A Lie For A Lie
A Lie For A Lie
A Lie For A Lie
Cavi20_B
DarkDream
Lazo Rita
SloaneE
FFa
J_m
Keydi
Rbk
St. Torrance
Afterglow
Lazo Rita
August
STAFF CAPÍTULO 16
SINOPSIS CAPÍTULO 17
CAPÍTULO 1 CAPÍTULO 18
CAPÍTULO 2 CAPÍTULO 19
CAPÍTULO 3 CAPÍTULO 20
CAPÍTULO 4 CAPÍTULO 21
CAPÍTULO 5 CAPÍTULO 22
CAPÍTULO 6 CAPÍTULO 23
CAPÍTULO 7 CAPÍTULO 24
CAPÍTULO 8 CAPÍTULO 25
CAPÍTULO 9 CAPÍTULO 26
CAPÍTULO 10 CAPÍTULO 27
CAPÍTULO 11 CAPÍTULO 28
CAPÍTULO 12 EPÍLOGO
CAPÍTULO 13 A FAVOR FOR A FAVOR
CAPÍTULO 14 AGRADECIMIENTOS
CAPÍTULO 15 SOBRE LA AUTORA
A veces necesito un escape de las demandas, las conejitas de hockey y la
notoriedad que conlleva ser un capitán de equipo de la NHL. Solo quiero
ser un chico normal durante unas semanas. Entonces, cuando salgo de
Chicago en busca de paz y tranquilidad, lo último que espero es que una
mujer hermosa literalmente caiga en mi regazo en un vuelo a Alaska. Aún
mejor, no tiene ni idea de quién soy.
(ALL IN #1)
Este es para Den. Pones una sonrisa en mi cara todos los días. Gracias por
tu incansable pasión por la lectura y tu increíble sentido de comunidad.
—¿Qué posibilidades hay de que haya alcohol en una fiesta de
cumpleaños de unos niños de tres años?
—Tengo una cita esta noche, así que tengo que probarme la mitad
de mi vestuario antes de decidir que nada es lo suficientemente bueno, y
entonces tendré que salir corriendo a comprar algo nuevo.
—¿Una cita? ¿Quién es él? ¿Cómo lo conociste?
Me irrita que siga usando ese apodo para la mujer con la que pasé la
mayor parte del verano pasado en Alaska. —No la llames así.
—No he visto a la mayoría de los chicos desde los playoffs, así que
pensé que sería bueno pasar por aquí.
Romero nos mira a los dos. —Tengo que ocuparme de esto. Después
de que la fiesta termine, nos dirigiremos al pub. ¿Se apuntan?
—¿Con o sin los niños? —Randy frunce el ceño al ver a Quinn, que se
resiste a ser sujetado por su padre y se mancha la cara cubierta de
chocolate en el brazo de éste.
Romero pone los ojos en blanco. —Sin. De lo contrario, ¿qué sentido
tendría? —Levanta al niño por encima de su cabeza y hace ruidos de avión
durante todo el camino hasta el baño.
—El equipo tiene buena pinta este año. Si quieres hablar de estrategia,
llámame.
Señala a otro niño, que creo que es uno de los cuatro hijos de Miller
Butterson. No me salen los nombres, y estoy bastante seguro de que el que
estoy mirando es uno de sus gemelos, lo que lo hace aún más difícil.
—Estoy esperando a que ese se orine en una de las plantas falsas en
maceta. Este verano, Miller pensó que la mejor manera de entrenar a Liam
y a Lane para ir al baño era dejarlos deambular con su garabato colgando
para que pudieran orinar cuando y donde quisieran. Ahora Liam sigue
intentando quitarse los pantalones, y cree que, si es una planta, tiene
permiso para orinar en ella.
Me abro paso por el borde del grupo; algunas de las madres tienen
las caras de sus hijos enterradas contra sus estómagos, y un niño está
gritando sobre alguien siendo apuñalado.
Lainey.
La chica Alaska.
Catorce meses antes
1
Juego de palabras, utilizando palo para referirse también a polla.
—No. —Ella hace un mohín por un segundo, antes de que una amplia
sonrisa aparezca en su rostro—. ¡Pero estoy justo detrás de ti! Una mejora de
última hora. ¿Vuelas solo? ¿Qué haces en Seattle?
—¡Así que vas a volar solo! Yo también. Apuesto a que podemos hacer
que la persona sentada aquí cambie de lugar.
2
Crabs: Parasito que se infiltra en el pubis de la persona. La mayoría de los casos ocurren como resultado del
contacto íntimo, cuando pasan del vello púbico de una persona al vello púbico de otra. Incluso cuando no hay
penetración sexual, puede contraer crabs o dárselos a otra persona si está en contacto físico cercano, siempre
que alguna parte de su cuerpo tenga vello grueso (como el área púbica, las pestañas, las cejas, el vello facial).
3
Crabby: Cangrejo, hace referencia a “crabs” la enfermedad que él pensaba que había adquirido.
Y luego estaba ese falso chantaje de embarazo...
Oh, diablos, no. Ahora recuerdo exactamente quién es esta mujer. Ella
es la chantajista. Fue literalmente la cosa más extraña que he
experimentado. Tomaba moldes de yeso de la creciente barriga de su
hermana cada par de semanas y luego los metía debajo de su camisa y
publicaba fotos en Internet, etiquetándome en cada una de ellas. Hasta
que mi abogado se involucró. El incidente de crabs también ocurrió en esa
época. Así se acabaron mis días de conejillo de indias para siempre.
—¿Cómo has estado? ¿Qué estás haciendo? Estás muy bien. ¿Qué
haces en Seattle? Espera, ¡ya he hecho esa última pregunta!
Cuando la mujer que debería estar a mi lado sube por fin al avión, mi
compañera más entusiasta toma el control de la situación del asiento. Me
abraza el brazo y presiona su mejilla contra mi hombro, con una sonrisa
extragrande que hace juego con sus ojos extragrandes. Creo que va de
inocente, pero en realidad sólo parece inclinada.
Sissy -cuyo nombre por fin recuerdo- no deja de hablar durante todo
el despegue. Una vez en el aire, pido un whisky con hielo y lo hago doble.
Voy a necesitar mucho alcohol para sobrevivir a esto.
Una media hora después del despegue, se inclina hacia mí, con su
boca en la oreja y su mano en la pierna. Está demasiado cerca de mi polla
para ser apropiado. Intento mover su mano, pero me clava las uñas. —
Necesito ir al baño. ¿Quieres que nos encontremos allí?
—Uh, casi no quepo ahí solo, y mucho menos con otra persona.
Esta chica está loca. —Publicaste sobre ello durante dos meses.
—Usamos un condón.
Pasé las siguientes horas luchando contra sus avances. En cuanto a los
vuelos, este es el peor. Prefiero las turbulencias y el llanto de un bebé a Sissy.
La tortura se prolonga cuando el piloto dice que tenemos que rodear el
aeródromo durante otra hora antes de aterrizar.
Sissy se apresura a mi lado cuando por fin bajamos del avión. Sigue
intentando convencerme de que al estar en otra zona horaria el engaño
está bien. Me sigue hasta la puerta de embarque y me rodea como un
pulpo.
Se ríe. —Me imaginé que dirías eso. Si puedo salir a finales de mes,
llamaré. Bueno, llamaré de todos modos. Llamaré cada pocos días para
asegurarme de que no te ha comido un oso, y te mantendré al tanto de las
cosas aquí.
Sonrío y lucho contra una risa mientras tomo el asiento junto a ella. En
realidad, es como uno de esos asientos de banco que se encuentran en un
autobús escolar, con casi el mismo espacio.
Ella deja caer su mano. —Siento mucho haberme caído encima de ti.
—Hola, Lainey.
—Hola, RJ. —Sus ojos se quedan fijos en los míos durante unos
segundos. Todavía no hay ningún indicio de reconocimiento, lo cual es
fantástico.
—Veinticinco.
—¿Cómo se relacionan?
—Oh sí, son muy activos sexualmente. Y algunas personas piensan que
se aparean de por vida, como las langostas, pero no es así. Tienen varias
parejas. Al igual que algunos humanos, aunque en la sociedad occidental
estamos condicionados sociológicamente a elegir una pareja y quedarnos
con ella, a diferencia de los delfines. A ellos les gusta hacerlo porque es
divertido.
—¿Y tú? ¿Por qué vienes a la Isla Kodiak? —Me mira de forma
evaluadora, como si tratara de entenderme.
Voy vestido de manera informal con unos jeans, una camiseta y una
sudadera con capucha. —Vengo aquí todos los veranos a pescar con mi
hermano, pero este año no puede venir, así que estoy solo.
—Bueno, para ser justos, crecí en el norte del estado de Nueva York,
que no se parece en nada a la ciudad. Es bastante rural en algunas zonas.
—¿Estás bien?
Sus ojos se abren de par en par mientras asiente con la cabeza y mira
por la ventanilla mientras tomamos velocidad. Cuando las ruedas se
despegan del asfalto, me agarra el antebrazo. —¡Oh! Esto es mucho más
movido que el avión grande, ¿no?
—¿De verdad?
—Es mejor que acabe en la basura que en cualquier otro sitio, ¿no?
—Un poco. Lo siento mucho. Soy la peor persona para sentarse al lado
en un avión.
—Me lo dices a mí. —Se mete un chicle en la boca y cierra los ojos,
masticando un par de veces.
—¿Mejor?
—Lo siento. —Saco mis dedos de la suave tela, pero antes de que
pueda poner mi mano cerca de mi propio cuerpo, él entrelaza sus dedos
con los míos. Es un nivel inesperado de intimidad.
—Un par de minutos más y volveremos a estar en el suelo —me
tranquiliza.
—No sé si verme tirar mis entrañas fue un placer para alguien, pero
gracias por ser tan amable. —Recojo mi bolso y mis guantes, asegurándome
de tener todo antes de bajarme. Nuestro equipaje nos espera en la pista. El
aire frío que sale del agua me hace temblar, probablemente porque me he
estado asando con mi chamarra durante la última hora. Meto las manos en
los guantes y trato de apartar el cabello de la cara; no es particularmente
efectivo, dado lo ventoso que está.
—Oh no, soy solo yo. —Intento mantener las manos quietas en lugar
de hablar con ellas, que es algo que hago cuando estoy nerviosa. Por cierto,
a menudo estoy nerviosa.
—Es tan hermoso aquí. —No puedo apartar la vista de las montañas a
lo lejos o del agua a mi derecha.
Quita el pie del acelerador y señala la ventana del lado del pasajero.
Pasamos por un buzón rojo que dice Sweet View Home. —Ese es mi
camino de entrada. No estás demasiado lejos.
—Ya has hecho mucho. Estoy segura de que tienes algo que arreglar
por tu cuenta. —Agarro la correa de mi bolso para evitar retorcerme las
manos de nuevo. Por supuesto, ahora me preocupa que deba invitarlo a
pasar y que él quiera quedarse y pasar el rato, pero estoy cansada y creo
que no huelo muy bien debajo de esta chamarra.
Una mesita de noche también funciona como una mesa auxiliar para
el sillón reclinable de la era de los setenta en un color que se asemeja a la
caca de un bebé, una especie de verde amarillento y marrón. Un televisor
muy antiguo está colocado contra la pared opuesta, con orejas de conejo,
que ni siquiera sabía que aún existían.
—No hay problema, y nos pasa a los mejores. ¿Te importa si anoto tu
número? —Pulsa el teléfono de disco de la vieja escuela. El número está
pegado al frente con una de esas etiquetas adhesivas.
—Por supuesto. Sin problema. —Me meto las manos en los bolsillos del
abrigo. No hace mucho calor aquí, pero todavía tengo calor por alguna
razón. Toma el número y guarda el papel en el bolsillo de la sudadera. Como
una ocurrencia tardía, levanta el auricular.
—Está bien, Lainey. Estás bien. Pon algo de música y disfruta del
comienzo de tu primera aventura —murmuro para mí. Encuentro mi altavoz
portátil en mi bolso, lo enchufo y pongo música alegre.
Abro uno de los armarios y me saluda una ratonera, con un ratón muy
muerto dentro que huele absolutamente pútrido. Grito, porque los agujeros
negros donde solían estar sus ojos me están mirando, y es repugnante. Me
vuelvo a tropezar y caigo sobre mi trasero en el medio de la cocina. Los
suelos son de madera tosca y me las arreglo para llenarme de astillas una
palma.
—Está bien. Estás bien —digo, por lo que se siente como la centésima
vez ya mientras me siento con una lámpara apuntando a mi palma y quito
cada astilla de madera de mi piel.
Esta mañana, cuando llamé a mis padres, les mentí, que no es algo
que hago normalmente. Pero estoy decidida a hacer que esto funcione, así
que era necesario. Les dije que me lo estoy pasando genial. Tuve que
practicar fingir entusiasmo durante diez minutos antes de hacer la llamada.
También estoy agradecida por la terrible recepción del celular. Significa que
mis padres no pueden chatear por video conmigo y ver mis ojos hinchados
o regañarme por mis mentiras.
Dos viajes en taxi, tres horas, alguna interacción humana limitada, una
cena y un viaje de compras más tarde, estoy de regreso en la cabaña. Toda
mi ropa y artículos secos están empaquetados de manera segura en bolsas,
y ahora tengo toda la tarde libre. Con nada que hacer.
Después de otros diez minutos de práctica, decido que estoy tan lista
como voy a estar. Dejo mi pequeña cabaña de una habitación y camino
en dirección a la casa de RJ.
—Hola. Justamente estaba pensando en ti. —Se frota los labios, con la
insinuación de una sonrisa jugando en ellos.
—¿Me llamaste?
Tomo un pequeño sorbo. —¡Oh! Esto es delicioso. Supongo que tal vez
no me importe la cerveza tanto como pensaba.
Niego con la cabeza. —Oh no. No soy nada deportiva. Sin embargo,
mi papá y mis hermanos siempre veían béisbol. Intentaron enseñarme a
jugar un par de veces, pero no entiendo las reglas de los deportes. Siempre
tuve la nariz metida en un libro.
—Mi papá la encontró hace varios años y pensó que sería un buen
lugar para vacacionar. Siempre he sido muy cercano con mi hermana
menor, Stevie, pero ella y mi mamá no son muy aficionadas a la pesca, así
que se quedarían en Nueva York e iríamos de viaje de chicos, lo cual fue un
buen vínculo para mí y mi hermano y mi papá. Venimos aquí todos los
veranos desde que era adolescente.
—Gracias, y sí, no fue fácil. Los días festivos y los cumpleaños pueden
ser difíciles. Siempre he sido muy cercano a mi familia, así que todavía
sentimos la pérdida.
