Quien Soy Yo
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Quien Soy Yo
ChatGPT
El pasaje del historiador Yuval Noah Harari sugiere una perspectiva
basada en la meditación y la contemplación de las sensaciones humanas.
Ver las Sensaciones como Vibraciones Efímeras y Sin Sentido: Harari nos
invita a observar nuestras sensaciones (como emociones, deseos, o
incluso pensamientos) sin aferrarnos a ellas. Describe estas experiencias
como "vibraciones efímeras y sin sentido". Aquí, "efímeras" significa que
son temporales y pasajeras, y "sin sentido" sugiere que no tienen un
significado intrínseco más allá de ser experiencias que ocurren en
nuestra mente y cuerpo.
Esta comprensión puede ser liberadora porque nos permite observar los
pensamientos con una distancia saludable. No estamos obligados a creer
o apegarnos a cada pensamiento que surge, especialmente aquellos que
pueden ser negativos o poco útiles. En cambio, podemos elegir cómo
responder a esos pensamientos de manera consciente y alineada con
nuestros valores y objetivos.
PATI AUDE
La expresión latina "pati aude" se traduce al español como "atreverse a
sufrir" o "tener el coraje de sufrir". Esta frase sugiere la idea de tener la
valentía o la determinación de enfrentar dificultades, desafíos o
adversidades, incluso cuando implica sufrimiento o dolor. Puede
utilizarse para alentar a alguien a afrontar una situación difícil con
valentía y determinación. Es una expresión que resalta la importancia de
la fortaleza y la capacidad de resistencia en momentos difíciles.
¿No fue toda su vida el fruto de una gran renuncia? Pues bien: esta
«renuncia» fue «obra» suya: una obra realizada con gallardía, incluso
con elegancia, a un nivel humano, que nos hizo exclamar, al presentarlo
en el aula: Ecce vita hominis.
La expresión "Ecce vita hominis" proviene del latín y se traduce al
español como "He aquí la vida del hombre". Esta frase se utiliza para
señalar o destacar la naturaleza, la condición o las circunstancias de la
vida humana. Puede ser empleada en diferentes contextos, como en
obras literarias, discursos filosóficos o reflexiones sobre la existencia y la
condición humana. Es una frase que evoca la contemplación de la vida y
sus complejidades desde una perspectiva filosófica o literaria.
La conducta humana no está predeterminada por las condiciones, sino
que depende de la opción del hombre mismo. Lo sepa o no, el hombre
decide resistir o decide ceder a las condiciones; en otros términos, el
hombre decide dejarse regir o no, y en determinada medida, por las
condiciones.
Todo lo humano está condicionado. Pero sólo es propiamente humano
aquello que supera su propio condicionamiento «trascendiéndolo». Así,
el ser humano sólo lo es en la medida en que, como ser espiritual, se
eleva por encima de su ser corporal y anímico. O también: el ser humano
sólo es existencial en la medida en que se distancia de lo vital y de lo
social. El hombre es también, sin duda, un ser vital y social (cf. lo dicho
anteriormente sobre el psicoanálisis y sobre la psicología individual);
pero la existencia lleva consigo la posibilidad de trascender las
necesidades vitales y sociales. Los condicionamientos del ser humano no
son, pues, un simple dato fáctico, sino un reto: el reto a superarlos.
En vez de decirte a ti mismo que eres quien tu mente te dice que eres,
has aprendido a percibir ese yo trascendente que no es una cosa, un yo
más allá de las categorías verbales, y que está presente de manera
continua.
¿Qué significado puede tener "no soy lo percibido, sino el que percibe"?
