Resolución Recusación Jueza Marcela Badano

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"INCIDENTE DE RECUSACIÓN causa VARISCO, Sergio - ROLANDELLI,

Walter - PICAZZO, Angel Emilio S/ RECURSO DE CASACIÓN


(DENUNCIANTE: Gustavo R. GUZMAN)" - Nº 1586/20 -TRAMITACIÓN
EMERGENCIA SANITARIA COVID 19-

RESOLUCION Nº 129

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En la ciudad de Paraná, capital de la Provincia de Entre Ríos, a los once


días del mes de agosto del año dos mil veinte, reunidos los señores Vocales
de la Cámara de Casación Dres. Marcela DAVITE, Hugo PEROTTI y Aníbal
LAFOURCADE, asistidos por la Secretaria autorizante, Dra. Claudia Analía Geist,
fue traída para resolver la recusación planteada en la causa caratulada "
"INCIDENTE DE RECUSACIÓN causa VARISCO, Sergio - ROLANDELLI,
Walter - PICAZZO, Angel Emilio S/ RECURSO DE CASACIÓN
(DENUNCIANTE: Gustavo R. GUZMAN)" - Nº 1586/20 -TRAMITACIÓN
EMERGENCIA SANITARIA COVID 19- "

Habiendo sido oportunamente realizado el sorteo de ley, resultó que los


vocales debían emitir su voto en el siguiente orden: Doctores Marcela
DAVITE, Hugo PEROTTI y Aníbal LAFOURCADE.

1. En fecha 15/06/2020 los Dres. Damián Petenatti y Rubén A. Pagliotto,


abogados defensores del Sr. Sergio Fausto Varisco, formularon recusación
contra la Dra. Marcela Badano, integrante de la Sala I de la Cámara de Casación
Penal, sobre la base de los siguientes fundamentos:

“La causal alegada como motivo suficiente para provocar el apartamiento


de la Dra. Marcela Badano, se sustenta en el aspecto objetivo de recusación de
Magistrados al no poder ofrecer la jueza recusada la garantía necesaria de
imparcialidad que debe exhibir todo juzgador, de modo tal que su eventual
intervención provoca un razonable y fundado temor de parcialidad en nuestro
defendido.-
El sustento fáctico del presente planteo se halla en la íntima relación y de
matrimonio aparente –lo que es público y notorio-, entre la Dra. Badano y el
Procurador General del Ministerio Público Fiscal –órgano recurrente-, Dr. Jorge
García, que la colocan en un escenario de razonable violencia moral para
resolver -desprovista de toda duda razonable y con ecuanimidad-, el recurso
casatorio presentado contra la absolución de nuestro defendido.-

En primer término, antes de comenzar el desarrollo del presente planteo,


debe recordarse que la institución de la recusación es una herramienta destinada
a proteger una de las garantías más trascendentales del debido proceso, como
es la de ser juzgado por un juez imparcial, de modo tal que su actuación no
permite abrigar dudas sobre los intereses –directos o indirectos del Magistrado
actuante.-

En definitiva, se trata de proteger celosamente las cláusulas contenidas


implícitamente en los artículos 18 y 33 CN y expresamente en el art. 10 de la
Declaración Universal de Derechos Humanos; art. 26, 2º párrafo de la
Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre; 8.1 de la CADH y
art. 14.1 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (todos con
jerarquía constitucional por mandato del art. 75, inc. 22 CN).

Por este mismo motivo, es que unánimemente la doctrina procesalista y


constitucionalista explica que las causales de recusación y excusación previstas
en los códigos procesales deben tomarse como meramente enunciativas y que
no se agotan en ellas todas las posibilidades para apartar a un magistrado, dada
las variables impredecibles que pueden suscitarse.-

Así lo resolvió, por ejemplo, la Cámara Nacional de Casación Penal, Sala


IV, en la causa “Galván” (Causa 1619, sent. del 31/8/99) al precisar que el
concepto de ley vigente no se limitaba, en ese caso, al Código Procesal Penal
sino que abarcaba la Constitución Nacional y los Pactos Internacionales con igual
jerarquía, motivo por el cual no puede condicionarse la vigencia de estos textos
supremos por la falta de previsión expresa del juzgador.-
Indica al respecto Julio Maier: “se debe reconocer, por una parte, que son
aquellos interesados en el resultado del procedimiento –cuyos intereses
quedarán comprometidos en la sentencia-, quienes, en primer lugar, sufren el
temor de parcialidad que funda el apartamiento de los jueces, y, por otra parte,
que ninguna regulación abstracta puede abarcar todos los motivos posibles que,
en los casos futuros, pueden fundar, concretamente, la sospecha de parcialidad
de un juez. Es por ello que resulta razonable permitir, a quienes pueden recusar,
invocar y demostrar otro motivo que funde seriamente el temor de parcialidad
en el caso concreto. De allí que las reglas sobre el apartamiento de los jueces no
deban funcionar como clausura de las facultades de los intervinientes en el
procedimiento (reglamento taxativo), sino en el sentido de facilitar, para esos
casos, el ejercicio efectivo de la facultad de apartar a un juez (de sustanciación y
prueba sencilla, y de alto índice de predecibilidad), sin perjuicio de que el
interesado pueda demostrar su temor razonable por la posible parcialidad de un
juez, apoyado en razones analógicas que fundan seriamente su pretensión”
anotando el autor como conclusión: “nuevamente los elementos finitos de un
concepto no logran prever las notas infinitas que presentan los hechos
concretos” (Julio Maier, “Derecho Procesal Penal”, Tomo I, Ed. del Puerto,
Buenos Aires, 1996, pág. 754).-

En el mismo sentido se explaya Jauchen, quien señala que la enumeración


de las causales de los códigos procesales no es “taxativa ni limitativa y
previamente se establece el principio general que es el que gobierna con toda
amplitud la tutela de la garantía” (Eduardo Jauchen, “Proceso Penal. Sistema
acusatorio adversarial”, Rubinzal Culzoni, año 2015, pág. 72).-

Igualmente Fleming y Viñals: “El carácter explícito de la garantía de


imparcialidad en los tratados internacionales que integran el bloque de
constitucionalidad ha puesto la cuestión en un escenario diferente, en el que es
obligatorio contemplar las disposiciones procesales que reglamentan la
excusación y recusación de los jueces penales con un valor meramente
referencial” (Abel Fleming y Pablo López Viñals, “Garantías del imputado”,
Rubinzal Culzoni, 2008, pág. 539).-
Sin perjuicio de ello y a todo evento, puede reputarse perfectamente
comprendida la causal invocada dentro del artículo 38 inc. k) del CPPER, habida
cuenta la íntima relación existente entre Jueza y Procurador General, quien
guarda un interés opuesto al de nuestro defendido en el proceso.-

Despejada la admisibilidad del planteo, debe mencionarse que la


procedencia del mismo surge de las propias y expresas normas de la Ley
Orgánica del Ministerio Público Fiscal de Entre Ríos (Ley 10.407) que fundan
sobradamente el temor de parcialidad denunciado, dada la existencia de esa
relación extremadamente íntima entre sujeto requirente y sujeto decisor, en el
cual esta última debe resolver sobre los intereses incriminatorios que el primero
sostiene que por intermedio de sus inferiores (Procuradora Adjunta y Agente
Fiscal), no brindando así garantías mínimas de equidistancia con las posturas
partivas dentro del proceso, las cuales se mantienen incólumes aún en la
instancia de revisión.-

