Otras Inapropiables TDS
Otras Inapropiables TDS
Otras Inapropiables TDS
con la
cultura libre
suscribirte a la editorial
o escribirnos un mail
traficantes de sueos
mapas
CC
creative
commons
1 edicin:
Marzo de 2004
Ttulo:
Otras inapropiables
Autoras:
bell hooks, Avtar Brah, Chela Sandoval, Gloria Anzalda,
Aurora Levins Morales, Kum-Kum Bhavnani, Margaret
Coulson, M. Jacqui Alexander, Chandra Talpade Mohanty,
Traduccin:
Maria Serrano Gimenez, Rocio Macho Ronco,
Hugo Romero Fernndez Sancho y lvaro Salcedo Rufo
Revisin del texto:
Carmen Romero y Silvia Garca Dauder
Maquetacin y diseo de cubierta:
Traficantes de Sueos.
Edicin:
Traficantes de Sueos
C\Hortaleza 19, 1 drcha.
28004 Madrid. Tlf: 915320928
http://traficantes.net
e-mail:editorial@traficantes.net
Impresin:
Queimada Grficas.
C\. Salitre, 15 28012, Madrid
tlf: 915305211
ISBN: 84-932982-5-5
Depsito legal:
Otras inapropiables
Feminismos desde las fronteras
traficantes de sueos
mapas
ndice
33
51
63
71
107
137
Prlogo
por la
Eskalera Karakola1
se permite la copia
Otras inapriopiables
se permite la copia
10
Prlogo
11
se permite la copia
2 Hull, Gloria T.; Scott, Patricia Bell y Smith, Barbara (eds.), All the
Women Are White, All Blacks are Men, But Some of Us are Brave, Nueva
York, The Feminist Press, 1982.
3 Anzalda, Gloria, Borderlands/La Frontera. The New Mestiza, San
Francisco, Aunt Lute, 1987.
4 Moraga, Cherrie y Anzalda, Gloria (eds.), This Bridge Called My Back:
Writings by Radical Women of Color, Watertown, Persefone, 1981.
5 Anzalda, Gloria (ed.), Haciendo Caras/Making Face, Making Soul:
Creative and Critical Perspectives by Women of Color, San Francisco, Aunt
Lute, 1990.
Otras inapriopiables
se permite la copia
12
se permite la copia
Prlogo
13
Otras inapriopiables
y el ahora, no slo en los antiguos pases colonizados mediante los ya conocidos efectos de la descentralizacin productiva, sino en los pases colonizadores receptores de disporas migrantes procedentes de las antiguas colonias. A
esta tradicin terica y poltica que elabora un pensamiento feminista postcolonial pertenecen entre otros los textos de
autoras como Gayatri Chacravorty Spivak o Trinh T. Minh-ha.
De hecho el trmino Ella, la otra inapropiable/ada que
da pie al ttulo de esta coleccin proviene de un monogrfico editado por esta ltima autora sobre Mujeres del
Tercer Mundo.7
El propio texto Genealogas, legados, movimientos de
Chandra Talpade Mohanty y Jaqui Alexander se escribi
como introduccin a una antologa clave del feminismo postcolonial: Genealogas Feministas, Legados Coloniales, Futuros
Democrticos.8 En este artculo se cuestionan tanto las posiciones relativistas postmodernas empeadas en disolver categoras identitarias acusndolas de esencialistas lanse muchas
de las crticas dirigidas a las polticas de identidad; como
las apelaciones a una sororidad internacional blanca occidental que, en forma de llamadas a la unidad del feminismo en
torno a la opresin universal del patriarcado, posponen y
excluyen otras opresiones. Ms an, las autoras critican cmo
bajo la retrica consensual de la articulacin de varias voces
se ha definido un feminismo inclusivo sobre una base centro-periferia donde las feministas del Tercer Mundo siguen
constituyendo siempre la periferia. La apuesta feminista
postcolonial de Mohanty y Alexander pasa por la implicacin en un proyecto de democracia feminista, frente a la
Democracia formal de libre mercado/capitalista, consistente
en praxis feministas particulares que articulen lo local con
procesos transnacionales y globales ms amplios.
Al igual que Bhavnani y Coulson hacen en el contexto britnico, en este texto se analizan los mecanismos ideolgicos centrales que conforman de forma discriminatoria la ciudadana en
se permite la copia
14
se permite la copia
Prlogo
15
16
Otras inapriopiables
se permite la copia
se permite la copia
Prlogo
17
someterlas a consensos mayoritarios que terminan por anularlas o acallarlas bajo el pretexto victimizador de que
hablan en estado de alienacin; nos invitan a identificar las
especificidades de las opresiones particulares, a comprender
su interconexin con otras opresiones y construir modelos
de articulacin poltica que transformen las posiciones de
partida en un dilogo continuo que no renuncie a las diferencias, ni jerarquice o fije a priori posiciones unitarias y
excluyentes de vctimas y opresores.
El encuentro con los textos de esta coleccin y con otros
que nacen del feminismo de las mujeres de color y del Tercer
Mundo en una perspectiva postcolonial nos enfrenta necesariamente a la tarea de situar nuestras propias coordenadas de
lectura. Slo as podremos determinar la relevancia de sus
preguntas y planteamientos en torno a las diferencias, a la
articulacin de las opresiones, a las alianzas, a la transnacionalidad, etc. en nuestro propio contexto con el fin de no asumirlos desde la generalizacin, la ahistoricidad y la desmemoria. La poltica de la localizacin, a la que nos aproximan estas
lecturas, pone en primer trmino la comprensin de la especificidad de nuestros conocimientos y posiciones situadas. En
este sentido, sealaremos algunos puntos de distancia y cercana con respecto a las reflexiones que aqu presentamos.
En cuanto a lo primero es preciso advertir que buena
parte de las voces feministas de color emergen a partir de la
dcada de 1970 y mucho antes si nos remontamos al legado de Sojourner Truth y otras protagonistas de los movimientos abolicionista y sufragista a mediados del XIX en un
entorno nacional multirracial de hegemona anglosajona profundamente racista y desigual. La diversidad tnica frente
a la negacin del hecho multitnico en la historia espaola
est en la constitucin misma de la nacin estadounidense y
tiene como precedentes el genocidio de la poblacin autctona por parte de los colonizadores ingleses, el esclavismo y
las migraciones, primero desde Europa y Asia y ms tarde
desde Amrica Latina y el Caribe, cada una en su especificidad. La historia de la dominacin de las gentes de color es la
historia de estos procesos coloniales y postcoloniales y de las
sucesivas clasificaciones, jerarquizaciones y explotaciones a las
que dieron lugar a lo largo del desarrollo del capitalismo. Es,
asmismo, como nos muestran Anzalda y Levins Morales, la
Otras inapriopiables
se permite la copia
18
Prlogo
19
se permite la copia
la raza y la sexualidad, es una tarea central a la que nos invitan las autoras reunidas en esta coleccin.
Nosotras las leemos en la actualidad desde un Estadonacin, una regin y un movimiento con rasgos especficos.
La homogeneidad racial en Espaa, con la excepcin notable
de la poblacin gitana, histricamente discriminada, ha sido
un hecho profundamente afianzado en la conciencia de la
identidad nacional desde el siglo XV. La expulsin de judos
y moros, la posterior persecucin de los conversos sujetos a
una constante sospecha y la clebre pureza de sangre como
garante de la pureza de fe penetr el imaginario social espaol y determin la formacin de un Estado colonial en el que
la diferencia racial qued desde pocas tempranas relegada
a las sociedades conquistadas, en las que se implantaron disposiciones legales, religiosas y tributarias destinadas a ordenar el estatus social y las ocupaciones de los espaoles
peninsulares, de los criollos, de los mestizos, los mulatos y
los indgenas. La intensa experiencia de dominacin racial,
cultural y sexual12 y las disquisiciones que las acompaaron
en fray Bartolom de las Casas o Guamn Poma de Ayala,
por citar dos ejemplos paradigmticos apenas alteraron la
homogeneidad en las concepciones de la identidad catlica y
de sangre pura antecedente del concepto moderno de raza
al otro lado del Atlntico13. Tal y como explica Mignolo14 a
partir de Quijano, la invencin de Amrica introdujo una
categora fundamental en el imaginario occidental, la de
raza, aunque paradjicamente, este mismo imaginario tendi a ocultarla. As, el pensamiento de la modernidad gir
en torno a la raza a la clasificacin, caracterizacin, estudio e incluso exposicin de los otros justamente con el
nimo de delimitar las fronteras entre brbaros y civilizados
Otras inapriopiables
se permite la copia
20
se permite la copia
Prlogo
21
22
Otras inapriopiables
se permite la copia
Prlogo
23
se permite la copia
20 Como las que se dejaron oir durante los encierros incluido uno
de mujeres en Barcelona que siguieron a la aprobacin de la Ley de
Extranjera de 2001. Vase www.nodo50.org/racismo/home.htm
21 Gina Gallardo y Mara Paredes, dos de las protagonistas en la refle-
24
Otras inapriopiables
del feminismo institucional, ha tenido lugar recientemente diciembre 2003 en Francia a partir del ya tradicional polmica de la hiyab
advirtase que el crucifijo nunca ha despertado semejantes pasiones y la escuela pblica, con el pronunciamiento de destacadas figuras del feminismo.
24 www.puntodipartenza.org A este respecto se podran mencio-
se permite la copia
Prlogo
25
se permite la copia
Otras inapriopiables
se permite la copia
26
se permite la copia
Prlogo
27
sola en muchas zonas de este Madrid; quin tiene que trabajar de qu y en qu condiciones, quin no puede acompaarnos a las acciones en la calle y por qu. Pero tambin la
cuestin de la sexualidad y qu significa construir un espacio de visibilidad para todo esto que histricamente ha formado parte del lado oscuro; qu significa que una sea bollo
o trans, en el lugar de trabajo o en la propia casa, en las fronteras imaginarias a la hora de ligar, por ejemplo, en aquellos
tiempos de finales de la dcada de 1990 en los que el tema
de las agresiones estaba a flor de piel y si una era bollo la
cosa siempre se complicaba por mil. Diferencias que se plasmaban por ejemplo en el conflicto que se plante en el proyecto nunca consagrado de publicacin de una revista por
todo lo alto, que sac a la luz lo que para algunas signific
la invisibilidad constante de ese ser lesbianas que de alguna
forma se estaba neutralizando.
El paso de ese internacionalismo solidario al pensamiento
y la poltica transnacional tiene que ver con pensar que las
diferencias, como en el texto de Audre Lorde, se encuentran
tambin en nuestra propia casa. Empezar a encararlas es un
proceso que no surge de la nada; empezar a darles nombres es
empezar a pensar y a articular su potencial poltico. Est claro
que en este camino, y lo que significa hacerlo desde un proyecto autogestionado de un espacio pblico como la Karakola,
nos encontramos con lmites imperativos. Imperativos porque
hay diferencias que es muy difcil hacer que se encuentren
dnde comparar o encontrarse con los intereses y posibilidades de tiempo, de fuerzas, de ganas de mujeres migrantes
que libran un da a la semana. En este sentido, es cierto
que nuestras diferencias de alguna forma son asimilables para nosotras mismas pese a ser rumanas, turcas,
negras, americanas, bollos, trans, etc., compartimos ciertas trayectorias parecidas que nos sitan en universos
comunes y a veces para la mirada externa.
Lo cierto es que compartimos esta vivencia de las diferencias sin alcanzar todas sus derivas subjetivas, toda la
potencialidad personal y poltica que este encuentro
demandaba. Algo que sigue sucediendo en la medida en
que la composicin de La Karakola se ha ido nutriendo de
mujeres de otros orgenes y situaciones legales y laborales,
a medida que Lavapis se ha ido transformando en un
Otras inapriopiables
27 En este sentido cabe mencionar las acciones que, desde 1997, ha rea-
se permite la copia
28
se permite la copia
Prlogo
29
Otras inapriopiables
cruce de opresiones que no son contiguas sino que se articulan gracias, entre otras cosas, a la mediacin estatal desde la
que se asignan los lugares que han de ocupar los distintos
sujetos sexuados y racializados.
Los retos, por ejemplo la cuestin de la subsuncin de las
diferencias en el capitalismo, son elementos cruciales para la
accin poltica en estos tiempos que corren. Tiempos en los
que el capital consigue regenerarse y nutrirse a travs precisamente de esas diferencias. La capacidad del capital de
absorber y reabsorber, por ejemplo, las encrucijadas que
plantea la migracin desde la criminalizacin y el paternalismo meditico hasta las propuestas multiculturales como
ocurre en el caso espeluznante del Forum 2004 de
Barcelona, o las revueltas sexuales; la mercantilizacin progresiva del movimiento gay y lsbico; o la neutralizacin de
la participacin ciudadana real por medio de nuevas estructuras de poder como son las concejalas de participacin ciudadana y sus constantes acercamientos a lo social. Pero
tambin la criminalizacin de los movimientos sociales y de
cualquier espacio de resistencia, la creacin de modelos y
representaciones de los modos de vida, de lo que somos y de
lo que seremos, en formato nuevo, vaciado y desnatado, que
nos devuelven imgenes y representaciones que conforman
el mundo, aunque, al fin y al cabo, nunca de forma total y por
eso mismo en forma de mquinas que contienen en su propio
interior la posibilidad de la rebelin.
Esa capacidad del capital de subsuncin tiene que ver
con la idea y venta de un modelo absolutamente vaciado y
esencialmente homogeneizador. Un modelo que no trata las
diferencias en s mismas sino que las sigue utilizando como
parte de un todo en el que funcionan como meros fragmentos de la maquinaria capitalista que produce clasificaciones,
segmentaciones y fronteras compactas, inmviles y homogneas. La poltica se convierte entonces en la tarea constante
que nos invita a ser capaces de subvertir esos modos de vida
que nos depara el capital, a potenciar las diferencias y las
singularidades y a articular espacios realmente potentes que
desafen los lmites impuestos del orden heteropatriarcal en
pos de una democracia feminista.
se permite la copia
30
Prlogo
31
se permite la copia
Este prlogo surge como una iniciativa colectiva que pretenda ser un proceso realmente desafiante en muchos sentidos.
Escribir entre todas algo que tuviese que ver con lo que
todos estos textos nos dicen, nos llaman, nos seducen. As
comenzamos. Como otros espacios de discusin que se han
dado en la Eskalera Karakola como la Escuela de Feminismo o simplemente, en muchas ocasiones, en la propia asamblea, un reto colectivo de estas dimensiones supone, en
primer lugar, un apasionamiento precioso que nos sorprende siempre por caminos y derroteros insospechados.
Sabamos de nuestras diferencias, pero tambin sabamos
que esto no tiene porqu constituir un lmite sino, incluso,
hacer el reto ms interesante. Diferencias de experiencias,
diferencias de niveles de relacin con los textos, diferencias
de planteamientos, diferentes perspectivas. Sin embargo,
por una parte, en esta ocasin no hemos sabido gestionar
bien esas diferencias. Por otro lado, la urgencia de plazos y
tiempos nos ha lanzado a otra dimensin: la que va del
paso de un proceso colectivo a la de un trabajo que escriben
escribimos cuatro personas de forma acuciante, sin
espacio apenas para la reflexin y sobre todo sabiendo que
nos hemos topado con una especie de conflicto un tanto
irresoluble: dadas las diferencias, hubisemos podido realmente con otros tiempos realizar este proyecto? Cmo se
gestiona el saber colectivo? Qu papeles nos otorgan esas
gestiones a cada una? Qu tipo de relaciones de poder se
estabilizan o se cuestionan?
