medicion y estadistica II
medicion y estadistica II
medicion y estadistica II
19 DE NOVIEMBRE DE 2023
MAESTRO ELIAS BALAM GONZALEZ
ALUMNO JESUS RAMIREZ MARTINEZ
INDICE
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INTRODUCCION
La depresión es una afección común pero grave de salud mental que afecta un 5%
de la población. Todas las personas se sienten tristes a veces, pero la depresión
es diferente de la tristeza normal o el duelo, La depresión puede afectar la
manera de pensar, sentir y el comportamiento. Dificulta el funcionamiento en el
hogar y en el trabajo. Una persona deprimida puede perder el interés en
actividades que antes disfrutaba. Algunas personas con depresión pueden
sentirse inútiles e incluso podrían pensar en hacerse daño a sí mismas. La
depresión también puede ser parte de otras afecciones de salud mental, como
el trastorno bipolar.
Es por ello que es importante tener claridad de que si se presentan cinco de los
siguientes síntomas, es recomendable acudir a un profesional para la valoración
psicológica correspondiente quien a su vez y dependiendo de la severidad del
caso hará equipo multidisciplinario con personal médico.
Los síntomas primordiales son: Pesar, tristeza o ánimo deprimido la mayor parte
del día (a veces irritabilidad en niños o adolescentes), disminución importante del
interés en la mayoría de las actividades diarias, aumento o disminución importante
del apetito, insomnio o sueño excesivo, cansancio inexplicable o pérdida de
energía, sentimientos de inutilidad o culpabilidad, indecisión o capacidad
disminuida para pensar o concentrarse, pensamientos recurrentes de muerte,
abandono o suicidio.
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JUSTIFICACION
OBJETIVO
De acuerdo al estudio realizado en la universidad de los Angeles, la depresión
podría afectar alrededor de 5 de cada 6 de personas El fenómeno también se ha
manifestado de forma representativa, especialmente en la población femenina,
que prácticamente duplica el número de casos de sus pares masculinos. El
objetivo de este artículo es presentar una reseña del estudio realizado.
(METAS)
METODOLOGIA
La metodología utilizada fue el rastreo de fuentes bibliográficas producto de
investigación, realizadas en los últimos diez años, especialmente en España y
Latinoamérica. La búsqueda estuvo guiada por la pregunta acerca de por qué hay
mayor prevalencia de la depresión en las mujeres que en los hombres y si esto
tiene que ver con la situación de la mujer en la realidad contemporánea, a partir de
la diversificación de sus roles y la multiplicación de sus funciones. Para ello se
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consultaron revistas científicas de algunas universidades y bases de datos como
EbscoHost, Redalyc y Scielo, centrando el rastreo particularmente en las
investigaciones que buscaban explicar tanto el origen de la depresión como la
especificidad de su prevalencia en la mujer
MARCO TEORICO
Comprendiendo el trastorno: orígenes de la depresión Identificar el cuadro
de depresión es tarea relativamente sencilla, pues los síntomas manifiestos
están descritos claramente en el DSM-5 (Manual diagnóstico y estadístico
de los trastornos mentales) y presenta un diagnóstico diferencial detallado;
sin embargo, los aspectos subyacentes se desconocen en cada caso, de
ahí que la sola sintomatología se quede corta para comprender la etiología
del trastorno. Según el DSM-5 (Asociación Americana de Psiquiatría, 2014),
la depresión es un trastorno del estado de ánimo, donde la principal
característica es una alteración del humor y, según su temporalidad y
origen sintomático (sustancias o enfermedad médica), tiene una
clasificación particular; de esta manera se distingue el Trastorno depresivo
mayor, Trastorno distímico y Trastornos bipolares como los principales. Los
criterios diagnósticos enfatizan en períodos de pérdida de placer para
realizar casi cualquier actividad; en niños y adolescentes se puede
presentar con irritabilidad, cambios en el apetito, el sueño y la actividad
motora, fatiga, ideación suicida y dificultad para concentrarse. La psiquiatría
ha intentado comprender el fenómeno, Correa Donoso y Jadresic Marinovis
(2005) exponen que la depresión en la mujer parece incrementarse en la
edad fértil, lo cual se relaciona de manera directa con el aumento en la
producción de estrógenos; en este sentido, consideran que la prevalencia
de la depresión en la mujer podría estar asociada al componente biológico y
psicosocial derivados de la etapa adolescente. Depresión en la mujer:
¿expresión de la realidad actual? Depression in women: expression of
current reality? 117 rev.colomb.cienc.soc. |Vol. 6| No. 1 | enero-junio | 2015
De acuerdo a lo anterior, se podría deducir que las causas biológicas de la
depresión tienen un componente importante en la etiología del trastorno,
aunque no se considera posible establecer como único factor influyente,
pues los mismos autores señalan que aunque el aumento hormonal
repercute considerablemente en los neurotransmisores, los estrógenos no
serían la causa prioritaria en la aparición del trastorno depresivo (Correa
Donoso y Jadresic Marinovis, 2005). Adicionalmente, se considera que si se
atribuye la aparición de la depresión en la mujer solamente a factores
biológicos, la totalidad o la gran mayoría de las adolescentes que
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participaron en las investigaciones mostrarían síntomas depresivos, lo cual
aumentaría aún más la prevalencia de la depresión en la mujer. Por otro
lado, el tratamiento para una depresión, donde los orígenes sean
exclusivamente biológicos, sería farmacológico y se esperaría que la
mayoría de los pacientes logren mejoría una vez realizado el tratamiento;
sin embargo, los estudios muestran la prevalencia del trastorno en la
población, lo cual indica una mejoría parcial. En el Estudio Poblacional de
Salud Mental en Medellín se expone la manera como los genes que son
heredados de una generación a otra influyen en tal o cual enfermedad
mental o física, sin embargo, aclara que tal predisposición no es la única
para la aparición de los trastornos mentales, es necesaria también la
influencia de factores ambientales (Torres de Galvis et al., 2012).
