Culturas Prehispánicas Venezolanas
Culturas Prehispánicas Venezolanas
Culturas Prehispánicas Venezolanas
La gran mayoría de los investigadores que ha estudiado el pasado indígena venezolano han
coincidido en que el poblamiento de nuestro territorio se produjo a .través de oleadas
humanas provenientes del sur del continente hace aproximadamente 15 000 años.
Luego, hace unos 4 000 años, ingresó una tercera oleada proveniente de comunidades
arawacas que se desplazaron desde el sur del continente americano, y se extendieron por
todo el territorio venezolano, organizadas en pequeñas aldeas.
Una cuarta oleada estuvo integrada por comunidades de origen chibcha que se desplazaron
desde el territorio que hoy forma parte de Colombia hacia los Andes venezolanos. Estas
comunidades representadas por los timotes y los cuicas, se organizaron en pequeñas aldeas
agrícolas, y llegaron a constituir el grupo más avanzado desde el punto de vista cultural,
Finalmente, una quinta oleada de comunidades de lengua caribe, procedente de
Centroamérica y el mar de las Antillas, llegó a las costas venezolanas.
Otros investigadores han señalado que los caribes provenían de la región amazónica y
navegaron por la costa de Brasil hasta llegar a nuestro territorio, desde donde se
extendieron hacia las islas antillanas.
Al momento cíe la llegada de los españoles a Venezuela. los caribes se habían convertido
ven fieros guerreros que habían desplazado de la costa a casi todos los demás pueblos
indígenas. También, los caribes fueron los indígenas que mayor resistencia opusieron al
conquistador español.
EVOLUCIÓN CULTURAL
Según los estudios realizados por diversos antropólogos, así como los testimonios de restos
arqueológicos encontrados en diferentes lugares del territorio venezolano, la evolución
cultural de las comunidades indígenas de Venezuela se puede clasificar de la siguiente
manera:
Formación agrícola avanzada: integrada por las comunidades que practicaron una
agricultura de regadío, con la construcción de terrazas, canales, estanques y
almacenes de piedra y barro para guardar los excedentes de alimentos. Formaron
aldeas permanentes en el piedemonte y valles andinos entre los años 1000 y 1500
d.C.
Área de los ciparicotos: integrada por tribus de origen y lengua caribe que se
localizaron en la costa oriental de Falcón.
Área de los Andes venezolanos: integrada por tribus agrícolas de gran desarrollo
que poblaron la región andina. Procedían de Colombia y sus representantes más
importantes fueron los cuicas. los timotes y los totuis.
Área de los Otomacos: tribus relacionadas con las culturas de la América Central
que se localizaron en los llanos bajos de Apure y en las riberas del río Orinoco.
Entre sus representantes están los guamos. los taparitos. los Otomacos y los
Yaruros.
Área de la Guayana: formada por tribus de origen caribe que se localizaron al sur
del río Orinoco y en lo que es hoy el estado) Amazonas.
Los ARAWACOS
Los arawacos constituyeron el grupo indígena más numeroso y extendido dentro del
continente americano. La mayor parte de su población se localizó en el área
amazónica, desde donde penetraron al territorio venezolano siguiendo el curso de
los grandes ríos del Sur.
Los CARIBES
Los Timotocuicas
Los timotocuicas representaron los grupos indigenas más avanzados dentro del
territorio venezolano y estaban relacionados con la cultura chibcha de los Andes,
El agua fue el principal recurso natural para los grupos indígenas que poblaron el
territorio) venezolano. Por ello, sus aldeas se localizaron casi siempre en la cercanía
de fuentes naturales de agua dulce, como ríos, lagos y lagunas, que aseguraban este
líquido) indispensable para la vida. En muchos casos, llegaron a construir sus
viviendas sobre las mismas aguas, corno los palafitos del lago de Maracaibo. Los
ríos y los lagos proporcionaban alimento seguro; peces, especies terrestres que se
acercaban a sus riberas a beber agua. y toda clase de animales acuáticos.
El recurso agua fue utilizado por nuestros indigenas para preparar sus comidas, para
el aseo personal diario y, en otros casos, para curar las fiebres y otras enfermedades
mediante inmersiones. Los ríos y los mares se convirtieron en vías de comunicación
surcadas por canoas, curiaras y balsas, construidas con diferentes materiales,
especialmente troncos de árboles. Para las comunidades agrícolas, el agua constituía
un elemento de gran importancia, debido a que su presencia garantizaba las
cosechas. De allí que la mayoría de los indígenas practicaban ritos mágicos o
religiosos dirigidos a provocar las lluvias y conjurar las sequías. Comunidades como
los timotocuicas realizaron obras para almacenar sus productos y regar las tierras de
cultivo).
Los suelos fueron aprovechados de diferentes formas por nuestros indígenas. Los
grupos de recolectores, por ejemplo, obtenían del suelo raíces, tubérculos,
roedores, gusanos e insectos, que servían de alimento.
Los grupos de agricultores aprovecharon las tierras fértiles para sembrar plantas,
como el maíz, la papa, la yuca y otros frutos.
EL APROVECHAMIENTO DE LA VEGETACIÓN
La vegetación tropical de los bosques y sabanas ofreció a las comunidades
indigenas una fuente casi inagotable de recursos y materiales que les permitió
sobrevivir a pesar del escaso desarrollo tecnológico que tenían. Los árboles
proporcionaron frutos comestibles y fibras para la fabricación de tejidos, cestas,
redes y cuerdas, y para la elaboración de hamacas; además de la madera necesaria
para la construcción de viviendas, embarcaciones y utensilios de trabajo.
En los bosques y selvas, los indígenas practicaron la tala limitada para construir sus
aldeas y ampliar las áreas de cultivo. Sin embargo, esta practica nunca puso en
peligro el equilibrio de la vida vegetal, pues la deforestación sólo se hacía para
satisfacer las necesidades inmediatas de la comunidad. En las sabanas, las
comunidades indigenas aprovecharon la gran variedad de hierbas tanto para el uso
alimenticio como el medicinal. La práctica de la quema. con la finalidad de limpiar
los terrenos agrícolas, no afectó la vida cíe la flora la fauna silvestres ni las puso en
peligro El carácter local de tales actividades y el abandono cíe las tierras afectadas
facilitaban la recuperación de los suelos y la vegetación en breve tiempo.
