BIOÉTICA Marciano Vidal
BIOÉTICA Marciano Vidal
BIOÉTICA Marciano Vidal
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BIOÉTICA
TEOLOGÍA MORAL
SUMARIO:
I. Planteamientos generales:
1. Novedad terminológica y conceptual;
2. Factores en la génesis de la bioética:
a) Los avances científico-técnicos,
b) Los cambios operados en el concepto de la salud y en la práctica médica,
c) Desconfesionalización y desdeontologización de la ética;
3. El paradigma de racionalidad en la bioética:
a) Paradigmas teleológicos,
b) Paradigmas deontológicos,
c) Hacia un paradigma pragmático con funcionalidad pública
4. Los criterios referenciales de la bioética:
a) Vigencias éticas,
b) Orientaciones estimativas;
5. La bioética teológica.
I. Planteamientos generales
La relación activa y estimulante entre vida (bios) y ética (ethos) puede ser entendida con mayor o menor
amplitud y con menor o mayor precisión. Para Potter (1971), uno de los primeros en utilizar el
término bioética como título de un libro y con el sentido programático de una nueva rama del saber, la
bioética consiste fundamentalmente en servirse de las ciencias biológicas para mejorar la calidad de vida.
En esta consideración se advierte de inmediato tanto la amplitud de significado como la consiguiente
imprecisión del contenido 1.
Hay quienes, situados en el extremo opuesto, limitan la relación entre vida y valores éticos al área de la
actividad médica. Según esta consideración, la bioética vendría a ser un nuevo término para expresar el
viejo concepto de la ética médica. Como advierte Kieffer, "para muchas mentalidades, ésta es la
aceptación predominante" 2
No se puede quitar importancia a las dos orientaciones aludidas. Por una parte, los hechos biológicos
tienen una ineludible repercusión en los valores éticos; los avances científico-técnicos de la biología han
de ser orientados para promocionar la calidad de vida, individual y social, personal y ambiental. Por otra
parte, donde la vida humana se encuentra decisivamente problematizada es en las situaciones sometidas
a la práctica médica. De ahí que la bioética tenga que asumir los problemas y los objetivos tanto de la
"ética de la naturaleza" (ambiental) como de la "ética de la biomedicina".
Sin embargo, la noción exacta de la bioética se extiende más allá de la moral médica y posee una
precisión mayor que la expresada por la ética ambiental. En el momento actual, la
norteamericana Encyclopedia of Bioethics marca el significado vigente de bioética, la cual "puede ser
definida como el estudio sistemático de la conducta humana en el área de las ciencias de la vida y del
cuidado de la salud en cuanto que dicha conducta es examinada a la luz de los valores y de los principios
morales"3.
De acuerdo con esta consideración, la bioética es formalmente una rama o subdisciplina del saber ético,
del que recibe el estatuto epistemológico básico y con el que mantiene una relación de dependencia
justificadora y orientadora. Los contenidos materiales le son proporcionados a la bioética por la realidad
del "cuidado de la salud" y por los datos de las "ciencias de la vida", como la biología, la medicina, la
antropología, la sociología. El análisis de los temas, aunque tiene una omnipresente referencia a la ética,
debe ser llevado a cabo mediante una metodología interdisciplinar: ciencia, derecho, política, son
magnitudes imprescindibles para configurar la bioética.
En la génesis de la bioética han influido, y siguen influyendo, un conjunto de factores que han dejado, y
siguen dejando, su peculiar impronta en la configuración de esta nueva área de la interdisciplinaridad
científica. Destacamos a continuación tres de dichos factores.
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- La ingeniería genética aplicada a la biología humana, con la orientación no sólo de solucionar
enfermedades genéticas, sino también, aunque sea todavía de modo hipotético, de manipular la especie
humana.
- Las nuevas fronteras en el trasplante de órganos (corazón, cerebro) y en las intervenciones sobre los
estados intersexuales y sobre la transexualidad.
