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Master en “Terapia Familiar Sistémica” – Nivel II

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MÁSTER EN TERAPIA FAMILIAR


SISTÉMICA
NIVEL 2
1 de Octubre 2008- 1 de Julio de 2009

Instituto avalado por EFTA (European Family Therapy Association)


FEATF (Federación Española de Asociaciones de Terapia Familiar) y
FEAP (Federación Española de Asociaciones de Psicoterapeutas)
Reconocido por el Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid

ITAD
Calle San Agustín, 7, 1º exterior derecha
28014 Madrid
E-Mail: itad20@msn.com
www.itadsistemica.com

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Master en “Terapia Familiar Sistémica” – Nivel II
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Fecha: 1 de Octubre de 2008


Profesora: Esther Ramírez
Clase: Resumen. Comparación e integración de las escuelas estudiadas anteriormente

RESUMEN. COMPARACION E INTEGRACION DE LAS ESCUELAS


ESTUDIADAS

“Es la teoría la que decide sobre lo que podemos observar"

Albert Einstein

Desde los albores del enfoque sistémico se ha planteado que para hablar de psicoterapia se
debe mencionar el cambio, los pacientes acuden al psicoterapeuta para cambiar algo de sus vidas,
muchos tienen la esperanza de que exista en las habilidades del profesional algo de magia para
hacer desaparecer su dolor, o parafraseando a Moni Elkaim: los pacientes piden cambiar sin que
se los cambie; esto es “ayúdeme a dejar de sufrir pero sin cambiar mi situación”.

La disfuncionalidad de un sistema se caracteriza por su tendencia a la equifinalidad, esto es a


actuar para reducir al máximo la entropía, la idea de que el equilibrio, la estabilidad, el control son
sinónimos de salud y felicidad generan tal resistencia al cambio al grado que se llega a creer en la
certidumbre absoluta. Pero un sistema activo necesita expandirse, crecer y las interacciones entre
sus elementos quiérase o no producirán tarde o temprano ciertos niveles entrópicos internos
ocasionando una crisis dentro del sistema. Es en ese estado que nos buscan las familias, las
parejas, los grupos y los individuos, con la esperanza del no cambio, con la expectativa de que la
psicoterapia les ofrezca la paz, el equilibrio, la felicidad, la entropía cero. Es así que es posible
encontrar terapeutas formados para mantener los estados estables en los pacientes, claro está que
ante tal labor se anula la posibilidad de crecimiento del sistema definido como consultante. La
visión del síntoma como emergencia del sistema familiar para modificar su estructura estable, fue
propuesta por los pioneros del enfoque sistémico aplicado a la psicopatología, por ende el objetivo
terapéutico cambió de considerar al síntoma como un enemigo al que se debe exterminar al de un
amigo para modificar la disfuncionalidad del sistema, de tal manera que una vez cumplida su
función el síntoma abandona la empresa. El síntoma es una forma de decir lo que la palabra no
alcanza a decir, o lo que los oídos de los demás no quieren escuchar. El síntoma emerge como un
refugio, protege.

Suele suceder también que el síntoma protegió a la persona del dolor, una vez resulta la
situación, se da una especie de enamoramiento por el síntoma, el mismo no es útil, pero se instala
silencioso en el ser, se lo usa en situaciones diversas, o se manifiesta aunque no se quiera.

El síntoma ayuda a sobrevivir, impide vivir, por eso el objetivo de la psicoterapia va más allá
de la eliminación del síntoma, se dirige a entregar al paciente a la vida, el síntoma es un pretexto
para la terapia, para que se de el cambio no es suficiente la extinción del síntoma, cuando éste
desaparece lo que queda es el vacío y la esperanza se esfuma.

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Otro aspecto importante a tomarse en cuenta en el enfoque relacional de la psicoterapia, es el


principio según el cual un sistema se define por sus relaciones, no es la suma de sus partes, por lo
tanto la modificación de un elemento altera la actividad del resto de los miembros, por ende todo
el sistema se modifica. A este principio básico, se suma la concepción pragmática de la
comunicación, según la cual es imposible no comunicar, la comunicación afecta el
comportamiento de los sujetos en comunicación tanto del que emite el mensaje como del que lo
recibe, el efecto de lo comunicado no está en el mensaje sino en su interpretación.

Fue Jay Haley quien se percató que en las familias se suelen establecer triángulos
configurados en alianzas y coaliciones, las primeras para protegerse y las segundas para atacar,
fenómenos que ocurren cuando el sistema corre el riesgo de desequilibrarse por la presencia de
entropía, esto ocurre en los momentos críticos del ciclo vital familiar; de ahí que este autor
considera que la aparición de los síntomas siempre se relacionan con los cambios exigidos por el
ciclo. Sin embargo no siempre un síntoma surge por conflictos familiares,

La familia es un sistema entre varios que configuran la interacción del individuo con su
medio, la terapia familiar demostró que no es solamente el sistema conyugal el que puede estar en
juego en la manifestación sintomática de los hijos, sino también el fraterno; ahora es posible
observar cómo sistemas externos a la familia, principalmente la escuela y el trabajo pueden
derivar en la construcción de síntomas.

Otro postulado clásico de la terapia familiar ha sido el de considerar que el síntoma es


producto de la disfuncionalidad, pero a partir de casos con lesiones cerebrales se puede observar el
fenómeno contrario, el síntoma, en este caso orgánico, puede desatar procesos relacionales
disfuncionales. Lo que sucede es que no se debe ver al sistema como causa, ni al síntoma como
efecto o viceversa, sino en constante interacción, no es que la disfuncionalidad genera trastornos,
ni que los trastornos producen disfuncionalidad, sino que ante la entropía generada por el cambio
el sistema se organiza para gestar neguentropía, esto puede producir cambios en la propia
estructura del sistema, derivando en éxitos funcionales, o en fracasos disfuncionales.

Cuando Bowen postula que el enfoque terapéutico debe ir del individuo al sistema, se cayó
en el error de minimizar la importancia del individuo, hoy el enfoque sistémico está recuperando
al individuo, tampoco se deben perder de vista los efectos de los sistemas biológicos en el
paciente; sabemos que la esquizofrenia es una enfermedad resultante de alteraciones genéticas que
modifican la monoaminooxidasa, la misma que altera la síntesis dopaminérgica, existen
suficientes estudios neuropsicológicos para aceptar el daño cerebral subyacente en las psicosis,
otros trastornos como el trastorno antisocial psicopático primario o psicopatía primaria de
Lykken, el trastorno obsesivo compulsivo, y otros.

Sólo con una visión sistémica del enfoque sistémico es posible acceder a las decisiones más
pertinentes en la psicoterapia.

No todas las personas que buscan ayuda psicológica requieren terapia, la psicoterapia es
pertinente sólo cuando su aplicación ayude a la persona consultante, Haley menciona que hacer
psicoterapia en quien no la necesita es como colocar yeso en un brazo sano. Por ello es necesario
diferenciar entre asesoramiento psicológico y psicoterapia.

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Cuando se recibe al demandante (individuo, pareja, familia, grupo), es importante iniciar


nuestro trabajo definiendo si la situación presentada puede resolverse desde la psicoterapia, o si
existen otras alternativas no psicoterapéuticas que ayuden, o finalmente se trata de una situación
sin solución.

Para aclarar nuestra decisión es interesante la diferenciación que hace Watzlawick de lo que
es un problema y lo que es una dificultad: un problema es una situación que nos obstaculiza un
logro, pero cuya situación depende de algo que nosotros podemos hacer, mientras que en una
dificultad la solución no depende de una acción nuestra.

ESCUELA ESTRUCTURAL

"Observar una sesión de Minuchin, o un video de ella, es estar en una obra sólidamente
construida, bien dirigida, y magníficamente actuada”

Janet Malcolm: periódico "The New Yorker"

La escuela estructural liderada por Salvador Minuchin, se centra en variables estructurales


como son los límites y las jerarquías. Su evaluación encuadra los síntomas dentro del ciclo vital de
la familia, considerando que debido al estrés provocado por las transiciones evolutivas, el sistema
familiar se adhiere a pautas anteriores de conducta que no se adaptan a las exigencias de la etapa
actual. Por lo tanto, el terapeuta debe atender al momento evolutivo familiar y comprobar si las
tareas, interacciones, límites y jerarquías corresponden a los requisitos del nuevo estadio. El
objetivo terapéutico es adecuar las pautas transaccionales a las necesidades de los contextos
evolutivo y social, para lo cual se induce una crisis que obligue a la familia a reequilibrarse sobre
otra estructura más adecuada. Cuando provoca la crisis, el terapeuta tiene que brindar un fuerte
apoyo y promover las nuevas conductas, en desarrollo, para solucionar el problema.

Se asumen conceptos de anormalidad-normalidad en relación a las variables estructurales:


los sistemas patológicos son rígidos en sus alianzas y coaliciones; los límites entre subsistemas
son demasiado porosos o demasiado rígidos; las personas se ven forzadas a entrar entra en
ordenamientos triangulares, de forma que las jerarquías contienen alianzas intergeneracionales
permanentes.

