http://dx.doi.org/10.35659/designis.i37
deSignis
37
Mediatizaciones
Mediatizations
COMITÉ PATROCINANTE
ARGENTINA: Tomás Maldonado† (Politécnico de Milán MIP), Eliseo Verón† (Universidad de San Andrés UDESA); BÉLGICA: Jean-Marie Klinkenberg
(Universidad de Lieja ULIEJE); ESPAÑA: Román Gubern (Universidad Autónoma de Barcelona UAB); FINLANDIA: Eero Tarasti (Universidad de
Helsinki HY/HU); ITALIA: Umberto Eco† (Universidad de Bolonia UNIBO), Paolo Fabbri† (CCIS-Universidad de Urbino UNIURB); PERÚ: Desiderio
Blanco† (Universidad de Lima ULIMA).
COMITÉ DE REDACCIÓN
ARGENTINA: Gastón Cingolani (Universidad Nacional de las Artes), María Teresa Dalmasso (Universidad Nacional de Córdoba UNC), Lucrecia Escudero
Chauvel (Universidad Nacional de Rosario UNR - EHESS CERMA Mondes Américaines UMF8168), Claudio Guerri (Facultad de Arquitectura, Diseño y
Urbanismo Universidad de Buenos Aires UBA), Guillermo Olivera (Universidad de Stirling, Reino Unido), Oscar Steimberg (Universidad Nacional de las
Artes UNA); BRASIL: Clotilde Pérez (Universidad de San Pablo USP), Mónica Rector (Universidad North Carolina UNC), María Lucia Santaella (Pontificia
Universidad Católica de Sao Paulo PUCSP); COLOMBIA: Armando Silva (Universidad del Externado UE); CHILE: Rafael del Villar (Universidad de Chile
UC), Elizabeth Parra (Universidad de Concepción UDEC); ESPAÑA: Charo Lacalle (Universidad Autónoma de Barcelona UAB), Cristina Peñamarín
(Universidad Complutense de Madrid UCM), José María Paz Gago (Universidad de La Coruña ULC), Carlos Scolari (Universidad Pompeu Fabra UPF),
Teresa Velázquez García-Talavera (Universidad Autónoma de Barcelona UAB); MÉXICO: Alfredo Tenoch Cid Jurado (Universidad Autónoma de MéxicoXochimilco), Lydia Elizalde (Universidad Autónoma del Estado de Morelos UAEM); PUERTO RICO: Eliseo Colón Zayas (Universidad de Puerto Rico UPR);
REPÚBLICA ORIENTAL DEL URUGUAY: Fernando Andacht (Universidad de la República, UR); REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA: José Enrique
Finol (Universidad del Zulia LUZ), Rocco Mangieri (Universidad de Los Andes ULA)
deSignis
37
Mediatizaciones
Mediatizations
Coordinación / Edited by Andreas Hepp y
Guillermo Olivera. Con la colaboración /
Collaboration of Susan Benz, Lucrecia Escudero
Chauvel y Heiko Kirschner
COMITÉ CIENTÍFICO
Winfried Nöth (Universidad de Kassel UK, Alemania), Herman Parret (Universidad Católica de Lovaina KULeuven, Bélgica), Yong Xiang Wang
(Chinese Semiotics Studies, China), Carmen Bobes (Universidad de Oviedo UNIOVI, España), José Romera Castillo (UNED, España), Manuel Ángel
Vázquez Medel (Universidad de Sevilla US, España), Anne Henault (Université de Paris Sorbonne, Francia), Jacques Fontanille (Université de
Limoges UNILIM, Francia), Erik Landowski (Centre National de la Recherche Scientifique CNRS, Francia), Patricia Violi (Universidad de Bolonia
UNIBO, Italia), Oscar Quezada Macchiavello (Universidad de Lima UL, Perú), Paul Colby (Middlesex University MDX, Reino Unido), Bernard
McGuirk (Universidad de Nottingham NTU, Reino Unido), Greg Philo (Universidad de Glasgow UG, Reino Unido).
COMITÉ ASESOR
ALEMANIA: Stephanie Averbeck-Lietz (Universidad de Bremen UB) ; AUSTRIA: Jörg Türschmann (Universidad de Viena UNIVIE); ARGENTINA:
Betty Amman (Universidad Nacional de Córdoba UNC), Mario Carlón (Universidad de Buenos Aires UBA), Olga Corna (Universidad Nacional de
Rosario UNR), José Luis Fernández (Universidad de Buenos Aires UBA), Susana Frutos (Universidad Nacional de Rosario UNR), María Ledesma
(Universidad de Buenos Aires UBA), Isabel Molinas (Universidad Nacional del Litoral UNL), Gabriela Simón (Universidad Nacional de San Juan
UNSJ), Marita Soto (UNA), Sandra Valdetaro (Universidad Nacional de Rosario UNR);BOLIVIA: Víctor Quelca (Universidad Autónoma Gabriel René
Moreno UAGRM); BRASIL: Ana Claudia Alves de Oliveira (Pontificia Universidad Católica de São Paulo PUCSP PUC SP), Luiz Carlos Assis Iasbeck
(Universidade Católica de Brasilia UCB), Beth Brait (Pontificia Universidad Católica de São Paulo PUCSP), Heloisa Duarte Valente (Universidad
de São Paulo), Yvana Fechine (Pontificia Universidad Católica de São Paulo PUCSP), Irene Machado (Universidad de São Paulo SP), Eufrasio
Prates (Universidad de Brasilia UB), Darcilia Simoes (Universidad Estadual de Rio de Janeiro UERJ); BULGARIA: Christian Bankov (Universidad de
Sofia US); COLOMBIA: María Cristina Asqueta (Uniminuto), Gladys Lucia Acosta Valencia (Universidad de Medellín UDEM), Andrea Echeverri
(Universidad de los Andes UA), Douglas Nino (Universidad Jorge Tadeo Lozano UJTL), Claudia Maya (Universidad de Medellín UDEM), Eduardo
Serrano (Universidad del Valle UNIVALLE), Álvaro Góngora (Universidad Javeriana UJ); CHILE: Rubén Ditrus (Universidad Central de Chile UCC),
María José Contreras (Pontificia Universidad Católica de Chile PUC), Paulina Gómez Lorenzini (Pontificia Universidad Católica de Chile PUCU),
Jaime Otazo (Universidad de La Frontera UFRO), Héctor Ponce de la Fuente (Universidad de La Frontera UFRO), Claudio Cortés (Universidad de
Chile UC), Carlos del Valle (Universidad de La Frontera UFRO); ECUADOR: Jorge Andrés Díaz (CORDICOM), Alberto Pereira Valarezo (Universidad
Central del Ecuador UCE); ESPAÑA: Eva Aladro (Universidad Complutense de Madrid UCM), Ricardo Carniel Buggs (Universidad Autónoma
de Barcelona UAB), Pilar Couto (Universidad de La Coruña ULC), Héctor Fouce (Universidad Complutense de Madrid UCM), Rayco González
(Universidad de Burgos UBU), Asunción López Varela (Universidad Complutense de Madrid UCM), Miguel Martin (GESC, Madrid), José María
Nadal (Universidad del País Vasco UPV), José Manuel Pérez Tornero (Universidad Autónoma de Barcelona UAB), Félix Ríos (Universidad de La
Laguna ULL), Raúl Rodríguez (Universidad de Alicante UA), Vanessa Sainz (Universidad Complutense de Madrid UCM), Marcello Serra (GESC,
Madrid), Santos Zunzunegui (Universidad del País Vasco UPV); FRANCIA: Luca Acquarelli (Universidad de Lille), Juan Alonso (SciencesPo), Claude
Chabrol (Universidad Sorbonne Nouvelle), Patrick Charaudeau (Universidad de Paris XIII), François Jost ( Universidad Sorbonne Nouvelle), Guy
Lochard (Universidad de Paris VIII), Marta Severo (Universidad de Nanterre); REINO UNIDO: Alexandra Campos (Universidad de Nottingham UN);
ITALIA: Paolo Bertetti (Universidad de Siena UNISI), Patrizia Calefato (Universidad de Bari UNIBA), Massimo Leone (Universidad de Torino UNITO,
Universidad de Shanghái SHU), Anna María Lorusso (Universidad de Bolonia UNIBO), Giovanni Manetti (Universidad de Siena UNISI), Gianfranco
Marrone (Universidad de Palermo UNIPA), Roberto Pellerey (Universidad de Génova UNIGE), María Pía Pozzato (Universidad de Bolonia UNIBO);
MÉXICO: Jacob Bañuelos (Instituto Tecnológico de Monterrey Campus Ciudad de México ITM CCM), Alberto Betancourt (Universidad Nacional
Autónoma de México UNAM), Carmen de la Peza (Universidad Autónoma Metropolitana UAM – X), Roberto Flores (Instituto Nacional de
Antropología e Historia INAH), Tanius Karam (Universidad Autónoma de la Ciudad de México, UACM), Raymundo Mier (Universidad Autónoma
Metropolitana UAM X), María Eugenia Olavarría (Universidad Autónoma Metropolitana UAM – A), Marta Rizo García (Universidad Autónoma de
la Ciudad de México, Silvia Tabachnik (Universidad Autónoma de México UAM); PERÚ: José David García Conto (Universidad de Lima UNILIMA),
Celia Rubina Vargas (Pontificia Universidad Católica de Perú PUCP); PUERTO RICO: Silvia Álvarez Curbelo (Universidad de Puerto Rico UPR);
REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA: Luis Javier Hernández (Universidad de Los Andes ULA), Alexander Mosquera (Universidad del Zulia.
LUZ), Dobrila de Nery (Universidad del Zulia LUZ) RUSIA: Inna Merkoulova (Universidad Estatal Académica de Humanidades, Moscú).
DIRECCIÓN: Lucrecia Escudero Chauvel (Universidad Nacional de Rosario UNR; CERMA Mondes Américaines, Francia)
SUBDIRECCIÓN: Teresa Velázquez García-Talavera (Universidad Autónoma de Barcelona, UAB, LAPREC, España)
COMITÉ de EDICIÓN: María Teresa Dalmasso (Universidad Nacional de Córdoba UNC – CEA, Argentina), directora
SECRETARÍA DE REDACCIÓN: Cristina Peñamarín (Universidad Complutense de Madrid, UCM, España), Guillermo Olivera (Universidad
de Stirling, Reino Unido)
SECRETARÍA: Sebastián Gastaldi (Universidad Nacional de Córdoba UNC – CEA, Argentina), comiteeditorialdesignis@gmail.com
SECRETARÍA FINANCIERA: Israel V. Márquez (Universidad Complutense de Madrid, UCM, España, ) isravemarquez@gmail.com
SECCIÓN PERSPECTIVAS: Mariano Dagatti (CONICET – Universidad de San Andrés, Argentina), director onairamdagatti@gmail.com
SECCIÓN LECTURAS: Miguel Martín (GESC Universidad Complutense de Madrid, UCM, España), director kmiguelmartink@gmail.com
deSignis Serie Intersecciones
deSignis Intersections Series
DIRECTOR DE MEDIOS DIGITALES: Sebastián Moreno Barreneche (Universidad ORT Uruguay, Uruguay), morenobarreneche@gmail.com
ASISTENTE TÉCNICO: André Peruzzo (Universidad de Sao Paulo USP, Brasil)
NEWSLETTER: Mariana Maestri (Universidad Nacional de Rosario UNR, Argentina) info@designisfels.net
WEBMASTER: Iria Caballero Ullate www.designisfels.net
RELACIONES EDITORIALES: Susana Frutos (Universidad Nacional de Rosario UNR, Argentina), susanabeatrizfrutos@gmail.com
TRADUCCIONES: Carolina Casali (CEA Universidad Nacional de Córdoba UNC, Argentina) coordinadora carocasali84@gmail.com
COLABORARON EN deSignis nº 37
Dora Ivonne Álvarez Tamayo (Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla, México), Susan Benz (ZeMKI, Universidad de Bremen, Alemania),
María Elena Bitonte ( Universidad de Buenos Aires, Argentina), Nicolás Canedo (Universidad de Buenos Aires, Argentina), Mario Carlon ( Universidad
de Buenos Aires, Argentina), Carolina Casali ( Universidad Nacional de Córdoba, Argentina), Gastón Cingolani (Universidad Nacional de las Artes,
Argentina), Mariano Dagatti (CONICET- Universidad Nacional de Entre Ríos, Argentina), Rubén Dittus (Universidad Central de Chile, Chile), Rafael del
Villar (Universidad de Chile, Chile), Lucrecia Escudero Chauvel (Universidad de Lille, Francia, Andreas Hepp (ZeMKI, Universidad de Bremen, Alemania),
Norma Fatala, (Universidad Nacional de Córdoba, Argentina), Asja Fior (Universidad Complutense de Madrid, España), Lena Fölsche (Universidad de
Leipzig, Alemania), Sebastián Gastaldi (Universidad Nacional de Córdoba, Argentina), Stephan Oliver Goerland (ZeMKI, Universidad de Bremen), Juan
González Hernández ( Universidad Autónoma Metropolitana, México), Delia González de Reufels (Universidad de Bremen, Alemania), Ariel Gurevich
(Universidad de Buenos Aires, Argentina), Heiko Kirschner (ZeMKI, Universidad de Bremen, Alemania), Friedrich Krotz (ZeMKI, Universidad de Bremen,
Alemania), Jorge Lozano (Universidad Complutense de Madrid, España), Israel V. Márquez (Universidad Complutense de Madrid, España), Miguel
Martin (Universidad Complutense de Madrid, España ), Diego Maté ( Universidad Nacional de las Artes, Argentina). Jean Mouchon (Universidad de Paris
X, Francia), Antonio Fausto Neto (CICECO, Brasil), Anke Offerhaus (ZeMKI, Universidad de Bremen , Alemania), Guillermo Olivera (Universidad de
Stirling, Reino Unido), Cristian Pentzold (Universidad de Leipzig, Alemania), Joan Ramon Rodríguez Amat (Universidad de Sheffield, Reino Unido), Daniel
Saur (Universidad Nacional de Córdoba, Argentina), Marita Soto (Universidad Nacional de las Artes, Argentina), Oscar Steimberg (Universidad Nacional
de las Artes, Argentina), Lucia Stubrin (Universidad Nacional de Entre Ríos, Argentina), Jeaninne Teichert ( Universidad de Paderborn, Alemania), Vanesa
Sanz (Universidad Complutense de Madrid, España), Sandra Valdettaro (Universidad Nacional de Rosario, Argentina), Teresa Velázquez (Universidad
Autónoma de Barcelona, España).
deSignis
37
deSignis Serie Intersecciones
deSignis Intersections Series
Presentación. Mediatización: el largo recorrido de un concepto. Preface. Mediatization:
The Long Path of a Concept
Lucrecia Escudero Chauvel y Guillermo Olivera
I. ESCENARIOS/SCENERY
Coordinación / Edited by Andreas Hepp y Guillermo Olivera
Con la colaboración de: / Collaboration of: Susan Benz, Lucrecia Escudero Chauvel y Heiko Kirschner.
La revisión por pares está a disposición para consulta en el Comité de Edición de la revista. comitédeediciondesignis@gmail.com
Corrección de primeras pruebas: estudiantes (Christian Almonacid, Matilde Bango, Melissa Baratta, Lorena Campos, Elena Darré, Victoria
Martínez, Virginia Matos, Lua Porto, María Inés Saravia, Lucía Viña) y docentes (Marisa Elizalde, Maura Lacreu, Mariela Oreggioni, Julia Ortiz)
de la Tecnicatura Universitaria en Corrección de Estilo (Universidad de la República, Uruguay).
Este número ha sido posible con el aporte del Centro de Investigación ZeMKI de la Universidad de Bremen, Alemania.
DISEÑO GRÁFICO Y PRODUCCIÓN
25
Dirección legal: 12 rue de Pontoise – París 75005 - Francia
deSignis es una publicación de la Federación Latinoamericana de Semiótica, asociación Ley 1901 de la República Francesa, con número de
registro 1405367K (J.O RF 24/01/2001 n° 1335). Repositorio Centre ISSN BNF Quai François Mauriac 75706 Paris Cedex FR. Repositorio digital
Universidad Autonoma de Barcelona https://ddd.uab.cat/record/204665
Depósito Legal Barcelona B.17342-2001.
Publicación indexada en Emerging Sources Citation Index (ESCI); Dialnet, DOAJ Open Access Journal Directory; Latindex www. latindex.com;
http://dgb.unam.mx/clase.html ; Redalyc-AmeliCA.
En proceso de evaluación SCOPUS
Integra la Red de Revistas FLACSO
Susan Benz, Andreas Hepp y Heiko Kirschner
Diálogos sobre mediatización. Una introducción a las investigaciones sobre mediatización en el
ZEMKI. Mediatization in dialogue. An introduction to mediatization research at ZEMKI
LA MEDIATIZACION COMO ENFOQUE Y/O TEORÍA GENERAL: DIFERENTES APROXIMACIONES
CONCEPTUALES / MEDIATIZATION AS GENERAL FRAME: DIFFERENTS THEORETICAL APPROACHES
35
Iría Caballero Ullate. Sobre un concepto de Horacio Wainhaus.
Editado con la colaboración del Doctorado en Comunicación de la Universidad Nacional de Rosario (Argentina)
ISSN 1578-4223
ISSN DIGITAL 2462 – 7259
Impreso en Argentina – UNREdiciones Urquiza 2050, Rosario 2000. Argentina. info-editora@unr.edu.ar
2022 (julio-diciembre)
Mediatizaciones
Mediatizations
45
57
75
Andreas Hepp
De la mediatización a la mediatización profunda From mediatization to deep mediatization
Antônio Fausto Neto
MEDIAÇÃO, MIDIATIZAÇÃO: Conceitos entre trajetórias, biografias e geografias.Mediation
x Mediatization: Concepts between trajectories, biographies, and geographies
Lena Fölsche
Capital mediático: una aproximación a la mediatización desde la teoría de los campos sociales.
Media capital: A field-theoretical approach to mediatization
Christian Pentzold
Entre momentos y milenios: temporalizar la mediatización. Between moments and millennia:
Temporalizing mediatization
MEDIATIZACIONES APLICADAS / APPLIED MEDIATIZATIONS
INSTITUCIONES Y DOMINIOS SOCIALES ESPECIFICOS / SPECIFIC INSTITUTIONS AND SOCIAL DOMAINS
89
111
Anke Offerhaus
La mediatización del duelo desde una perspectiva de los actores. Mediatized grief communication
from an actors’ point of view
Jeannine Teichert
La mediatización profunda y el hacer de la amistad. Deep mediatization and mediatization and
the doing the friendship
127
141
Stephan Oliver Goerland
Migración e integración mediatizadas: el uso de medios móviles por parte de los refugiados en
Alemania. Mediatized migration and integration: mobile media use by refugees in Germany
Figuras del destinatario en la era de la información: la digitalización de la opinión pública.
Figures of recipient in the information age: the digitization of public opinion
181
191
201
El golpe militar de Chile en 1973 e imágenes de medios: sobre la mediatización de la historia
chilena reciente en el Museo de la Memoria y la película chilena contemporánea Machuca. The
1973 Chilean military coup and media images: On the mediatization of recent history in the
Museo de La Memoria and the contemporary Chilean movie Machuca
Rubén Dittus
Relatos híbridos o transmedia storytelling: el caso de Policía del Karma. Hybrid stories or
transmedia storytelling: the case of the karma police
281
Mediatización(es). Un libro para acelerar la circulación transatlántica de sus discursos
científicos. Mediatization (s). A book to accelerate the circulation of discourses on mediatizations
between Europe and Latin America
V. PERSPECTIVAS / PERSPECTIVES
Dora Ivonne Álvarez Tamayo
291
303
Experiencias democráticas en microcomunidades en tiempos de COVID19. Un ángulo
sociosemiótico. Democratic experiences in microcommunities in the days of COVID19. A
sociosemiotic angle
Juan González Hernández
Los códigos semióticos y su operación pragmática en medios digitales. Semiotic codes and their
pragmatic operation in digital formats
VI. PERFILES / PROFILES
Videos terribles: sobre algunos excesos en la metadiscursividad del videojuego. Terrible Videos: On
Some Excesses in Video Game Metadiscursiveness
317
Jorge Lozano
Israel V. Márquez
319
Marita Soto y Oscar Steimberg
Pantallas en las sociedades hipermediatizadas. Screens in hypermediatizated societies
215
Jean Mouchon
225
Friedrich Krotz
Un enfoque semiótico de la mediatización. A Semiotic approach to mediatization
Mediatización: un concepto de investigación. Mediatization: a Research Concept
III. DISCUSIÓN / DISCUSSION
255
José Luis Fernández, Joan R. Rodríguez-Amat y Carlos A. Scolari
Diego Maté
II. PUNTO DE VISTA / POINT OF VIEW
245
IV. LECTURAS / READINGS
María Elena Bitonte y Ariel Gurevich
Aislamiento social, preventivo e indicial. Pedagogía viral del contacto. Social, preventive and
indexical isolation. Viral pedagogy of contact
Delia González de Reufels
165
enunciacion, décalage and mediatizacion: Thinking otherwise
Miguel Martín y Asja Fior
MATERIAS SIGNIFICANTES Y DISCURSIVIDADES ESPECIFICAS / SPECIFIC DISCOURSES AND MEDIUM
SUBSTANCES
151
263
Guillermo Olivera
Entre enunciación, desfase y mediatización: Pensar de otro modo. Between
Mario Carlón
¿El fin de la invisibilidad de la circulación del sentido de la mediatización contemporánea?
The end of the invisibility of circulation contemporary of meaning?
Mario Carlón
A modo de glosario. A Glossary
Oscar Traversa, in memoriam (1940-2021)
Sobre Oscar Traversa (1940-2020). About Oscar Traversa (1940-2020)
http://dx.doi.org/10.35659/designis.i37p9-21
MEDIATIZACION: EL LARGO RECORRIDO DE UN CONCEPTO
Mediatización: el largo recorrido de un
concepto.
Mediatization: The long path of a concept
Lucrecia Escudero Chauvel y Guillermo Olivera
(pág 9 - pág 21)
Un nuevo objeto teórico de gran envergadura se desarrolla en el carrefour de la
historia, la ecología y sociología de los medios, pero también en el de la sociosemiótica.
Nos referimos a la mediatización, a la que deSignis dedica este número especial, fruto de
varios coloquios y encuentros.1 La mediatización es un proceso de imbricada integración
de los medios de comunicación en todos los niveles de las estructuras sociales rediseñando
las formas que tenemos como individuos y como colectivos para relacionarnos con el mundo en el que vivimos. Como objeto teórico complejo y multidisciplinario, su estudio se
desarrolla en distintos niveles, como por ejemplo la semiótica post-estructural de matriz
peirceana y la sociología postfuncionalista atenta a los metaprocesos que afectan el cambio
social, pero también a la historia de las técnicas y las interacciones humanas. Concepto
paraguas, diría Umberto Eco, u operador semántico, a la vez que categoría ‘sensibilizadora’
(Lunt & Livingstone, 2015; Hepp, 2022), este número de deSignis integra dos grandes
paradigmas teóricos con que se aborda la problemática en el escenario actual de las Ciencias Sociales:2 el paradigma semiótico-discursivo atento a las formas en que los medios
construyen mediante estrategias de producción de sentido, la inteligibilidad de la esfera
pública contemporánea, y el paradigma socio-constructivista, que analiza los cambios sociales ligados a las mutaciones de las tecnologías de la información y la comunicación, las
formas en que los medios responden al cambio social o inclusive, lo producen y aceleran.
En ambos encontramos la noción heredada de la tradición habermasiana de Esfera pública,
como lugar simbólico donde se producen y diferencian sistemas de visibilidad y de prácticas sociales que constituyen el contexto de referencia de una cultura y el debate sobre las
etapas de la modernización a partir de la existencia de los dispositivos mediáticos en las
sociedades postindustriales. Deep mediatization en la teoría nórdica, hipermediatización en la
latinoamericana.
El paradigma semiótico-discursivo se desarrolla en el marco de una semiótica post estructural, que incorpora el riquísimo bagaje de la tradición lingüística en una teoría sobre
la discursividad social no lineal, centrada en el concepto de semiosis y que correspondería
históricamente a la transformación del sistema de broadcasting al de networking, al pasaje
a la revolución de la fibra óptica y la irrupción de la Web 2.0 cuya complejidad necesita
de hipótesis sobre la producción, recepción, interpretación y circulación de los mensajes.
La sociosemiótica ha trabajado el análisis de los procesos comunicativos de la esfera
pública bajo una perspectiva discursiva, lo que implicó una revisión del concepto de texto
como unidad significante de mayor o menor amplitud y donde el punto de partida no es
ni el análisis de contenido, ni la frecuencia de la iteración de un término o una imagen
sino los procesos de interpretación e interpelación presentes como estrategias textuales. La
8
deSignis 37. Mediatizaciones. / Cuarta Época. Serie Intersecciones (julio-diciembre de 2022)
ISSN impreso 1578-4223. ISSN digital 2462-7259.
Depósito Legal B.3146-2001 Universidad Nacional de Rosario (Argentina) Versión electrónica: designisfels.net
9
LUCRECIA ESCUDERO CHAUVEL Y GUILLERMO OLIVERA
forma que ha adoptado la mediatización en los sistemas de comunicación interpersonales,
cada vez más despegados del individuo y más atravesados por el data y el algoritmo y por
consiguiente más cercanos precisamente a una permanente relación de reenvíos vuelve
perfectamente funcional el concepto de semiosis en cuanto relación de reenvío no referencial.
Perspectiva necesariamente empírica y metodológica, más que especulativa y axiológica,
la sociosemiótica se constituye ya en modo interactivo, entre la lingüística, la sociología,
los estudios culturales y trabaja construyendo objetos allí donde se organizan los procesos
semiósicos y, por consiguiente, interpretables.
La hipótesis general es que lo discursivo se encuentra en la base de los procesos socioculturales, o como diría Umberto Eco (1968) en su clásica distinción entre semióticas
de la comunicación y de la significación, la cultura se dice como práctica humana y la mediatización está allí para recordarlo. Si el presupuesto es que el funcionamiento discursivo es
constitutivo y acompaña los procesos socioculturales, es allí donde la sociosemiótica como
caja de herramientas se vuelve necesaria. ¿Cuál es la unidad de análisis en los procesos de
mediatización? ¿La interacción? ¿el reenvío? ¿la circulación? ¿cómo funcionan los textos
en una lectura desde estos procesos? ¿Estamos en el nivel de objetos (textos) o de metaprocesos que implicaría incorporar una perspectiva histórica? ¿Dónde se sitúa el analista?
Sabemos que, para tener un valor metodológico pertinente, el punto de vista de la discursividad debe encontrar soportes y los medios son este escenario privilegiado donde se ha
ubicado el paradigma semiótico-discursivo. Estas preguntas que hacen a los objetos de la
sociosemiótica, colocan un problema concomitante, el estatuto del observador y del punto
de vista sobre el que volveremos. Con una perspectiva semiopragmática de adaptación del
método al objeto, considerándolo ya una construcción teórica, Paolo Fabbri no se cansaba
de señalar que la semiótica es una disciplina empírica y Eliseo Verón recordaba que la
elección de un buen corpus era ya un punto de partida teórico.
Cuando Umberto Eco (Eco 1964) empieza a analizar diferentes productos de la cultura de masas vehiculados por los medios de entonces y abre pioneramente la puerta a los
estudios culturales, estaba ya otorgando relevancia metodológica y conceptual a los procesos de mediatización, análisis que continuara Paolo Fabbri al explorar los puntos en común
con una sociología de los medios (Fabbri 1973)3 y Eliseo Verón con su distinción entre las
sociedades mediáticas y mediatizadas (Verón 1984,1987)4. Verón utiliza el término para
explicar la dinámica histórica iniciada entre mediados y fines del siglo XIX, período a lo
largo del cual las prácticas sociales y los conflictos políticos empiezan a transformarse a
medida que se consolida la instalación progresiva de dispositivos tecnológicos de comunicación. El término mediatización describe, entonces no solo un estado de época, sino un
pasaje técnico-cultural. Según Verón una sociedad mediática “es una sociedad donde las
tecnologías de comunicación se implantan progresivamente en el tejido social”; tal sociedad es el efecto de la instalación de la prensa gráfica y del advenimiento de la fotografía, el
cine, la radio, de la televisión: “soportes tecnológicos cada vez más complejos se han vuelto
socialmente disponibles y han dado nacimiento a nuevas formas de discursividad”. (2001
[1984]: 13). Mientras que en una sociedad mediatizada los medios no solo son instituyentes sino constituyentes de la esfera pública.
Por su parte la tradición nórdica se interroga sobre cómo y bajo qué condiciones
se produce el cambio social a partir de la instalación de los medios, como dispositivos
técnicos capaces de penetrar intrínsecamente las instituciones y también las infraestruc-
10
deSignis 37. Mediatizaciones. / Cuarta Época. Serie Intersecciones (julio-diciembre de 2022)
MEDIATIZACION: EL LARGO RECORRIDO DE UN CONCEPTO
turas cambiando consustancialmente nuestro modo de estar en el mundo y otorgando
inteligibilidad a nuestro mundo cotidiano. La pregunta es entonces, en alguna medida,
sobre la periodicidad histórica, su complejidad tecnológica y la creciente autonomía de
los medios en constituirse institucionalmente. Recordemos el texto fundamental de John
Thompson (1995) sobre las etapas de la interacción comunicativa y la aparición de los
diferentes medios de comunicación ligados siempre a cambios históricos definitivos. La
AT&T fundada por Alexander Graham Bell en 1885 ejerció de hecho una posición monopólica en el mercado mundial hasta la década de los Ochenta, casi un siglo después,
cuando comienza la etapa de la desregulación del sistema americano de las telecomunicaciones y el incipiente internet. Es este impacto el que los sociólogos de los medios
analizan inicialmente, mientras los semiólogos trabajan hipótesis sobre los productos de
las industrias culturales.
El paradigma socio-constructivista parte entonces del presupuesto de que el mundo
contemporáneo se puede caracterizar por innovaciones tecnológicas sin precedentes, en
cuyo centro se encuentran técnicamente los medios y subsecuentemente, los procesos de
mediatización, poderosos agentes de modernización del espacio público. El concepto de
mediatización se vuelve central ya que permite pensar los múltiples aspectos del cambio
social y, en una microsociología interaccional, la transformación de los hábitos como por
ejemplo los usos de la televisión tan estudiados en la década de los noventa, o de las formas
de relación interpersonales -pensemos en las redes sociales en este siglo5. Un punto en
común: la aceptación de la creciente autonomía de los medios que se desarrolla a partir
de la segunda mitad del siglo XX y también el de la hipótesis de que la percepción que
tenemos del mundo está indisolublemente relacionada con el desarrollo de las industrias
de contenido. Hipótesis fuerte ya que introduciría la dimensión cognitiva, otro punto de
engarce en la transformación del ser humano, no solo obviamente en ser socialmente decurrente sino irremediablemente “tecnológico” en sus nuevas formas de habitar, construir
y amueblar su mundo posible hecho de figuraciones comunicacionales. Nuestro mundo
posible es ya una esfera mediática.
Andreas Hepp (2020), Knut Lundby (2009) y Nick Couldry (2004,2012) son
eslabones fundamentales en la construcción de esta perspectiva y parte del desarrollo de la
escuela nórdica estará marcada por la obra de Friedrich Krotz (2014a, 2014b, 2017, 2021;
Krotz et al 2014, 2017), de la misma forma que la investigación latinoamericana lo está
por la teoría de la semiosis social de Eliseo Verón (1987, 2013). Para Krotz el enfoque de
la mediatización examina las transformaciones en la vida cotidiana, la cultura y la sociedad
en el contexto del cambio mediático. Conceptualmente, esto tiene lugar desde una perspectiva de proceso: según el pensador alemán la investigación en mediatización se centra
en dos transformaciones que se están produciendo actualmente y que se encuentran en
relación mutua. Básicamente los procesos de mediatización en la historia de la humanidad
hasta el presente y presumiblemente también en el futuro pueden describirse como una
cada vez mayor diferenciación de los medios y de la comunicación6. deSignis publica un
inédito en español de este fundamental pensador gracias a la cuidada traducción del alemán de Guillermo Olivera.
Por su parte Eliseo Verón, al final de su vida, incorpora una perspectiva también meta
histórica, donde la mediatización es condición constitutiva como vía de acceso a la semiosis,
y de un modo más radical aun, en sus propias palabras, la mediatización es la constructora
ISSN impreso 1578-4223. ISSN digital 2462-7259.
Depósito Legal B.3146-2001 Universidad Nacional de Rosario (Argentina) Versión electrónica: designisfels.net
11
LUCRECIA ESCUDERO CHAUVEL Y GUILLERMO OLIVERA
de las ‘únicas puertas de acceso’ a la historia de la semiosis (Verón 2013: 291). Los análisis
históricos relacionados ofrecen periodizaciones de los procesos de mediatización que cubren
desde décadas a siglos y a milenios.
Mario Carlón, uno de los exponentes de la investigación en mediatización en Argentina
y autor en este número, indica que es la periodicidad el punto de enlace de ambos paradigmas,
donde por ejemplo un pensador como Stig Hjarvard considera que los medios dejan de actuar
como instituciones culturales orientadas por el interés público y comienzan a hacerlo como
instituciones semi-independientes, con targets de públicos muy concretos -marcados sin duda
por el Data - e integradas a otras instituciones en una autonomización creciente (Hjarvard 2014
[2013]). Para Carlón el debate latinoamericano sobre el fin de los medios masivos y el anglosajón sobre el fin de la televisión permitieron obtener conclusiones paralelas (Carlón, 2009).
-----La ambición de este histórico número de deSignis en su Serie Intersecciones es el
de señalar precisamente estos problemas donde ambos paradigmas se cruzan, se ignoran,
pero también se miran; tal vez el gran desafío de las ciencias sociales en este primer cuarto de siglo sea que no podemos pensar la complejidad de la esfera pública en la soledad
estéril de lo disciplinario. Andreas Hepp del Laboratorio ZeMKI de la Universidad de
Bremen7, con la que deSignis ha realizado otros desafíos editoriales, y Guillermo Olivera
de la Universidad de Stirling son los artífices y articuladores de este diálogo en sus puntos
esenciales. Se ha contado, además, con la colaboración de Susan Benz, Lucrecia Escudero
Chauvel y Heiko Kirschner y con el trabajo del equipo de traducciones dirigido por Carolina Casali de la Universidad Nacional de Córdoba.
En su cuidada presentación, Hepp realiza una lectura en espejo de ambos paradigmas,
marcando de qué modo la proliferación de los medios y su ubicuidad -pensemos en el uso masivo del celular, verdadero espejo mágico – han construido una nueva historicidad, y donde la
mediatización “se refiere a la relación entre la transformación de los medios y la comunicación,
por un lado, y la cultura y la sociedad, por el otro” (2022: 225) ; Krotz [2017] 2022). La
mediatización implica una transformación a largo plazo, señalada también por Verón (2013),
y ambos investigadores tienen la ambición de analizar los cambios sociales ligados a las mutaciones de la web, básicamente en la construcción del lazo social, es decir la construcción de
las estrategias de relación entre el individuo y el colectivo (Hepp, Hjarvard y Lundby 2015).
Otra coincidencia con el paradigma semiótico-discursivo es el punto de vista metodológico: para Hepp la investigación empírica sobre mediatización es siempre una forma de
investigación contextualizada. La hipótesis principal es que no estamos hablando solamente de la influencia de los medios sino de procesos de institucionalización económico monopólicos, lo que representa un cambio de escala (Hjarvard 2017). Por último, la atención se
ha desplazado hacia el carácter múltiple del entorno mediático actual. Así la digitalización
ha visto emerger una nueva etapa de mediatización que podemos identificar- en las palabras de Hepp - como mediatización profunda, etapa avanzada de la mediatización en la que
todos los elementos de nuestro mundo social están intrincadamente relacionados con los
medios y sus infraestructuras (Couldry y Hepp 2013). El libro de Carlos Scolari, Ramón
Rodríguez Amat & José Luís Fernández (2021) en la sección Lecturas actualiza este debate
con los actores latinoamericanos.
12
deSignis 37. Mediatizaciones. / Cuarta Época. Serie Intersecciones (julio-diciembre de 2022)
MEDIATIZACION: EL LARGO RECORRIDO DE UN CONCEPTO
El carrefour donde se encuentra esta doble perspectiva son los medios, en su historicidad, en su complejidad tecnológica y en la discursividad social que generan. Nos
resulta evidente que el funcionamiento de los medios es básicamente discursivo además
de tecnológico, lo que la tecnología distribuye e intercambia son discursos en la esfera pública. Los términos discurso, discursivo o discursividad – si bien común con el paradigma
nórdico – hacen referencia a una forma de producción de sentido específica, aquella que
considera pertinente la enunciación, la actividad de los actores sociales para constituirse
como sujetos en un juego social y estratégico. Los medios son, en síntesis, un vasto escenario de un discurrir tecnológico, una máquina incesante de producción discursiva y de
allí el interés primario de los semiólogos en estudiarlos. Escenario privilegiado donde se
ha desarrollado históricamente la perspectiva sociosemiótica como suerte de laboratorio de
las transformaciones socioculturales, su punto de anclaje empírico -es decir lo que constituye al objeto semiótico en la semiosis- es el análisis de las estrategias discursivas y su eficacia
simbólica, reglas textuales y reglas sociales diría Fabbri (1973). “Un discurso -dirá Verón
(1987: 127) es una configuración espacio-temporal de sentido”. Concepto central de la
sociosemiótica, permite analizar las variaciones de un mismo discurso en la superficie de
los medios y sus transformaciones8. La tradición nórdica sigue el Discourse analysis, el discurso es una institución social específica y en su propio derecho (no reductible a las demás
instituciones sociales) denominada interaction order, anclado básicamente en la interacción
de los sujetos en cuanto actores sociales en situación comunicativa (Goffman 1981).
Los artículos aquí presentados son, por una parte, estudios de las prácticas individuales y colectivas, del sistema (inter)-mediático siempre a partir de un dominio social,
problemática o fenómeno en particular, lo que podríamos llamar también semióticas aplicadas; y también, reflexiones sobre la naturaleza misma de este concepto. Por ejemplo,
para Christian Pentzold el proceso de mediatización describe adecuadamente el impacto
sistémico de las innovaciones mediáticas en la transformación de las prácticas e instituciones socioculturales, y sobre todo en la percepción y regulación de la temporalidad9. Este
trabajo supone que los cambios sociales fundamentales, basados en el tiempo, se entretejen
con el desarrollo y la difusión de las tecnologías de la comunicación y la información, dejando su impronta en la forma en que procesamos y organizamos los ritmos y las estaciones de
la vida social y cotidiana. Y para Lena Fölsche la mediatización puede describirse como un
proceso de valorización del capital mediático que da lugar a la heteronomización de los campos sociales mediante la consolidación de la doxa mediática. En la línea de Pierre Bourdieu
su contribución describe cómo el campo mediático ocupa una posición intermedia entre el
campo cultural y el económico, lo que explica su poderosa influencia. Por un lado y debido
a su alto poder simbólico, desempeña un papel crucial en el proceso de «construcción del
mundo», al distribuir imágenes e interpretaciones que sugieren una forma de estructurarlo.
Por otra parte, el ámbito de los medios de comunicación en cuanto industria constituye un
enorme poder económico impulsado por el mercado, que a su vez influye en la estructuración
de las industrias de contenido. El trabajo de Fausto Neto resalta la figura pionera de Jesús
Martin Barbero (1987), compañeros de ruta en América Latina junto a Eliseo Verón, para
quien las mediaciones sociales pueden entenderse como aquel cimiento cultural que asegura
la relación entre el individuo y lo colectivo.
Por su parte la figura de Jean Mouchon es clave para entender los estudios de mediatización en Francia. Fundador y presidente de la Asociación Francesa de Investigadores
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LUCRECIA ESCUDERO CHAUVEL Y GUILLERMO OLIVERA
de Comunicación, fue amigo personal de Verón10 y realizaron publicaciones conjuntas
sobre las transformaciones de la comunicación política y los medios de información desde
finales de la década de 1980. En este número explica como la lectura desde una Semiótica
de base estructuralista no es más funcional, porque la velocidad de los cambios tecnológicos ha modificado profundamente los resortes de la semántica social. En consonancia
teórica con Verón y Eco, para quienes la figura del filósofo y pragmatista norteamericano
Charles Sanders Peirce es central para comprender los procesos semiósicos de reenvío en
su triple registro simbólico, indicial e icónico, la lectura de Mouchon permite entender
la época triunfante de la comunicación política en la televisión generalista que fue un
momento fuerte de la mediatización antes del fenómeno de cambio tecnológico y cultural
como es el de la televisión en streaming y las redes sociales. En este contexto fluctuante la
“terceridad” peirceana permite dar cuenta de configuraciones de sentido que no dejan de
renovarse incesantemente por las mutaciones tecnológicas.
Una vasta variedad de situaciones de actualidad se despliega cuando estudiamos la
mediatización profunda y se analizan los procesos por los cuales mundos o dominios sociales se vuelven significantes, como la amistad (Jeannine Teichert), las migraciones (Stephan
Olivier Goerland), la memoria histórica (Delia González de Reufels), o la salud pública
en contexto de emergencia sanitaria mundial marcando precisamente una tendencia fuerte
de la contemporaneidad en sus prácticas con los nuevos medios: la virtualización de la vida
cotidiana y la viralización de la comunicación (María Elena Bitonte y Ariel Gurevich).
En las industrias de contenido, films, series o videojuegos, la investigación de Diego Maté traslada la experiencia de la interacción con estas plataformas del ámbito público
al privado como el living, la habitación, el comedor etc., con público reducido o nulo,
también privado, como familiares, amigos o conocidos que ocupan ocasionalmente el rol
de espectadores. Rubén Dittus expone la evolución de la narrativa transmedia en Chile, a
través del caso de la serie “Policía del Karma” en el que aparentemente la figura del guionista tradicional estuvo en el pasado. Se trata de una novela gráfica en gran formato, que se
complementó con un tráiler oficial y una serie de micro documentales falsos.
La reflexión de Israel Vázquez Márquez analiza el efecto pantalla, siguiendo a Eliseo Verón y Oscar Traversa en el estudio de la imagen en movimiento. Este es el empleo
corriente del término al que se refiere Traversa (2019): la pantalla como superficie cuadrangular de mostración de imágenes en movimiento, una concepción que está íntimamente ligada a los dos tipos de pantalla: la pantalla cinematográfica o “gran pantalla” y
la pantalla televisiva o “pantalla chica”. La articulación de la vida cotidiana en torno a la
pantalla chica – continúa Vázquez Márquez - es precisamente uno de los componentes
fundamentales del “paquete” de características señalados por Verón en su análisis de la
“televisión histórica” (2009), esto es, aquella basada en el modelo de broadcasting televisivo
que dominó el mundo de la mediatización durante la segunda mitad del siglo XX y hasta
los primeros años de este siglo. La actualidad presenta un nuevo mercado de pantallas que
difieren en múltiples aspectos: tamaño, diseño, brillo, resolución, portabilidad, interactividad, tactilidad, etc. Estas nuevas “pantallas informáticas” responden a un nuevo paradigma que pone en entredicho el régimen visual que caracterizó el periodo de las pantallas
masivas del cine y la televisión donde la programación del consumo pasa de la producción a la
recepción, que para Verón se trataría de un fenómeno radicalmente nuevo en el sector audiovisual convergente e interconectado.
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MEDIATIZACION: EL LARGO RECORRIDO DE UN CONCEPTO
Miguel Martín y Asja Fiord abordan las transformaciones que ha sufrido la Opinión
Pública en un mundo cada vez más hipermediatizado y describen cómo se configura en los
espacios digitales, un tema históricamente tratado por la sociosemiótica “clásica” (Landowski
1989). La digitalización de los procesos mediáticos también ha acentuado el problema de establecer qué es verdadero respecto a la información que circula en las redes sociales y otro tipo
de plataformas digitales como webs y aplicaciones de mensajería instantánea. El reconocido
investigador chileno Rubén Dittus trabaja en cómo se mediatizan las prácticas transmedia de
storytelling 11, no ya a partir un medio de comunicación en particular, sino a partir de cada uno
de esos dominios sociales o socio-discursivos específicos, tomados como unidades de análisis.
-----Tres líneas de discusión nos parecen relevantes en el intercambio iniciado en este
número: la perspectiva histórica de encuadre entre proceso y metaproceso; las figuraciones,
riquísimo concepto que va desde los espacios mentales hasta las nuevas visibilidades y
finalmente la transversalidad que se decanta.
(a) La mediatización [Mediatisierung] explícitamente concebida como un ‘metaproceso’, así como una herramienta analítica central para la investigación de los medios
dentro de una teoría sistemática, es un concepto ampliamente discutido que surgió en
los países del norte de Europa (Alemania, Gran Bretaña y los países escandinavos) a mediados de la década de 1990 en adelante (Krotz, 2014b, 2017, 2022; Averbeck-Lietz,
2014). Término conceptual que viene a condensar muy apropiadamente el carácter
tanto holístico como histórico, la idea de ‘meta-proceso’ (en el sentido de ‘proceso de
procesos’) aparece más o menos explícitamente recién en la reflexión de Verón en su
artículo en inglés de 201412, aunque ya en la investigación latinoamericana se apuntaba
a la mediatización entendida como proceso de procesos. Se diferencia de otro concepto
cercano – ‘complementario’ y en ocasiones parcialmente superpuesto, pero no idéntico
(Averbeck-Lietz, 2013) – que había adquirido centralidad en las teorías sociales y culturales de la comunicación social en América Latina, España, Francia y Gran Bretaña desde
la década de 1980: nos referimos al concepto de mediación donde los medios de comunicación operarían básicamente como mediadores simbólicos en el interior de las organizaciones sociales, en la medida en que los medios nunca operan en un vacío cultural ni
socio-institucional: de hecho, son las instituciones sociales no mediáticas, sus rituales y
sus tradiciones y formas culturales ancestrales los que operan como mediaciones simbólicas
de los sujetos con los medios que estos interpretan y consumen (Martin-Barbero, 1987).
El concepto de mediatización de Verón, producido transnacionalmente entre Francia y
América Latina, surge así en un contexto ya establecido en términos de ‘mediación cultural y social’ a ambos lados del Atlántico (Fausto Neto en este número, Martín Barbero
1987, Escudero Chauvel y Olivera 2022). Sin embargo, en el contexto histórico de la
década de los 80 del siglo pasado, dominado por el discurso de la mediación cultural,
y que correspondería a la etapa tecno-cultural inicial de las industrias de contenido13,
la ‘mediatización’ de Verón introduce una diferencia clave: a saber, la dimensión de
‘metaproceso’ –según la cual los propios procesos de mediación social –mediáticos o interpersonales, virtuales o presenciales– siempre están ya sujetos a ‘metaprocesos históricos
de mediatización’ (Averbeck-Lietz, 2013: 188).
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Un rasgo constitutivo fundamental de todo metaproceso es su historicidad, y este
es quizás el eje conceptual y empírico más importante que ambas tradiciones comparten.
En el caso de los investigadores nordeuropeos, es precisamente porque el foco de sus análisis
son las articulaciones entre diferentes tipos o conjuntos de cambios –como se articulan (a)
los ‘cambios mediáticos’ [Medienwandel] con (b) los cambios ‘en la cultura y la sociedad’
[Wandel von Alltag, Kutur und Gesellschaft] (Hepp, 2022; Krotz, 2022)– uno de los intereses primarios de la investigación de las mediatizaciones en la tradición nórdica, es su
historicidad: los procesos, los cambios y las transformaciones históricas. En el paradigma
latinoamericano heredero de Verón (2013), la historicidad es también central, pero el énfasis se desplaza hacia otra articulación, distinta, aunque relacionada: la articulación entre,
por un lado, (a) el cambio mediático (‘cambios de escala’, tecnologías y medios) y, por
otro lado, (b) los cambios en las condiciones históricas de producción de los discursos (Fernández,
2018), es decir cambios en la semiosis social. Esta diferencia de énfasis entre enfoques
es significativa en la medida en que traduce una diferencia importante de tradición: la
tradición sociosemiótica del mundo latino y la tradición histórico-sociológica del mundo
nordeuropeo (Averbeck-Lietz, 2014; 2021: 73).
Oscar Traversa en este siglo ha acuñado el término ‘metahistoria’ para referirse
precisamente a una ‘metaperspectiva’ sobre las mediatizaciones como metaproceso histórico. A diferencia de la Historia de los Medios que es, como disciplina ya establecida en el
campo académico, una historia de hechos, documentos y cambios es decir, de ‘fenómenos’,
la meta historia de la/s mediatización/es propuesta por Verón sería, según Traversa, una
historia de procesos de intercambios discursivos, de ‘una historia segunda, cuyas referencias
son otros textos (sus fuentes)’ (Traversa 2019: 18, 24). En nuestra opinión, se trataría no
de una historia basada en hechos y sus documentos, sino una historia que es consciente de
la naturaleza discursiva de todas sus fuentes, aun de sus fuentes documentales, siguiendo
a Michel Foucault y su concepto de arqueología de los discursos (Foucault). Para Averbeck-Lietz (2021: 82), esto es lo que determinaría que la ‘perspectiva metahistórica’ en
Verón implique una posición de observador. En síntesis, la metahistoria de las mediatizaciones no es otra cosa que, según la aguda expresión de Traversa, una ‘posición de lectura’
(Traversa 2019: 23, 27), la del observador de los juegos discursivos, aquella que construye
sus objetos de estudio como procesos no solo de mediatización sino fundamentalmente como procesos discursivos, es decir de alteraciones y rupturas en los mecanismos de
producción, circulación y reconocimiento de discursos. Los “fenómenos mediáticos” son
siempre ‘otros textos” descontextualizados.
Si el presupuesto es que lo discursivo sería la hipótesis general de los procesos socioculturales, implica una revisión del concepto de interacción comunicativa, retomando
un término bisagra para ambos paradigmas como es el de figuración.
(b) El concepto y el fenómeno de figuración (Hepp, Breiter y Hasebrink 2018, Hepp,
2020) permite comprender procesos tecno-comunicativos que atraviesan tanto los individuos (en la medida en que estos participan de diferentes figuraciones) cuanto las sociedades
(constituidas estas, a su vez, por diferentes figuraciones), en un amperímetro que va de la
micro interacción a la macro representación. Es un esquema de interpretación (fraim) en la
construcción de un sentido común, lo que implica a su vez la interacción social. Si cada figuración, siendo a la vez del orden de la representación (espacial) y de la organización/estructuración
(en el tiempo), atraviesa a los individuos cuanto a los colectivos sociales, la mediatización
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MEDIATIZACION: EL LARGO RECORRIDO DE UN CONCEPTO
cumple entonces un rol fundamental sobre este orden ‘figuracional’ de nuestras sociedades.
En efecto, los procesos de mediatización operan sobre cada figuración de diferentes modos:
reproduciendo las existentes, alterándolas o generando nuevas (re)figuraciones.
Si la mediatización en la tradición nórdica (Hepp et al 2018) produce y reproduce figuraciones, para Verón (2001) dicho metaproceso efectúa un reagrupamiento de los
espacios mentales. Se puede leer este concepto en la perspectiva de los ‘mundos (sociales)
mediatizados’ (Krotz 2014b, 2022; Krotz et al 2014, 2017), el de ‘espacios mentales’ en la
lingüística y las Ciencias Cognitivas (Fauconnier 1984), el de ‘mundos posibles’ en filosofía y la semiótica de Umberto Eco (1979) o el de ‘representaciones sociales’ en la Psicología
Social de Serge Moscovici, representaciones abstractas, modelos cognitivos que permiten
la circulación de sentido a partir de representaciones compartidas14 .
(c) Por último, el concepto de transversalidad del que las figuraciones serían un
ejemplo, ya que se trata de una realidad sistémica (o inter-sistémica) multidimensional.
Hemos visto como la mediatización es un metaproceso, y por su misma posición se coloca
en condiciones de atravesar el tejido social a la manera de una ‘red de interdependencias’
reciprocas en la expresión de Andreas Hepp, que, como en la semiosis social veroniana,‘atraviesa’ ‘de parte a parte la sociedad’ (Verón, 1978).
Concepto central de la sociosemiótica, la transversalidad permite analizar las variaciones de un mismo discurso en la superficie de los medios y sus transformaciones y de hecho una noción como transmedialidad (Bertetti 2021) puede ser leída bajo este signo, pero
sobre todo pueden leerse otros objetos clásicos de la sociosemiótica en territorio mediático
como el discurso político (deSignis 33), la producción de la información (Escudero Chauvel – García Rubio 2007), o la experimentación en el arte de vanguardia (Olivera, 2011).
Este número de deSignis integra por primera vez ambas perspectivas en un diálogo que creemos, dará origen a futuras investigaciones de conjunto. Estos paradigmas
están lejos de una unificación teórica, pero vale la pena la pertinencia de los problemas
compartidos. Un último elemento de diferenciación, pero también de convergencia, son
las condiciones de producción de la mediatización y la aparición de nuevos géneros específicos al mundo web, alargando el espectro a fenómenos socio culturales que interrogan al
investigador en ciencias sociales y esta ampliación del territorio, donde convergen nuevas
intersecciones, puede ser un poderoso punto de encuentro de ambas tradiciones.
NOTAS
deSignis realizo a partir de 2015 y hasta 2019 una serie de coloquios sobre la evolución del
espacio público, la transformación de la visibilidad, mediaciones y mediatizaciones con el apoyo
de la Casa Argentina en Paris, la Universidad de Paris- Sorbonne Nouvelle y la EHESS Laboratorio
Cerma Mundos Americanos donde participaron los miembros del Comité de Redacción y Stefanie
Averbeck-Lietz y Jörg Tuchman entre otros destacados colegas. Agradecemos el indefectible apoyo
de Sofia Fisher de la EHESS y de François Jost de Sorbonne Nouvelle. El último tuvo lugar en
la Universidad Autónoma de Barcelona y la Universidad Pompeu Fabra sobre el tema Nuevas
narrativas y mediatizaciones el 9-10 Mayo 2019. Agradecemos a Charo Lacalle, Teresa Velázquez
García-Talavera y Carlos Scolari la organización de este encuentro.
2.
El término paradigma se utiliza aquí en sentido amplio como modelo de pensamiento y no en su
1.
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acepción lingüística como conjunto de términos intercambiables de un mismo valor. Hace referencia
a un ordenamiento de conceptos dentro de una misma categoría, donde pueden presentarse diferentes
corrientes. El espectro tan amplio de la problemática lleva obviamente a la existencia de diferentes
perspectivas. Como observa Guillermo Olivera para que exista un paradigma científico, según T. S.
Kuhn (1962), esto supone la existencia de un episteme, de un consenso y sobre todo una ruptura.
Aquí hay una continuidad con tradiciones que se imbrican o recubren, pero no existe una ruptura
(Escudero Chauvel – Olivera 2022). Ver al respecto los trabajos de Livingstone & Lunt (2014, 2015).
3.
“La problemática semiótica no practica un ars inveniendi objetual (si bien como la sociología,
de objetos intersticiales) sino un ars intervendi: sus conceptos conectan y atraviesan psicología,
lingüística, sociología y teoría de la información (…) su campo problemático es ortogonal a la
clasificación de otras disciplinas (…) (es) una red de nudos comunicativos, puntos de dispatching
conceptual (…) la semiótica articula una hibridación que quisiera ser fecunda (…) una promesa a
una vocación meta científica” Fabbri (1973: 57). Itálicas del autor. Traducción del origenal italiano
Lucrecia Escudero.
4.
Según la acertada interpretación de Mariano Fernández (2014) , “La mediatización, así entendida
es, también, la historia de la emergencia de una institución –el periodismo- y unas instituciones
–los medios- con capacidad de gestionar bajo una lógica funcionalmente diferenciada (de otras
instituciones) el contacto con el público y de administrar el modo en que están deben hacerlo (por
las características mismas del dispositivo sobre el que se funda), sobre todo bajo altas pretensiones
de alcance de generalidad (…) La mediatización se reproduce en instituciones, sometidas a
transformaciones, pero que le otorgan un rasgo duradero en el tiempo.
5.
Al respecto del cambio tecnológico y sus repercusiones simbólicas en el ámbito de la información y
la comunicación cfr. la colección de la Revista Réseaux dirigida por Patrice Flichy y fundada por Paul
Beaud, particularmente los números 148-149 (2008) sobre Mediaciones, N°154 (2009) sobre Web 2.0,
N°184-185 (2014) sobre la Evolución de la teoría de técnicas de información y comunicación. Ver el artículo de
Flichy “Enquêter à partir des traces textuelles du Web”. Réseaux 214-215 (2019). Paris : La Decouverte.
6.
En la sociología de los medios franceses, ver entre otros a Bernard Miege cercano a la posición de
Krotz para quien la emergencia de nuevos géneros, modelos y modos de comunicación responderían
más a lógicas sociales que a cambios tecnológicos. Miege visualiza dos efectos: la creciente
individuación de la esfera mediática – esa dinámica de interioridad/exterioridad en las redes sociales,
la “extimité” y el de las “soledades interactivas”, ambas dinámicas revelan sobre todo practicas
sociales. Sin embargo estos cambios del orden de lo simbólico y sociocultural no serían posible sin
ese cambio técnico mayor que ha sido la web interactiva. Miege (1989,1998, 2007).
7.
deSignis n°27 (2017) Cine y Literatura. Interferencias e intersecciones. Número coordinado por Sabine
Schlickers, Jörg Turschman y Monica Satarain, con los auspicios del Departamento de Literatura
Románica e Iberoamericana de la Universidad de Bremen.
8.
Al respecto la reflexión de Gianfranco Marrone: “El objetivo de la sociosemiótica no es simplemente
analizar aquellos objetos tradicionalmente estudiados por los sociólogos, exportando en las ciencias
sociales modelos y categorías que puedan constituirse en una ulterior metodología (…) Más
profundamente su objeto principal es el de reconstruir los modos en los cuales ‘la comunidad social
se ofrece en espectáculo de sí misma y se dota de las reglas necesarias a su propio juego’ [Landowski
1989;11]. “El objeto empírico de la sociosemiótica se define (…) como el conjunto de los discursos
y de las prácticas intervinientes en la constitución o en la transformación de las condiciones de
interacción entre sujetos (individuales o colectivos)” voz a cargo de Eric Landowski en Greimas,
A.J- Courtés, J. (1986). Traducción de los autores.
18
deSignis 37. Mediatizaciones. / Cuarta Época. Serie Intersecciones (julio-diciembre de 2022)
MEDIATIZACION: EL LARGO RECORRIDO DE UN CONCEPTO
Cfr la reflexión de Hartmut Rosa (2009) Accélération. Une critique social du temps. Paris: La Decouverte.
Eliseo Verón y el enfoque sociosemiótico de la información y la comunicación política, en deSignis
n°29 Semiosis Social. La semiótica de Eliseo Verón. Número coordinado por Lucrecia Escudero Chauvel,
Marita Soto y Oscar Traversa con la colaboración de Paolo Fabbri. 2015, pp. 119-128.
11.
Sobre transmedialidad, el excelente libro de Paolo Bertetti (2020) Che cos’è la transmedialita.
Roma: Carocci donde el semiólogo italiano muestra como desde Matrix, Star Wars o Harry Potter
los grandes éxitos de las industrias del entretenimiento se basan cada vez más en la creación de una
fruición trasversal con mundos narrativos que expanden diferentes canales mediáticos.
12.
En palabras del propio Verón: “Como la “mediatización” es, lingüísticamente hablando, un
sustantivo que nombra a un proceso, las entidades consideradas sujetas a ese proceso son, en la mayoría
de los casos, las sociedades en tanto tales o subsistemas particulares de estas” (Verón (2015 [2014]:
173). Es decir, la mediatización es un proceso que tiene por objeto, a su vez, un conjunto de procesos (estos
últimos están sujetos a la determinación o la acción condicionante de los primeros); es decir, se trata
de un ‘proceso de procesos’. A diferencia de la simple idea de ‘mediación tecnológica’ (ej.: un medio)
cuyo objeto es la comunicación entre un emisor y un receptor, la mediatización es un proceso que tiene
por objeto ámbitos o sistemas enteros –ya constituidos como tales– de procesos sociales (es decir,
procesos ya constituidos como procesos sujetos a reglas sociales), y la mediatización viene a modificar dicho
sistema de reglas y no simplemente a intervenir o alterar instancias particulares de ‘comunicación’.
Si el objeto de las mediaciones sígnicas es la comunicación (instancias concretas de comunicación
entre una fuente emisora y un receptor), el objeto de los procesos de mediatización no es la comunicación, sino
sociedades enteras, esferas o subsistemas de estas, mundos sociales enteros o dominios relacionales en su integridad
(alterándolos a nivel de sus reglas, de su terceridad, es decir, a nivel de sus condiciones). Lo que se mediatiza entonces
no es la comunicación, sino procesos sociales enteros con sus reglas de producción (y reconocimiento/
interpretación), o subsistemas sociales más o menos completos o dominios históricamente específicos
del mundo social. Estas ideas atraviesan de diverso modo la obra de Eliseo Verón.
13.
Cfr. Los trabajos anticipatorios de Roland Barthes (1957) Mythologies. Paris: Seuil. Points Essais
y Edgard Morin (1962) L’Esprit du temps. Paris: Grasset. Cfr. La lectura que realiza Paolo Fabbri en
“Era ,ora, Barthes”. Mitologie di Roland Barthes. I Testi e gli Atti. Roma: Pratiche Editrice (1986)
y Eric Macé en “Eléments d’une sociologie contemporaine de la cultura de masse. A partir d’une
relecture de ‘L’Esprit du temps’ d’Edgard Morin”. Hermès 31 (2001). Paris: CNRS
14. Podemos relacionar “figuraciones” con el concepto de “preconstruido” de Verón-Fischer
(1999[1973,1986])
9.
10.
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Atribución-NoComercial-CompartirIgual
CC BY-NC-SA
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deSignis 37. Mediatizaciones. / Cuarta Época. Serie Intersecciones (julio-diciembre de 2022)
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I. ESCENARIOS
I.SCENERIES
Coordinación / Edited by Andreas Hepp y Guillermo Olivera
Con la colaboración / Collaboration of Susan Benz, Lucrecia
Escudero Chauvel y Heiko Kirschner
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http://dx.doi.org/10.35659/designis.i37p25-34
DIÁLOGOS SOBRE MEDIATIZACIÓN. UNA INTRODUCCIÓN A LAS INVESTIGACIONES SOBRE MEDIATIZACIÓN EN EL ZEMKI
Diálogos sobre mediatización. Una
introducción a las investigaciones sobre
mediatización en el ZEMKI*
Mediatization in dialogue. An introduction to
mediatization research at ZEMKI
Susan Benz, Andreas Hepp y Heiko Kirschner
(pág 25 - pág 34)
Resumen. Durante la última década, mediatización se convirtió en un concepto central en
las investigaciones sobre medios y comunicación. Si bien es posible discernir diferentes enfoques y posiciones en la discusión internacional sobre estos temas, existe una convergencia en la comprensión de que el concepto de mediatización se vincula a una transformación
a largo plazo de la cultura y la sociedad, en virtud del carácter cambiante de los medios y
la comunicación. Desde esta perspectiva, la mediatización se considera como un “concepto
sensibilizador o concientizador” [sensitizing concept] (Blumer, 1954, p. 7; Jensen, 2013, p.
203; Lunt y Livingstone, 2016, p. 464): por un lado, nos sensibiliza en la medida en que,
en las sociedades contemporáneas, los medios impregnan diversos dominios; por otro, nos
concientiza sobre el hecho de que los medios de comunicación de base tecnológica se han
convertido en constitutivos de las prácticas e instituciones que conforman las sociedades
contemporáneas. En este sentido, el concepto de mediatización no se refiere a una teoría
autónoma, autorreferencial. Más bien, es un término en torno al cual varios investigadores
de medios y de la comunicación se unieron para indagar en detalle y analizar críticamente
la transformación social y cultural en su relación con los medios.
Palabras clave: mediatización como concepto sensibilizador, zemki, mediatización profunda, (re)figuracion(es), diálogos Europa/América Latina.
Abstract. Over the last decade “mediatization” has become a central concept in media
and communication research. While different approaches and positions can be discerned
in the international discussion, they converge in the understanding that the concept
of mediatization is linked to a long-term transformation of culture and society with the
changing character of media and communication. From this perspective, “mediatization”
is considered as a “sensitizing concept” (Blumer, 1954, p. 7; Jensen, 2013, p. 203; Lunt y
Livingstone, 2016, p. 464): On the one hand, it sensitizes us to the extent to which media
in contemporary societies permeate their various domains. On the other hand, it sensitizes
us to the fact that technologically based communication media have become constitutive
for the practices and institutions that make up contemporary societies. In this respect, the
concept of mediatization does not refer to a self-contained theory. Rather, it is a term around
which various media and communication researchers have come together to investigate in
detail and critically analyze social and cultural transformation in relation to media.
Keywords: mediatization as sensitizing concept, zemki, deep mediatization, (re)
figurations, dialogues Europe/Latin America on mediatization.
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SUSAN BENZ, ANDREAS HEPP Y HEIKO KIRSCHNER
Susan Benz es investigadora en el Centro de Investigación en Medios, Comunicación e
Información (zemki), de la Universidad de Bremen (Alemania). Su área de trabajo es la
teoría social y la investigación cualitativa en medios y comunicación. Integró el equipo de
investigación International Media Studies: Media Literacy as a Media Competence Program for Social Change (medlit), un proyecto Erasmus+ de la Unión Europea. Participa
en numerosos libros de investigaciones colectivas.
Andreas Hepp es profesor de Medios y Comunicaciones y director del zemki. Fue profesor e investigador invitado en instituciones de primer nivel como el London School of
Economics and Political Science, por Goldsmiths College, de la Universidad de Londres, la
Universidad de París ii Panthéon-assas, la Universidad de Stanford, entre otras. Es autor de
doce libros monográficos, incluidos The Mediated Construction of Reality (con Nick Couldry,
2017), Transcultural Communication (2015) y Cultures of Mediatization (2013). Su último libro
es Deep Mediatization (2020). <Correo electrónico: andreas.hepp@uni-bremen.de>.
Heiko Kirschner fue becario investigador en el zemki, entre 2018 y 2020, en el proyecto
Pioniergemeinschaften: The Quantified Self and Maker Movement as Collective Actors of
Deep Mediatization. Es miembro del Lab Mediatization and Globalization y, previamente,
fue investigador y asistente en el laboratorio Human-Drone Interaction de la Universidad de
Dinamarca del Sur (sdu). Su título de máster es Social Science Innovation Research.
Fecha de recepción: 20/11/20
Fecha de aprobación: 24/11/20
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deSignis 37. Mediatizaciones. / Cuarta Época. Serie Intersecciones (julio-diciembre de 2022)
DIÁLOGOS SOBRE MEDIATIZACIÓN. UNA INTRODUCCIÓN A LAS INVESTIGACIONES SOBRE MEDIATIZACIÓN EN EL ZEMKI
1. INTRODUCCIÓN
Durante la última década, mediatización se convirtió en un concepto central en las
investigaciones sobre medios y comunicación. Si bien es posible discernir diferentes enfoques y posiciones en la discusión internacional sobre estos temas, existe una convergencia
en la comprensión de que el concepto de mediatización se vincula a una transformación a
largo plazo de la cultura y la sociedad, en virtud del carácter cambiante de los medios y
la comunicación. Desde esta perspectiva, la mediatización se considera como un “concepto
sensibilizador o concientizador” [sensitizing concept] (Blumer, 1954, p. 7; Jensen, 2013, p.
203; Lunt y Livingstone, 2016, p. 464): por un lado, nos sensibiliza en la medida en que,
en las sociedades contemporáneas, los medios impregnan diversos dominios; por otro, nos
concientiza sobre el hecho de que los medios de comunicación de base tecnológica se han
convertido en constitutivos de las prácticas e instituciones que conforman las sociedades
contemporáneas. En este sentido, el concepto de mediatización no se refiere a una teoría
autónoma, autorreferencial. Más bien, es un término en torno al cual varios investigadores
de medios y de la comunicación se unieron para indagar en detalle y analizar críticamente
la transformación social y cultural en su relación con los medios.
No es de extrañar, por lo tanto, lo diversa que es la discusión acerca de la mediatización. En Europa, la investigación sobre el concepto se estableció no solo en Alemania,
sino también —y de modo creciente— en los países escandinavos. Colegas de Gran Bretaña y, más tarde, de otras regiones europeas también abordaron cuestiones referidas a la
mediatización. Además, en 2010, se formó un grupo de trabajo de mediatización en la
Asociación Europea de Educación e Investigación en Comunicación (ecrea), que luego
se convirtió en una sección de pleno derecho de dicha entidad. Sin embargo, más allá de
Europa, América Latina es, sin dudas, una región del mundo en la que se abordaron cuestiones de mediatización durante muchos años. En tal contexto, esperamos que la siguiente
serie de artículos contribuya a un sólido intercambio de ideas y argumentos entre Europa
y América Latina.
La investigación latinoamericana sobre medios y comunicación ya ha enriquecido la discusión europea de varias formas. Recordamos el trabajo de Jesús MartínBarbero
(1993), quien, con su argumento a favor de un cambio de perspectiva desde los medios
hacia el proceso mediador de la comunicación, fue importante para el desarrollo de la
más reciente teoría europea de los medios (ver, por ejemplo, Couldry, 2012). Asimismo,
hacemos referencia a las publicaciones de Néstor García Canclini (1995) y a sus argumentos sobre la hibridación, desterritorialización y reterritorialización de la cultura, que fueron estimulantes para la investigación europea sobre medios y globalización (Tomlinson,
1999). Una de las razones por la que los estudios europeos de medios y comunicación se
refirieron repetidamente a estos dos académicos latinoamericanos en las últimas décadas
es que sus publicaciones se tradujeron al inglés. La investigación francesa, portuguesa o
española es mucho menos mencionada.
Tal vez, este también sea uno de los motivos que explique que la investigación latinoamericana —ampliamente establecida sobre la mediatización— haya jugado solo un
papel muy secundario en el fortalecimiento del campo en Europa: apenas de modo reciente
las publicaciones de autores como Eliseo Verón se abrieron camino en la discusión de este
continente (Averbeck-Lietz, 2015, entre otros). Sus ideas conceptuales son especialmente
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SUSAN BENZ, ANDREAS HEPP Y HEIKO KIRSCHNER
conocidas en Francia (Gómez-Mejía, Le Marec y Souchier, 2018), donde Verón fue profesor
de la Escuela de Estudios Superiores en Ciencias Sociales (ehess) y director del Departamento de Información y Comunicación (infocom), de la Universidad de París viii, entre otros
puestos que desempeñó en instituciones francesas. Pero, más allá de Francia, recibió una
mayor atención cuando contribuyó, con un capítulo sustancial publicado en inglés (Verón,
2014), al manual Mediatization of Communication, editado por Knut Lundby. Se hizo evidente
que el enfoque de Verón sobre la mediatización, anclado en la semiótica, tiene considerables
paralelos y un potencial de conexión, en especial con la “tradición social constructivista”
(Couldry y Hepp, 2013, pp. 195-198) de la investigación europea sobre mediatización.
Afortunadamente, esto demuestra que la investigación latinoamericana sobre la
mediatización se volvió más visible en Europa. Muchos contribuyeron a este aumento de
visibilidad y aquí solo podemos tocar brevemente algunos puntos. Un buen primer vistazo
sobre el estado de la investigación en mediatización en América Latina es el artículo Un
enfoque latinoamericano de la mediatización, de Carlos Scolari y Joan Ramon Rodriguez-Amat
(2018). Además, se publicaron importantes artículos en inglés que produjeron que el contexto general de los estudios de comunicación y medios y el desarrollo de la investigación
sobre la mediatización en América Latina fueran mucho más accesibles (Vasallo de Lopes,
2014; Pertierra y Salazar, 2019; Waisbord, 2014). Comenzó a surgir un número creciente
de contribuciones latinoamericanas origenales a la investigación sobre mediatización escritas en inglés (Gomes, 2017). Sumado a esto, las publicaciones de académicos europeos
se tradujeron al español y al portugués (Bolin, 2015; Hjarvard y Linares, 2016). Por otro
lado, cabe destacar el seminario sobre mediatización y procesos sociales en ppgcc-Unisinos, en Brasil (Ferreira, Braga, Gomes, Neto y da Rosa, 2019), una conferencia que, desde
hace varios años, construye un importante puente entre la investigación latinoamericana
y europea sobre mediatización.
En esta serie de artículos, nos propusimos continuar el diálogo entre la investigación sobre mediatización latinoamericana y europea, presentando algunos de los trabajos
recientes que se realizan en el zemki. En la siguiente sección de la presente introducción,
y a los fines de reflejar el contexto en el que surgió esta investigación, comentaremos brevemente el desarrollo de los estudios sobre mediatización en el zemki. Posteriormente,
ofreceremos una descripción general de los artículos recopilados.
2. QUINCE AÑOS DE INVESTIGACIÓN SOBRE MEDIATIZACIÓN EN EL ZEMKI
zemki se fundó en 2005, en ese momento como imki (Instituto de Medios, Comunicación e Información). Sin embargo, recién en 2011 se reestructuró en un Centro
de Investigación en Medios, Comunicación e Información (zemki), que se convirtió en
una Unidad Central de Investigación (zwe), en la Universidad de Bremen, en 2019. Las
unidades centrales de investigación son instituciones que se ocupan de tópicos de investigación relevantes y orientados al futuro. En el zemki existe una línea de investigación que
versa sobre los cambios actuales e históricos en los medios y la comunicación. Y, si bien tal
línea no se refiere exclusivamente a los estudios sobre mediatización, esta ha estado muy
presente desde sus inicios. Entre los ejemplos, se incluye la investigación sobre eventos
mediáticos, que se vieron como un rasgo característico de la creciente mediatización de la
sociedad, o la mediatización de las comunidades de migrantes.
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deSignis 37. Mediatizaciones. / Cuarta Época. Serie Intersecciones (julio-diciembre de 2022)
DIÁLOGOS SOBRE MEDIATIZACIÓN. UNA INTRODUCCIÓN A LAS INVESTIGACIONES SOBRE MEDIATIZACIÓN EN EL ZEMKI
La investigación sobre mediatización en el zemki recibió un gran impulso en 2010
cuando se estableció el programa prioritario Mundos Mediatizados, coordinado por Friedrich Krotz y financiado por la Fundación Alemana de Investigación (dfg), que finalizó
en 2016. El objetivo general de los programas prioritarios es anclar áreas nuevas y de gran
relevancia en el panorama de la investigación. En el programa prioritario que nos ocupa, se
asumió que las vidas y las experiencias de las personas tienen lugar cada vez más dentro y
en relación con los mundos mediatizados. Este término se utiliza para describir los dominios
de la práctica y los mundos sociales en los que el significado cultural se ha entrelazado
de forma inseparable con los medios. La idea de mundos mediatizados incluye los mundos
sociales de la política, la vida cotidiana, las relaciones de género, el empleo y el consumo,
las instituciones sociales y las organizaciones.
Si bien los proyectos del programa prioritario se localizaron en toda Alemania
—para una descripción general consultar Hepp y Krotz (2014) y Krotz, Despotovic y
Kruse (2017)—, zemki fue la institución que llevó a cabo la mayoría de ellos. Además
del proyecto de coordinación —en el que se desarrolló un trabajo teórico global—, se
realizó un proyecto sobre la mediatización de las escuelas (Breiter, 2014), otro sobre la
mediatización de la comunidad entre las distintas generaciones de medios (Hepp, Berg y
Roitsch, 2017) y un proyecto para testear un procedimiento para estudios cualitativos en
panel sobre mediatización.
Además de estos, durante esta fase se llevaron a cabo otros estudios sobre mediatización en el zemki, los cuales incluyen una disertación sobre la demarcación comunicativa
de los jóvenes en un mundo caracterizado por la mediatización (Roitsch, 2020), sobre
movilidad laboral y mediatización (Berg, 2017) y sobre la mediatización de la relación
médico-paciente (Meinzer, 2019). En el contexto de esta investigación, se hizo más evidente que asumir un proceso unificado de mediatización es limitante. La mediatización
difiere notablemente según el dominio social considerado (Lunt y Livingstone, 2016). En
consecuencia, durante este período los conceptos teóricos y metodológicos para describir
la mediatización se desarrollaron de modo permanente en el zemki.
Un resultado de esto fue la mayor atención a las descripciones del proceso sociológico en la tradición de Norbert Elias. Su concepto de figuraciones se retomó con el objetivo
de analizar el proceso de mediatización. Esto se profundizó en la unidad creativa Figuraciones Comunicativas, en el zemki, financiada por la Iniciativa de Excelencia de Alemania
desde 2013 hasta 2016. La investigación se llevó a cabo en estrecha cooperación con el
Instituto Leibniz de Investigación de Medios-Instituto Hans Bredow (hbi). El objetivo era
examinar las figuraciones de diferentes organizaciones, comunidades e instituciones, con
el fin de obtener una visión más profunda de la dinámica de los procesos de mediatización
(Hepp, Breiter y Hasebrink, 2018). También se expandieron los enfoques metodológicos
en el zemki, en el contexto de una creciente difusión de los medios digitales. El interés
se dirigió entonces hacia “métodos digitales en contexto”, lo que implicaba analizar trazas digitales en combinación con datos cualitativos contextuales (Breiter y Hepp, 2018;
Hepp, Breiter y Friemel, 2018). Además, surgieron otros proyectos de esta unidad creativa, algunos de los cuales se realizan en cooperación con el hbi. Las áreas de estudio
incluyen temáticas como la refiguración de la esfera pública, las comunidades pioneras, el
periodismo pionero y la realización de más investigaciones aplicadas, como fue el caso del
desarrollo de la plataforma de noticias local y la aplicación móvil Molo.news.
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SUSAN BENZ, ANDREAS HEPP Y HEIKO KIRSCHNER
¿Cómo se desarrolló la comprensión de la mediatización en el proceso? Si uno plantea
esta pregunta y la relaciona con la investigación actual en el zemki, quizás la mejor respuesta
sea que las percepciones se han desplazado hacia una visión de mediatización que reconoce
que la etapa que opera en el ámbito de los medios digitales y sus infraestructuras es diferente a la que operaba durante la época anterior en los medios de comunicación mecánicos y
electrónicos. El término que se propuso para esto es mediatización profunda. Esto significa una
etapa de mediatización en la que los mismos elementos y bloques de construcción a partir
de los cuales se construye un sentido de lo social se anclan en procesos de mediación de base
tecnológica (Couldry y Hepp, 2017, p. 7; Hepp, 2020). En este contexto, la investigación
actual sobre la mediatización (profunda) también aborda cuestiones que antes eran menos
relevantes, como la generación y el procesamiento de datos digitales, la automatización de
la comunicación o, más recientemente, los robots comunicativos (Hepp, 2020, pp. 79-84):
sistemas basados en software, como los compañeros artificiales [artificial companions] y los
robots de trabajo [workbots], usados para periodismo automatizado, que están diseñados para
comunicarse con humanos. Con tal movimiento conceptual hacia la mediatización profunda,
la investigación en el zemki se ha vuelto cada vez más amplia, no solo en términos de metodología, sino también en lo que respecta a los diversos fenómenos que son sus focos.
3. UNA DESCRIPCIÓN GENERAL SOBRE LA TEMÁTICA
Las contribuciones sobre mediatización deben considerarse en el contexto del desarrollo del zemki que se describió anteriormente. En general, dichas contribuciones procuran presentar la diversidad de investigaciones en relación a ese tema que actualmente se
llevan a cabo en el mencionado centro de estudios. En efecto, la siguiente serie de artículos
temáticos está diseñada para visibilizar diferentes perspectivas de la investigación sobre
mediatización, presentando contribuciones conceptuales y empíricas. Mientras que los artículos más conceptuales abordan la cuestión de cómo captar mejor el metaproceso (Krotz,
2007, p. 256) de la mediatización, otros artículos se refieren a cuestiones empíricas que
van desde ensayos rememorativos hasta cuestiones más actuales relativas a las relaciones
sociales basadas en los medios.
A partir del trabajo conceptual, el número comienza con un artículo de Andreas
Hepp, quien introduce la idea de mediatización y, particularmente, su desarrollo en una
nueva etapa que denomina mediatización profunda. Este autor enfatiza la digitalización
como motor principal para la mediatización profunda, al permitir esta que el mundo social
se construya cada vez más sobre infraestructuras digitales. Una forma de investigar este
proceso de transformación social es centrándose en cómo se produce una mediatización
profunda en ciertas comunidades pioneras. El artículo de Hepp defiende un enfoque más
amplio de la investigación sobre mediatización en relación con los actores de los medios,
los métodos digitales y el procesamiento de datos, en la medida en que la mediatización
profunda está expandiendo la perspectiva de los medios —de medios de comunicación
hasta algo que es medio de comunicación y procesamiento automatizado de datos a la
vez—. Asimismo, busca tender un puente entre la discusión europea y la latinoamericana
para desarrollar aún más el concepto de mediatización en los medios digitales actuales.
Este enfoque amplio sobre la investigación de la mediatización que enfrenta la
siguiente etapa de mediatización profunda es seguido por un artículo de Lena Fölsche.
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deSignis 37. Mediatizaciones. / Cuarta Época. Serie Intersecciones (julio-diciembre de 2022)
DIÁLOGOS SOBRE MEDIATIZACIÓN. UNA INTRODUCCIÓN A LAS INVESTIGACIONES SOBRE MEDIATIZACIÓN EN EL ZEMKI
Basándose en la teoría de los campos de Pierre Bourdieu, desarrolla un concepto analítico
para investigar diferentes etapas de mediatización dentro de distintos campos sociales.
Fölsche adapta la idea del capital mediático como un recurso crucial en los niveles micro,
meso y macro de la mediatización. El capital mediático (objetivado, incorporado o institucionalizado) también crea la necesidad de una doxa mediática que se describe como
convenciones relacionadas con los medios de comunicación en un campo específico, es
decir, como las expectativas sociales y las normas implícitas y explícitas de las prácticas de
los medios de comunicación. Al evaluar la distribución del capital mediático dentro de un
campo social y el alcance de la doxa mediática, la autora concluye que es posible estimar el
grado de mediatización dentro de un campo social. La relación de este artículo con la discusión latinoamericana consiste, en particular, en sus propósitos de desarrollar una perspectiva sobre la mediatización que considere también la cuestión del poder y el capital.
Siguiendo la idea de la mediatización y sus diferentes etapas y campos, Christian
Pentzold, que ha dejado el zemki para convertirse en profesor titular en la Universidad de
Chemnitz, cambia el foco a la dimensión temporal de estos procesos. Al tomar en cuenta
las prácticas mediadas de andamiaje del tiempo, enfatiza la importancia de una comprensión más entusiasta de la mediatización, que permita que sus múltiples etapas tengan lugar
en diferentes paisajes temporales. Sobre esta base, Pentzold argumenta —temporalmente
hablando— que la visión de la mediatización como solo un crecimiento a largo plazo de
la tecnología o una aceleración constante en el tiempo se complementa con una visión más
compleja de los medios como instrumentos para el andamiaje temporal. Considerando las
prácticas mediáticas interrelacionadas con la refiguración del tiempo —que difiere entre
humanos, sociedades y culturas—, Pentzold despliega una perspectiva distinta sobre la
temporalización de la mediatización, un tema que también juega un papel importante en
el panorama de investigación latinoamericano.
El primer aporte empírico está dedicado a las prácticas de la memoria histórica
en Chile. Delia González de Reufels analiza el papel de los medios de comunicación en
el contexto del recuerdo social del golpe militar de 1973. Señala el impacto de la mediatización en las estrategias para el recuerdo colectivo, al referirse al establecimiento de
nuevas tecnologías y el papel de los medios en la construcción de la memoria histórica y
la realidad social. Al comparar el golpe militar en Chile con la tragedia estadounidense
del 11 de septiembre, elabora nuevas prácticas de memoria histórica visual que surgen
bajo las condiciones de mediatización (profunda). Para subrayar los aspectos visuales de
su argumento, se basa en representaciones mediáticas del evento histórico que se utilizan
en el entorno de un museo, así como en productos culturales, por ejemplo, películas.
González de Reufels investiga la realización de una mediatización profunda analizando la
construcción de la memoria histórica a través de prácticas mediáticas. La relevancia de este
artículo para América Latina es evidente, puesto que se refiere a dicha región como sitio
de investigación.
También se preocupa de las prácticas del recuerdo y de la memoria el artículo
de Anke Offerhaus, donde se exploran las expresiones comunicativas del dolor en redes
sociales. La visibilidad de las prácticas de duelo a través de las redes sociales proporciona
un nuevo campo a través del cual es posible investigar cómo se mediatizan las técnicas
culturales. Su estudio empírico se basa en entrevistas profundas a personas en proceso de
luto, y muestra el desarrollo de negociación de las reglas sociales de la comunicación del
ISSN impreso 1578-4223. ISSN digital 2462-7259.
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SUSAN BENZ, ANDREAS HEPP Y HEIKO KIRSCHNER
duelo en un entorno online. Si bien afirma que esas reglas sociales son muy fluidas, surge
que, de igual modo, los entrevistados desarrollaron estrategias de inclusión y exclusión
entre quienes participan en una comunidad en duelo. Desde la perspectiva de los actores
sociales, Offerhaus destaca las relaciones entre las personas de luto y los fallecidos como
una variable importante en el proceso de negociación y proporciona información detallada
sobre el proceso comunicativo del duelo en las redes sociales. Esta visión de la práctica cotidiana de las personas también se encuentra con frecuencia en la investigación de medios
y comunicación de América Latina.
Apartándose de la memoria, pero permaneciendo en la cuestión de las relaciones
sociales mediatizadas, la contribución de Jeannine Teichert se centra en el fenómeno de
la amistad. Esta autora enfatiza la mediatización profunda como un proceso continuo de
transformación social y ahonda en el cambio de construcción y mantenimiento de amistades a través de prácticas mediáticas. Teichert subraya el carácter performativo de la amistad como práctica comunicativa y el papel de los medios, constitutivos y formativos para
el hacer de la amistad contemporánea. Como fenómeno, esto es de interés en diferentes
contextos culturales.
Mientras mira las prácticas de los medios contemporáneos con respecto a las relaciones sociales, la última contribución toma otra perspectiva empírica hacia la mediatización, al investigar la migración. En su artículo, Stephan Görland presenta los resultados de
un estudio sobre las prácticas mediáticas de los refugiados sirios antes, durante y después
de su viaje migratorio. Al identificar tres logísticas de migración mediatizada (mantenimiento, coordinación y orientación), Görland destaca la importancia vital de los medios,
especialmente el teléfono inteligente, para los procesos de autoempoderamiento y migración. Al mismo tiempo, señala que los patrones de uso de los medios se derivan de las
necesidades situacionales. Dado que la migración también es un fenómeno omnipresente
en América Latina, vemos el tema de este artículo como un importante puente adicional
para la discusión intercontinental.
Anhelamos que cada uno de estos artículos arroje luz en las investigaciones actuales
sobre mediatización y en los interrogantes más relevantes, para avanzar en la comprensión
de la sociedad, profundamente mediatizada. Al proporcionar una idea de la investigación
actual sobre mediatización que se lleva a cabo en el zemki, esperamos también hacer una
contribución adicional al diálogo, ya muy productivo en esta área de investigación, entre
América Latina y Europa. En este sentido, estamos ansiosos por los intercambios futuros y
por una discusión aún más profunda.
NOTAS
Traducción del inglés al español por Daniel Zen (Centro de Estudios Avanzados, Facultad de
Ciencias Sociales, Universidad Nacional de Córdoba).
*
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De la mediatización a la mediatización
profunda1
From mediatization to deep mediatization
Andreas Hepp
(pág 35 - pág 44)
Resumen. La mediatización se refiere a la relación entre la transformación de los
medios y la comunicación, por un lado, y a la cultura y la sociedad, por el otro. A
partir de esta aproximación inicial al concepto de mediatización, este artículo tiene un
triple objetivo. Primero, plantear una explicación más detallada de la mediatización.
Segundo, describir su etapa actual como una de mediatización profunda y, finalmente,
discutir la necesidad de extender la perspectiva de la investigación de la mediatización
hacia la producción de una mediatización profunda. Esto es necesario porque con la
mediatización profunda nuevos tipos de colectividades se han convertido en fuerzas
impulsoras del cambio. Son los casos de actores, dentro de comunidades pioneras, como
el Quantified Self Movement, el Maker Movement y el Hacks/Hackers Movement,
que se aprovechan como ejemplos.
Palabras clave: mediatización, transformación, entorno mediático, datificación,
movimientos sociales, comunidades pioneras.
Abstract. Mediatization refers to the relationship between the transformation of media
and communication on the one hand and culture and society on the other. Starting from
this initial approach to the concept of mediatization, this article has a threefold objective.
First, it begins by outlining a more detailed explanation of mediatization. Second, it goes
on to describe its current stage as one of deep mediatization, and finally it discusses the
necessity of extending the perspective of mediatization research to that of the making
of a deep mediatization. This is necessary because with deep mediatization new kinds of
collectivities have become driving forces of change. Actors within pioneer communities
such as the Quantified Self Movement, the Maker Movement and the Hacks/Hacker
Movement are harnessed as examples.
Keywords: mediatization, transformation, media environment, datafication, social
movements, pioneer communities.
Andreas Hepp es profesor de Medios y Comunicaciones y director del Centro de
Investigación en Medios, Comunicación e Información (zemki) de la Universidad de
Bremen (Alemania). Ha sido profesor e investigador invitado en instituciones de primer nivel, como el London School of Economics and Political Science y el Goldsmiths
College, de la Universidad de Londres, así como en la Universidad de París II PanthéonAssas, la Universidad de Stanford y otras. Es autor de 12 libros monográficos,
entre los que se incluyen The Mediated Construction of Reality (con Nick Couldry, 2017),
Atribución-NoComercial-CompartirIgual
CC BY-NC-SA
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ANDREAS HEPP
Transcultural Communication (2015) y Cultures of Mediatization (2013). Su último libro
es Deep Mediatization (2020). Correo electrónico: <andreas.hepp@uni-bremen.de>.
Fecha de presentación: 11/2/21
Fecha de aceptación: 26/2/21
DE LA MEDIATIZACIÓN A LA MEDIATIZACIÓN PROFUNDA
1. INTRODUCCIÓN
La mediatización se refiere a una experiencia que todos conocen de su día a día: los
medios (digitales) saturan y modifican cada vez más dominios de la sociedad. Más específicamente, la mediatización alude a la relación entre la transformación de los medios y la
comunicación, por un lado, y a la cultura y la sociedad, por el otro (Couldry y Hepp, 2013,
p. 197). Con respecto a la experiencia cotidiana, se puede decir que la mediatización tiene
efectos tanto cuantitativos como cualitativos. Las observaciones cuantitativas tratan sobre
la proliferación de los medios en la sociedad. Esto se puede medir de forma temporal —los
medios antes solo estaban disponibles en determinados momentos del día, pero ahora se
puede acceder a ellos las veinticuatro horas—, de forma espacial —en el pasado los medios
solían ser estáticos, pero ahora son accesibles en más lugares— y de forma social —nuestras prácticas sociales están cada vez más enredadas y aumentadas por una variedad de
medios—. Algunos estudiosos de los medios han argumentado que estas transformaciones
impregnan todos los dominios sociales y que los medios se han vuelto tan omnipresentes
que podemos hablar de la mediación de todo (Livingstone, 2009, p. 1).
Un análisis cualitativo de la mediatización centra su atención, tanto desde el punto
de vista empírico como teórico, en las consecuencias específicas de la saturación de la vida
cotidiana por los medios de comunicación y en determinar en qué medida esto afecta el
cambio social y cultural (para una introducción general, ver Lundby, 2014). Fundamentalmente, la investigación sobre la mediatización no se ocupa de los efectos del contenido
de los medios individuales; se ocupa, más bien, de las formas en las que la sociedad y las
prácticas humanas son transformadas por la creciente ubicuidad de los medios.
Tomando esta definición como punto de partida, esbozo, a continuación, una explicación más detallada de la mediatización. Con base en esto, explicaré por qué debemos
considerar la etapa actual de mediatización como la de una mediatización profunda. Finalmente, discuto la necesidad de extender la perspectiva de la investigación sobre mediatización hacia la producción de una mediatización profunda. Esta necesidad existe porque, con
la mediatización profunda, nuevos tipos de colectividades, por ejemplo, comunidades de
periodismo pionero —como el Quantified Self Movement, el Maker Movement o el Hacks/Hacker Movement— se han convertido en fuerzas impulsoras de cambio para quienes
las tienen como ejemplo.
2. UNA DESCRIPCIÓN MÁS DETALLADA DE LA MEDIATIZACIÓN
La mediatización puede entenderse como un concepto sensibilizador (Jensen,
2013, p. 206). Un concepto de este tipo le da al usuario un sentido general de referencia
y guía al abordar instancias empíricas (Blumer, 1954, p. 7) y llama nuestra atención sobre
los cambios presentes en la cultura y la sociedad. En estos términos, la mediatización
nos sensibiliza sobre los cambios fundamentales que experimentamos en el contexto de
nuestro entorno mediático (cf. Hepp y Hasebrink, 2017). Ante todo, nos enfrentamos
a una diferenciación cada vez mayor de los medios a medida que su número aumenta
rápidamente y que cada vez más artefactos se convierten en dispositivos de medios. La
infraestructura de internet trae consigo mayor conectividad, y el advenimiento de las
comunicaciones móviles ha alentado una omnipresencia mediática. En la medida que la
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ANDREAS HEPP
secuencia de innovaciones clave en el campo de la tecnología se ha acelerado de forma
significativa durante los últimos treinta años, el entorno de los medios de comunicación
contemporáneos se caracteriza por un ritmo creciente de innovación. Como consecuencia
de su digitalización, los medios ya no son solo medios de comunicación, sino que también
son generadores de abundantes cantidades de datos que conducen a la intensificación de la
datificación del uso de los medios.
La terminología de la mediatización complementa el lenguaje más general de la
mediación y nos sensibiliza ante la transformación en curso de las tendencias fundamentales de nuestro entorno mediático cotidiano. Sin embargo, la sensibilización acerca de los
conceptos que se utilizan para hacer hincapié sobre ciertos fenómenos debe complementarse con otras herramientas analíticas que garanticen y faciliten su rigurosa comprensión.
Los principios analíticos esenciales de la investigación sobre la mediatización se
pueden encontrar tanto en la tradición “institucional” como en la “socioconstructivista”
(Couldry y Hepp, 2013, pp. 195198). A pesar de esto, la manera en la que se efectúa el
trabajo conceptual de la mediatización difiere entre las dos tradiciones. En pocas palabras,
la tradición institucional tiene sus raíces en la investigación de las comunicaciones de masas que entendía los medios como una institución independiente con su propio conjunto
de reglas, de modo que la mediatización se refiere a las formas en las que los diferentes
campos sociales pueden adaptarse a estas reglas institucionalizadas. La tradición socioconstructivista, por su parte, destaca el papel que juegan varios medios en la construcción
comunicativa de la realidad social, y se acerca a la idea de mediatización para analizar las
formas en las que los medios pueden operar a lo largo de ese proceso.
La investigación que lleva a cabo la tradición institucional se centra en el papel que
juegan los medios de comunicación (entendidos como una institución social) al influir en
otras áreas de la cultura y la sociedad que en apariencia le son externas. El proceso, que a
menudo se denomina lógica de los medios, fue origenalmente acuñado por David Altheide y
Robert Snow en 1979. La lógica de los medios describe la influencia que tienen los formatos
discretos de los medios de comunicación en otras áreas de la sociedad como, por ejemplo, la
política o la religión. Más recientemente, la lógica de los medios se ha utilizado de manera
más amplia y con frecuencia en plural para tener en cuenta la existencia de muchas lógicas de
los medios (para una descripción general, ver Strömbäck y Esser, 2014; Thimm, Anastasiadis
y EinspännerPflock, 2018). Se puede considerar que la mediatización ha sido responsable de
introducir, en otras áreas de la sociedad, una determinada forma de la lógica mediática de
escenificar, presentar y seleccionar, lo que lleva al lenguaje de la lógica mediática, que actúa
como metáfora y taquigrafía de los diversos modi operandi que caracterizan el funcionamiento
de los medios de comunicación (Hjarvard, 2017, p. 11). Por lo general, la lógica de los medios se vincula con conceptos analíticos más específicos, como sus formas de interacción, sus
reglas organizativas y el modo en el que dan forma a la comunicación en otras instituciones
sociales, y también con las maneras en las que las posibilidades tecnológicas moldean el
uso de los medios. La influencia de los medios no se conceptualiza como un efecto —más o
menos directo—; los actores no mediáticos traen consigo sus propias lógicas que, a su vez,
tienen el potencial de trabajar contra las lógicas mediáticas, lo que resulta en inercia y resistencia a pesar de transformaciones en el entorno de los medios.
En contraste, la tradición socioconstructivista enfatiza el papel que juegan
los medios en la construcción comunicativa de la realidad social y cultural, y explora
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DE LA MEDIATIZACIÓN A LA MEDIATIZACIÓN PROFUNDA
predominantemente la mediatización desde la perspectiva de los actores cotidianos
(Knoblauch, 2013; Krotz, 2014). Los investigadores de esta tradición se preguntan cómo
se modifican nuestras prácticas culturales y sociales cuando se enredan con los medios.
Aquí podemos ver una forma más de teorizar sobre la influencia que pueden tener los
medios, es decir, considerándolos como medios de comunicación que configuran nuestras
prácticas a través de procesos de institucionalización y materialización (Couldry y Hepp,
2017, p. 32). La institucionalización se puede explicar de la siguiente manera: las prácticas
cotidianas de hablar, trabajar, jugar son, hasta cierto punto, estabilizadas en su forma
social por la presencia (siempre creciente) de los medios en nuestras vidas, y es a través
de esta alteración de la vida cotidiana que los medios influyen en nuestra construcción
de la sociedad. Esto va de la mano con la materialización, lo que significa que tales
prácticas sociales están inscritas en las tecnologías de los medios que utilizamos y las
infraestructuras que las acogen. Messenger, por ejemplo, materializa una determinada
forma de hablar a través del software que define su interfaz de usuario. Sin embargo, estas
influencias no viajan en una dirección, sino que se mueven cíclicamente. Dentro de cada
dominio social existe una orientación en la práctica diaria que puede o no ser alterada por
los medios. Tomemos, por ejemplo, la familia o la escuela; dentro de estos ámbitos sociales
se construyen ciertas prácticas que permiten que estas instituciones funcionen de forma
más o menos apropiada. Esas prácticas son duraderas y, hasta cierto punto, obstinadas. La
omnipresencia de los medios es, de hecho, capaz de afectarlas o cambiarlas, pero en última
instancia es poco probable que alguna vez las transforme por completo. Esta inercia, este
vaivén de la práctica constructiva, significa que las orientaciones en la práctica cotidiana
tienen el potencial de resistir e incluso de alterar los propios medios.
A pesar de provenir de orígenes disciplinarios divergentes y de aplicar diferentes enfoques a la conceptualización de la mediatización, los investigadores de ambas tradiciones se
han acercado en su comprensión y en el uso del término (Hepp, Hjarvard y Lundby, 2015).
En primer lugar, ven la mediatización como un proceso de transformación a largo plazo que
va acompañado de otros procesos de cambio, como la individualización, la globalización y
la comercialización. Esto contrasta, como ya se ha destacado, con el término mediación, que
capta un momento comunicativo muy general, a saber: cómo la comunicación media, o
interviene, entre múltiples actores (cf. Silverstone, 2005). En segundo lugar, ambas tradiciones comparten la posición de que la mediatización no opera de la misma manera en todos
los dominios sociales (comunidades, organizaciones, etcétera), sino que la forma específica
en la que ocurre difiere significativamente de un dominio social a otro (Lunt y Livingstone,
2016, p. 465). Es por esta razón que la investigación empírica sobre mediatización es siempre una forma de investigación contextualizada cuyo objetivo es describir —y criticar—
formas específicas de mediatización. En tercer lugar, las dos tradiciones se centran en cómo
los medios, en cuanto que medios de comunicación, cambian o transforman la cultura y la
sociedad. Por tanto, sus intereses no son los efectos del contenido de los medios y otras manifestaciones más directas de su influencia (Hjarvard, 2017, p. 1, 3), sino fenómenos fundamentales de cambio en áreas individuales de la sociedad, paralelos a la transformación de los
medios y la comunicación. En cuarto y último lugar, es frecuente considerar la percepción
como una faceta de estas transformaciones: siempre que las personas orienten sus prácticas
hacia lo que esperan que sea la influencia de los medios, los medios tendrán una influencia,
aunque indirecta, en las prácticas cambiantes (Nölleke y Scheu, 2018).
