tu potente espíritu me agito; De tus santos recuerdos al arrullo,
El sueño de esos párpados sacuda? Esos, que arrancan de la amarga noche, Lato en tu corazón, ardo en tus ojos, Duerme ese sueño de los pueblos grandes,
¿Jamás la noche engendrara un delirio, La libre aurora del eterno día, Y en la idea, corcel de lo infinito, De paz y noble orgullo.
Esos tus hijos, son nuestros padres, Sobre tus rudos hombros sustentada, Rompa tu arado de la madre tierra
La bíblica visión enardecida,
Que a esa planta infeliz dé aliento y vida, Patria de mis hermanos, patria mía. Siento flotar mi vida, condensada El seno, en que rebosa
Con el riego de sangre del martirio? En un grito de honor, eterno grito. La mies temprana en la dorada espiga,
VI En tus vastas laderas Y la siega abundosa
Deja que se dilate el pensamiento, Corone del labriego la fatiga.
Y respire el aliento Cante el yunque los salmos del trabajo;
El alma que a su cuerpo retornaba, De aquellas auras de tu honor primeras; Muerda el cincel el alma de la roca,
III Hirviente circulando, Auras de libertad que, en su regazo, Del arte inoculándole el aliento,
Se infiltró, como un hálito de fuego Hasta Dios condujeron, Y, en el riel de la idea electrizado,
En las venas del pueblo, despertando El sello a recibir de eterna vida, Muera el espacio, y vibre el pensamiento.
Mirad: del Uruguay en las espumas, Con las almas de bravos que cayeron,
¡Del Uruguay querido! A su paso entre bosques y llanuras, En las viriles arpas de tus bardos
Las auroras dormidas, El alma de la Patria redimida. Palpiten las paternas tradiciones,
Brota un rayo de luz desconocido, Los himnos de tu aurora
Que, desgarrando el seno de las brumas, Y los marciales cantos, que aguardaban, Y despierten las tumbas a sus muertos,
A medio formular entre los labios, Deja que el labio vibre.... A escuchar el honor de las canciones.
Atraviesa la noche del olvido. ¡Paso al pueblo novel! ¡Sonó su hora!
Semeja el fleco ardiente que colora Alas para volar. El comprimido Y siempre piensa en que tu heroico suelo
Grito de guerra remeció los aires; “Que quien sabe morir, sabe ser libre”. No mide un palmo que valor no emane;
A la lejana estrella vespertina
Que el sueño de las tardes ilumina. Hervor de multitudes Pisas tumbas de héroes...
Es primero un albor... luego una aurora... Brotó de entre los bosques más lejanos; ¡Ay del que las profane!
Luego un nimbo de luz de la colina.. El casco del corcel hirió la tierra Protege, ¡oh Dios! la tumba de los libres;
Con temeroso són; el de los llanos VIII Protege a nuestra patria independiente,
Luego aviva... y se eleva... y se dilata,
Y, encendiendo el secreto de la niebla, Clamor inmenso repitió la sierra, Que inclina a Tí tan sólo,
En fragoroso incendio se desata, Y se cernieron, con siniestro vuelo, Sólo ante Tí, la coronada frente.
Hasta azotar con las armadas alas Empapadas en luz, y en armonías
Que, en el cercano monte, De aquel campo divino,
Destrenza su abrasada cabellera, El verde pabellón de las almenas,
Y salpica de luz el horizonte, Aves en cuyas garras Las auras nuestro Plata atravesaron,
Cuelgan aún anillas de cadenas, Y del callado lábaro argentino Üuan Zorrilla de San marfin.
Y en el cielo uruguayo reverbera.