Nos encontramos ante una auténtica "revolución biológica". La nueva situación lanza un decisivo reto a
la humanidad. Dicho reto puede ser expresado con la pregunta: ¿Todo lo que "se puede" (técnicamente)
hacer "se debe" (éticamente) hacer? Se trata de la eterna pregunta sobre la relación entre "técnica" y
"ética", entre "ciencia" y "conciencia".
b) Los cambios operados en el concepto de la salud y en la práctica médica. Hace algunos años Laín
Entralgo concretaba en cuatro rasgos la situación actual de la medicina. "La medicina de hoy
es actual por la obra conjunta -y, a veces, conflictiva de cuatro rasgos o notas principales:
1. Su extrema tecnificación instrumental y una peculiar actitud del médico ante ella.
En la práctica médica actual están emergiendo sensibilidades y valores que han de tener traducción en
las consideraciones éticas y en los ordenamientos jurídicos: la autonomía del enfermo, el respeto a su
libertad, los derechos del paciente (derecho a rechazar el tratamiento, compensación por la deficiente
asistencia médica, derecho del enfermo sobre las historias clínicas). Ante la creciente deshumanización
de la medicina surge el anhelo visceral y la búsqueda razonada de una práctica médica al servicio del
hombre.
Por otra parte, la dimensión social de la medicina origina nuevas posibilidades y nuevas ambigüedades.
La ética se siente interpelada por varios frentes: la fijación de las necesidades y de las prioridades
sanitarias, que no puede ser confiada exclusivamente a médicos y políticos, sino que requiere la
participación de toda la comunidad social; el discernimiento entre los diversos sistemas de salud, cuyos
criterios inspirativos y cuyas opciones operativas han de ser sometidos a la interpelación moral; la
denuncia del espíritu consumista en el área de la salud, que se traduce en la creación de necesidades
artificiales y en el uso indiscriminado de medicaciones innecesarias y hasta nocivas.
El concepto de salud ha adquirido una extensión notable. Implica no sólo la idea de bienestar, sino
también la realidad de la calidad de vida, así como la realización integral de la persona humana. La
promoción de la salud impone tareas nuevas: alimentación, higiene, planificación familiar, medio
ambiente. Las interferencias de unas áreas con otras exigen el análisis valorativo y la concomitante
reflexión ética.
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c) Desconfesionalización y desdeontologización de la ética. Durante mucho tiempo los problemas
morales de la biomedicina han estado orientados y regulados básicamente por dos instancias: la moral
religiosa y los códigos deontológicos. No es justo ni exacto dejar de reconocer a estas dos instancias un
papel decisivo en la historia de la ética de la biomedicina. Tampoco es signo de madurez científica
proscribir como espúreas toda referencia religiosa o toda codificación deontológica en relación con la
ética actual de la vida humana. Son perspectivas dignas de ser tenidas en cuenta.
- ha de situarse en el terreno filosófico, buscando un paradigma de "racionalidad ética" que se sitúe más
allá del ordenamiento jurídico y deontológico y más acá de las convicciones religiosas.
Existen tantos paradigmas de racionalidad ética cuantas son las teorías filosóficas sobre la moralidad. En
la bioética son aplicadas varias de dichas teorías con mayor o menor éxito.
El paradigma de la ética evolucionista, una de cuyas explicaciones más cualificadas del campo de la
bioética es la obra de Kieffer, hace coincidir la moralidad con aquellas condiciones que "minimicen el
sufrimiento humano y maximicen aquellos valores humanos que eleven la supervivencia de la
comunidad humana, la calidad de vida para toda la sociedad y el nivel de potencial humano para cada
individuo" 5.
b) Paradigmas deontológicos. Junto a los dos paradigmas mencionados de carácter teleológico existen
otros de corte más deontológico. Son aquellos sistemas que apoyan la racionalidad ética sobre un
"orden" previo a la acción e independiente de las consecuencias de ésta. La teoría clásica de la "ley
natural" y el formalismo moral kantiano son ejemplos cualificados del sistema moral deontológico.
c) Hacia un paradigma pragmático con funcionalidad pública. Sin pretender dirimir la discusión
académica sobre el uso de uno u otro de los paradigmas éticos, creemos que la bioética necesita superar
este planteamiento y optar por un marco referencial más concreto. De acuerdo con la situación secular y
pluralista de la sociedad democrática, la bioética ha de ser planteada dentro de una racionalidad ética
demarcada por los parámetros de la democratización, del diálogo pluralista y de la convergencia
integradora.