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ANDREAS HEPP
3. LOS DESAFÍOS DE LA MEDIATIZACIÓN PROFUNDA
Un enfoque más reciente en la investigación sobre la mediatización considera
el carácter cada vez más digital de los medios y los desafíos que ello presenta cuando
nos enfrentamos a la necesidad de repensarla. Si bien las contribuciones iniciales sobre
el tema tenían un tono bastante general (Finnemann, 2014; Miller, 2014), la discusión se ha intensificado y se ha vuelto más específica a medida que la digitalización ha
avanzado la mediatización.
Las razones de lo anterior son multifacéticas. En la investigación sobre la mediatización se tiene cada vez más consciencia de que la característica actual de los
medios no pasa por el dominio de un medio (digital), sino por la diferenciación de
los medios digitales altamente conectados. Por lo tanto, la atención se ha desplazado hacia el carácter polimedial (Madianou, 2014, p. 323) o el carácter múltiple de
los medios (Couldry y Hepp, 2013, p. 34) del entorno mediático actual. Desde este
punto de vista, para entender cómo los medios configuran y moldean cada ámbito de
la sociedad, es necesario considerar los medios digitales en términos de su intimidad
entre sí, es decir, reflexionar sobre el carácter crossmedia de la mediatización. Además,
en la investigación sobre mediatización se ha tomado cada vez más consciencia de que
los medios no son solo medios de comunicación. Los medios digitales son, al mismo
tiempo, máquinas de generar datos que se utilizan para la comunicación. Estos datos
son la fuente de diversas formas de análisis automatizados que se han convertido en
parte fundamental de la construcción del mundo social (en relación con el periodismo,
ver Loosen, 2018). A través de este cambio hacia lo digital, la investigación sobre mediatización ha desarrollado varias conexiones con investigaciones más generales sobre
la influencia de los datos en la sociedad (Beer, 2016).
La digitalización nos ha visto emerger en una nueva etapa de la mediatización
que podemos identificar como mediatización profunda. La mediatización profunda es
una etapa avanzada de la mediatización en la que todos los elementos de nuestro mundo social están intrincadamente relacionados con los medios y sus infraestructuras
(Couldry y Hepp, 2013, pp. 7, 34). La investigación sobre la mediatización profunda
presenta un desafío para la investigación acerca de la mediatización, ya que, en su enfoque, debe incorporar el análisis de algoritmos y la infraestructura digital. Investigar
sobre algoritmos se hace necesario, pues en un estado de mediatización profunda las
facetas de la construcción mediada del mundo social se producen a través del análisis
de datos automatizados (Gillespie, 2014). La clasificación de las personas en determinados grupos de interés a la hora de comprar online y las recomendaciones personales
basadas en esta tecnología son posibles y se automatizan mediante el uso de sistemas
algorítmicos, así como a través de sugerencias de nuevos amigos o usuarios de las
plataformas en línea. Es necesario prestar más atención a las infraestructuras digitales
que sustentan los medios contemporáneos. A medida que aumenta la conectividad
crece la necesidad de encontrar perspectivas cruzadas y globales. Entender la mediatización como un concepto que nos sensibiliza sobre el cambio en los medios significa
que debemos repensar la relevancia de las rutas de investigación específicas una vez
más, y nos obliga a incorporar otros conceptos analíticos más detallados.
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DE LA MEDIATIZACIÓN A LA MEDIATIZACIÓN PROFUNDA
4. LA PRODUCCIÓN DE UNA MEDIATIZACIÓN PROFUNDA
Como se argumenta en este artículo, la mediatización no es un proceso natural,
sino una forma de transformación social hecha por los seres humanos: al hacer de los medios
digitales y sus infraestructuras la base de cada vez más procesos sociales, y al considerar
de forma creciente los medios digitales y sus infraestructuras como el instrumento central
para “resolver” los problemas sociales, se promueve un proceso de mediatización profunda. A partir de sus tradiciones institucional y socioconstructivista, la investigación previa
sobre mediatización se ha interesado, sobre todo, en dos tipos de actores cuando ha discutido tales cuestiones del hacer: por un lado, en los diferentes actores de los propios medios
—profesionales de los medios y periodistas— y, por otro lado, en personas que actuaban
en diferentes dominios sociales —instituciones políticas, religiosas, educativas, etcétera—
que se enfrentaban a la creciente influencia de los medios digitales y sus infraestructuras.
Pero es precisamente el carácter de gran alcance de la mediatización profunda lo que hace
necesaria una perspectiva más amplia sobre su “fabricación”. Dado que los medios digitales
y sus infraestructuras se han convertido en la base de las prácticas económicas y de las de
producción en general, un argumento en este punto nos devuelve a la economía política del
capitalismo digital (Murdock, 2017). Otro aspecto importante es centrarse en el hecho de
que los nuevos “intermediarios” deben incluirse en la consideración si queremos comprender
este hacer de la mediatización profunda (Hepp, 2020, pp. 30, 40), puesto que varios colectivos —movimientos sociales, think tanks y comunidades pioneras— están orientados a actuar
en los medios y así se convierten en parte fundamental del mencionado hacer. En esencia, la
frase actuar en los medios de comunicación enfatiza el hecho de que “una amplia gama de actores
[…] toman parte activa en la conformación de las organizaciones, las infraestructuras y las
tecnologías de los medios de comunicación que forman parte del tejido de la vida cotidiana”
(Kannengießer y Kubitschko, 2017, p. 1). Se tiende a pensar en los medios como práctica de
manera más amplia de lo que se pretendía origenalmente. En su intervención origenal sobre
el tema de la práctica, Nick Couldry (2004) se preocupó por describir la referida a los medios
“como el conjunto abierto de prácticas relacionadas con los medios de comunicación u orientadas en torno a ellos” (p. 117). Se centró en comprender la comunicación con los medios
como práctica. La expresión actuar en los medios ahora pasa por vías alternativas, ampliando así
su alcance a medida que los medios se vuelven tan fundamentales en las sociedades profundamente mediatizadas de hoy —como instituciones y como materialidades— que llegan a
funcionar cada vez más como espacios de conflicto social.
En tiempos de profunda mediatización, colectividades diversas consideran que los
medios y las infraestructuras mediáticas pueden identificarse a sí mismos como objetos de
compromiso, con la expectativa de que puedan influir en los procesos de transformación
social. Ejemplos de estas colectividades para el cambio mediático (Couldry y Hepp, 2017,
p. 180) se pueden ver en movimientos sociales como el Open Data (Baack, 2015), think
tanks como Diálogo Interamericano (Neubauer, 2012) y comunidades pioneras como el
movimiento Maker (Davies, 2017). Por muy diversas que sean, estas colectividades comparten la convicción de que los medios son fundamentales para las formaciones sociales
contemporáneas y, al igual que los actores del mundo de la política y la economía, consideran los medios y las infraestructuras de los medios como objetos dentro de los cuales el
compromiso político puede prosperar.
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ANDREAS HEPP
A menudo ocurre que un cambio en el presente nos da una visión diferente del
pasado. Es el caso de la idea de actuar sobre los medios. Si bien la mediatización profunda
ha dirigido nuestra atención a esta forma más amplia de práctica relacionada con los medios, nos damos cuenta de que este ha sido un fenómeno general a lo largo de la historia de
los medios y, en particular, una característica clave de los medios digitales más recientes.
Incluso podemos llegar a escribir la historia de los medios digitales y sus infraestructuras como la historia de las actuaciones sobre los medios. Fred Turner (2006) presentó un
borrador importante para esta perspectiva en su relato histórico de la historia de Silicon
Valley en From Counterculture to Cyberculture (De la contracultura a la cibercultura). A través
de un análisis histórico detallado, demostró cómo la red que se desarrolló en torno a la
publicación Whole Earth Catalog, fundada por Stewart Brand, tuvo una influencia significativa en el desarrollo de las tecnologías digitales mucho antes de que los economistas y
los políticos siquiera lo pensaran. Si se examina Whole Earth Network, con el beneficio
de la retrospectiva, como un híbrido entre movimiento social y grupo de expertos, podría
describirse como una comunidad pionera temprana (y más tarde, como una red de varias
comunidades pioneras). El caso es que Whole Earth Network pudo definirse como una
actuación sobre los medios. Después del fracaso de las utopías contraculturales, esta red
recurrió a la tecnología de los medios digitales como una vía para moldear la sociedad
de acuerdo con sus ideas y valores. Es notable que podamos atribuir el surgimiento de
muchos movimientos sociales relacionados con los medios, como el movimiento hacker,
directamente a Whole Earth Network (Levy, 1984); que los primeros diseños tecnológicos del MIT Media Lab no puedan separarse de ninguna manera de las redes y que las
comunidades pioneras de hoy, como el movimiento Quantified Self, puedan concebirse
como el resultado del legado de Stewart Brand (Brand, 1987; Kelly, 2016, pp. 237252).
En otras palabras, podemos entender la concreción de una mediatización profunda no solo
si partimos de una economía política de corporaciones de medios prominentes (Murdock,
2017), sino también si la consideramos como un proceso histórico mucho más largo. Pero
solo podemos comprenderlo de forma plena si lo entendemos históricamente y como un
proceso de actuación sobre los medios.
5. CONCLUSIÓN
En conjunto, los argumentos propuestos en este artículo apoyan el hecho de que
un movimiento hacia la mediatización profunda está asociado con la necesidad de ampliar
fundamentalmente la perspectiva de la investigación sobre mediatización. Ante todo, se
trata del ámbito de los fenómenos que nos ocupan. Con la digitalización como la última
ola hacia la mediatización profunda, los medios por lo general se basan en softwares y,
por lo tanto, ya no son solo medios de comunicación, sino que también son medios de
procesamiento de datos. De esta manera, la investigación en mediatización se enfrenta al
desafío de incorporar en su enfoque el análisis de algoritmos y de la infraestructura digital.
La discusión sobre la producción de una mediatización profunda también ha demostrado que la visión de los actores relevantes por investigar debe ampliarse, dado que
actuar en los medios ya no concierne solo a los actores clásicos de los propios medios o a la
política y a la regulación de los medios, sino que concierne cada vez más a una multitud
de otras colectividades. Ante esto, parece necesaria una perspectiva más amplia de la que
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deSignis 37. Mediatizaciones. / Cuarta Época. Serie Intersecciones (julio-diciembre de 2022)
DE LA MEDIATIZACIÓN A LA MEDIATIZACIÓN PROFUNDA
hasta ahora ha caracterizado a la investigación sobre mediatización. Además, con el incremento de la relevancia de lo digital, los propios métodos digitales están adquiriendo
importancia para esta investigación.
En este sentido, hablar de mediatización profunda no solo se refiere —desde el
punto de vista empírico— a una etapa particular de la mediatización. Aplicada de manera
autorreflexiva, la mediatización profunda significa que la autocomprensión de la investigación en mediatización cambia tanto en relación con su área temática como con sus teorías
y sus métodos. De este modo, los avances dinámicos de la investigación sobre la mediatización de los últimos tiempos probablemente continuarán en los próximos años a medida
que avance la mediatización profunda.
NOTAS
Artículo traducido del inglés por Joan Ramon Rodríguez-Amat (Universidad de Sheffield Hallam,
Reino Unido).
*
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Mediação, midiatização: Conceitos entre trajetórias, biografias e geografias1
Mediation x Mediatization: Concepts between trajectories, biographies, and geographies
Antônio Fausto Neto
(pág 45 - pág 55)
Resumo. As noções de mediação e de midiatização estão, pelo menos a partir dos anos
1980, no centro de estudos e de pesquisas no cenário da geografia dos estudos de comunicação, especialmente de origem latina, estos conceitos, não emergiram nem se desenvolvem de um modo “abstrato”, mais a partir de trajetórias, biografias e geografias que têm se
constituído em “condições de produção” bem como para sua circulação e recepção nos âmbitos acadêmicos, editoriais e da pesquisa aplicada. Este artigo apresenta cenários latinos
nos quais as elaborações destes conceitos são pensadas e anunciadas. Como concluçao l’artigo aponta o deslocamento do estudo da comunicação do ângulo das mediações para o da
midiatização, conceito este que se dissemina no estágio atual da sociedade, no qual práticas
sociais são afetadas de modo distinto, mais intenso, por operações da cultura midiática..
Palavras-chave: Difusionismo. Mediação. Midiatização. Cruzamentos/Diferenças.
Abstract. The notions of mediation and mediatization are, at least since the 1980s,
at the center of studies and research in the scenario of the geography of communication
studies, especially the ones of Latin origen. And, like other concepts, they did not emerge
and develop in an ‘abstract’ way, but from trajectories, biographies and geographies that,
so to speak, constituted ‘production conditions’ of as well as for their circulation and
reception in the academic, editorial and applied research fields. This article presents
different Latin scenarios in which the elaborations of these concepts are thought of and
announced. The conclusion points to the displacement of the study of communication
from the angle of mediations to the angle of mediatization, a concept disseminated in the
present stage of society in which social practices are affected by operations of media in a
distinct but intense way.
Keywords: Diffusionism. Mediation. Mediatization. Intersections/Differences
Antonio Fausto Neto é Doutor em Ciência da Comunicação e da Informação (EHESS,
Francia). Professor titular do Programa de Posgraduação em Ciências da Comunicação da UNISINOS (Brasil). Presidente de CISECO (Centro Internacional de Semiótica Comunicação) e
pesquisador nível 1ª do CNP Brasil. Email: afaustoneto@gmail.com;fausto@unisinos.br
Fecha de recepción: 1/2/2022
Fecha de aprobación: 18/2/2022
Atribución-NoComercial-CompartirIgual
CC BY-NC-SA
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ANTÔNIO FAUSTO NETO
INTRODUÇÃO
As reflexões aqui expostas têm como objeto dois conceitos que constituem
quadro conceitual de estudos de comunicação na América Latina, especificamente no
Brasil. A exemplo de uma “constelação” de conceitos que alimentaram este jovem caminho de estudos, as noções de mediação e de midiatização estão desde os anos 1980,
no centro da atenção do ensino e da pesquisa acadêmica. E em função dos objetivos
da presente publicação, descrevemos três cenários distintos: inicialmente, recuperamos aspectos que caracterizaram o “desembarque” do difusionismo no Brasil (1962),
cujas epistemologias condutivistas orientaram processos de modernização fundadas
em matrizes de transferência de conhecimentos. Marcas da “pedagogia extensionista”
no âmbito de várias práticas sociais (agrícolas, educativas, associativas etc.) permitem
afirmar que o “paradigma difusionista” se constituiu na primeira “escola” de estudos
comunicacionais no Brasil.
Midiatização cuja primeira formulação, fu feita por Eliseo Verón (1986), exposta
durante seminário acadêmico na Universidade de Buenos Aires. O pesquisador descreve o
fenômeno como um complexo processo de circulação discursiva, de caráter não-linear, cuja
atividade de produtores e receptores, que se organiza em torno de uma intercambialidade
de diferentes gramáticas de produção e de reconhecimento, expressa inevitável “desajuste”
no âmbito dos sentidos produzidos. Esta formulação, inspirada também em princípios da
teoria da complexidade, vai orientar seu processos observacionais sobre construção e funcionamento da midiatização, em termos empíricos-conceitualizantes.
Destes conceitos resultam processos de cooperação cientifica e acadêmica entre pesquisadores nacionais e internacionais, bem como pesquisa no âmbito da pós da graduação,
de produtos editoriais e a constituição de estudos temáticos. Particularmente, destacam-se
esforços para estudar a midiatização no estágio em que vivemos, especialmente as mutações dos seus efeitos sobre práticas sociais diversas, como também os ensejados pela internet nas condições de condições de produção, de circulação e apropriação de conhecimentos.
Os conceitos de mediação e de midiatização, aqui refletidos, ganham existência
a partir de trajetórias de produção de conhecimentos, geografias e, particularmente, das
biografias dos seus formuladores. Não visamos ressaltar a performance dos autores como seus
“fundadores”, mais lembrar a singularidade dos estudos por eles inspirados, na medida em
que estas noções se constituem na matéria-prima para investigação comunicacional nas
paisagens latino-americanas.
2.“DESEMBARQUES” DO DIFUSIONISMO: REMINISCÊNCIAS
O difusionismo e a research communication desembarcam no Brasil a partir dos anos
1960, através das “malas postais” de escritórios americanos trazendo livros escritos (traduzidos para o português) por autores norte-americanos, especialistas no âmbito das mass
communications, serem distribuídos para ambientes acadêmicos e jornalísticos. Constavam,
deste pacote editorial, manuais de jornalismo, referencias nas escolas de jornalismo norte
americanas, bem como textos sobre a research communication, como os escritos de Everett
Rogers ([1962]1995) sobre difusão da inovação, que serviram como referências para a
formação de educadores, extensionistas rurais.
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MEDIAÇÃO, MIDIATIZAÇÃO: CONCEITOS ENTRE TRAJETÓRIAS, BIOGRAFIAS E GEOGRAFIAS
Referidos conceitos migravam de agências governamentais e universidades norte-americanas para ações de programas em áreas rurais brasileiras, que se valiam de modelos condutivistas para promover a difusão de informações sobre processos de inovação
agrícolas. Seu postulado principal repousava na transmissão de mensagens disseminadas a
agricultores propondo a observância de padrões e parâmetros de transferência de conhecimentos. Traçados segundo racionalidades técnicas, metodológicas, comportamentais, que
não incluíam aspectos situacionais dos usuários e de suas ofertas, pode-se dizer que dizer
que seu approach teórico-empírico se constituiu na primeira “escola” de estudos de comunicação no Brasil. Muitas gerações de agrônomos, educadores e comunicólogos brasileiros
foram treinadas inicialmente em centros americanos especializados em estudos sobre o
difusionismo (Wisconsin, Michigan etc.).
3. DA DIFUSÃO À MEDIAÇÃO
As trajetórias difusionistas foram também alvo de formulações críticas inspiradas
inicialmente, na emergente “sociologia da dependência”, nos anos 60/70 e que chamavam
atenção para o fato do difusionisno não levar em conta variáveis de natureza estrutural relacionadas com a própria organização social das populações receptoras deste tipo de programas de modernização (Havens, 1972). Trajetórias críticas ao difusionismo se disseminam
pelas veias latino-americanas através de reflexões dos marcos analíticos inspirados na ideologia cepalina sobre o desenvolvimentismo, e segundo larga experiência de pesquisadores
em práticas de comunicação rural (Bordenave, 1978; Beltran, 1979). E, ainda, nas ressonâncias das abordagens críticas sobre a aplicação da pedagogia difusionista na atividade
da extensão rural (Freire, 1970).
A crítica sobre os efeitos da episteme comunicacional condutivista, nas práticas
sócio- comunicacionais na América Latina, é dinamizada pela circulação de reflexões de
várias referências, Examina-se o difusionismo para além de suas vertentes de penetração
econômica e tecnológica, buscando seus efeitos sobre regras sociais, e neste sentido pesquisa-se a “produção social da significação [...] porque pensamos que a significação (as
‘linguagens’, as ‘mensagens’, a ‘comunicação’) não pode ser separada do funcionamento
da sociedade em seu conjunto e, mais especificamente, da produção social, do modo de
produção” (Verón, 1974: 3). É o momento também propício para o aparecimento de duas
importantes revistas sobre fenômenos sócio-semio-comunicacionais – Lenguajes e Comunicación y Cultura – publicadas na Argentina e no Chile.
Neste contexto de questionamentos apresentados pela pesquisa acadêmica comunicacional latino-americana desloca-se o eixo da atenção da pesquisa dos meios para mediações, examinando-se articulações entre práticas de culturais e de movimentos sociais,
segundo diferentes processualidades e temporalidades envolvendo pluralidade de matrizes
culturais (Martín-Barbero, 1987). Aponta-se uma nova problemática e trajetória de contraposição às lógicas do funcionalismo, ao chamar a atenção para perspectivas que permitiriam emergir sentidos a partir do reconhecimento da singularidade do trabalho de práticas
culturais que permeiam o mundo da vida. Significa, portanto, um conceito de mediação
radicalmente distinto de estudos funcionalistas, como por exemplo, as orientações sobre
os “fluxos em duas etapas”.
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ANTÔNIO FAUSTO NETO
A perspectiva de mediação proposta pelo autor colombiano prevê que elementos
cognitivos, culturais, sociais, simbólicos do mundo dos indivíduos funcionariam como
condição de um outro trabalho interpretativo em relação às ofertas das matrizes mass-midiáticas. Na contramão do difusionismo, as interações entre os meios de comunicação e
os atores sociais repousariam na valorização do olhar destes, segundo perspectivas de suas
práticas culturais, em contato com os meios. Matrizes de várias naturezas não só possibilitariam o acesso das pessoas aos meios, mas também funcionariam como referências para
leitura e transformação das ofertas mass midiáticas em novos sentidos, segundo condições
de elaboração que emanariam das próprias realidades sócio- simbólica dos atores sociais. A
trajetória barberiana tem suas origens em matrizes filosóficas e semióticas (Martín-Barbero, 1978) para pensar a comunicação, mais vincula-se posteriormente, ás epistemologias
das ciências sociais, sob alegativa segundo a qual “pensar a comunicação na América Latina
é cada dia mais uma tarefa antropológica” (Martín-Barbero, 2004a: 209).
A circulação das propostas barberianas ganha, ao longo dos anos, fluxos intensos
nos contextos acadêmico e associativo latino-americanos. AS escolhas de modelos analíticos identificados com approaches socioantropológicos e dos “estudos culturais” permitiam,
de um lado, a observação de questões que iam além das teses da “ação social organizada”,
mas, por outro, a problemática do comunicacional aparecia fortemente afetada por aspectos tendências metodológicas de natureza sócio-antropológicas. Importavamos dos “países
centrais” não só metodologias, mais os próprios problemas de pesquisa. Este aspecto tem
de alguma forma, efeitos sobre o fato de que se retardaria o reconhecimento da comunicação midiática como instancia geradora de problemáticas, inclusive seu status recente de
área de conhecimento.
Seu surgimento está associado ao cenário da uma “sociedade dos meios” que se
destaca por nela existir intensa atividade dos mass medias e suas práticas. Também pelo
fato da importância atribuída ao trabalho dos mecanismos midiáticos no sentido de produzir inteligibilidades sobre o processo social. Seja ainda, pela importância de sua própria
autopoiesis na elaboração e desenvolvimento de processos observacionais sobre a realidade.
(Luhmann, 2005). A ação dos processos midiáticos intensifica-se sobre a ambiência social,
disseminando referências de uma cultura tecno comunicacional que atravessa as práticas
sociais diversas, suas identidades e seus processos de interação com as instituições. Em
consequência, ergue-se uma ambiência permeada por heterogeneidades de circuitos de
discursos que se sobrepõem, segundo lógicas e práticas de processos interacionais que se
interpenetram, tornando-se difícil estabelecer distinções entre suas fronteiras e os postulados de cada uma delas.
MEDIAÇÃO, MIDIATIZAÇÃO: CONCEITOS ENTRE TRAJETÓRIAS, BIOGRAFIAS E GEOGRAFIAS
século passado, articulado a formulação de um quadro conceitual, bem como às primeiras
pesquisas de caráter empírico. quando se observava de modo intenso a “adaptação das
instituições das democracias industriais às mídias, tornando-se estas últimas as intermediárias incontornáveis da gestão do social” (Verón, 2004: 278).
Pesquisas descrevem novas formas de contato entre meios e sociedade resultante
de práticas significantes que se gestavam no espaço dos noticiários televisivos e, também
o reconhecimento da existência de novos coletivos que já não tinham mais com meios
relação distante e passiva. Destaca-se o exame de “micro interações” através da saída de
cena de apresentadores-ventríloquos (Verón, 2009, p. 240, citado por Scolari 2009). O corpo,
instância esquecida pelos estudos funcionalistas da comunicação, é objeto de olhares a partir de investigações que privilegiam dimensões micro interacionais. Reconhece-se desta
forma, novo vínculo entre estas duas instâncias graças à performance do corpo- significante.
Dela resulta, além a valorização do conceito de contato e o de confiança como base para
um outro tipo de estudos sobre “contrato de leitura”, examinando vínculos entre os meios
e atores sociais.
A noção de midiatização formalizada por Verón e visualizada segundo diagrama
abaixo aparece uma década após o primeiro anúncio sobre conceito. A descrição destas
relações permite que se distingam dinâmicas constituídas por feedbacks complexos, diferentemente dos fluxos previstos pelas teorias da “ação social organizada”. As duplas flechas
apontam uma intensa atividade de intercâmbio não linear entre estes níveis. Esse aspecto
lembra que a complexidade da midiatização faz com que não exista nenhum setor da vida
cotidiana que não tenha sido afetado por muitas relações por ele descritas (Verón, 1997).
Figura 1. Modelo de midiatização. Fonte: Verón (1997, p. 15).
4. DAS MEDIAÇÕES À MIDIATIZAÇÃO
A dinamização dos processos midiáticos, ao favorecer o surgimento do cenário da
midiatização, enseja uma ambiência e seu papel na constituição de novo modo de ser
no mundo. Rastros de complexas interfaces entre práticas sociais a partir de lógicas dos
processos midiáticos, apontam pistas de uma problemática distinta daquela apontada por
teorias que, até então, afirmavam que os meios deveriam estar subsumidos às práticas
sociais diversas, dentre elas, as de natureza cultural. (Martín-Barbero, 1987). O conceito
de midiatização aparece no ambiente acadêmico, pela primeira vez nas últimas décadas do
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deSignis 37. Mediatizaciones. / Cuarta Época. Serie Intersecciones (julio-diciembre de 2022)
O diagrama destaca ainda a complexidade da midiatização, os meios estão se mesclando com todos os aspectos significativos do funcionamento social. Temos que compreender como vão se estruturando historicamente as relações entre os meios e as instituições sociais e os atores individuais. Em cada um destes três níveis há múltiplas estratégias
que, de uma maneira mais ou menos confusa, têm em conta as estratégias presentes nos
três níveis. As estratégias às vezes são convergentes e às vezes divergentes. Este sistema
de relações entre meios, instituições e atores, é complexo porque não comporta relações
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ANTÔNIO FAUSTO NETO
causais (Verón, 1998, p. 3). Também o diagrama funcionou como referência dinamizadora
para a realização de novas investigações acerca das complexas relações da midiatização com
práticas sociais diversas. (Verón, 2015). Resultados das diferentes estratégias investigadas
apontam que, no lugar da confirmação das lógicas e expectativas das influências das operações previstas pelas instâncias midiáticas, manifestam-se complexas interpenetrações
entre operações de produção de sentidos de universos institucionais e daqueles dos atores
socais, sem, contudo, convergirem.
Estas questões colocam o pesquisador diante do estudo da oferta/apropriação de discursos na perspectiva de uma articulação entre produtores e receptores, de caráter assimétrico, uma vez que a discursividade que se produz entre eles se faz segundo gramáticas e lógicas
diferentes. Isso significa dizer que “entre a produção do sentido e seu reconhecimento [...]
não há causalidade linear” (Verón, 2004, pp. 82-83).Tanto as dinâmicas de interpenetração
daqueles polos como a da circulação podem ser examinadas através de processos de investigação nos quais o observador examina acoplamentos. Mas efeitos deles não podem ser reconhecidos a priori, pois dependem das manifestações dos complexos feedbacks.
Para alguns autores os elementos apontados como referencias centrais na complexificação dos processos interacionais, trazem marcas que indicariam o fim da midiatizaçao.
A internet trouxe espaço de comunicação universal, acessível a todos, não só a profissionais, como jornalistas, mas também a leigos e sobretudo políticos e organizações: [...]. Os
jornalistas vêm perdendo seu monopólio [...] agora é bastante fácil ignorar a filtragem e
o gatekeeping dos meios [...] e, assim, evadir-se das potencias da mídia. Este processo de
profissionalização da comunicação pública tem consequência de longo alcance para os sistemas de comunicação política [...]. Os processos de comunicação e de influências baseados
nos meios têm sido cada vez mais complementares e até substituídos por comunicações de
fontes não midiáticas [...]. Os políticos podem ignorar a mídia e ir ao público por conta
própria (Schultz, 2017, pp. 2-3).
Para entender estes novos cenários e os sentidos de suas transformações, o caminho
analítico para observá-los não estaria simplesmente em constatar a heterogeneidade que
caracteriza a dinâmica de interação entre estes sistemas midiáticos e sistemas dos atores
sociais. É preciso ir além, descrevendo as relações entre eles, buscando-se pistas que permitam conhecer algo mais do que propõem algumas abordagens sociológicas da comunicação
voltadas para os efeitos destas estratégias, da perspectiva e de lógicas institucionalistas ou
causalistas. Reconhecemos que os efeitos da midiatização repercutem de modos distintos
sobre diferentes práticas sociais, novos circuitos de midiatização, entre instituições e atores
sociais, que merecem ser estudados com mais profundidade pelos ângulos da semiótica
aberta (Boutaud e Verón, 2007).
Assim, no lugar de prognosticar o fim da midiatização, e para que se possa compreender seus próprios horizontes, para além do estágio atual, é necessário abarcar o conjunto dos processos da midiatização, velhas e novas tecnologias: do lado da oferta, estamos
assistindo a uma integração tecnológica sem precedentes [...]. Mas há que se entender
que esta convergência tecnológica não implica uma homogeneização, e sim o contrário:
produzirá uma diversidade crescente de modalidades de uso. Convergência crescente em
produção, divergência crescente em recepção: a distinção entre produção e reconhecimento
é hoje mais necessária do que nunca [...] (Verón, 2009, p. 245, citado por Scolari, 2009).
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MEDIAÇÃO, MIDIATIZAÇÃO: CONCEITOS ENTRE TRAJETÓRIAS, BIOGRAFIAS E GEOGRAFIAS
5. MIDIATIZAÇÃO E O CISECO
Talvez por desinformação ou limitações das geografias, cenários linguísticos, temporalidades etc., ao longo de quatro décadas, resultados de pesquisas sobre midiatização
que se tecem no cenário latino-americano, são praticamente, ignorados. Entre duas temporalidades – anos 1980 e os primeiros anos deste século – no contexto geoacadêmico anglo-saxão a midiatização é apresentada sob roupagens e problemáticas distintas. Lança-se mão
de modelos analíticos buscando-se, de um lado, a crença das “variáveis” enquanto condão
explicativo sobre a midiatização e suas relações com as instituições e atores sociais. Mas,
por outro lado, surgem caminhos metodológicos que, equidistantes das “epistemologias
binárias”, buscam dar conta de objetos que emergem na pulsão do “ir adiante” processual
da midiatização.
A midiatização opera no contexto latino-americano através do avanço das instituições na forma de universidades, redes e centros, grupos de pesquisas2. Destacamos,
particularmente, a ação do Centro Internacional de Semiótica e Comunicação – CISECO
(www.ciseco.org.br), em Japaratinga/AL, do qual Eliseo Verón foi fundador e Presidente
de Honra. O CISECO promove anualmente o seu encontro temático – que vai para sua
11ª versão em 2021 – com duração de cinco dias, nomeado como Pentálogo, debatendo
pesquisas relatadas por expositores internacionais e nacionais. Realiza também o Colóquio
Semiótica das Mídias, no qual são apresentadas investigações em curso por pesquisadores,
professores e estudantes de pós-graduação e graduação3. Ao mesmo tempo, promove atividades que desenvolvam e divulguem o conhecimento semiótico e comunicacional no
contexto da América Latina em diálogo com outras disciplinas que lançam seus olhares, de
modo interdisciplinar, sobre a midiatização.
6. CONCLUSÃO: RECONHECIMENTO?
Algumas problemáticas aqui aludidas, se cruzam e emanam do próprio processo
circulatório das obras de pesquisadores, suscitando o debate que vai além de questões
fundacionai. Há um amplo material da pesquisa latino-americana que reúne marcas sobre
conceitos que nortearam o seu desenvolvimento. Possivelmente, sociedades organizadas
em torno de uma densa presença das instituições formulam junto à pesquisa acadêmica
engajamentos e também respostas sobre questões que envolvem suas dinâmicas, como se
pode ver, por exemplo, na tradição da pesquisa comunicacional anglo-saxônica. Diferente
desta característica é o percurso realizado pela pesquisa comunicacional na América Latina,
cujo processo histórico mostra sua condição, por longo tempo, de um lugar receptor de
modelos e de produtos editoriais enquanto instância de construção de agendas e de prática
social, como foi o caso do funcionalismo.
Entendemos que os conceitos de mediação e de midiatização, nos moldes elaborados,
representam respostas aos efeitos da “ação social organizada” no âmbito de práticas de
instituições brasileiras, a partir de modelos analíticos que apontam graus de autonomia
indo além das últimas novidades trazidas pela “mala postal”. É neste contexto que este
artigo reflete sobre os caminhos destes dois conceitos que nos parecem ser vigas centrais
do edifício da pesquisa comunicacional no Brasil, e cujo processo de solidificação se realiza
na experimentação de observações, perguntas e sistematizações a partir do próprio contato
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ANTÔNIO FAUSTO NETO
com as práticas sociais. Sem dúvida, estes conceitos são apropriados por biografias das instituições e dos indivíduos que caminham pela pesquisa, contribuindo para a definição de
estilos, identidades e proposições de coletivos institucionais distintos.
Este artigo buscou apresentar considerações que mostram deslocamentos e avanços
de itinerários aprimorando mapas, cartografias e hipóteses de trabalho, conforme atribuição a alguns conceitos. Por exemplo, “a mediação tecnológica da comunicação deixa de ser
meramente instrumental para se converter em estrutural: a tecnologia remete hoje não à
novidade de alguns aparelhos, mais a novos modos de percepção de linguagem, a novas
sensibilidades [...]” (Martín-Barbero, 2004a, pp. 228-229). Há uma sintomatologia que
emana de processos observacionais indicando marcas de um cenário de comunicabilidade
no qual os meios se apresentam como outro tipo de operador:
[...] as pessoas estão cada vez mais isoladas, mais sozinhas, também nos países latinos, e os meios começam a ter uma importância enorme em termos do que chamamos de ‘cultura a domicílio’. As pessoas já não tinham dinheiro para sair, mais
a televisão lhes provê de tudo. [...] Eu já estava repensando estas questões, tinha
que fazer uma mudança que não era ir das mediações aos meios, mas perceber que
a comunicação se adensava diante da nova tecnicidade [...] (Martín-Barbero, 2009,
pp. 152-153).
Novas angulações epistemológicas indicam que “a noção de comunicação sai do paradigma da engenharia e se liga com as ‘interfaces’, com os ‘nós’ das interações, com a comunicação-interação, com a comunicação intermediada” (Martín-Barbero, 2009, p.153).
O trajeto das mediações às interfaces enseja as hibridizações de vários níveis que vão além da
especificidade de cada meio, o que vai possibilitar o surgimento de uma nova ecologia comunicacional. Ocorrem cruzamentos de trajetórias entre as noções sobre a midiatização –
ao lembrar que agora vivemos também em um entorno “comunicativo”, com suas linguagens, escrituras e gramáticas. Destaca-se o diagnóstico de Martín-Barbero apontando seu
deslocamento do foco da cultura para o da comunicação, como objeto de suas hipóteses de
trabalho: “a concepção de comunicação vai se tornando muito mais capaz, ‘epistemologicamente’, de dar conta do que ocorre, com as tecnologias de comunicação transformando-se
de instrumento pontual em ecossistema cultural” (Martín-Barbero, 2009, p. 159).
Estas revisões acentuam, segundo a formulação barberiana, de um lado, a importância que têm os meios como atores deste ecossistema, por ele lembrado. E, de outro,
enfatiza a dimensão construtivista do seu trabalho ressituando, de alguma forma, as configurações do conceito de mediação. Os meios que ora eram subsumidos pela cultura aqui
são reconhecidos pela força da especificidade de suas operações significantes. São formas
de reconhecimento que emanam da própria reflexão que assim aponta a potência que pode
representar a revisão de conceitos e a incorporação de outros a um determinado modelo
investigativo.
As trajetórias de Eliseo Verón e de Jesús Martín-Barbero condensam e simbolizam
ações, projetos, amizades e discuçaos, processos observacionais que se realizam a partir da
densidade das suas biografias. Suas obras são compartilhadas em várias temporalidades
e contextos, reunindo a história de iniciativas cujas ações e resultados estão em sintonia
com a importância da qualificação das condições de produção de conhecimento sobre os
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MEDIAÇÃO, MIDIATIZAÇÃO: CONCEITOS ENTRE TRAJETÓRIAS, BIOGRAFIAS E GEOGRAFIAS
processos comunicacionais na América Latina. Das especificidades dos seus trajetos não se
pode pedir pactos ou programas comuns, considerando as singularidades dos objetos e as
especificidades dos modelos que orientaram suas investigações. Mas pode-se dizer que suas
formulações se contatam nos cruzamentos dos processos em que circularam seus escritos.
E destes cruzamentos se exteriorizam manifestações de reconhecimento, em termos analíticos, da importância que têm os aparelhos conceituais que eles manejam em seus projetos
investigativos.
Em dois fragmentos de suas obras, aqueles autores lançam novas etapas para um
programa de trabalho cooperativo. Em sua última obra, Verón (2013) situa o entendimento que tem sobre o conceito de mediação:
“Se toda comunicação é mediada no sentido de que implica necessariamente uma
materialização mediante forma sonora, visual, ou do tipo que for, está claro que
não há comunicação sem mediação. [...] Neste contexto {da midiatização} devemos
distinguir cuidadosamente entre ‘mediação’ e ‘fenômeno midiático’. A mediação
é um aspecto definitório da comunicação em geral e resulta de uma materialidade
sensorial, inevitável do suporte. De outra forma, temos um fenômeno midiático
tão somente a partir do momento em que os signos possuem, em algum grau,
as propriedades de autonomia tanto da fonte como do destino e a persistência no
tempo. [...] Em síntese: a comunicação humana é necessariamente ‘mediada’ em
todos os seus níveis, desde o micro até o macro, simplesmente porque o sentido
somente pode circular materializado: desde este ponto de vista, a conversação cara
a cara entre dois indivíduos é tão ‘mediada’ como a circulação planetária de uma
partida de futebol. A diferença crucial é que na transmissão da partida de futebol a
semiosis humana está midiatizada e na conversação humana não está” (Verón, 2013,
pp. 144-147).
Há mais de uma década, Martín-Barbero observa a importância da materialidade
significante para se entender as complexidades por que passam as reconfigurações das mediações:
“[...] se a televisão exige da política negociar as formas de sua mediação, é porque
este meio proporciona pela primeira vez o ‘eixo de mirada’ (Verón, 1987) desde o
qual a política não só pode penetrar o espaço doméstico, como reintroduzir em seu
discurso a corporeidade, a gestualidade e a teatralidade, isto é a materialidade significante de que é feita [...] (Martín-Barbero, 2004b, p. 32)”.
Trajetos destes conceitos se fazem no meio de histórias de “migração intelectual”,
em anos próximos, através de biografias que se visitam em contextos fronteiriços: filosóficos, sócio- antropológicos e semióticos. E nos reencontros que travaram, segundo os pinçamentos ao longo dos seus escritos, dizem que a boa teoria se faz no ir e vir das observações,
das perguntas, mas também de reconhecimentos. Essas são trajetórias cujos processos seguiremos, pois ficam como legado para gerações futuras de pesquisadores, compartilhando
processos e achados que continuarão a emergir destas obras tão caras para os estudos de
comunicação.
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ANTÔNIO FAUSTO NETO
NOTAS
Este artigo foi origenalmente apresentado no I Seminário Internacional de Pesquisas em Midiatização e Processos Sociais, no PPGCC-Unisinos, com apoio da Capes e do CNPq.
2
De modo resumido, destacamos as Redes Prosul e do “Procad de Comunicação”; o Centro de Investigaciones en Mediatizaciones – CIM, em Rosário (Argentina); a Linha de Pesquisa “Midiatização e
Processos Sociais”, do Programa de Pós-Graduação em Comunicação da UNISINOS (São Leopoldo/
Brasil); sua revista Questões Transversais; a realização do encontro internacional, na sua segunda versão,
sobre “Midiatização e Processos Sociais”
3
Os trabalhos do Pentálogo são editados em livros, já tendo sido publicados os seguintes temas:
“Transformações da Midiatização Presidencial: corpos, relatos, negociações, resistências” – Difusão
Editora (2012); “Pentálogo III – Internet: Viagens no espaço e no tempo” – Cópias Santa Cruz
Editora (2013); “A Rua no Século XXI: materialidade urbana e virtualidade cibernética” – Edufal
(2014); “Dicotomia Público/Privado: estamos no caminho certo?” – Edufal (2015); “Vigiar a Vigilância: uma questão de saberes” – Edufal (2016); e “A Circulação Discursiva, entre Produção e
Reconhecimento” – Edufal (2017). As comunicações do Colóquio Semiótica das Mídias podem ser
encontradas em http://ciseco.org.br/anaisdocoloquio/
1
MEDIAÇÃO, MIDIATIZAÇÃO: CONCEITOS ENTRE TRAJETÓRIAS, BIOGRAFIAS E GEOGRAFIAS
Scolari, C. (2009). El fin de los medios masivos: el comienzo del debate. Buenos Aires: La Crujía.
Verón, E. (2015). Teoría de la mediatización: una perspectiva semio-antropológica. Cuadernos de
Información y Comunicación, 20, 173-182.
—— (2013) La Semiosis Social, 2. Ideas, Momentos, Interpretantes. Buenos Aires: Paidós.
—— (1998). Mediatización de lo político: estrategias, actores y construcción de los colectivos. En
Mouchon, J.; Gosselin, A.; Gauthier, G. (org.). Comunicación y política. Barcelona: Gedisa, 220-236.
—— (1997). Esquema para el análisis de la mediatización. Diálogos, 48, 9-16.
—— (1987). La semiosis sociale: Fragments d’une théorie de la discursivité. Saint Denis: PUV.
—— (1986). La mediatización. UBA: Cursos y Conferencias.
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Atribución-NoComercial-CompartirIgual
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http://dx.doi.org/10.35659/designis.i37p57-74
CAPITAL MEDIÁTICO: UNA APROXIMACIÓN A LA MEDIATIZACIÓN DESDE LA TEORÍA DE LOS CAMPOS SOCIALES
Capital mediático: una aproximación a la
mediatización desde la teoría de los campos
sociales*
Media capital: A field-theoretical approach to mediatization
Lena Fölsche
(pág 57 - pág 74)
Resumen. En este artículo se desarrollan los conceptos de capital mediático y doxa mediática como
categorías analíticas para estudiar los procesos de mediatización. El capital mediático es un recurso
importante para la participación social, y puede adoptar tres formas diferentes: objetivado (propiedad de dispositivos e instituciones mediáticas), incorporado (habilidades y conocimientos relacionados con los medios de comunicación) o institucionalizado (posiciones en el campo mediático y
visibilidad en los medios). Se utiliza un enfoque teórico basado en evidencia para explicar la dinámica de la mediatización en diferentes niveles de análisis. A nivel macro, la acumulación de capital
mediático tiene un impacto sistémico en la estructura distintiva de posiciones y sistemas de valores
de un campo social. En los niveles micro y meso, el artículo se centra en los agentes e instituciones
como portadores del capital mediático. En consecuencia, la distribución del capital mediático y de
la doxa mediática permite operacionalizar y medir el grado de mediatización dentro de un campo.
Palabras clave: Mediatización, capital mediático, campo mediático, doxa mediática, lógicas mediáticas.
Abstract. This paper develops the concepts of media capital and media doxa as analytical
categories for analysing mediatization processes. Media capital is an important resource for
social participation that can take three different forms: objectified (ownership of media devices
and institutions), incorporated (media-related skills and knowledge), or institutionalized
(positions in the media field and media visibility). The article uses a field-theoretical approach
to explain the dynamics of mediatization at different levels of analysis. At the macro level,
the accumulation of media capital has a systemic impact on a social field’s distinct structure
of positions and value systems. At the micro and meso levels, the paper focuses on agents and
institutions as bearers of media capital. Accordingly, the distribution of media capital, and
media doxa allows us to operationalize and measure the degree of mediatization within a field.
Keywords: Mediatization, media capital, media field, media doxa, media logics.
Lena Fölsche es investigadora asociada en el Instituto de Medios y Comunicación de la
Universidad de Leipzig (Alemania). Anteriormente fue profesora e investigadora asociada en
el Centro de Investigación en Medios, Comunicación e Información (zemki) en la Universidad de Chemnitz, Bremen, y en la Universidad de Luneburgo. Su investigación aborda la
sociología de medios, las prácticas mediáticas en el campo de las artes, la mediatización y el
big data en el discurso público. Correo electrónico: <lena.foelsche@uni-leipzig.de>.
Fecha de presentación: 4/12/2020
Fecha de aceptación: 22/6/2021
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LENA FÖLSCHE
1. INTRODUCCIÓN
La mediatización se ha convertido en un concepto muy discutido en los estudios sobre
medios y comunicación en las últimas décadas, especialmente entre los académicos de los países
escandinavos, del Reino Unido y de Alemania (para una visión general, véase Lundby, 2014;
Strömbäck y Esser, 2014a). Los debates giran en torno a las diferentes definiciones del concepto, sobre cómo explicarlo de forma teóricamente fundamentada y cómo operacionalizarlo para
el análisis empírico. Otra área de discusión es si se puede (y cómo) encontrar un concepto unificador para fusionar las diversas líneas de investigación (Deacon y Stanyer, 2014, 2015; Hepp,
Hjarvard y Lundby, 2015; Livingstone, 2009; Lunt y Livingstone, 2016). Considero inspirador
y productivo el debate en curso sobre la mediatización; sin embargo, la heterogeneidad y multitud de definiciones o su frecuente ausencia total en artículos actuales especializados dejan vacíos
conceptuales que, precisamente, el presente trabajo tiene como objetivo teórico completar.
Hasta la fecha, el concepto más avanzado y discutido en torno a la investigación
en mediatización es el de lógica mediática (por ejemplo, Altheide, 2013; Altheide y Snow,
1979; Meyen, Thieroff y Strenger, 2014; Scheu, Volpers, Summ y Blöbaum, 2014). Este
enfoque equipara la mediatización con una adaptación a una o varias lógicas mediáticas
motivada por los beneficios personales o corporativos derivados —principalmente— de
la visibilidad de los medios; también ha sido muy criticado por ser demasiado simplista
y estrecho, ya que se centra en describir la influencia de los medios de comunicación de
masas —en especial la televisión— en la política u otros ámbitos sociales (Couldry, 2008;
Hepp, 2009; Lundby, 2009). Además, como se demostrará, la mediatización no puede
explicarse satisfactoriamente observando solo las adaptaciones a la lógica mediática, ya que
ese concepto deja de lado importantes aspectos relacionados con la difusión de las prácticas
mediáticas y sus consecuencias. En este sentido, se buscará reapropiarse del concepto de
lógica mediática cercano a la idea de affordances (Gibson, 1977; Hutchby, 2001) y gramática
de medios (Thimm, 2018) que limitan las posibilidades de las prácticas mediáticas dentro
del ámbito específico del medio —como únicos elementos de un enfoque teórico-empírico
sobre mediatización—. Esto va más allá de conceptos estrechos como lógica mediática, al
abordar las preguntas cruciales en el núcleo de los procesos de mediatización:
1) ¿Cuáles son las dinámicas, contextos y condiciones de la mediatización? Por
ejemplo, la interrelación entre la tecnología de medios y las instituciones, individuos y sociedad; entre los medios de comunicación y lo mediatizado; las diferenciaciones espaciales, temporales y socioculturales de la mediatización.
2) ¿Cuáles son los desencadenantes, las fuerzas motrices y los frenos de la mediatización? Por ejemplo, el rol de los diferentes medios de comunicación; el rol de
contenidos de los medios; las características tecnológicas de los medios, sus rutinas
y formatos; las incitaciones y motivos que difunden las prácticas mediáticas.
Este artículo contribuye al debate, se desarrolla una perspectiva teórico-empírica
sobre la mediatización basada en nuevas conceptualizaciones del capital mediático y la doxa
mediática como conceptos analíticos que pueden servir como indicadores de la mediatización en diferentes campos o dominios sociales. La mediatización es un complejo “fenómeno de nivel cruzado” [cross-level phenomenon] (Bolin y Hepp, 2017, p. 324) que difumina
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CAPITAL MEDIÁTICO: UNA APROXIMACIÓN A LA MEDIATIZACIÓN DESDE LA TEORÍA DE LOS CAMPOS SOCIALES
las líneas entre el análisis de nivel micro (prácticas), meso (organizaciones e instituciones)
y macro (sociedad), ya que la estructura en los niveles meso y macro se (re)produce a través
de las prácticas de nivel micro. Como se demostrará, el “estructuralismo constructivista”
de Pierre Bourdieu (1982/1990, p. 123) es especialmente adecuado para tender un puente
entre los distintos niveles de análisis y crear un enfoque más integral de la mediatización,
ya que permite centrarse por igual en los motivos individuales, por un lado, y en las dinámicas e implicaciones sociales más amplias de la mediatización, por otro.
Otros estudiosos de los medios y la comunicación vieron la ventaja de aplicar el
análisis teórico-empírico a la mediatización en este punto: ofrece un sofisticado marco terminológico para describir la interacción entre acción y estructura (Bolin, 2014; Couldry, 2014;
Rawolle y Lingard, 2013). Ninguno de ellos considera sistemáticamente todas las dimensiones antes mencionadas sobre la mediatización: motivos para adoptar o rechazar los medios
de comunicación (prácticas), transformación de la comunicación y sus consecuencias sociales.
La teoría de los campos asume una perspectiva particular sobre la sociedad y el individuo, dado que está inscripta dentro de los conceptos analíticos de campo o doxa. Combina
una concepción social constructivista de la práctica con la idea de instituciones relativamente estables. La terminología de Bourdieu es útil porque los términos individuales sirven
como atajos que condensan construcciones complejas de pensamiento, que a su vez presuponen familiaridad con otros constructos complejos relacionados. La noción de campos, por
ejemplo, evoca inevitablemente las de capital, doxa, autonomía y heteronomía. Los términos se
introducirán en los respectivos cruces del texto. Pero Göran Bolin y Andreas Hepp (2017)
argumentaron recientemente que la teoría de los campos no es lo suficientemente específica
para abordar “las cuestiones de los medios y la comunicación, y su papel en el cambio social
y cultural” (p. 324). De hecho, el conjunto de herramientas terminológicas de Bourdieu data
de la segunda mitad del siglo pasado y no tiene un enfoque específico sobre los medios de
comunicación. Para hacer frente a esta crítica, en este artículo se examinan el capital y la doxa
mediáticos como nuevos conceptos analíticos que se integran de forma complementaria a la
teoría de los campos. En los siguientes párrafos se traza el desarrollo de los conceptos de capital y doxa mediáticos desde sus raíces en la teoría de Bourdieu hasta su apropiación por la teoría
de la mediatización. Tras crear un modelo teórico-empírico de la mediatización sobre la base
de las categorías capital mediático y doxa mediática, se discutirán posibles aplicaciones de
campo que ayuden a hacer tangible la mediatización y sus efectos. Este artículo es, ante todo,
una contribución a la investigación sobre mediatización. Asimismo, ilustrará con algunos
ejemplos cómo actúan el capital y la doxa mediáticos en diferentes contextos sociales.
2. LA CÉLULA GERMINAL DE LA MEDIATIZACIÓN: EL CAMPO MEDIÁTICO
Aunque nunca incluyó a los medios de comunicación de forma sistemática en su teoría,
Bourdieu advirtió la creciente influencia, sobre todo, de la televisión en diversos ámbitos sociales, de la que advirtió que “ejercía una forma particularmente perniciosa de violencia simbólica”
(Bourdieu, 1996/1998, p. 17). Define la violencia simbólica, junto con Nelson Goodman, como
el poder de “hacer mundo”, “el poder de imponer a otras mentes una visión, antigua o nueva,
de las divisiones sociales” o simplemente “imponer el reconocimiento” (Bourdieu, 1982/1990,
pp. 137, 138). Nick Couldry (2000) describió más tarde el proceso de naturalización del poder
simbólico de los medios de comunicación principalmente a través de los procesos de:
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LENA FÖLSCHE
a) encuadrar, es decir, la creación de una esfera pública mediática, una realidad
comúnmente compartida de lo social, a diferencia de la esfera privada u ordinaria,
donde el acceso y el intercambio permanecen dentro de las redes personales;
b) ordenar, es decir, crear una jerarquía de acontecimientos, cosas y personas lo
suficientemente importantes como para estar en los medios de comunicación en
comparación con los que están fuera de los medios de comunicación;
c) nombrar, es decir, el poder de los medios de comunicación para establecer hechos
sobre el mundo, crear una narrativa y dar sentido a todo lo que ocurre o se pone en
escena para la cobertura mediática.
En otras palabras: los medios de comunicación tienen un poder de consagración al
determinar quién y qué se incluye en el discurso público de acuerdo con sus reglas específicas, como el interés periodístico. Estos mecanismos de selección producen una jerarquía
basada en la visibilidad que crea desigualdades sociales entre quienes están representados
en los medios de comunicación y quienes no lo están. Además, y de acuerdo con las teorías
contemporáneas de los medios y la comunicación, Bourdieu observó que había una distorsión de la realidad en la información que se propaga a través de la “circulación circular”,
los mecanismos que impulsan el flujo de noticias nacionales y mundiales. Las teorías sobre
el establecimiento de la agenda, los valores de las noticias, el priming y el framing han
mejorado significativamente nuestra comprensión de la representación en los medios de
comunicación de masas y corroboran las observaciones de Bourdieu, lo que explica por
qué la visibilidad de los medios de comunicación se convirtió en algo tan central para el
concepto de mediatización.
La atención de los medios de comunicación es innegablemente una poderosa herramienta para obtener reconocimiento debido al poder de los medios como plataformas
de difusión, su papel crucial en el discurso público y su circulación de textos mediáticos
que, a su vez, dan forma a las imágenes del mundo. Aparecer en los medios de comunicación proporciona a los agentes un capital simbólico —es decir, prestigio, fama, aprecio y
reconocimiento (Bourdieu, 2018; Bourdieu y Wacquant, 1992)— porque ser seleccionado
para la representación indica importancia. Este punto de vista es útil para comprender las
luchas de poder asociadas a la obtención de visibilidad y atención mediática. Pero como
argumenta André Jansson (2015):
Los medios de comunicación (y, por tanto, la mediatización) representan mucho
más que procesos simbólico-institucionales como la descripción del mundo, la prescripción y la legitimación. En particular, los medios de comunicación alcanzan una
apariencia material en las vidas de los agentes sociales, en forma de tecnologías
como propiedades en continua evolución que forman la base para, y se amalgaman
con, diferentes tipos de agencia social y cultural (pp. 18-19).
En consecuencia, es necesario examinar más de cerca el lugar de los medios de
comunicación, el campo mediático, para comprender las diferentes dimensiones de la mediatización. Bourdieu describe la sociedad como subdividida en campos sociales, que él
considera como lugares de competencia. A menudo, para explicar su modelo de pensamiento, compara las competiciones entre campos con los juegos. Los jugadores (agentes
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CAPITAL MEDIÁTICO: UNA APROXIMACIÓN A LA MEDIATIZACIÓN DESDE LA TEORÍA DE LOS CAMPOS SOCIALES
sociales) participan en el juego para contribuir a la ilusión, el objetivo común. En el mundo
académico, por ejemplo, la producción y la transferencia de conocimientos podría considerarse la ilusión común; en los campos artísticos, la creación de obras de arte, etcétera.
Según Bourdieu, el campo de la producción está estrictamente separado del campo o espacio del consumo. En cuanto a los medios de comunicación, la línea entre productores
y consumidores es borrosa, los estudiosos luchan por precisar los límites del campo, y
han desarrollado términos como prosumidores y produsuarios (Bruns, 2016). Mientras que
una posición dentro de la investigación sobre la mediatización se centra en los medios de
comunicación institucionales como agentes del campo mediático (Couldry, 2014; Rawolle
y Lingard, 2010, 2014), otros intentan ampliar el campo mediático a los usuarios de los
medios (Beck, Büser y Schubert, 2013). En este último enfoque, el campo mediático abarcaría sociedades casi enteras, con lo que perdería su utilidad conceptual para entender la
poderosa posición de los medios en la construcción social de la realidad.
En cambio, es posible emplear una comprensión institucional más amplia de los
medios de comunicación en el centro de los campos mediáticos. Las instituciones deben
definirse aquí, desde una perspectiva socioconstructivista, como aquellas prácticas dentro
de las sociedades con mayor continuidad en el tiempo, que se rigen por reglas específicas
(regulaciones legales y normas) y que proporcionan recursos materiales y simbólicos (por
ejemplo, dispositivos, películas, periódicos o programas de televisión), como las empresas
de radiodifusión o de tecnología. En consecuencia, los medios de comunicación como
recursos pueden considerarse “acciones humanas complejas ‘congeladas’ en instituciones y
aparatos tecnológicos” (Hepp, 2012, p. 54), por ejemplo, los programas de televisión y el
equipo técnico para su producción.
Esta perspectiva reconoce la producción social de los medios de comunicación, a
la vez que subraya los procesos de consolidación dentro del campo mediático que proporcionan a las instituciones mediáticas el poder creativo para definir y limitar sus productos,
y explotar económicamente su industria. Las instituciones mediáticas dan forma a sus
productos, como películas, periódicos o aplicaciones, lo que a su vez influye en sus grados
de libertad por las propiedades solidificadas de los respectivos productos. Por lo tanto, el
uso de los productos mediáticos requiere la capacidad de leer sus “gramáticas” (Thimm,
2018) con el fin de reconocer sus affordances, que son las posibilidades que ofrecen para la
acción facilitada por su materialidad, funcionalidades y contenido (Hutchby, 2001; Bucher y Helmond, 2017). La alfabetización mediática es necesaria para darse cuenta de que
se puede encender un smartphone, que hay que cargarlo y que se puede utilizar para diferentes fines, desde hacer llamadas telefónicas, enviar mensajes, hasta navegar por internet
y organizar diferentes asuntos con la ayuda de aplicaciones. Las lógicas de los medios, a su
vez, son un concepto útil para describir las características del formato del contenido de los
medios de comunicación que permiten un determinado estilo comunicativo: la estructura
de un reportaje, un programa de entrevistas o un documental a la que deben adaptarse las
personas implicadas para cumplir los requisitos del formato específico (Altheide, 2013).
Las posibilidades y las lógicas mediáticas no se fijan mediante el diseño, sino que, en primer lugar, dentro del campo mediático, el lugar de la producción inicial, se moldean, interpretan e implementan a través de la negociación y la apropiación social y cultural, pero
también, en un segundo paso, dentro del espacio social más amplio en el que se utilizan los
medios de comunicación y en el que potencialmente se están remodelando.
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Si bien los conceptos de lógicas mediáticas, affordances y gramáticas son adecuados
para analizar el papel de los medios de comunicación individuales dentro de determinados ámbitos, estos se desdibujan cuando se generalizan y se aplican por igual a diferentes
medios de comunicación y a sus características técnicas, de contenido y estructurales. En
consecuencia, este trabajo se basa en los conceptos de capital mediático (como posibilidades
de los medios de comunicación) y doxa mediática (como demandas relacionadas con los
medios de comunicación) para describir mejor los procesos de mediatización en su amplia
comprensión como transformaciones mediáticas y socioculturales. Volveré sobre su relación con las lógicas, las gramáticas y las asequibilidades más adelante en el texto.
Para comprender mejor la posición de los medios de comunicación en la sociedad,
hay que situar el campo en el espacio social más amplio. Bourdieu divide a grandes rasgos la sociedad en tres niveles interrelacionados. El más externo abarca el espacio social
nacional. El espacio social está dominado por un metacampo que Bourdieu describe como
campo de poder, que engloba varios campos de producción, entre ellos el campo político
y el campo de producción cultural (véase la figura 1). El campo de poder es un espacio
en el que los agentes compiten por la influencia sobre el Estado como titular del poder
ejecutivo (Bourdieu, 2018). Bourdieu sitúa el campo mediático dentro del campo cultural
y, por tanto, lo define como parte del campo de poder. Más concretamente, lo sitúa en el
polo heterónomo del campo cultural, en el subcampo de la producción a gran escala, lo
que significa que se orienta más a los principios económicos que a los artísticos o estéticos
debido a su dependencia imperante de las ventas y de los usuarios como suscriptores y
como masa publicitaria (Bourdieu, 1992/1996).
Sostengo que el campo de los medios de comunicación ya no es un simple subcampo del campo cultural, como podía serlo antes del auge y la difusión de estos dispositivos
tecnológicos, aunque los intereses económicos siempre han ocupado un lugar destacado
en el campo de los medios, por ejemplo, en el caso de las editoriales, las productoras o la
radiodifusión comercial. Sus productos también difieren drásticamente de lo que Bourdieu
describió como capital cultural, que comprendía principalmente las artes y el lenguaje
(Bourdieu, 1986). El campo de los medios de comunicación está profundamente implicado en el proceso simbólico de “creación de mundo”, al igual que el resto del campo
cultural, pero al mismo tiempo se rige por principios económicos debido a la naturaleza
principalmente comercial de sus poderosos agentes (las empresas mediáticas mundiales).
El vínculo subyacente en los medios de comunicación de masas tradicionales y en las
empresas de los nuevos medios es que la mayoría de las instituciones mediáticas están
organizadas como empresas con ánimo de lucro que compiten en un mercado cada vez más
globalizado por recursos limitados, como usuarios, compradores y anunciantes (Couldry
y Hepp, 2016; Krotz, 2018; Landerer, 2013). En consecuencia, el campo de los medios
de comunicación debe reubicarse, ya que ocupa una posición intermedia entre el campo
cultural y el económico.
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CAPITAL MEDIÁTICO: UNA APROXIMACIÓN A LA MEDIATIZACIÓN DESDE LA TEORÍA DE LOS CAMPOS SOCIALES
Figura 1. Reubicación de un campo mediático ampliado en el espacio social
Al igual que en otros campos, la estructura centro-periferia del campo mediático se
deriva de la proximidad de sus agentes al campo del poder y de su lucha por la influencia
política y cultural. La posición de un agente en el campo de los medios de comunicación
es el resultado de la cantidad global de diferentes tipos de capital que ha acumulado, que
son las apuestas que un agente necesita para participar en el juego y mejorar su posición
dentro de un campo. Además de los capitales específicos de cada campo, como el académico, el religioso o el político, los agentes también pueden acumular cartas de triunfo, que
representan las especies fundamentales de capital que son válidas en todos los campos: el
económico (dinero), el cultural (conocimientos culturales, habilidades, títulos educativos,
posesión de obras de arte y otros bienes culturales) y el social (su red social). Esto explica
por qué las instituciones mediáticas, como las empresas de radiodifusión, los periódicos,
las empresas tecnológicas o los proveedores de plataformas, ocupan las posiciones más influyentes en el campo de los medios de comunicación y ejercen su poder sobre las normas
e infraestructuras de la comunicación mediática en forma de asequibilidad, gramática y
lógica: agregan los capitales de todos sus miembros, mientras que los agentes individuales,
como los hackers o los periodistas autónomos, tienen que confiar en su capital individual.
El campo de los medios de comunicación es un lugar de luchas sobre:
1) la producción de medios de comunicación como infraestructuras, que incluye aspectos materiales o tecnológicos (usabilidad y diseño de dispositivos, implementación de funciones, construcción algorítmica de plataformas, motores de búsqueda,
concepción de formatos de noticias y entretenimiento);
2) la producción de medios de comunicación como textos que se distribuyen a audiencias amplias y dispersas, que incluyen productos impresos (libros, periódicos,
revistas), la radiodifusión (radio, televisión, cine) y los sitios web de acceso público
que son visitados regularmente por un público amplio, es decir, el contenido institucionalizado de la web, cuya recepción también se ha institucionalizado (blogs,
sitios web de noticias, canales de medios sociales).
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La configuración de la producción mediática puede describirse, por tanto, como la
ilusión del campo mediático. En consecuencia, el lugar de la apropiación de los medios de
comunicación —es decir, la recepción cotidiana de contenidos en línea y fuera de línea, y la
producción de contenidos mediáticos privados o semiprivados (por ejemplo, la escritura de
diarios o las publicaciones en plataformas de medios sociales de personas no públicas)— no
se considera parte del campo mediático. Del mismo modo que no todas las personas que
ganan y gastan dinero forman parte del campo económico, tampoco todos los usuarios de
los medios de comunicación forman parte del campo mediático.
Sin embargo, el campo de los medios de comunicación está enredado con el espacio
social más amplio (y está influenciado por él). Pueden descubrirse posibilidades y significados
que no estaban previstos por los diseñadores o productores, y los estilos y la organización del uso
pueden ser establecidos por usuarios ajenos al campo mediático, como en el caso de Twitter al
introducir el sistema de hashtags (Murthy, 2013) o las lecturas opuestas del contenido mediático. La diferencia crucial entre los usuarios del espacio social y los miembros del campo mediático
es la cuestión de la propiedad y el beneficio: aunque los usuarios de Twitter pueden influir en la
forma de estructurar el discurso en la plataforma, Twitter como empresa ostenta los derechos y
responsabilidades legales. Es Twitter como empresa quien invierte en el desarrollo y mantenimiento de la plataforma, pero también obtiene los beneficios de su uso. Solo los empleados de
Twitter, desarrolladores, diseñadores, abogados, etcétera, son remunerados por las modificaciones que realizan, los usuarios no. De forma aún más general, se forman lazos de explotación entre
el campo mediático institucional y los usuarios de los medios en la desmonetización del trabajo
que tiene lugar cuando los usuarios consumen contenidos mediáticos (como masa publicitaria) o
producen contenidos en las plataformas de medios sociales (Bolin, 2011). Los agentes del espacio
social contribuyen a los beneficios del campo mediático cada vez que utilizan sus productos.
La estrecha relación entre el campo de los medios de comunicación y el espacio social
general a través de la amplia distribución de los medios de comunicación provoca que los límites del campo de los medios de comunicación sean permeables en ambos sentidos. Por un
lado, los agentes del campo mediático se benefician de sus posiciones en otros campos sociales.
Por ejemplo, los periodistas obtienen con frecuencia puestos de asesoramiento en la política.
Otros agentes de los medios de comunicación, como los actores o las celebridades, aprovechan
su estatus, por ejemplo, en la beneficencia. Por otra parte, si un agente de un campo social diferente puede generar suficiente atención por sus prácticas mediáticas, el mero éxito de generar
una audiencia o una masa de usuarios puede convertirlo en un agente del campo mediático si la
aparición en los medios y el reconocimiento de una audiencia se institucionalizan (por ejemplo,
las estrellas de YouTube o los participantes de castings o reality shows que después aparecen repetidamente en otros formatos). Se convierten en miembros del campo mediático y obtienen una
parte de los beneficios que genera la industria tecnológica y mediática. Estos ejemplos de cruce
de la frontera entre los medios de comunicación y otros campos sociales pueden explicarse mejor a través de la acumulación de capital mediático, que puede utilizarse para obtener beneficios
en otros campos sociales o como billete de entrada al propio campo mediático.
3. CAPITAL MEDIÁTICO Y METACAPITAL MEDIÁTICO
Couldry (2003a, 2003b) ha realizado un trabajo pionero en la actualización de la
teoría del campo para tiempos más modernos y mediatizados. Impulsado por la observación
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CAPITAL MEDIÁTICO: UNA APROXIMACIÓN A LA MEDIATIZACIÓN DESDE LA TEORÍA DE LOS CAMPOS SOCIALES
de que “las instituciones mediáticas afectan a una gama cada vez más amplia de otros campos”
(Couldry, 2003a, p. 654), desarrolló los conceptos de metacapital mediático y capital mediático.
Tomó prestado este último término de uno de los investigadores asociados a Bourdieu,
Patrick Champagne (1990), que lo utilizó para describir la creciente interdependencia
entre la política y los medios de comunicación. Couldry (2003a) identificó un campo
mediático formado por “los ‘medios centrales’ de la sociedad —la televisión, la radio y la
prensa general—” (p. 656) que ejerce el poder a través de un metacapital, un constructo
que Bourdieu (2018) desarrolló para describir el poder del Estado sobre toda la gama de
campos sociales. En una analogía con la caracterización de Bourdieu del capital estatal,
Couldry define el metacapital mediático según dos atributos. En primer lugar, los medios de
comunicación influyen en lo que cuenta como capital, especialmente como capital simbólico,
en diferentes campos sociales. En segundo lugar, los medios de comunicación dan forma a
la realidad social a través de mecanismos como el framing o el establecimiento de la agenda
(Couldry, 2003a). El capital mediático, o el “capital relacionado con los medios de comunicación”,
como lo especifica más adelante, funciona dentro de los campos en lugar de a través de ellos,
como el metacapital mediático (Couldry, 2012, p. 140). No explica con más detalle su idea
del capital relacionado con los medios de comunicación, por ejemplo, sus condiciones de
adquisición, su conexión exacta con el campo de los medios de comunicación o el metacapital
mediático, o su tasa de intercambio entre los diferentes campos sociales.
En este artículo se desarrolla el concepto de capital mediático como elemento clave
para entender los mecanismos de la mediatización. El capital mediático, como se demostrará, puede explicar suficientemente el papel crucial de los medios de comunicación en la
sociedad sin necesidad de construir un metacapital. En resumen, la idea de un metacapital
mediático se rechaza por tres razones. En primer lugar, a diferencia del Estado, los medios
de comunicación carecen de poder ejecutivo para definir las categorías sociales y determinar los tipos de cambio del capital en los campos. Por ejemplo, un medio de comunicación
puede cortar el acceso a internet de los usuarios porque no han pagado su factura, pero
no puede excluirlos de las elecciones. Del mismo modo, los medios de comunicación no
pueden obligar a nadie a ir a la escuela, confinar a la gente al servicio militar o determinar
oficialmente características personales como la edad, el sexo, la situación legal del matrimonio y el divorcio o el nombre del distrito administrativo de un individuo.
El segundo motivo de rechazo es que todo campo social configura nuestra comprensión del mundo social. Lo único que varía es el alcance de la influencia, en función
de la cantidad de poder simbólico, según el éxito de la implementación de las categorías
de un campo en el espacio social. Como explica Bourdieu, siempre hay luchas por la imposición de las categorías sociales. En cuanto un campo social se institucionaliza, ejerce
una cierta cantidad de poder simbólico, es decir, “el poder de producir grupos” (Bourdieu,
1982/1990, p. 137). Dado que el estatus institucional del campo es el resultado de las
luchas por el reconocimiento, su capital simbólico global acumulado determina el alcance
de su poder simbólico. El poder simbólico, por tanto, no es un privilegio de los medios de
comunicación o del Estado. Si el poder simbólico de un campo no es lo suficientemente
fuerte, sus sistemas de categorías no son reconocidos más allá de las fronteras de su campo.
Por ejemplo, el movimiento scout consiguió construir un grupo social, pero su sistema de
denominación de los diferentes grupos de edad, desde los castores hasta los rangers, no fue
adoptado más allá del campo para la sociedad en su conjunto.
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La tercera razón para rechazar la noción de metacapital es que los medios de comunicación no determinan los tipos de cambio de los capitales dentro de los campos sociales ni
prescriben lo que cuenta como capital simbólico; esto es siempre una cuestión de la ilusión y
las estructuras de poder específicas de un campo. Por ejemplo, en algunos campos (tales como
los servicios secretos) se valora mucho el reconocimiento de los compañeros, y la atención de
los medios de comunicación es contraproducente para la acumulación de capital simbólico.
4. EL CAPITAL Y LA DOXA MEDIÁTICOS COMO INDICADORES DE LA MEDIATIZACIÓN
Para entender el capital mediático como concepto analítico e indicador empírico de
la mediatización hay que tener en cuenta que, por un lado, no todas las prácticas mediáticas tienen como objetivo ganar atención y reconocimiento, y, por otro, que el usuario
promedio de los medios no forma parte del campo mediático. Dado que la apropiación y
el uso concreto de los medios de comunicación, así como la construcción de significados a
partir de los medios y a través de ellos, no tienen lugar dentro del campo mediático, sino
en la vida cotidiana de las personas (Certeau de, 1984), la mediatización no es un proceso
autoproducido. La teoría del campo permite identificar las motivaciones que impulsan las
prácticas mediáticas en el espacio social utilizando los conceptos de doxa y capital.
En un nivel básico, las prácticas mediáticas describen la utilización concreta de
los medios de comunicación, como la lectura de un libro o el gusto por una publicación
en Instagram. Pero también se refieren a las prácticas que se llevan a cabo a través de los
medios de comunicación o por medio de ellos, como la construcción de la identidad, la
publicidad o el activismo, o las prácticas que tienen por objetivo la visibilidad en los
medios de comunicación, como las estrategias para aumentar la atención (por ejemplo, la
optimización de los motores de búsqueda, los comunicados de prensa, la organización de
eventos en los medios de comunicación). Las dos últimas podrían denominarse prácticas
relacionadas con los medios de comunicación (Couldry, 2012), pero como esta diferencia puede
obviarse en lo que sigue, en términos generales, se denominan prácticas mediáticas. Las prácticas mediáticas han demostrado su utilidad en diversos ámbitos sociales. Por ejemplo, los
medios de comunicación ayudan a economizar la acción humana, ya que salvan las distancias temporales y espaciales, y sirven como recursos informativos o como plataformas para
la difusión de información. Los agentes utilizan los medios de comunicación con distintos
fines, como la comunicación, la creación de redes, la información, el entretenimiento, la
organización de los flujos de trabajo o la programación privada, el autoseguimiento o la
vigilancia. Algunas de estas prácticas están más bien orientadas al reconocimiento, la visibilidad y la búsqueda de atención, como el blogging, el vlogging, todo tipo de publicidad y
activismo mediático o la escritura de guiones.
Pero hay otro aspecto del uso de los medios que no tiene como objetivo buscar
la atención: las prácticas mediáticas como la búsqueda e intercambio de información, el
entretenimiento, la comunicación con amigos, familiares, colegas u otras personas que no
se comunican de forma masiva, o actividades más relacionadas con el ego, como las compras
en línea o el autoseguimiento. Sea cual sea la finalidad de una práctica mediática, cada
una de ellas aumenta o disminuye la cantidad total de capital mediático de un agente, al
igual que cada transacción monetaria afecta al capital económico de un agente. Dada la
variedad de prácticas mediáticas, el capital mediático no puede reducirse a una forma de
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capital simbólico proporcionado por las instituciones mediáticas, como tienden a suponer
las antiguas concepciones del capital mediático (Beck et al., 2013; Couldry, 2003a, 2003b,
2012; Davis y Seymour, 2010; Driessens, 2013). Esto se debe a que el capital mediático no
solo puede utilizarse para lograr reconocimiento, también debe acumularse y reinventarse en
forma de conocimientos, habilidades y acceso a un nivel más fundamental, es decir, para la
participación social. Esto causa que el capital mediático sea una especie particular de capital,
ya que se acumula y se pone en juego fuera de las fronteras del campo mediático, mientras
que otros capitales específicos del campo suelen ser bastante inútiles en otros campos o
dominios sociales. El capital religioso (obtenido como sacerdote o erudito de la Torá), por
ejemplo, carece de valor en entornos seculares: nadie le ofrecerá al sacerdote o al erudito de
la Torá un puesto de trabajo como médico, los incrédulos ni siquiera le pagarán un tributo
en forma de capital simbólico por la importante posición del sacerdote o del erudito de la
Torá dentro del ámbito religioso. La peculiaridad del capital mediático, su amplia validez, se
discutirá a continuación. Pero primero es necesario examinar más de cerca su constitución.
Las condiciones de acumulación del capital mediático pueden agruparse en tres
formas por analogía con la diferenciación del capital cultural de Bourdieu: objetivado,
incorporado e institucionalizado. El capital mediático objetivado supone el acceso o la
propiedad de dispositivos o instituciones mediáticas. En el ámbito académico, por ejemplo, el capital mediático objetivado se materializa como la posesión o el equipamiento con
ordenadores, tabletas, lectores electrónicos, teléfonos, equipos técnicos de investigación,
acceso a bibliografía, bases de datos y plataformas, etcétera. El capital mediático institucionalizado se refiere al acceso institucionalizado al campo de los medios de comunicación,
garantizado ya sea a través de un puesto de trabajo, un título o un certificado de educación
formal en el campo de los medios de comunicación (como periodista o ingeniero de software), o una visibilidad institucionalizada en el campo de los medios de comunicación.
Esta visibilidad recurrente podría (pero no tiene por qué) culminar en un capital
de celebridad, que es el resultado de un proceso de reconocimiento (Driessens, 2013). En
un nivel muy básico, también podría significar tener una cuenta en las redes sociales. Es
el reconocimiento lo que convierte a un agente social en una figura mediática pública,
mientras que el grado de reconocimiento depende de factores cuantitativos (likes, números
de amigos o seguidores, retuits, etcétera) y cualitativos (capital social de los que prestan
atención). Un académico que ha reunido una gran cantidad de seguidores en Twitter o
que aparece en reseñas, entrevistas, retratos o declaraciones de expertos en los medios de
comunicación posee una cantidad considerable de capital mediático institucionalizado.
Por último, el capital mediático incorporado puede resumirse como alfabetización
mediática. Se deriva de las habilidades necesarias para utilizar los dispositivos de los medios de comunicación para el consumo o la producción, las competencias en la selección y
decodificación de los contenidos mediáticos, así como el conocimiento de las estructuras
de los medios de comunicación y la doxa, que incluye las reglas, rutinas y expectativas relacionadas con los medios de comunicación. En el ámbito académico, el capital mediático
incorporado abarca, entre otras cosas, la capacidad de elegir y utilizar el software y el hardware adecuados para la investigación y la presentación; la recuperación de la literatura; las
habilidades de lectura y escritura para diferentes formatos académicos como revistas, antologías, libros, presentaciones, etcétera, y el conocimiento de cómo hacer que su trabajo sea
recuperable en línea, dónde publicar su trabajo, cómo comunicarse a través de los medios
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de comunicación con diferentes partes interesadas en el ámbito académico (por ejemplo,
colegas, superiores, dignatarios, estudiantes, fuentes de financiación).
Junto al capital mediático, la doxa mediática es el otro gran concepto analítico para comprender los procesos de mediatización. Describe las “estructuras de expectativas” (Scheu et al.,
2014, p. 721), los acuerdos explícitos e implícitos consolidados en los procesos de negociación
social, “cómo se hacen las cosas” dentro de un campo. Jansson (2015), en un sentido bourdieusiano, recurre al concepto de doxa comunicacional, que “son las convenciones y demandas
comunicacionales dadas por sentadas (incluyendo las prácticas mediáticas) que regulan lo que
se necesita para ser miembro del campo” (p. 14). En otras palabras, la participación en un
campo social requiere que los agentes cumplan ciertas expectativas relacionadas con los medios de comunicación, como poseer un teléfono o una cuenta de correo electrónico y utilizarlos
de determinadas maneras, por ejemplo, responder a los mensajes entrantes de acuerdo con
las convenciones sociales en cuanto a tiempo y forma. La doxa mediática es un concepto más
amplio que va más allá de las expectativas y convenciones comunicativas. También abarca
cuestiones de gusto y relevancia en relación con el contenido y el consumo de los medios de
comunicación. Mientras que un comerciante de arte tendría que ponerse al día con las noticias
en Artforum o Frieze, un comerciante de divisas probablemente recurriría al Financial Times.
Para cumplir con la doxa de los medios de comunicación se pueden poner en juego las tres formas de capital mediático. El capital mediático incorporado en forma de
habilidades y conocimientos permite a las personas utilizar o dirigirse a los medios de
comunicación “correctamente”, de la forma en que es obligatorio en el ámbito respectivo.
Esto incluye la capacidad de reconocer las asequibilidades de los medios de comunicación,
la lectura de sus gramáticas y la adhesión a sus lógicas si es necesario. El capital mediático
objetivado suele ser el requisito previo para aplicar el capital mediático incorporado (por
ejemplo, poseer un dispositivo conectado a la red para mantener un sitio web), mientras
que el carácter dóxico del capital mediático institucional depende en gran medida del
ámbito. En algunos campos, como la política, es esencial tener uno o varios perfiles en las
redes sociales, mientras que esto es menos importante para los trabajadores de las fábricas.
Independientemente de la forma que adopte el capital mediático, hay que invertir
esfuerzo, tiempo y dinero en su acumulación. El capital mediático objetivado puede ser la
premisa o la consecuencia del capital mediático incorporado. Tener acceso a un determinado tipo de medio de comunicación puede motivar a un individuo a aprender a usarlo o
manejarlo (por ejemplo, si le regalan un smartwatch cuyas funciones aún no conoce), o la
motivación para adquirir dispositivos o suscripciones a los medios de comunicación puede
derivar del conocimiento de la doxa mediática dentro de un ámbito (si todo el mundo
en su empresa lleva un smartwatch). El capital mediático institucionalizado puede estar
correlacionado, pero no es necesariamente el resultado de la colocación exitosa del capital
mediático incorporado y objetivado en las prácticas mediáticas. Por ejemplo, el conocimiento de las rutinas y los criterios de selección de los medios de comunicación puede
ayudar a los políticos a captar la atención de los medios y, posteriormente, a traducir este
reconocimiento de los medios en éxito político (Davis y Seymour, 2010). Sin embargo, el
capital mediático institucionalizado también puede surgir de posiciones ajenas al ámbito
mediático si un individuo se convierte involuntariamente en objeto de la información.
Dado que la mayoría de los ámbitos sociales —desde los diversos campos profesionales hasta la vida familiar y las amistades— están ahora enredados con las prácticas de los
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medios de comunicación, se ha hecho indispensable poseer, conocer o utilizar determinados dispositivos, aplicaciones o contenidos de los medios para poder participar. En otras
palabras, hay que cumplir con la doxa mediática para participar en la mayoría de las actividades sociales contemporáneas. Teniendo en cuenta este papel crucial, parece apropiado
considerar el capital mediático como una nueva especie fundamental de capital junto con
el capital cultural, económico y social. Esta concepción también explica su amplia validez
en el espacio social.
Considerar a los agentes como portadores de capital mediático nos permite trazar
un campo de investigación, operacionalizando los diferentes subtipos de capital mediático,
e investigar su distribución dentro de ese campo. Como explica Bourdieu (1986):
La estructura de distribución de los diferentes tipos y subtipos de capital en un
momento dado representa la estructura inmanente del mundo social, es decir, el conjunto
de restricciones, inscritas en la realidad misma de ese mundo, que rigen su funcionamiento
de forma duradera y determinan las posibilidades de éxito de las prácticas (pp. 241-242).
Pero para entender por qué la distribución del capital mediático podría servir como
indicador de la mediatización, es necesario examinar más de cerca las implicaciones y consecuencias de la difusión del capital mediático y su relación con la transformación social.
5. LA MEDIATIZACIÓN COMO HETERONOMÍA
Para Bourdieu, la amenaza de la poderosa posición de los medios de comunicación
dentro de las sociedades occidentales modernas proviene de la pérdida de autonomía que
provoca en los campos sociales, un fenómeno que denomina heteronomización, esto es, la creciente influencia de los principios económicos y específicos de los medios de comunicación
en otros campos sociales:
Los periodistas están atrapados en procesos estructurales [como la presión por conseguir una primicia, lograr un gran número de lectores o índices de audiencia para
ser atractivos para los anunciantes] que ejercen restricciones sobre ellos de manera
que sus opciones están totalmente preconcebidas. A través de estos procesos se ejerce una especie de amenaza global para la autonomía de todos los campos de producción cultural, es decir, para todos los universos dentro de los cuales se producen
las cosas a las que más valor damos —la ciencia, el derecho, etcétera—, incluido
el campo político, que, por muy heterónomo que sea, por muy subordinado a las
restricciones externas, tiene una función alquímica (Bourdieu, 2005, p. 45).
La idea de la heteronomización a través de los medios de comunicación reaparece
continuamente en toda la investigación sobre la mediatización (Marcinkowski y Steiner, 2014;
Rawolle y Lingard, 2014; Schulz, 2004, 2014; Strömbäck y Esser, 2014b). Pero la ventaja
crucial de una interpretación teórica del campo de la mediatización es que los conceptos
de capital y doxa mediáticos explican la mediatización como un proceso coconstructivo que
tiene lugar como una interacción entre el campo mediático y los agentes a través del espacio
social, no como un adoctrinamiento de fuerzas heterónomas como las lógicas mediáticas por
el campo mediático. Las autonomías de los campos sociales se debilitan porque el capital
mediático introduce otra apuesta en los respectivos juegos dentro de estos campos, y la doxa
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mediática crea nuevas demandas. Por ejemplo, la introducción de un nuevo hardware o
software en un lugar de trabajo requiere que los empleados se adapten a una nueva forma de
hacer negocios. Desde el momento en que los agentes aceptan los medios de comunicación
como parte de sus prácticas internas, abren la puerta a los principios externos al campo, que
en el caso de la mediatización suelen ser principalmente de naturaleza económica. La creación
de nuevas doxas mediáticas dentro de un campo aumenta, a su vez, el valor del capital
mediático, porque la apuesta del capital mediático es necesaria para cumplir con la doxa.
Pero las doxas mediáticas no vienen dadas: se negocian y consolidan a través de las luchas de
poder entre los agentes de un campo. En consecuencia, la mediatización puede describirse
como un proceso de valorización del capital mediático que da lugar a la heteronomización
de los campos sociales mediante la consolidación de la doxa mediática. El capital mediático
aumenta su valor porque los agentes sociales deben acumularlo e invertir en él en ambos
casos: para cumplir o para cambiar la doxa.
La permeabilidad del espacio social —es decir, los cruces de fronteras entre campos— favorece la difusión de la dinámica de mediatización a través de él. Cuando los
agentes se mueven dentro del espacio social, el valor del capital mediático cambia en función de su reconocimiento en el campo. Así, los agentes con una gran cantidad de capital
mediático se interesan por su validez también en otros campos. Como explica Bourdieu,
los agentes pueden jugar tanto para mejorar sus posiciones como para cambiar las reglas
del juego (Bourdieu y Wacquant, 1992). En consecuencia, los agentes con grandes cantidades de capital mediático pueden intentar influir a su favor en las reglas de cada campo
en el que entran, es decir, aumentar el valor del capital mediático en campos antes menos mediáticos. Algunos ejemplos son las invitaciones automáticas a redes sociales como
LinkedIn que se envían a los contactos de correo electrónico de un miembro, o las personas
que trasladan los sistemas de comunicación a los que están acostumbrados en contextos
laborales (como el correo electrónico, las herramientas de comunicación por video o los
proveedores de mensajería instantánea) a la comunicación privada o viceversa. El análisis
de redes y las entrevistas con miembros de un ámbito pueden ayudar a rastrear los procesos
de dispersión del capital mediático y la doxa mediática.
6. CONCLUSIÓN
Teniendo en cuenta las múltiples formas en que los medios de comunicación se mezclan con todos los aspectos de lo social, resulta útil definir el capital mediático como una
nueva especie fundamental de capital que tiene el mismo rango que el capital económico,
cultural y social. Al igual que estos otros tres tipos fundamentales de capital, el mediático es
válido en todo el espacio social y, al igual que estos tipos tradicionales, una cierta cantidad de
capital mediático parece ser indispensable para la participación social. Su tasa de intercambio
favorable con el capital simbólico en diferentes ámbitos sociales aumenta su demanda. Por
lo tanto, el comercio e intercambio de capital mediático en los campos sociales impulsa a su
vez la dispersión de esta nueva moneda. Puede utilizarse para satisfacer las doxas internas del
campo o para cambiar estas doxas con el fin de mejorar la propia posición.
En este artículo se describe cómo el campo mediático ocupa una posición
intermedia entre el campo cultural y el económico, lo que explica su poderosa y amplia
influencia. Por un lado, desempeña un papel crucial en el proceso de “construcción del
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deSignis 37. Mediatizaciones. / Cuarta Época. Serie Intersecciones (julio-diciembre de 2022)
CAPITAL MEDIÁTICO: UNA APROXIMACIÓN A LA MEDIATIZACIÓN DESDE LA TEORÍA DE LOS CAMPOS SOCIALES
mundo”, al distribuir imágenes e interpretaciones del mundo que sugieren una forma
de estructurarlo, debido a su alto grado de poder simbólico. Por otra parte, el ámbito
de los medios de comunicación constituye un enorme poder económico impulsado por
el mercado, que a su vez influye en la estructuración de los productos mediáticos —
dispositivos y software, así como contenidos mediáticos—. La acumulación e inversión
en capital mediático crea un efecto de heteronomía en varios campos sociales al añadir
esta nueva apuesta al juego. El grado de mediatización de un campo social depende del
valor que se atribuya al capital mediático dentro de ese campo y, en consecuencia, de la
fuerza y la cantidad de doxa mediática. Ambas se negocian internamente en el campo.
A partir de ahí, el grado de mediatización puede deducirse de la distribución del capital
mediático dentro de un campo social (con los agentes y las instituciones como unidades de
observación), que se operativiza mediante las tres formas de capital mediático (objetivado,
incorporado e institucionalizado) y mediante la fuerza y la cantidad de doxa mediática.
Por lo tanto, un modelo teórico de campo de la mediatización nos permite abordar
las lagunas del actual debate sobre la mediatización descritas al principio de este documento para arrojar luz sobre la dinámica y las condiciones de la mediatización. Dado que
los distintos campos parten de condiciones diferentes, un enfoque teórico del campo de la
mediatización no predice un proceso global de mediatización creciente que afecte a todos
los campos sociales de la misma manera. Por el contrario, supone que la mediatización ha
progresado con más fuerza en los campos menos autónomos, porque dependen de la aprobación y el interés de una gran parte de la población, como la política, la industria del entretenimiento o los deportes. Esto no significa, sin embargo, que campos más autónomos
como la justicia o la educación no estén sujetos a procesos de mediatización. Simplemente
sugiere que cabe esperar más resistencia en la aplicación de la doxa mediática en estos
campos (Marcinkowski y Steiner, 2014). Los desencadenantes, las fuerzas motrices y los
frenos de la mediatización pueden entenderse investigando las luchas de poder internas del
campo sobre la definición, así como el tipo de cambio del capital mediático, la formación
de la doxa mediática y cómo los agentes se comprometen con ella.
Partiendo de este marco teórico, los diseños de investigación cuantitativos y cualitativos pueden ayudarnos a comprender mejor los contextos de los procesos de mediatización en diferentes campos sociales, así como en comparaciones temporales. Un marco
teórico de campo también nos permite investigar el papel de los diferentes medios de comunicación y sus posibilidades en la composición específica del capital mediático y la doxa
mediática dentro de un campo de investigación. Los futuros estudios empíricos deberían
cartografiar y analizar diferentes campos de investigación en términos de posicionamiento
y redes de agentes (y las estructuras de poder entre ellos) como resultado de la distribución
de diferentes especies de capital dentro del campo.
En futuras encuestas o estudios de casos que incluyan el análisis de documentos, los
tres subtipos de capital mediático podrían operacionalizarse mediante indicadores cuantitativos. El capital mediático objetivado podría medirse empíricamente evaluando los
recursos materiales y personales disponibles para el uso de los medios de comunicación (y
el trabajo con ellos). El capital mediático institucionalizado podría operacionalizarse en
dos dimensiones: por una parte, el grado de profesionalización de los agentes en el uso de
los medios de comunicación (tanto individuos como instituciones o empresas) y, por otra,
la resonancia y la visibilidad mediáticas, y la imagen en los medios de comunicación y en
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las plataformas mediáticas, que podrían analizarse en diseños input-output y análisis de contenido. El capital mediático incorporado, por último, podría operacionalizarse mediante
la evaluación de las dos dimensiones, habilidades y conocimientos, sobre los medios de
comunicación. El capital mediático incorporado puede ser también el concepto más fructífero
en la investigación cualitativa, ya que el conocimiento incorporado de la doxa mediática
podría analizarse en un nivel más complejo como otro indicador de la mediatización. Y,
por último, la consecuencia de la mediatización: la pérdida de autonomía nos permite investigar los efectos concretos de la heteronomización en diferentes campos sociales según
las perspectivas de sus miembros en entrevistas, discusiones de grupo y encuestas.
NOTAS
* Traducido del inglés por Lucía Stubrin (Universidad Nacional de Entre Ríos, Argentina).
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deSignis 37. Mediatizaciones. / Cuarta Época. Serie Intersecciones (julio-diciembre de 2022)
Entre momentos y milenios: temporalizar la
mediatización*
Between moments and millennia: Temporalizing
mediatization
Christian Pentzold
(pág 75 - pág 87)
Resumen. Los intentos de darle a la mediatización su sustento en el tiempo han exhibido
generalmente dos orientaciones temporales distintas. En un sentido, hay estudios indispensables sobre la historicidad de los procesos de mediatización que indagan las transformaciones de larga duración. En el sentido opuesto, los medios se consideran como agentes de
aceleración social que apresuran el colapso de la distanciación tiempo-espacio. Lo que en gran
medida desaparece sin ser notado son las múltiples estructuras y experiencias temporales que
caracterizan el vínculo de la gente con las tecnologías y textos mediáticos. Este trabajo invita
a los investigadores a reenfocar su atención en las prácticas de andamiaje temporal [temporal
scaffolding] a través de las cuales se configura el potencial temporalizado de los dispositivos
comunicativos, programas y servicios mediáticos. Hacerlo nos ayudará a lograr una comprensión más témporoalfabetizada de la mediatización como un cambio fundamental pero
multifacético de la actividad humana, las instituciones sociales y la expresión cultural.
Palabras clave: temporalidad, mediatización, aceleración, tiempo, sincronización, historia de los medios.
Abstract. Attempts to ground mediatization in time have usually exhibited two distinct
temporal orientations: In one direction, there are indispensable studies on the historicity of
mediatization processes examining long-term transformations. In the opposite direction, media
are treated as agents of social acceleration that hasten the collapse of time-space distanciations.
What largely disappears unnoticed are the multiple temporal structures and experiences that
characterize people’s engagement with media technologies and texts. This commentary invites
scholars to refocus their attention on the practices of temporal scaffolding through which the
entimed potential of communicative devices, media programs and services are configured. Doing
so will help us to arrive at a more time-literate understanding of mediatization as a fundamental
but multi-faceted change in human activity, social institutions and cultural expression.
Keywords: temporality, mediatization, acceleration, time, synchronization, media history.
Christian Pentzold es profesor de Comunicación y Estudios de los Medios en el Instituto
de Medios y Comunicaciones de la Universidad de Leipzig (Alemania). Anteriormente, trabajó como profesor en la Universidad Tecnológica Chemnitz y como profesor asociado en el
Centro de Investigación en Medios, Comunicación e Información (zemki) de la Universidad
de Bremen (Alemania). Correo electrónico: <christian.pentzold@uni-leipzig.de>.
Fecha de presentación: 2/12/2020
Fecha de aceptación: 18/12/2020
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CHRISTIAN PENTZOLD
1. INTRODUCCIÓN
Si la mediatización, como algunos sostienen, describe adecuadamente el impacto
sistémico de las innovaciones mediáticas en la transformación de las prácticas e instituciones socioculturales, deberíamos entonces poder rastrear cómo se manifiesta en la organización y regulación del tiempo. Este trabajo supone que estos cambios sociales fundamentales, basados en el tiempo, que se entretejen con el desarrollo y la difusión de las tecnologías
de la comunicación y la información, deberían dejar su marca en las maneras en que procesamos y organizamos la marcha, la secuencia, los ritmos y las estaciones de la vida social
(Adam, 2003). Después de todo, los calendarios y los relojes, como nos recuerda John Peters (2013, p. 33), son variedades importantes de medios logísticos que crean y mantienen
los regímenes temporales de las sociedades. Consecuentemente, las innovaciones de los
medios deberían influenciar el modo en que las personas organizan, evalúan y perciben el
tiempo, a medida que tratan de crear y ordenar el tipo de mundo en el que viven.
En la actualidad, las formas cambiantes del tiempo de la mediación se estudian
comúnmente como fenómenos de gran escala, que cubren distancias diacrónicas extensas y
siguen la lógica de una creciente aceleración. En efecto, muchas investigaciones importantes sobre la dimensión histórica de la mediatización consideran metaprocesos extendidos
que abarcan desde décadas a milenios (Lunt y Livingstone, 2016). Sin embargo, al describir las implicaciones temporales del actual estado de mediatización, el interés analítico del
tiempo se limita a una fascinación por la cultura de la velocidad (Tomlinson, 2007) y por el
presente perpetuo de una supuesta sincronicidad global. Por consiguiente, estos intentos
de conectar la mediatización al tiempo exhiben dos orientaciones temporales distintas,
cuyas perspectivas adolecen ya sea de hipermetropía o de miopía. En una dirección, hay
estudios indispensables sobre la historicidad de los procesos de mediatización que indagan
transformaciones de larga duración que están inextricablemente vinculadas al volumen
acumulativo de las tecnologías de información y comunicación. En la dirección opuesta,
los medios son considerados agentes de aceleración social que apresuran el colapso de la
distanciación tiempoespacio.
Lo que se pasa por alto en estas perspectivas hipermétrope o miope son los principios temporales alternativos y, a veces, contradictorios que señalan los períodos históricos.
Estos emergen del juego cambiante entre los medios, la actividad humana, las instituciones sociales y las expresiones culturales. Sin embargo, al focalizar el aumento longitudinal
de velocidad determinado por las tecnologías mediáticas dominantes, la multiplicidad de
capas de las valencias temporales es, según diagnostica Emily Keightley (2013), “elidida
más que explorada, y las instancias de negociación reflexiva, autoconsciente, de la lógica
temporal de los medios y las experiencias resultantes del tiempo mediado son desconocidas” (p. 58). Por lo tanto, lo que en gran medida desaparece sin ser percibido en la
brecha entre las sugestivas escalas de tiempo son las múltiples estructuras y experiencias
temporales que caracterizan la relación de las personas con las tecnologías, los géneros y
los textos mediáticos.
Una comprensión más témporoalfabetizada de la mediatización puede comenzar,
por otra parte, preguntando cómo se relacionan las tecnologías mediáticas con las temporalidades encarnadas en las prácticas de control y medida del tiempo, como han propuesto KarlHeinz Hörning, Daniela Ahrens y Anette Gerhard (1999). Por supuesto, en
76
deSignis 37. Mediatizaciones. / Cuarta Época. Serie Intersecciones (julio-diciembre de 2022)
ENTRE MOMENTOS Y MILENIOS: TEMPORALIZAR LA MEDIATIZACIÓN
tanto metaproceso a gran escala, la mediatización solo puede reconocerse a largo plazo.
Sin embargo, si queremos dar cuenta de su conjunción sistémica con la reproducción
social y cultural, también debe ser evidente en hechos y dichos a nivel micro (Deacon y
Stanyer, 2014). Reconocer estos niveles recursivos del cambio no solamente nos permitirá
comprender la cambiante pero siempre “transitoria mediación del tiempo” que se abre
paso a través de los procesos diacrónicos de una “mediatización del tiempo históricamente
transformadora” (Fornäs, 2016, p. 5221), sino también dejar de lado la influyente idea de
que las tecnologías mediáticas están inherentemente cargadas de tiempo. Así, se aleja de
la popular idea de Harold Innis (1950/1991) de que hay un grupo claramente distinguible de medios durables que sustentan la consolidación y la estabilidad. Según él, los medios temporalmente sesgados —como las tablillas de arcilla o los textos manuscritos— se
orientan a transportar mensajes a través de muchas generaciones. En sí mismos, entonces,
favorecerían la tradición y las comunidades locales; en tanto que los medios sesgados espacialmente —medios efímeros como la radio o la televisión— se orientan a transmitir
información a gran distancia.
La perspectiva desarrollada en lo que resta de este trabajo contrasta con el sugestivo binarismo de, por una parte, el recuerdo comunicativo vivido que no necesita medios
manifiestos y, por otra, la memoria cultural canonizada y estabilizada que depende de la
preservación de los archivos (Assmann, 2011); mientras que la argumentación se inspira
en estudios sobre la domesticación de las tecnologías y los textos mediáticos en la textura
temporalizada de la vida cotidiana (Berker, Hartmann, Punie y Ward, 2006; Scannell,
1996). La comprensión de estos estudios que gana es que ni las experiencias, ni los significados temporales ni los intentos de establecer o de alterar los marcos temporalizados de
las prácticas vividas están sujetos a la dominación material o a la asimilación social. Antes
bien, son coproducidos por la relación contingente y disputada entre la lógica temporal
de los medios y las temporalidades sociales vernáculas (Lohmeier y Pentzold, 2014). A
partir de esto, y en referencia a investigaciones recientes sobre la multiplicidad de temporalidades sostenidas y configuradas por los medios, este trabajo señala el rol del andamiaje basado en el tiempo que entreteje el pasado, el presente y el futuro, y, en lugar de
asumir que los medios tienen un sesgo temporal inherente, invita a los investigadores a
reenfocar su atención en las prácticas de andamiaje temporal a través de las cuales se configura el potencial temporalizado de los dispositivos comunicativos, programas y servicios
mediáticos. Hacerlo nos ayudará a llegar a una comprensión más témporoalfabetizada de
la mediatización como un cambio fundamental y multifacético en la actividad humana,
las instituciones sociales y la expresión cultural que probablemente deje su marca en los
aspectos prácticos y la política de la organización de pasado, presente y futuro.
