Voces y Ecos de Violencia
Voces y Ecos de Violencia
Voces y Ecos de Violencia
EL MURAL DE TANIPERLA
Este mural representa la armona campesina vista desde la guerra. Fue pintado
en la comunidad de Taniperla, Chiapas, Repblica Mexicana, para celebrar la
inauguracin del municipio autnomo Ricardo Flores Magn el 10 de abril de
1998. La gente le puso por nombre Vida y sueos de la caada Perla.
Hombres y mujeres de 12 comunidades llegaron para trabajar en el mural. Ellos
acordaron en diversas dinmicas de grupo dirigidas por Sergio Valdez
Ruvalcaba (Checo) representar la paz, la armona, la unidad, la felicidad.
Este mural fue destruido por las fuerzas de seguridad en un operativo que
pretenda acabar con el municipio autnomo.
Indice General
PRLOGO 7
PRESENTACIN 17
INTRODUCCIN TERICA:
REFLEXIONES SOBRE VIOLENCIA Y PODER 23
Isabel Piper
IMPLICACIONES
DEL INVESTIGADOR - INTERVENTOR 47
Ofelia Desatnik - Estela Troya
CHILE:
LOS DISCURSOS DE LA VIOLENCIA
Y LA VIOLENCIA DE LOS DISCURSOS 75
Mara Isabel Castillo - Francisco Jeanneret- Isabel Piper
Sofa Retamal - Ximena Tocornal - Mara Paz Vergara
NICARAGUA:
FAMILIA, PANDILLAS Y COMUNIDAD 341
Marcia Ramrez - Santiago Sequeira
CONCLUSIONES 401
PRLOGO
El tema de la violencia nos convoca a poner en palabras algo que es del orden de lo impensado, de
lo inimaginable porque golpea y pone en cuestionamiento los cimientos de toda cultura. Alude a los
aspectos ms indeseables del sujeto y de sus relaciones, y crea una dificultad adicional el tener que
darle una significacin y trabajar con sus efectos. En este texto, los autores se entregan a este
esfuerzo, tarea que vienen realizando con diversas formas de intervencin, a lo largo de la ltima
dcada.
El ILAS (Instituto Latinoamericano de Salud Mental y Derechos Humanos), con el apoyo de la
Fundacin Heinrich Bll y acompaado con otras instituciones y compaeros latinoamericanos han
emprendido la tarea de anlisis y denuncia que ha enriquecido el trabajo y la reflexin de otros
grupos preocupados por el tema. En esta larga trayectoria, tuve la oportunidad de compartir
experiencias con el equipo, al que me unen fuertes lazos afectivos y coincidencias, tanto a nivel
ideolgico como profesional.
El compromiso sostenido de sus autores, el esfuerzo conjunto para reflexionar desde distintas
experiencias histricas el tema de la violencia en sus diversas manifestaciones, estuvo atravesado
por mltiples dificultades, desde polticas, hasta afectivas o personales. No es un tema que se
recorre sin transformar ntimamente nuestras vivencias y nuestra ubicacin en el mundo. Algo
fundamental rene al equipo y genera cdigos ms all de las categoras tericas para el desarrollo
del trabajo de campo, la idea central de que toda la intervencin es acompaada por un
compromiso que intenta escuchar las demandas de la sociedad. La violencia no puede ser
entendida exclusivamente desde un discurso disciplinario y academicista. La violencia produce
subjetividades y est adquiriendo matices especficos en la sociedad actual.
El escenario que se presenta en esta investigacin est constituido por pases latinoamericanos
todos marcados por una historia de conquista, imperialismo y violencia (El Salvador, Nicaragua,
Chile y Mxico). El equipo de investigacin tambin tiene una historia de experiencias compartidas,
de creacin y de prdidas que enriquecen su nivel de anlisis y teorizacin.
Otros libros, coordinados por el ILAS, han abordado la comprensin y las consecuencias de los
efectos de la violencia desde diversos ngulos, se han ocupado del trauma de las familias de los
desaparecidos, de las vctimas de la tortura, de los problemas de identidad de los jvenes frente a la
migracin forzada de los padres. Todas estas investigaciones comparten un modo de entender la
investigacin que no renuncia a incidir en la creacin de nuevas formas de intercambio y de
construccin de proyectos colectivos solidarios. Rompen con la complicidad del silencio frente a
estos temas para participar en procesos de reconstruccin de la sociedad. Hacen visible lo que se ha
ocultado por tiempo, las identidades que imperan en un contexto sociopoltico donde predominan
relaciones de fuerza y violencia que aniquilan la bsqueda de autonoma, seguridad y bienestar de
los sujetos. Se analizan sus consecuencias, se generan tcnicas de intervencin y redes comunitarias
que recuperan la memoria colectiva y que no permiten echar en el olvido las atrocidades que
produce la violencia. Si bien los distintos pases involucrados presentan historias especficas, han
transitado o continan transitando por situaciones de violencia y atraviesan por una bsqueda
sinuosa de instauracin de la democracia.
El problema de la violencia ha sido abordado desde posiciones biologicistas que la confunden
con la agresividad hasta, la articulacin con las relaciones de poder o la violencia simblica que se
centra en el discurso y sus formas invisibles de manipulacin. Pero esta investigacin se ubica en el
contexto latinoamericano con su historia de mestizaje, con su mosaico de lenguas, con sus diversas
formas de autoritarismo, que se han perpetuado hasta la historia reciente de violencia poltica, de
gobiernos totalitarios y/o despticos que han sellado con su modalidad de gobierno represivo la
subjetividad de nuestros pueblos. En la dcada de los ochenta el trnsito a la democracia en base a
la nueva poltica sostenida por Estados Unidos de Norteamrica para la regin, junto con los
organismos que se ocupan de la defensa de los Derechos Humanos, han permitido dar a luz
episodios de desaparicin, tortura, represin, que haban permanecido antes en la oscuridad para la
sociedad civil. El rescate de la memoria de estos episodios y el trabajo con los afectados fue
imprescindible y es el centro al que se han entregado algunas organizaciones como las que realizan
esta investigacin.
Las comunidades, los nios, las familias, han sido los ms afectados porque han tenido que
desplazarse de su hbitat que les daba identidad y sentido de pertenencia. Pero ms all de las
consecuencias en la vida personal de los afectados, cabe destacar centralmente, la ruptura de los
lazos comunitarios que articulan la vida social de los distintos grupos. Las acciones colectivas tanto
productivas como recreativas o sociales, se vieron alteradas y minaron las relaciones al socavar los
vnculos de confianza y seguridad bsica que todo sujeto necesita para constituirse con autonoma e
integrarse creativamente a su medio social. La cultura como en los valores y en la vida familiar de
las comunidades afectadas. La violencia, tanto social como poltica, es un mecanismo de anulacin,
aniquilacin y sometimiento de los grupos sociales y los sujetos que caen bajo el efecto del miedo o
el terror.
Estas investigaciones se inscriben por ello, en una cultura de la paz, y contribuyen al problema
de la atencin en salud a partir de la capacitacin a maestros y promotores comunitarios.
La estructura del libro nos da un amplio panorama no slo histrico y coyuntural sobre las
formas de la violencia en estos pases, sino que desarrolla un nivel de reflexin terico-
metodolgico sobre el tema que puede enriquecer el panorama de lo escrito hasta el momento.
Parte de algunas consideraciones sobre las posibles causas de la violencia, articuladas al
contexto histrico de las dictaduras, hasta llegar a las diferentes formas de expresin en diversos
mbitos como el familiar, el institucional, el comunitario, los equipos de salud, y la repercusin en
la subjetividad de los individuos.
El abordaje de esta compleja matriz de intervenciones es precedida de un captulo de sumo
inters que nos habla del papel que jug la capacitacin y la formacin del equipo de investigacin
y del lugar de la metodologa en la investigacin como un procedimiento no tcnico, sino reflexivo
que acompaa todo el proceso. Se destaca el lugar de la palabra de los actores como central para
establecer un dilogo con el campo que permita comprender los procesos. Nos dicen las autoras
debemos asumir que lo que hacemos como investigadores sociales es obtener, deconstruir y reconstruir las
versiones que dan los informantes.
La hermenutica no es slo la del investigador. Todo hablante y todo objeto de estudio ha transformado
los hechos originales a los que se refiere, sea o no en forma intencional o consciente. Las personas, al hablar,
nos estn dando constantemente las interpretaciones de que disponen acerca del hecho original, incluso
interpretaciones de algo de lo que no participaron, sino que a su vez les fue relatado, de modo que ya no es
nunca el hecho en si mismo: ste es siempre inaprehensible....
Las autoras se ubican claramente en la tradicin de la investigacin que postula que toda
accin es simultneamente intervencin. Este compromiso con el campo incluye tambin de parte
de los investigadores cuestionamientos ticos que se relacionan con el uso de las relaciones de
poder-saber y el cuidado y vigilancia que es necesario establecer a travs del equipo de trabajo para
respetar los juicios de valor y cdigos culturales de las comunidades estudiadas, que de no contar
con estos procedimientos, podran llevar a violentar la cosmovisin de los actores, desde formas
paternalistas o asistencialistas.
Los compaeros chilenos sealan, en un primer momento, que la dictadura impuso un quiebre
en la historia de Chile que produjo daos irreparables. Encuentran que hay dos niveles en los que
se hace visible la violencia: dos espacios contrapuestos: los individuos, capaces de ser modificados y lo
social, inaccesible, inmodificable y productor de violencia. En los discursos aparece la idea de que la
violencia tiene efectos sobre s misma, constituyendo un ciclo que la potencia y la reproduce, llegando incluso
no slo a adquirir autonoma con respecto a los actores que la ejecutan, sino que los incita a producir ms
violencia. Esta manera de interpretarla y desvincularla de sus actores conlleva el riesgo de
naturalizarla como algo que no depende de los sujetos intervinientes y que es inmodificable.
Un segundo momento de la investigacin se refiere al anlisis de prensa, el cual intenta
rastrear, en un nivel estructural, el discurso sobre la violencia y su relacin con el poder, buscando
los debates y argumentaciones que dan cuerpo a la construccin de un problema social especfico:
la violencia. El dao, la tipificacin de la violencia, la justificacin de sta como medio y la negacin
de la existencia de una violencia poltica, estructuran un discurso que permite poner lmites al
problema social, otorgndole significaciones distintas segn los contextos, los sujetos involucrados,
el contenido al que apela la violencia, etc. estableciendo un orden determinado como en el caso de
la polica que seala: No usamos la violencia sino la fuerza que est autorizada por ley.
En un tercer momento, se analizan los discursos relativos a las instituciones de salud que
trabajan con violencia, creadas por el Ministerio de Salud que proporciona atencin gratuita a los
afectados tanto por la violencia poltica, acaecida durante el rgimen militar, como por la violencia
intrafamiliar. A travs del anlisis del discurso de estos trabajadores, nos muestran la repercusin
del trabajo con la violencia, la fragilidad del equipo y las dificultades para implementar el manejo
de la autoridad, la jerarqua y las diferencias. La equivalencia entre autoridad vertical y dictadura
militar afecta el ejercicio del poder ya que resulta un lugar rechazado que genera dificultades en
cuanto a la asuncin de responsabilidades.
Y finalmente en un cuarto momento, se describen y analizan los efectos de la violencia poltica
al interior de las familias que vivieron directamente alguna situacin represiva. A nivel de estas
familias, las experiencias represivas producen discontinuidad, ocultacin de la historia, sus
miembros circulan en dos mundos separados: el de la familia y el de su insercin institucional. El
miembro sintomtico es descalificado, agredido, rechazado y aislado, toda la familia, l incluido, comparte la
idea de que sus crisis de agresin, de llanto, de angustia son producto de su inestabilidad e inmadurez
emocional. De esta manera la familia intenta individualizar, privatizar el problema, niega la relacin entre
los conflictos familiares y las consecuencias emocionales relacionales y sociales producto de la represin
poltica.
En las familias vctimas de la represin poltica encontraron dificultades en el establecimiento
de los lmites. Los padres fallan en la posibilidad de contencin y afecto brindado a sus hijos los
hijos perciben a sus padres -que han vivido situaciones traumticas- como objetos frgiles, necesitados de
contencin, proteccin y cuidado.
El trabajo en El Salvador se desarrolla en tres niveles, familias del sector obrero y campesino,
los medios de comunicacin y su impacto en la subjetividad -a travs del desarrollo de grupos
focales-, y la intervencin en la capacitacin de promotores de salud de ONGs que trabajan en
zonas rurales. Los compaeros nos introducen en los vnculos generacionales que se establecen y la
presencia asimtrica de los vnculos de poder entre los gneros sin descuidar el contexto social que
rodea a estas prcticas de violencia. Es interesante la articulacin que se establece entre las formas
de control familiar en los sistemas de crianza de los jvenes y el mbito amenazante que ofrece la
socializacin en el mundo exterior con la presencia de las maras, pandillas con extremo uso de la
violencia y drogas que forman parte de la vida cotidiana. Segn los padres lo expresaron en su
discurso una de las alternativas que encuentran es el mantener a los jvenes muy cerca de ellos como una
forma que les permite tener sobre ellos mayor control. La violencia de la guerra finalizada hace cinco aos,
se encuentra presente en todos los espacios sociales, an en instituciones formadoras como la escuela. Ya no
es la guerra militar sino la guerra social. Sealan tambin la corrupcin e impunidad presente en el
cuerpo de seguridad y proteccin civil. Las familias hacen alusin a un poder que engaa y frustra
mostrando las contradicciones entre el discurso del Estado y las prcticas reales.
El trabajo de campo de los compaeros nicaragenses va acompaado de una investigacin
histrica documental. Nos hacen una descripcin de la opresin, el vasallaje y el terror a que fueron
sometidos los indgenas en la poca de la Colonia y del caudillaje presente despus de la
independencia. El perodo de democratizacin, luego de la cada del rgimen dictatorial de Somoza,
y la perseverancia de formas autoritarias de gobierno que no han facilitado la pluralidad de
partidos, dio paso a nuevas formas de violencia que se articulan con la presencia del narcotrfico,
ausente hasta el 1990. Los secuestros y las acciones que llevan a cabo las bandas armadas integradas
por ex-miembros de los antiguos ejrcitos beligerantes, son expresin del fracaso o la no ejecucin de
proyectos de reinsercin social para ex-combatientes.
Los compaeros trabajan a nivel de instituciones policiales y jurdicas, escuelas y promotores
de salud. Destacan los efectos de la guerra y las permanentes migraciones que rompen el
intercambio generacional.
El fenmeno de las pandillas ofrece un ejemplo viviente de la desintegracin familiar . Los jvenes
inician su incorporacin entre los doce y catorce aos desertando de la escuela. Se inician en ellas,
introducindose tambin al consumo de drogas que se encuentran en los barrios a bajo costo. Se
establece una lucha por el territorio entre las pandillas que cuentan con el apoyo de los distintos
grupos comunitarios que llegan a financiarles la compra de armas y pertrechos para los enfrentamientos
con otros barrios.
No es reiterativo destacar la importancia de los hallazgos de estas investigaciones para la
comprensin, interpretacin y prevencin de la violencia en nuestros pases. Hay un aporte
fundamental en su abordaje histrico y en la articulacin con los procesos polticos y su repercusin
a nivel de instituciones y familias. La violencia ejercida en nuestros pases desde diversos lugares,
est produciendo formas de subjetividad que es necesario desentraar para que no se conviertan en
mecanismos de dominacin y control que faciliten el ejercicio del autoritarismo. Es necesario
promover espacios de reflexin que sacudan los mecanismos de naturalizacin, negacin,
indiferencia o pasividad, frente a estos fenmenos de violencia que crecen de manera alarmante y
crean condiciones de sometimiento sin resistencia. Durante un tiempo la violencia se interpret
desde dos extremos reduccionistas: como efecto de rasgos patolgicos de un individuo o como
violencia estructural vinculada a la pobreza, la marginacin y la exclusin. Hoy la violencia
impregna todos los intersticios sociales, aparece como un elemento de la cultura en el cine, en la
literatura, en la familia, en la televisin; se pierde la sensibilidad hacia la misma y junto con ello la
posibilidad de modificar su presencia permanente en nuestros vnculos. Los nios repiten los
patrones de violencia, la violencia forma parte de los mecanismos de socializacin, en modalidades
de relacin en las instituciones. Ya no se puede hablar de la violencia exclusivamente como un
reflejo o reproduccin, la violencia permea mltiples lugares e interviene en la construccin de
subjetividades de nuestros jvenes y nios. La alienacin presente en el ejercicio de la misma,
produce sujetos dependientes sin pensamiento, que se adhieren fcilmente como sombra o eco a los
deseos de los otros, campo propicio para el ejercicio de cualquier forma de autoritarismo.
Todos estos elementos van conformando una visin historizada de trauma, que para ser
comprendido debe ser referido a sus contexto, pero no como mera contextualizacin sino como
mutua conformacin. En el planteamiento de Martn-Bar se encuentra implcita la idea de que el
trauma no radica en un momento violento y agudo que irrumpe, sino que se da en un contexto
histrico-social. As, la experiencia traumtica se cronifica y arraiga cada vez ms si la situacin
social no se modifica.
En sntesis...
Si se toman elementos aportados por las distintas concepciones de trauma poltico, es posible
llegar a formular una concepcin de trauma como un proceso histrico. Los ejes de reflexin
temporal y de origen sociopoltico parecen haber logrado constituir una nocin que da cuenta de la
complejidad del problema. Los esfuerzos por contextualizar histricamente una temtica que
tradicionalmente ha sido considerada como intrapsquica resulta terica y polticamente relevante,
en la medida en que rescata la dimensin social y poltica del problema, re significndolo y re
situndolo en el espacio de lo colectivo.
Es importante destacar, que cuando la literatura sobre violencia se refiere a los efectos de sta,
siempre lo hace a partir de este tipo especfico. Es decir, cuando se habla de los efectos de la
violencia siempre se est hablando de los efectos de la violencia poltica. As mismo, al desarrollar la
nocin de trauma ligada a lo poltico se destaca la especificidad del fenmeno de la violencia
poltica y de sus efectos, y se enfatiza la diferencia que tiene con otras problemticas que pertenecen
a otro mbito.
Esta diferenciacin tiene el efecto de abrir una pregunta sobre el carcter de ese otro mbito,
(que no es poltico). Esta pregunta cuando se responde, perfila un mbito de la violencia que es no
poltico.
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1/ En ese mismo texto, Martn Bar distingue entre violencia instrumental, es decir como medio para lograr un fin
diferente y violencia terminal que constituye un acto de violencia realizado por s mismo.
2/ Esta reflexin es parte de los textos: Insercin social y poltica de Jvenes hijos de detenidos desaparecidos y
ejecutados polticos: un estudio exploratorio de Germn del Solar e Isabel Piper; y de Anlisis crtico del discurso
psicolgico en derechos humanos: Una perspectiva psicosocial de Isabel Piper.
3/ Montero (Montero, 1987), en una revisin sobre el desarrollo de la psicologa poltica
Latinoamericana agrupa los diversos estudios sobre represin poltica bajo la denominacin de
trauma poltico.
*FMI: Fondo Monetario Internacional
IMPLICACIONES
DEL INVESTIGADOR - INTERVENTOR
Ofelia Desatnik
Estela Troya
IMPLICACIONES
DEL INVESTIGADOR - INTERVENTOR
Ofelia Desatnik1
Estela Troya2
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CHILE:
LOS DISCURSOS DE LA VIOLENCIA
Y LA VIOLENCIA DE LOS DISCURSOS
Mara Isabel Castillo
Francisco Jeanneret
Isabel Piper
Sofa Retamal
Ximena Tocornal
Mara Paz Vergara
LOS DISCURSOS DE LA VIOLENCIA
Y LA VIOLENCIA DE LOS DISCURSOS
INTRODUCCIN
En la introduccin terica nos referimos a cmo la disciplina de la violencia ha buscado elaborar
definiciones abarcativas y tiles del fenmeno. Pudimos constatar, cmo la multiplicidad de
significados atribuidos a dicho trmino y la imposibilidad de englobar en una misma descripcin la
variedad de fenmenos designados por ste, establecen el lmite a la construccin de esta
definicin.
Dadas estas dificultades, cabe preguntarse por qu los discursos sobre la violencia estn
marcados por la tarea de delimitar lo que entendemos por ese trmino? El objetivo implcito de
definir estos trminos es poder ir a la realidad a contrastar esta definicin con los hechos mismos.
Este ejercicio supone, que si la definicin encontrada se corresponde con la realidad, tambin lo
harn las explicaciones que se hagan sobre el fenmeno y por lo tanto las intervenciones sern
efectivas.
Por otro lado, plantear las cosas de esta manera supone que las definiciones conceptuales (que
provienen del cuerpo de conocimientos creados por una disciplina) representan la realidad de los
fenmenos sociales. Si esto fuera as, entonces la multiplicidad de los significados atribuidos a un
fenmeno constituyen un problema para el investigador y muestran, o bien los mltiples errores
que se han cometido al tratar de entender esta realidad, o bien las distintas interpretaciones
realizadas en funcin del marco terico desde el cual se analiza el tema.
Desde dicha perspectiva, la relacin entre el discurso de una disciplina y el fenmeno de
estudio es exterior, es una relacin de representacin. La dimensin propiamente simblica de los
fenmenos (que nunca es unvoca) es vista como un problema y una limitacin.
En esta investigacin nos hemos propuesto enfrentar el tema de la violencia y el poder desde
otra perspectiva, considerando la dimensin simblica de los fenmenos como una dimensin
constituyente de lo social. Como afirma Toms Ibaez No es la naturaleza del objeto sino el tipo de
relacin en el que este objeto est prendido quien le confiere su dimensin social, y esta relacin es
de naturaleza eminentemente simblica. En efecto, lo social no aparece hasta el momento en que se
constituye un mundo de significados compartidos entre varias personas (Ibaez, T.; 1989). La
construccin de sentido es una actividad propiamente humana y dejarla fuera implica
necesariamente reducir lo social a un conjunto de hechos objetivables y objetivados. Los
significados no son atribuciones que se hacen sobre el objeto, sino ms bien una dimensin
intrnseca a toda prctica social a travs de la cual el objeto mismo se constituye como real. Lo
propio del significado es que no puede ser apresado en una formalizacin precisa y rigurosa,
puesto que vara en funcin de los contextos en los que se construye (...) Por su vinculacin con la
dimensin simblica y con la construccin y circulacin de significados, queda claro que cualquier
cosa que denominemos social est ntima y necesariamente relacionada con el lenguaje y con la
cultura. Nada es social si no es instituido como tal en el mundo de significados comunes propios de
una colectividad de seres humanos, es decir en el marco y por medio de la intersubjetividad
(Ibaez, T.; 1989).
El fenmeno de la violencia (como todo fenmeno social) y sus significados, se construyen a
travs de prcticas sociales que adquieren sentido en una matriz de relaciones de poder. Estas
prcticas estn atravesadas por una dimensin discursiva inherente a toda prctica poltica. Es
precisamente, la dimensin del discurso la que nos permite comprender y analizar los recursos que
reproducen y justifican la violencia, as como identificar los procesos por los cuales se generalizan
formas de entender y experienciar la realidad que nos mantienen inmersos en relaciones violentas.
El poder transforma las relaciones en violentas a travs de los discursos y las acciones de las
personas, sin embargo, los discursos y las acciones tienen a su vez el poder de transformar esas
relaciones.
Las relaciones de poder imperantes en un determinado momento histrico, son las que
definen que un conjunto de hechos sean o no considerados violentos. Son las relaciones de poder
las que definen a la violencia, que le otorgan un valor, un conjunto de significados, de
justificaciones ideolgicas. En la relacin entre violencia y poder se da un complejo proceso de
atribucin de sentido en el que el poder y las condiciones sociales de produccin (ambos procesos
histricos y polticos) juegan un rol constituyente de la misma violencia.
Nos hemos propuesto abandonar la intencin de definir y delimitar. En vez de eso hemos
intentado comprender algunos procesos de construccin de los significados de la violencia,
abordando la relacin que existe entre este fenmeno y el poder. Para ello, hemos analizado
distintos discursos que construyen los significados del fenmenos de la violencia en su referencia
cotidiana a l.
Las interpretaciones se realizaron sobre los siguientes materiales: artculos de algunos
exponentes de la prensa nacional recopilados a travs de tres meses de seguimiento; siete grupos de
discusin realizados con distintos grupos de edad y de nivel socio econmico; transcripcin de
intervenciones teraputicas con familias que vivieron situaciones de represin poltica; tres diarios
de campo realizados a partir de la observacin participante de tres series de supervisiones
realizadas por ILAS a equipos de trabajadores sociales que intervienen en casos de violencia
poltica y violencia intrafamiliar.
LA SITUACIN CHILENA
El Golpe Militar de las Fuerzas Armadas que encabez el General Augusto Pinochet el 11 de
Septiembre de 1973, inaugur un perodo de profunda transformacin de la sociedad chilena. Para
que ello fuera posible, se instal un rgimen cuyo centro disciplinador fue el terror de Estado. En
una primera etapa, la violencia de las Fuerzas Armadas, se deja caer sobre el conjunto de los
partidarios del Presidente constitucional Salvador Allende -como hecho simblico de la destruccin
estatal se bombarde La Moneda, con el Jefe de Estado en su interior- en ajusticiamientos,
detenciones masivas en campos de concentracin y torturas, prohibicin absoluta de toda
organizacin o actividad poltica, exilio o reclusin interna indiscriminada de personeros y
simpatizantes de la Unidad Popular. En una segunda etapa, entre 1974 y 1977, se concentr la
actividad terrorista estatal en un organismo nico, la Direccin de Inteligencia Nacional ( DINA),
que inicia una planificada represin de los opositores organizados, apareciendo como actividades
nodales los presos polticos desaparecidos, los ajusticiamientos de lderes polticos clandestinos y la
desarticulacin sistemtica de las organizaciones sociales y partidarias contestatarias a travs de
redes de colaboradores secretos. Debe recordarse que a partir de la fraudulenta aprobacin de la
Constitucin de 1980, se abri un proceso con una faceta legal, que pretendi perpetuar como
Presidente de una democracia autoritaria y protegida al General Augusto Pinochet hasta 1997. Al
generarse despus de la crisis econmica de 1982 las movilizaciones y protestas sociales, la represin
poltica- ahora encabezada por la Central Nacional de Informaciones ( CNI)- sigue orientada hacia la
destruccin de la oposicin y la implantacin del terror colectivo, adquiriendo entre 1983 y 1987
adems el carcter de allanamientos masivos a poblaciones marginales, y de asesinatos annimos
de la masa que protestaba. En esta etapa se da la lucha contra la estrategia armada del Frente
Patritico Manuel Rodrguez (FPMR), que culmina con los hallazgos de armamentos para la
insurreccin que ste pronosticaba y el fallido atentando en contra del General Pinochet y la derrota
total de la va violenta antidictatorial.
Esta accin militar de las Fuerzas Armadas y de orden y seguridad (Cuerpo de Carabineros e
Investigaciones), desarticula la rica red social y poltica chilena, incluidos los otrora poderosos
sindicatos.
La Iglesia Catlica y dems Iglesias Cristianas, encabezadas por el Cardenal Ral Silva
Henrquez, se constituyeron en el principal baluarte de la defensa de los Derechos Humanos
conculcados -con el apoyo de un amplio y generoso movimiento de solidaridad internacional- y en
su alero se va organizando la actividad opositora.
El general Pinochet logr primero ser el jefe ms antiguo del Ejrcito, sin pares en su interior, y
luego adquirir un poder omnmodo frente a la Junta Militar (que reemplaz al Congreso abolido), y
al Poder Judicial, lo que le permiti generar un bloque hegemnico entre los Altos Mandos de las
Fuerzas Armadas, los economistas neoliberales (los chicago-boys de Friedman) y los empresarios
financieros y exportadores, implementando un modelo de desarrollo libremercantilista ad outrance,
impulsando las llamadas modernizaciones, que cambiaron totalmente la estructura productiva
industrial, agrcola y extractiva, el comercio y la banca, jibarizando el Estado y lo desconcentraron
en los Municipios controlados, fomentando el ingreso de capital transnacional y generando una
gran concentracin econmica, con la aparicin de una decena de grupos econmicos que se
aduearon de las empresas fiscales que fueron privatizadas.
Los xitos econmicos del rgimen de Pinochet fueron limitados: el crecimiento del Producto
Interno Bruto (PIB) fue inferior en promedio al 3%, hubo bajos niveles de inversin externa e
interna y la inflacin apenas alcanz a una media cercana al 50%. El costo social de las llamadas
modernizaciones neoliberales, alcanz grandes dimensiones. La cesanta promedio de los 17 aos de
dictadura super el 17%, sin contar el subempleo estimado en 15% de la fuerza de trabajo; los
pobres e indigentes constituan a fines del rgimen militar el 40% de la poblacin; la distribucin
del ingreso era fuertemente regresiva (el decil alto se llevaba casi la mitad del Ingreso real), lo que
llev a un empobrecimiento y proletarizacin de las capas medias.
El desorden generalizado creado por la inexistencia de controles estatales y el funcionamiento
del Mercado, cre caos urbano, depredacin de recursos naturales y contaminacin
medioambiental de vastas proporciones. Los trabajadores, privados de legislacin laboral y
organizacin, quedaron a merced del empresariado dominante.