Las exigencias de esa racionalidad son cumplidas por el paradigma de la / ética civil.
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a) Vigencias éticas. Se puede constatar una serie de valores que son generalmente admitidos como
orientaciones básicas para el juicio ético en el campo de la bioética. Así, por ejemplo, el principio de
buscar siempre "el bien del sujeto" o, en formulación negativa, "no causar daño al sujeto"; el axioma
"primum non nocere" es una expresión fundamental del ethos de la medicina desde el código hipocrático
hasta nuestros días. En el mismo nivel de este criterio hay que situar otros, como el principio de la
libertad de todo sujeto racional y el derecho de todos a una justa distribución de los beneficios y de las
cargas en el ámbito del bienestar vital.
- En primer lugar, las formulaciones éticas de la biomedicina han de liberarse de los residuos tabuísticos
de una moral excesivamente "temerosa" ante las intervenciones del hombre en este ámbito de su realidad.
La mitificación y la falsa sacralización de un "orden natural" ha conducido a la ética de la vida humana a
los callejones sin salida de una normatividad moral "fisicista" y "naturalista". La bioética tiene que
hacer un gran esfuerzo por liberarse de tales planteamientos.
- De una moral "naturalista" es necesario pasar a una moral en la que el criterio fundamental sea la
persona. Ahora bien, es necesario entender la comprensión normativa de persona dentro de una visión
integral. "La moral médica del futuro está buscando un concepto de totalidad que abarque todo: la
dignidad y el bienestar del hombre en cuanto persona en su relación esencial a Dios, al hombre y al
mundo que le rodea"6. Este personalismo moral no ha de entenderse en clave "individualista" y
"privatística"; se trata de un personalismo entendido y valorado desde la alteridad.
- Liberada de los residuos tabuísticos de un "orden natural" sacralizado y proyectada sobre el principio
básico de la persona como realidad normativa, conviene entender la ética de la biomedicina como
la instancia normativa del proceso de humanización ascendente. La influencia del hombre y de la
sociedad sobre la condición corporal humana tiene la clave de interpretación y de normatividad
preferente en el futuro: en la idea de hombre que deseamos realizar. La bioética se plantea dentro de las
claves de la "esperanza" y de la "auténtica planificación humana".
- No todo progreso técnico ha de inscribirse sin más dentro del proceso de humanización. De aquí que la
bioética ha de tener en cuenta los criterios del discernimiento para expresar la instancia ética de los
avances científico-técnicos en el campo de la biología. Los juicios morales han de buscar el camino
difícil e incierto entre la Scylla de una aceptación ingenua de todo lo nuevo y la Charybdis de una
reserva reaccionaria ante los progresos científico-técnicos. Reconocemos que es difícil encontrar la ruta
segura. No es fácil resolver certeramente la ambigüedad latente en todo avance humano. La moral de la
biomedicina se encuentra emplazada entre la "manipulación" y la "humanización". ¿Cuáles son los
criterios para discernir entre la una y la otra? Ésa es una de las tareas de la bioética. Los moralistas se
confrontan en este aspecto de la aceptación más o menos ingenua o más o menos sospechosa de los
avances científico-técnicos en el campo de la biología.
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Con esta actitud de provisionalidad y de permanente búsqueda, la bioética es una rama del saber humano
que se está abriendo camino con notable empuje y con no menor éxito. La bioética es una disciplina del
futuro, pero con garantías de éxito ya en el presente.
De hecho, en la historia de la teología moral se han tratado los temas de la vida humana con la
iluminación que aporta el dato de la fe cristiana. Por otra parte, el magisterio eclesiástico ha abordado
con frecuencia los temas éticos relacionados con la biomedicina.
