Freeden, Michael (2003) - Ideología. Una Brevísima Introducción
Freeden, Michael (2003) - Ideología. Una Brevísima Introducción
Freeden, Michael (2003) - Ideología. Una Brevísima Introducción
Ideologa
Una brevsima introduccin
ePub r1.0
Titivillus 25.03.17
Ttulo original: Ideology. A Very Short Introduction
Michael Freeden, 2003
Traduccin: Pablo Snchez Len
3 Karl Mannheim
Luchterhand
4 Antonio Gramsci
Farabolofoto, Miln
5 Louis Althusser
Hulton-Deutsch Collection/Corbis
El asalto marxista
En La ideologa alemana, Marx y Engels reaccionaron
contra las modas filosficas y culturales dominantes en la
Alemania de su tiempo. El carcter espiritual y romntico
del pensamiento idealista alemn, argumentaron, se
apoyaba en concepciones errneas. Una de stas atribua
una existencia independiente a las ideas, el pensamiento y
la conciencia en el intento de sustituir el pensamiento
ilusorio por un conocimiento correcto. Pero al operar as,
argumentaban Marx y Engels, los filsofos alemanes
debatan puramente en torno de expresiones en lugar de
abordar el mundo real. La filosofa vena as a encubrir la
realidad, y adoptaba la forma de lo que Marx y Engels
denominaban ideologa. Para ellos en toda ideologa los
hombres y sus circunstancias aparecen boca abajo como en
una cmara oscura. Con esta analoga sealaban que la
ideologa es una imagen especular invertida del mundo
material distorsionada an ms por el hecho de que el
mundo material se encontraba a su vez bajo el capitalismo
sometido a relaciones sociales deshumanizadoras. El papel
de la ideologa era suavizar esas contradicciones
hacindolas aparecer como necesarias, normales y
congruentes. De esa forma la cohesin social poda ser
mantenida y aumentada. La ideologa era una sublimacin
en sus diversas manifestaciones, como la moral, la
religin y la metafsica de la vida material. Adems de
esto, la ideologa era diseminada por quienes se
especializaban en la actividad mental de la sublimacin: los
sacerdotes que ofrecan salvacin eran un ejemplo
temprano de esa emancipacin respecto del mundo real.
Semejante divulgacin poda ser un acto de manipulacin
deliberada, pero tambin poda ser especialmente para
Engels un proceso inconsciente o autoinducido. La
ideologa era una manifestacin de los perniciosos efectos
de la divisin del trabajo. En este caso, la divisin del
trabajo haca que el pensamiento humano se abstrajera del
mundo material, produciendo en su lugar teora pura, o
tica o filosofa.
Marx y Engels aadieron a esa visin de la ideologa
otra dimensin ms, que iba a resultar altamente influyente.
Asociaron ideologa y clase, afirmando que las ideas de la
clase dominante eran las ideas dominantes. Las ilusiones
ideolgicas eran un instrumento en manos de los poderosos
a travs del estado, y eran empleadas para ejercer control y
dominacin; en realidad, para manufacturar la historia
de acuerdo con sus intereses. Ms an, el filtrado de
intereses a travs de un contenedor la ideologa les
permita a aquellos y a la ideologa misma aparecer
representados como reclamos de verdad dotados de validez
universal y racional. Dicha representacin ayudaba a los
propagadores de la ideologa a forjar el mito de una
comunidad poltica unificada a travs de leyes ilusorias, el
dirigismo cultural y el enmascaramiento verbal, es decir,
a travs del poder sobre el lenguaje.
Quienes controlaban del comportamiento y el
pensamiento humano haban convencido incluso a los
miembros de las clases inferiores el proletariado de
que la ideologa burguesa dominante era tambin la suya.
Un trabajador explotado crea de verdad que era una buena
idea levantarse por la maana y trabajar catorce horas por
una miseria en la fbrica de su empleador porque haba
internalizado la visin ideolgica de que un trabajo as de
deshumanizado era parte inevitable del orden industrial, de
que se trataba de un acto libre por su parte, de que los
mercados daban a todos las mismas oportunidades, y de
que ganarse el sustento vendiendo la fuerza de trabajo a
terceros era algo esencial para tener sensacin de dignidad
personal. La ideologa se concentraba pues en las
apariencias exteriores, y no en la comprensin real de lo
esencial. Lo anormal se volva normal por medio del truco
de cartas ideolgico y del fetichismo de las mercancas (al
dotarlas de un estatus sagrado y mixtificado) y los
mercados en los que circulaban; por ejemplo, la gente
adoraba el dinero en lugar de valorar adecuadamente el
genuino proceso productivo que generaba riqueza. En una
tendencia que quedara ms marcada en su obra posterior,
especialmente en El Capital, Marx se centraba aqu en las
prcticas capitalistas concretas de las que emanaba la
ideologa y no en las ideas distorsionadas de los filsofos y
los idelogos. Comprensiblemente, una de las principales
misiones de lo que despus se conocera como marxismo
consistira en desenmascarar y desmitificar el carcter
enmascarador de la realidad de la ideologa. Someter a
crtica la ideologa iluminara las falsas pretensiones de sus
promotores y establecera en su lugar una serie de prcticas
sociales omnicomprensivas que proporcionaran a su vez
las bases empricas de la verdadera consciencia social.
El enfoque marxista produce como se puede apreciar
una muy persuasiva visin de la ideologa. La ideologa
aparece como el producto de una serie de causas simples
aunque insanas. Una es la necesidad de interpretaciones
simplificadas y fciles de vender del mundo en que
vivimos. Una segunda es el deseo de poder y control de
algunos individuos y grupos sobre otros. Una tercera es
una creciente tendencia a dividir la actividad humana en
compartimentos estancos la divisin del trabajo y a
separar el pensamiento de la accin. La ideologa reforzara
todo esto, y mantendra a las sociedades en un estado de
ignorancia y sufrimiento. Se podra concluir injustamente
de esto que el marxismo conceda un considerable poder a
las ideas, y de hecho lo haca, es decir, a las ideas que
adoptaban la forma de ideologa. Pero para Marx
semejante poder concentrado era un error, pues bloqueaba
la posibilidad de la emancipacin humana. Todos estos
rasgos aparecen de una manera mucho ms sofisticada en
los escritos del propio Marx, pero as es como en general
han sido reproducidos posteriormente en las divulgativas
aunque influyentes visiones marxistas de la ideologa.
Antes de pasar a ensalzar o condenar la teora marxista
de la ideologa conviene que nos preguntemos sobre qu es
lo que ha de cuadrar para que su argumentacin tenga
sentido. Primero, sta se apoya en la distincin crucial
entre conciencia verdadera y creencias distorsionadas o
falsas. Con el fin de reclamar que nuestra comprensin del
mundo (poltico) est basada en una ilusin, tenemos que
estar seguros de que es posible obtener un conocimiento no
ilusorio de la realidad. Marx crea que la verdad emergera
una vez que esa distorsin se esfumase; en otras palabras,
que las verdaderas relaciones humanas y materiales eran
una postura por defecto oscurecida por deformaciones
sociales e ideolgicas tanto como un resultado
cientficamente anticipado del desarrollo social futuro. Que
esa verdad poda ser extrada de manera concluyente
(desde luego no era descubierta por medio de revelacin o
intuicin, en las que Marx no crea) era un supuesto no
negociable de su pensamiento. Por esa misma razn, como
veremos, los crticos de Marx consideraran este
fundamental aserto en s mismo una creencia ideolgica,
que se volva as contra Marx. Pero la existencia de
verdades sociales puede no ser algo tan obvio como
parecera. Un cierto conocimiento factual puede parecer
evidente estoy viendo un grupo de personas reunidos
en una protesta pero como hemos visto, lo que se
desprende de saber eso sobre ese grupo variar
dependiendo del mapa interpretativo de que nos servimos.
