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*0042710783*

0042710783
SENTENCIAS
SE DICTA SENTENCIA

PODER JUDICIAL DEL


ESTADO DE NUEVO LEÓN
DECIMA SALA PENAL
MONTERREY, N.L.
0006
Monterrey, Nuevo León, a 22 (veintidós) de mayo del 2023 (dos mil
veintitrés).

Visto para resolver el toca en definitiva 51/2023, derivado de la apelación


interpuesta por el sentenciado, en contra del fallo definitivo dictado a Samuel Cruz
Luis, por los delitos de Equiparable a la violación, Atentados al pudor y
Corrupción de menores, en audiencia de fecha 13 (trece) de julio del 2022 (dos
mil veintidós), y redactado el 20 (veinte) de julio del citado año, por la Jueza del
Tribunal de Juicio Oral Penal del Estado, en la carpeta judicial 14150/2020.

Del juicio se desprende que el acusado dijo llamarse como quedó escrito;
cumpliendo la medida cautelar prevista por el artículo 155, fracción XIV, del Código
Nacional de Procedimientos Penales, de prisión preventiva oficiosa, impuesta en
audiencia de fecha 28 (veintiocho) de noviembre del 2020 (dos mil veinte).

La víctima se identificó como la menor D. A. M. A.; en tanto que la ofendida


fue señalada como Maribel Álvarez Peña.

RESULTANDO

Primero. Antecedentes del caso.


La Jueza de origen dictó sentencia condenatoria, al acreditarse los delitos
de Equiparable a la violación y Atentados al pudor, previstos respectivamente por
los artículos 268 y 259, ambos del Código Penal del Estado vigente al momento de
los hechos, demostrándose también la plena responsabilidad del sentenciado, en
su comisión, en términos del numeral 39, fracción I, del referido código punitivo, al
haber ejecutado directamente los mismos, imponiéndole la pena total de 19
(diecinueve) años y multa equivalente a $452.94 (cuatrocientos cincuenta y dos)
pesos 94/100 moneda nacional; asimismo, se le condenó al pago de la reparación
del daño, consiste en el tratamiento psicológico que requiere la víctima, cuyo monto
se determinaría en ejecución de sentencia.

Segundo. Inconforme con tal sentencia condenatoria el sentenciado, e


interpuso el recurso de apelación, expresando sus agravios, dando contestación a
los mismos el Ministerio Público; ordenándose remitir las constancias respectivas a
esta alzada, para la debida substanciación; por lo que se radicaron las constancias
en comento y se admitió el medio de impugnación de conformidad con los artículos
471 y 475 del Código Nacional de Procedimientos Penales; y no fue necesario el
desahogo de una audiencia de vista previa, al no existir solicitud de las partes, por
lo que se puso el asunto en estado de sentencia, la que es el caso pronunciar; y

CONSIDERANDO

1
Primero. Esta Décima Sala Unitaria Penal, es competente para conocer del
recurso de apelación interpuesto por el sentenciado, conforme a los artículos 128,
fracción II y 135, fracción II, de la Constitución Política del Estado Libre y Soberano
de Nuevo León, 1, 25, 26, fracciones I y II de la Ley Orgánica del Poder Judicial del
Estado, con relación a los diversos 474 y 475 del Código Nacional de
Procedimientos Penales, así como al artículo 51, cuarto párrafo del Reglamento
Interior del Tribunal Superior de Justicia del Estado de Nuevo León.

El órgano jurisdiccional ante el cual se haga valer el recurso, dará trámite al


mismo y corresponderá al tribunal de alzada competente que deba resolverlo, su
admisión o desechamiento y sólo podrá pronunciarse sobre los agravios
expresados por los recurrentes, quedando prohibido extender el examen de la
decisión a cuestiones no planteadas en ellos o más allá de los límites del recurso, a
menos que se trate de un acto violatorio de derechos fundamentales del acusado.
En caso de que el órgano jurisdiccional no encuentre violaciones a derechos
fundamentales que, en tales términos, deba reparar de oficio, no estará obligado a
dejar constancia de ello en la resolución; y cuando el sentenciado o su defensor
hayan interpuesto el recurso, no podrá modificarse la resolución recurrida en
perjuicio del acusado. Lo anterior de acuerdo a lo establecido por los numerales
461, 462, 479 y 480 del Código Nacional de Procedimientos Penales.

Preliminarmente, la Jueza de origen dictó fallo absolutorio al sentenciado,


al no acreditarse el delito de Corrupción de menores, y por ende, tampoco se
demostró su plena responsabilidad en la comisión del mismo; aspecto que no fue
motivo de inconformidad por alguna de las partes y por ello, deberá quedar
intocada esta parte del fallo materia de grado.

En el presente asunto, el inconforme es el sentenciado, parte legitimada


para tal caso, de acuerdo a la fracción III del artículo 105, del Código Nacional de
Procedimientos Penales, y solicita que se revoque el fallo condenatorio, alegando
esencialmente que no se encuentran acreditados los elementos del delito de
Equiparable a la violación; realizándose una inexacta valoración de las pruebas,
quebrantándose sus derechos humanos; además de que el dictamen pericial en el
área de psicología no atendió a los protocolos de ley; incumpliéndose los requisitos
para dictar una sentencia condenatoria; argumentos que en diverso apartado de
esta resolución serán analizados y contestados.

Segundo. Análisis la audiencia (juicio e individualización).


Al revisar los registros de audios y videos, la versión escrita de la sentencia,
y las constancias de la carpeta judicial remitidas, se desprende que las mismas son
coincidentes y congruentes entre sí, en concordancia con lo debatido en juicio.

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Asimismo, analizadas las constancias en comento, se considera que no se
advierte alguna causa para su reposición, porque al reproducir aquélla, se aprecia
que la resolutora se apegó a la legalidad y seguridad jurídica, sin vulnerarse los
derechos fundamentales del sentenciado previstos en la Constitución Política del
País, así como en los tratados internacionales de los que el Estado Mexicano es
parte, apegándose a los lineamientos previstos en el Código Nacional de
Procedimientos Penales, respetándose el principio de presunción de inocencia, el
debido proceso, sin transgredirse la defensa adecuada.

También de la audiencia de mérito, se desprende que se respetaron los


principios de publicidad, contradicción, concentración, continuidad e inmediación;
desarrollándose la misma por Jueza competente y las partes, de una manera
continua, sucesiva y secuencial; la Jueza actuó de forma imparcial; desahogándose
las pruebas previamente admitidas y conforme a los lineamientos del código
adjetivo de la materia, salvo aquéllas de las cuales se desistieron las partes.

Igualmente, se observó que la Jueza, Ministerio Público, defensa, asesores


jurídicos y testigos, estaban enlazados por video-conferencia, y el acusado estuvo
presente físicamente en la sala de audiencia, lo cual, está permitido por el artículo
51 del Código Nacional de Procedimientos Penales1, y con apego a los diversos
acuerdos emitidos por el Pleno del Tribunal Superior de Justicia del Estado y del
Consejo de la Judicatura del Estado, lo cual no causó perjuicio a ninguna de las
partes, debido a que se cumplió con los lineamientos para el desarrollo de las
audiencias de juicio, y conforme a los principios y derechos en el procedimiento
penal acusatorio y oral; advirtiéndose también que las partes que asistieron al juicio
en comento, siguieron lo ocurrido en tiempo real y sin complicaciones técnicas, sin
afectarse la comunicación entre la defensa y el acusado, tampoco se afectó el
desahogo de las pruebas, incluso, se pudieron realizar los interrogatorios
correspondientes, percibiéndose lo que cada una de las partes y testigos
manifestaron en juicio.

Durante el juicio, el acusado fue asistido por licenciado en derecho, quien


justificó esa calidad, pues la resolutora verificó tal circunstancia, desprendiéndose
de la audiencia de mérito que su participación fue activa, cumpliéndose así con el
principio de adecuada defensa a favor del acusado; además, el acusado fue
juzgado conforme a las leyes vigentes al momento de los hechos.

Posteriormente, se dictó sentencia en la que la resolutora asentó las normas


jurídicas que consideró aplicables al caso, expresando los razonamientos jurídicos

1
Artículo 51. Utilización de medios electrónicos
La videoconferencia en tiempo real u otras formas de comunicación que se produzcan con nuevas tecnologías
podrán ser utilizadas para la recepción y transmisión de medios de prueba y la realización de actos procesales,
siempre y cuando se garantice previamente la identidad de los sujetos que intervengan en dicho acto.
3
que justifican la determinación que asumió, haciéndose cargo de la prueba
producida en juicio, así como de aquéllas que desestimó, dando contestación a lo
esbozado por cada una de las partes.

Siguiendo esa idea, en todo momento, la resolutora, el Ministerio Público, el


defensor, el acusado y asesores jurídicos, tuvieron comunicación en tiempo real
entre ellos, al igual que existió intervención entre estos últimos y los testigos, esto a
través de la videoconferencia, garantizándose previamente la identificación de cada
uno de los intervinientes, lo anterior en virtud de que el Código Nacional de
Procedimientos Penales, prevé la posibilidad de que las declaraciones de las
personas sean desahogadas mediante el sistema de videoconferencia, permitiendo
la utilización de esos medios electrónicos para los actos procedimentales, en
tiempo real, incluso en otras formas de comunicación que se produzcan con nuevas
tecnologías, siempre y cuando se garantice previamente la identidad de los sujetos
que intervengan en dicho acto, de acuerdo a lo previsto por el artículo 51 y 450 del
referido código, tal y como aconteció en el presente caso.

Tercero. Análisis de los delitos y la responsabilidad penal.


El apelante alegó que no se acreditaron los elementos del delito de
Equiparable a la violación y que se valoraron incorrectamente las pruebas.

Se consideran infundados dichos agravios, pues se estima que el fallo


impugnado está apegado a derecho, ya que las pruebas desahogadas en juicio,
fueron correctamente valoradas por la resolutora, apreciando las pruebas allegadas
como lo exige el Código Nacional de Procedimientos Penales, según su libre
convicción, de manera libre y lógica, sometidos a la crítica racional, valorando sólo
las pruebas obtenidas de forma lícita y considerando la información obtenida en el
juicio, dándose contestación a los alegatos de las partes. También, se aprecia que
se estableció la fundamentación y motivación para efectuar su valoración, lo cual
hizo de manera individual, como en su conjunto, indicando las razones por las
cuales, le crearon convicción para arribar a su determinación, más allá de toda
duda razonable, concluyendo que se acreditaron los delitos atribuidos al acusado,
así como su plena responsabilidad en la comisión de los mismos.

Los hechos materia de acusación consistieron en:


Que Samuel Cruz Luis, quien fue padrastro de la menor víctima identificada con las
iniciales D. A. M. A., quién al momento de los hechos contaba con 07 (siete) años de edad,
puesto que estuvo en una relación con la mamá de la menor de nombre Maribel Álvarez
Peña, esto desde que la menor nació, y siendo entre las fechas del 10 (diez) de mayo y
antes del día del padre, en junio del 2017, se suscitaron los siguientes hechos, los cuales
acontecían entre las 18:00 y 20:00 horas, cuando se encontraba sólo con la menor víctima
de iniciales D. A. M. A., en el domicilio ubicado en calle Plan de Ayutla, número 824, colonia
Infonavit Benito Juárez, en Juárez, Nuevo León, por lo que Samuel aprovechaba al
quedarse sólo con la menor víctima, mientras la madre de la menor trabajaba en el turno de
la noche; y al momento en que la menor se metía a bañar llegando de la escuela, el referido
Samuel entraba al baño y se bañaba junto con la menor víctima y ahí le realizaba

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tocamientos en todo su cuerpo, y en otras ocasiones la llevaba a la recámara de él, en
donde le realizaba tocamientos en sus partes íntimas, es decir, tanto en su vagina y sus
glúteos, esto sobre y debajo de su ropa interior, en una ocasión el investigado se sacó su
pene y le dijo a la menor que era un plátano, agarrando a la menor de la cabeza y
empujándola en su pene para así de esa manera introducírselo en la boca de la menor
víctima, pidiéndole que se lo chupara, aún y cuando la menor le decía que no quería.

Luego del análisis de las pruebas desahogadas en juicio y del debate entre
las partes, la resolutora concluyó que el Ministerio Público comprobó parcialmente
los hechos materia de acusación y señaló que acreditó en juicio lo siguiente:
Que durante mayo a junio de 2017, en el interior del domicilio ubicado en calle Plan
de Ayutla, número 824, colonia Infonavit Benito Juárez, en Juárez, Nuevo León, la pasivo D.
A. M. A., en ese entonces de 7 (siete) años de edad, se encontraba a solas con el acusado
Samuel Cruz Luis, quien era la pareja sentimental de su madre Maribel Álvarez Peña, a
virtud de que en ese momento ella se encontraba laborando, y que los hechos se suscitan
entre las 18:00 y 20:00 horas, y se hacen consistir en que el activo a quien la pasivo veía
como su padrastro realizó tocamientos en los pechos y la vagina de la pasivo, en ocasiones
por encima de su ropa o sin ropa, y que eso sucedía cuando le decía que se metiera a
bañar, esto cuando ella ya había salido de la escuela, y que en una ocasión cuando la
pasivo le refirió a su padrastro que tenía hambre y en ese momento el sacó su pene y le dijo
a la menor que se lo chupara, a lo que ella se negaba, sin embargo el activo tomó la cabeza
de la menor, la agachó e introduce el pene en la boca de la menor.

Esos eventos se clasificaron jurídicamente como los delitos de Equiparable


a la violación y Atentados al pudor, previstos respectivamente por los artículos 268
y 259, ambos del Código Penal del Estado, vigente al momento de los hechos,
atribuyendo la participación de acusado, en términos del numeral 39, fracción I, del
referido código sustantivo, como autor material.

Respecto a la valoración de la prueba


Se alegó que las pruebas fueron valoradas incorrectamente, pero ello es
infundado porque las pruebas fueron desahogadas ante la Jueza natural, en la
audiencia de juicio, apreciándose lo que se desprende de cada una de ellas, así
como en su conjunto, de acuerdo al interrogatorio y al debate generado entre las
partes, sin advertirse que hayan sido obtenidas por medio de actos violatorios a los
derechos del acusado, existiendo razones suficientes para conferirles valor
probatorio y tener por acreditado los hechos materia de acusación, descartando la
hipótesis de inocencia alegada por la defensa en juicio, demostrándose los
elementos de los delitos de Equiparable a la violación y Atentados al pudor.

Al reproducir la audiencia de mérito y apreciar su versión escrita, se


desprende que la resolutora correctamente realizó una valoración de las pruebas,
tal como lo ordena los artículos 259, 265, 359 y 402, del Código Nacional de
Procedimientos Penales, esto es, de forma libre y lógica, actuando por ende, con
apego a derecho al emitir la sentencia condenatoria.

Para acreditar los hechos materia de acusación, se concedió eficacia


probatoria al dicho de la menor víctima, de la que se desprenden las circunstancias
de ejecución en que fue agredida sexualmente; a esa narración se le confirió valor
probatorio preponderante, al estar corroborado con lo relatado por la ofendida, al
5
exponer lo que tuvo conocimiento de forma directa por la menor víctima; además, a
las citadas pruebas se adminiculó lo dicho por la perito en el área de psicología,
quien refirió el estado psicológico de la pasivo, con posterioridad a los eventos que
narró; asimismo, se les sumó lo dicho por el agente ministerial, quien relató lo que
tuvo conocimiento de manera personal; lo anterior, sustentado con la diversa
documental incorporada a juicio, relativa al acta de nacimiento de la pasivo.

Lo anterior es correcto, pues se desahogaron las siguientes pruebas.

Declaración de la menor D. A. M. A., quien en lo medular dijo:


Que su padrastro la tocaba, que eso pasó en el 2017 (dos mil diecisiete), entre
mayo y junio, en el domicilio de Plan de Ayutla, en Juárez, en la casa donde vivían ella, su
mamá y su padrastro; que eso sucedía cuando ella salía de la escuela, como a las 5 o 6, y
tenía un horario escolar de 12:00 a 5:00 de la tarde, señaló que su padrastro le tocaba los
pechos y su vagina, a veces por arriba de la ropa o a veces sin ropa, que en una ocasión
ella le dijo que tenía hambre, y que él se sacó el pene y le dijo que se lo chupara, pero ella
le dijo que no, por lo que la agarró de la cabeza, la agachó y su pene introdujo en mi boca,
que ella se lo mordió, pero le metió una cachetada, que lo del pene sólo pasó una sola vez y
las tocadas pasaron varias veces, refirió que las tocadas a veces lo hacía por arriba de su
ropa y a veces sin su ropa, que en una ocasión le dijo que se metiera a bañar y en la
regadera la tocó, que a veces la tocaba en la recámara de su mamá y de él y que a veces
en su cuarto; señaló que en ese tiempo cuando llegaba de la escuela él le decía que se
metiera a bañar y ella lo hacía porque ya le daba miedo no hacerle caso y que era a veces
cuando la tocaba o cuando salía de bañarse ya que se cambiaba, ya era cuando la tocaba;
que en ese tiempo su mamá trabajaba en Autozone; refirió que a la escuela a veces la
llevaba él o a veces su mamá, y que la recogía él o a veces su mamá, que cuando pasaban
esas cosas ella se sentía muy mal, a veces triste, con ganas de decirle a su mamá, pero
que no le decía porque él la amenazaba que la iba a alejar de su familia y que iba a matar a
su mamá, que vivieron juntos desde que ella nació, hasta que se separaron cuando ella
cumplió 7 u 8 años de edad, y que ella tenía comunicación con la familia de él; que conocía
a su hermana a quien le decía tía, quien se llama Linda Aidé Cruz Luis, a su mamá a quien
le decía abuela y a su papá que le decía abuelo; precisó que su padrastro se llama Samuel
Cruz Luis, era medio alto, color casi morenito, pelo chino y tenía barba y bigote, que la
persona que mencionó como su padrastro lo reconoció como una de las personas que se
encontraban en la pantalla de audiencia, que era la persona que traía barba y bigote y que
vestía con una camisa medio gris o blanca (acusado); indicó que los hechos ocurrieron en el
2017, pero que le dijo a su mamá como en el 2022, porque ella ya no podía y porque supo
que su padrastro se había juntado con otra señora quien tenía dos niñas, y tenía miedo que
les pasara lo mismo a esas niñas, estos hechos se los dijo a su madre, ya que le empezó a
contar todo, que él la tocaba y por eso su mamá devolada puso la denuncia; indicó que
después de la denuncia se había puesto un poco mal, ya que siente mal que él esté en la
cárcel, pero que a la vez ya no, porque ya no va a poder hacer más daño, pero que siente
que pasa un mal rato en la cárcel.
Al interrogatorio de la defensa, la menor contestó que Samuel tenía un carácter
fuerte, que le tenía miedo y que casi no lo quería, que tenía buena relación con su tía Linda,
y se quedaba con ella a dormir a su casa a veces dos días o tres, que vivió con su abuelita
una semana, que no recordaba dónde trabajaba su mamá antes de Autozone, que no
recordaba cuándo entró a trabajar ahí, ni cuando dejó de trabajar ahí, que ella le contó lo
que había ocurrido a su mamá, que no lo había contado antes, que cuando se lo contó a su
mamá no estaba nadie, sin recordar qué fecha era, que antes de que le contó a su mamá
nunca había sucedido nada de eso, que ella recordaba que su comportamiento cambió
desde que él le empezó a hacer eso, que ya no fue una niña normal, y que después de esos
hechos ya sólo fue a ver a su tía Linda una sola vez, que sí platicó de eso con su mamá,
que el día de ayer no había platicado con su mamá, pero que sí la había visto, que dejó de
frecuentar a Linda ya que ya no era familiar de ella, sin recordar en qué año había dejado
de frecuentarla, que celebró varios cumpleaños con Linda y su abuelita, y se tomaban fotos.
Al mostrarle diversas imágenes fotográficas, la menor dijo que en la primera era su
abuelita y ella, que tenía 3 o 2 años al momento de la foto y que vivían con sus papás, en
Juárez, en calle Plan de Ayutla, sin recordar el número; en la segunda señala que era ella y
su padrastro, que cuando era más chica se llevaba muy bien con su padrastro, pero
después de lo que le hizo ya no se llevaron bien; en la tercera fotografía, refirió que estaba
él y ella, era un evento de navidad, y que estaba como en el Kinder o primero, que en ese

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tiempo se llevaba muy bien con Samuel, pero después no, en la cuarta fotografía menciona
que se encontraban él y ella, sin recodar qué evento eran, ni qué edad tenía, que en ese
entonces ella y Samuel se llevaban bien; en la quinta fotografía dijo reconocer a su tía Linda
y ella, que estaban en la casa de su tía, sin recordar qué estaban haciendo; en la sexta
fotografía dijo que era la última vez que se habían visto y que su tía Linda la llevó a comer a
ella y a su prima, sin recordar qué año era ni qué edad tenía, y que recordaba que era la
última vez porque ya se iban a ir para Doctor Arroyo, y que después de esa fecha ya no vio
a su tía Linda; en la séptima fotografía dijo que era vez fue con su prima Natalie a una
fiesta, que su prima es hija de su tía Linda, que la fecha que aparecía en la fotografía era de
23 de abril 2018, que esa fotografía era posterior a la que le habían mostrado antes; en la
octava fotografía señaló que estaba con su prima, hija de su tía Linda, y que en esa fecha sí
había visto a su tía Linda, en otra fotografía dijo que se observaba a su tía Linda, a su prima
y a ella, la cual también era posterior a la anterior, en la siguiente fotografía dijo se
apreciaba su tía Linda y ella, sin recordar la fecha pero que era posterior a la que le había
mostrado; se le mostró una fotografía donde dijo que estaba ella, su abuela y su prima
Natalie, sin recordar en qué año fue, pero era el cumpleaños de su primita, se le mostró una
fotografía donde dijo que estaba ella, su abuelita, su tía Linda y su prima, sin recordar en
qué año era, ni qué edad tenía, pero que era posterior a las fotos que le habían mostrado;
otra imagen dijo que se observaba su abuelita, ella y su prima Natalie, pero que no
recordaba qué edad tenía, pero que era posterior a la que le dijo, además en otra fotografía
dijo que estaban ella y su prima Natalie que no recordaba su edad, y que ya no veía a su tía
Linda, que sólo le marcaba para preguntar cómo estaba, pero que en las fotografías seguía
viendo a su tía, abuelita y que tenía muy buena comunicación con ellas, pero que nunca les
comentó nada, y que después de que le contó a su mamá ya no volvió a ver a su abuelito;
mostrándosele otra fotografía en la cual dijo que estaban ella, su abuelito y su prima Natalie,
y que esa fotografía era posterior a la que dijo que ya no los había visto después, en otra
impresión fotografía dijo que se apreciaba a una amiguita de su prima Natalie, su prima y
ella, pero que esas fotografías eran de las últimas veces que se vieron, sin recordar el año,
pero posterior a la que había mencionado.
Nuevamente, al interrogatorio del Ministerio Público, la menor dijo que en las
fotografía en unas estaba más pequeña y en otras más crecida, que no sabía qué
significaba posterior, que sí le contestó al defensor que a veces se llevaba bien y otras mal
con el acusado, que con él se llevaba bien cuando estaba chiquita, y que cuando ya estaba
grande ya no se llevaba muy bien con él, que cuando estaba más pequeña la trataba bien y
la trataba como una niña chiquita, pero que al crecer y le empezó hacer eso ya no la veía
como una niña, ya que la miraba como si fuera su mujer como si fuera su mamá, que la
cuidaba mucho y ya no la dejaba hacer casi nada, y que cuando estaba chiquita sí, pero
que ella era una niña todavía.
De nuevo, al preguntar la defensa, la menor dijo que cuando contestó respecto a las
fotografías, que esas fechas eran posteriores es porque era después de esa fecha.

