Unidad 1-Filosofía

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La importancia del pensamiento filosófico y científico


en la generación del conocimiento

Introducción
El pensamiento filosófico es la capacidad característica de las personas para idear y represen-
tar la realidad en la mente, generando relaciones para dar respuesta a dos interrogantes que son el eje
fundamental de la existencia y supervivencia del hombre, ¿Cuál es el origen de la humanidad? y ¿A
dónde se dirige el hombre?, siendo estas preguntas las que forjaron el pensamiento filosófico, como
pensamiento dinámico y crítico, racional y libre para buscar respuestas sobre estas y más cuestiones,
donde la razón y las verdades comprobadas se convierten en una forma de transformar el pensa-
miento universal y de generar conocimiento.
Así mismo, el pensamiento científico, genera un conocimiento que se caracteriza por ser sis-
temático y racional; con la cualidad de ser exacto y verificable, basado en el razonamiento, pues es
el raciocinio el responsable de las decisiones libres y lógicas del hombre. Desde la antigua Grecia, el
pensamiento y reflexión filosófica integra todos los ámbitos del saber humano como la matemática,
ciencias naturales, astronomía y ciencias sociales, y a través de los años fueron surgiendo nuevas y
diferentes disciplinas como la metafísica, la gnoseología, entre otras.
A lo largo de los años, por medio del pensamiento filosófico y científico las facultades del
ser humano se desarrollan y perfeccionan, en ese sentido, la generación de conocimiento ha sido el
factor diferenciador sobre todas las especies en el mundo.

1. Una mirada al contexto histórico de la Filosofía


La filosofía se ha concebido a lo largo de la historia como la forma de explicar el mundo, la
naturaleza y el hombre mismo, abordando desde los problemas más generales, hasta los más especí-
ficos desde diversas disciplinas y campos de acción, lo que ha permitido generar una base de conoci-
miento hasta la actualidad El inicio de la historia de la filosofía occidental se enmarca en Grecia ha -
cia el siglo VII a.C. hasta el siglo III a.C., allí surge Tales de Mileto, el primer filósofo, que además
fue astrónomo y matemático, convencido de la existencia de algún tipo de realidad objetiva a la cual
ha de ceñirse el conocimiento. Así fue como, el pensamiento y la escuela de Platón y Aristóteles,
han evidenciado el esfuerzo y dedicación de la razón humana por explicar todos los fenómenos cós-
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micos y humanos, mediante análisis y argumentos lógicos y coherentes sin acudir a explicaciones de
carácter mítico o religioso.
La filosofía oriental o formas de pensamiento oriental surgen desde la India, donde inicial-
mente se trabaja por la lógica, la teoría del conocimiento, el lenguaje, la cosmología y la ética, sin
embargo nacen pensamientos autónomos como el hinduismo, el budismo y el jainismo, que están,
estrechamente ligadas a la religión, no precisamente a un dios creador, pero sí a la redención y sal -
vación. Por otra parte, surge en China otras formas del pensamiento como, el taoísmo, el confucia-
nismo y el legismo, como escuelas de culto y religión, que también buscan explicación del entorno,
del ser humano y su comportamiento.
En occidente, desde el siglo I hasta el renacimiento en el siglo XV, se presentó un período
bajo la influencia del cristianismo y el catolicismo donde se subordinó el pensamiento filosófico oc-
cidental a la teología católica, llevando a la cultura humana al servicio del catolicismo y de la igle-
sia. Esto condujo, considerar a Dios como el fundamento y meta de la creación, sinónimo de perfec-
ción y explicación de todos los interrogantes del universo, del ser humano y su esencia.
La filosofía ha tenido un proceso fluctuante como concepto, debido a las diferentes culturas y
formas de pensamiento de los diferentes períodos, a pesar de la influencia griega, cristiana, china,
entre otras; se concibieron nuevas y diferentes formas de explicar el origen del mundo, las variables
que afectan el entorno y la forma de ver el futuro Y fue hasta el siglo XV al XVII, donde se generó
nuevamente la cultura por la reflexión sobre el conocimiento y sobre el ser humano, gracias a diver-
sos personajes de la época surgió la filosofía moderna. Y gracias a Descartes, las ciencias básicas
como las matemáticas mantienen una posición especial en la historia de la filosofía.