Página 4. EL CORREO DE LA CAMPAÑA

ñas de casa, aunque muchas, casi to­ en todos los corazones, no faltó la
das, ya lo conocen. Ese medio está España en el Uruguay peregrinación al monumento a la ba­
al alcance de todos, pues consiste en talla de Las Piedras, a cuya sombra
adquirir un frasco del delicioso Con­ LA FIESTA DE SANTIAGO EN LAS PIEDRAS
dimento Savora, y ponerlo en la
mesa a la disposición de los comen­
Las tradiciones^de la madre patria popular, sirven a la sociedad y hon­
sales. El que lo pruebe, ya no lo
se mantienen y acrisolan en nuestro ran a la patria, lejana. Los peones de
abandonará más pues además del
país, mediante el culto que le rin­ las pandillas de la Aduana y otros
sabor exquisito que comnnica a todo
modestos obreros, entre los cuales fi­
El triunfo de la Yerba Sara alimento al que se le agrega, el Con­
dimento Savora es un aperitivo es­ guraba en primer término la pandi­
timulante, que luego ejerce una ac­ lla de nuestra casa, se trasladaron el
¡UNA ZAFRA DE 1:800.000 KILOS!
ción tónica y digestiva muy eficaz. 29 de Julio a Las Piedras, para fes­
El año 1918 recibimos y lanzamos Con este producto no hay temor a tejar este año, como los anteriores,
al mercado el primer lote «de Yerba que sobrevengan ardores de estóma­ a su Patrono. Fué aquel un día que
Sara. Aun cuando teníamos confian­ go, ni malas digestiones, y, en cam­ dejó hondas impresiones en el ánimo
za en el producto que ofrecíamos a bio, los que lo utilizan, en la mesa, de nuestros modestos pero buenos
nuestros amigos, y abrigábamos la se­ además del deleite de su sabor sien­ amigos.
guridad de imponer nuestra marca, ten el reconfortante estímulo que Desde temprano, sonaban la clásica
confesamos que en aquella época no hace más gratas las horas de per­ gaita y los tamboriles en la plaza
esperábamos un triunfo tan rápido, manencia frente a los blancos man­ de Las Piedras, evocando en los ru-
tan completo y tan ruidoso. teles . I dos pero sanos corazones de nuestros
La Yerba marca Sara ha conquis­ No lo olviden las dueñas de casa. ■ obreros los recuerdos de la patria y
tado difinitivamente el mercado. Lo del hogar lejano. Pero el sol y la sana
demostramos ya en uno de nuestros alegría pronto disiparon la morriña.
últimos números con datos estadísti­ También hay un recuerdo para
La festividad religiosa fué magní­
cos que comprueban cuál es nuestra el Padre Artigas.
fica. La imagen del apóstol Santiago Al pie del monumento de Las Piedras
situación en el mercado yerbatero de La proce íón dek Apóstol Sartíago
fué conducida en andas y escoltada
nuestro país.
den los españoles residentes, y el por mil1 ares de personas y la orato­ fraternizazon españoles y uruguayos,
Hoy completamos aquellos datos,
afecto y simpatíá que los actos en ria religiosa exaltó al Patrono de Es­ vinculados en aquel día solemne por
dando la cifra total de la zafra recien­
que éstos exteriorizan su fervor pa­ paña. el mismo sentimiento y animados por
temente terminada.
triótico inspiran a nuestro pueblo. En medio de la sana alegría trans­ el mismo espíritu.
En un período que no alcanza to­
davía a un año, hemos importado un
millón, ochocientos mil kilos de Yerba
marca Sara. Esa montaña de yerba ha “El Correo de la Campaña”
sido consumida en su totalidad, pues Saldrá el 12 de Octubre
hoy nuestro stock de la anterior cose­
cha está agotado, y apenas si hemos Anunciamos a nuestros lectores,
tenido lo indispensable para hacer en que el próximo número de EL CO­
las últimas semanas una distribución RREO DE LA CAMPAÑA, apa­
equitativa entre nuestros clientes a recerá el 12 de Octubre, fecha dos
fin de que éstos pudieran atender los veces memorable para nuestro país,
pedidos de los amigos de la Yerba pues ella recuerda el descubrimien­
Sara, hasta la llegada de la nueva co­ to de América y la gloriosa victoria
secha. Epigramas de Figueroa de Sarandí, batalla ésta que influyó
La sola enunciación de la cifra; un decisivamente en los destinos de
GENEROSIDAD DE UN CALVO nuestra patria.
millón ochocientos mil kilos de Yerba La hora del almuerzo
Un pretendiente tacaño, Nuestra próxima edición en nada
Sara vendida en once meses, revela desmerecerá de las que hasta la fe­
Calvo y raso cual patena, Entre e>as manifestaciones, una currió el almuerzo que congregó en la cha han aparecido y mantendremos en
la magnitud del éxito.