Hay una frase bien conocida que dice: juzguemos el caso
por su valor. Los casos, sin embargo, no vienen
equipados con valoraciones que se nos manifiestan por s
solas; somos nosotros quienes adjudicamos valor al caso de
acuerdo con las creencias y valores que previamente
asumimos.
En segundo lugar y por consiguiente, esos argumentos
dependen de la naturaleza efmera de la ideologa. Si la
ideologa es una distorsin, desaparecer una vez se
(re)introduzcan las relaciones sociales verdaderas. Si es el
producto de una divisin antinatural y alienante entre lo
espiritual y lo material, desaparecer una vez que se
reconozcan las races materiales de lo espiritual. Y si
consolida una relacin de poder entre las clases dominantes
y las dominadas, desaparecer una vez que esas relaciones
de poder se transformen en un sentido democrtico de
comunidad e igualdad social. La ideologa es por tanto
indispensable; es un producto patolgico de las
circunstancias histricas y se diluir cuando stas mejoren.
En tercer lugar, la concepcin marxista de la ideologa
ha contribuido a una comprensin unitaria de la ideologa.
Si la ideologa es de veras una penosa cortina de humo que
encubre la realidad, cuanto antes prescindamos de ella
mejor. En particular no tiene sentido analizarla como lo que
es ni distinguir entre diferentes variantes de ideologa. Para
muchos marxistas, aunque no para todos como veremos, la
ideologa es parte de una superestructura que carece de
valor intrnseco. En consecuencia, la aproximacin
marxista a la ideologa ha desalentado cualquier inters por
la naturaleza y las permutaciones de esa cortina de humo
encubridora. La conviccin de tintes quasimesinicos de
Marx segn la cual una sociedad socialista sin distorsiones
terminara prevaleciendo implicaba que haba que deplorar
los defectos presentes en lugar de analizarlos
detenidamente. Es como si un estudioso de las instituciones
polticas decidiera que era una prdida de tiempo estudiar
la Cmara de los Comunes porque sus debates ponen de
manifiesto una prctica poltica de baja calidad:
comportamientos groseros, antagonismo competitivo,
enormes ineficiencias y ridculas distribuciones espaciales
entre diputados. En vez de ello, dira el estudioso,
dediquemos nuestros esfuerzos intelectuales a predecir el
desarrollo de una prctica legislativa ideal que pueda
defenderse y aplicarse de manera permanente.
Para poder defender que las prcticas o las ideas
polticas estn deformadas tenemos que estar seguros de
que pueden adoptar formas no distorsionadas. Pero incluso
si estamos convencidos de la actual ubicuidad de tales
distorsiones, un estudiante de polticas podra argumentar
de forma persuasiva que se trata de fenmenos sociales en
cualquier caso interesantes, y que requieren de anlisis si
aspiramos a comprender la naturaleza de lo poltico en las
sociedades reales. Una vez que nos lanzamos de cabeza
hacia la cortina de humo, hacia la sustancia de la ideologa,
nos toparemos tanto con rasgos comunes como con
variaciones: un mundo complejo y rico que aguarda ser
descubierto. En sntesis, en la categora abstracta de
ideologa en Marx se halla contenido un gran nmero de
ideologas concretas, y sus rasgos compartidos ofrecen un
ayuda de inmensa importancia para dar sentido al mundo
poltico.
Cuarto, otra faceta del carcter unitario de la ideologa
marxista es que las ideologas son parte de una visin
nica, incluso total, del mundo poltico. Son la clave
arquitectnica que mantiene unida una visin
perfectamente coherente del mundo que disimula sus
contradicciones internas. Esta imagen de totalidad
coordinada domin durante mucho tiempo en las visiones
de la ideologa, contribuyendo a darle su naturaleza
inclusiva y a que algunos idelogos creyeran que se trataba
de una verdad infalible. Necesitamos no obstante estar
convencidos de que esas visiones monolticas del mundo
no slo existen sino que adems poseen una fuerza
persuasiva. En ausencia de tal fuerza persuasiva se ha
vuelto demasiado a menudo necesario el recurso a la
coercin fsica para mantener la ideologa.
Quinto, se ha exagerado el papel de las ideologas.
Aunque la lgica marxista subraya la procedencia social de
la ideologa, su origen ha resultado con frecuencia ser
mucho ms estrecho que una clase en su totalidad. La
conexin que establece el marxismo entre la ideologa y las
relaciones de poder, as como entre aquella y la
manipulacin de las masas ha derivado a menudo en la
identificacin de un grupo profesional de idelogos, e
incluso en la constatacin de la influencia de individuos
concretos. Para algunos estudiosos los idelogos son
intelectuales posedos por un peligroso sentido de misin, el
de cambiar el mundo de acuerdo con una especfica visin
absoluta de las cosas. Tambin sugiere que la produccin y
la distribucin de bienes intelectuales constituyen un
monopolio. La teora marxista de las clases sociales ayuda
a consolidar dicha visin, si bien lo cierto es que los
intelectuales que figuran en esas teoras a veces actan de
modo independiente, menos determinados por sus propias
bases materiales de lo que el marxismo asume. La
asociacin que se hace de la ideologa con estos
intelectuales ha contribuido tambin a la visin
comnmente admitida de las ideologas como entidades a
priori, abstractas y no empricas. Esta perspectiva es
ampliamente compartida por los polticos, la prensa y unos
pocos acadmicos expertos, especialmente en el mundo
anglfono que posee su propio mito empirista, as como en
el mundo de habla germana, que sigue bajo la influencia del
vocabulario empleado por su compatriota Marx.
Qu es lo que sigue habiendo de valioso en el nfasis
marxista de una ideologa encubridora de la realidad? Tal
vez hasta cuatro cosas. La primera, hemos tomado de
Marx la relevancia de las circunstancias sociales e histricas
para la conformacin de las ideas polticas y de otro tipo.
Aceptamos como una verdad que no necesita
comprobacin que las personas son en una dimensin
importante el producto de su medio, si bien sigue habiendo
mucho debate acerca del peso relativo de ese medio, de lo
gentico, y de la capacidad individual de eleccin. Aliviadas
de una parte de su bagaje marxista, las ideas y las
ideologas son entendidas como el producto de grupos. Son
tambin parte del medio cultural que conforma y es
conformado por nuestras actividades.
La segunda, que las ideas son importantes. Puede que
Marx considerase que el actual mbito de la ideologa es
una daina ilusin, pero incluso en esa esfera ello implica
que las ideas no son puramente retricas. Si las ideas se
muestran no slo como verdades sino adems con tal
capacidad de dominio como se muestran en una ideologa,
han de ser tomadas muy en serio y hay que concederles un
papel an ms central que el que Marx les concedi.
La tercera, que las ideologas estn dotadas de
funciones polticas cruciales. Ordenan el mundo social, lo
dirigen contra determinadas actividades, y legitiman o
deslegitiman sus prcticas. Las ideologas ejercen poder,
cuando menos creando un marco dentro del cual se pueden
tomar decisiones o dotar de sentido la realidad. Ese poder
no tiene por qu ser de carcter explotador o
deshumanizador, pero visto as entonces slo algunos
anarquistas argumentaran que el poder incluso como
fenmeno habilitador o empoderador es algo de lo que
se puede prescindir totalmente.
Cuarto, que el mtodo marxista ha dejado como legado
algo de importancia incluso para los no marxistas. Se trata
simplemente de que lo que uno ve no es siempre todo lo
que uno puede conocer. Si aspiramos a comprender las
ideologas, hemos de admitir que contienen niveles de
significado que se hallan ocultos para sus consumidores y,
de modo frecuente, tambin para sus productores. El
estudio de la ideologa por tanto abarca en buena medida
si bien no del todo la empresa de descodificar, de
identificar estructuras, contextos y motivaciones que no
son visibles a primera vista.
Captulo 2
Ms all de lo ilusorio:
cmo han perdurado las
ideologas
El final de la ideologa?