La concentracin de los mass-media en partidarios del rgimen, el control de la educacin, la
supresin de toda la actividad opositora, la desarticulacin organizacional, la exacerbacin del
consumismo de los sectores sociales con poder adquisitivo y las imgenes del mercado global, fueron
tambin caractersticas relevantes. Todo ello cre una inseguridad objetiva y subjetiva generalizada,
nucleada por el temor: perder la vida (los cuerpos desaparecen), la ocupacin, el acceso a la salud y
la previsin, a la solidaridad del otro (la sociabilidad es peligrosa). El desarrollo humano ( PNUD)
qued as horadado en la memoria colectiva de los chilenos.
La represin poltica al introducir la muerte como sancin posible, modific las reglas
sociales previas, la representacin colectiva sobre la poltica y la permanencia de las reglas, las
leyes, como pautas referenciales. En ese sentido, implic reformular los cdigos de interpretacin
de la realidad y de las representaciones, alternando la confianza bsica de los sujetos en la realidad
y en sus propias percepciones acerca de ella (Castillo, M. I.; Lira, E., 1991).
En suma, el poder central policaco-militar y el terror que gener, sumado al proyecto
modernizador, dej un nuevo pas con una nueva economa, con profundos cambios en la sociedad y
en las voluntades colectivas e individuales, incluida la aceptacin del modelo de desarrollo
neoliberal.
Cabe preguntarse finalmente si el sometimiento observado, que pareca casi adaptativo a la
amenaza poltica ejercida permanece o permanecer ms all del proceso de amenaza en el cual se
gener. Cunto miedo residual permanece en las estructuras sociales y en las personas
independientemente de los cambios polticos ocurridos en la transicin? De ser as de qu manera
este miedo residual puede afectar el proceso de transicin a la democracia y de manera ms
permanente a la cultura poltica chilena? (Castillo, M.I.; Lira, E., 1991).
Para entender el proceso a travs del cual algunos grupos sociales construyen los significados de la
violencia, hemos realizado un anlisis interpretativo de los discursos sociales sobre ella. Estos
discursos han sido recogidos mediante la realizacin de 7 grupos de discusin, que consisten en
una tcnica cualitativa de aproximacin emprica a la realidad social (...) Donde el grupo es tan
slo un marco para captar las representaciones ideolgicas, valores, formaciones imaginarias y
afectivas, etc. dominantes en un determinado estrato, clase o sociedad global (Orti, A., 1989).
Cada grupo ha sido construido a partir de los siguientes criterios de seleccin de los
participantes:
Grupo de jvenes mujeres y hombres pobladores, cuyas edades fluctan entre los 16 y 22 aos,
correspondientes a un nivel socio-econmico bajo, estudiantes de enseanza media o
enseanza tcnico-profesional.
Grupo de jvenes mujeres y hombres, cuyas edades fluctan entre 19 y 24 aos,
correspondientes a un nivel socio-econmico medio alto y alto, estudiantes de enseanza
media o universitaria.
Grupo de mujeres pobladoras, dueas de casa, nivel escolar bsico o medio, nivel
socioeconmico bajo, cuyas edades fluctan entre 30 y 45 aos.
Grupo de hombres y mujeres de nivel socioeconmico medio alto y alto, cuyas edades fluctan
entre 30 y 45 aos.
Grupo de hombres y mujeres de nivel socioeconmico medio alto y alto, cuyas edades fluctan
entre 30 y 45 aos.
Grupo de mujeres y hombres profesionales del rea de la salud que trabajan con la temtica de
las violaciones a los Derechos Humanos.
Grupo de mujeres y hombres profesionales del rea de la salud que trabajan con la temtica de
las violaciones a los Derechos Humanos.
El anlisis se realiz intentando identificar los aspectos de la violencia que adquieren fuerza en
el discurso y los criterios a travs de los cuales se establecen y argumentan posiciones respecto de
ella. Para presentar nuestra interpretacin hemos elegido 5 ejes interpretativos, que dan cuenta de
los temas que adquieren ms fuerza en el discurso. Estos son : la bsqueda de definiciones de la
violencia, que es hecha a travs de un establecimiento de sus causas; la explicacin de las diferentes
formas de la violencia; una reflexin sobre la relacin entre la violencia y la poltica; la explicitacin
de los efectos de la violencia y de los efectos de la dictadura, entendida como un gran quiebre en la
historia de Chile; y por ltimo el establecimiento de una relacin directa entre violencia y poder.
Tipos de violencia
Los distintos tipos de violencia son definidos por el mbito social en el cual se ejerce la accin
violenta. Es decir, un mismo fenmeno es ejecutado en distintos espacios sociales y adquiere el
nombre dependiendo del espacio en el que es ejercido. As, se habla de violencia en los estadios;
violencia intrafamiliar; violencia poltica; violencia laboral; violencia en las instituciones; violencia social;
violencia estructural; etc.
Otra manera de diferenciar los tipos de violencia es caracterizar las situaciones definiendo el
actor que sufre la violencia, como es el caso de la violencia a la mujer; maltrato infantil; etc.; o bien,
se hace simplemente describiendo el hecho: choferes que tiran de la micro5 a los escolares; prepotencia
econmica; discriminacin; empujones en el metro; algn tipo de mirada; desapego a la familia; relaciones
autoritarias entre jefes y subalternos, entre mdicos y pacientes, etc.
Se discuten las relaciones que existen entre los distintos tipos de violencia. La relacin entre
violencia poltica y violencia intrafamiliar adquiere fuerza en los discursos y es planteada como una
relacin causal.
-son distintas la violencia poltica y la violencia familiar no tienen ninguna relacin, son muy
distintas, una lleva a la otra, yo creo, la violencia poltica lleva a la familiar.
-en qu sentido?
-en que muchos casos de violencia poltica se traducen a largo plazo en violencia intrafamiliar... donde
ha habido un exiliado, donde ha habido casos de retorno han habido frustraciones, toda la dinmica que se
produce... se produce violencia intrafamiliar.
Los discursos establecen jerarquas entre los tipos de violencia, discutiendo cul de ellas es la
ms importante, cul es la ms comn y cul es la ms daina. Por ejemplo, en relacin a la
violencia poltica y la violencia intrafamiliar, se afirma que:
El tema de la violencia poltica es un tema super importante para todo el mundo, sin embargo el tema
de la violencia familiar es un tema de segundo orden. (...) Pero al revs, cuando nos vimos invadidos por la
violencia intrafamiliar, la otra violencia pas absolutamente a segundo plano...
Generacin de ms violencia
Los discursos construyen la idea de que la violencia tiene efectos sobre s misma, constituyendo un
ciclo que la potencia y la reproduce, llegando no slo a adquirir autonoma con respecto a los
actores que la ejecutan, sino que incitando a las personas a producir ms violencia. As, la violencia
genera ms violencia. Para poder intervenir sobre este efecto es necesario cortar el ciclo creando
conciencia en los actores de cmo estn siendo manejados por este ciclo. Es difcil interrumpir el
ciclo, lo que resulta frustrante para el interventor, quien s tiene conciencia de la situacin y de la
necesidad que los actores se salgan de ella. La prdida del control constituira la clave personal del
ciclo, lo que significa que el desarrollo del autocontrol es un aspecto prioritario de su interrupcin.
... yo considero que hay violencia que se va engendrando, digamos, o sea, desde que los niitos son
niitos, o sea, contra las mujeres, porque uno lo ve cuando uno va a una reunin, generalmente los hombres
descalifican a las mujeres... Entonces eso es una forma de violencia, o sea, hay una descalificacin, cmo dira
yo, momentnea, que no tiene mayor importancia, pero cuando llegan a la casa, o sea, mi marido tambin es
agresivo, pero, o sea, yo no soy como ella, o sea, yo le contesto... en forma abierta...(...)Y si grita, bueno, yo le
doy otro grito ms fuerte (...). Entonces, uno tambin genera violencia, o sea, uno aplica violencia y genera,
porque yo creo que no hay ningn matrimonio donde alguna vez no haya habido alguna situacin conflictiva
donde uno se agreda verbalmente... Porque antes que la agredan fsicamente, uno no tiene nada que hacer...
... cuando el padre o la madre se maltratan, ya verbalmente o fsicamente, los nios quedan con esas
secuelas, ya cuando grandes, de que ellos van a ser igual... los hijos son el vivo reflejo de los padres y cmo
han llevado su vida... Y ah es el problema... Que la violencia no se va a terminar nunca porque los
matrimonios, sobretodo la gente ms pobre en que se ve ms maltrato a nios... A mujeres tambin...
Bueno, ya siento que estamos tratando de darle un manejo al asunto, como que la violencia refleja el
descontrol emocional y nosotros estamos tratando de controlar eso en trabajo. (...)T empiezas a trabajar con
ellos en una parada10 de: hagamos cosas. Es verdad, uno ac es ms fcil detectar los ciclos de la violencia, y es
ms fcil pensar que ella lo ha abandonado, ms tolerante a aceptar que ella no va a hacer nada tal vez, pero
que tal vez en un tiempo ms va a hacer algo, porque uno ya conoce la estructura que tiene, no?, pero de
alguna u otra forma, yo veo que hay algunas que vienen muy claras, muy decididas, estn en psicoterapia por
segunda o tercera vez y terminan abandonando y despus no se atreven a pedir ayuda por cuarta vez.
Entonces de alguna u otra forma de repente te frustra que te movilicen tanto a ti, te traspasan el miedo, te
traspasan la angustia, o sea hasta he acompaado a tribunales a algunos, me muevo al mximo en la parte
social y de repente darte cuenta que no poh11, que ella no estaba tan preparada, la visin tuya, no?, cmo ellas
te pueden hacer caer.
Polarizacin social
En los discursos sobre la violencia la polarizacin social aparece al mismo tiempo como causa y
como efecto de ella. La polarizacin (que es un efecto de la violencia-dictadura) tiene a su vez el
efecto de introducir la violencia en los espacios cotidianos. La vida cotidiana aparece marcada por
este fenmeno: desde las relaciones personales hasta las relaciones laborales y la manera como se
vivan las experiencias de violencia dependan del polo en el que se est.
Yo cuando entr a la universidad, la universidad estaba super polarizada y yo me acuerdo de haber
estudiado una carrera, primero estuve en ingeniera civil qumica y entonces yo era una alumna, muy buena
alumna, como estudiante y... Llego con un montn de ilusiones, con un montn de esperanzas, de huir de mi
mundo chico del colegio, de la enseanza media y llegu a la universidad, en que haba extranjeros, haba
gente adulta, tena compaeros viejos, compaeros jvenes y, primero que nada, me choc16 mucho la
polaridad, haba gente de derecha y de izquierda y tus amigos, pa estudiar y pa todo orden de cosas o t
tenas que ser o de derecha o de izquierda, los centros de alumnos eran o de derecha o de izquierda y los
profesores eran grupos, los del rea, como t decas, de administracin o economa, o del rea produccin eran
todos de derecha o todos de economa.
Cuando yo iba a las entrevistas de trabajo, por ejemplo, para conseguir mi primer trabajo, oficial (...)
tena miedo de lo que me iban a preguntar y tena, pero pnico a que me dijeran pero usted, de qu partido
poltico es?, usted qu opina de Pinochet? o qu s yo.
Yo estudi una carrera, yo estudi qumica primero, con comunistas, despus estudi una carrera de
derecha (risas) entonces eran como mundos bien, bien distintos y ... mis compaeros no protestaban, mis
compaeras iban todas con faldita, entonces yo claro, yo andaba con mochila, en esa poca iban con cartera a
estudiar, te fijai, era... era otra onda. Pero yo viv las protestas, viv los linchacos, viv los gallos17 que hacan
las molotov cuando estudiaba qumica.
INTRODUCCIN
El siguiente anlisis de prensa fue realizado en base a tres medios de comunicacin escritos: los
peridicos El Mercurio y La poca y la revista semanal Qu Pasa; circunscribindose a los
meses de mayo a septiembre de 1997.
En el proceso de produccin de datos, es decir, en la primera fase de reduccin del material
periodstico, primero que todo, se seleccionaron todos los artculos en que apareca la temtica de la
violencia y el poder. Posteriormente, en una segunda revisin del material, se decidi volver a
seleccionar tanto por la cantidad de material disponible como por la amplitud y diversidad de los
temas encontrados, estableciendo como criterio de discriminacin slo la violencia, lo cual
focaliz el anlisis en la relacin entre violencia y poder, ms que en ambos conceptos por
separado. Luego de esta segunda seleccin, y finalizada as la etapa de produccin del material, se
procedi a digitalizar los artculos para su posterior anlisis.
Durante el anlisis realizamos nuevas lecturas del material y se inici el proceso de
produccin de ejes en un nuevo intento de reducir y ordenar el discurso de la prensa sobre la
violencia y su relacin con los efectos que ese discurso proyecta como lugar de opresin o
resistencia.
De esta manera, se pudieron establecer cuatro ejes significativos. En un primer momento
resalta la definicin de violencia que realiza la prensa, asocindola directamente a la idea de dao,
lo cual tiene efectos particulares a la hora de valorar o significar determinadas acciones como
violentas. Sin embargo, dicha caracterstica, por s sola, no logra dar cuenta de las diferencias en el
debate sobre la violencia, por lo que la prensa realiza, en un segundo momento, un ejercicio de
tipificacin (maltrato infantil, violencia delictual, vandalismo, violencia [poltica]), fragmentando y
particularizando a la violencia. En un tercer momento, a partir del anlisis de las diferencias en la
significacin de la violencia, a travs de sus distintas formas, es que se estructura una discusin
sobre los lugares donde la violencia es plausible y posible dentro del orden social establecido,
establecindose una argumentacin y contra-argumentacin con respecto a establecer a la violencia
como un medio justificable para conseguir determinados fines.
No obstante, esta tipificacin y fragmentacin de la violencia que realiza el discurso de la
prensa presenta un quiebre, una omisin, en tanto presenta un tipo de violencia que no puede ser
adjetivada, un tipo de violencia que no logra una nominacin, que se la nombra de forma genrica
como violencia. De esta manera, en un cuarto momento, profundizamos en este tipo de violencia
que hemos denominado como violencia poltica, realizando un anlisis desde los efectos que dicha
omisin establece.
I. DEFINICIN DE LA VIOLENCIA
La violencia es definida siempre a partir de sus consecuencias. La prensa muestra as, una
asociacin inmediata entre la violencia y lo que ella produce. Estas consecuencias de la violencia
son nombradas como dao, el cual es considerado siempre como indeseable. La violencia queda
asociada a la produccin de un mal, y por tanto ilegtima como accionar, construyndose una
nocin de violencia que se fundamenta en el dao que ella produce. La idea de dao sirve para
constatar la incidencia de la violencia, en tanto menoscabo, perjuicio, malestar18 producido a
alguien o algo.
Las consecuencias se pueden utilizar como medida de la violencia, como evidencia emprica y
perceptible: mientras ms dao constatado, ms violento se puede decir que ha sido el hecho,
indicando magnitud y extensin del dao. En este sentido, la idea de saldo presente en la prensa
ejemplifica el ejercicio de cuantificacin, la cual es utilizada para determinar las consecuencias que
ocurren en los desrdenes callejeros, estableciendo los efectos nocivos que van ms all de la figura de
la vctima directa de la violencia, involucrando hechos relacionados con ella, como son las
detenciones que realizan carabineros.
Ms de 33 detenidos por desrdenes, tres carabineros con lesiones leves y daos a la propiedad pblica
era, hasta anoche, el saldo de los violentos incidentes. (10 de septiembre La poca)
Es necesario considerar al depositario del dao para poder constatar los efectos de ella, quien
se configura como vctima (depositario y unidad de medida) de la violencia. Las vctimas declaradas
por la prensa seran el nio maltratado, los estudiantes, los carabineros, la institucionalidad, los
ciudadanos, la propiedad, etc.
As como se puede identificar a las diferentes vctimas del dao, tambin se pueden establecer
formas diversas de daos sufridos en las acciones de violencia.
A partir del discurso de la prensa se desprende que el dao fsico se encuentra presente en
todas las formas de violencia y sera lo inmediato. El dao fsico se refiere a un cuerpo daado a
raz de la violencia. Este cuerpo mostrara en s la accin violenta.
Ese da, un alumno de la Universidad Tecnolgica Metropolitana (UTEM), identificado como Antonio
Marchant, fue herido gravemente en la cabeza por una bomba lacrimgena, sealaron ayer fuentes
estudiantiles de ese plantel. (10 de septiembre La poca)
Otra forma de dao es el material, que aparece en la prensa como aquel que se dirige a la
propiedad pblica y privada.
(...) cuantiosos daos a la propiedad pblica y privada dej la violenta jornada vivida el jueves en la
capital, al conmemorarse un nuevo aniversario del 11 de septiembre de 197319. (13 de septiembre La
poca)
La violencia puede incidir tambin a nivel psicolgico, en la esfera de la subjetividad personal
o individual, presentndose de esta manera unas consecuencias que pueden perdurar en el tiempo,
que inciden en las personas, y que causan sufrimientos psquicos e incluso trastornos permanentes
en la sanidad mental.
Lo que es an peor es que estas cifras20 dicen algo sobre la magnitud, pero no dicen nada sobre el dolor
emocional que estos nios sufren al ser golpeados y maltratados. (25 de mayo La poca).
De repente viene una tregua, pero la pesadilla resurge, daando seriamente la salud mental de nios y
adultos. (9 de julio La poca)
La violencia puede reproducirse como violencia, extendindose en el tiempo. Es as como el
dao puede expresarse luego en la forma de trastornos o conductas violentas aprendidas dejando
una huella que se prolonga ms all de lo fsico y lo material.
... los menores golpeados se transforman en adultos con profundos trastornos sicolgicos, proclives a
repetir conductas violentas con sus semejantes. (23 de mayo La poca).
II. NOMBRANDO A LA VIOLENCIA
La violencia es tipificada en la prensa con diferentes nombres, los cuales indican distinciones y
especificidades para cada una de ellas. Estas tipificaciones aluden al maltrato infantil, al vandalismo, a
la violencia21 y a la violencia delictual. Estas distinciones se configuran a partir de una multiplicidad
de elementos como son: el tipo de dao perpetrado, la relacin vctima - victimario especfica, el
lugar de su ocurrencia -pblico o privado-, las caractersticas propias del conflicto desarrollado, el
tipo de control a efectuar, etc.
Se puede indicar que la prensa aporta en la construccin de nominaciones que caracterizan a
la violencia, lo cual produce significaciones diferentes, permitiendo as juzgar de forma distintivas
las acciones violentas.
1. Maltrato infantil
En el contexto del maltrato infantil (asociado a la violencia intrafamiliar) el discurso de la prensa asocia
la violencia a la figura del maltrato. Apareciendo como formas aparentemente equivalentes. Sin
embargo la idea de maltrato remite a una relacin de cuidado que se ha alterado y en la que el nio
est necesariamente imbricado. En este contexto, el sujeto especfico de este dao sera el nio.
La figura del maltrato alude a una relacin asimtrica. El nio, que debe ser protegido, se
convierte en nio-vctima. Por esta razn se tratara de abuso de poder, ya que el agresor son los
padres o adultos, que son las figuras encargadas socialmente del cuidado de los nios.
En Chile se siguen considerando legtima, como un derecho de los padres, la utilizacin de la
violencia contra los nios, como forma de correccin, castigo o educacin. (29 de agosto La poca).
El maltrato, si bien consiste en dao fsico, tambin puede consistir en dao psicolgico que se
expresa en formas diferentes de omisin o transgresin del cuidado y proteccin que se debe dar a
ste.
Las tas22 saben detectar muy bien cuando un pequeo recibi un maltrato fsico no severo como una
cachetada o tirada de oreja, que no deja rastro (...); uno sicolgico, a travs de una actitud del padre o la madre
manifestada con gritos, ofensas o bajas de la autoestima; o simplemente un maltrato por omisin, es decir, a
una guagua chica que no se la muda y se la deja mojada durante todo el da. (25 de mayo La poca)
Al considerar al nio como sujeto en pleno desarrollo y aprendizaje, aparece la nocin de que
la violencia puede, en ltimo trmino, producir adultos violentos, como un traspaso de generacin
en generacin de relaciones de maltrato, afectando al ncleo familiar pero tambin a la sociedad.
Alguna persona puede decir que lo que pasa al interior de las familias donde se abusa de los nios es
que slo se afecta a ese ncleo. Grave error, pues los menores golpeados se transforman en adultos con
profundos trastornos sicolgicos, proclives a repetir conductas violentas con sus semejantes. (23 de mayo
La poca)
La familia se establece as como lugar de reproduccin de la violencia. En relacin a esto la
prensa produce un discurso donde la violencia debe ser erradicada del seno familiar, instalando a la
familia como el lugar de control y prevencin de la violencia, lo que requerira como necesidad un
fortalecimiento de dicha institucin.
Para enfrentar el maltrato infantil debemos abocarnos, ms que a una represin, a desarrollar un
trabajo en cada familia que presente este tipo de problemas, para terminar con esta situacin y a la vez
preservar esta importante unidad de la sociedad. (23 de mayo La poca)
De esta manera, se establece un tratamiento judicial generando instancias especficas para
ejercer un control sobre el maltrato dentro de la familia.
Las nuevas medidas legales que se anuncian, el mejoramiento de la ley de violencia intrafamiliar, la
creacin de tribunales de familia y otras, son positivas y tienden a crear un marco ms eficiente para combatir
la violencia intrafamiliar. (29 de agosto La poca).
Pero la prensa pone nfasis en la prevencin que habra que realizar con respecto al maltrato,
estableciendo que toda la sociedad estara implicada en dicho actuar preventivo, situando la
responsabilidad tanto a nivel institucional (estatales y privadas) como a nivel individual.
Tambin porque requiere, ms que coordinacin, la integracin de las acciones de los ministerios,
servicios e instituciones. Porque la prevencin no puede hacerse si no participan activamente, por ejemplo, los
medios de comunicacin, las organizaciones no gubernamentales, los colegios profesionales, las universidades,
iglesias (...) algn grupo u organizacin, por pequeo que sea. Qu hace usted para contribuir a prevenir el
maltrato? (29 de mayo La poca)
En sntesis, podemos decir que la temtica del maltrato infantil y su forma de control
permitira mostrar temas como el rol de la familia en la sociedad, el proceso de socializacin, los
valores que se deben entregar, la concepcin de familia que se debera tener, etc., sin
problematizarlos, ms bien indicndolos como deber ser de la familia. De esta manera, la violencia
sirve para definir desde lo negativo (lo que no hay que hacer), el cmo debe ser la familia: centrada
en el cuidado del hijo que debe darse de tal forma de no daarlo fsica o psicolgicamente. Emerge
por otro lado una nocin lejana del nio como un sujeto de derechos al cuidado y proteccin que
debe ser desplazado a otras instituciones fuera de la familia si es que sta no los cumple,
sancionando acciones de violencia, previniendo y asegurando el bienestar del nio.
2. Vandalismo
Una segunda figura con la cual se asocia la violencia es el vandalismo considerado como una
expresin injustificada de violencia. Se tratara de una violencia en que prima el dao por el dao,
la violencia por la violencia, puesto que se refiere a la ocurrida sin fines, sin una razn u objetivo
ms all de la violencia. Al no existir un conflicto o un contenido aparente en dichas acciones
vandlicas, la prensa focaliza el tema en la violencia propiamente tal.
(...) a la salida del Estadio Monumental igualmente se reencontraron los vndalos de siempre. Esta vez
sin motivos aparentes, pero con la misma voluntad injustificada para provocar desrdenes que nada tienen
que ver con un partido de ftbol. (10 de mayo Qu Pasa)
Se puede observar un ejercicio de descontextualizacin en la prensa, ya que esta violencia se
tratara de acciones que ocurren en ciertas situaciones pero que la voz de la prensa indica como
independientes: situacin y violencia no se relacionan. De esta manera, el contexto queda a salvo y
la voluntad injustificada pero intencionada (hacia el dao) de los vndalos es la que causara la
violencia.
(...) Aqu los vndalos no se conformaron con saquear y destruir completamente el recinto, que estaba
sin gente. Segn testigos, en dos ocasiones trataron de incendiarlo. (13 de septiembre La poca)
En segundo lugar, el vandalismo se sita, a diferencia del maltrato, en el espacio pblico, en
donde el objeto al cual se dirige la violencia se establece en la propiedad pblica y privada,
ejerciendo un dao netamente material.
(...) las calles de nuestra comuna, fueron tomadas por vndalos, quienes, no conformes con destruir la
propiedad pblica, atacaron la propiedad privada, robando e incendiando. (4 de septiembre La poca)
En tercer lugar, es importante sealar que se alude siempre a los vndalos y no a el vndalo,
cuestin que lo relaciona con actos ocurridos en medio de un grupo, aludiendo a que la masa
arrastrara a las personas a realizar actos exaltados. El concepto de turba utilizado en esto da seal
sobre la idea que se tiene sobre estos sujetos.
Una turba atac la tenencia La Victoria e hiri a bala al oficial a cargo del cuartel policial (11 de
septiembre El Mercurio)
La imposibilidad de la individualizacin clara que requiere la justicia, as como los contextos
grupales en que ocurren estos hechos, producen la idea de que todo puede pasar: robos, saqueos,
dao a la propiedad, etc., lo que caracterizara un estilo de accionar aparentemente anrquico. La
forma de control y tratamiento para este tipo de violencia se centra en la reaccin enrgica con la
que debe obrar la fuerza pblica.
Las acciones -que derivaron en actos de vandalismo con la destruccin de los parabrisas de cuatro
vehculos y la instalacin de barricadas con elementos ornamentales- obligaron a una enrgica intervencin de
Carabineros. (9 de septiembre El Mercurio)
En sntesis se puede decir que la idea de vandalismo aparece como una violencia netamente
irracional donde prima una masa que produce temor social en tanto no hay explicacin de los actos
y de esta manera, no se puede establecer un control preventivo ni de fondo. Esta violencia queda as
desontextualizada, incomprendida y diluida. Con esto los contenidos que esta violencia podra
tener quedan de lado, ya que han sido entendidos como puro deseo de dao, donde no habra nada
detrs. La falta aparente de contenido, la transgresin injustificada, la utilizacin del espacio
pblico para este tipo de acciones, parece requerir formas de control slo inmediatas y meramente
policacas.
3. Violencia delictual
La violencia delictual no aparece como un tema recurrente en la prensa durante el perodo en que
se realiz la investigacin, no obstante se establecen los antecedentes discursivos que presenta hoy
en da el tema de la seguridad ciudadana23 (tema que hoy en Chile se hace aparentemente ms
significativo).
La prensa pone acento en las variaciones que ha tenido la expresin de la delincuencia,
sealando una cierta profesionalizacin del actuar de los delincuentes. Se muestra de esta manera el
peligro que significa el aumento de la violencia en los hechos delictivos y los nuevos autores que
realizaran este tipo de acciones.
...este asalto demuestra que se est frente a delincuentes profesionalizados, que actan con una
violencia extremadamente alta. (22 de agosto La poca).
Sin embargo, estimaron que la realidad delictual ha cambiado en los ltimos aos, hacindose necesario
revisar los criterios con que se aplica, o bien definitivamente, establecer el pleno discernimiento a partir de los
16 aos. (24 de julio El Mercurio).
Por otro lado, la prensa genera un clima de violencia ciudadana con respecto al tema de la
delincuencia, puesto que enfatiza la inseguridad que se ha despertado por la forma como se
manifiestan los delitos (que incluso habran disminuido), describiendo y promoviendo medidas que
la misma poblacin ha empezado a realizar para defenderse de las acciones delincuenciales.
Si bien las cifras sobre delincuencia se encuentran estables y en algunos han bajado, segn los informes
de Carabineros, la percepcin que tenemos todos y en general la gente -dijo- es de amenaza, temor e
inseguridad. (20 de julio El Mercurio)
Esta inseguridad tambin se reflej en que las personas han comenzado a tomar medidas para evitar ser
vctimas de hechos delictuales, como no salir a ciertas horas, instalar alarmas en sus casas y automviles y
dejar de acudir a determinados lugares. Muchos se han organizado con sus vecinos. (27 de mayo La
poca)
La prensa, en este sentido, colabora en la construccin de un clima de desolacin y
desproteccin en cada ciudadano, frente a lo cual se desarrollan sentimientos permanentes de
desconfianza en los otros y de estrategias individuales de seguridad.
Se va estableciendo la figura del delincuente como productor de esta situacin y principal
culpable de ella. El tratamiento de la violencia que se asocia a la delincuencia se establece en el
control legal y policial, producindose una individualizacin del hechor (el delincuente) y una
especificacin del dao, en trminos fsicos e individuales, para establecer la figura del delito.
Por este hecho, los hermanos Abelino y Mariano Gonzlez fueron sometidos a proceso por el delito de
robo con violencia y daos a los integrantes del equipo periodstico alemn. (4 de mayo La poca)
En sntesis, podemos decir que la violencia delictiva queda expuesta a la pura sancin legal
inmediata y que centra la responsabilidad en un sujeto distinguible y categorizable por la
ciudadana -el delincuente-. As mismo se puede observar un discurso exterior en donde el
problema siempre lo tiene otro claramente diferenciable de uno mismo -el delincuente-, que de esa
manera queda independizado y no relacionado con un problema en la condicin social de nuestra
sociedad.
