Acerca de Las Teorias de La Lectura Del Discurso (Cap 3)

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3.

ACERCA DE LAS TEORÍAS DE LA


LECTURA DEL DISCURSO(*)

Desde la antigüedad el hombre se ha preocupado por dilucidar el


sentido de los textos. Esto supone que entre la letra y el sentido hay
una distancia de la cual es conveniente preocuparse. Si todo está ya
allí, en el texto, no parece racional interesarse por el tema. Se trata de
una vieja discusión filosófica, incluso científica entre la apariencia y la
esencia, problemática que ha abierto distintas vías de articulación.
El tema de la producción de sentido supone optar por una posi-
ción: aquella que sostiene que el sentido debe ser producido. Así
como a partir de cierta materia prima el trabajo del hombre interviene
modificándola para obtener el producto buscado, lo mismo se puede
hacer con un texto, en este caso con un discurso. Tal vez lo mas
importante es cómo se puede caracterizar ese trabajo específico que
se realiza sobre el discurso. Otros podrán afiliarse a un modelo "ar-
queológico": Todo está ya allí (en la naturaleza), solamente hay que
des-cubrirlo, la ciencia, por tanto, sólo describe y clasifica.
Creo que además la ciencia debe poder dar cuenta, poder expli-
car, poder transformar aquellas realidades que aborda. En esencia,
el trabajo transforma la naturaleza en cultura. El proyecto de este
artículo se define, en primer lugar, en torno al discurso y a sus posi-
bles definiciones. Posteriormente, se abocará a los diversos trabajos,
a las maneras de producir sentido.
¿Cómo se lee un discurso? ¿Cuáles son las formas para producir
sentido en un determinado discurso? ¿Cuáles son los métodos de
análisis de un texto que nos permiten construir sentidos? ¿De qué
manera es posible abordar la escritura, para poder develar o producir
aquello a lo que se alude?
La noción de discurso se sitúa pues, en el centro de la problemá-
tica.

(') Publicado originalmente en la Revista Puercoespin N- 2/3, U. Bolivariana,


Santiago, 2003

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1. Qué entendemos por discurso.
Definir aquello que se entiende por discurso reviste singular com-
plejidad ya que se trata de un territorio propio a varias disciplinas que
no responden necesariamente a los mismos estándares de concep-
tualización.
Es visible en la gama de producciones sobre el tema un abanico
de usos que son reflejo de los desarrollos más disímiles sobre el pun-
to. Partiendo de lo más simple, se puede afirmar que discurso se
sitúa en la antigua oposición entre lengua y habla, definida clásica-
mente por De Saussure (1922). En ese sentido más sencillo, discur-
so sustituye al habla y se opone, por tanto a lengua.
Sería interesante interrogarse acerca de las razones que llevaron
a reformular esta oposición de la que dio cuenta el fundador de la
lingüística moderna, incluyendo ahora el término discurso. El motivo
no proviene específicamente del campo de la iingüística sino de la
necesidad de considerar otro elemento no tomado en cuenta en la
dicotomía lengua-habla. En la medida en que los investigadores del
campo de las ciencias sociales comenzaron a preocuparse por el
sujeto, surge entonces la necesidad de pensar el problema del habla
en unidades más amplias, por ejemplo las oraciones, las que a su vez
ponen sobre la mesa la cuestión de los enunciados. Jakobson y
Benveniste realizan entonces una serie de estudios que giran alrede-
dor de la enunciación implicando al sujeto de la enunciación. Dice
Benveniste (1970:83) "El discurso - se dirá-, que es producido cada
vez que se habla, esa manifestación de la enunciación, ¿no es senci-
llamente el "habla"? Hay que atender a la condición específica de la
enunciación: es el acto mismo de producir un enunciado y no el texto
del enunciado lo que es nuestro objeto". Paralelamente, Lacan reali-
za una puesta similar desde el psicoanálisis.
Por otro lado, la escuela de formalistas rusos en sus intentos de
aplicación de los principios de la lingijística estructural a cuentos po-
pulares, novelas, historias, etc., también preparaba el ingreso al te-
rreno de la lingüística de lo que luego se llamaría discurso.
La línea que nos interesa precisares aquella que coloca al térmi-
no discurso en un cierto lugar en articulación con el hablante. De qué
manera el hablante se apropia del aparato formal de la lengua, lo
que a su vez implica una cierta relación con su propio enunciado y
con el mundo. Este punto de vista novedoso se constituye en el ele-
mento decisivo para desencadenar la constitución de una teoría del
discurso. Se trasciende entonces la vieja concepción de la lengua
como un conjunto ordenado de signos, y al mismo tiempo se busca

