Requerimiento TC Vasquez Con Angulo

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EN LO PRINCIPAL: REQUERIMIENTO DE INAPLICABILIDAD POR

INCONSTITUCIONALIDAD; PRIMER OTROSÍ: ACOMPAÑA CERTIFICADO; SEGUNDO

OTROSÍ: SOLICITA SE TRAIGA A LA VISTA EXPEDIENTE QUE INDICA; TERCER OTROSÍ:

SUSPENSIÓN DEL PROCEDIMIENTO; CUARTO OTROSÍ: SOLICITA SE RESUELVA

SUSPENSIÓN DEL PROCEDIMIENTO SOLICITADA JUNTO CON LA ADMISIÓN A TRÁMITE;

QUINTO OTROSÍ: ACREDITA PERSONERIA. SEXTO OTROSI: FORMA DE NOTIFICACIÓN.

EXCELENTÍSIMO TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

MARCELO SEBASTIAN RUIZ ALVAREZ, Abogado, cédula nacional e identidad Nº12.203.146-

2, domiciliado para estos efectos, en calle Antonio Varas N°216, oficina 401, Edificio Torre del

Puerto, de la ciudad y comuna de Puerto Montt, querellante y apelante, en los autos que más

adelante he de individualizar, a V.S. Excma., respetuosamente digo:

Que, de conformidad con lo dispuesto en el artículo 93 Nº6º de la Constitución Política de la

República y en los artículos 79 y siguientes de la Ley Nº17.997, Orgánica Constitucional del Tribunal

Constitucional (LOCTC), vengo en deducir acción de inaplicabilidad por inconstitucionalidad del

artículo 248 letra c) del Código Procesal Penal (CPP), por cuanto dicha norma vulnera –en la

especie- el artículo 19 Nº3, inciso 5° (debido proceso) y el artículo 83, inciso 2° (derecho a la acción

penal de la víctima-querellante) de la Constitución Política de la República, y resultar la aplicación

de la referida norma, al caso concreto, contraria a las normas constitucionales referidas.

Fundamento el presente requerimiento, son los siguientes:

REQUISITOS DE PROCEDENCIA DE ESTE REQUERIMIENTO:

El artículo 93 numeral 6° de la Constitución de la República establece la acción de inaplicabilidad

por inconstitucionalidad de un precepto legal y otorga la competencia exclusiva para su

conocimiento a este Excelentísimo Tribunal.


La citada norma y los artículos 79 y siguientes de la Ley Orgánica del Tribunal Constitucional,

establecen como requisitos de admisibilidad los siguientes:

A. La existencia de una gestión judicial pendiente ante tribunal ordinario o especial y la calidad de

parte del requirente en el mismo;

B. Indicar que la aplicación del precepto legal contra el que se formula el requerimiento puede

resultar decisivo en la resolución del asunto;

C. Que los preceptos legales no han sido declarados conforme a la Constitución Política por el

Excmo. Tribunal Constitucional;

D. Que el requerimiento esté razonablemente fundado, expresando los hechos y fundamentos en

que se apoya e indicando como ellos producen como resultado la infracción constitucional que se

denuncia;

E. Indicar los vicios de inconstitucionalidad que se aducen, con indicación precisa de las normas

constitucionales que se estiman agredidas y;

F. Cumplimiento de los demás requisitos legales.

Pues bien, es del caso V.S.Excma. que el presente requerimiento cumple con todos y cada uno de los

requisitos señalados precedentemente, conforme analizaremos a continuación:

A.-EXISTENCIA DE UNA GESTIÓN JUDICIAL PENDIENTE Y CALIDAD DE PARTE

DEL REQUIRENTE:

Con fecha 10 de diciembre de 2019, ante el Juzgado de Garantía de Puerto Varas, en representación

convencional de don FRANCISCO JAVIER VASQUEZ ALMONACID, interpuse querella criminal en

contra de don VÍCTOR RUBÉN ANGULO MUÑOZ, por el delito de acusación o denuncia

calumniosa, previsto y sancionado en el artículo 211 del Código Penal, delito que se encuentra en

grado de desarrollo CONSUMADO; correspondiéndole al querellado, participación culpable en

calidad de AUTOR. A la querella, se le asignó el RIT: 3313-2019 y el RUC: 1910065043-9.

Los fundamentos fácticos de la acción criminal interpuesta, son los siguientes;


La querella, fue declarada admisible por resolución fecha 16 de diciembre de 2019 del Juzgado de

Garantía de Puerto Varas.

Con fecha 21 de octubre de 2020, el Ministerio Público, comunica al Tribunal que de conformidad

con el artículo 248 letra c) del Código Procesal Penal con fecha 20 de octubre pasado, ha decidido

no perseverar en este procedimiento, por cuanto durante la investigación realizada no se han

reunido antecedentes suficientes para fundar una acusación.

El tribunal, por resolución de fecha 21 de octubre del año en curso, cita a los intervinientes a una

audiencia para los fines expresados, la que se llevó a efecto el pasado 20 de noviembre, ante el
Juzgado de Garantía de Puerto Varas, teniendo en esa oportunidad, el tribunal, por comunicada la

decisión de no perseverar, planteada por el Ministerio Público.

Apelada la sentencia, se encuentra en la actualidad, en estado procesal “en relación” ante la Iltma.

Corte de Apelaciones de Puerto Montt, Ingreso Rol N°1071-2020 Reforma Procesal Penal, según da

cuenta certificado que acompaño en un otrosí.

Es condición de procedencia del requerimiento que exista cualquier gestión seguida ante un

tribunal ordinario o especial en la que sea aplicable un precepto legal que pueda resultar contrario a

la Constitución.

En el caso que motiva el presente requerimiento, dicha gestión judicial pendiente es el

procedimiento penal, iniciado por querella, en etapa de investigación no formalizada, sin medidas

cautelares decretadas, en actual estado procesal “en relación”, ante la Iltma. Corte de Apelaciones de

Puerto Montt.

La calidad de interviniente, querellante y apelante, en dicho procedimiento judicial respecto de mi

persona, consta en el certificado expedido por la Iltma. Corte de Apelaciones de Puerto Montt,

Ingreso Rol Corte N°1071-2020 Reforma Procesal Penal, de lo que se acredita mi legitimación activa

para interponer el presente requerimiento al tenor de previsto en los artículos 6, 12, 108, 109 y 111,

todos del Código Procesal Penal. Igual legitimación me confiere el artículo 79 de la LOCTC.

B.- LA NORMA CUYA INAPLICABILIDAD SE PIDE TIENEN RANGO LEGAL Y SU

APLICACIÓN RESULTA DECISIVA EN LA RESOLUCIÓN DEL ASUNTO.

En la presente acción de inaplicabilidad se impugna la constitucionalidad - en el caso concreto – del

artículo 248, letra c), del Código Procesal Penal, vigente conforme a la Ley 19.696 que estableció el

Código Procesal Penal, con fecha de publicación en el Diario Oficial, 12 de octubre del año 2000;

que señala:

“Cierre de la investigación. Practicadas las diligencias necesarias para la averiguación del hecho

punible y sus autores, cómplices o encubridores, el fiscal declarará cerrada la investigación y podrá,

dentro de los diez días siguientes: (…) c) Comunicar la decisión del ministerio público de no
perseverar en el procedimiento, por no haberse reunido durante la investigación los antecedentes

suficientes para fundar una acusación. La comunicación de la decisión contemplada en la letra c)

precedente dejará sin efecto la formalización de la investigación, dará lugar a que el juez revoque las

medidas cautelares que se hubieren decretado, y la prescripción de la acción penal continuará

corriendo como si nunca se hubiere interrumpido”.

