Vivas Nos Queremos
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Dirección Editorial
¡Vivas nos queremos!
Luchas de las mujeres
en las Altas Montañas
de Veracruz
Amanda Ramos García
Anabel Ojeda Gutiérrez
Dirección Editorial
Universidad Veracruzana
ISBN: 978-607-8923-03-8
D. R. © Universidad Veracruzana
Dirección Editorial
Nogueira núm. 7,Centro, CP 91000
Xalapa, Veracruz, México
Tels. 228 818 59 80; 228 818 13 88
direccioneditorial@uv.mx
https://www.uv.mx/editorial
¡Vivas nos queremos! Amanda Ramos García y Anabel Ojeda Gutiérrez
Índice
Prólogo 6
Introducción 9
Antecedentes 20
Fuentes bibliohemerográficas 71
¡Vivas nos queremos! Amanda Ramos García y Anabel Ojeda Gutiérrez
Prólogo
Este libro recoge la experiencia de algunas mujeres frente a las luchas por su
reconocimiento como sujetas de derechos, en la región de las Altas Montañas,
en Veracruz, México. Su objetivo es visibilizar y compartir el rodaje de estas
luchas, relacionadas íntimamente con luchas anteriores que simbolizan una
fuente de inspiración para que hoy el movimiento tenga un rostro diversificado
y pluricultural. Podría decir con certeza que las mujeres han despertado, con
fuerza y valentía.
Considero que este escrito de Amanda Ramos y Anabel Ojeda tiene im-
presa su propia presentación, pues quien lo lea indudablemente se identificará
con el tema. Las autoras se mueven con soltura para brindar información cla-
ra, y utilizan un esquema narrativo que nos permite comprender la historia de
las luchas por los derechos de las mujeres en las Altas Montañas.
El contexto es complejo y contrastante. La región está conformada por
grupos culturales diversos, pueblos originarios, personas en tránsito y mes-
tizos. A la fecha, existe una brecha construida por relaciones de desigualdad
económica, política, social y cultural, sostenida sobre un sistema patriarcal,
conservador, dominante y clasista. Estas circunstancias recaen con fuerza en
las sujetas más vulnerables: las mujeres y las infancias. Lo anterior les impone
6 cargas que las condenan a vivir dominadas y cumplir con roles socialmente 6
asignados y enfocados, la mayoría, en el cuidado de la familia, con lo que se
ven orilladas a renunciar a cualquier otro proyecto de vida. Sin embargo, a pe-
sar de las adversidades, la lucha por los derechos humanos poco a poco se ha
colado y ha tomado mayor fuerza en la región en los últimos dos años.
Actualmente, más mujeres conocen sus derechos, los defienden y los in-
vocan. Sin duda, se está gestando una nueva historia. Hay muchas luchadoras
involucradas en este andar, entre las que se encuentran Amanda y Anabel, ami-
gas, compañeras y académicas feministas a quienes admiro. Soy testiga de que,
desde su lugar, han develado injusticias y abierto un camino en el que han unido
su voz con otras voces, en un empeño común para prevenir la violencia de géne-
ro en las aulas, la calle, la casa y la vida cotidiana de la comunidad.
Al conocer a Amanda y Anabel, puedo imaginar que sus vivencias sir-
vieron de inspiración para mostrar cómo viven las mujeres en las Altas Monta-
ñas. Con indignación, enojo, impotencia y rabia contenida ante las injusticias
de casos que han escuchado, acompañado y canalizado. También son tes-
tigas del momento actual, que trae un motivo de esperanza compartida con
otras y otros.
En mi opinión, este texto destaca el locus, es decir, la presencia de las
mujeres en espacios simbólicos, lo que hace notar el empoderamiento de di-
versas generaciones que han construido una sola voz para reclamar justicia y
sensibilizar a la sociedad ante la violencia de género.
Otra de sus aportaciones consiste en retomar antecedentes históricos
de mujeres de la región quienes se atrevieron a dar su palabra y escribir ideas
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liberales para la época y motivaron a otras mujeres para exigir mejores condi-
ciones laborales en la zona urbana, ya que en ese tiempo era inconcebible que
los trabajadores exigieran sus derechos, mucho menos las mujeres. Este es-
crito nos invita a pensar que la lucha inició y despegó con mujeres vulnerables,
a través de una breve reseña sobre las luchas feministas en México, en la que
destaca que entre 2015 y 2018 el movimiento cobró mayor fuerza.
Las autoras recogen y comparten experiencias diversas. Refieren los
colectivos que abrieron camino en la región para atender la violencia de gé-
nero, como el Colectivo Feminista Cihuatlahtolli y el Kalli Luz Marina A.C. Am-
bos tienen como proyecto político acompañar a las mujeres en un contexto
patriarcal que se niega a reconocer su aporte en la familia y la comunidad.
El patriarcado se vive como un poder que domina los cuerpos y espíritus de
las mujeres, restándoles vida y salud. Por ello, los colectivos trabajan con las
mujeres en distintas dimensiones, hasta alcanzar una vida digna para ellas y
sus hijos e hijas.