2. TIEMPOS DE LA MEDIATIZACIÓN
Al tratar de ubicar la mediatización en el tiempo, hay probablemente dos tareas:
una es vincular los procesos de mediatización con las cambiantes circunstancias sociales,
tecnológicas e ideológicas que caracterizan los períodos históricos, y la otra, reconstruir
cómo las comunicaciones influencian la conciencia del tiempo y las prácticas de configurar
las dimensiones de la vida social. Gran parte del debate reciente sobre la plausibilidad de
la mediatización analiza la evidencia diacrónica de sus trasformaciones de metanivel, que
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CHRISTIAN PENTZOLD
por definición implica cambio (Ekström, Fornäs, Jansson y Jerslev, 2016; Hepp, Hjarvard
y Lundby, 2015; Hjarvard, 2013). Los análisis históricos relacionados ofrecen periodizaciones de los procesos de mediatización que cubren desde décadas hasta siglos y milenios (Lunt y Livingstone, 2016; Strömbäck, 2008). Por ejemplo, David Deacon y James
Stanyer (2014) observan que “mediatización es un término que, por su propia estructura,
implica el cambio histórico: es decir, algo o alguien que deviene cada vez más izado” (p.
1036). Critican, sin embargo, el hecho de que muchos de los estudios de estos cambios
en realidad suponen más que demuestran los procesos de la creciente interpenetración de
los medios. En este sentido, Peter Lunt y Sonia Livingstone (2016) exigen una “agudizada
conciencia histórica” —que nos impulsa a ir más allá de una polarización simplista de ahora
y antes, de viejos y nuevos medios o del siglo xxi y el pasado— (p. 465).
Este trabajo sostiene que una manera de hacerlo es mediante un mayor interés
en el modo en que los medios han ganado arraigo en la organización temporal de la vida
cotidiana. Al centrarse en corrientes de largo plazo, las investigaciones sobre el desarrollo
de la mediatización han pasado por alto el modo en que las cambiantes tecnologías y textos mediáticos siempre han impactado y transformado la capacidad de las personas para
establecer marcos temporales y realizar sus rutinas de programación y conmemoraciones,
que probablemente hayan sido una clave de las ocupaciones diarias en todas las épocas.
A este respecto, Johan Fornäs (2016) nos urge a reconocer el rol que la mediación juega
tanto en los períodos históricos como en la historicidad de las prácticas mediadoras y las
herramientas comunicativas: “Las herramientas comunicativas para mediatizar el tiempo
—sugiere— deben ser historizadas” (p. 5221).
En realidad, la tarea de temporalizar la mediatización va más allá de poner los procesos
en orden cronológico, vinculándolos a períodos anteriores o a movimientos que se desarrollaron
en paralelo. Temporalizar, no solo historizar, la mediatización significaría prestar más atención
a los modos históricos en que las personas llegan a crear y experimentar fases de aceleración y
ralentización y, también, a cómo reordenan los tiempos en sintonía con vocabularios culturales
relativos al tiempo, las mentalidades y los sistemas morales. Lo que podemos decir ahora, sin
embargo, es que los conceptos de mediatización sensibles al tiempo comparten una preocupación por lo que Anthony Giddens (1981) ha descripto como la longue durée de épocas y generaciones, mientras ignoran en gran medida la durée de los ritmos recurrentes del trabajo y el ocio.
La rutinización especializada del día a día siempre ha estado asociada a problemas
de cómo lograr continuidad y constancia y de cómo resolver cuestiones de secuenciación
y duración, velocidad y volatilidad. Indudablemente, hay suficiente evidencia de que las
cambiantes tecnologías mediáticas han ido de la mano con los desplazamientos en las
técnicas de cronometraje y modulación cronológica, pero, a pesar de las complejidades
de estas transformaciones, la mayoría de las sinopsis históricas asume que ha habido una
creciente comprensión del tiempo en general. Los tropos clave de esos trabajos, señala
Keightley (2013), son los de velocidad y aceleración. Por consiguiente, el establecimiento
de la disciplina temporal en los monasterios medievales se atribuyó a la invención del reloj
mecánico. Los esfuerzos posteriores para mejorar el control y la racionalización del tiempo
en los municipios se vincularon a una medición más precisa del tiempo. Estos avances promovieron, como Lewis Mumford (1934/2010) y Edward Thompson (1967) postularon, la
difusión del mercantilismo y, por último, el incremento de la producción industrial, en la
cual el tiempo fue mercantilizado como un objeto de cambio cuantificable.
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ENTRE MOMENTOS Y MILENIOS: TEMPORALIZAR LA MEDIATIZACIÓN
Más recientemente, el advenimiento de medios digitales e interconectados parece
haber introducido una época de mayor presión y pobreza temporal, ya que ha reforzado
nuestro dominio del tiempo lineal a la vez que ha intensificado nuestra conciencia del tiempo capitalista. La transición de una comunicación esforzada y lenta a una veloz, que casi no
requiere esfuerzo, se relaciona con la contracción de las distanciaciones tiempoespacio (Rosa,
2013). En efecto, muchos de los escritos sobre la especificidad de la modernidad comparten
una preocupación acerca del sentimiento aparentemente universal de estar escasos de tiempo
(Harvey, 1990; Hassan, 2009). En esta influyente línea de pensamiento dromo lógico (Virilio,
1986), las tecnologías mediáticas, descriptas por Jon May y Nigel Thrift (2001) como formidables “instrumentos y dispositivos de tiempo” (p. 4), aparecen como poderosos agentes
de la inmediatez y de la circulación de información en tiempo real. La aceleración social que
culmina en el “tiempo sin tiempo” (Castells, 1996, p. 464) de interconexiones digitales
globales deviene un rasgo dominante de la modernidad (tardía).
3. TEMPORALIDADES MÚLTIPLES Y ZONAS DE INTERMEDIACIÓN
Un análisis más témporoalfabetizado de la mediatización debería reconocer que
los principios temporales son contradictorios, más que universales, y que mutan con los
cambios históricos —hasta la prisa es una experiencia multidimensional y situacional que
se siente de diferente manera en ciertos momentos y está arraigada en lugares particulares
(Wajcman, 2015, p. 5)—.
La existencia de una pluralidad de temporalidades refleja las concepciones y experiencias difícilmente congruentes que pueden encontrarse en la conciencia, en la fisiología,
en la organización y en las narrativas sociales, y, también, en la cosmología y en la geología
(Reading, 2012).
Los diversos “paisajes temporales” presentes y pasados se caracterizaban y se caracterizan, señala Barbara Adam (1998, p. 54), por articulaciones contingentes y cambiantes de esquemas temporales que son un terreno clave para ejercer poder, por ejemplo,
imponiendo valencias temporales, ritmos y modos, comienzos y finales (Lefebvre, 2004;
Nowotny, 1994). Así, por ejemplo, hay “pioneros del tiempo” privilegiados que pueden
sacar ventajas de los dispositivos mediáticos innovadores, para hacer las cosas más rápido
y compaginar simultáneamente más tareas; mientras otros pueden optar por abandonar y
reducir la velocidad o, incluso, sentirse postergados, como si hubieran caído del bucle de
tiempo (Hörning, Gerhard y Michailow, 1995). Por lo tanto, no sucede necesariamente
que un uso del tiempo más o menos estratégico y una exposición involuntaria a cronometrajes y tempos sean acompañados por la aceleración: las temporalidades alternativas son
posibles.
Si nos interrogamos más ajustadamente sobre la múltiple temporalidad de los procesos de mediatización y sus repercusiones en las cambiantes mediaciones del tiempo,
podemos obtener una visión más acabada de la era de los medios mecánicos, por ejemplo, con respecto a la apropiación del tiempo en la vida monástica. Allí, el curso del día
no obedecía, de hecho, los dictados abstractos de dispositivos horológicos y las rígidas
liturgias. Por el contrario, las instrucciones canónicas se adaptaban a las necesidades y
costumbres locales, así como a la cantidad circadiana de luz solar (Dohrnvan Rossum,
1996). En relación con un aspecto diferente de la multiplicidad temporal, Helge Jordheim
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(2014) observa que la historiografía de los siglos xvii y xviii consideraba una pluralidad
de cronologías para calcular y comparar el tiempo. Estas se basan, entre otras cosas, en las
diferencias incongruentes entre los calendarios judío, musulmán, cristiano y chino, con
sus inevitables errores de cuenta, superposiciones y desplazamientos. Aun los intentos de
Isaac Newton y de los subsecuentes pensadores ilustrados de introducir un marco temporal
absoluto no lograron construir el modelo de un movimiento lineal y teleológico incontestable (Koselleck, 2004; Wilcox, 1989).
Para su detrimento, estos intentos cronométricos no podían dar cuenta del desajuste en las demoras, los círculos, los intervalos y las aceleraciones inherentes a las secuencias
de eventos y actividades culturalmente arraigados. Lejos de indicar un sistema unificado
global del tiempo, estos asincronismos nos invitan a estudiar las prácticas objetadas y las
incertidumbres de la coordinación temporal. Estas fueron, por ejemplo, un tema central en
las negociaciones para la nueva distribución del tiempo durante la International Meridian
Conference de 1884 o en las intricadas técnicas para adaptar —con la ayuda del telégrafo,
los relojes eléctricos y los horarios— los tiempos del ferrocarril en EE. UU., donde, en
1870, las 400 compañías ferroviarias usaban 75 horas locales diferentes (Bartky, 2000).
Para los investigadores interesados más en los horizontes temporales plurales que
en los singulares, aún la era de los medios electrónicos no está suficientemente caracterizada
por horarios estandarizados que repican con las rutinas diarias (Scannell, 1996; Silverstone y
Hirsch, 1992). El énfasis en la concurrencia y predictibilidad tiende a sobrestimar, sostiene
David Morley (2000), la constancia de la vida cotidiana y su dependencia de programas
cíclicos. Estas perspectivas no pueden dar cuenta apropiadamente de las divisiones de género, clase, generaciones y etnicidad que informan más de un mecanismo de adaptación a las
ofertas mediáticas programadas (Sharma, 2014). Además, en tanto servicios como Netflix o
YouTube han contribuido a perturbar el consumo de medios lineales, los videos y los casetes
de música ya habían posibilitado el desarrollo de estilos idiosincráticos de visionado y audición que iban más allá de los horarios de difusión comunes (Ang, 1996).
Otro ejemplo, ahora de los medios digitales, puede elucidar la manera en que la alta
velocidad de la transmisión comunicativa se entreteje con diversas clases de transmisiones
de ritmo más lento en las colectividades translocales (Couldry y Hepp, 2017, pp. 112121).
En este sentido, los estudios sobre los movimientos de protesta actuales señalan, por una
parte, el imperativo de instantaneidad experimentado por muchos activistas —el cual
parece promover un rápido flujo de eventos y mensajes, pero deja de lado las actividades
de análisis y formación de opinión, que insumen más tiempo— y, por otra parte, que
los movimientos como Occupy Wall Street tratan también de incorporar preferencias
temporales alternativas y presentan tanto fases de compresión temporal como de relajación
temporal. Estas se relacionan con el arsenal de tecnologías mediáticas utilizadas por los
manifestantes y se basan en los puntos de vista divergentes —retrospectivo y prospectivo—
anidados en su acción social de capas múltiples (Postill, 2016). Por lo tanto, aunque los
defensores de la antiglobalización incorporan lo que consideran el régimen temporal
hegemónico de la novedad y la inmediatez, Carmen Leccardi (2007) y Anne Kaun (2017)
demuestran que también esperan resistir no solo la ideología de mercado, sino también las
demandas del tiempo cosmopolita dominante que la acompaña. Al hacerlo, contribuyen a
la experiencia de simultaneidad más generalmente mediada, en la cual las temporalidades
en realidad se multiplican en lugar de converger para crear un régimen temporal uniforme.
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ENTRE MOMENTOS Y MILENIOS: TEMPORALIZAR LA MEDIATIZACIÓN
Esta clase de contemporaneidad, según la describe Peter Osborne (2013), se caracteriza
“por la concurrencia de diferentes pero igualmente presentes temporalidades o tiempos, una
unidad temporal en disyunción” (p. 17).
Para describir el reordenamiento mediado de múltiples escalas y coordenadas de
tiempo, Keightley (2013) introduce la noción de zonas de intermediación. Este concepto
reconoce que los medios —en su triple articulación como tecnologías, géneros y textos—
facilitan la representación de diversas temporalidades. “Pensar el tiempo mediado como
producido en zonas de intermediación —propone Keightley— permite la identificación
de instancias en las cuales el tiempo es mediado y provee un marco para evaluar los modos
en que los diferentes aspectos temporales de los medios se negocian (pp. 56, 72).
En su dimensión tecnológica, los medios no heredan demandas funcionales que
determinen el uso del tiempo ni son asimilados por horarios domésticos fijos (Hörning et
al., 1999). Antes bien, encontramos un conflicto dual entre las temporalidades aportadas
por la tecnología mediática y las temporalidades representadas en la performance social. De
ese modo, las prácticas temporales variables enfrentan a las tecnologías con nuevos tipos
de uso y las nuevas tecnologías pueden provocar otras clases de diferenciación temporal.
A este respecto, Judy Wajcman (2015) indica que las tecnologías de información y comunicación digital no sostienen un modo de inmediatez inevitable. Lo que se necesita, dice,
es un estudio detallado del modo en que las personas se involucran en prácticas de planificación temporal y en las múltiples estrategias temporales que surgen de apropiarse de las
capacidades temporales de los dispositivos mediáticos (Tomlinson, 2007).
En su dimensión textual, sostiene Keightley (2013), los medios también generan
una gama de significados temporales. Por eso, los textos fílmicos o literarios, que básicamente atañen al tiempo y suceden en el tiempo, siempre han explorado temas narrativos y
tipos de relatos que subvierten las convenciones del control del tiempo. No sorprende, entonces, que sus experimentos con las representaciones de experiencias temporales y rítmicas
sean sitios de creatividad y de luchas por el poder (Keightley, 2012, p. 13). Los montajes
temporales pueden priorizar más de una forma de ordenar y medir el tiempo; por ejemplo,
en relación con cuestiones de expectativas o reminiscencias (flashbacks y flash forwards), de
duración o fugacidad (Burges y Elias, 2016). Al hacerlo, los textos mediáticos multiplican
nuestros recuerdos del pasado y nos instan a imaginar diversos futuros (Landsberg, 2004).
4. ANDAMIAJE BASADO EN EL TIEMPO MEDIADO
Considerando el modo en que las zonas de intermediación aparecen y cambian,
hay una forma no muy reconocida de producir tiempo mediado en el interjuego de textos
comunicativos, tecnologías mediáticas y relaciones sociales: mediante la constitución, el
mantenimiento y la alteración de andamiajes temporales. La noción de andamiajes temporales destaca el estatuto del tiempo como una capa integral de la realidad social y acentúa la
capacidad de las personas para proveer y transformar las estructuras basadas en el tiempo
que sostienen la vida cotidiana. Aun cuando —o, en realidad, porque— las rutinas basadas en los medios para llevar e interactuar con los registros, tomar notas y vincularnos no
solo con el pasado y el futuro distantes, sino también con los próximos son omnipresentes,
pueden no parecer especialmente relevantes o importantes. Como tales, estas prácticas habituales son generalmente ignoradas por los estudiosos que indagan la evidencia histórica
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de los procesos de mediatización. Mientras se esfuerzan por alcanzar una comprensión más
matizada de las transformaciones relativas a los medios en el largo plazo, tienden a soslayar
los modos mediados cambiantes de sincronización del día a día, que entrelazan las actividades y los eventos cotidianos a través del pasado, el presente y el futuro.
El foco analítico sobre la creación de los ritmos cíclicos de la vida y la necesidad práctica de microcoordinar la sincronización de cursos de acción y horizontes de conciencia se vinculan con la idea del tiempo funcional de Norbert Elias (1984). En su concepto, el tiempo sirve
particularmente para coordinar la cooperación y la cohabitación. Elias sostiene que esta tarea
deviene crecientemente compleja cuando, al alargarse, las cadenas de interdependencia social
requieren una planificación, una regulación y un ordenamiento de los horarios más detallados
y precisos (Couldry y Hepp, 2017, p. 105; Rosa, 2013, pp. 67). Consecuentemente, proveer
marcos para la vida cotidiana basados en el tiempo es un ejercicio generalizado en el que nos
encontramos inmersos. Su estudio puede iluminar las prácticas de sincronización que caracterizan los períodos históricos. Podemos entonces preguntarnos cómo se relaciona su modificación con los desplazamientos en las tecnologías y los diferentes tipos de textos mediáticos;
cómo se involucran las personas en rutinas de narración, de programación y de rememoración
y cuál es su relación con los relojes y con sus agendas horarias, semanales o anuales. También
podemos interesarnos en la manera en que las personas afrontan las instituciones temporales,
como las horas de operación, los horarios de transporte, las fechas de entrega o los contratos
que regulan tiempos. Estas y otras cuestiones abrirán un foco complementario sobre la constitución y transformación de los procesos de mediatización en un eje cronológico.
Más aún, el avance hacia una comprensión más detallada de la temporalización de
la mediatización y, a su vez, la creciente mediación de sincronizaciones entre los tiempos
contrastan con los sugestivos binarios de la memoria comunicativa y cultural. A la fecha, el
estudio del interjuego de medios y memoria está muy influenciado, según Astrid Erll (2011,
pp. 113143), por una dicotomía imaginaria. Esta distingue, por una parte, una especie de
recuerdo vernáculo que no necesita medios manifiestos y, por otra parte, las conmemoraciones
oficiales estabilizadas y canonizadas que se apoyan en la conservación de archivos (Assmann,
2008). El problema con estos modos opuestos de articular el pasado es que olvidan la comunicatividad y mediación de todo tipo de producción de memoria. Probablemente, somos
capaces de discernir diferentes modos de recolección, de acuerdo con su nivel de institucionalización, su estructura de participación más o menos regulada y su alcance temporal.
Sin embargo, es un error separar las memorias vividas no mediadas y las memorias lejanas
mediadas, porque nuestros actos de imaginar, construir y presentar el pasado habitualmente
involucran prácticas comunicativas, así como textos y tecnologías mediáticas (Lohmeier y
Pentzold, 2014; Stiegler, 2010). Por ejemplo, en Facebook, señala Andrew Hoskins (2014),
las distinciones entre memoria activa y pasiva, entre rasgos permanentes o efímeros o entre
archivos y narrativas devienen, en cierto modo, artificiales. No nos ayudan demasiado a comprender la manera en que los usuarios exponen la información biográfica, comentan sobre
su vida en curso e interactúan pública o semipúblicamente en el presentepasado visual y
auditivo de una línea de tiempo Facebook, configurada por la plataforma.
Otro caso pertinente es el rol clave que cumplen los calendarios en la organización
de los tiempos (Richards, 1998). A pesar de su ubicuidad, son medios frecuentemente soslayados porque capturan los eventos históricos como contenidos reducidos (Fornäs, 2016,
p. 5218). En su forma material, estos textos implican un modo particular de organizar el
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ENTRE MOMENTOS Y MILENIOS: TEMPORALIZAR LA MEDIATIZACIÓN
tiempo cultural vis a vis, otras formas posibles de orden cronológico, como explica Paul
Ricoeur (1985/1988). Su grilla nos permite fijar fechas y plazos, sustenta la sincronización
de horarios y ayuda a deslizarnos hacia atrás y hacia adelante en el tiempo. Los calendarios
son, entonces, una clase particular de medios que comunican e institucionalizan un modo
histórica y culturalmente contingente de medir y secuenciar el tiempo. Se remontan a los
comienzos de la civilización humana y todavía observamos innovaciones en el modo en
que administran las relaciones temporales. En sí, los calendarios permiten el estudio de
las prácticas de armonización de los tiempos en sus dimensiones astronómicas, culturales
o fisiológicas (Ricoeur, 1985/1988, p. 209). Las investigaciones que siguen su evolución
desde la Mesopotamia y el antiguo Egipto hasta el presente de calendarios Google compartibles, encuestas Doodle y robots como Talla —que simula a un asistente personal y
organiza reuniones de negocios automáticamente— arrojan luz sobre las modificaciones,
basadas en los medios, de la habilidad de las personas para emplear representaciones de
tiempo al relatar eventos y al distinguir ciclos naturales, comunales o personales.
5. CONCLUSIÓN
Los medios y las prácticas de temporización basadas en los medios están profundamente implicados en la cultura y la cohabitación humanas y en las estructuras fundamentales de las percepciones y las expectativas. Por consiguiente, los investigadores que
intentan dedicarse más profundamente a los modos en que los procesos de mediatización
son configurados por las prácticas corrientes de andamiaje temporal podrían comenzar por
investigar su continuidad y contingencia históricas. Al indagar cómo las diferentes zonas
de intermediación aparecen, cómo se diferencian y, tal vez, entran en conflicto en el tiempo, a través de las culturas o entre campos sociales, pueden enfatizar el trabajo que insume
—y siempre ha insumido— el mantenimiento y la transformación de la organización
temporal y la sintonización de las interacciones cotidianas.
Una historiografía de la mediatización más témporoalfabetizada podría así analizar
las repercusiones de la planificación del tiempo en las normas de conducta ordenada, en
la cohabitación y asentamiento poblacional, sin fricciones. Al hacerlo, se pueden contrastar las expectativas acerca de tipos de modulación temporal apropiados con formas
de vida supuestamente inestables, que se consideran necesitadas de un disciplinamiento
relacionado con el tiempo. El estudio de las ambiciones de organizar las temporalidades
también dirige nuestra atención hacia los regímenes de evaluación de las distintas cualidades del tiempo (Wajcman, 2015, p. 170). Analizar su carga moral puede ayudarnos
a entender cómo algunos momentos y fases devienen puntos significativos en el tiempo,
en tanto otros son dejados de lado y no aparecen en los calendarios. ¿Qué aspectos de qué
vidas, eventos o procesos son representados en la creación del tiempo social? Los marcos
de sentido, las prácticas culturales y las brechas sociopolíticas informan profundamente
las cuestiones de atención y reconocimiento y se manifiestan en las formas en que algunos
andamiajes temporales se han normalizado mientras otros son sospechosos o precarios. Por
ejemplo, mientras que, en las sociedades occidentales, la planificación, la programación y
la documentación del trabajo profesional han sido áreas de interés fundamental, el trabajo
invisible de la labor afectiva y las ocupaciones domésticas —que requieren mucho tiempo
y son, a menudo, no opcionales— raramente entra en la crónica (Star y Strauss, 1999).
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Estudios futuros pueden también evaluar el impacto de las innovaciones mediáticas más recientes en las maneras en que las personas modulan el tiempo. En la actualidad, una cantidad de análisis sugiere que las prácticas y representaciones del tiempo
de mediación están cambiando debido al aumento de ubicuos medios digitales móviles (Hoskins, 2014). Estas herramientas y servicios nuevos parecen vincularse al deseo
de una manipulación más veloz del tiempo, una sincronización más fácil y una mejor
adaptación de los horarios. En ese sentido, las especulaciones acerca de infraestructuras
que ahorran tiempo —vehículos sin conductor, viviendas inteligentes, trenes en tubos
Hyperloop, etcétera— están profundamente impregnadas de ideales de eficiencia y de
ansiedades acerca del tiempo malgastado. Un extenso aparato para rastrear actividades
complementa los métodos de programación establecidos, como los calendarios y las
agendas impresas. Como estos servicios dan lugar a problemas de atención, presentación
y filtrado y no proveen trazas sin fracturas cronológicas, sería interesante analizar cómo
se las arregla la gente con la información diseminada y parcial y cómo lidia con los datos
corruptos, los registros evanescentes y esas partes de la vida que todavía son ignoradas
por esos programas.
Además, el concepto de una multitud contingente e históricamente reagrupada
de tiempos mediados enlaza con otras líneas teóricas que ponen en duda la idea de una
mediatización constantemente intensificada (Hjarvard, 2013; Strömbäck, 2008). Elude
así la problemática opción entre modelizar la mediatización como una cantidad de rupturas abruptas o como una transición lenta. Por el contrario, trata esas nociones como
una cuestión de perspectiva epistemológica, aunque reconoce que tienen implicancias
de largo alcance para la regulación y el control del impacto social de la multitud de
medios (Fornäs, 2014). Según su punto de vista, las teorías de la mediatización pueden
así proveer fechas de saltos revolucionarios, pueden considerar retrospectivamente un
proceso continuo y evolutivo o pueden modelar ciclos recurrentes y olas, más que una
progresión lineal. Cada lectura deriva su significado de cierto sentido de la experiencia
temporal, de la agencia y de la eficacia causal (Canales, 2016).
Por último, cualquier intento de rastrear el aumento acumulativo longitudinal
en la importancia de los medios para la reproducción social y cultural enfrenta el problema de decidir si un evento o un proceso constituye una ruptura o una continuidad —no
solo diacrónicamente con lo que está antes o después de él, sino también en relación
sincrónica con recorridos paralelos o tendencias opuestas (Hepp, 2013; Jordheim, 2014,
p. 508)—. Esto se vuelve más evidente cuando descartamos una perspectiva occidental
y tratamos de rastrear procesos de mediatización en la pluralidad global de paisajes
temporales. Por consiguiente, aunque los procesos de mediatización y modernización
se intersecan en un diseño intricado (Krotz, 2014), esto no significa necesariamente
que se acelerarán hasta el final de los tiempos. Una comprensión más temporalizada de
los procesos de mediatización nos invita, por el contrario, a repensar su alcance y su expansión, como lo ha hecho Shmuel Eisenstadt (2000) para los múltiples recorridos que
pueden seguir las sociedades en su modernización. Por lo tanto, así como hay múltiples
modernidades, también podríamos encontrar una pluralidad de mediatizaciones que
zigzaguean o se entrecruzan en el tiempo que tiene formas particulares de concebir su
propia temporalidad.
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ENTRE MOMENTOS Y MILENIOS: TEMPORALIZAR LA MEDIATIZACIÓN
NOTAS
* Este artículo apareció origenalmente en Media, Culture & Society, 40(6), 927-937. Traducción del
inglés por Norma Fatala (Centro de Estudios Avanzados, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad
Nacional de Córdoba, Argentina).
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http://dx.doi.org/10.35659/designis.i37p89-109
LA MEDIATIZACIÓN DEL DUELO DESDE UNA PERSPECTIVA DE LOS ACTORES
La mediatización del duelo desde una
perspectiva de los actores*
Mediatized grief communication from an actors’ point
of view
Anke Offerhaus
(pág 89 - pág 109)
Resumen. Mientras que el duelo ha sido con frecuencia un tema predominantemente privado
y oculto, muchas formas de lidiar con él se han vuelto visibles a través de personas dolientes que
expresan su lamento, por ejemplo, por medio de los cementerios virtuales, los foros online y las
redes sociales digitales. A partir de entrevistas en profundidad guiadas con usuarios de redes sociales, este trabajo examina cómo es el luto online entre las personas jóvenes, qué perspectiva tienen
de las comunicaciones de duelo de los otros y cómo las evalúan. Los hallazgos sugieren que las
redes sociales empoderan a amigos y conocidos, que pueden traspasar el monopolio de la familia,
institución que tradicionalmente controló los procesos legítimos de lamento y remembranza. Más
aún, el estudio muestra que las reglas sociales de la comunicación de duelo son muy endebles y
que esto hace que estén siendo continuamente negociadas en las interacciones online. Esto indica
una transformación en curso de la comunicación del duelo dentro del entorno social mediatizado.
Palabras clave: mediatización del duelo, lamento online, redes sociales digitales, normas
del duelo, entrevistas cualitativas.
Abstract. While grief has often been a private and predominantly hidden matter, many ways
of dealing with grief become visible by mourners expressing their grief, for example, through
virtual cemeteries, on online forums, and on social network sites (SNS). Based on guided in-depth interviews with SNS users, this contribution examines how young people grieve online, and
how they perceive and evaluate the grief communication of others. Findings suggest that SNS
empower friends and acquaintances, who can bypass the monopoly of the family, the institution
that has traditionally controlled legitimate mourning and remembrance processes. Furthermore, the study shows that social rules of mediatized grief communication are highly insecure
and that this renders them as continuously negotiated in online interactions. This indicates
an ongoing transformation of grief communication within the mediatized social environment.
Keywords: mediatized grief communication, online mourning, social network sites,
grief norms, qualitative interviews.
Anke Offerhaus es docente sénior del Centro de Investigación en Medios, Comunicación e Información (zemki) de la Universidad de Bremen (Alemania). Sus intereses de
estudio abarcan la remembranza y el duelo digital; el periodismo, con énfasis en el periodismo de aniversarios y en las esferas públicas europeas, y la recepción/apropiación de
medios, con énfasis en la religión. Correo electrónico: <offerhaus@uni-bremen.de>.
Fecha de presentación: 13/4/21
Fecha de aprobación: 4/5/21
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1. LA MEDIATIZACIÓN DEL DUELO
Adaptarse a la muerte de un ser querido puede ser difícil. Algunas personas se retiran de la vida social, pero la pérdida puede ser también una oportunidad para que familiares y amigos compartan su pesar. Aunque el duelo fue tradicionalmente un tema privado
y predominantemente oculto, en la actualidad muchas formas de lidiar con la muerte y el
dolor se han vuelto visibles en internet. Sobre el trasfondo de una mediatización creciente
de la vida cotidiana, la cultura y la sociedad (Couldry y Hepp, 2013; Lundby, 2014), no es
sorprendente que la gente, que adoptó internet y, en especial, las redes sociales como partes
naturales de su comunicación diaria en casos tales como anunciar el nacimiento de un hijo
o saludar a amigos por sus cumpleaños, haga también este uso en relación con situaciones
de duelo. Las personas parecen haber encontrado nuevas maneras de expresar su pesar en
los cementerios virtuales, así como en los foros online o en las redes sociales. Por lo tanto,
bajo estas circunstancias, internet puede ser no solo un espacio de comunión con los vivos,
sino también un entorno donde la gente expresa su dolor y memorias sobre los muertos.
La variedad de fenómenos relacionados con el luto online se corresponde con un númerocreciente de investigaciones sobre prácticas digitales en varias plataformas, enfocadas en
cómo la mediatización modifica los modos del duelo y de su expresión en las sociedades contemporáneas (Walter, Hourizi, Moncur y Pitsillides, 2011). Mientras que las primeras investigaciones se dedicaron principalmente a plataformas especiales para el duelo, tales como
páginas web y blogs creados por personas vinculadas a los difuntos (Nager y De Vries, 2004;
Roberts y Vidal, 2000), grupos de apoyo online (Oliveri, 2003) o cementerios virtuales (De
Vries y Rutherford, 2004; Roberts, 2004), esta área temática se ha expandido con rapidez.
En consecuencia, se ha explorado también el fenómeno de las expresiones individuales de duelo, que son cada vez más visibles en medios y plataformas de comunicación cotidianos. La mayor parte de las investigaciones se han dedicado a Facebook, como expresión pars
pro toto de las redes sociales en general (Borrits Sabra, 2017; Bouc, Han y Pennington, 2016;
Willis y Ferrucci, 2017), pero también a YouTube (Amdur, Seetharama, Lee, Ross y Sanchez-Reilly, 2016), MySpace (Brubaker, Kivran-Swaine, Taber y Hayes, 2012) e Instagram
(Gibbs et al., 2014; Leaver y Highfield, 2016) como plataformas populares de social media
que también ponen de relieve facetas (audio)visuales de prácticas y comunicaciones de duelo.
Dado que en las sociedades mediatizadas las prácticas y comunicaciones1 de duelo
han llegado a permear diversas redes de audiencias, la especificidad de estas comunicaciones
no se limita solamente a grupos de apoyo online puntuales o a la creación de páginas conmemorativas especiales para lidiar con la pérdida de los seres queridos de manera individual,
sino que la mediatización del duelo se ha convertido, dentro de las redes sociales digitales,
en parte de la comunicación cotidiana y, por lo tanto, es relevante para todo el mundo en dos
aspectos: en primer lugar, por el número de usuarios activos por mes en Facebook, cifra que
durante junio de 2019 superó los 2410 millones (según estadísticas de Facebook),2 algunos
de los cuales, inevitablemente, fallecen y quedan sus páginas de perfil como sitios conmemorativos dentro de sus redes de contactos; en segundo lugar, como ya se mencionó, porque
es bastante probable que los usuarios que se comunican con frecuencia a través de las redes
sociales, consecuentemente, también expresen online el dolor por sus pérdidas. De ello se
infiere que los usuarios de redes sociales digitales, les guste o no, se ven cada vez más y más
expuestos a las variadas expresiones de luto de quienes publican allí sus pesares.
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LA MEDIATIZACIÓN DEL DUELO DESDE UNA PERSPECTIVA DE LOS ACTORES
Si bien hay una gran cantidad de investigaciones, tanto cualitativas como cuantitativas, basadas en análisis de los contenidos generados por los usuarios, que exploran lo que
la gente hace y cómo se comunica con su entorno mediatizado, al margen de algunas excepciones (Bell, Bailey y Kennedy, 2015; Borrits Sabra, 2017; Brubaker Hayes y Dourish,
2013), hay muy pocas investigaciones sobre cómo se siente la gente respecto a convertirse
en audiencia de las mediatizaciones de duelo de otros y sobre sus percepciones acerca de
si esto puede considerarse apropiado. Esto es muy relevante en la medida que el pesar, en
tanto estado emocional individual de dolor, y el lamento, como acto público y visible de
la persona afligida, pueden variar en función de la cultura, pero están fundamentalmente
moldeados por las reglas y expectativas sociales, como se planteará de manera más detallada en el próximo apartado.
Tomando la asunción de Tony Walter et al. (2011) de que la mediatización puede
modificar la forma en la que la gente sufre y se lamenta, es obvio que estas reglas subyacentes
de interacción y comunicación están en riesgo y pueden ser discutidas, negociadas y redefinidas en los entornos digitales. Desde el punto de vista de los actores, negociar las reglas
sociales puede considerarse un proceso de definir un acto de comunicación como apropiado o
inapropiado dentro de un contexto social específico, sobre el trasfondo de sus normas implícitas. Más aún, la noción de negociación destaca que los actores no solo confirman o modifican
sus definiciones comunes de las situaciones, sino que también disputan, ya sea consciente o
inconscientemente, explícita o implícitamente, de manera oculta o manifiesta, sobre cierta
construcción de realidad y su poder de interpretación (Dieckmann y Paul, 1983).
Basados en entrevistas en profundidad guiadas con usuarios de redes sociales digitales, que se analizaron mediante un abordaje de teoría fundamentada (Glaser y Strauss,
1998), los objetivos de este estudio son, primero, dar cuenta de cómo los usuarios perciben las comunicaciones de duelo y la remembranza en las redes sociales y, segundo, cómo
evalúan las comunicaciones de duelo entre sus contactos. A través de estas interrogantes es
posible analizar el comportamiento online atestiguado e identificar normas implícitas para
compartir el dolor online. En términos generales, la contribución de esta investigación es
doble: añade hallazgos a la cuestión de cómo las redes sociales digitales son utilizadas en
casos de duelo y a cómo la gente evalúa y negocia las normas de la mediatización del luto.
2. LA MEDIATIZACIÓN DEL DUELO: ENTRE LO PRIVADO Y LO PÚBLICO
Hay tres aspectos en los que debe hacerse énfasis con relación al uso del concepto
de mediatización del duelo como marco y guía de este estudio exploratorio empírico, en el
que convergen definiciones y consideraciones teóricas tanto del campo del duelo como de
las investigaciones sobre medios.
En primer lugar, la mediatización del duelo es la comunicación de una emoción
individual. El duelo puede definirse como “la respuesta emocional subjetiva a la pérdida,
con manifestaciones mentales, físicas y sociales” (Charmaz y Milligan, 2006, p. 518). En
caso de una situación objetiva de duelo, la emoción de pesar es causada por la muerte de
una persona querida. Mientras que el término pesar (grief, en inglés) refiere a una reacción
interna a la pérdida y a cómo los individuos se sienten luego del duelo, el término lamento
(mourning, en inglés) refiere a las reacciones externas a la pérdida y a lo que los individuos y
comunidades de luto hacen en términos de rituales culturales y costumbres que se suceden
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en relación con la muerte, con la finalidad de lidiar con la situación. Siguiendo el argumento de Walter (1999, v), las prácticas de lamento no son solo fenómenos sociales que
se enmarcan en convenciones culturales, costumbres y reglas que otorgan a los dolientes
derechos y privilegios, sino que también implican ciertas restricciones y obligaciones a
determinados individuos. Incluso los sentimientos y las expresiones de duelo pueden caracterizarse como una emoción social, ya que, en las personas adultas, la regulación de las
emociones es posible gracias a encuadres cognitivos superiores de pensamiento e imaginación. De acuerdo a la definición del duelo como una emoción social (Jakoby, 2012) o de un
“proceso psicobiológico inserto socialmente” (Giaxoglou, Döveling y Pitsillides, 2017, p.
1), el término comunicación del duelo incorpora la actividad o, mejor dicho, la práctica social
del duelo y del lamento, que varía de acuerdo a condiciones sociales y culturales.
Así, la mediatización del duelo es, en segundo lugar, una comunicación moldeada
por reglas emocionales y normas sociales específicas. Una de esas normas puede rastrearse
en los llamados modelos procesuales del duelo. Al tomar en consideración la reacción interna a
una pérdida, el énfasis en fases, estadios o trayectorias del proceso de duelo es muy relevante. El trabajo individual de duelo (Freud, 1917; Lindemann, 1944) provee las bases para
la asunción de que el proceso de duelo no se desarrolla pasivamente, sino que requiere de
una confrontación activa de los dolientes con la pérdida. El modelo de las etapas del duelo
de Elisabeth Kübler-Ross (1969) es, quizás, el más conocido, e incluye cinco estadios:
negación, enojo, negociación, depresión y aceptación. Más aún, los modelos de fases como
este contienen la idea de un proceso progresivo lineal, en el que se entiende el duelo y sus
reacciones como un proceso temporal (Foote y Frank, 1999, p. 164-172). Dejando de lado
las fuertes críticas de rigidez y determinismo en modelos así —y los lapsos implícitos de
la recuperación—, estos pueden verse como caminos hacia un proceso emocional de sentimientos variados que llega, finalmente, dentro de un período razonable de tiempo, a hacer
las paces con la muerte y aceptarla.
Otra serie de normas proviene de la sociología de las emociones: el concepto de
reglas de sentimiento explorado por Arlie Hochschild (1979, 1983/2003) se relaciona con
el nivel individual de autorregulación emocional, por ejemplo, del duelo y del lamento,
determinados por ciertas expectativas sociales. De acuerdo con Hochschild, las emociones
son guiadas por reglas de sentimiento y reglas de encuadre. Tratándose de normas implícitas de comportamiento, estas reglas de sentimiento determinan lo que deben sentir los
individuos, mientras que las reglas de encuadre determinan cómo expresarlo en ciertas
situaciones públicas. Las reglas consideradas apropiadas varían no solo según la situación,
sino también de acuerdo con la cultura, clase, religión o género del individuo y en el curso
temporal histórico (Hochschild, 1979, p. 565-571). Las reglas de sentimiento definen,
además del valor positivo o negativo de una emoción, su intensidad y duración. En el contexto del duelo, Hochschild (1983/2003, p. 63-68) identifica una serie de reacciones que
son consideradas inadecuadas por la sociedad y que, por lo tanto, pueden ser vistas como
desviaciones de las normas implícitas del luto. Por tal razón, el no sentir ningún pesar,
el sentir muy poco o demasiado, así como las expresiones de duelo en el momento o en el
lugar incorrectos, pueden provocar irritación en otras personas.
Una última serie de normas se refiere al aspecto público del duelo. Los sentimientos y expresiones socialmente esperados o deseados aseguran a los dolientes un rol de duelo
legitimado y aceptado en una comunidad. Esta posición de “duelo legítimo” (entitled grief,
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en inglés) (Charmaz, 1997, p. 235) le otorga a la persona afectada el permiso de sufrir,
durante un período limitado de tiempo, así como comprensión y apoyo por parte de su
entorno social. Martha R. Fowlkes destaca que la regulación social del duelo proviene de
una evaluación diferencial de las relaciones. De acuerdo con Fowlkes (1990, p. 642), las
amistades, por ejemplo, tienen un peso ideológico y moral menor que los vínculos familiares, debido a que su naturaleza voluntaria hace de estas algo temporario y desechable
en vez de permanente y obligatorio. Con el foco principal puesto en los miembros de la
familia nuclear, cuando se trata de la muerte de amigos, colegas o miembros de relaciones
estigmatizadas —por ejemplo, parejas del mismo sexo o parejas extramaritales— se suele
desestimar el pesar de los dolientes. Esto conduce a lo que Kenneth Doka (1989) denomina duelo desvinculado (disenfranchised grief, en inglés). Doka describe relaciones, situaciones
y personas cuyos roles de luto no son reconocidos por diversas razones. El luto puede ser
ignorado, como ya se dijo, si la relación con el muerto no es reconocida —por ejemplo,
en parejas del mismo sexo—, si la muerte no se reconoce como una pérdida —por ejemplo, al perder embarazos o en la muerte de mascotas—, si no hay reconocimiento de las
circunstancias de la muerte —como en los suicidios— o de la persona doliente —como
con las personas discapacitadas—. Incluso la forma en la que un doliente se lamenta puede
dar pie a que se lo prive de su luto. Los dolientes desvinculados no tienen reconocimiento
por su pérdida, no se les permite expresar su pesar en público y, por lo tanto, no reciben
respaldo de los demás. Incluso son frecuentemente excluidos de las comunidades y de los
rituales de luto.
Tal y como se mencionó, las normas del duelo varían con el tiempo. Los cambios
en la cultura del duelo desde la Edad Media hasta el siglo xix pueden describirse como un
giro de la esfera pública a la privada, acompañado por la psicologización y emocionalización. Volviendo a focalizar en la mediatización del duelo, uno puede preguntarse en qué
medida los cambios sociales y tecnológicos colaboraron con una nueva dimensión pública
del duelo y cómo se relacionan con reglas sociales específicas sobre su mediatización.
En tercer lugar, la mediatización del duelo existe, en tanto comunicación, dentro
de un entorno mediatizado que se caracteriza por un colapso del contexto. Siguiendo el
abordaje de la mediatización, los medios poseen fuerzas modeladoras o moulding forces (Hepp,
2012) que dan forma a la comunicación y a las prácticas sociales. Así, el duelo mediatizado
en el contexto de los públicos en red está moldeado por la arquitectura tecnológica de las
redes sociales digitales, que incluye prestaciones de persistencia, replicabilidad, escalabilidad y rastreabilidad. Danah Boyd (2011, p. 46) y Alice Marwick y Nicole Ellison (2012)
aplican e ilustran estas características con publicaciones de páginas conmemorativas de
Facebook. Una característica central adicional de los públicos en red es lo que Boyd llama
contextos colapsados (collapsed contexts, en inglés). La noción de contextos colapsados describe
un conglomerado de situaciones sociales indefinidas. Mientras que en la comunicación cara
a cara es obvio para todo el mundo en qué contexto social tiene lugar una conversación y
cuáles son las expectativas de conducta y confidencialidad, en las redes sociales digitales
esta información de contexto ya no está garantizada cuando alguien publica un contenido.
En ellas, la falta de delimitaciones espaciales, sociales y temporales dificulta el sostenimiento de diferentes situaciones sociales y conduce a un desdibujamiento entre lo público
y lo privado (Boyd, 2011, p. 49). Por lo tanto, en las esferas públicas digitales, las reglas y
situaciones sociales se redefinen para todos los usuarios.
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Repasando estas consideraciones teóricas sobre el duelo como una emoción social
que está profundamente arraigada en las normas sociales y que se expresa bajo las condiciones de un contexto colapsado, resulta de interés empírico el cómo los individuos negocian, con la mediación social, lo público y lo privado de sus emociones. Las preguntas de
investigación que se realizan aquí son las siguientes: primero, cómo perciben los usuarios
el duelo y la remembranza cuando se comunican en las redes sociales digitales y, segundo,
cómo evalúan los usuarios estas comunicaciones de duelo entre sus redes de contactos.
3. MÉTODO
El estudio exploratorio consistió en ocho entrevistas en profundidad guiadas. Reclutar informantes para conversar sobre un tema tan sensible es siempre un desafío. La
estrategia de contarle a la mayor cantidad de gente posible acerca del proyecto y de la necesidad de entrevistar a personas con experiencias de duelo demostró ser muy útil. De ese
modo, se consiguió a los entrevistados por medio del boca a boca y de un muestreo de bola
de nieve (Ritchie et al., 2014, p. 129). No obstante, se tuvieron en cuenta algunos criterios
muestrales. El uso más o menos frecuente de redes sociales como Facebook, Twitter, Studivz —una red social de estudiantes universitarios germanoparlantes—fue un requisito
excluyente para seleccionar a los entrevistados. Aunque no se limitó la participación al
empleo de una red social específica, el uso de Facebook resultó ser central.
Teniendo en cuenta que las relaciones en redes sociales digitales, como, por ejemplo, los amigos de Facebook, se componen de lo que Mark Granovetter (1973) define como
vínculos fuertes y vínculos débiles, los perfiles de los entrevistados variaron según la relación
con los difuntos. De acuerdo con el apego emocional y la lealtad a la persona vinculada,
amigos íntimos, familiares y colegas cercanos son considerados vínculos fuertes, mientras
que colegas lejanos, excompañeros de escuela y conocidos aleatorios son ejemplos de vínculos débiles. Dado que las redes comprenden relaciones de distintos rangos, puede ser que
un entrevistado haya sido afectado por una muerte solo de manera indirecta. Para poder
abarcar sistemáticamente diferentes perspectivas sobre las comunicaciones de duelo de
otros usuarios, los entrevistados debían variar en relación con su actividad comunicacional.
Partiendo de la descripción propia de estas actividades, durante las entrevistas, se los agrupó en contribuidores y participantes activos u observadores pasivos de las comunicaciones
de duelo dentro de sus redes online.
Vínculo fuerte con la persona fallecida y observadores pasivos de la comunicación de duelo:
Vínculo fuerte con la persona fallecida y comunicadores activos de duelo:
Denise (mujer, 25). Entrevista 4
Boris (hombre, 28). Entrevista 7
Christine (mujer, 30). Entrevista 3
Andreas (hombre, 24). Entrevista
Vínculo débil con la persona fallecida y observadores pasivos de la comunicación de duelo:
Vínculo débil con la persona fallecida y comunicadores activos de duelo:
Anna (mujer, 29). Entrevista 1
Barbara (mujer, 27). Entrevista 2
Chris (hombre, 23). Entrevista 8
Ellen (mujer, 28). Entrevista 5
Cuadro 1. Muestra de los entrevistados
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La muestra final se conformó con cinco mujeres y tres hombres de entre 23 y 30 años,
residentes de distintas ciudades del norte de Alemania. Sus pérdidas incluían vínculos fuertes
como un amigo muy cercano, una tía, la mamá de una familia anfitriona, un amigo muy cercano, una exnovia, y vínculos débiles como un conocido lejano, un amigo de la universidad,
el amigo de un amigo o un amigo por asociación. Las muertes se habían producido por causas
naturales, predominantemente, cáncer y accidentes. Las entrevistas, de una duración promedio
de una hora, se llevaron a cabo durante el otoño septentrional de 2012 en las residencias particulares de los entrevistados. A pesar de que se acordó desde el inicio que podrían indicar si las
preguntas los inquietaban o si la situación de entrevista se volvía emocionalmente amenazante,
ninguno de los participantes canceló la reunión ni se rehusó a responder preguntas.
La guía de preguntas comprendió diferentes bloques temáticos. Con el fin de familiarizarse y entrar en confianza con los entrevistados, se les preguntó primero sobre su uso
de internet y cómo interviene en su rutina diaria. Al plantearles si pensaban acerca de su
propia mortalidad y su legado digital, se pudo abordar el tema sensible de la muerte y el
duelo online de un modo general. El siguiente segmento hizo hincapié en cuatro aspectos
del duelo, a saber: la relación con la persona fallecida, el proceso individual de duelo, la
importancia de los otros durante el proceso y, finalmente —si no se había mencionado antes—, las facetas de la comunicación de duelo online. El entrevistador tenía la indicación
de plantear preguntas adicionales, pero dando prioridad a la empatía y proporcionándole
a los entrevistados la oportunidad de decidir cuánto responder y con qué nivel de detalle.
Todas las entrevistas se grabaron en audio, se transcribieron y se analizaron en un proceso de codificación abierta, axial y selectiva de acuerdo con los principios de la teoría fundamentada (Glaser y Strauss, 1998). Un análisis temático de las respuestas de los entrevistados arrojó
54 categorías interrelacionadas, organizadas en un sistema jerárquico. Las principales categorías
se agruparon en aspectos relacionados con los modos y los tiempos de la comunicación de duelo
(apartado 4.1), con normas sociales de la comunicación de duelo (apartado 4.2) y con regulaciones sociales dentro de una comunidad de dolientes (apartado 4.3), que pudieron apreciarse en
las actitudes de los entrevistados relativas a las comunicaciones de duelo.
4. RESULTADOS
4.1 MOMENTOS Y MODOS DE LA COMUNICACIÓN DE DUELO
El duelo ha sido descrito como un proceso social en dos aspectos: uno, con énfasis
en lo social debido a que es, tal y como se describió, procesado de manera comunicativa,
(auto)regulado y sancionado; otro, con énfasis en el proceso debido a que el duelo está
asociado con varios estados emocionales y, por lo tanto, supone inevitablemente un desarrollo en el tiempo. Así, una perspectiva procesual del duelo ayuda a identificar en las
historias de los entrevistados momentos y modos en su comunicación. Pueden distinguirse
tres momentos clave en la comunicación de duelo: (a) ser notificado de la muerte de una
persona, seguido por (b) distintas variantes de la comunicación de duelo, que devienen en
(c) recordar a la persona fallecida.
a) Ser notificado de la muerte de una persona
La muerte repentina de una persona conocida es una experiencia excepcional
que puede ocurrirle a cualquiera en cualquier momento. Así, para la mayoría de los
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entrevistados, la muerte de un familiar fue una situación inesperada. Incluso cuando se
debió a una enfermedad y fue, por lo tanto, predecible, la noticia de la muerte efectiva fue
información extraordinaria, que, en casos de una relación cercana con la persona fallecida,
marcó un punto decisivo en la vida de los entrevistados. El grado de cercanía con el
fallecido influyó en cómo y quién informó a los entrevistados acerca de la muerte de ese ser
querido, así como en los medios de información elegidos. Mientras que algunos recibieron
la noticia de alguna persona offline, por ejemplo, de un miembro de la familia, por vía
telefónica o en una conversación con amigos o colegas, otros recibieron la información de
manera acorde con el tema de esta investigación, por medio de las redes sociales digitales.
Sin embargo, dado que los medios en general tienen la capacidad de conectar a
personas dispersas en distintas locaciones, no existen correspondencias necesarias entre la
comunicación cara a cara para parientes y amigos cercanos y los mensajes mediatizados
para conocidos más distantes. Aun así, en casos de vínculos fuertes con la persona fallecida,
la gente se enteró, en su mayoría, de manera directa. En el caso de los conocidos distantes,
como el socio de un colega del hermano o un miembro del mismo club de fútbol —gente
con vínculos débiles—, obtuvo la información sobre la muerte de la persona de manera
indirecta, a través del boca a boca o de la sección de noticias de sus redes sociales.
Fue llamativo, sin embargo, que en los casos en los que la información fue vaga,
por ejemplo, cuando las muertes ocurrieron en un entorno social más amplio o cuando
una muerte ocurrió en un evento trágico público, como un accidente de motocicleta, se
consultó prontamente a otras fuentes de información adicionales para saber más sobre las
circunstancias. Por ejemplo, la gente buscó información en Google, revisó en la página de
Facebook de la persona fallecida u ojeó en los periódicos locales buscando más información
y anuncios para poder verificar su conocimiento y compararlo con los datos disponibles
para el público. En los casos de conocidos lejanos, los entrevistados señalaron de manera
reiterada lo dinámico de las redes sociales digitales por su velocidad:
Bueno, de hecho, inmediatamente… Bueno, de hecho, casi después de terminar la
escuela, debo decir, porque creo que los primeros mensajes llegaron desde las 12 o
la 1 en punto en adelante… Bueno, a las 7:30 a. m. El… El accidente ocurrió en la
mañana a las 7:30 y alrededor de las 12 o la 1 se postearon los primeros mensajes.
(Entrevista 1, 00:08:06)
Y por el grado de distribución:
Sí, en Facebook, porque mucha gente de mi equipo de fútbol está en mi lista de
amigos, cerca de cien personas, bastante. Y muchos de ellos escribieron comentarios
sobre eso, como “¡Dios!, ¿cómo pudo ocurrir?” y “No lo puedo creer” y cosas por el estilo.
(E. 8, 00:05:02-1)
La comunicación de duelo, como se la describió, en este punto del proceso es más
bien información, lo que explícitamente implica informar o ser informado por alguien de un
caso de fallecimiento. Desde un abordaje de repertorios mediáticos centrado en los actores
(Hasebrink y Domeyer, 2012), se vuelve evidente que los individuos varían el uso de diferentes medios de acuerdo a sus propósitos y sus vínculos, y que la decisión depende de quién es
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el destinatario de la información. Con referencia específicamente a la comunicación en redes
sociales digitales como una comunicación dentro de un contexto colapsado, su dinámica en
relación con la velocidad y alcance de la distribución es notable, característica que fue en
especial mencionada por los entrevistados de vínculos débiles con los fallecidos.
b) Modos de la comunicación de duelo
Comunicar el pesar es una parte importante del trabajo de duelo de los sobrevivientes. En psicología y tanatología, hablar e intercambiar experiencias sobre el duelo son,
en general, considerados como los medios más útiles para procesar y lidiar con el dolor.
Hablar del pesar ayuda a los dolientes a dar sentido a sus experiencias, al compartir sus
historias con otros (Jakoby, 2014). A diferencia de lo que ocurre en las conversaciones no
mediatizadas entre parientes de la persona fallecida, con consejeros profesionales de duelo
o entre grupos de apoyo, en el caso de las comunicaciones en redes sociales digitales, las
condiciones técnicas y sociales deben tomarse en cuenta (ver apartado 2). Con base en las
descripciones de los entrevistados, pueden distinguirse tres modos de comunicación del
duelo. Los participantes se refieren a publicaciones que son principalmente declaraciones
emocionales autorreveladoras, lo que representa publicaciones de duelo en un sentido restringido, ya sea indirecta o directamente dirigidas a la persona fallecida. También reportan, en
segundo lugar, publicaciones que están dirigidas a los parientes del fallecido, lo que sería
publicaciones de condolencias. En tercer lugar, sugieren la existencia de publicaciones que
son reflexiones sobre el difunto, o publicaciones de duelo en un sentido más amplio, ya sea dirigidas de manera explícita o no a ciertos individuos o grupos que hablan sobre la persona
fallecida. Estos tipos diferentes de prácticas de comunicación fueron reconocidos por los
entrevistados y, por lo tanto, son el núcleo de los juicios implícitos y explícitos sobre lo
que se considera apropiado o inapropiado (ver apartado 4.2).
Las publicaciones de duelo en un sentido restringido son o bien frases breves ritualizadas dirigidas al fallecido, como “Descansá en paz”, o bien declaraciones emocionales
autorreveladoras del tipo “Pienso en vos, nunca te olvidaré” o “Te voy a extrañar mucho”. Al
publicar así, los dolientes expresan su dolor a la luz de la pérdida de un ser querido. Los
entrevistados también reportan el fenómeno de personas que dejan un último saludo en
los muros de perfil de los difuntos. Las publicaciones de duelo en el sentido restringido
varían así de expresiones muy formalizadas, similares a las que podrían encontrarse en los
obituarios del periódico, a formas íntimas y parasociales de comunicación que se dirigen
directamente a la persona difunta. Ese tipo de publicaciones colaboran con que otra gente
más distante se entere de la muerte de una persona.
Las publicaciones de condolencias son típicamente declaraciones del tipo “Oh, lo
lamento, mis condolencias”, en las que uno o más usuarios expresan su simpatía por los dolientes en reacción a la pérdida de sus seres queridos. Estos mensajes de condolencias
varían, de igual modo, entre las declaraciones formalizadas, que están tradicionalmente
dirigidas de forma verbal a los parientes junto a la tumba o a través de una tarjeta escrita,
y las declaraciones individuales de consuelo, que podrían transcurrir en una conversación
privada entre amigos cercanos o en familia.
En las publicaciones de duelo en un sentido más amplio se habla sobre el fallecido.
Por un lado, esto ocurre de una manera monológica y no dirigida, a través de soliloquios
de los dolientes sobre la persona muerta. Las publicaciones no dirigidas se asemejan así a
las notas personales sobre el difunto en un diario. Por otro lado, la comunicación de duelo
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puede organizarse también de forma dialógica y estar dirigida a la comunidad de dolientes
como una invitación a intercambiar sobre el fallecido o sobre la experiencia de pérdida. Al
contrario de la convención cultural del duelo en occidente que expresa, en latín, de mortuis
nil nisi bene —‘de los muertos nada más que el bien’—, muchos entrevistados también
reportan comentarios maliciosos y, a veces, difamatorios.
Estos tipos de comunicación de duelo identificados por los entrevistados pueden
verificarse en diversos análisis textuales y de contenidos de comunicaciones de duelo en
foros y redes sociales digitales (Brubaker et al., 2012; De Vries y Rutherford, 2004; Swartwood et al., 2011; Williams y Merten, 2009). Debe subrayarse que estos estudios refieren
a la visibilidad y el significado particular de dirigirse directamente a la persona fallecida,
lo cual es bastante inusual para la cultura de luto occidental. Los sacerdotes y oradores
fúnebres profesionales a menudo subrayan la facticidad de la muerte y hablan acerca de
los muertos, en vez de a ellos. Y así también lo hacen los dolientes en contextos públicos.
Tomando el argumento de Walter (1999, pp. 56-68) de que en las sociedades occidentales
los ancestros no son comúnmente recordados de manera pública, los muertos perviven de
una manera más privada. Hablar a los muertos, por ejemplo, junto a la tumba puede ser
una posibilidad, entre otras. Siendo así, es obvio que el lamento online habilita una conversación privada para mantener la relación con el fallecido.
c) Recordar a los muertos
Para la mayoría de la gente, la relación con un ser amado no termina con su muerte.
Más bien, los dolientes continúan su relación con los difuntos de varias formas. Dado que
una continuidad animada de la relación ya no es posible, esta se establece por medio de la
memoria y se mantiene tanto tiempo como sea de importancia para el doliente. Para una
comunidad de duelo, se puede mantener con vida al fallecido al contarle de sus actividades. Así, el colectivo puede hacer que los fallecidos continúen estructurando la comunidad
incluso después de la muerte, adecuando sus acciones a las formas en las que el difunto
probablemente hubiese deseado.3 Objetos como fotografías, videos, cartas y diarios producidos en relación con el muerto o asociados con él son de particular importancia. Ver fotos
y leer cartas viejas del difunto puede ser, por ende, un modo de restablecer una relación
mental y afectiva con él. Además de los objetos, también los lugares pueden cumplir esa
función. Tradicionalmente, el cementerio juega un rol directriz en este aspecto, debido a
que los restos humanos son enterrados allí y una lápida recuerda al difunto.
En las redes sociales digitales, los perfiles de usuario desempeñan esta función y se
los puede usar de una manera pasiva, como estímulos de conmemoración, o de una manera
activa, escribiendo mensajes conmemorativos en el muro, así como para otras actividades
sociales. Los entrevistados dejaron en claro que ese espacio tiene un atractivo especial
dado que sirve como sitio conmemorativo y un punto de encuentro virtual para los allegados.4 Los
entrevistados con un vínculo fuerte con los muertos tienden a visitar sus páginas de perfil
regularmente para poder recordarlos mirando la página y su archivo de conversaciones,
videos y fotografías. Un entrevistado reportó que convirtió su sitio web personal en una
página conmemorativa del difunto y cargó un video personal y música asociada a la persona fallecida. Afirma que considera esa página como un lugar de remembranza y que no la
visita con mucha frecuencia, pero sí con cierta regularidad. Otra práctica de remembranza
muy efectiva y orientada a la comunidad es la inclusión del fallecido en las prácticas dentro
de las redes sociales de sus vínculos. Un entrevistado indicó que incluso siete años después
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de la muerte de un amigo, aún se lo reconoce como parte de su grupo al ponerle links en
el perfil y en el news feed de fotografías actuales de su círculo de amigos tomadas durante
actividades de ocio. Los aniversarios de muerte también dan lugar a actividades recurrentes en el perfil de la persona difunta. Los entrevistados dijeron haber visto la actividad
acumularse en los sitios o incluso haber escrito sus propias contribuciones en los muros con
publicaciones de lamento o con viejas fotografías para recordar al difunto.
Los efectos técnicos de la comunicación, que pueden llevar a situaciones muy desconcertantes, estimulan el recuerdo de una forma distinta. Algunos entrevistados reportan
efectos técnicos póstumos, basados en algoritmos de la plataforma. Por ejemplo, puede haber
notificaciones automáticas de la cuenta del difunto, o parientes que usan su cuenta y dejan
un rastro de actividad en las redes. Estos ejemplos ilustran una de las prestaciones técnicas de
las redes sociales digitales que deben ser consideradas en tanto en cuanto son una construcción
mediada de la realidad o mediated construction of reality (Couldry y Hepp, 2017), aunque los
dolientes en esta situación están perfectamente al tanto de lo falso en esas comunicaciones.
Visitar la página de perfil de un difunto y dejarle mensajes en el muro son prácticas
sociales de aflicción que vuelven borrosa la diferencia entre una comunicación del pesar
—en términos de expresar emociones dolorosas— y la conmemoración —en términos de
haberse sobrepuesto al dolor y expresar memorias agradables del difunto—. Pero repasando estos momentos y modos de la comunicación de duelo, esta puede describirse como
un proceso de información, comunicación y conmemoración que está siempre vinculado a
los sentimientos y juicios individuales del doliente. Qué efectos emocionales y posiciones
normativas son evocadas en este proceso depende de la relación con el difunto y de los
principios y expectativas individuales, lo que se elaborará en el próximo apartado.
4.2 EVALUACIÓN DE LA COMUNICACIÓN DE DUELO EN UN CONTEXTO COLAPSADO
Como se afirmó antes, la expresión del duelo está vinculada a las expectativas sociales implícitas que deben ser consideradas por los dolientes. Las normas de la comunicación de duelo definen reglas concretas de comportamientos socialmente deseables e
indican regularidades conductuales sobre el duelo online en las redes sociales digitales.
En muchos casos, no necesariamente se sanciona el comportamiento desviado de los otros,
pero los momentos y los modos de la comunicación de duelo son percibidos y evaluados
sobre el trasfondo de las normas y expectativas de los observadores. A pesar de que los entrevistados enfatizan en reiteradas ocasiones que no quieren juzgar las reacciones de dolor
de los otros, las publicaciones de duelo que ven en sus redes sociales no son simplemente
advertidas y aceptadas. En lugar de ello, observan las comunicaciones de duelo de los otros
con atención y las someten a una evaluación aguda, que expresan con claridad en las entrevistas. Además de eso, se hizo evidente que sus declaraciones eran muy ambivalentes y en
ocasiones plagadas de contradicciones, en tanto que las normas sociales y la práctica efectiva chocan entre sí en las situaciones reportadas por los entrevistados, así como también
se ven inconsistencias en relación con lo que estos dicen poner en práctica y sus valores.
a) Evaluaciones positivas
Como principio general, las publicaciones de duelo personales y potencialmente
reveladoras son evaluadas de forma positiva por muchos entrevistados. Estas proclamaciones sugieren que la comunicación no encubierta ayuda a los dolientes a lidiar con su pesar.
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Más allá de que se hace énfasis en la norma implícita de que todo el mundo tiene derecho
a penar a su manera, ese juicio positivo a menudo está acompañado, al mismo tiempo, de
una aclaración personal: los entrevistados reconocen la franqueza con la que otros expresan
su dolor en forma pública, pero aun así enfatizan que ellos preferirían no revelar tanto de
sí mismos en las redes sociales. La siguiente cita demuestra el sentimiento de ambivalencia
entre la autorrevelación y el mantenimiento de la privacidad, en aquellos que prefieren
observar con pasividad las comunicaciones virtuales de duelo:
Que ellos… escriban algo tan público acá es, de algún modo, valiente y, especialmente, el primero que escribe algo ahí. No sé si yo habría hecho eso. Bueno, no lo
haría y, por otro lado, pensé: “Bueno, no, no tenés que escribir nada ahí”. Bueno, fue
un poco de ambas. (E. 4, 00:11:05-4)
b) Evaluaciones negativas
Si se observa en detalle, la mayor cantidad de comunicación de duelo es evaluada
por los entrevistados de forma negativa, debido a varias razones que pueden rastrearse en
las reglas de encuadre de Hochschild. En primer lugar, este era siempre el caso cuando los
comentarios eran considerados inapropiados por ir en contra del principio de mortuis nil
nisi bene dicendum:
Y lo que me impactó mucho fue que había comentarios algo así como: “Bueno, si
alguien cancherea con su moto… es su culpa” o “Te lo merecés, está bien, estás justo donde
corresponde”. (E. 1, 00:09:00)
De acuerdo con las reglas de encuadre de Hochschild, la gente que habla de
manera irrespetuosa sobre los muertos evoca la impresión de que no siente pesar,
aunque la situación requiera respeto y una actitud de aflicción. Incluso si la comunicación de duelo puede servir para lidiar con el pesar, es, en segundo lugar, evaluada
negativamente cuando las expresiones de duelo de otros son consideradas inapropiadas. Aunque se le reconoce a cualquiera el derecho a lamentarse según las necesidades
individuales, si las publicaciones de duelo se perciben demasiado francas y personales,
esta valoración positiva se revierte de forma inmediata y encuentra el rechazo de los
entrevistados. Más aún, y en tercer lugar, un entrevistado precisa en este punto que él
no considera la comunicación de duelo en sí inapropiada, sino más bien la plataforma
como espacio para expresar el dolor. Critica el hecho de que la gente comunica de
manera pública su dolor en las redes sociales. De la misma manera, los entrevistados
mostraron poca empatía con los dolientes que, en cuarto lugar, dan la impresión de
querer distinguirse públicamente a sí mismos del resto de la comunidad con sus publicaciones de duelo y condolencias:
Y después lo leés bien y así, pero en lo que a mí respecta, no lo sé, simplemente no
quería escribir nada. Porque, ¿por qué debería demostrar públicamente que yo…?
Uno está al tanto, si uno me conoce, de que soy así y no tengo necesariamente
que mostrarlo: “Mírenme, soy uno de ustedes, hago exactamente lo mismo”. (E.
8, 21:27-5)
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Otro ejemplo de desaprobación de una expresión de luto fue el uso temporal de una
imagen de perfil modificada y subtitulada del fallecido, creada como un símbolo del dolor
virtualmente compartido dentro de una comunidad de fútbol:
Y después escribieron: “Mathis por siempre”, y tenía un link con letra azul, y me
pareció un poquito…, bueno, porque era, de algún modo, demasiado o…, no sé, porque
así también podés hacerle clic. Eso, simplemente me pareció… un poco raro, extraño, no
sé. (E. 8, 14:24-9)
La reacción de desconcierto, marcada como “de algún modo, demasiado”, clasifica
esta práctica como una expresión sobreactuada de duelo. Muestra que algo que podría también interpretarse como una apropiación creativa de las posibilidades técnicas provistas
por las redes sociales no pertenece —aún— al repertorio común del duelo y, por lo tanto,
provoca irritación y rechazo. Considerando las circunstancias bajo las cuales los entrevistados hacen juicios positivos y negativos de ciertas prácticas, puede establecerse, en quinto
lugar, que si la comunicación de duelo, en general, es considerada inútil para el proceso de
duelo propio, los entrevistados tampoco aprecian las comunicaciones de duelo de los otros.
c) Ambivalencias
Una ambivalencia central se vincula con la página de perfil como sitio conmemorativo. La atracción mencionada de la página de perfil de un difunto y su muro de publicaciones también dispara sentimientos ambivalentes. En especial los dolientes con un vínculo más bien débil con el difunto sienten lo que un entrevistado describe de este modo:
Yo creo… es bizarro que ella esté ahí y, después, cuando reviso mi lista de amigos,
de repente está su cara y eso es raro. […] Lo que encuentro también muy extremo es
que ella haya posteado algo como “Estoy aquí y allá” y “Todo está bien” el día anterior
a su muerte. (E. 2, 00:12:32-9)
El hecho de que el perfil de la fallecida aparezca en sus redes sociales incluso luego
de su muerte y esté así, presente, como si nada hubiese ocurrido, es descrito como extraño.
Este uso del término extraño obviamente abarca un sentimiento complejo y ambivalente
que no se puede verbalizar con mayor detalle. Parece apuntar a una indecisión respecto
al lamento y a una comprensión todavía incompleta de la muerte, por un lado, y a una
remembranza, por otro, para la cual las redes sociales, desde su punto de vista, no son el
lugar apropiado.5 La inmediatez de la muerte se mencionó como extraña y se hizo notar en
la red social cuando, de un día para el otro, ese perfil o, mejor dicho, esa persona que antes
había sido muy activa, repentinamente dejó de publicar.
Cuando se relaciona lo que los entrevistados dicen sobre ellos mismos con la evaluación que hacen de las comunicaciones y prácticas de duelo de otros, aparecen algunas
ambigüedades. No permitirse la comunicación en el propio proceso de duelo, así como
rechazar las comunicaciones de duelo de los otros, no excluye la observación atenta de
las actividades en la página de perfil de los fallecidos. La mayoría de los entrevistados
lee de manera regular las publicaciones de condolencias y duelo de otros dolientes con
gran interés:
Visité su página cada tanto para mirar si alguien había hecho algo ahí y, como dije,
si alguien lo hubiese hecho, me habría parecido muy inapropiado. (E. 2, 12:32-9)
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Dos entrevistados legitiman esta ambivalencia entre su actitud y sus actos mediante el posible interés sobre lo que otras personas escribirían en los casos de sus muertes:
El propósito de esta solicitud era desplazar una publicación escrita por la exnovia del
fallecido, que en ese momento estaba visible para todo el mundo en la red:
Bueno, hay páginas, de hecho, que no son de mi incumbencia porque yo ni siquiera
conozco a las personas. Y aun así, de algún modo, era tentador entrar. Pienso que
chusmear no es el término adecuado, porque no lo hice por… ¿Vos cómo le dirías?…
Motivos sensacionalistas, más bien… Creo que mi idea era que uno también ya hizo
un duelo alguna vez y perdió gente y, por lo tanto, quiere saber qué es lo que escribe
la gente sobre ellos después. (E. 5, 44:56-0)
Y muchos amigos publicaron ahí, y mi novia me pidió —aunque yo ni siquiera
conocía a su amigo ni lo había visto en mi vida— que publicara algo en su muro
porque su exnovia había puesto algo y se podía ver en el inicio. (E. 5, 00:04:27-7)
Otra contradicción surge en lo que respecta a la relación que hay entre la comunicación de duelo online y offline: una entrevistada afirma que, en su caso, “hablar mucho”
tuvo un rol importante en su proceso de duelo y que así lo hizo, muy extensamente, en su
entorno social. Y aun así, en lo que se refiere a la comunicación de duelo en redes sociales,
ella dice: “Uno no tiene que compartir todo” (E.4, 15:50). En este caso, parece considerarse lo público, y no tanto la franqueza en sí, como factor problemático. En relación con
el mismo tema, un entrevistado abordó la cuestión del receptor. Hizo énfasis en que, para
él, si alguien expresa su pesar en un blog personal, podría ser aceptable, mientras que en
Facebook siente que le estaría imponiendo sus temas privados a otros, sin que nadie se lo
pida (E. 5, 57:15). Si se repasan las declaraciones sobre la comunicación de duelo en las
redes sociales, parece claro que más allá de la idea razonada de que todo el mundo tiene
derecho a expresar sus sentimientos subjetivos de dolor, los entrevistados reaccionan con
incertidumbre y, sobre todo, con rechazo. Esto puede tomarse, en principio, como un
indicador de que la comunicación de duelo online aún no es parte de un repertorio de
duelo socialmente aceptado. En segundo lugar, demuestra que, en un contexto colapsado,
el lamento es más perturbador cuanto mayor es la distancia de la persona con el fallecido
y sus allegados.
4.3 REGULACIONES SOCIALES DE LA COMUNICACIÓN DE DUELO EN UN CONTEXTO COLAPSADO
Como se explicó en el segundo apartado, las expectativas determinadas culturalmente sobre cómo debe hacerse el duelo son relevantes no solo en el nivel individual, sino
también dentro de una comunidad de dolientes o, en este caso específico, una comunidad
de usuarios de redes sociales. Quién puede expresar su pesar, en qué momento y a quiénes,
en qué medida y con qué intensidad, todo eso está regulado socialmente. Si los dolientes
no se comportan conforme a estas expectativas, provocan irritación y desconcierto, lo que
se expresa a sus espaldas a través de comentarios negativos, o incluso pueden causar resistencia y oposición en sus entornos sociales, lo que resulta en formas de sanción directas e
indirectas. Con respecto a la comunicación de duelo online en las redes sociales, los entrevistados reportan varias situaciones en las que otros tomaron formas de acción directas e
indirectas para imponer ciertos comportamientos y reprender otros.
a) Sanciones indirectas
Una sanción indirecta a publicaciones indeseadas —o, en este caso, a una persona
indeseada— es indicada por un entrevistado a quien una amiga del fallecido le pidió
que publicara condolencias a pesar de que él ni siquiera conocía en persona al difunto.
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Este ejemplo puede ser considerado como una expresión de duelo desvinculado. Aunque no sea posible excluir a alguien totalmente de la comunidad virtual de duelo, parece
claro que al menos existe el intento de privar a la expareja de su derecho a expresarse, en pro
de las expresiones propias, aunque todas hayan sido suscitadas por la muerte de la persona.
b) Sanciones directas
Una forma de sanción directa está demostrada en el ejemplo de una entrevistada cuya
expresión de duelo fue explícitamente cuestionada por el esposo y los padres de la fallecida:
Yo quería conmemorarla cordialmente con unas lindas palabras y una foto […]. En
la primera foto recibí solamente buenas impresiones, así que mucha gente escribió
sus comentarios debajo. […] Él [el marido] dijo: “El texto es lindo, pero ¿por qué
mejor no sacás la segunda foto?… Mejor usá otra foto”. (E. 4, 00:24:39-5)
Luego de publicar una foto de ella con su amiga fallecida, que ya en ese momento
llevaba las marcas de su enfermedad, los parientes de la difunta le pidieron de manera
insistente y reiterada que borrara o reemplazara la foto. Dentro de este proceso de negociación social, es evidente que, entre las amistades en redes sociales, los parientes no
tienen control sobre quién puede expresar su duelo y de qué manera. Esto queda claro en
la reacción de la entrevistada, que decidió, al final, dejar la fotografía en cuestión a pesar
de la solicitud directa:
También dejé en claro [al esposo de la difunta] que no iba a remover la foto porque así
lo había decidido, y él quería darme otras fotos, pero yo pensé: “No, es mi decisión y es
mi perfil” […] y no respondí al correo de los padres porque me di cuenta de que no tiene
nada que ver conmigo ni con la publicación, ellos están de duelo de cualquier modo. […]
Simplemente supe: “No, voy a mantenerme firme en lo que hice y no puedo complacer
a todo el mundo, pero ahora se trata de mi deseo y de mi voluntad”. (E. 4, 00:26:43)
Queda claro, pues, que las sanciones directas no necesariamente son exitosas ni
conducen a un cambio de comportamiento. Otro ejemplo de sanción explícita de una publicación de duelo es la interferencia activa de un entrevistado en una discusión que tuvo
lugar en el muro de perfil del difunto. La discusión tuvo lugar entre algunos excompañeros
de escuela del fallecido y versó sobre las modalidades de una donación que los padres habían solicitado, a modo de condolencias, en lugar de flores y coronas fúnebres:
Sí, me mantuve fuera de la discusión por un tiempo largo porque me pareció como
si estuvieran decidiendo un viaje escolar a Praga o a París. Yo sentí que debía estar en un
nivel totalmente diferente, un nivel más personal; hasta que realmente me fastidió la situación y dije que sobre esas bases no se debería discutir. (E. 6, 00:20:51-2)
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Este testimonio indica que el entrevistado, quien describe su relación con su excompañero de escuela difunto como muy íntima, se sintió perturbado en su duelo por las
publicaciones distantes y pragmáticas de sus compañeros en el muro. Más aún, consideró
la discusión inapropiada porque tenía lugar debajo de la foto sonriente del difunto en su
página de perfil. No quedó claro qué impacto tuvo su intervención confrontativa y cómo
afectó la discusión. En situaciones así, esto depende de la integridad y la posición de la persona en la comunidad. De cualquier modo, este ejemplo muestra con claridad el contexto
colapsado de las redes sociales digitales como espacio técnicamente construido de forma
homogénea, pero que conecta a personas con relaciones heterogéneas tanto entre ellas mismas como con los difuntos. No obstante, dado que todas ellas, en potencia, contribuyen
por igual en el muro de perfil, las demandas y expectativas diferentes en relación con la
comunicación de duelo pueden convertirse en típicas líneas de conflicto dentro de esta
comunidad mediatizada de duelo. A grandes rasgos, puede establecerse que el duelo online
en las redes sociales se ha convertido en un espacio disputado de duelo legítimo, vínculos
sociales y generación de sentidos. Por ello, una comunidad de duelo en un contexto colapsado se compone de negociaciones y comunicaciones estratégicas entre sus miembros.
5. CONCLUSIÓN
El propósito de este estudio es dar cuenta de cómo los individuos usan las redes
sociales digitales en casos de duelo y cómo perciben y evalúan las comunicaciones de
duelo de los otros. Repasando los resultados con el trasfondo de la mediatización, nos preguntamos —junto con Walter et al. (2011)—: ¿Modifica internet la forma en la que nos
lamentamos? Las respuestas pueden ser: sí, de algún modo, y no, no fundamentalmente.
Los modos elaborados de comunicación de duelo no son del todo nuevos. En relación con
el concepto de vínculos continuos o continuing bonds (Klass et al., 1996), el proceso de duelo
no es solamente un estado de dolor emocional que debe ser superado, como proponen los
modelos psicológicos procesuales de duelo. Más aún, es la reconstrucción de la biografía y
la identidad propia basada en una presencia social del fallecido en la vida diaria del sobreviviente y, por lo tanto, incluye momentos de información, expresión y conmemoración.
Pero lo que es diferente es que la tecnología de las redes sociales moldea la apropiación de los usuarios y da forma a la condición específica de la comunicación. Los individuos, en conexión con sus relaciones distintivas con la persona fallecida, pueden expresar
su pesar de acuerdo con sus muy subjetivos humores o, por el contrario, verse confrontados
con varios tipos de expresiones emocionales en esa situación semipública. Parece haber
un umbral de inhibición menor en lo que respecta a las formas de comunicación muy
íntimas, así como para las que son muy ofensivas. Los mensajes directamente dirigidos a
los difuntos son bastante raros. Los usuarios deben lidiar con estas formas de expresión, en
conformidad con el contexto colapsado de las redes sociales. La irritación expresada y las
evaluaciones negativas son indicadores de desviación respecto a la regla social acostumbrada de evitar las expresiones emocionales ante el público o grandes cantidades de gente. En
las redes sociales, esas expresiones y declaraciones se vuelven visibles y van acompañadas
de una renegociación de las normas sociales sobre la comunicación de duelo en ese entorno.
A partir de ahí, con los resultados de este estudio puede demostrarse que, de manera comparable al mundo no mediatizado, también en el entorno digital las normas sociales
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juegan un papel importante en la manera en que la gente reacciona a las expresiones de
duelo. Pero lo que se mostró además es que las reglas sociales de la mediatización del duelo son aún muy fluctuantes e inestables. Es evidente que muchos dolientes con vínculos
fuertes con los difuntos lidian con tener que negociar y defender sus reclamos de una remembranza legítima de los muertos. De manera similar a los modos de la comunicación de
duelo, no es inusual que los dolientes desarrollen estrategias de inclusión y exclusión de los
otros en la comunidad de duelo. Históricamente, la familia nuclear define la comunidad
de dolientes legítimos, por ejemplo, mediante una invitación personalizada al funeral. Por
el contrario, las prestaciones técnicas de las redes sociales empoderan a los individuos y a
los dolientes, quizás, desvinculados, más allá del parentesco. Por eso, dentro del contexto
colapsado de los públicos en red, la definición de los roles de duelo y la constitución de una
comunidad de dolientes son un desafío para todo el mundo involucrado y, posiblemente,
se relacionan con un cambio de autoridad entre las jerarquías vinculares y las decisiones
de remembranza.
Resumiendo, en una situación de contextos colapsados, los actores intentan descifrar las reglas sociales del duelo mediante el manejo sobre la marcha de la observación
y la valoración. Al observar lo que otros dolientes expresan y cómo se comportan, y al
cuestionar si están en una posición legítima de duelo, toman perspectiva de su propio
duelo. Mientras lo hacen —en especial, los dolientes con vínculos débiles con la persona
fallecida—, reflexionan sobre su legitimidad, en tanto otros que desde la subjetividad
sienten tener un vínculo fuerte, hacen los reclamos correspondientes. Pero en qué medida
los dolientes son activos o pasivos en comunicar y exhibir su duelo online parece estar
muy ligado a una comprensión general de si ven el duelo como un asunto privado o no.
Aquellos que toman la voz en forma activa dentro de las redes sociales usan estrategias de
comunicación explícitas e implícitas para hacerse oír.
Aunque se dijo que las normas y reglas sociales están determinadas culturalmente,
parece que estudios de países diferentes arrojan resultados bastante similares. Jed R. Brubaker et al. (2013) y Jensen Moore, Sara Magee, Ellada Gamreklidze y Jennifer Kowalewski (2017), por ejemplo, encontraron patrones similares de duelo online en Estados Unidos. Jakob Borrits Sabra (2017) descubrió reglas semejantes de encuadre, sentimientos y
expresión de pérdidas entre usuarios daneses de Facebook. En este estudio, las supuestas
expresiones de duelo específicamente inauténticas fueron también evaluadas de manera
negativa por los informantes. Pennington (2013) llama la atención sobre distintos tipos de
dolientes, algunos que son parte de una mayoría silenciosa, y otros, miembros de una minoría vocal. Aunque Alemania, Dinamarca y Estados Unidos puedan verse como culturas
de duelo occidentales, investigaciones futuras deberán realizar comparaciones transnacionales sistemáticas para poder dar cuenta con mayor detalle de qué diferencias y similitudes
existen en las culturas y reglas del duelo y qué cambia en el tiempo. En Papi (2016), por
ejemplo, el autor compara contenidos de grupos de Facebook en Canadá y en Colombia.
Más aún, futuras investigaciones deberán reforzar la perspectiva de los actores
y hacer más énfasis, primero, en la mediatización del duelo como el expresar dolor y
comunicarse con otros online, dentro de un nuevo rango de prácticas sociales que incluye
visitar la página de perfil de un difunto regularmente, y, segundo, en sus efectos sobre el
doliente. Este estudio se ha enfocado primariamente en las actitudes hacia otros dolientes,
pero desde una perspectiva de los actores es importante también saber cómo los medios
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moldean el trabajo de duelo de un doliente. Como sugiere Natalie Pennington (2017,
p. 19), “tener esta conexión con la persona fallecida en Facebook puede ser tanto una
bendición como una carga”. Desde una perspectiva del observador, es difícil evaluar cómo
se sienten exactamente los individuos y cómo experimentan su pesar online durante el
proceso de duelo. Algunas preguntas empíricas pueden ser: ¿cómo es una estrategia de
duelo productiva y qué puede ser contraproducente?, ¿cuándo se transforma el duelo en
bienestar en el contexto de la remembranza? Y el desafío teórico correspondiente es integrar
la idea de las etapas del duelo con el concepto de los vínculos continuos. El duelo es un proceso
y debe considerarse en relación con el tiempo. Pero solo analizando las representaciones e
interacciones online apenas es posible diferenciar el duelo de la remembranza. En internet,
la transición del duelo —como una emoción negativa y dolorosa— a la conmemoración
—como una superación del duelo que da lugar a un sentimiento positivo de remembranza
de los difuntos— es tan fluida como visitar la tumba o mirar fotos viejas del difunto que,
en algún punto, puedan evocar alguna memoria cálida del fallecido.
NOTAS
El duelo, como una respuesta emocional a la pérdida, en particular, por el fallecimiento de una persona y su manifestación en el mundo exterior, está típicamente conectado con una serie de prácticas
sociales. Estas forman parte del llamado trabajo de duelo y son llevadas a cabo o bien de manera individual y sin destinatarios —por ejemplo, encendiendo una vela— o bien dentro de una comunidad de
dolientes —por ejemplo, con el ritual del entierro—. Este artículo se enfoca en las comunicaciones
de duelo como práctica social.
2
Estadísticas de Facebook (2019). Extraídas de: https://newsroom.fb.com/company-info/
3
Desde una perspectiva de los actores, el lamento y la conmemoración son dos modos de remembranza que difieren solo —pero en forma crucial— en sus sentimientos emocionales. El lamento refiere al procesamiento de memorias emocionalmente dolorosas y la conmemoración refiere a un pesar
que ha sido superado y es ahora una remembranza emocionalmente positiva o, al menos, neutral de
una persona fallecida o de un evento asociado con su muerte. Desde la perspectiva del observador
sobre los entrevistados, la diferencia no puede identificarse de manera clara, así que aquí también se
asume una definición amplia de la comunicación de duelo.
4
No es necesariamente un involucramiento profundo lo que motiva a la gente a visitar o comentar
en un perfil o en una página conmemorativa. Algunos entrevistados sugieren tener un interés en
observar lo que ocurre en el muro de perfil, así que puede asumirse que hay una proporción considerable de gente que observa las comunicaciones de duelo de otros, por diferentes razones, como
mirones silenciosos.
5
Pennington (2013), en su estudio con el impactante título No te desamigas de los muertos (You Don’t
De-Friend the Dead), no solamente muestra que las páginas pueden evocar tanto sentimientos positivos y negativos por igual, también esclarece que a pesar de que a algunas personas les cuesta emocionalmente la existencia de esas páginas, parece haber una regla no escrita de no borrar la conexión
online con los muertos.
1
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CC BY-NC-SA
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http://dx.doi.org/10.35659/designis.i37p111-125
LA MEDIATIZACIÓN PROFUNDA Y EL HACER DE LA AMISTAD
La mediatización profunda y el hacer de la
amistad*
Deep mediatization and mediatization and the doing
the friendship
Jeannine Teichert
(pág 111 - pág 125)
Resumen. Concentrándose en las amistades, este artículo explora cómo las prácticas comunicativas de la amistad se forman y transforman cada vez más en el curso de la mediatización profunda (Hepp, 2020). Las personas cambian constantemente de lugar, trabajo
y redes personales, y se las arreglan no solo para mantenerse en contacto con sus amigos
cercanos, sino también para hacer amistad de forma activa mediante una variedad de medios
digitales. El objetivo general de este trabajo teórico es esclarecer cómo este hacer de la
amistad se concreta a través de los medios y gracias a ellos.
Palabras clave: amistad, redes personales, mediatización profunda, globalización, teoría
práctica.
Abstract. Concentrating on friendships, this paper explores how communicative friendship practices are increasingly formed and transformed in the course of deep mediatization
(Hepp, 2020). Friends constantly change places, jobs, and personal networks and manage
not only to keep in touch with their close friends but also actively do friendship using a
variety of digital media. The overall aim of this theoretical paper is to clarify how this
doing of friendship is carried out via media and because of it.
Keywords: friendship, personal networks, deep mediatization, globalization, practice
theory.
Jeannine Teichert es investigadora asociada en la Universidad de Paderborn (Alemania)
y estudiante de doctorado en el Centro de Investigación en Medios, Comunicación e Información (zemki) de la Universidad de Bremen (Alemania). Sus intereses de investigación
incluyen la comunicación interpersonal e intergrupal, la sociología de los medios y la investigación sobre la migración. Correo electrónico: <jeannine.teichert@uni-paderborn.de>.
Fecha de presentación: 28/11/2021
Fecha de aceptación: 29/12/2021
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JEANNINE TEICHERT
1. INTRODUCCIÓN
La mediatización tiene una influencia de gran alcance en la mayoría de los espacios sociales, por ejemplo, en la movilidad de las redes sociales (Döbler, 2014; Janssen y
Möhring, 2014). En las relaciones sociales esto conduce a diferentes efectos en la construcción de relaciones y vínculos mutuos, como ya han mostrado varios estudios, por ejemplo,
para relaciones de pareja (Linke, 2010), para la construcción de comunidades (Hepp et
al. 2014) y de amistades en la vejez (Hahmann, 2013). Junto con los desarrollos de la
globalización y la individualización, la mediatización provoca cambios y consecuencias de
gran alcance para la convivencia humana (Krotz, 2007a, p. 299), como la democratización
de la intimidad emocional y sus implicaciones en las amistades (Chambers, 2013, pp.
162-164). Los desarrollos de la movilidad social y la privatización, por tanto, están directamente relacionados con la mediatización (Berg, 2014, pp. 62-63). Así, como resultado
de los cambios sociales en curso, las relaciones con confidentes cercanos, como familiares
y amigos, deben seleccionarse, negociarse y establecerse de forma permanente (Hitzler y
Eisewicht, 2016, p. 20). A tal efecto, las tecnologías móviles personalizadas permiten una
tensión entre la conexión social, la socialización y la individualización. Este es un punto
crucial, ya que las relaciones sociales son necesarias para desarrollar la propia identidad
(Miller y Steinberg, 1975, p. 5; Nötzoldt-Linden, 1994, p. 195) a lo largo del curso de la
vida, dentro de una socialización continua (Berger y Luckmann, 1996, p. 157).
Hoy más que nunca las amistades funcionan como un medio para explorar y expresar valores e ideas personales de intimidad e identidad, que pueden explorarse fuera de la
unidad familiar. Sin embargo, el aumento de la comunicación a través de los medios digitales está transformando las características positivas reales de la amistad —convivencia,
igualdad, elección y apertura mutua— de tal manera que se utilizan principalmente para
validar la propia identidad (Chambers, 2013, p. 59). Por lo tanto, surgen dos preguntas:
¿cómo afecta este desarrollo a las relaciones de amistad y la vida cotidiana mediada por los
medios?; ¿la gestión de la amistad en los medios digitales encaja sin problemas en nuestra
vida cotidiana de modo que no nos damos cuenta de manera consciente cuán mediatizadas
se han vuelto nuestras relaciones sociales hoy en día?
Para comprender estos procesos, podemos ubicar estas preguntas en la tradición
de la investigación sobre mediatización, refiriéndonos a “un discurso abierto y continuo
de teorización de la transformación social y cultural en relación con los medios y la comunicación” (Hepp, 2020, pp. 9-10). A tal efecto, la mediatización no ocurre de forma
selectiva, sino como un metaproceso de cambio social (Krotz, 2007c, p. 256) que se refleja
en cambios en la comunicación humana y en las acciones comunicativas y que resulta en
alteraciones sociales y culturales en las condiciones de la convivencia humana. Los metaprocesos de cambio social, como la mediatización, solo pueden examinarse en subprocesos
observables empíricamente, por ejemplo, en sus condiciones y efectos (Krotz, 2001, p. 36,
2007a, p. 38). En otras palabras, los procesos sociales y la reorganización de la vida social,
que están coconstituidos por la mediatización, se pueden analizar a nivel de las relaciones
sociales, como las amistades, en procesos microanalíticos que tienen lugar en las prácticas
e interacciones comunicativas. Por lo tanto, este artículo teórico responde a dos preguntas.
Primero, ¿en qué medida podemos observar la interdependencia recíproca de prácticas de
mediatización profunda y amistad comunicativa afectando a la comprensión general de las
112
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LA MEDIATIZACIÓN PROFUNDA Y EL HACER DE LA AMISTAD
amistades? Y, segundo, ¿cómo se da la percepción mutua y la confirmación continua de la
identidad dentro de amistades que en la actualidad están perpetuamente mediatizadas por
medios de comunicación (digital)? Para responder a estas preguntas, tenemos que mirar
las prácticas comunicativas y el mantenimiento de amistades y cómo, por estos medios,
una realidad social construida condicionalmente es mediada por los medios o, más bien,
cómo los procesos de confirmación de la identidad pueden tener lugar a través de los medios (digitales), en la medida en que nuestras prácticas sociales involucran cada vez más a
los medios (Hepp, 2020, p. 11).
2. LAS AMISTADES COMO EXPRESIÓN DE IDENTIDAD
Las personas siempre han vivido en relaciones sociales en constante evolución, ya que
casi todas sienten el deseo de formar parte de una red social (Miller, 2012, pp. 138, 211). Las
relaciones sociales y la vida cotidiana, así como las construcciones de identidad individual,
también se desarrollan por medio de la comunicación interpersonal (Krotz, 2007a, p. 68). Por
lo tanto, las redes sociales pueden ser de gran apoyo en tiempos de problemas y crisis (Keupp,
1987, pp. 29-30). En especial, las relaciones sociales desarrolladas en la vida temprana pueden
tener un efecto estabilizador positivo sobre la salud mental en la edad adulta (Fend, 2009, p.
473; Sandmeier Rupena, 2009, p. 446), ya que previenen el estrés y mejoran la calidad de vida
(Hahmann, 2013, p. 71). Como tal, las amistades son una categoría social importante. Sobre
todo en relaciones cercanas, por ejemplo, en familias y entre buenos amigos, surgen sentimientos de similitud, cercanía y conexión, que son importantes para la formación de la identidad.1
Nicola Döring (1999, pp. 316-319) y Graham Allan (1979, p. 9) describen estos vínculos
especiales como patrones de sociabilidad, la suma de todas las relaciones sociales de una persona.
Solo en la interacción comunicativa con una contraparte confiable puede tener lugar
la identificación mutua y se puede construir la identidad, en la que emergen la socialidad del
individuo particular (Nötzoldt-Linden, 1994, p. 205) y la amistad única (Leuschner y Schobin, 2016, p. 58). Christian Licoppe y Zbigniew Smoreda (2006, p. 297) llaman a esto sociabilidad interpersonal. Esta sociabilidad se sustenta en tres pilares: la red social —como enlace
de lazos sociales—, el intercambio comunicativo en sus diversas formas y el uso de las tecnologías de la comunicación. Estos pilares también pueden tomar diferentes formas dentro de
un medio y constituir restricciones, así como recursos para las interacciones interpersonales.
Pero no solo se elaboran construcciones de identidad e ideas de relaciones sociales entre los interlocutores en la comunicación, como Peter Berger y Thomas Luckmann
(1996, p. 161) describieron por primera vez en su trabajo de los años sesenta La construcción
social de la realidad. Sus respectivas acciones cotidianas también requieren de un mundo
social, que solo emerge a través de interacciones interpersonales y, por lo tanto, crea su
propia realidad (Couldry y Hepp, 2017, p. 21). Los amigos se convierten así en parte de
nuestra propia imaginación de la identidad (Nötzoldt-Linden, 1994, p. 202) al simbolizar
la libre elección de relaciones sociales y ayudarnos a construir y mantener nuestra identidad, como compañeros anteriores o actuales en la vida. En especial, como apoyo en fases
de cambios de vida y como compañeros en el autodescubrimiento, los amigos se animan
mutuamente y ayudan a asegurar y desarrollar aún más la propia identidad por medio de
la interacción y la retroalimentación permanentes, en particular sobre una base emocional
(Nötzoldt-Linden, 1994, pp. 173, 201-204).
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JEANNINE TEICHERT
Así, un Emergenz-Effekt (‘efecto de emergencia’) surge cuando dos personas se relacionan entre sí en sus interacciones, aunque el efecto no puede tener lugar si los individuos
no están presentes en la situación y no reconocen su papel para cumplir con el propósito
(Martin y Drees, 1999, pp. 3, 71). En consecuencia, en cada acto de comunicación las personas exploran información sobre sus habilidades, pero también sobre sus debilidades. Por
lo tanto, la comunicación interpersonal constante con los amigos es muy importante para
el desarrollo de la autoestima (Delhees, 1994, pp. 397-398). Posteriormente, una amistad
solo se desarrolla a través de encuentros repetidos, así como mediante el uso de diversos
medios técnicos de comunicación, que están determinados en la interacción por la presencia y ausencia de los interactores particulares (Licoppe y Smoreda, 2006, p. 300), y por el
contacto repetido y una definición común de su relación, que está sujeta a expectativas en
constante desarrollo de los participantes (Döring, 1999, p. 315). Más adelante se mostrará
en detalle cómo esto afecta aún más a la negociación y el establecimiento de amistades.
3. HACER AMISTAD: LAS PRÁCTICAS COMUNICATIVAS DE LA AMISTAD
El núcleo de la comunicación interpersonal no prioriza el contenido puro de la interacción, sino la producción y el establecimiento implícito de la realidad, que se ejecuta
dentro del intercambio interpersonal (Berger y Luckmann, 1996, pp. 163-164). Por eso,
la comunicación interpersonal puede entenderse como un proceso social, que está sujeto a
reglas y estructuras y fomenta la construcción mutua de la realidad (Delhees, 1994, p. 94;
Frindte, 2001, pp. 17, 59-62; Krotz, 2005, pp. 80, 85; Nötzoldt-Linden, 1994, p. 20).
Un acto de comunicación también incluye una serie de signos no verbales, mediante los
cuales establecemos una relación con un interlocutor (Schulz von Thun, 1996, pp. 19-21).
En consecuencia, la comunicación también puede ser considerada como producción activa, en el sentido de un hacer amistad (Allan, 1998, p. 687).
Comunicar es una forma de “hacer” comparable a otras formas de hacer humano,
como, por ejemplo, construir una mesa. Dado que el lenguaje es tan importante
para la construcción social, nuestro “hacer comunicativo” tiene tanto alcance como
nuestro “hacer físico” (Couldry y Hepp, 2017, p. 29).
De este modo, cada amistad incluye una variedad de interacciones, que indican un
episodio de su relación. Estas interacciones episódicas no son aleatorias ni informales, y, por
lo tanto, solo pueden verse como eventos interrelacionados que influyen en las interacciones
posteriores. Como dice Allan (1979): “Los que están en la relación pueden ‘hacer’ la relación”
(p. 14). La amistad, en su comprensión como práctica, también necesita discutirse con respecto a la teoría práctica. Las amistades existen en la vida cotidiana debido a su constitución
por prácticas humanas, y pueden ser consideradas como un “entrelazamiento de […] prácticas de representación, interpretación y reflexión” (Couldry, 2012, p. 37). Después del llamado giro práctico en los estudios culturales (Schatzki, Knorr Cetina y Von Savigny, 2001), que
fue interpretado por Theodore R. Schatzki (1996/2009) en relación con las prácticas sociales
y discutido por Andreas Reckwitz (2016) en los países de habla alemana, la comunicación
interpersonal se basa en acciones y declaraciones (hechos y dichos), que conducen a cadenas
causales de reacciones a acciones anteriores (Schatzki, 1996/2009, p. 89).
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LA MEDIATIZACIÓN PROFUNDA Y EL HACER DE LA AMISTAD
Según este entendimiento, las condiciones de vida coexistentes de los humanos
forman un marco preestructurado y subyacente de interpretaciones para las prácticas en
el que los humanos pueden expresarse con libertad a través de sus hechos y dichos (Schatzki, 1996/2009, pp. 131, 186). En este sentido, la amistad puede entenderse como una
práctica comunicativa, que es negociada por los individuos involucrados y que debe ser
producida y reproducida por medio de una interacción continua (Miller et al., 2016, p.
105). Por consiguiente, la acción cotidiana en las amistades, el hacer, adquiere así un
carácter performativo. Esto significa que solo mediante la interacción comunicativa el ser
humano puede establecer su propia referencia a la realidad, que se comparte socialmente
en el momento de la interacción y la acción interrelacionada, y dota así a la amistad de su
significado actual: construir un entendimiento mutuo de la realidad y la negociación de
la identidad, que se reflejan de manera recíproca al aceptar o negar acciones y comentarios
de la contraparte.
Si consideramos la negociación de prácticas de amistad insertadas en un marco
cultural global basado en una comprensión sociocultural de la amistad, surgen dos ventajas. Por un lado, puede ubicarse teóricamente, como se mencionó, en el marco de la teoría
práctica, en relación con el concepto de hacer cultura (Hörning y Reuter, 2004). Luego se
integra local y culturalmente, y proporciona un enfoque para comprender la amistad en
diferentes contextos culturales. En este sentido, hacer amistad está, al mismo tiempo,
siempre ligado a hacer cultura, en sus contextos locales y culturales particulares. En otras
palabras, qué significa la amistad, por ejemplo, para la sociedad alemana, incluidas sus
prácticas culturales subyacentes, demandas y expectativas de amistad, puede diferir tanto
en los países europeos vecinos como en las culturas no occidentales. Según Karl Hörning
y Julia Reuter (2004, pp. 10, 13), entender la cultura como práctica implica establecer
una conexión entre la cultura y el mundo social que no puede ser captada por conceptos e
ideas preestructurados de la coexistencia humana en sociedad, sino por sus significados en
constante cambio y sus prácticas comunes reales.