En efecto, el Procurador General es la máxima autoridad de ese


organismo persecutorio y ejerce la acción penal pública “por sí mismo o por
medio de sus órganos inferiores” –Art. 17, párrafo 1°-, extremo éste que ya
indica cabalmente el vivo interés que ostenta, desde el inicio de la causa dirigida
contra nuestro defendido, el Dr. Jorge García en su función pública, interés que
es mantenido en la instancia casatoria y que deberá ser resuelto nada menos
que por su pareja sentimental, en el caso, la Dra. Marcela Badano, generando un
escenario que siembra enormes dudas sobre el clima espiritual completamente
desimplicado del caso que constitucionalmente se requiere, y que dista mucho,
incluso de la apariencia de justicia que deben brindar los tribunales
jurisdiccionales, cumpliendo con aquella máxima pronunciada por el Tribunal
Europeo de Derechos Humanos: no basta que la justicia sea hecha, sino que
también debe verse como realizada (conf. casos "Delcourt vs. Bélgica"; 'De
Cubber vs. Bélgica'), adagio que ha sido recogido reiteradamente por nuestra
CSJN, vrg.: “Dieser Fraticelli”.-

El carácter de organismo sumamente vertical y de absoluta dependencia


jerárquica de los integrantes del MPF respecto del Procurador General, surge del
propio texto de nuestra Constitución provincial (Art. 207) como así también de
toda la estructura normativa de su Ley Orgánica, la cual funcionalmente hace
que cada requisitoria o recurso entablado se haga bajo la anuencia y siguiendo
los criterios persecutorios del Dr. Jorge García como Procurador y Jefe máximo
de ese organismo.-

Así, el 3° párrafo del artículo 17 de ley orgánica del MPF, establece que la
actuación del Procurador puede ser individual o “delegada” en la Procuradora
Adjunta, de Coordinación o de Cámara (actualmente figura suplida por el agente
fiscal que participa en juicio). Por su parte el inciso b) del mencionado artículo le
asigna la función de “dirigir la actuación de los funcionarios inferiores que lo
integran”, mientras que el inciso c) las facultades “disciplinarias y de contralor
en todas las instancias”.-

A su vez, el inc. ñ) del mismo artículo le impone como deber el de


“Supervisar la tarea de los miembros del Ministerio Público Fiscal, el desarrollo
de las investigaciones y el resultado de las gestiones de los Procuradores
Adjuntos, de los Fiscales de Coordinación y los Fiscales de Cámara, Fiscales y
Fiscales Auxiliares de cada jurisdicción”.-

Finalmente el artículo 19, relativo a los Procuradores Adjuntos, establece


que estos “colaboran” con el Procurador General en todos los asuntos que éste le
delegare o encomendare.-

Baste ello, para explicitar que de ninguna manera el Sr. Sergio Fausto
Varisco hubiese sido imputado, ni llevado a juicio ni acusado al final del debate
sino fuere por la expresa decisión y acuerdo (expreso o tácito) del Procurador
General, de la misma manera que también por esa misma decisión es que
actualmente se encuentra recurrida su absolución a través de los representantes
del órgano acusador, siguiendo esa estructura vertical y de dependencia
funcional de fiscales inferiores, incluido en el caso, la Procuradora Adjunta -Dra.
Cecilia Goyeneche- y la Sra. Agente Fiscal -Dra. Patricia Yedro.-

Con este repaso normativo queda completamente en claro el interés en el


caso del Sr. Procurador General, circunstancia que colocan a la Magistrada en
tener que dirimir una controversia eventualmente en contra de los intereses
funcionales de su concubino, provocando esta sola circunstancia un fundado
temor de que se vea perturbada la ecuanimidad y objetividad que todo juzgador
-en todas las instancias- debe preservar.-

Luce patente, que la causal invocada es la que se encuentra dentro de las


causales objetivas de recusación, las cuales –para su procedencia- no requieren
la demostración de una animadversión personal con el imputado sino que basta
la demostración de una situación que abra dudas sobre su ecuanimidad.-

Este es el criterio predicado por la Comisión Interamericana de Derechos


Humanos: “… la imparcialidad objetiva exige que el tribunal o juez ofrezcan las
garantías que eliminen cualquier duda acerca de la imparcialidad observada en
el proceso” (CIDH, Informe 5/96 del 1/3/96).-

Sobre las exigencias probatorias que demandan cada una de esas dos
clases de causales, se señala: “Es necesario destacar que cuando se solicita el
apartamiento por vía de recusación, según se trate del aspecto subjetivo u
objetivo de la imparcialidad, se aplican parámetros de apreciación diferenciales,
que se traducen en un requerimiento demostrativo de mayor intensidad en
relación al primero de los supuestos. Esto se debe a que la imparcialidad
subjetiva en los magistrados se presume, por lo cual a los fines de ponerla en
entredicho es necesario que el planteo se fundamente concretamente en una
sospecha de carácter razonable acerca de la predisposición que el juez tendría
en el caso, sea para favorecer o desfavorecer los intereses de una parte. Por su
parte, mientras se hable de imparcialidad objetiva, las exigencias probatorias
decaen y por ello adquiere suficiencia la alegación de un estado de duda
mínimamente admisible acerca de la ecuanimidad del juez” (Fleming y López
Viñals, ob. cit., pág. 537).-

Por eso mismo lo que estos defensores reclaman, lejos de entrar en


cuestiones personales, es que los magistrados de la Cámara de Casación que
resolverán el recurso del órgano acusador, se encuentren en condiciones
confiables de no preservar ningún tipo de interés en el resultado de la causa.-

Con notable claridad, señala Ferrajoli, citando textualmente a Thomas


Hobbes: “nadie debe ser árbitro si para él resulta aparentemente un mayor
provecho, material o espiritual, de la victoria de una parte que de la otra” y por
eso debe contar “con la confianza de los sujetos concretos que juzga de modo
que éstos no sólo no tengan, sino que ni siquiera alberguen, el temor de llegar a
tener un juez enemigo o de cualquier modo no imparcial” (Luigi Ferrajoli,
“Derecho y razón”, Ed. Trotta, pág. 581).-

De aquí que el interrogante que cae de maduro, es si a un justiciable no le


asiste razonablemente, una amarga expectativa de que en estas circunstancias
su caso sea juzgado con un criterio amigable o benevolente hacia el sostenido
por su adversario, atento la marcada afinidad entre juez y acusador?.-

Por eso, continúa el maestro italiano, enseñando: “las dos partes en causa
deben contender en posición de igualdad para que la imparcialidad del juez no
se vea ni siquiera psicológicamente comprometida por su desequilibrio de poder
y no se creen ambiguas solidaridades, interferencias, o confusiones entre
funciones de enjuiciamiento y funciones de acusación” –el resaltado es nuestro-
(Ferrajoli, obra citada, pág. 583).-

Va de suyo que una relación sentimental se guía –al menos


ordinariamente- por una serie de afinidades de toda índole que marcan la socio
afectividad de esa relación, aspectos que, hasta inconscientemente, tienen
capacidad suficiente para provocar en el magistrado una inclinación natural hacia
la postura enarbolada por su pareja, generando un injusto perjuicio hacia el
imputado en este caso y haciendo harto razonable el temor que aquí
denunciamos. Incluso jurídicamente el afecto es lo que marca la relación este
tipo de alianza de hecho. Así lo define Natalia De la Torre al comentar el artículo
509 del Código Civil y Comercial de la Nación: “… la unión estable, pública,
notoria y permanente de dos personas de igual o distinto sexo que conviven y
comparten un proyecto de vida en común basado en el afecto, en tanto forma de
vivir en familia, alternativa al matrimonio”.-
Por ello, estando en juego quizás la más importante de las garantías
judiciales que asisten a un ciudadano sometido a proceso, y sin la cual todas las
demás garantías se ven seriamente comprometidas –o bien directamente
anuladas-, y existiendo fundadas razones que sustentan el temor denunciado, es
que solicitamos que se haga lugar a la presente recusación.-”

Por último hicieron reserva del caso federal y solicitaron que se haga lugar
a la recusación planteada.