El terapeuta resulta muy directivo en su tarea de desequilibrar las pautas disfuncionales y


conducir a la familia hacia otras nuevas más adaptativas. Al mismo tiempo que evalúa
coparticipando con la familia, también redefine el problema y observa cuál es la disposición del
sistema hacia el cambio. Las metas del tratamiento se determinan en cooperación con los clientes,
de manera que exista un acuerdo colectivo sobre los resultados deseados.

Las técnicas de intervención comprenden redefiniciones, connotaciones positivas y tareas


conductuales, ocasionalmente paradójicas – en caso de observarse que los componentes del
sistema familiar se “resisten” al cambio – y fundamentalmente directas – basadas en la

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cooperación con el terapeuta – como ocurre en las denominadas “inversiones” en las que se
cambia la conducta de algún miembro por la contraria.

Los síntomas del paciente identificado se desafían subrayando que se está sacrificando por la
cohesión de la familia. La estructura familiar, que se concreta en el grado de proximidad-lejanía
de sus miembros, se altera mediante técnicas re-estructurantes cambiando los límites,
desequilibrando las jerarquías y enseñando la complementariedad dentro del sistema. Finalmente,
cuando la percepción familiar de la realidad no sea operativa porque imposibilite el cambio, se
hace necesario recurrir a técnicas cognitivas que desequilibren sus constructos cognitivos.

Minuchin recurre también a la técnica del coro griego, que utiliza al equipo ubicado detrás
del espejo unidireccional, par apoyar, enfrentar, confundir, desafiar o provocar a la familia,
quedando el terapeuta en libertad de concordar o discrepar con la posición del grupo. Todas estas
técnicas inducen a cambios en la forma de pensar, sentir y actuar de los integrantes del sistema
familiar, permitiendo iniciar y posteriormente consolidar los cambios suscitados.

En conjunto, la finalidad del tratamiento es ayudar a la familia a desarrollar sus propios


recursos-valiéndose si es necesario, del apoyo de otros sistemas privados o públicos-para enfrentar
con éxito las exigencias de la etapa del ciclo evolutivo que esté atravesando. De esta forma el
síntoma, que no se considera como una solución protectora sino como una reacción del sistema
familiar ante la tensión del desarrollo vital, desaparecerá cuando sus miembros sean capaces de
adaptarse a un contexto necesariamente cambiante.

- límites.
- Alianzas/coaliciones.
- Ciclo vital.
- Jerarquía.
- Triángulos.

ESCUELA ESTRATEGICA

“No poseo recetas acerca de cómo cambiar a las personas, depende tanto de los problemas
que éstas presenten, la situación social en la que están inmersas y cuanto poder posee el
terapeuta para producir cambios”

Jay Haley

La terapia familiar estratégica se basa, en la teoría general de los sistemas y la cibernética,


así como en la teoría de la comunicación. Se centra fundamentalmente en el análisis de las
secuencias repetitivas de conductas y en los patrones de comunicación. Esta teoría se refiere a los
aspectos pragmáticos de la comunicación, es decir, a la influencia de la comunicación en la
conducta, o a la configuración de la relación entre emisor y receptor, mediada por la comunicación
entre ambos.

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La terapia familiar estratégica considera que la conducta sintomática es adaptativa y que, al
responder a estructuras sociales anómalas, una persona debe conducirse de manera anómala. En
este sentido, el síntoma de un niño o un adulto es una forma de comunicación analógica que
expresa otro problema familiar, pero también una solución -aunque insatisfactoria- para los que
están implicados en él. Por ello, el terapeuta establece durante la entrevista una hipótesis sobre la
posible función de la conducta sintomática dentro del contexto familiar o social.

La terapia estratégica va a analizar estas secuencias de conducta o comunicación y va a tener


en cuenta qué es lo que el síntoma está expresando.

La terapia estratégica no se va a preocupar tanto de cómo aparecieron los problemas, sino de


cómo se mantienen. Una conducta problemática es un eslabón dentro de una secuencia circular de
conductas, de forma que al interrumpir ese ciclo repetitivo se va a impedir que se siga
manteniendo al problema.

Los problemas surgen y se mantienen en el sistema familiar cuando éste tiene una mayor
tendencia a la homeostasis que al cambio, y se queda enganchado en repetir una y otra vez las
mismas interacciones. Ocurre con frecuencia que estos intentos de solución llegan a convertirse en
parte de un problema. La misma intervención de los profesionales puede contribuir,
paradójicamente, a rigidificar el problema, por ejemplo, cuando para resolver el problema de uno
de los hijos el terapeuta asume una posición de autoridad, descalificando así directamente a los
padres, o haciéndolos aún más débiles ante los ojos del hijo problemático que quiere controlarlos.
Otro ejemplo de la solución convirtiéndose en el problema lo tenemos en las familias con un
miembro alcohólico, en las que los intentos de todos por aliviar la tensión o adaptarse a la
conducta del alcohólico, para no perturbarle más, sólo contribuyen a hacer posible que este siga
bebiendo.

La organización jerárquica inadecuada o inconsciente es otro factor a tener en cuenta para


entender el mantenimiento de los problemas. Es frecuente que se den coaliciones
intergeneracionales encubiertas entre padres e hijos, que acaban generando síntomas en los hijos.
Estos pueden ocurrir de varias formas: por ej. cuando los padres dirigen toda su atención y energía
a ocuparse de uno de sus hijos, en lugar de ocuparse de sus problemas de pareja; también ocurre a
menudo que es uno de los cónyuges, generalmente la madre, quién se ocupa más del hijo, mientras
que el otro permanece al margen o critica la conducta del primero. De esta forma el tema de
discusión es el hijo y no ellos mismos. Con la aparición de esta conducta sintomática, el hijo es a
la vez el más débil o enfermo y el que tiene mayor poder, puesto que las interacciones familiares
se organizan alrededor del problema.

La meta de la terapia estratégica es resolver el síntoma actual, mediante el establecimiento


de nuevas secuencias de interacción y una adecuada reorganización jerárquica.

Para comenzar la terapia se hacen una o varias entrevistas de evaluación estructuradas, en las
que se especifican cuál es el problema o problemas, y cuáles son las soluciones que se han
intentado; se redefine el problema de forma que se pueda resolver. Se tienen en cuenta todos los
puntos de vista y las distintas definiciones del problema aunque sean discordantes, y se llega a una

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definición de los cambios deseados, con unas metas concretas. Algunas de las áreas a explorar en
esta evaluación serían: cuando comenzó el problema; quién lo notó primero; quién se preocupa
más; qué cambió en la familia al aparecer el problema; cómo ha evolucionado, etc.

Haley ha creado un modelo de entrevista inicial que consta de cuatro etapas: la fase social,
en la que el terapeuta crea la relación con la familia; el planteamiento del problema, donde recaba
la opinión de todos los presentes sobre el problema o conducta sintomática; la fase de interacción,
en la cual evalúa basándose no sólo en los informes verbales de la familia, sino fundamentalmente
en las secuencias de interacción que observa en la misma sesión, y, por último, el establecimiento
de las metas del tratamiento en términos concretos y precisos.

El cambio se basa en una estrategia general tendente a programar un cambio por etapas,
tanto con respecto a la conducta sintomática en sí como a la organización familiar o/y social que
constituyen su contexto. Por consiguiente, se pretende alterar la secuencia sintomática
introduciendo congruencia en la jerarquía del sistema. En todo momento se trata de evitar
confrontaciones con la familia, por lo que la terapia descansa en creativas e ingeniosas estrategias,
generadas para cada caso concreto, que faciliten un cambio rápido y sólido.

Las técnicas utilizadas son de dos tipos: directas o indirectas. Las tareas directas suelen
consistir en asignar deberes para casa, que involucren a todos los miembros de la familia en hacer
algo distinto a lo que hacen normalmente, de forma que la secuencia mantenedora del problema
cambie. Las técnicas indirectas intentan provocar el cambio al poner a la familia en una situación
en la que se supone se van a rebelar contra las indicaciones del terapeuta. Se suelen utilizar estas
técnicas cuando otros intentos de cambios más directos han fracasado, cuando la familia tiene una
gran ambivalencia o resistencia al cambio, o cuando tienden a oponerse a las indicaciones del
terapeuta. Cuando este dice a la familia que debe seguir tal como está, o que no es bueno que
cambie, está estableciendo con ella un doble vínculo terapéutico. Es un mensaje contradictorio en
cuanto a que la labor del terapeuta es promover el cambio, y sin embargo le están diciendo que no
cambien. A diferencia del doble vínculo patológico, haga lo que haga la familia en este caso va a
estar bien.

Una forma de utilizar las paradojas es mediante la prescripción del síntoma. Así el síntoma
pierde su poder o se empieza a percibir como algo controlable en lugar de estar fuera del control
de la persona. Tanto si se lleva a cabo, como si la persona se rebela no teniendo el problema, esto
supone un avance en la terapia.