4. Violencia (poltica)
Una cuarta figura asociada a la violencia se caracteriza por la existencia pblica de un conflicto,
donde existira un contenido manifiesto, un contexto que estara otorgando una significacin a las
acciones de violencia que se describen, focalizndose, principalmente, en las acciones de los
estudiantes y las manifestaciones del 11 de septiembre24.
Esta figura, a pesar de ser caracterizada, no logra ser diferenciada por la prensa, siendo
denominada genricamente como violencia y a los sujetos de dicho accionar se les identifica como
violentistas. La violencia que aqu se presenta, a diferencia de las otras formas (maltrato,
vandalismo, violencia delictual), hace referencia a un conflicto que no es solamente pblico, sino
que se relaciona directamente con un mbito poltico, porque pone en juego un cuestionamiento al
orden instituido.
Hemos optado para fines de esta investigacin, denominar esta forma de violencia, aparecida
en la prensa, como violencia poltica, ya que da cuenta de una violencia que cuestiona, de alguna
manera el sistema social.
La violencia poltica se caracteriza por la emergencia del enfrentamiento entre las fuerzas que
representan del orden vigente y las fuerzas que se resisten de forma explcita a l. El enfrentamiento
entre policas y manifestantes aparece actuando el conflicto existente y es aqu donde la violencia se
manifestara.
Las acciones realizadas van desde tomas simblicas de dependencias universitarias hasta
enfrentamientos con personal de la polica uniformada (20 de junio La poca)
En dicho enfrentamiento, el par vctima/victimario se diluye y se entra en un debate pblico
sobre el enjuiciamiento de las acciones de violencia tanto de unos como de otros (policas y
manifestantes), a diferencia del vandalismo y de la violencia delictiva en donde no existe debate ya
que se establece claramente quin es victimario: el vndalo y el delincuente.
Cuando grupos de estudiantes salen a bloquear el paso en calles o carreteras, mediante barreras de
fuego, y en ciertos casos toman la iniciativa de atacar a pedradas a los carabineros25, los enfrentamientos con
stos resultan inevitables y ante la opinin pblica pierden fuerza y validez las denuncias sobre brutalidad
policial a que son afines los jvenes. (5 del julio La poca)
Pero tampoco se encuentra simetra en este debate, ya que el accionar de la polica sera una
respuesta a los desrdenes y est avalado por la autoridad de la ley, lo cual los deja en una posicin
de impunidad frente a los hechos. Sin embargo, esta situacin se truca cuando se presenta a las
fuerzas de orden transgrediendo la autoridad, abusando de su poder. La polica actuara como
transgrediendo el mismo orden que se supone debera defender.
Como la manifestacin no estaba autorizada, la polica irrumpi violentamente en el campus de la
universidad, apaleando a mansalva a hombres y mujeres y dejando a un periodista claramente herido con una
bomba lacrimgena. (8 de junio La poca)
En eso estaba frente a la tele cuando la veinteaera aquella comenz a preocuparse (...) al ver tamaa
desigualdad en el combate, s, porque no es justo manos limpias contra cascos, escudos y bombas. (8 de julio
La poca)
La prensa construye una descripcin del sujeto violentista que estara involucrado con estos
hechos de violencia. Se tratara de jvenes que no tienen nada que ver con el conflicto que est en
juego. Se intenta as, desvincularlos del tema de fondo del conflicto nombrando al sujeto como
violentista, e incluso como vndalo, el que, como ya sabemos, actuara sin contexto ni razn.
Son solamente pequeas minoras las que han aprovechado ese da para ejercer actos de violencia y
desmanes en la ciudad, que no tienen, en realidad, ningn sentido, puesto que no forman parte de algo que se
pueda nombrar (13 de septiembre La poca)
El control y tratamiento de la violencia poltica es abordado bsicamente desde la sancin legal
y el control policial. Se anuncia por otro lado la necesidad de una prevencin que no logra definirse,
en donde las actividades estn orientadas a prever las situaciones, controlando su ocurrencia, sin ir
a la causa directamente.
La labor de Figueroa26 es trabajar en silencio con prudencia, reflexin y tranquilidad. Precisamente
debe tratar de prever que no sucedan los hechos de violencia que anuncia. (7 septiembre La poca).
Los incidentes se desencadenaron pese a que la rectora suspendi las actividades acadmicas el pasado
lunes, para prevenir este tipo de hechos, coincidiendo con los das previos a un nuevo aniversario del golpe
militar. (10 septiembre La poca).
Esta violencia queda de esta manera significada como ingobernable y externa, considerndola
como social, histrica y producida por situaciones estructurales (institucional) o por un pasado
inmodificable (golpe militar), lo que imposibilitara algn proceso preventivo.
En sntesis, la violencia poltica es llamada violencia sin adjetivaciones, lo que da cuenta de la
dificultad para aprehenderla y controlarla. El puro control legal constituye un problema as como la
dificultad de identificar a los autores (que no seran delincuentes), lo que lleva a considerarlos
externos al problema. De esta manera la violencia poltica muestra un espacio ambiguo, en un
momento en que lo poltico no tendra por qu ser un problema (segn el imaginario de la
democracia chilena).
Con esto queda evidenciada la condicin de poder que presentan estos organismos.
Al aludir a su funcin social, y fundamentalmente legal, se la justifica. De esta manera,
esta forma de violencia queda cobijada al amparo de su legitimidad, y por tanto impune.
2. Violencia y memoria
La violencia que surgira cada 11 de septiembre35, se construye como parte de una historia en la que
se distingue: un ayer, un hoy y un maana. En este sentido, se utilizan palabras como memoria,
recuerdo, o nociones como el futuro y los jvenes. Aparece un pasado significado como conflictivo
en tanto vuelve, retorna... y en este retorno se expresara como violencia.
La memoria brinca, se violenta, las imgenes, las palabras, el relato, hacen recordar. (28 de julio La
poca).
Aquello que se recuerda y que violenta sera el dolor y el sufrimiento que provoc la violencia
ejercida. Es el dao perpetrado, la cicatriz de una herida.
Hoy, una vez ms, toco mi cicatriz que tiene ya 23 aos,(...) todo el proceso racional y emocional que se
puso en ruta desde ese martes 11 de septiembre de 1973, 16 meses de crcel, las violencias vividas, el
asombro frente a tanta barbarie (28 de julio La poca)
El Ayer...
El 11 de septiembre de 1973 en Chile es entendido como una fecha significativa para todos los
chilenos. Se trata de un da en el cual se conmemora cada ao lo ocurrido en 1973: el Golpe de
Estado. Se trata por tanto de un suceso histrico y nacional.
Laura Atencio, seal que el 11 de septiembre siempre tiene un significado especial para la historia de
Chile. (9 de septiembre El Mercurio)
Este hecho histrico habra producido un quiebre institucional y profundas divisiones entre
distintos sectores de la sociedad chilena.
Para el presidente del PS Camilo Escalona el 11 DE SEPTIEMBRE es el da del quiebre institucional y la
hora ms trgica de la democracia chilena. (11 de septiembre La poca).
...el canciller Jos Miguel Insulza afirm que el 11 DE SEPTIEMBRE de 1973 produjo una dolorosa,
profunda y sangrienta divisin entre los chilenos. (12 de septiembre La poca).
Sin embargo, estas divisiones se habran transformado en algo ms all que una opinin
distinta, pues habra significado la lucha perpetrada por parte del estado con sus fuerzas militares y
apoyo poltico, en contra del sector que apoyara al gobierno de Allende36. En este conflicto se
habran provocado daos como muertes, desapariciones, torturas, detenciones, exilios, etc.
perpetradas sobre los partidarios de la Unidad Popular.
Se trata de crmenes de lesa humanidad, por cuanto se utiliz todo el aparato del Estado para
cometerlos; se realizaron con alevosa, deteniendo a las personas, torturndolas sin compasin ni lmite,
imputndoles conductas delictivas falsas, tratando de destruirlas moralmente, para luego darles muerte y
despus de ello la mentira sin freno y sin vergenza hasta hoy. Hechos de esta naturaleza no se pueden
olvidar. (13 de agosto La poca)
La violencia de los sucesos ocurridos desde 1973 y que se extenderan a travs del gobierno
militar, sera la causante directa de la violencia que se producira hoy.
Seor Director:
Su diario titula el da 4 de septiembre: Preocupacin por un Once violento.
Qu ms violento que el 11 de septiembre de 1973?... Las palabras sobran (6 de septiembre La
poca)
El Hoy...
En este contexto aparece una violencia como una forma que se reitera cada ao en esta fecha. Se
reeditara el conflicto pasado y sus consecuencias, exacerbando pasiones (des)encontradas que
parten de un recuerdo, de un pasado. De esta manera, la violencia de ayer causa la violencia de
hoy.
El prximo 11 de septiembre ser un jueves particular, porque nuevamente se activarn las pasiones
en torno a los recuerdos de una jornada que ha afectado dolorosamente la vida de todos los chilenos. (6 de
septiembre La poca)
El 11 de septiembre -todava, lamentablemente, un da festivo- sigue poniendo de manifiesto las
profundas divisiones y las heridas originadas en el todava muy reciente pasado de represin y profunda
alteracin de la convivencia democrtica. (10 de septiembre La poca)
Esta fecha es considerada como altamente peligrosa, en tanto genera graves daos. Esto habra
quedado demostrado en la violencia presente en cada 11 de septiembre posterior al golpe, lo que
permitira esperar que esta situacin se siga repitiendo.
La ciudadana, al igual que el Gobierno y los partidos polticos, slo pueden tener presente lo que en
aos anteriores ha ocurrido en esta misma fecha, con la secuela de muertos, heridos, detenidos y prdidas por
daos a la propiedad pblica y privada. (10 de septiembre El Mercurio).
La reiteracin de la violencia de cada 11 se explica como la apertura de un conflicto entre
bandos que permanece (latente) pero que se expresa en dicha fecha. Pero lo expresado aqu es la
divisin, el antagonismo de posiciones que aparecen como irreconciliadas y que representan un
conflicto social asociado a la justificacin o no de la violencia perpetrada en la dictadura. Las
manifestaciones consisten en celebraciones o manifestaciones de repudio de los hechos ocurridos en
1973, cuestin que mostrara claramente la diferencia entre sectores.
Con los ya clsicos actos pblicos de grupos antagnicos que durante el da once de septiembre
recuerdan, critican o aplauden los hechos relevantes de sus personalidades, ayer se volvi a recordar esta
fecha, que cambi la historia poltica del pas hace 24 aos. (12 de septiembre El Mercurio).
Esta violencia, anticipada y explicada desde nuestro pasado, es rechazada por el discurso de la
prensa, en base a la necesidad de revertir un conflicto que en rigor ya no estara presente en la
democracia. Es as como amplios sectores de la sociedad indican que los que ejercen la violencia
seran aquellos resentidos con aquel pasado.
El vicepresidente de la UDI37, Andrs Chadwick, coincidi con la idea de recordar la fecha en un marco
de sobriedad. Consider que la violencia suele ser provocada por grupos de izquierda que viven en el
pasado, y que no representan el sentir de la gran mayora chilena, que agradece el desarrollo logrado por el
pas a partir del gobierno militar. (8 de septiembre El Mercurio)
Es a partir de este rechazo a la violencia, pero al mismo tiempo por la expectativa que genera,
que se produce un clima de tensin y suspenso previo a esta fecha. Este hecho se acta en la prensa
en la disminucin significativa de los reportajes sobre violencia en agosto y a principios de
septiembre, promoviendo as un silencio sobre el conflicto que se aproxima. Slo se empez a
hablar del tema, y de forma sustantiva, cuando el vicepresidente de la Repblica de aquella poca,
hizo un comentario alusivo a las sospechas en el incremento de la violencia en las actividades del
11, provocando afirmaciones de apoyo o de rechazo a su intervencin.
El candidato a senador por la Cuarta Regin de la Democracia Cristiana (DC), diputado Jorge Pizarro,
dijo que no estaba de acuerdo con las declaraciones del ministro del Interior, Carlos Figueroa, cuando anunci
que el prximo 11 ser violento. Ms an -aadi- que ese tipo de expresiones pblicas genera y anticipa un
clima de enfrentamiento que no tiene por qu existir en el pas. (9 de septiembre La poca).
Se establece as el silencio como la forma de contener la angustia que genera dicha reedicin
del conflicto. En este sentido, el debate parlamentario por la eliminacin del 11 como feriado legal
pretende nuevamente el mismo efecto de silenciar, entendiendo que la exposicin social a smbolos
que se relacionan con dicha fecha, generan un ambiente de confrontacin y tensin.
Esta es una fecha triste que debiera pasar al olvido para aquietar los espritus y que debe eliminarse
como feriado. (11 de septiembre La poca)
Con todo, amplios sectores consideran que la mantencin del 11 de septiembre como feriado en el
calendario no contribuye a la pacificacin de los espritus en el pas (...) sin duda contribuyen a exaltar los
nimos en sus detractores. (14 de septiembre La poca)
En sntesis, se puede establecer que la prensa utiliza una estrategia de silenciar el debate que
se pueda producir con respecto a la dictadura del General Pinochet, sustituyndolo por la
preocupacin respecto a la violencia de hoy. Dicha situacin se presenta en tanto se seala que los
sucesos ocurridos seran inmodificables.
Lo que ocurri en 1973, nos guste o no, ya es historia (...) explic el parlamentario. Asimismo, advirti
que es funcin de la autoridad de gobierno hacer todo lo posible para evitar desrdenes. (5 de septiembre La
poca).
Y las secuelas hoy da en el pas, el tigre de Amrica Latina38? Amnesia, no hablar, callar, porque
an ah de manera oculta est el miedo, o no s qu (28 de junio La poca)
El Maana...
En el debate que se presenta para el 11 de septiembre, centrado en el tema de la violencia, aparece de
forma imperativa la bsqueda de una solucin a sta como problema en s. Es as que se sealan
frmulas de aproximacin a un maana que apelara a la unin de los chilenos.
La solucin de conflicto comn respecto de la violencia, consiste en el llamado a mirar al futuro,
un futuro claramente distinto al hoy y al pasado. Esta actitud unira en la medida en que pone de
manifiesto un acuerdo posible (respecto del futuro y del progreso del pas) ms que en las
divisiones (respecto de un pasado).
El jueves 11 debe servir para mirar al futuro, a los nios, los jvenes, a las tareas pendientes, no a los
residuos del odio. (6 de septiembre La poca)
En tanto, el vicepresidente de RN Alberto Cardemil sostuvo que (...) Lo que ocurri en 1973, nos
guste o no, ya es historia en Chile y, por ello, se debe sacar fruto del pasado para mejorar el futuro, explic el
parlamentario. (5 de septiembre La poca)
La solucin no se basa en el pasado, ya que ste sera inmodificable, sino en una actitud hoy
respecto del ayer (de no divisin), que se expresara como una actitud orientada hacia el maana.
Moreno argument tambin que, an cuando las fechas de la historia no se borran, es insostenible que
unos lloren y otros celebren el llanto de los otros, lo que divide al pas y le impide caminar reconciliado hacia
el futuro. (11 de septiembre La poca).
A travs de esta actitud se abrira la posibilidad de la reconciliacin. Este proceso sera de
relevancia para el futuro de Chile constituyndose como un deber para todos los sectores y
posiciones polticas.
El Primer Mandatario admiti, adems, que est convencido de que el 11 de septiembre no es una
fecha que una a la sociedad chilena: Ms bien la divide, y mi obligacin como Presidente, y creo que la
obligacin de todos los dirigentes de este pas, es buscar los caminos de reconciliacin, de unidad nacional y
tener la capacidad de mirar hacia el futuro. (11 septiembre La poca).
La reconciliacin superara el problema de la violencia y el enfrentamiento que genera esta
fecha. En este discurso tanto la reflexin como el olvido son dos formas que actuaran de manera
aparentemente disociadas, pero que tienen su punto de unin en la aoranza de la reconciliacin de
los chilenos. Ambas formas dejan a los actores en una situacin pasiva, en donde el recuerdo de las
diferencias y su debate abre heridas pasadas, que aparecen, desde esta posicin, sin sentido, puesto
que slo provocaran desunin y violencia.
Por su parte, la reflexin aparece, desde distintos sectores polticos, como una forma de
aleccionamiento desde nuestro pasado, como forma de no repetir los sucesos que llevaron y
produjeron la divisin de nuestro pas. Se seala que debemos aprender de este pasado para asumir
con propiedad el estado de democracia en el que estamos.
Por su parte, un grupo de hijos de autoridades de la Unidad Popular (...) junto con reivindicar el dolor
de muchos chilenos en esta fecha, aseguraron que se trata de una oportunidad para reflexionar y no para
celebrar o ejercer la violencia. (11 de septiembre La poca)
Adems, reiter que Chile siempre debe mirar al futuro y no volver al pasado, y tomar lo ocurrido como
una experiencia de la cual extraer lecciones. (12 de septiembre La poca)
La reflexin apela a una actitud de recogimiento personal, asocindola en gran medida a la
oracin religiosa, la cual apelara a un cambio individual frente a la propia posicin con respecto a
lo vivido en 1973. Es un llamado a un recogimiento que permita un cambio desde adentro de cada
persona. No es una actuacin ni elaboracin social de un conflicto, sino que es un cambio de
actitud personal, individual.
Para superar la profundas diferencias entre los que apoyaron el pasado Golpe Militar y los que
defendieron al gobierno de la Unidad Popular, Figueroa dijo que falta mucho desde dentro de cada persona,
tal como lo seal el padre Ortega en su homila: un cambio desde adentro de cada persona. (12 de
septiembre La poca)
La actitud reflexiva no llama a un movimiento, a una fuerza activa, frente a los sucesos que se
rememoran. La reflexin llama a pensar en el dolor y el sufrimiento que se produjo en 1973 y sus
aos posteriores. Sin embargo, la tristeza y la impotencia para unos, la alegra para otros, no
pueden mostrarse ni inundar dicha reflexin. La palabra se debe anteponer al enfrentamiento y la
violencia. El conflicto consistira para esta mirada en los sentimientos (producidos por experiencias
dolorosas) encontrados de los sectores, sin aludir a las diferencias reales, polticas y de proyecto
entre estos (especialmente en el pasado).
En la homila, el sacerdote Miguel Ortega (...) Llam tambin a instaurar la palabra entre los chilenos,
y no el enfrentamiento fsico usado en aos pasados y que provoc tantos dolores en las familias. (12 de
septiembre La poca)
Por otra parte, la reconciliacin se asocia tambin a un olvido de los sucesos traumticos de la
dictadura, la que en ocasiones aparece como contradiciendo la necesidad de recordar
reflexivamente.
En conversacin con la prensa extranjera acreditada en Santiago, sealaron que en Chile se ha
instalado el olvido social y se hacen denodados esfuerzos para blanquear la imagen del pasado rgimen
militar (1973-1990) y de su lder, el general Augusto Pinochet. (5 de julio La poca)
Sin embargo, dentro de este llamado de reconciliacin, apelando ya sea a la reflexin o al
olvido, aparecen voces disonantes, voces que no se reconcilian, que recuerdan, que se resisten al
silencio.
A algunos les cuesta ms que a otros reconciliarse. Carmen Gloria Quintana, la estudiante quemada
por una patrulla militar, dijo a la salida de la misa de La Moneda que no estoy aqu en seal de
reconciliacin, no estoy reconciliada con nadie. (14 de septiembre El Mercurio)
Hay que relatar, preocuparse de saber y contar lo que pas bajo el fascismo chileno. Cunta mierda,
cunto sufrimiento y dolor nos hemos guardado, dice un muchacho. Eso an est ah, hace mal. Si no te
inclinas sobre tu pasado, un da l se inclinar sobre ti. (28 de julio La poca)
Pero, como deber nacional, que involucra a todos los sectores polticos del pas, se seala
que los grupos que no olvidan son los que quedan excluidos de la reconciliacin, en tanto sus
razones para no participar de este proceso se hallaran en un plano ms bien personal que poltico.
En este sentido, los grupos excluidos de la reconciliacin no lo pueden hacer en tanto no pueden
olvidar, puesto que contienen en ellos un dao irreparable que los llevara a tener esta posicin.
Entretanto, el diputado de la UDI Ivn Moreira afirm que constituye un mito inexplicable sostener
que esta fecha divide al pas, ya que -a su juicio- los chilenos ya estn reconciliados. Indic que siempre
existir una parte del pas que jams formar parte de esta reconciliacin. Eso es legtimo, son aquellas
personas que perdieron a familiares, desaparecidos, gente que fue vctima en algn momento dado. Esa gente
jams se va a reconciliar y esa gente no es Chile, dijo. (12 septiembre La poca)
En sntesis, el tratamiento que hace la prensa del tema de la violencia en el 11 de septiembre se
focaliza en el problema de la violencia de hoy producido por un pasado que ya no se puede
cambiar. Se propone como solucin de conflicto el silencio, el olvido, la reflexin personal,
llamando hacia una actitud orientada al futuro como utopa de acuerdo nacional libre de las
divisiones sociales (en general). El pasado sera un problema YA CADUCO POR INMODIFICABLE.
CONCLUSIONES
1. Si se considera el lugar social que la prensa tiene hoy en da se podr concluir que sta tiene
un peso importante en la conformacin del discurso cotidiano de una cultura. La amplia llegada
que tiene el peridico a nivel nacional, en todos los estratos, da cuenta de su importancia. Asimismo
la prensa es usada por distintos interlocutores, figuras pblicas, polticas, sociales, como medio de
difusin e incluso a veces educativo, como medio para hacer llamados a la ciudadana, etc. La
prensa puede caracterizarse hoy en tanto funciona de fiscalizadora y en gran parte como
constructora de discursos oficiales a la manera de la voz de la ciudadana.
2. Se puede observar que la prensa distingue y nomina de maneras distintas a la violencia, con
lo que construye la nocin de que habran violencias que deben ser tratadas de forma diferencial,
pero sin olvidar el fondo comn de todas estas: el hecho de que como violencias son problemas en
tanto producen dao, sea en la forma y especificidad que sea. Lo que se mantiene es la carga
negativa que impregna a cada palabra que se relaciona con la violencia. Frente a esto se observa que
la violencia que ocurre en el mbito privado tiene otros nombres para aludirla, pero la violencia que
ocurre en espacios pblicos y sociales es nominada casi exclusivamente como violencia, incluso sin
otro adjetivo calificativo para la palabra. Las nominaciones diferenciadas conducen a considerar
formas de control y tratamiento especfico para cada una. Sin embargo se puede observar que el
control legal atraviesa todas las formas de violencia y que se centra en el dao como constante de la
violencia.
La violencia produce consecuencias que nadie desea para s, la violencia merma, resquebraja,
mata, cercena, enferma, trastorna, etc. a travs de esto se logra instalar a la violencia como un
ejercicio ilegtimo, pues pasara por sobre el otro que siempre aparece en todas las acciones
violentas: la vctima (si no hay vctima no hay delito ni violencia). El dao, de esta manera, se
instala como el criterio para sealar a la violencia como negativa e injustificable. Pero el dao
adems aparece siempre ligado a personas, con lo que la violencia aparece siempre producida en
un contexto relacional de personas, vctima y victimario, donde aparatos estatales, condiciones de
vida, situaciones sociales, no son vividas como violencia. Cabe apreciar que no se alude en la
prensa sobre lo que podra denominarse violencia estructural, con lo que se dejan fuera marcos que
pueden ir ms all de lo relacional, sin dejar de afectar a sujetos individuales o grupos.
3. La prensa, como se ha sealado, establece distintas formas de violencia: maltrato infantil,
vandalismo, violencia (poltica), violencia delictual. Realizar la distincin sobre la violencia sirve
para instalar un nuevo problema, que tiene actores especficos, con lugares y formas de intervenir
diversos. Al nombrar la violencia de maneras distintas se logra abrir y generar un campo nuevo de
significaciones y acciones posibles, del cual an no conocemos sus lmites. En el caso de la violencia
que se produce en el maltrato infantil, su nominacin tiene como efecto la consideracin de ste
como un campo de problemas con soluciones claras y con explicaciones precisas. En el caso de la
violencia poltica, que en la prensa aparece simplemente como violencia, la falta de adjetivacin tiene
por efecto provocar la inmediata carga negativa dejndola adems difusa y temida.
Adems, frente a la tipificacin que se realiza en el discurso, podemos decir que se produce un
efecto de foco y de lmite, es decir, al nombrar ciertas acciones como violentas, se deja tambin fuera
a otras acciones. Por otro lado esta tipificacin centra la atencin sobre las violencias como
fenmenos y su ocurrencia, dejando de lado violencias ms veladas o que no se dejan ver en tanto
llevan otros nombres. Se abre un campo de inteligibilidades, de acuerdos, sobre fenmenos reales
que adems llevan un juicio de valor impreso en el sello de su nombre, pero cerrando, por otro
lado, otro campo de posibles inteligibilidades que pueda abrirse a futuro. Llama la atencin que en
la prensa tanto la temtica de la pena de muerte como las acciones de fuerza policial y civil
realizadas sobre delincuentes no son tipificadas como violencia, tampoco se menciona algn tipo de
violencia social-estructural como la pobreza y las condiciones laborales.
De esta manera, cabe tambin preguntarse por qu estas acciones no reciben esta nominacin,
lo que nos llevara a considerar la existencia de un marco de legitimidades en el cual se distingue
entre lo que puede y lo que no puede ser nombrado como violento. La violencia en este sentido
sera todo aquello que no est legitimado por ley y que a partir de una forma de accin produce
dao fsico, psicolgico o material. No obstante esta definicin es pertinente, as mismo es
tautolgica. La categorizacin permite deducir a partir de unas caractersticas (del hecho) la
conclusin de que se trata de violencia, pero tambin permite nombrar algo como violento e
imputarle automticamente tales caractersticas (al hecho), lo que incluye por ejemplo, la
ilegitimidad de la violencia.
4. Respecto a la temtica de la violencia como medio, podemos encontrar debates y
argumentos centrados en establecer lo inconducente que resulta ser la violencia para todos los
casos. Esto se asocia a criterios efectivistas, racionales, a diferencia del argumento del dao que
establece una definicin natural que apela a un mbito ms bien tico. Se entrecruzan as lo racional
(instrumental) y lo tico para producir un discurso complejo que busca instalar la ilegitimidad de la
violencia. La violencia es nominada con nombres distintos a ella cuando se trata de una funcin
legtima. Se la llama educacin, restablecimiento del orden, proteccin, defensa, manifestacin para
decir que no es violencia. Cuando se nominan estas acciones con el adjetivo de violencia, dejan de
ser lo que eran y se transforman en algo nuevo. La violencia no es educacin sino castigo que no
educa; la violencia no es restablecimiento del orden sino quebrantamiento de l y abuso de
autoridad; la violencia no es demanda sino fin en s mismo; la violencia no es proteccin y defensa
sino desacato legal. Cabe mencionar una excepcin a este respecto: las acciones realizadas por la
polica son predominantemente significadas como necesarias, como un medio, aunque stas sean
violentas, una funcin necesaria para restablecer el orden, poniendo ms nfasis en el objetivo que
en el medio. Esto tiene como efecto la descontextualizacin de la violencia como fenmeno, en tanto
el debate se centra en la inadecuacin del medio y no en el contenido y razonabilidad que sta
podra tener. En este sentido, sea lo que sea aquello que se busca a travs de la violencia, como
medio es nocivo, negativo, errneo.
5. Al integrar el efecto psicosocial que se produce a partir de lo dicho en la prensa, podemos
decir que la violencia en general provoca sentimientos de temor e indefensin en las vctimas. Los
medios de comunicacin a este respecto se encargan de transmitir este temor hacia la ciudadana,
mostrando este nuevo problema social de manera exaltada y recargada. A partir de esto se genera la
necesidad de un control social sobre este problema que aparece amenazante para todas las personas.
La prensa participa por tanto generalizando el temor y aportando a generar un clima que busque la
seguridad aparentemente perdida a travs de nuevos y mejores controles y represin de los
victimarios.
La violencia se constituye como problema social en tanto cualquier persona es susceptible y se
puede ver amenazado por ella pero no porque tenga un origen social (en su construccin y
mantencin), ya que en general se tratara de individuos particulares identificables. Como
problema, y considerando su calidad daina, aparecen inmediatamente diferentes formas de
intervenir sobre ella con el fin de anularla. Ya que se le ha dado vida a un problema (la prensa), se
hace necesario matarlo (a lo menos controlarlo). Aparecen figuras llamadas al control (el Estado, la
familia, organizaciones especializadas), y tambin distintas estrategias que van desde el mero
control policial hasta la prevencin planificada. Esto tiene por efecto otorgar legitimidad a diversas
formas de control social dando pie para que el Estado, organizaciones y otros puedan intervenir
sobre los sujetos, las familias, las escuelas... en funcin de la mantencin del orden social
establecido, haciendo posible as la deseabilidad de una intervencin en el mbito privado y
personal. El Estado de esta manera se adscribe a un lugar de poder, apareciendo como un control
necesario.
Como ya se dijo, el control legal y policial es comn a todas la formas de la violencia. La idea
de control se centra en la identificacin de los sujetos victimarios de la violencia los cuales deben ser
controlados. Con esto se produce un efecto de explicacin de la violencia basada en individuos
especficos que seran causantes de los hechos y por tanto sujetos de control. Se explicita con esto
una nocin discontinuista de la sociedad, donde los elementos negativos (personas) son los que tienen
el problema y deben ser anulados (casi a un estilo higienista). De esta manera la sociedad queda
exenta de problematizacin y juicio, ya que el problema no le ataera a ella como un todo. La
clsica individualizacin que permea el discurso del control, llama a pensar sobre la escasa
comprensin que puede llegar a tenerse sobre problemticas que no slo son sociales porque daan
a cualquiera, sino que nos comprometen desde su raz como productores de un sistema social
construido.
