La Dama de Las Camelias
La Dama de Las Camelias
La Dama de Las Camelias
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LA DAMA
DE
LAS CAMELIAS.
LA DAMA
DE LAS
CAMELIAS
POR
TRADUCIDA AL CASTELLANO
CUARTA EDICION.
MADRID: BARCELONA :
LIBRERÍA ESPAÑOLA , EN EL PLUS ULTRA,
calle Relatores, 14. Rambla Centro, 15.
1861 .
Es propiedad del Editor.
Barcelona. - lap . de Luis Tasso , calle del Arco del Teatro, callejon entre los números 24 y 23. -1861 .
83201dar
PROLOGO.
-eye
haya conseguido .
Despues de esta narracion que pocos ignoran , ¿ necesi-
ta el editor que hoy ofrece vertida al castellano la obra
1001061884
PRÓLOGO.
DE LAS
CAMELIAS.
CAPITULO PRIMERO .
-Gracias , caballero .
сосут
LA DAMA DE LAS CAMELIAS. 15
CAPITULO II.
12
16 LA DAMA DE LAS CAMELIAS .
aquel padre hácia Margarita, que todo otro lazo del corazon ,
diferente del que á ella le unia , le hubiera parecido un
incesto , y jamás la dijo una palabra que su hija no hubiese
podido oir .
Lejos de mí el pensamiento de hacer de mi heroina otra
mujer de lo que era.
Tan solo diré que mientras permaneció en Bagneres , no
la fué difícil cumplir la promesa hecha al duque , y la cum-
plió ; pero una vez de regreso en París , Margarita , acos-
tumbrada á la disipacion , á los bailes , y hasta á las orgías ,
CAPITULO III .
Manon á Margarita ,
Humildad.
CAPITULO VI .
La Vazquez Rambla31
ARMANDO DUVAL .
LA DAMA DE LAS CAMELIAS. 33
Me apresuré á tranquilizarle .
-Conocí de vista á la señora Gautier , le dije ; su muerte
me causó la impresion que causa á un jóven la muerte de
una mujer hermosa á quien se alegraba de encontrar . Queria
comprar alguna cosa al venderse sus muebles , y me enca-
un cumplimiento vulgar .
-Teniais razon , caballero . Esa jóven era un ángel . To-
mad , me dijo , leed esta carta .
36 LA DAMA DE LAS CAMELIAS .
Sabaud y soluc
LA DAMA DE LAS CAMELIAS . 41
CAPITULO V.
--¡Mucho!
Estos muchos iban á veces acompañados de sonrisas inca-
paces de dejar duda alguna sobre su significacion .
-
–Y bien , ¿quién era esa jóven? continuaba yo .
- Una buena jóven .
-¿Y nada mas?
--¡Cáspita! Si; tenia mas talento y quizá mas corazon que
las otras .
-¿Solamente?
¿Y ella?
-Tambien le amaba mucho , segun dicen , pero del modo
-¿Cuidais de ella?
que era una desenvuelta esa mujer . Y dicen que era muy
linda . ¿La conocisteis?
-Sí.
traen ellos mismos sus flores ¡ y mirad que flores ! que con-
sideran como un entretenimiento á los por quienes dicen
que lloran , que escriben en sus tumbas unas lágrimas que
nunca han derramado , y que vienen á ser exigentes por un
quitame allá esas pajas ! Podeis creerme , señor ; yo no co-
nocia á esta señorita , ni sé lo que ha hecho: ¡ pues bien! yo
la quiero , y cuido de ella , y la doy las camelias tan ba-
ratas como puedo . Es mi muerta favorita . En cuanto á nos-
otros nos vemos asaz obligados á querer á los muertos , pues
estamos tan ocupados , que apenas tenemos tiempo para
querer otra cosa .
Margarita?
-No solo estoy convencido de ello , sino que apostaria á
que su deseo de cambiarla de sepulcro es el deseo de vol-
verla á ver .
-¿Qué decís?
-Las primeras palabras que me dijo al venir al cemen-
terio fueron : ¿Qué hacer para verla otra vez? Esto no podia
verificarse sino por medio de un cambio de sepulcro , y yo
le enteré de todas las formalidades que deben cumplirse
para obtener este cambio , pues ya sabeis que para trasla-
dar los muertos de un sepulcro á otro , es preciso recono-
7
LA DAMA DE LAS CAMELIAS . 51
CAPITULO VI .
-¡Qué imprudencia!
-Es preciso .
-¿Urge mucho lo que teneis que hacer?
quilidad .
Me recibió con una sonrisa y me tendió la mano .
