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Sala Segunda.

Sentencia 28/2023

EXP. N.° 01806-2022-PA/TC


LIMA
LUIS GUSTAVO FUNG LÓPEZ

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 16 días del mes de enero de 2023, la Sala Segunda del
Tribunal Constitucional, integrada por los magistrados Gutiérrez Ticse,
Morales Saravia y Domínguez Haro, pronuncia la siguiente sentencia.

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Luis Gustavo


Fung López contra la resolución de fojas 137, de fecha 21 de enero de 2021,
expedida por la Primera Sala Constitucional de la Corte Superior de Justicia
de Lima, que, confirmando la apelada, declaró improcedente la demanda de
amparo.

ANTECEDENTES

Con fecha 11 de marzo de 2016, el recurrente interpone demanda de


amparo (f. 18) contra los jueces integrantes de la Segunda Sala Civil de la
Corte Superior de Justicia de Lima, solicitando que se declare la nulidad de
la Resolución 7, de fecha 15 de septiembre de 2015 (f. 2), que confirmó la
Resolución 38, de fecha 22 de noviembre de 2013, que declaró i)
improcedente el pedido de suspensión del proceso e ii) improcedente la
prescripción derivada de una sentencia ejecutoriada; y que, en virtud de ello,
se declare prescrita la acción correspondiente a la ejecución de la sentencia
(Resolución 4) de fecha 30 de octubre de 1998, expedida en el proceso de
obligación de dar suma de dinero.

Alega que las resoluciones judiciales cuestionadas vulneran sus


derechos al debido proceso, al plazo razonable y a la tutela jurisdiccional
efectiva, ya que, por error, no tuvieron en cuenta que el decurso
prescriptorio de la actio iudicati es perentorio y fatal; por lo que considera
que, atendiendo a su naturaleza especial, no le resulta aplicable ninguna de
las causales de suspensión e interrupción previstas en los artículos 1994 y
1996 del Código Civil. Agrega que el plazo de 10 años previsto en el
artículo 2001, numeral 1, del Código Civil, para la ejecución de una
sentencia, forma parte del plazo razonable de duración de la ejecución, el
cual a su vez integra el derecho al debido proceso consagrado por el artículo
139, inciso 3, de la Constitución.
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El Segundo Juzgado Constitucional de Lima, con resolución de fecha


16 de mayo de 2016 (f. 28), admitió a trámite la demanda de amparo, por lo
que cursó el emplazamiento correspondiente.

El procurador público encargado de los asuntos judiciales del Poder


Judicial, con escrito de fecha 17 de octubre de 2017 (f. 43), contesta la
demanda. Aduce que las supuestas afectaciones a los derechos
constitucionales no se han producido en ninguna forma, ya que el recurrente
tuvo acceso al órgano jurisdiccional, se emitió el pronunciamiento
respectivo y pudo interponer los mecanismos legales que la ley franquea.

El Segundo Juzgado Constitucional de Lima, mediante sentencia de


fecha 14 de agosto de 2019 (f. 86), declaró improcedente la demanda de
amparo, al considerar que el recurrente en realidad pretende obtener la
prescripción de la ejecución de sentencia dictada al interior del proceso
sobre obligación de dar suma de dinero promovido por el Banco del
Progreso S.A. contra él y otro; y, en consecuencia, frustrar el fiel
cumplimiento de una sentencia.

A su turno, la Primera Sala Constitucional de la Corte Superior de


Justicia de Lima, mediante resolución de fojas 137, de fecha 21 de enero de
2021, declaró improcedente la demanda, con el argumento de que no se
habrían transgredido el derecho a la tutela judicial efectiva ni el debido
proceso, toda vez que en la judicatura ordinaria no se solicitó la prescripción
de la ejecución de la sentencia, sino solo la suspensión.

FUNDAMENTOS

Delimitación del petitorio

1. En el presente caso, la pretensión está dirigida a que se declare la


nulidad de la Resolución 7, de fecha 15 de septiembre de 2015
(Expediente 00523-2014-27-1801-SP-CI-02), expedida por la Segunda
Sala Civil de la Corte Superior de Justicia de Lima, que confirmó la
Resolución 38, de fecha 22 de noviembre de 2013 (Exp. 8355-2009),
que declaró: i) improcedente el pedido de suspensión del proceso e ii)
improcedente la prescripción derivada de una sentencia ejecutoriada; y
que, como consecuencia de ello, se declare prescrita la acción
correspondiente a la ejecución de la sentencia (Resolución 4) de fecha
30 de octubre de 1998, expedida en el proceso de obligación de dar
suma de dinero.
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2. El recurrente pretende que se declare la nulidad de la citadas


resoluciones cuestionadas pues, a su entender, vulnerarían sus derechos
al debido proceso, al plazo razonable y a la tutela jurisdiccional efectiva,
en vista de que, por error, no tuvieron en cuenta que el decurso
prescriptorio de la actio iudicati es perentorio y fatal. Alega por ello
que, atendiendo a su naturaleza especial, no le resulta aplicable ninguna
de las causales de suspensión e interrupción previstas en los artículos
1994 y 1996 del Código Civil.

