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El contraste de la pretendida

modernidad con la represion del


movimiento indigena de los
apoderados

ESTUDIANTE:
BRAYAN DANER MAMANI HUANCA
DOCENTE:
FELICIANO RAMIREZ CHOQUE
GRADO:
5TO “B”
GESTION:
2023

1
La modernidad es un concepto ambiguo y polémico, que se suele asociar c
on el progreso, la racionalidad, la libertad y la democracia. Sin e
mbargo, la modernidad también ha sido una fuente de opresión, explo
tación, violencia y exclusión para muchos pueblos y culturas, especi
almente para los indígenas de América Latina. En este ensayo, se pre
tende analizar el contraste entre la pretendida modernidad de los apode
rados, es decir, los sectores dominantes de la sociedad, y la
represión del movimiento indígena, que

La modernidad se ha construido sobre la base de una visión


eurocéntrica, que impone su racionalidad, su modelo de desarrollo y
su estructura de poder colonial a las demás civilizaciones. Esta visión
niega y desprecia la diversidad cultural, epistemológica y política de
los pueblos originarios, que tienen otras formas de entender y
relacionarse con el mundo. La modernidad se presenta como una
única vía posible y deseable para el avance de la humanidad, sin
reconocer sus contradicciones, sus crisis y sus límites1.

La represión del movimiento indígena es una expresión de la


resistencia de los apoderados a perder sus privilegios y a aceptar el
cambio social. Los apoderados utilizan diversos mecanismos para
mantener el control y el dominio sobre los indígenas, como la violencia
física, la cooptación política, la manipulación ideológica y la negación
simbólica. La represión busca silenciar las voces y las demandas de
los indígenas, que cuestionan el orden establecido y proponen
alternativas al modelo hegemónico2.

El contraste entre la pretendida modernidad y la represión del


movimiento indígena se manifiesta en diferentes ámbitos y
dimensiones. Por ejemplo:

En el ámbito económico, los apoderados defienden un modelo


neoliberal, que promueve la privatización, la desregulación y la

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apertura comercial, sin considerar los impactos sociales y ambientales
que genera. Los indígenas, en cambio, plantean un modelo basado en
el buen vivir, que respeta los derechos de la naturaleza, la soberanía
alimentaria y la economía solidaria.
En el ámbito político, los apoderados sostienen un sistema
representativo, que excluye y margina a las mayorías populares,
especialmente a los indígenas. Los indígenas, por su parte, reclaman
un sistema participativo y plurinacional, que reconozca su autonomía,
su diversidad y su protagonismo.
En el ámbito cultural, los apoderados imponen una cultura homogénea
y hegemónica, que niega y desvaloriza las expresiones culturales de
los indígenas. Los indígenas, por otro lado, reivindican su cultura como
una fuente de identidad y resistencia.
La modernidad es un concepto que se refiere al conjunto de
transformaciones sociales, económicas, políticas y culturales que se
produjeron en Europa y el mundo a partir del siglo XVIII, con el
surgimiento de la ilustración, la revolución industrial, el capitalismo, el
estado-nación, la democracia, la ciencia y la cultura occidental. La
modernidad implicó una ruptura con las formas tradicionales de
organización social, basadas en el feudalismo, la religión, el
absolutismo y la heterogeneidad cultural. La modernidad se presentó
como un proyecto universal, racional, progresista y civilizador, que
buscaba imponer sus valores y modelos a todas las sociedades del
mundo.

Sin embargo, la modernidad también tuvo su lado oscuro, que se


manifestó en la explotación, la dominación, la exclusión, la violencia y
la represión de aquellos sectores sociales que no se ajustaban a sus
parámetros o que se resistían a su avance. Uno de estos sectores
fueron los pueblos indígenas de América Latina, que sufrieron las
consecuencias del colonialismo, el neocolonialismo, el imperialismo y
el racismo. Los pueblos indígenas fueron despojados de sus tierras,
sus recursos, sus culturas y sus derechos, y fueron sometidos a un
proceso de asimilación forzada o de marginación y discriminación.

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En Bolivia, uno de los ejemplos más emblemáticos de este contraste
entre la modernidad y la represión fue el caso de los apoderados
generales, un movimiento indígena que surgió a fines del siglo XIX
para defender los intereses y las demandas de las comunidades
originarias frente al estado liberal y las elites criollas. Los apoderados
generales fueron líderes indígenas que representaban a las markas,
ayllus y comunidades de los departamentos de La Paz, Oruro, Potosí,
Chuquisaca y Cochabamba. Su principal objetivo era oponerse a la
política de expropiación de tierras indígenas que se implementó a
partir de la ley de exvinculación de 1874 y la revisita general de tierras
de 1881. Estas medidas pretendían parcelar y privatizar las tierras
comunales para favorecer a los hacendados y al estado. Los
apoderados generales utilizaron los mecanismos legales vigentes para
reclamar sus derechos sobre las tierras ancestrales, basándose en los
títulos coloniales de composición y venta que habían adquirido de la
corona española.

Los apoderados generales lograron algunos éxitos parciales en su


lucha, como la suspensión de la revisita general y la exención de las
comunidades originarias de la misma. Sin embargo, también
enfrentaron una fuerte represión por parte del estado y las elites
dominantes, que los acusaron de ser subversivos, rebeldes e
ignorantes. Los apoderados generales fueron perseguidos,
encarcelados, torturados y asesinados por las autoridades civiles y
militares. Algunos de sus líderes más destacados fueron Feliciano
Espinoza, Diego Cari Cari, Pablo Zárate Willka y Juan Lero. El
movimiento fue finalmente derrotado en 1900 con el levantamiento
armado liderado por Zárate Willka.

El caso de los apoderados generales muestra cómo la modernidad no


fue un proceso homogéneo ni pacífico, sino que estuvo atravesado por
contradicciones y conflictos entre diferentes actores sociales. Los
apoderados generales representaron una forma alternativa de
entender y vivir la modernidad desde una perspectiva indígena,

4
basada en la defensa de su identidad colectiva, su autonomía
territorial y su cultura ancestral. Sin embargo, esta forma fue
rechazada y reprimida por el estado liberal y las elites criollas, que
pretendían imponer una modernidad excluyente y uniforme. El
contraste entre la modernidad y la represión fue uno de los factores
que explican la persistencia del problema indígena en Bolivia hasta
nuestros días.
En conclusión, el contraste entre la pretendida modernidad y la
represión del movimiento indígena es un reflejo de las tensiones y los
conflictos que atraviesan América Latina en el siglo XXI. Se trata de
una lucha entre dos visiones del mundo opuestas e irreconciliables:
una visión colonialista y capitalista, que busca mantener el statu quo; y
una visión emancipadora y descolonizadora, que busca transformar la
realidad. El futuro de América Latina dependerá de la capacidad de los
pueblos indígenas para hacer valer sus derechos y sus propuestas
frente a los apoderados.

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