6. Hemos querido destacar la violencia poltica por su carcter de innombrable como parte del
contexto poltico, que si bien comparte lo que hemos indicado en general con todas las formas de
violencia, al mismo tiempo se trata de una violencia diferente: se trata de unas acciones
directamente polticas, en tanto se cuestiona el orden social e institucional imperante, con una
intencionalidad de cambio. La prensa a este respecto logra preocupar por la violencia en estos
contextos, construyendo la problemtica sobre la superficie del conflicto.
Nuestro imaginario de la democracia y la reconciliacin suspende la posibilidad del discenso
expresado fuera del orden, apelando a la mayora y la negociacin en el consenso. Esto deja a la
violencia poltica impedida en tanto pretensin de cambio. Esta violencia, que en un marco de
autoritarismo puede ser significada desde una lucha, en democracia aparece como sin sentido. A
partir de esto es que la prensa enfatiza de entre estos contextos la violencia sin ms, sin contexto,
con un conflicto de fondo que no se soluciona o que es inmutable, donde la superficie, la violencia,
es lo que debe ser solucionado y controlado. La prdida del mensaje y la acentuacin del medio -la
violencia- son efectos del aparecer noticioso de la prensa. Una marcha, una manifestacin no ser
noticia si no hay violencia. Es as como el ideal del consenso parece referir a una nocin de
democracia que olvida el pluralismo y el discenso y que no soporta sobre s un conflicto que nos
hable de la sociedad tensionada por la diversidad.
En sntesis, el tema de la violencia aparece como una estrategia de control social, en tanto
construye un conflicto de fondo que no se busca resolver, pues la violencia misma sera el
problema; y por otro lado, logra una intervencin en espacios locales (por ejemplo: la familia)
imponiendo de forma a veces difusa y extendida ciertas formas y prcticas de funcionamiento del
poder necesarios para mantener el orden social establecido y la armona social quebrada por estos
problemas que aparecen como locales y particularizados. La sociedad como conjunto queda
inmaculada y el ideal social de consenso de las mayoras (en una concepcin homogeinizadora) se
impone.
7. Como ltima reflexin en trminos de la investigacin y siguiendo lo precedente, creemos
que existen, a lo menos, dos efectos conflictivos al plantear este trabajo. El primero, se refiere a
nuestra decisin de nombrar la violencia que aparece sin otro nombre en la prensa, como violencia
poltica. Quizs, con esto ltimo, slo logramos confirmar el esfuerzo tipificador del discurso de la
prensa, el cual construye formas diferenciales de violencia: con caractersticas y formas de
intervencin propias. De esta manera con la denominacin de violencia poltica se puede estar
contribuyendo a instaurar una forma ms de violencia, particular y circunscrita, lo que podra tener
como efecto el restarle el carcter y contenido poltico que tienen otras acciones que se describen en
la prensa como violentas, en las cuales aparece de forma difusa o simplemente nula su asociacin
con lo poltico. El segundo efecto tiene relacin con el focalizar el tema de la violencia como objeto
de estudio, puesto que como se ha dicho reiteradamente, provoca un segundo centramiento (por la
prensa y por los investigadores) ms bien en la forma que en los contenidos sociales de los
conflictos y sus contextos.
LOS DISCURSOS DE PROFESIONALES DE LA SALUD
QUE TRABAJAN CON SITUACIONES DE VIOLENCIA: EL TEMA DE LA
VIOLENCIA ES FUERTE,
CANSA... DAN GANAS DE ARRANCAR
Ximena Tocornal
Mara Paz Vergara
INTRODUCCIN
En nuestro pas, en el contexto del retorno a la democracia a principios de 1990, se cre la Comisin
de Verdad y Reconciliacin cuya misin era la de elaborar la historia oficial sobre las ms graves
violaciones contra los Derechos Humanos, que se haban producido desde el 11 de septiembre de
1973 hasta el comienzo de la presidencia de Patricio Aylwin (Otano, R., 1995). De este modo, a
travs de un Informe que la Comisin deba elaborar, se intentaba contribuir a la reconciliacin
nacional, luego que Chile viviera un prolongado perodo en el cual el Estado haba hecho uso
sistemtico de la violencia poltica.
En 1991, apoyndose en las conclusiones del Informe de la Comisin Verdad y Reconciliacin,
el gobierno, a travs del Ministerio de Salud, cre el Programa de Reparacin y Atencin Integral de
Salud (PRAIS) para las vctimas de violaciones de Derechos Humanos. Dicho programa se
implement gracias a la formacin de equipos de salud que proporcionaran una atencin
especializada y gratuita a los afectados y sus familiares directos, incluida la tercera generacin.
Los objetivos iniciales del programa PRAIS pueden ser resumidos de la siguiente manera:
Brindar atencin integral de salud, fsica y psicolgica, a las personas ms severamente afectadas
como consecuencia de violaciones de sus Derechos Humanos. Y extender la accin de un Servicio
del Estado hacia quienes han sido los ms afectados por la situacin de violencia represiva.
En la formulacin de este proyecto el Ministerio de Salud convoc a las Organizaciones No
Gubernamentales que haban prestado atencin a las vctimas de violaciones de Derechos Humanos
durante el gobierno militar. Inicialmente el Proyecto implic la formacin de siete equipos
multidisciplinarios que se integraron a los respectivos Servicios de Salud locales, en Iquique,
Antofagasta (Zona Norte del pas), Temuco, Concepcin (Zona Sur del pas), Valparaso y Santiago
(Zona Central del pas). En 1993 se ampliaron a 12 servicios, incluyendo Coquimbo, Maule, Osorno,
Llanchipal (LLanquihue, Chilo y Palena) y Regin Metropolitana Sur-Oriente. Los equipos
respectivos estn formados por un Mdico general, un Mdico psiquiatra, uno o dos Psiclogos, un
Asistente Social, una Enfermera, un Auxiliar de Enfermera y una Secretaria.
Durante el primer gobierno democrtico posterior a la dictadura militar (1990-1994) -cuya
conduccin fue asumida por Patricio Aylwin-, el programa PRAIS registr una alta demanda de
atencin, alcanzando a un total de 10.136 personas segn informacin del Ministerio de Salud. Sin
embargo, dicho programa tuvo una escasa difusin pblica. A pesar del reconocimiento de las
autoridades de gobierno y de los profesionales de salud mental de los equipos PRAIS respecto a la
responsabilidad de la sociedad en el proceso de reparacin, la falta de difusin del programa ha
limitado el alcance reparatorio de esta iniciativa.
Desde 1991, la demanda por atencin mdica y psicolgica ha permanecido ms o menos
constante. Los registros, tanto de los equipos PRAIS como de los organismos de Derechos
Humanos, permiten constatar que se trata de una consulta que se produce lentamente. Es posible
predecir una demanda sostenida, pero no masiva, tanto a los equipos de salud estatal como a las
organizaciones no gubernamentales de salud, ya que se ha observado que muchas personas que
recibieron atencin de emergencia, en el perodo inmediatamente posterior a su detencin,
experimentaron un alivio sintomtico inicial producto de la intervencin profesional. La
acumulacin de crisis vitales, enfermedades, prdida del empleo u otros factores pueden motivar
una consulta actual que hace emerger la experiencia traumtica como el factor determinante del
padecimiento psicolgico (Gmez y Lira, 1996).
La Constitucin Poltica de 1980 define la transicin a la democracia como un perodo que dura 4
aos, equivalentes al gobierno de Patricio Aylwin entre los aos 1990-1994. En esta lnea, la mayor
parte de las medidas de reparacin fueron definidas como transitorias y su duracin era
equivalente a la del gobierno de transicin. Algunas de estas medidas, entre las cuales se incluye el
programa PRAIS, fueron extendidas.
El 27 de agosto de 1994 el Presidente Eduardo Frei promulg la Ley 19.325 relativa a la
Violencia intrafamiliar, entendiendo que la violencia intrafamiliar es un problema social que afecta
a toda la comunidad, aun cuando se vive en el mundo privado. Se plantea como un problema social
ya que afecta a una gran cantidad de mujeres, nios y ancianos; repercute gravemente en la
sociedad y se manifiesta en el ausentismo laboral, deterioro de la salud fsica y psquica; y, al vivirla
como una forma natural de resolver los conflictos, la pareja ensea a los hijos un modelo violento de
relacin que ellos repetirn cuando crezcan (Servicio Nacional de la Mujer, 1995). La ley incluye
como sancin legal la posibilidad de obligar al agresor o, al agresor y la vctima, a asistir a
programas teraputicos o de orientacin familiar como parte de la condena, por lo cual el Ministerio
de Salud ha implementado equipos de profesionales especializados en el trabajo de esta
problemtica.
Con estos antecedentes y como una forma de transformar el programa PRAIS en una instancia
permanente del Ministerio de Salud, en 1996 se ampli su poblacin beneficiaria incluyendo las
personas que viven situaciones de violencia intrafamiliar. Con el fin de reflejar la ampliacin de su
campo de trabajo el programa cambi de nombre a Salud, Violencia y Derechos Humanos.
La ampliacin de la poblacin beneficiaria ha generado algunas dificultades en los equipos, ya
que ellos consideran que al atender situaciones de violencia intrafamiliar se estara desatendiendo
el carcter poltico del dao infringido a la poblacin vctima de violaciones de los Derechos
Humanos.
Con el paso de los aos, desde 1996 hasta 1998, la poblacin atendida por violencia
intrafamiliar ha ido en un progresivo aumento, alcanzando hasta un 90% de los casos en algunos
equipos, mientras que la poblacin que consulta por violencia poltica se ha mantenido o
disminuido segn las particularidades de los lugares en que se insertan los equipos. En todo caso,
cabe destacar que las problemticas por las que consultan quienes vivieron directamente la
violencia poltica han ido variando en el tiempo. Es as como se mantienen las atenciones por casos
crnicos y se introducen en un mayor nmero las demandas de atencin por la problemtica del
retorno del exilio, de los hijos de padres detenidos-desaparecidos o ejecutados polticos.
Esta situacin se enmarca en el contexto social y poltico del segundo gobierno democrtico
-conducido por Eduardo Frei Ruiz-Tagle-, en el que el escenario poltico se ha caracterizado por los
esfuerzos concertados de los distintos sectores polticos que han privilegiado el consenso con miras
al desarrollo futuro por sobre las diferencias en relacin al pasado.
En este sentido, se puede entender que el Programa PRAIS contine teniendo una escasa
difusin pblica, situacin que ha contribuido a generar una suerte de marginalidad de los
profesionales que all trabajan con respecto a los servicios de salud locales en los que se insertan.
ILAS ha seguido de cerca el proceso de los equipos PRAIS a lo largo del tiempo, ya que se hizo
parte desde un comienzo en la creacin del programa, acogiendo el llamado del Ministerio de
Salud, y ha implementado a travs de los aos supervisiones peridicas del trabajo clnico de estos
equipos. Estas supervisiones se han desarrollado, ya sea en terreno o en reuniones en Santiago a las
que asisten miembros de todos los equipos a nivel nacional.
En el marco de esta investigacin, recogimos durante los aos 1996 y 1997 un valioso material
con respecto al trabajo y dinmica de estos equipos. Para la produccin del material se elabor el
registro de diarios de campo realizados durante las supervisiones, ya sea en el lugar mismo en que
trabajan los equipos o durante las reuniones que se realizaron en Santiago. Los diarios de campo
integraron tres elementos esenciales:
- los dilogos producidos por los profesionales de los equipos de salud sobre el tema de la
violencia, transcritos para su anlisis posterior.
- la observacin participante del contexto de supervisin.
- una descripcin general del trabajo que realizan estos equipos y los cambios que se han
producido en ellos, en relacin a las intervenciones en la temtica de la violencia.
El anlisis que a continuacin presentamos intenta reunir aquellos temas que en los relatos de
los profesionales resultan ms relevantes con respecto a su trabajo, en el programa de salud que
antes eran los PRAIS y que hoy da lleva por nombre Salud, Violencia y Derechos Humanos. Para
organizar el material, ste se ha agrupado en torno a los siguientes ejes temticos:
I. Caracterizando la violencia: describe el paso de la violencia poltica a la violencia
intrafamiliar como campo de trabajo y especifica las dificultades que han tenido los equipos en este
cambio.
II. Constituyndose como equipo: agrupa las dificultades relacionales y las dinmicas de
trabajo de estos equipos, resultando especialmente relevante el tema de las jerarquas al interior de
los equipos.
III. Relacionndose con otras instituciones: contiene las caracterizaciones que los
profesionales de salud realizan de sus relaciones institucionales, siendo un tema especialmente
tratado, la relacin con la instancia de supervisin a cargo de ILAS.
... AL PRINCIPIO ESTBAMOS LLENOS DE TEMORES, LAS MUJERES ARRASTRANDO HISTORIA DE GOLPES,
HISTORIA DE DOLOR... MUJERES QUE AVANZABAN EN EL PROCESO Y DECIDAN DEJAR A LA PAREJA
CON LAS CONSECUENCIAS ECONMICAS DE ELLO, SINTINDONOS RESPONSABLES DE ELLO. CREO
QUE AHORA ENTIENDO ALGO MS DE UNA RELACIN DE ABUSO Y NO MUJER AGREDIDA Y HOMBRE
AGRESOR, QU ES LO QUE LE PASA A LA MUJER Y AL HOMBRE, LA PENA Y LA RABIA SE DISTRIBUYEN
SIN TANTA DIFERENCIACIN, EMPIEZAS A VER PATOLOGAS DE Ellas que antes no las vea.
CONCLUSIONES
A partir del anlisis de los relatos es posible subrayar algunas reflexiones con respecto al
funcionamiento de los equipos de salud mental que abordan la temtica de la violencia.
Es importante destacar el efecto que ha tenido en estos equipos, conformados originalmente
para tratar a las vctimas de la violencia poltica, la incorporacin de la temtica de la violencia
intrafamiliar. Para ellos este cambio ha sido vivido como una amenaza, puesto que se asocia al
desperfilamiento del programa y a la prdida de la identidad de los equipos.
Estos equipos han tenido que implementar nuevos canales de comunicacin con otras
instancias que tratan la problemtica de violencia intrafamiliar tales como los tribunales, los
programas de salud municipales, etc., situacin que ha marcado un fuerte contraste con respecto al
lugar de marginalidad y aislamiento desde el cual se haban ubicado y haban estructurado su
identidad institucional. Las resistencias al cambio que estos equipos han manifestado guarda
estrecha relacin con la nocin que han construido de los cambios, como entendidos slo en sus
aspectos de amenaza, sin rescatar ningn aspecto positivo. En otras palabras, los profesionales de
los equipos registran slo una cara del cambio, la de ruptura y prdida, no permitiendo que
aparezcan los elementos de proyeccin y posibilidad que todo cambio conlleva.
El funcionamiento general de estos equipos puede ser entendido desde la polaridad
omnipotencia/impotencia, en el sentido de que los discursos de los profesionales oscilan entre
asumir como un deber el solucionar de una vez por todas todos los problemas que se relacionan con
la violencia o ubicarse en un lugar limitado y frustrante frente a los conflictos que, segn ellos,
provienen del contexto externo. As, las limitaciones son percibidas, ya sea como producidas por
otros (servicio, consultorio, etc.) o son ubicadas en la temtica general de la violencia.
Esta situacin se ve reflejada en la relacin de estos equipos con las instancias de supervisin,
con el Servicio de Salud, con el consultorio, con los tribunales, etc., en las cuales se tiene la
expectativa de producir cambios radicales, que al no lograrse en la prctica, producen un alto grado
de frustracin e impotencia, ya que al ubicarse las limitaciones en el exterior del equipo permite
mantener la ilusin de solucionar todos problemas y, por lo tanto, de que la impotencia no merme
la omnipotencia. De esta manera, los profesionales de los equipos se ven inmersos en una lgica
que los atrapa, a la vez que les permite mantener una dinmica de funcionamiento ante la que
reconocen una serie de dificultades, pero que consideran que no depende de ellos cambiarla.
Los profesionales de estos equipos construyen relaciones con diversas instancias que oscilan
entre la idealizacin o la devaluacin, es decir, configuran visiones dicotmicas y polares, en donde
consideran que todo est bien o todo est mal. En consideracin a lo anterior, basta un aspecto
negativo para pasar de la idealizacin de una institucin a una devaluacin.
Los discursos de los profesionales que trabajan con violencia asimilan el poder al
autoritarismo, por lo que el tema de la jerarqua se construye como un aspecto complejo en la
dinmica de equipo. Los profesionales evitan ubicarse en una posicin de autoridad, sosteniendo
que el poder slo puede ser aceptado en la medida de que cada uno se haga parte, asumiendo su
cuota de responsabilidad en el trabajo. Ahora bien, esto en la prctica no sucede y, por lo tanto, se
admite con recelo la necesidad de mantener una autoridad vertical.
LOS DISCURSOS DE LAS FAMILIAS QUE VIVIERON SITUACIONES DE
VIOLENCIA POLTICA:
TENAMOS QUE SER FUERTES Y DEMOSTRARLES QUE NO NOS HABAN
VENCIDO
Ximena Tocornal
Mara Paz Vergara
INTRODUCCIN
En Chile, la represin poltica ejercida durante el rgimen militar (1973-1990) se dirigi hacia
aquellas personas que haban tenido una activa participacin poltica en el perodo de la Unidad
Popular. Si bien la experiencia represiva era dirigida sobre personas particulares, hemos podido
apreciar, a travs de la experiencia clnica, que esta vivencia produce un impacto generalizado a
nivel de todo el sistema familiar, siendo vivido por cada familia de modo nico y particular.
Por otra parte, el uso de la violencia poltica, al buscar la desarticulacin de grupos sociales
organizados en torno a una ideologa poltica disidente, tambin implic para las personas
directamente afectadas la prdida de sus compaeros y amigos que se vinculaban a su red social.
Es posible tipificar la situacin de las familias de acuerdo al hecho represivo, entendindose
que hubo familias que vivieron ms de uno de estos hechos: familias monoparentales por padre
detenido-desaparecido o ejecutado poltico, familias exiliadas, familias que vivieron perodos de
clandestinidad, familias con uno o ms de sus miembros detenidos, torturados y/o secuestrados.
En algunos casos, hubo padres que se entregaron a los represores con la esperanza de proteger
a sus familias, como fue el caso de nios canjeados por sus padres, o padres que no escaparon y
permanecieron en sus hogares, sabiendo que iban a ser detenidos. No fueron pocos los casos en que
estos nios estuvieron a cargo de parientes o amigos, una vez desaparecido el padre y detenida la
madre. Algunos nios, adems, estuvieron temporalmente a cargo de padres sociales, en hogares
para nios en el exilio, mientras uno de sus padres permaneca en Chile de forma clandestina.
Adems, el exilio complejiz las dinmicas familiares, sumndose a la detencin, el secuestro o
la desaparicin de uno o ambos padres. El conjunto de la familia vivi el desarraigo inserta en una
cultura, muchas veces ajena en su totalidad, y con un serio aislamiento social debido al
desconocimiento del idioma local. Por otra parte, cuando las familias permanecieron en el pas, se
empobrecieron y aislaron, producto del estigma social y del miedo adscritos a la condicin de
familiares de personas perseguidas por la dictadura militar.
La desaparicin de uno o ambos padres, generalmente ocurri en la temprana infancia de los
jvenes o durante el embarazo de la madre. Lo ms comn fue la desaparicin del padre, y por lo
tanto, fue la madre la que qued a cargo de los hijos. Los nios no siempre fueron informados de la
situacin de sus padres, instaurndose una suerte de acuerdo invisible, a partir del cual el nio no
haca preguntas que pudieran angustiar a la madre. En este sentido, se dieron muchos casos de
nios que vivieron una dualidad radical entre el mundo familiar y su insercin social en la escuela,
donde era necesario ocultar su historia como una forma de proteccin.
De hecho, hubo casos en que los jvenes, aos despus intentaron realizar la bsqueda de su
padre, ante las explicaciones contradictorias y ambivalentes de sus familiares. De este modo, se
pudo observar la imposibilidad de ocupar el lugar infantil que les corresponda a estos nios, frente
a una realidad amenazante que alter las dinmicas y las funciones familiares en forma relevante.
A partir del trabajo teraputico con estas familias, podemos caracterizarlas como
traumatizados extremos (Becker, D.; Castillo, M.I., 1990), haciendo referencia a una vivencia
traumtica que no ha sido posible integrar; que desborda tanto la estructura psquica del sujeto
como la estructura del sistema familiar, y que es producto de la violencia institucionalizada y
legitimada por parte del Estado como forma privilegiada de ejercicio del poder. Producto de este
proceso, se generan una serie de efectos a nivel de la salud mental, una compleja sintomatologa
que atrapa al sujeto en su condicin de vctima de la traumatizacin, generando una suerte de
equilibrio enfermo que afecta la estructura de la familia y al desarrollo normal del ciclo vital de
sus miembros (Becker, D.; Castillo, M. I.; Gmez, E.; Kovalskys J.; Lira, E., 1989).
En trminos generales, la sintomatologa que presentan los miembros de las familias que han
vivido directamente la represin poltica consiste en crisis de angustia, ansiedad permanente,
insomnio, pesadillas y enfermedades psicosomticas. En varias ocasiones, los sntomas son
reactualizados o desencadenados por hechos polticos significativos en relacin a la violacin de los
Derechos Humanos: hallazgos de Pisagua40, declaracin frente a la Comisin Verdad y
Reconciliacin41, Informe Rettig42, Ley de Reparacin43.
La mayora de estas familias consultan por atencin psicolgica durante el perodo de
adolescencia de los hijos. Son los padres (madre) que piden atencin teraputica para sus hijos por
conductas antisociales, drogadiccin, conductas agresivas con violentos ataques al resto de la
familia, problemas de fracaso escolar repetido y/o graves conflictos con los padres y hermanos. En
otros casos la consulta se origina por crisis familiares especficas: enfermedades de la madre,
intentos de suicidio y muerte de un familiar cercano.
A veces consultan los adolescentes mismos o los adultos jvenes, por fracasos en la
construccin de vnculos de pareja, embarazos precoces, separaciones, fracaso laboral, sentimientos
de no pertenencia en los grupos de pares, y/o dificultades de insercin en el pas luego de exilios
prolongados. Los adolescentes y adultos jvenes (17-22 aos) que retornan al pas luego de 10 a 17
aos de exilio, se sienten diferentes, no conocen las costumbres ni los cdigos implcitos de sus
pares, estn inseguros y tienen graves conflictos de identidad.
El anlisis que presentamos a continuacin, fue realizado en base a material extrado de la
experiencia clnica con familias que vivieron situaciones de represin poltica. Para tal efecto, se
revisaron las fichas clnicas de un nmero significativo de terapias familiares e individuales
realizadas en nuestra institucin desde 1990 hasta 1997. En algunos casos, se cont con
transcripciones literales de las sesiones y en otros, la historia familiar fue reconstruida en base a las
fichas clnicas y a entrevistas realizadas a los terapeutas. Adems, y de modo de enriquecer el
anlisis interpretativo, se recogieron una serie de textos, escritos con anterioridad, por
psicoterapeutas de nuestra institucin con vasta experiencia en el tratamiento de familias afectadas
directamente por la represin poltica. De esta manera, el material analizado en la presente
investigacin estuvo compuesto por:
transcripciones de sesiones teraputicas
reconstrucciones de historias familiares
entrevistas a los terapeutas.
Una vez recogido el material, se procedi a realizar un anlisis interpretativo buscando dar
cuenta de los efectos que la violencia poltica ha tenido al interior de la vida familiar. Luego de
reiteradas lecturas del material y de varias reuniones de discusin terica, hemos organizado el
anlisis en tres temas centrales que ilustran la problemtica de aquellas familias que han
experimentado directamente la violencia poltica. Estos son:
I. Caractersticas de las relaciones familiares: se describen los efectos que ha producido la
violencia poltica en las relaciones familiares, especficamente con respecto al grado de distancia
afectiva entre los miembros de la familia y el entorno, y las dificultades en la relacin entre padres e
hijos.
II. Efectos transgeneracionales: se discuten y analizan los efectos subjetivos y relacionales,
que han ejercido sobre los jvenes o la segunda generacin la violacin de los Derechos Humanos
de algn miembro de la familia, generalmente de uno de sus padres. En especial se tratan los
intentos de los hijos por ser autnomos e independientes de sus familias, los problemas en su
insercin social y las dificultades para formar relaciones de pareja estables y duraderas.
Con respecto al funcionamiento familiar, en los relatos de estas familias surgen con
fuerza dos temas que dicen relacin con la distancia afectiva entre los miembros de la
familia y con las dificultades surgidas entre padres e hijos en un contexto social que ha
exigido por parte de ellos continuas modificaciones y reestructuraciones para lo grar una
frgil adaptacin.
Como que cualquier decisin que haba que tomar la tombamos entre todos, cualquier cosa
que haba que hacer, de dinero (...) lo que haba que hacer se haca entre todos, en trminos de
decisiones, entre yo y mi madre ms que todo, mi hermano era muy chico. (...) No s a lo mejor mi
madre necesitaba apoyo porque como estbamos los tres no ms...
1. Intentando crecer
El proceso de crecimiento e individuacin de los hijos implica poder diferenciar el mundo interno
propio del mundo externo, desarrollar la capacidad para distinguir los propios sentimientos,
percepciones, expectativas, exigencias e ideas de las ajenas. Cuando el proceso de individuacin es
adecuado, los hijos desarrollan la capacidad de construir un sistema de aspiraciones propios,
incluso frustrando algunas expectativas de los padres, y los padres desarrollan la capacidad de
tolerar esa frustracin. Una alteracin de este proceso lleva a una fusin simbitica, o, a un
desapego rgido, o a una oscilacin entre ambos.
Los jvenes -o la segunda generacin de las familias que experimentaron directamente la
violencia poltica-, estn delegados a mantenerse ligados a un sistema relacional, a una estructura
familiar que se organiza alrededor del duelo no elaborado y que, por lo tanto, impide cualquier tipo
de autonoma o diferenciacin. En otras palabras, se puede decir que el proceso de individuacin y
formacin de identidad en los hijos de familiares afectados por la represin poltica est
distorsionado por la incorporacin del duelo encapsulado51 en la estructura relacional de la
familia.
En algunos casos, las familias que tienen dificultades en el proceso de diferenciacin de sus
hijos, desplazan el conflicto hacia otros temas, llegando a una pseudo-solucin. En uno de estos
casos, el tema de la diferenciacin es situado, y slo aparentemente resuelto, en la actividad e
insercin poltica:
Entonces yo empec a militar en una juventud poltica, y empec a militar as como bien metida
digamos, en el sector poblacional donde viva (...). Mi mam, como te digo, es muy posesiva, o sea siempre lo
ha sido, es una mujer, igual yo la entiendo cachai, o sea se qued sola con cinco hijos, y tiene y tuvo que
apechugar po, o sea es lgico. Bueno, pero toda esta cosa poltica, el hecho que yo trabajaba toda la semana, y
el da sbado que para ella era ojal da de familia, yo tena que hacer, llegaba tarde, entonces todo eso empez
digamos a producir quiebres, o sea discusiones.(...) Y... bueno un da me acuerdo que me dice: bueno tens que
optar, sea o la casa o la poltica en este caso, y yo le dije la poltica y me fui, me fui. Tena como 17 aos y me
fui de la casa.(...)Ahora, o sea yo me siento independiente, yo me siento muy ...., umm imagnate, vivo sola
hace tiempo, entonces de repente yo llego a mi casa -eso me pasaba en el verano por ejemplo-, y mi mam..., y
vuelvo a ser la hija de mi mam, donde mi mam est encima tuyo, donde te est controlando de alguna u otra
manera....
Para estas familias cualquier intento de diferenciacin es vivido como una amenaza, aparece
como una reedicin de la prdida. De este modo, los hijos realizan intentos alternativos para
diferenciarse de sus familias, siendo el ms tpico de ellos, el irse del hogar, es decir, poner distancia
fsica.
Otras veces las dificultades de diferenciacin son pseudo-resueltas mediante un intento de
asemejarse a alguno de los padres. Es un intento de diferenciacin y crecimiento mediante la
incorporacin de caractersticas de las figuras paternas. En uno de los casos, estas dificultades se
intentan resolver mediante un embarazo precoz, identificndose el inicio de la vida adulta con el
embarazo:
Ahora a m ya de adulta me..., tengo una super buena relacin con ella, mucho mejor de la que tena
cuando era adolescente, y mucho mejor de la que tena cuando era nia, o sea mi mam es de esas personas
con las que es fcil relacionarse cuando eres adulta, pero siendo nia o adolescente es recomplicado....
En un nmero significativo de jvenes, durante la adolescencia, aparecen por primera vez
conflictos abiertos entre padres e hijos, adecuados desde la perspectiva de la individuacin, pero
difcilmente tolerados por las madres, que desarrollan fuertes crticas y descalificaciones a sus hijos,
intentando mantenerlos ligados simbiticamente como una forma de no enfrentar la elaboracin del
duelo, los sentimientos de vaco y de prdida que necesariamente se reactualizan con la separacin
de sus hijos.