El derecho al debido proceso y su protección a través del amparo

3. De conformidad con el artículo 139, inciso 3, de la Constitución, toda


persona tiene derecho a la observancia del debido proceso en cualquier
tipo de procedimiento en el que se diluciden sus derechos, se solucione
un conflicto jurídico o se aclare una incertidumbre jurídica. Como lo ha
enfatizado este Tribunal, el debido proceso garantiza el respeto de los
derechos y garantías mínimas con que debe contar todo justiciable para
que una causa pueda tramitarse y resolverse con justicia (cfr. Sentencia
emitida en el Expediente 07289-2005-PA/TC, fundamento 3). Cabe sin
embargo precisar que el derecho fundamental al debido proceso se
caracteriza también por tener un contenido, antes bien que unívoco,
heterodoxo o complejo. Y, precisamente, uno de esos contenidos que
hacen parte del debido proceso es el derecho a la motivación de las
resoluciones judiciales, reconocido en el artículo 139, inciso 5, de la
Constitución.

4. La jurisprudencia de este Tribunal ha sido uniforme al establecer que la


exigencia de que las decisiones judiciales sean motivadas garantiza que
los jueces, cualquiera que sea la instancia a la que pertenezcan, expresen
el proceso argumentativo que los ha llevado a decidir una controversia,
asegurando que el ejercicio de la potestad de administrar justicia se haga
con sujeción a la Constitución y a la ley, pero también con la finalidad
de facilitar un adecuado ejercicio del derecho de defensa de los
justiciables (cfr. Sentencia emitida en el Expediente 08125-2005-
PHC/TC, fundamento 11).

5. En su interpretación sobre el contenido constitucionalmente protegido


de este derecho, el Tribunal ha formulado una tipología de supuestos en
los cuales dicho contenido resulta vulnerado, como es el caso de la
sentencia emitida en el Expediente 03943-2006-PA/TC, en la que el
Tribunal reconoció las siguientes hipótesis de vulneración:
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a) Inexistencia de motivación o motivación aparente.

b) Falta de motivación interna del razonamiento, que se presenta en


una doble dimensión; por un lado, cuando existe invalidez de una
inferencia a partir de las premisas que establece previamente el juez
en su decisión; y, por otro, cuando existe incoherencia narrativa, que
a la postre se presenta como un discurso absolutamente confuso
incapaz de transmitir, de modo coherente, las razones en las que se
apoya la decisión. Se trata, en ambos casos, de identificar el ámbito
constitucional de la debida motivación mediante el control de los
argumentos utilizados en la decisión asumida por el juez o tribunal,
ya sea desde la perspectiva de su corrección lógica o desde su
coherencia narrativa.

c) Deficiencias en la motivación externa; justificación de las premisas,


que se presenta cuando las premisas de las que parte el juez no han
sido confrontadas o analizadas respecto de su validez fáctica o
jurídica.

d) La motivación insuficiente, referida básicamente al mínimo de


motivación exigible atendiendo a las razones de hecho o de derecho
indispensables para asumir que la decisión está debidamente
motivada. Si bien, como ha establecido este Tribunal, no se trata de
dar respuestas a cada una de las pretensiones planteadas, la
insuficiencia, vista aquí en términos generales, solo resultará
relevante desde una perspectiva constitucional si la ausencia de
argumentos o la “insuficiencia” de fundamentos resulta manifiesta a
la luz de lo que en sustancia se está decidiendo.

e) La motivación sustancialmente incongruente. El derecho a la tutela


judicial efectiva y, en concreto, el derecho a la debida motivación de
las sentencias obliga a los órganos judiciales a resolver las
pretensiones de las partes de manera congruente con los términos en
que vengan planteadas, sin cometer, por lo tanto, desviaciones que
supongan una modificación o alteración del debate procesal
(incongruencia activa). Desde luego, no cualquier nivel en que se
produzca tal incumplimiento genera de inmediato la posibilidad de
su control mediante el proceso de amparo. El incumplimiento total
de dicha obligación, es decir, el dejar incontestadas las pretensiones,
o el desviar la decisión del marco del debate judicial generando
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indefensión, constituye vulneración del derecho a la tutela judicial y


también del derecho a la motivación de la sentencia (incongruencia
omisiva).

6. De manera que, si bien es cierto que no todo ni cualquier error en el que


eventualmente incurra una resolución judicial constituye
automáticamente una vulneración del contenido constitucionalmente
protegido del derecho a la motivación de las resoluciones judiciales,
cierto es también que el deber de motivar constituye una garantía del
justiciable frente a la arbitrariedad judicial y garantiza que las
resoluciones no se encuentren justificadas en el mero capricho de los
jueces, sino en datos objetivos que proporciona el ordenamiento jurídico
o los que se derivan del caso.