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dilucidar los mecanismos por los cuales el sujeto hablante se inscribe
en aquellos enunciados que él mismo emite.
Michel Foucault (1969) prefiere interrogarse por las practicas
discursivas - tema que aborda de diversas maneras - pretendiendo
dilucidar las condiciones de funcionamiento. Afirma que Marx y Freud
a quienes llama "instauradores de discursividad (porque piensa que
son a la vez los primeros y los más importantes)", (...) "establecieron
una posibilidad indefinida de discurso".
Para ello muestra que no solamente hicieron posible un cierto
número de analogías sino que también marcaron ciertas diferencias.
En ese sentido se produce una inversión ya que si son "instauradores
de discursividad" es por que son capaces de interrogar a la ciencia,
no de ajustarse a los parámetros de ella. (1969:69) "...la obra de es-
tos instauradores no se sitúa con relación a la ciencia y en el espacio
que ella traza; es la ciencia o la discursividad la que se relaciona con
su obra como con coordenadas primeras".
El discurso aparece entonces - a través de sus condiciones de
posibilidad - como el lugar en donde el poder es ejercido. Foucault
(1970:12) muestra cómo la región de la sexualidad y de la política no
se constituyen en espacios de pacificación sino por el contrario, los
lugares en que se ejercen, de manera privilegiada, algunos de los
más temibles poderes. "El discurso, por más que en apariencia sea
poca cosa, las prohibiciones que recaen sobre él, revelan muy pron-
to, rápidamente, su vinculación con el deseo y con el poder. (...) ...el
discurso no es simplemente aquello que traduce las luchas o los sis-
temas de dominación, sino aquello por lo que, y por medio de lo cual
se lucha, aquel poder del que quiere uno adueñarse".
La primera necesidad para introducir el tema del discurso tenía
que ver con el lugar del sujeto. Otra necesidad para la conformación
de una teoría del discurso se hace eco de las deficiencias notorias del
análisis de contenido, investigación que no ha podido trascender el
nivel de la recolección y clasificación de elementos, sin conseguir
aportar cuestiones más de fondo. La lingüística entonces se encuen-
tra limitada cuando es requerida para intervenir en aquellas unidades
mayores - como es el caso de las oraciones o de conjuntos de estas
- y en los que la interrogación sobre el sujeto hablante parece ser
decisiva.
El enfoque estructural ha producido un deslizamiento en la con-
cepción del texto, que Michel Foucault ha señalado en la feliz expre-
sión de "monumento". Los documentos han dejado de serlo. "Ya no
se atraviesa el lenguaje para atrapar su sentido, despojándolo de los

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accidentes históricos, que lo han vuelto opaco, sino que se busca
despejar sus condiciones de posibilidad para explicar su funciona-
miento, con la ayuda de teorías de la lengua, del inconsciente, de los
discursos, de la ideología, etc., sistemáticamente articuladas"
(Maingueneau, 1980:14). Esta incorporación de varios marcos teóri-
cos no deja de inquietar a los lingüistas, para quienes permanece la
pregunta por aquello que es de la incumbencia de la lingüística en un
discurso y qué no lo es. Chomsky por su parte se distancia de la
concepción de la lengua como un depósito de signos, enfatizando el
aspecto de la creatividad en la construcción de las oraciones por par-
te de los sujetos hablantes.
Selecciono y sintetizo - en función del interés de este trabajo - el
esquema de Maingueneau (1980:16), para quien discurso puede te-
ner algunas de las siguientes acepciones.
1. Sinónimo de habla en la propuesta saussureana.
2. Como una unidad lingüística superior a la oración: un enunciado.
3. El discurso está integrado al análisis lingüístico ya que incluye el
conjunto de reglas de encadenamiento que componen el enunciado.
4. Para Benveniste, discurso hay que entenderlo en su extensión
más amplia: toda enunciación que supone un hablante y un oyente, y
en el primero, la intención de influir de alguna manera en el otro (el
destacado es mío).
Dado que el interés que nos convoca tiene que ver con interrogar-
se acerca de la teoría de la lectura, de la teoría de la producción de
sentido y no en especial de profundizar en las complejidades de la
definición de la noción de discurso, es pertinente mostrar que la no-
ción de discurso va cambiando en función de la teoría de la lectura
que es considerada. En efecto, en tanto se aborda un texto desde un
conjunto de mecanismos particulares para producir sentido, la canti-
dad de elementos y las relaciones que estos guardan entre sí, van a
ser considerados de diferentes modos según el particular enfoque
que suponga la concepción de la producción de sentido en cada caso.
Así, "un discurso no es, pues, una realidad evidente, un objeto
concreto ofrecido a la intuición, sino el resultado de una construcción.
(...) No hay que oponer, por tanto, un hipotético lenguaje libre, que
sería 'natural', sin ninguna restricción, y enunciados sometidos a dife-
rentes restricciones que serían discursos: habrá que considerar el
discurso mas bien como el resultado de la articulación de una plurali-
dad más o menos grande de estructuraciones trasoracionales, en fun-
ción de las condiciones de producción" (Mangueneau 1980:21) Por
tanto, es lícito entonces, plantearse el tema desde el ángulo opuesto,

