I Wish I Wouldve Chosen You
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¡Cuidémonos!
3
CRÉDITOS
Traducción
Mona
Corrección
NikkySteffa
4
Diseño
Bruja_Luna_
ÍNDICE
IMPORTANTE _________________ 3 9B ________________________ 84
CRÉDITOS____________________ 4 10 _________________________ 85
SINOPSIS ____________________ 8 11 _________________________ 88
PRÓLOGO ___________________ 9 12 _________________________ 92
LECCIÓN #1 _________________ 11 LECCIÓN #3 _________________ 96
1 __________________________ 12 1 __________________________ 97
2 __________________________ 20 2 _________________________ 103
3 __________________________ 22 3 _________________________ 104
4 __________________________ 26 4 _________________________ 106
6 __________________________ 30 5 _________________________ 110
7 __________________________ 35 6 _________________________ 114
8 __________________________ 37 7 _________________________ 118
9 __________________________ 40 8 _________________________ 119
10 _________________________ 43 9 _________________________ 123
11 _________________________ 48 9A _______________________ 126 5
LECCIÓN #2 _________________ 52 10 ________________________ 131
1 __________________________ 53 LECCIÓN #4 ________________ 134
2 __________________________ 55 1 _________________________ 135
3 __________________________ 59 2 _________________________ 136
4 __________________________ 61 3 _________________________ 137
5 __________________________ 66 4 _________________________ 141
6 __________________________ 70 5 _________________________ 143
7 __________________________ 72 6 _________________________ 147
8 __________________________ 76 7 _________________________ 148
9 __________________________ 78 8 _________________________ 149
9A ________________________ 82 9 _________________________ 150
LECCIÓN #5 ________________ 151 5 _________________________ 197
1 _________________________ 152 6 _________________________ 198
2 _________________________ 153 7 _________________________ 200
3 _________________________ 155 8 _________________________ 202
4 _________________________ 158 9 _________________________ 204
5 _________________________ 160 10 ________________________ 205
6 _________________________ 162 11 ________________________ 208
7 _________________________ 166 11A ______________________ 210
8 _________________________ 169 12 ________________________ 211
9 _________________________ 172 13 ________________________ 213
10 ________________________ 177 14 ________________________ 216
-1 ________________________ 180 15 ________________________ 218
LECCIÓN #6 ________________ 183 16 ________________________ 219
0 _________________________ 184 17 ________________________ 221
1 _________________________ 187 EPÍLOGO 1 _________________ 224
2 _________________________ 189 1 _________________________ 225
3 _________________________ 191 EPÍLOGO 2 _________________ 226
4 _________________________ 193 ACERCA DE LA AUTORA_______ 229 6
I WISH I WOULD’VE CHOSEN YOU
WHITNEY G.
7
SINOPSIS
**¿Ves? Por eso no deberías haber leído esta reseña y entrar a ciegas. Por
desgracia, este es un viaje emocional de un romance con matices tóxicos que te
llevará a algunos lugares inesperados. A la autora le apetecía escribir esta historia
un día cualquiera, así que no digas que no te avisaron de lo que te ibas a encontrar.
PRÓLOGO
Yo
La última vez que salté de este puente, un buen samaritano se zambulló en
el océano y me rescató. Sin pedir permiso, arrastró mi cuerpo hasta una barca
cercana y me bombeó el pecho hasta que volví a la vida.
“¡Oh Dios mío, casi se muere!” “¡Tiene tanta suerte de que estuvieras aquí!”
“¡Apuesto a que está agradecida!” Los turistas lo colmaron de elogios inmerecidos.
Menos mal que estaba demasiado fría y entumecida para responder, porque
deseaba desesperadamente decir:
—Enhorabuena, señor. Acaba de arruinarme la vida.
Sin embargo, esta noche no hay ni un alma aquí conmigo, así que no me
9
preocupa salvarme. Los secretos que escondo se ahogarán conmigo, y espero que
las aguas nos anclen en algún lugar seguro.
Porque eso es lo que siempre prometí...
Nunca le conté a nadie lo que pasó entre el hombre del que nunca debí
enamorarme y yo; le aseguré que los momentos que compartimos eran nuestros y
sólo nuestros. Que si alguna vez el mundo llamaba a mi puerta con preguntas,
moriría antes de responder.
Incluso ahora, por muy tentada que esté de revivir nuestros recuerdos por
última vez, tengo que resistirme a pensar en todos los sábados que nos
escabullimos para que me abriera las piernas y me probara en algún lugar
privado. Las numerosas veces que me agarró por las caderas mientras me montaba
sobre él al fondo de un cine vacío. Y todas las madrugadas en las que me besó tan
profundamente que todos los besos posteriores eran demasiado superficiales para
compararse.
Las olas se agitan de repente y prometen atraparme cuando caiga. Mientras
el viento me pasa los dedos por los rizos, aspiro el aire salado y separo los dedos
de la barandilla.
Soltarse a la de tres.
Uno, dos...
10
LECCIÓN #1
Mientras no cometas fraude ni le hagas daño a nadie, nadie tiene por qué saber que eres un
mentiroso...
11
1
Yo
Boston, Massachusetts
ENCARGADA DE DORMITORIO
Hola. Acabo de pasar por tu habitación y no estabas.
ENCARGADA DE DORMITORIO
Ya pasó el toque de queda. ¿Dónde estás?
Mierda...
YO
¿Seguro que no estaba ahí?
ENCARGADA DE DORMITORIO
Estoy en tu habitación ahora mismo. También te he llamado tres veces...
Una hora después, Liam se detiene ante la reja dorada que resguarda la
entrada principal de Phillips Exeter Academy.
Inclinándose sobre mí para abrir la guantera, extrae un pase de color rojo.
Así que es el nuevo encargado de la seguridad en este lugar.
Baja la ventanilla y sale un guardia nocturno con un paraguas.
—Gracias por devolver a la Srta. Edwards al campus —dice el guardia—.
¿Va a llevarla a su destino final en Hoyt Hall?
—No. —Su voz es seca—. Voy a dejarla aquí mismo.
—Muy bien, señor. —El guardia se mueve hacia mi lado del coche.
Después de ayudarme a salir, me acompaña al interior de su cabina.
Entonces me entrega un familiar recibo rosa de deméritos.
Repaso las frases habituales marcadas con un círculo: delincuencia,
incumplimiento de la política de la academia y violación del código de conducta 21
estudiantil, y me doy cuenta de que hay una de la que nunca antes se me había
acusado.
Cometer una infracción susceptible de expulsión.
Mi último año ha terminado...
3
Liam
Me niego a reconocer que las últimas horas han ocurrido. Es imposible que
haya pasado toda una noche con una menor, así que estoy decidido a quedarme
mirando las grietas del techo hasta que alguien me diga que todo esto forma parte
de una gran broma.
—Señor, ¿necesita atención médica? —Un hombre barbudo se para frente a
mí con un portapapeles—. ¿Señor?
—Estoy bien. ¿Por qué sigues haciéndome esa pregunta? 22
—Porque está tirado en el suelo y hablando solo —dice—. Lleva horas ahí
abajo.
—Oh, claro. —Me obligo a levantarme—. Agradezco tu preocupación.
—De nada.
Entro en la habitación que acabará siendo mi biblioteca y abro el cajón
superior del escritorio. Saco mi bourbon favorito, destapo la botella y bebo un
sorbo directamente del cuello.
Hoy es el día de la “mudanza” a las dependencias de los profesores en el
campus, y se supone que voy a asistir a una reunión que me ayudará a prepararme
para tratar con las prestigiosas y asombrosas mentes de esta estimada academia.
No estoy de humor para conocer a nadie más en este momento.
Estoy atascado en lo de anoche, arrepintiéndome de cada palabra que dije
y deseando poder echarle la culpa al alcohol, pero estaba sobrio como un juez.
En el momento en que “Rebecca” se dio la vuelta para mirarme a la cara en
aquel cuarto de baño, me obligué a parpadear un par de veces, para asegurarme
de que era real.
Una astuta mujer de ojos color avellana, su vestido lavanda claro se ceñía a
sus curvas en todos los lugares adecuados, dejando al descubierto la turgencia de
sus pechos. Llevaba el cabello negro ondulado recogido en una coleta baja que le
caía sobre los hombros, tentándome a deslizar los dedos por ella.
Sus hinchados labios rosados se abrieron en un perfecto “Oh” mientras me
miraba, y me sentí instantáneamente atraído hacia ella de una forma que nunca
antes había sentido.
Había supuesto que era estudiante, pero me inclinaba por el nivel de
posgrado.
Tal vez la universidad.
Definitivamente no el instituto.
Sin embargo, cuanto más repito nuestra conversación, más revelan sus
respuestas sus niveles estratégicos de engaño.
“Ahora mismo estoy estudiando”. “Mi especialidad es Escritura Creativa”.
“Estoy a un viaje en tren”.
Doy otro trago a la botella, recordando cómo “Rebecca” fue la primera entre
nosotros en abordar el tema del sexo.
Pero fui yo quien mencionó querer comerle el coño...
Mierda. 23
¡Toc! ¡Toc! ¡Toc!
—¡Dejen las estanterías en medio del suelo! —grito a los de la mudanza—.
De todas formas, hoy sólo llegan la mitad de mis muebles.
Los golpes continúan a pesar de mi petición.
Mantengo el alcohol cerca y vuelvo al salón, pero los de la mudanza no están
por ninguna parte. Abro la puerta principal y me encuentro cara a cara con el
director más antiguo de la academia.
—¿Piensas invitarme a entrar? —pregunta.
—Necesito pensarlo un minuto, director Peterson.
—Es 'Supervisor Principal Peterson'. —Sonríe—. Aunque no hace falta que
seas formal conmigo cuando estamos solos. Eres mi nieto.
Abro más la puerta y lo invito a pasar.
—El colchón inflable y la mesa de IKEA son un toque muy bonito —bromea—
. Muy elegante.
—Pienso lo mismo.
—Traeremos tu mesa Harkness esta tarde. Sobre anoche, sin embargo... —
Se pasa una mano por el cabello—. Siento haber tenido que molestarte con
semejante petición. No podía arriesgarme a enviar a uno de los profesores
regulares.
—¿Por qué no? ¿Es su sueño más valioso que el mío?
—No estabas durmiendo. —Pone los ojos en blanco—. Pero no. Si le hubiera
preguntado a uno de ellos, el cotilleo en este campus ya habría sido ensordecedor.
—¿Los profesores cotillean con los alumnos?
—Te sorprendería saber cuánto. —Abre mis persianas—. Siempre que no
hay clases, este lugar prácticamente funciona a base de rumores. De todos modos,
¿estaba arrepentida la estudiante en cuestión cuando la recogiste?
—Sí. —La salvo, aunque no merezca ninguna gracia.
—Cuando llegaste, ¿la viste reunirse con alguien significativamente mayor?
—Todo lo que vi fueron agentes de policía.
—Vale, bien. —Se da golpecitos en la barbilla—. Estoy recopilando todos
los hechos antes de elaborar un castigo. ¿Tienes alguna idea?
—No. —Sacudo la cabeza, no quiero volver a pensar en esa chica. Si tengo
suerte, sólo la veré de pasada mientras esté aquí.
—Me alegro de que te unas a mí aquí en Exeter para empezar de nuevo —
24
dice—. Creo que será un buen cambio de ritmo desde tu divorcio.
—Eso espero.
Mira los tatuajes de mi brazo, sabe exactamente lo que representan, el dolor
y el sufrimiento al que he sobrevivido y que me he tatuado como recordatorio.
El nombre de su hijo -el irresponsable de mi padre- nunca ha merecido un
lugar, pero coloqué su nombre en cursiva pequeña bajo la frase en latín “Cosas
que intentaron destruirme”.
—Lo siento mucho, Liam —dice—, nunca me perdonaré haber contribuido
a que naciera.
—No es culpa tuya.
—Ojalá pudiera creerlo. —Me da un abrazo—. Siempre que me necesites,
estaré por aquí.
—Gracias. —Espero a que baje el sendero antes de volver a mi despacho.
