Voces y Ecos de Violencia

Descargar como doc, pdf o txt
Descargar como doc, pdf o txt
Está en la página 1de 200

Voces y ecos de violenciA: Chile, El Salvador, Mxico y Nicaragua

Mara Isabel Castillo, Priscilla Cervelln, Ofelia Desatnik, Nazira Hasbn de


Trigueros, Julieta Lpez, Isabel Piper, Marcia Ramrez, Santiago Sequeira, Estela
Troya

EDITORAS: Mara Isabel Castillo e Isabel Piper

EL MURAL DE TANIPERLA
Este mural representa la armona campesina vista desde la guerra. Fue pintado
en la comunidad de Taniperla, Chiapas, Repblica Mexicana, para celebrar la
inauguracin del municipio autnomo Ricardo Flores Magn el 10 de abril de
1998. La gente le puso por nombre Vida y sueos de la caada Perla.
Hombres y mujeres de 12 comunidades llegaron para trabajar en el mural. Ellos
acordaron en diversas dinmicas de grupo dirigidas por Sergio Valdez
Ruvalcaba (Checo) representar la paz, la armona, la unidad, la felicidad.
Este mural fue destruido por las fuerzas de seguridad en un operativo que
pretenda acabar con el municipio autnomo.

VOCES Y ECOS DE VIOLENCIA:


CHILE, EL SALVADOR, MXICO Y NICARAGUA

Instituto Latinoamericano de Salud Mental y Derechos Humanos-ILAS


Ediciones ChileAmrica CESOC
Esmeralda 636, Santiago

Inscripcin N 106.016 (Octubre de 1998)


ISBN: 956-211-072-9

Coordinadora de edicin: Maider Etchevers


Diseo portada: Patricio Andrade
Ilustracin portada: El Mural de Taniperla
Composicin: Salg Ltda.
Impreso en: Andros Ltda.

Impreso en Chile / Printed in Chile

Indice General

PRLOGO 7

PRESENTACIN 17

INTRODUCCIN TERICA:
REFLEXIONES SOBRE VIOLENCIA Y PODER 23
Isabel Piper
IMPLICACIONES
DEL INVESTIGADOR - INTERVENTOR 47
Ofelia Desatnik - Estela Troya

CHILE:
LOS DISCURSOS DE LA VIOLENCIA
Y LA VIOLENCIA DE LOS DISCURSOS 75
Mara Isabel Castillo - Francisco Jeanneret- Isabel Piper
Sofa Retamal - Ximena Tocornal - Mara Paz Vergara

VIOLENCIA, SUBJETIVIDAD Y GNERO


EN EL SALVADOR 231
Priscilla Cervelln - Nazira Hasbn de Trigueros
Julieta Lpez

NICARAGUA:
FAMILIA, PANDILLAS Y COMUNIDAD 341
Marcia Ramrez - Santiago Sequeira

CONCLUSIONES 401
PRLOGO

El tema de la violencia nos convoca a poner en palabras algo que es del orden de lo impensado, de
lo inimaginable porque golpea y pone en cuestionamiento los cimientos de toda cultura. Alude a los
aspectos ms indeseables del sujeto y de sus relaciones, y crea una dificultad adicional el tener que
darle una significacin y trabajar con sus efectos. En este texto, los autores se entregan a este
esfuerzo, tarea que vienen realizando con diversas formas de intervencin, a lo largo de la ltima
dcada.
El ILAS (Instituto Latinoamericano de Salud Mental y Derechos Humanos), con el apoyo de la
Fundacin Heinrich Bll y acompaado con otras instituciones y compaeros latinoamericanos han
emprendido la tarea de anlisis y denuncia que ha enriquecido el trabajo y la reflexin de otros
grupos preocupados por el tema. En esta larga trayectoria, tuve la oportunidad de compartir
experiencias con el equipo, al que me unen fuertes lazos afectivos y coincidencias, tanto a nivel
ideolgico como profesional.
El compromiso sostenido de sus autores, el esfuerzo conjunto para reflexionar desde distintas
experiencias histricas el tema de la violencia en sus diversas manifestaciones, estuvo atravesado
por mltiples dificultades, desde polticas, hasta afectivas o personales. No es un tema que se
recorre sin transformar ntimamente nuestras vivencias y nuestra ubicacin en el mundo. Algo
fundamental rene al equipo y genera cdigos ms all de las categoras tericas para el desarrollo
del trabajo de campo, la idea central de que toda la intervencin es acompaada por un
compromiso que intenta escuchar las demandas de la sociedad. La violencia no puede ser
entendida exclusivamente desde un discurso disciplinario y academicista. La violencia produce
subjetividades y est adquiriendo matices especficos en la sociedad actual.
El escenario que se presenta en esta investigacin est constituido por pases latinoamericanos
todos marcados por una historia de conquista, imperialismo y violencia (El Salvador, Nicaragua,
Chile y Mxico). El equipo de investigacin tambin tiene una historia de experiencias compartidas,
de creacin y de prdidas que enriquecen su nivel de anlisis y teorizacin.
Otros libros, coordinados por el ILAS, han abordado la comprensin y las consecuencias de los
efectos de la violencia desde diversos ngulos, se han ocupado del trauma de las familias de los
desaparecidos, de las vctimas de la tortura, de los problemas de identidad de los jvenes frente a la
migracin forzada de los padres. Todas estas investigaciones comparten un modo de entender la
investigacin que no renuncia a incidir en la creacin de nuevas formas de intercambio y de
construccin de proyectos colectivos solidarios. Rompen con la complicidad del silencio frente a
estos temas para participar en procesos de reconstruccin de la sociedad. Hacen visible lo que se ha
ocultado por tiempo, las identidades que imperan en un contexto sociopoltico donde predominan
relaciones de fuerza y violencia que aniquilan la bsqueda de autonoma, seguridad y bienestar de
los sujetos. Se analizan sus consecuencias, se generan tcnicas de intervencin y redes comunitarias
que recuperan la memoria colectiva y que no permiten echar en el olvido las atrocidades que
produce la violencia. Si bien los distintos pases involucrados presentan historias especficas, han
transitado o continan transitando por situaciones de violencia y atraviesan por una bsqueda
sinuosa de instauracin de la democracia.
El problema de la violencia ha sido abordado desde posiciones biologicistas que la confunden
con la agresividad hasta, la articulacin con las relaciones de poder o la violencia simblica que se
centra en el discurso y sus formas invisibles de manipulacin. Pero esta investigacin se ubica en el
contexto latinoamericano con su historia de mestizaje, con su mosaico de lenguas, con sus diversas
formas de autoritarismo, que se han perpetuado hasta la historia reciente de violencia poltica, de
gobiernos totalitarios y/o despticos que han sellado con su modalidad de gobierno represivo la
subjetividad de nuestros pueblos. En la dcada de los ochenta el trnsito a la democracia en base a
la nueva poltica sostenida por Estados Unidos de Norteamrica para la regin, junto con los
organismos que se ocupan de la defensa de los Derechos Humanos, han permitido dar a luz
episodios de desaparicin, tortura, represin, que haban permanecido antes en la oscuridad para la
sociedad civil. El rescate de la memoria de estos episodios y el trabajo con los afectados fue
imprescindible y es el centro al que se han entregado algunas organizaciones como las que realizan
esta investigacin.
Las comunidades, los nios, las familias, han sido los ms afectados porque han tenido que
desplazarse de su hbitat que les daba identidad y sentido de pertenencia. Pero ms all de las
consecuencias en la vida personal de los afectados, cabe destacar centralmente, la ruptura de los
lazos comunitarios que articulan la vida social de los distintos grupos. Las acciones colectivas tanto
productivas como recreativas o sociales, se vieron alteradas y minaron las relaciones al socavar los
vnculos de confianza y seguridad bsica que todo sujeto necesita para constituirse con autonoma e
integrarse creativamente a su medio social. La cultura como en los valores y en la vida familiar de
las comunidades afectadas. La violencia, tanto social como poltica, es un mecanismo de anulacin,
aniquilacin y sometimiento de los grupos sociales y los sujetos que caen bajo el efecto del miedo o
el terror.
Estas investigaciones se inscriben por ello, en una cultura de la paz, y contribuyen al problema
de la atencin en salud a partir de la capacitacin a maestros y promotores comunitarios.
La estructura del libro nos da un amplio panorama no slo histrico y coyuntural sobre las
formas de la violencia en estos pases, sino que desarrolla un nivel de reflexin terico-
metodolgico sobre el tema que puede enriquecer el panorama de lo escrito hasta el momento.
Parte de algunas consideraciones sobre las posibles causas de la violencia, articuladas al
contexto histrico de las dictaduras, hasta llegar a las diferentes formas de expresin en diversos
mbitos como el familiar, el institucional, el comunitario, los equipos de salud, y la repercusin en
la subjetividad de los individuos.
El abordaje de esta compleja matriz de intervenciones es precedida de un captulo de sumo
inters que nos habla del papel que jug la capacitacin y la formacin del equipo de investigacin
y del lugar de la metodologa en la investigacin como un procedimiento no tcnico, sino reflexivo
que acompaa todo el proceso. Se destaca el lugar de la palabra de los actores como central para
establecer un dilogo con el campo que permita comprender los procesos. Nos dicen las autoras
debemos asumir que lo que hacemos como investigadores sociales es obtener, deconstruir y reconstruir las
versiones que dan los informantes.
La hermenutica no es slo la del investigador. Todo hablante y todo objeto de estudio ha transformado
los hechos originales a los que se refiere, sea o no en forma intencional o consciente. Las personas, al hablar,
nos estn dando constantemente las interpretaciones de que disponen acerca del hecho original, incluso
interpretaciones de algo de lo que no participaron, sino que a su vez les fue relatado, de modo que ya no es
nunca el hecho en si mismo: ste es siempre inaprehensible....
Las autoras se ubican claramente en la tradicin de la investigacin que postula que toda
accin es simultneamente intervencin. Este compromiso con el campo incluye tambin de parte
de los investigadores cuestionamientos ticos que se relacionan con el uso de las relaciones de
poder-saber y el cuidado y vigilancia que es necesario establecer a travs del equipo de trabajo para
respetar los juicios de valor y cdigos culturales de las comunidades estudiadas, que de no contar
con estos procedimientos, podran llevar a violentar la cosmovisin de los actores, desde formas
paternalistas o asistencialistas.
Los compaeros chilenos sealan, en un primer momento, que la dictadura impuso un quiebre
en la historia de Chile que produjo daos irreparables. Encuentran que hay dos niveles en los que
se hace visible la violencia: dos espacios contrapuestos: los individuos, capaces de ser modificados y lo
social, inaccesible, inmodificable y productor de violencia. En los discursos aparece la idea de que la
violencia tiene efectos sobre s misma, constituyendo un ciclo que la potencia y la reproduce, llegando incluso
no slo a adquirir autonoma con respecto a los actores que la ejecutan, sino que los incita a producir ms
violencia. Esta manera de interpretarla y desvincularla de sus actores conlleva el riesgo de
naturalizarla como algo que no depende de los sujetos intervinientes y que es inmodificable.
Un segundo momento de la investigacin se refiere al anlisis de prensa, el cual intenta
rastrear, en un nivel estructural, el discurso sobre la violencia y su relacin con el poder, buscando
los debates y argumentaciones que dan cuerpo a la construccin de un problema social especfico:
la violencia. El dao, la tipificacin de la violencia, la justificacin de sta como medio y la negacin
de la existencia de una violencia poltica, estructuran un discurso que permite poner lmites al
problema social, otorgndole significaciones distintas segn los contextos, los sujetos involucrados,
el contenido al que apela la violencia, etc. estableciendo un orden determinado como en el caso de
la polica que seala: No usamos la violencia sino la fuerza que est autorizada por ley.
En un tercer momento, se analizan los discursos relativos a las instituciones de salud que
trabajan con violencia, creadas por el Ministerio de Salud que proporciona atencin gratuita a los
afectados tanto por la violencia poltica, acaecida durante el rgimen militar, como por la violencia
intrafamiliar. A travs del anlisis del discurso de estos trabajadores, nos muestran la repercusin
del trabajo con la violencia, la fragilidad del equipo y las dificultades para implementar el manejo
de la autoridad, la jerarqua y las diferencias. La equivalencia entre autoridad vertical y dictadura
militar afecta el ejercicio del poder ya que resulta un lugar rechazado que genera dificultades en
cuanto a la asuncin de responsabilidades.
Y finalmente en un cuarto momento, se describen y analizan los efectos de la violencia poltica
al interior de las familias que vivieron directamente alguna situacin represiva. A nivel de estas
familias, las experiencias represivas producen discontinuidad, ocultacin de la historia, sus
miembros circulan en dos mundos separados: el de la familia y el de su insercin institucional. El
miembro sintomtico es descalificado, agredido, rechazado y aislado, toda la familia, l incluido, comparte la
idea de que sus crisis de agresin, de llanto, de angustia son producto de su inestabilidad e inmadurez
emocional. De esta manera la familia intenta individualizar, privatizar el problema, niega la relacin entre
los conflictos familiares y las consecuencias emocionales relacionales y sociales producto de la represin
poltica.
En las familias vctimas de la represin poltica encontraron dificultades en el establecimiento
de los lmites. Los padres fallan en la posibilidad de contencin y afecto brindado a sus hijos los
hijos perciben a sus padres -que han vivido situaciones traumticas- como objetos frgiles, necesitados de
contencin, proteccin y cuidado.
El trabajo en El Salvador se desarrolla en tres niveles, familias del sector obrero y campesino,
los medios de comunicacin y su impacto en la subjetividad -a travs del desarrollo de grupos
focales-, y la intervencin en la capacitacin de promotores de salud de ONGs que trabajan en
zonas rurales. Los compaeros nos introducen en los vnculos generacionales que se establecen y la
presencia asimtrica de los vnculos de poder entre los gneros sin descuidar el contexto social que
rodea a estas prcticas de violencia. Es interesante la articulacin que se establece entre las formas
de control familiar en los sistemas de crianza de los jvenes y el mbito amenazante que ofrece la
socializacin en el mundo exterior con la presencia de las maras, pandillas con extremo uso de la
violencia y drogas que forman parte de la vida cotidiana. Segn los padres lo expresaron en su
discurso una de las alternativas que encuentran es el mantener a los jvenes muy cerca de ellos como una
forma que les permite tener sobre ellos mayor control. La violencia de la guerra finalizada hace cinco aos,
se encuentra presente en todos los espacios sociales, an en instituciones formadoras como la escuela. Ya no
es la guerra militar sino la guerra social. Sealan tambin la corrupcin e impunidad presente en el
cuerpo de seguridad y proteccin civil. Las familias hacen alusin a un poder que engaa y frustra
mostrando las contradicciones entre el discurso del Estado y las prcticas reales.
El trabajo de campo de los compaeros nicaragenses va acompaado de una investigacin
histrica documental. Nos hacen una descripcin de la opresin, el vasallaje y el terror a que fueron
sometidos los indgenas en la poca de la Colonia y del caudillaje presente despus de la
independencia. El perodo de democratizacin, luego de la cada del rgimen dictatorial de Somoza,
y la perseverancia de formas autoritarias de gobierno que no han facilitado la pluralidad de
partidos, dio paso a nuevas formas de violencia que se articulan con la presencia del narcotrfico,
ausente hasta el 1990. Los secuestros y las acciones que llevan a cabo las bandas armadas integradas
por ex-miembros de los antiguos ejrcitos beligerantes, son expresin del fracaso o la no ejecucin de
proyectos de reinsercin social para ex-combatientes.
Los compaeros trabajan a nivel de instituciones policiales y jurdicas, escuelas y promotores
de salud. Destacan los efectos de la guerra y las permanentes migraciones que rompen el
intercambio generacional.
El fenmeno de las pandillas ofrece un ejemplo viviente de la desintegracin familiar . Los jvenes
inician su incorporacin entre los doce y catorce aos desertando de la escuela. Se inician en ellas,
introducindose tambin al consumo de drogas que se encuentran en los barrios a bajo costo. Se
establece una lucha por el territorio entre las pandillas que cuentan con el apoyo de los distintos
grupos comunitarios que llegan a financiarles la compra de armas y pertrechos para los enfrentamientos
con otros barrios.
No es reiterativo destacar la importancia de los hallazgos de estas investigaciones para la
comprensin, interpretacin y prevencin de la violencia en nuestros pases. Hay un aporte
fundamental en su abordaje histrico y en la articulacin con los procesos polticos y su repercusin
a nivel de instituciones y familias. La violencia ejercida en nuestros pases desde diversos lugares,
est produciendo formas de subjetividad que es necesario desentraar para que no se conviertan en
mecanismos de dominacin y control que faciliten el ejercicio del autoritarismo. Es necesario
promover espacios de reflexin que sacudan los mecanismos de naturalizacin, negacin,
indiferencia o pasividad, frente a estos fenmenos de violencia que crecen de manera alarmante y
crean condiciones de sometimiento sin resistencia. Durante un tiempo la violencia se interpret
desde dos extremos reduccionistas: como efecto de rasgos patolgicos de un individuo o como
violencia estructural vinculada a la pobreza, la marginacin y la exclusin. Hoy la violencia
impregna todos los intersticios sociales, aparece como un elemento de la cultura en el cine, en la
literatura, en la familia, en la televisin; se pierde la sensibilidad hacia la misma y junto con ello la
posibilidad de modificar su presencia permanente en nuestros vnculos. Los nios repiten los
patrones de violencia, la violencia forma parte de los mecanismos de socializacin, en modalidades
de relacin en las instituciones. Ya no se puede hablar de la violencia exclusivamente como un
reflejo o reproduccin, la violencia permea mltiples lugares e interviene en la construccin de
subjetividades de nuestros jvenes y nios. La alienacin presente en el ejercicio de la misma,
produce sujetos dependientes sin pensamiento, que se adhieren fcilmente como sombra o eco a los
deseos de los otros, campo propicio para el ejercicio de cualquier forma de autoritarismo.

Lidia Fernndez Rivas


Septiembre, 1998
PRESENTACION

Desde tiempos inmemoriables Amrica Latina ha sufrido la violencia: en la poca precolombina, en


la conquista, en la independencia y durante la construccin de las naciones y Estados, la violencia
revolucionaria, las respuestas frente a ella de las dictaduras militares y por ltimo, la violencia
estructural de la pobreza, la falta de equidad, y la de un futuro incierto.
La omnipresencia de las tecnologas del poder, como el terror en Amrica Latina y su
manifestacin cclica, constituye un eje fundamental de nuestras vidas cotidianas. Constituye, y
constituy, una referencia actual, presente en la construccin de la subjetividad de hombres y
mujeres.
La violencia hoy se presenta a travs de otros rostros como la implantacin de modelos
econmicos, que tienen costos sociales altsimos por ejemplo: ndices de cesanta, falta de equidad,
desigualdad de distribucin del ingreso, aumento de la prostitucin, nios de la calle, delincuencia,
etc.
En esta trama sociohistrica se desenvuelven las subjetividades de hombres y mujeres en
Amrica Latina, la que se prolonga en el mbito domstico, cultural, social y poltico.
Nuestra preocupacin parte como psiclogos sociales latinoamericanos que hemos estado
preocupados por el fenmeno de la violencia y que hemos trabajado juntos desde hace aos
conformando una red que ha incluido a Argentina, Chile, El Salvador, Guatemala, Mxico y
Nicaragua. La temtica de la violencia nos ha atravesado como sujetos y como partcipes de
nuestras propias realidades socio-polticas.
En el primer proyecto participaron Argentina, Chile, Guatemala, El Salvador y la temtica fue:
Los nios y la guerra. Este trabajo fue recogido en el libro: Trauma Psicosocial de Adolescentes
Latinoamericanos: formas de accin grupal. En el segundo proyecto participaron equipos de
trabajo de Chile, El Salvador, Mxico y Nicaragua, y la preocupacin fue el abordaje de los jvenes
refugiados, repatriados, exiliados y las consecuencias en su proceso de conformacin de identidad.
El libro publicado se titul: Jvenes y Procesos Migratorios: nosotros perdimos la patria quedar
siempre esa ausencia?.
Hoy presentamos nuestro tercer proyecto en conjunto cuyos objetivos han sido los siguientes:
por una parte, analizar las relaciones de poder, su relacin con la violencia y sus mecanismos de
produccin y reproduccin de la subjetividad en diferentes niveles de las relaciones sociales:
primarias (familias), funcionales (instituciones) y estructurales y por otra parte, proponer un
espacio de reflexin al interior de los equipos de profesionales de salud mental que trabajan en el
tema de la violencia.
Este libro tiene como propsito recoger los procesos de construccin de significados de la
violencia, a travs de los discursos de familias, de grupos e instituciones, con las voces propias de
sus protagonistas, hombres, mujeres, jvenes y nios latinoamericanos.
Este estudio ha sido realizado en conjunto por cuatro instituciones latinoamericanas que
trabajan en el rea de Salud Mental y Derechos Humanos:
Asociacin de Trabajo Pro-Salud Integral (ATSI) - Nicaragua.
Instituto Latinoamericano de Estudios de la Familia (ILEF) - Mxico.
Instituto Latinoamericano de Salud Mental y Derechos Humanos (ILAS) - Chile.
Universidad Luterana Salvadorea - El Salvador.
Para dar elementos al lector que le permitan comprender con mayor cabalidad la relacin
entre la violencia y el poder, cada pas ha realizado un anlisis socio-poltico en el contexto en el
que se produce la violencia.
El anlisis de los discursos sobre la violencia se ha realizado teniendo como base que la
violencia se ejerce a travs de algunas agencias que directamente representan al Estado, como
tambin existen otras instituciones como son: la familia, las instituciones de salud, la escuela, las
iglesias, que a travs del discurso legitiman su prctica constituyendo dispositivos que producen
efectos, no siempre deseados por los sujetos.
El proyecto de investigacin incluy adems la capacitacin de los equipos de cada uno de los
pases participantes a travs de la asesora y supervisin de la investigacin de acuerdo a las
necesidades planteadas. ILEF de Mxico tuvo a su cargo esta tarea y el aporte de sus investigadoras
a este libro fue la reflexin de las implicaciones del investigador-interventor.
En Chile, El Salvador, Mxico y Nicaragua, la capacitacin fue dirigida a profesionales o
promotores de ONGs que trabajan en el rea de salud y salud mental en relacin a la temtica de la
violencia.
Nuestro propsito de continuar trabajando juntos, nos ha enriquecido, hemos aprendido de
las similitudes y de las diferencias que caracterizan nuestras propios pases, por su historia y por
sus desarrollos sociopolticos y culturales. Partimos de las diferencias de la especificidad cultural de
nuestros hallazgos y descubrimos desde all, las races comunes que nos unen y entrecruzan
creando una realidad significativa.
Es importante resaltar que la metodologa que nos planteamos propone realizar una visin de
las condiciones particulares que se dan en cada pas. El haber realizado intercambios y capacitacin
conjunta, nos ha propiciado un espacio de discusin sobre los procesos abordados, que nos ha
permitido ampliar las perspectivas de anlisis, intercambiar puntos de vista tericos y compartir las
construcciones que los propios investigadores hemos desarrollado en relacin a lo que observamos,
discutiendo qu relacin tienen las interpretaciones realizadas con las propias construcciones
ideolgicas, familiares o socio-polticas. Esta metodologa ha favorecido el debate y la ampliacin
del campo de visin permitiendo realizar una evaluacin conjunta de los resultados y un rediseo
de nuestras estrategias de investigacin e intervencin.
Analizamos la influencia que el objeto de estudio tiene en nosotros, los investigadores, y a
travs de la metacomunicacin fue posible identificar las formas en que los investigadores nos
sentimos implicados en la problemtica expuesta por los entrevistados. Es importante recordar el
concepto de reflexividad que indica que el objeto no est separado del sujeto. Este proceso tambin
nos permiti diferenciar los roles, especificar el contrato y los vnculos con el objeto de estudio y
reconocer nuestras propias limitaciones.
Hemos dado nfasis a la intervencin, centrada principalmente en generar alternativas.
Sabemos que desde que un investigador llega al campo de observacin ya est interviniendo. Sin
embargo, es importante el diseo de estrategias de intervencin claras y congruentes que surjan
desde la poblacin misma para que la influencia del proceso de investigacin no se d de manera
azarosa sino propositiva, congruente con los cambios propuestos.
Creemos significativo resaltar la multiplicacin del proceso de intervencin. Para esto
diseamos talleres de formacin para profesionales involucrados en el problema de la violencia.
Este objetivo fue de particular importancia ya que propici, por una parte, una red de profesionales
del campo de la salud que se han preocupado por analizar los problemas que continuamente
atienden y que muchas veces se presentan en forma crtica. Y por otra parte, formar grupos de
discusin sobre el problema de la violencia y de cmo sta afecta tanto a la poblacin que la padece
como a los profesionales que los atienden.
Este libro es el producto de un trabajo colectivo, sin embargo cada equipo es responsable de la
produccin de los textos que se refieren a su experiencia. La edicin del libro fue realizada por
Mara Isabel Castillo e Isabel Piper de ILAS, Chile.
Agradecemos la colaboracin de Luz Marina Mejas, quien, como siempre, estuvo con
nosotros corrigiendo una y otra vez los textos de este libro.
Agradecemos a la Fundacin Heinrich Bll por el apoyo que nos dio y por su sostenida
confianza en la validez de proyectos como ste. Ellos nos han financiado las investigaciones
anteriores y hoy da presentamos Voces y Ecos de violencia: Chile, El Salvador, Mxico y
Nicaragua.

Mara Isabel Castillo Vergara


Coordinadora del Proyecto
INTRODUCCIN TERICA:
REFLEXIONES SOBRE VIOLENCIA Y PODER
Isabel Piper
INTRODUCCIN TERICA:
REFLEXIONES SOBRE VIOLENCIA Y PODER
Isabel Piper

La violencia, entendida como un problema social, ha atrado la atencin de numerosos autores de


distintas disciplinas y orientaciones. Podra pensarse que desde algn momento del siglo XX hemos
comenzado a presenciar la constitucin de una nueva disciplina: la de la violencia. A partir de este
fenmeno se han desarrollado explicaciones que se alimentan de distintas perspectivas tericas y
metodolgicas, que lo han situado en un lugar transversal que cruza las instituciones tradicionales.
Psiquiatras, psiclogos, mdicos, socilogos, polticos y otros profesionales provenientes de
diversas disciplinas e instituciones han ido configurando la disciplina de la violencia, estableciendo
diferencias con sus pertenencias y disciplinas de origen. El abordaje y el enfoque con el que se
aborda este tema muestran la especialidad cientfica o la especificidad epistemolgica de los
profesionales que la encaran.
El discurso sobre la violencia que ha desarrollado esta disciplina no es homogneo. Las
explicaciones que se le dan al fenmeno son muy diferentes y muestra claramente el origen de las
perspectivas de quienes lo abordan. Sin embargo, las preocupaciones que abren estos caminos
explicativos son comunes y constituyen ejes de reflexin propios de la violencia.
En este captulo mostraremos cuatro ejes de reflexin que surgen de nuestra interpretacin de
numerosos autores y teoras:
1) Definicin de violencia y caracterizacin de sus distintas formas
2) Explicacin de la violencia
3) Efectos de la violencia poltica
4) Relacin entre violencia y poder

1) DEFINICIN DE VIOLENCIA Y DE SUS DISTINTAS FORMAS


Aunque los discursos sobre la violencia intentan precisar qu es lo que entienden por este trmino
no llegan nunca a definir claramente el fenmeno. La nica definicin claramente formulada es la
de la Real Academia Espaola de la lengua, que define violencia como algo que est fuera de su
natural estado, situacin o modo. Que obra con mpetu y fuerza...Lo que uno hace contra su gusto,
por ciertos respectos y consideraciones... que se ejecuta contra el modo regular o fuera de razn y
justicia (Diccionario de la RAE, 1970).
Un nmero importante de autores define la violencia en trminos de accin agresiva. En este
caso no se alcanza una definicin de violencia, slo se la plantea en referencia a la agresin. Esto
establece una vinculacin inmediata con lo biolgico, en la medida en que la conducta agresiva es
considerada instintiva. En estos casos lo que se define es la agresin y no la violencia propiamente
tal. Una perspectiva que muestra sto de manera ejemplar es la de Konrad Lorenz, quien define
agresin como un instinto que lleva al hombre como al animal a combatir contra los miembros de
su misma especie (Lorenz, K.; 1971).
Otra lnea de autores propone algunos presupuestos que es necesario considerar para poder
definir la violencia, aunque tampoco llegan a establecer una definicin propiamente tal. Martn
Bar (1985) afirma que es necesario considerar los siguientes presupuestos:
a. La violencia presenta mltiples formas y entre ellas pueden darse diferencias muy
importantes (por ejemplo, es diferente la violencia estructural y la interpersonal, aunque esta ltima
podra materializar la estructural). Englobar todas las formas de violencia en una sola categora
correra el peligro de ser una simplificacin distorsionante.
b. La violencia tiene un carcter histrico y por consiguiente es imposible entenderla fuera del
contexto social en que se produce. Este enfoque permitira ponderar el significado concreto de cada
acto de violencia con respecto a la totalidad social.
c. Existe una espiral de violencia, es decir, los actos de violencia social tienen un peso
autnomo que los dinamiza y los multiplica. La agresin desencadena un proceso que, una vez
puesto en marcha, tiende a incrementarlo sin que para detenerlo baste con conocer sus races
originales.
Este mismo autor afirma (1985) que, en todo acto violento habra que distinguir : su estructura
formal (es decir, si es instrumental o violencia terminal)1; el factor personal, esto es el carcter
personal de quien realiza el acto violento, que es precisamente lo que permite explicar sus
caractersticas; el contexto posibilitador de la ejecucin del acto violento; y el fondo ideolgico, es decir
los valores y racionalizaciones (surgidos en una sociedad de clases) que determinan su justificacin
y su sentido.
En el proceso de caracterizacin de la violencia se suelen enumerar las acciones que pueden
considerarse dentro de esta categora. Estas acciones suelen ser de distinta clase y se agrupan en lo
que se ha llamado tipos o formas de violencia. La idea que se presenta es que existe un fenmeno
llamado violencia (que por lo visto es indefinible), que se ejecuta a travs de acciones diversas (a
veces en forma simultnea), que se agrupan de distinta manera y que pueden considerarse como
manifestaciones distintas del mismo fenmeno.
La idea que hay distintas formas de ser del fenmeno es considerada dentro de toda
caracterizacin de la violencia, siendo el nmero de categoras utilizadas lo que vara. Algunos
autores (Ugalde y Zwi, 1994; Cock, 1989) plantean la necesidad de utilizar una tipologa que
permita establecer diferencias entre las diferentes formas de la violencia. Ugalde y Zwi (1994) citan
la tipologa de Cock (1989) para clasificar la violencia poltica en 5 grandes categoras:
1. Estructural. La violencia poltica producida por la mala distribucin de los recursos y el
poder poltico. Cuando los sustentadores del poder y las lites nacionales impiden la satisfaccin de
las necesidades bsicas de los ciudadanos estn violentando a la sociedad. La mortalidad por
desnutricin, diarrea, y otras enfermedades fcilmente controlables es tan violenta como las
muertes por homicidio. Tambin se ha sealado que los programas de ajuste de impuestos por el
Banco Mundial y el FMI* son una forma de violencia estructural.
2. Reactiva. Este tipo de violencia tiene dos variantes. La primera es la respuesta que los grupos
oprimidos y explotados tienen respecto de la violencia estructural y/o violencia represiva. Las
reacciones violentas de los pobres contra los ajustes estructurales del Banco Mundial, las guerras de
guerrillas y los conflictos locales producidos por el acceso a la tierra en el campo, a la vivienda y a
servicios urbanos bsicos en las ciudades, son ejemplos de este tipo de violencia. La segunda es la
violencia de las clases privilegiadas aplicada a travs de sus fuerzas de seguridad, de grupos
paramilitares contra los movimientos reformistas y revolucionarios.
3. Represiva. Son formas de represin generalmente usadas, aunque no exclusivamente por el
Estado tales como los asesinatos polticos, torturas, detenciones, desapariciones, hostigamiento de
los ciudadanos. El uso sistemtico de este tipo de violencia muchas veces es usado por los grupos
de oposicin violando sistemticamente los Derechos Humanos.
4. Combativa. El uso de las fuerzas armadas para conseguir cambios o para preservar el status
quo. La guerra total y la guerra civil (poder poltico y econmico est supeditado a las fuerzas
armadas).
5. Policial, o la violencia que las fuerzas de seguridad perpetran para promocionar sus propios
intereses y/o resolver sus propios problemas. Un ejemplo es la tortura para obtener confesiones o la
violacin de los Derechos Humanos en el trato a los presos.
Otra distincin importante se da entre violencia fsica y violencia simblica. La radical separacin
entre violencia fsica/violencia simblica pertenece al archivo de la reflexin poltica y social
contempornea y cmo distincin analtica nos permite diferenciar instituciones, los actores que la
ejercen y, en lo particular, sus formas de expresin, sus armas especficas, sus operaciones. Como ya
es sabido, la genealoga de esta distincin arranca bsicamente del pensamiento marxista del siglo
XIX. Adquiere estatuto terico y nuevas resonancias conceptuales con Gramsci y Althusser y sus
concepciones de Estado ampliado en las que las instituciones depositarias del ejercicio de la fuerza
se complementan con aquellas encargadas de elaborar las ideas de una poca. Recorre as mismo las
reflexiones de Weber acerca de los valores de legitimidad que justifican ciertas acciones estatales y
se encarna finalmente como herencia, en los primeros trabajos de Bourdie acerca de la violencia
simblica. Aunque la autora plantea la necesidad de estudiar ambos tipos de violencia en estrecha
relacin enfatiza la distincin entre ambas.
Autores como Kaminsky (1990) se refieren a un tipo de violencia discursiva, y la definen como
un tipo de violencia que recorre los espacios del mbito de las instituciones y que se da a travs de
un tipo de violencia no tan perceptible ni por sus actores ni por las miradas de otros. La violencia
discursiva no es la nica modalidad de las relaciones institucionales, y pueden darse, segn este
autor, otras formas de relacin positiva; sin embargo, es importante tener cuidado de que algunas
aseveraciones como el amor a los educandos o la misin de servir, pueden llevar en s mismos un
tipo de violencia discursiva cuando se ubican en un discurso instituido.
En sntesis, la bsqueda de una definicin de violencia que sea al mismo tiempo til y
abarcativa cruza todos los discursos sobre la violencia. Sin embargo esta bsqueda, en vez de dar
como resultado tal definicin, presenta a la violencia como un fenmeno amplio, difcil de abarcar,
indefinible, que incluye muchas posibles acciones y formas. Estas ltimas se definen por el mbito
en que la violencia es ejercida y por su carcter fsico, simblico y/o discursivo. La violencia aparece
ntimamente ligada a la agresin, lo que contribuye a presentarla como un fenmeno de carcter
biolgico.

2) ANLISIS DE LAS CAUSAS DE LA VIOLENCIA


Los discursos sobre la violencia estn marcados por una constante bsqueda de sus causas. Las
explicaciones que se dan sobre este fenmeno marcan posturas epistemolgicas distintas y tienen
como consecuencia distintas propuestas de abordaje.
Los enfoques explicativos de la violencia pueden agruparse en tres clases grupos segn el tipo
de argumento que desarrollan:
a) Argumento biolgico (interior al ser humano): segn este argumento la violencia se explica
como un fenmeno que es intrnseco a la naturaleza de las personas. La violencia sera expresin de
fuerzas instintivas. Al respecto Martn Bar afirma: El ser humano es considerado como una
especie de animal, con sus peculiaridades si, pero parte y producto de la evolucin de las especies y
por tanto, sujeto a las mismas leyes bsicas. (Martn Bar, 1985). Un ejemplo de este argumento lo
encontramos en la explicacin de la agresin de Lorenz, quien define agresin como un instinto
que lleva al hombre como al animal a combatir contra los miembros de su misma especie (Lorenz
K., 1971).
b) Argumento ambientalista (exterior al ser humano): este argumento enfatiza la importancia
de los factores ambientales y situacionales en la determinacin de acciones violencias. Scott,
siguiendo este argumento afirma que los resultados de todas las investigaciones apuntan al hecho
de que no hay pruebas fisiolgicas de alguna necesidad interna o de alguna fuerza pulsional
espontnea hacia la lucha; toda la estimulacin hacia la agresin procede de las fuerzas presentes
en un medio ambiente externo (citado en Hacker, 1973,). Un ejemplo de este argumento lo
encontramos en las teoras de la frustracin agresin de Dollard y Miller (1939), segn el cual la
conducta agresiva supone la existencia previa de una frustracin.
c) Argumento interactivo (exterior e interior al ser humano): segn este argumento, la
violencia se explica por la interaccin entre factores interiores y exteriores a las personas. Las
condiciones sociales desencadenan los factores instintivos, que en otras circunstancias
permaneceran latentes. Un ejemplo de este argumento se encuentra en las reflexiones de Fromm.
La pulsin orgnica hacia la lucha constituye un forma de violencia defensiva que est al servicio
de la supervivencia del individuo y de la especie, es biolgicamente adaptativa y cesa cuando cesa
la amenaza a los intereses vitales del individuo (Fromm, E., 1975, citado en Martin Bar, 1985). En
cambio, hay otro tipo de violencia, la que Fromm califica como agresin maligna, que es una
pulsin no orgnica y que lleva a la destructividad y crueldad propias del hombre. Puesto que la
agresin maligna no es heredada genticamente, el problema consiste en examinar en que modo y
grado son las condiciones concretas de la existencia humana causantes de la calidad e intensidad
del placer que el hombre siente matando y torturando (Fromm, E., 1975, citado en Martin Bar,
1985).
Los dos primeros argumentos se plantean como posturas contrapuestas y el tercero se
presenta a s mismo como una explicacin que las integra a ambas. Sin embargo los tres
argumentos se mantienen en una misma discusin, que busca situar las causas de la violencia en un
adentro, un afuera de los individuos o una interaccin entre ambos. Por otro lado, estas tres lneas
explicativas asumen a los individuos como actores que ejercen la violencia.

3) EFECTOS DE LA VIOLENCIA POLTICA2


Diversos profesionales y equipos de salud mental han elaborado conceptualizaciones sobre los
efectos psicolgicos y psicosociales de contextos sociales violentos. Sigmund Freud, en 1920,
reflexiona en torno al papel de la guerra en la produccin de sntomas psquicos; Bettelheim, en los
aos posteriores a la segunda guerra mundial, reflexiona sobre su experiencia personal en un
campo de concentracin Nazi y los efectos psicolgicos de esta experiencia (Bettelheim, 1981); en
esa misma poca, Keilson (Keilson, 1992) investiga en Holanda los efectos psicolgicos y sociales de
la persecusin Nazi en nios judos. En las ltimas dcadas, las dictaduras del Cono Sur y los
conflictos armados de Centroamrica y del Medio Oriente, han llevado a diversos autores a recoger
los estudios de Freud, Bettelheim y Keilson y a elaborar nuevas reflexiones en torno al tema.
Algunos de stos son : ILAS (Instituto Latinoamericano de Salud Mental y Derechos Humanos) en
Chile; Martn Bar en El Salvador; Rozitcher en Argentina; Punamki en Israel; Dobles en Costa
Rica; Barudy, Paez y el grupo COLAT en Blgica. Algunos trabajos de estos autores fueron
recopilados y editados por Martn Bar (Martn Bar, 1990).
Estos autores tienen enfoques tericos muy diversos entre s, sin embargo, todos coinciden en
que la vivencia de situaciones de violencia extrema produce profundos efectos psquicos y
psicosociales, tambin coinciden en referirse a estos efectos mediante el trmino trauma3.
Etimolgicamente, la palabra trauma significa herida. En psicologa se suele hablar de trauma
para hacer referencia a una vivencia o experiencia que afecta de tal manera una o ms personas que
las deja marcadas, es decir deja en ellas un residuo permanente. Si se habla de trauma, es porque se
entiende este residuo como negativo, como una herida o huella desfavorable para la vida de esas
personas. (Martn Bar, 1988).
La elaboracin del concepto de traumatizacin extrema realizado por ILAS en Chile y la de
trauma psicosocial por Ignacio Martn Bar en El Salvador, coinciden en enfatizar el carcter histrico
y psico social del trauma, esto es el carcter, al mismo tiempo poltico y subjetivo de ste. Ambos
conceptos resultan tiles para comprender los efectos de la violencia poltica en distintos contextos
sociales y polticos.
Al abordar esta temtica, el desafo ha sido elaborar una conceptualizacin de trauma capaz
de dar cuenta de la complejidad de un problema que es al mismo tiempo subjetivo, social y poltico.
El eje de esta reflexin ha sido el carcter histrico del trauma. Pensar el trauma histricamente
implica la consideracin de dos dimensiones: la dimensin temporal de la experiencia productora
del trauma y el contexto socio-poltico en el que ste ocurre. Para esto, se tomaron principalmente
ideas de autores tales como Khan (1974), Keilson (1992) y Bettelheim (1981).
Considerar el trauma como un proceso histrico implica considerar su dimensin temporal,
esto es, la duracin que tendra el fenmeno mismo de la experiencia traumatizante (que debe
distinguirse de la duracin de los efectos del trauma, efectos que prcticamente por definicin son
de larga duracin). Por otro lado, es necesario delimitar el terreno que define desde dnde es
producido el trauma y la especificidad que esto acarrea en sus efectos, es decir, experiencias
traumticas provenientes de la represin poltica, provocadas por el Estado.
A partir de una elaboracin de estos ejes, Becker y Castillo (1990), definen el concepto de
Traumatizacin Extrema como un proceso que da cuenta de un tipo de traumatizacin especfica,
caracterizada por ocurrir en dependencia de acontecimientos socio-polticos. Es un proceso por su
intensidad, permanencia en el tiempo y por la interdependencia que se produce entre lo social y lo
psicolgico. Es un tipo de traumatizacin especfica, que desborda la estructura psquica de los
sujetos y de la sociedad de responder adecuadamente a este proceso. Su objetivo es la destruccin
del individuo, sus relaciones interpersonales, su conciencia de clan y su pertenencia a la sociedad.
La traumatizacin extrema est marcada por una forma de ejercer el poder en la sociedad, donde la
estructura socio-poltica se basa en la desestructuracin y el exterminio de algunos miembros de
esta misma sociedad por otros de sus miembros. El proceso de traumatizacin no est limitado en el
tiempo y se desarrolla en forma secuencial (Becker, D.; Castillo, M.I.; 1990).
Como es posible observar en la definicin, se pone el acento en la comprensin del trauma
como proceso, que mantiene su permanencia en el tiempo y que incluye distintos momentos de
impacto o presin psquica que se suceden y acumulan durante un largo perodo, y que se van
expresando de distintas maneras. En este proceso, se destaca el carcter especfico de la
traumatizacin lo que derivara del hecho de ocurrir en dependencia de acontecimientos socio-
polticos. Al referirse a la dependencia entre procesos sociales y dao psicolgico, y al enfatizar el
papel del contexto social como causante de este dao, se trata a este contexto como un agente
externo que acta sobre los individuos. Esto lleva a la necesidad de referirse a los mecanismos de
interdependencia entre lo social y lo psicolgico como un puente que relacione externamente ambas
esferas, sin cuestionar el origen de tal separacin.
Una debilidad de este concepto es que, al momento de referirse a las consecuencias del
trauma, pone un nfasis excesivo en el individuo y su derrumbamiento interno: Caracterizamos a
nuestros pacientes como traumatizados extremos haciendo referencia a una vivencia traumtica
que no ha sido posible integrar; que desborda la estructura psquica del sujeto... (Becker, D.;
Castillo, M.I.; 1992).
Estos autores mantienen una visin causal de la relacin entre violencia y trauma. Para ellos,
es posible distinguir un (o ms de un) origen del trauma. Lo que determina su especificidad es el
carcter socio poltico de este origen. Las personas son concebidas como sujetos separados de una
sociedad a la cual se adaptan en forma ms o menos exitosa segn la riqueza de sus mecanismos
intrapsquicos y segn lo facilitador o no del medio.
Las conceptualizaciones de trauma de Martn Bar (Martn Bar, 1990) se refieren a un proceso
donde, si bien se puede identificar un medio traumatizante implementado desde el orden poltico,
ste ya ha permeado y se ha instalado en las relaciones sociales. As, las consecuencias de ser parte
protagnica del tal medio no tendran un carcter esttico, sino que seran los procesos relacionales
mismos que estaran daados. La causa y el efecto se confunden en un proceso que posee o adquiere
su propia dinmica. No puede negarse que existen consecuencias que se enquisten en el cuerpo o
en la personalidad, pero estas adquieren sentido dentro de un proceso histrico.
Martn-Bar presenta interesantes ideas en relacin al contexto de violencia y guerra
salvadoreo intentando un abordaje desde la especificidad de los procesos sociales, culturales y
polticos latinoamericanos. Afirma que las ciencias sociales han entendido tradicionalmente el
trauma desde posturas reduccionistas. Desde el polo del reduccionismo psicologisista, se habla de
trauma para referirse a una vivencia o experiencia que afecta a una persona de tal manera que la
deja marcada, es decir, con un residuo negativo permanente. En otras palabras, se califica de
trauma psquico a la particular herida que una experiencia difcil o excepcional -la muerte de un
ser querido, una situacin de particular tensin o sufrimiento, algn hecho dolorosamente
frustrante- deja en una persona concreta (Martn-Bar, 1988). Aqu puede recordarse por ejemplo,
el estrs postraumtico del D.S.M. IV (American Psychiatric Association: D.S.M. IV, 1994). Desde el
reduccionismo sociologisista se usa trauma social, en un sentido anlogo al recin descrito, para
referir cmo un proceso histrico puede dejar afectada a una poblacin (por ejemplo el pueblo judo
tras el holocausto).
Martn-Bar propone entonces una tercera alternativa que incluya y supere a las dos
anteriores. Esto es, el trmino trauma psicosocial, con el cual, adems de referirse al contexto de
violencia salvadoreo, enfatiza el carcter esencialmente dialctico de la herida causada por la
vivencia prolongada de una guerra como la que se da en El Salvador (Martn-Bar, 1988), la cual
ha dejado un impacto importante en la manera de ser y de actuar de los salvadoreos. Con la
definicin propuesta se intenta evitar entender al trauma como ejerciendo un impacto mecnico y
homogneo sobre la poblacin. Se quiere ms bien realzar la importancia del carcter dialctico de
la definicin, donde el impacto depender de la peculiar vivencia de cada individuo, vivencia
condicionada por su extraccin social, grado de participacin en el conflicto, as como por otras
caractersticas de su personalidad y experiencia (Martn-Bar, 1988).
De lo anterior se desprende una idea que tambin ha sido constatada por otros autores
(Bettelheim, 1981; Becker, D.; Castillo, M.I.; 1990) y que es que el dao producido a raz de un
contexto socio-poltico represivo y por ende con caractersticas particulares (en este caso el ocurrido
durante el gobierno militar), puede diferenciarse de un dao sobrevenido por ejemplo de
catstrofes naturales. En relacin a sto, Martn Bar afirma: Esta perspectiva permite apreciar en
todo su sentido el impacto que sobre la salud mental de un pueblo pueden tener aquellos
acontecimientos que afectan sustancialmente las relaciones humanas, como son las catstrofes
naturales, las crisis socioeconmicas o las guerras. Entre estos contextos, es sin duda la guerra el de
efectos ms profundos, por lo que tiene de crisis socioeconmica y de catstrofe, humana si no
natural, pero tambin por lo que arrastra de irracional y deshumanizante ... (Martn Bar, 1985)
Martn-Bar destaca dos elementos que con frecuencia tienden a olvidarse. Estos son, por un
lado, que el trauma tiene sus races en la sociedad y no en el individuo. Por el otro, el hecho que el
trauma, por su misma naturaleza se alimenta y mantiene en la relacin entre el individuo y la
sociedad, a travs de diversas mediaciones institucionales, grupales e individuales (Martn Bar,
1988).
Congruentemente con esta visin psicosocial y dialctica, existe aqu una comprensin de la
persona como producto de una historia peculiar, que en cada caso se concreta en las relaciones
sociales de las que el individuo es parte activa y pasiva (Martn-Bar, 1990). De ah que Martn-
Bar concibe al trauma psicosocial sufrido por los salvadoreos como la cristalizacin o
materializacin en las personas de las relaciones sociales violentas que se viven en el pas. Esta
perspectiva implica una dinmica especial, donde las personas por un lado se adaptan o son
afectadas como un todo por la guerra o represin poltica, dependiendo ello de su ubicacin social y
formas de participacin en el conflicto; y por otro lado, tambin son concebidas como agentes
activos, contribuyentes a propiciar y desarrollar su situacin, y no meramente reactivos ante tal o
cual situacin socio-poltica. Segn la concepcin de Martn-Bar, persona y procesos sociales se
construyen y afectan dialcticamente. Para ejemplificar aquello esboza cmo procesos sociales
propios de la violencia blica, tales como la mentira institucionalizada, la polarizacin y la
militarizacin de la vida social, se van cristalizando en la gente. Puntualiza, sin embargo, que no se
trata de buscar una correspondencia mecnica que cosificara lo que no son sino aspectos analticos
de una realidad histrica; pero s de ver cmo la especificidad de la guerra va marcando a los
grupos y personas, es decir, cmo va cristalizando en un trauma psicosocial (Martn-Bar, 1988).
Hecha esta aclaracin, se presentan algunas de las hiptesis a este respecto planteadas:

La polarizacin social con frecuencia se enraza y expresa en trastornos psicosomticos,


llegndose incluso a alteraciones psicticas.
Existe una escisin entre la vivencias subjetivas de las personas y la vida social, producto de
una permeabilizacin negativa de la mentira en los fundamentos de la identidad. De esta
forma, la vida social ya no provee de validacin a las vivencias subjetivas. En otras palabras, lo
que la gente experimenta en forma ntima, no se ve reflejado o corroborado por lo que aparece
en lo social. Esta falta de formalizacin validante produce un sentimiento de inseguridad sobre
lo que se piensa, as como un escepticismo frente a las opciones sociales y polticas.
La militarizacin de la vida social produce una progresiva militarizacin de la mente,
apoderndose una violencia casi compulsiva de las relaciones interpersonales. Empiezan a
preponderar en la vida social las formas de pensar, sentir y actuar de los militares. Como
ejemplo de esto, Martn-Bar relata que cuando se le pregunt a unos nios qu hacer para
acabar con la pobreza, algunos de ellos respondieron ingenuamente que haba que matar a
todos los pobres.
Finalmente, la guerra empieza a normalizar las relaciones sociales deshumanizantes, cuyo
impacto en las personas va de la enfermedad psicosomtica a la desestructuracin mental.

Todos estos elementos van conformando una visin historizada de trauma, que para ser
comprendido debe ser referido a sus contexto, pero no como mera contextualizacin sino como
mutua conformacin. En el planteamiento de Martn-Bar se encuentra implcita la idea de que el
trauma no radica en un momento violento y agudo que irrumpe, sino que se da en un contexto
histrico-social. As, la experiencia traumtica se cronifica y arraiga cada vez ms si la situacin
social no se modifica.

En sntesis...
Si se toman elementos aportados por las distintas concepciones de trauma poltico, es posible
llegar a formular una concepcin de trauma como un proceso histrico. Los ejes de reflexin
temporal y de origen sociopoltico parecen haber logrado constituir una nocin que da cuenta de la
complejidad del problema. Los esfuerzos por contextualizar histricamente una temtica que
tradicionalmente ha sido considerada como intrapsquica resulta terica y polticamente relevante,
en la medida en que rescata la dimensin social y poltica del problema, re significndolo y re
situndolo en el espacio de lo colectivo.
Es importante destacar, que cuando la literatura sobre violencia se refiere a los efectos de sta,
siempre lo hace a partir de este tipo especfico. Es decir, cuando se habla de los efectos de la
violencia siempre se est hablando de los efectos de la violencia poltica. As mismo, al desarrollar la
nocin de trauma ligada a lo poltico se destaca la especificidad del fenmeno de la violencia
poltica y de sus efectos, y se enfatiza la diferencia que tiene con otras problemticas que pertenecen
a otro mbito.
Esta diferenciacin tiene el efecto de abrir una pregunta sobre el carcter de ese otro mbito,
(que no es poltico). Esta pregunta cuando se responde, perfila un mbito de la violencia que es no
poltico.

4) RELACIN ENTRE VIOLENCIA Y PODER


En los discursos sobre la violencia el tema del poder es incorporado la mayor parte de las veces de
manera imprecisa y como una variable (no explicada) que se relaciona con el ejercicio de la
violencia.
La discusin radica fundamentalmente en la relacin que se establece entre ambos fenmenos.
Algunos autores afirman que no es posible diferenciar violencia y el poder, mientras para otros la
violencia es un mecanismo, un instrumento del poder.
En estas discusiones es posible diferenciar la utilizacin de los dos paradigmas del poder
descritos por Foucault: el paradigma jurdico y el paradigma estratgico.
Para el paradigma jurdico el poder radica en un lugar preciso, en un nicho localizado en las
alturas y desde donde se puede desplegar, irradiar, deslizarse y aplicarse al sujeto para obligarle a
cumplir con sus deseos. El poder estara en los dioses y sus castigos, en el rey y sus armas, o en el
Estado y su polica. (Ibez, T., 1983)
En contraposicin a esta idea clsica de poder, se ha ido constituyendo una nueva forma de
concebirlo, asumiendo que este fenmenos convive permanentemente con nosotros y que si
tuviramos que hablar de localizacin tendramos que decir que est en todas partes donde los
seres humanos estemos. El poder ha pasado a conceptualizarse como un fenmeno inserto en las
mismas races del tejido social, un proceso activo en su funcin de regular los aspectos ms ntimos
y privados de nuestra vida. En palabras de Foucault, el poder hace mucho ms que imponerse al
sujeto y modular sus conductas, el poder constituye al sujeto (Ibez, T., 1983).
Para el paradigma jurdico del poder, ste se puede plantear en trminos de mando y
obediencia y, por tanto, se puede igualar poder y violencia. Tanto en las relaciones exteriores como
en las cuestiones internas, la violencia aparece como el ltimo recurso para mantener intacta la
estructura del poder frente a sus retadores individuales: un enemigo extranjero, un criminal nativo.
En estos casos, la violencia aparece como un prerrequisito del poder, y el poder como simple
fachada.
H. Arent formula un concepto de poder difcilmente clasificable en uno u otro paradigma (se
podra afirmar que tiene elementos de ambos). Para ella, el poder corresponde a la capacidad
humana no slo de actuar, sino de actuar en concierto. El poder no es nunca una propiedad de un
individuo: pertenece al grupo y existe slo mientras el grupo no se desintegra (Arent, H., 1970). La
autora plantea la necesidad de distinguir entre poder y violencia: una de las distinciones ms
obvias entre poder y violencia es que el poder siempre requiere de mucha gente, mientras que la
violencia puede prescindir de ella, hasta cierto punto, porque depende de implementos. As la
forma extrema del poder es Todos contra Uno; y la forma extrema de la violencia es Uno contra
Todos (Arent, H., 1970). La violencia es siempre instrumental y necesita de implementos.
Desde la perspectiva de Arent, la violencia y el poder, aunque sean fenmenos distintos,
suelen aparecer unidos. Donde se combinan, el poder se ha presentado siempre como el factor
primario y predominante. La situacin es completamente distinta si nos acercamos a ellos en su
estado puro. Recordemos que la violencia no depende de nmeros ni de opiniones, sino de
implementos y estos implementos, como cualquier herramienta, aumentan y multiplican el podero
humano. Quienes se oponen a la violencia slo con el poder no tardarn en descubrir que el
encuentro no es con hombres, sino con sus artefactos. La violencia siempre precede a la destruccin
del poder: del can de un fusil nace la orden ms efectiva, que resulta en la obediencia inmediata y
perfecta. El poder, en cambio, no puede salir de los fusiles (Arent, H., 1970). As, el dominio de la
violencia pura aparece cuando el poder se est perdiendo.
En suma, violencia y poder son trminos contrarios: donde una domina por completo, el otro
est ausente. La violencia aparece donde el poder se halla en peligro; pero abandonada a su propio
impulso, conduce a la desaparicin del poder. De este modo, la violencia no puede crear el poder,
pero si destruirlo. (Arent, H., 1970).
Para explicar el paradigma estratgico del poder, Foucault afirma que en vez de hablar de
poder es necesario hablar de relaciones de poder. El poder no slo est asociado a estructuras
polticas o a grupos que dominan, sino que existe en todas las relaciones sociales y son relaciones
mviles, reversibles, inestables, pueden modificarse, no estn determinadas de una vez por todas.
Foucault enfatiza la relacin entre poder y libertad, afirmando que no pueden existir
relaciones de poder sino en la medida en que los sujetos son libres. Si uno de los dos estuviera a
disposicin del otro y se convirtiera en cosa suya, en un objeto sobre el que se puede ejercer una
violencia infinita e ilimitada, no existiran relaciones de poder sino relaciones de dominacin. Un
aspecto necesario de las relaciones de poder es, por lo tanto, la posibilidad de resistencia.
Si existen relaciones de poder a travs de todo el campo social, es porque existen posibilidades
de libertad (y resistencia) en todas partes. Cuando sto no es posible, el anlisis de las relaciones de
poder se encuentra con lo que Foucault llama hechos o estado de dominacin, en los que las
relaciones de poder, en lugar de ser inestables y permitir a los diferentes participantes una
estrategia que las modifique, se encuentran bloqueadas y fijadas. Lo que Foucault llama relaciones
de dominacin es lo que ordinariamente (desde el paradigma jurdico) se han denominado poder.
El estado de dominacin se presenta cuando un individuo o grupo social bloquea un campo de
relaciones de poder, hacindolas algo inmvil y fijo e impidiendo la mnima reversibilidad de
movimiento (mediante instrumentos que pueden ser econmicos o militares). En una situacin de
este tipo las prcticas de libertad no existen o slo existen unilateralmente. Cuando se llega a dar un
movimiento de liberacin se dan nuevas relaciones de poder que hay que controlar nuevamente.
Las relaciones de poder implican juegos estratgicos entre libertades que hacen que unos intenten
determinar la conducta de los otros, tratando de no dejar que su conducta se vea determinada por
ellos. Entre los juegos de poder y los estados de dominacin estn las tecnologas gubernamentales
(entendindose stas desde la manera de gobernar a la propia mujer, a los hijos hasta la manera
cmo se gobierne una institucin). El anlisis de estas tcnicas es necesario porque es a travs de
ellas como se establecen y mantienen frecuentemente los estados de dominacin. (Foucault, M.,
1982).
Estudiar el poder implica referirse a sus estrategias, que son el conjunto de medios
establecidos para hacer funcionar o para mantener un dispositivo de poder. stas pueden constituir
modos de accin sobre la posible accin de los otros. Los mecanismos puestos en prctica en las
relaciones de poder pueden descifrarse en trminos de estrategias. De aqu se deriva la importancia
de analizar la relacin entre las relaciones de poder y las estrategias de enfrentamiento, siendo la
violencia una de estas estrategias.
Como toda relacin de poder no puede existir sin puntos de rebelda, toda intensificacin de
las relaciones de poder para someterlos, conduce necesariamente a los lmites del ejercicio del
poder; ste encuentra entonces su tope en un tipo de accin que reduce al otro a la impotencia total
o en una confrontacin con aquellos a los que se gobierna y en su transformacin en adversarios.
Lo que define una relacin de poder es que es un modo de accin que no acta de manera
indirecta e inmediata sobre otros, sino que acta sobre sus acciones: una accin sobre la accin, sobre
acciones eventuales o actuales, presentes o futuras. Una relacin de poder se articula sobre dos
elementos: uno de ellos es que el otro (aquel sobre el cual sta se ejerce sea totalmente reconocido
y que se le mantenga hasta el final como un sujeto de accin. Un segundo elemento importante es que
se abra frente a la relacin de poder, todo un campo de respuestas, reacciones, efectos y posibles
invenciones. (Foucault, M., 1979).
En cambio, una relacin de violencia acta sobre un cuerpo o sobre una cosa: fuerza, somete,
quiebra, destruye: cierra la puerta a toda posibilidad. (Foucault, M., 1979).
A pesar de que el consenso o la violencia pueden ser sus instrumentos o sus consecuencias, no
constituyen el principio o la naturaleza del poder. El ejercicio del poder implica una gama de
posibilidades y opera sobre el comportamiento de sujetos actuales, siempre es una manera de
actuar sobre un sujeto actuante y que es susceptible de actuar.

BIBLIOGRAFA

AMERICAN PSYCHIATRIC ASSOCIATION (1994). Manual Diagnstico y Estadstico de los Trastornos Mentales
(D.S.M. IV). Barcelona: Ed. Masson, 1995.
ARENDT, H. (1970) Citado en Cano y Cisneros (1980). La violencia en Mxico. Mxico: UNAM - Acatln.
BECKER, D., CASTILLO, M.I.. (1990). Trauma y Reparacin Despus de la Dictadura en Chile:
Consideraciones Clnicas y Sociales. Chile: ILAS.
BECKER, D. Y DAZ, M. (1992). Trauma y Proceso Social: Los Hijos de Perseguidos en Chile.Trabajo
presentado en el Simposio Traumatizacin e Identificacin: Violencia Sociopoltica y Proceso de Transmisin
Transgeneracional. Hamburgo, Alemania: Borrador ILAS.
COCK (1989). Citado en Ugalde, A. y Zwi, A. (1994). El impacto de la violencia de estado en la salud. En:
Ugalde, A. Y Zwi, A. (Compiladores) Violencia poltica y salud en Amrica Latina. Mxico: Ed. Nueva
Imagen.
DEL SOLAR, G. y PIPER, I. (1994). Insercin Social y Poltica de Jvenes Hijos de Detenidos Desaparecidos y
Ejecutados Polticos: Un Estudio Exploratorio. Tesis para optar al grado de Licenciado en Psicologa.
Santiago de Chile.
DOLLARD, J.; MILLER, N. (1939). Citado en: Martn Bar, I. (1985) Accin e Ideologa: Psicologa Social desde
Centroamrica. 2 Ed., San Salvador, UCA Eds.
FOUCAULT, M. (1979) Foucault: El sujeto y el poder. En Dreyfus y Rabinow. Michel Foucault: Ms all del
estructuralismo y la hermenutica. UNAM: Mxico.
FOUCAULT, M. (1982). La hermenutica del sujeto. Madrid: Ed. La Piqueta.
FREUD, S.(1920). Ms All del Principio del Placer (1920). Obras Completas de Sigmund Freud. Tomo XVIII,
Buenos Aires: Amorrortu editores, 1988, 1-62.
FROMM, E. (1975) Citado en: Martn Bar, I. (1985) Accin e Ideologa: Psicologa Social desde Centroamrica. 2
Ed., San Salvador, UCA Eds.
HACKER, F. (1973). Agresin. Barcelona: ed. Grijalbo.
IBAEZ, T. (1983). Poder y Libertad. Barcelona: Ed. Hora.
KAMINSKY, G. (1990). Dispositivos institucionales. Buenos Aires: Editorial Lugar.
KHAN, M. (1974). The Privacy of the Self. Londres: Ed. Hogarth.
KEILSON, H. (S/F). Sequential Traumatization in Children. English Edition; Jerusalem; The Magnes Press, The
Hebrew University, 1992.
LORENZ, K. (1971) Sobre la agresin: el pretendido mal. Mxico: Ed. Siglo XXI.
MARTNBAR, I. (1985) Accin e Ideologa: Psicologa Social desde Centroamrica. 2 Ed., San Salvador, UCA
Eds.
MARTN-BAR, I. (1988).La Violencia Poltica y la Guerra Como Causas del Trauma Psicosocial en El
Salvador. En Psicologa Social de la Guerra. San Salvador: UCA Editores, 1990, 66-84.
MARTNBAR, I. (1989). Sistema, Grupo y Poder: Psicologa Social desde Centroamrica. UCA Ed.: El
Salvador.
MARTN-BAR, I. (1990). Psicologa Social de la Guerra. San Salvador: UCA Editores.
MONTERO, M. (1987). La Psicologa Poltica en Amrica Latina: 1956-1986 en: Psicologa Poltica
Latinoamericana. Ignacio Martn Bar y Maritza Montero editores. Caracas-Venezuela: Ed. Panapo. 15-47.
PIPER, I. (1997). Anlisis Crtico del Discurso Psicolgico en derechos Humanos: una perspectiva psicosocial. Trabajo
de Investigacin para optar al grado de Magister en Psicologa Social. Universidad Autnoma de
Barcelona.
REAL ACADEMA ESPAOLA. (1970), Diccionario de la lengua Espaola. Madrid: Real Academa Espaola,
1970.
UGALDE, A. Y ZWI, A. (1994). El impacto de la violencia de estado en la salud. En. Ugalde, A. Y Zwi, A.
(Compiladores) Violencia poltica y salud en Amrica Latina. Mxico: Ed. Nueva Imagen.

1/ En ese mismo texto, Martn Bar distingue entre violencia instrumental, es decir como medio para lograr un fin
diferente y violencia terminal que constituye un acto de violencia realizado por s mismo.
2/ Esta reflexin es parte de los textos: Insercin social y poltica de Jvenes hijos de detenidos desaparecidos y
ejecutados polticos: un estudio exploratorio de Germn del Solar e Isabel Piper; y de Anlisis crtico del discurso
psicolgico en derechos humanos: Una perspectiva psicosocial de Isabel Piper.
3/ Montero (Montero, 1987), en una revisin sobre el desarrollo de la psicologa poltica
Latinoamericana agrupa los diversos estudios sobre represin poltica bajo la denominacin de
trauma poltico.
*FMI: Fondo Monetario Internacional

IMPLICACIONES
DEL INVESTIGADOR - INTERVENTOR
Ofelia Desatnik
Estela Troya
IMPLICACIONES
DEL INVESTIGADOR - INTERVENTOR
Ofelia Desatnik1
Estela Troya2

La participacin conjunta de cuatro pases en la investigacin-intervencin realizada, plante desde


el comienzo importantes desafos. Se trataba de poner en contacto las experiencias de cuatro pases
latinoamericanos, con sus diferencias y similitudes geopolticas y culturales tanto en su
conformacin histrica como actual. Las diferencias y similitudes de nuestros contextos
establecieron la necesidad intercambiar formas de ver e interpretar realidades y la co-construccin
de significados relacionados con la comprensin de los respectivos objetos de estudio. Esto fue
posible gracias al nfasis en los procesos de intercomunicacin, supervisin y capacitacin entre los
equipos de investigadores. Todas estas tareas fueron llevadas a cabo por el equipo de Mxico
(ILEF), quienes concebimos y realizamos nuestra labor desde una perspectiva que permitiera una
actitud coherente con la ciberntica de segundo orden.
Sin duda, el que nuestro tema de investigacin fuese las distintas formas de violencia social y
las relaciones de poder, nos invit a estar alerta a detectarlas al interior de los equipos; en las
relaciones inter-equipos; en las relaciones de los equipos con los beneficiarios; y en las relaciones de
la Fundacin Henrich-Bll (que financi el proyecto) con todos y cada uno de los equipos. Para sto,
procuramos metacomunicar sistemticamente nuestras vivencias, pensamientos y discrepancias en
cada una de las tareas que realizamos. Buscamos explicitar nuestras diferencias y desigualdades en
la forma de pensar y en la forma de sentir, que a la vez nos permitieran delinear puntuaciones
comunes e interrogantes compartidas.
Para la Teora de Sistemas, el contexto, el tiempo y el espacio, son partes constitutivas del
sistema, y no meramente una plataforma externa que enmarca o permite la existencia del mismo.
(Von Bertalanffy, 1987).
Desde esta perspectiva, todo lo que pertenece a un sistema se interrelaciona continuamente y,
a la vez, forma parte de los procesos que afectan a cada uno de sus componentes. En el caso de la
investigacin social, el contexto, el tiempo histrico y el espacio cultural, son partes constitutivas de
cada uno de los miembros de la sociedad de que se trate, y no slo el mundo externo con el cual
deben relacionarse e interactuar, el lugar y el momento en el que les toc vivir. sta afirmacin es vlida
tanto para los investigadores como para los investigados y, por lo tanto, para las relaciones que
ambos y los diferentes grupos mantienen entre s.
Esto implica que no es posible pensar en un proceso de investigacin que se d en un
momento cualquiera, en un lugar abstracto, realizado por personas annimas, acerca de sujetos
indiscriminados. Este modelo, pretendidamente asptico, no es posible ni siquiera en circunstancias
excesivamente controladas de laboratorio y menos an en el campo social.
Queremos reiterar la importancia de considerar el carcter histrico de todo tiempo y el
carcter cultural de todo espacio; que los sujetos que los habitan pertenecen a esa historia y a esa
cultura especficas y que estas coordenadas temporo-espaciales, histricoculturales codeterminan
a los sujetos tanto como todas sus otras caractersticas personales, de estatus, rol comunitario, etc.
Esto es vlido tanto para los entrevistadores como para los entrevistados.
Existe un presupuesto de objetividad en el que el sujeto est separado del objeto, en cuya
investigacin no debe quedar ninguna huella de la actividad del sujeto investigador. Este
presupuesto (que hoy sabemos es imposible de cumplir) fue paradigmtico del mtodo cientfico y
llev a las ciencias sociales a esforzarse durante aos por disponer de metodologas que les
permitieran cumplir con este requisito de objetividad.
Como una forma de superar esta pretensin, (Navarro, P. 1991 citado en Ibez, J., 1994),
propone para las ciencias sociales el presupuesto de reflexividad. Denomina as al presupuesto para
el cual el sujeto no est separado del objeto, aquel en el que en la investigacin del objeto quedan
necesariamente huellas del sujeto, porque el objeto es producto de la actividad objetivadora del
sujeto (Ibez, J.; 1994). Esta definicin subraya el hecho de que el objeto es co-construido por el
observador y por todas las actividades y maniobras que realiza en su intencin de conocerlo.
Segn Ibaez (1994), los investigadores sociales (...) se encuentran con objetos que son sujetos
con la misma capacidad distincional y objetivadora que ellos mismos. Entonces, las interpretaciones
del investigador como sujeto, se tienen que contrastar con las interpretaciones del investigado, que
tambin es sujeto, por lo que la tctica de silenciar a ste ltimo, nos hace perder informacin
(Ibez; J. 1994).
Este pensamiento pone de manifiesto que la verdad no es algo a descubrir o a desvelar sino a
construir. La verdad, el conocimiento, no son tesoros que se encuentran al final de un camino ms o
menos tortuoso, una iluminacin que estaba siempre all, esperando ser despertada o encontrada.
La belleza de la ciencia consiste en ir construyendo verdades plausibles, siempre provisorias, que se
van generando por procesamientos de informacin y bsquedas de alternativas; gracias a estos
principios podemos ir conformando verdades cada vez ms complejas, sin que este proceso tenga
fin. Y es en lo inacabable, no en lo inacabado de este proceso, donde radican el estmulo y los
alicientes, el placer en la bsqueda y generacin de conocimientos.
En relacin a este tema, Edgar Morn (1997), postula que lo que la ciencia hace es expandir,
empujar hacia afuera las vallas del conocimiento, las barreras entre lo conocido descriptible y lo
desconocido; la ciencia nos permite ampliar y complejizar los espacios de la mente, su objetivo no
es brincar o sortear las vallas.
A lo largo de esta investigacin hemos procurado que la metodologa y las modalidades de
intervencin fueran coherentes con estas ideas. Buscamos una metodologa que no silenciara ni a
los sujetos ni a los objetos, sino que ms bien los pusiera a dialogar, dejando un buen espacio
abierto a la curiosidad, a la sorpresa o al desencanto. Para ello partimos de reconocer a los objetos
de investigacin como personas hablantes, participantes activas en el proceso de investigacin, y de
comprender que el investigador no puede pensar sin pensar su propio pensamiento, porque si
piensa sin pensar su propio pensamiento, lo que est haciendo ser lo que se quiera pero, desde
luego, no es pensar (Ibaez, J., 1994).
Cualesquiera que sean otros tipos de diferencias, la capacidad distincional del sujeto y del
objeto respectivamente son del mismo nivel; la diferencia entre ambos consiste en que la tarea del
investigador es reflexionar sobre su accin investigadora, y la informacin que obtiene en su
interaccin con el objeto es procesada en funcin de sus objetivos de investigacin. La tarea del
sujeto es otra, y la calidad y beneficio o dao obtenido de ella dependern del grado y posibilidad
de enriquecimiento o modificacin permitidos por las circunstancias y su co-participacin como
sujeto investigado en la actividad de investigacin.
Nosotros, en tanto investigadores sociales, compartimos la idea de que el objeto de estudio no
est dado, no existe como tal y slo desde s, sino que es producto de una distincin que hacemos
desde diferentes lugares de acuerdo a los intereses y objetivos de cada investigador quienes, a su
vez, estamos pre y co-determinados por su persona, grupos de pertenencia, marcos referenciales,
momento histrico, restricciones culturales y polticas, etc.
Esto implica necesariamente que la construccin del objeto de estudio incluye siempre la
definicin de los objetivos que tiene el investigador, las razones y motivos que tiene para
procurarlo; es decir, para qu se le acerca: para conocerlo y describirlo, para explicarlo, para
modificarlo, para convertirlo en un idntico a s mismo, para educarlo, para obtener grados
acadmicos, para amarlo o ser amado por l, para colonizarlo, para eliminarlo, para curarlo?
Estas distintas posibilidades (que no son excluyentes) determinarn los vnculos que el
investigador promueva con su objeto de estudio, los roles que asuma, as como las caractersticas de
los contratos explcitos e implcitos que establezca. Estas diferencias en la aproximacin dan pie a
todo tipo de evangelizaciones, proselitismos partidarios e ideolgicos.
Para nosotros como investigadores, es importante ser capaces de co-construir nuestra propia
versin de la realidad que intentamos estudiar, y tambin ser capaces de explicitarla. Para ello
debemos partir de integrar nuestras propias interpretaciones y visiones reconociendo
contradicciones y dudas. Necesitamos identificar las ideas que los propios entrevistados tienen de s
mismos, incluyendo tanto las ambivalencias como los aparentes sin sentidos, de modo tal que el
resultado final sea una multi-construccin de significados que emerja de los vnculos que se
establezcan entre los investigadores y los investigados.
El objeto de estudio se construye a partir de la comprensin de similitudes y esto permite
paralelamente reconocer y establecer diferencias. Se necesita cercana para poder reconocer
identificando y, a la vez, distancia del objeto para poder hacer las distinciones que lo califican y lo
diferencian. El proceso de investigacin implica necesariamente complejizar el objeto de estudio.
Una parte importante de este proceso de complejizacin consiste en introducir activamente la
nocin y la actitud de incertidumbre, la aceptacin real de que siempre habr mrgenes inevitables
de error y, por lo tanto, el hecho de que nuestro resultado final ser siempre una interpretacin
(hermenutica) y no La Verdad.
Dado que no existe una nica puntuacin verdadera ni una sola explicacin de lo que ocurre
en relacin a ninguna cosa o acontecimiento, es importante admitir y propiciar la concurrencia de
otras interpretaciones igualmente pertinentes, formuladas desde otras puntuaciones, para
enriquecer la construccin de significados.
La hermenutica no es slo la del investigador. Todo hablante y todo objeto de estudio ha
transformado los hechos originales a los que se refiere, sea o no en forma intencional o consciente.
Las personas, al hablar, nos estn dando constantemente las interpretaciones de que disponen
acerca del hecho original, incluso interpretaciones de algo de lo que no participaron sino que a su
vez les fue relatado, de modo que ya no es nunca el hecho en s mismo: ste es siempre
inaprehensible.
Debemos asumir que lo que hacemos como investigadores sociales es obtener, deconstruir y
reconstruir las versiones que nos dan los informantes. Todo discurso es una construccin y, al hacer
un anlisis del discurso, partimos del hecho de que ese discurso es en s una interpretacin, una
versin que dar pie a la construccin de la nuestra.
En tanto que el investigador construye su objeto, por el mismo proceso de interaccin es
modificado como sujeto y, a su vez, este proceso que nunca es esttico, revierte en una
reconstruccin del objeto. Indefectiblemente, el objeto que el investigador tena antes de ir al
campo, va siendo modificando a lo largo del proceso de investigacin.
Es frecuente que los investigadores puedan ir dando cuenta de las modificaciones y
complejizaciones, saltos atrs y adelante que la comprensin de su objeto de estudio sufre en el
transcurso del trabajo. Pero es relativamente infrecuente que tenga la posibilidad de detectar los
cambios que este proceso ha operado en s mismo. A lo sumo puede ser que tenga conciencia del
aprendizaje adquirido, o de cmo la experiencia de campo lo ha enriquecido o perjudicado, pero
hay otras transformaciones personales que son mucho ms difciles de identificar sin el auxilio de
un interlocutor.
El exceso de adherencia al objeto original o a alguna conceptualizacin terica o ideolgica
respecto del mismo, pueden sesgar, obstaculizar o mistificar la comprensin compleja del objeto y
de su contexto. En estos casos, el investigador ve slo a su objeto de estudio (como si ste se hubiera
convertido en parte de s mismo) y no al objeto de estudio (como un otro diferenciado, por ms
similitudes que comparta con l); lo ve desde el para s (del investigador) y no desde el en s (del
objeto de estudio) y, por sobre todo, esta falta de diferenciacin, o estas zonas de confusin no le
permiten estar en condiciones de establecer una dialgica entre el en s y el para s del objeto de
estudio, es decir, descubrir o generar la lgica interna que relaciona estas aparentes dicotomas.
Las ideas que hemos expuesto se relacionan con aqulla que postula que toda investigacin es
simultneamente accin-intervencin. Todas las acciones del investigado tienen repercusiones; de
ah la importancia de prever y explicitar las posibles consecuencias de su participacin, en
particular cuando los objetivos, como en el caso que nos ocupa, no son slo conocer describiendo
(lo cual, como dijimos, implica cierto grado de intervencin) sino tambin y particularmente,
intervenir dialogando para cuestionar y modificar acciones; o sea, cuestionar y modificar las
atribuciones de significado y las vivencias de sentido experimentadas y actuadas por los grupos y
personas en estudio.
Nombrar lo que ocurre, describir lo que observamos, implica en cierta manera asumir una
posicin en la que intervienen juicios de valor de los cuales es imposible escapar y de los que
participamos necesariamente como miembros de nuestra cultura. Los criterios de salud -
enfermedad, funcionalidad - disfuncionalidad, normalidad - anormalidad, felicidad - infelicidad,
verdad - error, castigo - recompensa y muchos otros ms, deben ser comprendidos desde el cdigo
de tica particular de la cultura en la que estamos trabajando, aunque esto implique poner aparte o
posponer nuestros propios criterios y valores.
Sabemos que estos pensamientos son fciles de enunciar, pero difciles de ser convertidos en
acciones. Sin embargo, llevarlos a cabo hace posible entender, por ejemplo, como algunos actos que
desde nuestra cultura consideraramos transgresiones punibles a ciertas normas, pueden no ser
considerados as desde otras normas culturales y viceversa.
Todas las culturas tienen el mandato de que no se deben transgredir sus normas, pero cada
cultura tiene normas diferentes acerca de qu constituye una transgresin basadas en criterios y
diferenciaciones distintas. Por ejemplo, el tab del incesto es universal y se relaciona con el
nacimiento mismo de lo que llamamos cultura, pero cada cultura tiene sus propias normas que
sancionan qu se considera incesto y qu no, en funcin de las regulaciones que establecen respecto
de la circulacin de mujeres, del incremento o mantenimiento de los niveles de poblacin y de las
personas que pueden y deben recibir herencias en tierras, bienes o linaje. As, nuestro horror
occidental contemporneo ante el casamiento de abuelos con nietas provocara risa o asombro en la
Roma de los Csares.
Los intentos por introducir modificaciones o juicios de valor sobre el comportamiento o los
cdigos de tica de las comunidades estudiadas, podra ser una forma de violencia, ya que
constituira un acto de poder ejercido desde la superioridad del conocimiento profesional occidental, o
desde una actitud redentora, mesinica y/o paternalista.
Algunos investigadores, en su furor ayudantis o impensadamente, fuerzan definiciones de lo
que es correcto o incorrecto, bueno o malo para otras comunidades basndose en las normas de su
propia cultura:
...los hombres yir yoront dependan de las relaciones interpersonales para conseguir las
cabezas de hacha de piedra, ya que su territorio no proporcionaba piedras adecuadas y stas
llegaban hasta los yir yoront a travs de largas lneas de relaciones masculinas. El hombre adulto
guardaba sus hachas en el campamento con el resto de sus herramientas o las transportaba en sus
viajes. De esta forma, una mujer o un nio que quisieran usar el hacha, como ocurra
frecuentemente durante el da, tenan que conseguirla pidindola a un hombre, usarla con rapidez
y devolverla en buenas condiciones. Los efectos ms perturbadores del hacha de acero (dada
gratuitamente por una misin de antroplogos a las mujeres yir yoront), en conjuncin con otros
elementos tambin introducidos desde las numerosas subculturas del hombre blanco, se
desarrollaron en el mbito de las ideas tradicionales, de los sentimientos y valores. Estos fueron
minados con creciente rapidez, sin que ninguna nueva concepcin fuera definida desde los yir yoront
para reemplazarlos. El resultado fue la aparicin de un vaco mental y moral que anunciaba no slo el
colapso y la destruccin de toda la cultura yir yoront, sino, incluso, la extincin del grupo biolgico
en s. (Sharp, citado en Fernndez Martorell, 1996).
La misin instalada dio gratuitamente hachas de acero a las mujeres. Ello provoc modificar
el papel de los protagonistas en relacin al papel de tal instrumento, tanto en lo que se refiere a las
interrelaciones de alianzas masculinas como el lugar de poder del hombre, como poseedor del
hacha, frente a las mujeres. Esta nueva situacin dio lugar a que el colapso y la destruccin de toda la
cultura yir yoront, sino, incluso la extincin del grupo biolgico en s, pudiera ser una realidad. (Sharp,
Op. Cit.).
Este ejemplo, aunque terrible, es suficientemente ilustrativo para explicar la responsabilidad
que tiene el investigador por sus actos (de poder) que pueden ser aparentemente inocentes o que
tienen como objetivo ayudar, de acuerdo a sus pautas de valor, a diferentes sectores de las
comunidades con las que trabajan, en este caso, a las mujeres y los nios yir yoront. Sin embargo,
las jerarquas de gnero que, como en todas las culturas son estructurantes, no estaban en ese
momento para los yir yoront dispuestas ni preparadas para asimilar estos cambios ni para prever
las repercusiones, indeseables o no, que los mismos podran acarrear. De igual forma, los
antroplogos tampoco propiciaron circunstancias para que la comunidad misma pudiera generar
sus propias alternativas de soluciones que respetaran sus tiempos y estructuras culturales, sino que
la ayuda tuvo caractersticas de imposicin cultural, aunque lo ms probable es que de ninguna
manera fuera sta la intencin de los investigadores. Ellos interpretaron la relacin poder-gnero
desde sus propias construcciones y no midieron ni previeron las consecuencias que sus intenciones
y actos tendran en este otro contexto humano.
En la investigacin realizada se presentaron varios casos donde se refleja la necesidad de
analizar y discutir los valores e ideologa de los investigadores en relacin a lo observado en
algunos de los grupos entrevistados. Entre estos casos podramos citar como ejemplo la
conceptualizacin y significacin que algunos padres de familia de Nicaragua y El Salvador tienen
acerca de la disciplina de sus hijos.
Algunas madres de una comunidad nicaragense comentaron que el riesgo de que sus hijos
ingresen a pandillas juveniles es muy alto, por lo que ellas son muy firmes al disciplinarlos. Como
forma de control, han llegado a castigarlos severamente cuando muestran conductas delictivas o
bien, cuando se relacionan con miembros de pandillas. En palabras de una madre entrevistada:
prefiero yo darle con un palo a mi hijo a que se lo den en la calle, lo apresen o lo maten . Expresiones como
sta provocaron un dilema en los investigadores, ya que, por una parte, su tendencia inicial sera
reprobar la conducta de estos adultos que castigan severamente a sus hijos, pues lo consideraran
como actos de violencia. Por otra parte, de acuerdo a lo expresado por las madres entrevistadas y
conociendo las consecuencias reales que puede tener la participacin de un joven en una pandilla,
con la que puede llegar a cometer actos delictivos o reprobados por la comunidad, la conducta de
dichas seoras tiene una razn justificada de proteccin al hijo, a quien consideran necesario
someter y controlar como parte de su funcin parental.
Este dilema requiri de una discusin al interior del equipo de investigadores y con las
supervisoras, sobre la significacin que las familias dan a la disciplina y a sus roles de padres, en
contraste con las construcciones de los investigadores sobre violencia y sus lmites o justificaciones.
Fue necesario comprender la estructura de dichas familias, el entorno en el que estn insertas y la
forma como han decidido hacer frente a los riesgos que el contexto presenta, antes de enjuiciar el
comportamiento de las madres.
Algunas familias entrevistadas en una comunidad rural de El Salvador comentaron que
grupos de operadores sociales han llegado a sus comunidades para proponer estilos de relacin con
sus hijos basados en el respeto a los derechos de los nios, y han emitido juicios que los padres
consideran como crticas a sus estilos de crianza. Ellos han intentado poner en prctica estas ideas,
sin embargo han percibido que el valor de la disciplina transmitido por sus propios padres se
modific por otras formas ms liberales y que ahora se sentan impotentes para actuar cuando sus
hijos actuaban de manera descontrolada. Comentaron que se encontraban confundidos ya que no se
atrevan a poner lmites a sus hijos cuando se comportaban de manera inadecuada, puesto que
ejercer la disciplina implicaba oponerse a las nuevas ideas impuestas por los operadores sociales
que haban intervenido en la comunidad; sin embargo frecuentemente los jvenes ingresaban a
pandillas juveniles (maras) y los padres no tenan ya forma de controlarlos. Este ejemplo refleja
como la intervencin de los operadores sociales modific la estructura familiar, principalmente la
posicin jerrquica de los padres respecto de sus hijos. La significacin de la disciplina y de los
derechos de los nios para esta comunidad no fue analizada por los agentes sociales en cuestin
antes de prescribirlos a la poblacin y no se gener desde las familias de la comunidad una
discusin sobre formas alternativas de relacin, congruentes con su realidad e ideologa para
controlar y educar a sus hijos.
La definicin que cada cultura hace respecto del gnero y de la edad de los individuos que la
componen es siempre una de las definiciones bsicas de poder que cada cultura produce; en este
sentido, no es slo una definicin aislada de rol, o de estratos diferentes, son definiciones que
expresan sus concepciones del mundo. Las relaciones de gnero as como las relaciones jerrquicas
basadas en la edad, estn determinadas por la percepcin de diferencias obvias entre los miembros
de un conjunto humano; por ello han sido y son centrales, a la vez que determinantes de buena
parte de las estructuras diferenciales y de poder de todas las culturas. Introducir cambios, llenos de
buena voluntad, pero arbitraria o impensadamente impuestos en estas relaciones estructurantes,
pueden tener como lgica consecuencia una desestructuracin o colapso de la comunidad.
Invitamos a nuestros lectores a reflexionar en forma conjunta acerca de estos temas, sobre todo
acerca de aquellos que se relacionan estrechamente con las nociones y repercusiones ticas para la
vida de las comunidades en las que trabajamos.
En prrafos anteriores mencionamos las diferencias que existen entre el para s del
investigador y el en s del objeto de estudio. El ejemplo de la comunidad yir yoront ilustra la
necesidad de comprender que la tarea del interventor social, la del as llamado agente de cambio,
no consiste en convencer a los sujetos de su investigacin de la conveniencia de adoptar los puntos
de vista que l les propone. Tampoco consiste slo en comprender el porqu de las costumbres, las
razones que llevan a los miembros de determinada comunidad a asumir posiciones o mantener
conductas que no concuerdan con los cdigos de tica del investigador. Su tarea central consiste en
ayudar a cuestionar, a deconstruir aquellas razones y reconstruirlas, en contribuir a idear o concebir
alternativas diferentes, en suma, a propiciar la generacin de procesos grupales que permitan que
sean las personas -objeto de estudio- mismas, quienes produzcan los cambios que consideren
necesarios y pertinentes a partir de la intervencin del investigador. A esto nos referimos con la
dialgica del en s y el para s.
Hemos hablado de la necesidad de discriminar cules son los objetivos pertinentes y posibles a
partir de los que se definen los roles que asume el investigador, la definicin (construccin) del
objeto de estudio y el tipo de vnculo que los relaciona. A su vez, estos roles generan, confirman o
modifican identidades profesionales del investigador, y las experiencias que vive en este proceso se
inscriben en su historia personal. La influencia que el objeto de estudio ejerce sobre el investigador
no siempre es clara, consciente o evidente para el propio investigador, de ah que muchas veces no
la advierta. Sin embargo un dilogo minucioso y confiable con un observador externo, que puede
ser llamado supervisor, permite identificar estos fenmenos y elaborarlos, tanto en relacin a la
persona del investigador como a la eficacia en la realizacin de la tarea.
En la investigacin que realizamos, previmos la posibilidad de que ocurrieran situaciones
como las que acabamos de definir. Por lo tanto, los encuentros de supervisin y de capacitacin que
planificamos contaban con espacios especiales para tratar dichos temas.
Supervisar, entonces, es para nosotros procurar corregir, retroalimentar y metacomunicar3
acerca de los sesgos proyectivos, enjuiciadores, redencionistas, lagunas tericas y metodolgicas y
obstculos determinados por la historia, ideologa y marcos tericos de los investigadores. La tarea
de supervisin, que debe ser fundamentalmente dialogante, facilita que el investigador discrimine y
reconozca estos sesgos para poder individualizar, ampliar y complejizar la visin del otro, objeto de
su investigacin-accin.
Esta funcin se realiza desde un lugar meta, es decir, que permita tomar cierta distancia
respecto del sistema constituido por el investigador y su objeto de estudio para as poder observarlo
en su totalidad. Esta es una posicin que no puede ser ocupada desde dentro del sistema. De esta
manera, la posicin meta posibilita la percepcin de elementos e interacciones del sistema que el
investigador, en tanto est formando parte del mismo, no tiene condiciones para percibir; asimismo
proporciona informacin acerca de la dinmica vincular en proceso y permite detectar temas claves,
puntos relevantes en relacin a la tarea que pueden estar quedando relegados.
Desde este punto de vista la perspectiva meta no debe ser ejercida necesariamente por una
persona con mayor experiencia o conocimientos que los investigadores actuantes; la posibilidad de
mirar desde fuera del sistema, en relacin a l y en forma pertinente es de por s enriquecedora. Sin
embargo, si a ella se le suman las de la experiencia y la aptitud docente, el resultado se multiplica.
Por otra parte, tanto la funcin meta como la docente implican jerarquas en relacin al sistema
total de supervisin. Pero estas jerarquas, a su vez, no deben implicar autoritarismo o imposicin
de los puntos de vista del supervisor. Tal como lo describimos en relacin a la dialgica del en s y
el para s en la investigacin, el supervisor debe propiciar dilogos y apertura de alternativas entre
su visin meta y/o de mayor experiencia y aqullas que poseen los supervisandos. Debe explicar el
porqu de sus apreciaciones basndose tanto en su experiencia como en teoras y ejemplos
pertinentes y debe procurar la participacin activa de todos los miembros del equipo, para lo cual
sern tiles conocimientos y habilidades de coordinacin y dinmica de grupos.
De todos modos, muchas veces es difcil evitar tomar posiciones de autoridad o que sean
percibidas como tales por los supervisandos. Asimismo, algunas veces es necesario ejercer la
autoridad prescrita como coordinador en beneficio de los resultados de la tarea propuesta. Al
respecto es importante tomar en cuenta las consideraciones y diferenciaciones que M. Foucault hace
respecto del poder, presente en todas las relaciones humanas, y el autoritarismo como forma de
imposicin o violencia, que implica sometimiento, obligatoriedad o diferentes grados de limitacin
de la libertad por parte del otro componente del vnculo.
Este es, precisamente, uno de los temas acerca del cual es sumamente importante poder
metacomunicar, en cuanto supervisores o supervisandos perciban o registren sensaciones o
sentimientos de incomodidad, enojo, malestar, que remitan a experiencias de injusticia,
dominacin, coercin, descalificacin o imposibilidad de comprender las respectivas puntuaciones.
La metacomunicacin entonces, puede permitir discriminar entre el ejercicio pertinente y
esclarecedor de la autoridad, por una parte, y autoritarismo (abuso del poder que da la autoridad),
por la otra.
La funcin de capacitacin-supervisin planteada de esta forma permiti que la tarea de
investigacin-accin conllevara una continua transformacin, reequilibrio y vigilancia del proceso,
tanto al interior de los equipos como en la relacin de stos con el objeto de estudio. Asimismo,
implic el reconocimiento en la accin, por parte de los investigadores, de que el conocimiento
previo y la informacin terica de que disponan eran instrumentos para posibilitar la comprensin
y aprehensin del objeto de estudio pero no fuentes acabadas de saber. De igual manera, confirm
la necesidad de disponer de la instancia de supervisin, de la funcin de supervisin, que puede ser
realizada por diferentes personas, incluso rotativamente por miembros del equipo y no
necesariamente por una nica persona, para contribuir a analizar las relaciones y de poder que se
den en el vnculo investigador-investigado.
Queremos recalcar que la tarea de supervisin siempre incluye elementos de capacitacin y
docencia, en la medida en que el supervisor explicita los marcos tericos desde donde propone sus
sugerencias u observaciones crticas en relacin a las tareas que realizan los supervisandos.
Igualmente, ejemplifica con sucesos de su propia experiencia o de las de los participantes en el
grupo de supervisin para esclarecer tanto los contenidos tericos que desea resaltar como las
diferentes alternativas tcnicas de intervenciones posibles.
Toda identidad, individual, profesional o comunitaria, se construye y reformula en un proceso
constante en el tiempo y en interaccin incesante con el contexto. Es un error que el investigador-
interventor centre su identidad en una sola especificidad de su objeto de estudio porque, en caso de
que ste desapareciera, (incluso gracias a su propia accin, como por ejemplo, al erradicar una
enfermedad), el investigador podra sentirse amenazado en su identidad y, paradjicamente, desear
que volviera a aparecer la enfermedad o el contexto apto para generarla y as recuperar su
identidad y retomar el sentido de su actividad profesional tan valiosa en la apreciacin de s.
Sabemos que la identidad, tanto individual como colectiva del investigado va a ser influida
por la investigacin, aunque no podemos saber exactamente en qu consistirn estas repercusiones.
Sin embargo, el reconocimiento de la zona de incertidumbre no libera al investigador de su
responsabilidad tica respecto de las repercusiones de su accin en los investigados.
En relacin a las transformaciones en la identidad, pueden ocurrir situaciones aparentemente
contradictorias en determinados contextos histricos e ideolgicos, por ejemplo algunas que
ocurrieron en las transiciones a la democracia deseadas y logradas, aunque en forma incompleta o
precaria, en ciertos pases latinoamericanos.
Para algunos de sus actores y promotores activos de estas transformaciones sociales, ellas se
constituyeron en un logro para sus objetivos, pero al mismo tiempo convirtieron en innecesaria, o
ms an, contraproducente el tipo de militancia poltica que venan llevando a cabo durante los
largos y difciles tiempos de la clandestinidad y de la guerra. Es decir, se hizo necesario generar y
administrar otras formas de lucha y de participacin y, por lo tanto, no slo modificar conductas,
inventar o aprender otras, sino realizar autnticos y complejos cambios en las vivencias de
identidad personal y grupal. Tambin haba que concebir al pas, a su contexto y a las relaciones con
otros pases de una manera diferente sin perder el sentido de los objetivos previos.
En este sentido, hemos vistos muchos casos en los que aparecieron, aunque fuera
temporalmente, fuertes sentimientos de despersonalizacin o de prdida del sentido personal de la
vida, que contrastaba fuertemente con el logro, aunque fuera parcial, de los objetivos por los que
haban luchado; estos sentimientos estaban acompaados de depresin e irritabilidad.
El proceso de reconstruccin de la identidad puede ser largo y penoso. Tambin puede ser
obstaculizado por emergencias sociales o personales imprevistas o que, como en el caso de los
duelos congelados, hacen que la necesidad de la accin inmediata posponga o relegue la
elaboracin de ciertos procesos afectivos.
La tendencia a olvidar y perdonar promovida por las actuales democracias en los pases en los
que realizamos nuestra investigacin, pueden incluir o enmascarar distintas formas de
mistificacin4 respecto de la culpa y la responsabilidad por las diferentes formas de violacin de los
Derechos Humanos que se cometieron durante las dictaduras, las guerras sucias y las guerras de
baja intensidad que tuvieron lugar en ellos. Una forma de mistificacin, entonces, pueden ser el
perdn o el olvido como intentos de borrar y negar el pasado y la historia, y con ellos las culpas y
las responsabilidades. Otra forma de mistificacin, tambin peligrosa, es la atribucin de toda la
culpa y responsabilidad al enemigo.
Volviendo a la tarea de investigacin social, si como ya mencionamos, es imposible no
intervenir, es necesario que el investigador sepa desde qu lugar y para qu interviene, y que tenga
una conciencia lo ms desmitificada posible de su quehacer. Pensamos que no slo la introspeccin
lcida y responsable sino tambin las actividades grupales, tales como los grupos de reflexin, las
discusiones intra e inter equipos, la supervisin-capacitacin, son recursos tiles y posibles en casi
todas las circunstancias, que contribuyen significativamente a promover estos grados deseables de
lucidez y conciencia.
A continuacin compartiremos algunos ejemplos incluidos en los reportes finales de los tres
equipos de investigadores que permitirn al lector tener una imagen ms vvida y descriptiva de la
forma en que, en la tarea misma, se pusieron en prctica algunas de las ideas que acabamos de
describir.
Los investigadores de Nicaragua expresaron que en cualquier otro momento se hubieran reunido
slo tres de nosotros para disear un programa a mujeres violentadas y hubiera sido una actitud de
omnipotencia decirles qu es lo que tenan que hacer. Ahora, desde toda esta perspectiva, la intencin sera ver
cmo las mismas mujeres piensan sobre el hecho de ser maltratadas, qu opinan del servicio que se les va a
dar. El cambio es que ahora nos preguntamos: quin sos vos para inventarles todos esos conceptos y para
ofrecerles el servicio que te parezca?.
El anlisis del objeto de investigacin, violencia y relaciones de poder, as como la metodologa
utilizada, investigacin accin, donde el objeto tiene voz y participa de manera activa expresando
sus opiniones y necesidades, tuvieron un efecto en los investigadores, quienes analizaron las
modalidades de relacin con los grupos que participaron en la investigacinintervencin y
asumieron una relacin ms horizontal respecto de los entrevistados. Ms que llegar como experto,
se intent comprender a las personas desde sus propias condiciones de vida, su ideologa, su
historia y las construcciones que han hecho de su realidad. La discusin acerca de la actitud
tradicional de omnipotencia del investigador-interventor para tomar decisiones sobre lo que el otro
necesita, fue relevante y propici una actitud de reflexin para no imponer significados y conductas.
Uno de los objetivos del equipo de investigadoras de El Salvador era identificar si los roles en
las parejas, basados en las construcciones tradicionales de gnero, se haban modificado despus de
la guerra, en la que participaron tanto hombres como mujeres. Las investigadoras queran detectar
relaciones igualitarias en la distribucin del trabajo como una medida del cambio en las relaciones
de pareja y en las relaciones de gnero.
Una de las entrevistas de campo realizada con este objetivo fue llevada a cabo por la
supervisora. En ella, la pareja entrevistada explic que la mujer se encargaba de las labores
domsticas y el hombre del trabajo en el campo. La interpretacin de las investigadoras fue que la
pareja haba retornado a los roles de gnero tradicionales. La supervisora sugiri que era necesario
retomar la significacin que la pareja daba a esta forma de organizacin conyugal que implicaba
que el hombre tiene la fuerza fsica para trabajar en la yunta; para qu la voy a desperdiciar haciendo
tortillas, y sera injusto que mi mujer tenga que hacer un trabajo para el que no tiene fuerza.
A partir de estas diferentes lecturas del mismo hecho se suscit una discusin entre
investigadoras y supervisora que ampli el foco de la comprensin de la situacin de esta pareja en
trminos temporales: antes, durante y despus de la guerra, y en trminos de identidad: mantener
un equilibrio entre cambio y estabilidad, dar continuidad a algunos comportamientos ligados a la
identidad de gnero y comunitaria que estn asociados a la vida, as como incluir algunos cambios
significativos en la concepcin de las razones para el desempeo de tareas, (las explicaciones que
dio el seor) que podran no estar ligadas slo al tradicional sometimiento femenino.
Transcribimos un reporte que el equipo chileno confeccion despus de un taller realizado con
una de la supervisoras: Los temas fueron: la historia de la institucin y el contexto socio-poltico en el que
sta naci, la diferenciacin del grupo de fundadores en relacin a la institucin en la que trabajaban, la
caracterizacin de salud mental desde la cual se entiende a las vctimas de violaciones a los Derechos
Humanos en el perodo de la dictadura militar, el compromiso poltico de cada uno de los profesionales, la
relacin entre ese compromiso y el quehacer profesional, la dificultad de los terapeutas para no hacerse cargo,
la dificultad de la institucin para derivar a los pacientes a otras instituciones de salud ya que no saben cmo
tratarlos, puesto que son pacientes especiales (pacientes crnicos con somatizaciones graves), el abordaje de
pacientes difciles y las repercusiones en los terapeutas y en los grupos de profesionales.
El espacio grupal coordinado por la supervisora permiti abrir la temtica de la historia de la
institucin, de los cambios socio-polticos ocurridos en el pas y su consecuente repercusin en la
institucin, del funcionamiento y dinmicas al interior del grupo y de empezar a pensar en el futuro
del ILAS con una mayor apertura y tranquilidad en relacin a las posibilidades de la institucin y
de sus componentes. En la supervisin de los casos, abordamos temticas tales como: la implicacin
de los terapeutas en el abordaje de la sexualidad de los pacientes y del consecuente impacto
contratransferencial, el papel del secreto en la situacin teraputica, la relacin entre los diferentes
terapeutas implicados en un mismo proceso teraputico, la relacin entre las concepciones
ideolgicas del terapeuta y su forma de concebir, diagnosticar y abordar la problemtica de los
pacientes, etc.
Veamos ahora un extracto del reporte del equipo de Nicaragua ...La funcin de supervisin-
capacitacin la sentimos como un proceso de acompaamiento que permiti, por una parte, la transmisin de
herramientas metodolgicas y conceptuales y, por otra, la focalizacin y la construccin de nuevas formas de
ver y abordar lo estudiado, tanto en la investigacin como en la intervencin. Esto tiene que ver con cmo
modificar el lenguaje para mejorar la comunicacin, el cuidado en el uso de las palabras que empleamos.
Pudimos definir los vnculos desde una posicin ms igualitaria, tratamos de comprender sus experiencias,
necesidades y modos de relacin, ahora, con la intencin consciente, no de ser buenos o simpticos, sino de no
imponer o dominar con nuestros prejuicios o estereotipos. Un aspecto fundamental en el proceso fue el
anlisis de la implicacin que el investigador - interventor tiene en el mismo: fue importante la reflexin
acerca de las formas de identificacin que los investigadores tenan con las personas a partir de haber
compartido un proceso comn...El objeto de estudio de la investigacin la violencia no es asptico ni
ahistrico; todos estamos conjuntados diariamente en ella y tuvimos que repensarnos como sujetos, como
individuos que participamos de una sociedad y compartimos en diversos grados la misma problemtica... El
reto fue que pudiramos pensar desde otro lugar para generar alternativas diferentes.
Extracto del reporte de las investigadoras salvadoreas: ...Pudimos hacer una diferenciacin
entre el rol de investigador y la tarea clnica, cosa que muchas veces se nos confunda. Esto nos ayud a
ponernos lmites, ya que uno siempre quiere ir ms all y el sabernos investigadoras nos ayud a no intervenir
inadecuadamente y a especificar bien el contrato y atenernos a l. Nos ayud a no dejarnos llevar por el
impacto que nos haca el tema y or el dolor de la gente para no crearles falsas expectativas... Entendimos las
diferencias y complementariedades entre investigacin cualitativa y cuantitativa.
Como se puede apreciar, todos los equipos reportaron que a partir de los instrumentos
tericos incorporados en la tarea de supervisin-capacitacin tuvieron una concepcin diferente de
las relaciones de poder, que se expres tanto en la tarea de campo y las intervenciones como al
interior de los equipos, en la forma de negociar, discutir y tomar decisiones, as como en las
conclusiones generales y particulares a las que se arrib.
Otra conclusin general es que a lo largo de la investigacin la relacin de cada uno de los
equipos con los supervisores-capacitadores fue bsicamente una relacin institucional. Si bien,
discriminaban entre las diferencias individuales de cada uno de los supervisores en trminos de
estilo, saberes predominantes y experiencias, perciban a todos como formando parte de un mbito
institucional coherente en trminos terico-ideolgicos. Asimismo, se resalt la importancia de que
la tarea de capacitacin-investigacin tuviera en cuenta las caractersticas institucionales, histrico-
culturales de cada uno de los equipos participantes. Finalmente, en forma grupal e individual,
todos pusimos de relieve que el aprendizaje y enriquecimiento gener cambios de visin y de
actitudes y repercuti en otras reas del quehacer profesional y personal.