En cualquier caso, lo que si ponemos sobre la mesa, es el
hecho de que este proyecto haya servido para animar ms
an el debate acerca de las relaciones entre la generacin del
saber colectivo por una parte y el saber individual por otra,
sin perder de vista la indisociabilidad de ambos y el constante contagio hiperenriquecido que produce momentos
como los que tuvimos en esas primeras reuniones. Pero tambin para preguntarnos cmo se hace entonces cuando la
urgencia debe materializarse en un resultado en este caso
llamado prlogo, tambin para pensar el valor de los procesos colectivos y la apuesta que los mismos requieren.
Tambin para vernos a cada una en un papel que quizs es
32
Otras inapriopiables
se permite la copia
1. Mujeres negras.
se permite la copia
bell hooks
33
34
Otras inapropiables
se permite la copia
35
se permite la copia
Friedan fue una figura esencial en la formacin del pensamiento feminista contemporneo. De manera significativa,
la perspectiva unidimensional de la realidad de las mujeres
que su libro presenta se ha convertido en un hito sealado en
el movimiento feminista contemporneo. Como haba hecho
Friedan antes, las mujeres blancas que dominan el discurso
feminista hoy en da rara vez se cuestionan si su perspectiva
de la realidad de las mujeres se adecua o no a las experiencias vitales de las mujeres como colectivo. Tampoco son
conscientes de hasta qu grado sus puntos de vista reflejan
prejuicios de raza y de clase, aunque ha existido una mayor
conciencia de estos prejuicios en los ltimos aos. El racismo
abunda en la literatura de las feministas blancas, reforzando
la supremaca blanca y negando la posibilidad de que las
mujeres se vinculen polticamente atravesando las fronteras
tnicas y raciales. El rechazo histrico de las feministas a
prestar atencin y a atacar las jerarquas raciales ha roto el
vnculo entre raza y clase. Sin embargo, la estructura de clase
en la sociedad estadounidense se ha formado a partir de la
poltica racial de la supremaca blanca; slo a travs del anlisis del racismo y de su funcin en la sociedad capitalista se
puede obtener una comprensin completa de las relaciones
36
Otras inapropiables
se permite la copia
37
se permite la copia
El sufrimiento no es necesariamente una experiencia universal que pueda medirse con una vara comn: est vinculado a las situaciones, necesidades y aspiraciones. Pero
deben existir algunos parmetros histricos y polticos para
el uso del trmino de modo que puedan establecerse prioridades polticas y distintas formas y grados de sufrimiento a
los que prestar mayor atencin.
38
Otras inapropiables
opresor. Muchas mujeres de esta sociedad tienen la posibilidad de elegir por muy imperfectas que sean las elecciones, por lo que explotacin y discriminacin son palabras
que definen de forma ms acertada la suerte de las mujeres
como colectivo en Estados Unidos. Muchas mujeres no se
unen a las organizaciones que luchan contra el sexismo precisamente porque el sexismo no ha significado una falta absoluta de elecciones. Pueden saber que sufren discriminacin
por su sexo, pero no califican su experiencia de opresin. Bajo
el capitalismo, el patriarcado est estructurado de modo que
el sexismo restringe el comportamiento de las mujeres en
algunos campos, mientras en otras esferas se permite una liberacin de estas limitaciones. La ausencia de restricciones
extremas lleva a muchas mujeres a ignorar las esferas en las
que son explotadas o sufren discriminacin; puede incluso llevar a imaginar que las mujeres no estn siendo oprimidas.
El renacimiento del feminismo coincide con el uso del trmino opresin. La ideologa dominante, i. e. el sentido
comn, el discurso ordinario, no habla de opresin sino de
condicin femenina. Pretende remitirse a una explicacin
naturalista; una restriccin de la naturaleza, una realidad
exterior fuera de nuestro alcance y no modificable mediante
la accin humana. El trmino opresin, por el contrario,
remite a una eleccin, una explicacin, una situacin que es
poltica. Opresin y opresin social son por lo tanto
sinnimos o, mejor dicho, opresin social es una redundancia: la idea de un origen poltico, i. e. social, es parte integral
del concepto de opresin.
se permite la copia
39
se permite la copia
40
Otras inapropiables
Las mujeres del movimiento siempre se han sentido desalentadas por la necesidad de los medios de comunicacin de
crear celebridades y superestrellas. Esto va contra nuestra
filosofa bsica. No podemos relacionarnos con las mujeres
de acuerdo a criterios de prestigio y fama. No estamos
luchando en beneficio de una mujer o de un grupo de mujeres. Tratamos temas que afectan a todas las mujeres.
Las feministas en Estados Unidos son conscientes de las contradicciones. Carol Ehrlich seala en su ensayo El desgraciado matrimonio entre marxismo y feminismo: puede salvarse? que el feminismo parece cada vez ms tener una
perspectiva ciega, segura y no revolucionaria a medida que
se permite la copia
41
el radicalismo feminista cede terreno ante el feminismo burgus, y seala que no podemos permitir que esto siga sucediendo:
Las mujeres necesitan saber y cada vez temen ms descubrir que el feminismo no tiene que ver con la idea de vestirse para el xito o con convertirse en una ejecutiva de una
gran empresa o con ganar un puesto electoral; no se trata de
hacer posible un matrimonio con dos carreras y unas vacaciones de ski y pasar una gran cantidad de tiempo con tu
marido y tus dos maravillosos hijos porque tienes una trabajadora domstica que hace que todo eso te sea posible,
pero que no tiene ni el tiempo ni el dinero para hacerlo ella
misma; no tiene que ver con abrir un Banco de las Mujeres o
con pasar un fin de semana en un taller carsimo que garantice que aprenders a ser asertiva pero no agresiva;
sobre todo, no tiene que ver con convertirse en polica o
agente de la CIA o, en general, del cuerpo de marines.
Pero si estas imgenes distorsionadas del feminismo tienen ms realidad que la nuestra, es en parte nuestra culpa.
No hemos hecho todo el esfuerzo que podamos en proponer anlisis alternativos claros y significativos que remitan a
las vidas de la gente y que permitan la creacin de grupos
activos y accesibles en los que trabajar.
se permite la copia
Una de las contribuciones ms importantes que encontraremos en este estudio es el papel que la ideologa del individualismo liberal ha tenido en la construccin de la teora
feminista. Las feministas de hoy en da no discuten una teora de la individualidad o adoptan de forma inconsciente la
ideologa competitiva, atomista del individualismo liberal.
Hay mucha confusin al respecto en la teora feminista que
vamos a discutir aqu. Mientras no se haga una diferenciacin consciente entre una teora de la individualidad que
reconozca la importancia del individuo en la colectividad
social y la ideologa del individualismo que acepta una
visin competitiva del individuo, no tendremos una imagen
clara del aspecto que debe tener una teora feminista de la
liberacin en nuestra sociedad occidental.
42
Otras inapropiables
Las prcticas excluyentes de las mujeres que han dominado el discurso feminista han hecho prcticamente imposible que emerjan nuevas teoras. El feminismo tiene su agenda de partido y las mujeres que sienten la necesidad de una
estrategia diferente, una fundamentacin diferente, a menudo se ven silenciadas y condenadas al ostracismo. Las crticas o las alternativas a las ideas feministas establecidas no
son incentivadas, por ejemplo, las recientes controversias
sobre la expansin del discurso feminista a la sexualidad. Sin
embargo, grupos de mujeres que se sienten excluidas del
discurso y la prctica feminista pueden hacerse un lugar slo
si primero crean, a travs de la crtica, una conciencia de los
factores que las alienan. Muchas mujeres blancas han encontrado en el movimiento feminista una solucin liberadora a
sus dilemas personales. Tras haberse beneficiado del movimiento de forma directa, se sienten menos inclinadas a criticarlo o a comprometerse con un examen riguroso de su
estructura que aquellas que sienten que no ha tenido un
impacto revolucionario en sus vidas o en las vidas de gran
cantidad de mujeres de nuestra sociedad. Las mujeres no
blancas que se sienten parte de la estructura actual del movimiento feminista incluso aunque formen parte de grupos
autnomos parecen sentir que su definicin de la agenda
de partido, en el tema del feminismo negro o en cualquier
otro, es el nico discurso legtimo. Ms que alentar la diversidad de voces, el dilogo crtico y la controversia, tratan, al
igual que otras mujeres blancas, de silenciar el disenso.
Como activistas y escritoras cuyo trabajo es ampliamente
se permite la copia
La ideologa del individualismo liberal competitiva y atomista ha permeado el pensamiento feminista hasta tal
punto que socava el radicalismo potencial de la lucha feminista. La usurpacin del feminismo por parte de mujeres
burguesas que defienden sus intereses de clase ha sido justificada en gran medida por la teora feminista a medida que
sta se ha ido construyendo por ejemplo, con la ideologa
de la opresin comn. Cualquier movimiento que pretenda resistirse a la cooptacin de la lucha feminista debe
comenzar por presentar una perspectiva feminista diferente
una nueva teora que no est atravesada por la ideologa
del individualismo liberal.
43
se permite la copia
44
Otras inapropiables
La comprensin que a los trece aos tena del patriarcado, cre en m expectativas hacia el movimiento feminista que
eran muy diferentes de las jvenes blancas de clase media.
Cuando entr en mi primera clase de estudios de las mujeres en
la Universidad de Stanford a principios de la dcada de 1970,
las mujeres blancas estaban descubriendo la alegra de estar
juntas: para ellas era un momento importante y nico. Yo no
haba vivido nunca una vida en la que las mujeres no estuvieran juntas, en la que las mujeres no se hubieran ayudado,
se permite la copia
exista la opresin sexista hasta que ellas dieron voz al sentimiento feminista. Creen que han proporcionado a las mujeres negras el anlisis y el programa de liberacin. No
entienden, ni siquiera pueden imaginar, que las mujeres
negras, as como otros grupos de mujeres que viven cada da
en situaciones opresivas, a menudo adquieren conciencia de
la poltica patriarcal a partir de su experiencia vivida, a medida que desarrollan estrategias de resistencia incluso aunque sta no se d de forma mantenida u organizada.
45
se permite la copia
46
Otras inapropiables
se permite la copia
menudo estos intentos han tenido lugar en las salas de conferencias, las aulas o la privacidad de los clidos cuartos de
estar donde la nica mujer negra se enfrenta a la hostilidad
de un grupo de mujeres blancas. Desde los inicios del movimiento de liberacin de las mujeres, ha habido mujeres
negras que se unan a los grupos. Muchas de ellas nunca
regresaron despus de la primera reunin. Anita Cornwall
tiene razn al afirmar en Tres por el precio de uno. Notas de
una feminista negra lesbiana que desgraciadamente, a
menudo el miedo a encontrar actitudes racistas parece ser
una de las razones principales por las que muchas mujeres
negras se niegan a unirse al movimiento de las mujeres. La
reciente tendencia a tratar el tema del racismo ha generado
discusiones, pero apenas ha tenido impacto en el comportamiento de las feministas blancas hacia las mujeres negras.
47
Y en otro prrafo:
se permite la copia
Un da dije en clase que haba gente que estaba menos atrapada que otra por la imagen platnica del mundo. Dije que
nosotras, tras quince aos de educacin, cortesa de la clase
dominante, podamos estar ms atrapadas que otras que no
haban iniciado su vida tan cerca del corazn del monstruo.
Una compaera de clase, tiempo atrs amiga ntima, hermana, colega, no me ha vuelto a hablar desde entonces. Creo
que la posibilidad de que no furamos las mejores portavoces para todas las mujeres le hizo temer por su propia vala
y por su doctorado.
48
Otras inapropiables
Los estereotipos racistas de la mujer negra fuerte, sobrehumana, son mitos operativos en la mente de muchas mujeres blancas, mitos que les permiten ignorar hasta qu punto
las mujeres negras son vctimas en esta sociedad y el papel
que las mujeres blancas juegan en el mantenimiento y la perpetuacin de esa victimizacin. En la obra autobiogrfica de
Lillian Hellman, Pentimento, escribe: Toda mi vida, desde
mi nacimiento, he recibido rdenes de mujeres negras, querindolas y temindolas, sintindome supersticiosa cada vez
que las desobedeca. Las mujeres negras que Hellman describe trabajaban en su casa como servicio domstico y su
estatus nunca fue el de una igual. Incluso de nia, ella ocupaba siempre la posicin dominante cuando ellas la cuestionaban, aconsejaban o guiaban; podan ejercer esos derechos
porque ella u otra figura blanca de autoridad se lo permita.
Hellman sita el poder en las manos de esas mujeres negras
en lugar de reconocer su propio poder sobre ellas; de este
modo ella mixtifica la verdadera naturaleza de su relacin.
Al proyectar en mujeres negras un poder y una fuerza mticos, las mujeres blancas promocionan una imagen falsa de s
mismas como carentes de poder, vctimas pasivas, y distraen
la atencin de su agresividad, su poder por muy limitado
que ste sea en un Estado dominado por hombres que
defiende la supremaca blanca, su voluntad de dominar y
controlar a las dems. Estos aspectos no reconocidos del
estatus social de muchas mujeres blancas les impiden trascender el racismo y limitan el alcance de su comprensin del
estatus social global de las mujeres en Estados Unidos.
se permite la copia
49
se permite la copia
la mujer insistiendo en que el gnero es el nico determinante del destino de las mujeres. Sin duda ha sido ms fcil
para las mujeres que no han experimentado la opresin de
raza o clase centrarse exclusivamente en el gnero. Aunque
las feministas socialistas se centran en la relacin de clase y
gnero, tienden a menospreciar la raza o a afirmar que la
raza es un factor importante para despus ofrecer un anlisis en el que la raza no es tenida en cuenta.
50
Otras inapropiables
se permite la copia
se permite la copia
51
52
Otras inapropiables
En nuestras conversaciones, entre nosotras y con otras personas, hemos tratado de identificar algunos de los problemas que conlleva asumir este debate, habida cuenta de las
tensiones que implica. Una debe reconocer que las mujeres
negras y las blancas tienen historias distintas y distintas relaciones con las luchas actuales, tanto en Gran Bretaa como
internacionalmente. Las mujeres blancas que aceptan este
debate deben reconocer la base material de su posicin de
poder respecto de las personas negras, tanto si son mujeres
como si son varones. Tambin resulta necesario reconocer las
complejidades de esta relacin de poder: por ejemplo, en el
caso de las mujeres blancas respecto de los varones negros;
una relacin en la que pueden tener una posicin de privilegio, estar oprimidas o ambas cosas a la vez.
En sus contribuciones a esta discusin, las mujeres blancas no pueden esquivar el legado de racismo en el seno del
feminismo. Este legado tiene una larga historia que incluye
el dominio de la eugenesia en los movimientos de control
de la natalidad, tanto en los antiguos como en los ms
recientes; la aceptacin entusiasta por parte de la mayora
se permite la copia
53
se permite la copia
6 Citado en Hazel Arby, White Women listen! Black Feminism and the
Boundaries of Sisterhood, en Centre for Contemporary Cultural
Studies, The Empire Strikes Back: Race and Racism in 70s Britain, Londres,
Hutchinson, 1982, p. 214.
