Tiempo Argentino
7 de abril de 2022
Coaching ontológico, estafas y manipulación
Por Daniel Alvaro*
La buena prensa de la que gozaba el coaching ontológico se vio bruscamente
interrumpida. El aura de bienestar material y espiritual con que suele promocionarse
esta práctica en los medios de comunicación tradicionales y las redes sociales quedó
ensombrecida por el sonado caso de Generación Zoe. Los hechos son más o menos
conocidos. Generación Zoe es el nombre de una empresa dirigida por el coach
ontológico Leonardo Cositorto que abarca todo tipo de emprendimientos comerciales,
desde una criptomoneda hasta una iglesia, pasando por negocios financieros,
inmobiliarios y gastronómicos, entre muchos otros. Las alertas oficiales sobre posibles
irregularidades en el mercado de capitales durante el mes de enero derivaron en una
causa judicial que en la actualidad investiga estafas piramidales. Hasta la fecha hay más
de doce personas detenidas incluido Cositorto, quien fue detenido este lunes por
Interpol en República Dominicana.
Antes de volverse una figura pública a causa de estos hechos, Cositorto tampoco era un
completo desconocido. Algunos de los diarios y programas de radio y televisión que
ahora informan sobre la marcha de la investigación, poco tiempo antes elogiaban a
Cositorto y su modelo de negocios a través de notas y entrevistas pagas que en la jerga
periodística se conocen como publinotas. Una vez estallado el escándalo, tanto la
Asociación Argentina de Coaching Ontológico Profesional (AACOP) como la
Federación Internacional de Coaching Ontológico Profesional (FICOP) se desmarcaron
de los hechos y de las personas involucradas en ellos a través de comunicados que
fueron rápidamente replicados en distintos medios. Lo que estos comunicados dan a
entender, y lo que muchos de estos medios se apresuraron a confirmar mediante
interpretaciones interesadas, es que Cositorto no tiene ningún vínculo con estas
instituciones ni con la ética que ellas fomentan. Incluso se ha llegado a informar,
contribuyendo a la desinformación general, que Leonardo Cositorto no es coach
ontológico. Una nota de la periodista Victoria De Masi publicada el 26 de febrero en
elDiarioAR despeja cualquier duda al respecto. De Masi reconstruye en detalle la
carrera profesional del fundador de Generación Zoe, desde su certificación como coach
ontológico en Argentina hace veinte años hasta su expulsión de la AACOP en 2018
luego de que la Comisión de Ética de la asociación investigara denuncias reiteradas en
su contra.
Si se tiene en cuenta la injerencia creciente del coaching ontológico en el campo de la
educación, la salud y la política en varios países de la región, y muy especialmente en
Argentina, tal vez la dimensión ética que plantea este caso no sea el menor de los
problemas. Evidentemente el actuar de Cositorto no es representativo de las acciones
que llevan a cabo los y las profesionales del coaching ontológico, pero tampoco es un
hecho aislado ni excepcional en la disciplina, como sugiere la AACOP, la FICOP y los
medios que salieron a respaldar los comunicados de ambas instituciones.
Un hecho reciente que vale la pena recordar es la estafa piramidal conocida como Telar
de la abundancia. La misma se organizaba en torno a círculos de mujeres inversoras
reunidas por la promesa de altos retornos y fuertemente atravesadas por el discurso del
empoderamiento. También en este caso el coaching ontológico era utilizado junto a
otras técnicas de desarrollo personal como una prédica motivacional que combina
elementos espirituales y financieros. Se podrían multiplicar los ejemplos de este tipo
dentro y fuera de nuestro país, con mayor o menor cobertura mediática.
De todos modos, la relación problemática entre ética y coaching ontológico no se limita
a las distintas formas de engaño y fraude que cobraron fuerza en el último tiempo.
Como recuerda Rafael Echeverría, uno de los principales referentes de la teoría y la
práctica del coaching ontológico, esta disciplina tiene “orígenes oscuros”. Estos se
remontan a fines de los años ochenta cuando el maestro de Echeverría, Fernando Flores,
experimentaba con la manipulación y otras técnicas de persuasión coercitiva a fin de
obtener más y mejores resultados en las personas que participaban de su escuela. Con el
correr de los años, y luego de que se hicieran públicas numerosas acusaciones por
maltrato, se intentó establecer un marco ético para el ejercicio de la profesión, pero
como reconoce el propio Echeverría la disciplina no está exenta de “resabios
autoritarios del pasado”.
Hoy en día Argentina es el país donde el coaching ontológico se encuentra más
desarrollado a nivel disciplinar, institucional y pedagógico, al punto que se ha vuelto
habitual encontrar representantes de esta práctica ocupando lugares de saber-poder en
ámbitos públicos y privados. Sin embargo, la crítica a este dispositivo de entrenamiento
existencial no puede consistir únicamente ni en primer lugar en denunciar su falta de
consistencia ética. Más bien habría que empezar por preguntarse qué sistema de valores
y creencias promueve el coaching ontológico para que se haya convertido en un
símbolo filosófico y ético-político del capitalismo contemporáneo.
* Investigador del CONICET y docente de la UBA. Es coordinador y coautor del libro
Vidas diseñadas. Crítica del coaching ontológico (Buenos Aires, Ubu Ediciones, 2021).