Obligac. Extinción de Obligaciones. Borda
Obligac. Extinción de Obligaciones. Borda
Obligac. Extinción de Obligaciones. Borda
Obligaciones
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334. Clasificaciones
Desde el punto de vista metodológico, se han propuesto diversas clasificaciones de los
modos de extinción.
De acuerdo con un primer criterio, habría que distinguir: a) modos que
importan cumplimiento de la obligación (pago en sus distintas formas);
b) convenciones liberatorias (dación en pago, novación, renuncia y remisión);
c) hechos extintivos (compensación, confusión, imposibilidad de pago).
O bien puede admitirse el siguiente criterio: a) medios que extinguen la obligación por
su cumplimiento; b) medios que la extinguen sin haberse cumplido. También, suelen
designarse como medios satisfactivos o no del interés del acreedor, respectivamente.
Finalmente, la extinción puede resultar: a) de un acto jurídico, sea unilateral (pago,
remisión, renuncia) o bilateral (novación, transacción); o b) de un hecho (confusión,
compensación, imposibilidad de pago).
335. Efectos
De una manera general puede decirse que la extinción de la obligación causa la
liberación del deudor. Los efectos particulares serán estudiados con relación a cada
medio de extinción.
§ 1.— Pago
A.— Conceptos generales
H.— Mora
1.— Mora del deudor
380. Noción
Con frecuencia el cumplimiento de las obligaciones exige la colaboración del acreedor,
aunque no sea más que la aceptación y recibo de la prestación. Ahora bien: puede
ocurrir que el acreedor se demore o se niegue a recibirla. ¿Qué efectos jurídicos tiene
el ofrecimiento de pago?
Algunos países cuya cultura jurídica tiene considerable influencia sobre nuestra
doctrina, han reglamentado en su derecho positivo la mora del acreedor,
atribuyéndole distintos efectos que a la consignación. En la conducta del deudor que
desea liberarse de sus obligaciones y se encuentra con la resistencia del acreedor a
recibir la prestación, hay dos pasos claramente establecidos en aquellas legislaciones:
el ofrecimiento de pago (o constitución en mora del acreedor) y la consignación
judicial (en la actualidad, se ha aceptado la modalidad de la consignación extrajudicial).
Los efectos más importantes del primero son detener el curso de los intereses,
transferir al acreedor los riesgos de la cosa, hacer recaer sobre éste los gastos de
conservación, y hacerlo responder por los daños que cause. El efecto de la
consignación es liberar definitivamente al deudor.
Por otra parte, la constitución en mora del acreedor abre la vía al deudor para el pago
por consignación (art. 904, inc. a]). Y si se interpela, las costas del juicio de
consignación pesan sobre el deudor que consigna.
381. Requisitos
La mora del acreedor supone, de acuerdo con el art. 886, segundo párrafo: a) la
existencia de una obligación vencida; b) el ofrecimiento de pago hecho por el deudor
que cumpla con los requisitos de identidad, integridad, puntualidad y localización
(véase nro. 342, pero el acreedor puede destruir los efectos de la mora demostrando
que el deudor no estaba en condiciones de cumplir; c) la injustificada negativa o
demora en aceptarla por el acreedor.
382. Efectos
Los efectos de la mora del acreedor son los siguientes:
a) El acreedor debe pagar al deudor los mayores gastos que haya debido hacer éste
con motivo de la mora; por ejemplo, los gastos de conservación y cuidado de la cosa,
los honorarios y gastos del juicio de consignación.
b) Todos los riesgos por pérdida de la cosa quedan por cuenta del acreedor, salvo,
claro está, que ellos sean debidos a culpa o dolo del deudor; pero esta culpabilidad no
se presume, de modo que el acreedor que la invoque debe probarla.
c) El curso de los intereses queda interrumpido desde la fecha de la mora.
d) Impide constituir en mora al deudor.
392. El recibo
El recibo es un instrumento público o privado en el que el acreedor reconoce haber
recibido la prestación debida (art. 896). Este es el medio normal de prueba del pago; el
deudor tiene, por tanto, derecho a exigirlo para munirse de la prueba de que ha
cumplido con sus obligaciones (art. 897, 1ª parte). Y si el acreedor no lo quisiere dar, o
pretendiera introducir en el texto constancias que afecten el cumplimiento del deudor,
éste podrá no pagar y constituirlo en mora (art. 886, párr. 2º) o consignar el pago (art.
904).
El Código Civil y Comercial otorga al acreedor, a su vez, un derecho: el de exigir un
contrarecibo que pruebe la recepción del recibo que él ha otorgado (art. 897, 2ª
parte). Es una práctica que, en ciertos casos, se ha tornado obligatoria, tal como ocurre
con los recibos de sueldos.