Saco un libro al azar de una caja y me doy crédito por no haber pensado en
lo de anoche durante los últimos cinco minutos.
Puedo olvidarme de volver a verla. Esto es un progreso.
Abro el libro y leo las primeras líneas.
Anoche conocí a la mujer más hermosa en un bar.
Cabello tinta con ojos castaños que nunca olvidaré, ella
Cierro el libro y opto por una ducha fría.
25
4
Genevieve
28
5
Atentamente,
Director Peterson.
6
Genevieve
34
7
Liam
ABUELO PETERSON
¿Cómo va tu semana de introducción al curso?
35
No tan bien.
ABUELO PETERSON
Oh no. (emoji triste)
No te preocupes si tardas en adaptarte a la enseñanza. Tienes tiempo.
Ese no es el problema.
Hay una estudiante que necesita ser removida de mi curso. Inmediatamente.
ABUELO PETERSON
¿Cuál?
Genevieve Edwards.
Horas después
39
9
Genevieve
Cuando llego a Phillips Hall, hay una larga y sinuosa fila delante del
despacho del profesor Bastardo.
La falda escocesa de todas las chicas está mucho más arriba de lo que
permite el código de vestimenta.
Molesta, me pongo los AirPods y empiezo mi nueva lista de reproducción,
“Mi profesor apesta”.
Después de avanzar unos cuantos puestos, me doy cuenta de que el Sr.
Donovan tiene un sistema: Enciende un cartel parpadeante de “disponible”, da la
bienvenida a la siguiente persona y mantiene una pequeña charla durante unos
minutos.
40
Luego pregunta:
—¿Tiene alguna duda sobre mi curso de este semestre?
Cada vez que lo hace, suelta una risita y un “de ninguna manera” y luego
hace un pequeño cumplido sobre su trabajo. Con cada afirmación positiva que
ofrece, queda claro que me dio esa “F” por despecho.
—¿Te importa si te salto, Genevieve? —Alguien me toca el hombro por
detrás.
—¿Eh? —Me doy la vuelta para ver a Rachel—. Eres la ayudante del
profesor. ¿Por qué estás aquí?
—Podría decirte lo mismo. —Se cruza de brazos—. Nunca has sacado menos
de un sobresaliente en tu vida.
—Sólo tengo algunas preguntas sobre el curso. Eso es todo.
—Hmmm. Vale. —Ella toma su lugar frente a mí sin decir nada más.
Cuando la batería de mis Airpods ha bajado al cinco por ciento, nadie se ha
formado detrás de mí y la sesión de Rachel ha terminado hace al menos quince
minutos.
Incapaz de esperar un segundo más, giro el pomo de la puerta y entro en su
despacho.
—Todavía no he cambiado mi cartel a “disponible”, señorita Edwards —
dice, concentrándose en su escritura—. Por favor, espere fuera hasta que esté listo.
—A ese paso esperaré hasta año nuevo.
—Puede que la haga esperar más que eso... —Detiene su bolígrafo para
subirse las mangas de la camisa, revelando un rastro de tatuajes negros en ambos
brazos.
—Con toda la falta de respeto —digo, con mi voz quebrándose—. Váyase a
la mierda, Sr. Donovan.
—¿Otra vez? —Inmediatamente deja el bolígrafo y se reclina en la silla.
—Sé que no empezamos este curso en los mejores términos, pero me niego
a que afecte a mis notas o a mi beca. —Entrecierro los ojos—. Nunca he sacado una
calificación deficiente en toda mi vida.
—Hay una primera vez para todo.
—No para cosas como ésta. —Golpeo mi redacción sobre su escritorio—.
No lo acepto, así que tenga la amabilidad de ajustar su error para que pueda volver
a mi vida. 41
—No cometí ningún error —dice—. Y con la misma falta de respeto, le puse
la nota que se merecía. Ya había calificado su trabajo, semanas antes de conocerla
como 'Rebecca'.
—No le creo.
—No me importa.
Silencio.
Nos miramos durante varios segundos, nuestro enfrentamiento se extiende
y retuerce en medio de la tensión palpable.
Golpea el escritorio con los dedos y, aunque quiero centrarme en el tema
que nos ocupa, no puedo evitar preguntarme cómo se sentirían esos dedos dentro
de mí. Lo profundo que podrían llegar, las palabras que me susurraría al oído
mientras me penetra con ellos hasta que me corra...
—¿Crees en dejarme devorar tu coño hasta que te corras mientras goteas
sobre mi cara?
—Señorita Edwards —dice rompiendo nuestro silencio—, nunca he tenido
que explicar por qué me decidí por una calificación concreta.
—Entonces supongo que ambos estamos aprendiendo que hay una primera
vez para todo.
—Me parece justo. —Sus labios se curvan en una sonrisa—. Si cualquier otro
estudiante hubiera entregado su redacción, le habría dado un notable alto.
—¿Así que admite haberme complicado la vida?
—Yo habría sugerido una expulsión si ese fuera el caso —dice—, he leído
muchos de sus otros trabajos, así que sé lo que es capaz de escribir. Por eso dejé
una nota muy generosa al final, dándole la oportunidad de reescribirlo para una
nueva calificación. ¿Algo más, Srta. Edwards?
—No. —Le quito la redacción de la mesa.
—En ese caso, puede irse de mi despacho. —Se da la vuelta en su silla antes
de que pueda contestar.
Qué...
—Tengo algunas preguntas sobre su programa de estudios.
—Envíemelas por correo electrónico. —Se mantiene de espaldas—. Váyase,
Srta. Edwards.
—Se sentó en esa silla durante horas y respondió a preguntas sobre su
comida favorita para desayunar y sobre música, ¿pero no puede hablar conmigo
sobre algo de trabajo real?
No contesta. 42
—Bien. —Me dirijo hacia la puerta—. Gracias por su 'generosa' ayuda, Sr.
Donovan.
—Cierre la puerta detrás de usted —dice sin darse la vuelta.
Sinceramente, estoy tentada a tirarle algo por la nuca, pero no me arriesgo.
Al menos, no hoy.
Lo probaré la semana que viene.
10
Liam
—Señor, por enésima vez, esta llamada no es sobre tapones para el culo,
limpieza de colon o cirugía intestinal. —El teleoperador suspira—. Intento
ofrecerle una oferta única de seguro de vida.
—¿Y si conozco a otra persona que quiere comprarte tapones para el culo?
—le pregunto—. ¿Puedes vendérmelos?
—Vale, al carajo con este trabajo. —Finalmente cuelga y me río.
Molestar a los teleoperadores cada vez que llaman se ha convertido en mi
triste forma de entretenimiento. En mis peores días, cuando me esforzaba por
elaborar un plan para reiniciar mi vida, siempre podía contar con ellos para una 43
distracción rápida.
Me ajusto la corbata y miro por última vez mi reflejo en el espejo antes de
dirigirme a la biblioteca. Los administradores superiores organizan esta noche una
fiesta privada para todos los profesores con alcohol ilimitado.
Dos reglas de la invitación me convencieron:
1. Ninguna discusión sobre cursos o estudiantes.
2. Ver la regla número 1.
Voy por la mitad del patio cuando mi teléfono vuelve a zumbar. Echo un
vistazo a la pantalla y veo una LADA desconocida. Miro la distancia que me separa
de la fiesta y decido que tengo tiempo para una última ronda de entretenimiento.
—¿Sí? —respondo.
—¿Puedo hablar con el Sr. Donovan, por favor?
—Para servirle.
—Sr. Donovan, soy Maya Pearson, de Obstetricia Manhattan —dice una
mujer, acabando con mis esperanzas de teleoperadora—. ¿Es un buen momento?
—Nunca sería mejor.
—¡Genial! —Ella pasa completamente por alto mi sarcasmo—.
Recientemente hemos cambiado de sistema, así que quería confirmar las
magdalenas especiales que quería tener listas para la próxima cita de su mujer con
nosotros.
—No asistiré a más citas con mi ex mujer —le digo.
—Oh. Bueno, ¿le gustaría darme su dirección de correo electrónico para que
pueda configurarlo en el portal de nuevos pacientes para las actualizaciones? —
No me está escuchando en absoluto—. ¡Seguro que será una forma divertida de
estar al día con su hijo antes de que llegue!
—No soy el padre biológico del bebé, así que no me interesa volver a hablar
de nada con usted ni con su oficina. —Enuncio cada sílaba.
Silencio.
—Por favor, elimine mi número de sus archivos. —Termino la llamada y
suelto un suspiro.
Hace sólo unos meses, pensaba que el bebé era un signo renovado de
esperanza para mi matrimonio tóxico y fracasado. Que tal vez, solo tal vez, no
habíamos cometido el mayor error de nuestras vidas al casarnos jóvenes y
precipitarnos a la edad adulta en contra de los consejos de los demás.
Eso fue hasta que mi mujer decidió sugerir al azar hacerse una prueba de
ADN —“que podemos enmarcar”— y descubrí su infidelidad.
44
Sacudiéndome el feo recuerdo, sigo caminando hacia la fiesta.
En cuanto abro las puertas, un camarero me tiende una bandeja con
champán.
—¿Le apetece una copa de Goût de Diamants, señor? —Sonríe.
—No, gracias —le digo—. ¿Hay whisky?
—Sólo las marcas de primera categoría. —Hace un gesto hacia el balcón—.
Disfrute de su noche, señor.
Camino en esa dirección, pero una bonita pelirroja me bloquea el paso de
repente.
—No creo que hayamos tenido la oportunidad de conocernos formalmente.
—Ella extiende su mano—. Soy Vanessa Shaw. Enseño Apreciación
Cinematográfica Avanzada, y vivo a una cuadra de ti.
—Encantado de conocerla, Srta. Shaw. Soy Liam Donovan.
—Eso ya lo sé. —Se sonroja—. Leí tu perfil y vi que tenemos muchas cosas
en común.
—¿Qué tipo de cosas?
—Carreras matutinas, baños en el océano y algunas otras cosas que no
mencionaste públicamente.
—No puse nada inapropiado en mi biografía.
—Pude verlo en tus ojos. —Sigue sonriendo—. Tus iris prácticamente
gritaban “Ven a follarme” en esa foto.
Le sonrío, sin saber qué responder.
—Soy de la vieja escuela, así que he deslizado mi número bajo tu puerta
antes —dice—. Llámame cuando quieras un compañero de carrera. Sin presiones.
Me guiña un ojo antes de alejarse.
Llego a la barra sin otra presentación y pido dos vasos de Jack Daniels.
—Me alegro de que hayas venido, Liam. —Mi abuelo me palmea el
hombro—. Pensé que te habías esfumado.
—Casi. —Dejo mi vaso en la barandilla—. Sin embargo, me comprometo a
cambiar.
—Estoy preocupado por la Srta. Edwards —dice—. Profundamente
preocupado, en realidad.
—No sé quién es.
—La joven a la que intentaste expulsar de tu clase. 45
—No me suena.
—La recogiste en Boston por mí. ¿Lo recuerdas?
—Ojalá no fuera así.
—Cada vez que miro su expediente, me pregunto qué estoy haciendo mal.
—Juraría que las conversaciones sobre estudiantes estaban prohibidas esta
noche.
Especialmente esa estudiante.
—De vez en cuando admitimos a una intelectual que está muy por delante
de sus compañeros. —Da un sorbo a su vino—. Un Beethoven en un mundo de
músicos.
—La invitación mencionaba auténticos puros cubanos. —Cambio de tema—
. ¿Dónde puedo encontrarlos?
—Tiene un talento desmesurado —afirma—. Hay algunas revistas literarias
universitarias que publican sus escritos bajo seudónimo —dice—. Ella lo niega,
por supuesto, pero ha durado demasiado como para que yo pueda hacer algo al
respecto.
—¿Estaban mintiendo sobre esos cigarros?
—El semestre pasado contraté a tiempo parcial a un profesor de Harvard y
le pedí que creara un curso sólo para ella. —Saca un puro y un mechero del bolsillo
y me los entrega—. Terminó su programa de estudios en cinco semanas, y luego
empezó a utilizarla para calificar los trabajos de los universitarios.