Capacitacin realizada por ILEF


Pasaremos ahora a describir la forma en que se realizaron las tareas especficas de capacitacin.
Estas tuvieron dos modalidades diferentes, ambas realizadas en y coordinadas por ILEF: las que
estuvieron destinadas especficamente a los investigadores del proyecto y aquellas cuyos
destinatarios fueron profesionales de las ciencias sociales y de la salud en general, aunque no
pertenecieran a los equipos que participaron en esta investigacin.
Capacitacin destinada a los investigadores de El Salvador y Nicaragua que participaron en el
proyecto.
Los temas propuestos por los equipos fueron abordados desde el punto de vista terico,
apoyados tanto por las exposiciones del o los coordinadores en turno como por bibliografa
pertinente. Asimismo, la metodologa incluy el anlisis y discusin de bibliografa, la revisin de
videos, anlisis de casos, dramatizaciones, aportes de experiencias de los participantes y otras
personas invitadas, y tuvieron el diseo tanto de seminarios como de talleres. En muchas ocasiones
la bibliografa se proporcion con anterioridad a la realizacin de los eventos para propiciar
discusiones crticas o la inclusin de materiales trados por los mismos participantes para ser
analizados y retroalimentados.
Por otra parte, los miembros de los equipos extranjeros tuvieron la oportunidad de visitar
diferentes centros de atencin e instituciones dedicadas a temas relacionados con sus quehaceres e
intereses.
Cada una de estas actividades finaliz con un proceso de reflexin que procur que los
conceptos adquiridos y las experiencias vividas se incorporaran y retroalimentaran con los
conocimientos y experiencias previas de cada uno de ellos, as como con las de los dems miembros
del grupo. En este sentido, queremos recalcar la importancia de la capacitacin y reflexin continua
que se efecta a lo largo de la realizacin de un proyecto de investigacin-intervencin, y que
permiti ir incorporando al cuerpo terico los conocimientos nuevos que la misma investigacin
proporcion.
Capacitacin destinada a profesionales de las ciencias sociales y de la salud.
El objetivo central fue la capacitacin de profesionales de la salud y de las ciencias sociales,
que trabajan tanto en diferentes instituciones pblicas y privadas del Distrito Federal y de otros
estados de la Repblica Mexicana, como en la prctica clnica. Los destinatarios no participaron de
la investigacin-intervencin realizada. Esta capacitacin se enfoc a la realizacin de talleres
orientados a la formacin terico-tcnica para el abordaje de las diferentes formas de violencia.
Queremos destacar que estas actividades, adems de impartir conocimientos e intercambiar
experiencias, propiciaron la generacin de redes intra e interinstitucionales, as como individuales
que ya pasaron a formar parte de los marcos referenciales de los participantes. Nos referimos a la
posibilidad de activar estas redes tanto para consultas y asesoras terico-tcnicas como para
acompaamientos emocionales en procesos e intervenciones que afectan a la persona del agente de
salud. A su vez, esta coparticipacin y circulacin de experiencias y saberes, permiti la difusin y
socializacin de los aprendizajes y experiencias adquiridos a lo largo de la investigacin que
describimos.
Es importante resaltar que el financiamiento que se nos otorg para la realizacin de estos
talleres permiti que diferentes grupos de investigadores y profesionales tuvieran un foro en el cual
exponer sus experiencias y conclusiones as como enriquecerse con las de otros colegas. Sin este
financiamiento muchas de estos profesionales, cuyos salarios son lamentables, no hubieran tenido
la oportunidad de enriquecer a otros ni enriquecerse con la posibilidad de compartir sus
conocimientos. Por otra parte, la mayora de estos profesionales trabaja en instituciones o grupos
que atienden a poblaciones marginales o de escasos o nulos recursos. De esta manera se logr,
aunque sea en cierta proporcin, el objetivo de difusin y aplicacin de los resultados obtenidos en
los procesos de investigacin capacitacin - intervencin.

BIBLIOGRAFA

APONTE, H.J. (1991). Training on the Person of the Therapist for work with the poor and minorities. Family
Systems Application to Social Work. New York: The Haworth Press.
APONTE, H.J. (1992). Training the Person of the Therapist in Structural Family Therapy. Journal of Marital and
Family Therapy, 18 N 3, 269 -281.
APONTE, H.J. y WINTER, J.E. (1987). The Person and Practice of the Therapist: Treatment and Trainig. Journal
of Psychotherapy and the Family, N 3, 85-111.
AURN, F. y TROYA, E. (1988). La Diferenciacin de los Constructos del Terapeuta en la Supervisin. Trabajo
presentado en el 3er. Congreso Nacional de AMPAG, Quertaro, Qro.
FOUCAULT, M. (1992). Microfsica del Poder. Madrid: Ediciones de La Piqueta.
HOFFMAN, L. (1990). Constructing Realities: An Art of Lenses. Family Process, 29, 1-12.
IBAEZ, J. (1994). El Regreso del Sujeto: La Investigacin Social de Segundo Orden. Madrid: Siglo XXI de Espaa
Eds.
KEENEY, B.P. (1987). Esttica del Cambio. Mxico: Paids.
LAING, R. (1965). Mistificacin, confusin y conflicto. En Bosorgmeny Naggy y J. Framo (Eds.) Intensive
Family Therapy. N.Y.: Harper & Row.
MONTALVO, B. (1973). Aspects of Live Supervision. Family Process, XII, N 4, 343-359.
MORN, E. (1997). El Mtodo II: La vida de la vida. Madrid: Ed. Ctedra.
NAVARRO, P. (1991). Citado en J. Ibez (1994). El Regreso del Sujeto: La Investigacin Social de Segundo Orden.
Madrid: Siglo XXI de Espaa Eds.
SHARP, L.L. Citado en M. Fernndez Martorell. (1996). Creadores y Vividores de Ciudades. ensayo de
Antropologia Urbana. Barcelona: Ed. EUB.
TOMM, K. Y Wright, L. (1979) Training in Family Therapy: Perceptual, Conceptual and Executive Skills.
Family Process, Vol 18, N 3, 227-250.
VON BERTALANFFY, L. (1986). Teora General de los Sistemas. Mxico: Fondo de Cultura Econmica.
WATZLAWICK, P., BEAVIN, J.B. y JACKSON, D.D. (1981). Teora de la Comunicacin Humana. Barcelona:
Editorial Herder.
WILLIAMS, A. (1995). Visual and Active Supervision. Roles, Focus, Technique. New York: Norton & Co.

1/ Ofelia Desatnik, miembro ILEF y docente UNAM, Iztacala.


2/ Estela Troya, miembro fundadora ILEF.
3/ Metacomunicar: Cuando dejamos de utilizar la comunicacin para comunicarnos y la usamos para comunicar algo
acerca de la comunicacin, cosa que es inevitable cuando investigamos sobre la comunicacin, utilizamos
conceptualizaciones que no son parte de la comunicacin, sino que se refieren a ella. (Watzlawick, Beavin y Jackson, 1981).
4/ Mistificar: Confundir, ofuscar, ocultar, enmascarar lo que est ocurriendo, ya se trate de una
experiencia, de una accin, de un proceso, o de cualquier cosa que constituya el asunto en
cuestin. Induce confusin en el sentido de que no se logra ver qu se est experimentando
realmente, qu se est haciendo o lo que est ocurriendo y no se logra distinguir de lo que
realmente se trata. Esto requiere que se sustituyan interpretaciones verdaderas por otras falsas, de
lo que se est siendo experimentado, se est haciendo (praxis) o est ocurriendo (proceso), as como
la sustitucin de problemas reales o por otros que resultan falsos. (Laing, 1965).

CHILE:
LOS DISCURSOS DE LA VIOLENCIA
Y LA VIOLENCIA DE LOS DISCURSOS
Mara Isabel Castillo
Francisco Jeanneret
Isabel Piper
Sofa Retamal
Ximena Tocornal
Mara Paz Vergara
LOS DISCURSOS DE LA VIOLENCIA
Y LA VIOLENCIA DE LOS DISCURSOS

INTRODUCCIN
En la introduccin terica nos referimos a cmo la disciplina de la violencia ha buscado elaborar
definiciones abarcativas y tiles del fenmeno. Pudimos constatar, cmo la multiplicidad de
significados atribuidos a dicho trmino y la imposibilidad de englobar en una misma descripcin la
variedad de fenmenos designados por ste, establecen el lmite a la construccin de esta
definicin.
Dadas estas dificultades, cabe preguntarse por qu los discursos sobre la violencia estn
marcados por la tarea de delimitar lo que entendemos por ese trmino? El objetivo implcito de
definir estos trminos es poder ir a la realidad a contrastar esta definicin con los hechos mismos.
Este ejercicio supone, que si la definicin encontrada se corresponde con la realidad, tambin lo
harn las explicaciones que se hagan sobre el fenmeno y por lo tanto las intervenciones sern
efectivas.
Por otro lado, plantear las cosas de esta manera supone que las definiciones conceptuales (que
provienen del cuerpo de conocimientos creados por una disciplina) representan la realidad de los
fenmenos sociales. Si esto fuera as, entonces la multiplicidad de los significados atribuidos a un
fenmeno constituyen un problema para el investigador y muestran, o bien los mltiples errores
que se han cometido al tratar de entender esta realidad, o bien las distintas interpretaciones
realizadas en funcin del marco terico desde el cual se analiza el tema.
Desde dicha perspectiva, la relacin entre el discurso de una disciplina y el fenmeno de
estudio es exterior, es una relacin de representacin. La dimensin propiamente simblica de los
fenmenos (que nunca es unvoca) es vista como un problema y una limitacin.
En esta investigacin nos hemos propuesto enfrentar el tema de la violencia y el poder desde
otra perspectiva, considerando la dimensin simblica de los fenmenos como una dimensin
constituyente de lo social. Como afirma Toms Ibaez No es la naturaleza del objeto sino el tipo de
relacin en el que este objeto est prendido quien le confiere su dimensin social, y esta relacin es
de naturaleza eminentemente simblica. En efecto, lo social no aparece hasta el momento en que se
constituye un mundo de significados compartidos entre varias personas (Ibaez, T.; 1989). La
construccin de sentido es una actividad propiamente humana y dejarla fuera implica
necesariamente reducir lo social a un conjunto de hechos objetivables y objetivados. Los
significados no son atribuciones que se hacen sobre el objeto, sino ms bien una dimensin
intrnseca a toda prctica social a travs de la cual el objeto mismo se constituye como real. Lo
propio del significado es que no puede ser apresado en una formalizacin precisa y rigurosa,
puesto que vara en funcin de los contextos en los que se construye (...) Por su vinculacin con la
dimensin simblica y con la construccin y circulacin de significados, queda claro que cualquier
cosa que denominemos social est ntima y necesariamente relacionada con el lenguaje y con la
cultura. Nada es social si no es instituido como tal en el mundo de significados comunes propios de
una colectividad de seres humanos, es decir en el marco y por medio de la intersubjetividad
(Ibaez, T.; 1989).
El fenmeno de la violencia (como todo fenmeno social) y sus significados, se construyen a
travs de prcticas sociales que adquieren sentido en una matriz de relaciones de poder. Estas
prcticas estn atravesadas por una dimensin discursiva inherente a toda prctica poltica. Es
precisamente, la dimensin del discurso la que nos permite comprender y analizar los recursos que
reproducen y justifican la violencia, as como identificar los procesos por los cuales se generalizan
formas de entender y experienciar la realidad que nos mantienen inmersos en relaciones violentas.
El poder transforma las relaciones en violentas a travs de los discursos y las acciones de las
personas, sin embargo, los discursos y las acciones tienen a su vez el poder de transformar esas
relaciones.
Las relaciones de poder imperantes en un determinado momento histrico, son las que
definen que un conjunto de hechos sean o no considerados violentos. Son las relaciones de poder
las que definen a la violencia, que le otorgan un valor, un conjunto de significados, de
justificaciones ideolgicas. En la relacin entre violencia y poder se da un complejo proceso de
atribucin de sentido en el que el poder y las condiciones sociales de produccin (ambos procesos
histricos y polticos) juegan un rol constituyente de la misma violencia.
Nos hemos propuesto abandonar la intencin de definir y delimitar. En vez de eso hemos
intentado comprender algunos procesos de construccin de los significados de la violencia,
abordando la relacin que existe entre este fenmeno y el poder. Para ello, hemos analizado
distintos discursos que construyen los significados del fenmenos de la violencia en su referencia
cotidiana a l.
Las interpretaciones se realizaron sobre los siguientes materiales: artculos de algunos
exponentes de la prensa nacional recopilados a travs de tres meses de seguimiento; siete grupos de
discusin realizados con distintos grupos de edad y de nivel socio econmico; transcripcin de
intervenciones teraputicas con familias que vivieron situaciones de represin poltica; tres diarios
de campo realizados a partir de la observacin participante de tres series de supervisiones
realizadas por ILAS a equipos de trabajadores sociales que intervienen en casos de violencia
poltica y violencia intrafamiliar.

LA SITUACIN CHILENA
El Golpe Militar de las Fuerzas Armadas que encabez el General Augusto Pinochet el 11 de
Septiembre de 1973, inaugur un perodo de profunda transformacin de la sociedad chilena. Para
que ello fuera posible, se instal un rgimen cuyo centro disciplinador fue el terror de Estado. En
una primera etapa, la violencia de las Fuerzas Armadas, se deja caer sobre el conjunto de los
partidarios del Presidente constitucional Salvador Allende -como hecho simblico de la destruccin
estatal se bombarde La Moneda, con el Jefe de Estado en su interior- en ajusticiamientos,
detenciones masivas en campos de concentracin y torturas, prohibicin absoluta de toda
organizacin o actividad poltica, exilio o reclusin interna indiscriminada de personeros y
simpatizantes de la Unidad Popular. En una segunda etapa, entre 1974 y 1977, se concentr la
actividad terrorista estatal en un organismo nico, la Direccin de Inteligencia Nacional ( DINA),
que inicia una planificada represin de los opositores organizados, apareciendo como actividades
nodales los presos polticos desaparecidos, los ajusticiamientos de lderes polticos clandestinos y la
desarticulacin sistemtica de las organizaciones sociales y partidarias contestatarias a travs de
redes de colaboradores secretos. Debe recordarse que a partir de la fraudulenta aprobacin de la
Constitucin de 1980, se abri un proceso con una faceta legal, que pretendi perpetuar como
Presidente de una democracia autoritaria y protegida al General Augusto Pinochet hasta 1997. Al
generarse despus de la crisis econmica de 1982 las movilizaciones y protestas sociales, la represin
poltica- ahora encabezada por la Central Nacional de Informaciones ( CNI)- sigue orientada hacia la
destruccin de la oposicin y la implantacin del terror colectivo, adquiriendo entre 1983 y 1987
adems el carcter de allanamientos masivos a poblaciones marginales, y de asesinatos annimos
de la masa que protestaba. En esta etapa se da la lucha contra la estrategia armada del Frente
Patritico Manuel Rodrguez (FPMR), que culmina con los hallazgos de armamentos para la
insurreccin que ste pronosticaba y el fallido atentando en contra del General Pinochet y la derrota
total de la va violenta antidictatorial.
Esta accin militar de las Fuerzas Armadas y de orden y seguridad (Cuerpo de Carabineros e
Investigaciones), desarticula la rica red social y poltica chilena, incluidos los otrora poderosos
sindicatos.
La Iglesia Catlica y dems Iglesias Cristianas, encabezadas por el Cardenal Ral Silva
Henrquez, se constituyeron en el principal baluarte de la defensa de los Derechos Humanos
conculcados -con el apoyo de un amplio y generoso movimiento de solidaridad internacional- y en
su alero se va organizando la actividad opositora.
El general Pinochet logr primero ser el jefe ms antiguo del Ejrcito, sin pares en su interior, y
luego adquirir un poder omnmodo frente a la Junta Militar (que reemplaz al Congreso abolido), y
al Poder Judicial, lo que le permiti generar un bloque hegemnico entre los Altos Mandos de las
Fuerzas Armadas, los economistas neoliberales (los chicago-boys de Friedman) y los empresarios
financieros y exportadores, implementando un modelo de desarrollo libremercantilista ad outrance,
impulsando las llamadas modernizaciones, que cambiaron totalmente la estructura productiva
industrial, agrcola y extractiva, el comercio y la banca, jibarizando el Estado y lo desconcentraron
en los Municipios controlados, fomentando el ingreso de capital transnacional y generando una
gran concentracin econmica, con la aparicin de una decena de grupos econmicos que se
aduearon de las empresas fiscales que fueron privatizadas.
Los xitos econmicos del rgimen de Pinochet fueron limitados: el crecimiento del Producto
Interno Bruto (PIB) fue inferior en promedio al 3%, hubo bajos niveles de inversin externa e
interna y la inflacin apenas alcanz a una media cercana al 50%. El costo social de las llamadas
modernizaciones neoliberales, alcanz grandes dimensiones. La cesanta promedio de los 17 aos de
dictadura super el 17%, sin contar el subempleo estimado en 15% de la fuerza de trabajo; los
pobres e indigentes constituan a fines del rgimen militar el 40% de la poblacin; la distribucin
del ingreso era fuertemente regresiva (el decil alto se llevaba casi la mitad del Ingreso real), lo que
llev a un empobrecimiento y proletarizacin de las capas medias.
El desorden generalizado creado por la inexistencia de controles estatales y el funcionamiento
del Mercado, cre caos urbano, depredacin de recursos naturales y contaminacin
medioambiental de vastas proporciones. Los trabajadores, privados de legislacin laboral y
organizacin, quedaron a merced del empresariado dominante.
La concentracin de los mass-media en partidarios del rgimen, el control de la educacin, la
supresin de toda la actividad opositora, la desarticulacin organizacional, la exacerbacin del
consumismo de los sectores sociales con poder adquisitivo y las imgenes del mercado global, fueron
tambin caractersticas relevantes. Todo ello cre una inseguridad objetiva y subjetiva generalizada,
nucleada por el temor: perder la vida (los cuerpos desaparecen), la ocupacin, el acceso a la salud y
la previsin, a la solidaridad del otro (la sociabilidad es peligrosa). El desarrollo humano ( PNUD)
qued as horadado en la memoria colectiva de los chilenos.
La represin poltica al introducir la muerte como sancin posible, modific las reglas
sociales previas, la representacin colectiva sobre la poltica y la permanencia de las reglas, las
leyes, como pautas referenciales. En ese sentido, implic reformular los cdigos de interpretacin
de la realidad y de las representaciones, alternando la confianza bsica de los sujetos en la realidad
y en sus propias percepciones acerca de ella (Castillo, M. I.; Lira, E., 1991).
En suma, el poder central policaco-militar y el terror que gener, sumado al proyecto
modernizador, dej un nuevo pas con una nueva economa, con profundos cambios en la sociedad y
en las voluntades colectivas e individuales, incluida la aceptacin del modelo de desarrollo
neoliberal.
Cabe preguntarse finalmente si el sometimiento observado, que pareca casi adaptativo a la
amenaza poltica ejercida permanece o permanecer ms all del proceso de amenaza en el cual se
gener. Cunto miedo residual permanece en las estructuras sociales y en las personas
independientemente de los cambios polticos ocurridos en la transicin? De ser as de qu manera
este miedo residual puede afectar el proceso de transicin a la democracia y de manera ms
permanente a la cultura poltica chilena? (Castillo, M.I.; Lira, E., 1991).

Los gobiernos de la Concertacin


La consagracin plebiscitaria del acuerdo, dio paso a las elecciones de Marzo de 1990 en donde
triunf holgadamente Patricio Aylwin, candidato de la Concertacin de Partidos por la Democracia,
que inclua a todo el arco opositor, con la exclusin del Partido Comunista (PC). Su gobierno
asumi como Modelo de Desarrollo, en lneas generales, el mismo implantado por la dictadura
militar con las correcciones de sus ltimos aos, poniendo nfasis en la equidad, el regionalismo
abierto, la diversificacin del origen y destino de las exportaciones, la democracia de los consensos (que
evitara conflictos) y una accin estatal eficaz y eficiente, redefiniendo el papel de las polticas
pblicas. El primer gobierno de la Concertacin no implement estrategias para revertir el cerco
militar-dictatorial y, en Derechos Humanos, busc la verdad y la justicia en la medida de lo posible. El
Informe de la Comisin Verdad y Reconciliacin, que puso al desnudo ante el pas parte del
terrorismo dictatorial, no fue seguido -por oposicin del Senado y el temor de la clase poltica de la
vuelta atrs- por leyes y acciones que sealaran delitos y culpables, salvo excepciones. La condena
del Jefe de la DINA, encargada de la represin ms cruel, por el asesinato del ex-Canciller de
Allende en Washington, constituy en los hechos una manera de limpiar a Pinochet, que sigui
como Comandante inamovible del Ejrcito. Cada vez que hubo intentos de cercenar los enclaves
autoritarios o, conflictos con el ex-Dictador, hubo amenazas de golpe de Estado, que resultaron en
acatamientos de la Concertacin por razones de Estado.
El segundo gobierno democrtico -conducido por Eduardo Frei Ruiz-Tagle- en el que el
escenario poltico se ha caracterizado por los esfuerzos concertados de los distintos sectores
polticos que han privilegiado el consenso con miras al desarrollo futuro por sobre las diferencias
en relacin al pasado.
Se implement adems un exitoso marketing interno y externo de pas-exitoso y transicin-
lograda, sometiendo de hecho a una desinformacin al ciudadano comn.
La medicin de ambos gobiernos con indicadores macroeconmicos entre 1990-1997,
demuestran un crecimiento del PIB del 6.8%, altas tasas de inversin (24% del PIB) y ahorro (25.4%),
baja sostenida de la relacin gasto pblico/PIB, reservas internacionales de 17 millones de dlares
(1996) y mrgenes aceptables de Deuda Externa y Balance Comercial. Hay un crecimiento del
consumo, del gasto en salud y educacin y disminucin de la pobreza a la mitad (19.7% en 1996).
La distribucin del ingreso sigui su crculo regresivo (unas 450 mil personas se adjudicaban el
equivalente a 11 millones de habitantes) y el modelo erosionaba los ecosistemas, contaminaba el
Medio Ambiente y depredaba los Recursos Naturales. Si bien Chile lograba asociaciones
comerciales con pases aislados y con el MERCOSUR y se alcanzaba una insercin en el Asia Pacfico
(APEC, especialmente Japn y economas-jaguares), no se concreta el anunciado ingreso al NAFTA y
surgen problemas limtrofes con Argentina, Per y Bolivia.
La Seguridad Humana Objetiva medida por indicadores oficializados por el Programa de las
Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) (cotizacin previsional, salud, escolaridad media,
capacitacin, estabilidad en el empleo, ocupacin, calidad de la vivienda, vigilancia policial) mejor
sustancialmente en los nueve aos concertacionistas. En cambio la Seguridad Humana Subjetiva,
medida por el Indice del PNUD (sociabilidad, previsin, situacin laboral, informacin y amenaza
de delincuencia), demostr un rendimiento negativo, de alto malestar generalizado, que se expresa
principalmente como inseguridad presente y futura.

Despus de diciembre de 1997


Las elecciones de senadores y diputados del 11 de diciembre de 1997 demostraron hechos
significativos: una desafiliacin ciudadana al sistema poltico (ms del 40% del Universo Electoral
potencial), una baja de la Concertacin y en especial de la Democracia Cristiana (DC), la que fue
superada por el eje del Partido por la Democracia ( PPD) y el Partido Socialista (PS); triunfo claro en
la derecha del grupo pinochetista duro (nucleado en la Unin Demcrata Independiente ( UDI) sobre
el ala liberal de Renovacin Nacional); formacin en el Senado en torno al Senador Vitalicio Augusto
Pinochet de una minora muy superior al tercio requerido para cualquier cambio constitucional;
decantacin de las candidaturas presidenciales en la derecha, en la Concertacin y en el Partido
Comunista; reforzamiento de la autonoma castrense sobre la civilidad, al abortar un intento de
acusacin constitucional a Pinochet, que produjo presiones de las FF.AA. sobre el gobierno de Frei,
quien esgrimi de nuevo razones de Estado para lograr su rechazo.
El gobierno del Presidente Frei ha recibido dos dificultades de gran envergadura: la
profundizacin de la crisis asitica y la cada espectacular (y duradera) del precio internacional del
Cobre, principal rubro exportador.
Midiendo tardamente el efecto mariposa de la crisis asitica que parte en Junio de 1997, se
tomaron medidas recin en junio de 1998 de recorte del presupuesto fiscal y financieras. Pero las
cifras son categricas: la balanza comercial cae el primer semestre en 1.400 millones de dlares,
igual a todo el ao anterior; la Deuda Externa crece en 2.360 millones; se deprecian las inversiones y
disminuye el Comercio en Asia, los excedentes del Cobre caen en 65.2% y sube el desempleo (se
espera a lo menos 8% a 9%). El descalabro de la Federacin Rusa y la recesin japonesa, con la crisis
burstil de fines de agosto de 1998, obligarn a tomar nuevas medidas.
Por ltimo, se precipitan con gran rapidez las campaas presidenciales, desplazando el eje de
la poltica desde La Moneda a los Comandos partidarios.
La sociedad chilena se encuentra as bajo la tutela de la Constitucin de 1980, con un sector
empresarial dominante, que impone sus reglas del juego, con un gobierno constreido por su
modelo de desarrollo y debilitado polticamente, en medio de una crisis econmica y financiera
internacional que golpea a toda Amrica Latina y a Chile en particular, sin organizacin ni
solidaridad -pues est sometida a un consumismo, ahora restringido por la crisis- en un futuro que
se avisora peor. La inseguridad subjetiva se agrava an ms, toda vez que el factoturn del Mercado
Global tiende a transformarse en una nueva amenaza.
Las alternativas hacia adelante no son otras en el prximo sexenio que un tercer gobierno de la
Concertacin o uno de la derecha pinochetista que busca renovar su imagen. En ambos casos el
modelo de desarrollo tendr bases semejantes, pues parece haber un amplio consenso en la
inevitabilidad de la modernizacin, entendida como crecimiento econmico capitalista a escala
global. Pero las preocupaciones por la equidad, la participacin social, la redistribucin del ingreso,
la salud, la educacin, la defensa de los Derechos Humanos y la cultura, que son banderas de los
opositores a la dictadura y el sustrato fundador de la Concertacin, hacen una diferencia sustancial,
especialmente para quienes se preocupan del bienestar subjetivo de la poblacin.
Por ltimo, no hay que olvidar que en el seno de la formacin social descrita, emergen grupos
intelectuales, juveniles, ecologistas y otras minoras que reivindican utopas, critican el modelo
imperante desde la perspectiva de su sustentabilidad y la equidad, haciendo despertar esperanzas
adormecidas.
LOS DISCURSOS SOCIALES DE LA VIOLENCIA.
NO SE PUEDE CONFIAR EN UN CHOFER QUE SIEMPRE MIRA POR EL ESPEJO
RETROVISOR
Isabel Piper

Para entender el proceso a travs del cual algunos grupos sociales construyen los significados de la
violencia, hemos realizado un anlisis interpretativo de los discursos sociales sobre ella. Estos
discursos han sido recogidos mediante la realizacin de 7 grupos de discusin, que consisten en
una tcnica cualitativa de aproximacin emprica a la realidad social (...) Donde el grupo es tan
slo un marco para captar las representaciones ideolgicas, valores, formaciones imaginarias y
afectivas, etc. dominantes en un determinado estrato, clase o sociedad global (Orti, A., 1989).
Cada grupo ha sido construido a partir de los siguientes criterios de seleccin de los
participantes:
Grupo de jvenes mujeres y hombres pobladores, cuyas edades fluctan entre los 16 y 22 aos,
correspondientes a un nivel socio-econmico bajo, estudiantes de enseanza media o
enseanza tcnico-profesional.
Grupo de jvenes mujeres y hombres, cuyas edades fluctan entre 19 y 24 aos,
correspondientes a un nivel socio-econmico medio alto y alto, estudiantes de enseanza
media o universitaria.
Grupo de mujeres pobladoras, dueas de casa, nivel escolar bsico o medio, nivel
socioeconmico bajo, cuyas edades fluctan entre 30 y 45 aos.
Grupo de hombres y mujeres de nivel socioeconmico medio alto y alto, cuyas edades fluctan
entre 30 y 45 aos.
Grupo de hombres y mujeres de nivel socioeconmico medio alto y alto, cuyas edades fluctan
entre 30 y 45 aos.
Grupo de mujeres y hombres profesionales del rea de la salud que trabajan con la temtica de
las violaciones a los Derechos Humanos.
Grupo de mujeres y hombres profesionales del rea de la salud que trabajan con la temtica de
las violaciones a los Derechos Humanos.
El anlisis se realiz intentando identificar los aspectos de la violencia que adquieren fuerza en
el discurso y los criterios a travs de los cuales se establecen y argumentan posiciones respecto de
ella. Para presentar nuestra interpretacin hemos elegido 5 ejes interpretativos, que dan cuenta de
los temas que adquieren ms fuerza en el discurso. Estos son : la bsqueda de definiciones de la
violencia, que es hecha a travs de un establecimiento de sus causas; la explicacin de las diferentes
formas de la violencia; una reflexin sobre la relacin entre la violencia y la poltica; la explicitacin
de los efectos de la violencia y de los efectos de la dictadura, entendida como un gran quiebre en la
historia de Chile; y por ltimo el establecimiento de una relacin directa entre violencia y poder.

1. NOMBRANDO LA VIOLENCIA A TRAVS DE SUS CAUSAS


Los discursos sobre la violencia estn cruzados por constantes intentos de definir el trmino. Tanto
explcita como implcitamente, sta aparece como una tarea necesaria para poder hablar del tema, a
pesar de lo cual, no es posible encontrar ni siquiera una definicin de violencia. sta aparece ms
bien como un concepto tremendamente amplio, vago, escurridizo y difcil de delimitar.
El proceso de definir la violencia se transforma en un ejercicio de precisar el tipo de acciones
que pueden ser entendidas como violentas y en una bsqueda de sus causas. La gama de acciones
que constituyen el trmino se va haciendo muy amplia; a veces se trata de conductas concretas y
ejercidas por individuos y otras veces es nominada como espacios simblicos donde no se precisa
un agente ejecutor.
... violencia es: un portazo, el tirar un plato, en vez de ponerlo en la mesa (...) Groseras en el metro, el
mal humor, el gesto, etc.
Em... visto en trminos generales, el ser humano en general activa la violencia cuando, cuando por
ejemplo se le impide opinar, cuando no se puede expresar, cuando no puede tomar decisiones... qu s yo,
cuando no se siente parte de un lugar, y la expresin de esta violencia puede tener distintas formas ya sea
como agresividad... la marginacin tambin es un grado de violencia importante.
Para los discursos sobre la violencia, su rechazo es un valor tico necesario. La violencia es
mala, independientemente de la forma en la que se exprese. As, cuando a una accin se le nombra
como violenta, se le otorga automticamente un significado negativo. Cuando se est hablando de
un fenmeno que se quiere rechazar se le nombra de esta manera y eso le atribuye de inmediato
una serie de significados negativos. Para tomar consciencia de la violencia es necesario nombrarla
como tal, eso es lo que permite develar este fenmeno que tiende a ocultarse a s mismo o a ser
ocultado por sus agentes causales.
Ahora eso es lo visible, sin embargo, pareciera que hay algn tipo de mirada... distinta, hoy da, que
hace que aparezca en la consciencia de nosotros y de la gente cuestiones que habamos estado mirando pero
que no las haba visto. Ha habido como una forma, un sistema que se las ha arreglado, no s cmo se las ha
arreglado, para que impere la agresividad del ser humano en toda circunstancia..., es decir, hay un darnos
cuenta, un ver y un mirar y que... vamos descubriendo esta forma de relacionarse y hoy da podemos decir que
s hay violencia
Me impresiona lo irracional, la poca consciencia que tiene el agresor de ser agresor, es una cosa tan
loca, puedes estar matando a alguien y sientes que estas haciendo lo correcto y no ves lo malo... a este tipo el
Romo 1(...) Es que yo creo que el gallo nunca tuvo consciencia de lo que hizo y nunca la va a tener, es como un
animal, no piensa, no razona y lamentablemente hay tanta gente igual que da pnico.
La violencia es nombrada como un afuera, situndola en un espacio exterior a los sujetos, que
la ejercen o que la viven. La violencia aparece como un fenmeno inevitable que es impuesto desde
un afuera y frente al cual los sujetos quedan inmovilizados y desprovistos de cualquier posibilidad
de agencia. Parece que la violencia se constituyera en un fenmeno autnomo, situado en algn
lugar exterior a los individuos. Aunque luchar contra ella aparece como un deber moral, es muy
difcil de lograr pues la violencia es, en estos discursos, un fenmeno que se multiplica a s mismo y
que genera lugares para su ejercicio.
Por un lado predicamos una cosa y est pasando otra que lo contradice, y eso produce como mucha
impotencia. Tratas de hacer una cosa pero, por otro lado, lo otro con mucha ms fuerza se impone.
Para estos discursos, la violencia est en todos lados y siempre ha existido violencia. Aunque
no podemos mantenernos ajenos a ella porque nos invade inevitablemente, cotidianamente vivimos
sin verla o notarla, y es necesario un proceso de sensibilizacin para poder darse cuenta de su
existencia. Sensibilizarse frente a la violencia requiere de un cierto grado de involucracin en su
manifestacin como fenmeno, sin embargo esta involucracin es peligrosa y hay que defenderse o
protegerse de ella. El peligro est en sumergirse en la violencia y comenzar a ejercerla aunque sin
consciencia, ya que forma parte de nuestra naturaleza como seres humanos.
-La violencia existe en todas partes, encuentro yo...
-En qu partes?
-En todas partes, poh... (...) Mira, mira, en las micros2, el metro, en un supermercado que te estrellan
con el carro... En todas partes, en todas partes se est aplicando la violencia...
Porque para donde t vas hay violencia... Hay muy poca gente que vive ms o menos tranquila, y que,
ms o menos, lleva las reglas como debe ser, pero, normalmente, cuando uno sale en la maana, hasta la
noche, a donde uno vaya, hay violencia...
uno empieza a ponerse ms sensible, de empezar a sentir que uno est dentro, enmaraado en la
violencia en todos lados, cmo lo ven, la sutileza y esta experiencia de la violencia? (...) a m en lo personal
me ha afectado. Incluso la gente me dice: ests aqu todava?, no te hemos visto. La verdad que yo he
tratado de esconderme, de sumergirme. Es que en realidad no se puede, o me fundo con el sistema agresivo
mismo o algo rescato de m, pero...
Al nombrar la violencia aparecen en los discursos dos grandes argumentos:
La violencia es un objeto exterior a los individuos que los invade y los determina de manera
inevitable. El espacio desde el cual es impuesta es el sistema social.
La violencia es consustancial a la naturaleza humana. Hay un trasfondo instintivo que hace
que los seres humanos sean violentos y en caso de no serlo, puedan aprender fcilmente esta
conducta. La capacidad para ser violento es parte de la naturaleza humana y tambin lo es el
reaccionar con horror frente a ella.
Los discursos aparecen cruzados por una constante bsqueda del por qu de la violencia. Las
causas son buscadas siempre en un espacio exterior a nosotros, los seres humanos. Un espacio al
cual slo podemos acceder para conocerla y que sin embargo no somos capaces de modificar, un
espacio que nos determina, pero sobre el cual no podemos influir. Situar las causas de la violencia
en un lugar inaccesible tiene el efecto de constituir la violencia como un fenmeno inevitable, en
cuya produccin y reproduccin no somos responsables.

Violencia: conducta aprendida o instintiva?


La pregunta por las causas de la violencia conduce al desarrollo de dos lneas argumentativas. Para
una de ellas las causas de este fenmeno pueden encontrarse en los instintos con los que nacemos
todas las personas y esto explica, por un lado, que siempre haya habido violencia y, por otro, que
sta se produzca en todas partes. La segunda lnea argumentativa plantea la violencia como una
conducta (o una serie de conductas) que son aprendidas.
Aunque a primera vista estos dos argumentos pueden ser vistos como polos contrapuestos,
son conciliados de manera coherente en el discurso. En ambos la violencia aparece como reaccin
frente a otros conflictos sociales (la prdida de espacios, la frustracin econmica y poltica, etc).
Dicha reaccin se adquiere a travs del aprendizaje y se constituye en una estrategia habitual de
resolucin de conflictos. Aunque el tipo de violencia que se ejerce es aprendido, lo que permite la
adquisicin de este habito es la existencia de un trasfondo instintivo consustancial al ser humano.
... yo siento que son comportamientos definitivamente aprendidos, son propios del ser humano, que se
aprenden y se refuerzan por una forma maltratadora, que se legitima adems, por un espacio que ha dado la
cultura...que la forma de resolver los conflictos sean esos y no otros... de una u otra forma hemos aprendido
que cierta dosis de violencia al interior de la familia permite resolver ciertos conflictos y cierta cuota de
violencia, no tiene que ver slo con la cachetada3 o el golpe, sino tambin con el empujn y el grito. Entonces
como que se ha ido legitimando en el espacio familiar y la gente acta como aprendi no ms y con un sistema
maltratador y violento... nosotros vivimos en una sociedad en que el afn del lucro, el refuerzo del xito, hace
que muchos cabros por ejemplo, tengan conductas violentas y violentas contra ellos mismos o sentirse
incapaces de funcionar en un sistema que les exige tanto entonces, lo que yo siento es que lo que pasa dentro
de la casa no es distinto de lo que pasa afuera de la casa
... O sea, no se ensea as como uno ensea matemticas, pero se va adquiriendo... la experiencia te lo
ensea, y los chicos lo van recogiendo... Cuando pelean los grandes delante de los chicos, cuando hay muchos
que no se respetan...
A m me parece que la violencia es un acto totalmente irracional, donde no mide como ningn proceso
de pensamiento, donde no hay ningn proceso como de elaboracin, algo bastante instintivo yo creo y yo le
tengo mucho miedo a la violencia, a mi me produce susto

Dictadura militar y otras causas


Para estos discursos, la violencia ha existido siempre y ha ido adquiriendo diferentes formas de
expresin y diferentes intensidades. En el caso de los chilenos, actualmente somos ms violentos de
lo que tradicionalmente hemos sido (o violentos de una manera ms visible). La explicacin que se
da a sto, es que vivimos 17 aos de dictadura militar, la que instaur un modelo econmico y/o un
sistema social que es la causa de este fenmeno.
La violencia sera producto de la instalacin de una forma de relacionarse introducida por la
dictadura militar y consolidada por el modelo econmico y el sistema social imperantes. La
violencia va avanzando en el tiempo, lo que hace que las nuevas generaciones sean ms violentas
que las anteriores y sto es porque el modelo, que ha sido impuesto a travs de la fuerza, ha sido
finalmente internalizado por las personas transformndolas en sujetos violentos.
Cuando yo me confronto con esto que era parte del asunto de la dictadura, pero ahora yo siento que
todo esto es como una bola de nieve, que se suma a la dictadura ms el modelo y eso determina a mi entender
de que nosotros nos enfrentemos a una violencia absoluta. Que aqu digamos, el maltrato al nio sea la
expresin ms terrible de violencia de padres que matan a sus hijos sin... bueno porque a lo mejor le ray el
auto por ejemplo, entonces siento, digamos, que el problema de la violencia como que nos est invadiendo
definitivamente...
Ha habido como una forma, un sistema que se las ha arreglado, no s cmo se las ha arreglado, para
que impere la agresividad del ser humano en toda circunstancia..., es decir, hay un darnos cuenta, un ver y
un mirar y que... vamos descubriendo esta forma de relacionarse...
... cuando yo empiezo a meterme en la cosa de la violencia (...) yo traa digamos una, una cuestin
bastante preconcebida en el sentido que de alguna manera lo que estaba pasando, digamos en Chile,
especficamente, tena que ver con el modelo... con la dictadura bsicamente. Yo creo que ah es la expresin de
una violencia estatal muy grande y por otra parte digamos, me empec a dar cuenta, digamos, sobre todo
cuando he empezado a conversar con una poblacin ms joven, alumnos de la universidad, concretamente,
que el problema de la violencia va ms all del modelo de dictadura, digamos, y que tiene que ver incluso con
el modelo con el cual estamos viviendo ahora.
Frente a la dictadura como determinacin de la violencia de los chilenos, se plantea la
existencia de un conjunto de otras causas que podran sumarse a ella. La televisin; el sistema; la
cultura; la desintegracin de la familia; la falta de redes sociales de apoyo; la droga; la pobreza; las
frustraciones; la marginacin; la lucha de clases; el poder; la prdida de espacios sociales; la educacin de la
calle; la competencia e individualismo, etc. son presentados como provocadores de violencia.
Se constituyen dos espacios argumentativos que parecen competir por su capacidad de
determinar la violencia: por un lado est la dictadura (consolidada por el sistema econmico) y por
otro lado estn todas las otras causas. El nfasis en uno de estos argumentos tendra el efecto de
debilitar al otro, as cuando se minimizan los efectos de los otros factores se produce un efecto de
reforzamiento de la responsabilidad de la dictadura, y cuando se diluyen los efectos de la dictadura
adquieren fuerza los otros.
Para los discursos sobre la violencia, las personas nos veramos enfrentadas a este conjunto de
determinaciones y la nica posibilidad de defendernos de ella (y por lo tanto de no ejercer la
violencia) sera recurrir a factores individuales, tales como el control personal, el desarrollo de la
identidad o la tolerancia a las frustraciones de origen social. Se construyen as dos espacios
contrapuestos: los individuos, capaces de ser modificados y lo social, inaccesible, inmodificable y
productor de violencia.
Los sujetos individuales somos vctimas de estos agentes causales, que nos llevan a ejercer la
violencia aunque no queramos y/o no seamos conscientes de que lo estamos haciendo. La violencia
irrumpe sobre nosotros de manera inconsciente e irracional, el agresor no tiene consciencia de serlo
y esto lo libera de la responsabilidad por sus acciones. La violencia se transmite de manera
involuntaria a travs de su mismo ejercicio.
Yo agredo porque fui vctima de agresiones cuando nio.
... pero, frente a la impotencia de no poder cambiar eso, frente a la impotencia de aceptar esta situacin,
ms bien disociarse, darme cuenta que en realidad no podemos hacer nada, que no podemos cambiarlo, que no
es nuestra tarea, que a lo mejor ser un grano de arena que vamos a colocar ah, pero que no somos nosotros
quienes vamos a cambiar esta cosa institucionalizada, porque nos afecta muchsimo.
Es cierto que hay momentos que hay pocas fuerzas y uno se siente mal, pero he logrado sentirme bien
haciendo la parte clnica en este tema y digo esto porque siento que si uno no sabe eso, generalmente uno
termina compensando sus propios contenidos en relacin a este tema

Descontento social y violencia


Los discursos se constituyen en torno a una fuerte crtica al estado actual de la sociedad. Se critica el
modelo econmico, los valores de los chilenos de ahora (distintos a los de antes), sus nuevas
costumbres, etc. Los problemas de la sociedad chilena actual son causantes de la violencia que
impera en el pas.
La competitividad, que cada cual quiere tener ms...Entonces, si yo no puedo tener ms de lo que tiene
mi vecino, entonces como que entro, digamos, en una situacin en que me violento a mi mismo, que le tiro el
auto al vecino. Yo creo que la sociedad de consumo es la que ha acentuado la violencia...porque uno no se
siente satisfecho con lo que uno tiene.
Nosotros vivimos en una sociedad en la que el afn de lucro, el refuerzo del xito, hace que muchos
cabros4 tengan conductas violentas y, violentas contra ellos mismos.
Las quejas sobre la sociedad actual van acompaadas de intensos relatos acerca de cmo a lo
largo de la historia los intentos por transformar la sociedad han conducido a situaciones de
violencia generalizada. Por ejemplo, las reformas polticas y econmicas de los aos setenta
condujeron al pas al Golpe de Estado y a la dictadura militar.
Se plantea as una situacin sin salida: la sociedad actual est tan mal que hace que exista cada
vez ms violencia, pero la historia ha demostrado que los intentos de realizar cambios sociales
conducen a la violencia. Los efectos de esta paradoja son, por un lado la imposibilidad de cambiar
la sociedad y, por otro lado, la imposibilidad de superar la violencia.
-si hacemos un anlisis aqu, aqu estamos de acuerdo en que hay que hacer reformas estructurales (...)
Pero no se llega a mucho porque nadie tiene inters de reeditar, sobretodo la generacin de nosotros. La
generacin de nosotros yo creo que es una muralla contra todo cambio y contra toda cosa, porque nadie quiere
reeditar lo que pas hace 30 aos atrs, ya sabemos
-por qu?
-porque fue muy doloroso y muy trgico, nosotros les vamos a contar: mira no lo hagas porque esta
cuestin termina as: pasan muertos! Que este pas y la poltica pasaron por muertos y todos tenemos
muertos, amigos muertos, tos muertos, tenemos muertos, y entonces esos muertos estn penando, esos
muertos estn en esta mesa y por eso ya nadie quiere ms muertos, hasta que ya los muertos queden ms lejos
y vendrn tus hijos, los hijos de mis hijos y ya va a ser como que el bisabuelo mat a Balmaceda y ya no
importar y yo creo que eso es lo que impide que incluso este tipo de cosas realmente fluyan, porque hay
mucha cosa rara, si esta sociedad chilena est traumatizada
... hoy da vemos grandes dificultades (...) Pero veo los pueblos que se han atrevido a hacer ms cosas y
de repente, ms rpidamente se han destruido sus culturas.

2. LAS DIFERENTES FORMAS DE LA VIOLENCIA


Aunque la violencia ha existido siempre, ha adoptado diferentes formas segn el contexto social.
Estas distintas formas de ser de la violencia son expresiones del mismo fenmeno y coexisten en la
sociedad. Aunque todas ellas tienen efectos negativos, hay algunas peores que otras. En la medida
que las discusiones sobre la violencia van avanzando se van incorporando cada vez ms situaciones
que son catalogadas como tales. As, el concepto se diluye de tal forma que pareciera que cualquier
interaccin social puede ser interpretada como una interaccin violenta.
... a m tambin me pasa con mi hermano chico, es ms duro, me cuesta como aceptarlo pero es porque
son nuevas formas. Probablemente lo que est a la base, que es el mecanismo de generacin de la violencia
siempre ha sido el mismo. No creo que eso cambie, ms bien va tomando distintas formas.

Tipos de violencia
Los distintos tipos de violencia son definidos por el mbito social en el cual se ejerce la accin
violenta. Es decir, un mismo fenmeno es ejecutado en distintos espacios sociales y adquiere el
nombre dependiendo del espacio en el que es ejercido. As, se habla de violencia en los estadios;
violencia intrafamiliar; violencia poltica; violencia laboral; violencia en las instituciones; violencia social;
violencia estructural; etc.
Otra manera de diferenciar los tipos de violencia es caracterizar las situaciones definiendo el
actor que sufre la violencia, como es el caso de la violencia a la mujer; maltrato infantil; etc.; o bien,
se hace simplemente describiendo el hecho: choferes que tiran de la micro5 a los escolares; prepotencia
econmica; discriminacin; empujones en el metro; algn tipo de mirada; desapego a la familia; relaciones
autoritarias entre jefes y subalternos, entre mdicos y pacientes, etc.
Se discuten las relaciones que existen entre los distintos tipos de violencia. La relacin entre
violencia poltica y violencia intrafamiliar adquiere fuerza en los discursos y es planteada como una
relacin causal.
-son distintas la violencia poltica y la violencia familiar no tienen ninguna relacin, son muy
distintas, una lleva a la otra, yo creo, la violencia poltica lleva a la familiar.
-en qu sentido?
-en que muchos casos de violencia poltica se traducen a largo plazo en violencia intrafamiliar... donde
ha habido un exiliado, donde ha habido casos de retorno han habido frustraciones, toda la dinmica que se
produce... se produce violencia intrafamiliar.
Los discursos establecen jerarquas entre los tipos de violencia, discutiendo cul de ellas es la
ms importante, cul es la ms comn y cul es la ms daina. Por ejemplo, en relacin a la
violencia poltica y la violencia intrafamiliar, se afirma que:
El tema de la violencia poltica es un tema super importante para todo el mundo, sin embargo el tema
de la violencia familiar es un tema de segundo orden. (...) Pero al revs, cuando nos vimos invadidos por la
violencia intrafamiliar, la otra violencia pas absolutamente a segundo plano...

Violencia fsica v/s violencia psicolgica


La violencia fsica y la violencia psicolgica aparecen como las dos grandes categoras abarcativas
de las distintas formas de violencia. Los distintos tipos de violencia pueden ser clasificados en
alguna de estas modalidades de expresin del fenmeno: la violencia fsica, que es corporal y
visible; y la violencia psicolgica, que es simblica e invisible.
Los discursos sobre la violencia establecen una discusin en la que se pregunta cul de estos
tipos de violencia adquiere una connotacin peor en relacin a las otras. La respuesta que tiene ms
fuerza en esta discusin, sostiene que la violencia psicolgica produce efectos ms dainos y ms
duraderos. Aunque el dao de la violencia fsica es ms intenso y visible, los efectos de su forma
psicolgica conducen a reproducir la violencia. Una persona que sufre violencia psicolgica tender
a reproducir est forma de relacin social, lo que produce un efecto multiplicador del fenmeno y
lo hace ser peor que la violencia fsica.
... lo que pasa es que violencia hay todos los das y hay violencia que se nota fcilmente y hay violencia
que uno no nota, entonces la violencia se puede dar en cualquier momento y en cualquier situacin...
... pasa con los jvenes, muchos que no se inscribieron, es una violencia de adentro, guardada,
simplemente no se inscribieron porque no quieren seguir el sistema que hay ahora, buscan otra cosa y cmo
ellos se automarginan del sistema que hay no votando, entonces ah hay como una violencia escondida...
-yo creo que la violencia psicolgica de todas maneras es la ms... por que si te dan un golpe pasa,
cachai6, se te olvida, pasa el dolor, pero en cambio si te hieren psicolgicamente igual vai a estar como
marcada.
-en los recuerdos siempre va a quedar
-sabes que esto de las matanzas... hoy en da no hay matanzas de tipo fsico, pero ms bien de tipo
psicolgico, cunta gente que hoy en da est muerta en vida, los drogadictos, muchos jvenes que no le
encuentran sentido a la vida, entonces eso a veces es algo mucho ms terrible que el matar

3. LA POLTICA: IMPLICA VIOLENCIA?


Los discursos sobre la violencia construyen un importante espacio de relacin con la poltica. En las
discusiones realizadas se enfatiza explcitamente la importancia de hablar de otras cosas, que no
sean poltica. Se plantea que las discusiones polticas dividen, que la politizacin conduce a
situaciones de violencia al interior de los grupos y que es importante evitar ese tipo de conflictos.
La utilizacin reiterada de los argumentos para no hablar de poltica (y la descripcin de lo mala
que sta es) hace que el tema est presente a lo largo de todas las discusiones. El tener distintas
posiciones es ledo como un conflicto que puede ocasionar violencia al interior del grupo.
El no hablar de poltica es argumentado desde dos posiciones: una de ellas tiene que ver con lo
frustrante e intil que sta resulta y la otra establece una relacin directa entre poltica y violencia.
Para la primera de estas posiciones, la posibilidad de resolver conflictos sociales y de ser
eficientes implica dejar de lado la poltica. Esta ltima est ligada al pasado y no se puede confiar en
un chofer que siempre mira por el espejo retrovisor. La poltica es pasado y ste es planteado como algo
lejano en el tiempo y en la experiencia, un legado de otra generacin que no les pertenece y del que
hay que deshacerse. La poltica es la dictadura militar y entorpece el buen funcionamiento del pas,
estanca e impide avanzar.
Yo creo que ustedes nos estn obligando a nosotros a caer en la poltica, a hablar sobre la historia de
Chile. Yo quiero hacerlo sobre el futuro de Chile, sobre lo que viene
-mira, yo pienso que el tema poltico, por lo menos desde mi punto de vista, ya me tiene saturado,
mucho de lo que pas antes... que ahora esto, las discusiones, yo creo que la prueba ms evidente es que a
nadie le interesa estas elecciones
-tan re malas
-independiente, yo hablo por las ideas, adems que todos dicen las mismas cosas, aunque sean
Demcrata Cristiano o de la UDI7
-por qu ests aburrido de la poltica?
-porque yo no les creo, o sea si yo pudiera no votar, no votara (...) Prefiero hablar de los avances
tecnolgicos
no comprara una revista que estuviera centrada en algo poltico, porque bueno yo era super chica para
la poca del Golpe de Estado y la verdad es que toda mi poca de universidad la pas con todo el bombardeo,
por lo tanto no me interesa eso... la verdad que no me interesa ms eso, tengo mi opinin formada y lo que yo
quiero es empezar a mirar hacia delante, yo quiero futuro, yo quiero cosas que a m me hagan feliz, me
entiendes?, lo otro para m es como cuando uno tiene una enfermedad y lo operan y se vive acordando que
sufri tanto cuando le sacaron no s qu, igual que las viejitas cuando le operaron el apndice y viven
recordando el apndice y ahora est bien pero igual sigue la cuestin.
-.... nuestros padres.... de lo que ms hablan es del Golpe de Estado
-s, es de lo que ms hablan
-quedaron como marcados, yo cacho, porque como que sufrieron ene, fue un golpe
-es que yo creo que eso va girando y siempre se vuelve a hablar de eso
-y aparte la televisin ayuda un buen poco con todo
-claro, te sigue dando ms informacin
-y agranda el problema, lo que empieza a hablar tu pap entonces la televisin lo termina
-yo lo veo como un cuento, como una historia, como un libro
La segunda posicin se establece a travs del silencio, omitiendo de manera muy evidente el
tema de la violencia en la dictadura militar. Cuando se refieren a la violencia del pasado, lo hacen
hablando de lo que ocurra hace 30 o 50 aos y luego se saltan abiertamente una parte importante
de la historia, la correspondiente a la dictadura, para seguir hablando del presente. El silencio sita
el tema de manera importante en el discurso. Cuando se llama la atencin sobre este silencio
aparece un clima de amenaza que hace cortar el habla. Concretamente, en uno de los grupos de
discusin realizados, ante el sealamiento de la omisin, el grupo decide suspender la discusin
antes de lo convenido. El argumento de no hablar de poltica es experimentado en el presente, como
algo que los involucra de manera personal y efectiva.
Fjate que t te referas a que en esta sociedad, hace veinte aos atrs, hubo mucha violencia... Yo no s
qu pas en el grupo que se quedaron como todas calladas... Es una cosa que no comparten, o que comparten,
a m me llam la atencin...
Es un tema que nosotros tratamos de no hablarlo, para empezar, porque nosotros vinimos aqu a
hablar, y no a hacer poltica, para empezar... Que ese s es un plano violento... En la poltica hay mucha
violencia, porque uno se indispone con la otra persona... Pucha, porque ella tiene otras ideas a m me cae
super mal... Y mejor no conversarlo, y mirarla a ella como persona... Por ejemplo, ella... Yo no comparto las
ideas polticas de ella, porque yo las s... Pero, mejor las olvido, y la miro como persona, y no con un ideal
poltico... Y entonces, por eso nos quedamos calladas, porque como no compartimos, todas tenemos diferentes
ideas, entonces, evitamos eso... Porque para venir a agarrarnos de las mechas8 aqu, si venimos todas a
compartir...

4. LA VIOLENCIA TIENE EFECTOS


Los discursos sobre la violencia sealan que sta produce dao sobre las personas, la sociedad y sus
grupos. La violencia tambin tiene efectos sobre s misma, esto es, contribuye a su reproduccin en
diferentes espacios sociales. Los efectos de este fenmeno dependen del tipo de violencia que se
est ejerciendo, lo que hace posible que los discursos establezcan una comparacin entre el dao
producido por la violencia poltica y el dao producido por la violencia intrafamiliar.
La necesidad de intervenir en las situaciones de violencia ocupa un espacio importante en los
discursos, constituyndose en un deber moral. El deber consiste en superar la violencia, en la
medida en que sta es daina para las personas y la sociedad. Sin embargo, es interesante constatar,
que cuando se habla de la posibilidad de intervenir se hace referencia al mbito de los efectos y no a
la modificacin de sus causas para impedir su aparicin. Esto contribuye a construir la violencia
como un fenmeno inevitable.
trabajar con violencia... (...), la gente llega deprimida, no llega violenta, entonces es un trabajo de
forma indirecta con la violencia... yo creo que la violencia produce ciertos fenmenos con los cuales uno
trabaja, o sea la violencia es una cosa como indirecta donde uno tiene un referente, donde uno sabe que la
persona fue vctima de violencia o es victimario... me parece manejable, me parece que las consecuencias son
bastante nocivas y que son paralizantes, en pacientes que han sido vctimas de la violencia poltica o tambin
en familiar... a m me parece que es una cosa bastante esclavizante que anula a la persona, pero en trminos
personales no me complica trabajar con violencia, para nada, es ms difcil trabajar con victimarios, con los
que agreden...

Trabajar contra la violencia es un deber impotente


Los discursos sobre la violencia plantean la necesidad de luchar en su contra como un deber tico y
moral que no puede ser cuestionado. Para cumplir con este deber es necesario tener cierta
sensibilidad ante el tema y las personas que han vivido experiencias personales de violencia son las
que cumplen mejor con este requisito, que les permite desempear bien ese rol. Sin embargo, esa
sensibilidad les resulta desgastante y agotadora, y los lleva a alejarse del tema. Se plantea as una
situacin paradojal: aquello que les permite cumplir con la tarea constituye al mismo tiempo una
importante dificultad para desempearla. Sin embargo, el que esta caracterstica sea una condicin
posibilitadora y al mismo tiempo generadora de dificultades no es percibida como contradiccin.
Ambos hechos son descritos de manera separada y sin aparente relacin entre ellos.
La comprensin real o cabal de la violencia pasa necesariamente por involucrarse con ella y por
experimentarla en trminos personales. Esa es la experiencia que permite considerarla en su
dimensin tica y moral. La no violencia se constituye en una postura militante que requiere un
gran compromiso, en la medida en que resulta muy exigente y desgastadora en el plano personal.
Ninguno de estos sacrificios es suficiente para luchar contra la violencia, pues sta se impone
de todas maneras frustrando a las personas que se han comprometido en la lucha contra ella.
Los discursos sobre la violencia construyen un lugar de la no-violencia, que es el lugar de lo
bueno, de lo justo y de lo sensible; en contraposicin con el lugar de la violencia que es el lugar del
dao, del dolor y de la irracionalidad. Luchar contra la violencia exige sacrificio y resulta frustrante,
sin embargo tiene la recompensa de situar a las personas que lo hacen en este lugar de privilegio
moral.
A m, con la violencia me sucede algo netamente somtico, me produce una reaccin biolgica cuando
veo por ejemplo, una pelea o cuando veo a alguien muy alterado. Siento que es algo totalmente instintivo, algo
como que no se puede controlar, de afuera tampoco se puede controlar. Tengo un rechazo muy grande
sobretodo a la violencia fsica, yo siento que no la entiendo... (...) no lo entiendo, no por una cosa valrica sino
por una cosa... es que...
... darme cuenta que en realidad no podemos hacer nada, que no podemos cambiarlo, que no es nuestra
tarea, que a lo mejor ser un grano de arena que vamos a colocar ah, pero que no somos nosotros quienes
vamos a cambiar esta cosa institucionalizada, porque nos afecta muchsimo
la violencia para m es algo que me paraliza bastante, le tengo bastante miedo, en contra de todo lo que
sea violento, incluso a veces lo evito, me hago un lado, me corro9, trato de ignorarlo y el enfrentarlo es algo
complicado, bastante difcil...
... por un lado predicamos una cosa y est pasando otra que lo contradice, y eso produce como mucha
impotencia. Tratas de hacer una cosa pero, por otro lado, lo otro con mucha ms fuerza se impone. Eso hace
que uno tome distancia. De mi jornada completa ahora tengo media jornada, lo paso mucho mejor en mi
consulta privada que ac. Ac es la contradiccin misma cuando te predican una cosa y pasa otra, entonces ya
pasa a ser un trabajo, no ms, como muy restringido a esa rea y el resto recuperar el tiempo que le dedic
como desde el punto de vista tico, moral que esto est mal. En realidad pasas a ser como un Quijote y eso
hace que uno vaya tomando distancia, o sea igual te impactan, hay casos terriblemente graves que te
impactan, pero cuando esto que tu cuentas pasa cunto tiempo? uno termina tomando distancia y dices
bueno, hagamos lo que podamos, entramos en un conformismo (...) frente a la impotencia de no poder
cambiar eso, frente a la impotencia de aceptar esta situacin lo que se hace es ms bien disociarse.
...me preocupa, sobretodo yo pienso que puede estar interviniendo en mi relacin con mi pareja, con
mis compaeras de trabajo y eso me preocupa. Incluso he pensado como darme un plazo y salirme de este
trabajo, nada ms que por la violencia, (...) y es que angustia (...) por una parte dan ganas de escapar de
escuchar tanta violencia, de ver tanta violencia, que podramos decir que es la violencia intrafamiliar, porque
otro cuento aparte es el PRAIS, es que el PRAIS te amarra de alguna manera. Y entonces, qu pasa si yo me
voy, o sea qu va a pasar, la persona que llegue va a tener la misma sensibilidad con los pacientes?, y
entonces qu va a pasar con el PRAIS, va a desaparecer?, yo creo que a todos nos preocupa esto, a mi me
preocupa mucho eso, pero y la rabia, o sea, son como dos cosas.
Yo hace das atrs fui vctima de la violencia, de un cuasi atentado sexual en mi casa. Afortunadamente
no me pas nada, o sea no me pas nada ms grave de lo que me pas y, en realidad eso me puso como en otra
postura frente al tema, en una postura personal en el sentido de que como terapeuta uno siempre est
comprendiendo las conductas agresivas de las personas con las que trabajas, ms all de no justificar la
violencia pero s de comprenderla. Cuando me toc vivir esa experiencia fue difcil, traumtica, en realidad
estoy todava... tengo que trabajarlo (...) Entonces yo creo que me ha hecho como dimensionar la violencia en
una dimensin no slo comprensiva, sino tambin en una dimensin valrica y tica. Yo antes como terapeuta
no me lo haba planteado, incluso en la universidad yo hice una investigacin en delincuencia juvenil, por
supuesto desde las perspectiva de las representaciones sociales de la violencia, pero realmente esta situacin
que me pas, me hace como ponerme en otra perspectiva.

Generacin de ms violencia
Los discursos construyen la idea de que la violencia tiene efectos sobre s misma, constituyendo un
ciclo que la potencia y la reproduce, llegando no slo a adquirir autonoma con respecto a los
actores que la ejecutan, sino que incitando a las personas a producir ms violencia. As, la violencia
genera ms violencia. Para poder intervenir sobre este efecto es necesario cortar el ciclo creando
conciencia en los actores de cmo estn siendo manejados por este ciclo. Es difcil interrumpir el
ciclo, lo que resulta frustrante para el interventor, quien s tiene conciencia de la situacin y de la
necesidad que los actores se salgan de ella. La prdida del control constituira la clave personal del
ciclo, lo que significa que el desarrollo del autocontrol es un aspecto prioritario de su interrupcin.
... yo considero que hay violencia que se va engendrando, digamos, o sea, desde que los niitos son
niitos, o sea, contra las mujeres, porque uno lo ve cuando uno va a una reunin, generalmente los hombres
descalifican a las mujeres... Entonces eso es una forma de violencia, o sea, hay una descalificacin, cmo dira
yo, momentnea, que no tiene mayor importancia, pero cuando llegan a la casa, o sea, mi marido tambin es
agresivo, pero, o sea, yo no soy como ella, o sea, yo le contesto... en forma abierta...(...)Y si grita, bueno, yo le
doy otro grito ms fuerte (...). Entonces, uno tambin genera violencia, o sea, uno aplica violencia y genera,
porque yo creo que no hay ningn matrimonio donde alguna vez no haya habido alguna situacin conflictiva
donde uno se agreda verbalmente... Porque antes que la agredan fsicamente, uno no tiene nada que hacer...
... cuando el padre o la madre se maltratan, ya verbalmente o fsicamente, los nios quedan con esas
secuelas, ya cuando grandes, de que ellos van a ser igual... los hijos son el vivo reflejo de los padres y cmo
han llevado su vida... Y ah es el problema... Que la violencia no se va a terminar nunca porque los
matrimonios, sobretodo la gente ms pobre en que se ve ms maltrato a nios... A mujeres tambin...
Bueno, ya siento que estamos tratando de darle un manejo al asunto, como que la violencia refleja el
descontrol emocional y nosotros estamos tratando de controlar eso en trabajo. (...)T empiezas a trabajar con
ellos en una parada10 de: hagamos cosas. Es verdad, uno ac es ms fcil detectar los ciclos de la violencia, y es
ms fcil pensar que ella lo ha abandonado, ms tolerante a aceptar que ella no va a hacer nada tal vez, pero
que tal vez en un tiempo ms va a hacer algo, porque uno ya conoce la estructura que tiene, no?, pero de
alguna u otra forma, yo veo que hay algunas que vienen muy claras, muy decididas, estn en psicoterapia por
segunda o tercera vez y terminan abandonando y despus no se atreven a pedir ayuda por cuarta vez.
Entonces de alguna u otra forma de repente te frustra que te movilicen tanto a ti, te traspasan el miedo, te
traspasan la angustia, o sea hasta he acompaado a tribunales a algunos, me muevo al mximo en la parte
social y de repente darte cuenta que no poh11, que ella no estaba tan preparada, la visin tuya, no?, cmo ellas
te pueden hacer caer.

Violencia poltica v/s violencia intrafamiliar


Los efectos que la violencia ejerce sobre las personas no son homogneos y dependen
fundamentalmente del tipo de violencia que est en ejercicio. Aunque la idea de dao como efecto
de la violencia es constituida en los discursos de manera general, es decir, para todas las formas de
este fenmeno, se hace especfico para comparar el dao producido por dos tipos de violencia: la
violencia poltica y la violencia intrafamiliar. El sujeto de estos efectos es la sociedad y las personas
individuales (presentados en el discurso como dos entes contrapuestos). Sin embargo el sujeto de
intervencin, la posibilidad de modificacin, se sita slo en las personas individuales.
La violencia poltica ha creado, segn estos discursos, un quiebre irrecuperable en la sociedad,
lo que hace que cada cierto tiempo reaparezcan o rebroten situaciones de violencia que, aunque se
refieran a temticas distintas, expresan los efectos de la dictadura militar. Este quiebre en la
sociedad, le otorga al dao producido por la violencia poltica, el carcter de irreparable, que es lo
que lo diferencia del dao producido por la violencia intrafamiliar.
A m me pasa con la violencia poltica la sensacin de la desesperanza, yo siento que es un dao
irreparable, como que ya est hecho, porque por ejemplo en un caso de violencia intrafamiliar uno est viendo
y uno puede ir trabajando porque se est realizando como un proceso, pero un tipo que fue torturado o
exiliado ya est el hecho. Claro, igual una mujer que fue golpeada ya est golpeada, pero est ms la
posibilidad de elaborarlo en el aqu y en el ahora... yo creo que el tiempo es una cosa implacable y yo veo en
mis pacientes la sensacin de un dao irreparable, la situacin de un dolor, de morir con un dolor que nunca
se pudo palear mucho y ah como terapeuta, a mi me pasan muchas cosas y creo que por eso me gusta el
trabajo con la violencia poltica, a uno lo contactan con muchas cosas de uno y eso puede ayudar mucho, pero
es un trabajo como frustrante a veces, yo nunca haba visto tanto dao en mi vida, hay un paciente que yo veo
en mi consulta que es C., con l hay veces que me dan ganas de llorar.
Cuando t atiendes violencia intrafamiliar t tienes la certeza que la forma de relacionarse va a
cambiar, porque o la mujer va a asumir una actitud y una conducta de prele a esto o el tipo en algn
momento va a sufrir las penas del infierno producto de una ley mal hecha. Pero la gente que vivi violencia
poltica... yo tambin he tenido esa sensacin, que es gente que no siento que vaya a poder ser nuevamente
feliz, entonces de repente me pas que yo empec en Febrero, atend a una o dos personas, estuvieron un
tiempo viniendo y para el tiempo del 11 de septiembre vinieron nuevamente para ac y era como un dolor
permanente que yo no s si teraputicamente no lo s abordar, quizs puede ser ese el punto.

5. LA DICTADURA MILITAR PRODUJO UN QUIEBRE EN LA HISTORIA DE CHILE


Cuando los discursos sobre la violencia se refieren a la dictadura, ambos fenmenos se identifican y
fusionan. As, se pierden causas y efectos entre la una y la otra.
La violencia-dictadura constituye en el discurso un lugar de quiebre. La historia de Chile es
planteada como un proceso de evolucin y desarrollo constante hacia la paz, la solidaridad y el
bienestar. Pareciera que la sociedad chilena hubiese tenido una clara consciencia del sentido de esta
evolucin y la estuviese siguiendo de manera clara, aunque no exenta de obstculos. Sin embargo
este camino es interrumpido por dicha violencia, que vino a alterar el sentido de la historia.
Los discursos le otorgan a la violencia-dictadura una fuerza tal, que sta parece haber
modificado tanto el destino del pas, como la manera de ser de los chilenos. La violencia-dictadura
aparece as como un poder supremo, capaz de introducir un sello permanente y de determinar la
identidad de las personas y los grupos. La vivencia de situaciones de violencia marca a las personas
y grupos de tal manera que ya no vuelven a ser los mismos. La sociedad ha cambiado, se puede
dividir en un antes y un despus de la violencia-dictadura, y ese cambio se expresa en la manera de
ser de las nuevas generaciones.
Los discursos producen un clima afectivo de tristeza y nostalgia : por lo que ramos antes y ya no
somos, por lo que podramos haber llegado a ser y no fuimos; por lo que son los jvenes ahora.
Yo creo que este pas hace muchos aos que est loco o se volvi loco no s en qu momento, quizs en
el 73... yo tena trece aos para el 73, yo siento que hubo como un cambio porque yo recuerdo que antes del
73 la gente aunque vea el mundo de manera opuesta o distante podan acercarse... yo viva en un sector
donde vivan muchos sectores polticos desde la derecha hasta la izquierda y la gente comparta, las familias
compartan a pesar de tener visiones opuestas y despus del 73 eso se quebr y este pas siento que se quebr
en el ao 73 de manera muy esquizofrnica y siento que no nos podemos recuperar, entonces cada cierto
tiempo reaparecen o rebrotan situaciones de violencia y creo que es porque este pas no se ha sabido mirar y
poder mirarse significa poder reconocer y yo creo que van a pasar muchos aos antes de que podamos salir de
esto y esa situacin me violenta, me produce mucha rabia.
... yo me fui antes del Golpe y volv despus de casi 8 aos. Cuando yo volv era un Chile totalmente
diferente, porque la gente hablaba calladito para que la gente no lo escuchara y no lo fuera a delatar, un clima
un poco menos y de terror, entonces yo creo que la gente en casi 20 aos qued daada psquicamente, porque
si a una persona la reprimen de tal manera por tantos aos es lgico que haya cierta rabia, opresin, tanto que
se reprime dentro, no cierto?, pucha que hay violencia en Chile!
... yo me voy a poner en la esfera que t tocaste, qu es lo que me pas a m, o sea, para m fue un
quiebre tan profundo, esta cosa del 73, este terremoto nacional que tuvimos con el golpe, que en realidad, es
decir, me meto muy en lo que ests diciendo, yo tengo cincuenta y no s si somos generacin perdida o qu
pero somos una generacin super vapuleada, en el sentido en que a m, con este golpe de estado, este cambio
tan profundo, digamos que bamos para una tendencia y despus nos cambian el mono, no por voluntad ma,
ni por voluntad de todos los dems, y me zamarre, que me cort toda mi proyeccin, o sea, me dej en blanco,
y despus de eso empezar a descubrir, porque no hubo desaparecidos ni muertos, ni cercanos ni lejanos, pero
empezar a descubrir el dolor de los otros, qu es lo que significaba una muerte dentro de una familia, lo que
significaba un desaparecido, a travs de los amigos en todo eso, que me hizo replantearme una actitud que yo
tena antes y despus, no he vuelto a ser la misma despus de eso, ya... y eso me ayud a tomar decisiones, de
dnde trabajar o dnde no trabajar y... hasta llegar hoy en da a tener otra cosa, en el fondo lo que quiero decir
es que me quebr en el fondo, quebr toda una tendencia que yo tena, y eso significa que nos quebr a todo el
mundo, a la familia, y qu cambios que han habido en la familia, todo este quiebre, toda esta cosa externa que
cambi de todas maneras a cada una de las familias, unos pensaban hacia la derecha, otros pensaban hacia la
izquierda, unos vieron el dolor de los otros, otros no lo vieron, las muertes, para algunos, hasta hoy no existen
dentro de la familia, entonces como que empezaron a haber como mundos distintos, o sea, como que
empezaron a aflorar los mundos individuales y se mantuvieron y... y bueno, desde mi punto de vista, es decir,
yo era la reaccionaria, otros se adecuaron, se mantuvieron, se metieron en el consumismo, vendedores, es
decir, cada cual sigui con su ritmo, pero despus de este quiebre, yo no s qu tan conscientes estn del
quiebre y qu es lo que le pas, qu es lo que se quebr, a dnde pensaban ir y a dnde siguieron...(gran y
largo silencio)

El sujeto daado: Una nueva identidad


Una parte significativa de los relatos se ocupan de caracterizar a esta nueva generacin de jvenes y
de compararlos con las generaciones anteriores. La juventud de hoy se constituye como un otro,
temible y difcil de comprender, ms violentos que los de ayer, puesto que son una generacin
producida por la dictadura. Son la muestra viviente del dao que la dictadura le produjo a la
sociedad.
Se construyen en el discurso dos sujetos generacionales dialogantes respecto a la relacin entre
antes y despus del quiebre. Por un lado estn los viejos que afirman la existencia de un otro joven
afectado por la dictadura y por lo tanto ms violento. Por otro lado estn los jvenes que afirman la
existencia de un otro daado por la experiencia de una violencia que a ellos le es ajena y de la que
no se sienten parte.
Fue un quiebre muy fuerte, que incluso ahora la gente joven, de 20, 23 aos, que esta afectada, o que
fue afectada, tiene todava..., hay una generacin que sufri directamente el quiebre, digamos, y otra que no y
que a lo mejor la que no lo ha sufrido... Esta cosa se termin, se termin el 73 y ya lo ms triste sera que se
olvide esa cosa y yo creo que no es bueno, no es bueno porque creo que hay que capitalizar esa cosa, an
cuando no se haya sufrido el gobierno, pero s hoy da tenemos y producto de este mismo quiebre, el volumen
de delincuencia se multiplic enormemente, no s si producto de gente que qued totalmente marginada, de
gente que qued fichada por el gobierno del rgimen, cierto, y que se crearon ocupaciones que no habamos
conocido nunca nosotros: los famosos cartoneros y otros. Y la delincuencia, la verdad de las cosas es que en
Chile creci enormemente, cambi el tipo de delincuente, porque se cre gente ms mala, y lo peor de todo es
que la gente ms mala es la gente ms joven. Esa cosa no se vea en la dcada del 60, en la dcada del 60, yo
dira que el delincuente no mataba tanto por matar, digamos, pero ahora estamos viendo crmenes horrendos
con gente joven y a lo mejor influido por el asunto de la drogadiccin, que es un hecho que apareci... son
cosas que no existan antes.
-... al menos mis paps, mis abuelitos siempre me dicen: antes la juventud no era as, ahora la juventud
es ms rebelde, siempre te estn recalcando que en mis tiempos yo tena que hacer esto y esto y ahora, la
juventud se rebela
-tenan ms restricciones, por el Golpe y todo eso, haba una cuestin, lo del toque de queda
-Uds. se imaginan con toque de queda?
-no, yo no, por ningn motivo
-hasta las doce de la noche
-yo no duro con eso
-yo no alcanzo
-yo igual saldra
-y porqu igual saldras?, no te dara miedo?
-no, es que igual sera como entretenido ver qu pasa (se interrumpen)
-s, yo creo que ests diciendo eso ahora
-yo creo que hay que vivirlo para saber lo que se siente
-yo creo que en ese tiempo la gente viva en una violencia constante porque el miedo a que los pillaran
en algo, ah nadie le deca: seor, por favor
-si uno se quedaba fuera
-sonaba12 no ms
-o sea el disparo que le dieron
-nadie deca le doy tres segundos pa` que salga por aqu, ni siquiera eso
-pensarlo ahora es quedar pensando uno solo de lo que hubo antes, es decir, si eso hubo antes cmo
estamos ahora en esta situacin aqu, como que no pas nada, podemos caminar solo por las calles
-no, si caminai solo por las calles no estai para nada seguro
-llegai sin ropa
-bueno, pero es distinto
-no, es que no es distinto
-es distinto porque te roban, te violan, pero de lo que hubo antes
-o sea nadie te va a pegar un balazo porque ands despus de las doce de la noche, es que eso es una
situacin, eso es lo que pas, ese es el mismo momento del Golpe, eso es lo que pas ah, en comparacin a
ahora, claro estamos tranquilos, pero si comparramos ahora un Golpe al anterior, sera peor
-te explico, ahora por ejemplo, t puedes abrir tu puerta y puedes dar un paso afuera de la puerta a ver
lo que hay afuera, antes no pudiste, antes tenas que estar al lado ah al lado de la tele o sentado, pero adentro
de la casa, a veces eran 24 horas
-.... nuestros padres.... de lo que ms hablan es del Golpe de Estado
-s, es de lo que ms hablan
-quedaron como marcados, yo cacho13, porque como que sufrieron ene, fue un golpe
-es que yo creo que eso va girando y siempre se vuelve a hablar de eso
-y aparte la televisin ayuda un buen poco con todo
-claro, te sigue dando ms informacin
-y agranda el problema, lo que empieza a hablar tu pap entonces la televisin lo termina
-yo lo veo como un cuento, como una historia, como un libro.