Un problema para el estudioso de la ideologa consiste
en que muchos portadores de ideologa, especialmente pero
no solamente los conservadores, han negado serlo, tener
una ideologa. En lugar de ello se han visto a s mismos
como sujetos pragmticos, reservando el apelativo de
ideologa slo para las ideas de esos movimientos
polticos que defienden planes de cambio radical y total.
Esto sin duda refleja el problema de que la oposicin
frontal, y por consiguiente la necesidad de justificarla, ha
estado ms bien ausente de los regmenes totalitarios que
veremos en el Captulo 6, entre los que destacan de forma
arquetpica aunque no de modo exclusivo la Alemania nazi
y la Rusia de Stalin. Las ideologas de estos regmenes ms
cohesionados y ms letales fueron impuestas por medio de
la fuerza y el terror y con escasa apelacin a las facultades
racionales crticas de sus ciudadanos y sbditos. El
pernicioso y virulento impacto de estos dos regmenes
otorg una indebida relevancia a las variantes de fascismo
y comunismo que encarnaban, y foment una propensin
generalizada a identificar sus caracteres con las de las
ideologas en general. De ah que los ensayos sobre la era
de las ideologas produjeran confusin al dar a entender
que slo esos sistemas de ideas y prcticas cerrados e
impuestos entraban en la categora de ideologas, mientras
que el conservadurismo, el liberalismo y el socialismo eran
productos intelectuales no ideolgicos.
7. Este es el camino
Este es el camino para la reduccin de impuestos y el
estado del bienestar
Lenguaje y significado
Una serie de transformaciones en la lingstica
proporcionaron otra fuente externa de inspiracin para los
estudiosos de la ideologa. El nfasis sobre la gramtica y la
semntica (el estudio del significado) abri nuevas puertas
que los estudiosos de la ideologa comenzaron a flanquear
y atravesar en cantidades cada vez mayores. La gramtica
fue presentada como el conjunto de reglas estructurales
que vinculan entre s palabras en una secuencia particular.
Las palabras, como sabemos, no se juntan entre s de
forma aleatoria (como sugerira una expresin as:
polticos todos dejar el gobierno libres debera
prisioneros) sino que slo adquieren sentido siguiendo
ordenamientos particulares (el gobierno debera dejar
libres a todos los prisioneros polticos).
De un modo similar las ideologas, que se expresan en
primer trmino por medio del lenguaje, podan ser vistas
como fenmenos que contienen sus propias peculiaridades
gramaticales. Ms an, las palabras y combinaciones de
palabras portaban significados especficos: sus sonidos y
letras (los signos) indicaban algo ms que lo que estaba
siendo representado o significado. La palabra autoridad
poda significar una serie de actos de deferencia hacia una
persona o institucin. Pero los significados de las palabras
eran tambin interdependientes; estaban ubicados en una
red de relaciones con otras palabras y slo eran inteligibles
en ese contexto. La palabra libre quiere decir algo
bastante diferente en la frase el gobierno debera dejar
libres a todos los presos polticos que en la frase psate
a verme si tienes algo de tiempo libre. No slo era que las
reglas de la gramtica establecan que en el primer caso
libre era una forma adjetival ligada a un verbo y en la
segunda a un sustantivo sino que, ms importante para
estas pginas, las relaciones entre las palabras de las dos
frases establecan que lo que estaba en discusin era a) un
acto de liberacin frente a b) la ausencia de otros
compromisos.
Los estudiosos de la ideologa, que descubrieron
bastante tarde que era provechoso tratar las ideologas
como productos lingsticos y semnticos, comenzaron a
hacer un buen uso de su nuevo conocimiento. La
complejidad interna de las ideologas empez a ser
percibida con ms claridad; especialmente la posibilidad de
que las ideologas fueran portadoras de una multiplicidad
de significados observables con una mnima aproximacin
a las palabras y frases que utilizaban. Ms an, en
conexin con intuiciones psicolgicas, comenzaba a
sentirse el impacto de lo inconsciente. Despus de todo la
gramtica era experimentada a un nivel inconsciente por los
nativos de un idioma. De la misma manera, se podan
sostener supuestos ideolgicos relacionados con los
significados de las palabras e ideas a los que tenemos
acceso sin tener conocimiento de ello. Esto implic una
profunda reorientacin en el estudio del pensamiento
poltico. Los filsofos polticos, especialmente los del
mundo angloamericano, han subrayado la naturaleza
reflexiva y orientada a fines de la teora poltica. Los
estudiosos de la ideologa como fenmeno emprico, como
ya hemos visto, asuman que se trataba de una actividad
cognitiva de la que eran conscientes los portadores de una
ideologa. Los mensajes no intencionales no parecan
poseer relevancia acadmica porque no se hallaban sujetos
al control racional de los usuarios del lenguaje poltico.
El excedente de significado
Lo inconsciente se convirti en un objeto de
importancia en la exploracin de la ideologa, lo cual vino
ayudado por una serie de desarrollos en la teorizacin
posterior a la guerra mundial en el continente. Un factor
fue la influencia del filsofo francs Paul Ricoeur, cuyos
prolijos estudios sobre ideologa subrayaban tanto sus
dimensiones positivas como negativas. Ricoeur aisl un
aspecto inconsciente de la ideologa que denomin
excedente de significado. Con esta expresin quera
decir que las ideologas (al igual de hecho que muchas
formas de expresin humana) transmitan ms informacin
que de la que sus autores eran conscientes o de la que
haban pretendido. Por ejemplo, cuando Maquiavelo
efectu su famosa equiparacin de la fortuna con una
mujer que ha de ser golpeada y forzada para lograr su
sumisin, lo concibi como una advertencia para que los
prncipes tuvieran la fortuna bajo control si queran tener
xito. Al hacerlo se sirvi de una metfora que no sera
extraa para sus lectores de entonces. Sin embargo hoy da
interpretamos ese mismo pasaje como un reflejo de una
actitud extremadamente denigrante hacia las mujeres, si
bien este significado es excedentario respecto del
argumento que Maquiavelo quera proponer.
Una leccin que hay que aprender de esto es que las
ideologas no slo son producidas y consumidas, y que su
consumo no es idntico por parte de todo el mundo. Las
ideologas son interpretadas y comprendidas de muy
diversas maneras por las poblaciones a las que van
dirigidas. Sabemos que las lecturas de la Constitucin
Americana en relacin con la igualdad de amparo por la ley
en sentido abstracto uno de los pilares de la nocin
liberal del gobierno de la ley han cambiado
considerablemente a lo largo del tiempo. Una de estas
lecturas sirvi para legitimar el principio de iguales pero
separados que justific la segregacin de la poblacin
negra respecto de la blanca. Una lectura posterior exigi la
integracin de estas dos poblaciones raciales. Estas lecturas
ilimitadas pueden ocurrir de forma contempornea: los
conservadores entendieron la ideologa del bienestar en un
sentido de apoyo a la paz industrial y la productividad,
mientras que para los socialistas encarnaba la promesa de
solidaridad social y una distribucin ms justa de los bienes
escasos. El estudio de estas variables lecturas se conoce
como teora de la recepcin.
Al mismo tiempo los productores de ideologa no son
los nicos que no son conscientes del excedente de
significado que producen. De forma crucial, sus
consumidores pueden absorber marcos de comprensin
cuyos mensajes y consecuencias les resulten a ellos
mismos imposibles de detectar. Uno de estos procesos es la
socializacin de los muy jvenes. Cuando la conciencia de
un menor est cristalizando, ste percibe el mundo como
autoritario, desigual y jerrquico. Esto no es as debido a
que los adultos se comporten de manera inadecuada hacia
los nios y pequeos, sino que es un efecto del tamao
fsico de los adultos y de la necesaria imposicin de orden
y de la toma de decisiones en nombre de quienes no son
an capaces de dirigir sus propias vidas. Las visiones de la
poltica que normalmente asociamos con el totalitarismo y
con muchas modalidades de conservadurismo la
naturalidad a la hora de aceptar rdenes y direccin por
parte de una fuente exterior, la inevitabilidad del liderazgo,
la relativa insignificancia del individuo en relacin con la
sociedad conforman las impresiones polticas iniciales en
todas las sociedades. La mayora de las sociedades
prefieren dejar a sus miembros en ese estado de
infantilismo poltico rehusando a reeducarlos en modos
alternativos de conducta. Una vez que una visin
ideolgica particular del mundo arraiga se vuelve invisible.