Así también, este texto da cuenta de una experiencia de vida: el andar de
las autoras que las llevó a romper con el miedo e involucrarse en procesos de
liberación, desde la vida. Su intención es acercarse a las víctimas de violencia
de género, a fin de mostrar a los lectores cómo viven en la región de las Altas
Montañas. Invitan a tomar conciencia y valorar el proceso que se gesta en su
constitución como sujetas de derechos. Recuperan el enfoque feminista como
una vía para interpelar y complejizar el tema, y resaltar la posibilidad de que la
7 sociedad se sume a estos procesos de lucha. 7
Este escrito muestra con claridad el fruto de un gran número de muje-
res, con diferentes edades y experiencias, que ha posibilitado caminos para la
justicia, para atravesar el miedo y tomar decisiones firmes ante la violencia que
viven. Su contenido es una aportación a la investigación. Da pie a añadir nuevos
artículos que enfaticen el empoderamiento de las mujeres y el desarrollo de ha-
bilidades para enfrentar la violencia de género. Anima también a profundizar en
el papel de las mujeres como guardianas de la vida, parteras de la cultura, cui-
dadoras de la tierra, sembradoras de resistencia y esperanza: tareas que contri-
buyen e influyen en los cambios comunitarios, sociales y económicos.
Hay una fuerza que se “mueve” cuando una mujer rompe el miedo y
toma sus propias decisiones. Por lo tanto, este libro puede ser aprovechado
por estudiantes, personas dedicadas a la investigación y colectivos, para sis-
tematizar su propio recorrido en la lucha por los derechos de las mujeres en la
región, recoger sus historias y contribuciones a favor de una cultura de dere-
chos humanos, fortalecer su identidad y resignificar el sentido de su proyecto
político. Asimismo, sería pertinente difundirlo en otras lenguas, como las va-
riantes de náhuatl que se hablan en esta región; así como organizar círculos de
lectura en los municipios, y que la Universidad Veracruzana Intercultural sea la
sede donde se convoque a más mujeres para que lo conozcan.
También debería ser leído por toda la población, ya que contiene infor-
mación valiosa que analiza la situación de los derechos de las mujeres. Se tra-
ta de una invitación para profundizar sobre el tema, posicionarlo en la socie-
dad, debatir sobre los procesos que se han gestado y lo que queda por hacer.
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Introducción
Saltamontes
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Una de las cuestiones que la metodología feminista pone sobre la mesa refiere
el análisis de las formas de transmisión y divulgación históricamente consi-
deradas válidas o académicamente rigurosas en las ciencias sociales. Estas
han invisibilizado el lugar desde el cual las mujeres hablamos y las vías que
utilizamos para comunicarnos. Se ha privilegiado lo “racional”, presentado en
contraposición con lo “emocional”.
Las académicas feministas proponemos valorarlo de manera distinta.
En ese sentido, Andrea Gigena plantea que “se necesitan nuevos lenguajes de
comunicación para nuestras observaciones y reflexiones, desde un artículo
académico hasta una intervención artística o un relato ‘ficcional’ que entreteja
ese cúmulo de experiencias [...]. Esto requiere, sobre todo, que en el propio
campo académico las feministas legitimen esos nuevos modos de escritura
y expresión”.1
En este texto, priorizamos el locus de enunciación de las mujeres parti-
cipantes y de las propias autoras. El locus de enunciación representa el lugar
simbólico desde el que una persona se posiciona epistemológica, política e
incluso ideológicamente. Llegamos allí como fruto de nuestras experiencias
e historia.
La ubicación tradicional de las mujeres en los ámbitos privado y domés-
tico, sumada al mandato patriarcal que obliga a que la violencia contra las mu-
jeres y la violencia feminicida permanezcan en ese ámbito (el ámbito personal,
escindido de la realidad social y estructural), ha obstaculizado la posibilidad
14 de organización y acción social. De acuerdo con Gerda Lerner, el patriarcado 14
es “la manifestación e institucionalización del dominio masculino sobre las
mujeres y niños y niñas de la familia, y la ampliación de ese dominio sobre las
mujeres en la sociedad en general”2 y, agregamos, sobre la vida en su conjun-
to. Cabe subrayar, como apunta Rita Segato, que “el feminismo no puede y no
debe construir a los hombres como sus enemigos ‘naturales’. El enemigo es el
orden patriarcal, que a veces está encarnado por mujeres”.3
Según Julieta Kirkwood, “el problema de la atemporalidad es evidente:
los problemas de las mujeres parecen estar ubicados fuera del tiempo, fuera
de la historia, fuera del acontecer y la contingencia política”.4 Sin duda, el mo-
vimiento feminista y las luchas de las mujeres en México y en América Latina
han irrumpido en la esfera pública al tomar y reclamar espacios, especialmen-
te en los últimos años.
