Historia de La Ópera
Historia de La Ópera
Historia de La Ópera
La ópera nació a finales del siglo XVI, como iniciativa de un círculo de eruditos (la Camerata Fiorentina) que,
al descubrir que el teatro griego antiguo era cantado, tuvieron la idea de musicalizar textos dramáticos. Así,
Jacopo Peri creó La Dafne (1597), a la que siguió Euridice (1600), del mismo autor. En 1607, Claudio
Monteverdi compuso La favola d'Orfeo, donde añadió una introducción musical que denominó «sinfonía», y
dividió las partes cantadas en «arias», dando estructura a la ópera moderna.
La evolución posterior de la ópera ha corrido en paralelo a las diversas corrientes musicales que se han ido
sucediendo en el tiempo: entre el siglo XVII y la primera mitad del XVIII se enmarcó en el Barroco, un período
en que la música culta estaba reservada a las élites sociales, pero que produjo nuevas y ricas formas musicales,
y que vio establecer un lenguaje propio para la ópera, que fue ganando riqueza y complejidad no solo en los
métodos compositivos y vocales sino en la producción teatral y escenográfica. En la segunda mitad del
siglo XVIII se dio el Clasicismo, un período de gran creatividad marcado por la serenidad y armonía de sus
composiciones, con grandes figuras como Mozart y Beethoven. El siglo XIX estuvo marcado por el
Romanticismo, caracterizado por la individualidad del compositor, considerado ya como un genio iluminado y
cada vez objeto de mayor veneración, al igual que las mayores figuras vocales del canto, que se convirtieron
en estrellas de una sociedad donde la burguesía relegó a la aristocracia en la preeminencia social. Esta centuria
vio surgir las variantes musicales de numerosas naciones hasta entonces sin apenas tradición musical, en lo que
se vino a llamar nacionalismo musical. Cerraron el siglo algunas corrientes como el impresionismo francés y el
verismo italiano. En el siglo XX la ópera, al igual que el resto de la música y de las artes en general, entró en la
vanguardia, una nueva forma de concebir la creación artística en que surgieron nuevos métodos y técnicas
compositivos, que se expresaron en una gran variedad de estilos, en una época de mayor difusión de los
medios de comunicación que permitían llegar a un público más amplio por diversos canales, no ya solo el
presencial (radio, televisión), y en la que todavía era valorado el amplio repertorio musical de períodos
anteriores, que siguió vigente en los principales teatros de ópera del mundo.
Durante el transcurso de la historia, en el seno de la ópera han existido divergencias sobre cuál de sus
componentes tenía mayor relevancia, la música o el texto, o incluso si la importancia radicaba en el canto y la
virtuosidad de los intérpretes, fenómeno que dio origen al bel canto y a la aparición de figuras como la diva o
prima donna. Desde sus inicios hasta la consolidación del clasicismo, el texto gozó de mayor importancia,
siempre ligado al espectáculo visual, los fastos decorados y las complejas escenografías barrocos; Claudio
Monteverdi dijo al respecto: «la palabra debe ser determinante, debe dirigir la armonía, no servirla». Sin
embargo, desde la reforma llevada a cabo por Gluck y la aparición de grandes genios como Mozart, fue
cobrando relevancia la música como componente principal de la ópera. El propio Mozart comentó en una
ocasión: «la poesía debe ser la servidora obediente de la música». Otros autores, como Richard Wagner,
pretendieron aglutinar todas las artes en una sola creación, a la que denominó «obra de arte total»
(Gesamtkunstwerk).4
Índice
Antecedentes
Orígenes
Barroco
Ópera veneciana
Ópera francesa
Desarrollo en Europa
Ópera napolitana
Barroco tardío: ópera seria y bufa
Francia
Alemania y Austria
Otros países
Música galante y reforma gluckiana
Clasicismo
Siglo XIX
Romanticismo
Francia
Italia
Países germánicos
Otros países
Cantantes del Romanticismo
Nacionalismo
Rusia
Checoslovaquia
Hungría
Polonia
Escandinavia
Bélgica y Países Bajos
Países anglosajones
Países bálticos
Países balcánicos
Turquía y países caucásicos
Portugal
España
Latinoamérica
Verismo
Posromanticismo
Impresionismo
Cantantes de fin de siglo
Siglo XX
Expresionismo
Dodecafonismo
Neoclasicismo
Posguerra mundial: tradición y vanguardia
Reino Unido
Francia e Italia
Alemania y Austria
Estados Unidos
España y Latinoamérica
Otros países
Cantantes del siglo XX
Véase también
Notas
Referencias
Bibliografía
Enlaces externos
Antecedentes
La ópera tiene sus antecedentes en las diversas formas de teatro cantado o musicalizado que se han producido
a lo largo de la historia en todo el mundo. Tanto la representación dramática como el canto, la música, el baile
y otras manifestaciones artísticas son formas de expresión consustanciales al ser humano, practicadas desde la
prehistoria. En la Antigua Grecia, el teatro era uno de los espectáculos favoritos de la sociedad. Allí nacieron
los principales géneros dramáticos (comedia y tragedia) y se sentaron las bases de la escenografía y la
interpretación. Por diversos testimonios, se sabe que las representaciones dramáticas eran cantadas y
acompañadas de música, aunque actualmente apenas se
conservan vestigios de música griega. Los principales
dramaturgos de la época, Esquilo, Sófocles y Eurípides, sentaron
las bases del arte dramático, cuya influencia sigue vigente hoy
día.6
Orígenes
A finales del siglo XVI, en Florencia, un círculo de eruditos patrocinados por el
conde Giovanni Bardi crearon una sociedad denominada Camerata Fiorentina,
encaminada al estudio y discusión crítica de las artes, especialmente el drama y la
música.11 Uno de sus eruditos era Vincenzo Galilei —padre del científico
Galileo—, un célebre helenista y musicólogo, autor de un método de tablatura
para laúd y compositor de madrigales y recitativos.12 En el transcurso de sus
estudios sobre el teatro de la Antigua Grecia comprobaron que en las
representaciones teatrales griegas el texto era cantado a voces individuales. Esta
idea les impactó, ya que en su día no existía nada igual, en una época donde casi
toda la música cantada era coral (polifonía) y, en casos de voces individuales, se
daban solamente en el ámbito religioso. Tuvieron entonces la idea de musicalizar Libreto de la primera
textos dramáticos de carácter profano, lo que germinó en la ópera (opera in ópera, La Dafne (1597),
musica fue el nombre que le dio la Camerata).13 nota 1 Galilei fue el principal de Jacopo Peri y Ottavio
defensor de una única línea melódica —la monodia— frente a la polifonía, que Rinuccini
consideraba generadora de un discurso musical incoherente, teoría que expuso en
Dialogo della musica antica et della moderna (1581). Otro de los eruditos de la
Camerata, Girolamo Mei, que fue quien investigó principalmente el teatro griego, señaló el afecto emocional
que el canto individual generaba en el público en las representaciones teatrales griegas (De modis musicis
antiquorum, 1573).15
Así, uno de los miembros de la Camerata, el compositor Jacopo Peri, creó La Dafne (1597),16 con libreto de
Ottavio Rinuccini, basada en el mito de Apolo y Dafne, con un prólogo y seis escenas; de esta obra solo se
conserva el libreto y pequeños fragmentos de la música. Peri, que también era cantante, representó a Apolo. A
esta siguió, en 1600, Euridice, de los mismos autores, la primera ópera que se conserva completa, sobre el mito
de Orfeo y Eurídice. Fue compuesta con motivo de la boda entre Enrique IV de Francia y María de Médici,
celebrada en Florencia en 1600. Peri interpretó a Orfeo.17
Una de las principales novedades de esta nueva forma de expresión artística fue
su laicidad, en una época en que la producción artística y musical era
mayoritariamente de signo religioso. Otra fue la aparición de la monodia, el canto
Jacopo Peri como Arione a una sola voz, frente a la polifonía medieval y renacentista; era una línea vocal
en el quinto intermedio acompañada de un bajo continuo de clavicordio o laúd.21 nota 2 Así, las
de La Pellegrina (1589) primeras óperas tenían partes cantadas por solistas y partes habladas o
declamadas en monodia, lo que se conoce como stile rappresentativo.12
Estas primeras experiencias tuvieron un gran éxito, especialmente entre la nobleza: los Médici se convirtieron
en patrocinadores de estos espectáculos y, desde Florencia, fueron extendiéndose por el resto de Italia. Los
Gonzaga de Mantua encargaron entonces al famoso compositor de madrigales Claudio Monteverdi una ópera:
en 1607 compuso La favola d'Orfeo, con libreto de Alessandro Striggio, una obra ambiciosa compuesta para
orquesta de cuarenta y tres instrumentos —incluyendo dos órganos—,23 con prólogo y cinco actos. En esta
obra se imprimieron por primera vez los libretos para que el público pudiese seguir la representación.24
Monteverdi añadió una introducción musical que denominó «sinfonía», y dividió las partes cantadas en
«arias», dando estructura a la ópera moderna.25 Estas arias se alternaban con el recitativo, una línea musical
que incluía partes habladas y cantadas.26 También introdujo el ritornello, una estrofa instrumental repetida
entre los cinco actos.26 En cuanto a las voces, aunque dejó algunas partes en polifonía, diferenció las
principales voces solistas: Orfeo era tenor, Eurídice soprano y Caronte bajo.23 En 1608, Monteverdi estrenó
L'Arianna, con libreto de Rinuccini, de la que no se ha conservado la música, excepto un fragmento: el
Lamento d'Arianna.23
Otro introductor del estilo monódico en Roma fue Paolo Quagliati, que adaptó antiguos madrigales suyos en
forma de ópera: Il carro di fedeltà d'amore (1606), La sfera armoniosa (1623).30 En la escuela romana
destacó también Luigi Rossi, quien trabajó para los Barberini. En 1642 estrenó en su teatro Il palazzo
incantato, una suntuosa producción que tuvo un gran éxito. Cuando en 1644 los Barberini tuvieron que
exiliarse a París, Rossi los acompañó, y consiguió la protección del cardenal Mazarino, con lo que ayudó a
introducir la ópera en Francia. Allí compuso su Orfeo (1647), con prólogo y tres actos, una gran producción
que contó con numerosos efectos visuales.31 Cabe mencionar también a Domenico Mazzocchi, empresario
además de compositor, que inició el contrato de cantantes para la ópera. Fue autor de La catena d'Adone
(1626).32 Otro exponente fue Michelangelo Rossi (Erminia sul Giordano, 1633; Andromeda, 1638).33
En Roma se estrenó en 1639 Chi soffre, speri, de Virgilio Mazzocchi y Marco Marazzoli, considerada la
primera ópera cómica.34
En estas primeras obras destacó a nivel vocal uno de los primeros cantantes de ópera de reconocido talento:
Francesco Rasi, un tenor que ya era famoso antes del surgimiento de la ópera, que participó en las primeras
representaciones de la Euridice de Peri. En 1598 entró al servicio de los Gonzaga de Mantua, por lo que
representó en esta ciudad el Orfeo de Monteverdi en 1607; al año siguiente participó en la Dafne de Gagliano.
Fue también compositor, autor de Cibele ed Ati (1617), cuya música se ha perdido.20
Barroco
El Barroconota 3 se desarrolló entre el siglo XVII y la primera mitad
del XVIII. Fue una época de grandes disputas en el terreno político y
religioso, en la que surgió una división entre los países católicos
contrarreformistas, donde se afianzó el estado absolutista, y los países
protestantes, de signo más parlamentario.36
La ópera barroca destacó por la escenografía complicada, ornamentada, recargada, con cambios repentinos y
con complicados efectos lumínicos y sensoriales. Se empleaban numerosos decorados, hasta quince o veinte
cambios de escenario por representación.40 Comenzó el gusto por las voces solistas, principalmente las
agudas (tenor, soprano), que conllevó de forma paralela el fenómeno de los castrati. Estos últimos eran niños
que destacaban en el canto y que eran castrados antes de entrar en la pubertad para que su voz no cambiase;
así, de adultos mantenían una voz aguda, cercana a la femenina pero más potente, flexible y
penetrante.24 nota 4 También se introdujo el canto en vibrato, consistente en fluctuaciones de timbre, tono e
intensidad, lo que proporcionaba mayor emotividad a la interpretación.42
En la primera mitad del siglo XVII se fueron fijando las normas de los libretos operísticos, que sufrirían pocas
variaciones hasta casi el siglo XX: diálogos simples y lenguaje convencional, estrofas de formas rigurosas,
distinción entre «recitativo» —partes declamadas que hacen desarrollar la acción— y «número» (o «pieza
cerrada») —partes ornamentales en forma de aria, dúo, coro u otros formatos—. Pese a todo, durante esta
centuria se prestaba poca atención en general a los textos, mientras que tenían mayor protagonismo el
virtuosismo musical y vocal, la escenografía y los efectos visuales.43
Ópera veneciana
En las décadas centrales del siglo XVII el mayor centro productor de ópera fue
Venecia, el primer lugar donde la música se desligó de la protección religiosa
o aristocrática para ser representada en lugares públicos: en 1637 se fundó el
Teatro San Cassiano (demolido en 1812), primer centro operístico del mundo,
ubicado en un palacio que pertenecía a la familia Tron.44 La primera ópera
representada fue L'Andromeda, de Francesco Mannelli.45 El teatro fue
fundado por Domenico Mazzocchi, que tras perder el favor papal se trasladó
de Roma a la ciudad véneta.34 46 Al convertirse en un negocio, la ópera
empezó a depender cada vez más de los gustos del público, ya que con su
asistencia a los espectáculos podía favorecer una determinada línea
compositiva o relegarla al olvido.47 Una de las primeras consecuencias fue
que el público mostró cada vez más su gusto por las voces agudas, las de Claudio Monteverdi
tenores, sopranos y castrati, mientras que decayó el uso de los coros y las
orquestas grandes, ya que se prefería un acompañamiento de pocos
instrumentos, entre diez y quince, generalmente. Al popularizarse el género, se fueron introduciendo más
elementos cómicos y los textos se fueron simplificando, hasta llegar al punto en que, sobre todo en las arias,
importaba más la interpretación que no las palabras que se expresaban.48 Tras el San Cassiano, floreció la
apertura de nuevos teatros en Venecia: San Giovanni e Paolo (1639), San Moisè (1640), Novissimo (1641),
San Samuele (1655) y Santi Apostoli (1649).45 Fue en estos teatros donde comenzó la disposición en forma
de plaza rodeada de palcos, típica de los teatros de ópera.49
En Venecia surgió el concepto de bel canto, que se popularizó sobre todo en la primera mitad del siglo XVIII y
de nuevo en la primera mitad del siglo XIX en Italia. Se trata de una técnica vocal de difícil ejecución
consistente en mantener un tono uniforme pasando de una frase musical a otra sin pausas, en un legato
sostenido que requiere un timbre potente y una articulación armónica. Los principales intérpretes del bel canto
eran los castrati y las soprano prima donna.50 Por otro lado, en esta época surgió el arioso, un canto
intermedio entre el recitativo y el aria, que con el tiempo se fue convirtiendo en números cerrados con
tendencia a la ornamentación.51 Asimismo, desde los años
1630-1640 fue cobrando relevancia el ensemble, la conjunción
de voces en distinto número: dúo, trío, cuarteto, quinteto, sexteto,
septeto y octeto.52
Claudio Monteverdi se instaló en 1613 en Venecia, donde fue maestro de capilla de la basílica de San
Marcos.25 Allí compuso doce óperas, las principales de las cuales son Il ritorno d'Ulisse in patria (1640) y
L'incoronazione di Poppea (1642).23 Esta última es considerada su mejor ópera, con libreto de Giovanni
Francesco Busenello, basada en obras de Tácito y Suetonio. Fue una de las primeras óperas con un argumento
histórico y no mitológico.53
A nivel vocal destacó Anna Renzi, la primera soprano que alcanzó el estatus de prima donna. Interpretó a
Octavia, la esposa de Nerón, en L'incoronazione di Poppea de Monteverdi.20 El castrato Siface también
causó sensación entre el público, y contó entre sus admiradores con Cristina de Suecia y Henry Purcell.20
Ópera francesa
Uno de los primeros países donde se introdujo la ópera tras Italia fue Francia —donde se la llamaba «tragédie
en musique»—.57 En 1645 se presentó en París la primera ópera italiana, la pastoral La finta pazza, de
Francesco Sacrati.58 Dos años más tarde se representó el Orfeo de Luigi Rossi, que causó gran sensación.59
Pier Francesco Cavalli estrenó en París en 1662 su Ercole amante, en el recién estrenado Palacio de las
Tullerías, un encargo del cardenal Mazarino para la celebración de la boda de
Luis XIV con María Teresa de Austria. La obra no gustó mucho, ya que era en
italiano y con castrati, un fenómeno extraño para el público francés, más
aficionado a los ballets de cour.60
Otro exponente fue Marc-Antoine Charpentier, quien musicalizó algunas obras de Molière (Le mariage forcé,
1672; Le malade imaginaire [El enfermo imaginario], 1673) y compuso diversas obras para la Comédie-
Française, como Les amours de Vénus et d'Adonis (1678), David et Jonathas (1688) y La noce du village
(1692). Su obra maestra es la tragedia Médée (Medea, 1693), sobre una obra de Pierre Corneille.68
Marin Marais fue compositor e intérprete de viola da gamba. Trabajó en la corte de Luis XIV y fue director de
la orquesta de la Académie Royale de Musique. Compuso cuatro óperas de estilo lulliano: Alcide (1693),
Ariane et Bacchus (1695), Alcyone (1706) y Sémélé (1709).17
Tras las óperas de Lully, y a causa de la afición francesa por el ballet, surgió la «ópera-ballet», un género
híbrido de ambos, en que partes cantadas con música se alternaban con intermedios danzados, con temáticas
generalmente cómicas y amorosas. Este género fue introducido por André Campra con L'Europe galante
(1689), a la que siguieron numerosas obras de este autor, entre las que destaca Les fêtes vénitiennes (1710).13
Campra también realizó óperas convencionales, como Tancrède (1702) e Idoménée (1712).69
Desarrollo en Europa
A lo largo del siglo XVII la ópera se fue difundiendo por toda Europa, generalmente bajo la influencia italiana.
En Alemania —dividida entonces en numerosos estados de diversa configuración política—, el pionero fue
Heinrich Schütz, que en 1627 adaptó la Dafne de Rinuccini,13 con una clara influencia monteverdiana.70 En
1644, Sigmund Theophil Staden compuso Seelewig, la primera
ópera en alemán.71 En 1678 se inauguró el Theater am Gänsemarkt
de Hamburgo, que se convirtió en la principal ciudad operística del
ámbito germánico.63 En Múnich, el elector Fernando María de
Baviera patrocinó la ópera, a la que se dedicaron Johann Caspar
Kerll y Agostino Steffani. Este último inauguró el Schlossopernhaus
de Hannover en 1689 con Enrico Leone.72
En Polonia, la ópera fue patrocinada por el rey Ladislao IV, quien había presenciado una representación
operística en Toscana. En 1632 creó una compañía con cantantes italianos, que representaron varias óperas en
Varsovia. Esta compañía estrenó la primera ópera de autor polaco —aunque escrita en italiano—, La fama
reale (1633), de Piotr Elert.83
En España, la ópera llegó con
cierto retraso debido a la
crisis social motivada por la
Guerra de los Treinta Años.