A este respecto se ha resuelto por este Excmo. Tribunal Constitucional que la expresión ‘‘precepto

legal’’ es equivalente a la norma jurídica de rango legal que puede estar contenida en una parte, en

todo un artículo o en varios que el legislador agrupa las disposiciones de una ley (ROL N°1535-09).

A su vez este Excmo. Tribunal ha declarado que la Carta Fundamental no ha establecido diferencias

con el tipo o naturaleza de precepto legal cuya inaplicabilidad se solicita, sino que ha aludido

genéricamente a las normas con rango o valor de ley exigiendo solamente que pueda resultar

decisivo en la resolución del asunto (Considerando Décimo, sentencia ROL N°472- 2006).

En ese sentido, la norma indicada, constituye un precepto legal con autonomía propia que se basta a

sí mismo para ser objeto del presente requerimiento de inaplicabilidad por inconstitucionalidad.

Se pide su inaplicación, en el caso concreto, porque el Ministerio Público no sólo no ha formalizado,

como lo exige el artículo 248 del Código Procesal Penal (uno de los efectos de la comunicación es

dejar sin efecto la formalización), sino que ha hecho un ejercicio irracional de la facultad de no

perseverar, habida cuenta que no ha agotado la investigación y aun así están todos los antecedentes

para formalizar la investigación, de manera que no puede sostener que no ha logrado reunir los

antecedentes necesarios para formular una acusación, si no ha investigado lo que se necesita para

acusar, vulnerando así los mencionados derechos constitucionales del querellante – víctima, en la

forma que se dirá.

El artículo 248 del Código Procesal Penal es norma de carácter legal, por lo cual se cumple

plenamente el requisito de que la acción de inaplicabilidad debe promoverse respecto de un

precepto que tenga carácter legal. Se cumple también con lo señalado por la jurisprudencia del

Excmo. Tribunal Constitucional, en orden a que se individualicen, con precisión, los preceptos

legales cuya inconstitucional se impugna (STC Rol 550-06, considerando 9°).


También es posible, como se hace en este caso, solicitar la inaplicabilidad de una parte de un

enunciado normativo. Este Excmo. Tribunal Constitucional ha estimado al respecto que “es efectivo

que un precepto legal puede ser sólo una parte del enunciado normativo que compone un mismo

artículo o inciso de una ley y es perfectamente posible que el “precepto” sea una parte de un artículo

o sólo una parte de un inciso. Lo que importa, en el caso de las normas prescriptivas, es que esa

parte o porción del inciso constituya un precepto, en el sentido de ser una unidad lingüística que

establezca las conductas que hacen debida la consecuencia, los sujetos obligados y las consecuencias

mismas” (STC Rol 626-06). Todo lo anterior se cumple plenamente en el caso del precepto

impugnado en la presente acción de inaplicabilidad.

C.- EL PRECEPTO LEGAL NO HA SIDO DECLARADO CONFORME A LA

CONSTITUCIÓN POLÍTICA POR EL EXCMO. TRIBUNAL CONSTITUCIONAL:

Cabe hacer presente a V.S.E., que la interpretación y aplicación del artículo 248 letra c) del Código

Procesal Penal, en el sentido que se expone en el presente requerimiento, ha sido declarado

inconstitucional por pronunciamiento expreso de este Excmo. Tribunal.

STC, 29 de octubre del 2019, Ingreso No. 5653-18-INA.

Esta Magistratura Constitucional como fundamentos para acoger el requerimiento en el asunto que

nos ocupa, expresó:

III. EL REQUERIMIENTO SERA ACOGIDO.

SEXTO:________

STC, 28 de NOVIEMBRE del 2019, Ingreso No. 6718-18-INA.

Esta Magistratura Constitucional como fundamentos para acoger el requerimiento en el asunto que

nos ocupa, expresó:

SEXTO:______________

Como conclusión, los fallos citados, dejan de manifiesto que el precepto legal cuyo que merece

reproche constitucional, sostiene que la aplicación del mismo impide a la víctima el acceso a un
procedimiento racional y justo seguido ante un órgano constitucional, vulnerando,

fundamentalmente, el derecho a la acción penal consagrado en el artículo 83 inciso 2º de nuestra

Carta Fundamental.

Los demás requisitos exigidos por la Ley Orgánica Constitucional de este Excmo., Tribunal

Constitucional y que han sido enunciados precedentemente, en razón de su extensión serán

desarrollados en los siguientes apartados.

Veamos:

De los antecedentes de la gestión pendiente, en que se promueve la cuestión, aparece

que el precepto legal impugnado ha de tener aplicación o resultará decisivo en la

resolución del asunto: Este mismo Tribunal ha establecido que, además de la gestión judicial

pendiente, es necesario que se invoque un precepto legal determinado que pueda ser aplicado en el

juicio pendiente y cuya aplicación pueda resultar decisiva en la resolución de un asunto

produciendo efectos contrarios a la Constitución (Rol No 1064-08).

Respecto a este requisito, este Excmo. Tribunal lo ha interpretado en términos amplios, señalando

que el precepto cuya aplicación se impugna no debe, necesariamente, ser considerado por el juez de

fondo para resolver el asunto. Basta la sola posibilidad de su aplicación para que pueda ser

declarado inaplicable. Ha señalado el Tribunal Constitucional que “para realizar el referido juicio de

constitucionalidad basta que el juez que conoce de la gestión pendiente tenga la posibilidad de

aplicar dicho precepto en la decisión que ha de adoptar ya que, al hacerlo, pueda vulnerarse la

Constitución (…)” (STC Rol 550-06, cons. 4°).

En el caso sub litis, la disposición legal, cuya inaplicación se solicita, al caso concreto, resulta

decisivo para la resolución del juicio penal y, en nuestro concepto, su aplicación priva al requirente

de los derechos constitucionales que se han indicado precedentemente.

La aplicación o no aplicación del precepto cuya constitucionalidad se cuestiona, resulta, como le

exige el artículo 47 de la LOCTCTC, decisiva para la resolución de la causa en las que incide el

presente requerimiento, toda vez que de esta decisión sobre la aplicabilidad del precepto depende la

continuación misma del juicio.


La aplicación concreta de la letra c) del artículo 248 del Código Procesal Penal, contraría la

Constitución Política de la República, al atentar contra la garantía constitucional del artículo 19

Nº3, en relación con el artículo 83, inciso 2º, ambos de la Constitución Política de la República. En

efecto, la aplicación de la norma cuestionada al caso concreto significaría negarle a la parte

querellante su derecho constitucional a solicitar la tutela judicial efectiva en un conflicto penal y

desconocerle su derecho a accionar penalmente de manera eficiente.

En torno al fundamento plausible o razonablemente fundado en que debe descansar

el requerimiento: La acción de inaplicabilidad interpuesta tiene fundamento plausible, pues la

aplicación de la disposición legal citada (decisión de no perseverar en el procedimiento sin agotar la

investigación y sin formalización previa) priva a la víctima del ejercicio de la acción penal, pues no

podrá forzar la acusación. En consecuencia, el control de constitucionalidad que se solicita a este

Excelentísimo Tribunal no tiene un interés puramente abstracto o doctrinario, sino que persigue

asegurar la vigencia de las garantías constitucionales y sus principios en un caso concreto, a través

de la declaración de este Tribunal, en orden a que el Juzgado de Garantía prescinda de la norma

impugnada y no acepte la decisión de no perseverar mientras el Fiscal no formalice y agote la

investigación, permitiendo así el ejercicio de la acción penal y civil de la víctima.