El estudio de la naturaleza junto con las matemáticas son precursores de la filosofía teórica,
en Babilonia se observaba el cielo, luego se realizaban mediciones para generar calendarios y calcu-
lar los eclipses lunares. Los procedimientos de cálculo y medición se derivan, de Babilonia, Egipto y
China, sin embargo, para los griegos, las matemáticas se convierten en una ciencia probatoria y ex-
plicativa, emparentada, por tanto, con la filosofía.
Por lo anterior, Galileo, también decía que en el libro del universo «está escrito en lenguaje
matemático; y sus letras son triángulos, círculos y otras figuras geométricas» y bajo esta forma de
ver el mundo, Descartes le da al mundo la geometría analítica, quien no solo realiza un importante
aporte a las matemáticas, sino que ofrece un modelo metodológico y funda el racionalismo mo-
derno.
La historia de la filosofía es muy diversa y gracias a la filosofía moderna se presentó el pe-
ríodo de la ilustración donde se tenía como pilar de la razón humana, el empirismo y el racionalis -
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mo, y esto conllevo a tener más avances en ciencia, siendo evidente que la labor de la filosofía y sus
efectos han dirigido al hombre al conocimiento y posesión de la verdad, así como a ordenar y dirigir
sus acciones morales en armonía con el conocimiento. En efecto, la Filosofía se puede definir for-
malmente como el «Conjunto de saberes que busca establecer, de manera racional, los principios
más generales que organizan y orientan el conocimiento de la realidad, así como el sentido del obrar
humano». (Real Academia Española, 2016).
En ese sentido, la filosofía mediante sus categorías racionales ha permitido el surgimiento de
la ciencia. Esto significa reconocer a los griegos el mérito de haber aportado una contribución real-
mente excepcional a la historia de la civilización.
2. En los inicios, la filosofía como actitud de vida:
Si nos remontamos a los orígenes de la filosofía, nos encontramos con una preocupación ini-
cial que no es otra sino aquella que siempre ha existido en el espíritu humano: la necesidad de com-
prender su mundo. Desde que el hombre pisó la tierra, siempre ha buscado que darle sentido a su
mundo. Lo que caracterizó, sin embargo, a la respuesta de la filosofía y que la distinguió de otros ti-
pos de respuesta precedente es lo que los historiadores han denominado el paso del mito al logos.
El inicio de la filosofía está marcado por la consideración de una respuesta puramente racio-
nal o, lo que es lo mismo, la superación de las respuestas mágico-religiosas que se exponían básica-
mente en mitos. Podríamos agregar, además, dos características determinantes de la filosofía en tal
situación originaria: la filosofía era una actitud y no un conjunto de conocimientos, y también que
dicha actitud estaba guiada por una estimación estética (placentera) y no por una motivación prácti-
ca. Sobre lo primero solo me queda recordar que la filosofía es, etimológicamente hablando, un
"amor" y por ello mismo una actitud hacia la sabiduría.
La filosofía es una búsqueda constante, empeñosa y sacrificada que se vuelve vital en aquél
que se apasiona por esta forma de vida. Sócrates comentaba, en su defensa frente a las acusaciones,
que por dedicarse a la filosofía no le había quedado tiempo para dedicarse a sus otros asuntos, "antes
bien -dice- vivo en extrema pobreza". La filosofía pues compromete la vida entera de aquél quien
asume esta forma de ser. Para Sócrates la filosofía era una misión que un dios se la había encomen-
dado y por ello mismo la vivencia de la filosofía la asumió como un requerimiento vital, tan necesa-
rio como el aire o el alimento del cuerpo.
Se quiere resaltar además, que esta caracterización de la filosofía como una forma de vida
que compromete a la persona en su integridad es todavía pertinente para entender la situación de la
filosofía en la actualidad. Se puede objetar, sin embargo, que al reconocer a la filosofía solo como
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una actitud o una forma de vida he negado que existan contenidos propiamente filosóficos, ya que
de alguna forma habría defendido una determinación de la filosofía bajo una forma pura sin conteni-
dos. Son varios los autores - entre los que habría que contar al propio Rorty - quienes estarían de
acuerdo en esta forma de caracterizar a la filosofía y estarían de acuerdo también en la consecuencia
que la objeción presenta.