Sus bugías habian ardido hasta el cabo, y antes de salir ,
LA DAMA DE LAS CAMELIAS. 55
Armando tomó una carta muy larga dirigida á su padre , y
piedra .
A este ruido Armando retrocedió como herido ' por una
conmocion eléctrica, y me estrechó la mano con tanta vio-
lencia que me hizo daño .
-¿La reconoceis?
-Sí, contestó sordamente el jóven .
CAPITULO VII .
MARGARITA .
LA DAMA DE LAS CAMELIAS. 65
Cómica,
La primera persona que apercibí en un palco de la gale-
ría inmediato al telon , fué Margarita Gautier.
El joven que se hallaba á mi lado tambien la reconoció ,
¿Por qué?
-Porque vais á ver á esa mujer.
-¿Estais enamorado de ella?
-No , dije sonrojándome , pues verdaderamente no sabia
á qué atenerme sobre el particular ; pero me alegraria de
conocerla .
-Venid conmigo , yo os presentaré.
mientos . Venid .
Las palabras de aquel jóven me martirizaban . Yo tembla-
mujer.
Margarita comia sus uvas sin ocuparse ya de mí.
Mi introductor no quiso dejarme en tan ridícula posicion .
68 LA DAMA DE LAS CAMELIAS.
Por poco que uno haya vivido con las jóvenes de la clase
finura y al buen tono: son como los perros que uno perfu-
-¿Por qué?
En este momento se apercibió de que el palco estaba
vacío .
CAPITULO VIII .
-¿Por qué?
--Porque es la protegida de un viejo duque muy celoso.
-¿Protegida? lindamente .
-Sí, protejida , continuó Prudencia . El pobre anciano no
-Justamente .
-¿Pero quién la acompañará al salir?
--ÉI .
-Yo le presentaré .
-Imposible .
-¿Qué me quereis?
-Quiero que vengais al momento .
-¿Por qué?
-Porque el conde de N..... aun está aquí, y me fastidia
de muerte .
-¿Quién os lo impide?
-Tengo en casa dos jóvenes , que no quieren marcharse .
Una mujer que mas bien tenia el aire de una dama de es-
trado que de una criada , nos abrió la puerta .
Pasamos al salon , y del salon al gabinete de tocador, que
entonces era lo que despues habeis visto .
Un jóven estaba apoyado contra la chimenea .
Margarita , sentada delante de su piano , dejaba correr sus
dedos sobre las teclas y principiaba piezas que no acababa .
El aspecto de esta escena era el fastidio , hijo , en cuanto
al hombre , del embarazo de su nulidad , y en cuanto á la
mujer, de la visita de aquel 1 lúgubre personaje .
A la voz de Prudencia , Margarita se levantó y dirigién-
se á nosotros despues de cambiar una mirada de gratitud
con madama Duvernoy, nos dijo :
-Entrad, señores , bienvenidos seais .
LA DAMA DE LAS CAMELIAS. 81
CAPITULO IX.
-¿Quién os lo ha dicho?
-Todo el mundo lo sabia . He venido muchas veces á sa-
-Cuando me lo permitais .
-¡Adios , pues !
Esto era cruel, ¿verdad?
Afortunadamente el conde tenia muy buena educacion y
un carácter escelente . Contentóse con besar la mano que
-Ese
1 pobre mozo está enamorado de vos .
-Si yo escuchase todos los que están enamorados de mí,
ni siquiera tendria tiempo para comer .
E hizo correr sus dedos sobre el teclado . Luego se vol-
vió y nos dijo:
infinitos , los que ella habia amado aun estaban para contar .
En resúmen , en Margarita se reconocia á la vírgen que
-Sí, señora.
-¿Porqué?
-En primer lugar por complacerme , y despues porque
no puedo lograr tocarla yo sola .
-¿Qué os lo impide?
-La tercera parte , el pasage de los sostenidos .
LA DAMA DE LAS CAMELIAS . 87
Gaston se levantó , púsose al piano y empezó aquella ma-
seguidos .
Y se cruzaba de brazos mirándonos y pateando .
La sangre se le subió á las mejillas, y una ligera tos en-
treabrió sus labios .
CAPITULO X.
gala.
-¿Por qué?
-Porque vuestra alegría me perjudica demasiado .
LA DAMA DE LAS CAMELIAS . 95
madama D... ¿Sois muy rico? ¿Con que no sabeis que gasto
seis ó siete mil francos al mes , y que este gasto se ha hecho
necesario á mi vida? ¿Con que no sabeis , mi buen amigo ,
que yo os arruinaria en breve , y que vuestra familia os en-
señaria á vivir con una criatura como yo , privándoos de
-¿Por qué?