Veamos ahora algunas cuestiones vinculadas con el recibo.
a) Forma y contenido.— El recibo carece de toda exigencia formal, como no sea la
firma del acreedor o su representante. Pero conviene que especifique con la mayor
claridad posible no sólo la suma o cosa pagada, sino también la deuda que se paga (lo
que es de gran importancia cuando el deudor ha asumido diferentes obligaciones a
favor del mismo acreedor), quién paga, la fecha, etcétera.
b) Valor probatorio.— Entre las partes, el recibo tiene pleno valor, sea hecho por
instrumento público o privado. La circunstancia de encontrarse el recibo en poder del
deudor, de su apoderado o nuncio (también llamado mensajero) o de un tercero a
quien el acreedor lo entregó, hace presumir la realización del pago. El acreedor que
sostenga que, no obstante ello, el pago no se ha hecho efectivo (por ej., porque el
recibo le fue sustraído o arrancado con violencia o fraude), debe probarlo.
¿El recibo prueba la verdad de la fecha respecto de terceros?
Como principio pensamos que debe hacerse la siguiente distinción: si los terceros
actúan en ejercicio de la acción de su deudor (por ej., acreedores que ejercen la acción
subrogatoria), la fecha cierta no es necesaria para que el deudor pueda oponerles la
validez del pago. En cambio, si actúan en ejercicio de un derecho propio, ella sería
necesaria. Pero no creemos que esta regla pueda aplicarse rígidamente, pues, en
ciertos casos, puede resultar excesivamente rigurosa y hasta injusta aplicada respecto
de ciertos deudores que con toda normalidad han satisfecho su deuda y tienen
documentado el pago en instrumento sin fecha cierta, por tratarse de deudas en las
que es costumbre unánime extender un comprobante simple, que no siempre se
protocoliza ni registra. Así, por ejemplo, los proveedores de materiales tienen acción
directa contra el dueño de la obra por cobro de sus créditos, pero sólo hasta la
concurrencia de la suma debida por el dueño al empresario (art. 1071, inc. b]); según la
solución predominante, que por nuestra parte compartimos, los recibos sin fecha
cierta suscriptos por el empresario pueden ser opuestos a los contratistas.
En suma, la exigencia de fecha cierta como condición de validez del recibo respecto de
terceros debe apreciarse con criterio eminentemente circunstancial.
c) Recibo por saldo.— Cuando se extiende recibo por saldo, se entiende que han
quedado canceladas todas las deudas correspondientes a la obligación por la cual fue
otorgado, a menos que el acreedor pruebe que quedan prestaciones pendientes (art.
899, inc. a]).
d) Recibos en caso de prestaciones periódicas.— Tratándose de prestaciones
periódicas (sea el supuesto de una prestación única de ejecución diferida cuyo
cumplimiento se realiza mediante pagos parciales, sea el caso de prestaciones
sucesivas que nacen por el transcurso del tiempo), el recibo de un período hace
presumir —salvo prueba en contrario— el pago de todos los anteriores (art. 899, inc.
b]). Así ocurre con el pago de alquileres, de intereses con vencimientos periódicos, de
amortizaciones de capital de una suma dineraria recibida en préstamo, sueldos,
etcétera.
Esta regla, sin embargo, no rige respecto del pago de impuestos o tasas fiscales, en
cuyo caso el recibo de un período no hace presumir el pago de los anteriores. Son,
sobre todo, razones prácticas las que han impuesto esa solución; si el recibo del pago
del último período supusiera la presunción de pago de los anteriores, el error de
cualquier empleado de las oficinas perceptoras, explicable por la extraordinaria
acumulación de trabajo que suelen padecer en las épocas de vencimiento, podría
traducirse en enormes pérdidas para el Fisco. Sin perjuicio de lo expresado, es
importante señalar que las empresas prestatarias de servicios públicos domiciliarios
deben consignar en cada factura si existen deudas pendientes, considerándose su
omisión como presunción de que no las hay (art. 30 bis, ley 24.240, ref. por ley
24.787).
e) Recibo por el pago de la prestación principal.— Si se extiende recibo por el pago de
la prestación principal, sin hacer reserva de los accesorios del crédito (como, por
ejemplo, los intereses), éstos quedan extinguidos, salvo prueba en contrario (art. 899,
inc. c]).
f) Daño moratorio.— Si se debe daño moratorio, y el acreedor no hace reserva de él
cuando recibe el pago, la deuda por ese daño queda extinguida, salvo prueba en
contrario (art. 899, inc. d]).
g) Reservas.— El deudor está facultado para incluir reservas de derechos en el recibo.