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es decir ¿cuál es ¡a concepción de discurso que subyace a cada
teoría de la lectura considerada? Este trabajo de elucidación que-
dará, en su momento a cargo del lector, si bien se mostrarán algunas
de las características de su recorrido.
Se trata entonces de visualizar cuáles son estos métodos y estas
formas para producir sentido.

2. Teorías de la lectura

2.1. La lectura literal


El primer tipo de lectura posible de un discurso, es la llamada lectu-
ra literal, lo cual supone que el sentido está en la literalidad del texto.
Dicho de otra manera, leo un texto y su sentido está en la exten-
sión de lo que dice. No hay nada mas allá que eso, es decir, el sentido
se deduce transparentemente de lo que el texto refleja. El sentido se
agota en los límites de la literalidad. Creo eso que leo, no hay nada
más allá de eso que se dice. Se trata de una forma de leer bastante
ingenua, "confiada", porque el lector se queda "pegado" al observa-
ble. Entiende que allí esta todo lo que hay que decir.
Este enfoque sostiene que cada texto tiene un sólo sentido -
aquel que se muestra - y se agota allí mismo, en tanto la producción
de sentido está determinada por la materialidad de la letra. El sentido
se produce en torno a un diccionario - establecido tras cierto consen-
so social - que va mostrando el significado de cada término.
Cada término tiene un significado independiente de los otros
del conjunto, se trata de una sumatoria de significados. Conociendo
el significado de cada término se produce, portante, el sentido final
del mismo.

2.2 La lectura cabalística


El segundo método de lectura de discurso proviene de la tradi-
ción talmúdica, la cual rescata en los textos bíblicos una pregunta
clave que cruza el problema del sentido. ¿Cómo se sabe si en un
determinado discurso está presente la palabra divina? ¿Cómo
puedo discernir el discurso de los mortales del discurso de Dios? Para
acatar los mandamientos divinos tengo que poder identificar en base
a indicios, la presencia de Dios mismo. Esto supone poder diferenciar
o mejor dicho identificar con precisión aquellos indicios, que han sido
previamente puestos en mano de los hombres por Dios, para que el
hombre operando con dicho código, pueda aportar el sentido adicio-
nal que Dios introduce en el texto.