Otras inapropiables
se permite la copia
54
55
se permite la copia
cmo trata de forma distinta a los distintos grupos de mujeres. Luchas, campaas, anlisis realizados por personas
negras, especialmente mujeres, contra las leyes de inmigracin han centrado la atencin poltica en la importancia que
esas leyes tienen al revelar el proyecto del Estado respecto a
las personas negras. Desde la dcada de 1940, las legislaciones sobre inmigracin y nacionalidad se han convertido en
instrumentos centrales del racismo de Estado, independientemente del partido que haya estado en el gobierno. El
Estado se ha ido preocupando de forma obsesiva por la
entrada de mano de obra negra en el Reino Unido y, en consecuencia, por el control de la gente negra que ya est aqu.7
La idea ms habitual es que los varones negros entran en el
mercado de trabajo, o lo amenazan, mientras que la obtencin de plusvalor a travs de las mujeres negras ha sido a
menudo ignorada. Esto, a pesar de la cada vez mayor participacin de la mujer negra en el trabajo asalariado.8 Esta
asuncin se ha venido expresando en el sexismo de los controles de inmigracin. Por ejemplo, hasta hace poco se reservaba un cierto cupo para permitir que las prometidas de los
varones negros se reunieran con ellos, pero exista un control
mucho ms estricto sobre las mujeres que pretendan traer a
sus prometidos al Reino Unido.
El Tribunal Europeo de Derechos Humanos atendi a las
llamadas de atencin contra esta desigualdad en 1985 aludiendo a la discriminacin sexual. El gobierno britnico respondi endureciendo la legislacin para controlar de forma
ms estricta la entrada de la pareja de cualquier persona.
Esto contrasta con una decisin anterior, incluida en el Acta
Nacional de 1981, que permita que algunas mujeres en su
56
Otras inapropiables
se permite la copia
Racismo o etnocentrismo?
57
se permite la copia
Comencemos reconociendo que no todas las formas e ideologas de la familia y el hogar son iguales en Gran Bretaa, del
mismo modo que tampoco son valoradas de igual modo por
el Estado. Por ejemplo, las prcticas del Estado en trminos de
ideologa de la unidad familiar son bastante contradictorias
en lo que se refiere a la poblacin negra. Como consecuencia
de los controles y prcticas de inmigracin, muchas familias
negras tienen que separarse de forma permanente o durante
una gran cantidad de aos. El Estado no muestra ningn respeto por el principio de la unidad familiar en esos casos. Pero
el Estado declara pretender la unidad familiar para las familias
negras en otras circunstancias. Por ejemplo, si un matrimonio
de personas negras termina y una de las personas se muda tal
vez a su pas de origen, el Estado trata de trasladar/deportar al
resto de la familia/hogar, utilizando el argumento de que se
debe defender la unidad de la familia. Para las personas
negras, el compromiso del Estado con la unidad de la familia es mayor si esa unidad se da fuera del Reino Unido.10
Si miramos este hecho de forma ms analtica, podemos
examinar la relacin del Estado con la poblacin negra en
Otras inapropiables
se permite la copia
58
se permite la copia
59
12 Stuart Hall et al., Policing the Crisis, London, Hutchinson, 1978; Paul
Gilroy, El mito de la criminalidad negra, en M. Eve y D. Musson (eds.),
Socialist Register 1982, Londres, Merlin Press, 1982; Errol Lawrence Just
Plain Common Sense: The Roots of Racism, en Centre for
Contemporary Cultural Studies, The Empire Strikes Back..., cit.
60
Otras inapropiables
No queremos resumir aqu nuestro artculo; ms bien pretendemos extraer algunas consecuencias de nuestros argumentos y plantear nuevas preguntas. El primer asunto que
queremos sealar es que, al decir que el anlisis del racismo
debe ser un tema central del feminismo socialista, no estamos
diciendo que tengamos la respuesta. Consideramos de
todos modos que el anlisis que todas, en tanto que feministas socialistas, necesitamos desarrollar se basa en la idea de
un capitalismo patriarcal racialmente estructurado (perdn
por el tono grandilocuente). Esto nos lleva a examinar de qu
modo la raza, el gnero y la clase se estructuran mutuamente entre s. Cmo se combinan y/o se intersectan entre
s? Cmo divide el racismo la identidad y la experiencia de
gnero? Cmo se experimenta el gnero desde el racismo?
Cmo dan forma gnero y raza a la clase? Afrontar estas
cuestiones exige un replanteamiento fundamental de las categoras conceptuales del feminismo socialista y podra llevarnos a desarrollar polticas ms adecuadas.
Como hemos tratado de demostrar, una de las consecuencias de no comprender la centralidad del racismo y del
desafo que supone, es que el feminismo socialista se distancia de la dinmica poltica. La importancia de este tema est
en relacin con la accin poltica. Muchas feministas que trabajan como profesoras o investigadoras han luchado en el
seno de sus instituciones educativas para conseguir una
mayor igualdad de oportunidades para las mujeres mediante el cuestionamiento de las condiciones del servicio, las prcticas de contratacin, la segregacin de gnero en el trabajo y
la educacin, etc. Pocas veces, sin embargo, esas mismas
mujeres, si son blancas, se han cuestionado el racismo de las
instituciones con la misma claridad y energa. De hecho, a
veces, ven el antiracismo como algo que entra en competencia con el antisexismo a la hora de conseguir financiacin y
apoyo por ejemplo, en la contratacin de personal y la
matriculacin de alumnos, partiendo de la presuposicin
de que el antisexismo es un asunto de las mujeres blancas y
el antiracismo un asunto de la gente negra.
Queremos terminar nuestra conclusin repitiendo que la
presuposicin de una hermandad automtica entre mujeres
se permite la copia
En conclusin
61
se permite la copia
Las mujeres blancas no trabajan sobre el racismo para hacerle un favor a alguien, para beneficiar a las mujeres del Tercer
Mundo. Hay que comprender de qu modo el racismo distorsiona y disminuye vuestras propias vidas como mujeres
blancas, que el racismo afecta tambin a vuestras oportunidades de supervivencia y que, sin lugar a dudas, os concierne. Mientras que no comprendis esto, no se producir ningn cambio esencial.13
se permite la copia
1
He comenzado a escribir este ensayo cien veces, de cien
maneras distintas, y cada una de ellas he tenido que enfrentarme al mismo entumecimiento total de la mente. Comentando de nuevo esta situacin por telfono con mis padres,
para intentar desembrollar el lo, nos decidimos esta vez por
las metforas culinarias. Cuando era una nia en el Puerto
Rico rural, la gente que me rodeaba coma productos agrcolas cultivados en la tierra local, pollos que rondaban por el
vecindario y bananas cortadas directamente del tallo. Todo sin
refinar, sin envasar, repleto de todos esos complejos nutrientes que desaparecen cuando el proceso est excesivamente
controlado. Pero pocos aos antes de que emigrramos, el
negocio de la publicidad penetr finalmente en nuestra
remota parte de la isla. A las mujeres del campo se les venda
el Cheez Whiz on Wonder Bread como un desayuno mejor, ms
sofisticado, moderno, avanzado y saludable que los tubrculos hervidos con bacalao o los frijoles con arroz.
63
64
Otras inapropiables
se permite la copia
65
fue feminista antes de que hubiera un movimiento para respaldarla, y ahora, cuando cualquier tipo de poltica le hace
encoger el estmago, confa en su propia intuicin antes que
en las credenciales de cualquier otra persona.
se permite la copia
As que me cri en una familia de activistas que ya estaban pensando acerca de las cuestiones de la raza, la clase y
el gnero y los usos de la literatura y la historia antes de que
existieran cursos universitarios en los que hacerlo; una
madre que era feminista en la dcada de 1950, un padre que
a la hora de dormir me contaba relatos sobre historia china y
africana y enseaba biologa como una ciencia liberadora. Lo
que pienso, y cmo lo hago, surge directamente de mi identidad como jbara shtetl intelectual y activista. Me ensearon
a creer en estas tradiciones y en la fiabilidad de mi propia
inteligencia en combinacin con la de otras personas.
En los grupos de autoconciencia a los que pertenec en
los primeros aos de la dcada de 1970, compartamos historias personales muy emotivas acerca de cmo haba sido
realmente vivir como una mujer, examinando nuestras experiencias con los hombres y con otras mujeres en nuestras
66
Otras inapropiables
se permite la copia
67
se permite la copia
68
Otras inapropiables
Una respuesta frecuente para quienes muestran resistencias a este lenguaje exclusivo es que sufren de pereza
se permite la copia
69
se permite la copia
70
Otras inapropiables
se permite la copia
Como mis antepasados inmigrantes, mi hogar intelectual est siendo constantemente revisado, refinado, redecorado. Pero a lo largo de los aos ha sido con esas mismas
mujeres que conoc en los vestbulos, las que han sobrevivido en contra de los elementos, con las que he construido
habitaciones lo bastante grandes como para incluir en su
compleja riqueza las verdades contradictorias de quien soy.
Esta reunin de investigadoras feministas latinas ha sido
una de esas habitaciones; porque en el mismo momento en
que descubrimos una forma de encontrarnos y hablar, nos
deshicimos de las agendas externas y comenzamos a hacer
teora con lo que haba en nuestros bolsillos, con las historias, incidentes, sueos, frustraciones que nunca fueron
aceptables en ningn otro lugar.
Gloria Anzalda
Esos2 movimientos de rebelda que tenemos en la sangre nosotros
los mexicanos surgen como ros desbocanados en mis venas. Y
como mi raza que cada cuando deja caer esa esclavitud de obedecer,
de callarse y aceptar, en m est la rebelda encimita de mi carne.
Debajo de mi humillada mirada est una cara insolente lista para
explotar. Me cost muy caro mi rebelda acalambrada con desvelos y dudas, sintindome intil, estpida e impotente.
Me entra una rabia cuando alguien sea mi mam, la Iglesia,
la cultura de los anglos me dice haz esto, haz eso sin considerar
mis deseos.
Repele. Hable pa tras. Fui muy hocicona. Era indiferente a
muchos valores de mi cultura. No me deje de los hombres. No fui
buena ni obediente.
Pero he crecido. Ya no slo paso toda mi vida botando las costumbres y los valores de mi cultura que me traicionan. Tambin
recojo las costumbres que por el tiempo se han probado y las costumbres de respeto a las mujeres. Pero a pesar de mi tolerancia creciente, for this Chicana la guerra de independencia is a constant.
se permite la copia
La Fuerza de Mi Rebelin
71
72
Otras inapropiables
se permite la copia
Tirana Cultural
La cultura moldea nuestras creencias. Percibimos la versin
de la realidad que ella comunica. Paradigmas dominantes,
73
se permite la copia
La cultura espera que las mujeres muestren mayor aceptacin a, y compromiso con, el sistema de valores que los
varones. La cultura y la Iglesia insisten en que las mujeres
estn sometidas a los hombres. If a woman rebels she is a mujer
mala. Si una mujer no renuncia a s misma en favor del varn,
es egosta. Si una mujer se mantiene virgen hasta el matrimonio, she is a good woman. Para una mujer de mi cultura nicamente haba tres direcciones hacia las que volverse: hacia
la Iglesia como monja, hacia las calles como prostituta, o
hacia el hogar como madre. Hoy en da algunas de nosotras,
muy pocas, tenemos una cuarta opcin: incorporarnos al
mundo por medio de la educacin y la carrera profesional y
convertirnos en personas autnomas. Como pueblo de gente
trabajadora nuestra actividad principal es poner comida en
nuestras bocas, un techo sobre nuestras cabezas y ropa sobre
nuestras espaldas. Dar una educacin a nuestros hijos e hijas
est fuera de las posibilidades de la mayora de nosotros.
Educadas o no, la responsabilidad de las mujeres an es la de
ser esposa/madre slo la monja puede escapar de la maternidad. Si no se casan y tienen hijos se hace sentir a las mujeres como completos fracasos. Y cuando te casas, Gloria? Se te
va a pasar el tren. Y yo les digo, Pos si me caso, no va a ser con
un hombre. Se quedan calladitas. S, soy hija de la Chingada. Ive
always been her daughter. No ts chingando. (...)
Los humanos temen lo sobrenatural, tanto lo terrenal
los impulsos animales como la sexualidad, lo inconsciente,
lo desconocido, lo ajeno como lo divino lo sobrehumano, el dios que hay en nosotros. La cultura y la religin tratan de protegernos de estas dos fuerzas. Se teme a la mujer
por la virtud de crear seres de carne y sangre en su vientre
74
Otras inapropiables
Los derechos tribales por encima de los individuales aseguraban la supervivencia de la tribu y eran necesarios entonces y, como en el caso de todos los pueblos indgenas del
mundo que estn an defendindose contra el asesinato
intencional y premeditado, todava siguen siendo necesarios.
se permite la copia
75
nadie envidioso; as l o ella no utilizara ningn hechizo contra ti. Si te sientes importante eres una envidiosa. Si no te comportas como todo el mundo, la gente dir que piensas que eres
mejor que los dems, que te crees grande. Con la ambicin condenada en la cultura mexicana y valorada en la anglosajona
llega la envidia. El respeto acarrea una serie de reglas que mantienen en orden las categoras sociales y las jerarquas: el respeto est reservado para la abuela, pap, el patrn, aquellos con
poder en la comunidad. La mujer est en lo ms bajo de la escala un peldao por encima de los desviados. La cultura chicana,
mexicana, y algunas culturas indias no toleran la desviacin.
Desviacin es todo aquello que est condenado por la comunidad. La mayora de las sociedades tratan de librarse de sus desviados. La mayora de las culturas han quemado y golpeado a
sus homosexuales y a otros que se han desviado de la normalidad sexual. Los raritos son el espejo que refleja el miedo heterosexual de la tribu: ser diferente, ser otro y por lo tanto inferior, por lo tanto sub-humano, in-humano, no-humano.
se permite la copia
Mitad y Mitad
76
Otras inapropiables
se permite la copia
77
se permite la copia
El mundo no es un lugar seguro para vivir. Temblamos en celdas separadas en ciudades cercadas, los hombros encorvados,
apenas escondiendo el pnico bajo la superficie de la piel, tragndonos diariamente el golpe con el caf de la maana, con
el miedo a que quemen nuestras casas con antorchas, a los ataques en las calles. Encerradas. La mujer no se siente a salvo
cuando su propia cultura y la cultura blanca la critican; cuando los varones de todas las razas la cazan como a una presa.
Alienada de su cultura materna, alien en la cultura
dominante, la mujer de color no se siente a salvo en lo ms
profundo de su Ser. Petrificada, no puede responder, su cara
est atrapada entre los intersticios, los espacios entre los diferentes mundos que habita.
78
Otras inapropiables
La habilidad para responder es lo que se conoce como responsabilidad, sin embargo nuestras culturas nos quitan
nuestra capacidad de actuar nos encadenan en nombre de
la proteccin. Bloqueadas, inmovilizadas, no podemos avanzar, no podemos retroceder. Este retorcido movimiento serpenteante, el propio movimiento de la vida, ms veloz que el
rayo, helado.
No nos comprometemos del todo. No utilizamos del
todo nuestras facultades. Nos abnegamos. Y ah, frente a
nosotras, est el cruce de caminos y la eleccin: sentirnos
como vctimas cuando otra persona tiene el control y por
tanto es responsable y puede ser culpado ser una vctima
y transferir la culpa sobre la cultura, la madre, el padre, el
ex-amante, el amigo, me absuelve de la responsabilidad, o
sentirse fuerte y, en gran medida, en control.
se permite la copia
79
No fui yo quien vendi a mi gente sino ellos a m. Y s, aunque el hogar permea cada msculo y cartlago de mi
cuerpo, yo tambin tengo miedo de volver a casa. Aunque
siempre defender mi raza y cultura cuando sean atacadas
por los no-mexicanos, conozco el malestar de mi cultura.