La actividad de captura y caza cíe animales silvestres fue otra importante fuente de
recursos alimenticios de las comunidades indígenas.
La caza del venado, el chigüire, la lapa; así como la captura de tortugas, iguanas y
culebras y la recolección de huevos de aves y reptiles se realizaron respetando las
épocas de apareamiento y reproducción de los animales y sólo se practicaban sí eran
necesarias.
CULTURA NO CONTAMINANTE
CONCLUSIÓN
Si bien los indígenas venezolanos no trabajaron los metales como en otras regiones,
en cambio sí destacaron en la agricultura, particularmente los andinos, que
cultivaron con éxito la papa (patata), el maíz, la yuca y otros frutos que de
inmediato fueron asimilados por la gastronomía europea.
ANEXOS
Otro
paradójica vivencia de ser criolla
1 Utilizo la categoría de criollo para designar la entidad étnica resultante del
proceso de etnogéne (...)
4Finalmente, confieso que he asumido este trabajo corriendo todos los riesgos y con la
intención de que los resultados del mismo abran una vía para vernos y pensarnos sin miedo
a reconocernos en nuestra pobreza y grandeza, en la creatividad y en la miseria, sin
complejos y exorcizados de falsos orgullos.
5Ningún grupo humano se piensa a sí mismo como grupo sin pensar sus fronteras con el
exterior y sus diferencias con el que vive más allá de aquéllas; esto quiere decir que
reconocerse a sí mismo lleva implícito la comparación con el otro y el reconocimiento de
las diferencias.
6Este hecho real que puede ser comprobado en cualquier grupo humano en el tiempo y en
el espacio se constituyó, a partir del siglo XIX, en el objeto epistemológico por excelencia
de la antropología, al mismo tiempo, que en ella se debatía sobre la unidad del género
humano y la continuidad del orden histórico entre las diversas formas de humanidad. Con
el surgimiento de esta disciplina se sistematiza todo un discurso sobre la
alteridad/identidad, sin entrar en detalles sobre el recorrido histórico de la misma y el
acento que han puesto sus investigadores en el «nosotros»5 -como sujetos que realizan la
aproximación científica al objeto elegido- y «ellos» - ubicados casi siempre fuera del
contexto espacial del «nosotros». Es importante remarcar el giro que en los últimos años
ésta ha dado dirigiendo su mirada hacia dentro, hacia el «nosotros», y las implicaciones de
este cambio de actitud; las cuales se inscriben no sólo en el nuevo contenido de las
comparaciones, sino y sobre todo en el hecho de que esta nueva posición exige, en una
primera instancia, una comprehensión de nuestra ideología que permita no cerrarnos a la
comprehensión de cualquier otra alteridad (Berthoud 1992: 127). En esa dirección se
inscribe esta investigación.
De las identidades a la identidad nacional
7Quiero dejar bien claro que mis reflexiones sobre la problemática de las identidades se
enmarcan dentro de una posición anti-esencialista, de allí que considere que cada actor
social dispone de un surtido de identidades, dependiendo su número e importancia de su
pertenencia a múltiples agrupamientos sociales, los cuales no dejan nunca de recomponer y
definir sus entornos. La identidad nacional es, pues, sólo una entre muchas y consiste en
representaciones colectivas (Durkheim 1968: 621), en cuya producción inciden las luchas y
estrategias de los grupos que compiten entre sí por su control, por hegemonizar su
significado y por el derecho a las prácticas culturales (Klor de Alva 1993: 509). La
construcción de este tipo de identidades puede ubicarse a partir de la construcción de
límites y fronteras que establecen la demarcación entre lo de adentro y lo de afuera, lo
extranjero y lo familiar, los amigos y los enemigos, lo semejante y lo diferente; así como
también de la posibilidad de cruzar esas fronteras. Este tipo de identidad se configura en la
sociedad occidental en el siglo XVIII con el nacimiento de los Estados europeos modernos;
en su determinación concurren fundamentalmente la lengua, las particularidades culturales
y sobre todo la idea de nación y la organización de ésta afirmando su independencia: «El
nacionalismo, tal como se desarrolló en Europa desde el siglo XVIII, es una forma
específicamente moderna de identidad colectiva» (Habermas 1994: 89).
8Si bien el término nación6 existe desde la Edad Media es sólo posteriormente cuando la
nación se determina a partir de la existencia de: a) un grupo de individuos unidos por un
vínculo natural, externo o cuando menos existente ab inmemorabili (Bobbio y Mateucci
1982: 1076); b) la organización del poder político en base a ese vínculo; c) la unidad
económica, política y territorial que constituyen los estados-nación que pueblan el mapa
mundial en la actualidad. Su representación conceptual es la de una comunidad política que
reside en su propio territorio, cohesionadora y coercitiva no sólo ella es el origen del poder
político sino que está definida por un cuerpo de leyes (La Constitución Nacional por
ejemplo, en el caso de Venezuela) que obliga y le da derechos a todos los ciudadanos. Esta
comunidad política de unidad territorial está concretizada en el estado-nación: «Este es el
salvaguarda de la nación, consolida el espacio nacional y regula la vida de los ciudadanos
dentro de su jurisdicción territorial» (Smith Anthony 1994: 9).
9En la realidad histórica las comunidades políticas establecidas como Estados no han sido
poblaciones homogéneas sino que se han definido, en la gran mayoría de los casos, en
relación a una etnia mayoritaria que ejerce su hegemonía sobre las demás. Ahora bien, con
la finalidad de lograr la unidad geopolítica y el sentimiento de unidad, todo estado-nación,
además de establecer, por un lado, vínculos jurídicos que unen a los individuos a su
jurisdicción territorial y política, por el otro apela a la cultura para marcar y fijar sus
particularidades y reafirmarse en sus relaciones con otros estadosnación. Es en este marco
de inter relaciones –en el interior y al exterior– que se inventan o se crean las identidades
nacionales.
10Para poder dar forma y servir de soporte a una identidad colectiva, el plexo de la vida
lingüístico-cultural ha de ser hecho presente en unos términos capaces de fundar sentido. Y
sólo la construcción narrativa de un acontecer histórico dotado de un sentido cortado al talle
del propio colectivo puede suministrar perspectivas de futuro orientadoras de la acción y
cubrir la necesidad de autoconfirmación (Habermas 1994: 91).