Asiento con la cabeza. —Sí. Soy la más joven y tengo cuatro hermanos
mayores. La cena fue prácticamente un deporte de contacto en mi casa.
—Realmente no.
Tengo un nuevo amigo y se ve muy bien sin camisa, y eso hace que
mis palmas húmedas y mi acelerado ritmo cardíaco valgan la pena.
Cuando Lainey se excusa para ir al baño, me apresuro a subir las
escaleras y me pongo una camiseta. Sé que dijo lo que sea que me haga
sentir cómodo, pero sentarme sin camisa es un movimiento tan idiota.
—¿Eh? —Sacudo mi cabeza—. Oh. Sí. Todo está bien. Lo siento, estaba
perdido en mis pensamientos por un segundo.
—Guau. Creo que necesitas un espejo nuevo, porque todo lo que veo
es muy hermoso.
Ella suelta una carcajada y me despide. —Una vez, tomé una clase
de retrato y aprendimos todo sobre la proporción y la simetría del rostro. Esos
son solo mis defectos basados en lo que me enseñaron.
Una hora más tarde, estamos sentados a la mesa, con platos llenos de
bistec, papas dos veces al horno y coles de Bruselas crujientes cocidas en
grasa de tocino. Abro una botella de vino tinto y le ofrezco una copa a
Lainey.
Lainey se sienta más derecha y sus ojos se agrandan con esa emoción
que ya he visto algunas veces esta noche. —¡Oh! ¿Qué tipo de agricultores?
—Alpaca.
—¿De verdad? ¡Debe haber sido muy divertido! Son tan adorables.
—Mmm. Si. Puedo ver eso. —Sus ojos se deslizan sobre mi pecho
cubierto por una camiseta y se muerde el labio. No creo que esté siendo
tímida, solo honesta. Se aclara la garganta y se toca la mejilla sonrojada con
el dorso de la mano—. Creo que este vino se me está subiendo a la cabeza.
¿Hace mucho calor aquí?
—Y aquí estás.
—Si aún no lo has descubierto, estoy muy feliz por eso, y no solo porque
haces papas al horno dos veces increíbles.
—¿Sí, RJ?
—¿Puedo besarte?
—Esperaba que lo hicieras, así que, por favor, sí. —Ella levanta la
barbilla y cierra los ojos.
Una de sus manos vaga por mi pecho y baja por mis abdominales.
Quiero que baje, pero tan pronto como alcanza mi cinturón, vuelve a subir.
La muevo un poco para que esté presionada contra el mostrador. Si no
hubiera un montón de platos sucios esparcidos por todas partes, la
levantaría para no tener que inclinarme tanto.
Sus ojos están fijos en mi barbilla, las mejillas en llamas. —Está bien, no
necesitas hacer eso. Puedo simplemente caminar.
Sus ojos se vuelven hacia los míos y sus labios se aplanan en una línea.
Parece que está a punto de pelear conmigo por eso, así que le suelto la
muñeca y sigo adelante.
—Es peligroso a esta hora de la noche. Sé que no está oscuro, pero los
osos saldrán y tú te has tomado unas copas.
—No estoy…
—Hay cuatro dormitorios, puedes elegir el que desees. —Pero eres más
que bienvenida a dormir en mi cama… conmigo—. Ah, y para que conste,
puedes lanzarte totalmente a mí cuando quieras. No me importará en lo
más mínimo.
Ella levanta la barbilla, sus ojos muy abiertos se encuentran con los
míos. —¿Lo harías?
Ella mira hacia otro lado, una sonrisa tímida coqueteando en sus
labios. —De acuerdo. Me quedaré.
—No creo que sea necesario. Esto es perfecto. —Se apoya sobre los
codos, reprimiendo un bostezo.
—No es problema.
Al igual que la mentira que le dije sobre mi trabajo. Debería haber sido
sincero con ella, pero entonces tal vez me miraría de manera diferente.
Decido que le diré la verdad... cuando se sienta un poco más cómoda
conmigo y sea el momento adecuado.
—Sí. Todo listo. Y gracias por esto. —Tira de la manga, que casi le llega
al codo.
Salgo de la cama y me meto por el suelo hasta el baño. Una vez que
eche un vistazo a mi cabello, decido que sería mejor darme un baño antes
de bajar las escaleras, especialmente porque mi cabaña carece de agua
caliente. Mientras disfruto de las ventajas de un tanque de agua caliente en
funcionamiento, repito ese beso, la sesión de besos de anoche una y otra
vez en mi cabeza. Me pregunto si me volverá a besar así antes de irme. Eso
espero.
No tengo más remedio que volver a ponerme la ropa de ayer una vez
que termine, pero al menos estoy limpia y abrigada. Estoy nerviosa de
nuevo, sin saber cómo no sentirme incómoda mientras bajo las escaleras.
Planeo agradecerle por ser tan hospitalario, y luego regresaré a mi cabaña.
RJ está en la cocina, empujando algo en una sartén. Lleva un par de
pantalones de chándal de corte bajo y una camiseta blanca que le ciñe la
espalda. Todas mis palabras desaparecen mientras veo sus músculos
flexionarse bajo el algodón. Me gustaría ser ese algodón.
—Dormí muy bien, gracias. Siento que sea tan tarde. Esas persianas
impiden que entre toda la luz, ¿no? —Mi suéter cuelga del respaldo de la
silla, así que lo recojo—. Probablemente debería irme.
—O puedes quedarte a desayunar —sugiere RJ.
Salto antes de que pueda alcanzarme, pero cae por el borde al suelo,
salpicando nuestros pies.
—De acuerdo. Bien, si tienes algún problema esta noche, solo estoy a
una llamada de distancia. —Garabatea el número de su cabaña en una
hoja de papel, luego me atrae para un abrazo. Dejo que mis guantes
caigan al suelo y curvo la palma de mi mano alrededor de su cuello. Sé que
se va, así que también podría darme un último beso de buenas noches. Va
de suave a necesitado entre un latido y el siguiente.
Se acerca para otro beso que, una vez más, se convierte en un baile
de lenguas y una sesión de molienda.
—Si no te vas, no haré nada esta noche y nadie recibirá ningún tipo
de recompensa mañana. —Me arrastro hacia la puerta.
—Solo uno.
—Sé todo sobre la basura, mamá, y tú sabes lo que siento por las
armas. —Me estremezco ante la idea de tener que sujetar una.
—Lo sé. Pero ¿qué pasa con el spray para osos? ¿Al menos tienes eso?
—Si lo tengo.
—Okey. Bueno, eso es bueno. ¿Cómo van las cosas? Sabes que está
bien si sientes nostalgia y decides regresar temprano. Tu boleto es de
duración indefinida, por lo que puedes volar a casa en cualquier momento.
—Estoy manejando todo muy bien, y sí, sé qué hacer cuando las cosas
se ponen estresantes. Sin embargo, está bastante tranquilo por aquí.
—RJ.
—¿Cómo están todos? ¿Cómo está Mooreen? Ella debe estar lista
para tener su cría pronto. ¿El Dr. Flood vendrá a ocuparse de eso? —No es
un cambio sutil, pero funciona. Mi mamá despotrica sobre los animales y
luego pasa a cotillear sobre los vecinos. Al final me deja ir para poder volver
a lavar la ropa.
Para cuando termino la llamada con ella, ya son las dos de la tarde y
estoy cansada y hambrienta. Me como un puñado de galletas, demasiado
exhausta de estar despierta desde las cuatro de la mañana para
molestarme con agua hirviendo y haciendo fideos. El sol ya no brilla, las
nubes aparecieron mientras hablaba por teléfono, oscureciendo el cielo de
la tarde. Decido que una siesta de veinte minutos será suficiente y que tal
vez pueda pasar el resto del día, y tengo la esperanza de conseguir una
buena noche de sueño.
Inhala, exhala.
Tiene que haber una linterna en algún lugar de aquí. O algunas velas.
Renuncié a cargar mi teléfono celular ayer, ya que tengo uno de esos
servicios de operadores económicos y no he estado recibiendo la recepción
en absoluto. Aun así, no está de más ver si tiene carga, así al menos puedo
usar la pantalla para encontrar algo más confiable.
Desafortunadamente, está muerto, al igual que todas las luces de este
lugar. Una gota de agua fría me golpea en la nuca y luego otra en el brazo.
El alivio momentáneo de mi pánico se disuelve mientras tropiezo en la
extraña oscuridad como la tinta, buscando en los armarios algo más que el
paquete de fósforos que sigo usando para encender el fuego. Finalmente
encuentro un encendedor, pero todo lo que hace es encender una chispa
sin encender totalmente. Me las arreglo para encontrar una linterna, pero
parpadea una vez y se apaga.
Paso por mis sentidos: cinco cosas que puedo saborear, cuatro cosas
que puedo tocar, tres cosas que puedo oler, dos cosas que puedo oír, eso
no ayuda en absoluto a la ansiedad, ya que el trueno ocurre justo en ese
momento.
—¿RJ?
—¿Estás bien?
—Sí, todas las líneas están caídas. Las tormentas de verano pueden
ser duras aquí y podemos perder energía durante un par de días.
—Mierda. Sí, por supuesto. Ya estoy saliendo por la puerta. Nos vemos
en unos pocos minutos.
—Okey. Gracias.
—Habría estado aquí antes si hubiera sabido que era tan malo. —Se
encoge cuando las gotas de agua caen sobre su cabeza desde el techo—
. Vamos a empacar una maleta y sacarte de aquí.
Asiento con la cabeza. —Me gustaría eso.
Me meto las manos en los bolsillos para que no pueda ver cuánto
estoy temblando. RJ mete mi maleta en una gran bolsa de basura negra
antes de salir. La lluvia es tan fuerte que apenas puedo ver la camioneta,
aún en funcionamiento, a menos de seis metros de la puerta trasera.
Dejo de luchar con los nudos y dejo que él se haga cargo. Deja los
cordones y me quita los zapatos. Mis calcetines están empapados, junto con
todas las demás partes de mí, y se pegan a los zapatos, saliendo con un
sonido de succión húmeda. Estoy segura de que las plantas de mis pies están
arrugadas y el resto de mí parece una rata ahogada manchada. Mis dientes
no paran de castañetear mientras RJ me ayuda a levantarme y me
desabrocha el abrigo. Aterriza en el suelo con un ruido sordo. Su propio
impermeable amarillo se ha ido. Me estremezco violentamente y RJ me pasa
las manos por los brazos. Se siente bien, pero no sirve de mucho ya que estoy
empapada hasta los huesos.
—Por supuesto. —Me dejo caer sobre uno de los cojines y cruzo las
piernas mientras RJ hace lo mismo.
—Por supuesto.
—Creo que entiendo lo que quieres decir. —Paso la yema del dedo a
lo largo de la costura de mis mallas para tener un lugar para enfocar que no
sea el rostro de RJ, o específicamente su boca.
—No puedo decir que los culpo por querer mantener a raya a los
lobos. —Su mirada se mueve sobre mí de una manera cálida y familiar.
Aparece su sonrisa con hoyuelos. —Me alegra que pienses eso. ¿Te
sientes mejor ahora?
—No tienes que alquilar otra cosa. Puedes quedarte aquí. Cuatro
dormitorios, ¿recuerdas? Y ya estás instalada en uno de ellos. A menos que
no quieras quedarte aquí. Si ese es el caso, entonces puedo llevarte a la
ciudad y veremos qué hay disponible allí, pero esa cabaña es una mierda
total, y con una buena conciencia no puedo llevarte allí a menos que sea
para recoger tus cosas.
Joder.
—Tengo que ser honesto, me sentí mal por dejarte allí la primera
noche.
—Yo también me sentí mal por eso. —Me río de su sonrisa irónica.
—Creo que los ratones y las arañas son los más propensos a abrazar.
—Lainey se estremece—. Sí, me quedaré por ahora.
—Entonces sabes cómo dije… —Un relámpago hace que los ojos de
Lainey brillen de pánico y su rostro se ponga pálida.
—Oye, está bien. Estás a salvo. —Me muevo para poder rodearla con
un brazo.
—Es una tontería tener miedo a los truenos. —Se vuelve hacia mí, todo
su cuerpo temblando. Deslizo un brazo debajo de sus piernas y la muevo
para que esté en mi regazo.
—No. Yo no lo hice.
—¿Pero no lo fue?
—Oh Dios, Lainey, eso debe haber sido horrible. Ni siquiera puedo
imaginar qué haría que una persona hiciera eso. —Aprieto mi agarre sobre
ella mientras considero lo aterrorizada que debe haber estado. Sus ojos
están tristes y distantes.
—No pasó la prueba, así que ¿tal vez eso lo enfureció? Me pregunté
si tal vez, si me hubiera esforzado un poco más, él me habría hablado. Tal
vez, si tuviera una conexión con alguien allí, ¿eso lo habría detenido?
Probablemente sea estúpido pensar eso. Quiero decir, claramente había
algo mal en él, no estaba equilibrado, pero aun así… —Limpio sus lágrimas
mientras caen.
Ella se ve atormentada de esa manera que solo las personas que han
experimentado un trauma profundo pueden estarlo. —Esto no es...
Realmente no he hablado de esto con nadie más que con mi familia y mi
terapeuta. Es solo... no es una buena conversación. No podía hablar de eso
con mi mamá, ella no podía manejarlo.
—¿Porque hace que los recuerdos vuelvan a estar frescos? —Le froto
la espalda, sin saber realmente qué más hacer por ella.
—Siento mucho que hayas pasado por eso. —No es de extrañar que
estuviera tan aterrorizada cuando vine a recogerla. Y me doy cuenta de
que Lainey es mucho más fuerte de lo que jamás podría haber imaginado.
Sobrevivir a algo así y poder mirar la vida con tanta positividad es un milagro.
—Mis compañeros pasaron por cosas mucho peores, pero ahora
sabes por qué odio tanto las tormentas eléctricas. Siempre he estado
ansiosa, pero después de eso... Lo estoy pasando muy mal con las
multitudes, por lo que el aeropuerto fue un desafío para mí. Y estar en un
avión sin forma de escapar tampoco fue agradable. Pero utilicé todas las
estrategias que tengo para mantener la calma, y lo logré bien, y luego
estabas en el Cessna, así que eso ayudó. Debería poder manejar una
tormenta, pero a veces es difícil lidiar con los recuerdos.
—¿Hay algo que pueda hacer? ¿De alguna manera puedo ayudar
ahora?