Adicionalmente, reducir la complejidad del ser humano al componente
biológico, sería sesgar las posibilidades de investigación para comprender
al sujeto de manera holística. Ya incluso estudiosos de la psicopatología de
la mujer están de acuerdo en que la enfermedad mental resulta de la
confluencia de factores biológicos, psicológicos y sociales (Stewart, 2005).
Dejando de lado el tema biologicista, pues se considera que se agota al
momento de abordar el tema de la depresión en la mujer, se hace
necesario abordar el factor psicológico, en busca de pistas sobre la
etiología de la depresión. Desde el Psicoanálisis, Freud proponía una
conceptualización de la depresión como una patología similar al duelo, en
donde muchos de sus síntomas se asemejan, excepto por el rebajamiento
en el sentimiento hacia sí mismo. En su escrito Duelo y Melancolía, hace
una descripción del trastorno de manera clara: Una cancelación del interés
por el mundo exterior, la pérdida de la capacidad de amar, la inhibición de
toda productividad y rebaja en el sentimiento de sí, se exterioriza en
autorreproches y autodenigraciones y se extrema hasta una delirante
expectativa de castigo. (Freud, 1917/2000, p. 242) Carolina Ochoa Gómez,
Andrés Felipe Cruz Agudelo y Norman Darío Moreno Carmona 118
rev.colomb.cienc.soc. |Vol. 6| No. 1 | enero-junio | 2015 La depresión
resulta ser un trastorno que afecta de manera tal a la persona que lo
padece, que permea la percepción de sí mismo y del mundo que lo rodea,
generando un círculo vicioso donde la percepción negativa de sí mismo es
reforzada por la percepción negativa de lo exterior; a esto se añade la
notable negativa para casi cualquier actividad. De acuerdo con Freud, la
depresión sobreviene una vez el objeto depositario de la pulsión, o el objeto
de amor o el estado ideal, es perdido; en consecuencia, el sujeto reacciona
de manera singular ante dicha pérdida, pues continúa deseando recuperar
el objeto, pero su representación se configura inalcanzable, irrecuperable
(Bleichmar, 1997), de ahí sobrevienen los pesares sobre el propio Yo.
Posterior a Freud, teóricos consecuentes con su línea de pensamiento, han
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investigado el trastorno intentando dar cuenta de la manera como se instala
en el sujeto la depresión y, con ello, alternativas pertinentes de
intervención, ya que es necesario conocer no sólo la sintomatología, sino
además el contenido latente que encierra cada sujeto con este
padecimiento (Bleichmar, 1997). En este punto cabe resaltar la importancia
de la subjetividad de quien padece el trastorno, pues, en cada caso la
pérdida, en tanto no precisa de un objeto físico, varía considerablemente, y
al ser la mujer protagonista de varios escenarios en la realidad actual
(Correa Donoso y Jadresic Marinovis, 2005), se torna complejo precisar
aquello que ha perdido. Desde el psicoanálisis se plantea entonces una
etiología basada en el uno a uno, es decir, buscar dentro de la subjetividad
aquello que es sentido como perdido; sin embargo, para los autores de este
artículo, se considera viable llevar la hipótesis de ese “algo perdido” del que
hablan Freud y Bleichmar, a un contexto social e intentar identificar ese
factor común. En una investigación realizada en España (Keller, Neale y
Kendler, 2008) con 4.856 individuos (el 53% mujeres), se demostró que el
patrón de síntomas depresivos corresponde a un suceso vital específico;
los resultados muestran que la pérdida de un ser querido refleja mayores
niveles de tristeza, pérdida del apetito, pérdida de interés en casi todas las
actividades, mientras que el estrés y los fracasos se asociaron a fatiga,
pérdida del placer en las actividades, hipersomnia, pero menos tristeza. La
investigación concluye, además, que es posible encontrar “perfiles de
depresión”, lo que indica que, adicional a la subjetividad, el suceso
detonante particulariza el cuadro depresivo que presenta el sujeto.
Depresión en la mujer: ¿expresión de la realidad actual? Depression in
women: expression of current reality? 119 rev.colomb.cienc.soc. |Vol. 6| No.