En este caso, el acreedor debe consignarlas, pero cabe aclarar que tal manifestación
no perjudica sus derechos (art. 898). La norma alude a reservas, pero son más
aclaraciones o precisiones que el deudor quiere dar con relación al pago hecho.
399. Introducción
Puede ocurrir que el acreedor no quiera (por ej., por pretender que el deudor le debe
más de lo que le pretende pagar) o no pueda (por estar ausente o ser incapaz) recibir
el pago que el deudor quiere hacer. En tal caso, la ley ha establecido un procedimiento
especial que le permite al deudor liberarse: es el llamado pago por consignación, el
cual puede ser judicial o extrajudicial. Los analizaremos seguidamente.
400. Concepto
Toda consignación judicial importa un juicio en el que debe darse intervención al
acreedor demandado; si éste acepta el pago, el pleito queda allí concluido; pero si lo
rechaza, el juez debe decidir si el pago está bien o mal hecho. Estos pleitos son
frecuentes y suelen esconder otro conflicto de intereses mucho más importante que el
pago en sí mismo; así, por ejemplo, la persona que sin haber firmado con el
propietario un contrato de locación, consigna alquileres, está interesada en que se
acepte dicha consignación, pues con ello quedará reconocido su derecho de inquilino.
406. Intereses
La consignación hace cesar el curso de los intereses desde el momento de la
notificación de la demanda. Si la consignación resultó defectuosa, y luego es
subsanada por el deudor, cesan los intereses a partir de la fecha de notificación de la
demanda que la admite (arg. art. 907, in fine).
407. Gastos y costas judiciales
Los gastos y costas judiciales son a cargo del acreedor: a) si no impugnase la
consignación; b) si habiéndola impugnado, fuere declarada procedente. Por el
contrario, serán a cargo del deudor: a) cuando retirase el depósito; b) cuando la
consignación fuere declarada improcedente. Sin embargo, deberá tenerse presente
que esta regla que preveía el art. 760del Código Civil de Vélez, que coincide
sustancialmente con la norma de los códigos procesales que imponen las costas al
vencido, puede ser dejada de lado por cuanto esos mismos códigos autorizan al
magistrado a eximirlo de ellas cuando así lo aconsejen razones de equidad.
416. Concepto
La palabra subrogación significa en Derecho sustitución. Cuando una cosa sustituye a
otra en el patrimonio de una persona, hay subrogación real; cuando lo que se sustituye
es el acreedor o el deudor de una obligación, hay subrogación personal.
Hay pago con subrogación cuando lo realiza un tercero y no el verdadero deudor, o
cuando lo realiza el deudor pero con fondos de terceros; ese tercero sustituye en la
relación jurídica al primitivo acreedor, de tal modo que tiene todos los derechos,
acciones y garantías que tenía aquél. Es lógico, en efecto, que cuando una persona
paga lo que debe otra, tenga derecho a reclamar del verdadero deudor la repetición
de lo pagado y que ese crédito suyo tenga por lo menos iguales garantías y privilegios
que los que tenía la obligación primitiva. En nada se perjudica el deudor con ello, pues
solamente se ha producido una sustitución de acreedor.
El efecto principal del pago con subrogación es el de transmitir al tercero que paga
todos los derechos y acciones del acreedor (art. 914).
Si bien el Código Civil y Comercial se refiere al pago por subrogación hemos preferido
mantener la expresión clásica de pago con subrogación. Es que no se trata de que la
subrogación sea una forma de pago sino que el pago hecho por un tercero permite a
éste subrogarse en los derechos del acreedor y ejercerlos.
§ 2.— Compensación
423. Concepto
Hay compensación cuando dos personas, por derecho propio, reúnen la calidad de
acreedor y deudor recíprocamente, cualesquiera que sean las causas de una y otra
deuda. La compensación extingue con fuerza de pago las dos deudas, hasta el monto
de la menor, desde el tiempo en que ambas obligaciones empezaron a coexistir en
condiciones de ser compensables (art. 921).
Es un medio de extinción de las obligaciones de gran importancia práctica, porque
contribuye a liquidar deudas recíprocas y evita la necesidad de reclamos judiciales o
extrajudiciales.
424. Diversas clases de compensación
Se distinguen diferentes clases de compensaciones: legal, convencional, facultativa o
judicial (art. 922).
a) Compensación legal, que es la definida por el art. 921 en los términos que hemos
transcripto en el número anterior. Es la forma típica y la que mayor importancia
práctica tiene. En ella, la compensación se opera por disposición de la ley, sin que sea
necesaria una declaración de voluntad de las partes intervinientes.
b) Compensación convencional es la que las partes acuerdan libremente por contrato.
