JAMES
Por Percival Everett y Javier Calvo
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Con el humor típico de Percival Everett y una inteligencia sobrecogedora, el lector vive una gran aventura, la de la libertad. James es el nombre de la dignidad. El esclavo ha visitado de forma clandestina la biblioteca de su amo y ha aprendido a leer y escribir. Cuando se entera de que lo han vendido y lo van a separar de su mujer y su hija decide escaparse. En esa aventura trepidante lo acompaña Huck. Los dos se convierten en una pareja de personajes que se necesitan mutuamente no sólo para sobrevivir, también para conocerse y saber cuál es su verdadera conexión.
El lenguaje es fundamental en este libro de lectura trepidante construido casi enteramente en diálogos inteligentes.
Las críticas han sido excepcionales en todos los grandes medios de comunicación de Estados Unidos y Reino Unido. Considerada de forma generalizada como una obra de arte ha encumbrado a Percival Everett en la cima de los autores literarios contemporáneos de su país. Una fascinante y conmovedora lectura para todas las edades.
Percival Everett es un escritor estadounidense distinguido con numerosos premios. Sus libros más recientes han sido publicados en De Conatus.
Dr. No ganó el premio PEN 2023
Los árboles fue finalista del Booker Prize 2022.
Cuánto azul considerado una obra fundamental por el crítico James Wood.
American Fiction, ganadora del óscar 2024 al mejor guión adaptado está basada en su obra Cancelado.
Próximamente en De Conatus también publicaremos Telephone, finalista del premio Pulitzer en 2021 y su obra poética Sonetos para una tonalidad perdida.
Percival Everett
Percival Everett is the author of over thirty books, including Telephone, Dr No, The Trees, which was shortlisted for the 2022 Booker Prize and won the 2022 Bollinger Everyman Wodehouse Prize, and Erasure, which was adapted into the major Oscar-winning film American Fiction. He has received the Hurston/Wright Legacy Award and the PEN Center USA Award for Fiction, has been a Pulitzer Prize finalist, and is Distinguished Professor of English at the University of Southern California. An instant New York Times and Sunday Times bestseller in hardback, James was a finalist for the 2024 Orwell Prize for Fiction, was shortlisted for the 2024 Booker Prize and was named the Winner of the 2024 National Book Award for Fiction and the 2025 Andrew Carnegie Medal for Excellence in Fiction. Percival Everett lives in Los Angeles.
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Vista previa del libro
JAMES - Percival Everett
james
Percival Everett
Traducción
Javier Calvo
Colección ¿qué nos
contamos hoy?
Novela
Título:
James
De esta edición:
© De Conatus Publicaciones S.L.
Casado del Alisal, 10
28014 Madrid
www.deconatus.com
Copyright © 2024 by Percival Everett
Título original: James
Spanish translation rights arranged with Melanie Jackson Agency, LLC
© De la traducción: Javier Calvo
Primera edición: noviembre 2024
Diseño: Álvaro Reyero Pita
ISBN epub: 978-84-10182-13-4
Todos los derechos reservados.
Esta publicación no puede reproducirse total ni parcialmente, ni almacenarse en sistema recuperable o transmitido, en ninguna forma ni por ningún medio electrónico, mecánico, mediante fotocopia, grabación ni otra manera sin previo permiso de los editores.
La editorial agradece todos los comentarios y observaciones:
comunicacion.deconatus@deconatus.com
Para Danzy
The notebook of Daniel Decatur Emmett
I come to town de udder night,
I hear de noise, den saw de sight,
De watchmen dey be runnin’ roun’
Cryin’ Ole Dan Tucker come to town.
Git outen de way, Git outen de way,
Git outen de way, Ole Dan Tucker,
You’s too late to come yo supper.
Sheep an’ hog a walkin’ in de pasture,
Sheep says, «Hog can’t you go no faster?»
Hush! Hush! Honey de wolf growlin’,
Ah, ah, de Lawd, bull dog growlin’,
Git outen de way, Git outen de way,
Git outen de way, Ole Dan Tucker,
You’s too late to come yo supper.
Here’s my razor in good order,
Magnum bonum-jis hab bought ’er,
Sheep shell oats, an’ Tucker shell de corn,
I ’ll shabe ye soon as de water gits warm.
Git outen de way, Git outen de way,
Git outen de way, Ole Dan Tucker,
You’s too late to come yo supper.
Jay bird in de martin’s nest,
To sabe his soul, he got no rest,
Ole Tucker in de fox’s den,
Out come de young ones nine or ten.
