PAC#7-Educación Religiosa-11°-2020. General.
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PAC#7-Educación Religiosa-11°-2020. General.
401. Señala las múltiples formas de espiritualidad y cómo estas intervienen en la construcción,
sostenimiento y transformación de la sociedad
402. Plantea propuestas que permiten entender la espiritualidad desde un ámbito práctico, con miras a
significar su proyecto de vida.
Querido Sherlock y Watson, vamos establecer la razón de ser de la espiritualidad práctica, su vocabulario
fundamental o propio. Leer atentamente el siguiente apartado del artículo “Integridad emocional. Sobre cómo
ser espiritual en un mundo escéptico”1, y escriba en la rutina de pensamiento, las palabras, ideas y
argumentos claves-frases claves.
La espiritualidad afectiva
La espiritualidad para no creyentes de Robert Solomon, es una espiritualidad afectiva. Ser espiritual, en este
sentido, es ser un agente capaz de tener las tres emociones ampliamente reconocidas como espirituales: la
1 Molano, Alejandra, et Al. “Integridad emocional. Sobre cómo ser espiritual en un mundo escéptico” en HALLAZGOS / ISSN: 1794-
3841 / Año 15, N° 29 / Bogotá D. C., Colombia / Universidad Santo Tomás / Pp. 73-85.
2
Tomado de: https://www.freepik.es/vector-gratis/mandala_1292431.htm#page=1&query=caleidoscopio&position=8
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felicidad, la gratitud y el amor. (…) Decir que las emociones son algún tipo de juicio valorativo es moneda
corriente en la actualidad. Sin embargo, hay un rasgo distintivo de la concepción cognitivista de las
emociones de Solomon: que entiende los juicios emocionales como estrategias. Una breve comparación con
otras teorías puede ayudarnos a entender este punto.
(…) Muchas teorías cognitivistas de las emociones sostuvieron que, si las emociones son juicios, entonces
son actitudes proposicionales y, en este sentido, según la tesis de Brentano, son fenómenos privativamente
mentales, queriendo decir con ello que no son fenómenos corporales (Kenny, 2003; Bedford, 1957). Una
teoría así resulta incompatible con los conocimientos médicos, biológicos y etológicos que tenemos en la
actualidad. Por eso, en los últimos años muchos autores han desarrollado importantes esfuerzos para
argumentar que las emociones son estados judicativos, pero de naturaleza corpórea (Döring, 2003; Goldie,
2000)
(…) Solomon no se alinea con este tipo de teorías, pues sostiene que el cuerpo relevante para la afectividad
no es la entidad biológica (Körper) que se estudia en biología o en medicina, sino el cuerpo en tanto situado
en la trama de la vida (Leib). Así pues, al sostener que las emociones son corporales, debemos entender
que están articuladas en la trama de la vida de las personas, y que no se pueden entender ni como estados
mentales incorpóreos ni como estados fisiológicos de un organismo vivo, sino, sobre todo, como las formas
valorativas características que posicionan a un sujeto en el mundo, de modo que de una vez le dan su
posición perspectiva y lo proyectan al mundo que se abre ante él como posibilidad de acción.
De acuerdo con esto, las emociones son estrategias para desarrollar la vida y enfrentar el mundo. El objeto,
la perspectiva y la valoración, se articulan de modo que dotan a un agente de una posición en la vida y desde
esa posición, lo abren al desarrollo de su proyecto vital. En este sentido, es que las emociones son
estrategias, no estados mentales ni estados corporales. Si pensamos así el ejemplo de la niña que perdió a
su gatico, lo que vemos es que la tristeza de la niña es la explicitación de su valoración de que ha perdido
algo importante, y a la vez, su posicionamiento ante lo que viene por delante, pues esa tristeza se convierte
en su razón para actuar de esta o aquella manera, y para reclamar tal tipo de trato o tal otro de parte de los
demás. La emoción le da una posición a la niña y desde ella se mueve en el mundo.