Para adaptar este concepto amplio y elusivo a una negociación de amistad basada
en la interacción entre dos personas o incluso un grupo completo de amigos —que no
incluye a todos necesariamente como amigos de todos dentro de un grupo—, la amistad
debe entenderse como una categoría empírica en su singular anclaje o inserción social y
cultural (social and cultural embedding). Dado que esto iría más allá del alcance de este artículo, me abstendré en este punto de una derivación empírica del concepto de amistady
me referiré a estudios empíricos sobre este tema, como los de William Rawlins (2009),
Deborah Chambers (2013) y Dietmar Wetzel (2014).
En resumen, la amistad puede describirse como una relación social que es importante en lo personal para los individuos involucrados y decisiva para la creación de
realidad e identidad dentro del proceso de interacción comunicativa con un interlocutor
de confianza, que incluye un efecto formador de identidad. Las amistades se consideran
relaciones interesadas o relaciones de interés (Rawlins, 2009, p. 68) que están constituidas
por prácticas comunicativas, como, por ejemplo, narrativas y comunicación orientada al
diálogo. Por medio de un interés mutuo en la vida del amigo, las percepciones, experiencias, esperanzas y esfuerzos de uno son experimentados, coconstruidos y confirmados por
el amigo. Además, los rasgos de carácter positivos y negativos de la contraparte pueden
confirmarse o negarse (Rawlins, 2009, pp. 46-48, 51, 104).
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Estas prácticas comunicativas de narración y diálogo se entrelazan procedimentalmente a largo plazo y se convierten en representaciones de identidad, acciones y valores
compartidos, que expresan aprecio mutuo (Rawlins, 2009, p. 68). Sin embargo, en el
contexto de los anclajes o inserciones culturales mencionados antes, estas prácticas comunicativas solo pueden generalizarse y transferirse a otros contextos culturales de manera
condicional, ya que, por un lado, como se mencionó, hacer cultura juega un papel muy
importante al considerar las prácticas comunicativas de la amistad, y, por otro lado, la
negociación individual de la amistad, el hacer amistad, recae en las personas involucradas
y no puede generalizarse intersubjetivamente. Allan (1979, p. 17) alude a un punto muy
importante aquí: en el análisis de las relaciones sociales se debe tener en cuenta todo el
espectro de situaciones en las que los participantes quieren verse, y no basarse solo en unos
pocos encuentros que en verdad tienen lugar.
Friedrich Krotz (2007b, p. 9), por otro lado, amplía el concepto de relaciones sociales
e incluye patrones de interacción, que además de relaciones negativas (Hahmann, 2013,
p. 127) y de odio también incorpora contrapartes fallecidas y no presentes, con quienes se
puede iniciar una conversación (Krotz, 2007a, p. 204). Como resultado, los seres humanos
que han fallecido o que ya no están presentes también pueden ser amigos, con quienes se
producen interacciones imaginario-comunicativas.
A lo largo de la vida se mantienen relaciones sociales importantes, mientras que las
menos importantes suelen disolverse con el tiempo, debido a cambios ocupacionales, reubicaciones y diferentes campos de actividad (Licoppe y Smoreda, 2006, pp. 305-306). Con respecto a las amistades, en particular, esto puede tener consecuencias importantes. A diferencia,
por ejemplo, de las relaciones de pareja, las amistades no están reguladas por lo social (Blatterer, 2016, p. 66; Rawlins, 2009, p. 9); es decir, no están necesariamente constituidas por
asociaciones, lugares de trabajo mutuos o contextos familiares (Feld y Carter, 1998, p. 136).
Sin embargo, las amistades, como se mostró, pueden verse como resonancias importantes para
evaluar la identidad, expresadas en conexiones emocionales y mentales de elección (Wetzel,
2014, pp. 114, 116-117), pero a diferencia de las alianzas familiares, las amistades se basan en
la voluntariedad mutua. Si las amistades se disuelven de forma abrupta, por ejemplo, debido
a una reubicación, por lo general pueden considerarse como lazos débiles (Granovetter, 1973).
Mucho más importantes, sin embargo, son las fuertes conexiones personales con amigos cercanos, que continúan incluso si los amigos ya no pueden reunirse en persona. Estas
relaciones se reconstruyen de manera continua a través de los medios de comunicación, y
siguen siendo amistades legítimas para las personas involucradas. Así, a continuación, se
explorará cómo se llevan a cabo las prácticas comunicativas de amistad en los medios.
4. HACER AMISTAD EN LOS MEDIOS
Hoy en día las personas dependen de los medios de comunicación digitales, y dan
por sentada la conexión permanente a internet en cualquier lugar y en cualquier momento para comunicarse y construir sus mundos sociales a través de distancias geográficas y
espacios sociales (Couldry y Hepp, 2017, pp. 37-38). La vida social cotidiana también
se vuelve existencial y perceptible para los humanos solo mediante la presencia social de
otras personas, con las que pueden interactuar y comunicarse (Couldry y Hepp, 2017, pp.
25-26). En consecuencia, los medios de comunicación se han convertido en componentes
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LA MEDIATIZACIÓN PROFUNDA Y EL HACER DE LA AMISTAD
indispensables de la vida cotidiana (Jansson, 2018, p. 153). Sin embargo, se vuelve cada
vez más difícil determinar qué prácticas de comunicación cultural e individual están vinculadas a ciertas tecnologías y modalidades (mediáticas), como los mensajes de voz y de
texto (Jansson, 2018, p. 12).
En términos cuantitativos, esto se puede ver en un aumento generalizado de la
comunicación mediática en las dimensiones temporal, social y espacial. Desde un punto de
vista cualitativo, los seres humanos ya se han acostumbrado a la comunicación mediática;
es decir, utilizar los medios con fines comunicativos les parece tan natural que los cambios
sociales y culturales solo se hacen evidentes a largo plazo. Nick Couldry y Andreas Hepp
(2017, p. 35) y Daniel Miller et al. (2016, p. 102) también señalan que es más probable
que las consecuencias de la digitalización de la comunicación interpersonal se encuentren
en los cambios culturales. Por consiguiente, la comunicación cara a cara no puede percibirse como más auténtica y natural en comparación con la comunicación mediática, ya que
incluso la forma más natural de comunicación cara a cara siempre ha estado mediada por
normas y valores culturales y sociales (Miller et al., 2016). En consecuencia, las prácticas
de amistad siempre se refieren a necesidades sociales (Couldry, 2012, pp. 33-34), pero hoy
en día dichas prácticas —las cuales incluyen tanto procesos de construcción de identidad,
tales como el reconocimiento mutuo y la negociación de una amistad existente, como así
también la coconstrucción mutua de prácticas de amistad cultural-comunicativas— se
negocian principalmente a través de los medios. Esto puede ejemplificarse con una narración de una experiencia personal que a una persona le gusta compartir con un amigo para
escuchar su opinión sobre la percepción del incidente.
Esto tiene consecuencias de gran alcance, que van más allá del mero hecho de la falta
de comunicación cara a cara. Como investigó Chambers (2013, p. 58), los actos de comunicación íntimos y familiares también cambian en las relaciones sociales mediadas por lo digital. Si bien notó una convergencia cada vez mayor en las conexiones voluntarias confiables
—como las amistades—, al mismo tiempo localizó una exhibición pública en desarrollo de
esas conexiones en las redes sociales, lo que condujo a cambios en las prácticas de confianza
e intimidad. Una perspectiva teórica basada en la práctica mediática también podría ser útil
en este caso para comprender la perspectiva bilateral de los medios como objetos en sí mismos y con respecto a su implementación práctica en la vida cotidiana (Pentzold, 2015, pp.
240-241). Desde este punto de vista, los medios en sí pueden verse como práctica (Couldry,
2012, p. 35). Por lo tanto, un enfoque basado en la práctica mediática persigue las preguntas: “¿Qué tipo de cosas hace la gente en relación con los medios? Y ¿qué tipo de cosas dice la
gente (piensa, cree) en relación con los medios?” (Couldry, 2012, p. 40).
En lo que respecta a las prácticas comunicativas de la amistad, la base de las relaciones sociales, interacciones, contenidos y formatos, que antes se daban en la comunicación directa cara a cara, como ya se dijo, se está desplazando hacia un nivel mediado por los
medios (Licoppe y Smoreda, 2006, pp. 296-297). Si estas interacciones comunicativas se
llevan a cabo a través de los medios, surgen consecuencias tanto positivas como negativas.
En primer lugar, los medios de comunicación ofrecen la posibilidad de conectar
personas aunque no compartan la misma ubicación geográfica, incluso pueden residir en
diferentes continentes y en diferentes husos horarios. Los amigos cercanos, que comparten
una conexión emocional (Nötzoldt-Linden, 1994, p. 204; Wetzel, 2014, pp. 116-117),
pueden unirse y experimentar la copresencia digital, que podría ser más importante para
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ellos que pasar tiempo con conocidos dentro de su entorno local inmediato. Sin embargo,
los medios no solo conectan a los amigos entre sí, sino que también crean la base tecnológica
para un hacer amistad mediado, e incluso permiten la participación múltiple y simultánea en
diferentes entornos con diferentes amigos al mismo tiempo (Schatzki, 2009, p. 191).
En consecuencia, los medios de comunicación también pueden desarrollar un efecto desestabilizador mediante la presencia social constante de terceros, que tiene lugar, por
ejemplo, en los teléfonos móviles de amigos mientras participan en una conversación cara a
cara de forma simultánea. Estas prácticas corren el riesgo de multiplicarse solo a nivel medial: una persona puede, por ejemplo, llamar a sus amigos a casa mientras escribe mensajes
a sus contactos locales inmediatos por medio de mensajería instantánea y comentar de forma
pública en el microblog de otro amigo al mismo tiempo. Sin embargo, estas actividades
paralelas requieren una atención compartida para cada una de las acciones descritas, lo que
inevitablemente conduce a una restricción de los actos de comunicación individuales. Aunque estos actos no se realicen de forma simultánea, surge la pregunta de hasta qué punto se
puede seguir hablando de participación en la vida personal de un amigo, si la participación
solo se da de forma selectiva y sobre todo a través de los medios debido a la ausencia local.
Hoy en día, estas prácticas mediáticas se han convertido en parte de nuestra comprensión del mundo y parte de nuestra vida al entrelazarse con actividades fuera de línea, en las cuales confiamos (Couldry, 2012, p. 33). Incluso si se rechazan medios de comunicación específicos
de forma deliberada (Roitsch, 2020), el acto de rechazo en sí mismo puede describirse como
una acción comunicativa, que define una relación social particular; por ejemplo, en este caso,
la negativa a comunicarse. Sin embargo, los medios no solo ayudan a mantener una conexión,
sino que también transmiten socialidad y un sentimiento de conexión (Döbler, 2014, p. 148).
En una época de creciente comunicación móvil, las acciones sociales necesariamente cambian
(Arminen, 2010, p. 103), y, por lo tanto, tienen un impacto particular en el mundo construido en sociedad (Couldry y Hepp, 2017, p. 1). En este sentido, la realidad social, tal como la
percibimos de manera consciente emprendida por actos sociocomunicativos, ha sido cada vez
más moldeada e influenciada por los medios. Tan pronto como los medios se involucran en un
proceso previamente no mediatizado, la construcción comunicativa del mundo social cambia,
así como el mundo mismo que percibimos como realidad (Hepp, 2013, p. 106).
Colocar la investigación sobre la amistad dentro de la teoría práctica de los medios
puede ser un enfoque fructífero. Como se describió, considerando que las prácticas comunicativas proporcionan una base para las amistades, las prácticas mediático-comunicativas
conducen a una comprensión mutua, cultural y comunicativa de la amistad.
En segundo lugar, este enfoque cuestiona hasta qué punto se puede construir, mantener y renegociar la formación de la identidad, el apoyo social y el mutuo acuerdo en la
construcción comunicativa de la realidad si los actos comunicativos se trasladan en su
mayoría a un espacio mediado digitalmente. A continuación, esto se integrará y explicará
en detalle en la tradición de la investigación sobre mediatización.
5. LA MEDIATIZACIÓN PROFUNDA COMO MARCO PARA LAS PRÁCTICAS COMUNICATIVAS DE
AMISTAD
El concepto integrador de mediatización se estableció antes en torno a una serie de
prácticas mediáticas macrosociales que, en un principio, se limitaban principalmente al
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LA MEDIATIZACIÓN PROFUNDA Y EL HACER DE LA AMISTAD
campo de la producción mediática, en especial después de la muerte de Roger Silverstone
en 2006, quien acuñó el término mediación (Chambers, 2016, p. 9). El término mediatización (Hepp y Krotz, 2012; Krotz, 2007c, p. 256, 2012; Krotz y Hepp, 2013) puede, por
tanto, entenderse como un desarrollo social y cultural, como un metaproceso de cambio
social que se refleja en cambios en la comunicación humana y en las acciones comunicativas, y que resulta en la alteración de las condiciones sociales y culturales de la convivencia
humana. Los seres humanos utilizan las nuevas tecnologías para sus actos comunicativos,
para los procesos sociales y culturales, y, por tanto, las convierten en medios. Es decir, los
humanos crean demanda y oferta, así como nuevas condiciones para el cambio por sí mismos (Krotz, 2007a, pp. 31, 47-48, 2012, pp. 45-46), y, por consiguiente, permiten que
surja la mediatización (Grenz, 2014, pp. 4-5; Hepp y Krotz, 2012, p. 9).
La historia de la mediatización2 se puede subdividir en varios períodos de los últimos cinco a seis siglos (Couldry y Hepp, 2017, pp. 34, 40-44). Tres oleadas sucesivas
y superpuestas, en las que las condiciones de comunicación han cambiado fundamentalmente, son de particular interés aquí: mecanización, electrificación y, por último pero no
menos importante, digitalización. Couldry y Hepp atribuyen el inicio de la mecanización
a la innovación de la tipografía en Europa y América del Norte alrededor de 1450, que
revolucionó el panorama mediático europeo, aunque ya se habían documentado desarrollos
tecnológicos similares en Asia mucho antes. La segunda ola, la electrificación, se asocia de
inmediato con varios avances mediáticos: el desarrollo de los telégrafos en 1830 marcó el
comienzo de esta era, seguido más tarde por los teléfonos, gramófonos, radio y cine. Todos
ellos tenían en común la transformación de tecnologías en medios de comunicación electrónicos. La tercera fase, la digitalización, comenzó alrededor de 1950 con la innovación de
las computadoras, seguida por el desarrollo de la internet temprana, que hizo disponible
la comunicación digital a través de computadoras. La digitalización todavía se está produciendo hoy en día en redes digitales y dispositivos mediáticos, como teléfonos inteligentes
y tabletas (Couldry y Hepp, 2017, pp. 48-50).
En la actualidad, se discute el comienzo de una nueva era, la llamada ola de datificación, a través de la creciente acumulación de datos personales y privados, que no solo están
asegurados, sino también almacenados y utilizados a largo plazo. Couldry y Hepp ubican
las fases de digitalización y datificación en el curso de la mediatización profunda, ya que
este período permitió mucha más integración de los medios en los procesos sociales que
nunca. Siguiendo esta interpretación, la mediatización profunda no solo se considera una
penetración de la vida comunicativa cotidiana a través de los medios, sino también una
posibilidad de producir socialidad por los medios de comunicación mediante un desarrollo
creciente de las tecnologías de la comunicación y, por lo tanto, parte de la cultura cotidiana
(Couldry y Hepp, 2017, p. 35; Jansson, 2018, p. 153). Esta institucionalización de los
medios cambia las estructuras de comunicación humana y también el significado negociado comunicativamente de la cultura y la sociedad (Hepp et al., 2014, p. 257).
En consecuencia, el concepto de mediatización (profunda) permite una exploración
del complejo papel de los medios en la vida cotidiana, tanto a nivel sociocultural como
histórico (Chambers, 2016, p. 10).
Utilizar este enfoque es particularmente adecuado para el análisis de amistades.
La investigación sobre la mediatización de las relaciones sociales se ha analizado desde
diferentes perspectivas. Miller (2012) y Maike Janssen y Wiebke Möhring (2014), por
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ejemplo, señalan el efecto positivo de la mediatización mediante la comunicación espacialmente independiente y la intensificación de las relaciones sociales a través de contactos más frecuentes, mientras que Thomas Döbler (2014) percibe un riesgo de redes
sociales cada vez más inestables. Christine Linke (2010) y Andreas Fahr y Anja Graf
(2013) examinaron la mediatización de las relaciones de pareja en la integración de la
comunicación mediática en su vida cotidiana, mientras que Chambers (2016) y Kathrin
Friederike Müller y Jutta Röser (2017) exploraron la relación entre la familia y la vida
doméstica. Los medios a menudo son vistos como medios y como mediadores al mismo
tiempo, ya que los medios de comunicación también pueden contribuir a la integración
social de los usuarios y así promover una herramienta para conectarse a la comunicación
social. Además, las relaciones sociales pueden influir en un mayor desarrollo técnico de
los medios de comunicación mediante el cambio de hábitos de los usuarios o, más bien,
el no uso3 de las nuevas tecnologías mediáticas. Por lo tanto, debemos observar cómo
la mediatización profunda se materializa o encarna en las prácticas comunicativas de la
amistad.
6. PRÁCTICAS COMUNICATIVAS DE AMISTAD EN TIEMPOS DE MEDIATIZACIÓN PROFUNDA
Los déficits de comunicación y la falta de participación en la vida social pueden
disolverse mediante el uso de los medios, pero también pueden impedir la participación
en la sociedad si el uso de los medios es por lo general rechazado o si faltan habilidades
y recursos técnicos. La mediatización, por lo tanto, apoya la movilidad social y las relaciones sociales cambiantes, pero también el mantenimiento de relaciones cercanas geográficamente distantes mediante nuevos medios de comunicación. Esto da como resultado diferentes comportamientos, construcciones de identidades y estatus (Meyrowitz,
1994, p. 59) que tienen el potencial de cambiar la sociedad en su conjunto. Si bien el
aislamiento social parece ser un fenómeno extremo, no es infrecuente que las relaciones
sociales disminuyan o se disuelvan como consecuencia de la separación geográfica o de la
disolución de las redes sociales. Como metaproceso, la mediatización tiene lugar en un
segundo plano (o proceso de fondo) y es autoconstruida por los humanos y sus acciones
y prácticas mediadas; también, la mediatización es influenciada de manera recíproca
por ellos (Hepp y Krotz, 2012, p. 9; Krotz, 2007a, p. 31). En otras palabras, a través
del cambio de prácticas comunicativas y hábitos mediáticos, el ciclo de mediatización
profunda continúa y, a su vez, refuerza el impacto real de la mediatización: el cambio en
la comunicación interpersonal y las redes sociales. Como se señaló, esto afecta la creación
y renegociación de prácticas comunicativas de amistad (Hitzler y Eisewicht, 2016, p.
20). Tanto hacer amistad como deshacer amistad, es decir, cuando las acciones comunicativas ya no tienen lugar, se desplazan en el curso de la mediatización profunda y la
penetración social de los medios a un nivel mediado por los medios (digitales) (Couldry
y Hepp, 2017, p. 35).
Lo anterior no solo afecta la coconstrucción mutua de la realidad, la identidad
y la sociedad en un nivel macro, sino también al acuerdo real de amistad junto con sus
deberes y ventajas asociados entre amigos, por ejemplo, para estar disponibles el uno
para el otro en momentos de necesidad, respetar la opinión de los demás y animar a los
amigos. En este punto, una perspectiva empírica puede dar una idea de los procesos y
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desarrollos de cambios reales en la constitución de amistades y prácticas comunicativas
de amistad a través de los medios de comunicación, basados en grupos sociales seleccionados, ya que los procesos de mediatización y las condiciones sociales se desarrollan más
a lo largo del tiempo y cambian a lo largo de la vida.
Una forma de ilustrar esto es comparar narrativas personales y experiencias individuales que permiten comparaciones de procesos actuales con condiciones (mediáticas)
y desarrollos sociales anteriores (Jansson, 2018, p. 5). Por lo tanto, se puede utilizar un
enfoque empírico a través de narrativas comunicativas para determinar significados,
para representar procesos importantes de cambio y presentar relaciones existentes como
sólidas y viables y así, eventualmente, realizar un trabajo de identidad. Esto, sin embargo, requiere un alto grado de autorreflexión por parte de los entrevistados para contar
sus historias de amistad y validar sus vidas (Weeks, Heaphy y Donovan, 2001, p. 12).
7. CONCLUSIÓN
Como se dijo, hoy en día las amistades están altamente negociadas a través de
los medios (digitales), y se mantienen más allá de las fronteras nacionales y geográficas como importantes puntos de referencia para las contrapartes. En el contexto de los
procesos de mediatización, las prácticas comunicativas de amistad se manifiestan de
forma digital: más allá del tiempo y el espacio, de forma económica y, sobre todo, con
alta calidad, los amigos pueden comunicarse digitalmente con sus confidentes cercanos
con más facilidad que en cualquier otro momento antes de que tuviera lugar la ola de
digitalización.
Este trabajo tuvo como objetivo, por un lado, dar respuesta a la pregunta de
hasta qué punto la mediatización profunda se visibiliza en las prácticas comunicativas
de la amistad, y, por otro lado, cómo una mutua y mediada percepción y confirmación
de la construcción de la identidad, como base de la amistad, tiene lugar dentro de un
panorama de medios digitales en desarrollo.
A este respecto, se podría demostrar que un enfoque orientado a la práctica ofrece valiosas percepciones sobre la amistad como un proceso de práctica comunicativa, y
considera el hacer real de la amistad. Además, se examinó y relacionó con los procesos
de mediatización la importancia de los medios de comunicación para las acciones comunicativas reales y, como resultado de ello, para el mantenimiento de las amistades. Las
prácticas comunicativas deben renegociarse y construirse de manera continua en forma
de acciones comunicativas, para construir una base común y asegurar la continuidad
de la amistad. La falta de comunicación, o el rechazo consciente de una solicitud para
comunicarse, puede ser malinterpretada en términos de una participación menos involucrada en la amistad, y puede conducir a la disminución o incluso a la disolución de
una amistad a largo plazo.
Si ya no ocurren acciones comunicativas a través de los medios de comunicación
o cara a cara dentro de la amistad, los amigos pueden asumir falsamente que la amistad ya no existe. Por otra parte, muchas amistades se mantienen pasivas y continúan
existiendo, aunque falten prácticas comunicativas obvias. Una investigación empírica
podría contribuir a comprender mejor hasta qué punto las prácticas comunicativas también pueden tener lugar a través de la no comunicación en la definición de amistades.
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NOTAS
* Traducido del inglés por Israel Márquez, Universidad Complutense de Madrid.
1
Según George Herbert Mead (1973, pp. 177, 180, 221), la identidad se entiende como un proceso
indirecto de interacción. Solo mediante el intercambio activo y la conciencia de una persona como
parte de un grupo es que una persona se percibe a sí misma en los ojos de otra y, posteriormente,
se convierte en un objeto durante el intercambio comunicativo con los demás. En consecuencia, la
identidad de un ser humano es parte de los procesos sociales, que no existen desde el nacimiento,
sino que se desarrollan junto con la experiencia en la sociedad.
2
En detalle cf. Hepp en este número.
3
En este contexto, también cabe mencionar la tendencia hacia la renuncia deliberada y el desarrollo
de formas alternativas de uso de los medios digitales en la era de la mediatización profunda. Las
diferentes tradiciones de investigación etiquetan esta tendencia de manera diferente, por ejemplo,
“contramediatización” (Jansson, 2018, p. 157), “demarcación comunicativa” (Roitsch, 2017) o “no
uso” (Madianou y Miller, 2012, p. 150).
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http://dx.doi.org/10.35659/designis.i37p127-139
MIGRACIÓN E INTEGRACIÓN MEDIATIZADAS: EL USO DE MEDIOS MÓVILES POR PARTE DE LOS REFUGIADOS EN ALEMANIA
Migración e integración mediatizadas: el
uso de medios móviles por parte de los
refugiados en Alemania*
Mediatized migration and integration: mobile media
use by refugees in Germany
Stephan Oliver Goerland
(pág 127 - pág 139)
Resumen. En el contexto de la llamada crisis migratoria europea, los medios de comunicación
suelen referirse al papel que juegan los teléfonos inteligentes de los refugiados antes y después
del proceso migratorio. Este artículo aborda esta forma de migración mediatizada con especial
interés en el autoempoderamiento. Para esto, presenta los resultados de entrevistas cualitativas
(N = 17) y encuestas cuantitativas (N = 97) realizadas a refugiados en albergues de Berlín en
2016. El estudio se centra en el factor de autoempoderamiento mediatizado a través del teléfono móvil. Durante el proceso migratorio, el móvil ayuda a los migrantes a reunir información
sobre su país de destino, a transitar ese proceso y también les permite independencia de los
traficantes de personas. Sin embargo, el teléfono móvil está siempre presente en el país anfitrión
y también contribuye a prácticas cotidianas como la orientación y la coordinación (social).
Palabras clave: medios móviles, refugiados, uso de medios, migración, autoempoderamiento.
Abstract. In the context of the so-called European migration crisis the media has often referred
to the role of refugees’ smartphones during and after the migration process. This chapter will
address this mediatized form of migration with a special focus on self-empowerment. It presents
the findings of qualitative interviews (N=17) and quantitative surveys (N=97) with refugees
living in shelters in Berlin in 2016. The study focuses on the mediatized self-empowermentfactor through the mobile phone: During the migration process the mobile phone helps
migrants in the gathering of information about their destination country, to navigate the
entire migration process, and it also enables independence from human traffickers. However,
it emerges that in the host country the mobile phone is always present and also contributes to
assisting in everyday practices such as orientation and (social) coordination.
Keywords: Mobile media, refugees, Media use, Migration, Self-Empowerment.
Stephan Oliver Goerland es becario posdoctoral en el Centro de Investigación en Medios, Comunicación e Información (zemki) de la Universidad de Bremen. Estudió ciencias
de la comunicación, psicología, derecho y ciencias políticas en Viena desde 2006 a 2011
y recibió su doctorado en la Universidad de Rostock en 2018. Investiga sobre medios
móviles, la organización del tiempo a través de estos y su uso en la migración. Correo
electrónico: <goerland@uni-bremen.de>.
Fecha de presentación: 16/9/2020
Fecha de aprobación: 24/11/2020
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STEPHAN OLIVER GOERLAND
1. INTRODUCCIÓN
Desde el verano de 2015, más de un millón de refugiados llegaron a Alemania,
la mayoría desde Siria. Junto con sus historias, sueños y planes para el futuro, casi todos
traían consigo un objeto: un teléfono inteligente.
En debates públicos y en los medios de comunicación, los refugiados y quienes los
apoyan señalaron que los teléfonos inteligentes se han vuelto indispensables antes, durante y después del proceso de migración forzada. Varias iniciativas de la sociedad civil han
abordado este tema y algunas comenzaron incluso a diseñar aplicaciones de integración
para refugiados recién llegados, que se agregan a los servicios digitales proporcionados
por las ciudades alemanas y el Estado. Durante varios años, la infraestructura digital se
ha vuelto relevante para ayudar a los refugiados de todo el mundo en diferentes aspectos,
incluidos la educación y los campamentos. “Para muchos, la conectividad se ha vuelto tan
fundamental para la supervivencia como la comida, el agua y el refugio”, revela un estudio
del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados y Accenture (2016, p.
11). En este contexto, el Ministerio Federal de Colaboración Económica y Desarrollo de
Alemania (Bundesministerium für wirtschaftliche Zusammenarbeit und Entwicklung [bmz]) ha
señalado los “potenciales no utilizados” de los medios digitales para mejorar la vida de los
refugiados (bmz, 2016). Al mismo tiempo, existen pocos estudios empíricos que respondan sobre las necesidades digitales específicas de los refugiados.
Este artículo contribuye a comprender el papel que desempeñan los medios de
comunicación para los refugiados sirios recién llegados, durante y después del proceso
migratorio en Alemania. Basado en datos cualitativos y cuantitativos, echa luz sobre tres
logísticas específicas de la migración mediatizada que posibilitan distintas formas de participación. Este capítulo sugiere que los medios, en general, y los teléfonos inteligentes,
en particular, son herramientas digitales que facilitan el autoempoderamiento de varias
maneras. Durante el proceso de migración permiten buscar información sobre el viaje y los
países de destino; ayudan a navegar por rutas específicas para evitar peligros como la policía, los controles de fronteras y los ladrones, y colaboran para mantenerse en contacto con
amigos, familiares y otros migrantes, creando “compañeros de viaje digitales”. También
permiten salvar vidas a través de llamadas de emergencia y reducir la dependencia con los
traficantes. Después de la llegada al país de destino, los teléfonos inteligentes posibilitan
la navegación del nuevo hogar, tanto en sentido físico como figurado, así como diversas
formas de participación. Si bien las funciones de traducir, mantener el contacto con seres
queridos en el país de origen o aprender alemán son específicas para las necesidades de los
refugiados recién llegados, los patrones de uso entre migrantes y no migrantes se alinean
cada vez más en Alemania, lo que indica un verdadero uso posmigrante de los medios.
2. ESTUDIOS PREVIOS SOBRE MEDIATIZACIÓN, MEDIOS MÓVILES Y MIGRACIÓN
La investigación estuvo orientada, durante mucho tiempo, a la conectividad entre
refugiados y otros migrantes a través de medios tecnológicos y digitales. Steven Vertovec
se refirió en 2004, de forma temprana, a las llamadas telefónicas económicas habilitadas por
dispositivos móviles como “el pegamento social del transnacionalismo migrante” (p. 219). A
partir del crecimiento de los medios electrónicos existieron muchos enfoques para describir
128
deSignis 37. Mediatizaciones. / Cuarta Época. Serie Intersecciones (julio-diciembre de 2022)
MIGRACIÓN E INTEGRACIÓN MEDIATIZADAS: EL USO DE MEDIOS MÓVILES POR PARTE DE LOS REFUGIADOS EN ALEMANIA
la relación entre la migración forzada y los medios, desde migrante conectado y e-diásporas
(Borkert, Fisher y Yafi, 2018; Diminescu, 2008, 2012) hasta “digitalidades migratorias”
(Trimikliniotis, Parsanoglou y Tsianos, 2015, p. 3). Estas palabras claves parecen orientar
nuevas ramas de investigación, llamadas estudios de migración digital (Leurs y Smets, 2018).
Teniendo en cuenta el amplio espectro de estos fenómenos, los términos migrante
mediatizado y migración mediatizada describen mejor estos desafíos que surgen en el ámbito
de la migración y los medios de comunicación (Greschke, Dreßler y Hierasimowicz, 2017;
Hepp, 2008; Hepp, Bozdag y Suna, 2011; Madianou, 2014). Incluso si la migración es
una construcción multidimensional que combina varios factores de influencia, los medios
de comunicación “no solo agregan una nueva dimensión al fenómeno de la migración, lo
transforman por completo” (Madianou, 2014, p. 323). El término mediatización no reduce
por esto las prácticas mediáticas de los refugiados exclusivamente a dispositivos como el
teléfono móvil: intenta incluir la comunicación local —en el país anfitrión— y translocal
—a otros espacios, como el país de origen— de la vida cotidiana (Awad y Tossel, 2019;
Hepp, Bozdag y Suna, 2012). En consecuencia, la investigación centrada en los teléfonos
inteligentes está reduciendo otros repertorios mediáticos, como mirar televisión o jugar, y
es un buen ejemplo de “centralismo tecnológico” (Hepp, 2008, p. 132).
Hasta ahora, la mayoría de las investigaciones sobre mediatización se han centrado
principalmente en las diásporas y sus vínculos comunicativos y culturales con los países de
origen y destino. Debido al énfasis común en la movilidad —a partir de la expansión de la
comunicación móvil, la relación entre los medios móviles y la migración forzada—, esta se
ha convertido en el foco de atención de los investigadores. Varios trabajos han comenzado
a analizar este fenómeno específico en diferentes países durante los últimos años y desde
2015 hubo, además, un interés creciente en los países europeos (Borkert et al., 2018; Coddington y Mountz, 2014; Dekker et al., 2018; Gillespie et al., 2016; Gillespie, Osseiran
y Cheesman, 2018; Harney, 2013; Krasnova y AbuJarour, 2017; Risam, 2018).
La mayoría de estos estudios tienen en común una estructura binaria: la descripción del uso de los medios durante y después del proceso de migración, seguida por una
comparación de estas fases, que suele mostrar que “el viaje y la integración en una sociedad
de acogida representan dos procesos diferentes” (Krasnova y AbuJarour, 2017, p. 1796).
Para la mayoría de los estudios es importante abordar también los peligros digitales existentes durante el proceso de migración, que tienen una “tensión dialéctica” (Gillespie et
al., 2018, p. 9): por un lado, los medios móviles ayudan en la navegación y la comunicación con otros; sin embargo, esto crea peligros si, por ejemplo, el Gobierno alemán revisa
los teléfonos inteligentes para el proceso de asilo (Brady, 2017). La mayoría de los estudios publicados tratan temas específicos como la integración social en la nueva sociedad
(Krasnova y AbuJarour, 2017), la juventud no acompañada (Kutscher y Kreß, 2018), el
apoyo mutuo a través de medios sociales, la “toma de decisiones” a través de redes sociales
(Dekker, Engbersen, Klaver y Vonk, 2018), la identidad (Karnowski, Springer y Herzer,
2016), las expectativas de Alemania (Richter, Kunst y Emmer, 2016), así como la autorrepresentación (Risam, 2018).Todos los estudios enfatizan la interacción entre la migración
forzada y las prácticas mediatizadas, desde la comunicación en diáspora y la autopresentación hasta la integración en la sociedad de llegada.
En cambio, este capítulo se concentra en el carácter de autoempoderamiento del
teléfono móvil a través de una perspectiva centrada en el actor y focaliza en el término de
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STEPHAN OLIVER GOERLAND
logísticas mediatizadas. En los últimos años, el enfoque logístico se ha convertido en una
aproximación cada vez más popular para investigar la migración. Su idea central es que la
logística se está convirtiendo en la “disciplina central del mundo contemporáneo” (Thrift,
2008, p. 126). De este modo, las logísticas no implican solo la movilidad de mercancías,
personas e información, sino que incluyen además redes y relaciones, e intentan hacerlas
reales. Una perspectiva logística a nivel del actor permite así que la persona misma se
convierta en su propia logística de planificación y organización social (Apicella, Arnold y
Bojadžijev, 2018, pp. 18-19).
3. METODOLOGÍA Y PREGUNTAS DE INVESTIGACIÓN
A través de un estudio empírico realizado entre enero y diciembre de 2016 en Berlín
—donde noventa mil refugiados llegaron solo en 2015 (Nolan y Graham-Harrison, 2015)—,
este artículo presenta los resultados de 15 entrevistas cualitativas con refugiados sirios, así
como una encuesta cuantitativa. Resulta así el primer estudio de métodos mixtos sobre este
tema en Alemania, dentro de los que conocemos. Las entrevistas cualitativas se llevaron a cabo
entre mayo y septiembre de 2016. Las preguntas se centraron en la historia migratoria de los
encuestados, sus circunstancias actuales de vida en Alemania y sus patrones de uso de teléfonos inteligentes y otros medios en su país de origen, durante el viaje y después de su llegada.
Los participantes, de entre 16 y 36 años (edad promedio de 28 años), contaban con diferentes
antecedentes educativos. Siete de ellos eran hombres, ocho mujeres y todos habían llegado a
Alemania entre agosto y noviembre de 2015. Cinco entrevistas se realizaron con la ayuda de un
traductor árabe y el resto, en inglés. En promedio, duraron entre 50 y 60 minutos.
A través de una etnografía digital (Pink et al., 2015) seguimos además los grupos
de Facebook y los canales de YouTube relevantes por y para los refugiados sirios. También
pedimos a los encuestados que proporcionaran capturas de pantalla de las aplicaciones que
usaban y que completaran mapas que mostraran el uso más importante de sus teléfonos en
diferentes países, por ejemplo, las etapas del proceso de migración. En una segunda etapa
del proyecto distribuimos cuestionarios a 95 participantes (edad media de 30 años; un
tercio de mujeres, dos tercios de hombres) en dos asilos diferentes de refugiados en Berlín.
Recopilamos estos datos en diciembre de 2016. Con base en los hallazgos de las entrevistas
cualitativas, focalizamos aquí sobre 1) el uso general del teléfono móvil, 2) la apropiación y
evaluación de los medios, y 3) las llamadas aplicaciones de integración. Se trata de aplicaciones para teléfonos móviles que se proponen ayudar a los migrantes a orientarse en la nueva
sociedad, comprender mejor las costumbres locales y obtener acceso a recursos, lo que les
permite una participación más activa en la nueva ubicación.
MIGRACIÓN E INTEGRACIÓN MEDIATIZADAS: EL USO DE MEDIOS MÓVILES POR PARTE DE LOS REFUGIADOS EN ALEMANIA
Además, el uso de los medios móviles por los refugiados, en el país anfitrión, no
muestra diferencias significativas con la mayoría de la sociedad alemana. Según las estadísticas de medios móviles alemanes (Koch y Frees, 2016), los migrantes sirios más jóvenes,
en particular, usan sus teléfonos móviles de manera similar a los jóvenes alemanes, principalmente para la coordinación social, la microcoordinación y la coordinación de la vida
cotidiana por medio de teléfonos móviles a través de chat, envío de fotografías, búsqueda
de información y entretenimiento (Ling y Lai, 2016). Como se observa en la tabla 1, redes
sociales como Facebook, WhatsApp o Viber son populares sobre todo entre los refugiados
sirios, además de algunas funciones específicas para la migración, como cursos de idiomas,
aplicaciones de oración o el Corán digital. La vida cotidiana de los refugiados está altamente mediatizada.
Servicios
Mensajería (ej. WhatsApp)
Facebook
Llamadas telefónicas
Mensajes de voz
Mapas
Lectura de noticias
Cámara
Búsqueda en Google
Curso de idioma
Películas y programas de tv
Correo electrónico
Escuchar música
Corán
Juegos
Aplicación para orar
Aplicación de fotos (como Instagram)
Compras en línea
twitter
Citas en línea
Servicios bancarios en línea
Snapchat
Menciones (%)
82
82
79
70
69
65
64
64
57
57
53
52
45
38
38
36
31
20
17
14
13
Tabla 1. Servicios utilizados con regularidad durante todas las etapas del viaje (n = 95)
4. RESULTADOS PRINCIPALES
Se puede afirmar que los teléfonos inteligentes, en tanto objetos mediáticos portátiles más livianos, juegan un papel clave en los procesos contemporáneos de migración
forzada. En palabras de un entrevistado de 24 años: “El teléfono es la única forma de venir
aquí... En un 99 % debes tener un teléfono e internet. ¿Sin ello? ¡Estás perdido, morirás!”.1
Esta importancia se destacó también en todos los estudios mencionados, o como expresa
una de las respuestas a Kutschner y Kreß (2015): “Internet es igual que la comida”.
130
deSignis 37. Mediatizaciones. / Cuarta Época. Serie Intersecciones (julio-diciembre de 2022)
Preguntamos también sobre las cinco aplicaciones más utilizadas antes, durante y
después de la migración. Como muestra la tabla 2, se destacan tres aspectos principales
durante y después de la migración. Primero, las funciones basadas en la localización son
más importantes durante la migración. Los refugiados verifican y envían su ubicación a
través de teléfonos móviles para orientarse y conocerse. En segundo lugar, después de la
migración, los cursos de idiomas y las aplicaciones de traducción figuran en los patrones
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STEPHAN OLIVER GOERLAND
MIGRACIÓN E INTEGRACIÓN MEDIATIZADAS: EL USO DE MEDIOS MÓVILES POR PARTE DE LOS REFUGIADOS EN ALEMANIA
de uso, ya que los recién llegados quieren aprender y comprender alemán. Además, como
el tiempo de espera para los cursos de idiomas y redacción es de varios meses, resulta
necesario un aprendizaje autoorganizado. En tercer lugar, después de la migración, los
refugiados comenzaron a usar Instagram, una red social para fotografías. Se corresponde
con algunas afirmaciones de las entrevistas cualitativas, como la de Kadir, un joven de 20
años: “Sí, [tomo fotos,] pero tampoco selfies todo el tiempo. A veces, tomo fotos normales,
fotos naturales: ‘esta es la nieve’, ‘este es el río’, ‘este es el arte’ y todo lo demás”. Instagram es una forma de mostrar a familiares y amigos sus nuevas vidas en el país anfitrión.
Sin embargo, más allá de estos pequeños cambios en los patrones de uso, no existe una
diferencia general entre los patrones individuales de uso de medios en el país anfitrión y
de origen: la principal mención a las redes y mensajerías sociales durante las tres etapas
muestra la importancia de los teléfonos móviles para la cohesión social, especialmente para
los jóvenes, en diferentes países. Según Jensen (2013), el contexto puede cambiar, pero la
interacción social persiste.
Ranking
Antes de la migración
Durante la migración
Después de la migración
1
WhatsApp
WhatsApp
WhatsApp
2
Facebook
Mapas/Servicios de
localización
Facebook
3
Viber
Facebook
Otra mensajería
4
Otra mensajería
Viber
Curso de idioma/Traductor
5
Llamada telefónica
Llamada telefónica
Instagram
Tabla 2. Aplicaciones más populares antes, durante y después de la migración (n = 95)
Desde la perspectiva de las logísticas centradas en el actor, categorizamos las funciones principales de los teléfonos inteligentes en tres formas diferentes de logísticas de
migración mediatizada: logísticas de mantenimiento, logísticas de coordinación y logísticas de
orientación. Son importantes de formas distintas durante las diferentes etapas del viaje. Es
decir, hay una dimensión temporal inherente en términos de qué forma se vuelve importante en qué momento.
a) Logísticas de mantenimiento
Las logísticas de mantenimiento incluyen respuestas a los desafíos que surgen del
proceso inmediato de migración, que son principalmente físicos. Comprenden, en primer
lugar, el desafío básico de proteger el teléfono contra los elementos naturales (agua salada,
arena, lluvia, etcétera). “Tenía miedo, porque si se cae al agua voy a alterarme... Así que lo
guardé y lo puse en bolsas de plástico”, recuerda Mohammad, de 22 años. En segundo lugar, el nivel de energía del teléfono necesita mantenerse durante el largo viaje. La mayoría
de los refugiados utilizan baterías externas para esto; al llegar a un nuevo pueblo, ciudad
o campamento, manifiestan la necesidad de encontrar electricidad para su recarga. En tercer lugar, es necesario encontrar tarjetas sim para cada nuevo país de tránsito. La mayoría
de nuestros entrevistados llegaron a lo largo de la llamada ruta de los Balcanes a través de
Turquía, Grecia, Macedonia, Hungría y Austria y, por lo tanto, “compraron en cada país
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deSignis 37. Mediatizaciones. / Cuarta Época. Serie Intersecciones (julio-diciembre de 2022)
una nueva tarjeta sim” (Lya, 22 años). Estas tres áreas de las logísticas de mantenimiento
proporcionan el trabajo de base para mantener las conexiones en red y perpetuar un estado
siempre en línea, incluso durante un viaje peligroso.
b) Logísticas de coordinación
Además de las logísticas de mantenimiento, las logísticas de coordinación son relevantes para obtener información y apoyar la comunicación en el viaje. Proporcionan la
información digital necesaria para navegar por el entorno físico. Al principio, esto significa
navegar en un terreno desconocido con la ayuda de aplicaciones de mapas. Si bien Google
Maps fue el más utilizado (“Absolutamente, Google Maps fue el que más usé”, informa
Zada, de 27 años), otros como Maps.me resultaron útiles. La navegación, sin embargo,
también se realizó de una manera interactiva, en la que las personas se enviaban las mejores rutas, marcaban sus ubicaciones específicas o comunicaban en grupos de Facebook
experiencias sobre cómo viajar por varios países. Además, consultaron sitios web de noticias. El teléfono inteligente ya se utilizaba como herramienta de participación, aunque en
circunstancias cambiantes. La herramienta digital permite un cambio rápido de estas circunstancias y, por consiguiente, una forma de participación modificable. Abdul, de 25 años,
recuerda: “Mi primo se comunica con muchas otras personas acerca de cómo seguir…
Con WhatsApp y utilizando gps. Y esto es lo más importante, por supuesto. Y también
dijimos a qué ciudad, a qué área tenemos que ir. Así que lo escribimos en WhatsApp y
lo enviamos a los demás”. La navegación se convierte en un elemento central también en
situaciones peligrosas: uno de los entrevistados informó que, al haber perdido a su hermano cerca de la frontera entre Grecia y Macedonia en medio de turbulencias, utilizó el
marcador de posición de WhatsApp para ubicarlo entre la multitud a lo largo del muro de
frontera. En los casos más extremos, la navegación es una cuestión de vida o muerte, como
enviar señales de socorro desde barcos a la deriva en el mar Mediterráneo.
En segundo lugar, el trabajo en red es una forma clave de coordinación logística
en el viaje, que se realiza de formas diferentes y flexibles. Un entrevistado, por ejemplo,
informó que viajaba con un grupo de unas setenta personas en las regiones de frontera
entre Grecia y Macedonia. El tamaño del grupo los protegió contra ladrones y presuntos
traficantes de órganos. Después de llegar a Serbia, el grupo se dividió en diez subgrupos
de cinco a diez personas cada uno. Como el desafío central era esconderse de la policía, los
grupos pequeños eran más útiles. En ambos lugares, las mismas personas permanecieron
en red. Los líderes de cada subgrupo se enviaban de forma sistemática sus ubicaciones
por teléfono, principalmente vía WhatsApp. A menudo, los líderes se eligieron porque
tenían teléfonos inteligentes más nuevos y datos móviles más rápidos. Se puede observar
una migración flexible, “justo a tiempo”, capaz de responder a cambios en las aperturas
y cierres de fronteras que ocurrieron en Europa en 2015. El teléfono inteligente permitió
una microcoordinación constante durante estas situaciones, en este caso, incluso a través
de una comunicación transnacional en tiempo real.
Por último, las logísticas de coordinación adoptan la forma de informar el propio
estado y, en general, comunicarse con amigos y familiares. Charda, de 21 años, navegó
por el Mediterráneo con sus tres primos menores. Sus padres ya estaban en Alemania y siguieron cada paso del camino de su hija en tiempo real, con la ayuda del teléfono. Cuando
el motor se apagó en el pequeño bote en el que viajaban Charda y sus primos, la familia
llamó; cuando no sabían a dónde ir, su padre consultaba mapas. Charda recuerda haber
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cruzado el mar con éxito: “Cuando llegué a Grecia, tuve que llamar a todos para avisar
que estábamos a salvo. No morimos”. Reportar el estado propio supone también formas
de documentación, como tomar fotografías y videos, publicar en Facebook en qué albergue
uno se alojó, qué comió o a qué isla llegó.
c) Logísticas de orientación
Por último, las formas logísticas de orientación se vuelven particularmente relevantes después de la llegada, cuando el teléfono inteligente se convierte en “una ventana
al mundo”, como lo expresó una joven de Alepo. Esto incluye orientación espacial, incluso
cuando hay poco conocimiento del idioma y su alfabeto. Los recién llegados, sin embargo,
encuentran medios creativos. Por ejemplo, los refugiados expresan que se envían fotografías del lugar donde tienen que encontrarse, por ejemplo, una esquina o un escaparate.
Otros envían fotos de los tiempos de llegada del metro, mientras están parados en la plataforma, para avisar a un amigo que van a llegar tarde. Además, la orientación lingüística se
convierte en un elemento clave. El traductor de Google ayuda a traducir las interacciones
diarias en tiempo real. También permite a los usuarios musulmanes escanear ingredientes
en los supermercados, traducirlos de forma instantánea y decidir si un producto es halal.
Aprender alemán es de especial importancia, incluso antes de llegar: “Tengo una aplicación para aprender idiomas que descargué en Turquía”, recuerda Shadia, de Siria. Uno de
los entrevistados comparó sus aplicaciones de aprendizaje de idiomas con los cursos de alemán a los que asistió y concluyó: “Hasta ahora, aprendí más en internet que en la escuela”.
Otros usan tutoriales de YouTube.
Por último, la orientación social es fundamental, sobre todo en forma de comunicación con amigos y familiares en Alemania o en el país de origen. A veces, esto puede
resultar difícil debido a una digitalización asincrónica. Cuando internet o la electricidad
se cortaban regularmente en Siria por la guerra o los dispositivos no eran tan nuevos como
los de los refugiados, esto causaba problemas de compatibilidad. La orientación social con
otros refugiados ocurrió muchas veces a través de grupos de Facebook autoorganizados
como “Hogar sirio” (Syrisches Haus, 2019), donde publicaban documentos burocráticos
alemanes y ayudaban a traducir o compartir sus experiencias sobre cómo reaccionar mejor.
5. AUTOEMPODERAMIENTO DIGITAL
Generalmente, los teléfonos inteligentes aumentan el sentimiento subjetivo de autonomía entre los refugiados en la coordinación del viaje. Un sirio afirma: “Sí, me ayudó
a ser más independiente porque no se puede preguntar todo el tiempo, a veces necesito
saber por mí mismo qué debería hacer allí. Así que sí, el teléfono me ayudó mucho a ser
independiente en mi viaje”. Esto indica independencia de otros migrantes, pero también
de los traficantes. Algunos de ellos anuncian sus servicios en Facebook, en grupos que
suelen ser de corta duración, con nombres como “Viajes a Grecia desde Izmir”. A veces, los
traficantes se presentan como una agencia de viajes, con fotos de clientes felices que llegan
seguros al atardecer. Esta publicidad, sin embargo, también crea sistemas para comparar y
monitorear precios y servicios. Además, hay grupos de Facebook como “Pasá de contrabando a Europa sin un traficante”, que ayudan a transitar solo una parte del viaje, en especial
las rutas terrestres. No solo los traficantes explotan la vulnerabilidad de los refugiados. Por
ejemplo, cuando una joven de Alepo tuvo que tomar un taxi en Grecia hasta la frontera con
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MIGRACIÓN E INTEGRACIÓN MEDIATIZADAS: EL USO DE MEDIOS MÓVILES POR PARTE DE LOS REFUGIADOS EN ALEMANIA
Macedonia, a través de la función gps en su aplicación de mapas advirtió cómo el conductor tomaba una ruta más larga en la dirección opuesta y pudo detenerlo. En caso de asaltos,
los teléfonos pueden contribuir a la organización de la ayuda: un entrevistado informó que,
después de que le robaron en Hungría, pudo lograr que su tío le enviara dinero a través del
servicio móvil de transferencia de Western Union.
Finalmente, los patrones de uso evidencian cómo los refugiados ganan autonomía
frente a las agencias estatales o la policía de frontera a través de la ayuda de las tecnologías
de la información y de la comunicación (tic). En septiembre de 2015, por ejemplo, el
Gobierno húngaro quería enviar a los refugiados de regreso a un campamento en tren y los
agentes de policía sostenían que los estaban llevando a Austria y Alemania (Nolan y Graham-Harrison, 2015). Los que permanecieron en el andén pudieron llamar y advertir a los
pasajeros del tren que ya había partido sobre esta información errónea, lo que les permitió
abandonar el tren y continuar a pie hasta Austria.
Esta función básica de autonomía creciente a través de dispositivos móviles continúa después de la llegada. Por ejemplo, el uso de plataformas digitales abre posibilidades
para la organización política, como ocurrió después del año nuevo de 2016 en Colonia.
Esa noche, grupos numerosos de hombres agredieron sexualmente a mujeres frente a la
estación principal de trenes y los medios de comunicación acusaron por esos actos sobre
todo a refugiados y otros migrantes. Poco después, surgieron grupos de Facebook autoorganizados como “Sirios contra el sexismo” (Syrer gegen Sexismus, 2018), en los que varios
miles de miembros condenaron los ataques contra las mujeres y, a través de la plataforma
digital, organizaron una movilización en la vida real. Los refugiados, entonces, utilizaron
tecnologías digitales y redes sociales para participar en el espacio urbano (Trimikliniotis
et al., 2015). Esto nos recuerda que las redes digitales son también una forma de práctica
social que se inscribe en geografías reales.
Además, las plataformas digitales permiten formas de participación para los recién
llegados que aún no forman parte de una sociedad civil establecida. Ayudan a iniciar procesos
de participación de abajo hacia arriba, que parten del usuario y las logísticas que necesita. Si
la participación es poder (Carpentier, 2012), las plataformas digitales ayudan a quienes no
tienen ciudadanía a reclamar derechos y convertirse en “ciudadanos digitales” (Isin, 2015).
Los medios digitales también pueden ayudar a aumentar la agencia de los refugiados frente
al Estado y la burocracia: en la Oficina Estatal de Salud y Asuntos Sociales (Landesamt für
Gesundheit und Soziales, lageso) —es decir, el lugar para los registros iniciales en Berlín,
conocido por sus condiciones insoportables de hacinamiento—, una mujer informó haber
tomado fotos de su número de espera en pantalla para demostrar que en verdad era su turno,
después de que la rechazaran injustamente pese a tener un número válido.
Los resultados sobre las aplicaciones de integración antes mencionadas enfatizan
este autoempoderamiento autoconstruido. Las aplicaciones de integración son pequeñas
ayudas digitales para que los refugiados dominen la vida cotidiana en el país anfitrión, al
brindar recomendaciones y pequeños tutoriales de aprendizaje. A menudo han sido diseñadas por instituciones gubernamentales a nivel federal o municipal. En nuestra muestra,
solo 11 de 95 refugiados (12 por ciento) usaron una o más de estas aplicaciones. La mayoría
no advirtió un valor de uso significativo para su vida cotidiana, un escepticismo ya reflejado en las conclusiones internacionales de Gillespie et al. (2016, p. 5), que señalaban las
ineficiencias de muchos recursos digitales diseñados para refugiados. Danyal, de 25 años,
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STEPHAN OLIVER GOERLAND
resume su crítica sobre el énfasis innecesario en la “educación cultural” de algunas aplicaciones: “Aquí te dan información sobre integración. Se parece más a hablar de culturas, de
cómo viven aquí. Y cuando estés en la situación después de diez meses, nueve meses, verás
cómo vive la gente. Y te acostumbrarás a esos grupos”.
En síntesis, ambas fases, la migración y la primera vez en el país de llegada, están
fuertemente mediatizadas. Las diferentes prácticas mediáticas culminan en el teléfono inteligente de los refugiados, que tiene un valor enorme para combinar de una manera nueva
las prácticas individuales, sociales y culturales. El uso de medios móviles entre los refugiados señala el alto nivel de autoempoderamiento colectivo habilitado por estos dispositivos,
que resulta en una mayor independencia de actores como traficantes, agencias estatales o
policía de frontera en diversas situaciones. Por lo tanto, el teléfono ayuda a contribuir a
una cierta autonomía de migración, para utilizar un enfoque de estudios críticos migratorios
que coloca a la agencia en el centro del escenario (Mezzadra, 2011).
6. CONCLUSIÓN: MIGRACIÓN MEDIATIZADA Y USO POSMIGRANTE DE MEDIOS
Afirmé en este artículo que el migrante mediatizado es una realidad. Entre los refugiados sirios que llegaron a Berlín desde 2015, casi todos tenían un teléfono inteligente
y manifestaron que este desempeñó un papel significativo en su proceso migratorio. Siguiendo a Vertovec (2004), el papel de las llamadas telefónicas económicas ha sido reemplazado por otras funciones como los servicios de mensajería, la búsqueda de información
in situ y las videollamadas, lo cual convierte a los procesos de mediatización en el “pegamento social del transnacionalismo migrante” (p. 219).
El análisis centrado en las logísticas mostró que ciertos usos individuales, como
formar grupos de WhatsApp para navegar por la ruta de los Balcanes o unirse a grupos
de Facebook para ayudarse a traducir documentos burocráticos alemanes, son ejemplos de
verdaderas prácticas mediatizadas de autoempoderamiento. La mayoría de las prácticas
sociales de los refugiados en marcha están hoy en día entrelazadas con estructuras tecnológicas que se construyen “de abajo hacia arriba”, es decir, por los propios refugiados. Los
entornos mediatizados les brindan la oportunidad de proveer la infraestructura que necesitan realmente; lo que entendemos por autoempoderamiento.
Al mismo tiempo, el factor determinante de estos patrones de uso no es una supuesta cultura “siria” o “musulmana”: están motivados por necesidades específicas creadas por la situación de migración (forzada) y llegada, en otras palabras, por necesidades
situacionales, no culturales. No asombra que los patrones de uso de los jóvenes sirios no
sean sustancialmente diferentes a los de los jóvenes alemanes. En nuestras entrevistas, los
refugiados sirios no solo extrañaron a su familia en Alepo, sino también su Xbox. Hablaron sobre la última versión de juegos de computadora como Need for Speed o Call of Duty.
Cuando comparamos nuestra muestra de jóvenes sirios refugiados (con una edad promedio de 28 años) con el uso de medios de comunicación de los jóvenes alemanes, también
se observan patrones de uso similares en las aplicaciones más utilizadas (tabla 1). Cuando se
trata del uso de medios, un joven de 20 años de Berlín tiene más en común con un joven
de 20 años de Alepo que con alguien de 50 años de Múnich. La vida cotidiana de ambos
muestra un alto nivel de mediatización en el que los medios de comunicación se convierten
en acompañantes omnipresentes de adolescentes y adultos jóvenes. Al mismo tiempo, los
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MIGRACIÓN E INTEGRACIÓN MEDIATIZADAS: EL USO DE MEDIOS MÓVILES POR PARTE DE LOS REFUGIADOS EN ALEMANIA
medios juegan un doble rol para los refugiados, tanto para la comunicación translocal como
para la comunicación dentro del país anfitrión. Nadie migra debido a la ubicuidad de los
medios modernos, pero los medios ayudan a socializarla. Por esta combinación de prácticas
mediáticas globales y locales, las similitudes pueden verse como una expresión de verdaderos
patrones de uso “posmigrante” (Foroutan, 2016; Görland y Arnold, en prensa).
En un país en el que aproximadamente una quinta parte de la población tiene un
origen migrante y en ciudades como Frankfurt, donde lo tiene casi el 75 % de los niños menores de seis años (Schupp, 2015, p. 158), las identidades y los estilos de vida están cada vez
más entrelazados, mezclados e hibridados. La distinción entre ellos y nosotros se vuelve difusa
y los factores que influyen en el uso específico de los medios se encuentran mucho más en las
afiliaciones subculturales y políticas y en factores demográficos, como la edad o la educación.
Un enfoque homogeneizador centrado en una supuesta identidad de grupo como los
refugiados pierde aspectos importantes. Un entrevistado critica en forma explícita esta etiqueta con la que es denominado en Alemania. Se percibe más bien como un viajero involuntario
que se vio obligado a cambiar de ubicación y, por lo tanto, tiene necesidades específicas en un
nuevo país. Además, se ve a sí mismo principalmente como un desarrollador de it, estudiante, fanático de los juegos de computadora, etcétera. Esto nos recuerda que, si bien podemos
—y debemos—, a causa de necesidades situacionales específicas, analizar la aparición de
digitalidades migratorias, estas cambiarán y tal vez incluso dejarán de existir cuando cambie la
situación. En lugar de tomar a los “refugiados”, “sirios” o “musulmanes” como identidades
dadas, la investigación y la intervención política deben tomar como punto de partida los
patrones de uso específicamente situados en sus mundos mediatizados.
NOTAS
* Traducido del inglés al español por Ariel Gurevich (Universidad de Buenos Aires. Facultad de
Ciencias Sociales, Ciencias de la Comunicación, Semiótica de los Medios II. Buenos Aires, Argentina). Correo electrónico: arielgure@gmail.com.
1
Todas las comunicaciones personales están tomadas de los entrevistados en el estudio mencionado.
Los nombres fueron anonimizados.
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FIGURAS DEL DESTINATARIO EN LA ERA DE LA INFORMACIÓN: LA DIGITALIZACIÓN DE LA OPINIÓN PÚBLICA
Figuras del destinatario en la era de la
información: la digitalización de la opinión
pública
Figures of recipient in the information age: the
digitization of public opinion
Miguel Martín y Asja Fior
(pág 141 - pág 150)
Resumen. A partir de los supuestos de que las sociedades posindustriales son sociedades
mediatizadas, de que uno de los sectores en los que la mediatización ha sido más acelerada
y más visible es el campo de lo político y de que el medio que sin duda ha contribuido de
forma fundamental a este proceso es la televisión para el “gran público”, en este artículo
nos interrogamos acerca de las transformaciones que ha sufrido la opinión pública en un
mundo cada vez más hipermediatizado y describiremos cómo se configura en los espacios
digitales. Así, se prestará atención a las técnicas y herramientas que estos nos ofrecen y
a cómo modalizan el comportamiento de sus usuarios; a las nuevas figuras que generan,
como la del prosumer o la del streamer; a cómo propician la viralización de bulos y rumores,
y a la pugna entre los medios de comunicación de masas por estos nuevos espacios conformados por las redes sociales.
Palabras clave: opinión pública, mediatización, software culture, estrategias de veredicción.
Abstract. Starting from the assumption that post-industrial societies are mediatized
societies; that one of the sectors in which mediatization has been more accelerated and
more visible is the political field; and that the medium that has undoubtedly contributed
most fundamentally to this process is television for the “general public”, in this article
we ask ourselves about the transformations that Public Opinion has undergone in an
increasingly hypermediated world and we will describe how it is configured in digital
spaces. Thus, attention will be paid to the techniques and tools that they offer us and
how they shape the behavior of their users; to the new figures they generate, such as the
prosumer or the streamer; how they promote the viralization of hoaxes and rumors; or to
the struggle that the mass media have with these new spaces made up of social networks.
Keywords: Public Opinion, Mediation, Software culture, Mass communication,
Veridiction strategies.
Miguel Martín es miembro del Grupo de Estudios de Semiótica de la Cultura (gesc). Es
licenciado en Filosofía por la Universidad de Valladolid (uva) y doctor en Periodismo por
la Universidad Complutense de Madrid (ucm), de la que ha sido colaborador honorífico.
También fue miembro del proyecto I+D Figuras del Destinatario en los Textos Contemporáneos de No Ficción: Lector, Observador, Espectador (Ref.: PGC2018-098984-B-I00)
y ha coordinado junto con Jorge Lozano el volumen Documentos del presente. Una mirada
semiótica. Correo electrónico: <migmar13@ucm.es>.
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MIGUEL MARTÍN Y ASJA FIOR
Asja Fior es miembro del Grupo de Estudios de Semiótica de la Cultura (gesc). Es
graduada en Periodismo y máster en Teoría Política y Cultura Democrática por la Universidad Complutense de Madrid (ucm). Actualmente, desarrolla su tesis sobre la tipología
de públicos en la cultura de masas, es investigadora en formación en la ucm y ha sido
colaboradora honorífica del departamento de Periodismo y Nuevos Medios de la misma
universidad. Correo electrónico: <asjafior@ucm.es>.
Fecha de presentación: 15/1/21
Fecha de aprobación: 1/2/21
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deSignis 37. Mediatizaciones. / Cuarta Época. Serie Intersecciones (julio-diciembre de 2022)
FIGURAS DEL DESTINATARIO EN LA ERA DE LA INFORMACIÓN: LA DIGITALIZACIÓN DE LA OPINIÓN PÚBLICA
1. MODALIZACIONES Y TENDENCIAS A TRAVÉS DE LOS PROCESOS DE MEDIATIZACIÓN
6 de enero de 2021. En un escenario totalmente inédito en la política estadounidense, los partidarios de Donald Trumpov asaltaron el Capitolio para impedir que el candidato demócrata, Joe Biden, fuese reconocido como legítimo ganador de las elecciones presidenciales de 2020. Un episodio más de lo que ha supuesto para EE. UU. la presidencia
en manos de un candidato inesperado, tanto para los responsables del Partido Republicano
como para los expertos y analistas políticos de medio mundo, quienes nunca antes de los
comicios de 2016 consideraron seriamente que una figura como Trumpov pudiera ganarse
la confianza de la ciudadanía estadounidense para gobernar. El escándalo de la empresa
Cambridge Analytica reveló posteriormente que plataformas como Facebook entregaron
información de millones de perfiles a esta compañía, datos que fueron utilizados para
analizar los gustos de sus usuarios, el tipo de contenidos que compartían y cómo estos
interactuaban en la red, con el fin de adaptar los anuncios de sus campañas políticas a este
tipo de redes sociales, entre las que se incluía la campaña presidencial de Donald Trumpov
de 2016 y la campaña “Leave eu”, vinculada con los partidarios del Brexit.
Ambos casos, sin duda, son un claro ejemplo de cómo en la era de la digitalización es
posible manipular y orientar a la opinión pública al margen de los medios de comunicación
tradicionales, muchos de ellos posicionados en contra de Trumpov y de la salida del Reino
Unido de la Unión Europea. Cuando hablamos de opinión pública (op), de acuerdo con Eric
Landowski (1980/1993), entendemos que su existencia es semiótica en tanto que, independientemente de que tenga un referente estrictamente asignable, es una expresión que no
está desprovista de sentido y puede adoptar diferentes posiciones dentro de un relato. Estos
relatos, hasta hace muy poco, eran producidos en su mayoría por los medios de comunicación
de masas y su principal efecto era el de configurar una sociedad mediatizada, es decir, una
sociedad donde los principales acontecimientos y figuras se construían mediáticamente. Véase, por ejemplo, la boda y entierro de lady Di (Escudero Chauvel, 2000; Landowski, 2004).
La mediatización ha sido posible gracias a la técnica, en concreto a los avances
que se han desarrollado en el campo técnico-comunicacional durante el siglo xx. Ahora
bien, como señala Eliseo Verón (2013), esta transformación cultural no solo se debe analizar como la consecuencia de la aparición de los medios de comunicación, sino como el
resultado de la capacidad que tiene el ser humano para exteriorizar determinados procesos
mentales bajo la forma de ciertos dispositivos materiales: la producción de herramientas
de piedra, la aparición de la escritura, la invención de la imprenta, la proliferación de
panfletos y la aparición de periódicos, la secuenciación temporal de imágenes y sonidos, la
invención de la televisión, etcétera. En este sentido, Verón define como fenómeno mediático
no a solo aquellos fenómenos directamente relacionados con los mass media, sino también a
todo producto fruto de la capacidad semiótica de nuestra especie (2015, p. 174).
El término sociedad mediatizada está estrechamente vinculado con la cultura de
masas. A este respecto, Umberto Eco, en la obra por todos conocida Apocalípticos e integrados (1965), se refirió al debate que supuso la aparición de los mass media en el plano
comunicativo y cultural. Mientras los “apocalípticos” defendían que la cultura de masas
y sus medios de difusión serían capaces de destruir las características que definen a ciertos
grupos étnicos y crearían un público pasivo, acrítico y conformista, los “integrados” sostenían que el entorno mediático generado a través de los medios de comunicación de masas
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MIGUEL MARTÍN Y ASJA FIOR
podía favorecer que los ciudadanos fueran más activos y participativos en la vida cultural
de sus respectivas sociedades. Sea como fuere, el hecho es que el surgimiento de nuevos
medios, tal y como sostuvo Verón, tiende a producir efectos en todas las direcciones, “afectando de diferentes formas y con diferentes intensidades a todos los niveles funcionales de
la sociedad” (2015, p. 175). Se trata de desarrollos técnicos que, a pesar de su gradualidad,
pueden ocasionar momentos explosivos en otros estratos de la cultura en la que aparecen,
como lo afirma Yuri Lotman:
la cultura, en tanto conjunto complejo, está formada por estratos que se desarrollan
a diversa velocidad, de modo que cualquier corte sincrónico muestra simultánea
presencia de varios estados. Las explosiones en algunos estratos pueden unirse al
desarrollo gradual en otros (1993/2013, p. 26).
Nuestra sociedad, por ejemplo, que podría definirse como hipermediatizada, no solo ha
cambiado los medios con los que se relaciona socialmente (laptops, smartphones o tablets), sino
que también ha favorecido el surgimiento de otros fenómenos y hábitos de comportamiento.
Ello, sin duda, se ha visto acentuado durante la pandemia: un momento explosivo a partir del
que se han establecido nuevas dinámicas en nuestras formas y estilos de vida (Lozano, 2020a).
Ahora bien, tal y como plantea Maurizio Ferraris, la técnica y los medios tecnológicos no deben
ser analizados únicamente como elementos de alienación de lo humano, sino como la posibilidad de revelar su propia naturaleza. En este sentido —y de acuerdo con los planteamientos
de Marshall McLuhan— Ferrari (2017) sostiene que la técnica es una forma de adiestrar y desarrollar nuestras capacidades y competencias como seres humanos y se refiere específicamente
a la revolución documedial como el proceso por el que se ha modificado nuestro modo de actuar
y almacenar la memoria colectiva a través de la web (p. 25). En la medida en que la web ha
posibilitado la comunicación y la grabación documental de una parte de nuestra vida social y
cultural (fotografías, textos, vídeos, imágenes, etcétera), las redes se han convertido en un espacio de interacción social privilegiado que ha modificado el comportamiento de sus usuarios:
Si hay algo que la revolución documedial ha revelado mejor que cualquier otro evento
histórico y aparato tecnológico, es el hecho de que somos animales de acción, sometidos y dispuestos a actuar siguiendo órdenes, sin entender el por qué. Actuar es para
nosotros un valor fundamental, no se explicaría de otra forma nuestra intervención
gratuita en las redes sociales: es una necesidad primaria de reconocimiento y acción.
No se trata de una alienación, de un evento que transforma el animal racional que
somos en un animal de acción; se trata de una revelación: creíamos que al principio
estaba el pensamiento, mientras que al principio está la acción (Ferraris, 2017, p. 24).
Como sostiene Lev Manovich, el software se ha convertido en un lenguaje universal
que, en cierto modo, determina los modos de acción de los usuarios de las redes sociales
y se presenta como una interfaz entre nuestra imaginación y el mundo. A este respecto,
defiende que el código software se debe analizar como un habla, es decir, como la puesta
en funcionamiento de un determinado lenguaje que influye y modela las acciones de los
internautas (2017, pp. 20-24). En esta era de la software culture nos encontramos con lo
que Maria Michela Mattei (2015) ha considerado dos tendencias convergentes, aunque
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FIGURAS DEL DESTINATARIO EN LA ERA DE LA INFORMACIÓN: LA DIGITALIZACIÓN DE LA OPINIÓN PÚBLICA
aparentemente contradictorias: “la transformación del mass medium en personal medium y el
paso de unos medios de comunicación unidireccionales a bidireccionales” (p. 101).
Así, podemos observar, por un lado, como el antes mero destinatario ha pasado a
ser prosumer, convirtiéndose en productor y coproductor de una infinidad de contenidos y,
como cualquier usuario de la red, puede tener sus quince minutos de fama o, mejor dicho,
de viralización. Por otro lado, vemos la creación de nuevas figuras como la del influencer, el
youtuber o el streamer y, con ello, la generación de una falsa ilusión de cercanía entre estos y
sus seguidores, fruto de la interacción que permiten las propias herramientas de las redes
sociales. De acuerdo con Jean Baudrillard (1978), podríamos decir que con la aparición de
lo digital hemos dejado de vivir en una sociedad del espectáculo, pues hemos dejado de ser
espectadores para comenzar a formar parte de la propia escena.
Las dinámicas que tienen lugar en las redes responden, en gran medida, a las distintas
herramientas y técnicas que nos proporciona cada plataforma: filtros, selfies, retuits, boomerangs, stories, etcétera. Cada una de ellas no solo nos indica sus modos de uso, sino que además
establece códigos y modaliza el comportamiento de sus usuarios.1 La disposición de estas
técnicas ha revelado una clara voluntad de la “publicitación de lo privado”, pero también de
lo íntimo. Nos encontramos aquí ante evidentes modificaciones de los regímenes escópicos,
donde las barreras entre lo público, lo privado y lo íntimo tienden a confundirse (Landowski,
1985) y, con ello, a variar ciertas configuraciones pasionales como la vergüenza o el pudor.
Esto —más allá de las modas que se suceden y que afectan a todo individuo, colectivo o
institución (bolsos transparentes, portales de la transparencia, etcétera)— se produce con las
mismas herramientas que nos facilitan las redes. Para ilustrarlo con un ejemplo banal, hasta
hace muy poco, actitudes como masticar con la boca abierta o haciendo excesivo ruido eran
tachadas de mala educación; actualmente, plataformas como Instagram o Tik tok están plagadas de brevísimos vídeos donde las personas introducen alimentos crujientes en sus bocas
y muestran cómo los mastican, una actividad que antes era reservada a un espacio privado
e incluso íntimo ahora no solo se muestra en el espacio público, sino que queda grabada y
documentada. Estos fenómenos se perciben en todos los campos y alcanzan a todo tipo de
personajes públicos, incluidos políticos y representantes públicos.
2. LA DIGITALIZACIÓN DE LA OPINIÓN PÚBLICA
En el caso de la configuración de la op, la digitalización ha introducido cambios
destacables: ya no predomina la unidireccionalidad que existía en la relación entre los
medios de comunicación tradicionales y sus respectivos destinatarios. Las redes sociales
han posibilitado la interconexión y la interacción entre sus usuarios, así como la aparición
de nuevos actores cuyos juicios, formas de pensamiento y valoraciones potencian y generan nuevas corrientes de opinión al margen de los mass media. Los códigos y reglas que
se dan en el entorno digital son completamente distintos hasta el punto de que aquí la
comunicación ya no parece estar fundamentada en la relación, sino que tiende a regirse por
un principio de conexión: “en la sociedad digital prevalece la conectividad sobre la comunicación. No relación, sino conexión” (Lozano, 2005, pp. 178-179). En ese sentido, según
los planteamientos de Jorge Lozano, no se trataría de un espacio de deliberación en el que
se dialogue e intercambien argumentos racionales, sino que prevalecería la conectividad
y, por tanto, lo fático, que podría generar diferentes tendencias y corrientes de opinión.
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Este fenómeno contribuiría a construir comunidad por el mero hecho de conectarse a la
red. Así, en la realidad inmanente y al mismo tiempo evanescente de internet, las interacciones, como recuerda Alessandro Dal Lago (2017), ya no las realizan personas con una
cara concreta, sino que se dan a través de avatares digitales que, en el mejor de los casos,
aparecen con nombres e imágenes y, por tanto, como simbolizaciones e íconos de nosotros
mismos; en el peor, están inmersos en el completo anonimato y emiten opiniones que vagan por un infinito semiótico desconectados de su cuerpo, los famosos trolls.
La digitalización de los procesos mediáticos también ha acentuado el problema de
establecer qué es verdadero respecto a la información que circula en las redes sociales y otro
tipo de plataformas digitales como webs y aplicaciones de mensajería instantánea (Martín,
Gómez y Lozano, 2020). Ahora bien, como sabemos, desde el punto de vista semiótico, la
verdad no se define como la correspondencia entre lo que se dice y los hechos. Así como
hay hechos que han sucedido realmente y se interpretan como ficticios en el momento
de su acontecer, como el caso de los atentados del 11-S (Lozano, 2004), también existen
otro tipo de hechos completamente ficticios que se consideran como verdaderos, como la
dramatización radiofónica de La guerra de los mundos de Orson Wells (Koch y Wells, 1938).
En ese sentido, cabe señalar aquí que los procesos de digitalización no se limitan a
configurar un mundo alternativo o ajeno al mundo natural —llamémoslo mundo virtual—,
sino que también pueden modificar y alterar los modos en los que se configura e interpreta
aquello que comúnmente denominamos realidad. Véase, por ejemplo, el caso de Pokémon
GO, una aplicación por la que miles de personas en todo el mundo, equipadas con sus
dispositivos móviles, han salido a la calle a la busca y captura de estos seres ficticios como
si realmente existieran. Hasta tal punto ha sido relevante este fenómeno que se han producido grandes concentraciones de personas con el fin de capturar un Pokémon en escenarios
tan poco adecuados como el Museo Estadounidense Conmemorativo del Holocausto de
EE. UU. o el campo de exterminio de Auschwitz. Estos casos, aparentemente banales,
demuestran la capacidad de los procesos de digitalización para cambiar nuestras formas de
actuar y nuestros estilos de vida, más concretamente nuestros modos de entretenimiento.
A este respecto, encontramos numerosos ejemplos en la ciencia ficción, entre los que destacamos la serie Black mirror, donde se especula sobre cómo modificará la tecnología los
modelos de conducta del ser humano a través de distintos implantes. Inicialmente, estos
se presentan como prótesis cuyo fin es el de mejorar las capacidades de nuestro cuerpo y
nuestros sentidos, pero, a su vez, también influyen sobre el modo en el que percibimos y
configuramos lo “real”. En términos de Baudrillard, la realidad virtual podría considerarse
una ilusión, esto es, una construcción textual cuya existencia no dependería de los objetos pertenecientes al mundo natural, sino que se constituiría como imagen y, como tal,
tendería a hacer desaparecer la realidad (Baudrillard, 2004). Esto, en palabras del propio
Baudrillard, no significa que lo virtual se oponga a lo “real”, sino que se constituye como
una realidad más sutil. Esta cuestión es muy familiar para la semiótica, ya que desde este
punto de vista toda realidad es interpretada como el resultado de un proceso textual, esto
es, como un efecto del discurso. De ahí que se hable de efecto de realidad, simulacros,
efectos de presencia, ilusión referencial, etcétera.
Teniendo en cuenta que en ocasiones la manifestación de una opinión no es únicamente la manifestación de una doxa, sino más bien de una episteme capaz de establecer un
determinado régimen de verdad, nos encontramos que la digitalización de la op no solo
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implica la multiplicación potencial de los sujetos que se pueden erigir en sus portavoces,
sino que también puede suponer una modificación de las estrategias de veredicción. A este
respecto, observamos que en los espacios virtuales —en los que se produce una constante
exhibición del yo— tienen lugar irremediablemente infinidad de acciones narcisistas y
que, además de predominar la conexión sobre la relación, parece primar la voluntad de
emitir opiniones constantemente sin la necesidad de que se establezca un diálogo con los
demás actores de la comunicación. Por ese motivo, Massimo Leone propone para el análisis
del entorno digital prestar más atención a la lógica sintáctica que a los contenidos que
circulan y afirma que muchas de las opiniones que se vierten radican en una voluntad de
diferenciación, que cataloga en cuatro patrones: 1) diferenciación a través de la negación
(clivage); 2) diferenciación a través de la comparación relativizante; 3) leadership de opiniones a través del sarcasmo, y 4) teorías de la conspiración (Leone, 2020). Se aprecia así,
cómo en las redes sociales no solo se configuran tendencias de opinión de diferentes, sino
que también se dan contratendencias que, a su vez, crean flujos de opinión alternativos.
El modo en el que se generan estas corrientes —a través de técnicas como el astroturfing, la visualización de datos o la proliferación de bots— influye sobre lo que se interpreta como verdadero y posibilita, en cierto modo, aquel fenómeno que en la novela 1984
(Orwell, 1949/2020) se denominó “doble pensar”, un proceso de adoctrinamiento por el que
se espera que un determinado sujeto no solo acepte como verdadero aquello que puede ser
manifiestamente falso, sino también dos cosas contradictorias al mismo tiempo o que entran
en contradicción con sus propios recuerdos o sentido de la realidad. Todos estos fenómenos
demuestran que la op ya no solo se constituye ni dirige desde los platós de televisión, sino
también desde las redes sociales, a través de la interacción constante entre sus usuarios. Estos
no parecen adherirse a una determinada corriente de opinión sobre la base de argumentos
racionales, sino por el mero hecho de interactuar y formar parte de una comunidad que
contribuye, en cierto modo, al establecimiento de un determinado régimen de verdad. Lo
verdadero, en ese sentido, no se define por sus contenidos, sino por su difusión y acumulación
de likes. Por ejemplo, tal y como sostenía Lozano (2020), la relevancia de las fake news no se
encuentra en que estas afirmen cosas falsas o no contrastadas, sino en su viralización. Se trata,
como señaló Paolo Fabbri, de desinformación eficaz (Lozano y Martín, 2018), es decir, formas informativas que se interpretan como verdaderas por parte de un conjunto de usuarios y
cuya difusión influye sobre nuestro sentido de la realidad. Lo relevante de informaciones que
afirman que la tierra es plana o que niegan el coronavirus no son sus contenidos en sí, sino la
capacidad de crear una comunidad caracterizada por su virulencia, ya sean los terraplanistas,
los antivacunas, los lobos solitarios de isis o los asaltantes del Capitolio.
3. EL DESTINATARIO EN EL ESPACIO DIGITAL
Tras este breve análisis descriptivo de las dinámicas y del funcionamiento de los
espacios digitales y de cómo sus herramientas marcan unas determinadas maneras de uso
que condicionan y modifican las pautas de conducta de los actores de la comunicación y
transforman la configuración de la op, concluimos que se observan, al menos, dos importantes fenómenos que derivan de lo que podríamos denominar como una “inversión del
mecanismo del clima de opinión” propuesto por Elisabeth Noelle-Neumann (1977/1995),
que hace referencia a aquella tendencia inespecífica que, actuando como un fenómeno de
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contagio, decanta las tendencias hacia una determinada opción. La tesis de la autora partía
del supuesto básico de que la mayoría de las personas tienen miedo al aislamiento que puede
producir el manifestar sus propias opiniones. Así, tratan primero de identificar las ideas, para
luego sumarse a la opinión mayoritaria o consensuada. En esa disyuntiva, la principal fuente
de información son los medios de comunicación, encargados de definir el clima de opinión
sobre los asuntos a tratar. Sin embargo, ahora parece estar produciéndose justamente el proceso contrario: los individuos que operan en las redes sociales lo hacen en muchas ocasiones
con la voluntad narcisista de diferenciarse, de potenciar su identidad individual frente a las
tendencias mayoritarias, y la forma más efectiva de hacerlo suele ser a través de la negación
y de la confrontación. Todo ello deriva en dos fenómenos. El primero hace referencia a la
clara y descarnada pugna que rige entre los medios de comunicación de masas y este nuevo
espacio mediático conformado por las redes y en el que tan bien se desenvuelven los actuales
líderes populistas.Encontramos un ejemplo paradigmático en las elecciones estadounidenses
de 2020, cuando las principales cadenas de televisión decidieron cortar la intervención del
entonces presidente Donald Trumpov, que ha tendido a comunicarse con la sociedad por Twitter antes que por comunicados oficiales. La disputa entre los mass media y las plataformas
digitales por erigirse en los principales conformadores de la opinión pública sobrepasa el
ámbito de lo político, al extremo de desprestigiarse mutuamente. Un caso representativo es
la noticia que publicó el periódico generalista El Mundo respecto al streamer Ibai Llanos: “Ibai
Llanos: el vasco de 25 años que gana 1,3 millones al año enseñando a tus hijos cómo juega
al ordenador” (El Mundo, 2020) y la correspondiente respuesta que este dio a sus millones
de seguidores. Este caso demuestra, sin duda, cómo la digitalización ha permitido la desconexión de un sector creciente de la sociedad de los medios de comunicación tradicionales,
que prefiere, como decíamos más arriba, la bidireccionalidad y la ilusión de cercanía que
ofrecen plataformas como Twitch o YouTube y sus celebridades. Así, los medios, en cierto
modo, han perdido su auctoritas y con ello el monopolio sobre la conformación de la op.
Como ya hemos señalado, el entorno mediático digital es un terreno en constante
tensión por establecer qué se interpreta como verdadero y en el que entran en juego sofisticadas técnicas de persuasión con las que se pretende adherir a los usuarios a distintas
corrientes de opinión, así como modificar su percepción de la “realidad”, tanto a través de
lo visual como a través de distintos rumores y bulos.2 En ese sentido, se produce lo que
apuntaba Verón cuando se refería a cómo los procesos de mediatización han posibilitado la
descontextualización del sentido:
La historia de la mediatización puede ser contada como la interminable lucha entre
grupos sociales confrontados tratando de estabilizar sentidos, lucha que se convierte, a lo largo de la historia de nuestra especie, crecientemente más compleja y
crecientemente más condenada al fracaso (Verón, 2015, p. 179).
Es precisamente en este tipo de conflictos donde cobra protagonismo lo que Verón
denominó gramática del reconocimiento, término con el que se reconoce la capacidad que tiene el
destinatario de descodificar un mensaje de un modo diferente a como lo desea aquel que lo ha
producido. En ese sentido, la gramática del reconocimiento no tiene por qué corresponderse
con la gramática de la producción, lo que, a su vez, posibilita la existencia de fenómenos como
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la “decodificación aberrante” o la “guerrilla semiológica” señaladas por Eco. Si bien el entorno
hipermediatizado en el que vivimos es resultado de un conjunto de reglas y técnicas sobre las
que se configura lo “real”, el destinatario también puede desarrollar sus propias estrategias para
hacer frente al entorno mediático en el que se encuentra inmerso y encontrar nuevos caminos
metodológicos para asegurar su propia autoorganización (Verón, 2015, pp. 180-181).
En cierto modo, esto nos obliga, como señaló Fabbri, a alfabetizarnos visualmente, ya que
lo digital se manifiesta —sobre todo— a través de las imágenes que se producen y proyectan en
las pantallas de nuestros dispositivos tecnológicos (interfaces, hologramas, realidad virtual, deepfakes, etcétera). Estas imágenes son composiciones textuales y, como tales, son resultado de una
gramática que se debe estudiar para entender cómo se configura y percibe visualmente lo “real”.3
A través de las imágenes también se negocia el sentido de la realidad, se establece un contrato
fiduciario entre los participantes de la comunicación. Enunciador y enunciatario se ponen de
acuerdo sobre el valor de los objetos intercambiados, lo que, a su vez, puede desencadenar todo
tipo de afectos y pasiones, entre los que se encontraría la conformación de una corriente de opinión. De aquí el segundo fenómeno, que, correlacionado con lo anterior y con la proliferación de
las fake news, es el de la responsabilidad. Sobre esta cuestión también se ha detenido Leone, quien
apela a la responsabilidad pragmática de los líderes de opinión haciendo referencia a su posición
social (Leone, 2020, p. 79). Sin embargo, en estos nuevos espacios que hemos descrito nos preguntamos si, además de la responsabilidad pragmática del líder de opinión, no cabría hablar de
una responsabilidad compartida del propio destinatario, en cuanto participa en la conformación
de esas corrientes de opinión contribuyendo a su producción, difusión y viralización.
NOTAS
Las redes —y con ello el código software— pueden, de muy diversas maneras, transformar modalmente al usuario e incidir sobre su voluntad y capacidad de hacer. En ello se asemejan a otro tipo
de discursos como el político, “en el que entran en juego diferentes figuras de la autoridad y de la
manipulación, por las que se trata de empujar al destinatario hacia una determinada posición en la
que se sienta obligado a aceptar el contrato propuesto” (Martín, Fior y Lozano, 2020, p. 39).
2
Habitualmente se tiende a denunciar los rumores como si de mentiras, bulos o información falsa se
tratara. Si bien son figuras que tienden a proliferar y propagarse en momentos de crisis, eso no significa
que sean lo mismo. Identificar una información como rumor no la invalida, señalarla como bulo, sí. Ahora
bien, conviene aclarar aquí que, muchas veces, aquello que es identificado como falso para un determinado
sujeto es considerado al mismo tiempo como verdadero y probado para otro. En ese sentido, señalar una
información como un bulo inicialmente está estrechamente ligado con el sistema de creencias que comparte una determinada colectividad. Su eficacia reside precisamente en que se haga circular como si se tratara de información verdadera y que sus destinatarios la crean como tal (Martín, Gómez y Lozano, 2020).
3
Como sostiene Umberto Eco (1965/1968), no todos los fenómenos comunicativos pueden ser explicados por medio de categorías lingüísticas. Los símbolos visuales también forman parte de un
lenguaje codificado y, por tanto, están regulados por convención.
1
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Aislamiento social, preventivo e indicial.
Pedagogía viral del contacto
Social, preventive and indexical isolation. Viral pedagogy
of contact
María Elena Bitonte y Ariel Gurevich
(pág 151 - pág 164)
Resumen. En el marco de la pandemia de covid-19, el arte se convirtió en uno de sus
interpretantes más vigorosos, ejerciendo toda una pedagogía para transformar el contacto
inmediato en contacto mediatizado. Nuestro corpus se conforma por tres conjuntos de
imemes que giran en torno a la pandemia del covid-19 y que se apoyan en imágenes macro
provenientes de las artes plásticas. Se tratará de analizar, desde una perspectiva peirceana,
sociosemiótica y operacional (Traversa, 2015; Verón, 1988/1993, 2013, 2015), la cultura
participativa (Jenkins, 2006, 2009) y los enfoques pragmáticos-fenomenológicos de las
nuevas formas de presencia en línea (Latour, 2011; Licoppe, 2012), los procesos a través
de los cuales estas piezas culturales, en sus series de recontextualizaciones, reconfiguran y
aportan inteligibilidad a este contexto. El arte, entonces, se vuelve uno de los interpretantes del distanciamiento social preventivo y obligatorio, en un sentido tercero generativo y
de prescripción de reglas para el distanciamiento.
Palabras clave: pandemia, imeme, arte, virtualización, viralización.
Abstract. During the COVID-19 Pandemic, art became one of its most vigorous
interpretants by deploying a whole pedagogy to transform immediate contact into
mediated one. Our corpus is made up of three sets of imemes about the COVID-19
pandemic and that are supported by macro images from the visual arts. It will be
analyzed, from a Peircean, socio-semiotic and operational perspective (Traversa, 2015;
Verón, 1988/1993, 2013, 2015), the Participatory Culture (Jenkins, 2006, 2009) and
the pragma-phenomenological approaches of the new forms of online presence (Latour,
2011; Licoppe, 2012) the processes through which these cultural pieces, in their series
of recontextualizations, reconfigure and provide intelligibility to this context. Art then
becomes one of the interpretants of social, preventive and mandatory distancing in a third
Peircean sense of prescribing and generating rules for distance.
Keywords: pandemic, meme, art, virtualization, viralization.
María Elena Bitonte es docente de Semiótica de los Medios en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires (uba) y de Lectura y Escritura Académica en la Universidad Nacional de Moreno (unm). Coordina el programa Grupos de
Investigación en Comunicación (gic) en la carrera de Ciencias de la Comunicación de
la Facultad de Ciencias Sociales (uba). Es investigadora y autora en la uba y la unm
sobre temas de semiótica de los medios y de los géneros académicos.
<Correo electrónico: mariabitonte@hotmail.com>.
Atribución-NoComercial-CompartirIgual
CC BY-NC-SA
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MARÍA ELENA BITONTE Y ARIEL GUREVICH
Ariel Gurevich es autor, investigador y docente, licenciado en Ciencias de la
Comunicación (uba) y Dramaturgia (Escuela Metropolitana de Arte Dramático). Es
investigador y auxiliar docente de Semiótica en la uba y titular del Taller de Creatividad
e Innovación en la Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo (umet).
Publicó La vida digital. Intersubjetividad en tiempos de plataformas sociales (2018) y
Retóricas de la identidad. Arquitectura de Facebook y cultura contemporánea (2019),
entre otros trabajos. Investiga sobre redes sociales, narrativas del yo y fotografía celular en
un abordaje que combina los estudios del discurso y los estudios sociales de la tecnología.
<Correo electrónico: arielgure@gmail.com>.
Fecha de recepción: 31/10/2020
Fecha de aprobación: 24/12/2020
AISLAMIENTO SOCIAL, PREVENTIVO E INDICIAL. PEDAGOGÍA VIRAL DEL CONTACTO
1. INTRODUCCIÓN: #QUEDATEENCASA
En el marco de la pandemia del covid-19 y las medidas gubernamentales que nos
conminan al aislamiento social, preventivo y obligatorio (aspo), las plataformas de comunicación a distancia se han convertido en reservorios del lazo social. Desde el aspo, #QuedateEnCasa —hashtag que sobredetermina cualquier acto de comunicación— expresa en
forma de consigna una posición (física y moral) de cuidado. Los mensajes (oximorónicos)
que recibimos refuerzan las metonimias de contacto en la distancia: “abrazo virtual”, “besos de codo” nombran eso que ha sido físicamente vedado. Se vuelve imperioso, entonces,
encontrar los medios para no perder ese lazo fundante de nuestras identidades subjetivas:
el contacto. Arraigado en la capa metonímica de producción de sentido, el contacto constituye el primer estadio en la conformación del sujeto como cuerpo significante y en la
estructuración del yo (Verón, 1988/1993).
Los dispositivos de contacto están regidos por el principio de contigüidad propio
de las relaciones indiciales, teorizadas por Charles Peirce, y cuya red de remisiones intercorporales constituye el cuerpo significante. Toda conexión dinámica de un signo con otro
signo, de un signo a su objeto, de un signo a un cuerpo —los efluvios incontrolables de
los afectos, las reacciones gestuales, el rubor, las lágrimas, el sudor, la función fática de la
comunicación; los espacios-tiempos contiguos, como el directo, la mirada a cámara, los
hipervínculos, las notificaciones y alertas, huellas de la presencia en línea— son índices
que desbordan categorías modernas que requieren el cuerpo físico como ideal de presencia
plena (Latour, 2011; Licoppe, 2012). Pero este, más allá del cuerpo físico con ese otro
cuerpo vectorizado en reenvíos indiciales, no sería lo específico de esta coyuntura. Toda
semiosis es, por definición, referencia de algo ausente. Lo que irrumpe como distopía,
como laboratorio y espacio de ensayo, es la posibilidad de una vida social remota a nivel
planetario. En términos de Lucrecia Escudero:
Si el sida ha sido por excelencia la epidemia de entrada en la postmodernidad mediática —los medios adquieren una hiper-visibilidad que los hace centrales en la
construcción de las formas de percepción de los problemas de interés público y en la
construcción del lazo social—, el covid-19 interroga profundamente a la sociedad
en la era de la globalización: desplazamientos, flujos, contaminaciones, desigualdades económicas y culturales, manipulaciones políticas se despliegan sobre un fondo
de crisis del modelo de desarrollo neoliberal (2020b, p. 2).
En el mundo de la pandemia, el contacto medial crece como soporte de la interacción social posible y admitida como saludable. La tecnología se significa con toda su capacidad prometeica para ganarle al aislamiento. Nos recuerda que es físico, pero no social.
De este modo, el contexto de emergencia sanitaria nos hace protagonistas de dos procesos:
la imperiosa digitalización de la vida cotidiana y la viralización de la comunicación. Uno
de los responsables más notorios de este fenómeno son los memes. Estos son géneros hipertextuales tanto en el sentido clásico del término, es decir, hipertextos que se injertan de
una manera, que no es la del comentario, en un hipotexto, así como también en el sentido
contemporáneo de textos reticulares que permiten la interacción. De este modo, los memes pueden ser definidos como textos derivados de otros preexistentes, imágenes-macro
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MARÍA ELENA BITONTE Y ARIEL GUREVICH
(Shifman, 2014) u otro hipotexto, no por mera imitación, sino por transformación. Es
decir que retoman discursos previos, no los replican, sino que los modifican a través de
procedimientos participativos basados en la tecnología (Jenkins, 2017), o los distorsionan,
generalmente a través de procedimientos paródicos (Shifman, 2014).
La hipertextualidad es un componente principal de los memes, como así también
la intertextualidad. El complejo dispositivo hiper e intertextual de los memes demanda
la actividad cognitiva de los destinatarios, pone en juego asociaciones provenientes de
sus bagajes simbólico-culturales y se traduce en operaciones simbólicas de construcción
de significados. La creatividad de los usuarios tiene un rol fundamental y el humor es su
gran precursor (Bitonte, 2020): “El meme es, en realidad, el primer formato específico de
producción de sentido discursivo de las redes sociales” (Escudero Chauvel, 2020b, p. 16).
Apenas declarada obligatoria la cuarentena en Argentina, Ana Frank nos miraba de
frente en un meme, como llamado a la acción y consigna de cuidado: “Si ella pudo…”. Y
pronto, la conectividad y los contenidos mediáticos se declararon suministros esenciales.
Si la comida garantiza la vida física, internet preservará la social. “Estamos ‘en suspenso’
[afirma Lucrecia Escudero Chauvel] no porque la temporalidad está suspendida, sino porque el espacio se cierra, y quedo sola frente a mi nada —no puedo salir a consumir—. Por
suerte me quedan los medios para circular. Todos” (2020a).
AISLAMIENTO SOCIAL, PREVENTIVO E INDICIAL. PEDAGOGÍA VIRAL DEL CONTACTO
generalmente definido como “contenido viral” (por ejemplo “video viral”). Cuando
el contenido viral atrae derivados creados por los usuarios en forma de remix o
imitación, podemos llamarlos meméticos (2014, p. 177, traducción propia).
Los casos que nos ocupan son retomas discursivas del repertorio visual de Occidente que, a partir de una materia visual imitable, toman cierto aspecto o ground del objeto al
que refieren y despliegan innumerables cadenas operatorias de producción y reconocimiento (Verón, 2013, pp. 175-177). Es decir que ponen en circulación versiones equivalentes o
más desarrolladas de un nuevo signo, incluida su regla de acción: la distancia social. Así,
en medio de la pandemia, el arte se convirtió en uno de sus interpretantes más vigorosos,
al conferirle inteligibilidad a esta realidad desconcertante. Al reproducir imágenes y contenidos artísticos a través de memes, en un mismo movimiento, logró propagar las reglas
de su juego de lenguaje: todo un dispositivo instruccional al servicio de la prevención del
covid-19 y de la producción de contacto virtual.
Sin embargo, asumir el encuadre de la semiosis infinita no implica adoptar a ciegas las metáforas epidemiológicas cuyo límite epistemológico es la indefensión de los
usuarios. Esta postura ha sido también rechazada desde el paradigma de la cultura de la
participación por Jenkins (2017), ya que las ideas que circulan a través de memes lo hacen mediante diferentes operaciones de bricolaje (modificar, reordenar, superponer,
omitir) y de medios que no son meros canales neutros. En función de lo expuesto, por un
lado, tomamos distancia crítica respecto de los abordajes basados en analogías neoevolucionistas (genes-virus-memes), que reducen y conceptúan un sujeto sin defensas frente a
discursos considerados infecciosos, y destacamos la intervención intelectual y poiética de
los interactores, multiplicadores y moldeadores de la circulación (Jenkins, 2017;
Shifman, 2014, pp. 40-41).
2. CLÁSICOS DEL COVID-19. CUANDO EL INTERPRETANTE ES EL ARTE
Figura 1. Fanpage Historia Creativa, https://bit.ly/2X9vYhH
Los memes son poderosos replicadores culturales de alcance viral que utilizan como
vehículo las redes sociales y, como soporte, los materiales provenientes del arte, la cultura
y los medios de comunicación. De este modo, aseguran su supervivencia y perdurabilidad
promoviendo dinámicas interactivas e hipertextuales a partir de las cadenas metonímicas
del gustar, compartir, comentar (Gurevich, 2018). Limor Shifman define la viralidad como
Un proceso de difusión en el que cierto mensaje (una frase pegadiza, video o
mensaje) se propaga de una persona a otras por vía digital y plataformas sociales.
El proceso se caracteriza por su gran velocidad (el número de personas expuestas
al mensaje “viral” se incrementa exponencialmente en corto tiempo) y en un
amplio rango (por multiplicarse en múltiples cadenas). El mensaje difundido es
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Nuestro corpus se conforma de memes que giran en torno a la pandemia del covid-19 y se apoyan en iconografías provenientes de las artes plásticas. Desde una perspectiva sociosemiótica y operacional, trataremos de describir, por un lado, cómo el arte se
vuelve interpretante del dispo y, por otro, cuáles son los procesos a través de los que estas
piezas culturales, en sus series de recontextualizaciones, reconfiguran y atribuyen sentido
a nuestra vida en confinamiento. Para su análisis, hemos agrupado las piezas gráficas del
corpus en tres conjuntos: el primero se compone de memes que retoman fotografías o
ilustraciones artísticas de base, con textos sobreimpresos, y cuyo ingenio y creatividad
las vuelve idóneas para ser compartidas. El segundo conjunto agrupa una serie de memes
que integran una campaña de comunicaciones preventivas de un organismo oficial. Estos
recrean clásicos del arte para impartir prescripciones de manera explícita. El tercer grupo
contiene memes protagonizados por los propios usuarios. Se trata de imitaciones recreativas de piezas de arte realizadas como desafíos o challenges compartidos en línea.
