El documento analiza la literatura infantil como un problema de la literatura en general, cuestionando las representaciones sobre los lectores infantiles y las tendencias repetitivas que suelen estar presentes en muchos textos destinados a niños.
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El documento analiza la literatura infantil como un problema de la literatura en general, cuestionando las representaciones sobre los lectores infantiles y las tendencias repetitivas que suelen estar presentes en muchos textos destinados a niños.
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Con el fin de que nada pase por inmutable.
En lo familiar, descubran lo insólito, En lo cotidiano, develen lo
inexplicable. Que todo lo que se ha dicho habitual, Cause inquietud.
La literatura infantil y juvenil como problema de la literatura
Brecht dice en su poema: "no digan nunca: esto es natural".
Es una idea interesante cuando se trata de pensar hoy en la literatura infantil. Como mucho de lo que tiene que ver con el mundo de los niños, la literatura infantil hipotéticamente pertenece al territorio de lo conocido, de lo familiar, de lo fácilmente dominable o apresable por la razón y los sentidos. Con los libros para chicos parece, pero sólo parece, estar todo bien... Son libros para chicos... ¿qué problema puede haber? Quizás podríamos comenzar estas palabras diciendo que estamos acá porque la literatura infantil nos genera inquietud, no nos deja tranquilas… Hacernos problema por algo tan frecuentemente visto como simple es desnaturalizarlo. Tratarlo como le corresponde a un hecho de la cultura. Y ningún hecho de la cultura es neutral o simple. Tratar a la literatura infantil fundamentalmente como literatura supone meterse en un apasionante problema. Y pensar la literatura que se escribe para los chicos cuestionando quién la lee y cómo la lee, si se cruza con lo anterior, es todavía más interesante. Estas dos miradas, la que nos brindan los estudios literarios y la preocupación por los lectores y sus prácticas, serán las que nos guíen en este intento por problematizar a la literatura infantil.
Fundamentalmente, porque si observamos la historia de los estudios
sobre literatura infantil y muchas de las formas actuales de abordarla, veremos que es infrecuente que la mirada literaria esté puesta en juego. Esto tiene mucho que ver con las marcas de origen de esta literatura. Desde su nacimiento la literatura infantil estuvo embarcada en lo formativo entrelazado con el deleite, como decía Perrault en la introducción a los cuentos de Mi madre la oca. Si el deleite en la lectura está más del lado del arte y del juego, y lo formativo, más del lado de los intereses educativos, podríamos decir que en la tensión entre ambos bandos, la mayoría de las veces, de las maneras más variadas, salió ganando el educativo. Es que la infancia, desde que empieza a ser mirada como algo distinto en la corriente de la vida , es una porción del tiempo humano que razonablemente es vista como la de los aprendizajes. La cuestión es en nombre de qué y bajo qué formas se promueven esos aprendizajes. En el caso de la literatura infantil, muchas veces ha sido a costa de la libertad del lector. Una de las formas en que pueden observarse muchas de las marcas que constituyen a la literatura infantil es mirando este objeto desde una perspectiva histórica y no como algo dado sólo por las características de su destinatario, aún cuando este influya enormemente. En un análisis sobre los orígenes de la literatura infantil Maite Alvarado , siguiendo a Roger Chartier, recuerda el caso de la "Biblioteca Azul" en Francia. Se trató de un emprendimiento editorial que entre los siglos XVII y XVIII se dedicó a adaptar para lectores populares textos religiosos, literarios y de información general. Esta idea de adaptación a un determinado lector, recién llegado a la lectura escrita, es fundamental para pensar muchas de las operaciones que luego se hicieron cuando de escribir para niños se trataba. En el caso de los textos de la "Biblioteca Azul", las reformulaciones que se hicieron a los textos originales estaban destinadas a facilitar la oralización. Se pensaba en un lector más familiarizado con las prácticas orales que con las escritas, y aquí vemos un nuevo paralelismo con el destinatario infantil, sobre todo con el que recién se inicia en las prácticas lectoras. También se lo representaba con una capacidad de concentración escasa, con tendencia a interrumpir frecuentemente la lectura. Por esta razón en estas adaptaciones era necesario recurrir a ayudamemorias para no perder el hilo de la narración y a ayudas gráficas. Para que el texto escrito se pareciera lo más posible al texto oral, se reducían los relatos eliminando descripciones, de modo que se preservaran sólo las acciones y se simplificaban las oraciones. Por otra parte, y esto nos recuerda nuevamente el origen tan ligado a lo formativo de la literatura infantil, las adaptaciones de los textos tenían que ver con razones morales o religiosas, ya que se eliminaba todo aquello que fuera contra la moral o la ideología de la época. El lector que se imaginaban los que llevaron a cabo el dispositivo de la "Biblioteca Azul" nos recuerda fuertemente la situación narrativa que propone la autora Ema Wolf en su libro Historias a Fernández . Este libro plantea ficcionalmente desde una perspectiva humorística la preocupación del autor de libros para chicos por capturar a su exigente y en muchos casos esquivo lector. Fernández es un gato destinatario de tres historias narradas al hilo por su dueña. Narrar y tener éxito en