Análisis del caso concreto

7. En el presente caso, la cuestionada Resolución 7, de fecha 15 de


septiembre de 2015 (f. 2), expedida por la Segunda Sala Civil de la
Corte Superior de Justicia de Lima, que confirmó la Resolución 38, de
fecha 22 de noviembre de 2013, que declaró i) improcedente el pedido
de suspensión del proceso e ii) improcedente la prescripción derivada de
una sentencia ejecutoriada, se fundamentó en lo siguiente:

QUINTO: En ese sentido, debemos distinguir la ejecutoria propiamente dicha de


aquello que nace de una ejecutoria. De la lectura del numeral se advierte que
aquello que prescribe no es la ejecutoria sino algo que ha sido generado por ella
misma, es decir, una pretensión distinta a raíz de haberse emitido la ejecutoria. Si
el legislador hubiere pretendido que la propia ejecutoria prescribiese pues
hubiera usado una fórmula distinta, como ésta: “A los diez años, la acción
personal, la acción real, la ejecutoria”, lo que no ocurrió. Por el contrario, el
legislador uso el vocablo nace, para aludir a su función generatriz, esto es, que la
ejecutoria podría generar un nuevo derecho de acción, como podría ocurrir
cuando se advierte de la expedición de cualquier sentencia, que como
consecuencia de ella podría hacerse valer en vía de acción otro derecho, distinto
y nuevo pero que tiene como sustento aquella ejecutoria.
Entonces, el error radica en confundir la propia ejecutoria con aquello que nace
de ella. El legislador no hace referencia a la prescripción de la ejecutoria, sino a
la pretensión que nace de aquélla, y que constituye una entidad distinta.
(…)
Por lo demás, cabe precisar que el Código Civil guarda congruencia con lo
dispuesto por el artículo 139 inciso 2), de la Constitución Política del Perú, que
establece lo siguiente: “2)...Tampoco puede dejar sin efecto resoluciones que han
pasado en autoridad de cosa juzgada”.
(…)
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NOVENO: En ese orden de ideas, cabe señalar que teniendo en cuenta el tiempo
transcurrido desde la fecha de haber adquirido la autoridad de cosa juzgada la
sentencia dictada en autos, que ordenó llevar adelante la ejecución forzada, a la
fecha que se ha iniciado el procedimiento concursal (año 2006), y la data del
pedido de suspensión (30 de diciembre de 2009), no puede estimarse razonable
acceder a la suspensión del proceso, al amparo de los artículos 17 y 18 de la Ley
N° 27809, por cuanto ya desde el año en que la sentencia dictada en autos ha
adquirido la autoridad de cosa juzgada, existe un pronunciamiento pendiente de
ser cumplido; máxime cuando el artículo 139 inciso 2 de la Constitución,
prescribe que ninguna autoridad puede dejar sin efecto resoluciones que han
pasado en autoridad de cosa juzgada (…).

8. Expresada así la motivación de la resolución judicial cuestionada, este


Tribunal Constitucional tiene a bien reiterar que la sola disconformidad
con lo resuelto por la judicatura ordinaria no constituye un supuesto de
manifiesto agravio a los derechos constitucionales que pueden tutelarse
a través del amparo contra resoluciones judiciales.

9. En este sentido, los cuestionamientos realizados por el recurrente en el


amparo no inciden de manera directa en el contenido
constitucionalmente protegido de los derechos fundamentales invocados.
Por tanto, el mero hecho de que disienta de la fundamentación que sirve
de respaldo a la resolución cuestionada no significa que no exista
justificación o que, a la luz de los hechos del caso, esta sea aparente,
incongruente, insuficiente o incurra en vicios de motivación interna o
externa; o, por último, que sea errada.

10. Así las cosas, resulta de aplicación la causal de improcedencia


contemplada en el artículo 5, inciso 1, del pretérito Código Procesal
Constitucional —hoy recogido en el artículo 7, inciso 1, del Nuevo
Código Procesal Constitucional—, toda vez que “[l]os hechos y el
petitorio de la demanda no están referidos en forma directa al contenido
constitucionalmente protegido del derecho invocado”.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional del Perú, con la autoridad


que le confiere la Constitución Política del Perú, y con la participación del
magistrado Morales Saravia, en reemplazo del magistrado Ferrero Costa,
conforme al acuerdo de Pleno de fecha 20 de diciembre de 2022.
EXP. N.° 01806-2022-PA/TC
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LUIS GUSTAVO FUNG LÓPEZ

HA RESUELTO

Declarar IMPROCEDENTE la demanda de amparo.

Publíquese y notifíquese.

SS.

GUTIÉRREZ TICSE
MORALES SARAVIA
DOMÍNGUEZ HARO

PONENTE DOMÍNGUEZ HARO

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