Dos o tres pesos a Elena de las que mayor brillo adquiere año escuela parroquial a varios centena­ ella nuestro habitual tiraje.
Nos sentimos, pues, satisfechos, y
Regaló en cosa de un año. tras año, es la celebración del día del res de buenos españoles a los que
con nosotros deben sentirse también
Ponderando su largueza apóstol Santiago, Patrono de España. se agregaron numerosos compañeros
satisfechos todos los consumidores de
Dice, con verdad a fe:
nuestra afamada y popular marca.
—Le he dado más pesos, que
YA LLEGÓ
La Yerba Sara se ha impuesto defini­
tivamente y nadie puede ya dispu­ Pelos tengo en la cabeza.
—Pero, no ponga esa cara
tarle el triunfo. RESPUESTA SENCILLA Amigazo don Ramón.
Riñendo don Ludovico ¿No conoce el notición?
A Perico su sirviente, Ya llegó la Yerba Sara.
Una oportuna reflexión Di jóle. . . eres un borrico; Vengo de la pulpería;
PARA EL HOGAR —Así es; contestó Perico, Aquello era un hormiguero.
Mejorando lo presente. Si creo que el pago entero
La mesa es uno de los deleites más Rodeaba la mercancía.
VENTAJA QUE GOZA UN ÑATO
legítimos del hombre. En la mesa,
Quejaste, ñato Sufrén Y viera al viejo Saturno;
no solamente se come; también se
Pobre hombre, ¡ cómo sudaba!
habla, se piensa, se discute. Para la De los desaires de Blasa,
familia, el comedor es una especie Y aún temes, que de su casa Mientras la gente esperaba
de cuartel general, donde todos se Te despida con desdén. A que le llegara el turno.
reunen a hora fija. Allí se come, No tanto te atemorices, La gaita tradicional convoca a la fiesta del Patrono ¡Y era aquello un vintenear,
pero también allí se tratan todos los Persíguela sin cesar, Y una de envolver paquetes!
asuntos domésticos, se abordan to­ Que a tí, nunca te ha de dar y símbolo de las más caras tradicio- | uruguayos, entre los cua'es figura- Si creo que hasta los fletes.
dos los temas, y se resuelven las más Con la puerta en las narices. nes del pueblo ibero. Este año, como ban muchos de nuestros empleados de Tenían ganas de comprar.
arduas cuestiones. en los anteriores, en el vecino pueblo escritorio. Y la gente que llegaba,
A UNA QUE OCULTABA LOS AÑOS
Si eso ocurre en el hogar, cosa de Las Piedras, se celebraron las I El día transcurrió luminoso y se- Y la gente que salía,
parecida ocurre en el restauran!. En Treinta y seis años tenía Y éste, que tanto pedía,
la mesa del restaurant, se tratan Largos de talle, Vicenta, Y aquél, que tanto pagaba.
también' los asuntos más importan­ Y con melindres decía,
Dicen que hay yerba a rabiar
tes y muchas veces se resuelven, en­ Siento que de día en día
Y que es grande la partida,
tre plato y plato. Me voy llegando a los treinta.
Pero amigo, por mi vida,
Por eso debemos cuidar de que la De esa pena engañadora
Temo que vaya a faltar.
mesa sea agradable, y ofrezca a los Consolaos, dijo Blas;
comensales 7os mayores atractivos. Pues de los treinta, señora, Entre tanto, don Ramón,
¿Y quién mejor que la dueña dé Cada día, y cada hora Vaya alegrando la cara;
casa puede ocuparse de tan intere­ Os váis alejando más. Aquí está la Yerba Sara,
sante trabajo? Venga pronto el cimarrón.
GENIO Y FIGURA
Hay, pues, que prééentar bien la Matero.
