Hora Santa Marzo 2024
Hora Santa Marzo 2024
Hora Santa Marzo 2024
Nos presentamos ahora ante Jesús Eucaristía sabiendo que nos llama a ser sus discípulos-
misioneros y nos invita a levantar el ánimo decaído de tanta gente que camina junto a Él y no
lo logra reconocer porque viven sumergidos en la tristeza o la desesperación. Nos ponemos de
rodillas para recibir a Jesús Eucaristía.
Padre creador nuestro. Hoy queremos pedirte por las familias. Te pedimos, que las protejas de
toda tentación y mal.
Te suplicamos por los esposos, para que les des la capacidad de amar y respetar a sus esposas
e hijos.
Te pedimos por las esposas, para que tengan el don de la comprensión y dedicación para
apoyar a sus maridos e hijos.
Por las madres que son cabeza de familia, para que gocen de fortaleza y dignidad, y puedan
construir un hogar digno para sus hijos.
Por los hijos, en especial por los jóvenes y adolescentes, para que puedan valorar el esfuerzo
de sus padres y escuchar sus consejos.
Te suplicamos, Señor, que toda familia MFCista sea verdadera iglesia doméstica, en donde se
vivan los valores humanos y cristianos, pero sobre todo, que podamos ser luz para otros
hermanos que se encuentran extraviados y que aun, sin saberlo, están necesitados de ti.
CANTO
Lector: Los dos discípulos de Emaús experimentaron que sus corazones «ardían» (Lc 24, 32)
mientras escuchaban con atención la explicación de las Escrituras. La luz de la Palabra animaba
la tristeza de su corazón y «se les abrieron los ojos» (Lc 24,31). Entre la opacidad del
crepúsculo y el ánimo sombrío que les abrumaba, aquel Caminante fue un rayo de luz que
despertaba la esperanza y abría su espíritu al deseo de la plena luz.
«Quédate con nosotros», suplicaron, y el Caminante aceptó. Poco después tu rostro Jesús
amado, desaparecía de su vista, pero te quedaste veladamente en este “pan partido”, ante el
cual se les habían abierto sus ojos reconociéndote. Tú, Jesús Eucaristía, eres ese mismo
Caminante que vas a nuestro lado.
Los judíos le dijeron: “Ahora ya no nos cabe duda de que estás endemoniado. Porque Abraham
murió y los profetas también murieron, y tú dices: ‘El que es fiel a mis palabras no morirá para
siempre’. ¿Acaso eres tú más que nuestro padre Abraham, el cual murió? Los profetas también
murieron. ¿Quién pretendes ser tú?”
Contestó Jesús: “Si yo me glorificara a mí mismo, mi gloria no valdría nada. El que me glorifica
es mi Padre, aquel de quien ustedes dicen: ‘Es nuestro Dios’, aunque no lo conocen. Yo, en
cambio, sí lo conozco; y si dijera que no lo conozco, sería tan mentiroso como ustedes. Pero yo
lo conozco y soy fiel a su palabra. Abraham, el padre de ustedes, se regocijaba con el
pensamiento de verme; me vio y se alegró por ello”.
Los judíos le replicaron: “No tienes ni cincuenta años, ¿y has visto a Abraham?” Les respondió
Jesús: “Yo les aseguro que desde antes que naciera Abraham, Yo Soy”.
Entonces recogieron piedras para arrojárselas, pero Jesús se ocultó y salió del templo.
REFLEXION:
Señor Jesús, amigo mío, gracias por todos los dones que me has dado, sabes que soy tuyo y en
ti solo quiero estar, no permitas que me separe de tu amor, sabes que soy débil pero yo confío
en tu misericordia, dame tu amor que eso me basta, pues contigo todo lo puedo y con tu amor
soy feliz.
Jesús nos invita en este evangelio a proclamar con nuestra vida y nuestras acciones el amor
misericordioso del Padre. Sólo el amor a Dios dará la vida y el sentido al mundo. Nuestra
misión es la de trasmitir el amor de Dios y su misericordia. Hagamos de nuestra vida una
autentica vocación al amor, viviendo para servir a los demás.
Vivir, como hijo, una especial unión con Dios Padre, a lo largo del día, a través de jaculatorias y
comuniones espirituales.
Señor Jesús ayúdame a trasmitir tu amor. Ayúdame a ser un mejor hijo tuyo que viva con
fidelidad mis compromisos cristianos. Te pido por todos mis hermanos que no te conocen y
viven alejados de ti. Dales la gracia de sentirse verdaderamente hijos tuyos, amen.
CANTO
LECTOR: Oremos ahora ante Jesús Eucaristía, el Dios que nos acompaña día y noche diciendo
después de cada estrofa: Tú me sabes quien soy y me conoces, caminas siempre junto a mí.
Lector: ¿Adónde iré lejos de tu aliento, adónde escaparé de tu mirada? Si escalo el cielo, allí
estás tú; si me acuesto en el abismo, allí te encuentro.
Lector: Si vuelo hasta el margen de la aurora, si emigro hasta el confín del mar, allí me
alcanzará tu izquierda, me agarrará tu derecha.
Lector: Si digo: «Que al menos la tiniebla me encubra, que la luz se haga noche en torno a mí»,
ni la tiniebla es oscura para ti, la noche es clara como el día.
Lector: Tú has creado mis entrañas, me has tejido en el seno materno. Te doy gracias, porque
me has escogido portentosamente, porque son admirables tus obras; conocías hasta el fondo
de mi alma, no desconocías mis huesos.
Lector: ¡Qué incomparables encuentro tus designios, Dios mío, qué inmenso es su conjunto! Si
me pongo a contarlos, son más que arena; si los doy por terminados, aún me quedas tú.