El derecho divino de los reyes, la supremaca de un texto
religioso sagrado, la benevolente sabidura de los
gobernantes, la futilidad del desafiante destino, las
creencias que pueden en s mismas ser conscientemente
posedas, todas ellas contienen tales excedentes de
significado. Pocas sociedades intentan resocializar a sus
jvenes en una edad ms tarda y alentarles dentro de
lmites cuidadosamente definidos a desafiar la autoridad,
promover la igualdad social y albergar recelos de ciertas
jerarquas; en breve, a pensar por ellos mismos de forma
crtica. Pero incluso en semejantes sociedades, el resultado
es slo la consolidacin de unos pocos grupos de personas
dispuestas a hacer realidad esos preceptos liberales. Para la
mayora, la preferencia liberal por continuamente revisar y
reevaluar los planes de vida propios puede resultar una
carga demasiado pesada. Incluso para los liberales, muchas
de sus vacas sagradas como el derecho a elegir la propia
profesin se dan por descontado en lugar de ser valorados
como un inusitado don de autonoma.
Liberalismo
El liberalismo consiste en una serie de conceptos
nucleares, todos los cuales resultan indispensables para sus
manifestaciones en el presente. El supuesto de que los
seres humanos son racionales; la insistencia en la libertad
de pensamiento y, con algunas limitaciones, de accin; una
creencia en el progreso humano y social; el supuesto de
que el individuo es la unidad social primordial y el nico
sujeto decisor; el postulado de la sociabilidad y la
benevolencia humana como lo normal; una apelacin al
inters general en lugar de a las lealtades particulares; y las
reservas acerca del poder a menos que ste se encuentre
limitado y se le haga rendir cuentas Todas estas
cuestiones forman parte del equipamiento mnimo del
liberal. Sobre este equipamiento se impone una disposicin
crucial: un cuestionamiento crtico de los motivos y las
acciones, que introducen una disposicin a repensar los
propios arreglos conceptuales y prcticas y a tolerar los de
los dems.
En tanto que tradicin, el liberalismo alberga la idea de
un desarrollo abierto de los seres humanos hacia estados
cada vez ms civilizados de existencia, expresada de la
manera ms acabada en las obras de John Stuart Mill.
Dicho desarrollo se desenvuelve en torno de la libertad que
la gente puede practicar sin trabas, sin verse dominados
contra su voluntad, instigados por un creciente
reconocimiento y formalizacin de los derechos humanos.
Pero a lo largo del siglo XX ha ido creciendo dentro de la
familia de los liberalismos la idea de un acuerdo justo con
las personas, consistente no slo en una igual proteccin y
trato legal sino tambin en la igualacin de las
oportunidades econmicas y de gnero y el respeto hacia
las mltiples y variadas culturas y credos dentro y entre las
naciones. El bienestar humano se ha convertido en el
principal ingrediente del paquete de beneficios que un
sistema poltico humanista promete a los ciudadanos.
Los logros del liberalismo han sido discretamente
imponentes. Su visin de que los pueblos fueran libres
fructific en la emancipacin de colonias respecto del
dominio imperial. Contribuy de manera directa a acabar
con la tirana y con la discriminacin de grupos
polticamente marginados; el hecho mismo de que los
polticos derrotados en las democracias liberales abandonen
el poder en lugar de apelar a la intervencin de los tanques
es una buena prueba de la asimilacin de sus normas de
rendimiento de cuentas y responsabilidad. Ha promovido la
reforma social a gran escala, llegando al clmax con el
estado del bienestar, y si no vase la legislacin sobre
pensiones para la tercera edad, los seguros contra el
desempleo o la atencin sanitaria de los gobiernos liberales
desplegados en Gran Bretaa entre 1906 y 1914, inspirada
en el programa del entonces llamado nuevo liberalismo. En
el terreno de las relaciones internacionales, los catorce
puntos del presidente norteamericano Woodrow Wilson
dentro de los acuerdos posteriores a la Primera Guerra
Mundial abrieron la puerta a un nuevo orden mundial que
al principio no lleg a materializarse pero que tuvo su eco
en el establecimiento de las Naciones Unidas y en la
Declaracin Universal de Derechos Humanos una
generacin ms tarde, y que hoy da va extendindose
lentamente hacia estados hasta ahora bajo dominacin
totalitaria. Cada constitucin con una declaracin de
derechos y una estricta demarcacin de los poderes
gubernamentales que es respetada tanto por las autoridades
como por el pueblo, cada uno de los sistemas que remite a
la autoridad de la ley, es un triunfo de la tradicin liberal. El
New Deal del presidente Roosevelt en los aos treinta fue
un ejemplo del reconocimiento liberal de la necesidad del
gobierno de intervenir con el fin de asegurar la libertad y el
trato justo para sus ciudadanos. Otra lnea dentro de la
tradicin liberal, por el contrario, ha buscado apoyarse en
el desarrollo de nuevos mercados y una actitud econmica
empresarial a resguardo de la supuesta ineficiencia
burocrtica del estado como motor del bienestar
humano.
Estos son algunos de los hitos ms notables de la
tradicin liberal que han cambiado el mundo ms que las
ms dramticas revoluciones polticas, y que han
perdurado ms que stas. La tradicin liberal tambin ha
fracasado en una serie de cuestiones: la debilidad de la
Repblica de Weimar en la Alemania de los aos veinte no
logr prevenir la llegada de Hitler al poder; los prejuicios
masculinistas de los liberales han retrasado la extensin de
la emancipacin de las mujeres, e incluso la muy valorada
tolerancia del liberalismo se ha topado con dificultades para
hacerse con mtodos de afrontar el terrorismo sin rebajarse
el nivel moral de sus enemigos, de la misma manera que
muchos liberales se muestran perplejos cuando tienen que
confrontarse con culturas no liberales dentro de sus propias
sociedades. En cualquier punto es importante comprender,
contra la opinin de Gramsci, que existen ms ideologas
no hegemnicas que hegemnicas.
Socialismo
El socialismo es otra de las principales familias
ideolgicas, y sera prematuro anunciar ya su
desmantelamiento. Su impacto sobre el siglo XX y sobre las
familias ideolgicas con las que intersecta ha sido
considerable. Su configuracin conceptual nuclear combina
lo siguiente. Primero, ve el grupo como la unidad social
bsica, bien sea la sociedad en su conjunto o un grupo de
tamao menor como una comuna o un sindicato. Para los
socialistas los seres humanos estn constituidos por sus
relaciones con sus entornos humanos y, de paso tambin,
por los no humanos. Una clase, no obstante, es un grupo
alienado, aislado de los bienes materiales y sociales que se
necesitan para el pleno desarrollo y la expresin humanos.
Contiene por tanto connotaciones negativas, si bien en
diversos socialismos no-marxistas la clase se ha
convertido en una estructura cultural que confiere una
identidad positiva a sus miembros. En segundo lugar, tiene
una pasin por la igualdad, por la supresin de las
distinciones jerrquicas, y por la redistribucin de los
bienes a partir de las necesidades humanas. En tercer lugar,
prioriza el trabajo (tambin llamado fuerza de trabajo,
creatividad, productividad o actividad) como el rasgo
constitutivo fundamental de la naturaleza humana y en
consecuencia como el elemento bsico alrededor del cual
ha de estructurarse la organizacin social. En cuarto lugar,
aprecia el ideal del bienestar o florecimiento humano
basado a corto plazo en la erradicacin de la pobreza y a
ms largo plazo en la libre participacin de todos en la
herencia material e intelectual de la humanidad. En quinto
lugar, fomenta una creencia en la promesa inscrita en el
proceso histrico y en la capacidad de los seres humanos
de dirigir dicho proceso hacia fines benficos. El socialismo
est de una forma muy destacada orientado hacia el futuro
y es poderosamente crtico con el pasado y el presente. En
ocasiones en el discurso socialista la marcha de la historia
resulta imparable y el futuro irrumpe, borrando todo lo que
exista antes (es el caso de una de las ms potentes
variantes del socialismo, la marxista); en otras ocasiones
dicha marcha es gradual, errtica, y requiere de la ayuda de
las personas de buena voluntad.