1 | enero-junio | 2015 Por otro lado, ciertas etapas del ciclo vital como la
adolescencia influyen en el padecimiento de síntomas depresivos, pues es
una etapa en la que predominan exigencias internas y externas (Arvelo
Arregui, 2003), en las que el adolescente debe, con sus propios recursos
construidos a lo largo de su formación dentro de la familia, sortear estas
exigencias, de ahí la vulnerabilidad del estado en que se encuentra. No solo
la teoría apoya esta idea, pues se considera que es necesaria la influencia
de otras variables para desencadenar síntomas depresivos, como lo
demuestra un estudio realizado en el 2006, cuyo objetivo fue obtener
tipologías de los adolescentes de la zona nororiental de Medellín, con una
muestra de 4.803 adolescentes, teniendo en cuenta cinco indicadores de
salud mental: nivel de depresión, nivel de funcionamiento familiar, nivel de
riesgo de suicidio, consumo de sustancias psicoactivas y vulnerabilidad
familiar. Los resultados muestran tres tipologías: tipología 1, donde el
41,5% tienen disfunción familiar, han consumido alguna sustancia
psicoactiva y presentan vulnerabilidad en la presencia de sentimientos de
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felicidad, búsqueda de apoyo profesional, rutinas familiares y comunicación
entre padres e hijos; la tipología 2 agrupa al 23,7 % y no presenta
problemáticas en ninguno de los indicadores de salud mental; la tipología 3
agrupa al 34,9 % y presenta problemáticas en todos los indicadores de
salud mental considerados (Paniagua-Suárez, González-Posada y
Montoya-Gómez, 2010). De acuerdo a lo anterior, los factores psicosociales
son un dato importante a la hora de establecer las causas de la depresión,
si bien la carga genética representa un factor predisponente, el ambiente
social influye en la precipitación del trastorno, por lo que la depresión se
establece como una problemática multidimensional que demanda un
análisis integral del sujeto, sin dejar de lado lo subyacente del
padecimiento. Hacia la focalización de la etiología: los apegos Los
resultados de las investigaciones trazan diferentes caminos y focos para
hacer los análisis en busca de datos susceptibles de integración y con ellos
dar respuestas al fenómeno del incremento de la depresión. Es por esto
que la familia, en muchas investigaciones, se fundamenta como punto de
partida en la consolidación de sujetos favorablemente adaptables, dado que
el núcleo familiar adquiere un papel importante en el desarrollo de la vida
psíquica del individuo. Un importante hallazgo ha logrado focalizar la
investigación de la génesis de los trastornos mentales en las primeras
relaciones con los padres y cuidadores, que se establecen como punto de
partida en el desarrollo de diferentes aptitudes del sujeto para la vida
(Camps-Pons, Castillo-Garayoa Carolina Ochoa Gómez, Andrés Felipe
Cruz Agudelo y Norman Darío Moreno Carmona 120 rev.colomb.cienc.soc.
|Vol. 6| No. 1 | enero-junio | 2015 y Cifre, 2014; Londoño et al., 2010); en
ese sentido, un ambiente familiar cálido en el que el niño tenga satisfechas
sus necesidades fisiológicas y emocionales repercute en sujetos
favorablemente adaptables. En la investigación realizada por Amar Amar y
Berdugo de Gómez (2006), se reconoce la influencia de la violencia
intrafamiliar en el establecimiento del apego en la niñez media (9 y 12 años
de edad), para ello realizaron un estudio con una muestra de 27 niños de la
ciudad de Barranquilla, y se encontró que los niños víctimas de la violencia
activa perciben mayor inaceptación por parte de sus cuidadores principales
que los niños víctimas de la violencia intrafamiliar pasiva; por otro lado, la
búsqueda de aceptación en los niños que no la percibieron en sus
progenitores, la realizan con otros miembros significativos de la familia
como abuelos, tíos, etc., lo cual, de alguna manera, sopesa la relación
desfavorable con los padres. En otro estudio realizado en México por
Andrade Palos y cols. (2012), cuyo tema de interés fue la relación entre
pautas de crianza y síntomas depresivos en adolescentes, evaluaron nueve
aspectos de las prácticas parentales, cinco para la madre (Comunicación,
Autonomía, Imposición, Control psicológico y Control conductual) y cuatro
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para el padre (Comunicación/Control conductual, Autonomía, Imposición y
Control psicológico). Los resultados analizados muestran que la
sintomatología depresiva es más prevalente en mujeres que en hombres;
por otro lado, dichos síntomas se relacionan en mayor medida con “bajos
niveles de apoyo, comunicación, autonomía y control conductual percibido
por el adolescente” (p. 34). Se considera importante mencionar la
investigación realizada en Veracruz, México (Vallejo Casarín y cols., 2008),
en la que quisieron establecer la relación existente entre los síntomas