Los problemas tratados por los filósofos han sido tan variados como ellos mismos, incluso no
habría consenso sobre quiénes pueden ser considerados "los filósofos". ¿Tiene alguna validez meto-
dológica emplear un criterio que no es definitivo? Consideremos primero que la exactitud metodoló-
gica es un valor dentro de una concepción de ciencia y de teoría, no es necesariamente la única for-
ma de teorizar. Por otro lado, es una falsedad afirmar que todos los criterios en el mundo del conoci-
miento sean definitivos y categóricos; los ejemplos de la indeterminación abundan, y no solo en
ciencias - mal llamadas - blandas, sino también en las disciplinas más reputadas como las matemáti-
cas. Por ejemplo, los fundamentos que dan razón a los conjuntos numéricos son de tipo pragmáticos
y no son exactos y definitivos, es decir, si le preguntamos a un matemático por qué pasamos de los
números naturales al conjunto de los números racionales, o si hay algún fundamento último y defini-
tivo que nos pueda dar razón de por qué tuvimos necesidad de utilizar otros números a parte de los
naturales, la respuesta no será otra que una respuesta pragmática.
Así pues, afirmar que la filosofía queda en desventaja porque no tenemos criterios absolutos
para marcar sus problemas y contenidos es un razonamiento falaz porque se le exige a la filosofía
aquello que ninguna otra disciplina puede presentar. La filosofía nació junto a la ciencia; y en toda
su primera época fueron casi lo mismo. Significaban ambas una forma de vida y no un conjunto de
conocimientos, un amor y empeño hacia la sabiduría que comprometía a la persona en su integridad.
Si la filosofía es hoy distinta de la ciencia lo es principalmente porque esta dejó de ser una
pura actitud para pasar a ser el conjunto de los conocimientos y la actividad misma de la producción
de estos. La filosofía, en cambio, ha mantenido ese carácter actitudinal y, aunque hoy se enseña al
estudiante de filosofía una serie de contenidos, no son ellos los valiosos en sí mismos, sino la com-
petencia que se forma con esos contenidos, esto es, el espíritu crítico.
3. Con la modernidad, la separación entre ciencia y filosofía
La separación de la ciencia y la filosofía ocurrió recién en el siglo XVII y fue a raíz de la
aparición de la ciencia moderna de la mano de gente como Francis Bacon y Galileo Galilei. Cabe re-
saltar, sin embargo, que en esos inicios no sobresalía tal separación, ya que la misma ciencia moder-
na había nacido como expresión de la libertad humana, del espíritu crítico de los primeros científi-
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cos experimentales que buscaban una nueva fuente de verdad que supere la ya desprestigiada biblia.
La ciencia moderna no presentó en sus inicios ninguna muestra de orgullo, autosatisfacción o cerra-
zón; al contrario, en el Renacimiento, la ciencia moderna recién naciente era sinónimo del apego del
hombre hacia el espíritu libre lo que la mantenía todavía muy ligada a la filosofía.
Pero si bien la ciencia y la filosofía podían mantenerse todavía muy ligadas, ya la ciencia
moderna comenzaba a asumir características que la diferenciaban radicalmente de la filosofía. La
ciencia se hacía experimental y práctica, y Galileo reclamaba para esta un lenguaje matemático. No
obstante, quizá la mayor diferenciación entre ambas vendría de la mano de René Descartes cuando
buscando los fundamentos sólidos para la ciencia, se encontró con que el mundo que había que com-
prender, no era uno sino dos.
Descartes nos reveló que, así como hay un mundo extensional, es decir, un mundo de objetos
con extensión al que luego bautizamos como mundo material, también debemos de reconocer la
existencia de un mundo de cogitaciones, es decir, un mundo mental, psíquico, que Descartes llamó
"alma", pero al que nosotros hemos bautizado como mundo espiritual. Así pues, Descartes configuró
para la modernidad un mundo dualista que tantas posibilidades nos ha traído - como el reconoci -
miento del sujeto humano distinto del objeto material y por lo tanto digno y valioso en su individua-
lidad - pero que también nos ha acarreado una larga lista de problemas filosófico-sociales que aún
hoy en día no encuentra solución.
¿Cómo la visión dualista del mundo que se formó en la modernidad devino en una separa-
ción entre la ciencia y la filosofía? Según John Dewey (1952), fue un acuerdo tácito el que terminó
por definir roles distintos para ambas; así, la ciencia sería la encargada de tratar con el mundo mate-
rial, el de los objetos que se rigen por leyes naturales incapaces de romper libremente con aquellas
regularidades. A la filosofía, en cambio, le tocaba tratar con el mundo espiritual que no es otro sino
el mundo de la libertad. En ese mundo se encontraba lo que los modernos llamaron la moral. Mas,
no solo la filosofía asumía tal cometido, junto a ella también se encontraban la religión y el arte
quienes también debían dar cuenta de ese mundo del espíritu que comenzaba a mostrarse tan amplio
e inabarcable como el mundo de los objetos materiales. El mundo del espíritu era el mundo de la
fantasía, de la memoria, de la voluntad, de la razón y de las creencias. El mundo material era el
mundo de lo determinado, de lo concreto y práctico, de lo experimentable, predecible y controlable.