A un avaro prestamista
mesa, rodearla de un ambiente ama­
A bien morir auxiliaba
ble, adornarla con flores y con ob­
jetos gratos a la vista, preocupándo­ Un fraile, y le aproximaba Acostumbrar a los niños a aho­
se de que los alimentos y manjares Un crucifijo a la vista. rrar en forma discreta, es enseñar­
E1 Apóstol vuelve a la Iglesia
se ofrezcan en forma agradable a la De pláta era el crucifijo, les el camino de la independencia
Y al verlo exclamó el doliente: económica, fuente de innumerables
vista y al gusto. fiestas del Apóstol, en forma solemne, reno, en medio de la más franca ale­
valores; es iniciarlos en la vida
Para obtener esto último hay un —Daré sobre él, solamente, con el concurso democrático de los gría, y para agregar aún más signi­ progresista y previsora; es conser­
medio muy eficaz, y muy económico, Media onza, con plazo fijo. buenos y honrados hijos de la madre ficación a aquella fiesta tradicional varlos vinculados al hogar.
que se lo recomendamos a las due­ Francisco Acuña de Figueroa patria que desde la modesta esfera en que el recuerdo de la patria estaba
EL CORREO DE LA CAMPAÑA Página 5.

Nuestro concurso escolar Junto al fogón


LA GOLILLA NEGRA
PREMIO A LA MAYOR ASISTENCIA RURAL EL MATE DE LAS MORALES

—¡Caramba, amigo! Su mate es En una sombría cocina de estancia,


“EL CORREO DE LA CAMPA­ de juguetes, y en una colección de de los que tardan pero llegan; tar­ Una mañanita pálida de invierno,
NA” desea estimular por todos los obras nacionales, entre las cuales se dío, pero seguro. ¿Sabe que está Oí este relato a un pobre paisano
medios a su alcance la difusión de la hallarán las siguientes: “Artigas”, bueno ? Que llevaba al cuello,
instrucción primaria en el país. por Carlos M. Ramírez; “La Epopeya —¡ Y es claro, compadre! Así co­ Como ancha golilla,
La escuela, ya lo hemos dicho, debe de Artigas”, por Juan Zorrilla de mo se dice que lo bueno nunca es Un pañuelo negro.
ser nuestra primera institución social, San Martín; “Páginas Escogidas”, caro, así también debe afirmarse que,
y no cesaremos de recordar a nues­ por José Enrique Rodó; “Historia cuando la cosa es buena, nunca es “No, no era una estancia,
tros lectores el deber en que todos nos Patria”, por H. D.; “Geografía del inútil esperarla... Apenas si era un pobre rodeo,
hallamos de propender a la dignifi­ Uruguay”, por Elzear J. Giuffra. —De acuerdo, aunque esta espera Una majadita, cinco o seis matungos,
cación de la escuela, y a hacer de ella Estos libros y objetos serán distri­ me trae a la memoria el célebre mate Y un ranchito viejo.
el centro de un verdadero culto po­ buidos entre los niños de la escuela de las Morales...
pular. Pero, ¡qué felices corrían los años!
que resulte triunfante en la forma en —Cuente, cuente, que ya sabe que ¡ Cómo me sentía de dicha repleto!
La escuela es de todos y para todos. que la Dirección de la misma escuela sus historias me interesan.
Hagamos, pues, de ella, una especie ¡Qué dulce el trabajo, qué paz en el alma!
lo juzgue más acertado. —Es cuento muy conocido; del El mundo, ¡ qué lejos !
de gran hogar al que todos nos sin­ ÉL azar a quien hemos confiado la Montevideo antiguo, donde ha de sa­ Nada más quería, nada más ansiaba
tamos vinculados; démosle algo de elección del primer departamento en ber usted que pasé mi juventud. Era
nosotros mismos, y sobre todo, no le Que mi hogar sereno,
que será adjudicado el primer premio una familia de apelativo Morales,
neguemos jamás lo que constituye su Mi esposa, mis hijos,
de nuestro concurso, ha querido que muy sociable, y que se complacía so­
verdadera vida: los niños. Que ningún Mi rancho, mi huerto,
ese Departamento sea el de Rocha. bremanera en recibir visitas. Pero
niño en edad escolar deje de frecuen­ Por lo tanto, pues, “EL CORREO Mi humilde campito, y mi majadita,
era el caso que el visitante, a los diez Mis viejos matungos, mi pobre rodeo.
tar ese sagrado templo, y que ningún DE LA CAMPAÑA”, hace saber
minutos de llegar, oía esta frase:
habitante de nuestro país se haga reo
A las Escuelas Rurales del Departa­ —“Fulana, prepárate un matecito Una madrugada de Junio, muy fría,
del enorme delito social de no enviar
mento de Rocha, para la visita”... Y allá marchaba Mientras ensillaba, se sintió a lo lejos,
sus hijos a la escuela, pudiendo, ha­
Fulana. .. pero Fulana volvía al ra­ Un tropel de gente que se fué acercando,
cerlo . que el premio relacionado será otor­ to, y el mate no aparecía. Transcurri­ Y abrió la portera de mi pobre puesto.