La primera ópera se estrenó
en 1627 en el Alcázar de
Madrid: La selva sin amor,
una égloga pastoril
Palacio de la Zarzuela de Madrid,
Edificio del teatro de ópera de compuesta por Bernardo
donde nació el género de la zarzuela
Ladislao IV (derecha) en el Castillo Monanni y Filippo Piccinini
Real de Varsovia sobre un texto de Lope de
Vega; no se conserva la
partitura.13 Tomás de Torrejón y Velasco compuso en 1659 La
púrpura de la rosa, con texto de Pedro Calderón de la Barca, la primera ópera compuesta e interpretada en
América, estrenada en el Palacio Virreinal de Lima. Juan Hidalgo fue autor de Celos aun del aire matan
(1660), también con texto de Calderón.73
A finales del siglo XVII el rey Felipe IV patrocinó la representación de operetas en el palacio de la Zarzuela de
Madrid, dando origen a un nuevo género: la zarzuela.65 El primer zarzuelista fue Juan Hidalgo, autor en 1658
de El laurel de Apolo, con texto de Calderón, a la que siguieron Ni amor se libra de amor (1662, Calderón de
la Barca), La estatua de Prometeo (1670, Calderón de la Barca), Los celos hacen estrellas (1672, Juan Vélez
de Guevara), Alfeo y Aretusa (1672, Juan Bautista Diamante), Los juegos olímpicos (1673, Agustín de Salazar
y Torres), Apolo y Leucotea (1684, Pedro Scotti de Agoiz) y Endimión y Diana (1684, Melchor Fernández de
León). Posteriormente destacó la obra de Sebastián Durón, con libretos de José de Cañizares (Salir el amor del
mundo, 1696), y de Antonio Literes (Júpiter y Dánae, 1708).84 Tras la muerte de Felipe IV, la zarzuela se
trasladó al Teatro del Buen Retiro de Madrid.85
Ópera napolitana
Otros insignes representantes fueron Leonardo Vinci, Leonardo Leo y Giovanni Bononcini. Vinci debutó a los
veintitrés años con Lo cecato fauzo (El falso ciego, 1719). En 1722 compuso Li zite 'ngalera (Los amantes de
la galera), de género cómico. Ese mismo año cosechó un gran éxito con Publio Cornelio Scipione, lo que le
decantó hacia la ópera seria. En 1724 renovó su éxito con Farnace, que le llevó a Roma y Venecia. Le
siguieron Didone abbandonata y Siroe, re di Persia, ambas de 1726 y con libreto de Pietro Metastasio. Hasta
su muerte en 1730 compuso dos óperas por año, entre las que destacan Alessandro nell'Indie y Artaserse,
ambas de 1730 y de nuevo con libretos de Metastasio.95 Leo fue organista y músico de iglesia. Su primera
ópera fue Il Pisistrate (1714), a los diecinueve años. En 1725 fue nombrado organista de la capilla del virrey
de Nápoles. Sus obras eran más conservadoras que las de Vinci y Porpora, basadas en buena medida en el
contrapunto. Entre ellas destaca L'Olimpiade (1737), con libreto de Metastasio. Compuso también varias
óperas cómicas, a las que otorgó respetabilidad por el empeño puesto en ellas.96 Bononcini tuvo un gran éxito
inicial con Il trionfo di Camilla (1696, con libreto de Silvio Stampiglia), que se representó en diecinueve
ciudades italianas. En 1697 se instaló en Viena, al servicio del emperador José I, hasta que en 1719 fue
contratado por la Royal Academy of Music de Londres. Entre sus obras destacan Gli affetti più grandi vinti
dal più giusto (1701), Griselda (1722) y Zenobia (1737).97 Cabe citar también a: Francesco Feo (L'amor
tirannico, 1713; Siface, 1723; Ipermestra, 1724),98 Gaetano Latilla (Angelica e Orlando, 1735)99 y
Francesco Mancini (L'Alfonso, 1699; Idaspe fedele, 1710; Traiano, 1721).100
En torno al segundo cuarto del siglo XVIII la ópera se fue dividiendo en dos géneros contrapuestos: la ópera
seria y la ópera bufa.104 Los temas de la ópera seria se extraían generalmente de la mitología clásica, con un
componente moralista, en que se mostraba el lado más virtuoso de los héroes de la antigüedad.105 Por lo
general, se centraba la acción en los recitativos y se dejaban las arias para incursiones líricas de los cantantes,
con preferencia por el aria da capo, que vivió su época dorada.106 La ópera seria quería despojar los dramas
líricos de las extravagancias y los argumentos enrevesados utilizados hasta entonces, con un estilo más sobrio
inspirado en el antiguo teatro griego. Uno de sus mayores teóricos fue Giovanni Vincenzo Gravina,
cofundador de la Academia de la Arcadia.107
Sin embargo, la desaparición de personajes cómicos dejó un cierto vacío en un sector del público,
generalmente de clase baja, que gustaba de estos personajes. Para contentarlos, se introdujeron unos intermezzi
en los entreactos de las obras, que poco a poco fueron ganando éxito hasta que se convirtieron en obras
separadas.108 Un buen ejemplo fue La serva padrona de Pergolesi (1733). A partir de entonces estos
intermezzi se independizaron y se convirtieron en espectáculos propios. La ópera bufa era de género cómico,
destinada a un público más popular, con influencia de la Commedia dell'arte. Incluía arias y recitativos, pero
con intérpretes de segunda fila, los cuales cantaban con sus voces naturales, sin castrati ni sopranos. Las arias
eran más cortas y los recitativos mantenían la música, al contrario que en la zarzuela española o el singspiel
alemán, que incluían partes únicamente habladas. También había dúos, tríos y cuartetos, ausentes de la ópera
seria.109 En ópera bufa fue característico un tipo de declamación rápida y silábica llamada parlando. También
era frecuente la presencia de tartamudeos, bostezos o estornudos.110 La música, generalmente de cuerda, era
sencilla, de pequeñas orquestas, aunque con el tiempo se iría equiparando a la de la ópera seria. Con el tiempo,
ambos géneros tendieron a fusionarse, apareciendo la ópera semiseria o dramma giocoso.111
Algunos de los elementos característicos de la ópera bufa fueron: empleo del recitativo accompagnato, mayor
uso de coros y ensembles, y utilización junto al aria de la cavatina y el aria con pertichini, una modalidad que
tenía como base un aria —generalmente da capo— a la que se añadían comentarios en recitativo de personajes
que contemplaban la escena desde fuera, generando una forma de ensemble.
También cobraron mayor relevancia la introduzione y el finale, escenas que
solían reunir todo el conjunto de personajes de la obra, cantando en
ensemble.112
También continuó la escuela napolitana, donde se produjo la escisión entre ópera seria y bufa. Sus principales
representantes en este período fueron Niccolò Jommelli y Tommaso Traetta. Jommelli estrenó sus primeras
óperas en Nápoles: L'errore amoroso (1737), Ricimero (1740) y Astianatte (1741). Tras cosechar fama por
estas obras fue nombrado maestro de capilla de San Pedro del Vaticano en 1749 y, cuatro años más tarde, el
mismo cargo en Stuttgart, para el duque de Württemberg. En Alemania compuso treinta y tres óperas, y su
estilo se germanizó tanto que al regresar a su patria sus obras fueron
rechazadas por el público.121 Traetta recibió la influencia gluckiana,
que aunó a su prodigiosa capacidad para componer corales y melodías
elegantes. Sus primeras composiciones fueron para teatros de ópera de
Nápoles y Parma (Ippolito e Aricia, 1759; Ifigenia in Tauride, 1763).
En 1765 se trasladó a Venecia y, en 1768, a Rusia, donde nombrado
director de ópera por la emperatriz Catalina II. Allí compuso, entre
otras, Antigone (1772).122
Se considera de la escuela
napolitana al español Domingo
Terradellas (también conocido en
italiano como Domenico
Terradeglias). Estudió en Nápoles,
donde fue alumno de Francesco
Portada del libreto de L'Olimpiade Durante. En 1736 estrenó su
(1767), de Tommaso Traetta primera ópera, Giuseppe
riconosciuto. Se trasladó a Roma,
donde fue maestro de capilla de San
Giacomo degli Spagnoli y estrenó Astarto (1739), Merope (1743) y
Semiramide riconosciuta (1746). Pasó luego a Londres, donde compuso
Mitridate (1746) y Bellerofonte (1747). De vuelta a Italia, estrenó en Turín
Didone (1750), en Venecia Imeneo in Atene (1750) y en Roma Sesostri
Domingo Terradellas
(1751).123
Del resto de Italia cabe reseñar a Antonio Caldara. Fue maestro de capilla en Mantua y Roma antes de ser
nombrado vicemaestro de capilla del emperador Carlos VI en Viena, donde permaneció unos veinte años.
Colaboró habitualmente con los libretistas Zeno y Metastasio. En su obra destaca el uso de amplias corales.
Entre sus obras destacan: Il più bel nome (1708), Andromaca (1724), Demetrio (1731), Adriano in Siria
(1732), L'Olimpiade (1733), Demofoonte (1733), Achille in Sciro (1736) y Ciro riconosciuto (1736).96 Cabe
citar también al milanés Giovanni Battista Lampugnani (Candace, 1732; Antigono, 1736).132
En la ópera bufa también destacó un libretista: Carlo Goldoni. Abogado de profesión, trabajó como libretista
para varios teatros venecianos. Escribió unos cien libretos, en los que incorporó elementos de la Commedia
dell'arte, el típico teatro popular italiano de origen renacentista. En sus obras aparecían personajes reales y
acontecimientos cotidianos, con argumentos más sencillos e ingeniosos diálogos que ayudaron a humanizar la
ópera. Su obra influyó en compositores como Mozart y, más tarde, Rossini y Donizetti.114
Entre los compositores de ópera bufa destacaron Niccolò Piccinni y Baldassare Galuppi. El primero fue un
prolífico compositor, autor de unas ciento veinte obras. Inició su carrera con Le donne dispettose (1754). Su
mayor éxito fue La Cecchina, ossia la buona figliuola (1760), con libreto de Goldoni basado en la Pamela de
Samuel Richardson, que suele ser
considerada la primera ópera
semiseria. En 1776 fue invitado a
París, donde mantuvo una tensa
rivalidad con Gluck: ambos
compusieron una Iphigénie en
Tauride, pero la ópera de Gluck
(1779) tuvo más éxito que la de
Piccinni (1781).133 Piccinni
introdujo el aria rondó, que tenía una
Ilustración del libreto de Il mondo
estructura en dos partes lenta y della luna (1750) de Baldassare
Carlo Broschi "Farinelli", uno rápida, repetida dos veces.134 Galuppi
de los más famosos castrati Galuppi escribió su primera ópera a
de la historia los dieciséis años (La fede
nell'incostanza, 1722). Su primer gran éxito fue con Dorinda en 1729.
Compuso unas cien óperas, una buena parte de ellas escritas para Londres:
Scipione in Cartagine (1742), Sirbace (1743). En 1749 compuso L'Arcadia in Brenta, con libreto de Carlo
Goldoni, la primera ópera bufa de gran extensión. A esta le siguieron otras óperas bufas como Il mondo della
luna (1750), Il mondo alla roversa (1750), La diavolessa (1755) y La cantarina (1756), pero el trabajo
conjunto de Galuppi y Goldoni más famoso fue el dramma giocoso Il filosofo di campagna (1754).135
Otros autores de ópera bufa fueron: Pasquale Anfossi (La finta giardiniera, 1774; La maga Circe, 1788),136
Gennaro Astarita (Il corsaro algerino, 1765; L'astuta cameriera, 1770),137 Francesco Coradini (Lo 'ngiegno
de le femmine, 1724; L'oracolo di Dejana, 1725),138 Domenico Fischietti (Il mercato di Malmantile,
1756),139 Giuseppe Gazzaniga (Don Giovanni Tenorio, 1787),140 Nicola Logroscino (Il governatore,
1747)141 y Giacomo Tritto (La fedeltà in amore, 1764).137
En esta época apareció también el pasticcio, una ópera compuesta conjuntamente por varios compositores. La
primera fue Muzio Scevola (1721), que constaba de tres actos compuestos cada uno por Filippo Amadei,
Giovanni Bononcini y Georg Friedrich Händel. Por lo general, más que colaborar en un mismo conjunto
homogéneo, la mayoría de los pasticci eran un conglomerado de músicas, canciones, danzas, arias y corales,
que se podían ir añadiendo sucesivamente.107
En el ámbito vocal, en esta época cabe recordar a las sopranos Francesca Cuzzoni, Margherita Durastanti y
Anna Maria Strada, y la mezzosoprano Faustina Bordoni, que actuaron todas ellas en Londres para Händel.
Bordoni y Cuzzoni mantuvieron una fuerte rivalidad entre ellas, hasta el punto de que llegaron a las manos en
la representación de Astianatte de Bononcini en 1727. Por otro lado, esta fue la época dorada de los castrati,
entre los que destacaron Giovanni Carestini, Carlo Broschi "Farinelli", Nicolò Grimaldi "Nicolini", Francesco
Bernardi "Senesino" y Antonio Maria Bernacchi. El más famoso fue Farinelli, quien actuó por toda Europa
con gran éxito. Se retiró a los treinta y dos años, en la cúspide de su fama, y entró al servicio de Felipe V de
España.142
Francia
Al inicio de este período predominaba todavía la tragédie-lyrique lulliana, donde destacaba el gusto por el
ballet. Así como la ópera italiana solía tener tres actos largos, la francesa tenía cinco cortos, con ballets
intercalados.105 El más destacado operista de esta época fue Jean-Philippe Rameau. Tuvo varios empleos
como organista y maestro de capilla en diversas catedrales francesas, al tiempo que escribió diversos tratados
de teoría de la música. Hasta los cincuenta años no compuso su primera ópera, Hippolyte et Aricie (1733), a la
que siguieron Les Indes galantes (1735), Castor et Pollux (1737) y Dardanus (1739). Tras unos años de
inactividad, en 1745 compuso La Princesse de Navarre, Le temple de la gloire —ambas de Voltaire— y la
ópera cómica Platée. Entre sus últimas obras destacan Zoroastre
(1749) y Les boréades (1763). Las óperas de Rameau gozaron de
gran popularidad, al tiempo que suscitaron intensos debates entre sus
defensores y detractores: en 1733 se desató la llamada querella de
lullystas y ramistas, entre los que abogaban por mantener la tradición
operística iniciada por Lully y los que veían con agrado la nueva
forma introducida por Rameau, que ponía más énfasis en la música
que en el texto.143 Igualmente, en los años 1750 se planteó la
denominada querella de los bufones entre los partidarios de Rameau,
defensores de la ópera seria francesa, y el filósofo Jean-Jacques
Rousseau y sus seguidores, partidarios de la ópera bufa italiana.144
En Francia, la ópera bufa tuvo su equivalente en la opéra-comique,13 un tipo de espectáculos sencillos, con
argumentos contemporáneos, generalmente de corte doméstico y urbano, y de tono conservador, en que se
ridiculizaban las innovaciones técnicas, las corrientes culturales y aspectos sociales en general, así como los
defectos y costumbres de los personajes. Tenía ciertos elementos en común con la ópera bufa italiana, como el
gusto por los disfraces y el travestismo, o los personajes inspirados en la Commedia dell'arte. Era frecuente la
presencia de un tipo de canciones conocidas como vaudeville.148 Para este tipo de representaciones se creó el
Théâtre National de l'Opéra-Comique. Sus principales representantes fueron François-André Danican Philidor
y André Ernest Modeste Grétry. El primero se inició en la ópera italiana, pero al no ser del agrado del público
se pasó a la cómica, donde cosechó grandes éxitos: Blaise le savetier (1759), Le sorcier (1764), Tom Jones
(1765), Ernelinde, princesse de Norvège (1767). En sus obras introdujo sonidos extramusicales, como el de un
martillo o el rebuzno de un asno.149 Grétry se ganó al público con sus melodías elegantes y expresivas. Su
primer éxito fue Le Huron (1768), a la que siguieron Lucile y Le tableau parlant en 1769. Probó el género
serio con Andromaque (1780), que no resolvió tan bien como sus obras cómicas. Su mayor éxito fue Richard
Cœur-de-Lion (1784).150
Otros compositores de opéra-comique fueron: Nicolas Dalayrac (Nina, ou La Folle par amour, 1786),151
Antoine Dauvergne (Les troqueurs, 1753),152 Egidio Romualdo Duni (Ninette à la cour, 1755; La fée
Urgèle, 1765),153 François-Joseph Gossec (Les Pêcheurs de perles, 1766; Toinin et Toinette, 1767)154 y
Pierre-Alexandre Monsigny (Le Cadi dupé, 1761; Le Roi et le fermier, 1762; Rose et Colas, 1764; Le
Déserteur, 1769).155
Alemania y Austria
Otros países
Con todo, con el paso del tiempo el público empezó a cansarse de las óperas händelianas, lo que explica el
éxito de The Beggar's Opera (La ópera del mendigo, 1728), una especie de antiópera italiana con música de
Johann Christoph Pepusch y libreto de John Gay, una reacción a la solemnidad algo pomposa de Händel.168
Esta obra inauguró el género ballad opera, equivalente a la opereta, la zarzuela española o el singspiel alemán.
