Ulises, de Joyce. Un Clásico Más Vivo Que Nunca - LA NACION

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 4

Ulises, de Joyce. Un clásico más vivo que nunca - LA NACION https://www.lanacion.com.ar/opinion/ulises-de-joyce-un-clasico-mas-v...

LA NACION | OPINIÓN | IDEAS

A poco de que se cumplan cien años de su publicación, la novela del escritor irlandés
sigue despertando pasiones encontradas y sumando nuevas traducciones, que
confirman el lugar clave que ocupa en la literatura moderna
Pedro B. Rey

14 de enero de 2018

ay un año, 1922, que suele ser considerado el annus mirabilis (el año de los
milagros) de la literatura moderna. De los muchos libros de peso que se publicaron por
entonces, dos resultarían decisivos. La tierra baldía, de T. S. Eliot, dividió para siempre
las aguas poéticas; Ulises, de James Joyce, por su parte, hizo estallar antes de tiempo el
arte tradicional de la novela decimonónica. Sus memorables esquirlas llegan hasta hoy,
cuando el libro se acerca al siglo de vida con la imperturbabilidad de los mejores
clásicos.

Joyce (Dublín, 1882-Zúrich, 1941), un fanático de las listas y los inventarios que anotaba
frases escuchadas al azar para incorporarlas en sus páginas, no era un genio inocente al
que le salieran obras maestras porque sí. La escritura de Ulises le llevó por lo menos
ocho años y tres ciudades de residencia (Trieste, Zúrich y París). En un principio era un
cuento que pensaba incorporar a Dublineses (1914), su primer y único volumen de
relatos, pero pronto la narración fue ramificándose monstruosamente. La historia de un
día en la vida de Leopold Bloom, un hombre común, resultaba el atajo ideal para
reconstruir de manera obsesiva la ciudad que el mismo Joyce había abandonado a los
veinte años, volverla universal con un sinfín de guiños y alusiones y, al mismo tiempo,
dar vía libre a múltiples modos de narrar. Eso fue Ulises al final del camino. Eso, y
muchas cosas más.

Joyce le confesó a uno de sus jóvenes colaboradores como cuenta su biógrafo Richard
Ellman que había metido tantos enigmas y rompecabezas en la novela que iba a
mantener ocupados a los profesores durante siglos. Ese era, agregó, su principal
pasaporte a la inmortalidad. De todas maneras, y más allá del alarde, el escritor irlandés
también quería cosechar un poco de gloria en vida. Aunque la novela tuvo inmediata
repercusión, y él fue considerado un genio inmediato, nadie parecía dar críticamente en

1 de 6 07/10/2019 16.33
Ulises, de Joyce. Un clásico más vivo que nunca - LA NACION https://www.lanacion.com.ar/opinion/ulises-de-joyce-un-clasico-mas-v...

el clavo; Joyce le pidió a T. S. Eliot que escribiera un gran artículo y más tarde, para
acelerar la tarea, permitió que a manos de su confidente Stuart Gilbert llegara un útil
esquema explicativo de su puño y letra. El estudio del crítico sobre Ulises, publicado en
1930, fue clave para todos los estudios joyceanos por venir.

No parece que Joyce hubiera previsto un mapa similar para las pasiones que despertaría
su libro en los traductores. Después de la primera versión francesa de Valéry Larbaud y
August Morel (1929), en la que él mismo colaboró, casi no hay idioma occidental que no
tenga su Ulises por duplicado. Borges, que admitía no haberlo leído completo, fue uno
de sus escuderos más precoces: en una fecha tempranísima (1925) dio a conocer en la
revista Proa una versión de la última página de la novela, el final del revolucionario
monólogo de Molly Bloom. En castellano, con los años Ulises se volvería prolífico: la
flamante traducción anotada de Rolando Costa Picazo, que acaba de publicar Edhasa,
eleva el número de versiones completas a cinco.