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No se trata de que todo el pueblo esté en condiciones de poder
identificar los indicios de la palabra divina. Se trata de un trabajo pre-
ciso, complejo, meticuloso de decodificación que queda en manos de
un especialista.
La pregunta tiene que ver con la posibilidad de identificar el discurso
sagrado. Este es el problema que tenían los hebreos. La tradición
talmúdica construye lo que se ha llamado la lectura cabalística. La lectu-
ra cabalística opera de la siguiente manera: hay indicios en el discurso,
hay señales en el discurso que se relacionan con un código ajeno al
discurso, que sostiene en dicho código sentidos adicionales. Se genera
así a partir de esta tradición talmúdica el especialista en la lectura, todos
leen, pero hay sólo algunos que porque han estudiado y se han prepara-
do, pueden leer las señales de la presencia divina en el discurso. No
todos pueden leer el mensaje de Dios, únicamente aquellos que mane-
jan el código. Recurren al código para descifrar, producir el sentido divino
regresando del código con una suerte de interpretación, porque interpre-
tación casualmente en este sentido, es aportar un nuevo sentido.
Veamos un ejemplo: el número 7 no es en el Antiguo Testamento
igual al número 6 o al número 8. Es decir, no es un número más; el
número 7 es un número cabalístico, portante tiene un sentido espe-
cial, allí esta presente la palabra divina, lo sagrado. Entonces hay que
saber, que si se está leyendo un discurso y aparece el 7 no es lo
mismo que si aparece el 8 ocualquier otro, hay que ir al código para
ver lo que éste dice, y el código entonces va ha decir que el 7 es un
número especial, donde la palabra divina aparece expresada. Es el
indicio que legitima otro sentido.
Cuando José escucha de boca del Faraón el famoso sueño de
las 7 vacas gordas y de las 7 vacas flacas, entiende que este es un
mensaje de Dios, porque aparece el 7 ahí y entonces piensa; "ésto es
un aviso". Lo que José hace no lo hace nadie más, porque la tradición
dice que el Faraón le había preguntado a toda persona con la cual se
había cruzado cuál era el sentido de su sueño y nadie supo decirle
qué quería decir eso. Resulta que José en base a este código, adjudi-
ca un nuevo sentido, es decir, produce el sentido de este sueño, de
este discurso, a partir de lo que él sabe sobre el código.
Por tanto estamos en condición de precisar que este tipo de lec-
tura introduce una serie de complejidades en la teoría de la lectura
misma.
En primer lugar, produce el lugar del especialista en interpreta-
ción, es decir aparece acá reflejada la relación poder-saber, el que
sabe tiene poder, porque puede interpretar; es el que finalmente dice

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cuál es el sentido del texto. En segundo lugar, la producción de senti-
do se produce desde afuera del discurso mismo, es decir, hay algo
adicional, hay algo que hay que agregarle al discurso inicial para que
tenga su sentido y esto que se le agrega no es cualquier cosa, está
previamente establecido. Dicho de otra manera, hay una relación
biunívoca entre las señales que aparecen en el discurso y los
elementos del código que dicen qué es lo que significa la señal;
hay que tener un código donde pueda buscar la señal para averiguar
cuál es el significado.
El lector puede encontrar libros así. Se puede adquirir un libro
que dice, por ejemplo, "Descubra el sentido de sus sueños". Dichos
libros están escritos con esta equivalencia: si se busca, por ejemplo,
"conejo", puede decir: "embarazo". El lector entonces puede construir
el sentido de su discurso a partir de este instrumento adicional. Hay
otros sistemas populares que funcionan así, por ejemplo, los horós-
copos, el tarot. Habría que ver si ios códigos jurídicos no funcionan
también así: a modo de ejemplo, hacen una diferencia entre robo y
hurto, que no es una diferencia que el lenguaje popular establezca de
manera tajante. Pues bien, las penalidades en cada caso son clara-
mente diferentes. Porque la ley debe ser interpretada, no alcanza con
el sentido literal que es de carácter general, hay que tomar en cuenta
una serie de cuestiones adicionales, las que están codificadas. El
juez que interpreta le ley tiene a su vez sus normas y sus límites para
interpretarla, no puede decidir cualquier cosa, la interpretación tiene
un límite, casualmente para evitar la "arbitrariedad".
O sea que otro aspecto clave de la lectura cabalística es que es
una lectura cerrada. Es más rica que la lectura literal, las posibilida-
des de interpretación son amplias - todo lo amplio que sea el código -
y sin embargo, tiene su límite. Aporta sentidos adicionales pero el
sistema funciona como sistema cerrado, en un momento se agota,
porque se agotó el código de referencia.
Esto nos muestra que los sistema de interpretación como el literal
y el cabalístico existen en la actualidad y son utilizados a diario por
contingentes más o menos numerosos de personas. Retornando a la
pregunta planteada en el inicio se puede mostrar que el término discur-
so varia en su contenido, cuando se trabaja con la lectura literal o cuan-
do se hace con la lectura cabalística. Si el tipo de lectura se ve amplia-
do en cuanto a su producción de sentido, ello es posible porque se
supone una idea de discurso absolutamente diferente en un caso y
otro. Para la lectura cabalística se incorpora a la noción de discurso el
código que a pesar de no pertenecer al habla, sí lo hace a la lengua.

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Se toman en consideración, por tanto, elementos adicionales al
texto que son los que enriquecen el proceso en la vía de la produc-
ción de sentido. Por ello se afirmó en su momento que toda teoría de
producción de sentido supone necesariamente un referente teórico
(explícito o implícito) acerca del discurso mismo.