Eran obras basadas en baladas y canciones breves, con danzas y melodías populares.169 También surgieron
los afterpieces, unas obras cortas que se representaban en los descansos de obras teatrales, al estilo de los
intermezzi italianos.122 Algunos exponentes fueron: Samuel Arnold (The Maid of the Mill, 1765),170 Charles
Dibdin (The Waterman, 1774),135 Stephen Storace (The Haunted Tower, 1789; The Pirates, 1792)122 y
William Shield (The Magic Cavern, 1784; The Enchanted Castle, 1786; The Crusade, 1790).122
Con la llegada al poder de los Borbones la zarzuela decayó, debido a la preferencia de los nuevos gobernantes
por la ópera italiana. Sin embargo, durante el reinado de Carlos III resurgió brevemente, debido al rechazo por
la ópera italiana provocado por el descontento popular con los ministros italianos del monarca. Destacó
especialmente el sainetista Ramón de la Cruz, que definió en sus obras el llamado casticismo madrileño: entre
sus obras cabe reseñar Las segadoras de Vallecas (1768), con música de Antonio Rodríguez de Hita.84 Otro
exponente fue José de Nebra, autor de Viento es la dicha de amor (1743) y Donde hay violencia, no hay culpa
(1744), entre otras.174
En Barcelona, el marqués de la Mina fomentó la ópera y patrocinó la instalación de una compañía italiana en
el Teatro de la Santa Cruz, en la que trabajaba el compositor Giuseppe Scolari, que estrenó algunas óperas
como Alessandro nell'Indie (1750) y Didone abbandonata (1752). También hubo un compositor local, Josep
Duran, autor de Antigono (1760) y Temistocle (1762).175
Durante esta época se dio también el género de la tonadilla, unas obras de carácter lírico-teatral y de signo
satírico y picaresco, que se representaban en los intermedios teatrales junto con sainetes o entremeses. Se dio
sobre todo en la segunda mitad del siglo XVIII. La primera obra de este género fue Una mesonera y un arriero
(1757), de Luis de Misón. Otros autores fueron: Antonio Guerrero, Blas de Laserna, Pablo Esteve y Fernando
Ferandiere.176
En Portugal, la ópera contó con el respaldo del rey Juan V, que favoreció la instalación de compositores
italianos, como Domenico Scarlatti.177 Entre los compositores portugueses cabe destacar a Francisco António
de Almeida, autor de óperas italianas: La pazienzia di Socrate (1733) y La Spinalba, ovvero Il vecchio matto
(1739).178
En el ámbito germánico fue la época dorada del singspiel: en 1778, Caterina Cavalieri en la
José II renombró el Teatro Francés de Viena como Deutsches representación de Die Bergknappen
Nationaltheater (actual Burgtheater) y lo dedicó a este género, que se (Los mineros), de Ignaz Umlauf
(1779)
estrenó con Die Bergknappen (Los mineros), de Ignaz Umlauf.188
Los más destacados compositores de singspiel fueron Johann Adam
Hiller (Der Teufel ist los [El diablo anda suelto], 1766; Der Jagd [La
caza], 1770)189 y Georg Anton Benda (Der Dorfjahrmarkt [La feria del pueblo], 1775; Romeo und Julie,
1776).190 Otros exponentes fueron: Karl von Ordonez (Diesmal hat der Mann den Willen [Esta vez la
decisión es del hombre], 1778),191 Johann André (Erwin und Elmire, 1775),192 Christian Gottlob Neefe
(Adelheit von Veltheim, 1780), Carl Ditters von Dittersdorf (Doktor und Apotheker [Médico y farmacéutico],
1786),193 Anton Eberl (Die Marchande des Modes, 1787),192 Paul Wranitzky (Oberon, König der Elfen
[Oberon, rey de los elfos], 1789),194 Johann Friedrich Reichardt (Erwin und Elmire, 1790),195 Johann
Baptist Schenk (Der Dorfbarbier [El barbero de pueblo], 1796)192 y Wenzel Müller (Die Teufelmühle [El
molino del diablo], 1799).196
En Francia, el estilo galante se denotaba ya en la obra de Rameau y, más plenamente, en Joseph Bodin de
Boismortier (Les Voyages de l'Amour, 1736; Daphnis et Chloé, 1747) y Jean-Joseph de Mondonville
(Daphnis et Alcimadure, 1754).197
En Italia, la música galante tuvo menos incidencia, dado la presencia de las
escuelas veneciana y napolitana. Aun así, se denota en la obra de Niccolò
Piccinni, Domenico Scarlatti y Baldassare Galuppi, así como en Pietro
Domenico Paradisi (Alessandro in Persia, 1738; Le muse in gara, 1740;
Fetonte 1747; La Forza d'amore, 1751), Giovanni Marco Rutini (I matrimoni
in maschera, 1763; L'olandese in Italia, 1765),198 Felice Alessandri (Ezio,
1767; Adriano in Siria, 1779; Demofoonte, 1783) y Giovanni Battista Martini
(Don Chisciotte, 1746).199
Entre sus obras destacan: Orfeo ed Euridice (1762), Alceste (1767) y Paride ed Elena (1770), estrenadas en
Viena; e Iphigénie en Aulide (1774), Armide (1777), Iphigénie en Tauride (1779) y Écho et Narcisse (1779),
estrenadas en París. Su libretista habitual fue Raniero di Calzabigi.203 Durante su estancia en Francia surgió
la llamada querella de gluckistas y piccinnistas (1775-1779) entre los partidarios de la reforma de Gluck y los
partidarios de la ópera italiana.204 Cabe señalar que Gluck no se limitó a su Reform-Opern («ópera
renovada»), sino que hizo algunas obras cómicas al estilo italiano, como L'ivrogne corrigé (El beodo
corregido, 1760) y La rencontre imprévue (El encuentro imprevisto, 1764).192
Clasicismo
La música clásica —no confundir con el concepto general de
«música clásica» entendida como la música vocal e instrumental
de tradición culta producida desde la Edad Media hasta la
actualidad—nota 5 supuso entre el último tercio del siglo XVIII y
principios del siglo XIX la culminación de las formas
instrumentales, consolidadas con la definitiva estructuración de la
orquesta moderna.206 El clasicismo se manifestó en el equilibrio
y la serenidad de la composición, la búsqueda de la belleza
formal, de la perfección, en formas armoniosas e inspiradoras de
altos valores. Se buscaba la creación de un lenguaje musical
Teatro de la Comédie-Française, París
universal, una armonización entre la forma y el contenido
(1790)
musical. Se empezó a valorar el gusto del público, con lo que
surgió una nueva forma de producir la obra musical, así como
nuevas formas de mecenazgo.207
La ópera siguió gozando de gran popularidad, aunque fue sufriendo una paulatina evolución acorde a las
novedades introducidas por el clasicismo. Junto a las voces solistas había dúos, tríos, cuartetos y otros
ensembles —hasta un sexteto en Le Nozze di Figaro de Mozart—, así como coros, aunque no tan grandiosos
como los barrocos. La orquesta se amplió y la música instrumental fue cobrando cada vez mayor protagonismo
respecto a la línea vocal.208 En 1778 se inauguró el Teatro de La Scala de Milán, uno de los más famosos del
mundo, con un auditorio de 2800 espectadores.209 Igualmente, en 1792 abrió el Teatro La Fenice de Venecia,
que también ha gozado de gran prestigio.210
Los principales compositores del clasicismo fueron Franz Joseph Haydn, Wolfgang Amadeus Mozart y
Ludwig van Beethoven. Haydn, considerado el padre de la sinfonía,206 fue un gran innovador en el terreno
de la música. De formación autodidacta, en su juventud tocó en bandas callejeras, hasta que entró al servicio
del príncipe Pál Antal Esterházy, en cuyo palacio de Eisenstadt vivió durante treinta años. Creó una orquesta
cercana a la moderna, con una correlación entre cuerdas y vientos. Haydn dio a la sinfonía la llamada «forma
sonata», en cuatro movimientos. La ópera no fue el principal interés de Haydn, pero compuso varias para la
corte de los Esterházy, generalmente cómicas; hoy día no suelen estar en el repertorio operístico.211 Entre
ellas destacan: L'infedeltà delusa (1773), L'incontro improvviso (1775), Il mondo della luna (1777), La fedeltà
premiata (1781), Orlando paladino (1782), Armida (1784) y L'anima del filosofo (1791).115
Tras el éxito del Idomeneo se instaló en Viena, donde recibió el encargo del emperador José II de una ópera en
alemán, dada la política pangermanista que mantenía entonces el monarca. En 1782 estrenó en el Burgtheater
Die Entführung aus dem Serail (El rapto en el serrallo), ambientada en un harén turco. Esta obra rompió
completamente con el estilo barroco, sobre todo por romper con la sucesión de arias y la inclusión de
personajes reales, que expresan sus sentimientos. Según el argumento introdujo diversos estilos musicales,
como música folclórica para acompañar a la criada, o pasajes con música turca, caracterizada por su estridente
percusión.219 Empleó una orquesta más densa, con más instrumentos de viento. También introdujo un aria en
dos partes, una más lenta y otra más rápida (cabaletta). Al final introdujo un vaudeville, una escena que reúne
a todos los personajes sobre el escenario, cuyo texto hace una síntesis de lo ocurrido en la obra.220 nota 6
Hasta pasados cuatro años no recibió otros encargos: Der
Schauspieldirektor (El director de teatro, 1786) y Le Nozze di Figaro
(1786). Esta última fue una ópera bufa con libreto de Lorenzo da
Ponte, basada en Las bodas de Fígaro de Pierre-Augustin de
Beaumarchais. En ella mostró su maestría en el ensemble vocal, al
introducir un sexteto en el acto tercero.222 También mostró una
admirable capacidad psicológica en el tratamiento de los personajes,
así como en las diversas cualidades emotivas de los instrumentos
(clarinete para el amor, oboe para el dolor, fagot para la ironía).223 Al
año siguiente realizó Il dissoluto punito, ossia il Don Giovanni, La Reina de la Noche en una
también con libreto de Da Ponte, basado por igual en el Don Juan de producción de 1815 de la ópera Die
Tirso de Molina y en el de Molière, por encargo del Teatro Estatal de Zauberflöte (La flauta mágica), de
Praga. En esta obra combinó tragedia y comedia a partes iguales.224 Wolfgang Amadeus Mozart
En 1790 realizó Così fan tutte (Así hacen todas), su última
colaboración con Da Ponte, que fue considerada frívola e inmoral.225
Sus dos últimas óperas son del año de su fallecimiento (1791): La clemenza di Tito, ópera seria con libreto de
Metastasio, y Die Zauberflöte (La flauta mágica), un singspiel con libreto de Emanuel Schikaneder. Esta
última mezclaba un cuento de hadas con una alegoría masónica, y fue una de sus obras más logradas.226
En el ámbito germánico cabe hacer mención igualmente a: Franz Seraph von Destouches (Die Thomasnacht
[La noche de Tomás], 1792; Das Mißverständnis [El malentendido], 1805),145 Anton Reicha (Argene, regina
di Granata, 1806; Natalie, 1816),195 Joseph Weigl (La principessa d'Amalfi, 1794; Die Schweizerfamilie [La
familia suiza], 1809)230 y Peter von Winter (Das unterbochene Opferfest [La fiesta de ofrenda interrumpida],
1796; Der Sturm [La tempestad], 1798; Maometto, 1817).231
En Italia, destacó la obra de Giovanni Paisiello y Domenico Cimarosa. Paisiello se inició en la ópera bufa
(L'idolo cinese, 1767). En 1776 fue invitado a San Petersburgo, donde compuso Lucinda ed Armidoro (1777),
Nitteti (1777) e Il barbiere di Siviglia (1782), sobre la obra de Beaumarchais, que también versionaría más
adelante Rossini. En 1784 volvió a Viena, donde compuso Il re Teodoro in Venezia y, poco después, fue
nombrado maestro de capilla del rey Fernando IV de Nápoles, para el que compuso su mayor éxito Nina, o sia
La pazza per amore (1789). Compuso unas ochenta óperas, en género serio y bufo, aunque este último más
dramático que el habitual, con lo que ayudó a prestigiarlo.149 Cimarosa fue un prolífico compositor, que a los
treinta y cinco años había compuesto quince óperas, cuando en 1787 fue nombrado maestro de capilla en San
Petersburgo, donde estrenó La vergine del sole (1788) y La Cleopatra (1789). En 1791 fue nombrado maestro
de capilla en Viena, donde al año siguiente cosechó su mayor éxito con Il matrimonio segreto. Su producción
final fue de unas sesenta óperas, en las que denotó una gran intensidad vital y calidez melódica.135
Antonio Salieri fue discípulo de Florian Gassmann, quien le llevó a Viena en
1766, cuando contaba dieciséis años. A los veinte años compuso Le donne
letterate (1770), que fue un gran éxito, por lo que en 1774 fue nombrado
compositor de la corte del emperador José II. En 1784 fue nombrado director
de la Ópera de París, donde sucedió a Gluck. Compuso aquí varias óperas de
estilo gluckiano: Les Danaïdes (1784) y Tarare (1787). En 1788 fue
nombrado maestro de capilla de la corte vienesa, encargado de la ópera
italiana. Compuso unas treinta óperas, tanto serias como bufas, entre las que
destacan: La fiera di Venezia (1772) y Falstaff ossia Le tre burle (1799). Gozó
de gran éxito en vida, pero tras su fallecimiento su popularidad decayó.232
Otros exponentes fueron: Gaetano Andreozzi (Giulio Cesare, 1789; La principessa filosofa, 1794),234
Francesco Bianchi (Il Gran Cid, 1773; La vilanella rapita, 1783; La vendetta di Nino, 1790; Ines de Castro,
1794),77 Valentino Fioravanti (Le cantatrici villane, 1798),235 Giuseppe Nicolini (Artaserse, 1795; La
clemenza di Tito, 1797; Il trionfo del bel sesso, 1799; Il geloso sincerato, 1804; Traiano in Dacia, 1807),236
Ferdinando Paër (Griselda, 1796; Camilla, 1799; Achille, 1801; Leonora, 1804; Le Maître de chapelle,
1821),237 Silvestro Palma (La pietra simpatica, 1795)238 y Angelo Tarchi (Le disgrazie fortunate, 1781; Il
guerriero immaginario, 1783).239
En esta época surgió en Italia el género de la farsa, una variante de la ópera bufa de menor formato y
argumento generalmente fantasioso, poco realista. Cimarosa compuso alguna farsa, como I matrimoni in ballo
(1776) y L'impresario in angustie (1786). Algunos de sus principales exponentes fueron: Giuseppe Farinelli
(Teresa e Claudio, 1801; Pamela, 1802), Pietro Generali (Pamela nubile, 1804) y Giuseppe Mosca (I tre
mariti, 1811). Se desarrolló hasta comienzos del siglo XIX, en que, con el advenimiento del Romanticismo,
prácticamente desapareció, aunque Rossini, Donizetti y Mayr aún produjeron alguna farsa.240
En Francia se vivió un período de transición, ya que el ambiente generado por la Revolución francesa
favoreció un cierto prerromanticismo en el género lírico francés. Cabe destacar en este período a Pierre
Gaveaux (Léonore, ou l'amour conjugal, 1798)241 y Rodolphe Kreutzer (Lodoïska, 1791; Astianax, 1801;
Aristippe, 1808; Abel, 1809).242
En Portugal, destacó en esta época Marcos António de Fonseca Portugal. Se inició con óperas breves en
portugués, como A castanheira (1787). En 1792 se instaló en Nápoles, donde realizó óperas serias y bufas:
Cinna (1793), La confusione nata della somiglianza (1793), La vedova raggiratrice (1794), Lo spazzacamino
principe (1794), Le donne cambiate (1797), Fernando nel Messico (1797).247
En Suecia, la reina Luisa Ulrica fomentó la construcción del Teatro de Drottningholm, inaugurado en 1766, e
invitó a compositores como Francesco Uttini, autor de la primera ópera en sueco, Thetis och Pelée (1773).254
El rey Gustavo III fue promotor de la Kungliga Operan (Ópera Real) de Estocolmo, fundada en 1782. Allí se
establecieron varios compositores alemanes, como Johann Gottlieb Naumann, autor de Cora och Alonzo
(1782) y, en colaboración con el rey Gustavo III, Gustav Wasa (1786); y Joseph Martin Kraus, que fue
apodado el «Mozart sueco», autor de Proserpin (1781) y Dido och Aeneas (1799).255
En Hungría, incorporada al Imperio austrohúngaro, la ópera gozó de escasa protección, aparte de la ejercida
por los Esterházy, protectores de Haydn. József Chudy fue autor de la primera ópera en húngaro, el singspiel
Pikkó Herceg (El duque Pikkó, 1793, hoy perdida).256
En estos años se fue introduciendo la ópera en Norteamérica: en Estados Unidos, las primeras representaciones
se dieron en el John Street Theater de Nueva York, inaugurado en 1767. Entre los pioneros de la ópera se
encuentran Benjamin Carr (The Archers, or the Mountaineers of Switzerland [Los arqueros, o los montañeros
de Suiza], 1796) y John Bray (The Indian Princess, 1808).257 En Canadá, el francés Joseph Quesnel fue el
primer autor de óperas en ese país: Colas et Colinette (1805), Lucas et Cécile (1809).258
Entre los cantantes, en esta época conviene recordar a: la soprano austríaca Caterina Cavalieri, alumna y
amante de Salieri, para la que Mozart escribió el papel de Konstanze en Die Entführung aus dem Serail y el de
Elvira en Don Giovanni; la soprano inglesa Nancy Storace, hermana del compositor Stephen Storace, para la
que Mozart escribió el papel de Susanna en Le Nozze di Figaro; Joseph Legros, tenor y compositor, que
interpretó papeles de Lully, Rameau, Grétry y Gluck; y el tenor alemán Anton Raaff, para el que Mozart
escribió su Idomeneo.259
Siglo XIX
Entre finales del siglo XVIII y principios del XIX se sentaron las
bases de la sociedad contemporánea, marcada en el terreno
político por el fin del absolutismo y la instauración de
gobiernos democráticos —impulso iniciado con la Revolución
francesa— y, en lo económico, por la Revolución Industrial y
el afianzamiento del capitalismo, que tendría respuesta en el
marxismo y la lucha de clases. En el terreno del arte y la
música, comenzó una dinámica evolutiva de estilos que se
sucedían cronológicamente cada vez con mayor celeridad,
que culminaría en el siglo XX con una atomización de estilos y
corrientes que conviven y se contraponen, se influyen y se Interior del Teatro La Fenice de Venecia
(1837)
enfrentan.260 La música fue reflejo en numerosas ocasiones
de estos movimientos artísticos, que se dieron no solo en el
arte y la música, sino en la literatura, el teatro, la danza y otras
manifestaciones artísticas.261
En música, el aspecto más destacado fue la progresiva independencia de compositores e intérpretes respecto al
mecenazgo de la aristocracia y la Iglesia. El nuevo destinatario era el público, preferentemente de la burguesía
pero también del pueblo llano, en teatros y salas de conciertos. La nueva coyuntura proporcionó al músico
mayor libertad creativa, pero también le sustrajo de la anterior seguridad que le proporcionaban sus mecenas,
al verse sometidos a los vaivenes del éxito o el fracaso.262
La ópera se desarrolló en este siglo de una manera cada vez más grandilocuente, en grandes escenarios y con
grandes montajes escenográficos, con orquestas cada vez más grandes que interpretaban una música más
potente y sonora. Ello obligó a los intérpretes vocales a incrementar su potencia de canto, para llenar todo el
teatro y hacer que se les escuchase por encima de los instrumentos. Para ello aparecieron nuevas técnicas de
potenciamiento de la voz y surgieron nuevos registros, como el «tenor robusto», el «tenore di forza» y la
«soprano dramática».263
En la segunda mitad de esta centuria se estableció la opereta como un género menor de la ópera, basada en una
pieza teatral con bailes y canciones que se alternaban con diálogos, con música ligera de gusto popular. Se
afianzó en Francia como una derivación de la opéra-comique, en pequeños teatros como los Bouffes-Parisiens
que patrocinaba el compositor Jacques Offenbach. Tuvo también mucha implantación en Viena, donde se
nutrió del tradicional singspiel alemán.63 Este tipo de obras dio origen al actual musical.264
Romanticismo
En esta época se desarrolló notablemente la ópera, sobre todo en Italia, donde fue la época dorada del bel
canto. Destacó por el brillo de sus voces, la coloratura, la ornamentación, ganando importancia el papel de la
soprano, mientras que para el tenor se puso de moda desde 1840 el do de pecho. La ópera romántica tuvo dos
vertientes: la cómica –o bufa– y la dramática, sobre los grandes dramas literarios románticos. Se fue diluyendo
la diferencia entre recitativo y aria, predominando la melodía cantabile sobre el resto de elementos.201 Por
otro lado, la ópera romántica destacó por su gusto folclorista y la utilización de temas basados en la historia y
mitología propias del país.270 También surgió un nuevo gusto por los temas llamados «góticos», que en ópera
dio una variante denominada morte («muerte»), provocada por los hechos lúgubres de la Revolución francesa;
un buen ejemplo sería Lucia di Lammermoor, de Gaetano Donizetti.272
En este período los libretos variaron en cuanto a temas y argumentos, pero tuvieron pocas transformaciones
estructurales, por lo que predominó como en épocas anteriores el lenguaje convencional y la simplificación de
diálogos y situaciones.43 Uno de los novelistas de más éxito de la época fue Walter Scott, diecinueve de
cuyas novelas fueron adaptadas en sesenta y tres óperas.266 Otro fue Johann Wolfgang von Goethe, cuyos
textos fueron musicalizados en 122 óperas, veinte de ellas sobre su obra Fausto. También escribió
personalmente ocho libretos para singspiel.273 Sobre textos de Friedrich von Schiller se compusieron también
cincuenta y seis óperas.274 Otros escritores que también inspiraron numerosas óperas fueron Victor Hugo y
Aleksandr Pushkin.275
Francia
Los inicios de la ópera romántica francesa se sitúan en el ambiente posrevolucionario. El cambio de régimen
comportó la sustitución de los temas mitológicos clásicos, ligados a la aristocracia, por nuevos temas y
personajes basados en el heroísmo popular, con una serie de obras que fueron denominadas «ópera de
salvación», entre las que destacan Les rigueurs du cloître (1790) de Henri-Montan Berton y Le siège de Lille
(1792) de Rodolphe Kreutzer.277 Sin embargo, estas obras propagandistas de la revolución no consiguieron
hacer olvidar al público que la ópera era ante todo un entretenimiento, hecho al que coadyuvó la labor de
Étienne Nicolas Méhul, que en esos años estrenó varias óperas: Euphrosine (1790), Stratonice (1792),
Mélidore et Phrosine (1794) y Ariodant (1799). En estas obras los personajes se encontraban en situaciones
azarosas que les abocaban a intensas emociones, hecho que sería el punto neurálgico de la ópera
romántica.278
Camille Saint-Saëns fue un niño prodigio como pianista y empezó a componer a los seis años. Fue un autor
prolífico, que compuso trece óperas, además de música orquestal y vocal. Su primer éxito fue con la opereta
La Princesse jaune (La princesa amarilla, 1872). Tras ella se pasó a la grand-opéra, con la que tuvo su mayor
éxito con Samson et Dalila (1877), sobre el relato bíblico. En 1883 estrenó Henri VIII, sobre la relación entre
Enrique VIII de Inglaterra y Ana Bolena.296
Léo Delibes destacó sobre todo en la opereta y el ballet. Su primer éxito, Deux vieilles gardes (1856), ya
denotó su facilidad para componer melodías. Su obra maestra fue Lakmé (1883), ambientada en la India
colonial, que destacó por su exotismo.297
Jules Massenet fue alumno de Ambroise Thomas, hecho que le decantó hacia la ópera. Su primer éxito fue Le
roi de Lahore (1877). Le siguieron Hérodiade (1883) y Manon (1884). Tras recibir un encargo de la Ópera de
París compuso Le Cid (1885). Tras Esclarmonde (1889) tuvo varios fracasos, hasta alcanzar de nuevo el éxito
con Werther (1892), sobre la obra de Goethe. Gozó de igual fortuna con Thaïs (1894), de gusto orientalista,
cuya Meditación es una de sus melodías más conocidas. Su siguiente éxito fue La Navarraise (1894), que
incluía sonidos de cañón. Entre sus últimas obras destacan Sapho (1897), Cendrillon (1899), Chérubin (1905)
y Don Quichotte (1909).298
Emmanuel Chabrier estudió Derecho, pero con el tiempo se volcó en
su mayor afición, la música. Gran admirador de Wagner, en 1886
estrenó Gwendoline, donde utilizó el leitmotiv wagneriano.299
Posteriormente se encaminó sin embargo hacia la música ligera de
tono cómico, con la que consiguió su mayor éxito, Le roi malgré lui
(El rey a su pesar, 1887).300
Italia
En 1816 estrenó en el Teatro Argentina de Roma Il barbiere di Siviglia (El barbero de Sevilla), sobre la obra
de Beaumarchais, uno de sus mayores éxitos, de género bufo, al igual que La Cenerentola (1817), basada en
el cuento La Cenicienta de Charles Perrault. La gazza ladra (La urraca ladrona, 1817) fue una ópera
semiseria, de argumento romántico pero con elementos cómicos; cultivó el mismo género en Matilde di
Shabran (1821). Con Mosè in Egitto (1818) elaboró un nuevo híbrido, que denominó «azione
sacrotragica».318 En género serio elaboró Otello (1816), La donna del lago (1819), Maometto secondo
(1820, reconvertida en 1826 en Le Siège de Corinthe), Zelmira (1822) y Semiramide (1823).319 Inició
entonces un viaje de varios años que le llevó a Viena, París, Londres y de nuevo París, donde estrenó Le
comte Ory (1828) y Guillaume Tell (1829).320 En sus obras, Rossini eliminó el recitativo sin
acompañamiento musical, por lo que estaban musicalizadas de principio a fin. Introdujo el llamado «crescendo
Rossini», un crescendo gradual en que un mismo tema se repetía sucesivamente aumentando la intensidad.321
También introdujo coros, que se pusieron de moda, situados generalmente entre el aria y la cabaletta y entre
las dos partes de la cabaletta. Dejó de componer a los treinta y seis años y vivió de sus ganancias desde
entonces.322
Donizetti alcanzó su primer éxito con su octava ópera, Zoraida di Granata (1822), gracias a la cual consiguió
un contrato para componer óperas para varios teatros de Nápoles. Se decicó entonces a componer óperas
generalmente cómicas, que denotaban la influencia de Rossini y Bellini, como L'ajo nell'imbarazzo (1824) y
Viva la mamma! (1827).330 También abordó el género serio con Emilia di Liverpool (1824) e Il castello di
Kenilworth (1829). Con Anna Bolena (1830) tuvo su primer éxito internacional, e inició una línea argumental
basada en personajes de carácter humano —especialmente mujeres en el papel de heroína—, tratados
psicológicamente. Esta obra le abrió las puertas para otras ciudades: así, compuso para Milán L'elisir d'amore
(1832), una comedia sentimental con libreto de Felice Romani, donde humanizó de igual manera los
personajes de la ópera bufa; incluye el aria Una furtiva lagrima, una de las más famosas de la ópera.331
Probó entonces con el género dramático con la sombría Lucrezia Borgia (1833), basada en una historia de
Victor Hugo.332 Le siguieron Parisina d'Este (1833), Torquato Tasso (1833) y Maria Stuarda (1834).333
Poco después se inspiró en la grand-opéra francesa para Lucia di Lammermoor (1835), basada en una novela
de Walter Scott (con libreto de Salvatore Cammarano). Le siguieron Il campanello (1836), Belisario (1836),
Pia de' Tolomei (1837), Roberto Devereux ossia il conte d'Essex (1837), Maria di Rudenz (1838) y Poliuto
(1838).334 Viajó a París, donde estrenó La Fille du régiment (1840) y La favorite (1840), en la que introdujo
el do de pecho e inició la época dorada de los tenores. Pasó por Viena, donde fue nombrado Kapellmeister. En
1841 estrenó Maria Padilla y, al año siguiente, Linda di Chamounix. Le siguió Maria di Rohan (1843).335
De vuelta a su país retomó el género cómico con Don Pasquale (1843).336 Entre sus últimas obras destacan:
Caterina Cornaro (1844) y Dom Sébastien, roi de Portugal (1843).337 Compuso en total sesenta y siete
óperas. En sus obras están presentes los adornos musicales del bel canto, pero compuso escenas dramáticas
vibrantes, donde la música potencia el efecto de la voz. Sus melodías eran cristalinas, vivaces, con un
magnetismo vigente hoy día.338
En los inicios del Romanticismo destacaron también Saverio Mercadante y Giovanni Pacini. Mercadante
estudió en Nápoles y fue animado a componer óperas por Rossini. Su primer éxito fue L'apoteosi d'Ercole
(1819). Le siguieron Elisa e Claudio (1821) y Donna Caritea, regina di Spagna (1826). En 1827 se instaló en
España, donde estrenó Il posto abbandonato ese mismo año. De vuelta a su país en 1831, obtuvo un gran
éxito al año siguiente con I normanni a Parigi. En 1837 estrenó en Milán Il giuramento, su obra maestra. Tras
la muerte de Bellini y la instalación de Donizetti en París fue por unos años el compositor más famoso de su
país, con obras como Le due illustri rivali (1838), Elena de Feltre (1838), Il bravo (1839), La Vestale (1840),
Il reggente (1843), Leonora (1844) y Gli Orazi e i Curiazi (Horacios y Curiacios, 1846).339 Pacini obtuvo
una gran éxito en 1824 en Nápoles con Alessandro nell'Indie, lo que valió ser nombrado director del Teatro
San Carlo de dicha ciudad. Su obra maestra fue Saffo (1840). Otras obras suyas fueron: La fidanzata corsa
(1842), Medea (1843), Lorenzino de' Medici (1845) y Buondelmonte (1845).340
Los hermanos Luigi y Federico Ricci compusieron diversas obras tanto juntos como por separado, y se les
recuerda como autores de la última ópera bufa tradicional: Crispino e la comare (1850).341
Tras una primera ópera que nunca se representó (Rocester, 1836), con
Giuseppe Verdi Oberto, Conte di San Bonifacio (1839) tuvo un clamoroso éxito en La Scala
de Milán. En cambio, su siguiente obra, Un giorno di regno (1840), fracasó.