depresivos y las pautas de crianza y parece ser que las mujeres perciben
de ambos progenitores mayor control y menos vínculo emocional que lo
percibido por los hombres, lo que se relaciona de manera directa con
mayores síntomas depresivos; sin embargo, los mismos investigadores
señalan la importancia de investigar este aspecto, pues lo hallado en sus
datos no daría cuenta del por qué las mujeres presentan mayores síntomas
depresivos que los hombres. Ante esta investigación cabe preguntarse por
el lugar que ocupan las hijas mujeres dentro de una familia, se considera
que la diferencia con los hijos varones tiene que ver tanto con lo biológico
como con lo cultural; hace parte de la herencia arcaica de la mujer sumisa
concebida desde siglos atrás, pues como lo menciona Amelia Valcárcel “las
mujeres están en posición simbólica de sumisión frente al poder simbólico
masculino” (Valcárcel, 2004, p. 71). Según la autora, esta lógica ha
permanecido durante años en diferentes culturas y al día de hoy se sigue
viviendo de formas diferentes, como maneras de conservar vivos los rasgos
culturales de cada región. Depresión en la mujer: ¿expresión de la realidad
actual? Depression in women: expression of current reality? 121
rev.colomb.cienc.soc. |Vol. 6| No. 1 | enero-junio | 2015 Adicionalmente, en
Michoacán, México, en una investigación con 85 adolescentes encontraron
que el 42% presentaron depresión; al analizar la correlación con la
estructura familiar se encontró que “los que pertenecían a familias extensas
y compuestas la frecuencia de síntomas depresivos fue mayor en
comparación con los que viven en familia nuclear; sin embargo, el riesgo
relativo a desarrollar síntomas depresivos en familias no nucleares no
aumenta” (Carreón Nieto, Sauza Escutia, Martínez Jiménez y Mejía
Rodríguez, 2012, p.14). Por su parte, Jiménez, Murgui y Musitu (2007)
hicieron una investigación en España con 625 adolescentes entre los 12 y
los 20 años de edad, para analizar los recursos psicosociales de autoestima
y apoyo social percibido como variables mediadoras en la relación entre la
calidad de la comunicación familiar y el ánimo depresivo, encontrando que
la comunicación familiar empática es percibida por el adolescente como
apoyo emocional, lo cual se relaciona con la autoestima, mientras que la
comunicación con marcadas críticas y mensajes poco claros, disminuye la
percepción de apoyo; por otro lado, relacionan la autoestima como un factor
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protector del ánimo depresivo. Adicionalmente, encontraron que la mayor
fuente de apoyo social proviene de la familia en primer lugar, seguido del
grupo de pares; es decir, las relaciones familiares favorables influyen
significativamente en la construcción de la autoestima, la cual a su vez hace
parte de los factores protectores con que cuenta el adolescente. Las
relaciones que se tejen al interior de la familia y las dinámicas que derivan
de cada una, se establecen como factores protectores o precipitantes en la
aparición de algunos trastornos mentales. Hoyos Zuluaga y cols. (2012)
investigaron sobre los factores de riesgo y factores protectores de
depresión en una muestra de 3.690 adolescentes escolarizados de la
ciudad de Medellín, con edades comprendidas entre los 9 y 19 años de
edad; se encontró que las mujeres presentan mayor prevalencia de
depresión sobre los hombres, un 13,9% mujeres frente a un 9,3% hombres;
adicionalmente, las familias nucleares no alcanzaron el 50% de la
población, mientras que la familia monoparental fue la más común en la
investigación. Por tanto, la desestructuración familiar parece establecerse
como un factor importante en la aparición de la depresión en adolescentes,
mientras que la cohesión familiar se presenta en esta investigación como
un factor protector; sin embargo, esto no alcanza a responder por qué las
mujeres presentan mayores síntomas depresivos que los hombres.
Siguiendo estos resultados se deduce que, si bien las relaciones familiares
son las promotoras de recursos personales para batallar con las dificultades
personales o sociales, también se pueden encontrar factores precipitantes
para desarrollar síntomas depresivos; sin embargo, las relaciones al interior
de este núcleo se presentan complejas y de amplio alcance teórico para su
análisis, por tanto, Carolina Ochoa Gómez, Andrés Felipe Cruz Agudelo y
Norman Darío Moreno Carmona 122 rev.colomb.cienc.soc. |Vol. 6| No. 1 |
enero-junio | 2015 es necesario identificar los elementos que la integran
para enfatizar en un factor que se considera de mayor pertinencia y, para
ello, el punto partida es el apego como fundamento para el establecimiento
de relaciones interpersonales duraderas. La teoría del apego se centra en
la “tendencia a establecer lazos íntimos con individuos determinados como
un componente básico de la naturaleza humana” (Bowlby, 1989, p. 142).