La frase "no soy lo percibido, sino el que percibe" tiene un trasfondo
filosófico y se relaciona con cuestiones de identidad y consciencia. A
continuación, te proporcionaré una interpretación de esta afirmación:
EL YO – CONCEPTO
El yo-concepto es uno mismo en cuanto objeto de categorizaciones y
evaluaciones verbales sumarias. Es el “yo soy” verbal, como en: “yo soy
mayor, yo soy ansioso, yo soy amable, yo soy insignificante, yo soy
indeseable, yo soy dulce, yo soy guapo” y demás. El yo-concepto rebosa
de contenido; tal contenido es la historia que te has estado contando a ti
mismo sobre ti y tu vida. Contiene todos los pensamientos,
sentimientos, sensaciones corporales, recuerdos y compulsiones que te
has creído al pie de la letra y que has integrado en un autorretrato
verbal permanente de ti mismo. Es el yo que te resulta más familiar
porque es el resultado de las aplicaciones habituales del lenguaje a ti
mismo y a tu vida. En términos de trampa de sufrimiento, el yo-concepto
resulta el más peligroso. Y ello es así porque el yo-concepto encaja en
una historia que te proporciona razones para tus acciones y un yo que da
coherencia a tus experiencias. Es una especie de cómoda –pero
asfixiante– coherencia que conduce implacablemente a “más de lo
mismo”.
Hace unos dos mil trescientos años, Epicuro advirtió a sus discípulos que
era probable que la búsqueda desmesurada de placer los hiciera más
desgraciados que felices. Un par de siglos antes, Buda había hecho una
afirmación todavía más radical al enseñar que la búsqueda de
sensaciones placenteras es en realidad la raíz misma del sufrimiento.
Dichas sensaciones son solo vibraciones efímeras y sin sentido. Incluso
cuando las sentimos, no reaccionamos ante ellas con alegría; por el
contrario, ansiamos más. De ahí que, por muchas que vaya a sentir, las
sensaciones dichosas o emocionantes nunca me satisfarán. Si identifico
la felicidad con sensaciones placenteras y fugaces, y anhelo
experimentarlas cada vez en mayor cantidad, no tengo más opción que
buscarlas de forma constante. Cuando finalmente las consigo,
desaparecen enseguida, y, puesto que el simple recuerdo de los placeres
pasados no me satisfará, tendré que volver a empezar una y otra vez .
Incluso si prolongo esta búsqueda durante décadas, nunca me
proporcionará ningún logro duradero; por el contrario, cuanto más
anhelo esas sensaciones placenteras, más estresado e insatisfecho me
sentiré. Para conseguir la felicidad real, los humanos necesitan
desacelerar la búsqueda de sensaciones placenteras, no acelerarla. Esta
visión budista de la felicidad tiene mucho en común con la visión
bioquímica. Ambas coinciden en que las sensaciones agradables
desaparecen con la misma rapidez con que surgen, y que mientras las
personas deseen sensaciones placenteras sin, en realidad,
experimentarlas, seguirán sintiéndose insatisfechas. Sin embargo, este
problema tiene dos soluciones muy diferentes. La solución bioquímica es
desarrollar productos y tratamientos que proporcionen a los humanos
un sinfín de sensaciones placenteras, de modo que nunca nos falten. La
sugerencia de Buda era reducir nuestra ansia de sensaciones agradables
y no permitir que estas controlen nuestra vida. Según Buda, podemos
entrenar nuestra mente para que aprenda a observar detenidamente
cómo surgen y pasan constantemente dichas sensaciones. Cuando la
mente sepa ver nuestras sensaciones como lo que son, vibraciones
efímeras y sin sentido, dejará de interesarnos buscarlas. Porque ¿qué
sentido tiene correr tras algo que desaparece tan deprisa como aparece?
ChatGPT
El pasaje del historiador Yuval Noah Harari sugiere una perspectiva
basada en la meditación y la contemplación de las sensaciones humanas.
Ver las Sensaciones como Vibraciones Efímeras y Sin Sentido: Harari nos
invita a observar nuestras sensaciones (como emociones, deseos, o
incluso pensamientos) sin aferrarnos a ellas. Describe estas experiencias
como "vibraciones efímeras y sin sentido". Aquí, "efímeras" significa que
son temporales y pasajeras, y "sin sentido" sugiere que no tienen un
significado intrínseco más allá de ser experiencias que ocurren en
nuestra mente y cuerpo.
FUSION COGNITIVA
El sufrimiento tiene lugar cuando la gente se cree firmemente el
contenido literal de su mente y se “fusiona” con sus cogniciones. En este
estado de fusión, la persona no puede distinguir su consciencia de sus
narraciones cognitivas debido a que cada pensamiento y su referente
están sólidamente unidos. Esta combinación significa que es muy
probable que la persona siga ciegamente las instrucciones que le son
transmitidas socialmente a través del lenguaje.