Todo esto indica que se puede y se debe hablar de la bioética teológica. Ésta asume la racionalidad de la
disciplina de la bioética y la redimensiona desde los presupuestos metodológicos del discurso teológico-
moral. En este diccionario el análisis que se hace de los problemas morales de la biomedicina se sitúa
dentro del horizonte de la bioética teológica.
Se cumplen ahora los veintiún años desde que en 1971 Van Rensselaer Potter dejó acuñado el vocablo
"bioética" en su obra Bioethics: Bridge to the Future. Aunque la aparición del término evidentemente no
coincide con una reflexión articulada y sistemática sobre las cuestiones éticas relacionadas con la
biología y la salud/enfermedad, sin embargo podemos tomar esa fecha como término de referencia para
comparar aquel momento con la situación actual.
Tratar de hacer un balance en pocas páginas de la evolución más significativa a lo largo de las últimas
décadas ofrece notables dificultades. La variedad de temas abordados, el paso desigual de muchos de
ellos incluso en áreas de fuerte homogeneidad cultural como son los llamados países desarrollados, la
abundante literatura en esta materia, los planteamientos plurales son solamente algunos indicadores de
las dificultades para diseñar un cuadro que, siendo selectivo y fragmentario por necesidad, ofrezca al
mismo tiempo una visión aceptable de la realidad.
A pesar de esas dificultades nos atrevemos a ofrecer una panorámica de los principales temas abordados
por la bioética en los últimos años. Advertimos que muchos de estos temas son tratados de forma
monográfica en las correspondientes voces del presente diccionario.
1. INICIOS DE LA VIDA HUMANA. Uno de los sectores con mayor acumulación de cuestiones éticas
es el relativo a la aparición y primeras fases de la vida humana. En estas dos décadas las actitudes
sociales han sufrido cambios importantes en estos temas y los poderes del hombre se han ampliado
notablemente: técnicas de reproducción asistida, métodos abortivos más precoces, agresiones a neonatos
defectivos, medicina fetal, extensión progresiva del diagnóstico prenatal .para detectar posibles defectos
congénitos en embriones y fetos, experimentación con ellos identificación de portadores de defectos
transmisibles, etc. Las intervenciones posibles son de signo diferente: impedir la aparición de una nueva
vida, cortar su camino, intentar ayudar a la reproducción donde ésta naturalmente no se logra, velar por
la calidad de la vida humana, instrumentalizarla al servicio de intereses ajenos (ciencia, progreso,
beneficios terapéuticos para terceros).
Vale la pena destacar en este apartado algunos de los campos más desarrollados.
a) Técnicas de reproducción asistida. De todos estos temas, el privilegiado desde los últimos años de la
década de los setenta ha sido el de las técnicas de reproducción asistida.
Los progresos científicos y la necesidad de crear un adecuado marco legal se ha visto acompañado por
una abundante reflexión moral en la que entran en juego numerosos puntos: la naturaleza o persona
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como indicador moral, ambigüedad ética de la técnica, necesidad de someter la libertad (en este caso, el
deseo del hijo) a criterios de racionalidad, ámbitos de una procreación humana digna, donaciones y
unidad de las realidades humanas de maternidad, paternidad y filiación, estatuto moral del embrión,
implicaciones para valores sociales como matrimonio y familia, aplicaciones reales o imaginadas
distintas de la reproducción (investigación, experimentación). Desde una consideración global de las
posibles incidencias de estas técnicas, son muchos los que no expresan reservas tan radicales hacia
dichas técnicas como para cerrarles la puerta por principio, aunque en algunos casos sí aumentan las
dificultades morales. La postura oficial de la Iglesia es contraria a todas ellas, pero matizando su
valoración según los casos.