Un espacio fundamental, que también se está reclamando, es emocio-
nal y el propio cuerpo. Lo público y lo privado son resignificados para catalizar
cambios sociales potenciados desde los cambios personales que acompa-
1. Andrea Ivanna Gigena, “El tiempo de las mujeres. Aproximaciones a la idea de locus de enuncia-
ción feminista a partir de experiencias de trabajo con mujeres-indígenas”, en Descentrada, núm. 2,
septiembre 2018, pp. 5-6.
2. Gerda Lerner, La Creación del Patriarcado. Madrid, Editorial Crítica, 1985, p. 340.
3. Rita Laura Segato, “El problema de la violencia sexual es político, no moral. Entrevista a la antro-
póloga Rita Segato, una estudiosa de la violencia machista”, por Mariana Carbajal, en Página 12, 16
de diciembre de 2018.
4. Julieta Kirkwood, Ser política en Chile. Las feministas y los partidos. Santiago de Chile, Flacso,
1986, p. 179.
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dialógica y feminista”, en Prácticas otras de conocimiento(s). Entre crisis, entre guerras, tomo ii, en
colaboración con Xóchitl Leyva Solano et al. San Cristóbal de Las Casas / Lima / Copenhague / La
Habana / Coimbra /Guadalajara, Cooperativa Editorial Retos / Programa Democracia y Transforma-
ción Global / Grupo Internacional de Trabajo sobre Asuntos Indígenas / Talleres Paradigmas Eman-
cipatorios-Galfisa / Proyecto Alice / Taller Editorial La Casa del Mago, 2015, pp. 83-106.
14. Ibidem, pp. 88-89.
15. Ibidem, p. 84.
16. Ibidem, p. 85.
17. Id.
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20. Mariflor Aguilar, “Cultura de escucha, condición de la democracia”, en Ensayos. México, Instituto Elec-
toral del Distrito Federal, 2004, pp. 9-39 (iv Concurso de Tesis, Ensayo y Cuento 2004); y Carlos Lenkers-
dorf, Aprender a escuchar. Enseñanzas maya-tojolabales. México, Plaza y Valdez Editores, 2009.
21. Aída Hernández, op. cit., p. 101.
22. Ibidem, p. 94.
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20 Antecedentes 20
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Las demandas de las mujeres para contrarrestar la opresión que vivimos han
estado presentes en las Altas Montañas desde tiempo atrás. Ignoradas por la
historia oficial, que tiene mucho de patriarcal1 y colonial, aún falta conocerlas,
estudiarlas y difundirlas. Sabemos que los derechos que las mujeres disfruta-
mos actualmente son resultado de las batallas que dieron nuestras ancestras
dentro de sus familias, comunidades, colonias, espacios de trabajo, institucio-
nes y demás ámbitos. Así, en este apartado consideramos pertinente hacer
un breve recuento de algunas historias de mujeres que abrieron caminos en
Veracruz y, específicamente, en esta región.
En “Feminismos y feministas en México. Veracruz 1915-1932”, Rosa
María Spinoso da cuenta de las ideas sobre el feminismo que aparecían en
la prensa veracruzana de inicios del siglo xx, y presenta a algunas de sus ex-
ponentes. De acuerdo con la académica, hay evidencias de la rebeldía de las
mujeres desde antes del movimiento revolucionario:
1. Como explica Joan W. Scott, la historia se transforma al incluirse los saberes de las mujeres. Re-
cupera a tres estudiosas feministas para enfatizar: “La inclusión de las mujeres en la historia implica
necesariamente la redefinición y ampliación de nociones tradicionales del significado histórico, de
modo que abarque la experiencia personal y subjetiva lo mismo que las actividades públicas y políti-
cas. No es demasiado sugerir que, por muy titubeantes que sean los comienzos reales, una metodo-
logía como ésta implica no sólo una nueva historia de las mujeres, sino también una nueva historia”
(Gordon, Buhle y Shrom, en Joan W. Scott “El género: una categoría útil para el análisis histórico”
en Martha Lamas (compiladora) El género. La construcción cultural de la diferencia sexual. México,
UNAM/ Miguel Ángel Porrúa. 1996: 267).
2. Rosa María Spinoso, “Feminismos y feministas en México. Veracruz 1915-1932”, en Mujeres ibe-
roamericanas y derechos humanos. Experiencias feministas, acción política y exilios, coordinación
de Dolores Ramos Palomo, Milagros León Vegas, Víctor J. Ortega Muñoz y Sergio Blanco Fajardo.
Athenaica, Sevilla, 2016, pp. 123-124.
3. Ibidem, p. 124.
4. Ibidem, p. 142.
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5. Rosa Spinoso, “Salomé Carranza, una mujer moderna en Tlacotalpan”, en Mujeres en Veracruz 2.
Fragmentos de una historia, coordinación de Fernanda Núñez Becerra y Rosa María Spinoso Archo-
cha. Xalapa, Gobierno del Estado de Veracruz, 2010, p. 33.
6. Spinoso, “Feminismos y feministas en México. Veracruz 1915-1932”, en Mujeres iberoamericanas
y derechos humanos. Experiencias feministas, acción política y exilios, p. 127.
7. Id.
8. Id.
9. Ibidem, p. 128.
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10. Id.