Enciendo el cigarro e inhalo, negándome a hacer preguntas
complementarias.
—Siempre le ha costado hacer amigos y conocidos aquí, y acá entre nos,
creo que algunos de los estudiantes pueden estar un poco celosos.
—O tal vez simplemente es una persona despreciable que le miente a cada
hombre que conoce. —Me encojo de hombros—. Eso no son celos.
—No estoy seguro de qué más puedo hacer con ella si este último castigo
no cambia las cosas. —Me mira expectante, como si yo tuviera la respuesta.
—Yo me metía en problemas en el instituto todo el tiempo —digo—. No
estoy seguro de lo que quieres que diga.
—Me recuerda a ti.
—Nunca me escapé del campus.
—Tienes razón, tu comportamiento fue mucho peor. —Se ríe—. ¿Qué te hizo
cambiar?
46
—Un profesor se dio cuenta de que tenía un ligero interés por los negocios,
así que me tomó bajo su protección y me enseñó a operar en el día. —Me encojo
de hombros—. Me obsesioné y eso fue todo.
—Entonces, ¿era como tu mentor?
—Algo así, sí.
—Hmmmm. ¿Cómo se dio cuenta de tu interés?
Vale, suficiente.
—Voy a volver dentro a disfrutar de mi última noche de libertad antes de
que el semestre se agite.
—Me pregunto cuánto de tu transformación se debió a su influencia y cuánto
a tu ética de trabajo.
Está claro que habla solo, así que me alejo. Ni siquiera me importa aguantar
el coqueteo descarado de las otras profesoras el resto de la noche.
Cualquier cosa es mejor que hablar de Genevieve Edwards.
47
11
Genevieve
Atentamente,
Director Peterson.
49
Agradecida por la buena noticia, me apresuro a cambiarme de ropa y llegar
al auditorio. Una gran multitud se agolpa para ver la junta, así que doy una vuelta
por el edificio hasta que se reduce.
Parpadeo varias veces para asegurarme de que estoy leyendo bien esas
palabras.
—Qué suerte tienes —dice una de mis compañeras de piso desde atrás—.
Esperaba tomarlo.
—Creía que odiabas el inglés con pasión.
—Sí, pero me gustan los hombres sensuales, así que aguantaría con gusto
ensayos aburridos por él.
—Estupendo. ¿Quieres cambiar?
—Lo haría, pero va contra las normas. —Señala la letra en negrita al pie de
la pizarra.
Las asignaciones son IRREVOCABLES.
No se admiten solicitudes de cambio.
Pero cuando estés realmente cansado de intentarlo, deja esa mierda. Sólo se vive una vez y no
tienes tiempo que perder.
52
1
Liam
—¡Dios mío, necesito un descanso! —La Srta. Shaw se detiene ante un árbol,
agachándose para recuperar el aliento.
Es la cuarta vez que se detiene, y sólo hace quince minutos que hemos
empezado a correr.
—La elevación... en New Hampshire... es... —Tose—. Uf. Esto de correr no
es para los débiles de corazón.
Le paso mi botella de agua.
—Vamos a caminar el resto de la ruta.
—¿Ya estás cansado, Liam?
55
—Sí —digo, decidiendo seguirle el juego—. Supongo que tengo que
acostumbrarme a la 'elevación'.
—Lo entiendo perfectamente. A mí también me toma por sorpresa a veces.
Resisto el impulso de poner los ojos en blanco mientras caminamos por el
patio.
—No mires mucho, pero esa es Alice Stafford —dice, señalando con la
cabeza a una morena—. Se ha follado a todo el equipo de rugby.
—¡Hola Alice! —La saluda con la mano—. Estoy deseando ver tu corto en
clase más tarde.
—Zorra total —susurra una vez que hemos pasado—. Ah, y allí con el
uniforme de tenis está Renee Roebuck, y sí, es 'Roebuck' como en la dinastía
empresarial 'Sears and Roebuck'.
—Uno pensaría que sería una jugadora decente con todo el dinero que sus
padres han invertido en su formación, pero es una mierda.
Parpadeo. Parece más una adolescente que una profesora.
—Pero no te preocupes —dice—. Nuestro equipo de tenis sigue siendo el
mejor del país, incluso con su peso muerto. La señorita Edwards se asegura de
ello.
No le pregunto de qué “Srta. Edwards” está hablando.
—Vale, ahora deja de andar despacio y haz como que te atas el zapato. —
De repente susurra.
Receloso, sigo sus instrucciones y entonces se agacha conmigo.
—Si miras de frente a esos rosales del patio, ahí es donde se hacen los
negocios de droga.
—¿Qué?
—Adderall, marihuana, éxtasis, de todo —dice—. Estos niños ricos se meten
de todo, y ése es uno de los puntos de entrega más populares.
—¿Por qué tenemos que agacharnos para verlo?
—Así podremos interceptar algo de hierba para nosotros. —Ella sonríe—.
¿A quién se lo van a decir si se la roban?
—Bien...
—¡Oh, bueno! Ahí no hay nada. —Enlaza su brazo en el mío y tira de mí hacia
arriba—. Presta mucha atención mientras recorremos el Centro de Ciencias Phelps
y la biblioteca. Tienes que saber bien quién habla con quién y quién se acuesta
56
con quién, para hacer alianzas estratégicas.
Esta mujer está oficialmente loca.
Como un cómplice involuntario, la sigo por todo el campus.
Me cuenta la sucia historia que se esconde tras los majestuosos edificios y,
cuando nos aventuramos en la pequeña ciudad cercana, cotillea sobre todos los
propietarios de pequeños negocios.
Consigo escapar de sus garras antes de la clase.
Cuando llego, el teatro está medio lleno de estudiantes, aunque mi sesión
no empieza hasta dentro de una hora.
La mayoría son chicas. Bueno, hay dos chicos.
Dejo mi maletín delante y me preparo para la lección de hoy.
Como el Sr. Jenkins dejó demasiados romances por leer para mi gusto, y no
estoy de acuerdo con todos los artículos que ha publicado, necesito desmontar sus
ideas cuanto antes.
“El amor no es una elección”
Marco la pizarra con esas palabras y me doy la vuelta cuando llega la hora
de empezar.
—¿Alguien quiere explicar por qué está de acuerdo o en desacuerdo con
este concepto? —pregunto.
Una pelirroja de la primera fila levanta la mano y yo echo un vistazo al plano
de asientos.
—¿Sí, Srta. Howell?
—Estoy de acuerdo —dice ella—. Definitivamente, el amor no es una
elección.
—De acuerdo. ¿Te importaría dar más detalles?
—Ya lo hice. —Sonríe—. Añadí “definitivamente”.
Parpadeo.
—¿Alguien más?
Una morena que está sentada en la parte trasera, Savannah Lyle, se levanta.
—Adelante, Srta. Lyle.
—Estoy de acuerdo con la Srta. Howell. —Ella asiente—. El amor
definitivamente no es una elección. 57
¿Sus padres pagan sesenta mil dólares al año de matrícula por esto?
—En ese sentido —digo—, si nadie tiene algo más que decir...
—No estoy de acuerdo. —Genevieve levanta la mano de repente.
Por mucho que quiera decir “mala suerte” y seguir con la lección, no puedo.
—Ya veo. —Cruzo los brazos—. ¿Quiere explicarse?
—Sí. Creo que cualquier persona puede elegir de quién se enamora, al
menos en cierto contexto.
Sus compañeros se giran en su dirección, como si por fin se hubieran
despertado y estuvieran dispuestos a hacer trizas su idea.
—No puedes elegir de quién te enamoras per se, pero puedes elegir
quedarte, que es un acto de amor en sí mismo —dice—. Cuando la gente dice “Me
estoy desenamorando”, a veces pienso que están tomando el camino más fácil. Las
relaciones cambian con el tiempo, y en los momentos difíciles, tienes que elegir
quedarte como hiciste en los buenos.
—¿Y si hay una traición, Srta. Edwards? —Decido romper su teoría—. ¿Y si
la otra persona engaña?
—Bueno, obviamente, en ese caso...
—¿Y si se vuelven adictos a las drogas y se transforman en una persona
completamente distinta de la que amó al principio?
—Estás tomando mis palabras demasiado literalmente.
—Mejor aún, ¿y si mienten sobre quiénes son en realidad y descubre que su
relación nunca tuvo ninguna posibilidad?
—No me das la oportunidad de explicarte.
—Le ahorro el tiempo porque es obvio que no tiene ni idea de qué demonios
está hablando. —Pongo los ojos en blanco—. Tiene que dejar argumentos como
ese aquí en el instituto. No funcionarán en la universidad.
La sala se llena de jadeos y Genevieve se queda boquiabierta.
Su cara enrojece de incredulidad.
—Cambiando de tema —digo, pasando la página—. ¿Hay alguien que
quiera ofrecer un punto de discusión lógico?
Charles Mitchell, un tipo que lleva chalecos de jersey todos los días, levanta
la mano.
—Adelante, Sr. Mitchell —le digo—. Estamos escuchando.
58
Por el rabillo del ojo, veo a la chica que está junto a Genevieve susurrando.
—Deberías dejar de levantar la mano en esta clase —sugiere—. Creo que
realmente te odia.
Los ojos de Genevieve se encuentran con los míos.
—Yo también lo odio, joder...
3
Genevieve
La casa del Sr. Donovan se encuentra en las afueras del campus, entre un
bosquecillo de arces dulces y un banco de arena. Se trata de una casita de campo
de color azul claro con una terraza envolvente que le ofrece una vista panorámica
de los jardines más impresionantes de nuestra escuela.
Como es muy poco original, ha decidido que nuestras reuniones de tutoría
se celebren dos veces por semana en el salón de su casa. Y como un verdadero
poco profesional, hoy nos ha enviado por correo electrónico la hora exacta.
Cuando llego a su casa, veo que las demás alumnas -todas chicas- ya están
sentadas alrededor de su mesa Harkness. Están bebiendo en bonitas tazas de té
blanco y disfrutando de brownies recién horneados.
—Llega tarde, señorita Edwards. —Me sobresalta el señor Donovan al tomar 59
asiento.
—Por un minuto.
—Entonces tiene que irse —dice, sin mirarme siquiera—. No es justo para
los demás que llegaron a tiempo.
—Tiene razón. —Mandy Seagram sonríe—. Me distrae su tardanza.
Desafiante, saco una silla y reclamo un sitio en la mesa, sacando mis
cuadernos y bolígrafos.
—Señorita Edwards —el señor Donovan habla un poco más alto—, tiene que
irse. Siéntase libre de unirse a nosotros en la próxima sesión de grupo.
—No. —Sacudo la cabeza—. Me quedo para este.
Un silencio incómodo se apodera de la habitación, y las otras chicas miran
entre nosotros, anticipando su próximo movimiento.
Finalmente levanta la cabeza y juro que sus labios pronuncian las palabras:
—Joder. ¿Por qué la estoy mirando?
—De acuerdo, Srta. Edwards —dice—. Le permitiré este único retraso. Para
ser justos, a todos los de esta mesa también se les permitirá un retraso. Hoy es una
simple sesión introductoria de todos modos.
Se levanta y saca una caja de su estantería. Luego reparte libros tan gastados
y andrajosos que apenas puedo leer la portada.
—Esta es una copia de un viejo libro de Lecciones de la vida —dice—. Los
dos primeros ensayos son una forma estupenda de ver la vida, así que léalos entre
esta noche y la próxima vez que nos veamos. Ah, y no subraye las páginas. Odio
eso y nunca se lo perdonaré.
Las otras chicas se ríen, pero yo no estoy dispuesta a soportar el humor de
este hombre.
—¿Tienen alguna duda? —pregunta.
—Yo tengo una. —Levanto la mano, pero me ignora.
—Las veré en la próxima sesión.
Esta vez no me molesto en luchar contra él, pero doy un portazo al salir.
60
4
Genevieve
65
5
Liam
A la mañana siguiente
Me he tomado la libertad de subrayar todas las mejores partes del libro Choices para demostrar
que tengo razón en mi teoría de la elección. También doblé todas las páginas porque aún no has
corregido mi nota “F”.