Eres una irresponsable, egosta, nunca ests en la casa, no te comprometes en la relacin conmigo, no
quieres compartir nada, no te preocupas de tu hermana chica, no puedo contar contigo para nada.
En uno de los casos, luego que la hija viaja al extranjero para encontrarse con su madre y le
cuenta el dolor, inseguridad y confusin que ha vivido en Chile, la madre expresa:
Estoy impactada, choqueada, siempre pens que t no eras como los otros hijos de mis compaeros, yo
crea que todo lo que sucedi a ti no te haba afectado no haba tenido ningn tipo de secuela y agrega:
tengo la impresin que me robaron algo muy importante... me robaron la ilusin de mi hija perfecta... vi
partir a una mujer y vuelve una nia que se porta como hija nica malcriada, espero que esto sea slo
momentneo.
2. Buscando su lugar
En los jvenes y adolescentes es posible observar una conducta sobreadaptada, tanto en el lenguaje
que utilizan, en su apariencia fsica, en la forma de describir sus conflictos como en la manera que
enfrentan sus proyectos de vida y su cotidianeidad.
Las fallas del medio ambiente en su rol de mediador de las necesidades infantiles las han
intentado compensar con un fuerte sentimiento de omnipotencia. Los jvenes han crecido
rpidamente, son responsables, maduros y se han convertido en los protectores de sus padres. Esta
conducta se puede definir como falso self52, en la medida que se ha construido un self que
responda a las expectativas y exigencias de la familia y del contexto, pero no a las propias
necesidades de los jvenes.
...necesito un espacio para aclararme y ordenarme, he vivido una vida falsa y quiero encontrar mi
identidad real.
Me gustara liberarme, encontrarme a mi misma... me siento vieja, siento nostalgia de ser nia y
adolescente. Siento nostalgia de algo que no existi, quisiera no haber sido tan seria, me hubiera gustado ser
ms divertida, menos estructurada... me dio mucho susto verme presa, estructurada en una relacin, vieja
para siempre, responsable, ms fuerte de lo que soy, siendo como no quera ser. Yo quiero rerme, bailar,
cantar, tener mis 18 aos, quiero sentirme joven y viva.
En este mismo sentido, los jvenes intentan adaptarse a su entorno inmediato, pero se sienten
en desventaja. Para sentirse integrados y aceptados por el grupo estn siempre pendientes de las
necesidades de los otros, oyndolos y acompandolos cuando lo necesitan, empatizando con sus
problemas y angustias. Pero mantenerse permanentemente en esta actitud es muy difcil. En la
relacin con los pares se repite entonces la historia de ser excluidos, de no pertenencia y de la
funcin, desde el falso self, de ser padres de los nios abandonados (padres, hermanos, amigos)
tomando el rol de la madre deseada, que contiene y satisface las necesidades, proyectando su
propio abandono en los dems.
...me siento tan diferente, mi historia es tan complicada, nadie la entendera, me siento sola en
desventaja. Por eso me da por estar siempre pendiente de las necesidades de los otros, organizar fiestas y
salidas, hacer chistes, y estar siempre alegre.
El haber vivido una historia familiar distinta a otras familias, por la experiencia represiva
sufrida y al tomar un rol que intenta responder todo el tiempo a las expectativas y exigencias de los
otros (tanto de su familia como de su entorno ms cercano), hace que los jvenes se vean a s
mismos como diferentes, ubicndose en un lugar alejado, distante desde donde observan sus propias
experiencias.
Me sent rara, como espectadora, mirando desde fuera... como si a m no me hubiera pasado. Me miro
en las vitrinas y me desconozco, me asusto de mi misma. Me encuentro fea y gorda.
En jvenes que retornan del exilio, esta sensacin de extraeza, de mirar desde afuera se
agudiza, presentndose serias dificultades en el establecimiento de nuevos vnculos.
Me siento rara, diferente... no me siento perteneciente aqu, estoy confundida, quiero integrarme pero
me siento marginal, slo me relaciono con amigos que conoc en el exilio.
Yo trato de pasar desapercibida con los compaeros de la U, como si fuera transparente, hablo slo de
materias y evito cualquier tema personal - me horroriza decir quin soy... tener que contar mi historia, decir
que tengo padre, pero que no tengo... que viv exiliada. Esto me hace tan diferente, me pone en desventaja con
los dems, que tienen una familia, siempre han vivido en Chile...
En estos casos, aparece la idea que para ser normales deben ocultar o negar su historia familiar
y de esta forma reparar omnipotentemente el dao propio y el de la familia. Al intentar igualarse a
sus pares demuestran que lo vivido no ha tenido lugar, o que ha quedado en el pasado y que no ha
tenido consecuencias en el presente. Sin embargo, el fracaso del presente y la imposibilidad de
construir futuro es la demostracin que la experiencia represiva no ha sido elaborada, que ocurri,
que fragment su experiencia, no pueden lograr ser ellos mismos, tener una identidad que sientan
real y consistente, si no pueden integrar el horror de la experiencia traumtica vivida.
CONCLUSIONES
La experiencia de aquellas familias que vivieron la represin poltica en el contexto de un medio
amenazante que reproduce el temor y la muerte, al mismo tiempo que lo niega, las llev a
desarrollar mecanismos de sobrevivencia en los cuales no haba lugar para la expresin de
sentimientos de dolor, fragilidad, confusin y rabia. Todos estos sentimientos, propios de un
proceso de duelo, fueron postergados y negados, asegurndose as su permanencia en el tiempo, y
su expresin encubierta en los sntomas y en los graves conflictos familiares, sin que se lograra
establecer la vinculacin con las experiencias traumticas ni con las prdidas sufridas por la familia.
La represin poltica que afect directamente a los padres de los jvenes y adolescentes que
han vivido situaciones de traumatizaciones extremas, hizo que la centralidad de la tarea de cuidado
y contencin afectiva de los hijos al interior de la familia, desapareciera para dar lugar al resguardo
de seguridad personal y familiar, a la prioridad de las tareas polticas, a la bsqueda del familiar
detenido o desaparecido. Las caractersticas del medio social y familiar se transforman, no pueden
cumplir con su rol de facilitador del desarrollo y crecimiento, los padres no pueden satisfacer ni
adaptarse a las necesidades de contencin de los nios.
Es posible afirmar que el proceso de individuacin y formacin de identidad en los hijos de
familiares de afectados por la represin poltica est distorsionado por la incorporacin del trauma
y del duelo encapsulado en la estructura relacional de la familia.
El aislamiento social y la prdida de vnculos significativos incentiva una fuerte dependencia
afectiva entre los miembros de la familia nuclear caracterizada por un alto grado de fusin e
indiferenciacin. As, los hijos deben sabotear el propio desarrollo para mitigar la angustia de
separacin y las culpas, manteniendo de esta forma el vnculo simbitico.
Se observa una detencin del ciclo vital de la familia debido a la imposibilidad de la
separacin, lo que implica rupturas precoces de las relaciones de pareja y vuelta a la familia de
origen o ausencia del desarrollo de un vnculo de pareja. En el caso de la ruptura de relaciones de
pareja, observamos una repeticin de la situacin traumtica: los padres vuelven a desaparecer.
Tampoco la madre construye nuevas relaciones de pareja por temor a que frente al compromiso
afectivo se reedite la prdida.
Dentro de la familia, quin pide ayuda psicolgica buscando aliviar algn sntoma, se ubica en
la misin de cuestionar los valores familiares, dar cuenta del dao producto de la prdida, pero
fracasa por las culpas que esto implica dentro de un sistema de lealtades rigidizadas. La interaccin
familiar que se organiza en relacin al sntoma reproduce, la vivencia del sistema familiar dentro
del macro-sistema sociopoltico. El miembro sintomtico es descalificado, agredido, rechazado y
aislado. Toda la familia, l incluido, comparte la idea que sus crisis de agresin, de llanto, de
angustia son producto de su inestabilidad e inmadurez emocional. De esta manera, la familia intenta
individualizar, privatizar el problema, descontextualizando los sntomas con respecto a su etiologa
sociopoltica. En este sentido, los sntomas son privatizados y la familia reproduce la negacin del
trauma que realiza la sociedad en su conjunto.
Las manifestaciones de agresin no se permiten entre los miembros de las familias, ya que se
asocian directamente con la destruccin del otro. La percepcin de la fragilidad de los padres lleva
a los jvenes a sentir que stos no sern capaces de sobrevivir a la angustia propia del proceso de
diferenciacin e individuacin. Los padres por su parte, viven la agresin como una reedicin de la
violencia represiva, como una repeticin de la destruccin y la muerte. Esta situacin genera en los
jvenes la imposibilidad de expresar la rabia y el odio que la experiencia vivida conlleva. De esta
manera, se bloquea la expresin de estos sentimientos, lo que es necesaria para la mantencin del
equilibrio psquico, y por consiguiente, se generan mecanismos alternativos por los cuales la
energa psquica se expresa en forma distorsionada e inconsciente. Esta expresin distorsionada de
la agresin, al no ser simbolizada, se manifiesta como violencia. La transformacin de la agresin en
violencia tiene directa relacin con el proceso traumtico y la imposibilidad de elaboracin de la
violencia sufrida.
Por todo lo anteriormente expuesto, podemos concluir que las consecuencias de las vivencias
traumticas, tanto a nivel intrapsquico como relacional y social, no terminan con el fin de la
dictadura sino que mantienen su vigencia en el tiempo y se transmiten a las nuevas generaciones.
Esto se podra explicar desde el concepto de traumatizacin secuencial 55, que, como lo describe
Keilson, se tratara de un proceso acumulativo de una serie de situaciones de carcter traumtico
que vienen a intensificar la percepcin de fragilidad de la estructura familiar, frente a lo cual la
familia tendra que estar constantemente generando estrategias defensivas y adaptativas, ya que no
slo las consecuencias del trauma continan afectando, sino que el trauma mismo perdura.
CONCLUSIONES
Los discursos sobre la violencia introducen la dimensin tica como parte esencial del fenmeno.
As, nombrar un acto como violento, es sinnimo de algo malo, daino, necesario de evitar y
combatir. La violencialidad de un acto se define por las consecuencias (siempre negativas) que ste
tiene y que de manera incuestionada se denomina dao por los distintos discursos sobre la
violencia. Si la violencia es daina por definicin, entonces el combatirla se transforma de
inmediato en un deber tico y moral.
Esta idea se constituye en una premisa implcita e incuestionable: el dao fsico y psicolgico
producido por todas las formas de violencia la hace injustificable per se, independiente del contexto
histrico en que se produzca. Aunque hay distintas formas de violencia todas ellas tienen un fondo
comn de todas estas: el hecho de producir dao, sea en la forma y especificidad que sea. Este
carcter daino, justifica la utilizacin de cualquier forma de control del fenmeno.
Para los discursos sobre la violencia, sta produce consecuencias que nadie desea para s; la
violencia merma, resquebraja, mata, cercena, enferma, trastorna, etc. Se construye la nocin de
violencia como un ejercicio ilegtimo, pues pasara por sobre el otro que aparece en todas las formas
de su ejercicio: la vctima (si no hay vctima no hay delito ni violencia).
Se describen y se nombran situaciones de violencia, lo que produce un efecto de foco y de
lmite, es decir, al nombrar ciertas acciones como violentas, se deja tambin fuera a otras acciones
ocultando su carcter daino. Se abre un campo de inteligibilidades, de acuerdos, sobre fenmenos
reales que adems llevan un juicio de valor impreso en el sello de su nombre y, cerrando, de este
modo otros campos de posibles inteligibilidades que pueda abrirse a futuro. Llama la atencin que
temticas como la pena de muerte o como las acciones de fuerza realizadas sobre delincuentes no
son llamadas violentas.
Si nos preguntamos por qu estas acciones no reciben esta nominacin, debemos considerar la
existencia de un marco de legitimidades en el cual se distingue entre lo que puede y lo que no
puede ser nombrado como violento. La violencia en este sentido sera todo aquello que no est
legitimado por ley y que a partir de una forma de accin produce dao fsico, psicolgico o
material.
Cuando la violencia aparece como un medio para conseguir ciertos objetivos, la dimensin
tica se cruza con la dimensin instrumental. La violencia es nombrada de otra manera cuando
cumple con una funcin que la justifica: se la llama educacin, restablecimiento del orden,
proteccin, defensa, manifestacin, etc. Esto tiene el efecto de transformarlas en acciones distintas,
con significados positivos, que slo son violentas cuando fracasan en alcanzar sus objetivos. La
violencia no es educacin sino castigo que no educa; la violencia no es manifestacin de repudio
sino desmanes bandlicos; etc.
La relacin con el poder parece establecer un mbito que legitima las acciones violentas. As, la
prensa construye como violencia necesaria las acciones realizadas para proteger y/o restablecer el
orden pblico (por parte de militares o policas). Otros discursos sociales plantean la justificacin de
la violencia que se ejerce como defensa ante los abusos de poder, que se constituye en resistencia y
cuyo fin es la transformacin de una sociedad injusta y opresora. Esta discusin sobre medios y fines
traslada la discusin hacia la contundencia (o falta de ella) de los fines buscados. La pregunta
podra formularse de la siguiente manera: es este fin lo suficientemente importante como para
justificar el ejercicio de la violencia? Plantear las cosas en esos trminos tiene el efecto de
descontextualizar el problema y de darle ms peso a la dimensin instrumental del fenmeno de la
violencia, diluyendo su dimensin tica.
Los discursos re-introducen la dimensin tica a la discusin a travs del tema del dao. En
esta discusin se construyen dos sujetos dialogantes que parecen ocupar posiciones antagnicas en
las relaciones de poder: la prensa, que considera justificada y necesaria la violencia para mantener o
restablecer el orden pblico, y otros grupos sociales (entre los que se encuentran vctimas de la
violencia poltica, profesionales que trabajan contra la violencia y grupos de poblacin general), que
usan el tema de sus efectos (formulados como dao) para negar esta necesidad y rechazar su
justificacin.
Entre los efectos de la violencia est el constituirse a s misma en un ciclo que se
autorreproduce y que se independiza de los actores que la ejecutan determinndolos y obligndolos
a continuar con el ciclo. As, el gran efecto de la violencia sera producir ms violencia. Revertir este
ciclo es un deber moral que, algunas personas con ciertas caractersticas personales (mayor
sensibilidad frente al tema producto de haber vivido desde cerca alguna situacin de violencia),
intentan infructuosamente. El trabajar contra la violencia es altamente frustrante y desgastador.
Frustrante por un lado, porque la violencia se autorreproduce y adquiere una agencia propia que
no permite terminar con ella, y por otro lado porque sus efectos marcan a las personas de manera
irreversible. Desgastador, porque involucra de tal manera a las personas que trabajan contra ella
que las amenaza con volverse violentas sin darse cuenta y les exige un enorme esfuerzo de
autocontrol para que esto no suceda. Por otro lado, invade sus espacios privados produciendo los
mismos efectos dainos que las personas que son sus vctimas.
Los discursos establecen la existencia de una forma pura de la violencia (que, aunque no se sabe
como es, se tiene la certeza que existe) y de las manifestaciones de esa supuesta forma pura. Es por eso
que nos encontramos con mltiples tipos de violencia, que no son sino diversas formas de
expresin de un mismo fenmeno. Aunque todas las formas de violencia son malas y dainas, existe
una discusin que permite situar a algunas en una categora de peor o ms daina. Las distintas formas
de la violencia pueden ser clasificadas, a su vez, en violencia fsica y violencia psicolgica, la primera
perteneciente al mbito de lo concreto, material y visible, y la segunda perteneciente a lo vago,
simblico e invisible.
Entre las peores formas de la violencia, el discurso sita a la violencia poltica. Existe en l una
identificacin entre la violencia de carcter poltico y la poltica como violencia. Se constituyen dos
lugares argumentativos complementarios con respecto al tema: uno de ellos constituye a la
violencia-poltica a travs del silencio y de la ausencia en el discurso, el argumento actuado es que
es preferible no hablar de poltica (y de las formas polticas de la violencia) pues esto produce
conflicto y violencia al interior de los grupos. El segundo argumento establece que es preferible no
hablar de poltica pues resulta un ejercicio intil y frustrante: una prdida de tiempo. Este
argumento se explica tan a menudo que hace que los textos estn llenos de referencias al fenmeno.
Ambos argumentos (el silencioso y el hablado) producen el efecto de otorgarle a la poltica una
omnipresencia en el habla.
Los discursos sobre la violencia identifican violencia y dictadura hasta el punto en que, en
algunos sentidos hablar de una es hablar de la otra. La violencia-dictadura se constituye en un lugar
de quiebre en la historia de Chile, a partir del cual es necesario referirse a un antes y despus de ella.
Se construyen en el discurso dos sujetos generacionales que dialogan sobre la relacin entre el antes
y el despus, y para cada uno de ellos el otro generacional est daado por la dictadura. Para los
jvenes, las personas que vivieron directamente la dictadura quedaron marcadas por estas vivencias
de las que no se pueden despegar. La violencia-dictadura es algo lejano para ellos, que les resulta
difcil de imaginar y que slo existe en los relatos de los padres y en los efectos que perciben en los
viejos. Estos ltimos afirman la existencia de una generacin actual ms violenta que la anterior, con
una identidad diferente a la de los jvenes de antes producto de los efectos de la violencia-dictadura.
Las preguntas: cundo ha existido ms violencia?, antes o ahora?, dnde existe ms
violencia?, en Chile o en otros pases?, se formulan y responden en torno a la violencia-dictadura
como un lugar de determinacin. Si somos o no ahora ms violentos que antes es porque vivimos la
dictadura. Si los chilenos somos o no ms violentos que otros pueblos es porque vivimos la
dictadura. Entre los efectos de ella, podemos constatar una nueva manera de ser de las relaciones
sociales: polarizadas y ms violentas.
Los profesionales que trabajan con personas o familias que han sufrido situaciones de
violencia poltica describen sus efectos bajo la denominacin de trauma poltico. Plantean que el
trauma al interior del sistema familiar produce dinmicas complejas y duraderas en el tiempo, y
que estn en estrecha relacin con el contexto sociopoltico. Este trauma posee ciertas caractersticas
que son descritas por estos profesionales desde un punto de vista terico-tcnico y son descritas por
las familias desde un punto de vista experiencial. Uno de los temas que adquiere ms fuerza en
estos discursos es la privatizacin del dao. La violencia ejercida desde el Estado, estaba
directamente ligada al quehacer poltico de las personas, es decir, al espacio pblico. Sin embargo,
sus repercusiones se viven a nivel privado, a nivel de las relaciones familiares, ubicndose a la
sociedad en un lugar externo a las personas. Esto ltimo lleva a estas familias a tener que
sobrellevar en un espacio de marginalidad las reiteradas prdidas que han sufrido, exigindoles
sucesivas reestructuraciones que agudizan an ms su situacin. Este es el caso, por ejemplo, de
familias que luego de vivir la persecucin de algunos de sus miembros han salido al exilio y
posteriormente regresado a Chile, una vez terminada la dictadura militar.
Los discursos sobre la violencia estn permanentemente tratando de establecer cules son las
causas del fenmeno: pertenecen al mbito de lo biolgico?, o constituye una conducta
aprendida?; qu lugar ocupa la dictadura en la determinacin de la violencia de los chilenos?, y,
cmo se relaciona con otras muchas causas? Los discursos establecen un fuerte clima de
desencanto frente a las condiciones socio histricas del pas, que constituyen un importante
conjunto de causas que provocan violencia. El cuestionamiento (en tono pesimista) de las
posibilidades de modificar estas condiciones sociales, sumados a la fuerza de determinacin de la
dictadura y al carcter instintivo de todas las formas de violencia, tienen el efecto de presentar el
fenmeno como algo inmodificable, situado fuera de la esfera de influencia de la agencia humana.
La violencia es nombrada como un afuera, situndola en un espacio exterior a los sujetos, que
la ejercen o que la viven. La violencia aparece como un fenmeno inevitable que es impuesto desde
este espacio exterior y frente al cual los sujetos quedan inmovilizados y desprovistos de cualquier
posibilidad de agencia. Parece que la violencia se constituyera en un fenmeno autnomo, situado
en ese otro sitio. Aunque luchar contra ella aparece como un deber moral, es muy difcil de lograr
pues la violencia es, en estos discursos, un fenmeno que se multiplica a s mismo y que genera
lugares para su ejercicio.
La necesidad de intervenir en las situaciones de violencia ocupa un espacio importante en los
discursos, constituyndose en un deber moral. El deber consiste en superar la violencia, en la
medida en que sta es daina para las personas y la sociedad. Sin embargo, como las causas de la
violencia se constituyen en un lugar ajeno a la agencia humana, los lugares para la lucha contra la
violencia slo pueden situarse a nivel de sus efectos. Esto contribuye a construir la violencia como
un fenmeno inevitable.
El discurso sita a los profesionales que trabajan con personas que han vivido situaciones de
violencia, en un lugar donde slo pueden trabajar sobre sus efectos. Aunque este fenmeno tiene
consecuencias tanto a nivel privado como a nivel social, slo se puede intervenir de manera efectiva
en el primero de estos mbitos. Ellos tienen el deber de solucionar los conflictos producidos por la
violencia, sin embargo este deber es impotente, pues en realidad no logra su propsito. Las
limitaciones a este ejercicio profesional son puestas, por los profesionales que lo ejercen, en un lugar
exterior a ellos. Son producidas por otros (servicio, consultorio, etc.) o son ubicadas en la temtica
general de la violencia.
Esta situacin se ve reflejada en la relacin de estos equipos con las instancias de supervisin,
con el Servicio de Salud, con el consultorio, con los tribunales, etc. En estas situaciones los equipos
se plantean el objetivo de producir cambios radicales y cuando no lo logran se sienten frustrados e
impotentes. Al ubicarse las limitaciones en el exterior, el equipo mantiene la ilusin de poder
solucionar todos los problemas y, por lo tanto, de que la impotencia no merme la omnipotencia.
As, los profesionales se ven inmersos en una lgica que los atrapa, a la vez que les permite
mantener una dinmica de funcionamiento ante la que reconocen una serie de dificultades, pero
que consideran que no depende de ellos cambiarla.
Los discursos sobre la violencia construyen un lugar de la no - violencia, que es el lugar de lo
bueno, de lo justo y de lo sensible; en contraposicin con el lugar de la violencia que es el lugar del
dao, del dolor y de la irracionalidad. Luchar contra la violencia exige sacrificio y resulta frustrante,
sin embargo tiene la recompensa de situar a las personas que lo hacen en este lugar de privilegio
moral.
Los discursos establecen una relacin directa entre la violencia y las relaciones de poder. El
lugar que se ocupa en estas ltimas es lo que determina si la violencia que se ejerce es o no
justificada. La violencia utilizada como medio de defensa y resistencia contra los abusos de poder, o
como una manera de liberarse de la dominacin de un otro ms poderoso, son plenamente
justificadas.
Las situaciones de violencia que se presentan en las familias que han vivido situaciones de
violencia, son explicadas por los profesionales que trabajan con ellas, como producidas por las
dinmicas de poder que se establecen. Para estos discursos, estas familias han sido severamente
daadas desde un lugar de poder, por lo tanto, la posibilidad de ejercer el poder desde un lugar de
autoridad produce, en los miembros de estas familias, mucho conflicto. El uso de la autoridad para
educar, castigar o dirigir es rechazada por su relacin con el poder. Se produce un movimiento en el
cual se rechaza el autoritarismo y se impone el uso indirecto del mismo, a travs de manipulaciones
que operan de manera implcita.
Los discursos de los profesionales que trabajan con situaciones de violencia asimilan el poder
al autoritarismo, por lo que el tema de la jerarqua se construye como un aspecto complejo en la
dinmica de equipo. Los profesionales evitan ubicarse en una posicin de autoridad, sosteniendo
que el poder slo puede ser aceptado en la medida de que cada uno se haga parte, asumiendo su
cuota de responsabilidad en el trabajo. Ahora bien, esto en la prctica no sucede y, por lo tanto, se
admite con recelo la necesidad de mantener una autoridad vertical.
Tal como nos dice Foucault, el poder crea los lugares para su ejercicio y tiende a ocultarse para
hacerse ms efectivo. Parece ser que la negatividad atribuida al poder y su relacin directa con la
violencia (que tambin es mala) hace que est fenmeno sea negado. Sin embargo, si partimos de la
base que todas las relaciones sociales son relaciones de poder, negar el tema contribuye a su
ocultamiento y por lo tanto a la reproduccin de la efectividad del estado actual de estas relaciones.
BIBLIOGRAFA
INTRODUCCIN
El trabajo que realizamos en El Salvador se dise en tres etapas. La primera la denominamos de
investigacin, el objetivo fue conocer los vnculos que se establecen en y entre los 3 niveles de
referencia social: la familia, las instituciones y el nivel macro social. La segunda etapa, a la cual
llamamos de intervencin, tuvo como objetivo brindar atencin a familias durante la investigacin,
facilitando un espacio de reflexin que les permitiera expresar sus relaciones en el interior de la
familia y promover cambios orientados a la construccin de relaciones de mayor respeto y
equilibrio en la utilizacin del poder. La tercera etapa tuvo como finalidad capacitar a los(as)
promotores(as) de ONGs que trabajan en el rea de salud en las zonas rurales del pas.
Estas etapas se disearon como tal por razones de tipo metodolgico, teniendo en cuenta que
la investigacin propiamente tal tambin es una forma de intervencin y, a la vez, la etapa de
intervencin se constituye en parte de la investigacin. A partir de esta concepcin de abordaje
tuvimos en consideracin que las investigadoras y/o facilitadoras forman parte activa del sistema,
en donde se involucran sus propios afectos y valores, por tanto, de alguna manera han
codeterminado la investigacin, la intervencin y el anlisis y, a su vez, ellas han sido
codeterminadas por dicho proceso.
La investigacin, a nivel de las relaciones primarias, se realiz con una muestra de 20 familias
obreras y campesinas.
Para el nivel de las relaciones funcionales se seleccionaron aquellas instituciones que, de
acuerdo con las familias entrevistadas, tenan mayor vinculacin con ellas. Para la exploracin de
las relaciones estructurales se trabaj con 6 grupos focales: dos del rea rural, dos del sector obrero
y dos de clase media alta.
En este captulo presentamos el resultado de los anlisis hechos a partir de la informacin
recolectada con las familias, instituciones y grupos focales, que corresponden a la primera etapa del
trabajo realizado en El Salvador. El anlisis fue discutido y analizado por el equipo y, finalmente, la
redaccin y algunos de los contenidos y comentarios son propios de la investigadora que asumi la
tarea final de cada tema. De este modo, el anlisis lo estructuramos en tres niveles:
Testimonios de familias obreras y campesinas
Vida en y desde las instituciones
La TV y la familia salvadorea
Los anlisis se han realizado a partir de una orientacin psicosociohistrica, puesto que el
discurso de las familias e instituciones no puede comprenderse si no se conoce el contexto histrico
y cultural en donde se generan. Es por esta razn que incluimos una breve resea de la situacin
sociopoltica actual de El Salvador.
En sntesis, el presente captulo comprende, en primer lugar, un anlisis sociopoltico de la
realidad salvadorea actual, en segundo lugar, el anlisis del material recogido, organizado en tres
niveles (familias, instituciones, estructura social) y, finalmente, la exposicin de las conclusiones y
reflexiones surgidas a partir de nuestro estudio. Tanto el anlisis como las conclusiones se han
enriquecido con el enfoque psicosocial de Ignacio Martn Bar; los conceptos sobre el poder y
violencia de Foucault; las concepciones sobre autoritarismo y democracia de Gregorio Kaminsky; y
las concepciones y teoras de gnero de Mara Fernndez, Virginia Goldner y Jorge Corsi, entre
otros. El enfoque sistmico ha estado presente englobando concepciones, teoras y anlisis.
As vivimos...
Las familias campesinas hablaron continuamente sobre sus condiciones sociales y econmicas. El
relato de una madre campesina: Todos mis hijos van ir a la escuela el prximo ao, menos el de 3 aos,
porque son 6; pero cuando comience el invierno van ir slo los dos ms grandes, a los dems me da miedo
mandarlos porque el ro se desborda y se los puede llevar la corriente. Este ao fjese, hubo una gran
inundacin y no podamos salir de la comunidad.
Un joven de otra familia relat su experiencia de ir a la escuela: Me voy todos los das a las 6 de
la maana, camino y llego a las 7:30 a la escuela, termino las clases a las 12:30 del medio da. La madre
expres: En invierno les toca duro, se mojan hasta las rodillas porque el ro se inunda, as mojados se estn
en la escuela y mi hijo padece de cansancio de los bronquios. El padre agreg: Para estudiar aqu hay que
hacer mucho sacrificio.
Las familias hablaron de manera constante no slo sobre su situacin econmica y social, sino
de la forma en que la viven y sienten. En muchos casos se tuvo la sensacin de escuchar el lamento
de quien no tiene esperanza de ser odo, y en otros se atisbaba un hlito de lucha, de reclamo o de
nimo para seguir adelante: Ahorita estamos bien, porque no viene la corriente del ro, donde vengan las
crecientes nos vamos a sentir mal.
Un padre de familia: Yo en algunos momentos he deseado hasta ser un perro de gente rica, por lo
menos ellos no aguantan hambre, me duele ver llorando de hambre a un hijo por aqu, y otro por all. Dios
mo! Uno se siente todo aguadito, desesperado, que ya se cae.