2. En orden a los requerimientos especiales por la situación de


Emergencia Extraordinaria por Covid 19; en fecha 04/08/2020 se dispuso
traslado, por el plazo común de 48 horas, para que informen las partes de
acuerdo a lo establecido en el art. 48 del CPP.
En la misma fecha, la defensa planteó recurso de reposición contra dicha
resolución, y el 06/08/2020, solicitaron la suspensión de los plazos procesales
hasta tanto se resuelva la reposición.
3. En el plazo establecido, los Dres. Petenatti y Pagliotto, presentaron su
informe en los siguientes términos:

“Previamente, debemos comunicar al Tribunal constituido, el llamativo


modo de proceder de parte de la Presidencia de la Cámara de Casación –Sala I-
al no respetar el trámite previsto en el art. 48, 2° párr., de nuestra ley procesal,
la cual, se supone, resulta de obligatorio cumplimiento para partes y
magistrados.- Lo recientemente expuesto, radica en el hecho de que
contrariamente a lo estipulado en el artículo indicado, y pese a haber sido
expresamente requerido en fecha 24/6/20 de que previo a ordenarse el traslado
que nos encontramos evacuando, la Magistrada recusada se expida sobre si
admite o no la causal invocada, indicando los fundamentos que le asistan, toda
vez que desconocemos hasta el momento si acepta la causal o la rechaza,
dependiendo de esta decisión el procedimiento a aplicar, según lo establece el
artículo 46 del CPP.- En efecto, no existe la menor pieza o constancia dentro de
la presente causa que nos indique que efectivamente debe seguirse el presente
trámite.- Más llamativo aún, es el silencio guardado ante el Recurso de
Reposición interpuesto en el mismo día en que fuimos notificados de la
resolución corriéndonos el presente traslado, en el cual se impetraba la
revocación de la misma para que se cumpla con el trámite ya señalado,
conforme lo manda la ley, dentro del cual se pidió expresamente que previo a
resolver la reposición se disponga la suspensión del plazo para presentar este
memorial, pretensión que tampoco se ha respondido, incluso luego de otro
escrito presentado en la fecha (6/8/20) pidiendo con habilitación de días y horas
que se ordene la suspensión del plazo, hasta tanto se resuelva la reposición
articulada.- Lamentablemente, sólo un preocupante silencio ha primado de parte
de la Cámara.- En ese contexto, y a fin de no privar a nuestro defendido de su
derecho a que se amplíen los fundamentos vertidos en la recusación promovida,
es que cumplimos la presente carga.- No obstante lo cual, interesamos que ese
Tribunal, previo a resolver, solicite el paso necesario para que la jueza recusada
se expida expresamente aceptando o rechazando la recusación tal como lo
dispone el artículo 48 de la ley procesal, brindando por escrito sus
fundamentos.-

A continuación ampliaron los fundamentos de la recusación sobre la base


de los siguientes motivos:

“Ratificando enteramente los argumentos brindados en el escrito inicial,


más la doctrina y citas jurisprudenciales allí indicadas, en esta instancia sólo
agregaremos brevemente que resta hacer alusión a aspectos puntuales del caso
que generan muy especialmente el temor de parcialidad invocado, dada la
íntima y pública relación existente entre Procurador General y Jueza recusada.-
En ese orden, debe tener especialmente en cuenta el Tribunal llamado a resolver
el incidente, que a nuestro defendido se lo ha acusado en juicio por parte del
Ministerio Público Fiscal de la Provincia de Entre Ríos, como autor del delito de
Peculado (Art. 261 del CP) en grado de tentativa, por haber dispuesto un
adelanto de fondos –finalmente no realizado por su propia decisión- a una
Asociación Mutual debidamente inscripta y que opera hace años con la
Municipalidad de Paraná, brindando diversos servicios a los empleados del ente
estatal.- En el caso concreto que deberá juzgar la Excma. Cámara de Casación,
se discutió vivamente durante el juicio la completa falta de criterio del órgano
acusador, en tanto exactamente el mismo acto administrativo realizado por
nuestro cliente, se había realizado en numerosas oportunidades por parte de
gestiones Municipales anteriores, que sostenían y se identificaban con un partido
e ideología política muy distintas a las que enarbolaba nuestro defendido, el Sr.
Sergio Fausto Varisco, al ocupar el cargo de Intendente de la capital provincial.-
De allí que se denunció en juicio, que en el presente caso se atentaba
severamente contra la igualdad ante la ley (Art. 16 de la CN) y la igualdad de
trato de parte del MPF, por cuanto las mismos actos de poder público realizado
por gestiones anteriores no habían motivado ninguna actuación investigativa de
parte del órgano que dirige el Dr. Jorge García, no obstante encontrarse en
positivo conocimiento de su existencia.- En suma, más allá de las obvias
discusiones fácticas propias del juicio oral, también formó parte de éste, la
actuación arbitraria, abusiva y antojadiza del MPF en guiar sus investigaciones
judiciales a funcionarios públicos, dependiendo de quien se trate, toda vez que –
insistimos-, a intendentes de la capital provincial que han recurrido a
exactamente el mismo acto jurídico, ningún cuestionamiento se les realizó,
dispensando un trato desigualitario a los justiciables, extremo sin dudas
inaceptable.- Estas fuertes críticas, fueron recogidas firmemente por el Tribunal
de Juicio que absolvió a nuestro asistido, pronunciandose en severos términos
hacia la actuación del órgano acusador provincial.- La importancia de estas
aclaraciones rendidas en el presente informe, radican en que resulta
absolutamente incompatible que, entre otros aspectos, quien deba juzgar la
corrección de los cuestionamientos formulados en la sentencia de Juicio al MPF,
sea ni más ni menos que la pareja afectiva de la persona encargada
constitucionalmente de dirigir ese organismo, los cuales la colocan en un
escenario en el que evidentemente no puede brindar siquiera la menor garantía
de equidistancia que debe caracterizar a todo juzgador como requisito esencial,
al menos en un estado que respeta seriamente y con transparencia las
instituciones republicanas.- O, acaso, nos preguntamos si debería caer esta
defensa en la candidez de pensar que, en un causa en la cual se ha fustigado la
actuación y dirección del Ministerio Público Fiscal, la Dra. Marcela Badano va a
poder conservar la independencia de criterio para resolver si convalida una
crítica hacia su pareja afectiva –en el aspecto de su actuación pública-
confirmando el fallo, o bien si descarta la postura del Tribunal revocando la
sentencia absolutoria que beneficia a nuestro defendido.- Es que, en suma,
también encierra la sentencia absolutoria que deberá evaluar la Excma. Cámara
de Casación, un cuestionamiento en el caso concreto, al modo en que se ha
ejercido la política criminal en la provincia de Entre Ríos, cuya dirección se
encuentra exclusivamente a cargo del Dr. Jorge García.- De aquí que estamos
sin la menor duda, ante un escenario que se aleja enormemente de la confianza
que deben brindar los órganos jurisdiccionales hacia la ciudadanía, a la par que
genera una sospecha seria y fundada de que esa ecuanimidad requerida no va
poder ser sostenida por la jueza recusada, motivos que ameritan sobradamente
su apartamiento de la presente causa.- Basta para corroborar este extremo, una
lectura hasta superficial del fallo facturado, lo cual no implica en modo alguna
confundir los límites y alcances de la concreta intervención de ese Exmo.
Tribunal que ninguna pronunciación emitirá sobre el fondo del recurso fiscal
entablado, sino que solamente servirá para comprender por qué motivos en el
caso concreto, el temor de parcialidad expuesto se patentiza claramente.-
Manteniendo la reserva del caso federal en los términos expuestos en el ap. III
del escrito incidental, y entendiendo que la causal de recusación es clara,
solicitamos que se haga lugar a la misma disponiendo el apartamiento de la Dra.
Marcela Badano para intervenir como Jueza de Casación en la presente causa”.-

4. Por su parte, la Dra. Badano informó lo siguiente:

“I. Con profundo desagrado, al advertir el irrespeto institucional que de


los roles y las reglas en un proceso penal hacen los abogados defensores de
Sergio Fausto Varisco (Pagliotto y Petenatti) con sus presentaciones, vengo a
manifestar mi informe al respecto.