Galileo afirmaba que todo lo que de ese mundo es reducible a estructuras matemáticas era el campo
de la ciencia.
Sin embargo, como afirma el propio Dewey, tal acuerdo tácito no fue del todo favorable para
la filosofía. Al mismo tiempo que la ciencia crecía en su reputación, la filosofía veía menguarse la
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suya. La razón era que los métodos de la ciencia lograban conocimiento y control de la naturaleza,
más la filosofía se conformaba con aproximaciones o, como dijo Kant, "con meros tanteos". Iba cre-
ciendo así el desprestigio de la filosofía y esto derivó en el surgimiento de muchas formas de mate-
rialismo que negaban validez a la afirmación de un mundo espiritual. Por otro lado, la ciencia era
identificada con logros que, aunque directamente no eran logros de ella, se entendía que indirecta-
mente sí provenían de las investigaciones con el mundo material. Logros que transformaban la vida
concreta de las personas, como, por ejemplo, el uso de la electricidad, los fármacos, la producción
en serie, el ideal de progreso, etcétera. Las transformaciones sociales eran innegables y así aumenta-
ba más la impresión de inutilidad tanto para la filosofía como para la religión.
No obstante, a pesar de la situación tan desventajosa en la que la filosofía estaba ingresando,
no podemos dejar de reconocer que, bajo tales circunstancias, la filosofía asumía un carácter prácti-
co de una forma más nítida respecto de lo que había sucedido en la antigüedad. El desprestigio de la
filosofía se debía principalmente a la comparación injusta que se le hacía con los métodos y logros
de la ciencia; y dicha comparación era injusta pues esta se realizaba sobre la base de criterios cientí-
ficos. Sin embargo, más allá de tal comparación y de dicho desprestigio, la filosofía estaba ya defi-
niendo su objeto de estudio y el ámbito de comprensión que la sociedad le exigía. Ahora la filosofía
debía de encargarse de comprender el espíritu, esto es, de comprender la razón y sus posibilidades; y
tal tarea ya no era entendida como una labor puramente placentera, sino que emergía de motivacio-
nes práctico-sociales. Lamentablemente, este aspecto positivo de la situación no fue notado ni seña-
lado ni siquiera por los propios filósofos quienes más bien buscaron, como Kant, encontrar la mane-
ra de volver a unir la filosofía a la ciencia. Los propios filósofos no se percataron de lo valioso que
era comenzar a plantear su propio campo de estudio y no se dieron cuenta, además, de lo importante
y útil que era para la sociedad la terea que a ellos se les había encomendado.
Conocimiento científico
El conocimiento científico, se caracteriza por ser objetivo, metódico, general y comprobable,
donde predomina las condiciones reales del objeto de Investigación, que determinan una realidad
válida, en otras palabras, se puede denominar objetividad científica.
La ciencia es el conjunto de conocimientos obtenidos mediante la observación y el razona-
miento, sistemáticamente estructurados y de los que se deducen principios y leyes generales con ca-
pacidad predictiva y comprobables experimentalmente (Real Academia Española, 2016).
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Aunque comúnmente se relaciona el término Ciencia, con las ciencias exactas y naturales,
entre otras, se puede considerar ciencia el estudio de cualquier tipo de conocimiento o campo de la
vida humana y por esta razón la ciencia presenta unas características fundamentales.
La ciencia es empírica porque al formular una hipótesis aunque no esté confirmada, se pue-
den comprobar mediante la experiencia, así mismo permite describir los hechos reales detalladamen-
te, lo que la hace fáctica; valiéndose del método científico, el cual le ofrece una forma concreta de
trabajo que permite obtener resultados lógicos y comprobables, además siempre será abierta por qué
no hay límites para el libre desarrollo del conocimiento, esto permite además que sea comunicable al
trascender por diferentes generaciones.
El aporte de datos objetivos para la obtención de información es la mayor utilidad para gene -
rar conocimiento, esto se logra gracias al análisis de cada campo de estudio, lo que la hace especiali-
zada y diversa.
Una de las finalidades básicas de la ciencia es conseguir explicar por qué se producen los he-
chos, y demostrar de qué manera ocurren. Por ello, en los estudios científicos siempre ha de haber
un componente didáctico o, al menos, explicativo.
