Hijos Adultos de Padres Emocionalmente
Hijos Adultos de Padres Emocionalmente
Hijos Adultos de Padres Emocionalmente
1
Traducido al castellano por Luciano M. Villar.
“Hijos Adultos de Padres Emocionalmente Inmaduros está escrito con la sabiduría y corazón
de una terapeuta experimentada y la mente de una estudiosa que ha pasado décadas estudiando
minuciosamente la investigación y teoría psicológica. En este libro, Lindsay C. Gibson mezcla
sin problemas este impresionante cuerpo de conocimiento con experiencias de la vida real para
crear un libro amigable y de alta facilidad de lectura… este libro no se trata de la culpa sino
más bien sobre la comprensión de uno mismo en un nivel profundo y sobre aprender a sanar.”
“El perspicaz libro de Lindsay C. Gibson ofrece al ‘solitario emocional’ un viaje paso a paso
hacia la autoconsciencia y la sanidad. Las anécdotas reveladoras de Gibson, ejercicios
esclarecedores y conocimiento honesto guían al lector a comprender mejor cómo conectar más
plenamente consigo mismo y con otros. Este es un libro excelente para cualquiera que se sienta
aislado de los miembros de la familia y busca disfrutar de una vida emocionalmente más
conectada.”
“Lindsay C. Gibson, una psicóloga muy experimentada, escribió Hijos Adultos de Padres
Emocionalmente Inmaduros para proveer una guía de autoayuda para adultos que buscan
resolver dificultades de ansiedad, depresión y de relacionamiento que vienen como resultado
de tener padres emocionalmente inmaduros. Es una descripción exhaustiva y detallada de
padres inmaduros, la experiencia de los hijos a partir de esto, y métodos para resolver los
problemas ocasionados. Hay muchos ejemplos útiles de los clientes de psicoterapia de Gibson.
Este libro incluye ejercicios útiles de auto comprensión. Una persona puede utilizar el libro
para desarrollar madurez espiritual y relaciones más profundas.”
“Basada en años de lectura, investigación y labor con pacientes, la psicóloga Lindsay C. Gibson
escribió un libro sobresaliente acerca de las múltiples maneras en que los padres
emocionalmente inmaduros impactan en las vidas de sus hijos adultos. Recomiendo
fuertemente Hijos Adultos de Padres Emocionalmente Inmaduros para todos los lectores que
deseen comprender la dinámica padre / hijo. Este es un libro elevador que provee esperanza y
estrategias soberbias de afrontamiento para aquellos que encuentran difícil o imposible
establecer relación con padres que carecen de empatía y sensibilidad… Hijos Adultos de Padres
Emocionalmente Inmaduros está lleno de sabiduría que te habilitará a relacionarte con tu
familia y amigos en la manera más saludable posible —sin importar tu edad— y posiblemente
incluso reconocer qué hay detrás de algunos de los intercambios disfuncionales descritos en las
noticias y en la cultura popular.”
—Robin Cutler, PhD, historiadora y autora de A Soul on Trial
“El libro de Lindsay C. Gibson, Hijos Adultos de Padres Emocionalmente Inmaduros, está
lleno de esbozos clínicos que resonarán con los hijos adultos de padres emocionalmente
inmaduros. El libro también ofrece consejos prácticos y ejercicios para identificarse a uno
mismo y evitar las trampas de las autoimágenes, relaciones y fantasías que socavan el bienestar
psicológico. Finalmente, el libro provee guías sólidas para interactuar con nuestros padres
emocionalmente inmaduros de una manera que evite recreaciones del pasado dolorosas y
dañinas. El lector hallará alivio al reconocer que no está solo y que es comprendido por esta
clínica espléndida.”
Escribir este libro ha sido un sueño hecho realidad, tanto en lo personal como en lo
profesional. Estas ideas me han estado ayudando en mi trabajo de psicoterapia con mis clientes
por un largo tiempo, y he estado deseosa de compartirlas. Lo que no había anticipado es la
cantidad de personas que han ayudado a convertir este sueño en realidad demostrando su
aprecio y apoyo. Recibir este apoyo sin reparos me llenó de una manera que va más allá de
sólo escribir el libro.
Este libro comenzó en Hawái, durante un encuentro fortuito con mi futura editora de
adquisiciones de New Harbinger Publications, Tesilya Hanauer. El entusiasmo de Tesilya por
la idea del libro me llevó a través del largo proceso de desarrollo, escritura y edición, y siempre
se mantuvo responsiva con retroalimentación útil. Fue una campeona infatigable por el libro
mucho antes que su publicación fuera una cosa segura. Estoy profundamente agradecida por
su fe en mí y su inquebrantable entusiasmo en la idea.
El equipo de New Harbinger me ha apoyado mucho más de lo que podría haber imaginado.
Agradezco especialmente a Jess Beebe por su fenomenal edición del manuscrito, especialmente
cómo se las ingenió para indicarme la dirección correcta de una manera en que me entusiasmara
acerca de los cambios que ella proponía. También extiendo un profundo aprecio por Michele
Waters, Georgina Edwards, Karen Hathaway, Adia Colar, Katie Parr, y el equipo de marketing
de New Harbinger por sus esfuerzos extraordinarios para asegurarse de que este libro halle a
la gente que se pueda beneficiar de él. Muchas gracias también a Jasmine Star, mi excelente
editora de copias, que pulió incansablemente el producto terminado, creando claridad y fluidez
en un estilo simple que potenciaba cada oración.
He sido afortunada de tener una familia que me apoyase maravillosamente y amigos que
me alentaron y, en ocasiones, estuvieron incluso dispuestos a comentar sus propias experiencias
de la niñez para enriquecer el contenido del libro. Mis agradecimientos a Arlene Ingram, Mary
Ann Kearley, Judy y Gil Snidre, Barbara y Danny Forbes, Myra y Scott Davis, Scotty y Judi
Carter, y mi prima y colega autora, Robin Cutler. También deseo agradecer especialmente a
Lynn Zoll, que me sostuvo enviándome e-mails y cartas diciendo “¡Sigue escribiendo!”, y a
Alexandra Kedrock, cuya sabiduría dilucidó muchos de los puntos con los que luché para que
queden claros en el libro.
Esther Lerman Freeman fue una verdadera amiga en la necesidad, viniendo al rescate
varias veces para discutir aspectos del libro y leer y editar a pedido. Sus devoluciones, y su
amistad, han sido esenciales desde que comenzamos a estudiar el doctorado muchos años atrás.
Aunque estamos acostumbrados a pensar que los adultos son más maduros que sus hijos,
¿qué pasaría si algunos de los hijos sensibles que vendrán al mundo en los próximos años son
emocionalmente más maduros que sus padres, que estuvieron aquí por décadas? ¿Qué pasa
cuando estos padres inmaduros no tienen la respuesta emocional necesaria para suplir las
necesidades emocionales de sus hijos? El resultado es la negligencia emocional, un fenómeno
tan real como cualquier deprivación física.
Los mitos y cuentos de hadas vienen describiendo a estos padres por siglos. Pensemos en
cuántos cuentos de hadas presentan niños abandonados que deben buscar la ayuda de animales
y otros ayudadores porque sus padres son descuidados, no tienen idea o están ausentes. En
algunas historias, el personaje del progenitor es de hecho malévolo y los hijos deben sobrevivir
por sus propias cuentas. Estas historias han sido populares por siglos porque tocan una nota en
común: cómo los hijos deben defenderse por su cuenta luego de que sus padres hayan sido
negligentes o los hayan abandonado. Aparentemente, los padres inmaduros han sido un
problema desde la antigüedad.
Y este tema de la negligencia emocional por parte de padres preocupados en sí mismos
puede aun ser hallado en las historias más irresistibles de nuestra cultura popular. En libros,
películas y televisión, la historia de padres emocionalmente inmaduros y los efectos que tienen
en las vidas de sus hijos sigue siendo un asunto fértil. En algunas historias, esta dinámica padre
/ hijo es el foco principal; en otras, puede ser indicada como el trasfondo de un personaje. A
medida que aprendemos más acerca de inmadurez emocional en este libro, seremos recordados
de famosos personajes de teatro y literatura, y ni hablar de las noticias.
Conocer acerca de las diferencias en madurez emocional nos dará una manera de
comprender por qué podemos sentirnos tan emocionalmente solos a pesar de la declaración de
amor y aprecio de otras personas. Espero que lo que leas aquí responda las preguntas que
durante tanto tiempo has tenido, como por qué las interacciones con algunos miembros de la
familia han sido tan dolorosas y frustrantes. La buena noticia es que, entendiendo el concepto
de inmadurez emocional, podemos desarrollar expectativas más realistas de los demás,
aceptando el nivel de relación posible con ellos en vez de sentirnos heridos por la falta de
respuesta de ellos.
Entre los psicólogos, se conoce de larga data que soltarse emocionalmente de padres
tóxicos es la manera de restaurar la paz y autosuficiencia. Pero ¿cómo logramos esto? Lo
hacemos comprendiendo con lo que estamos lidiando. Qué ha estado faltando en la literatura
acerca de los padres ensimismados es una explicación completa sobre por qué hay límites en
sus capacidades para amar. Este libro llena ese vacío, explicando que estos padres básicamente
carecen de madurez emocional. Una vez que comprendamos sus características, seremos
capaces de juzgar por nosotros mismos qué nivel de relación podemos llegar a tener, o no, con
nuestros padres. Saber esto nos permitirá regresar a nosotros mismos, y vivir la vida desde
nuestra naturaleza más profunda en vez de estar enfocados en padres que rehúsan cambiar.
Comprender la inmadurez emocional de ellos nos libera de la soledad emocional a medida que
nos damos cuenta de que la negligencia de nuestros padres no era un asunto nuestro, sino de
ellos. Cuando vemos por qué no pueden ser diferentes, finalmente podemos ser libres de
nuestra frustración con ellos, al igual que de nuestras dudas con respecto a nuestra propia
capacidad de ser amados.
En este libro, hallaremos por qué uno o ambos padres no pudieron darnos el tipo de
interacción que nos podría haber nutrido emocionalmente. Aprenderemos exactamente por qué
podemos habernos sentido invisibles y desconocidos por nuestros padres, y por qué nuestros
esfuerzos bien intencionados de comunicarnos nunca mejoraron las cosas.
En el capítulo 1, veremos por qué la gente que creció con padres emocionalmente
inmaduros suele sentir soledad emocional. Leeremos las historias de gente cuya falta de
conexiones emocionales profundas con sus padres afectaron sus vidas adultas en maneras
significativas. Tendremos una imagen detallada de cómo se ve la soledad emocional y también
sobre cómo la autopercepción puede ayudar a revertir los sentimientos de aislamiento.
En el capítulo 5, veremos cómo la gente pierde contacto con sus verdaderas identidades
para tomar un rol familiar, y cómo construyen fantasías inconscientes acerca de cómo el resto
debería actuar para sanarlos de su negligencia pasada. Aprenderemos acerca de los dos tipos
muy diferentes de hijos que surgirán de padres emocionalmente inmaduros: internalizadores y
externalizadores. (Esto también nos dará luz acerca de por qué hermanos de una misma familia
pueden diferir grandemente en sus maneras de funcionar.)
El capítulo 10 describe cómo identificar a la gente que nos tratará bien y son
emocionalmente seguras y confiables. También nos ayudará a cambiar comportamientos
interpersonales de autoderrota que son comunes a los hijos adultos de padres emocionalmente
inmaduros. Con este nuevo acercamiento a las relaciones, la soledad emocional podrá ser una
cosa del pasado.
Espero poder proveer alivio a la confusión y sufrimiento emocional que provocaron los
padres emocionalmente inmaduros en sus hijos. Si este libro te ayuda a comprender tu soledad
emocional o te ayuda a crear conexiones emocionales más profundas y una intimidad más
provechosa en tu vida, entonces mi misión está cumplida. Si te ayuda verte como una persona
digna que ya no está a merced de las manipulaciones de otras personas, mi trabajo estará hecho.
Sé que sospechabas mucho de lo que estás a punto de leer, y aquí estoy para decirte que siempre
estuviste en lo cierto.
Te deseo lo mejor.
Capítulo 1
La soledad emocional viene por no tener suficiente intimidad emocional con otra gente.
Puede comenzar en la niñez, a causa de sentirse emocionalmente invisibles a los ojos de padres
ensimismados, o puede surgir en la adultez cuando se pierde una conexión emocional. Si ha
sido un sentimiento de toda la vida, indica a la posibilidad de no haber obtenido suficiente
respuesta emocional de niño.
Crecer en una familia con padres emocionalmente inmaduros es una experiencia solitaria.
Estos padres pueden verse y actuar perfectamente normal, ocupándose de la salud física de sus
hijos y proveyendo alimento y seguridad. Sin embargo, si no establecen una conexión
emocional sólida con sus hijos, estos tendrán un agujero abierto donde debería estar la
verdadera seguridad.
La soledad de sentirse invisible ante los otros es un dolor tan fundamental como una
lastimadura física, pero no se ve en el exterior. La soledad emocional es una experiencia privada
e imprecisa, difícil de ver o describir. Se la podría llamar de sentimiento de vacío o de sentirse
solo en el mundo. Algunas personas lo han llamado soledad existencial, pero no tiene nada de
existencial. Si lo sentimos, viene de nuestra familia.
Intimidad emocional
La intimidad emocional involucra saber que tenemos a alguien a quien podemos contarle
todo, alguien a quien acudir con todos nuestros sentimientos, sobre cualquier cosa y todo. Nos
sentimos completamente seguros al abrirnos ante esa persona, ya sea en forma de palabras, a
través de un intercambio de miradas, o simplemente estar juntos en silencio en un estado de
conexión. La intimidad emocional es profundamente satisfactoria, y crea una sensación de ser
vistos por lo que realmente somos. Sólo puede existir cuando la otra persona desea conocernos
y no juzgarnos.
Cuando niños, la base de nuestra seguridad es la conexión emocional con nuestros tutores.
Los padres que están involucrados emocionalmente hacen que los hijos sientan que siempre
tienen a quien acudir. Este tipo de seguridad requiere interacciones emocionales genuinas con
los padres. Los padres que son emocionalmente maduros se involucran en este nivel de
conexión emocional casi siempre. Han desarrollado suficiente autoconsciencia como para
sentirse cómodos con sus propios sentimientos, al igual que con los de otra gente.
Lo que es más importante, están sintonizaos con sus hijos, dándose cuenta de los ánimos
de ellos y dándole la bienvenida a los sentimientos de ellos con interés. Un niño se siente seguro
conectando con padres así, ya sea en busca de comodidad o compartiendo entusiasmo. Los
padres maduros hacen que sus hijos sientan que disfrutan establecer relación con ellos y que
está bien hablar acerca de temas emocionales. Estos padres tienen una vida emocional dinámica
y balanceada y suelen ser consistentes en su atención e interés hacia los hijos. Son
emocionalmente confiables.
Soledad emocional
Los padres que son emocionalmente inmaduros, por otro lado, están tan ensimismados
que no se percatan de las experiencias internas de sus hijos. Además, descartan los
sentimientos, y temen la intimidad emocional. Se sienten incómodos con sus propias
necesidades emocionales y, por tanto, no tienen idea de cómo ofrecer apoyo a un nivel
emocional. Estos padres pueden incluso ponerse nerviosos y enojados si sus hijos se acongojan,
castigándolos en lugar de consolarlos. Estas reacciones cierran el impulso instintivo de los
niños de buscar ayuda, cerrando la puerta hacia el contacto emocional.
Si uno o ambos padres no fueron lo suficientemente maduros como para darnos apoyo
emocional, de niños habremos sentido los efectos de no tenerlo, pero no necesariamente nos
habríamos dado cuenta de que algo andaba mal. Podemos haber tenido la idea de que sentirnos
vacíos y solos era nuestra propia experiencia extraña y privada, algo que nos diferenciaba del
resto de la gente. De niños no teníamos manera de saber que este sentimiento vacío era una
respuesta normal y universal a la carencia de compañerismo humano adecuado. “Soledad
emocional” es un término que sugiere su propia cura: estar en del lado receptor del interés
amable de otra persona en conocer lo que estamos sintiendo. Este tipo de soledad no es un
sentimiento raro o sin sentido; es el resultado predecible de crecer sin suficiente empatía por
parte de los demás.
Para cerrar esta descripción de la soledad emocional, veamos a dos personas que recuerdan
vívidamente este sentimiento en sus infancias y lo describen bien.
Así respondió mi cliente David cuando comenté que criarse con su familia
sonaba solitario: “Fue increíblemente solitario, como estar absolutamente aislado.
Era un hecho de mi existencia. Parecía que era normal. En mi familia, todos estaban
separados, y estábamos todos emocionalmente aislados. Vivíamos vidas paralelas,
sin puntos de contacto. En el secundario, solía tener esta imagen de flotar en el
océano sin nadie alrededor. Así era como se sentía en casa.”
Cuando le pregunté más acerca del sentimiento de soledad, dijo: “Era una
sensación de vacío y nada. No tenía manera de saber que el resto de las personas
no sentía lo mismo. Ese sentimiento era mi vida diaria.”
⸻⸻⸻La historia de Rhonda⸻⸻⸻
Rhonda recordaba una soledad similar cuando tenía siete años, parada al lado
del camión de mudanza fuera de la vieja casa de su familia con sus padres y tres
hermanos mayores. Aunque estaba técnicamente con su familia, nadie hacía
contacto físico con ella y se sentía totalmente sola: “Estaba parada allí con mi
familia, pero nadie me había explicado realmente lo que significaría esa mudanza.
Me sentía totalmente sola, intentando comprender lo que ocurría. Estaba con mi
familia, pero no me sentía como si estuviera con ellos. Recuerdo sentirme exhausta,
preguntándome cómo lidiaría con aquello por mi cuenta. Sentía que no podía hacer
preguntas. Estaban totalmente fuera de mi disponibilidad. Estaba demasiado
ansiosa como para compartir algo con ellos. Sabía que era un asunto con el que
tenía que lidiar sola.”
Este tipo de dolor emocional es en realidad un mensaje saludable. La ansiedad que sentían
David y Rhonda les estaba permitiendo saber que estaban necesitando urgentemente contacto
emocional. Pero como sus padres no se daban cuenta de cómo se sentían, lo único que podían
hacer era mantener los sentimientos guardados. Afortunadamente, una vez que comenzamos a
oír a nuestras emociones en lugar de apagarlas, nos guiarán hacia una conexión autentica con
los demás. Conocer la causa de nuestra soledad emocional es el primer paso hacia el hallazgo
de relaciones más satisfactorias.
La soledad emocional es tan angustiante que un niño que la experimenta hará lo que sea
necesario para tener algún tipo de conexión con sus padres. Estos niños pueden llegar a
aprender a poner las necesidades de los demás primero como precio de entrada a una relación.
En lugar de esperar que los otros provean apoyo o demuestren interés en ellos, puede que tomen
el rol de ayudar a otros, convenciendo a todos de que tienen muy pocas necesidades propias.
Desafortunadamente, esto tiende a crear incluso mayor soledad, porque ocultar nuestras
necesidades más profundas previene una conexión genuina con los demás.
Al carecer de apoyo o conexión adecuada por parte de los padres, muchos niños privados
emocionalmente están ansiosos de dejar la niñez atrás. Perciben que la mejor solución es crecer
rápido y volverse autosuficientes. Estos niños se vuelven competentes más allá de su edad,
pero son solitarios en su interior. Suelen dar un salto a la adultez prematuramente, obteniendo
trabajos tan pronto como pueden, volviéndose activos sexualmente, casándose pronto, o
uniéndose al ejército. Es como si estuvieran diciendo, como me estoy ocupando de mí mismo,
qué mejor que obtener los beneficios de crecer rápido. Anhelan la adultez, creyendo que ofrece
libertad y una oportunidad de pertenecer. Tristemente, en el apuro de dejar el hogar puede que
se terminen casando con la persona equivocada, tolerando explotación laboral, o
permaneciendo en un trabajo que toma más de lo que da. Suelen conformarse con la soledad
emocional en sus relaciones porque les parece normal, como en los días de la niñez.
Sophie estuvo saliendo con Jerry por cinco años. Tenía un buen trabajo como
enfermera y se sentía afortunada de tener una relación de larga duración. A los
treinta y dos, ella deseó casarse, pero Jerry no estaba apurado. En su mente, todo
estaba bien tal y como estaba. Era un muchacho divertido, pero no parecía querer
intimidad emocional y solía cerrarse cuando Sophie traía a colación tópicos
emocionales. Sophie se estaba sintiendo profundamente frustrada y buscó terapia
para que la ayude a dilucidar qué debía hacer. Era un dilema complicado: amaba a
Jerry, pero se le estaba acabando el tiempo para comenzar una familia. También se
sentía culpable y preocupada de estar pidiendo mucho.
Un día, Jerry sugirió ir al restaurante donde habían ido para su primera cita.
Hubo algo en la manera en la que él lo sugirió que hizo que Sophie se preguntara
si no iría a proponerle matrimonio. Sophie apenas pudo contener su entusiasmo a
lo largo de la cena.
Con seguridad, luego de la cena, Jerry sacó una pequeña cajita de joyería del
bolsillo de su saco. A medida que lo empujaba por el mantel de lino de la mesa,
Sophie apenas podía respirar. Pero cuando abrió la caja no había anillo, sólo un
pequeño cuadrado de papel con un signo de pregunta en él. Ella no comprendía.
Jerry le sonrió. “¡Ahora podrás decirles a tus amigos que finalmente yo te hice
‘la pregunta’!”
Tengo un lugar especial en mi corazón para la gente como Sophie, que funcionan tan bien
que los demás piensan que no tienen problemas. De hecho, su competencia les dificulta tomarse
su propio dolor en serio. “Lo tengo todo”, puede que digan. “Debería ser feliz. ¿Por qué me
siento tan miserable?” Esta es la confusión clásica de una persona cuyas necesidades físicas
fueron atendidas en su niñez mientras que sus necesidades emocionales permanecieron
insatisfechas.
La gente como Sophie suele sentirse culpable por quejarse. Hombres y mujeres por igual
harán un listado de las cosas por las cuales deberían estar agradecidos, como si sus vidas fueran
una cuenta matemática en la cual la cifra positiva significa que nada puede ir mal. Pero no
pueden quitarse de encima el sentimiento de estar fundamentalmente solos y sin el nivel de
intimidad emocional que desean en sus relaciones más íntimas.
Para cuando vienen a verme, algunos ya están listos para abandonar a su pareja o están
involucrados en un amorío que les da algo de lo que necesitan. Otros han evitado las relaciones
románticas del todo, viendo al compromiso emocional como una trampa de la cual prefieren
mantenerse alejados. Incluso otros han decidido permanecer en las relaciones por sus hijos y
vienen a terapia para buscar ayuda para ser menos iracundos y resentidos.
Pocos de ellos entran a mi oficina pensando que la falta de intimidad emocional comenzó
en la niñez. Suelen estar mistificados acerca de cómo terminaron en una vida que no los hace
felices. Luchan con sentimientos de egoísmo por desear algo más de la vida. Como dijo Sophie
al principio, “Las relaciones siempre tendrán frustraciones. Es el trabajo, ¿cierto?”
Tenía razón en parte. Las buenas relaciones requieren esfuerzo y perseverancia. Pero no
debería tomar trabajo el ser notado. Tener una conexión emocional debería ser la parte fácil.
Los niños que sienten que no pueden entablar relación emocional con sus padres suelen
reforzar su conexión interpretando el papel que sea que ellos creen que sus padres desean que
interpreten. Aunque esto puede que gane cierta aprobación fugaz, no produce cercanía
emocional genuina. Los padres desconectados emocionalmente no desarrollan una capacidad
de empatía de repente sólo porque sus hijos hacen algo para satisfacerlos.
La gente que no tuvo relación emocional en su niñez, hombres y mujeres por igual, suelen
no poder creer que alguien querría tener una relación con ellos sólo por quienes son. Creen que,
si ellos desean cercanía, deben interpretar un papel que siempre pone a la otra persona primero.
Jake se había casado hace poco con Kayla, una mujer burbujeante que lo hacía
sentir genuinamente amado. Estaba feliz cuando se casó, pero ahora no podía
quitarse el sentimiento de estar bien abajo en los deshechos. “Debería estar feliz”,
dijo, “soy el tipo más afortunado del mundo, y estoy intentando con todas mis
fuerzas ser la persona que ella desea que yo sea. Pero siento que estoy actuando,
forzándome a ser más optimista de lo que soy realmente. Odio sentir que estoy
fingiendo.”
“Debería ser una persona que está super feliz, como ella. Necesito hacerla sentir
amada y mantenerla feliz. Esa es la manera en que se supone que debe ser.” Me
miró expectante esperando confirmación, pero cuando simplemente esperé,
continuó: “Cuando ella llega a casa del trabajo, me esfuerzo por actuar realmente
feliz y entusiasmado, pero es más de lo que realmente estoy sintiendo. Estoy
exhausto.”
Le pregunté qué pensaba que pasaría si fuera honesto y le diría a Kayla acerca
de la tensión que sentía, y él dijo, “Estaría devastada y furiosa si intentara hablarle
de eso.”
Le dije a Jake que pensaba que compartir sus sentimientos honestos puede haber
enojado a alguien en su pasado, pero que no me sonaba que Kayla respondería así.
Sonaba más como lo que me había contado acerca de su madre enojada, que era
rápida para explotar si no se hacía lo que ella quería.
Cuando le dije a Jake que tal vez esta relación nueva y segura le estaba dando
una oportunidad de finalmente ser amado por quien es, se sintió incómodo con la
referencia a sus necesidades emocionales. Me miró avergonzado y dijo, “Cuando
lo dices así, parezco lamentable y necesitado.”
Los padres emocionalmente inmaduros no saben cómo validar los sentimientos e instintos
de sus hijos. Sin esta validación, los niños aprenden a ceder ante lo que los demás están seguros.
Como adultos, pueden negar sus instintos al punto donde ceden a relaciones que no desean en
realidad. Pueden entonces creer que es cuestión de ellos hacer que la relación funcione. Pueden
racionalizar por qué deben esforzarse tanto en la relación, como si fuera normal luchar
diariamente para llevarse bien con la pareja. Si bien se necesita hacer un esfuerzo para mantener
comunicación y conexión en una relación, no debería sentirse como un trabajo constante y sin
recompensa.
La verdad es que, si ambos padres se complementan, comprenden los sentimientos el uno
del otro, y son positivos y solidarios, las relaciones no son arduas sino principalmente
placenteras. No es pedir demasiado sentirse generalmente feliz cuando ven a su pareja o ansían
pasar tiempo juntos. Cuando la gente dice, “No puedes tenerlo todo”, en realidad están diciendo
que no tienen lo que necesitan. Como ser humano, puedes confiar en ti mismo cuando estás
emocionalmente satisfecho. Sabes cuándo te han dado la medida completa. No eres un pozo
sin fondo de demandas incesantes. Puedes confiar las ideas internas que te dicen que algo está
faltando.
Pero si has sido entrenado para descartar tus sentimientos, te sentirás culpable por quejarte
si todo se ve bien en el exterior. Si tienes donde vivir, un sueldo mensual, comida suficiente y
pareja o amigos, la sabiduría convencional dice, “¿Qué tan malo puede ser?”
Muchos enumeran rápidamente todas las razones por las cuales deberían estar satisfechos
y son tímidos a la hora de admitir que no lo están. Se culpan a sí mismos por no tener los
sentimientos “correctos”.
El verdadero problema de Meaghan no era que ella no sabía expresarse; era que
su familia no deseaba oírla. Su marido y padres no intentaban comprenderla;
estaban enfocados en intentar convencerla de que estaba equivocada.
Meaghan temía ser una mala persona por desear dejar a su marido. Cuando la
gente ya no puede tolerar una relación emocionalmente sin recompensa, ¿cómo
debería caracterizar su deseo de abandonarla? ¿Están siendo egoístas, impulsivos
o cabezadura? ¿Están rindiéndose prematuramente, o tal vez siendo lisa y
llanamente inmorales? Si lo han soportado todo este tiempo, ¿por qué no pueden
aguantar un poco más? ¿Para qué sacudir el bote?
El punto puede que sea exactamente que ya lo han aguantado por mucho
tiempo. Tal vez han utilizado literalmente toda la energía que tenían para dar, como
Meaghan, que pasó años intentando darle a su esposo y padres lo que ellos
esperaban. Meaghan intentó repetidas veces explicar sus sentimientos y contarles
cuán infeliz era. Incluso intentó llegar a su marido dejándole cartas para que lea.