Repitió el éxito con Nabucco (1842), con la que se inició su vinculación con
la política: el argumento basado en el cautiverio hebreo en Babilonia fue comparado con los italianos, bajo
dominio extranjero en buena parte de sus territorios. Incluye el famoso coro Va, pensiero.344 Le siguió I
Lombardi alla prima crociata (1843).345 Ernani (1844) fue su obra más plenamente romántica, basada en
una obra de Victor Hugo.346 Las siguientes óperas que compuso fueron: I due Foscari (1844), Giovanna
d'Arco (1845), Alzira (1845), Attila (1846) e I masnadieri (1847).345 En Macbeth (1847) introdujo una
soprano de voz fea, acorde con el personaje de Lady Macbeth, con lo que rompió con el bel canto.347 Fue su
primera obra basada en Shakespeare, del que era un gran admirador.348 Con Luisa Miller (1849) y Stiffelio
(1850) abandonó el Romanticismo en busca de un mayor realismo.349
Vinieron a continuación sus tres obras maestras: Rigoletto (1851), Il trovatore (1853) y La Traviata (1853) son
dramas más realistas, que se atienen más al aspecto histórico. La primera, basada en la obra de Victor Hugo El
rey se divierte, giraba en torno a un bufón supersticioso sobre el que recae una maldición. Incluye un motiv o
«motivo evocador», un pasaje asociado a algún aspecto de la ópera, antecedente del leitmotiv wagneriano, que
aparece por ejemplo en la famosa aria La donna è mobile.350 Il trovatore se basó en una obra de Antonio
García Gutiérrez sobre un trovador medieval. Compuesta en solo treinta días, contiene una amplia gama de
melodías, que incluyen el famoso coro de gitanos con sus golpes de yunque.351 La Traviata se basó en La
dama de las camelias de Alexandre Dumas, una obra polémica por tener de protagonista a una cortesana
tuberculosa, con lo que Verdi se anticipó al verismo de fin de siglo. Incluye el famoso dúo Libiamo ne' lieti
calici, también conocido como el «brindis».352
Su siguiente obra fue Les vêpres siciliennes (Las vísperas sicilianas, 1855),
estrenada en París, basada en un libreto de una ópera que Donizetti dejó
inacabada al morir (Le duc d'Albe). Le siguió Simon Boccanegra (1857),
basada también en una obra de García Gutiérrez, una ópera oscura que no
gustó al público.353 Un ballo in maschera (1859) estaba inspirado en el
asesinato de Gustavo III de Suecia durante un baile de máscaras; al contener
un regicidio fue censurada en Nápoles, por lo que tuvo que estrenarla en
Roma.354 La forza del destino (1862), basada en textos de Ángel de
Saavedra y Friedrich von Schiller, fue un encargo del Teatro Imperial de San
Petersburgo, donde fue estrenada.355 Don Carlo (1867) se basó en el drama
Don Carlos de Schiller, sobre el trágico destino del hijo primogénito de Felipe
II de España.356 Aida (1871), ambientada en el Antiguo Egipto, fue una de
Rosa Ponselle y Enrico
sus producciones más grandiosas. Fue un encargo del jedive de Egipto, Ismail
Caruso interpretando La
Pachá, para inaugurar el Teatro Real de la Ópera de El Cairo, construido en
forza del destino de
conmemoración de la apertura del canal de Suez; sin embargo, Verdi no llegó
Giuseppe Verdi
a tiempo y no fue estrenada hasta dos años más tarde.357 Sus dos últimas
óperas se basaron en obras de Shakespeare: Otello (1887) y Falstaff (1893),
ambas con libretos de Arrigo Boito. La primera fue la culminación de sus grandes óperas, mientras que
Falstaff —basada en Las alegres comadres de Windsor y Enrique IV— la compuso como entretenimiento, su
segunda obra cómica tras el fracaso de Un giorno di regno.358 Verdi trabajó con varios libretistas (Temistocle
Solera, Salvatore Cammarano, Francesco Maria Piave, Eugène Scribe), con los que a menudo tuvo conflictos,
ya que era muy exigente con los textos que musicalizaba. En ocasiones, escribió sus propios argumentos, que
luego pasaba a un libretista solo para que los versificara.359
Tras Verdi destacó la labor de dos compositores que ya preludiaban un cierto cambio de estilo que se
concretaría a finales de siglo con el verismo: Arrigo Boito y Amilcare Ponchielli. Boito fue compositor y
libretista, autor de los libretos de las últimas óperas de Verdi. Su primera ópera fue Mefistofele (1868), basada
en el Fausto de Goethe, que fracasó, por lo que abandonó temporalmente la composición y se dedicó a la
escritura. Sin embargo, tras unas revisiones y gracias al apoyo de Verdi, en 1875 la reestrenó, y esta vez sí
cosechó un éxito. Dos años después empezó Nerone, en la que trabajó durante cuarenta años hasta su
fallecimiento. Completada por Vincezo Tommasini y Arturo Toscanini, fue estrenada en 1924.360 Ponchielli
compuso nueve óperas, aunque solo triunfó con una, La Gioconda (1876), basada en una obra de Victor Hugo
adaptada para libreto por Arrigo Boito. Su primera obra, I promessi sposi (1856), tuvo escaso éxito. I Lituani
(1874) tuvo buena acogida, pero no permaneció en el repertorio operístico. Probó el orientalismo con Il figliuol
prodigo (1880) y el género cómico con Marion Delorme (1885).361
Otros compositores italianos de la época fueron: Luigi Arditi (I briganti, 1840; Gulnara, 1848; La spia,
1856),362 Giovanni Bottesini (Cristoforo Colombo, 1848; Marion Delorme, 1864),363 Antonio Cagnoni
(Don Bucefalo, 1847; Papà Martin, 1871),357 Michele Carafa (Jeanne d'Arc, 1821; Le nozze di
Lammermoor, 1829),364 Carlo Coccia (Maria Stuarda, 1833; Caterina di Guisa, 1833),365 Filippo
Marchetti (Ruy Blas, 1869),366 Francesco Morlacchi (Il barbiere di Siviglia, 1816; Tebaldo ed Isolina, 1820;
La gioventù di Enrico V, 1823),367 Carlo Pedrotti (Fiorina, 1851; Tutti in maschera, 1869),368 Errico
Petrella (Mario Visconti, 1854; Jone, 1858),369 Lauro Rossi (I falsi monetari, 1846; Il dominò nero, 1849; La
sirena, 1855; Lo zingaro rivale, 1867)370 y Nicola Vaccai (Giulietta e Romeo, 1825).371
Países germánicos
En los inicios del Romanticismo alemán cabe destacar la obra de Johann Simon Mayr, Ludwig Spohr y
Heinrich Marschner. Mayr estudió en Italia, donde Piccinni le animó a componer ópera. Su primer éxito fue
Saffo (1794), a la que siguió Ginevra di Scozia (1801). Su obra maestra fue Medea in Corinto (1813), tras lo
que sus óperas se representaron por toda Europa y en Nueva York. Su obra influyó en Rossini.377 Spohr
obtuvo un primer éxito con Faust (1816), la primera adaptación operística de la obra de Goethe. Director
musical de la Ópera de Fráncfort, estrenó allí Zemire und Azor (1819). Posteriormente pasó a Kassel, donde
desarrolló el resto de su carrera: Jessonda (1823), Der Berggeist (El espíritu de la montaña, 1825), Pietro
Albano (1827), Der Alchymist (El alquimista, 1830).378 Marschner tuvo la suerte de que Weber estrenase su
primera ópera en Dresde: Heinrich IV und d'Aubigné (1818). Tras algunos fracasos, cosechó un gran éxito con
Der Vampyr (1828), basado en El vampiro (1819) de John William Polidori, que denota la influencia de Der
Freischütz de Weber. Su tercer éxito fue Hans Heiling (1833), basada en una leyenda bohemia.377
El austríaco Franz Schubert fue uno de los más destacados compositores
románticos, famoso por sus lieder. A los diecisiete años compuso la «ópera
mágica» Des Teufels Lustschloß (El palacio de placer del demonio, 1814). Le
siguió la opereta Die Zwillingsbrüder (Los hermanos gemelos, 1819). Pasó al
melodrama con Die Zauberharfe (El arpa mágica, 1820), que fue un fracaso.
Alfonso und Estrella (1822) y Fierrabras (1823) no llegaron a estrenarse en
vida del compositor, pese a la belleza de sus melodías; en general, a Schubert
le solían fallar los argumentos, que no estaban a la altura de su música. Su
mayor éxito fue Die Verschworenen (Los conspiradores, 1823), basada en la
Lisístrata de Aristófanes.280
Las siguientes figuras del período fueron Albert Lortzing, Carl Otto Nicolai y Friedrich von Flotow. Lortzing
fue compositor y director de orquesta, de formación casi autodidacta. Su primera obra fue Ali Pascha von
Janina (1824). En 1837 estrenó dos óperas cómicas: Die beiden Schützen (Los dos escuderos) y Zar und
Zimmermann (Zar y carpintero). Desde 1839 compuso una ópera por año, entre las que destacan: Hans Sachs
(1841), Der Wildschütz (El cazador del bosque, 1842), Undine (1845) y Der Waffenschmied (El maestro
armero, 1846). Su obra fue aún heredera en buena medida de Mozart.384 Nicolai fue organista en Roma,
donde se aficionó a la ópera. Compaginó su actividad como compositor con la de director de orquesta,
principalmente en el Hofoper de Viena. Su primer éxito fue Enrico II (1839). En 1849 —año de su
fallecimiento— logró su obra maestra: Die lustigen Weiber von Windsor (Las alegres comadres de Windsor),
basada en la comedia homónima de Shakespeare.284 Flotow estudió en París, por lo que sus obras siguieron
el estilo francés. Fue famoso por sus temas pegadizos, como en Alessandro Stradella (1844), su primer éxito
internacional. Establecido en Viena, estrenó Martha (1847), su obra maestra, que incluía la canción popular
Die letzte rose (La última rosa). Fue un compositor ecléctico, que aglutinó la gracia de la opéra-comique
francesa, el lirismo italiano y la rica orquestación germánica.385
En una segunda generación destacó la figura de Richard Wagner. Fue compositor, director de orquesta y
crítico musical en la Gazette musicale. Dio a la ópera cotas de gran brillantez, con la pretensión de hacer una
«obra de arte total» (Gesamtkunstwerk) que aunase música, poesía, drama, filosofía, escenografía y otras artes,
teoría que plasmó en su ensayo Ópera y drama (1851). A Wagner no le gustaba el término ópera, prefería el
de «drama musical» (Musikdrama).386 Abandonó el singspiel por la orquesta sinfónica, siguiendo el modelo
de la ópera grandilocuente de Giacomo Meyerbeer. Renovó la orquesta operística, a la que añadió la tuba
wagneriana. En su tetralogía de los Nibelungos llegó a conformar una orquesta de ciento quince
instrumentos.387 Tal potencia orquestal presentaba serias dificultades a la voz humana para estar a la altura,
por lo que sus intérpretes necesitaron un entrenamiento especial, lo que conllevó la aparición de dos nuevas
figuras vocales: la soprano wagneriana y el tenor heroico o wagneriano (heldentenor).388 Crítico con la ópera
italiana, que consideraba artificiosa y convencional, en sus obras suprimió el aria, así como el concepto de
«números cerrados», de episodios aislados del resto, creando en cambio obras de una fluencia continua, un
todo integrado que discurría de principio a fin con un único concepto musical; incluso los intermedios estaban
conectados con el resto de la composición. A este sistema se le denomina «transcomposición» (en alemán,
Durchkomposition), y fue utilizado por numerosos compositores desde
Wagner.389 Era tan meticuloso con sus representaciones que fue el primero
en oscurecer la sala y focalizar la atención del espectador en el escenario.
Igualmente, prohibió los aplausos durante la representación, que estaban
permitidos solo al final.386 Otra de las innovaciones de Wagner fue el
leitmotiv, un pasaje donde asociaba un determinado motivo musical con una
idea recurrente (un personaje, un sentimiento, un objeto, una situación
escénica).201 Desarrolló este concepto mientras componía las tres primeras
partes de El anillo del nibelungo y lo aplicó desde entonces a todas sus
óperas.390 Cabe destacar que Wagner escribía sus propios libretos, por lo que
controlaba todos los aspectos de la obra.388
Su siguiente proyecto fue la tetralogía Der Ring des Nibelungen (El anillo del nibelungo), compuesta por Das
Rheingold (El oro del Rin, 1851-1854), Die Walküre (La valquiria, 1851-1856), Siegfried (Sigfrido, 1851-
1857 y 1864-1871) y Götterdämmerung (El ocaso de los dioses, 1848-1852 y 1869-1874), que pudo
desarrollar gracias al mecenazgo de Luis II de Baviera. Basada en la epopeya medieval Cantar de los
Nibelungos, el planteamiento inicial para una sola ópera se extendió a cuatro por la vastedad del argumento.
Wagner se alejó del relato legendario y lo adaptó a su ideal anarquista, en el que el mito equivalía a cambio
social, a la lucha universal entre las fuerzas reaccionarias y la evolución humanista.nota 8 Para ello se inspiró
también en las Eddas nórdicas, de las que tomó el verso aliterativo stabreim. La tetralogía le llevó veintiséis
años de trabajo, y su representación le llevó serias dificultades por la enormidad de las obras: hasta 1876 no
estrenó el ciclo completo en el Festspielhaus de Bayreuth, un nuevo teatro patrocinado por él para la
reproducción de sus óperas.396
Compaginó este proyecto con Die Meistersinger von Nürnberg (Los maestros cantores de Núremberg, 1868),
calificada de comedia pero no en el sentido corriente del término, sino como evocación de la «amarga comedia
humana».397 Su última obra fue Parsifal (1882), sobre el personaje del ciclo artúrico, que destacó por una
música diáfana que anticipaba en cierta medida el impresionismo musical.398
Entre las últimas figuras destaca Peter Cornelius. Era un admirador de Wagner, pero rechazó su influencia y se
empeñó en buscar un camino propio. Se centró en la ópera cómica, con la intención de crear un nuevo género
cómico alemán más serio y profundo que el singspiel tradicional. Inspirándose en los cuentos tradicionales
árabes de Las mil y una noches compuso y escribió Der Barbier von
Bagdad (El barbero de Bagdad, 1858), que fracasó. Posteriormente
hizo el drama histórico Der Cid (El Cid, 1865).399
Otros países
El inglés John Fane, fundador de la Royal Academy of Music de Londres, dejó obras en italiano: Fedra
(1824), Il torneo (1829), L'assedio di Belgrado (1830).415
En Rusia, donde durante el reinado de Catalina II había predominado el gusto
por la ópera italiana, con Alejandro I fue la ópera francesa la que estuvo de
moda. Aun así, el italiano Catterino Cavos, instalado en el país, fue nombrado
director del Teatro Imperial de San Petersburgo y estrenó varias óperas, como
Ilya Bogatyr (1807) e Ivan Susanin (1815). Entre los compositores rusos, cabe
citar a: Stepan Davydov (Lesta, 1803), Alekséi Titov (Yam, ili Pochtovaja
stancija [Yam, o la estación de postas], 1805) y Alekséi Verstovski (Askol'dova
mogila [La tumba de Askold], 1835).416
Julián Gayarre en su debut El checo Vojtěch Jírovec (también llamado en alemán Adalbert Gyrowetz)
en La Scala de Milán en desarrolló su obra entre Viena, Nápoles, París y Londres. Compuso en italiano
1876 Il finto Stanislao (1818) y, en alemán, Agnes Sorel (1806), Der Augenartz (El
oculista, 1811) y Hans Sachs im vorgerückten Alter (Hans Sachs a una edad
avanzada, 1834).419
Entre los intérpretes líricos del Romanticismo conviene recordar a: Isabella Colbran, mezzosoprano española,
esposa de Rossini, en muchas de cuyas óperas actuó, considerada una de las primeras «divas»; Giovanni
Davide, tenor italiano, para el que Rossini escribió algunos papeles; Gilbert Duprez, tenor francés, primera
figura de la Ópera de París durante doce años; Cornélie Falcon, mezzosoprano francesa de corta pero brillante
carrera; Manuel del Pópulo Vicente García, tenor y compositor español, intérprete de obras de Rossini, padre
de María Malibrán, mezzosoprano; Julián Gayarre, tenor español de amplia trayectoria internacional; Giulia
Grisi, soprano italiana de éxito internacional; Jenny Lind, soprano y prima donna sueca, una de las más
famosas de la centuria; Jean-Blaise Martin, barítono francés que por su registro de una octava más en falsete
dio nombre al denominado barítono Martin; Giuditta Pasta, soprano italiana considerada de las mejores
exponentes del bel canto; Adelina Patti, soprano y diva italiana, considerada la mejor del último cuarto del
siglo XIX; Fanny Persiani, soprano italiana ideal en papales de heroína; Jean de Reszke, tenor polaco de físico
atractivo que se ajustaba a la perfección a los papeles románticos; Giovanni Battista Rubini, tenor italiano de
dulce pero potente voz; Ludwig Schnorr von Carolsfeld, tenor alemán, el primer heldentenor wagneriano;
Wilhelmine Schröder-Devrient, soprano alemana que destacó por su sentimentalismo; Henriette Sontag,
soprano alemana de la que Rossini dijo que tenía «la voz más pura»; Teresa Stolz, soprano checa que destacó
sobre todo en papeles de Verdi; Francesco Tamagno, tenor italiano famoso por su do de pecho; Enrico
Tamberlick, tenor italiano de potente voz y tono vibrante; y Giovanni Battista Velluti, el último castrato de
renombre.420 421
Nacionalismo
En la segunda mitad del siglo XIX —especialmente desde las revoluciones liberales de 1848— numerosas
naciones que hasta entonces no habían destacado en la música vivieron un renacer musical, potenciado por los
sentimientos nacionalistas aparejados al Romanticismo y al liberalismo político. En general, la mayoría de estas
composiciones estuvieron vinculadas al Romanticismo musical, aunque a menudo con un componente
nacional basado en la tradición folclórica y popular de cada uno de estos países.422 La mayoría de
argumentos eran históricos y nacionales —Rimski-Kórsakov dedicó trece de sus quince óperas a temas rusos
— y se introdujeron las lenguas vernáculas en los textos operísticos. Varias de estas naciones no gozaban en la
época de autonomía política, por lo que la ópera —y el
conjunto de la cultura en general— fueron factores identitarios
de reivindicación nacional. Estos movimientos duraron en
muchos casos hasta los inicios del siglo XX.423
Rusia
La sede de la Ópera Imperial se hallaba en el Teatro Bolshói Kámenny de San Petersburgo, inaugurado en
1783, hasta que en 1862 se trasladó al Teatro Mariinski.427 En 1825 se inauguró el Teatro Bolshói de
Moscú.428 En el ámbito empresarial, cabe destacar también las producciones realizadas por Serguéi
Diáguilev429 y el Teatro de las Artes fundado en 1898 por Vladimir Nemirovich-Danchenko y Konstantin
Stanislavski, grandes innovadores en los ámbitos de la interpretación y la escenografía.430 431
Mijaíl Glinka está considerado el «padre de la música rusa».432 Su primer éxito fue Zhizn za tsaryá (Una vida
por el zar, 1836), la historia de un héroe popular ruso, Iván Susanin. Presentaba influencias francesa e italiana,
pero introducía melodías claramente rusas, basadas en el folclore popular, como en el uso de la balalaica. En
1842 estrenó Ruslán y Liudmila, sobre un poema de Aleksandr Pushkin, que inauguró el género de la llamada
«ópera mágica» rusa.433
Aleksandr Dargomizhski, amigo de Glinka, se comprometió igualmente en crear una ópera nacional
fundamentada en el folclore ruso. Su primera ópera, Esmeralda (1840), se basó en El jorobado de Notre
Dame de Victor Hugo. Su obra maestra fue Rusalka (1856), con melodías líricas basadas en las pautas del
idioma ruso. Dejó inacabada su última ópera, Kámenni gost (El convidado de piedra), sobre una tragedia de
Aleksandr Pushkin, que terminaron Cui y Rimski-Kórsakov, y fue estrenada en 1872.399
El siguiente impulso vino de un grupo de compositores conocidos como Los Cinco, interesados en componer
una música específicamente rusa. Estaba formado por Mili Balákirev, Aleksandr Borodín, César Cui, Modest
Músorgski y Nikolái Rimski-Kórsakov, si bien el primero no incursionó en la ópera. Borodín era químico y
practicó la música como afición. Solo completó una ópera, Bogatyri (1867), y dejó inacabada la que sería su
obra maestra, Kniaz Ígor (El príncipe Igor, 1869-1870, completada entre 1874 y 1887 y estrenada en
1890).434 César Cui era ingeniero de profesión. Fue autor de varias óperas, como Kavkazski plénnik (El
prisionero del Cáucaso, 1883) y Kot v sapogaj (El gato con botas, 1915), no representadas en el repertorio
operístico actual.435 Modest Músorgski, de origen aristocrático,
inició la carrera militar, que abandonó para dedicarse a la música.