La autoridad de origen, le concedió valor probatorio al dicho de la menor


víctima, porque aportó información pertinente, específica y congruente para
conocer la agresión sexual que experimentó, describiendo de forma congruente
diversos eventos, además, su exposición se presumió de buena fe, no sólo por ser
un hecho violento, sino porque está soportado con el resto de las pruebas
desahogadas en juicio, lo que hace verosímil su dicho, ello por su condición de
mujer y atendiendo a su derecho a una vida libre de violencia física o sexual;
asimismo, se tomó en cuenta su condición de vulnerabilidad y a través de la
inmediación, se apreció la narración de agresiones sexuales, sin que se evidenciara
la intención de dañar o inculpar al acusado; también, la Jueza de origen realizó su
estudio con perspectiva de género y tomando en cuenta el interés superior del niño.

Este tribunal coincide con lo expuesto por la resolutora y se considera que lo


relatado por la menor víctima cuenta con eficacia probatoria, al haber sido
ponderada en términos de los artículos 259, 265 y 402 del Código Nacional de
Procedimientos Penales, dado que de esa prueba se aprecia la comisión de
diversos delitos, pues dicha menor narró las agresiones sexuales que fue objeto,
7
detallando de manera esencial en qué consistieron los mismos, exponiendo con sus
palabras las circunstancias en que sucedieron los mismos, evidenciándose así que
tuvo conocimiento de ellos de manera directa, señalando con precisión el lugar, un
período específico y forma en que se llevaron a cabo, desarrollando su narración
conforme al interrogatorio de las partes, de una manera fluida, dada su edad y la
naturaleza de los eventos relatados, sin que a través del contrainterrogatorio se
haya generado duda en su relato, desprendiéndose del juicio que estuvo asistida
por una licenciada en psicología quien hizo sus funciones de apoyo emocional a la
menor, evitándose la confrontación con el acusado, debido a que al desahogarse
su dicho, el acusado se encontraba en diverso lugar, siguiendo la audiencia a
través de imágenes reproducidas en tiempo real.

A través del dicho de la menor víctima, se infieren que los hechos materia
de acusación, sucedieron entre los meses de mayo y junio, del 2017 (dos mil
diecisiete), entre las 05 (cinco) o 06 (seis) de la tarde, después de que ella salía de
la escuela, en el interior del domicilio donde vivía con el activo y su mamá, cuando
su padrastro le tocaba sus pechos y su vagina, a veces por encima de la ropa o sin
ropa, y que en una ocasión, él se sacó el pene, diciéndole que se lo chupara y ella
dijo que no, pero el activo le agarró de la cabeza, la agachó, y le introdujo su pene
en la boca, indicando la pasivo que eso sucedía cuando su mamá estaba
trabajando.

Desprendiéndose que por las características del suceso, y al considerar su


valoración, tomando en cuenta circunstancias objetivas y subjetivas, conducen a
determinar que la narración de la menor víctima es creíble y verosímil,
encontrándose corroborada su exposición con la información proporcionada por las
pruebas de cargo, sin que existan datos que le resten credibilidad,
desprendiéndose de manera clara, precisa, sin dudas, ni reticencias, las
circunstancias de ejecución del evento ilícito reprochado al acusado, esto es, que
bajo las circunstancias de modo, tiempo y lugar de los sucesos materia de
acusación, el activo introdujo su miembro viril, vía oral a la pasivo, además, dicho
activo, ejecutó en contra de una menor de edad, un acto erótico sexual, sin el
propósito directo e inmediato de llegar a la cópula, para lo cual, el activo aprovechó
la confianza que se le depositó por afecto.

En efecto, se coincide con la valoración que realizó la resolutora, pues la


menor víctima narró los hechos que vivió, expresándolos de una manera clara,
dada la edad de la víctima, señalando con precisión las circunstancias en que
sucedieron los mismos, sin que se hubiesen advertido inconsistentes o variaciones
fundamentales que hagan dudar de su dicho, además, su narración no se
encuentra aislada, sino que existe otra información que robustece su declaración.

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Siguiendo esa idea, el dicho de la víctima es persistente, manteniendo su
declaración ante el interrogatorio de las partes, al desprenderse el señalamiento de
manera general, que el activo le tocaba sus pechos y su vagina, en ocasiones por
encima de la ropa o sin ropa, señalando también que en una ocasión, el activo sacó
su pene, la agachó y le introdujo su pene en la boca a la pasivo, pues incluso, ante
los cuestionamientos de la defensa, fue clara y contundente en señalar que antes
de esos hechos, ella se llevaba bien con el activo, pero después de lo que le hizo,
ya no se llevaron bien, que de pequeña él la trataba como niña chiquita, pero al
crecer, le empezó a hacer eso, que ya no la veía como una niña, ya que la miraba
como si fuera una mujer, como si fuera su mamá, señalando al acusado como la
persona que cometió la agresión sexual que expuso, sin que en dicho
contrainterrogatorio de la defensa, se desprenden contradicciones, dudas o
reticencias o aspectos que hagan notar algún odio o rencor en contra del acusado,
sino más bien, se considera que fue firme en su acusación.

Igualmente, se considera que su relato fue coherente, dada su edad y ante


el interrogatorio de las partes, sin advertirse inconsistencias en su dicho, pues narró
la relación que tenía con el acusado, señalando una época especifica en que
sucedían los hechos que describió, detallando la hora en que acontecían, narrando
las situaciones en que se desarrollaban, concretando que ello pasaba en su
domicilio, durante el tiempo en que su mamá no se encontraba en el inmueble,
expresando que el activo le realizaba tocamientos en su cuerpo por encima de la
ropa o sin ropa, aclarando que en una sola ocasión el activo sacó su pene y la
agachó, introduciéndole el pene en su boca.

Asimismo, al reproducir la audiencia de mérito, conforme al principio de


inmediación, se pudo percibir los componentes paralingüísticos, permitiendo
formarse una imagen completa del contenido y exactitud de lo expuesto por la
menor víctima, advirtiéndose que en su declaración, mantuvo un volumen y tono de
voz tenue, aspectos que se consideran que guardan congruencia con la situación
que vivió y por la edad de la pasivo, siendo espontáneo su narración y conforme a
las preguntas que las partes le formularon, sin que se advierta de sus respuestas
contradicciones esenciales, titubeos, dudas o reticencias, sin que tampoco se
desprenda alguna razón para señalar que tenía interés en acusar injustamente al
activo, manteniéndose firme ante los cuestionamientos de la defensa, por lo que al
no existir prueba que indique lo contrario, se considera su dicho verídico.

Además, de acuerdo al contenido de la narración y en su calidad de víctima,


resulta verosímil y creíble su exposición, sin que existan datos que le resten
credibilidad, si no por el contrario, de ese dicho se desprenden los aspectos de los
delitos reprochados al acusado, ya que al existir pruebas de cargo que están

9
relacionadas con los datos que proporcionó, permiten concluir que la información
que le proporcionó la víctima es creíble.

Igualmente, se considera correcto considerar lo vertido por la pasivo con


perspectiva de género, pues de acuerdo a su dicho, quedó de manifiesto que fue
agredida sexualmente, por ende, en este tipo de casos de violencia sexual contra la
mujer, la declaración de la víctima del delito requiere un tratamiento distinto del que
merecen los testimonios ordinarios, pues debe de realizarse bajo una perspectiva
de género, a la luz del derecho de las mujeres a una vida libre de violencia.

Siguiendo esta idea, como se manifestó, en el presente caso, la ofendida es


una mujer y en consecuencia, en el caso del derecho humano de las mujeres a una
vida libre de violencia, los estándares nacionales como internacionales son claros
en establecer que las autoridades Estatales no solamente deben condenar toda
forma de discriminación basada en el género, sino que están obligadas a tomar
medidas concretas para lograrlo, lo anterior se traduce en el deber de actuar con
perspectiva de género, lo cual pretende combatir argumentos estereotipados e
indiferentes para el pleno y efectivo ejercicio del derecho a la igualdad.

Acorde a lo anterior, de acuerdo a la Ley General de Acceso de las Mujeres


a una Vida Libre de Violencia, pretende prevenir, sancionar y erradicar la violencia
contra las mujeres, así como los principios y modalidades para garantizar su
acceso a una vida libre de violencia que favorezca en todo momento su desarrollo y
bienestar conforme a los principios de igualdad y no discriminación, así como para
garantizar plenamente la democracia, el desarrollo integral y sustentable que
fortalezca la soberanía y el régimen democrático establecidos en la Constitución
Política de los Estados Unidos Mexicanos.

Conforme a lo anterior, a fin de otorgarle valor probatorio a lo dicho por la


pasivo, con una perspectiva de género, se observó la naturaleza del evento materia
de acusación, que en el caso se trató de una agresión sexual, los hechos ocurrieron
en el interior del domicilio donde vivía con el activo y su mamá, ante la ausencia de
ésta última, por lo cual, limita la existencia de pruebas gráficas, documentales, o
más personas que percibieran el hecho, de acuerdo a lo narrado por la pasivo, se
hace razonable que no pudiera defenderse de ese evento pues se desprende una
desigualdad entre el activo y la pasivo, sin que de su relato se adviertan
inconsistencias esenciales que hagan dudar de su dicho, asimismo, se toma en
cuenta que al momento de los eventos, la pasivo era menor de edad, sin que se
desprendan comentarios oportunistas o que no estuvieran relacionados con los
eventos materia de acusación, por lo que su exposición cobra capital importancia,
además, tal exposición se corroboró con el resto del material probatorio que lo hizo

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verosímil, esto al tomar en cuenta su condición de mujer y atendiendo a su derecho
a una vida libre de violencia.

Además, se analizó el dicho de la pasivo con perspectiva de género,


evitando de cualquier modo un análisis con afirmaciones, insinuaciones y alusiones
estereotipadas que pudieran incidir indebidamente en la credibilidad de su versión.

Sumado a lo anterior, se debe de tomar en cuenta que al momento de los


eventos motivo de acusación, la víctima era menor de edad, pues tenía 07 (siete)
años de edad, y en ese sentido, acorde al artículo 1 de la Convención sobre los
Derechos del Niño, que indica que se entiende por niño, todo ser humano menor de
dieciocho años de edad, por lo cual, también debe de tomarse en cuenta lo dicho
por la víctima bajo la perspectiva de infancia.

Lo anterior, acorde a lo dispuesto por el referido artículo 1 de la Constitución


Política de los Estados Unidos Mexicanos, en relación al marco internacional del
que México forma parte, que acogen al interés superior del menor, como lo es la
Convención sobre los Derechos del Niño; la Convención Americana sobre
Derechos Humanos, y por la Corte Interamericana de Derechos Humanos; así
como la Ley General de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes.

Además, sobre este tema la Suprema Corte ha reconocido en varios


precedentes la importancia del principio del interés superior de la infancia en la
interpretación y aplicación de las normas relacionadas con los derechos del niño,
reconociéndolo como un principio de rango constitucional, así como un principio
vinculante en la actividad jurisdiccional, para todos aquellos casos en que
intervengan menores o que puedan verse afectados sus intereses, a fin de
garantizar su pleno desarrollo y la efectiva protección de sus derechos, y sus
alcances comprende cualquier materia en la que se afecten los derechos de un
menor, como es el caso de los asuntos de naturaleza penal; principio que demanda
de los órganos jurisdiccionales la realización de un escrutinio mucho más estricto
en relación con la necesidad y proporcionalidad de la medida en cuestión.

Conforme a lo anterior, es claro que los tribunales se encuentran obligados a


juzgar con perspectiva de infancia, ante casos donde la víctima sea un menor de
edad, lo cual, exige en los juzgadores realizar un mayor esfuerzo en la apreciación
de la prueba relacionada con el infante, considerando su desarrollo cognitivo y
emocional, otorgándose una protección reforzada al menor, a fin de que la verdad
histórica sea más factible, de modo tal, que si en efecto se transgredieron en su
perjuicio los bienes jurídicos tutelados por el derecho penal, el responsable sea
sancionado, en caso contrario, se cuente con todos los elementos necesarios para
una sólida resolución, derivada de un proceso penal en el que se adoptaran a

11
cabalidad las medidas inherentes al interés superior del menor, sin dejar de lado los
derechos del imputado.

Aunado a lo anterior, se resalta que en el caso concreto, debe de


considerarse que también existe una condición de vulnerabilidad, pues dada las
condiciones en el presente caso, en la acusación, se estableció que la víctima es
menor de edad, sucediendo los eventos materia de acusación en el interior de su
domicilio donde vivía con el activo y su mamá, además de la relación existente
entre el activo y la pasivo, ya que ésta última lo señala como su padrastro, por lo
cual, dada esas condiciones del presente caso, y al haberse resaltado dicha
situaciones en la víctima, la autoridad judicial debe configurarse como un
instrumento para la defensa efectiva de los derechos de la menor víctima, ya que
por tales condiciones, tiene derecho a no ser discriminada por dichos factores, a ser
tratada con dignidad y protegida ante cualquier rechazo o tipo de abuso, por su
condición de vulnerabilidad.

Así, tomando en cuenta las citadas circunstancias, desprendiéndose que


por las características del suceso, al tratarse de una agresión sexual, el activo
busca la consumación de los acontecimientos en ausencia de testigos, además, de
que la pasivo resulta ser una menor de edad, se estima que la declaración de la
víctima debe de ser considerada en su calidad de preponderante, además de que
dada su edad, resulta verosímil, al encontrarse corroborada con la información
proporcionada por el resto de las pruebas de cargo, sin que existan datos que le
resten credibilidad, sino que por el contrario, a través del dicho de la pasivo se logró
establecer las circunstancias de ejecución del delito reprochado al acusado.

El dicho de la menor víctima se corroboró, pues compareció Maribel Álvarez


Peña, quien en resumen dijo.
Que tiene una hija de 12 años actualmente, de iniciales D. A. M. A., de fecha de
nacimiento 30 (treinta) de septiembre de 2009 (dos mil nueve); que interpuso una denuncia
en contra de Samuel Cruz Luis, quien es su expareja, pues vivieron juntos ocho años, del
2010, hasta aproximadamente junio o julio del 2019; que éste le realizó tocamientos a su
hija cuando ella se encontraba trabajando, que eso pasó aproximadamente en mayo a junio
del 2017, que se enteró porque su hija se lo confesó en junio del 2020; que esa información
salió porque supo que su hija y su prima Camila tuvieron una plática y Camila le confesó
que le había pasado algo y que su hija le confesó lo mismo, por lo cual Camila le dijo a su
tía, hermana de su mamá, quien le marcó a su mamá y ésta a ella, comentándole eso, por
lo que ella fue al día siguiente por la niña y le empezó a decir lo que había pasado; que
primeramente su mamá le mencionó que Samuel había abusado de la niña, que si sabía
algo, a lo que le comentó que no sabía nada, que solamente había notado la actitud de la
niña un poco enojada, molesta, negativa, triste; que su mamá no le dio detalles de esa
agresión y que esa información la verificó al día siguiente, mientras la niña estaba en la
comunidad de San Ramón, porque estaba de vacaciones y le preguntó que qué había
pasado, a lo que le dijo que cuando ella se iba a trabajar al Autozone su papá Samuel
aprovechaba que se metía a bañar ella y se metía él y le tocaba su cuerpo por encima de la
ropa y cuando estaba en su recámara por debajo de la ropa, y que la obligaba a que se
metiera a bañar realizándole tocamientos, y que le había introducido su cosa fea en la boca,
que ella le explicó las partes del cuerpo y fue cuando ella le refirió al pene, que cuando su
hija le estaba comentando eso estaba nerviosa, desesperaba, que no comía, y que estaba
llorando y temblando, que era un semblante que nunca le había visto; que su hija le dijo que

