Los 7 Secretos Del Mundo de La Hipnosis

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LOS 7 SECRETOS DEL MUNDO DE LA HIPNOSIS

Introducción.

Para muchas personas el tema de la hipnosis pertenece al mundo de la


superstición, el fetichismo y el tabú, pero cuando nos damos cuenta que el
ilustre doctor Sigmund Freud, padre del psicoanálisis y una de las más grandes
mentes de fines del siglo XIX y la primera mitad del siglo XX fue firme
entusiasta de la hipnosis y que la utilizó en sus primeros esfuerzos por develar
los misterios de la mente, no nos queda más remedio que tomarla en serio. El
fenómeno de la hipnosis ha sido estudiado desde la más remota antigüedad y
sigue siéndolo hoy en día por destacados científicos de la psicología y la
psiquiatría actual y no deja de asombrarnos, por supuesto, la cantidad de
misterios que envuelven tan interesante fenómeno.

En este reporte nos permitimos revelar algunos de los secretos que se


esconden en el mundo de la hipnosis, no son los únicos, pero consideramos
que son de lo más importante y útiles a la hora de investigar de qué trata la
hipnosis y los fenómenos que la acompañan.

El reporte contiene ineludiblemente referencias a los grandes maestros de la


hipnosis, a sus comentarios o escritos sobre los misterios o secretos de este
apasionante mundo. Es mucho lo que se puede decir y es en realidad muy
poco lo que podemos aportar en este reporte gratuito, pero es lo suficiente
respecto a lo que es deseable conocer sobre la hipnosis en una primera etapa.
Contiene la suficiente información como para darnos cuenta de que no
pertenece al reino de la superchería y darnos una visión clara de lo potente que
sigue siendo el fenómeno de la hipnosis en el ámbito de la ciencia, y sobre
todo, para alimentar la ambición de conocer la hipnosis en mayor grado, tanto
en sus aspectos teóricos como prácticos.

Presentamos siete hitos o puntos de referencia importantes para conocer lo


que es la hipnosis y se presentan como: Los 7 secretos del mundo de la
hipnosis. En ese orden iremos revelando los aspectos más importantes de
este conocimiento y haremos, por supuesto, las recomendaciones a la lectura
de las obras de las cuales manó este reporte.

Hipnosis.

¿Está realmente dormida la persona hipnotizada? ¿Qué es realmente la


hipnosis? Estas suelen ser las primeras preguntas que uno se hace cuando
cuándo inicia el camino de tan interesante mundo, escuchamos al hipnotizador
decir: “duerma profundamente” como si realmente se tratara del sueño natural
por el que pasamos todos los días, nada más alejado de la verdad. Los
hipnotizados se visten del ropaje del sueño porque es la primera señal de
sugestión que reciben cuando se les hipnotiza y porque la sugestión adquiere
su mayor fuerza en un estado fisiológico parecido al sueño natural. Ya los
primeros maestros de la hipnosis habían reconocido este estado del organismo
y lo habían relacionado más que con el sueño natural con el estado de
sonambulismo que se presentaba en algunas personas; esto los llevó a
denominarlo sonambulismo artificial. En un principio creían que el
sonambulismo natural era propio de los niños y personas que presentaban
algún tipo de trastorno fisiológico y psicológico, de tal manera que eran ellos
mismos los más indicados para alcanzar el llamado sonambulismo artificial, (la
Escuela de la Salpetriere era de esta idea en su teoría del Gran Hipnotismo).
De cualquier manera, se percataban que tanto el sonámbulo natural o el
artificial, es decir, el hipnotizado, mantenían intactos muchas de las funciones
de organismo propias de la vigilia que se ven anuladas durante el sueño
natural. Podían elaborar con facilidad actividades manuales y perceptivas que
están definitivamente anuladas en el sueño natural: podían caminar, charlar,
manejar un auto, bailar, cantar etc., y sobre todo, hoy en día lo sabemos,
podían incrementar su nivel de actividad cerebral hasta los estados de
ansiedad y emergencia cuando son llevados a ello a través de alguna fantasía
hipnótica, por otro lado, puede pasarse del sonambulismo natural al artificial
con la adecuada habilidad del hipnotizador.

El mismo sueño natural muestra diferentes características según el nivel de


profundidad de sueño del que se trate y la actividad cerebral correspondiente.
Algunos de estos niveles de sueño pueden tener algunas características
similares a las que se presenta en la hipnosis, pero no así en todos los niveles
del sueño natural. De cualquier manera, insistimos, muchas facultades que son
observables en la hipnosis no se presentan en el sueño natural, esto nos lleva
al primer secreto: El sueño hipnótico no es lo mismo que el sueño natural.

