Estancias Del Sur Accion Autonoma de Nulidad

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DICTAMEN C N°: 724

AUTOS: “ESTANCIAS DEL SUR S.A. -


RECURSO APELACIÓN C/ DECISIONES
DE PERSONAS JURÍDICA PUB. NO
ESTATAL - CUERPO DE COPIA EXPTE.
6161357 (EXPTE. 8506054) - RECURSO
DIRECTO - EXPTE. N° 8974415”.

Excmo. Tribunal Superior:


I. VE otorga intervención a este Ministerio
Público en el trámite de la acción de nulidad por cosa juzgada írrita interpuesta por Hugo
Alberto Emmert, en contra de los Autos N° 261 del 29/08/17 y Nº 101 de fecha 21/04/17
dictados por la Cámara 9° en lo Civil y Comercial de Córdoba en autos: “Estancias del Sur
S.A - Recurso de Apelación c/ Decisiones de Persona Jur. Pública No Estatal - Cuerpo de
Copias 6161357 (Expte 8506054)”.

II. Planteo efectuado


Expresa que la inmutabilidad de la cosa juzgada
material cede ante supuestos especiales, en donde no obstante la firmeza de la resolución,
ésta deviene en una clara injusticia, e ilegalidad de actos de funcionarios públicos al punto
tal que la inmutabilidad se transforma solo en una valla formal e írrita, que no permite la
concreción del valor justicia en el caso concreto.
Cita doctrina y jurisprudencia en relación al
instituto.
Esgrime que en el caso de marras, existe un vicio
de voluntad y error judicial de los vocales de la Cámara que dictó las resoluciones cuya
anulación se pretende, el cual fue no comprender que el compareciente jamás interpuso un
recurso de apelación ante la jurisdicción, ni expresó agravios, sino que fue la D.I.P.J quien
lo hizo en virtud del principio del informalismo.
Considera que los vocales de la cámara tampoco
comprendieron que ninguna participación tenían los apoderados de Estancias del Sur S.A
en la revisión de una resolución administrativa dictada por la D.I.P.J. y que las partes eran -
exclusivamente- el suscripto y la Dirección de Inspección de Personas Jurídicas. Que ese
error deviene manifiesto y es fundamental para determinar el carácter injusto del decisorio
y la clara violación a la premisa constitucional de “afianzar la justicia”.
Agrega que su parte realizó una denuncia ante la
administración y esta última dictó una resolución rechazándola. Que si bien la denuncia
estaba vinculada al trámite que pretendía inscribir Estancias del Sur S.A, la denuncia era en
contra de la administración, en particular la D.I.P.J en virtud del incumplimiento de su
deber de verificar los requisitos formales y legales de la inscripción, en particular por la
intervención de sociedades off-shore jamás inscritas en el país y disueltas en su país de
origen, y que participaron de actos societarios de sociedades argentinas sin estar inscriptas
como personas jurídicas en la IGJ ni ante AFIP DGI pese haber celebrado múltiples actos
de comercio en la República Argentina por sumas varias veces millonarias.
Recuerda que su parte interpuso un recurso
administrativo (reconsideración y jerárquico en subsidio) el que fue rechazado, pero de
modo oficioso por el principio de informalismo de la Ley N°6658 se remitió la causa a la
Justicia Provincial para la revisión del decisorio administrativo. Que ello lleva a dos
conclusiones: I) Que su parte no interpuso recurso de apelación ante la jurisdicción. II) Que
las únicas partes con legitimación en la cuestión son el suscripto, como denunciante, y la
D.I.P.J como sujeto que dictó el acto administrativo impugnado.
Entiende que de esa base fáctica surge de manera
indubitable y lógica que jamás su parte puede ser condenada al pago de costas y honorarios
respecto de un recurso que no inició ante la jurisdicción, y que menos aún esos honorarios
pueden ser de letrados apoderados de una sociedad comercial que no es la que dictó el acto
administrativo impugnado ni tuvo intervención alguna en el proceso administrativo
tramitado ante la Dirección de Inspección de Personas Jurídicas. Adiciona que esa sola
premisa y conclusión lógica, da cuenta que las resoluciones dictadas por la cámara y
pasadas autoridad de cosa juzgada tienen su base en un claro error judicial y por ello
resultan írritas, todo lo cual debe necesariamente hacerles perder su carácter de
inmutabilidad.
Añade que aun cuando desde el plano formal las
resoluciones de la cámara aparezcan como válidas y firmes, resultan una verdadera
injusticia que arremeten de manera definitiva e irreparable contra la garantía y fin
perseguido por nuestra constitución, y por ello resulta írrita. Que en lo específicamente
técnico, tanto el Auto Nº101 como el Auto Nº261 de fecha 29/08/17, desconociendo los
principios de la materia administrativa, dispusieron la regulación de honorarios en el marco
de la revisión de un acto administrativo, y a favor de una persona que no es ni el apelante,
ni mucho menos quién dictó la resolución recurrida, esto es, alguien totalmente ajeno al
