Tema 3 Hermeneutica Juridica Clase
Tema 3 Hermeneutica Juridica Clase
Tema 3 Hermeneutica Juridica Clase
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significados múltiples y contrastantes; en todo caso, la coherencia depende de la
conformidad de la interpretación con el todo del sistema normativo que se
presume integro, sin lagunas jurídicas; por ello el interprete del derecho dispone
con anticipación del sentido que constituyen la tradición jurídica que persiguen los
sentimientos de una nación.
Por otra parte, para entender el discurso jurídico es menester tener en cuenta
que todo derecho tiene como condición la exigencia de ser formulado a través de
un lenguaje.
A este lenguaje bien se le puede denominar 'lenguaje jurídico' y siempre estará
sujeto a interpretación.
Básicamente, todas las normas, en tanto que deben ser aplicadas de manera
racional, requieren de una interpretación; pero, en todo caso, el acto de
interpretación depende de la formación jurídica, así como de la cultura de la
persona que interpreta, y es que el derecho no sólo se crea, modifica o extingue,
mediante la actividad de los cuerpos legislativos, sino que en muchas ocasiones
los órganos aplicadores lo complementan, modifican, crean, e incluso derogan; en
efecto, al quedar en posibilidad de interpretar, el órgano aplicador incorpora o
adiciona nuevos elementos a los materiales jurídicos existentes.
Los Códigos austríaco y prusiano fueron los primeros en sentar por potestad
legislativa la manera de cómo deben interpretarse las normas contenidas en ellos.
El artículo 19 del Código Civil mexicano dice que los casos civiles deben
resolverse por lo que dice la norma o su interpretación jurídica, y si no hay ley, por
los principios generales del Derecho.
Muchos autores como De Ruggiero, Gény y Degny sostienen que esta manera de
interpretar, dispuesto por vía legislativa no es obligatoria para el juez.
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En esta tarea interpretativa, según De Ruggiero se deben tener en cuenta los
siguientes elementos:
"Por una parte, hay que respetar la intención del autor (pues el texto todavía le
pertenece, al menos en parte); pero, por otra, tenemos que darnos cuenta de que
el texto ya no dice exactamente lo que quiso decir el autor; ha rebasado su
intencionalidad, al encontrarse con la nuestra. Lo hacemos decir algo más, esto
es, decirnos algo. Así, la verdad del texto comprende el significado o la verdad del
autor y el significado o la verdad del lector, y vive de su dialéctica . Podremos
conceder algo más a uno o a otro (al autor o al lector), pero no sacrificar a uno de
los dos en aras del otro".
Hay quienes quieren dar prioridad al lector, y entonces hay una lectura más bien
subjetivista; hay quienes quieren dar prioridad al autor, y entonces hay una lectura
más bien objetivista.
Pero hay que mediar, y sabiendo que siempre se va a inmiscuir la intención del
intérprete, tratar de conseguir, lo más que se pueda, la intención del autor.
Podríamos, así, hablar de una "intención del texto", pero tenemos que situarla en
el entrecruce de las dos intencionalidades anteriores.
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Por una parte, hay que respetar la intención del autor (pues el texto todavía le
pertenece, al menos en parte); pero, por otra, tenemos que darnos cuenta de que
el texto ya no dice exactamente lo que quiso decir el autor; ha rebasado su
intencionalidad al encontrarse con la nuestra.
Lo hacemos decir algo más, esto es, decirnos algo. Así, la verdad del texto
comprende el significado o la verdad del autor y el significado o la verdad del
lector, y vive de su dialéctica. Podremos conceder algo más a uno o a otro (al
autor o al lector), pero no sacrificar a uno de los dos en aras del otro.
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5.- Para una hermenéutica analógico-icónica
Esta labor de interpretación, tan cara a las ciencias humanas, ha sido confiada a
esa disciplina tan compleja que denominamos "hermenéutica".
Como hemos visto, los textos son de varias clases: pueden ser escritos, hablados,
e incluso actuados. Todo lo que tiene una significación viva, no completamente
inmediata y clara, es susceptible de interpretación. Y es donde se plantea la
necesidad y vigencia de la hermenéutica. Se ha llegado a decir que la
hermenéutica es ahora el instrumento universal de la filosofía y el método por
excelencia de las ciencias humanas. Por lo menos muestra la ventaja de tener una
gran apertura y la posibilidad de acotarla con ciertos límites, dados por el contexto
concreto. Eso permite integrar las particularidades culturales, por ejemplo
europeas y latinoamericanas, o, incluso, occidentales y orientales.