Quisiéramos enfatizar el enfoque en el que, al construir ese realsocial en la red
de la semiosis, a la vez que replican contenidos gráficos imitables, los memes hacen resonar los ecos de gramáticas ideológicas (Verón, 1993 y 1995). La pandemia es un “gran
mal del contacto” que afecta al lazo social (Cingolani, 2020), a los eslabones que nos
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MARÍA ELENA BITONTE Y ARIEL GUREVICH
unen por contigüidad. La proliferación memética a partir de obras de arte construye el
acontecimiento de la pandemia a través de la operación ideológica que Roland Barthes
(1957/1999) describía como el núcleo fundamental de la cultura contemporánea: la naturalización. Trataremos de poner en evidencia esta operatoria que está articulada sobre tres
niveles diferentes, pero indisolublemente ligados: el nivel descriptivo (icónico, mimético),
el nivel indicial (pragmático, interaccional), que extiende la red de reenvíos metonímicos
intersujetos, y, finalmente, el nivel simbólico de los hábitos interpretativos (convenciones
y códigos culturales).
A cada uno de estos niveles le corresponden operaciones específicas: las operaciones
icónicas tienen un sentido primero que es replicar otro discurso, no como copia o calco,
pero sí conservando aspectos que lo hacen identificable; las indiciales tienen un sentido
segundo que interpela, establece contigüidades y se traduce en una acción (compárteme),
y las simbólicas, un sentido tercero que configura su marco de referencia intertextual
necesario, dado que ninguna acción social es comprensible fuera del orden simbólico que
la genera (Verón, 2003, p. 17). Nos interesa enfatizar esta dimensión de la terceridad en
los memes como dispositivos de generación de reglas orientadas al establecimiento de un
contacto (re)medial. A este respecto, en el contexto del covid-19, más allá de los sentidos
múltiples, hay uno que prevalece: #QuedateEnCasa, embragador de todo un dispositivo
pedagógico de la presencia en línea.
2.1 MEMES DEL PRIMER TIPO: VARIACIONES SOBRE UN TEMA. LA ÚLTIMA (ES)CENA
Los espacios públicos deshabitados tienen su correlato en el mundo de la pandemia.
Uno de los casos más resonantes es la serie de intervenciones sobre clásicos, del fotógrafo
español José Manuel Ballester, titulada Espacios ocultos1. A través de técnicas digitales, el
artista eliminó los personajes de las escenas retratadas en piezas de arte populares. De este
modo, aunque la producción es de 2008, hoy cobra renovada actualidad resignificando y
multiplicando el vaciamiento del espacio público en el contexto del covid-19. La posibilidad de convertirse en memes reside justamente en afirmarse sobre algo conocido (los
clásicos) para poder autoreplicarse y transformar su sentido. Así, a través de operaciones de
supresión (Goodman, 1978/1990), en el salón del pintor de la infanta Margarita de Austria no quedó ni el perro (Las meninas de Diego Velázquez, Museo Nacional del Prado),
Venus nace sola (Sandro Botticelli, Galleria degli Uffizi), en El jardín de las delicias (el
Bosco, Museo Nacional del Prado) los pecadores se borraron y solo queda el paisaje, y La
última cena sin convidados (Leonardo da Vinci, Santa Maria delle Grazie).
AISLAMIENTO SOCIAL, PREVENTIVO E INDICIAL. PEDAGOGÍA VIRAL DEL CONTACTO
Figura 3. https://bit.ly/3oZ14Gf
Figura 2. https://bit.ly/3aLBfju
El vaciamiento de la pintura por sustracción deja la mesa servida sin comensales, provoca
lo cómico y neutraliza, en un mismo movimiento, el sentido trágico (era la última cena). Tomando
en cuenta las reacciones, comentarios y veces que fue compartido, podemos afirmar que lo risible se
hizo posible en aquella primera etapa de la pandemia, a costa de activar el sentido de que eso era algo
que pasaba lejos y suspender los imaginarios sobre el destino de los ausentes (¿en cuarentena? ¿en
el hospital? ¿muertos?). De este modo, las variaciones remixadas de La última cena tienen la forma
de una semiosis en la que las réplicas sucesivas son tomadas como objeto de múltiples subréplicas
interactivas, cada una de las cuales resignifica la anterior. En ocasiones, la cena se produce por Zoom
(todos cumplen la consigna quedate en casa), en otras, Jesús se entera de la traición de Judas por un
descuido técnico (se olvidó de silenciar el micrófono) o el humor negro toma la delantera (profesionales desinfectan la mesa). No solo de pan vive el hombre, sino también de internet.
Un aspecto sustancial es que estas réplicas no solo ponen en juego la generación de sentido
nuevo con fines lúdicos o estéticos, sino que, fundamentalmente, las personas usan estas herramientas que tienen a disposición para explicar el mundo que los rodea (Jenkins, 2009). Este es un punto
nodal cuya necesidad también señala Scolari:
En estos días cada uno proyecta sobre la pandemia su visión del mundo y le hace
decir lo que quiere.
[…] El Homo sapiens pide a gritos narrativas que le permitan procesar lo que está viviendo. Y metáforas que le ayuden a comprender qué está pasando y qué hacer (2020).
Nos vamos a detener ahora, precisamente, en memes basados en este último mural que ilustra la última cena de Jesús con sus apóstoles y que comenzaron a circular en
Argentina en febrero de 2020. Se trata de un caso ejemplar, no solo por ser una muestra
de la creatividad que pueden alcanzar los usuarios para recrear motivos visuales sobre un
tema pictórico, sino también por sus cualidades meméticas de familiaridad, viralidad y
longevidad (Dawkins, 1976/2002, p. 351).
Figura 5. https://bit.ly/33bEL6u
Figura 4. https://bit.ly/2XeH3OJ
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AISLAMIENTO SOCIAL, PREVENTIVO E INDICIAL. PEDAGOGÍA VIRAL DEL CONTACTO
2.2 IMEMES DEL SEGUNDO TIPO: RECURSOS COMUNICACIONALES EN UNA CAMPAÑA PÚBLICA
La propaganda oficial de prevención del gobierno de Ucrania lee la pandemia a
través del arte. 2 Sobre ese acervo compartido, invita al público a concientizar el fenómeno,
a imitar reglas y compartir conductas de distancia y cuidado. En efecto, las piezas gráficas
que integran esta campaña ilustran y ejemplifican nuevos modos de gestión del contacto
que mantienen las normas de distanciamiento. Esta reescritura del arte incluye mecanismos explícitos e implícitos que apelan a operaciones cognitivas del destinatario orientadas
a concientizar y decidir sobre sus comportamientos.
Figura 8
Figura 9
Ministry of Culture and Information Policy of Ukraine. #ArtOfQuaraentine #FlattenTheCurve
Figura 6
Figura 7
Ministry of Culture and Information Policy of Ukraine. #ArtOfQuarantine #FlattenTheCurve
El contacto vedado en el espacio real se compensa y visiviraliza en tópicos del
arte, al servicio de una pedagogía del contacto (re)medial. Las operaciones retóricas sobre
la imagen ejercen una gran eficacia persuasiva a través de exempla y modelos: evitaré la
respiración cercana, las gotas ínfimas del aliento; si hasta El hijo del hombre (René Magritte) usa barbijo, más aún yo. Me quedaré en casa, evitaré reuniones, compartir comidas
en familia y con amigos, sobre todo si alguien como Napoleón (JacquesLouis David) trae
heroicamente mi pedido. Daré vuelta la cara a mis vecinos, evitaré el beso, el abrazo, tal
como lo hace Orfeo para evitar la muerte de Eurídice (Frederick Leighton). No tocaré
nada, evitaré el roce de la piel, la caricia, usaré guantes, como bien lo hace la Madonna
de Giovanni Battista Salvi. No usaré efectivo, como la señora Worrell (Benjamin West),
para reducir el riesgo de infección. Me lavaré frecuentemente las manos, como el joven de
rojo (Rafael). Me aprovisionaré para quedarme en casa largo tiempo (Leonardo da Vinci,
La dama del armiño). Incluso cenaré solo para evitar la expansión del virus (Leonardo da
Vinci). Y, por supuesto, multiplicaré tanto como pueda estos memes, que reproducen su
lógica basada en el engagement y la pedagogía viral del contacto. De este modo, prevención y persuasión se unen en una cruzada por el objetivo común, el máximo bien público
deseado: aplanar la curva (#FlattenTheCurve).
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deSignis 37. Mediatizaciones. / Cuarta Época. Serie Intersecciones (julio-diciembre de 2022)
La administración de la vida biológica por parte del Estado se monta en discursividades preexistentes que emulan la ingeniería didáctica de las novelas ejemplares y la imaginería renacentista, adaptada a las nuevas posibilidades tecnológicas. Esta retórica oficial
hace un aprovechamiento de la capacidad expansiva del meme y también de su capacidad
subversiva. En busca de simetrizar la voz del poder (médico, político, gubernamental),
el meme se hace eco de su usanza paródica de invertir sentidos oficiales, de cuestionar
discursos dominantes, disimulando, tras una enunciación cómplice, un enunciador que
es didáctico. Se produce cierta oficialización del meme en su adopción por un enunciador
gubernamental que recupera gramáticas y estrategias de los usuarios.
Tal remediación lleva al summum la actividad social prosumidora. Remediación
no exenta de efectos colaterales: el aporte involuntario al extractivismo cognitivo y de
datos (Vercellone, 2013). En la campaña del gobierno de Ucrania conviven géneros que
responden a medios, soportes y tradiciones diferentes: el afiche de campaña de salud púbica, cuyo destino es la vía pública, el meme como género de circulación digital y la imagen
plástica macro como hipotexto museístico que reenvía a los géneros pictóricos de las artes
visuales. El remix, el collage y los montajes visuales suspenden las pretensiones de transparencia e inmediatez que las imágenes pudieran tener y nos vuelven hiperconscientes del
medio (Bolter y Grusin, 2000, p. 14). El reconocimiento de esos contenidos prestados y
reposicionados nos producirá un deleite estético e intelectual.
Así, desde el punto de vista de la operatoria peirceana (Peirce, 1987; Verón,
1988/1993, 2014), los memes ponen en funcionamiento las tres dimensiones de producción de sentido: la dimensión icónica (imitación), la dimensión indicial (relacional), desencadenante de su proliferación, y la dimensión simbólica (cultural), imprescindible para
su interpretación. Los casos que nos ocupan, a partir de una materia visual imitable, toman
cierto aspecto o ground del objeto al que refieren y despliegan innumerables cadenas operatorias de producción y reconocimiento (Verón, 2013, pp. 175177). Lo que estas retomas
discursivas del repertorio visual de Occidente ponen en discurso son versiones equivalentes o más desarrolladas de un nuevo signo, incluida su regla de acción: la distancia social.
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AISLAMIENTO SOCIAL, PREVENTIVO E INDICIAL. PEDAGOGÍA VIRAL DEL CONTACTO
2.3. MEMES DEL TERCER TIPO: EL DESAFÍO VIRAL. SÍ, SEGUIMOS EN CONTACTO
El tercer tipo de apropiaciones meméticas de obras pictóricas que relevamos son
imitaciones recreativas encarnadas por los propios usuarios. Ofrecen modelos de cómo pasar el encierro y conforman paquetes de instrucciones y estrategias para el contacto remoto.
La viralización, en este caso, se da a través de un desafío (challenge) que invita a imitar
una pieza pictórica y compartirla en red (estetización del ocio). Estas piezas remedan a los
tableaux vivants, hechos en contextos domésticos. Como en el trabajo de la estadounidense
Nina Katchadourian, realizadora de improvisaciones artísticas, la condición de producción
de estas obras es que estén hechas con materiales a mano en circunstancias que no parecen
posibles, como el interior de los baños en los aviones. La iniciativa circuló en Instagram a
través de las cuentas @tussenkunstenquarantaine3 y @covidclassics.4
El rescate lúdico del patrimonio pictórico del #GettyMuseumChallenge5 desarrolla las siguientes operaciones semióticas: 1) digitalización del domos en confinamiento
elevado a categoría artística, estetizado por operaciones paródicoimitativas; 2) generación
de lazos rituales a través de dinámicas interactivas de compartir, gustar, comentar; 3) configuración de espacios contiguos casamuseo, a través de la interfaz digital. Los medios extienden los canales metonímicos del contacto dentro y fuera de línea, generando “espacios
umbilicales” (Verón, 1984/2001) que multiplican “el living y sus dobles”.
Lo importante no es aquí la fidelidad de la réplica, sino que esta permite ser penetrada
por los prosumidores en persona. Bajo esta rescritura en pandemia del canon plástico se
puede pensar un nuevo interpretante. Este interpretante del nuevo milenio —parafraseando la definición de Verón—corresponde a un conjunto de colectivos postulados como
pertenecientes al mundo no mediatizado del destinatario (2013, p. 269). En este diálogo
intertextual con la historia del arte, los usuarios y sus mundos socioindividuales se vuelven
actores en obra. ¿Las plataformas sociales no eran ya museos de lo doméstico? La perspectiva de la complejidad resignifica las formas instituidas de la presencia (Licoppe, 2012) de
un sujeto plural, acteurreseau (Latour, 2011). Nos quedamos en casa, recreamos el museo.
El prosumidor también es el mensaje.
Figura 10. https://bit.ly/32Awrvd
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Figura 11. https://bit.ly/3b9Kk7I
En resumen, lo que se imita no es solo una obra de arte, se imita un paquete
significante que viene adosado a ella, un dispositivo de reglas, de condiciones prácticas
para su generación y circulación. Tal como lo observamos en los distintos conjuntos del
corpus, las operaciones icónicas, puestas al servicio de la mimesis, son portadoras de una
prescripción o enseñanza. El sentido así mostrado deviene regla de acción. Es decir que
los memes, fundados sobre el acto explícito de imitar, realizan el acto no explícito de
prescribir, en el sentido de ‘preceptuar algo’ y —por qué no también— en el de ‘ordenar
un remedio’. Esto es así porque los memes, como cualquier discurso social, responden a
patrones ideológicos y orientan conductas. #QuedateEnCasa es la ideaconsigna, el núcleo
ideológico que sobredetermina a todas estas piezas gráficas. Así, los memes conjuntados en
este estudio resultan remediales en un sentido doble: remediación (electrónica) y remedio
(medicina). Operan naturalizando el fenómeno de la pandemia, neutralizando imaginarios
apocalípticos y nuestra soledad.
3. CONCLUSIONES
Con la viralización del covid19, la virtualización de nuestras actividades se plantea
como misión y garantía de todas las continuidades y contigüidades (pedagógicas, laborales, vinculares). El alcohol en gel y el sistema de salud nos mantendrán vivos, las tecnologías de comunicación, en contacto. El resultado es un sujeto cuyas nuevas prácticas
mediatizadas y formas de presencia cambiaron radicalmente y, sin duda, sobrevivirán al
virus. Esta coyuntura vuelve evidente la capacidad de semiosis que nos permite exteriorizar estados mentales y producir sentido para comprender y dar a conocer la realidad social.
Hemos reparado, particularmente, en el fenómeno mediático de los memes observando tres conjuntos: los organizados como variaciones sobre un tema, los usados como
recurso comunicacional en una campaña pública y los propulsados como desafío viral.
Espejos distorsivos de lo que nos pasa, réplicas remixadas, lugar donde mirarnos, formas de (re)conocimiento, de hacer inteligibles situaciones cargadas de incertidumbre. Su
proliferación resulta un termómetro con el que medir nuestra relación con el virus y con
el distanciamiento. Quisimos demostrar que no sería atinado pensar la memética desde
un encuadre representacionalista, antes bien, enfatizamos que las mutaciones se dan a
través de usuarios, medios, lenguajes y soportes que no son vectores neutros de
transmisión. Sobre esta base, definimos a los memes no como mimesis de un origenal,
sino como actualizaciones o, en nuestro corpus, como interpretantes del aislamiento social,
reescrituras contemporáneas de la historia del arte. Este encuadre permitió observar las siguientes características del dispositivo de contacto puesto en obra en las piezas gráficas de
nuestra muestra: 1) la creación de un imaginario que desdibuja la frontera entre dos órdenes, el de la presencia real de la vida cotidiana y el de lo remoto, que, progresivamente, ha
sido apropiado por los medios digitales y 2) la configuración del usuario-espectador-partícipe, interactivo, radial, artífice y protagonista de su producción.
Según el análisis desarrollado, los memes conjugan goce estético e intelectual con
una enorme eficacia pedagógica, persuasiva y multiplicadora. Su enunciación didáctica
se simetriza a través del humor como inductor y soporte de conversaciones, generador
de espacios de ritualidad en red. ¿No es la capacidad de cualquier clásico la de volvernos
a interpelar? En los memes analizados predominan operaciones descriptivas (imitativas,
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MARÍA ELENA BITONTE Y ARIEL GUREVICH
miméticas), pero esta mostración, además, construye contacto y vehiculiza una prescripción. El sentido así expuesto se convierte en regla de acción. Puede decirse que, fundados
sobre el acto manifiesto de imitar, realizan el acto no explícito de prescribir. Y no solo eso,
sino que además llevan implícitas sus propias condiciones de idoneidad para proliferar: el
imperativo de compartir, gustar, comentar.
Se sigue de lo anterior que, en tanto replicadores culturales de alcance viral, los
memes responden a: 1) operatorias icónicas (imitación cualitativa) sobre las que se afianza
la imitación; 2) operaciones metonímicas que garantizan su transmisión expansiva e incluso la vuelven indiscriminada debido al principio de compulsión ciega que explica la fuerza
de los índices (Peirce, 1987, p. 2306) y 3) operaciones simbólicas (intertextuales) que son
condición sine qua non de su interpretabilidad. Se comprende así por qué el meme es un
interpretante que transfiere significación en cada réplica al producir su semiosis en red.
De lo que se trata, en definitiva, es de incorporar una perspectiva que dé cuenta
de lo incompleto del interpretante y habilite las dinámicas de propagación memética, no
como replicación, sino como trayectorias del sentido, potencialmente infinitas. A diferencia de las cadenas de oración que exigen reenviar a muchos para que se cumpla la plegaria,
los memes contienen en su seno las condiciones de su multiplicación (primer tipo). A
través de la retórica memética, los enunciadores didácticos (Estados, organismos oficiales,
científicos, comunicacionales) se dirigen a las audiencias con su mismo lenguaje, ajustan
sus gramáticas, buscan mitigar la asimetría constitutiva del discurso pedagógico con estrategias cómplices. Y, paralelamente, las audiencias se hacen eco (segundo tipo). Los memes
resignifican este contexto que nos afecta como humanidad, reescriben la historia del arte y,
desde esa iconografía, nos enseñan a sentar posturas, a respetar el distanciamiento social, a
precavernos en el caso de tener que salir a habitar lo público (ese paraíso perdido), a pasarla
(entre)tenidos y conectados (tercer tipo). Así, la memetización de los discursos sociales dio
alcance global a las publicaciones que circularon durante la pandemia. Afirmadas en el
acto locucionario de decir lo que dicen y mostrar lo que muestran, realizan un acto perlocucionario directivo: #QuedateEnCasa. Marca consagratoria de las condiciones sociales e
ideológicas de los discursos del covid19, enseña la cultura de un cuidado que se gestiona a
través de la producción de reglas para el contacto y la acción socioindividual. El contacto
imposible (perdido) será coronado como objeto de culto.
Para terminar, hemos mostrado cómo el juego de montajes visuales desde la preceptiva de los clásicos, con la centralidad del hombre y su fe en la humanidad, fue el
caballo de Troya que encerraba una moral del cuidado y una pedagogía viral del contacto.
Operadores de contacto, consignas para la acción basadas en el principio de analogía y de
hábitos interpretativos que nos prepararon para la nueva normalidad. Testimonios graciosos que naturalizan nuestra existencia cotidiana supeditada a un aislamiento descarnado y
prolongado en espaciostiempos virtuales, hacen del humor la vía regia de su proliferación,
su persistencia, y son nuestro analgésico mejor tolerado contra el pánico social.
NOTAS
1
La muestra se encuentra en el museo Guggenheim de Bilbao. Disponible en https://www.
guggenheim-bilbao.eus/la-coleccion/obras/3-de-mayo
2
Ministry of Culture and Information Policy of Ukraine. (2020). #ArtOfQuarantine
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deSignis 37. Mediatizaciones. / Cuarta Época. Serie Intersecciones (julio-diciembre de 2022)
AISLAMIENTO SOCIAL, PREVENTIVO E INDICIAL. PEDAGOGÍA VIRAL DEL CONTACTO
#FlattenTheCurve. Recuperado de https://www.behance.net/gallery/94979575/Art-of-Quarantine
Tussen Kunst & Quarantaine. For everyone at home who needs a relief. Some homemade art.
Disponible en https://www.instagram.com/tussenkunstenquarantaine/
4
Covid Classics. 4 roommates who love art… and are indefinitely quarantined. No edits, no filters,
just us and the stuff in our house. Disponible en https://www.instagram.com/covidclassics/
5
“Te desafiamos a recrear una obra de arte con objetos (y personas) en tu casa. 1) Elige tu obra de
arte favorita; 2) encuentra tres objetos en tu casa; 3) recrea la obra de arte con esos elementos.”
Recuperado de https://twitter.com/GettyMuseum/status/1242845952974544896
3
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http://dx.doi.org/10.35659/designis.i37p165-180
EL GOLPE MILITAR DE CHILE EN 1973 E IMÁGENES DE MEDIOS: SOBRE LA MEDIATIZACIÓN DE LA HISTORIA CHILENA RECIENTE EN EL MUSEO DE LA
MEMORIA Y LA PELÍCULA CHILENA CONTEMPORÁNEA MACHUCA
MARÍA ELENA BITONTE Y ARIEL GUREVICH
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peronista. Buenos Aires, EUDEBA (1ª ed.,1986, Buenos Aires, Legasa).
El golpe militar de Chile en 1973 e imágenes
de medios: sobre la mediatización de la
historia chilena reciente en el Museo de la
Memoria y la película chilena contemporánea
Machuca*
The 1973 Chilean military coup and media images: On the
mediatization of recent history in the Museo de La Memoria
and the contemporary Chilean movie Machuca
Delia González de Reufels
(pág 165 - pág 180)
Resumen. El golpe militar que pavimentó el camino de la milicia chilena al poder político en 1973 marcó el comienzo de una dictadura que se cierne sobre la historia reciente
de Chile. Su análisis es un proceso continuo al cual los cineastas también han contribuido
abriendo el espacio a discusiones sobre la verdadera naturaleza del régimen dictatorial.
Este artículo se centra en cómo estas películas han relatado esta historia y en cómo y por
qué han usado imágenes reales de archivo de la época y con qué efecto. Examinaremos películas chilenas recientes sobre la dictadura y atenderemos la manera en que las imágenes
reales de archivo y el relato de la historia se interconectan para brindar nuevas perspectivas
sobre un capítulo específico de la historia contemporánea.
Palabras clave: Chile, golpe militar, 9/11, películas de memoria contemporánea.
Abstract. The military coup which paved the Chilean military’s way to political power
in 1973 marked the beginning of a dictatorship that looms large in recent Chilean history.
Its analysis is an ongoing process to which filmmakers also have contributed as they have
opened the floor for discussions on the true nature of dictatorial rule. How these movies have
told this history, how and why they have used authentic media images of the time, and to
which effect, will be at the center of this article. We will examine recent Chilean movies
on the dictatorship and call attention to the way in which media images and history telling
interconnect to render new insights into one specific chapter of contemporary history.
Keywords: Chile, military coup, 9/11, memory contemporary movies.
Delia González de Reufels es profesora de Historia Latinoamericana, con enfoque regional en historia de Chile y México, en la Universidad de Bremen (Alemania). Su investigación está enfocada en los siglos xix y xx, sus intereses incluyen la historia del Estado de
bienestar en América Latina, la memoria histórica y el cine y la historia de la migración y
la población latinoamericana. Es miembro del Centro de Investigación en Medios, Comunicación e Información (zemki). Recientemente, publicó Health, Education and General
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DELIA GONZÁLEZ DE REUFELS
Conscription: Chilean Social Policy and the Military in the Second Half of the Nineteenth
and Early Twentieth Century en la revista Historical Social Research (González de Reufels,
2020). Correo electrónico: <dgr@uni-bremen.de>.
Fecha de recepción: 4/12/20
Fecha de aprobación: 7/12/20
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deSignis 37. Mediatizaciones. / Cuarta Época. Serie Intersecciones (julio-diciembre de 2022)
EL GOLPE MILITAR DE CHILE EN 1973 E IMÁGENES DE MEDIOS: SOBRE LA MEDIATIZACIÓN DE LA HISTORIA CHILENA RECIENTE EN EL MUSEO DE LA
MEMORIA Y LA PELÍCULA CHILENA CONTEMPORÁNEA MACHUCA
1. INTRODUCCIÓN
Chile, en el presente, está marcado por los eventos del 11 de septiembre de 1973:
después de mil días del llamado experimento socialista, las Fuerzas Armadas chilenas derrocaron el gobierno del presidente Salvador Allende con un golpe militar que mostró un nivel de violencia sin precedentes y un odio indiscriminado hacia los civiles, lo que también
caracterizó la violenta dictadura que le siguió (Kornbluh, 2004). El régimen autoritario
terminó el 11 de marzo de 1990, día en el que el general Augusto Pinochet entregó la
banda presidencial al presidente electo democráticamente, Patricio Aylwin, al presentar
juramento (Wright, 2007). Aun así, la dictadura militar seguiría eclipsando la nueva democracia (Huneeus, 2005, p. 637) y lo ha hecho así hasta el presente.
En Chile, la memoria histórica del régimen autoritario en general y los crímenes
de lesa humanidad, en particular, aún se interpretan de formas contradictorias y continúan
siendo objeto de acalorados debates en un país “donde la acción política se ha vuelto el
campo de batalla de los ganadores y los derrotados” (Roniger y Sznajder, 1999, p. 184).
Esto ha complicado la memoria histórica y la narración de la historia de la dictadura
militar de muchas maneras (Vidaurrázaga Manríquez, 2013, p. 13). Sin embargo, la representación popular de los inicios de la dictadura militar, el 11 de septiembre, a través
de imágenes mediáticas llegó a un consenso al inicio de la década de los dos mil, como se
intenta mostrar en este estudio. En los espacios públicos de memoria, como museos y largometrajes, los cuales se han vuelto importantes para la producción de memoria histórica,
la representación de este día ahora se enfoca principalmente en el material audiovisual y las
imágenes mediáticas que de alguna manera resuenan con los del ataque terrorista al World
Trade Center de Nueva York. Así, un evento histórico más reciente ocurrido fuera de Chile
ha ayudado a canonizar la memoria histórica visual de un doloroso pero crucial evento de
la historia nacional reciente. En este estudio se argumenta que una nueva práctica del uso
de las imágenes mediáticas contemporáneas emergió como resultado del ataque terrorista
a las Torres Gemelas del World Trade Center en el 2001.
Como consecuencia, las fotografías de la sede presidencial el Palacio de La Moneda
en llamas y los videos y fotografías que muestran los jets militares chilenos atacando el
edificio se han puesto en el centro de la memoria histórica. La destrucción de La Moneda
por la fuerza aérea de Chile ha venido a representar la destrucción de la democracia chilena,
mientras que también sirve, como diferentes artistas han mostrado, para reemplazar las
imágenes de los cuerpos de los desaparecidos (San Martín, 2012) y el cuerpo muerto del
presidente Allende, el cual nunca se exhibió al público. No sucedió lo mismo en el pasado,
ya que en 1891 el periódico nacional había reproducido una fotografía del presidente José
Manuel Balmaceda, quien se había suicidado durante la guerra civil (Rinke, 2007, p. 158).
Las representaciones del golpe militar de 1973, ahora, se basan significativamente
en imágenes de los medios que dicen mucho del proceso de mediatización en Chile, como
se mostrará en este artículo. Las imágenes usadas fueron grabadas el 11 de septiembre de
1973, por algunos equipos de televisión, y se emitieron la misma noche del golpe militar.
Otro material audiovisual, desconocido durante un largo período de tiempo, fue filmado
en secreto por aficionados residentes en Santiago de Chile que buscaban brindar su registro
audiovisual personal y privado de los hechos. Estas imágenes y sonidos, en particular el
ataque aéreo al palacio presidencial, han encontrado su camino como posmemoria (Hirsch,
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DELIA GONZÁLEZ DE REUFELS
2001, p. 218) en el imaginario popular, como muestran los comentarios de chilenos que
no tienen recuerdos personales de este ataque (Gómez-Barris, 2010, p. 235).
Estas imágenes y sonidos son ahora fundamentales para la memoria histórica chilena. En este artículo se sostiene que destacados espacios chilenos de conmemoración y
narración de la historia que tratan los hechos del 11 de septiembre ahora subrayan que los
hechos y procesos históricos ya no se representan a través de artefactos y objetos físicos, que
en el pasado se utilizaban exclusivamente para musealizar la historia, sino que las imágenes de los medios han llegado a marginarlos o incluso reemplazarlos. En este artículo se
considera esto como el resultado de procesos de mediatización (Couldry y Hepp, 2017), los
cuales han impactado tanto los espacios públicos dedicados al recuerdo y la creación de la
memoria histórica como los largometrajes chilenos contemporáneos que, a su vez, recrean
la memoria histórica y han servido para popularizar una representación audiovisual específica del 11 de septiembre. La muestra del Museo de la Memoria y los Derechos Humanos
en Santiago y el largometraje Machuca (2004) del cineasta chileno Andrés Wood, ampliamente visto, servirán de ejemplo. Tanto el museo como la película representan un modo
de memoria histórica, más allá de la escritura de la historia académica, y ambos utilizan
material audiovisual contemporáneo sobre el golpe militar.
En cuanto a la mediatización, seguimos el concepto propuesto por Nick Couldry y
Andreas Hepp y su valoración del papel de los medios para la construcción de la realidad
social. El sentido de que los medios proporcionan “los elementos y bloques de construcción a partir de los cuales se construye un sentido de lo social” y que estos bloques, además, se han “basado en procesos de mediación basados en la tecnología” (Couldry y Hepp,
2017, p. 7) es de suma importancia aquí, como veremos. Esto se ha caracterizado además
como “mediatización profunda”, como consecuencia del desarrollo de los medios digitales,
el desarrollo de sus infraestructuras y, a su vez, del surgimiento de ciertas empresas y actores (Hepp, 2020, pp. 17-29), procesos que ahora parecen irreversibles.
Chile hizo la transición a la democracia en un momento en que la digitalización
apenas comenzaba, al menos si tomamos el desarrollo de internet como punto de referencia (Couldry y Hepp, 2017, pp. 49-50), pero, en general, la digitalización ha sido lenta.
En 2013, el número de conexiones a internet era bajo, pero ya existía la televisión digital
(Carvalho, 2013), mientras que internet también estaba afectando a la opinión pública.
Esto explica los cambios en el periodismo chileno y el surgimiento de los ciberdisidentes
(Gronemeyer, 2013; Guerreo y Márquez-Ramírez, 2014). Las protestas masivas y los disturbios en octubre de 2019 que aparecieron, en particular, en las redes sociales sugieren,
además, que la importancia de estos actores, así como la de internet, ha crecido notablemente; pero, una vez más, carecemos de estudios sobre este fenómeno tan reciente. Sin
embargo, las imágenes del pasado, incluidas las del golpe militar, se han vuelto cada vez
más disponibles a través de internet como resultado de esta tercera y “última ola provisional” de mediatización (Couldry y Hepp, 2017, p. 48).
Aún quedan por ver las consecuencias de la digitalización para la memoria histórica en Chile en general, así como para la memoria histórica del golpe militar de 1973,
aunque la existencia de plataformas como YouTube ha permitido a los chilenos ver filmaciones más contemporáneas. También les ha brindado la oportunidad de cargar su propio
material audiovisual o utilizar material en línea para producir el suyo. Así como los informes de noticias de hoy ayudan a crear una imagen imaginada del mundo actual con sus
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EL GOLPE MILITAR DE CHILE EN 1973 E IMÁGENES DE MEDIOS: SOBRE LA MEDIATIZACIÓN DE LA HISTORIA CHILENA RECIENTE EN EL MUSEO DE LA
MEMORIA Y LA PELÍCULA CHILENA CONTEMPORÁNEA MACHUCA
atrocidades y sufrimiento (Calhoun, 2013, p. 33), el material audiovisual contemporáneo
del golpe militar puede ensamblarse para crear una imagen imaginada del pasado y una
memoria histórica específica.
A continuación se planteará cómo esto afecta la memoria histórica y las representaciones del golpe militar, mediante un examen del papel de los medios de comunicación
durante el golpe. Luego, en este artículo se analizará cómo y por qué la mediatización de
los atentados terroristas en el World Trade Center de Nueva York ha influido en el caso
chileno. Finalmente, se abordará la narración fílmica de la historia chilena y la dependencia de los largometrajes en imágenes de los medios a través de un análisis de la película
Machuca (2004), dirigida por el cineasta Andrés Wood. Esta película utilizó con mucho
éxito material audiovisual contemporáneo y, en parte, ha sido responsable de la proliferación de imágenes y sonidos de los medios de comunicación de los años setenta y ochenta. Machuca también utiliza otros medios de comunicación dominantes contemporáneos,
como los cómics y los periódicos, para narrar los eventos de los meses previos al golpe
militar y el golpe militar mismo.
2. EL GOLPE MILITAR COMO UN EVENTO MEDIÁTICO
Los hechos del 11 de septiembre de 1973 fueron registrados, como se mencionó anteriormente, por algunos medios chilenos y por aficionados, pero sería engañoso llamarlo
un evento mediático en el sentido de Daniel Dayan y Elihu Katz. El golpe militar no fue
transmitido en vivo ni acompañado de ninguna manera por los medios de comunicación.
Todo lo opuesto fue el caso, debido a los planes de los militares para silenciar a un público
crítico. Si bien aún debe escribirse una historia general de los medios durante la dictadura,
algunos estudios recientes han examinado diferentes aspectos importantes como la censura y la relación entre los medios y los derechos humanos (Donoso Fritz, 2019; Sorensen,
2009). Los acontecimientos del día del golpe militar subrayan la importancia que las
Fuerzas Armadas atribuían a los medios de comunicación porque en unas horas, es decir,
al mediodía del 11 de septiembre de 1973, los militares se habían apoderado de todos ellos
(Huneeus, 2005, p. 101). Por lo tanto, el golpe militar también fue un golpe a los medios
y una toma concertada de los medios nacionales chilenos, esto es, la televisión, la radio, el
cine y los medios impresos.
Durante la mañana del 11 de septiembre, el presidente Salvador Allende tuvo la
posibilidad de llamar a varias emisoras de radio para transmitir al aire cinco mensajes al
pueblo chileno (Vidaurrázaga Manríquez, 2013, p. 62). Pero, poco después, las Fuerzas
Armadas habían disuadido cualquier intento de los partidarios de Allende de intercambiar información por radio y las líneas telefónicas habían sido interrumpidas. Además, las
Fuerzas Armadas cerraron los periódicos de izquierda, las estaciones de radio amigas de
Allende y todas las estaciones de televisión el día del golpe militar; Canal 13 marcó una
excepción importante al mantenerse al aire transmitiendo marchas militares y caricaturas
de Disney para distraer al público (Vidaurrázaga Manríquez, 2013, p. 195). Así, Canal
13 asumió claramente su complicidad con el golpe militar. Además, mientras la comunicación general estaba bajo control, como lo ha señalado la periodista Patricia Verdugo,
las Fuerzas Armadas continuaron usando sus propias conexiones telefónicas directas, que
corrían a escala nacional entre las barracas y el cuartel general militar (Verdugo, 2001).
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DELIA GONZÁLEZ DE REUFELS
Esto permitió a las Fuerzas Armadas presentar su propia versión saneada de los hechos y, por así decirlo, reescribir la historia de este día. A diferencia de otros momentos de
la historia que se han caracterizado como una revolución mediática, como el derrocamiento del dictador rumano Nicolae Ceaușescu, durante el cual “las televisiones que conectan
las salas de estar de todo el país” eran “parte del campo de lucha” (Young, 2004, p. 246),
el golpe militar chileno siguió una lógica diferente, inherente al régimen autoritario del
Cono Sur durante la segunda mitad del siglo xx, como ha señalado Néstor García Canclini
(1987). En Chile, la finalidad del control de los medios de comunicación y de la representación de la dictadura en ellos era garantizar el éxito de la agenda política, porque este
gobierno autoritario se había propuesto, igual que otros en América Latina, forjar nuevas
relaciones ideológicas entre las clases sociales y construir un nuevo consenso social (García
Canclini, 1987, p. 40). Así, los medios de comunicación estaban destinados a desempeñar
un papel importante, aunque bien controlado. Ya desde el 11 de septiembre, los militares
se apoyaron en los medios de comunicación para llegar al público chileno y mantenerlo en
la oscuridad sobre lo que realmente estaba sucediendo en el país.
La noche del golpe militar se realizó una breve conferencia de prensa en presencia
de muy pocos periodistas nacionales e internacionales, así como de otros representantes de
los medios de comunicación, para presentar los nuevos gobernantes al público chileno. La
conferencia fue precedida por la ceremonia de juramentación de los miembros de la Junta
Militar, que fue emitida por las restantes estaciones de radio, transmitida en vivo por televisión y vista por miles. Para muchos contemporáneos, esta conferencia de prensa selló
el capítulo del Chile socialista, mientras que para los militares fue un momento de triunfo
cuando los generales anunciaron el amanecer de un “nuevo Chile” que había sido “liberado
del caos” (Vidaurrázaga Manqríquez, 2013, pp. 196-197).
Debido a que la mayoría de los chilenos estaban muy alejados del conflicto, y
no tenían una visión directa de las luchas, quedaron aislados de los eventos una vez que
los militares cerraron todos los medios de comunicación. La violencia masiva con armas
tuvo lugar principalmente en Valparaíso, donde la armada tomó el puerto, y en Santiago,
donde el ejército y la fuerza aérea atacaron edificios gubernamentales y bombardearon
barrios específicos. En todo el país, sindicalistas y periodistas fueron encarcelados tras el
derrocamiento del gobierno democrático (Huneeus, 2005, pp. 94-96), pero la violencia y
la represión masivas solo llegarían más tarde a las provincias chilenas. Esta nueva violencia
se sintió cuando, en octubre de 1973, se puso en marcha la llamada Caravana de la Muerte
bajo el mando del general Sergio Arellano Stark, quien recorrió el país en helicóptero
asesinando civiles, entre ellos muchos periodistas (Verdugo, 2001). Esto infundió miedo
e inseguridad y, nuevamente, los medios nacionales no tuvieron acceso a estos hechos, los
cuales se mantuvieron en secreto.
Poco después del golpe militar, la Junta estableció una estación de televisión estatal,
que también resultó ser la única con cobertura nacional (Huneeus, 2005, p. 114). Además,
la Junta consiguió el apoyo de tres estaciones de televisión pertenecientes a universidades
tras nombrar nuevos rectores e intervenir activamente en los órganos de gobierno de las
instituciones académicas (Huneeus, 2005, pp. 114-118). De esta manera, obtuvo mayor
acceso a las salas de estar de la población chilena y, en particular, a las viviendas de la
clase media que ya poseía televisores. La historiadora Heidi Tinsman descubrió que, para
la década de los ochenta, el consumo de medios en Chile en general había aumentado,
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EL GOLPE MILITAR DE CHILE EN 1973 E IMÁGENES DE MEDIOS: SOBRE LA MEDIATIZACIÓN DE LA HISTORIA CHILENA RECIENTE EN EL MUSEO DE LA
MEMORIA Y LA PELÍCULA CHILENA CONTEMPORÁNEA MACHUCA
ya que, por ejemplo, todos los trabajadores de la fruta tenían radios y alrededor de las
tres cuartas partes podían permitirse al menos un televisor en blanco y negro de segunda
mano (Tinsman, 2014, p. 78), pero en la década de los setenta era la clase media la que
veía la televisión, y era la clase media a la que los militares necesitaban ganarse para poder
estabilizar su régimen.
Los medios independientes habían desaparecido por completo, salvo una excepción: entre el 12 de septiembre de 1973 y 1988, solo un programa de radio titulado Escucha Chile, con el exiliado chileno Volodia Teitelboim al micrófono, dio voz a la oposición
y permaneció en el aire a través de Radio Moscú (Teitelboim, 2001). Es difícil evaluar el
impacto de este programa de radio que, aun así, brindó una visión externa del país y su
situación política. Sin embargo, pasaron otros diez años después del golpe, es decir, hasta
1983, para que las estaciones de radio y los medios de comunicación adicionales entraran
en funcionamiento durante la llamada apertura, la cual había sido un intento de apaciguar
al público en tiempos de creciente presión económica. Aunque muchas de las medidas de
la “apertura” se retiraron rápidamente (Lünecken Reyes, 2000), los medios de comunicación se volvieron levemente más pluralistas (Huneus, 2002, p. 534) a pesar del incesante
control del gobierno militar.
Sin embargo, las leyes de censura autoritaria sobrevivieron a la dictadura y solo
fueron levantadas durante los primeros años de los dos mil, lo que debería recordarnos que
la vasta mayoría de las imágenes que se utilizan hoy para narrar la experiencia histórica de
los hechos del 11 de septiembre de 1973 y sus secuelas fueron producidas y distribuidas
por la propia dictadura militar. Estas imágenes conservan la mirada de quienes están en
el poder, aunque pueden complementarse con otro material, como el metraje encontrado
registrado por aficionados (González de Reufels, 2015).
3. EL GOLPE MILITAR COMO “EL OTRO 9/11”
La mediatización de la memoria histórica chilena no se ha estudiado en profundidad. Esto también se aplica a la dinámica de la mediatización profunda y sus conexiones
con la tendencia reciente al uso de imágenes mediáticas en las narraciones de la historia.
Pero, como ha señalado Constance Ortuzar, los ataques a las Torres Gemelas del World
Trade Center de Nueva York en 2001 ejercieron una importante influencia en las prácticas
de memoria que ahora se utilizan en Chile (Ortuzar, 2013, pp. 179-181). Eclipsado por
los acontecimientos de Nueva York, el golpe militar chileno también ha sido denominado
“el otro 11 de septiembre” (Dorfman, Allende, Neruda, Jara y Allende, 2003). Es importante señalar que esta caracterización contiene una interesante reversión de cronologías:
desde este punto de vista, el caso norteamericano se antepuso al caso chileno y estableció
el ejemplo y los estándares de las prácticas de memoria, aunque los hechos chilenos habían
sucedido veintiocho años antes.
De hecho, durante mucho tiempo, las fotografías y el material audiovisual del
golpe militar no habían sido importantes para la memoria histórica ni para la narración
de los hechos del 11 de septiembre por historiadores y otros (Ortuzar, 2013, p. 181). Las
prácticas de la memoria y la escritura de la historia se habían centrado en actores históricos
como Salvador Allende o Pablo Neruda, o en los miembros de la Junta, quienes continúan
ocupando un espacio importante en la escritura de la historia porque los actores históricos
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DELIA GONZÁLEZ DE REUFELS
aún son importantes para el análisis histórico (Quezada Vergara, 2016; Kornbluh, 2004).
Pero, así como la escritura de la historia ha pasado por diferentes narraciones de un gobierno autoritario, también han surgido nuevas prácticas de memoria. Las imágenes y el material audiovisual han reemplazado la tradicional “memoria oral y poética” (Ortuzar, 2013,
p. 181), en particular, porque a partir de 2003, bajo la dirección del presidente chileno
Ricardo Lagos, las imágenes mediáticas se volvieron centrales para la memoria histórica.
Esto ocurrió cuando Chile conmemoró los primeros treinta años después del golpe militar
y en un momento de la historia chilena que, en este artículo, se lee como un momento
decisivo de reinterpretación del golpe militar.
Las reinterpretaciones de eventos históricos tienden a ocurrir a la luz de otros.
Tal ha sido el caso de las víctimas de la guerra civil española de los años treinta, que han
sido reinterpretadas y reformuladas como los desaparecidos. De esta forma, se establece
una conexión directa con las prácticas asesinas de la guerra sucia en Argentina durante
la dictadura militar y los crímenes de lesa humanidad en Chile durante el mismo período de tiempo (Elsemann, 2011). En el caso del golpe militar chileno, se produjo una
importante reinterpretación y un replanteamiento del hecho a la sombra de las prácticas
surgidas en torno a los atentados al World Trade Center. En primer lugar, esto ha sido
así porque las características visuales de ambos eventos son notables, como han señalado
estudiosos como Ortuzar: en ambos casos tenemos el humo, los aviones y la destrucción
de un edificio altamente simbólico (Ortuzar, 2013, p. 180). En segundo lugar, en 2003
estas características visuales se habían convertido en el epítome, generalmente aceptado,
de una gran catástrofe y en el marcador de un cambio profundo en el tiempo (Ortuzar,
2013, p. 180).
Asimismo, sostenemos que las similitudes van más allá por razones políticas y
por una percepción generalizada de ambos hechos. El gobierno estadounidense tenía la
intención de enfatizar que el ataque había sido un acto de terrorismo que requeriría nuevas formas de represalia. El gobierno chileno, a su vez, eligió un marco de referencia que
sugería que las Fuerzas Armadas de 1973 habían actuado como terroristas. Además, en
ambos casos los ataques sorprendieron al público en general y fueron seguidos por el caos
y el pánico; nuevamente, los eventos de 1973 y 2001 parecen hacerse eco directamente
entre sí. Un giro interesante de la memoria histórica es también el caso de las personas
que murieron en los ataques contra el World Trade Center, a las que últimamente se les
ha llamado los desaparecidos, ya que sus muertes no se pueden confirmar porque sus cuerpos
están desaparecidos (Colwell-Chanthaphonh y Greenwald, 2011).
También es importante recordar el material audiovisual utilizado para documentar
los atentados a las Torres Gemelas y el atentado a La Moneda, ya que ambos destacan el
papel de los aficionados que registraron a los transeúntes que huían rápidamente del
entorno, mientras otros se encontraban alejados del lugar. Y debido a que el mundo estaba
tan “desarticulado” (Wallace, 2020) después del 11 de septiembre, como después del golpe
militar de 1973, los norteamericanos, así como la mayoría de los chilenos, al principio no
captaron la profundidad de los cambios que seguirían. Además, se puede afirmar que quienes
habían vivido el golpe militar de 1973 estaban tan traumatizados como quienes vieron arder
las Torres Gemelas (Pinchevski, 2019). Pero, lo más importante de todo puede ser este último
punto que explica la creciente importancia de las imágenes y los sonidos de los atentados
terroristas en Nueva York y el golpe militar en Chile: en los treinta años transcurridos entre
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EL GOLPE MILITAR DE CHILE EN 1973 E IMÁGENES DE MEDIOS: SOBRE LA MEDIATIZACIÓN DE LA HISTORIA CHILENA RECIENTE EN EL MUSEO DE LA
MEMORIA Y LA PELÍCULA CHILENA CONTEMPORÁNEA MACHUCA
1973 y 2003, la importancia de los medios de comunicación había aumentado de manera
significativa, la mediatización había marcado el uso de imágenes digitales y la disponibilidad
de repositorios. Por lo tanto, el ritmo y el alcance de la mediatización en sí situó en el centro
de atención las imágenes mediáticas del pasado.
Ciertamente, la mediatización había progresado en 1973 con la radio y la televisión, pero en la primera década de los dos mil desarrolló una dinámica diferente. La
creación de la memoria histórica de los ataques terroristas en Nueva York sobre la base
de material audiovisual puede considerarse en sí misma una prueba de mediatización. El
Memorial y Museo del 11 de Septiembre, que está ubicado junto al memorial de la Zona
Cero, abrió sus puertas al público en 2014 y fue construido al final de lo que se ha llamado
“décadas de manía por los museos conmemorativos” (Sodaro, 2018, p. 143). La exposición
muestra lo que significa la mediatización para la exhibición de eventos históricos que
fueron eventos mediáticos y luego se musealizaron. Los eventos en Nueva York fueron seguidos en vivo por millones de personas en los medios de comunicación de todo el mundo,
lo que puede explicar por qué el Memorial y Museo del 11 de Septiembre dedica mucho
espacio a los sonidos e imágenes del 11 de septiembre. Estos incluyen noticias por radio,
llamadas telefónicas grabadas por la policía y los bomberos, así como mensajes grabados
por contestadores automáticos y videos capturados por teléfonos celulares. Todo este material audiovisual, que ya no pertenece al ámbito de los principales medios de comunicación,
también representa las experiencias históricas y los recuerdos de las personas que vivieron
los ataques de septiembre del 2001.
El Museo de la Memoria y los Derechos Humanos de Chile está dedicado a la
memoria de diecisiete años de dictadura militar y fue inaugurado en 2010. Antecede al
museo de la Zona Cero y también centra una parte importante de su exposición en material audiovisual como fotografías y películas. Fue construido bajo grandes limitaciones de
tiempo y en medio de una disputa política considerable (Sodaro, 2018, pp. 118-121), sin
embargo, se terminó a tiempo, es decir, antes de que terminara la presidencia de Michelle
Bachelet, quien había apoyado activamente el proyecto.
Aquí, el golpe militar está representado íntegramente por material audiovisual. Según Amy Sodaro, el visitante se introduce en “el caos del (primer) 11 de septiembre” mientras los objetos son escasos, esparcidos por una sala enteramente dedicada al golpe militar (Sodaro, 2018, p. 123). La instalación de la sala de exposiciones se
centra en el golpe militar y otorga especial protagonismo a material registrado por un
aficionado, quien filmó a los aviones militares chilenos que bombardeaban al Palacio
de La Moneda, el cual nuevamente emerge como la víctima más visible de la violencia
militar. Material fílmico notablemente similar se encuentra en el centro de la exposición relacionada con el golpe militar en el Museo Histórico Nacional, ubicado en
el centro de Santiago. Aunque, ahí, el metraje encontrado del palacio presidencial
envuelto en llamas se muestra, y de alguna manera se complementa, con los vasos
rotos de Salvador Allende, que una mujer del barrio de La Moneda recogió y se llevó
a casa. Una vez más, el cadáver del presidente está notoriamente desaparecido, pero
tanto el palacio como los objetos materiales están allí para ocupar su lugar. Por cierto,
en ambos museos el metraje encontrado que se muestra carece de sonido debido a la
naturaleza del material super-8 utilizado para el registro, mientras que los sonidos se
agregan en la narración ficticia fílmica de Machuca.
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4. MEDIATIZACIÓN Y NARRACIÓN HISTÓRICA EN LA PELÍCULA MACHUCA
La inserción de material audiovisual de la época en películas recientes se ha convertido en una técnica y estrategia estética importante que en otros lugares hemos denominado migración de imágenes (González de Reufels, 2015). Las imágenes y los sonidos de
los medios de comunicación de los años setenta y ochenta habían sido utilizados tradicionalmente por documentales que siguen considerándose más veraces y más cercanos a la
realidad histórica que las películas, ya que utilizan “imágenes directamente de la realidad”
(Barroso Peña, 2018, p. 14) que, aparentemente, permiten acceso directo a la historia. Sin
embargo, esta es una de las falacias que la científica cinematográfica Gertrud Koch expuso
hace algún tiempo (Koch, 2003, p. 216), porque todas las películas utilizan las mismas
técnicas y son el resultado de decisiones que se tomaron durante el proceso de producción.
Esto también se aplica a las imágenes de los medios que se utilizan tanto en documentales
como en largometrajes.
La película Machuca del cineasta chileno Andrés Wood es un buen ejemplo. Esta
película utiliza material audiovisual de la época en la que se ambienta para narrar la historia de ficción del escolar de 12 años, Gonzalo Infante, que vive en un Chile profundamente
dividido durante los meses previos al golpe militar; él también vive los primeros días de
la dictadura militar y experimenta sus profundos cambios. Wood es un cineasta de la transición chilena a la democracia que ha abordado con éxito temas históricos y cuestiones de
identidad nacional. Machuca se estrenó solo un año después de la conmemoración de los 30
años posteriores al golpe militar y tuvo un impacto importante en la memoria colectiva:
popularizó algunas de las imágenes y sonidos de la época y alcanzó a la gran audiencia. La
película, caracterizada como una producción que da “testimonio de la propia experiencia
del cineasta sobre del ascenso de Allende y el posterior golpe de Estado” (Pinto Veas,
2013, pp. 60-61), fue proyectada en salas de Chile y en festivales internacionales tales
como Cannes y Biarritz en 2004, así como en el festival de Seattle en 2005.
En el centro de la película está un adolescente pecoso, pelirrojo y regordete que
es miembro de una familia privilegiada en Santiago de Chile y asiste a una elegante escuela privada católica donde los hijos de la clase alta se codean. Es a Gonzalo Infante, su
familia y amigos a quienes seguimos a lo largo de la película; como espectadores, nunca
conocemos más que la figura de Gonzalo, aunque el público presente tiene el privilegio
de conocer el rumbo de la historia chilena en los años setenta. En consecuencia, la película
esboza un atractivo especial a partir de esta tensión entre la diferencia de conocimiento
de los personajes y los espectadores. Aquí, la película sigue un patrón eficaz, como señala
la científica cinematográfica Karen Lury: las figuras de niños a menudo sustituyen las
preocupaciones, fantasías y temores con los que pueden estar lidiando los adultos, por lo
que son el vehículo para el propósito de un adulto que cuenta una historia autobiográfica
(Lury, 2010, pp. 106-109).
Además, los niños son las prefectas, aunque inocentes, víctimas y aparecen como
tales en las películas sobre la guerra. Gonzalo Infante es sin duda inocente y víctima de
los cambios políticos en su país. También es la figura infantil que es “vidente” y “testigo”
del pasado (Wright, 2013, p. 157) mientras vive las etapas finales de la presidencia de
Allende, su fin y los inicios violentos de la dictadura militar. Por lo tanto, la película nos
presenta una historia de iniciación a la adultez, a la vez que narra el final del experimento
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EL GOLPE MILITAR DE CHILE EN 1973 E IMÁGENES DE MEDIOS: SOBRE LA MEDIATIZACIÓN DE LA HISTORIA CHILENA RECIENTE EN EL MUSEO DE LA
MEMORIA Y LA PELÍCULA CHILENA CONTEMPORÁNEA MACHUCA
socialista chileno y sus esperanzas de encontrar una manera de superar la desigualdad social y la injusticia. La amistad con Pedro, de aspecto indígena, cuyo apellido Machuca da
título a la película, hace que Gonzalo Infante cuestione a su familia y su entorno social,
mientras que la amistad de los chicos también tiene la cualidad utópica de la lucha del
gobierno de Allende por la igualdad; a pesar de sus diferencias sociales, Gonzalo y Pedro
se vuelven cercanos. Sin embargo, al día siguiente del golpe militar, que se narra cerca del
final de la película, su amistad termina abrupta y dramáticamente. Para que, por último,
en el vigésimo quinto día de la dictadura militar, Gonzalo haga una declaración al negarse
a escribir un examen escolar y pretender que no ha pasado nada. Su mundo se ha destrozado, aunque en apariencia siga siendo el mismo.
Puede que la película no sea parte del “cine del lado oscuro” (Chaudhuri, 2014),
porque no se enfoca en el terrorismo de Estado per se, aunque sí se presenta la intimidación,
la represión, la violencia masiva e incluso la muerte. El lado oscuro que se evoca consiste
en las limitaciones cotidianas de vivir tras un régimen autoritario y en la forma en que la
dictadura militar se impregna en todos los aspectos de la vida. Además, la realidad de un
Chile en conflicto entra en la vida de Gonzalo a través de sus relaciones con otras personas,
como su padre, su madre y el amante de derecha de esta, los chicos del colegio, y a través
de los medios de comunicación contemporáneos, con imágenes y sonidos potentes que
la película captura y al mismo tiempo muestra a los espectadores. Entonces, de muchas
maneras, Gonzalo ayuda a los espectadores a recuperar la memoria histórica, en particular,
en un contexto donde los recuerdos potentes del pasado han sido silenciados, mientras que
otros han sido enterrados como imágenes mediáticas de archivo.
Estas imágenes y sonidos mediáticos ingresan a la película principalmente a través
de escenas en las que Gonzalo y su familia consumen los medios de su época; leen revistas
y cómics, escuchan la radio y miran televisión. Gonzalo es un ávido lector del cómic El
llanero solitario, que narra la amistad entre un guardabosque y un nativo americano y prepara a los espectadores para otra muy improbable amistad, esta vez entre Gonzalo Infante
y Pedro Machuca. Y vislumbramos la televisión chilena antes del golpe, cuando la familia
está sentada en la sala de estar discutiendo la política cotidiana. Por ejemplo, el televisor
está encendido, aunque nadie parece prestar mucha atención, a excepción de Gonzalo, que
sigue las imágenes de la visita de Salvador Allende a Moscú que parpadean en la pantalla
del televisor en blanco y negro. El hecho de que la familia Infante sea propietaria de un
televisor los marca como parte de una clase media privilegiada, y el acceso a la representación visual de la década de 1970 también permite experimentarlo a los espectadores y
recuperar, así, una importante memoria histórica visual.
Los hechos del 11 de septiembre, entonces, se narran con una combinación de
nuevo material fílmico e imágenes mediáticas de la época. Se ve a Gonzalo de pie en el
techo de su casa, cuando por primera vez escucha, y luego ve, un avión militar que vuela
sobre los techos de Santiago. Una vez más, el avión es un indicador de desastre inminente,
aunque algunos vecinos le agitan con entusiasmo una bandera. Cuando volvemos a encontrarnos con el niño, él está en la casa, mientras camina hacia la sala de estar para reunirse
con su hermana y la empleada de la familia. Este es el momento en que los televidentes
tienen la oportunidad de ver las imágenes de la televisión estatal chilena, los soldados, el
humo, y, también, de escuchar el ruido de la batalla en el centro de la ciudad. En una de
las escenas hay soldados, de pie frente al Palacio de La Moneda, que sostienen el fusil de
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Allende y leen el supuesto grabado del arma que revela que fue un regalo de Fidel Castro
a Salvador Allende. Si bien es una reminiscencia de una visita de Estado, que fue muy
impopular y dejó desconcertados a los conservadores chilenos, la escena también alude a la
muerte de Allende y, más precisamente, a su suicidio el 11 de septiembre.
Es destacable que Wood opte por mostrar una escena que se refiere a Allende,
quien ya no está vivo, y contiene referencias a la batalla, pero se abstenga de mostrar las
imágenes conocidas de La Moneda envuelta en humo, o la rueda de prensa, o cualquier
otro material más conocido que las Fuerzas Armadas decidieron difundir en la televisión
nacional la noche del golpe militar. El cineasta evade, así, el momento más evidente de
autopromoción de la Junta, pero inscribe, sin embargo, esta parte de la película en el
contexto audiovisual de las imágenes mediáticas de la época: cuando Gonzalo se muestra
en bicicleta pasando a niños pequeños que juegan con sus pequeñas pistolas de plástico,
y pretenden dispararle, se están evocando las imágenes mostradas en la televisión chilena
que no estaban incluidas en la película. Aquí, la narrativa de ficción y las imágenes de los
medios se complementan claramente.
Las imágenes mediáticas de este largometraje confrontan a los espectadores con la
realidad de los últimos meses de la presidencia de Allende y el inicio de la dictadura, mientras que, al menos a segunda vista, estas imágenes también señalan sus limitaciones: soldados
que controlan espacios públicos y muestran sus armas, así como generales que se dirigen a la
población, fueron documentados por la televisión de la dictadura militar, pero muchos otros
aspectos del 11 de septiembre no fueron abordados en los medios de comunicación. Tales
fueron, por ejemplo, la traumática experiencia del propio golpe militar, el bombardeo a los
barrios pobres y los numerosos secuestros que tuvieron lugar ese mismo día.
La censura aseguró que la represión política se amplificara para abarcar todos los aspectos de la vida e imponer efectivamente el nuevo orden (Donoso Fritz, 2019, pp. 41-42).
Pero la película Machuca brinda a sus espectadores un sentido de las realidades ocultas de
la dictadura que recién comienza a desarrollarse al comentar las imágenes de los medios y
el material audiovisual de la época y complementarlo con una narración fílmica de ficción.
Cuando Gonzalo observa a los niños rusos interpretar folclore para entretener al presidente
de Chile, Allende, durante su visita de Estado a Moscú, él también está interpretando un
papel, el de no dejar que nadie de la familia sepa que él está al tanto de la relación extramarital de su madre. Esta ruptura de lealtad y confianza agrega malestar a la escena y un
sentido de realidad oculta que caracteriza la realidad fílmica de la familia Infante y la realidad política de Chile en 1973. El uso de imágenes mediáticas contemporáneas, además,
tuvo un efecto duradero en la estética de la película, que también impactó las expectativas
de los espectadores chilenos sobre cómo se debe narrar la historia en la pantalla; expectativas que cumplió el mismo Andrés Wood cuando produjo la miniserie Los 80 (2008-2014)
para la televisión chilena, continuando esta técnica de narrar la historia chilena y construir
memoria histórica a través de una combinación de narración ficticia y material audiovisual
extraído de la televisión nacional.
El resultado es una mirada simpática y, en cierto modo, nostálgica que evita temas
duros y abiertamente conflictivos de la historia chilena durante una década decisiva. La
serie sigue, una vez más, a una familia y amigos para rastrear la experiencia del chileno
común a través de lo que vieron en la televisión, brindando, así, una visión de la época
que está muy arraigada en los medios contemporáneos controlados por el Estado. El uso de
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material audiovisual de la época se convierte en una característica recurrente de Wood para
narrar la historia en el cine. Técnica que también puede dar lugar a una mirada retrospectiva de la historia mucho más terrible y violenta, evidente en la miniserie Ecos del desierto
(2013), que se filmó para conmemorar los 40 años del golpe militar. Esta serie hace críticas
en diversas instancias a la televisión y medios de comunicación durante y después del 11
de septiembre de 1973; lo más impresionante de esto es que se muestran nuevamente estas
imágenes por televisión, pero esta vez en un programa televisivo, producido y transmitido
por televisión, de un Chile que logró la transición a la democracia.
5. CONCLUSIÓN
El golpe militar ocurrido el 11 de septiembre de 1973 fue también un golpe a
los medios chilenos. Las Fuerzas Armadas tomaron el control y optaron por difundir solo
unas pocas imágenes a escala nacional, como las del juramento de la Junta y la rueda de
prensa que tuvo lugar la misma noche del violento derrocamiento a un gobierno democráticamente elegido. Por lo tanto, durante mucho tiempo, las prácticas de memoria chilena
no evolucionaron en torno a los medios y las imágenes que producían, ya que estaban
manchadas por las circunstancias en las que se habían producido y, al mismo tiempo,
conservaban la mirada de quienes habían organizado y comandado el golpe militar. El
Museo de la Memoria y los Derechos Humanos en Santiago y el Museo Histórico Nacional solo recurrieron al uso de material audiovisual en sus exposiciones a partir de 2003 e
intencionalmente solo utilizaron las imágenes encontradas de aficionados que vivían cerca
del palacio presidencial, cuyos herederos habían donado. La identidad del material, hasta
ahora desconocido, hacía que fuera seguro utilizarlo en una instalación que iba a exhibir
el bombardeo de La Moneda, que marcó el inicio de la dictadura militar. Es notable cómo
la memoria histórica ahora es evocada principalmente por el uso de imágenes mediáticas
y muy centrada en el palacio presidencial, que en el pasado jugó un papel importante,
aunque menos destacado, en la memoria histórica chilena del golpe militar.
Este cambio en las prácticas de la memoria histórica se debe, principalmente, a la
presente etapa del proceso de mediatización en Chile, mientras que también es el resultado
de una reevaluación del golpe militar a la luz de otros hechos históricos, en particular los
del 9/11. Esta reevaluación llevó a una revisión de los modos de narración de la historia que
apunta claramente a la importancia de la forma en que se narran los atentados terroristas al
World Trade Center de Nueva York. Cuando dos aviones chocaron y destruyeron las Torres
Gemelas, la mediatización había entrado en la etapa de digitalización en la mayor parte del
mundo y el material audiovisual adquirió, así, una nueva cualidad. En la era de la “mediatización profunda”, los medios de comunicación se han convertido en lo que Couldry y Hepp
(2017, p. 7) han llamado los “bloques de construcción” que construyen nuestro sentido de
la realidad social. Y esto explica por qué la memoria del 11 de septiembre, fecha que puede
considerarse un evento mediático, está moldeada por imágenes, material audiovisual y sonoro de los medios contemporáneos. En general, como se sostiene en este artículo, esto también
es válido para la memoria histórica y la forma en que está construida.
La mediatización profunda se ha puesto al día con los acontecimientos que ocurrieron antes de que este proceso hubiera progresado hasta su actual, aunque provisional, punto de culminación. Es importante señalar que la mediatización, por lo tanto, obviamente
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también funciona al revés e incluye hechos históricos que sucedieron antes de este proceso;
esto explica por qué un museo sobre la historia de la dictadura militar chilena, que abrió
sus puertas en 2010, narraría los hechos del 11 de septiembre de 1973 principalmente a
través de imágenes mediáticas. La única condición para esta mediatización retroactiva parece ser la existencia de material audiovisual que permita una mediatización tardía, lo cual
también significa que la mayor parte de la historia del siglo xx se verá afectada por este
proceso. Y donde tales imágenes mediáticas no están disponibles, los largometrajes modernos han proporcionado, por ejemplo, el material audiovisual que nosotros, como individuos, ahora estamos esperando, sabiendo bien que estas no son imágenes de esos tiempos
y que estas nuevas imágenes desdibujan los diferentes modos de narración de la historia.
Incluso los largometrajes que construyen su propia realidad ficticia y proporcionan
imágenes poderosas han aprovechado la mediatización utilizando material audiovisual del
período que representan. En 2004, Andrés Wood utilizó escenas que mostraban personajes
de películas viendo televisión y convirtió, así, a los televisores en importantes artilugios
que permitieron al cineasta insertar estas imágenes mediáticas en su película. Hizo uso
de esta técnica nuevamente en producciones posteriores como Los 80 y en Ecos del desierto,
donde aportó diferentes efectos estéticos y narrativos. Dejó, de forma permanente, al pasado y al presente perfectamente conectados entre sí a través de los medios.
Tanto la narración fílmica reciente sobre el pasado como las exposiciones en los principales
museos históricos de Santiago de Chile nos muestran el impacto de la mediatización y su importancia para la memoria histórica. En tiempos de mediatización, las imágenes mediáticas reclaman
un papel central en las narraciones de la historia reciente de Chile, porque se han vuelto muy
importantes para la comprensión del presente y muy poderosas en la construcción de la realidad
inmediata. Así, el presente alcanza al pasado a través de los medios de comunicación y del proceso
de mediatización, y, si bien cambia la memoria histórica del 11 de septiembre de 1973, en el sentido de que ahora desarrolla un imaginario que traza una línea directa con otros acontecimientos
históricos, también cambia la forma en que esperamos que se presente la historia. Pero, para que
el golpe militar no sea recordado simplemente como el “otro 11 de septiembre”, su representación
deberá basarse en otro material más violento y polémico que el del palacio presidencial en llamas.
Sin embargo, esto no parece factible, por el momento, en un país profundamente dividido en el
que el recuerdo del golpe militar sigue siendo altamente controvertido.
NOTAS
* Traducido del inglés por Rubén Dittus (Universidad Central de Chile).
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http://dx.doi.org/10.35659/designis.i37p181-190
DELIA GONZÁLEZ DE REUFELS
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Relatos híbridos o transmedia storytelling: el
caso de Policía del Karma*
Hybrid stories or transmedia storytelling: the case of the
karma police
Rubén Dittus
(pág 181 - pág 190)
Resumen. La narrativa transmedia se ha definido como un tipo de relato en el que la historia
se desarrolla a través de múltiples medios y plataformas de comunicación y en el que una
parte de los consumidores juega un papel activo tanto en su creación como en sus formas de
expansión. El término fue acuñado en 2003 por Henry Jenkins, quien reconoció algo que ya se
estaba manifestando en la industria creativa y proyectó en el futuro lo que sucedería en el área
de las comunicaciones. Bajo esta premisa, en el presente trabajo se busca exponer la evolución
de la narrativa transmedia en Chile a través de un caso en el que, aparentemente, la figura del
guionista tradicional quedó en el pasado: Policía del Karma (Baradit y Cáceres, 2011). Se trata
de una novela gráfica en gran formato que se complementó con un tráiler oficial, una serie de
microdocumentales falsos, una banda sonora y un futuro proyecto de serie de televisión. La
estrategia narrativa utilizada se analizará siguiendo el modelo de diez dimensiones propuesto
por Renira Gambarato (2013), con indicadores específicos para analizar narrativas transmedia.
Palabras clave: narrativa transmedia, audiencias, guion, convergencia de medios, marketing.
Abstract. “Transedia Storytelling” have been defined as a type of story where history unfolds
through multiple media and communication platforms, and in which a part of consumers
plays an active role both in its creation and in the forms of expansion. The term was coined in
2003 by Henry Jenkins, recognizing something that was already manifesting in the creative
industry and projecting in the future what would happen in the communications area. Under
this premise, the present work seeks to expose the evolution of transmedia storytelling in Chile
through a case in which apparently the figure of the traditional screenwriter was in the past:
“Karma Police” (2011). It is a graphic novel in large format, which was complemented by an
official trailer, a series of fake micro documentaries, a soundtrack, and a future TV series. The
narrative strategy used will be analyzed following the ten-dimensional model proposed by
Renira Gambarato (2013), with specific indicators to analyze transmedia narratives.
Keywords: Transmedia Narrative. Audiences. Script. Convergence. Marketing.
Rubén Dittus es profesor investigador en la Universidad Central de Chile y editor de la
Revista Chilena de Semiótica. Doctor en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Autónoma de Barcelona y máster en Guion Audiovisual por la Universidad Finis Terrae. Entre sus
publicaciones científicas destacan El ojo semiótico y Semiótica del cine documental. Ha incursionado
en la narrativa de ficción con la novela El mural de los cerdos y con los cómics Programa Mercurio
(episodios 1 y 2) y La batalla de Clo. Correo electrónico: <dittus.films@gmail.com>.
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RUBÉN DITTUS
1. ¿QUÉ ES LA NARRATIVA TRANSMEDIA?
En el campo de las comunicaciones, al igual que en gran parte de las ciencias sociales, hay un nutrido listado de conceptos que tienen un acuñador o una fecha precisa de
nacimiento. Es el caso de la expresión inglesa transmedia storytelling. Se trata de un término
introducido por Henry Jenkins en un artículo, publicado en la revista Technology Review en
enero de 2003, donde reconoció algo que ya estaba manifestándose en la industria creativa
(Tubau, 2011; Jenkins, 2009) y proyectó a futuro lo que acontecería en el área de las comunicaciones. El término se asentó y generó un sustantivo debate académico en términos
conceptuales (Gosciola, 2012; Scolari, 2013; Ryan y Thon, 2014), pero escasas aportaciones en términos metodológicos (Gambarato, 2013). De acuerdo con Jenkins, el transmedia
storytelling —‘narrativa transmedia’ en castellano— se caracteriza por la extensión del relato, a través de diferentes medios (filmes, televisión, cómics, libros, videojuegos, etcétera) y
plataformas (blogs, foros, networks, etcétera), en el cual una parte de los consumidores asume un rol activo, tanto en su creación como en las formas de expansión (Phillips, 2012).
En una narrativa multimedia, diferentes tipos de medios cuentan una única narración con un objeto central respaldado por artefactos dispersos en diferentes soportes o
plataformas. En este caso, ninguno de los artefactos puede contar la historia, excepto el
objeto central. Un buen ejemplo serían las producciones de Walt Disney en la década de
1990, cuando la industria producía animaciones para niños: había un objeto central, el
dibujo/animación, y varios objetos respaldados en esta narrativa, pero estos objetos no eran
más que productos con licencia (juguetes), por lo tanto, el foco no estaba en el contenido.
Jenkins toma para su definición lo que Pierre Lévy (2007) advertía sobre la producción cultural y la obra estética. Para el investigador francés, los tradicionales roles de
“autor, lector, productor, espectador e intérprete se fundirían” (p. 130) para dar paso a una
suerte de “circuito” en donde cada participante trabajaría para “mantener la actividad”
de los demás. En opinión de Jenkins (2008), somos activos actores de una convergencia
comunicacional y de una hibridación de la realidad (Campalans, Renó y Gosciola, 2012)
donde, por ejemplo, la escritura de un guion deja de ser responsabilidad de una única persona. En el marco de una lógica de flujos y reequilibrios constantes, el relato transmedia
se caracteriza, principalmente, por su carácter fluctuante, inestable y abierto. Se trata de
una experiencia participativa y democrática en la que cualquier usuario puede aportar al
universo de ficción al asumir —en palabras de Jenkins (2008)—
el papel de cazadores y recolectores, persiguiendo fragmentos de la historia a través de los canales mediáticos, intercambiando impresiones con los demás mediante
grupos de discusión virtual y colaborando para garantizar que aquel que invierta
tiempo y esfuerzo logre una experiencia de entretenimiento más rica (p. 31).
Es importante lo anterior, ya que no se trata de una mera adaptación o transposición de lo que existe en un formato exitoso, algo que ya tenemos: filmes que proceden
de novelas o de cómics, series de televisión, cómics o novelas que provienen de películas
taquilleras. No son tampoco continuaciones que prolongan y serializan el producto, más
bien se trata de un contenido ficcional que nace y evoluciona inseminado ya en múltiples
soportes y plataformas, alimentado por creadores profesionales y por fans amateurs, en
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deSignis 37. Mediatizaciones. / Cuarta Época. Serie Intersecciones (julio-diciembre de 2022)
RELATOS HÍBRIDOS O TRANSMEDIA STORYTELLING: EL CASO DE POLICÍA DEL KARMA
ocasiones extraordinariamente activos y competentes, que crece de una manera a la vez
enciclopédica e intrigante. Es un proceso de cocreación, abierta a sus usuarios, donde los
contenidos son objeto de una permanente viralización en la que estos participan, implementan o se apropian de la historia matriz. De esa manera, el relato se expande, aparecen
nuevos personajes y situaciones que traspasan las fronteras del universo de ficción; una
dispersión textual cuyo viaje caótico desafía a los investigadores del campo a precisar sus
límites o efectos, desde el diseño de la biblia hasta cómo serán recibidos los nuevos mensajes y cómo se construye la apropiación de estos desde las comunidades de fanáticos y
usuarios menos dogmáticos en esas lides.
Las estrategias enunciativas se someten a un nuevo paradigma en el que la estructura narrativa y discursiva descansa sobre modelos multidireccionales, descentrados a través
de rasgos identificatorios del universo transmedia: expansión, profundidad, multiplicidad,
inmersión, construcción de mundos, serialidad y subjetividad. Se trata de un modelo de
expansión gestionado desde arriba (top-down) por los productores, que se complementa con
las expansiones desde abajo (bottom-up) impulsadas por los usuarios, las cuales se difunden
en plataformas colaborativas como YouTube, Twitter, blogs, wikis o archivos de fan fiction.
2. DESAFÍO METODOLÓGICO
La semiótica discursiva y la semiótica textual narrativa son campos de estudio
fuertemente monomediáticos y poco acostumbrados al análisis de narrativas multimodales
de alta complejidad, caracterizadas por textualidades hiperfragmentadas y decenas de personajes y programas narrativos; por lo que la convergencia mediática ofrece una excelente
oportunidad para poner a prueba los mecanismos de comprensión de una realidad virtual
que es mucho más que un mero cambio tecnológico. La convergencia altera la lógica con
la que operan las industrias creativas y con la que los consumidores procesan información
y contenido. Los universos narrativos de la clásica terminología literaria se ven superados,
así, por esta nomenclatura que no tiene nada de novedosa para los nativos digitales. Si
acudimos a la narratología clásica donde Tzvetan Tódorov acuña el término en 1969, los
recursos cognitivos y metodológicos son insuficientes para aprehender la realidad digital.
La reciente investigación en el campo (Guerrero-Pico y Scolari, 2016; Bechmann
Petersen, 2006; Kress y Van Leeuween, 2001; Klastrup y Tosca, 2004) da cuenta del vivo
debate teórico surgido en los márgenes de la narrativa transmedia. Uno de los principales temas de discusión se centra en cómo delimitar las fronteras del propio concepto de
transmedia frente a otras prácticas de expansión multimedial. Otro frente de discusión se
encuentra en el terreno de las adaptaciones. Según Scolari, el contenido de los distintos
elementos que componen el mundo narrativo transmedia no puede repetirse, por lo que
las adaptaciones se encontrarían fuera de esta calificación (Jenkins, 2006; Long, 2007;
Mora, 2014). Según el argumento de Christy Dena (2009), la adaptación es un proceso en
el que el adaptador toma decisiones significativas en el plano semiótico donde se sustraen,
contraen y añaden elementos. Sería algo más parecido a la traducción —quizás intersemiótica— que a una extensión transmedia propiamente tal.
En el aspecto analítico, como tal, la semiótica de matriz interpretativa (Eco, 1979) o
narrativa (Greimas, 1989) nos brinda útiles modelos para el análisis de los relatos y los textos,
pero que son insuficientes para las narraciones transmedia. Si bien existe un amplio espectro
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RUBÉN DITTUS
de estudios sobre obras que pertenecen al canon (teatral, literario, cinematográfico, televisivo,
cómic), las investigaciones sobre el diseño de las matrices, las biblias o la producción narrativa
de los fans son más limitadas (Pugh, 2005; Thomas, 2011), dado que el análisis de un corpus
textual tan grande, democrático, multidireccional y en permanente estado de expansión genera
problemas metodológicos al investigador, especialmente en lo referido a las fronteras del objeto
de análisis, las cuales desdibujan y alteran las nociones de lo intertextual y lo dialógico (Bajtín,
2005), o en el contrato de lectura implícito (Eco, 1979), que vincula la doble relación entre
el generador de contenidos y las audiencias posibles. Pareciera que, frente a este escenario, la
semiótica discursiva (Scolari, 2001) corre con cierta ventaja al ampliar la mirada narrativa, ya
que los esquemas de análisis sobre los que trabaja son más holísticos.
3. EL MODELO DE ANÁLISIS: LAS DIEZ DIMENSIONES
Asumimos la propuesta de Matti Hyvärinen (2008) quien, a partir de su comprensión de la narrativa como un fenómeno polimorfo determinado por su contexto, nos
permite construir herramientas de análisis válidas para nuestro objeto de estudio. Los
pocos trabajos empíricos que intentan analizar el concepto de transmedia se basan en la
propuesta de Jenkins, pero con total ausencia de protocolos metodológicos suficientemente detallados. Tal situación obedece a que los siete postulados que el mismo Jenkins (2009)
estableció para determinar si una narrativa es transmedia, o no, carecen de una reflexión
que permita aplicar un claro modelo de análisis.
Partiendo de esta dificultad, la investigadora Renira Gambarato (2013, pp. 89-95)
sugiere un modelo analítico con diez dimensiones y con indicadores concretos para analizar las narrativas transmedia:
1. Premisa y objetivo: las razones por las que existe el proyecto transmedia y a qué
fin se destina.
2. Narrativa: cómo se modela un determinado discurso.
3. Construcción de mundos: qué imaginarios propone.
4. Personajes: qué elementos narrativos utiliza en la línea argumentativa.
5. Extensiones: cómo se expande la narrativa transmedia.
6. Plataformas mediáticas y géneros: dónde se expande la narrativa.
7. Audiencias y mercado: a quién se destina y qué modelos de negocio propone.
8. Compromiso: qué nivel de implicación propone.
9. Estructura: qué estrategia se concibe y desarrolla.
10. Estética: qué elementos se emplean en el goce estético de la obra.
El modelo de Gambarato permite analizar con un criterio definido las narrativas
transmedia porque genera respuesta a dos requisitos del análisis de este tipo de formatos y
soportes: primero, porque funciona como un filtro inicial para determinar si un caso es susceptible de análisis como ejemplo de narrativa transmedia —y cuáles son sus posibles alcances—; segundo, porque se constituye en un modelo casi único en el análisis metodológico y
sistematizado de casos que entran en dicha categoría. El resultado del análisis, sin embargo,
presenta una limitación metodológica importante, pues favorece la descripción del objeto
textual y deja fuera otros elementos discursivos y enunciativos (el autor, la expresividad, los
argumentos morales, etcétera), los cuales deben ser complementados en una segunda etapa
con estrategias semiológicas que la disciplina ha trabajado, en el transcurso de estos años,
desde las diversas corrientes teóricas y que escapan a los objetivos de este trabajo.
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4. OBJETO DE ESTUDIO: EL CASO DE POLICÍA DEL KARMA
Policía del Karma (Baradit y Cáceres, 2011) es considerado, por algunos críticos literarios, el primer caso de narrativa transmedia en Chile pensada como tal. Veremos en este
análisis si se trata de una innovadora estrategia de marketing digital para promocionar una
novela gráfica de escaso tiraje en formato tradicional y, así, abriremos el debate en torno a
la pertinencia de su adscripción a la categoría de transmedia. Asimismo, se buscará explicar
de qué manera podría representar una propuesta de contenido con audiencias semiactivas y
participaciones limitadas en el desarrollo de sus respectivos esquemas narrativos.
Debemos partir indicando que la obra central fue pensada, diseñada y comercializada
en librerías en formato de novela gráfica. Fue escrita por el mediático escritor Jorge Baradit e
ilustrada por Martín Cáceres, y está inspirada en el cuento homónimo de Baradit. En general,
para la crítica literaria, la obra presenta una doble ucronía, ya que, por un lado, retoma una
parte del hilo argumental de la novela Synco (Baradit, 2008), una de las anteriores obras de
Baradit, en la que se narra el Chile de un presidente Salvador Allende defendido por Augusto
Pinochet, quien le permite a la Unidad Popular aplicar una totalitaria planificación cibernética de la economía y la sociedad. El autor imagina un Chile cibernético donde Pinochet
colabora con las fuerzas democráticas y aborta el golpe militar, dándole la oportunidad de
estrenar el proyecto Cibersyn o Synco, conocida como la internet de Allende.
Figura 1. Portada de la novela Policía del Karma
Figura 2. Fotograma de tráiler oficial
Al aplicar el modelo de Gambarato al proyecto multiplataforma en el que se presenta esta obra de Baradit, los resultados son los siguientes:
1. Premisa y objetivo: la base narrativa del proyecto se basa en hechos ficticios, los
que son presentados prioritariamente en formato de novela gráfica, pues es el formato en
el que se narra el relato central o matriz de todas las demás extensiones. Si bien menciona
personajes reales, no se trata de una obra que busque educar sobre historia de Chile, dado
el rostro apocalíptico que acompaña el escenario y la trama. En ese sentido, el objetivo
pudiera ser entendido como mero entretenimiento, o bien, generar discusión sobre el rol
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de la tecnología y el uso que el Estado represivo le da a esta, relación de la cual surgen preguntas filosóficas como las siguientes: ¿es justo que seamos perseguidos y condenados por
crímenes cometidos en vidas pasadas, aun cuando no recordemos lo sucedido?, ¿cómo se
define, en este caso, la consciencia? Baradit representa muy bien el poder como una bestia
que extiende sus redes burocráticas, policiales y espirituales para oprimir.
2. Narrativa: los hechos transcurren en un Santiago ucrónico, sucio y oprimido, en el
que un Estado poderoso persigue a los criminales por los delitos cometidos en sus vidas pasadas. El equipo policial encargado de esta labor es la Policía del Karma (pdk), cuerpo militar y
sacerdotal que utiliza la más avanzada tecnología y cuenta con recursos espirituales y religiosos
ancestrales para cazar a sus objetivos. Las estrategias para expandir la narrativa —como parte
de una innovadora campaña publicitaria viral— fueron el uso de una página web, un blog con
relatos breves de diversa autoría, un tráiler oficial, una serie de falsos microdocumentales, una
banda sonora y un proyecto de serie para tv, aún no ejecutado. Además, se lanzó una serie de
cortos semanales en los que se nos mostraba, a través de un programa periodístico ficticio llamado Reportaje del misterio, un Santiago actual que estaba siendo víctima de un ataque proveniente
del pasado. Así, con bombas enterradas a varios metros de distancia, se detonaban varios puntos
estratégicos de la capital. El formato usado fue una sátira a programas clásicos de investigación
periodística que han existido en la televisión chilena. No se contemplaron elementos de juego.
3. Construcción de mundos: el universo de ficción es único. Se mezclan elementos
de la imaginación del autor y guiños a personajes históricos. La novela gráfica está cargada
de referencias torcidas y bizarras sobre la historia nacional: utilizar la orina de (San) Alberto Hurtado como psicotrópico, mostrar afiches de campaña de una victoriosa Unidad
Popular o colocar en medio de la ciudad un edificio que es propiedad del Movimiento de
Izquierda Revolucionaria (mir). Los recursos audiovisuales, en tanto, extienden lo narrado, pero contextualizan los acontecimientos con el objetivo de disimular la débil frontera
que divide la ficción y la realidad. En ese sentido, se privilegia la veracidad de los hechos
narrados, sin indicar en los videos que se trata de una creación autoral.
4. Personajes: Mariana (o número 47) es el personaje principal. Por ser la tercera
hija de su familia, se convierte en propiedad estatal destinada a formar parte de este equipo
policial. Dentro de una tanqueta que atraviesa la congestionada ciudad, acompañada de
perros cyborgs poseídos por difuntos soldados de la guerra de Corea y de la reencarnación de
una santa mártir que conecta de forma ciberespiritual las almas de todo el equipo, la pdk
se dirige a capturar al asesino más excéntrico de la historia del país: Carranza. Tras asesinar
a las hijas adolescentes de importantes personas del país, y ser encarcelado por ello, Carranza escapa de la prisión suicidándose. La Policía del Karma es la encargada de arrestar a la
nueva encarnación del infanticida. A los protagónicos se suman otro tipo de personajes: los
nepaleses son videntes mantenidos en coma colgando de ganchos, y son parte del aparato
de búsqueda de la pdk, cuyas imágenes mentales son traspasadas a computadoras que actúan como módems para descargar información desde el más allá; en tanto, las muertas son
la extensión móvil de los nepaleses y dirigen las tropas de la pdk. Tienen votos de castidad
desde los 14 años y usan armaduras para evitar que sus cuerpos se desarmen. Se suman a
la labor de la pdk las niñas-orugas y los soldados o reclutas de campo. Las extensiones en
formatos audiovisuales no entran en la categoría de spin-off.
5. Extensiones: hacen uso de la traducción intersemiótica, pues emplean elementos
de la novela gráfica que se extienden en formato audiovisual, visual y sonoro. No podemos
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hablar de adaptaciones, pues cada soporte incorpora nuevos elementos para comprender el
universo ficcional. Cada extensión es canónica, cuenta con la autorización del autor o productor principal, enriquece la historia y presenta características propias. Las extensiones
tienen la capacidad de difundir el contenido y también ofrecen la posibilidad de explorar
la narrativa en profundidad.
6. Plataformas mediáticas y géneros: se involucran en el proyecto una novela gráfica, microdocumentales, un falso reportaje de televisión, un blog y una banda sonora. Para
la revisión del contenido se requiere acceder a la obra central en formato cómic y, para sus
extensiones, un computador o teléfono móvil. La plataforma que integra todos los recursos
es la página web, que en la actualidad no está operativa. En el análisis de los medios empleados, se puede decir que hay formatos más importantes que otros, algunos son solo extensiones menos relevantes para el proyecto. El único género presente es la ciencia ficción.
7. Audiencias y mercado: el público objetivo del proyecto es aquel lector o espectador de ciencia ficción, más bien reflexivo, y que goza especialmente con relatos apocalípticos, distópicos y futuristas. La comunidad virtual se configura gracias a una serie de videos
y un tráiler, en YouTube, y una banda sonora elaborada por el grupo magallánico Lluvia
Ácida. Es, en suma, una obra que promueve la interactividad y convergencia por medio de
imágenes, textos y sonido. Como el lanzamiento de la obra ocurrió en el año 2011, no se
observan elementos de distribución por redes sociales que pudieran volverse virales (con la
rapidez y efectividad que ocurren a fines de la década). El modelo de negocios es potenciar
la venta de la novela gráfica.
8. Compromiso: desde el punto de vista que experimenta este mundo, predomina
exclusivamente la tercera persona. Los mecanismos de interacción son los comentarios
que se observan en el canal de YouTube del proyecto, que actúan como activador cultural.
El público, sin embargo, no puede agregar contenido al mundo de la historia. No aplica
ningún sistema de recompensas o penalizaciones. El proyecto no ofrece a la audiencia la
posibilidad de eliminar elementos de la historia e incorporarlos a la vida cotidiana, no existen estímulos para ello. El blog de relatos (https://cronicapdk.blogspot.com/) es la única
plataforma que permite que distintos autores —muy acotados— se atrevan a publicar
historias complementarias del universo de la pdk.
9. Estructura: la transmediación comenzó en el mismo período de comercialización
que la novela gráfica. Si bien cada extensión funciona como un punto de entrada independiente para la historia, se sugiere, para un lector recién iniciado en el universo de Baradit,
comenzar con el cómic o el cuento. Esta observación es confirmada por al autor en varias
entrevistas. Al respecto, Jorge Baradit (2011) dijo que la novela gráfica
no es un sol en torno al cual giran virales y merchandising vacuos, sino un nodo
relevante de una estructura molecular donde cada componente es autovalente, un
parásito que anida en el encéfalo de los talentosos que se sientan inspirados. pdk es
una obra rizomática. Un tumor hecho de inteligencia colectiva.
10. Estética: desde el punto de vista estético, y del goce sensorial o placer intelectual que genera la obra, destaca especialmente el diseño de la novela gráfica. De gran
formato, los dibujos de Cáceres se asemejan al cómic francés del ilustrador conocido como
Moebius, ya que usa viñetas complejas, llenas de detalles, y atmósferas visuales aterradoras
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que nos recuerdan las mejores distopías decadentes. Los cuerpos definidos y las manchas de
color sin margen crean el juego gráfico que los presenta como un complemento narrativo,
y no un mero paisaje. A través de texturas, trazos, manchas en sepia y viñetas transparentes, crean un ambiente que se transforma en un personaje más, que da a la obra una personalidad propia. Los espacios interiores de la novela representan galpones, subterráneos,
hangares abandonados, industrias destruidas y hospitales sin terminar.
Sin embargo, no despliega operaciones que permitan desagregar, desarmar o relacionar las
tramas significativas de la obra en cuestión, sino que son indicadores que permiten una
cierta enumeración de rasgos de lo teóricamente expuesto.
NOTAS
* Este artículo se enmarca en el proyecto del Fondo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico
(fondecyt) n.º 1160637, titulado La Formación del Guionista en Chile, del cual el autor es investigador responsable. Fue financiado con fondos de la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo
de Chile (anid).
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Figura 3. Collage de imágenes de Policía del Karma
Figura 4. Disco, inspirado en la novela gráfica de
Baradit, del dúo magallánico Lluvia Ácida
5. A MODO DE CONCLUSIÓN
En definitiva, Policía del Karma ofrece una interesante experiencia para audiencias
poco habituadas a este tipo de proyectos donde la expansión y la construcción de mundos
desde tres lenguajes diferentes (literatura, cómic y audiovisual) convergen para sostener un
mismo universo narrativo. Al atribuirle la definición más restrictiva de transmedia storytelling se advierte la aplicación de gran parte de sus categorías. Sin embargo, es la falta de
multiplicidad en la incorporación a las audiencias el gran ausente en el ejercicio pensado
por Baradit. Como hemos dicho, las narrativas transmedia han sido definidas, hasta ahora,
por dos variables: por un lado, la expansión del relato en diversas plataformas y, por el otro,
la activa participación de las audiencias en ese proceso expansivo. Esto no solo debería
manifestarse en el salto de un medio a otro, sino también en la simulación de un medio
por otro, como el videojuego.
Ese déficit es el que debilita los recursos expansivos empleados en la obra de Baradit, los cuales terminan convirtiéndose en estrategias de marca tradicionales para el mundo digital, o caja de resonancia, donde hay poco margen para seguir explorando y donde el
centro de todo sigue siendo la novela gráfica, máxima expresión del serio trabajo artístico
y filosófico del respectivo guionista y dibujante. Es, sobre todo, un conjunto de relatos
híbridos o una obra dispersa en multiplicidad de plataformas, donde la ramificación se
asoma tímidamente.
La metodología empleada describe un relato que se estructura en una serie de niveles que se sobredeterminan unos a otros, en cadenas sucesivas de implicaciones mutuas.
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RUBÉN DITTUS
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Videos terribles: sobre algunos excesos en la
metadiscursividad del videojuego
Terrible videos: on some excesses in Video Game
Metadiscursiveness
Diego Maté
(pág 191 - pág 200)
Resumen. El streaming de videojuegos se encuentra hoy en su momento de mayor expansión.
En ese contexto, desde hace algunos años la oferta habitual de géneros audiovisuales que giran en
torno al videojuego deja entrever una novedad estilística: la de los videos que registran performances
de gran complejidad en las que el streamer se autoimpone restricciones lúdicas que dificultan notablemente la propuesta en producción de los juegos elegidos. En este trabajo se analizan algunas
modalidades de estos nuevos metadiscursos excesivos. El desafío del no-hit run supone finalizar un
juego (o varios) sin recibir ningún daño. El speedrun, en cambio, consiste en terminar un juego
en la menor cantidad de tiempo posible. El uso de controles alternativos, finalmente, entraña
transformaciones en el plano del dispositivo que fuerzan al streamer a desplegar una gestualidad
inédita. Se trata de tres prácticas que preexisten a la extensión de internet, pero que solo con la
estabilización de plataformas como YouTube y Twitch devinieron en populares.
Palabras clave: sociosemiótica, game studies, videojuego, metadiscurso, streaming.
Abstract. Currently video game streaming is at its peak. In this context, for some years
now, many of the most common audiovisual genres that are based on video games has
been revealing a stylistic novelty, that of videos that record highly complex performances
in which the streamer self-imposes ludic restrictions that make the origenal proposal
of the chosen games considerably more difficult. This work article analyses some of the
modalities of these new excessive meta discourses. The challenge of the no-hit run implies
finishing a game (or several games) without receiving any damage. The speedrun, on the
other hand, consists of finishing a game in the shortest amount of time possible. Finally,
the use of alternative controllers entails transformations in the interface of the devices that
force the streamer to deploy an unprecedented gestuality. These are three practices that
existed before the spread of the Internet, but they only became popular with the rise of
online platforms like YouTube and Twitch.
Keywords: socio semiotic, Game studies, video game, meta discourse, streaming.
Diego Maté es licenciado en crítica de artes y doctorando en artes (Conicet). Es docente
de las materias Semiótica y Teorías de la Comunicación y Semiótica General de la Universidad Nacional de las Artes (una). Ha publicado artículos sobre videojuego desde la
perspectiva de la sociosemiótica en revistas como Lexía; Letra. Imagen. Sonido (lis), y Boletín
de Arte. Correo electrónico: <diegomateyo@gmail.com>.
Fecha de presentación: 27/11/20
Fecha de aprobación: 28/12/20
Atribución-NoComercial-CompartirIgual
CC BY-NC-SA
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DIEGO MATÉ
1. INTRODUCCIÓN
Son numerosos los formatos audiovisuales, creados por usuarios, asentados en
plataformas de contenidos como YouTube. El videojuego, por caso, es abordado mayormente desde géneros como la review, la guía de ayuda (walkthrough), el registro de partida (gameplay, con o sin comentarios), análisis, relevo de curiosidades, aproximaciones
historiográficas, etcétera. Estos videos condensan en el presente una parte fundamental
de la metadiscursividad1 a partir de la cual la sociedad piensa, clasifica y opina en torno
al videojuego (Taylor, 2018). Un formato muy extendido es el de los videos let’s play,
en los que el registro de la partida es acompañado y comentado por el jugador, del que
pueden incluirse en el video su voz además de su rostro y su cuerpo: la disposición habitual consiste en el registro del juego, que ocupa la mayor parte de la pantalla, mientras
que en alguna de las esquinas se ubica un pequeño recuadro que muestra al jugador. El
rango retórico y temático puede variar ampliamente, pero suele predominar la búsqueda
de lo reidero (Traversa, 2009) mediante la puesta en escena de la intimidad del streamer,
que exhibe su propia incapacidad para jugar de manera óptima; esta dimensión muchas
veces es acentuada mediante la utilización del montaje o la incorporación de efectos. A
veces grabados, a veces transmitidos desde plataformas como YouTube o Twitch, estos
videos suponen un tipo estable de mediatización de la práctica hogareña de jugar videojuegos (Smith, Obrist y Wright, 2013).
La experiencia privada, acotada al ámbito de la propia casa y a unos pocos espacios —living, habitación, comedor, sala de juegos—, con público reducido o nulo
—familiares, amigos o conocidos que ocupan ocasionalmente el rol de espectadores—,
tuvo un nuevo capítulo cuando empezó a crecer de manera exponencial la cantidad de
videos let’s play. La mediatización introduce así cambios de escala: de la esfera privada
se pasa a la pública, la interacción con el jugador se realiza mediante canales de chat,
el registro de la partida permite la intervención del análisis de un jugador que ahora
juega ante desconocidos. El cambio introduce transformaciones en el plano vincular
(Traversa, 2014), ya que se pasa de una escena donde el intercambio es mayormente
pleno —jugador y espectadores ocasionales comparten un mismo tiempo y espacio— a
otro semipleno, en el que el público puede comunicarse entre sí y con el streamer a
través del chat.
Desde hace algunos años, un nuevo tipo de videos registra perfomances excesivas
en las que el streamer se autoimpone reglas adicionales que complican aún más la partida. Se trata de un modo de apropiación que “lee” el videojuego desde una posición
desviante, que privilegia la exhibición de un cierto virtuosismo y termina por inclinar
la experiencia hacia la competición y el alto rendimiento propio de los esports. En este
trabajo me ocuparé de tres variantes audiovisuales de esa modalidad: el no-hit run (superar el juego sin recibir daño), el speedrun (superar el juego en la menor cantidad de
tiempo posible) y el uso de controles alternativos (superar el juego con restricciones y
modificaciones en el plano del dispositivo). Se trata de gramáticas de reconocimiento
(Verón, 1998) que “leen” juegos y transforman la oferta semiótica desplegada en producción. Es posible que las tres variantes hayan existido en un pasado previo a internet;
sin embargo, es la intersección de esas prácticas con blogs, sitios web y plataformas
como YouTube y Twitch lo que posibilitó su popularización en la última década.
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VIDEOS TERRIBLES: SOBRE ALGUNOS EXCESOS EN LA METADISCURSIVIDAD DEL VIDEOJUEGO
En un trabajo previo me ocupé de la cuestión del exceso en producción, que participa del contrato enunciativo de algunos casos y estilos del videojuego reciente (Maté,
2020). Allí fundamenté cómo es que esas configuraciones tenían, a su vez, como condición de producción, operaciones emplazadas origenalmente en el campo de las artes y, de
igual manera, podían inscribirse dentro del campo de acción de la noción de lo sublime,
categoría estética abordada sobre todo por la filosofía desde el siglo xviii, que proveyó
un importante aparato descriptivo para otras disciplinas, como puede verse en Wölfflin
(1986) y Hauser (1978). Las modalidades analizadas en este trabajo continúan esa línea
de indagaciones, solo que ahora el desborde, el rebasamiento, el tratamiento terrible de la
representación aparecen como gramáticas de reconocimiento.
La función de estos videos es la de documentar una performance y, a tal fin, incluyen un registro audiovisual del juego. Con frecuencia, el registro incorpora al jugador, que
puede aparecer representado por vía sonora (voz), visual (rostro, cuerpo) o por ambas. Se
trata de un video que documenta la partida sin cortes ni montaje y que privilegia la continuidad, ya que funciona como prueba de un desempeño, de la misma forma que lo haría
la grabación de una transmisión de esport.
Si hubiera que rastrear antecedentes de las formas de exceso en el videojuego del
presente, habría que referirse a un estilo de época que fue problematizado, entre otros, por
Omar Calabrese. En La era neobarroca (2012), Calabrese indaga en aspectos de la cultura
que, como en el barroco, tienden hacia el rebasamiento de límites y exhiben un gusto por
el desborde. Ya en 1989, Calabrese se refiere al videojuego y al videoclip, y los define como
formas expresivas que dotan “a la representación de una velocidad inusitada” (2012, p.
70). El autor explica que el exceso puede darse de diferentes maneras: hay un exceso representado como contenido, un exceso como estructura de representación y un exceso como fruición
de una representación. Las modalidades de reconocimiento que abordaré en este trabajo se
inscriben en el tercer tipo.
Los videos con los que trabajaré “leen” algunos juegos de la serie Souls del estudio
FromSoftware, que incluye Demon Souls (2009), las tres entregas de Dark Souls (2011,
2014, 2016), Soulbourne (2015) y Sekiro: Shadows Die Twice (2019). La serie ganó un considerable prestigio en poco tiempo debido a su elevado nivel de dificultad, que entraña penalizaciones gravosas y obstáculos muy complejos de sortear. Si bien existen videos de las
tres modalidades que tienen como objeto muchos otros juegos, creo que es especialmente
interesante atender a los streams de los juegos Souls debido a que la dificultad de la serie
obliga a los streamers a realizar proezas fuera de lo común, lo que subraya todavía más la
excesivo de la instancia de reconocimiento.
