Extinción de Dominio.

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Módulo III: La Extinción de Dominio

El derecho a la propiedad privada ha sido reconocido en Colombia desde


sus primeras constituciones independentistas hasta la actualidad. La Constitución
de 1886 estableció en su artículo 31 que los derechos adquiridos con justo título
de acuerdo a las leyes civiles no podrían ser desconocidos ni vulnerados por leyes
posteriores, estableciendo así a la expropiación por utilidad pública (con justa
indemnización) como única limitación o excepción a los mismos. En la misma
línea, la Constitución Política de 1991 estipula en su artículo 58 el reconocimiento
y garantía de la propiedad privada y demás derechos adquiridos con arreglo a las
leyes civiles, insistiendo de igual forma a la misma limitación por expropiación.
Si bien el derecho a la propiedad privada es un derecho constitucional, el
mismo no es de carácter absoluto. De acuerdo con la jurisprudencia de la Corte
Constitucional1, tal derecho es de segunda generación adscrito a otros derechos
sociales, económicos y culturales; así mismo, sólo tendrá el carácter de
“fundamental” cuando se encuentre necesariamente relacionado a otros derechos
fundamentales y su vulneración o limitación comprometa el “mínimo vital” de las
personas.
De igual manera, el preámbulo de la Constitución Política de 1991
establece que se asegurará la vida, convivencia, libertad, justicia, igualdad, etc.,
mediante un marco jurídico, democrático y participativo que garantice un orden
político, económico y social justo. En tal sentido, para que un orden económico
sea justo, el Estado solamente puede reconocer como legítimo el patrimonio
obtenido con base en el trabajo honrado. No es justo un orden económico en el
que algunas personas puedan incrementar su patrimonio a través de actividades
ilícitas. Luego, cualquier forma de riqueza que se base en conductas ilícitas no es
justa y el Estado no puede protegerlas, promoverlas o patrocinarlas.

1
Sentencia C-740, 2003

1
Partiendo, entonces, de que el derecho a la propiedad privada es un
derecho constitucional y no absoluto (en el entendido de que puede ser limitado en
ciertas ocasiones y bajo ciertos parámetros), se procederá entonces a establecer
la relación entre la extinción de dominio y el derecho de propiedad, para luego
establecer la procedencia o no de la aplicación de la acción de extinción de
dominio, con base en la causal de bienes equivalentes, a los bienes adquiridos
ilícitamente antes de la Constitución de 1991:

i. La extinción de dominio y el derecho de propiedad:

La extinción de dominio, de acuerdo al artículo 34 de la Constitución


Política de Colombia, puede ser decretada mediante sentencia judicial sobre
aquellos bienes que hayan sido producto del enriquecimiento ilícito, con deterioro
al Tesoro público o con grave deterioro a la moral social.
Es importante analizar si, entonces, el derecho que se ve afectado al
momento de ejecutarse la extinción de dominio es el derecho a la propiedad o si,
por el contrario, se trata de una mera apariencia de propiedad. En relación a ello,
la Corte Constitucional se ha pronunciado respecto a cuándo es efectivamente
protegido el derecho a la propiedad que se consagra en el artículo 58 de la
Constitución y ha concluido que sólo puede ser protegido y garantizado por el
Estado en tanto y en cuanto los bienes hayan sido adquiridos de manera lícita,
ajustada a la ley y sin daño u ofensa a algún particular o al Estado mismo, dentro
de los límites de la moral social.2
Por tal razón, y con base en la afirmación de que los delitos no generan
derechos, se puede concluir que si se incurre en un tipo penal y, como
consecuencia de él, se obtiene un bien, esa persona nunca será titular de un
derecho de propiedad sobre el mismo, lo cual significa que la apariencia que hay
en el mundo jurídico es falsa.

2
Sentencia C-374, 1997.

2
La acción de extinción del derecho de dominio es declarativa, no
constitutiva. El juez, al momento de emitir una sentencia al respecto, lo que hace
es desvelar la realidad que hay detrás de la apariencia, es decir, declarar que el
sujeto que tiene todos los elementos que lo hacen ver como el dueño, en realidad
no lo es. Al haber una vacancia respecto de su propiedad, se declara que el titular
será el Estado.
Tobar Torres (2014) concluye que con la extinción de dominio no se
persigue una condena sino la declaración, mediante sentencia judicial, de la
inexistencia del aparente derecho de propiedad que ostentaba una persona. Por
tanto, los efectos de dicha sentencia se proyectarán retroactivamente y, al no
existir realmente algún derecho adquirido, se elimina cualquier posibilidad de
indemnizar al sujeto “afectado”.
Finalmente, se puede concluir que la acción de extinción de dominio no
afecta de ninguna forma el derecho de propiedad, puesto que el mismo se
representa como una ficción jurídica o aparente al devenir de una actividad ilícita,
la cual se encuentra en contravención no sólo del preámbulo constitucional, sino
que también se encuentra excluida de cualquier forma de protección y
reconocimiento por parte del Estado.