11En la construcción de esa identidad colectiva o mejor de la identidad nacional todas las
sociedades, constituidas como estado-nación desde el siglo XVIII han «fundado sentido»
semantizando el pasado, la «tradición», emblematizando todos aquellos códigos simbólicos
que marquen las diferencias con los vecinos y fundamenten la continuidad del grupo. Para
ello reelaboraron el pasado (poniendo el acento en los códigos simbólicos que hacen
referencia a las gestas heroicas del origen, del principio), y lo revalorizaron (a través de la
profundización del conocimiento del mismo por medio de la promoción de la investigación
tanto arqueológica como histórica), al mismo tiempo, que buscaron su apropiación
consciente y reflexiva por parte de todos los grupos sociales y étnicos (para lograrlo lo
divulgaron y fijaron a través de los programas educativos y de la creación de museos o
institutos especializados). Igualmente globalizaron las lenguas de los grupos hegemónicos
(son ejemplo de esta situación el francés y el inglés que pasaron a ser las «lenguas
nacionales» –léase oficiales– de Francia y Gran Bretaña), los códigos simbólicos que se
refieren a los usos y costumbres de los colectivos y que están construidos en base a la
familiaridad implícita de las normas, así como también los símbolos referidos a la relación
del grupo con lo sagrado (que en muchos casos se convirtió en la religión del progreso y de
la racionalidad).
12En este contexto la idea de nación tomó una connotación política que motorizó la
sustitución del reino por la de colectividad y la de súbdito por la de ciudadano, con la
consecuencia de que las jerarquías dejaron de ser centrípetas y sagradas; aunado este hecho
a los cambios económicos, a los grandes descubrimientos (sociales y científicos) y al
desarrollo de las comunicaciones prepararon el terreno para que paralela y simultáneamente
al proceso de invención y re-creación de las identidades nacionales se gestaran en Europa
los nacionalismos7, entre los cuales pueden citarse: el basado en la concepción liberal,
donde la nación es la unidad organizadora de los individuos, pero tanto ésta como el Estado
son producto de la voluntad de aquéllos y su adscripción a la misma es de acuerdo con las
leyes o por haber nacido en el territorio nacional; y el segundo, conocido como la
modalidad alemana o continental y caracterizado porque concibe la nación como la base de
la sociedad y de los derechos individuales y su máxima expresión es el estado que está por
encima de los individuos, los criterios de adscripción a aquélla son excluyentes y están
basados en el derecho de sangre (Keating 1993: 44). Este último tipo de nacionalismo está
íntimamente conectado con la identidad étnica a la cual apela constantemente.
14Por otro lado, la doctrina nacionalista nunca se encuentra en las sociedades en forma
pura sino siempre entremezclada con otras formas de representación social, ya sean
políticas, religiosas o económicas e igual mente como doctrina tampoco es producto de
todos los conglomerados sociales y étnicos que constituyen la nación sino todo lo
contrarios, siempre es producida y ejecutada por determinados grupos, que aspiran lograr,
por encima de las diferencias, movilizar a todos los demás en el logro de un proyecto
común. En unos casos puede promover y facilitar la transformación económica –buscar la
autosuficiencia– en otros, ser un mecanismo de resistencia ante los cambios; unas veces
puede ser integrista otras veces excluyente, y en algunas ocasiones ha llegado a ser
expansionista. A pesar de la ambigüedad del término, los diferentes tipos de nacionalismo
que se han conocido, desde el siglo XIX, tienen algunas características comunes, tales
como: el tener una base popular8 –la nación no es ya identificada ni con un soberano ni con
una dinastía sino al conjunto de la población–, plantear reivindicaciones individuales sin
apelar a ningún tipo de autoridad (moral, política o religiosa), conectarse con el Estado
moderno, desarrollar un sentimiento y una conciencia de pertenencia a la nación. Es esta
última característica la que permite afirmar que el nacionalismo emula a los individuos a
reafirmar y a expresar su identidad nacional frente tanto a los enemigos como a los vecinos
más cercanos haciendo hincapié en la particularidad de su cultura, tal como lo señala, entre
otros, J. Habermas (1994: 101) «el nacionalismo marca un primer paso en la apropiación
reflexiva de tradiciones de las que uno se considera miembro; la identidad nacional es ya
también una identidad postradicional.»
15En el caso de la formación de las Repúblicas de la América del Sur fue también la idea
de una unidad político-territorial, económica y cultural la que inspiró las diferentes luchas
independentistas. Sin embargo, a diferencia de las naciones europeas, los estados-nación
que se gestaron de este lado del Atlántico tuvieron la particularidad de que en primer lugar,
cada uno de ellos era ya una unidad administrativa desde el siglo XVI; en segundo lugar, en
todos ellos el grupo social que motorizó el proceso independentista -y más tarde tomó el
poder- compartía con aquellos en contra de quienes luchaba la lengua, la ascendencia y la
cultura; y en tercer lugar, esos movimientos independentistas no estuvieron nunca
motivados por la movilización política de los grupos más desfavorecidos (Anderson 1993:
78). El deseo de integración como Estado-nación independiente estaba por encima de las
diferencias, en detrimento de la diversidad étnica, cultural y societaria, lo que le imprimió
sentimientos nacionalistas a las luchas de los criollos frente a los peninsulares. Una vez
rotos los lazos coloniales, las nacientes repúblicas se incorporaron al escenario
internacional, impregnadas de los valores europeos pero en condiciones no ya de
prolongación de Europa sino de protagonistas. Todas ellas se definieron como Estado-
nación en relación con uno solo de los grupos sociales y étnicos -los criollos- que las
constituían.
16Ahora bien, al igual que los Estados-nación europeos las nuevas repúblicas americanas
han tenido que producir al interior de cada una de ellas: códigos simbólicos y sentimientos
de pertenencia y solidaridad que les identifiquen como un grupo particular o nación, así
como también el mapa de los diferentes otros –amigos, enemigos, vecinos lejanos y
próximos– y todo lo que es extraño a la comunidad. Igualmente, han tenido que elaborar
frente a propios y extraños, aquellos códigos simbólicos que establecen las líneas y
fronteras que separan inconmensurablemente el interior del exterior y marcar las
posibilidades de cruzar esas fronteras. En otras palabras, ellas han tenido que producir una
lógica de exclusión-inclusión cuya función es la de generar tipos ideales de distinción.
