Filosofia Primer Parcial

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Filosofía primer parcial

Introducción a la Filosofía (Universidad Siglo 21)

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CAPITULO I: La filosofía
De profesión filósofo
Filosofía es un término compuesto por dos palabras griegas: philos, que significa “amor”, -“afección a” y también
“amistad”, y sophía, que quiere decir, “saber”, “conocimiento”. Se trata de alguien que hace una reflexión una
actividad central de su vida. Reflexionar quiere decir mirarse a sí mismo, esta implica el cuestionamiento.
La filosofía, entonces, es una actividad teórica, es decir que establece teorías o explicaciones. Queremos decir que
toma distancia con respecto a la realidad, que intenta observarla y hacer un juicio crítico sobre ella, explicando el
orden que tiene y estableciendo relaciones entre sus partes. A esto se le llama elaborar sistemas de pensamiento y es,
en última instancia, el trabajo que intenta realizar todo filosofo: explicar la realidad, mostrando como se relacionan
las partes entre si y cómo funciona la totalidad que explica.
Para realizar este trabajo crítico el filósofo se plantea preguntas, el tipo de preguntas que formula no pueden ser
respondidas por las ciencias ni por las fórmulas que provienen del sentido común porque la filosofía se pregunta
acerca de las cosas más básicas y anteriores al cuestionamiento científico.
La filosofía es un saber sin supuestos, es decir, no supone que las cosas son como aparentan o como otros nos dijeron,
sino que cuestiona absolutamente todo. Los filósofos han construido sistemas filosóficos.
Para Aristóteles la filosofía es, entonces, un saber que se ocupa de las causas de las cosas, pero no de cualquier causa,
sino de las causas primeras, las principales y más fundamentales, aunque sean las menos evidentes y aunque
lleguemos a ellas después de arduas investigaciones.
La filosofía en casa
Suele decirse que las circunstancias en las que más frecuentemente nos ponemos filosóficos están determinadas por
ciertos hechos que pasan en nuestras vidas. Una de estas situaciones tiene que ver con enfrentarnos a algo que nos
causa extrañamiento. Martín Heidegger habla de la relación de familiaridad que tenemos con las cosas. Cuando
utilizamos las cosas que forman parte de nuestro mundo cotidiano-dice- no tenemos una relación de real conocimiento
con ellas, sino de “utilidad”. Un día empezamos a percibirlas de manera diferente y particular, nos surge la pregunta
acerca de por qué las cosas son de la manera que son o por qué pasa lo que pasa.
Otras circunstancias que generan la reflexión filosófica en nuestra vida cotidiana son las llamadas situaciones límites.
La filosofía en palabras prestadas
Immanuel Kant (1724-1804) hizo sus principales aportes en el ámbito de la reflexión sobre la acción humana. Dice
que la filosofía es un ejercicio, se trata en realidad de pensar, de usar nuestra propia razón para ser críticos frente a los
hechos de la realidad, es un hacer. De ahí que este filosofo diga que la filosofía todavía no existe, porque es una tarea
actual, de este momento y de esta circunstancia. Es un aquí y ahora, es reflexión con los otros, es intercambio de
opiniones, argumentos y discusiones.
A pesar de que pertenecen a siglos y momentos históricos muy diversos, el pensador contemporáneo Karl Jaspers
(1883-1969) complementa la posición de Kant y explica la filosofía desde otro punto de vista: nos hace ver que un
filósofo no es un sapiente o un sabio. El dogmatismo del que hablan Kant y Jaspers se refiere a la filosofía como una
doctrina cerrada, estática y no cuestionada, que forma parte de quien se considera sabio, pero no del filósofo. Éste es,
en realidad, alguien que siente su carencia, su falta de saber, su necesidad de cuestionar, y al sentirlo está impulsando a
avanzar en el cuestionamiento. Por eso la filosofía es un andar, un caminar, más que un resultado final.
Es importante tener en cuenta el contexto histórico en el que se desarrolla la filosofía, para su desarrollo mismo.

Rumbo a la definición
Podemos sintetizar que la filosofía es:
o Un saber teórico.
o Una disciplina que cuestiona todo, hasta las cosas más básicas y obvias.
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o Una actitud critica en general.


o Las palabras y manera de expresar los pensamientos es fundamental en la argumentación filosófica, para que
la comunicación de las ideas sea real y no aparente.
o Como consecuencia de su actividad cuestionadora, debe estar abierta a la diversidad de respuestas, a la
diferencia de perspectivas, al intercambio de opinión.
o Su condición primordial para aceptar una idea es que ésta pueda ser fundamentada coherentemente y no esté
en contradicciones con otras ideas ya aceptadas.
o La consecuencia de esta actividad será un sistema de pensamiento, que puede explicar la vida o parte del
mundo humano.
Menú filosófico
● Ética: tiene que ver con la conducta humana, que se ocupa del obrar del hombre, de su manera de actuar.
● Antropología filosófica: se trata de una reflexión sobre el hombre. Se cuestiona sobre la esencia de lo humano.
● Gnoseología: se trata de la rama que hace preguntas acerca de cosas relativas a nuestro conocimiento.
● Metafísica: es la rama de la filosofía que se cuestiona acerca de cosas que van más allá de lo evidente de los
sentidos.
● Estética: comprende la reflexión acerca de la naturaleza del valor de la belleza, de su aplicación en el campo
de la producción humana.
● La lógica: es un instrumento que utiliza la filosofía para reflexionar y razonar correctamente.
● La filosofía política, la filosofía del lenguaje, la filosofía de las ciencias, la filosofía de la educación, son otros
ámbitos de la filosofía y, por lo tanto, otras ramas por las que se abre la capacidad de reflexionar
rigurosamente, sin supuestos.

No es ciencia ni ideología…es filosofía


La filosofía y la ciencia se diferencian, en primer lugar, en que la primera no conlleva supuestos ni determina de
antemano el límite de sus cuestionamientos; y, en segundo lugar, en que la ciencia tiene siempre un objeto de estudio
particular determinado y no universal, como pretende tener la filosofía.
Las ciencias tienen como objetivo establecer leyes generales a partir de un estudio de casos particulares y por aplicar
luego todas estas leyes o conclusiones a la singularidad de una historia personal, de un humano concreto. La filosofía,
en cambio, plantea sus preguntas considerando a todos los hombres en general, en sentido universal.
La filosofía también se preocupará por las relaciones entre los seres humanos, por la necesidad de los hombres de vivir
en sociedad y aun sus organizaciones políticas. Sin embargo, lo hará de manera universal, y no considerando una
sociedad en particular ni un determinado grupo social.
La diferencia de los planteos filosóficos será siempre su grado de universalidad-contra la especifidad del objeto del
que se ocupa cada ciencia particular- y su acercamiento reflexivo, sin supuestos.
Ahora, una vez que la filosofía se caracteriza como un sistema de ideas o un modo de organizar los pensamientos es
fácil confundirla con una ideología. Una ideología es, precisamente, un sistema de ideas, pero más precisamente, una
forma determinada de ver el mundo y de explicarlo. La diferencia con la filosofía es que, mientras que esta está abierta
a nuevos cuestionamientos y a revisar esas ideas con que confronta sus sistemas, se dice generalmente que las
ideologías son cerradas y dogmáticas.

Prehistoria filosófica
En un principio, muchos siglos antes de la era cristiana, cuando todavía no se hablaba de filosofía, la reflexión-el
pensamiento racional- estaba mezclada con mitologías y cosmogonías.
Con el correr del tiempo, el pensamiento racional y argumentativo fue ganándole terreno al pensamiento mítico, y la
filosofía se asentó sobre el logos, es decir, sobre el pensamiento o el discurso argumentativo y razonado. Recién hacia