“EL CORREO DE LA CAMPA­ gado a la Escuela rural de ese De­ dos otros diez minutos se repetía la Era gente de armas; monté mi caballo,
NA”, compenetrado de estos concep­ partamento que en la estadística ofi­ escena con Mengana, y luego con Zu- Requerí mis armas, me acerqué hacia ellos,
tos, ha organizado un Concurso Esco­ cial de Septiembre, ofrezca una ma­ tana. Lo cierto es que la visita se re­ Y el jefe me dijo, dándome la mano,
lar, que deberá realizarse, por turno, yor asistencia en relación a los alum­ tiraba después de haber oído hablar Conmovido y fiero:
en todos los departamentos de la Re- nos inscriptos. Constatado, pues, ofi­ mucho del mate, pero sin haber podi­ —“La guerra ha estallado,
piiblica. cialmente el dato estadístico a que nos do probar uno...
Este Concurso consiste en adjudi­ Usté es buen patriota, usté es de los nuestros;
hemos referido, procederemos a la en­ —¡ Está bueno !... Vamos, nos esperan,
car un premio a la Escuela rural trega del premio a la Escuela que —De ahí que se hizo general el de­
que en la estadística oficial, duran­ Allá en la cuchilla está el regimiento”.
corresponda. cir, cuando una cosa no llegaba nunca
te el mes que se determinará de an­ En nuestro próximo número dare­ “que era como el mate de las Mora­
temano, ofrezca la mayor asistencia Ni besé a mi esposa, ni besé a mis hijos,
mos cuenta a nuestros lectores de la les”. Así que usted disimule la com-
escolar en relación a los ahimnos Ni miré a mi rancho, ni miré a mi huerto,
Escuela agraciada; y anunciaremos el parancia. ..
inscriptos. Ni a mi pobre campo, ni a mi majadita,
nuevo departamento en que deberá --Bueno; pero le advierto una co­
El premio consistirá en un cajón Ni volví los ojos a ver mi rodeo.
celebrarse el concurso de asistencia. sa; mi mate no llegaba nunca, por cul­
pa de mi almacenero que, imprevisor, Larga fué la guerra, honda fué mi angustia.
se dejó arrebatar toda la yerba que Para defenderme ¡ay! de mis recuerdos,
tenía sin proveerse con anterioridad. Me batí con rabia,
Por eso tuve* que mandar al otro bo­ Me embriagué en la gloria de los entreveros,
liche, y como queda lejos. . . Porque Y de la matanza,
eso sí, compadre, yo prefiero quedar­ Sentí el hondo vértigo.
me sin tomar mate y dejar a un ami­
go a pico .seco,, antes que cebar un Terminó la guerra, y volví hacia el pago,
mate con otra yerba que no sea la Y al trepar la cumbre del último cerro
exquisita YERBA SARA. Usted me El pecho jadeante, la garganta seca,
va a perdonar, pero mi axioma es: Clavé la mirada, con hambre, en el puesto.
o SARA, o nada. ..
—¡Claro, compadre, y venga otro Ya no había nada, todo estaba solo,
mate!... Todo estaba raso, todo estaba yermo,
Ya no había esposa, ya no había hijos,
Ya no había rancho, ya no había huerto,
Hay un gran aceite Ni una pobre oveja de la majadita,
Ni rastro siquiera del pobre rodeo.
Claro que nos referimos al Aceite
SUBLIME SENSAT. Como si soñara, bajé del caballo,
¿ Quién no conoce sus méritos, y Me tiré en el suelo;
quién no lo ha probado ? Grandes me­ Se. abrieron las fuentes todas de mi llanto
dallas de oro, grandes diplomas de Y a la tierra triste mis labios se unieron.
honor, declaratorias de fuera de con­ Y estuve llorando, llorando, llorando,
curso, son los títulos que este aceite Hasta que la noehe se adueñó del cielo,
ha obtenido en las grandes exposicio­ Y borró el paisaje,
nes universales celebradas desde el Y cubrió mi pena con su manto negro.
año 1888 hasta la fecha.