Entre 1868 y 1869 compuso su obra maestra, Boris Godunov, basada
en un texto de Aleksandr Pushkin, en la que introdujo su
característico estilo declamatorio basado en el lenguaje coloquial ruso.
Entre 1872 y 1880 compuso Jovánschina (El caso Jovanski), que fue
terminada por Rimski-Kórsakov.436 Ambas son óperas de difícil
representación, por lo que a menudo se ofrecen únicamente en su
versión orquestal.437 Su última ópera fue Soróchinskaya yármarka
(La feria de Sorochinets, 1876-1881), de género cómico, que también
dejó inacabada.438 Rimski-Kórsakov fue oficial naval y compositor
aficionado. Fue alumno de Balakirev, y destacó por su dominio de la
orquesta y sus evocadoras armonías, pese a lo que no triunfó mucho
en Occidente. Después de óperas como Snegúrochka (La doncella de Giuseppe Bonfiglio y Rosina Galli en
nieve, 1882), Mlada (1892), Noch péred Rózhdestvom (La noche de las Danzas polovtsianas de la ópera
Navidad, 1895), Mozart y Salieri (1898), Sadkó (1898), Tsárskaya Kniaz Ígor (El príncipe Igor), de
nevesta (La novia del zar, 1899), Tsaré Saltane (El zar Saltan, 1900) Aleksandr Borodín (1915)
y Skazániye o nevídimom grade Kítezhe (La ciudad invisible de
Kítezh, 1907), su mayor éxito fue Zolotói Petushok (El gallo de oro,
1909), basado en una obra de Pushkin, estrenada tras su muerte.439 440
Otro destacado exponente fue Piotr Chaikovski, un personaje atormentado por su homosexualidad y con
tendencia a la depresión, pero de una gran sensibilidad como compositor. Su primera ópera fue Voivoda
(1868), de la que no quedó satisfecho. Con Opríchnik (El guardia, 1874) y Kuznets Vakula (Vakula el herrero,
1876) inició su personal estilo dramático, caracterizado por la música lírica, los bailes y las melodías
folclóricas, con cierto gusto orientalista. Con esos parámetros compuso Evgeni Onegin (1879), su obra
maestra. Le siguieron Orleanskaya deva (La doncella de Orleans, 1881), Mazepa (1884), Charodeyka (La
hechicera, 1887), Píkovaya dama (La dama de picas, 1890) e Iolanta (1891).441 Chaikovski fue el más
europeísta de los compositores rusos de la época, así como el más romántico —se le suele denominar «el
último romántico»—.442
Otros exponentes fueron: Aleksandr Aliábiev (Burya, 1835; Rusalka, 1843),180 Antón Arenski (Son na
Volge, 1891; Rafael, 1894),443 Mijaíl Ippolítov-Ivánov (Ruth, 1887),444 Antón Rubinstein (Demon,
1875)445 y Aleksandr Serov (Judith, 1863; Rogneda, 1865).446
En Ucrania, perteneciente a Rusia hasta 1991, Mykola Lysenko fue el principal compositor en lengua
ucraniana: Natalka Poltavka (1889), Taras Bulba (1890). Su obra fue admirada por Chaikovski y Rimski-
Kórsakov, pero no fue muy divulgada porque se negó a que se tradujese al ruso.447
Checoslovaquia
Bohemia (actual República Checa) y Eslovaquia formaban parte en el siglo XIX del Imperio austrohúngaro.
Las revoluciones liberales de esta época —especialmente la de 1848— despertaron el anhelo independentista
de estas regiones, que fue sofocado. Hasta el fin de la Primera Guerra Mundial no se conformó el estado de
Checoslovaquia, actualmente dividido entre la República Checa y Eslovaquia.448 La ópera checa partió del
singspiel alemán, con un componente popular y folclórico.449 Su primer exponente fue František Škroup,
autor de la primera ópera en checo: Dráteník (El calderero, 1829).450
El padre del nacionalismo checo fue Bedřich Smetana. Director del Teatro Nacional de Praga, mostró grandes
dotes para la orquestación y la dramatización, y adaptó las cadencias del lenguaje checo a la música. Por ello
se le considera el primer compositor nacional checo, circunstancia algo diluida sin embargo por su fuerte
influencia wagneriana. Su primera ópera fue Braniboři v Čechách (Los
brandemburgueses en Bohemia, 1866). Su principal éxito fue Prodaná
nevěsta (La novia vendida, 1866), de género cómico. Le siguieron Dálibor
(1868), Tajemství (El secreto, 1878), Libuše (1881) y Čertova stěna (El muro
del Diablo, 1882).451
Otros compositores fueron: Karel Bendl (Černohorci [Los montenegrinos], 1881; Karel Škréta, 1883),454
Eduard Nápravník (Nizhegorodski, 1868; Harold, 1886; Dubrovski, 1895; Francesca da Rimini, 1902),455
Vítězslav Novák (Karlstejn, 1916; Lucerna [La linterna], 1923)456 y Otakar Ostrčil (Vlasty Skon [La muerte
de Vlasta], 1904; Honzovo království [El reino de Juanito], 1934).457
Hungría
Con posterioridad, Béla Bartók aunó un estilo propio con melodías tradicionales del folclore húngaro, a los
que adaptó los patrones asimétricos del lenguaje de su país. Compuso una sola ópera, A kékszakállú herceg
vara (El castillo de Barbazul, 1918), basada en una obra de Maurice Maeterlinck, de un solo acto con
prólogo.460
Zoltán Kodály triunfó en 1926 con Háry János (1926), a la que siguieron Székely fond (Las hilanderas, 1932)
y el singspiel Czinka Panna (1948).461 Otros miembros de la escuela nacional húngara fueron: Emil Ábrányi
(Monna Vanna, 1907; Paolo és Francesca, 1911; Don Quixote, 1917),126 Imre Kálmán (Die Csárdásfürstin
[La princesa gitana], 1915; Gräfin Maritza [La condesa Maritza], 1924; Die Zirkusprinzessin [La princesa del
circo], 1926)462 y Mihály Mosonyi (Szép Ilonka [La bella Elena], 1861).463
Polonia
Escandinavia
Noruega perteneció a Dinamarca hasta 1814, y a Suecia hasta 1905. La primera ópera noruega fue
Fjeldeventyret (Una aventura del campo, 1824), de Waldemar Thrane. Por su parte, Martin Andreas Udbye
fue autor de la ópera Fredkulla (1858) y algunas operetas. Otros exponentes fueron: Ole Olsen (Stig Hvide,
1876; Lajla, 1893; Stallo, 1902), Catharinus Elling (Kosakkerne [Los cosacos], 1897), Johannes Haarklou
(Marisagnet [La leyenda de María], 1910) y Christian Sinding (Der heilige Berg [La montaña sagrada],
1914).471
Finlandia estuvo ligada a Suecia hasta 1808, año en que fue anexionada por Rusia, hasta que se independizó
tras la Primera Guerra Mundial. Las primeras obras autóctonas fueron escritas en sueco: Kung Carls jakt (La
cacería del rey Carlos, 1880), de Fredrik Pacius; Jungfruburen (La muchacha de la torre, 1896), de Jean
Sibelius. Las primeras obras en finés aparecieron tras la independencia, con compositores como Oskar
Merikanto (Pojhan neiti [La muchacha de Botnia], 1908) y su hijo Aarre Merikanto (Juha, 1922), así como
Leevi Madetoja (Pohjalaisa [Los botnianos del este], 1924).472
Países anglosajones
En Reino Unido no se puede hablar de una ópera de reivindicación nacionalista en el sentido político que tuvo
en otros países, pero sí hubo intentos de crear una ópera inglesa ajena a las influencias italiana, francesa o
alemana. En el ámbito de la ópera seria esta iniciativa no cuajó, pese a intentos de autores como Henry
Rowley Bishop, George Alexander Macfarren y el irlandés Michael Balfe. Bishop fue director del Covent
Garden, autor de la ópera Aladdin (1826).476 Macfarren fue director de la Royal Academy of Music;
compuso, entre otras, An Adventure of Don Quixote (1846) y King Charles II (1849).477 Balfe, compositor,
cantante y violinista, fue primer barítono en Palermo, donde estrenó su primera ópera, I rivali di se stessi
(1830). En 1835 regresó a Inglaterra y se sumó al empeño de crear una ópera nacional inglesa. Compuso
veintinueve óperas, entre las que destacan The Siege of La Rochelle (1835), The Maid of Artois (1836) y The
Bohemian Girl (1843).360
Otros dos compositores irlandeses desarrollaron su obra en Londres, como
Balfe: William Vincent Wallace y Charles Villiers Stanford. El primero viajó
por varios países hasta que se estableció en Londres, donde obtuvo un
primer éxito con la ópera italianizante Maritana (1845). Tras varias obras de
menor aceptación realizó The Amber Witch (1861), Love's Triumph (1862) y
The Desert Flower (1864).478 Stanford estudió en Londres y Alemania.
Fue autor de varias óperas en inglés: Shamus O'Brien (1896), Much Ado
About Nothing (1908), The Traveling Companion (1925).479 Cabe citar
también entre los compositores británicos a: Granville Bantock (Caedmar,
1893; The Seal Woman, 1924),480 John Barnett (The Mountain Sylph,
1834; Fair Rosamond, 1837),481 Julius Benedict (The Lily of Killarney,
1862),454 Isidore de Lara (Messaline, 1899; Naïl, 1912)482 y Ethel Smyth
(The Boatswain's Mate, 1916).483
Cartel de The Mikado (1885), Sin embargo, en el terreno de la ópera cómica hubo más fortuna, en
de Arthur Sullivan consonancia con el éxito que desde hacía tiempo gozaba la ballad opera,
que fue renovada por un nuevo tipo de operetas elaboradas por el tándem
Arthur Sullivan (compositor)-W. S. Gilbert (dramaturgo), que inauguraron
un género denominado ópera del Savoy —por el teatro donde se representaban—.264 Su colaboración
empezó con Thespis (1871) y tuvieron un primer éxito con Trial by Jury (1875). Sus mejores obras fueron The
Mikado (1885) y The Gondoliers (1889), que ya reflejaron sus desavenencias, hasta que poco después se
separaron. Sullivan probó la ópera seria con Ivanhoe (1891), sobre la obra de Walter Scott.484
En Irlanda, durante el siglo XIX triunfó sobre todo la ópera italiana, así como alguna en inglés. Compositores
como Michael Balfe, Vincent Wallace y Charles Stanford se establecieron en Londres y escribieron en inglés.
No fue hasta el siglo XX que se compusieron óperas en irlandés, la primera de las cuales fue obra de Robert
O'Dwyer (Eithne, 1910). Posteriormente destacó Geoffrey Molyneux Palmer (Sruth na Maoile [El mar de
Moyle], 1923).485
Virgil Thomson fue autor de la que se considera la primera gran ópera estadounidense, Four Saints in Three
Acts (1928), con libreto de Gertrude Stein. Ambos colaboraron de nuevo en The Mother of Us All (1947),
basada en la vida de la feminista Susan B. Anthony. Su tercera y última ópera fue Lord Byron (1972).491
Henry Kimball Hadley estudió en Boston y Viena, y fue director de la Sinfónica de Seattle. Entre sus óperas
se encuentran: Safie (1909), Azora (1917) y Cleopatra's Night (1919). En 1933 estrenó por radio A Night in
Old Paris.492
George Gershwin aunó música clásica con elementos de la música popular estadounidense, especialmente el
jazz y el blues. En 1922 estrenó la ópera-jazz Blue Monday, que no tuvo mucho éxito. Su siguiente proyecto
fue Porgy and Bess (1935), una ópera-folk que incorporaba ritmos de jazz y blues, con libreto de su hermano,
Ira Gershwin, y DuBose Heyward. No fue muy bien recibida inicialmente, aunque con el tiempo fue
incrementando su prestigio hasta ser considerada una de las mejores óperas estadounidenses.493
Países bálticos
Lituania, más próxima a Polonia, recibió como esta el influjo inicial de la ópera italiana. En 1922 se fundó el
Teatro Nacional Lituano (Lietuvos Tautas Teatras) en Vilnius. La primera ópera lituana fue Biruta (1906), de
Mikas Petrauskas. Posteriormente destacaron Antanas Račiūnas (Trys talismanai [Tres talismanes], 1936) y
Jurgis Karnavičius (Gražina, 1932).496
Países balcánicos
Eslovenia tuvo la misma evolución histórica que Croacia. En 1892 se fundó la Ópera de Liubliana. La primera
ópera en esloveno se debe a Jakob Frančišek Zupan (Belin, 1782), hoy perdida. A lo largo del siglo XIX
algunos compositores eslovenos se dedicaron ocasionalmente a la ópera, con escasos resultados. En la
transición con el siglo XX destacó Risto Savin (Lepa Vida [Hermosa Vida], 1907).507
En Serbia, bajo dominio otomano, no se introdujo la ópera hasta el último cuarto del siglo XIX. Se independizó
en 1882, para formar parte tras la Primera Guerra Mundial del Reino de los Serbios, Croatas y Eslovenos,
posterior Yugoslavia. En 1894 se fundó el Teatro Nacional (Pozorište Narodno) de Belgrado. El pionero de la
ópera serbia fue Petar Konjović (Koštana, 1931).508
Grecia se independizó del Imperio otomano en 1830. Enseguida se establecieron varias compañías italianas y
comenzó el gusto por la ópera. En 1888 se fundó la Ópera de Grecia en Atenas, desde 1939 Ópera Real y,
actualmente, Ópera Nacional. Un primer pionero en el género fue Spyridon Xyndas, que compuso algunas
óperas en italiano y una en griego (O ypopfisios vouleftis [El candidato parlamentario], 1867). Posteriormente
destacaron: Manolis Kalomiris (O Protomastoras [El maestro constructor], 1916), Dionysios Lavrangas (Ta
dyo adelfia, [Los dos hermanos], 1900; Dido, 1909) y Theophrastos Sakellaridis (O Vaftistikos [El ahijado],
1918).509
En Georgia, a mediados del siglo XIX se introdujo la ópera italiana. El primer compositor georgiano de cierto
renombre fue Meliton Balanchivadze, autor de Daredžan Tsviery (Daredžan la astuta, 1898). Posteriormente
destacaron Zakharia Paliashvili (Abesalom da Eteri, 1919) e Iona Tuskiya, autor de Rodina (Patria,
1939).512
En Azerbaiyán existía un género tradicional de música cantada, el mugam. La ópera se introdujo a finales del
siglo XIX: se considera la primera ópera azerí Leyli y Medzhnun (1908), de Uzeyir Hajibeyov. En 1910 se
inauguró el Teatro Taghiyev (actual Teatro de Ópera y Ballet Académico Estatal de Azerbaiyán) de Bakú, que
promocionó la ópera local, liderada por Müslüm Maqomayev (Shah Ismail, 1919).513
Portugal
En Portugal, durante el siglo XIX predominó la ópera italiana, con escasas producciones locales. En 1793 se
inauguró el Teatro São Carlos de Lisboa. El primer compositor destacado fue José Augusto Ferreira Veiga
(L'elisir di giovinezza, 1876; Dina la derelitta, 1885).247 En un tardorromanticismo destacó Alfredo Keil
(Dona Branca, 1883; Irene, 1893; Serrana, 1899).514
España
El pionero de la ópera en España fue Felipe Pedrell, uno de los padres —con Francisco Asenjo Barbieri— de
la musicología moderna española. En sus primeras obras, algunas de ellas en italiano, mostró la influencia de la
ópera italiana, como en L'ultimo abenzerraggio (El último abencerraje, 1874), Quasimodo (1875) y
Cleopatra (1878). Más tarde denotó la influencia wagneriana: I Pirinei (Los Pirineos, 1902), La Celestina
(1904).516
Otros exponentes fueron: Enric Morera, que se inició en la ópera con La fada (1897), de estilo wagneriano. En
1906 estrenó dos obras en el Liceo de Barcelona, Bruniselda y Emporium, a las que siguieron Titaina (1912)
y Tassarba (1916).524 Amadeo Vives fue alumno de Pedrell y, junto con Lluís Millet, fundador del Orfeón
Catalán. En 1897 estrenó su primera ópera, Artús, a la que siguieron Euda d'Uriac (1900), Colomba (1910),
Maruxa (1914) y Balada de Carnaval (1919).525 Jesús Guridi fue profesor de órgano en el Conservatorio de
Madrid. Compuso dos óperas: Mirentxu (1910, en euskera) y Amaya (1920).526 Jaume Pahissa, alumno de
Enric Morera, escribió varias óperas en catalán, como Gal·la Placídia (1913), La morisca (1919), Marianela
(1923) y La princesa Margarida (1928).527 Joaquín Turina conoció a Falla y Albéniz en París, por cuya
influencia se orientó hacia la música nacional española, con cierta influencia impresionista. Su ópera más
relevante es Jardín de Oriente (1923).528
Cabe citar también a: Conrado del Campo (Fantochines, 1923; Lola, la piconera, 1950),529 Óscar Esplá (La
bella durmiente, 1909),530 Joan Lamote de Grignon (Hesperia, 1907),531 Juan Manén (Giovanna di Napoli,
1903; Acté, 1904),532 Manuel Penella Moreno (El gato montés, 1917; Don Gil de Alcalá, 1932),533 Emilio
Serrano (Doña Juana la Loca, 1890; Irene de Otranto, 1891)534 y Eduard Toldrà (El giravolt de maig,
1928).176
Hacia finales de siglo estuvo más de moda el «género chico», obras de un acto, con más recitativo, con cierta
influencia de la opereta vienesa.536 Cabe destacar a: Tomás Bretón (La verbena de la Paloma, 1884),518
Federico Chueca (La Gran Vía, 1886; El año pasado por agua, 1889; Agua, azucarillos y aguardiente,
1897),540 Ruperto Chapí (La Revoltosa, 1897; El puñao de rosas, 1902),517 Manuel Fernández Caballero
(El dúo de La africana, 1893; Gigantes y cabezudos, 1898),541 Gerónimo Giménez (El baile de Luis Alonso,
1896; La boda de Luis Alonso, 1897; La tempranica, 1900),542 Amadeo Vives (La balada de la luz, 1900;
Bohemios, 1903; Doña Francisquita, 1923),525 José Serrano Simeón (La Reina mora, 1903; Moros y
cristianos, 1905; La canción del olvido, 1916; Los claveles, 1929; La dolorosa, 1930),543 Vicente Lleó
Balbastre (La corte de Faraón, 1910),544 Pablo Luna (Molinos de viento, 1910; Los cadetes de la reina,
1913; El asombro de Damasco, 1916; El niño judío, 1918),545 José María Usandizaga (Las golondrinas,
1914),546 Francisco Alonso (La linda tapada, 1924; Las Leandras, 1931),547 Jacinto Guerrero (Los
gavilanes, 1923; El huésped del sevillano, 1926; La rosa del azafrán, 1930),129 José Padilla Sánchez (La
bien amada, 1924),237 el tándem Juan Vert-Reveriano Soutullo (La leyenda del beso, 1924; La del Soto del
Parral, 1927; El último romántico, 1928),548 Jesús Guridi (El caserío, 1926; La meiga, 1928; Peñamariana,
1944),526 Federico Moreno Torroba (Luisa Fernanda (1932)524 y Pablo Sorozábal (La del manojo de rosas,
1934; La tabernera del puerto, 1936; La eterna canción, 1945; Los burladores, 1948; La ópera del mogollón,
1954).245 Cabe mencionar también Cançó d'amor i de guerra (1926), de Rafael Martínez Valls, zarzuela
escrita en catalán.549
Tras la Guerra Civil Española, la zarzuela fue decayendo, hasta su práctica desaparición en los años 1960.