ii. Aplicación de la causal de bienes equivalentes sobre aquellos


bienes adquiridos ilícitamente antes de la entrada en vigencia de la
Constitución Política de 1991:
Para poder arribar a una conclusión sobre la viabilidad o no de la aplicación
de dicha causal, es pertinente realizar un análisis jurídico respecto de la existencia
per sé de la figura de extinción de dominio dentro del ordenamiento jurídico
colombiano.
En primer lugar, es importante destacar que la extinción de dominio no fue
una creación de la Constitución Política de 1991, puesto que ya existían
antecedentes al respecto. La novedad del artículo 34 de la carta magna es,

3
entonces, la elevación a rango constitucional de tal figura, más no su
incorporación primigenia a la normativa nacional.
El antecedente más importante de esta figura se encuentra en la Ley 200
de 1936, mejor conocida como la Ley de Tierras, en la cual se establecía la
extinción de dominio a favor del Estado sobre terrenos baldíos, abandonados o
injustificadamente no explotados por parte del dueño, durante un lapso de tiempo
determinado.
La Constitución Política de 1991, sin embargo, sí incorpora un elemento
novedoso a la figura -ya existente- de extinción de dominio, y es su decreto sobre
los bienes que provengan del enriquecimiento ilícito, afectando el Tesoro público o
la moral social. Esta acción, adicionalmente, es completamente autónoma y sui
generis, puesto que no es una acción penal, administrativa o civil. Martínez
Sánchez (2015) clasifica a la acción de extinción de dominio como una acción real
(ya que persigue bienes y no a personas), jurisdiccional (por ser la rama judicial
quien decide sobre su procedencia a través de una sentencia), pública (al estar
involucrado el interés social), directa (por no requerir el agotamiento de ningún
requerimiento judicial o administrativo previo) e independiente (al no depender de
la declaración previa de la responsabilidad penal del sujeto sobre el cual existe la
apariencia de titularidad del bien).
La naturaleza declarativa de la acción de extinción de dominio es clave para
poder entender el alcance de su aplicación, es decir, su intemporalidad. Sobre la
materia, la Corte Constitucional3 ha sostenido que las autoridades pertinentes no
solamente están avaladas para perseguir los bienes futuros que se obtengan de
manera ilícita, sino también a todos aquellos bienes que se hayan obtenido de
esta forma, aún antes de la entrada en vigencia de la Ley 333 de 1996 (conocida
como la Ley de Extinción de Dominio) y de la misma Constitución Política de 1991.
Ello, con base a que no se está refiriendo a la existencia de algún derecho
adquirido y, por ende, objeto de protección y reconocimiento; sino que se trata de

3
Sentencia C-374, 1997.

4
derechos aparentes, derivados de alguna actuación ilícita, lo cual no genera
derecho alguno.
Adicionalmente, la Ley 1708 de 2014, por medio de la cual se expide el
Código de Extinción de Dominio, establece en su artículo 21 el carácter
imprescriptible de esta acción, pudiendo ser declarada independientemente de
que los presupuestos de procedencia hayan ocurrido con anterioridad a su entrada
en vigencia. Por tales razones, se puede concluir que, a raíz de la intemporalidad
de la extinción de dominio, su aplicación se realiza de forma retrospectiva.
El artículo 16 de la Ley 1708 de 2014, numerales 10 y 11, establecen la
posibilidad de extinguir el dominio de bienes de origen lícito cuyo valor sea
equivalente a los bienes descritos en las causales anteriores (ej.: producto directo
o indirecto de una actividad ilícita, los que formen parte de un incremento
patrimonial no justificado, los empleados como medio o instrumento para la
ejecución de actividades ilícitas, etc.), en los casos en que la acción sea
improcedente por el reconocimiento de derechos de terceros de buena fe exentos
de culpa o por la imposibilidad de localización, identificación o afectación material
de los mismos.
Como ya se ha mencionado anteriormente, la aplicación material de todo lo
estipulado en relación a la acción de extinción de dominio es de carácter
intemporal, imprescriptible y de aplicación retrospectiva. Con lo cual, se concluye
que la viabilidad de la aplicación de cualquiera de estas causales es viable dentro
de la normativa o marco jurídico actual por las siguientes razones:

a. La figura de extinción de dominio no fue creada por vez primera por la


Constitución Política de 1991, con lo cual existía la posibilidad de aplicarla,
sólo faltaba el procedimiento legal, el cual fue desarrollado por primera vez
en 1996 mediante la Ley 333.
b. El preámbulo de la Constitución Política de 1991 establece la necesidad de
garantizar un orden económico justo, el cual sólo puede ser alcanzado a
través de actividades que deriven del trabajo honrado. En el sentido