Los relatos anteriores llevan a pensar que la sociedad salvadorea se ha ido construyendo de
manera exclusiva al servicio de una minora y, probablemente estas condiciones generan, entre
otras cosas, ndices de violencia mucho ms altos que los que se pueden registrar en sociedades que
tienden ms a la integracin que a la marginacin y exclusin. Mltiples investigaciones, regionales
y nacionales, sitan a El Salvador como el segundo pas ms violento en Amrica Latina.
Un campesino manifest: No es que uno pida que le lleven las cosas a la boca, pero por lo menos que
la gente que tiene el poder ahora, que se toquen la conciencia y que abran empleos sin poner tantas
condiciones... porque de ah viene mucho ladronismo. Anoche hubo una vela1 de un seor que se quera meter
en una casa y dicen que lo mataron estrangulado. As tambin hay muchas maras2 y drogadiccin. Algunos
tipos de estos andan metidos en maras y ladronismo, tal vez queran andar por el camino recto y podran
haber ido a buscar un trabajo y les pidieron una gran lista de requisitos. Se acabaron las balas pero estamos
en guerra todava, toda esa delincuencia, tanto desempleo es una guerra. Pues para m ha sido un duro golpe,
pues yo he sido empleado y ahora estoy desempleado.
En El Salvador, ms del 60 por ciento de la poblacin econmicamente activa est
desempleada o subempleada. Esta cifra es elevada y muestra que hay dificultad para absorber la
mano de obra (Lazo, F., 1996). El problema del empleo indica que el crecimiento econmico del que
se habla en el discurso oficial, no se refleja en una significativa disminucin del desempleo y
subempleo.
Al parecer, la marginacin y exclusin han generado una espiral de violencia en donde la
delincuencia, las drogas, las maras, la violencia intrafamiliar, el alcoholismo y la prostitucin son
parte de la vida diaria de los salvadoreos. La guerra militar termin, mas la guerra social contina
violentando a la sociedad salvadorea.
Las condiciones de vida que narran las familias salvadoreas entrevistadas constituyen una
muestra de la vivencia de la mayora. En s mismas, estas condiciones violentan sus vidas y sus
derechos como familias, sin embargo, no son categorizadas por ellas como tal.
Escuela y educacin
En la escuela, a veces los profesores pasan a los nios slo por no dejarlos aplazados y nosotros no podemos
hablar de eso, porque no tienen director y el maestro da su clase como quiere... El problema por aqu es bien
comn, mucho ausentismo de los profesores y hacen lo que quieren. Mire, nosotros prcticamente hablamos
con el maestro, si el nio comete un error reprmalo para que no lo vuelva a hacer, porque si el padre se enoja
con el maestro, va a ser peor, pues el maestro es la autoridad en la escuela.
Yo pienso que est bien que les peguen a los nios en la escuela pues hay unos que son demasiado
tremendos. Cuando nos reunimos con la profesora todas las mams decimos que despus de nosotras son las
profesoras las que tienen que educar a los hijos... Hay otras madres de familia que son delicadas porque les
maltratan a sus hijos y entonces llegamos a acuerdo de que les hicieran rigor a los nios, pero no
demasiadamente.
En el discurso de las familias encontramos el poder que les asignan a los(as) profesores(as) o
que los(as) maestros(as) se autoasignan, y que al hacer uso de este poder, lo materializan ejerciendo
violencia sobre los(as) nios(as). Los padres y las madres de familia sealaron que no pueden hablar
sobre lo que piensan respecto del funcionamiento de la escuela, sin embargo, no lo categorizan
como un hecho violento. Tambin se puede observar en este discurso la introyeccin de la violencia
y el autoritarismo, an en la escuela, como instrumento vlido para educar. De este modo, validan
la violencia fsica ejercida en nombre de la educacin y del cumplimiento de normas establecidas.
Salud y hospital
Ir al hospital le sale a uno ms caro, se pierde todo el da de trabajo, se va uno de maana y no regresa hasta
las 5 de la tarde. Ese hospital est bien terminado... Y adems las enfermeras son bien psimas, le dicen a uno
cosas feas. Yo a mis hijos los he tenido en mi casa, me ha atendido una partera; es que en los hospitales uno
mira casos, las mujeres lloran y no las atienden. Yo me decido a vivir o morir. Con el ltimo de mis hijos casi
me muero. Todava no me he esterilizado.
Al hospital no me gusta ir, porque sino lo ven bien enfermo a uno, le dicen que venga maana, y slo
uno sabe que si los lleva es porque estn bien enfermos y, yo aunque sea con mis pobrezas, mis 100 colones los
llevo para llevarlos al mdico particular.
Los relatos son un reflejo de nuestro deficiente Indice de Desarrollo Humano. Desde los
anlisis de los poderes institucionales se habla mucho del poder que la institucin de salud tiene
sobre las vidas; se discute cmo la psiquiatra, la psicologa, la medicina va determinando y
construyendo un discurso que categoriza a unos como enfermos y a otros como sanos. Sin embargo,
en las entrevistas realizadas con estas familias campesinas, la mayor preocupacin que vimos
reflejada haca referencia a la simple posibilidad de poder tener acceso a un eficiente servicio de
salud.
La temtica ha girado alrededor de los costos econmicos que tiene el poder tener servicios de
salud y que cuando ste llega a obtenerse, muchas veces se convierte en un lugar de maltrato y
negligencia. As se refleja la imposibilidad de estas familias de obtener servicios mdicos
adecuados, quedando implcita una violencia estructural. El acceso a servicios mdicos, segn lo
expresaron las familias, es un bien de lujo, al cual slo pueden tener acceso muy pocos: slo
aquellos que pueden pagar. Este tipo de violencia no es reconocida y claramente visibilizada por las
familias entrevistadas.
El presente anlisis parte del material recolectado a travs de las entrevistas que se llevaron a cabo
con diferentes representantes de instituciones de salud, educativas y religiosas a las cuales tienen
acceso diferentes sectores sociales. La finalidad de dichas entrevistas fue explorar el nivel de las
relaciones funcionales y cmo stas van generando vnculos que se concretizan en las relaciones
sociales, familiares y personales.
En la iglesia se entrevist a un sacerdote catlico de una zona rural del pas, quien atiende a
una poblacin y sus zonas aledaas. A travs de contactos laborales, se logr contar con datos
proporcionados por un sacerdote que atiende grupos de personas del sector obrero.
En el rea de salud, se entrevist al director de una Unidad de Salud Pblica -a la cual acude
poblacin del sector obrero- y a la vicepresidenta de la junta directiva de un hospital privado que
atienden poblacin del sector medio, ambos localizados en San Salvador.
En cuanto al rea de educacin se entrevist al director de una escuela pblica, a la cual
asisten nios y nias del sector obrero, y al director de un colegio catlico privado, al cual asisten
nios del sector medio.
Por qu se escogieron estos tres tipos de instituciones? Esto obedece, ante todo, a los
discursos de nuestras familias entrevistadas, los que mencionan la importancia que para ellas tiene
la relacin con la iglesia, la escuela/colegio y el lugar en donde cuidan su salud [el hospital]. Pero, al
mismo tiempo, tambin sabamos que estas tres instituciones representaban los lugares en donde se
entretejen los sutiles hilos de dominacin, y aquellas ideologas que conforman el pensamiento
social, ejercidos desde sus diferentes tareas: confortar el espritu/dominar las almas; educar en la
ciencia/domesticar y disciplinar en un discurso; y, finalmente, cuidar la salud/clasificar vidas y cuerpos.
As nos internamos en las paredes de estas instituciones, tratando de encontrar los lazos o, si se
quiere, los vnculos de la dominacin institucional, pues constantemente nos hemos preguntado,
cmo se encuentra instituida (o determinada) la subjetividad humana de estos tiempos por el
discurso dominante de las instituciones? y, cunto de lo institucional es reconocido como la
subjetividad colectiva? Este ha sido el reto por explorar; ya que como muy bien lo expresa
Kaminsky (1990), creemos que: la democracia tambin consiste en desactivar esas ominosas
maraas anidadas en los corazones de las instituciones... la democracia exige libertad y exige la
incondicional subordinacin de las instituciones, de todas ellas, de las prisiones pero tambin de los
cuarteles y de las iglesias...; porque slo desenmaraando estas ataduras o sustentos
institucionales podemos aunar otro elemento ms que contribuya a fomentar la creacin de nuevas
formas de subjetividades humanas en el ejercicio de una verdadera democracia.
Televisin y violencia
Los nios y las nias de clase media, al hablar de violencia en la televisin, nos dieron una
definicin de ella: Qu es violencia? Es cuando, por ejemplo, los ladrones secuestran a nios. Es
pelearse en guerras. Guerras. Peleas... golpes. Todo lo que dae a alguien o a algo.
Este grupo de nios(as) de clase media alta fueron claros al dar un significado a la violencia,
no slo dieron ejemplos, tambin mencionaron un concepto sobre la misma. Continuaron opinando
que la violencia la pueden observar en los programas de televisin. En los programas de televisin
que miran, hay violencia? S, s, s, en Los Caballeros del Zodaco. Ellos pelean, se matan.Existe
conciencia de que la violencia aparece a travs de la pantalla chica; sin embargo, no hay
reconocimiento de que esa violencia pueda revocar hacia ellos(as). Por qu pelean Los Caballeros del
Zodaco? Por salvar al mundo. Se pelean, se hacen cosas. Hay muchos chorros de sangre. Y ellos,
son buenos o malos? Yo digo que son parte malos y parte buenos, porque lo malo es matar y al mismo
tiempo estn salvando a la tierra.
En este punto comienza a verse una paradoja: explican que la violencia es mala y buena.
Cunto alcanzan a reconocer del discurso latente, encubierto? Pareciera que se vuelve menos
encubierta. Estos(as) nios (as) alcanzan a darse cuenta de que hay algo confuso en el mensaje
salvador de Los Caballeros del Zodaco. Sin embargo, a la hora de categorizar quines son los
malos, rpidamente se ven envueltos por el mensaje: Los malos ... son los del santuario, Los Caballeros
Negros. Ellos son malos porque matan... porque quieren construir otro nuevo mundo. Y es malo querer
construir otro nuevo mundo? S, porque Dios cre ste.
En los relatos anteriores pareca evidenciarse de que exista algn nivel de reconocimiento del
discurso. Sin embargo, cuando levemente el discurso se ve amenazado de ser descubierto, es muy hbil
para conservarse y perpetuarse. As, los nios y las nias rpidamente caen en una concepcin
dividida del mundo: los buenos y los malos; los malos se diferencian de los buenos porque hacen lo
mismo que los otros: matar. Pero, el punto lo deja sentado la tercera oracin citada, la cual justifica
el acto. Los buenos matan para conservar el status quo; los malos matan porque quieren cambiarlo.
Este discurso nos parece bastante cercano al discurso social del capitalismo, a travs del cual se
excluye y elimina a cualquier fuerza que intente cambiar al mundo, al orden establecido.
Es asombroso descubrir que en el grupo de nios(as) de clase media, en el cual pareca estar
un tanto descubierta la paradoja, el discurso sea sealado no slo con su propia justificacin, sino
que es apoyado por uno de los argumentos -utilizados por los que detecten el poder- Dios.
Ms tarde, estos(as) nios(as) nos hablaron que queran parecerse a los Power Rangers, que
son otros muequitos nobles que dictan paso a paso una forma peculiar de ser, una forma nueva de
ver al mundo a travs de la violencia y la divisin de bandos. Los nios y las nias de la clase
campesina nos dijeron: Lo que ms me gusta de los Power Ranger es cuando pelean. Yo he aprendido a
pelear [se refiere a los Power Rangers]. Bueno, yo pienso que en eso de los Power Rangers, a veces
cuando uno est viendo all, a veces los nios pequeos se ponen a estar peleando y a veces quedan con los
dientes quebrados.
De nuevo vemos un pequeo reconocimiento por parte de los(as) nios(as) que con los
muequitos se aprende a pelear y que esto no est bien. Sin embargo, tambin hablaron de
inmediato de querer ser como ellos. No slo nos expresaron el deseo, sino de llevarlo a la prctica
en sus juegos con otros(as) nios(as). La prensa escrita dio cuenta de innumerables casos de nios y
nias fracturados por jugar a los Power Ranger. Todos los grupos mencionaron temticas de la
televisin que luego trasladaban a la vida real. No obstante, el grupo de nios y nias de
comunidades obreras fueron ms enfticos al hablarnos de la vida real, de violencia sexual, maras,
violencia intrafamiliar, etc. Tambin la violencia sale en las novelas. Hay veces que hay hombres que
abusan, que a la fuerza nos quieren besar y eso en las novelas sale mucho. Uno en las novelas va
aprendiendo maas que no debemos aprender.
As, estos jvenes nos hablaron de cmo los mensajes de la televisin estn cargados de
violencia y abuso sexual como una forma de relacin entre hombres y mujeres. Relacin en la cual
la mujer es la parte dbil, la parte violentada. Finalmente, tambin nos manifestaron la violencia
que sufren en carne propia: la violencia de los golpes en el interior de su familia: Uno a veces est
bromeando y ellos [se refieren a pap y mam] como que tienen problemas o algo as... se enojan cuando uno
se est riendo, ellos creen que de ellos se re uno. As es, mi pap cuando yo me ro, dice: qu, soy tu
payaso? me pega. Y le pega a uno y me dice malas palabras. Y mi pap como es abogado, dice que me va a
meter al cuartel, que ya no voy a ir a la escuela. ... la mam no le pega a uno por gusto, pues a veces uno no
hace caso. A veces mi pap dice que no le pega a David cuando le contesta a mi mami, porque dice que le
puede dar un mal golpe en alguna parte que no se debe golpear o puede quebrarle un brazo. Porque una vez le
contest mal y el caf en la cara me lo tir. Yo le dije: usted tanto que me molesta, ya me cay mal le dije yo
. Una vez mi mam me peg con un palo, como mi pap tiene carpintera y me dio aqu y bien hinchado se
me puso y cuando vio me dijo; pobrecita mi hijita que le di aqu. No me sobe le dije, pues usted me lo ha
hecho. Una vez, yo estaba chiquito, y estaba molestando y mi mam me peg y segu molestando, y como
ella tena problemas con mi pap, me avent el cuchillo... aqu tengo la cicatriz [son 12 puntadas en la
cabeza]. Eso por una parte est bueno, pero que no lo vuelva a castigar as. Est bueno, porque l estaba
molestando. No, pero no es forma de pegarle a los hijos. Ah! s, yo conoca a una seora y por una media
cosa les pegaba y les aventaba piedras, a otro le quebr un palo de escoba en la cabeza, slo as les pegaba, sino
los desangraba, les dejaba moretes. Una vez le peg en el ojo y despus ella se puso a llorar a la par de l y le
deca que la disculpara, pero que ellos mucho molestaban. A m cuando me pega mi pap, a lo loco, donde
caiga me da. A m me pegan con un cincho. A m con cualquier cosa. A m me castigan con un palo.
En estos testimonios, los(as) nios(as) comentan cmo ellos, hasta cierto punto, justifican la
violencia de sus padres y madres como que tienen problemas. Denuncian la fragilidad de estar en
una posicin de poder inferior. Los padres y las madres resuelven cualquier diferencia o conflicto a
travs de la fuerza. Sin embargo, y ante todo, estos(as) muchachos(as) justificaron el proceder de sus
padres y madres.
En estos relatos se pueden identificar los hilos finos de la dominacin de los cuerpos: las
microtecnologas del poder que logran dominar las voluntades. Esos finos cables que sostienen la
idea de que los padres y las madres puedan violentar en nombre de la disciplina. Analicemos ahora
lo que nos dijo el grupo focal de adultos de la clase media sobre la violencia que ven en la
televisin.
... Pero, cules son las pelculas que les gustan a los jvenes? Todas las de Schwarzenegger, Silvester
Stallone, porque todas estn relacionadas con la violencia y que para conseguir lo que quieran, slo tengo que
matar al tipo y ya tengo lo que el tipo tena. En la televisin les ensean a robar, a dar el golpe perfecto que
le llaman; ah est, paso a paso, cmo van a hacer las cosas.
Segn estas madres, para los jvenes la televisin se constituye en un catlogo de aprendizaje.
No obstante, el riesgo es la simplificacin de la problemtica en donde slo se alcanza a percibir la
responsabilidad de los programas de televisin, sin tomar en cuenta la responsabilidad de la
familia. Tambin mencionaron la violencia exacerbada que vive la sociedad y que es maximizada a
travs de los medios de comunicacin: Aqu, las noticias es algo horrible, que aqu gusta lo dramtico,
est bien informar de lo que pas, pero con tica.
Tambin comunicaron la crueldad de la violencia proyectada en las noticias que presentan
diferentes franjas informativas; la poblacin es vctima de una doble violencia. La violencia del
hecho mismo y la del amarillismo en la transmisin. Ac est marcado un ndice de todo lo brbaro
que puede ser la violencia y la forma de transmitirla. Esto puede conllevar dos peligros. Primero,
crear una forma sensacionalista y reducida del fenmeno de la violencia haciendo pensar que la
violencia se reduce a la delincuencia, y segundo, crear un temor en la poblacin que se expone a ver
estos noticieros. Esta situacin, puede llevar a la poblacin a mantenerse desinformada, como
defensa frente al temor y pasividad ante los conflictos sociales.
El grupo de adultos de clase media sigue hablando: ... en Fin de Semana, Willy Maldonado. Yo lo
comenc a ver porque deca que era un programa de entretenimiento familiar... pero no me gust porque tom
actitudes como las de Don Francisco de Sbado Gigante... que achica [humilla] a la gente y quiz por eso dej
de verlo.
Aqu expresan el abuso de poder; la violencia se traduce en utilizar a las personas como fuente
de entretenimiento para los dems: La nia Tula y lo agresivo de ese programa, es que hay una nia del
servicio domstico que es una humillacin... la agreden dicindole sirvienta y todos los nombres humillantes...
no hay necesidad de pegarle para agredirla.
En este relato vemos cmo los grupos tambin clasificaron la violencia ms all de la violencia
fsica y detectaron otros tipos de violencia. La posicin econmica da el poder para establecer una
relacin desigual en donde la nia Tula paga por los servicios domsticos y utiliza ese poder para
denigrar a la empleada. Este hecho se constituye en un abuso de poder. Sobre este tema tambin se
habla en los siguientes relatos: En las chiquilladas, una vez un adulto le deca a un nio: no seas tan
tonto... esa es una agresin.
Tambin los muequitos reflejan una vez ms la posicin de poder que un adulto tiene frente
a un nio y el abuso de esta desventaja jerrquica. Se puede concluir que la televisin, con sus
programas infantiles, cumple su rol en la formacin de subjetividades y define formas de relacin
que los nios y las nias absorben a esas edades tempranas y as favorece la permanencia del status
quo del sistema.
CONCLUSIONES
Los modelos en las relaciones de gnero y las pautas de crianza en donde la violencia es un
elemento constitutivo, se encuentran inmersos en la red de las relaciones sociales salvadoreas. La
familia es la transmisora ms inmediata de estos modelos y, las instituciones en su mayora
canalizan estos modelos, siendo, en ltima instancia, las estructuras sociales las que determinan
tipos y formas concretas de relacionarse.
Para buscar y posibilitar cambios que favorezcan el equilibrio de poder entre gneros,
relaciones de amor, firmeza y respeto al nio (a), y en general relaciones que no estn impregnadas
de violencia, se hace necesario tomar en cuenta los espacios o niveles en donde se generan y/o se
mantienen como son: la familia, las instituciones y los medios de comunicacin.
As como la familia juega un papel reproductor de relaciones sociales, la televisin es un
medio tan importante como ese grupo primario. A travs de la televisin se reproducen y
transmiten estereotipos de gnero y relaciones sociales en general, en donde la violencia es un
elemento importante y determinante. Los programas de televisin estn impregnados de violencia,
y su influencia no es percibida claramente, segn lo manifest en su mayora, la poblacin
entrevistada en la presente investigacin, lo cual hace su efecto ms profundo. De esta manera se
considera como un elemento ms, generador de violencia en la sociedad.
Las instituciones tambin juegan un papel importante en la reproduccin de modelos en las
relaciones sociales. stas canalizan los contenidos concretos presentes en la subjetividad individual
y colectiva, contribuyendo a la formacin de hombres y mujeres dentro de una sociedad
determinada. Adems, las instituciones, o bien, transmiten modelos tradicionales de gnero en
donde hay violencia hacia la mujer, o bien, generan cambios orientados hacia la construccin de
una sociedad en donde el uso del poder no lleve al abuso del mismo.
Para la poblacin entrevistada fue fcil reconocer dentro de la violencia intrafamiliar, la
violencia fsica y algn otro tipo de abuso en las relaciones de gnero, sin embargo les fue ms
difcil reconocer algn tipo de violencia que se vive en las instituciones, as como la influencia que
la televisin tiene sobre la poblacin.
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NICARAGUA:
FAMILIA, PANDILLAS Y COMUNIDAD
Marcia Ramrez
Santiago Sequeira
NICARAGUA: FAMILIA, PANDILLAS Y COMUNIDAD
Marcia Ramrez
Santiago Sequeira
INTRODUCCIN
La presente investigacin se ha centrado en el estudio de las acciones de violencia y las relaciones
de poder, enfatizando en la descripcin y el anlisis de los procesos relacionales que se establecen
en la dinmica familiar, institucional y comunitaria.
De esta manera, se plante como objetivo de la investigacin profundizar en el conocimiento
de cmo circula el poder y cmo se mantienen y reproducen estructuras autoritarias que
promueven relaciones de violencia.
Para dicho efecto, se llev a cabo un programa de investigacin-accin, el cual se implement
en uno de los distritos ms conflictivos de Managua en trminos de la violencia que all se produce
y reproduce. La aproximacin que se sostuvo con la comunidad implic establecer relaciones con
las familias, con las pandillas y con las instituciones implicadas en los programas sociales (escuela,
polica, etc), siendo los beneficiarios directos de las intervenciones realizadas.
Al optar por un marco terico y metodolgico centrado en la investigacin-accin, se establece
la necesaria conjugacin entre los procesos de intervencin y la sistematizacin de la experiencia,
conjugacin que no puede disociarse, que no puede sino entenderse en un proceso global y
unitario. Sin embargo, para lograr una mayor comprensin de la situacin de intervencin, es decir,
solamente de forma analtica, hemos diferenciado tres momentos o ejes, que dan cuenta de dicho
proceso de aproximacin: la investigacin, la capacitacin y la intervencin. Estos momentos,
insistimos, no pueden separarse en la prctica, puesto que se retroalimentan mutuamente.
Mientras que la investigacin sistematiza la informacin producida a lo largo de estos dos
aos, la intervencin, que se desarrolla a nivel clnico y comunitario, logra simultneamente
generar procesos de reflexin de las propias prcticas, los que permitieron una mayor elaboracin,
potenciando as las posibilidades de modificacin de la propia realidad. En este eje se trabaj a nivel
individual, grupal (pandillas) e institucional. Por su parte, la capacitacin se llev a cabo con las
instituciones y con personas de la comunidad que se formaron como promotores sociales. Es
importante sealar con respecto a este ltimo momento, que dentro del mismo proceso de
investigacin-intervencin, se generaron tambin espacios de capacitacin y supervisin para el
equipo investigador.
Con respecto del anlisis se establecieron tres niveles que permitieron estructurar el material
producido: lo familiar, lo institucional y lo estructural o marco jurdico, los cuales van cruzando los
diferentes momentos o ejes de trabajo. Se debe considerar que en la produccin del anlisis se
enfatiz en la familia y en una perspectiva de gnero.
Familia, Pandillas y Comunidad es el producto final de estos aos de trabajo, producto que
da cuenta de la elaboracin conjunta entre investigacin y accin.
VIOLENCIA Y CONTEXTO POLTICO
El perodo de la Independencia
La independencia aboli la esclavitud de los negros, pero no modific el estatus de los indgenas.
En 1854, Fruto Chamorro, Presidente Conservador de Nicaragua, escriba: la raza indgena, ms
atrasada en todo que la otra, posee exclusivamente hbitos, preocupaciones y usos tan envejecidos
que slo el tiempo y la civilizacin pueden ir modificando: desterrarlos de golpe pudiera ser origen
de disturbios, choques y contienda, y por lo mismo, la prudencia aconseja que para el rgimen de
los indgenas hallan instituciones excepcionales. El mismo Chamorro deca con respecto a la
igualdad: La igualdad social no consiste en hacer a todos ciudadanos y en conceder a todos los
mismos derechos, eminencias e inmunidades. Dar las mismas garantas al malvado que al hombre
de bien, al holgazn y turbulento y al laborioso y pacifico, es romper aquella igualdad, es crear
elementos de anarqua.
Y con respecto al principio de autoridad, manifestaba: otra de las cosas que con exigencia
necesitamos es robustecer el principio de autoridad, tan abatido y despreciado entre nosotros. Esto
se conseguira dando al poder mayor expansin, mayor fuerza y consistencia; y rodendole de
cierta pompa y majestad que infunda respeto, y le atraigan los miramientos que le son debido, para
que no se le ultraje y vilipendie impunemente.
Frente al discurso de Fruto Chamorro, seguramente el primer caudillo nicaragense, se eriga
el discurso de los demcratas: Jos Guerrero, Director de Estado en 1847, sealaba: Las
degradantes habitudes de tres siglos de servidumbre, de ignorancia y de vicios consiguientes,
deben oponer un obstculo incesante a la libertad, a la propagacin de las luces y de las virtudes
necesarias para establecer el sistema democrtico [..] No se han ensayado siquiera los principios
democrticos; no ha habido ms que una lucha entre el torrente del siglo que los estableciera y las
costumbres atrasadas que se oponen tenazmente a su implantacin; bajo tal aspecto no se puede
decir de manera absoluta que nuestras instituciones hayan sido malas.. Si no hemos llegado a
plantearlas, cmo podemos juzgar de ellas con exactitud?.
Los treinta y tres aos anteriores a estas declaraciones, Centroamrica, incluida Nicaragua
haba vivido una poca de continuas guerras civiles entre los legitimistas, que representaban a las
oligarquas formadas en el orden colonial, y que afirmaban la legitimidad de su poder basados en
consideraciones de abolengo, sangre y posesiones, y los demcratas, influidos por las revoluciones
francesa y americana: la lucha se resolvi a favor de los legitimistas durante los siguientes 40 aos.
Durante este perodo Seorial caracterizado por la hegemona de la oligarqua terrateniente
conservadora, apoyada en un poder militar incipiente y caudillista, se inicia el cultivo del caf
siendo nuevamente las comunidades indgenas, de la regin central y del pacfico, desposedos de
sus tierras, las que son dadas a nuevos terratenientes e inmigrantes europeos, lo que produce las
ltimas insurrecciones indgenas y marca la declinacin de las mismas. Los demcratas o liberales
alcanzan el poder en 1893 bajo el liderazgo de Jos Santos Zelaya, y el gobierno pasa a desempear
un rol proactivo en el desarrollo econmico del pas, promoviendo un marco legal moderno.
Adems de la educacin laica, la institucin del matrimonio civil y del divorcio, la suspensin del
diezmo de las iglesias y la secularizacin de los cementerios; nuevos estratos de la poblacin
participan en el quehacer poltico del estado y se gesta un proyecto modernizador de factura
republicana y nacionalista.
En 1913, Zelaya es derrocado por el alzamiento conservador apoyado por Estados Unidos, a
partir de este momento se acenta la injerencia de la potencia del norte en Nicaragua. El motivo es
uno solo: el territorio posee caractersticas para la posible construccin de un canal interocenico a
travs del Ro San Juan, alterno al de Panam. De 1914 a 1931 Nicaragua se convierte en un
protectorado norteamericano, so pretexto de la inestabilidad poltica producida por las guerras
civiles inter-oligrquicas.
Hasta 1927 las guerras civiles de Nicaragua eran productos de pugnas de poder entre
fracciones polticas opuestas de la misma oligarqua: cada caudillo reclutaba forzadamente a su
ejrcito entre los peones de sus haciendas y los pobres de las ciudades, no constituyendo ejrcitos
regulares sino ejrcitos transitorios que duraban el tiempo de las escaramuzas; de estas guerras
surgan innumerables generales y coroneles autopromocionados que luego se convertan en
caudillos locales. La gesta del lder campesino Augusto C. Sandino, nacionalista y liberal, realizada
entre 1927 y 1932, en contra de la ocupacin norteamericana, introdujo variables fundamentales:
por una parte surge un caudillo nacionalista que no procede de las filas de la oligarqua y conforma
un ejrcito guerrillero de base predominantemente campesina. Por otra parte en respuesta a
Sandino y bajo la supervisin norteamericana, se constituye por primera vez una ejrcito nacional
supuestamente apoltico y apartidista llamado la Guardia Nacional. A partir de 1934, la Guerra
Nacional, despus de asesinar a Sandino y posteriormente a los restos de su ejrcito, se convierte en
un ejrcito personal al servicio de su primer jefe, Anastasio Somoza, quien instaura una dictadura
dinstica; este ejrcito personal tendr como objetivo fundamental el mantenimiento de la
dictadura en el poder y la proteccin de sus intereses econmicos.