Otra forma de utilizar las intervenciones paradójicas es mediante la prescripción de no


cambio. El terapeuta que ha intentado convencer a la familia de que cambie y no lo ha conseguido,
puede pasar a convencerles de todas las razones que tienen para continuar como están. Si la
familia está de acuerdo con el terapeuta, entonces reconocen las resistencias al cambio y se
trabajan sobre ellas; también puede ocurrir que la familia por oponerse intente convencer al
terapeuta de que está equivocado y comiencen a resolver el problema.

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ESCUELA INTERGENERACIONAL

“Creo que el mejor modo de ayudar a los hijos es ayudar a los padres a poner en orden el
propio Yo, las propias relaciones y las propias prioridades”
J.L Framo

La escuela intergeneracional parte de la necesidad de ampliar la mirada de la familia


Nuclear a las diferentes Familia de Origen y a la Familia Extensa, y entender así la transmisión que
se produce entre los miembros familiares, de padres a hijos, de tradiciones, roles y obligaciones
específicas que unen a los miembros entre sí. Obviamente cada historia familiar está mediatizada
también por la cultura en la que viven. Estos patrones adoptan con frecuencia reglas no verbales
(deberías) que modelan las actitudes, la comunicación y la intimidad.

El individuo está inevitablemente engarzado en todo ese complejo sistema de lealtades,


tradiciones y maneras de comportarse. Y esa situación puede generar que no sea capaz de
individualizarse sanamente, y lleve a su familia nuclear las dificultades que arrastra.

La tarea del terapeuta es ayudarle mediante técnicas racionales fundamentalmente, a que


entienda de dónde le vienen esas creencias y formas de comportamiento, cuáles son los preceptos a
los que inconscientemente está obedeciendo, etc. Desde esa comprensión se facilita la elección
libre de lo que desea y lo que no para su presente, para su familia y para sí mismo. Lo cual en
realidad le está ayudando en su diferenciación.

La terapia intergeneracional, concebida por el autor, no arranca de la lectura sistémica del


síntoma en el presente. Así pues, se entrecruzan los caminos individuales, de pareja y familiar.

El máximo representante de esta escuela, Framo trabaja los vínculos, los procesos de
desvinculación, las lealtades, los mitos, con una insistencia permanente en la de- construcción de
los mitos. Parece que cuando el terapeuta realiza una lectura sistémica en contexto individual o de
pareja, la tendencia es la de cambiar el modo de vinculación, de pertenencia, de identidad, que aún
siendo importantes, parece que podrían estar en contradicción con los procesos de diferenciación y
desvinculación que favorezcan narrativas emergentes. Es decir, parecería que se trata de la
corrección semántica sintáctica de la narrativa, no del cambio de narrativa.

Las técnicas que se emplean bajo esta escuela son fundamentalmente racionales, para que
mediante este tipo de análisis el paciente lleve a cabo un aprendizaje familiar que le permita
entender y entenderse mejor.

Esta escuela da especial importancia a una completa y cuidadosa elaboración del genograma.

- Interpretar.
- Patrones de conducta, ¿de dónde vienen?.
- Funcionalidad.
- Tipos de personalidad tipo A, B, C.

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- Mitos, valores.
-

ESCUELA DE MILAN

“El error de la Teoría de los Sistemas es el de ser demasiado limitada para aplicarla a los
sistemas humanos, porque ha nacido de cosas menos complejas que los seres humanos”

Mara Selvini Palazzoli

El “juego familiar” concepto ciertamente abstracto que engloba las relaciones de los
miembros del sistema familiar, las creencias que tienen unos de otros, de sí mismos y de la familia
en conjunto.

El juego sirve para regular el funcionamiento del sistema familiar y se desarrolla a lo largo
de muchos años antes de consolidarse en un conjunto de reglas, valores, creencias y rutinas que
dictan las conductas e interacciones de la familia y puede incluso heredarse de generaciones
anteriores. (He aquí la similitud con la escuela intergeneracional). Deja de ser adaptativo para
convertirse en patológico cuando adscribe a los miembros del grupo familiar roles y funciones que
ya no responden a los requisitos del momento evolutivo que atraviesan.

En otras palabras, la sintomatología es fruto de una discrepancia entre las conductas, que
constantemente están sometidas a variaciones, y las creencias que permanecen inalteradas porque
los componentes de la familia ajustan las conductas y su interpretación a sus esquemas habituales
de pensamiento. El terapeuta deberá modificar el sistema familiar de creencias, teniendo en cuenta
que creencias y conductas se influyen recíprocamente.

El grupo de Milán distinguía claramente entre la fase de evaluación y la de intervención.

La evaluación desde el punto de vista de esta escuela tiene por objeto conocer cual es el
juego familiar- sobre el que se establece una hipótesis inicial de trabajo.

Así se observa el mapa de relaciones familiares- alianzas y exclusiones-, la regla que parece
presidir esas relaciones – qué está y qué no está permitido- y la forma en que se define la relación a
partir del impacto del síntoma en el sistema familiar.

La evaluación ha de llevar su tiempo y puede incluir las llamadas “pausas” (concepto


acuñado por este grupo), en las que el terapeuta cuenta con el tiempo necesario para responder a las
cuestiones planteadas por la familia, tiempo para reflexionar y/o consultar con el equipo tras el
espejo unidireccional.

Los principales objetivos de la evaluación son: determinar el sistema de relaciones, creencias


y valores de la familia, dentro de los cuales aparece el síntoma, y determinar el papel que éste
desempeña dentro del ese sistema relacional. El síntoma puede servir para no enfrentar un cambio
que amenaza con desequilibrar el sistema familiar o para reclamar la necesidad de que se
produzca.

El instrumento creado para evaluar el juego familiar es la entrevista circular, que obedece a
los principios de hipótesis, neutralidad y circularidad. Las hipótesis siguen una epistemología
circular y ordenan la recogida de información durante la sesión. Las preguntas formuladas a la

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familia sirven al terapeuta para confirmar o falsear las hipótesis. Precisamente la circularidad
define esa capacidad terapéutica de establecer diferencias y conexiones a través de las preguntas,
de forma que se confirmen o falseen las hipótesis establecidas. Al explorar distinciones y nexos
relacionales en las conductas y creencias de los miembros de la familia se hace explicita
información implícita, lo cual puede ayudarles a elaborar el problema y a encontrar por si mismos
soluciones eficaces.

Lógicamente, las diversas técnicas de intervención se dirigen a alterar dicho juego,


cambiando las reglas rígidas y constreñidas por otras más flexibles y complejas. Esta escuela
aporta las intervenciones cognitivas (redefinición y connotación positiva), así como las
conductuales (tareas directas, intervención paradójica e intervenciones ritualizadas), así como la
intervención del equipo.

El Grupo de Milán postula la no directividad del terapeuta con respecto al cambio, por lo
que el objetivo terapéutico consiste en la liberar a la familia de la rigidez de sus sistema de
creencias, para que después sea ella misma la que encuentre el cambio más conveniente.

Es muy relevante el lenguaje, ya que a través de él tenemos accesos al mundo de


significados o ideología de la familia. A través de las palabras clave, podemos entender cuáles
son sus temas importantes Lo que hace el terapeuta es ampliar los puntos de vista de la familia,
genera diálogos con ellos acerca de opiniones y puntos de vista diferentes, de forma que acaben
admitiendo perspectivas más flexibles.

- Juegos familiares.
- Alianzas/coaliciones.
- Cooperaciones.
- Creencias.
- Imagen que la familia tiene del problema.
- Lenguaje comunicacional. – apertura de canales.
- ¿Cambiar los roles?
ESCUELA RELACIONAL

En vez de controlar o encuadrar los comportamientos irracionales o patológicos del


paciente, he terminado por “casarme con ellos": en otras palabras, he comprendido que se
trataba de algo positivo, de intenso y simbólico solo cuando he comenzado a aceptarlos
Maurizio Andolfi

La escuela relacional cuyo máximo representante es Maurizio Andolfi, se basa


fundamentalmente en la teoría intergeneracional. Así estudia a las familias con al menos tres
generaciones, incluso las invita a todas a las sesiones. La idea es observar la familia en términos

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longitudinales, y así poder observar los procesos de aprendizaje como los mitos que se transmiten
de una generación a la otra

La escuela relacional aboga por contextualizar el síntoma dentro del escenario que es el
entorno familiar. Es en ese “escenario”, en el que aparecen las dificultades y también se confía en
que nazcan los recursos para la solución de las mismas. La búsqueda de los recursos debe ser
hecha en el mismo lugar, en el mismo ámbito en donde surgen los problemas. Es decir, los
problemas, hándicaps, dificultades, las patologías, contienen en el interior de las mismas
manifestaciones disfuncionales, potencialidades y recursos. Es decir, buscar captar aspectos
vitales, recursos en la misma enfermedad. Esto permitió dar al paciente designado y portador de la
enfermedad, de los síntomas de la familia, sea este un niño, un adolescente, o un adulto, una
especie de "competencia relacional específica", que nace exactamente de sus problemas y del
hecho que es él quien los conoce mejor, entonces, de algún modo, los problemas son vistos
también en términos de una ocasión evolutiva, son un modo de ver la salud.