5
contrario, un orden económico injusto sería aquel que permita la protección
y disfrute de bienes económicos o patrimoniales producto de alguna
actividad ilícita o delictiva.
c. El contexto histórico bajo el cual se elevó a rango constitucional a la
extinción de dominio corresponde a una lucha en contra del narcotráfico y a
la corrupción derivada de éste. En razón a ello, la Convención de las
Naciones Unidas contra el Tráfico Ilícito de Estupefacientes y Sustancia
Psicotrópicas de 1988 establece en su artículo 5 que el decomiso 4
procederá sobre los productos derivados del delito o sus bienes de valor
equivalente, sobre los estupefacientes y sustancia psicotrópicas,
materiales, equipos o instrumentos utilizados o destinados a la comisión de
tales ilícitos.
d. La intemporalidad de la ley, según Martínez Sánchez (2015), es
consecuencia con la naturaleza misma de los derechos reales, los cuales
se adquieren sólo mediante el título y modo previstos en la ley. Por ende,
los derechos reales no pueden tener origen en una actividad ilícita o en un
delito.
e. Dado que el ilícito o el delito no originan derechos y, en sintonía con la
garantía de un orden económico y social justo, es lógico concluir que la
aplicación de la extinción de dominio es viable, independientemente de la
temporalidad de las acciones ilícitas o delictivas, puesto que de las mismas
no surge ningún derecho real merecedor de la garantía, protección y
reconocimiento del Estado.
f. La retrospectividad en la aplicación de la Ley 1708 de 2014 (la cual
incorpora la disposición de intemporalidad e imprescriptibilidad) se limita,
lógicamente, a las causales estipuladas en su artículo 16. Es decir, su

4
Debido a que no existe una uniformidad internacional con respecto a las definiciones y
conceptualización de dichos términos, en este caso “decomiso” es el equivalente a la “extinción de
dominio” conocida dentro del ordenamiento jurídico colombiano. En el artículo 1, lateral f) de la
mencionada Convención, se define “decomiso” como la privación con carácter definitivo de algún
bien por decisión de un tribunal o de otra autoridad competente.

6
alcance material y temporal se encuentra supeditado a la concurrencia de
alguno de los presupuestos de procedencia previstos en dicho artículo.

Con base en dicho análisis, se concluye que las causales de procedencia


de la extinción de dominio que versan sobre lo bienes equivalentes son
perfectamente aplicables a los bienes adquiridos lícitamente con anterioridad a la
Constitución de 1991. La limitación, sin embargo, sobre su aplicación sería la
misma que se aplica sobre todos aquellos bienes lícitos equivalentes adquiridos
con posterioridad a la entrada en vigencia de la Constitución Política: la
acreditación de los supuestos de procedencia. No cualquier bien del procesado o
condenado puede ser objeto de extinción de dominio bajo el pretexto de poseer un
valor equivalente, puesto que se incurriría en una confiscación 5, figura que se
encuentra expresamente prohibida en el ordenamiento jurídico colombiano; es
decir, la viabilidad de esta causal está supeditada a la acreditación de que sea un
bien o valor que, si bien no ha sido producto directo o indirecto de la conducta
ilícita o instrumento para su comisión, sí ha sido empleado para ocultar o encubrir
a los que sí lo han sido (bienes ilícitos per sé).

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

De Los Ríos, F. (2011). Reforma agraria en Colombia: evolución histórica del


concepto. Hacia un enfoque integral actual. Cuad. Desarro. Rural, 8 (67), 93-119.
Recuperado de http://www.scielo.org.co/pdf/cudr/v8n67/v8n67a05.pdf

5
Valero Montenegro (2009).

7
Martínez Sánchez, W. A. (2015). La Extinción de Dominio y la Acción de Extinción
de Dominio en Colombia. En La Extinción de Dominio y la Acción de Extinción de
Dominio en Colombia (pp. 5 - 35). Universidad del Rosario. Recuperado de
https://www.unodc.org/documents/colombia/2017/Marzo/La_extincion_de_dominio
_en_el_posconflicto_colombiano_2016.pdf

Tobar Torres, J. (2014). Aproximación general a la acción de extinción del dominio


en Colombia. Revista Civilizar Ciencias Sociales y Humanas, 14 (26), 17-38.
Recuperado de http://www.scielo.org.co/pdf/ccso/v14n26/v14n26a03.pdf

Valero Montenegro, L. H. (2008). Los bienes equivalentes y el riesgo de


confiscación en la Ley de extinción del dominio y en el comiso penal. Via Iuris, 6,
71-89. Recuperado de https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=3293453

Referencias jurídicas:

Diario Oficial núm. 23.388. (21 de Enero de 1937). Ley 200. Diario Oficial.

Diario Oficial núm. 42945. (23 de Diciembre de 1996). Ley 333. Diario Oficial.

Diario Oficial núm. 49.039. (20 de Enero de 2014). Ley 1704. Diario Oficial.

Convención de las Naciones Unidas contra el Tráfico Ilícito de Estupefacientes y


Sustancia Psicotrópicas. (20 de Diciembre de 1988).
Gaceta Constitucional núm. 116. (20 de Julio de 1991). Constitución Política de
Colombia. Gaceta Constitucional.

Sentencia C-740 (Corte Constitucional, M.P. Jaime Córdova Triviño, 28 de Agosto


de 2003).

8
Sentencia C-374 (Corte Constitucional, M.P. José́ Gregorio Hernández, 13 de
agosto de 1997).

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