2.3. La lectura sintomal


Dice Hornstein (1973:99): "Definimos la lectura sintomal, como una
práctica productiva que intenta circunscribir la problemática en la cual
está instalado un texto. La literal, en cambio, considera a cada elemen-
to como autónomo y no lo relaciona con el conjunto del discurso. En la
lectura sintomal el texto visible remonta a un sistema simbólico (la pro-
blemática) del cual es efecto y a partir del cual se vuelve inteligible".
La lectura sintomal parte de la ¡dea de que el discurso no es
uniforme, es decir, si el discurso no es uniforme es porque fiay ele-
mentos en dicho discurso que tienen valores distintos para el proceso
de producción de sentido. No estamos en presencia de un texto pare-
jo, sino ante un texto donde hay elementos relevantes, significativos,
hay otros elementos que son obviamente simples sin mayor trascen-
dencia. Se trata de ver y de separar el grano de la paja, ya que en el
discurso viene "todo mezclado". Hay que poder identificar los sínto-
mas para establecer los sentidos adicionales y enriquecedores. Aho-
ra bien, ¿cuál es el proceso de producción de síntomas ?
Hay allí dos mecanismos que intervienen en su producción:
El primer mecanismo es el del desplazamiento, que significa que
el sentido puede no estar donde lo veo. El sentido puede estar en
otro lado, por lo que tengo que estar atento a que tal vez lo insignifi-
cante puede ser lo más importante, y el detalle secundario puede
echar luz sobre el sentido de la totalidad.
Veamos un ejemplo de la vida cotidiana. Supongamos una persona
que sufre la pérdida de un familiar cercano, pero resulta que no muestra
su pena, funciona como si no hubiese ocurrido nada, como si la muerte
' hubiese sucedido en alguien que carece por completo de cercanía afectiva
con él. Tiempo después esa persona va caminando por la calle y ve un
gato muerto y entonces se pone a llorar desconsoladamente. No es el
gato de él es un gato absolutamente desconocido, esta muerto hace tres
días porque lo pisó un auto pero se pone a llorar por el gato muerto.
Resulta que no sintió nada cuando falleció el familiar cercano, pero sí
aparece la pena ante un hecho cotidiano e inesperado.
Esto es lo que se llama desplazamiento, la pena y la tristeza no apa-
rece donde tiene que estar, aparece en otro lado, aparece en un objeto

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totalmente insignificante, no es porque la vida del gato sea insignificante
pero no tiene la significación para la persona que el familiar cercano
tiene. Uno tiene que fiacerse la pregunta acerca de qué es lo que esta alK
que no corresponde que este allí, qué es lo que tendría que estar en otro
lado. Este es el mecanismo del desplazamiento, las cosas aparecen en
otro lugar, por lo tanto, para producir sentido hay que restituirlas al lugar
"original", es decir, no es que la persona sea insensible, sino que tiene
dificultades para conectar su tristeza con la persona fallecida.
El mecanismo de desplazamiento posibilita el segundo mecanis-
mo. Supóngase que varios sentidos se desplazan sobre un mismo
elemento, entonces este elemento agruparía múltiples sentidos y este
es el mecanismo de la condensación. La condensación nos dice que
hay elementos del discurso que concentran diversos sentidos,
porque están presentes todos allí. Este mecanismo de condensación
muestra que hay elementos del discurso que tienen distinta "valencia"
comparativamente con otros, que podrían aparecer lisa y llanamente
sin agrupar en sí mismos diversos sentidos. Un elemento que reúne
varios sentidos se constituye también en un síntoma del discurso ya
que se convierte en un lugar privilegiado para producir sentido.
Resumiendo, se ha mostrado que ai discurso no necesariamente
hay que leerlo de manera pareja, considerando a todos los elementos
por igual. La lectura sintomal engloba y supera a la lectura cabalística
ya que la señal cabalística puede aparecer como un síntoma.
La lectura sintomal pretende identificar estos síntomas que son
los que van a aportar los sentidos adicionales, van a enriquecer la
lectura del texto. Esta producción de sentido pudiera en algún caso
extremo producir un sentido que destruye el sentido literal del texto.
Se trata de un caso extremo de desplazamiento. Tanto se desplazó
que lo negativo constituye lo afirmativo.
El caso de la idiosincrasia política mexicana puede muy bien ilus-
trar esta situación. En una época de incremento de precios de mane-
ra periódica, siempre aparecía en los medios algún ministro de Esta-
do para afirmar rotundamente que esta semana "No va a subir la
gasolina". Al escuchar dicha negación, todos los automovilistas rápi-
damente se desplazaban a las bombas de bencina a llenar el tanque,
generando atochamiento y largas colas en las calles. La sabiduría
popular había establecido que una negación espontánea de tal mag-
nitud suponía casualmente lo contrario, hecho que ocurría al día si-
guiente: subía el costo de la bencina. La población astutamente reali-
zaba entonces una lectura sintomal, lo cual no solamente desmante-
laba el desplazamiento sino que además reaccionaba operativamente