A continuación, haremos un somero análisis de las normas constitucionales que resultarían

infringidas de aplicarse las disposiciones legales arriba citadas al caso sometido a su conocimiento.

En cumplimiento de lo ordenado en el artículo 47 B de la LOCTC, podemos afirmar que, de la

lectura de las páginas precedentes, se desprende que se han expuesto con claridad los hechos que

fundamentan este requerimiento y las consideraciones de derecho por las cuales se estima que, en el

caso concreto referido, la aplicación de las normas legales cuestionadas implicaría contrariar la

Constitución Política de la República.

DEL PRECEPTO LEGAL CUYA INAPLICABILIDAD SE SOLICITA: ARTÍCULO 248

LETRA C) DEL CÓDIGO PROCESAL PENAL.

El precepto legal cuya inaplicabilidad en la gestión pendiente se solicita, es el artículo 248 letra c)

del Código Procesal Penal.


“Cierre de la investigación. Practicadas las diligencias necesarias para la averiguación del hecho

punible y sus autores, cómplices o encubridores, el fiscal declarará cerrada la investigación y

podrá, dentro de los diez días siguientes: (……..) c) Comunicar la decisión del ministerio público de

no perseverar en el procedimiento, por no haberse reunido durante la investigación los

antecedentes suficientes para fundar una acusación. La comunicación de la decisión contemplada

en la letra c) precedente dejará sin efecto la formalización de la investigación, dará lugar a que el

juez revoque las medidas cautelares que se hubieren decretado, y la prescripción de la acción

penal continuará corriendo como si nunca se hubiere interrumpido”. (Énfasis, agregado).

EN TORNO A LA FACULTAD DE NO PERSEVERAR.

1. En la sentencia pronunciada por este Excmo. Tribunal el 14 de junio de 2016, Rol N 2.858, se ha

producido empate de votos. El caso planteado por el requirente sostiene que la inconstitucionalidad

se configura en la medida que la norma objetada determina una supeditación de la acusación a la

formalización de la investigación y, en consecuencia, el forzamiento de la acusación requiere,

igualmente, de la formalización previa del Ministerio Público, por lo que, no obstante que la

formalización es un acto de mera comunicación, en que dicho Ministerio tiene una facultad

privativa y discrecional, si el órgano persecutor fiscal se niega a formalizar la investigación y, como

en la especie, comunica su decisión de no perseverar en la investigación del delito, el querellante se

ve imposibilitado de continuar con su acción penal y de poder acusar, así como tampoco puede

forzar la acusación, esto es, no tiene vía alguna para poder seguir adelante con el proceso penal, en

su condición de víctima. Todo ello, importa la infracción de los derechos del querellante a la

igualdad ante la ley y al debido proceso, en el marco de las garantías que el legislador debe otorgar

para configurar un procedimiento racional y justo. Asimismo, se vulnera el artículo 83, inciso

segundo, de la Carta Fundamental que confiere al ofendido por el delito el derecho a ejercer la

acción penal pues, en el caso concreto, al no haberse formalizado la investigación por el Ministerio

Público, el querellante se ve imposibilitado de forzar la acusación y continuar con el ejercicio de su

acción penal garantizada por el aludido precepto de la Carta Fundamental. Así, el efecto contrario a

las disposiciones constitucionales reseñadas, se genera al pertenecer, en definitiva, al Ministerio

Público la facultad de iniciar y poner fin a la acción y al proceso penal, sin que, en este último
evento, la víctima disponga de medios para poder perseverar en el ejercicio de la acción penal

pública. Luego, el querellante queda sujeto a la decisión discrecional y exclusiva -incluso arbitraria-

del Ministerio Público

2. Siendo el Ministerio Público un órgano constitucional autónomo, debe regirse por el principio

de juridicidad, contemplado en los artículos 6º y 7º de la Constitución, que sancionan con nulidad

lo que se haga en contravención a él.

3. Por otra parte, la decisión de no perseverar no puede adoptarse sin que previamente se haya

formalizado la investigación, pues de lo contrario priva al querellante del ejercicio de la acción

penal ( artículo 83, inciso segundo, de la Constitución ) y lo demuestra la propia ley procesal

penal, al contemplar los efectos de dicha comunicación: Queda sin efecto la formalización y las

medidas cautelares personales, que requieren formalización, cesan, y continúa corriendo el plazo

de prescripción, que la formalización suspendió. (artículo 233, letra a), del CPP).

4. La decisión de no perseverar en el procedimiento no se puede adoptar si no se han cumplido

todas las diligencias destinadas a la averiguación de los partícipes y del hecho punible.

En la especie está demostrado que el Ministerio Público no ha cumplido las diligencias que han sido

propuestas por la querellante y las que se derivan de ellas, de manera que no ha cumplido la ley.

5.- Nuestra jurisprudencia constitucional, en sentencia Rol N°1341-2009, de 15 de abril de 2010

(cons. 49°), y Rol N°1394-2009, de 13 de julio de 2010 (cons.21°), ha dictaminado que "para que

proceda el ejercicio de la facultad de no perseverar, es imprescindible que el fiscal haya

practicado todas 'las diligencias necesarias para la averiguación del hecho punible y sus autores,

cómplices o encubridores'. Esta es una expresión de la obligación del Ministerio Público de

investigar, establecida en el artículo 183 del Código Procesal Penal en relación con el artículo 257 del

mismo Código". En sintonía, la Corte Suprema, en sentencia Rol N°4.978-2011, de 02.09.2011,

declaró que: "si bien el Ministerio Público tiene como prerrogativa exclusiva, dirigir la investigación

de los hechos constitutivos de delito, tal como lo consignan los artículos 83 de la Constitución

Política, 3° del Código Procesal Penal y 1° de la Ley 19.640, dicho cometido debe llevarse a cabo en

la forma prevista por la Constitución y las leyes, lo que supone actuar de acuerdo con criterios de
objetividad, profesionalismo e idoneidad técnica, que den cuenta del cumplimiento cabal e íntegro

de la función exclusiva que la sociedad le ha conferido, siendo destacable al efecto lo dispuesto en el

artículo 180 del Código del ramo, en cuanto impone al fiscal, frente al conocimiento de hechos que

puedan configurar un delito de acción penal pública —como ocurre en la especie—, proceder a la

práctica de todas aquellas diligencias pertinentes y útiles al esclarecimiento y averiguación del

mismo, de las circunstancias relevantes para la aplicación de la ley penal, de los partícipes del hecho

y de las circunstancias que sirvieren para verificar su responsabilidad. De este modo, esta atribución

propia del ente persecutor oficial no puede ser ejercida de manera deficiente ni arbitraria, sino que

al contrario, resulta imperativo que se lleve a cabo en forma objetiva y completa, en términos que

permita indagar efectivamente si existen hechos constitutivos de delito que ameriten ser

perseguidos penalmente, pues no es posible aceptar que por razones estratégicas o de simple

ineficiencia puedan omitirse hechos o pruebas relevantes, sea para la averiguación del hecho

punible y sus responsables, o bien, para descartar otras hipótesis viables y plausibles, invocadas por

alguno de los demás intervinientes del proceso penal" (En el mismo sentido, SCA de Arica, Rol

N°137-2012, de 4.6.2012, y SCA de San Miguel, Rol N°739-2012, de 19.6.2012 ).