Hoy día se siguen representando los clásicos del género, pero no existe nueva producción.536
Latinoamérica
En Argentina, la ópera fue llevada por compañías italianas, tras la Teatro Colón, Buenos Aires
independencia del país. En 1857 se abrió el Teatro Colón de Buenos
Aires. Uno de los primeros compositores locales fue Arturo Berutti,
autor de Pampa (1897) y Yupanqui (1899). En 1908, Héctor Panizza tuvo un gran éxito con Aurora. En 1916,
Felipe Boero compuso Tucumán para conmemorar el centenario de la independencia; otra obra suya fue El
Matrero (1929), considerada la ópera nacional argentina.550 Otros autores fueron: Pascual De Rogatis
(Huémac, 1916),550 Constantino Vicente Gaito (Petronio, 1919; Ollantay, 1926), Floro Ugarte (Saika, 1920)
y Athos Palma (La novia del hereje, 1935).550
En Brasil, cuando la corte portuguesa se trasladó al nuevo continente en 1808, a causa de la invasión
napoleónica, llevó el gusto por la ópera italiana. Poco a poco fueron surgiendo compositores locales, entre los
que destaca Carlos Gomes, el primer compositor latinoamericano que triunfó en Europa (Joana de Flandres,
1863; Il Guarany, 1870; Salvator Rosa, 1874; Maria Tudor, 1878; Lo Schiavo, 1889), que sin embargo
escribió en italiano, con un estilo tardoverdiano.551 Los primeros intentos en portugués fueron de
compositores como Francisco Braga (O contractador de diamantes, 1901) y Oscar Lorenzo Fernández
(Malazarte, 1921).552
En Colombia, la primera producción fue Ester (1874), de José María Ponce de León. En Chile, Telésfora
(1841), de Aquinas Ried.553
Cuba se inició en la tradición operística siendo colonia española. A lo largo del siglo XIX triunfó sobre todo la
ópera italiana. En 1875, Laureano Fuentes Matons compuso la primera ópera cubana, La hija de Jefté.
Posteriormente cabe citar a Ignacio Cervantes (Los Saltimbanquis, 1899) y Eduardo Sánchez de Fuentes (El
náufrago, 1901). También hubo compositores de zarzuelas, como Ernesto
Lecuona (María la O, 1930; El cafetal, 1930) y Eliseo Grenet (Niña Rita,
1927; La virgen morena, 1928).554
En Nicaragua destacó Luis Abraham Delgadillo: Final de Norma (1930), Mabaltayán (1942).553
En Perú, en el siglo XIX se siguió de cerca la vida cultural europea. La primera ópera del país fue Atahualpa
(1875), del italiano Carlo Enrico Pasta. Posteriormente destacaron José María Valle Riestra (Ollanta, 1900) y
Ernesto López Mindreau (Nueva Castilla, 1926).558
En Uruguay, se abrió en 1856 el Teatro Solís de Montevideo, el principal centro operístico del país.559 Entre
sus compositores cabe citar a: Tomás Giribaldi (La Parisina, 1878), Alfonso Broqua (Tabaré, 1888), León
Ribeiro (Colón, 1892; Liropeya, 1912), Manuel M. Ponce (El patio florido, 1913) y Carlos Pedrell (Ardid de
amor, 1917; La guitarra, 1924).546
En Venezuela, cabe citar a: José Ángel Montero (Virginia, 1873) y Reynaldo Hahn (Le Marchand de Venise,
1935).553
Verismo
El verismo italiano —también conocido como Giovane Scuola (Joven Escuela)— buscaba reflejar la realidad,
con argumentos más populares, en ambientes rurales y proletarios, donde los protagonistas eran personajes
corrientes. Este movimiento surgió de la literatura naturalista iniciada en Francia por Émile Zola, que tuvo
como exponentes en Italia a Giovanni Verga y Luigi Capuana.560 Los compositores veristas denotaron la
influencia de Verdi y Wagner, aunque rompieron con la tradición romántica. La música era continua,
transcompuesta al estilo wagneriano,nota 10 sin cabaletta y con arias sin norma fija. Eliminaron las oberturas,
pero añadieron intermezzi, de una vistosa orquestación de tono dramático.562 La voz se llevaba al límite de
sus posibilidades expresivas. En el verismo se llegó incluso a otorgar papeles protagonistas a villanos y
personajes reprobables, como asesinos, proxenetas, prostitutas y otros personajes de baja extracción.563 Sin
embargo, con el tiempo, el mensaje didáctico que pretendía transmitir
el verismo derivó en argumentos sensacionalistas, que junto a una
orquestación colorista y efectista reflejaron los nuevos gustos del
público.560
El inicio del éxito del verismo fue con dos óperas: Cavalleria
rusticana de Pietro Mascagni y Pagliacci de Ruggero Leoncavallo.
Mascagni trabajó como director de orquesta con varias compañías por
toda Italia hasta que en 1888 se presentó a un concurso musical
convocado por el editor Edoardo Sanzogno con la ópera de un acto
Cavalleria rusticana (estrenada en 1890), con la que ganó el concurso
y cosechó un enorme éxito. Basada en una obra de Giovanni Verga,
destacó por sus personajes corrientes movidos por violentas pasiones.
No repitió tanto éxito con sus siguientes obras: L'amico Fritz (1891), I
Rantzau (1893) y Guglielmo Ratcliff (1895).564 Leoncavallo
compuso su primera ópera a los diecinueve años (Chatterton, 1876).
Tras un encargo del editor Giulio Ricordi, emprendió una trilogía al Enrico Caruso como Canio, en la
estilo wagneriano, que no llegó a completar. Tras un tiempo en que se ópera Pagliacci de Ruggero
dedicó sobre todo a la escritura, el éxito de Cavalleria rusticana le Leoncavallo
animó de nuevo y compuso su mayor éxito, Pagliacci (1892), una
historia trágica sobre cuatro actores ambulantes, con libreto escrito por
él mismo. Sus siguientes obras no tuvieron tanto éxito: I Medici (1893), La bohème (1897) y Zazà (1900).565
En 1910 estrenó en Nueva York La fanciulla del West (La chica del oeste). Tras La rondine (La golondrina,
1917), su siguiente proyecto fue Il trittico (El tríptico), un conjunto de tres óperas para ser representadas en
una única sesión: Il tabarro (El tabardo), Suor Angelica y Gianni Schicchi (1918). Su última ópera fue
Turandot, en la que trabajó entre 1920 y el año de su fallecimiento (1924), y que fue finalizada por Franco
Alfano y estrenada en 1926. En esta obra sintetizó su estilo musical: conjunción de drama y música, personajes
reales de gran fuerza emotiva y música de gran intensidad sinfónica. Incluye la famosa aria Nessun dorma.568
Otros destacados compositores del verismo fueron Umberto
Giordano, Alfredo Catalani y Francesco Cilea. Giordano se inició en
el concurso de Sanzogno con la ópera de un acto Marina (1889). Le
siguieron Mala vita (1892) y Regina Diaz (1894). Logró su mayor
éxito con Andrea Chénier (1896), con libreto de Luigi Illica. Repitió
éxito con Fedora (1898), a la que siguieron una serie de fracasos,
hasta que renovó fama con La cena delle beffe (La cena de las burlas,
1924).452 Catalani evolucionó desde una primera influencia
wagneriana hacia el verismo. Su primera ópera, La falce (1875), fue
con libreto de Arrigo Boito. Vino a continuación Elda (1880), Geraldine Farrar como Madama
transformada diez años después en Loreley. Su mayor éxito fue La Butterfly
Wally (1892), de estilo germanizante, con libreto de Luigi Illica.569
Cilea abandonó el Derecho por la música. Consiguió un primer éxito
con Gina (1889), a la que siguieron La tilda (1892), L'arlesiana (1897) y su obra maestra, Adriana
Lecouvreur (1902), una mezcla de tragedia y comedia,570 en la que combinó verismo con cierto
belcantismo.571
Otros exponentes fueron: Franco Alfano (Risurrezione, 1904),572 , Alberto Franchetti (Cristoforo Colombo,
1892; Germania, 1902),573 Franco Leoni (L'oracolo, 1905; Francesca da Rimini, 1914),574 Giacomo
Orefice (Chopin, 1901; Il Mosè, 1905)575 y Antonio Smareglia (Nozze istriane, 1895; La Falena, 1897).576
Fuera de Italia, la influencia verista se denota en la obra del francés Gustave Charpentier. Fue alumno de
Massenet y, en 1887, ganó el premio de Roma. Fue en esa ciudad donde se contagió del ambiente verista y
compuso su ópera más famosa, Louise (1900), la historia de amor de dos jóvenes de Montmartre, con libreto
de Saint-Pol-Roux.582 También en Francia, Alfred Bruneau musicalizó varios textos de Émile Zola, como Le
rêve (1891), L'Attaque du moulin (1893), Messidor (1897), L'Ouragan (1901) y L'Enfant roi (1905).583
Henry Février fue autor de Monna Vanna (1909), sobre un texto de Maurice Maeterlinck, una obra semiverista
de inspiración simbolista.584
En Alemania, Eugen d'Albert fue un prolífico compositor, autor de unas veinte óperas, entre las que destacan
Die Abreise (El viaje de partida, 1898) y Tiefland (1903), esta última basada en Tierra baja de Ángel
Guimerá.585 118
El checo Josef Bohuslav Foerster se inició en un estilo verista con sus dos primeras óperas: Debora (1893) y
Eva (1899). Posteriormente fue autor de Jessika (1905), basada en El mercader de Venecia de Shakespeare,
así como Nepřemožení (Los invencibles, 1919), Srdce (El corazón, 1923) y Bloud (El tontorrón, 1936).586
El griego Spyridon Samaras fue autor de óperas en italiano de estilo verista: La martire (1894), La furia
domata (1895), Rhea (1908).587
Posromanticismo
Otros exponentes fueron Engelbert Humperdinck, Alexander von Zemlinsky y Hans Pfitzner. Humperdinck
fue un estudiante dotado, que en 1881 conoció a Wagner, quien lo tomó como ayudante para la producción de
Parsifal. Sin embargo, su producción se orientó hacia una línea más sencilla, como en Hänsel und Gretel
(1893), su primera y más exitosa ópera, basada en el cuento de los hermanos Grimm. Escogió los mismos
autores para su siguiente proyecto, Die sieben Geißlein (Los siete niños, 1898), que no tuvo tanto éxito. Tras
varios fracasos más, triunfó con Königskinder (Los hijos del rey, 1910), de estilo más wagneriano.404
Zemlinsky se dedicó a la ópera tanto como compositor como director de orquesta. Su primer éxito fue Es War
Einmal (Érase una vez, 1899), que representó Gustav Mahler en la Hofoper de Viena. En 1906 compuso Der
Traumgörge (Görge el soñador), que no se estrenó hasta cuarenta años más tarde. Le siguieron sus dos
mayores éxitos, Eine florentinische Tragödie (Una tragedia florentina, 1917) y Der Zwerg (El enano, 1922),
ambas de un solo acto. En 1932, Der Kreidekreis (El círculo de tiza) fue prohibida por los nazis, tras lo que se
exilió a Estados Unidos, donde murió en el anonimato.591 Pfitzner recibió la influencia de Schumann y
Wagner, perceptible en sus primeras óperas: Der arme Heinrich
(Pobre Heinrich, 1893) y Die Rose vom Liebesgarten (La rosa del
jardín del amor, 1900). Su mayor éxito fue Palestrina (1917), una
obra de gran envergadura sobre la posición del artista en la sociedad.
Sus siguientes obras, Von deutscher Seele (Del alma alemana, 1921)
y Das dunkle Reich (El reino oscuro, 1929), expresaron sus ideas
sobre una música alemana «pura».592
El británico Rutland Boughton intentó establecer un «wagnerismo a la inglesa», con óperas como The
Immortal Hour (1922), Alkestis (1922), The Queen of Cornwall (1924) y The Lily Maid (1934).363 De igual
manera, Joseph Holbrooke pretendió trasladar a la mitología celta el universo wagneriano, a través de la
trilogía The Cauldron of Annwyn (La caldera de Annwyn, 1912-1929), formada por The Children of Don
(1912), Dylan, Son of the Wave (1914) y Bronwen (1929).598
En Francia, Gabriel Fauré mostró una clara influencia wagneriana en su ópera Pénélope (1913).599 Jean
Nouguès fue autor de Quo Vadis? (1909), sobre la novela de Henryk Sienkiewicz, una obra de una ambiciosa
puesta en escena que incluía animales de circo.600
En Italia, Luigi Mancinelli mostró un estilo claramente wagneriano, aunque con un componente más
cosmopolita, no tan germanizado como el de otros seguidores del compositor alemán. Sus dos mejores obras
fueron Ero e Leandro (1897) y Paolo e Francesca (1907).601
Impresionismo
Al igual que su homólogo pictórico, el impresionismo surgió en Francia, con un afán modernizador de la
concepción musical, que se desarrolló entre finales del siglo XIX e inicios del XX. Como en pintura, se pretendía
captar las sensaciones que al artista producía el mundo circundante, con una base de realidad pero interpretada
de forma subjetiva.602 Influido igualmente por la poesía simbolista (Verlaine, Baudelaire, Mallarmé),
buscaban un nuevo lenguaje enfrentado tanto al purismo formal del clasicismo como a la violencia pasional del
Romanticismo. Para ello, Claude Debussy, su principal representante, recurrió a una escala de tonos no
utilizada hasta entonces, los tonos enteros e intervalos complejos de la novena en adelante, así como intervalos
de cuartas y quintas paralelas.603
Claude Debussy inició varios proyectos operísticos que dejó
inacabados —un par sobre historias de Edgar Allan Poe y uno sobre
el Cid titulado Rodrigue et Chimène—, hasta que encontró un
proyecto que le fascinó: Pelléas et Mélisande (1902), sobre una obra
de Maurice Maeterlinck. Fue sú única ópera, pero una obra maestra.
Pese a su argumento sencillo —una rivalidad amorosa entre dos
hermanos y una joven—, Debussy creó una obra profunda y
conmovedora, evocadora y sugerente, que aún resulta novedosa hoy
día.604 Con esta obra inició el género de la «ópera literaria»
(Literaturoper), un tipo de ópera basada en textos literarios respetados
en su integridad que, si bien pueden ser reducidos, no pueden ser
alterados en su esencia, y que son declamados al estilo de la opéra
dialogué rusa y presentados con forma transcompuesta.605
El italiano Ottorino Respighi intentó compaginar el impresionismo con la música tradicional, especialmente la
barroca.607 Sus dos primeras óperas fueron de género cómico: Re Enzo (1905) y Semirâma (1910).
Posteriormente realizó Belfagor (1923), La campana sommersa (1927), La Fiamma (1934) y Lucrezia
(1937).608
El británico Frederick Delius se acercó al impresionismo partiendo de la influencia wagneriana. Solo se dedicó
a la ópera en los inicios de su carrera: Koanga (1904), A Village Romeo and Juliet (1907), Fennimore and
Gerda (1919).609
El suizo Ernest Bloch aunó la influencia de Debussy con la de Richard Strauss. Realizó una única ópera,
Macbeth (1910). En 1916 emigró a Estados Unidos, donde empezó una ópera que dejó inacabada,
Jezabel.475
En el cambio de siglo destacaron a nivel vocal: Mattia Battistini, barítono italiano de voz aguda y cristalina,
ajustada a lo que en la época se denominaba baritenor; Enrico Caruso, tenor italiano, uno de los más famosos
de todos los tiempos, con un tono flexible que le permitía una gran variedad de papeles; Fiódor Chaliapin, bajo
ruso que representó tanto el repertorio de su país como a Rossini, Bellini y Verdi; Emmy Destinn, soprano
checa que destacó en papeles de Puccini y Strauss; Geraldine Farrar, soprano estadounidense con gran
presencia en el escenario; igual nacionalidad tuvo la soprano Mary Garden, que destacó en el papel
protagonista de Pelléas et Mélisande de Debussy; Hipólito Lázaro, tenor español de repertorio verista; Victor
Maurel, barítono francés admirado por Verdi, quien le dio varios papeles; Nellie Melba, soprano australiana de
gran virtuosismo; Claudia Muzio, soprano italiana que destacó en papeles trágicos, principalmente en óperas
veristas; Elisabeth Schumann, soprano alemana de voz aguda y delicada, intérprete de Mozart, Wagner y
Strauss; Francisco Viñas, tenor español de amplio registro que tanto podía cantar de tenor lírico como heroico;
y Giovanni Zenatello, tenor italiano de gran facilidad para el registro más alto.610
Siglo XX
En el siglo XX se produjo una gran revolución en la música,
motivada por los profundos cambios políticos y sociales
acaecidos durante la centuria. El interés transformador,
experimental y renovador de las vanguardias artísticas se tradujo
en un nuevo lenguaje musical, al tiempo que se produjo una
renovación técnica motivada por la aparición de nuevas
tecnologías, como la música electrónica. Todo ello se tradujo en
nuevos métodos compositivos y nuevas gamas sonoras, que se
fueron adaptando a los nuevos movimientos musicales que se
fueron sucediendo en el transcurso del siglo.611 La nueva Ópera de Sídney, inaugurada en 1973,
música compuesta en esta centuria rompió radicalmente con el obra del arquitecto danés Jørn Utzon
pasado y buscó un lenguaje nuevo, rompiendo el esquema del
discurso musical tradicional: si era necesario, se rompía la
armonía, la melodía, la tonalidad. Numerosas de estas innovaciones causaron desconcierto, especialmente la
atonalidad, en un público acostumbrado a una jerarquía de notas donde dominaba una nota fundamental; en la
atonalidad, cada nota tiene igual relevancia que las demás. Por ello, la música contemporánea no ha gozado de
un gran éxito de público y se ha visto circunscrita numerosas veces a un círculo cerrado de intelectuales.612
La ópera en el siglo XX mantuvo vigente el repertorio anterior, que se continuó representando con éxito en los
mejores teatros y auditorios del mundo, mientras que, a nivel productivo, si bien existió una copiosa y
excelente producción, las innovaciones producidas en este terreno no gozaron de gran éxito entre el público
mayoritario. El afán experimentador de los compositores provocó duras críticas y polémicas, cuando no
incluso la censura o la persecución política: en la Unión Soviética, Stalin obligó a Shostakovich a ceñirse a las
directrices culturales del régimen, tras asistir a una representación de Lady Macbeth de Mtsensk en 1936; en la
Alemania nazi, los compositores vanguardistas fueron clasificados como «músicos degenerados», y muchos
tuvieron que exiliarse.613 614 Durante esta centuria se llegó incluso a experimentar con el repertorio operístico
tradicional a través de producciones vanguardistas, escenografías más modernas y adaptaciones
contemporáneas de las óperas clásicas, como fue tendencia en los años 1920 en la Ópera Kroll de Berlín o
como efectuó Wieland Wagner —nieto del compositor— en el Festival de Bayreuth.615 Por otro lado, en este
período continuó e incluso se incrementó la fascinación por los cantantes de ópera, que en ocasiones se
convirtieron en fenómenos de gran popularidad, como los llamados Tres Tenores (Luciano Pavarotti, José
Carreras y Plácido Domingo).615 Cabe resaltar que los adelantos técnicos que permitieron la grabación de
voz popularizaron este género a nivel doméstico: Enrico Caruso, por ejemplo, fue uno de los cantantes que
más se prodigó en registrar sus actuaciones, con lo que aumentó su popularidad.nota 11 Otros medios que
coadyuvaron en la difusión de la ópera fueron la radio, el cine y la televisión.617 nota 12
En este siglo se produjeron numerosas novedades en el terreno de la escenografía: desde el verismo surgió una
tendencia más sobria y realista en la representación escénica, cuyos pioneros fueron André Antoine, fundador
del Théâtre Libre de París, y Otto Brahm, al frente del Freie Bühne de Berlín. Max Reinhardt, director del
Deutsches Theater, introdujo numerosas novedades, como los decorados tridimensionales y el uso de la
iluminación para crear ambiente. Otro innovador fue Alfred Roller, que formó equipo con Gustav Mahler,
director de orquesta en el Hofoper de Viena, los cuales se afanaron en integrar la representación escénica con
el drama musical como un todo conjuntado.620
A comienzos de esta centuria surgió la ópera de cámara, una modalidad menor del género compuesta por
obras de un solo acto, con pocos personajes y una orquesta reducida, un formato similar al género chico de la
zarzuela española. Algunos ejemplos serían L'heure espagnole de Ravel (1911), Arlecchino de Busoni (1917)
e Histoire du soldat de Stravinski (1918).63 En Viena, se fundó en 1953 la Kammeroper, dedicada a este
género.621 El compositor inglés Benjamin Britten llegó a fundar su propia orquesta de ópera de cámara, la
English Opera Group. Por otro lado, el género tradicional de la opereta evolucionó hacia el musical, un género
renovado que apostó más por la música popular y el baile, en centros como los teatros de West End de
Londres o los de Broadway en Nueva York.622
Otro fenómeno de relevancia en esta centuria fue la proliferación de festivales de ópera, que contaron con el
ejemplo del Festival de Bayreuth (1876). En 1901 apareció el Festival de Múnich, al que siguieron los de
Savonlinna (1912), Verona (1913), Salzburgo (1920), Florencia (Maggio Musicale Fiorentino, 1933),
Glyndebourne (1934), Ravinia (1936), Edimburgo (1947), Aldeburgh (1948), Aix-en-Provence (1948),
Santander (1952), Spoleto (1958), Tanglewood (1970) y Peralada (1987), entre los más famosos.623
Expresionismo
En Francia, practicaron este estilo algunos compositores que formaron Representación de Les mamelles de
Tirésias de Francis Poulenc (2001)
un grupo llamado Les Six (Francis Poulenc, Darius Milhaud, Arthur
Honegger, Germaine Tailleferre, Georges Auric y Louis Durey),
interesados por las vanguardias musicales y los ritmos populares, con
un estilo informal y espontáneo. Poulenc, autor de sus propios libretos, destacó por sus melodías líricas. Su
primera ópera fue Les mamelles de Tirésias (Los pechos de Tiresias, 1947), sobre un texto de Guillaume
Apollinaire. Le siguió Dialogues des Carmélites (Diálogos de carmelitas, 1957), basado en una obra de
Georges Bernanos.624 En La voix humaine (La voz humana, 1959) presentó una ópera con solo una soprano
que habla por teléfono durante cuarenta minutos, con libreto de Jean Cocteau.625 Milhaud fue alumno de
Paul Dukas y Vincent d'Indy. Realizó grandes obras de carácter histórico, como Christophe Colomb (1930),
Bolívar (1950) y David (1954), así como obras menores: Les Malheurs d'Orphée (Los males de Orfeo, 1926),
Le pauvre matelot (El pobre marinero, 1927) y La mère coupable (La madre culpable, 1966).626 Honegger
se inició en el campo operístico con Antigone (1927), a la que siguieron Amphion (1931), la opereta Les
Aventures du roi Pausole (1930) y las óperas-oratorios Le Roi David (1921) y Jeanne d'Arc au bûcher (Juana
de Arco en la hoguera, 1935). En 1937 compuso de forma conjunta con Jacques Ibert L'Aiglon. Su última
ópera fue Charles le Téméraire (1944).627 Vinculado con este grupo estuvo Erik Satie, más conocido por sus
composiciones sinfónicas y para piano, quien compuso varias operetas: Geneviève de Brabant (1899), Pousse
l'amour (1905), Le Piège de Méduse (1913).628 Cabe citar también a Jacques Ibert (Angélique, 1927; Le Roi
d'Yvetot, 1930).629
Kurt Weill fue representante de la llamada Nueva objetividad (Neue Sachlichkeit), un movimiento que en
cierta forma reaccionaba contra el subjetivismo expresionista, si bien utilizaba muchos de sus recursos, al
tiempo que tenía puntos en común con el neoclasicismo y asimilaba nuevas formas musicales como el jazz, el
tango o el cabaré.631 Buscó en sus obras un tipo de teatro musical que contase con los mejores artistas y
profesionales, desde dramaturgos hasta bailarines. Sus primeras óperas fueron Der Protagonist (1926) y Der
Zar lässt sich photographieren (El zar se hace una fotografía, 1928). Desde entonces formó una fructífera
ascociación con el dramaturgo Bertolt Brecht, que produjo numerosos éxitos: Die Dreigroschenoper (La ópera
de los tres centavos, 1928), Happy End (Final feliz, 1929), Aufstieg und Fall der Stadt Mahagonny
(Alzamiento y caída de la ciudad de Mahagonny, 1929) y Der Jasager (El que dice sí, 1930). Su mayor éxito
fue La ópera de los tres centavos, basada en The Beggar's Opera de John Gay y Johann Christoph Pepusch.