b) Anticoncepción. En estos veinte años no asistimos a novedades científicas y técnicas relevantes sobre
los métodos de control de la natalidad. Las diferencias acerca de la valoración moral entre la doctrina
oficial de la Iglesia y muchos moralistas y matrimonios cristianos se han consolidado. Con el paso del
tiempo, la literatura sobre el tema ha ido decreciendo hasta niveles muy reducidos, reactivándose sólo en
torno a algunos episodios: sínodo de los obispos de 1980, algunas intervenciones de Juan Pablo II,
vigésimo aniversario de Humanae vitae. Lo más digno de reseñar desde la reflexión moral son los
intentos por dar nuevas justificaciones convincentes a la doctrina oficial desde la antropología y la
teología. Estos loables intentos no parecen haber colmado el "vacío de razones" que se atribuye a la
enseñanza oficial. Por lo cual, muchos consideran que no se ve una solución digna a este debate
intraeclesial sino a través de un diálogo abierto a todos. Fuera de la Iglesia católica la cuestión de la
moralidad de los métodos ha quedado reducida a una elección responsable, realizada desde los diversos
aspectos que se han de tener presentes, sin privilegiar la condición natural/ artificial de un método.
c) Aborto. Estos veinte años han sido en los países del mundo desarrollado la época de liberalización
legislativa del aborto. Una vez conseguida esta meta, los debates sociales han perdido mucha entidad y
la literatura sobre el tema ha descendido sensiblemente.
Desde el punto de vista moral, al margen de los planteamientos religiosos cristianos, existe una fuerte
permisividad. Dentro de la Iglesia católica, las posturas no presentan la uniformidad del pasado.
Algunos moralistas no parecen excluir totalmente la legitimidad del aborto, en algunos casos, como una
trágica opción, de por sí no deseable. La disidencia en esta cuestión tuvo un episodio publicitario en la
"Declaración católica sobre pluralismo y aborto", firmada por 99 católicos y publicada a página entera
en el /ew York Times el 7 de octubre de 1984, seguida de otra "Declaración de solidaridad" con los
"represaliados", publicada en el mismo periódico en toda una página el 2 de marzo de 1986.
d) Calidad de la vida humana. En nuestra sociedad va cobrando cada vez más fuerza el interés por
reducir los defectos genéticos; en el desarrollo de esta sensibilidad corresponde un peso importante a los
progresos técnicos, gracias a los cuales es cada vez más factible un diagnóstico prenatal. Pero la
tendencia no se detiene en el embrión o el feto defectuoso, eliminados por el aborto en múltiples casos,
sino que se la quiere aplicar a los neonatos defectivos que, privados en algunos casos de cuidados
aplicados ordinariamente a niños normales, ven así pronto cortada su historia personal. La preocupación
por una herencia sana es muy legítima; lo problemático puede estar en los medios empleados y en la
difusión más o menos consciente de una mentalidad cada vez más opuesta a aceptar una vida que no
corresponde física o mentalmente a ciertos cánones de perfección. Este rasgo preocupante de nuestra
cultura se ha potenciado mucho a lo largo de las dos últimas décadas.
2. HACIA EL FINAL DE LA VIDA HUMANA. La etapa final de la vida del ser humano era, en otros
tiempos, poco complicada desde el punto de vista moral. En nuestra sociedad, debido al desarrollo
técnico, a los progresos de la medicina y a algunas características de nuestra cultura, la fase última de la
vida es objeto de abundante reflexión moral y en torno a ella se presentan algunas de las más delicadas
decisiones en la práctica médica.
Cinco me parecen los puntos más destacables en los últimos veinte años sobre la fase final de la vida
desde el interés moral: la "identificación" de la muerte clínica con la muerte cerebral, la preocupación
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por la muerte digna ciertas expresiones del rechazo de medios "extraordinarios" para prolongar la vida,
la disminución de resistencias en cuanto a la eutanasia y la nueva situación planteada por el aumento
demográfico de ancianos.