6.- Al revisar las primeras sentencias que este Tribunal Constitucional ha dictado sobre el asunto se

puede encontrar que ellas reconocen lo que resulta obvio, esto es, que la facultad de no perseverar es

uno de los múltiples casos en que se encuentran, al menos, en tensión las potestades del Ministerio

Público con los derechos de la víctima y que es menester resolverla sobre la base de “ciertos criterios

a través de los cuales se logra un equilibrio entre los derechos de ésta y las facultades de aquél” (c.

10° Rol N°1.341). Se ha ido concordando en el sentido que es preciso reconocer y desarrollar un

concepto de “discrecionalidad no arbitraria” aplicable al Ministerio Público dentro de la

investigación penal, en cuanto si bien el Fiscal, al tener la dirección exclusiva de la investigación,

puede ejercer ciertas facultades de manera discrecional, esa discrecionalidad debe estar sujeta a

un control que verifique que ésta no se esté ejerciendo de modo arbitrario (c. 13°, Rol N°1.341).

7.- Por ello, en el caso de la facultad de no perseverar, contemplada en el artículo 248 letra c) del

Código Procesal Penal para que el Ministerio Público pueda ejercerla es necesario que cumpla una

serie de requisitos previos, los cuales constituyen los elementos reglados de la potestad que se le
otorga, sin perjuicio de que en ellos existan elementos discrecionales (c. 49°, Rol N°1.341), siendo

justificado que corresponda al Ministerio Público sin intervención del juez de garantía porque se

trata de una facultad estrictamente investigativa y no jurisdiccional, a diferencia del sobreseimiento,

que sí requiere aprobación de aquel juez, lo cual no significa que la víctima quede a merced de las

eventuales arbitrariedades del Fiscal, pues la víctima tiene distintos tipos de resguardos frente al

Ministerio Público y se le reconocen diversos derechos en todo el curso del proceso penal (c. 63° ,

Rol N°1.341), sin que sea titular de un “derecho a que se investigue”(c. 68°, Rol N°1.341), pero “que

la víctima no tenga un derecho subjetivo a la investigación y que no sea totalmente equiparable al

Ministerio Público en el proceso penal, no significa que ésta esté sujeta a las eventuales

arbitrariedades que pudiere cometer el fiscal” (c. 76°, Rol N°1.341).

8.- Esta misma línea argumental fue mantenida con posterioridad, habida consideración que “a la

luz de los antecedentes de este caso concreto, estos Magistrados no encuentran razones suficientes

para cambiar su decisión” (c. 5°, Rol N°2.680).

9.- Como anunciamos, a través del presente requerimiento, se impugna el artículo 248 letra c) del

Código Procesal Penal. Esta disposición autoriza al Ministerio Público para adoptar la decisión de

no perseverar en una investigación formalizada, tal como se desprende de su simple lectura y de las

siguientes razones:

Primera razón: los efectos de la comunicación de la decisión de no perseverar

(artículo 248 del Código Procesal Penal)

No hay duda alguna de que los efectos procesales de la comunicación de la decisión de no perseverar

que se leen en el artículo 248 del Código Procesal Penal llevan natural y lógicamente a la conclusión

de que la formalización es un requisito previo para poder tener por comunicada tal decisión. Se trata

de la interpretación llana y sencilla de lo que se lee; pretender que la formalización no es un

requisito previo para tener por comunicada la decisión de no perseverar significa necesariamente

forzar el tenor literal de la disposición, vulnerando las normas sobre hermenéutica legal contenido

entre los artículos 19 y 24 del Código Civil.


Así, si el efecto de la comunicación de la decisión de no perseverar es dejar sin efecto la

formalización de la investigación, no queda otra conclusión posible que entender que sin

formalización no es posible comunicar la decisión de no perseverar.

Pretender que este efecto se produciría sólo en aquellos casos en que hubiere formalización implica

introducir una distinción que el legislador no ha efectuado, violando nuevamente las normas sobre

hermenéutica legal contenido entre los artículos 19 y 24 del Código Civil. Además, es evidente que el

legislador, si hubiese considerado que la formalización podía o no estar presente en la causa en que

se comunicase la decisión de no perseverar, habría sido preciso y empleado alguna expresión como

“en su caso” o “si ella existiese”.

Exacta reflexión debe hacerse en relación al efecto de la comunicación de la decisión de no

perseverar consistente en la revocación de las medidas cautelares que se hubieren decretado, pues,

como es sabido, tales medidas sólo son procedentes si se ha formalizado la investigación.

Finalmente, el hecho de que la comunicación de la decisión de no perseverar produzca el efecto de

que continúe corriendo la prescripción de la acción penal como si nunca se hubiere interrumpido,

demuestra naturalmente que esa prescripción efectivamente se había interrumpido, y sabemos que

la forma más natural de interrupción de la prescripción es precisamente la formalización, si bien

últimamente se le ha reconocido también este efecto a la querella.

Así lo ha expresado, por ejemplo, el profesor Alex Carocca, al señalar que “debe haberse iniciado

una investigación en contra de un imputado determinado, la que debe haberse formalizado. Es

evidente que si no se ha formalizado no rige el plazo de cierre de investigación, ni tiene sentido

adoptar esta decisión.” (Carocca, Alex, “Manual del nuevo sistema procesal penal”, 3ª edición,

Editorial Lexis Nexis, Santiago de Chile, año 2005, pág. 206).

En síntesis, la lectura objetiva del artículo 248, letra c), del Código Procesal Penal nos lleva a la

conclusión natural de que la comunicación de la decisión de no perseverar supone que la

investigación haya sido previamente formalizada.

Segunda razón: se impone simultáneamente la tesis de que el querellante no puede

forzar la acusación si no existe formalización, entonces la comunicación de la


decisión de no perseverar en una investigación desformalizada transgrede la

Constitución, en particular su artículo 83 inciso 2º.

No deja de ser curioso que se le exija al querellante que exista una formalización para poder forzar

la acusación al mismo tiempo que se exime al Ministerio Público de dicha formalización para

adoptar la decisión de no perseverar. Y es curioso porque esto significa un callejón sin salida para el

querellante: no puede obligar al Ministerio Público a formalizar; no podría impedir que dicte una

decisión de no perseverar pese a no haber formalización; y, finalmente, no podría forzar la

acusación precisamente por no haber formalización. Estas tres consecuencias de la tesis que aquí

cuestionamos importa, por lo tanto, que sea imposible que el querellante pueda ejercer la acción

penal que se le reconoce constitucionalmente al ofendido por el delito. El efecto es, ni más ni menos,

la vulneración flagrante de la Constitución Política de la República.

Si la posición mayoritaria es que para forzar la acusación el querellante se requiere que exista

formalización, entonces la única solución en la aplicación de esta norma para que sea armónica con

la protección de este derecho constitucional a ejercer la acción penal en tanto ofendido por el delito

es, como hemos sugerido, leer el artículo 248 letra c) del Código Procesal Penal y respetar su tenor

literal, esto es, entender que toda comunicación de una decisión de no perseverar supone una

formalización previa.

En tal caso, evidentemente, lo que debe ocurrir en una audiencia es que el Ministerio Público,

habiendo una formalización previa que lo autorice o formalizando en ella, comunique luego su

decisión de no perseverar y que en el traslado a la parte querellante esta manifieste su solicitud de

forzar la acusación. En esas circunstancias, el juez de garantía puede tener por comunicada a la

decisión de no perseverar, acoger la solicitud de la parte querellante en cuanto a forzar la acusación

y, acto seguido, dejar sin efecto la formalización, todo ello en una sola resolución que salvaguarda el

principio de congruencia del artículo 259 inciso final del Código Procesal Penal y el derecho de la

parte querellante a ejercer su acción penal.

