La Libertad en Ortega y Gasset
La Libertad en Ortega y Gasset
La Libertad en Ortega y Gasset
ORTEGA Y GASSET
1
Profesor Titular Jubilado de la Facultad de Educacin de la Universidad de Salamanca.
Correo electrnico: insesma@yahoo.es.
85
El problema de la libertad humana ha sido planteado de modo constante, a lo largo de la Historia del pensamiento, y las soluciones que se le
han dado oscilan entre dos extremos: la negacin total de ella, de la libertad,
por un lado; y, por otro, la absoluta armacin de la misma, por considerarla
como algo inmediatamente intuido.
Actualmente, la cuestin se presenta con mayor crudeza que nunca, por
el conocimiento, cada vez ms preciso, de las leyes naturales. Y es que, como
es obvio, el hombre no slo vive en la Naturaleza, sino que forma parte de
ella. Tambin est en situacin de apertura hacia lo sobrenatural, hacia a
aquello que est por encima de las mencionadas leyes. Consideradas as las
cosas, nos sale al paso de forma imperiosa el siguiente interrogante: la realidad entera, obedece al concepto de libertad o al de necesidad? En esta pregunta est evidentemente incluida esta otra: goza o no de libertad el
hombre? Porque si la entera realidad est regida, de forma absoluta, por leyes
necesarias, o por poderes superiores a nosotros, qu posibilidad de ser libre
queda al ser humano? Algunos responden que ninguna. Entre ellos, los defensores del determinismo mecanicista, concepcin segn la cual la Naturaleza est regida por leyes jas y cognoscibles, en funcin de las cuales todo
es susceptible de ser previsto. Este modo de ver las cosas se encuentra ya anticipado en el mundo griego por los atomistas, y fue despus desarrollado
por los representantes de la llamada ciencia clsica, vigente desde Galileo
(1564-1642) hasta comienzos del siglo XX.
En una postura radicalmente opuesta al mecanicismo se encuentran
quienes, a partir de la propia experiencia, deenden la existencia de la ms
absoluta libertad como principio rector de la realidad total. Tal es el conocido
caso de Jean Paul Sartre(1905-1980), que, al considerar los hechos de que el
hombre escoge y se ocupa en conseguir lo que an no es, concluye que la
esencia humana no es otra cosa que libertad e indeterminacin.
Pero, qu es la libertad? En sentido amplio, libertad signica inmunidad
de algo en su actuar, respecto a cualquier traba o impedimento. De forma
restringida y en relacin con el actuar humano, se entiende por libertad la
capacidad de determinar y llevar a cabo la operacin o serie de operaciones
que han de realizarse, para la consecucin de un n previamente propuesto.
Como consecuencia de lo dicho, actualmente se considera, la libertad
humana, como una conquista, como una meta que ha de alcanzarse, mediante la superacin de los poderosos obstculos que a ella se oponen. Pero,
cmo la entiende Ortega? Veamos.
I. La libertad en ortega
El mejor modo de exponer el pensamiento de Ortega sobre la libertad
es, quiz, recordar y analizar la que se ha considerado como frmula germi-
86
87
...al descubrir mi yo, el mi-mismo, hallo que ste consiste en alguien que se ocupa
con lo que no es l, con otros algos los cuales adems se presentan reunidos y como articulados entre s y frente a mi en forma de contorno, de unidad envolvente, de mundo donde
yo estoy y estoy no yaciendo o inerte, sino atosigado por ese mundo o exaltado por l4.
88
terio. El mundo vital no tiene misterio alguno para mi, porque consiste exclusivamente
en lo que advierto. En mi vida no interviene sino aquello que ella se hace presente...7.
Recurdese, una vez ms, que el ser a que Ortega se reere es la biografa de cada cual.