Desde que el bebé nace, sus necesidades son satisfechas por la madre (o
cuidadores); así, cuando hay hambre, frío, calor o temor, la madre provee
de cuidados asegurando el bienestar del bebé. En suma, los lazos afectivos
que se establecen con ansiedad, resistencias o temores, repercutirán
desfavorablemente en la salud mental del niño, estableciéndose como
factores predisponentes a adquirir trastornos depresivos. Las conductas de
apego son tan importantes en la etapa adulta como en la adolescente; Soler
Veloz y Castillo Reyna realizaron una investigación cualitativa en el 2005,
en el Hogar para niños sin Amparo Filial de Santiago de Cuba, donde
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participaron cuatro adolescentes: dos hombres y dos mujeres, con el fin de
tener una apreciación de las conductas de apego en la configuración de la
psicosexualidad. Los resultados no distan de las investigaciones anteriores,
pues los adolescentes en cuestión tuvieron una relación de apego limitada
con sus padres o cuidadores; por tanto, se logró evidenciar en ellos
evasiones en las relaciones afectivas, producto de un apego inseguro. Por
otra parte, la etapa adolescente está marcada por cambios a nivel físico y
mental, donde la búsqueda de identidad personal y sexual cobra
importancia, por tanto, la configuración de apego inseguro dificulta las
relaciones con el otro, imprimiendo esa dificultad en la configuración de la
personalidad (Soler Veloz y Castillo Reyna, 2005). A propósito del apego y
su repercusión en el establecimiento de futuras relaciones, Ríos Zapata y
Londoño Arredondo (2012) afirman que el establecimiento de apegos
inseguros o ansiosos en la infancia puede llevar a que en la vida adulta la
mujer evite relaciones con los demás, incluyendo relaciones de pareja, y
opte por la soledad como estilo de vida, lo cual podría establecerse como
un factor de riesgo para la salud mental. Sin embargo, se considera que la
soledad no siempre hace parte de los factores de riesgo, pues la violencia
contra la mujer está presente en mayor medida entre las relaciones de
pareja (Domínguez Fuentes, García Leiva y Cuberos Casado, 2008); por
tanto, la soledad como decisión o estilo de vida podría más bien
establecerse como un factor protector de acuerdo a la particularidad de
cada caso. Adicionalmente, en una investigación realizada en Buenos Aires
(Páez, Fernández, Campos, Zubieta y Casullo, 2006) con 357 estudiantes
universitarios de España, Chile y México, encontraron que el apego
inseguro o temeroso se asocia a sobreprotección y bajos cuidados en la
familia y, por Depresión en la mujer: ¿expresión de la realidad actual?
Depression in women: expression of current reality? 123
rev.colomb.cienc.soc. |Vol. 6| No. 1 | enero-junio | 2015 ende, las personas
percibieron negativamente las relaciones intrafamiliares (conflictos
desorganización, poco apoyo); en consecuencia, la capacidad para
enfrentarse a sucesos adversos fue deficitaria, mientras que en el apego
seguro las personas percibieron la familia unida, con expresión favorable de
afectos, respeto y, por ende, mejor capacidad de afrontamiento adaptativos
y mayor capacidad para controlar emociones. Teniendo en cuenta los
resultados de las investigaciones, se puede leer, desde la teoría del apego,
que cuando las conductas del niño “conductas de apego”, dirigidas a la
madre, para que ella responda con las “conducta de cuidados” (Bowlby,
1989; 1998), no consiguen alcanzar la cercanía y más aún la protección y
seguridad, el sujeto desarrollará dificultades para establecer vínculos en el
futuro. En suma, para el sujeto que reclama protección, el no haber
satisfecho dicha necesidad, podría repercutir en su estado de ánimo, pues
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el mundo se convierte en un lugar inseguro, donde el sujeto trata de valerse
con los recursos que ha podido construir en el desarrollo de su infancia,
recursos deficitarios predisponentes para adquirir trastornos depresivos
(Bowlby, 1989). Se identifica el agotamiento del tema para responder a la
depresión en la mujer, pues los deseos de apego se presentan sin
distinción de género; es decir, la teoría incluye tanto a niños y niñas, pero
es particular que se atribuya a la madre, la mujer, como la figura ideal para
establecer ese lazo de apego que permitirá al bebé tener un favorable
desarrollo de la personalidad, un rol importante que se le arroga como
propiciadora de la salud mental en sus hijos. Es importante rescatar que el
mismo Bowlby (1989) reconoce la importancia de investigar sobre el
desarrollo del apego en las mujeres y los hombres, pues según su libro Una
base segura, no hay una investigación que dé cuenta de dicho proceso en
cada género; sin embargo, se considera que Bowlby dejó abierta una
pregunta de investigación que muy posiblemente arroje información valiosa
para analizar las causas del aumento de la depresión en las mujeres. Por
otro lado, Soares y Dias (2007), cuestionados por la relación del apego con
la psicopatología del joven y del adulto, realizaron una investigación teórica