—Estar aquí contigo me hace sentir más segura. —Pasa la mano por
encima de mi hombro y baja por mis bíceps, deslizándose por debajo del
dobladillo de la manga—. No me gusta depender demasiado de las
personas para que me ayuden a calmarme, porque no siempre es eficaz,
especialmente si esas personas no están ahí cuando la ansiedad se vuelve
intolerable, por lo que suelo hacer un ejercicio de relajación sensorial.
—¿Qué es eso?
Sus ojos buscan los míos, el labio inferior le tiembla. —Veo motas de
azul y oro cerca de tu iris cuando estoy tan cerca de ti.
—Eso depende.
—¿De qué?
—¿Estás ansioso?
—¿Acerca de?
—Sí, por favor. —Paso mis dedos por su clavícula y por sus brazos hasta
llegar a sus manos.
Llevo uno a mis labios para poder besar su nudillo. —¿Es el gusto lo
siguiente?
—¿Qué quieres probar, Lainey? —Paso las manos por la parte exterior
de sus muslos, deseando estar tocando la piel desnuda. Sé lo que quiero
probar, pero no estoy exactamente seguro de en qué dirección nos
dirigimos y me gustaría que ella me guiara.
—Tu piel. —Se inclina, la nariz rozando mi mandíbula mientras sus labios
encuentran mi garganta, justo sobre el punto del pulso. Su lengua suave y
cálida acaricia mi piel antes de besar su camino hasta mi oreja.
—Eres hermosa. —Paso mis manos por los lados de su cuello y la beso.
—Sí, por favor. —La beso de nuevo, y esta vez la contención se vuelve
innecesaria. Como todas las otras veces que nos hemos besado, es como si
alguien hubiera encendido un encendedor en un océano de gasolina. Ella
se envuelve a mi alrededor, y tengo que convencerla de que suelte su
agarre.
—Quiero saborear cada centímetro de ti, Lainey, comenzando aquí.
—Toco sus labios con un dedo y lo arrastro entre sus pechos—. Y haré una
parada aquí, antes de continuar… —Dibujo una línea hacia abajo,
rodeando su ombligo, y me detengo en la cintura de sus mallas— aquí
debajo.
—Es esto... Eres… —No sé cómo preguntar sin hacerlo incómodo. Ella
inclina la cabeza hacia un lado, frunciendo el ceño por un momento hasta
que vuelven a aparecer.
—¡Oh! ¿Crees que…? —Se muerde el labio—. No soy tan inexperta, RJ.
No hay una buena forma de responder, así que dejo caer la cabeza
y beso el costado de su cuello. —Solo quería estar seguro, y quiero que esto
se sienta bien para ti, para los dos. Déjame agarrar un condón.
—Haría eso una y otra y otra vez solo para poder ver esa expresión en
tu cara.
—¿Cuál mirada?
—Éxtasis puro.
Incluso con los desafíos que enfrenté en el mundo de las citas, salí con
un chico que tenía su propio lugar por un tiempo. Eso resultó útil para ampliar
mi repertorio sexual y poner en práctica la teoría; sin embargo, según mi
experiencia más actual, ese tipo no era tan bueno en la cama. Ciertamente
no tan generoso, hábil o bien dotado como RJ.
Nunca había tenido una aventura y sé que eso es lo que es. Él vive en
Nueva York, y yo vivo en Washington. Él tiene que administrar una granja de
alpacas, y yo tengo que terminar mi maestría y conseguir un trabajo,
eventualmente, o comenzar mi doctorado, lo que tenga más sentido.
—RJ.
—Joder, Lainey.
—Podría deslizarlo allí por un par de golpes, como dos o tres. Eso
estaría bien, ¿verdad?
—¿Estás segura?
—Una vez.
—Una vez.
La cabeza se desliza hacia adentro, ambos miramos hacia abajo, y
me aprieto a su alrededor. Es una idea tan terrible y maravillosa. Empuja otra
pulgada con un gemido bajo.
—Tú también.
—Pero no es seguro.
Me aparto de la mesa.
—Buena idea.
Hoy hace bastante calor, tan fresco como esa época entre la
primavera y el verano en Washington.
—No soy buena atrapando cosas, así que no te sugiero que lo vuelvas
a hacer.
—Okey. Lo intentaré.
—Sonríe, bebé.
Le doy una sonrisa cursi, la emoción y los nervios luchando mientras
toma una foto y rodea el capó. Me da un breve resumen de todos los diales
y perillas antes de que deslice la llave y gire el encendido. El motor cobra
vida. Me limpio las manos en los muslos, ya que me puse loción antes de salir
de la cabaña.
—Oye.
Me doy cuenta de que debe pensar que estoy ansiosa, así que sigo
sus instrucciones, pongo la camioneta en marcha y piso ligeramente el
acelerador, algo así como lo haría cuando conduzco un tractor. Me permite
sentir el acelerador y los frenos dando vueltas en el camino de entrada
abierto unas cuantas veces. Cada vez que aprieto el freno, la camioneta se
detiene con una sacudida, y las llantas escupen grava. Al principio no tiene
un propósito, los frenos de su camioneta son particularmente delicados,
pero me divierto viendo a RJ estar tan atento y preocupado, así que sigo
haciéndolo.
—Lo siento.
—Lo estás haciendo muy bien, solo necesitas tener una idea de cuán
sensibles son los pedales del acelerador y del freno. Un poco como cuando
te abofeteo. Si quiero hacerte correr rápido y duro, necesito presionar tus
botones, pero si quiero alargarlo, entonces soy gentil. Mismo principio.
Él ríe.
—¡Lo es! —Lo miro, apartando mis ojos de la carretera por una fracción
de segundos. O tal vez sea un poco más de una fracción de segundo,
porque cuando vuelvo a enfocarme en la carretera, una pequeña ardilla
roja está saltando por la acera.
—¡Oh detente!
Ella mira hacia abajo a la bolsa, una sonrisa tímida en sus labios
mientras trata de mirar dentro. Cuando lo mueve detrás de su espalda, ella
lanza su cabello rubio sobre su hombro y agarra las solapas de su chaleco.
La expresión de RJ se endurece y niega con la cabeza, apartando los dedos
de su chaleco. Su expresión cambia de amigable a irritada.
—No necesitas explicarte, RJ. Es obvio que hay algo entre ustedes. Sé
que no soy la primera mujer en compartir tu cama.
Él se encoge de hombros.
—Ella no es mi tipo.
—¿Y yo lo soy?
—No hay forma de que pudiera haber jugado bien. Habría salido de
la camioneta asegurándome de que él supiera que eras mía y que debería
retroceder de una puta vez. —RJ se encoge—. Probablemente debería
haberme detenido, ahora sueno como un imbécil posesivo. Lo que quiero
decir es que quiero ser el único por el que te pongas celosa, eso es todo.
¿Tiene sentido?
—Solo déjame dormir cinco minutos más, RJ, luego podrás tener sexo
conmigo.
—No sé. Fue algo inesperado. Necesito salir para que tenga algo de
apoyo. Así que todos lo hacen, por si acaso.
Me paso la mano por la cara, tratando de procesarlo todo.
—¿Ahora?
Su expresión es de dolor.
—No, no, lo entiendo. Tu familia te necesita, tienes que estar con ellos.
—Lainey.
La sola palabra es tanto una demanda como una súplica. Abro los
ojos y me concentro en su rostro, en el tormento en sus ojos, en los
arrepentimientos que puedo sentir creando un agujero en mi corazón en
forma de un amor que nunca experimentaré por completo aparte de estas
breves semanas.
—Lo sé.
—Lainey, yo...
—Okey.
Reprimo un sollozo.
—Yo también.
—Hablaremos pronto.
Y no puedo decirle ninguna de las cosas que planeé hoy. Como que
quisiera ir a visitarlo a Nueva York. O que creo que me estoy enamorando
de él.
Todo parece ir bien hasta que un niño de cabello oscuro me tira del
brazo. —¿Ese es el papá delfín?
Miro por encima del hombro justo a tiempo para ver qué tiene su
atención.
—Oh Dios mío. —Extiendo los brazos e intento bloquear la vista de los
niños, pero es inútil. Los delfines han decidido que ahora mismo, durante esta
costosa fiesta de cumpleaños, es un excelente momento para aparearse.
No podían esperar a que el acuario estuviera vacío. Oh no, tienen que
estúpidamente follar aquí mismo.
Una mujer menuda con cabello largo castaño rojizo y enormes tetas,
que también parece estar significativamente embarazada, aleja su
atención del gigante hombre cuyo brazo se coloca protectoramente sobre
su hombro para dirigirse a su hijo. —Cariño, no se habla de eso.
—Lo sé, cariño, pero no queremos poner celosas a las otras mamás.
No puedo creer que esta sea una conversación real, que está
sucediendo en este momento, en público. Me gustaría creer que esta
madre está bromeando, pero considerando que las declaraciones
provienen de un niño y, en general, no son expertos en mentir, tengo que
creer que lo que está diciendo es cierto. Me pregunto inapropiadamente
cómo funciona eso incluso con una mujer de su tamaño. Y luego, por
supuesto, debido a que mi cerebro es un lugar desordenado estos días,
pienso en RJ y cómo... Y como era suficiente, y cómo soy casi del mismo
tamaño que esa mujer. Corto esa línea de pensamiento de inmediato,
porque es inútil y vergonzoso.
Definitivamente es RJ.
—Dios, pensé que nunca más te volvería a ver, y aquí estás. —Dice
con esa voz profunda de barítono que hace que se me ericen los pelos de
la nuca.
—Bien. Te ves bien. —Su pulgar se desliza hacia adelante y hacia atrás
sobre mis nudillos. Se siente bien, pero también me distrae—. ¿Qué te trajo a
Chicago?
—Sí.
—Vamos a tomar una foto del equipo; solo tardarás un minuto, luego
podrás comunicarte con tu amiga. —Su mirada va de RJ a nuestras manos
unidas.
—Puedo explicarlo.
—Sí, pero…
Mierda. Olvidé que Lance todavía está aquí, viendo este tren
descarrilarse.
Alex deja caer su brazo y da un paso atrás, los ojos mirando entre
nosotros. —Lo siento, lo siento. Seguro. Liam y Lane están ansiosos por abrir
sus regalos.
—No puedo, estoy en medio de un turno. —Da otro paso hacia una
puerta que dice SÓLO PERSONAL.
No sé qué hacer con mis manos, así que me las meto en los bolsillos.
—¿Puedo llamarte más tarde para que podamos programar una cita para
tomar un café?
—Le diré a eso una mierda, Rook. ¿Quieres decirme qué está pasando
con la guía?
—Ella realmente no parece ser tu tipo habitual, o lo que solía ser tu tipo
habitual, de todos modos.
—Ella no era muy buena con la tecnología. —Me froto la cara con
una mano—. Y nunca le dije que jugaba hockey profesional.
—No. Bueno, quiero decir, sí, hubo mucho... sexo, pero no se trata de
eso.
—Pero ella no es una conejita, así que no entiendo por qué importaría
entonces. —Parece confundido más que nada.
—¿Por qué no? ¿Cuándo fue la última vez que saliste con alguien,
Rook? —Violet parece que está a punto de empezar conmigo sobre las
citas. No sería la primera vez en el último año.
Él la mira, con una media sonrisa, todo el puto amor del mundo
rezumando de ellos como malditos arcoíris. De hecho, creo que podría estar
mirando hacia abajo. —La mejor maldita noche de mi vida.
—Le dije que era un granjero de alpacas, lo que habría sido cierto si
no hubiera jugado hockey profesional.
—No, le dije que era RJ, que es como siempre me llamaba mi papá y
como todavía me llaman mi hermano y mi hermana. Así que no fue del todo
una mentira. Quiero decir, mi nombre es bastante poco común. Mierda.
Manejé todo esto mal, y ahora ella me buscará y verá toda la mierda de las
conejitas.
—Entonces, ¿era solo que no querías que ella supiera que solías dejar
que las conejitas te usaran como su consolador personal?
—Sí. Sin embargo, tengo su número, así que está bien, ¿verdad?
—Sí. Eso.
—¿Investigando de nuevo?
—Algo así. ¿Me necesitan delante? —De vez en cuando tengo que
trabajar en el mostrador de información. No me importa hablar con la gente
de tú a tú, sobre todo cuando preguntan por los animales.
—Ha vuelto otra vez, ¿no? — Cruzo las manos en mi regazo para no
retorcerlas.
—Nunca pensé que iba a volver a verlo. —susurro, luchando contra las
lágrimas—. Y acabo de empezar a ver a alguien.
Eden hace una cara. —¿Te refieres a Walter? ¿Ese chico de tu edificio?
—O tal vez sea una señal. Quiero decir, piénsalo. Consigo un trabajo
aquí, ¿y de repente necesitan a alguien especializado en comportamientos
de reproducción de delfines? ¿Cuántas personas están calificadas para ese
trabajo específico?
—Lo pensaré.
—He traído esto para ti. No sé si has recibido todas las otras cosas que
te he dejado o no...
—Lo entiendo, pero ¿podemos arreglar algo? —Su mano cubre la mía
antes de que pueda apartarla y esconderla bajo el mostrador—. Sólo... por
favor, Lainey, todo lo que quiero hacer es hablar.
—Oh. —No había considerado eso—. Sería mejor que yo viniera a ti,
entonces.
—Sí.
—¿Lo prometes?
Permanezco con la cara de piedra aparte de mi ceja arqueada.
Un hombre vestido con un traje negro, con gafas de sol, rodea el capó
del todoterreno. —¿Señorita Carver?
—¿Sí?
—Hay un todoterreno negro y un hombre con traje que dice que está
aquí para llevarme hasta ti, pero he visto suficientes programas de crímenes
para saber que no debo confiar en un hombre con traje que conduce un
coche. Peor en un hombre de traje que conduce un todoterreno con
cristales tintados.
—Gracias, George.
Mientras subo los escalones del frente, la puerta se abre. Casi espero
que me reciba un mayordomo, pero es RJ el que está de pie, esperándome.
Tiene una mano metida en el bolsillo de sus vaqueros; su camiseta negra se
extiende sobre su amplio pecho.
—Agua estaría bien, por favor. —Detesto lo aliviada que estoy por el
poco tiempo que lleva viviendo aquí, lo que reduce significativamente el
número de mujeres que también son íntimas de este espacio y de él.
—Eso no es cierto.
—Tuvo un niño.
—Lo tuvo. Está creciendo como una hierba. No piensan tener más hijos
porque fue un embarazo de alto riesgo, pero todos están felices y sanos.
—Lo siento mucho. —Y lo siento, por el dolor que soportó, por el miedo
que debió experimentar, por el peligro que pudieron correr.