La unanimidad nunca fue de la partida. Ni ayer ni hoy. A pesar de ser considerado el


libro fundamental en inglés del siglo pasado, un amplio círculo de lectores sigue
tildándolo de intrincado, una manera amable de llamarlo ilegible. El más franco y
directo en fechas recientes tal vez haya sido Roddy Doyle, un reconocido novelista que
comparte la nacionalidad de Joyce. Hace una década, cuando Irlanda celebraba el
centenario del día en que transcurría la historia (un 16 de junio de 1904, fecha en que
Joyce conoció a Nora Barnacle, su mujer), declaró que Ulises era un libro sobrevalorado
que, de haberse publicado en este siglo, hubiera merecido un buen editing.

Joyce, en todo caso, no se sonrojaría. La declaración de Doyle dice más sobre el estado
actual de cierta literatura industrial que de su libro. Se acostumbró a los ataques desde
antes de que Ulises llegara a ser de verdad un volumen de librería, a medida que iban
saliendo capítulos en la revista británica The Egoist. Su paciente mecenas, Harriet Shaw
Weaver, que dirigía la publicación, tuvo que lidiar con una avalancha de quejas de los
suscriptores. Fue peor en Estados Unidos. La revista de vanguardia que dio a conocer
sus textos, The Little Review, comandada por Margaret Anderson y Jane Heap (la
generosidad de las mujeres resultó clave para que la producción de Joyce empezara a
circular, más allá del aporte de Ezra Pound), fue llevada a juicio y condenada por
obscenidad. Lo que más virulencia despertaba entonces resulta hoy anticuado: el libro
era atacado por algunos de sus rasgos naturalistas (la escena en que el protagonista
defeca, aquella en que se masturba con disimulo al ver a la joven Gerty MacDowell en la
playa) o la irresponsable liviandad con que Leopold Bloom tolera, e incluso parece
alentar, el adulterio de Molly, su mujer.

2 de 6 07/10/2019 16.33
Ulises, de Joyce. Un clásico más vivo que nunca - LA NACION https://www.lanacion.com.ar/opinion/ulises-de-joyce-un-clasico-mas-v...

Tras dejar Irlanda, Joyce se instaló durante una década en Trieste, hoy ciudad italiana
pero entonces activo puerto del Imperio austro-húngaro. Allí enseñó inglés y comenzó
su novela, mientras luchaba con los problemas de vista que lo perseguirían por el resto
de su vida. La guerra lo obligó a trasladarse a Zúrich, en Suiza, donde continuó con su
escritura. Tras un breve retorno a Trieste, que había cambiado radicalmente tras el
conflicto, decidió pasar a París, aprovechando que la obra en curso ya era una cause
célèbre. Los problemas legales y los rechazos de las editoriales lo preocupaban. Sylvia
Beach, la propietaria de una pequeña librería, Shakespeare and Company, le preguntó si
aceptaba que fuera ella la encargada de imprimirlo. Joyce no lo dudó.

La publicación de Ulises (el 2 de febrero de 1922, día en que el escritor cumplía 40 años)
no hizo más que propagar el escándalo. La novela terminó con problemas en Estados
Unidos (recién se le levantaría la veda en los años treinta) y encontraría escollos en
otros países. Lo mismo le pasaría luego a D. H. Lawrence con La amante de Lady
Chatterley y, más tarde todavía, al incontinente Henry Miller. La franqueza sexual y
verbal era por el momento un tabú irremontable.

Aunque no perdieron potencia, no son esos los rasgos que más llaman la atención a los
lectores actuales del libro ni a sus tenaces traductores. Las dificultades de Ulises eran
tantas que incluso sus objetores aludían a ellas ante el estrado judicial. Por un lado está
su estructura que refleja de manera nebulosa la Odisea de Homero y sus símbolos. Por
otro, el absoluto dominio técnico y, también, la singularidad de su lengua, repleta de
juegos de palabras.

La prosa de Joyce no solo sigue de cerca las elucubraciones de sus personajes (además
de Bloom y Molly, el estudiante Stephen Dedalus, álter ego de Joyce, tiene un papel
central), sino que también amalgama en un mismo plano factores de todo orden. A la
oralidad dublinesa, la jerga católica (Joyce debía su formación a los jesuitas), los
dialectos, se suma un arsenal de referencias históricas, políticas, filosóficas, culturales
que convierten al libro en un microcosmos donde las sensaciones o los pensamientos
valen tanto o más que la narración.