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no le había comentado eso antes porque él la tenía amenazada de que si ella le contaba
algo él la iba a matar, a ella y a toda su familiar, y que como él tenía conocimiento de la
ubicación de toda su familia ella tenía miedo, ya que le dijo que iba a hacerles daño, por lo
cual tenía miedo por esa amenaza; precisó que en ese momento de los hechos ella tenía un
turno de tarde de las 2:00 de la tarde y salía a las 11:00 horas de la noche, y que en ese
lapso su hija entraba a la primara a la 1:00 horas de la tarde y salía a las 5:30 horas de la
tarde, que ella le refirió que en lo que llegaba a la casa y se acomodaba era de 6:00 a 8:00
o 9:00 de la noche y que en ese lapso se encontraba totalmente solos ya que ella estaba
trabajando, que en Autozone trabajó del 2015 al 2018, aproximadamente; que duró ocho
años viviendo con el acusado y su oficio era electricista, y trabaja en colonias que estaban
en construcción, sin contar con un trabajo fijo y que no tenía un trabajo ni horario fijo;
precisando que ella iba a dejar a su hija a la primaria, y que al salir su hija de la primaria y
como él a veces no trabajaba o llegaba temprano él iba y la recogía a la primaria y se la
llevaba para la casa; que los hechos que narró se suscitaron en calle Plan de Ayutla, 824,
en Infonavit Benito Juárez, en Juárez, Nuevo León, que en dicho domicilio vivía Samuel, ella
y la niña, que en dicho domicilio vivieron desde que la niña cumplió un año hasta que su hija
cumplió los 7 (siete) años y posteriormente ella sacó una casa de Infonavit, por lo que
Samuel, la niña y ella se fueron a vivir a ese domicilio. Agregó que el acusado y su hija
tenían una relación de padre e hija, ya que su hija le decía papá, que durante el tiempo en
que vivieron juntos hubo lapsos de una semana o 15 días en que no vivían juntos, pero que
eso fue después del 2017, no antes, que durante ese tiempo sí vivieron juntos el acusado y
su hija; indicó que su hija recién le dijo lo que había pasado tenía un semblante de miedo,
de angustia, pero cuando se enteró que ya el acusado estaba llevando su proceso detenido
empezó a descansar un poco más, y se preocupaba un poco menos. Luego, la testigo refirió
reconocer a una de las personas que aparecían en la pantalla de la audiencia como su
expareja, señalando que era la persona que vestía un suéter de color gris blancoso, que
traía el cabello cortado, barba de candado y bigote (acusado).
Que ella si tuvo comunicación con la familia del acusado, y que si sabían de la
relación que tenían, siendo el nombre de la hermana del acusado Linda Ivette Cruz Luis y la
mamá María Teresa Luis Aguilar, que también tiene dos hermanos, que la mamá, papá y
hermana de él vivían en Juárez, que después de los hechos denunciado su hija tiene una
conducta nerviosa, pero que actualmente está un poco más sana y un poco más relajada.
Al mostrarle diversa prueba no especificada, consistente en el acta de Registro Civil
relativa al nacimiento de la menor Dana Aylin Marín Álvarez asentada en el libro número 3,
acta número 455, de fecha 11 (once) de Diciembre del 2009 (dos mil nueve), levantada por
el oficial 0003 del Registro Civil residente en Cadereyta Jiménez, Nuevo León; de la cual
testigo señaló que correspondía al acta de nacimiento de su hija, la cual dijo reconocer
porque venía el nombre de su hija, de su papá y el de ella, además de su fecha de
nacimiento, señalando que es un documento que ella presentó, reiterando que la fecha de
nacimiento de su hija es 30 de septiembre de 2009.
Al interrogatorio de la defensa, la testigo dijo que sí tenía una buena relación con
Linda y María Teresa Luis, y que sí encargaba a su hija varios días a Linda los fin de
semana; que los hechos que denunció le señaló que sucedieron entre mayo y junio de
2017, y que ella tenía buena comunicación con su hija, que de 2017 a 2020 vio cambios en
su hija a partir de que se fueron de Juárez, que eso fue en el 2019, y que 2017 a 2019 la
conducta de su hija era diferente, pero que ella empezó a ver los cambios a partir de que se
lo dijo, que vio ese cambio en su hija hasta después de que se lo comentó, y que de 2017 a
2019 su hija ya no tenía contacto físico con Samuel, pero que su hija sí seguía teniendo
contacto con Linda de 2017 a 2019, pero que a partir de 2019 ya no hubo contacto, que de
2017 a 2019 su hija seguía teniendo relación con Samuel, y que también seguía teniendo
una buena relación con Linda y con María Teresa, y que su hija en ese período sí se seguía
quedando en la casa de Linda, pero no seguido, que la relación que existía en ese periodo
entre su hija y Samuel no era muy buena, cambiando que a partir de esa fecha hubo pleitos
constantes entre ella y el acusado, pero que entre Samuel y su hija seguida tenía una
buena relación de 2017 a 2019, que ella de 2017 a 2019 si tuvo conocimiento de un hecho
ocurrido entre Samuel y su hija, que ella no lo vio directamente pero que Linda le comentó
cuando llegaron a su casa estaba Samuel quien llegó y que éste le quiso dar un beso a la
niña, que Linda iba bajando las escaleras y que se peleó con él porque quiso darle un beso
a la fuerza, diciendo la niña “es que me quiere dar beso y que se los quería dar cerca de la
boca”, por eso me enojé, y que incluso esa vez se pelearon ellos, por lo que ya no le prestó
a la niña a Linda porque se suponía que estaba cuidándola, que ella vivió en Plan de Ayutla
824, hasta julio de 2019, que en ese domicilio los últimos meses del 2019, se fue a vivir su
hermano y cuñada con ellos, y ellos no supieron nada de alguna actividad entre Samuel y
su hija, que había lapsos que había cambios de conducta que no eran propios de su hija, y
que los cambios en concreto ya fueron en el 2019 cuando su hija empezó a hablar, pero
anteriormente tenía cambios de humor que no eran de una conducta de ella, ya que todo le
molestaba, se irritaba por cualquier cosa, que el miedo y temor siempre lo tuvo por el mal
carácter que presentaba Samuel Cruz con ellos, pero que a partir de que su hija habló,
empezó a tener más miedo, y que dicho miedo era porque Samuel Cruz tenía mal carácter,
13
que ella durante esa temporalidad ayudó a su hija en esos cambios, ya que pensó que ella
era la que estaba mal, por lo que la forma de ayudarla era separándose en lapsos de
semanas, días, inclusive un mes de Samuel.

A dicho testimonio la Jueza de origen le concedió valor probatorio al haberla


estudiado de manera libre y lógica, aún y que no presenció los hechos materia de
acusación, pero detalló la información que le proporciono directamente la menor
víctima, los cuales coincidieron con lo que relató esta última en juicio, estableciendo
esencialmente el tiempo y lugar en que sucedieron esos eventos, al igual que
precisó la persona que la menor víctima le dijo que le realizó los actos sexuales, por
lo cual, la autoridad de origen consideró que lo narrado por la ofendida, sí corroboró
lo vertido por la menor en su declaración, demostrando que los hechos que narró
esta última sí acontecieron.

Este tribunal coincide con lo expuesto por la resolutora y se considera que lo


relatado por la ofendida cuenta con eficacia probatoria, al haber sido ponderada en
términos de los artículos 259, 265 y 402 del Código Nacional de Procedimientos
Penales, desprendiéndose que no presenció los hechos delictivos motivo de
acusación y que fueron narrados por la menor D. A. M. A., en juicio, pero ello es
insuficiente para negarle eficacia jurídica, dado que expone circunstancias que
rodearon ese evento, al indicar el momento en que conoció de los mismos,
exponiendo lo que su menor hija le comentó, estableciendo el estado emocional en
que estaba la víctima al momento de narrarle los eventos, así como el
comportamiento que presentó luego de ellos, narrándole su hija el tiempo, modo y
lugar en que sucedían los eventos ilícitos en estudio, señalando las agresiones
sexuales que su hija le narró, mismos que fueron expuestos por la víctima en juicio.

Entonces, a partir de la declaración de la ofendida Maribel Álvarez Peña, se


obtiene que los hechos materia de acusación, sucedieron entre mayo y junio del
2017, mientras ella se encontraba laborando y luego de que su menor hija
regresaba de la escuela, alrededor de las 06:00 de la tarde, aconteciendo en el
interior del inmueble ubicado en calle Plan de Ayutla, número 824, colonia Infonavit
Benito Juárez, en Juárez, Nuevo León, lugar donde habitaba la pasivo, con el activo
y su hija, momento en que el activo le realizó tocamiento a la menor víctima, quien
en esos momentos, contaba con 07 (siete) años de edad, cuando el activo le decía
a la menor víctima que se metiera a bañar y en ocasiones, le tocaba su cuerpo por
encima de la ropa o por debajo de la ropa, y que en una ocasión el activo le
introdujo su pene en la boca a la menor, externándole la menor que no le había
comentado esos hechos porque el activo la había amenazado, diciéndole que él iba
a matar a toda su familia, que él les iba a hacer daño.

Por lo que, lo narrado por la testigo, también fue mencionado por la víctima
en juicio, lo que produce que el dicho de esta última, sea estimado como verosímil y

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creíble, corroborándose así que el activo, agredió sexualmente a una menor de
edad, ya que el activo introdujo su miembro viril, vía oral a la pasivo, además, dicho
activo, ejecutó en contra de una menor de edad, un acto erótico sexual, sin el
propósito directo e inmediato de llegar a la cópula, pues le realizó tocamientos en
su pecho y vagina por encima de la ropa o por debajo de la ropa, aspectos que se
consideran válidos, dada las características de los hechos narrados, aunado a la
edad del menor víctima, sin que exista prueba que indique lo contrario.

Igualmente, la declaración de la menor víctima se considera válida, pues se


desahogó el testimonio de Giselle Yanine Cárdenas Fernández, quien relató.
Que es licenciada en psicología; que colaboró en un dictamen psicológico, las
cuales realizó en dos sesiones, el 15 y 17 de julio de 2020, a una menor de 10 años de
edad de iniciales D. A. M. A., que como metodología se utilizó una evaluación clínica
forense de objetivo ayudar en la toma de decisiones judiciales, recabar datos psico-legales,
mediante una entrevista clínica semiestructurada en niños, la cual permite de forma
sistemática y flexible abordar lo que es la psicobiografía de la persona, observarla
clínicamente y analizar los síntomas que pudiera presentar por cuestiones relevantes en
relación al objetivo del dictamen. Como antecedentes familiares se entrevistó a la madre
quien proporcionó datos del desarrollo por separado, para el consentimiento de la menor,
datos del desarrollo y sobre hechos denunciados, la madre refirió que se separó del padre
de la niña cuando tenía 6 meses y cuando cumplió 9 meses ella se juntó con el denunciado,
con quien duró 8 años y en el 2020 vivía con otra persona que conoció en Doctor Arroyo.
Como antecedentes del caso, la menor refirió que esos hechos pasaron cuando ella
tenía 7 años, cuando ella vivía en Juárez, sin saber la colonia, manifestándole que cuando
ella era chiquita su mamá la dejaba en casa con su padrastro y que cada que llegaba ella
de la escuela esa persona la metía a bañar, que le quitaba su ropita, que él se quitaba su
ropa y se metía con ella a la regadera, dice que le tocaba sus partes íntimas, refiriéndose a
por donde hace pipí y popo, además que la besaba en la boca y que por una mano se la
pasaba por todo su cuerpo, diciéndole que su pene era un plátano, que se lo chupara a lo
que ella refirió era rosita con un palo grueso que olía a orines, y que en una vez le empujó
su cabeza hacia la parte intima de él, refiriendo a donde él orinaba, y que si ella le decía
que se iba a ir la regañaba, que en una ocasión ella le pegó con la mano una cachetada y la
regaño, y que en una ocasión la menor refirió que se lo chupó porque le pego con el cinto.
Precisó los datos en que estaba compuesto su dictamen, como la fecha de
realización, cuando se termina el dictamen, el número de NUC, número de denuncia, el
número de oficio de salida, a quién va dirigido, se identifica como perito, su cédula
profesional y su compañera, que están suscritas al Instituto de Criminalística y Servicios
Periciales, las fechas de valoración, el tiempo de valoración, el lugar donde se llevó a cabo,
la metodología, el motivo de valoración, los datos generales, datos familiares, datos del
desarrollo, como datos de su padre, de su mamá, con quién vive la menor, si tiene alguna
atención, antecedentes escolares, médicos, si ha asistido a tratamientos psicológicos, datos
sobre los hechos denunciados, indicadores clínicos, examen mental, que comprende desde
datos de filiación hasta la conciencia, memoria, concentración y orientación, el afecto, la
inteligencia, alteraciones en su percepción, en vida instintiva, hasta llegar a las
conclusiones, los anexos, la firma y la bibliografía.
Que la menor mencionó que cuando ella lo chupaba sentía asco, le empezaba a
doler la pancita, que era algo duro, que a veces se agarraba a llorar porque recordaba que
él le decía que la iba a separar de su familia, que no le había dicho nada a su mamá porque
él le había dicho que la iba a alejar de ella, que ella le tuvo que decir a su mamá porque
como vivía con otro persona, y esta persona tenía una niña que se quedaba sola y ella no
quería que le pasara lo mismo que a ella le pasó, también mencionó que le daba vergüenza
hablar de lo sucedido y que incluso hasta estaba pensando en no tener novio por medio a
que la violara y que cada que se acordaba lloraba.
Se concluyó que la menor presentó una edad maduracional y una orientación en
tiempo, espacio, persona, acorde a su edad cronológica, no presentó sintomatología de
psicosis o algún retraso mental que pudiera afectar su capacidad de juicio y razonamiento,
presentó una alteración en su estado emocional que se reflejó en un afecto ansioso y de
tristeza derivados de los hechos que narró, esta alteración fue compatible a una
perturbación en su tranquilidad de ánimo lo que le provocó modificaciones en la conducta,
se consideró su dicho confiable en virtud a que su discurso fue fluido, espontaneo, con
estructura lógica, siendo detallado y acorde al afecto presentado, presentó datos y
características de haber sido víctima de agresión sexual, lo que se manifestó en el relato

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detallado y especifico de los hechos, la alteración emocional presentada, el sentimiento de
vergüenza y de tristeza con accesos al llanto de forma frecuente y recuerdos recurrentes de
las agresiones, en base a la valoración realizada y aspectos relevantes como la edad de la
menor, características del evento sexual al que fue expuesta, además de la relación de
desigualdad con el presunto agresor y el estado emocional que presentaba al narrar los
hechos de naturaleza sexual, se consideró que presentó daño psicológico, requiriendo de
un tratamiento psicológico en un tiempo no menor a doce meses, una sesión por semana en
el ámbito privado, siendo el especialista encargado quien determinara el costo de éste.
Para basarse en el dicho confiable, mencionó que en la cuestión de menores, toman
de referencia cierta bibliografía, en este caso está el texto de psicología criminal, y ahí viene
relatada una técnica que es muy utilizada cuando hay declaraciones en niños y
adolescentes que se llama Análisis de Contenido en Base a Criterios o CBCA, el cual
contiene 19 criterios, no tiene que contener todos, de hecho no hay diferenciación de cuales
son para niños y cuales para adolescentes, pero es bien importante que los que ella
presentó es la fluidez, la espontaneidad, los detalles, la reconstructividad de la historia, es
decir hubo anclaje contextual, reproducción de las interacciones, fue con estructura lógica y
acorde al afecto que ella presentó.
Al interrogatorio de la defensa, la testigo contestó que no conoce la especialidad de
paidopsicología, que no tiene especialidad en paidopsicología; que contaba con un curso de
psicología forense especializado en niñas, niños y adolescentes, así como el derecho a la
infancia y acceso a la justicia, señala que no tiene alguna especialidad registrada ante la
SEP en tratamiento a menores en psicología; mencionó que la diferencia entre una
evaluación clínica forense y un dictamen en psicología, es un equiparable, se toman datos
psico-legales para emitir una conclusión pedida por el Ministerio Público mediante oficio,
que el dictamen pericial es la emisión de una opinión de un experto sobre un caso en
particular, que sí emitió la opinión de un experto en este particular como licenciada en
psicología, y que sí emitió un dictamen pericial; que existe la entrevista estructurada y semi
estructurada, que en la primera existen una serie de preguntas ya establecidas, y en la
segunda no todo es establecido, se le permiten ciertos momentos, hablar libremente, lo es
los antecedentes del caso, en cuanto a los antecedentes familiares, datos generales, ya
vienen estructuradas las preguntas, refiriendo que ella no le pidió datos de antecedentes
familiares a la menor, ya que se le piden datos del desarrollo a la madre, agregó que es
importante para emitir una evaluación clínica forense saber los antecedentes familiares de la
menor; que no es importante para emitir una evaluación saber qué percepción tiene la
menor de su estatus familiar dado que lo que les interesaba averiguar era la sintomatología
derivada del evento de naturaleza sexual, y que si la menor hubiera tenido violencia familiar
en su entorno y ella no lo supiera el dictamen no hubiera tenido otra conclusión; que ella
tuvo conocimiento de los antecedentes familiares que le fueron referidos por la madre, y que
si hubiera antecedentes que la menor no le comentó el resultado pudo haber variado si son
relacionados a lo sexual. Señala que el tema de violencia familiar no fue relevante dado a
que se investigaba una situación sexual, asimismo que la menor le mencionó que estaba
triste y que se agarraba a llorar las veces que recordaba los hechos porque se acordaba de
que esta persona le decía que la iba a separar de su familia, por lo cual es un cambio
emocional en la menor, cambios emocionales que le refirió venía presentado desde el
evento, aclarando que la menor no le especificó el tiempo en que tuvo esos cambios; que la
menor le refirió que los hechos sucedieron cuando ella tenía 7 (siete) años, que la menor no
le dijo en qué fecha sucedieron los hechos, pero que habían sucedido cuando vivía en
Juárez, sin especificar el domicilio; menciona que solamente utilizó para sus conclusiones la
bibliografía que está al final de los dictámenes, respecto a la que utilizó para determinar que
el dicho de la menor era confiable fue la de psicología criminal, y la que atendió para
determinar que en la menor se podían observar alteraciones en su estado de ánimo
emocional fue la de dato de agresión asexual, la guía de evaluación para abuso sexual
infantil, el protocolo de actuación para quienes imparten justicia en casos que afecten niños,
niñas y adolescentes; señalando que esos protocolos no solo se refieren a actos sexuales,
que solamente se refiere a los pasos a seguir cuando hay un caso que afecte a niños, niñas
y adolescentes y que se refiere a todo un antecedente del analizado y no específicamente a
actos sexuales, por lo tanto es necesario tener todo el antecedente analizado, por lo cual se
le tomaron los datos a la madre; que la menor le manifestó que la relación entre el
investigado era su padrastro, y que no le comentó la menor qué relación afectiva siguió
teniendo con el investigado después de haber sucedido el hecho, refirió que después del
hecho relatado ella supo que la madre tenía una nueva pareja y que no tenía contacto con
el presunto y que la menor no le comentó qué relación tenía con la familia del investigado, y
que esto es importante para determinar las conclusiones, señaló que le consta el dicho de la
menor y el estado emocional de la menor al momento de la entrevista, pero que no le consta
lo que le sucedió a la menor ya que no estuvo presente.

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A la anterior declaración se le concedió valor probatorio, porque la experta
contó con los conocimientos necesarios para emitir su experticia, refiriendo la
metodología empleada, destacando los hallazgos clínicos y síntomas que advirtió la
menor víctima, durante la experticia en comento, exponiendo sus conclusiones, que
a juicio de la autoridad de origen, permite corroborar lo dicho por la víctima.

Al ser analizadas la referida testimonial de la perito en el área de psicología,


se estima correcto el valor probatorio que le autoridad de origen le otorgó, pues fue
estudiada conforme a los lineamientos previstos en el Código Nacional de
Procedimientos Penales, es decir, fue apreciada de manera libre y lógica, pues si
bien no presenció los hechos que denunció la víctima, pero la información que
proporcionó es relevante para conocer la verdad de los hechos motivo de estudio,
al llevar a cabo el estudio de diversas circunstancias que sirvieron para la emisión
de su opinión, exponiendo los hechos y circunstancias en base a los cuales arribó a
su conclusión, detallando la técnica y método empleado en su experticia, por lo
cual, dicha prueba merece valor jurídico, aunado a que no se desahogó información
o prueba en contrario para demeritarla, o que contradiga el resultado de aquélla.

En efecto, dada la mecánica de los hechos materia de acusación, se estima


correcto el valor probatorio de tal narración de la perito en el área de psicología,
pues sirve para corroborar la existencia de la agresión sexual que fue objeto la
pasivo, pues en el caso concreto, debemos recordar que al momento del evento, la
víctima era menor de edad y acorde al principio de interés superior del menor, se
debe realizar un cuidadoso análisis de las pruebas donde interviene una menor y
cuyo análisis que se realizó, tiene origen en la información que esta última
proporcionó a la perito, por lo cual, se debe realizar un mayor atención en la
apreciación de tal prueba, en cuanto a su conclusión.

En ese sentido, la menor pasivo narró a la perito en psicología diversos


eventos, entre ellos, se advierta que sostuvo que su padrastro la metía a bañar y él
se metía con ella a la regadera, que él le tocaba a ella sus partes íntimas,
refiriéndose a donde hace pipí y popo, además de que la besaba en la boca,
agregando la menor que él le decía que su pene era un plátano, que se lo chupara,
que en una ocasión, él le empujó la cabeza hacia la parte íntima de él, refiriéndose
a donde él orinaba y se lo chupó, porque él le pegó con un cinto, mencionándole
también que esos eventos sucedieron cuando ella tenía siete años de edad, cuando
ellos vivían en Juárez, cuando su mamá la dejaba con su padrastro, circunstancias
las anteriores que al emitir su dicho la víctima fue coincidente en mencionarlos en
su intervención en juicio.

Además, debe de tomarse en cuenta que la perito en psicología apreció


directamente a la pasivo, mediante la entrevista que le realizó, escuchando su
17
relato y realizando los exámenes que consideró pertinentes para estimar la
credibilidad de su dicho, de tal manera que la conclusión a la que arribó la experta,
en el sentido de que fue confiable su dicho, contando con daño psicológico,
presentando datos y características de haber sido víctima de agresión sexual,
constituye prueba eficaz para corroborar la acusación de la víctima, por ende, al
tomar en cuenta que el ilícito materia de acusación es de naturaleza oculta y que
existen indicadores objetivos en la prueba en psicología practicada a la pasivo,
permiten concluir que el relato de la pasivo no está aislado, sino que se corrobora.

Entonces, de lo actuado en juicio y de lo debatido por las partes, no se


desprende impedimento para conferirle valor jurídico a lo expuesto por la referida
experta, pues debido a sus funciones, determinó el estado emocional de la pasivo,
luego de los hechos denunciados, y conforme a ellos, se determinó que la pasivo
presentó un daño psicológico, además de considerarse confiable su dicho,
resaltándose de esa opinión técnica que presentaba datos y característica de haber
sido víctima de agresión sexual, proporcionando información relevante para
conocer la verdad del acto motivo de estudio, con base al interrogatorio de las
partes, por ende, su manifestación debe ser adminiculada al resto del material
probatorio desahogado en juicio, produciendo veracidad en relación a la existencia
del evento materia de acusación.