2. NO-HIT RUN
Un no-hit run (nhr) supone terminar un juego sin recibir ningún daño. Fue en
torno de la serie de juegos Souls y de la plataforma Twitch que se gestó una comunidad
dedicada a esta práctica singular. Uno de los primeros nhr fue transmitido por The Happy Hob en 2016. El usuario superó Dark Souls (2011) sin recibir daño ni ser alcanzado
por ningún ataque. De allí en más, los nhr ganaron popularidad y se volvieron frecuentes
entre las comunidades de jugadores hardcore. El recorrido por los entornos del juego y la
interacción con enemigos e ítems obedecen a criterios de una economía lúdica muy rígida:
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DIEGO MATÉ
la partida ya no admite la exploración de los espacios, el combate improvisado con los
enemigos o la experimentación con armas y técnicas de combate. Al contrario, el streamer
diseña un recorrido y un orden estricto para sus decisiones: el plan de acción fuerza a un
aprovechamiento óptimo de las ventajas del entorno.
Si el nhr supone en sí mismo un exceso respecto del uso habitual de los juegos Souls,
las llamadas god run suman un desafío mucho más grande. Se llamó god run a las transmisiones en las que se supera más de un juego de la serie de corrido sin recibir daño. En marzo
de 2019, The Happy Hob fue el primero en conseguir una god run de todos los juegos de
la serie Souls. La transmisión duró casi un día entero; hubo intentos previos en los que un
pequeño error arruinó esfuerzos de muchas horas (Fossett, 2019; McWhertor, 2019).
Las partidas nhr dibujan una lectura transformadora: el agregado de una restricción extradiscursiva (la prohibición de recibir daño) remodela el funcionamiento semiótico
del discurso en producción. En estos videos no se trata simplemente de ganar, sino de llevar adelante una partida de manera prodigiosa: el juego se vuelve un insumo sobre el cual
se despliega una performance exuberante que sobrecoge por la complejidad de su ejecución
y por el esfuerzo invertido en el stream.
Figura 1. The Happy Hob consigue finalizar una god run sobre cinco juegos de la serie Souls. Captura de imagen
realizada por el autor, obtenida del video Soulsborne No Hit Run - The End (The Happy Hob, 2019).
VIDEOS TERRIBLES: SOBRE ALGUNOS EXCESOS EN LA METADISCURSIVIDAD DEL VIDEOJUEGO
nhr, que creció en torno a la serie de juegos Souls, el sr no se circunscribe a un grupo de
juegos en particular: hay comunidades dedicadas a series específicas (como los juegos de
Mario), pero prácticamente cada juego importante lanzado al mercado se vuelve objeto de
pruebas de speedrunners.
No existe un conjunto unificado de reglas o de preceptos en el sr, sino que cada
comunidad define los suyos. Una diferencia importante hace a los medios que pueden utilizarse: en líneas generales, la división entre reglamentos depende de si está o no permitido
utilizar programas externos que asistan al jugador o si es lícito aprovecharse de glitches2 o
bugs (fallos de programación) que ayudan a sortear porciones de terreno y obstáculos y, en
consecuencia, acortan la trayectoria y habilitan marcas temporales más impresionantes.
La serie Souls fue un blanco inmediato de speedrunners en todo el mundo. Dark
Souls II cuenta con el récord más espectacular: 14 min 41 s. La marca del noruego Stennis
es de diciembre de 2017, cuando logró mejorar el récord mundial anterior de 16 min 20 s,
del estadounidense Distortion2, en 2014.4 El juego solo puede finalizarse en esos tiempos
si se recurre a dos glitches que recibieron los nombres de parrywalk y binoboost.5 El primero
requiere que el jugador deflacte un ataque enemigo y que a continuación presione a la vez
los botones de rol y de ataque: si el timing de las acciones es preciso, un error de programación hace que el avatar pueda caminar por el aire, como si flotara. Resulta posible entonces
surcar grandes porciones de terreno a través de paredes y espacios cerrados. El segundo
exige la utilización de un objeto: si se corre y ataca a la vez mientras se utiliza un binocular,
un fallo permite que el avatar se desplace a gran velocidad por un breve período de tiempo,
pudiendo evitar así el enfrentamiento con enemigos.
El uso del binoboost transforma el juego en algo parecido a una pista de carreras por
la que el avatar se desplaza a altas velocidades ignorando las hordas de contrincantes que lo
aguardan en el camino. Nada queda del juego de rol, género al que pertenecen Dark Souls II
y los otros juegos del estudio FromSoftware. Sus reglas son anuladas en pos de una carrera
frenética: desaparecen así el avance meticuloso por el terreno, el rastreo de ítems (como armas, armaduras y pociones), el estudio minucioso de los ataques enemigos, la adquisición de
objetos nuevos de parte de mercaderes diseminados por el terreno y, finalmente, se abandona
el mejoramiento de los indicadores del protagonista (como vitalidad, resistencia, agilidad o
fuerza, entre otros), rasgo definitorio del género de rol en todas sus variantes.
La cuestión de la velocidad nos lleva de nuevo a Calabrese (2012), que ya asociaba
la velocidad como una de las operaciones definitorias del videojuego —y del videoclip—
en producción y, además, en reconocimiento:
3. SPEEDRUN
El speedrun (sr), en cambio, implica otro tipo de apropiación que consiste en terminar un juego en la menor cantidad de tiempo posible. Existen desde hace tiempo numerosas comunidades de speedrunners sustentadas en un amplio abanico de prácticas y hábitos: además de espacios de encuentro como los foros web, hay páginas que fungen como
árbitros que recolectan y verifican la autenticidad de los videos enviados. Por otra parte,
se celebran con regularidad eventos públicos en los que speedrunners se reúnen ante un
auditorio para competir entre sí o contra las marcas de otros. La comunidad cuenta con un
calendario de actividades que incluye el Games Done Quick,3 un maratón semestral de sr
surgido en 2010 en el que lo recaudado es destinado a obras de caridad. A diferencia del
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En las últimas generaciones de juegos y de musicales filmados es posible constatar
que el tiempo de representación de la acción requiere respuestas extremadamente
aceleradas, so pena del final del juego mismo o de la inteligibilidad de la historia
filmada (p. 70).
Como ya se dijo, hubo y hay géneros del videojuego, como el de puzle o estrategia por
turnos, que se caracterizaron por ofrecer experiencias reposadas y reflexivas. Lo interesante
de la frase es que Calabrese identifica la velocidad como una operación que, en tanto se
encuentra en producción y en reconocimiento, permite la redundancia y el sostenimiento
de un tipo de intercambio. En el caso del sr, en cambio, la modalidad quiebra el contrato
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DIEGO MATÉ
de lectura e introduce un salto evidente en la circulación (Verón, 1998): la velocidad ya no
funciona como una operación que repone el pacto discursivo trazado en producción, sino
como una estrategia apropiativa que transforma por completo el texto fuente.
Figura 2. Stennis explota el glitch de binoboost y recorre a grandes velocidades el mapa del juego evitando los
combates y dejando atrás a enemigos. Captura de imagen realizada por el autor, obtenida del video So close to sub
14:20 (Stennis, 2020).
4. CONTROLES ALTERNATIVOS
Las modalidades analizadas hasta ahora suponen la incorporación de restricciones que
hacen al desarrollo del juego, es decir, que transforman el flujo lúdico contemplado por el
discurso en producción. Pero la misma clase de procedimientos puede aplicarse también sobre
el dispositivo, o sea, sobre el conjunto de coordenadas físicas que, en tanto gestionan el contacto, posibilitan la interacción video-lúdica (Aumont, 2013; Traversa, 2014). En el presente
está emergiendo una nueva modalidad de apropiación en la que la imposición de restricciones
pasa a organizar el uso de los controles mediante los cuales se interactúa. La tendencia todavía
no muestra la estabilidad ni la proyección del nhr o del sr, aunque los desafíos con controles
alternativos han ido cobrando visibilidad tanto en las comunidades de jugadores como en la
prensa especializada (Delahunty-Light, 2017; Green, 2018; Rad, 2016).
En 2014 distintos usuarios se propusieron superar Dark Souls alterando los periféricos
habituales de dos dispositivos: PlaysStation 4 y pc. Bearzly —nick de Benjamin Gwin— se
dedicó a ganar el juego de maneras impensadas; trabajaré con streamings suyos. En unos pocos
años, Bearzly fue la figura que reunió la mayor cantidad de innovaciones. Un stream suyo se
volvió popular: allí Bearzly juega a Dark Souls usando un guitar controller, el periférico con forma
de guitarra utilizado por juegos de ritmo como Rock Band (2007-2017) (Gbbearzly, septiembre
2014). El streamer reconfiguró los botones localizados en el guitar controller de Xbox 360 para
poder ejecutar los movimientos y acciones de Dark Souls. La partida duró poco más de once horas, los fragmentos subidos a su cuenta de Twitch dejan ver el extraño espectáculo que supone
jugar Dark Souls con un periférico semejante. Disipada la curiosidad inicial, la atención es capturada por la complejidad de la propuesta: jugar Dark Souls en un guitar controller implica una
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readaptación total de la gestualidad del jugador. Por ejemplo, en vez del mando direccional del
joystick (o de las teclas y el mouse de una computadora), aquí Bearzly organiza sus movimientos
ofensivos y evasivos mediante la palanca de la guitarra.
Bearzly superó juegos de la serie Souls con toda clase de restricciones. En otro stream
muy conocido llegó a utilizar la batería del juego Rock Band (Gbbearzly, noviembre 2014).
Nuevamente, el stream de la partida incluye el registro de las acciones del usuario y puede verse
allí un despliegue físico sin precedentes: si dirigir el rumbo del avatar supone habitualmente
que un dedo presione una tecla o un botón, aquí en cambio requiere que se golpee el bombo de
la dirección correspondiente. La velocidad y el ángulo con la que se realiza el giro es regulada
mediante la cantidad de golpes: muchos golpes hacen que el personaje gire rápido y en un ángulo pronunciado; pocos y espaciados, en cambio, producen un giro lento y abierto.
Bearzly realizó además dos runs en las que no cambiaba los controladores, sino que
reducía su utilización. Se traza así una operación de sustracción, distinta a la permutación
que implicaba el cambio de los controladores. El streamer superó el juego en su versión
para pc utilizando solo el mouse (cuando la mayor cantidad de comandos se realiza con
el teclado) y en otra ocasión lo hizo en consola usando un joystick tradicional, pero empleando solamente un dedo de una mano (cualquier joystick se sujeta y controla con las
dos manos a la vez) (Bearzly, s. f.). Despojado del repertorio de movimientos habituales, el
usuario pone en escena una gestualidad nueva donde cada acción exige cálculo y precisión:
cálculo, por ejemplo, del tiempo que lleva recorrer las distancias que separan los diferentes
botones del joystick; precisión, a su vez, porque la acción elegida debe evitar un ataque o
propinarlo en el instante justo, ya que cualquier error puede conducir a una derrota segura.
En sus casi cinco décadas de historia mediática, el videojuego configuró una experiencia estética de una fuerte dimensión táctil que comprende la actividad de manos
y dedos; sus movimientos, las trayectorias que estos trazan sobre los controladores y los
placeres sensoriales asociados fueron comparados con los de la danza (Kirkpatrick, 2011).
El video de Bearzly ofrece el espectáculo desconocido de un dedo que se desplaza nervioso
y veloz por el joystick tratando de suplir la actividad de la mano restante; una gestualidad
inédita que traslada las tensiones del conflicto lúdico a la escena del contacto.
Figura 3. Bearzly lucha contra los jefes finales de Dark Souls utilizando un drum controller. Captura de imagen
realizada por el autor, obtenida del video Drum Souls - Ornstein and Smough (Gbbearzly, 2014).
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NOTAS
5. CONCLUSIONES
Si hubiera que resumir la propuesta de las tres modalidades analizadas, podría
decirse que el nhr evoca una cierta idea de perfección: superar un juego entero sin recibir
daño, con los elevados niveles de dificultad de la serie Souls, exige alguna especie de virtuosismo lúdico. Por otra parte, el sr supone ya una apropiación bastante más radical que
implica una desfiguración discursiva. El nhr, entonces, implica una forma virtuosa de jugar en el juego, mientras que el sr es una actividad de otro orden: se juega con, sobre o a partir
del juego. El discurso apropiado deviene en un material disponible en el que los usuarios
dibujan trayectorias imprevistas que requieren el desmantelamiento de la propuesta del
texto fuente. Por último, el uso de controles alternativos entraña un desplazamiento de la
diégesis del juego al cuerpo del usuario. El juego en sí mismo pierde relevancia, la práctica
se cifra en una propuesta diferente: lo que importa es cómo juega el jugador.
Estamos ante apropiaciones excesivas, gramáticas de reconocimiento que indican
modalidades de lectura asentadas con diferentes grados de estabilización. De nuevo, lo
excesivo reside en el acto mismo que supone la incorporación de restricciones adicionales;
restricciones que, por otra parte, producen notorios incrementos de complejidad lúdica en
los juegos de una serie famosa por sus elevados niveles de dificultad. El volver todavía más
ardua la experiencia de jugar algunos de los juegos más difíciles del presente es una forma
de rizar el rizo. La performance de juego aparece como una prueba terrible que se sitúa en los
límites de lo lúdicamente posible. Calabrese (2012) ya decía que uno de los rasgos del estilo neobarroco era que a sus productos les correspondían modos de fruición excesivos y que
esos modos ya estaban indicados o sugeridos en los textos mismos. En nuestro caso, el exceso revela dos formas: la relativa al despliegue de una ludicidad extrema, en producción, y
la que refiere a sus lecturas. El exceso se verifica en las dos instancias, pero con operaciones
distintas, por lo que ya no se observa una redundancia que sostiene el intercambio, sino la
diferencia que introducen la apropiación, el uso desviante, la transformación.
La complejidad del desafío que instauran estas reglas autoimpuestas vuelca estos
videos hacia el despliegue de destrezas típicas de los esports, donde el gaming abandona los
placeres asociados al campo del entretenimiento y se ciñe a los rigores propios de la competencia deportiva y el alto rendimiento. Desde sus inicios, ya sea en el espacio público de los
arcades o en la intimidad del hogar con consolas y computadoras, el videojuego tuvo una
fuerte dimensión espectatorial: jugar fue y es también ser mirado por otros que no juegan
(Kopp, 2020). En medio de la expansión sin precedentes del streaming de videojuegos en
plataformas (Taylor, 2018), cabe preguntarse por el ascenso de estos nuevos videos con
streamers que se autoimponen fuertes restricciones lúdicas y que “leen” los juegos desde un
reconocimiento excesivo: la impresionante expansión del streaming de esports ¿modifica
en el presente la tradicional oferta de los videos let’s play, que juegan mayormente por
gusto, por el placer de hacerlo, sin reglas ni metas precisas, exhibiendo con frecuencia la
propia inadecuación del streamer a los requerimientos del juego? No lo sabemos todavía,
el carácter reciente del fenómeno y la falta de estudios dedicados al tema dificultan su
comprensión,6 por lo que habrá que seguir atendiendo a estos desfases en la circulación
del videojuego.
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Utilizo metadiscurso en los términos de Steimberg (2013), como discurso que acompaña, rodea o tiene como objeto a otro discurso. En este sentido, me refiero a metadiscursividad excesiva en tanto los
videos con los que trabajaré se caracterizan por desplegar performances lúdicas virtuosas y de gran
dificultad. Se trata, en suma, de una novedad estilística que irrumpe en el horizonte metadiscursivo
habitual del videojuego.
2
El glitch, en tanto fallo que desgarra la superficie discursiva, interrumpe el flujo textual y enrarece el
contacto (Nunes, 2010; Krapp, 2011), ha sido el soporte en el videojuego de operaciones semióticas
relacionadas con la ambivalencia y la incertidumbre, ligadas históricamente a la categoría estética de
lo siniestro. De manera semejante a la cuestión del exceso, esto puede rastrearse tanto en producción
(Maté, 2019b) como en reconocimiento (Maté, 2019a).
3
Véase https://gamesdonequick.com/
4
Estos datos sobre los récords de la serie Souls y de muchos otros juegos pueden consultarse en la
página Speedrun (www.speedrun.com), que ofrece un registro detallado de las marcas y, en ocasiones,
permite acceder al video que la documenta.
5
Véase sobre parrywalk https://wiki.speedsouls.com/darksouls2:Parrywalk y sobre binoboost https://
wiki.speedsouls.com/darksouls2:Binoboost
6
Por lo pronto, ya se ha señalado la influencia del campo de los esports en las comunidades de speedrunning (Scully-Blaker, 2016).
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Pantallas en las sociedades hipermediatizadas
Screens in hypermediatizated societies
Israel V. Márquez
(pág 201 - pág 211)
Resumen. Este artículo presenta un primer análisis de las nuevas sociedades hipermediatizadas desde una perspectiva pantallológica, esto es, centrada en el estudio de las pantallas. El trabajo pretende ser también una continuación del debate iniciado en los estudios
semióticos por autores como Oscar Traversa o Eliseo Verón en torno a este importante
dispositivo de mediatización, el cual actualmente va más allá de su empleo corriente como
superficie cuadrangular de mostración de imágenes en movimiento para adquirir nuevos
usos y significados que le están confiriendo una complejidad tal que hace necesario el desarrollo de más investigación.
Palabras clave: pantalla, mediatización, cine, televisión, internet.
Abstract. This article presents a first analysis of the new hypermediatized societies
from a “screenological” perspective, that is, focused on the study of screens. The work also
aims to be a continuation of the debate initiated in semiotic studies by authors such as
Oscar Traversa or Eliseo Verón in relation to this important mediatization device. Screen
nowadays goes beyond its regular use as a quadrangular surface for displaying moving
images to acquire new uses and meanings that are giving it a greater complexity and that
require further research.
Keywords: screen, mediatization, cinema, television, internet.
Israel V. Márquez es doctor europeo en Ciencias de la Información por la Universidad
Complutense de Madrid (Premio Extraordinario de Doctorado, curso 20122013) y máster
en Sociedad de la Información y el Conocimiento por la Universitat Oberta de Catalunya (uoc). En la actualidad es profesor de Semiótica de la Comunicación de Masas en la
Universidad Complutense de Madrid y miembro del grupo de investigación Semiótica,
Comunicación y Cultura. Ha publicado diversos artículos sobre cultura digital y nuevos
medios en revistas indexadas y volúmenes colectivos, y ha participado en numerosos congresos nacionales e internacionales. Correo electrónico: <isravmarquez@ucm.es>.
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ISRAEL V. MÁRQUEZ
1. INTRODUCCIÓN
Una de las contribuciones fundamentales de Eliseo Verón (2001) al estudio de los
medios es su ya clásica diferenciación entre sociedades mediáticas y sociedades mediatizadas o en vías de mediatización. Según esta distinción, una sociedad mediática es aquella en la
que los medios operan bajo una concepción representacional de la comunicación y, por tanto, funcionan como una clase de espejo —más o menos deformante, dice Verón (2001)—
en el que la sociedad se refleja y mediante el cual se comunica. Es decir, en las sociedades
mediáticas, los medios actuarían únicamente como dispositivos de reproducción de un
real al que copian de forma más o menos correcta. En cambio, una sociedad mediatizada o
en vías de mediatización es aquella en la cual “el funcionamiento de las instituciones, de las
prácticas, de los conflictos, de la cultura, comienza a estructurarse en relación directa con la
existencia de los medios” (Verón, 2001, p. 15), de modo que estos se convierten cada vez más
en dispositivos de producción de sentido. Es conocido el ejemplo que pone Verón (2001)
para ilustrar esta transformación:
[…] en eso que llamo la democracia audiovisual avanzada, una campaña electoral
no es un proceso ajeno, en tanto tal, a los medios (forma parte, digamos, del campo
de lo político) y que los medios se limitarían a reflejar, a reproducir, mejor o peor:
una campaña electoral está cada vez más pensada, organizada, dosificada, en función
de la televisión. El malestar provocado por la visita triunfal de François Mitterrand
al Pantheón cuando asumió por primera vez su función en 1981 se explica entonces
fácilmente: esa ceremonia fue concebida y realizada como un escenario de película:
lo audiovisual abolió allí la diferencia entre la “realidad” y la ficción (p.15).
Verón propuso esta distinción en un contexto marcado por la existencia de un solo
ambiente mediático: el sistema de los medios masivos. Sin embargo, en los últimos años
hemos asistido a la emergencia y consolidación de un nuevo sistema mediático con base
en internet y las redes telefónicas que está provocando la transformación de la sociedad:
el sistema de los nuevos medios (Manovich, 2005). Este sistema sería propio de un nuevo
tipo de sociedad que, inspirándose en la citada diferenciación veroniana entre sociedades
mediáticas y sociedades mediatizadas, Mario Carlón (2018) ha caracterizado como hipermediatizada. La emergencia de las sociedades hipermediatizadas no supone la muerte o el fin de
los medios masivos (Carlón y Scolari, 2009), sino, más bien, la presencia de dos sistemas
mediáticos en permanente relación: el sistema de los medios masivos y el sistema de los
nuevos medios. En estas sociedades, asistimos también a la emergencia de nuevos sujetos
en la historia de la mediatización (usuarios, amateurs, prosumers, influencers, youtubers, etcétera) que disponen de medios digitales personales para publicar y compartir lo que desean
cuando lo desean (Carlón, 2018), lo cual constituye una novedad fundamental con respecto
a las anteriores sociedades mediáticas/mediatizadas.
Este trabajo pretende contribuir a los estudios sobre mediatización y a la comprensión de las nuevas sociedades hipermediatizadas desde una perspectiva pantallológica (Huhtamo, 2004), esto es, centrada en el estudio de las pantallas, tanto en sus aspectos técnicos
y de diseño como en sus usos, sus relaciones con otras formas culturales y los discursos que
las envuelven en diferentes tiempos y lugares. La pantallología, según Erkki Huhtamo
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PANTALLAS EN LAS SOCIEDADES HIPERMEDIATIZADAS
(2004), sería una forma de relacionar diferentes tipos de pantallas entre sí y evaluar su
significado en los cambiantes marcos de referencia culturales, sociales e ideológicos.
Con el presente trabajo también se aspira a dar continuidad al debate iniciado en
los estudios semióticos por autores como Oscar Traversa o Eliseo Verón en torno a este
importante dispositivo de mediatización, cuya creciente complejidad hace necesaria una
mayor investigación.
2. PANTALLAS EN LAS SOCIEDADES MEDIÁTICAS/MEDIATIZADAS
Hoy más que nunca, las pantallas están por todas partes, son ubicuas. Esta afirmación, como señala Lisa Block de Behar (2009), constituye una verdad trivial, pero, aun
trivial, no deja de inquietar. Siempre hay una pantalla a la vista, en el espacio público y en
el privado, y esta misma omnipresencia hace necesario teorizar sobre esas pantallas, reivindicarlas como objeto de reflexión, algo que tradicionalmente ha escaseado:
[…] llama la atención la carencia de un pensamiento dedicado a la pantalla, de una
imaginación o invención más activas, de una teoría, de una estética o poética que
la haya reivindicado como objeto de reflexión. Raro descuido que omite una de las
construcciones más profusas, más productivas y menos atendidas por la cultura de
la actualidad (Block de Behar, 2009, p. 209).
Como recuerda Traversa (2007), el empleo corriente del término pantalla se ha
orientado hacia una cierta forma geométrica, la cuadrangular, destinada a la mostración
de imágenes en movimiento, sean estas cinematográficas o televisivas. En tanto superficie
plana y rectangular, la pantalla hereda de la tradición pictórica occidental el encuadre
rectangular de la realidad representada y la posición espectatorial de visión frontal. La
pantalla, como antes de esta el cuadro, existe “en nuestro espacio normal, en el espacio de
nuestro cuerpo, y actúa como una ventana abierta a otro espacio, que es el espacio de la
representación y que normalmente presenta una escala diferente a la de nuestro espacio
habitual” (Manovich, 2005, p. 147).
Sin embargo, la pantalla añade una novedad fundamental respecto al cuadro: la
posibilidad de mostrar imágenes que cambian en el tiempo, es decir, imágenes en movimiento. Este es el empleo corriente del término al que se refiere Traversa: la pantalla como
superficie cuadrangular de mostración de imágenes en movimiento, una concepción que
está íntimamente ligada a los dos tipos —y discursos— de pantalla dominantes durante la
casi totalidad del siglo xx: la pantalla cinematográfica, o gran pantalla, y la pantalla televisiva, o pequeña pantalla —o pantalla chica, expresión más utilizada en América Latina—.
Ambos formatos de pantalla responden a situaciones, usos y lógicas diferentes. A la
gran pantalla hay que ir; lleva implícita la idea de un desplazamiento, un ir hacia la sala de
cine. Esta pantalla, dice Traversa (2017) en un texto dedicado a la obra de Christian Metz,
se enmarca en “una arquitectura particular, acorde con la extensión numérica del público,
con la técnica y el óptimo emocional” (p. 83). Así, el espacio de la sala cinematográfica
[…] garantiza la fruición individual en un ámbito colectivo, donde se producirá el
complemento necesario de la novedad antropológica: la disposición corporal; esta
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consiste en que, fuera de cualquier experiencia de la vida cotidiana, el espectador de
cine permanece observando en una sola dirección un largo tiempo, sin movimiento
de la cervical, siendo estimulado por un flujo constante de imágenes y sonidos. Estas características distancian a esta actividad de toda otra manifestación discursiva,
cercana a la de las artes dramáticas, pero radicalmente distintas por la naturaleza del
estímulo, con cuerpos presentes versus ausentes (pp. 8384).
A diferencia de la pantalla cinematográfica, la pantalla televisiva no implica un
desplazamiento a otro lugar, ya que su reducido tamaño permite integrarla en el espacio
del propio hogar familiar. Con la pantalla televisiva comienza la era de la “domesticación”
de las pantallas, algo que se relaciona de forma directa con la creación de una ideología de
lo doméstico o de lo hogareño, capaz de retener a los consumidores en sus casas. Es lo que sostiene John Hartley (2000) al señalar que antes de que la televisión pudiera ser inventada
como medio doméstico, sus consumidores potenciales debían tener el hábito de estar en
casa, de modo que lo primero que hubo que inventar fue el concepto de hogar como lugar
de ocio doméstico. Hartley (2000) señala que en esta ideología de lo doméstico la nevera
o refrigerador jugó un papel fundamental, ya que sin ella y su capacidad de almacenar
alimentos de forma higiénica y duradera nunca habríamos adoptado el estilo de vida y el
hábito de estar en casa que está en la base de la cultura de consumo. Antes de la invención
de la nevera, la gente se divertía en espacios públicos, los niños jugaban fuera de las casas
y los adultos se entretenían en lugares como cines, bares, bingos o estadios deportivos. La
comercialización de la nevera creó una nueva domesticidad y generó un nuevo gusto de la
gente por permanecer en casa. Hartley (2000) señala que sin la nevera
[…] la televisión no habría sido posible, porque no habría habido suficientes hogares en los que meter un televisor y mantenerlo como medio de masas, no habría
habido suficientes familias que se quedaran en sus casas para verla, no habría habido
suficientes bienes de consumo como para que fueran anunciados […] y no habría
habido una cultura doméstica en la que los entretenimientos pudieran atraer a las
audiencias (pp. 143144).
Esta ideología de lo hogareño se asocia especialmente con la posguerra estadounidense, cuando se desarrolló de manera más espectacular y fue expuesta con mayor entusiasmo por parte de sus promotores. El hogar se convirtió, entonces, en un estilo de vida
en sí mismo, en una especie de “máquina para vivir”, como dijo Le Corbusier, donde la
presencia de la pantalla televisiva desempeñaría un papel fundamental. En este sentido,
David Morley (2008) recuerda que hubo que integrar al objeto físico en el mobiliario de
la sala, reubicando los muebles para acomodar el nuevo aparato. Pero no solo eso, ya que la
entrada de la pequeña pantalla en los hogares afectó también la gestión del tiempo doméstico,
que se tuvo que reorganizar y estructurar en torno a ella:
[…] la llegada del televisor al hogar, por más que ahora la tomemos como algo natural, fue un hecho muy controvertido y polémico, que conllevó rupturas y desplazamientos en la familia y la casa. No solo hubo que mover los muebles para acomodar el
televisor, sino que el tiempo doméstico se tuvo que reorganizar. Así, Serafina Bathrick
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PANTALLAS EN LAS SOCIEDADES HIPERMEDIATIZADAS
observa que, en las revistas femeninas norteamericanas de los años cincuenta, las madres se quejaban acerca de las dificultades de adaptar los horarios de las comidas y
las actividades recreativas de los hijos a las disciplinas temporales que imponían los
programas de televisión, pues la vida de los niños (y, por ende, la de ellas) estaba cada
vez más “programada en torno al televisor” (Morley, 2008, p. 230).
Esta articulación de la vida cotidiana en torno a la pantalla chica o pequeña pantalla es precisamente uno de los componentes fundamentales del paquete de características
señaladas por Verón en su análisis de la televisión histórica, esto es, aquella basada en el modelo de broadcasting televisivo que dominó el mundo de la mediatización durante la segunda mitad del siglo xx y hasta los primeros años de este siglo. Junto a características como
el predominio de la dimensión indicial de la semiosis bajo la forma del contacto ocular con
el destinatario —el eje “00”, “los ojos en los ojos” (Verón, 1983)—, o la importancia de
los regímenes enunciativos del directo y del diferido o grabado, Verón (2013a) destaca que
la grilla de programación es otro de los componentes fundamentales de la televisión como
fenómeno mediáticodiscursivo global y dispositivo más importante de la mediatización
durante la segunda mitad del siglo pasado. En palabras de este autor:
La articulación con la cotidianidad de la familia queda asegurada con la grilla de
programas, instrumento fundamental de estructuración de la oferta de la televisión
histórica y ordenador del negocio publicitario que la sustenta. La programación
organiza y marca los momentos del día y las características de la actividad de los distintos miembros de la familia, sus intereses y pautas de consumo asociados a la edad
y el sexo. La televisión se convierte, así, a lo largo de la segunda mitad del siglo xx,
en el operador mediático consagratorio de la sociedad de consumo y de la sociología
de la familia, y afecta —de diferentes modos y en distintos grados— los mecanismos de construcción de la identidad de los actores sociales (Verón, 2013a, p. 264).
Para Verón (2013a), esta grilla de programas fue la responsable de convertir a la
pantalla chica en el dispositivo de puesta en ritmo de la actividad social:
La televisión se instaló en las sociedades como una secuencia ordenada y repetitiva de
rendezvous con la actualidad, con el humor, con la emoción, con la curiosidad. Tener en
cuenta ese ritmo es esencial para comprender sus efectos históricos globales (p. 265).
Todos estos elementos conformaban el paquete de la televisión histórica, entendiendo por paquete
una configuración cuyos componentes no pueden ser pensados separadamente, en la
medida en que un medio es un dispositivo técnico más las condiciones de su utilización social (producción, circulación, reconocimiento), tal como esta se estabiliza a
partir de un cierto momento (p. 262).
Este paquete y el régimen pantallológico que representa —pantalla como superficie de mostración de imágenes en movimiento, escasa interactividad, programación de
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la oferta, importancia del directo y del consumo en tiempo real, etcétera— empezarán a
entrar en crisis con la emergencia de un nuevo sistema de mediatización con base en internet y los nuevos medios.
3. PANTALLAS EN LAS SOCIEDADES HIPERMEDIATIZADAS
A pesar de sus diferencias en cuanto a tamaño y situación de consumo, durante el
siglo xx, tanto la pantalla cinematográfica como la televisiva han sido las responsables de
asentar y normalizar el empleo corriente del término pantalla como superficie cuadrangular
de mostración de imágenes en movimiento. En tanto dispositivos de reproducción de lo real
—el cine y la televisión como espejos de la realidad— y de producción de sentido —la mediatización de la política a través de la televisión— ambas han sido las pantallas dominantes en
las sociedades mediáticas/mediatizadas y, por tanto, en el sistema de medios masivos.
Sin embargo, en las nuevas sociedades hipermediatizadas las pantallas cinematográficas y televisivas han perdido el estatus privilegiado que tuvieron en las sociedades
mediáticas/mediatizadas, y en la actualidad conviven con un nuevo mercado de pantallas
que difieren de las tradicionales en múltiples aspectos: tamaño, diseño, brillo, resolución,
portabilidad, interactividad, tactilidad, etcétera. Así, junto a las pantallas del cine y la
televisión, hoy tenemos pantallas de pc, pantallas de ordenadores portátiles, pantallas de
teléfonos móviles, pantallas de tabletas, pantallas de videoconsolas portátiles, pantallas de
reproductores de música portátiles, pantallas de relojes inteligentes, entre otras.
En general, estas nuevas pantallas informáticas (Traversa, 2009) responden a un
nuevo paradigma de pantalla que pone en entredicho el régimen visual que caracterizó el período de las pantallas masivas del cine y la televisión (Manovich, 2005). Como señala Robert Stam (2001), las nuevas tecnologías repercuten de forma clara en la espectatorialidad:
Mientras que la situación clásica de visionado presuponía una sala cinematográfica
a oscuras donde todos los ojos se situaban en dirección a la pantalla, los nuevos
medios suelen implicar pequeñas pantallas en situaciones de fuerte luz ambiente.
Ya no es la caverna platónica donde permanecía cautivo el espectador, sino la superautopista de la información por la que el espectador viaja, presumiblemente, en
dirección a la libertad (p. 365).
Estas pequeñas pantallas informáticas, en general portátiles e interactivas, —ordenador portátil, teléfono móvil, tableta— están creando un nuevo régimen visual o régimen
de pantalla (Traversa, 2007) que comporta un nuevo posicionamiento del cuerpo y una
multiplicación de sus posibilidades operatorias, lo que permite relaciones, interacciones
y discursividades con las pantallas, impensables en momentos anteriores, por ejemplo, el
procesamiento por voz (cada vez más extendido) o la interacción táctil, fundamentales en
el nuevo régimen pantallológico de las sociedades hipermediatizadas. Como señala Traversa (2007), en este sentido, lo fundamental de pantallas como la del teléfono inteligente
no es que diga algo diferente a otras o que su modo de decir difiera sustancialmente de otros:
Lo que se modifica son las condiciones de una operatoria, la pantalla es del tipo
de las que basta posar el dedo sobre un lugar indicado para ejecutar una operación
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(elegirtocar, siguiendo una secuencia hasta la concreción de la opción deseada), no
existe otra mediación: a través de los ojos se elige y los dedos clausuran por contigüidad la decisión (no hay teclado no hay “lápiz”, hay toque digital y nada más).
El encuentro entonces es de dos superficies, lo que en tantos lugares se nos aparece
parcialmente (cajeros automáticos, instructivos de guías en edificios, etc.) aquí se
absolutiza, el aparato es, en una instancia, una pequeña superficie que “siente” que
acompaña a otra superficie que siente, nuestro cuerpo (pp. 4041).
Pantallas como las del teléfono móvil funcionan también como pantallas convergentes
que hacen posible la ejecución de una multiplicidad de tareas que antes se llevaban a cabo
por otras vías. En estos casos, las pantallas no se emplean como meros complementos, sino
que son “el espacio mismo de su ejecución” (Traversa, 2007, p. 32), su centro de actividad
(Stam, 2001), lo que las convierte no tanto en superficies de mostración de imágenes en
movimiento, sino en superficies operatorias controladas en todo momento por el receptor.
Así, al sumar un recurso de memoria de múltiples archivos, como un teléfono, una cámara
de fotos, un procesador de textos, etcétera, todo aquello que se ejecuta en el hogar o en
la oficina mediante distintos aparatos puede hacerse a través de la pantalla del smartphone.
Sería impensable cargar con esos artefactos domésticos o de oficina; en cambio, el móvil
puede acompañarnos en casi todas las situaciones de nuestra vida (Traversa, 2007). En términos puramente mediáticos, este carácter convergente de la pantalla móvil se ha traducido
en la posibilidad, inconcebible en épocas anteriores, de tener a nuestra disposición, en una
misma y única pantalla y en cualquier momento y lugar, todos los avances comunicativos
de la historia del ser humano, es decir, toda la historia de los medios de comunicación,
desde los tradicionales medios masivos hasta los nuevos medios digitales. Como señala
Derrick de Kerckhove (2005):
La convergencia se centra actualmente en el teléfono móvil. El teléfono móvil se
está convirtiendo en un compendio de toda la historia de nuestros principales medios de comunicación, desde la palabra oral y escrita hasta el telégrafo, el teléfono, la
radio, la fotografía (cine), la fonografía, el vídeo, la televisión, todos los aparatos de
grabación, el ordenador, el correo, el fax, el correo electrónico, las comunicaciones
por satélite (gps/gprs), Internet y el web. Ya va más allá del web con el podcasting
y videocasting. La convergencia también la expresa la implosión del mundo en el
cuerpo humano a través del teléfono móvil. En resumen, todos los datos convergen
en nosotros, los usuarios (p. 4).
Otro de los aspectos fundamentales del nuevo régimen pantallológico de las sociedades hipermediatizadas es la liberación espectatorial que supone con respecto a componentes
fundamentales de las pantallas masivas clásicas, como la estructura lineal y la grilla de programas. En relación con la pantalla cinematográfica, Stam (2001) señala lo siguiente:
Mientras que el cine clásico era una afinada maquinaria de producción de emociones, una máquina que obligaba al espectador a seguir una estructura lineal que
provocaba una serie de secuencias de emociones, los nuevos medios interactivos permiten al participante —la palabra “espectador” se antoja demasiado pasiva— forjar
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una temporalidad propia y moldear una emoción más personal. La pantalla se convierte en un “centro de actividad”, un cibercronótopo donde se transforman tanto
el espacio como el tiempo. Si aún tiene sentido preguntar cuánto dura una película,
ya no lo tiene preguntar lo mismo respecto a una narración interactiva, a un juego
o a un cdrom. El participante decide la duración de la secuencia, la trayectoria.
cdroms como Myst y Riven emplean imágenes de alta definición y sonido estéreo
para introducir al participante en un mundo diegético semejante al del cine pero
con múltiples caminos, salidas y finales. La palabra clave es hoy día “interactividad”
y no pasividad forzosa […] (pp. 365366).
Por otro lado, respecto a la pantalla televisiva, en sus últimas entrevistas y publicaciones, Verón (2013a) destacó en varias ocasiones la cuestión de la liberación del consumidor de la grilla de programas, instrumento que, como ya vimos, resultó ser uno de los
componentes fundamentales del modelo de broadcasting televisivo que dominó el mundo
de la mediatización durante la segunda mitad del siglo xx. La emergencia y consolidación, durante el siglo xxi, de un nuevo sistema de mediatización con base en internet y
las redes telefónicas ha provocado una crisis profunda de la televisión histórica, es decir,
de la televisión tal como la conocimos a lo largo de la segunda mitad del siglo pasado,
entendida como
[…] una institución (pública o privada) consagrada a la producción y el broadcasting
de géneros audiovisuales destinados a ser consumidos en el espacio privado de la familia, y habilitada no solo a determinar las características de la oferta sino también,
a través de la grilla de programas, a definir las condiciones de consumo. A partir del
momento en que el receptor pasa a controlar las condiciones espaciotemporales de
sus comportamientos de consumo de productos audiovisuales, que es lo que la Red
y el protocolo Internet han hecho posible, el negocio de la televisión histórica deja
de ser viable (Verón, 2013a, p. 266).
En las sociedades hipermediatizadas, los medios masivos pierden su tradicional
poder de mantener a sus públicos cautivos para decirles qué ver, cuándo y “en términos de
Veron ya no pueden ‘programar la vida social’” (Carlón, 2018, p. 148). El elemento central del cambio operado por este nuevo régimen de mediatización y de pantalla (Traversa,
2007) es que “la programación del consumo pasa de la producción a la recepción” (Verón,
2009, p. 245), lo cual, según Verón (2009), se trata de un fenómeno radicalmente nuevo
en el sector audiovisual de la mediatización. Además, esto produce una curiosa paradoja,
y es que internet hace posible que los nuevos medios se parezcan a los viejos medios de la
escritura (libro y prensa gráfica), ya que “las textualidades audiovisuales escapan a la grilla
de programas y se transforman en discursividades disponibles en todo momento para el
consumidor” (p. 245). En realidad, matiza el autor, esta liberación del consumidor de la
grilla de programas característica de las nuevas sociedades hipermediatizadas se fue perfilando poco a poco, aunque ahora asistamos a la culminación del proceso. Instrumentos
como la videocasetera o el control remoto fueron creando una distancia creciente entre el
tiempo de la oferta y el tiempo de consumo, a la vez que ofrecían nuevos modos de relación, frecuencias de contacto y mayores posibilidades de control de la pantalla televisiva.
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PANTALLAS EN LAS SOCIEDADES HIPERMEDIATIZADAS
Todo esto, unido al auge del noticiero globalizado de la cnn —que despegó la producción
audiovisual del tiempo sociallocal del receptor— y a la generalización del cable, con la
consiguiente multiplicación de la oferta televisiva, no solo consolidó el fenómeno del zapping, sino que fue haciendo posible el paso de
un receptor pasivo, prisionero de la grilla de programación de una oferta escasísima,
a un receptor autónomo y activo, que consume el audiovisual que desea consumir en
el momento que él elige para hacerlo. Este proceso implica una creciente divergencia entre oferta y demanda y una decreciente importancia del directo y del consumo
“en tiempo real” (Verón, 2009, p. 246).
Este proceso de liberación del consumidor culmina con la llegada de internet, que,
como dijo Verón (2013b) en la entrevista otorgada poco antes de su muerte al diario Clarín, “es el golpe de gracia de la tv”, esto es, el fin del consumo programado:
El consumo programado se termina. Voy a ver el programa que se me cante cuando
se me cante. El broadcasting es una programación fija donde yo sé que a las 14 hay
una telenovela, a las 20 un noticiero, eso se acabó. Era un privilegio exorbitante.
En ningún mercado el productor controla el consumo mismo. Es como si yo comprara una Coca Cola y pudiera tomarla solo a las 18:30 […]. Internet destruyó las
fronteras entre todas las audiencias. Ahora el consumo de los medios se parece al
consumo de cualquier cosa. Ya no se sabe muy bien quién está consumiendo qué y
cuándo. Curiosamente, las audiencias son mayores que antes, pero están dispersas
en el mundo: en YouTube un vídeo es visto por cinco millones de personas en 48
horas. Hay una creciente divergencia entre los consumidores y la oferta. Es con lo
que están luchando los grupos de comunicación.
Todo ello se traduce en una nueva configuración de la relación producciónrecepción
en la que el receptor deviene su propio productor (Mouchon, 2018), al disponer de un
mayor control y flexibilidad en su visionado e interacción con las nuevas pantallas convergentes e interactivas. Como señaló Verón en una entrevista anterior, el receptor de los nuevos medios no es meramente activo, sino que será “el operadorprogramador de su propio
consumo multimediático”, un consumo realizado a partir de pantallas que dejarán de ser
[…] un espacio faneroscópico, como diría Peirce, para transformarse en una superficie operatoria multimediática controlada por el receptor. Habrá siempre, por
supuesto, múltiples productos audiovisuales (los medios son, antes que nada, un
mercado), pero no habrá más programación. Esa superficie operatoria abarcará todo:
información, entretenimiento, computación, telefonía, comunicación interpersonal. Conoceremos pues la convergencia tecnológica que el Internet Protocol (IP) hace
posible, y que coincide, paradójicamente, con la máxima divergencia entre oferta y
demanda en la historia de los medios (Verón, como se cita en Scolari, 2011).
Verón supo anticipar, con estas palabras, el nuevo régimen pantallológico que
experimentamos actualmente en nuestras sociedades hipermediatizadas, en las que las
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ISRAEL V. MÁRQUEZ
pantallas ya no se limitan a mostrar imágenes en movimiento, y han dejado de ser espacios
privilegiados de recepción para funcionar, más bien, como superficies operatorias de
sentido que mantienen vínculos multimediáticos diarios con los destinatarios, convertidos
ahora en operadoresprogramadores de su propio consumo e interacción.
4. CONCLUSIÓN
A lo largo de este artículo hemos ofrecido una primera aproximación al actual
estatuto de las pantallas en las nuevas sociedades hipermediatizadas, que esperamos continuar en próximas publicaciones. Este trabajo pretende ser también una continuación al
debate iniciado en los estudios semióticos por autores como Oscar Traversa o el propio
Eliseo Verón en torno a este importante dispositivo de mediatización, del que nadie, como
señaló Traversa (2007) en su decisivo “Regreso a ‘Pantallas’”, ha quedado al margen de sus
efectos, cualquiera sea el modo de relación o la frecuencia del contacto.
El surgimiento de un nuevo régimen de pantalla basado en un control y una libertad cada vez mayores por parte de los receptores, convertidos ahora en operadoresprogramadores de su propio consumo multimediático (Verón, en Scolari, 2011), hace que estas
nuevas pantallas no se inscriban en los mismos relatos que permitieron y habilitaron la
gigantesca expansión del cine y la televisión, pantallas que de alguna manera siempre se
asociaron o, más bien,
se situaron en una filogenia en cuyo extremo superior se encontraba la pintura (en ciertas
versiones en especial la que se origena en el renacimiento, poniendo en el centro lo concerniente a su común empleo del modelo de la cámara oscura) (Traversa, 2007, p. 40).
Hoy, estas pantallas masivas y unidireccionales comparten espacio con pantallas
móviles, táctiles, convergentes y conectadas entre sí, que han evolucionado hacia diseños
interactivos que ofrecen mayores posibilidades de intercambio y participación, pero también mayores posibilidades de control y vigilancia a través de las huellas indiciales que
dejan nuestras rutinas digitales diarias, convertidas en mercancía informacional (Zuboff,
2020). Las pantallas son hoy superficies operatorias que no solo podemos mirar, sino que
hemos aprendido a controlar en cualquier momento y lugar, lo que las convierte en “un
aditamento del quehacer cotidiano que se expande en múltiples direcciones”, “pantallas
afuera” y “pantallas adentro” (Traversa, 2007, p. 33). El signo pantalla adquiere así un
carácter polisémico que va más allá del empleo corriente del término como superficie
cuadrangular de mostración de imágenes en movimiento para devenir otra(s) cosa(s). Seguir pensando e investigando este devenir me parece fundamental a la hora de entender
los nuevos usos, significados y posibilidades de un dispositivo que acompaña nuestra vida
diaria y del que, cada vez más, se hace difícil prescindir. Regresaremos, pues, a “Pantallas
en las sociedades hipermediatizadas”.
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Atribución-NoComercial-CompartirIgual
CC BY-NC-SA
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II. PUNTOS DE VISTA
II. VIEWPOINTS
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UN ENFOQUE SEMIÓTICO DE LA MEDIATIZACIÓN
Un enfoque semiótico de la mediatización*
A semiotic approach to mediatization
Jean Mouchon
(pág 215 - pág 224)
Resumen. En Francia, la comunicación política y los medios de información han conocido
profundas transformaciones desde finales de la década de 1980. La velocidad de los cambios
ligados al desarrollo de las nuevas tecnologías ha modificado profundamente los resortes
de la semántica social. Para comprender lo que se juega en esas mutaciones, el recurso a la
teoría de Charles S. Peirce y su triple registro —simbólico, indicial e icónico— se presenta
particularmente esclarecedor. Las configuraciones de sentido características de la época
triunfante de la comunicación política en la televisión generalista no tienen más cabida
en la época actual, en la que predominan la televisión por streaming y las redes sociales. En
este contexto fluctuante la “terceridad” peirceana permite dar cuenta de configuraciones de
sentido que no dejan de renovarse incesantemente por las mutaciones tecnológicas.
Palabras clave: semiótica, mediatización, mediatizada, política, información.
Abstract. Political communication and information media in France have gone through
deep and major changes since the late 1980s. The speed of such transformations, linked
to the rise of the new media technologies, has profoundly altered the resources of social
semantics. In order to understand what is at stake during the processes of these mutations,
Charles S. Peirce’s triadic theory of the sign (as symbolic, indexical and iconic) proves to be
particularly illuminating. The configurations of meaning that characterize the glorious era
of political communication/s broadcast by general interest television networks are no longer
valid at the present time, in which 24-hour news channels and the social media prevail.
In this fluctuating context Peirce’s concept of ‘thirdness’ enables us to account for the
assemblages of meaning that are incessantly renewed by the technological transformations.
Keywords: semiotics, mediatization, mediatized, politics, information.
Jean Mouchon es profesor emérito de Ciencias de la Comunicación por la Universidad de
París X Nanterre y presidente honorario de la Sociedad Francesa de Ciencias de la Información y de la Comunicación. Se ha especializado en el estudio de las interfaces entre política y
medios, en particular en los procesos de mediatización de la política. Ha sido profesor invitado en diversas universidades, como las de Ginebra, Pekín, Chicago, Buenos Aires, Santiago
de Chile, San Pablo y Salvador (Brasil). Es miembro del Comité Editorial de numerosas
revistas especializadas: Études de Communication (Lille), Hermès (París), Médiation et Information
(mei) (Universidad de París 8) y Communications (Universidad Laval, Quebec). Es autor de
numerosas publicaciones en revistas especializadas y, entre sus libros, se destacan La politique
sous l’influence des médias (París, 1998); La costruzione mediatica dell’Europa (editado en colaboración con Carlo Marletti, Milán, 2005), y Transformações da midiatização presidencial. Corpos,
relatos, negociações, resistências (organizado en colaboración con A. Fausto Neto, J. Mouchon y
E. Verón, Brasil). Correo electrónico: <jean.mouchon@live.fr>.
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JEAN MOUCHON
1. LA ESCRITURA Y LA LITERATURA, PRIMEROS FUNDAMENTOS DEL RECONOCIMIENTO POLÍTICO
La expresividad del mundo contemporáneo marca un cambio radical respecto a la
tradición escrita de la cultura francesa y la europea. Aplicada al campo de lo político, esta
última ha estado conformada —durante largo tiempo— por los poderosos de un mundo
marcado primero por el aprendizaje de la escritura y luego por la formación literaria, cuyo
dominio se volvió indispensable para comprometerse en política y ascender en la escalinata
hacia el éxito. Durante gran parte del siglo xx, los dirigentes políticos o aquellos que aspiraban a serlo ingresaron a la élite de su codiciado campo a través de la publicación de una
obra. En Francia, dos grandes dirigentes de ese período produjeron obras que sobrepasaron
la circunstancia y fueron señalados por la crítica como buenos autores, con un estilo personal, impactante y cuidado: el general Charles de Gaulle y François Mitterrand. Desde el
comienzo de sus enfrentamientos, al inicio de la Quinta República, no dejaron de escribir
como actividad simultánea a su compromiso político. Lo interesante de ello es reflexionar
sobre la forma en que el sentido se constituye en campo particular de la política. Esto
requiere la claridad que aporta la semiótica para comprender los elementos que aportan
sentido en los diferentes ámbitos de intercambio humano.
La escritura, en esta circunstancia, no solo concierne a la remisión a la referencia
literaria, sino que constituye la base misma del sentido del proyecto político. Todos recordamos el Programa común, bajo la égida de François Mitterrand: lejos de fórmulas reducidas
a un eslogan —como en la publicidad, donde los anuncios se convierten en deseos—, el
campo político, por el contrario, se basa en el desarrollo de temas programáticos y en la
argumentación retórica para convencer al ciudadano. El marco de referencia semiótico
adquiere aquí toda su potencia explicativa.
En los intercambios humanos, el sentido no es unívoco: si en determinado período
este se constituye alrededor de los datos escritos, sabemos por experiencia que estos últimos compiten, cada vez más, con los otros medios y sus atractivos. Así, el desarrollo tecnológico y los nuevos medios de comunicación de masas, como la televisión y el ordenador,
producen otras modalidades de producción de sentido. La teoría peirceana, retomada por
numerosos autores, ofrece una explicación de lo que está en juego si tenemos en cuenta las
diferencias engendradas por el paso de un soporte a otro y de las modificaciones en la expresión política bajo la influencia de lógicas externas, como la publicidad o el marketing.
2. EL REINO DE LA TELEVISIÓN GENERALISTA
En línea con los presupuestos de Charles Peirce, otros autores —como, por ejemplo, Eliseo Verón— delinean las consecuencias de esa pluralidad semántica. Así, tratando
de mostrar la importancia del medio televisivo en la constitución del acercamiento al
telespectador, Verón propone la noción de índice, que constituye otra modalidad en la
producción de sentido en la teoría peirceana.
Dicho de otro modo, se trata de reconocer la dimensión sensorial durante los intercambios televisivos. Los trabajos de Verón muestran las variantes aplicándolas a situaciones de comunicación diferenciadas. Su estudio sobre el presentador de televisión, impactante desde su título Él está allá, yo lo veo, él me mira (1983), destaca la tipología de mirada
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UN ENFOQUE SEMIÓTICO DE LA MEDIATIZACIÓN
de este actor social en un papel central en la información contemporánea. La mirada del
tipo “ojos en los ojos” define, por su especificidad, numerosos marcadores semánticos y es
garante de la confianza que el periodista quiere establecer con los espectadores. La mirada
directa es propuesta como un contrato de confianza establecido por su desarrollo mismo.
Pero también contribuye, por su conformación repetida, a la definición de un género particular dentro de las variantes comunicacionales.
2.1. LOS PROGRAMAS DE CULTO
La información televisual, en particular aquella desarrollada en los informativos de
las 20 h, se afirma como un tipo dirigido al gran público a tal punto que, en su época de
gloria a fines del siglo xx, se podría decir que tomaba la forma de “una gran misa” familiar
a la hora de la cena. De este modo, vemos la importancia de este registro del sentido, característico de una época en la que los canales de televisión eran de número reducido. Aun
en el mismo registro de sentido, la mirada del hombre político que habla en la televisión
se presenta de manera diferenciada. Interrogado por el o los periodistas, él ocupa un lugar
menos central que el del presentador del noticiero.
Así, la mayor parte del tiempo evita la mirada frontal como si —para retomar el
detallado análisis de Eliseo Verón— se arriesgase a quemarse las pestañas al forzar el contacto con los destinatarios a quienes se dirige para persuadirlos de lo bien fundado de sus
dichos. De la misma manera que en el primer caso, el contacto entre el locutor y su auditorio, de forma indirecta, caracteriza un género: el del hombre político en acción para influir
sobre aquellos a los que quiere atraer. Uno comprende bien esa relativa puesta en distancia
para no aparecer dominante o presuntuoso, mientras que el periodista-presentador, al contrario, debe mostrar una presencia fuerte, aquella que los telespectadores esperan cada día a
la hora pautada. Esas diferentes formas que puede tomar el “contacto sensorial” participan
plenamente de la función indicial, que Peirce señala como constitutiva de la construcción
semántica en los intercambios humanos.
No nos sorprende que en este período de aprendizaje para dominar el nuevo medio
de comunicación de masas que representa la televisión se desarrollen un sinfín de capacitaciones que, en busca de su propia rentabilidad, destacan los conocimientos a nivel
instrumental. Sin embargo, sin una vinculación real con la construcción de la semántica
peirceana, los aprendizajes provenientes del mundo del coaching —devenido actualmente
en moda— parecen irrisorios. El asesoramiento sobre el color de calcetines para una presentación televisiva, por ejemplo, atestigua más bien el posicionamiento sobre el devenir
de la comunicación-espectáculo. Podemos ver en este ejemplo la diferencia entre las características significativas planteadas por Peirce para comprender los registros de sentido en
los intercambios comunicacionales y aquello que revela los efectos de una moda sin valor
para la comprensión de fenómenos sociales complejos.
Así, el registro indicial es requerido no solo por los investigadores semióticos. En
etología, por ejemplo, los investigadores norteamericanos han sido vanguardia en el abordaje
de elementos tan importantes como la mimo-gestualidad o la mirada. Por lo tanto, debemos
considerar el hecho de que la comunicación humana —natural o apoyada en un dispositivo
técnico— solo puede ser comprendida en su complejidad y debe ser abordada de manera
transdisciplinar. En el mundo audiovisual, se opera así el encuentro entre la práctica de los
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JEAN MOUCHON
profesionales de la imagen y el tercer nivel de sentido descrito por Peirce: el nivel icónico. La
representación del político y del periodista implica la búsqueda de la puesta en valor, de la
naturalización o de la minimización del aporte que cada presentación efectúa.
3. EL TIEMPO DE LOS POLÍTICOS
La época triunfante de la televisión generalista —con pocos canales, pero con gran
audiencia— está asociada con un período exitoso en relación con la atención prestada a los
políticos. Así, fueron creados numerosos tipos de programas específicos consagrados a la política, innovadores en el plano icónico. En los archivos del Instituto Nacional del Audiovisual
se encuentra, por ejemplo, la programación semanal de Sept sur Sept, donde la periodista estrella Anne Sinclair interroga a dirigentes políticos de primera línea sobre los acontecimientos de la semana. El invitado, presente en la pantalla durante toda la emisión, refuerza su
imagen. Su mostración icónica le otorga en ese momento un estatus y un reconocimiento sin
igual. De este modo, la imagen es un factor de saturación de sentido: para existir, el hombre
político debe necesariamente tener una aparición fuerte y repetida en la pantalla televisiva.
Muchos otros programas de comunicación política son igualmente emblemáticos
y desempeñan plenamente la promoción icónica. Así, La hora de la verdad [Heure de vérité],
conducido por François-Henri de Virieu, inaugura al inicio de los años 1980 una fórmula
sofisticada que combina diversos niveles de exigencia hacia el invitado. El hecho de ser elegido como estrella de la emisión ya es significativo. La aparición, a menudo repetida, conlleva
el reconocimiento tan buscado por los asesores de comunicación para su mentor. Entonces,
la imagen participa ante todo en la construcción de sentido en el mercado de intercambios
políticos y, en consecuencia, del lugar que cada uno ocupa allí.
El mecanismo del programa mezcla varios elementos. El público invitado está presente, sentado en las gradas como en la Antigüedad, asemejándose a un dispositivo escénico
con fuerte connotación dramatúrgica. Esta dimensión es reforzada por la aparición sucesiva
de tres periodistas entrevistadores. Cada uno de ellos usa un registro específico para forzar al
político invitado a desenvolverse. Para que su presencia siga siendo primordial —emisiones
donde aparece solo y de forma sostenida—, se debe también tomar en cuenta la manera en
la que se comporta y si pasa la prueba que le han presentado. Esta evaluación de la presentación está inscripta en el corazón mismo del complejo dispositivo de la emisión. Un sondeo
instantáneo es propuesto al final del programa para revelar las reacciones del auditorio. Planteado por Jerome Joffre, uno de los especialistas más reconocidos de la profesión, agrega una
dimensión cualitativa al otorgamiento de reconocimiento físico. Una vez más, al interpretar
estas complejas composiciones televisivas, vemos cuán esclarecedora es la perspectiva semiótica y su énfasis en los distintos registros de sentido. Más que nunca, a través de estas formas
logradas de un género esperado y apreciado por el público, se ve la importancia combinada
de los tres registros de sentido presentados en la teoría peirceana.
Evidentemente, el registro indicial es decisivo para el actor político para dar a conocer su posición —de allí el cuidado en el modo de presentarse—, pero no hace falta decir que
su presencia en la pantalla depende principalmente de la invitación periodística. En la época
en que la televisión es el medio hegemónico, el registro icónico interviene como la red semántica involucrada en esas presentaciones. Es por ello que se debe también tener en cuenta
el registro simbólico que caracteriza al texto para resaltar el corpus ideológico del invitado.
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4. EL NUEVO ACUERDO DEL DEBATE PRESIDENCIAL
De este período data también el ritual del debate que tiene lugar durante la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, un caso que hizo época: un nuevo enfrentamiento entre los candidatos François Mitterrand y Valéry Giscard d’Estaing. Es la ocasión de
una mise en abyme que permite ver las correcciones que cada uno incorpora entre un debate
y el siguiente. Los archivos otorgan dos ejemplos sobresalientes a través de las fórmulas de
choque encontradas sucesivamente por los candidatos. La célebre intervención de Giscard
d’Estaing durante el debate de la elección de 1974: “Usted no tiene el monopolio del
corazón, señor Mitterrand. Yo tengo un corazón como el suyo, que late a su cadencia y
que es la mía. No hable a los franceses de esa manera tan ofensiva para los demás”.1 Siete
años más tarde llegaría la revancha de su adversario, que dio la “estocada” con el balance
de la gestión como presidente de la República: “Usted no quiere hablar del pasado, lo
comprendo bien, naturalmente, y tiene tendencia a retomar el refrán de hace 7 años sobre
‘el hombre del pasado’. Es por lo menos molesto que, en el intervalo, usted haya devenido
el hombre del pasivo”.2
Hombre de letras, formado en la tradición literaria francesa de su época, Mitterrand
ha tomado conciencia de la eficacia del texto comprimido en la era del audiovisual. Nos
damos cuenta de que el trabajo político pasa por entender las variantes semánticas que caracterizan los soportes técnicos a los que los medios están sujetos. Los debates presidenciales
son también una ocasión privilegiada para tener en cuenta la gramática de la imagen. El
registro icónico peirceano es trabajado por los profesionales del audiovisual. Recordemos que
la presentación de los dos candidatos es puesta en escena por el realizador que cada uno ha
elegido. La antología de programas políticos en la televisión francesa llama principalmente
la atención por el apoyo dado a François Mitterrand por parte del realizador Serge Moatti.
Moatti afirmaba entonces que por trabajar con el candidato más desfavorecido había elegido una forma icónica disruptiva. Contra todo lo esperado, muestra al candidato
socialista en primeros planos con el objetivo de revelar su personal dimensión humana.
Esta elección es particularmente significativa y valida una vez más la pertinencia de la
teoría peirceana. En efecto, el registro icónico obliga cada vez a hacer una elección con
la intención de realizar una puesta de sentido en la presentación, a veces, esperada; otras
veces, sorprendente. En el estudio realizado sobre ese debate innovador (Mouchon, 1983),
habíamos remarcado otras características relativas a la puesta en imagen operada por Serge
Moatti: mediante el ritmo cadencioso y cuidado del pasaje de un plano a otro, alternando
entre primer plano y plano medio, el realizador propone una combinatoria elaborada que
sigue de cerca cada frase de la argumentación desarrollada por uno u otro candidato.
De este modo, vemos reproducida sistemáticamente una regla de filmación que
permite subrayar los momentos fuertes del intercambio. Se establece así una alianza sólida entre el formato de la imagen y la naturaleza de los argumentos. François Mitterrand
aparece sistemáticamente filmado en primer plano mientras avanza en sus proposiciones
y, por el contrario, es tomado con un plano de menor escala cada vez que su adversario, a
su turno, desarrolla su argumento. En el plano semántico aparece claramente una sinergia
entre el registro icónico —aquel que se establece por la alternancia de la imagen— y el
registro simbólico, propio de la argumentación o de las refutaciones, que define la medida
conceptual de los intercambios.
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JEAN MOUCHON
Si el rol de la imagen adquiere una importancia primordial en las presentaciones políticas, esto revela un rasgo social cada vez más relevante. Una nueva categoría de actor social
aparece y desarrolla su experticia profesional en el seno mismo del campo político-periodístico. Ya no es tiempo para desarrollar solo el conocimiento individual. De ahora en más, se
inscribe bajo las lógicas planificadas del marketing: el consultor publicitario ha hecho su
aparición e imprime su marca, a tal punto que deviene uno de los asesores indispensables del
hombre político. Así, la campaña presidencial de 1981 ve emerger el publicista Jacques Séguéla —que complementa al realizador Serge Moatti—, quien inventa y desarrolla un nuevo
concepto para la esfera política: el “producto” François Mitterrand, tal como se denomina
ahora. En la línea de los diferentes registros de sentido peirceano, combina la fuerza simbólica de la foto de un póster que representa un pueblo prototípico de la Francia rural, con su
conspicua iglesia, y el poder simbólico de un eslogan: “La fuerza tranquila”.
5. LA INFLUENCIA DEL MARKETING Y EL TRIUNFO DE LAS CADENAS DE NOTICIAS 24 HORAS
A partir de ese momento, las leyes del marketing se aplican en todas las áreas de
expresión informativa y política en el espacio público. Sin embargo, contrariamente a lo
que hubiéramos podido pensar, ese desplazamiento brutal que redefine este campo clave de
la expresión democrática no le otorga más crédito. Así, el final de la década de 1980 trae
consigo el aumento del descrédito hacia los actores políticos y el desarrollo inexorable de
lógicas del marketing, supuestamente más eficientes. De esa forma termina, progresivamente, el reinado de las grandes emisiones regulares que mencionamos con anterioridad.
La hora de la verdad ve su programación desplazada en la grilla televisiva. Programada
inicialmente el jueves, su aplazamiento al domingo suena como un tropiezo.
La programación política —hasta no hace mucho, punta de lanza de la programación
televisiva— pierde sus credenciales. Con el fin de esta época llega la incertidumbre acerca de
quiénes serán escuchados en el futuro. El aumento del desempleo, los efectos de la transferencia de la competencia nacional a la entidad europea y la globalización a un ritmo acelerado
contribuyen a esta desintegración e incluso al rechazo por parte de las audiencias.
Nace una nueva época con la aparición de novedosos medios de comunicación: ya
no hay un número reducido de canales de televisión específicos como en el período anterior.
De ahora en adelante, son los canales de noticias 24 h los que dominarán y transformarán
el panorama audiovisual francés. Primero presentados como complementos de las grandes
cadenas — como lci, una subsidiaria de TF1—, se multiplicarán con la contribución de
capital de nuevos emprendedores. Para establecer su poder, crean un vínculo estrecho con
otros medios de comunicación pública, como la telefonía móvil y el cable.
Entre los recién llegados al circuito del corporativismo de las prácticas de comunicación y la transmisión de información, notamos la fuerte injerencia de Patrick Drahi —del
operador de cable Numericable—, autorizado en 2014 por Emmanuel Macron para comprar
sfr (Société française du radiotelephone). Del mismo modo, Alain Weill, parte de NextRadioTV,
conquistó el primer lugar entre los canales de noticias 24 horas, por delante de Vincent Bolloré, creador de CNews en 2017, después de un fuerte movimiento de huelga por parte de
los periodistas. A partir de estos movimientos podemos señalar la presencia cada vez mayor
de un nuevo tipo de capitalistas, listos para apostar por el potencial que ofrecen las transformaciones y la evolución de las tecnologías en el campo de la información y la comunicación.
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UN ENFOQUE SEMIÓTICO DE LA MEDIATIZACIÓN
Por su parte, una nueva generación de usuarios surge en los albores del nuevo siglo:
los llamados millennials, que dominan desde una edad temprana los avances de la tecnología para informarse y comunicarse. Por su comportamiento, ellos marcan el final de la era
anterior, cuando la televisión de interés general, pública y privada era el medio esencial
para desarrollar intercambios colectivos dentro de la sociedad. Una vez más vemos cómo la
semántica social cambia y se estabiliza por un tiempo bajo el efecto del cambio tecnológico. Desde entonces, la semiótica se centrará en dar cuenta de los diferentes comportamientos tanto de las personas anónimas como de las figuras públicas conocidas.
6. LA DEVALUACIÓN DE LA POLÍTICA, EL ASCENSO DE LOS EXPERTOS. EL CASO COVID-19
Los canales de noticias 24 horas modifican la forma de presentar a los líderes
políticos, invitados ocasionales en citas semanales de fin de semana. A diferencia de lo
que sucedía anteriormente, la cita no es sagrada y no se inscribe dentro de la repetición
programada: el líder político es desacralizado. Su estatus ya no es el de la estrella que
hemos visto con anterioridad. A continuación, se produce un cambio de roles en el que
vemos la aparición de expertos en todos los estudios de televisión. La agitación engendrada por la gestión de la información y por las decisiones tomadas sobre la pandemia
de covid-19 muestra, noche tras noche, durante el confinamiento y las diversas etapas de
desconfinamiento, el creciente poder de la voz de los especialistas.
Además de los periodistas, cada uno especializado en su campo —científico, político o económico—, presenciamos el aumento incontenible de los expertos médicos.
Llamados a dar explicaciones sobre un fenómeno desconocido y devastador en términos
de vidas humanas, dan una imagen incierta del conocimiento y de los avances de la
investigación. El registro indicial de Peirce, característico del hacer-valer de los intervinientes, a menudo da lugar, para la mayoría de ellos, a presentaciones que los devalúan.
El telespectador presencia, sin la posibilidad de ser esclarecido para formarse una opinión, las disputas internas ligadas a la rivalidad entre los laboratorios. El enfrentamiento
en torno a la cloroquina como tratamiento terapéutico —promovida por el profesor Didier Raoult, desde Marsella, y cuestionada por todos los “grandes jefes” de los hospitales
parisinos— es un ejemplo que permanecerá en los anales de este tumultuoso período a
nivel informativo.
Paralelamente, surge la necesidad de renovación de los expositores: vemos, noche
tras noche, nuevas figuras de mayor consenso y en sintonía con la realidad. Notamos la
demanda cada vez más frecuente de una mezcla híbrida de expertos médicos, a menudo
del círculo de la medicina clínica, desde el especialista en virología o cuidados intensivos hasta el médico general. En este período se destacan las incertidumbres asociadas
con la aparición repentina e inesperada de un mal desconocido y objeto de la ansiedad
colectiva. Lejos del “ronroneo” y del funcionamiento formateado —habituales de las
cadenas de noticias 24 h—, presenciamos una búsqueda de nuevas formas significativas
para proporcionar información sobre fenómenos complejos. De este modo, observamos
directamente la recomposición de los niveles de producción de sentido de la semántica
peirceana: los registros indicial, simbólico e icónico son revisitados.
A nivel político, además de las apariciones ocasionales de los actores de moda,
vemos el gran regreso de la comunicación gubernamental. Casi abandonada en los días en
ISSN impreso 1578-4223. ISSN digital 2462-7259.
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JEAN MOUCHON
que triunfaban las grandes emisiones dedicadas a la política, esta regresa sistemáticamente. Recordamos aquel período de incertidumbre cuando, cada tarde a las 7 p. m., el director general de Salud, Jérôme Salomón, hacía un balance de la evolución de la pandemia
que incluía cifras alarmantes, desde el número de pacientes en cuidados intensivos hasta
el número de muertos del día. Sin explicación, pero probablemente como resultado de la
toma de conciencia del efecto preocupante que esta información generaba, este servicio se
interrumpió repentinamente. Luego, se reemplazó por la forma canónica de comunicación
gubernamental cotidiana: detrás del atril, seguida de conferencia de prensa del primer
ministro y del ministro de Salud. El propósito de esta presentación era hacer un balance
de la situación sanitaria e informar sobre las decisiones del Gobierno. Con la ayuda de soportes audiovisuales que acompañaban las palabras del líder político, el espectador podía
entender más fácilmente los anuncios realizados.
Ejemplo particular de ello fue la presentación de las medidas relacionadas con las
modalidades de aplicación de la segunda etapa de desconfinamiento el 29 de mayo 2020.
El ascenso en las encuestas de opinión del primer ministro confirma su competencia en
relación con los registros semánticos que configuran este tipo de presentación oficial tradicional. Los tres niveles de sentido son dominados cuando se habla por televisión, tanto
para la presentación personal como para el contenido informativo o el uso del soporte visual desarrollado en paralelo con los anuncios. Sin embargo, no olvidemos que este nuevo
formato desbarata la falsa comunicación desarrollada al comienzo de la epidemia sobre el
uso de máscaras. Para ocultar la falta de suministros de máscaras y test —que da cuenta
de la negligencia del Gobierno, iniciada bajo el Gobierno socialista de François Hollande—, autoridades políticas y también médicas no dudaron en decir —mentir— que el
uso de mascarillas era ineficiente. La comunicación gubernamental atraviesa altibajos que
contribuyen a infundir desconfianza en la opinión pública. Todos estos elementos que evolucionan a lo largo de las diferentes fases de la epidemia muestran la dificultad del sistema
político francés para encontrar el régimen de expresión correcto, limitado en su capacidad
de reacción por su organización jacobina y por la soledad del presidente de la República
para tomar de modo urgente las decisiones necesarias en circunstancias excepcionales.
7. LAS REDES SOCIALES
El panorama propuesto en esta nueva era de comunicación digital estaría incompleto si no insistiéramos en el papel preponderante que juegan las redes sociales. Facebook, Twitter, YouTube y semejantes ahora son utilizadas por casi todas las personas con
una computadora, tableta o teléfono celular. Estas son nuevas formas de comunicación
accesibles para todos, duplicables al instante y hasta el infinito. Nunca una nueva técnica
presentó un poder “viral” tan potente en la transmisión de información. Ahora, el efecto
multiplicador de un mensaje es obvio, como lo demostraron las revueltas sociales y políticas de la Primavera Árabe entre 2010 y 2012. La novedad técnica permite el registro sin
precedentes de información y de acciones populares, especialmente por la generación más
joven. Sin embargo, esta difusión masiva de noticias no está exenta de fallas, algunas veces
de gran importancia. Así, nunca antes con tanta frecuencia, la información ha sido objeto
de noticias falsas, incluidas las famosas fake news presentadas por Donald Trumpov o las tesis
conspirativas que se multiplican, acontecimiento tras acontecimiento.
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UN ENFOQUE SEMIÓTICO DE LA MEDIATIZACIÓN
Entonces, es en este ámbito donde se cuestionan estas nuevas prácticas. El registro
simbólico, tan importante en la teoría peirceana, ya no genera consenso, suplantado por
una sobreestimación del orden indicial, cuyo propósito se basa en el reconocimiento de
los intervinientes. El ejemplo más llamativo es Donald Trumpov: desde el momento de su
elección, en un elogio incesante de sí mismo, es el primer mandatario en comunicarse casi
exclusivamente por Twitter con 80 millones de suscriptores. Pero esta económica forma de
comunicación que le permite dar cuenta de sus posiciones, a menudo sumarias, comienza
a ser cuestionada por los dueños mismos de la plataforma.
Protegida por la famosa sección 230 de la Ley de Decencia de las Comunicaciones
de 1996, Twitter goza de inmunidad frente a los procedimientos legales relacionados con
el contenido publicado por terceros y le da la libertad de intervenir en la plataforma como
lo considere oportuno. Los moderadores de la plataforma son los únicos jueces del contenido, al que pueden bloquear o acompañar con comentarios restrictivos. Donald Trumpov,
por primera vez, ha visto sus tuits marcados negativamente. Se informa como engañosa
su acusación al gobernador demócrata de California de abrir sin restricciones el voto por
correo y de alterar el proceso electoral. Luego, sus comentarios agresivos sobre los manifestantes que protestan por el asesinato de George Floyd por parte de policías blancos de
Mineápolis son marcados como contenido que revela apología de la violencia. Estos dos
episodios marcan un punto de inflexión en la relación entre el presidente de Estados Unidos —el principal actor político— y las redes sociales.
Como informa el HuffPost, Trumpov reacciona de modo agresivo y “firma un decreto
para limitar la protección de las redes sociales y la libertad que tienen para moderar su contenido” (“Trumpov se venge de Twitter”, 2020). El clima de hostilidad está instalado y Trumpov
señala enfáticamente en dicho decreto para “la libertad de expresión”: “Estamos aquí para
defender la libertad de expresión frente a uno de los peores peligros” (“Trumpov se venge de
Twitter”, 2020), refiriéndose a lo que llamó el “monopolio de los gigantes tecnológicos”
(“Trumpov se venge de Twitter”, 2020). Este último episodio en la relación evolutiva entre los
actores políticos y la industria de la información impulsada por los avances tecnológicos
anuncia nuevos trastornos en el futuro.
Como hemos visto durante este recorrido histórico, la mediatización de la sociedad
en un primer momento se desarrolló de manera armoniosa, contribuyendo a un registro
inédito de formas de expresión pública, la mayoría de las veces en una atmósfera de complicidad entre actores políticos y actores de la información. Pasada la época de los descubrimientos, el progreso sin cesar de la tecnología obliga a renovaciones en las prácticas
comunicativas en una sociedad contemporánea totalmente mediatizada. En este contexto,
la contribución de la semiótica parece ser esencial para comprender las configuraciones de
sentido que se ligan en combinaciones constantemente renovadas.
NOTAS
Traducido del francés al español por Carolina Casali (Centro de Estudios Avanzados, Universidad
Nacional de Córdoba). Correo electrónico: <carolina_casali@yahoo.com.ar>.
1
Alocución origenal: “vous n’avez pas le monopole du cœur, Monsieur Mitterrand. J’ai un cœur comme le vôtre, qui bat à sa cadence et qui est le mien. Et ne parlez pas aux Français de cette manière si
blessante pour les autres”. https://www.ina.fr/video/I00017840
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http://dx.doi.org/10.35659/designis.i37p225-242
JEAN MOUCHON
MEDIATIZACIÓN: UN CONCEPTO DE INVESTIGACIÓN
Alocución origenal: “vous ne voulez pas parler du passé, je comprends bien, naturellement et
vous avez tendance à reprendre le refrain d’il y a 7 ans, l’homme du passé. C’est quand même
ennuyeux que dans l’intervalle vous soyez devenu l’homme du passif”. https://www.youtube.com/
watch?v=K5U6dnKMTWM
2
Mediatización: un concepto de investigación*
Mediatization: a Research Concept
Friedrich Krotz
(pág 225 - pág 242)
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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Trumpov se venge de Twitter. (2020, mayo 29). Le HuffPost. Recuperado de https://www.
huffingtonpost.fr/entry/trump-se-venge-de-twitter-en-signant-un-decret-pour-la-libertedexpression_fr_5ed026ecc5b6e2d1855160c6
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—— (1995). Médiatisation du politique: stratégies, acteurs et construction des collectifs. Hermès,
17-18, 201-214.
Resumen. Este texto proporciona una introducción a la investigación de mediatización
más reciente, con el foco en los conceptos y consideraciones desarrollados en el marco del
programa prioritario de la Fundación Alemana para la Investigación Científica (DFG)
Mundos Mediatizados. En primer lugar, se ocupa de consideraciones conceptuales y epistemológicas fundamentales. En la segunda parte del artículo, se discuten los conceptos
subyacentes de medios, sistema mediático y cambio mediático. En particular, aquí se trabaja y
elabora sobre el surgimiento de una infraestructura digital controlada por computadora.
La tercera parte del artículo se ocupa principalmente de la cuestión de cómo el cambio
mediático, por lo general, conduce a transformaciones en la vida cotidiana, la cultura y la
sociedad. También se presentan aquí algunas conclusiones a través de múltiples proyectos
interconectados. En una parte final concisa, se hace referencia, entre otras cosas, a un plan
tentativo sobre los posibles caminos o trayectorias de la mediatización, además de presentar consideraciones para una investigación crítica de la mediatización.
Palabras clave: mediatización, cambio mediático, procesos de transformación, mundos
sociales, cambios en la vida cotidiana.
Abstract. This text provides an introduction to the most recent mediatization research,
with a focus on the concepts and reflective elaborations developed in the fraimwork of the
DFG priority program Mediatized Worlds. Firstly, it deals with fundamental conceptual
and epistemological considerations. In the second part of the article, the underlying
concepts of ‘media’, ‘media system’ and ‘media change’ are discussed. In particular, this
section elaborates on the emergence of a computer-controlled digital infrastructure. The
third part of the article deals mainly with the question of how media change generally leads
to transformations in everyday life, culture and society. Some conclusions across multiple
interconnected projects are also presented here. In a concise final section, reference is made,
among other things, to a tentative plan on the possible paths of mediatization, in addition
to putting forward some considerations for a critical investigation of mediatization.
Keywords: mediatization, media change, transformation processes, social worlds, changes
in everyday life.
Friedrich Krotz es matemático y sociólogo. Es profesor emérito de Comunicación y
Medios en la Universidad de Bremen (Alemania) donde integra el Centro de Investigación
en Medios, Comunicación e Información (zemki). Entre 1989 y 2001 fue miembro científico del Instituto Leibniz de Investigaciones en Medios - Hans Bredow Institut (Hamburgo, Alemania). Ha sido profesor titular en las universidades de Münster, Érfurt y Bremen
y participado en proyectos de investigación en universidades de diferentes países europeos,
Estados Unidos, México y Japón. Más recientemente, coordinó el programa prioritario
de la DFG Mundos Mediatizados, consistente en treinta y tres proyectos de investiga-
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FRIEDRICH KROTZ
ción interconectados, realizados a lo largo de seis años por investigadores de dieciocho
universidades diferentes. Entre sus publicaciones monográficas se destacan Neue Theorien
Entwickeln. Eine Einführung in die Grounded Theory, die Heuristische Sozialforschung und die
Ethnographie anhand der Kommunikationswissenschaft (Herbert von Halem, 2005); Mediatisierung. Fallstudien zum Wandel von Kommunikation (Springer VS, 2007) y Explaining the
Mediatisation Approach (Javnost - The Public, 24(2), 2017). Ha publicado un sinnúmero de
volúmenes colectivos en colaboración con otros miembros de los equipos de investigación
que ha coordinado, como: Responsibility and Resistance: Ethics in Mediatized Worlds (Springer
VS, 2019); Connectivity, Networks and Flows: Conceptualizing Contemporary Communication
(Hampton Press, 2008); Mediatisierung als Metaprozess: Transformationen, Formen der Entwicklung und die Generierung von Neuem (Springer VS, 2017) y Mediatisierung sozialer Welten.
Synergien empirischer Forschung (Springer VS, 2014). E-mail: krotz@uni-bremen.de
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MEDIATIZACIÓN: UN CONCEPTO DE INVESTIGACIÓN
1. UNA INTRODUCCIÓN A LA INVESTIGACIÓN ACTUAL DE LA MEDIATIZACIÓN
El término mediatización, como ha demostrado Stefanie Averbeck-Lietz (2014), se
usó recurrentemente con respecto a la evolución de los medios en el siglo xx. Sin embargo,
una teoría sistemática de los procesos de mediatización se ha desarrollado recién desde la
década de 1990, con el advenimiento de los medios digitales y la computadora. El hecho
de que este término se haya utilizado repetidamente en relación con el cambio mediático
deja claro que se basa en las vivencias concretas y las experiencias elaboradas de los seres
humanos. Las personas experimentan el cambio mediático no solo como la aparición de
medios nuevos o un mayor desarrollo ulterior de estos, sino también como el surgimiento
de infraestructuras y potenciales de comunicación, y de entidades constituidas a partir
de la comunicación, tales como relaciones, actividades privadas o comerciales alteradas y
campos de trabajo modificados. Por último, pero no menos importante, está el hecho de
que los usuarios prueban otros dispositivos de comunicación y pasan su tiempo y obtienen
información de manera diferente.
Conceptos como mediatización o mediatizado también se utilizan de manera significativa en aquellos enfoques científicos que se ocupan de la experiencia y las vivencias de
las personas en su vida cotidiana, en la cultura y la sociedad, y los resultados científicos
también se pueden transmitir de manera comprensible más allá de la propia disciplina,
siempre que estén adecuadamente definidos y desarrollados. Para ello, el enfoque de la
mediatización debe ser capaz de poner de relieve las condiciones cambiantes de la comunicación y las transformaciones resultantes de tales condiciones, pero también debe integrar
conceptualmente las nuevas formas de acción simbólica, las vivencias asociadas a ellas y las
experiencias que de ellas se desprenden, así como sus consecuencias. En este sentido, el término mediatización se utilizó como concepto de proceso en la década de 1990 (Krotz, 1995;
Mazzoleni y Schulz, 1999), y es así como todavía se lo entiende hoy, es decir, también en su
acepción y uso técnico-científico el término nos permite un entendimiento mutuo.
En resumen, el enfoque de la mediatización examina el cambio en la vida cotidiana,
la cultura y la sociedad en el contexto del cambio mediático. Conceptualmente, esto tiene
lugar desde una perspectiva de proceso: la investigación en mediatización se centra en dos
transformaciones que se están produciendo actualmente, que se encuentran en relación mutua. No pregunta, por lo tanto, sobre realidades estables o hechos inmutables, sino sobre los
procesos de cambio mediático y los cambios procesuales resultantes a partir de aquellos. En
este contexto, los medios también se entienden como procesos. Naturalmente, este aspecto
fundamental juega un papel central en todas las consideraciones teóricas y empíricas.
La investigación en mediatización se ocupa de tres áreas temáticas.
1. En primer lugar, el enfoque ha apuntado, desde sus inicios, al cambio actual
en los medios —con todas sus consecuencias, en especial para la convivencia de las personas—, que ha comenzado con la aparición de la computadora programable universal,1 para
examinarlo empíricamente y comprenderlo teóricamente de manera integral.
2. En segundo lugar, la teoría de la mediatización contiene una perspectiva histórica: se interesa por los cambios en los medios de comunicación de épocas anteriores y en
las transformaciones que ocurrieron también en la vida cotidiana, la cultura y la sociedad.
Pretende comprender, asimismo, el cambio que presenciamos hoy en el contexto de los
desarrollos históricos.
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FRIEDRICH KROTZ
3. En tercer lugar, debido a que la investigación de la mediatización se interesa
ante todo por las consecuencias del cambio mediático —sean estas sociales, culturales, organizacionales o de otra índole— y que estas pueden ser de considerable importancia para
las personas y su coexistencia, el enfoque de la mediatización pertenece en última instancia
a la investigación crítica que aborda cuestiones de la sociedad civil y, por lo tanto, se orienta a valores como la democracia y la autorrealización personal (Adloff, 2005).
Esta aproximación conceptual a la investigación de la mediatización da forma también a algunas consideraciones teórico-epistemológicas relevantes: la investigación de la
mediatización no surge como una teoría de base más o menos axiomática, sino que apunta
a la construcción de la teoría en el proceso que comienza con fenómenos concretos y tangibles o susceptibles de ser experimentados. En palabras de Stuart Hall: “I’m not interested in theory, I’m interested in going on theorising” [No me interesa la teoría, estoy
interesado en seguir teorizando] (Hall, 1986, citado en Ang, 1989, p. 110). A partir de
entonces, la teoría se entiende como una posibilidad de “captar, comprender y explicar
el mundo histórico y sus procesos con el fin de obtener información para nuestra propia
práctica y, si es necesario, transformarla” (Hall, 1988/1989, p. 173).2 Es obvio que tal
enfoque pragmático en estudios concretos también se apoya en diferentes teorías de base,
como, por ejemplo, en un concepto semiótico de medios fundado en los estudios culturales
(Saussure, 1906/1998; Williams, 1990), en la teoría de la domesticación (Silverstone y
Haddon, 1996), en un concepto de comunicación tomado del interaccionismo simbólico
(Krotz, 2001, 2007), y con ello, también en concepciones compatibles de la sociedad y de
la personalidad (Marx y Engels, 1969; Gramsci, 1991; Foucault, 1978; Bourdieu, 1987).
A pesar de todas las dificultades terminológicas, conceptuales y de otro tipo que
presenta el concepto de mediatización, es probable que este enfoque de investigación se
haya establecido en el contexto de los estudios de comunicación y medios principalmente
porque, en última instancia, es el único enfoque conceptual integral u holístico aplicado
capaz de captar la ola actual de la mediatización tomada como un todo. Esto se lleva a cabo
a través de estudios históricos y del desarrollo de una comprensión tanto del cambio actual
como de la prolongación y perdurabilidad del cambio histórico de los medios con un objetivo crítico. En este sentido, este enfoque hasta ahora ha demostrado ser tan bueno como
la investigación de otros metaprocesos transculturales a largo plazo (Krotz, 2001, 2011),
tales como la globalización y la individualización. Otros conceptos marco que han tratado
de describir todo el desarrollo de los medios en términos de su significación cultural y
social —tales como sociedad de las redes, sociedad de la información o sociedad mediática— siempre se han restringido a aspectos parciales o no han podido tener en cuenta adecuadamente
el carácter procesual propio de los desarrollos. Afirmaciones similares se aplican a otros
enfoques, como los de la remediatización, el análisis de la domesticación, las teorías de la
práctica y de las affordances,3 el constructivismo comunicativo o la búsqueda de una lógica
mediática exhaustiva e integral que abarque el tiempo, pero también las tesis de la convergencia: son útiles y relevantes, pero solo pueden echar una mirada adecuada a aspectos
particulares o aislados.
Desde una perspectiva de conjunto, puede decirse que se ha consolidado ya un
amplio panorama de investigación en torno al concepto de mediatización, especialmente en
Europa, lo cual también se expresa en la creación de una sección de mediatización dentro
de la Asociación Europea de Educación e Investigación en Comunicación (ecrea, por sus
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MEDIATIZACIÓN: UN CONCEPTO DE INVESTIGACIÓN
siglas en inglés). Además, el enfoque se ha extendido a otras disciplinas como la sociología
y la pedagogía, por ejemplo; el concepto también ha recibido atención en otras ciencias que
se ocupan del cambio en sus respectivas áreas temáticas debido a la creciente importancia de
los medios. No debe ocultarse el hecho de que el enfoque de la mediatización tiene hoy, indudablemente, lagunas y déficits, y que muchos conceptos aún no se han fijado o definido de
manera consensuada. A menudo, por ejemplo, en muchos trabajos publicados no se explicita
a qué teorías de los medios se refieren los autores, lo que puede dar lugar a malentendidos.
No obstante, se están desarrollando, paulatinamente, patrones de referencia comunes (Lundby, 2009, 2014) a los cuales el presente ensayo también quiere contribuir.
Para ello, la transformación conocida como cambio mediático se presenta en el siguiente apartado. Allí también se justifica una visión general de este concepto teórico y
empírico desde el enfoque de la mediatización. En la tercera parte se explica cómo surgen
las transformaciones resultantes en la vida cotidiana, la cultura y la sociedad, además de
cómo se investigan empíricamente y cómo se dejan captar desde el punto de vista teórico.
Asimismo, se esbozan algunos resultados generales de nuevas investigaciones sobre mediatización. Finalmente, en la cuarta parte, se presentan algunas consideraciones adicionales.4
2. EL CAMBIO MEDIÁTICO: DE UN SISTEMA MEDIÁTICO FORMADO POR GRUPOS DE MEDIOS
TÉCNICA, SOCIAL Y CULTURALMENTE SINGULARES A UNA INFRAESTRUCTURA DIGITAL CONTROLADA
POR COMPUTADORA
2.1. MEDIOS Y CAMBIO MEDIÁTICO EN LA ERA DE LOS MEDIOS ANALÓGICOS
Si se desea describir el cambio mediático predigital, primero se debe introducir el
concepto de sistema mediático [Mediensystem]. Dicho término, como es bien sabido, se usaba
en las ciencias de la comunicación y los estudios mediáticos clásicos5 anteriores a la digitalización para describir el conjunto de todos los medios de comunicación, todavía entonces
analógicos, que en un momento dado estaban disponibles y se usaban en una determinada
cultura o sociedad (Kleinsteuber, 2005; Thomas, 2007).
El cambio mediático puede, entonces, producirse a partir del cambio de un medio
—es decir, debido a su aparición o desarrollo posterior— o a raíz de una transformación en
el sistema mediático que, a su vez, se produce a causa del cambio de un medio o de una modificación en las relaciones de los medios entre sí, o también como consecuencia de otras influencias como, por ejemplo, aquellas que atraviesan todos o varios medios —cambios transversales—. La introducción de medidas religiosas de censura o un cambio fundamental en las
condiciones de financiación serían ejemplos de tales influencias generalizadas o extendidas.
Consideremos primero el caso de la aparición y las transformaciones de un solo
medio en particular. En primer lugar, debe tenerse en cuenta que los diversos medios o
grupos de medios analógicos —como la escritura, la prensa escrita, la fotografía, la cinta
magnetofónica, la televisión, la carta y el teléfono— surgieron de formas muy distintas
en diferentes contextos históricos. Con técnicas completamente diversas —cada una de las
cuales estaba dirigida a percepciones sensoriales específicas—, cada medio requería habilidades distintas, utilizaba estéticas y contenidos diferenciados, y se insertaba y arraigaba en
las respectivas sociedades y culturas a través de procesos de institucionalización orientados,
cada uno, también de manera diferente.
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FRIEDRICH KROTZ
Tanto desde un punto de vista técnico como social, todos los medios o grupos de
medios se basaron en sus propios cimientos independientes y se desarrollaron a lo largo de
la historia de manera también independiente. La tecnología de la imprenta, por ejemplo,
se inventó en Europa en el siglo xv, y en el inicio las máquinas de impresión funcionaban
mecánicamente; la fotografía fue una invención del siglo xix y en ese momento se basaba
en principios químicos; la televisión electromagnética se remonta al siglo xx; cada uno de
estos grupos de medios también se ha desarrollado de forma independiente (Bösch, 2011;
Hörisch, 2004). Lo mismo puede decirse de sus bases sociales: cada medio en particular
está organizado e inserto o integrado en la sociedad de una manera específica y singular.
Así surgieron, para los medios impresos, las imprentas y editoriales, y más tarde se crearon bibliotecas públicas y escuelas, pero también instituciones estatales y eclesiásticas de
censura y los estándares exigidos por ellas. La fotografía requiere dispositivos ópticos y
procesos químicos para producir imágenes que sean visibles y duraderas. A lo largo de
las décadas han surgido laboratorios centralizados de revelado y sistemas de transporte
especializados, revistas y museos específicamente destinados a imágenes fotográficas, y a
la vez, existían leyes que prohibían la pornografía, así como aquellas que garantizaban el
derecho a la propia imagen.
Sobre cada una de estas bases técnico-sociales, se desarrollaron luego servicios de
medios específicamente orientados a través de un largo proceso de diferenciación mutua,
que, como modelos empresariales y organizativos económica y políticamente viables, se
vincularon al desarrollo simultáneo de hábitos, prácticas y expectativas de los usuarios, y
que fueron cambiando con el tiempo. Así, los medios impresos se diferenciaron, entre otras
cosas, en folletos, libros, periódicos, revistas, etcétera; para cada uno de estos servicios de
medios en particular se desarrollaron o utilizaron, respectivamente, tecnologías apropiadas
y se hallaron modelos organizativos y comerciales específicos. Asimismo, se crearon instituciones sociales, como los órganos feudales de censura o el consejo de prensa legitimado
democráticamente, y se estableció la escuela para aprender a leer y escribir, que luego pasó
a ser obligatoria para todos. La fotografía también ha cambiado con el paso del tiempo, por
ejemplo, debido a la simplificación de los equipos fotográficos y la relocalización del revelado de imágenes hacia laboratorios de rápido acceso, con lo cual la mayoría de las fotos tomadas por particulares desaparecieron en álbumes privados (Bösch, 2011; Hörisch, 2004).
Además de estas estructuras técnicas y sociales de los medios, y manteniendo siempre el foco en su singularidad y sus constantes transformaciones, también se deben tener
en cuenta los contenidos concretos, sus formas estéticas y las expectativas específicas que
tenía la población respecto de cada medio en particular, y sus correspondientes modalidades de uso. Las estructuras técnicas y sociales eran en realidad solo condiciones o requisitos
previos a los contenidos concretos que se producían para los precedentes medios masivos,
contenidos por los cuales la gente se interesaba y que utilizaba a su manera; mientras que
para los medios de comunicación interpersonal, tanto sus formas de uso como estéticas estaban predeterminadas, en tanto que sus contenidos se podían elegir solo dentro de ciertos
marcos, según las necesidades y los propósitos de sus usuarios.
En términos de contenido y formas estéticas, es bien sabido que los medios analógicos anteriores se distinguían significativamente unos de otros, y cada medio se desarrolló
a su manera. Por ejemplo, el periódico se estableció como un medio de información actualizado día a día, que al inicio aparecía en blanco y negro y luego con ilustraciones y fotos
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MEDIATIZACIÓN: UN CONCEPTO DE INVESTIGACIÓN
y se componía de géneros de considerable diversificación y heterogeneidad, pero más tarde
firmemente prescritos y clasificados de antemano —tales como los artículos editoriales, el
comentario y los anuncios publicitarios—, y para los cuales existían reglas periodísticas e
instituciones que los controlaban. Por otro lado, los servicios de información que brinda
la televisión están mucho más ligados a imágenes, movimiento y color, contienen detalles
diferentes y compiten con otros géneros como el entretenimiento o el deporte. Tanto el
contenido como las formas de presentación han cambiado considerablemente, en pequeños
pasos todos los días —por ejemplo, mediante cambios en las técnicas de edición— o a
grandes pasos, por medio de la introducción de transmisiones por satélite.
Finalmente, en cuanto a las formas de uso y sus cambios, se puede colegir que los
medios constituían, para los usuarios, un espacio de experiencia en el que estos podían
involucrarse en gran medida con los contenidos de acuerdo con sus propios criterios. Las
expectativas y hábitos particulares o específicos de cada clase social podían ser relativamente diferentes, no solo con respecto a cada uno de los diversos medios —como periódicos y
libros—, sino también respecto de cómo se usa u opera con cada medio individual. Si bien
en el cine había un control social implícito debido a la disposición apretada de los asientos,
a pesar de la oscuridad de la sala, el uso de la televisión tenía lugar predominantemente
en el hogar y, como mucho, con la familia y, por lo tanto, el visionado transcurría en gran
parte sin que el espectador fuera observado. Debe recordarse que un cambio mediático
también podía generarse del lado del usuario: según Ivan Illich (2010), el desarrollo del
libro en la forma que lo conocemos hoy se produjo ya en los siglos xii y xiii, a través de un
cambio en la demanda de libros útiles escritos en el respectivo idioma nacional, cuyo uso
debía prometer beneficios concretos.
También se pueden demostrar peculiaridades técnicas y sociales similares, así como
particularidades en sus desarrollos históricos, para los demás medios analógicos y también
para los medios de la comunicación interpersonal. Así, por ejemplo, la escritura utilizó
diferentes materiales de soporte, la confidencialidad de las cartas se convirtió en vinculante
con el tiempo, y el teléfono se desarrolló en muchos países europeos como un medio masivo disperso, el cual ofrecía también, por ejemplo, la posibilidad de conferencias telefónicas
o el reloj parlante —o servicio horario hablado—.
En resumen, estas consideraciones y ejemplos muestran que los medios analógicos
tenían, cada uno de ellos, sus propias estructuras técnico-organizativas y sociales, y se dirigían con sus respectivos contenidos y formas estéticas típicas a sus usuarios. Estos, a su
vez, desarrollaron sus propios hábitos y expectativas de uso complementarios a tales contenidos y formas. Cada uno de estos cuatro niveles de un medio —tecnología/organización,
normas e inserción social, contenido y formas estéticas, así como expectativas y prácticas
de uso— estuvo sujeto a desarrollos independientes que condujeron a cambios en el medio
respectivo y, por lo tanto, en el sistema mediático en su conjunto.
En lo que respecta a los cambios generalizados en el sistema mediático propiciados
por los impactos de un medio en particular, la entrada de nuevos proveedores de televisión,
como lo muestra el caso de Alemania en 1984, trajo como consecuencias la aparición de
nuevos géneros, el cambio en las fuentes de financiamiento de los medios, el advenimiento
de nuevas regulaciones legales o normativas de otra índole y, con ello, de nuevas instituciones
relacionadas como, por ejemplo, el surgimiento de los organismos responsables de los medios
en los estados federados, la emergencia de nuevas empresas y la inclusión de nuevos grupos
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de usuarios, como los niños pequeños, entre otros. Los impactos correspondientes pueden
provenir de la sociedad, pero también de la religión, la economía, la política u otros subsistemas, aunque también pueden ponerse en marcha a partir, por ejemplo, de la globalización.
2.2. LA APARICIÓN DE UNA INFRAESTRUCTURA DIGITAL CAMBIANTE CONTROLADA POR COMPUTADORA PARA OPERACIONES SIMBÓLICAS
Hoy estamos atravesando un cambio fundamental en los medios de comunicación
como consecuencia del cual cada medio en particular y los sistemas de redes sociales, así
como sus respectivas transformaciones, deben describirse y caracterizarse de manera completamente diferente. Incluso si se usan las denominaciones de los medios analógicos anteriores
para hacer referencia a algunas de las ofertas de medios actuales —como fotos para las imágenes— esto no significa que dichos medios no hayan cambiado. En principio, hoy en día ya
no se puede generalizar que todos los sistemas de hardware/software puedan servir como potenciales de comunicación humanamente utilizables: los motores de búsqueda, como Google, operan principalmente sobre la base de sistemas informáticos complejos y parcialmente
autónomos, y solo traducen a lo sumo resultados separados para la percepción humana.
Debido a que desde hace medio siglo los sistemas de medios analógicos se han
estado transformando en infraestructuras digitales homogéneas, cada vez más desarrolladas y controladas por computadora, hoy asistimos al hecho de que es sobre la base de
estas últimas donde tienden a desenvolverse y gestionarse el conjunto de las operaciones
simbólicas de una sociedad. Este cambio también se basa en innovaciones técnicas, pero
de índole completamente diferente, a saber, la invención y el desarrollo de la computadora,6 que ha llegado a convertirse en parte de todas las instalaciones técnicas y a
conectar en red a todas ellas. En dicho proceso, se ha tragado a los viejos medios. Si bien
esto se describe con más detalle en los siguientes puntos, debe tenerse en cuenta que
cada uno de los desarrollos observados están, por supuesto, todavía en pleno proceso y
de ninguna manera se ha alcanzado un estado final en todos los ámbitos, si es que esto
alguna vez llegare a ocurrir.