Su fundador es ajusticiado en 1956, le sucede en la presidencia su hijo mayor, y
posteriormente, en 1967, el hijo menor, de nombre Anastasio, accede a la presidencia de la
repblica. La dictadura somocista es viable y se prolonga gracias al irrestricto apoyo
norteamericano y a los pactos con la oligarqua conservadora. La resistencia popular adquiere la
forma de lucha armada, es as que desde 1959 grupos guerrilleros del Frente Sandinista de
Liberacin Nacional, de orientacin marxista, actan en las montaas del norte del pas bajo; las
consignas tercermundistas de liberacin nacional, democracia y anti-imperialismo, y derrocamiento
de la dictadura de los Somoza.
La resistencia popular armada y poltica y la respuesta represiva del rgimen se incrementan a
raz del terremoto que destruye la capital, Managua, en 1972. Progresivamente se incluyen, cada
vez ms, grupos que anteriormente no participaban en la resistencia, de manera que para el
derrocamiento de la dictadura somocista por la va armada en Julio de 1979, existe por primera vez
en Nicaragua un consenso nacional, que incluye a todas las clases sociales. El Frente Sandinista se
erige como la fuerza poltico-militar hegemnica y cuenta adems con la legitimacin en la sociedad
nicaragense. Este consenso nacional est legitimado adems por la Comunidad de Naciones
Latinoamericanas que apoyaban el fin de la tirana somocista. As el inicio de la Revolucin Popular
Sandinista goza de una legitimidad basada en el consenso interno e internacional. Posteriormente la
ruptura de este consenso interno desencadenar la contrarrevolucin y favorecer la intervencin
norteamericana.
En la historia nicaragense los perodos de paz se han sucedido a un consenso entre las lites;
el consenso obtenido en la lucha en contra de la dictadura somocista implicaba por primera vez en
la historia del pas un consenso nacional, que inclua sujetos polticos hasta entonces no
participantes en las luchas polticas tradicionales: mujeres, jvenes, obreros, campesinos,
intelectuales; lo que implicaba una verdadera democratizacin de la vida poltica de Nicaragua, la
misma dinmica de la Revolucin favoreci el protagonismo como sujeto poltico de grupos
indgenas y tnicos de la Costa Atlntica.
La dcada de los 80 la Revolucin Popular Sandinista, fue el escenario del levantamiento, al
inicio de ex-soldados de la Guardia Nacional de Somoza en contra del nuevo rgimen y
posteriormente del levantamiento de masas campesinas en contra del rgimen sandinista como
consecuencias de polticas errneas hacia ese sector. El Gobierno de Estados Unidos promovi,
entren, financi y protegi este ejrcito contrarrevolucionario durante una guerra que dur casi 10
aos y que signific casi 50 mil muertos para el pas y que destruy la infraestructura econmica. Se
produjo la total fragmentacin de la sociedad nicaragense retrotrayendo el desarrollo econmico a
50 aos atrs.
A partir de 1990, y producto de elecciones libres, asume el gobierno del pas la presidenta
Violeta Barrios de Chamorro. Y en 1997, tras elecciones que se consideran parcialmente viciadas, es
electo presidente de la repblica el Dr. Arnoldo Alemn, del Partido Liberal (el mismo que apoy
en el pasado el rgimen dictatorial de la familia Somoza). Ambos gobiernos se han dado a la tarea
de desmontar las transformaciones impulsadas por la Revolucin Sandinista, va la aplicacin de
planes de ajuste estructural, lo que propici la privatizacin de todo el patrimonio estatal y de los
servicios, incluidos la salud y educacin, constitucionalmente an gratuitos. Se ha promovido
tambin el desmantelamiento de la Reforma Agraria.
Los planes de ajuste estructural tienen como resultado el desempleo total o parcial del 70% de
la poblacin econmicamente activa, la migracin masiva de nicaragenses principalmente hacia
Costa Rica, el aumento del trabajo infantil y la desnutricin de los nios, las altas tasas de
mortalidad infantil y materna, el aumento de la violencia en el campo y las ciudades. Por otra parte,
la privatizacin de empresas y servicios estatales, realizada con mtodos cuestionados y poco
transparentes, ha generado mayor riqueza para una capa restringida de la poblacin y ha
propiciado la corrupcin.
El gobierno liberal del Presidente Alemn se ha caracterizado: por una centralizacin de todas
las decisiones en su persona, la parlisis de la Asamblea Legislativa y de la Corte Suprema de
Justicia (ambas sometidas al Poder Ejecutivo); el uso discrecional del presupuesto de la nacin y el
aumento de gastos confidenciales, la confusin estado-partido, las denuncias de corrupcin, el
cierre de los espacios de representatividad de la sociedad civil, la ausencia de planes de desarrollo,
el alineamiento del Estado en materia de educacin y polticas de gnero y familia sobre la doctrina
ms reciente de la Iglesia Catlica sobre la cuestin. Esto reproduce una situacin vivida a lo largo
de toda la Colonia y en la mayor parte de la poca post-independencia, cuando la Iglesia Catlica
era uno de los poderes de legitimacin, siendo otro el ejrcito o sus equivalentes. Esto reproduce
tambin la preeminencia del Poder Pastoral, en trminos de Foucault, en las estrategias de
dominacin por parte del poder poltico partidista. El apoyo en este poder eclesial demuestra que la
legitimidad de ejercicio del poder poltico, surgido de elecciones cuestionadas, es dbil, tal como se
demuestra en diversas encuestas que cada vez muestran mayor inconformidad con la gestin del
gobierno.
La legitimidad de ejercicio es cuestionada por el no cumplimiento de las promesas electorales,
el autoritarismo y la corrupcin generalizada. De hecho, es un patrn recurrente en nuestras
democracias incipientes, ms bien ficciones democrticas.
Si la democracia necesita contrapesos, los partidos de oposicin, son prcticamente
inexistentes en Nicaragua: El partido Frente Sandinista de Liberacin Nacional, que condujo en la
pasada dcada transformaciones, que en su esencia apuntaban a la democratizacin y a la
configuracin de un proyecto de Nacin bajo un rgimen autoritario, no ha logrado establecer una
poltica de oposicin constructiva. Ms bien est contribuyendo a la recreacin de estructuras
autoritarias y anti-democrticas en pactos secretos con el partido liberal, con el fin de salvar los
bienes adquiridos en lo que se denomina la piata, como se conoce la reparticin entre funcionarios
del partido sandinista, del gobierno y de las fuerzas armadas, de bienes estatales, al momento de la
prdida de las elecciones, en 1990 siendo una de las formas ms arcaicas del patrimonialismo estatal.
Los posibles pactos apuntan a reforzar una estructura bipartidista en detrimento del
pluralismo, introducir la reeleccin presidencial prohibida por la actual Constitucin a iniciativa del
mismo Partido Sandinista y reformar la Ley Electoral, adems de dar inmunidad vitalicia a todos
los presidentes a partir del Sr. Daniel Ortega, ex-presidente sandinista, quien enfrenta un juicio
penal por violacin, incesto y acoso sexual.
Nicaragua tiene en su haber ms de 20 Constituciones, algunas que no llegaron a promulgarse,
y es la norma que cada gobernante o partido en el poder intente la modificacin de la constitucin
imperante de acuerdo a sus intereses particulares. En Centro Amrica, las constituciones inspiran
veneracin pero no conllevan la obligacin de su obediencia. Por lo que las instituciones estn marcadas
por el signo de su transitoriedad, cuando no de su ineficacia y corrupcin.
Las caractersticas que definen las ficciones democrticas en Centro Amrica, segn Acua
Ortega, seran:
1] La continuidad de las clases dominantes.
En 1821, ao de la independencia centroamericana, no hubo ni derrocamiento de viejas
autoridades ni desplazamiento al interior de los grupos dominantes. El Ancienne Rgime
permaneci en pie. Y posteriormente, todo nuevo grupo que emergi se acomod y respet las
normas y valores del grupo dominante. En la actual dcada, esta pauta se repite cuando el nuevo
capital sandinista lucha por obtener reconocimiento por parte de las antiguas clases dominantes
retornadas al poder poltico y econmico a partir de 1990.
2] La discontinuidad de las instituciones.
Las instituciones se encuentran dbilmente separadas de los intereses de los grupos
dominantes, quienes las modifican de acuerdo a sus pretensiones coyunturales y de clase. Se hace
notar la ausencia de un proyecto de Nacin, concebido como proyecto de convivencia y desarrollo
humano, econmico y social para todos los nicaragenses. Se puede concluir que desde siempre en
la historia de los 504 aos de la insercin de Amrica, y de Nicaragua en particular, en la historia de
Occidente, el sistema siempre ha apuntado a producir subordinacin y exclusin. Los planes de
ajuste estructural siempre han existido y son parte de esta historia.
3] La integracin segmentada de las clases subalternas en el sistema poltico.
Los indgenas fueron obligados a integrarse al rgimen colonial previo, mediante las
encomiendas y las reparticiones -con el tutelaje espiritual de la Iglesia Catlica-, en relaciones de
vasallaje y explotacin, recurriendo al terror cada vez que se consideraba necesario. Posteriormente
el terror ha sido utilizado principalmente hacia el campesinado, depositario del miedo antiguo de
los espaoles hacia los indios, por lo que las grandes masacres siempre han tenido por escenario el
mundo rural, tal como ocurre an hoy en Guatemala. Ironas de la historia, los sandinistas tambin
tuvieron el mismo temor del campesinado, y quisieron exorcisarlo mediante la represin, con el
resultado de perder la Revolucin.
Este temor del otro ha funcionado como una estrategia de dominacin; en su momento, el otro
fueron los indgenas y luego sus descendientes, los campesinos; actualmente, en el sector urbano,
este otro temible lo constituyen los grupos juveniles conocidos como pandillas, los nuevos chivos
expiatorios.
Las oligarquas nunca han consentido la organizacin autnoma de las clases subalternas en
movimientos sociales y partidos, ms bien propiciado formas tradicionales de lealtad poltica, en un
modelo de integracin vertical bajo formas de dominacin poltica como el paternalismo, el
clientelismo, el compadrazgo y la cooptacin, todo esto en una cultura de la violencia basada en
distintas formas de coaccin extraeconmica en las relaciones de produccin, que ha fragmentado
la sociedad y necesitado de un poder autoritario y coercitivo para reproducirse.
La violencia actual
Existe dificultad para consensuar una definicin de violencia, y por tanto, de sus efectos. En una
primera aproximacin, los conceptos actuales tienen en cuenta dos aspectos: uno, es el elemento de
fuerza fsica identificable por sus efectos sobre el cuerpo, el otro, ms inmaterial, de transgresin,
ligado a la ruptura de un orden normativo, generalmente de carcter jurdico. En todos los casos se
presupone un deseo de aniquilacin o de dominacin del otro, cuando los actores son reconocibles
y nombrables.
Tambin se ha incluido ms recientemente los efectos internos [psicolgicos, morales, sociales]
que no exigen violencia fsica ejercida sobre el cuerpo. Este ltimo desarrollo intenta conceptualizar
como violencia cualquier circunstancia que atente en contra de los derechos humanos de la persona,
e impida su desarrollo integral, no importa cual sea la causa. De all las diversas convenciones de
las Naciones Unidas sobre la erradicacin de todas las causas de discriminacin de la mujer, la
convencin de los derechos de los ni@s, entre otras.
Sin embargo, estos elementos comunes no son reconocidos todos por igual, sino que el peso de
cada uno de ellos pasa por el tamiz de los juicios de valor, de la ideologa o de los intereses
particulares.
Michaux (1996) propone una definicin abarcativa de estados y actos de violencia: existe
violencia cuando, en una situacin de interaccin, uno o varios actores actan de manera directa o
indirecta, masificada o dirigida, lesionando a una o a varias personas, sea en su integridad fsica,
sea en su integridad moral, sea en sus posesiones, sea en su participacin simblica y cultural.
Generalmente, cuando a nivel pblico se habla de violencia, sta se refiere a aquellas que estn
tipificadas en los cdigos jurdicos, que en el caso de Nicaragua datan del siglo pasado. El Cdigo
Penal nicaragense se reform en 1996, reconociendo la violencia psicolgica y sus efectos sobre las
personas, reforma que fue posible por la beligerancia de los movimientos de mujeres.
La nueva violencia
Se refiere a la relacionada con el narcotrfico, los secuestros para pedir rescate, y la violencia
ejercida por bandas armadas que operan en las montaas del centro y norte del pas. Las dos
ltimas modalidades son ejercidas por ex-miembros de los antiguos ejrcitos beligerantes, los que
operan con particular saa hacia la poblacin civil, no respetando a nios, mujeres ni ancianos; rara
vez tienen una motivacin poltica. Su existencia es motivada, tanto por el incumplimiento de los
gobiernos sucesivos de los compromisos para su desmovilizacin, como por lo que se ha dado en
llamar descomposicin social; que es bsicamente el resultado del fracaso o la no ejecucin de
proyectos de reinsercin social para ex-combatientes.
En cuanto al narcotrfico, que no exista antes de 1990 en Nicaragua, se ha convertido en la
ruta para la droga que va hacia Mxico y Estados Unidos. Para facilitar el reclutamiento de
pasadores, los carteles inundaron el pas de cocana y crack de alta calidad y bajo precio, facilitando
las adicciones de grandes grupos poblacionales: comunidades enteras de la Costa Atlntica
participan del trfico y del consumo; un 88 % de los jvenes de las pandillas son consumidores, y
hasta un 25% de los estudiantes de colegios de barrios pobres, tambin consumen regularmente.
Las estadsticas disponibles hablan nicamente del impacto del narcotrfico en los pobres, que
son ciertamente la mayora en el pas; el consumo de cocana y crack en las clases pudientes y
ejecutivos es alto, pero no forma parte de las estadsticas.
La visin oficial
Todos los voceros de las instituciones, sean stas pblicas o privadas, incluida la Iglesia Catlica,
dan sentido al aumento generalizado de todas las formas de violencia invocando una supuesta
prdida o subversin o trastocacin de valores morales y humanos producidos por la guerra, es
decir por los sandinistas, sean stos mencionados o no explcitamente. Esta propuesta de explicacin
postula implcitamente que previo a la dcada revolucionaria los valores sustentados por la
poblacin del pas eran superiores o existan valores que se perdieron. Uno de los valores perdidos
sera la cohesin familiar, la que fue subvertida por la adopcin de polticas igualitarias y no
descriminativas hacia la mujer, cualquiera que haya sido la profundidad y amplitud de las mismas.
El fenmeno de las pandillas ofrece, para esta visin, un ejemplo viviente de la desintegracin
familiar, producto de las supuestas causas anteriormente sealadas. Ejemplo que introduce adems,
la psicologizacin del problema, al atribuirlo a falta de comunicacin en la familia, incomprensin
de las necesidades de los jvenes, renuncia de los padres a su autoridad e irresponsabilidades
diversas en las funciones esperadas, sobre todo en cuanto a la formacin moral, de la cual, en
ltima instancia, los padres, y sobre todo las madres solteras carecen, por lo que se proponen
diversas formas de tutela.
En otro nivel, la guerra de la dcada pasada, que tambin es mencionada como causa de la
violencia a partir de la promocin del militarismo y del irrespeto a la vida, cuya responsabilidad
recae en los sandinistas.
El sandinismo habra promovido el irrespeto a las fuentes tradicionales de autoridad, en este
caso, a la preeminencia del hombre en el hogar y a la jerarqua de la Iglesia Catlica, introduciendo
adems una actitud materialista y anti-espiritual, irrespetuosa de los derechos, incluidos los de la
propiedad privada.
En la concepcin oficial no tiene cabida la pobreza extrema, ya sea como dato o como reflejo de
la falta de solidaridad institucional, ni las promesas incumplidas, ni el descrdito de las
instituciones, ni la corrupcin estatal, ni la ausencia de polticas sociales, ni los efectos de las
polticas abiertas y encubiertas de privatizacin de servicios bsicos, de la salud y de la educacin, y
mucho menos, la excesiva acumulacin de riquezas en manos de unos pocos que profundiza an
ms las desigualdades.
Esta explicacin ideolgica genera una repuesta tambin ideolgica: para terminar con la
violencia es necesario una educacin basada en valores verdaderos como aquellos ms propios de la
tradicin cristiana-catlica, y al mismo tiempo, una reafirmacin de los liderazgos tradicionales
religiosos o los bendecidos por la jerarqua catlica. Por lo que todos los polticos, sin excepcin,
buscan la bendicin del Cardenal Primado de Nicaragua.
FORMAS DE ABORDAJE
Introduccin
El fenmeno de la violencia en Nicaragua, de profundas races sociales, culturales, histricas,
econmicas y polticas plantea un reto de abordaje integral, razn por la que se determin usar en
la presente investigacin un mtodo de trabajo que permitiera profundizar en el fenmeno, sus
causas, implicaciones y consecuencias desde la voz de los mismos protagonistas.
Se determin usar como metodologa de trabajo la investigacin accin. Esto permiti durante
el proceso de recoleccin de la informacin implementar simultneamente un proceso de reflexin
y de intervencin. En la interaccin entre los grupos sociales que participaron en el proceso y el
equipo investigador se fue construyendo el proceso de capacitacin.
Por otro lado, el registro permiti compartirla con otros actores que trabajan con el tema de la
violencia en el rea geogrfica donde se realiz la investigacin y dejar al finalizar el proyecto un
marco conceptual comn de lo que seran las bases de un modelo de atencin a la violencia
intrafamiliar en Nicaragua.
El proceso de investigacin - accin implementado durante dos aos persigui como objetivo
general: Profundizar en el conocimiento de cmo circula el poder y se mantienen y reproducen
estructuras autoritarias a que se promueven relaciones de violencia, a travs niveles:
El nivel de relaciones primarias: La familia
El nivel de relaciones funcionales: Las instituciones
El nivel de las relaciones estructurales: El marco jurdico
Ambito de la investigacin
Para el presente trabajo de investigacin se escogi Managua, la capital del pas, por ser el lugar
donde se manifiesta con ms fuerza el problema de la violencia social e intrafamiliar. Dentro de
Managua se trabaj en el distrito V, ubicado al sur de la Ciudad por tratarse del sector territorial
donde segn registros de la Polica Nacional se registran los mayores ndices de violencia. De
hecho, es en algunos barrios del distrito V donde aparece por primera vez en Managua el fenmeno
de los grupos juveniles organizados denominados pandillas, quienes protagonizan actividades de
violencia entre barrios y ligan sus actividades de consumo de droga y alcohol a acciones delictivas
como robos y asaltos.
Dentro del distrito se trabaj bsicamente en tres barrios. El primero llamado Colonia 10 de
Junio, despus del terremoto de 1972, que aloja maestros, oficinistas y otros trabajadores estatales
de clase media baja. A raz de la guerra de la dcada de los 80, el barrio recibi en sus predios
aledaos poblaciones migrantes que se ubicaron en asentamientos sin infraestructura sanitaria
bsica.
Los pobladores originales son mayoritariamente trabajadores del sector formal, mientras que
los migrantes desempleados desarrollan estrategias de sobrevivencia dentro del sector informal.
Los nuevos pobladores son vistos con recelo por los antiguos, ya que bajaron de nivel el barrio
segn sus propias palabras y esto ha hecho incluso que manden a sus hijos a escuelas privadas para
evitar que se relacionen con los nios de los asentamientos
El barrio est ubicado al Este de uno de los mercados ms grande de Managua, denominado
Roberto Huembes, que concentra algunas terminales de buses y servicios como bomberos, puesto
de salud, biblioteca y guardera infantil.
Al sur del mercado Huembes y frente al Hospital Manolo Morales, un hospital de referencia
nacional, se ubican los otros dos barrios donde se trabaj. Estos barrios denominados Walter Ferreti
y Adolfo Reyes, nacieron aledaos a unos barrios ms antiguos denominados reparto.
Schick, tambin producto de las migraciones de la dcada de los 80 cuya poblacin est
constituida por ex militares o civiles mayoritariamente desempleados, que sobreviven de trabajos
informales ligados al comercio o a los servicios domsticos.
I) La Investigacin
El trabajo de investigacin se realiz para alcanzar el objetivo general de: profundizar en el
conocimiento de la mantencin y reproduccin de modelos de relaciones violentas a lo interno de:
- La Familia. El mbito de la familia, entendido como el espacio de las relaciones primarias,
constituy un primer nivel tanto de anlisis como para la intervencin.
En este primer nivel de anlisis e intervencin se propuso como objetivo especfico la
profundizacin en el conocimiento de las familias como grupos, estructura jerrquica, las premisas
y mandatos, los modelos de crianza genricos, visiones del mundo, relacin con el contexto,
historia, afectos. Para lograr el nivel de profundizacin propuesto se tomaron como pautas
referenciales los discursos sobre la violencia en los diferentes miembros de las familias y se puso
especial nfasis en conocer desde los nios y las nias y los y las jvenes los elementos del discurso
sobre la violencia en su familia.
En el trabajo con las familias se utiliz como marco conceptual general el enfoque sistmico y
el enfoque de gnero, utilizando tcnicas de recoleccin de informacin como historias de vida en
profundidad, talleres vivenciales de reflexin y grupos focales.
- Las instituciones. El mbito de las relaciones funcionales se trabaj desde las instituciones
vinculadas al tema de la violencia en sus expresiones territoriales, del distrito V de la ciudad de
Managua. Se persigui con este segundo nivel de anlisis alcanzar el objetivo especfico de
profundizar en el conocimiento de la interaccin de los grupos sociales que estaban participando en
la investigacin con las instituciones educativas, de salud, policiales, jurdicas, etc.
Dentro de la lgica de la investigacin-accin se prioriz la coordinacin con instituciones
claves vinculadas al tema en estudio. En un primer momento, fue con la escuela y mediante la
interaccin con el sistema escolar se fue logrando el acercamiento al sistema de salud, para llegar
posteriormente hasta la Comisara de la Mujer,1 instancia rectoreada por el Instituto Nicaragense
de la Mujer (INIM), que atiende en coordinacin con la Polica Nacional, todas las denuncias de
violencia intrafamiliar reportadas en cada territorio.
El nfasis del trabajo al interior de esta coordinadora fue realizar un proceso de devolucin de
los hallazgos del proceso de investigacin, compartirlos, enriquecerlos y mediante la realizacin de
talleres de reflexin sentar las bases de lo que se denomina la construccin de un marco conceptual
comn, que permitiera entender el fenmeno desde las diferentes disciplinas, formaciones y
experiencias.
Para alcanzar el objetivo en este nivel de intervencin se realizaron diferentes acciones, que
partieron de la visita a cada una de ellas para sostener entrevistas con su personal, sesiones de
observacin de la dinmica cotidiana de trabajo y formas de atencin casustica, en el caso de la
comisara, talleres vivenciales para reconocer la violencia tanto recibida como infringida en el caso
de los y las maestras, talleres de capacitacin con el personal de la comisara, con la polica, con las
y los promotoras sociales territoriales de ambas instituciones
- El contexto socio-poltico. El tercer nivel de anlisis fue el de las relaciones sociales
estructurales. En este nivel se profundiz en el conocimiento del nivel de participacin de distintos
grupos sociales en el contexto socio poltico del pas y se analiz el marco jurdico de Nicaragua en
relacin a los derechos ciudadanos y a aspectos especficos de violencia.
Metodolgicamente, este tercer nivel de anlisis tuvo dos fuentes de informacin: el anlisis
bibliogrfico y la recopilacin de informacin en los grupos que participaron en los diferentes
momentos del proceso de investigacin-accin.
A lo largo del proceso se utilizaron tcnicas tales como: visitas domiciliarias para realizar las
historias de vida, talleres de reflexin y capacitacin con metodologas de educacin popular,
talleres vivenciales, grupos focales, visitas, coordinaciones, encuentros y capacitaciones con otras
instituciones.
II) La Capacitacin
Este eje de trabajo constituy el resultado de un proceso. No se trat de la aplicacin de una
concepcin tradicional de la capacitacin, sino que ms bien de un trabajo de reflexin conjunta que
fue surgiendo en la medida que se compartan los hallazgos con los otros actores sociales.
Inicialmente se tena claro que el proceso de investigacin- accin que se estaba
implementando tena como eje transversal, el facilitar la capacitacin del personal que ha venido
trabajando en el tema. Para conocer las verdaderas necesidades, se ejecutaron procesos de
autodiagnstico de las demandas de capacitacin.
Un aspecto de este eje fue la capacitacin recibida por el propio equipo ejecutor. Se cont con
la capacitacin directa del Instituto Latinoamericano de Estudios de la Familia (ILEF) de Mxico,
quienes ofrecieron cuatro perodos de capacitacin en Mxico de aproximadamente un mes cada
uno, adems de dos encuentros de asesora y capacitacin en terreno en Managua y otro en El
Salvador. Adems, se llevaron a efecto otras sesiones de asesora en el marco de las evaluaciones
regulares del proyecto total en Mxico y en Chile.
Otro aspecto estuvo constituido por los promotores sociales. Se trata de pobladores de las
comunidades, ex-usuarios de los servicios de atencin a la violencia, brindados por la comisara, la
polica y otras instituciones, que trabajan de manera voluntaria en diferentes actividades de tipo
informativa, de orientacin y apoyo en casos de violencia. Los padres y las madres de familia de los
nios y jvenes que participaron en el proyecto tambin constituyeron un grupo de trabajo en el eje
de capacitacin.
ANLISIS Y CONCLUSIONES
Yo era un chavalo vago. Nos pegaban, regaaban, y aunque los castigos eran fuertes no tenan esa connotacin que
tiene ahora de violencia. Es curioso, como una contradiccin ahora hay menos castigo corporal en la familia, pero
puede haber ms violencia, que no se refleja necesariamente con un golpe entonces un poco la educacin formal y
de la casa entraba con el chilillo y la faja, o la levantada de la patilla y la guiada de oreja. En fin somos personas
sanas pero muy lperos2, muy bandidos, pcaros, fantasiosos3
Las familias
Tipificacin de la familia
De manera general, las familias se pueden tipificar de la siguiente forma:
1. Nuclear, en las que el padre es el nico proveedor, trabajando en una institucin pblica o
privada, con un salario estable aunque insuficiente, con una formacin tcnica o universitaria y una
edad media de 40 aos. Las madres generalmente con escuela primaria completa, se desempean
en el trabajo domstico y son responsables de la crianza de los hijos. Esta responsabilidad es
claramente explicitada y delegada por el padre, lo cual le confiere autoridad para pedir cuentas a la
mujer. Si ella no trabaja y slo est en la casa y no hace nada, tiene que ocuparse de los hijos.
En estos casos, el padre adems de ser el representante social, es el que entre otras cosas, va a
las reuniones de la escuela. Durante el proceso de investigacin un 10% de padres asisti
regularmente, mostrndose muy preocupados por el rendimiento escolar de los hijos. Debido a que
no es usual encontrar en Nicaragua padres en ese tipo de actividades, al indagar sobre sus
motivaciones, responden: as los hijos saben a quien tienen que responder, uno debe dar el ejemplo
mi mujer no sabe que hacer en estas reuniones, as no me cuentan cuentos ni los chavalos ni la mujer .
Sin descalificar la preocupacin genuina de los padres, sus aseveraciones dejan entrever una
intencin de reafirmarse en los espacios de poder familiar por un lado y por otro restar
competencias y espacios a la mujer reafirmndola en un rol estrictamente domstico.
En la recoleccin de las historias familiares en los domicilios de este tipo de familias, en todos
los casos el informante fue el padre, quien no permita que otros miembros aportaran, a menos que
se tratara de afirmaciones que confirmaban su narrativa. Uno de los investigadores report su
impresin de que las mujeres eran como una sombra.
Una caracterstica general en este grupo son sus condiciones socio econmicas menos
desfavorecidas, lo que se refleja en las condiciones generales de la vivienda, y tambin en la
diferenciacin del espacio: cocina, comedor, sala con muebles especficos y habitaciones para
padres, hijos e hijas, fotografas de la familias, presencia de algunos electrodomsticos, cuadros y
adornos de bisutera.
Los padres suean un proyecto de vida para los hijos que les permita algn tipo de movilidad
social para que no reproduzcan sus condiciones. Esto hace que haya mucha ansiedad respecto a los
resultados escolares y mucho maltrato derivado de los bajos rendimientos.
Asimismo, todo lo relativo al establecimiento de relaciones de noviazgo de hijos e hijas es
objeto de mucho control por temor a embarazos o matrimonios precoces que dificultaran el
cumplimiento de las expectativas.
2. Familia nuclear en la que ambos padres trabajan en el comercio informal o en trabajos no
calificados. Los hijos quedan al cuidado de la abuela o de la hermana mayor a quienes se les delega
el poder. Una caracterstica observada es que los horarios de los padres no coinciden, por ejemplo,
madres que trabajan de noche en restaurantes, o padres como celadores o por lo cual la pareja tiene
muy pocos espacios propios. En general tienen poco tiempo para ocuparse directamente de los hijos
y adems carecen de redes familiares de apoyo para la crianza, por tratarse mayoritariamente de
migrantes de primera generacin.
Cuando los padres estn fuera de la casa, manifiestan que estn constantemente pensando en
los hijos, en qu estarn haciendo o qu les estar pasando, razn por la cual rigidizan las normas
en la casa y establecen muchas medidas de control, llegando al caso extremo de dejarlos encerrados
bajo llaves y organizar las viviendas con las mximas medidas de proteccin fsica a su alcance, lo
que incluye en algunas casos cercas de plantas con espinas.