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ante la certeza del nuevo sentido producido y de la medidas económi-
cas que se adoptarían.
Lo que la población en el ejemplo anterior realizó fue "analizar" el
síntoma; vale decir, desarmar el desplazamiento y la condensación
construida en el discurso. Porque analizar es justamente eso, des-
componer una totalidad en sus partes, en sus unidades tiaciendo visi-
ble aquello que está (¿oculto?) allí presente a través del mecanismo
de condensación o desplazamiento. Análisis químico es poner de
manifiesto la composición de una substancia, análisis matemático es
despejar el valor de la incógnita, análisis del discurso es desmantelar
el síntoma. El síntoma es un lugar "privilegiado" para ingresar al
discurso y producir sentido. Hay elementos del discurso que no
necesariamente aportan más allá de lo literal, pero nunca se sabe ya
que como se señaló anteriormente un detalle insignificante puede ser
un lugar de desplazamiento muy significativo. El síntoma acerca a
una estrategia para producir sentido, abre un camino, indica por dón-
de iniciar el "abordaje".
Hay varias diferencias entre la lectura síntoma! y la lectura
cabalística que es conveniente precisar:
1.- El discurso es permanentemente abierto en cuanto a la
producción de sentido; dicho de otra manera, siempre puedo encon-
trar un nuevo desplazamiento, o un nuevo lugar de condensaciones y
obtener algún sentido adicional. Por lo tanto, el discurso nunca se
agota, puedo seguir produciendo sentido fiasta el infinito. En el siste-
ma cabalístico no es posible porque el elemento cabalístico aparecía
con toda precisión determinado por el código, entonces el discurso
queda finalmente cerrado. Siempre voy a poder encontrar un síntoma
o un nuevo síntoma que me aporte por condensación y por desplaza-
miento un sentido adicional que no había tomado en cuenta en ese
momento. Por lo tanto, estamos ahora en presencia de un método de
interpretación de discurso abierto.
2.- En segundo lugar la producción de sentido no tiene que ver
con un código externo al discurso, sino que la producción de senti-
do se realiza a partir, de la propia lógica del discurso, es decir, no
se puede ir afuera del discurso para ver cuáles son lo nuevos senti-
dos que puede aportar, sino que tengo que analizar al interior del
discurso, en su propia lógica, en su propia coherencia, cuáles son los
elementos que se han desplazado. El desplazamiento genera que
tenga que trabajar con el mismo discurso para producir sentido. Pro-
ducir discurso a partir del discurso mismo, producir sentido del dis-
curso mismo no a partir de ocurrencias externas sino en coherencia