Hay una especie de lucha entre el autor y el lector en la arena del texto. Algunos
humanistas creen que necesariamente ganará el lector, y que siempre la
interpretación será subjetiva. Hay otros que se empeñan en darle el triunfo al autor
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y esperan que la interpretación sea objetiva. Pero yo prefiero pensar que más bien
hay un entrecruce entre lo objetivo y lo subjetivo. No se puede alcanzar la plena
objetividad, pero tampoco tenemos que renunciar a ella y abandonarnos al
subjetivismo. Hay lo que yo llamo una interpretación limítrofe, que reúne en una
línea lo subjetivo y lo objetivo, y que, aun aceptando la intromisión de la
subjetividad, nos deja la suficiente objetividad para que podamos decir que no
traicionamos al autor cuyo texto estamos interpretando. No creo que sea válido el
escepticismo de algunos que ya no aceptan nada como objetivo, y hacen toda
interpretación completamente relativa a la subjetividad del intérprete. Hay que
luchar por la objetividad para la hermenéutica, a pesar de que haya que reconocer
la injerencia de la subjetividad.
Por eso propongo una hermenéutica analógico-icónica. Analogía e icono que nos
permitan la recuperación del sentido de una manera que no se vea mutilado por el
univocismo ni fragmentado por el equivocismo. Hay que añadir que el icono es un
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signo que tiene la peculiaridad de que es sinecdóquico (y hasta metonímico),
además de metafórico, es decir, con un fragmento nos da el conocimiento de la
totalidad, la parte nos conduce al todo, el fragmento nos lleva al conjunto. Nos
hace preverlo, adivinarlo, deducirlo desde la hipótesis de la que partimos. En el
conocimiento nos humillamos y tenemos que reconocer que vamos al todo
iniciando con una pequeña parte. Pues bien, el icono nos da la posibilidad de partir
de un conocimiento fragmentario y avanzar hasta la totalidad, hasta el universal.
No una totalidad que atrapamos de manera completa, sino matizada, contextual.
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icónica. Es una ontología pragmatizada (con la lingüistización y la historización),
pero también lleva a una pragmática ontologizada, en quiasmo recíproco, según lo
hacía Merleau-Ponty. En el límite del lenguaje y el ser encontramos una ontología
hermeneutizada y una hermenéutica ontologizada, el límite nos permite una
ontología hermenéutica y una hermenéutica ontológica. En el límite de la lengua y
el habla se nos permite una filosofía del lenguaje que atienda a la sistematicidad
de la lengua y a los juegos de los actos del habla. En el límite de lo sintagmático y
lo paradigmático se nos permite una hermenéutica que sea lineal y al mismo
tiempo vaya en profundidad, que repita y juegue, que reproduzca e invente. Mejor
aún, que, al repetir, sea creativa, porque siempre intenta ir más allá. Además, en
algún momento alguien dijo que la filosofía ya ha interpretado mucho la realidad,
que de lo que se trata ahora es de transformarla. Pues bien, una hermenéutica
analógica se coloca en el entrecruce de la interpretación del mundo y de su
transformación, interpreta para transformar. Así, nos hace sentir la obligación de
colocarnos en el límite de fusión donde se juntan el bien individual y el bien
común, para comprometernos con la construcción de la sociedad.
6.-Analogía y diálogo
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racionalidad que he llamado "analógica"; sobre todo añadiría yo como constitutiva
de la misma. Esto se puede recalcar aludiendo al carácter dialógico de toda la
teoría de la argumentación de Aristóteles, como lo hacía ver Eric Weil y me
esforcé por recalcarlo en otro trabajo.
Sobre este contexto dialógico, también se puede preguntar si, dada la intervención
de la comunidad de hablantes, se tendría en la racionalidad analógica en definitiva
una noción de verdad como consenso. La respuesta es que no sólo ella. En la
misma teoría aristotélica de la verdad se contienen y se manejan los tres tipos
más frecuentes de teorías sobre la verdad: la de coherencia o sintáctica, la de
correspondencia o semántica y la de consenso o pragmática. En la actualidad se
suele negar mucho la de correspondencia, para quedarse con la de coherencia y/o
la de consenso. Pero no son incompatibles, a pesar de que en la actualidad se
piense que la de correspondencia lo es. Aristóteles acepta, como la base, la
verdad de coherencia o sintáctica (que desarrolla más en los Analíticos Primeros y
Segundos); después se encabalga la verdad como correspondencia o adecuación
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(la cual desarrolla en el libro Gamma de la Metafísica, y que Tarski recupera con el
nombre de "verdad semántica"); pero también tiene el Estagirita la noción de
verdad como consenso o pragmática (es la que desarrolla en la lógica de los
Tópicos y en la Retórica). Lo que Eric Weil y otros estudiosos muestran es que de
hecho el paradigma de la lógica aristotélica son los Tópicos, que son dialógicos;
con lo cual la lógica es eminentemente de tipo pragmático, pero involucra no sólo
la verdad como consenso, sino, a través de la sintaxis y la semántica, también una
verdad como coherencia y otra como correspondencia. En realidad, el consenso
no puede de suyo y por sí mismo dar la verdad completa, siempre tiene
condiciones de restricción que apuntan a la correspondencia; indican que el
consenso nos ha llevado a la realidad, que el diálogo pragmático nos ha hecho
atinar al núcleo de la verdad como correspondencia. El acuerdo o consenso viene
a ser sólo un índice o síntoma de que se da una correspondencia con la realidad,
de que se ha atinado (al menos hipotéticamente) al mundo, al ser.