11. Id.
12. Ibidem, p. 126.
13. Celia del Palacio, Pasado y presente: 220 años de prensa veracruzana (1795-2015). Xalapa, Uni-
versidad Veracruzana, 2015, p. 88.
14. Spinoso, “Feminismos y feministas en México. Veracruz 1915-1932”, en Mujeres iberoamerica-
nas y derechos humanos. Experiencias feministas, acción política y exilios, p. 137.
15. Id.
16. Ibidem, p. 138.
17. Ibidem, p. 140.
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18. Georgina Limones Ceniceros, “Las costureras anarcosindicalistas de Orizaba, 1915”, en Trabajo,
poder y sexualidad, coordinación de Orlantina de Oliveira. México, Colegio de México, 1989, p. 222.
19. Ibidem, p. 223.
20. Ibidem, pp. 220-227.
21. Ibidem, p. 222.
22. Ibidem, p. 228.
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El día del Trabajo fue celebrado con euforia por los trabajadores de
los distintos gremios pues los recientes triunfos mantenían muy en
alto el ánimo de los trabajadores del cantón de Orizaba: el triunfo de
las costureras, que entre otras cosas habían obtenido el reconoci-
miento a su organización, aumento salarial y jornada de ocho horas,
el de los tabaqueros que lograron un 25 por ciento de incremento en
los jornales y los zapateros que obtuvieron el 35 y 40 por ciento, y
ambos gremios el reconocimiento de sus sindicatos.25
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Foto 2. Dos generaciones, una misma lucha. Tomada por Luz María Reyes, 8 de marzo
de 2020, Orizaba, Veracruz. La imagen fue registrada por la abogada y activista femi-
nista Luz María durante la concentración previa a la marcha conmemorativa del Día
Internacional de la Mujer en 2020. Creemos que representa parte de las luchas de las
mujeres en la región para combatir distintos sistemas de opresión, como lo refleja la
trayectoria de la Negra Moya.
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30 Foto 3. Marcha por el Día Internacional de la Mujer. Tomada por Carmen Lara, 8 de 30
marzo de 2020, Orizaba, Veracruz.
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3. Nurit Martínez, “Bloque negro, hasta que se acabe la violencia contra ellas”, en El Sol de México, 5
de marzo de 2022.
4. Incluimos dos análisis al respecto: Ana Karen García, “Ingrid Escamilla: los medios de comunica-
ción y la narrativa del horror”, en El Economista, 17 de febrero de 2020; y Eréndira Aquino, “Filtracio-
nes en casos de feminicidios en CDMX son recurrentes porque no hay castigo”, en Animal Político,
11 de febrero de 2020.
5. bell hooks, El Feminismo es para todo el mundo. Madrid, Traficantes de Sueños, 2017.
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cusiones tanto en los debates teóricos como en las acciones prácticas, surgen
propuestas interseccionales e intergeneracionales6 que convocan a miles de
mujeres y niñas. La diversidad y la divergencia nutren el feminismo en objeti-
vos comunes. Históricamente, recibimos atención internacional, lo cual plan-
tea la oportunidad de sacar a la luz nuestras demandas de manera masiva.
Las muchas demandas feministas visibilizan prácticas vistas como
“naturales” y normales. Asimismo, detonan análisis y reflexiones cada vez
más profundos sobre las condiciones de vida aplicadas a las mujeres por el
sistema patriarcal, cuyo funcionamiento es entretejido por los estudios críti-
cos con el engranaje del sistema capitalista y colonial, el cual afecta de mane-
ra diferenciada las vidas de las mujeres. Analizamos entonces aristas diversas
de una misma problemática.
Por ejemplo, la división sexual del trabajo, la sobredemanda que im-
pone a las mujeres y la explotación que encarna en los cuerpos de las tra-
bajadoras domésticas. Las desigualdades tácitas y simbólicas que experi-
mentamos para acceder a la educación e incursionar en el campo laboral o
académico, a las que se agregan las lógicas racistas a las que se enfrentan
mujeres de pueblos originarios y afrodescendientes. El peligro que genera
la introyección del amor romántico para la vida de las mujeres, así como las
consecuencias en cómo nos relacionamos hombres y mujeres. La masculi-
nidad violenta y reaccionaria, la femineidad subordinada y alejada de nuestra
propia sexualidad, y lo que estas construcciones representan en entornos
32 sumamente precarizados. Estas son solo algunas manifestaciones del siste- 32
ma patriarcal-colonial-capitalista que convergen en una realidad en extremo
violenta para las mujeres.
En este marco, surgen con especial fuerza dos principales reivindica-
ciones que conforman el núcleo de la lucha feminista actual: la legalización
del aborto y la erradicación de la violencia feminicida. La lucha por la legali-
zación del aborto apareció en Argentina como una demanda masiva, política
y pública, que poco a poco inundó otros países de América Latina, detonando
movilizaciones en El Salvador, Colombia, Chile y México. Las compañeras ar-
gentinas gestaron para este movimiento el nombre colectivo Marea Verde, que
las demás abrazamos y nos apropiamos.