—Fue duro en ese momento, pero todos están bien ahora. ¿Quieres
ver una foto de Max? Es un verdadero campeón. —RJ saca su teléfono del
bolsillo y espera a que asienta con la cabeza antes de sacar su aplicación
de fotos—. ¿Quieres sentarte aquí? Será más fácil verlos. —Acaricia el cojín
que tiene a su lado.
—Sí, Joy terminó teniendo una cesárea. Venía de nalgas y había algo
que pasaba con la placenta. No conozco todos los detalles, pero no fue un
embarazo ni un parto fácil para ella... ni para nadie, en realidad. —Hojea las
fotos que muestran a su sobrino en varias etapas durante el último año. Hay
fotos de RJ sosteniéndolo cuando era un bebé, de Max con una diminuta
camiseta de Chicago, de él agarrándose a las manos de RJ cuando da un
paso tambaleante.
—Parece que eres un buen tío. —Se me quiebra la voz y tengo que
aclararme la garganta mientras lucho por contener las lágrimas.
—No consigo verlos tanto como me gustaría ya que están tan lejos,
pero intento aprovechar al máximo el tiempo cuando estoy con ellos. Podré
pasar tiempo con ellos cuando juegue en Los Ángeles, lo cual es bueno. —
RJ cubre mi mano con la suya—. Debería haberte llevado conmigo a Los
Ángeles. Debería haber reservado dos asientos, pero mi hermano tenía
mucho pánico y no lo pensé bien.
—No me reconociste.
—Sí. Tú fuiste mi fase salvaje, y está claro que fue un terrible error —
digo bruscamente.
—No puedo estar aquí ahora mismo. Esto es demasiado. —Me muevo
hacia la puerta corredera, necesitando alejarme de él y de todos los
recuerdos y del conflicto que estoy sintiendo por él y por todo lo que sé
ahora.
Cuento todas las cosas que puedo sentir, ver, oír, saborear y oler.
Finalmente, me calmo lo suficiente como para separar mis dedos de su
camisa. Aprieto las palmas de las manos contra su pecho, su corazón late
con fuerza bajo ellas.
Me quita las lágrimas. —Lo siento mucho, Lainey. Esto no era lo que
quería. Pensé que tu silencio era tu forma de decirme que mis sentimientos
eran unilaterales.
Y lo hace, en la mejilla.
Pero por ahora estamos empatados: una mentira por una mentira.
Lainey me pidió espacio, pero teniendo en cuenta lo disgustada que
estaba ayer cuando se fue de mi casa -y lo mal que he dormido-, la llamo a
primera hora de la mañana siguiente y le dejo un mensaje de voz
preguntándole cómo está y haciéndole saber que estoy pensando en ella
antes de ir al gimnasio.
—Eh, hola. ¿Hablo con RJ? —Es una voz femenina, pero no es Lainey.
—En realidad no. Quiero decir, han tenido un par de citas, y ella piensa
que él es agradable y estable o lo que sea, pero no está realmente
interesada en él.
—¿Entonces no es serio?
—No. Todavía no, al menos. Como he dicho, sólo un par de citas, pero
creo que ella le gusta a él de verdad, y vive en su edificio, así que eso no es
lo ideal para ti.
—Es sólo que Lainey tiene muchas cosas en su plato, la mayoría de las
cuales estoy bastante segura de que no te ha mencionado, pero
definitivamente debería.
Ella levanta una mano. —Lainey dejó el último ramo aquí porque no
tiene espacio en su apartamento para más, así que creo que estás bien con
las flores.
—Vale, gracias.
—No pareces estar bien. Pareces alterada. —Las ojeras que noté ayer
son aún más pronunciadas, como si mi aparición en su vida le hubiera
quitado el sueño. No me gusta esa idea, pero supongo que puedo
entenderlo. Yo tampoco he dormido del todo bien.
—¡No! —Grita ella y luego baja la voz—. Quiero decir que tengo que
limpiar. Y yo vivo justo enfrente. Hay una cafetería al lado. Puedo
encontrarte allí en veinte minutos.
4
Jeopardy: Es un concurso de televisión estadounidense.
Como si necesitara acariciar su ego. Basándome en todo lo que he
visto en mis búsquedas en Internet que es todo lo que tengo para seguir, ya
que no tengo ni idea de dónde acaban las mentiras con él, él y un buen
porcentaje de la población femenina de Chicago saben lo increíble que es
su cuerpo.
Paso de largo y me dirijo a la cafetería de al lado. Conozco a los
camareros y siempre hay muchos clientes habituales, así que parece un
lugar seguro.
RJ agarra mi mano.
—Lo siento. Sólo estoy... celoso y siendo mezquino.
Aprieto los labios y trato de no dejar que las mariposas de mi
estómago se apoderen de mí.
RJ pone su mano en la parte baja de mi espalda, provocando otra
tormenta de mariposas. También me abre la puerta y paga nuestros cafés y
pasteles, aunque yo pido un té descafeinado porque ya tengo suficientes
problemas para dormir estos días como para drogarme con cafeína a la
hora de cenar.
Elige una mesa en la esquina y nos acomodamos en nuestros asientos.
Apenas me he quitado la chaqueta cuando dos adolescentes se nos
acercan para pedirnos autógrafos.
Durante la siguiente media hora, RJ es bombardeado cada dos
minutos por otro grupo de personas que le piden fotos y autógrafos.
Adolescentes, universitarios, hombres adultos y mujeres aduladoras que
babean groseramente sobre él mientras yo estoy sentada al otro lado de la
mesa. Es increíblemente abrumador. Y revelador.
Esta es su vida.
Esto es lo que le ocurre cada vez que sale a la calle en esta ciudad.
Es lo que conoce, y tengo que suponer que es mucho peor dependiendo
de dónde esté y de quién le rodee. Considero todas las fotos que he
encontrado desde que descubrí su verdadera identidad, y una parte muy
pequeña de mí puede entender lo difícil que sería tener una relación que
implique algún tipo de equidad.
Nunca sabrá si alguien lo quiere por su fama o por lo que realmente
es.
¿Y no es esa otra pregunta para la que no tengo respuesta?
El hombre con el que estuve en Alaska era amable, dulce y con los
pies en la tierra. Pero esto... es completamente diferente. Y esto es lo que
realmente es su vida.
Me hago a un lado, incapaz de soportar la cantidad de gente que
clama por acercarse a él, y dejo que sus fans lo acosen mientras yo observo
desde la distancia. RJ es amable, complaciente y carismático, pero puedo
percibir su frustración por el tic de su mejilla cuando más gente se reúne para
hacerse selfies.
Finalmente, una vez que todo el mundo se ha hecho una foto y él ha
firmado todos los sombreros y trozos de papel que la gente le empuja, e
incluso un par de revistas, me sonríe con dolor.
—¿Hay algún lugar que sea un poco menos público? Debería
haberme puesto una gorra de béisbol. ayuda a hacerme menos
identificable.
—Hay un parque no muy lejos de aquí. ¿Podríamos ir allí? —Ofrezco.
No puede subir a mi apartamento. Todavía no. Tal vez nunca,
dependiendo de las circunstancias de hoy.
Utilizo el baño antes de salir, y cuando vuelvo RJ tiene bebidas
calientes para nosotros en tazas para llevar.
No sé qué pensar de toda esta situación. Walter es simpático, no viaja
por trabajo y no hace una escena ni se deja acosar cuando salimos en
público. Y ha aceptado muy bien mi situación actual y mi evidente
reticencia a tener una relación.
Decido que debo ser honesta con RJ: es la única manera de saber
con seguridad cuáles son sus verdaderas intenciones. Si no puede soportar
la verdad, volverá a desaparecer de mi vida, y eso será todo.
Encontramos un banco aislado en el parque que hay al final de la
calle de mi casa. Hay padres sentados al otro lado, cerca de la estructura
de juegos, pero por lo demás está tranquilo.
—Lo siento. Probablemente debería haber sugerido que fuéramos a
un parque en primer lugar. No siempre es tan intenso, pero la temporada
empieza pronto, así que tenemos mucha publicidad. He tratado de
mantenerme fuera del radar mediático, pero ser capitán del equipo lo hace
difícil. —Estira el brazo por el respaldo del banco, con los dedos rozando mi
hombro.
—¿Puedo preguntarte algo? —Jugueteo con la tapa de mi taza,
rascando el borde para no tener que mirarle. Es tan increíblemente hermoso.
—Sí, por supuesto.
—No entiendo por qué te empeñas en perseguirme cuando podrías
tener a quien quisieras. ¿Qué soy para ti, aparte de la mujer con la que has
fingido ser otra persona durante un puñado de semanas?
—Sin embargo, esa es la cuestión, Lainey. No estaba fingiendo ser otra
persona. Sí, mentí sobre mi trabajo, pero todo lo demás era yo, tú conociste
mi verdadero yo.
—Pero ¿realmente lo hice? Porque lo que vi allí, ¿no es ese tu
verdadero yo? ¿Es eso lo que te pasa cuando vas a algún sitio y la gente te
reconoce?
—Sólo quería que alguien me viera, que me viera auténticamente, y
sentí que tú lo hacías. Nunca me sentí más yo mismo que cuando estaba
contigo.
Considero que, durante esas semanas que estuve con él, me sentí
como la mejor versión de mí misma. Me hizo sentir segura, especial e
importante.
—Tengo que decirte algo. —Agarro mi té, tratando de encontrar la
determinación para escupir las palabras.
Ya no puedo decidir si quiero que siga siendo el hombre con el que
pasé esas semanas o el imbécil mentiroso que ha vuelto a aparecer en mi
vida. Ambas cosas son complicadas por razones muy diferentes.
—Okey. Te escucho.
Me muevo, volviéndome hacia él, sabiendo que necesito ver su
reacción cuando le diga esto, porque para bien o para mal, lo cambiará
todo.
—Tengo un hijo.
—Yo... ¿qué?
No sé lo que esperaba que dijera, tal vez algo como: todavía estoy
enamorada de ti. O te echaba de menos, o que solía ser un puto payaso de
circo, pero que tenga un hijo definitivamente no estaba en mi lista de
posibilidades.
—Su nombre es Kody, con K. —Deja el té y saca su teléfono del bolsillo.
Le tiemblan las manos cuando teclea el código de acceso—. Nació el 4 de
abril, unos diez días antes de lo previsto. El embarazo fue bueno, estaba muy
sana, tuve un médico maravilloso y mucho apoyo. Aunque mi familia no
estaba contenta, realmente no podían hacer nada… —Sigue mirando su
teléfono mientras continúa hablando, como si quisiera desahogarse.
» Tardé un par de meses en darme cuenta de que estaba
embarazada cuando volví a casa. Pensaba que era un mal de amores, pero
luego no me vino la regla dos meses seguidos y fui a ver al médico, y bueno...
—Acuna el teléfono contra su pecho—. Tiene cuatro meses ahora.
De repente siento que me ahogo. También es como ser golpeado con
el caso más extremo de déjà vu en el universo. Es como la segunda parte
de Sissy, pero peor, porque he pasado seis semanas con Lainey, follando en
todas las superficies disponibles. Usamos protección.
Bueno, excepto esa vez.
Y sólo fue para una caricia, una deliciosa y asombrosamente
memorable caricia. Pero ella tuvo su período al día siguiente, así que todo
estaba bien. Y duró tres días, así que no nos retrasó mucho, si es que lo hizo.
Estoy tan sorprendido, y francamente muy asustado, que las primeras
palabras que salen de mi boca son:
—Me estás jodiendo, ¿verdad?
Un niño pequeño pasa corriendo, seguido de su madre, que me mira
mal.
—Lo siento. —Murmuro y me vuelvo hacia Lainey, bajando la voz—.
¿Esta es tu idea de una broma? Si ese tal Walter es en realidad tu novio, o,
peor aún, tu maldito esposo, el último lugar donde deberías estar es
conmigo.
No lleva anillo, y si ese bebé tiene cuatro meses, entonces ella... ¿qué,
se mudó justo el día que me fui?
Lainey me mira como si hubiera perdido la cabeza.
—Kody es tuyo.
—¿Cómo es eso posible? Usamos condones cada maldita vez. —
Tengo que luchar para bajar la voz.
—Sí. —Ella asiente con la cabeza—. Excepto…
Me acerco a ella.
—Entonces, ¿cómo carajo puede ser mío, a menos que hayas sacado
un condón usado de una papelera y lo hayas hecho tú misma?
Me levanta la mano en la cara.
—De acuerdo, eso es… absolutamente repugnante y atroz. También
es inquietante que se te ocurra algo tan ridículo sin siquiera tener que
pensarlo.
Ella tiene un punto. Además, es algo que podría ver a Sissy haciendo,
porque ella era una lunática certificable. Y ahora la mujer que pensé que
podría ser mi alma gemela es claramente una también.
Debería hacer un voto de celibato.
—¿Qué otra explicación tienes? A no ser que te haya inseminado por
arte de magia desde el otro lado del país. —Espeto.
Los labios de Lainey se afinan en una línea y me clava una mirada que
me hace sentir que mido medio metro, lo cual es bastante impresionante,
teniendo en cuenta que mi madre es la única persona que tiene el poder
de hacer eso.
—Porque usamos protección todo el tiempo, excepto la última vez.
Niego con la cabeza.
—Eso no es…
Filtro entre los nebulosos recuerdos de esa mañana. La llamada
telefónica que llegó a las tres de la madrugada, el pánico de mi hermano,
la preparación de mi vuelo a Los Ángeles y el hecho de meter todas mis
cosas en el maletín y arrancar la camioneta.
Sólo cuando estuve listo para irme volví a subir y hacer lo que
desesperadamente no quería: Despedirme de Lainey.
Recuerdo lo frenéticos que estábamos cuando nos dimos cuenta de
que habíamos llegado al final antes de lo previsto, lo intenso que había sido
el sexo, cómo terminó demasiado pronto... porque ni siquiera había
pensado en un condón.
—Pero fue solo esa vez. —Me froto la cara con una mano.
—Eso es realmente todo lo que se necesita. Yo era fértil, y tú eres
aparentemente viril. —Su tono es práctico, pero su voz tiembla de rabia—.
Intenté contactar contigo en cuanto me di cuenta. Llamé a todas las
granjas de alpacas de Nueva York pero no pude localizarte. Incluso llamé a
la cabaña, pero por supuesto nadie contestó nunca. No tenía otra forma de
ponerme en contacto contigo. Bueno, supongo que si me hubiera
molestado en ver algo más que Netflix y documentales, podría haberlo
descubierto.
Lainey agarra su teléfono con fuerza en sus manos, los labios fruncidos
como si estuviera esperando otra acusación.