-Porque el dia anterior estuve insípido .
-Es verdad . Sin embargo en aquella época ya me amabais .
-Tambien es verdad .
-¿Cuál?
-Se me esperaba aquí.
13
98 LA DAMA DE LAS CAMELIAS.
-¿Por qué me dais disgustos?
-¿Qué disgustos os doy?
pirada.
-¡Y bien! ¿y el duque?
-¿Qué duque?
-Mi viejo celoso .
LA DAMA DE LAS CAMELIAS . 99
-No sabrá nada.
¿Y si lo sabe?
-Os perdonará .
-¿Por qué?
-Porque , dijo Margarita apartándose de mis brazos y
tomando de un gran ramo de camelias encarnadas , traido
dencia solos .
-¿Os lo ha prometido ?
-Ha hecho mas , amigo mio ! Nadie creeria que la gruesa
Duvernoy se mantuviese tan fresca .
f
t
·
LA DAMA DE LAS CAMELIAS. 108
CAPITULO XI .
མི་
-0.9 08 09
BBMANDO suspendió su narracion .
Tendreis la bondad de cerrar la ventana?
-Muy al contrario.
Vestíme precipitadamente .
po de partir .
Entonces vivia en la calle de Provence ; seguí la de Mont-
Blanch , atravesé el boulevard , entré en las calles de Luis
-Venid , me dijo .
-¿Cuánto?
-Seis mil.
-¿Los teneis?
-Sí.
-¿Me lo jurais?
-Sí , la dije en voz baja .
Entonces entró Nanina trayendo platos , un pollo frito ,
CAPITULO XII.
-¿Por qué?
-Porque la puerta tiene aldabas por dentro .
-¡Ah , pícara !
-Las haré quitar.
mientos . Las palabras que oyen , las saben desde hace tiem-
po; los medios que se emplean, los conocen , y el amor que
«M. G.»
¡ Y me lo preguntais !
-¿Habeis pensado en mí?
-Todo el dia.
CAPITULO XIII.
-¿Sola?
-Con el señor conde de G...
siente , aun por amor, á los que tienen por oficio este con-
sentimiento , y ganan con este oficio .
-¡Cuán atrasado estais , amigo mio ! ¡A cuántos he visto ,
y de los mas nobles , de los mas elegantes , de los mas ri-
cos , hacer lo que os aconsejo , sin esfuerzos , sin rubor , sin
remordimientos ! Esto se vé todos los dias . ¿Cómo querriais
LA DAMA DE LAS CAMELIAS. 127
me proporcionaba .
Procuré, pues, poner en práctica las teorías de Prudencia
Obedecí.
puedo irme de París por tanto tiempo sin ordenar mis asun-
tos , y los asuntos de una mujer como yo están siempre em-
brollados . Pues bien: he hallado el medio de conciliarlo
Abrazóme y no me contestó .
CAPITULO XIV .
-¡Ah! ¿estaba?
-Si .
-¿Sola?
140 LA DAMA DE LAS CAMELIAS.
-No , con una de sus amigas.
-¿Y nadie mas?
-El conde G .... ha entrado un instante en su palco ; pero
¡Nada!
-¿De veras?
-Naturalmente . Ya que habeis roto con ella , ¿á qué vol-
ver á verla?
-¿Sola?
-Con el conde de G ...., segun creo .
CAPITULO XV .
les sea lucrativo . Poco les importa que tengamos diez aman-
tes mas , con tal que con ello ganen vestidos ó un brazalete ,
y puedan de vez en cuando pasearse en nuestro carruaje y
150 LA DAMA DE LAS CAMELIAS.
-¿Y le perdonais?
-Es preciso ; pero aun quiere otra cosa.
-¿Cuál , pues?
-Quiere venir á cenar con nosotras .
-¿Y accedeis á ello?
-¿Qué os parece?
-Me parece que sois dos muchachos sin cabeza . Pero
CAPITULO XVI.
nada es tan caro como los mil caprichos por flores , palcos
20
184 LA DAMA DE LAS CAMELIAS,
tal modo , que para mí eran años todos los momentos que pa-
saba lejos de Margarita , y habia vuelto á sentir la necesidad
de abrasar esos momentos en el fuego de una pasion cual-
quiera, y de vivirlos tan aprisa que no me apercibiera de
que los vivia.