Nosotros hace cuarenta ‘años que Me alejé, llevando la muerte en el alma,
conocemos el SUBLIME SENSAT, v Y huí para siempre de mi hogar desecho.
que no cesamos de recomendarlo a Desde entonces vago, de estancia en estancia,
Ese sí que es un postre EL POR CUÉ DE CIERTO BRILLO nuestros amigos, sobre todo a aque­ Sin hallar reposo, ni encontrar consuelo,
llos a quienes no les importa pagar Y son los crespones de mi alma enlutada,
Déjese usted de recetas tomadas de AL CÉSAR... algo más con tal de obtener la calidad La negra golilla que llevo en el cuello.
Manuales Culinarios. ¿Desea usted
única.
para su mesa un postre exquisito, ape­ A pesar de ser una evidencia que Ci. Marrón.
Y lo recomendamos por su pureza
titoso, sano y nutritivo y por añadi­ rompe los ojos, hay personas poco absoluta, por su sabor exquisito, por
dura barato ? Vamos, a darle en segui­ observadoras, que no atribuyen a su su alto valor alimenticio e higiénico llas y que, si no son nocivos, al menos
da la receta: causa el brillo que ofrecen a la vista Ahora mismo acabamos de leer un
—Envíe usted a cualquier almacén no pueden recomendarse como higié­
la mayoría de los bronces de puerta comunicado ele los afamados fabrican­ nicos y alimenticios; los nuestros son
en busca de una lata de duraznos en de calle, atribuyéndolo exclusivamen­ tes en el cual encontramos este pá­
almíbar, marca Carrau, de la cosecha productos exclusivamente de los tan
te a la eficacia del trabajo de las per­ rrafo que nos interesa hacer conocer renombrados olivares de este país, ela­
1923. sonas encargadas de su cuidado y lim­ a nuestros lectores:
Podemos asegurarle que a menudo borados con un esmero especialísimo
pieza. * “Con referencia a nuestros aceites y sujetos por nuestra parte a la más
repetirá el plato. Ese sí que es un Empero, no es esa sola la causa. podemos hoy vanagloriarnos del cre­ perfecta refinación por medio de los
postre. Si los bronces brillan como briPan, se ciente favor y consumo que en poco aparatos más modernos que se cono­
debe casi siempre al Brasso, que es tiempo adquirieron, y es porque, en cen. Ello nos consiente, pues; garan­
el líquido limpia-metales por excelen­ contra de los de otras procedencias tizar su pureza y nos da facultades
cia. .. cuyos fabricantes los brindan baratos para recomendarlos como los más hi­
Al César lo qué es del César, y al por lo mismo que está en su mano li­ giénicos y propios para la alimenta
Brasso lo que es del Brasso.,, garlos con aceites de diferentes semi­ ción.”.
Página 6. EL CORREO DE LA CAMPAÑA

De modo que el diablo, que había mano y se lo llevó tras sí diciéndole:


CUENTOS PARA NIÑOS
tendido las zarpas para coger su al­ “¡Ven, papá!”.
Nuestra instalación en la Exposición de Rocha
El diablo, sin saber cómo ni por qué
Por qué el diablo es zurdo ma, siguió con ellas contra el pecho
de la mujer, como el que las tiende se dejó llevar.
Que el diablo es zurdo, es cosa ave­ para recoger el calor de una hoguera. Y caminaron, caminaron; el niño
riguada. El diablo entró en calor. delante, con dos alas blancas que de
Su mano o su zarpa derecha es Pero en esto llegó la muerte; le pronto le habían brotado; el diablo
mucho más torpe para el mal que su miró con desprecio, le echó a un lado, detrás, con dos alas negras: las de
mano o su zarpa izquierda. como se echa el gato de la chimenea siempre.