Digo que es profundo el desagrado, porque entiendo que para realizar


semejante planteo, además del uso impune de prejuicios sexistas, se echa mano
a las recusaciones como forma de sortear el juez natural y se realiza una
interpretación analógica del art. 38 CPPER. Se fuerza (necesariamente, además),
de manera liviana e irresponsable, la interpretación de conceptos básicos que los
abogados, auxiliares de justicia, no pueden desconocer: órgano acusador y
persona; interés público/interés privado; deber de objetividad, “órganos
inferiores”, responsabilidad funcional y deber de objetividad de los funcionarios
actuantes, etc.

II- a) En efecto, indican (sin más) que la causal alegada -íntima relación y
aparente matrimonio- “puede perfectamente reputarse comprendida” dentro del
art. 38 CPPER, pero se cuidan de explicitar cómo cabrían los términos dentro del
art. 40, es decir, quiénes se consideran “interesados” para nuestra ley procesal.
El mencionado artículo es claro: “a los fines del art. 38 se consideran
interesados el fiscal, el querellante, el imputado, el ofendido, el damnificado, y el
tercero civilmente demandado, aunque estos últimos no se hubiesen constituido
en parte, lo mismo que sus representantes, defensores y mandatarios”.

II- b) En la presente causa, seguida contra Sergio Fausto Varisco, las


fiscales intervinientes son las Dras. Cecilia Goyeneche (Procuradora adjunta), y
la Dra. Patricia Yedro (Fiscal), quienes son parte en este proceso, ejercen sus
funciones, y recurren la sentencia.

Enarbolan los abogados en su escrito recusatorio, sostenidamente, la idea


de “verticalidad” y de “absoluta dependencia jerárquica”; presuponen un
escalafón -al punto que insisten en la referencia a las “inferiores”-, no siendo
esos términos inocentes, sino que su insistencia tiene por fin disminuir a las
fiscales en su calidad de funcionarias, reduciéndolas a la categoría de receptoras
de órdenes, de ejecutoras de un “interés funcional” del Procurador General -y
hasta utilizando términos castrenses, como “agente fiscal”, propios de
determinada y antigua formación, ajena a nuestro actual sistema, el que
presupone funcionarios y funcionarias que deciden por sí, tienen responsabilidad
funcional y deber de objetividad-.

Hasta tal punto esta tesitura de los letrados es errónea, que la Fiscal
actuante, la Procuradora Adjunta, ostenta su cargo luego de haber transcurrido
exitosamente por las distintas instancias de los concursos de oposición y
antecedentes del Consejo de la Magistratura, habiendo actuado uno de los
abogados hoy recusantes (Pagliotto) como jurado en su certamen de oposición.

Debería conocer, además, la solvencia académica de la Dra. Goyeneche, y


la reputación que la precede, puesto que es profesora de posgrado de la
Universidad Nacional del Litoral, de la Especialidad Derecho Penal, donde
también habría obtenido su título de especialista uno de los abogados, como él
mismo lo señala en una entrevista personal -
cfr.http://diariomcs.blogspot.com/2016/11/el-abogado-
http://diariomcs.blogspot.com/2016/11/el-abogado-ruben-pagliotto-relata-su.html-
rubenhttp://diariomcs.blogspot.com/2016/11/el-abogado-ruben-pagliotto-relata-su.html--
pagliotto-relata-su.html-.
Limitar su tarea, entonces (para que quepa en el vocablo “interesado” del
art. 40 del C.P.P. el Procurador General), a una mera ejecutora de órdenes
ajenas, parece al menos, un absurdo, que no pueden desconocer los defensores.

II- c) Pero, aún así, el salto cualitativo, de que los “criterios persecutorios”
los habría trazado el Procurador General, no se explican más que por el
argumento insinuado por los recusantes; y necesariamente presuponen, tanto
esta aparente “obediencia debida” de la Procuradora adjunta, como el aparente
desenvolvimiento de una sojuzgada investigación del delito y su posterior
sostenimiento en un juicio oral por la Fiscal Yedro, lo que, bajo órdenes
determinadas, debería haber hecho (funcionaria que, al parecer, tampoco
tendría voz, ni opinión, ni deberes, ni responsabilidades, ni solvencia como
funcionaria, y la que también, dicho sea de paso, ha accedido a su cargo por
concurso).

Ese argumento, que se fuerza para que el término Fiscal, en las


presentes, sólo nombre a una persona -la que, además, me influiría como
magistrada, lo que, obvio, presupone- presenta, como falacia que es, diversos
inconvenientes, que se entienden de modo más sencillo formulado en forma de
interrogantes: 1) ¿ cómo se compagina lo que dicen en el escrito -“de ninguna
manera el Sr. Sergio Fausto Varisco hubiese sido imputado, ni llevado a juicio ni
acusado al final del debate sino fuere por la expresa decisión y acuerdo (expreso
o tácito) del Procurador General”- y lo dispuesto expresamente por el art. 5 del
CPPER, última parte?; 2) si la decisión sobre toda la acusación en un proceso
penal contra un acusado, y su remisión a juicio, y el recurso sobre su absolución,
es sólo de una persona física (casi omnisciente), que ostenta un “interés” contra
ella, ¿por qué el sistema completo dilapidaría recursos en hacer concursar,
nombrar, y designar a profesionales como fiscales y procuradores adjuntos? ¿por
qué tendrían ellos responsabilidad funcional?; 3) ¿cómo se compaginan las
recusaciones particulares e individuales hechas a los fiscales (art. 60 del C.P.P.)
por sus relaciones personales? (sin causa o con ella, no es del caso aquí). Basta
recordar la hecha, pre anunciada con gran difusión mediática, a la misma Dra.
Goyeneche, por parte de abogados de la matrícula (algunos de los cuales
representan a otros imputados en la presente causa). ¿Cómo se entiende ello, si
partimos del argumento de los recusantes, con la alegada y entendida
“verticalidad” y “obediencia”, y “absoluta” dependencia jerárquica”? ¿a quién
“obedecería” entonces, la prestigiosa funcionaria? ¿cuáles serían “sus
intereses”?.

Y finalmente, ¿qué grado de legitimidad tendría en un sistema


democrático la organización que suponen y arguyen los defensores, hoy
recusantes, de un perseguidor y sus amanuenses?.

II- d) Es evidente que esas ideas son insostenibles, acudiendo a mínimos


conceptos constitucionales, y a una interpretación armónica de la normativa
vigente, que los letrados deberían conocer.

Estas consideraciones deberían valer para rechazar la recusación.