Si no hubiera tenido tanta prisa esa mañana, le habría dado mi
número de móvil. Diablos, le habría dado toda la verdad si hubiera tenido la
oportunidad. La miro, la miro de verdad. Está asustada, triste, enfadada y en
guardia. Mi estómago se retuerce y cae.
—¿Tengo un hijo?
Ella asiente y le tiembla la barbilla cuando pregunta:
—¿Te gustaría ver una foto de él?
—Sí. Si. Por favor.
Con manos temblorosas, vuelve a marcar un código en su teléfono. Es
viejo, un teléfono inteligente, pero lleva tiempo funcionando. Se desplaza
por algunas fotos hasta que encuentra una que le gusta y me la muestra
para que la vea.
—Adelante, tómalo. —Envuelve mis manos alrededor del dispositivo y
se desliza un poco más cerca, su mejilla rozando mi brazo—. Es tan bonito.
Miro fijamente la carita bidimensional de la pantalla, buscando... no
sé.
¿Algo que me recuerde a mí mismo?
Se ríe ante la cámara, con el extremo de la trenza de Lainey agarrado
en su pequeño y regordete puño. Tiene el pelo oscuro de Lainey y su nariz,
pero esa sonrisa es toda mía, al igual que el pequeño hoyuelo que aparece
en su mejilla derecha.
Trago saliva, la realidad finalmente se impone. Pienso en todas las
cosas que me he perdido: todo su embarazo, su nacimiento, los primeros
cuatro meses de su vida. Lo ha hecho todo ella sola.
Y siempre ha estado muy unida a su familia; incluso cuando se
quedaba conmigo en Alaska, llamaba a sus padres al menos dos veces por
semana y pasaba una buena hora al teléfono con ellos.
Entonces, ¿qué sucedió para que viniera hasta aquí y criara un bebé,
sola?
Hay tantas preguntas que no tienen respuesta.
Excepto una: este bebé es definitivamente mío.
—¿Puedo conocerlo? —Pregunto.
Lainey se muerde el labio.
—No sé si es una buena idea ahora mismo.
—¿No sabes si es buena idea que conozca a mi hijo de cuatro meses
que no sabía que existía hasta ahora?
—¿No quieres una prueba de paternidad o algo así? —Se lleva los
dedos a los labios.
—Bueno, podría si no se pareciera a mí, y sí, probablemente sea una
buena idea a pesar de todo sólo para hacerlo todo oficial, y estoy bastante
seguro de que mi agente insistirá en ello, así que tendremos que organizar
algo, pero por ahora me gustaría conocerlo.
Lainey tiene los ojos muy abiertos y prácticamente se come las uñas.
Dejo el teléfono y tomo sus manos entre las mías.
—Por favor, Lainey. Ponte en mi lugar: ya me he perdido muchas
cosas.
Exhala con fuerza.
—Déjame enviar un mensaje a Eden. —Rápidamente escribe un texto.
Sólo tarda unos momentos en recibir una respuesta. Levanta el teléfono. En
la pantalla aparece una foto de Kody, envuelto en una manta en la cuna,
con un oso de peluche a su lado—. Ésta durmiendo.
—Está bien. No me importa si a ti no te importa.
—Le haré saber que estamos en camino.
Lainey está tranquila en el camino de vuelta a su edificio de
apartamentos. No insisto en la conversación, aunque tengo preguntas. Está
claro que ya está abrumada y no quiero empeorar la situación, ya que sólo
la pondrá más nerviosa.
Cuando estábamos juntos en Alaska, la distraía con sexo cada vez
que se ponía nerviosa. Sin embargo, todo es diferente, ella es diferente, y
ahora sé por qué.
La sigo hasta el edificio de apartamentos. Por suerte, no tenemos que
esperar mucho al ascensor. Cuando llegamos al undécimo piso, Lainey
levanta una mano y se asoma al pasillo. Se lleva el dedo a los labios,
indicando que me calle. Luego me agarra por la muñeca y me saca del
ascensor y del pasillo.
No sé por qué intentamos ser tan sigilosos como si estuviéramos
cometiendo un atraco, y no volviendo a su apartamento para que pueda
conocer a mi hijo.
Jesús.
Tengo un hijo.
No estoy seguro de cuándo ese pensamiento dejará de parecerme
completamente surrealista.
Busca en el bolsillo de su chaqueta y recupera tranquilamente la llave.
La introduce en la cerradur, la gira lenta y cuidadosamente, haciendo una
mueca cuando hace clic. Aspira con fuerza y empuja la puerta para que
entre. Me pone la palma de la mano en la espalda y me empuja hacia
delante mientras cierra la puerta.
—¿Quieres…? —Me tapa la boca con la palma de la mano y hace un
gesto de silencio.
Levanto las manos como si me estuvieran apuntando con una pistola.
Después de unas cuantas respiraciones, suelta la mano y me arrastra lejos
de la puerta.
Eden aparece en el pasillo. Las dos hacen gestos aleatorios con las
manos que no entiendo.
—¿Puede algu…?
Lainey me golpea en el pecho y me hace callar de nuevo, luego me
arrastra por el salón abierto y me empuja a la cocina. Apenas hay espacio
para mí, y mucho menos para Lainey y su amiga, en el reducido espacio.
—¿Crees que es seguro que te vayas? —Lainey le pregunta a Eden.
—Eso es arriesgado. Ya llamó a la puerta una vez, y sabes que
probablemente estará esperando a que se abra de nuevo, ya que acabas
de entrar.
—Una vez que te vayas, pensará que no hay moros en la costa.
—Exactamente.
—¿Alguien quiere ponerme al corriente de lo que está pasando?
Lainey dice: —Nada.
Eden dice: —Walter.
Me inclino a creer a Eden antes que a Lainey en este caso,
especialmente con la mirada que le lanza a Eden.
Eden se encoge de hombros
—Lo siento —dice.
—¿Es este el tipo con el que estabas hablando en el vestíbulo?
Lainey deja escapar un suspiro.
—Sí.
—¿Vive justo enfrente de ti?
Esto no es bueno. No para mí, al menos. Por mucho que no parezca
una competencia, está claro que tiene planes para Lainey.
—Sí.
—¿Qué hace, se queda en la puerta con el ojo pegado a la mirilla,
esperando que vuelvas a casa cada noche? ¿Soy el único que encuentra
esto un poco espeluznante?
—Su sala de estar está justo al lado de la puerta, y las paredes son
finas.
—O tal vez sólo es un acosador espeluznante. No me gusta esto.
Lainey cruza los brazos sobre su pecho.
—Walter no es espeluznante, ni un acosador. Es agradable, servicial y
amable.
—Entonces, ¿por qué te preocupa que escuche a Eden irse?
Lainey se frota la sien y me lanza una mirada mordaz.
—Porque me ha visto contigo y seguro que tiene preguntas. Creo que
ya tengo suficiente como para tener que lidiar con Walter esta noche.
Arqueo una ceja.
—Puedo ocuparme de Walter.
—Por supuesto que no. —Espeta Lainey.
—Pensé que no era serio.
Más vale que no sea serio. La idea incita al pánico, porque si
realmente le gusta Walter, eso significa que voy a tener que compartir a mi
hijo con algún otro tipo, y no estoy seguro de que eso me parezca bien.
En absoluto.
Lainey le lanza una mirada a Eden.
—No es... es complicado, especialmente estando tú aquí. No quiero
herir sus sentimientos, y voy a tener que explicar lo que está pasando, y me
gustaría hacerlo sin público.
—¿Debo irme? O... —Eden señala con el pulgar por encima del
hombro hacia la puerta y mira entre Lainey y yo.
Lainey suspira y asiente.
—Lo siento. Sí, muchas gracias por cuidar a Kody.
Abraza a su amiga, que me lanza una mirada que no puedo descifrar.
Me quedo atrás, medio en la cocina, medio en el salón, mientras ellas
hablan en voz baja y Eden se pone los zapatos.
El apartamento es pequeño pero acogedor y funcional. Las paredes
son de un color crema genérico y están desnudas, pero hay fotos
enmarcadas en la mesa auxiliar junto al sofá gris. Hay una cesta con
juguetes de bebé debajo de ella y una manta azul extendida en el suelo
delante. Me pregunto cuánto tiempo lleva viviendo aquí.
Lainey se encoge de hombros mientras abre la puerta con cuidado y
hace salir a Eden. Ni siquiera ha cerrado la puerta del todo cuando se oye
un suave golpe. Me mira por encima del hombro y hace un gesto con la
mano.
—¿De verdad? —digo, porque está claro que quiere que me
esconda.
No veo el motivo, porque probablemente ya sabe que estoy aquí,
pero ella dice "por favor", así que hago lo que quiere.
Por ahora.
Puedo oír los tonos bajos de una voz masculina y las respuestas suaves
de Lainey, pero no el contenido de su breve conversación. Menos de un
minuto después, la puerta se cierra con un clic. Salgo de mi escondite y
encuentro a Lainey de pie, con la mano aún en el pomo de la puerta y los
dedos en la boca.
—¿Estás bien? —Le pregunto.
Cierra los ojos y exhala un suspiro inseguro, pero asiente igualmente.
No sé qué hacer. Quiero ofrecerle algún tipo de consuelo, pero no sé
si es bienvenido o si es apropiado. Decido que la situación merece algo más
que mi silencio al otro lado de la habitación.
Me acerco a ella.
—¿Necesitas unos abrazos de tranquilidad?
Me mira, con los ojos llorosos y la barbilla temblorosa.
Abro los brazos y, tras unos segundos de inseguridad, ella se acerca a
mí, agarrando mi camisa mientras entierra su cara contra mi pecho. La
envuelvo en un abrazo y asimilo la sensación de volver a estar cerca de ella
de esta manera, de la forma en que todavía parece encajar conmigo.
Dejo caer la cabeza, respirando el aroma de su champú. Todo lo
nuestro se ha vuelto mucho más complicado, y estoy seguro de que ella
está sintiendo la dura verdad de esta nueva realidad.
—¿Está molesta? —Casi me ahogo con las palabras, pero consigo
sacarlas sin sonar como un imbécil.
Me suelta la camisa y se aparta de mi abrazo, alisando la tela con las
palmas.
—Está confundido y preocupado. Ha sido un buen amigo.
Tengo que recordarme a mí mismo que mientras yo he estado
viviendo la vida de soltero, casi célibe, ella ha estado criando un bebé, sola.
Resopla y me da unas palmaditas en el pecho.
—Ven. Deja que te presente a Kody.
Me roza y la sigo por el pasillo.
—Lo trasladé a su propia habitación hace unas semanas, porque se
hizo demasiado grande para su cuna. —Empuja la puerta y entra en la
habitación.
A diferencia del resto del apartamento, las paredes han sido pintadas
de un pálido amarillo, hay calcomanías de montañas y animales de dibujos
animados en la pared junto a su cuna. Sobre ella cuelga un móvil de
aviones, y en medio de las sábanas con temática de aviones, con los labios
entreabiertos y los ojos cerrados, hay un bulto de bebé.
Lainey mete la mano en la cuna y le pasa el dedo por la mejilla. Él
hace una mueca con sus pequeños labios, sus manos se abren y se cierran
en puños. Lo miro fijamente, tan pequeño, reciente y claramente mío. Lo
veo en la forma de su cara, en la forma de su boca.
—¿No es hermoso? —Lainey pregunta en un susurro.
Asiento con la cabeza, incapaz de encontrar palabras. Quiero
preguntar si puedo sostenerlo, pero no quiero despertarlo, sobre todo por lo
cansada que parece.
—¿Duerme toda la noche?
—De vez en cuando. —Su sonrisa es suave.
Mi mente da vueltas en un millón de direcciones diferentes.
—Puedo ayudar. Ayudaré. Sé que necesitaremos la prueba de
paternidad, pero podemos hacerla de inmediato, hablaré con mi agente,
y podemos averiguar exactamente cómo manejar esto. Mi agenda está a
punto de estar muy ocupada, pero cuando no esté viajando para los
partidos fuera de casa, estaré aquí para hacer esto contigo. Cuidaré de los
dos. Prepararé una habitación infantil en mi casa y….
—¡No! —Lainey gruñe en un tono que nunca antes había escuchado.
Una sensación de calor sube por mi columna vertebral. Una que no sé
qué hacer con ella. Puede que no esté preparado para ser padre, pero si es
mi hijo, por supuesto que voy a hacer lo que pueda para mantenerlo y
criarlo.
—Soy su padre. Soy responsable de él, igual que tú. Me ocupare de lo
que es mío.
Lainey se mueve para pararse frente a la cuna, protectora y posesiva.
—No necesitamos que nos cuiden. Hemos llegado hasta aquí por
nuestra cuenta, y no necesito que vuelvas a mi vida y la pongas patas arriba.
Ya lo hiciste una vez, ¡no dejaré que lo vuelvas a hacer!
Abro la boca para discutir, pero me corta un llanto agudo y furioso.
Levanto a Kody y lo acuno contra mi pecho. Mi corazón late con
fuerza; la ansiedad hace que se me seque la boca y me suden las manos.
—Buenos días, pequeño. Tengo el desayuno aquí para ti. —Ya tengo
la teta fuera y lista para salir.
Sus pequeños puños se agitan en el aire, su boca se abre y se cierra
mientras lo acerco a mi pecho y me acomodo en la vela. Me vuelvo a
quedar dormida, mientras se alimenta del pecho derecho. Grazna cuando
está listo para el otro lado. Primero le hago eructar y luego dejo libre la teta
izquierda. Ya estoy goteando, así que balbucea cuando se prende por
primera vez, ya que la leche sale demasiado rápido.
—Oh, dulce niño, ¿qué voy a hacer? Todos estos meses he estado
deseando tener ayuda, y ahora me temo que tengo que compartirte.
RJ, por otro lado... No puedo dejar de pensar en lo bien que me sentí,
al ser abrazada por él. Lo cual es otra complicación. Y otro motivo por el que
tiene razón, en que tenemos que hablar. Tal vez quería revivir nuestro tiempo
juntos en Alaska, cuando se encontró conmigo por primera vez, pero
ahora… Kody lo cambia todo, para los dos.
Tiene mucho dinero. Puede contratar a una niñera, hacer que alguien
se ocupe de todo por él si quiere, ¿y qué tengo yo? Este trabajo y un
pequeño apartamento. Estoy… asustada.
—¿Pero no está él, como, todavía muy interesado en ti? Y has estado
suspirando por él durante el último año. Quiero decir, llamaste a tu hijo
Kodiak, Lainey. Creo que eso le dice a todo el mundo, dónde estás con este
tipo.