Lector: Dios mío, ¡si matases al malvado, si se apartasen de mí los asesinos que hablan de ti
pérfidamente, y se rebelan en vano contra ti!
Lector: Señor, sondéame y conoce mi corazón, ponme a prueba y conoce mis sentimientos,
mira si mi camino se desvía, guíame por el camino eterno.
CANTO
LECTOR: Señor, creemos en ti. Creemos que por amor te has quedado en la Eucaristía para
darnos el Pan que nos da la vida. Confiamos en tu planes divinos y te pedimos en estos
momentos de oración una fe que nos haga ver mucho más allá de las preocupaciones y de las
tristezas de cada día para poder caminar siempre junto a Ti.
«Tú tienes palabras de vida eterna y nosotros hemos creído y sabemos que tú eres el Hijo de
Dios" (Jn. 6,69). Tu presencia en la Eucaristía es para nosotros donación de todo lo que eres.
Estando contigo, "Camino, Verdad y Vida", queremos penetrar en el aparente «silencio» y
«ausencia» de tu presencia, que muchas veces se experimenta, rasgando la nube del Tabor
para escuchar la voz del Padre que nos dice: «Este es mi Hijo amado, en quien tengo puestas
mis complacencias: Escúchenlo» (Mt. 17,5).
Aumenta Señor nuestra fe, para que sepamos iluminar nuestra vida, así como los diversos
sectores de la vida familiar y social a nuestro entorno.
Aumenta Señor nuestra esperanza, para saber descubrir siempre que tú vives «siempre
intercediendo por nosotros» (Heb. 7,25).
Aumenta Señor nuestro amor para amar como tú lo haces, aún en los momentos más oscuros
que podamos atravesar. Ayúdanos a amarte hasta decir como san Pablo: «Para mí la vida es
Cristo» (Flp. 1,21).
Nuestra vida no tiene sentido sin Ti. Queremos aprender a "estar con quien sabemos nos
ama", porque "con tan buen amigo presente todo se puede sufrir". En ti aprenderemos a
unirnos a la voluntad del Padre, porque en la oración "el amor es el que habla" (Sta. Teresa).
Habla Señor ahora en el silencio de nuestro corazón y hazlo arder como el corazón de los dos
de Emaús.
CANTO
LECTOR: Señor Jesús, te adoramos con una actitud sencilla de presencia, de silencio y de
espera. Tú superas la pobreza de nuestros pensamientos, sentimientos y palabras. En nuestras
noches físicas y morales, si Tú estás presente, eso nos basta, aunque muchas veces no
sintamos la consolación de tu presencia. Ayúdanos siempre para que, sobre todo en esos
momentos de dolor, de soledad, de sensación de fracaso, no lleguemos a desfallecer. A cada
súplica responderemos: "Que no tambalee nuestra fe".
Aunque miremos las aguas levantarse sobre las tierras, que no tambalee nuestra fe.
Aunque veamos que aparezca una nueva geografía, que no tambalee nuestra fe.
Aunque miremos venir la peste con enfermedades desconocidas, que no tambalee nuestra fe.
Aunque seamos perseguidos por el enemigo de la Iglesia, que no tambalee nuestra fe.
Aunque seamos víctimas de aquellos que van a apostatar, que no tambalee nuestra fe.
Aunque las montañas y la cordillera se estremezcan y caigan y prevalezcan las llanuras, que no
tambalee nuestra fe.
Aunque veamos que no hay ningún pueblo sin dolor y sin llanto, que no tambalee nuestra fe.
Aunque veamos un fuego venir sobre la tierra, que no tambalee nuestra fe.
CANTO
LECTOR: Señor nuestro Jesucristo, que en este admirable Sacramento nos dejaste el memorial
de tu pasión concédenos, venerar de tal modo los sagrados misterios de tu Cuerpo y de tu
Sangre, que experimentemos constantemente los frutos de tu Redención. Tú que vives y reinas
por los siglos de los siglos. Amén
Gracias, Jesús mío, por la bondad con que me has recibido y permitido gozar de tu presencia y
compañía amorosas.
Me vuelvo a mis ocupaciones. Mi corazón queda contigo. En mi trabajo y en mis descansos me
acordaré de Ti, y procuraré vivir con la dignidad que merece tu amistad divina.
Dame tu bendición y concédeme todas las gracias, que necesito, para amarte y servirte con la
mayor fidelidad.
Bendice, Señor, a nuestro Santísimo Padre el Papa, tu Vicario en la tierra; ilumínale, santifícale
y líbrale de todos sus enemigos.
Bendice a tu Iglesia Santa y has que su luz brille en todas las naciones; y que los paganos
conozcan y adoren al único verdadero Dios y a su Hijo Jesucristo.
Bendice a nuestros sacerdotes, santifícalos y multiplícalos.
Bendice y protege a nuestra nación.
Bendice a todos nuestros bienhechores y concédeles la bienaventuranza eterna.
Bendice a los que nos han ofendido y cólmalos de beneficios.
Bendice a todos nuestros familiares y has que vivan todos en tu gracia y amistad y que un día
nos reunamos en la Gloria.
Da el descanso eterno a todas las almas de los fieles difuntos que están en el Purgatorio.
Da la salud a los enfermos. Convierte a todos los pecadores. Danos a todos tu divino amor,
para que la fe que nos impide ahora ver tu santísimo rostro se convierta un día en luz
esplendorosa en la Gloria, donde en unidad con el Padre y el Espíritu Santo te alabemos y
bendigamos por los siglos de los siglos.
Amén.
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