Declaró en juicio Mario Alberto Delgado Ávila, quien dijo.


Que laborar en la Agencia Estatal de Investigaciones, asignado a Juárez, Nuevo
León; que compareció porque se le solicitaba investigar los hechos y recabar fotografías de
donde sucedieron los hechos; que acudió al domicilio ubicado en calle Plan de Ayutla,
número 824, colonia Benito Juárez, en Benito Juárez, Nuevo León, donde se entrevistó con
Maribel Álvarez, la cual le manifestó que esa era el domicilio en el que habían suscitado los
hechos y él recabó fotografías, realizó entrevistas a vecinos quienes le manifestaron no
saber de los hechos; señaló que el domicilio es de una planta, color material concreto, que
si se ve de frente lado izquierdo tiene una ventana, en el centro una puerta blanca,
mencionando que anexó las fotografías al oficio, el cual realizó en julio del 2020. Al
mostrarle diversas imágenes fotográficas, el testigo señaló que se trató el lugar de los
hechos que hizo referencia, reconociéndolo como el lugar que graficó.
A preguntas de la defensa, el testigo refirió que el lugar de los hechos no estaba
resguardado, ni acordonado, que no encontró algún indicio relacionado con el hecho que se
investiga debido a que no lo procesó, que no encontró algún indicio que se relacionara con
Samuel, que no encontró algún indicio que se relacionara con la menor, que no ingresó al
lugar que le señalaron, mencionó que con haber estado afuera de un domicilio no se puede
determinar la existencia de la relación entre un hecho y una persona, mencionó que sabe
que el domicilio pertenece a Maribel Álvarez debido a que ella se lo manifestó, que no le
consta que en el lugar hubiera vivido Maribel, la menor, ni Samuel; mencionó que ninguno
de los testigos le hizo mención del investigado, debido a que Maribel denunció los hechos,
él ya no tuvo necesidad de corroborarlos.

A esa narración, la Jueza natural le confirió eficacia jurídica, no obstante


que no le constan los hechos materia de acusación, pero sí hizo referencia al lugar
donde acontecieron los mismos, corroborando de esa manera lo dicho por la
víctima y la ofendida.

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SE DICTA SENTENCIA

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Opinión la anterior con la que se coincide, pues a dicha declaración, se le
estima con eficacia jurídica, en términos de los artículos 259, 265, 359 y 402, del
Código Nacional de Procedimientos Penales, pues si bien, no narró aspectos
relativos al acto reprochado al acusado, sí refiere la existencia del inmueble
ubicado en calle Plan de Ayutla, número 824, colonia Benito Juárez, en Benito
Juárez, Nuevo León, recabándose esa información conforme al interrogatorio de las
partes, sin que exista en juicio, prueba que demerite su contenido.

De manera que la anterior información, dado el evento delictivo materia de


acusación, no puede ser estudiada de manera individual, sino que su eficacia
probatoria radica al ser analizada junto a las demás pruebas de cargo, y de esa
manera, al demostrar la existencia del inmueble afecto al juicio, está relacionada
con el evento delictivo en estudio, por ende, dada la mecánica del evento materia
de estudio, lo dicho por la víctima y la ofendida se corroboró con lo dicho por el
mencionado elemento investigador.

Se incorporó a juicio la siguiente documental vía lectura.


Acta de nacimiento de D. A. M. A., que obra en el libro número 3, del Archivo
General del Registro Civil, asentada en el acta número 455, con fecha de nacimiento 11 de
diciembre de 2009, levantada por el oficial 1 del Registro Civil, residente en Cadereyta
Jiménez, Nuevo León.

La anterior prueba la Jueza natural la estimó con eficacia demostrativa, al


ser un documento público, sin haber sido impugnado como falso.

Medio de convicción que se estima correctamente valorado por la autoridad


de origen, pues fue incorporada por la representación social conforme a lo marcado
por la ley, sin que su contenido fuera controvertido, ni desvirtuado por el acusado,
ni su defensor, lográndose desprender la edad de la pasivo, y que al realizar las
operaciones aritméticas correspondientes, al día de los eventos materia de
acusación (noviembre del 2020), se evidencia que la pasivo contaba con 07 (siete)
años de edad, lo que permite apreciar el dicho de la víctima conforme al interés
superior del menor, pues como se dijo, al momento de los evento, era menor de
edad y por ende, a través de ella, le da credibilidad y veracidad al resto de las
pruebas desahogadas en juicio.

Advirtiéndose del juicio que durante su desarrollo, fueron incorporadas


diversas imágenes fotográficas mostradas a los testigos.

Medios de convicción que fueron incorporados por las partes, conforme a lo


marcado por la ley, sin que fueran desvirtuados por el acusado, ni su defensor,
siendo que a través de las fotografías y conforme al principio de inmediación, la
autoridad de origen logró apreciar, en la parte que nos interesa, el lugar de los

19
hechos motivo de acusación, por lo que a través de ellas, le dan credibilidad y
veracidad al resto de las pruebas desahogadas en juicio.

Al haber examinado en lo individual, como en su conjunto, las anteriores


pruebas de cargo, y al coincidir con el valor jurídico que la resolutora les dio a
aquéllas, apreciándolas según la libre convicción, extraída de la totalidad del debate
generado entre las partes, se considera que lo dicho por la víctima, está
corroborado con el resto de las pruebas analizadas, al grado de ser suficientes para
determinar las circunstancias en que ocurrió el hecho materia de acusación, esto,
conforme a lo establecido por el Ministerio Público en su acusación.

De manera que a través de las referidas pruebas reseñadas y valoradas, en


forma lógica, jurídica y natural, permiten llegar a la plena convicción que el evento
en estudio se originó a raíz de una acción humana, pues como lo estableció la
resolutora, se demostró más allá de toda duda razonable el siguiente hecho:

Que durante el mes de mayo a junio de 2017, en el interior del domicilio


ubicado en calle Plan de Ayutla, número 824, colonia Infonavit Benito Juárez, en
Juárez, Nuevo León, la pasivo D. A. M. A., en ese entonces de 7 (siete) años de
edad, se encontraba a solas con el activo, quien era la pareja sentimental de su
madre Maribel Álvarez Peña, a virtud de que en ese momento ella se encontraba
laborando, y que los hechos se suscitan entre las 18:00 y 20:00 horas, y se hacen
consistir en que el activo a quien la pasivo veía como su padrastro realizó
tocamientos en los pechos y la vagina de la pasivo, en ocasiones por encima de su
ropa o sin ropa, y que eso sucedía cuando le decía que se metiera a bañar, esto
cuando ella ya había salido de la escuela; y que en una ocasión cuando la pasivo le
refirió a su padrastro que tenía hambre y en ese momento el sacó su pene y le dijo
a la menor que se lo chupara, a lo que ella se negaba, sin embargo el activo tomó
la cabeza de la menor, la agachó e introduce el pene en la boca de la menor.

Sin que pase desapercibido que en los hechos materia de acusación, se


estableció, entre las agresiones sexuales que recibió la víctima, que el activo, le
realizó tocamientos en todo su cuerpo y en otras ocasiones en sus partes íntimas,
tanto en su vagina y sus glúteos, mientras que en los hechos que se tuvieron por
demostrados en juicio, entre las agresiones sexuales, se aclaró que los tocamientos
se realizaron en su vagina, pero también, se realizaron tocamientos en los pechos
de la pasivo, pero ello no quiere decir que se está modificando o alterando los
hechos materia de acusación, sino más bien, se debió a una aclaración que realizó
la pasivo al momento de rendir su declaración en juicio, ya que en base al
interrogatorio de las partes, la víctima señaló que el activo le tocaba los pechos y su
vagina, a veces por arriba de la ropa o a veces sin ropa, por lo cual, se estima que
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la autoridad de origen, se ajustó a los hechos materia de acusación, y a la
información que se produjo en juicio, sin que dicha aclaración perjudique los
derechos del sentenciado.

Así, conforme a las pruebas allegadas por la representación social, se


desprende más allá de toda duda razonable, que en el caso en estudio, los hechos
se suscitaron en la forma y términos establecidos en el fallo recurrido, pues existió
una correcta relación entre la acusación del Ministerio Público, y la información que
proporcionó a través de las pruebas desahogadas en juicio.

Justificándose de tal manera, que en las circunstancias mencionadas, el


activo introdujo su miembro viril, vía oral a la pasivo, además, dicho activo, ejecutó
en contra de una menor de edad, un acto erótico sexual, sin el propósito directo e
inmediato de llegar a la cópula, para lo cual, el activo aprovechó la confianza que
se le depositó por afecto, conductas las anteriores que se definen como los delitos
de Equiparable a la violación y Atentados al pudor, previstos respectivamente por
los artículos 268 y 259, ambos del Código Penal del Estado vigente al momento de
los hechos, pues las pruebas antes mencionadas, fueron valoradas correctamente
por la resolutora, contando con eficacia jurídica atento a lo marcado por los
artículos 265, 359 y 402, del Código Nacional de Procedimientos Penales, al
otorgarles valor de manera libre y lógica, incorporadas a juicio de manera legal,
satisfaciéndose cada uno de los elementos integradores de los mencionados
ilícitos, sin que exista alguna violación a los derechos del acusado.

Respecto al delito de Equiparable a la violación.


Como lo indicó la resolutora, la conducta del activo, consistió en introducir
su miembro viril, vía oral a la pasivo, quien era menor de edad, dando como
resultado que se realizó un hecho legalmente descrito en la ley, que en el caso
concreto, es el delito de Equiparable a la violación, previsto por el artículo 268 del
Código Penal del Estado, acreditándose los elementos que constituyen dicha figura
delictiva, siendo que dicho numeral señala:

Artículo 268. Se equipara a la violación y se castigará como tal, la introducción por


vía vaginal o anal, de cualquier elemento o instrumento distinto al miembro viril, así como la
introducción de este último por la vía oral, sin la voluntad de sujeto pasivo o aún con la
voluntad de este último oral, sin la voluntad del sujeto pasivo o aún con la voluntad de este
último sin fuera de quince años o menor.

Atento a lo anterior, dicho antisocial está compuesto por: a) que el activo


introduzca su miembro viril, vía oral a la pasivo; b) que dicha acción se realice sin la
voluntad de la pasivo, o aún con la voluntad de ésta última, si fuera de quince años o
menor; y c) nexo causal.

No pasa por desapercibido que la autoridad de origen, en su versión escrita,


estableció como elemento típico para acreditar el mencionado antisocial, que la

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pasivo tuviera quince años o menos, pero del numeral que prevé el delito en
comento, no contempla ese aspecto como tal, sin que ello causa perjuicio a los
derechos del acusado, pues los elementos integradores el delito de Equiparable a
la violación se acreditaron y, para una fundamentación y motivación correcta se
analizarán los elementos indicados por esta alzada de la siguiente manera.

Los elementos del delito se demostraron con la información producida en


juicio, pues de las pruebas referidas en párrafos anteriores, se acreditó que el
activo introdujo su miembro viril, vía oral a la pasivo, al demostrar que bajo las
circunstancias de modo, tiempo y lugar aludidas en los hechos motivo de
acusación, en el interior del domicilio donde habitaba el activo con la pasivo y su
mamá, en una ocasión, el activo sacó su pene y le dijo a la víctima que se lo
chupara, negándose la pasivo, pero el activo tomó la cabeza de la menor,
agachándola e introdujo su pene, en la boca de la pasivo, ella lo mordió y él le dio
una cachetada.

Lo anterior quedó acreditado primordialmente con el dicho de la menor


víctima D. A. M. A., quien señaló que durante el período indicado, luego de que ella
regresaba de clases, y en el interior del domicilio que habitaba con su padrastro y
su mamá, en una ocasión en que ella tenía hambre, el activo sacó su pene y le dijo
que se lo chupara, pero la menor dijo que no, entonces él la agarró de la cabeza, la
agachó, y le introdujo el pene en su boca, aclarando que eso sucedió una sola vez,
pues en otras ocasiones, sólo le hacía tocamientos por arriba de su ropa y otras sin
ropa, señalando también la menor que esos hechos sucedían cuando su mamá no
se encontraba en la casa, ya que estaba trabajando, agregando que no había
comentado nada de lo ocurrido porque él la amenazó, diciéndole que la iba a alejar
de su familia y que iba a matar a su mamá.

Así, de lo dicho por la menor pasivo, se desprende la agresión sexual


materia de acusación, pues relató la manera en que el activo, introdujo su miembro
viril, vía oral a la pasivo, externando la pasivo que ella no quería realizar dicha
acción, advirtiéndose además que la pasivo, es menor de edad, lo que evidencia su
falta de consentimiento y la carencia de los medios necesarios para repeler la
acción en su contra.

Además, dotando de confiabilidad a lo relatado por la víctima, se contó con


lo expuesto por Maribel Álvarez Peña, quien expuso que la pasivo le relató que su
padrastro le realizó diversos tocamientos en su cuerpo, siendo que en la parte que
nos interesa, la menor pasivo le relató que en una ocasión, su padrastro le introdujo
su cosa fe en la boca, refiriéndose al pene, señalando la testigo que esos hechos
que le narró su hija, fueron cuando ella se encontraba laborando, aconteciendo en
el interior del domicilio donde vivían ella, su hija y el activo.
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En efecto, dicha testigo no presenció la agresión sexual materia de


acusación, pero si expuso lo que le narró la pasivo, por lo que al ser comparada
esa información, con lo dicho por la víctima en juicio, se desprende que esta última
fue firme y conteste en todo momento al señalar que el activo, introdujo su pene,
vía oral a la pasivo, dotándole credibilidad y veracidad al relato de la menor pasivo.

Corroborando la anterior información, se contó con el dicho de Giselle


Yanine Cárdenas Fernández, quien en su calidad de perito en el área de psicología,
expuso que la pasivo le refirió una agresión sexual en su domicilio, por su
padrastro, señalándole en la parte que nos interesa, que el activo le hacía
referencia que su pene era un plátano, diciéndole que se lo chupara, y que en una
ocasión, él le empujó su cabeza hacia su parte íntima, refiriéndose a donde él
orinaba y se lo chupó porque le pegó con el cinto; determinando que la pasivo, a
raíz de los eventos que le narró, presentaba una alteración en su estado emocional,
reflejado en un afecto ansioso, de tristeza, derivado de los hechos que le narró,
considerándose confiable su dicho, presentando datos y características de haber
sido víctima de agresión sexual, y en base al estudio que realizó la perito, la edad
de la víctima, características del evento sexual que expuso, además de la relación
de desigualdad con su agresor, consideró que la pasivo presentó daño psicológico.

Es decir, si bien es cierto, dicha experta en psicología no conoció la


agresión sexual que narró la víctima, pero sí determinó que a raíz de ese evento, su
dicho era confiable, presentando daño psicológico.

Luego entonces, a través de las anteriores pruebas, se demostró que el


activo, introdujo su miembro viril, vía oral a la pasivo.

En torno a que dicha acción, se realice sin la voluntad de la pasivo, o


aún con la voluntad de ésta última, si fuera de quince años o menor, en el caso
específico, se demostró tal hipótesis con lo relatado por la menor víctima D. A. M.
A. pues relató que en el período, hora y lugar de los hechos materia de acusación,
fue agredida sexualmente, pues en la parte que nos interesa, como quedó
asentado, indicó que en el 2017, el activo le introdujo su miembro viril, vía oral a la
pasivo, señalando que esos hechos, los realizó su padrastro, en el interior del
domicilio donde vivía ella, su madre y su padrastro, que su padrastro le realizaba
tocamientos en su cuerpo y que en una ocasión, él se sacó su pene, diciéndole que
se lo chupara, pero ella le dijo que no, por lo que él la agarró de la cabeza,
agachándola y le introdujo el pene en su boca, que ella se lo mordió y él le dio una
cachetada, aclarando que esos eventos sucedían cuando su mamá estaba
trabajando, desprendiéndose que ello ocurrió en el contexto de otras agresiones,
pues le realizaba tocamientos en su cuerpo por encima de la ropa y sin ropa,
23
siendo que él la amenazaba, diciéndole que la iba a alejar de su familia y que iba
matar a su mamá.

Es decir, del relato emitido por la pasivo se desprende que la agresión


sexual que fue objeto, se realizó sin su consentimiento, pues así lo externó la
pasivo al señalar que cuando el activo sacó su pene, diciéndole que se lo chupara,
ella dijo que no, que por eso, él la jaló de la cabeza, agachándola y le introdujo el
pene en su boca, que ella se lo mordió y él le dio una cachetada y como se indicó,
debe destacarse que esos eventos acontecían dentro de otra agresiones, pues le
realizaba tocamientos en su cuerpo por encima de la ropa y sin ropa, siendo que él
la amenazaba, diciéndole que la iba a alejar de su familia y que iba matar a su
mamá; advirtiéndose también que al momento del evento, la pasivo contaba con 07
(siete) años de edad, lo que evidencia su falta de voluntad en los hechos materia de
acusación, además, se desprende que la pasivo indicó que la persona que le
realizó dicha acción, fue su padrastro, patentizando un estado de vulnerabilidad de
la pasivo, respecto a su agresor, debido a la relación entre ello; aunado al hecho
que el evento ocurrió en el interior de su domicilio, donde ambos vivían, junto con la
ofendida; aspectos que evidentemente, demuestran sin lugar a dudas, la ausencia
de voluntad de la pasivo, además de demostrar que la pasivo es menor de edad,
actualizándose la hipótesis en estudio.

Corroborándose lo anterior, con lo relatado por la psicóloga Giselle Yanine


Cárdenas Fernández, pues en torno al presente apartado, al entrevistar a la pasivo,
ésta le dijo que los hechos que denunció, sucedieron cuando ella tenía 07 (siete)
años de edad, cuando su mamá la dejaba en su casa con su padrastro,
desprendiéndose además que en su declaración, la señalada perito, tomó en
cuenta la valoración que realizó, la edad de la menor, características del evento
sexual a que fue expuesta la pasivo y la relación de desigualdad con el presunto
agresor, circunstancias que externas la existencia de una condición de
vulnerabilidad de la pasivo, frente al activo, demostrando la ausencia de voluntad
de la pasivo en los actos ilícitos que denunció, además de que dada su edad,
evidencia que no podía repeler la agresión sexual que fue víctima.

Además, se comprueba el supuesto en comento, al tomarse en cuenta el


acta de nacimiento de la pasivo, de la cual se indicó que la fecha de nacimiento de
la pasivo, es el 30 (treinta) de septiembre del 2009 (dos mil nueve), por lo que luego
de realizar las operaciones aritméticas correspondientes, al día de los eventos
materia de acusación (mayo y junio del 2017), se evidencia que la pasivo contaba
con 07 (siete) años de edad, reiterándose así, que la voluntad de la pasivo se
encontraba viciada, dada su minoría de edad, sin contar con una adecuada
capacidad para decidir sobre la agresión sexual que fue víctima.

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Igualmente, de acuerdo a las referidas pruebas, al ser entrelazadas entre sí,
se acreditó satisfactoriamente el nexo causal entre la conducta del activo y el daño
producido, ya que se llega a la convicción que la introducción del miembro viril, vía
oral a la pasivo, sin la voluntad de ésta, además de que la pasivo esa menor de
edad, fue consecuencia directa e inmediata de una causa externa como lo fue la
acción desplegada por el activo, es decir, la afectación a la libertad sexual de la
pasivo, fue provoca por la acción ejecutada por el activo, quien introdujo su
miembro viril, vía oral a la pasivo, nexo a partir del cual, la afectación al bien jurídico
tutelado por la ley, sí se es atribuible al activo.

En torno a la agravante.
Se determinó que en juicio, se acreditó la hipótesis prevista por el artículo
269, último párrafo, del Código Penal del Estado.

Lo anterior se estima correcto, pues se considera que la resolutora atendió


al principio de congruencia que impera en una sentencia, el cual, en esencia, refiere
que tal resolución debe ser armónica consigo misma y con lo debatido en juicio.

Al respecto, cabe destacar que la Suprema Corte de Justicia de la Nación


distingue el principio de congruencia en dos dimensiones: congruencia externa y
congruencia interna. La externa estriba en que las sentencias deben dictarse en
concordancia con la demanda y con la contestación formuladas por las partes,
mientras que la interna se refiere a que no contengan resoluciones ni afirmaciones
que se contradigan entre sí.

Para tal efecto, el artículo 68 del Código Nacional de Procedimientos


penales, prevé que todos los autos y las sentencias, deberán ser congruentes con
la petición o acusación formulada y contendrá de manera concisa los antecedentes,
los puntos a resolver y que estén debidamente fundados y motivados; agrega que
deberán ser claros, concisos y evitarán formulismos innecesarios, privilegiando el
esclarecimiento de los hechos. El diverso 403, fracción VIII, del referido
ordenamiento legal, impone como requisito de la sentencia, que la misma
contendrá la determinación y la exposición clara, lógica y completa de cada uno de
los hechos y circunstancias que se consideren probados y de la valoración de las
pruebas que fundamenten dichas conclusiones. Además el numeral 407 del citado
código, cuyo título señala el de congruencia de la sentencia, establece que el fallo
de condena, no podrá sobrepasar los hechos probados en juicio.