—Eso no es…
Kody es mío.
Yo lo hice.
Ha estado en Los Ángeles para cursar un máster. Puede que sea más
joven que yo, pero es mujer, y normalmente puede aportar una perspectiva
que yo no tengo. Por suerte, está despierta, así que le mando un videochat.
—No tenía muchas opciones, y no pensé que fuera a ser tan malo
como lo fue. No he salido mucho, pero ha empezado la promoción de la
temporada, así que la gente está muy excitada, ¿sabes? Fue peor de lo
habitual, pero al final salimos de allí…de todos modos, las cosas son mucho
más complicadas de lo que esperaba. —Me sirvo un vaso de agua, porque
tengo la boca seca. Estoy agotado y herido.
—¿Complicadas cómo? ¿Por qué está tan inquieta? ¿Tiene novio o
algo así?
—No. Bueno, ha estado viendo a un tipo, pero no creo que sea algo
serio.
— ¿Qué? —Grita.
—Tú tampoco.
—Sí.
—No lo entiendo.
—Sí. Tal vez. No lo sé. —Me paso una mano por el pelo—. ¿Qué se
supone que debo hacer? Ayer estaba intentando volver a su vida, y ahora
soy un padre sin derechos sobre mi propio hijo. No sé cómo manejar nada
de esto.
—Ahora tienes que cortejarlos. Demostrarle que los quieres a los dos.
—¿Cómo hago eso?
—La mayoría de ellos han estado aquí desde que llegué a casa del
trabajo. Excepto los dos de arriba, llegaron hace unos minutos.
Ayuda con todas las cajas, algunas de las cuales son pesadas, según
la forma en que las venas del cuello se abultan y su cara se enrojece por el
esfuerzo. Una vez que terminamos de traer todo, se mete las manos en los
bolsillos.
—¿Es así? Porque anoche fuiste a una cita mientras Eden miraba a
Kody, y luego lo trajiste aquí y lo alardeaste delante de mis narices. Me doy
cuenta de cómo todo debe verse para él, y cómo me sentiría si estuviera en
sus zapatos.
—¿Hola?
Los productos frescos y las comidas listas para cocinar, así como una
variedad de tipos de alimentos para bebés, llenan mis alacenas y mi
refrigerador. Debo asumir que todo esto es de RJ. Ni siquiera puedo
comenzar a adivinar cuánto cuesta esto. Todo es de marca o productos
orgánicos de alta gama. Esperaba tener tiempo para ir de compras esta
noche, y ahora estoy lista para al menos la próxima semana, si no más.
Hola, Lainey, soy Rook, RJ. Yo. . . Hola. Siento lo de anoche. Estoy
seguro de que esto no es fácil para ti y tampoco para mí. No quiero quitarte
a Kody. Solo quiero ayudar ser parte de su vida y la tuya, como pueda. Te
envié un montón de cosas hoy, cosas que pensé que podrías usar. Cuando
tengas tiempo, ¿puedes llamarme o enviarme un mensaje para avisarme si
llegó todo? Espero tener noticias tuyas pronto.
—Oye.
Volví a mi peso después del embarazo, pero mis senos son dos veces
más grandes porque estoy amamantando, y mi estómago está un poco
menos tonificado gracias a lo grande que se puso Kody mientras estaba allí.
Me quedan algunas estrías como un recordatorio adicional de que soy una
dadora de vida, y no me importan en lo más mínimo.
—No quería venir con las manos vacías. —Se balancea sobre sus
talones y sonríe, haciendo ese pequeño hoyuelo que coincide con el pop
de Kody.
—¿Qué?
RJ baja su tenedor.
Kody parece no poder apartar los ojos de RJ, y se ríe cada vez que RJ
hace una mueca o le hace cosquillas en los pequeños pies. Aunque Walter
parece disfrutar de Kody, nunca se conforma con él, no así. Una vez que RJ
está sentado, lo ayudo a que se sienta más cómodo levantando su brazo
con un cojín.
—Eso parece.
Me paso la siguiente media hora abriendo las distintas cajas que envió
RJ. Hay ropa, la mayoría de la cual no le quedará a Kody por algunos meses
más, juguetes, un cochecito nuevo de primera línea por el que babeé
cuando estaba embarazada, pero sabía que nunca podría pagar. Incluso
hay una pequeña camiseta de hockey con “Bowman” y el número de RJ
en la espalda, y un oso de peluche con una camiseta a juego que es casi
del mismo tamaño que Kody.
—Lo entiendo, pero ¿no será mucho más fácil si estamos juntos en
esto en lugar de tu sola por tu cuenta? —Pregunta suavemente.
—¿De verdad?
—Trabajamos bien, juntos antes, pero todo era tan diferente, así que
tendremos que ver. Un día a la vez y todo eso, ¿verdad?
—Um, no sé cómo abordar esto sin que sea incómodo, pero hablé con
el médico del equipo sobre una prueba formal de ADN. Es bastante obvio
que Kody es mío, pero pensé que lo necesitaremos para seguir adelante, y
evitará muchos trámites burocráticos, así que cuando tengas tiempo, él
puede hacer una visita a domicilio.
—Cualquier día está bien para mí. Tengo el día libre mañana, pero no
estoy segura de sí es con poca antelación o no.
—Tengo un carro.
—Por supuesto.
—Fue lo mismo para mí, Lainey. —Sus ojos son suaves, su tono serio—.
Quiero hacer más recuerdos contigo. Con los dos.
RJ se fue hace una hora; me besó en la mejilla, lo cual fue muy
respetable y dulce. Estoy decepcionada, y de nuevo no lo estoy, porque no
creo que esté lista para explorar la química que todavía está muy presente
entre nosotros, y tal vez él podría sentir eso.
—En primer lugar, Walter no tiene por qué llamarte para delatarme…
Ella se burla.
—Eso no explica por qué estás pisoteando los sentimientos del pobre
Walter.
—¿No significa eso que tiene que viajar mucho? ¿Cómo puede
proporcionarte algún tipo de estabilidad emocional? ¿Para Kody? No me
gusta esto. Ni un poco, Lainey.
—Eres bienvenida a dar esa opinión. Todavía te amo, ya sea que elijas
apoyar mi decisión o no. Buenas noches mamá. —Termino la llamada,
esperando que la ansiedad se apodere de mí. Pero no es así. En cambio,
me siento bien por defenderme, aunque no fue fácil.
Kody se ríe en voz alta, lo que también le incita a orinar, y RJ está justo
en la línea de fuego.
—¡Oh, mierda! —RJ intenta usar su mano como escudo, pero Kody
patea sus piernas, lo que tiene un efecto de manguera de fuego suelta. RJ
mira su camisa y sus manos ahora mojadas.
—¿Te orinaste encima de papá? Lo tienes muy bien, ¿no? ¡Si lo hiciste!
¡Papá también necesita un baño, como tú!
—Pero…
Él empuja sus jeans por sus muslos, y miro hacia otro lado,
concentrándome en el baño de Kody y no en lo casi desnudo que está RJ,
o lo cerca que está de mí, o cuánto tiempo ha pasado desde que tuve
relaciones sexuales... Siendo la última vez la noche, o más bien la mañana,
en que concibí a Kody.
—Creo que puedes cuidarte bien. —Tengo mis dudas de que seré
capaz de mantener las cosas platónicas de forma segura si ayudo a RJ.
—¿Adónde vas?
—Lo sé. Solo han pasado un par de semanas y todavía tengo mucho
trabajo por hacer. . . pero amigo, tengo que decirte, tu mamá es una MILF5,
y si alguna vez le dices que dije eso, lo negaré directamente. Pero Dios, es
hermosa.
5
El acrónimo MILF, del inglés Mother/Mom/Mama I'd Like to Fuck, hace referencia a las mujeres que son
madres y se ven sexualmente deseables y atractivas.
champú en su palma y comienza a lavar el cabello de Kody—. Tu abuelo se
preocupó mucho por mí. Seré honesto, hombrecito, no siempre tomé las
mejores decisiones, especialmente cuando hice la NHL por primera vez, y
haré todo lo posible para ayudarte a hacer mejores elecciones que las que
hice. Pero tu mamá fue definitivamente lo mejor que me pasó, y tú también,
y creo que tu abuelo los hubiera amado tanto a los dos, como yo.
Las horas en el gimnasio se han convertido en una necesidad absoluta
en estos días, porque de lo contrario, no tengo forma de exorcizar la energía
reprimida e inquietante que proviene de estar cerca de una mujer hermosa
y sexy que también es la madre de mi hijo. Lainey es hermosa sin esfuerzo, y
es una madre increíble y paciente.
Luego estuvo anoche. Kody ha estado inquieto los últimos días porque
le están saliendo los dientes, y Lainey fue invadida por la falta de sueño. Me
ofrecí a quedarme y tomar el turno de la comida a media noche para que
Lainey pudiera dormir más de un par de horas seguidas. Estaba preparado
para pasar la noche en el sofá y, en retrospectiva, probablemente hubiera
sido mucho más inteligente.
—Las cajas son seguras. Y Poppy y Sunny son como el equipo Zen, la
harán sentir como en casa. —Me da una palmada en el hombro—. Voy a ir
al sauna, y tú también deberías hacerlo, si no quieres llorar como tu bebé
más tarde.
—Voy a ver cómo está. Ver lo que necesita. —Estoy a la mitad del
vestíbulo cuando me doy cuenta de que no tengo llave, y si ella no contesta
su teléfono, no puedo estar seguro de que responderá a su puerta.
—No. Pensé que me burlaría de ti con ellas. —Me indica cuál llave me
lleva al edificio y cuál al apartamento de Lainey.
Sus ojos son vidriosos y lentos para rastrear. —No deberías verme así.
Me veo horrible.
—No puedo todavía. Las náuseas están... —Su rostro palidece aún
más, los ojos se agrandan, y luego se levanta, los brazos tiemblan, las yemas
de los dedos se vuelven blancas mientras agarra el asiento y jadea
violentamente. Intenta decirme que me vaya, pero apenas puede
pronunciar las palabras antes de volver a jadear; esta vez no surge nada.
Tira del inodoro, pero los espasmos continúan atormentándola durante unos
buenos dos minutos hasta que finalmente se hunde de nuevo, con la mejilla
apoyada en el asiento.
Agarro una toalla y la mojo para poder limpiarla. Está tan débil y
agotada que no da pelea.
—¿Cuántas veces ha sucedido eso?
—No lo sé. Viene en estas horribles olas. He estado aquí desde que
llegué a casa, y eso fue antes de la hora del almuerzo.
—Pero yo...
—Estoy aquí y quiero ayudar. Déjame mostrarte que puedo hacer esto
contigo.
Ella tira de las mantas hasta su barbilla. —N-no. Me dará calor y luego
tendré que quitármelas de todos modos. Eventualmente dejaré de temblar.
No hay forma de que la deje aquí sola cuando sus dientes castañean
como si estuviera en un congelador. Doy la vuelta al otro lado de la cama
y me quito la camisa.
—Mmm. Recuerdo.
—¿RJ?
—¿Sí, nena?
Ella se retuerce un poco más en mi regazo. —No, pero hay algo duro...
oh. —Levanta la cabeza, sus ojos inyectados en sangre se encuentran con
los míos. Se cubre la boca con la palma de la mano y, por un momento, me
preocupa que vuelva a enfermarse, hasta que pregunta—. ¿Estás...?
¿Tienes una erección?
Me lavo las manos en el baño al final del pasillo, haciendo una nota
mental para llamar al ama de llaves de Lainey para que pueda entrar y
desinfectar. Lo último que todos necesitamos es que esto se transmita.
—No se siente bien, así que pensé que sería una buena idea que
viniera a recoger a Kody. ¿Cómo ha estado hoy?
—Mami no se siente muy bien, amigo, así que vamos a cuidar de ella,
tú y yo vamos a tener una noche de chicos, ¿Suena bien? —Me grita, como
si estuviera de acuerdo con este plan, así que sigo hablando—. Podemos
ver un poco de hockey, e incluso te dejaré beber toda la leche de mamá
que quieras, siempre y cuando no me delates. —Kody me hace más sonidos
de bebé y se acerca para golpearme la cara sin coordinación—. ¿Me estás
chocando los cinco?
Se abre la puerta al otro lado del pasillo y aparece Walter. Soy reacio
a admitirlo, pero no es un tipo mal parecido. De complexión delgada, casi
nervudo, todavía tiene todo su cabello, pero hay un indicio de recesión
coqueteando en las sienes, lo que significa que en unos diez años tendrá
una herradura. Sólidamente promedio, tal vez, pero eso no compensa el
hecho de que sea un idiota.
—Sólo para que lo sepas, estaré aquí, esperando el día en que toda
la diversión de jugar a las casitas desaparezca y abandones a Lainey de
nuevo.
—Lo creeré cuando todavía estés aquí dentro de seis meses. Estás en
la carretera todo el tiempo, ¿No? Jugador de hockey profesional y todo eso.
Debe ser duro para las relaciones, estar tanto tiempo lejos. Es probable que
Lainey necesite ayuda cuando no estás cerca, y estar al otro lado del pasillo
me facilita el paso. —Sonríe con ironía—. Que tengas una buena noche, RJ.
—Dirige su atención a Kody y le hace un pequeño cosquilleo debajo de la
barbilla, su fachada de tipo duro se convierte en tristeza nostálgica. —Sé
bueno para tu mamá.
Puede que me sienta mal por él, pero estoy seguro de que no lo quiero
como mi competencia.
Para cuando regresamos son más de las siete, y cuando termino con
la rutina del baño son casi las ocho, que es mucho más allá de la hora
habitual de dormir de Kody, así que tiene sentido que esté de mal humor
como el infierno. Al menos tengo la previsión de preparar un biberón antes
de su baño para poder alimentarlo de nuevo tan pronto como esté limpio,
seco y vestido con su pijama. Elijo los de temática de hockey, por razones
obvias. No hace falta mucho para que se duerma, y tengo la sensación de
que no estaré muy lejos de él.
Una vez que está en la cama, vuelvo a ver cómo está Lainey; ella
todavía está durmiendo. Su teléfono suena, así que lo agarro mientras cierro
la puerta detrás de mí, sin querer molestarla. El nombre en la pantalla dice
MAMÁ. La dejo ir al buzón de voz.
—Es RJ. Rook, amigo de Lainey... —Me estremezco un poco por eso.
No creo que me clasifique como su amigo en este momento, pero ella no
se refiere a mí como su novio, y no es como si hubiera habido muchas
oportunidades para salir con alguien. Las cucharadas accidentales en
medio de la noche realmente no cuentan.