9 Es el caso por ejemplo de los espacios que poco a poco han ido ganado dentro de
la sociedad marabi (...)
18En su producción participan todos los grupos sociales y étnicos, unos más conscientes de
su acción que otros, unos de manera más efectiva por el ejercicio del poder y la
coercitividad; así por ejemplo, aquellos grupos sociales que tienen la oportunidad de ejercer
el gobierno tienen mayores oportunidades para obtener espacios que permitan la
generalización de sus símbolos en la invención y negociación de la identidad nacional
(Mato 1993: 223). En consecuencia, a medida que los diferentes grupos sociales y étnicos
van ganando espacio o perdiéndolo, sus símbolos adquieren otras dimensiones9.
19Entre los códigos simbólicos que se han producido con el fin de emular la formación de
una conciencia nacional es posible distinguir los siguientes:
20Todos estos códigos pueden combinarse, y de hecho se combinan sobre todo cuando se
objetivan en la cotidianidad o en los rituales más sofisticados de las ceremonias
conmemorativas, las consagraciones, las fiestas, etc. o los ritos de pasaje en ocasiones
como el nacimiento, el matrimonio y/o la muerte.
10 Ejemplos de esta situación son las diferentes masacres de indígenas que han
hecho los terratenient (...)
22Ahora bien, ante esta realidad cabe preguntarse sobre la manera cómo es vivido este
proceso de correlación interétnica, intercultural y plurisocietal; así como también sobre la
manera cómo se han integrado, si asumen plenamente esta situación o por el contrario la
evaden. En principio, comenzaré por decir que el peso de la definición de Venezuela como
Estado-nación en relación con un solo grupo social y étnico en detrimento de los otros, ha
dado lugar a dos situaciones: en primer lugar a que la integración haya sido casi una tarea
sin fin; y en segundo lugar que las representaciones y convicciones que hasta ahora tienen
los venezolanos sobre ellos mismos y las relaciones entre los diferentes otros que
conforman el mapa del país sea incompleta, amputada (Bonfil Batalla 1989: 106),
etnocida10, cargada de ambigüedades y de paradojas. En los actuales momentos los
venezolanos viven una crisis de reorganización de sus identidades étnica y nacional que
probablemente les lleve a asumir en su propia piel el peso de sus identidades múltiples que
se entrecruzan en la humanidad de cada uno de ellos.
11 Todos ellos forman parte de los códigos simbólicos que señalan la relación
articular del sujeto co (...)
12 Desde los primeros momentos del movimiento independentista -1811- se ha
remarcado este código. Par (...)
13 La vivencia cotidiana ha puesto de manifiesto la fragilidad de las fronteras
territoriales, sobre (...)
23Si se revisan con atención los hechos, una puede percibir que después de 1830, la
oligarquía criolla, quien sin tomar en cuenta las particularidades de los diferentes grupos
étnicos y societarios definió y formuló el Proyecto Nacional (Carrera Damas 1984: 19)
basado en el paradigma del Estado liberal europeo (cuyos valores se resumen en: paz,
orden, progreso e igualdad de derechos y deberes para todos)11, se enfrentó al más agudo
de los problemas y a la meta deseada con más vehemencia como fue el de lograr la
integración nacional. La cual sólo se logra –y no sin dificultades– en la primera mitad del
siglo XX. En aras de alcanzar la tan ansiada integración se han realizado ajustes y
concesiones para luchar contra la entropía interna, por un lado y por el otro, con la
intención de reafirmar las particularidades frente a los otros Estados. En consecuencia,
desde un primer momento fue necesaria la definición del «nosotros» –venezolanos– por
oposición a «ellos», a los «otros», particularizados en los españoles durante el período
independentista y más tarde después de la separación de la Gran Colombia en los vecinos
más cercanos, así como también frente a los otros Estados. En la definición de Venezuela
como Estado-nación y con ello la determinación de la nacionalidad venezolana está
implícita la intención de ser reconocidos -«nosotros»- como integrantes de un Estado
autónomo y diferenciado. El primer contenido semántico del «nosotros venezolanos» fue el
referido al «derecho natural de suelo», es decir que se centró en los códigos que marcan las
distinciones espaciales, haciendo hincapié en lo territorial, cuyo fundamento es el derecho
natural en cuanto «nacidos en» o «pertenecer a la tierra donde se ha nacido»12. En este
sentido el cuadro del mundo adquiere características espaciales que organiza los diferentes
niveles y da sentido a la ideologización del Proyecto Nacional13: la nación como un
espacio determinado por fronteras naturales, a pesar de la indefinición de las mismas que
todavía hoy se discuten con los vecinos más cercanos, poblado de ciudadanos unidos por un
espíritu nacional, basado en la unidad lingüística y cultural que no existía.
14 Desde 1830 se aspira separar al hombre indígena (sea barí, yucpa, añúu, wayüu,
o cualquier otro) d (...)
15 Como ejemplo pueden citarse todos los decretos gubernamentales y prácticas
indigenistas donde se c (...)
24Este modelo de nación, obliga a la oligarquía criolla a desplegar estrategias para inducir
los códigos simbólicos referidos al Proyecto Nacional, como un proyecto único para todos
los diversos grupos tanto étnicos como societarios, excluyente de cualquier otro (Carrera
Damas 1986: 173), sin respetar las diferencias, y haciendo de la integración un proceso que
cuando no es etnocida14 es asimilador15, criollizador, y que ha generado un acelerado
proceso de descaracterización étnica de los grupos sociales que configuran el mapa de la
sociedad venezolana. En este caso pareciera como si la identidad nacional –ser venezolano–
fuese como algo dado, natural, la unidad es inducida como una semejanza natural y básica
de sus miembros; no hay representación personal de la identidad colectiva aparte o por
encima de esta semejanza natural. La utilización de este código puede ser ejemplificada con
discursos tomados tanto de aquéllos que dirigieron al país en el pasado como de los que lo
dirigen en el presente ya que, tanto la oligarquía como la burguesía criolla han hecho de
este código, conjuntamente con el ideal de progreso, el tipo ideal de distinción y el más
resaltante, pero con el agravante de que los grupos que constituyen esa unidad no son, ni se
asumen, ni viven su venezolanidad de la misma manera, ni tampoco son atendidos por las
políticas gubernamentales en términos de la igualdad y unidad que se espera de ellos.