¿Puede resultar extraño que el Ministerio Público formalice antes de la audiencia, o incluso dentro

de ella, para luego decidir no perseverar? Sin duda. Pero lo extraño se justifica y está lejos de ser
ilegal: permite salvaguardar los derechos de todos y hacerse a un lado en el ejercicio de la acción

penal pero sin quitársela administrativamente y sin revisión jurisdiccional al ofendido por el delito,

pues la exclusividad de la investigación no es la exclusividad en el ejercicio de la acción penal, como

se desprende limpiamente del artículo 83, inciso 2º, de la Constitución Política de la República.

Tercera razón: No es lícito solicitar la intervención de un Juez de Garantía en

ausencia de una investigación formalizada.

Los casos en los que se puede solicitar la intervención del Juez de Garantía sin que exista

formalización, son excepcionales y están expresamente establecidos: Control de detención (artículo

132 inciso 1º), la ampliación de la detención (artículo 132, inciso 2º), la solicitud de citación al

imputado para comparecer a una audiencia (artículo 123), la orden de detención solicitada por el

fiscal (artículo 127) y la realización de diligencias que afecten derechos garantizados por la

Constitución (artículo 9 y 236). No es el caso de la comunicación de una decisión de no perseverar.

Cuarta razón: El artículo 248, letra c) del Código Procesal Penal pone al fiscal en la

disyuntiva de acusar o no, disyuntiva que sólo tiene sentido si existe una

formalización que haga real la posibilidad de optar.

En la letra c) del artículo 248 del Código Procesal Penal se indica que el fiscal puede dictar una

decisión de no perseverar por no haberse reunido durante la investigación antecedentes suficientes

para fundar su acusación.

Si se trata de antecedentes que pudieron ser suficientes para fundar una acusación y si podría el

fiscal acusar, es porque el legislador se está refiriendo exclusivamente a una investigación

formalizada, pues una investigación desformalizada, por definición, no permite a acusar y

convertiría en inoficiosa esta referencia a que el fiscal evalúe si acusa o no.

En otras palabras, la ley LOCT coloca al fiscal frente dos alternativas: acusar o no acusar,

dependiendo de la suficiencia de los antecedentes. Pero si es cierto que existe esta alternativa es

porque es cierto también que existe una formalización, pues si no existiera esta no podría existir

aquella, desde que toda investigación sin formalización es por definición una en donde la acusación
no es un camino procesal posible y en donde, por lo tanto, no es posible que se presente la

alternativa a que se refiere la letra c) del artículo 248.

En este caso, se ha pretendido aplicar la letra c) del artículo 248 a una investigación desformalizada.

Si se tratase de una mera discrepancia de interpretación, no hubiésemos interpuesto este

requerimiento: lo grave es que esta decisión de aplicar el artículo 248 letra c) en una investigación

desformalizada, unida a la decisión simultánea de exigir la formalización para admitir que el

querellante pueda forzar la acusación como resultado de aplicar el inciso final de artículo 259 del

Código Procesal Penal, determina sencillamente la indefensión absoluta del querellante y el

desconocimiento de su derecho constitucional a ejercer la acción penal, consagrado en el artículo

83, inciso 2º, de la Constitución Política de la República.

FORMA EN QUE LAS INFRACCIONES SE PRODUCEN.

La aplicación del precepto legal invocado y que incide en la resolución de la gestión pendiente

producen una grave vulneración de los derechos y garantías constitucionales amparadas en nuestra

Carta Fundamental y exigen la protección debida por parte de este Excmo. Tribunal.

Pues bien, V.S.E., el análisis y alegación del derecho fundamental vulnerado por la aplicación del

precepto legal, es el artículo 248 letra c) del Código Procesal Penal.

ANÁLISIS DE LA GARANTÍA CONSTITUCIONAL INFRINGIDA POR LA EVENTUAL

APLICACIÓN DE LA NORMA LEGAL CITADA AL CASO CITADO.

Tal como se ha establecido anteriormente por este Excmo. Tribunal (STC 2314, considerando 23, y

STC 2697, considerando 15), este requerimiento de inaplicabilidad no cuestiona una determinada

interpretación jurisdiccional de las normas, sino que se basa en el hecho de que su aplicación

concreta al caso específico que se ha reseñado provocará efectos que vulneran los derechos

garantizados en la Constitución Política de la República.

Concretamente, se vulnera el derecho a la tutela judicial reconocido en el artículo 19 Nº3, incisos 1º

y 2º, de la Constitución Política de la República, que se traduce esencialmente en el derecho a acudir

a los tribunales justicia para reclamar la protección de los derechos afectados, pues la aplicación de
las normas legales cuestionadas importan, concretamente, que la víctima del delito u ofendido por

él vea vulnerado su derecho a exigir protección y pronunciamiento judicial a través del ejercicio de

la acción penal que la Constitución le reconoce en su artículo 83, inciso 2º.

La importancia de la tutela judicial es especialmente relevante tratándose de los conflictos penales,

tal cual lo ha reconocido S.S. Excma. en su STC 1535-2009, particularmente en su considerando 20.

Como ya he señalado, la aplicación concreta del artículo 248 del Código Procesal Penal, significaría

violentar abiertamente lo establecido en artículo 83 inciso 2º de la Constitución Política de la

República, que reconoce al ofendido el derecho a ejercer la acción penal, derecho que deviene en

ilusorio si, negándose el Ministerio Público a formalizar, se le niega luego el querellante la

posibilidad de forzar la acusación debido a la imposibilidad de cumplir con el principio de

congruencia.

El resultado práctico de esto es que una decisión exclusiva y excluyente del Ministerio Público, de

carácter administrativa, como es la actitud meramente pasiva de no formalizar y la más concreta de

comunicar la decisión de no perseverar, determinarían que el ofendido por un delito no puede, en

rigor, ejercer el derecho de accionar penalmente y requerir de los tribunales de justicia la tutela

efectiva de sus derechos.

La garantía constitucional del debido proceso, particularmente del derecho a defensa consagrado en

el artículo 19 N°3 incisos segundo y sexto de la Constitución Política de la República, artículo 8.2

letra c) de la Convención Americana sobre Derechos Humanos y artículo 14.2 letra b) del Pacto

Internacional de Derechos Civiles y Políticos.

Lo dice nuestra Excma. Corte Suprema:

Undécimo: Que, esta Corte ha resuelto uniformemente que el agravio a la garantía del debido

proceso debe ser real, en cuanto perjudique efectivamente los derechos procesales de la parte, esto

es, que entrabe, limite o elimine su derecho constitucional al debido proceso. Asimismo, se ha dicho

que la infracción producida a los intereses del interviniente debe ser sustancial, trascendente, de

gravedad, de tal modo que el defecto sea, en definitiva, insalvable frente al derecho constitucional

del debido proceso, por cuanto la nulidad que se pretende, en tanto constituye una sanción legal,
supone un acto viciado y una desviación de las formas de trascendencia sobre las garantías

esenciales de una parte en el juicio, en términos que se atente contra las posibilidades de actuación

de cualquiera de los intervinientes en el procedimiento.