Cundo y dnde ha habido ms violencia?


El quiebre, como un lugar discursivo, se profundiza y materializa en las discusiones que buscan
establecer cundo y dnde ha habido ms violencia. Uno de los ejes de est discusin se formula
como una pregunta que compara el pasado con el presente: haba ms violencia antes o ahora?
Implcitamente, cuando se dice antes se hace referencia a la historia previa al quiebre, es decir a la
dictadura militar. A su vez, el despus alude al perodo actual posterior al mismo quiebre. Aunque se
sostiene que antes tambin haba violencia, sta era diferente a la que existe actualmente. Sin lugar a
duda ahora estamos peor que antes.
...y se est viendo que hay una generacin de violencia en que sta se est como agrandando, el
problema se est agravando, no solamente salen a cogotear14 sino que tambin se est viendo que los padres
matan a las guaguas15.
Entonces, yo pienso que haba mucha ms violencia... Lo que s, ahora, se ha dado ms auge a la
violencia, en cuanto a: la radio, la televisin, la, la, la... los peridicos... Pero estn brindando ms importancia
a la violencia, antes no era, no se le daba importancia a la violencia..., pero igual ahora es peor
Pero no haba tanta violencia... Familiar como que era ms, pero afuera, no haba tanto, porque ahora,
la violencia, ha aumentado por el asunto de la delincuencia, de la drogadiccin, que en esos aos era un tab...
Buuuuhhhh... Yo nac en el ao 47, y en el 55 hice mi primera comunin... Tendra ocho aos, y de los ocho
aos para adelante que yo me acuerdo, -y de las palizas que me daban de antes, tambin...-, que en ese tiempo
no haba violencia en las calles... O si haba, era muy poca... Pero ms familiar, y de afuera, no tanto...
Un segundo eje de la discusin compara la violencia en nuestro pas (donde hubo dictadura)
con la de otros pases que no han vivido ese fenmeno. En todas partes hay violencia pero aqu es
diferente.
S, estaba pensando en mi experiencia en Inglaterra (...) si vemos los diarios hay crmenes y peleas en
la calle y cuestiones bastante graves... hay un sistema econmico que funciona y hay cesanta, pero hay
diferencias en cuanto al trato, en cuanto al poder. Tambin hay mujeres golpeadas y hombres golpeados, sin
embargo, yo te dira que hay aqu algo que nos ha llevado a sentirnos pasados a llevar que all no pasa... es que
ac las energas no las usamos para hacer cosas.
Aunque no somos el nico pas de Latinoamrica que vive violencia, yo creo que la historia de otros
pases es distinta te fijai? la forma de este pas tambin tiene un peso... ah hay una cuestin cultural,
histrica que va ms all de mi historia personal, de la de nosotros, de la dictadura...
Yo siento, por ejemplo, que otros pases latinoamericanos tienen identidad y tienen historia y la viven,
pero nosotros somos los super extraordinarios, el chileno nuevo rico, y... uno no tiene grupo de pertenencia
bsico, digamos, en la cual realmente poder decir yo soy chileno... porque realmente uno no sabe qu diablos es
realmente... Y entonces como esto se relaciona con la violencia, como se ejerce dentro de la violencia... ah
viene el tema del poder que se cruza adems... nosotros somos altamente discriminadores, absolutamente
discriminadores... hay otras cosas que son resabios de la dictadura, el autoritarismo institucional... por qu
diablos no se buscan otras formas de obtener rendimiento con bajo costo.

Polarizacin social
En los discursos sobre la violencia la polarizacin social aparece al mismo tiempo como causa y
como efecto de ella. La polarizacin (que es un efecto de la violencia-dictadura) tiene a su vez el
efecto de introducir la violencia en los espacios cotidianos. La vida cotidiana aparece marcada por
este fenmeno: desde las relaciones personales hasta las relaciones laborales y la manera como se
vivan las experiencias de violencia dependan del polo en el que se est.
Yo cuando entr a la universidad, la universidad estaba super polarizada y yo me acuerdo de haber
estudiado una carrera, primero estuve en ingeniera civil qumica y entonces yo era una alumna, muy buena
alumna, como estudiante y... Llego con un montn de ilusiones, con un montn de esperanzas, de huir de mi
mundo chico del colegio, de la enseanza media y llegu a la universidad, en que haba extranjeros, haba
gente adulta, tena compaeros viejos, compaeros jvenes y, primero que nada, me choc16 mucho la
polaridad, haba gente de derecha y de izquierda y tus amigos, pa estudiar y pa todo orden de cosas o t
tenas que ser o de derecha o de izquierda, los centros de alumnos eran o de derecha o de izquierda y los
profesores eran grupos, los del rea, como t decas, de administracin o economa, o del rea produccin eran
todos de derecha o todos de economa.
Cuando yo iba a las entrevistas de trabajo, por ejemplo, para conseguir mi primer trabajo, oficial (...)
tena miedo de lo que me iban a preguntar y tena, pero pnico a que me dijeran pero usted, de qu partido
poltico es?, usted qu opina de Pinochet? o qu s yo.
Yo estudi una carrera, yo estudi qumica primero, con comunistas, despus estudi una carrera de
derecha (risas) entonces eran como mundos bien, bien distintos y ... mis compaeros no protestaban, mis
compaeras iban todas con faldita, entonces yo claro, yo andaba con mochila, en esa poca iban con cartera a
estudiar, te fijai, era... era otra onda. Pero yo viv las protestas, viv los linchacos, viv los gallos17 que hacan
las molotov cuando estudiaba qumica.

6. LA VIOLENCIA SE RELACIONA CON EL PODER


Los discursos sobre la violencia establecen una relacin directa y estrecha de este fenmeno con el
poder. El poder es entendido como desigualdad en la posesin de recursos y es relacionado con la
capacidad de tener control de unos grupos sobre otros. El ejercicio del poder lleva a aquellos, que
estn en un lugar de inferioridad, a usar la violencia como reaccin. Esta reaccin puede ser de
frustracin, de defensa o bien un intento de transformar la situacin de desigualdad.
... siempre cuando alguien dice violencia yo pienso inmediatamente en esto de la posicin de poder, yo
creo que siempre va a estar enmarcado dentro de una posicin de desigualdad, cierto, esto de quin est ms
arriba y quin est ms abajo o qu posicin va a estar ocupando, digamos, una relacin en un determinado
momento. Entonces, pareciera ser, como t decas antes, esto de que cada vez parece que hay mayor violencia
por qu ser eso? Ser que a lo mejor cada vez o, bueno siempre de hecho han existido diferencias en... en las
posiciones de las personas, pero a lo mejor cada vez estamos marcando ms las diferencias. Tal vez puede ser
una forma como de entenderlo, puede ser por ah. Yo, por ejemplo, siempre me fijo en las propagandas, a lo
mejor esto de los medios de comunicacin que son tan poderosos, tan fuertes como para... para comunicarnos
y sugerirnos cosas, cierto, de quin es el mejor, quien es el que tiene ms poder, yo te digo que si alguien ve
una propaganda, el mejor, el que est ms arriba usa un determinado producto, entonces con eso estamos
dicindole a una gran parte que no va a tener acceso a ese producto que, que t eres malo y que, entonces,
vamos a estarlo frustrndolo, como decas t, y estamos, digamos, marcando una diferencia que va a...
digamos, a establecer de alguna forma ser violento con esa persona que no va a lo mejor tener acceso a un sin
fin de cosas.
A pesar que los discursos afirman que toda violencia es mala, en algunas de sus formas sta es
justificable. Uno de los criterios para establecer cundo la violencia es justificable, tiene que ver con
que sea ejercida para defenderse del poder o para transformar la desigualdad.
A m me pasa que la violencia me produce ciertas emociones pero en especial, la ms fuerte es la rabia,
pero no es la rabia por el hecho violento mismo, sino es la rabia por el manejo del poder de quin sustenta el
poder en una relacin, generalmente vertical y desde ah la violencia... as como existen formas de violencia
hay situaciones de violencia que no pueden ser comparables unas con otras... recuerdo haber ledo al Martn-
Bar cuando citaba que por ejemplo no era lo mismo la violencia que ejerca el esclavo africano que iba a ser
esclavizado, a la violencia que ejerca el europeo que est esclavizando a ese esclavo, entonces es relativo
pensar en la forma de violencia porque hay una forma de violencia entre la familia, el maltrato conyugal o el
maltrato infantil, y otra violencia que se da en contexto donde son de cambio: Nicaragua, El Salvador, Cuba,
que produce necesariamente cambio, entonces ah en m percepcin del mundo, la violencia muchas veces en la
historia del hombre ha sido generativa. Ahora s, lo que s me pasa en esa relacin de poder en donde la mayor
cuota de poder la tiene uno y establece una relacin vertical me produce rabia, una sensacin de rabia
Claro, pero yo no creo en esa frase que se acu en este pas que toda forma de violencia debe ser
criticable, que es como una visin que tiene el mundo de los partidos ms laicos o la Democracia Cristiana,
por ejemplo, siempre ha tenido ese discurso, entonces yo siento que muchas veces situaciones de violencia
social hace que personas sensibles frente a esas situaciones tengan que de alguna u otra forma levantar alguna
forma de oposicin frente a una situacin que es tan esclavizante tambin, es decir, nadie va a alegar que el
acto del atentado contra Pinochet fue un acto violento
Otra forma justificable de violencia es aquella que es cometida por personas que no tienen poder,
contra otras personas que estn en la misma condicin y que no cumplen con las normas informales
e implcitas de convivencia social.
-hace como un mes y medio atrs una paciente, o sea una funcionaria, agarr a otra funcionaria del
pelo y la pase frente a los ascensores donde est el pblico que espera para subir a los pisos, porque convive
con no s quin con no s cunto
-a una funcionaria?
-claro, una funcionaria agarr del pelo a otra funcionaria porque estaba con su marido
-ah! (risas de todos), no habas explicado eso
LOS DISCURSOS DE LA PRENSA:
NO USAMOS LA VIOLENCIA, SINO LA FUERZA
QUE EST AUTORIZADA POR LA LEY
Francisco Jeanneret
Sofa Retamal

INTRODUCCIN
El siguiente anlisis de prensa fue realizado en base a tres medios de comunicacin escritos: los
peridicos El Mercurio y La poca y la revista semanal Qu Pasa; circunscribindose a los
meses de mayo a septiembre de 1997.
En el proceso de produccin de datos, es decir, en la primera fase de reduccin del material
periodstico, primero que todo, se seleccionaron todos los artculos en que apareca la temtica de la
violencia y el poder. Posteriormente, en una segunda revisin del material, se decidi volver a
seleccionar tanto por la cantidad de material disponible como por la amplitud y diversidad de los
temas encontrados, estableciendo como criterio de discriminacin slo la violencia, lo cual
focaliz el anlisis en la relacin entre violencia y poder, ms que en ambos conceptos por
separado. Luego de esta segunda seleccin, y finalizada as la etapa de produccin del material, se
procedi a digitalizar los artculos para su posterior anlisis.
Durante el anlisis realizamos nuevas lecturas del material y se inici el proceso de
produccin de ejes en un nuevo intento de reducir y ordenar el discurso de la prensa sobre la
violencia y su relacin con los efectos que ese discurso proyecta como lugar de opresin o
resistencia.
De esta manera, se pudieron establecer cuatro ejes significativos. En un primer momento
resalta la definicin de violencia que realiza la prensa, asocindola directamente a la idea de dao,
lo cual tiene efectos particulares a la hora de valorar o significar determinadas acciones como
violentas. Sin embargo, dicha caracterstica, por s sola, no logra dar cuenta de las diferencias en el
debate sobre la violencia, por lo que la prensa realiza, en un segundo momento, un ejercicio de
tipificacin (maltrato infantil, violencia delictual, vandalismo, violencia [poltica]), fragmentando y
particularizando a la violencia. En un tercer momento, a partir del anlisis de las diferencias en la
significacin de la violencia, a travs de sus distintas formas, es que se estructura una discusin
sobre los lugares donde la violencia es plausible y posible dentro del orden social establecido,
establecindose una argumentacin y contra-argumentacin con respecto a establecer a la violencia
como un medio justificable para conseguir determinados fines.
No obstante, esta tipificacin y fragmentacin de la violencia que realiza el discurso de la
prensa presenta un quiebre, una omisin, en tanto presenta un tipo de violencia que no puede ser
adjetivada, un tipo de violencia que no logra una nominacin, que se la nombra de forma genrica
como violencia. De esta manera, en un cuarto momento, profundizamos en este tipo de violencia
que hemos denominado como violencia poltica, realizando un anlisis desde los efectos que dicha
omisin establece.
I. DEFINICIN DE LA VIOLENCIA
La violencia es definida siempre a partir de sus consecuencias. La prensa muestra as, una
asociacin inmediata entre la violencia y lo que ella produce. Estas consecuencias de la violencia
son nombradas como dao, el cual es considerado siempre como indeseable. La violencia queda
asociada a la produccin de un mal, y por tanto ilegtima como accionar, construyndose una
nocin de violencia que se fundamenta en el dao que ella produce. La idea de dao sirve para
constatar la incidencia de la violencia, en tanto menoscabo, perjuicio, malestar18 producido a
alguien o algo.
Las consecuencias se pueden utilizar como medida de la violencia, como evidencia emprica y
perceptible: mientras ms dao constatado, ms violento se puede decir que ha sido el hecho,
indicando magnitud y extensin del dao. En este sentido, la idea de saldo presente en la prensa
ejemplifica el ejercicio de cuantificacin, la cual es utilizada para determinar las consecuencias que
ocurren en los desrdenes callejeros, estableciendo los efectos nocivos que van ms all de la figura de
la vctima directa de la violencia, involucrando hechos relacionados con ella, como son las
detenciones que realizan carabineros.
Ms de 33 detenidos por desrdenes, tres carabineros con lesiones leves y daos a la propiedad pblica
era, hasta anoche, el saldo de los violentos incidentes. (10 de septiembre La poca)
Es necesario considerar al depositario del dao para poder constatar los efectos de ella, quien
se configura como vctima (depositario y unidad de medida) de la violencia. Las vctimas declaradas
por la prensa seran el nio maltratado, los estudiantes, los carabineros, la institucionalidad, los
ciudadanos, la propiedad, etc.
As como se puede identificar a las diferentes vctimas del dao, tambin se pueden establecer
formas diversas de daos sufridos en las acciones de violencia.
A partir del discurso de la prensa se desprende que el dao fsico se encuentra presente en
todas las formas de violencia y sera lo inmediato. El dao fsico se refiere a un cuerpo daado a
raz de la violencia. Este cuerpo mostrara en s la accin violenta.
Ese da, un alumno de la Universidad Tecnolgica Metropolitana (UTEM), identificado como Antonio
Marchant, fue herido gravemente en la cabeza por una bomba lacrimgena, sealaron ayer fuentes
estudiantiles de ese plantel. (10 de septiembre La poca)
Otra forma de dao es el material, que aparece en la prensa como aquel que se dirige a la
propiedad pblica y privada.
(...) cuantiosos daos a la propiedad pblica y privada dej la violenta jornada vivida el jueves en la
capital, al conmemorarse un nuevo aniversario del 11 de septiembre de 197319. (13 de septiembre La
poca)
La violencia puede incidir tambin a nivel psicolgico, en la esfera de la subjetividad personal
o individual, presentndose de esta manera unas consecuencias que pueden perdurar en el tiempo,
que inciden en las personas, y que causan sufrimientos psquicos e incluso trastornos permanentes
en la sanidad mental.
Lo que es an peor es que estas cifras20 dicen algo sobre la magnitud, pero no dicen nada sobre el dolor
emocional que estos nios sufren al ser golpeados y maltratados. (25 de mayo La poca).
De repente viene una tregua, pero la pesadilla resurge, daando seriamente la salud mental de nios y
adultos. (9 de julio La poca)
La violencia puede reproducirse como violencia, extendindose en el tiempo. Es as como el
dao puede expresarse luego en la forma de trastornos o conductas violentas aprendidas dejando
una huella que se prolonga ms all de lo fsico y lo material.
... los menores golpeados se transforman en adultos con profundos trastornos sicolgicos, proclives a
repetir conductas violentas con sus semejantes. (23 de mayo La poca).
II. NOMBRANDO A LA VIOLENCIA
La violencia es tipificada en la prensa con diferentes nombres, los cuales indican distinciones y
especificidades para cada una de ellas. Estas tipificaciones aluden al maltrato infantil, al vandalismo, a
la violencia21 y a la violencia delictual. Estas distinciones se configuran a partir de una multiplicidad
de elementos como son: el tipo de dao perpetrado, la relacin vctima - victimario especfica, el
lugar de su ocurrencia -pblico o privado-, las caractersticas propias del conflicto desarrollado, el
tipo de control a efectuar, etc.
Se puede indicar que la prensa aporta en la construccin de nominaciones que caracterizan a
la violencia, lo cual produce significaciones diferentes, permitiendo as juzgar de forma distintivas
las acciones violentas.

1. Maltrato infantil
En el contexto del maltrato infantil (asociado a la violencia intrafamiliar) el discurso de la prensa asocia
la violencia a la figura del maltrato. Apareciendo como formas aparentemente equivalentes. Sin
embargo la idea de maltrato remite a una relacin de cuidado que se ha alterado y en la que el nio
est necesariamente imbricado. En este contexto, el sujeto especfico de este dao sera el nio.
La figura del maltrato alude a una relacin asimtrica. El nio, que debe ser protegido, se
convierte en nio-vctima. Por esta razn se tratara de abuso de poder, ya que el agresor son los
padres o adultos, que son las figuras encargadas socialmente del cuidado de los nios.
En Chile se siguen considerando legtima, como un derecho de los padres, la utilizacin de la
violencia contra los nios, como forma de correccin, castigo o educacin. (29 de agosto La poca).
El maltrato, si bien consiste en dao fsico, tambin puede consistir en dao psicolgico que se
expresa en formas diferentes de omisin o transgresin del cuidado y proteccin que se debe dar a
ste.
Las tas22 saben detectar muy bien cuando un pequeo recibi un maltrato fsico no severo como una
cachetada o tirada de oreja, que no deja rastro (...); uno sicolgico, a travs de una actitud del padre o la madre
manifestada con gritos, ofensas o bajas de la autoestima; o simplemente un maltrato por omisin, es decir, a
una guagua chica que no se la muda y se la deja mojada durante todo el da. (25 de mayo La poca)
Al considerar al nio como sujeto en pleno desarrollo y aprendizaje, aparece la nocin de que
la violencia puede, en ltimo trmino, producir adultos violentos, como un traspaso de generacin
en generacin de relaciones de maltrato, afectando al ncleo familiar pero tambin a la sociedad.
Alguna persona puede decir que lo que pasa al interior de las familias donde se abusa de los nios es
que slo se afecta a ese ncleo. Grave error, pues los menores golpeados se transforman en adultos con
profundos trastornos sicolgicos, proclives a repetir conductas violentas con sus semejantes. (23 de mayo
La poca)
La familia se establece as como lugar de reproduccin de la violencia. En relacin a esto la
prensa produce un discurso donde la violencia debe ser erradicada del seno familiar, instalando a la
familia como el lugar de control y prevencin de la violencia, lo que requerira como necesidad un
fortalecimiento de dicha institucin.
Para enfrentar el maltrato infantil debemos abocarnos, ms que a una represin, a desarrollar un
trabajo en cada familia que presente este tipo de problemas, para terminar con esta situacin y a la vez
preservar esta importante unidad de la sociedad. (23 de mayo La poca)
De esta manera, se establece un tratamiento judicial generando instancias especficas para
ejercer un control sobre el maltrato dentro de la familia.
Las nuevas medidas legales que se anuncian, el mejoramiento de la ley de violencia intrafamiliar, la
creacin de tribunales de familia y otras, son positivas y tienden a crear un marco ms eficiente para combatir
la violencia intrafamiliar. (29 de agosto La poca).
Pero la prensa pone nfasis en la prevencin que habra que realizar con respecto al maltrato,
estableciendo que toda la sociedad estara implicada en dicho actuar preventivo, situando la
responsabilidad tanto a nivel institucional (estatales y privadas) como a nivel individual.
Tambin porque requiere, ms que coordinacin, la integracin de las acciones de los ministerios,
servicios e instituciones. Porque la prevencin no puede hacerse si no participan activamente, por ejemplo, los
medios de comunicacin, las organizaciones no gubernamentales, los colegios profesionales, las universidades,
iglesias (...) algn grupo u organizacin, por pequeo que sea. Qu hace usted para contribuir a prevenir el
maltrato? (29 de mayo La poca)
En sntesis, podemos decir que la temtica del maltrato infantil y su forma de control
permitira mostrar temas como el rol de la familia en la sociedad, el proceso de socializacin, los
valores que se deben entregar, la concepcin de familia que se debera tener, etc., sin
problematizarlos, ms bien indicndolos como deber ser de la familia. De esta manera, la violencia
sirve para definir desde lo negativo (lo que no hay que hacer), el cmo debe ser la familia: centrada
en el cuidado del hijo que debe darse de tal forma de no daarlo fsica o psicolgicamente. Emerge
por otro lado una nocin lejana del nio como un sujeto de derechos al cuidado y proteccin que
debe ser desplazado a otras instituciones fuera de la familia si es que sta no los cumple,
sancionando acciones de violencia, previniendo y asegurando el bienestar del nio.

2. Vandalismo
Una segunda figura con la cual se asocia la violencia es el vandalismo considerado como una
expresin injustificada de violencia. Se tratara de una violencia en que prima el dao por el dao,
la violencia por la violencia, puesto que se refiere a la ocurrida sin fines, sin una razn u objetivo
ms all de la violencia. Al no existir un conflicto o un contenido aparente en dichas acciones
vandlicas, la prensa focaliza el tema en la violencia propiamente tal.
(...) a la salida del Estadio Monumental igualmente se reencontraron los vndalos de siempre. Esta vez
sin motivos aparentes, pero con la misma voluntad injustificada para provocar desrdenes que nada tienen
que ver con un partido de ftbol. (10 de mayo Qu Pasa)
Se puede observar un ejercicio de descontextualizacin en la prensa, ya que esta violencia se
tratara de acciones que ocurren en ciertas situaciones pero que la voz de la prensa indica como
independientes: situacin y violencia no se relacionan. De esta manera, el contexto queda a salvo y
la voluntad injustificada pero intencionada (hacia el dao) de los vndalos es la que causara la
violencia.
(...) Aqu los vndalos no se conformaron con saquear y destruir completamente el recinto, que estaba
sin gente. Segn testigos, en dos ocasiones trataron de incendiarlo. (13 de septiembre La poca)
En segundo lugar, el vandalismo se sita, a diferencia del maltrato, en el espacio pblico, en
donde el objeto al cual se dirige la violencia se establece en la propiedad pblica y privada,
ejerciendo un dao netamente material.
(...) las calles de nuestra comuna, fueron tomadas por vndalos, quienes, no conformes con destruir la
propiedad pblica, atacaron la propiedad privada, robando e incendiando. (4 de septiembre La poca)
En tercer lugar, es importante sealar que se alude siempre a los vndalos y no a el vndalo,
cuestin que lo relaciona con actos ocurridos en medio de un grupo, aludiendo a que la masa
arrastrara a las personas a realizar actos exaltados. El concepto de turba utilizado en esto da seal
sobre la idea que se tiene sobre estos sujetos.
Una turba atac la tenencia La Victoria e hiri a bala al oficial a cargo del cuartel policial (11 de
septiembre El Mercurio)
La imposibilidad de la individualizacin clara que requiere la justicia, as como los contextos
grupales en que ocurren estos hechos, producen la idea de que todo puede pasar: robos, saqueos,
dao a la propiedad, etc., lo que caracterizara un estilo de accionar aparentemente anrquico. La
forma de control y tratamiento para este tipo de violencia se centra en la reaccin enrgica con la
que debe obrar la fuerza pblica.
Las acciones -que derivaron en actos de vandalismo con la destruccin de los parabrisas de cuatro
vehculos y la instalacin de barricadas con elementos ornamentales- obligaron a una enrgica intervencin de
Carabineros. (9 de septiembre El Mercurio)
En sntesis se puede decir que la idea de vandalismo aparece como una violencia netamente
irracional donde prima una masa que produce temor social en tanto no hay explicacin de los actos
y de esta manera, no se puede establecer un control preventivo ni de fondo. Esta violencia queda as
desontextualizada, incomprendida y diluida. Con esto los contenidos que esta violencia podra
tener quedan de lado, ya que han sido entendidos como puro deseo de dao, donde no habra nada
detrs. La falta aparente de contenido, la transgresin injustificada, la utilizacin del espacio
pblico para este tipo de acciones, parece requerir formas de control slo inmediatas y meramente
policacas.

3. Violencia delictual
La violencia delictual no aparece como un tema recurrente en la prensa durante el perodo en que
se realiz la investigacin, no obstante se establecen los antecedentes discursivos que presenta hoy
en da el tema de la seguridad ciudadana23 (tema que hoy en Chile se hace aparentemente ms
significativo).
La prensa pone acento en las variaciones que ha tenido la expresin de la delincuencia,
sealando una cierta profesionalizacin del actuar de los delincuentes. Se muestra de esta manera el
peligro que significa el aumento de la violencia en los hechos delictivos y los nuevos autores que
realizaran este tipo de acciones.
...este asalto demuestra que se est frente a delincuentes profesionalizados, que actan con una
violencia extremadamente alta. (22 de agosto La poca).
Sin embargo, estimaron que la realidad delictual ha cambiado en los ltimos aos, hacindose necesario
revisar los criterios con que se aplica, o bien definitivamente, establecer el pleno discernimiento a partir de los
16 aos. (24 de julio El Mercurio).
Por otro lado, la prensa genera un clima de violencia ciudadana con respecto al tema de la
delincuencia, puesto que enfatiza la inseguridad que se ha despertado por la forma como se
manifiestan los delitos (que incluso habran disminuido), describiendo y promoviendo medidas que
la misma poblacin ha empezado a realizar para defenderse de las acciones delincuenciales.
Si bien las cifras sobre delincuencia se encuentran estables y en algunos han bajado, segn los informes
de Carabineros, la percepcin que tenemos todos y en general la gente -dijo- es de amenaza, temor e
inseguridad. (20 de julio El Mercurio)
Esta inseguridad tambin se reflej en que las personas han comenzado a tomar medidas para evitar ser
vctimas de hechos delictuales, como no salir a ciertas horas, instalar alarmas en sus casas y automviles y
dejar de acudir a determinados lugares. Muchos se han organizado con sus vecinos. (27 de mayo La
poca)
La prensa, en este sentido, colabora en la construccin de un clima de desolacin y
desproteccin en cada ciudadano, frente a lo cual se desarrollan sentimientos permanentes de
desconfianza en los otros y de estrategias individuales de seguridad.
Se va estableciendo la figura del delincuente como productor de esta situacin y principal
culpable de ella. El tratamiento de la violencia que se asocia a la delincuencia se establece en el
control legal y policial, producindose una individualizacin del hechor (el delincuente) y una
especificacin del dao, en trminos fsicos e individuales, para establecer la figura del delito.
Por este hecho, los hermanos Abelino y Mariano Gonzlez fueron sometidos a proceso por el delito de
robo con violencia y daos a los integrantes del equipo periodstico alemn. (4 de mayo La poca)
En sntesis, podemos decir que la violencia delictiva queda expuesta a la pura sancin legal
inmediata y que centra la responsabilidad en un sujeto distinguible y categorizable por la
ciudadana -el delincuente-. As mismo se puede observar un discurso exterior en donde el
problema siempre lo tiene otro claramente diferenciable de uno mismo -el delincuente-, que de esa
manera queda independizado y no relacionado con un problema en la condicin social de nuestra
sociedad.

4. Violencia (poltica)
Una cuarta figura asociada a la violencia se caracteriza por la existencia pblica de un conflicto,
donde existira un contenido manifiesto, un contexto que estara otorgando una significacin a las
acciones de violencia que se describen, focalizndose, principalmente, en las acciones de los
estudiantes y las manifestaciones del 11 de septiembre24.
Esta figura, a pesar de ser caracterizada, no logra ser diferenciada por la prensa, siendo
denominada genricamente como violencia y a los sujetos de dicho accionar se les identifica como
violentistas. La violencia que aqu se presenta, a diferencia de las otras formas (maltrato,
vandalismo, violencia delictual), hace referencia a un conflicto que no es solamente pblico, sino
que se relaciona directamente con un mbito poltico, porque pone en juego un cuestionamiento al
orden instituido.
Hemos optado para fines de esta investigacin, denominar esta forma de violencia, aparecida
en la prensa, como violencia poltica, ya que da cuenta de una violencia que cuestiona, de alguna
manera el sistema social.
La violencia poltica se caracteriza por la emergencia del enfrentamiento entre las fuerzas que
representan del orden vigente y las fuerzas que se resisten de forma explcita a l. El enfrentamiento
entre policas y manifestantes aparece actuando el conflicto existente y es aqu donde la violencia se
manifestara.
Las acciones realizadas van desde tomas simblicas de dependencias universitarias hasta
enfrentamientos con personal de la polica uniformada (20 de junio La poca)
En dicho enfrentamiento, el par vctima/victimario se diluye y se entra en un debate pblico
sobre el enjuiciamiento de las acciones de violencia tanto de unos como de otros (policas y
manifestantes), a diferencia del vandalismo y de la violencia delictiva en donde no existe debate ya
que se establece claramente quin es victimario: el vndalo y el delincuente.
Cuando grupos de estudiantes salen a bloquear el paso en calles o carreteras, mediante barreras de
fuego, y en ciertos casos toman la iniciativa de atacar a pedradas a los carabineros25, los enfrentamientos con
stos resultan inevitables y ante la opinin pblica pierden fuerza y validez las denuncias sobre brutalidad
policial a que son afines los jvenes. (5 del julio La poca)
Pero tampoco se encuentra simetra en este debate, ya que el accionar de la polica sera una
respuesta a los desrdenes y est avalado por la autoridad de la ley, lo cual los deja en una posicin
de impunidad frente a los hechos. Sin embargo, esta situacin se truca cuando se presenta a las
fuerzas de orden transgrediendo la autoridad, abusando de su poder. La polica actuara como
transgrediendo el mismo orden que se supone debera defender.
Como la manifestacin no estaba autorizada, la polica irrumpi violentamente en el campus de la
universidad, apaleando a mansalva a hombres y mujeres y dejando a un periodista claramente herido con una
bomba lacrimgena. (8 de junio La poca)
En eso estaba frente a la tele cuando la veinteaera aquella comenz a preocuparse (...) al ver tamaa
desigualdad en el combate, s, porque no es justo manos limpias contra cascos, escudos y bombas. (8 de julio
La poca)
La prensa construye una descripcin del sujeto violentista que estara involucrado con estos
hechos de violencia. Se tratara de jvenes que no tienen nada que ver con el conflicto que est en
juego. Se intenta as, desvincularlos del tema de fondo del conflicto nombrando al sujeto como
violentista, e incluso como vndalo, el que, como ya sabemos, actuara sin contexto ni razn.
Son solamente pequeas minoras las que han aprovechado ese da para ejercer actos de violencia y
desmanes en la ciudad, que no tienen, en realidad, ningn sentido, puesto que no forman parte de algo que se
pueda nombrar (13 de septiembre La poca)
El control y tratamiento de la violencia poltica es abordado bsicamente desde la sancin legal
y el control policial. Se anuncia por otro lado la necesidad de una prevencin que no logra definirse,
en donde las actividades estn orientadas a prever las situaciones, controlando su ocurrencia, sin ir
a la causa directamente.
La labor de Figueroa26 es trabajar en silencio con prudencia, reflexin y tranquilidad. Precisamente
debe tratar de prever que no sucedan los hechos de violencia que anuncia. (7 septiembre La poca).
Los incidentes se desencadenaron pese a que la rectora suspendi las actividades acadmicas el pasado
lunes, para prevenir este tipo de hechos, coincidiendo con los das previos a un nuevo aniversario del golpe
militar. (10 septiembre La poca).
Esta violencia queda de esta manera significada como ingobernable y externa, considerndola
como social, histrica y producida por situaciones estructurales (institucional) o por un pasado
inmodificable (golpe militar), lo que imposibilitara algn proceso preventivo.
En sntesis, la violencia poltica es llamada violencia sin adjetivaciones, lo que da cuenta de la
dificultad para aprehenderla y controlarla. El puro control legal constituye un problema as como la
dificultad de identificar a los autores (que no seran delincuentes), lo que lleva a considerarlos
externos al problema. De esta manera la violencia poltica muestra un espacio ambiguo, en un
momento en que lo poltico no tendra por qu ser un problema (segn el imaginario de la
democracia chilena).

III. LA VIOLENCIA COMO MEDIO


La violencia es entendida como una accin, un ejercicio en funcin de fines, es decir, la violencia
puede ser entendida como un medio para conseguir ciertos fines u objetivos.
A partir de la idea de la violencia como medio se instala en la prensa un debate por la
pertinencia de sta para conseguir los fines propuestos. Se busca a travs de este debate, poder
contraponer medios razonables/no razonables. La violencia vendra a ser un medio no razonable en
tanto no conduce a los fines que se propone y en lugar de esos fines, produce efectos fuera de lo
esperado, como es el dao. De esta manera, la violencia puede ser considerada como inadecuada
para conseguir los objetivos que se propone como son: educar, restablecer el orden, defenderse y
expresarse.
Al mismo tiempo se intenta proponer una va conducente, eficaz y por tanto razonable, como
son el dilogo y la negociacin.

1. Como medio para educar


La violencia es entendida como un medio para educar cuando se asocia al tema del maltrato
infantil. Se indica que la violencia como medio educativo vendra a ser una forma habitual o
enraizada en nuestra cultura. Esta forma educativa se seala como punitiva o de castigo. La prensa
se hace cargo de esto presentando argumentos sobre la inadecuacin de esta manera de educar. Es
importante mencionar el hecho de que no aparece el interlocutor (padres por ejemplo, o quienes
apelan a la necesidad de educar con mtodos punitivos) al que refiere la prensa, con lo que se logra
instalar el argumento de la prensa de manera unilateral.
Aqu los adultos consideran que el golpe es necesario para enderezar al nio para que no se maleduque
(25 de Junio La poca).
Los fines pretendidos no se conseguiran por medio de la violencia. Lo que se conseguira
vendra a ser ms violencia, es decir, los hijos maltratados sern maltratadores o delincuentes.
Cuesta educar a los hijos. Cuesta que entiendan. Pero tal vez le interese saber que el maltrato no educa.
Todo lo contrario, la violencia slo ensea a conseguir las cosas con violencia. De hecho ocho de cada diez
presidiarios han sido maltratados por sus padres. (1 de julio La poca)
De esta manera la violencia, aunque pudo haber sido considerada como mtodo educativo, se
convierte en un elemento que no educa. Es as como se construye una idea de educacin que deja
fuera a la violencia. El mtodo educativo adecuado, o que no produce efectos fuera de los que busca
(educar), vendra a ser el dilogo que incluye los afectos que se suponen amorosos.
Educar a los nios en una relacin de mutuo respeto entendiendo que el castigo no es un mtodo
educativo sino punitivo, y que la forma de educar tiene que ser a travs del afecto. (25 de Junio La poca)

2. Como medio de expresin


La violencia se presenta como un medio para expresar contenidos, demandar cambios o manifestar
algn tipo de descontento, la cual surge en el contexto de las acciones de fuerza que se utilizan
(tomas27, manifestaciones pblicas, paros, movilizaciones, enfrentamientos).
El 1128 parece ser de las pocas oportunidades que tienen los marginados -del poder- de las
oportunidades de la sociedad para manifestar su descontento. (14 de septiembre El Mercurio)
Los muchachos han aprendido ahora dos lecciones peligrosas: que no son odos si no la revuelven y que
llegan casi hasta donde quieren cuando lo hacen. Ha sido legitimada la va del peascazo y el neumtico
encendido. (5 de julio Qu Pasa)
Se puede observar respecto de esta nocin, un consenso homogneo en considerar a la
violencia como indeseable. Sin embargo, en este contexto, se establece un debate con los
representantes o interlocutores de ideas opuestas, en el que se busca establecer, por un lado, la
necesidad del uso de la violencia como nico medio para conseguir ciertos fines que se demandan
y, por otro lado, se busca decir que la violencia como medio sera inconducente e ilegtima.
Lo ms sorprendente an es que portavoces de ese sector del estudiantado han planteado que el uso de
la violencia es legtimo y necesario, en la medida que sera la nica forma de hacerse or . (13 mayo La
poca)
La carta del 9 de julio del alcalde uono, seor Sabat, demuestra la ms absoluta ignorancia de la
problemtica universitaria. Su discurso ya es conocido, un demcrata que repudia la violencia. (...) La
radicalizacin es una medida a la cual nos vemos obligados, ya que no tenemos instrumentos legales para
cambiar el antidemcrata orden que rige a las universidades. (15 de julio La poca)
La prensa enfatiza los argumentos que buscan el abandono del uso de la violencia como medio
de expresin, argumentando que sta sera inconducente. La violencia pierde, en estas
argumentaciones, una de las partes de su carcter de medio para conseguir fines, porque o es un
medio que no consigue los fines propuestos o es un fin en s mismo. En este sentido se puede
observar que la prensa, al enfatizar las acciones de violencia por sobre los contenidos de sta,
produce el efecto de destacar el medio por sobre el mensaje.
La violencia a nada conduce y el gobierno (...) apoya firmemente y fuerte a Carabineros de Chile para
que mantenga el orden pblico.(11 septiembre La poca)
La fuerza es el medio que utilizan quienes no tienen ideas; son minoras que daan y que convierten al
debate en un enfrentamiento, desfigurando el ser universitario en toda su esencia. (25 junio La poca).
La va alternativa a la violencia, conducente y adecuada se presenta como dilogo y debate. En
este sentido, la violencia generara la imposibilidad de la solucin de los conflictos pues el
enfrentamiento anulara la conversacin. Al mismo tiempo la violencia aparece como originada en
la falta de solucin y dilogo de los conflictos. De esta manera, la violencia no slo conduce a fines
ajenos a los esperados sino que imposibilita la consecucin de los mismos.
Pero el problema de fondo vuelve a ser el respeto que debe prevalecer en este debate. En cualquier
escenario, los acadmicos han de requerir voluntad de discusin y de convencimiento; no pueden aceptar el
maltrato, la amenaza continua y la violencia como solucin a los conflictos que pueda despertar su visin
sobre los temas de universidad. (4 julio La poca).

3. Como medio para re-establecer el orden


La violencia entendida como medio para restablecer el orden civil se asocia a las acciones realizadas
por los organismos uniformados investidos de autoridad para ejercer el control y mantener el orden
de un estado de derecho. La polica es la principal involucrada en este tema.
La prensa destaca en particular la necesidad de la intervencin de uniformados en los casos de
alteracin del orden en las calles o en los recintos privados y pblicos, destacndose la
obligatoriedad de su intervencin.
En los tres ltimos planteles universitarios hubo ayer serios desrdenes estudiantiles, frente a lo cual la
polica uniformada debi intervenir rpida y enrgicamente para establecer el orden. (28 de junio El
Mercurio)
La finalidad de control que tiene el uso de la fuerza pblica, permite la realizacin de acciones
que de otra forma podran ser consideradas injustificadas y posibles de sancionar. Para esto puede
leerse el siguiente prrafo imaginando que los autores de tales acciones (lanzar bombas
lacrimgenas) no fueran policas.
Slo separado por varias canchas de ftbol se ubica frente a la Universidad de Playa Ancha la Escuela
Naval Arturo Prat, hasta donde llegaron los gases de las bombas lacrimgenas utilizadas por carabineros para
controlar la situacin (8 de julio El Mercurio)
En este sentido se nos habla de una funcin legtima que a la polica le compete, y de un poder
que ostentan para actuar. Por esta razn, las acciones realizadas por las Fuerzas Armadas y de
Orden son nombradas uso de la fuerza pblica. La nominacin alude a la finalidad de la mantencin
del estado de derecho y orden social.
El gobierno y las fuerzas policiales tienen el deber de mantener el orden pblico y, a la vez, el de
garantizar los derechos de los ciudadanos a manifestarse democrticamente (10 de septiembre La poca)
En relacin a esto surge un debate respecto del accionar de la polica. Considerando que la
violencia es indeseada por todos (as se establece en la prensa) se establece un debate pblico en
que se oscila entre categorizar el uso de la fuerza como tal o como violencia.
Quienes hablan de fuerza aluden a la necesidad del accionar de ella para la mantencin del
orden social. Por otro lado, quienes llaman violencia a esta fuerza, indican que se trata de acciones
innecesarias de control social. En sntesis, cuando se definen estas acciones como necesarias, se las
llama uso de la fuerza, y cuando se las considera innecesarias, se las denomina violencia.
Siempre hay crticas. Carabineros no acta con represin, slo restaura el orden quebrantado. No
usamos la violencia, sino la fuerza que est autorizada por la ley (9 de septiembre La poca).
Sin embargo, los representantes de los organismos que organizan el acto insisten en que la violencia es
producto de la provocacin de Carabineros y en especial del extremo rigor con que actuara la fuerza policial .
(4 de septiembre El Mercurio)
Aquello que se nombra como violencia queda inmediatamente puesto en el marco de lo
transgresor, de la ilegalidad. Cuando esta fuerza es ilegal, es nombrada como violencia innecesaria,
frente a esto se identifica al polica como autor particular de un delito.
Una denuncia por maltrato y violencia innecesaria, present ayer Lilian Navarrete (...), en contra de
los funcionarios de Carabineros que resulten responsables por la supuesta golpiza de que habra sido objeto.
(27 de septiembre La poca)
Presentaremos una querella criminal contra Carabineros, porque la forma de actuar fue inadecuada y
demasiado violenta, afirm el rector Morales (10 de septiembre La poca)
En el extremo de este debate se puede observar que incluso en aquellos casos en que la fuerza
de la polica pueda ser nominada como violenta, la funcin y necesidad que se le asigna a sta
primaran por sobre la indeseabilidad de estas acciones, quedando de alguna manera legitimada la
violencia.
Nosotros creemos que la violencia resulta indeseada por todos, pero debemos cumplir las rdenes que
imparten los tribunales de justicia. Si no lo hiciramos, estaramos dejando de cumplir nuestra funcin (23
de mayo El Mercurio)
Para la violencia entendida como medio para restablecer el orden no se plantea una va
alternativa. Esto diferencia a esta forma de la violencia como medio con las antes mencionadas.
Queda establecida aqu una necesidad del uso de la fuerza como nico medio para el orden social,
donde queda entendido que se trata de una labor encargada por la ciudadana y en este sentido
vlida.

Con esto queda evidenciada la condicin de poder que presentan estos organismos.
Al aludir a su funcin social, y fundamentalmente legal, se la justifica. De esta manera,
esta forma de violencia queda cobijada al amparo de su legitimidad, y por tanto impune.

4. Como medio de resistencia


La violencia en este caso se presenta como una forma de resistencia frente acciones policiales. Dicha
resistencia apela a una necesidad de defensa y de proteccin. En este sentido, la violencia se
establece como el ltimo medio a utilizar para evitar una intervencin judicial y policial. Consiste
por tanto en una medida de respuesta que proviene de grupos que no detentan poder ni autoridad
como la polica.
Los colonos29 advirtieron que no permitirn que nadie se acerque bajo ningn pretexto a sus hijos y si
lo hacen, que se atengan a las consecuencia, ya que ante tales acciones (de la justicia30) procederemos en
forma violenta con el fin de protegerlos. (2 junio El Mercurio)
En torno a esta idea de medio se establece un debate que expresa a dos interlocutores (los que
amenazan de usar violencia y quienes lo critican). Para los que justifican la violencia como medio de
defensa es necesario establecer primero que sera una respuesta frente a ciertas acciones que sern
significadas como amenazantes. De esta manera, se justifica el uso de la violencia.
Grupos de apoyo a la colonia31 (...) Indicaron que es la polica civil la que siempre ha actuado con
violencia en contra de los colonos, en los ltimos procedimientos. (17 de mayo El Mercurio).
Es en este sentido que estos interlocutores nominan esta respuesta como medida de proteccin
en lugar de violencia, definiendo y nominando estas acciones segn la funcin que cumplen.
Olalia Vera, amiga de la ex sociedad benefactora32, explic que los padres de los nios no hablaron de
actuar con violencia, sino que desean proteger a sus hijos de posibles interrogatorios. (3 junio la poca).
Al establecer las acciones de la polica como dainas, cabe la resistencia como respuesta,
impidiendo que ellas ocurran o que produzcan los daos que pueden ocasionar.
No solamente estn daando a los menores que acusan a un to (Paul Schaefer33), sino que a cientos de
nios que vienen junto a sus padres a disfrutar sanamente un fin de semana. (2 de junio El Mercurio)
Por otro lado se instala la discusin por la legalidad de las acciones realizadas por la justicia.
Para los que se defienden, las acciones que se realizaran sobre ellos seran arbitrarias, abusadoras,
ilegtimas.
Aadieron que entonces se inventaron hechos y han surgido con mucho odio y empeo acusaciones que
jams pudieron ser comprobadas, pero que sus acusadores, en su afn persecutorio atropellan las leyes,
violan la Constitucin, abusan del poder y proceden en forma arbitraria, pero eso a nadie le importa. (2 de
junio El Mercurio)
Frente a esto la prensa y las autoridades, a travs de la primera, se presentan como el segundo
interlocutor de este debate en tanto define la resistencia como transgresora de la ley. En otras
palabras, se entiende aqu que si existe abuso de poder por parte de las autoridades se abre la
posibilidad de resistir (legtima defensa), sin embargo, si las acciones de las autoridades y sus
representantes se enmarcan dentro de la legalidad existente, aparece como injustificada e ilegtima
una posible resistencia.
Dentro de este debate se establece, sin embargo, que la violencia es indeseada por todos los
sectores, y frente a esto se plantea la va alternativa que consiste en acatar el cumplimiento de la ley
y colaborar de manera pacfica. En este sentido, se impone el accionar autorizado por ley, frente al
cual hay un deber de obediencia.
Calific de extraordinaria esta vez la actitud de cooperacin de los colonos a la diligencia policial, que
es la que siempre se debe tener respecto de la accin de la justicia y ojal continen manteniendo la misma
actitud, acot. (21 de mayo La poca)
Asegur categricamente que si se produce el allanamiento, no opondrn resistencia y mantendrn
una actitud absolutamente pacfica. Pondremos la otra mejilla, advirti. (17 de mayo El Mercurio)
Es importante decir aqu que la prensa tiene un lugar, una posicin, en el debate sobre la
pertinencia de la violencia, estableciendo de forma ms bien unilateral las posturas en el
tratamiento de los temas. En ocasiones hace referencia a ellas sin dISCUTIR CON UN INTERLOCUTOR.

IV. LA VIOLENCIA POLTICA


Hemos querido desarrollar de manera ms extensa la violencia poltica, puesto que el lugar que
ocupa en la prensa es ms significativo que otras formas de violencia y la omisin explcita que se
realiza de ella deja entrever un discurso ms complejo (menos homogneo), que representa un
fuerte conflicto social que debe ser considerado.
La idea de violencia poltica que circula en nuestro sentido comn se asocia principalmente a lo
ocurrido en el contexto de la dictadura militar, en actos como muertes por ejecucin y
desaparecimiento de personas, torturas, prisionizacin, exilio forzado, persecucin, allanamientos,
etc.34 Se tratara de la violencia ocurrida desde los organismos de poder hacia la sociedad civil como
mecanismo de represin e implantacin forzada de una nueva economa y organizacin poltica,
legal y social.
En el contexto de la democracia la violencia poltica suele asociarse al pasado. Sin embargo,
para el momento actual que vivimos (segundo gobierno de la Concertacin post-dictadura), la
violencia asociada a lo poltico consiste en la violencia perpetrada fundamentalmente en el marco
de las movilizaciones, las marchas estudiantiles u obreras y la conmemoracin del 11 de septiembre.
En este caso por tanto, la violencia es reconocida como aquella que ocurre desde la sociedad civil hacia
organismos de poder. Se tratara de quienes al margen del poder establecido, ejecutan acciones de
violencia en funcin de un cuestionamiento al orden social.
De hecho, es posible que entre quienes se expresaron en forma ms violenta en esta ocasin haya no
slo detractores del general Pinochet, sino tambin jvenes que estn protestando contra las polticas del
actual gobierno, que sienten distantes de sus problemas reales, y que encuentren en el Once slo un pretexto
para manifestar su descontento. (14 de septiembre La poca).
La violencia suele asociarse a ideologas polticas, partidos o tendencias polticas tradicionales
que detentaran los actores de esta violencia. Es por esta razn que la hemos llamado violencia
poltica, pues se enmarca en una forma tradicional de entender la violencia poltica pero al mismo
tiempo con ciertas modificaciones. En esta forma de violencia aparecen posiciones en pugna,
bandos, entre los cuales existe un conflicto. Es as que en el conflicto universitario aparece la
rectora y los estudiantes; y en la conmemoracin del 11 los pinochetistas y los de izquierda.
Esta violencia, a diferencia del maltrato infantil, el vandalismo y la violencia delictual, aparece
un contenido problemtico, un conflicto pblico (civil), el cual se actuara y expresara en un
enfrentamiento callejero, entre los representantes del orden y los manifestantes.
Un total de 18 personas con lesiones graves, entre ellas ocho funcionarios de la polica uniformada, fue
el saldo de los desrdenes callejeros ocurridos entre antenoche y la madrugada de ayer (11 septiembre El
Mercurio)
La prensa se hace cargo de mostrar los hechos de violencia, destacando esto frente al conflicto.
La noticia se convierte a menudo en dichas acciones ms que en otra cosa, mostrando incluso la
expectativa de que se desarrollen estas situaciones (se puede mencionar como ejemplo una noticia
acerca de una marcha realizada por obreros en que no hubo violencia. Se le entrega muy poco
espacio y se escasamente se informa del conflicto).
A partir de esto se produce una controversia en relacin a la violencia de uno u otro bando,
existiendo una acusacin mutua de producir o promover la violencia.
En posteriores conversaciones, el Consejo Superior de la casa de estudios rechaz el clima de violencia
y de presin, creado y generado por los alumnos. (20 de mayo El Mercurio)
La dirigente culp al doctor Lavados por propiciar un desalojo violento por parte de fuerzas especiales
(26 de junio El Mercurio).
Es posible observar que en la prensa se busca una explicacin del origen de esta violencia en
una posicin poltica partidista, en grupos fundamentalmente asociados a la izquierda.
La violencia suele ser provocada por grupos de izquierda que viven en el pasado, y que no
representan el sentir de la gran mayora chilena, que agradece el desarrollo logrado por el pas a partir del
gobierno militar. (8 de septiembre El Mercurio)
La comunidad debe observarlas cuidadosamente, porque cuando se entra en la lgica de la violencia y
del conflicto, la discusin tiende a evolucionar sobre la base de parmetros ajenos a la universidad,
usualmente inspirados en posiciones militantes. (4 de julio La poca)
Junto con esta identificacin que realiza la prensa, la violencia es asociada a grupos
minoritarios. Dichos grupos se presentaran como entidades aisladas, marginales, que no
representaran a la mayora. Incluso se los presenta como grupos que no pertenecen a posiciones
polticas tradicionales, como seran los protoanarquistas o los vndalos, en los que no sera posible
hallar una racionalidad para su actuar. Es as que estos grupos son presentados como transgresores
a las reglas de la democracia, en tanto no encajan con la manera en que se debe opinar y participar
en el sistema, atentando as con el consenso social.
Para los propios dirigentes, esta forma de actuar es difcil de prever y contrarrestar, pero el propio
movimiento estudiantil debiera intentarlo, para impedir que algunas minoras activistas sobrepasen las
decisiones democrticas de la mayora y desnaturalicen sus objetivos (5 de julio La poca)
Se debe hacer una distincin entre los tipos de violencia poltica que presenta la prensa,
existiendo para cada uno cierta especificidad. Para el caso del conflicto estudiantil, la violencia
poltica es caracterizada como radicalizacin de las posiciones. Esta violencia llamara a una
solucin que busca resolverla a sta como problema por sobre el conflicto. Para el caso de la
conmemoracin del 11 de septiembre, se tipifica una violencia que ocurre a raz de un conflicto ya
pasado y que como tal no tiene ms solucin que el olvido.

Para ambos casos, el problema se presenta como la violencia que ocurre en el


conflicto, puesto que la solucin de fondo, que remite a un cuestionamiento del orden,
se presenta como inaccesible. Al ser ilegtima la violencia los conflictos y fines que la
sostienen pierden su legitimidad.

1. La radicalizacin del conflicto


La violencia ejercida en el marco de un conflicto estudiantil actual, es entendida como
radicalizacin, extremo.
Me preocupa haber visto esta radicalizacin en algunas formas de movilizacin que hemos observado.
Eso, ciertamente, crea violencia y situaciones realmente preocupantes, y espero que por la va del dilogo se
elimine cualquier tipo de manifestacin como hemos presenciado estos das, sostuvo. (3 julio La poca).
En este sentido, las posiciones del conflicto perderan su capacidad negociadora, dialogante,
para expresar una imposicin o una manera autoritaria de expresarse a travs de los actos de
violencia.
...la crisis implica precisamente la divisin(...), la falta de entendimiento y finalmente el extremismo al
que cada bando es llevado por impulso de sus frustraciones y por la utpica idea que en medio de tanto mal el
nico remedio posible es imponer a todos su postura, elevando el rango de absoluto. (7 de junio Qu Pasa)
El extremo, lo que excede la medida, es lo que est al lmite en el control. En este sentido la
radicalizacin aparece como preocupante, pues no slo quebranta el orden en el sentido de
quebrantar una ley, sino que rompe la normalidad misma, generando un temido y peligroso
desorden global.
Es necesario establecer el clima de normalidad institucional y eliminar la violencia y amenazas (7 de
julio La poca).
Pero este desorden para unos, viene a ser el cambio hacia un nuevo orden para quienes
legitiman medidas extremas.
La radicalizacin es una medida a la cual nos vemos obligados, ya que no tenemos instrumentos legales
para cambiar el antidemcrata orden que rige a las universidades, legado de la dictadura y legitimado por una
cuasidemocracia (15 de julio La poca)
La violencia producira una ruptura de la posibilidad de negociacin administrada en la
norma como un espacio de dilogo de posiciones, que debe poner en juego ciertos valores como la
tolerancia y el dilogo en la democracia.
El debate debe girar en torno a propuestas, y contar con un ambiente de discusin que sea
efectivamente democrtico. La fuerza es el medio que utilizan quienes no tienen ideas; son minoras que daan
y que convierten al debate en un enfrentamiento, desfigurando el ser universitario en toda su esencia. (28 de
mayo La poca)
Siempre hemos estado dispuestos al dilogo, pero a condicin de respetar la institucionalidad y sus
autoridades legtimamente elegidas, expres Lavados. (29 de mayo El Mercurio)
En este sentido, lo pacfico aparece como la forma en que esta administracin poltica puede
llevarse a cabo, en tanto se generen expresiones controladas y disciplinadas, las cuales permitan
condiciones de dilogo y negociacin. Lo pacfico apela a que todo transcurra segn un cierto
orden, lo cual se asocia a una solucin inteligente del conflicto.
Basta observar retrospectivamente el desarrollo de los acontecimientos para establecer que los
estudiantes llamaron la atencin y generaron apoyo social y poltico cuando sus manifestaciones se apreciaban
masivas, controladas y disciplinadas. (13 de julio La poca)
Afirm adems, que los intelectuales que estn concentrados en esas casas de estudios deben dar un
ejemplo al pas alcanzando una solucin inteligente, pacfica a los problemas que viven. (7 de junio El
Mercurio).
La oposicin de la prensa respecto de estas formas de violencia y conflicto se expresa en la
acentuacin que se pone de los actos de violencia mismos antes que las demandas y la
maximizacin de las expresiones que llaman a la solucin de la pugna a travs de la negociacin. La
ilegitimidad expuesta de la violencia conlleva en la prensa la desconsideracin de la posibilidad del
cambio radical en tanto se expone el deber de negociar de tal manera de llegar a consensos que
disminuyan la radicalidad de los cambios posibles.

2. Violencia y memoria
La violencia que surgira cada 11 de septiembre35, se construye como parte de una historia en la que
se distingue: un ayer, un hoy y un maana. En este sentido, se utilizan palabras como memoria,
recuerdo, o nociones como el futuro y los jvenes. Aparece un pasado significado como conflictivo
en tanto vuelve, retorna... y en este retorno se expresara como violencia.
La memoria brinca, se violenta, las imgenes, las palabras, el relato, hacen recordar. (28 de julio La
poca).
Aquello que se recuerda y que violenta sera el dolor y el sufrimiento que provoc la violencia
ejercida. Es el dao perpetrado, la cicatriz de una herida.
Hoy, una vez ms, toco mi cicatriz que tiene ya 23 aos,(...) todo el proceso racional y emocional que se
puso en ruta desde ese martes 11 de septiembre de 1973, 16 meses de crcel, las violencias vividas, el
asombro frente a tanta barbarie (28 de julio La poca)

El Ayer...
El 11 de septiembre de 1973 en Chile es entendido como una fecha significativa para todos los
chilenos. Se trata de un da en el cual se conmemora cada ao lo ocurrido en 1973: el Golpe de
Estado. Se trata por tanto de un suceso histrico y nacional.
Laura Atencio, seal que el 11 de septiembre siempre tiene un significado especial para la historia de
Chile. (9 de septiembre El Mercurio)
Este hecho histrico habra producido un quiebre institucional y profundas divisiones entre
distintos sectores de la sociedad chilena.
Para el presidente del PS Camilo Escalona el 11 DE SEPTIEMBRE es el da del quiebre institucional y la
hora ms trgica de la democracia chilena. (11 de septiembre La poca).
...el canciller Jos Miguel Insulza afirm que el 11 DE SEPTIEMBRE de 1973 produjo una dolorosa,
profunda y sangrienta divisin entre los chilenos. (12 de septiembre La poca).
Sin embargo, estas divisiones se habran transformado en algo ms all que una opinin
distinta, pues habra significado la lucha perpetrada por parte del estado con sus fuerzas militares y
apoyo poltico, en contra del sector que apoyara al gobierno de Allende36. En este conflicto se
habran provocado daos como muertes, desapariciones, torturas, detenciones, exilios, etc.
perpetradas sobre los partidarios de la Unidad Popular.
Se trata de crmenes de lesa humanidad, por cuanto se utiliz todo el aparato del Estado para
cometerlos; se realizaron con alevosa, deteniendo a las personas, torturndolas sin compasin ni lmite,
imputndoles conductas delictivas falsas, tratando de destruirlas moralmente, para luego darles muerte y
despus de ello la mentira sin freno y sin vergenza hasta hoy. Hechos de esta naturaleza no se pueden
olvidar. (13 de agosto La poca)
La violencia de los sucesos ocurridos desde 1973 y que se extenderan a travs del gobierno
militar, sera la causante directa de la violencia que se producira hoy.
Seor Director:
Su diario titula el da 4 de septiembre: Preocupacin por un Once violento.
Qu ms violento que el 11 de septiembre de 1973?... Las palabras sobran (6 de septiembre La
poca)

El Hoy...
En este contexto aparece una violencia como una forma que se reitera cada ao en esta fecha. Se
reeditara el conflicto pasado y sus consecuencias, exacerbando pasiones (des)encontradas que
parten de un recuerdo, de un pasado. De esta manera, la violencia de ayer causa la violencia de
hoy.
El prximo 11 de septiembre ser un jueves particular, porque nuevamente se activarn las pasiones
en torno a los recuerdos de una jornada que ha afectado dolorosamente la vida de todos los chilenos. (6 de
septiembre La poca)
El 11 de septiembre -todava, lamentablemente, un da festivo- sigue poniendo de manifiesto las
profundas divisiones y las heridas originadas en el todava muy reciente pasado de represin y profunda
alteracin de la convivencia democrtica. (10 de septiembre La poca)
Esta fecha es considerada como altamente peligrosa, en tanto genera graves daos. Esto habra
quedado demostrado en la violencia presente en cada 11 de septiembre posterior al golpe, lo que
permitira esperar que esta situacin se siga repitiendo.
La ciudadana, al igual que el Gobierno y los partidos polticos, slo pueden tener presente lo que en
aos anteriores ha ocurrido en esta misma fecha, con la secuela de muertos, heridos, detenidos y prdidas por
daos a la propiedad pblica y privada. (10 de septiembre El Mercurio).
La reiteracin de la violencia de cada 11 se explica como la apertura de un conflicto entre
bandos que permanece (latente) pero que se expresa en dicha fecha. Pero lo expresado aqu es la
divisin, el antagonismo de posiciones que aparecen como irreconciliadas y que representan un
conflicto social asociado a la justificacin o no de la violencia perpetrada en la dictadura. Las
manifestaciones consisten en celebraciones o manifestaciones de repudio de los hechos ocurridos en
1973, cuestin que mostrara claramente la diferencia entre sectores.
Con los ya clsicos actos pblicos de grupos antagnicos que durante el da once de septiembre
recuerdan, critican o aplauden los hechos relevantes de sus personalidades, ayer se volvi a recordar esta
fecha, que cambi la historia poltica del pas hace 24 aos. (12 de septiembre El Mercurio).
Esta violencia, anticipada y explicada desde nuestro pasado, es rechazada por el discurso de la
prensa, en base a la necesidad de revertir un conflicto que en rigor ya no estara presente en la
democracia. Es as como amplios sectores de la sociedad indican que los que ejercen la violencia
seran aquellos resentidos con aquel pasado.
El vicepresidente de la UDI37, Andrs Chadwick, coincidi con la idea de recordar la fecha en un marco
de sobriedad. Consider que la violencia suele ser provocada por grupos de izquierda que viven en el
pasado, y que no representan el sentir de la gran mayora chilena, que agradece el desarrollo logrado por el
pas a partir del gobierno militar. (8 de septiembre El Mercurio)
Es a partir de este rechazo a la violencia, pero al mismo tiempo por la expectativa que genera,
que se produce un clima de tensin y suspenso previo a esta fecha. Este hecho se acta en la prensa
en la disminucin significativa de los reportajes sobre violencia en agosto y a principios de
septiembre, promoviendo as un silencio sobre el conflicto que se aproxima. Slo se empez a
hablar del tema, y de forma sustantiva, cuando el vicepresidente de la Repblica de aquella poca,
hizo un comentario alusivo a las sospechas en el incremento de la violencia en las actividades del
11, provocando afirmaciones de apoyo o de rechazo a su intervencin.
El candidato a senador por la Cuarta Regin de la Democracia Cristiana (DC), diputado Jorge Pizarro,
dijo que no estaba de acuerdo con las declaraciones del ministro del Interior, Carlos Figueroa, cuando anunci
que el prximo 11 ser violento. Ms an -aadi- que ese tipo de expresiones pblicas genera y anticipa un
clima de enfrentamiento que no tiene por qu existir en el pas. (9 de septiembre La poca).
Se establece as el silencio como la forma de contener la angustia que genera dicha reedicin
del conflicto. En este sentido, el debate parlamentario por la eliminacin del 11 como feriado legal
pretende nuevamente el mismo efecto de silenciar, entendiendo que la exposicin social a smbolos
que se relacionan con dicha fecha, generan un ambiente de confrontacin y tensin.
Esta es una fecha triste que debiera pasar al olvido para aquietar los espritus y que debe eliminarse
como feriado. (11 de septiembre La poca)
Con todo, amplios sectores consideran que la mantencin del 11 de septiembre como feriado en el
calendario no contribuye a la pacificacin de los espritus en el pas (...) sin duda contribuyen a exaltar los
nimos en sus detractores. (14 de septiembre La poca)
En sntesis, se puede establecer que la prensa utiliza una estrategia de silenciar el debate que
se pueda producir con respecto a la dictadura del General Pinochet, sustituyndolo por la
preocupacin respecto a la violencia de hoy. Dicha situacin se presenta en tanto se seala que los
sucesos ocurridos seran inmodificables.
Lo que ocurri en 1973, nos guste o no, ya es historia (...) explic el parlamentario. Asimismo, advirti
que es funcin de la autoridad de gobierno hacer todo lo posible para evitar desrdenes. (5 de septiembre La
poca).
Y las secuelas hoy da en el pas, el tigre de Amrica Latina38? Amnesia, no hablar, callar, porque
an ah de manera oculta est el miedo, o no s qu (28 de junio La poca)

El Maana...
En el debate que se presenta para el 11 de septiembre, centrado en el tema de la violencia, aparece de
forma imperativa la bsqueda de una solucin a sta como problema en s. Es as que se sealan
frmulas de aproximacin a un maana que apelara a la unin de los chilenos.
La solucin de conflicto comn respecto de la violencia, consiste en el llamado a mirar al futuro,
un futuro claramente distinto al hoy y al pasado. Esta actitud unira en la medida en que pone de
manifiesto un acuerdo posible (respecto del futuro y del progreso del pas) ms que en las
divisiones (respecto de un pasado).
El jueves 11 debe servir para mirar al futuro, a los nios, los jvenes, a las tareas pendientes, no a los
residuos del odio. (6 de septiembre La poca)
En tanto, el vicepresidente de RN Alberto Cardemil sostuvo que (...) Lo que ocurri en 1973, nos
guste o no, ya es historia en Chile y, por ello, se debe sacar fruto del pasado para mejorar el futuro, explic el
parlamentario. (5 de septiembre La poca)
La solucin no se basa en el pasado, ya que ste sera inmodificable, sino en una actitud hoy
respecto del ayer (de no divisin), que se expresara como una actitud orientada hacia el maana.
Moreno argument tambin que, an cuando las fechas de la historia no se borran, es insostenible que
unos lloren y otros celebren el llanto de los otros, lo que divide al pas y le impide caminar reconciliado hacia
el futuro. (11 de septiembre La poca).
A travs de esta actitud se abrira la posibilidad de la reconciliacin. Este proceso sera de
relevancia para el futuro de Chile constituyndose como un deber para todos los sectores y
posiciones polticas.
El Primer Mandatario admiti, adems, que est convencido de que el 11 de septiembre no es una
fecha que una a la sociedad chilena: Ms bien la divide, y mi obligacin como Presidente, y creo que la
obligacin de todos los dirigentes de este pas, es buscar los caminos de reconciliacin, de unidad nacional y
tener la capacidad de mirar hacia el futuro. (11 septiembre La poca).
La reconciliacin superara el problema de la violencia y el enfrentamiento que genera esta
fecha. En este discurso tanto la reflexin como el olvido son dos formas que actuaran de manera
aparentemente disociadas, pero que tienen su punto de unin en la aoranza de la reconciliacin de
los chilenos. Ambas formas dejan a los actores en una situacin pasiva, en donde el recuerdo de las
diferencias y su debate abre heridas pasadas, que aparecen, desde esta posicin, sin sentido, puesto
que slo provocaran desunin y violencia.
Por su parte, la reflexin aparece, desde distintos sectores polticos, como una forma de
aleccionamiento desde nuestro pasado, como forma de no repetir los sucesos que llevaron y
produjeron la divisin de nuestro pas. Se seala que debemos aprender de este pasado para asumir
con propiedad el estado de democracia en el que estamos.
Por su parte, un grupo de hijos de autoridades de la Unidad Popular (...) junto con reivindicar el dolor
de muchos chilenos en esta fecha, aseguraron que se trata de una oportunidad para reflexionar y no para
celebrar o ejercer la violencia. (11 de septiembre La poca)
Adems, reiter que Chile siempre debe mirar al futuro y no volver al pasado, y tomar lo ocurrido como
una experiencia de la cual extraer lecciones. (12 de septiembre La poca)
La reflexin apela a una actitud de recogimiento personal, asocindola en gran medida a la
oracin religiosa, la cual apelara a un cambio individual frente a la propia posicin con respecto a
lo vivido en 1973. Es un llamado a un recogimiento que permita un cambio desde adentro de cada
persona. No es una actuacin ni elaboracin social de un conflicto, sino que es un cambio de
actitud personal, individual.
Para superar la profundas diferencias entre los que apoyaron el pasado Golpe Militar y los que
defendieron al gobierno de la Unidad Popular, Figueroa dijo que falta mucho desde dentro de cada persona,
tal como lo seal el padre Ortega en su homila: un cambio desde adentro de cada persona. (12 de
septiembre La poca)
La actitud reflexiva no llama a un movimiento, a una fuerza activa, frente a los sucesos que se
rememoran. La reflexin llama a pensar en el dolor y el sufrimiento que se produjo en 1973 y sus
aos posteriores. Sin embargo, la tristeza y la impotencia para unos, la alegra para otros, no
pueden mostrarse ni inundar dicha reflexin. La palabra se debe anteponer al enfrentamiento y la
violencia. El conflicto consistira para esta mirada en los sentimientos (producidos por experiencias
dolorosas) encontrados de los sectores, sin aludir a las diferencias reales, polticas y de proyecto
entre estos (especialmente en el pasado).
En la homila, el sacerdote Miguel Ortega (...) Llam tambin a instaurar la palabra entre los chilenos,
y no el enfrentamiento fsico usado en aos pasados y que provoc tantos dolores en las familias. (12 de
septiembre La poca)
Por otra parte, la reconciliacin se asocia tambin a un olvido de los sucesos traumticos de la
dictadura, la que en ocasiones aparece como contradiciendo la necesidad de recordar
reflexivamente.
En conversacin con la prensa extranjera acreditada en Santiago, sealaron que en Chile se ha
instalado el olvido social y se hacen denodados esfuerzos para blanquear la imagen del pasado rgimen
militar (1973-1990) y de su lder, el general Augusto Pinochet. (5 de julio La poca)
Sin embargo, dentro de este llamado de reconciliacin, apelando ya sea a la reflexin o al
olvido, aparecen voces disonantes, voces que no se reconcilian, que recuerdan, que se resisten al
silencio.
A algunos les cuesta ms que a otros reconciliarse. Carmen Gloria Quintana, la estudiante quemada
por una patrulla militar, dijo a la salida de la misa de La Moneda que no estoy aqu en seal de
reconciliacin, no estoy reconciliada con nadie. (14 de septiembre El Mercurio)
Hay que relatar, preocuparse de saber y contar lo que pas bajo el fascismo chileno. Cunta mierda,
cunto sufrimiento y dolor nos hemos guardado, dice un muchacho. Eso an est ah, hace mal. Si no te
inclinas sobre tu pasado, un da l se inclinar sobre ti. (28 de julio La poca)
Pero, como deber nacional, que involucra a todos los sectores polticos del pas, se seala
que los grupos que no olvidan son los que quedan excluidos de la reconciliacin, en tanto sus
razones para no participar de este proceso se hallaran en un plano ms bien personal que poltico.
En este sentido, los grupos excluidos de la reconciliacin no lo pueden hacer en tanto no pueden
olvidar, puesto que contienen en ellos un dao irreparable que los llevara a tener esta posicin.
Entretanto, el diputado de la UDI Ivn Moreira afirm que constituye un mito inexplicable sostener
que esta fecha divide al pas, ya que -a su juicio- los chilenos ya estn reconciliados. Indic que siempre
existir una parte del pas que jams formar parte de esta reconciliacin. Eso es legtimo, son aquellas
personas que perdieron a familiares, desaparecidos, gente que fue vctima en algn momento dado. Esa gente
jams se va a reconciliar y esa gente no es Chile, dijo. (12 septiembre La poca)
En sntesis, el tratamiento que hace la prensa del tema de la violencia en el 11 de septiembre se
focaliza en el problema de la violencia de hoy producido por un pasado que ya no se puede
cambiar. Se propone como solucin de conflicto el silencio, el olvido, la reflexin personal,
llamando hacia una actitud orientada al futuro como utopa de acuerdo nacional libre de las
divisiones sociales (en general). El pasado sera un problema YA CADUCO POR INMODIFICABLE.

CONCLUSIONES
1. Si se considera el lugar social que la prensa tiene hoy en da se podr concluir que sta tiene
un peso importante en la conformacin del discurso cotidiano de una cultura. La amplia llegada
que tiene el peridico a nivel nacional, en todos los estratos, da cuenta de su importancia. Asimismo
la prensa es usada por distintos interlocutores, figuras pblicas, polticas, sociales, como medio de
difusin e incluso a veces educativo, como medio para hacer llamados a la ciudadana, etc. La
prensa puede caracterizarse hoy en tanto funciona de fiscalizadora y en gran parte como
constructora de discursos oficiales a la manera de la voz de la ciudadana.
2. Se puede observar que la prensa distingue y nomina de maneras distintas a la violencia, con
lo que construye la nocin de que habran violencias que deben ser tratadas de forma diferencial,
pero sin olvidar el fondo comn de todas estas: el hecho de que como violencias son problemas en
tanto producen dao, sea en la forma y especificidad que sea. Lo que se mantiene es la carga
negativa que impregna a cada palabra que se relaciona con la violencia. Frente a esto se observa que
la violencia que ocurre en el mbito privado tiene otros nombres para aludirla, pero la violencia que
ocurre en espacios pblicos y sociales es nominada casi exclusivamente como violencia, incluso sin
otro adjetivo calificativo para la palabra. Las nominaciones diferenciadas conducen a considerar
formas de control y tratamiento especfico para cada una. Sin embargo se puede observar que el
control legal atraviesa todas las formas de violencia y que se centra en el dao como constante de la
violencia.
La violencia produce consecuencias que nadie desea para s, la violencia merma, resquebraja,
mata, cercena, enferma, trastorna, etc. a travs de esto se logra instalar a la violencia como un
ejercicio ilegtimo, pues pasara por sobre el otro que siempre aparece en todas las acciones
violentas: la vctima (si no hay vctima no hay delito ni violencia). El dao, de esta manera, se
instala como el criterio para sealar a la violencia como negativa e injustificable. Pero el dao
adems aparece siempre ligado a personas, con lo que la violencia aparece siempre producida en
un contexto relacional de personas, vctima y victimario, donde aparatos estatales, condiciones de
vida, situaciones sociales, no son vividas como violencia. Cabe apreciar que no se alude en la
prensa sobre lo que podra denominarse violencia estructural, con lo que se dejan fuera marcos que
pueden ir ms all de lo relacional, sin dejar de afectar a sujetos individuales o grupos.
3. La prensa, como se ha sealado, establece distintas formas de violencia: maltrato infantil,
vandalismo, violencia (poltica), violencia delictual. Realizar la distincin sobre la violencia sirve
para instalar un nuevo problema, que tiene actores especficos, con lugares y formas de intervenir
diversos. Al nombrar la violencia de maneras distintas se logra abrir y generar un campo nuevo de
significaciones y acciones posibles, del cual an no conocemos sus lmites. En el caso de la violencia
que se produce en el maltrato infantil, su nominacin tiene como efecto la consideracin de ste
como un campo de problemas con soluciones claras y con explicaciones precisas. En el caso de la
violencia poltica, que en la prensa aparece simplemente como violencia, la falta de adjetivacin tiene
por efecto provocar la inmediata carga negativa dejndola adems difusa y temida.
Adems, frente a la tipificacin que se realiza en el discurso, podemos decir que se produce un
efecto de foco y de lmite, es decir, al nombrar ciertas acciones como violentas, se deja tambin fuera
a otras acciones. Por otro lado esta tipificacin centra la atencin sobre las violencias como
fenmenos y su ocurrencia, dejando de lado violencias ms veladas o que no se dejan ver en tanto
llevan otros nombres. Se abre un campo de inteligibilidades, de acuerdos, sobre fenmenos reales
que adems llevan un juicio de valor impreso en el sello de su nombre, pero cerrando, por otro
lado, otro campo de posibles inteligibilidades que pueda abrirse a futuro. Llama la atencin que en
la prensa tanto la temtica de la pena de muerte como las acciones de fuerza policial y civil
realizadas sobre delincuentes no son tipificadas como violencia, tampoco se menciona algn tipo de
violencia social-estructural como la pobreza y las condiciones laborales.
De esta manera, cabe tambin preguntarse por qu estas acciones no reciben esta nominacin,
lo que nos llevara a considerar la existencia de un marco de legitimidades en el cual se distingue
entre lo que puede y lo que no puede ser nombrado como violento. La violencia en este sentido
sera todo aquello que no est legitimado por ley y que a partir de una forma de accin produce
dao fsico, psicolgico o material. No obstante esta definicin es pertinente, as mismo es
tautolgica. La categorizacin permite deducir a partir de unas caractersticas (del hecho) la
conclusin de que se trata de violencia, pero tambin permite nombrar algo como violento e
imputarle automticamente tales caractersticas (al hecho), lo que incluye por ejemplo, la
ilegitimidad de la violencia.
4. Respecto a la temtica de la violencia como medio, podemos encontrar debates y
argumentos centrados en establecer lo inconducente que resulta ser la violencia para todos los
casos. Esto se asocia a criterios efectivistas, racionales, a diferencia del argumento del dao que
establece una definicin natural que apela a un mbito ms bien tico. Se entrecruzan as lo racional
(instrumental) y lo tico para producir un discurso complejo que busca instalar la ilegitimidad de la
violencia. La violencia es nominada con nombres distintos a ella cuando se trata de una funcin
legtima. Se la llama educacin, restablecimiento del orden, proteccin, defensa, manifestacin para
decir que no es violencia. Cuando se nominan estas acciones con el adjetivo de violencia, dejan de
ser lo que eran y se transforman en algo nuevo. La violencia no es educacin sino castigo que no
educa; la violencia no es restablecimiento del orden sino quebrantamiento de l y abuso de
autoridad; la violencia no es demanda sino fin en s mismo; la violencia no es proteccin y defensa
sino desacato legal. Cabe mencionar una excepcin a este respecto: las acciones realizadas por la
polica son predominantemente significadas como necesarias, como un medio, aunque stas sean
violentas, una funcin necesaria para restablecer el orden, poniendo ms nfasis en el objetivo que
en el medio. Esto tiene como efecto la descontextualizacin de la violencia como fenmeno, en tanto
el debate se centra en la inadecuacin del medio y no en el contenido y razonabilidad que sta
podra tener. En este sentido, sea lo que sea aquello que se busca a travs de la violencia, como
medio es nocivo, negativo, errneo.
5. Al integrar el efecto psicosocial que se produce a partir de lo dicho en la prensa, podemos
decir que la violencia en general provoca sentimientos de temor e indefensin en las vctimas. Los
medios de comunicacin a este respecto se encargan de transmitir este temor hacia la ciudadana,
mostrando este nuevo problema social de manera exaltada y recargada. A partir de esto se genera la
necesidad de un control social sobre este problema que aparece amenazante para todas las personas.
La prensa participa por tanto generalizando el temor y aportando a generar un clima que busque la
seguridad aparentemente perdida a travs de nuevos y mejores controles y represin de los
victimarios.
La violencia se constituye como problema social en tanto cualquier persona es susceptible y se
puede ver amenazado por ella pero no porque tenga un origen social (en su construccin y
mantencin), ya que en general se tratara de individuos particulares identificables. Como
problema, y considerando su calidad daina, aparecen inmediatamente diferentes formas de
intervenir sobre ella con el fin de anularla. Ya que se le ha dado vida a un problema (la prensa), se
hace necesario matarlo (a lo menos controlarlo). Aparecen figuras llamadas al control (el Estado, la
familia, organizaciones especializadas), y tambin distintas estrategias que van desde el mero
control policial hasta la prevencin planificada. Esto tiene por efecto otorgar legitimidad a diversas
formas de control social dando pie para que el Estado, organizaciones y otros puedan intervenir
sobre los sujetos, las familias, las escuelas... en funcin de la mantencin del orden social
establecido, haciendo posible as la deseabilidad de una intervencin en el mbito privado y
personal. El Estado de esta manera se adscribe a un lugar de poder, apareciendo como un control
necesario.
Como ya se dijo, el control legal y policial es comn a todas la formas de la violencia. La idea
de control se centra en la identificacin de los sujetos victimarios de la violencia los cuales deben ser
controlados. Con esto se produce un efecto de explicacin de la violencia basada en individuos
especficos que seran causantes de los hechos y por tanto sujetos de control. Se explicita con esto
una nocin discontinuista de la sociedad, donde los elementos negativos (personas) son los que tienen
el problema y deben ser anulados (casi a un estilo higienista). De esta manera la sociedad queda
exenta de problematizacin y juicio, ya que el problema no le ataera a ella como un todo. La
clsica individualizacin que permea el discurso del control, llama a pensar sobre la escasa
comprensin que puede llegar a tenerse sobre problemticas que no slo son sociales porque daan
a cualquiera, sino que nos comprometen desde su raz como productores de un sistema social
construido.
6. Hemos querido destacar la violencia poltica por su carcter de innombrable como parte del
contexto poltico, que si bien comparte lo que hemos indicado en general con todas las formas de
violencia, al mismo tiempo se trata de una violencia diferente: se trata de unas acciones
directamente polticas, en tanto se cuestiona el orden social e institucional imperante, con una
intencionalidad de cambio. La prensa a este respecto logra preocupar por la violencia en estos
contextos, construyendo la problemtica sobre la superficie del conflicto.
Nuestro imaginario de la democracia y la reconciliacin suspende la posibilidad del discenso
expresado fuera del orden, apelando a la mayora y la negociacin en el consenso. Esto deja a la
violencia poltica impedida en tanto pretensin de cambio. Esta violencia, que en un marco de
autoritarismo puede ser significada desde una lucha, en democracia aparece como sin sentido. A
partir de esto es que la prensa enfatiza de entre estos contextos la violencia sin ms, sin contexto,
con un conflicto de fondo que no se soluciona o que es inmutable, donde la superficie, la violencia,
es lo que debe ser solucionado y controlado. La prdida del mensaje y la acentuacin del medio -la
violencia- son efectos del aparecer noticioso de la prensa. Una marcha, una manifestacin no ser
noticia si no hay violencia. Es as como el ideal del consenso parece referir a una nocin de
democracia que olvida el pluralismo y el discenso y que no soporta sobre s un conflicto que nos
hable de la sociedad tensionada por la diversidad.
En sntesis, el tema de la violencia aparece como una estrategia de control social, en tanto
construye un conflicto de fondo que no se busca resolver, pues la violencia misma sera el
problema; y por otro lado, logra una intervencin en espacios locales (por ejemplo: la familia)
imponiendo de forma a veces difusa y extendida ciertas formas y prcticas de funcionamiento del
poder necesarios para mantener el orden social establecido y la armona social quebrada por estos
problemas que aparecen como locales y particularizados. La sociedad como conjunto queda
inmaculada y el ideal social de consenso de las mayoras (en una concepcin homogeinizadora) se
impone.
7. Como ltima reflexin en trminos de la investigacin y siguiendo lo precedente, creemos
que existen, a lo menos, dos efectos conflictivos al plantear este trabajo. El primero, se refiere a
nuestra decisin de nombrar la violencia que aparece sin otro nombre en la prensa, como violencia
poltica. Quizs, con esto ltimo, slo logramos confirmar el esfuerzo tipificador del discurso de la
prensa, el cual construye formas diferenciales de violencia: con caractersticas y formas de
intervencin propias. De esta manera con la denominacin de violencia poltica se puede estar
contribuyendo a instaurar una forma ms de violencia, particular y circunscrita, lo que podra tener
como efecto el restarle el carcter y contenido poltico que tienen otras acciones que se describen en
la prensa como violentas, en las cuales aparece de forma difusa o simplemente nula su asociacin
con lo poltico. El segundo efecto tiene relacin con el focalizar el tema de la violencia como objeto
de estudio, puesto que como se ha dicho reiteradamente, provoca un segundo centramiento (por la
prensa y por los investigadores) ms bien en la forma que en los contenidos sociales de los
conflictos y sus contextos.
LOS DISCURSOS DE PROFESIONALES DE LA SALUD
QUE TRABAJAN CON SITUACIONES DE VIOLENCIA: EL TEMA DE LA
VIOLENCIA ES FUERTE,
CANSA... DAN GANAS DE ARRANCAR
Ximena Tocornal
Mara Paz Vergara

INTRODUCCIN
En nuestro pas, en el contexto del retorno a la democracia a principios de 1990, se cre la Comisin
de Verdad y Reconciliacin cuya misin era la de elaborar la historia oficial sobre las ms graves
violaciones contra los Derechos Humanos, que se haban producido desde el 11 de septiembre de
1973 hasta el comienzo de la presidencia de Patricio Aylwin (Otano, R., 1995). De este modo, a
travs de un Informe que la Comisin deba elaborar, se intentaba contribuir a la reconciliacin
nacional, luego que Chile viviera un prolongado perodo en el cual el Estado haba hecho uso
sistemtico de la violencia poltica.
En 1991, apoyndose en las conclusiones del Informe de la Comisin Verdad y Reconciliacin,
el gobierno, a travs del Ministerio de Salud, cre el Programa de Reparacin y Atencin Integral de
Salud (PRAIS) para las vctimas de violaciones de Derechos Humanos. Dicho programa se
implement gracias a la formacin de equipos de salud que proporcionaran una atencin
especializada y gratuita a los afectados y sus familiares directos, incluida la tercera generacin.
Los objetivos iniciales del programa PRAIS pueden ser resumidos de la siguiente manera:
Brindar atencin integral de salud, fsica y psicolgica, a las personas ms severamente afectadas
como consecuencia de violaciones de sus Derechos Humanos. Y extender la accin de un Servicio
del Estado hacia quienes han sido los ms afectados por la situacin de violencia represiva.
En la formulacin de este proyecto el Ministerio de Salud convoc a las Organizaciones No
Gubernamentales que haban prestado atencin a las vctimas de violaciones de Derechos Humanos
durante el gobierno militar. Inicialmente el Proyecto implic la formacin de siete equipos
multidisciplinarios que se integraron a los respectivos Servicios de Salud locales, en Iquique,
Antofagasta (Zona Norte del pas), Temuco, Concepcin (Zona Sur del pas), Valparaso y Santiago
(Zona Central del pas). En 1993 se ampliaron a 12 servicios, incluyendo Coquimbo, Maule, Osorno,
Llanchipal (LLanquihue, Chilo y Palena) y Regin Metropolitana Sur-Oriente. Los equipos
respectivos estn formados por un Mdico general, un Mdico psiquiatra, uno o dos Psiclogos, un
Asistente Social, una Enfermera, un Auxiliar de Enfermera y una Secretaria.
Durante el primer gobierno democrtico posterior a la dictadura militar (1990-1994) -cuya
conduccin fue asumida por Patricio Aylwin-, el programa PRAIS registr una alta demanda de
atencin, alcanzando a un total de 10.136 personas segn informacin del Ministerio de Salud. Sin
embargo, dicho programa tuvo una escasa difusin pblica. A pesar del reconocimiento de las
autoridades de gobierno y de los profesionales de salud mental de los equipos PRAIS respecto a la
responsabilidad de la sociedad en el proceso de reparacin, la falta de difusin del programa ha
limitado el alcance reparatorio de esta iniciativa.
Desde 1991, la demanda por atencin mdica y psicolgica ha permanecido ms o menos
constante. Los registros, tanto de los equipos PRAIS como de los organismos de Derechos
Humanos, permiten constatar que se trata de una consulta que se produce lentamente. Es posible
predecir una demanda sostenida, pero no masiva, tanto a los equipos de salud estatal como a las
organizaciones no gubernamentales de salud, ya que se ha observado que muchas personas que
recibieron atencin de emergencia, en el perodo inmediatamente posterior a su detencin,
experimentaron un alivio sintomtico inicial producto de la intervencin profesional. La
acumulacin de crisis vitales, enfermedades, prdida del empleo u otros factores pueden motivar
una consulta actual que hace emerger la experiencia traumtica como el factor determinante del
padecimiento psicolgico (Gmez y Lira, 1996).
La Constitucin Poltica de 1980 define la transicin a la democracia como un perodo que dura 4
aos, equivalentes al gobierno de Patricio Aylwin entre los aos 1990-1994. En esta lnea, la mayor
parte de las medidas de reparacin fueron definidas como transitorias y su duracin era
equivalente a la del gobierno de transicin. Algunas de estas medidas, entre las cuales se incluye el
programa PRAIS, fueron extendidas.
El 27 de agosto de 1994 el Presidente Eduardo Frei promulg la Ley 19.325 relativa a la
Violencia intrafamiliar, entendiendo que la violencia intrafamiliar es un problema social que afecta
a toda la comunidad, aun cuando se vive en el mundo privado. Se plantea como un problema social
ya que afecta a una gran cantidad de mujeres, nios y ancianos; repercute gravemente en la
sociedad y se manifiesta en el ausentismo laboral, deterioro de la salud fsica y psquica; y, al vivirla
como una forma natural de resolver los conflictos, la pareja ensea a los hijos un modelo violento de
relacin que ellos repetirn cuando crezcan (Servicio Nacional de la Mujer, 1995). La ley incluye
como sancin legal la posibilidad de obligar al agresor o, al agresor y la vctima, a asistir a
programas teraputicos o de orientacin familiar como parte de la condena, por lo cual el Ministerio
de Salud ha implementado equipos de profesionales especializados en el trabajo de esta
problemtica.
Con estos antecedentes y como una forma de transformar el programa PRAIS en una instancia
permanente del Ministerio de Salud, en 1996 se ampli su poblacin beneficiaria incluyendo las
personas que viven situaciones de violencia intrafamiliar. Con el fin de reflejar la ampliacin de su
campo de trabajo el programa cambi de nombre a Salud, Violencia y Derechos Humanos.
La ampliacin de la poblacin beneficiaria ha generado algunas dificultades en los equipos, ya
que ellos consideran que al atender situaciones de violencia intrafamiliar se estara desatendiendo
el carcter poltico del dao infringido a la poblacin vctima de violaciones de los Derechos
Humanos.
Con el paso de los aos, desde 1996 hasta 1998, la poblacin atendida por violencia
intrafamiliar ha ido en un progresivo aumento, alcanzando hasta un 90% de los casos en algunos
equipos, mientras que la poblacin que consulta por violencia poltica se ha mantenido o
disminuido segn las particularidades de los lugares en que se insertan los equipos. En todo caso,
cabe destacar que las problemticas por las que consultan quienes vivieron directamente la
violencia poltica han ido variando en el tiempo. Es as como se mantienen las atenciones por casos
crnicos y se introducen en un mayor nmero las demandas de atencin por la problemtica del
retorno del exilio, de los hijos de padres detenidos-desaparecidos o ejecutados polticos.
Esta situacin se enmarca en el contexto social y poltico del segundo gobierno democrtico
-conducido por Eduardo Frei Ruiz-Tagle-, en el que el escenario poltico se ha caracterizado por los
esfuerzos concertados de los distintos sectores polticos que han privilegiado el consenso con miras
al desarrollo futuro por sobre las diferencias en relacin al pasado.
En este sentido, se puede entender que el Programa PRAIS contine teniendo una escasa
difusin pblica, situacin que ha contribuido a generar una suerte de marginalidad de los
profesionales que all trabajan con respecto a los servicios de salud locales en los que se insertan.
ILAS ha seguido de cerca el proceso de los equipos PRAIS a lo largo del tiempo, ya que se hizo
parte desde un comienzo en la creacin del programa, acogiendo el llamado del Ministerio de
Salud, y ha implementado a travs de los aos supervisiones peridicas del trabajo clnico de estos
equipos. Estas supervisiones se han desarrollado, ya sea en terreno o en reuniones en Santiago a las
que asisten miembros de todos los equipos a nivel nacional.
En el marco de esta investigacin, recogimos durante los aos 1996 y 1997 un valioso material
con respecto al trabajo y dinmica de estos equipos. Para la produccin del material se elabor el
registro de diarios de campo realizados durante las supervisiones, ya sea en el lugar mismo en que
trabajan los equipos o durante las reuniones que se realizaron en Santiago. Los diarios de campo
integraron tres elementos esenciales:
- los dilogos producidos por los profesionales de los equipos de salud sobre el tema de la
violencia, transcritos para su anlisis posterior.
- la observacin participante del contexto de supervisin.
- una descripcin general del trabajo que realizan estos equipos y los cambios que se han
producido en ellos, en relacin a las intervenciones en la temtica de la violencia.
El anlisis que a continuacin presentamos intenta reunir aquellos temas que en los relatos de
los profesionales resultan ms relevantes con respecto a su trabajo, en el programa de salud que
antes eran los PRAIS y que hoy da lleva por nombre Salud, Violencia y Derechos Humanos. Para
organizar el material, ste se ha agrupado en torno a los siguientes ejes temticos:
I. Caracterizando la violencia: describe el paso de la violencia poltica a la violencia
intrafamiliar como campo de trabajo y especifica las dificultades que han tenido los equipos en este
cambio.
II. Constituyndose como equipo: agrupa las dificultades relacionales y las dinmicas de
trabajo de estos equipos, resultando especialmente relevante el tema de las jerarquas al interior de
los equipos.
III. Relacionndose con otras instituciones: contiene las caracterizaciones que los
profesionales de salud realizan de sus relaciones institucionales, siendo un tema especialmente
tratado, la relacin con la instancia de supervisin a cargo de ILAS.