detallada en la que se explican la forma como el apego conlleva a la
psicopatología; añaden en sus discusiones que, a pesar de tener evidencia
de la relación entre apego y psicopatología, existe la necesidad de
investigaciones más profundas que sobrepasen la barrera de la mera
descripción de fenómenos; de esta manera, los autores proponen que el
conocimiento en profundidad de esta relación mejorará la comprensión
psicopatológica y el proceso terapéutico. Carolina Ochoa Gómez, Andrés
Felipe Cruz Agudelo y Norman Darío Moreno Carmona 124
rev.colomb.cienc.soc. |Vol. 6| No. 1 | enero-junio | 2015 Finalmente, los
factores de riesgo para la población adolescente en nuestro país no se
ubican solamente en la familia; en una investigación realizada en el 2010
con 490 pacientes del servicio de psicología en Colombia, intentaban dar
cuenta de los factores psicosociales y ambientales para los trastornos
mentales y se encontró que el trastorno depresivo mayor fue el de mayor
prevalencia con un 26,3%, seguido del trastorno de ansiedad generalizada,
con un 17,8%. Se identificaron como principales factores de riesgo para la
depresión mayor, los problemas de vivienda, de asistencia sanitaria,
ambiente social y laborales (Londoño et al., 2010). Sin embargo, los
problemas referentes al grupo primario también se ubicaron como uno de
los factores importantes en la depresión, tanto como protector, siempre y
cuando brinde acompañamiento, protección y apoyo, que como factor
precipitante. La investigación anterior abre otros caminos de investigación
para focalizar hacia los factores que en particular llevan a la mujer a
deprimirse en mayor medida que los hombres, es por esto que el factor
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social es una pieza fundamental para analizar el contexto de la mujer e
identificar su particularidad. Las mujeres de hoy: nuevos roles, nuevos retos
El concepto de mujer ha ganado protagonismo entre los estudios
antropológicos, pues coincide con su vinculación en el mundo del trabajo, el
acceso a la educación y el derecho al voto; de esta manera, la mujer
comienza a ubicarse en la óptica de las Ciencias Sociales y Humanas
(Montecino, 2005). En consecuencia, la trayectoria a través de la historia
junto con los diferentes lugares que se le han dado a la mujer, muestran los
cambios por los que ha pasado, por tanto, es una manera de obtener
información “anamnésica” del género femenino para comprender mejor la
psicopatología actual. Temas como la salud mental suponen una revisión
de aspectos biológicos, psicológicos (mencionados someramente en líneas
precedentes) y sociales, por tanto, el acercamiento a la etiología del
trastorno depresivo en la mujer, remite indiscutiblemente a tratar de
encontrar respuestas en otras dimensiones, pues los aspectos biológicos y
psicológicos no alcanzan por sí solos a explicar el fenómeno en cuestión.
Por lo tanto, el reto es lograr un acercamiento al contexto social para, desde
allí, identificar posibles factores que detonen o precipiten los estados
depresivos. El contexto social actual quizás no parezca alentador, pues
“muchos de los trastornos mentales se han relacionado con factores como
la urbanización, la pobreza y la evolución tecnológica” (Londoño et al,
2010); de cada uno de ellos se pueden extraer varias aristas que de
manera directa o indirecta tienen efectos en la población, y la mujer con los
roles representativos que ha adquirido dentro de la sociedad también es
participante activa en la solución de las dificultades derivadas de las
problemáticas sociales. Depresión en la mujer: ¿expresión de la realidad
actual? Depression in women: expression of current reality? 125
rev.colomb.cienc.soc. |Vol. 6| No. 1 | enero-junio | 2015 Adicionalmente, el
género protagónico hoy en día sigue siendo el masculino y parece que
tanto hombres como mujeres continúan favoreciendo dicha preminencia
(Ortega Gutiérrez, 1999), pues la mayoría de la juventud se inscribe en una
lógica que persigue la igualdad de género, sin percatarse de que la
herencia arcaica patriarcal continúa subyacente en la vida cotidiana. Sobre
la mujer pesa la idoneidad de los cuidados del hogar, pero también se le
reconoce como altruista, lo cual permite que en los terrenos laborales
pueda igualar al hombre; sin embargo, por las características tradicionales
tanto de hombres como mujeres, se continúa en la práctica otorgándose a
la mujer las tareas domésticas y a los hombres la fuerza del trabajo (Ortega
Gutiérrez, 1999). Es preciso tener en cuenta que la mujer de hoy en día
difiere considerablemente de la mujer de siglos atrás, pues era una mujer
velada, con participación limitada en lo social y vetada de lo público; Amelia
Valcárcel (2004) menciona que todas las mujeres podían estar bajo el
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dominio de todos los varones, dominio soportado por la religión, pues la
mujer debía pagar el pecado original. Ideas como estas acompañaron el