La tradicin socialista despeg a fines del siglo XIX,
forzando en particular a las naciones europeas a tomar nota
de las exigencias de la emergente clase obrera. En la
medida en que tiene sentido hacer referencia a una familia
ideolgica en plural, est ms que justificado hablar de
socialismos en lugar de socialismo en singular. Varias de sus
versiones eran mesinicas y utpicas. Los anarquistas
socialistas soaban con la abolicin del poder poltico y con
un orden social espontneo basado en el altruismo y la
mutua interdependencia. Algunos devotos de inspiracin
marxista se embarcaron en fundar comunas, como los
primeros kibutz hace ya ms de un siglo en los que la
familia, la propiedad privada y la divisin del trabajo fueron
abolidos con objeto de crear una sociedad socialmente
ntima que no estuviera ya fracturada por barreras de
ningn tipo. Proto-socialistas franceses e ingleses como
Charles Fourier y Robert Owen disearon comunidades
basadas en los principios radicales de la igualdad. Los
sindicalistas deseaban reemplazar el estado con lo que
entendan que era la unidad poltica y econmica natural: el
lugar de trabajo, identificada a partir de la identificacin del
trabajo como la esencia del ser humano.
11. El Re-pensador
Tendremos que efectuar algunos replanteamientos, no de
nuestros principios sino de su aplicacin a los tiempos que
corren. Gaitskell.
Principios bsicos del socialismo:
Desarme irresponsable.
Pan y circo.
Deshechos de luchas de clases periclitadas.
Sindicatos irresponsables.
Conservadurismo
La tercera gran familia de ideologas de Occidente es el
conservadurismo. Aunque es frecuente encontrar
reticencias a la hora de considerarla una ideologa, se trata
tambin de una visin particular del mundo poltico e
inevitablemente contiene una serie de conceptos
estructurados en una relacin especfica. La razn de que
los conservadores tergiversen la naturaleza de su sistema
de creencias y de que los adversarios del conservadurismo
vean en esto una actitud oportunista se halla en el particular
perfil conceptual que ha ocultado su consistencia interna.
Cmo es que, se preguntaban sus crticos, los
conservadores podan ser paternalistas e intervencionistas
en el siglo XIX, y asumir la vocacin de protectores y
gobernadores del orden social, mientras que en el siglo XX
se han alineado con los abogados del libre mercado y la
intervencin estatal mnima? Una respuesta desde la
perspectiva histrica puede ser que la tradicin
conservadora se transform en algo bastante diferente; que
careca de una posicin sustantiva fija y que simplemente
reflejaba las polticas de las instituciones que actuaban en
su nombre. Consiguientemente, en Gran Bretaa el Partido
Conservador oscil desde un papel complaciente a otro
ms proactivo ante los conflictos industriales y los
crecientes costes del bienestar. En el continente, los
democristianos emergieron a partir de orgenes religiosos
particulares, especialmente catlicos. Ms tarde
consideraron dichos orgenes un lastre conforme fue
perdiendo importancia la poltica de posicionamiento
confesional, de manera que los conservadores tuvieron que
realinearse siguiendo agendas de corte nacionalista. Esto
era algo especialmente problemtico, pues la tradicin
nacionalista continental haba sido en gran medida
apropiada por la extrema derecha, lo cual dej poco
espacio de maniobra a los conservadores normales.
Pero hay otra solucin para el problema de la ostensible
vaguedad de la ideologa conservadora. Sus crticos han
estado buscando sus conceptos nucleares en el sitio
equivocado y por tanto han sido incapaces de dar con un
patrn consistente y duradero. Han estado buscando el
ideario contrario al de los liberales y socialistas en relacin
con la naturaleza humana, la justicia distributiva y la
relacin entre el estado y el individuo, y no han encontrado
nada slido. En el discurso conservador esas ideas no
muestran una continuidad estable y, por consiguiente, no
pueden ser candidatos a conceptos nucleares. No obstante,
esos candidatos existen. Un hilo comn que atraviesa todos
los argumentos conservadores es una inquietud ante el
cambio y una urgencia por distinguir el cambio natural del
antinatural. El primero est modulado en forma de
crecimiento orgnico continuo en lugar de por grandes
saltos incoherentes, planificados o mecnicos. Slo el
cambio como crecimiento es legtimo, seguro y duradero.
Otro hilo conductor comn es la conviccin de que el
orden social est fundado en leyes que no se hallan
sometidas al control humano; por consiguiente, ste no se
ve afectado por la voluntad humana, que slo puede
contribuir a alterarlo de forma daina. A lo largo del
tiempo, y conforme se han ido modificando los paradigmas
explicativos sobre el orden, han apelado a diversos
orgenes extra-humanos de un orden social permanente:
Dios, la naturaleza, la historia, la biologa y la economa
son algunos de los anclajes ms comunes a los que
recurren los conservadores.
Muchos conservadores se sirven de la religin como
soporte de las creencias morales y polticas que defienden,
y utilizan la sancin de la religin para imponer el orden
social. En realidad, la relacin entre las religiones
principales y el conservadurismo es problemtica en la
medida en que los que se aferran a sus creencias de
manera ms intensa, sobre todo entre cristianos,
musulmanes y judos, desean que el estado se convierta en
instrumento poltico de la fe. La naturaleza, como ya he
dicho, es un artificio ideolgico ideal para avalar lo que ya
existe, o para camuflar la pesada evidencia de lo
establecido. La historia aparece en forma de tradicin, y se
apela a ella como sabidura cumulativa del pasado que el
presente tiene la fortuna de heredar. La biologa y la
economa son dos manifestaciones de la ciencia cuyos
intentos de alcanzar el estatus de verdad secular seducen a
los conservadores. Todos estos artefactos alejan del foco
de la crtica a los seres humanos, especialmente a los
grupos dominantes. Pueden simplemente eludir la
responsabilidad por las deficiencias de la sociedad ya que
stas aparecen como impuestas por un marco metapoltico.
El conservadurismo es una tradicin poltica poderosa
porque apela a la inercia humana. Avala la buena fortuna
de quienes se hallan ya en posiciones de poder poltico,
econmico y social, que son comprensiblemente reticentes
a repartir sus ganancias, tanto si las han ganado por ellos
mismos como si las han heredado o adquirido por la
fuerza. El miedo es por tanto un acicate para el
conservadurismo. El conservadurismo no ha molestado
indebidamente a sus seguidores con grandes teorizaciones.
No ha requerido del enorme esfuerzo intelectual e
imaginativo que exigen todas las ideologas progresivas y
reformadoras para alumbrar un mundo mejor que el que
existe. Su tcnica ha sido principalmente reactiva, y de dos
maneras. Primero, aunque su ideologa se encuentra
normalmente latente, despierta cuando se ve confrontada
por los principios y polticas de ideologas contrarias. La
confrontacin es algo integrado en el conservadurismo, que
surge cada vez que se ve desafiado por un proyecto
contrario a la humanidad y que atenta contra el cambio
aceptable de tipo orgnico. La igualdad es a continuacin
equilibrada con la jerarqua natural; una concepcin de la
individualidad en desarrollo lo es con la sobriedad de las
normas culturales existentes y un estado regulador con el
repliegue hacia las asociaciones civiles. La revolucin
aparece criminalizada y la utopa ridiculizada.