Revisaré algunos ejemplos de esta situación: para comenzar es suficiente con recordar
cómo a partir de la Constitución de 1811 (1989:101) el interés de los emancipadores no
sólo era el de enfrentar a los españoles, sino y sobre todo qué hacer con pardos, indios y
negros, de allí que las primeras negociaciones de la identidad nacional con miras a
fundamentar este tipo de códigos estuvieron dirigidas a la consideración de los dos
primeros como ciudadanos:
Del mismo modo quedan revocadas y anuladas en todas sus partes las leyes antiguas que
imponían degradación civil a una parte de la población libre de Venezuela conocida hasta
ahora bajo la denominación de pardos; éstos quedan en posesión de su estimación natural y
civil y restituidos a los imprescriptibles derechos que les corresponden como a los demás
ciudadanos (ibid. 203);
25y sobre los indígenas a instancia del representante de la Provincia de Mérida (idem: 100),
también se les reconoce por lo menos en el texto, su condición de «ciudadanos naturales» y
se aspira su asimilación:
procuren por todos los medios posibles atraer a los referidos Ciudadanos naturales a estas
casas de ilustración y enseñanza, hacerles comprender la íntima unión que tienen con todos
los demás Ciudadanos, las consideraciones que como aquellos merecen del Gobierno, y los
derechos de que gozan por el hecho de ser hombres iguales a todos los de su especie...
26En la mentalidad criolla de la época hubo un temor permanente a las rebeliones de los
otros grupos étnicos y fue una constante el reafirmar la idea de la «unidad de la nación» a
pesar de que las tensiones y situaciones negaban este hecho. La reacción de Simón Bolívar
frente a la rebelión de Piar es un buen ejemplo de la afirmación anterior:
Yo denuncio a la faz de la nación el crimen más atroz que ha podido cometer un hombre
contra la sociedad, el Gobierno y la patria. El general Piar es el autor execrable de este fatal
delito! ¿Qué pretende el general Piar en favor de los hombres de color? La igualdad? No:
ellos la tienen y la disfrutan en la más grande latitud que la puedan desear... El general Piar
con su insensata y abominable conspiración sólo ha pretendido una guerra de hermanos en
que crueles asesinos degollasen al inocente niño, a la débil mujer, al trémulo anciano, por la
inevitable causa de haber nacido de un color más o menos claro... (Bolívar 1970: 644,646).
27El reconocimiento de los negros como ciudadanos fue un poco más tardío, después de la
abolición de la esclavitud que fue decretada en 1854 y jurídicamente legitimada en la
Constitución de 1858.
28Sin embargo, es a partir de las cuatro últimas décadas del siglo XIX cuando
verdaderamente se inicia el proceso de instrumentar el proyecto nacional por medio de dos
medios de información y formación como son la educación, programada y formulada como
instrucción obligatoria a todos los venezolanos de ambos sexos, como puede leerse en el
decreto de Guzmán Blanco (1870) sobre la educación pública:
La instrucción obligatoria es aquella que la ley exige a todos los venezolanos de ambos
sexos y que los poderes públicos están en el deber de dar gratuita y preferentemente.
Comprende por ahora los principios generales de moral, la lectura y la escritura del idioma
patrio, la aritmética práctica, el sistema métrico y el compendio de la Constitución federal
(1989: 22); igualmente con la edición y publicación del periódico La Opinión Nacional, por
parte del mismo Guzmán Blanco.
29Los ejemplos de cómo ha sido la inducción de este código simbólico, referido a la unidad
de los venezolanos como requisito para la realización del ideal del Proyecto Nacional, son
innumerables, sin embargo, obligada como estoy por dar cumplimiento a los objetivos que
me propuse al inicio de este trabajo, sólo citaré dos ejemplos más tomados del siglo XX. En
el primer caso citaré a Marcos Pérez Jiménez, quien en el ejercicio de su gobierno
autocrático puso en ejecución la «Doctrina del Nuevo Ideal Nacional» donde se convocaba
al pueblo y al Gobierno en el engrandecimiento de la nación:
Seamos un pueblo que sepa usar de sus derechos y vivir dentro del cumplimiento de sus
deberes; un pueblo para quien lo hecho con ánimo de bien colectivo valga más que las
promesas de los falaces y la vocinglería con la cual se cubren incapacidades; un pueblo
cuya innata bondad no vuelva a servir para proteger a quienes han tratado de envilecerlo;
un pueblo que con actitud responsable y con la propia exaltación de sus cualidades, honre
cada vez más uno de nuestros mayores timbres de orgullo, como es el sentido igualitario de
los venezolanos (Pérez Jiménez, 1955:13).
30Uno de los mejores defensores e ideólogos del régimen, Vallenilla Lanz (1956: 11) es
más explícito en la intención asimiladora del proyecto del Nuevo Ideal Nacional: «También
tratamos de uniformar la raza. En breve no tendremos ni negros, ni blancos, ni indios. De
esa mezcla maravillosa de hombres surgirá un venezolano que tendrá a la vez de
Guacaipuro, Diego de Losada, Garibaldi y el negro Miguel.»
31El otro ejemplo lo tomaré de uno de los líderes políticos venezolanos más reconocidos
del siglo XX, se trata de Rómulo Betancourt, fundador del partido político Acción
Democrática y quien ejerciera la presidencia en dos oportunidades con la Junta Patriótica
en 1948, después del derrocamiento del General Medina Angarita, y en 1961 después del
derrocamiento de Marcos Pérez Jiménez. Para el señor Betancourt los objetivos del partido
Acción Democrática son los de articular a las mayorías nacionales a un proyecto político,
para él partido y nación están íntimamente ligados y los intereses del partido no son más
que la expresión de los intereses de la nación y es por ello que: «coinciden con los
ciudadanos de todas las clases sociales y de las demás diversas profesiones» (Betancourt
1941:1).