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el siglo V a.C, en una Atenas repleta de inquietudes y preguntas, aparecieron los primeros filósofos y la filosofía ganó
su propio lugar.
El primer que se ha llamado propiamente filósofo fue Sócrates. El pequeño grupo de pensadores registrados como
anteriores a él, reciben su nombre a partir de él: son los presocráticos. Entre estos últimos sobresalieron los
Milésicos, así llamados porque provenían de la ciudad de Mileto: Tales, Anaximandro y Anaxímenes, se
mantuvieron en la reflexión acerca de la naturaleza. Heráclito de Efeso y Parménides de Elea son, a su vez, dos
figuras fundamentales de la filosofía presocrática y tanto ellos como algunos de sus discípulos directos parecen haber
tenido marcada influencia en el pensamiento de Platón. Heráclito fue el primero que postuló que todo cambia y nada
permanece; que la realidad está integrada por pares de opuestos que se equilibran y compensan entre sí según una
medida, una ley o proporción (el logos). Parménides, por su parte, afirmó que la realidad es una, única y que el
movimiento y el cambio son aparentes, aunque los hombres los percibamos como reales.
Empédocles y Anaxágoras, también se ocuparon de explicar el cosmos y la naturaleza.
Período antiguo
Se dice que el primer filósofo propiamente dicho fue Sócrates, ya que él comenzó a poner al hombre en el centro de
sus preguntas. Se preocupó básicamente por cuestionamientos éticos. Para este filósofo lo más importante era el
conocimiento de uno mismo y la introspección. El método que aplicó se llamó “mayéutica” porque se dice que
ayudaba a la gente a sacar a luz o hacer nacer las ideas en ella. El método contaba con dos momentos: el primero
servía para revisar las opiniones de la persona con la que conversaba, y analizar si eran apropiadas o no; en el
segundo, positivo, la persona pensaba nuevamente el concepto que investigaba y construía una respuesta más
adecuada a la anterior.
En la misma época vivieron los llamados “Sofistas”, eran maestros que vendían sus lecciones por dinero. Se los
consideraba “relativistas”, es decir, consideraban que todo-y en especialmente el bien o el mal respecto de algo-
depende enteramente de las circunstancias, el momento, el lugar donde suceden las cosas o donde se dice un discurso
ya que no existe una verdad absoluta sobre nada. Sus mayores desarrollos fueron en el campo de los discursos ya que
para ellos la palabra, los argumentos, y, en general, los discursos, eran capaces de modificar una realidad entera.
Platón hizo uno de los aportes fundamentales a la historia de la filosofía: fundo una escuela, la Academia, en la cual
se filosofaba siguiendo reglas y requisitos, de manera que la actividad comenzó a realizarse de manera orgánica y
sistemática.
Aristóteles, fundador del Liceo o Perípatos.
Además de los mencionados, otros movimientos filosóficos como el epicureísmo, e estoicismo, los cínicos, entre
otros, renovaron los estilos de respuesta de aquellos fundamentales y de sus discípulos, platónicos y peripatéticos.
Período medieval
La época medieval se conoce injustamente como la época del ‘oscurantismo’, como un periodo oscuro e improductivo
en la historia de las ideas. El cristianismo pasó a ser la enseñanza más difundida.
En el siglo II d.C, los escritores cristianos, llamados apologistas porque intentaban presentar el cristianismo de una
manera comprensible al mundo grecorromano, utilizaron la noción griega de Logos (palabra, discurso, razón)
identificándola con Dios, como al comienzo del Evangelio de Juan. Así, buscaban definir el cristianismo como la
filosofía, decían que los cristianos poseen la llave del Logos verdadero y de la Razón perfecta, encarnada en
Jesucristo. A partir de aquí, es cierto que durante todo este periodo la filosofía se centró en cuestionamientos de orden
teológico, es decir, relativos a Dios.
Algunos autores retomaron el pensamiento de Platón, como lo hizo San Anselmo de Canterbury, quien seguí a su
vez, a San Agustín. Otros consideraron que el sistema filosófico de Aristóteles era el que mejor se adecuaba a la
visión que del hombre y la naturaleza tenía entonces el catolicismo, como ha sido el caso de Santo Tomás de Aquino,
que intento por todos los medios conciliar a la filosofía.
Período moderno

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La Modernidad está marcada por un firme e incesante proceso de secularización en todas las áreas de la vida humana,
esto es, una separación, en cada una de las esperas de la vida.
Podríamos decir que durante esta época el ser humano, tras separar las orbitas de Iglesia-Estado y de religión-ciencia,
procura colocarse a sí mismo en el centro de las reflexiones, en una posición de autonomía respecto de los preceptos y
autoridades que regían el universo medieval; el hombre pasa a ser autor de su propia vida, en tanto ser racional dotado
además de libertad y voluntad.
Desde esta nueva perspectiva, los filósofos modernos intentaron explicar el surgimiento de la sociedad política y se
retomaron las preguntas que el mundo clásico había llegado a formular, pero desde una perspectiva decididamente
diversa, sobre la necesidad de ser gobernado por un rey, o también por representantes del pueblo en el poder.
Argumentaban que el “contrato social” permitía cierta tranquilidad y estabilidad social, ya que en él cada uno se
compromete a no invadir ni violentar el derecho de los otros, para no sr invadido ni violentado uno mismo; esta idea
de contrato fundante volvió necesaria la existencia de un gobernante capaz de vigilar que todos respetemos el contrato,
que esté socialmente autorizado a castigar al infractor que así no lo hiciera con el objetivo de mantener el orden.
Los filósofos se cuestionaron también el origen de los problemas sociales, el significado de la educación, de las leyes,
de las normas éticas, de la belleza, de la religión.
Lo que nos interesa resaltar es esta necesidad de saber y de utilizar la razón por sí mismos, que era considerada como
un instrumento que ilumina y esclarece nuestra vida; de ahí que esta época pueda identificarse con uno de sus periodos
más característicos: el llamado “Siglo de las Luces”.
Los cuestionamientos acerca de la capacidad y límite del conocimiento humanos también preocuparon a estos
filósofos quienes, como en el caso de Descartes, buscaron un método para avanzar en el conocimiento infalible.
Modernidad problema gnoseologico y problema etico politico
Racionalismo y empirismo
Los campos científico que se consolidan en la modernidad son la astronomía, la física, la matemática y las ciencias
naturales, si bien estas últimas tendrán su apogeo en el s. XIX con la obra de Darwin, pero en esta época se producen
importantes avances en medicina y observación de microorganismos
Los autores racionalistas (Descartes, Leibniz, Pascal, Spinoza) tomarán por lo común el modelo de conocimiento de
las matemáticas; de hecho, están entre los grandes matemáticos de la historia. En cambio, los autores empiristas
tomarán más como modelo las ciencias naturales y aplicadas, y sentarán importantes avances para otras ciencias que
se consolidarán posteriormente, como la psicología.
Para ello, se precisa reglar el método. Las reglas que Descartes propone –evidencia, análisis, síntesis y enumeración–
son reglas de aplicación clara en el terreno de la matemática y de la geometría analítica que él contribuye a consolidar.
Las figuras se construyen a partir de evidencias (una recta une dos puntos, por ejemplo), pero a su vez las figuras
geométricas han de ser descompuestas en sus componentes (análisis) y, mediante procesos lógicos, puestas en relación
con las variables que las definen (síntesis).

concluye Descartes con que, de los contenidos del pensamiento, de ese pensamiento cuya sustancia no se puede dudar,
existen tres tipos distintos de ideas (Descartes, 1985; Williams, 1996):

- Las ideas innatas: aquellas como la idea de Dios, la del yo pensante o la de extensión, que no podemos
extraer de la experiencia por su propia naturaleza, pero tampoco son ficciones, por lo que han de ser
innatas.
- Las ideas adventicias o de experiencias: las ideas de los objetos que remiten a objetos externos a nuestra
mente y que podemos constatar con los sentidos.
o Descartes introduce la hipótesis de un genio maligno (Descartes, 1985), un genio engañador que
pudiera muy bien haberle hecho creer que las ideas que tiene se corresponden con realidades en el
mundo, y que todo sería una ilusión. Tal genio maligno no podría ser Dios, pues Dios no podría
ser engañador.
- Las ideas facticias, como la de centauro, que no son posibles en los sentidos, pero que combinan
elementos de ellos.
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La solución empirista al problema del conocimiento es distinta de la racionalista. En general, el empirismo sostiene
una postura sensualista, es decir, todo lo que hay en el entendimiento sale de los sentidos (Hottois, 2003). La
experiencia lo es siempre de lo singular; no existen, pues, intuiciones intelectuales de esencias universales, no hay
percepción de lo general. Todo concepto general es resultado de un proceso de abstracción. Tampoco existen las ideas
innatas (Copleston, 2011). El empirismo ataca así (Hottois, 2003) la noción de idea innata, pero también la noción de
sustancia y de intuición intelectual a priori de las esencias, tan propias del sentido racionalista y platónico.
Entre los empiristas destacan Hobbes (1588-1679), Locke (1632-1704) y Hume (1711-1776). Al igual que entre los
racionalistas expusimos las ideas de Descartes como representativas –pese a que Spinoza disiente en muchos puntos
del cartesianismo y más lo hace Leibniz–, respecto al problema del conocimiento abordaremos como referencia los
planteamientos de Hume.
El empirismo de Hume no solo sitúa una epistemología sensualista; en términos éticos sostiene, frente a la posición de
dominio que Descartes atribuía a la razón sobre las pasiones, la situación inversa: la razón es esclava de las pasiones y
solo puede obedecerlas (Copleston, 2011). La conducta moral del ser humano se cimienta en el sentimiento de
simpatía que el ser humano tiene, del cual derivan todas las distinciones y juicios morales por procesos diversos.
Para Hume la fuente primaria de todo conocimiento son las impresiones. Estas son un tipo de percepciones –directas o
indirectas, genéricamente son lo que se presenta en la mente: sensaciones, sentimientos, datos de los sentidos,
reflexiones, etc.– que se caracterizan por su viveza, pues penetran en nuestros sentidos con mayor fuerza. Las ideas, en
cambio, son copias debilitadas de las impresiones.