Para terminar este punto, me permito recordar también, que las


conjeturas realizadas a sabiendas de que no se corresponden con la verdad real
pueden ser aceptadas, en nuestra tarea cotidiana, como ejercicio profesional,
por cuanto el representante de una parte no tiene obligación de imparcialidad,
sino de defender un interés particular -como en el caso, de un imputado-
(recordemos que, además, está normado que cobre estipendios, mayores según
el éxito de su gestión; es decir, no olvidemos las reglas al respecto).

Pero ello, siempre dentro de las reglas que establece nuestro sistema
legal, y respetando el decoro, la lealtad, y la institucionalidad; nada de esto
sucede cuando se acude livianamente a la recusación de los jueces naturales
como un mecanismo, con interpretaciones forzadas, intencionalmente,
tornándose ello inaceptable dentro de un proceso legal.

No puede ser una técnica de litigación, de ningún modo, acudir a


acusaciones para sortear a los jueces constitucionalmente designados, con
argumentos falaces, y transitando por el camino de la invasión a la vida privada
de una magistrada, a su modalidad de vida, a su ámbito íntimo, por las
suposiciones que a los abogados o al imputado le plazcan.

Lo armado en las presentes, para terminar recusando a la suscripta,


resulta una trampa lógica, que resulta de descontextualizar un artículo de la ley
de Ministerios Públicos, para confundir a las personas de los fiscales con el
órgano del Ministerio Público Fiscal, y confundir el término interesado, del art. 40
del C.P.P., con una persona física.

III) A propósito de mi ánimo en las presentes, esta práctica de


subterfugios y “chicanas”, por fuera del proceso penal, me trajo remembranzas
de las mismas prácticas efectuadas por el imputado, en una causa que lo tuvo
acusado por homicidio culposo (por un tristísimo hecho), cuando era yo jueza de
instrucción, en la que luego de un intrincado camino de nulidades y planteos
dilatorios por parte de él y sus abogados, terminé con esfuerzo, por así
corresponder, enviando a juicio la causa, al entonces Juzgado Correccional, que
pendía sobre el mismo sujeto. La mala práctica era más leve, y no contenía los
visos y la mala fe que sí contiene la presente.

Dicho esto, debo sí, manifestar la enemistad manifiesta a la que me invita


la conjunción del imputado -que suscribe lo que dicen sus defensores, sin duda-,
con los dichos de la defensa técnica, y los prejuicios, la invasión a la privacidad,
y la discriminación de la que soy decididamente objeto por parte de los letrados
y el imputado.

No olvidaré los estereotipos sexistas de los que parten, en especial,


cuando he visto largamente, en mis años de carrera judicial, a uno de los
abogados desenvolverse en nuestro fuero (de provincia pequeña, y fuero aún
más chico), siendo amigo y recurrente visitante de jueces que formaban parte
de nuestros tribunales, o compartiendo peñas, reuniones, y asados con ellos.

Hace muchos años también, compartimos una carrera de Especialización


junto con otros abogados, funcionarios y jueces, y nunca lo vi preocupado por
influencia alguna, o tener semejante celo en sus relaciones personales.

No señalo con esto ningún contubernio particular, ni está en mi ánimo


emprender la misma “caza de brujas” acometida por los letrados contra las
mujeres que nos desempeñamos como magistradas; sólo lo señalo porque
evidentemente (en relación a objetividad e influencias), cuando se trata de
“camaradería masculina”, la vara es otra.

Sobre ellos se presupone, con un código invisible (propio de las cofradías),


que no serían influenciados -ni siquiera “inconscientemente”, como señalan los
letrados que sí ocurriría en mi caso-.

La insistencia con el término decimonónico de “aparente matrimonio”, se


hace con tanto denuedo e impunidad, que no tienen siquiera el decoro de
chequear los domicilios de los involucrados, cuando uno de ellos, recientemente,
incluso ha tenido custodia policial, lo que ha tenido conocimiento público.

Me niego, por una cuestión de dignidad y de privacidad, a contestar mi


situación personal.

Solo advierto que llego a esta circunstancia, luego de haber transitado


una nutrida y variada carrera profesional; accedí a mi primer cargo por concurso
público de oposición y antecedentes, y fui Secretaria de Cámara, Defensora,
Fiscal, Jueza de Instrucción, Secretaria de la Procuración, Camarista de juicio por
concurso, y finalmente, Camarista de Casación, también por concurso.

Me he desempeñado durante 25 años con rectitud de intención, y con una


esforzada capacitación profesional, con credenciales académicas variadas,
cursando actualizaciones y sometiéndome a exámenes hasta hace meses;
produzco múltiple jurisprudencia, conocida por todos, ocupándome de que mis
criterios, fundamentos, observaciones y reflexiones sobre el derecho a aplicar
sean motivadas, desarrolladas, comunicadas y de fácil acceso.

Con esa experiencia, bien puedo afirmar, que no he visto, con respecto a
otros jueces (a pesar de lazos afectivos, amistades y afinidades), ningún planteo
parecido, referido a su vida sentimental; lo expuesto, es obvio, no resulta obra
de la casualidad.

He sido secretaria de un Tribunal de juicio por diez años, y nunca asistí a


nada parecido; he contestado vistas, ejercido defensas, dictado como Tribunal
sentencias, hablado largamente con colegas, compartido deliberaciones,
conferencias, reuniones, etc., sin que hubiera visto nunca estos embates,
usando la intimidad y la vida privada, contra ninguno de mis colegas varones.

He tenido que soportar, como parte de esa campaña malintencionada,


hasta en actos oficiales, la ignorante reducción de toda la producción de la
Cámara de Casación, a motes (tan agraviante como insostenibles) como
“Cámara de Confirmación”; como si lo que confirmáramos (en su caso, cuando lo
hacemos), fueran los deseos de los fiscales -por las relaciones personales que
insinúan, por mi condición de mujer- y no sentencias de los camaristas de juicio
de la provincia, seleccionados por concursos también, desempeñando con
honorabilidad sus cargos.

En efecto, me encuentro aquí, una vez más, con una interpretación


maliciosa y discriminatoria, usada sin escrúpulos contra mi persona, con
argumentos falaces.

Esta vez, es elíptica, del término fiscal como “interesado” del Código de
rito, usada para sospechar de mi objetividad. Como tantas mujeres que
desempeñan la profesión jurídica, aquí también, sin que sea casualidad, las
mujeres que desempeñan la condición de fiscales en la causa, “desaparecen”
como funcionarias: obedecerían órdenes, no tendrían criterios propios, al igual
que la suscripta.

Recusarme por mi relación con ellas, a pesar de la estima que les tengo,
por tantos años de desempeño en distintas instancias, no tendría el impacto
incriminatorio que pretenden los letrados y su defendido. Sobre la base de
estereotipos, señalan livianamente y sin pudor, que “una relación sentimental se
guía –al menos ordinariamente- por una serie de afinidades de toda índole que
marcan la socio afectividad de esa relación, aspectos que, hasta
inconscientemente, tienen capacidad suficiente para provocar en el magistrado
una inclinación natural hacia la postura enarbolada por su pareja, generando un
injusto perjuicio hacia el imputado”.

Por supuesto, que seré yo y no otra/o, la influenciada. Las “posturas” no


las ha de tener la mujer, y he aquí el prejuicio.

El concepto de “socio afectividad” -la que debo entender, como mujer del
derecho, como el concepto desarrollado por el derecho de familia-, ha sido
descubierto por los letrados, en nuestro fuero, como componente de las
decisiones de los jueces (también, casualmente, con las magistradas mujeres).