Esto nos lleva a las siguientes preguntas: ¿Qué es realmente la hipnosis?


¿Cuáles son sus características? Las definiciones de hipnosis se basan, por lo
general, en las ideas enseñadas en la Escuela de Nancy, en donde el
hipnotismo procede de la sugestión; de una representación consciente
infundida en el cerebro de la persona hipnotizada por una influencia exterior, y
aceptada por aquella como si hubiese surgido espontáneamente. De acuerdo a
esta idea, todas las manifestaciones hipnóticas serian fenómenos psíquicos,
provocados principalmente por la sugestión, nada tendrían que ver con los
fenómenos electromagnéticos, energéticos o de otra índole de naturaleza física
o de poderes especiales en el hipnotizador.

La Escuela de Nancy marcó un hito en la investigación científica de la hipnosis


a fines del siglo XIX, su influencia fue mundial, pero sobre todo, se mantuvo
firme en la tesis de que es la sugestión uno de los componentes esenciales de
la hipnosis, así como la voluntad del individuo a hipnotizarse para ceder ante
las sugestiones del hipnotizador. Esto, como ya lo comentamos viene a
colación, porque durante décadas y hasta hoy en día, existe la idea de que la
hipnosis es el resultado de alguna influencia magnética o energética que
proviene del hipnotizador y provoca el trance en la persona a quién se dirige tal
magnetismo. Esta suele ser la premisa principal de casi todos los
hipnotizadores de espectáculo que intentan destacar su personalidad poderosa
y casi mágica ante los espectadores. La Escuela de Nancy destruyó este mito y
centro la hipnosis en el eje de la sugestión, esto nos lleva al segundo secreto:
El hipnotismo procede de la sugestión, se inculca en la persona.

Sería el Dr. H. Bernheim, discípulo de Liébeault, el que llevaría a la Escuela de


Nancy al conocimiento mundial, con su interesante obra: “De la Sugestión y sus
Aplicaciones a la Terapéutica”, que habría de ser prologada en la traducción
alemana, por el insigne padre del psicoanálisis, S. Freud. Berheim, inició sus
estudios en la terapéutica hipnótica desde 1882, al principio con timidez y poca
confianza en este camino, iniciado por el Dr. Liebeault; pero terminó por
volverse práctica cotidiana en su clínica. Practicó delante de sus alumnos y no
hubo día alguno que no tuviera éxito con la hipnosis. Berheim, inicialmente
empezó sus estudios en una serie de trabajos para averiguar el valor de la
magneto-terapia en las diversas alteraciones nerviosas. Estos estudios, se
publicaron en a Revista Médica del Este,1881; pero mientras se ocupaba en
esos trabajos, llegó a conocer el método sugestivo del Dr. Liébeault y observó
que muchos de los resultados eran mejores con este método sugestivo.
Comentaba Berheim:

“Lo que el imán produce, la simple sugestión lo produce siempre, y me


pregunté si la virtud terapéutica de los metales y los imanes no sería
sencillamente una virtud sugestiva” (H. Bernheim. 1887).

No hay fenómeno alguno dentro del ámbito de la hipnosis que puedan argüir
los teóricos del magnetismo que no pueda ser producido por la simple y llana
sugestión. Muchas de las sensaciones eléctricas y magnéticas que narran las
personas que han sido hipnotizadas son el resultado de sugestión y la
predisposición a dichas percepciones, porque así se les ha informado o se les
ha hecho creer previamente. Estos procesos de predisposición emocional se
pueden dar de manera tanto consciente como inconsciente y refuerzan en las
personas la idea de un extraño fluido magnético como la causa de la hipnosis,
pero nada más alejado de la verdad.

De acuerdo al Dr. Bernheim, el estado hipnótico no es debido a algún fluido


magnético o emanación de los seres vivos; sino que procede exclusivamente
de la sugestión, es decir, de la influencia provocada por una idea sugerida y
aceptada por el cerebro. Esta última definición, es la más común y encontrada
en los libros de hipnosis. El Dr. Bernheim, mostró lo admirable de los
automatismos en los pacientes, como la catalepsia sugestiva, las actitudes que
se le imprimen sugestivamente, así como la idea misma de sueño; y las
sensaciones inculcadas al cerebro, que son percibidas como reales y que
constituyen verdaderas alucinaciones. Demostró que la hipnosis se inculca
realmente en el sujeto.

Respecto a la Escuela de Nancy y el Dr. H. Bernheim, el conocido padre del


psicoanálisis comentó:

“Cuando, en 1889, visité las clínicas de Nancy, oí decir al doctor Liébault, gran
maestro en la hipnosis: «Si dispusiésemos del medio de sumir en el estado de
sonambulismo a todos los sujetos, la terapia hipnótica sería la más poderosa
de todas.» En la clínica de Bernheim parecía casi existir tal arte y ser posible
aprenderlo en su director” (S. Freud. 1895. Estudios sobre la Histeria).