¡Disfruta!
75
8
Genevieve
No volveré a recogerte.
P.D. Todavía no has entregado tu ensayo de 'F'. No te voy a dar una nueva nota hasta que
realmente lo VEA.
9
Genevieve
Mi madre me trata como si no fuera más que una muñeca preciada, recogiéndome para jugar
siempre que mi padre o sus otros novios no están cerca.
Siempre he anhelado la atención de mi madre, pero nunca ha tenido más que unos segundos
para darme.
¡Uf!
Aviento el bolígrafo contra la pared con frustración, odiando no poder dar
en el clavo con la frase inicial de nuestra próxima tarea “Describe a la persona que 78
más daño te haya hecho”. Las redacciones de este tipo suelen fluir fácilmente de
mis dedos, pero llevo horas luchando con esto.
Por otra parte, por lo general me pongo a trabajar con un apacible amanecer
temprano, sin los susurros y risas silenciosas que se producen en estos momentos
bajo mi ventana.
Molesta, me acerco a cerrar de golpe el cristal con la esperanza de que se
enteren, pero vacilo al ver quiénes son. Son tres miembros de mi equipo de tenis,
cuatro chicas de mi clase de inglés y dos chicas con las que trabajé en proyectos
de grupo el año pasado.
—He oído que se está tirando a la Srta. Shaw —dice Raine Sailor.
—¿Qué?
—¿Desde cuándo?
—Sí, ¿desde cuándo?
—La vi entrar en su casa con un traje de pantalón y luego salió con un
vestido.
—Quizá por eso está de tan buen humor últimamente —dice Diane Parker—
. Lleva necesitando echar un polvo desde nuestro primer año.
Todos se ríen, y yo me inclino más, intentando averiguar de quién hablan.
—¡Lo juro, si yo fuera suya, nunca lo haría… Shhhh! ¡Aquí viene!
Sigo su mirada colectiva mientras una figura sombría corre por el patio.
Tarda varios minutos en aparecer, pero cuando lo hace, me deja sin aliento.
El Sr. Donovan está sin camiseta y en pantalones cortos, y sus abdominales
sudorosos brillan bajo la suave luz de la mañana.
Se detiene en un banco y se estira antes de tumbarse de espaldas.
—¡Ve allí y siéntate en su cara, Raine! ¿Cuán grande crees que es su polla?
¿Crees que me chuparía las tetas si me quitara el sujetador?
Suspiro y finalmente cierro el cristal, pero no puedo dejar de mirar al señor
Donovan.
Por mucho que he intentado dejar de pensar en el regalo que me hizo, no
deja de rondarme por la cabeza. Puede que le esté dando demasiada importancia
y que él tenga un motivo oculto, pero una parte de mí no puede quitarse de la
cabeza la idea de que la forma en que nos conocimos ya es cosa del pasado.
Que tal vez, sólo tal vez...
Agarro el teléfono y le escribo un mensaje, pulsando enviar antes de
pensarlo. 79
YO
Hola. ¿Qué estás haciendo ahora?
SR. DONOVAN
Volvamos a los límites. Sólo puede usar mi número de teléfono para trabajo de
mentor/clase, Srta. Edwards.
YO
Estoy trabajando en mi apertura para la tarea de dolor/descripción.
SR. DONOVAN
No pregunté.
YO
Tengo problemas con la primera frase. ¿Puedo llamarte un segundo? Eso está dentro
de los “límites”, ¿correcto?
Bien, unas semanas más hablando con ella por teléfono por la noche no harán daño...
84
10
Genevieve
Principios de noviembre
SR. DONOVAN
Me niego a creer que nunca hayas visto “El Gigante de Hierro”.
Puedo decir lo mismo de ti, ya que sigues atribuyéndote el mérito de esa cita. *emoji
de ojos en blanco*
SR. DONOVAN
85
Deberías verla. Es una película muy buena.
Suspiro y guardo el teléfono. A pesar de hablar con él por teléfono todas las
noches y compartir una taza de té extra después de cada sesión de tutoría, nunca
me sugiere que hagamos algo juntos fuera del aula.
Mantiene sus límites al frente y al centro, nunca me deja acercarme
demasiado.
Pero lo he aceptado.
Es el único amigo que he tenido.
Sacudiéndome la ligera decepción, me centro en la sesión de limpieza de
hoy con mi grupo personal de “hadas ayudantes”.
La sobrina de la secretaria y sus amigas me siguen con trapos porque están
convencidas de que soy la versión real de Cenicienta.
Añado una última capa de brillo al cristal y traslado mi cubo al balcón.
—¿Señorita Edwards? —La voz del director Peterson me hace girarme.
—¿Señor?
—Deje ese trapo un segundo y sígame, por favor.
Lo obedezco y me lleva a su despacho.
—Tome asiento. —Su voz es tan seca como el día que me sentenció.
Me mira fijamente, sin decir una palabra.
Tragando saliva, me devano los sesos buscando de qué podría tratarse.
—Ha habido algunos acontecimientos recientes —dice, finalmente—. En
nuestra última reunión de personal, bastantes de nuestros profesores alabaron su
continua ética de trabajo y su determinación para ir semanas por delante en todas
sus tareas, a pesar del tiempo que ha tenido que utilizar para su castigo.
Y todo el tiempo que he pasado hablando por teléfono con el Sr. Donovan...
—En vista de eso, he decidido que puede asistir al próximo Tour de Boston
College —dice—. Si sigue haciendo su trabajo de limpieza y no hay otros
problemas antes de las vacaciones de diciembre, anularé cuatro deméritos y
consideraré devolverle algunos privilegios más.
—Gracias, señor. —Me levanto para irme—. Se lo agradezco.
—No tan rápido. —Recoge una pila de correo—. Quería entregar esto 86
personalmente.
Los escudos de los bordes me dicen todo lo que necesito saber: Dartmouth,
Yale, Harvard y Brown.
—¡Muchas gracias! ¿Puedo retirarme y abrirlas en privado?
—Por supuesto. —Sonríe—. Felicidades por adelantado.
Meto los paquetes en la mochila, atravieso corriendo el campus y me
encierro en mi habitación. Saco mi álbum de recortes de aceptación, una
reluciente carpeta púrpura en la que he trabajado desde que estaba en séptimo
curso.
Admitida. Admitida. Admitida.
Dejo el sueño de Harvard para el final, pero mi corazón se hunde al ver la
frase:
—Lamentamos informarle...
Se hunde aún más cuando veo la temida letra “E”.
¿Estoy en lista de espera?
Mis lágrimas empapan la página y no me molesto en leer el resto.
87
11
Liam
YO
Hoy tengo horas de oficina. Pásate y háblame de por qué faltaste a mi clase esta
semana.
YO
No es propio de ti faltar a clase... ¿Qué demonios está pasando?
90
91
12
Genevieve
YO 92
Mañana no iré a clase.
SR. DONOVAN
Entonces no me dejarás otra opción que reportarte finalmente.
YO
No me harías eso...
SR. DONOVAN
Pruébame y verás.
Jadeo y lo llamo.
—¿Sí, señorita Edwards? —contesta al primer timbrazo.
—Estoy pasando por algo súper trágico en mi vida personal y agradecería
un poco de comprensión en estos momentos.
—¿Alguien que conoces falleció?
—Eso parece.
—Esa no es una respuesta lo suficientemente clara para mí, Genevieve.
La forma en que pronuncia mi nombre de pila me produce una repentina
sacudida de calor por todo el cuerpo.
—No veo por qué importa mi ausencia —digo—. No es como si estuviera
atrasada en mi trabajo.
—Eso no significa que no quiera verte.
—¿Qué?
—No significa que puedas faltar a clase.
—Harvard me puso en lista de espera. —Las palabras salen de mi boca—.
Les di el mejor ensayo personal que he escrito nunca, puse mi corazón y mi alma
en cada palabra, y me pusieron en la lista de espera.
Espero que se disculpe sinceramente, que diga lo estúpido que debe de ser
el departamento de admisiones, pero se ríe.
No es sutil.
—Ja, así es la vida, no te preocupes. —Se ríe.
Le da un ataque de risa, “la mierda más graciosa que he escuchado en mi 93
vida”, que probablemente lo esté haciendo convulsionar en el suelo.
Cuelgo.
Me llama segundos después y lo mando directamente al buzón de voz.
Que se joda él y todos los demás en esta escuela.
Recorro la ruta que conozco demasiado bien, recto por Main y pasando por
Flamingos's Coffee hasta llegar a la parada de Amtrak en Lincoln.
Cuando bajo los escalones, Liam está de pie con una enorme bolsa, como si
me hubiera estado esperando.
—¿Adónde crees que vas? —pregunta.
—A algún lugar donde el fracaso no sea divertido.
—Debes haber olvidado al poeta que actuaba la noche que nos conocimos.
—Sus labios se curvan en una sonrisa.
Me trago la risa y me cruzo de brazos.
—No me reía de ti —dice, acercándose.
—¿Entonces por qué te reías?
—Porque acabo de regresar de Boston para comprar algo para el futuro
estudiante destacado de la clase superior.
—¿En serio? ¿Ya saben quién es el número uno?
Me lanza una mirada inexpresiva.
—Me dijeron que no tiene sentido esperar para recogerlo, ya que ésta
estudiante conseguirá sin duda la admisión en todas las escuelas Ivy League a las
que solicite plaza, con una beca completa garantizada sobre la mesa.
—Entonces, si Alice Hartman será nombrada la número uno, ¿eso me
convertirá en la segunda de la clase? ¿Qué tan próximas están nuestras
calificaciones?
Me pone las manos sobre los hombros.
—Retira tu solicitud de Harvard —me dice—. Luego vuelve a solicitarlo con
un ensayo diferente.
—¿Puedo hacerlo?
—Es un vacío legal poco conocido. Con la ayuda de cierta persona que tiene
un pequeño favor pendiente, me aseguraré de que se pongan en contacto contigo
lo antes posible.
—Entonces, ¿vas a rogarle a un amigo tuyo para que me deje entrar? ¿Como
una admisión basada en consideración especial?
94
—Nunca lo haría —dice—. Solo les pediré que revisen las solicitudes de mi
clase lo antes posible.
—De acuerdo. —Asiento—. Si pudieras hacerlo, te lo agradecería de
verdad.
—Voy a salir de la ciudad este fin de semana para ocuparme de unos asuntos
personales, pero te ayudaré con ello el lunes por la tarde.
—Gracias. ¿Puedo preguntarte algo personal?
—Antes debes prometerme que no volverás a faltar a mi clase.
—No volverá a ocurrir.
—Bien.
De repente, el tren silba a lo lejos y el suave traqueteo de los rieles advierte
que está a minutos de entrar al túnel.
Liam mira su reloj.
—Volverás al campus antes del toque de queda, ¿verdad?
Asiento.
—¿Tienes novia?
—¿Perdón?
—Sólo tengo curiosidad.
—¿Le has preguntado a tus otros profesores si tienen novia?
Me sonrojo y niego con la cabeza.
—Felicidades por ser admitida en tantas universidades —dice, alejándose—
. Nos vemos el lunes.
—Nos vemos el lunes. —Empiezo a bajar por el andén.
—¿Y Genevieve? —Me llama y miro por encima del hombro.
—¿Sí?
—No tengo novia...
95
LECCIÓN #3
Al menos eso es lo que dicen las personas de éxito (que casi nunca fracasan).
Punto.
Es una mierda...
96
1
Genevieve
Lunes
1
En inglés es “Sweet Donated Seasons Gardens”. El acrónimo coincide por completo en inglés.
2
Es “gossip” en inglés. La G del acrónimo toma sentido en inglés.
En lugar de brindarme algún sarcasmo amistoso, me hace pasar al interior.
—Te habría recogido. —Cierra la puerta—. Quédate aquí.
Vuelve con un montón de toallas y una pijama de franela.
—Tómate tu tiempo para secarte. Estaré en la cocina.