Detesto algunas formas de mi cultura, cmo incapacita a
sus mujeres, como burras, nuestras fuerzas usadas contra
nosotras, vulgares y burras portando humildad con dignidad. La habilidad de servir, afirman los hombres, es nuestra mayor virtud. Detesto cmo mi cultura hace caricaturas
macho de sus hombres. No, no asumo todos los mitos de la
tribu en los que nac. Puedo comprender por qu cuanto
ms teidas de sangre anglo, ms firmemente mis hermanas de color y decoloradas glorifican los valores de su cultura de color para compensar la extrema devaluacin de
la que es objeto por parte de la cultura blanca. Es una reaccin legtima. Pero yo no glorificar aquellos aspectos de
mi cultura que me hayan daado y que me hayan daado
bajo el pretexto de protegerme.
se permite la copia
La Herida de la india-Mestiza
80
Otras inapropiables
se permite la copia
boca de los chicanos una docena de veces al da. Puta, prostituta, la mujer que vendi a su gente a los espaoles, son
eptetos que los chicanos escupen con desprecio. El peor tipo
de traicin reside en hacernos creer que la mujer india en
nosotras es la traidora. Nosotras, indias y mestizas criminalizamos a la india que hay en nosotras, la brutalizamos y la
condenamos. La cultura masculina ha hecho un buen trabajo con nosotras. Son las costumbres que traicionan. La india en
m es la sombra: La Chingada, Tlazolteotl, Coatlicue. Son ellas que
omos lamentando a sus hijas perdidas.
se permite la copia
Chela Sandoval
Qu es lo que, bajo los imperativos de la transnacionalizacin poltica econmica y cultural, constituye la resistencia y la poltica opositiva2? Los efectos de la actual
reestructuracin global se estn dejando sentir en las formas organizativas, no slo de las empresas, sino de las economas culturales, la conciencia y el conocimiento. A lo
largo del siglo XX, los activistas y tericos sociales han
intentado continuamente construir teoras de oposicin
que fueran capaces de dar cuenta de, reaccionar ante, y
hacer frente a estas fuerzas globalizadoras de forma que
significaran una renegociacin del poder en beneficio de
aquellos que Marx llam el proletariado, Barthes denomin las clases colonizadas, Hartsock las mujeres y Lorde
llam las outsiders. Si las corporaciones transnacionales
estn diseando estrategias comerciales y sus relaciones
con las iniciativas polticas a niveles regional, nacional y
local,3 entonces, qu formas convergentes de estrategia
estn desarrollando los subalternos los marginalizados,
1 Publicacin original: Chela Sandoval, New Sciences. Cyborg feminism and the methodology of the oppressed, en C. Grey (ed.), The
Cyborg Handbook, Londres, Routledge, 1995
2 Se ha preferido mantener la traduccin opositiva de opositive, en
lugar de antagonista, por su uso comn en la literatura feminista y
especialmente en las traducciones de la obra de D. Haraway. [N. de e.]
3 Richard P. Appelbaum, New journal for global studies center,
CORI: Centre for Global Studies Newsletter, vol. 1, nm. 2, mayo 1994.
81
82
Otras inapropiables
centradas en definir formas de conciencia y prctica opositiva que puedan ser efectivas bajo las fuerzas transnacionalizadoras del Primer Mundo?
se permite la copia
83
se permite la copia
electrnica, y no como resultado de una conciencia en oposicin desarrollada bajo formas previas de dominacin.
En este captulo propongo otra visin, extrada del trabajo de la terica cultural y la filsofa de la ciencia Donna
Haraway, quien en 1985 escribi su trabajo revolucionario
sobre Feminismo Cyborg, con la intencin de re-demostrar lo que la actual teora cyborg ha venido pasando por
alto, a saber: que la conciencia cyborg puede entenderse
como la encarnacin tecnolgica de una forma particular y
especfica de conciencia opositiva que yo he descrito en otra
parte como feminismo del Tercer Mundo estadounidense.4
Y, de hecho, si la conciencia cyborg ha de ser considerada
como algo totalmente distinto a aquello que reproduce exactamente el orden global dominante, entonces la conciencia
cyborg debe ser desarrollada a partir de una serie de tecnologas que reunidas componen la metodologa de las oprimidas, una metodologa que puede ofrecernos orientaciones
para la supervivencia y resistencia bajo las condiciones culturales transnacionales del Primer Mundo. Esta conciencia
cyborg opositiva ha sido tambin identificada mediante
trminos como conciencia mestiza, subjetividades situadas, mujerismo5 y conciencia diferencial. Con el fin de
ahondar en el propio proyecto de Haraway, tcito si bien
obvio, de desafiar la racializacin y el apartheid de los campos tericos de la academia, y con el fin de transcodificar de
una jerga acadmica a otra de la ciborgologa al feminismo, del feminismo del Tercer Mundo estadounidense
a las teoras cultural y subalterna seguir el itinerario
trazado por la metodologa de los oprimidos tal como lo
codific Donna Haraway en Feminismo Cyborg.
La obra de Haraway representa un ejemplo de trabajo de
investigacin que intenta salvar el actual apartheid de los
dominios tericos: post-estructuralismo blanco masculino,
4 Vase U.S. Third World feminism: the theory and method of oppositional consciousness in the postmodern world, que sienta las bases
para la articulacin de la metodologa de los oprimidos. En Genders 10,
University of Texas Press, primavera 1991.
5 Womanism en el original. [N. de e.]
84
Otras inapropiables
He afirmado en otro lugar que la metodologa de las oprimidas consiste en cinco tecnologas diferentes desarrolladas
con el fin de asegurar la supervivencia bajo las anteriores
condiciones del Primer Mundo.7 Las tecnologas que componen la metodologa de las oprimidas generan formas de
se permite la copia
feminismo hegemnico, teora postcolonial, y feminismo del Tercer Mundo estadounidense. Entre sus
muchas contribuciones, Haraway ofrece nuevos espacios
metafricos de resistencia para el alienado sujeto blanco
masculino bajo las condiciones de transnacionalizacin del
Primer Mundo, y, de ese modo, la metfora cyborg representa profundas posibilidades para el siglo XXI consecuencias esperanzadoras, por ejemplo, para el sujeto perdido de Jameson que ya no puede extender sus protensiones
y retensiones a travs de la multiplicidad temporal.6 De
acuerdo con la teora cyborg, el viaje informtico puede
entenderse como un desplazamiento del yo de un
modo similar al que el yo era desplazado segn las dominaciones modernistas. En ese caso, una poltica cyborg opositiva podra muy bien hacer posible la alianza entre la
poltica del sujeto blanco masculino alienado y la poltica
subalterna del feminismo del Tercer Mundo estadounidense. La metfora de Haraway, sin embargo, en su deriva a
travs de la academia, se ha visto utilizada y apropiada de
un modo que reprime, irnicamente, el mismo trabajo en el
que tambin, fundamentalmente, se basa. Esta represin
continua sirve entonces para reconstituir de nuevo la segregacin de los campos tericos. Si bien en las humanidades
la investigacin prospera bajo el rgimen de este apartheid,
Haraway representa un cruce fronterizo, y su obra se eleva
desde un lugar que las interpretaciones hegemnicas normalmente pasan por alto o malinterpretan.
6 Fredric Jameson, Postmodernism: the cultural logic of late capitalism, New Left Review, nm. 146, Julio-Agosto, pp. 53-92; trad. cast. El
postmodernismo o la lgica cultual del capitalismo avanzado, Barcelona,
Paids, 1995.
7 The Methodology of the Oppressed, prxima publicacin, Duke University
Press. [Publicado en 2000 en University of Minnesota Press. (N. de e.)]
85
se permite la copia
86
Otras inapropiables
9 Por ejemplo, Merle Woo Letter to Ma, This Bridge Called My Back;
Maria Lugones, World Travelling, Patricia Hill Collins, Black Feminist
Thought; June Jordan, Where is the love?, Haciendo caras.
Para entender mejor cmo opera el movimiento diferencial, una debe comprender que ste es una poliforma de la
que dependen la tecnologas previas para su propio funcionamiento. Slo a travs del movimiento diferencial pueden
ser transferidas hacia sus destinos. Incluso la cuarta, democrtica, siempre tiende a poner en el centro la identidad en
inters de la justicia social igualitaria. Estas cinco tecnologas
componen juntas la metodologa de las oprimidas, que posibilita la actuacin de lo que yo he denominado la funcin
diferencial del movimiento social opositivo como en el ejemplo del feminismo del Tercer Mundo estadounidense.
se permite la copia
son todo formas de lectura de signos que componen la primera de las cinco tecnologas fundamentales de esta metodologa. (2) La segunda y bien conocida tecnologa de las
subalternas es el proceso de desafiar los signos ideolgicos
dominantes a travs de su de-construccin: el acto de
separar una forma de su significado dominante. (3) La tercera tecnologa es lo que yo llamo meta-ideologizar en honor
a su actividad: la operacin de apropiarse de formas ideolgicas dominantes y utilizarlas para transformar sus significados en un concepto nuevo, impuesto y revolucionario. (4)
La cuarta tecnologa de las oprimidas que yo llamo democrtica es un proceso de localizacin: es decir, un ejercicio
que dirige todos sus esfuerzos en la direccin de reunir,
impulsar y orientar las tres tecnologas anteriores, semitica,
deconstruccin y metaideologizar, con la intencin de
garantizar, no slo la supervivencia o la justicia, como en
tiempos anteriores, sino unas relaciones sociales igualitarias
o, como lo han expresado algunos escritores del Tercer
Mundo desde Fanon hasta Wong, Lugones, o Collins,9 con el
objetivo de producir amor en un mundo en descolonizacin, postmoderno y post-imperio. (5) El movimiento diferencial es la quinta tecnologa, a travs de la cual, sin embargo, las dems maniobran armnicamente.
87
se permite la copia
88
Otras inapropiables
El Manifiesto para Cyborgs de Haraway puede ser definido, en trminos de la propia autora, como un hbrido teorizado y fabricado, una mquina textual, o como una cartografa ficcional de nuestra realidad social y corporal,
expresiones a las que Haraway tambin recurre con el fin de
redefinir el trmino cyborg que, prosigue, es un organismo ciberntico, una mezcla de tecnologa y biologa, una
criatura de realidad social y ficcin.13 Esta visin que
se permite la copia
13 Donna Haraway, Ciencia, cyborgs y mujeres. La reinvencin de la naturaleza, Madrid, Ctedra, col. Feminismos, 1995, p. 253. Todas las citas de
esta seccin proceden de este texto, especialmente los captulos seis y
siete, Manifiesto para cyborgs: ciencia, tecnologa y feminismo socialista a finales del siglo XX y Conocimientos situados: la cuestin cientfica en el feminismo y el privilegio de la perspectiva parcial, a no ser que
se indique de otro modo.
89
se permite la copia
90
Otras inapropiables
abandonar la bsqueda de vnculos poderosos.14 As, el feminismo cyborg de Haraway fue concebido, al menos en parte,
para reconocer y sumarse a las contribuciones de las tericas
feministas del Tercer Mundo de los Estados Unidos que han
desafiado, a lo largo de las dcadas de 1960, 1970 y 1980 lo que
Haraway identifica como la participacin irreflexiva del
feminismo hegemnico en las lgicas, lenguajes y prcticas
del humanismo blanco. El feminismo blanco, seala
Haraway, tiende a buscar un nico terreno de dominacin
para asegurar nuestra voz revolucionaria (1995, p. 276).
Las mujeres blancas, incluidas las feministas socialistas, descubrieron es decir, fueron forzadas gritando y pataleando
a darse cuenta la no-inocencia de la categora mujer.
Esta conciencia transforma la geografa de todas las categoras anteriores; las desnaturaliza de igual manera que el calor
desnaturaliza una frgil protena. Las feministas cyborg
hemos de afirmar que nosotras no deseamos ms matrices
naturales de unidad y que ninguna construccin es total.16
14 Ibdem, p. 61.
priate/d others: the human in a post-humanist landscape, en Judith
Butler and Joan Scott (eds.), Feminists Theorize the Political, New York,
Routledge, 1992, p. 95.
16 Esta cita refiere histricamente a sus lectores al impacto de las proposiciones del feminismo del Tercer Mundo estadounidense de la dcada de 1970 que revisaron, de forma significativa, el Movimiento de
se permite la copia
91
se permite la copia
Otras inapropiables
se permite la copia
92
93
Un mundo de cyborgs es la ltima imposicin de un sistema de control en el planeta, la ltima de las abstracciones
inherentes a un apocalipsis de la Guerra de las Galaxias
sufragada en nombre de la defensa nacional, la apropiacin
final de los cuerpos de las mujeres en una orga masculinista de guerra. Desde otra perspectiva un mundo cyborg
podra tratar de realidades sociales y corporales vividas en
las que la gente no tenga miedo de su parentesco con animales y mquinas, ni de identidades permanentemente parciales, ni de puntos de vista contradictorios.19
se permite la copia
El mestizaje en este pasaje y en general puede entenderse como una compleja clase de amor en el mundo postmoderno donde el amor se concibe como alianza-de-afinidad y
afecto a travs de ejes de diferencia que se intersectan dentro
94
Otras inapropiables
se permite la copia
y fuera del cuerpo. Walker interpreta la enfermedad psquica como el intento de ser una, de modo similar a la singularidad del amor narrativo de Roland Barthes que controla
todos los significados a travs de la mediacin de la parejaenamorada. La funcin del mestizaje en la visin de Walker
es ms bien como la del amor proftico de Barthes, donde la
subjetividad llega a liberarse de la ideologa que ata y fija la
realidad. El amor proftico deshace el uno que reduce la
narrativa, la pareja, la raza, a una singularidad. En vez de
ello, el amor proftico recoge la mexcla, la mezcla-quevive a travs del movimiento diferencial entre posibilidades
de existencia. Este es el tipo de amor que motiva el mestizaje del feminismo del Tercer Mundo estadounidense y su
teora y mtodo de la conciencia opositiva y diferencial, lo
que Anzalda teoriza como la conciencia de la mestiza, o la
conciencia de la Frontera.21
95
se permite la copia
96
Otras inapropiables
En 1991 la propia Haraway reconoca estas formas de elisin, y el modo en que al recoger la categora mujeres de
color e identificarla como una identidad cyborg, una potente subjetividad sintetizada a partir de fusiones de identidades
extranjeras i.e. Sister Outsider, su trabajo haba contribuido inadvertidamente a esta tendencia de invisibilizar las contribuciones tericas especficas de la crtica feminista del feminismo del Tercer Mundo estadounidense, al convertir muchas
de sus aproximaciones, mtodos, formas y habilidades en
ejemplos de feminismo cyborg (1995, p. 299). Haraway, reconociendo las implicaciones polticas e intelectuales de estas
duplicidades en los significados, procedi a revisar su posicin
y, seis aos despus de la publicacin de Cyborg Feminism,
explica que hoy sera mucho ms cuidadosa al describir quin
cuenta como nosotros en la afirmacin todos nosotros
somos cyborgs. En lugar de ello, pregunta, por qu no
encontrar un nombre o concepto que pueda dar cuenta ms
bien de una familia de figuras desplazadas, de la que el
cyborg tan slo es una, y despus preguntar cmo establece
las conexiones el cyborg con otras personas no-originales que
tambin se encuentran mltiplemente desplazadas?23 No
se permite la copia
97
se permite la copia
deberamos estar imaginando, contina, una familia de figuras que pudiera poblar nuestras imaginaciones de mundos postcoloniales, postmodernos que no fueran tan imperialistas en trminos de una nica figuracin de la identidad?24 stas son cuestiones importantes para algunos
tericos de distintas disciplinas que se muestran interesados en encontrar nuevos modelos efectivos para comprender los movimientos sociales y la conciencia en oposicin
bajo las condiciones culturales postmodernas. Las preguntas de Haraway siguen sin hallar respuesta en el terreno del discurso opositivo, sin embargo o ms bien, ha
sido mltiplemente respondido y diseccionado en el terreno acadmico. E incluso dentro de la teora feminista, el
propio feminismo cyborg de Haraway y su posterior desarrollo de la tecnologa de los conocimientos situados,
aunque han estado cerca, no han sido capaces de salvar
efectivamente los vacos de la segregacin de campos tericos anteriormente descrita.
