RestauracionBorbonica

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7.1 RESTAURACIÓN BORBÓNICA (1874-1902): CÁNOVAS DEL CASTILLO Y TURNO DE PARTIDOS.

CONSTITUCIÓN DE 1876.

Se denomina Restauración al período conocido de la historia de España en el que vuelven a reinar los
Borbones en la firma de Alfonso XII. El sistema político de la Restauración estaba ligado a Cánovas del Castillo,
ministro de la Unión Liberal, conocido por su pensamiento reaccionario y antidemocrático, fue un político muy
pragmático el que buscó el consenso de los partidos liberales y fue el artífice de la vuelta al trono de los Borbones y
de configurarse como la gran figura política del nuevo régimen. Es asesinado en 1897 por el anarquista Anguiolillo.
Cánovas era partidario de mantener a los Borbones y el viejo sistema liberal antidemocrático basado en el sufragio
censitario, que defiende la soberanía compartida entre el rey y las Cortes. Sin embargo, era consciente de que había
que renovar el programa de los moderados, proponiendo por tanto varios cambios: Alfonso XII debía reemplazar a
Isabel II muy impopular, consiguiendo que la reina renuncie a sus derechos al trono. Termina con las continuas
intervenciones del ejército que provoca inestabilidad política. Había que crear un sistema bipartidista basado en dos
partidos burgueses que pacíficamente se fueron turnando en el poder. Estos dos partidos serían el partido
conservador en el que Cánovas es jefe de filas y el partido liberal dirigido por Sagasta.
Constitución de 1876. Constitución moderada heredera de la de 1845. Para su redacción y debate se
reúnen unas cortes constituyentes con mayoría del partido conservador, la Constitución la redacta en su mayoría
Alonso Martínez. En ella la soberanía la comparten las Cortes con el rey, las Cortes son bicamerales, con un Senado
elegido por el rey y en el que también ocupan asiento los grandes de España, con un derecho vitalicio. El poder
legislativo lo comparte el rey con las Cortes y el ejecutivo lo tiene el rey junto con los ministros que él designa. El
tipo de sufragio es censitario y no será hasta 1890 cuando se apruebe el sufragio universal masculino.
Cánovas diseña un sistema basado en el turno pacifico de partidos, siendo ese turismo un puro artificio
destinado a mantener apartado del poder a las fuerzas políticas de izquierda, movimiento obrero y los
nacionalismos y regionalismo. Por tanto el turno en el poder no era a la voluntad de los electores, sino que los
dirigentes de los partidos lo acordaban y pactaban previamente, el mecanismo era el siguiente: el rey nombraba un
nuevo jefe de gobierno y le otorgaba el derecho de disolución de las Cortes. El nuevo gobierno convoca elecciones,
completamente adulteradas, fabricando los resultados mediante el encasillado, es decir, la asignación previa de
escaños de los ganadores y de la oposición, este sistema no es único de España sino que en Italia con el relativismo
y en Portugal se dieron sistemas similares. El fraude electoral generalizado que tiene lugar en este momento, se
tiene que situar en el contexto de un país agrario en el que los caciques, personajes ricos e influyentes en las
pequeñas provincias y en los pueblos eran los encargados de llevar a la práctica los resultados electorales acordados
por las élites de los partidos, seguía completamente las instrucciones del gobernador civil de cada provincia, que a
su vez habían sido informados por el ministro de gobernación de los resultados que debían salir en sus provincias
siguiendo el encasillado acordado por las élites políticas, para ello los caciques utilizaban métodos muy variados,
votos por favores, violencia, amenazas o simplemente trampas en las elecciones. La prematura muerte de Alfonso
XII en 1885 abre el período de la Regencia de María Cristina de Habsburgo (1885-1902), hasta la mayoría de edad de
Alfonso XII, Cánovas y Sagasta firman tras la muerte del rey el Pacto del Pardo en 1885, por el que seguía
funcionando el turno de partidos. Sin embargo, a este sistema se oponen con escaso éxito en esta etapa, varios
grupos políticos y sociales como carlistas, con su candidato en el exilio casa vez es una fuerza más residual pero con
presencia en el País Vasco y Navarra; los partidos republicanos los cuales su base social son las clases medias
urbanas, que defienden la democratización del sistema y diversas reformas sociales. Destaca el Partido Radical
Republicano fundado por Alejandro Lerroux. Se opone también al sistema el movimiento obrero, anarquistas y
socialistas, entre los primeros destacan en el S.XIX la federación de trabajadores de la región española cuya figura
principal fue Anselmo Lorenzo y dentro del socialismo minoritario en el S.XIX se crea el Partido Socialista Obrero de
España en 1879 por Pablo Iglesias, fundándose en 1888 su propio sindicato de la UGT. También se oponen al
sistema canovista pensadores, profesores universitarios, novelistas etc. que veían en el turno de partidos un
sistema que impedía la modernización del país y la aproximación en una Europa Occidental avanzada. El
Regionalismo y el Nacionalismo que se inicia en el País Vasco y en Cataluña tampoco apoyan el bipartidismo
canovista.