Espero a que se vaya para quitarme la ropa. Me tomo mi tiempo, me acerco
a la chimenea y dejo que el calor bese mi piel antes de ponerme los pantalones.
Me remango la pijama hasta los codos y me ato los pantalones lo más fuerte
posible. Aprieto la toalla contra mi cabello unas cuantas veces más antes de
pasearme hasta la cocina.
En mi lado de la mesa hay té caliente y un montón de papeles.
—No te lo tomes como algo personal —dice—, pero entiendo por qué
Harvard te puso en lista de espera.
—Es difícil no tomárselo como algo personal.
—No hay corazón en tus palabras —dice—. No trabajo en admisiones, pero
te garantizo que esto se parece a montones de redacciones que han visto antes.
—Es mi mejor trabajo.
—Te prometo que no lo es. —Sacude la cabeza—. Ni mucho menos.
—¿Es la apertura el problema?
—El problema es que no respondes a su pregunta. —Agarra un rotulador
fluorescente y lo arrastra por las palabras que me dieron horas de problemas.
98
Cuando te plantees entrar en esta comunidad comprometida con la honradez,
reflexiona sobre alguna ocasión en la que tú o alguien a quien hayas
observado haya tenido que tomar una decisión sobre si actuar con integridad y
honradez.
—Seré franco —dice—, escribir sobre el tiempo que pasaste una semana
buscando al dueño de un perro en vez de tenerlo como mascota no es convincente.
—No sé si ya te has dado cuenta, pero no llevo la vida más excitante.
—No estoy de acuerdo. —Sonríe—. Probablemente te diviertes mucho más
que cualquier otro estudiante aquí.
—Entonces, ¿escribo sobre todas las veces que he roto el código de
conducta?
—Sí —dice—. Entonces cuéntales la vez que tuviste que ser deshonesta para
conseguir lo que creías que querías.
—Necesario.
—No 'necesitabas' emborracharte y lanzarte a un completo desconocido.
—Ese desconocido se me echó encima. —Lo corrijo—. Y no es culpa mía
que la gente me invitara a tomar.
—Asegúrate de dejar esa última parte fuera de tu ensayo.
—¿Sigues pensando mucho en esa noche?
—De acuerdo. —Cierra la carpeta y vuelve a trazar sus límites—. Esta sesión
ha terminado. Ya puedes irte.
—Todavía hay tormenta.
—Eso no te impidió llegar hasta aquí. —Mira su reloj—. ¿Quieres que llame
a seguridad para que te lleven de vuelta a tu dormitorio?
—¿Por qué sigues cambiando de tema así?
—¿Es eso un 'sí' o un 'no' a la seguridad?
—Es un 'responde a mi pregunta' —le digo—. A excepción de la semana
pasada, hablo contigo toda la noche, todas las noches. ¿Por qué no puedes admitir
por fin que te gusto?
—Porque no soy un pedófilo.
—Eso es bajo —digo—. Puedo admitir que me gustas.
—En ese caso, por favor, vete a trabajar en tus asuntos de papi con otra 99
persona.
—No tengo problemas con papá —le digo bruscamente, odiando que esté
siendo más huraño que de costumbre—. No eres mucho mayor que yo.
—Menos mal que te centras en inglés y no en matemáticas, porque está claro
que no sabes contar una mierda.
—Vale, que te jodan.
—Sinceramente, debería haberlo hecho. —Estampa su boca sobre la mía y
me besa.
Respiro cuando me coge por el cuello y tira de mí para acercarme.
Desliza una mano bajo mi camisa y me toca el pecho. Coloco la mano contra
su pantalón, noto cómo su polla se pone rígida y se endurece bajo mi contacto.
Mis pezones se endurecen contra sus dedos, suplicando ser acariciados.
Para mi sorpresa, no se aparta de mí. Me besa con más fuerza, exigiéndome
en silencio que abra un poco más la boca. Gimo cuando desliza su lengua contra
la mía y me aprieta suavemente el pezón.
Me suelta lentamente, dejándome desamparada y a punto de suplicar, pero
entonces me agarra de las caderas y me atrae hacia su regazo.
Noto lo dura que está su polla a través de la pijama, y deseo
desesperadamente -no, necesito- sentirla dentro de mí, así que me balanceo contra
él.
—¿Quieres que te folle, Genevieve? —susurra contra mi boca—. ¿Es eso lo
que quieres?
—Sí...
—¿Estás segura? —Aparta su boca de la mía y presiona sus labios contra mi
cuello.
—No dejaré que te muevas así... —Sus manos siguen en mis caderas, así que
ajusta mi ritmo, ralentizando mis movimientos rápidos y agitados, dejándome
sentir lo gruesos y largos que serían sus movimientos—. Tendrías que tomarlo
todo, y no será tan fácil —me dice.
¡Knockkkk! ¡Knockkkk! ¡Knockkkk!
Unos fuertes golpes contra su puerta nos separan.
Ugh.
Jadeantes, nos miramos fijamente.
Por un momento, creo que tal vez sólo estamos escuchando cosas, pero los 100
golpes vuelven.
—¡Woo hoo! —La inconfundible voz que pertenece a la señorita Shaw flota
por el pasillo—. ¡Liam, sé que estás ahí!
Me levanta de su regazo.
—Escóndete en el armario del baño.
Recojo la camiseta de la pijama y sigo sus instrucciones. Cierro la puerta y
el corazón me late con fuerza.
—¿Estás de humor para pasar la noche? —le pregunta la Srta. Shaw—. La
mejor manera de calificar proyectos es con un compañero y vino.
—En realidad estoy en medio de algo ahora mismo.
—Bueno, acaba con eso y sal conmigo.
La puerta se cierra y prácticamente puedo imaginármela entrando a
empujones en la cocina. Le sigue el sonido de las botellas golpeando sus
encimeras de mármol, y espero que no me deje aquí mucho tiempo.
Saco el móvil para enviarle un mensaje, pero por la rendija de la puerta veo
a la señorita Shaw entrando en el baño.
Se acerca al espejo y se salpica la cara. Después se echa perfume en el
cuello y se va.
Suelto un profundo suspiro y decido no arriesgarme a enviarle un mensaje
de texto después de todo.
—Los días de lluvia son los mejores en este campus —dice la Srta. Shaw—.
Es el tiempo perfecto para 'hacer el amor'.
—También hace buen tiempo para leer —dice Liam.
—¡Oh, vamos! —Se ríe—. Baja un poco la guardia. Los dos hemos acabado
las clases por hoy, y he traído... Mierda.
—¿Pasa algo?
—Este no es el vino que pretendía traer, y dejé los brownies de hierba. —
Ella gime—. ¿Puedes darme diez o veinte minutos para ir a casa y volver?
—Absolutamente.
Oigo sus pasos alejándose, el cierre de la puerta de entrada y luego el
sonido del motor de su carrito de golf acelerando y alejándose.
Liam abre la puerta y me mira fijamente.
—De acuerdo. —Suspira—. Sal del armario. Llamaré a seguridad para que
101
te lleven a tu dormitorio.
—Aquí es donde me enciendes de nuevo, ¿no?
—Para alguien con un nivel de inglés impecable, dices algunas frases muy
cuestionables. —Hace un gesto con la cabeza hacia el pasillo—. Vamos, Srta.
Edwards.
La “Srta. Edwards” confirma el cambio.
No sé qué me pasa, pero miro sus pantalones. Como aún está un poco
empalmado por el beso, me arrodillo y se los bajo.
Contemplo su enorme polla con asombro, pasando un dedo por las venas
hinchadas.
—¿Qué demonios estás haciendo? —Respira.
Sin pensarlo, abro la boca y la lleno con su enorme polla, demostrándole
que lo deseo.
Demasiado...
Aprieto las palmas de las manos contra sus muslos antes de que pueda
apartarme, llevándolo un poco más adentro.
Su punta se endurece entre mis labios y lanzo mi lengua contra él.
—Joder... —Aspira mientras me meto unos centímetros más por la garganta.
Satisfecha con su reacción, levanto la vista y lo miro a los ojos mientras me
observa.
Me mira fijamente y gime cuando deslizo una mano alrededor de su pene.
Lo froto arriba y abajo entre chupada y chupada, imitando el ritmo lento y
apasionado que me mostraba cuando estaba en su regazo.
Me pasa los dedos por el cabello y se pone rígido cuando su polla me llega
al fondo de la garganta.
—Genevieve... —susurra—. Retrocede a menos que quieras que me corra
en tu boca.
Lo chupo con más fuerza, dejándolo entrar hasta el fondo de mi garganta
hasta que no tiene más remedio que soltarse.
—Joder... —Me suelta el cabello y me trago hasta la última gota.
Todavía duro, susurra:
—Eres jodidamente perfecta...
Quiero que termine lo que empezamos, pero los golpes de la Srta. Shaw
interrumpen de nuevo.
102
Se ajusta los pantalones y me pone en pie. Luego me alisa el cabello y me
lleva por el pasillo.
—Hola, Srta. Edwards —dice la Srta. Shaw—. ¿Cuándo ha llegado?
—Justo ahora. No pude aguantar más esta lluvia durante mi carrera. —
Necesita que la lleven a casa. —El Sr. Donovan y yo hablamos al unísono.
—Bueno, claro. —Ladea la cabeza—. ¿Cómo te las arreglaste para llegar
hasta aquí sin mojarte?
—No lo hizo. —Liam señala mi ropa en la chimenea. La mete en una bolsa y
me la entrega.
—Gracias, Sr. Donovan.
Me sonríe.
—Adiós, Srta. Edwards.
2
Genevieve
No tengo que consultar mi correo electrónico el viernes para saber que nos
va a cancelar -bueno, a mí- otra vez.
103
3
Liam
Un profesor de Nueva York, acusado de mantener relaciones sexuales con una alumna de 16
años
La lista es interminable.
Mi teléfono de verdad vibra en el asiento del copiloto mientras leo sobre un
hombre de mi edad que recibió cuatro años de cárcel por admitir que dejó que su
alumna se la chupara.
Ni siquiera intentó negarlo.
GENEVIEVE
Oye... ¿podemos hablar esta noche?
Tomo otra dosis de medicina con una nueva búsqueda: Cómo evitar a ciertos
alumnos si trabajas en un internado.
105
4
Genevieve
Llego al teatro una hora antes, desesperada por hacer que el Sr. Donovan
hable conmigo.
Abre la puerta y sus ojos se cruzan con los míos. Me mira fijamente durante
un buen rato y da un paso adelante. Luego se da la vuelta y se va.
¿Qué...?
Me cruzo de brazos y permanezco al frente de la sala, sabiendo que tiene
que volver eventualmente. 106
Pero en cuanto llegan algunos de mis compañeros, mi plan se viene abajo.
“Eventualmente” se convierte en cinco minutos antes de que empiece la clase.
—¿Sr. Donovan? —Me acerco al atril.
—¿Sí, Srta. Edwards?
—¿Sería posible hablar con usted después de clase hoy?
—¿Sobre qué? —No hace contacto visual.
—Algo muy importante.
—No mantengo conversaciones privadas fuera de mi horario de oficina,
señorita Edwards —dice—. Usted es más que consciente de ello.
—Bueno, sigue cancelando sus horas de oficina.
—Probablemente porque todos en esta clase están haciendo un trabajo
estelar.
—Por favor. —Bajo la voz—. Necesito saber que estamos bien.
—Está bien, Srta. Edwards. —Se concentra en su carpeta, hojeando las
páginas.
Recurro a la desesperación.
Saco una cajita de regalo del bolsillo y la deslizo bajo su carpeta.
—Te compré esto cuando estuve en Boston... Por favor, ábrelo cuando
tengas ocasión.
—Vamos a empezar en unos cinco minutos, todo el mundo. —Pasa de mí
para dirigirse a la clase y yo me dirijo a mi asiento.
Abre su maletín y saca unos expedientes.
—¿Dónde estábamos la última vez? —pregunta.
—Nuestros ensayos personales con el tema Confesiones de un alma rota —
dice Georgia Hill—. Leí el mío en voz alta, y dijo que me daría una nota hoy.