A partir de estas consideraciones sobre las leyes de asociación de ideas, Hume procede a desmontar (Copleston, 2011;
Hottois, 2003) las grandes ideas de la metafísica racionalista –razón por la que Kant dirá que Hume lo despertó del
sueño dogmático–, como las ideas de Dios, alma o sustancia. Así:

● La idea de sustancia es resultado de la unión mediante la imaginación de una colección de ideas simples.
● La idea de Dios, en cuanto ser absolutamente bondadoso, inteligente y sabio, emerge de la reflexión sobre
nuestras operaciones mentales, de modo tal que las llevamos al infinito.
● La idea de un yo pensante (alma) es una colección de impresiones en perpetuo movimiento a las que nuestra
imaginación atribuye identidad, subsistencia y permanencia.

Problema ético-politico: las teorías del contrato y el estado

La visión que Hobbes establece del contrato se inscribe en lo que Macpherson (2005) ha denominado individualismo
posesivo. Hobbes, que tiene una concepción mecanicista del ser humano –como máquina cuya voluntad ha de
explicarse acudiendo a concepciones materialista– a partir de la que cimienta todo su edificio teórico, concibe que en
el estado de naturaleza cada hombre tiene derecho a todo, pero, al ser limitados los recursos y dada la igualdad de
capacidades humanas (cualquiera puede matar a cualquiera), se avecina un estado de guerra entre las personas. Pero
como se genera una situación de total inseguridad en estas condiciones, dado que el hombre es una máquina de desear
que no tiene límite, los seres humanos deciden establecer un contrato según el cual ceden parte de su libertad a cambio
de seguridad, y les otorgan a un soberano potestades sobre sus personas que de otro modo no cederían.

La teoría política de Locke establece (Vallespín, 1995b): la limitación del poder hereditario y absoluto de los
monarcas; que el estado de naturaleza no es un estado de guerra –pues en el estado de naturaleza los hombres viven en
busca de su felicidad, sin superiores ni inferiores, sino que actúa una ley natural que armoniza los deseos de todos–;
que la sociedad civil aparece como natural continuación de la familia en orden a la satisfacción de las necesidades. En
la concepción de Locke, las personas se unen en contrato no por miedo, sino para que el gobierno facilite la
conservación de la propiedad privada, pues la voluntad de la mayoría cristaliza en el cuerpo político y lo orienta a la
satisfacción del derecho de propiedad.

Para garantizar la libertad y propiedad de todos los miembros de la sociedad civil, Locke establece un principio de
división de poderes. El poder legislativo es el supremo poder; el poder ejecutivo actúa cumpliendo lo que el legislativo
establece (el poder judicial es parte del ejecutivo); finalmente, está el poder federativo (establece alianzas, tratados,
firma la paz, declara la guerra con personas externas a la comunidad). Locke también es un pensador fundamental en
la historia de la tolerancia

La figura de Rousseau es clave en múltiples aspectos. Primero, porque sostiene ideas que serán base para la teoría
política de Kant y tendrán influencia en tradiciones de pensamiento como la marxista (Vallespín, 1995b). Rousseau es
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un pensador que quiebra el ideal de progreso tan sustancial a la modernidad y, en especial, a la Ilustración. Su
apelación al mito del buen salvaje supone considerar que el progreso civilizatorio –en las artes y las ciencias– no
necesariamente conduce al progreso moral o político. Ciencias y artes han introducido desigualdades entre los
hombres, y por lo mismo la civilización tiene efectos negativos sobre la formación de la persona. Considerado como el
primer pensador romántico porque otorga primacía al sentimiento sobre la razón (Hottois, 2003), Rousseau diseñará
todo un proyecto pedagógico orientado a tratar de restituir en condiciones de civilización las bondades del régimen
natural perdido para siempre. Este proyecto comporta un concepto constructivista de educación, en el que se les da
importancia a los estados anímicos del alumno.

En la construcción que Rousseau hace del hipotético estado de naturaleza, los seres humanos en su estado natural
viven pacíficamente del producto de su trabajo. Serán las inclemencias y las turbulencias atmosféricas principalmente
las que les llevarán a establecer un contrato social. Rousseau, aficionado a las historias de viajes, suponía la bondad
natural del ser humano. No es que fuera un ingenuo que asumía sin más el mito del buen salvaje, pero su filosofía
constituye un anticipo de la noción kantiana de ideal regulativo: diseñar una sociedad exige considerar al hombre
como ser bondadoso (si consideramos lo opuesto, no fundamos una democracia, sino una tiranía o un poder absoluto,
al modo de Hobbes).

Al unirse en contrato, los seres humanos conforman una voluntad general que es una fuerza moral y no solo la
sumatoria de voluntades. Esta voluntad general dotará de instituciones políticas que realizarán funciones de gobierno
diversas, pero siempre bajo régimen consultivo, porque el pueblo no cede nunca su poder. El ideal roussoniano es el de
una democracia participativa con delegación de poder, pero control cívico. Para garantizar el cuerpo moral de tal
sociedad, se debe establecer una religión cívica que una a los ciudadanos.

CAPITULO III: La ética


La ética socrática
Sócrates vivió en Atenas durante el siglo V a.C. No contamos con ningún texto escrito de este autor, porque él
pensaba que la filosofía era un ejercicio que debía realizarse en una situación donde quienes reflexionan se encuentran
reunidos, debatiendo y analizando juntos.
Este filósofo basó su pensamiento en dos afirmaciones fundamentales: la virtud es conocimiento y nadie obra mal
voluntariamente.
En el planteo de Sócrates, la voluntad sigue ciegamente a lo que la razón o la inteligencia han decidido hacer. No
puede suceder que, aunque yo sepa que algo es malo, lo realice.
Platón y la ética
“Teoría de las Ideas”. Lo que el filósofo propone en ella es la existencia de dos mundos: uno al que llamo mundo
sensible, y que este mundo en el que vivimos, donde las cosas son materiales, cambian, nacen y mueren. Pero además
hay otro mundo, al que llama mundo inteligible o de las ideas, que está compuesto por ideas; esas ideas constituyen la
esencia de la justicia, la piedad, de la valentía, del bien, etc.
Platón cuenta que antes de nacer nuestra alma contemplo esas Ideas, pero que, al nacer, pasamos por un río que se
llama Leteo y olvidamos lo que vimos antes. Sin embargo, cuando presenciamos situaciones justas o buenas,
recordamos aquellas ideas que experimentamos antes de nacer.
¿Qué relación tiene esta “Teoría de las Ideas” con un planteo ético? Platón dice que hay una idea que es la causa de
las cosas. Esa idea que es causa y fundamento de las demás, es la idea del bien. Cuando recordamos esos modelos del
mundo inteligible-dice Platón- es la última idea que conocemos. Esto significa que la ética tiene su fundamento en las
ideas perfectas.
Considera que la verdad es una sola y la hemos conocido alguna vez, pero ahora no la recordamos. La verdad está en
el mundo inteligible.
La ética de Aristóteles
Siempre parece haber un fin al que queremos llegar cuando actuamos. Aristóteles nos va decir que, si pensamos un
poco, nos daremos cuenta de que en realidad no son fines realmente, sino que son medios para conseguir otras cosas.
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El único fin único es el fin último en nuestra vida que es la felicidad, que constituye el fin de todas las acciones
humanas.
¿Cómo llegamos a ser felices? Aristóteles dice que lo alcanzamos realizando aquello que nos es esencial, es decir, lo
que nos hace ser lo que somos. Y en el caso del hombre, lo esencial es la racionalidad. Nos dice que seremos felices si
podemos ejercitar en máximo grado nuestra razón y nos dedicamos cuanto nos es posible a la vida teórica o
contemplativa. También acepta que, además de las virtudes dianoéticas o intelectuales, tenemos otras virtudes, las
virtudes éticas, que tienen que ver con la acción y más especialmente con la acción que involucra a otros hombres.
La virtud se consigue por medio del hábito. El filósofo se refiere a virtud como el hábito de elegir el término medio
entre dos posibilidades extremas, que son los vicios. El virtuoso es el hombre que, mediante una práctica constante,
logra elegir el término medio y evita el exceso y el defecto.
Ética de Kant
Argumentó que el adjetivo bueno puede ser aplicado correctamente sólo a la voluntad cada vez que el sujeto persiga el
bien con su acción. En este planteo el concepto de deber es fundamental.
Hay casos en los que aparentemente se actúa bien, pero en realidad uno tiene otra intención, son los que llama
conformes al deber pero no se hacen por el deber mismo, y por lo tanto no hacen buena a la voluntad. Cuando hagas
lo que quieras que hagan todos los seres humanos y realices la acción por deber, tu voluntad será buena.
FORMULACIONES ÉTICAS MATERIALES DE BIENES O FINES
DE VALORES
FORMALES (similar a la de Kant)
¿Cómo tomar la mejor decisión? Kant habla de un mandato o una orden que nos damos a nosotros mismos, a los que
llama imperativos. Haz esto, no hagas aquello no dice la voz de la conciencia.
Kant habla de dos tipos de imperativos o mandatos: hipotéticos, en estos hay una condición que quiero cumplir con lo
que hago. La acción depende de esa condición que se impone sobre mí desde fuera. Diferente es el caso del imperativo
categórico, que es incondicional, objetivo y autónomo. Nos ordena hacer algo sólo cuando es adecuado tanto para
quien actúa como para todos los demás.
El imperativo categórico se diferencia del hipotético, como se ve, en que no necesita de ninguna circunstancia
particular del sujeto para que se imponga su cumplimiento.