a) Muerte cerebral. El progreso científico y técnico ha motivado una reflexión sobre la validez de los
indicadores tradicionales de la muerte clínica: parada de las funciones respiratoria y circulatoria. Un
impulso decisivo a la identificación de la muerte clínica con el cese irreversible de la actividad cerebral
se debe a un informe de la escuela médica de Harvard en 1968. En las dos últimas décadas, esta
tendencia no sólo ha encontrado una básica aceptación entre los profesionales, sino que cuenta en no
pocos casos con un refrendo legal. Aun no tratándose de un concepto ético, tiene derivaciones para
diversos problemas, por ejemplo, los trasplantes. Muy recientemente se ha añadido un foco nuevo de
debate: algunos proponen, en relación con la muerte cerebral, que se adopten criterios menos exigentes
para los sujetos anencefálicos (fetos o ya nacidos) con el fin de poder disponer más fácilmente de
pequeños órganos para trasplantes.
b) La muerte digna. Tanto en la mentalidad social como en el pensamiento eclesial ha encontrado carta
de naturaleza la sensibilidad por una muerte humana digna, especialmente desarrollada en las últimas
décadas. Cuando en nuestra cultura había ya entrado la preocupación por una "vida digna", ha surgido,
en un momento ulterior, el interés por una "muerte digna" del ser humano. Este vocablo y este concepto
no hallan resistencias en nuestro entorno cultural: se trata de una nueva creación ética, favorecida en su
aparición por diversos factores. Tratando de precisar los contenidos de lo que significa una muerte digna,
existe un sentir bastante compartido sobre algunos puntos. El acercamiento digno a la muerte implica
alivio del dolor y de otras molestias y sufrimientos, ayuda psicológica, asistencia religiosa para el que lo
desee, información al interesado -ya desde el principio- sobre su situación real, no prolongación de la
vida con medios carentes de sentido. Un morir digno ha de ir acompañado de la solidaridad y no
marcado por el abandono, la soledad; el carácter social de la persona ha de ser respetado también en la
fase final. Un aspecto que se está destacando mucho como componente de una muerte digna es el
respeto a la libertad personal; y en este punto es donde aparecen las mayores divergencias sobre qué tipo
de libertad en el morir es razonable y moral.
c) Medios de prolongar la vida. Un número importante de decisiones difíciles tiene hoy por objeto el
carácter razonable de prolongar o no algunas vidas en situaciones particularmente deterioradas. Esta
problemática se plantea en los últimos años a propósito de las vidas vegetativas y sobre ciertos medios
en particular: reanimación, respiración asistida, alimentación/ hidratación artificiales, etc. En esta
materia corresponde una palabra a los profesionales sanitarios, pero éstos se encuentran con otros
interlocutores: familia, jueces, comités éticos y, sobre todo, el propio paciente.
Dentro de la creciente tendencia a respetar la autonomía del enfermo, se incluyen también sus deseos de
rechazar la prolongación de la vida con medios carentes ya de sentido. Ahora bien, cuando la persona
está en condiciones de expresar su voluntad, no es necesario recurrir a otras fuentes para conocer su
intención. Pero, frecuentemente, nos encontramos con personas no conscientes, en las que el respeto a la
autonomía no parece poder invocarse. Precisamente para estos casos, las llamadas "directrices
anticipadas" permiten conocer de alguna manera los deseos de las personas no conscientes, de modo que
el respeto a su autonomía pueda tener vigencia aun entonces. Hay dos clases de "directrices anticipadas",
con escasa difusión entre nosotros: el "testamento vital" y la designación de un representante. Por el
"testamento vital", la persona da indicaciones sobre las líneas a seguir cuando no esté en condiciones de
expresar su voluntad. El episcopado español ha difundido un modelo de testamento vital para cristianos.
Es un texto muy hermoso. En Estados Unidos existe otra directriz anticipada: la designación de un
representante para que éste, en nombre de quien otorga la autorización, decida lo que crea más
conveniente en caso de incapacidad de este último. Ambas directrices anticipadas pueden tener un
carácter privado o contar con refrendo legal.
d) La eutanasia. Hace veinte años no se prestaba atención al tema, fuera de ciertos círculos minoritarios;
ahora, una vez lograda la "batalla" del aborto, el próximo objetivo de algunas personas, grupos y
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movimientos sociales bastante combativos consiste en la despenalización o legalización de la eutanasia,
objetivo que va ganando adeptos en la sociedad. Esta actualidad contribuye a que se escriba
abundantemente sobre todos los aspectos del problema.