El terapeuta es muy respetuoso con la familia, entiende desde su propio trabajo personal con
su familia, que los problemas que aparecen suelen ser muy parecidos para todos. Su persona es
más importante que toda la instrumentación teórico- técnica que el profesional adopte. La relación
terapéutica se define como el encuentro entre dos sistemas pensantes emotivos, involucrados en
un trabajo de investigación común.

La escuela relacional da especial importancia al lenguaje como instrumento, mientras


cuando hablamos de escucha deberíamos pensar que sobre todo es necesario ser expertos en el
comprender idiomas diversos: el idioma del niño, el idioma del adolescente, el idioma del adulto y
el del anciano. Y no solo debemos ser capaces de conocer estos diversos idiomas para poderlos
escuchar, sino debemos hacer una segunda operación aún más compleja, que consiste en el
coligarlas.

O sea, que se va configurando una operación de traducción de lenguajes y el mayor


problema es que nosotros, los psicoterapeutas, entramos en contacto con esta "estructura
multigeneracional" con un rol que muchas veces parece confinarnos en una posición de "adulto
crónico", de adulto súper lógico, de profesional, el moverse como profesional, el observar como
profesional…, perdiendo así otros aspectos importantes que son nuestra capacidad de sentir,
nuestra resonancia emocional, nuestras modulaciones metafóricas que consisten en la capacidad
de jugar con realidades "como si".

El lenguaje entre las generaciones, el captar los movimientos entre las generaciones, no solo
por aquello que son sino también por aquello que podemos imaginar que podrían ser, constituye
un óptimo vehículo en el plano de la comunicación

El terapeuta no es neutral, ha de involucrarse y asumir riesgos en su propia persona


equivalentes a los que le pide a la familia. A de ser capaz de ver de un modo benigno y también
relativo, las dificultades, los problemas o las patologías de las familias, porque si observa la
propia, se dará cuenta que son muy similares o idénticas a las que ve en terapia; solamente que

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cambiará su función y no será en aquel caso el paciente sino el terapeuta. Este es uno de los
aspectos que caracterizan el modelo relacional y en donde muchas escuelas de terapia familiar,
sobre todo, aquellas que se autodefinen como "sistémicas", muchas veces descuidan. Por muchos
años han pensado que el concepto de neutralidad o de no influencia de parte del terapeuta respecto
de sus pacientes fuera una regla fundamental; en cambio, Andolfi cree que la influencia del
sistema de valores del terapeuta es la mejor cosa que él puede llevar al interior de su proyecto
terapéutico. Claramente el terapeuta no deberá imponerlo a la familia sino proponerlo y de
cualquier modo, intercambiar el propio sistema de valores con el de la familia.

Antes de meter las manos sobre las familias de otros es necesario conocer la propia.
Entonces, es necesario hacer un trabajo de uno o dos años, y a través de una serie de instrumentos,
como el genograma, la escultura, las fotos de la familia, la descripción de sus mitos familiares etc.
Toda una serie de instrumentos que quieren transmitir y hacer adquirir al terapeuta un lenguaje
capaz de describir los procesos evolutivos tomando en observación a su propia familia.

En la intervención veremos una actitud más centrada en la estimulación que en la pauta, se


cree que será la familia consultante la que encuentre a lo largo del proceso las soluciones
necesarias para su curación. La familia tiene sus propios recursos, es lo que denominan, la familia
auto-reparadora, hay que re- descubrirlos, activarlos, no introducirlos “ex novo” desde el exterior.

El diagnóstico toma en consideración: Sistema de relaciones, análisis de los roles, funciones


y alianzas, redes de comunicación y de cambio dentro del grupo familiar. El diagnóstico es
variable y no definitivo, es reformulado de acuerdo al proceso.

Otro elemento característico es que lo relacional tiene como matriz comenzar por los niños
para después llegar a la familia; que es muy diferente que partir del adulto para llegar a la familia.
Porque uno que parte desde el adulto hacia los niños, los considera una "opción" o los protege sin
jamás escucharlos.

BIBLIOGRAFIA RECOMENDADA EN ESCUELAS DE TERAPIA FAMILIAR


SISTEMICA

ESCUELA ESTRUCTURAL
 Minuchin, S. (1977), Familias y terapia familiar, Granica, Barcelona
 Minuchin, S., Roseman, B.L, Baker, L. (1978), Psychosomatic families: Anorexia nervosa
y context, Harvard University Press, Cambridge
 Minuchin, S., Fishman, H.Ch. (1984a), Técnicas de terapia familiar, Paidós, Barcelona
 Minuchin, S. (1984b), Calidoscopio familiar, Paidós, Buenos Aires; Barcelona 21991
 Minuchin (1985), Families and individual development: Provocations from the field of
family therapy, <<Child Development>>, 56, 289-302

ESCUELA ESTRATEGICA

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 Haley, J. (1974), Tratamiento de la familia, Toray, Barcelona.
 Haley, J. (1980), Terapia para resolver problemas, Amorrortu, Buenos Aires
 Haley, J. (1984), Ordeal therapy. Inusual ways to change behavior, Jossey Bass Inc., San
Francisco
 Haley, J. (1987), Problem Solving Therapy, Jossey Bass Inc., San Francisco
 Madanes, C. (1984), Terapia familiar estratégica, Amorrotu Buenos Aires
 Madanes, C. (1990), Sex, love and violence: strategies for transformation, Brunner y
Mazel, New York

ESCUELA INTERGENERACIONAL
 McGoldrick, M. y Gerson, R. (1987), Genogramas en la evaluación familiar, Gedisa,
Buenos Aires; Barcelona 1993.
 Familia de Origen y psicoterapia, un enfoque intergeneracional. Framo, J.L. Ed. Paidós
Ibérica, S.A.

ESCUELA DE MILÁN
 Palazzoli, M. y colaboradores (1990), Los juegos psicóticos en la familia, Paidós
Barcelona
 Selvini, M (1990) Crónica de una investigación, Paidós Barcelona
 Palazzoli , M.S., Boscoso, L., Cecchin, G y Prata, G. (1981), Paradox and contraparadox,
Jason Aronson, Nueva Cork

ESCUELA RELACIONAL
 Andolfi, M. (1984), La terapia familiar un enfoque interaccional, Paidós Ibérica
 Alain Ackermans- Andolfi, M. (1990), La creación del sistema terapéutico, Paidós Ibérica
 Andolfi, M. (2003), El coloquio relacional, Paidós Ibérica

GENERAL
 Gurman, A Kniskern D (eds): Handbook of Family therapy, vol. 1 y 2. New York Brunner,
Mazel 1981

Fecha: 8 de Octubre de 2008


Profesora: Maribel Moreno
Módulo: 1. Terapia Familiar Sistémica a partir de los años 80
Clase: Escuela Simbólico Experiencial de Carl Whitaker

LA ESCUELA SIMBÓLICA EXPERIENCIAL DE CARL WHITAKER


Resumen del libro: “Historia de la Terapia Familiar”

Carl Whitaker fue definido por Lynn Hoffman (1981) como el arquetipo del great original
de la terapia familiar: un terapeuta que se creó a sí mismo, fuera de las grandes corrientes de la
terapia, con un estilo único al que se pude considerar ciertamente casi equiparable a la
personalidad de Whitaker.

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Nació en 1912 en una granja de Raymondsville, en el Estado de Nueva York. Whitaker


crece en una comunidad rural aislada, totalmente inmerso en su amplia familia.

“No tuve ningún contacto social hasta los 13 años. Mi hermano, el perro, mi padre y sus
progenitores, mi madre y su madrina, todos ellos vivían juntos en una enorme casa. En síntesis el
mundo se reducía para mí a la intimidad de la familia (Whitaker, en Simon, 1992, Pág.104).”

Crea así su propio mundo fantástico, con una gran sensibilidad hacia la familia y a la familia
extensa y una total incompetencia social que le llevará, cuando tiene que enfrentarse a la escuela,
a periodos de desadaptación y manifiesta paranoia.

A Whitaker le gustaba narrar cómo terminó siendo terapeuta precisamente por su


insuficiente formación: tras licenciarse en medicina y especializarse en ginecología, es contratado
en 1938, con 26 años, como psiquiatra, a pesar de que carece de preparación específica.
Practicando por sí mismo la aproximación a la locura en lugar de asistir a cursos al respecto,
desarrolla una auténtica fascinación por el mundo de los psicóticos.

Pasa a la Child Guidance Clinic de Louisville, Kentucky, donde aprende las terapias de
juego con niños y donde se interesa especialmente por los aspectos simbólicos y no verbales de la
terapia, además de centrar su trabajo en el “aquí y ahora” de la sesión, más que en el pasado de los
pacientes.

En el último año de la guerra, Whitaker pasa a formar parte del personal psiquiátrico de la
central nuclear de Oak Ridge, Tennessee, con la obligación teórica de tratar a veinte pacientes al
día en terapia individual. Este trabajo tan intenso le lleva a privilegiar el hacer terapia en vez de
hablar de terapia.

La carencia de formación, junto a la necesidad de trabajar con pacientes retrasados y con


marcadas transferencias, induce al joven Whitaker a crear un nuevo método de trabajo: la
coterapia.