Por mucho que apesta ser mordido por la mamá de Lainey, entiendo
de dónde viene. Y se lo digo a ella. —Con el debido respeto, señora Carver,
comprendo por qué no está contenta conmigo. Si tuviera una hija y le
pasara esto, haría todo lo que esté en mi poder para protegerla, y estoy
seguro de que no tendría ningún tipo de sentimientos cálidos hacia ese tipo,
que me doy cuenta de que soy yo en este caso.
—Bueno, no puedo decir que te equivocas acerca de mis
sentimientos hacia ti. Lainey siempre ha sido una chica especial, es
delicada...
—Lo siento, señora Carver. Por mucho que me gustaría poder pasarle
la llamada, no está bien y está durmiendo ahora mismo. Estoy seguro de que
puede entender por qué no querría despertarla.
Hay una amenaza real detrás de sus palabras. —Estoy seguro de que
es gripe y que definitivamente no está embarazada. Eso no es... eso sería
imposible. —Y eso, ahí mismo, tiene que ser la más incómoda de las primeras
conversaciones incómodas con la mujer que supongo que algún día será mi
suegra.
—¿Ah sí? ¿Y por cuánto tiempo va a ser eso? ¿Sabes algo sobre la
crianza de los hijos? ¿Quién va a estar allí cuando estés viajando por todos
lados y ella cuide a ese bebé sola?
—¿Otras esposas? —Ella chilla en mi oído—. Oh, Dios mío, ¿Se fueron?
¿Te casaste con mi hija sin siquiera pedir permiso primero?
Ahora puedo ver por qué Lainey terminó mudándose al otro lado del
país. —No, eso no es... me refiero a las esposas de los otros jugadores. No nos
fuimos. Cometí muchos errores con Lainey...
—Él también está dormido, por ahora. Pero tan pronto como Lainey se
despierte, puedo hacer que ella la llame.
—Buenos días.
Kody grita de nuevo, más fuerte esta vez, insistente. Doy un paso
adelante y pongo una palma en el pecho de RJ. Darle esta segunda
oportunidad no ha sido fácil. No he querido arriesgar mi corazón, temo que
termine roto de nuevo, pero estoy empezando a ver cuánto quiere RJ esto.
Recibió una llamada de mi madre, y eso dice mucho, por sí solo.
Kody echa raíces casi frenéticamente. —Está bien. Mami esta aqui. El
desayuno está en camino. —Se prende, y después de unos segundos tose,
así que meto mi meñique entre su boca y mi pezón, forzándolo a soltarlo. A
pesar de que bombeé, todavía tengo mucho retraso en la alimentación, así
que soy como una manguera contra incendios, disparando a todas partes.
—Lo recuerdo.
—Sigue siéndolo.
Su tono me dice más que sus palabras. —Entonces tú... ¿Qué? ¿Le
dijiste que le enviarías un mensaje de texto con las actualizaciones cada
hora?
—Ella está empacando ahora mismo. —RJ hace una mueca extraña,
una especie de vergüenza y una mirada de mierda.
Por supuesto que este es el momento exacto en que Kody decide que
quiere cambiar de pecho. Lo coloco en mi hombro y le doy una palmada
en la espalda, esperando que eructe antes de seguir adelante y hacer el
cambio.
—Sí.
—Sí, bueno, ella es la más fácil de conquistar de los dos. —Pero espero
que cuando vean la forma en que se preocupa por mí y Kody, y cuánto me
preocupo por él, se den cuenta. Que está dispuesto a enfrentarlos, y las
decisiones que nos han llevado a este punto me dice todo lo que necesito
saber.
Ha pasado mucho, mucho tiempo desde que conocí a los padres de
una mujer con la que estaba saliendo. Este no es el camino de regreso a la
escuela secundaria. Y este no es solo un escenario habitual de conocer a
los padres, porque la realidad es que no soy un chico normal. Ser un jugador
de hockey profesional en Chicago es como ser Britney Spears en Las Vegas.
No es la imagen discreta que pinté de mí mismo cuando conocí a Lainey, y
esa mentira va a ser un gran problema para sus padres. Lo que puedo
entender.
Lainey parece querer empacar todo el contenido de la habitación de
Kody, así que finalmente admito que ya he convertido una de mis
habitaciones en una guardería y ella solo necesita lo básico.
Deja de llenar una bolsa con ropa y crema para pañales y me mira
con incredulidad. —¿Cuándo tendrías tiempo de montar una habitación de
bebé? Has estado aquí más de lo que has estado en casa durante las
últimas dos semanas.
Me gustaría discutir con ella, pero puedo ver que no podrá relajarse
hasta que el bolso también esté empacado. Y sé sin que ella tenga que
decir una palabra, que no confía en mí para empacarlo sin su supervisión.
Tan pronto como llegamos, hago que Lainey se siente. Luego busco
el café del aeropuerto más cercano y le agarro una botella de agua, un té
de menta y un bagel con mantequilla para que pique mientras esperamos.
Puedo ver, en solo ese abrazo, lo mucho que realmente les importa,
incluso si a veces ese amor ha sido asfixiante para ella. Y lo entiendo, porque
Lainey se muestra delicada a veces, cuando en realidad su inocencia y
sentido de la aventura son exactamente las cosas que la hacen más fuerte
y resistente de lo que la gente cree. Y si eso no es lo suficientemente
convincente, entonces el hecho de que vino a Chicago para criar a un
bebé por su cuenta debería bastar.
—Está bien.
—No hice esto porque quisiera alejarlo de ti, Lainey, lo entiendes, ¿no
es así? Lo hice porque quería que vieras que me preocupo por los dos y
quiero ser parte de su crianza. Juntos o separados, él siempre será nuestro.
—¿Acerca de?
—Sé que es así, pero también puedo entender cómo se hizo más difícil
decirme cuanto más tiempo estuvimos juntos. Y seré honesta contigo, no sé
cómo la versión pasada de mí habría manejado todo eso, porque muchas
cosas han cambiado. —Ella exhala un suspiro tembloroso—. Y lamento no
haberte hablado de Kody de inmediato.
—Si quieres quedarte aquí, puedes. —No quiero presionar a Lainey por
más de lo que está dispuesta a dar.
Ella mira por encima del hombro, el labio atrapado entre los dientes,
luciendo tímida y nerviosa. —No. Quiero decir, ¿y si quiero quedarme aquí
contigo?
Lainey se ríe. —Soy una mujer de veintiséis años y una madre. Creo
que todos sabemos que no soy la niña inocente que le gustaría fingir que
todavía soy. Y he echado de menos cómo se siente mi corazón cuando
estás cerca de mí, así que, por favor, ten cuidado esta vez.
—Ella lo hace, pero saca leche para que él pueda tener biberones
cuando está en la guardería. También significa que puedo participar en su
alimentación y ella puede tomarse un descanso cuando lo necesite.
Frunce el ceño, los ojos entrecerrados y todavía fijos en mí. —¿Es eso
parte de tu plan? ¿Casarte con mi hija?
Me siento como si estuviera parado al borde de un acantilado,
esperando ser empujado por el borde. Trago la horrible ansiedad. —Si voy a
ser cien por ciento honesto usted, entonces sí, eventualmente, con su
permiso me gustaría pedirle a Lainey que se case conmigo, si llegamos a un
punto donde eso es algo que ella quiere.
Ellos ven, tal vez de una manera que no lo habían hecho antes, lo
increíblemente competente e independiente que se ha vuelto Lainey.
También puedo ver la sobreprotección en acción y entiendo mejor por qué
Lainey vino a Chicago.
Una vez que Lainey está de vuelta en sí misma, decido que una buena
manera de ayudar a que sus padres vean que Lainey tendrá apoyo cuando
estoy de viaje es invitar a mis compañeros de equipo y sus familias a una
cena. En teoría, parece una gran idea, la realidad es un poco diferente.
Los mayores, que corren menos riesgo de caerse por las escaleras o
de meterse objetos peligrosos en la boca, están en el patio trasero con Alex
y Miller, jugando al hockey, por supuesto.
La mamá de Lainey está en la cocina dando órdenes a Lance y
Randy, quienes actualmente usan delantales y parecen demasiado
asustados o desconcertados para hacer algo más que seguir sus
instrucciones. Veo de dónde saca Lainey su lado mandón en la cocina.
Violet está de pie justo afuera del área acordonada donde están los
bebés, hablando animadamente con Simon y las esposas. Eso podría ser
algo bueno o malo, ya que prácticamente cualquier pensamiento de Violet
sale de su boca sin filtrar.
—Es muy divertida, ¿no es así? —Simon inclina la botella hacia atrás y
toma un trago.
—¿Estás seguro?
—Son como una segunda familia. Lainey nunca estará sola, incluso
cuando tenga que viajar, tendrá gente en la que pueda confiar.
—Puedo ver eso, y por más difícil que haya sido darle espacio e
independencia, está claro que ha sido bueno para ella. Eres bueno para
ella. —Lo dice casi a regañadientes pero con una sonrisa que me dice que
finalmente lo estoy conquistando.
Dos días antes de que los padres de Lainey estén programados para
volar a casa, Elaine anuncia que Lainey y yo tenemos que salir en una cita.
—Es maravilloso que ustedes dos estén tan involucrados con Kody,
pero dennos a los abuelos una noche con él y vayan a divertirse. Lleva a
Lainey a una buena cena y al cine.
Uno de los mayores desafíos hasta ahora es encontrar tiempo para ser
adultos sin interrupciones. Así que aprovechamos la oportunidad que se nos
ofrece. Me pongo un par de pantalones negros, una camisa abotonada y
una corbata mientras Lainey les da a sus padres un resumen de todas las
necesidades y deseos de Kody, incluido un resumen de posibles escenarios
atípicos, hasta que Elaine levanta una mano y le dice que está bastante
segura de que puede soportar una noche con su nieto pequeño y no salir
corriendo.
—¿Eh? —Ella nunca usa mi nombre de pila, así que debo haberme
perdido algo.
Los ojos de Lainey se mueven hacia abajo, y ese rubor que tanto he
echado de menos colorea sus mejillas. Ella agacha la cabeza.
—No me has visto desnuda en un tiempo. Nada es igual aquí abajo.
Soy muy consciente de que Kody no está aquí para actuar como un
adorable bloqueador de pollas, que estamos muy, muy solos, y toda la
tensión que me ha estado volviendo loco parece canalizarse directamente
hacia mis pantalones.
Lainey empuja sus caderas contra las mías y gime suavemente. Sus
dedos se deslizan en mi cabello y se pierden, su lengua se desliza para
enredarse con la mía.
—¿Habitación? —Pregunto.
Una vez que sus pechos están libres, mi resistencia cae en picado y le
advierto que estoy a punto de correrme. Y tan pronto como lo hago, es
como si finalmente hubiera saltado del tren de velocidad sexual, capaz de
concentrarme de nuevo.
Dedico atención a sus pechos, 100 por ciento cautivado con ellos y el
hecho de que la mayor parte del tiempo no me permite acercarme a estas
bellezas.
—Yo también.
—¡Walter! ¡Hola!
Los ojos de su “cita” Ursula se agrandan, y ella lo mira, tal vez un poco
confundida. Él aprieta su hombro y ella hace una mueca. —Salimos a cenar,
¡y ahora vamos a ver Jeopardy! —Gira la cabeza para mirarla—. ¿No es así,
Ursula?
—Uh, ¿sí? —Sus ojos se mueven de un lado a otro entre Lainey y yo, y
luego levanta las cejas—. Dios mío, ¿este es tu vecino? ¿El que vive al otro
lado del pasillo?
—¿Qué es?
—Las prácticas son bastante relajantes, por eso quiero que vengas. Sé
que la idea de la arena te asusta, pero no será una locura como lo es
durante la temporada regular. Incluso los juegos de exhibición no son tan
concurridos. Yo solo. Quiero que veas cómo es, para que te acostumbres. Y
te prometo que será divertido. —Se ve tan nervioso y esperanzado.
—Creo que sería una gran idea para Kody, y para mí ir y estar en una
práctica.
Se suaviza las manos por la parte exterior de los muslos y se muerde los
labios. Sin embargo, no es sexual; se trata de nervios.
—Ella realmente lo es. —Por mucho que no me guste estar lejos de él,
me encanta que haya alguien con quien me sienta cómoda cuidando de
él.
—¿Tu qué?
—Pero tendré que traerlo aquí todos los días antes de ir a trabajar.
—Es un gran paso, pero tiene más sentido, ¿no crees? Ya te echaré
de menos a ti y a Kody cuando esté de viaje, y cuando esté en casa quiero
estar contigo. Esperaba que tú quisieras lo mismo.
—Será como Alaska, excepto que ya tienes amigos aquí, y una vez
que vengas a practicar, conocerás mejor a las chicas. No tienes que decidir
ahora. Solo quiero que sea más fácil para nosotros pasar tiempo juntos,
como familia y como pareja. Piénsalo, ¿de acuerdo?
—¿Es enserio?
—Oh, sí, estaba tan triste. —Sunny acaricia el trasero de su bebé y sus
tres chicos rubios corren delante de nosotros, junto con los hijos de Violet y
Poppy.
—Más loca que yo, incluso. —Dice Violet—. De todos modos, Rookie
se calmó inmediatamente después de eso. Y luego, cuando Alex se retiró,
asumió el papel de capitán, y desde entonces ha estado bastante
castigado. Es difícil meterse en problemas cuando todos tus amigos tienen
hijos y esposas.
Estas son todas las cosas que necesito escuchar, me doy cuenta.
Confirma una vez más que el hombre que conocí en Alaska y el que regresó
a mi vida recientemente no son diferentes en absoluto. Es solo su trabajo que
no es lo que pensé que era.
Los juegos de exhibición comienzan, hay más gente que la que asiste
a la práctica, pero he descubierto que no tengo que entrar a la arena de la
misma manera que todos los demás. Tengo la opción de sentarme detrás
del banco o en uno de los palcos privados.
—Gracias. Desearía estar ahí contigo. —Pasa una mano por su cabello
mojado. Según los muebles, está en su habitación de hotel.
—¿Esa es mi camisa?
—Debería empezar a traer algo tuyo a los partidos fuera de casa, tal
vez uno de tus camisones.
—En el bar. Quería llamarte, tal vez ver si necesitas una distracción
sensorial. —Se acomoda en su cama, el pecho desnudo aparece a la vista,
una toalla envuelta alrededor de su cintura.
—Eso podría ser un poco difícil considerando que estamos en
diferentes estados. —Me subo a la cama.