Pero ni él ni sus padres escucharon. En lugar de eso, respondieron con lo que ellos
querían que ella hiciera —la respuesta egoísta clásica de la gente emocionalmente
inmadura.
Cuando los padres rechazan o son emocionalmente negligentes con sus hijos, estos niños
suelen crecer esperando lo mismo de otras personas. Carecen de confianza en que otros puedan
estar interesados en ellos. En lugar de preguntarse qué desean, sus bajas autoconfianzas los
hace tímidos y conflictuados acerca de buscar atención. Están convencidos de que estarían
molestando a los demás si intentaran hacer que sus necesidades sean conocidas.
Desafortunadamente, al esperar que el rechazo pasado se repita, estos niños terminan
sofocándose y promoviendo más soledad emocional.
En esta situación, la gente crea su propia soledad emocional quedándose a un lado en vez
de interactuar. Como psicóloga, mi trabajo es ayudarlos a darse cuenta cómo sus padres han
dañado su autoconfianza mientras también los alentaban a tolerar la ansiedad de probar con
algo nuevo para conectar más con los otros. Como lo demuestran las dos historias siguientes,
la gente es capaz de hacer esto; puede que no se les ocurra buscar ayuda porque simplemente
no tienen mucha experiencia con que otra persona les ayude a sentirse mejor.
Qué pensamiento más solitario. Le dije a Ben que todos necesitamos de otras
personas que satisfagan nuestras necesidades emocionales para tener cercanía y
confort. Para eso están las relaciones.
Para Charlotte, esto movió recuerdos dolorosos acerca de todas las veces en su
infancia cuando fue criticada y avergonzada por sus padres por intentar sobresalir.
Sus padres no eran capaces de proporcionar apoyo emocional y, en lugar de eso,
hallaban razones para menospreciar los logros de ella. Ahora, aunque estaba
entusiasmada por el premio, simultáneamente se sentía aterrorizada de que alguien
diera un paso al frente para burlarse de ella o exponerla como alguien que no se lo
merece. En vez de compartir su felicidad con todos, ella lo guardó para sí,
diciéndose que a nadie le interesaría.
En su vida familiar, Natalie aun cuida de su madre anciana, que vive con
Natalie, su marido e hijos. Pero no importa cuánto Natalie haga, su madre aún se
queja de que Natalie nunca la amó o ayudó lo suficiente. Desde la infancia, Natalie
se ha sentido responsable del estado emocional de su madre. Mientras tanto, Natalie
estaba sola porque su madre no era una persona a la cual pudiera acudir. Los niños
como Natalie suelen crecer y ser pequeños adultos, ayudando a sus padres, sin
darles problemas, y aparentando no necesitar prácticamente nada. Estos niños
capaces pueden parecer aptos para ser padres ellos mismos, pero no pueden.
Ningún niño puede. Simplemente aprenden a sujetarse de las migajas emocionales
que puedan conseguir porque cualquier conexión es mejor que ninguna.
Por qué se siente tan mal vivir sin una conexión emocional
Existe una razón por la cual la gente tiene una necesidad tan fuerte de tener una conexión
emocional con otros. A lo largo de la evolución humana, ser parte de un grupo siempre ha
significado más seguridad y menos estrés. Nuestros ancestros que disgustaban de la separación
tenían más chances de supervivencia debido al sentimiento seguro de estar cerca de otros. Los
humanos primitivos a los cuales no les importaba el aislamiento, por otro lado, puede que se
hayan sentido cómodos con más distancia de la que era buena para su supervivencia.
Por eso, cuando ansías una conexión emocional profunda, recuerda que el doloroso
sentimiento de soledad viene no solo de tu historia individual, sino también de la memoria
genética humana. Igual que tú, nuestros ancestros distantes tenían una fuerte necesidad de
cercanía emocional. Tu necesidad de atención y conexión es tan vieja como la raza humana.
Tienes razones prehistóricas para que no te guste estar solo.
Resumen
Una falta de intimidad emocional crea soledad emocional tanto en niños como en adultos.
Las relaciones emocionales atentas y confiables son la base del sentido de seguridad de un
niño. Desafortunadamente, los padres emocionalmente inmaduros suelen estar demasiado
incómodos con la cercanía como para darle a sus hijos la conexión profunda que necesitan. La
negligencia y rechazo de los padres en la infancia puede afectar adversamente la autoconfianza
y las relaciones en la adultez, a medida que la gente repite patrones viejos y frustrantes y luego
se culpan a sí mismos por no ser felices. Incluso el éxito adulto no borra por completo el efecto
de la desconexión de los padres en la vida temprana.
Reconociendo a un progenitor
emocionalmente inmaduro
Puede ser difícil ver a nuestros padres objetivamente porque puede sentirse como si los
estuviéramos traicionando. Pero ese no es el tema aquí. En este libro, nuestra misión no es
faltarles el respeto o traicionar a nuestros padres, sino poder verlos objetivamente de una vez.
Espero puedas ver que la discusión acerca de los padres emocionalmente inmaduros en este
libro está documentada por una profunda comprensión de los motivos de sus limitaciones.
Como verás, mucho de su comportamiento dañino e inmaduro es inintencional. Al ver este y
otros aspectos de nuestros padres de una manera desapasionada, podremos comprender cosas
acerca de nosotros mismos y nuestra historia que puede no hayamos contemplado antes.
La mayoría de las señales de inmadurez emocional están más allá del control consciente
de una persona, y la mayoría de los padres emocionalmente inmaduros no tienen conocimiento
de cómo han afectado a sus hijos. No estamos intentando culpar a estos padres, sino
comprender por qué son como son. Mi esperanza es que cualquier nueva información con
respecto a nuestros padres que podamos obtener al leer este libro tendrá el resultado de
incrementar radicalmente nuestra autoconsciencia y libertad emocional.
Recordemos que los pensamientos acerca de nuestros padres son privados. No deberían
nunca saber lo que obtuviste de este libro, ni necesitan saberlo. El objetivo es que puedas ganar
la autoconfianza que viene de conocer la verdad de tu propia historia. No estarías traicionando
a tus padres al verlos de forma correcta. Pensar en ellos de forma objetiva no los lastimará.
Pero te ayudará.
Como vimos en el capítulo pasado, los padres emocionalmente inmaduros pueden tener
impactos devastadores en la autoestima de sus hijos y en sus relaciones en la adultez. Los
efectos pueden variar de leves a severos, dependiendo del nivel de inmadurez de los padres,
pero el efecto concreto es el mismo: los hijos se sienten emocionalmente invisibles y solos.
Esto erosiona el sentido de los niños de su propia capacidad de ser amados y puede conducir a
una precaución excesiva acerca de la intimidad emocional con otros.
La inmadurez emocional humana ha sido estudiada por mucho tiempo. Sin embargo, a
través de los años ha perdido terreno ante un foco aumentado en los síntomas y diagnósticos
clínicos, utilizando un modelo de enfermedad médica para cuantificar los comportamientos
como enfermedades adecuadas para un reintegro de seguro. Pero, en términos de comprensión
profunda de la gente, evaluar la inmadurez emocional suele ser mucho más útil, como lo
podremos descubrir leyendo este capítulo y completando este ejercicio.
Lee las siguientes declaraciones y marca cualquiera que describa a tus padres. Si deseas
llenar esta evaluación para más de una persona o padrastro, utiliza la versión descargable de
este ejercicio disponible en http://www.newharbinger.com/31700.
⸻⸻⸻ Mis padres solían estar irritados por diferencias individuales o diferentes puntos de
vista.
⸻⸻⸻ En mi niñez, mis padres me utilizaron como confidente, pero no lo fueron para mí.
⸻⸻⸻ Mis padres solían decir y hacer cosas sin pensar en los sentimientos de los demás.
⸻⸻⸻ No obtuve mucha atención o compasión por parte de mis padres, excepto tal vez cuando
estaba muy enfermo.
⸻⸻⸻ Incluso un desacuerdo cortés podía poner a mis padres muy defensivos.
⸻⸻⸻ Era decepcionante contar a mis padres acerca de mis éxitos porque parecía no
importarles.
⸻⸻⸻ Hechos y lógica no eran rivales para las opiniones de mis padres.
⸻⸻⸻ Mis padres no eran auto reflexivos y raramente se miraban a sí mismos como parte de
un problema.
⸻⸻⸻ Mis padres tendían a ser pensadores en blanco y negro, e poco receptivos a nuevas
ideas.
¿Cuántas de estas declaraciones describen a tus padres? Como todos estos puntos son
señales potenciales de inmadurez emocional, marcar más de uno sugiere que seguramente
estuviste tratando con padres emocionalmente inmaduros.
Existe una diferencia entre un patrón de inmadurez emocional, y una regresión emocional
temporal. Cualquiera puede perder brevemente el control emocional o volverse impulsivo
cuando está cansado o estresado. Y muchos de nosotros tenemos mucho de qué avergonzarnos
cuando miramos hacia atrás algunos momentos de nuestras vidas.
La gente emocionalmente madura trata con el estrés de una manera realista y mirando
hacia adelante, mientras procesan conscientemente sus pensamientos y sentimientos. Pueden
controlar sus emociones cuando es necesario, anticipar el futuro, adaptarse a la realidad y
utilizar empatía y humor para suavizar situaciones difíciles y fortalecer lazos con los demás
(Vaillant 2000). Disfrutan siendo objetivos y se conocen lo suficiente como para admitir sus
debilidades (Siebert 1996).
La gente emocionalmente inmadura, por otro lado, tienden a tener un set de características
actitudinales, emocionales y mentales bastante diferentes. Como estas características de
personalidad están todas interconectadas, la gente que demuestra una suele ser propenso a las
demás. En las secciones que siguen, describiré brevemente varias características de las
personas emocionalmente inmaduras.
Siempre que haya un camino claro por el cual seguir, la gente emocionalmente inmadura
puede ir muy bien, incluso alcanzando altos niveles de éxito y prestigio en ocasiones. Pero
cuando se trata de relaciones o de decisiones emocionales, su inmadurez se vuelve evidente.
Son rígidos o impulsivos, e intentan lidiar con la realidad achicándola para que sea manejable.
Una vez que forman una opinión en sus mentes, se cierran. Sólo hay una respuesta correcta, y
pueden ponerse muy defensivos y carentes de humor cuando la gente tiene otras ideas.
La gente emocionalmente inmadura no lleva muy bien el estrés. Sus respuestas son
reactivas y estereotipadas. En vez de evaluar la situación y anticipar el futuro, utilizan
mecanismos de afrontamiento que niegan, distorsionan o reemplazan la realidad (Vaillant
2000). Les cuesta admitir los errores y en vez de ello descartan los hechos y culpan a los demás.
Les cuesta regular las emociones y suelen sobre reaccionar con frecuencia. Una vez que se
angustian, es difícil que se calmen, y esperan que los demás los apacigüen haciendo lo que
ellos quieren. Suelen buscar confort en intoxicantes o mediación.
Los niños son gobernados por los sentimientos, mientras que los adultos consideran las
consecuencias posibles. A medida que maduramos, aprendemos que lo que se siente bien no
siempre es lo mejor. Entre la gente emocionalmente inmadura, sin embargo, el instinto de la
niñez de hacer lo que se siente bien nunca cambia realmente (Bowen 1978). Toman decisiones
sobre la base de lo que se siente mejor en el momento y suelen seguir el camino que ofrece
menos resistencia.
Si eres una persona madura y piensas antes de actuar, puede que encuentres difícil
imaginarte cómo sería vivir haciendo lo que se siente mejor en el momento. Por eso aquí hay
un ejemplo de una persona emocionalmente inmadura que deja la boca abierta. Ana convenció
a su hermano Tom para ir a hablar con su padre anciano acerca de llevarlo a un asilo. Luego de
visitar a su padre por un rato, llegó la hora de hablar en serio. De repente, Tom había
desaparecido. Ana buscó por toda la casa y luego miró por la ventana a tiempo para ver a su
hermano subirse al auto e irse. Ana estaba maravillada y no podía creer cómo Tom podría haber
huido de esa manera. Pero cuando te das cuenta de que, en ese momento, irse de la casa se
sentía mucho mejor que quedarse para una confrontación difícil, tiene sentido.
Son egocéntricos
Los niños normales son egocéntricos de pequeños, pero el ensimismamiento de los adultos
emocionalmente inmaduros es más infantil que parecido a un niño. A diferencia de el de los
niños, el egocentrismo de ellos carece de gozo y apertura. La gente emocionalmente inmadura
está preocupada por sí mismo de un modo obsesivo, no con la inocencia de un niño. Los niños
pequeños son egocéntricos porque aún están comandados por instinto puro, pero los adultos
emocionalmente inmaduros son comandados por la ansiedad y la inseguridad, como la gente
herida que debe estar constantemente cuidando de estar intacto. Viven en un perpetuo estado
de inseguridad, temiendo ser expuestos como malos, inadecuados o imposibles de amar.
Mantienen las defensas altas para que nadie pueda acercarse lo suficiente como para amenazar
sus tambaleantes sentidos de auto valía.
Antes que comencemos a sentir demasiada lástima por ellos, recordemos que sus defensas
funcionan sin problemas para mantener estas ansiedades subyacentes por debajo del nivel de
percepción. Nunca se verán a sí mismos como inseguros o defensivos.
Los términos “ensimismado” y “narcisista” hacen que suene como si esta gente disfrutara
pensar en ellos mismos todo el tiempo, pero en realidad no tienen opción en el asunto. Tienen
dudas fundamentales acerca de su valor intrínseco como seres humanos. Están profundamente
auto involucrados porque su desarrollo quedó enano por la ansiedad durante la niñez. De esta
manera, el egocentrismo de ellos es más parecido a la auto preocupación de alguien con un
problema de dolor crónico, que alguien que se ama a sí mismo.
Son auto referenciales, no auto reflexivos
Mientras hablas con ellos, cualquier cosa que digas la gente auto referencial lo conducirá
a una experiencia propia. Un ejemplo sería una madre oyendo a su hija describir una crisis de
relación y utilizarla como trampolín para hablar de su propio divorcio. Otro ejemplo podría ser
padres que pasan por encima la victoria de sus hijos con recuerdos de sus propios logros.
Aquellos que tienen mejores habilidades sociales puede que oigan más educadamente,
pero aun así no podrás interesarlos. Puede que no cambien abruptamente de tema, pero no harán
preguntas sobre lo que dices, ni expresarán curiosidad acerca de los detalles de tu experiencia.
Es más probable que terminen la conversación con un comentario agradable que dé un cierre
efectivo, como “Es buenísimo, querido. Sé que lo pasaste bien.”
Como carecen de auto reflexión, la gente emocionalmente inmadura no considera sus roles
en un problema. No evalúan sus comportamientos o se cuestionan sus motivos. Si provocaron
un problema, lo descartarán diciendo que no era la intención de ellos lastimarte. Después de
todo, no puedes culparlos por algo que no querían hacer, ¿cierto? De esta manera, el foco
egocéntrico de ellos permanece en sus intenciones, no en el impacto que ha tenido en ti.
Como los niños, la gente emocionalmente inmadura suele terminar siendo el centro de
atención. En una reunión, la persona más emocionalmente inmadura suele dominar el tiempo
y la energía del grupo. Si los demás lo permiten, toda la atención del grupo irá hacia esa
persona, y una vez que esto sucede, es difícil redirigir la atención del grupo. Si alguien más
desea la posibilidad de ser oído, alguien tendrá que forzar una transición abrupta —algo que
mucha gente no está dispuesta a hacer.
Puede que te preguntes si estas personas son extrovertidas. No lo son. La diferencia es que
la mayoría de los extrovertidos siguen fácilmente un cambio de tema. Como los extrovertidos
anhelan interacción, no sólo una audiencia, están interesados y son receptivos cuando otros
participan. Los extrovertidos disfrutan de hablar, pero no con el propósito de que todos los
demás se callen.
Una mujer con la que trabajaba, Laura, recordaba que su padre se había ido con otra mujer,
dejando a Laura, con ocho años, para cuidar sola de su madre severamente deprimida. Un día,
el padre de Laura la pasó a buscar en un convertible nuevo, lleno de entusiasmo por su juguete
nuevo. Esperaba que ella estuviera tan entusiasmada como él, sin considerar el contraste entre
su gozosa vida nueva y la tristeza en la que vivía Laura con su madre abandonada.
Aquí hay otro ejemplo de un padre que esperaba que su hija funcionara en un rol de
aprobación y casi parental, a pesar de haber sido abusivo con ella en el pasado.
Frieda, una mujer de treinta y tantos años, había crecido en un hogar dominado
por el miedo. Su padre, Martín, solía expresar su inmadurez emocional a través de
la agresión física. Aunque era un ciudadano ilustre en el trabajo y en la vida pública,
en casa cacheteaba a sus hijos y los golpeaba con un cinto hasta dejar marcas.
Cuando Frieda finalmente se enfrentó a él en su adolescencia, él dejó de golpearla,
pero continuó haciéndolo con su hermana menor. También hablaba con la madre
de Frieda de forma degradante.
Por ejemplo, luego de que Frieda se mudara, Martin decidió que ella necesitaba
una hamaca en el porche —y no cualquier hamaca, sino una hecha por él mismo
de un tronco pesado. Sin preguntar, se la hizo entregar en su pequeña cubierta
donde ocupaba la mayor parte del espacio que ella tenía para disfrutar sentada
afuera. Era gigante e imposible de mover, cosa que Frieda entendió como una
analogía perfecta de cómo Martin ocupaba todo el espacio en la familia. Estaba
orgulloso de sí mismo como un niño cuando le presenta a su madre una obra de
arte. Afortunadamente, luego de comprender la inmadurez de su padre y las
dinámicas involucradas en la reversión de roles, Frieda se sintió libre de hacer
quitar la hamaca, restaurando la cubierta como a ella le gustaba.
La empatía no es tan solo una sutileza social, como tener tacto. Es una necesidad para
tener intimidad emocional verdadera. No puedes tener una relación profunda sin ella. Mi
definición favorita de empatía viene de los investigadores de apego infantil Klaus y Karin
Grossman y Anna Schwan, quienes describen la empatía como la habilidad de una madre
sensible “de ver y sentir estados e intenciones desde el punto de vista del bebé” (1986, 127).
Esta definición incluye conocer tanto las emociones como las intenciones. Más allá de la mera
compasión, implica leer correctamente los intereses de la gente y cómo sus voluntades son
dirigidas.
La más alta forma de empatía requiere un esfuerzo de la imaginación, que ha sido llamado
mentalización (Fonagy y Target 2008), que sería la habilidad de imaginar que los demás tienen
sus propias mentes únicas y procesos de pensamiento. Los psicólogos de desarrollo se refieren
a esto como tener la teoría de la mente. Adquirir esta habilidad es un hito del desarrollo para
los niños. Mentalizar permite que comprendamos los puntos de vista de los demás y sus
experiencias internas en general porque nos damos cuenta de que tienen una mente propia,
diferente de la nuestra. Los buenos padres son excelentes a la hora de empatizar y mentalizar;
el interés que tienen en la mente de sus hijos hace que el niño se sienta visto y comprendido.
Es también una característica indispensable para el liderazgo en los negocios, el ejército o
cualquier situación donde comprender y predecir los motivos de otros es central. La empatía
es el componente base de la inteligencia emocional (Goleman 1995), que es esencial para el
éxito social y ocupacional.
En sus conversaciones con el Dalai Lama, el psicólogo Paul Ekman distinguió diferentes
tipos de empatía y compasión. La verdadera empatía involucra más que saber lo que la gente
siente; también incluye la habilidad de resonar con esos sentimientos (Dalai Lama y Ekman
2008). Por ejemplo, los sociópatas pueden hacer un excelente trabajo de leer las
vulnerabilidades emocionales de una persona, pero sin la habilidad de resonar con los
sentimientos del otro, el conocimiento de esos sentimientos se convierte en una herramienta de
depredación, no de conexión.
Esto echa luz sobre un hecho curioso acerca de la gente emocionalmente inmadura. En
lugar de no resonar empáticamente, suelen ser bastante astutos cuando se trata de leer las
intenciones y sentimientos de los demás. Sin embargo, no utilizan su comprensión de la gente
para fomentar la intimidad emocional. En vez, la empatía de ellos opera a un nivel sentimental
instintivo o superficial. Puedes sentirte dimensionado, pero no condolido.
La falta de empatía resonante sugiere una falta de autodesarrollo. Para que los padres se
imaginen precisamente lo que sus hijos sienten, necesitan tener suficiente autodesarrollo para
ser conscientes de sus propias emociones. Si no han desarrollado una autoconciencia emocional
propia, no pueden resonar con cómo los demás puedan sentirse, ni siquiera con sus propios
hijos.
Muchos de mis clientes han compartido historias que reflejan la inmadurez emocional de
sus padres. Para mí, esto precisa preguntarse qué podría haber causado tanto subdesarrollo
emocional en tantos padres. Basándome en mis observaciones y experiencia clínica, parece
posible que los padres de muchos de mis clientes fueron silenciados emocionalmente de niños.
A medida que exploramos las historias familiares de mis clientes, solían recordar evidencia
de gran infelicidad y tensión en las vidas tempranas de sus padres. Abuso de sustancias,
abandono, pérdida, abuso o experiencias inmigratorias traumáticas flotan en el trasfondo
familiar, sugiriendo una atmosfera de pérdida, dolor y desconexión. Mucha gente me ha
contado que, aunque se sintieron descartados o abusados, aquello no era nada en comparación
con las historias que sus padres les contaron acerca de sus miserias de infancia. Con frecuencia
la relación entre la madre de un cliente y su abuela materna había sido conflictiva e
insatisfactoria, aunque la abuela haya sido una figura nutritiva para el cliente. Parece que
muchos de los padres de mis clientes nunca tuvieron una conexión de apoyo o de intimidad
emocional con sus propios padres, entonces desarrollaron defensas duras para sobrevivir sus
propias soledades emocionales de la infancia.
Es también importante recordar que los padres del pasado —la crianza que los padres de
mis clientes experimentaron— tenía mucho que ver con los niños siendo vistos, pero no
escuchados. El castigo físico no solo era aceptable, era tolerado, incluso en la escuela, como
una forma de hacer responsables a los niños. Para muchos padres, “el que refrena el castigo
odia a su hijo” era considerado sabiduría convencional. No estaban preocupados acerca de los
sentimientos de los niños; veían la crianza como enseñar a un niño cómo comportarse. No fue
sino hasta 1946 que el Dr. Benjamín Spock, en la versión original de su éxito en ventas The
Common Sense Book of Baby and Child Care [El libro del sentido común acerca del cuidado
del bebé y el niño], ampliamente popularizó la idea de que los sentimientos de los niños y su
individualidad eran factores importantes para considerar, además del cuidado físico y la
disciplina. En las generaciones anteriores a este cambio, la crianza tendía a enfocarse en la
obediencia como el patrón oro para el desarrollo del niño, en vez de pensar acerca de apoyar la
seguridad e individualidad emocional de ellos.
En las siguientes historias, podremos ver los efectos heredados de esta crianza antigua en
mis clientes.
Ellie estaba también profundamente apegada a un gato que había estado con la
familia desde que ella era una niña pequeña. Un día, cuando Ellie regresó del
colegio, Trudy anunció que había regalado el gato porque había hecho un desorden
en la casa. Ellie estaba devastada, pero Trudy le dijo a Ellie años después, “Sus
sentimientos nos importaban un comino; lo importante era poner un techo sobre
sus cabezas.”
Sarah, cuya madre era apartada y emocionalmente inhibida, tuvo una crianza
muy estricta. Ella recuerda que su madre siempre parecía estar conteniéndose en lo
emocional, como si estuviera detrás de un gran muro. Pero Sarah aprecia un
recuerdo de una mañana cuando su madre permaneció silenciosa al lado de su
cama, mirando afectuosamente a Sarah dormir hasta que se despertó. Sarah ya
estaba medio despierta, pero no se movió para poder disfrutar aquel momento de
cercanía secreta con su madre. Una vez que despertó, el muro volvió a erigirse y
su madre mantuvo una distancia “apropiada”.
Por supuesto, los padres emocionalmente inmaduros una vez fueron niños también, y
como niños habrán tenido que suprimir muchos de sus sentimientos más profundos para ser
aceptables ante sus propios padres. Es posible que las madres de Ellie y Sarah también hayan
crecido con insensibilidad de sus padres hacia los sentimientos de ellas. Mucha gente
emocionalmente inmadura fue “sobre podada” temprano en sus vidas, creciendo con un rango
muy limitado de aceptación. Sus personalidades son como árboles bonsái enanos, entrenados
a crecer en formal antinaturales. Como tuvieron que retorcerse para encajar en sus familias, no
pudieron desarrollarse fluidamente hasta convertirse en las personas integradas y naturales que
podrían haber sido.
Como resultado, las energías que tendrían que haber ido hacia el desarrollo de una
conciencia completa, fueron dedicados a suprimir los instintos naturales, resultando en una
capacidad limitada de intimidad emocional.
Como me dijo una mujer, “Con mis padres, solía escoger la parte buena de ellos que me
gustaba y hacía de cuenta que esa era la parte real. Me decía a mí misma que esta parte buena
algún día ganaría, pero nunca tomó control. También solía hacer de cuenta que las partes
dolorosas de ellos no eran reales. Pero ahora me doy cuenta de que todo era real.”
Cuando las defensas de la gente se convierten en una parte integral de sus personalidades,
son tan reales como las cicatrices en el cuerpo. Puede que no pertenecieran allí originalmente,
pero una vez formadas, permanecen. Estas limitaciones se convierten en una parte importante
de las personalidades de la gente. Sea que finalmente se vuelvan más auténticos y
emocionalmente disponibles depende de sus habilidades de auto reflexión.
La gente suele preguntarse si sus padres podrán cambiar. Eso depende de si sus padres
están dispuestos a auto reflexionar, que es el primer paso para cualquier cambio.
Desafortunadamente, si sus padres no están interesados en analizar el impacto que tienen en
los demás, no tienen impulso de mirarse a sí mismos; sin este tipo de auto reflexión, no hay
manera de cambiar.
Hannah siempre deseó tener una relación más íntima con su madre severa y
trabajadora. De adulta, en una visita le pidió a su madre que le dijera algo sobre
ella que nunca haya compartido con Hannah. Esto tomó a la madre por sorpresa.
Primero parecía como un venado ante las luces de un automóvil, luego se puso a
llorar y no pudo hablar. Hannah sintió que había aterrorizado y abrumado a su
madre simultáneamente con esta pregunta inocente. Había atravesado
involuntariamente las defensas de su madre y llegado a un lugar de pena que estuvo
escondido por mucho tiempo, exponiendo el deseo insatisfecho de la infancia de
ser oída por alguien que esté interesado en su experiencia. El interés y empatía de
Hannah abrumó las defensas que su madre había desarrollado en respuesta a la falta
de ese tipo de conexión. Simplemente no pudo lidiar con el intento de Hannah de
tener intimidad emocional.
A pesar de ser altos reactivos emocionales, la gente emocionalmente inmadura tiene una
relación paradójica con las emociones. Despiertan rápido a lo emocional, pero tienen miedo de
sus sentimientos más auténticos. Esto puede esperarse si fueron criados en un medio familiar
que no los ayudó a lidiar con sus emociones, o que incluso los haya castigado por estar
angustiados. Cuanto antes puedan evitar que los sentimientos tomen el control, mejor.
Encuentran al mundo de las emociones profundas extremadamente amenazador.
Cuando son padres, pasan este miedo a las emociones vulnerables a sus hijos. En esas
familias, el dicho “Te daré algo por lo cual llorar” es una respuesta común de los padres a un
niño angustiado. Muchos hijos de padres con fobia emocional desarrollan miedo a que, si ellos
comienzan a llorar, nunca pararán, lo que surge porque nunca se les permitió descubrir que el
llanto concluye solo naturalmente cuando se le permite su expresión completa. Como crecieron
con padres emocionalmente fóbicos que entraron a pisotear la angustia de sus hijos, nunca
experimentaron el ritmo natural de un episodio de llanto y cómo éste concluye.