Git outen de way, Git outen de way,
Git outen de way, Ole Dan Tucker,
You’s too late to come yo supper.
I went to de meetin’ de udder day,
To hear Ole Tucker preach and pray;
Dey all got drunk, but me alone,
Make Ole Tucker walk jaw bone.
Git outen de way, Git outen de way,
Git outen de way, Ole Dan Tucker,
You’s too late to come yo supper.
EL CUADERNO DE DANIEL DECATUR EMMETT
Llegué al pueblo la otra noche / oí un ruido raro y vi algo raro / los alguaciles corrían de un lado para otro / y gritaban y ha venido al pueblo el viejo Dan Tucker / Vete de aquí, vete de aquí / vete de aquí, viejo Dan Tucker / llegas tarde si quieres cenar.
Están pastando la oveja y el puerco / y dice la oveja: ¿no puedes ir más rápido, puerco? / Calla, calla, cariño, que gruñe el lobo / Ay, ay, señor, también gruñe el perro / Vete de aquí, vete de aquí / vete de aquí, viejo Dan Tucker / llegas tarde si quieres cenar.
Aquí está mi navaja en perfecto estado / impecable, recién comprada / las ovejas se comen la avena y Tucker el maíz / en cuanto esté caliente el agua te voy a afeitar / Vete de aquí, vete de aquí / vete de aquí, viejo Dan Tucker / llegas tarde si quieres cenar.
Arrendajo en el nido del vencejo / si quiere salvarse, no puede descansar / el viejo Tucker en la guarida del zorro / salen los cachorros, nueve o diez de ellos / Vete de aquí, vete de aquí / vete de aquí, viejo Dan Tucker / llegas tarde si quieres cenar.
Fui a la iglesia el otro día / para oír al viejo Tucker rezar y predicar / todo el mundo se emborrachó, pero yo fui el único / que hizo al viejo Tucker bailar y bailar / Vete de aquí, vete de aquí / vete de aquí, viejo Dan Tucker / llegas tarde si quieres cenar.
Old Zip Coon
I went down to Sandy Hook to-der ar-ter noon;
I went down to Sandy Hook to-der ar-ter noon;
I went down to Sandy Hook to-der ar-ter noon;
And de fust man I met dere was old Zip Koon.
Old Zip Koon is a very larned scholar,
Old Zip Koon is a very larned scholar,
He plays on the Banjo Konney in de hollar.
Did you ever see de wild goose sail upon de ocean;
Did you ever see de wild goose sail upon de ocean;
Did you ever see de wild goose sail upon de ocean;
O de wild goose motion is a very pretty notion,
For when de wild goose winks de beckon to de swallor,
And den de wild goose hollor, google, google, gollor.
If I was president of dese United States;
If I was president of dese United States;
If I was president of dese United States,
I ’d suck ’lasses candy and swing open de gates;
And dose I didn’t like I ’d block ’em off de docket,
And de way I ’d block um wou’d be a sin to Crockett.
EL VIEJO NEGRO ZIP
Esta tarde fui a Sandy Hook / esta tarde fui a Sandy Hook / esta tarde fui a Sandy Hook / y el primer hombre al que me encontré allí fue el viejo negro Zip / el viejo negro Zip es todo un erudito / el viejo negro Zip es todo un erudito / toca con el banjo «El negrito en el valle».
¿Has visto volar a los gansos salvajes sobre el mar? / ¿Has visto volar a los gansos salvajes sobre el mar? / ¿Has visto volar a los gansos salvajes sobre el mar? / su forma de moverse es muy bonita de ver / porque cuando el ganso le guiña el ojo a la golondrina / el ganso google, google, gollor.
Si yo fuera presidente d’estos Estados Unidos / si yo fuera presidente d’estos Estados Unidos / si yo fuera presidente d’estos Estados Unidos / chuparía golosinas y abriría las puertas de par en par / y no dejaría pasar a los que me cayeran mal / y mi forma de cerrarles el paso sería pecado mortal.
Turkey in the Straw
As I was goin’ down the road,
A tired team an’ a heavy load,
I crack’d my whip and the leader sprung
And says day-day to the wagon tongue.
(Chorus)
Turkey in the straw, turkey in the hay;
Dance all nighty and work all day;
Roll ’em up and twist ’em up a-high tuck-a-haw,
And hit ’em up a tune call’d Turkey in de Straw.
Oh I went out to milk and I didn’t know how,
I milked a goat instead of a cow,
A monkey sittin’ on a pile of straw,
A wink in his eye at his mother-in-law.