Empecé por pedir prestados cinco ó seis mil francos sobre
les dinero para su vida , con mas razon les ha de faltar para
pagar lo que han perdido ; no pagan, pues , cosa que nada
соста
cocoops
LA DAMA DE LAS CAMELIAS. 168
CAPITULO XVII .
ocultaré para vivir con él. Puede que sea una locura, pero
¿qué quereis? yo le amo . Él por su parte se ha acostumbra-
do tambien á amarme sin obstáculo alguno , y padeceria
mucho al verse obligado á separarse de mí por mas que solo
fuese durante una hora por dia . Además , no tengo tanto
tiempo de vida para que me haga desgraciada á mí misma
CAPITULO XVIII .
-¿Por qué?
-Por muchas razones .
bio escribia cartas que nunca solicité ver , por mas que cada
una de ellas entregaba á Margarita á una profunda preo-
dará las gracias por lo que habreis hecho . Figuraos que Mar-
garita está casada y que engañais al marido , no hay mas.
En otra ocasion os dije lo mismo ; solo que lo que en
en razon ; cerrad ahora los ojos , nada mas tengo que pe-
-Se pagará .
empeñeis , prevenidme .
-No hay peligro , nada la queda ya .
En seguida pasé á mi casa para saber si se habian reci-
bido cartas de mi padre.
Habiá cuatro .
LA DANA DE LAS CAMELIAS. 181
CAPITULO XIX .
dencia.
-¿Quién te lo ha dicho ?
-Nanina .
-¿Cómo lo ha sabido?
rita .
-No es esto lo que yo te pido ; lo que quisiera saber es
porque has estado en casa de Prudencia .
-Mi objeto único es que seas feliz y que nada tengas que
echarme en cará .
¡Y vamos á separarnos !
-¿Por qué, vida mia? ¿ qué puede separarnos? esclamé .
-Tú , que no quieres que yo comprenda tu posicion y
tienes la vanidad de conservarme la mia ; tú , que conce-
CAPITULO XX.
prendo.
-- Hubieras debido comprender , prosiguió
mi padre con
un tono un poco mas áspero , que yo no lo consentiria.
---
- He pensado que mientras no hiciera cosa contraria al
respeto que debo á vuestro nombre y á la probidad tradi-
cional de la familia , podia vivir como vivo , y esto me ha
tranquilizado de mis temores .
súplicas .
-¿Quién os ha dicho que iba yo á hacerla esta donacion?
repliqué .
~Mi notario , un hombre de bien que no podia consentir
en semejante acto sin prevenirme . Para evitar vuestra ruina
en favor de una mujer de mundo he venido á París . Al mo-
` rir vuestra madre os dejó con que vivir honrosamente y no
donacion .
-Entonces , ¿por qué se la habeis hecho?
-Porque Margarita , esta mujer que estais calumniando y
que quereis que abandone , ha hecho el sacrificio de todo
poneos á seguirme .
-Dispensadme , padre mio , dije entonces ; yo no parto.
hacer.
LA DAMA DE LAS CAMELIAS. 195
Tocó la campanilla .
José apareció .
CAPITULO XXI.
una desgracia .
Y soy yo, pobre amigo mio , la causa de es-
venir?
-Sí , y esto es lo que mas le ha irritado , pues en esta
198 LA DAMA DE LAS CAMELIAS.
determinacion ha visto la prueba de nuestro recíproco amor.
ojos.
Empleé todos los medios para hacerla declarar la verda-
dera causa de su pesadumbre , pero obstinóse en darme las
dormia .
Este reposo no fué de larga duracion .
Cerca de las once se despertó , y al verme levantado , mi-
cierto?
-¿Acaso no es esta mi costumbre ?
-¡Qué dicha !
-Vamos á almorzar? añadió con aire distraido .
de marchar.
-Sí, y volveré á tu lado lo mas pronto posible .
26
202 LA DAMA DE LAS CAMELIAS.
No me respondió .
-En otra ocasion tampoco me habia contestado á esta pa-
labra , y el conde de G ....., ya os acordareis , habia pasado
la noche con ella ; pero aquel tiempo estaba tan lejano , que
LA DAMA DE LAS CAMELIAS. 208
parecia borrado de mi memoria , y si temia algo , no era ya
por cierto que Margarita me engañara .
Una vez llegado á París , corrí á casa de Prudencia á ro-
-¿Cómo sigue?
- Está enferma .
¿ No vendrá pues?
-¿Habia de venir acaso?
сост
LA DAMA DE LAS CAMELIAS. 207
CAPITULO XXIII .
dió Nanina .
-¿A París ?
Sí , señor .
―¿ Cuándo ?
-Una hora despues de vos .
--¿Y nada te ha dejado para mí ?
- -Nada .
- Es estraño . ¿ Te ha dicho que se la esperase ?