proceso administrativo y al judicial. Todo ello con el agravante de que su parte jamás
interpuso recurso de apelación, sino que fue la Dirección de Inspección en virtud del
principio de informalismo, quién elevó las actuaciones administrativas ante la cámara que
resolvió directamente sin previa sustanciación ni notificación alguna ni tan siquiera del
avocamiento o del decreto de autos a los fines de que pudiera evitarlo.
Profundiza la expresión de agravios brindando
detalles de las constancias del caso y de la regulación de honorarios que le aqueja, con
doctrina y jurisprudencia.
Concluye que en el caso de marras se encuentran
dados todos los requisitos y elementos a los fines de la perforación del mínimo legal
dispuesto por la Ley Arancelaria, enfatizando que su parte no interpuso el recurso de
apelación ante la Cámara, y que los apoderados de Estancias del Sur S.A no son partes del
proceso administrativo ni menos aún del judicial, en cuanto a un recurso que no interpuso.
Razona que el hecho de que un recurso sea
rechazado por extemporáneo, o que el tecnicismo respecto de que los fallos contradictorios
citados no son análogos no autorizan a dictar resoluciones arbitrarias, nulas e injustas, ya
que aun cuando sea convalidado por la parte, la jurisdicción no puede hacerlo, ya que la
manda constitucional expresamente obliga al juzgador a afirmar al justicia, lo que no ocurre
con resoluciones arbitrarias e injustas, aun cuando estén firmes porque los recursos
interpuestos por las partes fueron rechazados.
Agrega que en el supuesto de marras existe otra
situación que también atañe a la cosa juzgada írrita, y es el hecho de que existen otros
recursos actualmente a fallo del T.S.J que tratan la misma cuestión, y que no fueron
rechazados por extemporáneos, motivo por el cuál, además resoluciones similares y
exactamente idénticas a las que resultan objeto de la presente acción pueden ser revocadas
por el T.S.J, generándose también un strepitu fori por la existencia de sentencias claramente
contradictorias respecto de la misma cuestión.
Sostiene en definitiva que la Excma. Cámara a
quo ha excedido arbitrariamente el marco jurisdiccional de admisibilidad que le fija la ley,
toda vez que no se limita a efectuar un análisis formal de correspondencia rechazando
arbitrariamente y sin mayor fundamentación el carril previsto por el inciso 3 y 4 del
artículo 383 del C.P.C y C, razón por la cual solicita que se declare mal denegada la
casación, ordenando dejar sin efecto las regulaciones practicadas y subsidiariamente
ordenar la perforación de los mínimos legales en materia regulatoria.
Justifica su interés en la promoción de la vía
aduciendo que se encuentra vinculado a que en los presentes autos han regulado cuantiosos
honorarios profesionales al letrado de Estancias del Sur SA Dr. Álvaro Hernández, pese a
que existen circunstancias objetivas que demuestran la improcedencia del derecho a obtener
el cobro de los honorarios. Que por ende, no puede consentir que tales regulaciones se
efectivicen.
Dice que es evidente que la regulación de
honorarios de un recurso que no interpuso, adicionado a quienes no fueron parte del
proceso administrativo ni judicial, a más de una regulación "causa por causa" por cada
denuncia presentada en la administración por el suscripto, sin tener en cuenta el contexto
general en el que los letrados intervinientes han actuado, podría conducir a un resultado
absurdo desde el punto de vista económico y arbitrario desde el punto de vista jurídico.
Solicita que se declare inaplicable la cosa juzgada
por abuso manifiesto del derecho.
También pide como medida cautelar innovativa
que se ordene la suspensión de la ejecución de los Autos Nº 261 de fecha 29/08/17 y del
Auto Nº101 de fecha 21/04/17 ambos dictados por la Excma. Cámara Novena, hasta tanto
se resuelva la acción autónoma de nulidad por cosa juzgada írrita aquí impetrada.
Mantiene reserva del caso federal.
III. Intervención de la Fiscalía General
Previo a ingresar a analizar la acción entablada, se
adelanta que de conformidad a la conclusión que se propiciará en el presente dictamen, la
intervención de este Ministerio Público se limitará únicamente a emitir opinión en relación
a la competencia del Tribunal Superior de Justicia para intervenir en la presente, sin
ingresar a analizar el cumplimiento de los requisitos de admisibilidad de la presente acción.
La legitimación para intervenir de este Ministerio
Público Fiscal surge de los supuestos contemplados por el art. 172, inc. 2, Const. Prov. y
por los arts. 9 inc 2 y 23 de la ley orgánica (Ley 7826 y sus modif.), que le impone velar
por la legalidad de los procedimientos, ser custodio de la jurisdicción y competencia de los
Tribunales de la Provincia, del orden público y jurídico en su integridad