(Chorus)
Turkey in de hay, turkey in de straw;
The old gray mare won’t gee nor haw;
Roll ’em up and twist ’em up a-high tuck-a-haw,
And hit ’em up a tune call’d Turkey in de Straw.
EL PAVO EN EL PAJAR
Iba yo por la calle / con el carro muy cargado y los caballos cansados / di un latigazo y el líder del tiro salió disparado / y le dijo adiós muy buenas al carro.
(Coro)
El pavo en el pajar, el pavo entre el heno / baila toda la noche y trabaja todo el día / mueve esos huesos y date un buen baile / y toca la canción del pavo en el pajar.
Fui a ordeñar y no sabía hacerlo / y en vez de una vaca ordeñé una cabra / y un mono sentado en un montón de paja / el ojo le guiñó a la buena de su suegra.
(Coro)
El pavo entre el heno, el pavo en el pajar / la vieja yegua gris ya no dice ni mu / mueve esos huesos y date un buen baile / y toca la canción del pavo en el pajar.
The Blue-Tail Fly
When I was young I used to wait
On my massa and give him his plate,
And pass de bottle when he got dry,
And brush away the blue-tail fly.
(Chorus)
Jimmie crack corn and I don’t care,
Jimmie crack corn and I don’t care,
Jimmie crack corn and I don’t care,
My massa’s gone away.
And when he’d ride in de afternoon,
I ’d follow after with a hickory broom,
The pony being rather shy,
When bitten by a blue-tail fly.
(Chorus)
One day he ride around de farm,
De flies so num’rous they did swarm,
One chanc’d to bite him in de thigh,
De devil take de blue-tail fly.
(Chorus)
De pony run, he jump, he pitch,
He threw my massa in de ditch;
He died and de jury wonder’d why,
De verdict was de blue-tail fly.
(Chorus)
Dey lay him under a ’simmon tree;
His epitaph is dere fo to see;
«Beneath this stone I ’m forced to lie,
A victim of the blue-tail fly.»
La mosca de la cola azul
Cuando yo era joven servía / a mi amo y le daba su plato / y le pasaba la botella cuando no le quedaba ni gota / y le apartaba a la mosca de cola azul.
(Coro)
Jimmie reparte maíz y me da igual / Jimmie reparte maíz y me da igual / Jimmie reparte maíz y me da igual / se ha muerto mi amo.
Y cuando se iba a cabalgar por las tardes / yo le seguía con una escoba de paja / el caballo se quedaba muy cortado / cuando le picaba aquella mosca de cola azul.
(Coro)
Un día estaba cabalgando por la granja / y había tantas moscas que eran un enjambre / y una le mordió en el muslo / mal rayo parta a aquella mosca de cola azul.
(Coro)
El caballo salió disparado y pegó un buen salto / y tiró a mi amo al fondo de la zanja / allí murió y cuando el jurado preguntó por qué / el veredicto fue la mosca de cola azul.
(Coro)
Lo enterraron debajo de un árbol de caquis / con el epitafio a la vista de todos / «Debajo de esta lápida tengo que yacer / víctima de la mosca de cola azul».
Parte1CAPÍTULO 1
Los cabroncetes estaban escondidos entre la hierba alta. La luna no acababa de estar llena, pero daba mucha luz y la tenían detrás, así que yo los podía ver perfectamente, aunque fuera noche cerrada. Las luciérnagas centelleaban sobre el fondo negro. Me esperé en la puerta de la cocina de la señorita Watson y meneé con el pie un escalón que estaba suelto, sabiendo que al día siguiente me diría que lo arreglara. Estaba esperando a que me diera una bandeja de pan de maíz que había hecho con la receta de mi Sadie. Esperar ocupa una gran parte de la vida del esclavo; esperar y esperar para volver a esperar. Esperar exigencias. Esperar comida. Esperar a que se acabe el día. Esperar la justa y mecida recompensa cristiana al final de todo.
Los chavales aquéllos, Huck y Tom, me estaban vigilando. Siempre jugaban a que yo era un villano o bien su presa, pero en cualquier caso me usaban de juguete. Se dedicaban a dar brincos por ahí con los ácaros, los mosquitos y demás bicharracos, pero nunca se me acercaban. Siempre conviene darles a los blancos lo que quieren, de forma que salí al patio y grité a la oscuridad:
—¿Quién ronda por ahí a oscuras?
Se movieron con torpeza y soltaron risillas. Aquellos chavales no habrían podido pillar por sorpresa ni a un tipo sordo y ciego con una orquesta tocando de fondo. Puestos a perder el tiempo, habría preferido perderlo contando las luciérnagas que prestándoles atención a ellos.