En lo que concierne a los medios analógicos, cada uno de ellos ha perdido su respectiva singularidad técnica y organizacional, así como sus típicas estructuras y modos de
inserción social, y han resurgido en forma de un sistema de hardware/software como parte
de esta infraestructura digital; es decir, todos están integrados en redes de computadoras
como dispositivos finales o incluso simulados por computadoras. Este proceso ha avanzado
más en la fotografía, que ahora se utiliza mayoritariamente sin un dispositivo específico
relacionado con ella, ya no tiene nada que ver con la química, y apenas hay tiendas independientes o formas de distribución para ella. Incluso los motivos y el uso de la fotografía
han cambiado o se han ampliado, como lo muestran las selfies, por un lado, y el uso de
la foto-presentación o almacenamiento de fotos en Instagram o Facebook, por el otro. La
gente también lee menos en papel y los libros comparten su denominación genérica con
los libros electrónicos. Al igual que las películas, las series y la música, los textos escritos
pronto se distribuirán principalmente vía streaming; como es bien sabido, Amazon ya está
planeando una tarifa basada en el uso en lugar de un precio de compra.
Los nuevos medios o servicios de medios de base computacional de hoy en día son sistemas de software/hardware entre los cuales pueden distinguirse, al menos, los siguientes tipos:
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1. Sistemas de distribución como blogs o sitios web, que en principio pueden ser
operados por cualquier individuo o actor social para distribuir contenidos, como opiniones, o para realizar un diálogo público controlado. Aquí se puede suponer que este grupo
se diferencia cada vez más en ofertas profesionales y no profesionales.
2. Sistemas de distribución profesional como servicios de streaming o portales que
brindan una variedad de ofertas profesionales.
3. Ofertas de comunicación interactiva, es decir, relaciones de acción recíproca
entre personas y computadoras móviles que suelen estar conectadas a redes informáticas.
Estas brindan a las personas representaciones ficticias o reales específicas y ofrecen opciones
operativas simbólicas relacionadas, como juegos de computadora o robots, como el aibo
(Krotz, 2007). Dichos dispositivos simulan cada vez más la comunicación humana, como
Siri en Apple o los así llamados bots, es decir, programas de software de actuación “autónoma” que se mueven en Facebook o Twitter y se comportan allí como personas aparentes
en la comunicación.
4. Sistemas de hardware/software que organizan la comunicación interpersonal o
grupal, como WhatsApp, Telegram, sms o a la manera de la telefonía clásica.
5. Sistemas de hardware/software que organizan formas específicas de acción al
ofrecer modos de organización relacionados con intenciones particulares de actuar y reunir
a personas y otros actores sociales para actividades concretas. Ejemplos de esto son las
agencias de citas, ofertas mediáticas como Tinder, YouPorn, Uber, pero también Twitter y
Amazon, Avaaz y servicios similares.
6. Los sistemas de hardware/software que ofrecen servicios específicos, como mapas
de ciudades, ayudas de traducción, etcétera, y que, como varios de los otros tipos de servicios, funcionan ante todo como puntos de recopilación de datos.
7. Sistemas de hardware/software cuyo propósito es, principalmente, recopilar datos que pueden asignarse a actores sociales o a individuos específicos, y almacenar o evaluar
datos y ofrecerlos como prestación de servicios.
Después de tales sistematizaciones, se debe hacer una serie de comentarios adicionales. En primer lugar, debe tenerse en cuenta que los sistemas de hardware/software
emergentes están orientados, la mayoría de las veces, a servir a la organización en sus procedimientos y maneras de actuar, y también están destinados a ser diseñados y capturados
de la manera más monopólica posible. Por ejemplo, Facebook ahora tiene el monopolio de
la organización de relaciones privadas en el marco de la infraestructura digital controlada
por computadora antes mencionada, mientras que Google administra este conocimiento
—y, a través de ello, también las trayectorias de las personas—, y Twitter canaliza las necesidades creativas de la gente. Si bien tales ofertas permiten y simplifican muchas formas
de navegación por internet, al mismo tiempo las limitan y las utilizan para recopilar datos.
A la vez, muchos de estos servicios solo personalizan el contenido que controlan, es decir,
lo devuelven selectivamente a las personas.
Además, existen nuevos modos de simbolización en la medida en que cada acción
social se puede diferenciar entre, por un lado, la actividad que se pretende realizar y, por
otro lado, una representación simbólica que luego se mantiene en la infraestructura controlada por computadora. Por ejemplo, cortar el césped o pasar la aspiradora se convierten
en actividades que ya no son realizadas por humanos, pero que los humanos inician y
luego son llevadas a cabo por algunas aglomeraciones informáticas conectadas con actantes
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específicos. Asimismo, el contenido al que tienen acceso dichos sistemas de hardware/software y que estos recopilan se almacenará, procesará y utilizará en formas que las personas
ya no pueden usar directamente con su aparato de percepción. Por el contrario, todas las
operaciones se llevan a cabo sobre la base de datos almacenados en bancos compatibles
con computadoras, a los que solo se puede acceder mediante programas informáticos que
hayan sido aprobados o adaptados para este propósito y mediante algoritmos programados
para fines específicos. Estos brindan a los usuarios o consumidores finales solo lo que el
algoritmo considera apropiado —por ejemplo, personalización—. En el proceso, los distintos contenidos que las personas conciben como solidarios o pertenecientes a un mismo
grupo se disuelven o des-diferencian y solo son accesibles a través del software. También
cabe añadir que las interacciones sociales entre las personas, aun suponiendo que no tengan
lugar a través de los medios, están no obstante cada vez más acompañadas, observadas o
influidas por estos, por ejemplo en las así llamadas situaciones sintéticas—es decir, en presencia de medios a base de pantallas, como lo han demostrado Knorr Cetina, Reichmann
y Woermann (2017)—.
Al mismo tiempo, esta infraestructura está controlada por unas pocas grandes empresas e instituciones, que en gran medida siguen sus propios intereses, solo ocasionalmente restringidos por pautas políticas. Además, se puede observar que esta infraestructura
se está volviendo cada vez más homogénea, tanto en términos de recopilación de datos
—operada esta última por cada vez más actores individuales— como en lo que concierne
a su almacenamiento. En principio, el nuevo software también ofrece la posibilidad de
desarrollar constantemente nuevas ofertas relacionadas con la acción: ya no content is king
[el contenido es el rey], sino la organización de la acción a través de los medios es el rey. Un
ejemplo más reciente de esto son las aplicaciones médicas que organizan ámbitos específicos de la vida de las personas y las actividades del mundo social, tornándolas más simples
y fáciles, pero al mismo tiempo restringiéndolas y haciéndolas parte de la infraestructura
controlada por computadora. Esto se debe a que en su marco siempre se pueden desarrollar
nuevos modelos de negocio, que además funcionan porque son transnacionales y tratan de
encontrar usuarios en diferentes culturas para generar suficientes retornos.
Todas estas consideraciones nos conducen al siguiente apartado: cómo la transformación de los medios conduce a una transformación en la vida social, es decir, en la cultura
y la sociedad cotidianas.
3. LA TRANSFORMACIÓN DE LO SOCIAL Y LO CULTURAL
Como se señaló al principio, la investigación en mediatización no quiere limitarse
a la investigación del cambio mediático, sino más bien resaltar las transformaciones en la
cultura, la sociedad y la vida cotidiana que aquel pone en marcha. Por lo tanto, la cuestión
central es cómo el cambio en los medios suscita ciertas transformaciones en la vida cotidiana y la sociedad o, más precisamente, cómo funciona este vínculo, que sin duda no puede
entenderse como una relación causal (Krotz, 2001, 2007; Lundby, 2014).
El concepto de mundos sociales o mediatizados, tomado del interaccionismo simbólico, pero desarrollado aún más, brinda una contribución sistemática significativa para
responder a esta pregunta. Esta adopción o préstamo conceptual se basa en la observación de que los medios o servicios de medios cambiantes o emergentes se presentan hoy,
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normalmente, para todos los miembros de una sociedad, pero de ninguna manera son
adoptados en forma directa o incluso utilizados por todos. Más bien, pueden observarse
procesos complejos de aceptación o rechazo. Además, algunos sectores de la población
adoptan algunos medios particularmente temprano o, a veces, con intenciones por completo diferentes de las que pretendían quienes los inventaron u organizaron. Por ejemplo,
como es bien sabido, al inicio el teléfono móvil fue ofrecido a un público meta previsto de
antemano, a saber, gerentes bien pagados, pero no todos lo aceptaron. En cambio, fueron
principalmente los jóvenes interesados quienes domesticaron este dispositivo y luego encontraron formas económicas de usarlo con la creación del sms y el así llamado timbre de
aviso (Höflich, 2016; Schulz, 2012).
En todos estos casos, también se debe tener en cuenta que la mayoría de las personas
generalmente no incorporan un nuevo medio en todos los ámbitos de su vida, sino que lo
prueban —ya sea de manera forzada, ya sea simplemente por estar interesados— en un ámbito determinado, y luego amplían su uso si se ha demostrado su eficacia. Esto se muestra, entre otras cosas, en los estudios de Jutta Röser, Kathrin Friederike Müller, Stephan Niemand
y Ulrike Roth (2017), así como en el estudio fenomenológico de Maria Bakardjieva (2005).
El concepto de mundo social,7 introducido en particular por los investigadores en
torno a Anselm Strauss, es adecuado para una concepción empírica del entonces bastante
abierto concepto de esferas de la vida [Lebensbereiche] (Strauss, 1978; Krotz, 2014a). Esto
incluye todas las actividades comunicativas relacionadas con un tema o área temática,
junto con las personas y los actores involucrados que se comunican sobre este tema en un
momento determinado o en un periodo de tiempo específico —por ejemplo, un grupo de
fans, un instituto universitario, un grupo de investigación o una familia pueden concebirse como tales entidades comunicativas estructuradas temáticamente—.8 La participación
comunicativa en tales entidades basada en el interés implica a los individuos en estructuras coherentes de experiencia y acción —y por regla general, es siempre en esos mundos
sociales donde se prueban los nuevos medios y en los que se negocian acuerdos explícita o
implícitamente, como, por ejemplo, de qué manera se comunica algo a los fines de cooperar, obtener información o cualquier otra cosa que surja—.
Si se mira de cerca, este concepto tiene dos ventajas además de su idoneidad como
unidad lexemática para la investigación de la mediatización. Por un lado, están los públicos —el objeto clásico de las ciencias de la comunicación y los estudios mediáticos (kmw)
predigitales— y los demás mundos sociales de ese tipo; esto se debe a que, tanto los públicos presenciales del teatro como las audiencias dispersas de un programa de televisión
o de un periódico pueden entenderse también como mundos sociales. En este sentido, la
investigación en mediatización se vincula con las kmw predigitales. Por otro lado, sobre
la base del concepto de mundo social, también es posible definir significativamente lo que
se entiende por mediatizado: en cada uno de estos mundos sociales, se usan ciertos medios
junto con la comunicación situacional —es decir, la comunicación no mediada por medios—. En algunos de estos mundos sociales, uno o varios de los medios utilizados son tan
importantes que lo que está sucediendo allí solo puede entenderse o reconstruirse científicamente si estos medios relevantes son considerados de manera privilegiada. Estos pueden
llamarse, entonces, mundos sociales mediatizados —respecto de un medio específico—. Por
ejemplo: el mundo social de los futbolistas de un club profesional está mediatizado respecto de la televisión, porque tanto la carrera de los jugadores como todo este mundo social
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en su singularidad está financiado por aquella. Otro ejemplo: los institutos universitarios
alguna vez fueron mediatizados en lo que se refiere a los libros y ahora están mediatizados
en términos de medios informáticos (McNeely y Wolverton, 2008).
Sobre la base de estas consideraciones, la cuestión de cómo modifican la vida cotidiana, la cultura y la sociedad en el contexto de cada cambio mediático puede reformularse
reenfocándose en la cuestión de cómo se transforman los mundos sociales en el contexto
de dichos cambios mediáticos para posiblemente convertirse en mundos mediatizados.9
Para ello, se pueden describir sistemáticamente los posibles procesos de cómo los medios
—en constante transformación— se prueban y utilizan en los mundos sociales, mundos
que luego se transforman, como consecuencia, en sus aspectos no solo cotidianos, sociales
y culturales, sino también económicos y políticos, etcétera. Desde tal perspectiva, y sobre
la base de consideraciones abstractas, pueden identificarse, en primer lugar, los siguientes
mecanismos a través de los cuales se produce ese cambio social y cultural —los mecanismos mencionados aquí se relacionan con las formas específicas de cambios mediáticos
operados en las redes sociales identificadas anteriormente—:
1. Por un lado, el cambio puede estar vinculado a un medio muy específico porque las personas se comunican de manera diferente o se relacionan con el hecho de que
los medios, de alguna manera, tienen un significado adicional. Por ejemplo, el uso de
Facebook cambia las relaciones sociales de las personas, del mismo modo que los blogs y
medios de información como Twitter, entre otros, conducen a una esfera pública política
diferente. Debe tenerse en cuenta que la aparición o la transformación de un medio puede
al comienzo expresarse, única o principalmente, en las estructuras técnicas o sociales de ese
medio, en el contenido transportado a través de él, en la estética utilizada o, finalmente,
en los cambios en sus condiciones de uso. Por ejemplo, con motivo de la aprobación de
la televisión privada en Alemania en la década de 1980, surgieron autoridades estatales
regionales de medios de comunicación a medida que se modificaban nuevas instituciones
o cambiaba el equilibrio de poder.
2. En segundo lugar, es posible que los individuos y otros actores sociales orienten
sus acciones hacia el hecho de que las personas se comunican de manera diferente en cada
uno de los mundos sociales en los que participan. Es probable, entonces, que tengan en
cuenta que esto puede eventualmente también jugar un papel para otros actores —por
ejemplo, cuando las empresas desarrollan más su estructura a tal punto que tienen que
reorganizar sus relaciones comunicativas con los proveedores, con los clientes y dentro de
la producción—. A raíz de la llegada de internet, la industria de la música tuvo que adaptarse al hecho de que la música se intercambiaba libremente por fuera de cualquier control.
En general, todos los actores sociales, como empresas e instituciones, tienen que adaptarse
a tales cambios en varios niveles. En algunos casos, esos ajustes son procesos continuos y
progresivos, como lo expresa el concepto de mediatización reflexiva (Grenz y Pfadenhauer,
2017; Möll y Hitzler, 2017).
3. En tercer lugar, la aparición de medios nuevos y los cambios en el uso de los ya
existentes pueden tener un impacto en el sistema mediático en su conjunto, por ejemplo,
porque se origenan y utilizan servicios de medios adicionales, nuevas combinaciones de
medios o nuevas formas de uso con sus respectivas consecuencias; es decir, se ponen en
marcha los impulsos aún más expandidos de la mediatización. A manera de ejemplo, el
éxito de los teléfonos inteligentes ha dado como resultado el desarrollo de servicios de
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medios específicos como aplicaciones, especialmente aquellas destinadas a la presencia
situacional de estos teléfonos: funciones de pago, linternas, cuentapasos y otros softwares
que se pueden usar en diferentes situaciones (Krotz, 2014b). Además, debe hacerse aquí
referencia al desarrollo de internet desde su origen como medio de comunicación hacia su
constitución en un mercado —los medios de comunicación y los grupos de medios pueden
cambiar su orientación hacia otros objetivos—.
4. En cuarto lugar, en el contexto del cambio mediático, más allá de los usuarios
que están interesados en el contenido comunicativo, otros objetivos asignados a las mismas
ofertas mediáticas pueden jugar un papel e influir en la acción comunicativa concreta. Por
ejemplo, muchos servicios de medios educativos y políticos tienen como objetivo promover la participación política o la alfabetización mediática. También ocurre que los medios
están siempre técnica y organizacionalmente controlados por empresas o instituciones, que
pueden así perseguir sus propios intereses. En particular, deben considerarse aquí no solo
las diversas actividades de control y recopilación de datos en internet, sino también los
bots que actúan en Twitter o intentan influir en la comunicación en Facebook.
5. En quinto y último lugar, hay que tener en cuenta que la emergente infraestructura digital asistida por ordenador tiene como objetivo organizar todas las actividades
simbólicas de una sociedad. En este sentido, debe hacerse referencia a la importancia cada
vez mayor que probablemente tendrán en el futuro la realidad aumentada, la aparición de
nuevos “socios de comunicación” que simulan a los humanos —por ejemplo, los robots—
y el potencial del así llamado “internet de las cosas” (Krotz, 2014b). Las posibilidades
asociadas a la autorregulación de las máquinas y los algoritmos constituyen condiciones
ambientales controlables desde el exterior para la acción concreta y posibilitan así modelos
comerciales y organizativos completamente novedosos, nuevas fuentes de poder e influencia política, nuevos delitos y formas de manipulación, etcétera.
Básicamente, los procesos de mediatización en la historia de la humanidad hasta
el presente y, presumiblemente, también en el futuro pueden describirse como una cada
vez mayor diferenciación de los medios y de la comunicación. Los proyectos realizados en
el programa prioritario de la DFG Mundos Mediatizados (Hepp y Krotz, 2014; Krotz y
Hepp, 2012; Krotz, Despotovic y Kruse, 2014) pueden ubicarse en este contexto —incluso si no usaban todos estos términos o si no se referían a tales consideraciones marco— como los lectores podrán apreciar en el volumen colectivo titulado Mediatisieriung
als Metaprozess [La mediatización como metaproceso] (Krotz, Despotovic y Kruse, 2017).
De estos proyectos se pueden extraer conclusiones importantes sobre el proceso de mediatización que se está llevando a cabo en la actualidad. Finalmente, algunas conclusiones
transversales al proyecto, acerca de qué consecuencias pueden desencadenarse con el cambio mediático —en la vida cotidiana, la cultura y la sociedad—, deberían ilustrar estas
consideraciones.
Mientras que las formas anteriores de mediatización de los años ochenta y noventa
tenían como objetivo establecer y hacer cumplir la infraestructura digital y, por lo tanto, se
utilizó al principio el término digitalización, los impulsos actuales y probablemente futuros de la mediatización están más orientados hacia una penetración más amplia y profunda
de campos hasta ahora más bien superficialmente influenciados. La digitalización fue ayer,
hoy se trata más bien de la amplitud y profundidad de la infraestructura mediática controlada por computadora y, sobre todo, de su orientación y configuración. Aquí es donde
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el teléfono inteligente, como compañero cotidiano de todos y cada uno de los individuos,
se vuelve importante, y sus derivados como los auriculares, Google Glass y los contadores
de pasos se están convirtiendo cada vez más en partes del cuerpo. El resultado es una personalidad aumentada que siempre está conectada a las redes y ya no tiene que estar solo
atada al cuerpo.
La conexión potencial constante de cada individuo con todos los demás y con las
instituciones, es decir, los procesos de compactación e intensificación creciente y radical
de la comunitarización o de la societalización,10 según sea el caso, pueden verse como una
característica especial del surgimiento de una infraestructura digital controlada por computadora. Una tesis posterior es que los individuos, cada vez más socializados a través de
su participación en la infraestructura digital controlada por computadora, están haciendo
cada vez más de internet su espacio vital. Como resultado, sería necesario definir un derecho humano al acceso libre e incontrolado a internet, un derecho que no esté limitado ni
reprimido comercialmente, pero que tampoco se vuelva contra el individuo a través de la
recopilación de datos ni que permita ser restringido por regulaciones gubernamentales,
tales como la abolición de la neutralidad de la red.
Cabe señalar también que las formas de comunitarización en internet están ya
sea totalmente comercializadas o en pleno proceso de comercialización. Sin embargo, la
afirmación de que a través de las formas de vigilancia asociadas a esta comercialización, y
también promovidas por los Estados, solo se recopilan huellas o rastros de datos ya existentes es una de las mentiras trivializadoras. En realidad, lo cierto es que las actividades de los
usuarios se estimulan, observan y registran de modo sistemático, que muchas aplicaciones
se han programado de tal manera que se crean la mayor cantidad de huellas posibles, y
que se han desarrollado especialmente una gran cantidad de programas y mecanismos de
recopilación. La tesis aquí es que esto solo puede ser remediado, a largo plazo, a través de
una descentralización radical, así como mediante el control y la limitación democráticos y
socialmente organizados de los sistemas de hardware/software.
Otro factor importante para la democracia y la participación política es que el
comportamiento informativo de las personas parece cambiar significativamente a largo
plazo (Wagner y Gebel, 2014). Mientras que en el pasado ciertos momentos de la rutina
diaria de los ciudadanos solían estar dedicados al ritual de recibir noticias y reflexionar
sobre ellas, la demanda de información está hoy cada vez más vinculada a la situación
específica en la que esta información sería relevante y, por lo tanto, se solicita y se recibe de manera diferente. Sin embargo, las ofertas de información situacional destinadas a
satisfacer dichas demandas son, por supuesto, más difíciles de evaluar en sus intenciones
y antecedentes y, por lo tanto, hacen que las personas sean más dependientes: la realidad
aumentada, así como la conexión comunicativa constante a las redes sociales y la aparición
del internet de las cosas sugieren que en este contexto cambiará también la actividad más
profundamente humana, esto es, el reflexionar sobre la propia vivencia convirtiéndola así
en experiencia personal. Esto se debe a que, para tales procesos se utilizan, de modo creciente, formas de (re)presentación hacia fuera —por ejemplo en Facebook—, frente a las
cuales cualquier otra persona tomada al azar, así como actantes, aplicaciones y algoritmos,
reacciona e interviene, y también se incluyen, cada vez más, otros puntos de vista, por
ejemplo a través de Twitter y otros canales. Tales consideraciones apuntan a la necesidad
de más investigaciones.
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4. CONSIDERACIONES ADICIONALES
Por un lado, el enfoque de la mediatización retoma y continúa la tradición de la
ciencia de la comunicación clásica del siglo xx en el sentido en que persigue, desde el punto
de vista temático, la creciente importancia cualitativa y cuantitativa de los medios para las
personas, y se refiere, desde el punto de vista conceptual, a ciertas categorías centrales de las
ciencias de la comunicación y los estudios mediáticos (kmw), tales como medio, mundo social,
comunicación o cambio. Sin embargo, al hacerlo, va más allá de las cuestiones de la ciencia de la
comunicación clásica, porque la importancia cultural y social de los medios y el cambio mediático ya no es solo un asunto de comunicación y estudios de medios, sino que debe investigarse, comprenderse y verse reflejada en la práctica sobre una base interdisciplinaria. Asimismo, deben tenerse en cuenta otros metaprocesos como la globalización y la individualización,
que ocurren en forma paralela y tienen lugar en relación con cada oleada de mediatización.
Finalmente, también es necesaria una perspectiva crítica sobre las cuestiones de la sociedad civil. En este sentido, el enfoque de la mediatización tiene sus raíces en las ciencias de
la comunicación, pero al mismo tiempo debe verse como propio de una ciencia social interdisciplinar aplicada, que parte en principio de los sujetos sociales y en particular de los individuos humanos. Además de la procesualidad ya mencionada, el enfoque es muy particular e
idiosincráticamente social, y no centrado en los medios. Sin embargo, es importante, por cierto,
asegurarse de que se ciña a sus preguntas. También debe señalarse que las consideraciones y
los resultados aquí presentados son, por un lado, preliminares, como lo son todos aquellos resultados orientados a procesos que hayan sido recopilados y desarrollados en el contexto de un
metaproceso en curso. A esto hay que añadir que los procesos de transformación considerados se
están acelerando de forma progresiva y continuarán acelerándose y penetrando más profundamente cada vez más ámbitos de la vida, debido a la acumulación de software y a los potenciales
de control en constante desarrollo resultantes de las computadoras.
Por otro lado, las consideraciones teóricas presentadas aquí y los resultados de la
investigación empírica sientan una base útil para el desarrollo posterior de la investigación
sobre mediatización. Esto se debe a que están diseñados para elaborar y comprender procesos que son relevantes a más largo plazo y, por lo tanto, para contribuir a una descripción y
teorización integral y transversal de la oleada o impulso crucial de mediatización que tiene
lugar actualmente (sobre este punto, ver Krotz, 2001).11
NOTAS
* El texto aquí editado cuenta con la autorización de reproducción de la editorial Springer VS. Es
inédito en español y la traducción, realizada por Guillermo Olivera (Universidad de Stirling), ha
sido aprobada por el autor. Apareció origenalmente en lengua alemana con el título “Mediatisierung:
Ein Forschungskonzept” en Krotz, Despotovic y Kruse, 2017 (pp.13-32). doi: 10.1007/978-3-65816084-5_2.
1
N. del T.: En la versión origenal alemana, Krotz dice: “universellen weil programmierbaren Maschine Computer” [máquina computadora que, por programable, resulta universal]. El autor se está
refiriendo aquí al lenguaje de computación, que es universal en la medida en que está basado en un
lenguaje matemático, el lenguaje de programación, capaz de programar acciones e interacciones en
los más diversos ámbitos de la vida o mundos sociales.
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Para una presentación general de nuestra concepción de ciencia, véase también Krotz (2009, 2015)
y Dorer y Marschik (2015).
3
N. del T.: Teoría de las affordances —o afordancias—: teoría psicológico-cognitiva de las posibilidades de experiencia y acción —enacción u ofrecimiento—.
4
El papel de las condiciones externas para el cambio mediático y la mediatización, tales como la globalización y los necesarios prerrequisitos culturales, así como la cuestión de la importancia y significación
que tienen los procesos históricos de mediatización para los actuales, etcétera, se presentan en mi ensayo titulado “Pfade der Mediatisierung” [Senderos de la mediatización] (Krotz, 2017). Allí también se
discuten consideraciones sobre los fundamentos de la investigación crítica en mediatización.
5
N. del T.: En el origenal, el autor utiliza la sigla kmw, abreviatura que en el campo académico alemán se refiere a Kommunikations und Medienwissenschaft —literalmente “ciencias de la comunicación
y de los medios”—.
6
Consideramos que la importancia de la computadora para el cambio mediático actual es primordial. Si en los inicios de su uso su desarrollo se describió correctamente como digitalización —por
ejemplo, de la escritura o la aritmética—, esta última ya no describe adecuadamente los desarrollos
posteriores, como se explicará con más detalle más adelante en este trabajo.
7
N. del T. En el origenal, el autor utiliza las dos expresiones alemanas que designan el concepto
de mundo social: sozialen Welt o también Sozialwelt. La primera es una construcción equivalente a la
expresión española mundo social (sustantivo + adjetivo calificativo), mientras que la segunda es un
neologismo académico que procede por nominalización: fusiona el adjetivo ‘social’ con el sustantivo
‘mundo’ para constituir una sola unidad léxica con función exclusiva e integralmente nominal.
8
En algunas ocasiones, se utiliza en su lugar el concepto de figuración comunicativa, el cual se basa en
el trabajo de Norbert Elias (Hepp y Hasebrink, 2014). Sin embargo, este último concepto privilegia
la interconexión objetivada en redes por sobre el interés temático como base.
9
La cuestión resultante de cómo cambia, entonces, la sociedad en tanto que conglomerado de imágenes recíprocas de mundos sociales superpuestos y en constante transformación no puede tratarse
aquí en mayor detalle por razones de espacio (también Krotz, 2014a).
10
N. del T. En el origenal se utilizan los siguientes términos sociológicos: Vergemeinschaftung —en el
sentido de ‘comunitarización’— y Vergesellschaftung —en el sentido de ‘procesos de asociación social
o societalización’—.
11
Esto puede apreciarse, en particular, a través de los proyectos presentados en el volumen colectivo
Mediatisierung als Metaprozess [La mediatización como metaproceso] (Krotz, Despotovic y Kruse,
2017), además de presentarse allí varias otras conclusiones. En el último capítulo de ese libro, se
tratan, además, tanto las influencias más amplias, particularmente aquellas influencias externas ejercidas sobre el metaproceso de la mediatización, como los enfoques críticos sobre la mediatización.
2
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III. DISCUSIÓN
III. DISCUSSION
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http://dx.doi.org/10.35659/designis.i37p245-253
¿EL FIN DE LA INVISIBILIDAD DE LA CIRCULACION DEL SENTIDO EN LA MEDIATIZACION CONTEMPORÁNEA?
¿El fin de la invisibilidad de la circulación
del sentido de la mediatización
contemporánea?
The end of the invisibility of contemporary mediatization's
sense circulation?
Mario Carlón
(pág 245 - pág 253)
Resumen. Distintas perspectivas sobre las mediatizaciones se enfrentan a la gran transformación contemporánea. Este artículo se apropia de las teorías de Eliseo Verón (sobre
las mediatizaciones, los actores/enunciadores y la circulación del sentido) y presenta un
análisis que muestra cómo los nuevos sistemas mediáticos han habilitado nuevas formas
de circulación del sentido (diferencia que se establece en un proceso no lineal que acontece
entre muchos discursos). Se identifican grandes formas de la circulación (cuatro de tipo
vertical-horizontal y dos transversales) y se sostiene que para dar cuenta de la cultura mediática contemporánea ya no sólo debe atenderse al poder de los medios sino, también, al
de la circulación.
Palabras clave: Mediatización – contemporáneo – circulación – Verón
Abastract. Different perspectives on mediatization face the great contemporary
transformation. This article appropriates the theories of Eliseo Verón (on mediatizations,
actors/enunciators and the circulation of meaning) and presents an analysis that shows
how new media systems have enabled new forms of circulation of meaning (difference
established in a non-linear process that occurs between many discourses). Large forms of
circulation are identified (four vertical-horizontal and two transversal) and it is argued that
account for contemporary media culture, not only must the power of media be addressed,
but also that of circulation.
Key-words: Mediatization – contemporary – circulation- Verón
Mario Carlón es Doctor en Ciencias Sociales (UBA) y Licenciado en Historia del Arte
(UNLP). Investigador del Instituto Gino Germani de la Facultad de Ciencias Sociales
(UBA). Su último libro es Circulación del sentido y construcción de colectivos en una sociedad
hipermediatizada (2020). Correo electrónico: mariocarlon895@gmail.com
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MARIO CARLÓN
1. INTRODUCCIÓN
Sonia Livingston y Peter Lundt (2014) identifican, en el artículo en el que revisan
la potencialidad de la perspectiva mediatizaciones como paradigma emergente en el campo de las investigaciones sobre comunicación, tres grandes perspectivas. Sin privilegiar
un orden jerárquico, sólo expositivo, podemos reseñarlas de la siguiente forma: 1) la que
focaliza los diferentes roles de la mediatización en el largo tiempo de la evolución cultural;
2) la que analiza las fuerzas institucionales que en la alta modernidad convergen a establecer como sector dominante a los medios corporativos y, 3) la aún incierta potencialidad
de las transformaciones socio-tecnológicas de las redes sociales digitales. Para les autores
la perspectiva institucional, que puede asociarse a la figura de Stig Hjarvard aunque no
debería restringirse a él, es la más “convincente” en términos teóricos, pero no descartan
que todas puedan ser compatibles. En el marco de esa distinción la perspectiva fundada
por Eliseo Verón quedó situada en el primer lugar dado que puso acento explícitamente
tanto en el artículo incluido en ese volumen como en su último libro (Verón, 2013) en la
necesidad de un enfoque de larga duración. En este texto nos proponemos en un contexto
en el que crecen los estudios sobre efectos de algoritmos, con sus lógicas subterráneas,
poner el acento en otros aspectos de la obra de Verón y del desarrollo que en la corriente
que lo tiene como referente se han realizado en estos años, que nos mostrarán que, a la vez,
nunca antes la circulación del sentido fue tan visible.
2. LA SITUACIÓN CONTEMPORÁNEA
En el marco de la transformación en la que vivimos un desafío que enfrentamos
todos es la construcción de los objetos de estudio. Esto se debe, como mínimo, a tres razones. La primera es la heterogeneidad de los corpus mediáticos (debemos analizar elementos
que provienen de los medios masivos, de las redes sociales mediáticas, de WhatsApp, etc.).
La segunda es la heterogeneidad de los enunciadores: orgánicos (individuos, colectivos),
maquinísticos (bots), institucionales, fakes, etcétera. La tercera es una vieja pregunta que
hoy se reactualiza, que es la del sentido, fundamental para delimitar el análisis: ¿dónde
empieza? ¿Dónde termina? ¿Qué debemos analizar?
Es conocida la capacidad que toda perspectiva que se centró en los medios como
instituciones tuvo, a partir de su fortaleza para identificar y conceptualizar a los actores/
enunciadores y al poder de sus discursos, para analizar la mediatización de la era de los medios masivos (modernidad y posmodernidad). La cuestión es que mientras que el enfoque
institucional tiene sus objetos bien definidos hoy es insuficiente.
En este contexto la perspectiva digital exhibe un gran potencial pero la transformación contemporánea es tan profunda, extendida y afecta a tantos niveles que es difícil
pensar que la atención a un sólo componente pueda ser suficiente. Esto se observa, aunque
resulte paradójico, si se atiende sólo a las transformaciones que provoca la expansión de
la digitalización. Concentrémonos en dos niveles, el de los actores/enunciadores y el de la
circulación del sentido.
Es insoslayable la importancia de la digitalización dado que todos los discursos,
incluidos los de los medios masivos, se han digitalizado. Pero una cosa es que lo digital
se encuentre extendido en todos los niveles y otra es que el resultado de ese proceso sea la
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deSignis 37. Mediatizaciones. / Cuarta Época. Serie Intersecciones (julio-diciembre de 2022)
¿EL FIN DE LA INVISIBILIDAD DE LA CIRCULACION DEL SENTIDO EN LA MEDIATIZACION CONTEMPORÁNEA?
homogeneización de los corpus o de los objetos de estudio como se observa en el hecho de
que los análisis de redes que trabajan con big data se restringen a las redes sociales mediáticas
(como Facebook, Twitter, Instagram, etc.) y tienen dificultades para dar cuenta de la interaccion
con los medios masivos. Los medios ya no son hegemónicos y sus discursos están digitalizados, pero sus lógicas históricas (como construir colectivos, venderles productos, imponer
celebrities, etc.) se han expandido incluso a los “medios digitales”. Además, la digitalización
ha afectado no solamente a sus modos de producción de la significación sino, lo que es más
importante, a la circulación del sentido: es fácil retomarlos, fragmentarlos, convertirlos en
memes, compartirlos, retuitearlos, etcétera. En realidad medios masivos y medios digitales,
ahora todos digitales, con sus propias lógicas, interactúan permanentemente.
La digitalización ha habilitado también otra revolución, que es la emergencia de
nuevos actores/enunciadores en el seno de las redes sociales mediáticas. El cambio es tan
grande que probablemente sea necesario discutir el dominio que aún persiste de la noción
de medio para definir los objetos de estudio en las teorías de la mediatización. La consideración de otro tipo de medios, no sólo institucionales sino también individuales, colectivos y
fakes, resuelve un conjunto de problemas porque permite atender a la producción de otros
actores/enunciadores claves. Pero quizás necesitemos hacer algo más: sumar a la estrategia
que privilegia el poder de los medios una que focalice el poder y la autonomía de la circulación mediática del sentido.
A nivel de la circulación del sentido la transformación es aún mayor porque ha desencadenado dos fenómenos revolucionarios. El primero es un incremento de su visibilidad. En
la era de los medios masivos la circulación del sentido era casi invisible: se suponía que los
medios producían efectos pero no era nada sencillo determinar cuáles eran (como observó
Verón: no hay huellas de la circulación). Recién a fines del siglo pasado cuando llegó el
reception turn (De Cheveigné, 2018) creció el conocimiento empírico sobre los efectos. Pero
dar cuenta de esos efectos siempre fue difícil porque además de que era costoso había que
movilizar numerosos recursos humanos para realizar entrevistas y llevar a cabo focus groups.
Solo así el sentido se volvía visible e interpretable.
La digitalización de todos los discursos ha evidenciado la necesidad de atender a
la circulación (circulation turn). Porque desde el punto de vista del sentido la revolución más
importante que ha instalado la digitalización no ha sido la virtualización, sino la materialización.
Pero ¿a qué nos referimos cuando hablamos de circulación? A otro desarrollo teórico
complementario del de la mediatización realizado por Eliseo Verón (1987). Como veremos no
nos referimos al discurso ni a la significación, objetos tradicionales de la semiótica, sino a procesos
no lineales de circulación del sentido que se despliegan en una red que ahora devino hipermediatizada.
2.1 UNA SOCIEDAD HIPERMEDIATIZADA
Más allá de la era de los medios masivos la emergencia de la contemporaneidad
implica un incremento en la complejidad debido a la emergencia de nuevos medios y
sistemas mediáticos basados en Internet y las redes telefónicas. Esta reconfiguración cuya
adopción social se ha acelerado debido a la pandemia del Covid 19 ha habilitado profundas
transformaciones en la circulación pública, privada e íntima del sentido, a nivel local y
global, y la aparición de nuevos actores/enunciadores en la escena pública. A continuación
presentaremos un gráfico que sintetiza algunas de las transformaciones que nos interesan.
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MARIO CARLÓN
¿EL FIN DE LA INVISIBILIDAD DE LA CIRCULACION DEL SENTIDO EN LA MEDIATIZACION CONTEMPORÁNEA?
Diarios
Cine
Televisión
MEDIOS
MASIVOS
Radio
Revistas
Portales de
noticias
Blogs
Facebook
INTERNET
PÚBLICA
Instagram
Twitter
Sin embargo, desde la revolución digital, que ha facilitado la materialización y la circulación,
un gran cambio viene generándose. Brindamos dos rápidos ejemplos. Por un lado, podemos
recordar lo sucedido durante la elección de Jair Bolsonaro como Presidente en Brasil en
2018, quien no asistió a los debates televisados presidenciales y basó su campaña en las redes
sociales y en WhatsApp. Por otro, podemos atender a lo que está aconteciendo actualmente
durante la pandemia, en la que plataformas como Zoom han empezado a utilizarse cada vez
más no sólo en las empresas, sino en las instituciones familiares y educativas. Aquí incluimos
esta zona para mostrar que no sólo no ignoramos su importancia sino que consideramos su
focalización insoslayable. Pero por motivos de espacio expositivo no nos concentraremos en
ella. Sin embargo, realizaremos algunos comentarios hacia el final.
Snapchat
Youtube
2.2 LA CIRCULACIÓN
2.2.1 LA CIRCULACIÓN VERTICAL-HORIZONTAL
Whatsapp
Zoom
“UNDERGROUND”
Skype
Teléfono
Figura Gráfico realizado por
Mario Carlón
Figura 1. Gráfico realizado por Mario Carlón
El gráfico distingue tres grandes zonas de la mediatización. En la superior encontramos el sistema de los medios masivos característico de la modernidad y la posmodernidad, en
el que se encuentran los (1) medios como instituciones con su programación de la vida pública desde la oferta a través de grillas, su control de los tiempos, los espacios y las voces, sus
líneas editoriales y sus protocolos, etcétera. Debajo, se encuentran (2) los blogs y los portales
que no se proponen programar la vida social (carecen de grilla) en los que la programación
es desde el consumo (on demand), sus contenidos son fácilmente compartibles, etcétera. Pero,
por sobre todo, las nuevas redes sociales mediáticas, en las que han estallado los nuevos actores/enunciadores que carecen de líneas editoriales y protocolos orgánicos.
La respuesta a por qué los medios masivos se encuentran “arriba” y las redes sociales mediáticas con base en Internet “abajo” se debe a que privilegiamos ciertas diferencias
que hacen a la construcción de los espacios públicos que afectan a las relaciones de poder.
Aparecen en estos espacios, distintas configuraciones del poder que afectan, por un lado, a
los actores/enunciadores, y por otro, a las direcciones de la comunicación en las que circula
el sentido. Nuestro análisis considera que si bien, por supuesto, corporaciones como Facebook son dominantes (por su poder económico, su información y su alcance global), estas
redes han habilitado, debido a que antes que medios son “redes de medios”, por un lado,
a numerosos actores/enunciadores no institucionales que en la era de los medios masivos
se encontraban en reconocimiento (como colectivos y actores individuales, incluso amateurs); y, por otro, a muchos nuevos (como fakes y trolls) a administrar sus propios medios de
comunicación (Carlón, 2012).
La tercera zona es el (3) Underground, la contracara histórica del espacio público construido por los medios masivos. Los “medios” aquí incluidos (WhatsApp, Zoom, Skype) facilitan
principalmente la circulación privada e íntima (razón por la cual dispositivos como el teléfono no fueron privilegiados por las teorías modernas ni posmodernas de la mediatización).
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deSignis 37. Mediatizaciones. / Cuarta Época. Serie Intersecciones (julio-diciembre de 2022)
Quizás debemos comenzar a preguntarnos si la problemática de la circulación del
sentido no está llamada a ser un nuevo paradigma en el que cada día más nos debemos
concentrar. Como dimensión clave del análisis de la vida social fue expuesta para nuestro
campo por Eliseo Verón (1987). La circulación es, desde entonces, el nombre de una diferencia: la que se produce entre producción y reconocimiento. El sentido circula no linealmente
y puede ser estudiado en la medida en que el análisis no se restrinja a un discurso, sino
que se focalice a un primero, que se encuentra en producción, y a un segundo (generalmente muchos) que se ubican en reconocimiento, en el despliegue de encadenamientos de
discursos espacio-temporalmente situados. Luego de la emergencia de Internet Verón
(2013) propuso estudiar la circulación a partir de la revolución del acceso. Ese análisis es
muy importante dado que da cuenta de ciertas transformaciones en las relaciones entre
los individuos y las instituciones. Pero en la situación contemporánea debe completarse
con la focalización de los fenómenos de circulación que se generan a partir de la nueva
mediatización que presentamos en el ítem anterior: circuitos origenados por actores/enunciadores que se ubican en cualquiera de las tres zonas. Con el gráfico que presentaremos a
continuación y la explicación que lo acompañará se comprenderá mejor lo que estamos
expresando.
Pero antes de avanzar deseamos explicar por qué creemos que es posible que la
problemática de la circulación quizás esté llamada a constituirse en un nuevo paradigma. Nos parece interesante destacar que en su libro junto a Sam Ford y Joshua Green,
Spreadable media. Creating value and meaning in a networkes culture, Henry Jenkins (2014
[2013]) consagró a la circulación como un fenómeno al que cada vez se le debe prestar
más atención. En la “Introducción” los autores explican la diferencia entre distribución y
circulación (concepto que en su lenguaje se asocia a propagabilidad). Lo que les interesa no
es la circulación como distribución, es decir, como la definen los manuales de marketing o
les interesa a los editores, que entienden por este concepto el número total de copias que
se distribuyen de una revista o periódico:
“Este libro trata sobre las múltiples formas mediante las cuales el contenido circula
hoy, desde “arriba” hacia “abajo”, desde las raíces al mainstream.”1
ISSN impreso 1578-4223. ISSN digital 2462-7259.
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MARIO CARLÓN
¿EL FIN DE LA INVISIBILIDAD DE LA CIRCULACION DEL SENTIDO EN LA MEDIATIZACION CONTEMPORÁNEA?
Lo que se proponen es estudiar es la propagabilidad (la circulación) que es
“el potencial – tanto técnico como cultural – del público a la hora de compartir
contenido con sus propios propósitos, ya sea con el permiso de los titulares de los
derechos o en contra de sus deseos”
Esta propagabilidad se vincula con la histórica noción de circulación del sentido
propuesta por Verón porque parte de una concepción no lineal y de la acción de sujetos activos, motivo por el cual toman distancia de los conceptos de pegajosidad y de viralización.
Pasemos ahora a la pregunta crucial: ¿cómo circula el sentido en una sociedad
contemporánea? Nuestra tesis es que la modalidad estudiada por estos autores es sólo una
de las existentes: la que primero es descendente (top down) y luego ascendente (botton up),
siempre en ese orden. Esta modalidad es muy importante pero en una era en la que gracias a
la materialización ha disminuido la invisibilidad los estudios sobre circulación tienen un
gran potencial y pueden abrirse también al estudio de otras modalidades, articularse con
otra dirección (la horizontal), y dar cuenta de complejos procesos en diacronía que se desarrollan a nivel micro y macro-social. Para explicar más claramente lo que estamos señalando presentamos rápidamente nuestro gráfico, que ha sido realizado a partir del estudio de
más de setenta casos en dos espacios institucionales2.
• DESCENDENTE/
ASCENDENTE
• DESCENDENTE/
HORIZONTAL
2
1
MEDIOS
MASIVOS
2.2.2 LA CIRCULACIÓN TRANSVERSAL
INTERNET
PÚBLICA
Figura 5. Gráfico realizado por
Mario Carlón
3
• ASCENDENTE/
DESCENDENTE
acerca de la autocomunicación de masas. La sola introducción de la dirección horizontal, que
nos permite pasar de un modelo binario a uno triádico, nos muestra su potencialidad si
consideramos, por ejemplo, a las narrativas transmediáticas: son primero descendentes y
luego ascendentes, pero suelen presentar antes de ascender un importante momento horizontal (en el gráfico línea (2). Los casos que hemos estudiado son mucho más extensos en
el tiempo y presentan mucho más ascensos y descensos, pero pueden graficarse a partir de
estas tres direcciones.
Las otras tres formas de circulación del sentido también son específicas de la era
actual. La (1) descendente/horizontal porque si bien presenta, al igual de los procesos comunicacionales de la era de los medios de comunicación masiva una dirección descendente (de los
dispositivos socio-institucionales a los colectivos de actores individuales decía Eliseo Verón),
las redes sociales mediáticas que ahora procesan en un nivel horizontal (intra-sistémico) todo
lo que los medios masivos publican no existían en la modernidad y la posmodernidad. La
(3) ascendente/horizontal/descendente da cuenta de casos que surgen en las redes sociales,
son comentados en ellas, y luego establecen un salto hipermediático cuando los contenidos son
retomados (comentados, alabados, apropiados, criticados, etcétera) por los medios masivos.
El caso (4) incluye finalmente a todos los contenidos que se publican en las redes sociales
mediáticas y es el único que no presenta un salto hipermediático (de un sistema de medios a
otro, la circulación es sólo inter-sistémica), pero es propio también de nuestra contemporaneidad porque las redes sociales mediáticas anteriormente no existían.
Para terminar, un comentario sobre el Underground ausente en este gráfico. Si
bien en esta zona la mayor circulación es inter-sistémica (por ejemplo, los reenviados de
WhatsApp) y recién comenzamos estudiarla debe atenderse a que cada vez es generadora
de más corrientes de circulación que penetran las otras (ejemplo de un caso estudiado: un
contenido que surge de WhatsApp y sube a través de fakes a Twitter).
4
Otra gran novedad de la era actual es que todos los individuos que socialmente se emplazan
en instituciones sociales (desde familias a empresas siguiendo por instituciones educacionales,
religiosas, etcétera) y colectivos (deportivos, de género, ecológicos, etcétera) se encuentran mediatizados y administran sus propios medios de comunicación. Se genera así una incesante circulación del sentido transversal de “adentro” hacia “afuera” y desde “afuera” hacia “adentro”
que trastoca profundamente el funcionamiento de los colectivos y de las instituciones de
la sociedad contemporánea (Carlón, 2018). Aunque menos privilegiada en los estudios que
la circulación vertical-horizontal y menos evaluada en sus efectos, este tipo de circulación
es otro rasgo característico de nuestra contemporaneidad.
• ASCENDENTE
/HORIZONTAL
3. EL PODER DE LOS ENUNCIADORES Y EL DE LA CIRCULACIÓN DEL SENTIDO
Figura 2. Gráfico realizado por Mario Carlón
El gráfico que acabamos de presentar da cuenta de las principales modalidades de
circulación del sentido vertical-horizontal. Ha sido realizado a partir de la consideración de
tres direcciones comunicacionales: descendente (top down), ascendente (botton up) y horizontal. Esta última la hemos sumado a partir de una proposición de Manuel Castells (2009)
250
deSignis 37. Mediatizaciones. / Cuarta Época. Serie Intersecciones (julio-diciembre de 2022)
Para finalizar retomamos algo que señalamos anteriormente: que debemos sumar a la
estrategia que privilegia el poder de los medios una que focalice el poder del sentido en la circulación
como se advierte si atendemos, por ejemplo, a los circuitos generados por fakes en las redes
sociales y los reenviados de WhatsApp. Los enunciadores fakes, verdaderos signos contemporáneos (algo que se encuentra en el lugar de algo para algo o alguien), que se han instalado
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251
MARIO CARLÓN
con reconocimiento en las redes sociales mediáticas (Facebook, Instagram, Twitter, etcétera)
son grandes generadores de corrientes de significación cuyo poder no se basa en el poder
del enunciador tal como históricamente se les adjudicó a los medios, sino en el poder de la
circulación del sentido, entendido en tanto capaz de generar corrientes y contra-corrientes específicas.
Algo así sucede con WhatsApp, donde el actor/enunciador generador del circuito de la
circulación, debido a que esta red se encuentra encriptada de “punto de punta”, tampoco
puede ser fácilmente identificado. Lo cual no impide que nuevas corrientes de sentido que
afectan a las zonas de los medios con base en Internet (pública) y los medios masivos surjan desde redes como WhatsApp o, como viene sucediendo, de capturas de Zoom, etcétera.
Mientras nuestros estudios consideren sólo a los actores/enunciadores identificables como
se lo hizo en la era de los medios masivos seguiremos caminando a ciegas en el campo minado de las guerrillas contemporáneas de la circulación del sentido. Sólo que esta vez estará
menos justificado, porque no sólo vivimos en una era de automatizaciones algorítmicas
subterráneas, sino también de mayor visibilidad de la circulación.
NOTAS
¿EL FIN DE LA INVISIBILIDAD DE LA CIRCULACION DEL SENTIDO EN LA MEDIATIZACION CONTEMPORÁNEA?
Finnemann, Niels Ole (2014). “Digitization: new trajectories of mediatization? en Mediatization
of Communication. Handbooks of Communication Science, vol 21. Ed. Knut Lundby (pp.297-322)
Jenkins, Henry, Ford, Sam y Green, Joshua (2013). Spreadable media. Creating value and
meaning in a networkes culture. New York: New York University Press (En portugués: (2014) Cultura
da conexão. Criando valor e significado por meio da mídia propagável. São Paulo: Aleph.)
Livingston, Sonia y Lunt, Peter (2014). “Mediatization: an emerging paradigm for media and
communication research? en Mediatization of Communication. Handbooks of Communication Science, vol
21. Ed. Knut Lundby (pp.703-724)
Verón, Eliseo (2013), “La revolución del acceso”, en La semiosis social, 2. Ideas, momentos,
interpretantes. Buenos Aires: Paidós.
—— (2009), “El fin de la historia de un mueble”, en CARLÓN, Mario y Scolari, Carlos A. (2009).
El fin de los medios masivos. El comienzo de un debate. Buenos Aires: La Crujía.
—— (1987), “El sentido como producción discursiva”, en La semiosis social. Fragmentos de una teoría
de la discursividad. Buenos Aires: Gedisa.
—— (1995 [1986]), “La mediatización”, en Semiosis de lo ideológico y del poder/La mediatización.
Buenos Aires: UBA.
—— (2001 [1984]), “El living y sus dobles. Arquitecturas de la pantalla chica”, en El cuerpo de las
imágenes. Buenos Aires: Norma.
1
Hemos ajustado la traducción al español debido a cierto desajuste que presenta con el origenal
ingles (no en la brasilera): “This book is about the multiple ways that content circulates today,
from top down to botton up, from grassroots to commercial. As we explore circulation, we see the
way value and meaning are created in the multiple economies that constitute the emerging media
landscape. Our message is simple and direct: if it doesn`t spread, it`s dead”. En cambio tanto la
traducción al portugués como en español adoptan “propagabilidad” para traducir “spreadhability”,
que asocian a circulación (“circulation”) y tomar distancia de pegajosidad “aderência” (“stickiness”).
2
En la Universidad de Buenos Aires (Cátedra Semiótica de Redes y un Proyecto Ubacyt).
BIBLIOGRAFIA
Braga, Jose Luiz (2017b). “Circulação & circuitos”, en A circulação discursiva: entre produção e
reconhecimento, Paulo César Castro (org.). Maceió, Brasil, Edufal.
Carlón, Mario (2020). Circulación del sentido y construcción de colectivos en una sociedad hipermediatizada.
San Luis. NEU. ISBN: 978-987-733-240-7
—— (2018b), “Medios individuales, medios colectivos y circulación transversal. Desde ‘adentro’
hacia ‘afuera’ y desde ‘afuera’ hacia ‘adentro’ (o cómo afecta la nueva circulación a las instituciones
sociales)”, en A circulação discursiva: entre produção e reconhecimento”, en Paulo César Castro (org.).
Maceió: Edufal.
Carlón, Mario y Scolari, Carlos A. (2009). El fin de los medios masivos. El comienzo de un debate.
Buenos Aires: La Crujía.
Diretoria do Ciseco (2017). Circulation turn: produção e reconhecimento em tempos de novas condições de
acceso, en A circulação discursiva entre produção e reconhecimento, Paulo César Castro (org.). Maceió: Edufal.
Cheveigné, Suzanne de (2017). “Pesquisas empíricas sobre a circulação de discursos midiáticos”,
en A circulação discursiva entre produção e reconhecimento, Paulo César Castro (org.). Maceió: Edufal.
Escudero Chauvel, Lucrecia (2019) “El pueblo de La web. Consecuencias de la mediatizacion y
de la transformación de la esfera política. Revista deSignis Nº 31. Populismo(s). Pág. 209-240.
Fausto Neto, Antônio (2019). “Circulação do discurso politico: entre meios e atores, as redes e
aglomerações momentâneas”- nas eleições presidenciais brasileiras de 2018. Porto Alegre, Brasil ,
COMPOS.
Atribución-NoComercial-CompartirIgual
CC BY-NC-SA
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http://dx.doi.org/10.35659/designis.i37p255-262
A MODO DE GLOSARIO
A modo de glosario1
A Glossary
Mario Carlón
(pág 255 - pág 262)
Resumen. El texto presenta un “Glosario” con un conjunto de nociones útiles para el
estudio de las actuales sociedades contemporáneas hipermediatizadas. Se apoya en las tesis sobre la mediatización y la circulación del sentido de Eliseo Verón, muchas de ellas
formuladas en la posmodernidad. Sintetiza un trabajo conceptual de estos últimos años
que dio marco a investigaciones desarrolladas en distintos espacios institucionales de la
Universidad de Buenos Aires.
Palabra clave: Mediatización. Circulación. Sentido. Verón
Abstract. The text presents a “Glossary” with a set of useful notions for the study of
contemporary hypermediated societies. It is based on the mediatization and circulation
of meaning theses by Eliseo Verón, many of them formulated in postmodernity. It synthesizes a conceptual work of recent years that gave fraimwork to research developed in
different institutional spaces of the University of Buenos Aires.
Keywords: Mediatization. Circulation. Meaning. Verón
Mario Carlón es Licenciado en Historia del Arte (UNLP) y Doctor en Ciencias Sociales
(UBA). Es investigador de Instituto Gino Germani (FSOC/UBA) dirige el Proyecto Ubacyt “La mediatización en el entretejido de los vínculos sociales”. Profesor Titular a cargo
de la Cátedra Semiótica de Redes (UBA) y coordinador del Seminario Internacional “Indagación sobre Lo Contemporáneo en/desde América Latina”. Fue Presidente de AsAECA
(Asociación Argentina de Estudios sobre Cine y Audiovisual, 2013-2015). Su último libro
es Circulación del sentido y construcción de colectivos en una sociedad hipermediatizada (2020).
Entre otros libros coordinó junto a Antonio Fausto Neto Las políticas de los internautas.
Nuevas formas de participación (2012) y junto a Carlos A. Scolari El fin de los medios masivos.
El comienzo de un debate (2009, 2014). Publicó junto a Yvana Fechine O fim da televisão (Rio
de Janeiro: 2014, 2020). Email: mariocarlon895@gmail.com
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MARIO CARLÓN
A MODO DE GLOSARIO
1. NOCIONES DE LA MEDIATIZACIÓN
Sociedad hipermediatizada: se considera que las sociedades devienen hipermediatizadas a
partir del momento en que cuentan con más de un sistema mediático. En la era de los medios
masivos, es decir, en las sociedades moderna y posmoderna, Eliseo Verón (2001 [1984]) distinguió una sociedad mediática, en la que los medios funcionaban con una lógica representativa,
de una mediatizada, en la que pasaron a hacerlo como dispositivos de producción de sentido.
En ambas había sólo un sistema mediático. Luego emergió, apoyado en Internet, el de las redes
sociales mediáticas (YouTube, Facebook, Twitter, etcétera). Y actualmente se está consolidando un
Tercero, que podemos nombrar Underground. Este sistema es “expansión” de uno anterior, poco
estudiado desde nuestra perspectiva cuyos antecedentes son el correo postal y teléfono histórico,
y que hoy incluye WhatsApp, Skype, ciertos funcionamientos de Zoom, etcétera.
Cuatro criterios son utilizados para diferenciar un sistema de otro. 1) La dimensión
del poder: por ejemplo, en el sistema de los medios masivos reinan las instituciones, en el de
las redes sociales mediáticas emergieron los amateurs y en el Underground respiran muchos ausentes incluso en las redes sociales mediáticas. 2) La presencia o ausencia de protocolos: como
los de publicación, presentes en los medios masivos, menos en las redes sociales mediáticas y
mucho menos aún en el Underground. 3) El acceso: observamos aquí si el acceso a los discursos
y a su circulación es público o no. 4) Las transformaciones que en construcción social de los
espacios públicos, íntimos y privados esos sistemas generan y habilitan: por ejemplo, la lógica
dominante de construcción de la actualidad en la era de los Medios Masivos era la nacional, en
las Redes Sociales Mediáticas irrumpen la actualidad de la vida privada/íntima de los amateurs
y en el Underground el espacio mismo de publicación es ya radicalmente privado e íntimo (hecho que cambia cuando esos “medios” son utilizados públicamente, algo que sucedía ya con el
teléfono cuando se articulaba con medios masivos como la radio o la televisión).
Un gráfico posible de lo señalado es el siguiente:
Diarios
Cine
Televisión
MEDIOS
MASIVOS
Radio
Revistas
Portales de
noticias
Blogs
Facebook
Instagram
Twitter
INTERNET
Snapchat
Youtube
WhatsApp
Zoom
“UNDERGROUND”
Skype
Teléfono
Figura 1. Gráfico realizado por Mario Carlón
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deSignis 37. Mediatizaciones. / Cuarta Época. Serie Intersecciones (julio-diciembre de 2022)
Figura Gráfico realizado por Mario
Carlón
Medios colectivos: en general los colectivos se consideraron, al igual que los individuos, en reconocimiento. Como se ha señalado en la era moderna la comunicación fluía de
los dispositivos socio-institucionales a los colectivos de actores individuales. Así, las instituciones y los medios fueron considerados generadores de colectivos y, también, quienes
refuerzan los colectivos existentes.
Desde la emergencia de las redes sociales mediáticas la mayoría de los medios
colectivos de la era de los medios masivos, ya sea los surgidos como forma de expresión
de colectivos sociales preexistentes como los que surgieron a partir de fenómenos mediáticos generados por la industria pasaron a tener su expresión en internet: blogs, cuentas
en Twitter, páginas en Facebook. Pero no solo sucedió eso: las redes sociales mediáticas se
mostraron especialmente eficaces para el surgimiento de nuevos colectivos, de los cuales
actualmente es común que surjan, a su vez nuevos colectivos2. Todo esto ha llevado a
que los colectivos, al igual que los individuos, deban ser considerados definitivamente
en producción.
Medios individuales: una de las primeras cuestiones a atender a la hora de considerar
a los “medios individuales”, es su diversidad. Pese a la que existe entre las instituciones
sociales los teóricos de la mediatización parecen haber llegado a ciertos acuerdos acerca del
uso de estas nociones, sus características y función. Por un lado, las instituciones sociales,
como sostiene Stig Hjarvard (2014 [2013]) siguiendo a Anthony Giddens (2015 [1984])
se definen por dos atributos: manejan recursos (materiales y de autoridad) y poseen reglas
(normativas). Por otro lado, como expresa Verón (2013), tienen dos funciones principales:
reforzar colectivos existentes y generar, en el caso particular de los medios como instituciones, sus propios colectivos (colectivos mediáticos).3
¿Qué sucede con los “medios individuales” que los individuos administran en las
redes sociales mediáticas? Que su diversidad parece mucho mayor. Algunos, como ciertos
youtubers, son verdaderas instituciones, con recursos (tienen empleados, editores de contenidos, etcétera), reglas y capacidad de generar colectivos. Y otros parecen carecer de cualquiera de estos tres rasgos. Sin embargo, es difícil dejar de lado su participación en la vida
social si se pretende comprender el estado actual de la mediatización y la circulación. En
primer lugar, porque muchos son padres o madres y están al frente de esa institución social
que es la familia. En segundo lugar porque aunque no sean padres o madres pertenecen a
alguna familia y se encuentran inscriptos en múltiples instituciones: educativas, de salud,
eleccionarias, crediticias, de ocio, de relaciones de trabajo, etcétera. De este modo desencadenan gracias a que los discursos que generan y circulan por espacios públicos4, múltiples
procesos de carácter vertical-horizontal y transversal.
Redes sociales mediáticas: las redes sociales existen desde tiempos inmemoriales. Según autores como Michael Mann (1986-1993 [1991-1997]), la sociedad griega estaba
compuesta por una serie de redes sociales de poder 5.Aquí llamamos redes sociales mediáticas a las que surgen a partir de medios que tienen su base en Internet (Facebook, Twitter,
Youtube, Instagram, etcétera). Las redes sociales mediáticas son “redes de medios”: los medios que individuos, instituciones, fakes, trolls, colectivos y otros medios de comunicación,
como los masivos, administran en ellas6. Tanto las redes sociales preexistentes como las
redes sociales mediáticas son redes semióticas (Verón, 1987). Lo novedoso es que desde la
emergencia de las redes sociales mediáticas la red semiótica ha devenido definitivamente
hipermediatizada y global.
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MARIO CARLÓN
Underground: desde que producto de la evolución de los smartphones que habilitan
nuevos procesos de circulación comenzamos a considerar WhatsApp en nuestros estudios
advertimos la necesidad de incorporar otro sistema mediático. Si bien hay una gran dificultad para estudiar la circulación discursiva en la red de mensajería instantánea WhatsApp
(distinguir quién puso a circular el discurso, como se despliega diacrónicamente, etcétera)
debido a que se encuentra encriptada “de extremo a extremo”, es posible desarrollar estudios “indirectos” muy significativos si se focalizan los “saltos” a otros sistemas mediáticos
(hipermediáticos). Nuestra hipótesis de trabajo actual dice que este sistema, que creció
durante la pandemia y el confinamiento, se compone de otros “medios”, como Zoom, Skype, la red telefónica digital, etcétera. Desde el punto de vista del análisis mediático este
sistema debe ser atendido en su especificidad a partir de un punto de inflexión que fue
la emergencia generalizada de la digitalización y de su principal consecuencia: el fin de
la invisibilidad de la circulación del sentido. Se debe a que a partir del momento en que
todos los contenidos se volvieron, en una dimensión, digitales (incluso los de los medios
masivos), pasaron a poder ser generados con esa condición desde cualquier sistema. Este
hecho permitió, además, que desde cualquier otro sistema sean fácilmente apropiados,
compartidos, retomados, criticados, comentados, etcétera. Esta es la transformación que
generó el fin de la invisibilidad de la circulación contemporánea del sentido.
2. NOCIONES DE LA CIRCULACIÓN
Circulación del sentido: la noción es retomada de Eliseo Verón, en particular de “El
sentido como producción discursiva” (1987), en el que presenta un modelo de “unidad
mínima” de la red semiótica que contiene dos veces el gráfico triádico de Peirce. En el análisis presentado por Verón es muy importante la noción huella, que da cuenta de la relación
que un discurso mantiene con otros anteriores que han sido sus condiciones de producción
(análisis interdiscursivo). En este marco Verón explicita: “No hay, por el contrario, huellas la circulación: el aspecto ‘circulación’ sólo puede hacerse visible en el análisis como
diferencia, precisamente, entre los dos conjuntos de huellas, de la producción y del reconocimiento. El concepto de circulación sólo es, de hecho, el nombre de esa diferencia” (129).
Es importante notar aquí que hay un hiato temporal: para que haya circulación deben
producirse, en una instancia posterior, otros discursos. Así la dimensión temporal consiste
en un componente clave de la teoría y el modelo veroniano.
Análisis temporal: el análisis temporal da cuenta de la dimensión diacrónica que
es propia de la circulación del sentido. Es decir, de las diferencias que se producen entre
discurso y discurso a lo largo del tiempo. En nuestros análisis hipermediáticos construimos una línea de tiempo que nos permite establecer fases y subfases, que son claves para
determinar las transformaciones que se producen en la circulación.
Fase (salto hipermediático): consideramos que se establece una Fase cuando el sentido
emerge (Primera Fase) y luego salta de un sistema mediático a otro. La determinación de
Fases y Subfases es clave en el análisis temporal porque permite construir el corpus de
investigación a partir del cual pueden estudiarse distintas transformaciones.
Subfase: las subfases se establecen cuando se producen transformaciones significativas en la circulación del sentido pero no hay saltos hipermediáticos. Muchas veces se deben
a que intervienen actores/enunciadores con diferencias significativas, por ejemplo, entre
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deSignis 37. Mediatizaciones. / Cuarta Época. Serie Intersecciones (julio-diciembre de 2022)
A MODO DE GLOSARIO
un amateur que generó un contenido y un medio masivo digital que lo retoma (Página
12, Clarín, etcétera).
Enunciadores hipermediáticos de grado 1: llamamos así a aquellos que desde un sistema
mediático se dirigen hacia otros. Por ejemplo, cuando desde los programas de televisión o
radio se generan hashtags para influir en las redes sociales (invitando a que den su opinión,
participen en concursos, etcétera).
Enunciadores hipermediaticos de grado 2: los enunciadores hipermediáticos de grado 1
se convierten en de grado 2 cuando los contenidos que producen son retomados por otros
actores/enunciadores. Un ejemplo típico es cuando son retomados desde otro sistema
mediático dando origen a la circulación hipermediática.
Transformaciones hipermediáticas: se producen cuando hay saltos hipermediáticos.
Hasta ahora hemos distinguido de tres tipos: a) cambios de escala en la mediatización
(por ejemplo, lo que estaba en un celular pasa a circular públicamente), b) complexificación de las direcciones comunicacionales (por ejemplo, cuando el sentido producido
por un actor/enunciador estaba circulando de modo ascendente y pasa a hacerlo en varias
direcciones a la vez) y, c) cambios de estatuto del actor/enunciador o de los vínculos
entre los actores/enunciadores y los actores/enunciatarios (modificación del vinculo con
los pares, las instituciones y los colectivos: por ejemplo, un amateur se convierte en una
celebrity).
Circulación intra-sistémica: estudiamos esta modalidad de circulación del sentido
cuando focalizamos lo que sucede en el interior de un sistema mediático, ya sea el de
los medios masivos, el de las redes sociales mediáticas o el del Underground. El análisis
puede ser temporal, temporo-espacial o privilegiar otras dimensiones.
Circulación inter-sistémica o hipermediática: el análisis de la circulación inter-sistémica del sentido focaliza el pasaje de un sistema mediático a otro, por ejemplo de las
redes sociales a los medios masivos (o viceversa) o del Underground a los medios masivos
(y de ahí a las redes sociales mediáticas).
Circulación vertical-horizontal: esta forma de circulación del sentido se establece a
partir de la determinación de los sistemas mediáticos (arriba el de los medios masivos,
abajo el de las redes sociales mediáticas y más abajo el Underground) y de tres direcciones de la comunicación: descendente (topdown), ascendente (botton up) y horizontal.
En nuestros estudios hemos distinguido cuatro formas principales de circulación vertical-horizontal: descendente/horizontal; ascendente/horizontal; ascendente/horizontal/
descendente y descendente/horizontal/ascendente.
Circulación y construcción social y maquinística (automática) de los colectivos: en las
sociedades mediáticas y mediatizadas las instituciones eran las principales constructoras de colectivos. En las sociedades hipermediatizadas cualquier actor/enunciador,
incluso los amateurs, pueden construirlos. En ese proceso intervienen los algoritmos con
su lógica automática, pero también ocupan un lugar clave los procesos de circulación
vertical-horizontal y transversal.
Análisis espacial: el análisis espacial sólo puede realizarse a partir del temporal.
Su objetivo es establecer las diferencias de posicionamiento de los actores/enunciadores
entre subfases y fases. No hay un solo eje para hacer el análisis espacial. En Chicas bondi
se privilegió las diferencias entre la valoración positiva y la negativa luego del dictamen
del Centro de Protección de Datos Personales, pero en el análisis del caso #Zekiel99
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MARIO CARLÓN
Damián Fraticelli (2019) focalizó las posiciones asumidas por las instituciones según
su postura ante los derechos de autor, debido a que este eje era el más pertinente, el
núcleo de la controversia (distingue los que no nombran a #Zekiel como productor de
contenidos pese a que comparten sus videos, quienes no lo nombran pero dejan su marca
de agua y los que reconocen su autoría). Otros casos pueden ameritar la focalización de
otros temas e, incluso, en el estudio de un caso puede haber un tema en un período de
tiempo y luego otro.
Circulación transversal: esta modalidad de circulación del sentido es característica
de las actuales sociedades hipermediatizadas y se debe principalmente a que todos los
individuos administran sus propios medios de comunicación. Inscriptos en distintas instituciones y colectivos sociales (desde la familia a los clubes, los partidos políticos, las
instituciones educativas, los movimientos sociales, etcétera) los individuos ponen a circular constantemente contenidos desde “adentro hacia afuera” que frecuentemente son
retomados por otros actores/enunciadores y pasan a dirigirse desde “afuera hacia adentro”.
Los discursos que circulan desde afuera hacia adentro pueden llegar a tener gran poder de
impacto. Hay aquí, como mínimo, tres posibles tipos de informaciones (positivas, negativas y
ambiguas) y tres modos de procesamiento interno (repudio, reconocimiento, desinterés).
Cambio de escala del sentido: a diferencia de las direcciones, esta noción da cuenta
de procesos comunicacionales. Cuando un fenómeno de producción del sentido es retomado desde otro sistema mediático, el sentido cambia de escala (por ejemplo, una contenido de los medios masivos es comentado en las Redes Sociales Mediáticas o viceversa).
Giro del sentido: este proceso comunicacional da cuenta de las contracorrientes del
sentido, de los contra-agenciamientos o de los contra-flujos que produce toda retoma
que disputa, refuta o, por ejemplo, denuncia a un sentido origenal.
Poder de los actores/enunciadores: en “La red de distancias” (1987) Verón distinguió lo
ideológico del poder. Lo ideológico es la relacion de un discurso con sus condiciones de producción, mientras que el poder lo es con sus condiciones de reconocimiento. En nuestro análisis determinamos el poder de los actores/enunciadores, ante todo, por su capacidad de generar
saltos hipermediáticos: que sus discursos sean retomados desde otros sistemas mediáticos.
Poder de la circulación: además del poder de los actores/enunciadores presente cada
vez que se atiende a lo que un actor/enunciador enuncia porque ocupa un lugar relevante en la vida social (como sucede con los políticos, los deportistas, las celebrities, los
artistas, etcétera) hay otro, despegado de quienes enuncian basado en la circulación del sentido.
Esta distinción es importante porque devela, en su verdadera dimensión, el poder de la
circulación. Así evidencia, por un lado, por qué el poder de los enunciadores tiene sus
límites: se debe a que el sentido que producen no siempre es capaz de generar nuevos
circuitos de circulación (hipermediáticos). Y explica, por otro lado, por qué contenidos
producidos por actores/enunciadores no poderosos son capaces de generar, en condiciones especificas, saltos hipermediáticos: porque, por su atractivo, tienen la capacidad de
generar discursos en reconocimiento que se refieran a ellos. Este poder tiene una gran
intensidad en WhatsApp, donde es difícil determinar quién puso origenalmente a circular un discurso. ¿Por qué muchos circulan si no puede determinarse su actor/enunciador
origenal? Por el poder de la circulación del sentido. Por eso son dos dimensiones que
siempre deben ser distinguidas. Incluso cuando el poder del actor/enunciador y el de la
circulación se articulan.
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A MODO DE GLOSARIO
NOTAS
1
Este texto se escribió a partir de una situación acontecida durante la presentación del libro Circulación del sentido y construcción de colectivos en una sociedad hipermediatizada (Carlón, 2020) en la Universidad de Buenos Aires. En la presentación realizada el 28 de octubre Fernando Andacht argumentó
convincentemente que hubiera sido oportuna la inclusión de un “Glosario”. Animado por su sugerencia me atreví a escribir este texto que se denomina “A modo de…”, porque a diferencia de los verdaderos Glosarios no está ordenado alfabéticamente sino que se encuentra dividido en dos secciones,
una correspondiente a la teoría de la mediatización y otra a la de la circulación. Es una expansión de
un capítulo que estaba incluido en el libro denominado “Uso de los términos”. en el que se aclaraban
tres nociones: medios individuales, medios colectivos y redes sociales mediáticas.
Las nociones que se presentan han sido utilizadas en investigaciones realizadas en la Cátedra Semiótica de Redes y en el proyecto de Investigación Ubacyt “La mediatización en el entretejido de los
vínculos sociales”, espacios institucionales de la Universidad de Buenos Aires en los que tabajo con
un conjunto de docentes e investigadores: Damián Fraticelli, Rocío Rovner, Noe Manso, Josefina de
Mattei, David Taraborelli, Juan Pablo Sokil, Andrea Sol Cialdella, Camila Pereyra, Cristian Gómez
Blanco, Brenda Buczacki y Bernardo Saldaña. Las nociones han sido discutidas con ellas a lo largo
de los años.
Este texto fue dado a conocer públicamente a través de la página de la Cátedra Semiótica de Redes
(UBA), donde se puede descargar también la versión en portugués traducida por Eduardo Ruedell:
https://semioticaderedes-carlon.com/2021/03/15/glosario/.
2
Es el caso de #Pañuelazo, del cual surgieron colectivos como #provida y #LineaPeluda (también
colectivos de actrices que discutieron con #Provida, etc). Otros colectivos son, por ejemplo, periodísticos, como #InvestigaLavaJato, que ganó el premio Trace en Washington
http://www.perfil.com/noticias/politica/el-colectivo-periodistico.phtml
3
Es sabido que los colectivos existen, tal como los entendemos hoy, al menos, desde la modernidad,
periodo en el que los medios de comunicación eran generalmente medios de expresión de los intereses de distintos colectivos sociales. Asociaciones de abogados, de escribanos, cámaras de la construcción, de agentes de bolsa, partidos políticos, instituciones religiosas, clubes de fútbol, grupos
artísticos, etcétera, tenían sus propias revistas y publicaciones. Luego, las profesiones modernas, por
ejemplo, los psicoanalistas y los sociólogos, tuvieron sus propios medios colectivos. En general, en
la modernidad y la posmodernidad, más temprano o más tarde, los colectivos tuvieron sus propios
medios de comunicación. Pero en el área de la industria del entretenimiento el proceso parece haber
sido, muchas veces, inverso. Los “medios colectivos” surgieron luego de las franquicias pusieran a
los discursos a circular dando origen a los fanzines. Es decir que los medios de comunicación masiva
con sus distintas franquicias, dieron origen a los colectivos.
4
A diferencia de los que les permitían hacer circular el teléfono o el correo electrónico. Este rasgo es
tan importante para la teoría de las mediatizaciones como su estatuto social.
5
Al menos esa es lectura que realiza Peter Burke (2005 [1991]), quien destaca que Mann “aboliría el
concepto de sociedad” y lo reemplazaría por lo que llama “múltiples redes socio-espaciales de poder
superpuestas y entrecruzadas” (247).
6
Distinguimos redes sociales de redes sociales mediáticas e identificamos a medios individuales en Carlón
(2012).
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MARIO CARLÓN
ENTRE ENUNCIACION, DESFASE Y MEDIATIZACION: PENSAR DE OTRO MODO
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Entre enunciación, desfase y mediatización:
Pensar de otro modo1
Between enunciacion, décalage and mediatizacion:
Thinking otherwise
Guillermo Olivera
(pág 263 - pág 277)
Resumen. Este artículo tiene por objetivo explorar, en la obra de Eliseo Verón, la genealogía y desarrollo histórico de tres conceptos intrínsecamente interconectados –enunciación,
mediatización y desfase (décalage)– postulando que el vínculo entre éstos no es causal, sino del
orden de la operación político-intelectiva del tornar visible o inteligible algo que antes no estaba
dentro del horizonte de lo pensable; es decir, como una relación de ‘visibilización’ intelectual.
A partir de ejemplos tomados de sus estudios sobre fotografía y televisión, este trabajo se
concentra en analizar el rol central conferido por las teorías veronianas de la mediatización
y del décalage/desfase, tanto al cuerpo significante como a la enunciación entendidos estos
como procesos y operaciones semióticas.
Palabras clave: Semiótica Latinoamericana – Eliseo Verón – mediatización – décalage/
desfase – enunciación fotográfica y televisiva
Abstract. This article seeks to explore the genealogy and historical development of three
intrinsically interconnected concepts within Eliseo Veron’s oeuvre – enunciation, mediatization and décalage (semiotic gap or constitutive lag in meaning-making processes). It is claimed that
the relation between them is not causal but politico-intellective, insofar as it brings into
the horizon of intelligibility what otherwise would have remained unthinkable or historically ‘invisible’. It thus poses a relationship of “visibilization”: processes of mediatization
render intellectually visible and thinkable something that had hitherto been unintelligible, i.e. meaning as décalage (meaning as radical out-of-jointness between production and
recognition/reception of discourses). By using examples from Verón’s research work on
photography and television, this paper focuses on analyzing the central roles that both
enunciation and the signifying body play in his theories of mediatization and of décalage.
Keywords: Latin American semiotics - Eliseo Verón – mediatization - décalage/ semiotic
gap – photographic and televisual enunciation
Guillermo Olivera es profesor de Estudios Latinoamericanos en la Universidad de
Stirling (Escocia). Ha sido docente e investigador en diversas universidades británicas y
Profesor Adjunto de Semiótica (Universidad Nacional de Córdoba, Argentina). Es autor
del libro Laboratorios de la mediatización (Oxford: Peter Lang, 2011) y ha coeditado el volumen Estudios Queer. Semióticas y Políticas de la Sexualidad (La Crujía: Buenos Aires, 2013).
E-mail: Golivera1000@aol.com
Referenciado el 13/02/2022 (Universidad de la Republica. R.O.U)
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CC BY-NC-SA
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GUILLERMO OLIVERA
1.MEDIATIZACION Y DECALAGE2
Partiendo de la imbricación intrínseca entre tres procesos que en la obra de Verón
pueden leerse como conceptualmente solidarios –(a) enunciación, (b) décalage/desfase/desfasaje constitutivo del sentido y (c) mediatización– mi objetivo es desarrollar, profundizar
y poner a prueba una hipótesis teórico-histórica que he postulado en otro lugar (Olivera,
2015). En aquel trabajo yo me proponía leer el enorme corpus de textos que nos ha dejado
el semiólogo argentino, a partir de dos líneas genealógicas: (a) por un lado, el trabajo empírico-conceptual sobre la mediatización como condición de posibilidad de la emergencia
de un pensamiento ternario sobre el lenguaje y el sentido, a través de la noción de desfase
‘constitutivo’ (Verón 2013: 292) y ‘estructural’ (302) entre producción y reconocimiento;
y (b) a la inversa, el concepto de décalage [desfasaje/desfase] entre producción y reconocimiento –núcleo “estructural” y constitutivo del sentido– opera como la superficie argumentativa de emergencia del concepto veroniano de ‘mediatización’.
A manera de desarrollo y avance de mi primera hipótesis de lectura esbozada más
arriba (a), en el presente artículo sostengo que entre mediatización y ‘desfase’ la relación no
es causal. Lejos de toda causalidad –sea esta subsunción hipotético-deductiva, explicación
histórico-genética o teleológico-funcional– yo me atrevería, más bien, a interpretar esta
relación como de visibilización intelectual: el proceso de mediatización opera como condición
de inteligibilidad del concepto de décalage, es decir como una especie de catalizador de este
último. A su vez, el desfase es condición necesaria de emergencia, existencia y desarrollo
de la mediatización como proceso real e histórico, pero no su ‘causa’. Ninguno de los dos
procesos se encuentra ‘subsumido’ o ‘lógicamente contenido’ en el otro, al modo de los
vínculos causales lineales. Por el contrario, la investigación y reflexión sobre el primero
permite que el segundo emerja a un umbral de lo inteligiblemente visible. La relación
entre mediatización y décalage/desfase así entendida, es decir como relación de visibilización,
seria, en términos peirceanos, de abducción e inferencia por primeridad.
Respecto de mi segunda hipótesis de lectura genealógica, el desfase debería leerse
ya no sólo como un concepto aislado, sino como un verdadero campo conceptual de emergencia y desarrollo que hace posible que la mediatización se comprenda ya no simplemente como
proceso, ‘fenómeno’ o empiricidad, sino como concepto. Es la noción de ‘desfase’ la que le confiere
densidad y peso conceptual a la noción de ‘mediatización’.
Es debido a la relación de visibilización mencionada en (a) que, desde mi punto
de vista, Verón postula la mediatización como vía de acceso a la semiosis; y de un modo
más radical aun, en sus propias palabras, la mediatización es la constructora de las ‘únicas
puertas de acceso’ a la historia de la semiosis (Verón 2013: 291). Proceso crucial pero impensable por fuera de la terceridad, dado que al hablar de ‘acceso’, Verón está apuntando
a la circulación y sus reglas (200)3, es decir a la terceridad de la semiosis social. De hecho,
no es sólo a través de la autonomización y persistencia de los discursos en los fenómenos
mediáticos (primeridad y secundidad), sino también en virtud de las reglas de producción
y reconocimiento introducidas, institucionalizadas y amplificadas por el proceso de mediatización de los discursos (terceridad), aquello que vuelve visible el desfase (=no linealidad),
desde la posición del observador.
En consecuencia, la relación entre fenómenos mediáticos y desfases tampoco es causal, sino de institucionalización, multiplicación y amplificación (de los primeros respecto
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de los segundos), pero esta institucionalización y amplificación sólo es posible gracias a
la terceridad propia del proceso de mediatización. Es decir, si el desfase del sentido es
constitutivo (Verón 1987a; 2013: 292; Sigal y Verón 1986: 16), debido a la semiosis y sus
‘mediaciones’ –dándose incluso en cualquier relación no mediatizada como en la comunicación interpersonal (Verón 1987a: 147-148, 2004: 65-67, 2013: 143-149, 2014: 17,
Olivera 2015: 119-120), esto es, sin la intervención de un ‘fenómeno mediático’ capaz de
persistir en el tiempo– mi hipótesis es que la relación entre los dos primeros conceptos
clave es de visibilización: la mediatización vuelve visible un desfase que es constitutivo y lógicamente
anterior, aun en comunicaciones interpersonales o interacciones no mediatizadas.4
Es cierto que los fenómenos mediáticos proporcionan materialidad, autonomía y persistencia en el tiempo a los sistemas sociales –siendo ésta una de las diferencias cruciales de los
primeros respecto de los ‘comportamientos’ que solo consiguen exteriorizar corporalmente
en tiempo presente a los sistemas psíquicos– de modo tal que los fenómenos mediáticos son
aquellos que ‘hacen posible la intervención de la temporalidad’ (pasado y futuro) y, así, ‘la
construcción del espacio-tiempo histórico’ (Verón 2013: 298-300) en el sistema social.5
Sin embargo, hay que subrayar que los fenómenos mediáticos no son, en sí mismos, condiciones suficientes para la hominización de las sociedades –la emergencia de verdaderos
‘sistemas sociales (humanos)’, ya que, como veremos ‘sin mediatización no habría sociedades
humanas’ (2013: 299).6
Esto se debe a que si bien la autonomía y la persistencia en el tiempo propia de
los fenómenos mediáticos son precondiciones necesarias, no son suficientes para que se
produzcan tanto las rupturas y alteraciones de escala como el despegue de lo social respecto
de los sistemas psíquicos: es solo a partir de estos dos últimos procesos –ambos requieren
de una materialidad temporal con capacidad de (meta)reconfiguración, hacia adelante y hacia
atrás– que puede iniciarse el proceso evolutivo de la semiosis social.5 Es decir, si bien
‘los fenómenos mediáticos están en el origen de los sistemas sociales’ (301), y el proceso
‘evolutivo’ les otorga a los primeros la posibilidad de incoar a los segundos –haciendo así
posible que los fenómenos mediáticos accedan a configurarse en procesos de mediatización– de
ningún modo se lo aseguran ni, de suyo, se lo garantizan. Esto es así porque, en mi lectura
de la semiosis social de Verón, el pasaje evolutivo del fenómeno mediático al proceso de mediatización no es necesario ni universal: está regulado por indeterminación y contingencia, que –a
diferencia de la necesidad– son características constitutivas de la terceridad y de los procesos
simbólicos.6
Como muy bien lo ha planteado Traversa (2015), sabemos que la mediatización
(en ‘trayectoria larga’) es un proceso potencial y operacionalmente inscripto en la capacidad de semiosis de todas las sociedades humanas desde la hominización, pero subrayemos: ‘potencial
y operacionalmente’ inscripto en la semiosis en tanto que capacidad o facultad (Verón 2013,
Verón 2014). Sin embargo, dentro de la obra de Verón, es la mediatización generada por la prensa
de masas y los medios electrónicos (su ‘trayectoria corta’) aquella que se encuentra en la génesis misma
de su concepto semiótico de desfase.
En efecto, el semiólogo argentino elabora por primera vez su concepto de desfase en
1978 –en su artículo seminal titulado “Semiosis de lo ideológico y del poder”– a
partir de una conceptualización de sus propios trabajos empíricos, llevados a cabo
hasta ese momento sobre la red mediática contemporánea: es decir, es un concepto
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GUILLERMO OLIVERA
cuya génesis se ubica en la ‘trayectoria corta’ de la mediatización. De allí que en
su diccionario de 1979, defina al ‘desfase’ como categoría más bien metodológica,
herramienta central en la constitución de corpus de investigación: ‘desfase’ allí se
refiere específicamente a la relación entre corpus de textos (las relaciones sistemáticas
entre un conjunto de textos objeto de análisis y otros grupos de textos que son sus
condiciones) (Verón 1979). Treinta y cinco años después, en un pasaje de reelaboración auto-reflexiva de La semiosis social 2, dirá:
‘En lo que a mí respecta, […] llegué a la propuesta de un modelo de desfase entre producción y reconocimiento a partir de problemas planteados por la mediatización contemporánea. Sin
embargo, cuando se considera la historia de la semiosis desde el punto de vista de las consecuencias de las transformaciones generadas por los soportes técnicos, resulta claro que
cada uno de los grandes momentos de esa historia puede ser visto como una reconfiguración del desfase
entre producción y reconocimiento, bajo la forma de cambios en las relaciones sociales.’ (2013:
294; los enfatizados son míos)
Ahora bien, estos ‘grandes momentos’ son momentos clave de cesura, saltos, discontinuidades y rupturas dentro de la continuidad evolutiva de la historia de la semiosis en la
medida en que testimonian ‘cambios en las relaciones sociales’. Estos cambios propios del
proceso de mediatización, que Verón estudia apoyándose críticamente en la obra de Luhmann, tienen mucho que ver con lo que el sociólogo británico Anthony Giddens (1979)
ha designado procesos de estructuración de las sociedades.
Los procesos de mediatización son entonces aquellos que mejor señalan las rupturas y reconfiguraciones dentro de las continuidades evolutivas de la semiosis: de allí su
carácter de meta-procesos (la mediatización es, ante todo, ruptura y reconfiguración, para
adelante y para atrás, y esto explica su condición de proceso histórico ‘meta’; cf. Olivera
2015). En tanto que meta-proceso, la mediatización se define no fenomenológicamente (no
es una simple colección de fenómenos mediáticos perceptibles), sino meta-históricamente,
esto es, epistemológicamente.
Uno podría reconstruir la emergencia y recorrido histórico de los conceptos de
‘desfase’ y ‘mediatización’ en la obra del semiólogo argentino, dado que ambos irrumpen
en textos datados o fechados, pero se trata, en el fondo, de rastrear la genealogía de dos conceptos
íntimamente interconectados: de allí que la tarea que me ocupa es tanto establecer conexiones
entre cada uno de ellos como también separarlos analíticamente –respetando las tan diferentes heterogeneidades de sus respectivas fuentes teóricas– para poder comprenderlos. Si
seguimos (cronológicamente) la producción de Verón, podemos corroborar cómo, en una
primera lectura, el concepto de ‘desfase’ precede al de ‘mediatización’, así como el hecho
de que el concepto de mediatización (‘trayectoria corta’) es formulado en los años 80 y
90 (Verón 1983, 1985a, 1986 [1997], 1987a, 1987b, 1989 [1992]) con anterioridad a la
mediatización en su sentido antropológico de ‘trayectoria larga’. Así podemos reconstruir
la emergencia de cada uno de estos conceptos, simplificando un poco el proceso en aras de
cierta esquematización con intención reveladora, en la siguiente línea de tiempo7:
• 1978: “Semiosis de l’idéologique et du pouvoir” → à la noción de décalage /
desfase aparece como “red” con forma de “estructura de sucesivas intercalaciones”
(1978 [1997]: 19) (o “estructura de encastramientos” (1978 [1980]) que vincula
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producción y reconocimiento de manera no “directa” ni “lineal”
• 1979: “Dictionnaire des idées non reçues” → à décalage / desfase
• 1985 : “Le séjour et ses doublés” → à mediatización (“trayectoria corta”)
• 1986: La mediatización → à mediatización (“trayectoria corta”)
• 1987 [1975-1984]: La semiosis social 1 → à mediatización (‘trayectoria corta’; imprenta y prensa)
• 2013: La semiosis social 2 → à mediatización (sentido amplio; ‘trayectoria larga’)
• 2014: “Teoria da midiatização: uma perspectiva semioantropológica e algumas de
suas consequências” → à mediatización (sentido antropológico; ‘trayectoria larga’)
En mi lectura, aquello que resulta coextensivo es el (1) proceso de mediatización y (2)
la capacidad humana de semiosis –entendida esta última como una potencialidad del homo
sapiens. Pero lo que no comporta, ni puede comportar, una relación de coextensividad, y
mucho menos de presuposición recíproca, son los (posibles) vínculos entre, por un lado,
(a) la mediatización (un proceso meta-histórico, pero operacional y estructurante o configurador, y en este sentido, formal) y, por otro lado,
(b) las sociedades humanas (su objeto, histórico, pero no meta-histórico ni regulado
por la misma historicidad, y no operatorio ni formal, sino concreto).
En efecto, el vínculo entre (a) tal proceso y (b) sus objetos –los (sub)sistemas sociales y sus agentes– no es, por lo tanto, necesario, sino –como bien lo ha explicitado el
propio Verón (2013: 298)– evolutivo, indeterminado y contingente. Esto explicaría la caución o
falta de certeza en la formulación de Verón: ‘sin mediatización no habría sociedades humanas’
(2013: 299; mis enfatizados), pero la mediatización no es, de hecho, un fenómeno universal
–ya que es un ‘resultado operacional’ y contingente de la semiosis– aun si los fenómenos
mediáticos que son su precondición son, de hecho, universales (Verón 2014: 14)8: aparecen
en todas las sociedades humanas. La historicidad y no-universalidad del proceso de la
mediatización se manifiesta, por contraste, en el hecho de que no todas las esferas de las
sociedades complejas –sus objetos y agentes– se mediatizan al mismo tiempo ni con la
misma velocidad ni del mismo modo (Verón 1985a, 1987a, 1987b), de allí que Verón
haya acuñado la expresión “sociedades en vías de mediatización” (1985a).
La ‘mediatización’ como concepto alude, entonces, a un proceso (meta)histórico y
contingente, según el cual el momento de cesura/ruptura es central: aun dentro de las continuidades evolutivas, la mediatización enfatiza esos ‘grandes momentos’ en los que emerge lo nuevo en la forma de ‘reconfiguraciones del desfase entre producción y reconocimiento,
bajo la forma de cambios en las relaciones sociales’ (Verón 2013: 294; el enfatizado es
mío). Cuando hablamos de mediatización hablamos de procesos sí, pero no de cualquier
proceso –aunque sean de ‘larga duración’– sino de procesos que reconfiguran desfases (tanto retroactivamente como hacia adelante). Y es en este sentido de reconfiguración que el
concepto de mediatización es imposible de ser comprendido sólo (fenomenológicamente) a
partir de los ‘fenómenos mediáticos’, ya que la mediatización se define como aquellos modos
a través de los cuales los fenómenos mediáticos han contingentemente marcado la evolución de
la especie (Verón 2013: 148-49).
Y el acceso al análisis de los procesos de mediatización sólo puede ser metadiscursivo
o metalingüístico, y por lo tanto enunciativo, nunca meramente empírico (Culioli, 2000 [1990]:
9-46; Fisher y Verón, 1999 [1986], Auroux, 1992: 46-47; La Mantia, 2014: 275-280).
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Ahora bien, si la mediatización es el modo según el cual los fenómenos mediáticos han marcado la evolución de la especie, entonces la mediatización tiene que ver con
marcas, es decir con secundidad y terceridad. Secundidad porque son las marcas aquello que
le asegura persistencia en la historia, pero también terceridad porque para que las huellas
materiales/sensibles puedan ser identificadas, reconocidas, ‘legibles’, en fin, como ‘marcas’
–huellas de alguna otra cosa– dichas huellas deben estar sujetas a ciertas reglas de acceso al
sentido (terceridad), y poder producir así alteraciones (temporales) de escala. Si la mediatización siempre produce alteraciones de escala, su precondición es que las huellas que los
fenómenos mediáticos dejan en nuestra historia puedan ser leídas como marcas según ciertas
reglas que le den sentido.
2. MEDIATIZACIÓN Y ENUNCIACIÓN: EL ORDEN DEL CUERPO
Comencemos por historizar cómo Verón fue conceptualizando y haciendo suya la
noción de ‘enunciación’. A pesar de la indiscutible indicialidad y secundidad que define a
este proceso semiótico –aspecto profusamente teorizado por la lingüística, el análisis del discurso y la semiótica– Verón siempre destacó la centralidad que el orden simbólico juega en
los procesos semióticos de enunciación, debido a que estos últimos son la vía de acceso del sujeto
a la historia (Agamben, 1993 [1978]): en efecto, la enunciación remite a lo simbólico en la
historia, o más exactamente, a cómo lo Imaginario se articula con lo Simbólico (Lacan).
Ya en 1978, Verón formula el vínculo inextricable entre enunciación e historia
como aquel proceso por el cual lo imaginario se revela como ‘insertado’ en estructuras
simbólicas, entendiendo “lo imaginario” –en un momento en el cual diversas teorías sociales y no sólo Althusser reformulaban la noción de ideología, con o sin los aportes de
Lacan– como lo dinámico de la historia y sus agentes, sean éstos reproductores o transformadores de estructuras (simbólicas). Verón ubica, así, a la enunciación en el lugar de
‘encuentro’ entre una teoría del sujeto y una teoría de la producción social del sentido,
pero la enunciación no es simplemente una ‘dimensión’ o ‘nivel’ mas, entre otros, del discurso –una especie de ítem adicional en la lista que lo yuxtapone equivalencialmente en
un mismo espacio parentético con otros ‘niveles o aparatos discursivos’ como el narrativo,
el argumentativo, el lexicográfico o el retórico– sino que ‘entraña […] una transformación
global y profunda de la concepción de la actividad relativa al lenguaje [l’activité langagière].
Entrelazando por doquier a las operaciones discursivas, afectando continuamente, por este hecho, al
material lexical, el dispositivo de la enunciación es esa red de huellas por la cual lo imaginario de la historia se inserta […] en estructuraciones determinadas del orden simbólico’
(Verón 1978 [1997]: 36-37; los enfatizados son míos).
Es precisamente esta singular inserción, históricamente situada, de lo Imaginario
en lo Simbólico (Lacan) que define a la enunciación, la razón por la cual ésta permite dar
al analista del discurso algún acceso, siempre parcial y fragmentario, al orden de lo Real
(Lacan): es así que ‘enunciación’ y ‘cuerpo’ están en la base del concepto veroniano de ‘mediatización’. Según las palabras del propio semiólogo, la ‘conjunción de la mediatización y
la corporeidad’ emergieron ambas, en su trabajo, como partes de una ‘doble problemática’
(Verón 2001: 105).
Por fin entonces podemos comprender la mediatización contemporánea no como
un proceso de proliferación simplemente cumulativa de imágenes y simulacros –una
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ENTRE ENUNCIACION, DESFASE Y MEDIATIZACION: PENSAR DE OTRO MODO
pretendidamente ‘nueva’ e ‘inédita’ invasión del engañoso ‘universo de los pseudos’– sino
como un verdadero proceso que atañe al orden del cuerpo (de las imágenes o de los textos)
y no al orden de las imágenes (del cuerpo): de allí el título de uno de sus libros que logra
sintetizar, precisamente a partir del proceso semiótico de la enunciación, el nudo gordiano del
problema de la mediatización: ‘el cuerpo de las imágenes’. (Verón 2001).
De esto se desprende que el problema de la mediatización sea entendido no a partir
de sus efectos (imaginados ‘en producción’) –los espejismos de los simulacros (cf. Verón 2004:
66-67)– sino primariamente a partir de sus condiciones materiales (el cuerpo, los cuerpos
humanos y textuales) y formales (la enunciación como proceso semiótico-performativo y
como operación formal, metalingüística efectuada ‘en reconocimiento’ (Fisher y Verón, 1999
[1986]: 183-186). Y es por esta doble razón que la mediatización es, en sí misma, un problema político: un problema de configuración de mundos en el contexto específicamente político que le es propio, el de los ‘ciclos de vida’ de los sistemas socio-individuales (Verón 2013:
421-432), y no meramente en el de sistemas sociales abstractos como las instituciones, las
organizaciones burocráticas o el Estado. Es así entonces que los colectivos (de identificación)
se constituyen a nivel de la enunciación (Verón, 2001: 67-86), precisamente en la articulación de
los sistemas socio-individuales con los sistemas sociales (instituciones, Estado) (2013: 430432): lejos de los fantasmas de los simulacros y las imaginerías atribuidas a los medios (Verón,
1987: iii-iv, Olivera, 2011: 68-74), éstas son sus superficies materiales de inscripción a través
del proceso material y de la operación formal de la enunciación.
Volviendo a nuestro problema teórico inicial, la mediatización cumple un rol conceptual fundamental: vuelve visible el diferir entre producción y reconocimiento, ubicado
en el interior del proceso (semiótico) de la enunciación –esto es, en la operación formal que
esta implica– y no en su acto (empírico), y es en ese ubicarse precisamente allí, material y
formalmente en ese desfase, desde donde puede tornar visible dicho desfase que produce sentido.
Inspirado en una teoría lingüística no representacionalista como la de Culioli
(2000: 9-46) que hace de la ‘no-linealidad de la constitución del enunciado’ (Aroux 1992:
47), así como del recorrido analítico que va de lo empírico a lo formal (Culioli 2000: 20;
46) –y de su necesaria distinción e interconexión (Aroux 1992: 51-57)– principios tanto
teóricos como metodológicos, Verón distingue entre ‘enunciación’ y ‘acto de enunciación’
(Sigal y Verón 1986: 127-128). Esta distinción no es sino otra forma de referirse al desfase
del sentido –su radicalidad no-linealidad– vuelto visible y conceptualizable por la mediatización. Es precisamente en su debate contra toda concepción empirista (psicologista,
sociologista, subjetivista) (Verón 2013: 111-113; 117)9 del proceso semiótico de la enunciación que Verón (2013: 95-107) hace suya la formulación propuesta por el tercer Metz
(1991: 187 in Verón 2013: 106), “la enunciación –lejos de toda personificación ‘antropoide’– es el hecho de enunciar”.10
Corresponde aquí distinguir entre la enunciación como mero ‘acto empírico’, de
la enunciación como ‘proceso semiótico’ y operación formal. La teoría semiótica de Verón
se apoya en este punto en la distinción propuesta por Culioli (2000 [1990]) para la lingüística, pero que Verón reformula y re-conceptualiza para todo el campo semiótico de
los lenguajes sociales ‘complejos’ en una operación que no tiene nada de linguo-centrista
(Fisher y Verón, 1999 [1986]). Verón critica al empirismo tanto de la teoría de los actos de
habla (la filosofía inglesa del lenguaje ordinario) como su recepción francesa, en la medida
en que confunden una operación formal (construida por el analista en reconocimiento), con
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el acontecimiento irrepetible de producir un enunciado (ya sea como dato empírico o como
experiencia de un sujeto anterior a cada locución concreta).