Al igual que Solomon, distintas concepciones de las emociones, tanto cognitivistas como naturalistas,
evidenciaron que las emociones tienen una conexión estrecha con las formas de actuar de las personas
(Frijda 1993; Lazarus y Lazarus, 2000). Sin embargo, con frecuencia insistieron en que las emociones son
preparaciones para la acción más o menos programadas biológicamente, y en este sentido por fuera del
alcance del control voluntario. Al tratar las emociones como estrategias, Solomon quiere destacar que
tenemos distintas formas de control voluntario sobre ellas, que no somos sus esclavos. Las personas pueden
utilizar emociones para transformar su manera de afrontar el mundo. En consecuencia, las emociones no
son pasiones o padecimientos, sino algo más parecido a las acciones, algo que podemos agenciar
voluntariamente (Solomon, 1976). Si esto es así, el último rasgo que Solomon le reconoce a las
emociones es que son fuente de responsabilidad para el sujeto. Así como una persona es responsable por
sus acciones, en la medida en que son voluntarias, así también una persona es responsable por sus
emociones, en la medida en que puede utilizarlas como estrategias intencionadas para enfrentar el mundo.
En síntesis, para Solomon las emociones son estados intencionales, perspectivos y valorativos, que obtienen
su significado de la vida cotidiana de las personas, y que tienen como finalidad ayudar a forjar las formas de
vida de aquellas. Pueden hacer esto por- que, aunque son involuntarias en muchos casos, con práctica
pueden llegar a estar bajo nuestro control voluntario y, por eso, terminan siendo responsabilidad nuestra.
¿Qué impacto tiene esta concepción abiertamente existencialista de las emociones en nuestra comprensión
de la espiritualidad?
Las emociones que constituyen la espiritualidad son muy especiales. Como todas las emociones, son
estrategias intencionales, perspectivas y valorativas, que están en nuestras manos para proyectarnos en la
vida y de las que somos responsables. La felicidad, la gratitud y el amor pueden usarse como instancias
reflexivas y críticas respecto de nuestras vidas entendidas como un todo. Este valor es el que las hace
propiamente espirituales (Bishop, 2012; Weidler, 2012).
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(…) Cuando se afirma que las emociones espirituales tienen por objeto la vida en su conjunto, se les
reconoce la notable propiedad de poder asumir como propios, objetos complejos que involucran estados
emocionales, situaciones personales, ideales de vida y todo el conjunto de azares que impactan nuestra
cotidianidad. Ciertamente, no es este el paradigma sicológico de lo que es una emoción. Antes bien, tal vez
muchos teóricos rechazarían abiertamente llamar emoción a un estado mental de semejante envergadura. El
estereotipo sicológico de un estado emocional suele ser simple, instantáneo y causado por un suceso
externo concreto. Solomon no se amedrenta con este tipo de reacciones, pues tiene claro que, siendo esos
estados impulsivos, fenómenos sicológicos genuinos, ellos no agotan el espectro de la afectividad humana.
A decir verdad, Solomon busca darle lugar a esas emociones intensas e instantáneas en el flujo de la vida, y
logra hacerlo reconociendo que en esa trama ellas desempeñan papeles distintos.
Cuando pensamos en las emociones como orientadas a objetos complejos, reconocemos que las
emociones intensas y momentáneas no son por ello simples o irreflexivas. Antes bien, descubrimos que la
intensidad de una sensación no es otra cosa que una densidad valorativa múltiplemente causada. Cuando
las pensamos en la trama de la vida, incluso las emociones más sensacionales son altamente cognitivas,
pues dependen de nuestras creencias, nuestros valores, nuestras expectativas, nuestra experiencia,
nuestra corporalidad y de la manera en que nos posicionamos ante lo que nos sucede, por ejemplo
(Mulligan, 2010).
Ahora bien, las emociones son espirituales no por ser complejas o sensacionales. Lo son por el papel que
desempeñan en la vida cotidiana o, lo que es lo mismo, por la contribución que hacen en la construcción
del sentido de la vida de las personas. Como toda emoción, las emociones espirituales nos dan un lugar en el
mundo y nos proyectan al porvenir. Para hacer esto, como se ha dicho, deben estar dirigidas a un objeto
emocional valorado desde una perspectiva personal.
.
Las tres emociones espirituales tienen como objetos intencionales otros estados emocionales, por eso se las
llama metaemociones. Pero son diferentes entre ellas. La felicidad es un juicio de valor sobre la propia vida
que se ha vivido. La gratitud es un juicio de valor sobre la valoración actual que tiene uno de su vida. El amor
es un juicio de valor sobre la relación que puede tener su propia vida con el mundo, ahora y en adelante. Así
entendidas, las emociones espirituales tienen la función de instancias reflexivas y críticas para toda persona.
Logran desempeñar su papel precisamente porque su objeto intencional es complejo: para la felicidad su
objeto es la vida; para la gratitud su objeto es la vida ya valorada; y para el amor su objeto es la vida por
venir, valorada desde un presente concreto cada vez.