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con los límites del propio texto. Acá hay un problema ético a destacar:
el sentido tiene que surgir del propio discurso, porque de lo contrario
se termina imponiendo, colonizando, introduciendo sentidos que no
son propios.
Se elimina automáticamente la figura del que sabe interpretar,
porque aquel que está ajeno al discurso no sabe. Si el sentido hay
que producido a partir del discurso mismo es solamente aquel que
produjo el discurso quien está en condiciones de poder producir sen-
tido. Más allá, solamente se producen hipótesis.
Se disuelve esta figura que aparece con la lectura cabalística de
aquel que sabe sobre el sentido, porque es poseedor del código, el
que sabe es el dueño del código. En este caso no hay código y ade-
más el sentido se produce a nivel interno no desde afuera, entonces
el otro por definición no sabe, porque el único que "sabe" es el que
construyó el discurso.
3.- Un tercer elemento a tomar en cuenta: en la lectura cabalística
hay un problema de verdad, porque el problema es que la verdad es
divina entonces si tengo el código, interpreto y aporto al discurso el
sentido que es verdadero ya que es la palabra de Dios. Si tengo un
texto que sé que tiene sentidos adicionales, necesito de este código a
los efectos de aportar el sentido adicional, pero el sentido adicional
queda limitado al código; podrá ser muy amplio el código, pero igual
esta limitado. Por lo tanto, en la medida en que aporto el sentido del
código se cerro la posibilidad de interpretación y se finaliza con la
producción de sentido. El resultado es el discurso oficial interpretado,
la interpretación oficial. El discurso es cerrado y por lo tanto es verda-
dero, es verdadero porque lo hace aquella persona especializada en
el código, entonces eso es verdad porque esa es la palabra de Dios.
Ahora bien, en la lectura sintomal vimos que no hay verdad
posible exterior porque no hay nadie de afuera que puede decir
ésto es verdad, porque todo lo que una persona de afuera del dis-
curso puede producir son hipótesis. Las hipótesis no producen ver-
dades, las hipótesis son para ser trabajadas confirmadas o des-
echadas. Entonces la "verdad" la va a producir solamente la perso-
na que produce el discurso, o sea la persona que produjo el discur-
so que va a decir esta hipótesis es cierta, esto es verdad. Pero re-
sulta que como el desplazamiento y la condensación pueden seguir
produciendo infinitos sentidos adicionales, la "verdad" que se pro-
duce es absolutamente transitoria, porque luego puedo descubrir
otros lugares de condensación y otros mecanismos de desplaza-
miento que me hagan producir un nuevo sentido sobre lo que hice

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antes con el mismo discurso. Lo que ayer era verdad hoy ya no lo
es, hoy hay otra verdad. Siempre voy a poder producir un nuevo
sentido, permanentemente, ya que la producción es abierta. Freud
dice que un sueño tiene un ombligo que lo ata al infinito, o sea, que
a través de un sueño yo puedo seguir trabajando y produciendo sen-
tido eternamente, mientras la persona viva.
Por tanto, en términos absolutos desaparece la exigencia de la
verdad, la verdad es algo absolutamente contingente no es La Ver-
dad, definitiva y eterna.
4.- En el trabajo citado, Hornstein hace notar que a diferencia de la
lectura literal en la cual los diversos elementos del texto son interpreta-
dos de manera aislada -ya que cada uno posee un significado estricto-
en la lectura sintomal hay un abordaje global del texto que supone es-
tudiar las interrelaciones entre los diversos elementos que lo compo-
nen para poder precisar casualmente cuales son los elementos identi-
ficados como síntomas, al menos en una primera instancia. De igual
modo, en la lectura cabalística también está presente la necesidad de
identificar elementos pero el caso es que su lectura sólo será posible
en virtud del código exterior. En la lectura sintomal es el propio sis-
tema de relaciones que configurará la red sobre la que será posi-
ble ir produciendo sentido. Esta red está construida en torno a la
problemática que centra el discurso y en tal sentido se constituye en un
sistema simbólico que hace posible la interpretación.
Como se puede apreciar, la noción de discurso para el caso de la
lectura sintomal es profundamente compleja ya que no solamente lo
dicho constituye el discurso (como en la lectura literal), no solamente
se amplía con la inclusión del código (como en el caso de la lectura
cabalística) sino que aspectos del contexto, de la acción y del sujeto
productor del discurso se interrelacionan para crear el discurso. El
discurso involucra al enunciante ya que muestra cómo dicho discurso
es la manera particular de relación entre el enunciante y el medio, de
lo que el texto producido es copia fiel.

3. Algunas conclusiones y efectos:


En los apartados anteriores se dio cuenta de lo que constituye un
discurso así como la trascendencia que tales conceptualizaciones tie-
nen en el espacio del pensamiento. Se trata de los alcances de estos
desarrollos en el entendido de que buena parte de lo que se produce
por los humanos son discursos. Discurso no es solamente lo que
dicen los políticos, los grupos sociales, las instituciones, las perso-
nas, también la ciencia produce discurso.