32Otro ejemplo son los llamados «pactos nacionales» que en los últimos cuarenta años se
han firmado en el país entre algunas instituciones sociales como son los partidos políticos,
los sindicatos y los organismos empresariales. El más conocido es el Pacto de Punto Fijo,
realizado después del derrocamiento de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, y
considerado como el pacto de integración y reconciliación nacional aún cuando en esos
acuerdos no participaran ni todos los partidos políticos ni mucho menos cualquier
representante de las minorías étnicas. Actualmente ante los múltiples problemas,
económicos, políticos, sociales, éticos y étnicos que se viven en el país y que genera en los
ciudadanos una percepción de la realidad como si se estuviera en un callejón sin salida, el
gobierno nacional así como algunos sectores de la burguesía promueven campañas
publicitarias reforzando estos códigos basados en la unidad integradora del Proyecto
Nacional.
33A partir de las circunstancias vividas en la sociedad venezolana puede afirmarse que:
341.- En las diferentes luchas por el poder, que se han dado en el país desde antes de 1830,
ha existido una competencia nacionalista cuya finalidad es hacer realidad un proyecto
nacional que aún no termina de concretarse –el mejor ejemplo es el resultado de los últimos
ejercicios presidenciales–, el cual fue definido idealmente a partir de paradigmas
completamente separados y ajenos de la realidad histórica, social y cultural (en un primer
momento los criollos venezolanos negaron tanto a España como a la diversidad socio-
cultural local), e igualmente con metas mal diseñadas y poco concretas que conducen cada
vez más a la frustración en el presente y a la desesperanza por un futuro que no se sabe
dónde está.
37Uno de esos rangos esenciales parece consistir en la emblematización del tipo regional
llanero, cuya celebridad se nutre de las proezas militares de que dio muestras en la época de
las contiendas independendstas. En el curso de los años inmediatamente posteriores a la
independencia política, Páez era el caudillo de mayor prominencia (Rago 1994: 27).
384.- Los elementos tomados del pasado ya sea pre-hispánico (sólo cuentan los indios que
se opusieron o enfrentaron al español), del período colonial o del independentista (que son
fundamentalmente los más tomados en cuenta) se epopeyizan, se sacralizan, se convierten
en un fetiche: son la esencia del Ser Nacional (Simón Bolívar es el símbolo padre-madre
generador/a de ese ser).
39A nivel de las identidades en la combinación que se hace en lo cotidiano de los diferentes
códigos que confluyen en la re-creación y negociación de la identidad nacional, el modelo
idílico de las clases dirigentes debe competir y de hecho compite con los códigos
simbólicos producidos por los otros grupos sociales y/o étnicos.
41En la actualidad si bien no se puede estar satisfecha con las referencias estereotipadas y
ausentes de la realidad que hacen los textos de la escuela básica de los grupos amerindios
nacionales, es un hecho que han habido algunos cambios; hoy por hoy existe una actitud
algo más abierta para reconocer la presencia de códigos simbólicos de origen amerindio en
el proceso de etnogénesis venezolano así como también la de asumir la presencia real de
éstos en el desenvolvimiento de la vida cotidiana nacional. Igualmente por parte de las
comunidades amerindias se observa su decisión de convertirse en los actores principales de
las luchas y reivindicaciones tanto para lograr la legalización de las tierras que el proceso
independentista les quitó, como para lograr una presencia real como sujetos libres y con
derechos a perpetuarse como colectividades, así como también para la negociación y el
cruce de fronteras culturales.
En las combinaciones particulares del Viejo y el Nuevo mundo hemos notado que mucho
de lo que es indígena en este último se ha extendido a la escena venezolana. En muchas
ciudades de rápido desarrollo y gran sofisticación moderna, los usos lingüísticos y las
actitudes culturales todavía reflejan la herencia compleja. En las áreas rurales surgen aun
más fuertemente distintos modos de vida y tradiciones ajustadas íntimamente a su medio
ambiente físico, mientras que en las comunidades más aisladas todavía encontramos
vigentes diferentes idiomas y las estructuras socioculturales peculiares de sus habitantes
indígenas.
44Por otro lado, en la vida de todos los días de la sociedad criolla, donde no es posible
negar el peso de la «tradición», de las relaciones de amistad, de parentesco, de la
distribución del tiempo sin atender a planes quinquenales, de los valores, de la comida de
cada día, de los intercambios no mercantiles con las deidades, y con la naturaleza, así como
con las personas, etc., surgen, sin poderse ocultar, códigos simbólicos cuyos referentes
primordiales son los sistemas socioculturales amerindios.
481.- en primer lugar la vulgarización, en textos escolares así como por medio de la
tradición oral (sobre todo entre los creyentes del culto a María Lionza) de la muerte heroica
de Guaicaipuro. Este es el cacique indígena cuya hazaña ha servido de modelo para la
mitificación de esta parte de la historia venezolana; a partir de la narración que hizo Oviedo
y Baños en la Historia de la Conquista y Población de la Provincia de Venezuela, se pone
el acento tanto en el enfrentamiento del cacique con Losada, Fajardo, Suárez, Narváez
como en su valor, arrogancia, coraje y fortaleza. Todos los venezolanos aprendemos en la
escuela básica que Guaicaipuro después de haber defendido con mucho valor la casa donde
estaba y los españoles haber decidido prenderle fuego salió para enfrentarse a los enemigos:
con aquella ferocidad de ánimo que siempre tuvo para menospreciar los peligros, (...),
defendió la entrada de tal suerte, que cuantos intentaron emprenderla volvieron para atrás
muy mal heridos (...) embistió con Juan de Gámez, a quien atravesó un brazo, sacándole el
estoque por el hombro; y echando llamas de enojo aquel corazón altivo, dijo: «Ah
españoles cobardes, porque os falta el valor para rendirme os valéis del fuego para
vencerme; yo soy Guaicaipuro a quien buscáis, y quien nunca tuvo miedo a vuestra nación
soberbia (Enciclopedia de Venezuela; s.f.: 147).
49Igualmente dentro del culto a María Lionza, Guacaipuro es uno de los personajes
centrales no sólo de la «corte india» sino también del culto, conforma conjuntamente con
María Lionza y el negro Felipe las «tres potencias», trilogía básica de esta manifestación
religiosa. Él es:
El Gran padre Guaicaipuro, jefe indio que no tuvo miedo de enfrentarse a los españoles a
pesar de que sus armas eran superiores y de su crueldad; Él es fuerza y protección, se le
invoca o se acude a él en cuando se emprenden empresas donde el valor y la fortaleza de
carácter son necesarias o en caso de conflictos interpersonales y hasta para que proteja y
defienda las casas de intrusos y ladrones16.