El artículo 19 Nº3 de la misma, previene acerca de la igualdad en la aplicación del ordenamiento

jurídico, es decir una igualdad de carácter procesal.

La Constitución sí incluye el derecho de acceso a la justicia entre las garantías de igual protección de

la ley en el ejercicio de los derechos, consagradas en el numeral 3º de su artículo 19. Desde luego,

porque es uno de los mecanismos que deben contemplar las reglas procesales para garantizar un

justo y racional procedimiento; porque constituye una condición necesaria de otras garantías

explícitas, como lo son el derecho a la defensa o al juez natural, y porque ella es un supuesto de la

protección de la ley en el ejercicio de los derechos, que se consagra en el inciso primero de la norma

en comento. (Así, por ejemplo, en sentencias de fechas 7 de marzo de 1994, Rol Nº184; 1º de febrero

de 1995, Rol Nº205; 28 de octubre de 2003, Rol Nº389; 17 de junio de 2003, Rol Nº376; 8 de

agosto de 2006, Rol Nº478; 4 de junio de 2006, Rol Nº481; 30 de agosto de 2006, Rol Nº536; 17 de

noviembre de 2006, Rol Nº546; 3 de enero de 2008, Rol Nº792; 1º de julio de 2008, Rol Nº946; 22

de julio de 2008, Rol Nº1046; 28 de agosto de 2008, Rol Nº1061; 27 de enero de 2009, Rol Nº1253;

todos, fallos pronunciados por el Excmo. Tribunal Constitucional).

Tal como se ha establecido anteriormente por este Excmo. Tribunal (STC 2314, considerando 23, y

STC 2697, considerando 15), este requerimiento de inaplicabilidad no cuestiona una determinada

interpretación jurisdiccional de las normas, sino que se basa en el hecho de que su aplicación

concreta al caso específico que se ha reseñado provocará efectos que vulneran los derechos

garantizados en la Constitución Política de la República.

Concretamente, se vulnera el derecho a la tutela judicial reconocido en el artículo 19 Nº3, incisos 1º

y 2º, de la Constitución Política de la República, que se traduce esencialmente en el derecho a acudir

a los tribunales justicia para reclamar la protección de los derechos afectados, pues la aplicación de

las normas legales cuestionadas importan, concretamente, que la víctima del delito u ofendido por
él vea vulnerado su derecho a exigir protección y pronunciamiento judicial a través del ejercicio de

la acción penal que la Constitución le reconoce en su artículo 83, inciso 2º.

La importancia de la tutela judicial es especialmente relevante tratándose de los conflictos penales,

tal cual lo ha reconocido V.S. Excma. en su STC 1535-2009, particularmente en su considerando 20.

Como ya he señalado, la aplicación concreta de la letra c) del artículo 248 del Código Procesal Penal

significaría violentar abiertamente lo establecido en artículo 83 inciso 2º de la Constitución Política

de la República, que reconoce al ofendido el derecho a ejercer la acción penal, derecho que deviene

en ilusorio si, negándose el Ministerio Público a formalizar, se le niega luego el querellante la

posibilidad de forzar la acusación debido a la imposibilidad de cumplir con el principio de

congruencia.

El resultado práctico de esto es que una decisión exclusiva y excluyente del Ministerio Público, de

carácter administrativa, como es la actitud meramente pasiva de no formalizar y la más concreta de

comunicar la decisión de no perseverar, determinarían que el ofendido por un delito no puede, en

rigor, ejercer el derecho de accionar penalmente y requerir de los tribunales de justicia la tutela

efectiva de sus derechos.

En STC 2324, en el considerando 13, S.S. Excma. se refirió al principio de congruencia señalando

que es “(…) aquel elemento del debido proceso que obligar pues a dictar una sentencia coherente

con la investigación penal, pudiendo fallar solo respecto de los hechos y personas materia de la

acusación fiscal, asegurando de esta forma una investigación penal racional y justa, así como una

adecuada defensa jurídica”. El objetivo de este principio es impedir que un imputado se enfrente a

una sentencia que se base en argumentos o cargos que sólo viene a conocer precisamente a

consecuencia de su dictación y en relación a los cuales no haya podido debatir o probar.

Sin embargo, el debido conocimiento de los hechos imputados no requiere necesariamente una

formalización. En un caso como el que nos ocupa, los hechos reprochados se encuentran lata y

detalladamente descritos en la querella, de manera que el imputado tiene perfecta claridad acerca

de aquello en relación con lo cual deberá debatirse y rendirse prueba el juicio.


Por lo demás, en el caso del procedimiento simplificado, contemplado los artículos 388 y siguientes

del Código Procesal Penal, tenemos un caso claro en el que no existe formalización y el

procedimiento se inicia derechamente con el requerimiento por parte del Ministerio Público.

Lo anterior lleva a concluir que el principio de congruencia se refiere una relación de coherencia

entre la acusación o requerimiento y la sentencia (artículo 351 del Código Procesal Penal). A riesgo

de majadería, insisto: este planteamiento de que la congruencia debe darse entre una formalización

y una acusación significa en concreto que el derecho a forzar la acusación que le reconoce el artículo

258 del Código Procesal Penal al querellante nunca podría ejercerse, pues toda comunicación de la

decisión de no perseverar, siempre, significa ausencia de formalización, sea porque no se ha

formalizado o porque se deja sin efecto la formalización, que es el efecto propio de esta

comunicación. En otras palabras, nunca cuando se comunique una decisión de no perseverar

existirá, a continuación, una formalización que le permitiera al querellante cumplir con el inciso

final del artículo 259 del Código Procesal Penal, de modo que si se le niega en virtud de este

principio de congruencia la posibilidad de forzar la acusación, lo cierto es que nunca podrá ejercer el

querellante ese derecho, violando así su garantía constitucional de acceso a la justicia (artículo 19

Nº3, incisos 1º y 2º, de la Constitución Política de la República) y su derecho a ejercer la acción

penal (artículo 83, inciso 2º, de la Constitución Política de la República).

De acuerdo a lo prevenido en el artículo 19 N°3 de la Constitución, ésta asegura a las personas "la

igual protección de la ley en el ejercicio de sus derechos".

Una lectura textual y coherente de la norma referida, indica que -en evento de controversia acerca

de mis derechos- ambas partes tendrán idénticas posibilidades de acción y de defensa judicial.

Ésta constituye, por lo demás, la regla que también consagra los Pactos de Derechos Humanos y,

concretamente, el artículo 8.2 de la Convención Americana de Derechos Humanos, en relación con

el artículo 5° inc.2° ya citado, cuando establece los derechos procesales que se dispensan a los

justiciables, afirmando que "durante el proceso, toda persona tiene derecho, en plena igualdad a las

siguientes garantías. (énfasis, agregado por quien suscribe)".

Debido Proceso, y Tutela Judicial:


En el Derecho Procesal es útil acudir a ciertas instituciones que le son propias y lo caracterizan,

entre ellas, por ejemplo, el concepto de proceso y para tal efecto podemos apoyarnos en la definición

que de él nos entrega Eduardo J. Couture, quien lo conceptualiza como "un medio idóneo para

dirimir imparcialmente, por acto de juicio de autoridad, un conflicto de intereses con relevancia

jurídica" al que puede agregársele, "mediante una resolución que eventualmente pueda adquirir la

fuerza de cosa juzgada [2]. 2 Eduardo Couture, Fundamentos del Derecho Procesal Civil, tercera

edición póstuma. Roque Depalma Editor Buenos Aires 1958, pp. 10.