24 Ibdem, p. 13.
98
Otras inapropiables
27 Ibdem.
se permite la copia
99
se permite la copia
Cmo lograr este cambio en el campo de la teora feminista? Mediante la disposicin de las feministas, propone
Haraway, a mostrarse menos interesadas en incorporarse a
las filas generizadas de la feminidad, para, en lugar de ello
centrarse en ganar el terreno INSURGENTE como sujeto social
mujer.28 Este desafo a los Womens Studies significa que se
ha de producir un traslado a un escenario de resistencia que
funcione fuera de la divisin binaria masculino/femenino, ya
que nicamente de este modo, afirma Haraway, las teoras
feministas de las subjetividades raciales generizadas pueden
dar cuenta afirmativa y crticamente de subjetividades sociales emergentes, diferenciadas, auto-representativas y contradictorias, con sus reivindicaciones de accin, conocimiento, y
creencia.29 En esta nueva forma de lo que Haraway llama
todo un anti-racismo, incluso un feminismo anti-gnero,
Haraway asegura, no existe lugar para las mujeres nicamente geometras de diferencia y contradiccin cruciales
para las identidades cyborg de las mujeres (1995, p. 292).
Es en este punto donde la obra de Haraway comienza a
identificar las tecnologas especficas que alinean por completo su aparato terico con lo que yo he llamado la metodologa de las oprimidas. Cmo, entonces, debe ser alumbrada esta nueva forma de feminismo o, como yo lo expresara, esta nueva forma de conciencia opositiva? Mediante la
identificacin de un conjunto de habilidades que sean capaces de des-alienar y realinear lo que Haraway llama la
junta humana que conecta nuestra tcnica detalles
materiales y tcnicos, reglas, mquinas y mtodos con
nuestra ertica la aprehensin y expresin sensual del
amor-como-afinidad.30 Tal conexin, afirma Haraway,
28 Los nuevos espacios tericos necesarios para comprender las actuales condiciones culturales del Primer Mundo y la naturaleza de la resistencia, no se limitan a la teora feminista, segn Haraway. Escribe, nos
faltan las conexiones sutiles necesarias para edificar colectivamente teoras eficaces de la experiencia. Los presentes esfuerzos marxistas, psicoanalticos, feministas, antropolticos por clarificar incluso nuestra
experiencia son rudimentarios (1995, p. 296).
29 Ibdem, p. 96.
30 Haraway, Las promesas..., art. cit., pp. 154-155.
100
Otras inapropiables
31 Ibidem.
32 Ibidem, p. 145.
se permite la copia
se permite la copia
101
de deconstruccin o meta-ideologizar de modo separado, estos dos vectores de intervencin se encuentran implcitos cuando ella escribe que esta nueva aportacin a la teora
del movimiento social, el feminismo cyborg, debe encontrar
diversos modos de comprender e intervenir en los modelos
de objetivacin dentro del mundo. Esto significa decodificacin y transcodificacin ms traduccin y crtica: todas son
necesarias. Democrtica es la tecnologa de la metodologa de las oprimidas que gua todas las dems, y la fuerza
moral de esta tecnologa viene sealada por la aseveracin
de Haraway de que en toda actividad opositiva, los agentes
del cambio deben ser capaces de rendir cuentas de los
modelos de objetificacin dentro del mundo que ahora se
han convertido en realidad. En este esfuerzo por asumir la
responsabilidad de los sistemas de dominacin actualmente
existentes, Haraway insiste en que la practicante del feminismo cyborg no puede existir sobre localizaciones fijadas
en un cuerpo reificado. Esta nueva actriz opositiva debe
existir sobre nodos en campos e inflexiones en la orientacin. A travs de tales movimientos, un feminismo cyborg
opositivo debe crear y actuar en su propia versin de la responsabilidad por la diferencia en campos de significado
semitico-materiales. Por lo que respecta a la ltima tecnologa de la metodologa de las oprimidas, llamada movimiento diferencial la propia versin de Haraway es que el
feminismo cyborg debe entender la imposibilidad de las
polticas de la identidad y de las epistemologas inocentes
como estrategia para ver desde los puntos de vista de las
subyugadas. Ms bien, los agentes opositivos deben estar
comprometidos en la actuacin de todas las formas-deexistencia y todas las habilidades sea la funcin de esas
habilidades semitica, decodificadora, recodificadora
o moral, para lo que Haraway llama posicionamientos
mviles y desvinculaciones apasionadas (1995, p. 330).
He afirmado que las habilidades cyborg necesarias para
desarrollar un feminismo para el siglo XXI son aquellas que he
identificado con la metodologa de las oprimidas. Su uso
tiene el poder de fraguar lo que Haraway afirma que puede
ser un circuito universal de conexiones incluida la habilidad de desarrollar nuevas coaliciones a travs de nuevos
Otras inapropiables
se permite la copia
102
103
se permite la copia
104
Otras inapropiables
34 Ibdem, p. 325.
se permite la copia
105
se permite la copia
106
Otras inapropiables
se permite la copia
6. Diferencia, diversidad,
diferenciacin1
Avtar Brah
se permite la copia
107
Otras inapropiables
se permite la copia
108
se permite la copia
109
3 Brixton Black Womens Group, Black women organising autonomously, Feminist Review, nm. 17, 1984; B. Bryan, S. Dadie y S. Scafe,
Heart of the Race, Londres, Virago, 1985; Southall Black Sisters, Against
the Grain, Southall, Middlesex SBS.
110
Otras inapropiables
se permite la copia
En el movimiento de mujeres en conjunto empezaba a manifestarse, de forma paralela a estas tendencias, un creciente
nfasis en las polticas de identidad. En lugar de embarcarse
en la compleja pero necesaria tarea de identificar las especificidades de las opresiones particulares, comprender su interconexin con otras opresiones y construir polticas de solidaridad, algunas mujeres estaban comenzando a diferenciar
estas especificidades en jerarquas de opresin. Era comnmente asumido que el mero acto de autodesignarse miembro
de un grupo oprimido, le investa a una de autoridad moral.
Las mltiples opresiones llegaron a considerarse no en trminos de sus modelos de articulacin sino como elementos separados que podan ir aadindose de forma lineal, de modo
que cuantas ms opresiones pudiera enumerar una mujer, con
ms fuerza afirmaba su derecho a ocupar un estrado moral
superior. Las afirmaciones acerca de la autenticidad de la
experiencia personal podan presentarse como si fueran una
gua no problemtica para la comprensin de procesos de
subordinacin y dominacin. As, en ocasiones, declaraciones
tintadas de una farisaica correccin poltica llegaron a sustituir al cuidadoso anlisis poltico.4
A pesar de la fragmentacin del movimiento de mujeres,
las mujeres negras de Gran Bretaa hemos continuado cuestionando de forma crtica la teora y prctica feministas. Como
resultado de nuestra posicin en las disporas formadas por
la historia de la esclavitud, el colonialismo y el imperialismo,
las feministas negras hemos abogado sistemticamente en
contra de la mentalidad provinciana y hemos hecho hincapi
en la necesidad de un feminismo consciente de las relaciones
sociales internacionales de poder.5 El artculo de Hazel Carby
111
se permite la copia
Otras inapropiables
histricos del patriarcado. Como respuesta a tales reconceptualizaciones del patriarcado, Joan Acker sugiere que acaso
resultara ms apropiado trasladar el objeto terico del
patriarcado al gnero, trmino que podemos definir brevemente como las diferenciaciones estructurales, relacionales y
simblicas existentes entre hombres y mujeres.8 Sin embargo
mantiene la cautela acerca de esta posibilidad ya que gnero,
segn ella, carece de la agudeza crtica poltica de patriarcado y podra ser cooptado y neutralizado con mucha ms facilidad por la teora dominante. Sera bueno recordar que este
debate se desarrollaba, por lo general, en los parmetros de la
bipolaridad varn-mujer y no se plantea el carcter indeterminado del sexo como categora.9
Prefiero mantener el concepto de patriarcal sin tener
necesariamente que aceptar el concepto de patriarcado
historizado o no. Las relaciones patriarcales son una forma
especfica de las relaciones de gnero en las que las mujeres
habitan una posicin subordinada. Al menos en teora, resultara posible imaginar un contexto social en el que las relaciones de gnero no estuvieran asociadas con la desigualdad. Guardo, adems, serias reservas acerca de la utilidad
analtica o poltica de mantener lneas de demarcacin entre
patriarcado y la particular formacin socioeconmica y
poltica por ejemplo, capitalismo o socialismo de Estado
en el que ste se inserta. Sera de mucha ms utilidad comprender cmo las relaciones patriarcales se articulan con
otras formas de relacin social en un determinado contexto
histrico. Las estructuras de clase, racismo, gnero y sexualidad no pueden tratarse como variables independientes
porque la opresin de cada una est inscrita en las otras es
constituida por y es constitutiva de la otras.
Reconociendo la crtica feminista negra, Barret y
McIntosh10 enfatizan la necesidad de analizar la construccin
ideolgica de la feminidad blanca a travs del racismo. Esto,
desde mi punto de vista, es esencial, ya que an existe una
se permite la copia
112
se permite la copia
113
tendencia a abordar las cuestiones de la desigualdad centrando la atencin en las vctimas de la desigualdad. Las discusiones acerca del feminismo y el racismo se centran a
menudo en torno a la opresin de las mujeres negras ms
que en explorar el modo en el que el gnero de las mujeres
negras y blancas se construye a travs de la clase y el racismo. Esto significa que la posicin privilegiada de las mujeres blancas en los discursos racializados incluso cuando
puedan compartir una posicin de clase con las mujeres
negras no est adecuadamente teorizada, y algunos procesos de dominacin se mantienen invisibles. La representacin
de las mujeres blancas como las guardianas morales de una
raza superior, por ejemplo, cumple la funcin de homogeneizar la sexualidad de las mujeres blancas al mismo tiempo
que la distingue en trminos de clase. En esta representacin
fragmentada de la mujer de clase obrera, aunque sea tambin
imaginada como portadora de la raza, se seala, de forma
simultnea, como propensa a la degeneracin a causa de su
entorno de clase. Aqu vemos cmo las contradicciones de
clase pueden ser ideolgicamente tratadas y resueltas dentro de la estructuracin racializada del gnero.
El artculo de Barret y McIntosh gener un considerable
debate.11 Aunque las crticas reconocan la importancia de la
reevaluacin de parte de su trabajo por parte de dos prominentes feministas blancas, tambin consideraban que sus
mtodos de revisin no ofrecan la posibilidad de una transformacin radical del anlisis anterior, dejando en gran medida sin teorizar el papel que la raza juega en la reproduccin
social. Este intercambio feminista contribuy a un debate ms
amplio sobre si las divisiones sociales asociadas con la etnicidad y el racismo deban analizarse como totalmente autnomas de la clase social, como reductible a ella, o como poseedoras de orgenes histricos diferenciados pero articuladas
ahora con las divisiones de clase en las sociedades capitalistas.
Yo afirmara que el racismo ni es reductible a la clase
social o al gnero ni es por completo autnomo. Los racismos tienen diversos orgenes histricos pero se articulan con
11 Vase las contribuciones de Ramazanoglu, Kazi, Lees y Safia-Mirza,
Feminist Review, 1986; K.K. Bhavnani y M. Coulson, Transforming socialist feminism: the challenge of racism, Feminist Review, nm. 23, 1986.
Otras inapropiables
se permite la copia
114
se permite la copia
115
Otras inapropiables
16 G. Tang Main, Black women, sexism and racism: black or antiracist?, Feminist Review, nm. 37, 1990.
se permite la copia
116
se permite la copia
117
Otras inapropiables
18 Ibdem, p. 63.
para las luchas especficas feministas18 sigue siendo problemtica, ya que la misma emergencia del movimiento de
mujeres negras como respuesta histrica especfica es testimonio de que la organizacin en torno a la categora mujeres negras es posible.
Podemos insistir en que el feminismo negro se constituy
en articulacin con numerosos movimientos polticos: el proyecto de Unidad Afro-Asitica en torno al smbolo negro,
la poltica de clase, los movimientos anticoloniales, los movimientos feministas globales y las polticas gays y lesbianas. Esta
multilocalidad marc la formacin de nuevas subjetividades e
identidades diaspricas; produjo un nuevo sujeto poltico
poderoso. Como la mayora de los sujetos polticos, este tambin encarnaba su propia contradiccin en y de multiplicidad. Como vimos anteriormente, su aparente coherencia se
vio interrumpida por el debate y el cuestionamiento internos. Pero fue uno de los sujetos polticos ms capacitadores
y potenciadores de la poca. La metaforizacin de lo negro
en el feminismo negro como ocurra generalmente con las
polticas de lo negro extrajo este significante de sus
posibles connotaciones esencialistas y subvirti la misma
lgica de sus codificaciones raciales. Al mismo tiempo, debilit los discursos que conceban lo negro desde la neutralidad de gnero al afirmar las especificidades de las experiencias de las mujeres negras. En la medida en que mujeres
negras conformaba una categora altamente diferenciada
en trminos de clase, etnicidad y religin, e inclua a mujeres
que haban migrado desde frica, el subcontinente asitico
y el Caribe tanto como a nacidas en Inglaterra, lo negro en el
feminismo negro implicaba una multiplicidad de la experiencia, a la par que articulaba una posicin de un sujeto
feminista particular. Ms an, al poner en primer plano una
amplia gama de experiencias diaspricas tanto en su especificidad local como global, el feminismo negro representaba
la vida negra en toda su amplitud, creatividad y complejidad.
El feminismo negro forz una apertura de los cercamientos
discursivos que afirmaban la primaca de, por ejemplo, la clase
o el gnero por encima de los dems ejes de diferenciacin;
se permite la copia
118
se permite la copia
119
120
Otras inapropiables
Que el concepto de diferencia est asociado con una variedad de significados en diferentes discursos es un axioma. Pero
cmo debemos nosotras entender la diferencia? En el
marco analtico que intento formular aqu, la cuestin no est
en privilegiar el nivel macro o micro del anlisis, sino en cmo
la articulacin de discursos y prcticas inscribe relaciones
sociales, posiciones de sujeto y subjetividades. Lo que interesa, entonces, es descubrir de qu forma los niveles macro y
micro son inherentes a las inscripciones mencionadas ms
arriba. Cmo designa la diferencia al otro? Quin define
la diferencia? Cules son las normas supuestas a partir de las
que un grupo se marca como diferente? Cul es la naturaleza de las atribuciones que se afirman para caracterizar a un
grupo como diferente? Cmo se constituyen, mantienen o
disipan las fronteras de la diferencia? Cmo se interioriza
la diferencia en los paisajes de la psique? Cmo se representan distintos grupos en diferentes discursos de la diferencia?