La perspectiva de género -que hoy, felizmente, hasta por ley es


insoslayable para los tres poderes del Estado-, cuando se aplica a una
indagación (leemos en RUIZ RESA, J. Las Mujeres y las profesiones jurídicas,
Dickinson, Madrid, 2020) “conlleva, necesariamente, una mirada crítica que
permita detectar, analizar y combatir discriminaciones, en especial contra las
mujeres. Reconoce la influencia que los procesos y los contextos históricos y
psico-sociales tienen en la construcción de la desigualdad, así como la relación
que las atribuciones de género establecen con otros conceptos claves como el
poder, los símbolos, las instituciones y las normas”.

IV- Esta relación de asimetría que advierto, no me victimiza, pero me


invita a continuar enfáticamente con el rechazo de estas prácticas; me quita la
paz espiritual que debo tener para juzgar a un imputado que incurre
repetidamente en estos artilugios, y me impone tomar otras medidas, cuando
advierto situaciones injuriantes y desiguales, provenientes de sujetos
posicionados en presupuestos sexistas.

Por ello, si bien entiendo que no deben receptarse los falaces argumentos
de los defensores recusantes, solicito mi apartamiento en esta causa, por no
contar con la necesaria tranquilidad y paz mental para resolver la situación del
imputado, en estas condiciones.

A su vez, solicito se me expidan testimonios sobre las presentaciones


realizadas por los letrados, y se expida una constancia, por Secretaría, de las
partes intervinientes en la presente. Asimismo, solicito se me expida constancia
sobre todas las recusaciones, si las hubiera, efectuadas en las presentes.”

5. Ello así, se planteó lo siguiente: A las cuestiones articuladas ¿qué


corresponde resolver?, y ¿que sobre las costas del proceso?

6. La Dra. MARCELA ALEJANDRA DAVITE dijo:

Luego de haber leído detenidamente la recusación, los escritos de los


Defensores, y los informes presentados por ellos y por la Dra. Badano,
corresponde expedirme sobre la recusación opuesta por la Defensa del
imputado, y también sobre el planteo de inhibición propuesto por la Dra.
Badano.

6.a- Previo a ello, realizaré unas breves consideraciones acerca de los


escritos presentados por los Defensores.

En sus escritos y en forma preliminar en el informe, los letrados,


proponen un trámite alternativo, que desde ya adelanto, no puede prosperar en
tanto no se condice con la regulación legal.

Los defensores, incurren en un error al requerir que la Magistrada


presente su informe antes de la integración de este Tribunal, pero sólo una
lectura superficial del art. 48 del CPPER podría dar lugar a esa interpretación
irrealizable. Como es obvio, el juez recusado no puede presentar el informe ante
el tribunal al cual pertenece, es decir, no puede presentarse el informe a sí
mismo. Por ello, primero debe integrarse el tribunal (como siempre se ha hecho
y se hizo en este caso) y luego recepcionar el informe. Tampoco es posible
aplicar el trámite previsto en el artículo 46 del C.P.P., como lo solicitaron, porque
tal artículo se refiere al trámite de recusación de los jueces de garantías.

Por último, tampoco corresponde convertir la audiencia informativa del


art. 48 en una suerte de contradictorio. El procedimiento de recusación, no
consiste en una contienda, donde cada parte defiende su postura, y el tribunal
resuelve en términos de “vencedor y vencido”, ya que, de ese modo, no habría
paz espiritual posible para abogados ni para jueces.

Obviamente, no es esa la finalidad de este procedimiento, no se trata aquí


de decidir quién gana o quién pierde, como si fuera un conflicto privado, sino de
asegurar: “el par independencia-imparcialidad que en su unidad/distinción exige
que el juez no sea parte política, para asegurar su efectiva sujeción sólo a la ley;
y tampoco parte en los intereses contrapuestos en la causa, de modo que pueda
operar frente a estos en la necesaria posición de equidistancia, presupuesto de
la calidad de conocimiento y del equilibrio de la decisión.”, tal como lo señala
Perfecto Andrés Ibañez en su artículo “La independencia judicial y los derechos
del juez”, publicado en el libro “Los derechos fundamentales de los jueces”, Ed.
Marcial Pons, Madrid Barcelona Buenos Aires, 2012, pág. 49.

De allí, que un Tribunal, ante una cuestión tan seria y delicada como es
la recusación de un juez, no pueda distraer el trámite dando tratamiento a una
serie de planteos que pretenden una interpretación de la ley imposible de
realizar, que desconoce la regulación legal sobre el procedimiento de
recusación y su finalidad. Por todo ello, lo requerido por los Defensores como
cuestión previa resulta improcedente.

6.b. Corresponde ahora analizar los motivos de recusación que


consistieron en primer lugar en que la íntima relación y de matrimonio aparente
entre la Dra. Badano y el Procurador General del Ministerio Público Fiscal -
órgano recurrente-, Dr. Jorge García, colocan a la magistrada en un escenario de
razonable violencia moral para resolver el recurso de casación; causal que
quedaría comprendida en artículo 38 del CPPER. Y en segundo lugar, en que el
Tribunal de juicio al absolver al imputado, se pronunció en severos términos
hacia la actuación del órgano acusador provincial, y que entonces, resulta
incompatible que quien deba juzgar la corrección de los cuestionamientos
formulados en la sentencia de juicio al Ministerio Público Fiscal, sea la pareja
afectiva de la persona encargada constitucionalmente de dirigir ese organismo.

Como puede advertirse el planteo se centra en lo que la doctrina


denomina como “imparcialidad frente al caso”. Para ello, los códigos procesales
prevén las causales de recusación, que constituyen el remedio legal, del que los
litigantes pueden valerse para separar al juez del conocimiento del juicio, si las
relaciones o actitudes de aquel con algunas de las partes, sus letrados o
representantes, son susceptibles de poner en duda la imparcialidad de sus
pronunciamientos.

Para poder valorar la procedencia de éste tipo de recusación, Gozaíni


destaca que resulta necesario atender tanto al interés particular, como al interés
general que pueda verse afectado por el uso inadecuado de éste medio de
desplazamiento de los jueces naturales que deben entender en un proceso. Por
ello, dice el autor, la invocación de las causales que pongan en peligro la
imparcialidad del juez constituye un acto relevante que requiere una
argumentación seria y fundada, y las partes no pueden crear motivos de
excusación -Gozaíni, Osvaldo A.; “El Debido Proceso: estándares de la Corte
Interamericana de Derechos Humanos”, Santa Fe, Rubinzal Culzoni Editores,
2017, pág. 204.

En efecto, no puede desconocerse, la relevancia institucional que tiene en


nuestro sistema la figura del juez natural, que es una garantía histórica, tanto
para el imputado como para toda la ciudadanía, especialmente a partir de la
reforma de 1994 que incorpora los Tratados Internacionales de Derechos
Humanos; cuyo fin principal es evitar la creación de tribunales especiales para
juzgar determinados hechos o a determinadas personas, sin la generalidad y
permanencia propias de los tribunales judiciales.

Por ello, los supuestos de recusación deben ser interpretados


cuidadosamente, ya que están establecidos para casos extraordinarios, pues su
aplicación provoca el desplazamiento de la legal y normal competencia de los
magistrados con afectación del principio constitucional de juez natural.

Ahora bien, según el art. 38 CPP, el juez podrá ser recusado, de conocer
en la causa, cuando mediaren circunstancias que, por su objetiva gravedad,
afecten su imparcialidad. Entre los motivos que pueden invocarse, el inc. k) de
dicho art. prevé: la amistad íntima o enemistad manifiesta con alguno de los
“interesados”, y en el art. 40, enumera a quienes se consideran “interesados” a
los fines del art. 38.

Así, según el art. 40 se consideran interesados el Fiscal, el Querellante, el


Imputado, el ofendido, el damnificado, y el tercero Civilmente Demandado,
aunque estos últimos no se hubiesen constituido en parte, lo mismo que sus
representantes, defensores y mandatarios.