Demás está decir que aquí no se requiere otra cosa que el acuerdo de voluntades y
que no interesa ni el monto de las deudas ni su liquidez. A través de ella cabe
compensar obligaciones no homogéneas.
c) Compensación facultativa ocurre cuando una sola de las partes puede oponer la
compensación, no así la otra, por el tipo de derecho de que se trata. Ejemplo: A tiene
contra B un crédito por alimentos; B tiene contra A uno por daños y perjuicios, B no
puede invocar la compensación porque la deuda por alimentos no es compensable
(art. 930, inc. a), pero sí podría hacerlo A.
d) Compensación judicial es la decretada por el juez, a pedido de parte, en razón de
que, por efecto de la sentencia, han quedado convertidas en líquidas y exigibles ambas
obligaciones. Así, por ejemplo, la sentencia reconoce que, por distintas causas, A debe
$ 100.000 a B; y que por otras, B debe $ 150.000 a A; el juez declara compensadas
ambas deudas hasta el límite de la menor y condena a B a pagarle a A $ 50.000.
De todos estos casos resulta innecesario referirse a la compensación convencional,
porque se trata de un simple contrato, que se rige por las reglas relativas a éstos.
En cambio, merece una atención preferente la compensación legal, que es la más
importante de todas en la vida del derecho.
425. Requisitos
Para que tenga lugar la compensación legal (art. 923) es preciso:
a) Que ambas partes sean deudoras de prestaciones de dar. En otras palabras, cada
una debe ser a la vez acreedora y deudora de la otra, y debe tratarse siempre de
obligaciones de dar.
b) Que los objetos comprendidos en las prestaciones sean homogéneos entre sí. Para
que la compensación tenga lugar es preciso que ambas deudas consistan en
cantidades de dinero o en prestaciones de obligaciones de género (por ej., 2.000 y
4.000 quintales de trigo), con tal que la elección pertenezca a los dos deudores. Pero
no sería posible compensar una obligación de dar sumas de dinero con una de dar cosa
cierta, porque éstas son prestaciones heterogéneas.
c) Que los créditos sean exigibles y disponibles libremente, sin que resulte afectado el
derecho de terceros. Ambos créditos deben ser exigibles; por lo tanto si uno de ellos
está sujeto a plazo suspensivo o condición suspensiva, la compensación no es posible,
pues ese crédito no es exigible. Ambos créditos deben ser disponibles libremente, es
decir, que no exista un obstáculo legal para pagarlos; por consiguiente, no es
compensable el crédito que ha sido embargado o prendado.
d) Si bien el art. 923 no lo menciona, los derechos que son inembargables no son
susceptibles de compensación, pues están sustraídos del poder de agresión de los
acreedores del titular de ese derecho.
§ 3.— Confusión
434. Especies
La confusión puede ser total o parcial, según que la deuda quede total o parcialmente
extinguida. Cuando la confusión es parcial, la obligación se extingue en proporción a la
parte de la deuda en que se produce la confusión (art. 932). Ejemplo de confusión
parcial es el caso del deudor del causante que luego lo hereda junto con otros
parientes; la deuda queda extinguida sólo en proporción a la porción hereditaria de
ese deudor.
§ 4.— Novación
445. Concepto
Según lo hemos dicho anteriormente, la novación es objetiva cuando lo que se altera
es la prestación. Por ejemplo, se sustituye la obligación de dar una suma de dinero por
la de entregar una cosa.
Pero para que exista novación es indispensable que el cambio recaiga sobre elementos
esenciales y no sobre estipulaciones accesorias o secundarias de la obligación. Por
ello, la entrega de documentos suscriptos por el deudor en pago de la
deuda (documentos tales como el cheque o el pagaré) y, en general, cualquier
modificación accesoria de la obligación primitiva, no comporta novación (art. 935).
449. a) Delegación
Para que ella tenga lugar es necesario el consentimiento del acreedor (art. 936), del
deudor primitivo y del nuevo deudor. El consentimiento del acreedor puede ser hecho
por escrito, verbalmente o por signos inequívocos, tal como resultaría de la conducta
del sujeto activo que demanda el pago del crédito al nuevo deudor y no al anterior. Se
habla de delegación perfecta cuando el acreedor libera al primitivo deudor, y de
delegación imperfecta cuando ello no sucede, en cuyo caso, ambos deudores deben el
total de la obligación. Es claro, que sólo hay novación cuando se trata de una
delegación perfecta.
450. b) Expromisión
En ella no interviene el deudor primitivo; la obligación anterior se extingue por
acuerdo del acreedor y de la persona que asume la deuda. Para que exista expromisión
propiamente dicha es preciso: 1º) que el acuerdo del acreedor y el nuevo deudor se
realice ignorándolo el deudor anterior; 2º) que el acreedor declare que desobliga al
deudor primitivo; 3º) que el nuevo deudor no se subrogue en los derechos del
acreedor, respecto del deudor primitivo, pues si media subrogación, la obligación
primitiva no se extingue sino que subsiste con todos sus accesorios (art. 918).