Bajo dichas normas, se considera que la Jueza natural, correctamente


estableció que a través de las pruebas desahogadas en juicio y conforme a los
argumentos de las partes, quedó demostrada la agravante prevista por el artículo
269, último párrafo, del Código Penal del Estado vigente al momento de los hechos,
que establece:

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Artículo 269. (…)
También se aumentará de dos a cuatro años de prisión cuando el responsable
tenga al ofendido bajo su custodia, guarda o educación o aproveche la confianza
depositada en su persona por afecto, amistad, respeto o gratitud, siempre que el inculpado
no sea de los parientes o personas señalados en los párrafos anteriores de este artículo.

En efecto, como lo estableció la autoridad de origen, a través de las pruebas


antes mencionadas, con eficacia jurídica, se demostró que el activo introdujo su
miembro viril, vía oral a la pasivo, para lo cual, el activo aprovechó la confianza que
se le depositó por afecto, pues la víctima veía al activo como su padrastro, al ser
pareja sentimental de su madre en el momento de los hechos y vivían en el mismo
domicilio.

Lo anterior se demostró primordialmente a través del dicho de la víctima, ya


que fue firme y conteste en señalar que la agresión sexual que describió, fue
ejecutada por su padrastro, quien era la pareja sentimental de su mamá, agregando
que habitaban juntos, en el mismo domicilio donde sucedieron los hechos.

Aspecto que se corroboró con lo narrado por Maribel Álvarez Peña, pues a
través del dicho de la menor pasivo, se enteró que los hechos materia de
acusación, los perpetró la expareja de ella, con quien vivió aproximadamente por
ocho años, que vivían ellos y su hija en el inmueble donde sucedieron los hechos,
agregando que la pasivo veía al activo como su padre, ya que ella le decía papá
todo el tiempo.

Además, de acuerdo a lo relatado por la perito en el área de psicología


Giselle Yanine Cárdenas Fernández, se desprende que los hechos que le narró la
menor pasivo, le hizo referencia a que los mismos, fueron cometidos por su
padrastro, pues cuando su mamá la dejaba con su padrastro en su casa.

Pruebas que no fueron rebatidas, ni argumentadas de falsas, al igual que


tampoco se demostró que estuvieron mintiendo o proporcionando información
incorrecta, sin que tampoco ese aspecto de lo manifestado haya sido motivo de
debate por el acusado, ni su defensor, y ante ello, se demostró la agravante en
comento.

Respecto al delito de Atentados al pudor.


Igualmente, como lo indicó la autoridad de origen, el comportamiento
reprochado al activo, al ejecutar en una menor de edad, un acto erótico sexual, sin
el propósito directo e inmediato de llegar a la cópula, resultó típico, es decir, se
adecuó perfectamente a la hipótesis normativa contemplada en el artículo 259 del
Código Penal del Estado vigente al momento de los hechos, que define el delito de
Atentados al pudor, acreditándose los elementos que constituyen dicha figura
delictiva, siendo que dicho numeral señalaba:

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Artículo 259. Comete el delito de atentados al pudor, el que, sin consentimiento de


una persona, sea mayor o menor de edad, o aún con consentimiento de ésta última, ejecute
con ella o logre se ejecute en la persona del activo, o en una persona que por cualquier
causa no pudiere resistir, un acto erótico-sexual, sin el propósito directo e inmediato de
llegar a la cópula.

Atento a lo anterior, dicho antisocial está compuesto por: a) que el activo


realice un acto erótico-sexual, sin consentimiento de la pasivo; b) Que dicho acto, se realice
sin el propósito directo e inmediato de llegar a la cópula; y c) Nexo causal.

Lo anterior es así, pues de las pruebas referidas en párrafos anteriores, se


acreditó que el activo realizó actos eróticos-sexuales, sin consentimiento de
la pasivo, lo cual se acreditó primordialmente con lo vertido por la menor D. A. M.
A., quien en la parte que nos interesa, señaló que en el período motivo de
acusación, su padrastro la tocaba, realizándose esos eventos en el domicilio donde
vivía con su padrastro y su mamá, los cuales sucedían alrededor de las 5 o 6 de la
tarde, cuando ella salía de su escuela, señalando la pasivo que su padrastro le
tocaba sus pechos y su vagina, a veces por encima de la ropa o sin ropa; que eso
pasó varias veces; que en ocasiones él le decía que se metiera a bañar y en la
regadera la tocó, que a veces la tocaba en la recámara de su mamá y de él, y en
otras o veces en su cuarto; que en ocasiones, ella llegaba de la escuela y él le
decía que se metiera a bañar y ella lo hacía porque le daba miedo no hacerle caso,
que a veces la tocaba cuando salía de bañarse, incluso, la menor señaló que en
una ocasión, él le introdujo su pene en la boca, mencionando la pasivo que eso
pasaba cuando su mamá se encontraba trabajando y que cuando pasaba eso, ella
se sentía muy mal, triste, con ganas de decirle a su mamá pero no le decía porque
él la amenazaba, diciéndole que la iba a alejar de la familia y que iba a matar a su
mamá.

Vinculándose a lo anterior, se contó con el relato de Maribel Álvarez Peña


quien en la parte que nos interesa, señaló haber interpuesto una denuncia en
contra de su expareja, porque le realizó tocamientos a su hija, cuando ella se
encontraba trabajando, señalando que esos hechos sucedieron cuando ella se
encontraba trabajando, entre los meses de mayo a junio del 2017, enterándose de
eso porque su hija se los mencionó, pues su hija le confesó que su papá Samuel
cuando ella se metía a bañar y él se metía y le tocaba su cuerpo, por encima de la
ropa y cuando estaba en su recámara, por debajo de la ropa, que la obligaba a
meterse a bañar y le realizaba tocamientos, señalando la testigo que su menor hija
le señaló que en una ocasión, también le introdujo el pene en la boca de la menor,
señalando la testigo que al mencionarle eso su hija, esta última estaba nerviosa,
desesperada, que no comía, llorando y temblando, agregó que su menor hija le
señaló que no le había dicho nada porque él la tenía amenazada de que si le
contaba algo, él la iba a matar y a toda su familia, que les iba a hacer daño, por lo
27
cual, tenía miedo por esas amenazas, narrándole su hija que los hechos sucedieron
en la casa donde vivían ellos

Además, se contó con lo depuesto por Giselle Yanine Cárdenas Fernández,


quien en su calidad de perito en el área de psicología señaló haber realizado un
dictamen psicológico en la menor pasivo, misma que le narró los hechos que
denunció, y que consistieron medularmente en que al tener la entrevistada 07
(siete) años de edad, su mamá la dejaba en la casa con su padrastro, y luego de
llegar de la escuela, él la metía a bañar, y él se metía con ella a la regadera,
tocándole sus partes íntimas, y que en una ocasión, él le empujó la cabeza hacia su
parte íntima, refiriéndose a donde él orinaba, que se lo chupó porque le pegó con
un cinto, señalando la perito que a raíz de esos eventos, determinó que presentó
una alteración en su estado emocional, derivado de los hechos que narró,
considerándose confiable su dicho, presentando daños y características de haber
sido agredida sexualmente, con sentimientos de vergüenza y tristeza, señalando
también que para emitir su opinión, tomó en cuenta la edad de la menor,
características del evento sexual al que fue expuesta, además de la relación de
desigualdad con el presunto agresor y el estado emocional que presentó al narrar
los hechos de naturaleza sexual, considerándose que presentó daño psicológico.

Aunado a lo anterior, se le suma el contenido del acta de nacimiento de la


menor pasivo, de la que se desprende que tiene como fecha de nacimiento el 30
(treinta) de septiembre del 2009, es decir, que al realizar las operaciones
aritméticas correspondientes, se deduce que al momento de los acontecimientos
ejecutados en su contra, la menor pasivo contaba con 07 (siete) años de edad, lo
que evidencia que esos actos ejecutados en su contra, se llevaron a cabo sin la
voluntad de la pasivo.

Luego entonces, a través de las referidas pruebas, se acreditó la realización


de un acto erótico-sexual, sin la voluntad de la pasivo.

Con relación a la realización de dicho acto erótico-sexual, sin el


propósito directo e inmediato de llegar a la cópula, tal circunstancia se
demostró, dada las características de los eventos delictivos descritos por la víctima,
pues medularmente, señaló que bajo las circunstancias de ejecución de los hechos
atribuidos al acusado, su padrastro la tocaba, que le tocaba sus pechos y su
vagina, a veces por encima de la ropa o sin ropa, que eso pasó en varias
ocasiones, desprendiéndose de su testimonio que especificó que en una ocasión, él
le introdujo su pene en la boca, pero que eso sucedió en una ocasión, y que los
tocamientos sucedieron varias veces.

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Corroborando dicha situación, se desahogó el testimonio de Maribel Álvarez
Peña, quien en la parte que nos interesa, medularmente mencionó que interpuso
una denuncia en contra de su expareja, porque su hija le confesó que su padrastro
le había realizado tocamientos, que eso sucedía cuando ella se encontraba
trabajando, que su hija le comentó que el activo la mandaba a bañarse y él se
metía con ella y le tocaba su cuerpo por encima de la ropa y también por dejaba de
la ropa, a veces cuando estaban en la recámara.

Aunado a lo anterior, se toma en cuenta lo expuesto por la perito en


psicología Giselle Yanine Cárdenas Fernández, quien luego de realizar los
exámenes que consideró pertinentes, determinó que el dicho de la menor pasivo
era confiable, presentando datos y características de haber sido víctima de
agresión sexual, presentando daño psicológico a raíz de los hechos de naturaleza
sexual que narró.

De manera que a través de las referidas pruebas, con valor probatorio


mencionado en párrafos anteriores y que en óbice de repeticiones innecesarias, se
tiene por reproducido en este apartado, permite demostrar la hipótesis en comento,
es decir, que el activo realizó actos eróticos sexuales, en la menor pasivo, sin el
propósito directo e inmediato de llegar a la cópula, sin que se desprende del juicio
algo diverso.

Asimismo, de acuerdo a las citadas pruebas, al ser entrelazadas entre sí, se


acreditó satisfactoriamente el nexo causal entre la conducta del activo y el daño
producido, al llegarse a la convicción que el acto erótico-sexual, ejecutado en
contra de la pasivo, sin el propósito directo e inmediato de llegar a la cópula, fue
consecuencia directa e inmediata de una causa externa como lo fue la acción
desplegada por el activo, pues el activo, le realizó tocamientos en su pecho y en la
vagina de la menor pasivo por encima de la ropa, y en ocasiones, por debajo de la
ropa, siendo que por la edad de la pasivo, carecía de voluntad para que se
ejecutara dicha acción.

En torno a la primer agravante.


Igualmente, se tuvo por acreditada la hipótesis prevista por el artículo 269,
último párrafo, del Código Penal del Estado, lo cual se estima correcto, pues como
quedó señalado en párrafos anteriores y cuyos argumentos se tienen por
reproducidos en este apartado, la resolutora atendió al principio de congruencia que
impera en una sentencia, el cual, en esencia, refiere que tal resolución debe ser
armónica consigo misma y con lo debatido en juicio.

Entonces, se considera que la Jueza natural, correctamente estableció que


a través de las pruebas desahogadas en juicio y conforme a los argumentos de las

29
partes, quedó demostrada la agravante prevista por el artículo 269, último párrafo,
del Código Penal del Estado, que establece:

Artículo 269. (…)


También se aumentará de dos a cuatro años de prisión cuando el responsable
tenga al ofendido bajo su custodia, guarda o educación o aproveche la confianza
depositada en su persona por afecto, amistad, respeto o gratitud, siempre que el inculpado
no sea de los parientes o personas señalados en los párrafos anteriores de este artículo.

En efecto, como lo estableció la autoridad de origen, a través de las pruebas


antes mencionadas, con eficacia jurídica, se demostró que el activo, realizó un acto
erótico-sexual, en contra de la pasivo, sin el propósito directo e inmediato de llegar
a la cópula, para lo cual, el activo aprovechó la confianza que se le depositó por
afecto, pues la víctima veía al activo como su padrastro, al ser pareja sentimental
de su madre en el momento de los hechos y vivían en el mismo domicilio.

Lo anterior se demostró primordialmente a través del dicho de la víctima, ya


que fue firme y conteste en señalar que la agresión sexual que describió, fue
ejecutada por su padrastro, quien era la pareja sentimental de su mamá, agregando
que habitaban juntos, en el mismo domicilio donde sucedieron los hechos.

Aspecto que se corroboró con lo narrado por Maribel Álvarez Peña, pues a
través del dicho de la menor pasivo, se enteró que los hechos materia de
acusación, los perpetró la expareja de ella, con quien vivió aproximadamente por
ocho años, que vivían ellos y su hija en el inmueble donde sucedieron los hechos,
agregando que la pasivo veía al activo como su padre, ya que ella le decía papá
todo el tiempo.

Además, de acuerdo a lo relatado por la perito en el área de psicología


Giselle Yanine Cárdenas Fernández, se desprende que los hechos que le narró la
menor pasivo, le hizo referencia a que los mismos, fueron cometidos por su
padrastro, pues cuando su mamá la dejaba con su padrastro en su casa.

Pruebas que no fueron rebatidas, ni argumentadas de falsas, al igual que


tampoco se demostró que estuvieron mintiendo o proporcionando información
incorrecta, sin que tampoco ese aspecto de lo manifestado haya sido motivo de
debate por el acusado, ni su defensor, y ante ello, se demostró la agravante en
comento.

En torno a la segunda agravante.


También, del fallo materia de grado, se desprende que se consideró
acreditada, la agravante prevista por el diverso 260, segunda hipótesis, del Código
Penal del Estado vigente al momento de los hechos, misma que establece:

Artículo 260. (…) Si el delito se ejecutare con violencia física o moral, se le


impondrán de dos a seis años de prisión, y multa de seis a quince cuotas.

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Para los efectos de la violencia moral a que se refiere el párrafo anterior, y sin
constituir una limitación, siempre se entenderá que existe aquélla cuando el responsable
tenga las condiciones que previene el artículo 269.

En vista de lo anterior, se debe de mencionar el contenido del señalado


artículo 269 del Código Penal del Estado, que establece:

Artículo 269. Las sanciones señaladas en los artículos 260, 263, 266, 267, 268, 271
bis 1 y 271 bis 3, se aumentarán al doble de la que corresponda, cuando el responsable
fuere alguno de los parientes consanguíneos, afines o civiles en línea recta sin límite de
grado o en línea colateral hasta el cuarto grado, o las personas a las que se refieren los
artículos 287 bis y 287 bis 2; asimismo, perderá el derecho a ejercer la patria potestad,
tutela, curatela y los derechos hereditarios o de alimentos que pudiera tener sobre la
persona agredida.
El aumento será de dos a cuatro años de prisión, cuando el responsable ejerciera
cualquier forma de autoridad sobre el ofendido, siempre que no se encuentre en los
supuestos de los parientes o personas señalados en el párrafo anterior, o cometiera el delito
al ejercer su cargo de servidor público, de prestador de un servicio profesional o empírico o
de ministro de culto.
También se aumentara de dos a cuatro años de prisión cuando el responsable
tenga al ofendido bajo su custodia, guarda o educación o aproveche la confianza
depositada en su persona por afecto, amistad, respeto o gratitud, siempre que el inculpado
no sea de los parientes o personas señalados en los párrafos anteriores de este artículo.

Conforme a lo anterior, se estima que la autoridad de origen, estuvo en lo


correcto al acreditar que el delito de Atentados al pudor, se ejecutó con violencia
moral, al haberse actualizado una de las hipótesis previstas por el referido numeral
269 del código punitivo del estado, pues como ya quedó establecido, el activo
aprovechó la confianza que se le depositó por afecto, pues la víctima veía al activo
como su padrastro, al ser pareja sentimental de su madre en el momento de los
hechos y vivían en el mismo domicilio.

Lo anterior se demostró a través de las pruebas desahogadas juicio, como


fue lo declarado por la víctima, así como lo dicho por Maribel Álvarez Peña, a lo
cual se les adminicula lo indicado por Giselle Yanine Cárdenas Fernández, cuyo
contenido se tiene por reproducido en este apartado en óbice de repeticiones
innecesarias, al haberse señalado en párrafos anteriores y de las cuales, se
desprendió que la víctima veía al activo como su padrastro, pues era la pareja
sentimental de su mamá y habitaban juntos en el mismo domicilio donde
sucedieron los hechos.

Dicho lo anterior, a través de las referidas pruebas, se acreditaron los


delitos de Equiparable a la violación y Atentados al pudor, previsto el primero
por el artículos 268, en relación al diverso 269, último párrafo, y el segundo
establecido por el numeral 259, en relación a los diversos 269 último párrafo, 260,
primer párrafo, segunda hipótesis, todos del Código Penal del Estado, vigente al
momento de los hechos, al demostrarse que el activo introdujo su miembro viril, vía
oral a la pasivo, además, dicho activo, ejecutó en contra de una menor de edad, un
acto erótico sexual, sin el propósito directo e inmediato de llegar a la cópula, para lo
cual, el activo aprovechó la confianza que se le depositó por afecto.
31
Igualmente, se acreditó que la acción desplegada por el activo, resultó
antijurídica, porque a tal acto no lo amparó ninguna de las causas de justificación
referidas en los artículos 17 y 18 del Código Penal del Estado.

También, resulta evidente que la acción en análisis es dolosa, pues en


términos del artículo 27 del Código Penal del Estado, se obtiene que el acusado
penetró voluntariamente al terreno delictual, ejecutando intencionalmente hechos
sancionados como delitos, pues en forma consciente, quiso los resultados
producidos, es decir, el activo introdujo su miembro viril, vía oral a la pasivo,
además, dicho activo, ejecutó en contra de una menor de edad, un acto erótico
sexual, sin el propósito directo e inmediato de llegar a la cópula, para lo cual, el
activo aprovechó la confianza que se le depositó por afecto.

Asimismo, del juicio, no se advirtió en el sentenciado algún indicio de


inimputabilidad, al momento de los hechos, como al día de hoy; a lo que se suma
que no se acredita alguna causa de inculpabilidad de las previstas por la norma
sustantiva de la materia; por ende, el factor culpabilidad también se actualiza.

Por lo tanto, se acreditó la existencia de una conducta, misma que resultó


típica, antijurídica y culpable, demostrándose en el presente caso, los ilícitos de
Equiparable a la violación y Atentados al pudor, previsto el primero por el artículos
268, en relación al diverso 269, último párrafo, y el segundo establecido por el
numeral 259, en relación a los diversos 269 último párrafo, 260, primer párrafo,
segunda hipótesis, todos del Código Penal del Estado, vigente al momento de los
hechos, tal como lo señaló la autoridad de origen, quedando firme esta parte del
fallo impugnado.

Responsabilidad penal.
Siguiendo este orden, se determina que con base a las pruebas producidas
y desahogadas en juicio, existen elementos de cargo suficientes para acreditar la
plena responsabilidad de Samuel Cruz Luis, en la comisión de los delitos de
Equiparable a la violación y Atentados al pudor, en perjuicio de la menor D. A. M.
A., en términos del artículo 39, fracción I, del Código Penal del Estado, pues realizó
directamente los mismos.

Lo anterior es así, pues se contó principalmente con el dicho de la víctima D.


A. M. A., quien señaló a Samuel Cruz Luis, como la persona que en el período,
hora y lugar de los hechos materia de acusación, la agredió sexualmente.

Es decir, de lo expuesto por la menor D. A. M. A. se advierte que señaló a


Samuel Cruz Luis como su padrastro, señalando que en la audiencia, era la
persona que traía bigote y barba, vestido con camisa medio gris o blanca

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(acusado), declarando la menor pasivo que su padrastro la tocaba, sucediendo
esos hechos entre mayo y junio de 2017, en el domicilio donde vivía ella, su madre
y su padrastro, señalando que cuando ella salía de la escuela, su padrastro le
tocaba su pecho y su vagina, a veces por encima de la ropa o sin ropa, que en una
ocasión, ella dijo que tenía hambre y su padrastro se sacó el pene, diciéndole que
se lo chupara, pero ella le dijo que no, pero él le agarró la cabeza, agachándola y le
introdujo el pene su boca, aclarando la pasivo que eso sucedió una sola vez y lo
demás, varias veces, mencionando que eso pasaba cuando su mamá estaba
trabajando, que no decía nada, porque él la amenazaba, diciéndole que la iba a
alejar de la familia y que iba a matar a su mamá.

De tal manera, que a partir de esa declaración, se desprende que existe la


imputación firme y directa en contra del acusado Samuel Cruz Luis, como la
persona que le introdujo su miembro viril, vía oral a la pasivo, además, dicho
acusado, ejecutó en contra de la víctima menor de edad, un acto erótico sexual, sin
el propósito directo e inmediato de llegar a la cópula, para lo cual, el citado acusado
aprovechó la confianza que se le depositó por afecto.