La legalización del aborto contempla la posibilidad y el derecho de las
mujeres a decidir su proyecto de vida en condiciones políticas de ciudadanía
plena. Este derecho se demanda acompañado de educación sexual integral y
científica, desde el nivel preescolar, así como del acceso a métodos anticon-
ceptivos para todas las personas, sin importar su estrato social o económico.
De acuerdo con la organización internacional Human Rights Watch,
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7. Janet Walsh, “Derecho internacional de los derechos humanos y aborto en América Latina”, en
Human Rights Watch, julio de 2005, p. 1.
8. Rita Segato, La escritura en el cuerpo de las mujeres asesinadas en Ciudad Juárez. Territorio,
soberanía y crímenes de segundo estado. Buenos Aires, Tinta Limón, 2013.
9. Marcela Lagarde, “¿A qué llamamos feminicidio?”, en 1er Informe Sustantivo de actividades 14 de
abril 2004 al 14 abril 2005, Comisión Especial para Conocer y dar seguimiento a las Investigaciones
Relacionadas con los Feminicidios en la República Mexicana y a la Procuración de Justicia Vincula-
da. México, lix Legislatura Cámara de Diputados H. Congreso de la Unión, 2005.
10. Camila Ordorica hace una revisión histórica del concepto en: “Breve historia conceptual del femi-
nicidio”, en Nexos, 12 de noviembre de 2019.
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La pandemia de covid-19
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1. Edelmira García Martínez, Sujetos emergentes para la exigibilidad de los derechos. Mujeres Na-
huas de Rafael Delgado, Veracruz, promoviendo la erradicación de la violencia de género, tesis de
maestría. Xalapa, Universidad Veracruzana Intercultural, 2011, pp. 104-106.
2. Subcomandante Insurgente Marcos, “Calendario de la resistencia. Marzo: Veracruz, la tercera es-
tela. (Un virrey modernizado o el prd, una izquierda agradable a la derecha)”, 1 de febrero de 2003.
3. Carolina Elizabeth Díaz Iñigo, Género y justicia entre las mujeres nahuas del municipio de Rafael
Delgado, Veracruz. Una mirada a través de la asociación civil Kalli Luz Marina, tesis de maestría.
Xalapa, Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, 2014, pp. 71-78.
4. Manuel Hernández, Rocío Andrade y Ricardo Sosa, “La acción colectiva desde la fe: las comuni-
dades eclesiales de base de Río Blanco, Veracruz”, en Las ciencias sociales y la agenda nacional.
Reflexiones y propuestas desde las ciencias sociales. ii Acción colectiva, movimientos sociales, so-
ciedad civil y participación, coordinación de Juan Carlos Ruiz Guadalajara y Gustavo A. Urbina Cor-
tés. México, Consejo Mexicano de Ciencias Sociales, 2018, pp. 917-918.
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Este compromiso con las causas populares es una vía para practicar el
cristianismo6 que tuvo un gran auge entre las décadas de los setenta y ochen-
ta. Implicaba animar procesos de organización para la transformación de la
realidad en barrios, colonias, comunidades y otros grupos. Como lo documen-
tan Manuel Hernández, Rocío Andrade y Ricardo Sosa,7 dicha empresa tuvo
una presencia crucial en la región de las Altas Montañas: “comenzó a media-
dos de la década de los setentas del siglo pasado, sobre todo en la parroquia
del Sagrado Corazón por el padre Ricardo Zapata”.8
Como parte de las acciones, se crearon grupos de reflexión –conocidos
como decanatos en la iglesia católica– en las diferentes regiones de la dióce-
sis de Xalapa, donde pertenecía la parroquia de Río Blanco. En ellos se tocaban
temas religiosos, pero también se analizaban los problemas sociales.9
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Foto 7. Marcha “Las calles y las noches son nuestras”. Acervo Colectivo Cihuatlahtolli,
enero 2019, Orizaba, Veracruz.
13. Colectivo Feminista Cihuatlahtolli A. C., perfil de Facebook, s. f. Consultado en: https://www.face-
book.com/pg/Colectivo-Feminista-Cihuatlahtolli-AC-2693161457375480/posts/?ref=page_internal.
14. Luz María Reyes, comunicación personal. / Las contribuciones que de aquí en adelante se citan como
“comunicación personal” fueron recabadas por medio de un cuestionario en línea y de entrevistas envia-
das por medios electrónicos. La contingencia por la pandemia por covid-19 imposibilitó las reuniones
presenciales. Todas las entrevistas y los cuestionarios se realizaron en el mes de abril de 2020.
15. Carolina Díaz, Op. cit., p. 181.
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16. Edelmira García, Op. cit; Carolina Díaz, Op. cit y “Kalli Luz Marina y la defensa de los derechos de
las mujeres nahuas de la sierra de Zongolica, Veracruz”, en Entre el activismo y la intervención: el
trabajo de organizaciones de la sociedad civil y su incidencia para la salud de las mujeres indígenas
en México, coordinación de Clara Juárez Ramírez, Felipe José Hevia de la Jara et al. México, Alter-
nativas y Capacidades A. C. / Centro Internacional de Investigaciones para el Desarrollo / Centro de
Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, 2017; Celeste Morales, “Mujeres indí-
genas que defienden sus derechos: que la costumbre sea el respeto a la mujer” (Tesis de licenciatura,
Xalapa, Universidad Veracruzana, 2014).