De esta última forma no se puede decir que las esencias, al menos no todas, esto
es no las esencias o clases naturales, sean construidas cognoscitivamente por el
hombre. Sólo se podrá decir que como esencias universales se dan de manera
fundamental, presupositiva y dispositiva en la realidad, en las cosas, y de manera
formal o propia en la mente humana. Pero como esencias individuales se dan de
manera formal en las cosas mismas (además de que son esencias dinámicas,
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esto es, dadas de alguna manera, pero con una evolución accidental). Hay cierta
analogía en las esencias, son universales análogos. Y hay también iconicidad en
ellas, son iconos o signos icónicos de sus referentes, de modo que con un
conocimiento muy fragmentario y parcial de los mismos, podemos llegar a una
universalización válida.
Esto repercute, como hemos dicho, en el conocimiento. Tenemos que evitar tanto
una epistemología idealista, subjetivista y relativista como una realista absolutista,
objetivista a ultranza, pretendiendo que todo lo conocido está dado sin ninguna
participación del sujeto cognoscente. Si se adopta un punto de vista que haga
justicia tanto al ser como al conocer (es decir, que les dé su lugar adecuado, esto
es, al conocer como ser y al ser como conocer), los cuales se unen en el
fenómeno del conocimiento humano, se partirá del realismo pero se atenderá a lo
que de participación y construcción del hombre hay en el proceso cognoscitivo. Y,
a diferencia de esto, si se parte del idealismo o del relativismo subjetivista, no se
podrá pasar a ningún realismo. De lo epistemológico a lo ontológico no es válida la
consecuencia; en cambio, de lo ontológico a lo epistemológico sí, y así no se
pierde ninguno de los dos polos. Sólo de esa manera se puede dar cuenta del
proceso entero del conocer.
7.- Correlación
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1 Correspondencia o relación que mantienen dos o más cosas entre sí: existe
una correlación entre el consumo de drogas y la delincuencia.
2 Relación que se da entre dos o más fonemas que se oponen sistemáticamente
por la presencia o ausencia de un determinado rasgo.
3 Relación que se establece entre dos términos de una oración qué a modo que
la presencia de uno hace necesaria la del otro.
Dos de los autores representantes de esta hermenéutica son sin duda Gadamer y
Emilio Betti, aunque cabe mencionar que éste último es más importante para la
interpretación jurídica ya que trabaja en el campo del derecho, mientras que aquel
trabaja en lo filosófico.
Para Emilio Betti, una auténtica interpretación jurídica apunta siempre al problema
epistemológico del “entender” y el “entender”, se da en y a través de un sujeto: el
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intérprete. Este intérprete es siempre un sujeto condicionado por su contexto
sociopolítico.
Por otra parte, es importante resaltar que la interpretación jurídica, así como la
educación, no implica solamente un momento cognitivo, menos aún, que éste sea
el aspecto más importante. La interpretación jurídica tiene una función normativa.
De manera que la interpretación de la ley, proporciona una máxima de decisión y
de acción práctica. La actividad científica en el ámbito jurídico reside, entre otras
cosas, en la valoración.
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constitutivos: “datos de los sentidos”, “una subjetividad de estos datos como forma
representativa de ellos”, y “una subjetividad histórica, cultural y dialógica que se
construye en el reconocimiento de esta forma representativa”.
Si bien es cierto, que la subjetividad del intérprete adquiere importancia para esta
nueva hermenéutica, no obstante el intérprete debe atenerse a una serie de
criterios hermenéuticos que, entre otras cosas, da lugar a la univocidad del
contenido representativo de las formas a interpretar. Esto a su vez, cierra puertas
a todo resquicio de discrecionalidad:
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objetividad ideal de los valores y la subjetividad de la conciencia. Esta objetividad
ideal se articula tanto en los planos lingüísticos literarios como en los planos
científicos de la religión y la filosofía. Se obtiene entonces la síntesis de la
conciencia de lo individual y de los valores (lo universal).
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La búsqueda de la verdad, de acuerdo con Gadamer, es un compromiso
irrenunciable de todo intérprete; pero el método científico o la mera aplicación de
reglas no basta para garantizar dicha verdad, por ello Gadamer insiste en recurrir
a una disciplina del preguntar e investigar que garantice la verdad, y al igual que la
dialéctica platónica, Gadamer da primacía a la pregunta sobre la respuesta.
Como se deja ver, la nueva hermenéutica jurídica hace frente a los aspectos
materiales de la decisión jurídica (dimensión subjetiva de la misma, contexto
político, contexto histórico social, prejuicios, valores, etc.), "Esto tiene su
explicación en el hecho de que un texto no es un objeto dado sino una fase en la
realización de un proceso de entendimiento"1.
"... La búsqueda del juicio justo no es una mera subsunción del caso particular en
algo general (las cláusulas de la ley), sino que la búsqueda de las cláusulas rectas
se basan en una decisión propia creativa, complementaria o perfeccionadora del
derecho"
Fuente Breves notas sobre la nueva Hermenéutica Jurídica de Ana Lilia Ulloa Cuéllar*.
Universidad Iberoamericana
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