La diferencia diferencia horizontal o jerrquicamente? Preguntas como estas plantean una problemtica ms general
acerca de la diferencia como categora analtica. Yo sugerira
cuatro modos en los que la diferencia puede ser conceptualizada: diferencia como experiencia, diferencia como relacin social,
diferencia como subjetividad y diferencia como identidad.
se permite la copia
Diferencia; qu diferencia?
se permite la copia
121
han experimentado las fuerzas fsicas y sociales que constituyen lo femenino en la mujer. La cotidianeidad de las relaciones sociales de gnero desde el trabajo domstico y de
cuidado, los empleos precarios y la dependencia econmica,
hasta la violencia sexual y la exclusin de las mujeres de los
centros del poder poltico y cultural ha adquirido una significacin nueva a travs del feminismo a medida que ste la
ha rescatado del reino de lo dado por supuesto para interrogarla y desafiarla. Lo personal, con sus cualidades profundamente concretas pero aun as esquivas y sus mltiples
contradicciones, adquiri nuevos significados con el lema de
lo personal es poltico a medida que los grupos de concienciacin ofrecan los espacios para explorar las experiencias individuales, los sentimientos personales y la propia concepcin de las mujeres de sus vidas cotidianas. Como ha
sealado Teresa de Lauretis , esta original perspectiva feminista revelaba la existencia de una relacin, por muy compleja que pueda ser, entre socialidad y subjetividad, entre
lenguaje y conciencia, y entre instituciones e individuos....19
De todas formas, la cuestin de las considerables limitaciones que presenta el mtodo de la concienciacin para la
accin colectiva no viene aqu al caso. El asunto es que la toma
de conciencia trajo a primer plano una de las perspectivas
feministas ms potentes: que la experiencia no refleja de
forma transparente una realidad dada de antemano, sino
que es, en s misma, una construccin cultural. De hecho, la
experiencia es un proceso de significacin que constituye
la misma condicin de posibilidad de la constitucin de lo
que llamamos realidad. De aqu la necesidad de re-enfatizar la nocin de experiencia no como gua inmediata a la
verdad sino como una prctica de significacin tanto simblica como narrativa; como una lucha por las condiciones
materiales y los significados.
Contrariamente a la idea de un sujeto de experiencia
totalmente constituido a quien las experiencias le ocurren,
la experiencia es el lugar de la formacin del sujeto. Esta
nocin se halla a menudo ausente de las discusiones sobre
las diferencias en las que diferencia y experiencia se utilizan
19 T. De Lauretis (ed.), Feminist Studies/Critical Studies, Bloomington,
Indiana University Press, 1986, p. 5.
Otras inapropiables
se permite la copia
122
123
temente y no pueden mencionarse de forma separada. El significado que se asigna a un acontecimiento dado vara enormemente de un individuo a otro. Cuando hablamos de la
constitucin del individuo en sujeto a travs de mltiples
campos de significacin estamos invocando la inscripcin y la
adscripcin como procesos simultneos por los que el sujeto
adquiere significados en relaciones socioeconmicas y culturales a la vez que adscribe significados al dar sentido a estas
relaciones en su vida cotidiana. En otras palabras, el modo en
que una persona percibe o interpreta un acontecimiento
variar de acuerdo a como ella est culturalmente construida; la mirada de maneras impredecibles en las que estas
construcciones pueden configurarse en el flujo de su psique
e, invariablemente, el repertorio poltico de los discursos culturales de los que dispone. Las historias colectivas, por
supuesto, tambin se construyen culturalmente en el proceso
de asignar significados a la cotidianeidad de las relaciones
sociales. Pero si bien las biografas personales y las historias
del grupo son mutuamente inmanentes, son tambin relacionalmente irreductibles. El mismo contexto puede producir
varias historias colectivas diversas que diferencian tanto
como vinculan biografas a partir de su especificidades contingentes. Al mismo tiempo, articular las prcticas culturales de
los sujetos as constituidos marca las historias colectivas
contingentes con nuevos significados variables.
se permite la copia
El concepto de diferencia como relacin social hace referencia a los modos en los que la diferencia se construye y
organiza en relaciones sistemticas a travs de prcticas institucionales y de discursos econmicos, culturales y polticos.
Es decir, subraya la sistematicidad a travs de las contingencias.
Normalmente un grupo moviliza el concepto de diferencia
en este sentido cuando atiende a las genealogas histricas de
su experiencia colectiva. De hecho, la diferencia y la comunidad son signos relacionales, que entretejen las narraciones de
la diferencia con las de un pasado compartido y un destino
colectivo. En otras palabras el concepto de diferencia como
relacin social recalca la articulacin histricamente varia-
Otras inapropiables
se permite la copia
124
125
se permite la copia
Las relaciones sociales, por tanto, son constituidas y funcionan en todos los lugares de una formacin social. Esto significa que, en la prctica, la experiencia como relacin social y
la cotidianeidad de la experiencia vivida no habitan espacios
mutuamente excluyentes. Por ejemplo, si hablamos de las
mujeres norteafricanas de Francia, estamos, por un lado,
refirindonos a las relaciones sociales de gnero de la postcolonialidad en Francia. Por otro lado, estamos tambin
haciendo una afirmacin acerca de la experiencia cotidiana
de esta post-colonialidad por parte de tales mujeres, aunque
no podamos especificar por adelantado la particularidad de
las vidas de esas mujeres individuales o cmo ellas interpretan y definen esa experiencia. En ambas instancias, la cuestin de cmo se define la diferencia sigue siendo primordial.
Estn actuando aqu las percepciones de la diferencia como
un medio para afirmar la diversidad, o como un mecanismo
de prcticas excluyentes y discriminatorias? Los discursos
de la diferencia legitiman polticas y prcticas estatales, progresistas u opresoras? De qu formas estn representadas
distintas categoras de mujeres en esos discursos? Cmo
responden las propias mujeres a estas representaciones?
24 D. Haraway, Ciencia, cyborgs y mujeres: la reinvencin de la naturaleza,
Madrid, Ctedra, 1991, pp. 279-80.
126
Otras inapropiables
Si se interpreta de este modo, es de esperar que la idea de diferencia como relacin social rechace cualquier reivindicacin de
privilegiar lo estructural como el centro de mando de una
formacin social, en beneficio de una perspectiva que ponga
en primer plano la articulacin de los diferentes elementos.
La cuestin de la diferencia ha resultado central para el debate terico en torno a la subjetividad. Gran parte del debate
contemporneo se centra en diversas crticas de las concepciones humanistas del sujeto: como un punto de origen
unificado, unitario, racional y racionalista, centrado en la
conciencia, en trminos de la idea de un Hombre universal
como la encarnacin de una esencia histrica. Estas crticas
emergieron desde diversas posiciones. En el periodo posterior a la II Guerra Mundial los proyectos del postestructuralismo, el feminismo, el anticolonialismo, el antiimperialismo
y el antirracismo haban, de un modo o de otro, discrepado
de las pretensiones de veracidad universal de las grandes
narrativas de la historia que situaban al Hombre europeo
en el centro. Pero aunque parte de estos proyectos hayan
coincidido en algunos aspectos, las problemticas que han
abordado no son idnticas. Tampoco se han comprometido
siempre unos con otros. De hecho, una fuente importantsima de disenso entre ellos ha sido la relativa falta de atencin
en algunos casos, amnesia casi completa de un proyecto
sobre temas centrales para el otro. Por ejemplo, muy pocos
de los primeros textos cannicos del postestructuralismo
abordan las cuestiones del colonialismo o la descolonizacin, ni se ocupan del racismo de un modo sistemtico, a
pesar de su continua invocacin de la crisis de
Occidente. De aqu la importancia de las potentes crticas
al discurso del Hombre Europeo que emergieron de las
luchas anticoloniales por la independencia, mientras mujeres, hombres y nios planteaban su desafo en frica, Asia,
el Caribe y otras partes del mundo. Fanon protagoniz una
instantnea de esta crtica cuando exhort a sus lectores a:
se permite la copia
127
Crticas similares se vierten desde movimientos de resistencia antirracistas ms recientes y desde lo que a veces se denomina teora del discurso colonial. Estas corrientes de la
teora y la poltica se entrecruzan con las del feminismo, los
movimientos pacifistas, las campaas medioambientales y
otros proyectos similares. Juntos enfatizan la nocin de que
el sujeto no existe como algo eterno dado de antemano, sino
que es producido en el discurso. An as, por muy capacitadora que haya sido esta perspectiva sobre la produccin del
sujeto, no podra por s sola dar cuenta adecuadamente de
operaciones no-logocntricas de la subjetividad. Como
Henriques et al. plantearon el problema, cmo evitara uno,
por un lado:
se permite la copia
Otras inapropiables
27 J. Flax, Thinking Fragments: Psychoanalysis, Feminism and Post-modernism in the Contemporary West, Berkeley, University of California Press,
1990.
28 Ibidem, p. 60.
ms profundas de una persona, con sus mltiples contradicciones, no podan entenderse simplemente en trminos de los
imperativos de las instituciones sociales. Las nuevas lecturas
fueron sustanciales para una explicacin ms compleja de la
vida psquica. Con su nfasis en un mundo interior permeado
por el deseo y la fantasa, el psicoanlisis interrumpe la idea
de un yo unitario, centrado y racional. Este mundo interior es
concebido como el lugar de lo inconsciente, de efectos impredecibles sobre el pensamiento y otros aspectos de la subjetividad. Al mismo tiempo, el psicoanlisis facilita la comprensin
de los modos en los que el sujeto-en-proceso queda marcado
por un sentido de coherencia y continuidad, el sentido de la
existencia de un ncleo que ella o l llama el yo.
Jane Flax27 sostiene que, a pesar de todos sus defectos
objeto de un debate considerable, existen, en el pensamiento de Freud, abundantes ambigedades que lo han hecho
accesible a diversas lecturas. Las ambigedades en las teoras
de la libido y el inconsciente, por ejemplo, han posibilitado
que los lmites entre el yo, el superyo y el ello, o entre lo psquico, lo somtico y lo cultural, se conciban como mviles y
permeables. El dualismo mente/cuerpo se vuelve problemtico cuando el instinto o el impulso se conceptualizan simultneamente como psquico, somtico y cultural; en este sentido una necesidad, una falta y un deseo nunca son una sensacin puramente corporal sino constituida y regulada en el
seno de un espacio cultural. Las conceptualizaciones de
Freud de la mente como no-unitaria, conflictiva, dinmica,
encarnada y constituida por formas que no pueden ser sintetizadas u organizadas en una distribucin de funciones o
por un control permanente y jerrquico28 socava las ideas
racionalistas y empiristas sobre la mente y el conocimiento.
En este tipo de apropiacin feminista post-estructuralista
de Freud, los elementos constitutivos de la mente yo, superyo y ello emergen como conceptos relacionales constituidos
en y a travs de experiencias internas y externas. De ah
que el sujeto se conciba como descentrado y heterogneo en
se permite la copia
128
129
se permite la copia
130
Otras inapropiables
Su discurso subraya la cuestin planteada por Dalal32 en relacin a lo que l califica de complicidad del paradigma jungiano con los discursos racializados. Enfatiza la importancia
y la necesidad de prestar mayor atencin a cmo se conceptualiza la subjetividad en culturas distintas de las occidentales y al trfico transcultural entre las ideas.
A lo largo de los aos se han llevado a cabo intentos de
combinar diferentes aproximaciones al estudio de la subjetividad. Teresa de Lauretis, por ejemplo, sugiere que semitica y psicoanlisis podran ser movilizados conjuntamente
para expandir nuestra comprensin de la subjetividad.
Aboga a favor de localizar la subjetividad en el espacio contorneado por los discursos de la semitica y el psicoanlisis;
ni en la primera ni en el ltimo, sino ms bien en su interseccin discursiva.33 El objetivo es explorar la relacin entre
cambio personal y cambio social sin recurrir a explicaciones
reductoras basadas en la simple determinacin.
se permite la copia
131
se permite la copia
Otras inapropiables
se permite la copia
132
se permite la copia
133
134
Otras inapropiables
El hecho de que este enraizamiento de la etnicidad en la diferencia fuera utilizado por el discurso racista como un modo
de negar la realidad del racismo y la represin, no significa
que debamos permitir que el trmino sea permanentemente
colonizado. Esa apropiacin tendr que ser discutida, el trmino desarticulado de su posicin en el discurso del multiculturalismo y transcodificado, del mismo modo en que
previamente tendremos que rescatar el trmino negro de
su posicin en un sistema de equivalencias negativas.35
se permite la copia
identidad particular adopta una forma en una prctica poltica a partir de la relacionalidad fragmentada de la subjetividad
y se disuelve para emerger como un rastro en otra formacin
identitaria. Como he enfatizado desde el principio, el sujeto
puede ser efecto de discursos, instituciones y prcticas, pero
en un momento dado el sujeto-en-proceso se experimenta a
s mismo como el Yo, y tanto consciente como inconscientemente repite y resignifica posiciones en las que est situado y de las que est investido.
El concepto de diferencia, entonces, hace referencia a la
variedad de formas en las que los discursos especficos de la
diferencia se constituyen, cuestionan, reproducen y resignifican. Algunas construcciones de la diferencia, tales como el
racismo, postulan unas fronteras fijas e inmutables entre grupos que se significan como inherentemente diferentes. Otras
construcciones pueden presentar la diferencia como relacional, contingente y variable. En otras palabras, la diferencia no
siempre es un indicador de jerarqua y opresin. Por lo tanto,
la cuestin de si la diferencia resulta en inequidad, explotacin y opresin o en igualitarismo, diversidad y formas democrticas de agencia poltica es contextualmente contingente.
Stuart Hall considera la etnicidad como una modalidad
potencial de diferencia indicadora de la especificidad de la
experiencia histrica, poltica y cultural colectiva que
podra probablemente cuestionar y desafiar las construcciones esencialistas de las fronteras del grupo. Sugiere que
debera ser posible rescatar la etnicidad de los discursos
racializados nacionalistas:
se permite la copia
135
Sin embargo, en la prctica, no siempre resulta sencillo desentraar estos movimientos diferentes de poder. Los discursos
nacionalistas pueden servir para ambos fines. Por ejemplo, las
etnicidades son propensas a ser apropiadas como significantes de lmites permanentemente fijos. De aqu que el carcter ingls de una clase en particular pueda llegar a representarse a s misma a travs del racismo como britanidad
enfrentada a aquellas etnicidades que subordina, como las de
los irlandeses, escoceses, galeses, britnicos negros, o las del
mundo anteriormente colonizado aunque, como sealamos
antes, las etnicidades blancas/europeas son subordinadas de
un modo diferente a las no blancas, no europeas. Ms
an, las etnicidades siempre tienen un sesgo de gnero y no
existe garanta de que su recuperacin no esencialista vaya a
desafiar simultneamente las prcticas patriarcales a no ser
que esta tarea se proponga como un objetivo consciente. De
hecho, no puede darse por sentado que el propio proceso de
recuperacin no inscriba diferencias esencialistas. Esto
puede resultar especialmente problemtico para las mujeres
si los valores culturales que los grupos en cuestin excavan,
refunden y reconstruyen son los mismos que afianzan la
subordinacin de la mujer.
Aunque he abogado en contra del esencialismo, es claro
que no resulta fcil enfrentarse con este problema. En su
necesidad de crear nuevas identidades polticas, los sectores
dominados a menudo apelarn a vnculos de experiencia
cultural comn con el fin de movilizar al grupo. En ese proceso pueden reivindicar una diferencia aparentemente esencialista. Spivak36 y Fuss37 han presentado argumentos a favor
de tal esencialismo estratgico. Ellas sugieren que puede
merecer la pena correr el riesgo del esencialismo si ello se
hace desde el lugar ventajoso de una posicin de sujeto
dominado. Esto seguir siendo problemtico si el desafo a
una forma de opresin conduce al reforzamiento de otra.