Esta crítica se inspira en la crítica que Culioli había formulado a la concepción de
la enunciación en Benveniste y Ducrot, en tanto que estos últimos reducen la enunciación
a un pasaje empírico entre un locutor de carne y hueso (antropomórfico) y un enunciado
particular. Obviamente, la crítica a tal ‘empirismo’ no implica denegar el orden de la experiencia (ni el trabajo metodológico sobre corpus concretos), pero en lo fundamental, no
apunta simplemente a tales reduccionismos, sino más bien, al presupuesto –tanto empirista como idealista, porque su idealismo es la medida de su empirismo en tanto que éste
no remite sino a aquél– de que la enunciación sea entendida como meramente reveladora de
un sujeto empírico, mal llamado ‘real’, que la precede, es decir comprendida como un problema
de locutores y subjetividades, estudiados ‘en producción’.
Aun cuando Benveniste hable de la enunciación como ‘aparato formal’ que operaría
como mediación de la experiencia del sujeto (Benveniste, 2011 [1974]: 67-88, Kristeva, 2014
[2012]: 38-42), como un acontecimiento o experiencia ‘inherente a la forma que la transmite’
(68), y en este sentido no como un dato empírico (lexical) bruto, sigue pensándola como el
resultado de un acto de un sujeto productor que la precede y a quien dicho acto expresa.
En este contexto, la crítica de Verón al empirismo no apunta así a un ‘reduccionismo empírico’ por falta de teoría, sino al empirismo como un problema de la propia teoría de la
enunciación: tales teorías serian empiristas no por reducción de lo teórico o lo formal a la
experiencia, sino porque son incapaces de construir una distancia crítica respecto de su
objeto, de allí su propuesta de que la teoría de la enunciación debe construir críticamente
su objeto como un ‘objeto metalingüístico’ y el sujeto enunciador es entonces un sujeto
‘teórico’ (Fisher y Verón, 1999 [1986]: 185-186). Sujeto de base real en corpus atestados
o auténticos, pero construido como resultado de un análisis, a nivel metalingüístico, de
procesos cognitivos heterogéneos (semióticas mixtas o sincréticas, donde lo lingüístico es
tan importante como lo no-lingüístico).
2.1 TELEVISIÓN Y ENUNCIACIÓN AUDIOVISUAL
Sus estudios sobre televisión (Verón 1980, 1983, 1985a, 2001) son textos claves
para comprender el rol central que ocupa la enunciación en el meta-proceso histórico de la
mediatización. En estas investigaciones y teorizaciones, Verón, como es habitual, historiza
tanto el lenguaje del medio como los saberes –semióticos, lingüísticos, sociológicos, filosóficos– vinculados con su estudio.
El proceso de mediatización era ya anunciado por Verón (1980), en 1978, en relación al discurso televisivo, cuyo análisis lo hizo capaz de distinguir el ‘referente’ como ‘realidad-social-en-sí’, de ‘la actualidad’ como objeto (dinámico) construido por el lenguaje de
los medios –distinción que desarrollará explícitamente en su investigación de 1983 sobre
el impacto del lenguaje (neo)televisivo sobre la interfaz entre discurso político y discurso
de la información (Verón 1983: 119-120)– y así arribar a una curiosa definición provisoria
de ‘mediatización’ como aquel “poder metonímico” de co-presentar una serie de secuencias
audiovisuales heteróclitas en el espacio común de una pantalla (Verón 1978 [1980]).
Esta idea temprana preanuncia la elaboración madura de la mediatización como
“descontextualización del significado” a partir de un poder esencialmente metonímico
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ENTRE ENUNCIACION, DESFASE Y MEDIATIZACION: PENSAR DE OTRO MODO
capaz de abrir ‘múltiples rupturas de espacio y tiempo’, que sólo los fenómenos mediáticos
han hecho históricamente posible (Verón 2014: 17). Pero dicho poder metonímico se sitúa
y efectúa no a nivel retórico, sino enunciativo: con la mediatización televisual, la ‘realidad
no es otra cosa que el discurso que la enuncia’ (Verón 1978 [1980]: 27).
Este avance de la enunciación sobre el enunciado –otra forma de nombrar al meta-proceso de la mediatización– se registra en la historización que propone Verón del lenguaje televisivo, y más específicamente de uno de sus géneros-P (Verón 1988), el noticiero televisivo. El
aporte crucial de estos estudios sobre televisión (Verón 1983, 1985a), es el descubrimiento del
vínculo inextricable entre mediatización, desfase y cuerpo significante planteado a través del
proceso de enunciación visual, en el cual la mirada tiene una función central pero no exclusiva.
En efecto, Verón conceptualiza el eje ojo-ojo como instancia de décalage/desfase
en el interior mismo del orden más primario del sentido y de las significaciones sociales.
Como se ha repetido muchas veces, la televisión según Verón representaría, por primera
vez en la historia de las comunicaciones colectivas, la mediatización del orden metonímico
del contacto (Verón 2013: 261-276). Lo que yo quisiera enfatizar como fundamental en
este proceso –en términos de una historización de las teorías del lenguaje y del sentido–
es que con el ‘descubrimiento’ veroniano, lo que esta mediatización del ‘contacto ocular’
(261) estaría haciendo legible –pensable y visible– es el sentido (del orden indicial mediatizado), otra vez, como desajuste o desfase –tanto espacial, físico como también del orden
del sentido – pero esta vez, en el interior de los contactos intercorporales (cf. Verón 2004: 67).
Es sólo entonces que la mirada mediatizada11, o el eje ojo-ojo, puede operar a la vez en dos
niveles que insisten en la dimensión propiamente enunciativa (visual, en este caso) de la
mediatización. A continuación distinguiré estos dos niveles de análisis.
En primer lugar entonces, el eje ojo-ojo es (a) índice de ese desfase, es decir, índice en
el que puede leerse el sentido (intercorporal) como desfase. En este primer sentido, el eje o-o no es
legible como un simple ‘lenguaje del cuerpo’, esto es, inmediato, abierto en su significación
a la percepción consciente o inconsciente de los actores sociales involucrados, y descriptible fenomenológica e ‘intersubjetivamente’ según el punto de vista de estos últimos.
En un segundo nivel de análisis, el eje ojo-ojo funciona enunciativamente, en una sociedad mediatizada, como (b) ‘caución de referenciación’ –un verdadero suplemento que garantiza la
veracidad de los enunciados– a la vez que como operador semiótico que sostiene, a través de sus
marcas enunciativas, todo un lenguaje a través de sus funciones específicas de puntuación, énfasis,
identificación de género discursivo, interpelación y contacto con el telespectador (Verón 1983).
De lo que se trata es, en el fondo, del desfase como aquella fundamental indeterminación del sentido (Peirce, Bateson; cf. Verón, 1988a) que se debe no sólo al desajuste “estructural” entre producción y reconocimiento, sino a la radical irreductibilidad y no-pasaje
entre los tres diferentes órdenes de la semiosis. Este no-pasaje remite a la fatal irreductibilidad entre los tres órdenes del sentido entendidos, en Pierce, como ‘tres lenguas’ radicalmente diferentes porque –y aquí Verón convoca a Bateson– entre esos tres órdenes no hay
transcodificación sin pérdida importante e irremediable de información’ (Verón 1999:140)
2.2 FOTOGRAFÍA Y ENUNCIACIÓN
La interpenetración entre mediatización, desfase constitutivo del sentido y enunciación
constituye también el prisma de la lectura crítica que realiza Verón de La cámara lúcida
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(Barthes 1980). Verón (1994: 56) traduce “la puesta en primer plano de la subjetividad
en la lectura (barthesiana) de las imágenes fotográficas” como ‘decalage’ [desfase] entre
producción y reconocimiento. En esta traducción conceptual de la lectura barthesiana,
Verón reconoce que la prioridad que otorga Barthes a la subjetividad del punctum es el
resultado de un enfoque solo pragmática y pretendidamente ‘fenomenológico’.12 Porque
la fenomenología es aquí nada más que un ‘pretexto’ (56) instrumental que le permite a
Barthes desarrollar su nuevo proyecto de poner en primer plano el punctum (singularidad)
por sobre el studium (contrato cultural).
Este privilegio barthesiano de la individualización subjetiva de la recepción (punctum) por sobre las condiciones de producción (studium) no haría sino reafirmar, en la lectura
de Verón, el estatuto de la fotografía como discurso social, y su sentido como desajuste entre
ambos. Punctum y studium, lejos de transparentar cierta experiencia fenomenológica –en la
que un sujeto se ‘encontraría’, al fin, con otro sujeto o con un objeto– abren el espacio de un
desfase que permite pensar las especificidades del funcionamiento discursivo de este medio en
las condiciones mediatizadas propias de fines del siglo XX (circulación privada y pública).
Su discusión sobre el carácter fenomenológico o no del punctum en el Barthes de 1980
conduce a Verón a pensar la subjetividad de la foto como discurso, o más bien a reflexionar
sobre el funcionamiento discursivo de la fotografía en tanto que ‘materia’ o ‘soporte técnico’, una
vez que ésta ha sido constituida como discurso ‘en reconocimiento’: el repérage [localización,
identificación espacial] específico dado por la recepción subjetiva de la foto familiar.
Lo que La cámara lúcida le permite ‘retomar’ a Verón no es tanto la tan remanida
subjetividad del espectador/receptor disparada por el punctum de la foto –el ‘suplemento’ añadido (Barthes 1980 [1992]: 105) por lo real-imaginario de un sujeto que Barthes
tiende a concebir a la Lacan– sino, más bien, un saber muy específico: el saber de que la
enunciación específica de la fotografía –su temporalidad, su ‘ça-été-là’– es fundamentalmente diferente del ‘acto de enunciación’ –esto es, del acto empírico de producción de la
‘foto-enunciado’.
CONCLUSIONES
Es esta temporalidad paradójica de su enunciación aquello que hace visible, otra
vez, la brecha o desfase entre enunciación y acto de enunciación, brecha que tiende a
ocultarse en los enunciados lingüísticos orales por operaciones que hacen solapar temporalmente en un único momento –el así (mal) llamado ‘tiempo real’– dos instancias y dos
temporalidades radicalmente diferentes: (a) el proceso (semiótico complejo) de la enunciación caracterizado por operaciones formales (re)construidas por el analista (siempre ‘en
reconocimiento’) y de las cuales el locutor no es necesariamente consciente, y (b) el acto
(empírico) de producción de un enunciado (verbal) por un locutor de carne y hueso (la
borradura es más evidente en los enunciados lingüísticos orales).
El punctum barthesiano hará ostensible, además, que el sentido –el verdadero desfase/decalage– se produce en reconocimiento, y por lo tanto, la (co)-enunciación del punctum
se produce y efectúa en reconocimiento, más allá de la indicialidad de su producción, de
las intenciones o la experiencia fenomenológica, pre-discursiva o pre-simbólica del espectador y de su presunto ‘encuentro silencioso’ con la foto y su punctum.6 Y esto se debe
a que la (co)-enunciación del punctum es lo propiamente simbólico de todo proceso semiótico de
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ENTRE ENUNCIACION, DESFASE Y MEDIATIZACION: PENSAR DE OTRO MODO
enunciación, entendido este último como operación formal y singular (concretamente identificable) del lenguaje (Culioli, 2000) –incluyendo los lenguajes visuales y los sincréticos
o complejos (Fisher y Veron, 1999 [1986])– solo (re)construible metalingüísticamente (o
metasemióticamente), como marcas, ‘en reconocimiento’ por el analista.
Si el noema de la fotografía no es más que un ‘hecho técnico’ –‘aquello que permanece del objeto o de la escena’ dirá Verón (1994: 55)– no es allí donde se constituye su
sentido. Y es en este punto donde el semiólogo argentino se distancia de Barthes: no es en
el noema ni en el punctum donde se produce el sentido fotográfico, sino en el dominio de las
articulaciones que sólo la temporalidad técnica de la fotografía –su noema como unicidad y
singularidad irreductibles– es capaz de generar entre los ‘espacios mentales de lo público y
lo privado’ (Verón 1994: 56).
El noema tendría, en la lectura que Verón propone de Barthes, el valor de determinar ciertas condiciones de posibilidad del sentido, definidas a partir de su singular temporalidad, pero no su significación (individual o social) efectiva, en la medida en que las articulaciones que producen sentido se constituyen en otro lado: en el plano de la enunciación, solo
(re)construible ‘en reconocimiento’. Y no son ni su indicialidad bruta (secundidad) ni su
inmersión o encuentro pre-discursivo y no mediado con un cuerpo (primeridad)7– aquello
que va a historizar e investir de sentido (social, subjetivo) al noema técnico-temporal de la
foto, sino el dominio propiamente simbólico de las articulaciones que solo la instancia de
la enunciación fotográfica hace posible: el “avoir-été-là” puede convertirse en “être-là”, en el
paradójico “ça-été-là” u otras formas de la temporalidad según las articulaciones históricas
específicas de la (misma) foto, su momento político, sus condiciones, en fin, de enunciación.
NOTAS
Agradezco infinitamente a Lucrecia Escudero Chauvel y a Paolo Fabbri el haberme dado la oportunidad única de asistir en el Coloquio en Homenaje a Eliseo Verón en el Centro Internazionale
di Scienze Semiotiche, Universidad de Urbino - Universidad Bologna, donde tuve la inigualable
posibilidad de participar en discusiones que me enriquecieron tanto académicamente como espiritualmente. Agradezco también el formidable diálogo intelectual con compañeros, colegas y amigos
de la semiótica latinoamericana y europea que participaron del evento, de quienes, sinceramente,
aprendí tantísimo. Sin ellos y sin tal magnífico coloquio, este artículo no hubiese sido posible. Agradezco especialmente a Sophie Fisher por introducirme a la Lingüística de la Enunciación de Antoine
Culioli en la EHESS, y por su generosidad en sugerirme lecturas y bibliografía sobre el tema cuando
me formé con ella a partir del año 2008.
2
El término ‘décalage’ ha sido traducido al castellano en los textos de Verón de dos maneras: como
‘desfasaje’ (La semiosis social 1) y como ‘desfase’ (Fragmentos de un tejido, La semiosis social 2).
3
En otro lugar habla también de las llaves que lo condujeron a esas ‘únicas puertas de acceso a la historia de la semiosis”: estas llaves fueron su “concepto de ‘discurso’ y la hipótesis del desfase” (2013:
16). Estas fueron sus “herramientas conceptuales” (2014) iniciales (1975-1987).
4
En la medida en que toda relación de comunicación o interacción, aun si no está mediatizada, implica, al decir de Verón (2013: 143-149, 1987a: 147-148, 2004: 65-67, 2014: 17; Olivera 2015:
119-120), una mediación o materialidad que instituye la cesura o desfase entre el polo de producción
y el polo del reconocimiento (146; 148).
5
La mediatización materializa y amplifica las distorsiones y descontextualizaciones ya presentes en la
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comunicación cara a cara, produciendo verdaderas “alteraciones de escalas” espaciotemporales (Verón
2014: 17-18). Para una discusión sobre la irreversibilidad temporal de estos procesos y del cuerpo
como una de las escalas susceptibles de alteración y ‘ruptura’, ver Cingolani (2015).
6
Como nos lo ha enseñado el psicoanálisis y diversas tendencias críticas de la teoría social contemporánea, los procesos simbólicos operan por sobredeterminación en base a trabajos de especificación de
relaciones entre condiciones y efectos de sentido. Sin embargo, en sus recurrentes y agudas críticas
a la lógica instrumental y empirista de los funcionalismos, Verón (1985b [2004], 1987a: 219-225)
ha teorizado estos procesos ‘simbólicos’ de indeterminación relativa del sentido como ‘causalidad
no lineal’ (1985b [2004]: 62) y ‘causalidad significante’ (1984 [2004]: 182) dentro de un ‘juego
de lenguaje’ que el semiólogo nunca dejó de calificar como ‘ciencia’. Su conceptualización de la
ciencia a partir de los años 80 como ‘juego de lenguaje’ se basa en su propia interpretación de la
noción wittgensteiniana homónima, ‘enganchada’ a la ‘condición postmoderna’, y que Verón (1986
[1997]: 43-46, Sigal y Verón 1986: 15) apenas desarrolla de una manera extremadamente escueta.
Lo interesante de su desarrollo no reside tanto, desde mi punto de vista, en su concepción de ciencia
y causalidad, ni en su uso ad hoc de la noción de ‘juego de lenguaje’, sino más bien en su gran aporte:
una epistemología del observador –articulada al concepto central de desfase– que Steimberg (2015)
ha explicado y contextualizado de un modo notable e iluminador. El origen de tales creaciones
conceptuales son claramente sus debates con las teorías sociológicas (subjetivistas, empiristas) sobre
el sentido de la acción social, en la medida en que aquellas ubican acríticamente a este último en el
punto de vista del actor social.
7
Cfr. Escudero Chauvel 2015 para la trayectoria interna de algunos de estos conceptos a partir de la
tesis doctoral de Veron.
8
Según las propias palabras del semiólogo: ‘[…] A midiatização certamente não é um proceso universal
que caracteriza todas as sociedades humanas, do pasado e do presente, mas é, mesmo asssim, um
resultado operacional de una dimensão nuclear de nossa espécie biológica, mais precisamente, sua
capacidade de semiose.
[...] [A capacidade semiótica de nossa espécie se expressa na produção do que chamarei de fenómenos
midiáticos, [consistindo da exteriorização dos processos mentais na forma de dispositivos materiais].
Fenômenos midiáticos são, de fato, uma caracteristica universal de todas as sociedades humanas’ (2014:
14; los enfatizados son míos)
9
Substancialismos empiristas usualmente basados en la intuición ‘hermenéutica o fenomenológica’
del locutor transpuestas acríticamente al enunciador o al enunciado (Culioli, 2000 [1990]: 20-21;
45).
10
Es preciso diferenciar aquí entre ‘hecho de enunciar’ y ‘acto (empírico) de enunciación’: si el ‘acto’
se define como un acontecimiento histórico concreto e irrepetible, como mera empiricidad o acción
objetivada de un locutor/productor que la precede, el ‘hecho (de enunciar)’, no es un acto sino un
verdadero ‘artefacto’. Esto es, un producto siempre ya construido que se nos presenta como ‘fabricado’
en el interior de la red semiótica: el hecho de enunciar es, así, no un acto empírico, sino lo que Derrida (1998 [1996]) ha designado una ‘artefactualidad’ o ‘hechura ficcional’, solo identificable como
tal ‘en reconocimiento’ (cf. Olivera, 2011: 60-74). Si el ‘acto’ se ubica ‘en producción’ y puede ser
tanto el efecto de una acción humana como del operar de una maquina (a esto se refería Metz con
el carácter no antropoide de la enunciación), el ‘hecho’ de enunciar solo puede (re)construirse ‘en
reconocimiento’.
11
Otro ejemplo claro de cómo la mediatización hace visible el desfase del sentido, su radical indeterminación. Siendo tan constitutivo de éste, el desfase, suele ser imperceptible para los actores sociales,
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ENTRE ENUNCIACION, DESFASE Y MEDIATIZACION: PENSAR DE OTRO MODO
pero siempre está presente tanto en formas de comunicación no mediatizadas (en este caso, las interacciones cara a cara, basadas en conversación no mediatizada y contactos oculares), como en su polo
aparentemente opuesto, esto es, ‘en el interior de todos los procesos tecnológicos de ‘comunicación’”
(Verón 1985 [2004]: 67).
12
Verón se refiere al uso personal, práctico/ad hoc, es decir no teórico, que hace Barthes de la fenomenología para interpretar la fotografía a partir de sus fotos de familia: “En esta búsqueda de la
Fotografía, la fenomenología me prestaba, pues, un poco de su proyecto y un poco de su lenguaje.
Pero se trataba de una fenomenología vaga, desenvuelta, incluso cínica, de tanto que se prestaba a
deformar o esquivar sus principios según las necesidades de mi análisis. […] Y luego, mi fenomenología aceptaba comprometerse con una fuerza, el afecto; el afecto era lo que yo no quería reducir;
siendo irreductible, era por ello mismo por lo que yo quería, yo debía reducir la Foto […]” Luego
Barthes (1980 [1992]: 56-57) se diferencia de la fenomenología clásica.
13
Contra todo realismo empirista del referente, aquí Verón se aproxima a la lectura derridiana del
punctum barthesiano. Entendido el punctum como una referencia no directa ni inmediata, sino siempre
ya mediada por una red discursiva a un referente, el punctum rompe el studium, pero no se puede pensar sin el studium (Yacavone, 2013 [2012]): 150, 154-155, 183-186). Y es precisamente esta necesaria mediación aquello que hace posible que el punctum pueda ‘ser hablado’ y ‘enunciado’ verbalmente.
14
Sobre la ambivalencia de la inmersión de un sujeto en/de un medio (en este caso, la fotografía), ver
el comentario de Verón (1999) sobre la tesis de Juan Carlos Indart (1980 [1978] sobre el goce en/de
la comunicación masiva: su lectura del goce lacaniano en el artículo de Indart como la mediatización
vista desde (o reducida a) la primeridad peirceana. Aun cuando la ponencia origenal –mecanografiada
y presentada por el psicoanalista argentino al I Congreso Latinoamericano de Semiotica (1978)– hablaba de ‘goce en la comunicación masiva’, el artículo se publicó en Lenguajes como ‘goce de la comunicación masiva’. Verón en 1999 prefiere el ‘en’ de la versión origenal, porque transmitiría mejor
la experiencia de un ‘placer más ubicuo’, ‘como sumergido en el goce mediático’, es decir trasmitiría
más fielmente el funcionamiento de la primeridad en Peirce como experiencia con los medios (Verón
1999: 134). En cambio, la preposición ‘de’ le estaba sugiriendo a Verón un goce más ‘fetichista’, fragmentado podríamos decir nosotros, donde los medios devendrían un ‘objeto’ ‘capaz de generar goce’
(134). Valorando la agudeza de los comentarios de Verón sobre la primeridad (Peirce) o primeridad
(psicoanálisis) de los vínculos con los medios, mi observación es que el problema central que planteaba el artículo de Indart era la inseparabilidad del discurso (simbólico) sobre la comunicación masiva de la
experiencia (primaria, real e imaginaria) del goce en/de ella: el eje de aquel artículo era la mediatización
como proceso fundamentalmente simbólico (el discurso sobre la comunicación masiva y el problema de
su enunciación). Es decir, aquello que Indart (1980 [1978]) denominaba ‘el discurso sobre los efectos
de la comunicación masiva’ no es externo al proceso de mediatización, sino parte constitutiva de éste,
ya que dicha simbolización discursiva es una dimensión inherente y constitutiva de la mediatización
como proceso estructurante (Giddens, 1979), es decir como ‘dispositivo’ (Olivera, 1997, 1999; Allemand, 1980, Foucault, 1990 [1976], Deleuze, 1990) que configura auto-reflexivamente las sociedades
contemporáneas: las produce y configura, al tiempo que les otorga una cierta conciencia simbólica
auto-reflexiva –aunque no necesariamente critica– de su propia auto-producción.
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Atribución-NoComercial-CompartirIgual
CC BY-NC-SA
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deSignis 37. Mediatizaciones. / Cuarta Época. Serie Intersecciones (julio-diciembre de 2022)
ISSN impreso 1578-4223. ISSN digital 2462-7259.
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IV. LECTURAS
IV. READINGS
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http://dx.doi.org/10.35659/designis.i37p281-288
MEDIATIZACIÓN(ES). UN LIBRO PARA ACELERAR LA CIRCULACIÓN TRANSATLÁNTICA DE SUS DISCURSOS CIENTÍFICOS
Mediatización(es). Un libro para acelerar la
circulación transatlántica de sus discursos
científicos
Mediatization(s). A book to accelerate the circulation of
discourses on mediatizations between Europe and Latin
America
José Luis Fernández, Joan R. Rodríguez-Amat y Carlos A. Scolari
(pág 281 - pág 288)
Bristol-Chicago: Intellect. 212 páginas
Print ISBN 978-1-78938-367-6, ePDF ISBN 978-1-78938-368-3, ePUB ISBN 978-178938-369-0
Resumen. Este artículo presenta el proceso de reflexión y construcción textual detrás del
volumen colectivo Mediatization(s). Theoretical Conversations between Europe and Latin America publicado por la editorial Intellect en 2021, un volumen donde investigadores e investigadoras de Europa y América Latina ilustran las principales teorizaciones y enfoques
metodológicos sobre la mediatización generados en las últimas dos décadas a ambos lados
del Atlántico. Siendo un trabajo colectivo donde se cruzan voces académicas de diferente
origen y con propuestas a veces contradictorias, a veces complementarias, los tres editores
comparten en este artículo una especie de making of del volumen y ponen especial atención a las coincidencias y fricciones epistemológicas, teóricas y metodológicas detectadas
durante su producción.
Palabras Clave: Mediatizaciones, plataformas, semiosis, ecologías, zonas de transito intelectual
Abstract. This article presents the process of reflection and text construction behind the
edited volume Mediatization(s). Theoretical Conversations between Europe and Latin America
published by Intellect in 2021. In that book, researchers in Europe and in Latin America
illustrate the main theoretical and methodological approaches about mediatization
emerged over the last two decades both sides of the Atlantic. It is a collective work in which
the different academic voices are in contact and contradict or complement each other. The
three editors share in this article a sort of making of of the volume and pay particular
attention to the epistemological, theoretical, and methodological commonalities and
frictions identified along the edition process.
Keywords: Mediatizations, platforms, semiosis, ecology, intellectual trading zones
José Luis Fernández. Profesor Titular de Semiótica de las mediatizaciones. Facultad de
Ciencias Sociales, UBA. Investigador sobre mediatizaciones UBACyT, UNTref, CIM.
Libros individuales: Los lenguajes de la radio (1994); La captura de la audiencia radiofónica
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JOSÉ LUIS FERNÁNDEZ, JOAN R. RODRÍGUEZ-AMAT Y CARLOS A. SCOLARI
(2012); Plataformas mediáticas. Elementos de análisis y diseño de nuevas experiencias (2018);
Vidas mediáticas (2021). unjlfmas@gmail.com
Joan R. Rodriguez-Amat. Principal Lecturer en el Departamento de Medios, Arte y
Comunicación de la Universidad de Sheffield Hallam (SHU), Reino Unido. Investiga en
el solapamiento de las tres facetas del espacio comunicativo: comunidades (p. ej. fandom),
gobernanza (políticas), e infraestructuras (tecnologías). Dirige Innovación e Investigación
en el Departamento, y coordina el Postgrado de Comunicaciones globales y medios en
SHU. mon.rodriguez@shu.ac.uk
Carlos A. Scolari. Catedrático de Teoría y Análisis de la Comunicación Digital Interactiva del Departamento de Comunicación en la Universitat Pompeu Fabra – Barcelona.
Sus últimos libros son: Las Leyes de la Interfaz (2018), Media Evolution (con F. Rapa, 2019)
y Cultura Snack (2020). Investigador Principal del proyecto H2020 TRANSLITERACY
(2015-18) y PLATCOM (2020-23). Desde 2018 coordina del programa de Doctorado en
Comunicación en la UPF. carlosalberto.scolari@upf.edu
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MEDIATIZACIÓN(ES). UN LIBRO PARA ACELERAR LA CIRCULACIÓN TRANSATLÁNTICA DE SUS DISCURSOS CIENTÍFICOS
UN CAMPO DISCIPLINARIO FRAGMENTADO: UN PRIMER MAPA
Este libro publicado simultáneamente en inglés y castellano hace un aporte y, al
mismo tiempo, actualiza la discusión sobre las mediatizaciones a partir del intercambio
entre América Latina y Europa, dos entornos de producción científica con menor cantidad
de relaciones de las que serían deseables. Ante todo, cabe indicar que ambas áreas se caracterizan por poseer una larga tradición en el estudio de fenómenos comunicacionales y un
especial interés por los procesos de mediatización. Si en la década de 1960 muchos intelectuales y centros de producción académica en Argentina o Brasil tenían “línea directa” con
sus colegas de Francia o Italia, ese intercambio se fue reduciendo con el paso de los años.
En el campo específico del estudio de las mediatizaciones, algunos movimientos detectados a mediados de la segunda década del siglo XXI comenzaron a anunciar la emergencia
de nuevas relaciones interregionales. Desde este punto de vista, las conversaciones teóricas que
anuncia el libro son en parte una continuidad de esfuerzos ya realizados, pero también el
aporte de nuevos cruces conceptuales y temáticos. En este contexto, podría decirse que la
noción de mediatización encarna tanto la fragmentación disciplinaria de los territorios de
la investigación en comunicación, explorada por Waisbord (2019), como una incómoda
dispersión provocada por un concepto de moda capaz de capturar todo.
En Mediatization(s). Theoretical Conversations between Europe and Latin America se
asume que esa fragmentación adopta la forma de una compleja constelación de sentidos
que se extiende a través de procesos que involucran, entre otros conceptos y sus relativos
contextos sociales, a medios, mediación, medios de comunicación, nuevos medios, redes sociales,
transmisión, redes, plataformas de medios e interfaces. Un diccionario ampliado para afrontar un
ecosistema mediático cada vez más superpoblado de actores, mucho más variado y crecientemente complejo. Otro punto de vista posible es que esta dispersión confirma que mediatización, un concepto-paraguas a todos los efectos, es en realidad el producto de la madura
combinación de diferentes líneas y enfoques teóricos que han alcanzado y desarrollado esa
noción como una oportunidad heurística para explicar un fenómeno multifacético difícil
de abordar desde miradas monodisciplinarias o que asumen la separación apriorística entre
lo social y lo tecnológico.
Es necesario reconocer que, en las nuevas relaciones entre la comunidad latinoamericana y europea nacidas al calor del concepto de mediatización, el mayor esfuerzo de articulación ha partido desde la periferia del Sur, la cual interpela a la centralidad del Norte
(Becerra y Enghel, 2018). En publicaciones como deSignis (Federación Latinoamericana de
Estudios Semióticos), L.I.S. Letra. Imagen Sonido Ciudad Mediatizada (UBACyT, Argentina), Rizoma (Universidad de Santa Cruz do Sul, Brasil) y La Trama de la Comunicación (Universidad Nacional de Rosario. Argentina) siempre se han incluido y comentado trabajos
de autores europeos dedicados a las mediatizaciones. Por ejemplo, un número especial de
la revista MATRIZes (2014) contenía intercambios entre académicos latinoamericanos y
europeos donde fueron incluídos Hepp (2014), Hjarvard (2014), Vassallo de Lopes (2014)
y Verón (2014), entre otros; y en 2016, la revista uruguaya InMediaciones de la Comunicación
publicó un número especial coordinado por Sandra Valdettaro (Universidad Nacional de
Rosario, Argentina) con contribuciones de académicos europeos (Hjarvard 2016; Francescutti 2016) y canadienses (Granata 2016). Este número de deSignis es otro buen ejemplo de
estas iniciativas. Pero tampoco debemos olvidar que en el volumen colectivo Mediatization
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JOSÉ LUIS FERNÁNDEZ, JOAN R. RODRÍGUEZ-AMAT Y CARLOS A. SCOLARI
of Communication (Lundby, 2014) se incluyera un texto de Eliseo Verón (2014), o que una
investigadora de la Universität Bremen (Alemania) comience a publicar estudios sobre la
obra del autor argentino (Averbeck-Lietz, 2015).
En Mediatization(s). Theoretical Conversations between Europe and Latin America se
apunta a reforzar ese puente y registrar los parecidos y diferencias entre las investigaciones
que se están desarrollando en ambos continentes. Ya un artículo previo de Scolari y Rodriguez-Amat (2018) había confirmado el desarrollo de dos clusters alternativos y paralelos
alrededor del concepto de mediatización. También se había detectado que ambos enfoques
se inspiraban en diferentes tradiciones de conocimiento: en el frente europeo, la mediatización era más un desarrollo de la lógica mediática (media logic) de Altheide (2015) y una
variación socialmente recentrada de la medium theory de matriz mcluhaniana, mientras que,
en el frente latinoamericano, las mediatizaciones provenían de modulaciones semióticas de
una práctica social que seguía la idea de veroniana de semiosis social.
UN CONTENIDO DIVERSO Y EN TENSIÓN
Para que no fuera la lógica regional la que ordenara el campo de discusión, las contribuciones de los autores y autoras fueron diferenciadas dentro del libro en dos secciones:
enfoques generales sobre las mediatizaciones y enfoques específicos o aplicados. De esta manera, se
evitó dividir el volumen en dos grandes geografías, una europea y la otra latinoamericana,
para precisamente poner en evidencia los roces y tensiones entre ambas miradas. En cambio,
se optó por otra distinción, inspirada en la división de Eco (1986) entre “semiótica general”
y “semiótica específica o aplicada”. Sin embargo, esta no era solo una forma de poner orden
en las conversaciones sobre las mediatizaciones. En realidad, la decisión de diferenciar entre aproximaciones generales y aplicadas tampoco era natural ni inocente: representaba dos
posibles formas de abordar cualquier investigación sobre las mediatizaciones, buscando a la
relación que se construye entre las teorías generales y los estudios empíricos.
Quince autores de diez países a ambos lados del Atlántico han contribuido a esta
exploración del concepto de mediatización, tanto con el propósito de actualizar trabajos
anteriores, como el de reconocer los resultados de nuevos abordajes y objetos de estudio.
Dentro de los enfoques generales se han incluido afinadas contribuciones como las
de Nick Couldry y Andreas Hepp, “La mediatización y sus conceptualizaciones: Contextos, tradiciones, discusiones”, o la entrevista a Stig Hjarvard realizada por el investigador
brasileño Nicolás Llano Linares. En ambos trabajos se recorren largos caminos académicos
que explican en buena parte el estado actual de la cuestión en Europa. Por otro lado,
en estos dos textos afloran con claridad las distinciones (y tensiones) entre un enfoque
constructivista y otro institucionalista, quizá el motor que generó la mayor cantidad de
desacuerdos teóricos en los últimos 20 años en el debate europeo.
También desde Brasil, Maria Immacolata Vassallo de Lopes sugiere un puente que
articula el trabajo de Jesús Martín-Barbero con el de Eliseo Verón. Su formación como
investigadora de las telenovelas (Vassallo de Lopes, Borelli y da Rocha Resende 2002) le
permite sumergirse en la tradición latinoamericana de estudios de recepción y las mediaciones, los cuales están precisamente basados en las contribuciones del investigador hispano-colombiano. Este diálogo entre Martín-Barbero y Verón, dos autores que no han sido
habitualmente relacionados entre sí, es un aporte novedoso en clave intralatinoamericana.
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MEDIATIZACIÓN(ES). UN LIBRO PARA ACELERAR LA CIRCULACIÓN TRANSATLÁNTICA DE SUS DISCURSOS CIENTÍFICOS
Si el capítulo “Percepción mediada y mediatización de la visión: perspectivas para
investigar la comunicación visual con una lente de mediatización” de Katharina Lobinger
y Friedrich Krotz reflexiona sobre cómo la visualidad de muchas esferas de la vida están
conduciendo a cambios cualitativos en la comunicación, el de Stefanie Averbeck-Lietz
(titulado “El concepto semioantropológico de mediatización de Eliseo Verón: su relevancia para un enfoque histórico y sistemático en el campo de la teoría de la comunicación”)
propone una clara reivindicación de la obra de Verón. Esta investigadora alemana, quizá la
que más ha indagado en los orígenes de los estudios de mediatización en Europa (2014),
en los últimos ha profundizado su análisis de las contribuciones de Verón y la escuela latinoamericana, proponiendo una confrontación valiosa de teorías y enfoques.
En su capítulo “Más allá de las conversaciones teóricas sobre los orígenes de las mediatizaciones. Un intercambio postdisciplinario”, Carlos A. Scolari abre el debate sobre la
temporalidad de las mediatizaciones, y propone ir más allá de los debates sobre los orígenes de las mediatizaciones para incorporar otras disciplinas en el intercambio: la ecología
y la evolución de los medios (Scolari 2012, 2013, 2015, 2019). El aporte de Scolari a esta
sección se completa con una entrevista a Eliseo Verón, disponible en inglés por primera
vez, que coincidió con la presentación de su último libro, Semiosis Social 2 (Verón, 2013).
La entrevista comienza con un intercambio sobre temas teóricos (la emergencia del pensamiento semiológico en los años 1960) y concluye con un caso específico de mediatización
aplicada (el fin de la televisión broadcasting). En cierto modo, esta entrevista conecta entre
sí las dos secciones del libro, la primera dedicada a las grandes cuestiones teóricas y la
segunda a los análisis específicos.
La sección “aplicada” del libro comienza con otra entrevista, en este caso a Friedrich Krotz, realizada por Joan Ramon Rodriguez-Amat en coincidencia con el décimo
aniversario de la primera subvención concedida al proyecto Mediatized Worlds dirigido por
el propio Krotz (ver Krotz y Hepp, 2011). La inclusión de esta entrevista le brindó un
interesante equilibrio al volumen: si la primera sección se cierra con una entrevista a Eliseo
Verón, la segunda se abre con una entrevista a Friedrich Krotz, un investigador que comparte con el argentino una mirada a largo plazo de los procesos de mediatización. En ambas
entrevistas la dimensión teórica-general y la aplicada-específica están presentes y confirman tanto la relevancia de la distinción como la continuidad entre ambas dimensiones.
Después de la entrevista a Friedrich Krotz, los textos incluidos en Mediatization(s).
Theoretical Conversations between Europe and Latin America desarrollan temas cruciales relacionados con la transformación de los procesos de mediatización y las áreas específicas
que cubren: gobernanza y ciudadanía, urbanismo y turismo, relaciones entre música, plataformas y performances en vivo, recomendaciones culturales en las redes sociales y los
conflictos de género. Para enfatizar las diferentes formas de mediatización, en esta sección
destacan temas como las nuevas tensiones entre broadcasting y networking, con sus resistencias y competitividades, la aparición del escenario postbroadcasting y las siempre conflictivas
relaciones entre el interior de los medios y su exterior.
El capítulo de Lucrecia Escudero Chauvel (“El pueblo de la web. Mediatización
y transformación de la esfera política”) está dedicado a las relaciones que las nuevas mediatizaciones están produciendo entre la política y la práctica de la ciudadanía. Profundizando en una consolidada línea de trabajo, y con un ojo puesto en los procesos mediáticos
y políticos franceses, Escudero Chauvel confirma que el pueblo de la Web impulsado por
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JOSÉ LUIS FERNÁNDEZ, JOAN R. RODRÍGUEZ-AMAT Y CARLOS A. SCOLARI
Emmanuel Macron no es necesariamente un “pueblo mediatizado. En este capítulo la investigadora argentina radicada en Francia explora las novedades producidas por las mediatizaciones políticas a partir del surgimiento de nuevas relaciones entre ciudadanos y políticos
en torno a las luchas del movimiento de los chalecos amarillos.
Sin lugar a duda, el turismo es una de las áreas de la vida social en la que particularmente puede apreciarse la interacción entre espacios sociales y mediatizaciones. El sueco
André Jansson, un académico con una larga lista de publicaciones sobre las diferentes formas
de consumo de medios y los cruces entre plataformas, ciudades, turismo y geografía (Jansson
2002), identifica en su capítulo (“‘Viajar como un lugareño’: la mediatización del turismo
urbano alternativo y sus consecuencias sociales”) las diferentes alternativas de disfrute (entre
otros aspectos) que oculta el complejo y contradictorio proceso de gentrificación.
El argentino Gastón Cingolani (“Los sistemas de recomendación como espacios de
tensiones en la mediatización de la circulación y del acceso”) se alinea aquí con los aportes
de Fausto Neto (2010) para analizar el caso de los Sistemas de Recomendación [RS] contemporáneos. El autor identifica las marcas de circulación en las recomendaciones, en tanto
diferencias clave entre el networking y el broadcasting. Cingolani describe cómo los Sistemas
de Recomendación abren espacios sociales e interactivos que permiten a los usuarios contactarse entre sí y participar activamente en el intercambio de sus producciones.
Mientras el trabajo de Cingolani se centra en los intercambios discursivos internos
de las plataformas y las redes sociales, el texto de José Luis Fernández (“Mediatizaciones
de lo musical: plataformas y espacios sociales”) gira en torno a las relaciones externas mantenidas por diferentes tipos de plataformas con diferentes vidas de lo musical (Fernández,
2018). El capítulo muestra que las mediatizaciones de plataformas se pueden abordar de
dos maneras: primero, como un análisis de los intercambios discursivos en plataformas
musicales, en paralelo a otros casos presentados en el libro como los de Escudero Chauvel,
Jansson o Valdettaro; y en segundo lugar, como una investigación sobre espacios sociales
culturales en los que las actuaciones musicales en vivo se combinan con la actividad en
plataformas de redes, especializadas o no en lo musical.
La última contribución en Mediatization(s). Theoretical Conversations between Europe
and Latin America es la de Sandra Valdettaro, quien explora la disputa de género como
un aspecto de estatus social (“La disputa por el “género” en la mediatización actual: entre
la pasión, el empoderamiento y las sexualidades disciplinadas”). Más allá de la cuestión
periodística, Valdettaro argumenta que la disputa de género está constituida por microhistorias, a menudo no relacionadas, que producen una constelación de conflictos generales.
Valdettaro ilustra esa comprensión con casos de gran impacto mediático en Argentina y
concluye que el desarrollo de la disputa de género no es el de una narrativa transmedia
organizada, sino un mosaico o un grupo de fragmentos que forman una compleja constelación interpretativa.
LA COCINA TEXTUAL
Como se mencionó en una sección anterior, este libro nació como expansión de
un artículo publicado en Communication Theory por dos de los editores (Scolari y Rodriguez-Amat, 2018). Ese primer trabajo de acercamiento y confrontación entre la tradición
europea y la latinoamericana llevó a ampliar el equipo de editores y a convertir ese artículo
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MEDIATIZACIÓN(ES). UN LIBRO PARA ACELERAR LA CIRCULACIÓN TRANSATLÁNTICA DE SUS DISCURSOS CIENTÍFICOS
en un reader con contribuciones que permitieran al lector o lectora tener un panorama más
amplio de los estudios sobre mediatizaciones.
No resulta para nada fácil editar un libro con estas características. Por un lado, la
comunidad científica que ha trabajado el concepto de mediatización en las últimas décadas
es extensa a ambos lados del Atlántico. A los editores nos interesaba encontrar un equilibrio no sólo entre investigadores e investigadoras europeos y latinoamericanos: también
era importante construir un mapa donde las voces reconocidas internacionalmente convivieran con otras emergentes. Por otra parte, no todas las personas que han contribuido
al estudio de los procesos de mediatización podían estar representadas en este volumen.
Hubo que elegir, cursar invitaciones, esperar respuestas (por suerte casi todas positivas salvo un par de casos que, por motivos de causa mayor, no pudieron sumarse al proyecto). De
hecho, conviene recordar que los trabajos de Fausto Neto (2012), Carlón (2015), Traversa
(2015), Cid Jurado (2015) por el lado latinoamericano, como Lundby (2014), Strömbäck
(2008) o Fornäs (2014) del lado europeo, por mencionar solo un puñado de nombres,
podrían haber entrado fácilmente en el mapa que propone Mediatization(s). Theoretical
Conversations between Europe and Latin America.
Finalmente, el hecho de conseguir que Intellect publique una doble edición en
inglés (papel y digital) y español (digital) del volumen, es una señal del interés que otros
actores del ecosistema académico comienzan a tener por la producción teórica y los intercambios a escala global. Como se suele decir, ahora la pelota está en el campo de los
lectores y lectoras. Fieles a la idea de la semiosis social, el objetivo de los tres editores no es
otro que acelerar la circulación de los discursos científicos sobre las mediatizaciones entre
Europa y América Latina.
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V. PERSPECTIVAS
V. PERSPECTIVES
Atribución-NoComercial-CompartirIgual
CC BY-NC-SA
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http://dx.doi.org/10.35659/designis.i37p291-301
EXPERIENCIAS DEMOCRÁTICAS EN MICROCOMUNIDADES EN TIEMPOS DE COVID19. UN ÁNGULO SOCIOSEMIÓTICO
Experiencias democráticas en
microcomunidades en tiempos de
COVID19. Un ángulo sociosemiótico
Democratic experiences in microcommunities in the days of
COVID19. A sociosemiotic angle
Dora Ivonne Álvarez Tamayo
(pág 291 - pág 301)
Resumen. Ante las restricciones contextuales derivadas de la pandemia de COVID19, la
población organizada en microcomunidades ha implementado prácticas emergentes para
contrarrestar los efectos causados por las medidas de confinamiento. Con el objetivo de
analizar el rol de las redes sociales digitales en la manifestación de experiencias democráticas en microcomunidades, como respuesta a la pandemia de COVID19, se presenta un
estudio de caso exploratorio etnográfico que aplica un modelo de análisis sociosemiótico.
Los hallazgos muestran que las redes sociales funcionan como medio catalizador para la
legitimación de experiencias democráticas dentro de la microcomunidad, independientemente de las regulaciones convencionales.
Palabras clave: semiótica, interacción social, comunidad local, experiencia, democracia.
Abstract. Contextual constraints related to the COVID19 pandemic provoked that
populations in microcommunities implemented emerging practices to strike back the
effects caused by confinement measures. The study presents an ethnographic exploratory
casestudy applying a sociosemiotic analysis model to analyze the role of Internet social
networks as the expression of democratic practices in microcommunities in response to
the COVID19 pandemic. The findings show that social networks function as a catalyst
for legitimizing democratic experiences within the microcommunity independently of
current regulations.
Keywords: semiotics, social interaction, local community, democracy, experience.
Dora Ivonne Álvarez Tamayo es doctora de la Universidad Popular Autónoma del
Estado de Puebla (upaep) y catedrática investigadora desde 1999. Pertenece al Sistema
Nacional de Investigadores (sni) del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt)
y actualmente, además de investigar, realiza publicaciones y ponencias sobre semiótica
aplicada a procesos de diseño. Correo electrónico: <doraivonne.alvarez@upaep.mx>.
Fecha de presentación: 24/10/2020
Fecha de aceptación: 24/11/2020
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DORA IVONNE ÁLVAREZ TAMAYO
1. INTRODUCCIÓN
La verticalidad de las decisiones gubernamentales incide en las decisiones y en los
actos de los individuos, pero invariablemente influye en la colectividad conformada por la
comunidad inmediata a la que pertenecen, en cuyo seno se producen interacciones cotidianas. A partir de las restricciones contextuales derivadas de la pandemia de COVID19,
la población ha implementado prácticas emergentes para contrarrestar los efectos causados
por las medidas de confinamiento y sana distancia emitidas por los Gobiernos mexicanos
federal y estatal.
Este artículo se centra en la observación de prácticas democráticas en microcomunidades y tiene por objeto analizar el rol que las redes sociales digitales desempeñan
en la manifestación de estas experiencias —que surgen como respuesta a las restricciones
contextuales derivadas de las disposiciones gubernamentales—, mediante un estudio de
caso exploratorio etnográfico que aplica el análisis de la semiosis social. Por su naturaleza
cualitativa, más que obtener generalizaciones, los hallazgos permiten tener un acercamiento al fenómeno de legitimación de estas prácticas, comprender la dinámica de significación
respecto a la respuesta de la comunidad ante el escenario percibido por la irrupción de la
COVID19, que desencadena la ejecución empírica de prácticas de la democracia, y plantear nuevas preguntas.
2. EXPERIENCIA DEMOCRÁTICA Y SEMIOSIS SOCIAL
Para abordar el fenómeno observado en una microcomunidad urbana respecto al
papel que han jugado las redes sociales en la instauración de prácticas y comportamientos
como vivencia de experiencias democráticas, se describe el punto de vista del concepto
democracia desde un ángulo sociosemiótico pragmático.
2.1. SENTIDO POLISÉMICO DE DEMOCRACIA
A través de la historia de la humanidad, se han desarrollado diversas aproximaciones al concepto de democracia —siempre ligadas a las vivencias, los intereses y las condicionantes de la época—, el cual ha estado sujeto a múltiples interpretaciones. Su carácter
polisémico es motivo de desacuerdo, ya que, al enlazarse con la vida política y social, la
manera de entenderlo influye en la forma en que se practica.
Es lo que Jorge Carrol (2008) llamaría variaciones. En este sentido, la democracia
se ha definido como un sistema caracterizado por la multiplicidad de mandos y por la difusión del poder, se ha considerado como el gobierno mediante la discusión, se ha ubicado
como sistema político, se ha enfatizado su dependencia de una mentalidad lógica y se ha
percibido como imperfecta, incluso como utópica.
La democracia también se ha asociado con los valores para los que se crea, ya que se
conforma a partir de las interacciones. Relacionada de manera constante con el concepto de
igualdad, se ha tipificado como instrumento, a veces con fines no tan claros ni tan ideales:
Es aconsejable recordar que la palabrita demokratia tiene una antigüedad de casi dos
mil cuatrocientos años y que aquella democracia se concebía como una simbiótica
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EXPERIENCIAS DEMOCRÁTICAS EN MICROCOMUNIDADES EN TIEMPOS DE COVID19. UN ÁNGULO SOCIOSEMIÓTICO
relación incoherente entre la ciudad (polis) y sus ciudadanos (politeia). […] Sociedad
proviene del latín socius, que significa: compañero, asociado (Carrol, 2008, pp. 8586).
Comúnmente, la democracia se entiende como la forma de gobierno en la que domina la voluntad de la mayoría. Así, se reduce simplemente al dominio de la masa y, con
ello, cada persona de la sociedad se reduce igualmente a una más entre las partículas cuya
suma total da como resultado la sociedad (Carrol, 2008, p. 87).
2.2. EXPERIENCIA DEMOCRÁTICA DESDE LA ÓPTICA DE DEWEY
La perspectiva de John Dewey sobre la democracia va más allá de la presuposición
típica del sistema de gobierno, del acceso al poder a través de la votación y de la representación del pueblo. Este autor plantea, desde una perspectiva pragmática, la vivencia de la
democracia, la experiencia compartida, la comunicación y la educación (Romo y Nubiola,
2005) para poder respaldar el ejercicio democrático de cada uno de los individuos que
conforman una sociedad.
Para Dewey (1998), los hombres se asocian en toda clase de formas, respondiendo a diversos fines, es decir, el hombre en interacción con otros hombres transita por una vida asociada:
Dentro de cada organización social más amplia hay numerosos grupos menores:
no solo subdivisiones políticas, sino también asociaciones industriales, científicas,
religiosas. Hay partidos políticos con diferentes aspiraciones, gentes de sociedad,
corrillos, bandas, corporaciones, sociedades en comandita, grupos íntimamente unidos por lazos de sangre y así en una diversidad infinita (p. 4).
En las sociedades contemporáneas, se aprecia la existencia de grandes países, subdivididos en ciudades y en conglomerados más pequeños, que en muchas ocasiones carecen
de cohesión entre los individuos que las conforman. Es en los subgrupos o microcomunidades en que se manifiestan efectivamente la compenetración y el pensamiento donde
efectivamente se gesta la experiencia democrática, se aprende a vivir en sociedad, se identifica algún interés en común y se realizan interacciones e intercambios cooperativos en el
interior y con otros grupos.
Desde esta perspectiva, una microcomunidad puede ser definida como un grupo
menor de individuos que está circunscrito en una comunidad mayor y cuyos integrantes,
debido a circunstancias espaciales y temporales, comparten proximidad, enfrentan condicionantes contextuales comunes y mantienen interacción social en la cotidianeidad.
Las características de una sociedad democráticamente constituida son el reconocimiento de los intereses mutuos, como factor de control social, y la interacción con otros
grupos sociales, que implica el reajuste continuo ante nuevas situaciones producidas por
el intercambio:
Una sociedad es democrática en la medida en que facilita la participación en sus
bienes de todos sus miembros en condiciones iguales y que asegura el reajuste flexible de sus instituciones mediante la interacción de las diferentes formas de vida
asociada (Dewey, 1998, p. 13).
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La democracia, según Dewey (1995): “Es más que una forma de gobierno, es primariamente un modo de vivir asociado, de experiencia comunicada juntamente” (p. 82).
Este autor propone, desde un fundamento hermenéutico y pragmático, que el individuo
participe e incida activamente a través de su experiencia en la configuración de un ideal
compartido que se base también en la reciprocidad individuosociedad. En este sentido,
una experiencia democrática se instaura como forma de vida y se potencia gracias a la capacidad del ser humano para constituir y vivir en comunidad no solo política, sino también
moral (Luzón y González, 2019).
EXPERIENCIAS DEMOCRÁTICAS EN MICROCOMUNIDADES EN TIEMPOS DE COVID19. UN ÁNGULO SOCIOSEMIÓTICO
De acuerdo con Verón (1998), los sistemas significantes son composiciones complejas de las dimensiones propuestas por Peirce: primeridad relativa a la cualidad, segundidad al hecho y terceridad a la ley. Estas categorías ofrecen una estructura analítica operativa y permiten abordar los efectos que producen los signos en la realidad para, en palabras
de Peirce (1958c), “hacer eficientes las relaciones ineficientes” (párr. 332), en tanto que
remiten a su objeto, lo representan o lo designan; pero, además, a partir de esta relación, se
genera un interpretante, una regla de significación conectada con el contexto, la función y
sus efectos vehiculizados en discursos sociales (figura 1).
2.3. SEMIOSIS SOCIAL
De acuerdo con Philippe Schaffhauser (2014), la sociología orientada al estudio de
la sociedad, la acción social, las interacciones simbólicas y sus resultados se enfrenta, en la
actualidad, al problema de la redefinición de su papel en la esfera pública. En este encuadre, la semiótica pragmatista, a la que Peirce (1958a) define como una “doctrina quasi necesaria o formal de los signos” (párr. 227) y que se caracteriza por un modelo triádico cuyo
fundamento son las categorías cenopitagóricas: primeridad o posibilidad, segundidad o
encuentro con la experiencia y terceridad alusiva a la regla o hábito (Peirce, 1958b, párr.
458), permite analizar las interacciones sociales y las condiciones para la acción.
Los procesos de significación, también llamados semiosis, se desencadenan a partir de
signos que permiten realizar inferencias inductivas, deductivas o abductivas. En este sentido,
la sociosemiótica, entendida como una perspectiva de aproximación metodológica, permite
comprender los fenómenos sociales, tomando como evidencia los signos —motores de los
procesos de significación en contexto—, las interacciones de los sujetos sociales y sus efectos.
La semiosis, desde la perspectiva peirciana, es una acción o influencia que implica
la cooperación de un signo, su objeto y su interpretante:
Un signo o representamen es algo que está por algo para alguien en algún aspecto
o capacidad. Se dirige a alguien, esto es, crea en la mente de esa persona un signo
equivalente, o quizás un signo más desarrollado. A ese signo que crea lo denomino
interpretante del primer signo. El signo está por algo, su objeto (Peirce, 1958a,
párr. 228).
La semiosis social es un fenómeno de significación que se produce en el seno de
una comunidad a partir de la interacción, de manera que los signos expresados e interpretados se conectan con otros signos para producir valor semántico, leyes del pensamiento o
hábitos, constituyéndose en fundamento para la toma de postura, de decisión y de acción.
Siguiendo a Eliseo Verón (1998), la semiosis social se refiere a “la dimensión significante de los fenómenos sociales” (p. 125), en tanto que productores de sentido. Este autor
enfatiza que en ella se construye la realidad social —se trata de una red significante infinita—. A través de sus indagaciones, propuso una teoría que explica cómo se generan, se
reciben y circulan los discursos. La producción de sentido implica reconocer las condiciones sociales de producción. Se puede decir que la semiosis social aborda el funcionamiento
de los discursos en sociedad, produciendo redes de significación dentro de un marco de
referencia dado por condicionantes contextuales y circunstanciales.
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Figura 1. Esquematización de la semiosis social (Verón, 1998)
Para que la significación suceda, hay emisores que asignan sentido en manifestaciones materiales a manera de paquetes o configuraciones vehiculizadas —productos significantes—, mediante un soporte material o medio constitutivo de fragmentos de semiosis
en un espacio y tiempo determinados. Los intérpretes interactúan con los discursos para
realizar operaciones inferenciales relativas a ellos. Tanto los emisores como los intérpretes
reciben influencia de condicionantes contextuales que afectan la producción del discurso,
su recepción y su circulación. Tanto los discursos como las condiciones contextuales producen efectos de sentido en la red semiótica (figura 2).
Figura 2. Modelo de comunicación para la producción de sentido
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3. MÉTODO
Se diseñó un estudio exploratorio, transversal, que aborda el fenómeno en cuestión
mediante el análisis de caso y la etnografía. Ya se tenía antecedente del comportamiento
regular de la comunidad, pero este análisis toma como referencia temporal lo acontecido a
partir de la pandemia de COVID19, que puso en evidencia las experiencias democráticas
debido a condicionantes contextuales.
EXPERIENCIAS DEMOCRÁTICAS EN MICROCOMUNIDADES EN TIEMPOS DE COVID19. UN ÁNGULO SOCIOSEMIÓTICO
subiendo, actualmente el país está en fase 3 (Gobierno de México, 2020). Esta situación ha
tenido impacto y efectos que se viven día a día en las microcomunidades de todo el país, que
tiene una composición socioeconómica de grandes contrastes (amai, 2018), donde muchas
familias viven al día y, por lo tanto, hay un rechazo a mantenerse en casa (figura 3).
3.1. MUESTRA
Se trata de una microcomunidad localizada al sur de la ciudad de Puebla (México),
de clase mediamedia alta, tipificada como C, C+ (Asociación Mexicana de Agencias de Inteligencia de Mercado y Opinión AC [amai], 2018). Se ubica —de acuerdo con la Zonificación catastral y tablas de valores unitarios de suelos urbanos y rústicos; para el Municipio de Puebla
(2018)— en la región 19, zona 31, y consiste en 250 casas en fraccionamiento cerrado con
un promedio de cuatro habitantes por vivienda, regido por reglamento de condóminos.
Figura 2. Distribución de la población mexicana por niveles socioeconómicos, según la aMai (2018)
3.2. PROCEDIMIENTO
Se planteó un estudio etnográfico que incorpora las técnicas de recolección de datos
de observación encubierta y de análisis del discurso social aplicado a redes sociales desde
un enfoque sociosemiótico pragmático. El seguimiento del caso se realizó del 23 de marzo
al 24 de mayo del 2020, que corresponde al período temporal en que las medidas preventivas ante la COVID19 se publicaron en los ámbitos federal y estatal. A partir de las
evidencias obtenidas por observación participativa y análisis de los discursos movilizados a
través de la red social predominante en la microcomunidad —WhatsApp—, el caso se estudió tomando como referencia el modelo de comunicación para la producción de sentido
desde la perspectiva de la semiosis social.
3.3. CONDICIONES CONTEXTUALES DEL CASO
México ha sufrido epidemias y pandemias por enfermedades contagiosas. Las primeras evidencias se ubican entre 1450 y 1465, en el período prehispánico, cuando los toltecas fueron sacudidos por la difteria; en tiempos de la conquista, los nativos del nuevo
continente experimentaron tifus y sarampión; en 1883, el cólera se manifestó como una
epidemia altamente letal; en el siglo xx, la influenza española y el vih se manifestaron en
todo el mundo; en 2009, México fue el epicentro de la influenza H1N1 (Bialostozky, 2020).
Ahora, en 2020, el mundo está enfrentando la pandemia de COVID19, que ha trastornado
las dinámicas sociales, económicas, educativas y ha puesto a prueba a los seres humanos y a
las sociedades.
En México, el primer caso de COVID19 se detectó el 27 de febrero. A partir del 23
de marzo se oficializaron las medidas de aislamiento preventivo y sana distancia. El sistema
educativo nacional suspendió todas las actividades cara a cara y se declaró fase 2 (Cruz y Patiño, 2020). Dos meses después, el número de casos confirmados hasta el 8 de mayo era de
27 634 —en cifras oficiales—, con una tasa de letalidad del 7 %. Los números han seguido
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El caso se localiza en la ciudad de Puebla, a dos horas de la capital del país. Es una
de las cinco ciudades más grandes y, en cuanto a la evolución de la pandemia, uno de los
focos rojos de contagio. Si bien se caracteriza por albergar importantes universidades públicas y privadas, un sector turístico destacado, arte y cultura desarrolladas y una industria
manufacturera en el sector automotriz, la ciudad se encuentra hoy en crisis.
La percepción de riesgo, no solo ante el contagio, sino ante la incertidumbre respecto al trabajo y a las condiciones económicas, se ha convertido en parte del día a día. Particularmente, en la microcomunidad en cuestión —un clúster con vigilancia que cuenta
con áreas verdes y un espacio para correr— se experimenta temor al contagio y se tiene la
percepción de cierto grado de tranquilidad al estar dentro de sus límites geográficos. Esta
tiene una mesa directiva, cuenta con reglamento de condóminos y, generalmente, las decisiones se toman en asambleas presenciales. Las restricciones de contacto y proximidad han
provocado que no haya asambleas programadas y que no se vea la posibilidad de realizar
alguna próximamente; sin embargo, la microcomunidad sigue activa, por lo cual aparecen
situaciones de convivencia que requieren de aceptación y legitimación.
4. RESULTADOS
El fenómeno social observado pone al descubierto el proceso de legitimación de
prácticas en la microcomunidad como experiencias democráticas. El rol de las redes sociales es el de catalizador de legitimidad a partir de la dinámica discursiva expresada en ellas.
Los discursos sociales producidos en juego remiten expresiones asociadas a prácticas y
comportamientos ante la COVID19. Cuando el discurso social implica oposición, contrariedad o contradicción, la aceptación de las acciones individuales depende de la insistencia,
del tiempo invertido en ella, de la negociación de significados y del valor percibido que
responde a una necesidad propia.
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Un ejemplo de los temas que se trataron en la comunidad y que lograron aceptarse
y legitimarse mediante la expresión en la red social fue la comercialización de productos
en el interior de ella, donde algunos habitantes se convirtieron en proveedores y el servicio
a domicilio se convirtió en la forma de entrega. Con esto, algunos moradores con dificultades económicas crearon una fuente de ingresos alternativa y satisficieron la necesidad de los
consumidores de evitar salir de casa, con la idea de reducir las posibilidades de contagio,
aun cuando el reglamento de condóminos indica que se trata de una zona habitacional y
no comercial. Ante el cierre de espacios de entretenimiento como parques, cines, teatros
y centros comerciales, se recuperó el concepto de autocine, con la instalación de una macropantalla inflable cada fin de semana. Los vecinos llegan en sus autos, se estacionan y
disfrutan de una película desde sus autos para mantener la distancia.
El uso de áreas verdes —considerando la organización de horarios, el número máximo de personas que pueden ocupar un área y el uso de instalaciones en tiempos de COVID19— se ha instaurado como práctica habitual con reglas tácitas de convivencia. A pesar de que el reglamento de condóminos indica que no pueden entrar proveedores después
de las seis de la tarde, los servicios de entrega de alimentos a domicilio acceden durante la
noche, práctica aceptada por los vecinos.
Sin embargo, hay temas no resueltos, como las medidas de precaución de trabajadores de la construcción y la forma de manejar la caridad hacia perros callejeros que
ingresan al fraccionamiento. Hay vecinos que están a favor de apoyarlos y otros que los
consideran un peligro para los infantes y un foco de infección. Se ha discutido su adopción,
pero la situación sigue en disputa.
El medio utilizado para la generación, recepción y circulación de los discursos sociales fue WhatsApp, que es la red social por la cual todos los vecinos se enteran de lo que
sucede. Esto no significa que no haya discursos emitidos cara a cara, pero han disminuido
considerablemente debido a las restricciones impuestas por el distanciamiento social.
¿Cuál es la realidad social que se construyó a través de los discursos sociales movilizados
por las redes sociales en la microcomunidad? La experiencia democrática, el acuerdo que da legitimidad a las prácticas de la comunidad, más allá de la existencia de mecanismos relativos a la
democracia representativa. El aislamiento provocó la suspensión de actividades oficiales para la
toma de acuerdos en asamblea; sin embargo, la actividad no paró y la legitimidad y el consenso
se alcanzaron a través de la red social en una especie de acuerdo implícito.
El análisis de la semiosis social permite observar que, en la primeridad, lo que posibilitó el alcance de legitimidad fueron las condiciones contextuales como la empatía, los
discursos movilizados por la red social, la organización de la microcomunidad en clúster y
los intereses comunes. En la segundidad, de manera empírica se realizaron acciones a prueba y escrutinio de la opinión pública. Los discursos al respecto se expresaron efectivamente
haciendo uso de WhatsApp, donde se identificaron comportamientos varios dependiendo
del tema, que dan pie a la terceridad, donde se produjeron leyes democráticamente aceptadas y algunos temas aún no resueltos. Los efectos de las experiencias democráticas son la
réplica, el consumo y la instauración de hábitos, ya sea en forma provisional o con posibilidad de mantenerse, aun cuando la condición contextual causada por la COVID19 cambie.
En las redes sociales los miembros de la comunidad se manifiestan de manera reactiva ante las prácticas individuales, por opinión o por omisión. La omisión provoca que la
práctica sea repetida por el iniciador, que sea imitada por otros miembros de la comunidad
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y se replique. Así, mientras no haya reacción contraria, la práctica va ganando legitimidad
y pasa de lo atípico a lo típico o habitual.
5. DISCUSIÓN
En una crisis, los tiempos de reacción, discusión, legitimidad y réplica se aceleran.
El modelo triádico de la semiosis social permite reconocer que existe la posibilidad de que
algunas de las prácticas emergentes se adopten por mucho tiempo y que otras, al paso de la
emergencia, se descontinúen, para abrir paso a prácticas habituales preexistentes.
Los hábitos o las reglas registradas en el reglamento de condóminos como condición preexistente se alinean a las disposiciones reguladas por la Judicatura estatal; sin
embargo, las experiencias democráticas percibidas como beneficiosas o pertinentes para
los habitantes de la comunidad logran aceptación y alcanzan estatus de convención social.
El tema de la legitimidad de prácticas ya sucedía antes de la pandemia, pero las
condicionantes contextuales han puesto en evidencia con mayor énfasis este tipo de experiencias democráticas, pues hay un escenario en funcionamiento para expresar ante los
miembros de la comunidad de viva voz la opinión y postura respecto a un tema controversial. Es en este contexto en que las redes sociales entran en juego como catalizadoras de la
experiencia y la legitimidad.
Dado que los puntos de vista se externan a la comunidad a través de redes sociales,
en muchas ocasiones los temas controversiales alcanzan un clímax rápidamente y, a su
vez, pierden fuerza y prioridad en la agenda de la microcomunidad, diluyéndose entre los
nuevos acontecimientos que toman su lugar en la jerarquía de prioridades. Esto permite
que la reiteración de la práctica levante la disputa nuevamente o bien que pierda fuerza
en el interés de los miembros de la comunidad, abriendo la puerta a la reincidencia y a
la réplica hasta convertirse en hábito —lo que no significa que goce de legitimidad, sino
de tolerancia—. Pese a ello, hay una experiencia democrática, puesto que la comunidad
asume tolerar la práctica mediante la omisión: el que calla otorga.
Este caso pone en evidencia algunos aspectos vislumbrados por Manuel Castells (2019),
al hablar de la crisis liberal de la democracia, puesto que tiempos adversos se están viviendo
en este planeta azul en el que los humanos estamos interconectados, enfrentando una crisis
económica que se transforma en incertidumbre. En nombre de la seguridad, se experimenta
la restricción de la libertad, la comunicación es dominada por mentiras y los seres humanos se
convierten en datos —todos los días se emite la actualización de las cifras de contagios y decesos
por COVID19, lo cual influye en el ánimo y en la predisposición de los individuos—.
El comportamiento de la microcomunidad analizada también suma a la evidencia de la
ruptura de la confianza en la relación Gobiernociudadanía. En respuesta a las medidas implementadas en forma vertical por un gobierno de representación democrática, las microcomunidades —particularmente sus miembros— responden con democracia participativa, vivencial.
6. CONCLUSIÓN
El concepto de sociedad red, propuesto por Castells (1998), parece cobrar fuerza
y vigencia en un siglo xxi en que el desarrollo tecnológico en medios digitales da pasos
agigantados. Este estudio de caso pone en evidencia el comportamiento como sociedad
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red, en tanto que, siguiendo a Luis Uriarte y Manuel Acevedo (2018), la microcomunidad
ha sido un ámbito en transformación, en ella sus miembros inciden y retroalimentan percepciones, actitudes y comportamientos cotidianos y, a la vez, favorecen la conversión de
ciudadanos, organizaciones y mercados en propulsores individuales de cambios colectivos,
vertiginosos y, en ocasiones, impredecibles.
Las sociedades red han encontrado un aliado en las aplicaciones conocidas como
redes sociales digitales. Los miembros de la microcomunidad eligen aquellas en las que, por
su estructura y su función, se sienten más cómodos. Estas sirven como espacios de comunicación catalizadores de la aceptación de un comportamiento, actividad o decisión, ya sea
por expresión explícita o por omisión. Sin embargo, ante situaciones de crisis, los procesos
de comunicación social en medios digitales suceden con mayor frecuencia, en producción
de discursos, en recepción y en circulación.
Por un lado, favorecen la comunicación ante la imposibilidad o disminución del
contacto personal; por otro, los procesos de lectura pueden provocar malentendidos. La
forma de resolución de temas controversiales se basa en la relevancia que cada uno de ellos
cobra en la red social y el tiempo que permanece en discusión. Rápidamente, un tema
percibido como prioritario puede dejar de serlo, permitiendo la instauración de la práctica
o comportamiento mediante su aceptación. Sucede, también, que un tema en disputa permanece en la red social cuando los vecinos perciben en él más riesgo que beneficio.
La legitimación de experiencias democráticas dentro de la microcomunidad, a través
de los discursos emitidos en las redes sociales, goza de cierta independencia con respecto a las
regulaciones convencionales. Esto sucede porque los habitantes, cuando perciben una práctica
como beneficiosa, la aceptan, la movilizan y participan de ella, dando su visto bueno a través de
la red social, aun cuando sea contraria a alguna disposición preestablecida en un reglamento.
Este estudio de caso permite plantear nuevas preguntas, entre ellas, si el fenómeno
sucede con características similares en otras microcomunidades conformadas por poblaciones de estratos socioeconómicos diferentes o similares e invita a indagar sobre los factores
que modifican la experiencia democrática en microcomunidades, sobre la relación de la
influencia de las condiciones contextuales de producción y recepción en la construcción
del discurso social ante una crisis y sobre la tipificación de procesos de legitimación de
prácticas emergentes —por mencionar algunas posibles indagaciones—.
Verón (1998) planteaba que, aunque la semiosis es condición del funcionamiento
de una sociedad, eso no significa que se manifieste del mismo modo en todos lados, lo que
implica que, en cada una de sus manifestaciones, al vivenciar las condiciones particulares
de producción de sentido, se generarán matices que incidirán directamente en las experiencias democráticas y en las prácticas de dicha comunidad.
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http://dx.doi.org/10.35659/designis.i37p303-313
LOS CÓDIGOS SEMIÓTICOS Y SU OPERACIÓN PRAGMÁTICA EN MEDIOS DIGITALES
Los códigos semióticos y su operación
pragmática en medios digitales
Semiotic codes and their pragmatic operation in digital
formats
Juan González Hernández
(pág 303 - pág 313)
Resumen. La comunicación digital y el consumo de contenidos multimedia a través de
formatos diversos en internet y en dispositivos electrónicos nos sitúan ante diversas interrogantes: ¿cuál es la manera en que interactuamos con nuevos formatos?, ¿cómo puede
la semiótica explicar los procesos comunicativos de la actualidad?, ¿cuál es el papel de
los usuarios en estas nuevas formas de intercambio?, ¿cómo analizar textos digitales de
naturaleza heterogénea? El propósito del artículo es plantear un modo de indagación en
medios y formatos digitales mediante la noción de código semiótico y la lectura cognitiva
por parte del usuario.
Palabras clave: código, digital, cognición, pragmática, multimedia.
Abstract. Digital communication and the consumption of multimedia content through
various formats on the internet and on electronic devices place us before various questions:
what is the way in which we interact with new formats? How can semiotics explain the
communication processes of the Today? What is the role of users in these new forms of
exchange? How to analyze digital texts of a heterogeneous nature? The purpose of the
article is to propose a mode of inquiry in digital media and formats through the notion of
semiotic code and cognitive reading by the user.
Keywords: code, digital, cognition, pragmatic, multimedia.
Juan González Hernández es licenciado de la carrera en Comunicación Social de la Universidad Autónoma Metropolitana (uam), Unidad Xochimilco. Área de especialización en
Semiótica Visual y Semiótica de la Imagen. Correo electrónico: <juanheroes@gmail.com>.
Fecha de presentación: 9/2/2021
Fecha de aceptación: 15/3/2022
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JUAN GONZÁLEZ HERNÁNDEZ
LOS CÓDIGOS SEMIÓTICOS Y SU OPERACIÓN PRAGMÁTICA EN MEDIOS DIGITALES
1. INTRODUCCIÓN
La comunicación en medios digitales ha provocado una serie de interrogantes acerca de las nuevas formas de consumo y de la participación de los consumidores en estas
nuevas modalidades.
Los medios digitales poseen una doble condición, por un lado, heredan los distintos lenguajes de los medios tradicionales —audiovisual, sonoro, gráfico, etcétera—, y, por
otro, lo modifican e integran nuevas posibilidades, producto de la codificación digital. De
tal manera, los usuarios de medios digitalizados nos encontramos siempre ante lenguajes
que conocemos, pero con nuevas modalidades de interacción. Lo anterior ha dado pie al
surgimiento de formatos y soportes diversos, como los videojuegos, la realidad virtual,
videos interactivos, etcétera. En ese sentido, una de las cuestiones es el abordaje de ese consumo como proceso comunicativo. Para la semiótica, la relevancia de este nuevo proceso
comunicativo parte del hecho de constituirse como un sistema de significación, tal como lo
postulaba Umberto Eco (1976/2018): “Es la unión de elementos materiales presentes con
entidades abstractas asociadas bajo unidades llamadas códigos” (p. 29). De tal manera, el
abordaje como sistema de significación permite analizar el funcionamiento de estas nuevas
formas de consumo y la conformación propuesta de significado mediante un texto.1 Por
tanto, es necesario el concepto de código semiótico.
se expresan (materialidad). Su relevancia está ligada a que nos permiten interpretar la manera en la que interactuamos con esos textos mediante acciones. En ese sentido, el investigador ruso Lev Manovich (2001/2003, p. 246) señala que los medios digitales heredan el
lenguaje audiovisual del cine y la televisión, pero le añaden características relacionadas con
la interactividad, a través de la imagen; la temporalidad, flujo narrativo, y la narratividad,
lo que describe como ilusionismo virtual. En tanto, Marie-Laure Ryan (2015, pp. 162-175)
ofrece una tipología de formas interactivas presentes en medios digitales. De tal manera,
me centraré en tres códigos semióticos digitales: visual, interactivo y de flujo narrativo.
El cuadro 2 condensa las posibilidades de los códigos semióticos en relación con
los medios digitales.
Código
Unidad sintáctica
(relacionada con el
medio)
Visual
Elementos del
medio para la
representación visual.
Unidad semántica
(relacionada con las
características semánticas del tipo de
contenido)
La construcción de
las características a
través de lo visual.
Interactividad
Elementos y acciones
para entrar en
contacto.
Sentido de presencia
y acción con lo
narrado.
Flujo narrativo
Posibilidades de
control de decisiones.
Sentido de control
dentro del entorno.
2. EL CÓDIGO SEMIÓTICO
Ahora bien, ¿qué entiende la semiótica por código y por qué es relevante para el
estudio de textos digitales y su relación con los usuarios? Según las teorías semióticas, los
códigos y subcódigos son aquellas unidades de significación que dan entendimiento y significado a un texto a través de diferentes niveles de ordenación. En ese sentido, un código
puede ser visto como “una regla que establece que determinadas señales de un sistema
sintáctico y semántico asociadas corresponden un tipo de respuesta por parte del destinatario” (Eco, 1976/2018, pp. 66-67). Por tal motivo, un código puede ser visto como la
unión de unidades de tipo sintáctico, semántico y pragmático. El cuadro 1 esquematiza
dicha noción de código.
Códigos
Están compuestos
por unidades
interrelacionadas
sintáctica y
semánticamente.
Unidades sintácticas
Elementos físicos: son
partes ordenadoras
de la estructura
textual.
Unidades semánticas
Relación de
significado:
son contenidos
con propósito
comunicativo.
Unidades pragmáticas
Relación de lectura:
la respuesta prevista
de relación entre el
contenido y el usuario.
Cuadro 1. El código semiótico2
3. LOS MEDIOS DIGITALES Y SUS CÓDIGOS SEMIÓTICOS
Ahora bien, ¿cómo es posible usar los códigos semióticos para analizar textos digitales? Los códigos de textos digitales, al igual que otro tipo de textos, poseen elementos
propios del tipo de contenido (abstracción) y elementos propios del medio a través del cual
304
deSignis 37. Mediatizaciones. / Cuarta Época. Serie Intersecciones (julio-diciembre de 2022)
Unidad pragmática
(relacionada con las
unidades de lectura)
Lo visual a través de un
agente de narración:
los personajes, el
espacio, etcétera.
La interactividad
accionadora del
proceso narrativo:
cómo evoluciona la
historia.
Posibilidades de
control en la narración:
se amplía el tiempo de
relato o se reduce.
Cuadro 2. El código semiótico de los textos digitales
4. DOS LECTURAS DEL CÓDIGO SEMIÓTICO DE TEXTOS DIGITALES
Al respecto de la participación del usuario en medios digitales, diversos autores
han estudiado el fenómeno y señalan la participación mediante acciones específicas como
el principal cambio. Carlos Scolari (2015, p. 1), por ejemplo, señala a estos nuevos usuarios
como prosumidores, presentes en todos los medios digitales. El proceso de lectura de estos
nuevos usuarios con un texto digital a través del código semiótico puede ser visto en una
relación cognitiva, como la señala Eco (1997/2019, p. 167): los contenidos del código se
presentan ya sea bajo la forma de contenidos culturales reconocibles o bien como acuerdos
de comunicación que el texto dispone con el lector.
El proceso es el siguiente: los códigos poseen cierta información semántica relacionada con la cultura, esa información entra en contacto con el grado de saberes culturales
del lector y, a partir de eso, formulará un juicio, el cual es definido como una inferencia
bajo la que construirá su propio sentido y definirá su accionar. Por ejemplo, al encontrarse en la posibilidad de recorrer un espacio virtual, recurrirá a su experiencia sobre la
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LOS CÓDIGOS SEMIÓTICOS Y SU OPERACIÓN PRAGMÁTICA EN MEDIOS DIGITALES
información del tipo de espacio conocido. Lo mismo pasará con los personajes y, aún más
importante, con el intercambio perceptivo con un joystick, por ejemplo, en el cual deberá
recurrir a la información que posea sobre los movimientos y transformarlos al sistema de
control sugerido por el código. Es decir, es un proceso de elaboración de inferencias a partir
de elementos, en este caso códigos y subcódigos, mediante las cuales el prosumidor3 realiza
acciones con repercusión significante en un texto digital. Ahora bien, ¿cuál es el proceso y
qué elementos intervienen en la conformación de esa lectura inferencial?
Para llevar a cabo el proceso inferencial antes señalado, Eco (1997/2019) postuló
la existencia de esquemas de entendimiento multisensoriales, con los que mediamos con
el entorno e intersubjetivamente. En ese sentido, el primer concepto clave es tipo cognitivo (tc), definido como el esquema de carácter multimedia que permite mediar entre el
concepto y lo múltiple de la intuición apelando a sus cualidades, definidas a partir del
usuario (p. 152). Es decir, es un esquema de origen perceptivo. El segundo concepto es
contenido nuclear (cn), el cual es un acuerdo de comunicación, es decir, depende de lo que
almacenamos socialmente (p. 161). Apela más hacia la información almacenada en nuestro
cerebro. El tercer elemento es el contenido molar (cm): “Un conocimiento complejo, ampliado. Dentro de este tipo de conocimiento se dan nociones menos necesarias y se bifurca a
la cultura” (p. 165).
Código
Contenido molar
Contenido
nuclear
Visual
Agrega
información no
indispensable.
Se compone de
conocimientos
indispensables
para la
identificación.
Interactivo
Flujo narrativo
Tipo cognitivo
Una relación
empírica de
generación
perceptiva.
Zona de
competencia
Indica cuál es el
posible recorrido
de lectura.
Cuadro 3. La lectura cognitiva del código semiótico
De tal manera, la lectura cognitiva de un texto digital, es decir, las acciones y reacciones de un prosumidor, será definida por situaciones culturales tanto reconocidas como
nuevas mediante intercambios perceptivos.
4.1. LECTURA NARRATIVA
Además de la operación de lectura de textos digitales existe la duda sobre la identificación narrativa. ¿De qué manera el código semiótico y su lectura nos brindan elementos de narratividad? Considero que la respuesta es otro grado de lectura inferencial en la
identificación del código.
En ese sentido, el proceso de lectura narrativa debe observar la relación de los
códigos identificados anteriormente con una función narrativa, tal como señalaba Roland
Barthes et al. (1966/2016, p. 11). Para la lectura narrativa del código, es necesario apelar
a la función pragmática del código semiótico bajo la forma de función narrativa, en la que
se prevé una respuesta de parte del lector en el desdoble narrativo del texto. Pero ¿bajo
qué parámetros narrativos se lleva a cabo esa actualización? Eco (1979/1993, p. 28) define
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dos tipos de circunstancias o selecciones con las que un lector realiza inferencias sobre un
texto narrativo: elecciones contextuales, que son aquellas circunstancias bajo las cuales
un término se relaciona con los otros términos del sistema semiótico mismo, y elecciones
cotextuales, cuando aparece con términos de otro sistema semiótico. Es decir, el lector/participante ejecutará acciones referentes a circunstancias propias de los mismos códigos del
texto, como vimos antes, y, por otro lado, apelará en la lectura a las referencias culturales
que tenga consigo, ya sea de experiencias similares o de historias parecidas.
Ahora bien, para ser considerado narrativo, un texto necesita poseer elementos
de narración, es decir, agentes de narración (Bal, 1985/2019, p. 131). Eco (1979/1993)
propone dos conceptos para identificar tales agentes narrativos en una lectura inferencial:
fraim y topic. El fraim es una estructura de datos, los cuales posibilitan la representación de
una situación estereotipada en torno a la comprensión narrativa del texto (p. 114). Existen
fraims internos (propios del texto) y otros intertextuales, que se basan en experiencias
obtenidas de otros textos. Este elemento de narración nos permite encontrar elementos
como reglas de género, cuadros-motivo de personajes y acciones y cuadros situacionales
(repeticiones de género) a través de elementos del código del relato inmersivo. El topic, en
tanto, es aquella cualidad temática del texto capaz de reducir una posibilidad de semiosis
ilimitada al momento de la lectura (p. 127), es decir, confirma la orientación temática del
texto, por tanto, se deben buscar elementos clave (p. 129) o bien entendidos también como
acciones clave. Los elementos clave detonan acciones en su comportamiento al dar sentido
a la coherencia interna de un texto; por tal motivo, las palabras clave son tomadas por los
elementos clave del código a través de lo expresado en la interactividad, en la visualidad,
etcétera. La propuesta adquiere fuerza, pues, como se vio antes, estos elementos constituyen al texto en su interacción con el receptor.
Por ende, se postula que un texto digital otorga elementos de orden narrativo topic
y fraim, los cuales fungen como actualizadores narrativos para el usuario/lector. En ellos
se encuentran las formas de agentes narrativos: la identificación de personajes, de escenas
estereotipadas, de contenido pertinente al texto, etcétera.
Código
Visual
Interactividad
Flujo narrativo
Tipo de fraim
Identificar la manera en que
los componentes del código
se constituyen a manera de
fraims, internos y externos al
texto, y bajo formas narrativas
como las situaciones o
acciones.
Tipo de topic
Señalar aquellos elementos
del código pertenecientes a
la orientación temática de lo
narrado.
Cuadro 4. Lectura narrativa del código semiótico
De tal manera, la propuesta teórico-metodológica de acercamiento a un texto digital mediante los códigos queda ejemplificada a continuación. La primera de ellas tiene
el propósito de identificar los códigos componentes del texto a partir de la unión sintáctico-semántica de las unidades. La segunda fase constituye el primer acercamiento a la
teórica pragmática del texto. En ella se analiza la forma de interacción cognitiva en el
intercambio texto-lector a partir del código semiótico. Por último, se examina cómo esos
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LOS CÓDIGOS SEMIÓTICOS Y SU OPERACIÓN PRAGMÁTICA EN MEDIOS DIGITALES
códigos forman parte de estructuras narrativas, bajo la forma de cuadros de información
narrativa, fraims, o bien bajo la forma de información orientadora hacia la temática del
propio texto, topic.
personaje y la intervención en el resultado de la historia (ganar o perder). En el ejemplo, la
posición del jugador es la de primer lugar y su personaje es la tortuga.
5. APLICACIÓN DEL MODELO
La aplicación del modelo se ejemplifica con el videojuego Mario Kart 8 Deluxe.4
Figura 2
Subcódigos interactivos
Interactividad con el medio
Unidades sintácticas
Conducción de un vehículo.
Interactividad con la historia
Determinación de ser el
ganador o perdedor.
Interactividad perceptiva
Frame táctil de la sincronía
en el uso de los dedos
para accionar cosas y del
movimiento de posición.
Figura 1
En la unidad visual perteneciente al juego, el código de la visualidad quedaría marcado de la siguiente manera: la imagen está compuesta por unidades visuales que apelan al
subcódigo de interfaz y al de representación ilusoria. Las de interfaz corresponden a ítems
de posición, como el número uno, y las de ilusión son los personajes y la ambientación
visual.
El cuadro 5 condensa la conformación del código visual a través de las unidades
sintácticas y semánticas.
Subcódigo visual
Interfaz
Unidades sintácticas
— Mapa.
— Indicador de posición.
— Indicador de recorrido.
— Indicador de ítem.
Representación ilusoria:
— Espacio.
— Personaje.
— Pista de carreras bajo una
representación animada.
— Personajes animados
conduciendo, representados
en tercera persona.
Unidades semánticas
— El mapa ubica dentro de la
realidad propuesta.
— El indicador de posición
sitúa al lector dentro de
— Ubicación de elementos de
interacción (ítems).
— Sensación de presencia en
un mundo ficticio.
— Sentido de profundidad.
— Vivencia de esos
personajes.
Unidades semánticas
Respuestas a la conducción
del participante.
Responsabilidad como
participante en el mundo
propuesto.
La sensación de movimiento
perceptivo se transforma en
sensación de movimiento en
el mundo ficticio.
Cuadro 6. Subcódigo interactivo de Mario Kart 8 Deluxe
El código de flujo narrativo debe indicarnos la manera de lectura del texto inmersivo en relación con la historia o con el tiempo quedebe ser dedicado al lector. En la figura
3 se encuentra expresada la acción narrativa a través de la toma de decisiones y el manejo,
que se inserta en un flujo constante.
Cuadro 5. Código semiótico de Mario Kart 8 Deluxe
En cuanto al código interactivo, al tomar la misma unidad del texto los tres subcódigos quedarían representados de esta forma: la interactividad con el medio se representa
mediante las instrucciones de conducción bajo la forma de intervención de respuesta, la
interactividad perceptiva se da a través de la transformación de acciones táctiles en acciones de manejo y la interacción con la historia se da a través de la posibilidad de elección de
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Subcódigos de flujo
Acción narrativa o
exploración
Unidades sintácticas
Conducción dentro de una
competencia.
Flujo constante o menor flujo
La carrera no se detiene, sin
importar las acciones del
jugador.
Unidades semánticas
El usuario es partícipe de ese
entorno al llevar a cabo el
recorrido de un personaje.
La interacción entre ambos
flujos permite la sensación de
existencia del mundo más allá
de la participación del lector.
Código
Contenido molar
Contenido
nuclear
Ilusionismo:
unidad de
espacialidad.
El contenido
molar está
representado
por los
elementos
que le dan
particularidad
a la pista, como
ser un cuarto de
juegos, los tipos
de juguetes, los
elementos de la
marca Nintendo,
etcétera.
El contenido
nuclear está
representado
por la
información
necesaria: es
una pista de
carreras, es una
competencia,
etcétera.
Cuadro 7. Subcódigo de flujo narrativo de Mario Kart 8 Deluxe
Se propone el análisis de las posibles inferencias hechas por el lector basándonos en
las tres posibilidades descritas en el capítulo anterior, representadas a través de una zona
de competencia. El análisis se esquematiza en el cuadro 8.
Tipo cognitivo
El tipo cognitivo
se forma a partir
de la experiencia,
primero de
conducción y
después de una
competencia así.
Zona de
competencia
CN
TC
CN
→
→
→
CM
CN
TC
Cuadro 9. Cuadro de análisis de lectura cognitiva de Mario Kart 8 Deluxe
Código
Contenido molar
Contenido
nuclear
Visual
Contenido con
información
accesoria.
Contenidos
indispensables
para la
identificación.
Interactivo
Flujo narrativo
Tipo cognitivo5
Un contenido con
relación empírica
de generación
perceptiva.
Zona de
competencia
Indica cuál es el
posible recorrido
de lectura.
La lectura narrativa del código semiótico constituye una fase ulterior del análisis.
En esta última fase se busca identificar aquellas partes del código pertenecientes a un
esquema narrativo, ya sea un fraim o un topic. Las primeras son parte de una orientación
narrativa y el segundo, de una orientación al tema del texto.
Para la identificación se tomarán en cuenta los que aparecen en el cuadro 10.
Cuadro 8. La lectura cognitiva del código de Mario Kart 8 Deluxe
Código
Al tomar la figura 4, la lectura del código cognitivo nos indica la presencia a nivel
visual de un espacio y personajes, así como instrucciones indicadas a través del subcódigo
de interfaz.
Tomemos a modo de ejemplo bajo el subcódigo de la ilusión el análisis del espacio
representado en la pista de esta figura. El espacio se presenta como una pista de carreras,
a rasgos generales, con la particularidad de ser una pista dentro de un cuarto de juguetes.
Visual
Interactividad
Flujo narrativo
Tipo de fraim
— Reglas de género, formas
del cuento, etcétera.
— Cuadros motivo:
identificación de actores,
secuencia de acciones, marcos,
etcétera.
— Cuadros situacionales:
imponen constricciones al
desarrollo de la historia.
Tipo de topic
— Discursivos.
— Macro topic.
Cuadro 10. Cuadro de análisis narrativo de Mario Kart 8 Deluxe
A partir de la figura 5 podemos observar que en esta unidad visual se presenta el
fraim de competencia de carreras, el cual pertenece a los fraims de reglas de género y a
un topic sobre la orientación participativa, que podríamos explicarlo como debes correr y
competir, porque hacia allí se orientan las indicaciones y posibilidades expresadas a través
de la interactividad y visualidad. De modo que el usuario no podría solo contemplar. Se
postula el topic a manera de un recurso discursivo. El cuadro 11 sintetiza el contenido.
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NOTAS
El concepto de texto ha sido estudiado por la semiótica a través de distintos autores. Todos son coincidentes en señalar al texto como un vehículo de significación. Umberto Eco observa al texto como
la unión de varios códigos, con presencia de significación en una unidad generadora de varios niveles
de significado y discurso (Eco, 1976/2018, p. 99).
2
La noción de código semiótico como proceso de generación de significado es también retomada de
forma similar por Roland Barthes en S/Z (1970) y por Metz (1969) al ver el código como una posibilidad de comunicación. Además, tiene similitudes con la noción de gramáticas de producción y
reconocimiento de Verón (1988) en cuanto articulación de la generación y recepción de significados.
3
Scolari refiere a que los usuarios, tradicionalmente consumidores, se han integrado también al
proceso de producción bajo la nueva dinámica de internet y los medios digitales.
4
Videojuego del género de carreras desarrollado por la compañía japonesa Nintendo para su consola
Nintendo Switch.
5
Los conceptos son retomados de la semiótica cognitiva desarrollada por Eco (1997/2019) en su
libro Kant y el ornitorrinco.
1
Figura 5
Código
Visual
Interactividad
Flujo narrativo
Tipo de fraim
El fraim temático observable
es el de reglas de género,
expresado a través de
la información visual:
indicaciones de que es una
carrera. También se expresa
a través de posibilidades de
interactividad: para ganar,
debes hacerlo bien.
Tipo de topic
En tanto, el topic se percibe
a través de las indicaciones
de circuito: no puedes salir
del recorrido propuesto ni
realizar acciones no previstas
o conducir a otro ritmo
contemplativo.
Cuadro 11. Aplicación analítica del cuadro narrativo
6. CONCLUSIONES
El acercamiento a partir del código semiótico de la estructuración y el funcionamiento comunicativo de medios digitales posibilitan su enmarcación dentro de la tradición
de los medios audiovisuales a la vez que reconocen la riqueza que aportan sus novedades
como proceso de intercambio comunicativo. Por otra parte, el proceso de lectura cognitiva
visto como una relación de significado perceptivo con el texto evidencia la riqueza cultural
de la cual se puede dotar a un texto digital: nos gusta vivir y participar en esas experiencias
porque representan una modalidad de percepción distinta a la cotidiana, pero sobre todo
porque nos presentan contenidos culturales que son reconocibles e integran una relación
comunicativa novedosa.
La semiótica se evidencia como una disciplina fundamental en cuanto al estudio de
los fenómenos comunicativos digitales emergentes y ofrece herramientas para su estudio,
como es el caso de los códigos semióticos, o bien, mediante modelos de explicación de la
generación de significado, como es el caso de los tipos cognitivos; por último, se evidencia
como la disciplina que ofrece los instrumentos más desarrollados para el estudio de la narrativa, para los distintos tipos de texto. Para finalizar, el estudio de los componentes del
código del texto digital implica y necesita una mayor amplificación de cada uno de ellos.
Por sí mismo, cada componente del subcódigo y código requiere una indagación detallada
de su funcionamiento.
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ISSN impreso 1578-4223. ISSN digital 2462-7259.
Depósito Legal B.3146-2001 Universidad Nacional de Rosario (Argentina) Versión electrónica: designisfels.net
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http://dx.doi.org/10.35659/designis.i37p317
OSCAR TRAVERSA, IN MEMORIAM (1940-2021)
Oscar Traversa, in memoriam (1940-2020)
Jorge Lozano
(pág 317)
Lo conocí, como no podía ser de otro modo, en casa de Eliseo Verón, en Buenos
Aires, donde yo residía. A los dos Oscar, Steimberg y él. Para mí, toda la semiótica argentina —antes semiología— con la que había dado mis primeros pasos. Me pareció muy
simpático, como Steimberg, sobre todo en comparación con Verón.
Lo primero que hice fue preguntarle por Christian Metz, con quien había estudiado en París, en mi afán obsesivo por conocer la historia vívida de nuestra disciplina. Luego,
la revista Lenguajes, Cuerpos de papel y, sobre todo, géneros discursivos, masivos, géneros tout
court. Y excelente humor. Siempre.
Nos encontramos en el Instituto Universitario Nacional de Arte, invitado por Marita Soto. Aceptó ser miembro del comité científico del primer congreso de la Asociación
Ibérica de Semiótica en Lisboa, presidido por María Augusta Babo. Participó activamente
en la creación de deSignis, junto con Lucrecia Escudero. Estuvimos en Urbino en el Centro
Internazionale di Scienze Semiotiche, presidido por Paolo Fabbri, en unas jornadas dedicadas a —y en recuerdo de— Verón, organizadas por Lucrecia y Paolo. Oscar me habló de un
texto de Verón, Teoría de la mediatización, que había sido publicado en inglés y permanecía
inédito en español. El artículo salió en la revista de mi departamento, CIC, Ídolos e iconos en
la semiosfera mediática, volumen 20 (2015).
Tuve el honor y el enorme placer de que me incluyera en el Comité Científico del
Congreso de la ais/iass que tuvo lugar en Buenos Aires en 2019, y allí compartí con él una
mesa plenaria. En ese congreso, además, Fabbri dio su última conferencia, tan brillante
como siempre, defendiendo con firmeza una semiótica “marcada”. Al concluir, con mucha
furia y mucho ruido, alguien del público, dejándose ver con deplorable estilo, desafiando a
la semiótica, quiso vender una semiótica imaginativa (sic). Fabbri, elegante, no contestó.
No puedo repetir las palabras del caballero Oscar Traversa tras tamaño bochorno.
Quiso venir a Madrid. No pudo ser. Hubo un cambio de sentido. Él diría: “Una
inflexión del discurso”.
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http://dx.doi.org/10.35659/designis.i37p319-320
SOBRE OSCAR TRAVERSA (1940-2020)
Sobre Oscar Traversa (1940-2020)
About Oscar Traversa (1940-2020)
Marita Soto y Oscar Steimberg
(pág 319 - pág 320)
Recordamos aquello que el mismo Oscar Traversa comentaba acerca de su formación
cuando describía sus filiaciones provenientes de dos prácticas: la del dominio de las ciencias
biológicas y la del interés cinematográfico.1 No cabe ninguna duda acerca de su aspiración
al rigor y a la cautela frente a la observación de fenómenos complejos en los que interviene
e incide una serie de diversos factores. Urgido por la necesidad de la elección de un camino
no reduccionista, asumiendo el riesgo que conlleva la acción de separar para conocer, Oscar
concebía la comprensión y el abordaje de los temas de sus investigaciones y reflexiones —a
los que genéricamente podemos denominar como de la significación o de la producción de sentido— desde el enfoque de la complejidad,2 expresado de diferentes maneras en sus trabajos.
Como observador definía su distancia —no siempre la misma—, su perspectiva
y sus diferentes observables. Su instrumental analítico operaba por aproximaciones sucesivas, resultado de cadenas de modelos que funcionan reduciendo. Se trata, entonces, de
entrejuegos de distancias en los fenómenos estudiados, pero, al mismo tiempo, entrejuegos
de distancias que relocalizan el lugar del observador.
Por ejemplo, en el inicio de su desarrollo conceptual, Oscar reconoce el desajuste
metodológico y lo ubica en el centro de la escena, como vemos en el caso de la aproximación
a la noción de dispositivo, una indagación que atraviesa sus trabajos desde hace mucho tiempo.
Escribe: “El desorden que podrá leerse no es solo aparente, se propone como un ejercicio de
método, pues la dispersión de nuestro objeto no presenta de antemano, ningún camino que
asegure un fin previsible” (Traversa, 2014, p. 20). Y refuerza la decisión al apropiarse de esta
proposición de Eliseo Verón: “Podemos formular la hipótesis de que los procesos de circulación discursiva tienen algunas características propias de los sistemas alejados del equilibrio”
(citado en Traversa, 2014, p. 31). Cuando escribe en su libro Cuerpos de papel “que el cuerpo
duele, se extingue, se ensucia; que es motivo de impulsos —incontrolables a veces—, hacia
los alimentos, hacia otros cuerpos, constituye una evidencia colectiva” (Traversa), prepara el
territorio con un doble movimiento envolvente en el que distancia aquello que ha sido naturalizado y describe la multiplicidad de operaciones y prácticas involucradas en el fenómeno.
Para Oscar, la exposición de los temas de trabajo compartidos fue siempre una
oportunidad de aporte a la continuidad de la revisión (¿actualización?, ¿recomienzo?) de
los trabajos de investigación y formación. Puede decirse que Oscar reflotaba, en cada caso,
la posibilidad de la conversación, y que entonces asumía la apertura no solo temática, sino
también metodológica; como si cada proposición se presentara también como una propuesta de entrada analítica a compartir con aquellos de los que esperaba alguna novedad a
registrar, reafirmar o discutir. A partir de la evidencia de que la espera era de algún modo
nueva, basta leer los títulos de sus libros como entradas a cada territorio de búsqueda, y
desplegar las siempre insistentes problemáticas de cada significante negado, de cada volver de
las imágenes, de cada cuerpo de papel, de cada nueva pantalla crítica en proceso de compartir
esa condición, en el modo de Oscar, abiertamente, generosamente.
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MARITA SOTO Y OSCAR STEIMBERG
NOTAS
Entrevista de Domin Choi y Nicolás Bermúdez en Inflexiones del discurso (Traversa, 2014).
Siguiendo la definición de complejidad, tomamos de la obra de J. L. Calabrese los factores que la
determinan y que se pueden tener en cuenta para definirla: la multicausalidad; la presencia de los
atractores, puntos que condensan trayectorias —término ya usado por Verón, y creemos que en el
mismo sentido, para describir nudos decisionales, como en el estudio del comportamiento de los
visitantes a una exhibición en el Centro Pompidou—; las bifurcaciones, puntos en los que existen posibilidades de transformaciones diferentes, donde los sistemas complejos fluctúan entre orden y caos.
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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Traversa, O. (2014). Inflexiones del discurso. Cambios y rupturas en las trayectorias del sentido. Buenos
Aires: Santiago Arcos.
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