devenir histórico de la mujer durante los siglos XVII y XVIII; uno de los
primeros pasos, aunque lento, hacia la realidad actual, es el descubrimiento
de Darwin de la evolución de las especies y con ello la biología, donde
finalmente se le otorga a la mujer un papel importante en la reproducción
(Valcárcel, 2004). Desde la revolución Francesa, la mujer comienza a
revelarse contra la opresión que la obliga a mantenerse en el lugar de la
reproducción y la familia (Valcárcel, 2004; Padilla Lavín, 2010). De esta
manera comienza a hacerse a un lugar que demuestra un aporte importante
en el desarrollo económico de la sociedad, pero ¿a qué costo? Hablar de la
mujer en la realidad actual resulta igualmente complejo que en los siglos
XVIII y XIX, tras los cambios en las políticas donde se permite su
participación en lo público (Valcárcel, 2004), respeto por sus derechos,
incursión en el mundo del trabajo y, sobre todo, la escucha a su protesta
por la equidad de género, le han permitido adquirir, como se menciona en
líneas precedentes, variedad de roles. Son varios los artículos e
investigaciones que exponen la realidad actual de la mujer (Valcárcel, 2004;
Pomar Fernández y Martínez Vázquez, 2007; Gaviria Arbeláez, 2009;
Shmite, 2009; Padilla Lavín, 2010; Londoño et al, 2010; Domínguez
Fuentes et al, 2008) y cada uno de ellos toca una particularidad de los roles
actuales; sin embargo, lo relevante es que aunque estos autores e
investigadores concuerdan en señalar el esparcimiento de la actuación de
la mujer en diferentes esferas de la sociedad, en cada una es posible
identificar una dificultad que repercute en la salud mental y física. Por
ejemplo, la maternidad, como responsabilidad exclusiva de la mujer, parece
tener consecuencias en la salud mental; Bao-Alonso, Vega-Dienstmaier y
Saona Ugarte (2012) investigaron la prevalen- Carolina Ochoa Gómez,
Andrés Felipe Cruz Agudelo y Norman Darío Moreno Carmona 126
rev.colomb.cienc.soc. |Vol. 6| No. 1 | enero-junio | 2015 cia de la depresión
en la etapa de gestación y posibles factores asociados a esta, en un grupo
de 203 mujeres pacientes gestantes en Lima, Perú; los resultados indicaron
una prevalencia de la depresión según la EPDS (Escala de depresión
postnatal de Edimburgo) del 34%, con una prevalencia estimada de
depresión mayor de 22,25%. En el estudio, los puntajes superiores se
relacionan con variables como: ser soltera, la ausencia de educación
superior, embarazo no deseado por parte de la paciente o de la pareja y el
diagnóstico previo de depresión en la paciente. El tema de la familia y
específicamente la maternidad parece complejizarse en la medida que se
analizan todas las contingencias. Si bien la persona indicada para proveer
todos estos cuidados es la madre, ¿qué pasa si ella presenta dificultades
con su propia salud mental? En una investigación realizada en Chile con 72
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madres y 72 bebés entre 11 y 15 meses de vida, cuyo objetivo fue describir
la relación entre el estilo de apego materno, la presencia o ausencia de
psicopatología en la madre y el apego del bebé, se encontró que no hay
una relación significativa entre el estilo de apego de la madre y el estilo de
apego del bebé; sin embargo, se encontró una relación importante entre la
psicopatología de la madre y el estilo de apego desarrollado por el bebé
(69%), los síntomas depresivos y ansiosos de la madre parecen repercutir
en mayor medida en la discriminación de bebés con apego seguro e
inseguro (Quezada y Santelices, 2009). ¿De dónde provienen los síntomas
depresivos de las mujeres postparto? En una investigación realizada en
Bogotá, Colombia, se buscó establecer la relación entre la violencia de
pareja contra la mujer y la aparición de depresión postparto en 81 mujeres
puérperas; se logró establecer que el 54% de las participantes fue
maltratada, 17% presentó abuso físico por su pareja, 54% presentó abuso
no físico y el 33% de las participantes de la investigación presentó
sintomatología depresiva en el postparto. La anterior investigación
evidencia la magnitud de la problemática de la violencia de género, dejando
importantes consecuencias para su salud mental y, aunque la víctima del
maltrato es la mujer, los sujetos implicados trascienden la relación de la
pareja, llegando a permear el favorable desarrollo emocional de los hijos.
De otra parte, rastreando los cambios que se han dado en la actualidad
respecto al rol materno, Shmite (2009) encontró en zonas rurales de La
Pampa, Argentina, que las mujeres habitantes de diferentes provincias, no
solamente tienen a cargo los cuidados del hogar y los hijos pequeños, sino
que también hacen parte de la fuerza de trabajo agropecuario. Mediante un
abordaje cualitativo y un cuestionario semiestructurado se logró entrever
cómo las actividades que garantizan el sustento de las familias son
complementadas por la participación de las mujeres y, en consecuencia, la
mujer cuida de la familia en tanto madre y trabajadora para el sustento
económico. Depresión en la mujer: ¿expresión de la realidad actual?