Comienza a tratar a pacientes junto con John Warkentin, un psicofisiólogo que había
pasado por la psiquiatría, de forma que ambos pueden discutir lo que se plantea en la terapia en el
curso de las mismas sesiones.

En la coterapia, que se convertirá en una de las notas distintivas del método whitakeriano,
los dos coterapeutas participan estrechamente en las interacciones emotivas que surgen en el
transcurso de la sesión.

Una experiencia única cambio mi orientación de forma concluyente. Estaba tratando a un


niño de 5 años usando un biberón que contenía leche caliente. El paciente siguiente era un
psicótico en estado maniaco agudo. Vio el biberón y pareció excitarse. Succionarlo fue para él
una experiencia orgásmica. En las doce entrevistas siguientes, cada una de ellas centrada en la
intensa experiencia del biberón, consiguió salir de la psicosis; fue dado de alta y se reintegró a
su trabajo (Whitaker y Keith 1981. Pág. 188).

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Entusiasmado, Whitaker adopta la técnica del biberón para todo tipo de pacientes, hasta que
se da cuenta que esta técnica materna resulta insuficiente por sí sola. Junto al grupo de colegas que
está constituyendo, pasa entonces a practicar una terapia de juego casi violenta, que comprende
luchas y severos enfrentamientos con los pacientes.

Además de estas técnicas, fui desarrollando una especie de picnolexia funcional. Me


quedaba adormilado en mitad de la sesión y soñaba alguna cosa relacionada con el paciente que
tenía frente a mí. Al compartirlo con el paciente, el sueño pasaba a formar parte de nuestra
entrevista. Necesité años para superar la incomodidad que me creaba esta situación, pero
gracias a ella desarrolle un proceso terapéutico (Ibíd.).

Todas estas técnicas presuponen una profunda implicación del terapeuta en los procesos
emotivos de los clientes, además de un especial interés por su mundo simbólico: es una de las
características que más separa a Whitaker de los terapeutas familiares contemporáneos.

 Si Bowen buscaba la distancia y evitar la transferencia, Whitaker la busca y


la estimula.

 Si el estilo de los sistémicos de Palo Alto es lúcido y racional, el de


Whitaker, es errático e intuitivo, puro instinto.

 Si el analista Ackerman conserva siempre el control del setting, Whitaker


parece ignorarlo.

 Si Milton Erickson muestra la actitud carismática y misteriosa del sabio,


sopesando sus estrategias, Whitaker no pierde la ocasión de reconocer ante sus mismos clientes su
propia incompetencia y su incapacidad para “salvarlos”.

Junto a Warkentin y Thomas Malone, Whitaker pasa en 1946 (con 34 años) a la


Universidad de Emory, en Atlanta, donde obtiene una cátedra de psiquiatría. El y Warkentin
comienzan a usar la coterapia para el tratamiento individual con los esquizofrénicos.

La cuestión central es explicar si los síntomas psicóticos pueden ser entendidos como un
intento de procurarse competencia o dominio sobre las percepciones distorsionadas y sobre el
equilibrio de la familia.

En 1953 (con 41 años) publica junto a Malone “The Roots of Psychotherapy”, libro que
condensa sus ideas sobre la terapia de la esquizofrenia: la terapia es una experiencia compartida,
imaginativa y no verbal. La regresión del paciente debe ser estimulada a través del apego al
biberón, el cuidado físico de los pacientes, así como otros medios que estimulen, tanto por parte
del terapeuta como del paciente, el afecto necesario para la satisfacción infantil del paciente

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tratado. Por tanto, en terapia se reproducen algunos elementos de la relación madre- hijo
(Whitaker y Malone, 1953, citado en Simon, 1992, Pág. 101).

El libro es ferozmente criticado por los colaboradores del American Journal of


Psychotherapy, que lo consideran “un acting out” (Whitaker y Malone rechazan la historia, la
cultura y la civilización, revistiendo a la patología de un valor moral y elevando la irracionalidad
a una supremacía transcendental) e incluso recomiendan que se les prohíba practicar psicoterapia.
Sin embargo, Whitaker no parece dar mucha importancia a tales taques. Años más tarde,
acompañará el constante apoyo que le brinda el equipo de Emory con su capacidad de afrontar las
críticas sin perder el ánimo.

Whitaker toma en consideración a la familia, pero siempre por motivos prácticos. Es más
aconsejable, y también más fácil, tratar directamente el lugar de origen de las regresiones del
paciente.

Considera a la familia una unidad global más que la suma de los individuos, y además cree
que está dominada por procesos en parte inconscientes y en parte colectivos.

El terapeuta Whitaker se sitúa como elemento perturbador, generalmente agresivo, y no


como regulador de flujos de comunicación: soñoliento y distraído, parece pretender que sea la
familia la que llame su atención.

Mostró su manera particular de trabajar ante diferentes auditorios en casi todo el mundo.

Le aterraba la idea de una terapia con metas y resultados definidos, prefería buscar los procesos
más que los progresos. De hecho su aproximación original implicaba el desafío de mantenerse
vivo en sesión, subrayando lo que encontraba de absurdo en el problema presentado. Hablaba y
hacía hablar sobre aquello que resultaba más difícil. Su foco nunca fue entonces en principio el
cambio, sino un proceso terapéutico vivaz y beneficioso.

En 1955 en la décima conferencia de Sea Island es la culminación de enormes horas


dedicadas a la terapia de la esquizofrenia focalizada en los procesos familiares. Participan
investigadores familiares de Filadelfia, como Rosen y de California como Jackson y Bateson.

Las posiciones de Whitaker le hacen ganar autoridad siendo un investigador espetado,


aunque aislado entre los terapeutas familiares.

Su carrera como terapeuta familiar toma más vuelo en 1964, cuando abandona el antiguo
grupo de la Emory University y se traslada a la University of Wisconsin Medical School. Con la
colaboración de David Keith, psiquiatra infantil, crea un curso de especialización en terapia
familiar y de pareja.

Su terapia obedece a algunos principios básicos:

La terapia es una experiencia emotiva para la familia y para el terapeuta, que pasa sobre todo
por canales simbólicos y no verbales.

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El terapeuta desempeña el papel de competir y exacerbar la locura (entendida no como


enfermedad, sino como excentricidad, ilógica) presente en la familia, en vez de oponerse a ella,
siguiendo en lo posible lo que dicte su espontaneidad.

Para que el terapeuta pueda mantener un papel tan difícil, es necesario trabajar en coterapia.
De este modo, cuando uno de los terapeutas se deja atrapar por su propia locura, el otro está en
una posición de control y puede hacerse cargo de la situación.

Pone énfasis en las familias de origen: “Parto siempre de la idea de que la familia está
escindida, que el matrimonio es el resultado de la unión de dos chivos expiatorios: él es el enviado
de su familia, ella de la suya, y ambos tienen la misión de reproducir sus respectivas familias: la
guerra se desencadena cuando se debe decidir cuál de las dos familias será la que se reproduce”
(Whitaker, en Simon 1992, Pág. 109).

Si Bowen prefiere separa r las familias para favorecer la diferenciación, Whitaker exige que
en las sesiones participen todas las personas a las que convoca: en su pensamiento, la familia
como unidad tiene prioridad respecto a los individuos. En los años siguientes este procedimiento
tomará el nombre de “batalla por la estructura”.

Para Whitaker resulta irrelevante diferenciar a los miembros de cada familia; se trata de
cambiar lago en su forma de convivir. En este sentido, Whitaker se acerca a Jackson, salvo que su
actividad es únicamente emotiva, y en buena parte espontánea, mientras que la de los sistémicos
de Palo Alto es sumamente cognitiva y técnica.

Hay también un psicoanálisis agazapado tras el lenguaje y la práctica de Whitaker. Es como


si Whitaker tratara de hablar directamente al inconsciente colectivo de cada grupo familiar.

Este modelo favorece el abandono precoz de la terapia por parte de las familias. Whitaker
considera los drop out como éxitos, convencido de que sus intervenciones, por su propia potencia,
terminarán por reforzar a la familia aun cuando ésta no vuelva más a la terapia.

Las mayores virtudes del maestro, histrionismo, habilidad, humor negro, no pueden ser
imitadas. Es muy probable que finalmente sea su forma ética la que esté en la base de sus éxitos.

En los años setenta, Whitaker combina su trabajo en la Wisconsin Medical School y la


practica privada en Madison. Aunque sigue siendo un investigador difícil de clasificar, con el
paso del tiempo su estilo es menos provocador. Sus discípulos Augustus Napier y David Keith
formaliza su forma de hacer terapia: La terapia simbólico experiencial.

En su teoría de la disfunción y de la “patología”, considera que la raíz de muchos problemas


familiares está en los confines internos demasiado rígidos o demasiado fusionados, de los que
derivan subsistemas no funcionales: los cónyuges no están en condiciones de afrontar aspectos de
pareja, los indicadores generaciones se pierden, la misma familia entra en el caos o bien
permanece aislada. En estas familias con confines desestructurados, los hijos pueden ser incapaces
de aceptar sus propias emociones dentro de la familia. “Un delincuente es una persona que
expresa sentimientos y emociones en una situación de escaso riesgo, por ejemplo en la comunidad
en vez de en su casa” (Whitaker, en Keill y Kniskern, 1982 Pág. 370).