Esto es así, porque se trata de una recusación “frente al caso” y por ello
en el círculo de los “interesados” están: los funcionarios y letrados constituidos
en parte, y aquellos que, aunque no se hubiesen constituido como parte, tengan
un interés personal (no funcional) o puedan ser afectados por lo que se resuelva
en la causa que el juez deba conocer.

De allí se infiere que los Defensores plantean una causal que es


inexistente, que no puede considerarse ni siquiera mediante una interpretación
amplia de las causales que enumera el Código Procesal Penal, porque no es
posible equiparar a la figura del Procurador General, como máxima autoridad del
Ministerio Público Fiscal, con la del Fiscal que interviene en un caso concreto y
de ese modo incluirlo en el número de los “interesados” que se mencionan en el
art. 38, en función del 40. La voluntad del legislador es clara, el Juez
competente para conocer en la causa sólo podrá ser recusado cuando tenga
amistad íntima o enemistad con alguna de las partes o con alguno de los
terceros que puedan tener un interés personal.

La pretendida asimilación olvida la norma fundamental del art. 207 de la


Constitución Provincial, que establece que la acción penal pública debe ser
ejercida por el Ministerio Público Fiscal con arreglo a los principios de legalidad,
objetividad e imparcialidad. Esto es, que ningún miembro del ministerio público
actúa bajo un interés personal, ni obedece órdenes jerárquicas sin
responsabilidad funcional.

Por ello, le asiste razón a la Dra. Badano cuando al finalizar el primer


punto de su informe sostiene: “Lo armado en las presentes, para terminar
recusando a la suscripta, resulta una trampa lógica, que resulta de
descontextualizar un artículo de la ley de Ministerios Públicos, para confundir a
las personas de los fiscales con el órgano del Ministerio Público Fiscal, y
confundir el término interesado, del art. 40 del C.P.P., con una persona física.”

En cuanto al motivo de recusación que los Defensores añadieron en su


informe, sólo debo indicar que las opiniones personales de los Vocales de juicio,
acerca de lo que debería ser la actuación de los Ministerios Públicos en relación a
otros hechos y otros sujetos, no forma parte de lo que la Cámara de Casación
debe revisar, por lo cual en modo alguno puede ser este un motivo válido de
recusación.

Por estas razones, la recusación opuesta por los Defensores no puede


admitirse.

6.c. No es posible admitir que se ponga en tela de juicio la independencia


e imparcialidad de una Magistrada y se desconfíe de su neutralidad por una
causal no prevista en la ley, y menos aún que se lo haga violentando su
intimidad e entrometiendose en su vida privada.

En los términos que ha sido planteada, la causal de recusación no puede


verse más que como un modo de ofender, acosar y perturbar, y principalmente
de discriminar sobre la base de un prejuicio sexista, conforme al cual las
mujeres no piensan ni deciden por sí mismas, como lo concebía el antiguo
paradigma del Código Civil derogado.
Cada uno de los argumentos propuestos suponen en la Magistrada una
suerte de predisposición para complacer o para obedecer a punto tal que de
no hacerlo “queda colocada en un escenario de violencia moral para resolver”
que, aparentemente y sin ninguna lógica, la llevaría incluso a arriesgar su
carrera y su prestigio, en una insólita tensión entre resolver de acuerdo a los
hechos probados y a la ley vigente, o prevaricar, con tal de hacer lo que la
Fiscalía por mandato del Procurador, interesa.

Todo lo cual resulta absurdo, sobre todo si se tiene en cuenta la pública y


notoria trayectoria de la Dra. Badano, de la que se ha visto obligada a dar
cuenta en su informe.

Este prejuicio contra la Magistrada, en razón de su condición de mujer,


también se trasunta en las expresiones vertidas respecto a la actuación de las
Fiscales que vienen interviniendo en la causa, y que sí resultan interesadas en
los términos de los arts. 38 y 40 del CPP..

Así, se desconoce que son funcionarias públicas; que al igual que la Dra.
Badano, obtuvieron sus cargos mediante el procedimiento establecido en la
Constitución Provincial, después de alcanzar los máximos puntajes en los
concursos; que su función no tiene nada que ver con una mera “obediencia
debida”; que tienen el deber de actuar con objetividad y que sólo deben
obediencia a la Constitución y a las leyes; a tal punto que de no hacerlo (al igual
que a todos los magistrados) se les puede imputar el delito de prevaricato,
porque tienen responsabilidad personal.

Por ello, en modo alguno resulta posible equiparar, como lo pretenden los
Defensores, el interés de las Fiscales que actúan en esta causa, con interés del
Procurador General en el ejercicio de su rol institucional. Y menos aún puede
admitirse la insinuación, que desde ese lugar de máxima autoridad, pueda
trasladar intereses personales al resto de los fiscales que integran el organismo.

Por todo ello corresponde rechazar la recusación propuesta.

6.d. Ahora bien, la Dra. Badano, luego de destacar la liviandad con la


cual se la ha recusado por el camino de la invasión a su vida privada, manifiesta
la situación especial de indignación moral en la que se encuentra ante el
accionar obstinado e injurioso hacia su persona, como magistrada y mujer, por
parte de los letrados y del imputado. Sobre esa base considera que no cuenta
con la tranquilidad necesaria para intervenir en las presentes, por lo cual solicita
su apartamiento.

Analizados sus argumentos, entiendo que las razones brindadas por la


Magistrada resultan idóneas para justificar su apartamiento del proceso por la
causal de violencia moral por ella invocada.

Cabe recordar que las causales de excusación no son taxativas y que


pueden considerarse motivos no señalados en la ley pero que generen un estado
de perturbación anímica que impida actuar en la causa con la imparcialidad
necesaria.

La inhibición de la Dra. Badano se fundamenta en la violencia moral que le


generan los agravios y el cuestionamiento del imputado y sus defensores,
acerca de su imparcialidad.

Por ello, si es la misma Magistrada quien aduce temor de parcialidad,


resulta prudente -mientras dicho temor sea fundado-, flexibilizar la
interpretación literal del art. 38 del CPPER.

Estas consideraciones llevan a concluir en que debe aceptarse la inhibición


solicitada.

6.e. Por último la Dra. Badano solicita se le expidan testimonios sobre las
presentaciones realizadas por los letrados, y se expida una constancia, por
Secretaría, de las partes intervinientes en la presente. Asimismo, solicita se le
expida constancia sobre todas las recusaciones, si las hubiera, efectuadas en las
presentes. A lo que también se debe hacer lugar.

6.f. En relación a las costas y atento al resultado al que se arriba, luego


del tratamiento de la cuestión, corresponde imponerlas a cargo de los
recusantes -art. 584 y 585 C.P.P.ER.-

Así voto.

7. A su turno, el Dr. HUGO PEROTTI dijo:


7.a. La colega que me precede en el voto, ya ha realizado una extensa
reseña del planteo recusatorio efectuado por los Abogados Defensores, como del
informe presentado por la Magistrada Marcela BADANO, de quien los Letrados
solicitan su apartamiento. Por tal motivo, a dicha reseña me remito en cuanto a
los antecedentes fácticos del caso en examen.-

7.b. Respecto del contenido del voto precedente, voy a adherir a las
conclusiones a las que arriba mi distinguida colega, empero lo hago bajo mis
propios argumentos.-

No cabe ninguna duda que, hoy más que nunca, el concepto constitucional
de "JUEZ" exige que su actuación sea en condiciones de imparcialidad e
independencia. La imparcialidad -enseña MAIER- alude a "...no ser parte en el
asunto que debe decidir", como una garantía de todo justiciable en un Estado de
Derecho que se precie de tal -y no como un atributo o privilegio del funcionario-
que se preserva a través de un mecanismo negativo que promueve la exclusión
voluntaria (inhibición) o forzada (la recusación) del Juez cuando exista temor o
sospecha de pérdida de neutralidad.-

La garantía de un tribunal imparcial es exigencia de la forma republicana


de gobierno (Art. 1 C.N.), deriva directamente de la garantía del debido proceso
y el derecho de defensa (Art. 18 C.N.) y se encuentra consagrada en los Arts. 26
de la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre; art. 14.1
del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, art 8.1 de la Convención
Americana de Derechos Humanos, y art. 10 de la Declaración Universal de
Derechos Humanos, que forman parte del bloque de constitucionalidad federal.