17. Edelmira García, Op. cit., pp. 8-9 y 177; Carolina Díaz, Op. cit., pp. 23-27 y 80.
18. Natalia de Marinis, “Por el derecho a la verdad: El caso de Ernestina Ascención y los efectos de la
militarización en Zongolica, Veracruz”, en Ichan Tecolotl, 5 de febrero de 2019.
19. Elena Gallegos y Claudia Herrera, “Entrevista a Felipe Calderón Hinojosa, presidente de la repúbli-
ca”, en La Jornada, 13 de marzo de 2007.
20. Blanche Petrich, “Dictamen de ginecóloga señala agresión sexual en contra de Ernestina Ascen-
sión”, en La Jornada, 24 de abril de 2007.
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Nacional de las Mujeres, descalificó las últimas palabras de Ernestina con de-
claraciones cargadas de racismo.21 Con la versión oficial, el caso se cerró en
mayo de 2007.
La entrada en vigor de la Ley de Acceso de las Mujeres a una Vida Li-
bre de Violencia para el Estado de Veracruz en febrero de 2008 influyó para
que el tema de la violencia contra las mujeres figurara entre las acciones de
gobierno. “Una de las zonas prioritarias para las acciones oficiales que se si-
guieron fue la región de Zongolica, en cuya cabecera regional (el poblado de
Zongolica), se instaló la Agencia Especializada en Delitos Sexuales y Contra la
Familia, y más adelante la Casa de la Mujer Indígena”.22 Esta situación generó
un entorno aparentemente favorable para las iniciativas ciudadanas relativas
a la cuestión.
Finalmente, siguiendo a Edelmira García23 y Carolina Díaz,24 retomamos
la mención referente a la huella de la teología de la liberación en Rafael Del-
gado. Es posible identificarla en el trabajo de las Misioneras de la Inmaculada
Concepción25 y del párroco Andrés Vargas. Rafael Delgado es una comunidad
con fuerte presencia religiosa popular católica, la cual se manifiesta en ma-
yordomías en honor a los santos: festividades que requieren la participación y
organización familiar y comunitaria.
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Foto 8. Grupo de promotoras en Atlahuilco, Veracruz. Acervo Kalli Luz Marina, 2020.
21. Andrés T. Morales, “Descalifica Inmujeres acusación de Ascencio Rosario contra militares; ‘fue en
náhuatl’”, en La Jornada, 1 de abril de 2007.
22. Edelmira García, Op. cit., pp. 9-10.
23. Ibidem, pp. 122-126.
24. Carolina Díaz, Género y justicia entre las mujeres nahuas del municipio de Rafael Delgado, Vera-
cruz. Una mirada a través de la asociación civil Kalli Luz Marina, pp. 71-82.
25. Ibidem, pp. 81-82.
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Algunos de los principios con los que ellas mismas caracterizan su que-
hacer refieren la independencia de partidos políticos; la discreción y el respeto
por la vida de las mujeres que enfrentan violencia de género; el entendimiento
a las mujeres y su dolor sin juzgar, lo cual genera confianza y solidaridad; la
negociación en el tratamiento de los conflictos; la facilitación de la recupera-
ción de los hombres; el impulso a la transformación de su comunidad.35
Las promotoras participan activamente más allá de su rol, el cual se
extiende a sus ámbitos comunitarios y familiares. Su posición y experiencia
les dan un conocimiento profundo del contexto y un sentido de empatía con
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las mujeres que llegan al Kalli, por lo que su trato es sensible, de calidad y con
pertinencia social y cultural.36
De manera más reciente, la organización ha potenciado esa experiencia
hacia otros municipios de la región Altas Montañas. Desde 2013, promueve
la formación y fortalecimiento de “promotoras indígenas para el desarrollo de
estrategia de atención y sensibilización para mujeres que viven violencia, con
enfoque de derechos humanos, género, interculturalidad y ritualidad. Asimis-
mo, se promueve el desarrollo de liderazgos personales y comunitarios para
la participación social”.37 Lo anterior en torno a la Red de Promotoras de los
Derechos de las Mujeres Indígenas (Reprodmi), con la que actualmente impul-
sa procesos de economía social y solidaria, mediante la producción de huevo
y hortalizas.
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Para atender las afectaciones de la violencia en “la salud física, psíquica, emo-
cional y espiritual”, ofrecen alternativas de la medicina tradicional a través del
36. Edelmira García, Op. cit., p. 169; y Carolina Díaz, Op. cit., pp. 312-316.
37. Kalli Luz María, “Red de Promotoras de los Derechos de las Mujeres Indígenas (Reprodmi)”. Con-
sultado en: https://kalliluzmarina.wixsite.com/kalli/reprodmi.