Dotándole de confiabilidad, credibilidad y veracidad a la imputación de la


pasivo, se contó con lo expuesto por Maribel Álvarez Peña, quien en la parte que
nos interesa, señaló haber interpuesto una denuncia en contra de su expareja
Samuel Cruz Luis, porque su menor hija le confesó que su padrastro (acusado), le
había hecho tocamientos cuando ella estaba trabajando, que su hija le confesó que
Samuel le decía que se metiera a bañar, y él se metía con ella, tocándole su cuerpo
por encima de la ropa y por debajo de la ropa, mencionándole su hija que en una
ocasión, él le introdujo su pene a la boca de su hija, narrándole esta última que
esos hechos sucedían en el domicilio donde vivían Samuel, ella y su hija; aclarando
la testigo que el acusado y su hija tenían una relación de padre e hija, ya que ella le
decía papá todo el tiempo.

En ese sentido, como se indicó en el fallo impugnado y en forma similar en


la presente determinación, si bien, la señalada testigo no presenció los hechos
materia de acusación, pero no por ello se demerita su declaración, sino por el
contrario, al comparar su contenido con lo relatado por la víctima en juicio, se
deprende que esta última fue firme y conteste en señalar los eventos materia de
acusación, así como la persona que realizó los mismos, luego entonces, corrobora
lo dicho por la menor víctima, haciendo creíble y verosímil su declaración,
dotándole de eficacia probatoria la imputación que realizó la pasivo en contra del
acusado como la persona que realizó la agresión sexual materia de acusación.

Igualmente, dotándole de credibilidad a lo expuesto por la menor víctima, se


cuenta con lo narrado por la perito en psicología Giselle Yanine Cárdenas

33
Fernández, quien luego de examinar a la pasivo, determinó que esta última, a raíz
de los eventos que denunció, presentó un afecto de ansiedad, temor y tristeza, con
datos y características de haber sido víctima de agresión sexual, determinando que
el dicho de la pasivo era confiable, determinando que la pasivo, a raíz de la
agresión sexual que le narró, contaba con daño psicológico.

Luego entonces, si bien de dicha prueba no se desprende señalamiento


directo en contra del acusado, pero sí da certeza y credibilidad a la declaración de
la víctima D. A. M. A., quien como quedó indicado, reconoció al acusado como su
padrastro, señalándolo como la persona que en las circunstancias de ejecución
motivo de acusación, le introdujo su pene vía oral a la pasivo, además de que le
realizaba tocamientos en su pecho y vagina, por encima y por debajo de la ropa,
esto último sin el propósito directo e inmediato de llegar a la cópula, aprovechando
la confianza que se le confirió al acusado, pues la pasivo lo veía como su padrastro.

De manera que, se comparte la determinación de la resolutora, pues se


considera que las anteriores declaraciones, cuentan con valor probatorio, acorde a
las circunstancias en que sucedieron los actos ilícitos expuestos, además de que el
señalamiento de la menor víctima se consideró confiable y verosímil, al estar
corroborado con el resto de las pruebas de cargo, sin que la ley indique que se
requiera un número determinado de testigos, sino que su valoración se realiza a
través de la libre convicción, de manera lógica, sometido a la crítica racional, en
términos de los artículos 265, 359 y 402 del Código Nacional de Procedimientos
Penales, siendo dichas pruebas apreciadas según su libre convicción, extraída de
la totalidad del debate, de una manera libre y lógica, expresión que resulta ser
merecedora de credibilidad, además de que no se evidenció alguna contradicción
que permitiera detectar falsedad en sus discursos y que además, en su enlace con
el resto de las pruebas incorporadas por la representación social, permiten arribar a
que efectivamente, se acreditaron los delitos materia de acusación y la
responsabilidad del acusado en su comisión, sin que las pruebas incorporadas por
el acusado y su defensor hayan desvirtuado la acusación del Ministerio Público, sin
que tampoco, a través del contrainterrogatorio se modificaran los actos motivos de
acusación, ni tampoco el señalamiento en contra del acusado.

Realizándose una adecuada valoración de las pruebas, sin violentarse


derechos fundamentales del acusado, aplicándose la ley correspondiente y de las
pruebas incorporadas al juicio se permite advertir la suficiencia e idoneidad de ellas
para confirmar la acusación, acreditándose la plena responsabilidad de Samuel
Cruz Luis, en la comisión de los delitos de Equiparable a la violación y Atentados al
pudor, en perjuicio de la menor D. A. M. A.

Sin que pase desapercibido que el acusado, previa plática que tuvo con su
defensor, ejerció su derecho a no declarar; mientras que las pruebas que incorporó,

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como se indicó, se considera que no desvirtuaron la acusación del Ministerio
Público, sin que tampoco, a través del contrainterrogatorio se modificaran los actos
motivos de acusación, ni tampoco el señalamiento en contra del acusado, sin que
se demostrara que el acusado no cometió los hechos materia de acusación, por
ende, lo anterior no desvirtúa el testimonio de la víctima, ni demuestra que esta
última estuviera mintiendo con el ánimo de perjudicarlo por algún odio o rencor.

Además, no es suficiente que el sentenciado alegue que es inocente, ya que


era necesario que esa afirmación esté corroborada con pruebas que lo sustenten,
lo cual no ocurrió, por lo cual, no basta que se manifieste que el acusado es
inocente, y sobre la base de ese dicho anular el valor de las pruebas desahogadas
ya que es menester de quien afirme acreditar eficazmente su aseveración.

Tampoco pasa desapercibido que en juicio, la defensa incorporó las


declaraciones de Isidro Cruz Suárez, Claudia Ivonne Rangel Fonseca, Lorena
Abigail Armas Escareño, Brenda Karina Martínez Flores y Linda Cruz Luis, sin
embargo, en forma similar a lo expuesto por la autoridad de origen, se estima que
la información que proporcionan dichas personas, no corroboran la teoría del caso
de la defensa y por ende, insuficientes para modificar el fallo motivo de grado, pues
de los datos que proporcionan, no se desprende la manera que en se exima de
responsabilidad al acusado, o la manera en que se demuestra que los
acontecimientos no sucedieron de la manera en que lo narró la víctima, pues si
bien, tratan de demostrar que en la época de los eventos, el acusado no vivía con
la víctima y ofendida, pero no hacen referencia a la información producida por la
víctima, sin demostrar que lo referido por esta última haya sido falso o inventado,
con el fin de perjudicar al acusado por algún odio o rencor.

Siguiendo esa idea, lo dicho por los testigos de descargo, no abona ningún
aspecto en beneficio del acusado, pues si bien, externaron información que les
consta de manera directa, sin embargo, no abordan lo narrado por la menor
víctima, es decir, sus dichos no demuestran que los hechos ilícitos no ocurrieron, ni
tampoco exime de responsabilidad al acusado en la comisión de los mismos.

De acuerdo con lo anterior es que se considera que lo vertido por los


testigos de descargo no adquieren eficacia jurídica a fin de demostrar la hipótesis
de inocencia alegada por el recurrente, pues no aportaron información veraz en
torno a la inculpabilidad del acusado, o que éste no haya cometido los hechos que
le reprocharon, sin que tampoco sus respuestas hayan sido encaminadas con los
hechos descritos por la pasivo, sin justificar una incertidumbre racional sobre la
hipótesis de acusación.

Agravios del apelante.


Como se indicó, el fallo condenatorio fue motivo de inconformidad por el
sentenciado, quien medularmente alegó que no se acreditaron los elementos del
35
delito de Equiparable a la violación; sin que se valorara correctamente la
declaración de la menor víctima; agregando que se valoraron de manera inexacta el
resto de las pruebas de cargo, además, de que se violentaron sus derechos
humanos; señalando el apelante que el dictamen psicológico practicado a la víctima
no se realizó conforme a los protocoles de ley; concluyendo que se incumplió con
los requisitos para la emisión de una sentencia condenatoria.

Contestación de los agravios


De los agravios formulados por el apelante se desprende que hace alusión
de manera general, a que se violentaron sus derechos humanos, pero contrario
a ello, se estima que la determinación apelada no transgrede los derechos
humanos y garantías consagradas en la ley a favor del acusado, pues si bien el
artículo 1 Constitucional establece que las normas de derechos humanos, se
interpretarán y aplicarán favoreciendo en todo tiempo a las personas la protección
más amplia, implicando con ello el principio pro persona, sin embargo, ello no
puede entenderse como una exigencia para que se resuelva de conformidad con
las pretensiones de la parte que lo invoque, pues dicha circunstancia no tiene el
alcance de eludir los presupuestos procesales necesarios para la procedencia de la
sentencia absolutoria solicitada, sin verificar el origen de sus pretensiones.

Igualmente, se estima que se respetaron los derechos fundamentales del


acusado, dado que el fallo recurrido se apegó a la legalidad y seguridad jurídica,
cumpliéndose con las formalidades esenciales del procedimiento atento al artículo
14 Constitucional, así como en los tratados internacionales de los que el estado
mexicano es parte, apegándose a los principios y derechos en el procedimiento
reconocidos en el Código Nacional de Procedimientos Penales, respetándose los
derechos del acusado contenidos en el artículo 20 de nuestra Carta Magna.

Lo anterior se estima así, ya que al analizar las constancias que integran la


carpeta judicial, la audiencia de mérito, además del fallo impugnado en su versión
escrita, se desprende que la audiencia de juicio se sustanció por autoridad
jurisdiccional competente, como lo fue la Jueza de Juicio Oral Penal del Estado,
conforme a las disposiciones contenidas en la ley y con las formalidades que la
misma exige, sin que se advierta que dicha juzgadora conociera del asunto
previamente, sin que tampoco lo hayan alegado las partes. El desarrollo del juicio
fue de manera continua, sucesiva y secuencial, verificándose la presencia de las
partes, apreciándose que al inicio de la misma, se verificó que el acusado conociera
y comprendiera sus derechos.

Del mismo modo, se hizo saber a las partes los hechos materia de
acusación y que en una parte de los mismos, tipificaron los delitos de Equiparable a
la violación y Atentados al pudor, previstos con anterioridad a los actos reprochados
al acusado, indicando su participación en los mismos; respecto de lo anterior, se le

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dio la oportunidad de defenderse, pues al reproducir la audiencia de mérito, se
aprecia que el sentenciado estuvo asistido por su defensor, previamente designado,
desahogándose las pruebas antes ofrecidas por la representación social, así como
las pruebas ofrecidas y admitidas previamente por el acusado y su defensa,
procediendo al interrogatorio y contrainterrogatorio correspondiente, además las
partes expusieron sus alegatos de manera oral.

La audiencia de juicio se ciñó a la acusación planteada por el Ministerio


Público, respetándose los principios rectores del proceso penal; no se limitó la
posibilidad de que las partes pudieran debatir los hechos y argumentos de la
contraparte; la resolutora desarrolló la audiencia sin interrupciones que viciaran el
procedimiento, aunado a que la Jueza natural presidió y condujo el juicio en
comento.

Posteriormente, se dictó sentencia, resolviéndose las cuestiones debatidas,


considerándose al sentenciado, como penalmente responsable en la comisión de
los delitos en comento, celebrándose la audiencia de individualización de sanciones
y de reparación del daño, en los mismos términos procesales que la audiencia de
juicio, atendiéndose a lo que se realizó en ella, valorándose las pruebas aportadas
por las partes y que a juicio de la resolutora, fueron suficientes las pruebas
aportadas por el Ministerio Público para desvirtuar la teoría del caso de la defensa.

En consecuencia, no se transgredieron los derechos del sentenciado, pues


no se advierte violación a las formalidades esenciales del procedimiento, ni
tampoco vulneración a los principios de certeza y seguridad jurídica, pues el
acusado y su defensa, tuvieron conocimiento de los hechos atribuidos, teniendo la
oportunidad de defenderse, aportando las pruebas y alegatos que a su interés legal
convino, antes de que se pronunciara sentencia, por lo tanto, el procedimiento en
estudio se llevó a cabo conforme a lo ordenado por la ley.

Contrario a lo expuesto por el inconforme, se aplicó de manera exacta la


ley, porque dicho principio constriñe a la autoridad jurisdiccional a que se abstenga
de imponer, por simple analogía o por mayoría de razón, pena alguna que no esté
decretada por una ley exactamente aplicable al hecho delictivo; y en el presente
caso, la conducta atribuida al acusado, está regulada como los delitos de
Equiparable a la violación y Atentados al pudor, previstos respectivamente por los
artículos 268 y 259, en relación al diverso 260, primer párrafo, segunda hipótesis,
266, 269, último párrafo, todos del Código Penal del Estado vigente al momento de
los hechos, siendo tales disposiciones claros al precisar las conductas reprochables
y las consecuencias jurídicas por la comisión de dichos ilícitos.

Sin que se advierta vulneración al derecho del acusado a la defensa


adecuada, pues como se indicó, estuvo asistido por su defensor, quien tuvo

37
oportunidad de contrainterrogar a los testigos ofertados por la representación
social, desahogándose las pruebas previamente ofrecidas y admitidas por el
acusado y su defensa, después, se dio oportunidad al sentenciado de declarar o
abstenerse de hacerlo, quien previa plática que tuvo con su defensor, optó por
ejercer su derecho a no declarar.

El acusado tuvo como defensa a Gabriel Alejandro Gómez Bello, quien era
licenciado en derecho cuando asistió al acusado en juicio, pues la Jueza de origen,
a través del asistente de sala, verificó que su cédula se encontrara debidamente
inscrita, circunstancia que se verificó en esta alzada al momento de radicar el
presente asunto, comprobándose así que el sentenciado, fue representado por un
profesionista del derecho, en la audiencia de juicio, sin existir violación al derecho
de adecuada defensa, pues se comprobó documentalmente la acreditación jurídica,
legal y suficiente de la condición de licenciado en derecho del referido defensor.

Además, al revisar la audiencia de juicio, se desprende que el defensor del


sentenciado adoptó una postura activa en el desarrollo de la audiencia, pues realizó
el contrainterrogatorio correspondiente, emitiendo las objeciones que a su interés
legal convino, incorporando pruebas de su intención, y no obstante ello, le arrojó la
carga de la prueba al Ministerio Público, además de que expuso su teoría
defensista, exponiendo sus alegatos de clausura de acuerdo a su teoría del caso.

Se alegó de manera general, que se realizó una incorrecta valoración


de las pruebas, pero contrario a ello, se considera que se realizó un acertado
ejercicio de valoración de las pruebas desahogadas, ya que al reproducir la
audiencia en comento, así como en lo plasmado en su versión escrita, se
desprende que la resolutora apreció únicamente lo debatido en juicio, así como las
pruebas incorporadas a la audiencia de mérito, conforme al interrogatorio y
contrainterrogatorio de las partes.

Para acreditar los elementos de los delitos motivo de acusación, así como la
plena responsabilidad del acusado, la resolutora consideró y ponderó las pruebas
desahogadas en juicio, mismas a que se hizo referencia en párrafos anteriores y
que en óbice de repeticiones innecesarias, se tienen por reproducidas en este
apartado; correctamente ponderados por la Jueza natural al seguir los pasos
lógicos que normalmente aceptamos como propios de un pensamiento correcto,
apreciándolos según su libre convicción, extraída de la totalidad del debate, de una
manera libre y lógica, resultando objetivas y claras en sus respuestas a los
cuestionamientos de las partes, narrando los hechos que conocieron, valorados
conforme a lo previsto por los artículos 265, 359 y 402 del Código Nacional de
Procedimientos Penales.

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Apreciándose también de la audiencia de juicio, así como en su versión
escrita, que la autoridad de origen estableció los argumentos con los cuales
consideró que no se demostró la teoría del caso de la defensa.

El inconforme señala que la Jueza natural violentó la imparcialidad,


pero contrario a ello, se estima que la resolutora actuó conforme a lo previsto en la
ley, apegándose principio de imparcialidad judicial, el cual implica de manera
esencial la exigencia de mantenerse ajeno a los intereses de las partes en
controversia, así como de dirigir y resolver los conflictos judiciales sin favorecer
indebidamente a ninguna de ellas, como condición y base protectora de todos los
derechos humanos, careciendo de perjuicios en lo subjetivo y ofrezca garantías
suficientes de índole objetivo que permitan desterrar cualquier duda en torno a su
actuación, sin que se desprenda de la reproducción de la audiencia de juicio alguna
forma de que la resolutora tuviera alguna conexión con la víctima, o la
representación social, para en su caso favorecerles de alguna forma.

Sin que se aprecie que la Jueza de origen actuara guiada por algún prejuicio
personal o ideas preconcebidas en torno al asunto o en contra del acusado, sin que
tampoco se evidenciara alguna actuación que reflejara que se estuviera dando un
trato desigual a las partes, o un trato favorable a la representación social o víctima,
sino que, por el contrario, se considera que la actuación y determinación de la
resolutora fue conforme a lo debatido en juicio, derivado única y exclusivamente de
las pruebas desahogas y de los argumentos generados por las partes, atendiendo a
su competencia y deberes que le son inherentes conforme a la ley.

Así, contrario a lo indicado por el apelante, la Jueza de origen cumplió con


los requisitos de la sentencia, previstos por el artículo 403 del Código Nacional
de Procedimientos Penales, ya que en la parte que nos interesa, asentó las normas
jurídicas que consideró aplicables al caso y expresó los razonamientos jurídicos
que justifican la determinación que asumió, ya que se observa que señaló su
decisión, haciéndose cargo en su motivación de la prueba producida, dando
contestación a lo esbozado por cada una de las partes, sin que se desprenda
alguna violación a los derechos del acusado, sin que tampoco se advierta causa
para la reposición del procedimiento.

Menciona medularmente el apelante que el Ministerio Público no probó


su acusación, alegando que no se probó más allá de toda duda razonable los
delitos, ni la responsabilidad del acusado, pero contrario a ello, y de acuerdo a las
pruebas desahogas, los hechos delictivos quedaron debidamente acreditados por el
Ministerio Público, demostrando las circunstancias de modo, tiempo y lugar de los
delitos motivo de acusación establecidos en juicio y que en óbice de repeticiones
innecesarias, se tiene por reproducido en este apartado, al haberse establecido en
párrafos anteriores.

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De tal manera que se comparte lo expuesto por la Jueza de origen, pues los
hechos materia de acusación, configuran los delitos de Equiparable a la violación y
Atentados al pudor, al demostrarse que el acusado, introdujo su miembro viril, vía
oral a la pasivo, además, el acusado, ejecutó en contra de una menor de edad, un
acto erótico sexual, sin el propósito directo e inmediato de llegar a la cópula, para lo
cual, el activo aprovechó la confianza que se le depositó por afecto, realizando
dicha acción bajo las circunstancias de modo, tiempo y lugar que fueron
establecidas por la autoridad de origen.

También, conforme a las pruebas descritas y analizadas en el fallo recurrido,


con eficacia jurídica de acuerdo con los preceptos de la ley procesal de la materia,
se justificó la plena responsabilidad de Samuel Cruz Luis, en la comisión de los
referidos delitos, de conformidad con el artículo 39, fracción I, del Código Penal del
Estado, al haberlos ejecutado directamente los mismos.

En ese sentido, el Ministerio Público probó su teoría del caso, pues atento a
lo desahogado en juicio, la representación social, cumplió con la carga de la
prueba, demostrando más allá de toda duda razonable que se ejecutó los
mencionados delitos, y también se demostró la responsabilidad del acusado, en la
comisión de los mismos, lo anterior atento a lo marcado por el artículo 21
Constitucional, lo que también se encuentra previsto por el diverso 130 del Código
Nacional de Procedimientos Penales al indicar que la carga de la prueba para
demostrar la culpabilidad corresponde a la parte acusadora, conforme a lo
establecido en el tipo penal, lo anterior de acuerdo a su competencia, deber de
lealtad, objetividad, debida diligencia, aspectos que se cumplieron al no
desprenderse de juicio prueba que demuestre lo contrario, ya que se desahogaron
las pruebas idóneas y eficaces para desvirtuar lo aducido por el apelante.

Siguiendo esa línea, el órgano investigador actuó conforme a sus


atribuciones conferidas por el artículo 21 Constitucional, así como lo previsto por los
numerales 212 y 213 del Código Nacional de Procedimientos Penales, sin que se
demostrara o se alegara que dicha autoridad haya actuado de manera imparcial o
ilegal, ante la noticia criminal, y con base a ello, el Ministerio Público determinó
cuáles pruebas eran las que desahogaría en juicio, sin que ello cause perjuicio al
sentenciado, pues no se afectó su derecho de adecuada defensa, conociendo las
pruebas que se incorporarían a juicio y conforme a ello, pudo ejercer su derecho de
contradicción, aportando la información y prueba que consideró para corroborar su
teoría del caso, lo que en el presente asunto no aconteció.