I. CARACTERIZANDO LA VIOLENCIA: DE LA VIOLENCIA POLTICA A LA VIOLENCIA INTRAFAMILIAR


En los relatos de los profesionales de los equipos de salud que trabajan con violencia se puede
apreciar la separacin que se construye entre la violencia poltica y la violencia intrafamiliar,
aludiendo a que cada una tendra orgenes distintos.
Un subprograma es PRAIS y otro programa es la violencia intrafamiliar. Ambos subprogramas
implican diferencias en cuanto a la poblacin potencial que se atiende, porque el origen de la violencia es
diferente.
Adems, se manifiesta explcitamente la necesidad de mantener la divisin, haciendo
referencia a que la particularidad de cada violencia debe sostenerse porque estn asociadas a
significados distintos. En este sentido, en el caso de la violencia poltica, lo que est en juego, es el
pasado y sus consecuencias.
...yo creo que es bueno trabajar con violencia, pero ponerle el nombre a cada tipo de violencia y seguir
mantenindolo porque si no, bueno, va a entrar en el olvido ms absoluto...
Ahora bien, los profesionales plantean que la introduccin de la violencia intrafamiliar en el
trabajo de los equipos de salud ha sido un proceso difcil, que ha generado resistencias.
-.... nosotros, al igual que los equipos antiguos, seguimos como PRAIS. Por que el nombre nuevo es
muy largo, no me lo puedo aprender. Si total es igual sobre Derechos Humanos.
... con el cambio creo que algo se pierde.
De esta manera, se relaciona la incorporacin de la violencia intrafamiliar con la nocin de la
prdida de identidad del equipo, ligada anteriormente al tratamiento de la violencia poltica, lo que
tendra directa relacin con el cambio de nombre del programa. Esta situacin es vivida como
amenazante, permitiendo entender las resistencias frente al cambio.
As, el tratamiento de los pacientes vctimas de la violencia intrafamiliar, a diferencia de la
violencia poltica, es percibido como impuesto desde afuera y frente a lo cual habra que intervenir
con nuevas herramientas, desconocidas por los profesionales. Con esto, se construyen las
justificaciones que permiten mantener y reproducir la separacin entre ambas temticas y sus
posibles intervenciones. De esta manera, en los relatos se establece la nocin de que al incorporar la
problemtica de la violencia intrafamiliar, se duplica la carga de trabajo, es decir, se debe responder
al trabajo en dos frentes considerados excluyentes.
Me interesa revisar qu ha pasado con la llegada de un trabajo desde afuera de la labor del PRAIS.
Complementariamente a eso me interesa darle una mirada ms tcnica respecto a la violencia intrafamiliar.
Es importante revisar esta doble funcin del equipo, poder iniciar una conversacin de ello y as
empezar a entenderse. Fue difcil pasar de la violencia poltica a la domstica, ha sido difcil trabajar en el
tema, yo ya no tena ganas de hacerlo a medida que iba pasando el tiempo.
En esta lnea, se entiende la violencia intrafamiliar como una tarea nueva y desconocida, que
genera en los equipos malestar y rabia. Esta situacin respondera a la percepcin de que el
programa, a travs del tiempo y gracias a la introduccin de la temtica de la violencia
intrafamiliar, se va desperfilando en cuanto a sus lineamientos y motivacin original. sta se defina
como la posibilidad de reparar desde el Estado, a travs de las instancias de salud pblica, a las
personas y familiares directos de violaciones de los Derechos Humanos.
Yo me perd del grupo... me vi absorbida por el tema violencia, todo mi tiempo era eso, ahora recin
estoy viendo al equipo de nuevo, acercndome, conversando sobre lo que otros conocen de la violencia (...)
siento que el programa de violencia intrafamiliar se comi al programa de violencia poltica, y eso provoc
rabia, pas a ser el tema principal, tom centralidad...
Por otra parte, en los relatos se alude a que los sentimientos ms comunes asociados a la
atencin de casos de violencia intrafamiliar son la rabia y el tedio. En este sentido, lo que estara
latente sera una sensacin de impotencia, de frustracin ante la expectativa de poder producir
cambios significativos en la prevencin y el tratamiento de la violencia intrafamiliar.
Lo que ms cuesta son los ingresos del VIF39, tienes que tener mucha paciencia con los pacientes que
son tediosos. Este es el trabajo del grupo ms inesperado, que tiene menos control, no se sabe lo que llega y
cmo llegan los pacientes. Es importante poder conversar con otro esto de la recepcin de pacientes por que si
no el costo de esto es el tedio. Se empieza a frustrar por que no se encuentran soluciones, eso es algo que hay
que discutir en equipo.
... es que la rabia frente al VIF se traduce en la sensacin de incapacidad profesional, qu puedes
hacer?, qu hago aqu?...
En los relatos se enfatiza la especificidad que implicaba la tarea original del programa, en
trminos de ser la nica instancia de salud que atenda a las vctimas de la violencia poltica, lo que
se desdibuja a raz de la atencin de personas afectadas por violencia intrafamiliar, ya que esta
problemtica es abordada por diversos profesionales de la salud y del mbito jurdico.
El tema de la violencia le compete a todo el consultorio, no es algo desconocido, Derechos Humanos es
lo que le compete a PRAIS all. Todo el mundo acoge pacientes de violencia intrafamiliar.
As, en los relatos se va construyendo la nocin de que el paso de trabajar con la violencia
poltica a la violencia intrafamiliar ha sido un cambio importante, que es vivido slo en su
dimensin de prdida, sin apreciar ninguna ventaja o posibilidad de enriquecimiento para el
equipo y su trabajo. En este sentido, lo nuevo es percibido como negativo, de modo que se
experimenta una sola cara del cambio, no dando espacio a las expectativas e ilusiones de mejoras,
que todo cambio conlleva.
El VIF me ha potenciado el desgaste, la impotencia, algo nuevo y ms difcil, agobiante. Lo domstico
no es ni apasionante, ni comprometido y eso ramos nosotros.
Es interesante destacar que todas estas reflexiones construidas en torno a la temtica de la
violencia intrafamiliar se refieren nica y exclusivamente a la violencia conyugal, siendo sta una
posibilidad dentro de la multiplicidad de las formas que al interior de la familia, la violencia puede
adquirir (como por ejemplo el maltrato infantil, el abuso sexual, etc.)
La violencia conyugal se entiende como un tipo de relacin interpersonal que contiene una
serie de caractersticas especficas: vnculo simbitico, imposibilidad de salirse de la relacin,
autogeneradora de ms violencia, etc.
...la pareja sin ese vnculo no puede vivir. El relacionarse violentamente es una forma de vida... la
dependencia a la persona que las golpea es un obstculo para cualquier cosa. Los golpes, por mucho tiempo,
son un vnculo simbitico que impide cualquier cosa, como que nadie se puede meter en eso.
Tambin, se alude a que la violencia intrafamiliar puede ser producto de una patologa de uno
de sus miembros y que, generalmente, se le adjudica a los hombres.
Es importante ver de qu estructura o patologa estamos hablando... en el mejor de los casos es de
dependencia y poder, en el peor de los casos tiene que ver con psicopata y grados de sadismo en el hombre, ah
s que no hay posibilidad de intervenir. Cuando es de dependencia y poder emocional, ella se va, en algn
momento vislumbra que la trat mal y resulta genuino.
De esta manera, las formas de entender la violencia intrafamiliar oscilan entre ser descritas
como un tipo especfico de relacin destructiva o como el resultado de una patologa individual
localizada en el hombre. Ahora bien, estos enfoques estn presentes en la reflexin sin ser
percibidos como contradictorios.
Los profesionales refieren que en la prctica, la detencin de la violencia intrafamiliar dice
relacin con un proceso secuencial, que primero experimentara la mujer gatillando as, la
posibilidad de que, en un segundo momento, el hombre tambin inicie el suyo. Parece ser que lo
que est en juego es la nocin que se tratara de dos procesos, que aunque encadenados, se daran
de forma aislada.
Cuando aparece el quiebre es cuando la mujer termina su proceso y el hombre ah abre su proceso.
Ellos piden oportunidad, ese hombre tom conciencia, pide ayuda y la mujer ya no quiere... por que la
relacin est deteriorada, ellos piensan que despus del proceso van a volver con ellas.
Asimismo, en los relatos se manifiesta que la nica forma en que se puede superar una
relacin de violencia conyugal es poniendo fin a la relacin, lo que implica la separacin de la
pareja.
Los relatos van incorporando la nocin de gnero como una variable que influye en el
tratamiento, es decir, el proceso de atencin tendra elementos diferenciales segn se trate de
hombres o mujeres.
-Esto implica una diferencia entre el trabajo con mujeres y hombres?
-En terapia con mujeres es primero trabajar con la pena y mucho despus aparecen ciertas convicciones
o fantasas de lo violentas que ellas pueden llegar a ser. El hombre llega de otra manera, no empieza hablando
de su pena, jams, empieza dando explicaciones.
... en el hombre interviene tribunales, son muy pocos los que llegan por ellos, por lo general es parte de
la pena (legal).
Las diferencias en el tratamiento psicolgico aluden a la lgica vctima v/s victimario, en
trminos de que los hombres se ubican en un lugar de victimarios y que deberan ser re-educados,
porque son enjuiciados ticamente. En cambio, la mujer se percibe como la vctima de la relacin de
violencia, por lo que necesita ser acogida y acompaada en su proceso de elaboracin de la
situacin vivida.
Las mujeres llegan diciendo que la han pasado muy mal, necesitan que alguien las confirme, en cambio,
en los hombres tiene que ver con la toma de responsabilidad, que alguien les diga lo que estn haciendo, que
los pongan en evidencia.
La dinmica, vctima v/s victimario, se reproducira en el equipo tratante segn el gnero de
los profesionales, producindose una identificacin entre terapeuta y paciente del mismo sexo. En
este sentido, no slo se realizara la separacin de vctimas y victimarios entre los pacientes, sino
que los equipos, al reproducir esta lgica entre ellos, contribuiran a la mantencin de esta visin
dicotmica, no permitiendo construir un enfoque comn en el abordaje de esta temtica.
A veces sucede que las mujeres nos identificamos con ellas y nos da rabia con los que trabajan con los
hombres, tirndoles la pelota a los terapeutas... Una posicin ms punitiva, moralizadora ah se aboca la
discusin del equipo, y los que trabajan con hombres no lo han asumido. Entonces, para tomar una decisin
todos tienen que estar de acuerdo y no lo hay. Esto como punitivo como que dificulta el trabajo.
Sin embargo, los relatos plantean que con el paso del tiempo y la experiencia acumulada, la
categora vctima/victimario se relativiza, al incorporar elementos patologizantes en las mujeres
consideradas anteriormente como vctimas. De esta manera, parece ser que la nica forma de
entender y tratar el problema de la violencia intrafamiliar desde una visin compartida por todo el
equipo sera el resignificar la relacin, patologizando a ambas partes.

... AL PRINCIPIO ESTBAMOS LLENOS DE TEMORES, LAS MUJERES ARRASTRANDO HISTORIA DE GOLPES,
HISTORIA DE DOLOR... MUJERES QUE AVANZABAN EN EL PROCESO Y DECIDAN DEJAR A LA PAREJA
CON LAS CONSECUENCIAS ECONMICAS DE ELLO, SINTINDONOS RESPONSABLES DE ELLO. CREO
QUE AHORA ENTIENDO ALGO MS DE UNA RELACIN DE ABUSO Y NO MUJER AGREDIDA Y HOMBRE
AGRESOR, QU ES LO QUE LE PASA A LA MUJER Y AL HOMBRE, LA PENA Y LA RABIA SE DISTRIBUYEN
SIN TANTA DIFERENCIACIN, EMPIEZAS A VER PATOLOGAS DE Ellas que antes no las vea.

II. CONSTITUYNDOSE COMO EQUIPO

1. La dinmica del equipo


En los relatos los profesionales hacen reiteradas alusiones a ellos mismos como un grupo humano que
trabaja en equipo. En estas referencias, uno de los aspectos ms relevantes se relaciona con el carcter
especial, que le otorgan a su trabajo en funcin de las rasgos individuales de quienes conforman el
grupo. En este sentido, cabe destacar la definicin que hacen de ellos mismos como salvadores, lo
que implica un alto grado de omnipotencia que los cohesiona a la vez que los exige.
... siento que no es casual que estemos en un equipo, en un trabajo de este tipo que hacemos nosotros
como especial (...) yo creo que hemos aprendido, no s... desde haber nacido con la idea de salvadores, sin
embargo, hemos ido puliendo esa cosa tan como primitiva y hemos ido trabajando y aceptndonos no
solamente en lo intelectual... Yo creo que no es casual, no es casual...
En esta lnea, los equipos intentan sistemticamente marcar sus diferencias con respecto a
otros equipos de salud que se insertan en el sistema estatal, ya que perciben como amenazante la
posibilidad de ser homologados a los funcionarios pblicos. Pareciera ser que lo que se est
remarcando y defendiendo es la identidad del equipo dada por la especificidad de la tarea.
...nos estamos acostumbrando a ser simples funcionarios pblicos que hacen su trabajo y se est yendo
pa la casa, no? sin... y perdiendo el cuerpo, el cuerpo de equipo, y un equipo que trabaja en rea de la salud
que no es cualquier rea, se trata de violencia, que requiere de una compenetracin, de un entendimiento, de
una comprensin de cada uno de nosotros, mucho ms profundo que si yo trabajo en alcohlicos o el
tratamiento de los pacientes hipertensos, es totalmente diferente.
Estos profesionales manifiestan que su rea de trabajo, es decir, la temtica de la violencia,
requiere de una dinmica especial al interior del equipo. Lograr esta dinmica de equipo se vive
como una necesidad -ya que de lo contrario, el trabajo implica un gran desgaste personal-, y como un
deber autoimpuesto el lograr una relacin ideal en el trabajo. Sin embargo, segn los profesionales, en
el logro de esta meta se interponen una serie de dificultades, entre ellas, la rotacin del equipo.
... vamos quedando cada vez menos, ahora se va uno del equipo, se va el psiclogo, el mdico, se fue la
doctora, somos menos del principio. Qu pasa con esto de la rotacin del equipo o yo ser la que est mal que
se queda?
En este sentido, frente a la prdida de uno de los profesionales del equipo, la incorporacin de
una nueva persona es percibida como otra dificultad, en el sentido que lo nuevo podra hacer
peligrar las similitudes y afinidades del grupo.
Lo importante es que a nosotros nos da pena que se vayan, compartimos un pensamiento comn en
violencia y en otras cosas, va a ver un vaco grande, pero quin va a llegar. Entonces tenemos que estar unidos
para que llegue gente con cosas similares a uno.
Por otra parte, a pesar de la imagen de cohesin grupal, en algn momento en los relatos
surgen diferencias importantes que se relacionan con las perspectivas propias de cada profesional,
lo que tiene que ver con el carcter interdisciplinario de los equipos. Nuevamente, esta situacin es
vivida como amenazante, subrayndose slo los aspectos negativos, en alusin a que esto traera
disgregacin en el grupo de trabajo.
A nosotros nos importa un enfoque comunitario. Es bueno tener miradas distintas pero eso de repente
te disgrega.
Me gustara comentar algo, no tenemos claro algunos conceptos(...) Hablar de neurotransmisor, y otro
hablando de modelos de aprendizaje es imposible conciliarlo, son paradigmas distintos, lo social, lo mdico, lo
psicolgico, as yo pienso que es una prdida de tiempo, lo que tenemos que hacer es tomar decisiones en
conjunto.
Ante la percepcin de fragmentacin de la visin grupal, con respecto a los distintos enfoques
de cada profesional, surge en los relatos una invocacin al compromiso como un elemento
unificador.
...yo me refiero al encuentro de gente que est en este caminar todava, en distintas reas quizs, quizs
ya no en el mismo partido, pero s encausando, encausando este compromiso a travs de distintas cosas, por
ejemplo, este PRAIS...
Sin embargo, al mismo tiempo que se introduce el compromiso como una base comn para
alcanzar la dinmica de equipo deseada, aparece en los relatos la nocin del compromiso como una
exigencia de parte del grupo hacia cada uno de los miembros. En este sentido, se plantea una
crtica, al percibir esta exigencia en todos los mbitos.
Lo que yo percibo del grupo es que hay distintos grados de tolerancias (...) hay modelos ideolgicos
distintos, el psiquiatra, muy mdico y la asistente social, muy social. La asistente social lo que le pasa es el
compromiso, lo que ella quiere es que estemos todos igualmente comprometidos y eso no puede ser,
compromiso con el programa, con el tema... pero para m el trabajo no es todo. Yo he percibido en ella la
presin de eso, he visto la molestia.
En este marco, en los relatos aparece una queja en relacin a la posibilidad de la actividad
interdisciplinaria, que en la prctica conlleva dificultades. En este sentido, se va construyendo la
nocin de que el trabajo interdisciplinario es una ilusin, lo que redunda en considerar el trabajo en
equipo como una situacin difcil de alcanzar.
... es que eso es lo que me da rabia, porque la gente me dice que tengo suerte, que trabajo con un equipo
interdisciplinario pero no pasa...
... uno se engancha con los casos y uno quiere hacer los contactos para que avance y si eso no pasa
como que te molesta... el psiclogo no me pesc, y me da lata, antes era como ms trabajo en equipo...
Ante esta situacin, aparece como una necesidad el explicarse la causa de las dificultades del
trabajo en equipo, frente a lo cual surge con fuerza el relacionar dichas dificultades con la temtica
que trabajan, la violencia.
... a lo mejor el trabajar en violencia, o sea, a lo mejor es una de las consecuencias de trabajar en
violencia, que el equipo no es capaz de generar por s solo esos espacios
... el tema de la violencia es fuerte, se cansa de estar juntos, de hablar de lo mismo, dan ganas de
arrancar... si hay malas relaciones, uno est ah no lo puede evitar...
Al ubicar la fuente de sus problemas en la temtica abordada, en un lugar anterior a la
conformacin de los equipos, stos quedan sin la posibilidad de realizar cambios en su quehacer.
De esta manera, la nica solucin ante el impacto percibido en los equipos al trabajar con violencia
es promover espacios de reflexin y detener el trabajo, de modo de implementar el cuidado del
equipo, ya que de otro modo, ste es vivido como absorbente e invasivo.
... seguimos funcionando sobre una base de hacer, hacer, hacer, de cosas que vienen de arriba, pero
resulta que el trabajo con la violencia domstica est empezando, entonces se necesita mucha reflexin, se
necesita parar cada cierto tiempo, detener la mquina y volver a reflexionar sobre lo que estamos haciendo, si
no, nos estamos absorbiendo demasiado...
Yo siempre estoy diciendo oye cuidmonos chiquillos... porque paremos un poquito y que s yo y a
veces a lo mejor soy pesada cuando digo si se puede acoger, se acoge, o si no, no, no ms, porque o si no vamos
a reventar.
En un primer momento la bsqueda de soluciones ante el carcter absorbente del trabajo es
promovida colectivamente, pero sin resultados, lo que contribuye a que las medidas concretas para
obtener un descanso sean ms bien individuales. Sin embargo, al depositar el cuidado del equipo
en las personas particulares, las medidas posibles a tomar dependern de sus caractersticas
personales. Esta situacin alimentara la percepcin de la fragilidad del equipo.
-yo he optado, y lo digo francamente aunque parezca de un flojo, por tomarme licencia mdica cada
cierto tiempo. Porque o si no, no tengo otro recurso... yo no puedo sentarme y parar con todo mi equipo...
-yo te digo, si yo voy a pedir un da administrativo me duele el alma, me cuesta muchsimo... te juro, es
que poco menos que llego calladita as, me cuesta, me cuesta mucho.
-Es que eso es un sentimiento de culpa burdo, que tienes que elaborar, yo lo elabor y me lo com
Ahora bien, en los relatos aparece una reflexin sobre la constante evaluacin negativa que los
mismos profesionales realizan del equipo y sobre la ausencia de una valoracin positiva que
permita rescatar los elementos constructivos con los que cuentan.
En el equipo no nos toleramos el cansancio, es la autoexigencia... cada vez que hacemos una reunin
clnica, yo creo que nunca nos valoramos, que si hacemos una evaluacin, es que fue muy rpida (...) El
equipo funciona solo, pero no lo apreciamos
A esta altura es importante seguir valorndose como equipo, ver cmo lo hacemos y afiatarnos

2. El tema de la autoridad: vertical versus horizontal


En los relatos de los profesionales, el definir su trabajo como especial, implica considerar que el
ejercicio de la autoridad tambin tendra una cierta particularidad con respecto a lo que
comnmente ellos consideran como la forma de ejercer la autoridad, es decir, en un sentido vertical.
Adems, esta idea se fundamenta en la nocin de que entre los miembros del equipo se debera dar
una relacin interpersonal que se basa en el compromiso de cada uno con el programa y que
asegurara un clima de trabajo ptimo.
... nuestro trabajo es distinto, en qu sentido... el funcionario pblico escribe una cartita, si es que se la
piden y da una explicacin a una institucin que es ms bien abstracta, ms despersonalizada. Pero nosotros
trabajamos cara a cara... entonces, en ese sentido del cara a cara ms el compromiso que nos une ante esta
tarea, yo creo que es vlido que el jefe te cuide, no en el sentido de autoritarismo, pero s en el sentido de las
relaciones interpersonales, de la comunicacin.
En este sentido, los profesionales dicen que lo que se espera es que las personas sean
autnomas en su trabajo y responsables en su labor, por lo que la nocin de autoridad como una
entidad externa, coercitiva, que vigila el trabajo, se va desdibujando, para dar lugar a una nocin de
autoridad internalizada en cada uno de los miembros del equipo.
Yo espero que las personas respondan por conciencia y no por obligacin. Me pasa que ellos se toman
libertades (...). Ahora, si alguien confunde libertad con libertinaje, eso nos perjudica, no se puede confundir
flexibilidad con hacer cualquier cosa.
A m me parece que cada uno de nosotros debe saber cundo est cumpliendo y cundo no est
cumpliendo, yo creo que aqu nadie es el guardin del trabajo del otro...
Sin embargo, esta expectativa pareciera ser difcil de alcanzar en el contexto del trabajo de
estos equipos, lo que segn los relatos redunda en implementar una forma vertical de ejercer la
autoridad, dificultando las relaciones interpersonales entre quien personifica la autoridad al interior
del grupo y los dems miembros.
... a la coordinadora la tratan de usted y ella de t. Todos somos profesionales, pero la dificultad de
expresarse de forma horizontal... eso es un problema, ella est muy arriba y nosotros muy abajo... no le
podemos decir a la coordinadora que se olvida de hacer informes, porque es la jefa.
Ahora bien, se afirma que el papel de la autoridad debe consistir en facilitar que cada miembro
del equipo se haga cargo de sus responsabilidades, lo que se relaciona con una concepcin de
autoridad que se aleja de quien da rdenes. Esto ltimo, segn los relatos, se fundamenta en los
valores polticos y sociales que seran similares y movilizaran al grupo.
Uno tiene un lugar difcil, de tener que trabajar dando directrices, pero coincido contigo en que el ser
jefe, en este equipo, resulta difcil... a veces tiene que ver con concepcin de vida, lo que valoras y no, todos
coincidimos en eso. Yo he notado que el coordinador le ha puesto mucho empeo en lograrlo, ha puesto
esfuerzo en lograr una cosa ms espontnea, de no corregir...
Asimismo, se reconoce la dificultad de mantener un ejercicio del poder libre de relaciones
verticales, ya que, por un lado, esto sera impuesto desde una instancia superior, es decir, vendra
dado por la estructura institucional del sistema de salud, y, por otro lado, se reconoce que en
algunas ocasiones sera necesaria la verticalidad. En este sentido, lo importante sera distinguir los
momentos en que las relaciones interpersonales deben ser horizontales o verticales.
Creo que es difcil trabajar en algo horizontal, siempre hay algo vertical, hay algo que obliga de repente
a estar en el otro lado, pero siempre tener algo horizontal, pero no se puede todo el tiempo, hay momentos que
se requiere ser vertical. Pero hay un asunto de responsabilidad que no puedo eludir, esto funciona de manera
piramidal, me gustara que fuera distinto, pero estoy adentro. En otros momentos podemos compartir de igual
a igual, pero todava no lo tenemos claramente diferenciado cuando s cuando no.
... yo siento que la jerarqua es vlida, que existe, que no necesariamente es autoritarismo ni nada de
eso...
Todo lo anterior se relaciona con la percepcin de que el manejo de la autoridad hace
referencia directa al contexto poltico, en trminos que la verticalidad se asemeja al autoritarismo,
ligado estrechamente con la dictadura militar.
-Pero por qu en reuniones informativas t tienes que sentarte all, del otro lado de la mesa, si fuera
una labor represiva te creo, pero en qu te ayuda eso.
-Porque estoy dando instrucciones, lo percibo as, en las reuniones administrativas me parece que tiene
que ser as.
Ante la equivalencia entre autoridad vertical y dictadura militar, el ejercicio del poder produce
complicaciones relacionales al interior del equipo, por lo que se prefiere evitar la jerarqua, teniendo
como consecuencia el temor que miembros del equipo no cumplan, ya que en la prctica se
confirma segn los relatos que las personas no tienen el mismo grado de responsabilidad. Esto
redundara en la necesidad de implementar medidas de control que nuevamente se homologan a la
represin. De esta manera, se va construyendo la nocin del poder como un lugar rechazado pero a
la vez necesario, es decir, que contiene elementos contradictorios.
-... cada uno tiene una responsabilidad... yo creo que la mentalidad de funcionario pblico es cuando t
esperas que te llamen la atencin.
-s, claro, de esperar que venga el jefe o el pap.
-o el pap y te diga vaya a hacer las cosas mijito!
-exacto y eso, por lo menos yo no me lo permito... me parece que en este tipo de trabajo no puede ser.
Ahora yo creo que s a lo mejor produce relajo en algunos...
-Estamos enfermos de dictadura! (risas)
-claro, yo por lo menos, eso ojal que no lo tenga nunca. Si eso es una falta de una cualidad para
coordinador, no me importa no tenerla.

III. RELACIONNDOSE CON OTRAS INSTITUCIONES


En los relatos de los profesionales de estos equipos se afirma su distincin y especificidad de la
insercin del programa al interior del sistema de salud pblico. El carcter diferencial tiene por
efecto desdibujar los lineamientos que unen a este programa con el servicio de salud local como una
instancia jerrquica. Esto contribuye a la necesidad de una mayor cohesin grupal que fomente la
identidad, ya que, con respecto al sistema de salud general en el que se insertan, no estaran
definidos, claramente, el rol y objetivos de estos equipos.
... no estamos enmarcados en las reglas del servicio, no es que necesitemos que nos vigilen, ni que nos
supervisen que hagamos el trabajo. Estamos encuadrados en el servicio estatal, como funcionarios estatales
pero no somos eso, nuestro contrato no es como los otros. Es como que somos y no somos. Nosotros somos
nuestra nica referencia, no somos como el resto del servicio.
En relacin a lo anterior, pareciera ser que al introducir la problemtica de violencia
intrafamiliar se produce una mayor relacin con la instancia superior ya que, con respecto a esta
temtica, los relatos plantean que los servicios presentan una poltica especfica, dando direcciones
concretas que cumplir, situacin que no ocurrira en relacin al tratamiento de la violencia poltica.
... desde los servicios... hay un inters explcito del jefe del servicio, de que nosotros nos aboquemos
principalmente a la violencia intrafamiliar.
Empezamos a tener ms dependencia directa del servicio, ellos validaban ms lo de la violencia
intrafamiliar.
Esta misma situacin sucedera con respecto a los espacios fsicos en donde cada equipo se
inserta, generalmente en los consultorios. En relacin a stos, el abrirse a la temtica de la violencia
intrafamiliar, se ha generado un cambio en los vnculos de estos equipos con el resto del
consultorio.
Con el tema de Derechos Humanos no tenamos mucho que ver con el consultorio, PRAIS estaba ah
pero era eso, algo particular. Con el tema de violencia tuvimos ms que ver con el consultorio. Adems que
ellos tenan el concepto de pacientes PRAIS como criticones, exigentes y a nosotros igual.
...Es una cosa de validacin. Nos cost validarnos en el consultorio, tenamos constantes dificultades
con los pacientes PRAIS, y ahora ms encima que conviven con pacientes VIF, que es algo como ms
enmascarado.
Por otra parte, los equipos de salud tambin describen en sus relatos la relacin que entablan
con la instancia de supervisin a cargo de ILAS. Lo primero que manifiestan es que dicha
supervisin ha sido el nico espacio, de capacitacin y reflexin sobre su trabajo que se les ha
brindado y que, por lo tanto, es de gran relevancia. En los relatos se deja entrever la percepcin de
aislamiento y abandono que estos equipos manifiestan con respecto a la institucin global en que se
insertan.
-la funcin del supervisor ILAS?
-lo primero que me surge es que existe, es la nica, no tenemos otra supervisin. Entonces, a m lo
primero que me surge es eso, que existe alguien que nos dijo algo de lo que estbamos haciendo... lo que haya
sido lo que nos dijo, pero que existe, eso para m es muy importante. Yo dira que si ILAS no estaba, no haba
nada... hubo gente que vena a hablarnos y que nos daba algo de vuelta y eso es una cosa super importante...
En este sentido, la instancia de supervisin aparece en los relatos como un espacio facilitador,
desde el cual un tema que surge con fuerza por parte de los profesionales, es la necesidad de
pertenencia a la institucin de salud pblica.
La supervisin de ILAS me trae a la memoria inmediatamente todo lo que me ayud a situarme, a
encontrar mi espacio (...) me dio vuelta que no estaba perteneciendo realmente a un espacio ms amplio sino
que solamente estbamos conteniendo nosotros. Y yo creo que desde all empec a caminar para pertenecer a
otros y hoy da me siento perteneciendo a algo, aunque est o no de acuerdo con la institucin donde estamos
(...) tengo un sentido de pertenencia y eso yo lo veo como el punto de partida de la primera supervisin
ILAS.
De esta manera, el tema de la pertenencia a una instancia ms global atraviesa los relatos, y
pone de manifiesto el lugar de marginalidad y aislamiento en el que se encuentran estos equipos.
En los relatos, la supervisin, adems de facilitar la pertenencia a otras instancias, se plantea
como un espacio en el cual se trabajan las relaciones humanas, en la lnea del cuidado del equipo,
asunto que los profesionales por sus propios medios no realizaran.
... ILAS es el espacio que permita ya no hablar de que administrativamente... que las estadsticas no s
que... que cuntos casos tenemos que atender... que cuntos eran de esto y de lo otro, sino poder hablar de lo
que nos pasaba a nosotros, de quines ramos, de lo que nos estaba pasando y que nunca nos paramos en hacer
eso...
Las supervisiones cumplen un rol de apoyo a los equipos, un rol de apoyo que el ILAS ha intentado
incorporar a los equipos de salud, un rea que siempre fue un vaco... a nadie le preocupaba qu le pasa a la
gente que trabaja en salud. (...) Junto con permitir incorporar los autocuidados de los equipos, nos apoyan en
el trabajo tcnico...
En esta misma lnea, se entiende que la instancia de supervisin genere en ellos un nivel de
expectativas muy alto, idealizando este espacio, a la vez que surja en los relatos una queja con
respecto a la labor de los supervisores, en el sentido de tratar problemas relacionales que quedaran
abiertos. De esta manera, se ubica a la supervisin en un lugar contradictorio ya que, por una parte,
esperan hablar y solucionar sus problemas interpersonales pero, por otra parte, si esto no se
cumple, se responsabiliza a los supervisadores, poniendo en ellos las causas de los problemas
suscitados luego de la supervisin.
Yo creo que generalmente se crean expectativas, frente a lo que se puede lograr o frente a hablar sobre
las relaciones interpersonales del equipo... van a resolver cosas que estn como incomodando y dificultando el
funcionamiento y en verdad, yo creo que s ayudan, pero que tambin, de repente, nos han dejado con
situaciones muy complejas del punto de vista al interior de cada uno, que no las puedes decir, que tienes que
hacer grandes esfuerzos para separar esas cosas porque nos han dificultado en algunas ocasiones incluso ms
el funcionamiento. Yo creo que eso tiene que ver con que uno se crea grandes expectativas frente a la
supervisin
... uno dice viene el ILAS y la expectativa es que se nos van a solucionar todos los problemas, uno con
el tiempo aprende que en realidad no es tan as, que los problemas no pasan porque los solucionen ellos...
Ahora bien, en algn momento de los relatos aparece una reflexin en torno a su participacin
y responsabilidad en la bsqueda e implementacin de medidas para solucionar sus conflictos. Sin
embargo, frente a la supervisin se presenta la dificultad para integrar y poner en prctica las
sugerencias propuestas.
-el ILAS solamente no basta, no es suficiente, el ILAS nos da las pautas para poder seguir y nosotros
no le hemos hecho caso...
-nos hemos sentado ah... en nuestro autocuidado
-y claro, ahora, nos han entregado un montn de herramientas, nosotros las utilizamos mientras
estamos con el ILAS, dos o tres das despus del ILAS y despus acumulamos, acumulamos, acumulamos.
Adems, de la dificultad de integracin de lo recogido en supervisin, los relatos plantean que
la relacin que se ha establecido con la instancia de supervisin es de dependencia, que en un
primer momento es percibida como necesaria, sin embargo, con el tiempo se afirma que esta
relacin de dependencia tiene que cambiar.
... la dependencia que se ha producido... de alguna manera me hice como dependiente de las
supervisiones en un principio, y era un poco mi bastn para el miedo que me daba este programa...
... como le dije una vez a un profesional del ILAS: nosotros partimos como niitos pero ya somos
grandecitos, por lo tanto podemos hacer cosas nosotros mismos y lo que ellos nos han enseado, podemos
hacerlo nosotros tambin, as que primero se dio una dependencia, pero despus...ahora yo no me siento para
nada dependiente del ILAS...
Con respecto a la dependencia, aparece en los relatos una crtica a la dinmica entre los
equipos y la instancia que los supervisa, en cuanto a la relacin de poder, en el sentido de la
percepcin de verticalidad en el trato, que en ltima instancia, respondera a la ubicacin que cada
parte le otorgara a la otra.
... yo sent como no una relacin horizontal (...) no hubo compenetracin: ustedes estn all, nosotros
estamos ac. Hablen ustedes, nosotros les respondemos. Yo creo que es un estilo de trabajo, pero creo que es
una relacin vertical que no me gusta, creo que no es solamente responsabilidad de ellos, yo creo que en parte
es responsabilidad de ellos, pero nosotros tendemos a ponerlos a ellos como en esta cosa, como los
solucionadores nuestros.

CONCLUSIONES
A partir del anlisis de los relatos es posible subrayar algunas reflexiones con respecto al
funcionamiento de los equipos de salud mental que abordan la temtica de la violencia.
Es importante destacar el efecto que ha tenido en estos equipos, conformados originalmente
para tratar a las vctimas de la violencia poltica, la incorporacin de la temtica de la violencia
intrafamiliar. Para ellos este cambio ha sido vivido como una amenaza, puesto que se asocia al
desperfilamiento del programa y a la prdida de la identidad de los equipos.
Estos equipos han tenido que implementar nuevos canales de comunicacin con otras
instancias que tratan la problemtica de violencia intrafamiliar tales como los tribunales, los
programas de salud municipales, etc., situacin que ha marcado un fuerte contraste con respecto al
lugar de marginalidad y aislamiento desde el cual se haban ubicado y haban estructurado su
identidad institucional. Las resistencias al cambio que estos equipos han manifestado guarda
estrecha relacin con la nocin que han construido de los cambios, como entendidos slo en sus
aspectos de amenaza, sin rescatar ningn aspecto positivo. En otras palabras, los profesionales de
los equipos registran slo una cara del cambio, la de ruptura y prdida, no permitiendo que
aparezcan los elementos de proyeccin y posibilidad que todo cambio conlleva.
El funcionamiento general de estos equipos puede ser entendido desde la polaridad
omnipotencia/impotencia, en el sentido de que los discursos de los profesionales oscilan entre
asumir como un deber el solucionar de una vez por todas todos los problemas que se relacionan con
la violencia o ubicarse en un lugar limitado y frustrante frente a los conflictos que, segn ellos,
provienen del contexto externo. As, las limitaciones son percibidas, ya sea como producidas por
otros (servicio, consultorio, etc.) o son ubicadas en la temtica general de la violencia.
Esta situacin se ve reflejada en la relacin de estos equipos con las instancias de supervisin,
con el Servicio de Salud, con el consultorio, con los tribunales, etc., en las cuales se tiene la
expectativa de producir cambios radicales, que al no lograrse en la prctica, producen un alto grado
de frustracin e impotencia, ya que al ubicarse las limitaciones en el exterior del equipo permite
mantener la ilusin de solucionar todos problemas y, por lo tanto, de que la impotencia no merme
la omnipotencia. De esta manera, los profesionales de los equipos se ven inmersos en una lgica
que los atrapa, a la vez que les permite mantener una dinmica de funcionamiento ante la que
reconocen una serie de dificultades, pero que consideran que no depende de ellos cambiarla.
Los profesionales de estos equipos construyen relaciones con diversas instancias que oscilan
entre la idealizacin o la devaluacin, es decir, configuran visiones dicotmicas y polares, en donde
consideran que todo est bien o todo est mal. En consideracin a lo anterior, basta un aspecto
negativo para pasar de la idealizacin de una institucin a una devaluacin.
Los discursos de los profesionales que trabajan con violencia asimilan el poder al
autoritarismo, por lo que el tema de la jerarqua se construye como un aspecto complejo en la
dinmica de equipo. Los profesionales evitan ubicarse en una posicin de autoridad, sosteniendo
que el poder slo puede ser aceptado en la medida de que cada uno se haga parte, asumiendo su
cuota de responsabilidad en el trabajo. Ahora bien, esto en la prctica no sucede y, por lo tanto, se
admite con recelo la necesidad de mantener una autoridad vertical.
LOS DISCURSOS DE LAS FAMILIAS QUE VIVIERON SITUACIONES DE
VIOLENCIA POLTICA:
TENAMOS QUE SER FUERTES Y DEMOSTRARLES QUE NO NOS HABAN
VENCIDO
Ximena Tocornal
Mara Paz Vergara

INTRODUCCIN
En Chile, la represin poltica ejercida durante el rgimen militar (1973-1990) se dirigi hacia
aquellas personas que haban tenido una activa participacin poltica en el perodo de la Unidad
Popular. Si bien la experiencia represiva era dirigida sobre personas particulares, hemos podido
apreciar, a travs de la experiencia clnica, que esta vivencia produce un impacto generalizado a
nivel de todo el sistema familiar, siendo vivido por cada familia de modo nico y particular.
Por otra parte, el uso de la violencia poltica, al buscar la desarticulacin de grupos sociales
organizados en torno a una ideologa poltica disidente, tambin implic para las personas
directamente afectadas la prdida de sus compaeros y amigos que se vinculaban a su red social.
Es posible tipificar la situacin de las familias de acuerdo al hecho represivo, entendindose
que hubo familias que vivieron ms de uno de estos hechos: familias monoparentales por padre
detenido-desaparecido o ejecutado poltico, familias exiliadas, familias que vivieron perodos de
clandestinidad, familias con uno o ms de sus miembros detenidos, torturados y/o secuestrados.
En algunos casos, hubo padres que se entregaron a los represores con la esperanza de proteger
a sus familias, como fue el caso de nios canjeados por sus padres, o padres que no escaparon y
permanecieron en sus hogares, sabiendo que iban a ser detenidos. No fueron pocos los casos en que
estos nios estuvieron a cargo de parientes o amigos, una vez desaparecido el padre y detenida la
madre. Algunos nios, adems, estuvieron temporalmente a cargo de padres sociales, en hogares
para nios en el exilio, mientras uno de sus padres permaneca en Chile de forma clandestina.
Adems, el exilio complejiz las dinmicas familiares, sumndose a la detencin, el secuestro o
la desaparicin de uno o ambos padres. El conjunto de la familia vivi el desarraigo inserta en una
cultura, muchas veces ajena en su totalidad, y con un serio aislamiento social debido al
desconocimiento del idioma local. Por otra parte, cuando las familias permanecieron en el pas, se
empobrecieron y aislaron, producto del estigma social y del miedo adscritos a la condicin de
familiares de personas perseguidas por la dictadura militar.
La desaparicin de uno o ambos padres, generalmente ocurri en la temprana infancia de los
jvenes o durante el embarazo de la madre. Lo ms comn fue la desaparicin del padre, y por lo
tanto, fue la madre la que qued a cargo de los hijos. Los nios no siempre fueron informados de la
situacin de sus padres, instaurndose una suerte de acuerdo invisible, a partir del cual el nio no
haca preguntas que pudieran angustiar a la madre. En este sentido, se dieron muchos casos de
nios que vivieron una dualidad radical entre el mundo familiar y su insercin social en la escuela,
donde era necesario ocultar su historia como una forma de proteccin.
De hecho, hubo casos en que los jvenes, aos despus intentaron realizar la bsqueda de su
padre, ante las explicaciones contradictorias y ambivalentes de sus familiares. De este modo, se
pudo observar la imposibilidad de ocupar el lugar infantil que les corresponda a estos nios, frente
a una realidad amenazante que alter las dinmicas y las funciones familiares en forma relevante.
A partir del trabajo teraputico con estas familias, podemos caracterizarlas como
traumatizados extremos (Becker, D.; Castillo, M.I., 1990), haciendo referencia a una vivencia
traumtica que no ha sido posible integrar; que desborda tanto la estructura psquica del sujeto
como la estructura del sistema familiar, y que es producto de la violencia institucionalizada y
legitimada por parte del Estado como forma privilegiada de ejercicio del poder. Producto de este
proceso, se generan una serie de efectos a nivel de la salud mental, una compleja sintomatologa
que atrapa al sujeto en su condicin de vctima de la traumatizacin, generando una suerte de
equilibrio enfermo que afecta la estructura de la familia y al desarrollo normal del ciclo vital de
sus miembros (Becker, D.; Castillo, M. I.; Gmez, E.; Kovalskys J.; Lira, E., 1989).
En trminos generales, la sintomatologa que presentan los miembros de las familias que han
vivido directamente la represin poltica consiste en crisis de angustia, ansiedad permanente,
insomnio, pesadillas y enfermedades psicosomticas. En varias ocasiones, los sntomas son
reactualizados o desencadenados por hechos polticos significativos en relacin a la violacin de los
Derechos Humanos: hallazgos de Pisagua40, declaracin frente a la Comisin Verdad y
Reconciliacin41, Informe Rettig42, Ley de Reparacin43.
La mayora de estas familias consultan por atencin psicolgica durante el perodo de
adolescencia de los hijos. Son los padres (madre) que piden atencin teraputica para sus hijos por
conductas antisociales, drogadiccin, conductas agresivas con violentos ataques al resto de la
familia, problemas de fracaso escolar repetido y/o graves conflictos con los padres y hermanos. En
otros casos la consulta se origina por crisis familiares especficas: enfermedades de la madre,
intentos de suicidio y muerte de un familiar cercano.
A veces consultan los adolescentes mismos o los adultos jvenes, por fracasos en la
construccin de vnculos de pareja, embarazos precoces, separaciones, fracaso laboral, sentimientos
de no pertenencia en los grupos de pares, y/o dificultades de insercin en el pas luego de exilios
prolongados. Los adolescentes y adultos jvenes (17-22 aos) que retornan al pas luego de 10 a 17
aos de exilio, se sienten diferentes, no conocen las costumbres ni los cdigos implcitos de sus
pares, estn inseguros y tienen graves conflictos de identidad.
El anlisis que presentamos a continuacin, fue realizado en base a material extrado de la
experiencia clnica con familias que vivieron situaciones de represin poltica. Para tal efecto, se
revisaron las fichas clnicas de un nmero significativo de terapias familiares e individuales
realizadas en nuestra institucin desde 1990 hasta 1997. En algunos casos, se cont con
transcripciones literales de las sesiones y en otros, la historia familiar fue reconstruida en base a las
fichas clnicas y a entrevistas realizadas a los terapeutas. Adems, y de modo de enriquecer el
anlisis interpretativo, se recogieron una serie de textos, escritos con anterioridad, por
psicoterapeutas de nuestra institucin con vasta experiencia en el tratamiento de familias afectadas
directamente por la represin poltica. De esta manera, el material analizado en la presente
investigacin estuvo compuesto por:
transcripciones de sesiones teraputicas
reconstrucciones de historias familiares
entrevistas a los terapeutas.
Una vez recogido el material, se procedi a realizar un anlisis interpretativo buscando dar
cuenta de los efectos que la violencia poltica ha tenido al interior de la vida familiar. Luego de
reiteradas lecturas del material y de varias reuniones de discusin terica, hemos organizado el
anlisis en tres temas centrales que ilustran la problemtica de aquellas familias que han
experimentado directamente la violencia poltica. Estos son:
I. Caractersticas de las relaciones familiares: se describen los efectos que ha producido la
violencia poltica en las relaciones familiares, especficamente con respecto al grado de distancia
afectiva entre los miembros de la familia y el entorno, y las dificultades en la relacin entre padres e
hijos.
II. Efectos transgeneracionales: se discuten y analizan los efectos subjetivos y relacionales,
que han ejercido sobre los jvenes o la segunda generacin la violacin de los Derechos Humanos
de algn miembro de la familia, generalmente de uno de sus padres. En especial se tratan los
intentos de los hijos por ser autnomos e independientes de sus familias, los problemas en su
insercin social y las dificultades para formar relaciones de pareja estables y duraderas.

III. METAMORFOSIS DE LA VIOLENCIA: SE DESCRIBEN LAS RELACIONES DE VIOLENCIA QUE OCURREN AL


INTERIOR DE LAS FAMILIAS Y SU VINCULACIN COn la experiencia traumtica.

I. CARACTERSTICAS DE LAS RELACIONES FAMILIARES


En el contexto de la experiencia clnica con familias que han vivido situaciones de violencia poltica,
hemos podido apreciar que la situacin traumtica ha afectado la estructura familiar44,
producindose cambios en las relaciones tendientes a la mantencin de un precario equilibrio que
permita la supervivencia del sistema familiar.

Con respecto al funcionamiento familiar, en los relatos de estas familias surgen con
fuerza dos temas que dicen relacin con la distancia afectiva entre los miembros de la
familia y con las dificultades surgidas entre padres e hijos en un contexto social que ha
exigido por parte de ellos continuas modificaciones y reestructuraciones para lo grar una
frgil adaptacin.

1. Distancia afectiva: tan lejos, tan cerca


En las familias que vivieron situaciones de represin poltica es posible observar dificultades en el
establecimiento de lmites45 claros y flexibles, ya sea entre los miembros de la familia o entre sta y
la comunidad. Estas dificultades en la demarcacin de lmites se presenta en dos modalidades
opuestas. Por un lado, en algunas familias los miembros van construyendo fronteras marcadas y
rgidas entre s, alejndose ya sea fsica o emocionalmente de los integrantes de la familia, de modo
de protegerse y proteger a los otros de reeditar las vivencias asociadas a la situacin traumtica. Por
otro lado, tambin tras vivir experiencias represivas, ciertas familias presentan lmites rgidos frente
a la sociedad, hacia un medio percibido como hostil, y fronteras difusas entre los miembros de la
familia por la intolerancia a la diferenciacin, que es vivida como reedicin de la prdida de la
estabilidad familiar y deslealtad frente a las demandas de cohesin familiar. De esta forma, es
posible apreciar que estas familias desarrollan estrategias de adaptacin polares y extremas,
configurndose relaciones familiares ya sea desligadas o aglutinadas.
Estas estrategias fueron funcionales para la familia, en un momento dado, como respuesta a la
amenaza proveniente del medio. Sin embargo, con el paso del tiempo y debido a la dificultad de
elaborar las reiteradas prdidas -familiares, amigos, proyectos, pas, etc.- se vuelven rgidas y
disfuncionales, generando una serie de dificultades en el proceso de crecimiento e individuacin de
los miembros a lo largo de las distintas etapas del ciclo vital.
En familias que vivieron la prdida de uno de los padres -generalmente la figura masculina-,
se presentan fronteras rgidas con el contexto social del sistema familiar y lmites difusos entre sus
miembros. Existe la sensacin de que es la unin entre los miembros lo que les ha permitido
sobrevivir en un contexto social percibido como amenazante.
Siempre hemos salido los dos adelante, es la nica forma de que estemos los dos bien. (...) Yo me
acuerdo, por ejemplo, que cuando yo estaba en cama mi mam llegaba, ella fue para m no ms, o sea ella era
por su hijo y nada ms. Su vida la dej a un lado por m.
En estos casos, cuando el padre no est, la madre debe suplir las tareas del padre ausente.
Esto, adems de sobrellevar la prdida que ha significado para ella el desaparecimiento o la muerte
de su pareja en situaciones que generan sentimientos de desamparo, impotencia, rabia, culpa y altos
niveles de confusin. De esta manera, la tarea de cuidar a los hijos puede convertirse en una
instancia de compensacin, en la cual los niveles de preocupacin y ansiedad latente entre madres e
hijos son importantes, no permitiendo un normal desarrollo de los hijos, ya que stos estn
constantemente preocupados de no preocupar a sus madres. De este modo, se restringen tanto para los
hijos como para las madres, las posibilidades de explorar otras relaciones afectivas ms all de lo
que permiten los rgidos lmites construidos por la familia.
Durante aos ella fue muy aprensiva. Se preocupaba mucho por m y era bien espantoso. Yo me
preocupaba por m, por ella, porque ella no se preocupara por m, entonces terminaba loca. Asuma yo el no
preocuparla.
La familia es percibida como el nico lugar en el cual se puede confiar, ya que desde el exterior
proviene la amenaza y el dao. De este modo, se van construyendo relaciones simbiticas entre los
miembros, al interior de las cuales las necesidades y debilidades son negadas. La dificultad para
reconocer y aceptar las propias necesidades con respecto a la madre, genera altos niveles de rabia,
especialmente en los hijos, y luego sentimientos de culpa que se expresan en temores de que algo le
pudiera suceder a la madre. Estos temores, en muchas ocasiones, pueden haber tenido una base
concreta proveniente de los acontecimientos del contexto social, o bien, ser alimentados por
sentimientos de rabia no expresados.
Senta que mi mam era todo, y como nunca me ha gustado ser dependiente me daba rabia eso tambin,
como que no quera sentir que era dependiente de mi mam, si al fin y al cabo lo era, tal vez lo sigo siendo,
pero que le fuera a pasar algo a mi mam era una cuestin que me quitaba el sueo, realmente, y no era capaz
de reconocerlo tampoco.
Otro tema que ilustra las dificultades de estas familias es el tema de una nueva pareja de la
figura parental, ya que esta situacin supone la incorporacin de una persona extraa en el sistema
familiar. Las mujeres que han quedado solas, luego de la muerte o la desaparicin de su pareja,
experimentan sentimientos de ambivalencia hacia la posibilidad de formar nuevamente un vnculo
de pareja, sentimiento que es reforzado por los hijos.
...Yo le pregunt por qu no se juntaba con otra persona, entonces ella me contest de que no, porque
ella no aguantara que otra persona viniera a llamarnos la atencin a nosotros o que se metiese en nuestros
problemas... que una persona ajena a nosotros se metiera con nosotros. Aunque para ella digamos,
ponindome en el lugar de ella, creo que le hara falta... yo en cierta parte soy medio celoso con mi madre, para
m el nico padre es el que est hoy desaparecido y para m no va haber otro.
En los casos en que la madre ha constituido un nuevo vnculo de pareja, la relacin que se
establece con la persona extraa es vivida con distancia por los hijos. Esta situacin puede explicarse
dada la dificultad de elaborar la prdida en los casos de desaparicin del padre, entendiendo que al
establecer lazos afectivos con alguien que pudiera sustituirlo, podra contribuir a afirmar la muerte,
no constatada del padre, situacin que es vivida como una deslealtad.
Mi mam tiene una pareja... y yo lo quiero harto, pero siento que l nunca... a ver, l siempre esper
que mi pap llegara y asumiera lo que tena que asumir l. No s si era porque l no se encontraba capaz, o
porque sencillamente pens que no era su funcin no ms. Yo lo quiero harto, harto, harto, por todo lo que l
ha sido, por todo lo que l ha hecho, pero no lo siento como mi pap por ningn motivo, es como si lo sintiera a
l como de afuera, mirndote.(...) No siento como ese apego que siento con mi mam, no, no es lo mismo.
Tambin se describen en los relatos, situaciones en las cuales los hijos han quedado
desamparados y desprotegidos luego de la vivencia traumtica, como la salida al exilio en
condiciones de clandestinidad o luego de perodos prolongados de detencin de los padres.
Inmediatamente despus del hecho represivo, al interior de las familias la centralidad de la tarea de
cuidado y contencin afectiva de los hijos se posterga para dar lugar al resguardo de la seguridad
personal y familiar, a la prioridad de las tareas polticas, a la bsqueda del familiar detenido o
desaparecido. En algunos casos, las caractersticas del medio social y familiar se transforman,
afectando el desarrollo y el crecimiento de los hijos a la vez que los padres no pueden satisfacer ni
adaptarse a las necesidades de contencin de los hijos.
Yo tena 10 meses en el momento del golpe militar, mis paps pasaron inmediatamente a la
clandestinidad, y por seguridad no pudimos vivir juntos. As que viv con mi mam y otro hombre,
aparentando ser una familia comn y corriente. Todo esto dur 4 aos... tenamos que cambiarnos con
frecuencia de casa y de identidad. En ese tiempo vea a mi pap slo por horas. Despus de que a mi pap lo
mataron... yo tena 4 aos... salimos del pas clandestinamente con mi mam. Pasamos por varios pases, y
llegamos finalmente a Cuba cuando yo tena 7 aos. Despus de un ao en Cuba mi mam volvi clandestina
a Chile y yo me qued con una familia de all... en 6 aos vi muy pocas veces a mi mam hasta que en el 89
pude volver legalmente a Chile con mi madre. La verdad es que casi no conozco a mis familiares
El sistema familiar despus del hecho represivo ha sido poco contenedor, privilegiando el
arreglrselas cada uno como pueda, sin embargo, los jvenes no siempre muestran conciencia de los
problemas que esto puede conllevar. Las dificultades que ellos experimentan tienen relacin con
factores concretos como reiterados cambios de pas, viajes y alejamientos de los padres por motivos
polticos, formacin de nuevas familias en las cuales ellos no tenan un lugar, nacimiento de nuevos
medios hermanos, etc.
Tena susto que no iba a reconocer a mi madre y que esto le iba a molestar a ella. Despus de 4 aos de
vivir en Alemania, donde pasaba mucho tiempo sola en el departamento y cantaba y bailaba para
entretenerme... para que pasara rpido el tiempo... Entonces viaj a Cuba donde viv con padres sociales46 ya
que mi mam volvera al pas clandestinamente. Una vez fue a verme, cuando la vi en el aeropuerto sent que
era raro, que ambas habamos cambiado mucho, ramos muy distintas. En ese momento pens que yo iba a
vivir siempre sola. Por otro lado, cuando me encuentro con mi padre, despus de verlo, quedo ms mal, me
siento triste, lo echo ms de menos, siento algo as como celos de mi hermano, al que slo he visto un par de
veces, porque l siempre ha tenido pap. Ahora mis dos paps tienen nuevas parejas con las cuales han tenido
hijos durante el tiempo que vivan clandestinos.
Los relatos de los jvenes describen cmo han tenido que adaptarse a situaciones cambiantes,
lo que va generando en ellos la necesidad de sobrevivir arreglndoselas solos como forma de
protegerse de las prdidas producto de las sucesivas y radicales reestructuraciones del sistema
familiar.
Mi madre viajaba, viajaba con mi hermano la mayora de las veces, y cuando se iba sola, mi hermano se
quedaba solo y como era ms chico se iba con otras personas (...) Viajaba bastante, pero tambin estaba con
nosotros harto, pero tena que trabajar mucho, entonces... era una relacin as como profesional. (...) De a poco
la relacin se... fue una relacin por telfono, nos veamos de vez en cuando... un par de veces al ao, ahora
por ejemplo no la veo hace meses.
El retorno del exilio es otro caso que ilustra el distanciamiento familiar, en el sentido que
muestra cmo las dificultades de insercin van generando en la familia la construccin de lmites
rgidos entre sus miembros y de sentimientos asociados como el desamparo y la desproteccin.
Vivimos toda una situacin econmica muy apremiante, estbamos mal, mal, muy mal de plata. Mi
hermano, como te digo, todava...ya haba llegado parece en ese tiempo y andaba realmente en otra, o sea lleg
super perdido despus de 5 aos. Lleg aqu a Chile, tena todo un rollo propio, y decidimos que la casa se
dispersaba, o sea cada uno haca su vida, o sea no en mala47, sino que por una cuestin econmica. Mi mam
con mi hermana soltera, se iban donde una ta, y bueno... yo como siempre de alguna manera mantuve esa
independencia... yo vea lo que haca po. Mi otra hermana igual tena deseos de vivir sola, y ya!...
Por otra parte, la creacin de lmites rgidos tambin se expresa en el uso de la distancia
afectiva, tanto fsica como psicolgica, como una defensa frente a una situacin de carencia
producto de relaciones familiares marcadas por experiencias traumticas.
Han habido cambios, muy as como rpidos en estos ltimos tres aos, se cas mi hermana, mi mam
se fue a vivir a Los Vilos, mi hermano est entre ac y Argentina, mi ta est tratndose un cncer y entonces
se fue para all (...) Yo tambin me fui un tiempo, me fui con una pareja.
El uso de la distancia psicolgica puede verse en el establecimiento de fronteras bien
demarcadas que privilegian el resguardo del espacio personal por sobre los espacios de encuentro.
No es como muy hermanable que digamos, realmente con el hermano que estoy viviendo ahora en la
casa, yo recin lo vengo conociendo del ao pasado, antes lo conoca por vista (...) digamos que con l las
relaciones ahora estn buenas, pero antes eran bien malas, (...) y con los dems, no nos pescamos48 como se
dice. (...) Con mi mam las relaciones son buenas, no hay ningn problema, ella est en la Agrupacin de
Detenidos Desaparecidos, y realmente, ahora la estoy viendo poco, todo el da tiene actividades.

2. Relaciones entre padres e hijos


2.1. El papel de los padres
Segn la teora familiar sistmica, en las familias que presentan un funcionamiento adecuado, el
subsistema49 parental da un lugar privilegiado a los hijos, buscando satisfacer las demandas y
necesidades de stos. En este espacio protegido y contenedor, los hijos van recogiendo los
lineamientos, valores y aspiraciones de los padres, con el fin de ir desarrollando sus propios
patrones de conducta. Sin embargo, el contexto social y familiar en estos casos -familias que han
vivido la represin poltica directamente- no cumple con la tarea de facilitar el desarrollo y el
crecimiento de las personas y los padres no pueden satisfacer las necesidades de dependencia y
contencin de sus hijos. Por el contrario, los hijos perciben a sus padres -que han vivido situaciones
traumticas- como objetos frgiles, necesitados de contencin, proteccin y cuidado.
A partir de lo anterior, la relacin que se establece entre padres e hijos est cruzada por una
disfuncionalidad del subsistema parental, en el sentido de que los padres no logran constituirse en
un apoyo seguro para sus hijos, transmitindoles la nocin que deben arreglrselas con sus propios
medios an desde muy pequeos.
Es como una cosa normal, nunca fue..., o sea desde chiquitito aprend a..., como que se ense a que...,
a aprender a vivir sin la gente, tratar de vivir solo primero, o sea si en cualquier momento estai solo, te las
arreglai solo.
Por su parte, los padres, especialmente las madres que han quedado solas, relatan que se han
ido alejando de sus hijos en su proceso de crecimiento, ya sea porque no queran transmitirles su
dolor o por razones de su trabajo poltico.
Es posible que ellos tengan razn, fui dura no quera que me vieran dbil, no los vi crecer, no los
acompa, estaba dedicada al trabajo de la Agrupacin.
Las madres plantean que el cuidado de sus hijos ha sido su tarea ms importante y por este
motivo, prefieren mantener una cierta distancia afectiva hacia sus hijos, con el fin de no
contaminarlos con el dolor de la prdida vivida. Asumen que el mantenerlos alejados de la
experiencia dolorosa, e ignorantes con respecto a su historia, es una medida de cuidado hacia ellos.
... es que para m, mis hijos siempre han sido lo nico que tengo y es justamente por ellos, algo que
ellos mismos no entienden, que yo pens que lo mejor era continuar nuestras vidas, seguir adelante y que
furamos unidos y fuertes... o sea, cuando nos fuimos a Francia yo estaba absolutamente como atontada, no
haba momento para llorar, ni esas cosas, yo tena que ser fuerte para ellos, para que ellos crecieran sin
mortificarse.
En la relacin padre/hijo o madre/hijo hay una serie de aspectos que no son compartidos,
como la pena, la rabia y la impotencia, vivencias y sentimientos que estn fuertemente arraigadas
en las familias luego de la experiencia represiva. Esta situacin contribuye a mantener relaciones
parciales e idealizadas en donde cada miembro intenta mostrar tan slo sus aspectos ms fuertes y
funcionales, ayudando as a la mantencin de un precario equilibrio familiar.
Siento temor a que me encuentre otra, siempre he sido responsable, extraordinaria pero no he sido feliz,
mi madre siempre encuentra respuestas y apoyo en mi cuando lo pide - siempre trat de responder - de estar a
la altura de todas las circunstancias que vivamos, la veo frgil, capaz de algunas cosas e incapaz de muchas
otras. Tengo miedo que si no soy perfecta, no me quiera, pero si yo soy yo misma, no soy perfecta, pienso que
sin mi apoyo mi madre se muere, yo le doy la vida a ella.
A partir de lo observado en la prctica clnica, se puede apreciar que los nios y jvenes
intentan compensar o negar las carencias vividas en su crecimiento, con el desarrollo de un fuerte
sentimiento de omnipotencia. Ellos han crecido rpidamente y se han convertido en los protectores
de sus propios padres, creyendo con frecuencia que son los encargados de solucionar problemas
familiares, de organizar y administrar los ingresos econmicos de sus familias, asumiendo roles
paternos, pasando a ser los paps de sus padres y hermanos.

Como que cualquier decisin que haba que tomar la tombamos entre todos, cualquier cosa
que haba que hacer, de dinero (...) lo que haba que hacer se haca entre todos, en trminos de
decisiones, entre yo y mi madre ms que todo, mi hermano era muy chico. (...) No s a lo mejor mi
madre necesitaba apoyo porque como estbamos los tres no ms...

2.2. Relacin con el padre ausente


En los relatos de aquellos jvenes que perdieron a uno de sus padres es posible apreciar cmo la
figura del padre ausente se ha constituido en una figura omnipresente para toda la familia, en el
sentido de que todos sus comportamientos son referidos a su figura, guardndole una fuerte
lealtad.
l siempre est, siempre est presente, yo te digo que no hay da en mi casa que no se hable de l, que
no se recuerde... que mi mam no nos cuente cosas, o que no nos imaginemos situaciones con l. Bueno
siempre, o sea, por ejemplo nosotros tenemos, bueno est la foto en la pancarta que es una foto que se sac, y
todos tenemos fotos, y cada uno tiene su foto digamos,(...) o sea, todos tenemos la foto de mi pap. l (...) a m
me alimenta, me hace sentir...
Esta situacin se alimenta gracias a la mantencin de recuerdos idealizados en los cuales se
sobrevaloran los aspectos positivos del padre ausente, negndose cualquier caracterstica negativa
de l o sentimiento de rabia y abandono que pudiera haber producido la prdida de la figura
paterna.
Con mi pap hacamos todo juntos, las tareas, leamos, jugbamos, etc. Y... siempre haban actos muy
solidarios que se hacan en poblaciones, que bamos con l...
... muri por lo idealista y consecuente que era. Tena gran carisma, regalaba toda su ropa a los ms
pobres y por eso andaba con lo justo, era super buenmozo e inteligente. Igual no creo que sea por el hecho de
que no est, pero siento una gran admiracin y no slo por l sino por todos los compaeros que dieron la vida
por lo que crean.
De esta manera, las familias, y en especial los hijos, construyen una estrategia defensiva que
les permite sobrellevar su situacin, evitando el contactarse con sentimientos asociados a la prdida
como el desamparo, la impotencia, la angustia y la rabia, ante los cuales la familia se percibe como
imposibilitada de contener, en un contexto que tampoco ha entregado elementos de legitimacin y
validacin, al negar en reiteradas ocasiones las violaciones de los Derechos Humanos.
Yo trato de imitarlo a l digamos, porque para m, mi viejo digamos es lo ms grande que existi para
m, aunque no lo hubiera conocido, pero igual digamos que lo quiero ms que a nadie (...) A las personas que
yo he visto que lo conocieron a l, yo les he preguntado que cmo era l, y todos me dicen que era muy bueno,
y todava no s ninguna yayita sobre l.
Sin embargo, tambin es posible encontrar en los relatos algunos elementos que dan cuenta de
que los hijos tienen cierto nivel de conciencia del grado de idealizacin que mantienen con respecto
al padre ausente.
Yo tengo una visin media idealizada de mi pap, esa es la verdad. A la edad que tengo me lo trato de
explicar de esa forma, porque la visin que yo tengo es de un tipo grande, que aunque al final no lo viera
mucho lo necesitara harto, y de mucha admiracin adems. No tuve la oportunidad tal vez de haber tenido
una relacin ms, ms normal,... Cuando mi mam hablaba algo negativo de l a m me daba mucha rabia, y
yo me paraba de la mesa y... me molestaba enormemente que ella hablara cosas malas de l...
En este sentido, el nivel de autoexigencia, al tener un padre tan ideal, se convierte en un
obstculo para el establecimiento de relaciones interpersonales autnticas y duraderas.
Se va configurando la necesidad de responder constantemente a la imagen del padre
idealizado, a esta imagen de hroe que dio la vida por sus convicciones polticas. Ahora bien, el
sobrellevar y mantener una imagen que responda a estas exigencias, que sea leal con la imagen del
padre que la familia debe mantener, se expresa en la obligacin de cumplir una serie de mandatos
familiares50, muchas veces contradictorios entre s, que se originan tanto en el contexto sociopoltico
que mantiene su carcter traumtico como en las dinmicas familiares que han incorporado la
vivencia traumtica.
Me senta como, como muy exigida, o como que los dems esperaban mucho de m, y yo estaba cansada,
o sea no quera nada, nada. (...) me senta muy marcada por la figura de mi pap. (...) Era como demasiado
para m, como que los dems estaban muy acostumbrados a que por ser la hija de... y a m me molestaba. Si
hay algo que me ha molestado siempre es que me digan que soy la hija de mi padre, porque ay!, lo detesto!,
porque no soy solamente eso! Soy yo, no la hija de.
... los conflictos han sido un poco como de competencia, porque no s, si ser cuestin tonta ma, de la
adolescencia no s, pero yo siempre vea a mi mam y a mi pap como tan, como muy alto, y como que yo
pensaba que los dems crean que por ser hija de ellos, tena que yo ser muy igual, entonces me senta siempre
muy como exigida.
Los jvenes deben cumplir fielmente las delegaciones vinculadas a las experiencias de
violencia, intentando tapar el dao y la prdida, representando la fantasa omnipotente de
continuar con la vida, sin detenerse en el dolor ni en el horror de lo vivido.
Debamos ser ejemplo, ser buenos estudiantes, profesionales... no debamos llorar, no deban vernos
vencidos, no podamos olvidarnos que todos tenan los ojos puestos en nosotros, como hijos de nuestro padre,
debamos estar orgullosos y ser merecedores de llevar su apellido.

II. EFECTOS TRANSGENERACIONALES

1. Intentando crecer
El proceso de crecimiento e individuacin de los hijos implica poder diferenciar el mundo interno
propio del mundo externo, desarrollar la capacidad para distinguir los propios sentimientos,
percepciones, expectativas, exigencias e ideas de las ajenas. Cuando el proceso de individuacin es
adecuado, los hijos desarrollan la capacidad de construir un sistema de aspiraciones propios,
incluso frustrando algunas expectativas de los padres, y los padres desarrollan la capacidad de
tolerar esa frustracin. Una alteracin de este proceso lleva a una fusin simbitica, o, a un
desapego rgido, o a una oscilacin entre ambos.
Los jvenes -o la segunda generacin de las familias que experimentaron directamente la
violencia poltica-, estn delegados a mantenerse ligados a un sistema relacional, a una estructura
familiar que se organiza alrededor del duelo no elaborado y que, por lo tanto, impide cualquier tipo
de autonoma o diferenciacin. En otras palabras, se puede decir que el proceso de individuacin y
formacin de identidad en los hijos de familiares afectados por la represin poltica est
distorsionado por la incorporacin del duelo encapsulado51 en la estructura relacional de la
familia.
En algunos casos, las familias que tienen dificultades en el proceso de diferenciacin de sus
hijos, desplazan el conflicto hacia otros temas, llegando a una pseudo-solucin. En uno de estos
casos, el tema de la diferenciacin es situado, y slo aparentemente resuelto, en la actividad e
insercin poltica:
Entonces yo empec a militar en una juventud poltica, y empec a militar as como bien metida
digamos, en el sector poblacional donde viva (...). Mi mam, como te digo, es muy posesiva, o sea siempre lo
ha sido, es una mujer, igual yo la entiendo cachai, o sea se qued sola con cinco hijos, y tiene y tuvo que
apechugar po, o sea es lgico. Bueno, pero toda esta cosa poltica, el hecho que yo trabajaba toda la semana, y
el da sbado que para ella era ojal da de familia, yo tena que hacer, llegaba tarde, entonces todo eso empez
digamos a producir quiebres, o sea discusiones.(...) Y... bueno un da me acuerdo que me dice: bueno tens que
optar, sea o la casa o la poltica en este caso, y yo le dije la poltica y me fui, me fui. Tena como 17 aos y me
fui de la casa.(...)Ahora, o sea yo me siento independiente, yo me siento muy ...., umm imagnate, vivo sola
hace tiempo, entonces de repente yo llego a mi casa -eso me pasaba en el verano por ejemplo-, y mi mam..., y
vuelvo a ser la hija de mi mam, donde mi mam est encima tuyo, donde te est controlando de alguna u otra
manera....
Para estas familias cualquier intento de diferenciacin es vivido como una amenaza, aparece
como una reedicin de la prdida. De este modo, los hijos realizan intentos alternativos para
diferenciarse de sus familias, siendo el ms tpico de ellos, el irse del hogar, es decir, poner distancia
fsica.
Otras veces las dificultades de diferenciacin son pseudo-resueltas mediante un intento de
asemejarse a alguno de los padres. Es un intento de diferenciacin y crecimiento mediante la
incorporacin de caractersticas de las figuras paternas. En uno de los casos, estas dificultades se
intentan resolver mediante un embarazo precoz, identificndose el inicio de la vida adulta con el
embarazo:
Ahora a m ya de adulta me..., tengo una super buena relacin con ella, mucho mejor de la que tena
cuando era adolescente, y mucho mejor de la que tena cuando era nia, o sea mi mam es de esas personas
con las que es fcil relacionarse cuando eres adulta, pero siendo nia o adolescente es recomplicado....
En un nmero significativo de jvenes, durante la adolescencia, aparecen por primera vez
conflictos abiertos entre padres e hijos, adecuados desde la perspectiva de la individuacin, pero
difcilmente tolerados por las madres, que desarrollan fuertes crticas y descalificaciones a sus hijos,
intentando mantenerlos ligados simbiticamente como una forma de no enfrentar la elaboracin del
duelo, los sentimientos de vaco y de prdida que necesariamente se reactualizan con la separacin
de sus hijos.
Eres una irresponsable, egosta, nunca ests en la casa, no te comprometes en la relacin conmigo, no
quieres compartir nada, no te preocupas de tu hermana chica, no puedo contar contigo para nada.
En uno de los casos, luego que la hija viaja al extranjero para encontrarse con su madre y le
cuenta el dolor, inseguridad y confusin que ha vivido en Chile, la madre expresa:
Estoy impactada, choqueada, siempre pens que t no eras como los otros hijos de mis compaeros, yo
crea que todo lo que sucedi a ti no te haba afectado no haba tenido ningn tipo de secuela y agrega:
tengo la impresin que me robaron algo muy importante... me robaron la ilusin de mi hija perfecta... vi
partir a una mujer y vuelve una nia que se porta como hija nica malcriada, espero que esto sea slo
momentneo.

2. Buscando su lugar
En los jvenes y adolescentes es posible observar una conducta sobreadaptada, tanto en el lenguaje
que utilizan, en su apariencia fsica, en la forma de describir sus conflictos como en la manera que
enfrentan sus proyectos de vida y su cotidianeidad.
Las fallas del medio ambiente en su rol de mediador de las necesidades infantiles las han
intentado compensar con un fuerte sentimiento de omnipotencia. Los jvenes han crecido
rpidamente, son responsables, maduros y se han convertido en los protectores de sus padres. Esta
conducta se puede definir como falso self52, en la medida que se ha construido un self que
responda a las expectativas y exigencias de la familia y del contexto, pero no a las propias
necesidades de los jvenes.
...necesito un espacio para aclararme y ordenarme, he vivido una vida falsa y quiero encontrar mi
identidad real.
Me gustara liberarme, encontrarme a mi misma... me siento vieja, siento nostalgia de ser nia y
adolescente. Siento nostalgia de algo que no existi, quisiera no haber sido tan seria, me hubiera gustado ser
ms divertida, menos estructurada... me dio mucho susto verme presa, estructurada en una relacin, vieja
para siempre, responsable, ms fuerte de lo que soy, siendo como no quera ser. Yo quiero rerme, bailar,
cantar, tener mis 18 aos, quiero sentirme joven y viva.
En este mismo sentido, los jvenes intentan adaptarse a su entorno inmediato, pero se sienten
en desventaja. Para sentirse integrados y aceptados por el grupo estn siempre pendientes de las
necesidades de los otros, oyndolos y acompandolos cuando lo necesitan, empatizando con sus
problemas y angustias. Pero mantenerse permanentemente en esta actitud es muy difcil. En la
relacin con los pares se repite entonces la historia de ser excluidos, de no pertenencia y de la
funcin, desde el falso self, de ser padres de los nios abandonados (padres, hermanos, amigos)
tomando el rol de la madre deseada, que contiene y satisface las necesidades, proyectando su
propio abandono en los dems.
...me siento tan diferente, mi historia es tan complicada, nadie la entendera, me siento sola en
desventaja. Por eso me da por estar siempre pendiente de las necesidades de los otros, organizar fiestas y
salidas, hacer chistes, y estar siempre alegre.
El haber vivido una historia familiar distinta a otras familias, por la experiencia represiva
sufrida y al tomar un rol que intenta responder todo el tiempo a las expectativas y exigencias de los
otros (tanto de su familia como de su entorno ms cercano), hace que los jvenes se vean a s
mismos como diferentes, ubicndose en un lugar alejado, distante desde donde observan sus propias
experiencias.
Me sent rara, como espectadora, mirando desde fuera... como si a m no me hubiera pasado. Me miro
en las vitrinas y me desconozco, me asusto de mi misma. Me encuentro fea y gorda.
En jvenes que retornan del exilio, esta sensacin de extraeza, de mirar desde afuera se
agudiza, presentndose serias dificultades en el establecimiento de nuevos vnculos.
Me siento rara, diferente... no me siento perteneciente aqu, estoy confundida, quiero integrarme pero
me siento marginal, slo me relaciono con amigos que conoc en el exilio.
Yo trato de pasar desapercibida con los compaeros de la U, como si fuera transparente, hablo slo de
materias y evito cualquier tema personal - me horroriza decir quin soy... tener que contar mi historia, decir
que tengo padre, pero que no tengo... que viv exiliada. Esto me hace tan diferente, me pone en desventaja con
los dems, que tienen una familia, siempre han vivido en Chile...
En estos casos, aparece la idea que para ser normales deben ocultar o negar su historia familiar
y de esta forma reparar omnipotentemente el dao propio y el de la familia. Al intentar igualarse a
sus pares demuestran que lo vivido no ha tenido lugar, o que ha quedado en el pasado y que no ha
tenido consecuencias en el presente. Sin embargo, el fracaso del presente y la imposibilidad de
construir futuro es la demostracin que la experiencia represiva no ha sido elaborada, que ocurri,
que fragment su experiencia, no pueden lograr ser ellos mismos, tener una identidad que sientan
real y consistente, si no pueden integrar el horror de la experiencia traumtica vivida.

Me siento rara, como si no perteneciera aqu. Me siento confundida... me cuesta


conversar con otros jvenes. Para que nos pudiramos realmente entender, tendra que
contarles toda mi historia. Pero nadie la puede entender. Es mucho ms fcil actuar como
si fuera alguien diferente, sin poltica, sin exilio.

3. Dificultades en la formacin de pareja


Los adolescentes y jvenes de familias cuyos miembros vivieron experiencias de detencin, tortura,
desaparecimiento, ejecucin o exilio presentan serias dificultades en el establecimiento de vnculos
de pareja.
Soy buena para las aventuras, incapacitada para tener relaciones estables. Creo que en realidad he
pololeado una vez desde que tengo memoria, o sea, he pololeado ms veces pero han sido super fallidos.
En estos jvenes, la ruptura e inestabilidad de los vnculos de pareja, permite reforzar la
dependencia en relacin a la familia, dando cuenta de un proceso de individuacin no logrado. En
algunos casos, los jvenes presentan una unin tan fuerte con las figuras paternas (generalmente, la
madre) que los lleva a rechazar relaciones de pareja o a terminar aquellas en que se les ha exigido
mayor compromiso. Adems, y con respecto a las escasas relaciones que han tenido, un joven
expresa:
Mi mam nunca ha conocido una polola53 ma, no s, yo nunca he llevado a nadie a la casa, no s por
qu, no s por qu ser, de repente a mi tampoco me ha gustado comprometerme en el sentido de... que otra
gente me conozca a m, mis cosas, siempre me ha gustado, por ejemplo, tener a las pololas escondidas.
Todo esto pone de manifiesto el vnculo simbitico que presentan estos jvenes en la relacin
con sus padres, es decir, la fuerte dependencia afectiva caracterizada por un alto grado de fusin e
indiferenciacin. Los jvenes sabotean su propio desarrollo para mitigar la angustia de separacin y
de culpa que sienten frente a la familia.
Por otra parte, la experiencia traumtica generada por la violencia vivida por estas familias se
transmite a los hijos, generando en ellos la percepcin de que dichas situaciones podran repetirse
de manera similar, lo que impedira establecer vnculos duraderos y significativos.
Lo que pasa normalmente es que cuando empieza una relacin, la relacin siempre est con una...
tengo la mentalidad de que la relacin nunca va a durar para siempre, nunca va a durar ms, para siempre.
Siempre, toda la mentalidad que tengo, es que nada dura para siempre, ni las idea, ni el trabajo, todo tiene que
tener como (...) Debe ser por... yo creo que debe ser por que siempre existe la inseguridad de que te vayan a
matar, o sea siempre est ah, siempre. A ti, a tu pareja o a los dos. Entonces el miedo no se ha ido, a m no se
me ha ido, entonces no... no significa que uno quiera menos a la persona, o la aprecie menos sino que uno
tiende a ponerse en el... en el... en la posicin de que algn da se va a ir.
Por ltimo, tambin en los relatos se describen relaciones de pareja estables. Sin embargo, el
tema poltico aparece nuevamente como un punto conflictivo que es tapado en su condicin de tal.
Si bien, se hacen esfuerzos por describir la relacin como satisfactoria, llama la atencin cmo el
tema de su militancia poltica y el hecho de ser hijo de aparece nuevamente como un problema
central. En este sentido, los jvenes intentan marcar una distancia con sus padres y su estilo de
vida, pero es justamente al insertarse en el bando contrario que hacen ms patente par s y para los
dems sus diferencias.
Esta es una historia bien loca, porque es difcil ver a un comunista con uno de la UDI54 pololeando.
Claro es de la UDI, y yo soy comunista (...) La relacin es buena, digamos, no alusiones polticas ni... es
buena, pero ya digamos, metindonos a la poltica la relacin es mala, pero todo lo otro est bien. Muchas
veces conversamos tambin de poltica con los padres, porque a ellos tambin les interesa saber qu es lo que es
realmente tener un familiar desaparecido. Digamos, toda esa parte yo se la explico a ella. An no me cree
realmente que soy hijo de un detenido desaparecido, para ellos los desaparecidos no existen, eso es mentira.

III. METAMORFOSIS DE LA VIOLENCIA


Los nios y jvenes, que junto a sus padres han experimentado en forma directa la muerte, a travs
de la tortura, ejecucin o desaparicin de un familiar, rechazan la violencia en todas sus
expresiones. Este rechazo se expresa desde un lugar de vctima, nos han hecho tanto dao que no
podemos hacer lo mismo. Sin embargo, cuando se trata del ejercicio de la violencia por parte de los
jvenes contra cualquier representante de la dictadura, el rechazo se debilita. Los padres, por un
lado sienten temor a que pase algo, a que los maten, pero por otro, comparten plenamente la rabia
y se sienten orgullosos por la postura de sus hijos de reivindicar el nombre del padre y en la
fantasa ellos se convierten en victimarios.
Hay que matar a todos estos desgraciados, voy a tomar una ametralladora y voy a salir a matarlos en la
calle.
La violencia experimentada por las familias no encuentra palabras para ser expresada, no
puede ser verbalizada, por lo que slo es posible que sea manifestada a travs del cuerpo o por
medio de la actuacin.
...mi hermano me golpea y patea en el suelo prcticamente hasta dejarme inconsciente... l se justifica
diciendo que soy un burro, que no entiendo y que por eso me tiene que tratar como un animal.
... las peleas con mi hermano son muy fuertes, el otro da termin en el hospital con dos costillas
quebradas
Yo por ejemplo con mi hermano... mira, hasta hace tres o cuatro meses atrs nada, nada de relaciones...
a veces nos sacbamos la mierda, peleando (...) ahora conversamos, a veces.
Los integrantes de las familias tienen dificultades para establecer una comunicacin abierta
que les permita hablar de lo que han sufrido, de lo que les ha ocurrido a partir de la situacin de
violencia a la que fueron sometidos. Existe as un desplazamiento del conflicto que se expresa en la
dificultad para expresar las diferencias, llegando a consensuar la diversidad.
Los conflictos ms grandes tienen que ver con la diferencia entre los hermanos, digamos, tanto poltica
como humana. Me refiero a que los cinco hermanos cuando nos juntamos siempre hay una pelea, es tpico eso,
es difcil de que no, de que conversemos los cinco digamos, agradablemente, siempre hay una pelea. Peleamos
por cosas ridculas digamos por ejemplo, o sea las peleas principales son por las seoras, son por mis cuadas,
yo realmente, para m, a mis cuadas yo no las paso realmente. (...) Y otro es lo poltico. Todos somos de una
familia comunista digamos, y no todos estn en el partido comunista, estn viviendo afuera donde no hay
partidos comunistas, hay otros que son anticomunistas, y otros que somos comunistas, entonces cuando nos
juntamos tenemos grandes peleas. No nos podemos juntar...
Los hijos expresan los sentimientos de dolor, impotencia y rabia por la prdida del padre, pero
lo hacen en forma distorsionada, marcada por la destruccin o la autodestruccin.
Me senta como, como muy exigida, o como muy comparada por, como que los dems esperaban mucho
de m, y yo estaba cansada, o sea, no quera nada, nada (...) Era como demasiado para m, como que los dems
estaban muy acostumbrados a que por ser la hija de mi padre... y a m me molestaba... porque ay! lo detesto!
porque no soy eso!, me da mucha rabia contra los dems, pero tambin conmigo, me pongo agresiva, fantaseo
con matarme. Me quiero morir, pero de verdad. Una vez lo intent...
... en mi casa nadie habla, nadie habla de mi pap, nadie dice nada...yo soy la nica que lo extraa, que
llora...
... no s, tengo tanta rabia guardada, creo que desde que nac que tengo esta carga... a veces sale,
explota...
La violencia es asimilada a la destruccin real del otro y tambin de s mismo. La agresin en
el vnculo es vivida como una repeticin de la dinmica relacional vctima-victimario y genera en
los jvenes fuertes sentimientos de culpa ya que perciben la fragilidad en sus padres y ellos no
tienen la certeza de que stos sobrevivan a sus ataques, convirtindose as en sus verdugos.
... peleo con mi mam porque ella no se preocupa por m, no me oye, jams me hace cario... nunca lo
ha hecho, slo le importa su otro hijo
No s cmo mi madre me tuvo sabiendo que no iba a tener padre, cmo no hizo nada para impedir que
l desapareciera... mi padre fue el nico que me quiso...
La agresin se refiere a modalidades de relacin entre los sujetos e involucra la dimensin
psicolgica del acto agresivo y hace alusin a intencionalidades y afectos involucrados.
La agresin es una expresin normal en el desarrollo de los nios y de los jvenes. A partir del
proceso de maduracin y gracias a la contencin de la madre y del medio ambiente, es posible
integrarla como parte normal del desarrollo o tener un manejo adecuado de ella.
En el proceso de diferenciacin e individuacin de los adolescentes, la agresin es expresada
hacia sus padres como una forma de manifestar su individualidad y autonoma. En estos jvenes
este proceso parece estar inhibido o ausente en las relaciones.
... me ha agredido fsicamente [la hija] para terminar amenazando con suicidarse, lo que intent una
vez tomando gran cantidad de pastillas para adelgazar... estas crisis se repiten regularmente... son muy
violentas.
Mi hijo me ha gritado y pateado en forma descontrolada, llegando incluso a destruir todos los objetos
de su pieza y parte de la entrada a la casa...
En estos casos, la agresin aparece sin estar ligada a sentimientos de amor o preocupacin por
el otro. Es decir aparece como una repeticin directa del hecho de violencia.
Una familia -donde el padre estuvo preso, fue torturado brutalmente y al salir en libertad tuvo
que vivir una semana con un agente de la polica secreta en la casa y dos aos bajo la amenaza de
ser detenido otra vez- pide atencin para el nio menor:
Siempre nos est persiguiendo y no sabemos como ayudarlo de otra manera que no sea reprimindolo...
le damos golpes, lo metemos en agua fra o lo engaamos. Cuando me detuvieron recin haba nacido mi
primer hijo y mi mujer estaba convencida de que a m me haban matado. Mi hijo no haba nacido cuando
pas todo lo ms difcil, pero l se comporta como si fuera un polica que nos persigue y tortura.
En el relato se observa la repeticin de las situaciones de tortura a que fue sometido el padre:
golpes, inmersin en el agua, convirtindose en victimario de su hijo, y a su vez colocan al hijo
-polica que lo persigue- en el victimario (torturador) del padre.
La agresin en el vnculo teraputico es vivida como la muerte real del terapeuta y de ellos
mismos, agredir es ser el torturador, el verdugo y no existe, externa ni internamente, ninguna seal
que permita creer que es posible la sobrevivencia del otro.
Cuando vena a sesin y te contaba de mi historia, de mi vida en la clandestinidad, de la muerte de mi
padre, de mis angustias y fracasos en la Universidad, pero sobre todo si en alguna sesin lloraba, cuando sala
no poda tolerar la idea que tu supieras todo eso, hubiera querido que toda esta casa desapareciera, todas las
calles, y casas del vecindario, la pastelera por la que paso despus de las sesiones y donde siempre me dan
ganas de comer pasteles, hubiera querido que nada de eso fuera verdad, hubiera querido no verte nunca
ms...
De esta manera, la agresin como un elemento normal del desarrollo queda inhibida,
mantenindose la polaridad entre omnipotencia absoluta e impotencia cargada de angustia y temor
a la desintegracin, repitiendo las escenas de violencia en la reLACIN VCTIMA-VICTIMARIO.