IV. Opinión de esta Fiscalía Adjunta


El planteo impetrado por el presentante con fecha
10/08/2021 se interpuso con la finalidad de lograr la tacha de nulidad de dos resoluciones
judiciales que se encuentran firmes, planteo que engasta dentro de la llamada “acción
autónoma de nulidad” o “acción de nulidad por cosa juzgada írrita”.
Esta clase de acciones, de creación pretoriana, tiene
por objetivo anular un pronunciamiento que ha sido dictado en un juicio concluido, y que
ha adquirido autoridad de cosa juzgada, con fundamento en la injusticia de lo resuelto.
Se trata de una pretensión sustancial que busca lograr
mediante un procedimiento autónomo la declaración judicial de invalidez de los actos
procesales, incluido el pronunciamiento final, desarrollados en un procedimiento concluido
y cuya sentencia ha adquirido autoridad de cosa juzgada y que por algún motivo, resulta
injusta a una de las partes.
En relación a la materia, el Tribunal Supremo Local
ha considerado que esta clase de acciones procede “frente a un proceso tramitado y
concluido, en cuyo desarrollo e injusto desenlace, se conculcan derechos de jerarquía
constitucional del vencido, sin que exista posibilidad recursiva alguna, ordinaria o
extraordinaria” (TSJ, “Incidente de revocatoria de cosa juzgada irrita en autos: Ruiz Daniel
y Mierez Jorge Alberto-Solicitan Regulación de honorarios en autos: Banco Central de la
Rep. Argentina en Centro Financiero S.A.C.I.A. Financiera – Incid. Verif. Tardía – Recurso
de Inconstitucionalidad y Recurso Directo”, Sentencia Nº 32 de fecha 13/04/1999).
De ahí que tan solo frente a dicho escenario, la
indefensión de la parte afectada autoriza a juzgar una vez más una causa que ya se
encuentra fenecida. Es aquí donde las garantías constitucionales del debido proceso y el
derecho de defensa en juicio hacen tambalear la inmutabilidad de la cosa juzgada.
Se puede observar entonces que se trata de una
acción independiente, autónoma, no accesoria a una pretensión principal y de corte
sustancial, que ataca directamente la cosa juzgada de una sentencia.
Esta clase de acciones se diferencia de la excepción o
el incidente de nulidad, pues éstos buscan dentro del proceso subsanar los vicios que a este
le aquejan, mientras que la acción autónoma de nulidad supone la existencia de un proceso
que tiene autoridad de cosa juzgada y cuya eficacia y autoridad emanadas de la sentencia
atacan directamente a través de un pronunciamiento que deja sin efecto el anterior, y
resuelve conforme a derecho.
Como se dijo, esta acción es de creación
jurisprudencial y, en la esfera procesal, no se encuentra receptada en norma alguna. En
cambio, en la Provincia de Córdoba -y también en el plano nacional tras la sanción de la
Ley N° 26.853 que modifica el Código Procesal Civil y Comercial de la Nación- está
consagrado el llamado “recurso de revisión”, tendiente a atacar una sentencia firme (Arts.
395 y sgtes. C.P.C.C. de Cba. y 297 y sgtes. C.P.C.C.N.).
También existe una contemplación de la figura en el
art. 2564 inc. f del Código Civil y Comercial, aunque sólo en referencia al plazo de
prescripción de un año para la allí denominada “acción autónoma de revisión de la cosa
juzgada”.
La diferencia entre esta clase de acciones con la
revisión recala en el hecho de que la acción de nulidad se basa en motivos no legales, que
exceden a los regulados para la revisión, pero que si han sido reconocidos por la
jurisprudencia ante la presencia de una inequidad manifiesta ( Fernández, R.E.,
“Impugnaciones ordinarias y extraordinarias en el CPCC de Córdoba. Nulidad. Recursos de
reposición, apelación, casación, inconstitucionalidad y revisión”, Ed. Alveroni, Cba., 2006, p.