3. Familia monoparental jefeadas por una mujer, trabajadora del sector informal o en trabajos
no calificados. Estas mujeres en su mayora son de origen campesino, incorporadas al trabajo del
campo desde los 5 7 aos y enviadas por su familia como empleadas domsticas o hijas de casa
antes de la pubertad, a la capital. Todas tienen historias de maltrato familiar, acoso, abuso sexual y
explotacin por hombres de sus familias y las familias donde trabajaron.
Expresan resentimiento con las madres porque las arrancaron de su entorno familiar y las
enviaron al mundo sin ninguna proteccin, lo que motiv que no desearan retornar a su familia de
origen. Para salir de la situacin de explotacin buscaron tempranamente establecer su propia
familia. La alternativa fue buscar un hombre que las protegiera. Me fui con el primero que me
propuso es una frase comn en sus historias. Normalmente esto ocurri a los 14 o 15 aos y las
determin para una maternidad precoz, el abandono temprano del hombre y la sucesiva bsqueda
de otras relaciones que tampoco lograron estabilizarse.
Se trata de mujeres en edades promedio entre 30 y 40 aos con tres o cuatro hijos, que
producto de las campaas de planificacin familiar lograron reducir el nmero de embarazos.
4. Familia nuclear jefeadas por mujeres. En estas familias la historia de las madres es muy
similar a la anterior, la diferencia es que en este caso han permanecido con la misma pareja con
quien procrearon un mayor nmero de hijos y ejercen claramente la jefatura familiar, aunque el
padre viva en la casa porque en casi todos los casos el hombre no trabaja y consume droga o
alcohol.
Se encontr como situacin frecuente la permanencia de los hijos en la vivienda de los padres,
con pareja formada, a partir de los 16 o 17 aos, conformndose ya como familia extensa. Las
nuevas parejas viven en precarias habitaciones construidas con materiales de deshecho en los patios
de las casas paternas. En este ltimo tipo de familia es donde encontramos mayor incidencia de
integracin de los jvenes a los grupos denominados pandillas.
A modo de sntesis podemos decir que los ltimos tres tipos de familias: comparten
caractersticas similares respecto a su condicin social. En cuanto a las viviendas, stas son de
condiciones muy precarias, con escaso o casi nulo mobiliario y electrodomsticos, sin espacios
diferenciados, generalmente cuentan con un dormitorio comn, sin adornos ni fotos familiares.
En estos tres tipos de familias tambin existen sueos de que los hijos pudieran tener mejores
condiciones de vida que los padres, razn por la que migraron. Los proyectos de vida para stos ni
siquiera llegan a formularse, debido a las condiciones de miseria. Su discurso en este sentido es de
frustracin y desesperanza: los pobres no contamos a nosotros nadie nos ayuda estamos
abandonados.
Utilizando la clasificacin de pobreza usada en Nicaragua por el Ministerio de Accin Social,
en base a necesidades bsicas insatisfechas, encontramos que las familias nucleares con padre
proveedor podran caber en la clasificacin de pobreza crtica y las otras tres, en pobreza extrema,
siendo las familias de los pandilleros las que presentan adems de la pobreza, mayor nmero de
indicadores de marginacin social, referidas a la desercin del sistema escolar, no participacin en
organizaciones comunitarias ni religiosas y conflictos con la polica y la justicia.
Todas son propietarias del lugar donde viven, el terreno les fue otorgado por el gobierno
sandinista y ellos construyeron sus viviendas con ripio y material de deshecho, cuentan con
servicios bsicos de agua y luz, no siempre legal, carecen de alcantarillado sanitario y tienen
deficientes servicios de salud y educacin.
En cuanto a la participacin en actividades comunitarias, encontramos que en las familias con
padre proveedor, es ste el que asiste sobre todo a las actividades de la escuela, en las otras es
siempre la madre o la hija delegada, a excepcin de las familias de los pandilleros donde
generalmente no se involucr ningn adulto.
Las familias descritas, en relacin a las posibilidades de movilidad social, se reparten entre dos
polos que hemos denominado: familias de sobrevivencia que corresponden a las tres ltimas
descripciones, y familias con expectativas de movilidad que corresponden al primer grupo.
As me criaron a m ...
Duele, hace dao, tiene algn efecto esta forma de proceder? A m as me criaron, no me pas nada y
por eso estoy aqu y no me perd. No me perd, es decir no me hice alcohlico, drogadicto o criminal,
esto en cuanto a los hombres. As me trataron a m tambin, expresaron las mujeres. Me ensearon
a hacer oficios desde chiquita, todava no alcanzaba el lavadero y me suban en un banquito para que pudiera
lavar, gracias a eso ahora soy hacendosa y no soy vaga y por eso no termin en la calle . Hombres y mujeres
competan para contar con regocijo, orgullo y agradecimiento, detalles sobre las diferentes
circunstancias y tipo de castigo, algunos verdaderas torturas, como quemarles los pies con brazas,
arrodillarlos sobre arena, amarrarlos, suprimir comidas y bebidas, golpes con todo tipo de objetos.
Todo aceptado con normalidad y hasta con expresiones jubilatorias siempre que el educador se
tratara de un adulto con quien se tenan vnculos consanguneos, no as en el caso de los padrastros
y las madrastras a los que se recuerda con resentimiento. Un da dije cuando tena 13 aos y ya me
poda valer por m misma: este hombre que no es mi pap no me pone ms las manos encima y me fui de la
casa para siempre, con un hombre mayor que me ofreci proteccin.
Los hombres tienden a producir narrativas heroicas sobre si mismos. El hilo conductor de esta
narrativa es el hombre que se hizo solo a pesar de las dificultades, venciendo los condicionantes de
la pobreza, de la discriminacin y las adversidades del contexto, como tambin de la falta de
proyecto familiar por lo que tuvieron que formulrselo solos, no se los propuso nadie. Tienen la
idea que todo se lo deben a ellos mismos, pero a veces tambin al apoyo y estmulo de las madres,
el cual es contrastado con la ausencia de padre en su vida, tanto por presencia real como por la falta
de estmulo y apoyo en caso de que estn presentes.
Por otra parte las mujeres producen una narrativa que tiene como hilo conductor la
autosuficiencia y la capacidad de ganarse la vida desde edades muy tempranas en trabajos
domsticos y posteriormente en cualquier tipo de estrategia de sobrevivencia. sto contrasta con la
poca suerte con los hombres, referida a la dificultad de conservar relaciones de pareja estables. La
poca suerte es referida a las caractersticas masculinas de promiscuidad e irresponsabilidad, as como
a sus dificultades de apego y alcoholismo. Si las mujeres encontraron algn apoyo, en la mayora de
los casos no provino de su familia y se hicieron autnomas ms tempranamente que los hombres. .
Ninguno de ellos comparte estas narrativas con los hijos, por lo que stos tienen
desconocimiento de la trayectoria vital de los padres, de tal manera que no pueden relacionar la
conducta de los padres con las experiencias vitales de los mismos. La ausencia de relaciones con las
familias de origen, debido a migraciones y rupturas, tampoco les permite experimentar una
continuidad generacional. En ese sentido, se puede hablar de una ruptura de las historias familiares
y de los linajes lo que hace que las relaciones transgeneracionales sean inexistentes: parecera como
si cada una de estas familias iniciara la historia por primera vez.
Marco jurdico
Al momento de elaborar el presente texto, el Partido Liberal en el poder y el Frente Sandinista en la
oposicin, realizan conversaciones para concertar un pacto bipartidista que institucionalice cuotas
de poder en aras de una supuesta gobernabilidad. Este tipo de pactos son frecuentes en la historia
nicaragense, y todos han introducido cambios en los diferentes escalones del poder judicial, de
manera que jueces, magistrados de las Cortes de Apelaciones y de la Corte Suprema de Justicia sean
electos de acuerdo a su afiliacin poltica por encima de cualquier competencia jurdica, intelectual
o moral. Se puede afirmar que nunca el poder judicial ha sido independiente en Nicaragua, y que la
jurisprudencia existente tiene un carcter clasista y partidista.
A esta caracterstica que deslegitima el sistema judicial en s mismo, se suma la obsolecencia
de las leyes y la promulgacin de leyes ad hoc, generalmente por medio de decretos del poder
ejecutivo. Ambas son una constante en la historia de Nicaragua.
Los cdigos civil, penal y de comercio, datan de finales del siglo pasado y solamente el cdigo
penal ha sufrido recientemente algunas modificaciones en lo referente a la tipificacin de la
violencia intrafamiliar. En 1948 se aprob un Cdigo General del Trabajo que acaba de ser
reformado 1997; y en junio de 1998 se promulg el Cdigo de la Niez y de la Adolescencia.
En ltima instancia no importa cun atrasada o avanzada sea la legislacin, la aplicacin de la
justicia se ha enfrentado desde siempre al partidarismo, la insuficiente calidad moral y profesional
de los miembros del sistema judicial, a la corrupcin, a la falta de recursos econmicos, a los
procedimientos burocrticos y costosos. Todo esto hace que la poblacin tenga una total
desconfianza.
Si bien existe una ley especfica que regula lo referente al tratamiento jurdico de la violencia
intrafamiliar, un alto porcentaje de las y los jueces no la aplican, argumentando
inconstitucionalidad o falta de reglamentacin, sin que exista ninguna instancia dentro del sistema
que los conmine a cumplirla. Este es un ejemplo de la discrecionalidad institucionalizada de los
miembros del poder judicial; el resultado se traduce en indefensin e impunidad.
Las actuaciones de los jurados de conciencia arrojan iguales resultados: delincuentes confesos
son absueltos por medio del soborno. El caso extremo es el de grandes narcotraficantes a quienes se
las ha incautado y probado la posesin de grandes cantidades de cocana y sin embargo han sido
absueltos. Igual situacin se da con los grandes funcionarios a quienes se les comprueba corrupcin
y que ni siquiera van a juicios y son nombrados posteriormente como asesores del ms alto nivel.
En el otro extremo, el 80% de la poblacin penal est constituida por pequeos delincuentes
quienes, en muchos casos, permanecen en prisin sin juicio ni condena. La lentitud de la justicia es
otro problema estructural del sistema judicial.
CONCLUSIONES
Parece pertinente hacer algunas reflexiones acerca de las familias y el contexto socio econmico e
institucional en el cual estn inmersas. Estas reflexiones, si bien estn referidas al tipo de familias
que participaron en el proceso de investigacin, no difieren en mucho de las que se encuentran en
algn nivel de pobreza, las cuales constituyen el 70 % de las familias nicaragenses.
1. La historia personal y familiar de los padres no es compartida con los hijos. stos
desconocen quienes fueron sus abuelos y si tienen tos, primos u otros familiares, perdindose as la
nocin de pertenencia a un linaje. La migracin de los padres y sobre todo de las mujeres, aparece
como una ruptura total con la familia de origen, hacia la cual an manifiestan grandes
resentimientos y de la que quieren diferenciarse completamente. La familia vive como que si
estuviera iniciando una historia sin anclaje en el devenir histrico. Esto contribuye, por un lado, a la
preeminencia del presente que es de sobrevivencia, y por otro, a que el horizonte del futuro se
desdibuje.
Esta ruptura de comunicacin con la familia de origen contribuye a empobrecer los temas
familiares de comunicacin rigidizndolos alrededor del aqu y el ahora, de lo inmediato y del
control de la conducta.
Hay un sentido de transitoriedad expresado en lo precario de las posesiones y del
ordenamiento de los objetos en los espacios de la vivienda que parece indicar que estn de trnsito,
como otros migrantes que nunca compran casa en el pas de acogida porque piensan siempre que
van a regresar, y que caracteriza el desarraigo.
2. Las estrategias de crianza, parecieran dirigidas en primer lugar a producir identidades
genricas femeninas y masculinas en apariencia muy tradicionales, pero marcadas por la premisa
de que los hijos tendrn que enfrentar un mundo hostil, amenazante y discriminatorio, en razn de
su origen social. Esto tiene que ver entonces con la percepcin del otro o de los otros, (cualesquiera
que sean: personas o instituciones), como alguien que siempre va a estar en contra de ellos.
Adems de la propia experiencia de como fueron criados, la premisa anterior los lleva, en
simetra al contexto de violencia actual, a aumentar su propia violencia como medio de proteccin,
pero sin explicitar este deseo de protegerlos. La comunicacin es puramente instrumental y
prohibitiva. La autoridad es interiorizada por los y las hijas como la instancia que prohbe, impide,
maltrata y a la hay que desafiar.
Lo que la sociedad percibe de las pandillas juveniles es su transgresin a los valores de
convivencia. En un plano relacional pareciera que los pandilleros encuentran en sus grupos un
espacio para terminar de construir su masculinidad, frente al modelo insuficiente e inadecuado de
padres derrotados por el sistema. De esta manera ellos pueden producir sus propias narrativas
heroicas que le estn vedadas a los padres. El vandalismo juvenil representar una especie de
protesta por la situacin a la que el sistema, condena a las familias y en particular a los hombres? En
el mundo neo liberal de los pases pobres, las mujeres tienen ms posibilidades de desarrollar
estrategias de sobrevivencia.
3. El maltrato a la mujer tiende a ser invisibilizado y atribuido a las causas por las cuales el
hombre maltrata. A la pobreza que genera desesperacin, frustracin y alcoholismo; a la guerra y a
la forma en que fueron criados. De esta manera, los discursos mantienen la figura del hombre en
primer plano, indicando su importancia como referente principal en la construccin de discursos
alrededor del sujeto. El hombre cado, el hombre daado produce un mayor movimiento
identificatorio que la mujer maltratada.
4. Hablar de estos hombres, pandilleros, desempleados, maltratadores, alcohlicos, es hablar
sobre los efectos del sistema neo liberal y constituye una explicacin de la exclusin y de la
marginalidad. Esto tiene el efecto de invisibilizar a la mujer y justificar todas las violencias de los
hombres.
5. Los actores y las vctimas de la violencia son fundamentalmente los pobres y pareciera que
existiera una guerra civil entre pobres. Como se demostr en referencia a las pandillas, los adultos
de los barrios tambin creen en la necesidad de proteger su territorio de los otros pobres que lo
circundan y que sufren iguales condiciones? En qu momento surge esta nocin de mi territorio y
qu relacin tiene con la abolicin de los sistemas de solidaridad del Estado? Pareciera que la
vivencia es de estar librados a su propia suerte, lo que los obliga a establecer sus propios
mecanismos de cohesin desde una actitud defensiva de los otros.
6. La atribucin en el discurso oficial de las causas de la violencia a una prdida de valores
escotomiza, niega y descalifica todos los discurso producidos por los otros al respecto, lo que
introduce otra forma de violencia. Su insistencia sobre la responsabilidad de la familia en la
violencia, desvaloriza, mistifica y culpabiliza al grupo familiar producindose efectos que son
mayormente sentidos por las mujeres. En ltima instancia son ellas las responsables de la crianza, y
sobre la que ya pesan todo tipo de estereotipos patriarcales.
El discurso oficial fragmenta a los miembros de la sociedad entre unos pocos buenos y muchos
malos, juicio que prepara condiciones para justificar la exclusin, la intolerancia, el irrespeto a los
derechos de los que por obra de los mecanismos del sistema han cado en la categora de
superfluos.
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1/ La Comisara de la Mujer: Recibe las denuncias y coordina la atencin de los casos con diversas instituciones no
gubernamentales a las que compra servicios.
2/ Lperos = bandidos.
3/ Luis Enrique Meja recuerda su niez. Entrevista por Oliver Bodn en El Nuevo Diario del domingo 9 de agosto de
1998, Managua, Nicaragua.
4/ Amocepada = tmida, atemorizada, introvertida.
5/ Peluches = nios menores de 12 aos.
6/ Chavalos = jvenes.
7/ tener tema = lo tiene entre ceja y ceja.
8/ Arrech = se enoj
CONCLUSIONEs GENERALES
Las voces y los ecos de la violencia fueron recogidos y analizados. Estos ejercicios interpretativos,
realizados por cada uno de los equipos, se construyeron en la particularidad de sus contextos
sociopolticos y desde la especificidad de sus perspectivas tericas. El eje de estas reflexiones es la
violencia, las relaciones de poder y el proceso a travs del cual ambos fenmenos construyen
subjetividades. La relacin entre las distintas interpretaciones nos entrega elementos comunes y
diferenciales de los discursos sociales de la violencia.
La relacin entre violencia y relaciones de poder se expresa a travs de los actos de
nominacin, significacin y justificacin.
La nominacin de un acto como violento hace que se traspase una sutil lnea hacia lo
reprobable, lo daino, lo malo. Los discursos sociales sobre la violencia, en todos los pases estudiados,
la construyen como un fenmeno maligno y pernicioso para la sociedad, cuya reprobacin es un
deber tico y moral. Aunque definir un acto como violento lo transforma en reprobable, esta
definicin no es unvoca. Un mismo acto puede ser significado o no como violento, dependiendo de
la posicin que el observador-nominador ocupe en las relaciones de poder. As, los actos de defensa
que los aparatos del Estado llevan a cabo para defender el orden social establecido, no son
significados como violentos por los discursos sociales dominantes. Aunque sus vctimas, los
ciudadanos pertenecientes al polo de los dominados en esta relacin de poder, lo llamen represin o
violencia, es la nominacin desde el poder la que determinar su legitimidad. Un acto violento
nunca es legtimo, siempre est fuera de la ley. Es por eso que las acciones llevadas a cabo por los
grupos dominados, como resistencia al poder, son ms fcilmente significadas como violentas, y
puestas por lo tanto fuera de la ley y en un lugar maligno y ticamente reprobable.
La violencialidad es un significado atribuido a un tipo de ejercicio del poder coercitivo. Sin
embargo, la violencia tambin puede constituirse en un acto de resistencia. Aunque para todos los
discursos sociales la violencia es mala, hay contextos de relaciones de poder en que los discursos se
posicionan de manera opuesta para justificarla. Desde el polo del ejercicio del poder dominante, la
violencia se hace legtima (y por lo tanto adquiere otro nombre) cuando el objetivo es controlar las
acciones que amenazan el orden democrtico o la convivencia armnica entre los ciudadanos. Desde
el polo dominado del ejercicio del poder, la violencia se justifica como acto de resistencia.
Durante el desarrollo de la investigacin-intervencin, nos encontramos con numerosas
situaciones en las cuales ciertos tipos de ejercicios de poder, resultaban para nosotros, los
investigadores, claramente violentos y por lo tanto reprobables desde un punto de vista tico y
poltico. Esos mismos actos fueron muchas veces aceptados por los distintos grupos como acciones
normales, no necesariamente violentas.
En estos casos fue importante analizar cmo es que los distintos grupos sociales
conceptualizan la violencia, sus causas y sus efectos. En la reflexin sobre las implicaciones del
investigador planteamos que la violencia no poda considerarse un tema neutro, sino que involucra
al investigador y lo afecta y, al estudiarla se le da una significacin como objeto de estudio, a la vez
que el investigador es modificado como sujeto. Este proceso no es esttico y revierte en una
reconstruccin del objeto. Es importante tener en cuenta el contexto, la dinmica de la violencia, y
los significados que las personas otorgan en el discurso a sus acciones (por ejemplo, en el caso de la
disciplina, ejercida por los padres, la violencia aparece como una forma de prevenir que los hijos no
se vayan a pandillas), y los investigadores no deberan asumir una actitud enjuiciadora. Si se
considera que es necesario actuar sobre ese tipo de violencia es importante que la poblacin misma,
desde sus propias condiciones, ideologa, contextos, etc., discuta y genere sus propias alternativas
de cambio.
Sin embargo, tambin es necesario considerar que slo cuando una forma de ejercicio de poder
es considerada coercitiva o violenta es cuando se genera la posibilidad de resistir frente a ella. Es
decir, para que alguien se resista frente a una situacin opresiva es indispensable que sienta que
est siendo violentado. As, nuestro rol como investigadores- interventores, es un acto de resistencia
abrir o significar los procesos de opresin como violentos, conseguir que determinados ejercicios de
poder sean claramente percibidos como violencia.
En los distintos grupos investigados el tema del gnero adquiere gran importancia a la hora de
relacionar violencia, poder y subjetividad. Nos encontramos con una variacin en la
conceptualizacin y prctica de los roles de gnero, segn el tipo de relaciones de poder que
estaban en ejercicio. La violencia en el mbito de lo privado, modifica las relaciones de gnero
transformando esta relacin de poder en una relacin de coercin. Sin embargo, la participacin en
movimientos de resistencia, dinamizan las relaciones de gnero introduciendo la capacidad de
problematizar las diferencias entre ambos grupos y el tipo de dominacin que clsicamente se da
desde el gnero masculino hacia el femenino.
El trmino de situaciones de conflicto poltico y sociales armados y, por lo tanto, el cese de la
participacin de las personas en acciones de violencia-resistencia, lleva a los grupos (familias y
comunidades) a volver al ejercicio tradicional de las relaciones de gnero. En algunos casos esta
vuelta atrs era problematizada por los participantes y vivida de manera consciente como un medio
adecuado de subsistencia, sin embargo en otros casos se constituye en un re-establecimiento de
formas rgidas de control social.
Al nombrar la violencia aparecen en los discursos dos grandes argumentos:
La violencia es un objeto exterior a los individuos que los invade y los determina de manera
inevitable. El espacio desde el cual es impuesta es el sistema social.
La violencia es consustancial a la naturaleza humana. Hay un trasfondo instintivo que hace
que los seres humanos sean violentos y en caso de no serlo, puedan aprender fcilmente esta
conducta. La capacidad para ser violento es parte de la naturaleza humana y tambin lo es, el
reaccionar con horror frente a ella.
Los discursos aparecen cruzados por una constante bsqueda del por qu de la violencia. Las
causas son buscadas siempre en un espacio exterior a nosotros, los seres humanos. Un espacio al
cual slo podemos acceder para conocerla y que, sin embargo, no somos capaces de modificarla, un
espacio que nos determina, pero sobre el cual no podemos influir. Situar las causas de la violencia
en un lugar inaccesible tiene el efecto de constituir la violencia como un fenmeno inevitable, en
cuya produccin y reproduccin no somos responsables.
Los discursos sobre la violencia producen las diferentes formas de ser de sta: violencia
intrafamiliar, violencia estructural (la pobreza), violencia simblica, violencia poltica, violencia
civil (delincuencia), etc. Cada una de estas violencias se constituye en un problema especfico con
dinmicas y relaciones causales diferentes. La relacin que se establece entre ellas es de
exterioridad; nadie negara que la violencia intrafamiliar tiene algo que ver con la violencia
estructural, sin embargo la influencia que existe entre ellas es externa, es decir, se construyen como
mbitos de problemas distintos que estn ligados entre s.
El discurso de cada una de estas violencias va constituyndolas como objetivo de saber y va
construyendo al mismo tiempo lugares de saber-poder. Se instituyen estas violencias, se sitan y se
inmovilizan. Se crean leyes para castigar a los que las ejercen y defender a los que las sufren,
ministerios que se hacen cargo de administrarlas como problema; disciplinas de profesionales
especializados en la atencin de sus efectos y en su prevencin como problema social. Se
desarrollan teoras que las explican y se elaboran tcnicas para intervenir en ellas.
Cada una de estas violencias se constituye en un foco local de saber- poder, en el sentido en que
los describe Foucault en La Historia de la Sexualidad (Foucault, M.; 1976) *. Al tener dinmicas
diferentes, es decir causas distintas y efectos especficos, se producen como objetos que deben ser
conocidos y sobre los cuales se debe actuar desde mbitos distintos, cada uno de ellos con sus
correspondientes tcnicas: la psicologa, la sociologa, la jurisprudencia, la economa, la cultura. Los
discursos sobre la violencia construyen un saber desarticulado que produce un objeto
desarticulado. La existencia de violencias locales y diferentes entre s se objetiviza, reifica y
naturaliza, perdiendo su carcter intrnsecamente poltico y su relacin con las prcticas sociales
que lo constituyen. En este proceso las estrategias y los mecanismos del poder se ocultan, lo que
aumenta su eficacia de control.
Cuando se busca reflexionar crticamente sobre las intervenciones en los distintos mbitos de
la violencia, un argumento comn es que el trabajo que se realiza cumple con la funcin de tapar,
de ocultar el verdadero problema, es decir el de la violencia como un fenmeno. El argumento supone
que la violencia tiene una esencia determinada, y que sta sera la causa fundamental que est bajo
sus expresiones particulares. El efecto de este discurso, de pretensin crtica, es objetivar la
violencia como fenmeno global, manteniendo una lgica argumentativa causal que la relaciona
con las supuestas expresiones particulares del problema.
Nosotros no queremos decir que las prcticas particulares de la violencia oculten el carcter
global del problema. Lo que afirmamos es que estas prcticas producen el fenmeno de la violencia
como espacios fragmentarios de ejercicios locales del poder. Se generan al mismo tiempo los
fragmentos y la esencia que se supone detrs del fenmeno. En el marco del estudio e intervencin
con violencia poltica, este planteamiento es de importancia para analizar las redes que la
constituyen sin dejar de lado su especificidad, situarse en una posicin de constante movimiento
entre los mecanismos globales y los ejercicios locales.
Para esto, parece necesario concebir el poder asumindolo como un fenmeno que convive
permanentemente con nosotros y que est en todas partes donde los seres humanos estemos. El
poder entendido como un fenmeno inserto en las mismas races del tejido social, un proceso activo
en su funcin de regular los aspectos ms ntimos y privados de nuestra vida. En palabras de
Foucault, el poder hace mucho ms que imponerse al sujeto y modular sus conductas, el poder
constituye al sujeto.
Un anlisis crtico no debe buscar quin posee el poder en una determinada relacin violenta;
ni a quin le falta el poder en esa relacin. Parafraseando a Foucault, dicho anlisis debe buscar el
esquema de las modificaciones que las relaciones de fuerza, por su propio juego implican. Las
distribuciones de poder o las apropiaciones del saber producen cortes instantneos de ciertos procesos.
Las relaciones de poder-saber no son formas establecidas de reparticin sino matrices de
transformaciones. (Foucault, M.; 1976)
Tal como se mostr anteriormente, los discursos sobre la violencia, tanto en sus caras
disciplinarias como en el sentido comn, estn marcados por la bsqueda de un esquema global,
comn a todas las formas de la violencia, que permita el establecimiento de un conjunto de causas y
efectos ltimos. Estos discursos entienden la violencia como una poltica global del poder, y las
respuestas parciales (locales) a las formas de violencia, como focos de resistencia activa. Uno de los
riesgos posible de la bsqueda de este esquema general es desconocer el carcter productor de los
ejercicios locales de saber-poder. Estos podran ser entendidos como focos de resistencia (desde la
ingenuidad) o como prcticas de ocultamiento ideolgico (desde el escepticismo con pretensin
crtica). Sin embargo, la ilusin de estar ejerciendo resistencia permite ocultar los mecanismos
productores del poder.
Es necesario entender los focos locales de poder-saber, como prcticas de la violencia
relacionadas entre s de manera interior, como espacios particulares de ejercicio de relaciones de
poder constituyentes. Esta perspectiva permite pensar estos espacios de violencia diversificada
como espacios de control por medio de la diferencia. La ilusin ingenua de estar creando focos de
resistencia le daran fuerza y eficacia a estos espacios de control. Permite entender estos focos
locales de saber-poder como prcticas productoras de poder y de violencia.
La estrategia global de dominacin produce estos distintos lugares que le sirven a la vez de
soporte, de materializacin y de espacios de produccin. Las tcnicas utilizadas para prevenir y/o
dar soluciones al problema de la violencia se constituyen en mecanismos productores de ella, que al
mismo tiempo producen la esencia general a la que refieren como causa.
Al respecto, Foucault afirma que ningn foco local podra funcionar sin inscribirse en una
estrategia de conjunto y, ninguna estrategia podra asegurar efectos globales sino se apoyara en
relaciones precisas que le sirven de soporte y punto de anclaje. Aunque, stos no son dos niveles
diferentes (uno microscpico y el otro macroscpico), tampoco son homogneos (como si uno fuese
la proyeccin aumentada o la miniaturizacin del otro). Foucault propone pensar en el doble
condicionamiento de una estrategia por la especificidad de las tcticas posibles y de las tcticas por
la envoltura estratgica que las hace funcionar. (Foucault, M.; 1976)
De esta manera, instituciones como la familia no deben ser pensadas como un ncleo
representativo del poder a escala pequea. La familia no reproduce a la sociedad; y sta, a su vez no
la imita. La familia constituye, ms bien, un conjunto de prcticas de poder productoras de
subjetividad, en la cual las prcticas de violencia son una variante de las prcticas de poder, una
forma de su ejercicio.
Para Foucault, poder y saber se articulan en el discurso. Para nuestras interpretacin de sus
ideas, la divisin entre el discurso aceptado y el discurso rechazado; entre discurso dominante y el
dominado constituyen diferencias internas de una estrategia discursiva global. Lo dicho y lo no
dicho (que tambin es parte del discurso) no estn simplemente sometidos al poder o levantados en
contra de l. El discurso puede, a la vez, ser instrumento y efecto de poder, pero tambin obstculo,
tope, punto de resistencia y de partida para una estrategia opuesta. (Foucault, M.; 1976). Si el
discurso (entendido como prctica social) es una prctica de poder, y en cuanto tal una prctica
productora de relaciones sociales (que siguen siendo relaciones de poder), entonces en la
comprensin del discurso de la violencia y de los mecanismos de poder que estn en juego, se
pueden encontrar las condiciones de posibilidad para su transformacin.