Ante la pregunta por si nuestra vida es feliz, estamos siempre abiertos a que lo sea o no. Curiosamente, sea
cual sea nuestra respuesta, se cumple una condición: ser felices está en nuestras manos; en la medida en
que la felicidad es un juicio que hacemos y no un azar. Que juzguemos afectivamente que nuestra vida es
feliz, depende de cómo valoremos lo que nos ha pasado y lo que ha sido de nuestra vida. No quiere decir ello
que no podamos juzgarnos infelices, sino que, incluso si esto es lo que nos pasa, tenemos vida por delante
para procurarnos la felicidad.
Ahora bien, aunque las tres emociones espirituales se refieren al conjunto de la vida, no por ello son
idénticas. La felicidad es esa emoción que nos permite dar una valoración de conjunto a nuestra vida y es la
emoción cardinal de la ética en la medida en que pone nuestra vida en perspectiva y nos abre a que la
tomemos bajo nuestra responsabilidad. Por eso dijimos que ser felices es nuestra responsabilidad, no en el
sentido coercitivo de que sea nuestra obligación, sino en el sentido existencial de que siempre está en
nuestras manos poder serlo.
La segunda emoción propia de la espiritualidad es la gratitud. Para Solomon esta es la más espiritual de las
emociones, pues en ella se hace explícita nuestra actitud ante la manera en que valoramos nuestra vida.
Si la felicidad es la valoración ante la vida, la gratitud es lo que sentimos frente al hecho de que siempre
podemos ser felices, por eso es una metaemoción de tercer orden, por decirlo así.
La gratitud es la emoción espiritual por excelencia porque ayuda a considerar la vida desde el presente
inmediato, sí, pero proyectada al futuro. En este sentido no es una emoción que nos ayude a entendernos
solo en el presente, sino siempre como seres que trascienden su propio presente hacia el futuro posible y
que tienen el sentido de esa trascendencia en sus propias manos. La consciencia de que podemos forjar
nuestra propia felicidad, de que nunca estamos necesariamente condenados a una vida miserable, es el
hecho básico que constituye la gratitud. Somos seres que siempre pueden ser felices, y por eso
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agradecemos.
Uno de los mayores obstáculos que tiene la espiritualidad es la soberbia, particularmente la creencia en que
todo lo que constituye nuestra felicidad es mérito nuestro. La gratitud nos hace espirituales no solo por su
sentido de trascendencia, sino también porque nos ayuda a reconocernos precarios y afortunados. La
riqueza de nuestra vida siempre viene determinada por decisiones voluntarias y por muchos otros factores
externos a nuestra voluntad. El presente desde el cual nos valoramos y desde el cual nos proyectamos es
fruto por igual de la voluntad y del azar, por eso la gratitud presupone la felicidad y la humildad, la felicidad
de la que somos responsables y el reconocimiento humilde de que somos felices por lo que hemos decidido
y por azares que se nos atravesaron. La soberbia es la incapacidad para entender que la felicidad es una
posibilidad para nosotros, pero que no hay felicidad sin la concurrencia de la fortuna. La humildad y la
felicidad son las genuinas bases de la espiritualidad.
La última de las emociones espirituales, y en un sentido la más grande de todas, es el amor. Si la felicidad
es la emoción del conjunto de la vida y la gratitud es la de la trascendencia de la vida, el amor es la
emoción de la trascendencia en la vida misma. Solomon considera que la gratitud por poder tener una vida
feliz impone también un grado de responsabilidad. Podemos comprometernos con la búsqueda de nuestra
felicidad, y en este sentido ser espiritual es asumir responsablemente la construcción del sentido de
nuestras propias vidas. La dificultad reposa en que no por ser agradecido, se está de inmediato
comprometido con la construcción del sentido de la propia vida. Hace falta un impulso que pase de la
gratitud a la construcción de la vida: ese impulso es el amor.
Así caracterizado, el amor involucra la felicidad y la gratitud. Para amar hay que pensar la vida en su
conjunto, considerar las posibilidades de trascender el presente y comprometerse con trascender la vida en
la vida misma. Si el amor es la encarnación de la gratitud, es porque la espiritualidad es el amor a la vida.