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1. A partir de aquí, los nombres de las participantes del cuestionario en línea serán sustituidos con
nombres de flores, para guardar su privacidad.
2. Girasol, comunicación personal.
3. Girasol, comunicación personal.
4. Id.
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5. Silvia Elizalde y Natacha Mateo, “Las jóvenes: entre la ‘marea verde’ y la decisión de abortar”, en
Salud Colectiva, núm. 3, 2018, pp. 433-446.
6. Por ejemplo, el 24 de diciembre de 2019, algunas mujeres se manifestaron pacíficamente en
Orizaba en contra de una estatua con forma de mujer embarazada, patrocinada por grupos re-
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12. Aquí las referencias a algunas de las notas: “Amanece Orizaba ‘pintada’ de verde”, en La Van-
guardia, 20 de octubre de 2019. Consultado en: https://www.vanguardiaveracruz.mx/amanece-ori-
zaba-pintada-de-verde/; Patricia Libonatti, “Amanece Orizaba con pañuelos verdes a favor el aborto
legal”, en Quadratín Veracruz, 20 de octubre de 2019. Consultado en: https://veracruz.quadratin.com.
mx/amanece-orizaba-con-panuelos-verdes-a-favor-el-aborto-legal/; Lissette Hernández, “Activis-
tas realizan ‘pañuelazo’ a favor de la legalización del aborto, en Orizaba”, en Al Calor Político, 20
de octubre de 2019. Consultado en: https://www.alcalorpolitico.com/informacion/activistas-rea-
lizan-paniuelazo-a-favor-de-la-legalizacion-del-aborto-en-orizaba-301121.html#.Xo_xCFVKjIU;
Hugo Morales Alejo, “Pañuelazo en Orizaba”, en Multigráfica Agencia, 20 de octubre de 2019. Con-
sultado en: http://www.multigrafica.com.mx/movil/nota/48024/pauelazo-en-orizaba.
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Foto 11. Foro por el Derecho a Decidir. Tomada por Hugo Guzmán, 10 de diciembre de
2019, Orizaba, Veracruz.
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La fortaleza que aporta el trabajo colectivo –que las mujeres del Conejo
Clandestino privilegian– se transforma en un accionar político ante la inefica-
cia estatal.
14. Id.
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tra interacción con otras mujeres ha crecido con amor, con una esen-
cia que perdura aún si no estamos juntas; todas nos sabemos la una
para la otra y ello se demuestra en los momentos difíciles.15
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15. Id.
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Las mujeres que apoyan a otras mujeres, las mujeres luchadoras, las
mujeres feministas se convierten en referentes inspiradores para otras. “Ver a
tantas mujeres alzando la voz”12 alienta. “Poder manifestarme en una ciudad
tan conservadora [se refiere a Orizaba] resulta empoderante y me llena de va-
lor para seguirlo haciendo”.13 Las activistas identifican cambios positivos en
sus vidas relacionados con sentirse más seguras, valiosas, fuertes, capaces,
queridas, acompañadas, comprendidas, amorosas, comprensivas y solidarias.
“También soy una mujer más feliz”.14 Con más libertad y opciones para sanar,
poner límites, no quedarse calladas, ser autocríticas y generosas, construir
relaciones de amistad y de pareja sanas. “Me ayuda al llevar mi propio duelo.
He descubierto nuevo coraje para seguir día a día y darme cuenta qué clase de
personas quiero a mi lado”.15
“Participar en estos espacios me da mucha esperanza y mucha alegría,
me permite entender sobre todo una forma nueva de relacionarme conmigo
60 y de recuperar el autocuidado y el amor propio”.16 También identifican mayor 60
compromiso con el bienestar de otras mujeres, niñas y niños. “Soy más cons-
ciente de la violación a nuestros derechos como mujeres. Esto me ha llevado a
comprometerme con la erradicación de la violencia y el fortalecimiento de una
cultura de derechos de justicia y de igualdad”.17 Al interesarnos por el autocui-
dado y el cuidado de las y los demás, tejemos redes de soporte en nuestra vida
cotidiana, más allá del activismo. No sin tensiones y contradicciones, intenta-
mos construir desde la unión relaciones entre mujeres, cargadas usualmente
de juicios y rivalidades. “He logrado quitarme de la cabeza que entre mujeres
competimos”.18
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Foto 13. Yekyetolistli. Acervo Kalli Luz Marina, 2019, Rafael Delgado, Veracruz.
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Activismo feminista
Esta arista abarca todas las acciones en el espacio público cuando las mu-
jeres reclamamos la calle y hacemos visible la violencia que históricamente
había permanecido normalizada. Marchas, concentraciones, intervenciones y
educación e información feminista para la gente en general. El acto simbólico
de tomar el espacio público es muy valioso, considerando que, en la vida coti-
diana, cuando cada una realiza sus actividades, nos resulta violento y peligro-
so. Por eso, lo reclamamos y exigimos el derecho a estar en la calle de día y de
noche, sin tener miedo y sin estar en riesgo.