50A Guaicaipuro como héroe fundador le corresponde, al igual que a los otros «padres de
la patria», un puesto en el Panteón Nacional17. Ése es el lugar sagrado donde la patria
honra a sus ancestros, allí se sacralizan los héroes civilizadores de la sociogénesis
venezolana. Con miras a lograr este fin se ha gestado un movimiento nacional, integrado
por criollos e indígenas, que ha solicitado al Congreso de la República el lugar que a
Guaicaipuro le corresponde en ese monumento funerario por ser una de las figuras
primordiales en el proceso de gestación de lo venezolano.
522.- También la imagen del indio heroico del pasado es utilizada dentro del campo de la
lucha política de partidos tanto por gobernantes como por opositores, por los de derecha
como por los de izquierda; así por ejemplo una de las poesías más celebradas por la
Generación del 28,-grupo de estudiantes que opusieron resistencia a la dictadura del
General J. V. Gómez y entre los cuales se encontraban los primeros integrantes del Partido
Comunista Venezolano (PCV) conjuntamente con los principales protagonistas del pacto de
Punto Fijo y fundadores de los partidos políticos Acción Democrática (AD), Unión
Republicana Democrática (URD)-es de Pío Tamayo, quien aprovechó la oportunidad de la
coronación de la Reina del carnaval universitario para lanzar un manifiesto antigomecista:
55Esta resemantización del indio heroico hace que el símbolo indio se fije en el pasado, se
convierta en algo estático, se petrifiquen como estatuas, y es así como se asumen formando
parte de lo «autóctono», uno de los elementos constituyentes del Ser Nacional y por ende
de la identidad nacional. En todos estos mensajes del indio heroico como lo más autóctono
de la venezolanidad hay una representación estereotipada del indio, en ellos no se espera
que el destinatario, el pueblo, los venezolanos, argumente nada, se trata de no suscitar en él
proposiciones sino sentimientos silenciosos, es necesario que oiga lo que se dice como si no
estuviera allí, vivo como destinatario y muerto como referente.
57En los códigos simbólicos de la identidad nacional que hacen referencia a este tipo de
relación de los individuos con lo sagrado, se superponen tanto aquellos códigos que están
estrechamente relacionados con la ideología del progreso -fundamento ideológico del
Proyecto Nacional-, como los tomados a partir de la religión católica y finalmente los que
han sido producción propia a partir de la etnogénesis venezolana. En estos dos últimos es
donde se puede apreciar la utilización de símbolos de origen amerindio. Sirva de ejemplo la
consagración y coronación de la Virgen de Coromoto18 como patrona de Venezuela y la
promoción que de ella han hecho todos los gobiernos durante el presente siglo. La re-
creación de una santa patrona fenotípicamente blanca pero con el nombre indígena puede
leerse como parte del proceso de la construcción del sí mismo a partir del otro y con el otro.
Otro ejemplo de esta situación es el cambio de nombre y de representación iconográfica
que sufrió Nuestra Señora de Chiquinquirá, asumida por la población del estado Zulia como
su patrona, y representada como una Wayúu y llamada «Chinita»19.
60Y esto es así porque en cada sociedad los sistemas de representaciones que en ella se
producen están estrechamente relacionados. El lenguaje visual, por ejemplo, es un lenguaje
semejante al lenguaje oral y al escrito. Y así como para los dos últimos es necesario tanto
una alfabetidad como una sintaxis, en el lenguaje visual existe una alfabetidad visual y una
sintaxis que no es calcada de los dos anteriores aunque se integren y se refieran
recíprocamente; igualmente en cuanto a la significación en unos casos puede ser autónoma
y en otros reenvía a otros sistemas de significación. Así por ejemplo la estatua de María
Lionza, de Alejandro Colina, situada en una de las vías más céntricas de la capital, puede
ser percibida como uno de los temas míticos del pasado que hacen referencia a la fertilidad,
pero cuando las reproducciones de la misma (sean hechas en yeso o en fotografías) se
encuentran colocadas espacialmente en un centro ritual su lectura cambia y se la percibe
como uno de los temas inherentes a la historia de la deidad central del culto a este
personaje.
61En todas estas imágenes, entre otras como el mural de César Rengifo (ubicado en la
capital, en el Paseo de Los Proceres, que conjuntamente con el monumento alusivo a
Carabobo es uno de los monumentos más grandes dedicados a la venezolanidad), los
cuadros del pintor Tovar del proceso independentista, los temas mitológicos amerindios
recreados por el pintor zuliano Cuevas, las diferentes versiones, tanto de profesionales
como de los artesanos de: María Lionza (esta deidad ha sido una de las figuras míticas más
representada y en diferentes versiones por los artistas plásticos), de Guaicaipuro, de la
Coromoto, de la Chinita, etc... tienen un contenido básico y primordial que está dado por la
voluntaria e inconsciente auto-revelación de una actitud de fondo hacia el mundo que es
característica, tanto de quien ha hecho la obra como de la época particular, de la sociedad y
la cultura que le ha tocado vivir; como dice C. Ginzburg (1989: 61) los datos iconográficos
sirven como «un inequívoco elemento de mediación entre determinado ambiente cultural,
religioso y político; inequívoco, es decir, objetivamente controlable.»
62En otras palabras, en el uso de la iconografía y símbolos indígenas hay una producción
cultural que hace referencia tanto a los códigos simbólicos existentes en la sociedad
venezolana, así como también a las intenciones conscientes del sujeto que produce la obra y
la sensibilidad específica del grupo al cual pertenece.
63La función más resaltante que tiene la producción de imágenes y símbolos amerindios es
la de definir y marcar las diferencias culturales en la invención, re-creación y negociación
de la identidad nacional, o mejor dicho de la venezolanidad. En las imágenes citadas, como
en otras, y en los ejemplos de los discursos que revisé puede leerse: el peso que tiene la
intervención de ese otro interior y próximo-los indígenas-, el cual fluctúa entre la similitud
y la diferencia radical, convirtiéndose así en un espacio óptimo para fungir de espejo de la
propia humanidad:
Para leer
En este Tratado, Portugal se hacia dueño de África, Mientras que España, Adquiría
derechos sobre el continente Americano.