De esta definición y en lo que nos interesa, merece ser destacado el adjetivo de idóneo dado a este

medio de solución de conflictos y controversias de intereses de relevancia jurídica. En efecto, la

actividad jurisdiccional sólo puede ejercitarse eficazmente y cumplir su finalidad de pacificación

social, mediante un adecuado proceso. De ahí que Jaime Guasp haya dicho que el proceso no es el

único instrumento que tiene el Estado para hacer justicia, pero al emplearlo le está vedado

desnaturalizarlo con medidas que le impidan realizar su fin natural y, frente a tales

desnaturalizaciones o falseamientos, se ha de reconocer a los individuos su facultad legítima de

poder obtener su desaparición.

El proceso previo legalmente tramitado, se desarrolla así en un concepto muy rico de contenido,

traduciéndose así en "debido proceso", el cual suele identificarse con el de justo y racional

procedimiento, o "proceso justo"; dado que como reconoce la doctrina, esta garantía tiene una

dimensión adjetiva que exige reserva de ley en los procedimientos judiciales y una dimensión

sustantiva que exige el cumplimiento de un conjunto de estándares garantistas al legislador de

enjuiciamiento civil o penal, es decir, exige una determinada racionalidad al legislador.

Los profesores Gonzalo García Pino y Pablo Contreras Vásquez han dicho sobre el particular:

“El derecho a la tutela judicial y al debido proceso constituye uno de los más frecuentes derechos

fundamentales que impetran ante la justicia constitucional, tanto en volumen como en alcance y

profundidad de sus contenidos. La historia de los derechos fundamentales ha tenido en la

construcción de garantías procesales aplicables al proceso penal uno de los hitos esenciales del

desarrollo de las condiciones materiales básicas de justicia. A través de los procedimientos se


trataba de obtener "la garantía de la seguridad jurídica del individuo frente al poder". Incluso más,

esta dimensión hoy día se encuentra en plena faena de determinación de las reglas internacionales

que contribuyen a consagrar una jurisdicción universal. En torno a ella se desarrollan un conjunto

de principios éticos y jurídicos en materia de crímenes de guerra, delitos de lesa humanidad y

violaciones a los derechos humanos a través de la justiciabilidad de estas conductas y su

juzgamiento por parte de los Estados y del Tribunal Penal Internacional en subsidio.

Pero los ordenamientos constitucionales han ido mucho más allá de la dimensión penal. La

consagración de derechos fundamentales en la esfera de la jurisdicción es amplia. Hoy en día, por

diversas vías procesales, nos encontramos frente a modelos de justicia constitucional que tienden a

acentuar el énfasis en las perspectivas no penales del debido proceso. Los criterios y principios

configurados para el ámbito penal se han comunicado al derecho administrativo sancionador y hoy

se debate su extensión e intensidad a todas las demás materias”. [3 Gonzalo García Pino, Pablo

Contreras Vásquez, El Derecho a la Tutela Judicial y al Debido Proceso en la Jurisprudencia del

Tribunal Constitucional Chileno. Estudios Constitucionales vol.11 no.2 Santiago, 2013.]

La doctrina jurisprudencial del Tribunal Constitucional acerca de la Igualdad ante la Justicia

manifestada en el numeral tercero del artículo 19 de la Carta Magna, la reconstruye como un

Derecho a la tutela judicial efectiva, que engloba diversas garantías, entre las cuales, interesa el

derecho de tutela judicial y el debido proceso legal. La tutela judicial, entendida como la facultad

para formular pretensiones procesales, alegaciones, defensas, y contar con defensa y asistencia

letrada (SSTC rol N°792, considerandos 7,8 y 9°, rol N°815 considerandos 9°,10°,11° y 24°). A su vez

en cuanto al debido proceso legal se reconoce su indefinición, pero exige estándares de

"racionalidad" y "justicia" (SSTC rol N°821, considerandos 8°, rol N°791, considerandos 23° y 32°),

estándares tales como la notificación y emplazamiento en juicio, la prueba y su ponderación, la

sentencia y los recursos efectivos; extendiendo, además, esta garantía a otras potestades como las

administrativas disciplinarias.

Un breve resumen de la doctrina jurisprudencia del Tribunal acerca del debido proceso legal consta

en la sentencia N°1557-2011, cuyo texto reza: “VIGESIMOCUARTO: Que esta Magistratura

Constitucional ha conceptualizado el debido proceso como "aquel que cumple integralmente la


función constitucional de resolver conflictos de intereses de relevancia jurídica con efecto de cosa

juzgada, protegiendo y resguardando, como su natural consecuencia, la organización del Estado, las

garantías constitucionales y, en definitiva, la plena eficacia del Estado de Derecho." Ha agregado

que el debido proceso cumple "una función dentro del sistema, en cuanto garantía del orden

jurídico, manifestado a través de los derechos fundamentales que la Constitución le asegura a las

personas. Desde esta perspectiva, el imperio del derecho y la resolución de conflictos mediante el

proceso son una garantía de respeto por el derecho ajeno y la paz social".

Resumiendo, su postura, ha dicho, en síntesis, que el debido proceso, más allá de consagrar los

derechos de los litigantes y el poder -deber del juez en la forma que el Constituyente ha establecido

para eliminar la fuerza en la solución de los conflictos, genera un medio idóneo para que cada cual

pueda obtener la solución de sus conflictos a través de su desenvolvimiento”. (Sentencia Rol N°

1.130, considerando 70). “En lo que respecta a la exigencia de fundarse la sentencia en un "proceso

previo legalmente tramitado", ha indicado que el mismo se encuentra en tal hipótesis "cuando en su

etapa jurisdiccional de sustanciación se ajusta a la ley de procedimiento." (Sentencia Rol N° 1.130,

considerando 6°);

De esta manera, la doctrina jurisprudencial del Tribunal Constitucional acerca de la garantía del

debido proceso legal, se encuentra en una estado de desarrollo pleno, admitiendo esta doble

dimensión como garantía de racionalidad del legislador, puesto que el legislador sin un control de

supremacía de la Constitución, puede establecer normas carentes de racionalidad material, aunque

con sujeción a la forma y competencia prevista por la Carta, o bien los jueces del fondo pueden

vulnerar la Constitución mediante la aplicación de determinadas normas legales.

Luego, el derecho de acción, consagrado como una garantía constitucional, ha sido resumido, de la

siguiente manera:

“5.2. El derecho de acceso a la jurisdicción o a la justicia

El derecho de acceso a la jurisdicción está fundado en la coordinación de las normas

constitucionales de los artículos 19 N°3 y 76 de la Constitución. En particular, esta última norma

que define los elementos esenciales de la jurisdicción. "La facultad de conocer de las causas civiles y
criminales, de resolverlas y de hacer ejecutar lo juzgado pertenece exclusivamente a los tribunales

establecidos por ley" (artículo 76, inciso 1° de la Constitución).

El concepto de jurisdicción ha sido definido por el Tribunal en diversos fallos. En primer lugar, para

dicha Magistratura la función jurisdiccional es un ejercicio de soberanía y es indelegable por parte

de las autoridades a quienes la Constitución o la ley, les han otorgado expresamente esas

atribuciones (artículos 5°, 6° y 7° de la Constitución). Segundo, el Tribunal ha asumido un concepto

de jurisdicción que se ha ido estandarizando en la doctrina nacional. Así, ha definido jurisdicción

como "el poder-deber que tienen los tribunales para conocer y resolver, por medio del proceso y con

efecto de cosa juzgada, los conflictos de intereses de relevancia jurídica que se promueven en el

orden temporal dentro del territorio de la República y en cuya solución les corresponde intervenir".