Paralelamente, también es muy cierto lo afirmado por la Dra. DAVITE en


el cuarto párrafo del punto 6.b. de su voto: esto atañe a la garantía del Juez
Natural, que también está contenida en el art. 18 C.N., también derivada
directamente del sistema republicano e igualmente es ratificada por
instrumentos internacionales, porque atañe al principio de división de poderes y
de igualdad ante la ley.-

Por eso, debemos ser sumamente cuidadosos y extremar los recaudos


tanto cuando se interpreta la ley adjetiva para plantear la recusación de un Juez,
como cuando se utiliza la excusación basados en la "violencia moral", ya que -en
esto expreso mi íntima convicción- los Jueces no sólo debemos "ser"
(imparciales, independientes, prudentes, éticos), sino también debemos
manifestarnos de tal manera en todo momento y en todos los ámbitos, sea
público o privado, por lo que nuestras vidas privadas también pueden -llegado el
caso- ser susceptibles de ser observadas por la comunidad. Además, bien
sabemos que los Jueces deben contar con una fortaleza anímica que les permita
sortear todo tipo de críticas, sin que ello menoscabe su actuación justa,
independiente e imparcial.-

Yendo al caso concreto que hoy nos convoca, observo en primer lugar que
los Abogados Defensores plantean la recusación de la Dra. Marcela BADANO,
como Jueza que naturalmente integra este Tribunal de Casación, apoyándose en
un supuesto sustento fáctico, cual sería el de la alegada íntima relación y
matrimonio aparente (sic) que habría entre la Dra. BADANO y el Sr. Procurador
General (Dr. Jorge GARCIA) que la colocarían a la Magistrada en un escenario de
razonable violencia moral para resolver el recurso de casación interpuesto por
los Defensores, invocando la causal prevista en el Art. 38 inc. "k" del C.P.P.E.R -

De tal modo, la controversia se suscita en torno a si la relación de pareja


que la Dra. BADANO tendría con el Procurador General -extremo éste no
acreditado por la parte recusante, pero tampoco negado por la recusada- es
suficiente motivo para que, "per se", configure una causal de apartamiento
forzado.-

Y en este punto, he de coincidir con las apreciaciones de la Dra. DAVITE


en cuanto no corresponde confundir a la figura del Sr. Procurador Fiscal -con
todas las facultades y atribuciones que la Constitución y Leyes Orgánicas le
confieren- con las personas que encarnan cada una de las Fiscalías existentes en
la Provincia, quienes también tienen sus roles y funciones demarcados por la ley
procesal, y como Funcionarios Públicos sólo obligados por la Constitución, las
leyes y las instrucciones generales que se impartan.-

Ya se ha dicho que en esta causa es harto evidente que los "Fiscales" que
intervinieron en la misma, en representación del M.P.F., fueron las Dras. Cecilia
Goyeneche y Patricia Yedro, siendo igualmente diáfano que, más allá de alguna
"instrucción general" que pudieran haber recibido de parte de la cabeza del
M.P.F. dichas Funcionarias actuaron en el presente juicio cumpliendo las mandas
legales a las que están sometidas, por lo que no puede aceptarse la afirmación
de los Defensores respecto de que ambas recibían órdenes directas del Sr.
Procurador General y, por lo tanto, es el Dr. GARCIA quien interviene
directamente en la causa.-

Debo insistir en este punto: la causal invocada por los Abogados


Defensores, NO es la objetiva y genérica sospecha de falta de imparcialidad en
la actuación de la Jueza BADANO, sino que se apoyan en la relación que ésta
tendría con el Dr. GARCIA, titular del Ministerio Público Fiscal, pero no
interviniente de manera directa en el conflicto de marras.-

Por lo tanto, y aunque se demuestre una relación privada entre el Sr.


Procurador General y la Vocal que debe intervenir en el caso, la no intervención
directa de aquél, aleja toda posibilidad de hipotéticas influencias, no
encontrando el suscripto que el Dr. GARCIA tenga un especial y directo interés
"personal" en el resultado de la causa.-

En consecuencia, la causal invocada (prevista en el Art. 38 inc. "k") no se


configura en autos, correspondiendo rechazar el planteo de recusación
formulado por los abogados Defensores.-

7.c. Trataré ahora la excusación presentada por la Dra. Marcela BADANO,


en el mismo informe en el que rechaza la recusación que los Defensores le
plantearan, invocando "violencia moral".-

Aquí voy a coincidir totalmente con mi colega pre-opinante, toda vez que
es bien sabido que las causales de excusación de un Magistrado deben ser
interpretados de una manera más amplia, pudiendo recepcionarse motivos que
no estén expresamente previstos en el Código ritual, pero que puede entenderse
que constituyen razones impeditivas para efectuar un desempeño ecuánime.
Bien es cierto, siguiendo aquí a VAZQUEZ ROSSI, que no debe tratarse de
cuestiones nimias, sino de valederos motivos que puedan arrojar sombras sobre
la actuación imparcial del Juez o generar recelos acerca de su ecuanimidad
decisoria.-
Conforme a lo dicho "ut supra", considero que "no tener la paz espiritual
para juzgar", o "no contar con la tranquilidad necesaria para resolver la situación
del imputado", más allá de las razones invocadas por la Dra. BADANO pero
habida cuenta la existencia de un objetivo temor de no ofrecer -en el caso
concreto- la suficiente dosis de imparcialidad que la parte recusante requiere,
torna viable la aceptación del pedido de excusación efectuado por la colega.-

Así voto.-

8.- A su turno y a la misma cuestión propuesta, el Sr. Vocal Dr. Aníbal


LAFOURCADE expresó que adhiere al voto del Dr. Hugo PEROTTI.

A mérito de lo expuesto, y por Acuerdo de todos sus integrantes, la Sala I


de la Cámara de Casación de Paraná

RESUELVE:

I.- NO HACER LUGAR a la recusación de la Sra. Vocal Dra. Marcela


Badano, que fuera planteada por la Defensa del imputado, Dres. Rubén Pagliotto
y Damián Petenatti.

II.- ACEPTAR LA INHIBICIÓN formulada por la Dra. Marcela Badano


para entender en la presente causa -art. 42 y conc. del C.P.P.-.-

III.- DEJAR INTEGRADO el Tribunal para entender en la presente causa


con los Sres. Vocales, firmantes de la presente, Dra. Marcela DAVITE y Dres.
Hugo PEROTTI y Aníbal LAFOURCADE.

III.- EXPEDIR los testimonios y las constancias interesadas por la Dra.


Badano.

IV.- Las costas deben declararse a cargo del recusante.-art. 584 CPP-

V.- NOTIFÍQUESE, regístrese, siga el trámite de la causa principal según


su estado.
Hugo PEROTTI Marcela DAVITE Aníbal LAFOURCADE

Ante mi:
Claudia GEIST
-Secretaria-

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