Anteriormente, las bulas del papa Alejandro VI (1493) habían extendido
Los derechos de Portugal hasta la costa brasileña.
El reparto del mundo realizado por el papa Alejandro VI entre las naciones católicas no fue
aceptado por los otros estados Europeos.
Inglaterra, Francia y Holanda enviaron sus hombres a Norteamérica y las antillas para
participar en la conquista y colonización de America.
Con los nuevos territorios, las monarquías Europeas extendieron y consolidaron su poder
político en el mundo y fortalecieron sus estados nacionales.
Los pueblos indígenas, que tenían sus propias formas de organización, autoridades y
normas, fueron sometidos por las instituciones, leyes y gobiernos de Europa.
A cambio de ello America recibió semillas de frutos desconocidos como la caña de azúcar,
el café y el trigo.
De Europa vino también la ganadería como la introducción de caballo, vacas y cerdos
multiplicándose en nuestras praderas.
El comercio adquirió un auge notable, ya que los países europeos ampliaron sus mercados a
través del intercambio con las colonias americanas.
Los metales preciosos, las materias primas y los alimentos extraídos de las colonias de
España en America hicieron posible la acumulación de capital de los diversos estados
europeos
Consecuencias sociales
España a trajo a america sus intituciones y costumbres como el matrimonio,
La encomienda de indios y la propiedad privada, que sustituyeron las antiguas formas de
vida de nuestras comunidades aborígenes.
La sociedad europea tuvo que cambiar sus primeras ideas sobre el aborigen americano, en
su mayoría bastante negativo y discriminatorio. En ese cambio influyo la acción de juristas
y teologos católicos que actuaron en defensa de los derechos de los indígenas, tales como
fray Bartolomé de las Casas y frai Francisco de Montecinos.
Consecuencias Culturales
El encuentro en america revivió conceptos y teorías antiguas sobre la forma y el tamaño del
mundo, La existencia de océanos y continentes. Igual mente sirvió de impulso al desarrollo
de la cartografía, la geografía y la navegación.
El encuentro con america origino una revolución cultural en Europa: Se tradujo en nuevos
inventos, teorías y formas de actuar que sacaron a sus pobladores del asdamientofeudal.
Gente de la yuca
Los arawak, también llamados arahuacos o
aruacos, constituían una numerosa población organizada en comunidades.
Ocuparon tierras bajas de la cuenca hidrográfica del Orinoco
y tierras ligeramente inclinadas al pie de la
montaña (espacios cercanos a los que ocuparon
los caribes). Vivían en chozas; cuando habitaban
a orillas de lagunas o ríos, las construían sobre
estacas (palafitos). Si tienes en cuenta esta
información, ¿qué pueblos de origen arawak
viven actualmente en Venezuela? Ubícalos en un
mapa de nuestro país.
Con tallos fabricaban esteras, con fibras
vegetales tejían sus chinchorros y guayucos.
Algunas comunidades comían lo obtenido
mediante la pesca y la caza; pero otras producían
los alimentos en su conuco.
Algunos indigenistas afirman que los arawak
aprendieron de los caribes el cultivo en conuco.
Otros afirman que los caribes aprendieron a
cultivar yucas con los arawak. Esto permite deducir
que hubo relaciones entre las dos etnias y que
ambas cultivaban yuca. Para sembrar, utilizaban la
coa; para cazar, el arco y la flecha; para pescar, el
arpón.
Las comunidades arawak practicaban entre
ellas el trueque de productos, pero también lo
hacían con pueblos caribes.
Dicen que la gente arawak era mansa”(apacible) y
la gente caribe era violenta y guerrera. Sin embargo,
no es del todo cierto, ya que las frecuentes guerras
entre ellos tuvieron un motivo.
Según algunos especialistas, las luchas que hubo
tuvieron una causa: las comunidades arawak tenían
numerosas personas y había muchas mujeres
hermosas; en cambio, en las comunidades caribes
eran escasas las mujeres. Por eso, a veces los caribes
invadían aldeas arawak para raptar mujeres, que
luego convertían en pareja de sus jóvenes varones.
Los arawak eran politeístas, pero tenían ritos
especiales para dos dioses: el Sol y la Luna.
Mujer arawak (viejo grabado europeo)
26
Gente del maíz en nuestros Andes
Las últimas oleadas pobladoras que llegaron a nuestro actual
territorio, fueron comunidades sedentarias de timotos y cuicas
que se asentaron en la región andina: los timotos en el actual
estado Mérida y los cuicas en Trujillo. El antropólogo Miguel
Acosta Saignes y muchos estudiosos del tema, los vinculan con
la cultura chibcha (de la actual Colombia) en lo lingüístico, las
técnicas de cultivo, en el arte y otros elementos culturales.
La principal característica de la cultura timotocuica es su
avanzada técnica para el cultivo, excelentemente adecuada a las
condiciones del clima y del relieve que caracteriza a los Andes;
cultivaban en andenes construidos en las laderas montañosas,
para lo cual construían escalones sostenidos con un murito de
piedras, de modo que sobre cada escalón quedaba el espacio
horizontal para proteger el suelo de la erosión y fertilizaban con
Al fondo, terrazas cultivadas en los Andes merideños. Fuente: Atlas de Áreas
Protegidas de Venezuela.
Andén
abono orgánico antes de sembrar. Para garantizar agua para el riego construían
quinpúes: estanques que
llenaban de agua para nutrir largos canales para el regadío. Esa estructura
agrícola la completaban con la
construcción de mitoyes, que servían para almacenar productos cosechados.
Sus principales productos eran el maíz y la papa. También cultivaban yuca dulce,
distintos tipos de frijoles, ají
dulce y picante, y otras plantas típicas de la región.
Lamentablemente, hoy sólo algunos campesinos andinos cultivan en andenes,
como lo demuestra esta
foto. ¿Por qué decimos “lamentablemente sólo algunos”?
Otra actividad importante fue el trueque, como dijimos en páginas anteriores. Entre
los productos agrícolas
que comercializaban está la papa; esto permitió que su cultivo se iniciara entre
otros indígenas. Pero los más
importantes productos para el intercambio fueron los tejidos: mantas y ropa tejida
con algodón, esteras tejidas
con fique y con junco.