—Tengo esto para usted —dice, extendiendo un sobre—. ¿Quién quiere ser
el siguiente?
Nadie levanta la mano.
—¿Nadie? —Mira a su alrededor—. Sólo tienen cuatro días más para trabajar
en esto antes de que venza, y no voy a conceder prórrogas. ¿Hay algún problema
con esta tarea?
Levanto la mano y él recorre la habitación antes de mirar en mi dirección.
—¿Sí, Srta. Edwards?
—Me gustaría leer mi confesión en voz alta para que la clase me dé su 107
opinión.
—Los días de retroalimentación son los lunes, Srta. Edwards.
—Me encantaría escuchar el ensayo de Genevieve sobre este tema —dice
alguien al fondo—. ¿Qué problemas podría tener Señorita Vida Super Dulce, Linda
& Privilegiada?
—Probablemente robó un chicle de la tienda.
—Sí, pero entonces ella probablemente lo devolvió y se ofreció a trabajar
por la vergüenza durante una semana o dos.
Todos se ríen.
—Me escapé del campus a principios de semestre y casi tuve una aventura
de una noche con un hombre mayor —digo.
La sala enmudece al instante.
El Sr. Donovan se cruza de brazos y entrecierra los ojos mirándome.
Antes de que pueda rechazar la idea, busco el ensayo en mi teléfono para
leerlo.
—El sueño de hacer amigos siempre me ha atraído lejos del campus, lejos
de mis compañeros, en busca de alguien que pueda hablarme de las cosas que
'creen' que una joven universitaria quiere oír. Y una noche, encontré exactamente
el tipo de hombre que buscaba.
Algunas de las chicas se acercan, intrigadas.
—Nos conocimos en el baño de todos los lugares, entablamos una
conversación rápida de por qué yo estaba en un lugar al que no pertenecía, y él
no tenía ni idea de que estaba hablando en doble sentido.
Miro al señor Donovan, noto que se traga su enfado, pero continúo.
—Era el hombre más atractivo que había visto en mi vida, y quería que me
besara en medio de nuestra conversación de cuatro horas, que me mostrara cómo
sería una noche de pasión con alguien experimentado, alguien que me entendiera
a un nivel que los chicos del colegio no podían.
—Casi se me concedió mi deseo cuando se inclinó hacia delante y prometió
probarme el coño, dejarme chorreando después de un orgasmo. Estaba tan seguro
de sí mismo y dispuesto a mostrarme hasta qué punto su lengua podía llevar mi
cuerpo al éxtasis.
—Ya basta, señorita Edwards —interrumpe el señor Donovan, con voz seca.
—Pero nuestra noche se truncó. —Ignoro su advertencia—. Recibió una
llamada urgente y tenía que estar en un sitio. Un lugar que no era conmigo.
—Me pidió mi número de teléfono, me dijo que me llamaría al día siguiente
108
para que pudiéramos retomar nuestra historia en la misma página que habíamos
escrito juntos por última vez, pero aún estoy esperando que lleguemos al siguiente
capítulo... El final.
La sala permanece en silencio durante varios segundos, hasta que un agudo
chillido estalla desde la parte trasera.
—¡Espera! —Elizabeth Smith baja corriendo los escalones—. ¿Alguna vez te
llamó?
—Lo hizo —le digo—. Pero no al día siguiente.
—¿Has hablado con él desde entonces?
—Unas cuantas veces —le digo—, pero creo que intenta librarse de mí
desde que es mayor.
—O tal vez se está dando cuenta de lo inmadura que eres en realidad. —El
Sr. Donovan me fulmina con la mirada.
—Mi prima salió una vez con un hombre mayor —dice Chelsea Hastings por
detrás—. Les fue muy bien.
—Me gustan los chicos mayores —dice Britney Kline—. ¿Cuál fue la última
conversación que tuviste con él? Quizá pueda darte una ayuda caritativa para
recuperarlo.
La conversación descarrila y el Sr. Donovan no intenta encauzarla.
Al final de la clase, me voy sin mirar hacia él y por fin me envía un mensaje.
SR. DONOVAN
Gracias por mostrarme exactamente por qué lo que sea que hayamos tenido está
TERMINADO.
109
5
Liam
NO LE CONTESTES.
111
¿En serio? ¿Me has devuelto por correo el regalo que te hice sin siquiera abrirlo?
NO.
Ignoro otro de los mensajes de Genevieve y salgo al porche. El plan de hoy
es sencillo: Whisky. Escribir mi dimisión. Esperar a que mi cerebro reciba el
memo de “Es una maldita estudiante”.
Los globos me golpean en la cara cuando abro la puerta de casa.
Confundido, los golpeo y veo que todo el departamento de arte está en mi
salón. Sin invitación.
¿Qué…?
—¡Gratam nostram familiam litterariam! —aclaman al unísono, rociándome
con confeti en forma de libro.
—Creo que es seguro decir que estás sorprendido. —La señorita Shaw se
ríe y me da una copa de champán—. Has pasado la marca de profesor temporal y
eres oficialmente un exoniano. Bienvenido a la familia.
—Gracias.
—¿Quieres un trozo de tarta?
Me gustaría que todos salieran de mi casa.
—Claro.
Ella se aleja y yo finjo estar encantado de formar parte de su secta.
Mientras cantan la canción oficial del colegio, consigo salir al porche para
estar un momento a solas.
—Oooh, supongo que tengo competencia por tu afecto. —La Srta. Shaw se
une a mí segundos después.
112
—No tengo ni idea de lo que estás hablando.
—Por supuesto. —Se ríe y me tiende el paquete que le envié a Genevieve.
Aunque la dirección está arrancada, tiene un lazo de color lavanda y una tarjetita.
La señorita Shaw sonríe y lee la nota en voz alta.
-Anónimo
Jesucristo.
—Aww, no te enfades. —Deja la tarjeta—. He recibido mi ración de regalos
de estudiantes antes. Cuando la chica lo admita, sólo dile 'gracias' con una taza de
café y déjala ir con ternura.
—Lo haré. —Pero será cualquier cosa menos “tiernamente”.
113
6
Genevieve
Asunto: Nombramiento.
Srta. Edwards,
Me reuniré con usted durante exactamente una hora a la hora designada más
abajo en la biblioteca.
Por favor, no responda a este correo electrónico a menos que la hora entre
en conflicto con su agenda y necesite que le sugiera otra.
De lo contrario, nos vemos pronto.
Gracias.
Liam Donovan
Cátedra de Inglés Creativo 118
Academia Phillips Exeter
8
Genevieve
YO
Gracias por NO aparecer para ayudarme como prometiste.
Finales de diciembre
125
9A
Genevieve
Los barrotes de mi prisión dorada brillan más que nunca. Cada centímetro
de la finca de mis padres en Hampton ha sido decorado y arreglado por los
mejores interioristas del país.
Los relucientes árboles de Navidad se alinean en los pasillos, y sus adornos
artesanales hacen juego con la guirnalda recién cortada que se enrosca a lo largo
de la gran escalera de mármol.
El “Fin de Semana Festivo de Edwards” es la reunión por excelencia de las
élites en la Costa Este.
También es la fecha más temida de mi calendario, y debería haberle rogado
a Liam que me ayudara a redactar una excusa para quedarme en el campus.
—La cena empieza a las seis en punto, Genevieve. —Mi madre entra en mi 126
habitación.
—Soy consciente.
—No puede ser. —Se cruza de brazos—. Es en dos horas, y estás sentada en
tu escritorio en lugar de prepararte.
Exhalo un suspiro y cierro el cuaderno.
—Perdón, madre. Voy a empezar.
—Isadora está aquí para ayudarte. —Su estilista de toda la vida entra,
sosteniendo un vestido lavanda—. ¿Estoy pensando en Chanel y tacones
Louboutin?
—Suena encantador. —Sonrío como si tuviera elección en el asunto.
—El alcalde Whitman y su equipo llegarán sobre las siete y media, y nuestra
fiesta formal empezará a las ocho, como siempre. —Se vuelve hacia Isadora—.
¿Puedes asegurarte de que tenga un segundo traje para los fuegos artificiales? El
fotógrafo mencionó algo sobre que debía reflejar la luz.
—Me aseguraré de ello, Sra. Edwards.
Mi madre se va e Isadora me entrega una cajita de regalo.
—Feliz cumpleaños atrasado.
—Gracias.
—Siento no haber ido hasta Exeter para decírtelo personalmente —dice—.
¿Hiciste algo especial para celebrarlo?
—Me escapé del campus y fui a un bar una semana antes.
—Te daré otra copia de mi carné de conducir antes de que te vayas. —Me
toma de la mano y me lleva a una silla—. Hagamos esto rápido, ¿de acuerdo?
Los fuegos artificiales rojos y azules surcan el oscuro cielo nocturno. Los
invitados de mis padres observan atónitos desde nuestro patio, pero yo sólo puedo
mirar fijamente a Liam.
Yo también te quiero...
Cuando los últimos fuegos artificiales hacen una reverencia, el público
aplaude y nuestro personal prepara la facturación y el servicio de aparcacoches.
—Ha sido un placer verla, señorita Edwards. —Liam me estrecha la mano
mientras él y el señor Peterson se acercan—. Tienen una casa encantadora.
—¡Ya lo creo! —El Sr. Peterson también me da la mano—. Es maravilloso.
Se meten en el coche de Liam y yo deseo desesperadamente poder besarlo
delante de todos.
131
Observo hasta que su coche sale de la verja y vuelvo a entrar.
Frank Sinatra suena a todo volumen en el salón de baile y mis padres bailan
juntos bajo las tenues luces.
Puedo decir lo que quiera de ellos y de lo alejados que están de la realidad,
pero sin duda están enamorados.
Mientras Frank Sinatra canta otro estribillo sobre Nueva York, suena el
timbre de la puerta.
—La señorita Thatchwood se dejó el chal o el paraguas —dice Benny,
suspirando—. ¿Por qué me hace esto después de cada evento?
—Quiere una visita privada y ver qué puede robar. —Me río—. Yo me
encargo. Vete a casa.
—¿Segura?
—Me vendría bien la compañía.
Me da un abrazo antes de salir al pasillo.
Tomo el chal de la señorita Thatchwood de donde siempre lo deja y me dirijo
a la puerta. Cuando la abro, no está.
Es Liam.
—¿Sí?
—Me dejé algo —dice.
—Guardamos los objetos perdidos en la habitación de invitados del primer
piso —le digo—. Te mostraré dónde está.
—Estoy hablando de ti. —Me mira a los ojos—. Debería haberte pedido que
vinieras conmigo en lugar de dejarte venir a casa para las vacaciones. ¿Dónde
puedo compensarlo?
—En la casa de la piscina.
Me hace un gesto para que lo lleve hasta allí, y no pierdo el tiempo.
Atravieso los largos pasillos y bajo por el camino de setos, donde no nos verán.
Entonces cierro la puerta una vez que ambos estamos dentro.
—Quítate la ropa —ordena.
Me toma demasiado desprevenida lo atractivo que está ahora, así que me
quedo quieta.
Sonríe mientras se desnuda, observándome como si supiera que soy una
completa inútil.
Cuando está en calzoncillos, me desabrocha el collar de diamantes y me 132
quita el chal. Aprieta la palma de la mano contra el costado de mi vestido y lo
desabrocha, empujándolo hasta el suelo.
Me quito los tacones y saca un preservativo antes de acercarme a la cama.
Nuestras bocas se encuentran en cuestión de segundos y él susurra: —Siento
no haberte pedido que vinieras conmigo.
Estoy demasiado distraída por su beso para hablar.
Se coloca el condón y se pone encima de mí, empujando lentamente su polla
dentro de mí.
—¿Me has echado de menos? —pregunta.
—Sí.
—Hmmm. —Me besa los labios, llenándome más profundamente,
follándome más despacio de lo que nunca me había follado—. ¿Estás segura?
—Sí...
—Genevieve... —Me mira fijamente a los ojos, manteniéndome al borde del
placer y el dolor—. Voy a follarte toda la noche...
Gimo mientras él se toma su tiempo para enterrarse dentro de mí.