—Supongo que me quedaré sentao aquí en el porche a vigilá, a ver si oigo otra vez ese ruido. Lo mismo hay algún demonio o alguna bruja ahí fuera. Voy a quedarme aquí, en lugar seguro. —Me senté en el escalón superior y apoyé la espalda en el poste. Estaba cansado, así que cerré los ojos.
Los chavales hablaban en voz baja, excitados; yo los oía tan claro como la campana de una iglesia.
—¿Ya se ha dormido? —preguntó Huck.
—Creo que sí. He oído que los negros se pueden dormir así —dijo Tom, chasqueando los dedos.
—Chist —dijo Huck.
—Yo digo que lo atemos —dijo Tom—. Que lo atemos al poste ése del porche en el que está apoyao.
—No —dijo Huck—. ¿Y si se despierta y arma un buen barullo? Entonces me trincarán por estar fuera y no en la cama, que es donde debería estar.
—Bueno, vale. ¿Pero sabes qué? Necesito velas. Me voy a meter en la cocina de la señorita Watson y coger unas cuantas.
—¿Y si despiertas a Jim?
—No voy a despertar a nadie. Cuando un negro duerme, no lo despiertan ni los truenos. ¿Es que no sabes ná? Ni los truenos ni los rayos ni un león rugiendo. Me han contao que hubo uno que no se despertó ni con un terremoto.
—¿Cómo crees que será estar en un terremoto?
—Como cuando te despierta tu padre en plena noche.
Los chavales se acercaron a hurtadillas con torpeza, gateando y arrancando un montón de chirridos a los tablones del porche, y entraron por la puerta holandesa de la cocina de la señorita Watson. Los oí rebuscar dentro, abriendo puertas de armario y cajones. Mantuve los ojos cerrados y no hice caso de un mosquito que me aterrizó en el brazo.
—Aquí están —dijo Tom—. Voy a coger tres.
—No te puedes llevar las velas de una pobre vieja —dijo Huck—. Eso es robar. ¿Y si le echan las culpas a Jim?
—Mira, le voy a dejar cinco centavos. Con eso hay de sobra. No sospecharán de un esclavo. ¿De dónde iba a sacar un esclavo cinco centavos? Venga, vámonos antes de que aparezca la vieja.
Los chavales salieron al porche. No creo que se dieran cuenta de todo el ruido que estaban haciendo.
—Deberías haber dejao una nota también —dijo Huck.
—No hace falta tanto —dijo Tom—. Con cinco centavos sobra. —Noté que las miradas de los chavales se dirigían a mí. Me quedé muy quieto.
—¿Qué haces? —dijo Huck.
—Le voy a gastar una broma a Jim.
—Lo que vas a hacer es despertarlo.
—Calla.
Tom se me puso detrás y me cogió el ala del sombrero por encima de las orejas.
—Tom —protestó Huck.
—Chist. —Tom me levantó el sombrero de la cabeza—. Le voy a colgar el sombrero del clavo éste.
—¿Y qué consigues con eso?
—Pos que cuando se despierte creerá que ha sido una bruja. Cómo me gustaría estar aquí para verlo.
—Vale, ya está en el clavo, vámonos —dijo Huck.
Alguien se movió dentro de la casa y los chavales echaron a correr, doblaron la esquina a pleno galope y pusieron pies en polvorosa. Oí los pasos que se alejaban.
Entonces apareció alguien en la cocina y se detuvo en la puerta.
—¿Jim? —Era la señorita Watson.
—¿Sí, señora?
—¿Estabas durmiendo?
—No, señora. Estoy muy cansao, pero no dormía.
—¿Estabas en mi cocina?
—No, señora.
—¿Había alguien en mi cocina?
—No he visto a naide, señora. —Y era del todo cierto, porque había tenido los ojos cerrados todo el tiempo—. No he visto a naide en su cocina.
—Bueno, aquí tienes el pan de maíz. Le puedes decir a Sadie que me ha gustado su receta. Le he hecho un par de cambios. Ya sabes, para refinarla.
—Sí, señora, se lo diré.
—¿Has visto a Huck? —preguntó.
—Lo he visto antes.
—¿Hace cuánto? —dijo.
—Un rato —dije.
—Jim, te voy a hacer una pregunta. ¿Has estado en la biblioteca del Juez Thatcher?
—¿En su qué?
—Su biblioteca.
—¿La sala ésa donde tié los libros?
—Sí.
—No, señora. He visto los libros, pero no he estao en la sala. ¿Po qué me lo pergunta?