Es fácil ver cómo niños que crecen en estas condiciones pueden volverse temerosos de sus
propias emociones. De hecho, incluso sentimientos positivos como gozo y entusiasmo pueden
terminar siendo asociados con ansiedad. Por ejemplo, Anthony recordaba un acontecimiento
doloroso en el que había corrido alegremente hacia la puerta del frente para dar la bienvenida
a su padre que estaba llegando. Anthony saltó un pequeño arbusto, lo golpeó con su pie, y lo
volteó. En lugar de apreciar la manifestación de afecto de Anthony, el padre le dio una paliza.
Como resultado, Anthony aprendió no solo a temer a su padre, sino también a temer la alegría
espontanea como a algo que puede meterte en problemas.
Esto tiene sentido, porque cuidar durante la enfermedad permitiría a los padres la
justificación para tener “indulgencias” con sus hijos con atención y afecto. Es razonable que el
cuidado afectuoso se sintiera seguro para estos padres cuando era hecho con el propósito de
restaurar la salud física del niño. La salud física era más sancionada que el apego emocional.
Ser bien cuidado en áreas no emocionales puede crear una confusión en la gente que crece
sintiéndose emocionalmente sola. Tienen una evidencia abrumadora de amor y sacrificio de
sus padres por ellos, pero sienten una dolorosa falta de seguridad emocional y cercanía con sus
padres.
Cuando se interactúa con este tipo de gente, la raramente superficial cualidad de sus
emociones puede hacer que no nos sintamos movidos por sus angustias. Puede que nos digamos
a nosotros mismos que deberíamos sentir más por ellos, pero nuestro corazón no puede resonar
con aquellas reacciones exageradas. Y como reaccionan exageradamente tan seguido, puede
que aprendamos rápidamente a ignorarlos por el bien de nuestra supervivencia emocional.
Sin embargo, las intensas emociones y ansiedad que experimentan las personas
emocionalmente inmaduras pueden disminuir la habilidad de ellos de pensar a este nivel tan
alto. Como suelen estar a merced de sus emociones, sus pensamientos más elevados pueden
caer fácilmente bajo el peso del estrés. De hecho, la falta frecuente de auto reflexión viene de
sus tendencias a la regresión y pierden temporalmente la habilidad de pensar acerca de sus
pensamientos. Cuando los temas que provocan emociones surgen, sus mentes caen dentro de
categorías rígidas de blanco o negro que rechaza la complejidad e imposibilita el intercambio
de ideas.
Intelectualización obsesiva
Resumen
En el próximo capítulo, veremos qué se siente tener una relación con padres
emocionalmente inmaduros, junto con los desafíos que los hijos adultos enfrentan al tratar de
comunicarse con estos padres.
Capítulo 3
En este capítulo, exploraremos cómo manejan las relaciones los padres emocionalmente
inmaduros de formas en que frustran las necesidades emocionales de sus hijos. Como
probablemente ya sabes, ser criado por padres así provoca tanto el sentimiento de soledad como
el de exasperación.
No tenemos manera de escoger nuestras primeras relaciones en la vida. Nuestro lazo más
fuerte es con nuestro progenitor de apego principal, al que acudimos primero cuando estamos
asustados, hambrientos, cansados o enfermos. Puede que busquemos a otros para jugar cuando
nos sentimos bien, pero el estrés o una necesidad urgente nos enviará correteando de regreso a
nuestro cuidador principal (Ainsworth 1967).
La intensidad de este lazo temprano ayuda a explicar por qué los padres emocionalmente
inmaduros pueden ser tan infinitamente decepcionantes. Las relaciones con ellos pueden ser
difíciles de llevar, pero cuando estamos distantes o separados de ellos, se siente como si algo
esencial estuviera faltando. Nuestros instintos más tempranos nos llevan a seguir yendo a
nuestros padres para obtener cuidado y comprensión.
⸻⸻⸻Sentía que debía saber lo que deseaban mis padres sin que se me diga.
⸻⸻⸻Sentía que no podía hacer lo suficiente como para que mis padres fueran felices.
⸻⸻⸻ Hacía grandes esfuerzos para comprender a mis padres de lo que ellos en intentar
comprenderme.
⸻⸻⸻ Era imposible tener una comunicación abierta y honesta con mis padres.
⸻⸻⸻ Mis padres creían que la gente debería mantenerse en sus roles y no desviarse de ellos.
⸻⸻⸻ Siempre sentí que mis padres pensaban que yo era demasiado sensible y emocional.
⸻⸻⸻ Mis padres tenían sus favoritos en términos de quién recibía más atención.
⸻⸻⸻ Mis padres dejaban de escuchar cuando se decía algo que no les gustaba.
⸻⸻⸻ Solía sentirme culpable, estúpido, malo o avergonzado alrededor de mis padres.
⸻⸻⸻ Mis padres rara vez se disculpaban o intentaban mejorar la situación cuando había un
problema entre nosotros.
⸻⸻⸻ Sentía ira reprimida hacia mis padres con frecuencia y no podía expresarlo.
Cada una de estas declaraciones está enlazada a características descritas en este capítulo.
Puede que tus padres no hayan tenido todas las características que describo, pero el marcar más
de uno de estos puntos sugiere cierto nivel de inmadurez emocional.
Si has estado intentado relacionarte con padres emocionalmente inmaduros que tienen
habilidades de intimidad pobres, estas interacciones puede que te hayan hecho sentir apagado,
silenciado o excluido. Incluso si tus padres están en el extremo más amable y cálido del
espectro, probablemente tengan una ventana muy angosta de atención con respecto a los
intereses de los demás. Puede que hayas intentado durante años encontrar una manera de
conectar, sólo para salir sintiéndote invisible y sin nadie que te oiga una y otra vez.
Probablemente sentiste mucha exasperación; la insensibilidad de tus padres lo garantiza.
Como dijo una persona con respecto a su madre ensimismada, “Ella cree que somos tan
cercanas, pero para mí no es una relación satisfactoria. Me vuelve loca cuando le dice a la gente
que yo soy su mejor amiga.”
Provocan enojo
John Bowlby, un pionero en el estudio de las reacciones de los niños ante la separación y
la pérdida, observó que los bebés y los niños se enojan como respuesta normal a ser dejados
por sus padres. La tristeza es una respuesta esperable ante la pérdida, pero Bowlby documentó
que la ira es también algo común en respuesta a la separación (1979). Esto es comprensible. El
enojo e incluso la furia son reacciones adaptativas hacia sentimientos de abandono, que nos
dan la energía para protestar y cambiar situaciones emocionalmente insalubres.
Bajo esta luz, el enojo de Brenda con su madre no era mezquino o irracional; era su
respuesta biológica a los sentimientos de impotencia provocados por la indiferencia emocional
de su madre. Después de todo, sentirse descartado o invisible crea una separación emocional.
Para Brenda era como si su madre la estuviera abandonando constantemente. Cuando Brenda
comprendió que el egocentrismo de su madre era una especie de abandono emocional, pudo
comprender las profundidades de su enojo por primera vez. No estaba sobre reaccionando;
estaba experimentando una respuesta normal hacia una herida emocional. Y una vez que
Brenda comprendió de dónde venía su enojo, pudo verse a sí misma bajo otra luz. Ella había
sido una niña normal; experimentó el enojo que cualquier niño sentiría si sus padres lo
abandonaran o se negaran a responderle.
A veces los hijos de padres emocionalmente inmaduros reprimen su ira o la dirigen hacia
ellos mismos. Tal vez han aprendido que es demasiado peligroso expresar el enojo
directamente, o quizás se sienten demasiado culpables acerca de su ira como para ser
conscientes de ella. Cuando se internaliza el enojo de esta manera, la gente tiende a criticarse
y a culparse a ellos mismos de una manera irreal. Pueden terminar severamente deprimidos o
experimentar sentimientos suicidas —la expresión definitiva de ira contra uno mismo. A veces,
algunos expresan su enojo de una manera pasivo-agresiva, intentando vencer a sus padres y
otras figuras de autoridad con comportamientos como el olvido, la mentira, demora o evitación.
El contagio emocional es también como los bebés y los niños pequeños comunican sus
necesidades. Lloran y hacen escándalos hasta que sus cuidadores se dan cuenta cuál es el
problema y lo solucionan. El contagio emocional de un bebé angustiado es galvanizado,
motivando a un cuidador a hacer lo que sea necesario para calmar al niño.
Los adultos emocionalmente inmaduros comunican sus sentimientos en esta misma forma
primitiva. Como padres, cuando están afligidos, angustian a sus hijos y a todo el que esté
alrededor, típicamente con el resultado de que los demás están dispuestos a hacer lo que sea
con tal de hacerlos sentir mejor. En esta reversión de roles, el niño se contagia la aflicción de
los padres y se siente responsable por hacer que sus padres se sientan mejor. Sin embargo, si el
progenitor afligido no está intentando comprender sus propios sentimientos, nunca nada se
resuelve. En lugar de ello, los sentimientos de aflicción se esparcen a los demás, para que todos
reaccionen sin comprender cuál es el problema en verdad.
Continúa explicando que algunas personas no siempre se dan cuenta que precisan consuelo
emocional, siendo que las necesidades emocionales suelen ser vagas o inconscientes. Otros
pueden esconder sus necesidades porque están avergonzados de admitirlo, por lo que los
ayudadores deben ofrecer consuelo con tacto y oblicuamente, permitir que la persona guarde
las apariencias.
La labor emocional es un trabajo duro. La gente que hace este trabajo debe seguir leyendo
a la otra persona para saber si sus esfuerzos son efectivos. Muchos roles y ocupaciones
dependen pesadamente de la labor emocional, y si está bien hecha, los demás apenas podrán
notar que hay esfuerzo involucrado. La tarea de una buena madre es un ejemplo de esta labor
anónima, así como numerosas profesiones de la industria de servicios.
La gente madura toma automáticamente la labor emocional en las relaciones porque viven
en un estado de empatía y autoconciencia. Es imposible para ellos pasar por alto el hecho de
que alguien que ellos quieren está pasando un mal momento. Hacer este trabajo les permite
navegar exitosamente todo tipo de situaciones interpersonales sin pisar los pies de los demás.
Tanto en el trabajo como en el hogar, la labor emocionar promueve el bienestar y buenas
relaciones.
La gente emocionalmente inmadura, por otro lado, suelen enorgullecerse de tener la falta
de esta habilidad. Racionalizan sus respuestas impulsivas e insensibles con excusas como “Sólo
digo lo que pienso” o “No puedo cambiar quien soy.” Si los confrontas con el hecho de que
decir todo lo que pensamos no es una señal de buen sentido o que la gente no puede madurar
sin cambiar quienes son, probablemente responderán con enojo o ignorándote como si fueras
ridículo.
Es como si pensaran que no es problema de ellos si los demás no expresan sus dolores o
dificultades en palabras. Creen que no tienen por qué estar en sintonía con los sentimientos de
los demás. Sin embargo, la gente emocionalmente madura casi siempre es sensible a los demás,
sabiendo que esto es simplemente parte de tener buenas relaciones. Para los que tienen empatía,
la labor emocional fluye fácilmente. Sin embargo, para aquellos que no tienen habilidades de
empatía y hallan las mentes de los demás opacas, la labor emocional no les parece para nada
natural. Esta puede ser la razón por la cual la gente emocionalmente inmadura se queja tanto
cuando los demás esperan que ellos hagan el esfuerzo.
Además, esta gente parece esperar que los demás lean sus mentes y suelen enojarse rápido
si la gente no se anticipa a sus deseos lo suficientemente rápido (McCullogh et al.2003). No
les gusta tener que decirle a la gente lo que ellos necesitan y en lugar de ello esperan, esperando
para ver si alguien se da cuenta cómo se sienten. Esta demanda silenciosa clásica del adulto
emocionalmente inmaduro es “Si realmente me amaras, sabrías lo que deseo que hagas.”
Como ejemplo, una mujer describió el hábito de su madre de sentarse en el estudio hasta
que un miembro de la familia llegara de la cocina para quejarse enojadamente de que la persona
no pensó en preguntarle si quería algo. En lugar de decir lo que necesitan, la gente
emocionalmente inmadura crea un juego de adivinación maligna que tienen inquieto a todos.
La gente a la cual una persona emocionalmente inmadura le ha hecho mal puede empezar
a pensar que es culpa suya si siguen sintiéndose heridos por lo que aquella persona les hizo. La
gente emocionalmente inmadura espera que los liberes inmediatamente. Si se siente mejor
culparte por no perdonarlos lo suficientemente rápido, eso es lo que harán.
Luego de una grieta, mucha gente hará lo que el experto en relaciones John Gottman llama
un intento de reparación (1999), disculparse, pedir perdón o reparar los daños es una manera
de mostrar un deseo de arreglar las cosas. Pero la gente emocionalmente inmadura tiene una
idea completamente irreal de lo que significa el perdón. Para ellos, el perdón debería hacer que
la grieta nunca sucedió, como si se pudiera empezar de cero. No tienen conciencia de la
necesidad de proceso emocional o del tiempo que puede tomar reconstruir la confianza luego
de una traición grande. Ellos sólo desean volver a la normalidad. El dolor de los demás es sólo
una mosca en la sopa. Todo estará bien si los demás ignoran sus sentimientos acerca de la
situación.
Demandan espejado
Espejar es una forma de empatía y relacionamiento que los padres maduros dan
espontáneamente a sus hijos. Los padres sensibles y emocionalmente responsivos espejan los
sentimientos de sus hijos al demostrar las mismas emociones en sus rostros (Winnicott 1971).
Se ven preocupados cuando sus hijos están tristes y demuestran entusiasmo cuando sus hijos
están felices. De este modo, los padres sensibles les enseñan a sus hijos acerca de las emociones
y cómo entablar relación espontanea con otros. Un buen espejado por parte de los padres
también da al niño la sensación de ser conocido y comprendido como un individuo único. Este
no es el caso para los hijos de padres emocionalmente inmaduros. Como lo dijo un hombre con
respecto a su madre, “No me ve por lo que soy. Ella nunca me conocerá, aunque soy su propio
hijo.”
De hecho, los padres emocionalmente inmaduros esperan que sus hijos sepan y los espejen
a ellos. Pueden angustiarse grandemente si sus hijos no actúan como ellos quisieran. Sus
autoestimas frágiles viajan en todo aquello que va hacia ellos. Sin embargo, ningún niño está
psicológicamente capacitado para espejar a un adulto adecuadamente.
Los padres emocionalmente inmaduros suelen tener la fantasía de que sus bebés los harán
sentir bien consigo mismos. Cuando resulta que sus hijos terminan teniendo sus propias
necesidades, puede que provoque en esos padres un estado de ansiedad intensa. Aquellos que
son extremadamente inmaduros emocionalmente pueden entonces recurrir a castigos,
amenazas de abandono y avergonzamiento como cartas en un intento de sentirse al mando y
reforzar su autoestima —a expensas de sus hijos.
La madre de Cynthia, Stella, que era volátil en extremo, esperaba que Cynthia
espejara cada ánimo de ella, como si fuera un clon emocional. Cuando Cynthia
decidió viajar como joven adulta, Stella explotó, diciendo, “¡Estás desheredada!”
y rompió todo contacto con Cynthia. No habló con Cynthia por meses, ni siquiera
en su cumpleaños. Cynthia resumió el mensaje de su madre como “Querías estar
sola. Me dejaste. No quiero saber nada contigo.”
La gente que es emocionalmente inmadura sólo se siente bien consigo misma cuando
logran que los demás les den lo que ellos quieren y actúan como ellos piensan que deberían.
Dada esta tambaleante autovaloración, es difícil para los padres emocionalmente inmaduros
tolerar las emociones de sus hijos. Un niño angustiado o escandaloso puede remover sus
ansiedades acerca de su propia bondad fundamental. Si no pueden calmar inmediatamente a su
hijo, puede que se sientan un fracaso y luego culpen al niño por angustiarlos.
Por ejemplo, Jeff recordaba un incidente de su infancia cuando le pidió ayuda a su padre
con la tarea. Cuando Jeff no comprendió la lección inmediatamente, su padre gritó, “¿Qué tan
malditamente estúpido puedes ser?” ¡Deja de ser tan perezoso! Simplemente no lo estás
intentando.” No es sorpresa que Jeff haya quedado mortificado y nunca más le haya pedido
ayuda a su padre. Lo que no podía comprender como niño era que su padre estaba luchando
contra su propio terror de ser incompetente como padre si no podía ayudar a su hijo a
comprender fácil e inmediatamente. Su reacción no tenía nada que ver con Jeff.
Si hay algo acerca de las relaciones que le gusta a la gente emocionalmente inmadura, es
el cumplimiento del rol. Los roles simplifican la vida y hacen que las decisiones sean bien
claras. Como padres, la gente emocionalmente inmadura necesita que sus hijos interpreten un
rol apropiado que incluye respetar y obedecerlos. Suelen utilizar lugares comunes para apoyar
la autoridad de sus roles como padres, porque, como los roles, los lugares comunes sobre
simplifican situaciones complejas y las hacen más fáciles de enfrentar.
Derecho de rol
El derecho otorgado por el rol es una actitud de demanda de cierto trato en función de tu
rol social. Cuando los padres sienten que tienen derecho de hacer lo que quieran simplemente
porque están en el rol de padres, esta es una forma de derecho de rol. Actúan como si ser padres
los eximiera de respetar los límites o ser considerados.
Los padres de Mardi proveen un ejemplo clásico de derecho de rol. Mardi y su marido se
mudaron a otra ciudad luego de que el marido de Mardi fuera transferido. No mucho después,
los padres de Mardi se mudaron cerca. Una vez en el vecindario, sus padres comenzaron a ir a
la casa sin avisar e incluso ingresaban al hogar sin golpear la puerta. Cuando Mardi sugirió que
primero llamasen, sus padres se indignaron y citaron sus roles como padres para declarar el
derecho que tenían de caer en cualquier momento.
Aquí hay otro ejemplo: Faith tuvo que prohibirle las visitas a su madre, una agente de
bienes raíces, porque insistía en realizar cambios al mobiliario y los accesorios en la casa de
Faith. Incluso luego de que Faith le dijera a su madre que se detenga, protestó que se le debería
permitir hacerlo porque era la madre de Faith y una corredora de bienes raíces —dos roles clave
para ella.
Coerción de rol
La coerción de rol ocurre cuando la gente insiste en que alguien interprete un rol porque
ellos así lo desean. Como padres, intentan forzar a sus hijos a actuar de cierta manera al no
hablarles, amenazando con rechazarlos, o buscando que otros miembros de familia se junten
contra ellos. La coerción de rol suele involucrar una alta dosis de vergüenza y culpa, como
decirle al niño que es una mala persona por desear algo que sus padres desaprueban.
Jillian, mi cliente, cuya familia era rígidamente religiosa, experimento un caso maligno de
coerción de rol. Jillian se casó con un hombre abusivo que la lastimó físicamente en numerosas
ocasiones. Ella finalmente tomó coraje para dejarlo, sólo para que su madre le insista que ella
debería volver con su marido. Desesperada por el apoyo de su madre, Jillian finalmente le contó
a su madre acerca del abuso. Pero a la vista de su madre, eso no tenía nada que ver; Jillian
ahora debía cumplir con el rol de una mujer casada, y el divorcio era un pecado.
En otro ejemplo, cuando Mason le dijo a su madre que creía que tal vez era gay, ella dijo
que no era posible, “porque no eres una cebra.” En su mente, el rol de su hijo era firmemente
heterosexual, y si su hijo no se veía a sí mismo de esa manera, estaba tan engañado como si
estuviera declarando ser de otra especie.
En el enredo, por otro lado, dos personas emocionalmente inmaduras buscan hallar su
identidad y completarse a sí mismos a través de una relación intensa y dependiente (Bowen
1978). A través de esta relación de enredo, crean un sentido de certeza, previsibilidad y
seguridad apoyadas en la familiaridad tranquilizadora de que cada persona está interpretando
un rol cómodo para el otro. Si una persona intenta salir de los límites implícitos de la relación,
el otro generalmente experimenta gran ansiedad que sólo se calma con el regreso al rol
prescrito.
Tienen favoritos
El enredo a veces se manifiesta teniendo favoritos (Libby 2010). Puede ser duro ver a tus
padres darle atención a su hijo favorito, dejándonos con la duda de por qué nunca mostraron el
mismo tipo de interés en nosotros. Pero el favoritismo obvio no es una señal de relación
cercana; es una señal de enredo. Es probable que el hijo preferido tenga un nivel de madurez
psicológico similar al de los padres (Bowen 1978). Los bajos niveles de madurez emocional
llevan a la gente hacia el enredo mutuo, especialmente si son padre / madre e hijo.
Es interesante que los hijos autosuficientes que no estimulan a sus padres a estar enredados
suelen ser dejados solos para que creen una vida más independiente y autodeterminada (Bowen
1978). Por tanto, pueden conseguir un nivel de autodesarrollo superior al de sus padres. De esta
forma, que no le presten atención puede terminar siendo beneficioso a la larga. Pero mientras
tanto, los hijos de alto funcionamiento siguen teniendo el dolor de sentirse dejados afuera a
medida que sus padres ponen sus energías en enredarse emocionalmente con uno o más de sus
hermanos.
Los padres emocionalmente inmaduros pueden actuar ante su necesidad de enredo incluso
con gente que no es familia cercana. Si hay un vacío de enredo, saldrán a buscar en la familia
inmediata para llenarlo. Pueden también enredarse con un grupo, como la iglesia u otra
organización.
Por qué un sentido pobre del tiempo puede verse como manipulación
emocional
La gente más madura en lo emocional, por otro lado, experimenta el tiempo como una
serie de momentos de conexión y autopercepción. Si se lamentan por algo que hicieron, esto
continúa viajando con ellos a través del tiempo, pegado a ellos con una emoción como la
vergüenza o la culpa. Si piensan acerca de hacer algo riesgoso en el futuro, se sienten enlazados
a lo que podría ocurrir si escogieran hacer algo diferente. Los momentos de sus vidas se sienten
conectados, cada uno afectando a los otros, y todos afectando las relaciones con otras personas.
Podemos ver cuán difícil será la responsabilidad para esta gente; es un concepto endeble
para aquellos que no sienten una conexión temporal entre sus acciones y consecuencias futuras.
Como resultado, su estilo natural es prometer algo, no hacerlo, disculparse superficialmente, y
luego resentirse con la gente si lo sigue trayendo a cuenta. Podríamos preguntarnos por qué
una persona desarrollaría un sentido del tiempo tan poco confiable, siendo ciega a sus propias
inconsistencias e incapaz de observar su propia conducta. Tiene que ver con su falta de
autodesarrollo y una integración de personalidad pobre, junto con su tendencia hacia el
pensamiento extremadamente concreto y literal. Como no cuentan con una conciencia continua
como el centro organizador de su personalidad, las emociones o el estrés puede ponerlos en
una mentalidad infantil en la que los momentos en el tiempo flotan por separado.
Resumen
En el próximo capítulo, veremos algunas investigaciones acerca del apego de madre – hijo
para ver cómo estas características inmaduras pueden surgir. Luego discutiremos cómo esto se
traduce en cuatro tipos principales de padres emocionalmente inmaduros.
Capítulo 4
emocionalmente inmaduros
Hay diferentes tipos de padres emocionalmente inmaduros, pero todos pueden provocar
soledad e inseguridad en los hijos. Existe básicamente una manera de proveer amor nutritivo,
pero muchas maneras de frustrar la necesidad de amor de un niño. En este capítulo, veremos
cuatro tipos de padres, cada uno con una marca particular de inmadurez emocional. Aunque
cada tipo es emocionalmente insensible de una manera diferente, todos crean inseguridad
emocional en sus hijos.
A pesar de sus diferentes estilos, los cuatro tienen la misma inmadurez emocional
subyacente. Todos tienden a ser egocéntricos, narcisistas y emocionalmente desconfiables.
Todos comparten los rasgos comunes de egocentrismo, insensibilidad y una capacidad limitada
de intimidad emocional genuina. Todos utilizan mecanismos de afrontamiento no adaptables
que distorsionan la realidad más que lidiar con ella (Valiant 2000). Y todos utilizan a sus hijos
para intentar sentirse mejor, frecuentemente conduciendo a un reverso de roles padre – hijo y
exponiendo a sus hijos a problemas adultos de una manera abrumadora.
Además, los cuatro tipos tienen poca resonancia con los sentimientos de los demás. Tienen
problemas de límites extremos, ya sea involucrándose demasiado o rehusando involucrarse del
todo. La mayoría tolera pobremente la frustración y utiliza tácticas emocionales o amenazas
más bien que comunicación verbal para obtener lo que desean. Los cuatro tipos de padres se
resisten a ver a sus hijos como individuos separados y en cambio se relacionan con ellos
estrictamente en base a sus propias necesidades. Y con los cuatro estilos, los hijos se sienten
“vaciados de sí mismos” (Bowen 1978) porque sus necesidades e intereses son eclipsados por
lo que es importante para sus padres. Antes de explorar los cuatro tipos, sin embargo,
tomémonos un breve instante para ver investigaciones anteriores que estudiaron los efectos de
diferentes tipos de maternidad en cuanto a la calidad del comportamiento de apego de los bebés.
Así es como las investigadoras describieron a las madres sensibles de bebés que mostraban
comportamientos de apego seguros: “En resumen, las madres altamente sensibles suelen ser
accesibles a sus infantes y están conscientes de incluso las más sutiles comunicaciones, señales,
deseos y ánimos; además, estas madres interpretan adecuadamente sus percepciones y
muestran empatía con sus infantes. La madre sensible, armada con su comprensión y empatía,
puede controlar bien el tiempo de sus interacciones y tratar con su bebé para que sus
interacciones parezcan apropiadas —apropiadas en tipo, así como en calidad —e inmediatez”
(1974, 131).
Sin embargo, la conducta de las madres que tenían bebés que mostraban comportamientos
de apego inseguros eran muy diferentes. Pensando en los capítulos 2 y 3 de este libro, veamos
si la siguiente descripción de madres insensibles hecha por Mary Ainsworth y sus colegas nos
recuerda las características de lo que llamo padres emocionalmente inmaduros:
Los hallazgos de esta investigación apoyan la idea de que los niveles de sensibilidad y
empatía de una madre afectan fuertemente la calidad de los comportamientos de apego del bebé
en la relación madre-hijo.
Recordando esta investigación previa acerca del apego infantil, veamos ahora las
categorías que establecí como los cuatro tipos principales de padres emocionalmente
inmaduros, los cuales todos seguramente crearán sentimientos de inseguridad en sus hijos.
Aunque cada tipo socaba la seguridad emocional de un niño en diferentes maneras, todos se
relacionan con sus hijos con empatía limitada y apoyo emocional poco confiable, y su falta de
sensibilidad fundamental es lo mismo. También, tengamos en cuenta que cada tipo existe en
un continuo, desde leve hasta severo, con varios grados de narcicismo. En los casos severos, el
progenitor puede estar enfermo mental o físicamente, o ser abusivo en lo sexual.
Padres emocionales se dejan llevar por sus sentimientos, variando entre el sobre
involucramiento y el repliego abrupto. Son proclives a una inestabilidad e
impredecibilidad tenebrosa. Abrumados por la ansiedad, buscan que otros los
estabilicen. Tratan con las pequeñas angustias como si fueran el fin del mundo y ver a
los demás como rescatadores o abandonantes.
Padres conducidos son orientados compulsivamente hacia las metas y están siempre
muy ocupados. No pueden dejar de intentar hacer que todo sea perfecto, incluyendo los
demás. Aunque rara vez se detienen lo suficiente como para tener verdadera empatía
por sus hijos, son controladores e interfieren en lo que refiere a manejar las vidas de sus
hijos.
Padres pasivos tienen una forma de pensar de dejar hacer y evitan lidiar con cualquier
cosa que pueda provocar angustia. Son obviamente menos dañinos que los otros tipos,
pero tienen sus propios efectos negativos. Están listos para tomar el asiento de atrás y
dejar que domine su pareja, incluso permitiendo que ocurran abusos y negligencia al
mirar en otra dirección. Enfrentan los problemas minimizándolos y consintiendo.
Padres rechazantes se involucran en un rango de comportamientos que nos dejan
preguntándonos por qué tuvieron familia en primer lugar. Sea que sus comportamientos
sean leves o severos, no disfrutan la intimidad emocional y claramente no desean ser
molestados por los niños. Su tolerancia por las necesidades de los demás es
prácticamente nula, y sus interacciones consisten en dar órdenes, explotar o aislarse de
la vida familiar. Algunos de los tipos más leves puede que se involucren en actividades
familiares estereotipadas, pero aun así muestran muy poca cercanía o involucramiento.