El segundo rasgo de la tcnica conservadora consiste en
armar un contra-conjunto de configuraciones conceptuales
dirigidas contra todo lo que los conservadores ven como lo
ms amenazador para el orden social. Cuando en el siglo
XX los liberales clsicos promovieron la emancipacin
poltica, los conservadores apelaron a los deberes propios
de la aristocracia y airearon el concepto de desigualdad.
Cuando desde fines del siglo XIX y a lo largo de buena
parte del siglo XX los socialistas plantearon la reforma
social y la nacionalizacin, los conservadores pusieron los
derechos de propiedad en el centro de su espacio
ideolgico. Cuando los fascistas emplearon la violencia en
las calles en la dcada de 1930, los conservadores se
parapetaron tras el estado de derecho y la constitucin.
Cuando los socialdemcratas preconizaron economas
planificadas, los conservadores de la era de Reagan y
Thatcher jalearon la libertad de eleccin de los ciudadanos,
redefinidos de manera deliberada como consumidores.
Como puede apreciarse, en cada uno de estos casos las
reacciones de los conservadores se sirvieron de conceptos
e ideas compartidas con otras ideologas (lo cual corrobora
su permeabilidad ideolgica) pero no con la ideologa que
era en ese tiempo considerada la ms amenazadora para
los principios conservadores. La flexibilidad a la hora de
organizar sus conceptos adyacentes ayud a los
conservadores a proteger sus nociones nucleares
relacionadas con el cambio seguro y su necesidad de
blindar el orden social de los caprichos de la voluntad
humana. Lo que para sus oponentes era una ideologa
oportunista esconda en realidad una reflexin altamente
consistente. Incluso la transformacin social visiblemente
radical orquestada por el gobierno de Thatcher tena el
objetivo de restablecer el tipo de cambio orgnico que,
desde su punto de vista, haba sido erosionado por las
excesivamente generosas medidas de bienestar y por la
orientacin poltica de los sindicatos.
Al tiempo que el conservadurismo se enzarzaba en una
lucha psicolgica y poltica con las ideologas de la reforma
moderada y planificada el liberalismo y el socialismo,
stas ltimas se hallaban enfrentadas entre s. Su relativa
proximidad desat la hostilidad entre dos grupos que
competan por una clientela cercana, obligando en
consecuencia a extremar hasta la parodia las diferencias
entre ellas. Es cierto que las versiones marxistas del
socialismo y las versiones libertarias del liberalismo tenan
poco en comn, pero el cuerpo principal de las dos familias
coincida en cuestiones sobre democracia,
constitucionalismo y el reconocimiento de las
reclamaciones de los menos favorecidos. Con todo, los
liberales calificaban el socialismo de burocrtico y no
realista; los socialistas contraatacaban denunciando que los
liberales asuman un egosmo instrumental que la mayora
de stos ya haba abandonado. Ninguna de estas diatribas
pudo igualarse a la lucha desarrollada en el segundo tercio
del siglo XX entre dos recin llegados, el fascismo y el
comunismo, contra el resto del escenario ideolgico. El
surgimiento de estas ideologas totalitarias si acaso vino a
reforzar la visin extendida de la ideologa como
doctrinaria, dogmtica, cerrada e impuesta sobre la
poblacin contra su voluntad.
Ideologa y discurso
Qu hay de relevante en la teorizacin de la ideologa?
Para quienes ven tanto el discurso como la ideologa como
algo que tiene que ver en primer trmino con las relaciones
de poder, los discursos son las prcticas comunicativas a
travs de las cuales se ejerce la ideologa. Para quienes ven
el lenguaje como el medio a travs del cual se da
significado al mundo, el discurso puede reemplazar o
despolitizar parcialmente el concepto de ideologa. Pero
podemos reformular esa relacin: la ideologa es una forma
de discurso pero no puede ser enteramente subsumida en la
idea de discurso. Para empezar, los estudiosos del discurso
abandonan la representacin de la realidad y se embarcan
de manera concluyente en la construccin de la realidad.
Las ideologas mantienen una implicacin en ambas.
Interactan con los acontecimientos histricos y polticos y
conservan un cierto valor de representacin. Pero lo hacen
a la vez que subrayan algunos rasgos de esa realidad al
tiempo que restan relevancia a otros, as como aaden
sucesos mticos e imaginarios para cubrir los vacos de la
realidad. Hay una constante retroalimentacin que acta
entre la imaginacin ideolgica blanda y las
constricciones duras del mundo real.
La complejidad del anlisis del discurso puede hacerse
ver a travs del famoso pasaje de la Declaracin de
Independencia de Estados Unidos en 1776:
Pasiones ideolgicas
La naturaleza evocadora de las imgenes y el mito nos
devuelven al tema que he abordado en el Captulo 5: la
importancia de las emociones y los sentimientos en las
ideologas. El estudio de la ideologa plantea que las
emociones realizan una doble funcin. A un nivel
instrumental se emplean como aparatos de argumentacin
o produccin de mensajes ideolgicos. A un nivel ms
profundo, las ideologas son la principal manera de que el
pensamiento poltico acepte la pasin y el sentimiento
como formas de expresin poltica legtimas, de hecho,
imposibles de suprimir. Las ideologas reflejan el hecho de
que el comportamiento socio-poltico no es total o
simplemente racional o calculador, sino altamente
emocional y de un modo central y a menudo saludable.
Los enfoques utilitarios y otros esquemas filosficos que
pasan por encima de esta faceta del ser humano y de la
interaccin social corren el riesgo de empobrecer y reducir
a caricatura el mundo de la poltica.
Ser emotivo y abordar la cuestin de los sentimientos
no son formas distorsionadas de pensar sobre la poltica.
Es cierto que en sus formas extremas hacen que las
colectividades acten como en un arrebato, segn sugieren
ejemplos como los desrdenes populares o el linchamiento.
Pero dar salida a las emociones no es necesariamente ser
irracional. El socilogo alemn Max Weber estableci una
famosa distincin entre racionalidad instrumental y
racionalidad motivada por los fines: la primera se serva de
una racionalidad de medios-fines como criterio por medio
del cual juzgar el conjunto de objetivos polticos de menor
coste-beneficio a seguir; la segunda se vinculaba a un valor
dado producido a cualquier precio. Los supuestos no
negociables que hemos visto que se encuentran en la base
de cualquier ideologa son ejemplos de racionalidad
orientada por los fines. La cuestin sin embargo es que se
encuentran en general revestidos con una capa que los
cubre de tipo emocional. Incluso los liberales se muestran
sentimentales al ensalzar las virtudes de la libertad e
instigan cruzadas a favor de la libertad. Antes de que los
filsofos polticos neutralizasen el concepto de justicia, los
liberales hablaban ya del lustre duradero que su
apasionada bsqueda concitaba. Trminos como
inspiracin, determinacin en las convicciones, compasin,
simpata y sacar del aletargamiento la imaginacin pblica
se encuentran por doquier en el discurso liberal, pero los
liberales insisten al unsono en mantener la cabeza fra al
admitir y canalizar esos sentimientos.
La intensidad del vnculo emocional con una ideologa
es otra explicacin de la proliferacin de estructuras
potencialmente autoritarias. Como hemos visto, la ideologa
totalitaria es a menudo el resultado de imponer y bloquear
el contenido de los conceptos polticos por medio de la
confianza lingstica e ideolgica. Pero la vinculacin con
las pasiones puede tener los mismos efectos. Cuanto ms
intensivamente emocional es el compromiso con una
ideologa, ms la intensidad emocional reemplaza a la
necesidad de control ideolgico exterior. Y al igual que con
la sobreimposicin totalitaria de significado, el apoyo
emocional intenso a una ideologa introduce inflexibilidad,
fragilidad y falta de voluntad de compromiso. Estas a su
vez hacen improbable el cambio y, cuando ste tiene lugar,
el envoltorio ideolgico en su conjunto entra en riesgo de
descomposicin. Una emocin fuerte, incluso violenta,
acta como el cemento que impide la mutacin interna del
significado de los conceptos en el seno de una ideologa.