208 LA DAMA DE LAS CAMELIAS.
- - No , señor.
Nanina se retiró .
algo ! Tal vez está herida , enferma , muerta ! Tal vez llega-
rá un mensajero anunciándome algun doloroso accidente
Quizá el dia me hallará en la misma incertidumbre y en los
mismos cuidados !
-No importa.
¡ Estaba vacía !
LA DAMA DE LAS CAMELIAS . 213
habitaciones .
Nadie .
Habia para volverse loco .
Pasé al cuarto del tocador , abrí la ventana y llamé va-
Duvernoy .
-¿Os ha dejado algun recado para mí ?
Ninguno.
¿ Sabeis que han hecho despues ?
- Han subido á un carruaje .
- ¿Qué carruaje ?
Un tilburí de particular .
*
¿Qué significaba todo aquello ?
Llamé á la ventana vecina.
¿ A dónde vais ? me preguntó el conserje despues de
haber abierto .
J A casa de madama Duvernoy.
- No ha vuelto aun.
sobre .
214 LA DAMA DE LAS CAMELIAS .
-
¿ Sois vos , Mr. Duval ? respondió aquel hombre .
- Sí.
CAPITULO XXIII.
-¿Y se ha pagado ya ?
- Casi todo .
-¿Y quién ha proporcionado el dinero ?
Sabia ya lo bastante.
-
¿ Cuándo volveré á veros ?
→ - Muy pronto . Adios .
-Adios .
CAPITULO XXIV .
-¿Saldreis hoy?
-Estaré en casa toda la noche .
-Corro á decírselo .
Prudencia se fué.
Margarita entró.
Iba toda vestida de negro y con el velo echado . Apenas
pude conocer su rostro debajo del encage .
Pasó al salon y se levantó el velo .
una razon que algun dia sabreis y que harán que me per-
doneis .
ARMANDO Y OLIMPIA .
LA DAMA DE LAS CAMELIAS. 237
-¿Por qué?
CAPITULO XXV.
« En seguida añadió :
-Ahora , señora , no por amonestaciones y amenanzas ,
sino por súplicas , procuraré obtener de vos un sacrificio mas
grande que todos los que hasta ahora habeis hecho por
mi hijo.
hija.
» Yo lloraba silenciosamente al oir todas aquellas reflexio-
nes que yo misma me habia hecho otras veces y que en bo-
ca de vuestro padre adquirian una realidad aun mas seria .
Yo me decia todo lo que vuestro padre no se atrevia á de-
cirme y lo que veinte veces habia tenido ya en sus labios :
tro enferma en una cama que tal vez solo dejaré con la
vida .
CAPITULO XXVI.
«20 de diciembre .
"25 de diciembre .
«Señora:
❝4 de enero.
❝8 de enero.
"10 de enero.
❝12 de enero .
❝25 de enero.
"28 de enero .
«30 de enero .
❝4 de febrero .
❝5 de febrero .
«18 de febrero .
» Señor Armando .
purpúreos . "
"Todo se acabó .
"Margarita entró en agonía cerca de las dos de la noche.
MUERTE DE MARGARITA .
LA DAMA DE LAS CAMELIAS. 265
«22 de febrero .
CAPITULO XXVII.
FIN.
JUICIO CRITICO .
seductora para á los diez y ocho años que por entonces ten-
dria, haber podido subir con pié ligero los primeros esca-
lones . Recuerdo que la encontré cierto dia por primera
vez en el abominable salon de descanso de un teatro del
II JUICIO CRITICO.
diálogo tan natural , tan fácil y tan variado que da á las novelas
del graninventor el canto , el gusto y el acento de la comedia.
Julio Janin.
INDICE.
Pag.
PRÓLOGO. 5
Capítulo Primero. 7
Cap. II. • 15
Cap. III. • 23
Cap. IV. 31
Cap. V. 41
Cap. VI. • 51
Cap. VII. 61
Cap. VIII..· 73
Cap. IX. · 81
Cap . X. 91
Cap. XI. • • 103
Cap.XII. · 115
Cap. XIII. . . 125
Cap. XIV. • 135
Cap. XV. . · 145
Cap. XVI.. : 153
Cap. XVII. . 163
Cap. XVIII. 171
Cap. XIX. • • 181
Cap. XX. · • • 189
Cap. XXI. . 197
Cap. XXII. · 207
Cap. XXIII . 217
Cap.XXIV. 227
Cap. XXV. 239
Cap. XXVI. · 240
Cap. XXVII. • 267
Juicio Crítico. · I
PAUTA
pág.
Armando . 32
Margarita. 65
C - TW
1001061884