Sin embargo, raramente somos conscientes de nuestros ojos y del
proceso de ver a pesar de que constantemente contemos con nuestra
habilidad de ver. Nos damos cuenta de los cambios en lo que vemos,
pero no apreciamos el hecho de ver. De forma similar, somos
conscientes de los contenidos de la conciencia, pero no de la conciencia
en sí misma. Esta dimensión del yo como una perspectiva libre de
contenido, aunque persistentemente presente, no es el yo que
identificamos cuando nos preguntan «¿quién eres?». Cuando se nos
hace esa pregunta, no es probable que contestemos «yo soy esa
perspectiva única que ha estado siempre donde yo he estado, que ha
visto todo lo que yo he visto y que ha experimentado todo lo que yo he
experimentado». En vez de eso, cuando se pregunta por quién eres, la
gente suele responder con una serie de afirmaciones como las
siguientes: «yo soy...». El espacio en blanco puede completarse con una
gran variedad de cosas tales como los papeles de uno en su vida, los
pensamientos, las emociones, las disposiciones psicológicas, los
recuerdos y los estados corporales. Por ejemplo:
Yo soy alto/a.
Yo soy optimista.
Yo soy un/a trabajador/a nato/a.
Yo soy un/a amante divertido/a.
Yo soy una persona comprensible.
Soy una persona que está bien con otros.
Yo soy un padre o una madre.
Soy una persona que creció huérfana.
O quizá responda:
Soy débil.
Soy estúpido/a.
Soy indigno/a.
Estoy deprimido/a.
Estoy aburrido/a.
Soy una persona que no puede mantener una
relación.
Soy un fracaso.
No soy mis emociones, soy algo más: ahora examinemos sus emociones.
Piense en aquel momento en el que usted estaba tan triste como no ha
vuelto a estar nunca más. Déjese deslizar en esa experiencia por un
instante. Ahora imagine aquel momento en que estuvo más feliz que
nunca. Imagine un ejemplo concreto. Cuando lo tenga en mente,
permítase deslizarse en esa situación. Permítase sentir lo que sentía al
estar allí... al sentir aquello. Ahora piense en alguna ocasión en la que
estuviera aburrido. Represéntese esa situación y sumérjase en ella.
Recuerde ahora alguna vez en que estuviera contrariado. Imagínela.
Imagine estar, en aquella situación. Ahora represéntese una ocasión en
que estuviera enamorado. Sienta como sentía aquello. Quiero que note
que, a través de todos esos cambios, el usted que estaba triste es el
mismo usted que estaba feliz. El usted que estaba enamorado es el
mismo usted que estaba aburrido. Advierta que, aunque sus emociones
han cambiado constantemente, había un usted que tenía todas esas
emociones. Sólo por un momento, caiga en la cuenta de que, aunque
tenga emociones, usted no es sus emociones. Note que, aunque sus
emociones han cambiado a lo largo de su vida, en todo momento había
un «usted» que permanecía siempre el mismo . Él usted que tenía esas
emociones es el mismo usted que está; aquí; ahora/ Por Un momento,
tan sólo, déjese notar este hecho fundamental: «aunque tengo
emociones, yo no soy mis emociones».
EJERCICIO DE OBSERVACION
TODOS SUFREN
Ellos lo sienten y tú lo sientes: todo el mundo sufre dolor. Todos los
seres humanos. Si uno vive lo suficiente, ya habrá experimentado o
experimentará, más adelante, la desgracia de la pérdida de alguien a
quien se ama. Cada persona concreta ha experimentado o
experimentará dolor físico. Todo el mundo ha sentido tristeza,
vergüenza, ansiedad, miedo y pérdidas. Todos tenemos recuerdos que
nos resultan embarazosos, humillantes o vergonzosos. Todos llevamos
ocultos, en el interior, secretos dolorosos. Nos esforzamos en mostrar
caras radiantes, felices, simulando que todo va bien y que nuestra vida
es inmejorable. Pero no es así y no puede ser así. El hecho de ser
humano implica sentir dolor de un modo mucho más penetrante que lo
que puedan experimentar cualesquiera otras criaturas de la tierra.