El Antidogmatismo
El Antidogmatismo
El Antidogmatismo
"El filósofo no busca saber en función de las necesidades vitales más inmediatas, para defenderse de
la agresión del contorno natural o humano y tener éxito en la acción. Es necesario, sin duda, saber
para poder subsistir. Pero el filósofo busca el saber por sí mismo, sin el aliciente de ninguna finalidad
ulterior, extraño al mismo saber. No lo busca por la resonancia que pueda producir en el sujeto que lo
posea. El encanto, la fascinación, el goce podrán devenir por añadidura pero, si no llegan, no son una
razón para desistir de la búsqueda.
En actitud teórica, el filósofo quiere aprehender la verdad, sea grata o penosa, le depare dolor o
placer. Su saber aspira a superar el aquí y el ahora, a trascender los límites de la experiencia, aunque
sus primeros pasos se apoyen en el precario suelo de la experiencia. El filósofo quiere un saber de la
totalidad, quiere que su saber tenga unidad; en una palabra, quiere un saber de los fundamentos.
Pero a la vez ese saber no es un bien ajeno a la propia vida del filósofo ni se reduce a una posesión
intelectual indiferente. La comprensión de una verdad filosófica transforma interiormente, despierta en
mí posibilidades de realización moral que antes permanecían ocultas e inoperantes. Configura desde
adentro mi propia personalidad y se traduce en mi comportamiento exterior. La teoría termina por
traducirse en práctica; el saber, en camino de vida."
"Creo que todos nacemos filósofos y que sólo algunos siguen siéndolo. No tengo hijos pero siempre
observé que los chicos tienen preguntas eminentemente filosóficas y metafísicas que hacen pensar
en aquélla de Heidegger: "¿Por qué el Ser y no más bien la nada?" Son capaces de preguntar cosas
extravagantes a los padres, que no suelen tener la cultura ni el reflejo de decir: "Hay bibliotecas; allí
está el saber que permitiría responder a tus preguntas". Y los chicos renuncian cuando crecen. El
filósofo es el que no renuncia, el que siempre plantea preguntas, como cuando era chico y
preguntaba: "¿Por qué llueve? ¿Por qué morimos? ¿Por qué las cosas son así y no de otro modo?
¿Cómo funciona esto?" Yo descubrí en mí esa naturaleza y el cuestionamiento filosófico fue una
verdadera revelación."
El antidogmatismo
"La confesión pública de que se es filósofo, de que uno se dedica profesionalmente a filosofar,
provoca reacciones curiosas. En principio es fácil explicar por qué. La gente no consigue entender
que es eso de "filosofía", de "filosofar". Consecuentemente, no alcanza a comprender cómo puede
hacerse profesión de algo tan poco asible.
Es frecuente encontrar en estos casos un cierto tipo de interlocutor al que podemos bautizar de
"interlocutor suspicaz". La declaración de que uno es filósofo es para él motivo de preocupación. Lo
que preocupa al suspicaz es que la filosofía sea (pueda ser) vehículo de ideas y de actitudes
Ante este tipo de interlocutores no se puede condescender, no tanto por lo que dicen, sino por lo que
presuponen. Con bastante frecuencia, detrás del interlocutor suspicaz, se encuentra agazapado el
dogmatismo. Y esto es, realmente, el factor que merece críticas.
¿Por qué es criticable el dogmatismo? ¿Qué es un dogmatista? Un dogmatista es una persona cuya
estructura mental es ésta:
Esta matriz muestra varias cosas interesantes. Muestra, por ejemplo, que: a) el dogmatismo no
es una cuestión de contenidos sino de estructura mental; b) que dentro del modelo dogmatista no
hay posibilidad de resolver racionalmente ningún conflicto, pues lo único que cabe es la
anatematizacion del contrario; c) que todos los dogmatistas son iguales pese a sus discrepancias
"de vida o muerte", dado que poseen la misma estructura mental, el mismo estilo de pensamiento.
Sentado esto, se puede comprender por qué el filósofo provoca la suspicacia dogmática.
Si hay un rasgo que lo caracteriza de manera esencial, cualquiera sea la posición teórica que
adopte, es su no-dogmatismo. El filósofo puede llegar a convencerse de que existen verdades
básicas, pero no puede considerar que esté eximido de fundamentarlas racionalmente, ni que
pueden quedar al margen de la crítica racional. En el momento mismo de que admitiera tales
cosas, dejaría de ser filósofo. Ser filósofo y ser dogmatista es incompatible, como lo son ser santo
y ser libidinoso o ser guerrero y ser cobarde. Esta es la razón por la cual el verdadero filósofo es
para el dogmatista un personaje molesto, poco confiable, "ideológicamente" complicado. Es que,
si hay una "ideología" propia de la filosofía, ésa es el antidogmatismo, el respeto por el poder de
la crítica racional.
El suspicaz puede contraatacar. "La actitud del filósofo es ingenua y blanda. Apta, quizás, para
gabinetes de estudio pero no para la vida cotidiana. Dado un buen dogmático, la única manera de
contrarrestarlo en el plano de las ideas es contraponiéndole otro buen dogmático. Sólo las
personas con idearios firmes pueden funcionar bien en esa situación." Nuevamente, el suspicaz
se equivoca.
Parte, equivocadamente, del supuesto de que negarse a aceptar la crítica racional y ser
intolerante son síntomas inequívocos de firmeza de ideas. En realidad son sólo síntomas de
cerrazón intelectual y de mal carácter. Los síntomas verdaderos de la firmeza de nuestras ideas
son la coherencia de nuestro obrar efectivo respecto de lo que proclamamos pensar y la valentía
que supone someterlos al "ácido cáustico" de la crítica. La historia muestra que los dogmatistas
mejor pintados han claudicado ante esos rasgos. También muestra que favorecerlos es el mejor
seguro contra los dogmatismos actuales o futuros.
"De hecho, el valor de la filosofía debe ser buscado en una larga medida en su real incertidumbre.
El hombre que no tiene ningún barniz de filosofía va por la vida prisionero de los prejuicios que
derivan del sentido común, de las creencias habituales de su tiempo y en su país y de las que se
han desarrollado en su espíritu sin la cooperación ni el consentimiento deliberado de su razón.
Para este hombre el mundo tiende a hacerse preciso, definido, obvio; los objetos habituales no le
suscitan problema alguno y las posibilidades no familiares son desdeñosamente rechazadas.
Desde el momento en que empezamos a filosofar encontramos, por el contrario, que aun los
objetos más ordinarios conducen a problemas a los cuales sólo podemos dar respuestas muy
incompletas. La filosofía, aunque incapaz de decirnos con certeza cuál es la verdadera respuesta
a las dudas que suscita, es capaz de sugerir diversas posibilidades que amplíen nuestro
pensamiento y nos libran de la tiranía de la costumbre. Así, disminuir nuestro sentimiento de
certeza sobre lo que las cosas son aumenta en alto grado nuestro conocimiento de lo que pueden
ser; rechaza el dogmatismo algo arrogante de los que no se han introducido jamás en la región
de la duda liberadora y guarda vivaz nuestro sentido de admiración presentando los objetos
familiares en un aspecto no familiar."
Cuestionario:
1. El texto formula una pregunta: "¿Por qué es criticable el dogmatismo?", a la que no responde
en forma directa. Háganlo ustedes.
2. Completen: "Una persona crítica tiene una estructura mental como esta: …"
4. De las siguientes acciones señalen cuáles serían propias de un dogmatista. Justifique cada
elección: a) Valorar; b) Repetir; c) Despreciar; d) Respetar; e) Indagar; f) Subestimar.