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En las familias fusionales, la preocupación central es que las fusiones aumentan a medida
que los síntomas empeoran y requieren mayores cuidados. Los miembros más distantes se
preocupan porque cada vez están más alejados de los demás. Pero para que se desarrollen
auténticos síntomas es necesario que estructuras y procesos disfuncionales persistan en el tiempo e
interfieran en las tareas vitales de la familia.

Según Whitaker, el riesgo es máximo cuando hay mitos o herencias familiares profundas que
obligan a cada generación a reaccionar ante las necesidades y pérdidas de las generaciones
anteriores.

La expresión emotiva obliga a ser fieles a la experiencia del pasado en vez de adaptar las
propias percepciones del mundo y de sí mismos a las condiciones y a los tiempos que cambian.

Whitaker seguirá fiel a la coterapia.

Indaga en los síntomas en su fase inicial, proponen temas que hacen surgir ansiedad en la
familia y verifican las consecuencias de los intentos de cambio anteriores. Hace uso del silencio
como medio para dramatizar algunos aspectos de la sesión.

Es fundamental el uso del propio yo por parte del terapeuta para mantener la diferenciación
en relación con el sistema terapéutico, aun cuando trabaje con material que tiene una carga
afectiva extrema.

La franca exhibición de las propias emociones y fantasías, incluso las más perturbadoras.

En la primera fase de la terapia se entablan dos “batallas” la batalla por la estructura


(establece la posición de los coterapeutas en el sistema terapéutico) y la batalla por la iniciativa
(cuando la familia pregunta qué debe hacer o de qué debe hablar).

Una vez terminadas y vencidas las batallas, la terapia puede darse por iniciada. En la fase
central, el equipo de coterapeutas opera de modo que facilite la reorganización entorno a la nueva
configuración interpersonal que ha surgido del análisis del síntoma. La cohesión familiar es
mayor, los subgrupos familiares son movilizados en torno a las áreas problemáticas: la familia está
en condiciones de observarse reflexivamente y los terapeutas son más periféricos.

La idea de que la terapia no debe tener objetivos precisos o culminar en una definición clara
persiste aún, al igual que su lema “proceso y no progreso”.

BIBLIOGRAFÍA

Whitaker, C. y Bumberry, W. (1988). “Danzando con la familia”. Paidós. Barcelona.


Whitaker, C. (1992). “Meditaciones nocturnas de un terapeuta familiar”. Paidós. Barcelona.

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Fecha: 15 de Octubre de 2008


Profesora: Maribel Moreno
Módulo: 1. Terapia Familiar Sistémica a partir de los años 80
Clase: Terapias feministas

II SYMPOSIUM NACIONAL
TRATAMIENTO DE ADICCIÓN EN LA MUJER

PROCESO PSICOTERAPÉUTICO Y GÉNERO

Dra. Beatriz Rodríguez Vega


Dra. Cristina Polo Usaola

1-GÉNERO Y PSICOTERAPIA COMO CONSTRUCTOS CULTURALES

Tanto el término “género” como “psicoterapia” hacen referencia a conceptos construidos


socialmente. Desde esta perspectiva, tanto el género como la práctica psicoterapéutica son
conceptos que varían a través de las diferentes culturas, que cambian a través de la historia y que
son diferentes según quien hace las observaciones o los juicios.

Seguimos en esta exposición la definición de Worell (1992) según la cual, se define el


género como el sistema de creencias, actitudes y cogniciones culturalmente determinadas acerca
de los hombres y de las mujeres. Desde una perspectiva constructivista, el género no es una
propiedad de las personas, sino un proceso basado en una relación prescrita socialmente.

2-DISCURSO DE GÉNERO, PSICOTERAPIA Y OTRAS DISCIPLINAS

Al hablar de “discurso del género” nos referimos a un conjunto de ideas y prácticas que
comparten valores comunes, que reflejan y construyen una visión del mundo y que, para el género
femenino, han estado indisolublemente ligadas a otros discursos como el de poder, dominación,
sexualidad e intimidad.

El discurso de género ha estado patente en todas las disciplinas. Así, por ejemplo, muchos
filósofos, moralistas, religiosos y políticos, durante siglos afirmaron que la mujer era un ser
inferior, tanto por voluntad divina como por imperativo natural, destinado a servir y a obedecer al
hombre. La ciencia médica también ha sido, a lo largo de la historia, una poderosa fuente de
ideología sexista. Así, las diferencias anatómicas, fisiológicas y patológicas entre los dos sexos,
han servido para poner de manifiesto las desigualdades de los géneros. En Psiquiatría, análisis de
la bibliografía nos señala que existen patologías clásicamente asociadas a uno u otro sexo; sin
embargo, ha habido estudios críticos que señalan que las diferencias encontradas dependen de la
procedencia de los datos, cuantía de la muestra, concordancia diagnóstica de evaluadores, periodo
histórico analizado, edad, etc. (Sebastián, 2001).

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En el campo psicoanalítico, ha habido voces críticas, también en pensadores de esta área,


que han cuestionado el tratamiento que Freud hace de la Psicología de la mujer (Pérez Cavana,
2000). Autores que vinieron después, no solo en el campo psicoanalítico, sino desde otros
presupuestos teóricos como la Psicología experimental terapia sistémica y otros, avanzaron en las
ideas sin que se cuestionase, hasta recientemente, el sesgo que supone el constructo género como
organizador de nuestro pensamiento.

Es a partir de la década de los setenta, coincidiendo con un resurgimiento del movimiento


feminista, cuando comenzó un análisis feminista de la filosofía y otras disciplinas. Paralelamente
ocurrió en el campo de las psicoterapias, donde las críticas feministas se centraron en el papel de
la psicoterapia como reforzadora de valores y actitudes tradicionales hacia la mujer, sin tener en
cuenta el contexto en el que se producían.

3- CONSTRUCCIÓN DE LA IDENTIDAD DESDE EL CRECIMIENTO


RELACIONAL

A nivel del desarrollo individual, las teorías psicológicas tradicionales siempre han dado
una gran importancia a los procesos de separación (de la madre en los estadios iniciales del
desarrollo infantil, de la familia en la adolescencia o de los maestros u otras figuras de autoridad
en la edad adulta) con objeto de conseguir una identidad propia. Según algunos autores (Walters,
1996) estos presupuestos teóricos no encajan con el modo en que la mujer construye su identidad
en relación con los otros. En la mujer, la dirección del crecimiento no es hacia mayores grados de
autonomía e individuación, entendiéndolos como la ruptura de los vínculos afectivos, si no hacia
un proceso de crecimiento dentro de la relación. El desarrollo del individuo tiene lugar no a través
de la separación, sino a través de una experiencia relacional más altamente articulada. En la
práctica psicoterapéutica, es fundamental entender este proceso ya que ayudar a la mujer en su
desarrollo supone el reconocimiento del significado de lo relacional para ella. En algunos casos
este aspecto ha sido interpretado como personalidad dependiente o inmadura. A menudo se ha
confundido separación o desvinculación con autonomía, un signo de madurez valorado, mientras
que la vinculación se equipara con dependencia, señal desvalorizada de inmadurez.

4- EXPERIENCIA DEL PODER E IMPLICACIONES EN PSICOTERAPIA

Las definiciones tradicionales de poder incluyen referencias a conceptos de dominio,


autoridad, fuerza, influencia...En nuestra cultura se ha mantenido durante generaciones el mito de
que las mujeres no han ejercido poder en ninguna de sus dimensiones e incluso que no estaban
interesadas en él. Estas afirmaciones han sido matizadas desde distintos ámbitos. Desde algunos
ámbitos se cuestiona la propia concepción del significado del poder. Probablemente en su rol
tradicional, la mujer en el campo familiar ha utilizado su poder en un sentido poco convencional,
como es el servicio a los otros. La mujer ha ejercido, en este marco, su poder para ayudar a
acrecentar el poder de otros, aumentando sus recursos, efectividad y capacidad para actuar
(“enpowerment”). Esta experiencia relacional del poder, del poder al servicio del crecimiento del

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otro, facilita a la mujer una perspectiva cualitativamente diferente del concepto tradicional de
poder basado en la jerarquía y en el dominio o en la influencia de uno para conseguir que el otro
actúe en el sentido deseado por el primero. Tanto el concepto de poder como el de jerarquía han
sido frecuentemente objeto de discusión en psicoterapia e incluidos como variables a tener en
cuenta en las investigaciones sobre este tema, pero casi siempre han sido tratados a espaldas de su
dimensión de género.

El poder en psicoterapia está más cercano a la idea de empowerment que a los conceptos
más clásicos de jerarquía defendidos por escuelas psicoterapéuticas más tradicionales. Desde una
óptica constructivista que tiene en cuenta el sesgo de género o de cultura, el terapeuta ejerce su
poder de experto conversacional desde una posición igualitaria con la del paciente como experto
de sí mismo. La responsabilidad del terapeuta es, a la manera del empowerment, la del facilitador
de versiones alternativas y preferidas por la paciente.