Más adelante y ya entrado el siglo XX habrìa de hacer la nota la denominada


Segunda Escuela de Nancy. Estaría formada por grandes médicos y psicólogos
que habrían de llevar el estudio y aplicación de la hipnosis más allá de las
fronteras de Francia. Entre los más conspicuos representantes de esta escuela,
destaca el Dr. Emile Coue, discípulo de Liébault y Bernheim, introdujo el
método de autosugestión consciente; de tal manera, que influía en la mente de
sus pacientes, repitiendo y enseñándoles a repetir frases motivadoras hasta
lograr el pleno convencimiento y condicionamiento deseado. Se repetían
palabras clave positivas y se visualizaban imágenes, tanto en vigilia como en
trance ligero, hasta llegar a un nivel subconsciente; y así, lograr un
condicionamiento positivo autogenerado. Su muy conocida frase, a modo de
mantra: “Día tras día, en todos los aspectos, me va mejor y mejor”, es
conocida, como ejemplo relevante del método de Coué; su éxito dependía en
gran parte de la repetición diaria de la fórmula. Este método, habría de ser la
semilla para ulteriores métodos o técnicas más elaboradas de autosugestión.

Hemos señalado que la hipnosis procede en lo fundamental de la sugestión,


pero: ¿Qué es la sugestión? El Dr. Boris Sidis contestaba:

“Al hablar de sugestión nos referimos a la intrusión de una idea dominante en la


mente; enfrentada con mayor o menor resistencia por la persona (sujeto);
aceptada finalmente sin examen crítico y realizada irreflexiva y casi
automáticamente” (B. Sidis).

En el lenguaje común de los hipnotizadores, la palabra sugestión es utilizada,


haciendo referencia a las verbalizaciones, que el operador dice al sujeto o
persona que va ser hipnotizada. Por otro lado, la sugestión se ha definido
como:

“forma de influencia psíquica que una persona puede ejercer sobre otra, al
margen o con exclusión del pensamiento racional crítico del segundo” (Bibring.
1954).
Por otro lado, también es importante destacar el estado de susceptibilidad en
la persona que va ser hipnotizada, tal susceptibilidad favorece el trance, por lo
menos, cuando es provocado y puesto en relación a otra persona. Sabemos
que los estados hipnóticos pueden ser auto-inducidos o provocados
naturalmente por la estimulación monótona y persistente que proviene del
exterior. Dicho de otro modo, la estimulación natural o artificial repetitiva pone
al sujeto en línea; con la actividad cerebral adecuada, que parece a todas
luces necesaria, para que se establezca una relación de sugestión con alguna
persona externa. En el caso de la autosugestión, el sujeto se pone en relación
consigo mismo, ya sea, consciente o inconscientemente. En el caso de ser
inconsciente, puede ser parte de la explicación dinámica de algunas patologías
nerviosas. Pueden darse otras formas de relación, como las que se establecen
a través de la propaganda y los fenómenos publicitarios, profundamente
estudiados, fenómeno que veremos más adelante.

Ya solo nos gustaría añadir al respecto de este segundo secreto una nota del
Dr. Freud:

“Aun el mismo sueño hipnótico sería una consecuencia de la sugestión,


apareciendo merced a la sugestibilidad normal del ser humano…” (S. Freud.
1888. Prologo a la edición alemana de la obra «De la Suggestion et de ses
applications à la thérapeutique» de H. Bernheim).

En la obra Hipnosis para Psicólogos de profundiza bastante en este tema:

http://www.bubok.es/libros/218001/HIPNOSIS-PARA-PSICOLOGOS

Se ha hablado mucho sobre los niveles de profundidad hipnótica en los


hipnotizados y se han establecido diferentes sistemas para tratar de indicar el
nivel o grado de hipnotismo en la persona. Cabe señalar que en todos los
casos: El nivel de profundidad hipnótica está en relación con los
fenómenos de la hipnosis que observamos en la persona hipnotizada, por
lo menos desde el punto de vista psicológico. Tenemos así ya esbozado el
tercer secreto del mundo de la hipnosis y lo explicamos a continuación.

La escala del Dr. Liébeault, que fue la misma que utilizó el Dr. Bernheim, ha
servido de base para la más diversas variedades de escalas, y es, de hecho,
una de las más utilizadas en la actualidad, no obstante su antigüedad. Es
utilizada por muchos profesionales de la hipnosis. Se divide en seis grados o
niveles de profundidad hipnótica, de menor a mayor grado. Estos niveles
guardan relación con las características y peculiaridades de las
manifestaciones hipnóticas, los denominados fenómenos de la hipnosis.

