A Solas Con El Señor
A Solas Con El Señor
A Solas Con El Señor
HORA SANTA
Oración de inicio:
Señor Jesús, queremos estar contigo, queremos estar junto a tí. Quizá no se nos ocurran
muchas cosas, pero queremos estar, queremos sentir tu amor, como cuando nos
acercamos a una hoguera, queremos amarte, queremos aprender a amar. Lo importante
es estar abiertos a tu presencia. Y agradecer, alabar, suplicar. Y callar, escuchar, no decir
nada, simplemente estar.
Acógenos como discípulos que quieren escuchar tus palabras, aprender de ti, seguirte
siempre. Acógenos como amigos. Y haz de nosotros también tus testigos, testigos del
amor.
Señor Jesús, toca esta noche nuestro corazón, danos tu gracia, sálvanos, llénanos de la
vida que sólo tú puedes dar.
Oración y meditación:
Lectura San Juan, 6, 48-51, 54-58
Yo soy el pan de vida, sus antepasados comieron el maná en el desierto pero murieron,
aquí tienen el pan que baja del cielo, para que coman y ya no mueran.
Adoración
LECTOR 1: Te adoramos, Jesús, en esta Hostia Santa, pan bajado del cielo, que has
querido quedarte conmigo y por mí en el Santísimo Sacramento del altar.
LECTOR 2: Te adoramos, oh Padre celestial, que enviaste a tu Hijo al mundo, delicia del
Paraíso, para que se quedara siempre con nosotros.
LECTOR 1: Señor Jesús, te adoramos y te bendecimos en todas las Iglesia del mundo; te
adoramos y te alabamos en cada Hostia escondida en todos los Sagrarios
LECTOR 2: Queremos adorarte y bendecirte por aquellos que te reciben fríamente o por
rutina y por aquellos que salen a la calle y se portan como si no te hubieran recibido.
TODOS: Oh, María, dulce Madre de la Eucaristía, el reino de tu Hijo Jesús, resplandecerá
en su triunfo eucarístico y no vendrá más que por ti, oh María.
LECTOR 2: Por ti, oh María, la Eucaristía volverá a ser el corazón de toda la vida de la
Iglesia: una vida de Adoración, de acción de gracias, de alabanza y de propiciación.
LECTOR 1: Dulce Madre de la Eucaristía, colma el gran vacío en torno a Jesús, presente
en la Eucaristía; forma una gran barrera de fe y de amor en torno a su divina presencia;
coloca a tus hijos predilectos, come trinchera de amor en torno a todos los Sagrarios de la
tierra.
Entonces una anciana madre se echó a los pies del rey y llorando, dijo: "Es
cierto que estos hombres han merecido tal castigo; pero, tened presente, oh rey,
que han sido, hace pocos instantes, huéspedes de Jesús, porque acaban de
recibir la Santa Comunión. Él les ha perdonado todo; perdonadles también".
Todo el pueblo aplaudió la bondad del rey que, en adelante, fue el ídolo de sus
súbditos.
c)La Cruz abrazada...
Un joven sentía que no podía más con sus problemas. Cayó entonces de
rodillas rezando: "Señor, no puedo seguir. Mi cruz es demasiado pesada" El
Señor le contestó: "Hijo mío, si no puedes llevar el peso de tu cruz, guárdala
dentro de esa habitación. Después escoge la cruz que tu quieras". El joven
suspiró aliviado: "Gracias Señor". Luego dio muchas vueltas por la habitación
observando las cruces, había de todos los tamaños. Finalmente fijó sus ojos en
una pequeña cruz apoyada junto a la puerta y susurró: "Señor, quisiera esa
cruz". El Señor le contestó: "Hijo mío, esa es la cruz que acabas de dejar"
A las preguntas sobre mí mismo se añadían otras interrogantes: ¿por qué hay
guerras, injusticias y odio en el mundo? ¿Por qué la humanidad no puede vivir
en paz? En aquel momento de angustia, oí una voz fuerte dentro de mí que me
llamaba: «Ven y sígueme, encontraras el verdadero sentido de tu vida». «Yo soy
el Camino, la Verdad y la Vida» (Jn 14, 6).
10. Gracias Señor, por la Madre que al pie del madero nos
dejas
12. Gracias Señor, por perdonar el sueño que nos aleja del
estar en vela