Podemos en este punto traer a colacin el exceso de fe
religiosa. Pero no hay ninguna ideologa que tenga la
posibilidad de sobrevivir si aspira a ser refundada por
medio de sentimientos, ni tampoco solo por medio de stos
puede entablar relacin con las complejas realidades del
comportamiento humano. Aunque no hay ningn estudio
acadmico que resulte completo si, en lugar de ignorarla,
no muestra inters por la vida sentimental de los miembros
de la sociedad.
Captulo 10
Conclusin: por qu la
poltica no puede prescindir
de la ideologa
Captulo 1
La obra de Antoine Destutt de Tracy, lments
didelogie (Pars, 1804-1815) no est traducida al
castellano. Sobre Destutt vase E. Kennedy, Desttut de
Tracy and the Origins of Ideology (Philadelphia, American
Philosophical Society, 1978).
Una edicin abreviada y til en ingls de La ideologa
alemana de Karl Marx y Friedrich Engels es la de C. J.
Arthur (Londres, Lawrence & Whisart, 1974). En
castellano puede verse la edicin de Valencia, Universidad,
1994.
Una seleccin en ingls de textos de El Capital (vols. I
y III) es la de D. McLellan (Oxford, Oxford University
Press, 2000). En castellano una edicin habitual es Madrid,
Siglo XXI, 1985.
Captulo 2
Karl Mannheim, Ideology and Utopia (Londres,
Keegan Paul & Co., 1936) [edicin en castellano,
Ideologa y utopa (Mxico, Fondo de Cultura Econmica,
1997)]; Antonio Gramsci, Selection from Prison
Notebooks, edicin de Q. Hoare y G. Newell-Smith
(Londres, Lawrence & Wishart, 1971) [en castellano, Los
Cuadernos de la Crcel (Mxico, Era, 1975)]; Louis
Althusser, Essays on Ideology (Londres, Verso, 1984).
Captulo 3
La tesis del final de las ideologas aparece en D. Bell,
The End of Ideology: On the Exhaustion of Political Ideas
on the Fifties (Nueva York, Collier Books, 1962) [version
en castellano, El fin de las ideologas: sobre el
agotamiento de las ideas polticas en los aos cincuenta
(Madrid, Ministerio de Trabajo, 1992)]; y en Edward Shils,
The End of Ideology?, Encounter, vol. 5 (1955), pp.
52-58.
Sobre el enfoque empirista sobre las ideologas de R. E.
Lane vase su Political Ideology: What the American
Common Man Believes What He Does (Nueva York, The
Free Press, 1962).
El seminal artculo de Clifford Geertz ha sido reeditado
en su The Interpretation of Cultures (Londres, Fontana,
1993) [edicin en castellano, La interpretacin de las
culturas (Barcelona, Gedisa, 1988)]. Las reflexiones de
Ludwig Wittgenstein sobre los juegos del lenguaje y los
parecidos familiares se encuentran en sus Philosophical
Investigations (Oxford, Blackwell, 1958, 2. ed.) [versin
en castellano, Investigaciones filosficas (Barcelona,
Altaya, 1999)].
Captulo 4
Sobre Paul Ricoeur vase sus Lectures on Ideology
and Utopia (Nueva York, Columbia University Press,
1986) e Interpretation Theory: Discourse and the Surplus
of Meaning (Fort Worth, Texas Christian University Press,
1976).
Las referencias a las perspectivas sobre la libertad de
los aos cuarenta y cincuenta son las de Isaiah Berlin en
Two Concepts of Liberty, incluido dentro de sus Four
Essays on Liberty (Oxford, Oxford University Press, 1969)
[Cuatro ensayos sobre la libertad (Madrid, Alianza,
1996)]; Karl Popper, The Open Society and Its Enemies
(Londres, Routledge & Keegan Paul, 1965) [La sociedad
abierta y sus enemigos (Barcelona, Paids, 2002)] y Jacob
Talmon, The Origin of Totalitarian Democracy (Londres,
Secker and Warburg, 1952) [Los orgenes de la
democracia totalitaria (Madrid, Aguilar, 1956)].
Un texto central sobre hermenutica es el de Hans-
Georg Gadamer, Truth andMethod (Londres, Sheed and
Ward, 1979) [Verdady mtodo (Salamanca, Sgueme,
1988)].
El anlisis morfolgico de la ideologa es desarrollado
en M. Freeden, Ideologies and Political Theory: A
Conceptual Approach (Oxford, Clarendon Press, 1996).
Sobre la esencial conflictividad de los conceptos vase
W. B. Gallie, Essentially Contested Concepts,
Proceedings of the Aristotelian Society, 56 (1955-1956),
pp. 167-198.
Captulo 5
La mayor autoridad en historia conceptual es Reinhard
Koselleck, y su texto ms seero, Futures Past
(Cambridge, Mass., MIT Press, 1985) [Futuro pasado
(Barcelona, Paids, 1996)]. La cita de Marx procede de El
dieciocho de Brumario de Luis Bonaparte, en McLellan,
Karl Marx: Selected Writings, p. 329 de la edicin en ingls
[en castellano puede verse
http://www.marxists.org/espanol/me/1850s/brumaire/brum1.htm#i
Captulo 6
Un anlisis ms detallado sobre conceptos nucleares,
adyacentes y perifricos del liberalismo, el socialismo y el
conservadurismo en Freeden, Ideologies and Political
Theory. Estudios particulares sobre liberalismo son G. de
Ruggiero, The History of European Liberalism (Boston,
Beacon Press, 1959) [Historia del liberalismo europeo
(Granada, Comares, 2005)] y R. Bellamy, Liberalism and
Modern Society (Cambridge, Polity Press, 1992); sobre
socialismo, A. Wright, Socialisms (Oxford, Oxford
University Press, 1987) y D. Sassoon, One Hundred Years
of Socialism: The West European Left in the Twentieth
Century (Londres, Tauris, 1996) [Cien aos de socialismo
(Buenos Aires, Edhasa, 2001)]; sobre conservadurismo
vase K. Mannheim, Conservatism (Londres, Routledge &
Keegan Paul, 1986) y N. OSullivan, Conservatism
(Londres, Dent, 1975). Para el caso del fascismo vase R.
Griffin, The Nature of Fascism (Londres, Routledge, 1991)
y R. Eastwell, Fascism: A History (Londres, Vintage,
1996). Sobre totalitarismo vase H. Arendt, The Origins of
Totalitarianism (Cleveland y Nueva York, Meridian
Books, 1958) [Los orgenes del totalitarismo (Madrid,
Taurus, 1999)]. Sobre marxismo y comunismo vase L.
Kolakowski, Main Currents of Marxism (Oxford, Oxford
University Press, 1981, 3 vols.) [Las principales
corrientes del marxismo (Madrid, Alianza, 1982)].
Captulo 7
Sobre la tercera va vase S. White (ed.), New
Labour: The Progressive Future? (Basingstoke, Palgrave,
2001), y M. Freeden, The Ideology of New Labour,
Political Quarterly, 70 (1999), pp. 42-51.
Sobre nacionalismo vase M. Guibernau, Nationalisms
(Cambridge, Polity Press, 1996) [Los nacionalismos
(Barcelona, Ariel, 1998)]; A. Vincent, Nationalism and
Particularity (Cambridge, Cambridge University Press,
2002).
Sobre feminismo vase V. Bryson, Feminist Political
Theory: An Introduction (Londres, MacMillan, 1992) y A.
Jaggart, Feminist Theory and Human Nature (Totowa
(NJ), Rowman and Littlefield, 1988).
Sobre el Islam poltico vase D. Eickelman y J.
Piscatori, Muslim Politics (Princeton (NJ), Princeton
University Press, 1996). Sobre religin secular vase R.
Crossman (ed.), The God that Failed (Nueva York,
Bantam Books, 1954).