5-PREJUICICIOS DEL GÉNERO DEL TERAPEUTA EN EL PROCESO


PSICOTERAPEÚTICO

Suele ser habitual en la aplicación de la práctica psicoterapéutica, que se actúe como si los
pacientes y sus familias se rigiesen exclusivamente por las leyes existentes dentro del propio
sistema familiar, actuando como si estas viviesen en un contexto “neutral”. Esa supuesta
“neutralidad” respecto al género, significaría dejar muchos presupuestos implícitos e in
cuestionados y, a la postre, el resultado puede ser un apoyo implícito a los valores tradicionales.
Habrá que reconocer que cada género percibe un significado distinto en la misma intervención
clínica y que por tanto se sentirá o bien culpabilizado o bien respaldado por dicha intervención. De
modo complementario, los presupuestos sostenidos por el terapeuta acerca de las cuestiones de
género pueden tener el efecto de desafiar o de reforzar supuestos tradicionales que constriñen las
posibilidades de desarrollo de la mujer que acude a terapia (Rodríguez Vega, 1996).

6- IMPLICACIONES CLÍNICAS DE LA ÓPTICA DE GÉNERO EN LA PRÁCTICA


PSICOTERAPEÚTICA

-Es necesario poner en cuestión que estereotipos aceptados, basados en la "masculinidad"


para el varón y en la "femineidad", para la mujer, sean los más saludables y valorados en terapia.

-Es importante reconocer que muchas de las diferencias psicológicas que se habían
relacionado con el sexo en la personalidad, conducta o psicopatología son el reflejo de las
desigualdades en contra de la mujer derivadas de una socialización diferente existente en un
contexto político, económico y social que discrimina a la mujer.

-Existe un sesgo de género ligado al sexo en diagnóstico, psicopatología y psicoterapia.

-Se ha considerado en muchas ocasiones las causas intrapsíquicas como las fundamentales a
la hora de explicar problemas psicológicos, infravalorándose condiciones sociales responsables en
parte de los mismos.

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-Se apoya el rechazo explícito de las prácticas que trasmiten culpa y responsabilidad a las
mujeres que han sido víctimas de experiencias de violencia física y sexual.

-Tradicionalmente se ha culpabilizado a la madre de todo lo que iba mal en el


funcionamiento familiar. Esta práctica probablemente se relaciona con ideologías que consideran
patógena la interdependencia femenina y su implicación. Es útil recordar, en teorías hoy ya
superadas, los conceptos de “madre esquizofrenógena”, aunque el riesgo perdura de forma más
implícita en la tendencia a las descripciones de madres hipercontroladoras, hiperimplicadas o
fusionadas con su hijo o hija, pasando por alto la actitud distante complementaria por parte del
varón.

-La inclusión de una óptica feminista puede modificar algunos aspectos de la relación
terapéutica. Así, en las terapias tradicionales, el énfasis se pone en la “objetividad” y neutralidad
terapéutica, el pensamiento analítico, la distancia emocional paciente-terapeuta, la jerarquía...
Estos “valores” podrían replantearse, pudiendo dar cabida a otras nuevas formas de relación
terapéutica.

-Coincidimos con Worell (1992) y otros autores en que no es posible tener un posición libre
de valores en terapia, ya que tanto la terapeuta como el modelo teórico en el que se contextúa el
trabajo clínico, van a asumir valores determinados que van a influir en el proceso terapéutico. Lo
que ocurre con frecuencia es que no se es consciente de ello, o que esos valores permanecen
implícitos y encubiertos.

BIBLIOGRAFÍA

-Pérez Cavana M.L. Feminismo y psicoanálisis. En: Feminismo y Filosofía. C.Amorós (ed.).
Síntesis. Madrid, 2000.

-Rodríguez Vega B., Bayón C., Franco B. Haciendo visible el género en la terapia familiar.
Archivos de Neurobiología 1996; 59 (1): 23-34.

-Sebastián J. Género, salud y psicoterapia. En Género y psicoterapia. Universidad Pontificia de


Comillas. Madrid, 2001.

-Walters M, Carter B, Papp P, Silverstein O. La red invisible. Pautas vinculadas al género en las
relaciones familiares. Buenos Aires: Paidós, 1991.

-Worell J., Remer P. Feminist perspectives in therapy. An empowerment model for women. John
Wiley and Sons. Chichester

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Fecha: 22 de Octubre de 2008


Profesor: Francisco Herrera
Módulo: 1. Terapia Familiar Sistémica a partir de los años 80
Clase: Terapias basadas en el apego

EL MATERIAL CORRESPONDIENTE A ESTA CLASE SE


ENTREGARÁ CON ANTELACIÓN

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Fecha: 29 de Octubre de 2008


Profesor: Eduardo Brik
Módulo: 1. Terapia Familiar Sistémica a partir de los años 80
Clase: Constructivismo y Construccionismo Social

CONSTRUCTIVISMO Y CONSTRUCCIONISMO SOCIAL

NOTA: La documentación de este resumen se ha obtenido de los libros:

1. Fernández Liria, A. y Rodríguez Vega, B. (2001): La práctica de la Psicoterapia. Ed. Desclée de Brouwer.
Bilbao.

2. Pérez Testor, C. (comp.) (2001): La familia: nuevas aportaciones. Ed. Edebé. Barcelona. Cap. 5. El modelo
constructivista. Botella, L. y Pacheco, M.

1. INTRODUCCIÓN Y DEFINICIÓN

Durante la década de los 80 algunos influyentes terapeutas de familia se acercaron a las


ideas constructivistas. Aparecieron las publicaciones de Watzlawick, Dell, Keeney, como
principales responsables de la difusión de estas ideas. Su entusiasmo se basaba, en gran parte,
en los trabajos del biólogo Humberto Maturana, del científico cognitivo Varela, del cibernista
Von Foester y el lingüista Ernst von Glaserfeld.

La llegada al campo de la terapia familiar de las ideas constructivistas marca una nueva ola
evolutiva en el movimiento.

El Constructivismo arranca desde las filosofías de la Antigüedad, que defendían que no


existe una realidad exterior, sino que todas las percepciones y vivencias humanas, el mundo, el
cielo y el infierno están solo en la cabeza y que solamente yo existo.

Los distintos modelos tradicionales tienen en común el supuesto de que no sólo existe una
realidad real, sino que esa realidad se corresponde más claramente con ciertas teorías y no otras.

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Dan por sentado y admiten que existe una realidad independiente del observador. El
constructivismo radical se opone a ello y se pregunta: ¿cómo sabemos lo que creemos saber? El
qué sabemos se refiere a los resultados de nuestra indagación de la realidad, pero el cómo sabemos
(epistemología) es más complejo porque para contestarlo, el entendimiento ha de estudiarse a sí
mismo, salirse de sí mismo y observar cómo trabaja. Si el qué del conocimiento está
condicionado por el propio proceso de cognición (el cómo), nuestra imagen de la realidad no
depende de lo que es exterior a nosotros, sino que inevitablemente depende de cómo concebimos
ese qué. La realidad, supuestamente descubierta, es una realidad inventada y su inventor no tiene
conciencia del acto de invención, sino que cree que esa realidad es algo independiente de él y que
puede ser descubierta.

Nuestro conocimiento ha de interpretarse, no como imagen del mundo real, sino tan sólo
como una llave que nos abre caminos posibles. Mientras la concepción tradicional de la teoría del
conocimiento considera la relación entre saber y realidad como un acuerdo o correspondencia
gráfica, el constructivismo radical ve esa relación como una adaptación o ajuste en el sentido
funcional.

Es como la llave del ejemplo clásico que cuando abre la cerradura es porque encaja con ella.

Al desplazarse la atención desde el sistema observado al sistema observante el


constructivismo introdujo un nuevo nivel de complejidad a la Cibernética y nació la Cibernética
de Segundo Orden, borrando la clara distinción entre observador y observado.

En la Cibernética de Segundo Orden, el terapeuta se incluye como parte de lo que ha de


cambiar, no está fuera. El observador se sitúa en aquello que es observado. El terapeuta, entonces,
cocrea la realidad terapéutica con la familia.

El Constructivismo es individualista, se centra en el proceso de información, mientras que el


construccionismo social se ocupa de la persona en comunidad y le da más importancia al
significado y a la interpretación.

El Construccionismo Social no sitúa el conocimiento ni en el observador ni en el observado,


sino en el terreno entre los dos, en la arena social entre los sujetos que interpretan. La principal
premisa es que las creencias, valores, instituciones, costumbres, leyes, divisiones del trabajo y
todo lo demás que constituye nuestra realidad social está construido por los miembros de una
cultura en su interacción con los de otra, de generación en generación y de día en día. Es decir, la
sociedad construye la lente a través de la cual sus miembros interpretan el mundo.