la narración en este caso es cuestión de vida o muerte ya que Fernández ha sufrido una caída desde las alturas y no debe quedarse dormido en las tres horas posteriores a su contusión. El plan de la dueña consiste en narrarle una historia por hora. La habilidad para narrar y el uso eficaz de todos los trucos posibles, hasta los más desopilantes, para mantener la atención de Fernández es lo que permite llegar a un desenlace exitoso. "Biblioteca Azul", interrumpe a cada rato su relato reclamando la atención de su destinatario, buscando formas de atraerlo: "¿Hasta acá vamos bien? Vamos bien." o "¿Qué tal? ¡No te esperabas esto! Yo tampoco."; estas son, entre otras, las apelaciones incesantes y recursos de todo tipo utilizados para mantener en estado de alerta a Fernández. Esta situación inventada por Ema Wolf parece parodiar la fuerte determinación del destinatario en la literatura infantil, aunque no sea él quien decide. Es decir, la literatura para niños supone una relación asimétrica entre emisores y mediadores adultos, y destinatarios niños. Cuando hablamos del destinatario no nos referimos a esos niños reales, concretos, impredecibles como son los niños que tenemos frente a nosotros en casa o en el aula, sino a representaciones de niños. De aquello que imaginamos los adultos que es un niño, sus supuestos intereses, gustos, necesidades, deseos, miedos... La literatura infantil en muchos casos se ata a una figuración rígida del destinatario, y esta representación del niño está presente no sólo en decisiones del autor, sino también en maestros, bibliotecarios, padres, editores, libreros, etc. Los supuestos que el público lector adulto tiene en general sobre la literatura infantil suelen estar marcados por criterios de lo que se considera simple para lectores que recién entran al mundo de los libros. Así lo analizó una teórica israelí, Zohar Shavit , basándose en las operaciones de adaptación que se realizan de textos canónicos, como los clásicos por ejemplo, a formatos masivos, como los cuentos que se venden en los kioscos, o las películas Disney, etc. En un recorrido fugaz por estos supuestos podemos ver que la sujeción a los géneros conocidos , el predominio de líneas narrativas únicas y fuertemente tramadas, la presentación de personajes que evaden la complejidad, el descarte de todo lo que se considera accesorio a los núcleos narrativos como descripciones u otras formas de detención de la dinámica narrativa, y la adhesión a temáticas que no pongan en cuestión las ideologías hegemónicas, entre otros rasgos, son los que siguen predominando en mucha de la literatura para chicos que hoy se edita. Esta idea de lector, como podemos fácilmente comprobar, se acerca muchísimo al que prefiguraron los adaptadores de las primeras épocas de la literatura infantil. El encasillamiento en la representación de los lectores, según Maite Alvarado y Elena Massat , está íntimamente relacionado con algunas marcas que identifican a muchos de los textos que se producen en la literatura infantil. Una característica que las engloba es la tendencia a la repetición, que también tiene una explicación en el origen oral de los relatos infantiles, por un lado, y en que se piensan para ser oralizados, por otro . ¿Qué es lo que se repite en los textos para chicos? Puede ser aspectos formales como construcciones sintácticas, léxico o estructura narrativa, o bien personajes, espacios, conflictos e incluso géneros. Muchas veces la repetición se da en forma de explicación. Entonces se vuelve a decir entre paréntesis lo que ya se había dicho. Algunos autores abusan de esto, quizás porque subestiman al destinatario y no quieran dejar los sentidos de su texto librados al azar. La relación entre texto escrito e ilustración, otro de los rasgos constitutivos de los libros para chicos, muchas veces también es un ejemplo de la repetición. Nos referimos a aquellas propuestas en las que la ilustración se limita a reiterar lo que dice el texto. Graciela Montes plantea que se puede observar en la literatura infantil una serie de mandatos que subyacen a muchas de las propuestas destinadas a los chicos. Estos mandatos suelen estar basados en ideas sobreprotectoras acerca de los lectores infantiles. Uno de ellos es el mandato de lo familiar. De ese modo, en el caso de la literatura infantil argentina, vemos una tendencia a la repetición de los espacios representados. Pululan los cuentos que suceden en el barrio o en la escuela, o sea en los mundos supuestamente cercanos a la vivencia del niño . También los textos rebosan de personajes vinculados a esos mundos. Algo similar sucede en muchas de las llamadas novelas juveniles, novelas "burocráticamente realistas y convencionales" . En ellas se repiten hasta el hartazgo los narradores protagonistas en primera persona , infaliblemente adolescentes con los cuales debería identificarse el lector. El mercado editorial suele sentirse a sus anchas con la tendencia repetitiva de la literatura infantil y juvenil, ya que es una manera cómoda de homogeneizar propuestas, lectores y formas de leer y, por supuesto, garantizar las ventas a toda costa, aun cuando se trate de productos culturales que como tales, exigirían otro tratamiento a la hora de su producción y comercialización. La consecuencia principal del uso abusivo de la repetición es la inmensa cantidad de textos estereotipados, previsibles, ajenos a las innovaciones formales. "autista" respecto de la serie literaria en general, así como a otras zonas de la cultura próxima al mundo infantil como el cine, la televisión, la historieta, la publicidad o los video juegos.