Captulo 8
Sobre anlisis del discurso vase T. A. van Dijk (ed.),
Discourse as Structure and Process y Discourse as Social
Interaction (Londres, Sage Publications, 1997) y un
ejemplo concreto de teora crtica del discurso es el de
Michel Foucault: vase C. Gordon (ed.) Power/Knowledge
(Nueva York, Prentice Hall, 1980).
Una estimable serie de artculos sobre el giro lingstico
se encuentra en R. Rorty (ed.), The Linguistic Turn.
Recent Esays in Philosophical Method (Chicago, Chicago
University Press, 1967) [El giro lingstico. Dificultades
metafilosficas de la filosofa lingstica (Barcelona,
Paids, 2009)].
E. Laclau y C. Mouffe, Hegemony and Social Strategy
(Londres, Verso, 1985) [Hegemona y estrategia socialista
(Madrid, Siglo XXI, 1987)] contiene un planteamiento
central sobre teora crtica del discurso desde el
postmarxismo. El enfoque lacaniano de S. iek aparece
en The Sublime Object of Ideology (Londres, Verso, 1989)
[El sublime objeto de la ideologa (Madrid, Siglo XXI,
2010)] y en la introduccin a su Mapping Ideology
(Londres, Verso, 1994).
Captulo 9
Sobre el impacto visual de la propaganda ideolgica
vase por ejemplo T. Clark, Art and Propaganda in the
Twentieth Century (Londres, Weidenfield y Nicholson,
1997) [Arte y propaganda en el siglo XX (Madrid, Akal,
2001)]. La distincin de Max Weber entre tipos de
racionalidad en Economy and Society, edicin de G. Roth
y C. Wittich, vol. 1 (Berkeley, Ca., University of California
Press, 1978), pp. 85-86. [Economa y sociedad (Mxico,
Fondo de Cultura, 1966)].
***
abstraccin
frica, socialismo en
Alemania
Althusser, Louis
amante de la libertad
americanismo
anlisis
estadstico
del discurso
analoga de la cuerda (Wittgenstein)
Anarquismo
anti-inmigracin
Arendt, Hannah
aristocracia
asesores polticos
Austen, Jane
B
Bell, Daniel
Berlin, Isaiah
Bernstein, Eduard
bienes sociales
bienestar
y trabajo
Biologa
buenas prcticas
burguesa
Bush, George W.
calentamiento global
cmara oscura
capitalismo
centralizacin
cambio
carcter polmico (de los conceptos)
Casa de los Comunes
China
ciencia(s)
social(es)
clase
dominante
obrera
social
coercin
comunidad
Comunismo
como religin secular
representacin pictrica del
conceptos
conflictividad esencial de los
conservadores
y las cuatro Pes
despolemizar los
liberales
perifricos
polticos
socialistas
totalitarios
conductismo
consenso
consentimiento
conservadurismo
como concepto de cambio
como consumidor de lenguaje poltico
y su interpretacin del estado de bienestar
y libertarianismo
nacionalismo y
permeabilidad del
tiempo y
Constitucin Americana
constitucionalismo
consumo
consumismo
contingencia
contrato
social
control
conocimiento
creatividad imaginativa
cruzadas informativas
cultural
apoyo
constriccin
herencia
ilustracin
debate
Declaracin de Independencia de Estados Unidos
deconstruccin
democracia
cristiana
directa
griega
historia conceptual y
permeabilidad
representativa
derecho divino de los reyes
Derechos Humanos
abusos de
descolonizacin
desigualdad
despolemizacin
Desttut de Tracy, Antoine
diferenciacin
difusin de la ideologa
discursos verbales internos/externos
distorsin ideolgica
divisin del trabajo
documentales dogma
ecologismo
economa
mixta
educacin
elecciones
emociones
empirismo
Engels, Friedrich
esferas pblica/privada
estado del bienestar
Estados Unidos
ciencias sociales en
y capitalismo
metforas de
estatus de los seres humanos
Europa del Este
excedente de significado (Ricoeur)
F
falsa conciencia
Fascismo
y tiempo histrico
imaginera visual del
limitaciones lgicas del
nacionalismo y
feminismo
final de las ideologas, teora del
filosofa
poltica
fiscalidad
Foucault, Michel
Fourier, Charles
Francia
intelectuales en
funcionalismo
Geertz, Clifford
gnero
globalizacin
gramtica
Gramsci, Antonio
grupos
de inters especial
de presin
relevantes
Guerra Fra
H
hegemona
hermenutica
herencia
historia
conceptual
de Gran Bretaa
Hitler, Adolf
Holocausto
ideas
identidad
anlisis del discurso e
colectiva nacional
ideologa
global
progresiva
reaccionaria
revolucionaria
sujeto e
transformadora
Ideologa alemana, La (Marx y Engels)
ideologas
cognitivas
comunicables
constrcciones lgicas sobre las
estrechas
estudiosos de las
de Europa del Este
no verbales
idelogos
igualdad
concepciones variadas de
como concepto clave
y conservadurismo
liberalismo e
de oportunidades
socialismo e
Ilustracin
imgenes (imaginera)
ideolgicas visuales
Impresionismo
individuacin
individualismo
Indonesia
institucionalismo ideolgico
integracin social
intelectuales
grupos importantes de
hegemnicos
libres
marxismo e
orgnicos
como sacerdotes
Internet
interpelar
intervencionismo
invasin de la privacidad
investigacin
Islam
izquierda/derecha, poltica de
Japn
judos
justicia
social
Kibbutz
Koselleck, Reinhart
narrativas
nacionalsocialismo, vase Nazismo
nacionalismo
nacionalizacin
Naciones Unidas
Nazismo
necesidad
neoliberalismo
New Deal
niveles de vida
nuevo orden mundial
Nremberg, desfiles y concentraciones de
objetividad
optimismo
opinin pblica
orden social
Orwell, George
Owen, Robert
palabras
Pan-arabismo
parecidos de familia
partido(s) poltico(s)
conservadores
norteamericanos
y las ideologas
republicano
socialistas
paternalismo
patriotismo
pautas
de interdependencia
recurrentes
pensamiento poltico
pensamientos-prcticas
permeabilidad
pluralismo
pobreza
poder
consentimiento y
feminismo y
polisemia poltica
Ecolgica o medioambiental
de partidos
de la Tercera Va
polticas
de derechas
control del lenguaje poltico y
ideologas competitivas y
pblicas, vase realizacin de polticas
realizacin de
soluciones ideolgicas a las
Popper, Karl
positivismo
post-marxismo
postmodernismo
postestructuralismo
prioridad
proceso
de toma de decisiones
histrico
produccin, vase Capitalismo
progreso social
proletariado
propaganda
propiedad
privada
proporcionalidad
proximidad
publicidad
racionalidad
Reaganismo
realidad
construccin de la
saltos en la
y postmarxismo
representacin de la
social
relacionismo
relativismo
religin
y fundamentalismo religioso
rendimiento de cuentas
redistribucin de la riqueza
representacin
responsabilidades
restricciones del derecho al voto
retrica
Revolucin Francesa
Ricoeur, Paul
rituales
romanos
Roosevelt, Franklin D.
santificacin
sacerdotes
Segunda Guerra Mundial
semntica
sentido comn
sentimientos populistas
servicios sociales
Shaw, George Bernard
Shils, Edward
significado
cambiantes horizontes del
excedente de
y significantes
y totalitarismo
simbolismo
smbolos anti-sociales
simplificacin
sindicalismo
sistemas de creencias
de valores
y pblicos masivos
y excedente de significado
Skinner, Quentin
social democracia
socialismo
argumentos polticos persuasivos del
y conservadurismo
y consumo de lenguaje poltico
definicin del
e interpretacin del estado del bienestar
y pautas de conceptos polticos
Permeabilidad del
socializacin de los menores
sociologa
sociedad civil
sociedades convergentes
Sociedad Fabiana
Stalin, Joseph
Unin Sovitica
universalismo
utilitarismo
utopismo
valores familiares
verdad
vigilancia
voluntad general
voluntarismo
voto
yo/otro
Zhan, Johann
iek, Slavoj