Las opiniones contrarias a estos intentos prevalecen por el momento, pero va cobrando fuerza una
corriente de signo opuesto. Dentro de ella sobresale la opinión de la "Comisión" encargada del estudio
de esta cuestión por el gobierno de los Países Bajos, que en su informe final recomienda claramente la
legalización de la eutanasia, con reservas y garantías para evitar abusos. Dentro de una mentalidad sin
referencias religiosas y que, además, se muestra particularmente sensible a todo signo de libertad,
atraída por ideales de bienestar, con dificultades para percibir un sentido del sufrimiento y del dolor, con
menor capacidad de aguante frente a situaciones dolorosas y lamentables, es comprensible que la
eutanasia pueda llegar a ser considerada una solución lógica y humana. Incluso algunos moralistas
católicos no ven con claridad que la condición cristiana excluya absolutamente la libertad para decidir
sobre la propia muerte.
Sin embargo, el acento de algunos en la libertad sensibilizada a favor de la eutanasia parece un enfoque
parcial del problema y deficitario en el sentido de la solidaridad. Si se pusiera el debido interés por
reclamar y prestar los mejores cuidados a enfermos en situaciones difíciles, ¿no perdería gran parte de su
sentido la lucha por la eutanasia? ¿No puede ser ésta una opción por la solución fácil frente a la más
compleja y exigente, es decir, la presencia cálida familiar y social traducida en la adecuada atención?
Por otro lado, sería bueno clarificar lo más posible el concepto de eutanasia, descargándolo de
contenidos humanos, médica y moralmente heterogéneos, lo cual genera una gran confusión en torno a
este vocablo.
e) Los ancianos. El número creciente de personas mayores plantea problemas económicos, sanitarios y
sociales, y obliga a la bioética a repensar las exigencias éticas que despierta la nueva situación. El deber
ético fundamental es la atención a estas personas según sus necesidades, en la medida de lo posible.
Dejo a un lado la respuesta que se debe exigir razonablemente a familias y a diversos organismos
sociales. Desde el punto de vista de la medicina, este crecimiento numérico de ancianos suscita con
mayor urgencia la pregunta sobre si el modelo actual de medicina es el más idóneo para responder a las
necesidades de este grupo, o bien si no será necesario tratar de crear otro, empezando ya desde los
estudios universitarios. Y respecto a los profesionales a los que se confía el cuidado de los ancianos: sin
rebajar los niveles de su competencia, ¿no se debería pensar más en la importancia de los rasgos de
personalidad y actitudes para este particular tipo de asistencia?
3. GENÉTICA. Uno de los temas más nuevos en estas dos décadas es el de la ingeniería genética, es
decir, de las técnicas que permiten intervenir en la información genética a nivel de estructuras y
mecanismos moleculares que actúan en la transmisión de la herencia genética. Entre ellas, la más
importante es la recombinación del ADN (ácido desoxirribonucleico).
En este campo las aplicaciones son ya una realidad aunque incipiente, si nos fijamos en las expectativas
puestas en sectores como farmacología, agricultura, ecología, especies animales. Esta evolución, incluso
aplicada sólo al mundo subhumano, no deja de presentar sus implicaciones éticas, en particular por la
unidad e interdependencia de toda la realidad.
Si las aplicaciones se piensan dentro de la especie humana, la complejidad técnica, las repercusiones
sociales morales y legales aumentan. Atendiendo a los fines, distinguimos entre ingeniería genética
"terapéutica" (orientada a la corrección de alguna enfermedad) y "perfectiva" (dirigida a suscitar en un
sujeto normal una cualidad física o mental que se considera deseable). Mirando a los "sujetos" en que se
realiza la ingeniería genética, diferenciamos la "germinal (llevada a cabo en el ovocito, esperma u óvulo
fecundado) y la "somática" (practicada en otras células del cuerpo humano). Combinando ambos
criterios, se originan cuatro tipos de ingeniería genética: terapéutica germinal, terapéutica somática,
perfectiva germinal y perfectiva somática.