Por cada maldad que realiza con en que se calienta; cogió a la mujer Y los dedos ganchudos del ángel
la derecha, realiza diez con la izquier­ y se la llevó sobre la llanura nevada, malo, en la manita blanca del pequeño
da ; que en esto consiste el ser zurdo El diablo se quedó con el niño. Y ángel .
como el niño conservaba todavía el Y de él tiraba, caminando sin es­
el dueño y señor de las tinieblas.
calor de su madre, el diablo lo cogió fuerzo el de las alas blancas; cami­
Pero la razón del hecho, pocos sa­
bios la conocen. en sus brazos, y también se lo llevó nando a tropezones, torpemente, de­
sesperadamente, el de las alas negras.
Y la explicación es la siguiente, y sobre la helada llanura.
—¿Qué hago yo con esto?—pen­ Así llegaron a las puertas del cielo.
es toda una historia, o, si se quiere,
La puerta se entreabrió.
todo un cuento. ¡ Qué cuentos e his> saba.
Puedo darle muerte, pero sería una Entró el niño, siempre tirando de la
torias, allá se van!
Hubo un invierno muy frío, que torpeza; sería enviar un alma al cie­ mano del diablo, y diciéndole: “En­
hasta en el antro de las penas eter- lo, faltando indignamente a mis de­ tra, papá”.
Pero cuando entró el niño, la puer­
ñas se hizo sentir. Así es que el in­ beres infernales.
Pudiera llevármelo al infierno, pe­ ta del cielo se cerró de golpe y le co­
vierno, que en las entrañas del diablo
mora eternamente, se recrudeció. Y ro es todavía un ser puro; con él no gió los dedos al diablo, estropeándo­
llenósele el corazón de carámbanos, podría entrar. selos para siempre.
Puedo abandonarlo sobre la nieve, El diablo lanzó un aullido y clavó
los pulmones de escarcha, y por den­
la zarpa izquierda en la puerta.
tro del cráneo llevaba toda una ne­ y que sea de él lo que Dios quiera;
pero Dios querría lo mejor, y esto Desde entonces quedó el diablo zur­
vera.
do, y será zurdo por los siglos de
Por las salas infernales se paseaba no entra en mis cálculos.
apresuradamente acercándose a todos Además, el niño todavía estaba tibio los siglos.
José de Echegaray.
los focos inflamados, zambulléndose por aquel último rescoldo del amor
en todas las calderas de aceite hir­ materno. Y el diablo experimentaba -------------- ■ ■ ■ ■ ■ ■---------------
viendo, acurrucándose en todos los cierta sensación dulce apretándolo El estuche de la Yerba Sara
hornos, arropándose con las llamas contra sus negruzcas costillas.
de todos los condenados. A NUESTROS AMIGOS
En suma: que decidió quedarse con
Y todo inútil; no entraba en calor. el niño, criarlo hasta que fuese ma- Advertimos a nuestros amigos que
Y es que los fuegos del infierno yorcito, torcer sus inclinaciones, en­ nos han enviado el cupón de “ EL
abrasan, queman, tuestan, torturan, negrecer su alma, educarlo para el CORREO DE LA CAMPAÑA”,
La Exposición Comercial e Indus­ ciones; el artístico arreglo del teatro
pero no calientan. mal, y en su día llevárselo al infierno. para que les remitamos el estuche
trial recientemente celebrada en la donde se celebró el torneo; el enorme
Al fin y al cabo, aburrióse el diablo El resultado fué que el diablo se obsequio de la YERBA SARA, que público que acudió a él; el extraor­
del sistema de calefacción infernal, y disfrazó de viejo, construyó una ca­ dentro de breves días empezaremos progresista ciudad de Rocha, alcanzó
dinario interés que aquél despertó y
salióse por los mundos en busca de baña, y en ella vivió con el niño al­ a hacer las expediciones, pues nos ha el mayor de los éxitos. El número de
el resultado práctico de la exposición,
calor. gunos años. sido necesario esperar a que llegara expositores; la variedad y elegancia
dan a este acto singular relieve y re­
¡ Empeño inútil! Cada vez se le he­ El pequeñuelo le fué tomando ca- la yerba de la nueva cosecha. de presentación de las diversas sec­ velan la inteligencia y el celo de los
laban más las entrañas. ■i

iniciadores, señores Escardó Anaya,
Se bañó en los volcanes, y salió Dinegri Costa y Anza, quienes han
chamuscado, pero yerto. sido y son objeto de los mayores elo­
Se echó boca abajo a las doce del gios por su brillante actuación en la
día en las arenas del desierto, y sudó organización y dirección de la Expo­
pez y alquitrán; pero las neveras in­ sición.