Las principales demandas del activismo feminista actual son la lega-
lización del aborto y la erradicación de la violencia feminicida y la violencia
contra las mujeres. De modo similar a los espacios de autoformación, la parti-
cipación es voluntaria y no remunerada.
Actividades académicas
Consisten en actividades impartidas principalmente en las universidades
–aunque también ocurren en otros niveles escolares, como el básico, medio y
medio superior–: conferencias, conversatorios, talleres y cursos con enfoque
feminista. Buscan informar y sensibilizar a las distintas poblaciones estudian-
tiles sobre las problemáticas relacionadas con género y feminismo. Las muje-
res que participamos en estos espacios coincidimos en que son fundamenta-
les y nos permiten fortalecer vínculos y hacer comunidad.
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Ante la estructura patriarcal, ser mujer y ser feminista en la región tiene conse-
cuencias personales y sociales. Quienes estamos involucradas activamente en
la lucha feminista –que implica también una manera de entender la vida, distinta
a la socialmente validada– coincidimos en que existen muchas dificultades en
el camino. En primer lugar, “quienes participamos en espacios feministas, de
lucha por los derechos de las mujeres, somos señaladas, hay intentos por desa-
creditarnos, somos objeto de burla e incluso agresiones”.25 Múltiples discursos
promueven el odio y surgen como reacción ante nuestras accionesacciones.
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26. Rita Segato, La guerra contra las mujeres. Madrid, Traficantes de Sueños, 2016.
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Durante la creación de esta obra, perdimos a una mujer muy cercana, una com-
pañera de Marea Verde Altas Montañas, víctima de feminicidio. Otra mujer, que
se encontraba con ella cuando perdió comunicación, sigue desaparecida. Las
mujeres en México hemos crecido bajo los mandatos patriarcales que lasti-
man nuestra autoestima y nuestro amor propio. Muchas somos víctimas o
sobrevivientes de abuso sexual o violación. Sumado a todo eso, actualmen-
te vivimos un clima de dolor y temor ante la violencia misógina y feminicida.
Nuestra respuesta ante este panorama son las alianzas para abrazarnos, sos-
tenernos y defendernos.
En este libro mostramos que los alcances actuales de la lucha femi-
nista en las Altas Montañas devienen de esfuerzos constantes por parte de
mujeres en otras épocas. Sin embargo, estos logros suelen estar en riesgo.
Muchas de nosotras ni siquiera contamos con las condiciones laborales por
las que pelearon las trabajadoras de la industria textil y la industria del café en
nuestra región. Si bien se han obtenido cambios importantes para favorecer la
legalización del aborto en Veracruz, su concreción en políticas públicas y su
cumplimiento siguen pendientes.
Hemos establecido vínculos creativos y redes potentes entre nosotras,
pero la violencia contra las mujeres va en aumento. Vemos como una oportu-
nidad las aportaciones de los feminismos jóvenes a la sabiduría y experiencia
de quienes tienen larga trayectoria en el feminismo y las luchas de las muje-
res. Hablar de feminismos jóvenes implica una cuestión etaria. Por ejemplo, la
69 integrante más joven de una de nuestras colectivas tiene 12 años. El impulso 69
y la fuerza de las mujeres jóvenes son invaluables para el posicionamiento fe-
minista local, nacional e internacional, además de que apuntan a una manera
“joven”, nueva, de relacionarnos entre mujeres.
Desafiamos el mandato patriarcal que siempre nos coloca en posición
de competencia. En su lugar, elegimos volvernos aliadas y desistir de actitudes
paternalistas y de rivalidad hacia otras mujeres. Estamos convencidas de que
es posible generar redes y espacios seguros entre mujeres de diversas edades
y condiciones de vida. La cuestión de los espacios seguros surgió de manera
reiterativa en las entrevistas y los cuestionarios. Esto nos llevó a entender que
hay situaciones, particularmente las relacionadas con la violencia sexual y la
violencia misógina, de las que no podemos hablar en ningún otro espacio. Las
familias y la sociedad en general tienden a culparnos o a invisibilizar nuestros
sentires.
Por eso, entre otros muchos factores, los espacios de mujeres resultan
tan valiosos y productivos. Nos permiten sanar y entender poco a poco lo que
estamos viviendo y cómo podemos resistir. Reconocemos la potencialidad de
las características asociadas a lo femenino (cuidar, sanar, curar); no obstante,
las reivindicamos como una expresión de autocuidado que también debe ser
posible para los hombres. En ese sentido, revaloramos la importancia de los
cuidados para el sostenimiento de la vida de todas, todos, todes, todxs.
Asimismo, hay mucho por aprender sobre la función de la espirituali-
dad –entendida como la conexión con lo sagrado, la esperanza y la fe– en el
cuidado y el ámbito de la sanación, pero tomando distancia de la instituciona-
lización religiosa jerárquica, desde donde se reproducen ideas, estructuras y
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Foto 16. Coraje y esperanza. Tomada por Anabel Ojeda, 8 de marzo 2019,
Orizaba, Veracruz.
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Fuentes bibliohemerográficas
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