La transmisión de valores en la literatura para chicos
La experiencia de la literatura, si alguna vez va de verdad, si alguna
vez es verdadera experiencia, siempre amenazará con su fascinación irreverente la seguridad del mundo y la estabilidad de lo que somos. Jorge Larrosa. La literatura, la lectura de textos literarios pone en peligro las seguridades que sobre el mundo hemos construido, nos dice esta cita de Larrosa, y es a partir de esta "fascinación irreverente" que violenta las verdades fosilizadas que nos dan el mundo como algo ya pensado y ya dicho, como algo evidente, como algo que se nos impone sin reflexión. Allí está el poder transformador de la literatura, nos dice Larrosa, y no en aquellos textos que se dirigen al lector diciéndole cómo debe pensar el mundo y a sí mismo, y qué debe hacer "para cambiarlo". Desde hace no mucho tiempo atrás ha tomado fuerza inusitada, dentro del campo de los libros para chicos y jóvenes, un discurso sobre el que quisiéramos abrir la reflexión en esta oportunidad. Nos referimos a la llamada "educación en valores" a través de los textos literarios. Quisiéramos aquí preguntarnos por esta necesidad de vehiculizar valores a través del arte y la literatura para chicos. ¿Por qué la literatura infantil ha resultado tan permeable a este discurso que parece provenir de diversos ámbitos como el pedagógico, el editorial, los medios de comunicación, e incluso el poder político?.
A casi nadie se le ocurriría hoy en día predicar la necesidad de
transmitir valores a través de la literatura para adultos . Sin embargo no sucede lo mismo con el arte y los libros para chicos. ¿Por qué? Quizás, no sólo debamos reflexionar sobre la función del arte y la literatura, sino también acerca de nuestra concepción de los destinatarios de ese arte, ¿cuál es nuestra mirada sobre los niños y los jóvenes, cómo nos situamos frente a ellos, y entre ellos y los objetos artísticos que les están destinados?. Colecciones completas dedicadas al binomio valores-literatura, libros "hechos por encargo" para cubrir una demanda editorial: hay libros para enseñar ecología, para hablar de la discriminación, para tratar "temas difíciles" como la droga, el sida, la pobreza, la guerra... Las editoriales embarcadas en esta cruzada nos ofrecen catálogos, afiches, cuadernillos con actividades, toda una suerte de "merchandising" de los valores. Pero para llevar a cabo esta difusión del "deber ser" no sólo se recurre a los libros prefabricados con este propósito, la mejor literatura infantil también es sometida a esta operación. Y entonces nos encontramos con libros de Roald Dahl o de Tony Ross incluidos en una tabla de doble entrada destinada a los docentes, en la cual se especifica muy didácticamente qué valores corresponden al libro en cuestión. Estas acciones llegan al absurdo de suponer que un libro "es mejor" en la medida en que mayor sea la cantidad de valores morales incluidos en él. Las editoriales que actúan de este modo piensan que así venderán más, y sabemos que para la producción de textos infantiles, al menos en nuestro país, el mercado cautivo por excelencia es la escuela. .
Ansaldi Waldo Giordano Verc3b3nica 2012 Amc3a9rica Latina La Construccic3b3n Del Orden 2 Tomos Editorial Ariel Buenos Aires Fragmento Del Capc3adtulo 4