Los seis niveles clásicos son los siguientes:

Primer grado, la somnolencia desaparece de inmediato cuando el operador


cesa de ejercer su influencia sugestiva, es variable la duración del tiempo de
este nivel de hipnosis que se necesita para pasar al siguiente nivel cuando es
posible o el individuo muestra la susceptibilidad adecuada para ello; no se
observan la gran mayoría de los fenómenos de hipnosis en este primer nivel
de profundidad, salvo la somnolencia, el cierre de los ojos y algún incipiente
grado de catalepsia en extremidades y párpados.

Segundo grado, los sujetos conservan los párpados cerrados, escuchan


conscientemente todo lo que se les dice, su cuerpo en general refleja el estado
flácido del sueño, ya sea qué esté acostado o sentado. En este nivel funcionan
muy bien las catalepsias de todo tipo: no poder abrir párpados, no mover o
dejar rígidas las extremidades, no poder levantarse si se le prohíbe, no poder
dar un paso si le indica, no poder abrir la boca, etc., se encuentran en un
estado que se llama catalepsia sugestiva. Que es uno de los primeros
fenómenos de la hipnosis y se presenta aunque el sujeto esté consciente y
pueda darse cuenta de su entorno. Al despertar, suelen, como en el primer
grado, decir que no han estado hipnotizados; sin embargo, al platicar con ellos
se asombran de lo sucedido durante el trance, como la manifestación de las
catalepsias y algunas percepciones que dicen no haber tenido y que olvidaron.

Tercer grado, el embotamiento parece ser más profundo, entre los fenómenos
de la hipnosis observados tenemos: la sensibilidad táctil suele extinguirse
facilitándose la analgesia y anestesia; la catalepsia es definitiva; igual para los
movimientos automáticos, si ponemos sus brazos en movimiento y le
indicamos que no los puede detener, no lo puede hacer. Persiste cierto grado
de conciencia y la persona escucha todo lo que se le dice y sucede alrededor;
se pueden lograr algunas contracturas y parálisis por la sugestión, tanto
contracturas espásticas (brazo engarrotado) como flácidas. Al despertar puede
recordar lo acontecido, pero presenta una mayor cantidad de lagunas de
información en su memoria, hasta el punto de reconocer que durante ciertos
lapsos no recuerda absolutamente nada.

Cuarto grado, además de los fenómenos de la hipnosis ya mencionados en los


niveles anteriores, presentará en este nivel un nuevo repertorio de fenómenos
hipnóticos. Es importante aclarar, antes de continuar, que es ley de la hipnosis
que el sujeto al ir avanzando en los distintos niveles escuchará todo lo que diga
el operador, esto marca una notoria diferencia respecto al sueño natural como
ya se había comentado. De cualquier manera, en esta cuarta etapa, se le
puede aislar mediante sugestión verbal de los demás estímulos de alrededor,
tales como ruidos, conversaciones, luces, temperatura, etc., evidentemente, las
contracturas, parálisis y catalepsias en general, se logran con mayor facilidad.
Los sujetos que llegan a este nivel evidencian un relativo olvido de los
acontecimientos y conversaciones durante la hipnosis.

Quinto y Sexto grados, se caracterizan por el total olvido al despertar de todo lo


que ha ocurrido durante la sesión hipnótica. Constituyen el nivel de sueño que
en otras épocas se denominaba sonambulismo; este concepto se aplicaba
solamente en particular a estos dos niveles de sueño, por el hecho de que las
personas no recordaban nada al despertar. Se podría decir que el quinto grado
es de sonambulismo ligero, los sujetos, vagamente pueden recordar algunas
cosas, sobre todo si se les insiste en recordar. Las alucinaciones, catalepsias,
automatismos, etc., se logran bien en este nivel. Estos fenómenos de la
hipnosis ya denotan un mayor nivel de trance. En el sexto grado, o
sonambulismo profundo, el recuerdo de todo lo que ha ocurrido en el trance
hipnótico está totalmente abolido y no se puede recordar espontáneamente,
aunque sí se insiste en ello durante un ulterior trance hipnótico, o incluso,
estando despierto, lo puede lograr. El sujeto está totalmente sometido a la
voluntad del operador y es el autómata perfecto y dócil para todas las órdenes
de sugestión. Suele ser este el nivel deseado por los hipnotizadores de
espectáculo para hacer su presentación. En un auditorio de aproximadamente
200 personas podrá el hipnotizador colocar en trance profundo por lo menos a
15 personas o más y así hacer su espectáculo. En términos terapéuticos no
hace falta llegar a estos niveles profundos; se puede trabajar perfectamente
bien en sueño lúcido o ligero.