—Rodea mi cintura con las piernas —me ordena, y yo obedezco.
Me agarra las manos y me las sujeta por encima de la cabeza mientras entra
y sale de mí. No aparta los ojos de los míos y silencia mis gritos con besos que me
impiden respirar.
Cuando vuelvo en mí, sé que quiero a este hombre, sólo a él, para el resto
de mi vida.
133
LECCIÓN #4
134
1
Genevieve
Segundo semestre
Primavera
LIAM
Si querías que me concentrara, deberías haber enviado fotos tuyas con ropa...
YO
Pensé que te gustarían más estas.
LIAM
Sí... Gracias. Eres más que bienvenida a quedarte en mi casa el fin de semana.
Hablamos más tarde.
Cierro la bandeja de entrada y abro la página del evento por última vez
mientras el metro avanza a trompicones.
Estoy sentada con Liam en la enorme bañera de un hotel, agotada tras un día
de turismo y sexo.
Me besa el cuello y me pasa los dedos por el cabello, y yo deseo poder
embotellar este momento y aferrarme a él para siempre.
—¿Puedo preguntarte algo? —le digo.
—Por supuesto.
—Antes de conocernos, cuando salías con tu ex mujer, ¿qué te hizo pensar
que ella era la elegida?
139
—No estoy seguro de haberlo pensado nunca —dice—. Llevábamos un
tiempo saliendo, sentía algo por ella y no quería perder el tiempo buscando a
nadie más.
—Eso no es romántico.
—Es la verdad.
Exhalo mientras levanta una palanca para añadir más agua caliente.
—¿Pero te dedicabas a pasar el resto de tu vida con ella?
—Antes de que me traicionara, sí.
Las burbujas que nos rodean silban y estallan, e intento pensar en una forma
amable de formular mi siguiente pregunta.
—¿Hasta dónde nos ves llegar a los dos?
Se ríe suavemente, besándome el cabello.
—Deberías haber empezado con eso en vez de incitarme.
—Intentaba tomarte desprevenido.
—Buen trabajo. —Me besa el hombro—. Nunca he sentido esto por nadie,
así que probablemente por mucho tiempo. ¿Puedo preguntarte algo?
—Cualquier cosa.
—¿Puedes dejar de pensar tanto e intentar relajarte?
—Estoy relajada.
—Sin preguntas tontas, Genevieve —me dice, levantándome la barbilla con
la punta de los dedos—. Necesito que hagas eso por mí.
—No creo que mis preguntas sean...
—Yo soy tuyo y tú eres mía —interrumpe—. Ése es el final de nuestra historia
y, como uno de los coautores, te prometo que no hay giros argumentales.
Sonriendo, me recuesto contra él y pasamos el resto del baño en un silencio
relajante.
140
4
Genevieve
Horas después
Semana de la tesis
YO
Espero que tu reunión matutina con la junta vaya bien.
YO
Hola. ¿Estás bien? ¿Tanto dura la reunión de la junta?
Al siguiente profesor:
La lista de recordatorios y “cosas de la casa que debes saber” está dentro del armario.
146
6
Genevieve
YO
¿Hola? ¿¿¿¿HOLA????
147
¿Me vas a IGNORAR así, Liam?
¿Tengo que llamarle “SR. DONOVAN” y preguntarle por mi trabajo para obtener una
respuesta?
7
Genevieve
YO
Por favor, di algo.
Cualquier cosa...
148
8
Genevieve
149
9
Genevieve
Por otro lado, si te dejan, deja que se vayan y nunca olvides cómo te hicieron sentir.
Así, cuando vuelvan a aparecer, estarás preparado para cerrarles la puerta en las narices.
151
1
Genevieve
Cambridge, Massachusetts
Una vez oí a alguien decir: “La mejor cura para un corazón roto es la
distancia y el tiempo”. Que, de algún modo, cuanto más tiempo pases lejos de tu
amor perdido, más minutos lavarán los recuerdos, limpiando tu mente de todos los
días que pasaron juntos.
Pero después de todo este tiempo, Liam sigue visitándome en mis sueños.
Sus besos perduran en mis labios y mi corazón sigue destrozado en los mismos
lugares. No han aparecido segundos ni suturas para aliviar mi dolor.
Y sin embargo, hoy, estoy decidida a dejarlo ir por fin.
Al abrir mi teléfono, borro por fin nuestro hilo de mensajes y todas las fotos
que nos hicimos juntos.
152
Aunque me sé su número de memoria, lo borro y juro no volver a guardarlo.
Después de llorar a moco tendido por última vez en la ducha, me apresuro
a ir a la biblioteca a buscar al joven y atractivo fiscal del Estado que no para de
invitarme a tomar café.
En lugar de decirle, “No estoy preparada para volver a salir”, le pregunto
cuándo quiere pasar a recogerme para cenar.
2
Genevieve
154
3
Genevieve
157
4
Genevieve
159
5
Liam
LAUREN
165
7
Liam
Cambridge, Massachusetts
Cuanto más tiempo paso en esta ciudad, más siento que estoy cometiendo
un error. El club que inicialmente trajo a Genevieve a mi vida es ahora una
franquicia, y no puedo escapar de sus señales.
Veo anuncios de Amtrak allá donde voy, y juro que nunca había visto tantos.
Para empeorar las cosas, acepté dar clases temporalmente en Harvard, todo como
otro favor que le debo a un viejo amigo.
Al menos es sólo por un semestre.
—Me siento afortunado de tener a alguien como usted enseñando en nuestra
universidad. —El decano de inglés de Harvard me estrecha la mano—. Su historial
académico y su amplia experiencia son muy bienvenidos.
166
—Gracias, señor. Es un honor estar aquí.
—Deme unos segundos para tomar un cartel de la facultad para su despacho
—dice—. Enseguida vuelvo.
—Tómese su tiempo. —Me apoyo en el mostrador.
Veo la foto de la promoción actual en la pared y veo a Genevieve en la parte
inferior derecha como alumna destacada.
Por supuesto. Leo su cita y sus planes a futuro.
¿Facultad de Derecho?
Debe de ser un error de imprenta, pero no me importa lo suficiente como
para investigarlo. Cuando vuelve el decano, me entrega un folleto.
—Espero que pedirle que supervise las admisiones para el Diario de
Redacción no sea mucho.
—No, no lo es. Lo estoy deseando.
—Aquí está el adelanto. —Me entrega un montón de papeles antes de que
la secretaria lo llame.
Leo la primera línea y suspiro.
Reconocería la escritura de Genevieve en cualquier parte.
Conduzco por las afueras de la ciudad hasta que el sol cae por el cielo,
intentando despejar la mente antes de volver a casa.
Una estela de pétalos de rosa me saluda al abrir la puerta y el aroma de la
vainilla me golpea en la cara.
Confundido, camino por el pasillo y veo a Lauren sentada en el borde de mi
cama, sosteniendo una vela en forma de corazón.
—Hola, Sexy —dice.
—Hola. —No recuerdo haberle dado una llave—. Si eres tú dándome un
recordatorio anticipado sobre San Valentín, no borré las cuatro alertas que hiciste
en mi teléfono.
—No es eso. —Se levanta—. Tuve una epifanía hoy cuando una de las novias
me dijo que su futuro novio se cayó de un crucero.
—¿Murió? 167
—Por supuesto que murió. —Ella resopla—. El barco navegaba por lo más
profundo del océano Atlántico, pero ésa no es la lección que saqué de esta
tragedia.
Cruzo los brazos.
—Después de ser una buena persona y devolverle el ochenta por ciento de
su depósito, cosa que ella agradeció totalmente, me di cuenta de que la vida es
demasiado corta.
—Todavía estoy procesando el hecho de que el tipo murió.
—Centrémonos en los vivos, Liam. —Se pone en pie—. Después de la fiesta
de Año Nuevo, fui un poco insistente en el coche.
Al menos se está volviendo algo consciente de sí misma.
—Pero como el tiempo apremia, quizá no fui lo bastante insistente.
Retiro lo dicho.
—Yo también he sido herida y eso me impidió acercarme a alguien. —Me
da la vela—. Te prometo que no te haré eso, y sé que eres el elegido.
—Lauren... —Contengo un suspiro.
—Esperaré el tiempo que haga falta, y sólo quiero que veas lo bien que lo
hemos pasado el resto de la noche. —Ella golpea las luces y me doy cuenta de lo
que le ha hecho a mis paredes.
Entre corazones rosas y amarillos hay hileras de fotografías. Además de las
reales, hay fotos editadas de nosotros de vacaciones en una isla, pasando el rato
en Aspen y bailando en un salón de baile.
Empieza a hablar de nuevo, resaltando lo mucho que le gusto, pero no
puedo concentrarme en sus palabras.
Aparte de sus ocasionales momentos de locura y su tendencia a convertir
cualquier conversación seria en un chiste, en realidad disfruto de su compañía y
de su extraño sentido del humor.
Pero en el fondo sé que no es para mí.
—Disfruta de nosotros —dice, besando de repente mis labios—. Te veré
este fin de semana.
—De acuerdo —digo, intentando convencerme a mí mismo más que a ella—
. Lo intentaré.
168
8
Genevieve
LAUREN
Te veo. Estoy hablando con un cliente en la puerta. ¡Estaré contigo pronto!
—Deslizo mi polla contra su himen, pero es duro como un diamante. —
Chasquea los dedos—. Ella se siente caliente, húmeda y apretada. Las sensaciones
son difíciles de combatir...
—Mientras me duele el corazón —el público recita la letra con él como si
fuera una estrella de rock—, el condón se rompe...
Inclino la cabeza hacia un lado.
Sus palabras siguen siendo terribles, pero golpean ligeramente diferente
ahora que soy mayor.
—Cuando la goma se estiró —sigue tan seguro como siempre—. Mi polla
comprimida...
Cuando termina, me pongo de pie con el público para una fuerte ovación.
—Este poema sigue siendo jodidamente horrible —dice una voz familiar
desde atrás.
Me doy la vuelta para ver a Liam, pero no me habla. Lauren está a su lado,
sonriendo.
—Entonces, ¿no lo añades a mi lista de poetas aprobados? —pregunta.
—No. —Liam sacude la cabeza y ella le planta un beso en los labios, pero él
no aparta los ojos de los míos.
—Enséñale mi bar y consíguenos una buena mesa en el nivel VIP,
Genevieve —dice Lauren—. Yo haré guardia por Brett.
—Estoy bien, de verdad.
—Vete. —Sonríe con los dientes apretados y se inclina para susurrarme al
170
oído—. Necesito el tiempo extra para llamar a algunos clientes. Estoy en modo
pánico, y estoy tratando de que nadie más lo vea.
—Entendido. —Le devuelvo la sonrisa forzada y le hago un gesto a Liam para
que me siga.
—Aquí es donde las novias lucirán sus trajes de recepción —digo—. Tienen
este tipo de luz que las hace brillar en la oscuridad.
—¿Por qué crees que te debo una disculpa, Genevieve?
Dejo de caminar y casi me vuelvo loca al oírlo hacerme esa pregunta, pero
consigo mantener la compostura.
Decido ignorarlo.
—Por aquí es donde se supone que los novios eligen sus magdalenas. —Lo
ignoro y sigo caminando—. No sé por qué se hace esto, porque todo el mundo
sabe que a los novios no les importan los detalles como a las novias.
—No me hagas preguntártelo otra vez, Genevieve.
—Estos vestidos los trajo un diseñador de Francia —digo agitando la mano
delante de una vitrina—. Esta es una de las grandes razones por las que Lauren es
la mejor en lo que hace.
—Voy a buscarnos una mesa —dice—. No quiero un tour...
Se aleja sin decir una palabra más, y necesito todo lo que hay en mí para no
abandonar este lugar e irme a casa.
171
9
Genevieve
176
10
Liam
ABUELO PETERSON
Encuéntrame en mi oficina hijo. Ahora.
Di siempre la verdad, por mucho que pueda herir a alguien a quien quieres.
183
0
Genevieve
Semanas después
LAUREN
Liam me acaba de pedir un descanso. ¡Llámame!