Éticas deontológicas y teleológicas


Ética deontológica (del deber): tiene plena fe en que cumpliendo con esas normas, hará lo debido. Ejemplo: Kant.
Ética teleológica (del fin): piensan que es posible realizar una especie de cálculo de la consecuencia de los actos, y
responsabilizarnos de ello. La acción se acomodará a ese fin buscado.
El pensador alemán Max Weber habla de estos tipos de éticas, pero llama a la primera ética de la convicción (cuando
se trata de cumplir con un deber, bajo la convicción o el convencimiento de que debe seguirse una norma sin importar
nada más). Por otro lado, denomina a la segunda, ética de la responsabilidad o consecuencia lista (ya que cada uno se
hace responsable del fin que pretende conseguir y de su concreción).
¿Cuál es el fundamento de la moral?
Para Sócrates la ley que rige al hombre y que determina el deber y lo prohibido, está en el hombre mismo. Se trata de
una ley universal que rige a todos los hombres y que existe independientemente de ellos, siendo superior a cualquier
inclinación particular que lo lleve a hacer algo o dejar de hacerlo. El origen de la moralidad queda establecido para él a

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partir de la existencia de formas trascendentales a las que se atiene a la voluntad, y a las que se accede gracias a la
racionalidad que nos determina como humanos.
Frederic Nietzsche, en cambio, pensó que la moralidad es una fábula inventada por los hombres débiles para
defenderse de los fuertes, enmascarándose detrás de los valores como la piedad y la misericordia. Moral de rebaño,
según la cual todos los hombres siguen en grupo y acríticamente lo que alguna autoridad ha determinado.
Ética y política
Aristóteles ha señalado, toda reflexión ética termina necesariamente en una reflexión política y viceversa.
La Política tiene el fin de la organización de la vida colectiva de los hombres, lo moral remite a la determinación del
bien y del mal; se ocupa de lo relativo al comportamiento humano en tanto que pasa por las instituciones colectivas y
no sólo de un comportamiento individual, como es el caso de la ética.
En este sentido se puede hablar de la filosofía política, que es el ámbito de la filosofía que se ocupa específicamente
del análisis de los sistemas políticos y de la legitimidad de la manera en que se llevan a la práctica, de la reflexión
sobre la implantación de la justicia y la obligatoriedad de las leyes, por ejemplo, todas estas cuestiones que exceden a
la ética.
CAPITULO IV: Teoría del conocimiento
¿De dónde viene lo que conocemos?
Sócrates decía que el conocimiento de la verdad proviene de una búsqueda interna, de una introspección. No se refería
al conocimiento que tenemos de un objeto o de una persona sino al conocimiento de la Verdad.
En el siglo IV a.C, Platón responde a la pregunta: ¿Cómo es posible conocer?, dice que ya sabemos la verdad sobre el
mundo, ya que creía que nuestra alma estuvo en contacto con realidades perfectas y divinas antes de encarnar en un
cuerpo. Conocer es, pues, recordar.
Aristóteles, en el siglo IV a.C, elaboró un esquema en el que distingue entre los conocimientos que obtenemos a
través de los sentidos(los que por medio de la memoria se acumulan en nosotros formando la base de la experiencia),
los que provienen del arte o la técnica razonada, y los que pueden ser no sólo razonados sino además deducidos
necesariamente de ciertos principios primeros y verdaderos.
La polémica que hubo entre la Antigüedad tardía y la Edad Media se puede sintetizar en estas variantes: a) eliminar la
razón; b) eliminar la fe; c) separar radical y antiéticamente la fe de la razón; d) considerar la fe como un supuesto de la
razón; e) distinguirlas y armonizarlas.
Durante el siglo XVII, René Descartes perteneciente al racionalismo, que afirma que la razón humana o el
entendimiento es el fundamento último de todo nuestro conocimiento. Estaba decidido a dudar de todo el
conocimiento sensible, como se ve, este filosofo aparece como un escéptico; pone en marcha lo que se llama duda
metódica, ya que duda y descree del conocimiento que posee, pero lo hace con un solo fin: encontrar al menos una
verdad a partir de la cual pueda construir un conocimiento verdadero. Pero precisamente en ese momento el filósofo se
da cuenta de que mientras duda, piensa y si piensa, él mismo es algo. Descartes deja de ser escéptico y pasa a ser un
solipsista: solo confía en el contenido de su conciencia. Finalmente sale de ese encierro solipsista porque confía en
ciertas ideas sosteniendo que lo más fácil de conocer es el alma, vuelve a confiar en lo que los sentidos le brindan.
En el siglo XVIII David Hume perteneció a una corriente llamada empirismo, justamente porque respondió a la
pregunta por el origen del conocimiento diciendo que su fundamento es la experiencia.
Para él, todo hombre tiene percepciones de dos tipos: las que son directas y captamos con fuerza (impresiones) y otras
más débiles y que dependen de las primeras (ideas). Algunas impresiones son colores, olores, sonidos, son las
impresiones de la sensación. Otras corresponden a los sentimientos, a estas se las llama impresiones de reflexión. Las
ideas dependen, como se ve, de nuestra memoria o de nuestra fantasía, derivan de las impresiones, también tendremos
dos tipos: ideas de sensación e ideas de reflexión.
Tanto las impresiones como las ideas pueden ser simples- si no pueden separarse en partes más pequeñas- o
complejas- sí, contrariamente, pueden ser divididas en sus elementos constitutivos-.

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La combinación que mi mente realiza por medio de las leyes de asociación me permite ver nuevamente que todo
cuanto hay en mi mente debió pasar primero por mi experiencia.
Hume enumera tres Leyes de asociación de ideas:

✔ Asociación por semejanza.

✔ Asociación por contigüidad espacial y temporal: cuando hay dos objetos que solemos percibir juntos en
tiempo o espacio, y aparece uno de ellos, lo asociamos con la idea del otro elemento.
✔ Asociación por causa y efecto.

Immanuel Kant, no fue ni racionalista ni empirista, sino que tomó lo que consideró valioso de ambas posiciones
y realizó su propia formulación, que se llamó apriorismo. Dice que el conocimiento comienza con los sentidos,
pero después es preciso que el sujeto, nosotros, cada hombre que conoce, ordene organice y dé sentido a eso que
proviene del mundo exterior. El conocimiento según este planteé, tiene dos fases. En la primera obtenemos lo que
él llama fenómeno- una organización de los datos que provienen del exterior-, y al finalizar la segunda tenemos
posibilidades de formular juicio, una proposición que caracterice al objeto. Para el filósofo juzgar equivale a
pensar- en los fenómenos.
Formas a priori de la sensibilidad: se llaman formas porque organizan un contenido que reciben de otro lado; se
llaman a priori porque son independientes de la experiencia- son condición de posibilidad de la experiencia- las
tenemos porque nos constituyen como sujetos, son parte de todo hombre; y finalmente son de la sensibilidad
porque organizan la materia que proviene de los sentidos. Estas organizan los datos de los sentidos en un espacio y
un tiempo.
Fase I: MATERIA (impresiones de la sensación)+FORMA (formas a priori de la sensibilidad: espacio y
tiempo)=FENÓMENO
Formas a priori del entendimiento o categorías: las aplicó al fenómeno. Ahora la materia no son las impresiones,
sino el resultado del primer proceso de conocimiento. Esos conceptos o categorías ordenan a los fenómenos según
sean causa/efecto, accidente/sustancia, uno/múltiple.
FASE II: MATERIA (fenómenos)+ FORMA (formas a priori del entendimiento: categorías)= JUICIO
Ahora, en el planteo de Kant, el hombre es el que construye el conocimiento.

Obertura
UNIDAD I: Introducción a la filosofía
I.1. Naturaleza de la filosofía
Todos los hombres desean, por naturaleza, conocer. Estas palabras de Aristóteles expresan lo característico en el ser
humano: el deseo de saber.
Existen distinto tipos de saber:
● El conocimiento vulgar es aquel que se alcanza por los sentidos o la experiencia sin necesidad de una
investigación.
● El conocimiento científico es una explicación racional de los fenómenos, señalando la causa inmediata o la ley
natural a la que obedecen.
● El saber filosófico busca el conocimiento y explicación de las causas “ultimas” de la realidad sin detenerse en
lo inmediato.