7.2 LA RESTAURACIÓN BORBÓNICA (1874-1902): LOS NACIONALISMOS CATALÁN Y VASCO Y EL


REGIONALISMO GALLEGO. EL MOVIMIENTO OBRERO Y CAMPESINO.

Restauración borbónica (1874-1902) se basó en el sistema político ideado por Cánovas del Castillo, el
turno de partidos, apoyado en la Constitución de 1876 que lo posibilitaba. Dos partidos políticos protagonizarían el
turnismo, Partido Conservador y Partido Liberal; que se fortaleció con la firma del Pacto de El Pardo a la muerte de
Alfonso XII, manteniendo el sistema a lo largo de la Regencia de Mª Cristina (1885-1902), superando momentos
críticos como la Guerra de Cuba y la muerte de Cánovas en 1897 a manos de un anarquista. La oposición al sistema
político de la Restauración, no supo aprovechar ni la corrupción del sistema, ni la pasividad de la población. Lo
componían las fuerzas políticas no integradas en el sistema, que eran: Carlistas; tras su derrota en 1876 divididos en
dos grupos, los que rechazaban el régimen, liderados por Ramón Nocedal; y los liderados por Vázquez de Mella que
formarían un partido y lucharían dentro de la legalidad. Republicanos; estaban muy desunidos. Castelar lideraba a
los posibilistas, colaboraron con el partido de Sagasta. Salmerón y Pi i Margall estaban divididos en su concepción
de la República: Salmerón defendía una República unitaria, y Pi i Margall una federal. Ruiz Zorrilla y su grupo eran
partidarios de la lucha armada.
Nacionalismos y regionalismo. Surgieron como oposiciones nuevas al sistema de la Restauración,
alcanzando un gran desarrollo en los años finales del siglo XIX. Sus objetivos eran: creación de instituciones propias
o autonomía administrativa, y en otros lograr la independencia. Esto suponía un modelo de Estado descentralizado,
opuesto al centralista del sistema canovista. Destacaron: Nacionalismo catalán. En los años treinta se había iniciado
el movimiento literario y cultural, la Renaixença. Pero el catalanismo político se inicia en la Restauración con el
republicano federal Almirall, que fundó el Centre Catalá (1882) demandando una mayor autonomía. En 1891 se crea
la Unió Catalanista que promovió las Bases de Manresa, recogía el primer programa del catalanismo e incluía un
proyecto de Estatuto de Autonomía. En 1901 se formó el primer gran partido catalanista, la Lliga Regionalista,
liderada por Prat de la Riba y Francesc Cambó. Partido conservador que aspiraba a una autonomía de Cataluña,
apoyado por sectores de las clases medias y altas y vinculado a la industria local. Durante las dos primeras décadas
del siglo XX fue el principal partido catalán. Nacionalismo vasco. No tuvo su origen en movimientos culturales, nació
más tarde que el catalán pero evolucionó rápidamente; reivindicó los fueros perdidos; criticó la industrialización, el
capitalismo y los inmigrantes porque fracturaban la sociedad tradicional vasca; dentro de una línea de pensamiento
católica y antiliberal. En 1895 Sabino Arana funda el Partido Nacionalista Vasco, con un apoyo inicial escaso por su
radicalismo antiespañol e independentista. Desde 1898, osciló desde el independentismo a la integración autónoma
en el Estado español. Regionalismo gallego; el nacionalismo gallego tuvo un desarrollo más lento y un menor arraigo
social. Como en Cataluña, a mediados de siglo junto al movimiento cultural O Rexurdimento hay unos tímidos
planteamientos políticos. Durante la Restauración el galleguismo político se inicia, cuando Manuel Murguía funda la
Asociación Regionalista Gallega. Pero el regionalismo gallego tuvo menor implantación social que el catalán y vasco.
El movimiento obrero y campesino. Con la Restauración las asociaciones obreras pasaron a la
clandestinidad hasta la aprobación de la Ley de Asociaciones (1887). El movimiento obrero y campesino estaba
escindido en dos corrientes, anarquista y socialista. Desde 1879 nacen organizaciones católicas como el Círculo
Católico de Obreros. Los anarquistas se reorganizaron con la fundación de la Federación de Trabajadores de la
Región Española-FTRE (1881). Mayor presencia en Cataluña, Aragón, Valencia y Andalucía; las divisiones internas y
la represión, les llevó a final de los ochenta a un activismo sindical y reivindicativo, y una minoría se radicalizó
(Mano Negra). Los socialistas, refugiados en torno a la Asociación del Arte de Imprimir, presidida por Pablo Iglesias
en 1874. En 1879 fundan el PSOE; y en 1888 la Unión General de Trabajadores como sindicato del partido; cuyo
objetivo era mejorar las condiciones de vida y de trabajo de los obreros, mediante la negociación, las demandas al
poder político y la huelga. PSOE y UGT, fueron hasta comienzos del siglo XX minoritarios, comparados con los
anarquistas. Hasta 1900 gran parte de las acciones sindicales estaban penalizadas como delito y fueron duramente
reprimidas.