CONCLUSIONES
La experiencia de aquellas familias que vivieron la represin poltica en el contexto de un medio
amenazante que reproduce el temor y la muerte, al mismo tiempo que lo niega, las llev a
desarrollar mecanismos de sobrevivencia en los cuales no haba lugar para la expresin de
sentimientos de dolor, fragilidad, confusin y rabia. Todos estos sentimientos, propios de un
proceso de duelo, fueron postergados y negados, asegurndose as su permanencia en el tiempo, y
su expresin encubierta en los sntomas y en los graves conflictos familiares, sin que se lograra
establecer la vinculacin con las experiencias traumticas ni con las prdidas sufridas por la familia.
La represin poltica que afect directamente a los padres de los jvenes y adolescentes que
han vivido situaciones de traumatizaciones extremas, hizo que la centralidad de la tarea de cuidado
y contencin afectiva de los hijos al interior de la familia, desapareciera para dar lugar al resguardo
de seguridad personal y familiar, a la prioridad de las tareas polticas, a la bsqueda del familiar
detenido o desaparecido. Las caractersticas del medio social y familiar se transforman, no pueden
cumplir con su rol de facilitador del desarrollo y crecimiento, los padres no pueden satisfacer ni
adaptarse a las necesidades de contencin de los nios.
Es posible afirmar que el proceso de individuacin y formacin de identidad en los hijos de
familiares de afectados por la represin poltica est distorsionado por la incorporacin del trauma
y del duelo encapsulado en la estructura relacional de la familia.
El aislamiento social y la prdida de vnculos significativos incentiva una fuerte dependencia
afectiva entre los miembros de la familia nuclear caracterizada por un alto grado de fusin e
indiferenciacin. As, los hijos deben sabotear el propio desarrollo para mitigar la angustia de
separacin y las culpas, manteniendo de esta forma el vnculo simbitico.
Se observa una detencin del ciclo vital de la familia debido a la imposibilidad de la
separacin, lo que implica rupturas precoces de las relaciones de pareja y vuelta a la familia de
origen o ausencia del desarrollo de un vnculo de pareja. En el caso de la ruptura de relaciones de
pareja, observamos una repeticin de la situacin traumtica: los padres vuelven a desaparecer.
Tampoco la madre construye nuevas relaciones de pareja por temor a que frente al compromiso
afectivo se reedite la prdida.
Dentro de la familia, quin pide ayuda psicolgica buscando aliviar algn sntoma, se ubica en
la misin de cuestionar los valores familiares, dar cuenta del dao producto de la prdida, pero
fracasa por las culpas que esto implica dentro de un sistema de lealtades rigidizadas. La interaccin
familiar que se organiza en relacin al sntoma reproduce, la vivencia del sistema familiar dentro
del macro-sistema sociopoltico. El miembro sintomtico es descalificado, agredido, rechazado y
aislado. Toda la familia, l incluido, comparte la idea que sus crisis de agresin, de llanto, de
angustia son producto de su inestabilidad e inmadurez emocional. De esta manera, la familia intenta
individualizar, privatizar el problema, descontextualizando los sntomas con respecto a su etiologa
sociopoltica. En este sentido, los sntomas son privatizados y la familia reproduce la negacin del
trauma que realiza la sociedad en su conjunto.
Las manifestaciones de agresin no se permiten entre los miembros de las familias, ya que se
asocian directamente con la destruccin del otro. La percepcin de la fragilidad de los padres lleva
a los jvenes a sentir que stos no sern capaces de sobrevivir a la angustia propia del proceso de
diferenciacin e individuacin. Los padres por su parte, viven la agresin como una reedicin de la
violencia represiva, como una repeticin de la destruccin y la muerte. Esta situacin genera en los
jvenes la imposibilidad de expresar la rabia y el odio que la experiencia vivida conlleva. De esta
manera, se bloquea la expresin de estos sentimientos, lo que es necesaria para la mantencin del
equilibrio psquico, y por consiguiente, se generan mecanismos alternativos por los cuales la
energa psquica se expresa en forma distorsionada e inconsciente. Esta expresin distorsionada de
la agresin, al no ser simbolizada, se manifiesta como violencia. La transformacin de la agresin en
violencia tiene directa relacin con el proceso traumtico y la imposibilidad de elaboracin de la
violencia sufrida.
Por todo lo anteriormente expuesto, podemos concluir que las consecuencias de las vivencias
traumticas, tanto a nivel intrapsquico como relacional y social, no terminan con el fin de la
dictadura sino que mantienen su vigencia en el tiempo y se transmiten a las nuevas generaciones.
Esto se podra explicar desde el concepto de traumatizacin secuencial 55, que, como lo describe
Keilson, se tratara de un proceso acumulativo de una serie de situaciones de carcter traumtico
que vienen a intensificar la percepcin de fragilidad de la estructura familiar, frente a lo cual la
familia tendra que estar constantemente generando estrategias defensivas y adaptativas, ya que no
slo las consecuencias del trauma continan afectando, sino que el trauma mismo perdura.
CONCLUSIONES

Los discursos sobre la violencia introducen la dimensin tica como parte esencial del fenmeno.
As, nombrar un acto como violento, es sinnimo de algo malo, daino, necesario de evitar y
combatir. La violencialidad de un acto se define por las consecuencias (siempre negativas) que ste
tiene y que de manera incuestionada se denomina dao por los distintos discursos sobre la
violencia. Si la violencia es daina por definicin, entonces el combatirla se transforma de
inmediato en un deber tico y moral.
Esta idea se constituye en una premisa implcita e incuestionable: el dao fsico y psicolgico
producido por todas las formas de violencia la hace injustificable per se, independiente del contexto
histrico en que se produzca. Aunque hay distintas formas de violencia todas ellas tienen un fondo
comn de todas estas: el hecho de producir dao, sea en la forma y especificidad que sea. Este
carcter daino, justifica la utilizacin de cualquier forma de control del fenmeno.
Para los discursos sobre la violencia, sta produce consecuencias que nadie desea para s; la
violencia merma, resquebraja, mata, cercena, enferma, trastorna, etc. Se construye la nocin de
violencia como un ejercicio ilegtimo, pues pasara por sobre el otro que aparece en todas las formas
de su ejercicio: la vctima (si no hay vctima no hay delito ni violencia).
Se describen y se nombran situaciones de violencia, lo que produce un efecto de foco y de
lmite, es decir, al nombrar ciertas acciones como violentas, se deja tambin fuera a otras acciones
ocultando su carcter daino. Se abre un campo de inteligibilidades, de acuerdos, sobre fenmenos
reales que adems llevan un juicio de valor impreso en el sello de su nombre y, cerrando, de este
modo otros campos de posibles inteligibilidades que pueda abrirse a futuro. Llama la atencin que
temticas como la pena de muerte o como las acciones de fuerza realizadas sobre delincuentes no
son llamadas violentas.
Si nos preguntamos por qu estas acciones no reciben esta nominacin, debemos considerar la
existencia de un marco de legitimidades en el cual se distingue entre lo que puede y lo que no
puede ser nombrado como violento. La violencia en este sentido sera todo aquello que no est
legitimado por ley y que a partir de una forma de accin produce dao fsico, psicolgico o
material.
Cuando la violencia aparece como un medio para conseguir ciertos objetivos, la dimensin
tica se cruza con la dimensin instrumental. La violencia es nombrada de otra manera cuando
cumple con una funcin que la justifica: se la llama educacin, restablecimiento del orden,
proteccin, defensa, manifestacin, etc. Esto tiene el efecto de transformarlas en acciones distintas,
con significados positivos, que slo son violentas cuando fracasan en alcanzar sus objetivos. La
violencia no es educacin sino castigo que no educa; la violencia no es manifestacin de repudio
sino desmanes bandlicos; etc.
La relacin con el poder parece establecer un mbito que legitima las acciones violentas. As, la
prensa construye como violencia necesaria las acciones realizadas para proteger y/o restablecer el
orden pblico (por parte de militares o policas). Otros discursos sociales plantean la justificacin de
la violencia que se ejerce como defensa ante los abusos de poder, que se constituye en resistencia y
cuyo fin es la transformacin de una sociedad injusta y opresora. Esta discusin sobre medios y fines
traslada la discusin hacia la contundencia (o falta de ella) de los fines buscados. La pregunta
podra formularse de la siguiente manera: es este fin lo suficientemente importante como para
justificar el ejercicio de la violencia? Plantear las cosas en esos trminos tiene el efecto de
descontextualizar el problema y de darle ms peso a la dimensin instrumental del fenmeno de la
violencia, diluyendo su dimensin tica.
Los discursos re-introducen la dimensin tica a la discusin a travs del tema del dao. En
esta discusin se construyen dos sujetos dialogantes que parecen ocupar posiciones antagnicas en
las relaciones de poder: la prensa, que considera justificada y necesaria la violencia para mantener o
restablecer el orden pblico, y otros grupos sociales (entre los que se encuentran vctimas de la
violencia poltica, profesionales que trabajan contra la violencia y grupos de poblacin general), que
usan el tema de sus efectos (formulados como dao) para negar esta necesidad y rechazar su
justificacin.
Entre los efectos de la violencia est el constituirse a s misma en un ciclo que se
autorreproduce y que se independiza de los actores que la ejecutan determinndolos y obligndolos
a continuar con el ciclo. As, el gran efecto de la violencia sera producir ms violencia. Revertir este
ciclo es un deber moral que, algunas personas con ciertas caractersticas personales (mayor
sensibilidad frente al tema producto de haber vivido desde cerca alguna situacin de violencia),
intentan infructuosamente. El trabajar contra la violencia es altamente frustrante y desgastador.
Frustrante por un lado, porque la violencia se autorreproduce y adquiere una agencia propia que
no permite terminar con ella, y por otro lado porque sus efectos marcan a las personas de manera
irreversible. Desgastador, porque involucra de tal manera a las personas que trabajan contra ella
que las amenaza con volverse violentas sin darse cuenta y les exige un enorme esfuerzo de
autocontrol para que esto no suceda. Por otro lado, invade sus espacios privados produciendo los
mismos efectos dainos que las personas que son sus vctimas.
Los discursos establecen la existencia de una forma pura de la violencia (que, aunque no se sabe
como es, se tiene la certeza que existe) y de las manifestaciones de esa supuesta forma pura. Es por eso
que nos encontramos con mltiples tipos de violencia, que no son sino diversas formas de
expresin de un mismo fenmeno. Aunque todas las formas de violencia son malas y dainas, existe
una discusin que permite situar a algunas en una categora de peor o ms daina. Las distintas formas
de la violencia pueden ser clasificadas, a su vez, en violencia fsica y violencia psicolgica, la primera
perteneciente al mbito de lo concreto, material y visible, y la segunda perteneciente a lo vago,
simblico e invisible.
Entre las peores formas de la violencia, el discurso sita a la violencia poltica. Existe en l una
identificacin entre la violencia de carcter poltico y la poltica como violencia. Se constituyen dos
lugares argumentativos complementarios con respecto al tema: uno de ellos constituye a la
violencia-poltica a travs del silencio y de la ausencia en el discurso, el argumento actuado es que
es preferible no hablar de poltica (y de las formas polticas de la violencia) pues esto produce
conflicto y violencia al interior de los grupos. El segundo argumento establece que es preferible no
hablar de poltica pues resulta un ejercicio intil y frustrante: una prdida de tiempo. Este
argumento se explica tan a menudo que hace que los textos estn llenos de referencias al fenmeno.
Ambos argumentos (el silencioso y el hablado) producen el efecto de otorgarle a la poltica una
omnipresencia en el habla.
Los discursos sobre la violencia identifican violencia y dictadura hasta el punto en que, en
algunos sentidos hablar de una es hablar de la otra. La violencia-dictadura se constituye en un lugar
de quiebre en la historia de Chile, a partir del cual es necesario referirse a un antes y despus de ella.
Se construyen en el discurso dos sujetos generacionales que dialogan sobre la relacin entre el antes
y el despus, y para cada uno de ellos el otro generacional est daado por la dictadura. Para los
jvenes, las personas que vivieron directamente la dictadura quedaron marcadas por estas vivencias
de las que no se pueden despegar. La violencia-dictadura es algo lejano para ellos, que les resulta
difcil de imaginar y que slo existe en los relatos de los padres y en los efectos que perciben en los
viejos. Estos ltimos afirman la existencia de una generacin actual ms violenta que la anterior, con
una identidad diferente a la de los jvenes de antes producto de los efectos de la violencia-dictadura.
Las preguntas: cundo ha existido ms violencia?, antes o ahora?, dnde existe ms
violencia?, en Chile o en otros pases?, se formulan y responden en torno a la violencia-dictadura
como un lugar de determinacin. Si somos o no ahora ms violentos que antes es porque vivimos la
dictadura. Si los chilenos somos o no ms violentos que otros pueblos es porque vivimos la
dictadura. Entre los efectos de ella, podemos constatar una nueva manera de ser de las relaciones
sociales: polarizadas y ms violentas.
Los profesionales que trabajan con personas o familias que han sufrido situaciones de
violencia poltica describen sus efectos bajo la denominacin de trauma poltico. Plantean que el
trauma al interior del sistema familiar produce dinmicas complejas y duraderas en el tiempo, y
que estn en estrecha relacin con el contexto sociopoltico. Este trauma posee ciertas caractersticas
que son descritas por estos profesionales desde un punto de vista terico-tcnico y son descritas por
las familias desde un punto de vista experiencial. Uno de los temas que adquiere ms fuerza en
estos discursos es la privatizacin del dao. La violencia ejercida desde el Estado, estaba
directamente ligada al quehacer poltico de las personas, es decir, al espacio pblico. Sin embargo,
sus repercusiones se viven a nivel privado, a nivel de las relaciones familiares, ubicndose a la
sociedad en un lugar externo a las personas. Esto ltimo lleva a estas familias a tener que
sobrellevar en un espacio de marginalidad las reiteradas prdidas que han sufrido, exigindoles
sucesivas reestructuraciones que agudizan an ms su situacin. Este es el caso, por ejemplo, de
familias que luego de vivir la persecucin de algunos de sus miembros han salido al exilio y
posteriormente regresado a Chile, una vez terminada la dictadura militar.
Los discursos sobre la violencia estn permanentemente tratando de establecer cules son las
causas del fenmeno: pertenecen al mbito de lo biolgico?, o constituye una conducta
aprendida?; qu lugar ocupa la dictadura en la determinacin de la violencia de los chilenos?, y,
cmo se relaciona con otras muchas causas? Los discursos establecen un fuerte clima de
desencanto frente a las condiciones socio histricas del pas, que constituyen un importante
conjunto de causas que provocan violencia. El cuestionamiento (en tono pesimista) de las
posibilidades de modificar estas condiciones sociales, sumados a la fuerza de determinacin de la
dictadura y al carcter instintivo de todas las formas de violencia, tienen el efecto de presentar el
fenmeno como algo inmodificable, situado fuera de la esfera de influencia de la agencia humana.
La violencia es nombrada como un afuera, situndola en un espacio exterior a los sujetos, que
la ejercen o que la viven. La violencia aparece como un fenmeno inevitable que es impuesto desde
este espacio exterior y frente al cual los sujetos quedan inmovilizados y desprovistos de cualquier
posibilidad de agencia. Parece que la violencia se constituyera en un fenmeno autnomo, situado
en ese otro sitio. Aunque luchar contra ella aparece como un deber moral, es muy difcil de lograr
pues la violencia es, en estos discursos, un fenmeno que se multiplica a s mismo y que genera
lugares para su ejercicio.
La necesidad de intervenir en las situaciones de violencia ocupa un espacio importante en los
discursos, constituyndose en un deber moral. El deber consiste en superar la violencia, en la
medida en que sta es daina para las personas y la sociedad. Sin embargo, como las causas de la
violencia se constituyen en un lugar ajeno a la agencia humana, los lugares para la lucha contra la
violencia slo pueden situarse a nivel de sus efectos. Esto contribuye a construir la violencia como
un fenmeno inevitable.
El discurso sita a los profesionales que trabajan con personas que han vivido situaciones de
violencia, en un lugar donde slo pueden trabajar sobre sus efectos. Aunque este fenmeno tiene
consecuencias tanto a nivel privado como a nivel social, slo se puede intervenir de manera efectiva
en el primero de estos mbitos. Ellos tienen el deber de solucionar los conflictos producidos por la
violencia, sin embargo este deber es impotente, pues en realidad no logra su propsito. Las
limitaciones a este ejercicio profesional son puestas, por los profesionales que lo ejercen, en un lugar
exterior a ellos. Son producidas por otros (servicio, consultorio, etc.) o son ubicadas en la temtica
general de la violencia.
Esta situacin se ve reflejada en la relacin de estos equipos con las instancias de supervisin,
con el Servicio de Salud, con el consultorio, con los tribunales, etc. En estas situaciones los equipos
se plantean el objetivo de producir cambios radicales y cuando no lo logran se sienten frustrados e
impotentes. Al ubicarse las limitaciones en el exterior, el equipo mantiene la ilusin de poder
solucionar todos los problemas y, por lo tanto, de que la impotencia no merme la omnipotencia.
As, los profesionales se ven inmersos en una lgica que los atrapa, a la vez que les permite
mantener una dinmica de funcionamiento ante la que reconocen una serie de dificultades, pero
que consideran que no depende de ellos cambiarla.
Los discursos sobre la violencia construyen un lugar de la no - violencia, que es el lugar de lo
bueno, de lo justo y de lo sensible; en contraposicin con el lugar de la violencia que es el lugar del
dao, del dolor y de la irracionalidad. Luchar contra la violencia exige sacrificio y resulta frustrante,
sin embargo tiene la recompensa de situar a las personas que lo hacen en este lugar de privilegio
moral.
Los discursos establecen una relacin directa entre la violencia y las relaciones de poder. El
lugar que se ocupa en estas ltimas es lo que determina si la violencia que se ejerce es o no
justificada. La violencia utilizada como medio de defensa y resistencia contra los abusos de poder, o
como una manera de liberarse de la dominacin de un otro ms poderoso, son plenamente
justificadas.
Las situaciones de violencia que se presentan en las familias que han vivido situaciones de
violencia, son explicadas por los profesionales que trabajan con ellas, como producidas por las
dinmicas de poder que se establecen. Para estos discursos, estas familias han sido severamente
daadas desde un lugar de poder, por lo tanto, la posibilidad de ejercer el poder desde un lugar de
autoridad produce, en los miembros de estas familias, mucho conflicto. El uso de la autoridad para
educar, castigar o dirigir es rechazada por su relacin con el poder. Se produce un movimiento en el
cual se rechaza el autoritarismo y se impone el uso indirecto del mismo, a travs de manipulaciones
que operan de manera implcita.
Los discursos de los profesionales que trabajan con situaciones de violencia asimilan el poder
al autoritarismo, por lo que el tema de la jerarqua se construye como un aspecto complejo en la
dinmica de equipo. Los profesionales evitan ubicarse en una posicin de autoridad, sosteniendo
que el poder slo puede ser aceptado en la medida de que cada uno se haga parte, asumiendo su
cuota de responsabilidad en el trabajo. Ahora bien, esto en la prctica no sucede y, por lo tanto, se
admite con recelo la necesidad de mantener una autoridad vertical.
Tal como nos dice Foucault, el poder crea los lugares para su ejercicio y tiende a ocultarse para
hacerse ms efectivo. Parece ser que la negatividad atribuida al poder y su relacin directa con la
violencia (que tambin es mala) hace que est fenmeno sea negado. Sin embargo, si partimos de la
base que todas las relaciones sociales son relaciones de poder, negar el tema contribuye a su
ocultamiento y por lo tanto a la reproduccin de la efectividad del estado actual de estas relaciones.

BIBLIOGRAFA

ALLAMAND, A. (1995) Discursos, entrevistas y conferencias. Andante, Santiago.


ARRIAGADA, G. (1985) La poltica militar de Pinochet. Santiago.
BECKER, D.; CASTILLO, M. I. (1990). El tratamiento Psicoteraputico de Pacientes Traumatizados Extremos.
En: Revista de Psicoanlisis N 10.
BECKER, D.; CASTILLO, M. I.; GMEZ, E.; KOVALSKYS J.; LIRA, E. (1989) Psicopatologa y proceso
psicoteraputico de situaciones polticas traumticas. En Psicologa social de la guerra. El Salvador: UCA
editores, 1990
BECKER, D.; DAZ; M. (1992) Trauma y Proceso Social: Los hijos de perseguidos en Chile. Trabajo presentado en el
Simposio Traumatizacin e Identificacin: Violencia Sociopoltica y Procesos de Transmisin
Transgeneracional. Presentado en el Instituto para la Investigacin Social. Hamburgo, Alemania.
Borrador ILAS.
BIEDERMANN, N.; DIAZ, M. (1994) Informe Final Proyecto Fondecyt: Modelo Teraputico para la atencin de
pacientes traumatizados extremos por violaciones a los Derechos Humanos.
BOENINGER, E. (1997) Democracia chilena. Lecciones para la gobernabilidad. Editorial Andrs Bello, Santiago
BOTINELLI, C.; MALDONADO, I.; Troya, E.; Herrera P.; Rodriguez C. (1990) Psychological impact of exile:
Salvadoran and Guatemalan families in Mexico. USA.Ed: Georgetown University,
BCHI, H. (1993) La transformacin econmica de Chile. Del Estatismo a la libertad econmica. Norma, Bogot.
CASTILLO, M. I.; LIRA, E. (1991) Psicologa de la Amenaza Poltica y del Miedo. Ediciones ChileAmerica, CESOC.
Santiago-Chile.
CAVALLO, A. et. al. (1993) La historia oculta del rgimen militar. Antrtica, Santiago.
CLAUDE, M. (1997) Una vez ms la miseria Es Chile un pas sustentable?. LOM, Santiago.
Comisin Nacional de Verdad y Reconciliacin (1991) Informe (Dos vlumnes), Santiago.
DE LA MAZA, S.; GARCS, G. (1985) La explosin de las mayoras: Protesta Nacional. De. y Com. Santiago.
DE LA PARRA, M. A. (1997) La mala memoria. Historia personal del Chile Contemporneo. Planeta, Santiago.
Del SOLAR, G.; PIPER, I. (1994). Insercin social y poltica de jvenes hijos de detenidos desaparecidos y ejecutados
polticos: un estudio exploratorio descriptivo. Tesis para optar a la Licenciatura en Psicologa. Universidad
Diego Portales, Santiago de Chile.
DAZ, M. (1995) Familia y represin poltica. Trauma y contexto social: consecuencias transgeneracionales. En Revista:
Proposiciones N 26: Aproximaciones a la familia, SUR.
DIAZ, M. (1993) Segunda generacin de perseguidos polticos en Chile: el proceso teraputico con adolescentes.
Borrador ILAS.
DIAZ, M. (1994) El dao en nios y adolescentes: procesos de transmisin generacional. Documento de trabajo, ILAS.
DIAZ, M. (1994) Jvenes traumatizados extremos: identidad fragmentada como forma de sobrevivencia en el contexto
social post-dictadura en Chile. Documento de trabajo, ILAS.
FAZIO, H. (1997) Mapa actual de la extrema riqueza en Chile. ARCIS-LOM, Santiago.
GARRETN, M. A. (1993) El proceso poltico chileno. La posibilidad democrtica en Chile, FLACSO, Santiago,
1989.
GARRETN, M. A. (1995) Hacia una nueva era en poltica: estudio de las democratizaciones. FCE, Santiago.
GMEZ, E.; LIRA, E. (1996). Reparacin y Salud Mental: Programa PRAIS. En: Reparacin, Derechos Humanos y
Salud Mental. ILAS, Ediciones ChileAmrica CESOC. Santiago-Chile.
JOCELYN-HOLT, A. (1997) El peso de la noche. Nuestra frgil fortaleza histrica. Ariel, Santiago.
KEILSON, H. (1992). Sequential Traumatization in Children. Jerusalem: Ed. The Magnes Press.
LECHNER, E.(de.) (1991) Capitalismo, democracia y reformas. FLACSO, Santiago.
MINUCHIN, S.; FISHMAN H. C. (1995) Tcnicas de terapia familiar. Mxico: ed Paids.
MOULIAN, T. (1997) Chile actual, anatoma de un mito. LOM, Santiago.
ORTI, A. (1989) La apertura y el enfoque cualitativo o estructural: la entrevista abierta y la discusin de grupo.
En: Garca Ferrano, M. et al (comps.) El Anlisis de la realidad social. Alianza, Madrid-Espaa.
OTANO, R. (1995). Crnica de la transicin. Editorial Planeta. Santiago-Chile.
PNUD (1994) Informe Mundial de Desarrollo Humano. PNUD, Santiago de Chile.
PNUD (1998) Desarrollo Humano en Chile - 1998. Las paradojas de la modernizacin. PNUD, Santiago de
Chile.
POLITZER, P. (1994) Miedo en Chile, Santiago.
Servicio Nacional de la Mujer (SERNAM) (1995). Ley de Violencia Intrafamiliar (Material de difusin)
TIRONI, E. (1984) La torre de Babel. Ensayos de crtica y renovacin poltica. Ed. Sur, Santiago.
VARAS, A. (1987) Los militares y el orden: Rgimen y gobierno militar en Chile: 1973-1986. FLACSO, Santiago.
ZALDVAR, A. (1995) La transicin inconclusa. Andes, Santiago.

1/ Osvaldo Romo es un torturador de la polica secreta de la dictadura militar.


2/ Micros: autobuses urbanos.
3/ Cachetada: bofetada
4/ Cabros: jvenes
5/ Micro: autobs urbano
6/ Cachar: captar, entender.
7/ UDI: Unin Demcrata Independiente. Partido de derecha que apoy desde el comienzo el rgimen militar.
8/ Agarrarse de las mechas: pelear
9/ Correrse: eludir el problema
10/ Trabajar en una parada: trabajar desde una determinada perspectiva
11/ Poh: pues
12/ Sonaba: no tena salida.
13/ Cachar: captar, entender.
14/ Cogotear: robar amenazando con arma blanca
15/ Guagua: beb
16/ Me choc: me impresion
17/ Gallo: hombre adulto joven
18/ Enciclopedia Concisa Sopena. Editorial Ramn Sopena, Barcelona, 1974
19/ Fecha aniversario del golpe militar realizado por el General Pinochet en 1973 que marca el inicio de la dictadura
militar que se prolong hasta 1989.
20/ En las estadsticas sobre maltrato infantil
21/ La violencia que no conlleva otro nombre en la prensa ha sido nominada como violencia poltica por parte de los
investigadores, la cual remite a aquellas situaciones en donde el orden social se ve alterado a partir de un conflicto pblico.
Esto se desarrollar ms adelante.
22/ Las tas: se refieren a las personas que estn encargadas de atender a los nios en INTEGRA, una fundacin que
se dedica al cuidado de los infantes.
23/ Expresin que se utiliza para designar a la situacin de inseguridad que se ha generado en la ciudadana como
efecto de la violencia delictual.
24/ Fecha aniversario del golpe militar realizado por el General Pinochet en 1973 que marca el inicio de la dictadura
militar que se prolong hasta 1989.
25/ Carabinero= Polica
26/ Ministro del Interior del gobierno de Frei.
27/ Las tomas son acciones donde los manifestantes se apropian, por un tiempo, de un lugar o espacio como una
universidad o empresa.
28/ Se refiere al 11 de septiembre, feriado al momento de escribir este captulo.
29/ Miembros de la Colonia Dignidad, colonia alemana que reside en Chile.
30/ Texto agregado por los investigadores con el fin de hacer entendible el contexto de la amenaza
31/ Se refiere a Colonia Dignidad, sociedad benefactora alemana liderada por Paul Schaefer, acusado de delitos
como abusos sexuales a menores, entre otros, y que no ha podido ser aprehendido a pesar de los operativos policiales que se
han llevado a cabo.
32/ Sociedad benefactora de Colonia Dignidad Colonia Dignidad
33/ Lder de la Sociedad Benefactora
34/ Definicin de ILAS de violencia poltica.
35/ Fecha aniversario del golpe militar realizado por el General Pinochet en 1973 que marca el inicio de la dictadura
militar que se prolong hasta 1989.
36/ El presidente Salvador Allende habra sido derrocado y muerto en el golpe de estado de 1973, luego de haber
gobernado democrticamente por 3 aos.
37/ Partido de derecha opositor al gobierno de la concertacin.
38/ Apelativo que refiere a la positiva valoracin nacional e internacional que se ha hecho del desarrollo econmico de
Chile.
39/ VIF: Violencia intrafamiliar
40/ Hallazgo de cementerios clandestinos en Pisagua al norte del pas en 1980. Fueron encontrados y reconocidos por
sus familiares los restos de ejecutados polticos y detenidos desaparecidos en 1974. Estas ejecuciones tuvieron lugar luego del
paso por distintas ciudades del norte del pas de la Caravana de la muerte dirigida por el General Arellano Stark.
41/ La Comisin Verdad y Reconciliacin fue creada en (1990) por el Presidente Aylwin, con el objetivo de investigar la
situacin de los detenidos desaparecidos y ejecutados durante la dictadura militar. Todas las familias declararon frente a esta
comisin entregando los antecedentes recogidos durante los aos de la dictadura.
42/ Es el informe final de la Comisin Verdad y Reconciliacin entregado al pas en 1992, y en el cual se establece que
los desaparecidos fueron detenidos por agentes de los servicios de seguridad del gobierno militar, conocido como Informe
Rettig en nombre del Presidente de esta comisin.
43/ La Ley de Reparacin fue una ley aprobada luego de ser conocido el Informe de la Comisin Verdad y
Reconciliacin y que entrega una pensin a los familiares de los detenidos desaparecidos y ejecutados nombrados en dicho
informe. Muchos familiares se sintieron ambivalentes frente a esta medida, pensaban que se intentaba comprar su silencio.
44/ La estructura familiar, desde el enfoque sistmico estructural, es un sistema que opera dentro de sistemas sociales
especficos, conteniendo tres componentes. En primer lugar, la estructura de una familia es la de un sistema sociocultural
abierto en proceso de transformacin. En segundo lugar, la familia muestra un desarrollo desplazndose a travs de un
cierto nmero de etapas que exigen una reestructuracin. En tercer lugar, la familia se adapta a las circunstancias cambiantes
de modo tal que mantiene una continuidad y fomenta el crecimiento psicosocial de cada miembro (Minuchin, S., 1995;
p.85).
45/ Por lmites entendemos el grado de flexibilidad o rigidez de fronteras que se establecen entre y dentro de los
subsistemas familiares y entre el sistema familiar y el contexto al que pertenece. Se distinguen tres subsistemas bsicos: el
conyugal, el parental y el filial.
46/ Los padres sociales son familias de pases extranjeros que se hacan cargo del cuidado de nios chilenos mientras
sus padres se encontraban realizando labores de carcter poltico en otros pases.
47/ no en mala= sin rencor o rabia.
48/ pescarse = tomar en consideracin al otro.
49/ En este caso, el concepto de subsistema se define como aquellos sistemas que, conformados al interior de la
familia, tienen una funcin especfica y necesaria para el adecuado desarrollo de sus miembros, por ejemplo el subsistema
parental, conyugal o filial.
50/ Los mandatos familiares segn H. Stierlin y el modelo de las lealtades familiares de Boszormenyi-Nagy, implican
un sistema de obligaciones y misiones transmitido en forma principalmente inconsciente de una generacin a otra. Esto
supone que el delegado, generalmente un adolescente, es enviado (hinausgesandt) a cumplir una misin vinculada con
deseos y expectativas de los padres, al mismo tiempo que es mantenido ligado a la familia por las redes de lealtad.
51/ El concepto de duelo encapsulado segn E. Troya y cols., se refiere a un proceso en el cual la realidad externa no
permite en parte el proceso de duelo, ya que las exigencias externas son tantas que no hay lugar ni espacio para llorar a los
muertos o a lo que se perdi. El trabajo de duelo se estanca y aunque el sujeto sabe qu o a quin perdi, est obstruido de la
conciencia el significado de la prdida.
52/ Frente al vaco y las angustias primitivas, aparece el falso self. El concepto de falso self se refiere a una
estructura defensiva por contraposicin al verdadero self. En el caso de un falso self, las necesidades de dependencia y
sostn afectivo, se han visto frustradas por la dificultad de los padres (madre) para satisfacerlas.
53/ polola= pareja, novia.
54/ UDI= Unin Demcrata Independiente, partido poltico de orientacin derechista que apoy y apoya
explcitamente lo realizado por el gobierno militar dictatorial.
55/ Segn Keilson (1992), la traumatizacin secuencial comprendera tres etapas que seran partes
constitutivas de un proceso nico: la situacin traumtica extrema. A estas tres secuencias
traumticas, Keilson las ve como unidades discretas, conteniendo cada una un nmero de
elementos traumatognicos propios. La primera etapa se caracteriza por la percepcin de una
situacin de amenaza general; la segunda etapa es descrita como la experiencia directa, por la
persona o de algn miembro de la familia, del terror a la situacin represiva especfica; finalmente,
la ltima etapa se presenta luego de que ha terminado la represin poltica, dependiendo de la
situacin de reparacin social que se realice desde la sociedad.
VIOLENCIA,
SUBJETIVIDAD Y GNERO
EN EL SALVADOR
Priscilla Amada Cervelln Castro
Nazira Hasbn de Trigueros
Ana Julieta Lpez Snchez
VIOLENCIA, SUBJETIVIDAD Y GNERO
EN EL SALVADOR
Priscilla Amada Cervelln Castro
Nazira Hasbn de Trigueros
Ana Julieta Lpez Snchez

INTRODUCCIN
El trabajo que realizamos en El Salvador se dise en tres etapas. La primera la denominamos de
investigacin, el objetivo fue conocer los vnculos que se establecen en y entre los 3 niveles de
referencia social: la familia, las instituciones y el nivel macro social. La segunda etapa, a la cual
llamamos de intervencin, tuvo como objetivo brindar atencin a familias durante la investigacin,
facilitando un espacio de reflexin que les permitiera expresar sus relaciones en el interior de la
familia y promover cambios orientados a la construccin de relaciones de mayor respeto y
equilibrio en la utilizacin del poder. La tercera etapa tuvo como finalidad capacitar a los(as)
promotores(as) de ONGs que trabajan en el rea de salud en las zonas rurales del pas.
Estas etapas se disearon como tal por razones de tipo metodolgico, teniendo en cuenta que
la investigacin propiamente tal tambin es una forma de intervencin y, a la vez, la etapa de
intervencin se constituye en parte de la investigacin. A partir de esta concepcin de abordaje
tuvimos en consideracin que las investigadoras y/o facilitadoras forman parte activa del sistema,
en donde se involucran sus propios afectos y valores, por tanto, de alguna manera han
codeterminado la investigacin, la intervencin y el anlisis y, a su vez, ellas han sido
codeterminadas por dicho proceso.
La investigacin, a nivel de las relaciones primarias, se realiz con una muestra de 20 familias
obreras y campesinas.
Para el nivel de las relaciones funcionales se seleccionaron aquellas instituciones que, de
acuerdo con las familias entrevistadas, tenan mayor vinculacin con ellas. Para la exploracin de
las relaciones estructurales se trabaj con 6 grupos focales: dos del rea rural, dos del sector obrero
y dos de clase media alta.
En este captulo presentamos el resultado de los anlisis hechos a partir de la informacin
recolectada con las familias, instituciones y grupos focales, que corresponden a la primera etapa del
trabajo realizado en El Salvador. El anlisis fue discutido y analizado por el equipo y, finalmente, la
redaccin y algunos de los contenidos y comentarios son propios de la investigadora que asumi la
tarea final de cada tema. De este modo, el anlisis lo estructuramos en tres niveles:
Testimonios de familias obreras y campesinas
Vida en y desde las instituciones
La TV y la familia salvadorea
Los anlisis se han realizado a partir de una orientacin psicosociohistrica, puesto que el
discurso de las familias e instituciones no puede comprenderse si no se conoce el contexto histrico
y cultural en donde se generan. Es por esta razn que incluimos una breve resea de la situacin
sociopoltica actual de El Salvador.
En sntesis, el presente captulo comprende, en primer lugar, un anlisis sociopoltico de la
realidad salvadorea actual, en segundo lugar, el anlisis del material recogido, organizado en tres
niveles (familias, instituciones, estructura social) y, finalmente, la exposicin de las conclusiones y
reflexiones surgidas a partir de nuestro estudio. Tanto el anlisis como las conclusiones se han
enriquecido con el enfoque psicosocial de Ignacio Martn Bar; los conceptos sobre el poder y
violencia de Foucault; las concepciones sobre autoritarismo y democracia de Gregorio Kaminsky; y
las concepciones y teoras de gnero de Mara Fernndez, Virginia Goldner y Jorge Corsi, entre
otros. El enfoque sistmico ha estado presente englobando concepciones, teoras y anlisis.

REALIDAD SOCIO POLTICA DE EL SALVADOR

Indicadores socio-econmicos y demogrficos


Segn el Fondo de Inversin Social (FIS) el 58.6% de la poblacin salvadorea vive en situacin de
pobreza. El 27.9 % vive en situacin de pobreza absoluta y el 30.6 % en situacin de pobreza relativa
(Lazo, F., 1996).
El FIS, organismo oficial, y otras investigaciones concluyen que la pobreza es mayor que esta
cifras. Por ejemplo una investigacin publicada en Costa Rica indica que la pobreza total en El
Salvador (pobreza absoluta ms pobreza relativa) es del 80%. En su estudio Lazo especifica que la
distancia entre ricos y pobres es cada vez mayor, manifestando que para 1988 los ingresos de una
familia rica eran 15 veces ms que los de una familia pobre y para 1995 eran 39 veces ms, lo cual
segn l, es el resultado de la poltica neoliberal, que hace ms ricos a los ricos y ms pobres a los
pobres. (Lazo, F., 1996).
En cuanto a la situacin del trabajo, la tasa de sub-empleo y desempleo sobrepasa al 60% de la
Poblacin Econmicamente Activa (PEA), esta cifra nos muestra claramente que existen problemas
para absorber la mano de obra (Lazo, F., 1996). El problema del empleo indica que el crecimiento
econmico del que se habla en el discurso oficial, no se ve reflejado de manera significativa en la
disminucin del desempleo y subempleo. Para 1990 la tasa de sub-empleo era de 46.6% y en 1994
esa tasa subi al 53.12%. Con las medidas de ajuste estructural impuestas por los organismos
financieros multinacionales, se han reducido las prestaciones sociales a la poblacin, se ha creado y
ampliado el sector informal dejando a gran parte de los salvadoreos y salvadoreas sin trabajo
estable y sin seguridad social.
Estas medidas tambin han golpeado fuertemente a las capas medias de la sociedad y miles de
personas se han visto obligadas a trabajar en ms de un empleo para lograr mantener sus
condiciones de vida, ya que el poder adquisitivo de los salarios ha disminuido.
La situacin no es mejor en el mbito de la salud, el 53.2% de las muertes de nios(as) menores
de 4 aos obedece a enfermedades fcilmente prevenibles como infecciones respiratorias agudas
que ascienden al 18.6%, diarrea el 20% y bajo peso al nacer/prematurez el 14.6% (Rubio Fabin, R. et
alt, 1996). En este contexto la expectativa de vida de los salvadoreos es de 66 aos, muy inferior a
los 85 aos que estipula el Indice de Desarrollo Humano (IDH).
En educacin, se estima que la escolaridad promedio es de 4.5 aos. A nivel nacional el 22.55%
de la poblacin de 10 aos y ms es analfabeta, siendo de este porcentaje el 12.87% para el rea
urbana y el 35.54% para el rea rural.
En relacin a la vivienda basta mencionar que segn la Cmara Salvadorea de la
Construccin (CASALCO), el dficit habitacional alcanza las 600.000 viviendas, dficit que se
incrementa cada ao ya que la demanda se incrementa en unas 30.000 unidades. Mientras tanto la
industria de la construccin slo ha tenido capacidad de construir entre 13.000 y 17.000 unidades
(Bertrand, I., 1995). A esto hay que sumar el elevado costo de la vivienda que la hace cada vez ms
inaccesible para los sectores de bajos ingresos.
Es importante mencionar el difcil acceso de la poblacin a los servicios bsicos de agua
potable, letrinas, aguas negras y electricidad. El 45.2% de la poblacin del pas no cuenta con el
servicio de agua potable, a pesar de que casi todos los municipios gozan de servicio de acueducto;
el 32.8% de la poblacin tiene servicio de aguas negras; el 36.9% cuenta con algn tipo de letrinas y
un poco ms de la tercera parte de la poblacin no tiene ni servicio de agua, ni letrina. La falta de
estos servicios (agua potable y aguas negras/letrinas) incrementa los niveles de insalubridad para la
poblacin (Lazo, F., 1996).
De acuerdo a los datos del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo ( PNUD) en
cuanto al Indice de Desarrollo Humano para 1995, El Salvador est ubicado dentro de los ltimos
lugares de los pases de Amrica Latina, slo Honduras y Hait estn ms abajo.
El Salvador posee una alta taza de densidad poblacional distribuida en una extensin
territorial de 20.768,73 kilmetros cuadrados. Segn la Direccin de Estadstica y Censos
(DIGESTYC), de acuerdo a las proyecciones de poblacin para el perodo 1995 - 2025, El Salvador
para 1997 tendra una poblacin aproximada de 5 millones 909.000 habitantes, con una tasa de
crecimiento de 2.1% anual.
Segn el mismo documento de la DIGESTYC, la demografa salvadorea presenta una
predominancia de poblacin femenina, cuya magnitud supera a la de los varones en 116.000 en
1997. Esta situacin, segn este anlisis, es causada por la sobre mortalidad masculina y por la
mayor migracin de varones. El informe tambin revela que la poblacin salvadorea puede
clasificarse como una poblacin predominantemente joven, ya que la edad media no supera los 20
aos de edad y por cada 100 personas en edad productiva para fines econmicos (entre 15 a 64
aos), hay otras 72 que dependen de ellos(as).
Por otra parte, la tasa de fecundidad registra que en 1993, la mujer salvadorea tena un
promedio de 3.9 hijos e hijas, mantenindose en el campo un promedio de 5 hijos e hijas y en la
ciudad de 3.3 (Lazo, F., 1996).
Uno de los problemas sociales relacionados con la fecundidad es la prevalencia de una gran
cantidad de madres jvenes, pues casi la quinta parte de todos los nacimientos que ocurren en el
pas, tienen como protagonista a una mujer menor de 20 aos ( DIGESTYC, 1997). Segn Lazo, la
edad promedio de las primeras relaciones sexuales es de 13 aos y el 74% de las y los adolescentes
con vida sexual activa desconocen los mtodos de planificacin familiar.

Anlisis socio poltico actual


El Salvador se encuentra en un perodo en el que pueden observarse seales de avances y tambin
de retroceso. Es indudable que el aspecto electoral es un avance en la historia del pas. En las
elecciones municipales y de diputados en Marzo de 1997, el Frente Farabundo Mart para la
Liberacin Nacional (FMLN) gan 54 alcaldas de un total de 262 a nivel nacional y 27 diputados
que lo sitan casi en igualdad con el partido de derecha Alianza Republicana Nacionalista
(ARENA), el cual conserv 28 diputados de un total de 84 plazas en la asamblea legislativa. El resto
de los diputados han quedado distribuidos entre las dems fracciones polticas.
Constituyen avances tambin, la aplicacin de algunas leyes en contra de la evasin fiscal y la
corrupcin, pero es obvio que se contina aplicando una poltica econmica que no favorece el
bienestar de las mayoras del pas. Han pasado cinco aos desde que se firmaran los Acuerdos de
Paz y sin embargo las causas estructurales que dieron origen a la guerra continan intactas. En El
Salvador la pobreza, la distribucin desigual de la tierra, la falta de oportunidades para las
mayoras, el deficiente servicio de salud, educacin y vivienda son ndices que no han mejorado.
Todo ello acompaado de un fenmeno cada vez ms creciente de violencia, violencia en todas sus
expresiones y profundidades.
Como seales de retroceso se podra mencionar el deficiente desempeo de la Polica Nacional
Civil (PNC) y la participacin de muchos de sus elementos en la violacin de los Derechos
Humanos de las personas. Se observ tambin en los ltimos meses del ao 1997 en los medios de
comunicacin social la opinin de las Fuerzas Armadas sobre diferentes aspectos de la vida
nacional. Lo anteriormente dicho junto con la contradiccin entre los espacios polticos logrados, la
libertad democrtica y los problemas de exclusin econmico social, pueden leerse como una
tendencia a la reinstauracin del autoritarismo.
A nivel poltico se podran sealar 3 elementos que caracterizan el perodo actual por el que
atraviesa el pas:
La agudizacin de los problemas de la derecha salvadorea. Esta crisis se ha visto acrecentada
por los fraudes financieros que han ocupado la atencin del pas en este ltimo perodo y que
han puesto de manifiesto la decadencia de los grupos minoritarios que histricamente han
gobernado.
Los esfuerzos de la derecha por recomponerse y readecuarse como bloque. Estos esfuerzos
tienen como objetivo dar una respuesta a la prdida de poder que la derecha ha vivido en este
ltimo perodo, prdida de poder en lo militar, en el sistema judicial y en la asamblea
legislativa. El partido de derecha en el poder, ARENA, ha sufrido un serio desgaste, que se
caracteriza por una fuerte divisin, de tal manera que algunos de sus fundadores han pasado a
formar parte de otras fracciones polticas de derecha. En la actualidad, se enfrenta al interior
de este partido, la derecha capitalista contra la derecha poltico/militar, no habiendo an, a
septiembre de 1998, una frmula presidencial definida para las elecciones de marzo de 1999.
Otro elemento importante de este perodo lo constituye el riesgo del Frente Farabundo Mart
para la Liberacin Nacional (FMLN) de insertarse en el sistema como un partido poltico ms,
reduciendo su actividad slo a lo puramente parlamentaria y renunciando cada vez ms a su
lucha social. Actualmente existen serias diferencias que se ventilan al interior de sus filas.
Existe un sector denominado conservadores, que defienden los principios revolucionarios y
otros que se definen como socialdemcratas. Recientemente se han realizado ya dos asambleas
nacionales intentando elegir la frmula presidencial que integre ambas posiciones, lo cual no
se ha podido concretar, en opinin de algunos, debido a la falta de voluntad poltica y a la
lucha de poder interno. Hay un consenso en el ambiente que lo ptimo sera una frmula que
comprenda ambas posiciones, que pueda ofrecer un gobierno de todos y para todos.
En una de las ms recientes publicaciones de la revista Estudios Centroamericanos (ECA), se
comenta sobre lo difcil que es la transicin desde el autoritarismo a la democracia debido, entre
otras causas, a la herencia de situaciones como la militarizacin del Estado y la sociedad, el control
de los medios de comunicacin por la derecha, el predominio de una cultura poltica autoritaria y la
alta concentracin de la riqueza en manos de un sector dominante. Sin embargo, los discursos
oficiales hablan de un pas cada vez ms democrtico y presentan indicadores macro econmicos
que ubican al pas entre los pases con economas de las ms dinmicas y vigorosas de Amrica
Latina.
La distancia entre los indicadores macro econmicos y la realidad de la vida salvadorea
muestra que el mundo de los tecncratas se impone y esconde el mundo econmico real: las tasas
generalizadas de inflacin se distancian de lo que suele ocurrir a los bolsillos de los ciudadanos, las
cifras de empleo ocultan la calidad de las condiciones laborales y el precario mundo del sub-
empleo, el crecimiento del PIB (Producto Interno Bruto) tiende un velo a los altos niveles de
pobreza o al crecimiento de la extrema pobreza; el bienestar en la balanza de pagos sustituye el
bienestar de las poblaciones, etc. El mundo macro-monetario ha adquirido vida propia, ha
extendido su dominio al resto de las esferas de la vida, ha estrechado el conocimiento y
parcializado el anlisis y la poltica econmica (Rubio Fabian, R., et alt, 1996).
La violencia en El Salvador
Informes y/o investigaciones elaboradas sobre el tema de la violencia en El Salvador, tanto por
organismos nacionales como internacionales, ubican al pas como el ms violento de Amrica
Latina. En la actualidad se reporta un nmero de muertos diarios ms elevado que durante los doce
aos de guerra.
De acuerdo a informaciones del Instituto de Medicina Legal (IML) en el rea metropolitana de
San Salvador (AMSS) se cometen el mayor porcentaje de hechos violentos. Durante 1996 se
registraron un total de 3.077 muertos, lo cual implica una tasa de homicidios de 202 por cada
100.000 habitantes y la muerte de una persona cada 160 minutos. A nivel nacional se producen ms
de 21 muertes violentas cada da, lo cual implica un total de 7.665 muertos al ao, lo cual hace una
tasa de homicidios de 152 por cada 100.000 habitantes y la muerte de una persona cada 68 minutos.
En este sentido, segn lo comenta el informe semanal PROCESO (No. 747, febrero 16, 1997), la
magnitud de la violencia de acuerdo a las cifras disponibles a nivel nacional, es siete veces superior
al promedio observado para el continente americano y para el caso del rea metropolitana la
magnitud sera superior en ms de diez veces.
La Procuradura para la Defensa de los Derechos Humanos ( PDDH) al referirse al derecho a la
vida sostiene que las cifras de violaciones denunciadas y admitidas en este rubro, an comparadas
con el ao anterior continan siendo altas. En ms de la mitad de los casos registrados, se trat de
muertes arbitrarias consumadas y fallidas y en muchos casos su fuente estuvo en agentes de la
seguridad pblica. Ello se vuelve grave cuando el pas apenas emerge de un conflicto en el que
prim la falta de respeto por la vida y se ha comprometido a la erradicacin de esta prctica lesiva a
la persona humana y a la vigencia del Estado de Derecho.
En referencia al derecho de la libertad personal, se registra en el informe de mencionada
Procuradura, que en 1996 fue el derecho ms irrespetado y en estos casos sea por el injustificado
proceder policial, como por el incumplimiento de los plazos legales, tanto en el mbito
administrativo como en el judicial, se constat que la detencin estuvo siendo considerada un fin en
si misma y no una medida para impedir la evasin o el entorpecimiento de la justicia.
De acuerdo a una encuesta de opinin pblica llevada acabo por el Instituto Universitario de
Opinin Pblica (IUDOP) de la Universidad Centroamericana Jos Simen Caas ( UCA), para
finales de agosto de 1994, ms de la mitad de los salvadoreos consideraban a la delincuencia
como el problema ms grave de El Salvador. La historia reciente de consultas de opinin muestra
que esto no es nuevo; sin embargo, lo que s parece poco comn y preocupante es que luego de
varios meses, finalmente la delincuencia se ha impuesto como el problema principal en la mayora
de los salvadoreos, superando inclusive al conjunto de problemas de orden econmico que en las
encuestas anteriores concentraban la preocupacin de los salvadoreos. Esto quiere decir que de
preocuparse por la situacin de su bolsa y de sus condiciones econmicas de vida, muchos
salvadoreos han pasado a preocuparse por su integridad fsica y la de sus bienes. (Cruz, J.M. y
Gonzlez, L.A.,1994, pg. 21). De acuerdo con Ignacio Martn-Bar (1996), uno de los constitutivos
bsicos de la violencia es el contexto posibilitador, el cual en estos momentos est totalmente
marcado con todas sus caractersticas en la sociedad salvadorea. Nos queda por tarea a todos y
cada uno de los y las salvadoreas(os) luchar por generar cambios sociales que posibiliten un
contexto diferente para las nuevas generaciones.
Segn Gonzlez (1997), El Salvador de la post-guerra est montado sobre unas estructuras
socioeconmicas que generan mecanismos marginalizadores de la juventud, pero esta juventud
obviamente, no slo no es la misma de las ltimas tres dcadas, sino que el horizonte de sus
demandas es cualitativamente distinto. En efecto, si en lo esencial la juventud marginal de la
preguerra vehiculiz sus demandas a travs de la organizacin poltico-revolucionaria -porque
crea en la posibilidad de un futuro mejor a hacerse realidad, a travs de la revolucin, en el
socialismo- la juventud marginal de la postguerra lo hace, por ejemplo, a travs de la organizacin
en maras, pero no cree ni en la revolucin ni en socialismo, ni en un futuro mejor.

TESTIMONIOS DE FAMILIAS OBRERAS Y CAMPESINAS


El anlisis de este trabajo se hizo con base en los datos recabados de 20 entrevistas que se realizaron
a 9 familias obreras y 11 familias campesinas.
Las familias obreras tuvieron como caracterstica comn el que uno o ms de sus miembros
fuera obrero de la industria, de la construccin u otro rubro productivo. Las entrevistas se llevaron
a cabo en dos comunidades marginales de la zona metropolitana de San Salvador y se tom en
cuenta que sus condiciones socioeconmicas fueran similares. Sus viviendas eran de sistema mixto,
lmina y piso de cemento. Asimismo, stas han sido construidas por las mismas familias teniendo
mayor participacin las mujeres y los nios. Las construcciones se realizaron a travs de programas
de ayuda mutua coordinadas por instituciones religiosas y la Alcalda Municipal. Las dos
comunidades posean energa elctrica y slo una contaba con agua potable; la otra se abasteca de
un pozo ubicado dentro de la comunidad y por el cual pagaban para el mantenimiento del mismo.
No contaban con instalacin de aguas negras y las letrinas eran comunes para toda la comunidad.
El ingreso mensual familiar de las familias entrevistadas oscilaba entre los 100 y 130 dlares.
Las familias campesinas entrevistadas pertenecan a 3 comunidades rurales del pas. Una de
ellas se localizaba en la zona occidental, donde casi la totalidad de sus integrantes no tuvieron
participacin en la guerra. Las otras dos comunidades estaban ubicadas una en la zona norte y la
otra en la zona sur; los habitantes que las integraban tuvieron, en su mayora, algn grado de
participacin en organizaciones guerrilleras; en la primera se encontraban mayoritariamente ex
combatientes y, en la segunda -una poblacin ms variada- ex combatientes, pobladores de la zona
y poblacin de masas del Frente Farabundo Mart para la Liberacin Nacional ( FMLN). Estas
comunidades se abastecan de agua de pozo que posea cada vivienda, dos contaban con energa
elctrica y una no, tenan letrinas aboneras en cada parcela familiar y subsistan econmicamente de
lo poco que sembraban.
Las preguntas que se realizaron a las familias tenan la finalidad de conocer los siguientes
aspectos: cmo perciben su relacin en el interior de ellas; cmo es su rol de pareja, cmo de padres
y madres, cmo de hijos e hijas; la forma en que perciben a las instituciones a las que tienen acceso;
cmo sienten que son percibidos por ellas; y qu piensan y sienten respecto de los medios de
comunicacin a los cuales tienen acceso.
A partir de la informacin recolectada se agruparon los temas o ejes sobre los cuales las
familias hablaron con mayor frecuencia.

As vivimos...
Las familias campesinas hablaron continuamente sobre sus condiciones sociales y econmicas. El
relato de una madre campesina: Todos mis hijos van ir a la escuela el prximo ao, menos el de 3 aos,
porque son 6; pero cuando comience el invierno van ir slo los dos ms grandes, a los dems me da miedo
mandarlos porque el ro se desborda y se los puede llevar la corriente. Este ao fjese, hubo una gran
inundacin y no podamos salir de la comunidad.
Un joven de otra familia relat su experiencia de ir a la escuela: Me voy todos los das a las 6 de
la maana, camino y llego a las 7:30 a la escuela, termino las clases a las 12:30 del medio da. La madre
expres: En invierno les toca duro, se mojan hasta las rodillas porque el ro se inunda, as mojados se estn
en la escuela y mi hijo padece de cansancio de los bronquios. El padre agreg: Para estudiar aqu hay que
hacer mucho sacrificio.
Las familias hablaron de manera constante no slo sobre su situacin econmica y social, sino
de la forma en que la viven y sienten. En muchos casos se tuvo la sensacin de escuchar el lamento
de quien no tiene esperanza de ser odo, y en otros se atisbaba un hlito de lucha, de reclamo o de
nimo para seguir adelante: Ahorita estamos bien, porque no viene la corriente del ro, donde vengan las
crecientes nos vamos a sentir mal.
Un padre de familia: Yo en algunos momentos he deseado hasta ser un perro de gente rica, por lo
menos ellos no aguantan hambre, me duele ver llorando de hambre a un hijo por aqu, y otro por all. Dios
mo! Uno se siente todo aguadito, desesperado, que ya se cae.
Los relatos anteriores llevan a pensar que la sociedad salvadorea se ha ido construyendo de
manera exclusiva al servicio de una minora y, probablemente estas condiciones generan, entre
otras cosas, ndices de violencia mucho ms altos que los que se pueden registrar en sociedades que
tienden ms a la integracin que a la marginacin y exclusin. Mltiples investigaciones, regionales
y nacionales, sitan a El Salvador como el segundo pas ms violento en Amrica Latina.
Un campesino manifest: No es que uno pida que le lleven las cosas a la boca, pero por lo menos que
la gente que tiene el poder ahora, que se toquen la conciencia y que abran empleos sin poner tantas
condiciones... porque de ah viene mucho ladronismo. Anoche hubo una vela1 de un seor que se quera meter
en una casa y dicen que lo mataron estrangulado. As tambin hay muchas maras2 y drogadiccin. Algunos
tipos de estos andan metidos en maras y ladronismo, tal vez queran andar por el camino recto y podran
haber ido a buscar un trabajo y les pidieron una gran lista de requisitos. Se acabaron las balas pero estamos
en guerra todava, toda esa delincuencia, tanto desempleo es una guerra. Pues para m ha sido un duro golpe,
pues yo he sido empleado y ahora estoy desempleado.
En El Salvador, ms del 60 por ciento de la poblacin econmicamente activa est
desempleada o subempleada. Esta cifra es elevada y muestra que hay dificultad para absorber la
mano de obra (Lazo, F., 1996). El problema del empleo indica que el crecimiento econmico del que
se habla en el discurso oficial, no se refleja en una significativa disminucin del desempleo y
subempleo.
Al parecer, la marginacin y exclusin han generado una espiral de violencia en donde la
delincuencia, las drogas, las maras, la violencia intrafamiliar, el alcoholismo y la prostitucin son
parte de la vida diaria de los salvadoreos. La guerra militar termin, mas la guerra social contina
violentando a la sociedad salvadorea.
Las condiciones de vida que narran las familias salvadoreas entrevistadas constituyen una
muestra de la vivencia de la mayora. En s mismas, estas condiciones violentan sus vidas y sus
derechos como familias, sin embargo, no son categorizadas por ellas como tal.

Hemos tenido que dejar nuestras casas...


La gente habl sobre cmo han tenido que dejar sus lugares de origen en busca de mejores
condiciones de vida, y en esta bsqueda se encuentran con otros problemas y vivencias. En una
familia campesina, la madre y sus hijas hablaron: Y qu le ofrece la vida a uno aqu usted?. Y cmo
empezaste a tomar? Yo me tuve que ir a trabajar a San Salvador y el fin de semana que me vena para la
comunidad me pasaba echando mis cervecitas aqu en Zacatecoluca y as empec... despus me fui a trabajar a
una cervecera en frente de una playa y ah s tomaba. En ese ambiente hay bastante cerveza, trago,
marihuana o pastilla... por eso a veces no quisiera que mis hijas salieran a trabajar, mejor estar hambriando
aqu.
En El Salvador, el exilio por razones polticas y econmicas ha sido y sigue siendo parte de la
vida diaria. Durante la dcada de la guerra civil, el exilio poltico fue el ms frecuente, antes de la
misma y, en la actualidad, los problemas econmicos empujan a la gente a exiliarse de su pas.
Mi esposo se tuvo que ir para poder trabajar, primero estuvo en un lugar que le dicen Nueva Jersey y
despus se ha ido a otro lugar que le dicen Nuevo Mxico... l se siente desesperado porque no ha podido
encontrar un trabajo fijo y por eso quiere venirse. Yo estuve de acuerdo en que se fuera, viendo la necesidad
que haba, tenamos que hacer la casita y pagar la tierra que nos haban dado. Despus de la firma de los
acuerdos de paz, a los desmovilizados les dieron tierras que tenamos que pagar... por eso se fue l. Me manda
100 dlares para el mes, esto es una gran ayuda. A veces para el 24 de diciembre me manda ropa para los
nios, ellos se ven mejor vestidos que el resto de nios de la comunidad.
Durante el sondeo a las familias obreras se observ que la gente relaciona la violencia
delincuencial con la pobreza y el desempleo: Si alguien pobre roba es porque lo necesita, ya en lo alto es
nocivo, pues ellos tienen billetes y eso s es para incriminar ms al pueblo. El rico tiene otras salidas, el
pobre no... el rico en eso se basa... y nosotros los pobres salimos perdiendo siempre.
La gente atribuye una parte de las causas de la delincuencia a la pobreza. De alguna manera
justifican la accin de robar para satisfacer las necesidades bsicas de alimento, con esta
justificacin no categorizan dicha accin como violencia.

Las mujeres y su relacin con los hombres


Otro de los temas sobre el cual hablaron las familias fue la violencia que la mujer vive
cotidianamente en su vida familiar. Al preguntarle a una mujer de una comunidad obrera sobre
cmo lleg a vivir a esa comunidad, relat su historia de maltrato de su unin anterior:
Un da iba llegando a la casa donde viva con mi antiguo compaero y l estaba durmiendo y pens,
qu bueno porque una vez dormido, ya no siente y no pelea, pero no, nos estaba esperando... slo puse la bolsa
con comida que traamos y, segn yo, me sent a descansar... cuando de repente l sali, me agarr y me
avent encima de una cocina de carbn que tenamos y bueno, empez a decirme cosas. Mi hijo, el mayor, se
haba quedado en la calle y cuando oy entr a la casa y esta vez s se termin todo, se agarraron [se pelearon]
los dos... y bueno con mi hijo lo echamos a la calle, le sacamos toda su ropa en un costal y que se fuera, ya no,
ya no... l me buscaba pero no, no; ya lo conoc demasiado y ya para qu conocerlo ms... l [sealando a su
compaero actual] me dio fuerzas; yo le doy gracias a Dios porque siempre hay alguien que lo salva a uno... ya
me hubiera muerto... fjese que con el pap de mis hijos cuando me deca que se iba a tomar unas cervecitas yo
senta la muerte. Yo por todo eso ya qued enferma y me ha costado recuperarme. Gracias a Dios que l
[sealando a su actual compaero] est asegurado y entonces logro yo tambin pasar consulta, pero los nios
no tienen derecho. Yo ahora me siento tranquila por mi salud, ya no me siento como me senta antes, yo antes
as caa cuando me haca l los desastres... me tenan que agarrar... Cuando me acompa con l, mi hijo
mayor y l hablaron, mi hijo comprendi que yo antes sufra mucho y ahora estoy mejor, hasta he subido de
peso.
Esta mujer habla sobre el tipo de violencia ms obvio: el maltrato fsico. Frente a este hecho,
las sociedades se han organizado cada vez ms, han creado leyes de proteccin hacia la mujer, pero
esta realidad an est muy lejos de desaparecer. Sin embargo, es interesante observar cmo la
mujer, que habla sobre su maltrato, pudo romper ese vnculo, pero no ha logrado hacer conciencia
de su propia fortaleza, sino que siente que fue rescatada por dos hombres, su hijo y su actual
compaero. Esto deja ver claramente cmo la inferioridad de la mujer, histricamente atribuida a
ella, alcanza a la mujer misma y llega a formar parte de su subjetividad percibindose a s misma
como inferior al hombre.
Las mujeres de las familias entrevistadas en las comunidades rurales expresaron las vivencias
siguientes que son parte tambin de sus relaciones cotidianas:
Un da sbado en la maana me peg; bien buenecito estaba [refirindose a que no estaba tomado]. Y
como a todo esto l era el que tena todo el dinero... su cochino dinero... por eso es que a veces uno puede vivir
aguantndole tanto al hombre, pero al final uno no es de palo. Yo estuve 6 aos con mi marido, 3 de mis
hijos son de l. Yo le aguantaba... l me pegaba buenas patadas, buenos pescozones3, yo le aguant mucho pero
ahora va a ser un ao que me dej con l. Ojal! que no trate a otra mujer como me trat a m, porque mucho
me pegaba... me pegaba enfrente de la gente y a veces sin haber tomado, pero un da me le fui.
Otra mujer de otra comunidad campesina expres: Cuando yo me enojo por cosas que l me hace
slo tengo palabras... l tiene tambin manos... cuando yo me enojo por cosas que l hace, tengo slo palabras.
Yo he aguantado y sigo aguantando porque no quiero andar con un hombre y con otro y puedo estar orgullosa
de que todos mis hijos son de un mismo marido, a mi nadie me puede decir nada sobre eso.
En las comunidades rurales, si la mujer toma la decisin de separarse para protegerse de los
maltratos fsicos, corre el riesgo de ser criticada por la comunidad y tomada como una mujer loca,
que se involucra con un hombre y otro. Por otro lado, como lo expres el comentario de la mujer
anterior, al permanecer con un solo hombre ella misma se protege de andar con otros hombres. Esto lleva
a pensar que la mujer construye su identidad en relacin a un hombre, quien le da su ser como
mujer; quien no est a la par de un hombre no es mujer o, no se siente mujer. Satisfacer sus
necesidades de dependencia es necesario para reafirmar su identidad femenina. Esta situacin, en
las mujeres maltratadas, es lo que dificulta que terminen con la relacin. Finalizar la relacin con el
hombre equivale a perder una parte de su propia identidad y, por lo tanto, tiene un alto costo para
ellas.
Lo ms difcil que he vivido es lo del marido que se fue, se acompa4 con otra. El hombre nos daba
tamaos talegazos5 en la boca... a veces me pegaba por malcriada... yo le deca que no me pegara, porque est
bueno cuando uno es culpable... pero slo porque est bolo6, eso era gana de pegarme. ... El hombre que yo
tengo, l trabaja y l se enoja porque a veces se los echa [los tragos], por eso es que me zampa mis leazos; pero
la verdad es que si la mujer no comete un error el hombre no le pega a uno. Yo tengo a un bolo [silencio]... y
aunque no estuviera bien bolo [silencio]... es bien enojado. Nunca estbamos bien, por una media cosita se
enojaba, ahora ha cambiado. Yo nunca le he dado motivos, si uno diera motivos bueno... cuando estaba enojado
nunca le deca nada... l me deca cosas y yo no iba a encender el fuego.
De estas vivencias puede constatarse con claridad la violencia como un elemento constitutivo
de las relaciones de gnero, sin embargo, desde la visin de ellas no est claramente categorizada
como tal. Ana Mara Fernndez (1993), dice que para entender las relaciones de gnero hay que
partir de un anlisis poltico de ellas, en donde uno de los significados ms importantes de dicho
anlisis se refiere a tener claro que entre el hombre y la mujer existe una relacin de poder, en la
cual el hombre tiene ms poder que la mujer, lo cual es un elemento esencial para que se manifieste
cualquier tipo de violencia.
Virginia Goldner et al (1990) sostienen que las relaciones de gnero estn divididas en dos
categoras mutuamente excluyentes e impregnadas de un temor referente a que se diluyan las
diferencias entre hombres y mujeres. El hombre experimenta humillacin cuando tales divisiones
de gnero se tornan confusas; la violencia fsica y la dominacin hacia la mujer son un intento del
hombre por reafirmar las diferencias, ya que, de esta manera, reafirma su masculinidad y se aleja
del temor a ser o parecer femenino, lo cual es una amenaza para su hombra.
Este anlisis es vlido para las familias con que se ha trabajado, en las cuales la violencia surge
como un intento de marcar el territorio genrico del hombre, determinado por roles, procesos
psicolgicos, culturales e ideolgicos que contribuyen a la construccin de una divisin artificial del
mundo en masculino y femenino.

Las tareas domsticas, responsabilidad de ser mujer?


La violencia que se expresa en el maltrato fsico es la ms fcil de ver y combatir, pero existen otros
tipos de violencia hacia la mujer que se encuentran invisibilizados con el mito de que aquello que es
histrico y cultural es, por lo tanto, natural.
Las mujeres campesinas hablaron sobre otro aspecto que forma parte de su identidad
tradicional femenina, las tareas domsticas:
Es obligacin de uno hacerle las cosas al hombre... cmo va a hacerlas l... la mujer debe hacer toda las
cosas de la casa ... a los hombres lo que les toca es llevar la comida... la mujer puede ayudar en algo, pero no va
a ir a trabajar a la construccin. Un hombre dijo: ...s pues, yo tengo que hacerle frente... el deber de
nosotros es llevar el alimento a la casa. A su vez una mujer plantea:... A m me dice alguna gente que es
bueno que los nios aprendan a lavar, a hacer comida, yo digo que en una parte es bueno porque cuando uno
se enferma, principalmente as como yo, que no tengo ninguna hembrita que les haga la comida a ellos, es
bueno; pero a m me da lstima verlos lavando o haciendo comida estando yo alentada, me da una cosa fea
verlos a ellos trabajando y yo sentada... siento que eso es una obligacin ma.
Las mujeres obreras tambin hablaron sobre roles de gnero bien establecidos y claramente
diferenciados. Un padre de familia opin lo siguiente: A veces uno puede colaborar en los quehaceres de
la casa, pero no queda tiempo. La madre dijo: Bueno, es que hay cosas en las que el hombre no puede
entrometerse, hay cositas en las que s pueden ayudar. La abuela coment: Ponerse a tortear7, lavar,
cocinar, esas cosas no pueden, no les queda tiempo de hacerlas... Pero la verdad, es que hay cosas que las
pueden hacer y no las hacen. No hay voluntad.
Esta diferencia de roles puede observarse desde edades bien tempranas. Un nio expres lo
siguiente: Yo quisiera tener una hermanita. Por qu una hermanita y no un hermanito?: Para que
lave la ropa.
En estos fragmentos puede observarse que los quehaceres del hogar han sido asignados
histricamente a la mujer, y la mujer misma los asume como algo natural del ser mujer. Esta
diferenciacin de roles es asumida y reproducida por sus hijos e hijas. Cuando la mujer asume
como parte del ser mujer la realizacin de las tareas domsticas, realiza un trabajo que no le es
remunerado y, por tanto, es socialmente ignorado o explotado.
Esto constituye un tipo de violencia que ha sido socialmente invisibilizada y puede ser ms
evidente en las familias obreras en donde los dos, hombre y mujer, trabajan remuneradamente y la
mujer, al llegar a su casa, realiza las tareas domsticas, es decir, efecta una doble jornada mientras
su esposo ve la televisin o juega al ftbol. Las familias entrevistadas no perciben como violencia
estas situaciones.

Las mujeres no se pueden cuidar solas...


Hay tipos de violencias ms sutiles que las mencionadas anteriormente y que quedan en evidencia
en el siguiente comentario de un hombre joven, miembro de una de las familias campesinas
entrevistadas: Mi hermano como se fue para Estados Unidos, me mand una carta para que me viniera a
estar junto a la cuada... ahora yo estoy como responsable de la familia de mi hermano.
Por debajo del deseo de cuidar y proteger est la devaluacin de la mujer a quien no se le atribuye
la capacidad de cuidarse por s sola, sino que necesita de un hombre para sentirse protegida. Este
tipo sutil de violencia no es registrada por el hombre y pasa desapercibida para la mayora de las
mujeres que viven agradecidas y felices de tener un amparo y apoyo masculino. Esto se vive en las
relaciones cotidianas entre hombres y mujeres. Cuando un hombre est frente a una mujer, con
conciencia o sin ella, se ubica en una posicin de proteccin o de mando que lo coloca en una
categora de superioridad y la que es complementariamente aceptada por la mujer.
Otra de las familias campesinas expres: A veces l viene de trabajar y yo no estoy y se enoja, pero
no me golpea, slo me molesta... tiene razn de enojarse porque salgo sin su permiso, yo siento que tiene razn
l. l expres: Yo no soy celoso, porque si as fuera, yo la tuviera del pelo que no saliera, pero yo me voy a
trabajar y regreso a las 5 6 de la tarde... y si tengo que trabajar con la mquina regreso hasta el da
siguiente.
Es clara la dinmica de la pareja en donde la mujer asume su subordinacin con lo que alcanza
su subjetividad e identidad femenina; el hombre, por su parte, en el rol complementario asume su
dominacin y mando sobre ella. Esta dinmica se ve natural y es difcil que este tipo de violencia
sea fcilmente visibilizada.
Es interesante comparar cmo se vive y expresa este tipo de violencia en los diferentes sectores
sociales. A una mujer, que formaba parte de un grupo focal de adultos del sector medio, se le
pregunt cmo miraba la televisin y respondi lo siguiente: ...cuando yo termino de cocinar,
entonces, digamos, l est en el dormitorio, entonces yo lo llamo, comenzamos a comer y acepto ver las
noticias porque ni modo, a l le encantan, entonces compartimos eso.
En este relato puede verse de nuevo una forma de subordinacin ms sutil, en donde la mujer
borra su sumisin creyendo que comparte; de esta manera puede ser ms aceptable ante sus ojos de
mujer y, a la vez, as evitan el conflicto. Si comparamos estas diferentes formas, a travs, de las
cuales se expresa la subordinacin en los diferentes sectores sociales, nos surge la inquietud de
saber si, a un nivel social y cultural ms alto, las formas de subordinacin se vuelven ms sutiles y
sofisticadas, o si realmente disminuyen o no.

La mujer debe dedicarse slo a su hogar...


En una de las familias campesinas, el padre, por razones econmicas, tuvo que emigrar a Estados
Unidos y la mujer asumi la direccin y organizacin de la casa y tambin un papel de liderazgo
dentro de su comunidad donde era la presidenta de la directiva comunal. l expres: ... aqu porque
se necesita la pusieron a ella. Ella: A m me eligieron de presidenta porque aqu todos son tetuntes8. l: ...
Yo nunca estuve de acuerdo en que ella fuera presidenta de la comunidad; pero ella ya haba aceptado...
cuando yo siento hambre no hay comida... ella es una mujer que tiene muchas cosas que hacer.. Yo siempre
colabor con la comunidad; pero me retir un tiempo a Estados Unidos y me borraron de la memoria y ya no
puedo tener mi parcelita. Aqu donde vivimos es de ella....
Puede observarse cmo el hombre experimenta una sensacin de humillacin, se siente
desposedo de su rol masculino frente a la comunidad, frente a su esposa y ante s mismo.
Manifest su desacuerdo por el nuevo rol de su pareja, sobre todo porque esto le impide a ella
cumplir con las tareas del hogar, servirle y atenderlo. En esta relacin concreta, la mujer ha ganado
poder y esto es probablemente vivido por el hombre como amenazante para su masculinidad, lo
cual le afecta en su subjetividad y tambin en la forma en que es percibido socialmente por los
dems.
Durante esta entrevista se pudo observar en el hombre reiterados intentos de devaluar a la
mujer tanto en el hogar como en su rol de liderazgo; creemos tambin que este tipo de violencia
llega a constituirse en una forma a travs de la cual el hombre intenta conservar su espacio y su
diferencia de gnero tan vital para reafirmar su masculinidad. Para la mujer no tiene ningn
significado de violencia o devaluacin, al contrario, ella misma devala sus recursos personales y
capacidades. Sus logros no los percibe como parte de su identidad de mujer; ambos se sienten
incmodos cuando, por razones coyunturales, han compartido el poder, como fue el caso de la
emigracin de l a otro pas. Cambios de esta naturaleza se viven incmodamente en dos niveles:
individual y comunitario.
En una comunidad obrera se entrevist a una familia integrada por la abuela, la hija (duea de
la casa) y su hija de 8 aos. Su esposo trabajaba en otra ciudad del pas y llegaba siempre, sin previo
aviso cada tres o cuatro semanas. A m algunas veces me toca como al hombre, que slo da el dinero y no
s qu hacer. Algunas veces yo estoy pendiente de cosas que le tocan al hombre, que tengo que cambiar esto,
que se quem un foco, lo voy a cambiar, as.... El hombre tiene que estar pendiente de que si se solt una
lmina hay que arreglarla, que si se quebr un poln9 tiene que ponerlo y todo eso; pero algunas veces a la
mujer le toca hacer todo eso, verdad... Cuando l no est, soy yo la que arregla las cosas, o soy yo la que decido
que si se va a buscar a alguien para que arregle esas cosas. Es lo mismo como si l estuviera, verdad?, porque
si l no est yo soy la que decido por mi casa... Cuando l est pues l hace las cosas.
En la construccin de las casas aqu en la comunidad... as nos toc... tambin vimos mejoras en la
direccin, en la directiva y todo eso. Y haba mejorado en lo que era el campo de trabajo tambin... Algunas
veces no sabemos ni cmo manejar una piocha, un azadn, pero al final nos ensearon y bonito as, porque
despus le sirve a uno.
En este caso es la mujer quien se encarga de la direccin y el mantenimiento de su hogar, pero
tiene claro que est realizando funciones que corresponden al rol masculino, por lo tanto, percibe
que su papel es incompleto porque el hombre no est a su lado. Su rol de mujer es confuso, entre
tener que ser proveedora y tener que cumplir con el rol tradicional femenino.
Se ha observado que cuando la mujer y/o el hombre asumen comportamientos y roles que no
son los asignados a su rol tradicional de gnero, ellos experimentan un sentimiento de inadecuacin
para la mujer y de amenaza para la masculinidad del hombre. Estos cambios han sido cada vez ms
frecuentes, por situaciones laborales y/o econmicas que por la reflexin y el desarrollo de
comportamientos culturalmente asignados al sexo opuesto, no indicando que el hombre deje de ser
hombre, ni que la mujer deje de ser mujer.
En el hombre sobre todo existe un gran temor a perder su hombra si realiza actividades como
las del hogar. Corsi (1994) habla sobre la homofobia, el temor del hombre a ser o parecer
homosexual, en este caso, si realiza tareas que socialmente han sido asignadas al rol femenino.

Nuestros proyectos de vida...


Las mujeres que integran las familias obreras hablaron sobre sus proyectos de vida y prioridades:
Estudi bachillerato y un ao y medio en la universidad... me cas y ya estuvo, all se termin todo. Es
importante que as como el hombre, la mujer tambin estudie y avance. As como me qued yo, no. Tal vez
tenga oportunidad todava, pero casi es inalcanzable, ay! es que uno viene de trabajar y le da pereza agarrar
el cuaderno e irse para la escuela ... eso s es difcil. ... Yo quiero que mis hijos y mis hijas estudien para que
puedan defenderse mejor. Yo iba a estudiar de noche, pero es muy cansador, no sale uno con todo lo de la
casa y mejor me sal. El otro ao voy a empezar de nuevo.
Es interesante observar cmo puede verse un cambio en los proyectos de vida de la mujer en
relacin con las dcadas anteriores. Ahora entre sus proyectos de vida se encuentran la superacin
personal y acadmica. Sin embargo, esto sucede ms a nivel de discurso racional, ya que cuando
tiene que priorizar, generalmente lo hace por lo que la sociedad le ha asignado como su proyecto de
vida: el ser madre y esposa. Este es un tipo de violencia ejercida hacia la mujer, que es an ms sutil
que los anteriores; han sido y actualmente son otros quienes deciden sobre su vida, sobre lo que
siente, lo qu piensa y sobre cules sern los proyectos en su vida.

A la mujer Dios la hizo de una costilla de uno...


Un hombre de una familia campesina expres: Se supone que la mujer es siempre ms sensible... yo me
imagino que como Dios hizo a la mujer de una costilla de uno y supuestamente por eso uno de hombre
mantiene ese machismo, esa prepotencia. Entonces, como la mujer es una mnima parte que sacaron del
hombre, quiz por eso es ms sensible y quiz por eso el hombre a la mujer la tiene de menos... esto por haber
hecho Dios al hombre primero y a la mujer de una costilla. A m me parece que est bien, porque son cosas de
Dios y todo lo que l hace es perfecto; si yo dijera que eso est mal sera como que yo lo estuviera
contradiciendo a l y eso no se puede. ...Dios dijo: Dios y hombre, y no Dios y mujer... algunos hombres
opinan que la mujer est de ms en el mundo porque la han sacado de la costilla del hombre.
La utilizacin que hacen de las palabras de la Biblia para reforzar y reconfirmar la inferioridad
y subordinacin femenina, es interesante cuando se contrasta con la construccin de una teologa
desde la mujer, con ojos de mujer, que no pretende dar vuelta a la tortilla, sino que es una nueva
forma de ver el quehacer teolgico, buscando una integracin del ser humano como imagen de lo
Divino. En donde Dios no es solamente la imagen de Padre, juez y autoridad, imagen que
histricamente ha representado a Dios construido desde un mundo slo para hombres, sino
tambin un Dios en donde se manifiesta su parte femenina, su imagen de madre que cuida y da
ternura, su imagen de amor (Gaspar, 1997).
Sobre la sexualidad, las familias campesinas de la zona occidental expresaron los comentarios
siguientes: Bueno, yo creo que eso es algo que Dios dej para que podamos tener nuestros hijos... yo creo
que no es pecado... pecado es hacerlo slo por el puro gusto, Ud. sabe, eso s es pecado. Yo creo que ante
Dios, no valen esas cosas de planificacin, yo digo una cosa que si la mujer se junta con alguien y no quiere
tener un nio que no haga eso [refirindose a tener relaciones sexuales], porque la verdad eso [la planificacin]
es peor que si le dieran muerte a una persona adulta, verdad? Porque matar a un nio que ni siquiera ha
visto la luz del da... eso no es justo, verdad?, no es justo.
Para m jams va a estar bien la planificacin, mejor decido morirme de hambre o que nos muramos
todos. Porque cuando una pareja se junta ya se sabe que a eso va, lo primero son los hijos; si no se va uno al
chimbolero10 porque es pecado ante Dios... mi mam tampoco ha hecho esas cosas, somos trece hermanos y
vivimos doce.... ... hay gente que le dice a uno: hacelo [refirindose a la planificacin], no seas tonta... pero
por eso es que ahora el demonio anda suelto... pero tenemos que morir y entregar cuentas a Dios. En la unidad
de salud le dicen a uno que planifique, que se ponga una inyeccin; pero yo les digo: ms adelante, ms
adelante.
Nos llam la atencin cmo las familias de las comunidades -reconformadas despus de la
firma de los Acuerdos de Paz- de la zona norte del pas, que tuvieron durante la guerra una mayor
participacin en organizaciones revolucionarias, expresaron comentarios con matices diferentes
sobre el mismo tema. Diferencias que pueden tener explicacin en un mayor nivel de politizacin de
las personas.
Una mujer nos expres: Mi mam cuando yo haba tenido ya mi quinto hijo me dijo, mir hija
esterilizate y yo voy a cargar con ese pecado ante Dios, ya no pods seguir teniendo ms hijos, si no les pods
dar de comer van a sufrir mucho... yo me esterilic. En una parte digo yo que es algo bueno, pues tener
muchos hijos en estos tiempos en los que cuesta tanto conseguir un trabajo es difcil y cuando uno trabaja en
la tierra casi no gana. Puede ser que en una parte sea malo, pecado, pero por otra pienso que puede ser
bueno... pero bueno qu se va a hacer, si al caso fuera pecado, yo creo que Dios le debe de perdonar a uno, digo
yo, porque Dios no es malo. Yo creo que uno debe poder decidir lo que puede hacer, porque Dios no creo que
quiera que nos muramos todos de hambre. Antes era otra cosa, pero ahora... ahora Dios tiene que
perdonarnos, tiene que pensar que no podemos ms, no es por malos, es por hambre que no tenemos ms
hijos.
Es interesante hacer notar la situacin paradjica en la que la mujer se encuentra. A ella
histricamente se le ha negado la capacidad de decidir, es el hombre quien siempre ha tenido y
tiene el poder de decidir por ella. Sin embargo, en este tema se plantea el conflicto entre sus valores
religiosos y la realidad que la condiciona a decidir, asumiendo la responsabilidad y la culpa.
Decidir sobre el nmero de hijos es responsabilidad de la pareja, sin embargo, en el discurso
anterior la mujer, apoyada por otra, es quien toma esta responsabilidad. Llama la atencin, en el
primer relato, que la mujer, la madre, asume la culpa para liberar a la hija del pecado y evitar que
sta y la generacin siguiente pasen an ms hambre. Esto hace referencia a otra forma de violencia
hacia la mujer muy sutil e invisibilizada.
Llama la atencin la forma en que realizan una lectura diferente del pecado y le dan un
significado de derecho a la decisin que toman respecto al control de la natalidad, no son ellas
quienes deciden, son las condiciones las que las orillan a tal decisin. Esta lectura les lleva a una
vivencia de perdn hacia ellas mismas y de solucin a su conflicto que les permite vivirlo con
tranquilidad.

Estas nias sern mujeres completas...


En el discurso de las familias entrevistadas, pese a la relacin de poder y abuso, que queda en
evidencia en el maltrato fsico, psicolgico y emocional y otros tipos de violencia ejercidas hacia la
mujer, se pudo observar que la mujer, an dentro de todo este contexto, ha ido construyendo sus
espacios de poder dentro de la familia. La relacin que tiene con sus hijos(as) es uno de sus espacios
de poder; ella es la experta en mediar las relaciones dentro de la familia. Una madre campesina
expres: Uno tiene que ponerse firme con los hijos, si no tal vez al pap le pueden hacer caso y a uno nada.
Ahora en la maana su pap lo estaba mandando a pastear un animal y no iba, pero yo le dije que fuera
porque era su pap y as fue.
Otra de las familias entrevistadas nos pareci diferente en relacin con el resto. Dejaron ver
una inversin de roles que nos lleva a hacer una lectura diferente del poder en la familia. Una de las
hijas de esta familia expres: Con algn dinero que recogemos compramos algn animalito, un cuche o
una gallina, ya con eso mi mam saca lo del gasto para ella y el gasto tambin para nosotros [son hijas
mujeres que ya se han emparejado, pero viven casi dentro de un mismo terreno que les permite una relacin
diaria con la familia de origen]. Como ella es la duea de aqu, es la jefa de la casa... mire, cada vez que mi
mam hace milpa, todos comemos y bebemos... todas le ayudamos en lo que podemos. La madre expres:
De la comida que yo tengo comen todos y yo les digo: mir fulana ayud en esto o en lo otro... yo aqu soy la
del trabajo. Fjese que el seor [su compaero] cuando se enferma [es decir, toma alcohol] me voy con todas
mis hijas y mis nietos que estn aqu.
Esta familia pone en evidencia una forma de resistencia al poder del hombre. En esta familia
quien bebe alcohol ha sido marginado y despojado de su poder. Una de las hijas expres su
vivencia, la cual es un claro ejemplo de contraviolencia aun poniendo su vida en peligro: Mire
seorita, esta otra de mis hijas es una gata para defenderse de los hombres. La hija continua diciendo: Yo
lo jodo, le digo animal refeo, mir a tus hijas que lindas son y vos animal, cuche11, no me chingus tanto... ya
la cags... l es bien prieto... si yo tengo problemas con l no dejo que me pegue, los dos somos iguales... yo me
peleo por donde lo agarro... si es de la camisa o de los huevos, de all me le prendo... y si l me hace un mate de
pegarme, al suelo nos vamos los dos, yo no pienso en que me va a doler aqu o all, nos va doler a los dos... una
vez con el corvo lo dej marcado....
Frente a este relato coment otra de sus hermanas: Eso que ella hace es bien peligroso, una vez el
hombre le peg con un guacal de aluminio y casi le arranca la nariz. Cuando el hombre me peg con el
guacal12... le pegu y casi le saqu el ojo. Su hermana continu diciendo: Ella me defendi una vez del
hombre y le zamp tres garrotazos. Esta es una expresin de contraviolencia, que si bien no es la
mejor forma de transformar vnculos entre gneros, es un intento de la mujer de romper el vnculo
de abuso y dominacin.
Sin embargo, encontramos tambin en el discurso de las familias campesinas espacios en
donde se vislumbra la construccin de un tipo de relacin diferente y modelos de ser mujer
diferente del tradicional. En una de las familias, l trabaja en el campo y ella posee una tiendita y el
molino en donde va a moler el maz toda la comunidad. Tienen 5 hijas entre 3 y 12 aos; las hijas
ayudan a la madre en las tareas de la casa y al padre en las siembras. La madre expres lo siguiente:
Estas nias van a ser bien, pues van a poder hacer las cosas que hacen los hombres y van a hacer las cosas de
las mujeres. Van a ser mujeres completas. El padre agreg: Van a ser mujeres bien preparadas, cualquiera
se va querer casar con ellas.
Llama mucho la atencin la idea integradora en cuanto a la identidad de gnero que plantea la
madre respecto a sus hijas, idea que es confirmada tambin por el padre. Responde a una idea
andrognica del mundo, tendencia que puede permitir la construccin de un mundo de hombres y
mujeres completos, mujeres con la capacidad de decidir y actuar y hombres con la capacidad de
sentir y amar.
Por los relatos anteriores hay que tomar en cuenta que estos hacen referencia a las hijas
mujeres y que no existe el temor inmenso de criar hijos homosexuales, como sucede en la crianza de
los hijos hombres, ya que este temor es ms grande para los padres que para las madres; el no criar
hijos machos resulta demasiado amenazante para su masculinidad.
Generalmente se confunde la identidad sexual, determinada por lo biolgico, con la identidad
de gnero, determinada por las pautas de comportamiento y roles aprendidos dentro de una
cultura especfica por hombres y mujeres, y la orientacin sexual, es decir, la atraccin por personas
de su mismo sexo o del sexo contrario. Existe un gran temor -principalmente para el hombre- que si
el nio hace labores de la casa u otras, que han sido tradicionalmente asignadas al rol femenino,
esto pueda cambiar su orientacin sexual hacia personas de su mismo sexo.