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La filosofía es “el conocimiento de todas las cosas por sus causas ultimas, adquirido mediante la razón”. También, se
trata de un modo de vida.
I.2. Origen histórico de la filosofía
La filosofía surgió en Grecia, el primer pueblo que intentó explicarse racionalmente los fenómenos de la naturaleza.
Entre los griegos surge el pensador, el filósofo, aquel que con su razón aspira a explicar la realidad y comunicar sus
ideas a los demás hombres. Para ellos el filosofar era la función humana más alta y noble.
I.3. Objeto de estudio
La filosofía busca el conocimiento universal. El objeto filosófico está constituido por las causas últimas, lo que no
puede ser observado mediante los sentidos de manera inmediata.
El objeto formal es el aspecto bajo el que se estudia el objeto material, que a su vez es lo estudiado por la ciencia en
cuestión. El objeto material son todas las cosas y toda la realidad mientras que el objeto formal será por sus últimas
causas desde la razón.
I.4. División de la filosofía

฀ Filosofía Real o Natural: estudio de las cosas naturales. La filosofía real se divide en filosofía de la naturaleza
y metafísica. En la primera se incluye la cosmología (estudia el universo fundamentalmente material) y la
psicología racional (estudia el alma). En la metafísica encontramos la ontología (estudia al ser en cuanto ser),
la gnoseología (estudia el alcance del conocimiento) y la teología natural o teodicea (estudia la causa primera
de la realidad).
฀ Filosofía moral: estudio de la conducta humana. Se trata propiamente de la ética, aunque algunos autores
incluyen a la filosofía del derecho.
฀ Filosofía racional: estudio del conocimiento. Incluye a la lógica.

฀ Existen otras divisiones de la filosofía que distinguen la antropología, la estética, la filosofía del arte, la
filosofía de la ciencia, etc. Cabe destacar que el triple objeto de esta ciencia es: el hombre, el mundo y la causa
primera.
I.5. Ciencia y filosofía
En realidad existe una relación entre filosofía y saber experimental. Aristóteles destacaba en su Metafísica la
existencia de cuatro causas principales: la causa material, la causa formal, la causa eficiente y la causa final.
Ya en la modernidad, principalmente alrededor del siglo XVII por la influencia del Mecanicismo y el Fenomenismo
esas causas se reducen a dos: la causa material y la causa eficiente con el objeto formal de las ciencias de alcanzar
leyes no causas.
Podemos decir que “ciencia experimental” y filosofía comparten el objeto de estudio debido a la amplitud de la
filosofía, pero se distinguen en cuanto a la manera de afrontar la realidad.
I.6. Utilidad de la filosofía
La filosofía es máximamente especulativa. Su misión no es hacer cosas sino contemplar todas las cosas en sí mismas
desde el punto de vista de sus primeros principios y los últimos “por qué”. Esta busca la verdad por la verdad misma y
no por aquello que podríamos hacer con la verdad.
Por lo tanto, decimos que la filosofía sirve para fundamentar las ciencias particulares y que proporciona al hombre
ideas básicas para orientar su vida y para satisfacer el noble y hondo deseo de alcanzar la verdad.
I.7. Filosofía y educación
Una rama de esta ciencia humana es la Filosofía de la educación que trata de comprender o interpretar la educación en
relación con la realidad, reflexionando sobre su naturaleza, esencia y valores. La filosofía es una reflexión totalizadora
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ya que su objeto material de estudio es toda la realidad, y de ahí deriva su importancia para la educación. El vínculo de
esta con la educación permite perfeccionar y mejorar la enseñanza.
UNIDAD II: La filosofía en la historia
II.1. Los presocráticos
El pensamiento filosófico se remonta aproximadamente a los siglos VII Y VI a.C. Los primeros fueron los
presocráticos que tenían como característica común la búsqueda del origen de la realidad en un principio identificado
con alguno de los elementos materiales.
Su meta consistía en encontrar el principio o elemento constitutivo de la realidad. Tales de Mileto lo encontró en el
“agua”. Anaximandro señaló que este principio debía una sustancia indeterminada, invisible y amorfa de donde el
agua y todos los elementos de la naturaleza proceden, lo llamó apieron. Anaxímenes sostuvo que el principio común
de lo múltiple es el “aire”.
Durante el siglo V a.C. se continúa en esta búsqueda con los filósofos llamados “pluralistas”, quienes no admiten una
sola sustancia como un principio sino una pluralidad de elementos materiales irreductibles entre sí, así como también
en la suposición de una fuerza cósmica que explique el movimiento o cambio de las cosas.
Empédocles sostuvo la cosmología de los cuatro elementos de cuya combinación se forman todos los cuerpos.
Además, admitió el “amor” y el “odio” como fuerzas que congregan o separan. Demócrito señaló la existencia de un
número incalculable de partículas diminutas. Heráclito y Parménides se distinguen por ser filósofos “metafísicos”
que señalan al “ser” como principio de la realidad. El primero indica que el ser está en constante movimiento y
cambio, comparándolo con el fuego. Parménides por su parte, encuentra al ser como estático con las siguientes
características: no generado, incorruptible, eterno presente, inmutable, perfecto, completo, sin necesidad de nada.
II.2. Sócrates y los sofistas
Se inicia una época que podría llamarse “humanista” debido al interés por el hombre y por todo lo que refiere a él. El
problema antropológico (referido al hombre) pasa a ser el centro de la especulación. Se inicia en Grecia en el siglo V
a.C.
La palabra “sofista” deriva del término Sofía, sabiduría. Con la sofística el hombre pasa a ocupar el primer plano de la
preocupación filosófica. Se tratan cuestiones de carácter ético, religioso y político, la educación de los hombres, la
retórica, lengua, etc.
En Sócrates se podrían destacar varias cuestiones como su propuesta ética donde el centro estará en el concepto de
virtud, nous, que es la ciencia. El hombre malo lo es por ignorancia, es decir que quien no sigue el bien es porque no
conoce. Al hombre se le puede enseñar la virtud. Este filósofo pretendía llegar al alma de sus discípulos a través de
preguntas y respuestas en una búsqueda común de la verdad. Partía del “no saber”, una ignorancia que dejaba en
evidencia la arrogancia de aquellos que ostentaban un conocimiento profundo de la realidad, identificado con los
sofistas de su época.
La ironía lleva a desenmascarar la aparente sabiduría, es la parte destructiva de su método. A ella le sigue la
“Mayéutica”.
II.3. Platón
El conocimiento. Realidad sensible y realidad inteligible
Platón señala que el verdadero conocimiento se da a nivel de la existencia del alma en el mundo suprasensible. Por
eso, señala la anamnesis que sería recordar lo que ya se conoce de la vida del alma en el mundo de las ideas.
El hombre posee dos facultades que son la “inteligencia” y la “voluntad” sumadas a los apetitos que también son dos:
el “apetito irascible” y el “apetito concupiscible”. En la vida en el mundo terreno se buscará volver a esa armonía a
través de las virtudes, conocidas como cardinales: la “prudencia” en la inteligencia, la “justicia” en la voluntad, la
“fortaleza” en el apetito irascible y la “templanza” en el apetito concupiscible.
Doxa y episteme

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Platón distingue dos formas de conocimiento: doxa (opinión) y episteme (ciencia). Las opiniones son inestables y
susceptibles de error mientras que la ciencia es segura y estable por fundamentarse en razones. El objeto de la opinión
es el mundo sensible mientras que la ciencia se funda en las ideas.
Teoría política de Platón
Señala la existencia de tres clases sociales: los filósofos o gobernantes correspondientes al “alma racional”, los
guardianes o vigilantes del estado conveniente al “alma irascible” y los productores que deben proveer de bienes
materiales al estado, ajustando al “alma de los deseos o impulsiva”. Para que exista justicia en el estado debe buscarse
el equilibrio entre estas tres clases.
II.4. Aristóteles
Sus escritos se dividen en “exotéricos” destinados al gran público y los “esotéricos” destinados sólo a sus discípulos
de la escuela.
Los grados del saber y la ciencia
Aristóteles distingue varios grados del saber: el conocimiento sensible, que deriva directamente de la sensación, es
inmediato y fugaz, propio de los seres inferiores, y desaparece con la sensación que lo ha generado. El nivel más alto
de conocimiento vendría representado por el conocimiento intelectual que nos permite conocer el por qué, las causas
de la realidad conocida. Éste es el conocimiento propio de los hombres.
A la vez divide el saber en “productivo” que tiene por objeto la fabricación, el “práctico” que ordena la conducta tanto
pública como privada, y en último lugar el saber “contemplativo” que no responde a ningún interés y que representa el
saber más alto y perfecto que conduce a la sabiduría.
El objeto de estudio de la filosofía primera
Aristóteles denomina a la filosofía primera a la metafísica que tiene por objeto de estudio al ente en cuanto ente, es
decir “lo que es”. Es la ciencia que estudia los principios y las causas primeras de la realidad. Con ello describe el
fundamento de las cosas que se da de manera “inmanente”.
El hombre. Los principios del ser vivo, clases de alma
El hombre es una sustancia compuesta de materia y forma. La materia es el cuerpo y la forma es el alma.
Distingue tres clases de almas: “vegetativa” propia de los vegetales pero que se encuentra también en el animal y el
hombre, “sensitiva” propia de los animales pero presente además en el hombre, y “racional” que es propia del hombre.
De ahí que el hombre es un ser “animado”.
La ética. Bien y felicidad. Las virtudes
La ética o moral de Aristóteles señala que el hombre tiende naturalmente a la felicidad. La felicidad es el ejercicio de
la más alta y diferencial facultad del hombre que es el entendimiento. Para alcanzar el bien supremo se requiere de la
virtud. Distingue entre las virtudes éticas que regulan la vida activa y las dianoéticas que rigen la vida contemplativa,
superior.
La virtud de la justicia. Clases. La política. Sociabilidad. Formas de gobierno y leyes
Para Aristóteles la justicia es la virtud total que consiste en el cumplimiento de las leyes y regula las relaciones
interpersonales imponiendo un trato equitativo. Además, manifestó la conexión existente entre ética y política en el
pensamiento de Aristóteles:

฀ La idea de justicia legal muestra que la ética depende de la política.