25).
Otra diferencia entre ambas vías es que las causales
en que se funda la revisión no son los únicos por los cuales podría resultar el dictado de una
sentencia injusta.
Las divergencias apuntadas resultan dirimentes pues,
si bien la figura carece de regulación procesal, hay consenso en la doctrina en cuanto a que
el trámite que debe seguirse es el del juicio ordinario, con amplitud probatoria, debido a la
gravedad e importancia de la cuestión discutida, en cuanto pretende destruir una sentencia
pasada en autoridad de cosa juzgada.
Concretamente, se ha estimado correcto asignar a la
acción autónoma de nulidad el trámite del juicio ordinario, atento que la trascendencia del
objeto en litigio requiere de un proceso de conocimiento que importe las más amplias
oportunidades de prueba y debate, así como aquellas posibilidades de recurso en las mismas
instancias en que se podría impugnar en un recurso ordinario tradicional ( Peyrano, J.W.,
“Acción de Nulidad de Sentencia Firme”, en “La Impugnación de la Sentencia Firme”, T. I, Teoría
General, Procedimiento. Ed. Rubinzal Culzoni, Sta. Fe, 2009 , p. 22). También se ha considerado
que deberá articularse a través de una verdadera demanda, y la litis quedará conformada por
los dichos de las partes, no pudiendo los sujetos procesales apartarse del principio de
congruencia (Peyrano, J.W., “Ratificación De Los Lineamientos Pretorianos Y Doctrinales
De La Revision De La Cosa Juzgada”, p. 3, tomado de la página web:
http://www.jussantiago.gov.ar/jussantiago/EscuelaUnica/2009/peyrano/
LINEAMIENTOS_PRETORIANOS_DOCTRINALES_REVISION_COSA_JUZGADA.d
oc).
También se ha sostenido: “Desde que la acción de
nulidad se propone volver a abrir una relación procesal cerrada definitivamente por
sentencia firme, no se trata -afirma Chiovenda- de un simple medio extraordinario de
impugnación, sino que tiene el carácter de una verdadera acción autónoma que pone en
jaque al proceso íntegro" (“Acción Autónoma de Nulidad” en Revista Virtual de Jurisprudencia
de la Sala de Jurisprudencia del Colegio de Abogados de Córdoba, Dir. Bertolino, M.F. y Sec.
Fontaine, J.L. (h), Cba., 2011, año II, p. 7/8, comentario a fallo Cam. 6ª CyC de Cba., Sent. Nº 152
del 12/12/11 in re: "Molina, Paola Verónica - Accion De Nulidad - Recurso De Apelación – Expte.
N° 1533148/36”, que cit. a Berizonce, R., "La Nulidad en el Proceso", Ed. Platense, La Plata 1967,
pág. 126, quien citara a Chiovenda G. Tomado de la web
http://www.abogado.org.ar/z/Revista/REVISTA.pdf).
En consecuencia, se desprende que una acción
autónoma de inconstitucionalidad, al regirse por el trámite del juicio ordinario, no debe ser
interpuesta ante el Tribunal Superior de Justicia como si se tratara de un recurso de
revisión, sino que corresponde ser entablada ante un nuevo juez de primera instancia, para
su tramitación por medio de un proceso ordinario desde el comienzo.
En relación al juez competente para entender en esta
clase de acciones, también se han encendido numerosos interrogantes y cuantiosos criterios
judiciales.
En la praxis judicial, están quienes conciben que, por
razones de conexidad, deba entender el tribunal donde hubo un avocamiento anterior,
propiciando la aplicación estricta del principio de prevención, sea cual fuere la naturaleza
de la cuestión. Dicha postura encontraría fundamento en los principios de inmediación,
economía procesal, concentración y celeridad, así como en razones de conveniencia
práctica, derivada del hecho que el tribunal que previno en el primer conflicto suscitado
conoce con detalle la causa.
Por otro lado, están quienes consideran que con el