Son los distintos fenómenos de la hipnosis, los que a fin de cuentas nos
permiten determinar el nivel de trance hipnótico alcanzado por el sujeto. Esto
dependerá en mayor media de la capacidad del sujeto a aceptar las
sugestiones, y por supuesto, a una adecuada técnica de sugestión hipnótica.

¿Funcionan las sugestiones hipnóticas en personas despiertas, es decir, en


estado de vigilia? Mucho se ha dicho de la eficacia de las sugestiones
hipnóticas en el estado vigilia. Desde la época científica de James Braid
(creador del concepto hipnosis) se trató este fenómeno, si bien es cierto que la
mayoría de los durmientes hipnóticos muestran una apariencia similar al sueño
y en concreto con los sonámbulos naturales, muchos de ellos cuando se
encuentran sometidos a realizar actividades durante el trance, reflejan una
apariencia normal, como si estuvieran despiertos o incluso fingiendo. Esto llevó
a los hipnotizadores de aquella época a tratar de verificar las mismas
sugestiones en personas despiertas que hubieran pasado o no por la hipnosis
previamente. Se verificó, que los que ya habían sido sometido a la hipnosis, y
alcanzaban los niveles se sonámbulo durante el trance, podían con mayor
facilidad responder a las sugestiones en estado de vigilia, por complejas y
difíciles que estas fueran. Esto nos lleva al cuarto secreto del mundo de la
hipnosis: Las sugestiones hipnóticas funcionan efectivamente en el estado
de vigilia, es decir, estando la persona despierta.

En la Escuela de Nancy, se hicieron muchas investigaciones al respecto y se


comprobó que el efecto de la sugestión en la vigilia era notorio y se podía
trabajar con ella utilizando la terapéutica de la palabra, es decir, mediante
sugestiones verbales directas.

Son notables las investigaciones del Dr. Bernheim respecto a la eficacia de la


sugestión en la vigilia:

“He comprobado que muchas personas que han sido hipnotizadas


anteriormente, pueden presentar estando despiertos, los mismos fenómenos
sugestivos sin hipnotizarse de nuevo, por poco que hayan sido adiestrados en
un pequeño número de sesiones hipnóticas” (H. Bernheim. 1887. De la
sugestión y sus aplicaciones a la terapéutica).

En aquella época, sobre todo en el círculo del célebre Dr. Charcot, se pensó
que los trastornos nerviosos por lo general requerían de un estado anómalo
hipnoide de origen fisiológico, del cual no conocían su mecanismo. Este
estado, decían ellos, era propio de las personas histéricas y emocionalmente
inestables. Estos conceptos fueron rebatidos y demostrados como falsos en la
Escuela de Nancy, la sugestión en la vigilia fue uno de los muchos elementos
que contribuyeron a esta demostración:

“…el mismo fenómeno (sugestión en la vigilia) se observa en muchas


personas hipnotizables y nada histéricas, aun en aquellas que no llegan al
sueño profundo, sino únicamente al segundo o tercer grado…para obtener
estos fenómenos de sugestión no tengo necesidad de emplear voz autoritaria,
ni aterrar a las personas con la mirada; digo lo que deseo, lo más sencillamente
posible, sonriendo y obtengo el efecto, no sobre individuos dóciles, sin
voluntad, complacientes, sino sobre sujetos bien equilibrados, que razonan
bien, que tienen voluntad firme, y hasta algunos, cierto espíritu de
insubordinación” (H. Bernheim. 1887).

Se pueden producir en vigilia la mayoría de los fenómenos observados en el


trance hipnótico mientras que el sujeto haya pasado previamente por hipnosis y
haya alcanzado los niveles profundos, preferentemente. No significa que esto
último sea absolutamente necesario, porque hay sujetos que no habiendo
pasado por trances previos han respondido bien a este tipo de sugestiones,
pero como quiera que sea, resulta más efectivo el éxito de la sugestión en
vigilia si contamos con algún entrenamiento previo. Así pues, el sujeto
previamente hipnotizado apenas recibe las sugestiones, sí así es su deseo,
entra de inmediato en relación con el hipnotizador y de alguna manera
reproduce el trance hipnótico; es decir, se coloca en línea y responde a las
sugestiones.

En este entrenamiento previo entra en juego uno de los más apasionantes


misterios de la hipnosis, que nos lleva al quinto secreto del mundo de la
hipnosis: Las órdenes posthipnóticas.

Estas órdenes adquieren su mayor eficacia en los niveles del sonambulismo,


no obstante en algunos casos pueden provocarse desde los niveles lúcidos del
sueño; sin embargo, en los niveles ligeros su eficacia suele ser muy baja y de
menor duración.