D.— Efectos
458. Noción
El art. 941 cierra la sección estableciendo que las disposiciones precedentes se aplican
supletoriamente cuando la novación se produce por disposición de la ley.
Esta novación legal se prevé en el concurso preventivo previsto por el art. 55de la ley
24.522. En tal caso, se aplican supletoriamente las normas analizadas anteriormente.
459. Concepto
El pago supone la entrega al acreedor de la misma cosa o prestación a que el deudor
se obligó. Es el cumplimiento exacto de lo debido. Pero puede ocurrir que interese a
ambas partes la entrega de una cosa distinta de la prometida. Ningún inconveniente
hay en que el acreedor acepte una prestación diferente, quedando con esa entrega
extinguida su obligación. Es esto lo que se llama dación en pago.
Por ello, el art. 942 establece que la obligación se extingue cuando el acreedor
voluntariamente acepta en pago una prestación diversa de la adeudada.
460. Requisitos
Para que haya dación en pago deben estar reunidos los siguientes requisitos:
a) Una obligación preexistente que se extinga por efecto de la dación en pago,
requisito sin el cual éste sería un pago indebido.
b) La entrega efectiva y actual de una cosa distinta de la debida. No basta la simple
promesa de pagar otra cosa, aunque esa promesa sea aceptada como modo de
extinción anterior. Eso sería novación.
c) El consentimiento del acreedor; en tanto el pago puede hacerse aun en contra de la
voluntad del acreedor, que está obligado a recibirlo. La dación en pago requiere
indispensablemente su conformidad.
462. Capacidad
La dación en pago puede ser aceptada por todas las personas que tengan capacidad
para contratar. Respecto de los representantes legales, el Código
Civil de Vélez disponía que no podían aceptar pago por entrega de bienes (art. 782).
Esta regla, que estaba destinada a evitar que el representado pudiera verse
perjudicado por una dación de menor valor económico que la prestación prometida,
ha sido suprimida en el Código Civil y Comercial, de lo que se desprende que los
representantes legales están autorizados a aceptar una dación en pago, por constituir
un acto de administración (art. 690). En cuanto a los representantes voluntarios que
sólo tengan poderes generales de administración o disposición de bienes, la cuestión
es dudosa. Por un lado, al no tratarse la dación en pago de un acto usual en la vida de
relación, parece exigir la necesidad de un apoderamiento especial; por otro lado,
el art. 375 no exige facultades expresas para la dación en pago, lo que implicaría que
basta un poder general para realizar tal acto jurídico.
465. Efectos
Más allá de la evicción y de los vicios redhibitorios analizados precedentemente, el
mismo art. 943 establece que estos efectos no hacen renacer la obligación primitiva,
excepto pacto expreso y sin perjuicio de terceros. Por lo tanto, cabe concluir que la
dación en pago extingue definitivamente la deuda primitiva, salvo pacto en contrario.
La regla es, entonces, que la dación en pago extingue la deuda principal y,
consiguientemente, sus accesorios. La norma citada hace la salvedad del pacto expreso
en contrario y sin perjuicio de terceros. La facultad conferida a acreedor y deudor de
que pacten que la dación no extingue la deuda original si ocurren ciertas contingencias
entra dentro del amplio marco de la autonomía de la voluntad (art. 962), y no genera
inconvenientes.
En cuanto a la situación de los terceros, la norma admite dos lecturas. Por un lado, que
la dación en pago no puede afectar a los subadquirentes a título oneroso y de buena
fe, de los objetos que fueran pasibles de saneamiento (evicción y vicios redhibitorios).
Por otro lado, que la dación en pago libera a los terceros garantes (personales o reales)
de la responsabilidad asumida. En este último caso, la única manera de mantener viva
la garantía a pesar de la dación en pago hecha es que tales terceros intervengan en ella
y consientan el pacto realizado en este sentido por acreedor y deudor. De no darse
este supuesto, si el que recibió la cosa ha sido vencido por un tercero en el juicio de
reivindicación, no podrá ya pretender que reviva la garantía.
§ 6.— Renuncia
467. Especies
La renuncia puede ser gratuita u onerosa; en el primer caso se trata de una liberalidad;
en el segundo, la renuncia se hace a cambio de un precio o de una ventaja cualquiera
—una contraprestación con valor económico— que ofrece o da el otro contratante, y
es regida por los principios de los contratos onerosos (art. 945).
También puede hacerse por actos entre vivos (vale decir, por contrato o por
declaración unilateral de voluntad) o por acto de última voluntad (esto es, por
testamento).