planteo de esta acción se está dando nacimiento a un nuevo proceso, una acción autónoma,
no incidental ni accesoria, que tiene por fin determinar si una sentencia debe o no
mantenerse.
Tal como se ha propiciado en un dictamen anterior
emanado de esta Fiscalía Adjunta (Dictamen L Nº 423 del 03/06/2021 en autos "Núñez
Belarmina Elvira C/ Gigena Héctor Daniel – Acción Autónoma de Nulidad - Expte. N°
9486799”), quien aquí suscribe adhiere a esta última postura.
Es que tratándose de un proceso tramitado y
concluido con el dictado de una sentencia definitiva, la pretensión efectuada por el
accionante de atacar dicha decisión y cuestionar en consecuencia el accionar del tribunal,
no parece recomendar, en aras a garantizar la imparcialidad e independencia, que sea el
mismo tribunal quien resuelva la acción entablada, en garantía del justiciable, del debido
proceso y la defensa en juicio.
Al respecto, la Corte Suprema de Justicia expresó
que la garantía de juez imparcial ha sido reconocida dentro de los derechos implícitos del
art. 33 de la Constitución Nacional, y se deriva de las garantías de debido proceso y de la
defensa en juicio establecidas en su art. 18 y consagradas expresamente en los artículos 26
de la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre, 14.1 del Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos, 8.1 de la Convención Americana sobre
Derechos Humanos, 10 de la Declaración Universal de Derechos Humanos que forman
parte del bloque de constitucionalidad federal en virtud de la incorporación expresa que
efectúa el art. 75, inc. 22 de la Constitución Nacional. Asimismo, el Tribunal Cimero de la
Nación definió a la imparcialidad del juzgador como “la ausencia de prejuicios o intereses
de éste frente al caso que debe decidir, tanto en relación a las partes como a la materia”. Si
bien reconoció que la ausencia de prejuicios nunca podría ser absoluta “dadas la
convicciones propias del juez como hombre, debe garantizarse la mayor objetividad posible
por parte del juzgador frente a la cuestión que deba resolver” (CSJN, Recurso de hecho,
“Llerena, Horacio Luis s/ abuso de armas y lesiones - arts. 104 y 89 del Código Penal
Causa N° 3221C.”).
En el caso particular, se evidencia que la tramitación
de la causa ante el mismo tribunal donde se produjo la nulidad objeto de la acción hoy
incoada, podría comprometer las garantías mencionadas.
Ante la posibilidad de que ello suceda, las razones de
índole prácticas que justifican el principio de prevención deben necesariamente ceder y
darle paso a un proceso que garantice el estricto cumplimiento de las garantías
constitucionales en juego. Solo así ha de garantizarse al justiciable un proceso justo.
Es por todo ello que, en orden a determinar quién
debe entender en la acción interpuesta, que se dirige a atacar dos resoluciones dictadas por
una cámara de apelaciones en lo civil y comercial que se encuentran firmes, se considera
que el Tribunal Superior de Justicia no resulta competente para intervenir en esta
oportunidad, sino que el proceso debe encauzarse como un juicio ordinario ante un juzgado
de primera instancia, el que quedará determinado en función de las reglas de distribución de
las causas establecidas por el TSJ a estos efectos. A éste le corresponderá, por lo tanto,
verificar el cumplimiento de los requisitos de admisibilidad de la presente acción autónoma
de nulidad y, eventualmente, imprimir trámite a la vía instada.

V. Téngase por evacuada la vista en los términos


precedentemente expuestos.

Fiscalía General, 1 de septiembre de 2021.

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