Dicho esto, se aprecia ya con claridad por qué la espiritualidad afectiva de Solomon es una espiritualidad
escéptica, para no creyentes. La felicidad y la gratitud toman cuerpo en el amor a la propia vida. El fin de la
espiritualidad es la construcción del sentido de la vida de la persona y se cumple en la vida misma. El único
sentido de trascendencia involucrado en la espiritualidad afectiva, es el de que cada persona puede
trascender su condición presente en su vida futura. La espiritualidad es mundana y vi-tal, ética y
motivadora, evaluadora de la vida vivida y motor de la vida por vivir.
Solomon tiene claro entonces que podemos ser espirituales sin creer en Dios, pues el único compromiso que
tiene la espiritualidad es con nuestras propias vidas. Ahora bien, el análisis solomoniano de la espiritualidad
brinda herramientas para comprender la espiritualidad del teísta. Para este último, la felicidad, la gratitud y el
amor son emociones decisivas para ser espiritual, pero él las proyecta a una trascendencia que no se
cumple en la vida misma sino más allá toda- vía, en Dios. La felicidad se dirige a la propia vida, la gratitud es
por la vida en tanto dádiva recibida de algo distinto de nosotros mismos, y el amor se dirige a la fuente de
nuestra vida y, por tanto, de nuestra felicidad. Dado que esa fuente trasciende la vida misma, el amor no es
amor a la vida, sino a esa trascendencia supravital que es Dios. Se aprecia entonces, que la espiritualidad
afectiva rige por igual para el teísta y para el ateo, y es la clave de la construcción del sentido vital de cada
persona. La espiritualidad del no creyente asienta el sentido vital en la vida misma, el creyente lo pone en una
trascendencia supravital.
Por lo anteriormente dicho, puede darse la impresión de que ser espiritual consiste en el cultivo de tres
grandes y especiales emociones: la felicidad, la gratitud y el amor. Sin embargo, la vida apasionada no es
tan simple, de hecho, ninguna vida lo es. El flujo de la cotidianidad en el que se nos va yendo la vida está
tejido de las más diversas y heterogéneas emociones. Nuestro trato cotidiano con los objetos, los hechos,
las personas y las situaciones está constituido por un número muy grande de valoraciones instantáneas o
duraderas, algunas muy cambiantes y algunas más estables. Esto quiere decir que la vida misma está
articulada por un sinnúmero de emociones distintas. Si la espiritualidad es el amor por la vida, entonces ser
espiritual obliga a considerar toda nuestra riqueza emocional y no solo al cultivo de las tres metaemociones
de las que se ha venido hablando.
La espiritualidad afectiva se enmarca en una teoría de la integridad emocional. Según esta, los seres
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humanos somos capaces de un sinfín de emociones. Lo que imprime el sello a la vida de cada quien es ese
rico repertorio de valoraciones afectivas que realiza. Sostiene Solomon (2007): “La integridad implica riqueza
y profundidad más que simplicidad” (p. 362). Aunque muchos pasemos por situaciones semejantes, la
valoración afectiva de ellas no es homogénea, por eso nuestras identidades vitales se forjan no solo por lo
que nos pasa, sino por cómo asumimos afectivamente lo que nos pasa.
La tesis de Solomon en este punto, es que un ser humano es capaz de una amplia riqueza afectiva, que la
vida humana no se desarrolla entre el blanco de la felicidad y el negro de la tristeza, pero que tampoco es
una escala de grises que pueda trazarse mezclando y variando las intensidades de tonalidades afectivas.
Solomon piensa la vida como un flujo multicolor de emociones, irreductibles a dos colores o a mezclas de
solo algunos de ellos que sean básicos o primarios. Se parece más al arcoíris que a la tabla periódica de los
elementos.
La tesis de la integridad emocional es que una vida plenamente vivida es multicolor. Tiene rojas furias,
alegrías amarillas, distintos momentos azules y, por supuesto, verdes repelencias. La vida apasionada es la
vida colorida, no solo una vida de muchos colores, sino también una vida de los mismos colores en distintas
tonalidades y con variadas intensidades. Lo opuesto a la integridad emocional es la vida monótona y
monocromática.
Estas consideraciones nos obligan a repensar la espiritualidad. Si ser espiritual es amar la propia vida, la
responsabilidad que nos impone la espiritualidad es la de potenciar nuestra vida y esto quiere decir
enriquecer cada vez más los colores, las tonalidades y las intensidades de nuestras emociones cotidianas.