Se nos hace difcil criar a nuestros hijos


Otro de los temas importantes para las familias obreras son sus temores respecto a la crianza de sus
hijos, quienes se encuentran inmersos en un ambiente de violencia. ... hoy a los hijos hay que
mantenerlos siempre cerca de uno, si no se alejan y ah corre la corrupcin. Hay familias en donde los
padres trabajan y los nios vagan... eso es lo que se ve ahora.
Estos padres de familia consideran que la cercana fsica contribuye a proteger a los hijos de la
violencia y corrupcin del entorno. ...hay diferentes familias que piensan en hacerles ms presin a los
hijos; yo creo que si les damos la cuerda a los hijos no funciona.... No me refiero a presin, presin, sino que
tenerlos educados, que no anden callejeando digamos. Siempre hay que darles un poquito de libertad, pues
presionarlos demasiado es tambin malo, pues despus se encaprichan y se sueltan ellos solos.
Por los comentarios de estas familias se puede observar claramente el conflicto entre
dependencia/independencia de sus hijos, conflicto propio de los padres que se encuentran en la
etapa adolescente de los hijos. Frente a esto surge la pregunta sobre cmo podr verse afectado este
proceso de individualizacin cuando se presenta dentro de un contexto de postguerra, en donde la
violencia ha alcanzado ndices alarmantes y los padres y las madres viven de una manera ms
amenazante el proceso de soltar a sus hijos y crearles las condiciones necesarias para su autonoma.
Las familias continuaron comentando: Como de los aos sesentas para ac se ha hecho la cultura de
la corrupcin, se perdieron los valores... Uno aqu, a los jvenes les habla de un modo, pero all en la calle les
hablan de diferente manera: vos que le hacs caso a ese viejo, como l ya pas su tiempo, rbale si es posible,
vos ests joven, tens que disfrutar, tens que beber; esos son los consejos. Hay una confusin, pues como
que el amigo hoy trata de meter cosas en la cabeza....
Durante el perodo de la adolescencia, el grupo de pares cobra una importancia ya que se
constituye en un mundo vital para el proceso de desarrollo de los jvenes; en este momento, su
grupo de referencia ms importante deja de ser la familia y es en su grupo de amigos(as) donde va a
autoafirmar su identidad y a partir de lo cual podr ir construyendo su autonoma. Pero, qu
sucede cuando ese grupo se vuelve amenazante?, sobre todo en familias obreras en donde el
contacto con las maras es una realidad cotidiana. Este proceso es amenazante para los padres y las
madres y paradjico para los(as) jvenes, quienes estn atrapados, puesto que su grupo referente
ms importante en su proceso de desarrollo se constituye en una amenaza para su salud e
integracin social.
La dificultad y el conflicto propios de los padres, en el manejo de esta etapa de crianza con los
jvenes, se ve agudizada por los temores reales que despierta una sociedad con ndices graves de
violencia y en donde el(la) joven puede verse atrapado fcilmente en las drogas y/o en las maras.
Como los padres lo expresaron en su discurso, una de las alternativas que encuentran es mantener a
los jvenes muy cerca de ellos, lo cual constituye una forma de tener un mayor control.
Las familias obreras expresaron que la comunicacin con los jvenes es otra alternativa de
control, sin embargo, tambin les es difcil: Aqu no se puede hacer una pltica muy alargada, porque
ligerito lo cortan a uno... Aqu no hay comunicacin.
La familia, como microsistema, dentro de sus limitaciones asume la responsabilidad de los
jvenes y el problema de la violencia, pero ste es un problema que no puede enfocarse slo desde
este nivel de anlisis. Esto conduce a cuestionarnos sobre cules son las estructuras sociales que
estn generando y sosteniendo esta espiral de violencia que arrasa con los jvenes. Es que, acaso
los jvenes encuentran medios que les permiten su desarrollo acadmico, social y afectivo?, o, la
sociedad les ofrece slo carencias que los empuja a incrementar la espiral de violencia?
Todos los informes y/o investigaciones elaboradas alrededor del tema sobre la violencia en El
Salvador, tanto por organismos nacionales e internacionales, ubican al pas como el segundo ms
violento en Amrica Latina. Hoy en da hay ms muertos diariamente que los que se reportaron
durante los doce aos de guerra. Segn informacin proporcionada por la Polica Nacional Civil,
hay 18 muertos al da13.
Segn L. A. Gonzlez (1997), El Salvador de la postguerra est montado sobre unas
estructuras socioeconmicas que generan mecanismos marginalizadores de la juventud, pero esta
juventud obviamente no slo no es la misma de las ltimas tres dcadas, sino que el horizonte de
sus demandas es cualitativamente distinto. En efecto, si en lo esencial la juventud marginal de la
preguerra vehiculiz sus demandas a travs de la organizacin poltico-revolucionaria, porque
crea en la posibilidad de un futuro mejor a hacerse realidad a travs de la revolucin, la juventud
marginal de la postguerra lo hace, por ejemplo, a travs de la organizacin en maras, pero no cree
ni en la revolucin ni en un futuro mejor.

La guerra ha sido parte de nuestra vida


El tema de la guerra estuvo presente en los discursos de la gente sobre todo en las familias
campesinas. Sobre los comentarios de la guerra, se ha seleccionado la vivencia de un familia que
vivi en una zona conflictiva durante la guerra y tuvieron una participacin en organizaciones
revolucionarias y clandestinas en esa poca. Todos los aos ochenta fueron duros por estos lugares,
todos los das haban bombardeos, el ejrcito entraba por todos estos lugares, hasta las casitas nos quemaban,
las gallinitas las mataban. Yo me iba a dormir a los montes y slo se quedaban las mujeres.
Al inicio de esta dcada perseguan selectivamente a los hombres de las familias para
matarlos; consideraban que eran peligrosos porque formaban parte de organizaciones guerrilleras.
A mediados de esta misma dcada se generaliz la persecucin a todas las familias campesinas y no
haba distincin para mujeres y nios.
Un padre de familia: Es que mire, cuando la guerra arreci y nos fuimos de aqu, no sabamos a
dnde ir con toda la familia y haba en ese momento una institucin de la Iglesia Luterana que tena un lugar
en donde podamos dejar a los hijos, as fue como fuimos a dejar a Mara, nuestra hija mayor... tena entonces
6 aos... ah estudi hasta primer ao de bachillerato, no pudo terminar porque con la firma de los Acuerdos
de Paz, el lugar lo cerraron y mandaron a todos los nios que tenan familias a sus casas y a los que no tenan,
la Iglesia se encarg de buscarles hogares sustitutos. Durante todo el tiempo que ella estuvo ah, algunas veces
vena para las vacaciones, pero luego deca que la furamos a dejar porque esta casita humilde ya no le
gustaba... ah en esa casa todo se los daban, les lavaban la ropa, les hacan la comida, ella no poda hacer nada,
de manera que cuando vena aqu sufra todas las pobrezas, y cuando vena se peleaba con su hermana porque
le deca que tena que echar tortillas. Mara era malcriada, nos trataba mal y nos exiga mucho.
Mara, frente a lo que su padre narr: yo creo que me acostumbr a tener todo lo bueno y nos
hicimos prepotentes, todo mi grupo de nias grandes les exigamos tambin a las trabajadoras del hogar que
nos hicieran todo, porque por nosotros les pagaban y ganaban, yo no supe valorar todo eso. La directora era
bien comprensiva y nos envi a la clnica de la UCA14, en donde la psicloga nos dio charlas e hicimos grupos
para hablar de nuestros padres y haban nias que lloraban mucho porque en la guerra les haban matado a
sus familias. Yo me acordaba de las guindiadas15 que nos toc cuando el ejrcito se meti por aqu... yo de lo
que ms hablaba era de que no me gustaba venir a la casa, porque era peligroso y haba mucha pobreza y con
mi hermana no me llevaba bien, porque quera que le ayudara con los trabajos de la casa, yo me senta feliz en
el hogar.
Su hermana expres: ... era muy triste esa poca... ella estaba bien all y no sufra las pobrezas de
nosotros y cuando vena, nos insultaba y pareca que nos rechazaba por la pobreza en que vivamos, esos
fueron tiempos muy malos. Mara dijo: Yo me cas y ya no vivo aqu, vivo en Suchitoto y trabajo con el
partido y los fines de semana me vengo para ac a la comunidad a estudiar en este proceso de nivelacin para
graduarme como bachiller y poder entrar a la universidad.
La guerra puede interpretarse como una forma extrema de resistencia al poder, que se
prolong de tal forma que lleg a impregnar las relaciones sociales de los(as) salvadoreos(as) y dio
lugar a situaciones, como el caso de la familia anterior, en donde hubo rompimientos y
desadaptaciones violentas que determinaron las formas de relacin dentro de las familias. Tal fue el
caso tambin de parejas que, por razones que la guerra propici, vivieron separados y tenan
encuentros espordicos u ocasionales. Una vez que se dio la firma de los Acuerdos de Paz y
tuvieron la posibilidad de vivir juntos, la vida en pareja o en familia se les ha hecho difcil; han
expresado frente al otro sentirse extraos y se les ha hecho difcil construir una nueva forma de
relacin con normas y costumbres que respondan al momento actual y no a aquellas que la guerra
les oblig a establecer.

Educamos a nuestros hijos como nos criaron a nosotros...


Otros de los temas que ocuparon bastante espacio en el discurso de las familias obreras y
campesinas fueron las inquietudes que tienen en cunto a la forma en que educan a sus hijos y la
forma en que ellos fueron educados por sus padres. La familia es el sistema en donde se transmiten
las ideas, los valores, los roles y las formas de ver el mundo, es el grupo ms inmediato en donde la
persona adquiere su identidad.
Las familias narraron las formas con las cuales ellos se encontraron cuando fueron criados y
las formas que ellos emplean con sus hijos: Mi pap nos regaaba y si no le hacamos caso nos castigaba,
nos hincaba y nos pegaba y no nos deca el por qu. ... Fjese que una vez que vena yo de trabajar, vena a
comerme mi tortilla, y encontr a mi hijo en el centro de una rueda de amigos jugando chibola16, ah me lo
levant a planazos17 con el corvo... yo para qu le voy a decir me lo llevo con palabras y consejos y les tolero;
pero cuando los agarro, masacre les toca, les doy con el alma. Uno a veces eso quiere, yo me recuerdo cuando
yo estaba chiquito, mi pap y mi mam no andaban con consideraciones, sin comer me dejaban y grandes
cachimbiadas18 que me daban.
Mis hijos han de decir, a mi pap no me le puedo correr, me va a matar o me va a quebrar las patas,
porque yo salgo detrs de ellos. Cuando yo era pequeo, mi pap me daba mucho, yo fui cipote19 y s que se
necesita que lo corrijan a uno porque tambin no se puede dejar a la ley de cada uno; pues si se deja a la ley no
ha llegado ni a los 15 aos cuando ya ha cometido un montn de cosas: vicios, maras.
Mis paps no nos daban la confianza, los paps de uno se criaron en el tiempo de la correa... as lo
criaron a uno y aqu estamos, yo creo que si ellos lo hicieron y somos buenos, no est mal que aprendamos de
ellos un poco... uno va cambiando; pero si uno les da rienda a saber qu puede pasar.
... En mi casa [se refiere a su familia de origen] nos castigaban con un palo, nos daban cuando no
hacamos caso, pero yo digo que eso que a m me hicieron yo no lo quiero para mis hijas y por eso yo no las
castigo as, yo les hablo y as he sido desde que ellas estaban pequeas... cuando yo estaba en la escuela
tambin los profesores nos daban con una regla.
Una mujer dice: ... Es que mire, pasa una cosa, hay una tradicin, verdad, y esa tradicin no se
olvida, pero hay que modificarla... antes el padre le daba a uno con un garrote y a veces uno quiere hacer lo
mismo con los hijos; pero eso no debe hacerse, yo no estoy de acuerdo con que agarren al cipote a quererle
hacer lo mismo que a uno... hay que ver que nuestros padres tambin se pudieron equivocar... no es a matar a
los cipotes que vamos pues.
Yo creo que esto va con la sociedad y si la sociedad va cambiando, como dice la nia Marina, tambin
uno de padre tiene que cambiar. Porque mi padre me pegaba y no hablaba conmigo y no me daba confianza, yo
me senta resentido y yo no le hablaba... hay que cambiar los mtodos de educacin del nio y considerar que
seguir la misma herencia que nos dejaron no es bueno.
Yo creo que la cosa va cambiando, yo considero que no slo hay que luchar por cambiar el sistema sino
que la mentalidad de la gente, creo que estos doce aos de guerra que hemos vivido han hecho cambiar la
mentalidad. ... uno sabe que debe castigar a los hijos como a un ser humano verdad, un nio es una criatura
que sabe, que piensa, no un animal... somos todos humanos, no animalitos... un nio hoy tiene los derechos de
los nios tambin, ellos tambin sienten como uno, o diferente, pero sienten, usted.
Se puede ver con claridad que existe una tendencia a reproducir en los hijos los mtodos
autoritarios que sus padres emplearon con ellos. Esta reproduccin se da de una manera consciente
o inconsciente. Es importante la funcin reproductora de la familia en las pautas autoritarias de
crianza y en el establecimiento de vnculos en el interior de las relaciones familiares, en donde la
violencia es un elemento importante. Para entender adecuadamente esta reproduccin de pautas
autoritarias, se hace necesario entender el contexto dentro del cual la familia ha estado enmarcada;
un contexto social en donde el autoritarismo y la violencia han reinado histricamnete. As, la
familia reproduce en el interior de s misma los elementos ms importantes de las relaciones
sociales, sin negar la responsabilidad que le corresponde a la familia.
Tambin se puede notar el poder que el sistema familiar tiene para mantener, reproducir o
cambiar las formas de crianza, o los roles que cada uno desempea dentro de la sociedad y/o
construir nuevas y diferentes subjetividades. Esta necesidad y pautas de cambio pueden observarse
en los intentos de algunas familias por revisar y modificar la forma de educar que les fue heredada
desde sus familias de origen, y no reproducir as con sus hijos(as) aquellos tratos violentos y formas
de relacin autoritarias que ellos(as) recibieron.
Hay dos poblaciones importantes hacia quienes es fcil dirigir la violencia: las mujeres y los
nios. La familia no es la nica responsable, si bien juega una funcin reproductora importante en
la utilizacin, por ejemplo, del castigo fsico como una forma de moldear el comportamiento de los
hijos y en la reproduccin de los roles tradicionales masculinos y femeninos (en donde hay una
relacin de violencia y dominacin hacia la mujer), las causas no pueden encontrarse solamente en
este microsistema. Esto significa que la familia, adems de desempear una funcin reproductora
en el interior, reproduce las relaciones sociales en donde la violencia fue algo cotidiano y en donde
actualmente contina sindolo.
En la realidad salvadorea, las formas de violencia han cambiado. Durante la guerra, la ms
frecuente fue la de la confrontacin armada. En el perodo de postguerra, una de las ms frecuentes
es la de la delincuencia; pero la violencia en sus diferentes manifestaciones contina presente en las
relaciones interpersonales.
El comportamiento y las relaciones se van construyendo dentro de un marco psicosocial, en el
cual se encuentran las pautas de relacin que se aprenden socialmente como fruto de un proceso
histrico. De esta manera, la firma de los Acuerdos de Paz no pudieron haber puesto fin, por
decreto, a doce aos de aprendizaje social en donde las formas de relacionarse y resolver conflictos
eran por la va violenta.

Educar a un hijo no es lo mismo que a una hija


El discurso de las familias tambin manifest las diferencias entre nios y nias que requieren
formas de educacin distintas. Fue fcil identificar modelos de gnero que estn presentes en la
educacin de los(as) hijos(as) y que son transmitidos de generacin en generacin: ... Yo veo que la
hembra es ms obediente y el varn no.... ... La mujer es ms dcil... los varones no le hacen caso a uno y
uno es ms alcahueto20 con los varones y debera ser el mismo trato para varones como para hembras. ... no
es menospreciarla; pero a la hembrita hay que cuidarla ms en todo aspecto.... Aqu los varones se odian, se
pelean demasiado y se dan a matar... las hembras no, fjese son ms entendidas... el varn es el machismo, que
uno quiere ser mejor que el otro.
Afirmaciones como las anteriores fueron frecuentes en el devenir de las entrevistas. Es
evidente que las formas de relacin que se establecen en el interior de la familia tienen relacin con
la concepcin artificial de un mundo dividido en masculino y femenino. Esta concepcin se ha
naturalizado y determina las relaciones entre gneros.
Las familias hablaron sobre las diferencias entre la educacin de un nio y de una nia; entre
ser esposo y esposa; en definitiva, entre ser hombre y mujer. Esas diferencias evocan una identidad
de gnero que suprime las similitudes entre hombres y mujeres y seala enfticamente las
diferencias, centrando la diferencia en la inferioridad y subordinacin femenina y en la rudeza,
fuerza y poder del hombre. Estas diferencias constituyen la subjetividad masculina y femenina, que
se van formando desde lo social, institucional, familiar y psicolgico.
Los relatos fueron expresados por los hombres de las familias: A m me hubiera gustado tener
un varn, yo le exigira ms, el varn es ms capacitado para hacer, pues tiene ms fuerza y ms ideas en su
mente, no es que yo tenga de menos a las nias porque son hembritas, pero las ideas mejores las tiene el
hombre, eso lo digo yo. La cabeza principal es el hombre...

Con la nia se es suave, con los varones se es duro


Puede observarse que los hombres son quienes estn ms aferrados a los estereotipos de gnero.
Por una parte, esto alude a la posicin de poder que el hombre tiene y que obviamente le reporta
muchas ventajas que se constituyen en obstculos para cambiar su vnculo con la mujer. Sin
embargo, tambin existe algo ms que el mero poder y hace referencia a la forma en que se
construye la identidad masculina. El primer vnculo que establece el nio y la nia es con su madre.
La nia va creando su identidad a travs de la identificacin con ella; el nio varn va construyendo
la suya desde la diferencia con quien establece su primera relacin que es su madre; ser masculino
es no ser como la madre y, en ese proceso, reprime las primeras identificaciones que hace con ella y
reprime tambin toda su parte emocional, desarrollando enfticamente su yo exterior, es decir, su
capacidad de hacer.
... bueno a m me dice alguna gente que es bueno que ellos aprendan a lavar, hacer comida, yo digo que
en una parte es bueno porque cuando uno est enfermo, principalmente as como yo que no tengo ninguna
hembrita, para que les haga la comida a ellos, es bueno; pero a m me da lstima verlos lavando, estando yo
alentada, me da cosa fea verlos a ellos trabajando y estar ah sentada.
En general, las mujeres entrevistadas tendieron a opinar que haba que dar un trato igualitario
a las hijas e hijos, a hombres y mujeres. Este fue un aspecto que nos llam mucho la atencin. En
este sentido, as como la mujer es reproductora importante de los modelos tradicionales de gnero,
tambin es quien puede convertirse en facilitadora del cambio. Cambio que puede ser orientado
hacia la construccin de un modelo masculino y femenino completo desde cada uno, en donde el
hombre, adems de desarrollar su capacidad de hacer, decidir y tener xito, desarrolle su parte
afectiva que dentro del modelo tradicional se encuentra reprimida; que sea capaz de dar amor y
ternura y que, al mismo tiempo, sea capaz de cuidarse a s mismo. Mientras que la mujer, por su
parte, adems de desarrollar su parte afectiva en lo cual es experta, desarrolle su capacidad de
hacer, decidir y tener xito en su vida.
La identidad femenina se forja dentro de un contexto relacional femenino; sin embargo, el nio
se educa en un contexto de diferencias. La mujer es quien ms fcilmente puede posibilitar o ser la
gestora de cambios, pero si no se da un proceso de reflexin en este sentido, puede quedar atrapada
y detener los cambios o reproducir los mismos esquemas tradicionales en donde ella lleva la mayor
desventaja. La reflexin es necesaria ya que su psiquismo se encuentra comprometido con dos
mensajes: conseguir lo negado a su madre, factor que puede propiciar el cambio y, por otro lado,
cumplir con el rol tradicional femenino.

As ven a las instituciones


Las familias campesinas hablaron sobre la forma en que miran a las instituciones con las cuales
tienen vnculos establecidos en su vida comunitaria.

Escuela y educacin
En la escuela, a veces los profesores pasan a los nios slo por no dejarlos aplazados y nosotros no podemos
hablar de eso, porque no tienen director y el maestro da su clase como quiere... El problema por aqu es bien
comn, mucho ausentismo de los profesores y hacen lo que quieren. Mire, nosotros prcticamente hablamos
con el maestro, si el nio comete un error reprmalo para que no lo vuelva a hacer, porque si el padre se enoja
con el maestro, va a ser peor, pues el maestro es la autoridad en la escuela.
Yo pienso que est bien que les peguen a los nios en la escuela pues hay unos que son demasiado
tremendos. Cuando nos reunimos con la profesora todas las mams decimos que despus de nosotras son las
profesoras las que tienen que educar a los hijos... Hay otras madres de familia que son delicadas porque les
maltratan a sus hijos y entonces llegamos a acuerdo de que les hicieran rigor a los nios, pero no
demasiadamente.
En el discurso de las familias encontramos el poder que les asignan a los(as) profesores(as) o
que los(as) maestros(as) se autoasignan, y que al hacer uso de este poder, lo materializan ejerciendo
violencia sobre los(as) nios(as). Los padres y las madres de familia sealaron que no pueden hablar
sobre lo que piensan respecto del funcionamiento de la escuela, sin embargo, no lo categorizan
como un hecho violento. Tambin se puede observar en este discurso la introyeccin de la violencia
y el autoritarismo, an en la escuela, como instrumento vlido para educar. De este modo, validan
la violencia fsica ejercida en nombre de la educacin y del cumplimiento de normas establecidas.

Salud y hospital
Ir al hospital le sale a uno ms caro, se pierde todo el da de trabajo, se va uno de maana y no regresa hasta
las 5 de la tarde. Ese hospital est bien terminado... Y adems las enfermeras son bien psimas, le dicen a uno
cosas feas. Yo a mis hijos los he tenido en mi casa, me ha atendido una partera; es que en los hospitales uno
mira casos, las mujeres lloran y no las atienden. Yo me decido a vivir o morir. Con el ltimo de mis hijos casi
me muero. Todava no me he esterilizado.
Al hospital no me gusta ir, porque sino lo ven bien enfermo a uno, le dicen que venga maana, y slo
uno sabe que si los lleva es porque estn bien enfermos y, yo aunque sea con mis pobrezas, mis 100 colones los
llevo para llevarlos al mdico particular.
Los relatos son un reflejo de nuestro deficiente Indice de Desarrollo Humano. Desde los
anlisis de los poderes institucionales se habla mucho del poder que la institucin de salud tiene
sobre las vidas; se discute cmo la psiquiatra, la psicologa, la medicina va determinando y
construyendo un discurso que categoriza a unos como enfermos y a otros como sanos. Sin embargo,
en las entrevistas realizadas con estas familias campesinas, la mayor preocupacin que vimos
reflejada haca referencia a la simple posibilidad de poder tener acceso a un eficiente servicio de
salud.
La temtica ha girado alrededor de los costos econmicos que tiene el poder tener servicios de
salud y que cuando ste llega a obtenerse, muchas veces se convierte en un lugar de maltrato y
negligencia. As se refleja la imposibilidad de estas familias de obtener servicios mdicos
adecuados, quedando implcita una violencia estructural. El acceso a servicios mdicos, segn lo
expresaron las familias, es un bien de lujo, al cual slo pueden tener acceso muy pocos: slo
aquellos que pueden pagar. Este tipo de violencia no es reconocida y claramente visibilizada por las
familias entrevistadas.

VIDA EN Y DESDE LAS INSTITUCIONES


Todo habla en las instituciones en la medida en que lo sepamos escuchar...
(Gregorio Kaminsky).

El presente anlisis parte del material recolectado a travs de las entrevistas que se llevaron a cabo
con diferentes representantes de instituciones de salud, educativas y religiosas a las cuales tienen
acceso diferentes sectores sociales. La finalidad de dichas entrevistas fue explorar el nivel de las
relaciones funcionales y cmo stas van generando vnculos que se concretizan en las relaciones
sociales, familiares y personales.
En la iglesia se entrevist a un sacerdote catlico de una zona rural del pas, quien atiende a
una poblacin y sus zonas aledaas. A travs de contactos laborales, se logr contar con datos
proporcionados por un sacerdote que atiende grupos de personas del sector obrero.
En el rea de salud, se entrevist al director de una Unidad de Salud Pblica -a la cual acude
poblacin del sector obrero- y a la vicepresidenta de la junta directiva de un hospital privado que
atienden poblacin del sector medio, ambos localizados en San Salvador.
En cuanto al rea de educacin se entrevist al director de una escuela pblica, a la cual
asisten nios y nias del sector obrero, y al director de un colegio catlico privado, al cual asisten
nios del sector medio.
Por qu se escogieron estos tres tipos de instituciones? Esto obedece, ante todo, a los
discursos de nuestras familias entrevistadas, los que mencionan la importancia que para ellas tiene
la relacin con la iglesia, la escuela/colegio y el lugar en donde cuidan su salud [el hospital]. Pero, al
mismo tiempo, tambin sabamos que estas tres instituciones representaban los lugares en donde se
entretejen los sutiles hilos de dominacin, y aquellas ideologas que conforman el pensamiento
social, ejercidos desde sus diferentes tareas: confortar el espritu/dominar las almas; educar en la
ciencia/domesticar y disciplinar en un discurso; y, finalmente, cuidar la salud/clasificar vidas y cuerpos.
As nos internamos en las paredes de estas instituciones, tratando de encontrar los lazos o, si se
quiere, los vnculos de la dominacin institucional, pues constantemente nos hemos preguntado,
cmo se encuentra instituida (o determinada) la subjetividad humana de estos tiempos por el
discurso dominante de las instituciones? y, cunto de lo institucional es reconocido como la
subjetividad colectiva? Este ha sido el reto por explorar; ya que como muy bien lo expresa
Kaminsky (1990), creemos que: la democracia tambin consiste en desactivar esas ominosas
maraas anidadas en los corazones de las instituciones... la democracia exige libertad y exige la
incondicional subordinacin de las instituciones, de todas ellas, de las prisiones pero tambin de los
cuarteles y de las iglesias...; porque slo desenmaraando estas ataduras o sustentos
institucionales podemos aunar otro elemento ms que contribuya a fomentar la creacin de nuevas
formas de subjetividades humanas en el ejercicio de una verdadera democracia.

Qu piensan las instituciones?


Muchas veces hablar de poder es hablar de abuso de poder o ms bien de violencia. Kaminsky
(1990) plantea que ...Toda institucin es, constitutivamente, un dispositivo de violencia
psicosocial... La institucin, como dispositivo de las relaciones sociales anclado histricamente, es
un espacio producido-producto de mltiples modalidades de violencia que no son su excepcin
sino, antes bien, su regla. En este sentido, nos ha interesado revisar cules son las dinmicas a
travs de las cuales circula el poder en las paredes institucionales y qu tan hegemnico llega a
constituirse su discurso, de tal manera que se convierte en un eje formador y deformador,
reproductor y sostenedor de formas violentas de relacin social.
Tambin revisaremos cmo muchas veces hay ciertos vestigios de uso alternativo del poder;
cmo pueden descubrirse, en las mismas instituciones, pequeos indicios de lo que Foucault
denomina resistencias al poder, o de lo que Kaminsky llama el amor en las instituciones, el que
constituye el otro de la violencia discursiva. As pues, tanto Foucault como Kaminsky plantean
posiciones alternativas al abuso del poder, las cuales tambin estuvieron presentes en los textos de
esta investigacin.
Un sacerdote entrevistado opina: .....no se mira que haya autoridad de los padres para los hijos, da
la impresin de que los hijos mandan a los padres, llega un catequista y les dice: mndenos al nio y llaman al
nio y le preguntan, quers ir a la catequesis? y el nio responde que no, a pues ya ve!, no quiere ir y hasta
ah no ms... no se les ve deseo de formacin... y esto lo vemos tambin a nivel de las misas, callar a los nios
es un problema, los paps estn con ellos, los ven comer charamuscas21, churros, galletas y no les dicen nada,
para ellos es cosa comn.
Esta es la voz de un sacerdote, de un formador de ovejas, la voz viva del poder pastoral; por lo tanto,
una voz que pesa, que tiene poder y, por lo mismo, dicta, forma y/o deforma las relaciones sociales.
Como muy bien lo define Martiarena (1995), refirindose al concepto de Poder Pastoral de Foucault:
...el poder pastoral es aqul que generaliza los procesos de individualizacin, el ejercicio de este
poder implica la accin directa sobre los individuos a quienes induce, incita, dirige, seduce,
persuade, estimula, limita... lo fundamental de esta forma de poder consiste en conducir conductas
y, por lo tanto, en producir sujetos con conductas definidas de antemano.
En este caso es un pastor de Dios quien en primer trmino cuestiona la forma de ejercer
autoridad de los padres y de las madres ...no se mira que haya sobre sus hijos autoridad de los padres.
Cuestiona la ausencia de autoridad en los padres y en las madres. A qu se refiere cuando alude a tal
ausencia? Acaso interpela a estos padres y madres desde un concepto de ejercicio de la disciplina
como sinnimo de autoritarismo? Qu significado tienen estas palabras para las familias que este
sacerdote atiende? Cmo induce, incita o limita a las familias, con las que trabaja este sacerdote, la
emisin de este criterio sobre la disciplina y su efectiva aplicacin? No sabemos qu de todo esto, o
qu otros significados pueden alcanzar estas palabras dichas por un sacerdote, sin embargo, es
importante reflexionar cmo estas palabras llegan a las vidas de sus feligreses, y cmo determina,
cuestiona, induce y seduce para que acten de determinada manera. En ese sentido, el texto nos
hace pensar cunto de violencia discursiva se encuentra contenida en este prrafo sobre la forma de
ejercer disciplina en los fieles de este pastor, cmo interpela y/o dicta formas de ejercicio de la
disciplina esta opinin, venida desde un Poder Pastoral? En este sentido, nos parece vital
introducirnos a explorar todos estos discursos institucionales que llegan a la poblacin cargados de
un poder que forma, construye y constituye subjetividades.
Yo siento que la gente acepta y respeta las sugerencias que se les dan y, en cierto modo, las exigencias
que la iglesia les pone, la valoran y no lo ven como una cosa que est fuera de su contexto de vida y eso nos
ayuda a nosotros a acercarnos.
En el texto se puede evidenciar el poder y la determinacin que tiene la palabra de una
institucin como la Iglesia. Se habla claramente de la caracterstica que tiene el discurso
institucional para formar relaciones, dictar formas de ser, de ver y vivir el mundo y sus
interrelaciones. El reto ser encontrar esas formas sutiles en las que este discurso va tejindose y
anteponindose y entonces, cmo lo institucional va reconocindose como subjetividad colectiva,
que al final llega a constituirse en la propia subjetividad individual.
Cuando entrevistamos a algunas familias de esta misma zona, nos hablaron de lo importante
que es para ellas la opinin del sacerdote: ...bueno es que la palabra de Dios nos orienta, nos ayuda a ver
el camino... el padre no slo est all para dar la misa, tambin nos ayuda con muchas cosas, nos ayuda a
reflexionar sobre nuestras cosas, nuestras vidas, cmo las estamos llevando con nuestros hijos, con los
compaeros, con la comunidad ....
Considerando este aspecto, parece evidente que algn nivel importante de incidencia tendr la
opinin del sacerdote; pues los mismos feligreses le conceden y reconocen la importancia que tiene
para decidir sobre sus vidas. No se trata de asumir una posicin en la cual no se acepte el apoyo
que los grupos y personas puedan tener y/o brindar a travs del quehacer institucional. Sin
embargo, es pertinente reflexionar cunto poder tienen los representantes de esas instituciones en
las que voluntariamente confiamos nuestras vidas. Por lo tanto, es importante saber cunto nos
pueden ayudar a reflexionar y asumir una forma particular de ver y vivir el mundo.
Los padres y las madres de familia tambin nos hablaron de la forma alternativa con la cual
ellos y ellas educan a sus hijos(as). Hablaron del dilogo como mtodo esencial para la educacin;
sin embargo, pudimos observar que las palabras se diluyen en el acto, o sea, la incongruencia entre
el discurso y la accin. Por ejemplo, cuando minutos despus de una entrevista, un padre de
familia, que haba argumentado y defendido esta forma alternativa de educar, golpeaba sin
preguntar y sin la oportunidad de defensa a uno de sus hijos de aproximadamente diez aos.
Qu pasa con este discurso que no encaja con la prctica cotidiana? De dnde parte esta
confusin entre el discurso y el acto? Probablemente estemos frente a una incongruencia que no
pertenece exclusivamente a este padre de familia, ms bien es una incongruencia que es reflejo de
las comunes, complejas y cotidianas relaciones que marcan la vida de cada uno(a) de los(as)
salvadoreos(as).
En El Salvador se tienen discursos muy hermosos sobre la corrupcin y la forma de
combatirla; sin embargo, el ao recin pasado se caracteriz por grandes escndalos de fraude
financiera que llegaron a cuestionar la confiabilidad que los inversionistas extranjeros podan tener
en el pas. Se ha especulado que en El Salvador el lavado de dlares es algo que sucede tras las
cortinas ms refinadas de la misma Banca salvadorea. El Estado presenta informes maravillosos
sobre la economa nacional, la cual ha llegado a tildarse como una de las ms robustas y sanas en
Latinoamrica; pero el ndice entre desempleo y subempleo alcanza casi el 70 por ciento y la suma
de la pobreza y la extrema pobreza -segn algunas investigaciones- ya llega al 80 por ciento.
Hombres y mujeres tienen discursos cada vez ms hermosos sobre la equidad de gnero, pero en la
prctica se sostienen los estereotipos sociales. La impunidad con que en este pas an se manosean
las leyes es un elemento importante de considerar para entender esta incongruencia tan abismal
entre los discursos y los hechos concretos como parte de las relaciones sociales, asunto que se vive
como algo natural.
Si bien es cierto que firmamos la paz hace casi 7 aos y que, a raz de ello, se reform una
buena cantidad de leyes y crearon y fortalecieron nuevas instituciones tendientes a garantizar el
proceso democrtico, hoy, en 1998, podemos afirmar que no ha sido suficiente. Y es que la
aplicacin de las leyes y, en muchos casos, la direccin que han tomado algunas instituciones han
marcado un grave proceso de institucionalizacin de la impunidad y, por ende, las puertas han
quedado totalmente abiertas para vivir inmersos en constantes y cotidianas relaciones de
incongruencia entre el discurso y los hechos.
Cuando hablamos con el director de un colegio privado de prestigio de la capital salvadorea,
tambin nos dej ver esta incongruencia entre querer educar de forma alternativa y caer, de forma
sutil, en la utilizacin de los mismos principios de la educacin tradicional/autoritaria que se quiere
cambiar.
De por s ya hay un nivel de exigencia sin, a veces, necesidad de castigo fsico. Los padres ven la
presencia del maestro como una forma de ejercer la autoridad.
En el primer texto, este director alude a la no necesidad del castigo fsico; sin embargo,
enuncia el nivel de exigencia como forma de control y/o de castigo. En la segunda oracin alude a la
mera presencia del maestro como autoridad, como si estuvisemos hablando de vigilar y
castigar (entendido en el sentido de Foucault y Kaminsky). Las preguntas que nos incitan a
formular estas frases giran en muchas direcciones: El director no alude aqu slo a una forma
diferente, pero siempre violenta, de ejercer el poder con los nios de este colegio? No est
hablando de una forma sutil, fina y sofisticada de controlar, someter, vigilar y encerrar a estos nios
(en el sentido del encierro que producen las instituciones desde la mera enunciacin de sus
preceptos y normas)? No habla aqu del mismo poder pastoral que, en pginas anteriores,
ilustrbamos con las frases de un sacerdote?
Si bien es cierto que no se trata de cambiar el autoritarismo por la anarqua, o sea, que no se
trata de que no hayan lmites y normas que dirijan la vida social en beneficio de la comunidad,
tampoco se trata de pasar por alto que la mayora de las instituciones en nuestro tiempo, como lo
describe Kaminsky (1990), no estn subordinadas al servicio de la humanidad y la sociedad, sino,
por el contrario, pareciera que somos los miembros de la sociedad los que estamos atados a los
preceptos, normas y fines institucionales, que muchas veces responden a intereses creados para
beneficio de unos pocos.
Creemos que todas estas preguntas son puntos lgidos que deben reflexionarse, de tal manera
que permitan develar la forma en que se sostienen los sutiles hilos del abuso del poder, de forma
fina y firme, en el interior de los muros institucionales. Aunque no estamos hablando de evidente
maltrato fsico, s se habla de un represivo control disciplinario que, al fin de cuentas, no es ms que
otra forma de violencia que se ejerce en los cuerpos para disciplinarlos, someterlos, uniformarlos y
crear subjetividades predecibles de antemano, de acuerdo con el discurso hegemnico del poder
establecido.
De esta manera encontramos en cada uno(a) de los/las entrevistadas(os) vestigios de abusos de
poder que se expresaban de formas diferentes, poderes que aluden a dictar normas, una visin
peculiar del mundo y sus relaciones desde diferentes grados de explicitacin. El director de una
unidad de salud pblica y el director de una escuela nacional expresaron: ...porque yo como director
puedo decir lo mximo. ...lo que son las charlas las imparto yo.
Desde diferentes discursos se expresa el mismo contenido latente. Aluden a su jerarqua y la
forma en que sta les enviste de autoridad, de poder, el cual les facilita dictar, moldear, imponer,
seducir y/o formar a sus ovejas. Sin embargo, es importante destacar que sta es slo la lectura que
estas investigadoras pudieron rescatar; los(as) entrevistados(as), por su parte, no parecieron detectar
en esas actitudes o formas de pensar, algn nivel de violencia o abuso de poder. Creemos que esta
falta de reconocimiento, o ms bien ese adormecimiento ideolgico, potencia, en parte, el hecho de
que las instituciones se conviertan en nidos institucionales en donde circula la violencia
psicosocial (Kaminsky, 1990). Por consiguiente, es urgente que despleguemos nuestro mejor
esfuerzo en buscar formas para develar ese entramado que queda oculto en el interior de las
paredes de cada institucin.
En cada institucin vimos diversas formas de abuso y uso del poder, de tal manera que la
vicepresidenta de un Hospital privado nos expres lo siguiente:
Nosotros partimos de la idea de que nuestros usuarios realmente son los mdicos... porque si el mdico
refiere su paciente para ac, normalmente el paciente viene... es muy raro que el paciente decida a qu hospital
se va a ir, pero si el mdico no trabaja en este hospital trata de persuadir al paciente y le dice que se vaya a tal
lugar donde l trabaja; entonces pensamos que nuestro principal usuario es el mdico, por eso las relaciones
pblicas las implementamos no slo para el paciente que circula y que quiere alguna informacin, sino al
mdico para que le d informacin a los pacientes sobre nuestros costos y todos los servicios que tenemos...
porque cuando el paciente decide que le va a realizar algo el mdico... le dice yo quiero que me opere,
entonces es el mdico quien le proporciona la informacin dnde lo puede operar, cunto le va a salir, etc. En
otros hospitales afortunadamente he ido y despus de trabajar ah, realmente uno siente que est arriesgando o
exponiendo algo, por eso yo trato de disuadir al paciente para que se quede ac, uno siempre los convence...
nosotros tratamos de darle informacin directa al mdico porque nosotros sabemos que l es quin los va a
remitir....
En este relato queda expuesto el poder que ejercen las disciplinas de la salud sobre los
cuerpos, como muy bien lo presenta Martiarena (1995) al hablar sobre los anlisis Foucaultianos:
El mdico pregunta, investiga, escucha: es el lugar donde se deposita el saber, su mirada
codificada por el discurso, sabe dnde detenerse y qu mirar. Por su parte, el enfermo no es ms
que un objeto de conocimiento y recibe su lugar pasivo bajo la mirada interrogante del saber. As,
Foucault trata de analizar la forma en que las disciplinas de la salud tienen un lugar de poder en un
discurso social por medio del cual la dominacin se materializa, dado que el mdico es quien posee
todo el saber y el paciente queda en total impotencia, depositado en manos del otro. La
vicepresidenta de este hospital de prestigio de San Salvador nos ilustra esta doble posicin: ...si el
mdico refiere su paciente para ac, normalmente el paciente viene... es muy raro que el paciente decida a qu
hospital se va a ir; pero si el mdico no trabaja en este hospital trata de persuadir al paciente y le dice que se
vaya a tal lugar donde l trabaja. Es evidente la poca oportunidad que le queda al paciente y la
enorme posibilidad de manipulacin que posee el mdico, as como las estrategias sutiles que se
ponen en prctica al servicio y en nombre del saber.
Diferentes sutilezas, diversas posiciones y circunstancias. El director de un colegio privado
tambin nos habl del poder que se ejerce desde la posicin del saber erudito, del que educa, en
contraposicin del saber menor, como lo es el conocimiento de los padres y las madres sobre su
propia vida, sus propios(as) hijos(as) y su propio contexto: ...Todos los nuevos tienen que entrar
obligatoriamente a la Escuela de Padres.... Yo no s exactamente en las escuelas pblicas qu nivel de
exigencia podrn poner [refirindose a la participacin de madres y padres en las escuelas de padres]; pero
nosotros, Dios gracias, tenemos como mucha demanda y el padre de familia s tiene miedo a perder la
matrcula....
El director se refiere a que ellos tienen el poder, por lo cual pueden obligar e infundir miedo. La
pregunta de contrapartida es: por qu las madres y los padres de familia se someten a estas
disciplinas generadoras de miedo? Posiblemente esto obedezca a que todos aspiran a que sus hijos
lleguen a poseer, aunque sea un poco, del saber erudito, ya que eso lo calificar socialmente para ser
clasificado en otra categora. De esta manera, l tambin tendr la posibilidad, en algn momento,
de sobreponerse y anteponerse a los saberes menores, a los saberes populares, los cuales son
calificados como incompetentes e ingenuos, categora a la que obviamente a nadie le gusta
pertenecer. El crculo se completa con esta aspiracin, dado que entonces hay que someterse al
saber, a la disciplina, a la autoridad del colegio para que algn da pueda liberarse y formar parte de
los eruditos. Todo esto sucede entre las benignas paredes de las instituciones educativas.
En esta forma, la institucin va presentando sus preceptos, sus normas y formas de exclusin;
hilos sutiles a travs de los cuales se ejerce la disciplina que forma y deforma y que genera cuerpos
dciles a la medida de las expectativas sociales imperantes. En los discursos que se citan a
continuacin se corrobora que uno de los valores reforzados en esta institucin es la competencia,
valor indispensable para entrar al mercado humano dominado por el capitalismo y sus procesos de
globalizacin. No cabe duda que, en este aspecto, esta institucin cumple con lo que le manda el
discurso social capitalista: dociliza, excluye, elitiza la educacin y dicta la competencia como valor
meta por alcanzar. De la misma manera seduce e incita a considerar los placeres que los puestos de
influencia pueden proporcionar.
... Se manda al nio con las autoridades, con los coordinadores y hay mucha presin social entre ellos,
mxime en los mayores. ...O sea que aqu hay un liderazgo acadmico, liderazgo social, en la conducta....
Ellos buscan, tratan de buscar esos puestos [se refiere a puestos de honor, de excelencia] y, por eso les digo
que muchas veces la disciplina se va regulando. Se ponen ciertas condiciones a estos puestos de influencia [se
refiere a lugares de honor, de directivas etc]: No dar cabida a los muchachos problemticos, al poner cierto
nivel, entonces ellos mismos van generando una competencia. ...les decimos: cmo ustedes son el rostro del
colegio, no queremos tener aqu a los indisciplinados y ellos mismos como que se van.
Estos mtodos anteriores constituyen formas sutiles de dominacin que se ponen en prctica
en este colegio de la capital salvadorea, lo cual no dudamos que sea exclusivo, por el contrario,
probablemente slo es una representacin de lo que sucede socialmente y de lo que se implementa
en la gran mayora de instituciones educativas. No queda afuera la tctica abierta de la represin,
en complicidad con todo el entramado social que sostienen estas formas de relacin.
...Pero cuando ya vemos una actitud negativa entonces s, la penalizacin viene de varios lugares, no
ha sido que slo nosotros lo hayamos visto.
Cada uno de estos discursos han puesto en evidencia formas sutiles o expresas de cmo las
instituciones poseen un poder infinito, que se activa en formas diferentes e inventa intrincadas
escenas seductoras en las cuales cada uno de nosotros(as) se va viendo envuelto(a). Urge, pues, que
entren en escena los saberes locales, discontinuos, descalificados, no legitimados; producir
anlisis locales y descubrir la dominacin que se hace a travs de las ciencias; pero ante todo urge,
como lo expresa Foucault, rechazar lo que somos, lo que cada poder institucional ha hecho de
nosotros y encontrar formas novedosas y creativas de escapar de la individualizacin y totalizacin
de las estructuras del poder moderno. Entonces, diramos que urge pensar nuevas formas de
relacin donde los poderes entregados a las instituciones puedan estar al servicio del bien colectivo,
y la libertad y la democracia puedan ser reales prcticas y formas de relacin social en El Salvador.
Una manera de ir conformando este nuevo modo de relacin social debe pasar por encontrar, poco
a poco, diversas resistencias al poder que puedan abonar a la construccin de una verdadera
democracia.
Foucault, citado por Martiarena (1990), seala que: ... Hay que cesar de describir siempre los
efectos de poder en trminos negativos: excluye, reprime, rechaza, censura, abstrae, disimula,
oculta. De hecho, el poder produce realidad, produce mbito de objeto y rituales de verdad. El
individuo y el conocimiento que de l se puede obtener corresponden a esta produccin. Tambin
enuncia cmo en los ltimos aos se han desarrollado resistencias como la oposicin al poder de
los hombres sobre las mujeres, de los padres sobre los hijos, de la psiquiatra sobre los enfermos
mentales, de la medicina sobre la poblacin, de la administracin sobre el modo de vida de la
gente.
Este autor plantea que stas son luchas transversales que no se limitan a un pas, sus objetivos
son los efectos del poder, son luchas en cierta forma anarquistas y luchan contra el gobierno de la
individualizacin, o sea, contra un poder que homogeneiza individualizando. Son luchas que
cuestionan los privilegios del saber, la forma en que circula. Son luchas contra un poder que
pretende establecer un saber absoluto, luchas que se debaten alrededor de la pregunta: quines
somos? Es una forma de poder que transforma a los individuos en sujetos. Estos poderes, muy
alentadoramente, tambin los encontramos en los discursos de los(as) entrevistados(as). Si bien es
cierto que algunos todava no cumplen con toda esta descripcin Foucaultiana, al menos son los
primeros hilos para la construccin de un entretejido alternativo de relaciones y formacin de ms
subjetividades humanas.
Dos sacerdotes narran cmo la iglesia sede terreno frente a los feligreses y sale de sus paredes
institucionales para llegar a los lugares ms recnditos y compartir y construir el conocimiento de
Dios. El sacerdote del rea rural expresa: Ahora nosotros tratamos de llegar hasta ellos, no slo con
nuestra presencia cada mes, cada dos meses o cada tres o a veces ms, sino a travs de los Celebradores de la
Palabra, los catequistas y a travs de un programita de salud mental del Arzobispado y tambin un programa
agrcola.
El otro sacerdote que atiende a sectores obreros opina: Hoy la iglesia ha cambiado, ya no es la de
antes, hoy de acuerdo a lo que el Papa ha marcado como punto prioritario, la iglesia ante todo debe ser
domstica y dejar de lado un poco la versin sacramentalista, la iglesia encerrada entre las paredes del
templo... As el laicado ha tomado tambin un rol diferente y de primer orden en la iglesia de hoy... Yo no s si
en todas, pero al menos nosotros aqu s tratamos de hacer la iglesia entre todos; por lo mismo ellos [los fieles]
participan de todas las decisiones que tomamos aqu en la parroquia; aunque esto haga que el proceso sea ms
lento; pero la verdad es que as debe de ser.
Ambos sacerdotes hablan de cmo el poder de la iglesia es compartido, criticado y ejercido
desde los feligreses, quienes no poseen ms que un saber menor. Asimismo se vislumbra un nuevo
concepto de feligresa, de seres humanos poseedores de un saber que, aunque no sea reconocido
como un saber erudito y mas bien se le clasifica como un saber menor, tiene valor infinito.
La gente de las comunidades que atendemos son fuertes en el sentido de capacitacin, ellos no son
personas muy sencillas en el sentido de decir que no captan o no entienden. A veces uno cree que quizs van
ms adelante ellos que uno, hay que ponerse a la par porque hay cosas que uno cree que no las saben y las
saben mejor que uno.
Hoy nos habla la voz del pastor, pero desde una posicin de poder diferente, desde una visin
de poder compartido y quiz hasta desde una posicin de subordinacin de la iglesia como
institucin para los saberes y valores populares.
... la iglesia desde la ptica sacramentalista no existe... el laicado ha despertado y sabe que tiene mucho
que ver en la iglesia y que yo slo no soy la iglesia, sino yo con ellos soy la iglesia, es la comunidad viva la que
est manteniendo a la iglesia viva ... el laico sabe que tiene un papel que jugar. ... la iglesia entendemos
nosotros, es un servicio a la comunidad, no importa quien sea....
... hoy, en los tiempos de crisis, la iglesia ha cambiado y uno debe agradecer esos momentos porque lo
hacen a uno despertar en ciertos aspectos, el laico ha entendido que l es protagonista, que no es un espectador
y que a la par del sacerdote tiene que estar adelante siempre y que uno como sacerdote no puede hacerlo todo,
pues ellos tienen un papel bien importante que jugar y gracias a Dios en todas las parroquias en las que yo he
estado ha sido igual y ha habido un despertar laico bien bonito.
Nosotros nos sentimos realizados en la medida que compartimos con la gente su historia, es la misma
historia de Dios, porque Dios es el que acompaa a la gente en su historia.... Antiguamente, usted sabe, los
sacerdotes pasaban ms en los conventos, era la comunidad la que iba a la iglesia. Ahora nosotros vamos. Ese
es un cambio y ahora lo ven a uno ms cercano, le pueden dar la mano o un abrazo, le pueden preguntar
cosas, no hay diferencia para tratar a unos y a otros, no, la atencin es pareja a todo el mundo. El concepto de
sacerdote hoy es diferente, hoy lo ven a uno metido con ellos haciendo lo que ellos hacen, comiendo lo que
comen y, todo eso acerca.
En todos estos testimonios se ponen en evidencia cambios en la forma de concebir el poder;
ignoramos desde dnde parte este cambio y ni siquiera podemos afirmar si involucra a toda la
iglesia como institucin. Lo cierto es que ste puede clasificarse como uno de esos cambios que no
se han limitado a ser lo que eran, sino que se han atrevido a dejarse cuestionar y/o a ser
cuestionados; un cambio que probablemente ha ido surgiendo de las preguntas de un buen grupo
de religiosos que se han debatido y continuarn debatiendo entre la pregunta: quines somos? A
partir de ello ha podido resurgir al menos un lado de su cara diferente, de alguna manera
transformada.
De la misma manera creemos haber captado, en el discurso, una forma ms abarcativa del
concepto de salud. Se habl de algo ms abarcativo y, por lo tanto, de un concepto donde las
dimensiones biopsicosociales confluyen para hacer un nuevo discurso que debera dirigir acciones,
formas de relacin y vnculos diferentes, ms amplios, ms libres y mucho ms cercanos a la
verdadera vida humana.
El concepto de salud de ahora es bien amplio, ya no es solamente no estar enfermo; contemplamos la
salud desde un punto de vista fsico, psicolgico y tambin social, o sea, que las relaciones de la familia dentro
de las comunidades tambin entran dentro del contexto de la salud, por lo consiguiente tratamos de investigar
si hay violencia. Nosotros consideramos que la salud tambin implica diversin, entonces el proceso se
llama Salud en la Comunidad.
Una paciente del mismo hospital privado expres: Bueno, yo aqu en el hospital me he sentido
muy bien al tener a mis hijos, porque me ha atendido bien todo el personal y, cuando algo no ha estado bien
me han preguntado y he podido expresar mi forma de pensar. Incluso, hoy que tuve a mi hijo, se present una
emergencia que no esperbamos y el doctor nos consult a mi esposo y a m, nos explic las consecuencias de
las dos posibles alternativas, nos dio su opinin y nos pidi que decidiramos. Eso no sucede en un hospital
pblico, en el que no le preguntan nada a las pobres mujeres, las rajan, les dejan que se les pase el tiempo, etc.
Y ni le explican, ni la toman en cuenta; como si al fin y al cabo no se tratara de su vida, de la de su hijo y de
su propia salud... Yo creo que uno tiene derecho a que le den el poder de participar en lo que le va a suceder a
su cuerpo, si es mo. El que los mdicos tengan el conocimiento no debe hacer que se crean todopoderosos y lo
vean a uno como si fuera un total ignorante que no pudiera pensar....
En el rea de la educacin, tambin advertimos algunos intentos de uso del poder desde una
posicin alternativa, de un uso constructivo del poder, en donde el mecanismo pasa a ser la
inclusin y no la exclusin de los nios y las nias. En una escuela pblica expresaron: ....La
poltica de la institucin es ayudarle lo ms posible al nio, jams decirle lo vamos a sacar por ningn
motivo, si no buscamos soluciones al problema que se nos presenta: llamamos a los padres o al nio que no
aprende, el maestro le dedica ms tiempo, aqu no tenemos la posibilidad de que un psiclogo le d terapia a
los nios; hay algunas escuelas que tienen, yo creo que todas las escuelas deberan de tener un rea de
atencin especial, sino al maestro le toca darle ms tiempo al nio... Es una sobrecarga de trabajo para el
maestro, pero hay buena voluntad en el personal, tienen un accionar humanitario.
La inclusin, nuevamente se hizo presente, y cuando este director refiri las problemticas
institucionales, nos dej ver la participacin y el consenso: En cuanto a la forma en cmo solucionamos
los problemas, yo los llevo a la Escuela de Padres, para que decida la comunidad completa, nunca tomo
decisiones solo. Como yo asisto a todas las reuniones de Escuela de Padres, canalizo las opiniones de los
maestros, llevo los problemas al pleno, se unen las ideas de todos y tratamos de sacar lo que mejor nos
conviene, as como la decisin que tomamos de asegurar los muros de la escuela que fue una decisin de toda
la comunidad educativa... dijimos: vamos a poner el Bono de Calidad, el cual tiene como objetivo comprar
material educativo, equipo y todo aquello que pueda facilitar la educacin; pero se pens de qu nos sirve tener
material y equipo si rapidito se lo van a robar, por eso tomamos la decisin primero de asegurar los muros de
la escuela, mejor se invierte en seguridad para la escuela y los nios; se protege la infraestructura y las
vidas.
El director de un colegio privado nos dej contemplar la fuerza de la solidaridad y de la unin
para resistir al poder establecido: No hay que quedarse con los programas a nivel del ministerio, sino dar
algo ms. Ahora con la reforma educativa hay algunos enfoques que cuesta digerir por parte de nuestros
maestros en las reas de ciencias, integrar la fsica, qumica, biologa. Hacen su programa y tratamos de
cubrir no solamente lo de nosotros, sino cubrir lo ms posible pues eso es un programa. Con la Federacin
de colegios catlicos, hace poco se resolvi el tema de los famosos consejos educativos [que fueron impuestos
por el Ministerio]. No es que no tenga que haber, pero no que sean los que escojan a los maestros, que sean los
que manejen lo econmico.
Al leer estos testimonios nos pareci que el director hablaba de una forma particular de
resistir. En El Salvador, recientemente se ha puesto en marcha una nueva reforma educativa. Se ha
tecnificado la educacin y pareciera que, en una buena parte, persigue el objetivo de producir mano
de obra rpida y barata. Parece que no se trata de hacer pensar, sino de preparar lo ms pronto
posible al estudiante en una actividad concreta. En este sentido, es relevante el discurso del director
de este colegio respecto a la resistencia de seguir exclusivamente la lnea institucional, la lnea
educativa nica del Ministerio de Educacin, con el fin de mejorarla.
Ahora bien, al tratar de reflexionar sobre toda esta forma de ejercer el poder, desde una
perspectiva de mayor respeto, de mejor organizacin, de ms inclusin, nos preguntamos por qu y
cmo se generan los nacimientos de estas formas diferentes y alternativas de ejercicio del poder. En
todos estos casos pensamos que la respuesta est cimbrada en situaciones claves. Parece que los
sacerdotes comparten el poder y consideran a ste y a la capacidad de su gente a partir de una
conciencia adquirida a travs del proceso social vivido con la gente. Tomando como punto de
partida la vivencia de una lucha armada, en la cual las personas se organizaron y reclamaron su
reconocimiento social, sus derechos, en ese sentido pareciera que el poder compartido nace desde
un proceso que se gesta y sostiene en el mbito social y colectivo y permea al menos una parte de lo
institucional.
En el mbito de la salud, escuchamos palabras que hablaban de un nuevo discurso sobre
salud, que al fin y al cabo esperamos que produzcan realmente nuevas formas de relacin. Aunque
en este caso vimos la politizacin del discurso, nos pareci relevante considerarlo como un hilo
importante de influencia de las verdaderas resistencias al poder de los grupos sociales, de las
poblaciones, que hoy se han atrevido a pedir ms participacin, ms poder, ms inclusin, ms
justicia y amplitud en la comprensin erudita de la vida cotidiana de las grandes masas humanas,
lo cual probablemente est empujando a que se produzcan al menos nuevos discursos.
En el rea de la salud tambin vemos que se asoma un poder compartido con el paciente, el
cual consideramos que nace de la posicin del poder econmico que posee el paciente en los
hospitales privados. Esto se debe a que si bien es cierto que el(la) mdico(a) tiene el poder del saber
erudito, el paciente tiene en su bolsillo el poder econmico. Esta relacin obviamente genera una
construccin ms equilibrada de poderes, en donde la inclusin, la participacin y la
coparticipacin mdico/paciente parece ser ms viable. La pregunta alude a: cmo generar este
equilibrio de poderes que posibiliten una ciencia humana que reconozca los saberes de la gente, los
saberes menores, los que tambin existen y forman parte de todo el cuerpo de saberes vlidos y
necesarios, generando mayor participacin e inclusin? Creemos que la respuesta pasa por
consideraciones de ndole estructural, poltica, econmica, social y psicolgica, en donde la tarea
sera la reorganizacin de la vida social de una manera ms equitativa e inclusiva para todos y
todas.
Respecto al rea educativa, es importante destacar que compartir el poder con los padres y las
madres de familia de esta escuela, parte de una situacin de amenaza vital. En este caso, la vida de
los(as) nios(as), profesores(as), de todos y todas est en peligro; es una situacin de amenaza a la
vida del colectivo educativo. En este sentido, la emergencia, la situacin lmite es la que permite la
generacin de un manejo de poder ms compartido, menos autoritario; un poder institucional que
cede, que se deja permear por sus coautores: alumnos y alumnas; maestras y maestros, madres y
padres de familia.
Aqu no afirmamos que stas sean slo las posibilidades para gestar cambios hacia el
equilibrio del poder; sin embargo, son las formas que pudimos observar y que hay que rescatar
como ejemplos de hilos alternativos valiosos, que pueden estar presentes en las diferentes
relaciones institucionales que nos atraviesan da a da a cada uno(a) de los y las salvadoreas.
Estas pueden ser algunas claves que iluminen los diferentes caminos que nos lleven dentro de
las relaciones establecidas a encontrar las primeras hierbas para cultivar cada vez ms resistencias al
poder, que rompa con la individualizacin homogeneizante que esta sociedad nos impone y que se
transmite a travs de sus instituciones y mecanismos estructurales.

Las instituciones y las relaciones entre hombres y mujeres


A lo largo de este anlisis se ha estudiado cmo el discurso institucional marca y designa formas de
relacin en el interior de una sociedad. Los discursos institucionales van a sostener y dictar, en
buena parte, las creencias, los valores y con ellos las formas de relacin que se establezcan en una
sociedad. No quedan fuera, pues, los designios que sobre gnero hacen y sealan las instituciones,
sobre todo cuando hablamos de instituciones tan histricamente fuertes como la Iglesia, la Escuela,
el Colegio y el entramado del Sistema de Salud pblica y privada.
A continuacin se intentar descubrir qu dice ese discurso institucional y cul es el
significado de ste en las relaciones de las familias y la sociedad en general. Se intentarn conocer
los vnculos que se producen a travs de estos discursos y sus significados, as como la forma en
que estos contribuyen al sostenimiento de determinadas formas de relacin.
El director de una unidad de Salud Pblica, respecto al tipo de familias que ellos atienden,
expres: Nosotros atendemos todo tipo de familias, tenemos hogares sumamente estables en donde el jefe del
hogar siempre es el hombre, como se supone que debe ser, dejando a parte lo de gnero....
Esta es la forma en que el director, la cabeza de la direccin institucional, visualiza la
conformacin familiar. Para l, la estabilidad de un hogar est definida en trminos de la presencia
masculina. Adems, en este supuesto se puede leer un criterio de lo que para l es lo normal y lo
anormal, como se supone que debe ser..., lo que debe ser alude a lo normal. Para l, lo normal, lo
aceptable, lo debido, lo esperado es que al frente de la familia haya un hombre; por lo tanto,
cualquier otra forma de convivencia familiar que no tenga a un hombre como jefe ser una familia
de segunda categora. Este modo de pensar lleva implcito la devaluacin de la funcin de muchas
mujeres que son jefas de hogar - que por diversas circunstancias han tenido que asumir solas las
riendas del mismo -, y lo ms grave quizs resida en que a su vez est clasificando las vidas de estas
mujeres: vidas de segunda categora. Las preguntas que surgen aluden a interpelaciones obvias:
cmo ver y atender esta cabeza institucional a las mujeres que no tienen un hombre al frente?
Cmo definir esta forma de ver la conformacin familiar, el actuar y las relaciones entre esta
unidad de salud y sus atendidas(os)?
A continuacin, este mismo director seala las causales que, a su juicio, dan origen a este
fenmeno de los hogares con jefas y no jefes al frente: ...tenemos un dato, ms o menos el 70 74 por
ciento de las familias que atendemos son familias establecidas en donde el hombre es el jefe de familia, y un 25
por ciento la mujer es la jefe de familia porque el hombre se dej quitar los pantalones o simplemente porque
est sola.
Es interesante observar el hilo argumentativo de este director. En estas palabras muestra cmo
los discursos institucionales sirven para atrapar a los gneros y hacerlos cumplir con los roles
estereotpicos establecidos, ya que cuando alude a las jefaturas de las mujeres en el hogar, seala
que se obtienen porque el hombre se dej quitar los pantalones. Implcitamente sita a la mujer como la
ladrona del poder que no le corresponde y, al gnero masculino, como un ser dbil, que se ha dejado
arrebatar lo que por naturaleza le corresponde. As se van entretejiendo los discursos institucionales
y se sostienen formas peculiares de ver el mundo, lo cual marca formas especficas de relacin entre
hombres y mujeres. Nos preguntamos: cunto incidir este discurso institucional sobre la forma de
relacin que se establece entre institucin-paciente?, cmo determinar este discurso las relaciones
entre hombres y mujeres en esta Unidad de Salud? Qu implicaciones tendr este discurso para las
mujeres que asumen roles de poder masculino y para los hombres que se han atrevido a compartir el
poder con sus mujeres?
Un padre de familia que asista a la consulta en esta unidad de salud comenta: Cmo se siente
Ud. de venir a la unidad de salud con su hijita?: Bueno, mire, no crea que es tan fcil, yo a veces me enojo con
mi mujer, porque no es que yo crea que slo las mujeres deben hacer estas tareas, pero la verdad es que uno
hace el esfuerzo de venir y ser diferente, pero mire aqu, todas son mujeres. Uno se siente raro de ser slo yo el
hombre que anda ponindole la vacuna aqu a su hija. Uno a veces quiere cambiar, pero es difcil, hasta a veces
le dicen cosas a uno.... como que la mujer lo manda, o que si acaso uno es mujer para andar haciendo cosas de
ellas y, lo peor es que hasta las mismas mujeres se lo dicen a uno.
Aqu en la unidad, viera, hasta la gente que aqu trabaja le hacen comentarios a uno: Qu buen
padre! le dicen; pero despus va el comentario... y su esposa, descansando? Otro da escuch que decan:
pobre hombre, pero as quieren a esas mujeres que los tienen del pescuezo. Y realmente no es eso... pero,
bueno, yo no s qu piensan aqu en la unidad, pues.
Estos testimonios hablan por s mismos, es evidente lo atrapado que se siente este hombre;
quiere cambiar, est haciendo el intento por salir de su rol tradicional, pero inmediatamente se
encuentra con la dinmica social que empuja al retorno del status quo, un retorno que es aclamado
desde los diferentes actores sociales: desde las voces representantes de una institucin; voces de su
mismo gnero y voces de las propias mujeres que deseamos un equilibrio en las relaciones de
gnero.
Otro padre de familia que recoga a su hija en una escuela pblica de San Salvador cont: Yo
siempre vengo a dejar y a traer a mi hija, me gusta hacerlo porque comparto con ella las cosas que hace. Pero a
veces lo feo es que, pchica22, a veces no se haya ni con quin hablar, ni de qu hablar; pues slo mujeres
vienen aqu y slo plticas de muchachas, de nios, de recetas de cocina se oyen. Slo somos como dos o tres
paps que venimos a traer y dejar a las nias... pasan cosas chistosas, a veces lo celebran todo a uno, como si
fuera a saber qu, y otras veces le dicen que uno es pasmado, porque stas son cosas de la mujer de uno y que
disclpeme lo tiene del chunchucuyo23 a uno... ya sabe usted. La vez pasada una profesora de aqu me dijo algo
de eso... no se sabe como quedar bien.
Nuevamente se pone de manifiesto que este hombre se siente atrapado en su vivencia, sus
deseos y los discursos de los otros(as), sean estos individuos o instituciones. No cabe duda de que as
se van articulando cada uno de estos elementos que construyen y constituyen los vnculos que
sostienen relaciones de gnero mediadas por diferencias artificiales, que se palpan en la actuacin
de diferentes roles asignados a hombres y mujeres. En este sentido, es importante preguntarse:
cunto de estas relaciones y discursos institucionales y sociales, en general, van reforzando y
creando significados diferenciados para cada uno de los gneros? Cmo inciden estos diferentes
significados para que asistan o no hombres y mujeres a estas instituciones? A continuacin
encontramos respuestas a estas interrogantes desde la perspectiva de los(as) entrevistados(as).
El director de la unidad de salud expres lo siguiente: ....la inmensa mayora de la poblacin que
atendemos son nios y mujeres, en mucha menor proporcin hombres. Yo creo que es por cuestin de
trabajo... muchas de las mujeres que vienen no trabajan, aunque ahora nuestro horario de trabajo es de 7 a 7;
esto da la oportunidad para que venga la mujer que trabaja y los hombres; pero an con este horario es mucho
mayor la proporcin de mujeres y nios que asisten.
El sacerdote tambin habl de una palpable diferenciacin en la participacin de hombres y
mujeres en la iglesia: ... la indiferencia religiosa que se da bastante... generalmente son las mujeres las que
ms aportan y los nios ms pequeos, pocos hombres y pocos jvenes... por el machismo.
No faltaron a este respecto los comentarios del director de una escuela pblica de San
Salvador: En las reuniones que tenemos con los padres, yo les hago hincapi en darles tiempo extra a los
nios; pero estamos en hogares tradicionales llenos de costumbres sobre las cuales estamos luchando y donde
el hombre posee el machismo; el pap no colabora en ningn quehacer ni viene a las reuniones. Como dice la
seora el seor llega a acostarse en una hamaca y que le sirvan la comida, y al nio le dicen, no me molestes
porque estoy viendo televisin o estoy descansando .
Es importante darnos cuenta de que cada una de estas voces habla desde miradas diferentes.
El sacerdote y el profesor aluden al machismo como causa del ausentismo masculino; mientras que
el director de la unidad de salud asume que son los compromisos laborales los que hacen que el
hombre no asista, aun cuando l mismo reconoce que los horarios se han flexibilizado y an as no
hay cambios. La pregunta es: qu hace y cmo acta esta diferencia de concepciones en las
instituciones? Cul ser la conducta del maestro y el sacerdote que piensan en el machismo
masculino como causa? Y, qu har el director de la unidad de salud que cree que el trabajo es el
culpable de ese ausentismo? A las puertas del siglo XXI ya no es ningn secreto ni descubrimiento
terico hablar de cmo los roles estereotpicos de gnero han ido creando formas artificialmente
diferenciadas de vivir la vida. La sociedad ha definido que el ser hombre est ntimamente ligado a la
competencia, la inteligencia, el xito, al manejo del poder econmico y a un papel de proveedor. En
otras palabras, a todos aquellos aspectos que han llevado al gnero masculino a apropiarse del
mbito pblico de las relaciones, por lo tanto, los hombres estarn mucho ms presentes en carreras
universitarias que impliquen el manejo del poder de un pas (economa, derecho, medicina, etc.);
desempearn cargos de direccin en las instituciones y asistirn mucho ms a stas, como los
partidos polticos, las instituciones de justicia, en la direccin de un hospital, en los cuarteles,
policas, etc.
Para las mujeres queda reservada la esfera de lo privado, ser mujer en estas sociedades conlleva
el requisito de ser tierna, dulce, saber conservar las relaciones familiares, practicar y ejercer un
poder tras el trono [hacerle creer que l siempre tiene la razn, pero a sabiendas de que ella tratar
de lograr lo que quiera]; cuidar del amor y la espiritualidad familiar, educar y cuidar de todos y todo
en su hogar. Todo esto podra explicar el que encontremos con ms frecuencia a la mujer en ciertas
instituciones, como el hospital, la escuela/colegio y la iglesia, ya que stas se dedican a cuidar el
cuerpo fsico y espiritual de la familia y, como en el caso de la escuela, contribuir a orientar la
educacin de los(as) hijos(as); todas stas son tareas que socialmente han sido consignadas al gnero
femenino. Entonces, si stas son las formas de repartir tareas genricas, es obvio que la ausencia
masculina que seal el sacerdote, el director de la escuela y an el mdico director de la unidad de
salud, tendr mucha ms relacin con esta dicotmica significacin que lleva cada una de estas
instituciones: asistir a ellas podr significar para la mujer cumplir con parte de lo que por naturaleza
le corresponde; para el hombre significar estar haciendo labores de mujeres. Desde esta
perspectiva nos resulta ms claro entender el porqu los padres de familia entrevistados en la
escuela y la unidad de salud les cuesta tanto poder sostener su intento de cambio. El imaginario
social estar presente all para recordarle que est en un campo que no le corresponde; los discursos
institucionales se pronunciarn para recordarle a l que podra ser uno de los que se ha dejado quitar
los pantalones; las relaciones estereotipadas por los roles de gnero dictarn desde diferentes actores
(hombres y mujeres) que l se est comportando raro, poco hombre.
Esta es nuestra apreciacin que, de alguna manera, podr corresponder con lo expresado por
el maestro y el sacerdote. Sin embargo, en la sociedad salvadorea parece que siguen y seguirn
existiendo instituciones y/o jefes institucionales que no registran la problemtica de gnero, lo cual
marca todo un pensamiento y actuar institucional que sostiene probablemente los estereotipos
establecidos socialmente.

Violencia contra la mujer


Cuando el director de la Unidad de Salud opin sobre la violencia intrafamiliar y, en especial, la
que sufren las mujeres, tambin nos refiri lo siguiente: Y aqu en la consulta, en la unidad, acurdese
lo del secreto mdico, entonces nuestros colegas hacen el diagnstico patolgico y solamente que el motivo de
consulta sea abiertamente la violencia.... ... nuestro personal mdico el 60 el 70 por ciento son mujeres y
es mucho ms difcil que una mujer revele lo que en confianza otra le cont... no se reporta, la propia tica
mdica impide que hagamos comentarios.
Aqu encontramos un discurso que trata sobre la posicin institucional y profesional de este
mdico, que es director de una institucin de salud pblica, respecto de la violencia contra la mujer.
Al pensar en sus comentarios anteriores, las preguntas son: ser este silencio un secreto tico o una
complicidad con la violencia masculina?, estar aludiendo a una lnea de apoyo y entendimiento
entre gnero femenino? o, estar describiendo el fenmeno del silencio de la mujer frente a la
violencia masculina, que en este caso envuelve a la profesional y su paciente? Y contina
expresando:
.... Adems, una mujer se va a identificar ms con los problemas que le ocurren a otra. Tenemos
hombres con mucha conciencia social, pero podra ser que una de nuestras mujeres colegas hubiera vivido
experiencias similares y, por otro lado, pueden aconsejar como mujeres. Uno de hombre puede llegar a no
sentir con la misma intensidad el problema de una mujer... tenemos tambin consultas de hombres porque las
mujeres les son infieles. Una mujer podra decir que est bien que sta se desquite o algo as, pero uno de
hombre le va a dar otra dimensin.
Desgraciadamente, a pesar de todas las campaas de gnero, la mujer, sobre todo de determinados
estratos, todava no se atreve a denunciar el hecho y eso que nosotros, nuestro personal, no somos extraos,
pero las mujeres tienen un poco de temor a manifestarlo abiertamente.
Son mltiples las interrogantes que se nos presentan frente a estas citas, interrogantes que nos
hacen pensar en cmo estos discursos institucionales forman subjetividades diferenciados entre
hombres y mujeres. Por qu este director alude a la lnea de gnero para explicar la inmovilizacin
frente a la violencia sufrida por una mujer? ... es mucho ms difcil que una mujer revele lo que en
confianza otra le cont.... No hablar esta actitud de los(as) mdicos(as), de una negacin de la
realidad apoyada en la necesidad de sostener el discurso institucional en el cual lo normal, lo
esperado, lo que debe de ser es que hayan familias en que el hombre sea el jefe? ... uno de hombre puede
llegar a no sentir con la misma intensidad el problema de una mujer.... No ser que a los subalternos de
esta unidad de salud les resulta difcil abordar un tema que hasta cierto punto est devaluado
desde el pensamiento de direccin de esta unidad de salud? ...la mujer es la jefa de familia porque el
hombre se dej quitar los pantalones. No hablar esta actitud de los(as) mdicos(as) y pacientas, del
tipo de sometimientos que se pueden producir en las paredes institucionales a travs del dominio
del discurso instituyente? ... porque yo como director puedo decir lo mximo, ... pero las mujeres tienen
un poco de temor a manifestarlo abiertamente.
Intentando dar respuesta a cada una de las interrogantes anteriores, pensamos que estas
formas de actuar estn determinadas desde mltiples lugares. Encontramos las cortapisas que la
propia formacin de la identidad genrica va a imponer tanto en los mdicos como en las mdicas;
no sabemos hasta dnde las mdicas se ven interpeladas por sus propias realidades y por su propia
subyugacin, por sus propios valores y su misma forma de mirar y llevar a cabo las relaciones de
gnero. De igual manera, los mdicos podran estar dejando en el silencio tales actos de violencia
apoyados en estereotipos o en sus propios temores. Sin embargo, no podemos aludir nicamente a
las formaciones intrapsquicas de los individuos; tambin creemos que se hace presente el dominio
de los discursos establecidos tanto a nivel macrosocial, a travs del sistema de valores, creencias y
roles designados, como a nivel institucional, con su discurso dominante (instituyente o
hegemnico). Todos estos elementos se van entrelazando en un entramado social, a travs del cual
se van a producir, mantener y reproducir formas de relacin y visiones del mundo.

Las instituciones y su percepcin de la violencia


En El Salvador, la violencia se produce en los ms variados mbitos y de las ms diversas formas
posibles: violencia intrafamiliar, violencia poltica, violencia juvenil, violencia discursiva, violencia
sexual, violencia estructural, etc. En este eje intentaremos describir y analizar cmo se percibe la
violencia desde la ptica de algunas de las instituciones entrevistadas, con el objetivo de tratar de
internarnos en su perspectiva de anlisis de la realidad salvadorea, dado que indiscutiblemente
ser parte de lo que cada institucin transmitir en sus discursos y relaciones.
Un sacerdote expres: Se da tambin la vagancia en las comunidades, no debera de ser as pero hay
maras y se siente el ambiente de maras cuando uno va a algunas comunidades; otras son bien tranquilas... hay
una comunidad que se traslad para este sector, toda, entera; han fundado una cooperativa y estn integrados
y as como sta hay otras, pero no son muchas.
Nuevamente el discurso institucional califica: no debera de ser as. A qu se refiere este
sacerdote cuando enuncia esta frase? Por qu le parece que simplemente la vagancia no debera ser
as? Estara pensando en las causas estructurales de la vagancia o alude a las causas de origen
individual y/o familiar? No lo sabemos, pero lo cierto es que el poder de calificar que est utilizado
tiene tambin la posibilidad de reproducir esta forma de ver la vagancia juvenil.
... hay comunidades que vivieron en Mesa Grande y las trajeron ac. Casi obligados los ubicaron aqu.
Hay gente de San Miguel, San Vicente, Morazn, Chalatenango; a esa gente le cuesta integrarse, sobre todo
porque ellos no tomaron la decisin de dnde iban a vivir; no eligieron. Ahora se les dan todas las
oportunidades pero ellos no se sienten a gusto.
En el relato anterior se puede intuir que el sacerdote califica esta forma de proceder como
violencia producida desde el poder, en la cual se deja a amplios sectores de la poblacin sin poder
de decisin y, en este caso, que son decisiones vitales, como escoger su lugar de vivienda y las
consecuencias de tal decisin. Sin embargo, en el mismo relato nuevamente emite un cristal bajo el
cual l mismo ve a estas poblaciones: les cuesta integrarse. Esta es slo una percepcin de este
sacerdote o una realidad agobiante para cada uno(a) de los(as) miembros de estas comunidades?
En el mismo relato anterior se registra una visin peculiar sobre estos grupos que han sido
vctimas de la migracin forzada: Ahora se les dan todas las oportunidades, pero ellos no se sienten a
gusto. A qu se refiere con la frase todas las oportunidades? Pensar este sacerdote que tener tierras
que no han escogido, diferentes de las que antes se cultivaban en sus lugares de origen, es todo y lo
suficiente para estos campesinos? Lo cierto es que nuevamente se contina vertiendo un discurso
que clasifica desde las visiones particularmente institucionales. Nos preguntamos: qu diran los
pobladores de estas comunidades sobre estas clasificaciones que la Iglesia, a travs de este
sacerdote, les propina? Tal parece que aqu se vincula o se encuentran la violencia estructural y la
violencia discursiva que se practica desde las instituciones.

Por qu cree que se manifiesta la violencia?


De hecho, hay una prdida de valores cristianos, morales y humanos y esto no es solamente como efecto de la
guerra. El materialismo siempre ha tenido su arraigo en la vida de la gente, pero antes de la guerra haba
religiosidad popular muy fuerte; los cantones y las comunidades celebraban sus fiestas patronales, la Semana
Santa, la Navidad, los tiempos a los que la Iglesia les llama tiempos fuertes, que son tiempos de ms
acercamiento...
A partir de lo anterior, se evidencia la forma en que este sacerdote incluye dentro de su
perspectiva aspectos ms amplios, como los principios de un sistema socioeconmico que han
generado la prdida de valores. En esta cita, el sacerdote comenta cmo la prdida de valores, a raz
de la imposicin de otros nuevos valores acordes con el sistema econmico capitalista, puede
constituir tambin violencia.
El director de una escuela pblica manifest, respecto a la violencia, que sta se traduce en la
no satisfaccin de las necesidades bsicas y en la interferencia en el desarrollo de otras reas, lo cual
va generando un crculo de mltiples violencias: Cuando un nio no aprende no es slo porque su
cabecita no le da, sino que muchas veces el nio no ha desayunado o viene de presenciar una pelea en su casa o
de que lo golpe la mara....
La visin institucional incide en lo que se ve y traduce y transmite esta forma de ver a travs
de sus diferentes canales. No nos queda ms que volvernos a preguntar: cmo definen esta forma
particular de leer la realidad las relaciones sociales e interpersonales de cada uno de los(as)
salvadoreos(as)?
... antes no haban fenmenos como las maras, la gente poda salir con confianza hasta altas horas de la
noche... la gente tena ms confianza en su propia comunidad, poda dejar solas las casas, dejaba todo y lo
encontraba, pero lamentablemente las cosas han cambiado y la gente duda hasta de su propia sombra... creo
que van a pasar muchos aos para que se vuelva a vivir una tnica de paz, de tranquilidad, no solamente
externa... ahorita la gente reacciona muy violentamente y puede ser el fruto del resentimiento que guardan.
... A veces se dice que hay mucho alcoholismo en las comunidades y eso conduce a la violencia.
Ese sacerdote est describiendo las condiciones de mltiples violencias y la forma en que se
reproducen otros tipos de violencia que se relacionan. Refiere un cierto tipo de violencia al que
podramos llamar estructural, pero tambin habla sobre aspectos intrapsquicos de las personas, los
cuales, al mezclarse, se concretizan en otro tipo de violencia social contra s mismo y su familia: el
alcoholismo. Es decir, se atribuyen las causas de la violencia a lo social e intrapsquico, es decir, las
ubica fuera pero tambin dentro de la persona.
El director de la Unidad de Salud refiere lo siguiente: Para nosotros, como institucin, es bien
difcil detectar niveles de violencia, ya que nuestras creencias hacen aquel dicho que: la ropa sucia se lava en
casa y, entonces, es difcil que en el desarrollo del trabajo podamos detectar a plenitud la violencia, pero la
podemos ver cuando llegamos a visitar a una familia y la esposa est golpeada, ellos dicen que se golpe en la
puerta o cosas as. Qu grado de violencia podr haber, no le podra decir mucho, sin embargo, eso es una de
las cosas que nosotros estamos investigando, por eso que queremos dar cobertura a toda la familia.
Define la violencia como un hecho difcil de detectar y visibilizar, an y cuando se refiere al
tipo de violencia ms obvia: la fsica. Las razones las atribuye a la negacin de las familias y su
dificultad para nombrarla.
Nuevamente nos encontramos con mezclas de violencias, dado que se est refiriendo a la
violencia fsica contra la mujer y, al mismo tiempo, se alude a la complicidad en el silencio por parte
de los representantes institucionales, que no ven tales hechos y argumentan que lo que les interesa
es ... dar cobertura a todas las familias....
Asimismo, el director de una escuela pblica habl sobre cmo los nios pasan abandonados en
sus propios hogares, sin tener a nadie que los oriente. Sin embargo, estos episodios escolares no
llegan a considerarse como algn tipo de violencia, simplemente se trata de padres y madres que
estn atrapados en sus tareas laborales para llevar el sustento a sus hijos e hijas y con ello queda
justificada la soledad y el abandono de stos.
Los nios que asisten a la escuela son nios que sufren abandono de los padres porque ambos trabajan
y no hay quin los ayude y se es un obstculo para lograr el cumplimiento de los objetivos acadmicos. La
mayora son empleados de fbricas, personas que trabajan en empresas como farmacias, y los horarios que
cumplen son de 7 u 8 de la maana hasta las 7 u 8 de la noche que regresan a su casa. Vemos a los nios que
andan con cintitas y las llaves colgadas; llegan a su casa y no hay nadie que los reciba; ellos solos se preparan
sus alimentos, no comen bien; la mayora lava su ropa. A los padres cuando se les pide ayuda contestan: no
puedo ayudarlos porque no paso con l, cuando llego ya est dormido y esto sucede en la mayora de los casos
de los nios de la escuela.
De estas citas surgen las preguntas: cunto justifica la crisis econmica de los padres y las
madres la no satisfaccin de las necesidades esenciales de los nios y las nias salvadoreas?
Cunto de negligencia y abandono quedar encubierto en este afanoso trabajar que, justificado en
la miseria de las familias, encubre el no acompaar a los nios y las nias en su proceso de
desarrollo, aprendizaje y crecimiento? Alude esto a una violencia estructural que condiciona y
forma subjetividades y formas de aceptar y vivir la vida?
Tambin nos hablaron de otros tipos de violencia: negligencia, abandono, violencia fsica,
verbal y sexual. Y, adems, negligencia institucional: Hay mucha violencia fsica y verbal no slo para
los nios, sino para las seoras de la casa y de eso se trata en las reuniones... nosotros nos hemos encontrado
con nios que vienen a dar quejas de que el to o el padrastro los estn violando... yo he tenido casos en los que
he tenido que recurrir a la divisin de investigacin de la Polica Nacional Civil que atiende muchos casos y
donde tristemente me he encontrado con la respuesta que muchas madres niegan totalmente lo que estn
haciendo, y la nia viene y le ensea a la maestra moretes24 en su cuerpo, en partes ntimas, le cuenta a la
maestra lo que le hacen y la mam lo niega.
La posibilidad de la escuela para resolver este tipo de problemas es mnima. Canalizamos el problema a
la Polica Nacional Civil, es lo que nosotros podemos hacer; pero en este caso, la madre neg todo y dijo que la
nia sufra de fantasas y que inventaba muchas cosas. Yo creo que la nia no poda inventar todo, andaba
sus pezones y partes ntimas morados y contaba cmo le hacan las relaciones sexuales, cosa que una nia de
10 aos no puede inventar, tuvo que haber pasado para que lo expresara.... ...En los casos que hemos
denunciado a la Polica Nacional Civil hacen una investigacin, pero como la madre lo niega abandonan el
caso... todos los casos denunciados los han abandonado.
Hace poco tuve una discusin con un delegado de la Polica Nacional Civil. Ah hemos hecho llegar el
problema de las maras que entran a la escuela por los muros. Entran y les piden dinero a los nios, vienen y
los presionan, les dicen que si no les dan la cachucha o el gorro los van a golpear; les dicen que tienen que dar
una cuota diaria. Este problema es muy serio. Les faltan al respeto al maestro, gritan y escupen por las rejas
de las aulas, con esto tenemos un ao de estar luchando... Nos hemos enfrentado muchas veces a la Polica
Nacional Civil (PNC) a explicarles el problema; esto se lo comunicamos a los padres en la escuela para padres
y les contamos que la PNC nos haba ofrecido dar patrullaje de vez en cuando dentro de la escuela... Porque
los de las maras vienen hasta con granadas, armas blancas y pistolas a amenazar a los nios... La semana
pasada tuvimos el caso de dos nios a quienes les pusieron una punta en el cuello y les dijeron que se quitaran
sus prendas. Lo reportamos a la polica y el seor nos dijo que no tenan personal ni vehculo, me dijo que
podan actuar pero en emergencias... Yo pienso que de qu sirve ir a reconocer un cadver... no solucionan
absolutamente nada.
Nosotros nos vemos con los brazos cruzados porque si un maestro se enfrenta a estos jvenes de maras,
puede ser agredido... los maestros no tienen forma de proteger a los nios porque son ms fuertes las maras
que lo que los maestros pueden hacer... entran, como si entraran a su casa... como vienen armados es bien
difcil... nadie puede hacerles nada, ellos son los que reinan.
En todos estos relatos se ilustran diferentes tipos de violencia y diversas formas de ser
visualizadas, sin embargo, nos parece relevante preguntarnos: qu tipo de vnculos se generan al
vivir en un ambiente tan lleno de violencia de todos los tipos? Cmo se reproduce una espiral de
violencia en la que tambin los otros actan de forma violenta? Cunto este panorama cubre y
refleja las diferentes relaciones sociales? Y, cunto la magnitud de la violencia en El Salvador est
rebasando las posibilidades concretas de accin y contencin de las instituciones?
Este mismo director de escuela nos comenta: Nos vemos en la necesidad de tomar nuestras propias
medidas de seguridad. Por ejemplo, el Ministerio de Educacin est dando un bono de calidad que es para
comprar material educativo, equipo y todo aquello que sea para mejorar la educacin, para facilitarla, pero el
consejo directivo ha tomado la decisin de utilizarlo en un cien por ciento para poner alambre razor
electrificado alrededor de toda la institucin... lo ms importante es asegurar la institucin y a los nios.
Este director explica tambin las consecuencias de la violencia que l observa que, al final de
cuentas, se convierte en otro tipo de violencia que fluye en forma de cascada a nivel social y
familiar: Hay mucha violencia fsica y verbal no slo para los nios, sino para las seoras de la casa.
Nios que vienen ac a dar quejas de que el to, el padrastro lo est violando.
Fjese que a pesar de la agresin que hay en los hogares de los nios y afuera de ellos, los nios son
bastante recatados; es raro el problema de disciplina que tenemos, pero s hay alumnos que tienen problemas
en cuanto a aprendizaje. En cuanto uno comienza a darles confianza, ellos expresan cantidad de situaciones,
pleitos en el hogar, malos tratos. La mayora de hogares estn desintegrados, viven con padrastros o
madrastras, con abuelos o con tos. Muchos de los padres de los nios estn fuera del pas y los han dejado con
parientes. Y as con todas estas cosas no vienen preparados para aprender y asimilar... ...los problemas de
aprendizaje... se es el efecto que causa la violencia en los hogares. El problema radica en el hogar.
Nuevamente los comentarios ubican causas y lugares de partida de la violencia, pero no hay
duda de que, en general, las instituciones piensan mucho ms en las causas familiares que en las
estructurales o institucionales. En cada testimonio se ponen de manifiesto diversos tipos de
violencia que son observadas desde la ptica institucional; pero tambin se ha logrado detectar la
violencia desde las instituciones que son el efecto de clasificaciones y encasillamientos discursivos.
Y, ms all de esto, se logra descubrir que esta mezcla de violencias y contraviolencias van
formando una espiral de violencia que se da a nivel social y familiar.