Suelen desear estar solos para hacer sus cosas.
A medida que leemos las siguientes descripciones, recordemos que algunos padres son una
mezcla de tipos. Mientras la mayoría de los padres tienden a caer en una categoría, cualquiera
es proclive a comportamientos que calzan un tipo diferente bajo ciertos tipos de estrés. Y dentro
de las siguientes descripciones, veremos un patrón unificador: ninguno de los tipos es capaz de
actuar consistentemente de maneras que hagan a un niño sentirse seguro acerca de la relación.
Sin embargo, cada tipo tiene su propia manera de quedarse corto. También, notemos que el
propósito aquí es sólo proveer un esbozo de estos cuatro tipos de padres. Discutiremos las
mejores maneras de lidiar con padres emocionalmente inmaduros en otros capítulos.
Padres emocionales
Los padres emocionales son los más infantiles de los cuatro tipos. Dan la impresión de
necesitar ser vigilados y tratados con cuidado. No se requiere mucho para que se angustien, y
luego todos en la familia parten para calmarlos. Cuando los padres emocionales se desintegran,
se llevan a sus hijos con ellos en su caída personal. Sus hijos experimentan la desesperación de
ellos, ira u odio en toda su intensidad. No es sorpresa que todos en la familia se sientan como
caminando sobre cáscaras de huevo. La inestabilidad emocional de estos padres es lo más
predecible de ellos.
En el extremo severo del espectro, estos padres son, con franqueza, enfermos mentales.
Pueden ser psicóticos o bipolares, o tener desorden de personalidad límite o narcisista. A veces,
la emocionalidad desenfrenada de ellos puede incluso terminar en intentos suicidas o ataques
físicos a otros. La gente está nerviosa alrededor de ellos porque sus emociones pueden escalar
tan rápidamente, y porque es muy aterrador ver a alguien que uno conoce salirse de sí. Las
amenazas de suicidio son especialmente aterradoras para los niños, que sienten el peso
aplastante de intentar mantener con vida a sus padres, pero no saben qué hacer. En el extremo
más leve del espectro, la inestabilidad emocional es el mayor problema, tal vez en forma de un
desorden de personalidad histriónica, caracterizado por episodios alternos de ánimos arriba y
abajo.
Dejando la severidad a un lado, todos los padres así tienen dificultad para tolerar el estrés
y el despertar emocional. Pierden el balance emocional y el control de su comportamiento en
situaciones que adultos maduros podrían manejar. Por supuesto, el abuso de sustancias puede
hacerlos incluso más desbalanceados e incapaces de tolerar la frustración o la angustia.
Cualquiera sea su grado de autocontrol, estos padres son gobernados por las emociones,
ven el mundo en términos de blanco y negro, recordando agravios, guardando rencores, y
controlando a los demás con tácticas emocionales. Sus ánimos fluctuantes y reactividad los
hace no fidedignos e intimidantes. Y mientras actúan como indefensos y suelan verse como
víctimas, la vida familiar siempre da vueltas alrededor de sus ánimos. Aunque con frecuencia
se controlan fuera de la familia, donde pueden seguir un rol estructurado, dentro del crisol de
las relaciones familiares íntimas, despliegan toda la impulsividad, especialmente si están
intoxicados. Puede ser chocante ver cuán irrestrictos se pueden poner.
Muchos hijos de padres así aprenden a subyugarse a sí mismos a los deseos de los demás
(Young y Klosko 1993). Como crecieron anticipando el clima emocional tempestuoso de sus
padres, pueden ser atentos en demasía a los sentimientos y ánimos de los demás, con frecuencia
en detrimento propio.
Padres conducidos
Los padres conducidos son el tipo que tiende a verse más normal, incluso aparentando
estar excepcionalmente involucrados en las vidas de sus hijos. Siendo conducidos, siempre
están enfocados en que las cosas se realicen. Mientras los padres emocionales son obvios en su
inmadurez, los conducidos parecen tan involucrados en el éxito de sus hijos que es difícil ver
el egoísmo de ellos. La mayor parte del tiempo, no notaremos nada insalubre acerca de ellos.
Sin embargo, sus hijos puede que tengan problemas ya sea con la iniciativa o con el autocontrol.
Paradójicamente, los padres trabajadores suelen terminar con hijos desmotivados, incluso
depresivos.
Ya sea que esa sea su intención o no, los padres conducidos hacen que sus hijos se sientan
evaluados constantemente. Un ejemplo podría ser un padre que hace que sus hijos practiquen
piano delante de él para que pueda marcarles los errores. Este tipo de vigilancia excesiva suele
amargar a los hijos que buscan la ayuda adulta para cualquier cosa. Como resultado, en la
adultez puede que se resistan a conectar con mentores potenciales.
Convencidos de que saben la mejor manera de hacer las cosas, los padres conducidos a
veces hacen cosas extravagantes. Una madre insistió en ir a la casa de su hija adulta para pagar
sus cuentas porque estaba segura de que su hija no lo haría bien. Otra madre compró a su hijo
adulto un auto usado que no había pedido y se sintió herida cuando él no lo quiso. Y el padre
de un joven hacía que su hijo se pesara cada día delante de él cuando engordaba.
Aunque John tenía veintiuno, pasaba mucho tiempo con sus padres y no se
sentía dueño de su vida. Al describir cómo se sentía alrededor de su madre dijo,
“Estoy constantemente en su radar.” John se sentía tan presionado por lo que sus
padres esperaban de él que perdió todo tipo de confianza en sus propias ideas acerca
de su futuro.
Los padres de John estaban tan ensimismados que él tenía miedo de proponerse
metas, porque eso parecía volverlos incluso más tenaces en cuanto a lo que él tenía
que hacer después. Estaban matando su iniciativa al estar constantemente
urgiéndolo a hacer un poco más o a esforzarse un poco más. A un nivel consciente,
deseaban lo mejor para John, pero eran completamente sordos cuando se trataba de
respetar y alentar su autonomía.
Christine era una abogada con un padre muy dominante, Joseph, que
constantemente la presionaba para ser exitosa. Bien temprano en nuestras sesiones
juntas, me describió su niñez así: “Mi padre me controlaba. No soportaba que
alguien tenga otra opinión; era absolutamente intolerable para él. Tenía tanto miedo
de tomar la decisión incorrecta que tomé muchas decisiones basadas en el temor.
Era como si mi padre fuera mi dueño por completo. Incluso en la universidad tenía
que estar en casa a las once, lo cual era extremadamente vergonzoso, pero no podía
ni soñar con desafiarlo.”
Padres pasivos
Los padres pasivos no son irascibles ni presionan como los otros tres tipos, pero siguen
teniendo efectos negativos. Ellos se entregan pasivamente a personalidades dominantes y
suelen hacer pareja con tipos más intensos que son también inmaduros, lo que tiene sentido
dado que la gente con niveles de madurez emocional similar se atrae el uno al otro (Bowen
1978).
Comparado con los otros tipos, estos padres parecen más disponibles en lo emocional,
pero sólo hasta cierto punto. Cuando las cosas se ponen muy intensas, se vuelven pasivos,
emocionalmente retraídos, y ocultan sus cabezas en la arena. No ponen límites a sus hijos ni
los guían para ayudarlos a navegar el mundo. Puede que nos amen, pero no pueden ayudarnos.
Los padres pasivos son tan inmaduros y ensimismados como los otros tipos, pero sus
maneras simples y con frecuencia juguetonas los hace mucho más queribles que los otros tres
tipos (emocionales, conducidos o rechazantes). Suelen ser el tipo de padre favorito que puede
demostrar un poco de empatía por sus hijos, siempre que el hacerlo no impida satisfacer sus
propias necesidades. Y como pueden ser tan egocéntricos como los otros tipos, los padres
pasivos pueden utilizar a sus hijos para satisfacer sus propias necesidades emocionales —
principalmente la necesidad de ser el foco de la atención afectiva de alguien. Disfrutan la
apertura inocente de los niños y pueden ponerse al nivel del niño de una manera deliciosa. El
niño ama su tiempo con estos padres —pero como el niño suele estar llenando la necesidad de
admiración y compañía atenta, se convierte en una especie de incesto emocional. Este tipo de
relación nunca es completamente cómoda para el niño porque presenta el riesgo de poner
celoso al otro progenitor, e incluso puede sentirse sexualizado.
Los niños saben ciertamente que no deben esperar mucha ayuda de estos padres. Mientras
los padres pasivos disfrutan de sus hijos, se divierten con ellos y los hacen sentir especiales,
los hijos sienten que sus padres no están allí realmente para ellos de ninguna manera esencial.
De hecho, estos padres son famosos por hacer la vista gorda a situaciones familiares que son
dañinas para sus hijos, dejando a los niños por sus cuentas. Cuando la madre es la pasiva, puede
que permanezca con una pareja que maltrata o abusa de sus hijos porque ella no tiene un ingreso
independiente. Este tipo de madres suelen adormecerse a lo que ocurre alrededor de ellas. Por
ejemplo, una madre se refirió más tarde con respecto a los ataques violentos de su marido
contra sus hijos con la leve declaración “Papi puede ser duro a veces.”
Además de abandonar a sus hijos impremeditadamente cuando las cosas se ponen feas,
estos padres pueden dejar a la familia si tienen la oportunidad de una vida más feliz. Si los
padres pasivos, pero más conectados en lo emocional dejan su familia por algún motivo, la
herida en los hijos puede ser especialmente profunda, ya que el abandono vino del progenitor
que significaba más para el niño.
Los niños que adoraban a un progenitor pasivo pueden convertirse en adultos que excusan
la conducta de abandono de otros. De niños, creían que no se podía hacer nada con respecto a
su situación de niñez y que su progenitor pasivo estaba realmente indefenso. Nunca habían
considerado que los padres tienen el deber de poner el bienestar emocional de sus hijos por lo
menos al mismo nivel de sus propios intereses.
La madre de Molly era una mujer de poca paciencia y abusiva en lo físico que
trabajaba muchas horas y solía llegar a la casa de mal humor. Su padre era un
hombre dulce y afectuoso que solía estar de buen ánimo. Le gustaba arreglar cosas
en el garaje cuando no estaba en su trabajo, por lo que Molly solía ser dejada a
cargo de su hermana mayor abusiva y degradante, aparentemente sin ninguna
consideración con respecto a cómo se trataba a Molly.
El santuario de Molly era la relación con su padre. Su bondad era el único brillo
y fuente de amor en su vida, y ella lo adoraba y sentía que debía protegerlo. Nunca
se le ocurrió que debía esperar que él la proteja a ella. Por ejemplo, una vez cuando
su madre se encolerizó y comenzó a golpear a Molly en el comedor, oyó que su
padre estaba golpeando cacerolas en la cocina. Ella lo interpretó como una manera
de hacerle saber que aún estaba allí para ella. No tenía ninguna expectativa de que
él intervenga para detener el abuso. Este es un ejemplo notable de cómo los niños
privados de lo emocional intentan darle un aspecto positivo a la conducta de su
progenitor favorito sin importar el costo.
Molly también tenía un pequeño tartamudeo, y una vez en un viaje a un parque
de diversiones, la hermana de Molly y sus amigas comenzaron a burlarse de ella
sobre esto tanto que se puso histérica. El padre de Molly se rio todo el tiempo, en
vez de amonestar a los niños mayores o cuidar de los sentimientos de Molly. En el
viaje a casa, todos se reían fuertemente mientras se turnaban para imitar la
limitación en el habla de Molly.
Padres rechazantes
Los padres rechazantes parecen tener un muro alrededor de ellos. No desean pasar tiempo
con sus hijos y parecen ser más felices si los demás los dejan solos para hacer lo que desean.
Sus hijos sienten que su progenitor estaría bien si ellos no existieran. El comportamiento
irritado de estos padres enseña a sus hijos a no acercarse a ellos, algo que una persona describió
como correr hacia alguien y que le cierren la puerta en la cara. Rechazan sumariamente todos
los intentos de atraerlos hacia interacciones afectivas o emocionales. Si se los presiona para
que respondan, puede que se vuelvan furiosos o abusivos. Estos padres son capaces de realizar
ataques físicos como castigo.
Los padres rechazantes también son los menos empáticos de los cuatro tipos. Suelen evitar
el contacto visual para señalar su disgusto por la intimidad emocional o a veces emplean una
mirada vacía u hostil con el propósito de que los demás se vayan.
Estos padres dominan el hogar, con la vida familiar dando vueltas alrededor de sus deseos.
Un ejemplo bien conocido de este tipo es el padre distante y aterrador —un hombre sin calidez
emocional por sus hijos. Todo da vueltas alrededor de él, y la familia instintivamente intenta
no molestarlo. Con un padre rechazante, es fácil sentirse apologético por existir. Pero las
madres también pueden ser rechazantes.
Los hijos de padres rechazantes llegan a verse a sí mismos como molestias e irritaciones,
provocando que se den por vencidos fácilmente, mientras los niños más seguros tienden a
seguir haciendo pedidos o quejándose para obtener lo que desean. Esto puede tener serias
ramificaciones más tarde en la vida cuando, como adultos, estos hijos rechazados tienen
dificultades para pedir lo que necesitan.
⸻⸻⸻La historia de Beth⸻⸻⸻
Para evaluar cuál de estos cuatro tipos podría encajar en tus padres, lee a través de la
siguiente lista y marca las características que asocias con tus padres, recordando que los padres
de cualquier tipo pueden mostrar rasgos de otros tipos cuando están muy estresados. Las
características de inmadurez emocional son comunes a todos los tipos e incluyen preocupación
por ellos mismos, empatía baja, desdén hacia los límites, resistir la intimidad emocional,
comunicación pobre, ausencia de auto reflexión, rechazo a reparar problemas de relación,
reactividad emocional, impulsividad y problemas para mantener cercanía emocional.
Como antes, si deseas completar esta evaluación para un progenitor, padrastro o madrastra,
utiliza la versión descargable de este ejercicio disponible en
http://www.newharbinger.com/31700.
Padres emocionales
⸻⸻⸻ Espera que sus hijos provean tranquilidad y no piensan en las necesidades del niño
Padres conducidos
⸻⸻⸻ Está obsesionado con las metas y ocupado, con una visión maquinaria
⸻⸻⸻ Ven a sus hijos como un reflejo, sin considerar lo que ellos desean
Padres pasivos
⸻⸻⸻ Tiene una actitud de permitirlo todo y que todo está bien
Padres rechazantes
Resumen
Aunque hay cuatro tipos generales de padres emocionalmente inmaduros, sus hijos suelen
caer sólo en dos categorías principales: internalizadores y externalizadores. En el siguiente
capítulo, veremos a estos dos tipos bien diferentes de estilos de afrontamiento.
Capítulo 5
Cuando los padres inmaduros no pueden involucrarse emocionalmente y darles a sus hijos
suficiente atención o afecto, sus hijos lo afrontan imaginando fantasías de sanidad acerca de
que sus necesidades emocionales serán satisfechas en el futuro. También lo afrontan hallando
un rol familiar especial, creando lo que llamo un yo de rol. El yo de rol está diseñado para
obtener algún tipo de atención de un progenitor preocupado. En este capítulo, comenzaremos
viendo las fantasías de sanidad y los yo de rol, y luego exploraremos los dos estilos de
afrontamiento muy diferentes que los niños utilizan para lidiar con la negligencia emocional:
internalizar o externalizar.
Tristemente, el verdadero yo, que consiste en las aptitudes innatas del niño y sus
sentimientos genuinos, toma el asiento trasero de lo que parece necesario para asegurarse un
lugar en la familia. Aunque el yo verdadero todavía existe debajo de la superficie, suele ser
silenciado por las reglas familiares que ponen las necesidades de los padres primero. En el
capítulo 7, veremos qué ocurre cuando el yo verdadero subyacente resurge para despertar a la
gente ante sus verdaderos sentimientos y potencial. Pero por ahora, veamos cómo las fantasías
de sanidad y los roles familiares afectan a la gente tanto en la niñez como en la adultez.
Tener padres inmaduros fuerza a los hijos a ajustarse a las limitaciones emocionales de sus
padres. Los niños reaccionan a la inmadurez paternal de diversas formas para intentar llamar
la atención, ser cuidados y establecer conexión. Pero una cosa que todos los niños privados
emocionalmente tienen en común es tener una fantasía acerca de cómo eventualmente
obtendrán lo que necesitan.
De niños, comprendemos el mundo armando una historia que nos explica nuestra vida.
Imaginamos lo que nos hace sentir mejor y creamos lo que llamo una fantasía de sanidad —
una historia de esperanza acerca de lo que algún día nos hará realmente felices.
Los niños suelen pensar que la cura para su dolor infantil y soledad emocional está en
hallar una manera de cambiarse ellos y a los demás en algo diferente de lo que son realmente.
Todas las fantasías de sanidad tienen esta temática. Por tanto, la fantasía de sanidad de todos
comienza con si tan solo… Por ejemplo, la gente puede pensar que serán amados sólo si fueran
lo suficientemente desinteresados y atractivos, o si pudieran hallar a un compañero
desinteresado y sensible. O pueden pensar que sus vidas serán sanadas siendo famosos o
extremadamente ricos, o haciendo que la gente les tenga miedo. Desafortunadamente, la
fantasía de sanidad es una solución infantil que viene de una mente infantil, por lo tanto, no
calza en la realidad adulta.
Pero cualquiera sea la fantasía de sanidad, le da al niño el optimismo para atravesar una
crianza dolorosa con esperanza de un futuro mejor. Mucha gente ha sobrevivido una niñez
miserable de esta manera. La fantasía de esperanza de que un día serán amados y cuidados los
mantiene en pie.
A medida que llegamos a la adultez, secretamente esperamos que nuestras relaciones más
cercanas harán que nuestras fantasías de sanidad se vuelvan realidad. Nuestras expectativas
subconscientes de los demás vienen directamente de este mundo de fantasía infantil. Creemos
que, si nos mantenemos en ella lo suficiente, eventualmente conseguiremos cambiar a la gente.
Podríamos pensar que nuestra soledad emocional finalmente será sanada por una pareja que
siempre piensa en nuestras necesidades primero o un amigo que nunca nos abandona. Con
frecuencia, estas fantasías inconscientes son bastante proclives a provocar auto derrota. Por
ejemplo, una mujer creía secretamente que, si tan sólo pudiera hacer feliz a su padre depresivo,
ella sería finalmente libre en su vida de hacer lo que quiera. No se daba cuenta de que ya era
libre de vivir su propia vida, incluso si su padre seguía siendo miserable.
Otra mujer estaba segura de que podría obtener el tipo de amor que ella deseaba por parte
de su esposo si ella hacía todo lo que él quisiera. Cuando él aun no le daba la atención que ella
pensaba haberse ganado, estaba furiosa con él. Su ira cubrió la ansiedad que sentía cuando se
dio cuenta de que su historia de sanidad no estaba funcionando, aun cuando hizo su mejor
intento. Desde la niñez, ella había estado segura de que sería amada si era una persona “buena”.
Con frecuencia no tenemos idea de que estamos intentando endilgarle a alguien una
fantasía de sanidad, pero puede verse en las pequeñas pruebas de amor que ponemos a la gente.
Es más fácil para un foráneo ver cuán irreal es la fantasía. La terapia marital exitosa suele
involucrar cómo las fantasías de sanidad de la gente intentan forzar a sus parejas a darles la
infancia amorosa que siempre desearon.
Desarrollando un yo de rol
Puede que nos preguntemos por qué no todos los niños inventan un yo de rol
maravillosamente positivo —por qué tanta gente actúa roles de fracaso, ira, perturbación
mental, volatibilidad emocional u otras formas de miseria. Una respuesta es que no todo niño
tiene los recursos internos para ser exitoso y autocontrolado en las interacciones con los demás.
La genética y la neurología de algunos niños los lleva hacia una reactividad impulsiva en vez
de a la acción constructiva.
Otra razón por la cual surgen los roles negativos es que es común para los padres
emocionalmente inmaduros utilizar inconscientemente diferentes niños en la familia para
expresar aspectos irresueltos de sus propios yo de rol y fantasías de sanidad. Por ejemplo, un
niño puede ser idealizado e consentido como el niño perfecto, mientras que otro es catalogado
como incompetente, siempre metiendo la pata y precisando ayuda.
Un ejemplo de padre que presiona a su hijo a adoptar un yo de rol sería una madre insegura
que refuerza los miedos de un niño ansioso para darse a sí misma un rol de seguridad como el
centro de la vida de ese niño (Al fin, alguien me necesita en serio.) Otro ejemplo sería un padre
con sentimientos de insuficiencia irresueltos que menosprecia a su hijo para sentirse fuerte y
capaz en comparación (Soy el que es competente y debe corregir a todos los demás.) O tal vez
ambos padres hacen la vista gorda a sus propios enojos subyacentes y egocentrismo, pero los
ven en sus hijos (Somos padres amorosos, pero nuestro hijo es malo e irrespetuoso.) Pocos
padres pretenden socavar el futuro de sus hijos, pero sus propias ansiedades pueden hacerlos
ver sus propias cualidades negativas e indeseables en sus hijos (Bowen 1978). Esta es una
poderosa reacción psicológica defensiva que está más allá del control consciente.
De niños, si hallábamos un rol que calzaba en las necesidades de nuestros padres como
una llave en una cerradura, a lo mejor nos hubiéramos identificado rápidamente con este yo de
rol. En el proceso, nuestro verdadero yo se habría hecho más invisible a medida que nos
transformábamos en lo que el sistema familiar precisaba de nosotros. Este tipo de olvido de
nuestro yo verdadero puede sabotear nuestras relaciones íntimas en la adultez. No podemos
forjar una relación satisfactoria desde la posición de un yo de rol. Debemos estar disponibles
para expresar suficiente de nuestros yo verdaderos para darle a la otra persona algo real con lo
que relacionarse. Sin ello, la relación es tan solo una actuación entre dos yo de rol.
Otro problema con el yo de rol es que no tiene su propia fuente de energía. Debe robar
vitalidad del verdadero yo. Actuar un rol es mucho más cansado que tan solo ser uno mismo
porque requiere un esfuerzo enorme ser algo que no somos. Y como es inventado, el yo de rol
es inseguro y teme ser revelado como un impostor.
Actuar en un yo de rol no suele funcionar a la larga porque nunca podrá ocultar las
verdaderas inclinaciones de la gente por completo. Tarde o temprano, sus necesidades genuinas
saldrán a la superficie. Cuando la gente decide dejar de actuar el rol y vivir más desde su yo
verdadero, pueden avanzar con más liviandad y vitalidad.
Precisarás dos hojas para este ejercicio. En una, el título será “Fantasía de sanidad” y en
la otra “Yo de rol.”
La primera parte de este ejercicio te ayudará a explorar e identificar tus propias fantasías
de sanidad. Arriba de tu hoja de “Fantasía de sanidad”, copia y completa las siguientes
oraciones. No las pienses demasiado; sólo escribe lo que primero venga a la cabeza.
Para terminar, escribe un breve resumen acerca de tu experiencia intentando que los demás
cambien y cómo se siente haber interpretado el yo de rol que has descrito en este ejercicio.
¿Deseas mantener estas fantasías y roles, o estás listo para explorar y expresar tu verdadera
individualidad? Si estás listo para vivir más manteniendo tu yo verdadero, el resto de este libro
te ayudará a hacerlo.
Las fantasías de sanidad y los roles son tan únicos como los niños que los inventan. Pero,
sobre todo, los niños con padres emocionalmente inmaduros lidian con privación emocional en
una de estas dos maneras: ya sea internalizando sus problemas, o externalizándolos. Los niños
que son internalizadores creen que es responsabilidad de ellos cambiar las cosas, mientras que
los externalizadores esperan que los otros lo hagan por ellos. En algunas circunstancias, un
niño puede sostener ambas creencias, pero la mayoría de los niños principalmente adoptan un
estilo de afrontamiento o el otro cuando luchan para satisfacer sus necesidades.
Es una cuestión de personalidad y constitución cuál de estos sistemas has adoptado, más
que de elección. Y finalmente, ambos estilos son intentos de obtener satisfacción a las
necesidades. A medida que la gente atraviesa la vida, pueden tener periodos de ser más
internalizadores o externalizadores, pero su naturaleza básica seguramente se inclinará más
sobre una que la otra. Sin embargo, el ideal es balancear ambos acercamientos, para que los
internalizadores aprendan a buscar ayuda externamente, de otros, y los externalizadores
aprendan mirar dentro de ellos mismos para controlarse.
Internalizadores
Los internalizadores son mentalmente activos y aman aprender cosas. Intentan solucionar
problemas desde el interior hacia afuera a través de la auto reflexión, intentando aprender de
sus errores. Son sensibles e intentan comprender de la causa a el efecto. Al ver la vida como
una oportunidad de desarrollarse, disfrutan volverse más competentes. Creen que pueden
mejorar las cosas esforzándose, y toman responsabilidad instintivamente para resolver los
problemas por su propia cuenta. Sus principales fuentes de ansiedad son el sentimiento de culpa
cuando desagradan a los demás y el temor a ser expuestos como impostores. Su mayor ruina
en una relación es auto sacrificarse demasiado y luego resentirse por cuanto hacen por los
demás.
Externalizadores
Los externalizadores actúan antes de pensar. Son reactivos y hacen las cosas
impulsivamente para eliminar la ansiedad rápido. No tienden a ser auto reflexivos, asignando
la culpa a los demás y a las circunstancias más que a sus propias acciones. Experimentan la
vida como un proceso de prueba y error, pero rar vez utilizan sus errores para aprender cómo
hacer mejor las cosas en el futuro. Están sujetos firmemente a la noción de que las cosas deben
cambiar en el mundo exterior para estar felices, creyendo que, si tan sólo los demás les dieran
lo que ellos quieren, sus problemas se solucionarían. Este estilo de afrontamiento es con
frecuencia tan de autoderrota y disruptivo que los demás deben involucrarse para reparar el
daño de las acciones impulsivas de ellos.
Los externalizadores sienten que la gente competente debería ayudarlos y tienden a creer
que las cosas buenas le ocurren a los demás de una manera bastante injusta. Con respecto a la
imagen que tienen de ellos mismos, tienen una confianza en sí mismos realmente baja o un
sentido de superioridad inflado. Dependen de estímulos externos para calmarse, lo que los hace
susceptibles al abuso de sustancias, relaciones adictivas y muchas otras formas de gratificación
inmediata. La principal fuente de ansiedad que tienen es que serán cortados de los recursos
externos en los que depende su seguridad. El mayor problema de relaciones que tienen incluye
sentirse atraídos a la gente impulsiva y ser demasiado dependientes en los demás para obtener
apoyo y estabilidad.
Externalizar previene a la gente de crecer psicológicamente, y es por ello por lo que está
asociado con la inmadurez emocional. Internalizar, por otro lado, promueve el desarrollo
psicológico a través del uso de la auto reflexión. Como cubriré en profundidad a los
internalizadores en el capítulo 6, el resto de este capítulo discutirá varios aspectos de los
externalizadores.
La externalización en los niños promueve una dependencia emocional y enredo con las
dinámicas de los padres (Bowen 1978). Además, los padres emocionalmente inmaduros puede
que consientan a un niño externalizador porque al hacerlo se distraen de sus propios problemas
irresueltos. Cuando lidian con un niño fuera de control, los padres no tienen tiempo de pensar
acerca de sus propios dolores del pasado. En vez, pueden tomar el yo de rol de padres fuertes
y ayudar al niño débil y dependiente que no podría sin la ayuda de ellos.
Aunque los niños externalizadores suelen luchar con problemas de conducta,
impulsividad, volatibilidad emocional e incluso adicciones, estas formas de actuar tienen la
ventaja de que hacen los problemas visibles. El dolor de ellos no queda oculto, como ocurre
con los internalizadores, a pesar de que pueden ser malinterpretados como rebeldes, opositores
o problemáticos sin sentido.
Un ejemplo de externalizador leve era un hombre que vino a terapia porque perdía el
control con frecuencia cuando estaba estresado y gritaba a su mujer e hijos. Había sido criado
en una familia rígida en la cual era golpeado y humillado si se equivocaba, por lo que tenía
muchos modelos a seguir para una conducta externalizadora. Sin embargo, como deseaba
sinceramente que las cosas mejoraran en su hogar, se esforzó para aceptar a su mujer e hijos
como gente sensible de derecho propio, que necesitaba colaboración en lugar de ser superados.