En 1933 estrenó Der Silbersee (El lago de plata), con libreto de Georg Kaiser. Poco después se exilió a los
Estados Unidos, donde hizo varios musicales.632
Erwin Schulhoff compuso en 1928 su ópera Flammen (Llamas), una obra de corte fantástico, en la que el
autor abandonó las reglas teatrales aristotélicas vigentes hasta entonces en el teatro y la ópera en aras de un
nuevo concepto de puesta en escena, que entendía el teatro como un juego, un espectáculo, una fantasía que
desborda la realidad. Berthold Goldschmidt, alumno de Schrecker, fue director de la Ópera de Darmstadt. En
1930 adaptó Der Gewaltige Hanrei (El poderoso Hanrei) de Fernand Crommelynck, estrenada en 1932, si
bien su condición de judío provocó que fuese inmediatamente retirada, por lo que emigró a Reino Unido.551
Dodecafonismo
El espíritu renovador del cambio de siglo, que llevó a todas las artes a
una ruptura con el pasado y a buscar un nuevo impulso creador,
condujo al compositor austríaco Arnold Schönberg a crear un sistema
donde todas las notas tienen el mismo valor y la armonía es sustituida
por la progresión de tonos. En el dodecafonismo, se emplean las doce
notas de la escala (las principales y las intermedias), pero rompiendo
la jerarquía entre las mismas.633 Estilísticamente, el dodecafonismo
estuvo fuertemente ligado al expresionismo.634 Schönberg compuso
dos óperas en ese contexto: Moses und Aron (compuesta desde 1926 e
inacabada) y Von Heute auf Morgen (De hoy a mañana, 1930).635
Pero sin duda, la gran ópera del atonalismo fue Wozzeck (1925), de
Alban Berg, basada en la obra teatral de Georg Büchner, una ópera
romántica en cuanto a temática pero de compleja estructura musical,
donde experimentaba con todos los recursos musicales disponibles
desde el clasicismo hasta la vanguardia, de lo tonal a lo atonal, del
recitativo a la música, de la música popular a la música sofisticada de Programa de mano de la ópera
contrapunto disonante. Obra de fuerte expresión psicológica, aunó el Jonny spielt auf (1927), de Ernst
atonalismo musical con el expresionismo argumental.636 Su segunda Krenek
ópera, Lulú (1929-1935), basada en dos dramas de Frank Wedekind,
estuvo más cercana al dodecafonismo, y aplicó la transcomposición
wagneriana.637 La obra quedó incompleta y fue terminada por Friedrich Cerha en 1979.638
En 1927, Ernst Krenek estrenó su ópera Jonny spielt auf (Jonny empieza a tocar), que consiguió un notable
éxito y fue la ópera más representada del momento. Con gran influencia del jazz, Krenek experimentó con las
principales tendencias musicales de la época: neorromanticismo, neoclasicismo, atonalidad, dodecafonismo y
otros estilos. En 1934 compuso Karl V con técnica serialista, que incluía escenas filmadas y de pantomima.
Con el advenimiento del nazismo emigró a Estados Unidos, donde compuso Der goldene Bock (El vellocino
de oro, 1964) y Der Zauberspiegel (El espejo mágico, 1966).639
Viktor Ullmann fue alumno de Schönberg y, aunque no utilizó la atonalidad, su obra empleó el cromatismo de
la moderna Escuela de Viena. Su primera ópera fue Der Sturz des Antichrist (La caída del Anticristo,
1935).640 Al ser judío, fue ingresado en el campo de concentración de Theresienstadt (Terezín), donde
compuso su ópera Der Kaiser Von Atlantis (El emperador de la Atlántida, 1944). Sin embargo, antes de su
estreno fue prohibida por la SS, que encontró cierta similitud entre el protagonista y la figura de Hitler, y el
autor fue enviado al campo de Auschwitz para su exterminio.615 Igual suerte corrió el checo Hans Krása,
autor de la ópera infantil Brundibár (1941).641
Otro campo de experimentación fue el microtonalismo, en el que se utilizaban microtonos, intervalos musicales
menores que un semitono. En esta corriente destacó el checo Alois Hába, autor de la ópera Matka (La madre,
1931), que por su poca efectividad ha sido escasamente representada.642
Neoclasicismo
El neoclasicismo supuso el retorno a los modelos musicales del clasicismo dieciochesco, caracterizados por la
contención, el equilibrio y la claridad formal. Se desarrolló especialmente en el período de entreguerras (años
1920 y 1930). Sus modelos fueron básicamente los clasicistas, pero también recuperaron formas barrocas, así
como diversas opciones expresivas como la disonancia.643 En general, se buscaron formas musicales más
objetivas y definidas, con una tímbrica más contrastada y diáfana, ritmos repetitivos —con uso frecuente del
ostinato— y una armonía más diatónica, alejada del cromatismo wagneriano.644
Uno de los más países donde más se dio este estilo fue la Unión Soviética.
Su principal representante, Ígor Stravinski, se acercó al expresionismo,
aunque en ocasiones puede ser calificado de neoclásico, pero más que nada
fue un genio inclasificable con una sorprendente paleta de sonidos de gran
variedad; él mismo nunca quiso asociarse a ningún estilo determinado. En
sus inicios, influido todavía por el folclore ruso, y con cierta influencia del
impresionismo francés, gozó de gran éxito con sus ballets, representados por
los Ballets Rusos de Serguéi Diáguilev. Tras ellos, inició una nueva etapa de
una musicalidad más sobria, reduciendo los recursos instrumentales, lo que
se evidencia en su primera ópera, Le rossignol (El ruiseñor, 1914), sobre un
cuento de Hans Christian Andersen, que aunaba influencias neorrománticas
y orientalistas. Su siguiente obras escénica fue Mavra (1922), un homenaje a
la escuela rusa de ópera tradicional. Un proyecto más ambicioso fue Œdipus
Rex (1927), con un libreto de Jean Cocteau traducido al latín, de estilo
neoclásico. Tras estas obras, todas cortas, su única ópera larga fue The Ígor Stravinski
Rake's Progress (El progreso del libertino, 1951), basada en una serie de
grabados de William Hogarth que vio en el Instituto de Arte de Chicago,
que fueron dramatizados por el poeta Wystan Hugh Auden.645
Serguéi Rajmáninov recibió la influencia de Chaikovski. Se dedicó sobre todo a la música sinfónica y de
piano, pero abordó la ópera en obras como Aleko (1893), Skupój rýtsar’ (El caballero avaro, 1906) y
Francesca da Rimini (1907).648
El británico de origen sueco Gustav Theodor Holst estrenó en 1916 Savitri, una ópera de cámara basada en el
Mahābhārata indio, en la que empleó la bitonalidad. Posteriormente compuso The Perfect Fool (1923), At the
Boar's Head (1925) y The Tale of the Wandering Scholar (1934).186
Ralph Vaughan Williams fue autor en 1924 de una ballad opera, Hugh the Drover (Hugh el ganadero). En
1929 estrenó Sir John in Love, sobre el personaje shakespeariano de Falstaff. Tras la opereta The Poisoned
Kiss (El beso envenenado), compuso Riders to the Sea (Jinetes al mar), de filiación entre verista y
wagneriana. Su última obra fue The Pilgrim's Progress (El progreso del peregrino, 1951).649
El alemán Carl Orff fue autor de las
óperas Der Mond (La luna, 1939),
Die Kluge (La astuta, 1943),
Antigonae (1949) y Oedipus der
Tyrann (Edipo rey, 1959).650 Su
cantata Carmina Burana (1937),
basada en unos poemas goliárdicos
medievales, pese a no ser ópera
suele representarse en teatros de
ópera.651
El checo Bohuslav Martinů fue un músico ecléctico que aglutinó el neoclasicismo con cierta tendencia
neobarroca, el impresionismo y la música popular estadounidense (jazz y gospel). Instalado en París, realizó
obras como Le Soldat et la danseuse (El soldado y la bailarina, 1927), Les Trois Souhaits (Los tres deseos,
1929) y Hry o Marii (Los milagros de María, 1934). Posteriormente compuso dos óperas para la radio:
Veselohra na mostě (Comedia en el puente, 1935) y Julietta (1937). Sus últimas obras fueron Ariane (1958) y
Řecké pašije (La pasión griega, 1959).655
Otros exponentes fueron: Werner Egk (Die Zaubergeige [El violín mágico], 1935; Irische Legende [Leyenda
irlandesa], 1954; Der Revisor [El revisor], 1957),656 Dmitri Kabalevski (Colas Breugnon, 1938),657 Albert
Roussel (Padmâvatî, 1923),658 Othmar Schoeck (Penthesilea, 1927),659 Heinrich Sutermeister (Die
schwarze Spinne [La araña negra], 1936; Romeo und Julia, 1940; Die Zauberinsel [La isla mágica], 1942;
Raskolnikoff, 1948)405 y Rudolf Wagner-Régeny (Der Günstling, 1935; Die Bürger von Calais [Los
burgueses de Calais], 1939).660
Tras la Segunda Guerra Mundial, la ópera continuó con su escisión, quizá más acentuada, entre la tradición
neoclásica y las vanguardias musicales herederas del impresionismo, el expresionismo y el atonalismo, que
dieron nuevos estilos musicales como la música concreta, el serialismo integral, la música aleatoria, el
minimalismo, etc. En general, los nuevos lenguajes musicales han sido mal entendidos por el público, que se
ha mantenido anclado en el repertorio tradicional.661
La inmediata posguerra fue un período difícil para la
ópera, no solo por la destrucción causada durante la
contienda, sino por el pesimismo y escepticismo de las
élites intelectuales, que llegaron a plantearse la viabilidad
del género operístico, que consideraban obsoleto. En
esos primeros años predominaron las producciones
modestas, junto a formas experimentales como la llamada
«antiópera», basada en la deconstrucción de los recursos
tradicionales del género. Otros autores, como John Cage,
probaron un tipo de música escénica sin argumento e,
Ópera de Copenhague, inaugurada en 2005
incluso en ocasiones, sin texto, en obras como Living
Room Music (1940) o Water Walk (1959). György Ligeti
creó un tipo de «teatro fonético» basado en ruidos y
onomatopeyas (Nouvelles Aventures, 1966).662
En los años 1960, la ópera fue resurgiendo y los compositores se lanzaron a obras más ambiciosas y de mayor
envergadura. Junto a producciones de carácter más tradicional, siguió la antiópera con elementos
experimentales y aleatorios, sin ningún carácter narrativo; algunos ejemplos serían: Glossolalie de Dieter
Schnebel (1961), Votre Faust de Henri Pousseur (1969) y Staatstheater de Mauricio Kagel (1970). Como
reacción, entre los años 1970 y 1980 surgió la «anti-antiópera», que recuperaba el texto narrativo y los
recursos tradicionales de la ópera, aunque con un lenguaje contemporáneo y un cierto componente irónico y
satírico; algunos exponentes serían: We Come to the River de Hans Werner Henze (1976), Le Grand Macabre
de György Ligeti (1978), Jakob Lenz de Wolfgang Rihm (1979) y Un re in ascolto de Luciano Berio
(1984).663
Reino Unido
William Walton recibió la influencia de Stravinski, Sibelius y el jazz. En 1947 recibió el encargo de una ópera
para la reapertura de la Royal Opera House de Londres y, tras seis años de trabajo, presentó Troilus and
Cressida, cuyo estreno en 1954 no obtuvo el éxito esperado. En 1967 estrenó The Bear (El oso), una comedia
de un solo acto que parodiaba los excesos vocales de la ópera tradicional.665
Michael Tippett se inspiró en Die Zauberflöte de Mozart para su
primera ópera, The Midsummer Marriage (El matrimonio del solsticio
de verano, 1955). Sus siguientes proyectos fueron todos diferentes en
temática y estructura: King Priam (1962), The Knot Garden (El jardín
intrincado, 1970), The Ice Break (Rompiendo el hielo, 1977) y New
Year (Año Nuevo, 1989). En esta última introdujo algunos elementos
de rap.666
Representación de A Midsummer
Harrison Birtwistle obtuvo un gran éxito con su primera ópera, Punch Night's Dream de Benjamin Britten,
and Judy (1968), que destacó por su ausencia de narración directa, al Festival de Música de Pequín (2016)
ser una historia contada desde varios puntos de vista. Repitió la misma
fórmula en The Mask of Orpheus (La máscara de Orfeo, 1984). Otras
obras suyas fueron: Yan Tan Tethera (1986), Gawain (1991), The Second Mrs. Kong (1994) y The Last
Supper (La última cena, 2000).667
Mark-Anthony Turnage desarrolló una obra innovadora, con gran influencia del jazz y gusto por la percusión.
En Greek (1988) requirió de los cantantes una declamación vocal que debía sonar como si no fuese ópera. En
1997 adaptó la obra de H. G. Wells The Country of the Blind (El país de los ciegos) y, en 2002, una obra de
Sean O'Casey, The Silver Tassie.666
En el minimalismo destacó Michael Nyman, autor de The Man who mistook his Wife for a Hat (El hombre que
confundió a su esposa con un sombrero, 1986) y Facing Goya (Enfrentándose a Goya, 2000).668
Otros exponentes fueron: Lennox Berkeley (Ruth, 1956; The Castaway [El náufrago], 1967),669 Arthur Bliss
(The Olympians, 1949; Tobias and the Angel, 1960),475 Alan Bush (Wat Tyler, 1950; The Man of
Blackmoor, 1955; The Sugar Reapers [Los segadores de azúcar], 1964),670 Peter Maxwell Davies
(Taverner, 1962; The Lighthouse [El faro], 1980),671 Thea Musgrave (Mary, Queen of Scots [María, reina de
los escoceses], 1977; A Christmas Carol [Cuento de Navidad], 1978)672 y John Tavener (St. Mary of Egypt
[Santa María Egipcíaca], 1992). Más recientemente cabe reseñar a Thomas Adès (Powder Her Face
[Empolvarse la cara], 1995; The Tempest [La tempestad], 2004),673 Judith Weir (A Night at the Chinese
Opera, 1987)674 y George Benjamin (Written on Skin [Escrito sobre piel], 2012).675
Francia e Italia
En Francia, uno de los músicos más destacados del período fue Olivier Messiaen. Alumno de Paul Dukas,
integró en su estilo diversas influencias, desde las clásicas hasta el serialismo y la música oriental. Compuso
una sola ópera, Saint-François d'Assise (San Francisco de Asís, 1983), una obra de gran puesta en escena, que
incluía tres ondas Martenot.676
Emmanuel Bondeville fue director de la Opéra-Comique y de la Ópera de París. Fue autor de Madame Bovary
(1951), basada en la obra de Gustave Flaubert, y de Antoine et Cléopâtre (Antonio y Cleopatra, 1974), basada
en Shakespeare.677
Philippe Fénelon fue discípulo de Messiaen, autor de óperas como Le chevalier imaginaire (1992), Salammbô
(1998) y Faust (2007).210
En Italia, Luigi Dallapiccola se enmarcó en el serialismo, con una fuerte influencia de Schönberg, como se
denota en su primera ópera, Volo di notte (Vuelo de noche, 1940), sobre una obra de Antoine de Saint-
Exupéry. En 1949 estrenó Il prigioniero, en la que empleó tres filas de doce tonos que conectaban de forma
simbólica cada elemento de la ópera. Le siguieron Job (1950) y Ulisse (1968), que no cosecharon tanto
éxito.499
Luigi Nono se inició en el
serialismo para pasar luego a
la música electrónica. Fue
autor de Intolleranza 1960
(1961), a la que siguieron Al
gran sole carico d'amore
(1975) y Prometeo. Tragedia
dell'ascolto (1984).678
Representación de Salvatore Luciano Berio, discípulo de
Giuliano de Lorenzo Ferrero,
Dallapiccola, evolucionó
Staatstheater Kassel (1996)
desde el neoclasicismo hacia
el serialismo integral.
Compuso algunas óperas,
como Opera (Ópera, 1970), La vera storia (La verdadera historia,
1982), Un re in ascolto (Un rey escucha, 1984) —las dos últimas con
libretos de Italo Calvino— y Cronaca del luogo (Crónica del lugar, Olivier Messiaen
1999). También compuso un nuevo final para la ópera Turandot de
Giacomo Puccini, en sustitución del de Franco Alfano, que estrenó en
2002.669
Otros exponentes fueron: Franco Mannino (Vivì, 1957; Il diavolo in giardino, 1963; Il ritratto di Dorian Gray,
1982),679 Jacopo Napoli (Miseria e nobiltà, 1945; Massaniello, 1953),455 Goffredo Petrassi (Il cordovano,
1949; Morte dell'aria, 1960),369 Renzo Rossellini (La guerra, 1956; Il vortice, 1958; Uno sguardo dal ponte,
1961)370 y Nino Rota (Il cappello di paglia di Firenze, 1944).680 Más recientemente, cabe citar a: Lorenzo
Ferrero (Salvatore Giuliano, 1986; La Conquista, 2005; Risorgimento!, 2011)681 y Salvatore Sciarrino (Luci
mie traditrici, 1998).682
Alemania y Austria
Wolfgang Rihm fue alumno de Stockhausen, aunque procuró superar los lenguajes experimentales en busca de
una mayor expresividad. Influido por el «teatro de la crueldad» de Antonin Artaud, buscó una mayor
comunión entre el espectáculo musical y el público, a través de una orquesta con más texturas, una vocalidad
matizada y una música lírica y dinámica. Compuso seis óperas: Faust und Yorick (1976), Jakob Lenz (1978),
Die Hamletmaschine (1986), Oedipus (1987), Die Eroberung von Mexico (La conquista de México, 1992) y
Séraphin (1994).606
Wolfgang Fortner fue autor de dos óperas basadas en obras de Federico García Lorca: Bluthochzeit (Bodas de
sangre, 1958) e In seinem Garten lebt Don Perlimplín mit Belisa (Don Perlimplín con Belisa en su jardín,
1962). Compuso también la ópera bufa Corinna (1958) y Elisabeth Tudor (1972).685
Otros compositores alemanes fueron: Boris Blacher (Fürstin Tarakanowa, 1945; Die Flut [La inundación],
1947; Preußisches Märchen [Cuento de hadas prusiano], 1949),686 Paul Dessau (Die Verurteilung des
Lukullus [La condenación de Lúculo], 1951; Puntila, 1966; Einstein, 1974),687 Giselher Klebe (Die Räuber
[Los bandoleros], 1957; Figaro lässt sich scheiden [Figaro se divorcia], 1963),688 Helmut Lachenmann (Das
Mädchen mit den Schwefelhölzern [La cerillera], 1996)689 y Aribert Reimann (Ein Traumspiel
[Fantasmagoría], 1965; Lear, 1978; Bernarda Albas Haus [La casa de Bernarda Alba], 2000).690
En Austria, Gottfried von Einem recibió la influencia de Stravinski, Prokófiev y el jazz. Debutó con Dantons
Tod (La muerte de Danton, 1947), sobre un texto de Georg Büchner, y Der Prozeß (El proceso, 1953), sobre
la obra de Franz Kafka. En 1971 estrenó Der Besuch der alten Dame (La visita de la vieja dama), basado en
la obra de Friedrich Dürrenmatt. Su última ópera fue Kabale und Liebe (1976), basada en la obra de Friedrich
Schiller que utilizó Verdi para Luisa Miller.691
Estados Unidos
En Estados Unidos, Samuel Barber destacó como melodista, con un estilo conservador calificado en ocasiones
de posromántico. Colaboró en ocasiones con Gian Carlo Menotti, quien escribió el libreto de su primera y más
famosa ópersa, Vanessa (1957), basada en una obra de Isak Dinesen, por la que obtuvo un premio Pulitzer.