฀ La idea de justicia equitativa expone la relación entre ética y política.

La finalidad del estado no es otra que facilitar a los ciudadanos el logro de una vida feliz, buena y satisfactoria
mediante tres posibles regímenes políticos: la “monarquía”, “aristocracia” y “democracia”.

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II.5. San Agustín de Hipona


Estudió Retórica, incursionó en el Maniqueísmo (que afirmaba la existencia de dos principios supremos: uno de la luz
o bien que sería Dios y otro del mal o de las tinieblas que lucha por el dominio del mundo). El escepticismo, la
filosofía neoplatónica y el cristianismo.
Agustín dedicó su vida a la búsqueda de la verdad, identificándola con dios que es la verdad en esencia. Debido a la
influencia del neoplatonismo proclamaba la supremacía del espíritu sobre la naturaleza material y de Dios sobre el
espíritu del hombre.
Relación entre Fe y razón
En este filósofo encontramos su pensamiento totalmente unido a su ideal de vida que implica una visión de fe
religiosa. Destacaba el papel de la razón como vía para que el hombre alcance la Fe y, una vez que ésta es alcanzada,
ayudar a penetrar en estas verdades. El punto de partida era la fe misma, la fe busca entender. Hay dos vertientes de su
teoría de la verdad: una filosófica y otra teológica que no son contradictorias. San Agustín afirmaba que Dios es la
suma verdad y el fin de toda nuestra existencia. Fe y razón no son contrarias, sino que se complementan.
El hombre es un alma que sirve de un cuerpo, una sustancia acabada y completa, sujeto de operaciones inmanentes y
transeúntes. El alma es una sustancia racional completa y tiene como finalidad última la unión con Dios. Este hombre
está dotado del libre albedrío lo que hace posible la existencia del mal cuando la voluntad está privada del orden
debido. El mal mayor que existe es el “mal moral”.
La teoría de la ley
Respecto a la ley, Agustín señala que si los hombres y las sociedades temporales quieren ser felices deberán regirse
por una voluntad ordenada y sujeta a la norma. Distingue entre la “ciudad terrena” que se ordena a lo material y la
“ciudad de Dios” que se ordena a lo espiritual, señalando que esta última saldrá victoriosa.
II.6. La cristiandad medieval
Esta época se caracteriza por la caída del Imperio Romano y donde la religión pasa a tener un papel protagonista en el
desarrollo cultural. Puede considerarse como religión hebrea mas filosofía griega.

Los primeros siglos de la consolidación doctrinal del cristianismo serán, así, un intento por sistematizar y racionalizar
la fe –a excepción de quienes sostuvieron que la fe es irracional y superior a la razón.

la filosofía se le reservará la tarea de servirle a la teología. La fórmula: ancilla teologiae (sierva de la teología).

El gnosticismo –corriente de pensamiento vigente durante los primeros siglos del cristianismo, que adquiere
relevancia durante el siglo II– considera que la salvación proviene del conocimiento, si bien la fe es entendida como
un conocimiento provisional, un conocimiento de verdades que el ser humano, por sus limitaciones, no puede conocer
sino por la creencia (Copleston, 2011a).

El arrianismo –seguidores de Arrio– también intentó, a su modo, racionalizar la fe, aplicando las categorías lógicas a
las creencias religiosas. Y así como desde la lógica de inspiración aristotélica no cabe posibilidad alguna de que una
sustancia sea tres a la vez (trinidad), los arrianos postularon la triple sustancia de la divinidad, como si se tratara de
tres sustancias distintas y, por lo mismo, de tres dioses diferentes.

Para el pensamiento medieval el hombre no es solamente animal racional sino también “persona”. El hombre no se
tiene como centro de atención a sí mismo sino que se piensa que cuanto puede dar respuesta a las iniciativas de dios en
su alma y alcanzar la teleología (finalidad) pensada para cada hombre según un plan divino que igualmente respeta su
libre albedrío pero que lo asiste con su gracia o auxilium como la definía San Agustín de Hipona.
San Agustín de Hipona (354-430): “Creo para entender”
Considerado uno de los padres de la iglesia porque su reflexión es fundamental en la consolidación doctrinaria de esta.
Sus tratados teológicos, como el De trinitate, sirvieron para sentar las bases doctrinales sobre elementos tan centrales a
la creencia cristiana como la santísima trinidad. Agustin refuta los argumentos arrianos con una idea de carácter

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griego: la idea de naturaleza. Consolida la formula: la trinidad es una sola naturaleza en tres personas distintas.
De tal modo que la naturaleza de Dios padre es la misma que la de Dios hijo y la de Dios espíritu santo. La noción
de persona deviene central en este esquema. Palabra cuya etimología esta asociada a prosopon, mascara que usaban
los actores para representar su papel. Asi, en el drama humano las tres personas tienen su función, pero la realidad
sustancial es la misma. Esquema trinitario se replica tanto en la ontología como en la teoría del conocimiento y la
antropología de Agustin de Hipona.
Obras:
Las confesiones, testimonio de conversión al cristianismo. Allí señala el acceso a la divinidad desde la cavidad de la
propia conciencia personal: in interiore homine hábitat veritas (en el interior del hombre, habita la verdad). La verdad
de la fe emerge por la autoridad de la conciencia, pues la conciencia misma replica la luz divina. De ahí que no hay
contradicción entre la fe y la razón. Agustin lo expresa con la formula: creo para entender, y entiendo para creer.
La ciudad de Dios: exposición de la filosofía de la historia cristiana y del cristianismo político. Refuta las ideas de
Pelagio considerando que la salvación no se obtiene por las obras: la gracia divina es un don y, no puede ser
comprada. La vida cívica aparece bajo la lógica de que la paz emerge del orden social, pero hay dos grandes
ordenamientos: el orden terrenal, en el que la relación política es de subordinación al Emperador, y el orden espiritual,
cuyo orden estriba en la Iglesia como cuerpo místico de Cristo, como brazo ejecutor del Espíritu Santo.

Para el agustinismo político, aunque el orden terrenal tenga su propia lógica, ha de estar subordinado al orden
espiritual, lo que es tanto como fundamentar la necesaria consulta del poder político al poder espiritual, del emperador
al papa. La historia es para Agustín de Hipona la realización terrenal del orden divino en la sociedad: la gracia produce
la libertad humana –en la interpretación del pecado original, esto es central, pues el pecado es el precio de la libertad–
y esta se orienta hacia la realización del plan divino por su propia voluntad. El mal no es –efutando a los maniqueos de
los que formó parte, para quienes el mal era un principio sustantivo– una entidad, sino una carencia de bien. Agustín
sigue así a los neoplatónicos, para los que el mal es una realidad degradada, no una realidad tan positiva como el bien.
De ahí́ que la voluntad libre obra bien porque tiene mayor plenitud que aquella que opera subordinada al interés
material (ciudad terrena).

No hay mérito que nos salve, la salvación es producto de la gracia: el mayor de los piadosos comete un pecado
instantes antes de su muerte, nos cuenta Agustín, y puede ser condenado; el mayor de los delincuentes se arrepiente
sinceramente en el momento previo a la muerte, y puede ser salvado. Los designios del señor son inescrutables. De
nuevo, podemos averiguar aquí ciertas ideas de la reforma posterior. Es fundamental obrar bien, pero no para
conseguir la salvación, sino porque la buena obra es manifestación de mayor potencia, como la mala lo es de menor
ser (el mal tiene menor entidad ontológica que el bien). En todo caso, la fe ha de llevar a confiar en el plan que Dios
ha trazado para la historia de la salvación humana.

El mal moral es fruto de la libertad humana, pero está correlacionado con el mal metafísico: en la visión agustiniana,
el universo está jerarquizado en grados de perfección. El ser más perfecto –cuya existencia queda probada por su
propia noción (la de ser más perfecto), y porque además nos ha dejado una semilla de su propia idea en nuestra mente–
es Dios, y de ahí́ subsisten con menor grado de perfección distintos tipos de realidades, incluida la humana y la
realidad material.