Por fuera, Rodney parecía ser un internalizador empático que intentaba hacer
feliz a todos. Permitía que su esposa, Sasha, le dijera qué es lo que podía y no podía
hacer, dándole el poder total de control sobre todas sus actividades. Vino a terapia
porque estaba deprimido y sentía que se había perdido a sí mismo. Temía hacer
enojar a Sasha y nunca la desafiaba porque temía que lo dejase. Exteriormente, se
declaraba a sí mismo responsable de sus decisiones, pero en lo secreto, culpaba a
Sasha por restringir su vida. En una forma verdaderamente externalizadora, la veía
a ella como la que controlaba su felicidad e infelicidad y sentía que él no era libre
de hacer lo que deseaba sin su permiso.
Rodney se había criado con una madre despótica que no le daba mucha
nutrición verdadera, y cuando llegó a la adultez todavía se veía a sí mismo en el rol
de un niño dominado, ahora controlado por Sasha. En una sesión de terapia, se
describió a sí mismo como un prisionero, un hombre encadenado —¡una imagen
muy externalizadora!
Muchos de mis clientes que son internalizadores han vivido con hermanos
externalizadores fuera de control. Todos estos clientes tenían la misma situación: un hermano
consentido y depredador —ya sea mayor o menor— que les hacía la vida miserable de niños
mientras los padres no hacían nada para intervenir. Si el hermano estaba aburrido o angustiado,
se desquitaba con el cliente. Sus padres solían ver a los hermanos externalizadores como
especiales en alguna manera y les dejaban salirse con la suya con todo tipo de mal
comportamiento. En algunos casos, esto incluso tomó la forma de abuso sexual, que mis
clientes no reportaron porque pensaron que sus padres no les creerían, o sí lo reportaron y los
padres defendieron al hermano abusador.
En una familia con un hijo externalizador, la actitud de los padres suele ser silenciar
cualquier queja de injusticia por parte de los internalizadores, diciéndole al niño que intente
llevarse bien o comprender el problema de su hermano. Para los padres, no tiene ninguna
ventaja tener a un niño externalizador angustiado. El mensaje a los internalizadores es que
deberían poner sus necesidades en el olvido y en lugar de ello enfocarse en lo que precisa el
externalizador.
Bajo las condiciones correctas, cada tipo puede desplegar conductas y actitudes
comúnmente asociadas con el otro tipo. Por ejemplo, una vez que los externalizadores tocan
fondo, a veces se abren a la idea de que precisan cambiar en lugar de esperar que el mundo se
ajuste a ellos. Y cuando están bajo estrés severo, algunos internalizadores comienzan a
reaccionar impulsivamente como cualquier externalizador.
Los externalizadores pueden llegar a ser más internalizadores
Al final, externalizar e internalizar son sólo dos lados de ser humano. Todos pueden
mostrar más o menos de ambos estilos dependiendo las circunstancias y dónde caen en el
continuo. Dicho esto, la gente que busca terapia o disfruta leer sobre autoayuda es mucho más
probable que tengan un estilo de afrontamiento internalizador. Siempre están intentando
comprender qué pueden hacer para cambiar sus vidas para mejor.
En contraste, la gente que externaliza sus problemas suele terminar en tratamiento debido
a presiones exteriores, como juicios, ultimátum matrimonial o rehabilitación. La mayor parte
de la recuperación de adicciones está orientada hacia empujar a los externalizadores hacia la
adopción de un estilo de afrontamiento más internalizador y hacerse responsables de sí mismos.
Incluso podríamos pensar en grupos como AA como un movimiento diseñado para convertir a
externalizadores en internalizadores que se vuelven responsables de su propio cambio.
Por otro lado, los internalizadores pueden caer en la externalización cuando están
demasiado estresados o solitarios. A veces, los internalizadores que se auto sacrifican
demasiado comienzan a actuar sus problemas a través de amoríos o relaciones sexuales
superficiales. Suelen sentir una vergüenza enorme y culpa acerca de esto y están aterrados de
ser descubiertos, aun así, se sienten atraídos hacia estas relaciones como un escape de una vida
estéril en lo emocional o sexual. Tener un amorío los ayuda a sentirse vivos y especiales
nuevamente, y les ofrece la posibilidad de satisfacer sus necesidades de atención fuera de su
relación principal sin sacudir el bote. La mayor parte del tiempo, primero intentan hablar con
su pareja acerca de su infelicidad, debido a su instinto de hacerse responsables de solucionar
sus problemas. Pero si su pareja no los oye, o peor, rechaza estas aperturas, los internalizadores
puede que salgan a buscar alguien que los salve —una aproximación externalizadora clásica.
Tal vez esto ayuda a explicar muchas crisis de mediana edad, donde gente que antes era
responsable parece revertir algunos de sus valores de maneras sorpresivas. Parecieran de
repente rechazar obligaciones y responsabilidades a medida que buscan una vida más
provechosa en lo personal. Pero a la luz del perfil típico de los internalizadores, tal vez la
metamorfosis de mediana edad no es para nada repentina ni sorprendente; tal vez es el resultado
de años de autonegación, seguido de la convicción de los internalizadores de que las
necesidades de los demás están primero, demasiadas veces.
El abuso de sustancias es otra manera en que los internalizadores pueden adoptar una
solución externalizadora cuando están bajo estrés, como podremos ver en la siguiente historia.
Ron era un internalizador de toda la vida con un dolor de espalda crónico, que
constantemente intentaba complacer a su madre egocéntrica y a un jefe criticón.
Originalmente había venido a terapia con una perspectiva internalizadora,
buscando maneras de cambiar su vida. Pero a medida que el estrés laboral crecía y
comenzó a sentir la soledad y falta de apoyo en su vida, comenzó a externalizar
tomando más medicación para el dolor y más bebida. Finalmente, Ron confesó que
pensaba que estaba yendo demasiado lejos en el abuso del alcohol y las pastillas, y
poco después buscó tratamiento de internación para que su adicción esté bajo
control. Con cuidado especializado, pudo regresar al uso de su propio
afrontamiento interno como forma de solucionar sus problemas, en vez de recurrir
al escape externalizador de las drogas.
Nota que los atributos listados abajo están en los extremos del espectro, acentuando las
diferencias básicas en cómo estos dos tipos enfrentan los desafíos de la vida. Como
recordatorio, en la vida real, la gente suele existir en algún lugar del continuo para estos rasgos.
Aun así, la mayoría de la gente se parecerá a un tipo más que al otro.
Rasgos externalizadores
Aproximación a la vida
⸻⸻⸻ Esperar que los demás mejoren las cosas: “¿Qué debería hacer otro para mejorar las
cosas?”
Estilo psicológico
Estilo de relación
⸻⸻⸻ Esperan que otros provean ayuda
Acercamiento a la vida
⸻⸻⸻ Pensativos y empáticos: “¿Qué puedo hacer para mejorar las cosas?”
⸻⸻⸻ Buscan su responsabilidad por haber causado el problema: “¿Qué hice yo?”
Estilo psicológico
Estilo de relación
⸻⸻⸻ Desean ayudar a los demás a comprender por qué hay un problema
Si los resultados indican que eres principalmente un internalizador, puede que te sientas
exhausto de intentar hacer tanto del trabajo emocional en tus relaciones. El próximo capítulo
explorará las características de los internalizadores que te llevan a hacer demasiado para los
demás. Si, por otro lado, tus resultados indican que eres principalmente un externalizador,
puede que quieras pedir a otros que te den una devolución acerca de cómo te ven. Puede que
se te estén acabando los sistemas de apoyo.
El equilibrio es la clave
La gente que cae en los extremos de cualquier estilo de afrontamiento suele tener
problemas significativos para vivir. Los externalizadores extremos tienden a desarrollar
síntomas físicos o meterse en problemas con sus conductas, mientras que los internalizadores
extremos suelen tener síntomas emocionales como ansiedad y depresión.
Si vuelves a mirar la lista en el ejercicio anterior, veras que cualquiera de los rasgos podría
ser un beneficio o un problema dependiendo de las circunstancias. Por ejemplo, podemos ver
que los internalizadores podrían desarrollar tendencias de autoderrota hacia la inacción, no
hablar y evitar pedir ayuda. En cambio, aunque los externalizadores puede que encuentren que
su vida es un lío, el estilo impulsivo que tienen suele hacerlos más dispuestos a actuar e intentar
diferentes soluciones. A veces, ese tipo de impetuosidad es exactamente lo que se precisa, por
eso en algunas situaciones puede ser una fortaleza. Bajo las condiciones adecuadas, cada estilo
puede ser útil; al final, los problemas tienden a surgir cuando la gente queda estancada en el
extremo de alguno de estos dos estilos de afrontamiento.
Aun así, el perfil general del externalizador refleja una personalidad que es mayormente
más irrealista y menos adaptativa. Esto es porque los mecanismos inmaduros de afrontamiento
de los externalizadores simplemente no funcionan bien para las relaciones exitosas, ni
promueven un desarrollo psicológico maduro.
Resumen
De niños, los internalizadores perceptivos no pueden evitar notar cuando sus padres no
están conectando con ellos verdaderamente. Registran un dolor emocional de una manera que
un niño menos perceptivo no lo haría y por tanto son afectados profundamente al criarse con
padres emocionalmente inmaduros. Como los internalizadores son sensibles a las sutilezas de
las relaciones con los seres queridos, cuando tienen padres desentendidos en lo emocional, son
mucho más conscientes de la dolorosa soledad que surge. En este capítulo, veremos de cerca
las características de los internalizadores. También exploraremos los pozos del estilo
internalizador, particularmente cómo las esperanzas de una conexión cercana pueden guiar a la
gente a hacer demasiado por los demás, al punto de descuidarse a ellos mismos.
Si eres un internalizador, puede que te preguntes cómo llegaste a estar tan alerta de los
estados interiores de los demás. Puede ser que hayas sido movido a estar tan en sintonía con
los sentimientos y necesidades de los demás por algo tan básico como tu sistema nervioso.
Los internalizadores son muy sensibles y se dan cuenta de todo mucho más que la mayoría
de la gente. Reaccionan a la vida como si fueran una antena de radio, recibiendo y resonando
con las vibraciones de otras personas y del mundo alrededor de ellos. Esta percepción puede
ser una bendición y una maldición al mismo tiempo. Como lo describió un cliente, “¡Mi cerebro
lo absorbe todo! No puedo creer cuánto percibo, se me filtra directo.”
Como están tan en sintonía con los sentimientos, los internalizadores son extremadamente
sensibles a la calidad de intimidad emocional en sus relaciones. Su personalidad entera anhela
espontaneidad e intimidad emocional, y no pueden satisfacerse con menos que esto. Por lo
tanto, cuando son criados por padres inmaduros y fóbicos de la emoción, se sienten
dolorosamente solos.
Si hay algo que los internalizadores tienen en común, es su necesidad de compartir sus
experiencias internas. De niños, la necesidad de una conexión emocional genuina es el hecho
central de su existencia. Nada lastima sus espíritus más que estar rodeados de gente que no se
involucra con ellos emocionalmente. Una expresión vacía en el rostro mata algo dentro de ellos.
Leen a la gente de cerca, buscando señales de haber hecho alguna conexión. Esta no es una
urgencia social, como buscar a alguien con quien hablar; es un hambre poderosa por conectar
de corazón a corazón con una persona de mente similar que pueda comprenderlos. No pueden
encontrar algo más estimulante que dar con alguien que los entienda. Cuando no pueden
realizar este tipo de conexión, sienten soledad emocional.
Puede que recuerdes del capítulo 4, que esta necesidad de respuesta e interacción recíproca
de los padres es normal en los bebés con apego seguro. Es como se realiza el vínculo madre-
hijo. Las investigaciones han demostrado que los bebés con apego seguro demuestran angustia
y de derrumban si sus madres dejan de responderles y muestran tan solo un rostro inexpresivo
(Tronick, Adamson y Brazelton 1975). La intensidad de esta angustia puede ser vista online en
YouTube buscando la palabra clave “experimento de rostro inexpresivo”.
Cuando los niños internalizadores tienen padres ensimismados, suelen pensar que ser
serviciales y ocultar sus necesidades les ganará el amor de sus padres. Desafortunadamente,
poder contar con alguien no es lo mismo que amarlo, y el vacío emocional de esta estrategia
eventualmente se hace aparente. Ningún niño puede ser lo suficientemente bueno como para
evocar amor por parte de padres altamente ensimismados. Sin embargo, estos niños llegan a
creer que el precio de lograr una conexión es poner a los demás primero y tratarlos como si
fueran más importantes. Piensan que pueden mantener la relaciones siendo los dadores. Los
niños que intentan ser lo suficientemente buenos para ganar el amor de sus padres no tienen
manera de saber que el amor incondicional no puede ser comprado con comportamiento
condicional.
“Me cansa tanto la falta de respuesta de ellos,” dijo Logan enojada. “No puedo
lograr que me escuchen o que me vean por quien soy.” Pero luego sus hombros se
hundieron, y en un tono confidente y pequeño dijo, “Fui criada para ser una chica
buena, pero no lo hice muy bien. Cuando me angustiaba, me ignoraban. Podría
haber estado prendida fuego y ellos no se daban cuenta.”
Debajo de la ira de Logan, había una tristeza de larga data. Había estado
luchando para entender por qué se sentía tan rechazada por el comportamiento
aparentemente normal de sus padres. Sus sentimientos de aislamiento no coincidían
con la historia oficial de unidad familiar. Se preguntaba si algo estaba mal con ellas;
¿tal vez ella siempre fue demasiado para ellos?
Como internalizadora, Logan tenía una fuerte necesidad de tener una conexión
emocional autentica. Desafortunadamente, sus hermanos y padres egocéntricos no
estaban interesados en ese tipo de relación. Nadie en su familia prestó atención a
sus sentimientos, y sus expresiones de entusiasmo caían en oídos sordos. Al
mantenerse en la inmadurez emocional, sus padres fueron firmes en continuar con
sus roles familiares angostos, así como sus hermanos.
Logan había estado agonizando de dolor emocional por mucho tiempo, pero
nadie lo había notado porque ella era lista y exitosa. A pesar de sus logros, la falta
de cercanía emocional de Logan con su familia la dejó sintiéndose vacía en su
interior. Para compensar esta falta de conexión, Logan intentó con frecuencia hacer
a la gente sonreír y sentirse bien. Sentía que sería valorada sólo por lo que podía
hacer por los demás, no por lo que ella era.
Para todos los mamíferos, incluyendo los humanos, algo mágico ocurre cuando este deseo
de buscar consuelo se enciende. El peligro puede que no se vaya, pero los individuos pueden
permanecer muy calmos mientras se sientan atados a su manada, jauría o círculo de gente
amada. La mayoría de los mamíferos tienen vidas estresantes, pero gracias a su instinto de
contactarse con los demás, el consuelo calmante y la energía restaurada están a la distancia de
un contacto amistoso. Esto da a los mamíferos una tremenda ventaja sobre otros animales
cuando se trata de afrontar el estrés en una manera eficiente energéticamente hablando, ya que
no tienen que pelear, huir o congelarse cada vez que se sienten amenazados.
Es crucial que los internalizadores vean su deseo instintivo de conexión emocional como
algo positivo, más que interpretarlo como que son demasiado necesitados o dependientes.
Volverse hacia otros instintivamente para buscar consuelo cuando están estresados hace que las
personas sean más fuertes y se adapten mejor. Incluso si han sido avergonzadas por padres
irresponsables cuando necesitaban atención, sus necesidades emocionales muestran que sus
instintos mamíferos saludables que buscan consuelo están funcionando bien. Los
internalizadores saben instintivamente que hay fuerza en ser independiente, como todos los
mamíferos evolucionados lo son. Solamente la gente fóbica de la emoción y emocionalmente
inmadura cree que desear empatía y comprensión son señales de debilidad.
La mayoría de la gente inmadura tiende a ser externalizadores que no saben cómo calmarse
a través de conexiones emocionales genuinas. Cuando se sienten inseguros, en vez de buscar
consuelo de los demás, suelen sentirse amenazados y cambian hacia comportamientos de pelea,
huida o congelamiento. Reaccionan a los momentos ansiosos de las relaciones con
comportamientos rígidos y defensivos que alienan a los demás, en lugar de atraerlos más cerca.
La ira, culpar, criticar y dominar son todas señales de habilidades que funcionan pobremente a
la hora de buscar consuelo. Los externalizadores simplemente no saben cómo solicitar ayuda.
Los externalizadores que se angustian mucho pueden parecer tener un impulso fuerte de
conexión emocional, pero sus aproximaciones tienen más que ver con el pánico que con la
conexión. Toma mucho trabajo calmarlos, e incluso entonces continúan pareciendo vagamente
desconfiados e insatisfechos porque no están abiertos a conectar completamente. Intentar
calmar a un externalizador angustiado es una experiencia insatisfactoria para ambas personas,
ya que la persona que provee consuelo no tiene la sensación de estar ayudando en realidad.
Una necesidad de consuelo a través de la conexión cercana tiene beneficios más allá de
simplemente hacer que la gente se sienta mejor. Puede salvar la vida. Utilizar las relaciones
cercanas para hallar seguridad y apoyo es uno de los rasgos que ayuda a la gente a sobrevivir
condiciones extremas de riesgo de vida (Gonzales 2003). Si la única manera de afrontar de una
persona es luchar, huir o congelarse cuando las cosas se ponen estresantes, imaginemos cuán
difícil será para esa persona soportar un desafío de supervivencia de larga duración. Las
investigaciones sobre gente que vive circunstancias casi imposibles muestran que
invariablemente ellos buscan en sus relaciones presentes y recuerdos de seres queridos como
fuentes de inspiración y determinación de supervivencia.
Si los internalizadores fueren avergonzados por sus emociones sensibles durante la niñez,
de adultos puede que se sientan avergonzados de mostrar cualquier emoción profunda. Puede
que digan “lo siento” cuando comiencen a llorar en un consultorio psicológico, como si
debieran ser capaces de hablar de su dolor emocional sin mostrarlo. Algunos incluso traen sus
propios pañuelos porque no desean utilizar los del psicólogo. Están convencidos de que sus
sentimientos más profundos son una molestia para los demás.
Los internalizadores siempre son hallados con la guardia baja cuando alguien demuestra
interés genuino en cómo se sienten. Una mujer abrumada que recién había comenzado la
psicoterapia pausó en su historia y me miró con rareza. Luego dijo sorprendida, “Realmente
me estás mirando.” Podía ver que yo comprendía el dolor subyacente que ella describía a pesar
de su alto rendimiento en la vida diaria. Se comportaba como si esto fuera lo que menos
esperaba y dado que ella era una internalizadora, ciertamente así era.
Los internalizadores suelen parecer necesitar menos atención y nutrición que los
externalizadores porque se valen de sus recursos internos. Al ser internalizadores, les da
vergüenza pedir ayuda y en lugar de ellos intentan resolver los problemas por sus cuentas.
Odian sentirse una molestia. Esto los convierte en niños de bajo consumo que son fáciles de
obviar. Para padres ocupados o preocupados, esta autonomía puede invitarlos a la negligencia.
Los padres pueden pensar que sus hijos están bien sin mucha atención. Ciertamente, los
internalizadores independientes parecen estar bien con poca atención; pero esto no significa
que pueden estar bien ante la negligencia emocional.
Como los padres emocionalmente inmaduros ven a sus hijos internalizadores capaces de
cuidar de ellos mismos, permiten que estos niños independientes tengan una vida más por fuera
de la familia. Pero, aunque los internalizadores pueden afrontar la vida más
independientemente, aun precisan conectar con sus padres y capturar el interés de ellos. Ser
emocionalmente invisible no es bueno para ningún niño, especialmente para internalizadores
sensibles sintonizados emocionalmente.
La inmadurez emocional en los padres garantiza que sus hijos experimentarán negligencia
emocional. Sin embargo, esta privación emocional suele ser una experiencia silenciosa e
invisible para los niños. Estos niños sentirán el vacío, pero no sabrán cómo llamarlo. Crecerán
sufriendo de soledad emocional, pero no sabrán qué es lo que falla. Sólo se sentirán diferentes
de los demás que parecen estar bien. (Si te interesa explorar si has experimentado privación
emocional en la niñez, el libro de 1993 Reinventing Your Life [Reinventando tu vida], de Jeffrey
Young y Janey Klosko, ofrece información adicional para ayudar a la gente a determinar si
fueron privados en lo emocional.)
La gente suele no tener idea de que ha experimentado negligencia emocional hasta que
leen acerca de ella por primera vez. Cuando esta gente viene a psicoterapia, típicamente no se
identifican como personas que fueron descuidadas. Pero cuando examinan más profundo,
suelen tener recuerdos que revelan que no se sintieron apropiadamente cuidados de niños. Estos
recuerdos suelen involucrar sentimientos de soledad y desprotección en situaciones
potencialmente peligrosas o sentimientos de que los padres o tutores no estuvieron lo
suficientemente preocupados de lo que pudiera haberles pasado. Con frecuencia, simplemente
sabían que debían permanecer alertas, cuidándose de sí mismos. Una mujer recordaba que,
cuando tenía cuatro años, la dejaron sola en una playa por casi una hora sin que su madre
intentara buscarla, y otros corroboraron este recuerdo. Otra persona recordó visitar una piscina
de niña y mantenerse alejada del borde de la piscina porque estaba segura de que su madre no
le estaba prestando atención.
Cuando Sandra tenía once, ella y su hermano de siete años fueron enviados a
otro estado para quedarse con unos parientes por el verano. Aparentemente sin
cuidado, la madre los puso en un micro para que pasen la noche en un viaje de más
de ochocientos kilómetros en el que tendrían que cambiar de micro en el medio de
la noche. Aunque Sandra se sentía perdida y con temor, sabía que debía proteger a
su hermanito. Situaciones que podrían hacer que otro niño entre en pánico, hacen
que los internalizadores entren en un estado de foco intenso mientras intentan
resolver cómo hacer lo que hace falta. Como lo dijo Sandra, “Mi hermano estaba
realmente asustado y lloraba mucho. Yo permanecí estoica. Sabía que dependía de
mí sacar lo mejor de la situación.”
Bethany fue enviada a Brasil un verano cuando tenía diez años para hacer de
niñera del hijo infante de su hermano mayor irresponsable y su nueva y joven
esposa. Al hermano y a su cuñada les gustaba ir de fiesta e iban y venían cuando
querían mientras Bethany con diez años cuidaba de su primo bebé. Cuando terminó
el verano, su madre hizo que Bethany se quede en Brasil y pierda clases para que
pudiera seguir ayudando a la familia de su hermano. Finalmente, algo pareció
mover a su madre en la casa, y fue a buscar a Bethany. Su madre era un ejemplo
clásico progenitor emocionalmente inmaduro y ensimismado: ciega al hecho de
que el internalizador capaz es aún un niño y precisa de cuidado.
Leah pensó que lo único que yo deseaba oír era que ella estaba mejor, para
poder sentirme bien conmigo misma como psicóloga exitosa. Le era difícil
imaginar que yo podría estar interesada en cómo se sentía realmente. Esto era un
resabio de su niñez, cuando su madre crítica y emocionalmente fría se ponía
claramente irritada en cualquier momento que Leah expresaba sus emociones. En
respuesta, Leah desarrolló la creencia de que la mejor manera de conectar era ser
una persona “querible” sin necesidades emocionales. Entonces ella ocultó sus
sentimientos e intentó interpretar el rol que los demás quisieran.
Otra manera de descuidar ocurre cuando los padres emocionalmente inmaduros ofrecen
un consuelo tan superficial que no son de ninguna ayuda para un niño asustado. Una mujer
recordaba que cuando estaba asustada de niña, sabía que tendría que salir de ello por su propia
cuenta. Cuando le pregunté si recordaba haber sido ayudada alguna vez con sus miedos, ella
dijo, “Esa suena como una idea extranjera para mí. Sería lindo saber que alguien comprende,
pero nunca me sentí de esa manera. No recuerdo que nadie haya sido capaz de ayudarme con
los miedos que tenía. Solamente decían cosas genéricas como ‘Oh, vas a estar bien’, ‘Todo va
a estar bien’, o ‘No hay necesidad de sentirse así; pronto te sentirás mejor.’”
La negligencia emocional puede hacer que una independencia prematura se sienta como
una virtud. Mucha gente que fue descuidada de niña no se da cuenta que su independencia era
una necesidad, no una opción. He tenido clientes que me describieron esto de varias formas,
como “Siempre fue el que cuidaba de mí mismo”, “No es nada, puedo manejarlo; no me gusta
depender de nadie”, y “Deberías poder hacerlo sin la ayuda de nadie. No dejes que te vean
transpirar.”
Desafortunadamente, los niños que se vuelven tan independientes puede que no aprendan
cómo pedir ayuda más adelante en sus vidas cuando sí está disponible. Suele recaer en las
manos de los psicólogos y consejeros para engatusar a esta gente para que acepte su necesidad
de ayuda como algo legítimo.
Como los internalizadores miran dentro de ellos mismos en busca de los motivos por los
cuales las cosas andan mal, puede que no siempre reconozcan el abuso por lo que es. Si los
padres no etiquetan su propia conducta como abusiva, su hijo tampoco la etiquetará de esa
manera. Incluso siendo adultos, mucha gente no tiene idea de que lo que le pasó en la niñez fue
abusivo. Como resultado, puede que no reconozcan un comportamiento abusivo en sus
relaciones adultas.
Por ejemplo, Vivian dudaba decirme acerca de la ira de su marido, diciendo que era algo
demasiado tonto e insignificante como para hablar de ello. Luego ella me dijo tímidamente que
él rompía cosas cuando estaba enojado y que una vez arrojó un proyecto artesanal de ella al
suelo porque él deseaba que la casa se viera más ordenada. Resulta que Vivian tenía vergüenza
de decirme porque pensaba que yo diría que el comportamiento de él era normal y que le diría
que ella estaba haciendo una montaña de un desnivel.
Los internalizadores son los que más realizan trabajo emocional en las
relaciones
Los internalizadores realizan mucho trabajo emocional en sus relaciones familiares. Como
recordatorio, el trabajo emocional involucra el uso de empatía, previsión y autocontrol para
promover las relaciones y llevarse bien con los demás. En las familias saludables, los padres
hacen la mayor parte del trabajo emocional con sus hijos. Pero cuando los padres no afrontan
bien, un niño internalizador con frecuencia se mete en el vacío que dejaron sus padres. Esto
puede tomar la forma de ser demasiado responsable, cuidando de hermanos menores cuando
los padres están empantanados con una crisis, o podría significar prestar atención a los
sentimientos de todos para ver quién está angustiado y precisa que se lo calme.
Especialmente cuando sus padres son depresivos o chatos en lo emocional, los niños
internalizadores pueden tomar un rol alegre, poco serio, para traer felicidad y vivacidad dentro
de un clima familiar que sería de otra manera sombrío. Con su vivacidad y buen sentido del
humor, ayudan a los demás a sentir que las cosas no están tan mal. Una mujer describió actuar
ese rol de esta manera: “Siempre era la que estaba feliz. Por ejemplo, durante las fiestas yo era
la que decía, ‘¡Pongamos los adornos!’ Lo hacía porque la gente en mi familia era tan
desprendida y falta de entusiasmo. Ahora me doy cuenta de que yo estaba buscando una
conexión.”
Ella estaba haciendo mucho trabajo emocional para que su familia se entusiasme con ella,
incluso si eso significaba que ella misma debía inyectarles un espíritu festivo.
Desde la niñez hasta la adultez, Candace había provisto un oído para escuchar
los problemas de relación crónicos de su madre. Cuando le pregunté cómo comenzó
a actuar este rol frustrante con su madre, Candace dijo, “Sé que soy más estable en
lo emocional que ella. Estoy acostumbrada a manejar mis propios asuntos sin la
ayuda de mi madre. Ella es definitivamente la más necesitada en nuestra relación.
Ella precisa mi apoyo para que pueda estar en pie. Ella siempre ha tenido un
problema de sentirse alguien que no puede ser amada. No tiene ninguna autoestima.
Sólo estoy intentando ayudarla a encontrar la felicidad.”
Muchos niños internalizadores creen con optimismo que cuando crezcan, serán capaces
de amar a otra persona en una buena relación. Reflexionando acerca de su matrimonio
fracasado, una mujer lo dijo de este modo: “Pensé que yo podría ser suficiente por los dos.”