468. Caracteres
La renuncia tiene los siguientes caracteres:
a) Puede ser un acto unilateral o bilateral. Es indiscutiblemente unilateral si ha sido
hecho por testamento; es evidentemente bilateral si es oneroso. Si se trata de la
renuncia gratuita por actos entre vivos habrá que diferenciar según se trate de
derechos personales o reales. En el primer caso, para que la renuncia quede
perfeccionada parece necesaria la aceptación del beneficiario, pues sólo tal aceptación
causa la extinción del derecho (art. 946). Ahora, si se trata de la renuncia de un
derecho real, acá no se exige la aceptación de nadie. Un buen sostén de esto último lo
da el art. 1907 que prevé como un medio de extinción de los derechos reales el de su
abandono. Hay que tener presente que una de las características más importantes de
los derechos reales resulta ser la relación directa de su titular con la cosa, sin que se
torne necesaria la presencia de un intermediario. Si su titular renuncia, el derecho real
en cuestión se extingue. Con todo, y volviendo a la renuncia por acto entre vivos, la
aceptación del beneficiario solamente parece posible cuando se trata de una renuncia
expresa, y allí es claramente bilateral; si fuere tácita (véase nro. 470), como lo es la no
oposición de la prescripción liberatoria cuando el respectivo plazo ya ha transcurrido,
no habrá aceptación de la renuncia y, sin embargo, ella tendrá pleno efecto y será de
carácter unilateral.
b) No está sujeta a formas especiales, aun cuando se refiera a derechos que constan
en un instrumento público (art. 949). Nos referimos a esta cuestión más adelante (nro.
470).
c) La voluntad de renunciar no se presume y la interpretación de los actos que
permiten inducirla es restrictiva (art. 948). Nos remitimos a los nros. 470 y 471.
469. Capacidad
Hay que distinguir si se trata de un acto gratuito u oneroso. En el primer caso se
requiere capacidad para donar (art. 945, in fine); en cambio, para ser beneficiario de la
renuncia bastará tener capacidad para contratar. En el segundo, la capacidad se rige
por las reglas relativas a los contratos onerosos (art. 945, 1ª parte). Si fuera hecha por
testamento, bastará que el renunciante sea mayor de edad al tiempo del acto (art.
2464).
471. Interpretación
El art. 948 enuncia un principio clásico en esta materia: la renuncia debe ser
interpretada restrictivamente. A nuestro juicio, este principio sólo es aplicable al caso
de la renuncia gratuita: allí tiene plena justificación, porque en caso de duda es lógico
favorecer al que ha cedido generosamente un derecho. Pero no es aplicable al caso de
la renuncia onerosa. Aquí no hay una liberalidad, no hay un acto unilateral; hay un
contrato en el que una persona ha renunciado a algo a cambio de otra cosa que recibe.
En tal hipótesis, la duda no tiene por qué favorecer al renunciante, sino que debe
resolverse en el sentido de la mayor reciprocidad de intereses.
Ejemplo: si existiese duda sobre si es parcial o total la renuncia de los derechos
hereditarios hecha por un heredero a favor de otro y resultare que el precio pagado
por esa renuncia excede notoriamente el valor de los bienes que correspondían al
renunciante, la duda debe resolverse en el sentido de que la renuncia era total.
472. Efectos
El efecto fundamental de la renuncia es la extinción del derecho (art. 946), con todos
sus accesorios; tratándose de derechos reales, el derecho queda perdido para el
renunciante.
En caso de que exista pluralidad de acreedores o deudores, se aplican las siguientes
soluciones: a) si la deuda es simplemente mancomunada divisible, la renuncia sólo
favorece en la porción correspondiente al acreedor renunciante y al deudor cuya parte
en la deuda se renuncia; b) en cambio, si fuere solidaria, la renuncia hecha por
cualquiera de los acreedores y con cualquiera de los deudores extingue toda la
obligación (arts. 835, inc. b], y 846, inc. b]); c) finalmente, si es simplemente
mancomunada indivisible, se plantean dos posibilidades: (i) que se trate de varios
acreedores y un solo deudor, en cuyo caso aunque uno de los acreedores renuncie a su
derecho, los demás lo conservan, y (ii) que se trate de un solo acreedor y varios
deudores, en cuyo caso el acreedor, aunque libere a uno de los deudores, conserva su
derecho contra los restantes. El art. 818 indica que se requiriere la unanimidad de
todos los acreedores para extinguir la obligación.
La renuncia de la obligación principal extingue la fianza, que es un accesorio de
aquélla; pero la renuncia de la fianza no extingue la obligación principal. En el caso de
que el fiador hubiere obtenido su liberación, pagando parcialmente la deuda, la
ulterior renuncia hecha por el acreedor a su deudor no autoriza al fiador a repetir lo
pagado (arg. art. 953).