Se trata de órdenes que el sujeto deberá realizar después de que haya


despertado y que por lo general se cumplen con una eficiencia y sincronismo
temporal espectacular. Pueden ser órdenes en las que sujeto deberá ejecutar o
hacer algo, tener ilusiones o alucinaciones que percibirá en determinado
momento posterior al despertar. Se ha interpretado desde la época de la
Escuela de Nancy, que al llegar el momento del cumplimiento de la orden, el
sujeto entra en relación instantánea con el trance hipnótico, y sin saber por qué
lo hace, cumple la orden eficientemente. El sujeto, por supuesto, tenderá a
racionalizar su comportamiento con cualquier explicación o pretexto del por qué
actuó de determinada manera.

Para ampliar en esto, bastará un ejemplo: a un sujeto en trance hipnótico se le


ordena que media hora después de que despierte, irá al escritorio del
hipnotizador y tomará un libro que allí se encuentra; lo abrirá en la página 100 y
leerá en voz alta. Al despertar y cumplido el tiempo, así lo hace. Si se le
pregunta por qué lo hizo, contestará: “porque me apeteció leerlo en voz alta” y
dirá que la página 100 es la primera que se le ocurrió.

Los hipnotizadores de espectáculo suelen decir a sus durmientes en forma


privada e individual, lo siguiente: “durante el día de hoy cada vez que te señale
con el dedo y simplemente por señalarte, volverás a dormir profundamente”.
Suelen ante los espectadores despertar a sus durmientes y luego cuando estos
se dirigen hacia sus butacas entre el público, a la distancia el hipnotizador los
increpa para que volteen, cuando voltean, lo señala con el dedo e
instantáneamente quedan dormidos ¡Como si un rayo magnético y poderoso
hubiera salido del dedo del hipnotizador! Por lo menos, así es como lo
visualizan o lo sienten muchos de los espectadores del público. Pero todo
radica en una simple orden posthipnótica.

Es mucho lo que se puede decir o contar sobre las órdenes posthipnóticas y


que está fuera del alcance de este reporte, pero como ya se mencionó más
arriba en la obra Hipnosis para Psicólogos se profundiza bastante sobre
estos temas, la obra se puede localizar en el siguiente sitio:

http://www.bubok.es/libros/218001/HIPNOSIS-PARA-PSICOLOGOS

O en la obra Hipnosis para todos, del siguiente sitio:

http://www.amazon.com/dp/B00GUO6UWW

Mucho se ha escrito y especulado sobre las órdenes posthipnóticas y de cómo


este interesante fenómeno de la hipnosis juega un papel muy importante en la
hipnosis en sujetos despiertos. Esto nos lleva a revisar uno de los fenómenos
más apasionantes de la psicología publicitaria y de la propaganda política y que
tiene que ver con el sexto secreto del mundo de la hipnosis: La propaganda
política y la publicidad se valen constantemente de las sugestiones
hipnóticas.

Se han utilizado desde la antigüedad tanto la sugestión como la hipnosis con


diferentes ropajes de control y manipulación; a través del discurso y la retórica;
la música y la danza; la simbología, las leyendas y mitos. Y con todos aquellos
instrumentos que sirven para fortalecer las ideas que se sugieren y sugestionan
a los individuos y a los grupos sociales. No fue hasta la hipnosis moderna que
se han investigado en profundidad los distintos métodos que permiten aplicarla
a los diferentes campos de la actividad humana, con bastante éxito. Se
muestran algunos ejemplos de modo ilustrativo pero su profundización está
más allá de los objetivos de este reporte.

Como ejemplo podemos ver la llamada sugestión moral, que es utilizada casi
siempre por los medios masivos de comunicación, en particular la prensa y la
televisión. Este tipo de sugestión actúa a través de los valores de las personas
que suelen estar asociados a determinadas ideas o nombres; por ejemplo, una
idea interpretada como ridícula, si es expresada por cualquier persona
ordinaria, mantiene su calidad de ridículo, pero deja de mantener esa calidad
solo por el hecho de ser expresada por alguna persona notable. Basta que esa
idea ridícula esté asociada al nombre de la persona notable para que deje de
verse como ridícula, e incluso sea considerada como una idea muy importante.
Lo mismo es aplicable en cuanto a la invitación a la acción, basta que la
sugerencia venga de personas de renombre, para que la invitación sea válida,
independientemente de las posibles consecuencias de tal acción, ya sea de
índole político o comercial.