Los dos llevaron a Kody y Max, su sobrino, de compras una tarde, que
fue súper dulce. Hizo que RJ usara una gorra de béisbol, no inspirada en
Chicago, y le dijo que si hacía una escena ella lo dejaría con los dos niños.
Solo tenía tres días libres antes de tener que irse para otro tramo de
juego fuera de casa, así que su familia regresó a Los Ángeles y yo me quedé
y disfruté un rato con mis padres y hermanos.
—Es una lástima que Rook tenga una cláusula de no canje; estoy
bastante seguro de que sería una de las mejores opciones para cualquier
equipo nuevo. También se habla de que Alex Waters está buscando ser
entrenador, y esos dos son amigos, ¿no es así?
Lo suelto para poder ver su rostro. Sus ojos tienen ese brillo revelador,
como si estuviera luchando contra sus emociones, pero perdiendo. Me
siento en la mesa lateral junto a su silla y él toma mi mano entre las suyas.
—Rook es un buen partido para ti. Eres mucho más… confiada con él.
O tal vez siempre lo fuiste, y él simplemente saca eso en ti mejor que nosotros.
—Papá…
Me río un poco de eso. —El más joven es siempre el más salvaje, o eso
he oído. Solo estoy sembrando mi avena.
—Sí. —Lo veo en todo lo que hace por mí y por Kody. Lo siento en su
amor.
—Podrías intentar aprovecharte de esa debilidad, Lainey. —Me hace
un guiño y me río.
Kody chilla, así que lo aparto de mi padre y presiono mis labios contra
su sien.
—Te has ido más tiempo con los partidos fuera de casa. —Señala
Lainey.
—Sí, pero la casa se sentía vacía. Ya no se siente que este en casa sin
ustedes dos en ella.
Es la primera vez desde que ella y Kody se mudaron que no han estado
en casa para recibirme después de una temporada fuera de casa, y
finalmente entiendo por qué mis compañeros de equipo siempre están tan
ansiosos cuando llegamos a la pista de aterrizaje en Chicago.
Lainey sonríe suavemente. —Fue genial estar con ellos durante las
vacaciones. Yo creo que todos necesitamos de eso, pero es bueno estar en
casa. Estoy más tranquila cuando estamos todos juntos.
Beso su sien. —Lo entiendo. Es como me siento cada vez que entro por
la puerta después de estar fuera, como si estuviera completo de nuevo.
—Así que Randy pensó que sería divertido salir esta noche, y Alex tiene
algunas conexiones en Velvet Room, así que alquiló una de las salas
privadas para una fiesta esta noche.
—Ya hice arreglos para eso. Miller se ofreció a que todos los niños
fueran a su casa. Kristen ha aceptado ayudar, y las niñeras de Lance y Miller
van a pasar el rato y tener una pequeña celebración.
—No hay mejor momento que el presente para probar algo nuevo,
¿verdad? —Cruzo los dedos para saber que es algo que está dispuesta a
hacer.
—¿Sí?
—Sí.
Una hora más tarde, Lainey está recién duchada, lleva una camisa
holgada de botones y jeans, y está cargada con una pila de vestidos. Los
agregué a su guardarropa esta semana con la ayuda de las habilidades de
compras en línea de Stevie.
—Los bebés y los novios deben ir por la parte de atrás. Esta es una zona
solo para castores adultos. Nos vemos en unas horas. —Y con eso me cierra
la puerta en la cara.
A las siete y media, todos los bebés duermen en sus diversas cunas y
corrales, y los niños más grandes se acurrucan en el pequeño cine de Sunny
y Miller con palomitas de maíz y vasos de jugo a prueba de derrames, así
que salimos a cenar.
Ella puede manejar el pub muy bien, pero le tomó un par de veces
antes de que se sintiera cómoda incluso allí. Cuando se trata de juegos,
generalmente se sientan en el palco en lugar de en los asientos normales
porque no es tan abrumador, y esto… bueno, esto es un millón de veces
peor que eso.
—Todas las chicas han pasado por esto antes, se las arreglarán. Ahora
sonríe y tómate algunas selfies con tus fans.
Alex les grita a todos que se calmen y se tomen las cosas con calma
mientras la horda de fanáticos continúa creciendo. La seguridad parece
haber finalmente encontrado su camino hacia el margen de la multitud en
constante expansión, y sacan a la gente del camino, tratando de despejar
la congestión.
Cuatro chicas hacen esa extraña cara de pato y toman un millón de
selfies con nuestro grupo detrás de ellas y sus flashes encendidos,
cegándonos a todos colectivamente. Parpadeo a través de los puntos en
mi visión a tiempo para ver a los paramédicos pasar corriendo en la misma
dirección en que fueron las chicas. No tengo ni idea de cuánto tiempo
hemos estado atrapados aquí, firmando servilletas y tomando fotos.
—No sé.
—Lo siento mucho. Podemos irnos a casa. No pensé que fuera a ser
tan intenso. Lo siento mucho.
—Pensé que esto iba a ser demasiado para ti, y luego me dejarías.
Mantiene sus brazos sobre mis hombros, pero se inclina hacia atrás, lo
que me obliga a levantar la cabeza.
—No te he preguntado…
Stevie se ríe.
—No creo que ustedes dos viviendo juntos en Los Ángeles sea bueno
para ustedes.
—Whoa. ¿Qué? ¿Te mudas con tu novio? ¿Qué demonios? ¿Por qué
no sé sobre esto? —Stevie generalmente me cuenta todo, incluso las cosas
que probablemente no quiero saber.
—Porque en realidad no sé si va a suceder. —Stevie le da un golpecito
a nuestra mamá en el hombro—. Necesito saber cuáles serán mis planes de
verano, y debes dejar de arrastrar tu trasero, porque estoy apostando por
un compromiso corto para que tú y Lainey puedan estar ocupados
haciendo más bebés para que los ame.
—Hola.
Una vez que está libre, se tira al suelo y comienza a revisar el contenido
del bolso de Lainey, lo cual estaría bien si no intentara meterse todo en la
boca como si fuera comida.
—Dale eso a mami. —Lainey se quita un bálsamo labial de sus dedos
regordetes. Él grita su disgusto hasta que ella lo reemplaza con un disco de
hockey blando.
Inmediatamente va a su boca.
Extiende las manos y mueve los dedos. Están pintados con los colores
de Chicago.
—Eso suena bien. Puedes darle las gracias a Violet por las horas de
incomodidad que enfrento como resultado, ya que tengo que esperar
hasta que Kody esté en la cama para tener esa experiencia.
Hace una mueca y mira por encima del hombro hacia donde Kody
está jugando felizmente, sin meterse en problemas.
Me río.
—Me gustaría eso. —Ella desliza sus manos por mi pecho con un suave
suspiro, luego da un paso atrás, consciente de que si seguimos tocándonos
y burlándonos, nos estaremos preparando para algo rápido y sucio más
tarde, y eso no es parte de mi plan para esta noche.
—No es tan malo. Solo tengo algunas opciones que quiero discutir
contigo.
—Okey. —Ella mira a Kody. Está masticando un libro, así que vuelve a
concentrarse en mí.
Ella asiente.
—¿Pero por qué harías eso? Eres el capitán del equipo y te encanta
estar aquí.
—Pero estos tipos son como tu familia. Tienes años con ellos.
—Los extrañas.
—No todos esos. —Enrollo mis manos sobre sus rodillas—. Alex y Violet
se van a Seattle.
—¿Ellos se van?
—Un rato.
—Es un gran cambio, RJ. —Ella enlaza sus manos detrás de mi cuello,
sus dedos se deslizan por el cabello en mi nuca.
—Solo para uno de nosotros. Tú eres quien ha tenido que lidiar con la
mayor cantidad de cambios entre nosotros. Mira, Lainey, esas seis semanas
que pasamos en Alaska fueron las mejores que había tenido en toda mi vida,
y el año que siguió fue oscuro sin ti. Tenerte de vuelta, enamorarme de ti de
nuevo y Kody por primera vez, me ha convertido en un mejor hombre. —
Aprieto mis manos detrás de su espalda para poder sentirme anclada.
Lainey me atrae para un beso que dura hasta que Kody viene detrás
de mí y abraza mi pierna, recordándome que tenemos unas horas antes de
que podamos celebrar esta decisión en privado.
—Lo tengo. Disfruta tu té, bajaremos en unos pocos minutos para darte
las buenas noches.
Doy la vuelta a la caja entre mis dedos y llevo a Kody escaleras abajo.
Lainey está escondida en la esquina del sofá, leyendo una revista.
Dejo a Kody en el suelo y sostengo la pequeña caja, atada con una
cinta blanca.
Lo aparto de su boca.
—Llévaselo a mami.
—Hola, cariño, parece que estás listo para ir a la cama. ¿Quieres que
venga mami y te arrope?
Kody agarra la caja azul pálido, así que le doy las piezas y lo dejo en
el suelo. Se deja caer a mi lado, no es el mejor compañero, pero ni siquiera
tiene un año, así que puedo dejarlo un poco holgado. Junta las dos piezas
y chilla de alegría.
—Los amo, Lainey, a los dos, mucho. Pensé que esas semanas en
Alaska contigo fueron las mejores de mi vida, pero estaba equivocado.
Cada día contigo a mi lado es mejor que el anterior, y te prometo que
pasaré el resto de mi vida amándote; todo lo que tienes que hacer es decir
que sí. ¿Te casarías conmigo?
—Ella necesitaba algo para algún tipo de evento, pero regresaste con
las manos vacías.
—Pensé que era solo una excusa para que ustedes dos pasaran un
tiempo juntos.
Me río.
—No entiendo.
—Mmm. Mentira por mentira. Creo que hemos terminado con eso,
¿no es así?
—Muy listA.
—Eres un prometido sexy, pero vas a ser un marido aún más sexy.
Ella tira de mi boca hacia la suya, lamiendo por dentro con un gemido
bajo, en parte porque la estoy llenando, pero también porque le encanta
besarme después de que me pongo sobre ella. Por dulce y protegida que
fuera Lainey, es una aventura dentro y fuera del dormitorio, especialmente
en estos días.
— Te amo.
Mi hermano tiene razón: nos vamos a Hawái en dos días para un viaje
de una semana. Los abuelos se ocuparán de Kody y disfrutarán de Alaska y
la cabaña.
—Estaré listo para irme en quince minutos. —Le digo a Kyle antes de
terminar la llamada.
Lainey se levanta y yo gimo por el aire frío que no se parece en nada
a su cálida y húmeda suavidad.
—Para siempre.
—Para siempre.
RJ
Tuya
Lainey
—Estuvo aquí todo el tiempo. —Debe haberse caído al suelo y
terminar debajo de la cama.
—¿Qué es eso?
Solo tiene quince meses, pero lo hizo todo temprano, y lo digo en serio.
Desde sus capacidades físicas hasta sus palabras, este niño se ha ganado el
premio gordo genético. Tiene el increíble cerebro y determinación de su
madre y mi tamaño y atletismo. Va a tener el mundo en la palma de su
mano, especialmente con una madre como Lainey para mantenerlo a raya.
—Oh, Dios mío, necesitas ver esto. —Me hace un gesto y gira el
monitor de vídeo para que pueda ver.
—No lo soltó cuando lo acosté, quería dormir con él. Ahora supongo
que sabemos por qué.
—¡Mía!
—Está bien, todos mis votos de hoy incluyen a Kody. —RJ lo levanta y
yo lo abrazo, rodeando a Kody con mi brazo también.
Sigue jugando con las flores en mi cabello mientras el cura nos pide
que digamos nuestros votos, y le da a RJ en la nariz más de una vez cuando
lloriquea.
(ALL IN #2)
Sebastian y Kidlet, gracias por ser un sistema de apoyo tan increíble, por
amarme y por darme la oportunidad de seguir mis sueños. Soy muy
afortunada de tenerlos a los dos.
Kimberly, eres mucho más que una agente. Muchas gracias por el tiempo,
el cuidado y la energía que pusieron para ayudarme a asegurarme de que
este era el mejor libro posible y por ayudarme a encontrar el hogar perfecto
para esta historia. Es un honor trabajar contigo y llamarte mi amiga.
Lauren, Lindsey y todo el equipo de Montlake, gracias por hacer de esta una
experiencia tan increíble y satisfactoria desde el concepto hasta la
publicación. Ha sido una alegría absoluta llevar este proyecto a buen puerto
y no puedo esperar al siguiente.
Deb, realmente no hay palabras para lo mucho que te amo. Gracias por
estar siempre ahí y por hacer de mi mundo un lugar mejor con tu amistad.
Leigh, gracias por tener siempre palabras de aliento cuando más las
necesito y por ser una amiga tan fabulosa e inspiradora.
Gran amor a mi familia por ser mis mayores fans y animadoras. A veces me
mortifica que leas mis palabras, mamá, pero gracias por estar tan orgullosa.
Tengo tanta suerte de tener tu amor.
Sarah P., todo es siempre tan perfecto contigo. Eres mucho más que una
asistente personal: eres una amiga y no podría hacerlo sin ti. Hustlers, su
positividad y entusiasmo son tan contagiosos, muchas gracias por todo su
amor y apoyo.
Amor sin fin por Nina por todo el tiempo, la energía y la loca organización
que requiere para ayudar a lanzar un libro.
Jenn, Sarah, Brooke y el equipo de SBPR, gracias por ser tan asombrosas y
por asegurarse de que las cosas funcionen sin problemas cuando yo no
puedo. Me encanta que sean parte de mi tribu.
Gel y Sarah, hacen un trabajo gráfico tan bonito, gracias por compartir
conmigo su talento.
Lectores, blogueros y programadores de libros: gracias por ser tan
apasionados por la palabra escrita y por compartir su amor por la lectura y
las historias, por emocionarse conmigo y por compartir esa emoción con
esta increíble comunidad.
Gracias a mis amigos escritores en esta comunidad que siempre se animan
unos a otros. Soy muy afortunado de ser parte de un grupo tan increíble de
emprendedores. Deb, Leigh, Tijan, Kellie, Ruth, Erika, Susi: Me inspiran con su
pasión y dedicación y continuo apoyo inquebrantable. Las adoro a todas
ustedes. A mis amigos de la vida real que saben lo que hago y lo entienden:
Marine, Julie, Kathrine, Laurie y Jo, gracias por recordarme que hay un
mundo fuera de mi cabeza y asegurarse de que salga a tomar aire de vez
en cuando.
La autora de bestsellers de NYT y USA Today, Helena
Hunting, vive en las afueras de Toronto, con su
familia increíblemente tolerante y dos gatos
moderadamente intolerantes. Escribe romance
contemporáneo, que va desde la New Adult Angst,
hasta la comedia deportiva romántica.