teriores de su ser no recibieron ni Nuestro inteligente y activo agente
un vaho de calor. en la ciudad de Rocha, señor Alberto
Se metió entre los humanos y re­ Cotelo Freire, quien participó brillan­
fregó su cuerpo velloso contra todas temente del torneo, nos remite la in­
las pasiones, y tampoco consiguió na­ teresante fotografía que ofrecemos a
da; escozores dolorosos en la epider­ nuestros lectores, en la que aparece
mis, pero en las entrañas frío. el sencillo pero elegante pabellón que
Bajó a un abismo, y contra los pi­ nuestro agente instaló en el centro
cachos inmensos de las montañas, que del escenario del teatro, para exhibir
le servían a modo de frontones, estu­ los productos de nuestras marcas.
vo jugando a la pelota con los siete El ya popular disco de la YERBA
pecados capitales. Y se agitó, se fa­ SARA aparece allí confundido con
tigó mucho, pero no entró en calor los productos RECKITT, (AZUL Y
tampoco. LÍQUIDO BRASSO), el ACEITE
Con lo cual, el eterno vencido se SUBLIME SENSAT, el JABÓN
dio por vencido otra vez más, y em­ STERLING, el CONDIMENTO SA-
pezó a dar vueltas por todas partes: VORA y todos nuestros mejores pro­
por sierras y por valles, por ciudades
ductos. Y para completar el cuadro,
y por aldeas. ahí está el magestuoso ordenanza
Por una llanura helada iba a punto ofreciendo a los visitantes ejemplares
de anochecer soplándose los dedos y
de “EL CORREO DE LA CAMPA­
azotándose el espinazo con la cola,
ÑA”.
cuando vio, medio enterrada en la
El esfuerzo inteligente de nuestro
nieve, a una mujer con un niño con­
amigo, el señor Cotelo Freire, nos ha
tra su pecho.
hecho figurar dignamente en la me­
La mujer agonizaba de frío, y el
morable Exposición de la hermosa
diablo, por hacer algo y por ver si
ciudad del Este.
podía llevarse una alma más a sus
riño, porque con el mal nos encari­ Los centenares de personas que es­
cavernas, se acercó a la mujer que
ñamos pronto. peran nuestro obsequio lo recibirán,
moría, y sobre ella se inclinó como
El papá diabólico lo cuidaba pa­ pues, dentro de agunos días.
la fiera sobre su presa.
¡ Qué cosa tan extraña! ¡ En aque­ ternalmente, porque si el niño se mo­ - ------------- ■ ■ ■ ■ ■ ■---------------
lla soledad, de entre aquella capa ría antes de estar maduro para la
Pruebe y verá
de nieve salía un vaho dulce, tibio, eterna condenación, lo había perdido
consolador; del pecho de la mujer sa­ para siempre. Sabemos perfectamente lo que va
lía la tibia bocanada! Mejor dicho, Mas sucedió que un día tuvo que a ocurrirle. Si usted lo prueba, no
de su propio corazón. ausentarse el diablo para fomentar usará ya otro producto que el JA­
Por vez primera sintió el diablo en no sé qué tentaciones de un viejo ava­ BÓN STERLING. Contra él, no
sus entrañas algo así como un cálido riento, y en el entretanto el chicuelo, hay suciedad que resista. Puede
efluvio. que era de la piel del diablo, se es­ usted emplearlo en todos los usos
Y aunque su cerebro estaba helado, capó; saltó por los riscos, despeñóse de limpieza doméstica. Y quedará
pudo comprender que el corazón de por ellos, y al volver el diablo se en­ usted encantada, señora, cuando ob­
una madre siempre tiene calor que contró al niño muerto y a su alma, serve que este producto, lejos de
dar al hijo de sus entrañas, aún en la pequeñita y blanca y con forma in­ perjudicar las manos, las deja blan­
hora de la muerte. fantil todavía, que le cogió por la cas y suaves.
Pruébelo y verá.

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