La realidad tiene también estructura ternaria, conforme al grado de identidad e inmutabilidad: Dios (realidad
perfectamente inmutable), almas y espíritus angélicos (que experimentan mutaciones) y la materia (sometida a
movimiento y cambio local). Para esta ontología, claro reflejo del trinitarismo, la realidad está conformada por estas
tres realidades fundamentales: Dios, alma y mundo

También el esquema trinitario se replica en la antropología. El alma humana –inmortal, pero no eterna, pues es
creada– realiza tres operaciones: recuerda (identidad, mantiene en el tiempo), entiende lo que recuerda y quiere lo
que entiende. La memoria es así un elemento divino en el hombre: la confesión de Agustín estriba en remontarse hacia
el recuerdo de Dios, al modo de la reminiscencia platónica. El conocimiento es una operación del alma para la que el
mundo de los sentidos ofrece ocasión, elementos que despiertan el recuerdo dormido. Pero a su vez, de los tres
movimientos del alma el tercero es la voluntad, que tiene la primacía para Agustín: la voluntad se manifiesta en
especial en el amor. Este se satisface cuando el alma encuentra su objeto, como su propia vida quedó colmada cuando
se encontró́ con Dios.

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El siglo XII marcó los fundamentos para el desarrollo en su esplendor de la Escolástica que consistió en un método de
trabajo intelectual que incentivaba a la especulación que suponía someter las ideas a refutaciones.
II.7. Santo Tomás de Aquino
Fue el gran pensador del medioevo. Para su pensamiento tuvo en cuenta a los griegos, árabes, judíos y a los
denominados Padres de la Iglesia como San Agustín.

Es preciso interpretar el pensamiento de Tomás de Aquino en relación con dos grandes referentes: la incorporación de
Aristóteles al mundo cristiano y la figura del comentador de Aristóteles, Averroes.

El pensamiento de Aristóteles se incorpora al mundo cristiano –hasta ese momento pocos escritos de Aristóteles se
conocían– por la labor de la Escuela de Traductores de Toledo. Entre los siglos XII y XIII, esta escuela tradujo al latín
gran parte del legado griego, las ciencias y saberes que habían permanecido en Bizancio. Además, la difusión del
pensamiento filosófico y científico de pensadores árabes, como Avicena, o judíos, como Maimónides, fue
determinante de este renacimiento. Entre ellos, gozó de especial renombre Averroes (1126-1198), quien fue señalado
como “el comentarista” por su labor de interpretación del pensamiento de Aristóteles. La obra del estagirita casaba
mal con la cosmovisión religiosa en muchos aspectos, pero en especial en los siguientes: la concepción de la creación,
la concepción de la inmortalidad del alma y la relación entre razón y fe. Para el griego el mundo era eterno, el alma
no es inmortal y el auténtico conocimiento es racional. Averroes ingenia una doctrina, conocida como la doble verdad,
para hacer casar el pensamiento religioso con el aristotélico: lo que sostiene la religión es verdadero en el mundo de la
fe, y lo que sostiene la ciencia y la filosofía lo es en el mundo de la razón. De ese modo, hay dos verdades. Averroes
incluso considera que la verdad de la filosofía es superior a la de la religión. La verdad de la religión es para el
pueblo, en cuanto que la de la filosofía es para los sabios.

Cuando la obra de Aristóteles llega a la Universidad de París de mano de la interpretación de Averroes, se declaran
disturbios en el 1229, que motivaron el cierre de dicha universidad.

Tomás de Aquino realizará la tarea de armonizar la filosofía de Aristóteles con el pensamiento cristiano, así como
sistematizar el cuerpo de saberes existente conforme a la lógica del pensamiento de Aristóteles. Rechaza la visión de
Averroes, pues no caben dos verdades, sino solo una verdad. En la concepción de Tomás de Aquino, la Razón tiene
la fundamental función de establecer los preámbulos de la fe. Con esto Tomás de Aquino considera –en las
denominadas cinco vías para demostrar la existencia de Dios– que el razonamiento filosófico, siguiendo la luz natural
de la razón humana, nos muestra que necesariamente ha de existir un ser que es: primer motor inmóvil; primera causa
eficiente; necesario y causa de los demás seres contingentes; el ser más perfecto que explica los grados de perfección
en el universo, y el ser inteligente que gobierna todas las cosas.

Para Tomás de Aquino, se llega a probar la existencia de tal ser mediante el uso de la razón y formulando pruebas que
parten de la experiencia. Esta verdad es una verdad que la filosofía nos ilustra. La fe la complementa. Como terminan
sus argumentaciones para demostrar la existencia de tal ser (primer motor, causa eficiente, necesario, perfecto e
inteligencia ordenadora) “y este ser es Dios”, la razón prepara así el campo de la fe. ¿Qué sucede cuando la razón nos
dice algo a lo que la fe no suscribe? Para Tomás de Aquino, en estos casos la razón humana ha de tomar el
conocimiento de la fe, pues la inteligencia humana es finita y no puede comprender la profundidad de las verdades del
universo.

Por supuesto, Tomás de Aquino suscribe a las verdades de la fe: como la creación del mundo, la inmortalidad del
alma, que el mal es fruto de la libertad humana, pero también de la justicia divina (teodicea); esto es, que tiene un
sentido en el diseño inteligente del cosmos, la doctrina del pecado, etcétera.

Es importante entender también cómo adaptó Tomás de Aquino el pensamiento ético-político de Aristóteles
principalmente porque esta adaptación es significativa dentro del universo medieval. Distanciándose del agustinismo
político, Tomás de Aquino reconoce la independencia del poder político. Interpreta la antropología aristotélica, pero
bajo formato cristiano: el hombre es un compuesto de materia y forma, pero el alma es claramente inmortal y creada
por Dios. Asume las nociones aristotélicas del ser social del hombre, así como su componente racional, la ética de la
prudencia y la virtud, etcétera.

El ser humano conoce mediante los sentidos y operaciones de abstracción dadas por la operación intelectual. Las
pruebas de la existencia de Dios (cinco vías) son precisamente una muestra de esta prioridad dada a partir de la
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experiencia en las argumentaciones. La felicidad es el fin del hombre, pero para Tomás de Aquino esta felicidad
residirá en la contemplación beatífica de Dios (fin trascendente), más que en el ejercicio terrenal como en el estagirita.

Aunque el orden político tiene autonomía, Tomás de Aquino considera que el fin de este es la producción del bien
común. Para alcanzar tal bien común, se precisa un principio rector que organice la multiplicidad de intereses y deseos
humanos. Por esto Tomás de Aquino considera que la mejor forma de gobierno es la monarquía, pues, al igual que el
creador gobierna el universo conforme al bien de este, también el monarca habrá́ de gobernar al pueblo con vistas al
bien común.

La aprehensión del bien común se realiza siguiendo la ley natural que el creador ha depositado en nuestra razón.
Mediante la razón aprehendemos los principios de la ley natural –el primero de ellos es que ha de hacerse el bien y
evitarse el mal–, reflejo en el cosmos de la ley divina. Toda ley positiva es justa en la medida que se ajusta a esta ley.
Tanto la justicia distributiva –relativa a la asignación de bienes en una sociedad– como la justicia conmutativa
–relativa al intercambio–. Así también todo orden político que se construye conforme a los principios de dicha ley está
en consonancia con el bien común.

A tal punto llega la hegemonía del bien común que Tomás de Aquino justifica el impago de las deudas cuando estas
son onerosas para los pueblos y pueden suponer grave riesgo para la población, pues aquí argumenta el Aquinate:
aunque toda deuda ha de ser pagada por principio, el bienestar de la población es un bien común de peso sobre el
interés del adeudado en recuperar su valor.

Filosofía del ser, la verdad y el bien


Podemos decir que su filosofía es una “filosofía del ser” que busca la verdad y analiza el esfuerzo del hombre por
alcanzar el bien. Dio un gran paso en el desarrollo de la metafísica, la gnoseología y la moral siendo el más importante
representante de la edad de oro de la Escolástica.
Respecto al conocimiento señala órdenes diversos según la capacidad cognoscitiva de los seres. El hombre posee
conocimiento abstracto, conceptos universales, ya que además de los sentidos tiene entendimiento agente o facultad
intelectiva. Señala un conocimiento superior que los teólogos llaman lumen gloriae o luz de la gloria por la que se
conoce a Dios. Existen cuestiones que sí son alcanzables mediante la luz de la razón como la existencia de Dios por
discurso demostrativo.
La ley natural. El derecho y la justicia
Tomás de Aquino interpretaba la ley natural como la participación en el hombre de la Ley Divina y la identificaba
con la razón humana que ordena hacer el bien y evitar el mal. La propia razón es un rasgo de la naturaleza humana. La
propia razón es un rasgo de la naturaleza humana.
La ley natural no es otra cosa que la luz de la inteligencia puesta en nosotros por Dios, y por medio de ellos
conocemos lo que es preciso hacer y lo que es preciso evitar. Así, el principio de la vida moral es “hacer el bien y
evitar el mal”.
Entiende la justicia como una virtud moral y en ella se asientan las demás virtudes. La define como el habito por el
cual el hombre le da a cada uno lo que le es propio mediante una voluntad constante y perpetua.
Clasifica la justicia como una de las virtudes cardinales junto a la templanza, fortaleza y prudencia. Distingue a su vez
dos tipos: la justicia distributiva que implica una obligación de distribuir los bienes proporcionalmente; la justicia
conmutativa gobierna las relaciones entre las personas.
La ética
La ética es una ciencia práctica que estudia las operaciones del hombre, las relaciones entre estas operaciones, sus
principios y dinamismo.
Distingue entre “bienes útiles” que son deseados no por si mismos sino por utilidad, “bienes deleitables” que son
apetecidos por el deleite que nos producen y “bienes honestos” que son anhelados por sí mismos. El único bien
congruente con la naturaleza humana es el bien honesto.