Las características fundamentales que describen la ciencia son coherentes con lo que propuso
René Descartes (1596-1650), que la única manera de llegar al entendimiento, verdad, o conocimien-
to, es mediante la duda metódica y la razón; propuesta que fundamentó la ciencia moderna y sentó
las bases del método científico. En ese sentido, la metodología se encuentra relacionada a la episte-
mología, teoría del conocimiento o filosofía de la ciencia, bajo el estudio de los métodos para aplicar
el conocimiento basados en hipótesis de lo que es posible, indagando sobre la posibilidad de cono-
cer, y llegar a una verdad.
Filosofía de la Ciencia
La filosofía de la ciencia o la teorización filosófica del conocimiento nació bajo las reflexio-
nes de platón sobre las matemáticas en el siglo V. a.C. Sin embargo, el concepto permaneció oculto
por mucho tiempo hasta que en 1895 surgió como disciplina gracias a Ernt Mach, catedrático de Fi-
losofía, en especial historia y teoría de las ciencias inductivas en la Universidad de Viena, ámbito
donde surge más adelante en 1929 el circulo de Viena, y es a partir de este momento que se genera
la dedicación sistemática en reflexionar de manera filosófica sobre la ciencia).
En tanto, Platón y Aristóteles, evidenciaron aportes integrados de ciencia y filosofía; pero en
los diferentes períodos se da la evolución de la filosofía al incluir técnicas y herramientas, de modo
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que filosofar no solo es observar sino también experimentar y es allí donde la ciencia es una conse -
cuencia de dicha evolución.
En estos períodos se resaltan las siguientes etapas: período clásico (desde finales de los años
20 hasta los años sesenta) enmarcado por el positivismo y el empirismo lógico; período historicista
(desde inicio de los años sesenta hasta principios de los años ochenta); período contemporáneo (des-
de inicios de los años setenta hasta la actualidad).
La tarea fundamental de la filosofía de la ciencia es generar una reconstrucción racional de la
ciencia, incluyendo las ciencias básicas, bajo una explicación del conocimiento científico, mediante
conceptos lógicos, epistemológicos y pragmáticos. En ese sentido, se trata de una corriente transver-
sal que describe el proceso evolutivo de la ciencia, brindando herramientas para que el científico
pueda entender los supuestos semánticos y deontológicos del método científico, reconstruyendo las
teorías de forma axiomática. Por tanto, la ciencia y la filosofía, desde sus inicios, no se presentaron
de forma aislada, todo lo contrario, existió una dependencia para desarrollar el conocimiento cientí-
fico y explicar el desarrollo evolutivo, además de los métodos asociados, por esta razón surge la ne-
cesidad de hacer un llamado a la filosofía de la ciencia.
Enmarcada en un contexto histórico, la ciencia conlleva diversos valores, lo que ha hecho
pensar a algunos filósofos de la ciencia, que su actividad debe ampliarse involucrando en su trabajo
el estudio epistémico y metodológico, pero también el axiológico, de tal manera que hoy día es difí -
cil mantener una separación radical entre la filosofía de la ciencia y la filosofía práctica, como trató
de buscarlo Locke en sus ensayos sobre el entendimiento humano, al separar entre Física (filosofía
natural), Filosofía práctica (Ética) y Semiótica (o doctrina de los signos) (Prada, 2002); es así como
la ciencia no solo ofrece conocimientos y métodos para lograr dichos conocimientos, también ofrece
un sentido social que tiene como pilar normas y valores, que son visibles en toda aplicación e im-
pacto que genere la ciencia.
El siglo XX ha sido, el siglo de la ciencia, que ha demostrado ser una fuente fundamental de
conocimiento sobre el universo y sobre el ser humano propiamente dicho. Según la definición de la
R.A.E. antes citada, no hay lugar a dudas de que la ciencia es también filosofía. Pero, paralelamente,
es importante comprender el origen de la ciencia y la filosofía, para conocer la evolución del pensa-
miento humano y reconocer donde converge la filosofía de la ciencia.
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Sociedad del conocimiento


La sociedad del conocimiento hace parte de la discusión actual en las ciencias sociales. Se
trata de un concepto que resume las transformaciones sociales que se están produciendo en la socie-
dad moderna teniendo como medio las tecnologías y como instrumento la información.
Newton, Maxwell, Einstein, Max Plank y Darwin entre otros personajes de la historia, son
ejemplos de que la ciencia es histórica en el sentido de ser una actividad, una institución y un cuerpo
de conocimientos que cambian con el transcurso de los tiempos. Gracias a ello, a partir de la segun-
da mitad del siglo XIX, se acelera la información por el incremento de canales portadores de más y
mejores mensajes sobre los hechos de la naturaleza y sobre las grandes realizaciones del pensamien -
to universal.