Los internalizadores están acostumbrados a proveer la mayor parte de la empatía y a hacer más
de lo que les corresponde para intentar llevarse bien, y por un largo tiempo puede que no se
den cuenta que están siendo gastados mientras la otra persona no está realizando ningún
cambio.
Los internalizadores a veces toman la flojera emocional del otro al actuar ambas partes en
sus interacciones con los demás. Actúan como si hubiera una reciprocidad cuando no la hay.
Por ejemplo, puede que agradezcan a alguien por su paciencia cuando en realidad ellos son los
que están siendo contrariados, o puede que se contacten con alguien ensimismado repetidas
veces con una consideración que nunca reciben de regreso. Están tan familiarizados con
proveer la sensibilidad que faltaba en los miembros de la familia, que hacen esto
automáticamente con todos. Cubren la falta de conexión de los demás viéndolos más
agradables y considerados de lo que son en verdad.
Un hombre me contó acerca de una fantasía optimista que tenía con respecto a su novia,
diciendo, “Pensé que de alguna manera yo podía ser tan maravilloso que ella sentiría algo por
mí que no le venía de forma natural. Estaba seguro de que podía hacerla feliz y hacer que me
ame.” Él creía que los sentimientos de su novia eran algo que él podía cambiar.
Una clienta reveló cuánto trabajo emocional extra hacía en todas sus amistades, “Mi
problema es que siempre intento ser amable y acogedora. Si pienso en lo que deseo o necesito,
me preocupa que los demás piensen que soy indiferente o que estoy intentando ser mala. Siento
que debo estar preocupada por ellos todo el tiempo o seré una mala persona.”
Otra mujer sólo recién después de su divorcio se dio cuenta cuánto trabajo emocional había
estado haciendo en la relación: “Cuando mi marido se enojaba sobre pequeñeces, en lugar de
decirle, ‘Eso es completamente ridículo’, yo intentaba calmarlo y acogerlo. Él era tan inepto
en lo emocional. ¿Cómo no me di cuenta por diez años? No veía cuánto esfuerzo yo estaba
haciendo. En vez, me decía a mí misma, Ambos estamos intentando que esto funcione. Pensé
que tal vez no era una esposa lo suficientemente buena y me preguntaba qué podía hacer de
manera diferente —qué podía hacer para mejorar las cosas. Entendí que todos luchan, y tal vez
esto era lo que un matrimonio debía ser.”
Desde temprano, los internalizadores pueden parecer tan autónomos que la gente
emocionalmente inmadura no puede resistir apoyarse sobre ellos. Los internalizadores son tan
perceptivos y sensibles que incluso la gente que nunca conocieron antes puede que confíe en
ellos en una situación estresante. Mi cliente Martine lo describió de esta manera: “Yo soy la
persona a la que todos vienen para obtener apoyo y un oído —la voz de la calma y la sabiduría.
La gente no suele obtener ese tipo de respuesta, por lo que se amontona alrededor mío como si
yo fuera un basurero donde pueden arrojar sus problemas. Sólo estoy intentando ser una buena
amiga y una persona solidaria, pero eso le da ánimos a la gente para que ponga demasiado de
sus cosas sobre mí. Esto es algo que me ocurre seguido.”
Sin siquiera saberlo, la gente como Martine exuda un aura de amabilidad y sabiduría que
es poderosamente atractiva para la gente necesitada. Afortunadamente, Martine eventualmente
se dio cuenta de que, por su propio bien, necesitaba ser más selectiva a la hora de extender su
empatía y altruismo naturales. Cuando dejó de dar su tiempo y atención indiscriminadamente,
ganó mucha energía para su propia vida.
A lo largo de la terapia, otra clienta finalmente se dio cuenta cuán extendido se había hecho
su cuidado automático, extendiéndose incluso hacia gente que ella no conocía. Se encontró a
sí misma entablando relación con gente habladora en los ascensores y transeúntes solitarios
que intentaban comenzar conversaciones indeseadas. ¿Tengo un cartel colgado del cuello? Se
preguntaba ella. Se sentía obligada a darles a todos una respuesta cálida, hacer el trabajo
emocional incluso para gente que jamás había visto antes. Y el hecho es que, los extraños
necesitados se tragarán la atención de una persona sensible si se les da la oportunidad, sea en
un avión, en un ascensor o mientras hacen una cola.
Este es el caso especialmente con los internalizadores. A causa de su sintonía con los
demás, puede que se enfoquen tanto en los problemas de los otros que pierdan de vista sus
propias necesidades y hagan la vista gorda a cómo el drenaje emocional los está lastimando.
Además, están secretamente convencidos de que más autosacrificio y trabajo emocional en
algún momento transformará sus relaciones insatisfactorias. Por lo que cuanto más grandes las
dificultades, más duro lo intentarán.
Si esto parece ilógico, recordemos que estas fantasías de sanidad están basadas en ideas
infantiles acerca de cómo mejorar las cosas. Cuando niños, los internalizadores tienden a tomar
el yo de rol del rescatador, sintiendo la responsabilidad de ayudar a los demás al punto de
descuidarse a ellos mismos. La fantasía de sanidad que tienen involucra la idea de Yo debo
arreglar esto. Lo que no pueden ver es que han tomado un trabajo que nadie jamás ha podido
lograr: cambiar a la gente que no está buscando cambiar.
Es difícil para los internalizadores rendirse en la lucha por ser amados, pero a veces
eventualmente se dan cuenta de que no pueden cambiar cómo otra persona se relaciona con
ellos. Finalmente sienten resentimiento y comienzan a replegarse emocionalmente. Cuando un
internalizador finalmente se rinde, la otra persona puede que sea encontrada con la guardia
baja, como el internalizador siempre ha continuado intentando contactar y conectarse durante
tanto tiempo.
Resumen
Ruptura y despertar
Este capítulo describe cómo es el despertar para la gente que estuvo actuando un rol que
no les sentaba por mucho tiempo. Esta etapa de despertar suele comenzar con una sensación
de fracaso o pérdida del control. Síntomas dolorosos como depresión, ansiedad, tensión
crónica, o falta de sueño pueden todas ser señales de que las viejas estrategias para reescribir
la realidad se han vuelto insostenibles. Estos síntomas psicológicos y físicos son un sistema de
alarma, que nos dice que debemos volver a ponernos en sincronía con quienes somos y cómo
nos sentimos.
¿Cuál es el yo verdadero?
El concepto del yo verdadero data de tiempos antiguos cuando la idea de tener alma
apareció por primera vez. Los seres humanos siempre han sentido la presencia de un yo interno
genuino que lo ve y experimenta todo, pero se queda un poco a un lado de lo que hacemos en
el mundo exterior. Este yo es la fuente de nuestra individualidad única y no es afectado por las
presiones familiares que moldean nuestros yo de rol. Este yo interior ha sido conocido por
muchos nombres —como el verdadero yo, el yo real, el yo interior (Fosha 2000)— pero al final
son la misma cosa: la consciencia que habla la verdad en el centro del ser de una persona.
Cuando estamos de acuerdo con nuestro yo verdadero, vemos las cosas claramente y
sentimos que estamos en un estado de fluidez. Nos enfocamos en soluciones en vez de los
problemas. Las cosas parecen mucho más posibles a medida que prestamos atención a nuestras
necesidades y deseos genuinos. Llegan a nuestras vidas oportunidades y personas que nos
ayudan en formas que nunca nos habríamos imaginado. De hecho, nos hacemos “más
afortunados.”
Nuestro yo verdadero tiene las mismas necesidades que un niño saludable en crecimiento:
crecer, ser conocido y expresarse. Sobre todo, nuestro yo verdadero sigue presionando para que
nos expandamos, como si nuestra auto actualización fuera lo más importante en el planeta. Para
esto, pide nuestra aceptación de su guía y deseos legítimos. No tiene interés en las ideas
desesperadas con las cuales hayamos salido en la niñez con respecto a una fantasía de sanidad
o yo de rol. Sólo desea ser genuino con los demás y sincero en sus propios objetivos.
Este ejercicio te ayudará a ser más consciente de tu yo verdadero. Precisarás una hoja de
papel y una lapicera. Dobla la hoja a la mitad para que puedas ver la mitad de la página a la
vez, luego escribe un título en cada mitad: “Mi yo verdadero” y “Mi yo de rol.”
Primero, orienta el papel de manera que sólo puedas ver la mitad con el título “Mi yo
verdadero.” Luego piensa en tu niñez. Sé profundo y honesto. ¿Cómo eras antes de comenzar
a intentar ser otra persona? Antes de aprender a juzgar y criticarte, ¿qué disfrutabas hacer?
¿Qué te hacía sentir bien? Si pudieras ser la persona que eres en verdad (y no tuvieras que
preocuparte por el dinero), ¿cómo sería tu vida ahora mismo?
Recomiendo mirar hacia atrás a quien éramos antes de cuarto grado. ¿Qué cosas te
interesaban? ¿Quiénes eran tus personas favoritas, y qué te gustaba de ellas? Si tenías tiempo
libre, ¿qué te gustaba hacer? ¿Cómo te gustaba jugar? ¿Cuál era tu idea de un día perfecto?
¿Qué elevaba tus energías? Escribe tus pensamientos acerca de esto sin ningún orden en
especial, a medida que vienen a tu cabeza, debajo del título “Mi yo verdadero.”
Cuando termines esa lista, da vuelta el papel hacia la mitad con el título “Mi yo de rol.”
Contempla en quién te has convertido para poder sentirte admirado y amado. ¿Estás hoy
involucrado en cosas que en realidad no te interesan? ¿Qué te obligas a hacer porque crees que
significa que eres una buena persona? ¿La gente con la que estás involucrada, agota tu energía
y te hace sentir drenado? ¿Qué cosas en las que pasas tiempo te aburren? ¿Cómo describirías
el rol social que intentas interpretar? ¿Cómo esperas que los demás te vean? ¿Qué rasgos de tu
personalidad intentas cubrir? ¿Qué es lo que te alegra que nadie sepa acerca tuyo?
Cuando termines, guarda el papel por lo menos un día. Luego ábrelo, suaviza el doblez
del medio y compara ambos lados. ¿Estás viviendo principalmente como tu yo verdadero o es
el yo de rol el que domina tu vida?
Nuestro yo verdadero desea que veas lo que está ocurriendo en realidad. Intenta
despertarte porque desea que dejes de creer que tus padres emocionalmente inmaduros sabían
lo que era mejor para ti y que crear un yo de rol es mejor que ser quién eres. Sabe que permitir
que una fantasía maneje tu vida no es bueno.
El psicólogo de desarrollo Jean Piaget (1963) observó que para que la gente aprenda algo
nuevo, su patrón mental antiguo debe romperse y rearmarse de nuevo alrededor del
conocimiento entrante. Este proceso de ruptura interna y acomodamiento es clave a la hora de
continuar el desarrollo intelectual. Del mismo modo, el psiquiatra polaco Kazimierz Dabrowski
(1972) teorizó que la angustia emocional es una señal potencial de crecimiento, no
necesariamente de enfermedad. Veía los síntomas psicológicos como proviniendo de una
urgencia activada recientemente de crecer y acuñó el término “desintegración positiva” para
describir cuando la gente tiene una ruptura interior para poder reorganizarse y convertirse en
seres emocionalmente más complejos.
Dabrowski se dio cuenta de que algunas personas podían expandir sus personalidades
como resultado de estos trastornos, mientras que otros pronto volvían a donde estaban antes.
Observó que la gente psicológicamente inconsciente no solía cambiar mucho luego de un
trastorno emocional. Otras personas, sin embargo, parecían tomarse los periodos de angustia
como oportunidades para aprender de ellas. Dabrowski sintió que esa gente tenía un potencial
de desarrollo que los empujaba a ser más competentes y autónomos.
Dabrowski creía que los individuos que pueden tolerar las emociones negativas tienden a
tener el potencial de desarrollo más elevado y vio a las emociones negativas como el motor
detrás de mucho del desarrollo psicológico humano, porque la incomodidad que provocan estos
sentimientos puede motivar a la gente ambiciosa a hallar soluciones. En lugar de cerrarse o
ponerse a la defensiva cuando enfrentan experiencias difíciles, la gente con potencial de
desarrollo intenta descubrir una comprensión más profunda acerca de ellos mismos y de la
realidad. Para esto, están dispuestos a involucrarse en la auto reflexión, incluso si esto implica
dudar de uno mismo. A pesar de que la incertidumbre inherente en este proceso de auto
examinación puede crear el subproducto de la ansiedad, culpa o depresión, enfrentar estas
preguntas profundas finalmente provee una personalidad más fuerte y adaptable.
Tómate un momento ahora para escribir una descripción personal breve de alguien en tu
vida que te hace sentir nervioso o pequeño. Luego, piensa acerca de cómo te comportas
alrededor de esa persona, y luego escribe una descripción breve acerca del yo de rol que has
estad actuando con esa persona. Mira si puedes encontrar una fantasía de sanidad que pueda
estar conduciéndote a buscar la aceptación de esta persona a cualquier costo. ¿Cuánto tiempo
has pasado deseando que esta persona sea diferente contigo? ¿Crees que tal vez estás actuando
un rol que se borra a sí mismo y que ya no te sirve? ¿Estás listo para verte de forma diferente
y relacionarte con esta persona como lo harías con cualquier otra?
A veces, renunciar a una fantasía de sanidad de cómo finalmente ganaremos amor significa
que debemos enfrentar sentimientos indeseados acerca de personas cercanas a nosotros.
Muchos tendemos a sentirnos culpables y avergonzados por sentimientos que consideramos
inaceptables. Estamos convencidos de que la única manera de ser una buena persona es
reprimiendo estos sentimientos. Sin embargo, si anulamos nuestros sentimientos reales mucho
tiempo, puede que burbujeen hacia afuera en formas que nos fuercen a detenernos y mirar qué
es lo que ocurre.
Tilde tenía tanto por lo que sentirse agradecida que no podía dejar de sentirse
culpable. Había nacido de una madre soltera que hacía trabajo doméstico para
mantenerla. Su madre, Kajsa, había venido a los Estados Unidos desde Suecia para
darle una mejor vida a su niña. Hizo valer hasta el último centavo que pudo ganar
para que Tilde pudiera tener una buena educación. Tilde aprovechó al máximo
todas las ventajas de sus oportunidades y eventualmente ganó una licenciatura
avanzada en diseño gráfico en una beca. Estaba cerca de finalizar su entrenamiento
cuando vino a verme por un episodio de depresión grande. Aunque aún podía
trabajar, cada mañana comenzaba con una lucha iniciar acción. Ni bien se levantaba
de la cama, deseaba volver a meterse entre las sábanas.
Esta era la verdad emocional de Tilde, que había estado en guerra con su
fantasía de sanidad de la infancia de finalmente darle a Karjsa suficiente amor para
resarcirla por su vida decepcionante. La culpa y gratitud exageradas de Tilde la
habían prevenido de experimentar sus verdaderas emociones con respecto a su
madre. La historia familiar acorazada era que Kajza lo había sacrificado todo y por
lo tanto merecía toda la atención y devoción de Tilde. Cuando Tilde comenzó a
resentirse con las quejas incesantes de su madre, su culpa convirtió su ira
inconsciente en depresión.
A medida que piensas cómo poner en palabras los sentimientos suprimidos acerca de esta
persona, recomiendo hablar como lo haría un niño de cuarto grado, utilizando oraciones
simples y claras. También, trabaja en esto en un lugar privado así no tienes que preocuparte por
las reacciones de los demás. Entonces permítete hablar (o susurrar) tu honesta verdad en forma
audible. Tal vez quisieras ponerlo de esta manera: “No me gusta cuando esta persona______”,
describiendo su conducta. Cuando das con tus sentimientos verdaderos, sentirás una liberación
de tensión o sentido de alivio en tu cuerpo. No permitas que la culpa te inhiba. Sólo estás
hablando contigo mismo, con el propósito de autodescubrimiento. Nadie puede oírte, y es
completamente seguro.
Algunas personas creen que es necesario confrontar a la otra persona para obtener una
verdadera resolución, pero creo que suele ser contraproducente y provoca demasiada ansiedad.
Demostrar sentimientos tan pronto puede inundarnos con ansiedad innecesaria —sin
mencionar el riesgo de una reacción— cuando sólo estamos comenzando a ponernos en
contacto con nuestros verdaderos sentimientos. Podemos siempre hablar con la persona más
tarde si así lo deseamos, pero primero necesitamos recuperar la habilidad de hablar acerca de
nuestros sentimientos con nosotros mismos. Sólo para aclarar, lo que ayuda no es decirle a la
otra persona; es saber lo que realmente sentimos. Simplemente admitir nuestros verdaderos
sentimientos y declararlos en voz alta puede marcar una gran diferencia a la hora de recuperar
nuestra paz emocional.
Despertando al enojo
Jade solía sentirse mal consigo misma por enojarse tan seguido, especialmente
porque su enojo estaba frecuentemente orientado hacia sus padres. Durante años,
ella pensó que la respuesta era simular que no tenía aquellos sentimientos. En
secreto, Jade se preocupaba pensando que era una malcontenta que se irritaba por
cualquier cosa.
Pero el enojo de Jade parecía tener sus raíces en cómo sus padres desdeñosos y
emocionalmente desconectados ignoraban los sentimientos de ella. Cuando Jade
finalmente comenzó a pensar acerca de su ira en términos de que sus necesidades
emocionales estaban siendo ignoradas, fue capaz de ver las cosas de manera
diferente: “¡Ahora pienso que algo andaría mal en mí si no estuviera enojada! Hay
suficientes motivos para estar enojada, y mi ira viene desde el centro de mi ser.
Estar enojada te empodera mucho. No deseo seguir viviendo una mentira. Ha sido
solitario y decepcionante intentar relacionarme con mis padres. Estar con ellos es
aislante.”
Los internalizadores son notables por no cuidar bien de ellos mismos. Creer que es trabajo
de ellos mejorar o arreglarlo todo, suelen terminar siendo negligentes con su propia salud,
especialmente la necesidad de descanso. A medida que trabajan para cuidar de todo lo que ellos
creen que deben hacer, suelen descuidar las señales más básicas, incluyendo el dolor y el
cansancio
Lena vivía una vida muy presionada a pesar de sus mejores esfuerzos por
mantener las cosas simples. Siempre se sentía como que se le acababa el tiempo.
Era como si tuviera una voz en su cabeza que constantemente le decía que debía
seguir exigiéndose y que sus esfuerzos nunca eran suficientes. Incluso en
actividades placenteras como tocar el piano se habían convertido en maratones en
las cuales ella debía vencer la pereza y hacer lo mejor posible. Nunca se daba un
descanso hasta que estaba completamente exhausta.
Cuando Lena tomó una clase de ejercicios para ayudarla a relajarse, ella se
agotó intentando seguir el ritmo y hacer todo de manera perfecta. Durante la clase,
se dijo a sí misma, “Yo tendría que poder hacer esto. Esto es cosa de niños.” La
mañana siguiente se despertó sin poder pensar o funcionar muy bien pero no se dio
cuenta de que había exagerado hasta que intentó subir unos escalones, al punto que
se dio cuenta de que le dolía tanto que apenas podía levantar las piernas.
Los problemas de relaciones presentan una enorme oportunidad para despertar. Dado que
tendemos a actuar patrones dolorosos aprendidos en la niñez en nuestras relaciones adultas
significativas, no es sorpresa que tanta gente venga a terapia por sus problemas relacionales. Y
como las relaciones adultas íntimas son tan emocionalmente excitables, tienden a activar
problemas irresueltos de necesidades emocionales insatisfechas. Solemos proyectar problemas
acerca de nuestros padres en nuestras parejas; luego nos enojamos cada vez más con ellos
porque, en un nivel inconsciente, nos recuerdan del pasado, además de lo que sea que esté
ocurriendo en el presente.
Al darse cuenta de cuán desesperado había estado por ser aceptado por los
demás, Mike dijo, “No pensaba que yo era tan bueno como los demás.” Luego me
miró, sonrió y preguntó, “Entonces, ¿cómo definirías a una persona exitosa?”
Respondiendo a su propia pregunta, dijo, “Supongo que, primero, tienes que
sacarte de encima el ‘éxito’ —y luego ver quién eres como persona.”
Una de las fantasías más difíciles de las cuales despertar es de la creencia de que nuestros
padres son más sabios y saben más que nosotros. Puede ser vergonzoso e incluso aterrado para
un niño ver las debilidades de sus padres. E incluso como adultos, la gente puede que se resista
fuertemente a ver la inmadurez de sus padres por lo que es. Puede sentirse mejor permanecer
ingenuo acerca de sus limitaciones que verlos objetivamente. Inconscientemente, tal vez nos
sentimos protectores de la vulnerabilidad de nuestros padres.
⸻⸻⸻La historia de Patsy⸻⸻⸻
Sin embargo, es crucial conocer cuáles son nuestras capacidades y ser capaces de
articularlas. Provee autovalidación y nos permite sentirnos bien acerca de lo que traemos al
mundo. Este auto reconocimiento crea energía y positividad. Mientras la modestia y la
humildad puede ayudarnos a mantener las cosas en perspectiva, no debieran prevenirnos de
conocer nuestras mejores cualidades.
Aaron era de un estilo fuerte y silencioso que siempre había vivido de acuerdo
con un código que involucraba no esforzarse por ser reconocido. En su crianza,
amaba la actuación y el teatro, pero nunca habló con respecto a obtener un papel o
pedirle a un director que le dé un rol más importante. Pensaba que parecería
caprichoso y demandante si se promovía a sí mismo, y que hacer lobby por sí
mismo era una señal de debilidad.
Sin embargo, de adulto, Aaron comenzó a ver que su código de no hablar por
sí solía resultar en que otras personas sean puestas delante de él. Además, los demás
solían aprovecharse de sus talentos sin reciprocar. Vio que su fantasía de sanidad,
en la cual esperaba que las figuras de autoridad reconocieran espontáneamente su
potencial, no estaba dando frutos. Entonces decidió desarrollar un nuevo valor de
ir tras lo que él quería. Comenzó a buscar oportunidades activamente y haciendo
reclamo de ellas. Considerando un cambio de trabajo, dijo, “En el pasado, hubiera
sido reticente de hacer esto yo mismo, pero ahora no.” Finalmente se vio a sí mismo
digno de inversión y de defensa.
Es fácil imaginarse por qué los hijos con este tipo de padres mostraban apego seguro. Estos
padres no estaban evitando la realidad. Como lidiaban con su propio pasado, estaban
completamente disponibles para conectar con sus hijos en forma de un apego seguro.
Resumen
Es difícil ver a nuestros padres como seres humanos falibles. Cuando niños, creemos que
nuestros padres pueden hacerlo todo. Aunque la adolescencia y la independencia de la adultez
puede debilitar nuestra visión de nuestros padres como todopoderosos, no la erradica. Por tanto,
incluso si no son amorosos, fantaseamos que podrían serlo si quisieran.
Hay ciertos principios culturales que también nos impiden ver a nuestros padres con
claridad. La mayoría estamos inculcados con creencias como estas:
Pero si tus padres eran emocionalmente inmaduros, muchas de estas declaraciones puede
que no sean ciertas.
Una fantasía común entre los hijos de padres emocionalmente inmaduros es que sus
padres cambiarán de parecer y finalmente los amarán demostrando preocupación.
Desafortunadamente, los padres ensimismados rechazan toda invitación a cumplir su parte en
la historia de sanidad de sus hijos. Enfocados en sus propias fantasías de sanidad, esperan que
sus hijos enmienden las heridas de la infancia de ellos.
Mucha gente en busca de amor sanador de sus padres salta alrededor de ellos como pájaros
hambrientos, intentando obtener una miga de respuesta positiva. En la adultez, estos niños
suelen aprender una variedad de habilidades de comunicación saludables y esperan que estas
habilidades mejorarán la relación con sus padres. Piensan que finalmente han encontrado las
técnicas necesarias para entablar una interacción recompensante con sus padres.
Los días siguientes, Annie siguió intentando que Betty comprendiera cuán
herida estaba. Finalmente escribió una carta a su madre, diciéndole cómo se sentía
y pidiéndole que se siente con ella para conversarlo. Annie pensó muchísimo antes
de escribir la carta, que estaba extremadamente bien articulada en lo emocional,
esperando que Betty reconociera y se lamentara de que su comportamiento haya
sido tan crónicamente insensible a lo largo de los años. Pero Betty no ofreció
ninguna respuesta. Entre ellas quedó el vacío, junto con la impresión de Annie de
que a su madre no le importaba nada.
“Quiero decirle, ‘Soy tu hija’”, lloraba Annie. “Los asesinos matan gente y sus
madres los siguen amando. Somos familia; ella es mi mamá. ¿Cómo puede
olvidarse de eso?” Aquella no fue la primera vez que Annie intentó alcanzar
emocionalmente a Betty. Luego de comenzar psicoterapia, Annie intentó
expresarse y arreglar las cosas de una manera saludable siempre que sus padres
eran desconsiderados o irrespetuosos con ella. Aunque Betty rutinariamente
ignoraba los intentos de Annie, siempre permanecía en contacto para poder ver a
los tres hijitos de Annie. Pero esta vez fue diferente.
“Lo que no puedo superar es que no hay nada de regreso, ni siquiera enojo”,
dijo Annie. “Lo único que deseo es algún tipo de respuesta que muestre que esto
importa, incluso si tan solo la hace enojar.” Además de estar lastimada, Annie
estaba confundida. Aunque Betty se negaba a responder, Annie sabía que su madre
era sociable y capaz de demostrar amabilidad y generosidad hacia los demás. Annie
comprendía que aquellas relaciones eran más superficiales, pero este conocimiento
no la ayudaba emocionalmente. “Uno pensaría que mi mamá tendría algún deseo
natural de arreglar las cosas entre nosotras —algún tipo de reconocimiento, o tal
vez incluso algo a través de papá.” En el rostro de Annie podía verse la angustia y
la incomprensión.
Annie estaba lamentándose por no tener una madre que sea de apoyo
emocional, y trabajar a través de aquello tomaría tiempo. Pero también era
consciente de que sus intentos empeoraban las cosas, y era importante tratar aquello
también. Annie estaba confundida. Estaba haciendo todo lo posible para reparar la
relación: comunicándose con claridad, haciendo solicitudes respetuosas y siendo
emocionalmente honesta. Se preguntaba cómo podría resolver algo sin hablar al
respecto.
Le dije a Annie que la única manera en la que Betty respondería era si Annie
dejaba de hablar acerca de su mal comportamiento y cuán hiriente fue. Annie
necesitaba hallar una manera que no involucre la participación de su madre. Eso es
lo único que funciona con padres que sienten terror hacia la intimidad emocional.
le expliqué que podía tener una relación con su madre, pero no sería el tipo de
relación que ella anhelaba. Su mejor opción era administrar sus interacciones
deliberadamente, en lugar de buscar intimidad emocional.
Observación desprendida
El primer paso para ganar nuestra libertad emocional es evaluar si alguno de nuestros
padres era emocionalmente inmaduro. Dado que aun estamos leyendo este libro,
probablemente hayamos decidido que al menos uno de nuestros padres encaja en esa
descripción. Padres así probablemente nunca puedan cumplir nuestra visión infantil de
progenitor amoroso. El único objetivo conseguible es actuar desde nuestra propia naturaleza
verdadera, no el yo de rol que satisface a nuestros padres. No podemos ganarnos a nuestros
padres, pero podemos salvarnos.
Bowen también exploró cómo esta situación podría ser remediada, por lo menos para
algunos miembros familiares. Descubrió que la observación y el desprendimiento emocional
puede darles a los individuos un lugar para pararse fuera del sistema familiar. Cuando la gente
se mantiene tranquila en una observación neutra, no pueden ser lastimados o atrapados
emocionalmente por el comportamiento de los demás.
Volverse observacional
Cuando se interactúa con gente emocionalmente inmadura, nos sentiremos más centrados
si operamos desde una perspectiva calma y pensante, en lugar de emocionalmente reactiva.
Comencemos poniéndonos en un estado mental desprendido de calma y observación. Hay
varias maneras de hacer esto. Por ejemplo, podemos contar nuestras respiraciones lentamente,
tensar y relajar grupos musculares en una secuencia sistemática o imaginarnos cosas relajantes.