La espiritualidad no es cosa de tres emociones, sino de todas las emociones de que somos capaces. El
compromiso amoroso con nuestra propia vida no es uno de simplificación y empobrecimiento, sino uno de
complejización y enriquecimiento afectivo.
Al insistir en la rica y compleja potencia afectiva de nuestra vida, buscamos marcar un agudo contraste entre
la teoría de la integridad emocional de Solomon y algunas otras éticas afectivas, como el eudemonismo
(Nussbaum, 2001), las teorías de la inteligencia emocional (Goleman, 2008) o incluso posiciones naturalistas
exageradamente medicalizadas.
Muchas teorías de la afectividad privilegian esta o aquella emoción. Los publicistas nos venden la alegría
como el telos de la vida, a costa de la tristeza y la nostalgia, por ejemplo; otros les vendieron a los jóvenes la
tristeza como la actitud vital central. Algunas personas censuran la ira, otras el miedo, unas más el terror y
algunas incluso el asco. La integridad emocional riñe con todas estas ideas por igual. La vida humana es
potencia afectiva, cada mutilación es empobrecimiento. La vida apasionada no es una vida sin tristezas, pero
tampoco puede carecer de alegrías. “Una vida feliz con integridad emocional no es una vida sin conflictos,
sino una vida en la que gestionamos sabiamente nuestros conflictos emocionales en conjunción con nuestros
valores más profundos” (Solomon, 2007, p. 363). El hombre feliz debe poder sentir asco y rabia, pero
también compasión y amor. Una vida más plena es una vida emocionalmente más rica, más colorida.
Tras estas consideraciones podemos ya terminar insistiendo en dos tesis. La primera es que la
espiritualidad es el amor a la vida. Esto quiere decir que ser espiritual es tener una actitud afectiva frente a
la vida, que nos impone una responsabilidad. Esa responsabilidad es con la propia vida y no es otra que la
de potenciar la propia vida. Una persona espiritual es aquella que busca su felicidad, que es agradecida por
tener la libertad para ser feliz y que se esfuerza amorosa y apasionadamente por ser feliz, por tener una
vida apasionada. En este sentido, la espiritualidad no margina emociones, sino que las integra al todo de la
vida. Los placeres, los dolores, los amores, los odios, las rabias, los ascos, la culpa, la compasión, la
simpatía, la congratulación y la envidia, son todas ellas parte de la espiritualidad. Cercenar una emoción es
empobrecer el espíritu.
La segunda y última idea en que queremos insistir, es que la teoría de la espiritualidad afectiva es una buena
alternativa para comprender la espiritualidad en un mundo secularizado, pues no hace depender las
metaemociones de la fe religiosa sino de una actitud de búsqueda de integridad emocional, es decir, del
imperativo de procurarse una vida emocionalmente rica. El referente de las emociones espirituales no es Dios
sino la vida misma. No es necesario ser creyente para ser espiritual, basta tener aprecio por la propia vida, ser
humilde y reconocer que hemos recibido regalos y que sepamos amorosamente enfrentar la vida y el mundo.
En eso consistiría la espiritualidad del no creyente, una espiritualidad que merece reconocerse y promoverse
en un mundo secularizado.
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1. SEMANA DEL 14 al 25 DE septiembre. Entregable rutina de pensamiento el 25 de septiembre.
3. SEMANA DEL 12 DE OCTUBRE AL18. ¿Qué nos hace humanos? BILINGUAL SESSION.:
OBJECTIVE: Dear Sherlock and Watson, we will establish the reason for being of happiness, love,
gratitude and resilience in the spiritual dimension.
VOCABULARY:
Fill in the following words with the missing letters. Read each definition and remember your teacher's
explanation about differences among concepts in the spiritual dimension.
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3
• _ ove: an intense emotion of affection, warmth, fondness, and regard towards a person
or thing.6
• Spirit_ _ _ _ _ _: human quality. the quality or state of being spiritual or of being
attached to or concerned with religious questions and values broadly conceived. The term is
also frequently used in a non- (or even anti-) religious sense to designate a preoccupation
with or capacity for understanding fundamental moral, existential, or metaphysical questions.
7
• Life proj_ _ _: Life project is the representation of an education based in respect and
admiration for the nature.8
• _ _ _ilience: Flexibility (very near to the concept of resilience) is the ability of individuals,
organisations and systems to easily [...] react and readily adapt to change, reaching and
maintaining an acceptable level of functioning and capabilities through the variety of
relationships between different components.9
• Hum_ nity: There is a sense of common humanity that unites people of all nations. 10
• Philosophy of _ _ _ _ _ _ _: discipline concerned with the philosophical appraisal of
human religious attitudes and of the real or imaginary objects of those attitudes, God or the
gods. The philosophy of religion is an integral part of philosophy as such and embraces
central issues regarding the nature and extent of human knowledge, the ultimate character of
reality, and the foundations of morality 11.