Parece imprescindible que no compartimentalicemos las
opresiones sino que formulemos, en vez de ello, estrategias
para desafiarlas conjuntamente sobre la base de una com36 G. C. Spivak, In Other Worlds: Essays in Cultural Politics, Londres,
Methuen, 1987.
37 D. Fuss, Essentially Speaking, Londres, Routledge, 1989.
136
Otras inapropiables
se permite la copia
M. Jacqui Alexander y
Chandra Talpade Mohanty2
Genealogas feministas
se permite la copia
137
Otras inapropiables
se permite la copia
138
se permite la copia
139
140
Otras inapropiables
se permite la copia
se permite la copia
141
Otras inapropiables
legados y los futuros en clave de praxis feministas comparadas. De ese modo, hemos elegido intencionadamente cartografiar esos caminos especficos por los que las comunidades,
las organizaciones y los movimientos feministas recurren y
reflexionan sobre algunos momentos de sus propias historias colectivas, de sus luchas por la autonoma. Por tanto,
nuestra utilizacin de trminos como genealogas y legados no intenta sugerir una herencia congelada o encarnada
de la dominacin y de la resistencia, sino un interesado y
consciente pensar y repensar la historia y la historicidad. Un
repensar que tiene como ncleo la autonoma de las mujeres
y la autodeterminacin.
Despus de ms de dos dcadas de luchas en torno a las
cuestiones del racismo y heterosexismo, en los programas de
los Womens Studies y los Gender Studies de la academia estadounidense se sigue propugnando una caracterizacin particular del gnero naturalizada a travs de la historia y las
experiencias de las mujeres euroestadounidenses urbanas y
de clase media. Al no desafiar la hegemona de lo blanco
y del capitalismo en las instituciones acadmicas, estos
programas, por ejemplo los Womens Studies, terminan a
menudo reforzando los regmenes de raza y el eurocentrismo heredado. A pesar de que en la dcada de 1970 la formulacin de la categora de gnero y su difusin a travs de una
variedad de disciplinas fue uno de los xitos ms importantes de los Womens Studies, en la dcada de 1990 han surgido
nuevos desafos intelectuales, radicalmente diferentes. Estos
desafos obligan a los Womens Studies a enfrentarse, ineludiblemente, con algunas cuestiones cruciales en relacin con la
divisin de clase, la racializacin y heterosexualizacin que
opera en la poltica estadounidense y en los mismos programas de los Womens Studies. Por ejemplo, la reciente difusin
de la cultura del consumo, siempre eurocntrica, en consonancia con una mayor consolidacin del capital multinacional, pone en primer plano la necesidad de teorizar las formas
en las que la desigualdad estructura los valores, los deseos y
las necesidades de los diferentes grupos y clases de mujeres.
Cualquier comprensin de las experiencias de las mujeres
que se base en una concepcin estrecha del gnero sera simplemente incapaz de enfocar los efectos homogeneizadores y
jerarquizadores de los procesos econmicos y culturales, que
son el resultado de esta cultura de consumo.
se permite la copia
142
se permite la copia
143
Otras inapropiables
peso explicativo nicamente en relacin con nuestras experiencias especficas, pero no muestran ningn valor de uso
para el resto del mundo. Ms an, la teora postmoderna, en
su urgencia por disociarse de toda forma de esencialismo, ha
generado una serie de confusiones epistemolgicas en lo que
se refiere a las interconexiones entre localidad, identidad y
construccin del conocimiento. As, por ejemplo, cuestiones
localizadas de la experiencia, la identidad, la cultura y la historia que nos capacitan para entender procesos especficos
de dominacin y subordinacin, son a menudo rechazados
por las teoras postmodernas como reiteraciones de una
esencia cultural o una identidad estable y unificada.7
El discurso postmoderno intenta desplazarse ms all del
esencialismo pluralizando y disolviendo la estabilidad y la
utilidad analtica de las categoras de raza, clase, gnero y
sexualidad. Esta estrategia a menudo niega la posibilidad de
cualquier recuperacin vlida de estas categoras o de las
relaciones por medio de las cuales son constituidas. Si disolvemos la categora de raza, por ejemplo, se vuelve difcil
reclamar la experiencia del racismo. Sin duda, el racismo y
los procesos de racializacin son mucho ms complicados
ahora que cuando W. E. Du Bois predijo que el problema de
la lnea del color es el problema del siglo XX.8 Pero las relaciones de dominacin y subordinacin que, a travs de los
procesos de racializacin y el racismo, son nombradas y articuladas, an existen y an requieren una explicacin y un
compromiso analtico. Los realineamientos globales y la fluidez del capital simplemente han conducido a una mayor consolidacin y exacerbacin de las relaciones de dominacin y
explotacin capitalistas que en esta compilacin referimos
como procesos de recolonizacin. As, mientras la actual
lnea de color puede sugerir la existencia de formas ms
complicadas de identidad racial, las relaciones de jerarqua
Library, 1969.
7 Michael Warner, Fear of a Queer Planet: Queer Politics and Social Theory,
University of Minnesota Press, Minneapolis y Londres, 1993; y Cathy
Cohen, Punks, Bulldaggers and Welfare Queens-. The Real Radical
Potential of Queer Politics ponencia presentada en la conferencia
Identity, Space and Power, City University of Nueva York, Marzo 1995.
8 W. E. Du Bois, The Souls of Black Folk, Nueva York, New American
se permite la copia
144
145
se permite la copia
146
Otras inapropiables
se permite la copia
se permite la copia
147
Otras inapropiables
se permite la copia
148
se permite la copia
149
150
Otras inapropiables
lucha su trabajo fluye de esta conexin. Por tanto, esperamos que este volumen, adems de poner en movimiento
ciertos proyectos intelectuales, establezca las bases para una
discusin mucho ms amplia entre las comunidades y las
organizaciones de mujeres de todo el mundo.
14 R. W. Connell, Gender and Power: Society, the Person and Sexual Politics,
Stanford, Standford University press, 1987, p. 143.
se permite la copia
se permite la copia
151
estadounidense despliega un conjunto de relaciones capitalistas al mismo tiempo que participa en relaciones coloniales
tanto dentro sus fronteras pueblos nativos y comunidades
de color en los Estados Unidos como fuera de ellas en
Puerto rico, Hawai y el Pacfico, con operaciones que estn
enmascaradas por una ideologa de la estatalidad y del estatus de la Commonwealth. Nos centramos en el Estado estadounidense debido a nuestra propia ubicacin y debido
tambin a que su nuevo estatus post-Guerra Fra lo coloca
como nuevo poder imperial en, por ejemplo, el Caribe e
India. El entretejimiento de lo global y lo local, que es tan
importante en nuestro anlisis, es tambin central en la discusin de Ella Shohat sobre las prcticas estticas post-tercermundistas. En un mundo de comunicaciones transnacionales, escribe Shohat, el problema central es la tensin entre
la homogeneizacin cultural y la heterogeneizacin cultural,
en la que las tendencias hegemnicas son simultneamente
indigenizadas en una compleja y disyuntiva economa
cultural global. Por tanto, existe un recurrente desafo terico de descubrir la interaccin cultural, poltica y econmica entre las propias categoras de lo global y lo local.
Uno de los principios organizativos centrales de esta
compilacin es la imbricacin de las prcticas contemporneas de los Estados postcoloniales y coloniales avanzadocon los procesos capitalistas de recolonizacin. El ancla
terica de cierto nmero de los ensayos precisamente las
continuidades y fracturas entre las formas de colonizacin
histricas y emergentes. Amina Mama plantea la transformacin de las formas de violencia contra las mujeres en frica Occidental, mientras Honor Ford-Smith muestra como la
colonizacin esttica el trmino es de Paula Jun Allen,
por medio de las agencias internacionales de financiacin,
ha sometido a Jamaica a una nueva disyuntiva descrita entre
la previa colonizacin britnica y las actuales Polticas de
Ajuste Estructural (PAE). El capitalismo es analizado, consistentemente, como un conjunto de procesos mediados a
travs de la simultnea articulacin de las jerarquas de
gnero, raza y sexo. Chandra Talpade Mohanty demuestra,
por ejemplo, que estas jerarquas operan a travs de diferentes ideologas generizadas sobre el trabajo de las mujeres.
Los ensayos conciben el capitalismo en sus manifestaciones
globales, locales y territoriales y en sus intersecciones con los
Otras inapropiables
anlisis y las luchas feministas; reconocen que el eurocentrismo y la colonizacin territorial se estn viendo transformados y reconfigurados a lo largo del globo. El impulso
hacia la recolonizacin deriva, claramente, de las crisis del
capitalismo que inventa su propia reconfiguracin. As, mientras algunos ensayos particulares de la compilacin, cartografan los fracasos de los nacionalismos anticoloniales, el
efecto acumulativo de tales movimientos por la autodeterminacin tambin ha ayudado a provocar las mismas crisis
en el capitalismo.
Puesto que nos servimos de ensayos especficos en esta
coleccin para ubicar la prctica histrica feminista y los
modos ms actuales de organizacin, debemos tambin
recordar que por historicidad nos referimos al uso de
herencias especficas en torno a historias no-hegemnicas
que interrumpen la dominacin estatal y capitalista. Las distintas formas de la prctica feminista lo que Geraldine
Heng llama las distintas variedades de feminismos asumen sus propias trayectorias a partir de una complicada
superposicin de matrices histricas: las luchas de liberacin
por parte de la izquierda, los nacionalismos contemporneos
a pesar de la relacin de enfrentamiento del feminismo con
el nacionalismo y la propia presencia e intervencin del
Estado. En cualquier caso, no hay prescripciones fijadas por
las que cualquiera de estas matrices pudiera determinar de
antemano las historias contra-hegemnicas especficas que
seran de mayor utilidad. De hecho, Heng muestra que un
feminismo amenazado puede asumir estratgicamente el
manto nacionalista o buscar legitimacin y soporte ideolgico en la historia cultural local, encontrando, en el pasado
nacional o comn, mitos, leyes, costumbres, personajes,
narraciones y orgenes feministas o proto-feministas. Lo
que el feminismo recuerda o puede arriesgarse a recordar, lo que recolecta y narra, su ingenio para codificar la
lucha en trminos que sean ininteligibles para el Estado
(Ford Smith) o visiblemente reconocibles y por tanto subversivos (Panjabi) y qu forma otorgue a las diferentes movilizaciones polticas, son asuntos paradjicamente contingentes, aunque localizados y estratgicos. La importancia de la
memoria histrica opositiva no puede ser malentendida.
Como ha afirmado Patricia J. Williams, no tener documentacin es demasiado insostenible, demasiado espontnea-
se permite la copia
152
se permite la copia
153
Otras inapropiables
se permite la copia
154
se permite la copia
155
Otras inapropiables
se permite la copia
156
se permite la copia
157
Otras inapropiables
sexual de las mujeres del Tercer Mundo organizado principalmente a travs de la prostitucin. El trabajo de Thanhdam Truong y Kamala Kempadoo es, aqu, muy til para
desmitificar hasta qu punto el trabajo de las prostitutas contribuye a los procesos de la acumulacin privada de capital
y hasta qu punto el Estado depende de l como modo de
proseguir con la heterosexualizacin de la defensa, de la productividad militar y de cosas por el estilo.20 Nuevos tipos de
reconfiguraciones raciales y sexuales estn sucediendo en
esta era de desmilitarizacin, en la que la masculinidad blanca ya no puede figurarse en torno a definiciones particulares
de lo militar. Debido a los profundos cambios de la economa
estadounidense, por ejemplo, el empleo policial estatal reside
ahora de manera desproporcionada en el trabajo y en los
cuerpos de la gente de color, mujeres y varones. Sin duda,
ideolgicamente el Estado tendr que esforzarse ms en resituar la masculinidad blanca ya que su presencia, al menos en
los escalones inferiores del ejrcito, est despareciendo.
Uno de los ejemplos ms dramticos de la crisis de la
heteromasculinidad ha sido el reciente discurso, promovido
por el Estado en Estados Unidos, sobre los gays en el ejrcito. Ostensiblemente, el propsito de este debate era determinar si a la masculinidad afeminada que se practica, pero
de la que no se habla se le poda confiar una de las tareas
ms importantes de la ciudadana: la lealtad y defensa del
propio pas. La preocupacin central era si esa masculinidad
feminizada en absoluto considerada como masculina o
como digna de ciudadana comprometera la heteromasculinidad al desempear su trabajo: la defensa de la nacin
imperial. Tras meses de discusin que incluyeron los
predecibles lamentos del Estado por su propia identidad
amenazada en el contexto de un ejrcito reducido, la
heteromasculinidad se reafirm, dej presente la sexualidad gay pero en silencio y borr, casi por completo, la
sexualidad lesbiana. Ms an, esta conclusin situaba
se permite la copia
158
159
se permite la copia
160
Otras inapropiables
se permite la copia
se permite la copia
161
Otras inapropiables
se permite la copia
162
se permite la copia
163
patriarcales y heterosexistas. En otras palabras, estos ensayos cartografan los fallos del nacionalismo anticolonial y de
los movimientos por la descolonizacin, para enfocar seriamente los aspectos psquicos y pedaggicos de la descolonizacin, especialmente los que estn relacionados con la poltica
sexual. La descolonizacin tiene una dimensin pedaggica
fundamental el imperativo de comprender, reflexionar
sobre, y transformar las relaciones de objetualizacin y deshumanizacin, adems de transmitir este conocimiento a las
generaciones futuras. Nuestra formulacin de la prctica
democrtica feminista busca abordar el fracaso pedaggico
del nacionalismo heredado.
En cuarto lugar, nuestro concepto de democracia feminista se inspira en principios socialistas para analizar las jerarquas de mando y construir una visin alternativa que sirva a
su transformacin. En espritu, si no siempre en palabras,
todas las colaboradoras de este volumen adoptan posiciones
anticapitalistas. Sin embargo, mientras las colaboradoras nos
ofrecen cartografas de prcticas feministas transformadoras,
son muy conscientes de los lmites de estas prcticas. Las fuerzas, las relaciones y las formas de gobierno materiales no han
variado mucho a fines del siglo XX. De hecho, a causa de la flexibilidad histrica del capitalismo, no hemos tenido el beneficio de la prctica socialista por un periodo de tiempo sustancial. El guin truncado del socialismo y los fracasos del nacionalismo anticolonial se combinan para formar el teln de
fondo de nuestra definicin de democracia feminista.
Finalmente, nuestra definicin de la democracia feminista
tiene dimensiones especficamente transnacionales. En esta
era, los procesos globales requieren, claramente, alianzas globales. La descolonizacin, de hecho, se vuelve un proceso
urgente precisamente a causa de la homogeneizacin y la
dominacin transnacional llevadas a cabo por los procesos
capitalistas globales. Sugerimos que la democracia feminista
necesita incluir una teorizacin sobre la democracia participativa transfronteriza que se site fuera de la esfera imperial.