Los paralelismos con la Odisea son lo menos difícil de desentrañar: a fin de cuentas
tuvimos de cicerone, vía Gilbert, al propio Joyce. Ulises transcurre en una única
jornada, desde las ocho de la mañana hasta bien pasada la medianoche, y sus distintas
etapas proponen claves varias. Cada capítulo refiere a una escena homérica (Circe, las
sirenas, Penélope), pero al mismo tiempo en él predomina un color, algún órgano del
cuerpo humano (excepto en los primeros), una disciplina (teología, filología, política,
botánica), un símbolo (caballo, ninfa) y también un estilo (del narrativo y el monólogo a

3 de 6 07/10/2019 16.33
Ulises, de Joyce. Un clásico más vivo que nunca - LA NACION https://www.lanacion.com.ar/opinion/ulises-de-joyce-un-clasico-mas-v...

rarezas como el incubismo). Los Bueyes del sol, uno de esos capítulos, llega a parodiar
magistralmente diversos estilos históricos. Nadie hasta entonces había abordado la
novela con ese arsenal de recursos, por mucho que algunos de sus hallazgos como el
fluir de la conciencia tuviera algún precursor admitido (Edouard Dujardin en Han
cortado los laureles) o embrionario (Leon Tolstoi, en Ana Karenina, ya había
balbuceado algo en esa línea).

Lo que vuelve a Joyce, sin embargo, un caso irrepetible es que volcó toda esa
experimentación modernista a lo local y en apariencia provinciano. Ulises quiere
convertir Dublín en emblema de cualquier ciudad del mundo, pero sin facilitar al lector
foráneo, ni a los lectores de su propio país, ninguna información didáctica sobre las
tensiones políticas y culturales que reinaban en Irlanda por aquellos días. Joyce decía
que no tenía imaginación. Como un realista al cubo, trabajaba con un anuario que le
permitía ubicar cada calle, cada local de su ciudad natal para la fecha de su novela. La
historia es una pesadilla de la que trato de despertarme, dice una de las frases más
citadas del libro. Es lo que le responde Stephen a Mr. Deasy, el director de la escuela en
la que enseña. El esteta Joyce, que había escapado de Irlanda convencido de que lo
arruinaría como escritor (en el Retrato del artista adolescente quedan bien en claro sus
razones), no solo apunta sus dardos contra el histórico ocupante inglés, sino también
contra el nacionalismo quejoso atrapado en su laberinto. Dedalus también le dice a
Deasy, un conservador recalcitrante, que si algo le da miedo son las grandes palabras
detrás de las que todos se escudan.

Por eso tiene importancia la reconstrucción ordinaria de la vida cotidiana, ritmada por
las cuestiones corporales que tanto irritaron a sus contemporáneos. La épica del cuerpo,
sin embargo, como sugiere Declan Kiberd, tiene su correlato en una épica de la mente.
Para el crítico irlandés, las referencias a la Odisea homérica no son un homenaje, sino
una crítica a lo que viene modelando a la humanidad desde sus comienzos: la violencia.
Cuando alguien le preguntó alguna vez qué había hecho durante la Primera Guerra
Mundial, al parecer Joyce contestó: Yo escribí el Ulises, ¿y usted.

Uno de sus grandes admiradores, Anthony Burgess, el autor de La naranja mecánica,


hizo también notar que en las notables torsiones linguísticas de Joyce, y sus alusiones
crípticas, hay una solapada venganza contra el inglés dominante, como si buscara
apropiárselo para deformarlo con conocimiento de causa. La interpretación es atendible
si se tiene en cuenta la presencia tutelar de Shakespeare a lo largo del libro. A Dedalus lo
fascina Hamlet, y casi resulta imposible no ver en el poeta y dramaturgo isabelino a un
par mucho más cercano a lo irlandés que la Inglaterra posvictoriana que tanto lo
celebra.

4 de 6 07/10/2019 16.33

También podría gustarte

pFad - Phonifier reborn

Pfad - The Proxy pFad of © 2024 Garber Painting. All rights reserved.

Note: This service is not intended for secure transactions such as banking, social media, email, or purchasing. Use at your own risk. We assume no liability whatsoever for broken pages.


Alternative Proxies:

Alternative Proxy

pFad Proxy

pFad v3 Proxy

pFad v4 Proxy