3
Taken from: https://www.lifecoachcode.com/2014/02/28/makes-us-human/what-makes-us-human-jpg/
4
Taken from: https://www.britannica.com/topic/happiness
5
Taken from: https://www.collinsdictionary.com/es/diccionario/ingles/gratitude
6
Taken from: https://www.collinsdictionary.com/es/diccionario/ingles/love
7
Taken from: https://www.britannica.com/topic/spirituality
8
Taken from: https://www.linguee.es/espanol-ingles/search?source=auto&query=+life+Proyect
9
Taken from: https://www.linguee.com/english-spanish/search?source=auto&query=resilence
10
Taken from: https://dictionary.cambridge.org/es-LA/dictionary/english/humanity
11
Taken from: https://www.britannica.com/topic/philosophy-of-religion
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• Challen_ _: a job, duty, or situation that is difficult because you must use a lot of
effort, determination, and skill in order to be successful. 12
READING STRATEGIES
Use the following graphic organizer to identify the most important message in the scene of the movie:
Der Himmel über Berlin (el cielo sobre Berlín) about this question: what makes us humans?
https://www.youtube.com/watch?v=SrmgFKSszX4
Consider identifying the most important message in the scene of the movie. Complete the thought routine
and answer the questions: what makes us humans?
1. Reading exercises
Observe carefully the following cartoons13 and answer questions below:
12
Taken from: https://dictionary.cambridge.org/es-LA/dictionary/english/challenge?q=challenges
13
Taken from:
https://www.pinterest.es/pin/289145238574565535/:https://www.reddit.com/r/calvinandhobbes/comments/8kh2kt/calvin
_politics_its_all_about_getting_a_bigger/
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1. The subject of the cartoon can be related to:
ACTIVIDAD Y ENTREGABLES:
Recuerde siempre consultar el canal de Teams de Filosofía. Para las ayudas y orientación de las
actividades.
SEMANA DEL 14 al 25 DE septiembre. Entregable rutina de pensamiento el 25 de septiembre.
Encuentro general virtual con los estudiantes la primera sesión de la primera y segunda semana para
explicación y orientación a los estudiantes. Segunda sesión de la primera y segunda semana sesión
asincrónica para preguntas y disipar dudas o terminar de preparar el avance entregable del 25 de
septiembre.
SEMANA DEL 28 DE SEPTIEMBRE AL 9 DE OCTUBRE. ACTIVIDAD. Mandala o calidociclo-entregable
calidociclo 9 de octubre. Encuentro general virtual con los estudiantes la primera sesión de la tercera y
cuarta semana para explicación y orientación a los estudiantes. Segunda sesión de la tercera y la cuarta
semana sesión asincrónica para preguntas y disipar dudas o terminar de preparar el avance entregable del 9
de octubre.
SEMANA DEL 12 DE OCTUBRE AL18. ¿Qué nos hace humanos? BILINGUAL SESSION. Encuentro
general virtual con los estudiantes la primera sesión de la quinta semana para explicación y orientación a los
estudiantes. Segunda sesión de la quinta semana sesión asincrónica para preguntas y disipar dudas.
APOYO PEDAGÓGICO DE
LAS 5 SEMANAS.
Retroalimentación
particular, estudiantes-
grupo de estudiantes.
Atención en horarios de clase
a los que necesiten ayuda u
orientación. O por correo o
cuando lo necesiten.
Publicación de ayudas u
orientaciones: mensaje con
adjunto. Los que envían antes
el trabajo, lo miro y les digo
que pueden mejorar o si ya
está bien. Para aprender y
para que tengan opción a una
buena o excelente calificación.
Deben estar pendientes del
canal filosofía en Teams.
Encuentro virtual: sesión general si así se requiere. Sesión asincrónica para realizar el trabajo o
responder a aquellos que tengan preguntas o dudas, o necesiten una orientación. Retroalimentación
general: Publicación de escrito documento realizados por mí, frente a la razón de la actividad, para lectura y
abierto a preguntas. Su razón de ser es ser una respuesta frente a las dudas que se puedan tener.
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