7.3 PROBLEMA DE CUBA Y GUERRA ENTRE ESPAÑA Y ESTADOS UNIDOS. CRISIS DE 1898 Y
CONSECUENCIAS ECONÓMICAS, POLÍTICAS E IDEOLÓGICAS.

Tras la independencia de la mayor parte del Imperio a inicios del S.XIX solo las islas de Cuba y Puerto Rico
en América y el archipiélago asiático de Filipinas formaron parte del Imperio español. Cuba y Puerto Rico basan su
economía en la agricultura de exportación como el azúcar y el tabaco, donde trabaja mano de obra negra esclava;
eran colonias que alcanzaron un importante desarrollo económico y que eran muy lucrativas para la metrópoli. Las
duras leyes arancelarias provocaban que los cubanos solo pudieran comprar textiles catalanes o harinas castellanas
cuando podían encontrar productos más baratos de EE.UU. La hegemonía española en estas islas se basaba cada
vez más en la defensa de los intereses de una reducida oligarquía terrateniente. El caso filipino era distinto ya que la
población española era muy escasa, con muy pocos capitales invertidos, en el que más presencia tenían eran en las
órdenes religiosas. La Guerra Larga (1868-1878) acabada con la Paz de Zanjón había sido el primer aviso de las
aspiraciones independentistas cubanas. En 1895 estallan insurrecciones independentistas en Filipinas y Cuba y miles
de soldados de las clases más humildes fueron embarcados hacia las islas. Los rebeldes cubanos empiezan a tener
ayuda de EE.UU debido a dos razones: intereses económicos, ya que Cuba era la primera productora mundial de
azúcar e intereses geoestratégicos, ya que el imperialismo norteamericano buscaba el dominio del caribe y
Centroamérica. La explosión del navío norteamericano Maine en el puerto de la Habana, costando la vida a 260
marineros estadounidenses propició una campaña periodística y del Gobierno norteamericano hasta la declaración
de la guerra a España. El conflicto fue un paseo militar para EE.UU que conquista Cuba, Puerto Rico y Filipinas.
España firma la Paz de París en diciembre de 1898 donde España cede a EE.UU Puerto Rico, Filipinas y la isla de
Guam. Cuba alcanza la independencia bajo la protección estadounidense, con una base militar en Guantánamo. La
sustitución del dominio español por el norteamericano engendró un profundo descontento en las antiguas colonias.
EE.UU tuvo que hacer frente a una guerra en Filipinas de 1898 a 1902 y en Cuba el sentimiento antinorteamericano
se extiende por amplias capas sociales. Desde una perspectiva española la pérdida de las colonias se denominó
“Desastre del 98”, y tuvo una importante influencia en la sociedad. La irresponsabilidad de los gobiernos de la
Restauración había llevado a una situación que costó la vida a miles de españoles, primero en la guerra de los
insurrectos cubanos y después en una guerra contra EE.UU que no se podía afrontar.
El 98 y su repercusión. El fin de la guerra permitió abordar algunas reformas necesarias del sistema de
impuestos y la emisión de deuda lo que supone un saneamiento de la situación de la Hacienda, por primera vez en
mucho tiempo el Estado español tuvo superávit a principios del S.XX, así que desde una perspectiva económica el 98
fue un buen momento puesto que la pérdida de las colonias supuso además que se repatriaran capitales invertidos
en las colonias y que volvieran a la economía peninsular. Además España no perdió la presencia que tenía en los
mercados latinoamericanos. Sin embargo la apabullante derrota ante EE.UU y la muerte de más de 50.000 soldados
provoca una intensa conmoción en la sociedad, políticos del régimen canovista como Francisco Silvela escriben
artículos como “España sin pulso” o intelectuales como Joaquín Costa que expresan la pérdida de las colonias como
el “Desastre del 98”. Empiezan a publicarse obras críticas de diversos autores que componen la Generación del 98
como Unamuno, Baroja, Maeztu con propuestas de reforma y modernización política que también alcanzaban a la
educación; este grupo se empezó a denominar Regeneracionismo. El 98 también supone un mayor empuje y
presencia de los nacionalismos periféricos; ante la evidente crisis de la idea de España, la derrota de 1898 había
puesto en relieve las limitaciones del régimen de la Restauración y su parálisis a la hora de afrontar los problemas
sociales de la modernización del país. El Regeneracionismo de Joaquín Costa es la principal expresión de una
renovada conciencia nacional que aspira a cambiar el país y critica radicalmente el sistema caciquista que había
impedido la implantación de una verdadera democracia.

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