Tercero, el concepto de jurisdicción se entiende en términos amplios. Así, por ejemplo, la expresión

"causas civiles", deben incluir todas aquellas controversias jurídico-administrativas que se pueden

suscitar. Cuarto, la función jurisdiccional es ejercida no sólo por los tribunales propiamente tales,

sino también por aquellos entes autorizados por la ley a ejercer tal potestad pública.

La consideración amplia del concepto no sólo es en razón de la materia sino también por su

extensión. "El derecho de las personas a acceder libremente a un tribunal de justicia para la

protección de sus derechos, [...] es uno de los derechos asegurados por el N° 3 del artículo 19 de la

Constitución, pues, aunque no esté designado expresamente en su texto escrito, carecería de sentido

que la Carta Fundamental se hubiese esmerado en asegurar la igual protección de la ley en el

ejercicio de los derechos, el derecho a la defensa jurídica, el derecho a ser juzgado por el juez

natural, el derecho a un justo racional procedimiento, si no partiera de la base de la existencia de un

derecho anterior a todos los demás y que es presupuesto básico para su vigencia, esto es, el derecho

a toda persona a ser juzgada, a presentarse ante el juez, a ocurrir al juez, sin estorbos, gabelas o

condiciones que se lo dificulten, retarden o impidan arbitraria o ilegítimamente3” (negrita agregada

por quien suscribe, con el fin de resaltar).

Enrique Navarro, por otro lado, en un artículo exclusivamente dedicado al debido proceso pero

basado en la jurisprudencia del TC, sostiene "las siguientes particularidades de un justo y racional

procedimiento e investigación": (1) Mandato al legislador; (2) aplicación a actuaciones


administrativas; (3) derecho a impugnar actuaciones administrativas; (4) las investigaciones del

Ministerio Público también deben someterse a exigencias del debido proceso; (5) las garantías

dependen de la naturaleza del asunto; (6) bilateralidad de la audiencia; (7) derecho a aportar

pruebas; (8) derecho a ser juzgado por un tercero imparcial; (9) motivación de la sentencia; (10)

derecho a un recurso.

OBSERVACIONES FINALES Y PETICION CONCRETA DEL REQUERIMIENTO

Con el mérito de los antecedentes y fundamentos que se han expuesto, concurriendo las exigencias

legales de admisibilidad, en mi calidad de víctima-querellante y apelante, solicito, conforme a lo

establecido en el artículo 93 Nº6 de la Constitución Política de la República, al Excelentísimo

Tribunal Constitucional que acoja el presente requerimiento de inaplicabilidad por

inconstitucionalidad, declarando que la letra c) del artículo 248 del Código Procesal Penal, es

inaplicable en la causa que se sigue ante el Juzgado de Garantía de Quintero, causa RIT: 1262/2019,

RUC: 1910032512-0 y ante la lltma. Corte de Apelaciones de Valparaíso, Ingreso No. 2468-2019,

por resultar su aplicación concreta en dichas causas contraria al artículo 19 Nº3, y 83, inciso 2º,

ambos de la Constitución Política de la República.

POR TANTO, A VUESTRA EXCMA. SEÑORÍA, CON RESPETO, PIDO; acoger en todas sus partes el

presente requerimiento de inaplicabilidad por inconstitucionalidad y, en consecuencia, declarar que

resulta inaplicable la letra c) del artículo 248 del Código Procesal Penal, la causa que se sigue ante el

Juzgado de Garantía de _________, causa RIT: 3313/2019, RUC:

y ante la lltma. Corte de Apelaciones de Puerto Varas, Ingreso N°_________, por resultar su

aplicación concreta en dichas causas contraria al artículo 19 Nº3, y 83, inciso 2º, ambos de la

Constitución Política de la República.

PRIMER OTROSI: En este acto, para todos los efectos, y dando cumplimiento a lo ordenado en el

artículo 79 de la Ley Nº17.997, Orgánica Constitucional del Tribunal Constitucional, vengo en

acompañar certificado emitido por la Ilma. Corte de Apelaciones de Puerto Montt, Ingreso Corte Nº

_______, cuyo contenido, da cuenta del cumplimiento de las exigencias que el mismo, debe

contener.
A VUESTRA EXCMA. SEÑORÍA, CON RESPETO PIDO; tener por acompañado el documento y por

cumplido lo ordenado por la disposición señalada.

SEGUNDO OTROSI: En este acto, para todos los efectos, y de conformidad con lo dispuesto en el

artículo 82 de la Ley Nº17.997, Orgánica Constitucional del Tribunal Constitucional, vengo en

solicitar a este Excmo. Tribunal, se requiera del Juzgado de Garantía de Puerto Varas, causa RIT:

3313-2019, RUC:

y de la lltma. Corte de Apelaciones de Puerto Montt, Ingreso Rol N°__________, remitan los

antecedentes que según se ha indicado en esta presentación, constituye la gestión pendiente en

relación a la cual se interpone el requerimiento que consta en lo principal de este escrito.

A VUESTRA EXCMA. SEÑORÍA, CON RESPETO PIDO; acceder a lo solicitado.

TERCER OTROSI: En este acto, atendido lo dispuesto en los artículos 32 N°3 y 85, ambos de la

Ley Nº17.997, Orgánica Constitucional del Tribunal Constitucional, vengo en solicitar a V.S.

Excma., se sirva decretar la suspensión del procedimiento en que se ha promovido la cuestión de

inaplicabilidad, esto es, el proceso criminal iniciado ante el Juzgado de Garantía de Puerto Varas,

causa RIT: 3313-2019, RUC:

, en actual tramitación ante la lltma. Corte de Apelaciones de Puerto Montt, Ingreso N°______

Reforma Procesal Penal.

La suspensión del procedimiento resulta especialmente procedente y aún necesaria en este caso

considerando tanto el grado de avance del juicio a que se ha hecho referencia y que consta en el

certificado que se acompaña en el primer otrosí de esta presentación, donde se acredita el estado de

tramitación de la causa cuya suspensión se solicita.

En el contexto descrito, y habida consideración del efecto que tendría el que S.S. Excma., acogiera el

requerimiento que se deduce en esta presentación, es que resulta especialmente procedente que se

decrete la suspensión del procedimiento solicitada.

A VUESTRA EXCMA. SEÑORÍA, CON RESPETO PIDO; acceder a lo solicitado.


CUARTO OTROSI: En este acto y para todos los efectos, vengo en solicitar que, atendido el estado

de tramitación de la gestión pendiente en relación a la cual se deduce el requerimiento de

inaplicabilidad que consta en lo principal, estado que ha quedado descrito en el otrosí precedente,

se resuelva la solicitud de suspensión del procedimiento que en dicho apartado se formula, a la

mayor brevedad y con urgencia, pronunciándose sobre ella al momento de resolver si se acoge a

trámite el requerimiento de inaplicabilidad que consta en esta presentación.

A VUESTRA EXCMA. SEÑORÍA, CON RESPETO PIDO; acceder a lo solicitado.

QUINTO OTROSI: En este acto, para todos los efectos, y atendida mi calidad de abogado, vengo

en asumir personalmente el patrocinio y

poder, señalando como correo electrónico para notificaciones el

correspondiente a: marceloruizalvarez@gmail.com

A VUESTRA EXCMA. SEÑORÍA, CON RESPETO PIDO; tenerlo presente.

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