LA TELEVISIN Y LA FAMILIA SALVADOREA


Para realizar el anlisis sobre la influencia televisiva en la familia salvadorea, se formaron 6 grupos
focales: 2 de clase media, 2 de clase obrera y 2 de clase campesina. El objetivo fue identificar y
analizar el vnculo entre las familias y los medios de comunicacin televisiva, as como tambin
conocer el impacto que los mismos tienen en concepciones, actitudes y conductas respecto al poder
y la violencia.
En el sector rural se trabaj con dos grupos de manera simultnea, el de jvenes entre 10 y 18
aos con un promedio de asistencia de 28 jvenes, y el de adultos(as), que cont con la participacin
de 16 personas.
En el caso del sector obrero, los grupos se organizaron en una de las comunidades, en donde
se haban realizado las entrevistas a las familias. Estos grupos se reunieron de manera simultnea
en diferentes locales. Se cont con la presencia de 30 nios(as) y jvenes y la asistencia de 23
adultos.
Los grupos focales de la clase media alta se organizaron de la siguiente manera. Un grupo de
jvenes y nios (as), realizado en un saln de un hotel de San Salvador, al cual asistieron 13 jvenes.
Un grupo de adultos, realizado en un saln de t, situado en una zona residencial, que cont con la
participacin de 10 mujeres. Es importante mencionar que de los tres grupos de adultos
convocados, el de la clase media alta fue el que present mayor dificultad para asistir al evento, y
aunque se invitaron hombres, no asisti ninguno.
Del anlisis de los discursos, tanto de adultos(as) como de nios y nias, surgieron los
siguientes ejes que se agruparon en los siguientes ejes:
Cmo vemos la televisin?
Televisin, un mundo de buenos y malos.
Televisin y violencia.
Origen de las maras segn los jvenes
Televisin y diferencia entre hombres y mujeres.
Influye la televisin en sus vidas?
Eso no... la televisin tambin da programas buenos y malos.

Cmo vemos la televisin?


En este eje hemos agrupado todos aquellos discursos de nios(as) y adultos(as) que se refieren a
cmo la pantalla chica est posibilitando una manera de ver el mundo, de construir relaciones
sociales. Para los(as) nios(as) campesinos, ver televisin tiene un significado de grupalidad, de
solidaridad, de estar con el otro, con los otros.
En la comunidad en donde se realizaron los grupos focales, 5 familias tenan aparato de
televisin, y estas familias abran las puertas de su casa a los vecinos para que la vieran. Este hecho
favorece la solidaridad y la vida grupal. Los(as) nios(as) expresaron que, dependiendo del
programa, se reunan hasta diez personas entre nios y adultos: All en la casa donde nosotros llegan
bastantes. A veces llegan como hasta doce. Cuando miran novelas llegan doce... tambin cuando hay
pelculas los domingos. Ah el que quiera ir a ver la tele que vaya.
El hecho de ver la televisin va creando formas de relacin que les son particulares a esta
comunidad. Van edificando normas que les permiten convivir frente a la televisin.
Se quedan viendo la tele, ni titubean cuando estn viendo... cuando estn saliendo anuncios dicen a
hablar, de ah ya cuando comienza slo dicen: ya comenz y ya no hacen bulla. Nos gusta ver la televisin
sentados y estar en silencio. O sea que cuando salen programas ya cada quien tiene la hora, ya cada quien
sabe la hora que lo prenden, a la hora que estn saliendo las chiquilladas, pelculas, novelas, llegan, o sea, que
ya tienen la hora.
Todos respetan la norma: de hacer silencio cuando se ve el programa, cuando hay anuncios se
puede hablar. Todos respetan al lder: el que diga ya comenz. En ese momento tiene poder, tiene la
jerarqua y ser respetado por el grupo en beneficio del bienestar y el consenso comn. As mismo,
en los grupos formados por familias obreras, vimos que sentarse frente a la televisin era algo ms
que ver su programa favorito, era tambin compartir la diversin en familia. Con quin ven la
televisin? Yo veo la tele con mi familia y unos amigos. Con un to, mi mam, mi hermano. Con mis
paps.
En estos testimonios, los(as) nios(as) dijeron que la tarea de ver la televisin era una
oportunidad para compartir los momentos agradables con la familia, los amigos y las amigas. Por
su parte, los nios de clase media alta expresaron: A qu hora ven televisin? Primero cuando me
levanto, me bao, luego cuando me estoy arreglando y todo. Cuando me voy la apago, y cuando llego la
enciendo. La enciendo en la maana y despus que llego del colegio, tambin cuando mi pap no est en la
noche. Slo cuando mi pap no est. Tambin hablo por telfono y oigo msica.
A diferencia de los otros dos grupos, para estos(as) nios(as) la televisin parece significar ms
bien una compaa para sobrellevar su soledad que un medio para encontrarse con otros. Pero, en
general, todos los comentarios sobre esta pregunta versaron sobre una permanencia constante
frente a la tele. Daba la impresin de que estos nios y nias vivan solos en sus casas, no se habl
ms que de levantarse y ver televisin, ir al colegio y regresar a los brazos de la televisin.
Cuando se les pregunt con quin vean la televisin, expresaron: Yo veo la tele solo. Solo.
Yo con mis hermanos. Sola cuando llego del colegio y en la noche como a las nueve con mi mam, hasta
que me duermo. Como podemos ver, a diferencia de los(as) nios(as) de la clase campesina y obrera,
estos(as) nios(as) describen ms bien la soledad en la que permanecen, queriendo o intentando
sobrellevarla a la luz de la brillantez de la pantalla mgica. Sin embargo, stas son slo nuestras
apreciaciones, no obstante, los(as) nios(as) no lo reconocen como tal. Para ellos ver tele solos o
acompaados es un detalle circunstancial de su medio ambiente. Es importante tener en cuenta
cmo la televisin se constituye en un medio para unir grupos y personas, cmo permite la
solidaridad con los vecinos y tambin puede ser un medio para sobrellevar la soledad y/o para
escapar o encubrir necesidades relacionales.
Creemos tambin que la televisin ha generado nuevas formas de relacin entre madres,
padres e hijos(as).
La pelcula del seis la veo en el cuarto de mi hijo, porque lo duermo a l y el televisor ah encendido, y
yo con l. A las 11 de la noche que ya se ha terminado la pelcula ya se apaga.
Esta madre se acompaa de la televisin para realizar la tarea de dormir a su hijo. Hoy en da
parecera que a los(as) nios(as) los(as) estamos durmiendo no con nuestras voces conocidas, dulces
y representativas de un lazo afectivo, sino con la voz extraa de un artista de cine, parece que ha
llegado la poca de dormirlos con los hechos, con relatos y voces de violencia.
El grupo de adultos de las comunidades rurales hablaron sobre cmo la televisin moldea y
determina las relaciones: Yo las novelas no las doy por buenas... Los muchachos agarran mal camino... la
que se sent a ver las novelas ya no quiere hacer oficio. Hay un caso de un cuado... que ellos deshicieron su
hogar porque la seora desde las ocho que se sentaba a ver las novelas no les daba de comer a los nios ni
nada; no lavaba y all sentada hasta que terminaba la ltima. Como ella miraba que all haban cervezas, ya
ella tambin comenz a tomar cerveza y despus dicen que la vieron tambin tomando guaro... y entonces
vino l y le peg y deshicieron su hogar.
En los relatos anteriores se puede apreciar cmo ciertos programas de televisin son
considerados como responsables de conductas no deseables para la teleaudiencia.
Los(as) nios(as) campesinos hablaron de sus preferencias por los Picapiedras: Como all se
relacionan las dos familias, se llevan bien y... cuando uno ve esos, uno as quiere que sea la familia que est a
la par de uno. Llevarse bien, contarse las cosas y si los problemas que pasan y resolverlos las dos familias.
Este texto nos va confirmando cmo les evoca sentimientos solidarios, de amistad, entre los vecinos:
Las mujeres que salen all hacen la comida juntas, comen all en la misma casa y de all se van una para una
casa y la otra para la otra.
Los relatos de estos grupos nos confirman nuestra lectura sobre cmo la televisin forma
nuevos significados de relacin en las comunidades. Para los jvenes campesinos y obreros, ver
tele significa la diversin compartida con otros jvenes, con sus familias, y significa solidaridad y
cooperacin cuando con cinco aparatos disfruta una comunidad entera. Para los(as) nios(as) de la
clase media, la televisin significa una compaa, no podemos ms que palpar la soledad en que
viven estos(as) nios(as) y cmo encuentran en la televisin una compaa incondicional que
siempre est all.

Televisin, un mundo de buenos y malos


En los discursos siguientes, los grupos nos hablaron de cmo la televisin es un poder que
transmite toda una visin del mundo capitalista, que dicta cmo nuestros nios tienen que ver el
mundo. Un mundo en donde todo debe ser llevado a una lucha entre buenos y malos un mundo en
que para que vivan los buenos tienen que morir los malos. Sin embargo, habr que descubrir
quines son los malos, los excluidos, los que tienen que morir.
Aguas mansas veo yo... se trata de malos y buenos... Los malos no quieren a los buenos. Los
caballeros del Zodaco me gustan porque se pelean... tienen accin, pelean. Se pelean porque unos son malos
y otros buenos. Pelean por salvar a Atenas. Los que tienen ms poder son los buenos. Atenas quiere
salvar la tierra porque los malos andan peleando y cuando pelean quieren tener ms poder. Los buenos
pelean por el poder... para salvar a la tierra de los malos. Pelean para que vivan bien... para que vivan bien
los buenos.
En estos comentarios es evidente que los nios y las nias nos hablaron, sin percibirlo, de la
misin interna de Los Caballeros del Zodaco, programa muy de moda en las audiencias
infantiles en el momento en que se organizaron estos grupos. Se refirieron a un mundo conformado
por dos equipos, dos equipos que luchan por poder, un poder que marca una forma de relacin que
excluye y elimina al otro. Sin embargo, sta es nuestra lectura; para los(as) nios(as) ello no es nada
evidente. Ellos slo quieren ser buenos como los Caballeros de Atenas.
Yo quiero ser como el Fnix... para salvar a la gente... para salvar el poder. Yo quisiera ser como
Chon... para pelear por el poder... para que no hayan guerras y para que no hayan esclavos y para salvar a
Atenas. Los malos pelean por gobernar al mundo, tener de esclavos a toda la gente y Atenas pelea para que
no gobiernen los malos en el mundo, sino para que gobierne la paz y no haya guerra ya. Por eso pelean, por
los santuarios y por las armaduras de oro que tienen y las de plata.
La identificacin de los(as) nios(as) con los personajes de estos programas es clara, quieren
ser salvadores y defensores del poder; suean con defender el poder y en su nombre se puede
excluir a los malos, a los que se opongan o atrevan a desafiar lo establecido, y en nombre de este
poder se puede eliminar al enemigo.
Los Caballeros del Zodaco ensean que el poder debe mantenerse donde est, y para que
permanezca en su lugar tendr que hacerse de todo: excluir, eliminar, torturar, etc. Este argumento
fue la base y slogan de innumerables guerras, incluyendo las Guerras Santas. Los ejrcitos
oficiales eliminaron y torturaron por mantener los poderes econmicos y el status quo que el capital
dicta.
Esto es fcilmente rescatable cuando, desde nuestra visin, hemos percibido a Los Caballeros
del Zodaco. Sigue quedando claro que para los(as) nios(as) es un modelo noble y bueno para ser
imitado. Quieren noblemente que ya no haya guerras, pero el modelo que les propone la televisin
les habla de lograr la paz excluyendo a unos, los muchos, por los otros, la minora. Esto coloca a
los(as) nios(as) en una encrucijada que, a pesar de serlo, pasa oculto ante sus ojos infantes; ellos no
lo reconocen, slo quieren ser buenos como Los Caballeros del Zodaco.
Los malos pelean por gobernar el mundo, haciendo una extrapolacin, puede decirse que en
este relato nos hablan de la definicin de malo que proponen Los Caballeros del Zodaco:
malo es todo aqul que se atreva a querer tener un poco o mucho poder; quien pretenda cambiar
el orden econmico establecido. Podemos, entonces, inferir de la definicin de bueno, bueno ser
aqul que defienda ante todo el status quo.

Televisin y violencia
Los nios y las nias de clase media, al hablar de violencia en la televisin, nos dieron una
definicin de ella: Qu es violencia? Es cuando, por ejemplo, los ladrones secuestran a nios. Es
pelearse en guerras. Guerras. Peleas... golpes. Todo lo que dae a alguien o a algo.
Este grupo de nios(as) de clase media alta fueron claros al dar un significado a la violencia,
no slo dieron ejemplos, tambin mencionaron un concepto sobre la misma. Continuaron opinando
que la violencia la pueden observar en los programas de televisin. En los programas de televisin
que miran, hay violencia? S, s, s, en Los Caballeros del Zodaco. Ellos pelean, se matan.Existe
conciencia de que la violencia aparece a travs de la pantalla chica; sin embargo, no hay
reconocimiento de que esa violencia pueda revocar hacia ellos(as). Por qu pelean Los Caballeros del
Zodaco? Por salvar al mundo. Se pelean, se hacen cosas. Hay muchos chorros de sangre. Y ellos,
son buenos o malos? Yo digo que son parte malos y parte buenos, porque lo malo es matar y al mismo
tiempo estn salvando a la tierra.
En este punto comienza a verse una paradoja: explican que la violencia es mala y buena.
Cunto alcanzan a reconocer del discurso latente, encubierto? Pareciera que se vuelve menos
encubierta. Estos(as) nios (as) alcanzan a darse cuenta de que hay algo confuso en el mensaje
salvador de Los Caballeros del Zodaco. Sin embargo, a la hora de categorizar quines son los
malos, rpidamente se ven envueltos por el mensaje: Los malos ... son los del santuario, Los Caballeros
Negros. Ellos son malos porque matan... porque quieren construir otro nuevo mundo. Y es malo querer
construir otro nuevo mundo? S, porque Dios cre ste.
En los relatos anteriores pareca evidenciarse de que exista algn nivel de reconocimiento del
discurso. Sin embargo, cuando levemente el discurso se ve amenazado de ser descubierto, es muy hbil
para conservarse y perpetuarse. As, los nios y las nias rpidamente caen en una concepcin
dividida del mundo: los buenos y los malos; los malos se diferencian de los buenos porque hacen lo
mismo que los otros: matar. Pero, el punto lo deja sentado la tercera oracin citada, la cual justifica
el acto. Los buenos matan para conservar el status quo; los malos matan porque quieren cambiarlo.
Este discurso nos parece bastante cercano al discurso social del capitalismo, a travs del cual se
excluye y elimina a cualquier fuerza que intente cambiar al mundo, al orden establecido.
Es asombroso descubrir que en el grupo de nios(as) de clase media, en el cual pareca estar
un tanto descubierta la paradoja, el discurso sea sealado no slo con su propia justificacin, sino
que es apoyado por uno de los argumentos -utilizados por los que detecten el poder- Dios.
Ms tarde, estos(as) nios(as) nos hablaron que queran parecerse a los Power Rangers, que
son otros muequitos nobles que dictan paso a paso una forma peculiar de ser, una forma nueva de
ver al mundo a travs de la violencia y la divisin de bandos. Los nios y las nias de la clase
campesina nos dijeron: Lo que ms me gusta de los Power Ranger es cuando pelean. Yo he aprendido a
pelear [se refiere a los Power Rangers]. Bueno, yo pienso que en eso de los Power Rangers, a veces
cuando uno est viendo all, a veces los nios pequeos se ponen a estar peleando y a veces quedan con los
dientes quebrados.
De nuevo vemos un pequeo reconocimiento por parte de los(as) nios(as) que con los
muequitos se aprende a pelear y que esto no est bien. Sin embargo, tambin hablaron de
inmediato de querer ser como ellos. No slo nos expresaron el deseo, sino de llevarlo a la prctica
en sus juegos con otros(as) nios(as). La prensa escrita dio cuenta de innumerables casos de nios y
nias fracturados por jugar a los Power Ranger. Todos los grupos mencionaron temticas de la
televisin que luego trasladaban a la vida real. No obstante, el grupo de nios y nias de
comunidades obreras fueron ms enfticos al hablarnos de la vida real, de violencia sexual, maras,
violencia intrafamiliar, etc. Tambin la violencia sale en las novelas. Hay veces que hay hombres que
abusan, que a la fuerza nos quieren besar y eso en las novelas sale mucho. Uno en las novelas va
aprendiendo maas que no debemos aprender.
As, estos jvenes nos hablaron de cmo los mensajes de la televisin estn cargados de
violencia y abuso sexual como una forma de relacin entre hombres y mujeres. Relacin en la cual
la mujer es la parte dbil, la parte violentada. Finalmente, tambin nos manifestaron la violencia
que sufren en carne propia: la violencia de los golpes en el interior de su familia: Uno a veces est
bromeando y ellos [se refieren a pap y mam] como que tienen problemas o algo as... se enojan cuando uno
se est riendo, ellos creen que de ellos se re uno. As es, mi pap cuando yo me ro, dice: qu, soy tu
payaso? me pega. Y le pega a uno y me dice malas palabras. Y mi pap como es abogado, dice que me va a
meter al cuartel, que ya no voy a ir a la escuela. ... la mam no le pega a uno por gusto, pues a veces uno no
hace caso. A veces mi pap dice que no le pega a David cuando le contesta a mi mami, porque dice que le
puede dar un mal golpe en alguna parte que no se debe golpear o puede quebrarle un brazo. Porque una vez le
contest mal y el caf en la cara me lo tir. Yo le dije: usted tanto que me molesta, ya me cay mal le dije yo
. Una vez mi mam me peg con un palo, como mi pap tiene carpintera y me dio aqu y bien hinchado se
me puso y cuando vio me dijo; pobrecita mi hijita que le di aqu. No me sobe le dije, pues usted me lo ha
hecho. Una vez, yo estaba chiquito, y estaba molestando y mi mam me peg y segu molestando, y como
ella tena problemas con mi pap, me avent el cuchillo... aqu tengo la cicatriz [son 12 puntadas en la
cabeza]. Eso por una parte est bueno, pero que no lo vuelva a castigar as. Est bueno, porque l estaba
molestando. No, pero no es forma de pegarle a los hijos. Ah! s, yo conoca a una seora y por una media
cosa les pegaba y les aventaba piedras, a otro le quebr un palo de escoba en la cabeza, slo as les pegaba, sino
los desangraba, les dejaba moretes. Una vez le peg en el ojo y despus ella se puso a llorar a la par de l y le
deca que la disculpara, pero que ellos mucho molestaban. A m cuando me pega mi pap, a lo loco, donde
caiga me da. A m me pegan con un cincho. A m con cualquier cosa. A m me castigan con un palo.
En estos testimonios, los(as) nios(as) comentan cmo ellos, hasta cierto punto, justifican la
violencia de sus padres y madres como que tienen problemas. Denuncian la fragilidad de estar en
una posicin de poder inferior. Los padres y las madres resuelven cualquier diferencia o conflicto a
travs de la fuerza. Sin embargo, y ante todo, estos(as) muchachos(as) justificaron el proceder de sus
padres y madres.
En estos relatos se pueden identificar los hilos finos de la dominacin de los cuerpos: las
microtecnologas del poder que logran dominar las voluntades. Esos finos cables que sostienen la
idea de que los padres y las madres puedan violentar en nombre de la disciplina. Analicemos ahora
lo que nos dijo el grupo focal de adultos de la clase media sobre la violencia que ven en la
televisin.
... Pero, cules son las pelculas que les gustan a los jvenes? Todas las de Schwarzenegger, Silvester
Stallone, porque todas estn relacionadas con la violencia y que para conseguir lo que quieran, slo tengo que
matar al tipo y ya tengo lo que el tipo tena. En la televisin les ensean a robar, a dar el golpe perfecto que
le llaman; ah est, paso a paso, cmo van a hacer las cosas.
Segn estas madres, para los jvenes la televisin se constituye en un catlogo de aprendizaje.
No obstante, el riesgo es la simplificacin de la problemtica en donde slo se alcanza a percibir la
responsabilidad de los programas de televisin, sin tomar en cuenta la responsabilidad de la
familia. Tambin mencionaron la violencia exacerbada que vive la sociedad y que es maximizada a
travs de los medios de comunicacin: Aqu, las noticias es algo horrible, que aqu gusta lo dramtico,
est bien informar de lo que pas, pero con tica.
Tambin comunicaron la crueldad de la violencia proyectada en las noticias que presentan
diferentes franjas informativas; la poblacin es vctima de una doble violencia. La violencia del
hecho mismo y la del amarillismo en la transmisin. Ac est marcado un ndice de todo lo brbaro
que puede ser la violencia y la forma de transmitirla. Esto puede conllevar dos peligros. Primero,
crear una forma sensacionalista y reducida del fenmeno de la violencia haciendo pensar que la
violencia se reduce a la delincuencia, y segundo, crear un temor en la poblacin que se expone a ver
estos noticieros. Esta situacin, puede llevar a la poblacin a mantenerse desinformada, como
defensa frente al temor y pasividad ante los conflictos sociales.
El grupo de adultos de clase media sigue hablando: ... en Fin de Semana, Willy Maldonado. Yo lo
comenc a ver porque deca que era un programa de entretenimiento familiar... pero no me gust porque tom
actitudes como las de Don Francisco de Sbado Gigante... que achica [humilla] a la gente y quiz por eso dej
de verlo.
Aqu expresan el abuso de poder; la violencia se traduce en utilizar a las personas como fuente
de entretenimiento para los dems: La nia Tula y lo agresivo de ese programa, es que hay una nia del
servicio domstico que es una humillacin... la agreden dicindole sirvienta y todos los nombres humillantes...
no hay necesidad de pegarle para agredirla.
En este relato vemos cmo los grupos tambin clasificaron la violencia ms all de la violencia
fsica y detectaron otros tipos de violencia. La posicin econmica da el poder para establecer una
relacin desigual en donde la nia Tula paga por los servicios domsticos y utiliza ese poder para
denigrar a la empleada. Este hecho se constituye en un abuso de poder. Sobre este tema tambin se
habla en los siguientes relatos: En las chiquilladas, una vez un adulto le deca a un nio: no seas tan
tonto... esa es una agresin.
Tambin los muequitos reflejan una vez ms la posicin de poder que un adulto tiene frente
a un nio y el abuso de esta desventaja jerrquica. Se puede concluir que la televisin, con sus
programas infantiles, cumple su rol en la formacin de subjetividades y define formas de relacin
que los nios y las nias absorben a esas edades tempranas y as favorece la permanencia del status
quo del sistema.

Origen de las maras segn los jvenes


Los jvenes explicaron la relacin entre la familia y las maras. Los nios y las nias de clase obrera
dijeron: A veces el maltrato que da la mam a la familia hace que uno se vaya de la casa. O algo que el hijo
quiere decirle a la mam y la mam est pensado en blanco, porque la ha dejado el esposo o llega alguien o el
padrastro y le pone ms atencin a l que a uno. ... yo tengo dos primos que los maltrataban y se fueron
para las maras y dicen que estn super bien. Otros que se meten a las maras porque como los golpean,
cuando no son de ellos, y ellos se defienden [se refiere entre los de las maras], como son de los mismos. Se
meten a las maras porque en la casa no los quieren, entonces en las maras s encuentran cario. Los de las
maras hacen que se metan a la fuerza a los que son pasmaditos.
La mayora de estos nios y nias opinan que existe una estrecha relacin entre la violencia
intrafamiliar y las maras. No cabe duda de que las diferentes y muy variadas formas de violencia
que hoy en da se reflejan en la sociedad salvadorea, estn interconectadas unas con otras, siendo
casi una causa de la otra y stas, a su vez, generadoras de otras. Una espiral en la cual cada vez los
nuevos tipos de violencia generados son ms potentes y amplificadores que todos los anteriores.
Para los jvenes entrevistados, la pertenencia a las maras, tiene otro fin posible: un lugar de
contencin e identidad.
.... Donde quiera que uno est se habla de maras; en los buses, los videos, los bichos25, hablan de maras.
Aqu en la comunidad hay maras pero no se vienen a meter.
Mi hermano deca que andaba asocindose a los de las maras... pero mentira, slo andaba alucinando
que andaba con la mara. El ha querido alucinar para plantearle a una bicha26... el dice que es de la M.S.
(Mara salvatrucha). A veces es que tienen amigas ah [en las maras] y las hembras les dicen que se metan
Todas estas razones, dadas por este grupo, son posibles para pertenecer a una mara, pues
siendo joven, hoy en 1998, es difcil enfrentar las enormes presiones sociales y grupales, que se
gestan alrededor del joven, que le cuestionan desde cualquier perspectiva su identidad y como
resultado, podra ser excluido. El dilema est planteado: con quin se queda cada joven de nuestra
socieda,d depender de otras variables, pero lo evidente es que siempre quedar excluido de una
parte importante de su identidad. Qu lado de la exclusin debe escoger cada joven para lograr
sobrevivir de la manera ms intacta posible? Cul mitad debe desdear de su identidad? Qu
costos implica la eleccin de una o la otra?
A un varn no lo pueden ver el vestuario de cierta forma y dicen que es de mara; lo ven con arito y
dicen que es de mara, cabello largo y es de mara. Y si se viste normal, dicen que es maricn.
En los testimonios anteriores es evidente que el grupo nos describe el atrapamiento social en el
que se encuentra la juventud de hoy; si se acerca a algo que sus pares valoran como parte de su
identidad de jvenes de hoy (aritos, camisas flojas, etc.), son excluidos por la sociedad adulta quien
los seala de mareros27, lo cual es equivalente a delincuentes. Si se acercan a los valores, normas y usanzas
de los(as) adultos(as), ser excluido por sus iguales, poniendo en tela de juicio su identidad genrica,
se le acusa entonces de maricn.
Un trabajo posterior con estos jvenes y sus familias deber tener como objetivo buscar con
ellos una va alterna de mutua inclusin, generar una forma de relacin entre jvenes y adultos en
donde se incluyan y respeten valores y espacios dignos para ambos; espacios que no impliquen la
eleccin de una opcin dicotmica sino, ms bien, que conlleven la inclusin de ambas
generaciones, ambas como partes vitales para el desarrollo humano y social de la juventud.

Televisin y diferencias entre hombres y mujeres


En este eje se han agrupado los discursos que los(as) entrevistados(as) de los grupos focales han
expresado sobre las relaciones entre hombres y mujeres, segn cmo las perciben en la
programacin televisiva salvadorea.
Las relaciones de gnero se desarrollan desde las formas ms evidentes de maltrato, tanto
fsico como psicolgico, hasta otras ms sutiles que pueden observarse en la familia, como la
desigualdad en la distribucin del ingreso, las responsabilidades domsticas, del poder y de las
opciones de realizacin personal; sin que stos sean un consenso sino una imposicin estereotapica
de roles. La desigualdad entre gneros, la discriminacin y la violencia se retroalimentan entre s.
Esta dinmica es bsica para que en la sociedad se reproduzcan las condiciones que la legitiman.
La reproduccin de estos esquemas de subordinacin y dominacin, se logra a travs del
proceso de socializacin. La familia constituye el grupo ms inmediato en la transmisin de estos
esquemas, que junto con las instituciones y los medios masivos de comunicacin, sirven de canales
entre el individuo y las estructuras sociales, determinando los modelos que se transmiten.
El grupo de nios y nias de las comunidades rurales nos explican cmo visualizan, en las
chiquilladas de la televisin, las relaciones entre gneros: A m me gustan [en los Picapiedra] a veces
cuando salen los dos hombres y las mujeres los agarran a leazos a los dos y les dan duro y despus ellos
llegan bien tristes all dicindoles y a ellos los agarran y todos los baan. Las mujeres les dan leazos a los
hombres que se van sin permiso.
Los mensajes de gnero no se hacen esperar en las caricaturas; sin embargo, las escenas ms
relevantes para estos nios y nias versan sobre una mujer con poder, pero un poder no detrs del
trono, sino ms bien un poder que se sita a la altura del ejercicio que los prototpicos hombres
hacen, un poder ejercido desde la violencia. Las preguntas que nos surgen son: constituye esto un
intento reivindicativo para las nias de esta comunidad? Describe en algn nivel lo que estn
viviendo en sus relaciones familiares? Son estos deseos ocultos una especie de resolucin a la
sumisin real en la que viven? Es esto liberador para los nios y las nias de esta comunidad?
Este es el cambio que queremos propugnar en nios(as)?
Yo, lo que me gusta de esa novela es que casi no andan llorando las mujeres, igual a las otras novelas.
Nuevamente se va reafirmando que lo que estos nios y nias piden ser mujeres fuertes,
mujeres que, en definitiva, se van pareciendo ms al estereotipo masculino. Mujeres que no lloran,
mujeres que golpean, mujeres que no sienten.
Los hombres tampoco deben llorar... porque los hombres son ms fuertes y no tienen por qu llorar.
El hilo argumentativo nos va llevando a definir poco a poco la lnea de pensamiento de estos
nios y nias. No se trata de que la mujer supere al hombre, se trata de que se parezca bastante;
aqu no se habla de superarlo. Estas palabras nos revelan cmo las ideas y concepciones que ellos y
ellas tienen sobre gnero, sino que se inclinan hacia lo estereotpico.
A m me gustan Los Supersnicos, all el pap va a trabajar, la hermana va a la escuela y se llevan
bien. A veces el pap no quiere que salga la hija, no sale; o no quiere que salga el hijo, no sale; pues as se
llevan bien. As debemos ser nosotros, igual a ellos, obedientes.
Sus palabras hablan de unos hijos que obedecen a su padre. No se habla de contradicciones o
diferencias entre padres, madres e hijos(as). Esta es una familia que gira alrededor del padre. Esto
sucede por designaciones de gnero o por jerarqua en la familia? Estn hablando estos nios y
nias que ante todo hay que ser obedientes al hombre de la casa? O nos hablan desde su posicin de
hijos(as) que se sitan en una posicin de poder diferente?. Estos nios y nias mezclan ambas
posiciones que involucran el tema del poder y el tema de gnero.
Cuando este grupo de nios y nias de la clase obrera nos manifestaron lo que la televisin les
transmite como modelo de relaciones entre hombres y mujeres, los discursos parecieron
encontrarse: En la televisin, los hombres se portan ms psimo que las mujeres. Los hombres maltratan
a los hijos y a la mujer. Y las mujeres se les meten a los hombres. A veces el hombre lleva problemas y la
mujer le pregunta qu le pasa, y l le contesta bien fuerte. Hay otros hombres que son bien comprensivos
con los hijos y las mujeres. Las mams son bien buenas. A veces se comportan las mams bien psimas
porque no quieren a los hijos. En las novelas, las mujeres regalan a los hijos o los van a dejar a algn
lugar... y despus los quieren recuperar. En las noticias salen las mams que matan a los hijos: abortan.
Lo anterior alude a una serie de mensajes de gnero que se podran ubicar desde diferentes
perspectivas: la tradicional, que sostiene el rol del hombre fuerte y la mujer dbil y seductora; un
nuevo enfoque, que cuestiona de cierta manera a la santa madre y reubica al hombre como un ser
capaz de ser comprensivo, tierno. Todo esto con su correlato hacia la realidad a travs de la voz de
los noticieros.
Los nios de la clase media nos dieron expresiones diferenciadas sobre la violencia o
agresividad que se produce entre hombres y mujeres en las novelas: Los hombres se pelean entre
pistolas y puetazos. Y las mujeres... con palabras... eso no ofende. Lo que ms ofende son las pistolas.
Las palabras no ofenden, los golpes s. La violencia, segn estos nios, est repartida en dos
categoras y se practica en el interior de otra divisin categrica: hombres y mujeres. Los hombres
utilizan la violencia fsica, las mujeres la verbal.
Analicemos, ahora, qu nos dicen las mujeres del grupo focal de clase media, en cuanto a la
relaciones entre ellas y sus esposos y las parejas que aparecen en la televisin. Los comentarios
siguientes nos hicieron pensar en el manejo del poder en las relaciones de gnero. Qu miran
juntos? Mire, las pelculas, los noticieros, cuando estamos comiendo ms que todo. Termino yo de cocinar,
entonces, digamos, l est en el dormitorio, entonces yo lo llamo, comenzamos a comer y yo acepto ver las
noticias porque ni modo, a l le encantan, entonces compartimos eso. En este punto puede identificarse
claramente la relacin de sumisin de la mujer y como sta se va tornando mucho ms sutil y
abarcadora. No se trata slo de la mujer en la cocina, en la casa, lavando y planchando. Se trata de
una mujer que se somete sutilmente a las preferencias de su pareja y no reconoce que sta es una
forma de sometimiento.
Cmo es el hombre en la televisin? ... l es el que manda, pero se termina haciendo lo que la
mujer diga. Para m creo que la mujer es ms astuta que el hombre, como que uno conoce a su pareja y sabe
por dnde llegar, creo que es parte de la astucia de ser mujer. Una vez ms comprobamos cmo la
televisin mantiene y sostiene los roles estereotpicos de gnero. Los modelos reproducen la
expectativa social y envan un mensaje eficaz a cada mujer y hombre.
Ahora bien, los anuncios no se quedaron fuera. Los anuncios son sexistas? Se est tratando
que la mujer siga en su papel de ama de casa... es el estereotipo de la mujer que tiene que estar en su casa y
dejar el piso reluciente y oloroso porque viene el seor. Hay violencia en los anuncios . Aqu aludieron a
la forma en que la televisin presenta roles esterotpicos de gnero, a la violencia que ejercen los
medios de comunicacin contra el gnero femenino; sostienen un estereotipo que ubica a la mujer
en una desventaja social y familiar en todas las reas.
El grupo focal de adultos(as) de la clase campesina plante: Yo creo que es diferente... ahorita
estn viendo novelas y se vuelven igual que una hembra, peor si slo hay cipotas28... y ya un hombre se hace
del otro lado. O sea, homosexual. Hay unos que piensan que al ver novelas se hacen del otro lado. En
ellas es natural, es un entretenimiento, pero... depende de cmo ellas lo tomen, porque, a veces, al ver
novelas... all existe la traicin de una mujer con un hombre y todo eso.
En todos estos trozos de conversacin, el grupo nos dej ver cmo hasta en los efectos
calculados de una cinta televisiva se impregnan diferencias por gnero. Ellos peligran si ven
novelas porque pueden arriesgar su hombra; ellas, por su parte, tambin arriesgan su identidad
santa de mujer. Para ambos, sin embargo, es una amenaza muy severa que atenta contra reas
bsicas y muy importantes de su identidad estereotipada de roles genricos. En ellas se atenta
contra su imagen de mujer santa y casta, y en l se amenaza su hombra arriesgndose a convertirse
en homosexual.
El grupo focal de obreras y obreros nos ofrecieron en sus discursos otra variedad, en donde
insinuaron una oposicin frente a lo que ven en la televisin, lo cual constituye un signo de
resistencia al poder televisivo: Yo pienso que a veces, para nosotras mismas, para que aprendamos un
poquito, porque si vemos, vaya, que si a una mujer el hombre la maltrata, la margina, all la mujer va viendo
pues, de que uno no, no es esclavo del hombre. En este grupo no slo nos dejaron ver la incidencia de la
televisin sobre el grupo, sino tambin la gran posibilidad de ver lo que puede sucederles y aprender
de la televisin para que las relaciones de gnero sean ms justas y equitativas. En el fondo nos
hablaron de su no pasividad frente a la televisin, nos hablaron de su posibilidad de ejercer su
poder y gestar cambios, revertir e invertir el efecto de la televisin.
S, se han visto unas cosas de que se da la liberacin de la mujer, pues hay que liberarse del hombre
porque a veces el hombre aqu, hoy en da, pues que dicen que nosotras hemos salido de la costilla del hombre y
yo pienso de que no, pues que uno tiene palabras, sentimientos y todo como para poder defenderse del hombre,
pues y eso a veces se lo dan a conocer a uno en la televisin. En estas lneas se expresa an ms claro el
otro papel, menos reconocido y mucho menos utilizado, de la televisin: el ser propiciador de
cambios. Este grupo alude a darle la vuelta a la tortilla, invirtiendo el propsito de la televisin,
de mantener los estereotipos de gnero y gestar cambios de gnero a partir de mensajes
estereotpicos; de propiciar cambios a partir de mnimos espacios de reflexin que nos brinda la
televisin.
El grupo focal de nios y nias de familias obreras fueron definiendo ms los estereotipos de
gnero: Los hombres tienen ms razn que las mujeres. El varn es ms rebelde que uno [habla una
jovencita] y por eso lo consideran ms que a las hembras, tal vez. Las mams consienten ms a los
hombres... es el machismo. El varn piensa que es hombre y cree que no le pueden pegar todava. Aqu
nos damos cuenta de la diferencia de trato que hay para los varones y las mujercitas. Claramente
refieren que el simple hecho de pertenecer a gneros diferentes condiciona que el trato que se les da
sea tambin diferente. Narran cmo no es igual ser una nia de 15 aos y un nio de la misma
edad. A ellos se les consiente ms, l por su naturaleza es ms rebelde.
Las mams consienten ms a las hembras porque pasan ms pegadas a ellas, la hembra pasa en la casa
y el varn no; media vez se va a vagar, ya no regresa. Por qu ser que las hembras estn ms unidas a
la mam y los varones no? Porque los varones son ms vagos. Las hembras son mejor portadas.
Aqu se lee el papel complementario a que se obliga a cada gnero debido a las diferencias
artificiales que la sociedad ha ido forjando entre ellos. Estas jovencitas tranquilamente se refieren a
cmo ellas tienen que quedarse en casa, a ser compaa, cuidar y desarrollar el vnculo afectivo con
su madre, simplemente porque su hermano hombre no est: l por naturaleza es vago, es de la calle, de
lo pblico, ella deber, entonces, cubrir el vaco que ste deja y ser la oveja sacrificada, deber
conformarse con estar en casa. El joven, por su lado, tambin pierde; debe salir de la casa y romper
la proximidad con la madre, ese no es su papel, eso es cosa de mujeres.
Es importante destacar cmo estos(as) jovencitos(as) aluden ya a estereotipos bien definidos:
Los muchachos son vagos, las nias/mujeres son mejor portadas. Lo definieron y no lo reconocen como
algo impuesto sino como natural; en este aspecto consideramos que reside la clave que perpeta los
roles estereotpicos. Consideran que estas cualidades son propias, intrnsecas al ser hombre o mujer.
Ms adelante, al explicar el por qu sealan: ... porque el hombre es muy machista y la mujer es ms
dbil que el varn. Hay veces que hay cosas que la hembra no puede hacer, que el varn s puede hacer, por
ejemplo, ellos tienen ms fuerza.
Algunos(as) jvenes tambin sealaron fortalezas ocultas de la mujer, no obstante, esta
fortaleza no alcanza a concebirse como propia, como algo posible para ambos gneros, sino ms
bien como algo que no debera suceder, pero que aparece por el incumplimiento del rol masculino:
ser fuertes, soportar con todo. Dice mi mam que cuando el varn deja a la hembra, es porque es maricn,
no aguanta con la carga del hijo y cuando el esposo de ella muri, ella sola se qued con los hijos. El hombre
es machista en otras cosas; pero en cosas formales no tiene machismo.
Una mujercita del grupo de nias y nios de clase obrera opin: las mujeres son mejores que el
hombre. Hay mujeres que trabajan de lo que trabaja el hombre. Un joven tambin opina: son iguales,
porque juegan a la lucha libre... hay veces que agarran los juegos de los varones y juegan a la pelota... las
hembras tienen partes dbiles donde se pueden golpear y los varones no. Una muchacha interviene: decs
vos, lo que pasa es que el hombre no dice. Otro joven dice: cuando uno juega ftbol y le pegan una patada
aqu, hasta llora uno porque le duele el testculo a uno. Finalmente una mujer expone: son iguales.
Ese tramo de conversacin sostenido entre nios y nias de tan slo 8 a 14 aos de edad, nos
ilustra muy bien el estado de confusin en el que tanto hombres como mujeres estamos inmersos,
cuando se trata de roles estereotpicos de gnero en 1998.
Como muy bien lo menciona Ana Mara Fernndez (1993), en plenas puertas del segundo
milenio, los cambios de gnero implican y complican a mujeres y hombres por igual. Se
comienzan a cuestionar, slida pero lentamente, los roles, pactos y contratos que regan las
relaciones entre hombres y mujeres; esto conlleva a un resquebrajamiento paulatino que ahora deja
a mujeres y hombres muy confusos entre los nuevos retos y los antiguos pactos.

Influye la televisin en sus vidas?


Ahora analizaremos los comentarios de los grupos focales sobre la influencia de la televisin en sus
vidas.
Ustedes creen que con lo que se ve en la televisin se aprende algo? Los nios y las nias
campesinas nos responden: No. Como no. A pelear... s, s, s. Tal vez desobediencia. Yo no creo
que influya... porque cuando miro tele, al ratito que estoy viendo se me quedan todas las cosas, pero ya al rato
ya no me acuerdo.
Las opiniones eran diversas, unos aseguraban que la televisin tena cierto poder sobre ellos,
otros argumentaban sentirse excentos de tal influencia. Pero, en general, la tendencia fue la de
sentirse liberados, no influenciados y, por lo tanto, con el poder de tener ellos el control sobre la
tele.
Bueno, tal vez estar todo el da, tal vez se le puede quedar; pero en un ratito no creo yo. Aqu el
argumento a la no influencia de la televisin es el tiempo de exposicin a tal influencia. La pregunta
que nos hacemos es: realmente tiene algn peso? En efecto, estos nios y nias se exponen menos
a la televisin, sin embargo, hemos visto cmo el mensaje subyacente de Los Caballeros del
Zodaco no es nada despreciable, ellos lo tienen presente cuando piensan en cmo quieren ser. La
polarizacin del mundo, la exclusin, son temas que tambin se traslucen. Entonces, estn
realmente menos influenciados que los que ven ms tiempo la tele?
Algunos s, algunas personas s, porque cuando hay zapatos que salen dicen: qu bonitos, aunque sea
que me quede sin comer, dicen, pero esos zapatos me los voy a poner.
Cuando hablan de comerciales y la influencia sobre ellos, tienden a reconocer un poco ms y
hablan del deseo de cumplir con lo que la publicidad pide, con el fin de estar a la moda, de ser
aceptados? Hoy como eso siempre se ve. Como a veces uno est viendo un programa all y salen los
anuncios a cada rato, uno los tiene que andar viendo. Tambin nos dejan ver lo atrapados y cautivos
que se sienten frente a los anunciantes. La frase nos causa la impresin de que estuviera hablando
alguien que est impotente y sujeto a cumplir con esa tarea, an en contra de su propia voluntad.
Los nios y las nias de la clase obrera tienen ms conciencia de la influencia de la televisin
en ellos. Veamos lo que dicen: Con unas amigas cuando yo viva en la Vega29 se agarraron y como haban
visto una pelcula, ella vio que la agarr del pelo y le dio una patada aqu [seala las costillas] y ella le dio as
[seala que del pelo y el estmago]. Creo que ella lo hizo porque lo vio en la televisin y lo hizo con la
muchacha. ... Los de las maras aprenden all [se refieren a la televisin] S porque en las novelas cuando
agarran un cuchillo, su forma de vestir, su forma de hablar la copian. Los muchachos de las maras hacen
cosas que se ven en los reportajes que salen de noticias, en los videos de canal 23, con videos de msica.
Este grupo de jovencitos(as) comentaban cmo ellos se sienten influidos por la televisin: ...Es
bien emocionante porque bien chivo30, ella la agarraba del pelo. Nos hablaron de novelas y en contraste
con nuestros parmetros sobre lo que las novelas trasmitan el -tonto amor romntico, los sueos de la
nia pobre que se hacen realidad al casarse con el nio rico-, estos(as) jovencitos(as) percibieron
violencia y sexualidad, los cuales se vinculan fuertemente con su propia realidad.
Una compaera de la escuela, todas las tardes se iba para mi casa a ver novelas y ella tena una amiga
que no le hablaba y dijo: as como se estn agarrando esas, me voy a agarrar yo con aquella, y cabal31, lo hizo.
En este grupo, a diferencia de los otros, la influencia de la televisin se reconoca y perciba
claramente. No obstante, no slo nos hablaron de una influencia daina, tambin nos hablaron de
cmo pueden aprender a ser diferentes si hacen una lectura crtica de los mensajes que se observan
en la televisin.
Tambin se puede aprender a respetar a los padres, pues a veces en las novelas se ve cmo le contestan a
los padres. S, se pasan con los padres. Como tambin [en las novelas] hay mams que le tiran algo a los
hijos y los hijos se lo tiran a la mam y eso es falta de respeto. Todo eso uno aprende a no ser as. De
nuevo se logra ver que la posicin, frente a la influencia de la Televisin, sobre la vida propia parece
difcil aceptarla. Los nios y las nias de la clase media no fueron la excepcin. Ellos tambin
sienten que la televisin no les determina la vida y cuando se reconoce alguna incidencia, esto tiene
relacin con los ms pequeos: ellos, los otros, esos s son sujetos posibles de ser influenciados.
Uno solo va a tomar lo bueno, no lo malo. No hay que hacerle caso a lo malo. ... Los nios
chiquitos... ellos tienen otra mentalidad y copian esas cosas, pero el que es maduro slo lo ve para rerse.
Por lo expresado por estos(as) nios(as), el reconocer que la televisin influye en s mismo(a) es
algo difcil de aceptar. Es mucho ms fcil aceptarlo en los dems y, sobre todo, en los ms dbiles,
en los ms pequeos e inmaduros. Parece gestarse una cascada en dnde el susceptible de verse
influenciado es el que est abajo, el dbil. La pregunta es: por qu es tan difcil reconocer la
posibilidad de ser influenciado? Posiblemente ello obedece a dos posturas. La primera es la sutileza
con la cual la televisin permite y adeca nuestro pensamiento, de tal manera que nos impide la
capacidad de reconocernos como parte de sus dominios, el mensaje est dado y hay muy pocas
posibilidades de que sea cuestionado. La segunda es que el reconocernos como sujetos
influenciables, dbiles frente a la tecnologa, puede aludir impotencia, inmovilidad, poca capacidad
de control, todas estas son experiencias insoportables para el ser humano y ms an para el
occidental.
Sin embargo, para los nios(as) del grupo de clase media alta, los anuncios tienen una noble
misin. En ellos los anuncios han tomado vida, relevancia, importancia. Para los otros grupos, los
anuncios pasaron a segundo plano. En el sector campesino se refirieron a ellos casi como una fuente
de frustracin o alienacin; en el sector obrero ni siquiera fueron mencionados. En nios y nias de
clase media, no slo se mencionaron con una buena representatividad en los testimonios, sino que
lo manifestaron como algo importante para ellos porque cumplen objetivos de utilidad para su
estilo de vida. Alude esto a una diferencia de clases? Piensan que sirven para algo los anuncios?
Para distraer. Para anunciar lo que hay. Para publicidad... propaganda. Sirven para bajar la
tensin en las novelas. Para informarse. Tambin para las elecciones.Para distraerme. Pero hoy los
anuncios ms que todo son de propaganda. Pero, cul es el objetivo de la propaganda? Que la gente se
informe de lo que venden. Que la gente compre lo que venden. La tele gana dinero por los anuncios.
Para ver cunto valen las cosas.
En general, estos nios y nias aluden a los anuncios como benefactores de la sociedad:
distraen, bajan la tensin, informan, hacen que compremos y ganemos dinero. Para los nios y
nias de clase campesina, los anuncios significan impotencia ante necesidades creadas por la
sociedad de consumo. Estos(as) nios(as) nos hablaron de su frustracin por no poder acceder a
todo eso que promete la tele. Comentaron de sus sueos y anhelos de poseer esos zapatos, aunque
me quede sin comer una semana.
Qu dijeron los(as) adultos(as) con respecto a la influencia de la televisin? Las mujeres del
grupo de clase media se refirieron a que en un primer momento s les influye, pero luego esa
influencia se desperfila y nuevamente aparece la cascada: yo creo que en algn momento [nos influye],
veamos lo que veamos y dependiendo de cmo estemos.... Yo creo que los jvenes son ms sensibles a poder
imitar lo que ven. S, yo creo que buscan la manera de aceptacin para poder integrar un grupo, para
sentirse en ambiente; para m es aceptacin lo que anda buscando el joven. Tal vez a los jvenes.
En esta direccin fueron los comentarios de este grupo. Por momentos les pareci que las
historias de la televisin reflejan su vida. Este hecho se percibi principalmente en la juventud y los
nios. De nuevo, como en los grupos infantiles, la perspectiva es de cascada; nadie quiere asumir la
vergenza de aceptar que es determinada por una televisin.
... lo que hizo Thala con pintarse el mechn en el pelo es una moda que ella implant, o sea, que si
funciona, la gente imita y se identifica. la gente trata de imitar. La gente trata de buscar la superacin y
como verse mejor y estar actualizada, porque si no dicen que est pasada de moda y ya la ven diferente. Pero
creo que el grado de madurez tiene que ver.
En estas lneas, la oscilacin se vuelve a marcar en un s, pero no. Se habla de que la influencia
y el dominio de la televisin es para la gente (todos), pero al final se habla de la madurez de cada
uno. Sin embargo, estas narraciones nos van entretejiendo otra forma de dominacin de la
televisin. En ella se dicta la moda y quien no la cumpla es excluido(a). Sutil forma de asegurar que
nadie se va a resistir, porque la exclusin es un afecto muy temido por cualquier ser humano. En
este punto se van uniendo varios ejes: la formacin de nuevos vnculos a travs de la influencia de
la televisin, fabricando como castigo la exclusin para quien no se someta a sus dominios y
poderes.
Tambin el grupo de clase media de adultos habl de la transculturacin, una cultura que
entra dentro del paquete de la globalizacin a travs de la televisin: ... en nuestro medio estamos
acostumbrados a que el joven se va de la casa cuando se casa... pero los jvenes ya hablan de irse y eso s lo he
visto en ese tipo de programas norteamericanos.
Estas madres aludan al traslado, a la independencia de los jvenes pero como surgida a travs
de la televisin.
S, yo creo que la mejor prueba de que s estamos influenciadas por lo del exterior, son las pandillas de
all, que son las mejores pruebas de la desintegracin y la falta de afecto de sus padres. Buscan el apoyo en
seres extraos que lamentablemente orientan mal y, entonces, todo ese tipo de influencia viene ac y por eso es
que se hacen las pandillas...
Estas mujeres no slo hablaban de la influencia de la moda, tambin comentaban este traslado
de cultura a travs del cable televisivo. No obstante, es curioso notar de que s se reconoce la
indiscutible traslacin de costumbres que se nos importa a travs de la televisin. Estas mujeres no
tienen conciencia de la otra cara de la dinmica: las propias relaciones psicosociales de exclusin
juvenil que est generando la sociedad salvadorea. Estos son los lmites de estos discursos:
reconocen una parte pero la otra queda en la oscuridad, lo cual provoca una visin parcializada de
la realidad, escindida, incompleta, que no permite atacar los fenmenos desde una perspectiva
completa; contemplando parmetros externos e internos, micro y macrosociales e interpersonales,
grupales, familiares e individuales.
Nos preguntamos, ste discurso distorsionado de la realidad no est relacionado con la clase
social de este grupo? Cules son los discursos del grupo de adultos(as) de la clase obrera sobre este
tema?
Algunos programas... estn malos porque les dan malos ejemplos a los nios. Los nios van a
agarrar una cacerola y: mira papi, as te voy a dar. Los cipotes32 todo imitan. Los Power Ranger, esos
no son tan buenos.
Estos adultos reconocen que la televisin define mucho de lo que sucede en la vida real en
los(as) nios(as). Y al igual que en los otros grupos, a este grupo le resulta difcil aceptar la propia
influencia en ellos, ste es otro aspecto que une a todos los grupos entrevistados. Pareciera que la
clase social no tiene tanto que ver en la percepcin reducida de los fenmenos de violencia
ejemplificados en la sociedad.

Eso no... la televisin tambin presenta programas buenos y malos


En este eje hemos agrupado los discursos de los grupos focales que muestran formas incipientes de
oposicin a la dominacin de los mensajes televisivos, o el registro de mensajes alternativos. Estos
focos de resistencia -inicios de cambio social-, que obstaculizan toda forma de alienacin son
significativos.
Bueno, la liberacin de la mujer en la televisin como que no mucho, pero algunas que sacan que le
sufren tanto al hombre pues, y que le sufren, que sufren y slo aguantndole, y yo pienso de que uno va
perdiendo pues, a poderse defender de l... no con agresiones pero con palabras pues, con el compaero.
A partir de los mensajes de la televisin, este grupo de la clase obrera nos indic que pueden
utilizarse para no reproducir lo que se transmite all. Se habla del nacimiento de un movimiento
que se gesta alrededor de la resistencia.
En las novelas a veces sale que el hombre manda, que el hombre aqu, que el hombre all, y sin la
palabra del hombre la mujer no es nada y eso no. Estos son ejemplos de cmo este grupo ha logrado
sealar una nueva narrativa de la televisin. Sin embargo, la pregunta interpela al contexto: no
ser que el desarrollo comunitario, grupal y la reflexin comn de ellos y ellas, los( as) ha llevado a
la posibilidad de resistir? En este sentido, esta comunidad nos est presentando un modelo?
Habra que revisar minuciosamente cmo la vida comunitaria ha podido generar una y otra versin
de la dominacin de la televisin.
... yo... bueno, nunca me ha gustado ser as pues, una mujer marginada y vaya, nosotros aqu con la
compaera hemos visitado CONAMUS33 y bueno, yo tengo bastante entendimiento que a m no me gustara
ser de que una mujer le est aguantando golpes al hombre puesto que si yo siento que... ni el padre pues.
Porque a m, mi pap que yo me acuerde, no me peg y voy a aguantar a otra gente que tal vez slo cuente
porque es mi compaero yo le voy a aguantar lo que l diga, yo pienso que no. Y pues all en la CONAMUS
pues nos han enseado bastantes cosas.
La grupalidad, las redes de apoyo, las instituciones y la reflexin en conjunto estn de por
medio en esta capacidad para asimilar de forma diferente el ataque televisivo.
Y sigue hablando una mujer de la clase obrera: .. en las novelas tal vez... porque como pienso yo, la
televisin da programas buenos y da programas malos, porque vaya, las noticias son una cosa buena porque
uno se da cuenta, aunque uno se aflija, porque yo me aflijo de or tanta cosa que dan verdad, pero est alerta
como dice Esperanza, que uno est alerta al ver que le puede suceder en la calle y en las novelas digo yo, para
mantenerlo entretenido a uno y que no piense en el sistema en que estamos. Eso pienso yo de la diversin,
pero eso se da que nos mantienen adormecidos para que no nos demos cuenta de lo que est sucediendo
alrededor de nosotros.
La visin crtica de lo que se les transmite permite a esta comunidad reflexionar sobre el
dominio y el poder que los medios de comunicacin tienen sobre las personas. Calificadas de
adormecedoras y obstaculizadoras para poder ver la realidad, las novelas se ven en esta comunidad
de clase obrera desde una nueva ptica que potencia la conexin con la realidad.
El grupo de mujeres del grupo focal de clase media nos dijo: ... el comercial es para influenciar a
la gente a comprar el producto, pero no s si consciente o inconscientemente... hay anuncios que estn
metiendo cierta manera de cmo seamos. Yo veo el anuncio de Baygon34, sale la muchacha bailando, haciendo
la limpieza, llega el esposo de trabajar. Es el esquema de cmo la mujer siempre est en la casa, atendindolo a
l... por qu no lo sacan al revs?
En estas lneas podemos ver el esfuerzo insistente de la televisin por moldear las relaciones,
por dictar y sostener el status quo de las relaciones de gnero. Sin embargo, es esperanzador rescatar
la conciencia de estas mujeres, de lo que se est queriendo ordenar en estos mensajes. Algo est
cambiando, dado que ellas ahora son capaces de identificar la trampa televisiva y cuestionarla.
Esta nueva posicin que adoptan estos grupos para resistirse al poder avasallador de la
televisin, para convertir a la teleaudiencia en cuerpos dciles, nos aproxima a las reflexiones que
Foucault nos transmite en su binomio sobre el poder pastoral y su resistencia al poder.

CONCLUSIONES
Los modelos en las relaciones de gnero y las pautas de crianza en donde la violencia es un
elemento constitutivo, se encuentran inmersos en la red de las relaciones sociales salvadoreas. La
familia es la transmisora ms inmediata de estos modelos y, las instituciones en su mayora
canalizan estos modelos, siendo, en ltima instancia, las estructuras sociales las que determinan
tipos y formas concretas de relacionarse.
Para buscar y posibilitar cambios que favorezcan el equilibrio de poder entre gneros,
relaciones de amor, firmeza y respeto al nio (a), y en general relaciones que no estn impregnadas
de violencia, se hace necesario tomar en cuenta los espacios o niveles en donde se generan y/o se
mantienen como son: la familia, las instituciones y los medios de comunicacin.
As como la familia juega un papel reproductor de relaciones sociales, la televisin es un
medio tan importante como ese grupo primario. A travs de la televisin se reproducen y
transmiten estereotipos de gnero y relaciones sociales en general, en donde la violencia es un
elemento importante y determinante. Los programas de televisin estn impregnados de violencia,
y su influencia no es percibida claramente, segn lo manifest en su mayora, la poblacin
entrevistada en la presente investigacin, lo cual hace su efecto ms profundo. De esta manera se
considera como un elemento ms, generador de violencia en la sociedad.
Las instituciones tambin juegan un papel importante en la reproduccin de modelos en las
relaciones sociales. stas canalizan los contenidos concretos presentes en la subjetividad individual
y colectiva, contribuyendo a la formacin de hombres y mujeres dentro de una sociedad
determinada. Adems, las instituciones, o bien, transmiten modelos tradicionales de gnero en
donde hay violencia hacia la mujer, o bien, generan cambios orientados hacia la construccin de
una sociedad en donde el uso del poder no lleve al abuso del mismo.
Para la poblacin entrevistada fue fcil reconocer dentro de la violencia intrafamiliar, la
violencia fsica y algn otro tipo de abuso en las relaciones de gnero, sin embargo les fue ms
difcil reconocer algn tipo de violencia que se vive en las instituciones, as como la influencia que
la televisin tiene sobre la poblacin.

BIBLIOGRAFA

BALL, S. J. (1994). Foucault y la educacin. Disciplina y saber (compilacin), edicin Morata, S. L., Madrid.
BERTRAND SOLANO, I. (1995), Economa y Negocios, El Diario de Hoy, 26 de octubre.
CORSI, Jorge (1994). Violencia Familiar. Una mirada interdisciplinaria sobre un grave problema social. Editorial
Paids. Buenos Aires, Argentina.
CRUZ, J.M., y GONZLEZ, L.A, (1994) Sociedad y Violencia.
FERNNDEZ, A. M. (1993). La mujer de la ilusin. Editorial Paids. Mxico.
FOUCAULT, M. (1995). Vigilar y Castigar. Editorial Siglo Veintiuno. Buenos Aires, Argentina.
GASPAR, M. y cols. (1997). Las mujeres en la Biblia, una relectura feminista. Cuaderno de estudio N 2.
Universidad Luterana Salvadorea. San Salvador, El Salvador.
GOLDNER, V. (1990). Amor y violencia, paradojas de gnero en vnculos inestables. Mmeo.
KAMINSKY, G. (1990). Dispositivos Institucionales.Democracia y autoritarismo en los problemas institucionales.
Editorial Paids. Buenos Aires, Argentina.
MARTIARENA, O. (1995). Michel Foucault: Historiador de la subjetividad. Mxico: ITESM Campus, Estado de
Mxico.
MARTN-BAR, I. (1996). Accin e Ideologa. Psicologa social desde Centroamrica. UCA-Editores.

1/ Vela: ritual de acompaamiento a los familiares de un fallecido.


2/ Maras: sinnimo de pandillas juveniles, grupos de jvenes que se unen con un fin comn. En la mayora de los
casos conlleva la delincuencia y el vandalismo.
3/ Pescozones: golpes con el puo cerrado.
4/ Acompaados: estado civil que alude a una unin de hecho, que en El Salvador tiene ya un reconocimiento legal.
5/ Talegazos: golpes.
6/ Bolo: ebrio.
7/ Tortear: hacer y cocinar las tortillas (alimento bsico cuyo ingrediente es la harina de maiz).
8/ Tetuntes: tontos.
9/ Poln: hierro grueso que se utiliza como estructura metlica en la construccin.
10/ Chimbolero: infierno.
11/ Cuche: cerdo.
12/ Guacal: recipiente plstico o metlico, que se utiliza en tareas domsticas para contener lquidos, ropa u otros.
13/ Colatino, 1 de junio de 1998.
14/ UCA: Universidad Centroamericana Jos Simen Caas.
15/ Guindiadas: huidas frente a la persecusin militar.
16/ Chibola: canica.
17/ Planazos: golpes.
18/ Cachimbiadas: golpizas.
19/ Cipotas/es: nias, nios.
20/ Alcahueto: demasiado tolerante.
21/ Charamuscas: refresco congelado contenido en una bolsa plstica pequea.
22/ Pchica: inconformidad, asombro y/o protesta frente a algo.
23/ Chunchucuyo: sinmino de culo. Se usa como una expresin popular para referirse a hombres que se dejan
mandar por sus mujeres.
24/ Moretes o moretones se refieren a las huellas fsicas que quedan en el cuerpo luego de fuertes golpes.
25/ Bichos :grupo de jvenes o nios.
26/ Bicha: nia, joven.
27/ Marero: perteneciente a una mara (pandilla).
28/ cipotas: nias.
29/ La Vega es un barrio muy pobre situado en la periferia del Centro de San Salvador, en el cual hay bsicamente slo
mesones. Se conoce como un barrio de bolos, cuchilleros y prostitutas.
30/ Chivo: expresin que califica positivamente un hecho, una cosa, una persona o circunstancia.
31/ Cabal: se utiliza como sinnimo de exacto.
32/ Cipotes: nios.
33/ CONAMUS: Coordinadora Nacional de Mujeres Salvadoreas.
34/ Baygon: marca de insecticida.

NICARAGUA:
FAMILIA, PANDILLAS Y COMUNIDAD
Marcia Ramrez
Santiago Sequeira
NICARAGUA: FAMILIA, PANDILLAS Y COMUNIDAD
Marcia Ramrez
Santiago Sequeira

INTRODUCCIN
La presente investigacin se ha centrado en el estudio de las acciones de violencia y las relaciones
de poder, enfatizando en la descripcin y el anlisis de los procesos relacionales que se establecen
en la dinmica familiar, institucional y comunitaria.
De esta manera, se plante como objetivo de la investigacin profundizar en el conocimiento
de cmo circula el poder y cmo se mantienen y reproducen estructuras autoritarias que
promueven relaciones de violencia.
Para dicho efecto, se llev a cabo un programa de investigacin-accin, el cual se implement
en uno de los distritos ms conflictivos de Managua en trminos de la violencia que all se produce
y reproduce. La aproximacin que se sostuvo con la comunidad implic establecer relaciones con
las familias, con las pandillas y con las instituciones implicadas en los programas sociales (escuela,
polica, etc), siendo los beneficiarios directos de las intervenciones realizadas.
Al optar por un marco terico y metodolgico centrado en la investigacin-accin, se establece
la necesaria conjugacin entre los procesos de intervencin y la sistematizacin de la experiencia,
conjugacin que no puede disociarse, que no puede sino entenderse en un proceso global y
unitario. Sin embargo, para lograr una mayor comprensin de la situacin de intervencin, es decir,
solamente de forma analtica, hemos diferenciado tres momentos o ejes, que dan cuenta de dicho
proceso de aproximacin: la investigacin, la capacitacin y la intervencin. Estos momentos,
insistimos, no pueden separarse en la prctica, puesto que se retroalimentan mutuamente.
Mientras que la investigacin sistematiza la informacin producida a lo largo de estos dos
aos, la intervencin, que se desarrolla a nivel clnico y comunitario, logra simultneamente
generar procesos de reflexin de las propias prcticas, los que permitieron una mayor elaboracin,
potenciando as las posibilidades de modificacin de la propia realidad. En este eje se trabaj a nivel
individual, grupal (pandillas) e institucional. Por su parte, la capacitacin se llev a cabo con las
instituciones y con personas de la comunidad que se formaron como promotores sociales. Es
importante sealar con respecto a este ltimo momento, que dentro del mismo proceso de
investigacin-intervencin, se generaron tambin espacios de capacitacin y supervisin para el
equipo investigador.
Con respecto del anlisis se establecieron tres niveles que permitieron estructurar el material
producido: lo familiar, lo institucional y lo estructural o marco jurdico, los cuales van cruzando los
diferentes momentos o ejes de trabajo. Se debe considerar que en la produccin del anlisis se
enfatiz en la familia y en una perspectiva de gnero.
Familia, Pandillas y Comunidad es el producto final de estos aos de trabajo, producto que
da cuenta de la elaboracin conjunta entre investigacin y accin.
VIOLENCIA Y CONTEXTO POLTICO

Breve historia de la violencia en Nicaragua


Conquista y Colonia
Nicaragua fue descubierta por los espaoles en 1502 y su conquista se inici en el ao de 1524, por
Francisco Hernndez de Crdoba. A su llegada, los espaoles se encontraron una poblacin
estimada entre medio milln y un milln de habitantes, dedicados a la agricultura y al comercio.
Desgraciadamente, los indgenas posean joyas de oro en una buena cantidad por lo que los
conquistadores, creyendo que el territorio guardaba inmensas cantidades del precioso metal, lo
denominaron Castilla de Oro. Al descubrir la caldera del volcn Masaya pensaron que la lava
derretida que herva en el fondo era oro lquido. Para los conquistadores apropiarse del territorio
de Nicaragua significaba la posibilidad de riquezas fciles basadas en el mito por ellos creados del
Oro de Castilla, y la codicia y el afn de riquezas motivaron desde el inicio una voluntad de
destruccin y depredacin. Todo esto condujo a que los primeros veinte aos de la conquista
significaron el aniquilamiento de los pueblos indgenas; la destruccin de sus comunidades, y el
reemplazo forzado de sus concepciones del mundo por la religin catlica impuesta.
La conquista armada acompaada de los mtodos ms crueles de torturas y ejecuciones, fue
de tal magnitud que hacia el ao 1540 se estima que la poblacin indgena nicaragense estaba
reducida a un 10% del total al inicio de la conquista. Adems de los muertos por la conquista
armada, de los muertos de las nuevas enfermedades importadas por los espaoles, stos, al
constatar que la riqueza aurfera de Nicaragua era limitada, esclavizaron a los indgenas y los
vendieron como esclavos para trabajar en Panam o en las minas del Per. Segn los cronistas, casi
el 90% de stos moran en la travesa hacia los puertos de Amrica del Sur y el otro 10% a raz del
rgimen del trabajo en las minas.
En 1535, Fray Bartolom de las Casas escriba desde Granada: Han llevado de aqu a Panam
ms de veinticinco mil nimas por esclavos, y todos son muertos. Y al Per, antes de los aos
dichos, ms de otros quince mil, y todos son muertos. No va destos puertos que no lleven ms de
trescientas nimas, y todos mueren, antes que lleguen a Per, de sed y hambre. Qu estrago es ste
de hombres, seor; que aunque fuesen perros sera cosa inhumana matar tantos no mordiendo a
nadie!.
Fue tan dramtica la disminucin de la poblacin indgena, que Fray Bartolom de las Casas
estima en sus crnicas la cantidad de medio milln los muertos. Esto puso en peligro la capacidad
de explotacin de las nuevas tierras, y en 1542 la Corona se vio obligada a promulgar las Nuevas
Leyes de Indias, prohibiendo la esclavitud de los indgenas, no as de los negros, abolindose las
encomiendas y asegurando un estatuto jurdico a las comunidades indgenas (anteriormente los
indios eran dados en calidad de encomendados a un encomendero, establecindose una relacin de
vasallaje cuando no de esclavitud). Los indgenas quedaron reducidos en pueblos y comunidades, y
sometidos a dos obligaciones bsicas: el tributo y el repartimiento a labores. El primero, pagado
normalmente en productos, era recaudado directamente por la Corona a travs de los funcionarios
reales, el segundo sustituy a la encomienda de servicio. Tambin, estaban obligados a prestar
contingentes peridicos de trabajadores hombres para el laboreo de las minas, haciendas,
construcciones urbanas y tareas de carga y transporte, no recibiendo ningn salario y debiendo las
comunidades proveer a su subsistencia: esta mano de obra indgena gratuita es la que construy
iglesias, conventos, palacios, caminos, puentes, etc. Adems, eran requeridos para tarea de defensa
tanto ante amenazas internas, y en este caso, era luchar en contra de otros indgenas sublevados, y
amenazas externas, fundamentalmente la piratera. En ambos casos las comunidades indgenas
tenan que proveerles armas y avituallamiento.
La mortalidad masculina entre estos indios prestadores de servicios era altsima: en las obras
civiles por accidentes de trabajo y agotamiento por la sobre explotacin, en las guerras con poco o
nulo entrenamiento militar, o por agotamiento y hambre por las largas jornadas con insuficiente
alimentacin y agua: Romero Vargas (1988) describe la muerte de decenas de indios que fueron
reclutados forzosamente y enviados a defender el castillo de San Juan de la Concepcin: slo tres
estaban vivos al llegar al punto de destino. Las mujeres tambin eran repartidas, fundamentalmente
para servicios domsticos, que incluan los sexuales.
El mismo autor da algunos ejemplos: en el ao 1766 los indgenas le daban al cura de la
ciudad de El Viejo, Don Santiago Vilchez, dos zacateros, un leatero, dos cocineras, dos fiscales y
un mayordomo. Cada zacatero deba de llevar todos los das cuatro manojos por la maana y
cuatro manojos por la tarde. El leatero, dos cargas de lea al da. El caballerizo baaba a las bestias
y limpiaba las caballerizas. Por otro lado haba tambin las raciones. Todos los das, uno de los
fiscales sala al pueblo a pedir lo que el cura necesitaba: leche y verdura todos los das; seis huevos
y pescado los viernes y sbados; seis gallinas el domingo; una fanega de frijoles el mircoles de
cenizas, adems, anualmente las comunidades tenan que contribuir con veinte fanegas de maz y
durante la cuaresma tenan que llevarle diariamente seis huevos, pescado y leche.
Con mucha frecuencia los espaoles solicitaban ms de lo prescrito como servicios legales,
motivando frecuentes rebeliones, los cuales eran reprimidas a travs de cualquier medio: masacres
indiscriminadas de la poblacin civil, ejecuciones masivas y traslados forzosos de poblacin. Para
estos menesteres el poder espaol dispona de las Milicias, cuyos mandos eran espaoles criollos o
peninsulares, muestran que los soldados eran mestizos, negros o zambos (mezcla de negros e
indios). Los indios no podan formar parte de las milicias porque stas estaban constituidas para
asegurar su dominacin.
Se construye as una sociedad donde existan las leyes para los espaoles, que instituyeron la
Repblica de los Espaoles, y leyes para los indios, que conformaban la Repblica de los
Indios; en medio de ellos una poblacin que poco a poco se hizo mayoritaria: la de los mestizos
que no tenan estatuto legal definido. Esto dado que los mestizos, negros y zambos constitua una
franja de poblacin producto del mestizaje no contemplada en las leyes que regan el orden
colonial.
La Colonia signific para los indgenas, y en menor proporcin para los diversos mestizos,
relaciones de opresin, vasallaje, explotacin, violencia y terror. Terror militar que conjuntamente
con el Terrorismo Metafsico de la Iglesia Catlica de la Contra Reforma, apuntalaron la dialctica
de dominacin subordinacin- opresin de los espaoles y criollos sobre los indgenas. Todo esto
llev, poco a poco, a la desaparicin de las etnias y a la conformacin de la oligarqua latifundista.
Los historiadores estn de acuerdo en que la conquista espaola prolong el feudalismo en
nuestras tierras, mientras que en el resto de Europa el mismo era superado y aparecan nuevas
formas de relacin con el capitalismo incipiente. Se puede afirmar que an no hemos superado
completamente el legado feudal y que la historia latinoamericana ha sido una lucha an no resuelta
por la modernizacin, ya que no existi una real superacin de formas y sensibilidades de
relaciones feudales autoritarias, siendo la ms representativa la institucin del Caudillismo.
Estas relaciones se mantuvieron hasta al independencia en 1821 y se prolongan de alguna
manera hasta nuestros das.

El perodo de la Independencia
La independencia aboli la esclavitud de los negros, pero no modific el estatus de los indgenas.
En 1854, Fruto Chamorro, Presidente Conservador de Nicaragua, escriba: la raza indgena, ms
atrasada en todo que la otra, posee exclusivamente hbitos, preocupaciones y usos tan envejecidos
que slo el tiempo y la civilizacin pueden ir modificando: desterrarlos de golpe pudiera ser origen
de disturbios, choques y contienda, y por lo mismo, la prudencia aconseja que para el rgimen de
los indgenas hallan instituciones excepcionales. El mismo Chamorro deca con respecto a la
igualdad: La igualdad social no consiste en hacer a todos ciudadanos y en conceder a todos los
mismos derechos, eminencias e inmunidades. Dar las mismas garantas al malvado que al hombre
de bien, al holgazn y turbulento y al laborioso y pacifico, es romper aquella igualdad, es crear
elementos de anarqua.
Y con respecto al principio de autoridad, manifestaba: otra de las cosas que con exigencia
necesitamos es robustecer el principio de autoridad, tan abatido y despreciado entre nosotros. Esto
se conseguira dando al poder mayor expansin, mayor fuerza y consistencia; y rodendole de
cierta pompa y majestad que infunda respeto, y le atraigan los miramientos que le son debido, para
que no se le ultraje y vilipendie impunemente.
Frente al discurso de Fruto Chamorro, seguramente el primer caudillo nicaragense, se eriga
el discurso de los demcratas: Jos Guerrero, Director de Estado en 1847, sealaba: Las
degradantes habitudes de tres siglos de servidumbre, de ignorancia y de vicios consiguientes,
deben oponer un obstculo incesante a la libertad, a la propagacin de las luces y de las virtudes
necesarias para establecer el sistema democrtico [..] No se han ensayado siquiera los principios
democrticos; no ha habido ms que una lucha entre el torrente del siglo que los estableciera y las
costumbres atrasadas que se oponen tenazmente a su implantacin; bajo tal aspecto no se puede
decir de manera absoluta que nuestras instituciones hayan sido malas.. Si no hemos llegado a
plantearlas, cmo podemos juzgar de ellas con exactitud?.
Los treinta y tres aos anteriores a estas declaraciones, Centroamrica, incluida Nicaragua
haba vivido una poca de continuas guerras civiles entre los legitimistas, que representaban a las
oligarquas formadas en el orden colonial, y que afirmaban la legitimidad de su poder basados en
consideraciones de abolengo, sangre y posesiones, y los demcratas, influidos por las revoluciones
francesa y americana: la lucha se resolvi a favor de los legitimistas durante los siguientes 40 aos.
Durante este perodo Seorial caracterizado por la hegemona de la oligarqua terrateniente
conservadora, apoyada en un poder militar incipiente y caudillista, se inicia el cultivo del caf
siendo nuevamente las comunidades indgenas, de la regin central y del pacfico, desposedos de
sus tierras, las que son dadas a nuevos terratenientes e inmigrantes europeos, lo que produce las
ltimas insurrecciones indgenas y marca la declinacin de las mismas. Los demcratas o liberales
alcanzan el poder en 1893 bajo el liderazgo de Jos Santos Zelaya, y el gobierno pasa a desempear
un rol proactivo en el desarrollo econmico del pas, promoviendo un marco legal moderno.
Adems de la educacin laica, la institucin del matrimonio civil y del divorcio, la suspensin del
diezmo de las iglesias y la secularizacin de los cementerios; nuevos estratos de la poblacin
participan en el quehacer poltico del estado y se gesta un proyecto modernizador de factura
republicana y nacionalista.
En 1913, Zelaya es derrocado por el alzamiento conservador apoyado por Estados Unidos, a
partir de este momento se acenta la injerencia de la potencia del norte en Nicaragua. El motivo es
uno solo: el territorio posee caractersticas para la posible construccin de un canal interocenico a
travs del Ro San Juan, alterno al de Panam. De 1914 a 1931 Nicaragua se convierte en un
protectorado norteamericano, so pretexto de la inestabilidad poltica producida por las guerras
civiles inter-oligrquicas.
Hasta 1927 las guerras civiles de Nicaragua eran productos de pugnas de poder entre
fracciones polticas opuestas de la misma oligarqua: cada caudillo reclutaba forzadamente a su
ejrcito entre los peones de sus haciendas y los pobres de las ciudades, no constituyendo ejrcitos
regulares sino ejrcitos transitorios que duraban el tiempo de las escaramuzas; de estas guerras
surgan innumerables generales y coroneles autopromocionados que luego se convertan en
caudillos locales. La gesta del lder campesino Augusto C. Sandino, nacionalista y liberal, realizada
entre 1927 y 1932, en contra de la ocupacin norteamericana, introdujo variables fundamentales:
por una parte surge un caudillo nacionalista que no procede de las filas de la oligarqua y conforma
un ejrcito guerrillero de base predominantemente campesina. Por otra parte en respuesta a
Sandino y bajo la supervisin norteamericana, se constituye por primera vez una ejrcito nacional
supuestamente apoltico y apartidista llamado la Guardia Nacional. A partir de 1934, la Guerra
Nacional, despus de asesinar a Sandino y posteriormente a los restos de su ejrcito, se convierte en
un ejrcito personal al servicio de su primer jefe, Anastasio Somoza, quien instaura una dictadura
dinstica; este ejrcito personal tendr como objetivo fundamental el mantenimiento de la
dictadura en el poder y la proteccin de sus intereses econmicos.
Su fundador es ajusticiado en 1956, le sucede en la presidencia su hijo mayor, y
posteriormente, en 1967, el hijo menor, de nombre Anastasio, accede a la presidencia de la
repblica. La dictadura somocista es viable y se prolonga gracias al irrestricto apoyo
norteamericano y a los pactos con la oligarqua conservadora. La resistencia popular adquiere la
forma de lucha armada, es as que desde 1959 grupos guerrilleros del Frente Sandinista de
Liberacin Nacional, de orientacin marxista, actan en las montaas del norte del pas bajo; las
consignas tercermundistas de liberacin nacional, democracia y anti-imperialismo, y derrocamiento
de la dictadura de los Somoza.
La resistencia popular armada y poltica y la respuesta represiva del rgimen se incrementan a
raz del terremoto que destruye la capital, Managua, en 1972. Progresivamente se incluyen, cada
vez ms, grupos que anteriormente no participaban en la resistencia, de manera que para el
derrocamiento de la dictadura somocista por la va armada en Julio de 1979, existe por primera vez
en Nicaragua un consenso nacional, que incluye a todas las clases sociales. El Frente Sandinista se
erige como la fuerza poltico-militar hegemnica y cuenta adems con la legitimacin en la sociedad
nicaragense. Este consenso nacional est legitimado adems por la Comunidad de Naciones
Latinoamericanas que apoyaban el fin de la tirana somocista. As el inicio de la Revolucin Popular
Sandinista goza de una legitimidad basada en el consenso interno e internacional. Posteriormente la
ruptura de este consenso interno desencadenar la contrarrevolucin y favorecer la intervencin
norteamericana.
En la historia nicaragense los perodos de paz se han sucedido a un consenso entre las lites;
el consenso obtenido en la lucha en contra de la dictadura somocista implicaba por primera vez en
la historia del pas un consenso nacional, que inclua sujetos polticos hasta entonces no
participantes en las luchas polticas tradicionales: mujeres, jvenes, obreros, campesinos,
intelectuales; lo que implicaba una verdadera democratizacin de la vida poltica de Nicaragua, la
misma dinmica de la Revolucin favoreci el protagonismo como sujeto poltico de grupos
indgenas y tnicos de la Costa Atlntica.
La dcada de los 80 la Revolucin Popular Sandinista, fue el escenario del levantamiento, al
inicio de ex-soldados de la Guardia Nacional de Somoza en contra del nuevo rgimen y
posteriormente del levantamiento de masas campesinas en contra del rgimen sandinista como
consecuencias de polticas errneas hacia ese sector. El Gobierno de Estados Unidos promovi,
entren, financi y protegi este ejrcito contrarrevolucionario durante una guerra que dur casi 10
aos y que signific casi 50 mil muertos para el pas y que destruy la infraestructura econmica. Se
produjo la total fragmentacin de la sociedad nicaragense retrotrayendo el desarrollo econmico a
50 aos atrs.
A partir de 1990, y producto de elecciones libres, asume el gobierno del pas la presidenta
Violeta Barrios de Chamorro. Y en 1997, tras elecciones que se consideran parcialmente viciadas, es
electo presidente de la repblica el Dr. Arnoldo Alemn, del Partido Liberal (el mismo que apoy
en el pasado el rgimen dictatorial de la familia Somoza). Ambos gobiernos se han dado a la tarea
de desmontar las transformaciones impulsadas por la Revolucin Sandinista, va la aplicacin de
planes de ajuste estructural, lo que propici la privatizacin de todo el patrimonio estatal y de los
servicios, incluidos la salud y educacin, constitucionalmente an gratuitos. Se ha promovido
tambin el desmantelamiento de la Reforma Agraria.
Los planes de ajuste estructural tienen como resultado el desempleo total o parcial del 70% de
la poblacin econmicamente activa, la migracin masiva de nicaragenses principalmente hacia
Costa Rica, el aumento del trabajo infantil y la desnutricin de los nios, las altas tasas de
mortalidad infantil y materna, el aumento de la violencia en el campo y las ciudades. Por otra parte,
la privatizacin de empresas y servicios estatales, realizada con mtodos cuestionados y poco
transparentes, ha generado mayor riqueza para una capa restringida de la poblacin y ha
propiciado la corrupcin.
El gobierno liberal del Presidente Alemn se ha caracterizado: por una centralizacin de todas
las decisiones en su persona, la parlisis de la Asamblea Legislativa y de la Corte Suprema de
Justicia (ambas sometidas al Poder Ejecutivo); el uso discrecional del presupuesto de la nacin y el
aumento de gastos confidenciales, la confusin estado-partido, las denuncias de corrupcin, el
cierre de los espacios de representatividad de la sociedad civil, la ausencia de planes de desarrollo,
el alineamiento del Estado en materia de educacin y polticas de gnero y familia sobre la doctrina
ms reciente de la Iglesia Catlica sobre la cuestin. Esto reproduce una situacin vivida a lo largo
de toda la Colonia y en la mayor parte de la poca post-independencia, cuando la Iglesia Catlica
era uno de los poderes de legitimacin, siendo otro el ejrcito o sus equivalentes. Esto reproduce
tambin la preeminencia del Poder Pastoral, en trminos de Foucault, en las estrategias de
dominacin por parte del poder poltico partidista. El apoyo en este poder eclesial demuestra que la
legitimidad de ejercicio del poder poltico, surgido de elecciones cuestionadas, es dbil, tal como se
demuestra en diversas encuestas que cada vez muestran mayor inconformidad con la gestin del
gobierno.
La legitimidad de ejercicio es cuestionada por el no cumplimiento de las promesas electorales,
el autoritarismo y la corrupcin generalizada. De hecho, es un patrn recurrente en nuestras
democracias incipientes, ms bien ficciones democrticas.
Si la democracia necesita contrapesos, los partidos de oposicin, son prcticamente
inexistentes en Nicaragua: El partido Frente Sandinista de Liberacin Nacional, que condujo en la
pasada dcada transformaciones, que en su esencia apuntaban a la democratizacin y a la
configuracin de un proyecto de Nacin bajo un rgimen autoritario, no ha logrado establecer una
poltica de oposicin constructiva. Ms bien est contribuyendo a la recreacin de estructuras
autoritarias y anti-democrticas en pactos secretos con el partido liberal, con el fin de salvar los
bienes adquiridos en lo que se denomina la piata, como se conoce la reparticin entre funcionarios
del partido sandinista, del gobierno y de las fuerzas armadas, de bienes estatales, al momento de la
prdida de las elecciones, en 1990 siendo una de las formas ms arcaicas del patrimonialismo estatal.
Los posibles pactos apuntan a reforzar una estructura bipartidista en detrimento del
pluralismo, introducir la reeleccin presidencial prohibida por la actual Constitucin a iniciativa del
mismo Partido Sandinista y reformar la Ley Electoral, adems de dar inmunidad vitalicia a todos
los presidentes a partir del Sr. Daniel Ortega, ex-presidente sandinista, quien enfrenta un juicio
penal por violacin, incesto y acoso sexual.
Nicaragua tiene en su haber ms de 20 Constituciones, algunas que no llegaron a promulgarse,
y es la norma que cada gobernante o partido en el poder intente la modificacin de la constitucin
imperante de acuerdo a sus intereses particulares. En Centro Amrica, las constituciones inspiran
veneracin pero no conllevan la obligacin de su obediencia. Por lo que las instituciones estn marcadas
por el signo de su transitoriedad, cuando no de su ineficacia y corrupcin.
Las caractersticas que definen las ficciones democrticas en Centro Amrica, segn Acua
Ortega, seran:
1] La continuidad de las clases dominantes.
En 1821, ao de la independencia centroamericana, no hubo ni derrocamiento de viejas
autoridades ni desplazamiento al interior de los grupos dominantes. El Ancienne Rgime
permaneci en pie. Y posteriormente, todo nuevo grupo que emergi se acomod y respet las
normas y valores del grupo dominante. En la actual dcada, esta pauta se repite cuando el nuevo
capital sandinista lucha por obtener reconocimiento por parte de las antiguas clases dominantes
retornadas al poder poltico y econmico a partir de 1990.
2] La discontinuidad de las instituciones.
Las instituciones se encuentran dbilmente separadas de los intereses de los grupos
dominantes, quienes las modifican de acuerdo a sus pretensiones coyunturales y de clase. Se hace
notar la ausencia de un proyecto de Nacin, concebido como proyecto de convivencia y desarrollo
humano, econmico y social para todos los nicaragenses. Se puede concluir que desde siempre en
la historia de los 504 aos de la insercin de Amrica, y de Nicaragua en particular, en la historia de
Occidente, el sistema siempre ha apuntado a producir subordinacin y exclusin. Los planes de
ajuste estructural siempre han existido y son parte de esta historia.
3] La integracin segmentada de las clases subalternas en el sistema poltico.
Los indgenas fueron obligados a integrarse al rgimen colonial previo, mediante las
encomiendas y las reparticiones -con el tutelaje espiritual de la Iglesia Catlica-, en relaciones de
vasallaje y explotacin, recurriendo al terror cada vez que se consideraba necesario. Posteriormente
el terror ha sido utilizado principalmente hacia el campesinado, depositario del miedo antiguo de
los espaoles hacia los indios, por lo que las grandes masacres siempre han tenido por escenario el
mundo rural, tal como ocurre an hoy en Guatemala. Ironas de la historia, los sandinistas tambin
tuvieron el mismo temor del campesinado, y quisieron exorcisarlo mediante la represin, con el
resultado de perder la Revolucin.
Este temor del otro ha funcionado como una estrategia de dominacin; en su momento, el otro
fueron los indgenas y luego sus descendientes, los campesinos; actualmente, en el sector urbano,
este otro temible lo constituyen los grupos juveniles conocidos como pandillas, los nuevos chivos
expiatorios.
Las oligarquas nunca han consentido la organizacin autnoma de las clases subalternas en
movimientos sociales y partidos, ms bien propiciado formas tradicionales de lealtad poltica, en un
modelo de integracin vertical bajo formas de dominacin poltica como el paternalismo, el
clientelismo, el compadrazgo y la cooptacin, todo esto en una cultura de la violencia basada en
distintas formas de coaccin extraeconmica en las relaciones de produccin, que ha fragmentado
la sociedad y necesitado de un poder autoritario y coercitivo para reproducirse.

La violencia actual
Existe dificultad para consensuar una definicin de violencia, y por tanto, de sus efectos. En una
primera aproximacin, los conceptos actuales tienen en cuenta dos aspectos: uno, es el elemento de
fuerza fsica identificable por sus efectos sobre el cuerpo, el otro, ms inmaterial, de transgresin,
ligado a la ruptura de un orden normativo, generalmente de carcter jurdico. En todos los casos se
presupone un deseo de aniquilacin o de dominacin del otro, cuando los actores son reconocibles
y nombrables.
Tambin se ha incluido ms recientemente los efectos internos [psicolgicos, morales, sociales]
que no exigen violencia fsica ejercida sobre el cuerpo. Este ltimo desarrollo intenta conceptualizar
como violencia cualquier circunstancia que atente en contra de los derechos humanos de la persona,
e impida su desarrollo integral, no importa cual sea la causa. De all las diversas convenciones de
las Naciones Unidas sobre la erradicacin de todas las causas de discriminacin de la mujer, la
convencin de los derechos de los ni@s, entre otras.
Sin embargo, estos elementos comunes no son reconocidos todos por igual, sino que el peso de
cada uno de ellos pasa por el tamiz de los juicios de valor, de la ideologa o de los intereses
particulares.
Michaux (1996) propone una definicin abarcativa de estados y actos de violencia: existe
violencia cuando, en una situacin de interaccin, uno o varios actores actan de manera directa o
indirecta, masificada o dirigida, lesionando a una o a varias personas, sea en su integridad fsica,
sea en su integridad moral, sea en sus posesiones, sea en su participacin simblica y cultural.
Generalmente, cuando a nivel pblico se habla de violencia, sta se refiere a aquellas que estn
tipificadas en los cdigos jurdicos, que en el caso de Nicaragua datan del siglo pasado. El Cdigo
Penal nicaragense se reform en 1996, reconociendo la violencia psicolgica y sus efectos sobre las
personas, reforma que fue posible por la beligerancia de los movimientos de mujeres.

Los hechos de violencia tipificados legalmente


Slo a partir de 1980 la Polica Nacional registra la actividad delictiva, antes de esa fecha solo se
tienen datos estimados.
De 1985 a 1995, la actividad delictiva global se increment en 220.87 %. Un indicador
importante que refleja el comportamiento de la actividad delictiva es el ndice delictivo
demogrfico [IDD], el que expresa la cantidad de delitos ocurridos por cada diez mil habitantes. En
1985 fue de 49 delitos, para 1995 alcanz 118 delitos, lo que refleja el ritmo galopante de la actividad
delictiva. A lo anterior hay que sumar los delitos no denunciados, llamados la cifra negra, entre
los que se encuentran delitos de orden sexual cometidos en mujeres, nias y nios.