Sin que se haya acreditado que los testigos de cargo tuvieran algún motivo
de odio o rencor hacia el sentenciado, de lo que pudiera inferirse que su relato haya
sido fabricado con la intención de perjudicarlo; igualmente, la información que se

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produjo en juicio, fue producto de las pruebas que incorporó la representación
social; además, la imputación de la víctima se considera válida y creíble, pues
tampoco es factible presumir que señalaría con ligereza la existencia de un delito y
la identidad del autor de no ser cierto, si tomamos en consideración los eventos
materia de acusación y la edad de la pasivo.

De manera que atendiendo a lo desahogado en juicio, persiste de manera


primordial el dicho de la víctima y por ende, la imputación que realizó en contra del
acusado, como responsable de los hechos denunciados, por lo que atento a lo
previsto por el artículo 402 del Código Nacional de Procedimientos Penales, la
resolutora únicamente apreció lo extraído en el debate, haciéndose cargo de la
información producida en juicio, sin que se hayan demeritado las pruebas de cargo.

No obstante lo anterior, lo indicado por el recurrente no significa que se


deba resolver conforme a sus pretensiones, ni exime al órgano investigador aportar
pruebas de cargo suficientes para acreditar la existencia de los delitos y la
responsabilidad de una persona, tal y como aconteció en el presente asunto, pues
si bien, al dicho de la víctima se le otorgó valor jurídico preponderante, no fue sólo
esa declaración la que se tomó en consideración para emitir el fallo condenatorio,
sino que su dicho se corroboró con las pruebas de cargo incorporadas en juicio,
pues narran circunstancias que rodearon el evento denunciado por la pasivo, y de
esa manera, se desprende que la víctima fue firme y conteste en describir los
hechos que percibió por sí misma, sosteniendo su versión y por ende, sí se
corrobora la versión de la víctima, haciéndola creíble y verosímil.

Expone el apelante que no se demostró el primer elemento del delito de


Equiparable a la violación, pero frente a ello, de la audiencia en comento se
desprende que el órgano acusador allegó las pruebas necesarias y suficientes para
confirmar su acusación, ya que la menor pasivo expuso con sus palabras y
expresiones, cuando el acusado le realizó tocamientos en su pecho y vagina, por
encima de su ropa y por debajo de la ropa, además, fue clara y concreta en señalar
que en una ocasión, el activo le introdujo su pene en la boca, circunstancias que ya
quedaron plasmadas en el presente fallo, en forma similar a lo relatado por la Jueza
natural, argumentos que se tienen por reproducidos en este párrafo en óbice de
repeticiones innecesarias, y que al ser estudiada con lo vertido por su madre, se
considera que fue consistente y firme la pasivo en relatar los hechos, además de
que esos mismos hechos, también lo relató a la perito en psicología, coincidiendo
en esencia con lo que narró la menor en su comparecencia en juicio.

De manera que la introducción del miembro viril, vía oral a la pasivo, sin su
consentimiento, se demostró, pues el dicho de la pasivo se corroboró con el resto
de las pruebas, considerándose creíble y verosímil, sin que los aspectos aludido
por la pasivo hayan sido contradichos o desvirtuados con prueba en contrario.

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Además, señala el apelante que tampoco se acreditó el segundo de los
elementos del delito de Equiparable a la violación, referente a la ausencia del
consentimiento de la víctima, pero contrario a ello, como lo estableció la autoridad
de origen, así como de acuerdo a lo plasmado en el presente fallo y cuyos
argumentos se tienen por reproducidos en este apartado en óbice de repeticiones
innecesarias, tal aspecto se demostró, pues como se mencionó en párrafos
anteriores, la víctima dijo que al momento de los hechos, contaba con 07 (siete)
años de edad, evidenciándose así su falta de voluntad al momento en que fue
agredida sexualmente, además de explicar las circunstancias en que se llevaron a
cabo esos eventos, pues dijo que esos hechos los cometió el activo, cuando su
mamá no estaba en la casa, que cuando pasaba eso, ella se sentía mal, triste, con
ganas de decirle a su mamá, pero que no lo decía porque él la amenazaba que la
iba a alejar de su familia y que iba a matar a su mamá, incluso señaló que cuando
el activo sacó su pene, diciéndole que lo chupara, la víctima refirió que le dijo que
no, por lo que él la agarró de la cabeza, agachándola y le introdujo el pene en su
boca, que ella se lo mordió y él le dio una cachetada, aclarando que esos eventos
sucedían cuando su mamá estaba trabajando, desprendiéndose que ello ocurrió en
el contexto de otras agresiones, pues le realizaba tocamientos en su cuerpo por
encima de la ropa y sin ropa, siendo que él la amenazaba, diciéndole que la iba a
alejar de su familia y que iba matar a su mamá, es decir, se evidencia la falta de
consentimiento de la pasivo para que se llevara a cabo dicha agresión sexual.

Señala el apelante que se valoró de manera incorrecta el dicho de la


víctima, pero dicha manifestación resulta infundada para eximir de responsabilidad
al sentenciado, pues como se mencionó con anterioridad, del interrogatorio
realizado por las partes a la víctima no se advierten contradicciones, sino por el
contrario, fue firme y conteste en señalar las circunstancias en que se llevó a cabo
la agresión sexual por el activo, y dada la naturaleza del evento delictivo en
comento, así como la edad de la pasivo, su narración se le confirió eficacia
probatoria preponderante al estar corroborado su dicho.

Indica el apelante que la pasivo se condujo con falsedad; pero dicha


circunstancia indicada por el apelante es infundada, pues la víctima fue consistente
en exponer los hechos delictivos, al referir que bajo las circunstancias de modo,
tiempo y lugar de los hechos materia de acusación, le realizaron tocamientos en su
pecho y vagina, por encima de la ropa y por debajo de ella, además de que el
activo le introdujo su pene en la boca, haciendo el señalamiento firme y directo en
contra de su padrastro, a quien identificó como Samuel Cruz Luis, como la persona
que realizó esos hechos.

Por lo cual, contrario a lo alegado por el recurrente, se advierte que la


autoridad de origen, llevó a cabo un análisis de la información narrada por la

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víctima, debidamente valorado en términos del artículo 265, 359 y 402 del Código
Nacional de Procedimientos Penales, pues se apreció según su libre convicción, de
manera libre y lógica, obtenida lícitamente e incorporada a debate conforme a las
disposiciones de la referida ley, considerándose veraz lo expuesto por la víctima y
por ende, su dicho se enlazó al resto de las pruebas desahogadas en la audiencia
de juicio y que en su conjunto, crean convicción de que su narración es confiable,
sin que hayan desvirtuado su contenido a través del contrainterrogatorio o por
medio de otro medio de prueba que contradiga su dicho.

Además, como quedó asentado, el dicho de la víctima se valoró conforme a


la obligación que la Constitución y los diversos criterios jurisprudenciales de la
Suprema Corte de Justicia de la Nación impone a la autoridad judicial, relativos al
derecho fundamental de la mujer a una vida libre de discriminación y de violencia,
previstos por el artículo 1 de la Ley Suprema, correlacionado con la norma de
derecho internacional, contenida en el artículo 7 de la Convención Interamericana
para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer, al advertirse de
las pruebas incorporadas por el Ministerio Público presunción sobre la existencia de
cualquier tipo de discriminación contra la mujer, que implica cuestionar la
neutralidad de los actos de autoridad y las normas, a pesar de estar realizados en
una actitud neutral y escritas en un lenguaje "imparcial", y determinar si el enfoque
jurídico formal resulta suficiente para lograr la igualdad; además, es necesario
combinar lo anterior con la aplicación de los estándares más altos de protección de
los derechos de las personas, todo ello con el fin de respetar la dignidad humana y
hacer efectivos los derechos humanos de las mujeres.

Bajo esas consideraciones, la declaración de la víctima del delito requiere


un tratamiento distinto, pues debe realizarse bajo una perspectiva de género, a la
luz del derecho humano que deriva expresamente las obligaciones del Estado
establecidas en la Constitución, así como en la Convención Interamericana para
Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer, y dada esa
circunstancia, no se advierte que estuviera mintiendo, ni tampoco se evidenció
algún odio o rencor en contra del activo con el simple ánimo de perjudicarlo.

Asimismo, partiendo de diversos criterios jurisprudenciales, se ha


determinado que toda autoridad jurisdiccional debe impartir justicia con base en una
perspectiva de género, aun cuando las partes no lo soliciten, a fin de verificar si
existe una situación de violencia o vulnerabilidad que impida impartir justicia de
manera completa e igualitaria. Además, tampoco se desahogó prueba que demerite
el valor probatorio preponderante de la víctima, ni tampoco su dicho en la audiencia
fue desvanecido a través del contrainterrogatorio de la defensa, ni del acusado.

Conforme a lo anterior, el testimonio de la víctima de los delitos que


involucren actos de violencia sexual contra la mujer debe ser valorado con una

43
perspectiva de género a fin de evitar afirmaciones, insinuaciones y alusiones
estereotipadas, que generen en el ánimo del juzgador una inexacta valoración que
reste credibilidad a la versión de la víctima, sin advertirse algún indicador o prueba
que demostrara que estuvieran mintiendo.

Reiterándose que se debe de considerar la calidad de la víctima del delito,


quien al momento del evento era menor de edad, y en ese sentido, se tomaron las
medidas encaminadas a garantizar el pleno respeto de los derechos de la pasivo.

Además, frente a lo anterior, del juicio no se aportó alguna información o


prueba con la finalidad de que se omitiera realizar el estudio de la declaración de la
víctima con perspectiva de género o conforme al interés superior del menor, sin que
tampoco se demostrara que lo considerado por la autoridad de origen, haya
afectado los derechos del acusado.

En efecto, lo declarado por la víctima de los delitos es apto para demostrar


los actos ejecutados en su contra y que consistieron medularmente en que el
acusado, introdujo su miembro viril, vía oral a la pasivo, además, el acusado,
ejecutó en contra de una menor de edad, un acto erótico sexual, sin el propósito
directo e inmediato de llegar a la cópula, para lo cual, la pasivo veía al activo como
su padrastro, por ser pareja sentimental de su madre y que en el momento de los
hechos vivían en el mismo domicilio, siendo que la citada pasivo fue clara, firme y
conteste en señalar que aquéllos hechos, fueron cometidos por el sentenciado;
circunstancias de las cuales, no existe prueba en contrario, sin que tampoco exista
información que afecte su credibilidad, pues se desprenden los hechos materia de
acusación, así como el señalamiento firme y directo en contra del acusado como la
persona que los ejecutó.

En ese sentido, la pasivo señaló con precisión las circunstancias de modo,


tiempo y lugar en que sucedieron los eventos delictivos, sin que se hubiese
advertido inconsistencia o variaciones fundamentales que hagan dudar de su dicho,
además, como se mencionó, su declaración no se encontraba aislada, sino que
existen otros elementos probatorios que la robustecieron, además su dicho fue
persistente, ya que al reproducir la audiencia de mérito, se advierte que fue firme en
su postura al señalar al acusado como la persona que la agredió sexualmente, sin
que al contrainterrogatorio de la defensa se manifestara alguna contradicción o
duda, sino por el contrario, se manifestó la persistencia de su acusación.

Bajo ese tenor, contrario a lo aludido por el apelante, al reproducir la


declaración de la pasivo, se apreció que la pasivo, con sus palabras expuso los
eventos delictivos que describió, denotando naturalidad en su dicho, espontaneidad
en su relato, con un tono de voz acorde a la naturaleza de los acontecimientos

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narrados y dada su edad, esto al tomar en cuenta el sentido común, aceptado como
válido en esta clase de asuntos de índole sexual.

Igualmente, contrario a lo expuesto por el inconforme, no se acreditó que la


víctima tuviera algún motivo de odio o rencor hacia el sentenciado, de lo que
pudiera inferirse que su relato haya sido fabricado con la intención de perjudicarlo.
Igualmente, la información de la víctima no se extrajo de una conjetura, sino del
análisis completo de su testimonio en base al interrogatorio y contrainterrogatorio
de la representación social, así como de la defensa del acusado.

Además, la imputación de la víctima se considera válida y creíble, pues


tampoco es factible presumir que señalaría con ligereza la existencia de un delito y
la identidad del autor de no ser cierto, si tomamos en consideración que, en la
actualidad, aún existen circunstancias personales inhibitorias para denunciar los
delitos de índole sexual, como la culpa y la vergüenza que sufren las víctimas.

De manera que atento a lo desahogado en juicio, persiste el dicho de la


víctima, así como la imputación que realizó en contra del acusado, como
responsable de los hechos que narró, pues como se dijo, fue emitida en juicio, en
presencia de las partes, sometida al interrogatorio y contrainterrogatorio de las
partes, ante la Jueza natural conforme al principio de inmediación y contradicción,
por lo que de acuerdo al diverso 402 del Código Nacional de Procedimientos
Penales, la Jueza de origen únicamente puede apreciar lo extraído en el debate,
haciéndose cargo de la información producida en juicio, sin que se haya demeritado
la narración de la pasivo.

Resultando por ende, infundado lo alegado por el apelante, quien mencionó


que no existe prueba para demostrar la responsabilidad del acusado, pues frente a
ello, tal y como aconteció en el presente asunto, al dicho de la víctima le fue
otorgado valor preponderante, pero no fue sólo esa declaración aislada la que se
tomó en consideración para emitir el fallo condenatorio, sino que su dicho se
corroboró con las pruebas de cargo incorporadas en juicio, no obstante que estas
últimas no hayan presenciado los eventos motivos de acusación, pero sí narrar
circunstancias que hacen creíble y verosímil lo relatado por la pasivo y de esta
manera, se desprende que la víctima en todo momento fue firme y conteste en
sostener su versión, así como el responsable de los hechos denunciados.

Sin que pase desapercibido que la única persona que describe los hechos
motivo de acusación fue la víctima, pero hay que recordar que los delitos en
estudio, por su naturaleza, se procuran en la clandestinidad, es decir, comúnmente
se materializan ante la ausencia de testigos, más allá de la víctima y de la persona
agresora, por ende, el dicho de la víctima adquiere relevancia, debiéndose analizar
su narración detenidamente, en conjunto con el resto del material probatorio, a fin

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de concluir si el dicho de la pasivo está corroborado o no, conforme a la información
que la rodea, relevando con ello si su versión es creíble y verosímil.

Así, con apego a las normas Constitucionales, este Tribunal coincide con el
valor probatorio otorgado al dicho de la víctima, lo cual no rebasa los derechos
fundamentales del sentenciado, dado que como se puntualizó, la narración de la
pasivo se corroboró, ya que al ser analizadas de manera individual, como en
conjunto, de manera libre y lógica, sometidas a la crítica racional, permiten concluir
que el dicho de la víctima es creíble, creando convicción para demostrar los
acontecimientos y la responsabilidad del acusado en su comisión.

Menciona el apelante que la víctima fue aleccionada, pero ello es


infundado y contrario a lo que se desprende de la audiencia de juicio, pues al
interrogatorio de la representación social, como al contrainterrogatorio de la
defensa, no se advierte algún cuestionamiento a fin de obtener información que
acreditara dicha afirmación del apelante, y que evidenciara que la pasivo estuviera
elaborando un hecho con apariencia de delito para atribuirlo al acusado, como
reacción de algún odio o rencor, tan es así que ese aspecto no fue abordado por la
defensa en sus alegatos de apertura o clausura.

Igualmente, del contrainterrogatorio que realizó la defensa a los testigos de


cargo, tampoco se desprende que la pasivo tienda a mentir o crear fantasías y en
su conducta se dejara influenciar por otras personas o factores externos o intereses
personales, a fin de perjudicar al acusado.

Siguiendo esa idea y contrario a lo indicado por el apelante, la narrativa de


la menor fue acorde a su edad, en el ejercicio de su derecho de expresar su
opinión, libremente, sin presión, ni manipulaciones, reiterándose que no se advierte
que fuera manipulada, ni sujeta a una influencia o presiones indebidas, dado que
fue clara en emitir sus propias respuestas, a su manera, sobre los hechos sujetos a
examen y no en base a una opinión de lo que sucedió, desahogándose su
testimonio en un ambiente de respeto y seguridad hacia su persona, siendo firme y
conteste en expresar los ataques sexuales que sufrió y los pormenores que
rodearon ese evento.

Por ende, no se advirtieron en juicio factores objetivos que permitieran


demostrar que el dicho de la víctima no era confiable, o que estuviera fabricando su
denuncia, sin que tampoco se demostrara que la víctima tuviera razones para
perjudicar al acusado con una denuncia falsa y fabricada.

Por lo tanto, se reitera que el dicho de la víctima es confiable.

Refiere el apelante que el resto de los testigos de cargo carece de valor


jurídico, pero ello es infundado, pues si bien, esos testigos no presenciaron los

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eventos materia de acusación, pero este tribunal coincide con el valor jurídico que
se les otorgó a las pruebas de cargo, ya que si bien no presenciaron de manera
personal el acto reprochado al acusado, pero tuvieron conocimiento de los mismos
después de que sucedieron, y las narraciones de los testigos fue de acuerdo al
interrogatorio y contrainterrogatorio que se efectuó en juicio, además de que sí
exponen aspectos que conocieron por sí mismos y de acuerdo a los conocimientos
en la ciencia o arte en la que versó su narración.

Por ende, dichas manifestaciones sirven para corroborar la versión de la


pasivo, además de no hay que olvidar que el delito en estudio, se trata de una
agresión sexual, que por regla general, se comete en ausencia de personas, más
allá de la víctima y la persona agresora.

Se alegó que no se debió de otorgar valor jurídico a lo dicho por la


perito en psicología, pero este tribunal se encuentra de acuerdo con la resolutora
al estimar que el dicho de Giselle Yanine Cárdenas Fernández, tiene eficacia
probatoria, pues fue valorada conforme a lo previsto por los artículos 265, 256, 359
y 402 del Código Nacional de Procedimientos Penales, de una manera libre, lógica,
sometido a la crítica racional, resultado del debate producido entre las partes.

Para arribar a esta conclusión, se precisa que el juicio es la etapa de


decisión de las cuestiones esenciales del proceso penal. En ese sentido, es la fase
por la cual se desahogan las pruebas en audiencia pública, oral y contradictoria, a
fin de que el tribunal de enjuiciamiento, se forme convicción sobre los hechos
materia del proceso, además de la responsabilidad penal o inocencia del acusado
en los mismos.

Siguiendo esta idea, al incorporar la información de un perito en audiencia,


lo que manifieste dicho testigo sobre su experticia, es producto del interrogatorio y
contrainterrogatorio que realicen las partes, y por ende, al ser desahogado en juicio,
es lo que se tiene que valorar de manera libre y lógica, pues lo que se exponga de
viva voz sobre las razones, estudios o experimentos que hizo llegar a concluir su
opinión pericial y es eso lo que debe ser valorado al dictarse sentencia.

Conforme a lo anterior, para calificar la fuerza probatoria de un testimonio, el


tribunal goza de libertad y puede, en consecuencia, otorgarle o negarle valor
demostrativo, siempre y cuando haya sido extraído del debate desahogado en
juicio, además de que no sea contrario a la lógica.

Expuesto lo anterior, lo dicho por la referida perito en psicología adquiere


eficacia jurídica, ya que al ser confrontada la información con el material probatorio
de cargo y de descargo, no permite advertir la existencia de una duda razonable en
los datos que aportó, pues de su declaración, medularmente se desprende que
entrevistó a la víctima, expresando los indicadores que presentó, exponiendo lo que
47
le relató, concluyendo la perito que la pasivo presentó datos y características de
haber sido víctima de agresión sexual, presentando daño psicológico, siendo su
dicho confiable, estableciendo las circunstancias o aspectos que tomó en cuenta
para emitir su conclusión.

Así, de lo relatado por la perito en psicología allegada por la representación


social, reúne el estándar para considerarla como prueba de cargo válida, pues lo
cierto es que su declaración versó sobre lo que conoció por sí misma, respecto a
hechos que están corroborados en juicio, y de acuerdo al relato, los indicadores y
demás circunstancias que la experta mencionó, emitió su opinión conforme a sus
conocimiento en el área de psicología, sin demostrarse que haya incurrido en
imprecisiones; aunado a que tampoco hace dudar de la veracidad de la pasivo.

Sin que a través del contrainterrogatorio de la defensa, permita justificar la


existencia de una incertidumbre racional, sobre lo expuesto por la indicada experta,
pues a raíz de ello, únicamente se advirtió que los hechos vividos por la pasivo le
causaron un daño psicológico, además de que estimó confiable su dicho.