LAUREN
¡Necesito tu consejo!
Más tarde, esa misma noche, llamo a la puerta de Liam y él me deja entrar
inmediatamente.
Como si pudiera leerme la cara, me estrecha en sus brazos y me besa.
—Todo irá bien —dice—. Tengo que hablar con Lauren, también...
—Quiero escribirle una disculpa... tengo que hacerlo.
—De acuerdo.
192
4
Genevieve
LAUREN
JODER. TÚ.
Eres un saco de mierda.
¡¡¿Cuánto tiempo llevas tirándote a Liam a mis espaldas?!!
LAUREN
En realidad. ¡Que los jodan a los dos! 197
Leo los últimos mensajes de Lauren por última vez antes de silenciar su
número.
YO
¿Puedes reunirte conmigo en algún sitio esta noche?
LIAM
Sí. Estaba a punto de preguntarte lo mismo.
6
Genevieve
Whimstery Beach se llama así a propósito para engañar a los turistas. Es una
cafetería de mala muerte que sirve sopa de tortilla de pollo y sándwiches de queso
a la plancha cuando al encargado le apetece.
Es el lugar perfecto para ir cuando te sientes como una mierda.
Me aseguro de que mis enormes gafas de sol están bien sujetas antes de
entrar. Miro a mi alrededor y veo a Liam al fondo, tomando una taza de té.
—Hola. —Me acerco a su mesa.
—Hola. —Da una palmadita en el asiento de al lado, pero me siento al otro
lado.
—Lauren me odia —digo—. Me odia, joder.
—Lo sé. —Se inclina y me quita suavemente las gafas de sol de la cara. Me
198
mira fijamente a los ojos y me toma la mano por encima de la mesa, calmándome
temporalmente.
—¿Has comido algo desde que se lo dijiste a Brett? —pregunta.
Niego con la cabeza y él llama a la camarera.
Pide suficiente para alimentar a cuatro y una jarra de café.
—Siento que Brett arruinara tu oportunidad de contárselo a Lauren —le
digo—. Si hubiera sabido que reaccionaría así, te juro que habría ideado otra
estrategia.
—No lo hagas —interrumpe—. No podemos empezar un nuevo capítulo con
una recapitulación del anterior.
—Puedo darte una lista de autores y sus libros que no están de acuerdo.
Sus labios se curvan en una sonrisa.
—¿Tienes planes para el próximo fin de semana?
—Fuera de llorar, escribir y ducharme, no.
—Deberíamos salir de la ciudad por un tiempo, entonces —dice—. Quiero
enseñarte algo.
—No podemos evitar hablar de lo que pasó, Liam.
—No, pero podemos retrasarlo un poco más —dice—. ¿Podemos retrasarlo
un par de días más o menos?
Asiento mientras la camarera nos deja los cuencos.
Liam se mueve a mi lado y me rodea los hombros con un brazo.
—¿Puedo preguntarte algo? —le digo.
—Siempre.
—¿Con cuántas mujeres has estado desde que me dejaste?
—No muchas.
—He estado con ochenta hombres —digo—. Me he follado a un mini
suburbio para superarte.
Me agarra la barbilla y gira suavemente mi cabeza hacia él.
—No pensaba preguntártelo.
—Pensé en decírtelo de todos modos.
—Al menos podrías decir la verdad —dice—. No se te da muy bien mentir.
—¿No crees que podría acostarme con ochenta hombres? 199
—Sé que no lo harías —dice.
—Quiero que me lo preguntes, Liam.
—No quiero saberlo.
—¿Por qué?
—Porque no follé con nadie durante dos años después de dejarte —dice—.
No podía, así que prefiero no pensar en otro hombre teniendo lo que siempre ha
sido mío. —Me pasa un dedo por el cuello—. ¿Puedes hacer eso por mí?
—Sí, puedo hacerlo...
—Gracias.
7
Liam
A 20 millas de
201
8
Genevieve
203
9
Liam
El fiscal Brett Shaw presenta cargos por delito grave contra un profesor de Harvard
204
10
Liam
207
11
Genevieve
Brett Shaw da una rueda de prensa y promete “perseguir con todo el peso de la ley”
210
12
Genevieve
212
13
Liam
El “mejor abogado del país” es, al parecer, un tipo llamado Damien Carter,
de Hamilton & Associates, en Nueva York. Voló hasta aquí en un jet privado y
parece más un modelo de GQ que un estimado abogado.
Llevo una hora sentado con él en este juzgado y lo único que me ha dicho es
“confía en mí” cada vez que le hago una pregunta.
No soporto esta mierda...
—¿Leyó mis notas, Sr. Carter?
—No, no hacía falta.
—¿Va a preguntar si cometí este crimen o no?
—Ese no es mi trabajo. —Sonríe—. Mi trabajo es ganar. 213
—Sr. Carter... —Suspiro—. Este tipo tiene una venganza personal contra mí.
Hasta un abogado de oficio me pediría información.
—Probablemente por eso suelen perder la mayoría de las veces.
—Me enfrento a diez años de prisión.
—Creía que eran veinte. —Mira su teléfono y empieza a dar golpecitos en la
pantalla—. Me corrijo. Diez años, costas judiciales obligatorias y una plaza en el
registro de delincuentes sexuales. Suena bastante jodido.
—Está planeando ayudarme a salir de eso, ¿correcto?
—Aún no lo sé —dice—. ¿Hay café aquí?
¿Qué...?
YO
Gracias por contratar a este abogado “elegante”, abuelo. Me arriesgaré con otro.
Brett entra de repente en la habitación antes de que pueda despedirlo. Se
sienta frente a mí mientras otro hombre con traje se sienta a su lado.
—Así que... hoy me siento generoso y le ofrezco un trato —dice—. Ocho
años, con sólo la mitad a cumplir en prisión y su cliente debe inscribirse en el
registro de delincuentes sexuales.
—De acuerdo. —El Sr. Carter asiente—. Supongo que tendremos que
considerar ese trato.
Lo miro.
—¿Se ha vuelto loco?
—El Sr. Donovan o Peterson, lo que sea, sólo tiene que alegar por sus
crímenes en audiencia pública y podemos evitar el estresante drama de un juicio.
—Brett sonríe—. Avíseme qué día de esta semana quiere que lo recojan para
ficharlo. Estoy dispuesto a dejar que ponga sus asuntos en orden antes de irse.
—Bueno, antes de hacer eso —dice el Sr. Carter—, creo que deberíamos
hacer una alocución de práctica para asegurarnos de que todos estamos en la
misma página aquí.
—Sr. Carter, está despedido si cree que voy a declararme culpable —le
digo.
—Deje que su abogado hable, Sr. Donovan. —Brett chasquea su bolígrafo—
. Por algo es el mejor del país. ¿Qué tiene en mente para los puntos que tenemos
que hacer, Sr. Carter?
—Está molesto porque mi cliente se acostó con su ahora ex-novia.
214
—No, eso no es...
—Y no puede dejar de preguntarse si en algún momento que estuvo con
usted, pudo haber estado pensando en él.
—¿Perdón?
—Está enfadado y quiere castigar a mi cliente por tener la polla más grande
y dejarle recuerdos que no puede olvidar.
Brett entrecierra los ojos.
—Sin embargo, sobre la mierda legal... —Se aclara la garganta—. Las
vendettas son inconstitucionales, y este caso es una pérdida de nuestro tiempo, ya
que la estudiante en cuestión estaba en la edad de consentimiento en ese
momento, pero estoy seguro de que una vez que el tribunal se entere de todo el
acoso mediático que ha hecho en las últimas semanas, se pondrán de su lado en
esto.
Se encoge de hombros.
—Por no mencionar el hecho de que esto es un abuso de su posición y de
millones de dólares de los contribuyentes, pero gracias por esa increíble oferta
que cualquier juez en su sano juicio rechazaría. ¿Todavía tenemos que llegar a un
acuerdo?
El hombre de traje que está al lado de Brett rompe los papeles y se pone en
pie.
—Retiraremos los cargos en veinticuatro horas —dice.
—Lo hará dentro de una hora —dice el Sr. Carter—. Un segundo después de
eso y voy a presentar una denuncia contra el Sr. Brett. Ah, y a cambio de que no
hable de las transgresiones del Sr. Brett con los medios de comunicación que están
convenientemente fuera, espero que me reembolsen mi habitación de hotel de
cinco estrellas. Me alojaré en la suite presidencial del Waldorf el resto de la
semana.
—¿Nos está amenazando, Sr. Carter?
—Por supuesto que no. —Sonríe—. Le digo exactamente lo que va a pasar si
no cumple mis exigencias. Mi tono es muy amistoso.
Brett pone los ojos en blanco y se levanta, siguiendo al hombre de traje fuera
de la habitación.
Lo miro fijamente, sin saber qué demonios decir.
—De nada —dice el Sr. Carter, tendiéndome una tarjeta de visita—. Si
necesita algo más, no dude en llamar a mi secretaria.
—Quiere decir, llamarle, ¿correcto?
215
—No, intento mantenerme fuera de la oficina todo lo posible. Odio estar
rodeado de abogados.
Bien...
—Nos vemos, Sr. Carter.
—Espero que no. —Se va sin decir nada más y saco el teléfono para llamar
a Genevieve.
No contesta y compruebo sus mensajes.
Mierda...
14
Genevieve
Te amo.
220
17
Genevieve
Fin
223
EPÍLOGO 1
Liam
Un año después
El ex profesor de Harvard se casa con el ex Alumno
Estrella fugaz: el ex fiscal Brett Shaw enfrenta Cientos de cargos federales por mala conducta
Una pareja local abrirá escritores únicos en su tipo Espacio pronto
Aparto los cabellos sueltos de la cara de Genevieve mientras duerme,
observando su pecho subir y bajar. Cuando estoy seguro de que no se dará vuelta
y hará otra pregunta sobre nuestro futuro, enciendo las luces y me dirijo a mi
oficina.
224
1
Liam
Los últimos meses de nuestras vidas han sido un caos, pero no los cambiaría
por nada del mundo.
Antes de que pueda comenzar con el trabajo de esta noche, mi teléfono
suena con una llamada.
—¿Puedo hablar con el señor Donovan? —dice una voz ronca.
—Habla él.
—Señor. Donovan, soy Ray Walsh, el pintor que su esposa contrató para la
gran escalera. No puedo comunicarme con ella para la confirmación final, ¿tiene
alguna idea de cuándo estará disponible?
—Te puedo ayudar con eso. Envíame la foto por mensaje de texto. 225
—Lo hago ahora.
La imagen aparece y revela una hermosa escalera reluciente donde cada
escalón presenta una cita de uno de los autores favoritos de Genevieve.
—Se ve bien —digo—, excepto que te enviaré un ligero cambio a uno de
ellos.
—Entiendo. —Hace una pausa—. Um... ¿Debería posponer esto hasta que su
esposa lo apruebe?
—Para nada. —Yo sonrío—. Mantengamos este cambio entre nosotros.
—Ah, claro. ¿Cree que es tan sutil que no se dará cuenta?
Definitivamente se dará cuenta…
EPÍLOGO 2
Genevieve
Las palabras "La Sala de Escritores" brillan en una pancarta dorada que
cuelga en lo alto de nuestro edificio de veintiún mil metros cuadrados. Es un
espacio mensual de trabajo compartido para escritores que acoge actos
especiales para amantes de la literatura, aunque no tengan veintiún años.
Hay un ala entera dedicada a las novelas románticas y una sala para cada
tropo. En la sección “alumno-profesor”, hemos enmarcado varios títulos como
recordatorio de que nuestro tipo de relación puede funcionar en la vida real.
Esperaba que pudiéramos abrir este local hace meses, pero los problemas
de construcción lo han retrasado demasiadas veces como para que pueda fijar una
nueva fecha.
Con un poco de suerte, podremos abrir antes de mi próximo cumpleaños.
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Al entrar en el gran vestíbulo, admiro el doble escalera de caracol, que tiene
mis citas favoritas en cursiva en cada peldaño.
—Espera un momento. —Me acerco y entrecierro los ojos en la de arriba.