Delitos contra las personas


En el perodo 1990-95, representaron un tercio de la actividad delictiva, e incluyen los asesinatos,
homicidios, violaciones sexuales, raptos, lesiones y amenazas, siendo los de mayor incidencia las
lesiones y amenazas. Las violaciones sexuales alcanzaron en el perodo un incremento del 143%,
pasando de 427 denuncias a 1037. Los asesinatos y homicidios mantuvieron un ritmo ascendente
hasta 1993, para luego disminuir un poco en los aos subsiguientes, siendo su incidencia de
alrededor del 22 y 21% respectivamente de todos los delitos contra las personas, en tanto que las
lesiones y amenazas se incrementaron en un 81% en todo el perodo. Al igual que en otros pases las
lesiones y amenazas se relacionan en gran medida con el alcohol.
La tasa de muertes violentas en el mismo perodo fue de 15 por 100.000 habitantes, en tanto
que en pases europeos la misma puede situarse en alrededor de 0.7 por 100.000 habitantes. En
1974, para Estados Unidos era de 9.7 por 100.000 habitantes.
Los conocimientos histricos concernientes a las tasas de criminalidad en el continente
europeo dejan percibir una disminucin de la violencia criminal, ligada a la complejizacin de la
vida social, a la progresiva civilizacin de las costumbres, a la mejora de las condiciones de vida, el
aumento de los controles sociales y la permanencia del estado de derecho, la continuidad y
confianza en las instituciones.

Delitos contra la propiedad


En este rubro se observa un crecimiento constante de todos los delitos considerados: robo con
fuerza, con violencia, con intimidacin y hurtos, siendo el promedio de crecimiento global del 60%.
Los delitos relacionados con daos a la propiedad se incrementaron en un 245%.
Los autores de delitos y sus vctimas pertenecen a los mismos sectores de desempleados o sub-
empleados urbanos y rurales, trabajadores(as) del sector informal, trabajadores agrcolas, amas de
casa y ni@s de los mismos sectores, que son los sectores ms desprotegidos de la poblacin y en
donde recae con mayor fuerza los efectos de las polticas de ajuste estructural.

Delitos contra las mujeres y los nios


De especial relevancia es el aumento de denuncias de agresiones en contra de mujeres y nios, por
parte principalmente de miembros varones de su propia familia, maridos, padrastros, tos,
hermanos, abuelos, vecinos. Las denuncias se han incrementado a raz de la apertura de las
Comisaras de la Mujer y la Niez y de la aprobacin de la ley 230. Pero segn fuentes judiciales, los
delitos denunciados por esta familia constituyen una cifra mnima del total; por ejemplo, solo el 20
% de situaciones de maltrato conyugal son denunciadas por las mujeres.
Un estudio de Mary Ellsberg realizado en 1996, y considerado ejemplar en la materia,
demuestra que una de cada dos mujeres ha sido maltratada fsicamente por su marido, y una de
cada cuatro mujeres es maltratada cada ao. Con respecto a los nios, existen estimaciones de que
una de cada cinco nias, y una de cada siete nios, han sufrido algn tipo de abuso sexual en la
infancia.

La nueva violencia
Se refiere a la relacionada con el narcotrfico, los secuestros para pedir rescate, y la violencia
ejercida por bandas armadas que operan en las montaas del centro y norte del pas. Las dos
ltimas modalidades son ejercidas por ex-miembros de los antiguos ejrcitos beligerantes, los que
operan con particular saa hacia la poblacin civil, no respetando a nios, mujeres ni ancianos; rara
vez tienen una motivacin poltica. Su existencia es motivada, tanto por el incumplimiento de los
gobiernos sucesivos de los compromisos para su desmovilizacin, como por lo que se ha dado en
llamar descomposicin social; que es bsicamente el resultado del fracaso o la no ejecucin de
proyectos de reinsercin social para ex-combatientes.
En cuanto al narcotrfico, que no exista antes de 1990 en Nicaragua, se ha convertido en la
ruta para la droga que va hacia Mxico y Estados Unidos. Para facilitar el reclutamiento de
pasadores, los carteles inundaron el pas de cocana y crack de alta calidad y bajo precio, facilitando
las adicciones de grandes grupos poblacionales: comunidades enteras de la Costa Atlntica
participan del trfico y del consumo; un 88 % de los jvenes de las pandillas son consumidores, y
hasta un 25% de los estudiantes de colegios de barrios pobres, tambin consumen regularmente.
Las estadsticas disponibles hablan nicamente del impacto del narcotrfico en los pobres, que
son ciertamente la mayora en el pas; el consumo de cocana y crack en las clases pudientes y
ejecutivos es alto, pero no forma parte de las estadsticas.

La visin oficial
Todos los voceros de las instituciones, sean stas pblicas o privadas, incluida la Iglesia Catlica,
dan sentido al aumento generalizado de todas las formas de violencia invocando una supuesta
prdida o subversin o trastocacin de valores morales y humanos producidos por la guerra, es
decir por los sandinistas, sean stos mencionados o no explcitamente. Esta propuesta de explicacin
postula implcitamente que previo a la dcada revolucionaria los valores sustentados por la
poblacin del pas eran superiores o existan valores que se perdieron. Uno de los valores perdidos
sera la cohesin familiar, la que fue subvertida por la adopcin de polticas igualitarias y no
descriminativas hacia la mujer, cualquiera que haya sido la profundidad y amplitud de las mismas.
El fenmeno de las pandillas ofrece, para esta visin, un ejemplo viviente de la desintegracin
familiar, producto de las supuestas causas anteriormente sealadas. Ejemplo que introduce adems,
la psicologizacin del problema, al atribuirlo a falta de comunicacin en la familia, incomprensin
de las necesidades de los jvenes, renuncia de los padres a su autoridad e irresponsabilidades
diversas en las funciones esperadas, sobre todo en cuanto a la formacin moral, de la cual, en
ltima instancia, los padres, y sobre todo las madres solteras carecen, por lo que se proponen
diversas formas de tutela.
En otro nivel, la guerra de la dcada pasada, que tambin es mencionada como causa de la
violencia a partir de la promocin del militarismo y del irrespeto a la vida, cuya responsabilidad
recae en los sandinistas.
El sandinismo habra promovido el irrespeto a las fuentes tradicionales de autoridad, en este
caso, a la preeminencia del hombre en el hogar y a la jerarqua de la Iglesia Catlica, introduciendo
adems una actitud materialista y anti-espiritual, irrespetuosa de los derechos, incluidos los de la
propiedad privada.
En la concepcin oficial no tiene cabida la pobreza extrema, ya sea como dato o como reflejo de
la falta de solidaridad institucional, ni las promesas incumplidas, ni el descrdito de las
instituciones, ni la corrupcin estatal, ni la ausencia de polticas sociales, ni los efectos de las
polticas abiertas y encubiertas de privatizacin de servicios bsicos, de la salud y de la educacin, y
mucho menos, la excesiva acumulacin de riquezas en manos de unos pocos que profundiza an
ms las desigualdades.
Esta explicacin ideolgica genera una repuesta tambin ideolgica: para terminar con la
violencia es necesario una educacin basada en valores verdaderos como aquellos ms propios de la
tradicin cristiana-catlica, y al mismo tiempo, una reafirmacin de los liderazgos tradicionales
religiosos o los bendecidos por la jerarqua catlica. Por lo que todos los polticos, sin excepcin,
buscan la bendicin del Cardenal Primado de Nicaragua.

FORMAS DE ABORDAJE

Introduccin
El fenmeno de la violencia en Nicaragua, de profundas races sociales, culturales, histricas,
econmicas y polticas plantea un reto de abordaje integral, razn por la que se determin usar en
la presente investigacin un mtodo de trabajo que permitiera profundizar en el fenmeno, sus
causas, implicaciones y consecuencias desde la voz de los mismos protagonistas.
Se determin usar como metodologa de trabajo la investigacin accin. Esto permiti durante
el proceso de recoleccin de la informacin implementar simultneamente un proceso de reflexin
y de intervencin. En la interaccin entre los grupos sociales que participaron en el proceso y el
equipo investigador se fue construyendo el proceso de capacitacin.
Por otro lado, el registro permiti compartirla con otros actores que trabajan con el tema de la
violencia en el rea geogrfica donde se realiz la investigacin y dejar al finalizar el proyecto un
marco conceptual comn de lo que seran las bases de un modelo de atencin a la violencia
intrafamiliar en Nicaragua.
El proceso de investigacin - accin implementado durante dos aos persigui como objetivo
general: Profundizar en el conocimiento de cmo circula el poder y se mantienen y reproducen
estructuras autoritarias a que se promueven relaciones de violencia, a travs niveles:
El nivel de relaciones primarias: La familia
El nivel de relaciones funcionales: Las instituciones
El nivel de las relaciones estructurales: El marco jurdico
Ambito de la investigacin
Para el presente trabajo de investigacin se escogi Managua, la capital del pas, por ser el lugar
donde se manifiesta con ms fuerza el problema de la violencia social e intrafamiliar. Dentro de
Managua se trabaj en el distrito V, ubicado al sur de la Ciudad por tratarse del sector territorial
donde segn registros de la Polica Nacional se registran los mayores ndices de violencia. De
hecho, es en algunos barrios del distrito V donde aparece por primera vez en Managua el fenmeno
de los grupos juveniles organizados denominados pandillas, quienes protagonizan actividades de
violencia entre barrios y ligan sus actividades de consumo de droga y alcohol a acciones delictivas
como robos y asaltos.
Dentro del distrito se trabaj bsicamente en tres barrios. El primero llamado Colonia 10 de
Junio, despus del terremoto de 1972, que aloja maestros, oficinistas y otros trabajadores estatales
de clase media baja. A raz de la guerra de la dcada de los 80, el barrio recibi en sus predios
aledaos poblaciones migrantes que se ubicaron en asentamientos sin infraestructura sanitaria
bsica.
Los pobladores originales son mayoritariamente trabajadores del sector formal, mientras que
los migrantes desempleados desarrollan estrategias de sobrevivencia dentro del sector informal.
Los nuevos pobladores son vistos con recelo por los antiguos, ya que bajaron de nivel el barrio
segn sus propias palabras y esto ha hecho incluso que manden a sus hijos a escuelas privadas para
evitar que se relacionen con los nios de los asentamientos
El barrio est ubicado al Este de uno de los mercados ms grande de Managua, denominado
Roberto Huembes, que concentra algunas terminales de buses y servicios como bomberos, puesto
de salud, biblioteca y guardera infantil.
Al sur del mercado Huembes y frente al Hospital Manolo Morales, un hospital de referencia
nacional, se ubican los otros dos barrios donde se trabaj. Estos barrios denominados Walter Ferreti
y Adolfo Reyes, nacieron aledaos a unos barrios ms antiguos denominados reparto.
Schick, tambin producto de las migraciones de la dcada de los 80 cuya poblacin est
constituida por ex militares o civiles mayoritariamente desempleados, que sobreviven de trabajos
informales ligados al comercio o a los servicios domsticos.

Grupos sociales incluidos en la investigacin


1) En la Escuela de la Colonia 10 de junio participaron: Los nios y nias de quinto y sexto grado;
Los maestros y maestras; Los padres y madres de familia
2) En la Comisara de la Mujer y la Niez del distrito V participaron: La polica. El personal
de la comisara. El personal de las otras instituciones que trabajan con violencia en el distrito. Los
promotores y promotoras. Los casos individuales, familiares y de pareja referidos por la comisara.
3) Con los grupos juveniles denominados Pandillas en los Barrios Walter Ferreti y Adolfo
Reyes.
A partir del trabajo con la polica se decide incorporar como poblacin objetivo a estos grupos
juveniles y adems se trabaja con sus familias y con la Asociacin de padres y madres de familia de
hijos pandilleros.

Ejes de trabajo e intervencin


Dentro del marco de la investigacin-accin se han distinguido tres ejes de trabajo: la investigacin,
la capacitacin y la intervencin. Esta situacin se impone analticamente puesto que, en rigor, estos
muchas veces se dieron en conjunto o de forma paralela, establecindose una complementariedad
entre las partes. Pero, dicha relacin no es solamente temporal, ya que se requirieron mutuamente
como material de anlisis y de trabajo.
Es as que la intervencin cruza los ejes de investigacin y capacitacin posibilitando la
insercin en la poblacin y la recogida de informacin, mientras que la investigacin se convierte en
un proceso de sistematizacin de la experiencia de intervencin y capacitacin. Por su parte, la
capacitacin se sita en una reflexin in situ de las prcticas, elaborando y reelaborando pautas de
accin, con lo cual se fueron estructurando intervenciones, devoluciones y guas de anlisis.
En cada uno de estos tres momentos se procur la incorporacin de los tres niveles de anlisis
de la presente investigacin-accin: el nivel familiar, el nivel institucional, el nivel estructural; los
cuales se desarrollan con diferente nfasis en los tres ejes de trabajo.

I) La Investigacin
El trabajo de investigacin se realiz para alcanzar el objetivo general de: profundizar en el
conocimiento de la mantencin y reproduccin de modelos de relaciones violentas a lo interno de:
- La Familia. El mbito de la familia, entendido como el espacio de las relaciones primarias,
constituy un primer nivel tanto de anlisis como para la intervencin.
En este primer nivel de anlisis e intervencin se propuso como objetivo especfico la
profundizacin en el conocimiento de las familias como grupos, estructura jerrquica, las premisas
y mandatos, los modelos de crianza genricos, visiones del mundo, relacin con el contexto,
historia, afectos. Para lograr el nivel de profundizacin propuesto se tomaron como pautas
referenciales los discursos sobre la violencia en los diferentes miembros de las familias y se puso
especial nfasis en conocer desde los nios y las nias y los y las jvenes los elementos del discurso
sobre la violencia en su familia.
En el trabajo con las familias se utiliz como marco conceptual general el enfoque sistmico y
el enfoque de gnero, utilizando tcnicas de recoleccin de informacin como historias de vida en
profundidad, talleres vivenciales de reflexin y grupos focales.
- Las instituciones. El mbito de las relaciones funcionales se trabaj desde las instituciones
vinculadas al tema de la violencia en sus expresiones territoriales, del distrito V de la ciudad de
Managua. Se persigui con este segundo nivel de anlisis alcanzar el objetivo especfico de
profundizar en el conocimiento de la interaccin de los grupos sociales que estaban participando en
la investigacin con las instituciones educativas, de salud, policiales, jurdicas, etc.
Dentro de la lgica de la investigacin-accin se prioriz la coordinacin con instituciones
claves vinculadas al tema en estudio. En un primer momento, fue con la escuela y mediante la
interaccin con el sistema escolar se fue logrando el acercamiento al sistema de salud, para llegar
posteriormente hasta la Comisara de la Mujer,1 instancia rectoreada por el Instituto Nicaragense
de la Mujer (INIM), que atiende en coordinacin con la Polica Nacional, todas las denuncias de
violencia intrafamiliar reportadas en cada territorio.
El nfasis del trabajo al interior de esta coordinadora fue realizar un proceso de devolucin de
los hallazgos del proceso de investigacin, compartirlos, enriquecerlos y mediante la realizacin de
talleres de reflexin sentar las bases de lo que se denomina la construccin de un marco conceptual
comn, que permitiera entender el fenmeno desde las diferentes disciplinas, formaciones y
experiencias.
Para alcanzar el objetivo en este nivel de intervencin se realizaron diferentes acciones, que
partieron de la visita a cada una de ellas para sostener entrevistas con su personal, sesiones de
observacin de la dinmica cotidiana de trabajo y formas de atencin casustica, en el caso de la
comisara, talleres vivenciales para reconocer la violencia tanto recibida como infringida en el caso
de los y las maestras, talleres de capacitacin con el personal de la comisara, con la polica, con las
y los promotoras sociales territoriales de ambas instituciones
- El contexto socio-poltico. El tercer nivel de anlisis fue el de las relaciones sociales
estructurales. En este nivel se profundiz en el conocimiento del nivel de participacin de distintos
grupos sociales en el contexto socio poltico del pas y se analiz el marco jurdico de Nicaragua en
relacin a los derechos ciudadanos y a aspectos especficos de violencia.
Metodolgicamente, este tercer nivel de anlisis tuvo dos fuentes de informacin: el anlisis
bibliogrfico y la recopilacin de informacin en los grupos que participaron en los diferentes
momentos del proceso de investigacin-accin.
A lo largo del proceso se utilizaron tcnicas tales como: visitas domiciliarias para realizar las
historias de vida, talleres de reflexin y capacitacin con metodologas de educacin popular,
talleres vivenciales, grupos focales, visitas, coordinaciones, encuentros y capacitaciones con otras
instituciones.

II) La Capacitacin
Este eje de trabajo constituy el resultado de un proceso. No se trat de la aplicacin de una
concepcin tradicional de la capacitacin, sino que ms bien de un trabajo de reflexin conjunta que
fue surgiendo en la medida que se compartan los hallazgos con los otros actores sociales.
Inicialmente se tena claro que el proceso de investigacin- accin que se estaba
implementando tena como eje transversal, el facilitar la capacitacin del personal que ha venido
trabajando en el tema. Para conocer las verdaderas necesidades, se ejecutaron procesos de
autodiagnstico de las demandas de capacitacin.
Un aspecto de este eje fue la capacitacin recibida por el propio equipo ejecutor. Se cont con
la capacitacin directa del Instituto Latinoamericano de Estudios de la Familia (ILEF) de Mxico,
quienes ofrecieron cuatro perodos de capacitacin en Mxico de aproximadamente un mes cada
uno, adems de dos encuentros de asesora y capacitacin en terreno en Managua y otro en El
Salvador. Adems, se llevaron a efecto otras sesiones de asesora en el marco de las evaluaciones
regulares del proyecto total en Mxico y en Chile.
Otro aspecto estuvo constituido por los promotores sociales. Se trata de pobladores de las
comunidades, ex-usuarios de los servicios de atencin a la violencia, brindados por la comisara, la
polica y otras instituciones, que trabajan de manera voluntaria en diferentes actividades de tipo
informativa, de orientacin y apoyo en casos de violencia. Los padres y las madres de familia de los
nios y jvenes que participaron en el proyecto tambin constituyeron un grupo de trabajo en el eje
de capacitacin.

III) La intervencin clnica y comunitaria


El eje de trabajo denominado para efectos metodolgicos, intervencin clnica y comunitaria,
realmente cruz los otros dos ejes. La concepcin metodolgica de investigacin-accin que se
aplic plante un proceso de intervencin permanente, paralelo al proceso de recoleccin de la
informacin. Por esa razn las tcnicas de trabajo fueron mayoritariamente grupales, se usaron
metodologas de trabajo vivenciales y de educacin popular que conciben los procesos de
apropiacin de conocimientos sobre su situacin y las formas de transformarlas a partir de una
reflexin crtica de su realidad. En este caso el rol del investigador fue de facilitador.
Estos procesos de anlisis, reflexin crtica, autorreconocimiento de vivencias en las que se fue
objeto o sujeto de violencia, reconocimiento de valores, pautas, estereotipos, mitos, prejuicios y la
posibilidad de darles una lectura diferente, constituyeron por si mismos procesos grupales
teraputicos, as como el descubrimiento de potencialidades para modificar esta realidad.
Los procesos de sensibilizacin fueron tambin espacios de intervencin clnica, familiar y
comunitaria, que desde una perspectiva comunitaria, buscaron trascender la concepcin privada de
los problemas y sus soluciones, abrindose a la construccin de redes familiares y sociales de
apoyo, destruidos o debilitados por la guerra y los desarraigos sufridos por amplios sectores de las
poblaciones con las que trabajamos.
Adems se trabaj en atenciones casusticas a situaciones de violencia extrema que fueron
referidos por las otras instituciones, tanto a nivel individual, como de pareja y de familias. Los
resultados de estas intervenciones clnicas tambin enriquecieron el proceso de investigacin -
accin.
El registro de la experiencia en su conjunto permiti adems esbozar lo que sera un modelo
de trabajo de carcter preventivo a nivel comunitario del problema de la violencia intrafamiliar.

Momentos del proceso de investigacin-accin


Como ya se indic el primer nivel de anlisis de esta investigacin-accin -la familia-, se realiz en
base al trabajo con la escuela, con los nios y con sus familias, con los pandilleros y sus familias, con
lo que se pudo extraer los elementos relativos a las relaciones primarias y a la mantencin y
reproduccin de estructuras autoritarias al interior de la familia, capaces de generar modelos de
relaciones violentas.
Los elementos extrados de este primer nivel de anlisis permitieron el acercamiento al
segundo nivel -el institucional-, para compartir los hallazgos preliminares y generar una dinmica
de interaccin que permiti desarrollar tanto el eje de capacitacin como el de intervencin clnica y
comunitaria.
El proceso de interaccin en la capacitacin y reflexin conjunta con el nivel institucional
permiti trabajar en la construccin del marco conceptual comn que sienta las bases para un
modelo de atencin de la violencia intrafamiliar.

ANLISIS Y CONCLUSIONES
Yo era un chavalo vago. Nos pegaban, regaaban, y aunque los castigos eran fuertes no tenan esa connotacin que
tiene ahora de violencia. Es curioso, como una contradiccin ahora hay menos castigo corporal en la familia, pero
puede haber ms violencia, que no se refleja necesariamente con un golpe entonces un poco la educacin formal y
de la casa entraba con el chilillo y la faja, o la levantada de la patilla y la guiada de oreja. En fin somos personas
sanas pero muy lperos2, muy bandidos, pcaros, fantasiosos3

Las familias
Tipificacin de la familia
De manera general, las familias se pueden tipificar de la siguiente forma:
1. Nuclear, en las que el padre es el nico proveedor, trabajando en una institucin pblica o
privada, con un salario estable aunque insuficiente, con una formacin tcnica o universitaria y una
edad media de 40 aos. Las madres generalmente con escuela primaria completa, se desempean
en el trabajo domstico y son responsables de la crianza de los hijos. Esta responsabilidad es
claramente explicitada y delegada por el padre, lo cual le confiere autoridad para pedir cuentas a la
mujer. Si ella no trabaja y slo est en la casa y no hace nada, tiene que ocuparse de los hijos.
En estos casos, el padre adems de ser el representante social, es el que entre otras cosas, va a
las reuniones de la escuela. Durante el proceso de investigacin un 10% de padres asisti
regularmente, mostrndose muy preocupados por el rendimiento escolar de los hijos. Debido a que
no es usual encontrar en Nicaragua padres en ese tipo de actividades, al indagar sobre sus
motivaciones, responden: as los hijos saben a quien tienen que responder, uno debe dar el ejemplo
mi mujer no sabe que hacer en estas reuniones, as no me cuentan cuentos ni los chavalos ni la mujer .
Sin descalificar la preocupacin genuina de los padres, sus aseveraciones dejan entrever una
intencin de reafirmarse en los espacios de poder familiar por un lado y por otro restar
competencias y espacios a la mujer reafirmndola en un rol estrictamente domstico.
En la recoleccin de las historias familiares en los domicilios de este tipo de familias, en todos
los casos el informante fue el padre, quien no permita que otros miembros aportaran, a menos que
se tratara de afirmaciones que confirmaban su narrativa. Uno de los investigadores report su
impresin de que las mujeres eran como una sombra.
Una caracterstica general en este grupo son sus condiciones socio econmicas menos
desfavorecidas, lo que se refleja en las condiciones generales de la vivienda, y tambin en la
diferenciacin del espacio: cocina, comedor, sala con muebles especficos y habitaciones para
padres, hijos e hijas, fotografas de la familias, presencia de algunos electrodomsticos, cuadros y
adornos de bisutera.
Los padres suean un proyecto de vida para los hijos que les permita algn tipo de movilidad
social para que no reproduzcan sus condiciones. Esto hace que haya mucha ansiedad respecto a los
resultados escolares y mucho maltrato derivado de los bajos rendimientos.
Asimismo, todo lo relativo al establecimiento de relaciones de noviazgo de hijos e hijas es
objeto de mucho control por temor a embarazos o matrimonios precoces que dificultaran el
cumplimiento de las expectativas.
2. Familia nuclear en la que ambos padres trabajan en el comercio informal o en trabajos no
calificados. Los hijos quedan al cuidado de la abuela o de la hermana mayor a quienes se les delega
el poder. Una caracterstica observada es que los horarios de los padres no coinciden, por ejemplo,
madres que trabajan de noche en restaurantes, o padres como celadores o por lo cual la pareja tiene
muy pocos espacios propios. En general tienen poco tiempo para ocuparse directamente de los hijos
y adems carecen de redes familiares de apoyo para la crianza, por tratarse mayoritariamente de
migrantes de primera generacin.
Cuando los padres estn fuera de la casa, manifiestan que estn constantemente pensando en
los hijos, en qu estarn haciendo o qu les estar pasando, razn por la cual rigidizan las normas
en la casa y establecen muchas medidas de control, llegando al caso extremo de dejarlos encerrados
bajo llaves y organizar las viviendas con las mximas medidas de proteccin fsica a su alcance, lo
que incluye en algunas casos cercas de plantas con espinas.
3. Familia monoparental jefeadas por una mujer, trabajadora del sector informal o en trabajos
no calificados. Estas mujeres en su mayora son de origen campesino, incorporadas al trabajo del
campo desde los 5 7 aos y enviadas por su familia como empleadas domsticas o hijas de casa
antes de la pubertad, a la capital. Todas tienen historias de maltrato familiar, acoso, abuso sexual y
explotacin por hombres de sus familias y las familias donde trabajaron.
Expresan resentimiento con las madres porque las arrancaron de su entorno familiar y las
enviaron al mundo sin ninguna proteccin, lo que motiv que no desearan retornar a su familia de
origen. Para salir de la situacin de explotacin buscaron tempranamente establecer su propia
familia. La alternativa fue buscar un hombre que las protegiera. Me fui con el primero que me
propuso es una frase comn en sus historias. Normalmente esto ocurri a los 14 o 15 aos y las
determin para una maternidad precoz, el abandono temprano del hombre y la sucesiva bsqueda
de otras relaciones que tampoco lograron estabilizarse.
Se trata de mujeres en edades promedio entre 30 y 40 aos con tres o cuatro hijos, que
producto de las campaas de planificacin familiar lograron reducir el nmero de embarazos.
4. Familia nuclear jefeadas por mujeres. En estas familias la historia de las madres es muy
similar a la anterior, la diferencia es que en este caso han permanecido con la misma pareja con
quien procrearon un mayor nmero de hijos y ejercen claramente la jefatura familiar, aunque el
padre viva en la casa porque en casi todos los casos el hombre no trabaja y consume droga o
alcohol.
Se encontr como situacin frecuente la permanencia de los hijos en la vivienda de los padres,
con pareja formada, a partir de los 16 o 17 aos, conformndose ya como familia extensa. Las
nuevas parejas viven en precarias habitaciones construidas con materiales de deshecho en los patios
de las casas paternas. En este ltimo tipo de familia es donde encontramos mayor incidencia de
integracin de los jvenes a los grupos denominados pandillas.
A modo de sntesis podemos decir que los ltimos tres tipos de familias: comparten
caractersticas similares respecto a su condicin social. En cuanto a las viviendas, stas son de
condiciones muy precarias, con escaso o casi nulo mobiliario y electrodomsticos, sin espacios
diferenciados, generalmente cuentan con un dormitorio comn, sin adornos ni fotos familiares.
En estos tres tipos de familias tambin existen sueos de que los hijos pudieran tener mejores
condiciones de vida que los padres, razn por la que migraron. Los proyectos de vida para stos ni
siquiera llegan a formularse, debido a las condiciones de miseria. Su discurso en este sentido es de
frustracin y desesperanza: los pobres no contamos a nosotros nadie nos ayuda estamos
abandonados.
Utilizando la clasificacin de pobreza usada en Nicaragua por el Ministerio de Accin Social,
en base a necesidades bsicas insatisfechas, encontramos que las familias nucleares con padre
proveedor podran caber en la clasificacin de pobreza crtica y las otras tres, en pobreza extrema,
siendo las familias de los pandilleros las que presentan adems de la pobreza, mayor nmero de
indicadores de marginacin social, referidas a la desercin del sistema escolar, no participacin en
organizaciones comunitarias ni religiosas y conflictos con la polica y la justicia.
Todas son propietarias del lugar donde viven, el terreno les fue otorgado por el gobierno
sandinista y ellos construyeron sus viviendas con ripio y material de deshecho, cuentan con
servicios bsicos de agua y luz, no siempre legal, carecen de alcantarillado sanitario y tienen
deficientes servicios de salud y educacin.
En cuanto a la participacin en actividades comunitarias, encontramos que en las familias con
padre proveedor, es ste el que asiste sobre todo a las actividades de la escuela, en las otras es
siempre la madre o la hija delegada, a excepcin de las familias de los pandilleros donde
generalmente no se involucr ningn adulto.
Las familias descritas, en relacin a las posibilidades de movilidad social, se reparten entre dos
polos que hemos denominado: familias de sobrevivencia que corresponden a las tres ltimas
descripciones, y familias con expectativas de movilidad que corresponden al primer grupo.

Lo protejo para que no se pierda


Otro aspecto destacado es que un tema generalizado de preocupacin se refiere a los incontables
hechos de violencia que suceden en los barrios, ya sea realizados por pandilleros, delincuentes
comunes o la intervencin de la polica, la que es sentida y vivida como violencia inmotivada. ste
es el primer tema de conversacin en las reuniones comunitarias, y se centra en los peligros que
viven los hijos e hijas, nios y jvenes, generalmente a partir de que ingresan a la escuela.
Los jvenes: hombres y mujeres, hasta antes de la pubertad, manifiestan una cierta sumisin,
pero posteriormente intensifican los conflictos con los padres. Los cortes de pelo, adornos,
vestimentas, constituyen otro motivo de angustia para los padres, en la medida en que son
entendidos como el inicio de una actividad delictiva, de la precoz participacin en una pandilla o
de la promiscuidad sexual para las muchachas.
La pandilla del barrio vecino, (si es que el propio an no tiene), comienza a funcionar, en la
fantasa de los padres, como el posible destino para los hijos varones. El Ministerio de Educacin ha
hecho una campaa en la que llegan psiclogos a explicar que cualquier nio que use determinado
atuendo, como aretes, pelo largo o cortes de pelo, est en peligro de hacerse pandillero o
drogadicto, en cuyo caso la escuela extrema la persecucin sobre ellos y las familias refuerzan sus
temores. A pesar de lo anterior, en los nios desde los siete u ocho aos, se manifiesta una
admiracin por la pandilla de su barrio, de sus acciones y de su estilo de vida.
Se pone nfasis en el temor y la consiguiente proteccin hacia los varones y las muchachas.
Pero el riesgo de un embarazo o de la violencia fsica o sexual hacia ellas no es visto con la misma
preocupacin tanto en la casa como en la escuela.
Los padres, extreman las medidas de proteccin, restringiendo las salidas fuera de casa y
exacerbando los castigos para evitar que el hijo se haga vago o que las hijas se expongan a violencia
sexual y o inicien relaciones sexuales precoces. Las actividades de esparcimiento y diversin que los
jvenes van necesitando son fuente permanente de conflicto y hasta violencia entre padres e hijos.
La intencin es salvaguardar la integridad fsica y moral de los hijos e hijas y las posibilidades
de xito y realizacin personal, para que logren estudiar y ser algo en la vida. Sin embargo, esta
preocupacin se manifiesta en represin y controles y no es explicitada como proteccin, por falta
de recursos comunicativos, tiempo y espacio para hacerlo.
El tipo de comunicacin apunta ms bien al control y a la culpabilizacin, y tiene que ver con
frases tales como: me vas a matar yo me quiebro el lomo trabajando y no se preocupan por m.
Para los hijos de estas familias, las medidas, actitudes y exigencias de los padres son excesivas
e irrespetuosas de sus derechos. Me castigan por gusto, porque tienen problemas con otros y se las
desquitan conmigo. El Roco slo sabe mandar y hablar a gritos, por eso tiene amocepada4 a mi mam.

As me criaron a m ...
Duele, hace dao, tiene algn efecto esta forma de proceder? A m as me criaron, no me pas nada y
por eso estoy aqu y no me perd. No me perd, es decir no me hice alcohlico, drogadicto o criminal,
esto en cuanto a los hombres. As me trataron a m tambin, expresaron las mujeres. Me ensearon
a hacer oficios desde chiquita, todava no alcanzaba el lavadero y me suban en un banquito para que pudiera
lavar, gracias a eso ahora soy hacendosa y no soy vaga y por eso no termin en la calle . Hombres y mujeres
competan para contar con regocijo, orgullo y agradecimiento, detalles sobre las diferentes
circunstancias y tipo de castigo, algunos verdaderas torturas, como quemarles los pies con brazas,
arrodillarlos sobre arena, amarrarlos, suprimir comidas y bebidas, golpes con todo tipo de objetos.
Todo aceptado con normalidad y hasta con expresiones jubilatorias siempre que el educador se
tratara de un adulto con quien se tenan vnculos consanguneos, no as en el caso de los padrastros
y las madrastras a los que se recuerda con resentimiento. Un da dije cuando tena 13 aos y ya me
poda valer por m misma: este hombre que no es mi pap no me pone ms las manos encima y me fui de la
casa para siempre, con un hombre mayor que me ofreci proteccin.
Los hombres tienden a producir narrativas heroicas sobre si mismos. El hilo conductor de esta
narrativa es el hombre que se hizo solo a pesar de las dificultades, venciendo los condicionantes de
la pobreza, de la discriminacin y las adversidades del contexto, como tambin de la falta de
proyecto familiar por lo que tuvieron que formulrselo solos, no se los propuso nadie. Tienen la
idea que todo se lo deben a ellos mismos, pero a veces tambin al apoyo y estmulo de las madres,
el cual es contrastado con la ausencia de padre en su vida, tanto por presencia real como por la falta
de estmulo y apoyo en caso de que estn presentes.
Por otra parte las mujeres producen una narrativa que tiene como hilo conductor la
autosuficiencia y la capacidad de ganarse la vida desde edades muy tempranas en trabajos
domsticos y posteriormente en cualquier tipo de estrategia de sobrevivencia. sto contrasta con la
poca suerte con los hombres, referida a la dificultad de conservar relaciones de pareja estables. La
poca suerte es referida a las caractersticas masculinas de promiscuidad e irresponsabilidad, as como
a sus dificultades de apego y alcoholismo. Si las mujeres encontraron algn apoyo, en la mayora de
los casos no provino de su familia y se hicieron autnomas ms tempranamente que los hombres. .
Ninguno de ellos comparte estas narrativas con los hijos, por lo que stos tienen
desconocimiento de la trayectoria vital de los padres, de tal manera que no pueden relacionar la
conducta de los padres con las experiencias vitales de los mismos. La ausencia de relaciones con las
familias de origen, debido a migraciones y rupturas, tampoco les permite experimentar una
continuidad generacional. En ese sentido, se puede hablar de una ruptura de las historias familiares
y de los linajes lo que hace que las relaciones transgeneracionales sean inexistentes: parecera como
si cada una de estas familias iniciara la historia por primera vez.

Las mujeres son dbiles y los hombres duros


Existen concepciones bien diferenciadas en cuanto a las caractersticas de las mujeres y de los
hombres y hay consenso en que las mujeres son dbiles y los hombres duros. A pesar de esta
diferenciacin, las conductas afectuosas y tiernas hacia hijos e hijas disminuyen cualitativa y
cuantitativamente a partir de los tres aos, cuando entran a formar parte de los bloques
diferenciados de hombres y mujeres.
El grupo de los hijos hombres y de las hijas mujeres es visto por los padres como dos bloques
bien diferenciados, llegando a constituir dos mundos sin interaccin entre s. A partir de los tres
aos y coincidiendo con la adquisicin del lenguaje y del control de esfnteres, existe un cambio en
las conductas afectivas hacia los hijos, sean hombres o mujeres. El afecto expresado disminuye y se
les exige conductas de adultos, se presupone incluso que tienen toda la capacidad de comprensin
a las normas y restricciones, y se les castiga cuando no obedecen, son malcriados o porque se
portan mal en relacin a las expectativas de los adultos.
Un elemento fundamental en la constitucin de estos bloques, es que tempranamente a las
nias se les asignan tareas domsticas con el objetivo de hacerlas mujer y se espera que, a los 8
aos, tengan las competencias mnimas necesarias para realizar todos los trabajos domsticos de la
casa y si es posible antes de los 12, sepan todo lo necesario para el cuidado y crianza de los nios.
De hecho, asumen con mucha frecuencia la responsabilidad sobre las tareas domsticas y el
cuidado de los hermanos menores. En muchos casos, asisten a las reuniones de la escuela en
representacin de la madre.
Cuando estas nias estn completando la escuela primaria, todo el resto de su tiempo lo
ocupan auxiliando a las hermanas menores cuando las hay, por lo cual las actividades recreativas
les estn vedadas. Se les repite constantemente el mandato de tens que ser mujer, lo que parecera
incidir en la temprana iniciacin de la vida sexual y los embarazos prematuros, que la pone en una
especie de paridad con la madre. Tener una vida sexual funciona como la realizacin del mandato
prescrito a lo largo de muchos aos.
Las hermanas mayores quedan asumiendo toda la autoridad, la que es ejercida con los mismos
patrones parentales, que incluyen todo tipo de castigos fsicos, privacin de movimientos,
diversiones y alimentos.
Por el contrario, los hijos varones que no tienen asignacin especficas de tareas o son ms
reducidas, tienen su tiempo ms vaco de responsabilidades y tienen mayor tiempo para el juego y
la exploracin de los espacios de la calle, donde rpidamente se integran en grupos de pares que
tienen un rol importante en su socializacin. Por otro lado, se repiten los castigos a los hijos
varones:
Arbol que nace torcido nunca su tronco endereza es un proverbio popular constantemente
repetido como gua y justificacin de los mismos.
La dureza de estos nios est ligada a la posibilidad de permanecer ms tiempo con sus grupos
de pares en la calle con el riesgo de crearse problemas, desafiando la autoridad de la abuela, la
madre o la hermana. La reaccin del nio frente a los castigos es no demostrar sufrimiento; no
lloran, ni se quejan, de lo que alardean tambin con sus amigos, obteniendo confirmacin en la
adquisicin de la dureza.
Cuando llegan a la adolescencia se les reconocen derechos de Hombre: mayores libertades,
permiso para consumir alcohol y cigarrillos, se les incita a las relaciones sexuales precoces para dar
la prueba de su masculinidad [si embarazan a la novia, la prueba es ms satisfactoria] y se les da
poder sobre las hermanas. Las hermanas ya no los cuidan, ahora les sirven. Y por diversas vas
maltratan a la madre y hermanas, pero este maltrato en particular no es reconocido. Cuando se
hacen cargo de una mujer, el maltrato fsico es la regla.
Es decir que las estrategias para la construccin de la feminidad o de un determinado tipo de
mujer se encuentran mejor definidas: inicio a temprana edad, basadas en tareas alrededor del
espacio domstico y el cuidado de los otros y la incitacin constante a hacerse mujer. En relacin a
los hombres y desde la premisa de su dureza, las estrategias son mas difusas y a ms largo plazo,
prolongndose hasta la adolescencia tarda, introducindose, adems juegos de desafos a las
autoridades parentales que les hacen sufrir violencia, al mismo tiempo que se endurecen. Por otra
parte, la importancia del grupo de pares desde la infancia, como factor de socializacin y
construccin de masculinidades puede apuntar a la insuficiencia o ausencia del padre.

Yo los par, yo los mantengo y me deben obedecer


La temprana diferenciacin de los hijos en bloques de mujeres y de hombres, permite que el
ejercicio del poder parental y maternal tenga cauces en principio bien definidos: uno dirigido a las
mujeres y otro dirigido a los hombres. En el modelo de crianza de nuestras familias, la madre es la
que asume la responsabilidad por delegacin del padre o por su ausencia.
En las familias donde el padre est presente y provee, la madre tiene que rendir cuentas, e
igualmente, si es la madre la que trabaja, la abuela o hija mayor delegada debe pormenorizar a su
regreso, los hechos acontecidos y las transgresiones a las normas impuestas. Las normas en general
son formuladas en trminos de lo que no se debe hacer y no son motivadas ni argumentadas, no
admiten discusin; su cuestionamiento puede producir golpes en la boca para castigar la altanera.
La autoridad derivada del proveedor es pensada en trminos absolutos; yo los mantengo, yo los
par, y si quiero los mato, a m me cuestan, y justifica cualquier decisin, norma y accin de los padres,
poseedores de los nicos criterios de verdad y justicia. Esta concepcin autoriza a las madres a
apalear a los hijos varones, a veces mayores de 30 aos, si an viven bajo el mismo techo, cuando
estiman que se han portado mal.
El ejercicio del poder se nos muestra entonces como profundamente autoritario, y su
delegacin es ejercida de igual manera. Cuando el primer hijo varn llega a la pubertad, es de
alguna manera investido de autoridad, la que es ejercida de la misma manera que lo hizo en el
pasado el padre ausente: proteccin de la casa, presencia masculina tradicional en la casa.

Si no hubiera pobreza la violencia no existira


Tuvimos la oportunidad de realizar varios grupos focales en los barrios con el objetivo de conocer
las concepciones de los ciudadanos sobre la violencia.
En primer trmino observamos un discurso general que liga la violencia a la pobreza, a la falta
de oportunidades, a las secuelas de guerra, etc.. Dentro de este discurso aparece claramente la
forma de tipificar la violencia de los jvenes, la cual es atribuida a la falta de escuela, trabajo y
oportunidades.
Como situaciones ejemplificadoras de lo anterior se destaca: el desempleo produce agobio en la
autoimagen de los hombres por no poder responder a las exigencias de la familia y la exasperacin
ante las exigencias de la mujer. La alternativa es: volverse delincuente, alcoholizarse o suicidarse,
situaciones en las que veladamente se culpabiliza a la mujer por el acoso o la presin econmica
que ejercieron sobre sus maridos, llegndose a hablar de maltrato de las mujeres hacia los hombres.
En cuanto a la guerra, se presupone un dao psquico que no ha sido tratado ni superado, y se
expresan en el aumento del alcohol y de la droga.
Otro aspecto general observado fue que en los discursos comunitarios cuando se habla del
problema de la violencia, se omite el tema de la violencia contra la mujer. Nunca es mencionado
espontneamente y cuando surge conlleva con una connotacin de vergenza. En general, no se
aborda desde la perspectiva del maltrato hacia la mujer sino que de las circunstancias que hacen
que el hombre maltrate, en primer lugar se seala el desempleo, en menor escala la guerra, el
alcohol y las drogas.
En la bsqueda de las responsabilidades se indica como primer responsable al Estado por la
violencia debido a las medidas econmicas, la desatencin a las polticas sociales y la corrupcin. El
contacto ms frecuente de los habitantes de este barrio con una instancia del Estado, es con la
polica. Esta, siguiendo las polticas de seguridad ciudadana, son policas sin armas asignados a los
barrios en labores de prevencin. Por otra parte, estos mismos policas junto con unidades ms
especializadas participan en operativos nocturnos particularmente violentos, con allanamientos
ilegales de las moradas para la bsqueda de muchachos de las pandillas, sospechosos de algn
delito, quedando percibidos por los ciudadanos como una instancia represiva, generadora de
injusticias y de violencia, que es en definitiva, imagen que se generaliza hacen sobre el Estado total.
Se produce as un sobredimensionamiento de la violencia social, que invisibiliza o hace
aparecer como normal y hasta justificada la violencia domstica.

Grupos juveniles organizados en pandillas


Todas las personas y los grupos contactados reaccionaban a la palabra violencia ligndola a
pandilleros. Se decidi conocer, entonces, la situacin en profundidad de este grupo, caracterizado
durante el proceso investigativo como el ms marginado, en trminos de exclusin y de
estigmatizacin social.
Se sealaba anteriormente que las familias de los jvenes involucrados en grupos juveniles
llamadas pandillas, corresponden al tipo de familia nuclear en donde la madre es la proveedora
nica y asume el rol ejecutivo, vale decir, la jefatura. El cnyuge, padre o padrastro, si bien
presente, desde hace mucho tiempo est desempleado y generalmente es alcohlico
consuetudinario y adicto a alguna droga. Es este estado el que hace que en el discurso de la mujer,
de los hijos y de la comunidad, se hable de alguien que ya no sirve, ni como proveedor, ni como
modelo para los hijos, ni como compaero sexual de la mujer, y se le mira con lstima y rabia,
tratndosele como un objeto despreciado.
En la historia de estas familias, este hombre actualmente inservible, ejerci la violencia de todo
tipo hacia la mujer y los hijos, incluida la violencia sexual con las hijas. Sin embargo perdi su
combatividad y es como una sombra sin voz y sin ningn poder parental ni conyugal, dependiendo
de su mujer para la satisfaccin de las necesidades bsicas. Ellas, trabajadoras de los mercados,
ejercen todo el poder sobre la familia, como nicas proveedoras, y si permiten la permanencia del
cnyuge en las condiciones antes sealadas es porque es el padre de mis hijos, antes me ayud, no
quiero andar de hombre en hombre o pobrecito, ha sufrido mucho. Esto ltimo en alusin a una vida de
niez y adolescencia signada por abandonos paternos y desamor, y en su vida adulta, de falta de
oportunidades y explotacin.
Los pandilleros rara vez trabajan y si lo hacen es por cortos perodos; vestuario, alimentacin y
algn dinero para diversin es costeado por las madres. Durante las maanas permanecen en la
casa, cuidndola.
Inician su vida en las pandillas entre los doce y los catorce aos y han completado la escuela
primaria e iniciado la secundaria, desertando en el momento en que deciden, segn sus palabras:
hacerse vagos, para gozar de la aventura, de la libertad y de la compaa de los otros que ya estn en la
vagancia. Generalmente en este mismo perodo han iniciado el consumo de drogas, pegamento,
marihuana, cocana y crack que se encuentra libremente disponible en el barrio y a bajo precio.
La vestimenta cotidiana consiste en un pantaln o short amarrado muy bajo, casi en el pubis,
con torso y brazos desnudos; camisetas muy escotadas y desmangadas que les permiten exhibir una
gran variedad de tatuajes. Estos son diversos: de declaraciones de amor a la madre a figuras y
smbolos satnicos, de los que no se conoce la significacin pero que contribuyen a crear la imagen
de desalmados sin miedo, en este caso, de los poderes sobrenaturales; nos parece que tambin
manifiestan un desafo a la religin familiar. Obtener al interior de la pandilla y en el barrio la fama
de duros, valientes, arrojados, desalmados es una meta para estos jvenes, y sta sustenta su
autoestima al interior del grupo y del barrio y es al mismo tiempo una imagen disuasiva para los
supuestos enemigos, que a su vez estn actuando con las mismas metas y motivaciones. Se
establece entonces, un juego en espejo y los encuentros son batallas entre individuos con idnticas
caractersticas.
Se ha generado entre estos jvenes y sus madres una relacin en la que la madre resuelve
todos los problemas, desde la sobrevivencia hasta la proteccin del sistema jurdico policial y ellos
asumen una actitud totalmente pasiva que los hace percibir como normal el permanecer en sus
casas sin involucrarse en ninguna tarea domstica -no hay fuentes de trabajo para m, no hay
oportunidades-, ni siquiera las relativas a los pequeos negocios de sobrevivencia como produccin
y venta de comidas y refrescos en que trabajan sus madres y hermanas. Tanto en esta actitud como
en el consumo de drogas asumen conductas similares a los padres, no as en la pasividad la cual se
contrapone con la conducta paterna al involucrarse en las pandillas.
El robo de mochilas, zapatos tenis y pantalones de marca est institucionalizado y el vestir y
calzarse bien, a la moda rapera, sobre todo para las fiestas del fin de semana, constituye una
motivacin esencial para estos jvenes. Las fiestas de viernes y sbados son momentos en los que se
muestran a las muchachas y pueden demostrar sus capacidades para bailar, su valor y su fiereza, y
son tambin espacios para el confrontamiento con otras pandillas.
Generalmente los pleitos entre pandillas comienzan justificados por la defensa del territorio
incluyendo la proteccin de las mujeres. La confrontacin puede resolverse en una batalla frontal
donde pueden resultar muertos y heridos; tambin con acciones de venganza como irse a los
barrios enemigos a esperar a las muchachas que regresan de las fiestas para violarlas.
Otras batallas se inician generalmente por la tarde, cuando despus de haber pasado el da sin
hacer nada, se sienten deprimidos y necesitan buscar diversin para el resto del da; o bien cuando
surge un rumor o hecho cierto de que un miembro de la pandilla, familiar o habitante del barrio ha
sido robado o atacado por los miembros de las otras bandas. Entonces se renen en grupos de hasta
ms de 100 y armados de morteros, hondas y piedras y el rostro cubierto con pauelos o pasa
montaas se dirigen, seguido de los peluches5 al ataque. Se establecen batallas campales en las cuales
apedrean y atacan con morteros las casas del otro barrio y se enfrentan con la pandilla que sale en
defensa de su territorio; la batalla dura el tiempo que tarda la polica en llegar o hasta que hay daos
o heridos. Los canales de televisin han filmado batallas completas y las han pasado hasta por
media hora, sin sonido.
Cuando los chavalos6 entran en conflicto con la ley por ejemplo, cuando son detenidos las
madres asumen que las acusaciones son falsas y que la detencin es injusta, por lo que llegan a
gastar cantidades exorbitantes, en relacin a su estatus econmico, para obtener la liberacin de los
muchachos. Yo s que no son santos pero esta es una acusacin falsa. Siempre logran averiguar que el
autor es un miembro de la otra pandilla y que si su hijo est preso es porque el polica jefe de sector
le tiene tema7. Esta historia fabricada es compartida por el muchacho y todos los miembros de su grupo
familiar y el resto de familias amigas.
De esta manera se mantiene actualizado el conflicto con los otros y el conflicto con la polica y
con el sistema judicial. Ambas instancias son consideradas como corruptas, la polica porque fabrica
pruebas, acta segn relaciones personales, se deja sobornar y hasta recibira dinero para la
proteccin de los expendios de droga que existen en el barrio. El sistema judicial, porque solo
castiga a los pobres y protege y deja libre a los grandes delincuentes. Como en muchos casos, la
violencia represiva de la polica es extrema, est justificada la proteccin a los hijos, reaccionando
con violencia o escondindolos.
Las familias encuentran una justificacin a las acciones de sus hijos en la impuesta necesidad
de defensa del territorio. Como los padres y las mayores (abuelas, hermanas, tas) salen a trabajar y
los padres que permanecen en el barrio toman licor, no trabajan ni protegen, no sirven, los jvenes se
quedan cuidando porque el barrio es inseguro y expuesto a la depredacin de los otros. De esta
manera, se refuerza la funcin de proteccin que les ha sido mandatada, para la cual necesitan de
las mejores cualidades de valenta, arrojo y dureza.
Por otro lado, conservan y se les refuerza su posicin de poder dentro de las familias, donde se
les atiende como corresponde a su rol masculino y se les acepta conductas autoritarias y hasta de
maltrato verbal y fsico hacia las madres y hermanas que trabajan para mantenerlos y hacia los
hermanos menores, reemplazando a los padres al asumir el rol violento que tuvieron en la historia
familiar.
El maltrato de hijos a madres y hermanas no es reconocido como tal en las familias, ya que se
ven a s mismas en un rol de vctimas de la pobreza, de la falta de oportunidades, de la droga y de
la violencia de los otros, de la polica y la justicia. Esta posicin de vctimas los irresponsabiliza en
sus acciones.
Un ejemplo de lo anterior fueron los eventos que se dieron durante el proceso de
investigacin, en el que una de las pandillas asesin a un joven de otra pandilla, en un delito
tipificado como asesinato atroz, pues fueron ms de 30 que la emprendieron a golpes y pualadas
contra el agredido, infringindole mas de 40 pualadas, machetazos e innumerables golpes. Las
madres de los pandilleros involucrados apoyadas por el resto de la comunidad compartieron una
versin de sus hijos, de que los autores del asesinato eran de otra pandilla que en esa ocasin
haban acompaado a sus hijos. Todas las madres argumentaban que estos otros eran ms malos
que sus hijos, que ellos tenan en su haber, muertes con armas de guerra, antecedentes delictivos
claramente conocidos, mayor peligrosidad y que sus hijos nunca haban utilizado armas de guerra
sino armas convencionales o piedras. Los 17 miembros de la pandilla identificados como los autores
del asesinato eran inocentes y las identificaciones eran el producto de la inquina de la polica hacia
estos muchachos y de las relaciones de la misma con la gente del otro barrio, relaciones que incluan
prestaciones sexuales a los policas por las mujeres del otro barrio, adems de soborno en especie y
dinero. Por otra parte, el que ninguno de los miembros de la otra pandilla hubiera sido capturado,
reafirmaba en ellos la conviccin de que la polica actuaba de manera parcializada y premeditada
en contra de sus hijos.
Toda la comunidad comparta este discurso en mayor o menor medida y toda contribuy a
ocultarlos. Actualmente, todos estn libres gracias a las diligencias judiciales que ellas
emprendieron.
Las grupos comunitarios tambin encuentran justificacin a la violencia de los pandilleros en
la defensa del territorio y llegan a financiarles la compra de armas y pertrechos para los
enfrentamientos con otros barrios.

Desde las instituciones


Las instituciones con las que trabajamos fueron: una escuela pblica; centros de salud del territorio;
Polica y Comisara de la Mujer y la Niez; Procuradoras Penales y Organismos No
Gubernamentales que brindan servicios de salud a mujeres.
El principal centro educativo del barrio de clase media baja recibe a los nios de los
asentamientos espontneos que se formaron durante la dcada pasada, producto de la migracin
causada por la guerra. Las antiguas familias usuarias han enviado a sus hijos a escuelas ms lejanas
o a colegios privados debido a la mala fama de esta escuela por los niveles de violencia. Tambin
porque existen muchos nios de mayor edad, nias que ya son madres, nios y nias de la calle de
programas de ONGs, con hbitos y costumbres supuestamente diferentes. El aspecto fsico de la
escuela es de pobreza, y los profesores hacen mltiples esfuerzos, con sus propios recursos, para
crear un ambiente pedaggico y acogedor.
Los maestros resienten que la mayora de los padres no participen en el proceso educativo
pero comprenden que sus ausencias a las convocatorias diversas corresponden a la importancia que
dan a las actividades de sobrevivencia. Tanto los padres como los maestros se encuentran en una
situacin socioeconmica precaria: su salario mensual, cuando mucho, es el equivalente a U$ 38, (la
canasta bsica es de U$ 88), y estn obligados a tener una buena presentacin - a los profesores, el
gobierno les regal corbatas para dignificarlos- adems de responder a las exigencias del
Ministerio de Educacin. Han perdido toda la representacin sindical, los reglamentos les han sido
impuestos sin consultarles, al igual que las cargas acadmicas, con cuyos contenidos en muchas
ocasiones no estn de acuerdo, que deben aceptar por temor a despidos y cesanta.
Por otra parte, para mantener un aula funcionando se necesitan 40 alumnos como mnimo, si
la desercin es grande, el aula es cerrada y el maestro queda desempleado. Por esta razn, muchas
veces mantienen bajo cualquier circunstancia a alumnos que por su bajo rendimiento acadmico o
su comportamiento deberan ser expulsados de la escuela.
Aunque constitucionalmente la educacin primaria es gratuita, existen muchas cuotas que los
padres no pueden pagar, siendo la causa principal de la desercin escolar.
Peridicamente el Ministerio de Educacin emite comunicados en los que prohbe cobros en
las escuelas, fuera de aquellos sealados en el Reglamento Escolar, pero las transgresiones del
mismo estn institucionalizadas. Para los padres y maestros se introduce una relacin doble
vincular: si la educacin es gratuita, cmo explicar y aceptar las cuotas? Lo que se resuelve es la
aceptacin pasiva o el retiro de los hijos con el sentimiento de ser un mal padre o una mala madre.
Muchos alumnos, hijos de madres solteras o trabajadoras llegan a rechazar la escuela producto
del hecho que, al obtener resultados insatisfactorios, los maestros se apresuran a sealarles que se
debe a la poca o nula preocupacin de sus madres por andar en otras cosas que nada tienen que ver
con la responsabilidad de la crianza. Esto provoca sufrimientos de las madres, que al igual que los
hijos logran descifrar la acusacin de mala madre en ese sealamiento.
Las reuniones con los padres son un monlogo de las autoridades principales y el tema del
mismo es: los malos padres que no se preocupan por los hijos y la necesidad de contribuir
econmicamente al centro, de manera voluntaria.
Los maestros hablan de violencia estructural en relacin a esta situacin, pero solamente en
grupos muy pequeos, dado el temor al despido, y relacionan adems su propio estatus con el de
las familias de sus alumnos.
La violencia hacia los nios en sus casas tampoco les es ajena, pueden sospecharla cuando
existe maltrato fsico y abuso sexual, pero al momento de realizar la investigacin no exista
ninguna norma de conducta al respecto. En el Cdigo de la Niez y de la Adolescencia, aprobado
en Junio de 1998, se contempla que en caso de sospecha o comprobacin de abusos por parte de los
maestros, el director llamar a los padres.

Las instituciones y el maltrato a la mujer


El tema de la violencia intrafamiliar ha empezado a ser atendido en Nicaragua a raz del
incremento en la incidencia de maltrato hacia la mujer y los y las nias, lo que motiv una cruzada
del movimiento de mujeres y otros organismos de la sociedad civil que desemboc en la aprobacin
en 1996 de la llamada ley 230 que modific el cdigo penal e introdujo medidas preventivas,
tutelares y asistenciales a mujeres y nios vctimas de maltrato, reconociendo adems el dao
psicolgico.
Previamente, en 1994 se cre con carcter experimental una primera Comisara de la Mujer y
la Niez, adscrita a la polica nacional y rectoreada por el Instituto Nicaragense de la Mujer
(INIM), la cual recibe denuncias de maltrato y refiere para atencin los casos a Organismos No
Gubernamentales (ONG) especializados a lo cuales compra servicios.

Explicaciones de la violencia hacia la mujer y sus causas


Las explicaciones que dan a la violencia contra las mujeres los miembros de las diversas
instituciones que trabajan con vctimas de la violencia, como policas, trabajadores sociales,
psiclogos, abogados, jueces, mdicos forenses son: la pobreza, el desempleo de los hombres,
secuelas de la guerra, alcoholismo y droga, traumas de infancia, referido a que ellos mismos
sufrieron violencia. Muy pocos introducen las desigualdades de poder entre los gneros y la
ideologa patriarcal, prefiriendo referirlo a un marco general relativo a patrones culturales y a la
nocin de machismo.
La atribucin de la violencia al dao psquico causado por la guerra en los hombres es
preponderante en este grupo con formacin universitaria en el rea psicosocial. Todos y todas
tenan historias que contar de hombres que conocieron en los servicios donde trabajan, a los que
haban diagnosticado traumas de guerra no curados o no atendidos, con efectos aumentados por el
desempleo y el alcohol. En ese sentido creen comprender al hombre y encontrar explicaciones
objetivas a su violencia. Al objetivar las supuestas causas, les es ms fcil proponer soluciones, las
que incluyen la apertura de fuentes de trabajo y la creacin de servicios para atender los traumas.
La incidencia de la pobreza es el otro gran recurso explicativo: los hombres se tornan violentos
en la medida en que su autoestima es baja pues no tienen la posibilidad de ejercer los roles
tradicionales masculinos, de proveedor en primer lugar y, por tanto, jefe de la familia, por lo que se
sentira avergonzado, frustrado, desvalorizado y lleno de rabia. Incluso si tienen alguna fuente de
subsistencia, el salario o las utilidades son muy bajas en relacin a las demandas y necesidades
reales de las familias, o de las expectativas personales y de otros miembros de la familia. Contrastan
lo anterior con la opulencia de unos pocos y el mayor mercado de oportunidades para esos mismos.
Esta percepcin la contraponen con su situacin personal: sus salarios, en la mayor parte de
los casos, no llega a los U$ 59 mensuales, por lo que viven muchas limitaciones acompaadas de la
constante ansiedad del da siguiente y la incertidumbre del futuro, para ellos y sus hijos. Por el bajo
salario y las exigencias laborales se sienten explotados y condenados a no poder hacer nada para
mejorar su situacin por temor a perder el trabajo.
Este temor al desempleo los coloca en una situacin de autocensura que llega a impedirles
opinar an en aspectos que podran mejorar los servicios.
Por otra parte, la acusacin hacia sus instituciones, de no brindarles formacin ni crear
programas para la atencin de las vctimas es compartida por todos los miembros de este grupo.
Tambin se insiste sobre la atencin al victimario, tanto por los traumas que lo hacen violento, como
para superar la cultura de la violencia y el machismo.
Parece sorprendente la vehemencia con que el grupo, en diversos escenarios y momentos,
expona su visin justificatoria de la violencia en el hombre, de las causas y de las soluciones. Y
tambin la manera de hablar de su situacin personal laboral, a partir de la apertura del tema en
cuestin. Todo apunta a una identificacin de los operadores sociales, hombres y mujeres, con la
clera y las frustraciones del hombre violento a partir de la percepcin de compartir los mismos
determinantes socioeconmicos de la vida cotidiana. Cabe aclarar que los participantes de los
diversos grupos son en general proveedores nicos.

Actitud frente a la vctima


La primera reaccin de los profesionales que atienden a las vctimas es de cierta hostilidad y hasta
descalificacin, pareciera que todos reaccionan de previo con la siguiente premisa: hoy me vens a
hablar de que tu pareja te golpe, vens buscando supuestamente ayuda; se que maana ya no querrs hablar
de esto porque habrs perdonado al hombre y a mi me vas a dejar con una preocupacin.
La primera alternativa que se les ofrece es: djelo, usted est joven y tiene sus manos para
trabajar, mensaje enviado de muy diversas maneras.
Los policas por su parte cuando reciben denuncias, en un primer momento hacen lo
imposible por persuadir a la mujer de que la retire porque manejan la siguiente premisa: yo se que
slo quers darle un susto, maana vas a venir a rogarme que lo libere y traers el dinero para pagar la multa,
vos pods parar esta situacin dejndolo, vos pods trabajar quien sabe que le hiciste que el hombre se
arrech8, seguramente te portaste mal, a lo mejor es que ands con otro y el hombre lo supo. Los policas
reafirman sus convicciones cuando constatan que las mujeres dan nombres y direcciones falsas.
Las mujeres que han sido atendidas en la comisara y con las que hemos trabajado perciben la
hostilidad y la siguiente caracterizacin: sent que me dijeron que yo tena la culpa y que lo que me
pasaba no era importante, me quisieron decir que yo estaba con el hombre por el dinero, que yo era una
mantenida, me insinuaron que yo lo provocaba, que yo andaba de vaga con otros hombres; cuando a
uno le dicen esas cosas, cmo va a tener ganas de regresar, una sale toda humillada y avergonzada.
Cuando confrontamos las concepciones y actitudes de los operadores sociales con las
vivencias y sentimientos de las mujeres, los primeros, casi sin excepcin, manifestaron su total
desconcierto ante la problemtica de la violencia del hombre contra la mujer.
Por qu una mujer se deja golpear?, por qu lo denuncia y luego paga la multa y lo protege?, por
qu a ella le gusta sufrir?, por qu tiene que depender de l?, por qu pone de pretexto a los hijos?, por qu
no ve como su violencia les afecta a todos, en ltima instancia, porqu no lo deja? Cmo puede quererlo?
Por qu pide ayuda y luego retira la demanda? Por qu, si establece una relacin de ayuda cambia el foco y
presenta otros problemas, como somatizaciones, problemas de aprendizaje de los hijos, etc.? Esta conducta
supuestamente elusiva, induce a su vez en el operador social una tendencia a eludir el problema y
en consecuencia a desarrollar modelos de atencin ineficientes y que son fuentes de frustracin y
desmotivacin para sus ejecutores.
stas son algunas de las preguntas que estaban sin respuestas entre los participantes de los
grupos y producan desconcierto. Nos preguntamos si no corresponden a una negacin del
problema, estructurada en la identificacin con el hombre violento antes sealada, y sobre todo, en
la sujecin a los estereotipos culturales que sealan a la mujer como responsable de la violencia que
sufre. La constancia de la primera alternativa que se le propone: -por qu no lo deja?-, nos parece
que apunta en ese sentido.
Las mujeres que han sido maltratadas, comparten los discursos antes expuestos. Aunque una
minora expresaba que al demandar ayuda lo hicieron para abandonar la relacin, la gran mayora
consensuaba que su demanda inicial era: aydenme a parar la violencia, aydenme a mantener la
relacin; demanda que no fue explicitada por temor y vergenza de ser juzgadas incluso de locas,
pues adivinaban que esta peticin no poda menos que ser desconcertante. De hecho, ellas mismas
manifiestan sentirse primeramente extraadas ante este deseo. Acaso la realidad de la violencia
sufrida no les aconsejaba protegerse, rompiendo con el hombre? Y los consejos de familiares y amigos no la
impulsaban en esa direccin? Y otras mujeres, acaso no han salido adelante, solas? .. Cmo aceptar
que, a pesar de todo, an lo quiero?

Marco jurdico
Al momento de elaborar el presente texto, el Partido Liberal en el poder y el Frente Sandinista en la
oposicin, realizan conversaciones para concertar un pacto bipartidista que institucionalice cuotas
de poder en aras de una supuesta gobernabilidad. Este tipo de pactos son frecuentes en la historia
nicaragense, y todos han introducido cambios en los diferentes escalones del poder judicial, de
manera que jueces, magistrados de las Cortes de Apelaciones y de la Corte Suprema de Justicia sean
electos de acuerdo a su afiliacin poltica por encima de cualquier competencia jurdica, intelectual
o moral. Se puede afirmar que nunca el poder judicial ha sido independiente en Nicaragua, y que la
jurisprudencia existente tiene un carcter clasista y partidista.
A esta caracterstica que deslegitima el sistema judicial en s mismo, se suma la obsolecencia
de las leyes y la promulgacin de leyes ad hoc, generalmente por medio de decretos del poder
ejecutivo. Ambas son una constante en la historia de Nicaragua.
Los cdigos civil, penal y de comercio, datan de finales del siglo pasado y solamente el cdigo
penal ha sufrido recientemente algunas modificaciones en lo referente a la tipificacin de la
violencia intrafamiliar. En 1948 se aprob un Cdigo General del Trabajo que acaba de ser
reformado 1997; y en junio de 1998 se promulg el Cdigo de la Niez y de la Adolescencia.
En ltima instancia no importa cun atrasada o avanzada sea la legislacin, la aplicacin de la
justicia se ha enfrentado desde siempre al partidarismo, la insuficiente calidad moral y profesional
de los miembros del sistema judicial, a la corrupcin, a la falta de recursos econmicos, a los
procedimientos burocrticos y costosos. Todo esto hace que la poblacin tenga una total
desconfianza.
Si bien existe una ley especfica que regula lo referente al tratamiento jurdico de la violencia
intrafamiliar, un alto porcentaje de las y los jueces no la aplican, argumentando
inconstitucionalidad o falta de reglamentacin, sin que exista ninguna instancia dentro del sistema
que los conmine a cumplirla. Este es un ejemplo de la discrecionalidad institucionalizada de los
miembros del poder judicial; el resultado se traduce en indefensin e impunidad.
Las actuaciones de los jurados de conciencia arrojan iguales resultados: delincuentes confesos
son absueltos por medio del soborno. El caso extremo es el de grandes narcotraficantes a quienes se
las ha incautado y probado la posesin de grandes cantidades de cocana y sin embargo han sido
absueltos. Igual situacin se da con los grandes funcionarios a quienes se les comprueba corrupcin
y que ni siquiera van a juicios y son nombrados posteriormente como asesores del ms alto nivel.
En el otro extremo, el 80% de la poblacin penal est constituida por pequeos delincuentes
quienes, en muchos casos, permanecen en prisin sin juicio ni condena. La lentitud de la justicia es
otro problema estructural del sistema judicial.
CONCLUSIONES
Parece pertinente hacer algunas reflexiones acerca de las familias y el contexto socio econmico e
institucional en el cual estn inmersas. Estas reflexiones, si bien estn referidas al tipo de familias
que participaron en el proceso de investigacin, no difieren en mucho de las que se encuentran en
algn nivel de pobreza, las cuales constituyen el 70 % de las familias nicaragenses.

1. La historia personal y familiar de los padres no es compartida con los hijos. stos
desconocen quienes fueron sus abuelos y si tienen tos, primos u otros familiares, perdindose as la
nocin de pertenencia a un linaje. La migracin de los padres y sobre todo de las mujeres, aparece
como una ruptura total con la familia de origen, hacia la cual an manifiestan grandes
resentimientos y de la que quieren diferenciarse completamente. La familia vive como que si
estuviera iniciando una historia sin anclaje en el devenir histrico. Esto contribuye, por un lado, a la
preeminencia del presente que es de sobrevivencia, y por otro, a que el horizonte del futuro se
desdibuje.
Esta ruptura de comunicacin con la familia de origen contribuye a empobrecer los temas
familiares de comunicacin rigidizndolos alrededor del aqu y el ahora, de lo inmediato y del
control de la conducta.
Hay un sentido de transitoriedad expresado en lo precario de las posesiones y del
ordenamiento de los objetos en los espacios de la vivienda que parece indicar que estn de trnsito,
como otros migrantes que nunca compran casa en el pas de acogida porque piensan siempre que
van a regresar, y que caracteriza el desarraigo.
2. Las estrategias de crianza, parecieran dirigidas en primer lugar a producir identidades
genricas femeninas y masculinas en apariencia muy tradicionales, pero marcadas por la premisa
de que los hijos tendrn que enfrentar un mundo hostil, amenazante y discriminatorio, en razn de
su origen social. Esto tiene que ver entonces con la percepcin del otro o de los otros, (cualesquiera
que sean: personas o instituciones), como alguien que siempre va a estar en contra de ellos.
Adems de la propia experiencia de como fueron criados, la premisa anterior los lleva, en
simetra al contexto de violencia actual, a aumentar su propia violencia como medio de proteccin,
pero sin explicitar este deseo de protegerlos. La comunicacin es puramente instrumental y
prohibitiva. La autoridad es interiorizada por los y las hijas como la instancia que prohbe, impide,
maltrata y a la hay que desafiar.
Lo que la sociedad percibe de las pandillas juveniles es su transgresin a los valores de
convivencia. En un plano relacional pareciera que los pandilleros encuentran en sus grupos un
espacio para terminar de construir su masculinidad, frente al modelo insuficiente e inadecuado de
padres derrotados por el sistema. De esta manera ellos pueden producir sus propias narrativas
heroicas que le estn vedadas a los padres. El vandalismo juvenil representar una especie de
protesta por la situacin a la que el sistema, condena a las familias y en particular a los hombres? En
el mundo neo liberal de los pases pobres, las mujeres tienen ms posibilidades de desarrollar
estrategias de sobrevivencia.
3. El maltrato a la mujer tiende a ser invisibilizado y atribuido a las causas por las cuales el
hombre maltrata. A la pobreza que genera desesperacin, frustracin y alcoholismo; a la guerra y a
la forma en que fueron criados. De esta manera, los discursos mantienen la figura del hombre en
primer plano, indicando su importancia como referente principal en la construccin de discursos
alrededor del sujeto. El hombre cado, el hombre daado produce un mayor movimiento
identificatorio que la mujer maltratada.
4. Hablar de estos hombres, pandilleros, desempleados, maltratadores, alcohlicos, es hablar
sobre los efectos del sistema neo liberal y constituye una explicacin de la exclusin y de la
marginalidad. Esto tiene el efecto de invisibilizar a la mujer y justificar todas las violencias de los
hombres.
5. Los actores y las vctimas de la violencia son fundamentalmente los pobres y pareciera que
existiera una guerra civil entre pobres. Como se demostr en referencia a las pandillas, los adultos
de los barrios tambin creen en la necesidad de proteger su territorio de los otros pobres que lo
circundan y que sufren iguales condiciones? En qu momento surge esta nocin de mi territorio y
qu relacin tiene con la abolicin de los sistemas de solidaridad del Estado? Pareciera que la
vivencia es de estar librados a su propia suerte, lo que los obliga a establecer sus propios
mecanismos de cohesin desde una actitud defensiva de los otros.
6. La atribucin en el discurso oficial de las causas de la violencia a una prdida de valores
escotomiza, niega y descalifica todos los discurso producidos por los otros al respecto, lo que
introduce otra forma de violencia. Su insistencia sobre la responsabilidad de la familia en la
violencia, desvaloriza, mistifica y culpabiliza al grupo familiar producindose efectos que son
mayormente sentidos por las mujeres. En ltima instancia son ellas las responsables de la crianza, y
sobre la que ya pesan todo tipo de estereotipos patriarcales.
El discurso oficial fragmenta a los miembros de la sociedad entre unos pocos buenos y muchos
malos, juicio que prepara condiciones para justificar la exclusin, la intolerancia, el irrespeto a los
derechos de los que por obra de los mecanismos del sistema han cado en la categora de
superfluos.

BIBLIOGRAFA

ARENDT, H. (1987). Los orgenes del totalitarismo. Volumen 3. Alianza Universidad. Madrid.
ARENDT, H. (1972). La crise de la culture. Gallimard. Pars.
BOBBIO, N. (1996). Liberalismo y democracia. Alianza Editorial. Madrid.
BERNAND, C.; GRUZINSKI, S. (1986). Les enfants de l Apocalypse. en: Histoire de la famille. Volumen 3. Armand
Colin. Pars.
CEDESEC, Centro Prodesarrollo Socioeconmico Creativo. (1997). Programa de promocin y reinsercin de
jvenes en situacin de alto riesgo. Mimeo. Managua.
CORSI, J. (1994). Violencia familiar. Paids. Buenos Aires.
CRUZ, M.; BIRULES, F. (comp) (1994). En torno a Hannah Arendt. Centro de Estudios Constitucionales. Madrid.
DONZELOT, J. (1990). La polica de las familias. Pre-Textos. Madrid.
DREYFUS, H.; RABINOW, P. (1983). Michel Foucault, Un parcours philosophique. Gallimard. Pars.
ERIBON, D. (1994). Micael Foucault y sus contemporneos. Nueva Visin. Buenos Aires.
ELIAS, N. (1969). La dynamique de l Occident. Calmann-Lvy. Paris.
ENZENSBERGER, H. M. (1995). La grande migration. Gallimard. Pars.
ELLSBERG, M. y (Cols) 1996. Confites en el infierno. Puntos de encuentro. Managua, 1996.
FOUCAULT, M. (1998). Un dilogo sobre el poder. Alianza Editorial. Madrid.
LAFER, C. (1994). La reconstruccin de los Derechos Humanos. F.C.E. Mxico.
LIEBEL, M. (1992). Mala onda. Ed. Nicarao. Managua.
MARTIARENA, . (1995). Micael Foucault: Historiador de la subjetividad. ITEMS. Mxico.
MICHAUD, Y. (1996). La violence apprivoise. Hachette. Pars.
MICHAUD, Y. (1986). La violence. Col. que sais-je?. Presses Universitaires de France. Pars.
MINISTERIO DE GOBERNACION. (1995). Polica Nacional. Compendio Estadstico 1991-1995. Managua.
MINUCHIN, S.; MONTALVO, N.; GUERNEY, B.; ROSMAN, B.; SHUMER, F. (1967). Families of de slums. Basic
Books, Inc. N. York.
NICARAGUA EN LOS CRONISTAS DE INDIAS. (1976) SERIE, Cronistas No.1. Fondo de Promocin de la
Cultura del Banco de Amrica. Managua.
OBRA COLECTIVA. (1997). Historia y violencia en Nicaragua. Sed. Nos-Otros. Universidad Politcnica de
Nicaragua y Unesco.
PORTILLO, M.L. (comp.) (1992). Visin de los vencidos. Relaciones indgenas de la conquista. Universidad Nacional
Autnoma de Mxico. Mxico.
PAZ, O. (1995). Sor Juana Ins de la Cruz o Las trampas de la Fe. F.C. E. Mxico.
PREZ, B. H. (1990). Breve historia de Centroamrica. 3ra. de. Alianza Universidad. Madrid.
RODRGUEZ, I. (1990). Registradas en la Historia 10 aos del quehacer feminista en Nicaragua. C.I.A.M.
Managua.
ROMERO, G. (1988). Las estructuras sociales de Nicaragua en el siglo XVIII. Vanguardia. Managua.
ROMERO, G.; BUITRAGO, E. (1994). En busca de la democracia. Centro de Educacin para la
Democracia. Ministerio de Educacin. Managua.

1/ La Comisara de la Mujer: Recibe las denuncias y coordina la atencin de los casos con diversas instituciones no
gubernamentales a las que compra servicios.
2/ Lperos = bandidos.
3/ Luis Enrique Meja recuerda su niez. Entrevista por Oliver Bodn en El Nuevo Diario del domingo 9 de agosto de
1998, Managua, Nicaragua.
4/ Amocepada = tmida, atemorizada, introvertida.
5/ Peluches = nios menores de 12 aos.
6/ Chavalos = jvenes.
7/ tener tema = lo tiene entre ceja y ceja.
8/ Arrech = se enoj

CONCLUSIONEs GENERALES

Las voces y los ecos de la violencia fueron recogidos y analizados. Estos ejercicios interpretativos,
realizados por cada uno de los equipos, se construyeron en la particularidad de sus contextos
sociopolticos y desde la especificidad de sus perspectivas tericas. El eje de estas reflexiones es la
violencia, las relaciones de poder y el proceso a travs del cual ambos fenmenos construyen
subjetividades. La relacin entre las distintas interpretaciones nos entrega elementos comunes y
diferenciales de los discursos sociales de la violencia.
La relacin entre violencia y relaciones de poder se expresa a travs de los actos de
nominacin, significacin y justificacin.
La nominacin de un acto como violento hace que se traspase una sutil lnea hacia lo
reprobable, lo daino, lo malo. Los discursos sociales sobre la violencia, en todos los pases estudiados,
la construyen como un fenmeno maligno y pernicioso para la sociedad, cuya reprobacin es un
deber tico y moral. Aunque definir un acto como violento lo transforma en reprobable, esta
definicin no es unvoca. Un mismo acto puede ser significado o no como violento, dependiendo de
la posicin que el observador-nominador ocupe en las relaciones de poder. As, los actos de defensa
que los aparatos del Estado llevan a cabo para defender el orden social establecido, no son
significados como violentos por los discursos sociales dominantes. Aunque sus vctimas, los
ciudadanos pertenecientes al polo de los dominados en esta relacin de poder, lo llamen represin o
violencia, es la nominacin desde el poder la que determinar su legitimidad. Un acto violento
nunca es legtimo, siempre est fuera de la ley. Es por eso que las acciones llevadas a cabo por los
grupos dominados, como resistencia al poder, son ms fcilmente significadas como violentas, y
puestas por lo tanto fuera de la ley y en un lugar maligno y ticamente reprobable.
La violencialidad es un significado atribuido a un tipo de ejercicio del poder coercitivo. Sin
embargo, la violencia tambin puede constituirse en un acto de resistencia. Aunque para todos los
discursos sociales la violencia es mala, hay contextos de relaciones de poder en que los discursos se
posicionan de manera opuesta para justificarla. Desde el polo del ejercicio del poder dominante, la
violencia se hace legtima (y por lo tanto adquiere otro nombre) cuando el objetivo es controlar las
acciones que amenazan el orden democrtico o la convivencia armnica entre los ciudadanos. Desde
el polo dominado del ejercicio del poder, la violencia se justifica como acto de resistencia.
Durante el desarrollo de la investigacin-intervencin, nos encontramos con numerosas
situaciones en las cuales ciertos tipos de ejercicios de poder, resultaban para nosotros, los
investigadores, claramente violentos y por lo tanto reprobables desde un punto de vista tico y
poltico. Esos mismos actos fueron muchas veces aceptados por los distintos grupos como acciones
normales, no necesariamente violentas.
En estos casos fue importante analizar cmo es que los distintos grupos sociales
conceptualizan la violencia, sus causas y sus efectos. En la reflexin sobre las implicaciones del
investigador planteamos que la violencia no poda considerarse un tema neutro, sino que involucra
al investigador y lo afecta y, al estudiarla se le da una significacin como objeto de estudio, a la vez
que el investigador es modificado como sujeto. Este proceso no es esttico y revierte en una
reconstruccin del objeto. Es importante tener en cuenta el contexto, la dinmica de la violencia, y
los significados que las personas otorgan en el discurso a sus acciones (por ejemplo, en el caso de la
disciplina, ejercida por los padres, la violencia aparece como una forma de prevenir que los hijos no
se vayan a pandillas), y los investigadores no deberan asumir una actitud enjuiciadora. Si se
considera que es necesario actuar sobre ese tipo de violencia es importante que la poblacin misma,
desde sus propias condiciones, ideologa, contextos, etc., discuta y genere sus propias alternativas
de cambio.
Sin embargo, tambin es necesario considerar que slo cuando una forma de ejercicio de poder
es considerada coercitiva o violenta es cuando se genera la posibilidad de resistir frente a ella. Es
decir, para que alguien se resista frente a una situacin opresiva es indispensable que sienta que
est siendo violentado. As, nuestro rol como investigadores- interventores, es un acto de resistencia
abrir o significar los procesos de opresin como violentos, conseguir que determinados ejercicios de
poder sean claramente percibidos como violencia.
En los distintos grupos investigados el tema del gnero adquiere gran importancia a la hora de
relacionar violencia, poder y subjetividad. Nos encontramos con una variacin en la
conceptualizacin y prctica de los roles de gnero, segn el tipo de relaciones de poder que
estaban en ejercicio. La violencia en el mbito de lo privado, modifica las relaciones de gnero
transformando esta relacin de poder en una relacin de coercin. Sin embargo, la participacin en
movimientos de resistencia, dinamizan las relaciones de gnero introduciendo la capacidad de
problematizar las diferencias entre ambos grupos y el tipo de dominacin que clsicamente se da
desde el gnero masculino hacia el femenino.
El trmino de situaciones de conflicto poltico y sociales armados y, por lo tanto, el cese de la
participacin de las personas en acciones de violencia-resistencia, lleva a los grupos (familias y
comunidades) a volver al ejercicio tradicional de las relaciones de gnero. En algunos casos esta
vuelta atrs era problematizada por los participantes y vivida de manera consciente como un medio
adecuado de subsistencia, sin embargo en otros casos se constituye en un re-establecimiento de
formas rgidas de control social.
Al nombrar la violencia aparecen en los discursos dos grandes argumentos:

La violencia es un objeto exterior a los individuos que los invade y los determina de manera
inevitable. El espacio desde el cual es impuesta es el sistema social.
La violencia es consustancial a la naturaleza humana. Hay un trasfondo instintivo que hace
que los seres humanos sean violentos y en caso de no serlo, puedan aprender fcilmente esta
conducta. La capacidad para ser violento es parte de la naturaleza humana y tambin lo es, el
reaccionar con horror frente a ella.

Los discursos aparecen cruzados por una constante bsqueda del por qu de la violencia. Las
causas son buscadas siempre en un espacio exterior a nosotros, los seres humanos. Un espacio al
cual slo podemos acceder para conocerla y que, sin embargo, no somos capaces de modificarla, un
espacio que nos determina, pero sobre el cual no podemos influir. Situar las causas de la violencia
en un lugar inaccesible tiene el efecto de constituir la violencia como un fenmeno inevitable, en
cuya produccin y reproduccin no somos responsables.
Los discursos sobre la violencia producen las diferentes formas de ser de sta: violencia
intrafamiliar, violencia estructural (la pobreza), violencia simblica, violencia poltica, violencia
civil (delincuencia), etc. Cada una de estas violencias se constituye en un problema especfico con
dinmicas y relaciones causales diferentes. La relacin que se establece entre ellas es de
exterioridad; nadie negara que la violencia intrafamiliar tiene algo que ver con la violencia
estructural, sin embargo la influencia que existe entre ellas es externa, es decir, se construyen como
mbitos de problemas distintos que estn ligados entre s.
El discurso de cada una de estas violencias va constituyndolas como objetivo de saber y va
construyendo al mismo tiempo lugares de saber-poder. Se instituyen estas violencias, se sitan y se
inmovilizan. Se crean leyes para castigar a los que las ejercen y defender a los que las sufren,
ministerios que se hacen cargo de administrarlas como problema; disciplinas de profesionales
especializados en la atencin de sus efectos y en su prevencin como problema social. Se
desarrollan teoras que las explican y se elaboran tcnicas para intervenir en ellas.
Cada una de estas violencias se constituye en un foco local de saber- poder, en el sentido en que
los describe Foucault en La Historia de la Sexualidad (Foucault, M.; 1976) *. Al tener dinmicas
diferentes, es decir causas distintas y efectos especficos, se producen como objetos que deben ser
conocidos y sobre los cuales se debe actuar desde mbitos distintos, cada uno de ellos con sus
correspondientes tcnicas: la psicologa, la sociologa, la jurisprudencia, la economa, la cultura. Los
discursos sobre la violencia construyen un saber desarticulado que produce un objeto
desarticulado. La existencia de violencias locales y diferentes entre s se objetiviza, reifica y
naturaliza, perdiendo su carcter intrnsecamente poltico y su relacin con las prcticas sociales
que lo constituyen. En este proceso las estrategias y los mecanismos del poder se ocultan, lo que
aumenta su eficacia de control.
Cuando se busca reflexionar crticamente sobre las intervenciones en los distintos mbitos de
la violencia, un argumento comn es que el trabajo que se realiza cumple con la funcin de tapar,
de ocultar el verdadero problema, es decir el de la violencia como un fenmeno. El argumento supone
que la violencia tiene una esencia determinada, y que sta sera la causa fundamental que est bajo
sus expresiones particulares. El efecto de este discurso, de pretensin crtica, es objetivar la
violencia como fenmeno global, manteniendo una lgica argumentativa causal que la relaciona
con las supuestas expresiones particulares del problema.
Nosotros no queremos decir que las prcticas particulares de la violencia oculten el carcter
global del problema. Lo que afirmamos es que estas prcticas producen el fenmeno de la violencia
como espacios fragmentarios de ejercicios locales del poder. Se generan al mismo tiempo los
fragmentos y la esencia que se supone detrs del fenmeno. En el marco del estudio e intervencin
con violencia poltica, este planteamiento es de importancia para analizar las redes que la
constituyen sin dejar de lado su especificidad, situarse en una posicin de constante movimiento
entre los mecanismos globales y los ejercicios locales.
Para esto, parece necesario concebir el poder asumindolo como un fenmeno que convive
permanentemente con nosotros y que est en todas partes donde los seres humanos estemos. El
poder entendido como un fenmeno inserto en las mismas races del tejido social, un proceso activo
en su funcin de regular los aspectos ms ntimos y privados de nuestra vida. En palabras de
Foucault, el poder hace mucho ms que imponerse al sujeto y modular sus conductas, el poder
constituye al sujeto.
Un anlisis crtico no debe buscar quin posee el poder en una determinada relacin violenta;
ni a quin le falta el poder en esa relacin. Parafraseando a Foucault, dicho anlisis debe buscar el
esquema de las modificaciones que las relaciones de fuerza, por su propio juego implican. Las
distribuciones de poder o las apropiaciones del saber producen cortes instantneos de ciertos procesos.
Las relaciones de poder-saber no son formas establecidas de reparticin sino matrices de
transformaciones. (Foucault, M.; 1976)
Tal como se mostr anteriormente, los discursos sobre la violencia, tanto en sus caras
disciplinarias como en el sentido comn, estn marcados por la bsqueda de un esquema global,
comn a todas las formas de la violencia, que permita el establecimiento de un conjunto de causas y
efectos ltimos. Estos discursos entienden la violencia como una poltica global del poder, y las
respuestas parciales (locales) a las formas de violencia, como focos de resistencia activa. Uno de los
riesgos posible de la bsqueda de este esquema general es desconocer el carcter productor de los
ejercicios locales de saber-poder. Estos podran ser entendidos como focos de resistencia (desde la
ingenuidad) o como prcticas de ocultamiento ideolgico (desde el escepticismo con pretensin
crtica). Sin embargo, la ilusin de estar ejerciendo resistencia permite ocultar los mecanismos
productores del poder.
Es necesario entender los focos locales de poder-saber, como prcticas de la violencia
relacionadas entre s de manera interior, como espacios particulares de ejercicio de relaciones de
poder constituyentes. Esta perspectiva permite pensar estos espacios de violencia diversificada
como espacios de control por medio de la diferencia. La ilusin ingenua de estar creando focos de
resistencia le daran fuerza y eficacia a estos espacios de control. Permite entender estos focos
locales de saber-poder como prcticas productoras de poder y de violencia.
La estrategia global de dominacin produce estos distintos lugares que le sirven a la vez de
soporte, de materializacin y de espacios de produccin. Las tcnicas utilizadas para prevenir y/o
dar soluciones al problema de la violencia se constituyen en mecanismos productores de ella, que al
mismo tiempo producen la esencia general a la que refieren como causa.
Al respecto, Foucault afirma que ningn foco local podra funcionar sin inscribirse en una
estrategia de conjunto y, ninguna estrategia podra asegurar efectos globales sino se apoyara en
relaciones precisas que le sirven de soporte y punto de anclaje. Aunque, stos no son dos niveles
diferentes (uno microscpico y el otro macroscpico), tampoco son homogneos (como si uno fuese
la proyeccin aumentada o la miniaturizacin del otro). Foucault propone pensar en el doble
condicionamiento de una estrategia por la especificidad de las tcticas posibles y de las tcticas por
la envoltura estratgica que las hace funcionar. (Foucault, M.; 1976)
De esta manera, instituciones como la familia no deben ser pensadas como un ncleo
representativo del poder a escala pequea. La familia no reproduce a la sociedad; y sta, a su vez no
la imita. La familia constituye, ms bien, un conjunto de prcticas de poder productoras de
subjetividad, en la cual las prcticas de violencia son una variante de las prcticas de poder, una
forma de su ejercicio.
Para Foucault, poder y saber se articulan en el discurso. Para nuestras interpretacin de sus
ideas, la divisin entre el discurso aceptado y el discurso rechazado; entre discurso dominante y el
dominado constituyen diferencias internas de una estrategia discursiva global. Lo dicho y lo no
dicho (que tambin es parte del discurso) no estn simplemente sometidos al poder o levantados en
contra de l. El discurso puede, a la vez, ser instrumento y efecto de poder, pero tambin obstculo,
tope, punto de resistencia y de partida para una estrategia opuesta. (Foucault, M.; 1976). Si el
discurso (entendido como prctica social) es una prctica de poder, y en cuanto tal una prctica
productora de relaciones sociales (que siguen siendo relaciones de poder), entonces en la
comprensin del discurso de la violencia y de los mecanismos de poder que estn en juego, se
pueden encontrar las condiciones de posibilidad para su transformacin.

*FOUCAULT, M. (1976) La historia de la sexualidad. Madrid: Siglo XXI

pFad - Phonifier reborn

Pfad - The Proxy pFad of © 2024 Garber Painting. All rights reserved.

Note: This service is not intended for secure transactions such as banking, social media, email, or purchasing. Use at your own risk. We assume no liability whatsoever for broken pages.


Alternative Proxies:

Alternative Proxy

pFad Proxy

pFad v3 Proxy

pFad v4 Proxy