Esto se basa en la suposición de que una idea es aceptada por el inconsciente


y transformada en una realidad por su constante repetición, como ya lo había
demostrado uno de los más famosos hipnotizadores de principios del siglo XX,
el Dr. E. Coué, y más todavía, si esta idea proviene de una persona o
institución notable. Las frases repetitivas como slogans, clichés, etc., suelen
tener los mismos efectos que la sugestión, o mejor dicho, son formas de
sugestión

Los principios de la sugestión son en cierto modo parte de los cimientos de


nuestra vida normal, esto se observa en las personas a quienes les pedimos
directamente que hagan algo y en los niños a quienes se educa para que sigan
las órdenes verbales directas. Se estimula también, de manera indirecta, la
imaginación de las personas, mediante la narrativa de los cuentos y leyendas
de héroes formidables poseedores de determinados patrones de
comportamiento, los niños se identifican con ellos y siguen los mismos
patrones si estos son nutridos en la vida cotidiana; qué no decir de los héroes
cinematográficos que son mostrados en la actualidad con derroche de efectos
especiales, juegos de luces y sonidos impresionantes. Estas asociaciones nos
hacen olvidar frecuentemente la sugestión original, de tal manera que creemos
actuar por nuestra propia voluntad. Las respuestas a las sugestiones suelen
condicionarse por su repetición y perduran por largo tiempo haciéndose
efectivas tanto para la propaganda como para la publicidad.

Ya en la antigüedad el efecto de los cantos fue descrito por Tácito quien


menciona en su obra Germania del efecto hipnótico del discurso rítmico:
“En los germanos abundan las rudas composiciones en verso; quienes las
recitan son considerados bardos en el lenguaje del país. Con esta poesía
bárbara inflaman sus mentes el día de la batalla y pronostican el resultado
según la impresión que haga en la mente de sus soldados, quienes se vuelven
terribles contra el enemigo o desesperan del éxito según la canción guerrera
produzca un ánimo débil o fuerte. No puede llamarse humana su manera de
cantar, este salvaje preludio es más bien un furioso griterío, un salvaje coro de
virtud bélica”. (Tácito. Germania)

En cuanto al discurso, decía Mussolini, según cita de E. Ludwinng:

“Todo discurso a las multitudes tiene dos finalidades, aclarar la situación y


sugerir algo. Estos son los motivos por lo que los discursos dirigidos al pueblo
son esenciales para despertar el entusiasmo a la guerra” (Emil Ludwing, Little,
Brown, 1933).

El uso de repeticiones en la sugestión verbal, de símbolos en la sugestión


visual y gráfica; de ritmos en la sugestión auditiva, a través de la música y la
danza, juegan un papel importante en la conquista del inconsciente por el líder
político. El atractivo de la propaganda no va dirigido a la razón ni a los
principios de la persona, sino a la esencia de su carácter social o de grupo, en
donde puede predominar el tener sobre el ser; los estereotipos de identidad;
cierto grado de auto-corrupción pragmática, en donde pareciera tonta y débil la
persona que no los sigue; liberalidad, como sinónimo de progreso, etc. El
delirio verbal del propagandista se transfiere a las masas. Este delirio, consiste
en repeticiones continuas con propósitos de condicionamiento . Frecuentemente
se hipnotizan el poder racional, a través de la repetición en diferentes medios
de comunicación. Todas las palabras y pistas sonoras cargadas
emocionalmente por el propagandista, despiertan asociaciones con las
necesidades más profundas de la persona, de tal manera, que las pueda
proyectar como realizaciones personales en las acciones incitadas por el líder.
La propaganda por medio de slogans, gráficos y símbolos estimulan los
anhelos de amor, tranquilidad, poder, prestigio, sexo, dominación, posesión,
compensación de resentimientos y venganzas, etc., las emociones dan a la
gente fuerzas que no tiene en estado normal, como se ha observado durante
guerras y revoluciones. Bajo la influencia de una sugestión violenta, las
multitudes rebasan, por amplio margen, sus niveles usuales de fuerza muscular
y resistencia. En estas circunstancias, hay generalmente, un grado
considerable de anestesia al dolor, tanto físico como emocional.