En ese sentido, mencionó la defensa que no se llevó a cabo dicho


dictamen conforme a los protocolos de actuación, considerándola ilegal, sin
embargo, dicha circunstancia es insuficiente para revocar el fallo materia de grado,
pues ello no desvirtúa las pruebas desahogadas en juicio, ni tampoco lo declarado
por la mencionada experta en psicología, pues acorde al principio de contradicción,
el acusado, así como su defensor, tuvieron la oportunidad de contravenir su
exposición, y si bien, la referida perito expuso que no videograbó la entrevista con
la menor, sin haber expuesto el fundamento legal para dicha omisión, este tribunal
que fue a fin de salvaguardar la integridad emocional de la pasivo, y en general, su
desarrollo integral, tomándose en cuenta el interés superior del menor, por lo que
no debe de adoptarse alguna determinación que implique perjuicio para la menor
víctima, más allá de los efectos inherentes a su participación en dicha prueba, sin
que en ningún momento se excluyera la posibilidad de que ejercieran su derecho
de defensa, ya que lo pudo hacer valer en diversas formas, entre ellas, el
cuestionamiento directo o a través del contrainterrogatorio a la perito que emitió el
dictamen pericial de referencia.

En consecuencia, no basta que se manifiesta en el sentido de que el


acusado no fue responsable en la comisión del delito o que no tenía esa finalidad y
sobre la base de ese dicho, anular el valor de las pruebas que obran en contra del
acusado, ya que es necesario de quien afirme, acreditar eficazmente su
aseveración, situación que no aconteció y se insiste, que la Jueza de origen, estuvo
en lo correcto al señalar que las pruebas de cargo ya mencionadas, aportan
información que demuestran claramente los delitos, así como la responsabilidad del
acusado en la comisión de los mismos.

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Tampoco es suficiente el hecho que el acusado no aceptó su


responsabilidad, pues en la audiencia de juicio, no allegó prueba para demeritar las
probanzas que obran en su contra y con los cuales se demostraron los delitos, así
como su plena responsabilidad en la comisión de los mismos, y ante tal
circunstancia, como se mencionó, al existir la imputación en su contra,
primordialmente y de manera preponderante de la menor D. A. M. A., aunado a las
diversas pruebas que corroboraron dicho señalamiento, el acusado debe de probar
su afirmación, y no simplemente negar los hechos.

En otro orden, no obstante que no se haya hecho mención por el


sentenciado en sus agravios, este tribunal estima que se venció el principio de
presunción de inocencia o duda razonable alegada y para tal efecto, se debe de
mencionar que el principio de presunción de inocencia puede entenderse como una
norma que ordena a los jueces la absolución del inculpado cuando durante el
proceso no se han aportado pruebas de cargo suficientes para acreditar el delito y
la responsabilidad de la persona, en similares términos, de la Corte Interamericana
de Derechos Humanos, se desprende que exige que una persona no puede ser
condenada mientras no exista prueba plena de su responsabilidad penal.

Siguiendo esta idea, para poder considerar que hay pruebas de cargo
suficiente para demeritar la presunción de inocencia, el Juez debe cerciorarse de
que aquéllas desvirtúen la hipótesis de inocencia alegada por la defensa en el
procedimiento y al mismo tiempo, en el caso de que existan, debe descartarse que
las pruebas de descargo den lugar a una duda razonable sobre la hipótesis de
culpabilidad sustentada por la parte acusadora, esto último, entendido como la
existencia de incertidumbre racional sobre la verdad de la hipótesis de la acusación,
la cual no sólo está determinada por el grado de confirmación de esa hipótesis, sino
también eventualmente por el grado de confirmación de la hipótesis de la defensa,
en el supuesto de que existan pruebas de descargo que la apoyen, luego entonces,
a fin de asumir el principio de duda razonable, sólo puede surgir del análisis de las
pruebas disponibles, es decir, ante la existencia en las pruebas de condiciones que
justifiquen una duda, a la luz de las evidencias disponibles.

De acuerdo a lo anterior, la presunción de inocencia que operaba a favor del


sentenciado, quedó desvirtuada en juicio al desahogarse las suficientes pruebas de
cargo, las cuales no fueron desvirtuadas, advirtiéndose como alegato de apertura
de la defensa del sentenciado que el Ministerio Público no probaría su acusación,
que sólo estaba el dicho de la menor víctima, sin estar corroborado, y que probaría
que el tiempo de los hechos, no coincidía con las pruebas de descargo, luego,
como alegato de clausura, reiterando medularmente dichas manifestaciones en su
alegato de clausura; mientras que el acusado, previa plática que tuvo con su
defensor, ejerció su derecho a no declarar en juicio; y por tanto, dada la teoría del

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caso de la defensa, a éste último, le correspondía demeritar las pruebas de cargo,
debido a la defensa que asumieron en juicio.

Reiterándose que al reproducir la audiencia de juicio, se advierte que se


cumplieron con las formalidades del debido proceso, respetándose los derechos
humanos señalados en la Constitución Política del País, los Tratados
Internacionales en los que México ha sido parte y el Código Nacional de
Procedimientos Penales, ya que la audiencia de juicio se ciñó a la acusación
planteada por el Ministerio Público y en ella se cumplieron con los principios de
oralidad, inmediación, contradicción, continuidad y publicidad, este último en virtud
de haber estado todas las partes que intervinieron en el procedimiento; asimismo,
la intervención de las partes se realizaron de manera oral, el debate fue privado,
celebrándose la audiencia de manera continua, ante la presencia de la Jueza de
juicio, Ministerio Público, asesores jurídicos, acusado y su defensor, donde las
partes tuvieron oportunidad de interrogar y contrainterrogar a los testigos que
propuso la representación social para sostener su acusación, emitiéndose
objeciones cuando lo consideraron pertinente y con base en la apreciación conjunta
y armónica de todas las pruebas, expresando los razonamientos utilizados para
alcanzar las conclusiones contenidas en la resolución, más allá de toda duda
razonable.

Luego entonces, el fallo motivo de grado fue conforme a lo acreditado en


juicio, cumpliéndose con los requisitos de ley, de acuerdo a los principios de
claridad, precisión, congruencia y exhaustividad, al no alterarse la esencia de los
hechos de acusación que el Ministerio Público efectuó en contra del acusado, sin
desprenderse perjuicio a éste último, sin existir suplencia en la acusación, ni un
menoscabo en la información que dio la representación social, apegada al principio
de contradicción, demostrándose el delito y la responsabilidad del acusado.

Conforme a lo anterior, contrario a lo mencionado por el apelante, se estima


que el fallo motivo de grado está debidamente fundado y motivado, acorde a lo
previsto por el diverso 16 Constitucional, pues respecto a cada uno de los temas
abordados, existe la correspondiente motivación, dado que se expresaron las
circunstancias especiales, razones particulares o causas inmediatas que se
tomaron en cuenta para emitir la sentencia impugnada, realizando un estudio de las
pruebas que se desahogaron en la audiencia de juicio; exponiendo con claridad las
razones, motivos y fundamentos que llevaron a la Jueza de origen a emitir la
sentencia condenatoria, además, señalaron la valoración legal de las pruebas
desahogadas en juicio, señalando lo que se apreció del contenido de ellas.

No está demás el señalar que atento a lo previsto en el artículo 461 del


Código Nacional de Procedimientos Penales, precisa los alcances del recurso,
estipulando que el tribunal que conoce de un asunto sólo podrá pronunciarse sobre

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los agravios expresados por los recurrentes, quedando prohibido extender el
examen de la decisión recurrida a cuestiones no planteadas en ellos o más allá de
los límites del recurso, a menos que se trate de un acto violatorio de derechos
fundamentales del acusado, supuestos éstos que en la especie no se actualizan,
sin que tampoco se advierta causas de reposición, atento a lo marcado por el
diverso 482 del citado ordenamiento legal, además de que no se desprende acto
violatorio de los derechos del sentenciado a la presunción de inocencia, al debido
proceso o a una defensa adecuada; la determinación fue debidamente fundada y
motivada; así mismo, para el sentido del fallo no se estimó prueba ilícita, sino el
acervo probatorio en forma integral, pues las pruebas fueron justipreciadas en
principio en forma individual y posteriormente en su conjunto, ello según la libre
valoración establecida en los artículos 265, 359 y 402 del referido código; así
también, en dicha resolución se atendió al principio de congruencia en relación a la
acusación, sin que se contraríe con otra sentencia ya pronunciada con carácter de
cosa juzgada, y la acción penal a la fecha no se encuentra extinguida.

Cuarto. En cuanto a la clasificación de los delitos.


Del fallo materia de grado se desprende lo siguiente.

Respecto al delito de Equiparable a la violación, se consideró


actualizado lo previsto por el artículo 266, tercer supuesto, del Código Penal del
Estado, lo cual este tribunal comparte, ya que en la parte que nos interesa,
menciona que la sanción del referido delito, será de 15 (quince) a 30 (treinta) años
de prisión, si la persona ofendida es menor de 11 (once) años, por lo cual, dicha
sanción resulta correcta, al demostrarse en juicio que el acusado, introdujo su
miembro viril, vía oral de la pasivo, quien al momento de dicho evento ilícito,
contaba con 07 (siete) años de edad, aspecto que no fue debatido por las partes,
sin que tampoco se allegara prueba en contrario.

También, se determinó que se acreditó la agravante del diverso 269,


último párrafo, del Código Penal del Estado, que en la parte que nos interesa,
señala que las sanciones señaladas en el artículo 266, del referido código, se
aumentará de 02 (dos) a 04 (cuatro) años de prisión, cuando el responsable,
aproveche la confianza depositada en su persona por afecto, lo cual resulta
acertado, pues se demostró que el activo era pareja de la ofendida, y la víctima
veía al acusado como su padrastro, generando una relación de confianza por afecto
entre el activo y la víctima, debiendo proteger a la pasivo, sin embargo, se dio la
comisión delictiva, además de que habitaban en el mismo domicilio, sin que de la
audiencia en comento se argumentara o allegara medio de información para
demostrar algo diverso, o que la hipótesis imputada no se haya acreditado.

Por el ilícito de Atentados al pudor, la Jueza natural determinó sancionar


al acusado conforme al diverso 260, primer párrafo, segunda hipótesis, del Código

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Penal del Estado, vigente al momento de los hechos, que establece una pena de 02
(dos) a 06 (seis) años de prisión, lo cual resulta correcto al ser la sanción
exactamente aplicable al caso, al haberse demostrado en juicio que los eventos se
ejecutaron con violencia moral.

Y por lo que hace a la agravante prevista por el diverso 269, último párrafo,
del Código Penal del Estado, la autoridad de origen determinó que no aplicaría la
sanción que prevé ese numeral, en virtud de haberse acreditado el delito de
Equiparable a la violación, con la mencionada agravante, por lo que, de aplicarla de
nueva cuenta, consideró que se vulneraría al principio non bis ídem en perjuicio al
acusado; situación que deberá quedar intocado, pues no se le impuso sanción por
esa circunstancia y entonces, le beneficia al sentenciado, sin que tampoco haya
sido motivo de queja por alguna de las partes.

Por lo que hace a la aplicación del concurso, se precisó que se aplicaría


el concurso real o material de delitos, conforme al artículo 140 del Código Nacional
de Procedimientos Penales, pues el acusado, con conductas distintas, cometió
varios delitos, además, dichas acciones que se ejecutaron sin haberse pronunciado
antes sentencia ejecutoriada, y la acción para perseguirlos no está prescrita,
debiéndose tomar en cuenta como delito mayor, el Equiparable a la violación, al ser
el más grave, imponiéndole la sanción correspondiente por el mismo, la cual se
aumentará al sumar la de los delitos adicionales, la cual se establecerá desde la
pena mínima de éstos hasta el término medio aritmético.

En el entendido que dicho aumento de sanción, será únicamente respecto a


la pena privativa de libertad, no así a la multa que en su caso se contemple para los
delitos concursados, pues de acuerdo al referido numeral, no hace alusión alguna a
la pena de multa.

Lo anterior no fue motivo de queja por el recurrente, pero como se indicó, al


advertirse y repararse violación a los derechos del acusado, se modifica esta parte
del fallo materia de grado.

Individualización de la pena.
Dicho estudio se realizó a fin de determinar la sanción a imponerse al
sentenciado, por su plena responsabilidad en la comisión de los delitos de
Equiparable a la violación y Atentados al pudor, y en el caso concreto, la resolutora
señaló que, al tener en cuenta las especificaciones del artículo 47 del Código Penal
del Estado, se desprendía del acusado un grado de culpabilidad mínimo.

Lo anterior no fue motivo de queja por las partes, sin que ello violente los
derechos del sentenciado, al no desprenderse del juicio prueba que indique lo
contrario y por ende, deberá prevalecer el grado mínimo de culpabilidad en que se
ubicó al acusado, en cuyo caso, no se hace necesario razonar ni las circunstancias
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en que se efectuó el delito, pues tal extremo, sólo es exigible cuando se impone
una sanción mayor a la mínima y a fin de respetar los derechos del gobernado.

En consecuencia, queda firme en sus términos el grado de culpabilidad


mínimo que se detectó al sentenciado.

Entonces, se considera justo y correcto imponer al acusado, por su


responsabilidad en la comisión del delito de Equiparable a la violación, conforme
a lo previsto por artículo 266, tercer supuesto, del Código Penal del Estado, la pena
de 15 (quince) años de prisión; sanción que se aumenta, al actualizarse la
agravante establecida por el diverso 269, último párrafo del citado código, con la
pena de 02 (dos) años de prisión.

Luego, aplicando las reglas del concurso real o material de delitos,


respecto al ilícito de Atentados al pudor, resulta correcta la sanción impuesta al
sentenciado, con la pena de 02 (dos) años de prisión, en términos del artículo 260,
primer supuesto, del Código Penal del Estado vigente al momento de los hechos.

Al sumar las referidas penas, se considera justo y legal la pena impuesta a


Samuel Cruz Luis, por la comisión de los delitos de Equiparable a la violación y
Atentados al pudor, un total de 19 (diecinueve) años de prisión. Sanción
privativa de libertad que compurgará el acusado en el lugar que para tal efecto
designe el Ejecutivo del Estado y bajo las circunstancias que determine la autoridad
ejecutora, en la forma y términos que establezca la Ley Nacional de Ejecución
Penal.

En el entendido que el sentenciado, está cumpliendo la medida cautelar de


prisión preventiva, en términos del artículo 155, fracción XIV, del Código Nacional
de Procedimientos Penales, impuesta en audiencia de fecha 28 (veintiocho) de
noviembre del 2020 (dos mil veinte) internado en el Centro de Reinserción Social
número 1 Norte.

Quinto. En cuanto al capítulo de la reparación del daño.


Se condenó al sentenciado a dicho concepto, dejando a salvo los derechos
de la víctima a fin de que en ejecución de sentencia se determine el costo del
tratamiento psicológico que requiere.

Lo anterior no fue motivo de inconformidad por las partes, pero se advierte


vulneración a los derechos fundamentales del acusado, en particular, el de
seguridad jurídica, reconocido por el artículo 16 Constitucional, el cual debe
repararse, pues la información desahogada en juicio es insuficiente para determinar
el monto del tratamiento psicológico al que fue condenado a pagar el acusado.

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En efecto, toda persona responsable de un hecho delictuoso lo es también
por el daño y perjuicio causado, responsabilidad que es de orden público respecto a
los penalmente responsables y en razón de ello, de acuerdo a los delitos
perpetrados por el acusado, se generó un daño psicológico a la víctima, requiriendo
un tratamiento para el restablecimiento de su salud.

Pero en el caso concreto, la información que se proporcionó en juicio es


insuficiente para determinar el monto, pues la perito en el área de psicología,
mencionó que la víctima requiere un tratamiento no menor a doce meses, una
sesión por semana, en el ámbito privado, siendo el especialista encargado quien
determinará su costo, pero dicha experta no indicó el costo, lugar o especialista
donde la víctima pudiera recibir el tratamiento que requiere, además, señaló una
duración aproximada del mismo, sin allegar información idónea para estimar el
precio total del mismo, por ende, no hay seguridad de dicho costo y duración.

Aspecto el anterior que, como se indicó, no fue motivo de inconformidad por


alguna de las partes, pero este tribunal al advertir violación a los derechos del
acusado, debe reparar, en cumplimiento a la obligación de reparar las violaciones a
los derechos humanos, establecida en el artículo 1 de la Constitución Política de los
Estados Unidos Mexicanos, así como en observancia a lo establecido en los
numerales 461 y 479 del Código Nacional del Procedimientos Penales.

En consecuencia, al ser la condena de la reparación del daño una pena


pública, resulta correcta salvaguardar los derechos de la víctima, a fin de que en
ejecución de sentencia, se alleguen las pruebas necesarias para cuantificar lo
correspondiente a la reparación del daño, sin embargo, se modifica este
apartado, a fin de que al momento en que se entre en la etapa de ejecución de
sentencia, se establezca la duración y monto de dicho pago.

Por otro lado, es acertado lo inherente a la amonestación y suspensión de


los derechos civiles y políticos del sentenciado, en términos de lo señalado por los
artículos 53 y 55 del Código Penal Estatal, pues resulta ser consecuencia necesaria
de toda sentencia condenatoria.

Sexto. Tras declararse infundados los agravios del apelante,


advirtiéndose y reparándose vulneración a los derechos fundamentales del
sentenciado, respecto a los capítulos de la imposición de la sanción y
respecto al capítulo de la reparación del daño, resulta por ende, inatendible la
contestación de agravios realizada por la representación social, pues a ningún fin
jurídico-práctico llevaría su análisis, por lo que se modifica la sentencia
condenatoria materia de grado.

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Por último, envíese copia del presente fallo a la autoridad de origen, Alcaide
del Centro de Reinserción Social número 1 Norte, Comisario General de la Agencia
de Administración Penitenciaria en el Estado y al Juez de Ejecución de Sanciones
Penales en turno del Estado, para su conocimiento y efectos legales del caso, en el
entendido de que considerando el sentido del presente fallo, lo aquí determinado
no implica la libertad del sentenciado, quien, como se dijo, está cumpliendo la
medida cautelar de prisión preventiva oficiosa.

Por lo expuesto y fundado, se resuelve.

Primero. Este tribunal estima infundados los agravios expresados por el


sentenciado, advirtiéndose y reparándose vulneración a los derechos
fundamentales del sentenciado, respecto a los capítulos de la imposición de
la sanción y del capítulo de la reparación del daño, e inatendible la
contestación de agravios realizada por la representación social, respecto a la
sentencia condenatoria dictada por la Jueza de origen, en audiencia de fecha 13
(trece) de julio del 2022 (dos mil veintidós), y redactada el 20 (veinte) de julio del
citado año, dentro de la carpeta judicial 14150/2020, iniciada a Samuel Cruz Luis,
por los delitos de Equiparable a la violación, Atentados al pudor y otro, de la
que se dedujo el toca en definitiva 51/2023, en consecuencia, se modifica la
resolución motivo de grado.

Segundo. Queda firme la pena privativa de libertad impuesta por la


autoridad de origen a Samuel Cruz Luis, por su plena responsabilidad en la
comisión de los delitos de Equiparable a la violación y Atentados al pudor, con
la pena total de 19 (diecinueve) años de prisión; modificándose la
determinación motivo de grado, única y exclusivamente para eliminar la sanción
pecuniaria que la autoridad de origen le impuso al sentenciado. Sanción privativa
de libertad que compurgará el acusado en el lugar que para tal efecto designe el
Ejecutivo del Estado y bajo las circunstancias que determine la autoridad ejecutora,
en la forma y términos que establezca la Ley de la materia aplicable.

En el entendido que el sentenciado, está cumpliendo la medida cautelar de


prisión preventiva, en términos del artículo 155, fracción XIV, del Código Nacional
de Procedimientos Penales, impuesta en audiencia de fecha 28 (veintiocho) de
noviembre del 2020 (dos mil veinte) internado en el Centro de Reinserción Social
número 1 Norte.

Tercero. Resulta correcto salvaguardar los derechos de la víctima, a fin de


que en ejecución de sentencia, se alleguen las pruebas necesarias para cuantificar
lo correspondiente a la reparación del daño, sin embargo, se modifica este
apartado, a fin de que al momento en que se entre en la etapa de ejecución de
sentencia, se establezca la duración y monto de dicho pago.

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Quedando firme el resto de la resolución motivo de grado.

Cuarto. Queda intocada el fallo absolutorio dictado al acusado, por la


Jueza de origen, respecto el delito de Corrupción de menores, al no haber sido
motivo de inconformidad por alguna de las partes.

Envíese copia de la presente resolución a la autoridad de origen, Alcaide del


Centro de Reinserción Social número 1 Norte, Comisario General de la Agencia de
Administración Penitenciaria en el Estado y al Juez de Ejecución de Sanciones
Penales en turno del Estado, para su conocimiento y efectos legales del caso, en el
entendido de que considerando el sentido del presente fallo, lo aquí determinado
no implica la libertad del sentenciado, quien, como se dijo, está cumpliendo la
medida cautelar de prisión preventiva oficiosa.

Notifíquese personalmente a las partes. Así juzgando lo resolvió y firma el


Licenciado Jorge Luis Mancillas Ramírez, Magistrado de la Décima Sala Penal
Unitaria del Tribunal Superior de Justicia del Estado.
jpcv

Licenciado Jorge Luis Mancillas Ramírez.


Magistrado

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