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La ética de Tomás de Aquino va mucho más allá porque la felicidad a la que se dirige la actividad del hombre es la
contemplación de la verdad en la otra vida. El fin último del hombre será “trascendente”.
Vida social y política
La política es una rama de la ética. Existen tres ramas: “moral individual”, “moral doméstica” y “moral política”.
Según Tomás la política es la última parte de la ciencia moral, señalando que se trata de un arte.
El fin de la polis es el bien común que es el conjunto de elementos que hace a la plenitud de la vida humana. Es un
bien comunicable.
Guillermo de Occam: Autonomía de la razón y autonomía de la fe

El siglo XIV es un siglo turbulento. Quebrada la unidad del papado con el emperador, el papado exige privilegios
políticos; entre tanto, el poder político busca emanciparse de la autoridad de la Iglesia. Pero ni el poder político ni el
poder papal logran implantar su autoridad: respecto al primero se vive un resurgir democráticos de parlamentos que se
levantan contra el poder del rey (Sabine, 2009). Respecto al papado irrumpen con fuerza polémicas doctrinales, como
la de los franciscanos –entre los que se encuentra Occam–, relativas a la pobreza evangélica. Se califica como época
de conflictos: la Guerra de los Cien Años (1339-1453) entre Francia e Inglaterra, disminución de las órdenes
religiosas, etcétera. Marsilio de Padua (1275-1342) propone una teoría política secular que se asienta en la separación
entre Estado e Iglesia, la soberanía del pueblo y la subordinación del papa al concilio, entre otros elementos.

Con Occam irrumpen las primeras consideraciones epistemológicas, como anticipo de la modernidad. Algunos de sus
discípulos (occamistas), como Buridan u Oresme, cuestionarán el edificio de la ciencia medieval, de corte aristotélico,
introduciendo principios de interpretación y medición de los fenómenos físicos similares a las ideas de la ciencia
moderna, como ocurre, por ejemplo, con la teoría del ímpetus de Buridán, según la cual los objetos lanzados se
mueven por su una fuerza tipo inercial, frente a la complicada explicación del movimiento dada por Aristóteles, según
la cual los objetos se mueven bien hacia su lugar natural, en los movimientos de tipo natural, o porque son impulsados
por el propio medio que los mueve, en los movimientos violentos.

La filosofía de Occam cuestiona las bases de la escolástica continental. Lleva el análisis lógica al terreno de la
teología. En su Tratado sobre los principios de la Teología, establece una serie de principios al efecto;

● Dios puede hacer todo lo que puede hacerse sin contradicción.


● No debe afirmarse una pluralidad sin necesidad.

Este segundo principio, conocido como navaja de Occam o principio de economía, obliga a no hacer proliferar los
entes explicativos sin necesidad, esto es, a buscar la explicación más simple a los fenómenos; lo que en sí es una
critica a todo el edificio de la escolástica. Su filosofía política expresa también los cambios de época: la autoridad del
emperador no deriva del papa, sino de Dios a través del pueblo. La legitimidad del poder descansa en el consenso
popular, lo que supuso un cuestionamiento profundo de su obra y que sus libros fueran prohibidos posteriormente, en
1564.
La ontología occamista supone un firme rechazo de la visión esencialista que postulaba la escolástica traduciendo la
metafísica de Aristóteles. Para Occam lo real es la pluralidad de individuos particulares, cuya unidad es indivisible. En
esta dirección un discípulo suyo, Nicolás de Autrecourt (1300-1350), rescatará la visión atomista. La filosofía
occamista germina ideas que serán fundamentales en la posterior tradición empirista, que también nace en suelo
británico. Así:

● La teología racional es una ciencia imposible porque no cabe afirmación alguna sobre la naturaleza de Dios.
Todo lo que de ella se dice son nombres cuya referencia no puede ser en modo alguno distinta. No podemos
conocer la naturaleza de Dios, y menos aún, con base en intuiciones, establecer distinciones en ella.
● También se muestra escéptico respecto a la psicología racional. Apelando a su principio de economía, lo más
que podemos hacer es postular la simplicidad de la persona humana.
● Énfasis en la lógica. Asume una postura consonante con su individualismo ontológico, afirmando que los
términos universales (hombre, caballo, etc.) son solo nombres. En esto se diferencia de la tradición
agustiniana, para la cual los nombres eran realidades en sí, presentes en la mente de Dios. También se
diferencia de la tradición tomista, para la cual los universales existen por fuera de la mente, en cuanto se
corresponden con la esencia de las cosas, y solo se llega a ellos mediante procesos de abstracción mental. La

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universalidad es una suposición lógica dada en función de la predicación de un nombre a una pluralidad de
objetos.
● Apuesta por la investigación de corte experimental e inductivo.

En síntesis, con Occam eclosiona el saber teológicos medieval. La teología tendrá́ su ámbito de validez, pero no como
conocimiento racional de la esencia de Dios, sino en el marco de la fe. Por su parte, el conocimiento científico y
filosófico habrá́ de emanciparse de la tiranía teológica para poder seguir su propio camino con base en la explicación
dada por la observación, la inducción o el análisis lógico, así como por el principio epistemológico de no proliferar
entes sin necesidad (navaja de Occam).

II.8. El Renacimiento
Constitución de la nueva ciencia
En el siglo XIV surgió una corriente “escéptica empirista” (no es posible alcanzar las verdades universales y por lo
tanto el conocimiento científico), fue el fin del pensamiento medieval. Por otro lado, surgió también un
“sobrenaturalismo” que retoma la mística relación del alma con Dios.
En este contexto aparecen el Empirismo (validez del conocimiento sensible), agnosticismo (imposibilidad de alcanzar
el conocimiento racional de la existencia de Dios) y Secularización (separación de lo temporal y lo sagrado) que se
desarrollarán en la filosofía moderna que comienza con el renacimiento.
Se desarrolló una nueva visión del mundo donde el hombre era el centro de atención, unido al gusto por la cultura
pagana. El humanismo era central.
Se habla de “giro antropocéntrico” donde el ser humano es el centro de interés.
II.9. René Descartes: Inicio del Racionalismo
En la concepción moderna no se habla de los individuos en sí ya que por experiencia sabemos que toda vida en la
Tierra tiene un fin, sino de los individuos tomados como un todo, de la unidad. Esto trajo la reducción de órdenes
superiores de la realidad a otros inferiores.
Otra característica será el “ideal de progreso” según el cual la humanidad debe avanzar siempre en un progreso donde
el fin será la comprensión total de la realidad.
El método. Pienso luego existo
Descartes desconfiaba de todo, instaló la “duda universal”, que consiste en un método, un medio para alcanzar
certezas.
El método de René Descartes era el de la “duda metódica”, que consistía en no admitir algo como verdadero si no
constaba evidencia de que lo era.
Sostuvo que al dudar estaba pensando, y que pensar era la única forma de darse cuenta de que realmente existía, ya
que sólo podía dudar porque existe quien duda.
Propuso admitir como verdadero sólo aquello que se presente de modo claro y distinto.
Dios, el mundo, el hombre
Descartes comenzó a analizar las ideas que ese sujeto pensante alberga. Una de ellas es la idea de Dios, que fue una
de las primeras cuestiones tratadas. Para este, Dios es una sustancia infinita que puede ser concebida pero no
comprendida.
Respecto al mundo señaló que Dios es su causa. Señala la existencia de lo espiritual y lo material. Analizo lo natural
donde encontró que todas las cosas responden a las leyes de la materia menos las almas. Creyó encontrar en la
glándula pineal la unión del cuerpo y el alma del hombre.
II.10. La crítica del Empirismo
Los empiristas buscaron encontrar de qué modo la razón elabora las ideas y de qué principios parte.
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II.11. La Ilustración
Con la ilustración encontramos una nueva época del pensamiento. Es el período comprendido entre el año 1688, fecha
de la Revolución Inglesa y el año 1789, año de la Revolución Francesa, es conocido como “Siglo de las luces”.
En esta época se buscó poner en práctica lo que ya se había anunciado en el Racionalismo y el Empirismo.
El hombre pasó a ser el valor supremo, lo que trajo una gran conciencia del valor del ser humano y la necesidad de
plasmar sus derechos. La idea de progreso es otra de las más marcadas.
La Ilustración rechazó los “a priori” del Racionalismo pero apeló a los “posteriori” del Empirismo.
II.12. Immanuel Kant
Es considerado el fundador del Idealismo Transcendental, esta en oposición al idealismo absoluto donde el
conocimiento no hace ninguna referencia a la realidad en sí.
Ideas como Dios, libertad y alma no pueden ser consideradas verdaderas ya que no tenemos una experiencia sensible
de ellas.

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