Si la otra persona aun nos está incomodando, hallemos una excusa para poner distancia
entre nosotros. Excusémonos de la habitación para ir al baño, jugar con una mascota, salir a
caminar, o ir a hacer un mandado. Miremos por la ventana para contemplar la naturaleza. Si
estamos interactuando por teléfono, hallemos un pretexto para abandonar la llamada y digamos
que queremos volver a hablar en otro momento. Utilicemos cualquier excusa que sea necesaria
para hacernos tiempo de volver a un modo de mente observacional más desprendido.
Como ves, ser observacional no es pasivo; es un proceso muy activo. Es también el camino
real para salir del enredo emocional. A medida que practicamos la observación, nos volveremos
más fuertes y seguros en nuestra habilidad de ver lo que en realidad está ocurriendo,
especialmente ahora que tenemos más comprensión acerca de la inmadurez emocional. Ya no
tenemos que ser niños indefensos y angustiados, devastados por los disparos al azar de nuestros
padres. Nuestra mente clara y actitud observacional nos mantendrá fuertes sin importar lo que
la otra persona haga.
Relacionamiento vs relación
Una vez que dominemos ser observacionales en vez de orientados hacia la relación,
podemos poner nuestra atención en la consciencia de madurez. Este acercamiento nos dará
libertad emocional de las relaciones dolorosas tomando en cuenta la madurez emocional de los
demás. Estimando el nivel de madurez probable de la persona con la que estás lidiando es una
de las mejores formas de cuidarnos en cualquier interacción. Una vez que damos con el nivel
de madurez de una persona, sus respuestas tendrán más sentido y serán más predecibles.
Digámosle a la persona lo que deseamos decir de la manera más calma y sin juzgar que
podamos, y no intentemos controlar el resultado. Digamos explícitamente cómo nos sentimos
o qué deseamos y disfrutemos de ese acto de expresión personal, pero abandonemos cualquier
necesidad de que la otra persona nos oiga o cambie. No podemos forzar a los demás a empatizar
o comprender. El punto es sentirnos bien con nosotros mismos por entablar lo que yo llamo
una comunicación clara e íntima. Los demás puede que respondan o no como lo deseamos,
pero eso no importa. Lo que importa es que hemos expresado nuestros verdaderos sentimientos
y pensamientos en una forma calma y clara. El objetivo es conseguible y dentro de nuestro
control.
Si nuestro objetivo tiene que ver con la empatía o un cambio de corazón por parte de
nuestros padres, detengámonos allí mismo y busquemos un objetivo diferente —uno que sea
específico y conseguible. Recordemos, no podemos esperar que la gente inmadura y
emocionalmente fóbica sea diferente de lo que son. Sin embargo, podemos establecer un
objetivo específico para la interacción.
Identifiquemos el resultado específico que deseamos de cada interacción y
establezcámoslo como objetivo. Aquí hay algunos ejemplos: “Me expreso ante mi madre,
aunque esté nervioso.” “Les digo a mis padres que no iré a casa para Navidad.” “Pido a mi
padre que le hable con amabilidad a mis hijos.” Nuestros objetivos pueden ser simplemente
expresar nuestros sentimientos. Esto es conseguible porque podemos pedir a los demás que nos
oigan, aunque no podamos hacerlos entender. O nuestro objetivo podría ser tan simple como
lograr un acuerdo acerca de dónde la familia tendrá la cena de Acción de Gracias. La clave es
ingresar en la interacción siempre conociendo el punto final al que deseamos llegar.
Por supuesto, si estamos lidiando con una persona empática, es saludable hablar de asuntos
emocionales en la relación. Con la gente emocionalmente madura podemos hablar acerca de
nuestros sentimientos con honestidad, y ellos compartirán sus sentimientos y pensamientos con
nosotros también. Mientras ambas personas tengan suficiente madurez emocional, este tipo de
comunicación clara e íntima resultará en conocerse el uno al otro mejor y sentirse
emocionalmente nutridos.
En vez de entablar una relación emocional con gente inmadura, establezcamos un objetivo
de administrar la interacción, incluyendo duración y tópicos. Puede que necesitemos redirigir
la conversación reiteradamente hacia donde queremos que vaya. Con gentileza debemos calmar
los intentos de cambiar de tema o de involucrarnos emocionalmente. Seamos educados, pero
estemos preparados para establecer el asunto las veces que sea necesario hasta que obtengamos
una respuesta clara. La gente emocionalmente inmadura no tiene buenas estrategias para
contraatacar la persistencia de los demás. Sus intentos de evitar y provocar una diversión al
final se rompen si seguimos haciendo la misma pregunta. Como recordatorio, también debemos
administrar nuestras propias emociones observando y narrando nuestros sentimientos, en lugar
de ser reactivos.
La gente que oye acerca de este acercamiento por primera vez tiende a tener ciertas
preocupaciones acerca de ella, especialmente con respecto a utilizarla con sus padres. Aquí hay
algunas que oigo muy seguido, junto con una respuesta para cada una.
Preocupación: Suena como una manera fría e ingrata de tener una relación con mis padres.
No deseo estar pensando cada segundo que paso con ellos.
Respuesta: Si las cosas van bien y estás disfrutando de estar con tus padres, no hay necesidad
de utilizar este acercamiento. Pero si estás poniéndote emocional, enojado y decepcionado, es
mejor cambiar a observar objetivamente y manejar la interacción. No estás siendo frío; estás
enfocándote en lo que te ayuda a mantener un balance emocional.
Preocupación: Me siento culpable y tortuoso cuando mantengo una distancia mental con mis
padres. Deseo ser abierto y natural con ellos.
Preocupación: Es todo muy lindo intentar no ser emocional cuando estás con tus padres, ¡pero
no tienes idea cuán intensos y manipuladores pueden ser los míos! Me abruma la intensidad de
sus interacciones.
Respuesta: Todos podemos ser abrumados por las emociones de los demás. Eso se llama
contagio emocional. Pero te sentirás más seguro si estableces una intención de observar lo que
ocurre, en lugar de ser envuelto en ello. Incluso un poco de observación te ayudará a elevarte
de la presión de sentir la angustia de los demás. Es la angustia de ellos, no la tuya. Puede que
sientas un poco de ella, pero no tienes por qué terminar tan angustiado como ellos.
Preocupación: Mis padres han sido muy buenos conmigo. Pagaron por mi educación y me
prestaron dinero. Me sentiría irrespetuoso si los viera como emocionalmente inmaduros. No
me parece correcto pensar en ellos de esa manera.
Respuesta: Los pensamientos no tienen nada de malo ni bueno. No estás siendo irrespetuoso
al ser honesto contigo mismo con respecto a las limitaciones emocionales de tus padres. Para
ser un adulto emocionalmente maduro, debes ser libre para observar y evaluar a los demás en
la privacidad de tu propia mente. No es desleal tener tu propia opinión.
Puedes respetar a tus padres por todo lo que te han dado, pero no tienes que simular que
no tienen debilidades humanas. Como lo hablamos en el capítulo 2, satisfacer las necesidades
físicas y financieras de un niño no es lo mismo que satisfacer sus necesidades emocionales. Por
ejemplo, si necesitas alguien que te oiga —que provea una conexión emocional— recibir
dinero o una buena educación puede que te distraiga de esa necesidad, pero no la llenaría.
Preocupación: ¿Cómo puedo permanecer tranquilo y observando cuando mis padres me están
haciendo sentir culpable?
Respuesta: Céntrate enfocándote en tu respiración a medida que fluye dentro y fuera. Sentirse
culpable no es una emergencia. Observa lo que está ocurriendo y nárralo silenciosamente para
tus adentros en palabras específicas. Describir mentalmente lo que está ocurriendo ayuda a tu
cerebro a moverse de centros emocionales a las áreas más objetivas y lógicas. Otra estrategia
es contar. ¿Cuántos segundos hablaron sin parar tus padres? Podrías mirar un reloj y decidir
cuántos segundos más estás dispuesto a escuchar. Cuando ese tiempo se acaba, interrúmpelos
amablemente y diles que tienes que colgar el teléfono pronto. Diles que tienes algo que hacer,
y luego corta. También puedes hablarte amablemente a ti mismo: No hay motivo para sentir
culpa. Están intentando meterme sus sentimientos. No hice nada malo. Tengo derecho a tener
una opinión propia. Intenta recordarte que tus padres están intentando crear una diversión, y
que es lo mismo que tratar con un niño angustiado: la molestia terminará antes si te mantienes
calmo y enfocado en tu resultado deseado en lugar de involucrarte en la refriega.
Preocupación: Puedo aprender y practicar estas habilidades mientras estoy sentado tranquilo
y solo, pero todo se cae cuando mis padres comienzan a criticarme. Me siento más nervioso
que un jugador a punto de patear el penal en la final de la copa del mundo. ¿Cómo puedo llegar
a estar tan tranquilo como para observar o manejarlos?
Respuesta: El jugador a punto de patear puede que esté nervioso, pero puedes estar seguro de
que está intentando estar lo más calmado posible. Una gran parte de la psicología del deporte
es aprender a relajarte bajo estrés. Tu meta es practicar estar un poco menos nervioso que de
costumbre enfocándote en el resultado que deseas. Esta no es la final de la copa del mundo. No
hay presión, porque ya no estás luchando para ganar nada. No precisas la negatividad que te
dan tus padres. No se trata de ganar o perder; se trata de liberarte de tu reacción hacia el
contagio emocional de tus padres.
Preocupación: Me preocupo mucho por mis padres. Siempre están infelices por alguna razón.
Sólo deseo hacerlos sentirse mejor.
Respuesta: No puedes. ¿Has notado que hagas lo que hagas, tus padres no permanecen felices
mucho tiempo? El hecho de que se estén quejando no significa necesariamente que la meta de
ellos es sentirse mejor. Esa es tu interpretación. Trátalos bien, pero no te desangres por ellos.
Las historias de sanidad de ellos y sus yo de rol puede que requieran mucho sufrimiento y
queja. No es tu trabajo abandonar tu propio camino e intentar empujarlos por detrás. Si lo haces,
es probable que se vuelvan más difíciles y desagradables.
Cuando se retiraban del partido, Betty se atoró, pero ni aun así habló con
Annie. Annie estaba mentalmente preparada, y en vez de sentirse irritada,
simplemente observó cómo Betty evitaba la comunicación genuina y en vez
actuaba como si ella fuera la que estaba herida.
La habilidad de dar un paso atrás y observar no solo a nuestros padres, sino también a
nuestro yo de rol es donde comienza la libertad. Cuando vemos cómo nos hemos estancado en
un yo de rol, y que hemos estado intentando que se vuelva realidad nuestra fantasía de sanidad,
podemos decidir hacerlo de manera diferente.
La madre de Rochelle era una mujer muy demandante que esperaba que
Rochelle siempre estuviera a disposición para lo que ella quisiera. Como lo decía
Rochelle, “Me sentía que no podía estar bien a menos que mi madre cambiara y me
tuviera en cuenta.” Pero cuando Rochelle decidió observar la inmadurez emocional
de su madre en lugar de ser lastimada automáticamente por ella, sintió un cambio
profundo: “Por primera vez vi su comportamiento por lo que era. No me enojé ni
desilusioné, como antes, cuando sentía que yo debía hacer que ella me tuviera en
cuenta.” Como Rochelle había trabajado en reconocerse a sí misma y sus
sentimientos genuinos hacia su madre, ya no sentía que debía interpretar un rol
particular o cumplir la fantasía de sanidad de su madre derramando su atención
sobre ella. “Ya no me siento movida a saltar de inmediato y ser la ‘hija buena’ para
ella. No tengo por qué cargar con sus problemas.” Rochelle ahora llama a su madre
cuando quiere, y se siente libre ahora de decirle que no a las demandas de su madre.
Y ahora que ella no se siente obligada a interpretar un yo de rol de la hija obediente,
Rochelle se siente en realidad libre de estar más relajada cuando está con su madre.
Manteniendo nuestros propios pensamientos y sentimientos bajo control
Con los padres, mantener nuestras mentes en un resultado deseado específico para la
interacción nos ayudará a mantener una postura objetiva de observación no importa cómo se
comporten ellos. Nos mantiene en nuestro cerebro pensante en vez de caer en emociones o en
una reacción de pelea o huida. De esta manera, enfocarnos en nuestro objetivo para la
interacción nos ayuda a permanecer en nuestro yo verdadero mientras las viejas fantasías de
sanidad y expectativas de rol dan vueltas alrededor.
De acuerdo con Murray Bowen (1978), a medida que un niño se vuelve más individual, la
reacción instintiva de los padres emocionalmente inmaduros es hacer algo que intente forzar al
niño de nuevo en un patrón enredado. Si el niño no muerde el anzuelo, estos padres puede que
finalmente se relacionen en una manera más genuina.
Sugiero precaución si nuestros padres muestran una apertura poco común en respuesta a
nuestra adopción de un acercamiento observacional y dirigido a metas. Si comienzan a
tratarnos con más respeto o se abren un poco, podríamos ser vulnerables a volver a ser atraídos
hacia nuestra fantasía de sanidad (Al fin van a darme lo que necesito). ¡Cuidado! Nuestro niño
interior siempre espera que nuestros padres finalmente cambien y nos ofrezcan lo que siempre
hemos querido. Pero nuestro trabajo es mantener nuestra perspectiva adulta y continuar
relacionándonos con ellos como adultos separados e independientes. A esta altura, estamos
buscando una relación adulta con ellos, no una recreación de la dinámica padre-hijo, ¿verdad?
Si nos permitimos volver a caer en esas esperanzas infantiles, la nueva apertura aumentada
de nuestros padres es probable que se evapore instantáneamente porque ya no se sentirán
seguros alrededor nuestro. Recordemos que nuestros padres probablemente son fóbicos a lo
emocional y son incapaces de manejar una intimidad genuina. Si nos volvemos más abiertos,
reaccionarán retrayéndose, intentando hacernos perder el equilibrio y volver a controlarnos.
Esta es la única manera en que esta gente sabe cómo protegerse de la vulnerabilidad de
demasiada cercanía.
Resumen
Nuestra dependencia temprana en nuestros padres nos hace buscar su amor y atención. Sin
embargo, debemos alejarnos de nuestros roles infantiles si no deseamos repetirlos en nuestras
relaciones adultas. El acercamiento de consciencia de madurez nos ayudará a lidiar con padres
emocionalmente inmaduros —o cualquier persona difícil y ensimismada— más efectivamente.
Tendremos mejores resultados si intentamos relacionarnos con nuestros padres en una manera
neutra, en vez de intentar tener una relación con ellos. Primero, debemos evaluar el nivel de
madurez de nuestros padres y las interacciones de acercamiento entre nosotros desde una
perspectiva observacional —enfocándonos en pensar en lugar de reaccionar emocionalmente.
Luego podemos emplear los tres pasos involucrados en el acercamiento de consciencia de
madurez y luego dejarlo ir; enfocándonos en el resultado más que en la relación; y manejando
la interacción más que involucrarnos emocionalmente.
roles y fantasías
Desaliento de la individualidad
Para los padres que temen el abandono y las emociones verdaderas, la autenticidad en sus
hijos presenta evidencia aterradora de la individualidad del niño. Estos padres se sienten
amenazados cuando sus hijos expresan emociones genuinas porque hace sus interacciones
impredecibles y parece amenazador a los lazos familiares. Por lo tanto, sus hijos, en un intento
de prevenir que sus padres se pongan ansiosos, suelen suprimir sus pensamientos, sentimientos
o deseos verdaderos que podrían perturbar el sentido de seguridad de sus padres.
Los padres que necesitan mantener control estricto a causa de sus ansiedades suelen
enseñar a sus hijos no sólo cómo deben hacer las cosas, sino también cómo deberían sentirse y
pensar. Los niños que son internalizadores tienden a tomar esta instrucción a pecho y pueden
llegar a creer que sus experiencias interiores únicas no tienen legitimidad. Padres así enseñan
a sus hijos a avergonzarse de cualquier aspecto de ellos mismos que difiera de sus padres. De
este modo, los niños pueden llegar a ver su propia unicidad, e incluso sus fortalezas, como algo
raro e imposible de querer.
En familias así, los niños internalizadores suelen aprender a sentirse avergonzados de las
siguientes conductas normales:
Entusiasmo
Espontaneidad
Tristeza y lamento a causa de dolor, pérdida o cambio
Afecto desinhibido
Decir lo que sienten y piensan en realidad
Expresar enojo cuando sienten que les han hecho mal
Por otro lado, se les enseña que las siguientes experiencias y sentimientos son aceptables
o incluso deseables:
Por ejemplo, la fantasía de sanidad de Carolyn era que si ella era subordinada y permitía
que su madre sea el personaje principal en su historia de vida, su madre finalmente la apreciaría.
Pero en terapia llegó a esta comprensión: “Mi rol familiar era una ficción. Me di cuenta que no
soy un personaje pequeño en la novela de otro —puedo salir de la página. Ya no deseo estar en
ese libro.”
Podríamos preguntarnos cómo pueden lograr los padres entrenar a un niño a ir en contra
de sus instintos primarios e impulsos que afirman su vida. Ocurre a través de un proceso que
llamo internalización de voz paternal. De niños, absorbemos las opiniones y creencias de
nuestros padres en la forma de una voz interior que sostiene un comentario constante que parece
venir desde nuestros adentros. Esta voz suele decir cosas como “Deberías…”, o “Sería mejor
que tú…”, pero puede que también con frecuencia haga comentarios crueles acerca de nuestra
valía, inteligencia o carácter moral.
Aunque este comentario suena como nuestra propia voz, es en realidad un eco de nuestros
cuidadores de la infancia. Si quisiéramos aprender más acerca de esto, el libro Conquista tu
voz interior crítica (Firestone, Firestone y Catlett 2002) puede ayudarnos a identificar de dónde
vienen nuestras voces interiores y cómo liberarnos de su influencia negativa.
Todos internalizan las voces de sus padres; es como somos socializados. Y mientras
algunas personas terminan con un comentario interior de apoyo, amistoso y de resolución de
problemas, muchos oyen sólo voces enojadas, críticas o peleonas. La presencia implacable de
estos mensajes negativos puede hacer más daño que los padres mismos. Por lo tanto,
necesitamos interrumpir estas voces en el acto en que nos hacen sentir mal para que podamos
separar nuestro valor de sus evaluaciones críticas. El objetivo es reconocer la voz como algo
importado que no es parte de nuestro yo verdadero, para que ya no se sienta como una parte
natural de nuestro propio pensamiento. Una manera de hacer esto es utilizar el acercamiento
de consciencia de madurez en el capítulo 8 para relacionarnos con aquellas voces negativas
dentro de nuestra cabeza exactamente como usaríamos ese acercamiento con nuestros padres.
A medida que nos volvemos más objetivos acerca de nuestros padres emocionalmente
inmaduros, también podemos reevaluar las voces en nuestras cabezas y comenzar a librarnos
de su influencia indebida. Así como con nuestros padres reales, podemos establecer un punto
de observar cómo estas voces internas nos hablan. Podemos tomar lo que oímos como algo sin
importancia y tomar una decisión racional sobre si deseamos continuar oyendo a este crítico
interior o no.
Una vez que pudo oír la voz por lo que era, Jason se dio cuenta que no
precisaba creerle cuando le decía que era malo, egoísta o perezoso. En vez de
forzarse a sí mismo a hacer las cosas perfectamente porque la voz le decía que así
debía hacerlo, comenzó a preguntarse a sí mismo para clarificar sus propios deseos.
Cuando sentía pavor acerca de hacer algo, en vez de forzarse a hacerlo, Jason hacía
una pausa y se preguntaba, ¿Mis necesidades están siendo tenidas en cuenta? ¿Soy
la parte más importante de esto? ¿Y cuál es el equilibrio entre mis propias
necesidades y lo que la voz está diciendo que debo hacer?
Jason había vivido toda su vida adulta acercándose a las tareas con el
pensamiento Oh, maldición, tengo que hacer esto. Ahora veía más alternativas, se
preguntaba, ¿Realmente debo hacerlo ahora mismo? Y si es necesario, ¿cómo y
cuándo voy a meter las otras cosas que deseo hacer? Aprendió a preguntarse a sí
mismo qué era lo que deseaba hacer, tomando decisiones por sí mismo y venciendo
de un golpe a la voz interior. Al tomarse un momento para pensar deliberadamente
acerca de lo que realmente deseaba, Jason al fin se estaba liberando de la tiranía de
su voz interior.
Sin embargo, precisamos acceso a todas nuestras experiencias interiores, sin sentirnos
culpables o avergonzados por ellas. Además, tendremos más energía cuando permitamos que
nuestros pensamientos y sentimientos fluyan con naturalidad, son preocuparnos acerca de lo
que significan para nosotros. Un pensamiento o sentimiento sólo significa que estamos
teniendo un pensamiento o sentimiento. Recuperar la libertad de simplemente permitir que
nuestros pensamientos y sentimientos vengan sin condenación es un alivio profundo.
Algunos padres son tan irreflexivos que, a pesar de explicárselo varias veces, simplemente
no aceptan que sus comportamientos son problemáticos. Además, algunos padres sádicos son
realmente malévolos hacia sus hijos, y disfrutan el dolor y la frustración que provocan. Los
hijos de este tipo de padres pueden decidir que suspender el contacto es la mejor solución. Sólo
porque una persona sea nuestra progenitora biológica no significa que debemos mantener un
lazo emocional o social con ella.
Afortunadamente, no necesitamos tener una relación activa con nuestros padres para
liberarnos de su influencia. Si esto no fuera así, la gente no podría separarse emocionalmente
de los padres que viven muy lejos o que han muerto. La verdadera libertad de roles y relaciones
insalubres comienza dentro de cada uno de nosotros, no en nuestras interacciones y
confrontaciones con los demás.
Aisha, una mujer de veintisiete años con una carrera exitosa como reportera
de TV, luchaba con la depresión y baja autoestima. Su madre, Ella, siempre había
dicho que Aisha era una niña problemática. Aunque Ella adoraba al hermano menor
de Aisha, era crítica y exigente hacia Aisha. Aisha sentía que nunca podía
complacer a Ella, pero seguía intentando hacerla sentir orgullosa de todos modos.
Sin embargo, Ella continuaba insistiendo en las cosas que Aisha no hacía de manera
perfecta. Ella tampoco podía resistirse de burlarse de Aisha frente a los demás,
incluyendo sus novios.
Aunque Aisha confrontó varias veces a Ella acerca de estos comportamientos,
nunca pareció ser de ayuda. Ella siempre fingía inocencia e incluso utilizaba las
lágrimas y el enojo de Aisha como prueba de que era una mala hija que trataba
pobremente a su madre. Aisha se volvió tan sensible a los comentarios despectivos
de Ella que una simple cena juntas solía deteriorarse en lágrimas antes que termine
la velada.
Una vez que Aisha decidió cortar contacto con Ella, sus niveles de estrés
bajaron notoriamente. Al no estar expuesta a interacciones hirientes con Ella, Aisha
se sentía más feliz que nunca. Le preocupaba ser una mala persona por no ver a su
madre, pero no podía negar cuán mejor se sentía y cuánta más autoestima tenía sin
tener a Ella en su vida. Incluso el novio de Aisha comentó cuánto más relajada
parecía.
Meses después, Aisha trajo una carta de su madre a terapia para leérmela.
Aunque Ella claramente deseaba que fuera una súplica para volver a estar en
contacto, para Aisha las palabras de su madre sólo confirmaban por qué necesitaba
mantener la distancia. En un acto de autojustificación pura, Ella sólo había escrito
acerca de sus propios sentimientos y cómo nunca había tenido otra cosa que amor
por Aisha. No demostraba empatía por Aisha y no se hacía responsable por su
conducta hiriente.
Prestar atención al drenaje energético sutil de los demás nos puede ayudar a darnos cuenta
cuándo estamos dando demasiado. Incluso en encuentros menores, podemos ajustar cuánto
damos para que no estemos exhaustos por intentar satisfacer las necesidades de los demás.
Brad tenía las manos llenas con un trabajo demandante, cuatro hijos y un
matrimonio tembloroso. Aunque estaba con mucho estrés, estuvo de acuerdo con
que su madre irascible, Ruth, se mudara con ellos luego de haber perdido el alquiler
de su departamento después de una discusión con el dueño. Poco después de la
mudanza de Ruth, Brad descubrió que su esposa tenía un amante, lo cual casi
destruyó su matrimonio. Casi al mismo tiempo, la hija adolescente de Brad fue
hallada fumando marihuana en la escuela. Ruth no demostró ninguna sensibilidad
hacia la tensión que había en la casa. De hecho, ella le agregó más expresando sus
propias opiniones en el momento que a ella se le antojaba. Si se sentía desairada,
daba portazos, gritaba a los niños e insultaba a las mascotas. Brad sintió que estaba
cerca de colapsar.
Brad vio que debía escoger entre su salud y el sentido de derecho de su madre.
En varias ocasiones intentó hablar con Ruth acerca de su comportamiento, pero no
ayudó en nada. Ruth continuó intentando dominar el gallinero y solía ser
desagradable con los hijos y amigos de Brad. Finalmente, Brad pidió a Ruth que se
mudara a un alquiler que ellos tenían al otro lado del pueblo.
Ruth estaba perpleja. Nunca lo había visto venir, así como nunca comprendió
por qué el dueño anterior había insistido en que se fuera. Brad habló con tacto, pero
permaneció firme. Como era predecible, Ruth hizo erupción con un “¡Ustedes no
me aman!” Brad se mantuvo en el mismo tópico: “No es necesario hacer un gran
escándalo para cambiar las circunstancias. Te amamos, pero es hora de que te
vayas. No es nuestro trabajo cuidarte. Eres capaz de cuidarte sola.”
Finalmente, Brad se había dado cuenta cuánto estrés estaba agregando Ruth a
una situación de vida que ya era difícil. “Con ella en la casa, mi presión sanguínea
se sentía como en las nubes. Solía decirme a mí mismo que debía hacer que
funcione, pero el hecho es que no deseo que funcione con ella. Tengo la energía,
pero no es lo que deseo hacer.” Brad comenzó a ver las cosas de modo diferente:
“Ser miembro de una familia no le da rienda suelta a nadie para tratar a la gente
como basura.”
Otra mujer sintió este tipo de autocompasión cuando vio una vieja foto escolar de ella
misma. Se encontró hablándole a la niña de la foto, diciendo, “Niña valiente, sonriendo para la
foto del colegio, pero tenías tantos problemas.”
Recuperar la habilidad de sentir por nosotros mismos viene de a olas, y algunas de estas
olas pueden ser muy intensas. Tener muchas emociones sin procesar para integrar puede
sentirse abrumador. Nos beneficiaremos si buscamos a un amigo compasivo o psicólogo para
buscar consuelo y apoyo para ayudarnos a través de esos momentos, pero no temamos este
proceso natural. Nuestro cuerpo sabe cómo llorar y lamentar. Si permitimos que surjan nuestros
sentimientos y continuamos intentando comprenderlos, saldremos de la experiencia como
personas más integradas y maduras, con mayor compasión hacia nosotros y los demás.
Libertad de un exceso de empatía
Los internalizadores son tan sensibles en lo emocional que se les puede ir la mano en sentir
empatía por los problemas de los demás o lo que ellos imaginan que la gente sufre. A veces
terminan sintiéndose peor acerca de la situación de otra persona de lo que la propia persona se
siente. Con una empatía saludable, por otro lado, podemos tener compasión sin perder
consciencia de nuestros propios límites.
“¡Claro que sí!” Terminé exclamando. Esta creencia estaba en el corazón del
rol de autosacrificio de Rebecca con su madre. Estar involucrada en hacer sentir
mejor a Irene era un problema serio porque nutría el enredo emocional de Rebecca
con su mamá. Pregunté a Rebecca qué evidencias tenía de que Irene deseaba
sentirse mejor. Irene no vivía la vida como alguien que desea sentirse mejor, y no
podía ver ninguna señal de que estuviera respondiendo bien a nada de lo que hacía
Rebecca. Sentirse mejor claramente no era el objetivo de Irene, entonces el hecho
de que Rebecca lo hiciera su agenda central la condenó al fracaso. Estaba
trabajando hacia algo que Irene no parecía desear. De hecho, la tónica de la vida de
Irene tenía más que ver con no obtener lo que ella deseaba; ¿quién era Rebecca
para meterse con eso?