Esta compilacin apunta hacia un feminismo transnacional, no
a una sororidad global definida segn un modelo de centro/periferia o Primer Mundo/Tercer Mundo. Y puesto que
la cuestin de la prctica es central en esta compilacin, otro
aspecto de nuestra versin de la democracia feminista implica
Otras inapropiables
26 Cornel West, Keeping Faith: Philosophy and Race in America, Nueva York,
Routledge, 1993, pp. 107-118 y 236-247; The American Evasion of Philosophy:
A Genealogy of Pragmatism, Madison, University of Wisconsin Press, 1989.
se permite la copia
164
se permite la copia
165
heredado, la cuestin de cmo se defina el pueblo se vuelve fundamental. De este modo, una de nuestras tareas principales es visibilizar las relaciones de poder racializadas,
generizadas y heterosexualizadas tipificadas segn el concepto hegemnico de Democracia y analizar el mito del ciudadano universal. Otra tarea es la de formular una definicin
de la democracia feminista que sea anticapitalista y se centre
en el proyecto de descolonizacin. En otras palabras, nuestro
objetivo es elaborar las formas en las que una democracia
feminista debe interpretar las jerarquas de gobernabilidad,
sus interconexiones y efectos, a la vez que se desplaza de una
prctica feminista individual a una colectiva.
Hemos afirmado que la poltica sexual permea todas las
relaciones sociales y que los procesos de colonizacin se formulan y se ponen en prctica a travs del disciplinamiento de
los cuerpos de las mujeres del Tercer Mundo. El ensayo de Ella
Shohat sobre el cine y vdeo feminista post-tercer mundista,
analiza las formas en las que se figuran las representaciones
del cuerpo femenino racializado en los procesos de represin
y resistencia; el de Kavita Panjabi sita el disciplinamiento del
cuerpo y la mente, el corazn y el alma femenino en las
narraciones carcelarias de las mujeres indias y argentinas. Este
marco de la compilacin, que otorga centralidad analtica a las
experiencias, las conciencias y las historias de las mujeres del
Tercer Mundo, resulta crucial para nuestra concepcin de un
proyecto democrtico feminista. Conceptualizar el pueblo y
la ciudadana en el marco de una comprensin feminista anticolonialista de la democracia exige que teoricemos desde la
experiencia y desde la ubicacin epistemolgica de las mujeres
del Tercer Mundo. Las llamadas Democracias del mundo han
beneficiado a muy pocas mujeres pobres del Tercer Mundo y
las claves anteriormente definidas de la democracia feminista
pueden clarificarse tilmente en el marco de las historias y de
las experiencias de estos grupos.27
166
Otras inapropiables
Nuestra ubicacin en los Estados Unidos y la posicin dominante que ocupa en tanto nacin democrtica por excelencia,
necesita una clarificacin sobre el uso retrico de la Democracia
que hace el Estado estadounidense. Esta seccin confronta las
jerarquas de dominacin que hemos identificado como un
aspecto crucial del proceso de desmantelamiento, descolonizacin y transformacin del capitalismo con el objetivo de dejar el
terreno despejado para una democracia feminista, anticapitalista y anticolonial. Algunas discusiones previas sobre el colonialismo, el capitalismo y las prcticas estatales, sugieren que las
prcticas de gobierno, coloniales, imperialistas, sexistas y racistas de los Estados Unidos, estn ofuscadas por la retrica y la
ideologa de la Democracia. La ideologa de la libertad y de la
Democracia opera de tal modo que el discurso de los derechos
humanos a menudo se invoca tan slo cuando estn en juego
los intereses econmicos y polticos de los Estados Unidos. De
este modo, el Estado estadounidense parece estar comportndose Democrticamente cuando sanciona invasiones imperialistas Panam, Granada, Nicaragua, etc. en nombre de la
preservacin de la Democracia en cualquier parte del mundo.
Las feministas estadounidenses comprometidas en luchas por
el cambio poltico ignoran a menudo este aspecto imperial del
Estado. Las voces de las feministas liberales, que claman por la
igualdad de derechos, el bienestar, los servicios sociales y un
salario igual para las mujeres, si bien son espacios cruciales en
la lucha contra el Estado, enfocan el Estado como si fuera evidentemente Democrtico.28 Esta teorizacin, que las feministas liberales hacen al abordar el tema del sexismo en el
Estado estadounidense como un Estado Democrtico, suele
oscurecer las relaciones de dominacin colonial y, por tanto,
impide potencialmente la formacin de alianzas entre las
mujeres del Tercer Mundo de las distintas naciones colonizadas o entre las mujeres de las naciones colonizadoras y las
de las colonizadas (postcoloniales).
se permite la copia
se permite la copia
167
Otras inapropiables
se permite la copia
168
se permite la copia
169
Otras inapropiables
o de las mujeres inmigrantes como trabajadoras indocumentadas, cuando las luchas feministas plantean cuestiones explcitamente anticoloniales y anticapitalistas.
Cierto nmero de crticas han analizado la convergencia
de los valores capitalistas y la concepcin Democrtica liberal de la Democracia. En lugar de repetir estos argumentos
en detalle, nos inspiramos en el primer trabajo de Paulo
Freire en su Pedagoga de los oprimidos para esbozar el modo
en que los mitos utilizados por la clase gobernante para
preservar el statu quo capitalista son simultneamente proposiciones sobre la Democracia en una cultura liberal
capitalista. En conjunto, estos mitos constituyen una retrica
de la libertad y la igualdad que consolida las prcticas y los
valores, altamente opresores, de la dominacin capitalista.
Bajo estas condiciones, la libertad y la igualdad funcionan
como derechos garantizados en el capitalismo, valores que
destacan las cuestiones del acceso econmico y de la eleccin, de la libertad individual, de la movilidad social y econmica, de la igualdad definida como acceso, oportunidad y
eleccin y de la propiedad privada como algo constitutivo de
nuestra propia vala. Estos mitos dan por sentado quin es el
ciudadano con derecho a estos derechos. Definen la libertad
como el acceso y la eleccin de trabajar ms que como las
condiciones materiales y psquicas que posibilitan tales accesos y tales elecciones sobre una base equitativa, y la igualdad como la igualdad de oportunidades y de derechos de
acuerdo a la ley, obviando el hecho que el ciudadano legtimo que implican esas definiciones es, inequvocamente, el
consumidor y el pagador de impuestos, varn, blanco, heterosexual y de clase hegemnica. El mito del carcter fundamental de la propiedad privada para el desarrollo humano,
en el que la propiedad de la tierra se combina con la vala
personal, el prestigio y el desarrollo del propietario a diferencia de las concepciones que sostienen la propiedad comunal de la tierra o del mundo, que insisten en que los seres
humanos no son propietarios de la tierra sino que viven en
relacin con ella sugiere una cosmovisin sistemtica, en
la que los valores capitalistas inspiran los conceptos de ciudadana y Democracia liberal. De hecho, resulta en la prctica como si la democracia hubiera sido colonizada por el
capitalismo, imposibilitando, as, que la cuestin de la
democracia se plantee en relacin con una prctica socialis-
se permite la copia
170
se permite la copia
171
Otras inapropiables
se permite la copia
172
173
se permite la copia
174
Otras inapropiables
se permite la copia
se permite la copia
175
Si bien encontramos til el trabajo de estas tericas para definir los lmites de la ciudadana y de los derechos democrticos para las mujeres en el capitalismo, queremos reenfocar
estas preocupaciones con el objeto de explorar las posibilidades democrticas de la formulacin de la ciudadana inspirndonos en principios socialistas. En lo que sigue, exploramos lo que significara 1) dar cuenta de la descolonizacin en
relacin con la democracia y 2) imaginar la conciencia crtica
y la agencia fuera de las concepciones procesales y de libre
mercado de la agencia individual. As, la cuestin que nos
planteamos es, cmo se conciben las mujeres a s mismas y a
sus comunidades en el contexto de esta re-teorizacin? El
modo de pensarnos fuera de las limitaciones de las formulaciones occidentales liberales de la Democracia que anteriormente hemos analizado consiste en imaginar la movilizacin
poltica como prctica de una descolonizacin activa. Las
transformaciones de la conciencia y las reconceptualizaciones
de la identidad son, por tanto, aspectos necesarios de la democracia concebida como prctica de descolonizacin.
La centralidad de la prctica colectiva en las transformaciones del yo y en la revisin de la democracia organizativa,
es la base del pensamiento feminista. De hecho, el pensamiento feminista, aqu, se inspira y ratifica los principios
socialistas de la colectivizacin de los medios de produccin.
Intenta reimaginar el socialismo como una parte de la democracia feminista que sita la descolonizacin en su centro. Sin
embargo, mientras los colectivos feministas luchan contra las
estructuras hegemnicas de poder a distintos niveles, tambin
se encuentran marcados por estas mismas estructuras son
estos rastros de lo hegemnico a lo que atienden las prcticas
de descolonizacin. As, por ejemplo, Geraldine Heng habla
del modo en que el feminismo adopta el manto nacionalista
en Singapur y Ayesha Imam examina las contradicciones de
Otras inapropiables
se permite la copia
176
se permite la copia
177
Otras inapropiables
mentales. A diferencia de Wekker y Moya, Panjabi no enfatiza una instancia de compromiso poltico en los movimientos
de mujeres. Sin embargo, al explorar la construccin de la
conciencia feminista opositiva y colectiva a travs del desarrollo de estrategias de resistencia basadas precisamente en
las ideologas de la familia, la maternidad y la crianza, utilizada para torturar a las mujeres, examina tambin los vnculos entre el desarrollo del yo de las mujeres y las luchas
polticas a mayor escala contra la represin. La codificacin
de la experiencia de la represin y de la resistencia por
ejemplo, compartir la comida como estrategia colectiva para
la supervivencia fsica y psquica en la prisin proporciona
claves para la construccin de una conciencia poltica contrahegemnica como mujeres. Se trata de una forma de movilizacin a travs de la escritura. Una forma de descolonizacin,
de imaginar la comunidad de un modo diferente, es pensarse
a una misma fuera de este espacio de extrema represin. Al
explorar la agencia de las mujeres en la creacin activa de relaciones, valores y formas de comunicacin contra-hegemnicas, para desafiar la colonizacin deshumanizadora de la prisin, los anlisis de Panjabi sugieren que estas genealogas del
sujeto poltico son diferentes de la narrativa del llegar-a-ser
del sujeto femenino individual del feminismo liberal.
En los ensayos de Wekker, Moya y Panjabi, la historia, la
memoria, las emociones y los lazos afectivos se interpretan
como elementos cognitivos significativos en la construccin
de sujetos feministas crticos y auto-reflexivos. Si bien construyen conceptos diferentes del yo, cada uno de los ensayos
sugiere que la descolonizacin emparejada con una prctica
colectiva emancipadora conduce a una reconceptualizacin
de los legados patriarcales, heterosexuales, coloniales, raciales
y capitalistas en el proyecto del feminismo y, as, a una nueva
imagen de la democracia y la prctica democrtica colectiva.
Cada una sugiere que las cuestiones de la poltica sexual del
gobierno resultan fundamentales para pensar las cuestiones
de la resistencia en las vidas cotidianas de las mujeres; de este
modo, sostienen que estas cuestiones son un aspecto integral
de la epistemologa de una lucha feminista anticolonial.
De manera similar, los ensayos de Honor Ford-Smith,
Ayesha Imam y Vasanth y Kalpana Kannabiran, que se centran en la anatoma de organizaciones feministas, sugieren
se permite la copia
178
se permite la copia
179
que las mujeres se definen a s mismas de maneras diferentes en virtud de su implicacin en movimientos polticos.
Tambin sealan las limitaciones de los imaginarios a
menudo vinculados a los fracasos del socialismo y del nacionalismo anticolonial que, en ocasiones, han heredado los
movimientos de mujeres. Los anlisis de estas autoras iluminan las herencias contradictorias, particularmente de las
prcticas de la dominacin, y postulan la organizacin de
prcticas colectivas, una vez ms, poniendo en primer plano
la necesidad de abordar la descolonizacin como un aspecto
fundamental de la lucha feminista. Estos ensayos tambin
nos ofrecen esperanza en medio de circunstancias poco favorables. Mientras los espacios para la transformacin colectiva se hunden frente a la dominacin capitalista transnacional, los ensayos de esta coleccin apuntan a los intersticios, a
los escasos espacios colectivos disponibles para imaginar y
poner en prctica futuros alternativos.
Los anlisis de Honor Ford-Smith sobre los efectos de las
subvenciones en el grupo feminista de Jamaica, Sistren, nos
proporcionan una critica interna, un punto de vista desde
dentro, de una organizacin radical feminista que se inspira
en ideologas reaccionarias y conservadoras y en construcciones coloniales de la feminidad y el voluntariado, a la par
que trabaja por la liberacin de las mujeres. En este ensayo
se abordan directamente, sin rodeos, las cuestiones del
poder, la autoridad, la responsabilidad y el liderazgo en la
construccin de una prctica democrtica. As, la descolonizacin, la prctica colectiva feminista, la subjetividad y la
agencia, permeadas por las experiencias e historias de clase
y raza, forman parte de la discusin de Honor Ford-Smith
sobre las posibilidades de una prctica democrtica organizativa. Este ensayo explora la relacin de la cultura y la
pedagoga como estrategia de movilizacin y auto-determinacin. Aqu, las cuestiones de la educacin popular son
simultneamente cuestiones acerca de la reconstruccin de
la cultura poltica; los anlisis de Sistren arrojan preguntas
de una conciencia poltica y tica radicalmente nueva que
crea un espacio pblico de disenso.
De cualquier forma, otro aspecto, que tambin es particular de los diversos anlisis de las organizaciones y de los
movimientos feministas recogidos en esta compilacin, es el
Otras inapropiables
acento en la exploracin de cmo ciertas coyunturas histricas hacen posible que algunas cuestiones particulares emerjan en las organizaciones de mujeres. En el caso de los anlisis de Vasanth y Kalpana Kannabiran del movimiento de
mujeres Indias de Hyderabad, del anlisis de Ayesha Imam
de WIN en Nigeria y de la exploracin de Geraldine Heng
de las variantes del feminismo del Tercer Mundo bajo condiciones de represin estatal extrema en Singapur, las conexiones entre los procesos internacionales por ejemplo, las
polticas PAE y del FMI y la colisin del Estado postcolonial son fundamentales para entender la genealoga de las
organizaciones de mujeres. En estos tres casos, las narrativas, las prcticas heredadas de organizacin feminista y las
divisiones internas deben enmarcarse en el contexto de un
proceso histrico y cultural ms amplio, global al mismo
tiempo que particular.
Las prcticas estatales postcoloniales, incluidas la crtica
de un gobierno socialista y un Estado democrtico, conforman el contexto poltico del anlisis de Vasanth y Kalpana
Kannabiran sobre el surgimiento del movimiento de mujeres
en Hydebarad. Trazan la genealoga paterna y patriarcal del
contexto poltico, en el que los grupos de mujeres (SAKHI)
empiezan priorizar sus propios problemas, como resultado
de las movilizaciones estatales y religiosas fundamentalistas.
Como en los estudios de Honor Ford-Smith y Ayesha Imam,
esta crtica interna de las contradicciones de la organizacin
feminista particularmente la divisin activistas/acadmicas
heredada por SAKHI est vinculada a las polticas masculinistas de la izquierda y del movimiento comunista en India.
De forma similar Ayesha Imam examina los desafos organizativos a los que se enfrenta Women in Nigeria (WIN) dada
la complicidad del militarizado Estado postcolonial nigeriano con los procesos globales de ajuste estructural. Al reflexionar sobre las contradicciones internas de WIN, Imam
cuestiona su capacidad poltica para intervenir en la devastadora marginacin de las mujeres por las PAE y el Estado
nigeriano. Al reiterar el objetivo ltimo de WIN, la transformacin democrtica de las relaciones sociales de clase y gnero, Imam cartografa las limitaciones y los xitos de las prcticas organizativas feministas en el contexto de una profunda
colonizacin econmica, social y psquica de Nigeria.
se permite la copia
180
se permite la copia
181
Otras inapropiables
se permite la copia
182
se permite la copia
183