Comparacion Con Nietzche
Comparacion Con Nietzche
Comparacion Con Nietzche
Toda la filosofía de Nietzsche puede entenderse como una profunda y radical crítica a la
cultura occidental, la cual se apoyaba en sus pilares platónico y cristiano. No es pues extraño
que Nietzsche dirija sus dardos contra la filosofía platónica, culpable, a sus ojos, de esa
decadencia generalizada que caracteriza a la cultura occidental. Aunque la actitud de sospecha
y crítica había estado ya presente en Marx, Nietzsche la radicalizó como nadie, pasando a
primer plano el papel del lenguaje como elemento fundamental donde se desenvuelven los
productos de la conciencia
Para Nietzsche, la cultura occidental ha supuesto una inversión e infravaloración de la vida en
cuanto que se opone a todo lo que es naturalidad, espontaneidad, libertad e imaginación. Por
ello piensa Nietzsche que la metafísica tradicional, y la cultura occidental en general, ha
recorrido un camino equivocado. Su error principal fue haber inaugurado una visión
exclusivamente racional del mundo, un acontecimiento del que son responsables Sócrates y
Platón. Con Sócrates surge la idea de entender y dominar la vida con la razón, lo que implicaba
una clara hostilidad hacia el mundo, hacia lo natural. Por otro lado, cuando Platón afirma la
existencia del “bien en sí”, invirtió la esencia de la realidad porque ve lo únicamente existente
como ficticio y lo ficticio como lo verdaderamente real. Este “dogmatismo” es interpretado por
Niezsche como un síntoma de decadencia, en la medida en que se opone a los valores del
existir intuitivo y biológico del hombre
Nietzsche se niega a aceptar tal división, afirmando que con lo único que contamos es con el
devenir constate del ser que crea y destruye continuamente el mundo. De ahí que piense que
sólo Heráclito fue “el único filósofo que no ha falseado la realidad” porque él sí aceptó el
testimonio de los sentidos. Después de Heráclito, el resto de los filósofos opusieron al
testimonio de los sentidos el valor de los conceptos racionales, sean éstos el “yo” de
Descartes, la “cosa en sí” de Kant o la “idea” de Hegel.
Es preciso, por tanto, someter a crítica al platonismo para eliminar el error básico que está
detrás de toda la filosofía occidental. Se trata de llevar a cabo una crítica global que abarque
todos los aspectos de la cultura europea: la moral, la religión, la metafísica y las ciencias
positivas. La crítica que Nietzsche dirige a la metafísica tradicional de Occidente es, en
realidad, una crítica a su expresión más sutil y depurada: la filosofía platónica, base teórica
sobre la que se apoya una cultura decadente que sacrifica la vida a una razón deshumanizada
que infravalora el mundo. La metafísica tradicional se fundamenta en un grave error: declara
como existente lo que es ficticio, y rechaza como falso lo que en verdad es real. Ha declarado
como falso e ilusorio el devenir, cuando, en realidad, según Nietzsche, las cosas son al revés:
no hay nada más allá de lo que se experimenta con los sentidos, lo que es fluido y vivo.
La ontología tradicional había considerado el ser como algo definitivo y separado de lo
sensible; valora y divide lo existente en lo auténtico y lo inauténtico. No todo lo que existe lo
hace de la misma manera, sino que hay una jerarquía de seres auténticos hasta llegar al ser
supremo: desde este punto de vista, la inautenticidad de lo sensible se mide ahora desde la
autenticidad de lo inteligible. Para Nietzsche, esta división entre ser y devenir supone un juicio
negativo contra la vida, pues no sólo desgarra la realidad en dos, sino que además acentúa el
valor del “mundo de las ideas”, al que se denomina real, infravalorando el de los sentidos, al
que se llama “aparente”. Para Nietzsche, esta invención es un claro síntoma de resentimiento,
pues sólo inventamos otra vida cuando no somos capaces de enfrentarnos a la única que
tenemos. Además, la contraposición apariencia-realidad es una “ilusión moral”: una ontología
basada en la creencia de que el devenir del ser es un error de nuestros sentidos
El platonismo no ha hecho otra cosa que racionalizar las intuiciones, es decir, intentar fijar en
conceptos lo que de por sí no se puede definir porque se caracteriza por la variedad y por una
riqueza siempre cambiante. Así, este intento de fijar la riqueza de la vida en la lógica abstracta
y vacía de los conceptos es un síntoma de la necesidad que el hombre tuvo de inventar
categorías que le permitieran vivir en un mundo siempre cambiante. La supuesta realidad
auténtica postulada por la metafísica platónica es sólo un refugio para protegerse del miedo y
la incapacidad de captar el devenir, lo único real. El devenir y la apariencia son lo único
existente y no la otra cara de un ser estático y verdadero, pues éste es el que no existe de
ningún modo.
En definitiva, el antiplatonismo de Nietzsche hay que entenderlo como el principio de la
disolución del modo de pensar que viene caracterizando a la filosofía desde su origen. Lo que
Nietzsche denuncia es una determinada ontología que es hostil a la vida y a los sentidos. Por
eso, la crítica a Platón es la crítica a una tendencia constante en toda la historia occidental, el
platonismo vulgar presente en el cristianismo, por ejemplo. Para Nietzsche, la idea del “mundo
verdadero” es el peor peligro para el hombre porque lleva a un desprecio de la realidad y a
hacer esto en “nombre de la verdad”