Una tarde en la que Rebecca estaba a punto de irse de la casa de Irene luego
de un día muy frustrante intentando ayudarla sin éxito, Irene miró a Rebecca y dijo,
“Simplemente sigue viniendo a verme.” Rebecca estaba estupefacta. Luego de todo
lo que había intentado hacer para contentar a su madre, ¿eso era lo único que ella
quería? Rebecca decidió tomarle la palabra a Irene, controlando su empatía y
esfuerzos por ayudar para no tener pavor de visitar a su madre. Finalmente vio que
Irene nunca sería feliz, pero que eso no tenía que ser un problema para ninguna de
las dos.
Crecer con padres emocionalmente inmaduros puede habernos provocado que nos
sintamos indefensos, tanto de niños como de adultos. La falta de atención emocional de ellos
puede hacer sentir como si lo que deseamos no importara. Puede que hayamos sido
convencidos de que todo lo que podríamos hacer es esperar hasta que alguien sintiera que debía
darnos lo que necesitamos.
Otro día, cuando su familia se había reunido afuera para tomar algo, todos se
sentaron de tal manera que Bob quede de un lado, de tal manera que todos queden
enfrentándolo del otro —una puesta en escena perfecta para activar su proclividad
a dar un sermón a una audiencia cautiva. Carissa vio lo que ocurría y actuó. Más
tarde me dijo, “Antes, hubiera simplemente pensado, Oh, estoy frita. Ahora estoy
atascada. Pero esta vez me hice cargo.” Movió su silla al lado de la de su padre
para prevenir que él se vuelva el centro de atención. Funcionó, permitiendo que la
conversación fluya alrededor del grupo en vez de que todos estén sujetos a un
torrente de su padre. Utilizando el acercamiento de consciencia de madurez,
Carissa manejó la interacción para lograr el resultado deseado: participación
equitativa.
Como Carissa y Holly, podemos interactuar con nuestros padres de formas nuevas que
puedan sacudir los patrones viejos y mantener el foco en el resultado que buscamos. Al tomar
una interacción a la vez, podemos experimentar dejar a un lado cualquier deseo irreal de
conexión o apoyo emocional genuinos de nuestros padres. No estamos negando nuestro pasado;
sólo estamos aceptando a nuestros padres como son, sin expectativas.
A veces, los padres responderán a este tipo de honestidad y neutralidad relacionándose de
una manera más emocionalmente genuina. Aunque parezca paradójico, puede que se abran más
una vez que dejemos de desear que cambien. Cuando parecemos fuertes y ellos sienten que ya
no precisamos de la aprobación de ellos, puede que se relajen más. A medida que dejamos de
intentar ganar la atención de ellos, la intensidad emocional refluye a un punto en el que a veces
ellos toleran más apertura. Como ya no están aterrados de que nuestras necesidades los atrapen
en niveles insoportables de intimidad emocional, puede que se sientan cómodos
respondiéndonos como lo harían con cualquier otro adulto, con más cortesía y razonablemente.
Las interacciones más dolorosas con padres emocionalmente inmaduros ocurren cuando
sus hijos necesitan algo de ellos. Sea atención, amor o comunicación, muchos hijos
descuidados, bien entrados en su adultez, continúan buscando algún tipo de respuesta
emocional positiva de sus padres, aunque sus padres no sean del tipo dadivoso.
Los padres emocionalmente inmaduros comúnmente promueven el mito de que los padres
sólo son la fuente del bienestar y autoestima de sus hijos. Muchos padres ensimismados
disfrutan cuando sus hijos necesitan algo y ellos pueden ser el centro del deseo del niño. Ver la
dependencia de sus hijos los hace sentir seguros y al mando. Si el niño sigue el juego, los padres
ganan el poder para controlar completamente el estado emocional de su hijo.
Resumen
Este capítulo exploró cómo se siente liberarse de los roles y expectativas diseñados para
complacer a padres emocionalmente inmaduros. Aunque puede que hayamos aprendido a
rechazarnos a nosotros mismos gracias a una voz interna crítica en demasía que espera la
perfección, podemos reclamar nuestro yo verdadero y nuestros pensamientos y sentimientos
sin importar las reacciones de los demás. Podemos reclamar la libertad de expresarnos y tomar
acción por nosotros mismos. Somos libres de sentir autocompasión e incluso de lamentar lo
que hemos perdido a causa de haber tenido padres emocionalmente inmaduros. Ahora sabemos
que nuestro trabajo principal es cuidar de nosotros mismos, incluyendo establecer límites en
cuánto damos, incluso al punto de suspender contacto con nuestros padres si es necesario. Ya
no tenemos que fatigarnos con empatía excesiva por los demás. Además, puede que hallemos
que nuestra relación con nuestros padres se vuelve más tolerable cuando renunciamos a la
necesidad de su aceptación emocional. Y a medida que abandonamos el viejo rol familiar,
podemos relacionarnos con nuestros padres más honestamente, sin necesitar que ellos cambien.
En el próximo capítulo, que es el capítulo final del libro, veremos cómo podemos utilizar
el acercamiento de consciencia de madurez para hallar amigos y compañeros más
emocionalmente maduros. También ofreceré algunos indicadores sobre cómo desarrollar
nuestras actitudes y valores que promoverán la posibilidad de tener relaciones más provechosas
y recíprocas en el futuro.
Capítulo 10
emocionalmente madura
Los capítulos anteriores exploraron cómo podemos recuperar nuestra libertad emocional
honrando a nuestro yo verdadero en nuestras relaciones con nuestros padres y con otros,
estableciendo límites y actuando por nuestra cuenta. En este capítulo, aprenderemos cómo
identificar a la gente que es lo suficientemente madura en lo emocional como para establecer
una relación que sea mutuamente satisfactoria. También hablaré acerca de cómo podemos
adoptar nuevas actitudes sobre las relaciones para que podamos interactuar de maneras que nos
ayudarán a dejar la soledad emocional firmemente en el pasado.
Recordemos que John Bowlby (1979) dijo: todos los seres humanos comparten el instinto
primitivo de que familiaridad significa seguridad. Por lo tanto, si crecimos con padres
emocionalmente inmaduros, puede que nos sintamos inconscientemente atraídos hacia la
familiaridad de gente egocéntrica y explotadora. Bastantes de mis clientas que terminaron en
relaciones abusivas recuerdan distintivamente que, en el secundario, los chicos “amables” no
les parecían atractivos. De hecho, consideraban a los varones típicamente aburridos, lo cual
desafortunadamente significaba que, si el comportamiento del chico no era lo suficientemente
egoísta o dominante, no había atracción.
Este capítulo nos ayudará a dar vuelta esta dinámica. La clave es utilizar nuestras nuevas
habilidades observacionales para hallar gente emocionalmente provechosa con la cual conectar,
en vez de repetir viejos patrones que nos llevarán a más soledad emocional.
Las secciones siguientes ofrecen algunas guías que nos ayudarán a reconocer a la gente
más madura en lo emocional. Entonces, en vez de interpretar viejos patrones familiares,
podemos escoger conscientemente conectar con la gente que muestra los rasgos positivos que
se mencionan abajo. Sea que estamos escogiendo a alguien con quien salir, hallando amigos o
en una entrevista de trabajo, podemos utilizar las características de la madurez emocional en
este capítulo para identificar gente que tenga potencial de relación duradera, sea que
comencemos cara a cara u online. Nadie es perfecto, pero los buenos prospectos deberían tener
suficientes de las siguientes características para hacer que la relación sea enriquecedora en vez
de drenante.
Ser realista y confiable puede sonar aburrido, pero nada puede ocupar el lugar de la
confianza básica. Pensemos en este primer grupo de rasgos como la disposición física de una
casa; no importará de qué color pintemos las paredes si la estructura es extraña como para vivir
en ella. Las buenas relaciones deberían sentirse como una casa bien diseñada, es tan fácil vivir
en ellas que no nos damos cuenta de la arquitectura y el planeamiento que se invirtió en ella.
La habilidad de pensar incluso cuando estamos angustiados hace que una persona
emocionalmente madura sea alguien con quien se puede razonar. Como pueden pensar y sentir
al mismo tiempo, es fácil arreglar las cosas con esta gente. No pierden su habilidad de ver otra
perspectiva sólo porque no están obteniendo lo que desean. Tampoco pierden rastro de los
factores emocionales cuando están encarando un problema.
Tomarse las cosas muy personalmente puede ser una señal de narcicismo o baja
autoestima. Ambos rasgos provocan problemas en las relaciones porque conducen a la gente a
buscar constantemente seguridades de los demás. Además, la gente que se toma las cosas
personalmente suele sentir que están siendo evaluados, viendo desaires y críticas donde no
están. Este tipo de actitud defensiva consume la energía de la relación como si fuera un agujero
negro.
En contraste, la gente emocionalmente madura comprende que la mayoría de nosotros
puede meter la pata a veces. Si decimos que nos confundimos al decir algo, ellos no insistirán
en hacer una autopsia de lo dicho para descubrir una potencial negatividad inconsciente contra
ellos. Pueden ver una metedura de pata social como un error, no un rechazo. Son lo
suficientemente realistas como para no sentirse sin cariño sólo porque cometimos un error.
La gente emocionalmente madura trata a los demás como individuos dignos de respeto y
buen trato. Todos los siguientes rasgos revelan su orientación cooperativa, la cual se verá en
cómo nos tratan. Tendremos la sensación de que nos están cuidando, en vez de estar solamente
enfocados en sus propios intereses. Podríamos pensar que estos rasgos son los elementos de la
infraestructura de una casa, como la calefacción y las cañerías, que son esenciales para hacerla
habitable.
La gente emocionalmente madura es por naturaleza cortés porque naturalmente honran los
límites. Están en busca de conexión y cercanía, no de intrusión. Para la gente emocionalmente
inmadura, por otro lado, acercarse a alguien suele conducir a dar a la persona por sentada.
Parecen pensar que la cercanía significa que los modales no importan.
Si fuimos descuidados por padres emocionalmente inmaduros en la niñez, puede que nos
hallemos dispuestos a soportar análisis no solicitados y consejos no pedidos de los demás. Esto
es común entre la gente que está hambrienta de retroalimentación personal que muestra que
alguien está pensando en ellos. Pero este tipo de “consejo” no es atención nutritiva; más bien,
está motivado por un deseo de controlar.
A medida que Tyrone se iba sintiendo más infeliz en la relación, Sylvie lo urgió
a actuar más feliz. Siempre le decía que debía sonreír más, porque extrañaba eso
en él. Pero Tyrone también estaba extrañando algo: una compañera lo
suficientemente considerada como para aceptar sus sentimientos y considerar la
posibilidad de que la conducta de ella en el pasado podría ser parte del problema.
Ellos devuelven
Si hemos crecido con padres emocionalmente inmaduros, puede que enfrentemos nuestros
propios desafíos con la reciprocidad, habiendo aprendido a dar mucho o no lo suficiente. Las
demandas egoístas de nuestros padres puede que hayan distorsionado nuestros instintos
naturales de justicia. Si éramos internalizadores, aprendimos que, para ser amado o deseado,
necesitábamos dar más de lo que recibíamos; de otra manera no valdríamos nada para los
demás. Si éramos externalizadores, puede que tengamos la falsa creencia de que los demás no
nos aman realmente a menos que lo prueben siempre poniéndonos en primer lugar y
extendiéndose en demasía repetidas veces para nuestro bien.
Aun así, esta nueva forma de relacionarse le parecía inusual al principio. Por
ejemplo, luego de pagar por una cena cara con su nueva novia, Dan se sorprendió
de que ella deseaba invitarlo a un concierto más adelante. “Me diste una gran
velada”, le dijo, “y deseo hacer algo divertido para ti.” Dan estaba sorprendido de
su reciprocidad y generosidad, y también fue capaz de identificarlo correctamente
como una señal de la madurez emocional de ella.
La gente emocionalmente madura suele ser flexible e intenta ser justa y objetiva. Un rasgo
importante para observar es cómo responden los demás si debes cambiar tus planes. ¿Pueden
distinguir entre rechazo personal y algo inesperado que surgió? ¿Pueden hacernos saber que
están decepcionados sin enrostrárnoslo? Si debemos decepcionarlos porque no podemos
evitarlo, la gente emocionalmente madura generalmente nos dará el beneficio de la duda —
especialmente si somos empáticos y sugerimos compensaciones o nos comprometemos a
aliviar la decepción.
La mayoría de la gente emocionalmente madura puede aceptar que los cambios y las
decepciones son parte de la vida. Aceptan sus sentimientos y buscan maneras alternativas de
hallar gratificación cuando están decepcionados. Son colaborativos y están abiertos a las ideas
de los demás.
La gente que es infeliz en sus relaciones suele decir cosas como: “Las relaciones tienen
que ver con el compromiso, ¿cierto?” Pero me doy cuenta por sus expresiones faciales que no
están hablando de compromiso; están hablando de sentirse presionados a hacer lo que el otro
quiere. El compromiso real se siente diferente —como si nuestras necesidades fueran tenidas
en cuenta, incluso si no obtenemos todo loque deseamos.
Cuanto antes aparece el carácter en una relación, peores son las implicaciones. La mayoría
está en su mejor conducta temprano en la relación, por lo que seamos cautos con la gente que
demuestra irritabilidad temprano. Puede indicar tanto fragilidad como un sentido de derecho,
sin mencionar irrespetuosidad. La gente que tiene la mecha corta y espera que la vida debiera
ir de acuerdo con sus deseos no es buena compañía. Si nos hallamos reflexivamente entrando
a calmar la ira de alguien, cuidado.
Existen enormes variaciones en cómo la gente experimenta y expresa su enojo. La gente
más madura encuentra que un estado de enojo sostenido es desagradable, por lo que
rápidamente intentan hallar una manera de dejarlo atrás. La gente menos madura, por otro lado,
puede que alimente su enojo y actúe como si la realidad debiera adaptarse a ellos. Con estos
últimos, tengamos cuidado de que sus sentidos de derecho puedan algún día ponernos en las
miras de sus enojos.
Dicho esto, la gente típicamente necesita un poco de tiempo para calmarse antes de poder
hablar acerca de lo que los enojó, sin importar su nivel de madurez emocional. Forzar un asunto
cuando ambos están aún enojados no es una buena idea. Tomarse un tiempo funciona mejor,
ayudando a la gente a evitar decir cosas en el calor del debate que puedan ser lamentadas luego.
Además, la gente a veces necesita primero espacio para lidiar con sus sentimientos a su manera.
Son veraces
Decir la verdad es la base de la confianza y una señal del nivel de integridad de una
persona. Además, muestra respeto por la experiencia de la otra persona. La gente
emocionalmente madura comprende por qué estaríamos angustiados si nos mienten o nos dan
una falsa impresión.
Decir la verdad absoluta puede ser duro para todos nosotros a veces, por muchas razones.
Por ejemplo, cuando debemos interactuar con una persona airada o crítica, podríamos estar
inclinados a mentir para protegernos. Pero podemos contar con que una persona
emocionalmente madura será genuina e irá de frente cuando lo que cuenta es la honestidad.
Aunque las personas emocionalmente inmaduras también se disculpan, estas suelen no ser
más que de palabra, diseñadas para calmar a los demás sin una verdadera intención de cambiar
(Cloud y Townsend 1995). Esas disculpas no tienen valor en ellas y se sienten típicamente
como una evasión más que como una reparación en la relación. La gente sincera, por otro lado,
no solo se disculpará; también harán una declaración clara acerca de cómo quisieran hacer las
cosas de modo diferente.
Son responsivos
Una vez que todos los rasgos delineados arriba están en su lugar, también querríamos
buscar gente con cualidades que le dan a las relaciones un sentido de calidez y diversión.
Pensemos en los siguientes rasgos como algo esencial para tener una experiencia
completamente provechosa de una relación, así como la pintura y los muebles son esenciales
para que una casa sea un hogar.
La empatía es lo que hace que la gente se sienta segura en las relaciones. Junto con la
autoconsciencia, es el alma de la inteligencia emocional (Goleman 1995), guiando a la gente
hacia un comportamiento prosocial y a la justicia en el trato con los demás. En contraste, la
gente no empática pasa por alto nuestros sentimientos y no parece imaginar nuestra experiencia
o ser sensibles a ella. Es importante estar consciente de esto, porque una persona que no es
responsiva a nuestros sentimientos no será emocionalmente segura cuando los dos estén en
algún tipo de desacuerdo.
¡Qué regalo es hablar con alguien que está interesado en nuestras experiencias internas!
En vez de sentirnos raros por tener ciertos sentimientos, nos sentimos comprendidos porque la
otra persona resuena con lo que le estamos diciendo a un nivel emocional.
Jill había intentado durante años que su marido viera cómo la ignoraba, pero
cada intento de solicitar su empatía resultaba en un contraataque en el cual él
sostenía que Jill era imposible de complacer. Con el paso del tiempo, su negativa a
reflexionar sobre sí, apagó los esfuerzos de Jill de tener una comunicación íntima
con él. No fue sorpresa que Jill al final dejó a su marido por otro hombre —alguien
a quien sí le importaba lo que ella pensaba y sentía. Su nuevo compañero
reconsideró su comportamiento cuando ella lo mencionó y luego hizo un esfuerzo
por hacer las cosas de manera diferente.
La gente emocionalmente inmadura tiene dificultad para utilizar el humor de forma que
fortalezca los lazos con los demás. En vez, presionan su humor sobre los demás, incluso cuando
los demás no están divertidos. También tienden a disfrutar el humor a expensas de otro,
utilizándolo para aumentar su autoestima. Por ejemplo, puede que disfruten el humor que tiende
una trampa o que incluye hacer que la gente se vea tonta o inepta. Este rasgo es un buen
indicador de cómo nos tratarán en algún momento.
Las características descritas en este capítulo también aplican a citas online y redes sociales.
De hecho, los contactos online ofrecen una gran oportunidad de practicar la identificación de
madurez emocional a medida que leemos y consideramos lo que la gente revela acerca de sí en
sus perfiles y mensajes electrónicos.
Aunque algunas personas son mejores escritoras que otras, toda escritura personal revela
algo acerca de cómo piensa la gente, qué valoran y dónde ponen su foco con mayor intensidad,
sin mencionar su sentido del humor y sensibilidad a los sentimientos de los demás. Además,
leer lo que otras personas han escrito nos da tiempo de darnos cuenta cómo nos hacen sentir
sus mensajes. Llamadas telefónicas iniciales también pueden darnos lugar para observar y notar
qué está diciendo la otra persona mientras mantenemos nuestras expresiones faciales y
reacciones no verbales en privado.
En estos eventos, preguntémonos cómo nos sentimos acerca de los tiempos y ritmos de la
gente. ¿Son respetuosos de nuestros límites y de cuán rápido o despacio deseamos que nos
conozcamos? ¿Nos sentimos presionados para tener intimidad instantánea, o se toman un
tiempo incómodamente largo para responder? ¿Nos da la sensación de que están poniendo
demasiadas esperanzas en nosotros antes de llegar a conocernos? ¿O son un poco peleones, y
tenemos que trabajar para continuar la comunicación? ¿Son recíprocos? ¿Hacen referencia a lo
que dijimos en e-mails anteriores o inmediatamente se lanzan a sus propios temas? ¿Mantienen
la conversación haciendo preguntas para conocernos mejor o conocer nuestros pensamientos
acerca de ciertos asuntos? ¿Nos parece fácil diagramar cosas con ellos, o estamos con
frecuencia fuera de sincronía?
Luego de leer un perfil, e-mail o mensaje, tomémonos un momento para analizar nuestras
impresiones. Este tipo de reflexión nos ayudará a aprender a enfocar nuestra atención en nuestra
reacción instintiva, que será más fácil porque no tendremos la presión social de una interacción
cara a cara. Describamos cómo nos sentimos por dentro luego de leer lo que la persona escribió.
¿Nos sentiremos cómodos siendo nosotros mismos, o nos sentiremos como que debemos cuidar
lo que decimos y cómo lo decimos? Observar nuestras reacciones es una habilidad crucial para
identificar personas emocionalmente maduras, y la comunicación online nos puede dar una
práctica excelente para hacer justamente eso.
He resumido todas las características de arriba en la siguiente lista, que podemos utilizar
para determinar si una persona será capaz de darnos el tipo de relación que deseamos. Si deseas
completar esta evaluación para mucha gente, utiliza la versión descargable de este ejercicio
disponible en http://www.newharbinger.com/31700.
Realista y confiable
Respetuosos y recíprocos
⸻⸻⸻Devuelven.
Responsivos
Cuantas más cualidades de estas tenga una persona, es más probable que podamos forjar
una conexión satisfactoria y genuina.
Ahora que podemos identificar gente emocionalmente madura, existe una última pieza del
rompecabezas de las relaciones que debemos ver: nuestro propio comportamiento. En esta
sección final, veremos brevemente algunos acercamientos nuevos de nuestra parte que pueden
hacer que nuestras relaciones sean más genuinas y recíprocas. Podemos trabajar en estas
acciones para ayudar a que tus relaciones florezcan. Después de todo, mejorar nuestra propia
habilidad de interactuar de una manera emocionalmente madura es una contribución importante
hacia tener las relaciones que deseamos.
Creemos un perfil de madurez emocional hacia el cual podamos trabajar. Las siguientes
listas presentan una imagen de cómo una persona emocionalmente madura podría interactuar
y comportarse en las relaciones. Leamos a través de las siguientes listas de nuevos
comportamientos, creencias y valores y escojamos algunos para practicar. Sólo escojamos uno
o dos a la vez, y seamos suaves con nosotros mismos a medida que trabajamos en ellos. Algunos
pueden ser más difíciles que los otros.
Haremos un punto en mantenernos en contacto con la gente especial que nos importa y
devolveremos sus llamados y mensajes electrónicos.
Pensaremos de nosotros mismos como personas fuertes que merecen dar y recibir ayuda
de parte de nuestra comunidad o amigos.
Incluso cuando la gente no está diciendo lo “correcto”, sintonizaremos por si están
intentando ayudarnos. Si ese esfuerzo nos hace sentir emocionalmente nutridos,
expresaremos nuestra gratitud.
Cuando estamos irritados con alguien, pensaremos acerca de lo que deseamos decir que
pueda mejorar nuestra relación. Esperaremos hasta que nos tranquilicemos y luego
preguntaremos a la otra persona si está dispuesta a oír sobre nuestros sentimientos.
Recordaremos que ser perfecto no siempre es necesario. Haremos las cosas en lugar de
obsesionarnos en hacerlas perfecto.
Cuando nos cansamos, descasaremos o haremos algo diferente. Nuestro nivel de
energía física nos dirá cuándo hemos hecho demasiado. No esperaremos a tener un
accidente o enfermedad para parar.
Cuando nos equivocamos, se lo endilgaré a ser humano. Incluso si pensamos que
habíamos anticipado todo, habrá resultados inesperados.
Recordaremos que cada uno es responsable por sus propios sentimientos y de expresar
sus necesidades con claridad. Más allá de la cortesía común, no me compete suponer
qué es lo que los demás desean.
No esperaremos que la gente sepa lo que necesitamos a menos que les digamos. Que
les importemos no significa automáticamente que saben lo que sentimos.
Si la gente cerca de nuestro nos molesta, utilizaremos el dolor para identificar nuestra
necesidad subyacente. Entonces utilizaremos comunicación clara e íntima para proveer
una guía acerca de cómo me satisfacerla.
Cuando nuestros sentimientos son heridos, intentaremos comprender nuestra reacción
primero. ¿Hubo algo que disparó sentimientos del pasado, o la persona realmente nos
trató insensiblemente? Si alguien ha sido insensible, le pediremos que nos oiga.
Seremos considerados con los demás, y si no son considerados de regreso, les
pediremos que sean más considerados y lo dejaremos ahí.
Pediremos algo la cantidad de veces que sea necesario para obtener una respuesta clara.
Cuando nos cansemos de interactuar, hablaremos cortésmente, pidiendo continuar
nuestro contacto en otro momento. Explicaremos con educación que se nos acabó el
combustible.
¿Nos damos cuenta de cuánta más energía y liviandad sentiremos si la mayoría de estas
declaraciones fueran ciertas sobre nosotros? Seremos activos y auto expresivos en nuestras
relaciones, tratándonos a nosotros mismos cortésmente y esperando ser oídos por los demás.
Nos estaríamos liberando de la soledad emocional. Incluso si no hemos aprendido estos valores
y maneras de interactuar de niños, podemos desarrollarlas ahora. Tener padres emocionalmente
inmaduros puede que haya socavado nuestra autoaceptación, auto expresión y esperanzas de
tener intimidad genuina, pero no hay nada que nos detenga ahora que somos adultos.
Resumen
Este capítulo subrayó los atributos comunes de la gente emocionalmente madura para que
podamos reconocer a esta gente más fácilmente. También resumió brevemente nuevas maneras
de relacionarnos que pueden ayudarnos a crear relaciones más satisfactorias y de apoyo con los
demás. Ahora que sabemos cómo se ve la madurez emocional, no estaremos tentados de
conformarnos con la siguiente persona que nos presta un poco de atención u ofrece el mínimo
indispensable en una relación. Somos capaces de buscar lo que deseamos, y estar cómodos
observando a los demás hasta que lo hallemos. A medida que reflexionamos acerca de nuestras
fortalezas emocionales y capacidad de conexión, hallaremos que las claves hacia relaciones
más felices habían estado con nosotros todo el tiempo.
Epílogo
Comprender nuestro pasado y embarcarnos hacia un nuevo futuro puede ser un proceso
agridulce. Hacer brillar una luz sobre lo que pasamos y cómo afectó las decisiones que
tomamos puede revolver tristeza sobre lo que hemos perdido o nunca tuvimos.
Así es la luz. Brilla sobre todo, no sólo sobre las cosas que deseamos ver. Cuando
decidimos descubrir la verdad acerca de nosotros mismos y de nuestras relaciones familiares,
puede que nos sorprendamos por lo que se revela, especialmente cuando vemos cómo estos
patrones han sido pasados de generación en generación. A veces podemos preguntarnos si todo
este conocimiento es para mejor. Puede parecer como si fuera mejor no saber.
Somos los únicos que podemos responder esta pregunta. Pero ha sido mi experiencia —y
la de muchísimas otras personas— que una consciencia mayor trae sus propios dones, la
mayoría de los cuales tienen que ver con una conexión más completa y profunda con el mundo
y con uno mismo. Resolver las dificultades del pasado hace que las cosas presentes sean más
reales y preciosas. Y a medida que llegamos a comprendernos y a nuestra familia
completamente por primera vez, puede ser que apreciemos la vida como nunca. Cuando
resolvemos nuestra confusión y frustración acerca del comportamiento de la gente
emocionalmente inmadura, la vida se siente más liviana y fácil. Mi esperanza es que este libro
haya traído no solo un poco de comprensión acerca tuyo y de tus seres queridos, sino también
algo de alivio y la libertad de vivir más de acuerdo con tus pensamientos y sentimientos
genuinos, en vez de patrones familiares vencidos.
Cuando veo las caras de los clientes que están descubriendo sus verdaderos sentimientos
por primera vez y pueden finalmente reconocer a los demás por su inmadurez emocional, sus
expresiones reflejan un sentido de maravilla y paz. No sería demasiado llamarlo iluminación.
Ninguno de ellos volvería voluntariamente a la ignorancia. Con cada pedacito de verdad que
encontraron dentro de ellos mismos, experimentan un sentimiento de auto recuperación. Más
allá de lamentaciones que puedan tener, una sensación inconfundible de completitud viene
sobre ellos a medida que sienten como si la vida comenzara de nuevo desde este punto.
No existe razón por la cual no podamos tener una vida feliz comenzando ahora mismo. De
hecho, pienso que podría sentirse más provechoso darnos una vida feliz ahora como un adulto
consciente que haberla tenido siempre desde el principio. Estar consciente y presente como el
nacimiento de nuestro nuevo yo de adultos es una cosa bastante increíble. ¿Cuánta gente puede
despertar y estar consciente para el surgimiento de la persona que siempre debería haber sido?
¿Cuánta gente puede tener dos vidas en una?
Entonces, dime, ¿vale la pena haber sufrido para vivir dos veces en una vida? ¿Estás
satisfecho de haber escogido el camino de la consciencia?
¿Sí?
Yo también.
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Lindsay C. Gibson, PsyD, es psicóloga clínica de práctica privada que se especializa en
psicoterapia individual con hijos adultos de padres emocionalmente inmaduros. Es autora de
Quien se supone que deberías ser y escribe una columna mensual sobre bienestar para la revista
Mujeres de Tidewater.