—Oh, porque ha encontrado unos libros fuera de los estantes.
Me reí.
—¿Qué iba a haser yo con un libro?
Ella se rio también.
El pan de maíz venía envuelto en un paño fino y yo tenía que ir cambiando de sitio las manos todo el tiempo de tan caliente que estaba. Me pasó por la cabeza probarlo porque tenía hambre, pero quería que Sadie y Elizabeth lo probaran primero.
Nada más entrar por la puerta, Lizzie vino a mí corriendo, olisqueando el aire como un sabueso.
—¿Qué es eso que huelo? —me preguntó.
—Me imagino que será este pan de maíz —le dije—. La señorita Watson ha usado la receta especial de tu madre y la verdad es que huele bien. Me ha informado, eso sí, de que ha hecho un par de alteraciones.
Sadie se me acercó y me dio un beso en los labios. Me acarició la cara. Tenía la piel y los labios suaves, pero sus manos eran igual de ásperas que las mías por culpa de trabajar en los campos; seguían siendo agradables, eso sí.
—Me aseguraré de devolverle el paño mañana. Los blancos siempre se acuerdan de esas cosas. Te juro que creo que dedican un rato cada día a contar los paños, las cucharas, las tazas y esas cosas.
—Así es. ¿Te acuerdas de aquella vez que olvidé devolver el rastrillo al cobertizo?
Sadie puso el pan de maíz en el bloque de madera —un tocón, en realidad— que usábamos de mesa. Lo cortó. Nos pasó unos pedazos a Lizzie y a mí. Di un bocado y Lizzie también. Nos miramos.
—Pero si olía bien —dijo la niña.
Sadie cortó un pedazo muy fino y se lo metió en la boca.
—En serio, el talento de esa mujer no está en la cocina.
—¿Me lo tengo que comer? —preguntó Lizzie.
—No hace falta —dijo Sadie.
—¿Pero qué le vas a decir cuando te pregunte? —le pregunté.
Lizzie carraspeó.
—Señorita Watson, nunca en mi vida m’he comío un pan de maíz como ése.
—Mejor «nunca en la vida mía» —le dije—. Es la gramática incorrecta correcta.
—Nunca en la vida mía m’he comío un pan de maíz como ése —dijo.
—Muy bien —le dije.
Albert apareció en la puerta de nuestra cabaña.
—¿Sales, James?
—Salgo enseguida. Sadie, ¿te importa?
—No, ve —dijo.
Salí y caminé hasta la fogata, donde estaban sentados los hombres. Me dieron la bienvenida y me senté. Hablamos de lo que le había pasado a un fugitivo de otra granja.
—Sí, le han dado una buena paliza —dijo Doris. Doris era un hombre, pero a los esclavistas no parecía haberles importado cuando le pusieron el nombre.
—Van a ir todos al infierno —dijo el viejo Luke.
—¿Qué te ha pasado a ti hoy? —me preguntó Doris.
—Nada.
—Algo te debe de haber pasado —dijo Albert.
Estaban esperando a que yo les contara alguna historia. Por lo visto era algo que se me daba bien, contar historias.
—Nada, sólo que hoy he sido transportado a Nueva Orleans. Aparte de eso, no ha pasado nada.
—¿Qué? —dijo Albert.
—Sí. Fijaos, me he quedado adormilado hacia mediodía y al abrir los ojos estaba de pie en una calle a reventar, rodeado de carruajes de mulas y qué sé yo.
—Estás loco —dijo alguien.
Vi que Albert me hacía la señal de advertencia de que había blancos cerca. Luego oí movimientos torpes en los matorrales y supe que eran los chavales aquéllos.
—Os lo digo, m’he encontrao el sombrero colgao de un clavo. Yo no lo he puesto ahí, he dicho. ¿Cómo ha llegao ahí? Y m’he dao cuenta de que han sío las brujas. No las he visto, pero han sío ellas. Y una de las brujas, la que me se ha llevao el sombrero, me ha mandao a Nueva Orleans. ¿Os lo podéis creer? —Mi cambio de dicción alertó al resto de la presencia de los chavales blancos. Así pues, mi actuación para los chavales se convirtió en el marco de mi narración. Mi historia pareció menos inventada cuando se volvió un juego real con los chavales.
—No me digas —dijo Doris—. Pos a las brujas no hay que buscarles las cosquillas.
—Ahí llevas razón —dijo otro hombre.
Oímos que los chavales soltaban unas risillas.
—Así pues, estaba yo en Nueva Orleans, ¿y sabéis qué? —dije—. Pos que