As las cosas, hemos de decidir lo que vamos a ser, y de lo que cada cual
decida depende que su trayectoria biogrca, vital, sea, por poner dos ejemplos, la de un grosero o la de un hombre impregnado de nobleza. Pero,
dnde y cmo se realiza esa decisin o eleccin entre las posibilidades de
accin que en cada caso se nos presentan? La respuesta no es de difcil hallazgo: queramos o no, nos vemos obligados a hacer nuestra vida en el
7
89
mundo, y ste, a su vez, est sometido a los inexorables principios de espacialidad y temporalidad. Desde tal perspectiva, aqul, el mundo, se nos presenta como un compuesto de fatalidades y posibilidades. Y esto signica que
nuestra capacidad de decidir, nuestra libertad, est fuertemente limitada y
condicionada. El inujo que sobre nuestras decisiones ejerce el mundo es,
pues, bifronte: limita y posibilita. Y es que se vive ineludiblemente en un
mundo concreto: aqu y ahora.
Ese mundo concreto no es elegido por cada sujeto, no es elegido por mi.
Aunque lo deseara, no podra retrotraerme a vivir en cualquiera de los siglos
ya pasados, ni adelantarme para hacerlo en cualquiera de los futuros. Y lo
mismo ocurre con la dimensin espacial: si vivo en Espaa, no puedo a un
tiempo hacerlo en el Japn. Consecuentemente con esto, escribe Ortega:
...Cabe renunciar a la vida, pero si se vive no cabe elegir el mundo en que se vive.
Vivir no es entrar por gusto en un sitio previamente elegido a sabor, como se elige el
teatro despus de cenar- sino que es encontrarse de pronto, y sin saber cmo, cado, sumergido, proyectado en un mundo incanjeable, en este de ahora- Nuestra vida empieza
por ser la perpetua sorpresa de existir, sin nuestra anuencia previa, nufragos, en un
orbe impremeditado10.
90
Nos hemos topado con el concepto de experiencia. Pero, en qu consiste?; qu entiende por tal el lsofo madrileo? Segn ste, la palabra experiencia -empeiria- vive de la raz per. Y sta se encuentra en palabras
como peritus, periculum y, por alternancia voclica, en portus, poro y opportunus, vocablos todos estos que, conectados entre s, dan la idea de viaje, de
recorrer mundo, sin previos caminos construidos, sorteando los peligros que
conlleva tal modo de viajar. El porqu se lanza el hombre a ese viajar aventurero y peligroso se lo sugiere a Ortega nada menos que Paracelso (14931541). Es ste, recordmoslo, un en apariencia brillante mdico suizo, al que
nuestro lsofo considera un verdadero farsante, sin por ello negar su reconocida genialidad. Pues bien, Paracelso, imbuido del espritu renacentista
de la poca, considera que el autntico saber tiene que estar basado en la experiencia o Erfahrung. Y es el caso que fahren signica viajar en vehculo, recorrer mundo. Para qu? Para ver y observar cosas, sean stas costumbres
de los hombres o monumentos por stos levantados; sean paisajes de ora y
fauna de bellezas singulares; o desrticos parajes, resultado de la erosin
geolgica experimentada por nuestro planeta. La experiencia es, pues, el conocimiento directo que se tiene de las cosas, tras haberlas contemplado en sus naturales
lugares de existencia. Por esto, escribe acertadamente Ortega:
El empirismo o experiencia es, pues, un efectivo andar y ver como mtodo, un
pensar con los pies, que es lo que, segn los modernos, hacan los escolsticos13.
91
92
O. y G., J. (1941): Historia como sistema y del Imperio Romano, O. C., VII, p. 46.
93
94
95
De acuerdo con lo dicho, parece lgico que las visiones parciales que sobre
la realidad nos proporciona la razn pura, se pongan instrumentalmente al
servicio de la vida humana. En este sentido, esa razn no sera sino un instrumento al servicio de nuestro vivir, de modo anlogo a como los son la
vista o el olfato. As lo reconoce Ortega en 1914, al escribir las palabras siguientes, inmediatamente despus de manifestar el carcter espectral de los
conceptos en relacin con las cosas a que hacen referencia:
...Por consiguiente, a nadie que est en su juicio le puede ocurrir cambiar su fortuna en cosas por una fortuna en espectros. El concepto no puede ser como una nueva
cosa sutil destinada a suplantar las cosas materiales. La misin del concepto no estriba,
pues, en desalojar la intuicin, la impresin real. La razn [la razn pura], no puede,
no tiene que aspirar a sustituir a la vida.