Si hubiera varios fiadores y uno de ellos fuera liberado, ello no aprovecha a los
cofiadores (arg. art. 952), pero la norma debe ser bien entendida. En efecto, lo que ella
significa es que los fiadores no quedan absolutamente liberados, pero sí se
aprovecharán de esa renuncia en la medida en la cual el fiador favorecido hubiera
debido afrontar la obligación. Así, por ejemplo, si hubiere dos fiadores y uno de ellos
fuere liberado, el otro seguirá siendo responsable, pero sólo por la mitad de la deuda.
473. Retractación
La renuncia puede ser retractada mientras no haya sido aceptada por la persona a
cuyo favor se hace (art. 947). Esta norma, que permite arrepentirse al renunciante
hasta el momento de la aceptación, requiere dos observaciones: a) Ante todo, ella es
aplicable únicamente a la renuncia a título gratuito y por actos entre vivos. En efecto,
la renuncia onerosa es irrevocable desde que se ha formalizado el acuerdo de
voluntades; y la renuncia por testamento es irrevocable desde el fallecimiento del
causante. b) Producida la retractación, ella no puede perjudicar a los terceros que
hubieren adquirido derechos a consecuencia de la renuncia, por ello los derechos
adquiridos por los terceros quedan a salvo (art. 947). Ejemplo: el beneficiario de un
derecho renunciado por su anterior titular lo transmite a un tercero; luego, el
renunciante se retracta. Esta retractación no tiene efectos contra el tercero, porque la
renuncia produce sus efectos desde su realización.
476. Formas
La remisión de deuda puede hacerse en forma expresa o tácita.
a) Habrá remisión expresa cuando el acreedor exteriorice por escrito, verbalmente o
por signos inequívocos, su voluntad de remitir su derecho, de manera total o parcial.
La ley no exige ninguna formalidad especial para hacer una remisión expresa, aunque
la deuda original conste en instrumento público (art. 951 y remisión al art. 949).
b) Habrá remisión tácita, salvo prueba en contrario, cuando el acreedor entregue
voluntariamente al deudor el documento original en que conste la deuda (art. 950). Es
ésta una forma típica y muy frecuente de desobligar al deudor. Para que la extinción
de la deuda tenga efecto es necesario: 1º) que el documento sea el original; si se trata
de una simple copia, aunque fuera certificada por escribano público, no funciona la
presunción legal; que —si el documento es un instrumento protocolizado y su
testimonio o copia se halla en poder del deudor sin anotación del pago o remisión, y
tampoco consta el pago o la remisión en el documento original— el deudor pruebe
que el acreedor le entregó el testimonio de la copia como remisión de la deuda (art.
950); en cambio, si en tal testimonio o copia obra la anotación del pago o remisión,
debe considerarse directamente que hay remisión de deuda; 2º) que la entrega
sea voluntaria; si el que lo entregó demuestra que lo hizo forzado por la violencia o
inducido por el dolo del deudor, no hay remisión; pero la posesión del documento por
el deudor hace presumir que la entrega fue voluntaria, corriendo por cuenta del
acreedor la prueba de que no fue así; 3º) que la entrega haya sido hecha por el
acreedor al deudor o a su representante legal o convencional; si fuere entregado a una
tercera persona, no hay remisión.
Cabe notar que la remisión de la deuda produce los efectos del pago (art. 952, 1ª
parte). Por lo tanto, se libera el deudor tanto de la obligación principal como de sus
accesorios.
Debe señalarse que la remisión de deuda es gratuita, por lo que cabe aplicar las
normas de la donación (art. 1543); por ello, estamos ante una liberalidad, sujeta a
colación y revocación por ingratitud del deudor. No puede haber remisión de deuda
onerosa, pues (i) si el acreedor recibe la prestación debida, hay pago, (ii) si el deudor
entrega otra cosa, habrá dación en pago o novación, y (iii) si con la contraprestación
dada por el deudor se extingue un crédito discutible, habrá transacción.
480. Concepto
Puede ocurrir que la obligación contraída se vuelva de cumplimiento imposible. En tal
caso hay que hacer la siguiente distinción: a) si se ha hecho imposible por causa
imputable al deudor o si éste hubiera tomado sobre sí el caso fortuito o fuerza
mayor, la obligación cambia su objeto y se convierte en otra de pagar una
indemnización por los daños causados; b) si se ha hecho imposible sin causa atribuible
al deudor, la obligación se extingue y sin responsabilidad (art. 955). En este último caso
es, por tanto, un hecho extintivo de las obligaciones.