La ciencia es conductora de la unión de conocimientos para ampliar el horizonte del pensa-
miento. Para construir conocimiento el mejor camino que existe es el de la ciencia, por que exige la
continua comprobación de los puntos de partida, y requiere que todo resultado sea considerado
como fuente de nuevas preguntas. Se denomina filosofía científica a la clase de concepciones filosó-
ficas que aceptan el método de la ciencia como la manera que permite: plantear cuestiones fácticas
razonables y probar respuestas probables en todos los campos especiales del conocimiento. Por tan-
to, las relaciones dadas entre ciencia y filosofía son pilares fundamentales en la construcción de so-
ciedades.
Sin embargo, existe un contraste entre filósofos y científicos; filósofos que no incorporan los
instrumentos que proporciona la ciencia; y científicos que únicamente generan el conocimiento, pero
no hacen filosofía. En ambas situaciones existen deficiencias, al momento de aportar a la generación
del conocimiento. Incluso se puede decir que la filosofía no cumpliría su objetivo si quedara relega-
da a la sola reflexión, el estado de reflexión de un científico es más completa, y por tanto se habla de
la filosofía de la ciencia como fuente generadora de conocimiento que aporta significativamente a
una sociedad en desarrollo.
En las últimas décadas el hombre se ha preocupado en explorar nuevas y mejores formas de
conocer bajo la investigación y las tecnologías asociadas a las nuevas generaciones de la sociedad
del conocimiento y la información. El acelerado ritmo de producir y transmitir información, las re-
des y la virtualidad, han generado la ubicuidad y asíncrona de la comunicación facilitando la explo -
ración y la generación del conocimiento.
Y es aquí donde la capacidad de análisis, crítica y reflexión ante problemas, conlleva al plan-
teamiento de soluciones, políticas, leyes y principios, de ahí radica el valor de la filosofía en tiempos
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actuales; al hablar de ciencia se plantean situaciones problemáticas para encontrar información del
entorno, por ello, se habla no solo de filosofía de la ciencia, también se habla de filosofía de diversas
áreas del conocimiento, de la antropología, de las matemáticas, de la ingeniería, de la literatura, de la
biología, de las artes, entre otras, justamente porque es una ciencia que da sustento racional, históri-
co y conceptual.
Conclusiones
El pensamiento filosófico, se encuentra directamente relacionado con el pensamiento cientí-
fico y a su vez con la generación del conocimiento. El planteamiento de preguntas conductoras a la
búsqueda de respuestas en diferentes campos propicia la creación y estructuración de conocimiento.
Si bien es cierto, hoy en día predomina el método científico por la validez y valor intelectual;
la observación, la construcción de un modelo teórico y la verificación, como pasos fundamentales
seguirán siendo la base de la investigación científica, y a su vez serán transversales a la búsqueda de
la explicación racional, bajo los principios más generales que organizan y orientan el conocimiento
de la realidad, así como el sentido del obrar humano, la filosofía.
Hoy por hoy, se tiene el paradigma de que la filosofía no es una práctica de las últimas déca -
das, pero es una ciencia que persiste y complementa todo desarrollo científico, técnico y tecnológi-
co, así como el quehacer y su razón de ser, la filosofía y la ciencia son tan relevantes para la genera-
ción y desarrollo del conocimiento científico que, sin ellas, no existiría oportunidad para reflexionar
bajo contextos históricos y epistemológicos en cualquier área de conocimiento.
En ese sentido, se ha hablado de crisis de la filosofía, donde anuncian la terminación de la
misma; pero la ciencia necesita un soporte lógico, epistemológico y pragmático y es allí donde la fi-
losofía se mantiene vigente con la filosofía de la ciencia.
El hombre siempre estará en deuda con los grandes pensadores desde la época de la filosofía
griega, y el mayor reconocimiento que se les puede brindar, a estos personajes de la historia que co -
bran importancia en todos los ámbitos del conocimiento, es emplear en la investigación, en los estu-
dios, incluso en las diferentes formas de innovación, el análisis lógico, bajo el instrumento más va-
lioso «la razón», y generar discusiones y principios para divulgar el conocimiento científico, con el
fin de crear comunidades para aceptar, rechazar o refutar como lo hacían grandes sabios y pensado -
res en tiempos pasados.

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