Más grandilocuente fue Antony and Cleopatra (1966), encargada para la Metropolitan Opera.692 Por su
parte, el italoamericano Menotti fue un talento precoz, que a los trece años ya había escrito dos óperas. Influido
por el verismo italiano, su obra destaca por su melodramatismo: Amelia Goes to the Ball (Amelia va al baile,
1937), The Medium (La médium, 1946), The Telephone (1947), The Consul (1950), Amahl and the Night
Visitors (Amahl y los visitantes nocturnos, 1951), The Saint of Bleecker Street (1954).655
Leonard Bernstein fue compositor y director de orquesta, autor de numerosos musicales y bandas sonoras de
películas. Su primera ópera fue Trouble in Tahiti (1951), que mezclaba el género operístico tradicional con la
música pop. En 1956 estrenó su opereta cómica Candide, de la que no quedó muy satisfecho y estuvo
retocando durante treinta años.667
Carlisle Floyd compuso dos óperas durante su etapa de estudiante: Slow Dusk (1949) y The Fugitives (1951).
Con Susannah (1955), que aunaba un cierto posromanticismo con elementos del folclore estadounidense —
especialmente los himnos cuáqueros—, obtuvo un gran éxito y excelentes críticas. Sus siguientes obras no
gozaron de tanto éxito: Wuthering Heights (Cumbres borrascosas,
1958), sobre la obra de Emily Brontë; y Of Mice and Men (De
ratones y de hombres), 1969), sobre un texto de John Steinbeck.693
Cabe mencionar también a: Mark Adamo (Little Women [Mujercitas], 1998; Lysistrata, 2005),301 George
Antheil (Volpone, 1953; The Brothers, 1954; The Wish, 1955),696 Marc Blitzstein (Regina, 1949; Idiots First,
1963),475 William Bolcom (Casino Paradise, 1990; A View from the Bridge, 1999)697 y Aaron Copland
(The Tender Land, 1954).698
España y Latinoamérica
En Brasil destacó Heitor Villa-Lobos, de formación autodidacta, estudioso de las formas musicales de las
tribus autóctonas de su país, que influyeron en su música. En una estancia en París asimiló las novedades de la
vanguardia musical, especialmente de Erik Satie y Darius Milhaud. Fue autor de Magdalena (1948), Yerma
(1955) y A Menina das Nuvens (La Chica de las Nubes, 1957).716
En Chile cabe citar a Juan Orrego-Salas, autor de El retablo del rey pobre (1952). Ecuador tuvo como
exponente a Luis Humberto Salgado (Cumandá, 1940; El centurión, 1959-1961; Eunice, 1956-1962). En
México cabe nombrar a Carlos Chávez (Pánfilo y Laurita, posteriormente renombrada como The visitors,
1957).553
Otros países
En Hungría, György Ligeti desarrolló una obra ecléctica en que cada una de sus composiciones era
independiente respecto al resto, aunque se percibía una cierta tendencia neodadaísta. Compuso una sola ópera,
Le Grand Macabre (1976), con una partitura algo caótica que incluía fragmentos alusivos a otros
compositores, así como diversos sonidos heterodoxos, tanto guturales como de instrumentos como bocinas y
silbatos.593
En Finlandia, Aulis Sallinen se movió en un lenguaje tonal tradicional, con un gran sentido de compenetración
entre música y teatro. Su primera ópera, Ratsumies (El jinete, 1975), fue un gran éxito, por lo que la Ópera
Nacional Finlandesa le encargó otra obra, Punainen viiva (La línea roja, 1978). El siguiente encargo fue de la
BBC y la Royal Opera House de Londres, Kunningas lähtee Ranskaan (El rey marcha hacia Francia, 1983).
Otras obras suyas fueron: Kullervo (1988), Palatsi (El palacio, 1995, ópera de cámara) y King Lear
(2000).720 Einojuhani Rautavaara se dedicó sobre todo a la música sinfónica, pero incursionó en la ópera con
Apollo contra Marsyas (1973), tras la cual concibió una trilogía en la que elaboró texto y música: Sammon
Ryosto (El mito de Sampo, 1982), Thomas (1986) y Vincent (1990).721 Más recientemente destacó la
compositora Kaija Saariaho (L'amour de loin [El amor de lejos], 2000; Only the Sounds Remains [Solo
quedan los sonidos], 2015).722
El polaco Krzysztof Penderecki fue un virtuoso del violín además de compositor, con un estilo vanguardista
heredero del atonalismo. Compuso cuatro óperas, de difícil interpretación vocal por la densidad orquestal —
con glissandos y vibratos— y los sonidos guturales integrados en sus composiciones: The Devils of Loudun
(1969), Paradise Lost (1978), Die Schwarze Maske (1986) y Ubu Rex (1991).592
El eslovaco Eugen Suchoň mostró cierta influencia de Leoš Janáček, en óperas como Krútňava (El remolino,
1949) y Svätopluk (1960).723
En Suecia, cabe citar en estos años a: Karl-Birger Blomdahl (Aniara, 1959)475 e Hilding Rosenberg (Hus
med dubbel ingäng [Casa con dos puertas], 1970).724
En Bélgica, Philippe Boesmans denotó la influencia de Henri Pousseur, como se aprecia en Reigen (1993) y
Wintermärchen (Cuento de invierno, 1999).725
En Israel, Marc Lavry compuso la primera ópera en hebreo: Dan ha-shomer (Dan el guardia, 1945).
Posteriormente cabe citar a Menachem Avidom (Aleksandrah, 1961).726
John Haddock fue autor de la primera ópera australiana: Madelin Lee (2004).727
El chino afincado en Estados Unidos Tan Dun destacó por su música para cine y eventos como los Juegos
Olímpicos de Pekín 2008, y fue autor de varias óperas: Marco Polo (1996), Tea: A Mirror of Soul (2002) y
The First Emperor (2006).728
En Tailandia, el compositor Somtow Papinian Sucharitkul, sobrino-nieto del rey Rama VI, fue el promotor de
la implantación de la ópera en el país y autor de las primeras óperas nacionales: Madana (1999), Mae Naak
(2001), Ayodhya (2006).729
Entre los cantantes de ópera más destacados del siglo XX cabe mancionar a: Victoria de los Ángeles, soprano
española de gran presencia escénica; Janet Baker, mezzosoprano inglesa intérprete de obras tradicionales y de
numerosas obras de Britten y Walton; Cecilia Bartoli, mezzosoprano italiana especialista en Rossini y Mozart;
Teresa Berganza, mezzosoprano española calificada por Herbert von Karajan como la «mejor mezzosoprano
del mundo»; Carlo Bergonzi, tenor italiano apodado el «tenor de los tenores», ideal en papeles verdianos; Jussi
Björling, tenor lírico sueco que destacó en el repertorio italiano; Montserrat Caballé, soprano española de
renombre internacional, intérprete de bel canto y de géneros menores como la zarzuela; Maria Callas, soprano
griega, una de las más famosas divas de todos los tiempos, que aunaba intensidad dramática y precisión
técnica; Piero Cappuccilli, barítono italiano intérprete de Verdi; José Carreras, tenor español, formó el grupo
Los Tres Tenores con Domingo y Pavarotti; Boris Christoff, bajo búlgaro considerado el mejor en el papel de
Borís Godunov, así como en óperas de Verdi; Plácido Domingo, tenor español de amplia variedad de papeles,
el que más discos ha grabado en la historia; Dietrich Fischer-Dieskau,
barítono y director de orquesta alemán, muy demandado en los recitales
operísticos; Kirsten Flagstad, soprano noruega que interpretó diversos
papeles wagnerianos; Nicolai Gedda, tenor sueco que dominaba varios
idiomas, lo que le permitía una gran variedad de papeles; Beniamino Gigli,
tenor italiano que sucedió a Caruso en el Metropolitan de Nueva York, de
voz dulce y ligera; Tito Gobbi, barítono italiano de gran presencia en el
escenario; Elisabeth Grümmer, soprano alemana de voz pura y amplio
registro; Marilyn Horne, mezzosoprano estadounidense que interpretó a
Händel y obras de bel canto; Hans Hotter, bajo-barítono alemán del
repertorio wagneriano; Maria Jeritza, soprano checa que triunfó en el
período de entreguerras; Alfredo Kraus, tenor lírico ligero español, de
repertorio principalmente italiano y francés; Lotte Lehmann, soprano
alemana intérprete de Wagner y Strauss; Christa Ludwig, mezzosoprano
alemana, una de las favoritas de Karajan; Giovanni Martinelli, tenor italiano
de tesitura elevada, actuó en el Metropolitan durante treinta y tres años; Luciano Pavarotti, uno de los
Lauritz Melchior, tenor danés, el más famoso heldentenor wagneriano del más destacados tenores del
siglo; Birgit Nilsson, soprano sueca de voz amplia y potente, ideal para siglo XX
registros wagnerianos; Jessye Norman, soprano estadounidense de amplio
repertorio; Luciano Pavarotti, tenor italiano de grandes dotes vocales, uno de
los más famosos y carismáticos de los últimos tiempos; Ezio Pinza, bajo
italiano que actuó varias temporadas en el Metropolitan, así como en
musicales y películas; Rosa Ponselle, soprano estadounidense de voz grave
y altisonante; Leontyne Price, soprano estadounidense que destacó en
papeles verdianos; Friedrich Schorr, bajo-barítono húngaro de registro
wagneriano; Ernestine Schumann-Heink, contralto austríaca de amplio
registro; Elisabeth Schwarzkopf, soprano alemana que destacó en papeles de
Mozart; Léopold Simoneau, tenor canadiense especializado en Mozart;
Mariano Stabile, barítono italiano que destacó en el papel de Falstaff, que
interpretó 1200 veces; Giuseppe Di Stefano, tenor italiano que formó pareja
artística con Maria Callas; Conchita Supervía, mezzosoprano española que
destacó en papeles de Rossini; Joan Sutherland, soprano australiana capaz
de grandes proezas vocales, por lo que destacó en el bel canto; Renata Maria Callas
Tebaldi, soprano italiana, una de las estrellas de la Metropolitan Opera junto
con Maria Callas, con quien rivalizó; Bryn Terfel, barítono galés con un
repertorio que iba desde Mozart hasta Wagner; Jon Vickers, tenor heroico canadiense que destacó tanto en
actuación como en canto; Leonard Warren, barítono dramático estadounidense, el único en su tiempo en llegar
al do de pecho; y Fritz Wunderlich, tenor lírico alemán de potente voz.730
Véase también
Portal:Música clásica. Contenido Ópera inglesa
relacionado con Música clásica. Ópera italiana
Historia de la música Ópera en América Latina
Historia del arte Repertorio operístico
Historia del teatro Anexo:Cronología de la ópera
Historia de la danza Anexo:Festivales de ópera
Ópera y drama Anexo:Óperas más importantes
Ópera alemana Anexo:Compositores de ópera más
Ópera española importantes
Ópera francesa Anexo:Glosario de terminología musical
Notas
1. También dramma per musica.14
2. El bajo continuo estaba generalmente formado por un instrumento de teclado (espineta,
clavicémbalo, órgano) y uno o varios de cuerda o viento (laúd, tiorba, chitarrone, viola da
gamba, violonchelo, violone, fagot, trombón).22
3. El término «barroco» proviene de un vocablo de origen portugués (barrôco), cuyo femenino
denominaba a las perlas que tenían formas irregulares (como en castellano el vocablo
«barruecas»). La palabra surgió en el contexto de la crítica musical: en 1750, el ensayista
francés Noël-Antoine Pluche comparó la forma de tocar de dos violinistas, uno más sereno y
otro más extravagante, comentando de este último que «trata a toda costa de sorprender, de
llamar la atención, con sonidos desaforados y extravagantes. No parece sino que de esta
manera se tratase de bucear en el fondo de los mares para extraer berruecos [baroc en
francés] con grandes esfuerzos, mientras en tierra firme sería posible encontrar con mucha más
facilidad joyas valiosas».35
4. La última ópera en que cantó un castrato fue Il crociato in Egitto, de Giacomo Meyerbeer
(1824). Su presencia continuó en el ámbito de la Iglesia católica hasta principios del siglo XX: la
voz del último castrato, Alessandro Moreschi, pudo ser grabada en fonógrafo.41
5. Aunque hoy día se suele generalizar como «música clásica» la música sinfónica de tipo
orquestal, en realidad hace referencia a un período concreto de la historia de la música,
caracterizado por el clasicismo, correspondiente al último tercio del siglo XVIII y principios del
XIX. El término «música clásica» apareció por primera vez en el Oxford English Dictionary en
1836, donde describía la música elaborada el siglo anterior. Con el tiempo, vino a ser sinónimo
de música culta o académica, lo opuesto a la música popular.205
6. Con el término vaudeville existen dos conceptos: como se ha visto cuando se hablaba de la
opéra-comique, es un tipo de canción con estribillo que solía utilizar melodías populares; por
otra, como en el caso de El rapto en el serrallo mozartiano, era una escena final donde se
agrupaban todos los personajes de la obra.221
7. Inspirada en la habanera El arreglito, de Sebastián Iradier.289
8. George Bernard Shaw, en su ensayo The Perfect Wagnerite. A Commentary on the Nibelung's
Ring (1923), fue el primero en señalar una «doble estructura» en El anillo del nibelungo, donde
el mito de origen medieval sería una alegoría del sistema capitalista y una crítica de la
economía liberal y la lucha por el poder, al tiempo que señalaría la muerte de la religión y el
triunfo del ateísmo.395
9. Sus dos principales exponentes fueron: Kámenni gost (El convidado de piedra), de Aleksandr
Dargomizhski, y Zhenitba (La boda), de Modest Músorgski, ambas inconclusas. También tenía
este formato parcialmente la primera versión del Boris Godunov de Músorgski (el Ur-Boris o
«Boris inicial»).426
10. Sobre todo desde Giordano y Puccini, mientras que, en los inicios del verismo, Mascagni y
Leoncavallo aún mostraron en sus obras números compactos.561
11. La primera grabación parcial de ópera en gramófono fue una selección de éxitos de Caruso,
registrada en Milán en 1902, mientras que la primera ópera grabada fue Il trovatore de Verdi,
grabada entre 1903 y 1906.616
12. En 1920 se retransmitió la primera ópera completa por radio, Parsifal de Richard Wagner,
desde el Teatro Colón de Buenos Aires;618 en 1951 se compuso la primera ópera para
televisión, Amahl and the Night Visitors, de Gian Carlo Menotti.619
Referencias
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18. Atlas ilustrado de la 39. Atlas ilustrado de la 84. Diccionario de
ópera, pp. 52-53. 63. Diccionario de
ópera, p. 34. Música, p. 207. Música, p. 311.
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ópera, p. 37. 64. Comellas, 2010,
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41. Menéndez
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Torrellas, 2013,
21. Atlas ilustrado de la p. 69. Pérez Sánchez y 88. Alier, 2011, pp. 53-
ópera, pp. 22-23. Ramírez 54.
42. Atlas ilustrado de la Domínguez, 1983,
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Torrellas, 2013, p. 648.
43. Enciclopedia de la ópera, p. 43.
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ópera, pp. 112-113. 278. Atlas ilustrado de la
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p. 173. 260. Azcárate Ristori, 309. Alier, 2007, p. 505
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30. Alier, 2007, p. 551. Pérez Sánchez y 284. Atlas ilustrado de la 316. Alier, 2011,
31. Alier, 2007, p. 560. Ramírez ópera, p. 148. pp. 154-155.
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412. Alier, 2011, p. 360.
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25. Alier, 2011, p. 176. 355. Atlas ilustrado de la 387. Comellas, 2010, 416. Alier, 2007, p. 327
ópera, p. 173. p. 257. 417. Alier, 2007, p. 327.
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ópera, p. 132. 357. Alier, 2007, p. 179. 389. Menéndez
420. Atlas ilustrado de la
Torrellas, 2013,
28. Atlas ilustrado de la 358. Atlas ilustrado de la ópera, pp. 152-155.
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390. Menéndez
29. Alier, 2011, p. 179. 359. Atlas ilustrado de la ópera, pp. 216-217.
Torrellas, 2013,
30. Alier, 2011, p. 182. ópera, p. 165. p. 290. 422. Comellas, 2010,
31. Alier, 2011, p. 184. 360. Atlas ilustrado de la 391. Atlas ilustrado de la p. 268.
32. Atlas ilustrado de la ópera, p. 202. ópera, p. 178. 423. Atlas ilustrado de la
ópera, p. 134. 361. Atlas ilustrado de la 392. Comellas, ópera, p. 159.
2010,
33. Alier, 2011, p. 185. ópera, p. 210. p. 253. 424. Comellas, 2010,
p. 273.
34. Alier, 2011, 362. Alier, 2007, p. 57. 393. Alier, 2011,
pp. 187-189. 363. Alier, 2007, p. 151. pp. 226-228. 425. Menéndez
Torrellas, 2013,
35. Alier, 2011, 364. Alier, 2007, p. 195. 394. Comellas, 2010,
pp. 349-350.
pp. 189-190. 365. Alier, 2007, p. 232. p. 255.
426. Menéndez
36. Atlas ilustrado de la 366. Alier, 2007, p. 85. 395. Menéndez
Torrellas, 2013,
ópera, p. 135. 367. Alier, 2007, p. 143. Torrellas, 2013,
p. 349.
37. Alier, 2011, p. 192. 368. Alier, 2007, p. 227. p. 298.
427. Atlas ilustrado de la
38. Comellas, 2010, 369. Alier, 2007, p. 234. 396. Atlas ilustrado de la ópera, p. 194.
p. 242. ópera, pp. 184-185.
370. Alier, 2007, p. 317. 428. Alier, 2007, p. 140.
39. Alier, 2007, p. 114. 397. Atlas ilustrado de la
371. Alier, 2007, p. 505. ópera, p. 188. 429. Alier, 2007, p. 288.
40. Alier, 2007, p. 205. 372. Alier, 2007, p. 557.
398. Atlas ilustrado de la 430. Alier, 2007, p. 165.
41. Alier, 2011, p. 165. 373. Azcárate Ristori, 431. Alier, 2007, p. 417.
ópera, p. 189.
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ópera, pp. 160-161. Ramírez p. 272.
ópera, p. 204.
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400. Alier, 2007, p. 421. 433. Atlas ilustrado de la
p. 244. p. 921. ópera, p. 144.
401. Alier, 2007, p. 427.
44. Atlas ilustrado de la 374. Comellas, 2010,
ópera, pp. 164-166. p. 213. 402. Alier, 2007, p. 242. 434. Atlas ilustrado de la
ópera, p. 203.
45. Alier, 2007, p. 516. 375. Atlas ilustrado de la 403. Atlas ilustrado de la 435. Alier, 2007, p. 257.
46. Atlas ilustrado de la ópera, p. 122. ópera, pp. 212-213.
436. Atlas ilustrado de la
ópera, p. 166. 376. Comellas, 2010, 404. Atlas ilustrado de la ópera, pp. 194-195.
47. Alier, 2007, p. 67. p. 214. ópera, p. 250.
437. Comellas, 2010,
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ópera, p. 167. ópera, p. 146. 406. Alier, 2007, p. 127.
38. Atlas ilustrado de la 471. Alier, 2007, 508. Alier, 2007, 544. Alier, 2007, p. 48.
ópera, p. 195. pp. 176-177. pp. 108-109. 545. Diccionario de
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ópera, p. 253. 473. Alier, 2007, p. 208. pp. 439-440. 546. Alier, 2007, p. 504.
40. Alier, 2007, p. 301. 474. Alier, 2007, p. 108. 510. Alier, 2007, p. 496. 547. Alier, 2007, p. 39.
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ópera, pp. 198-199. 476. Alier, 2007, p. 130. 512. Alier, 2007, p. 407. 549. Alier, 2007, p. 190.
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