Depression in women: expression of current reality? 127
rev.colomb.cienc.soc. |Vol. 6| No. 1 | enero-junio | 2015 En otro estudio
realizado en Santiago de Chile con 206 mujeres, con edades comprendidas
entre los 26 y 50 años y con un promedio de 2,2 hijos, formación
profesional y técnica, trabajadoras del sector público y privado, se buscaba
clarificar la asociación del conflicto entre trabajo, familia y salud; los
resultados muestran que efectivamente hay una asociación negativa entre
ambas direcciones del conflicto y la salud física y mental de las mujeres que
trabajan, observándose un menor nivel en el estado de salud general en
aquellas mujeres que experimentan mayores niveles de conflicto (Barros y
Barros, 2008). Por tanto, el rol de la mujer como madre en la actualidad
pareciera estar en detrimento de las proyecciones como profesional, pues,
5
se le brinda a la mujer las oportunidades de integrar la fuerza laboral de las
empresas y se invita a su formación académica y, en consecuencia, la
maternidad es postergada o sencillamente anulada, en pro de la realización
de un proyecto de vida (Molina, 2006). A propósito del trabajo, Padilla Lavín
(2010) considera que el problema no está en la participación de la mujer en
la vida laboral, sino en la organización de los tiempos para evitar afectar la
esfera privada; así como la mujer no ha dejado sus obligaciones de antaño
para trabajar conjuntamente con el hombre por el sostenimiento económico
de un hogar, este también puede participar en las tareas domésticas a fin
de evitar el detrimento de la fortaleza física y psíquica de la mujer. Con la
incorporación de la mujer en el mundo del trabajo se percibe un cambio en
la identidad de género. Pomar Fernández y Martínez Vázquez (2007)
apoyan la idea de la repercusión de la mujer en senderos exclusivamente
masculinos, pero añaden una particularidad y es que la mujer necesita
resignificar su identidad, ya que si quiere igualdad para ocupar altos cargos
administrativos y gubernamentales, necesita construir una nueva identidad
que transforme la mujer-madre para convertirse en mujer idónea para
participar en altas esferas de la sociedad. La incursión de la mujer en el
mundo del trabajo también lleva consigo un cambio en la estructura familiar,
el nuevo orden al interior de la familia conlleva a que los miembros se
reacomoden en una dinámica que permita un equilibrio entre los tiempos
laborales de ambos progenitores y los espacios brindados al afecto y
cuidado de los hijos y la pareja (Jiménez, 2010). En un estudio realizado en
Virginia, Estados Unidos, cuyo objetivo fue encontrar la relación del apoyo
social y el riesgo de depresión mayor, realizado con 1.057 parejas de
gemelos dicigóticos de sexo opuesto, se encontró que para las mujeres el
apoyo social, identificado en el cónyuge en primer lugar, el otro gemelo y
los padres, en segundo y tercer lugar, es de mayor importancia que para los
gemelos varones. Esto muestra que para las mujeres un apoyo social más
alto se relaciona con menor riesgo de depresión mayor en el futuro,
mientras que en los varones la relación es poco signi- Carolina Ochoa
Gómez, Andrés Felipe Cruz Agudelo y Norman Darío Moreno Carmona 128
rev.colomb.cienc.soc. |Vol. 6| No. 1 | enero-junio | 2015 ficativa. (Kendler,
Myers y Prescott, 2005). A partir de allí, se considera que el hombre no sólo
aporta a la salud física y mental de la mujer, en tanto participe de los
quehaceres del hogar, sino también al apoyo emocional, y se establece
como un factor protector para evitar estados depresivos en la mujer. Por
otro lado, la violencia contra la mujer es una situación que afecta
considerablemente la salud física y mental. Domínguez Fuentes y cols.
(2008) realizaron una investigación con 100 mujeres de Málaga, España,
víctimas de maltrato doméstico, cuya edad promedio fue de 37,6 años; el
64% de las mujeres no había sido maltratada durante el noviazgo, frente a
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un 36% que sí; un 61% manifestó haber sufrido malos tratos durante el
embarazo, adicionalmente un 46% indica que fueron maltratadas a diario, o
41% semanalmente, 8% mensualmente y un 2% esporádicamente; el tipo
de maltrato fue físico y psicológico (40%), el resto corresponde a abuso
sexual y psíquico–sexual; el 60% de las mujeres manifestaron que la
situación de maltrato les ocasionó problemas de salud: de ansiedad y
depresión (32%), seguido de los físicos (19%) y un 25% reportó haber
recibido asistencia médica debido a las lesiones. Alonso-Castillo y cols.
(2009) indagaron por la relación entre las violencias física, psicológica y
sexual y el consumo de drogas en la mujer, en una muestra de 272 mujeres
del área metropolitana de Monterrey, Nuevo León, México, encontrando
que la violencia psicológica estuvo presente en mayor medida con un 38%,
seguida de la violencia física (27%) y violencia sexual (7%). Por otro lado,
se encontró relación significativa entre la violencia contra la mujer y el
consumo del alcohol principalmente. Las cifras en Colombia no distan
mucho del panorama que muestra la anterior investigación, pues, en el
Informe Forensis sobre el comportamiento de la violencia intrafamiliar en
Colombia (Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses, 2012),
Bogotá y los departamentos de Cundinamarca y Antioquia fueron las
regiones con mayores casos de violencia contra la pareja, seguido del
maltrato a niños y niñas, adolescentes y finalmente otros familiares; en
todos los contextos la mujer fue las más victimizada, alcanzando un 77% de
los casos, mientras que los hombres alcanzan un 22,3%. Según el presunto
agresor de la víctima, el compañero permanente ocupa el primer lugar con
el 42,6% de los casos (23.163); en segundo lugar se encuentra el esposo o
esposa, con el 23,1 % (12.569) y, en tercer lugar, el ex compañero
sentimental con el 16,7 % (9.101).
HIPOTESIS
SHALALALALAL
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ANALISIS
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GRAFICAS Y TABLAS
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CONCLUSIONES YO TENIA RAZON
SIEMPRE
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Referencias
Libro: https://www.redalyc.org/pdf/4978/497856276008.pdf