Esta misma oposicin, tan usada hoy por los que no quieren trabajar, entre la
razn y la vida, es ya sospechosa. Como si la razn no fuera una funcin vital y espontnea del mismo linaje que el ver o el palpar!23.
Evidentemente, si, como hemos dicho, vivir es tratar con las cosas, nadie
puede sustituir stas por conceptos, sin renunciar a su propia vida. Pues bien,
el poner la razn al servicio de la vida es lo que Ortega llama vivir segn la
razn vital, conforme se deduce de sus textos. Veamos algunos de ellos.
En 1923, escribe sobre espontaneidad y cultura, en uno de los captulos de
El tema de nuestro tiempo. Segn el pensador madrileo, la cultura en Europa
es, en aquel entonces, el mundo de la razn, del pensamiento abstracto. Este
22
23
96
mundo procede de Scrates, se sigue defendiendo sin solucin de continuidad, a lo largo de la historia del pensamiento, y alcanza su punto culminante
con el racionalismo, en que se pretende que la razn sustituya totalmente la
faceta espontnea del vivir. El propio Scrates era partidario de tal sustitucin. Por qu?. Porque le pareca que era ms autntica la realidad de las
ideas o conceptos, la del mundo de la razn, que la presentada ante el sujeto
por la espontnea actividad de los sentidos24.
Ahora bien, tal pretendida sustitucin le parece a Ortega completamente
equivocada, por ser de realizacin imposible.
Hoy vemos claramente que, aunque fecundo, fue un error el de Scrates y los siglos posteriores. La razn pura no puede suplantar a la vida: la cultura del intelecto
abstracto no es, frente a la espontnea, otra vida que se baste a s misma y pueda desalojar a aqulla. Es tan slo una breve isla otando sobre el mar de la vitalidad primaria.
Lejos de poder sustituir a sta tiene que apoyarse en ella como cada uno de los miembros
vive del organismo entero25.
Esto no quiere decir que haya que renunciar al ejercicio de la pura razn
ni que carezca de valor lo conquistado por ella. Se trata simplemente de colocarla en su sitio, de corregir las visiones incorrectas de quienes han credo
o creen que la razn lo es todo en el hombre. La razn es un instrumento de
la vida, y el hacer ver esto constitua, para nuestro lsofo, la principal misin de su hora actual.
El tema de nuestro tiempo consiste en someter la razn a la vitalidad, localizarla
dentro de lo biolgico, supeditarla a lo espontneo....
...Pero eso signica una nueva cultura: la cultura biolgica. La razn pura tiene
que ceder su imperio a la razn vital26.
97
Pero si esto es as, y si, segn Ortega, la vida humana es algo que el hombre va haciendo en un continuo bracear con la circunstancia, resulta que esa
vida, nuestra vida, slo puede ser comprendida mediante la razn histrica.
Precisamente, de forma lcida desarrolla esta idea, nuestro lsofo, en Historia como sistema. Y, como justicacin, son varias las frmulas all enunciadas:
El hombre no es, sino que va siendo esto y lo otro... el ser es, en el hombre,
mero pasar y pasarle... el hombre no tiene naturaleza, sino que tiene...historia...28.
27
28
98
99
Y he aqu la otra:
...al hombre le es dada la abstracta posibilidad de existir, pero no le es dada la
realidad. Esta tiene que conquistrsela l, minuto tras minuto: el hombre, no slo econmicamente, sino metafsicamente, tiene que ganarse la vida31.
100
32
Algunos de los puntos aqu tratados han sido ms ampliamente desarrollados en otros
de mis trabajos: TAbERNERO DEL RO, Serafn-M. (1993): Filosofa y educacin en Ortega y Gasset,
Salamanca, Publicaciones Universidad Ponticia; Valores y educacin en Ortega, en PAREDES MARTN, M del Carme (Ed.) (1994): Ortega y Gasset. Pensamiento y conciencia de crisis, Universidad de Salamanca, pp. 155-188; La circunstancia en Ortega, en PAREDES MARTN, M
del Carmen (Ed.) (1998): El hombre y su medio. Perspectivas ecolgicas desde Ortega y Gasset, Unidad
de Filosofa Terica. Universidad de Salamanca, pp. 233-258.
101