La imposibilidad puede derivar de un acontecimiento físico, que puede consistir en un
caso fortuito o fuerza mayor (por ej., un rayo que destruye la cosa prometida en venta,
una enfermedad que priva de la vista al escultor que debía realizar un trabajo) o en un
hecho del propio acreedor o de un tercero (por ej., si alguien roba la cosa que debía
ser entregada). O puede también derivar de una razón legal; así, por ejemplo, si el
Estado expropia la casa que había sido prometida en venta; o si se prohíbe la
exportación de la mercadería vendida al exterior.
§ 9.— Transacción
486. Requisitos
Para que la transacción esté configurada es preciso: a) que haya acuerdo de
voluntades; b) que las partes hagan concesiones recíprocas, es decir que cedan parte
de sus pretensiones a cambio de que se les asegure el carácter definitivo de las
restantes; c) que por esas concesiones se extingan obligaciones litigiosas o dudosas.
Obligación litigiosa es la que está sujeta a juicio. No tan preciso, en cambio, es el
concepto de obligación dudosa. Se acepta que debe considerarse tal toda obligación
sobre cuya legitimidad y exigibilidad exista duda en el espíritu de las partes, quizá
profanas en Derecho, aunque la duda no fuera posible entre peritos o especialistas. La
duda puede resultar no solamente de la legitimidad misma del pretendido crédito, sino
de la dificultad para probar el título de la deuda, el monto de los daños sufridos,
etcétera. Incluso, puede afirmarse que es una cuestión dudosa aquella que todavía no
ha sido sometida a juicio, pues no existe certeza de la solución final ni constituye aun
una cuestión litigiosa. Solamente no pueden transarse aquellas obligaciones cuya
existencia y monto no son discutidos por el deudor.
488. Caracteres
La transacción tiene los siguientes caracteres:
a) Es un contrato (art. 1641) oneroso, conmutativo, formal y nominado.
b) Es de interpretación restrictiva (art. 1642). El fundamento de esta norma es que la
transacción importa siempre una renuncia y las renuncias son de interpretación
restrictiva (art. 948). La idea, con todo, debe ser tomada con cuidado. Está bien que la
renuncia sea de interpretación restrictiva cuando es unilateral; pero cuando es
bilateral —como ocurre en la transacción—, parece más razonable resolver la duda en
el sentido de la mayor reciprocidad de intereses.
c) Es declarativa y no constitutiva de derechos, aunque el Código Civil y Comercial no
haga mención a ello. En efecto, la transacción no tiene por objeto crear o transmitir
nuevos derechos a las partes, sino simplemente reconocer los existentes.
Finalmente, debe señalarse que durante la vigencia del Código Civil de Vélez, la
transacción constituía un acto indivisible, de tal modo que si una de las cláusulas de la
transacción era nula, era nulo todo el acto (art. 834). La cuestión ha cambiado
sustancialmente en el Código Civil y Comercial pues la nulidad de una disposición no
afecta a las otras disposiciones válidas, si son separables; más aún, solamente si no son
separables porque el acto no puede subsistir sin cumplir su finalidad, se declara la
nulidad total (art. 389, párr. 2º). Ampliaremos este tema más adelante (nro. 1356).
489. Capacidad
La capacidad se rige por las reglas generales que hemos analizado en otro lugar (Borda,
Alejandro, Derecho Civil. Contratos, nro. 84 y ss., La Ley, 2016) y allí nos remitimos.
Sin embargo, debe señalarse que el Código Civil y Comercial establece, de manera
expresa tres prohibiciones (art. 1646). En efecto, no pueden hacer transacciones:
a) Las personas que no puedan enajenar el derecho respectivo. Hemos dicho antes,
que la transacción es declarativa y no constitutiva de derechos, por lo que no puede
haber en ella una verdadera enajenación. Entonces, ¿cómo se explica la norma? Es
que, a la vez de reconocerse un derecho preexistente, en la transacción también se
hace abandono de una pretensión o de un derecho que se creía tener. En este sentido,
hay una disposición; y de allí que se exija para transigir capacidad para disponer del
derecho transado.
b) Los padres, tutores, o curadores respecto de las cuentas de su gestión, ni siquiera
con autorización judicial. La norma amplía las prohibiciones impuestas a los padres
(art. 689, párr. 2º) y a los tutores y curadores (arts. 120 y 138).
c) Los albaceas, en cuanto a los derechos y obligaciones que confiere el testamento,
sin la autorización del juez de la sucesión. Esta prohibición se justifica en el hecho de
que la función del albacea es ejecutar las disposiciones testamentarias, dando
cumplimiento a la voluntad del testador, lo que no se aviene con la noción de la
transacción. De todos modos, la norma deja abierta la posibilidad de que el juez la
autorice, cuando así convenga.
D.— Efectos
E.— Nulidad