Capit 1 B
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SABIDURÍA
Cómo se obtiene la verdadera sabiduría
- No existe curso, escuela ni banco de datos terrenal donde uno pueda conseguir la
________________ divina. Y a diferencia del conocimiento, que puede ser medido por
exámenes, certificados, diplomas o títulos, la sabiduría no se puede medir por tales
rubros.
“El temor del Señor” sigue siendo el principio de la sabiduría y el mayor indicador de su
presencia en una persona. Entonces, ¿cómo se obtiene esa sabiduría? Veamos
nuevamente el capítulo 1:
Pon en práctica los principios y observa el impacto que causan en tu vida. Pídele a Dios
que te revele sus misterios por medio del Espíritu Santo. Y mientras vayas descubriendo
tus propios defectos, pecados, heridas y necesidades espirituales, pídele guía y
restauración. Con el tiempo y la ayuda del Espíritu de Dios inculcándote Su Palabra, te
darás cuenta que tu sabiduría está aumentando.
Hay mentores cristianos maduros que han pasado experiencias y sufrido grandes
pruebas que tal vez no hayas enfrentado todavía. Por medio de las Escrituras, ellos han
podido analizar sus fracasos y triunfos. Eso les ha dado experiencia, discernimiento y una
profundidad que quizás tú todavía no tengas. Las cosas que ellos pueden transmitirte se
convierten en “diademas” o “collares” de sabiduría.
Escucha a esos sabios creyentes. Aprende de ellos. Júntate con ellos.
Y como nuestro tiempo es valioso, debemos preferir utilizarlo con personas de confianza.
Por esa razón, te darás cuenta que, con el tiempo, tenemos menos amigos que los que
teníamos en nuestra juventud. No obstante, serán amistades más profundas y relaciones
verdaderamente atesoradas.
Tal como Salomón aconseja, no busques relaciones nocivas que interfieran con tu
caminar con Dios u obstaculicen tu crecimiento espiritual. Ofrece tu amistad libremente
a aquellas personas en las que deseas influir, pero evita a aquellas personas que “ponen
trampas en sus propias vidas” (1.18).
En las reprensiones de la vida la sabiduría nos habla a los oídos. Dios envía a la señora
sabiduría en el momento adecuado y con el mensaje adecuado cuando nos encontramos
más aptos para escuchar: después de que fracasamos en algo.
Son muchos los necios que lo único que hacen es apretar los dientes y llevar en sus
hombros la carga de la vida. Son pocos los sabios que escuchan la voz de la sabiduría y
ponen atención a su consejo.
Los fracasos y las debilidades pueden convertirse en nuestra mayor oportunidad para
madurar en sabiduría. Mantente vigilante de esas reprensiones y nunca pases por alto su
origen. La sabiduría de Dios por medio de una reprensión, a veces, puede surgir de los
medios más improbables. Las lecciones son obvias cuando no somos cegados por
nuestra arrogancia.
- No existe curso, escuela ni banco de datos terrenal donde uno pueda conseguir la
sabiduría divina. Y a diferencia del conocimiento, que puede ser medido por exámenes,
certificados, diplomas o títulos, la sabiduría no se puede medir por tales rubros.
- La sabiduría es algo mucho más subjetivo, requiere mucho más tiempo para adquirirse
y tiene mucho que ver con nuestra actitud. Una persona puede ser muy educada y aun
así estar muy lejos del Dios viviente. Solo aquellas personas que son lo
suficientemente sabias llegan a conocer al Señor por medio de la fe en su Hijo Jesucristo
y lo mantienen en alta estima y respeto.
“El temor del Señor” sigue siendo el principio de la sabiduría y el mayor indicador de su
presencia en una persona. Entonces, ¿cómo se obtiene esa sabiduría? Veamos
nuevamente el capítulo 1:
Pon en práctica los principios y observa el impacto que causan en tu vida. Pídele a Dios
que te revele sus misterios por medio del Espíritu Santo. Y mientras vayas descubriendo
tus propios defectos, pecados, heridas y necesidades espirituales, pídele guía y
restauración. Con el tiempo y la ayuda del Espíritu de Dios inculcándote Su Palabra, te
darás cuenta que tu sabiduría está aumentando.
Hay mentores cristianos maduros que han pasado experiencias y sufrido grandes
pruebas que tal vez no hayas enfrentado todavía. Por medio de las Escrituras, ellos han
podido analizar sus fracasos y triunfos. Eso les ha dado experiencia, discernimiento y una
profundidad que quizás tú todavía no tengas. Las cosas que ellos pueden transmitirte se
convierten en “diademas” o “collares” de sabiduría.
Y como nuestro tiempo es valioso, debemos preferir utilizarlo con personas de confianza.
Por esa razón, te darás cuenta que, con el tiempo, tenemos menos amigos que los que
teníamos en nuestra juventud. No obstante, serán amistades más profundas y relaciones
verdaderamente atesoradas.
Tal como Salomón aconseja, no busques relaciones nocivas que interfieran con tu
caminar con Dios u obstaculicen tu crecimiento espiritual. Ofrece tu amistad libremente
a aquellas personas en las que deseas influir, pero evita a aquellas personas que “ponen
trampas en sus propias vidas” (1.18).
En las reprensiones de la vida la sabiduría nos habla a los oídos. Dios envía a la señora
sabiduría en el momento adecuado y con el mensaje adecuado cuando nos encontramos
más aptos para escuchar: después de que fracasamos en algo.
Son muchos los necios que lo único que hacen es apretar los dientes y llevar en sus
hombros la carga de la vida. Son pocos los sabios que escuchan la voz de la sabiduría y
ponen atención a su consejo.
Los fracasos y las debilidades pueden convertirse en nuestra mayor oportunidad para
madurar en sabiduría. Mantente vigilante de esas reprensiones y nunca pases por alto su
origen. La sabiduría de Dios por medio de una reprensión, a veces, puede surgir de los
medios más improbables. Las lecciones son obvias cuando no somos cegados por
nuestra arrogancia.