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Además, se desarrollaron las diversas teorías para la producción
de sentido (literal, cabalística y sintomal) mostrando de qué manera
se va ampliando la aproximación a los discursos, cómo es que una
teoría engloba a la anterior y la redefine superándola, en lo que a la
producción de sentido se refiere.
Se podría decir que por lo menos en dos rubros específicos las
presentes reflexiones tienen repercusiones.
El primero de esos rubros es el campo de la psicología misma.
Los primeros interpelados son las diversas corrientes psicológi-
cas cuya reacción ha sido naturalmente tapar el sol con el dedo. En
un artículo anterior (Foladori 2001) se reflexionaba acerca de las for-
mas de comparar las diversas psicologías. Interesa ahora pensar el
problema desde la noción de discurso de cada corriente y desde la
teoría de la lectura que cada una abraza.
Si el psicoanálisis ha trascendido en la historia no es porque se
haya presentado como una psicología más que aborda con eficacia
los problemas de la psicopatología, de la salud mental de los huma-
nos. No se trata de presentar otra psicología clínica, ni siquiera la
mejor de las clínicas. Que quede claro que no se pretende desautori-
zar la clínica en sí, tan solo situarla en su justo lugar. Se ha confundi-
do el problema de la profesionalización del psicoanálisis (el problema
de la práctica psicoanalítica como clínica, como teoría de la cura) con
el problema de la esencia de la propuesta freudiana en su sentido
más creativo que se define en fundamentar y teorizar acerca de
una propuesta de interrogación de todos los discursos existen-
tes y sus mecanismos internos de producción de sentido. Se podría
decir que el espacio de la clínica psicoanalítica es el lugar indicado
para aprender a leer discursos, para aprender a producir sentido.
Es casualmente por ello por lo que el psicoanálisis ha trascendido
como ninguna otra "psicología" lo ha podido hacer, ya que puede for-
mular hipótesis y opiniones, aparte de las consideraciones sobre te-
mas psicológicos, sobre los fenómenos culturales, sociales, políticos,
deportivos, religiosos, económicos, etc.
Pero esto supone que incluso el psicoanálisis ha trascendido a
las psicologías, ya que se ubica en un lugar meta. Está mas allá de
la psicología, ha "legislado" para todos los discursos los que se
ven interpelados. Cierta vez le preguntaron a Freud que opinaba de
la filosofía (del discurso filosófico). Contestó que eso era irrelevante,
lo interesante era ver que pensaba la filosofía del psicoanálisis. Dicho
de otro modo, qué hace ahora la filosofía (y por ende, todas las disci-
plinas) con la propuesta del psicoanálisis. Se abren preguntas acerca

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de la constitución misma de la ciencia, sobre la filosofía, sobre el
problema del sujeto, de la sociedad, del poder, sobre los mecanismos
del aprendizaje, sobre la producción artística, sobre las pasiones de
los hombres y sobre el funcionamiento de la familia, por citar sola-
mente una gama muy reducida de problemáticas.
Por tanto, es posible interrogara las diversas disciplinas, por ejem-
plo de las ciencias sociales, no acerca de qué tipo de discurso produ-
cen sino acerca de la teoría de la lectura con la que opera, cuando
a su vez trabajan con los discursos de los humanos. Porque con algu-
na teoría operan, se encuentre ésta explicitada o no. No es posible
desmarcarse y suponerse ajeno a estos sistemas de producción de
sentido. No hay neutralidad posible ni extra territorialidad.
En la medida en que se ha creado una teoría de análisis de dis-
curso, todos los discursos son pasibles de ser interpelados en dicho
sentido. No está prohibido formular hipótesis, las que según el caso
se podrán verificar o no.
Y todo esto ocurre en tanto se funda la lectura sintomal en un
texto clave que se publica en 1900, bajo el título La Interpretación de
los Sueños.

Bibliografía:

Benveniste,Emile (1970) El aparato formal de la enunciación. Pro-


blemas de lingüística general II, S. XXI, México D.F., 1979
de Saussure, Ferdinand,(1922) Curso de lingüística general,
Nuevomar, México,D.F. 1989
Foladori, Horacio (2001) ¿Qué psicología elegir?. Algunos pro-
blemas epistemológicos, Revista Polis N-1, Universidad Bolivariana,
Santiago
Foucault, Michel (1969) ¿Qué es un autor? Revista DIALÉCTICA
NS16, U.A.P, Puebla, 1984
Foucault, Michel (1970) El orden del discurso, Representaciones
Editoriales S.A., México D.F., 1983
Freud, Sigmund (1900) La interpretación de los sueños, Obras
Completas T. IV y V Amorrortu, B.A., 1976
Hornstein, Bernardo L., (1973) Teoría de las ideologías y psicoa-
nálisis, Ed. Kargieman, B.A.,
Maingueneau, Dominique (1980) Introducción a los métodos de
análisis de discurso, Hachette, B.A.

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