La sugestión es el primordial principio de la propaganda en un esfuerzo por


controlar y manipular deliberadamente sobre el pensamiento y emociones de
los grupos sociales; en una forma determinada y con un propósito definido. La
propaganda demagógica crea ilusiones y hasta alucinaciones que se solapan
con los estados mentales que aumentan la capacidad del hombre para
responder al efecto emocional de los símbolos, discursos y bandas sonoras.
Los nazis dieron el ejemplo más pragmático del terrible y horrendo uso de la
sugestión en la propaganda, de tal manera que manipularon la mente de uno
de los pueblos más desarrollados del planeta, que prefirió suprimir su libertar
en aras de entregarse a la locura de su líder. E. Krieck, filósofo nazi, dijo:

“Las masas pueden ser dirigidas y moldeadas en estado de excitación


psíquica. Aquí intervienen nuevas fuerzas formativas, nuevos contenidos del
inconsciente. Muchos de los que fueron a los mítines de Hitler por curiosidad y
se quedaron, volvieron convertidos, apresados por fuerzas elementales que
tenían una influencia más persistente en ellos que la que había sido posible
lograr mediante un aprendizaje…la agitación nacional-socialista trabaja
principalmente a través de los instintos revolucionarios; no con pruebas y
argumentaciones intelectuales sino con la fuerza primitiva del ritmo, cuyo lugar
se encuentra en el umbral de todo lo racional y lo irracional” (Ernts Krieck.
1934).

Hemos hablado hasta aquí de como es posible que un individuo pueda influir
sobre otra persona a través de la sugestión, poniéndose en línea una respecto
a la otra, es decir, hipnotizador e hipnotizado; estableciéndose en ocasiones
relaciones de dependencia que resultan insostenibles. Pero nos surge de
nuevo una pregunta: ¿Es posible ponerse en relación de sugestión uno consigo
mismo? La respuesta a esta pregunta nos lleva al séptimo y último secreto: La
autosugestión y la autohipnosis.

La autosugestión es conocida y utilizada desde la más remota antigüedad, ha


llevado los más diversos ropajes y nombres: pensamiento tenaz, oraciones y
jaculatorias, mantras, pensamiento dirigido, pesimismo y optimismo, núcleo
fóbico, núcleo obsesivo, etc., las personas ante sus creencias y expectativas le
han dado valor a esta forma de dirigir su propia mente y pensamiento, tanto en
forma positiva como negativa. El Dr. E. Coué, como ya lo habíamos
mencionado, fue de los primeros en utilizarla como una técnica de intervención
psicológica, dirigida y programada. En la actualidad son innumerables los
métodos y técnicas que siguen los principios de la autosugestión.

La autosugestión puede seguir dos vías: la consciente y la inconsciente; en la


primera, el sujeto obra por voluntad propia y aplica las sugestiones en sí mismo
que previamente se le han enseñado y entrenado, o las que él crea por su
propia originalidad, independientemente de que reconozca este fenómeno. La
segunda vía, es decir, vía inconsciente, se transita a través del lenguaje de lo
inconsciente, genera sus propias sugestiones que tendrán efecto en la persona
sin que esta se lo haya propuesto directamente. Las representaciones
inconscientes, como las llamaban desde el inicio del psicoanálisis, pueden ser
beneficiosas en algunos casos, pero perjudicial en los casos en los cuales
derivan como una patología de tipo psicológico.

Explicar el origen y manifestación de las representaciones inconscientes en


una determinada persona, sin necesidad de que estas sean impuestas desde
afuera escapa al alcance de este reporte y pertenece más al ámbito del
psicoanálisis y de algunas patologías que en un principio se pensaban tenían
un constituyente físico. Nos interesan más particularmente las llamadas
autosugestiones conscientes que son las que se practicaron con mayor
insistencia en la llamada Segunda Escuela de Nancy.

La Segunda Escuela de Nancy, estaría formada por grandes médicos y


psicólogos que habrían de llevar el estudio y aplicación de la hipnosis más allá
de las fronteras de Francia. Entre los más conspicuos representantes de esta
escuela, destaca el ya mencionado Dr. Emile Coué, discípulo de Liebault y
Bernheim. Coué introdujo el método de autosugestión consciente; de tal
manera, que influía en la mente de sus pacientes, repitiendo y ensenándoles a
repetir, frases motivadoras hasta lograr el pleno convencimiento y
condicionamiento deseado. Se repetían palabras clave positivas, y se
visualizaban imágenes, tanto en vigilia como en trance ligero, hasta llegar a un
nivel subconsciente; y así, lograr un condicionamiento positivo autogenerado.
Como ya mencionamos su muy conocida frase: “Día tras día, en todos los
aspectos, me va mejor y mejor”, es conocida, como ejemplo relevante de su
método; el éxito depende en gran parte de la repetición diaria de la formula.
Este método, habría de ser la semilla para ulteriores métodos o técnicas más
elaboradas de autosugestión; como el método autógeno de Schultz.

E. Coue, no fue el primero en utilizar este concepto, pues lo encontramos a lo


largo de la obra de Bernheim y también en el prologo realizado por S. Freud,
sobre la misma obra. Observamos en todos estos escritos, el valor que se daba
a la autosugestión en el mundo de la hipnosis y en la explicación de diversas
patologías nerviosas. Asimismo, se reconocía su valor terapéutico, más allá de
toda duda.

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