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Las posibilidades técnicas en el campo humano están en sus comienzos, pero se desarrollarán en un
futuro previsiblemente no lejano. Ciñéndonos a la problemática ética y sin entrar en apreciaciones
detalladas, podemos decir que la ingeniería terapéutica ofrece menos dificultades que la perfectiva; y
también que la somática suscita, en principio, menos interrogantes que la germinal.
a) Infección del VIH. Destaca la ola de reflexión moral suscitada en medios médicos en torno a esta
infección. Seguramente ninguna otra enfermedad presenta tal cúmulo de problemas éticos, en los que se
entremezclan aspectos sociales y médicos. En esta infección están en juego intereses importantes de la
sociedad (protección de la salud pública) y derechos fundamentales del individuo (a moverse libremente,
a la educación, al trabajo, a la no discriminación, etc.) y del enfermo (derecho al tratamiento, a la
información, a la intimidad, etc.). Según se acentúen los derechos del infectado y sospechoso de
infección o de los sanos, llegamos a diversas opciones éticas.
Con ocasión del SIDA ha vuelto a resurgir la vieja cuestión de la obligatoriedad de atender a los
infecciosos, pacificada gracias a las técnicas antisépticas y a los antibióticos. Organismos profesionales
y responsables de política sanitaria han reafirmado la obligatoriedad en contra de las manifestaciones de
algunos profesionales. En el fondo está latente la concepción de la profesión médica. También se escribe
mucho sobre diversas medidas coactivas para proteger la salud pública y de terceros, en particular de los
profesionales sanitarios: obligatoriedad del test en determinadas situaciones, notificación obligada de los
casos, cuarentena, aislamiento. En general, va prevaleciendo la sensatez en contra de medidas
que pueden conllevar graves violaciones de los derechos de las personas sin gran impacto beneficioso en
la salud pública y de terceros.
b) Trasplantes. En este punto hemos caído en una cierta "rutina" ética. Existen, con todo, algunos casos
particularmente problemáticos: trasplante de corazón de animal a ser humano, la cuestión del corazón
artificial. Una actitud ética que se debe favorecer es la solidaridad que facilite la multiplicación de
trasplantes. A pesar de ello, se prevé que continuará la escasez de órganos, lo cual suscita un nuevo
problema: el de los criterios para una justa distribución de este bien escaso.
c) Experimentación. En este campo están definidas las condiciones para una actuación humana
respetuosa de la dignidad y derechos de los sujetos sometidos a experimentación. Sin embargo,
actualmente se está insinuando la posibilidad ética de suavizar el rigor en algunas exigencias morales:
información al sujeto, consentimiento informado. Es una cuestión delicada que necesita de estudios
ulteriores para armonizar el respeto a la persona y el interés social de la experimentación.
Van emergiendo campos nuevos, a los que se asoma la ética: cuidados a domicilio, rehabilitación,
medicina en lis cárceles, etc.
d) "Derechos" de los animales. En conexión con la experimentación, algunos grupos muy activos han
introducido el problema de las actuaciones con los animales. El más estudiado es la experimentación con
ellos; pero el interés no se ha limitado a este punto, pues se extiende a otros ámbitos: deporte, diversión,
enseñanza, cría en reclusión con fines comerciales, reclusión de animales domésticos, patentes de
organismos vivos modificados en laboratorio y no existentes en la naturaleza con esas características.
Entre los aspectos principales a la hora de definir las diversas posturas están las consideraciones sobre
el status de los animales, una posible jerarquización entre ellos y el sufrimiento.
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Las manifestaciones de la bioética son múltiples y de diversa índole. La bioética aparece en congresos,
en cursos de ética para formación médica, en las discusiones sobre legislación sanitaria, en la
investigación médica, en comisiones éticas para asesorar a las autoridades políticas (en USA, en el
Reino Unido, en Australia, en Francia, etc.).
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