Ensayo Amalia
Ensayo Amalia
Ensayo Amalia
En la obra Amalia de José Mármol hallamos un eje transversal que de igual manera
estuvo presente en la obra La tregua de Mario Benedetti, y es el amor, el romance, ese
sentimiento tan inmenso que a todos nos ha invadido, en mayor o menor proporción. Sin
embargo José Mármol entreteje este sentimiento con un importante hecho histórico que
llena a la obra de un fuerte contenido político.
Existen dos puntos que rescato de esta novela, el primero es la narración, que debo
calificar como fascinante. Casi sin pensar, me dejé atrapar por el estilo ligero y
emocionante del autor y me llegué a olvidar de que estaba leyendo esta obra con
intenciones académicas en vez de por placer. También destacar cómo se plasman en las
páginas las emociones vividas por los personajes en cada momento: ternura, tensión,
intriga, misterio, etc. El otro punto de esta historia son sus personajes, la complejidad de los
personajes llega a ser apasionante. Cada uno tiene sus propios objetivos y convicciones al
margen de su posición e identificación política, la cual no siempre estará, con respecto a
este punto existen capítulos que, si bien son necesarios por el contexto (1840 - Argentina),
son densos, rompen el ritmo de la lectura, al igual que la detallada descripción de los
escenarios, Mármol es sumamente minucioso, detalla la alcoba de Amalia de la siguiente
manera.
Los hechos en esta obra fueron reales, por esto podemos afirmar que Amalia no solo es
una novela histórica, también es una novela realista, ya que el grupo de unitarios que
intentó evadirse existió, y efectivamente el 5 de octubre fue asesinado Eduardo Belgrano, el
único hombre que sobrevivió entre los fugitivos.
Partiendo de estos hechos José Mármol realiza su novela en que aparecen Amalia y
Daniel Bello como los principales personajes. El autor concentra en Amalia los atributos
propios de una mujer físicamente hermosa y además le otorga adjetivos como el de la
libertad. Mientras que a Rosas lo calificara como un terrible gobernante para el pueblo
argentino. José Mármol nos muestra dos facetas, por un lado los personajes públicos (del
espía unitario Daniel Bello y de los personajes políticos que éste encuentra, incluido Rosas,
su hija Manuelita, el ministro Arana y otros), y por el “contrario” una faceta sentimental del
mundo privado del amor (la pareja de Eduardo Belgrano y de Amalia).
Luego de casarse tienen que afrontar el fin inevitable. La policía entra en la casa y allí la
pareja da su lucha final. En la disputa Eduardo cae muerto y Amalia se, cuando ya Daniel,
estaba por agonizar a manos de la policía, aparece su padre para salvarle la vida, en el final,
el padre de Daniel, partidario de la dictadura de Rosas, aparece para salvar a su hijo. Daniel
logra sobrevivir. Daniel a quien todos tienen por agente de la Mazorca, y que es en realidad
un agente unitario. Daniel el liberal que habrá de prolongar la lucha completamente solo
para defender a su patria de la dictadura. La lucha era a muerte y había que continuarla
hasta el fin. Concluye la trama trágica romántica con la muerte de Eduardo Belgrano. Los
jóvenes liberales gracias a Daniel y a su astucia, continuarán combatiendo. Son héroes
íntegros. Pelean por sus valores, por lo tanto nadie puede acabar su lucha.
El tiempo en el cual José Mármol escribió la novela existe una coincidencia perfecta entre
el tiempo de la ficción y el real. Era la época de la dictadura de Rosas, la novela comienza
el 4 de mayo de 1840, y termina el 5 de octubre del mismo año. Diversos ejemplos
determinan el tiempo:
En la mañana del 24 de mayo...
El invierno de 1840...
Porque las revoluciones son como las tormentas desatadas, furiosas, que al
bajel que toman en alta y procelosa mar lo ponen a pique de zozobrar con
todos los hombres que lleva adentro, buenos o malos, judíos o cristianos. P.
69
Perezosa como una azucena del trópico a quien mueve blandamente la brisa
de la tarde, su cabeza se inclinó a un lado del respaldo del sillón, fijó sus
ojos tiernos en la pequeña Luisa. P.88
Hacía media hora que estaba contemplando la ciudad, plateada con los
clarísimos rayos de la luna, y que se presentaba a sus ojos en forma de
anfiteatro. P.125
-Es la unitaria más intransigible; la porteña más altiva que creo ha existido
jamás. Algo muy picante te decía al entrar yo, pues que te reías tanto. P.117
Tú mismo, ahí bañado en tu sangre, que acabas de exponer tu vida por huir
de la patria antes que soportar en ella la tiranía que la oprime, no eres otra
cosa, Eduardo, que la personificación de las ideas de nuestro catedrático de
filosofía, y... pero, ¡bah!, ¡qué tonterías estoy hablando! P.31
Era la risa del diablo la que estaba contrayendo y dilatando la piel gruesa,
floja y con algunas manchas amoratadas de la fisonomía de esa mujer, que
en ese momento hubiera podido servir de perfecto tipo para reproducir las
brujas de las leyendas españolas. P. 65-66
Sus labios, rojos como el carmín, dejaron escurrir una fugitiva sonrisa. P.94
Era una noche de los últimos días del mes de julio. Como una blanca pluma
del ala del pampero, el pequeño bajel, que tenía la audacia de surcar las
ondas de ese río que desafía al mar en los días que da curso libre a sus
enojos, se deslizaba rápidamente sobre ellas, y por instantes se aproximaba
al puerto. P.124
Asimismo identifique la figura de hipérbole, hipérbole es una exageración de un hecho,
una circunstancia o un relato, como por ejemplo: A su izquierda está Eduardo Belgrano,
pálido como una estatua. P.93 En la obra identificamos las siguientes hipérboles:
Una mujer de veinte años, una fisonomía encantadora, una frente majestuosa
y bella, unos ojos pardos llenos de expresión y sentimiento, y una figura
hermosa, cuyo traje negro parecería escogido para hacer resaltar la
reluciente blancura del seno y de los hombros, si su tela no revelase que era
un vestido de duelo. P.25
Los otros tres hombres eran jóvenes de veinte y cinco a treinta años, vestidos
modestamente, y dos de ellos excesivamente pálidos y ojerosos. P.46
-¡Ah!, eso sería el colmo de mis deseos. Yo nunca he sido empleado, pero lo
seré. Y además, seré empleado sin sueldo. P.72
A Daniel y empezó a pasearse por la sala con el aire más negligente del
mundo, mientras en su inexperto corazón ardía la abrasadora fiebre de los
celos; esa terrible enfermedad del amor cuyos mayores estragos se obran a
los diez y ocho años y a los cuarenta años en la vida de las mujeres. P.76
Por ti, que eres mi cielo, mi dios y mi universo en este mundo, explícame el
misterio de tus palabras. P.77
-¡Oh, Dios mío! Si no debe caminar todavía, ¡es terco!..., ¡es terco!... -. ¡Este
Daniel quiere perderlo, y quiere enloquecerme, está visto! Acaba, Luisa,
acaba de vestirme y después... P.89