2. FUNDAMENTOS DE UNA ACTITUD CONSTRUCTIVISTA

Mantener una actitud constructivista se basa en cuatro ideas fundamentales:

1. Las realidades son construidas socialmente

2. Las realidades se construyen a través del lenguaje

3. Las realidades se organizan y mantienen a través de las historias

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4. No hay verdades esenciales.

3. PROBLEMAS HUMANOS Y PROCESOS CONSTRUCTIVOS

Consideramos los procesos psicológicos, problemáticos o no, como formas discursivas. Las
narrativas existenciales se cuentan al ser vividas y se viven al ser contadas. Tendiendo en cuenta la
definición de narrativa como interconexión de, al menos, dos acontecimientos o situaciones en
una secuencia temporal, concluimos que los problemas humanos objeto de la psicoterapia se
manifiestan en forma de discurso narrativo.

Si la experiencia narrada asume una estructura narrativa, la experiencia vivida asume una
estructura de representación. Así pues, se considera la función de la narración no como
descriptiva sino como representada., dado que es, en sí misma, una acción o posicionamiento
en el mundo.

Los procesos psicológicos, a diferencia de los procesos físicos de la materia, no pueden


ser descompuestos en átomos constituyentes con un referente último en la realidad tangible.
Así, el estudio de los procesos psicológicos es siempre el estudio de las formas de construcción
de estos procesos. La psicoterapia no accede a la realidad en su esencia, sino a la forma e que
individuos o comunidades dan sentido a su experiencia.

Ahora bien, el hecho de que los problemas objeto de la psicoterapia sean producto de la
construcción discursiva no implica que sus efectos sean banales o irreales. Las construcciones
de la experiencia están ancladas en convenciones sociales, culturales, lingüísticas, narrativas,
históricas, relacionales y discursivas que, si bien es cierto que cambian, no lo hacen de la noche
a la mañana. Es en el seno de estas convenciones, no precisamente efímera, donde tiene sentido
el ejercicio de la psicoterapia.

Las personas acuden a terapia cuando se sienten atrapadas por lo que White y Epson
denominan narrativas dominantes; historias que descalifican, limitan o niegan aspectos
significativos de su experiencia y su sentido de identidad.

En situaciones de crisis, no somos capaces de narrar nuestra propia historia o lo hacemos


en formas que contradicen la experiencia vivida. No nos es posible anticipar nuevos
acontecimientos, nos faltan aquellos elementos que legitiman y dan sentido de coherencia y
perspectiva a nuestra propia vida. En estos casos, lo fundamental no resulta ser lo estándar de la
evidencia, sino la aproximación a un nuevo juego de lenguaje que nos permita acceder a formas
alternativas de reconstruir nuestra narración actual.

4. LA PSICOTERAPIA COMO CONCONSTRUCCIÓN NARRATIVA

El acto de conocer es el acto de poner en palabras (Anderson, 1988).

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Nuestra comprensión del mundo se estructura a través de la metáfora. A través de ésta se
compara lo familiar con lo extraño, lo conocido con lo desconocido. La metáfora consiste en dar
a una cosa o experiencia un nombre o una descripción que, por convención, pertenece a otro
nombre o a otra experiencia y hacerlo, en función de cierta similitud entre ambas. Podemos
construir metáforas gracias al lenguaje. La narrativa es, pues, la forma que toma la descripción de
nuestra experiencia en el contexto del lenguaje y la cultura.

Tal como se comentaba anteriormente, es importante aclarar que el lenguaje no se entiende


como un conjunto de signos, estructura y estilo, sino el significado lingüísticamente mediado y
contextualmente relevante que se genera interactivamente a través de las palabras y otras
acciones comunicativas.

Como ha sugerido Mair (1989), la psicología narrativa se distingue de la psicología


empírico- científica u objetivista en que la segunda huye de las consideraciones políticas e
históricas intentando imponer una historia que acabe con todas las historias, mientras que la
primera está profundamente comprometida con el contexto y la naturaleza local y política de las
narrativas del ser humano.

La concepción de la psicoterapia como un espacio protegido para la co-construcción de


significados alternativos más viables, mediante una colaboración entre el terapeuta y el
paciente, supone el desplazamiento de una concepción objetivista y racionalista de la terapia a
otra constructivista y contextualista.

Así la concepción de psicoterapia es la de la génesis intencional de significados y


narrativas que puedan transformar la construcción de la experiencia de los pacientes mediante
un diálogo colaborativo.

4.1. EL PROCESO TERAPÉUTICO

Botella y Pacheco (2001) estructuran el proceso que se lleva a cabo para conseguir estos
objetivos en siete fases:

1. Co- construcción de la alianza terapéutica.


2. Elicitación de las narrativas dominantes.
3. Deconstrucción de las narrativas dominantes.
4. Fomento de la emergencia de narrativas subdominantes.
5. Validación de las narrativas alternativas.
6. Práctica de las narrativas alternativas.
7. Fomento de reflexión.

4.2. DIAGNÓSTICO Y DEFINICIÓN DEL PROBLEMA

En la idea constructivista, el diagnóstico es reemplazado por el proceso de la definición


del problema. La definición del problema es una actividad conjunta entre el paciente y el
terapeuta. Surge de la conversación entre los participantes que están actuando dentro del
sistema. Definir un problema no es un hecho estático. No definimos el problema como una
representación o una desviación de situaciones ideales hipotéticas. Las definiciones del
problema son descripciones fenomenológicas de los seres vivientes en el mundo, las cuales se

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desarrollan en redes de significados de la comunicación.

La definición del problema tiene en cuenta dos dominios:

1. Posición del terapeuta.


2. Posición del paciente, su preocupación de percibir la experiencia, cognitiva,
comportamental, relacional, que establece la interacción entre los individuos implicados.

Empezamos el proceso terapéutico explorando la experiencia de la situación- problema


dentro del mundo lingüístico de cada uno. Más adelante, el terapeuta trata de captar el
significado de lo que se está transmitiendo. El terapeuta es un miembro del sistema que
determina el problema y como tal participa en la co- creación del dominio lingüístico donde la
terapia se está llevando a cabo. La responsabilidad del terapeuta es centrarse en la creación de
un espacio conversacional dentro del cual uno, clientes y terapeuta, puedan conversar.

Ese espacio de conversación que se crea va a ser un espacio donde se van a respetar y a
valorar los múltiples puntos de vista que comprende el sistema.

La conversación terapéutica puede tener lugar de diferentes formas y no es necesario


incluir todos los miembros de la familia todas las veces. El terapeuta no es sólo un observador
participante; es quién dirige esa conversación terapéutica, tampoco lo podemos ver como un
simple oyente. Las habilidades del terapeuta son, sobre todo, preguntar para elaborar a partir de
esos momentos nuevos significados dentro de la red comunicativa.

La realidad terapéutica así creada debe ser descrita como la búsqueda para la corrección
de todo lo que se dice y lo que se ha hecho, corrección en el sentido de que todas las visiones
son experimentadas como un movimiento de ajuste de la comunidad que va evolucionando en
relación con el problema que determina el sistema.

4.3. TERAPIA Y CAMBIO

La terapia es una actividad lingüística donde la conversación sobre un problema genera el


desarrollo de nuevos significados. A través de la participación en el dominio lingüístico creado
por el sistema terapéutico, los mecanismos que forman parte del sistema que determina el
problema son abordados, desplazados, cambiados y reexaminados dentro de la conversación
terapéutica.

La tarea terapéutica es crear un espacio conversacional de tal manera que la conversación


entre todos los miembros que lo componen sea mantenida durante todo el tiempo.

Para elaborar dicha conversación, tenemos que tener en cuenta los siguientes puntos:

1. Se debe indagar inicialmente parámetros del problema tal y como está definido por el
sistema. La exploración debe ser respetuosa con todos los puntos de vista representados. El
terapeuta debe poder brindar simultáneamente diferentes descripciones del problema, aunque
aparezcan como ideas antagonistas o descripciones causa- efecto.

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2. El terapeuta ha de elegir un lenguaje que implique cooperación.

3. El terapeuta ha de saber interpretar el lenguaje propio de cada paciente.

4. El terapeuta preguntará y, a su vez, esas respuestas requerirán otras preguntas. Debe


enfatizar una posición que se centre en la creación de una nueva experiencia lingüística.

5. El terapeuta escuchará de una manera respetuosa, no deberá saber sobre el problema


demasiado pronto ni lo entenderá demasiado rápido.

6. El diálogo interno del propio terapeuta estará abierto a nuevos significados y a la creación
de nuevas narrativas.

BIBLIOGRAFÍA

o Feixas, G. (2000) Constructivismo y Psicoterapia. Ed. Desclée Brouwer. Bilbao.


o Feixas, G. (1991) Del individuo al sistema: la perspectiva constructivista como
marco integrador. Rev. De Psicoterapia, nº (6-7), 91 -120.
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Ed. Desclée de Brouwer. Bilbao.
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American Psychologist.
o Hoffman, L. (1989) Una posición constructivista para la Terapia Familiar. Ed.
Psicoterapia y Familia. México.
o Keeney, B. (1984) Estética del cambio. Ed. Paidós.
o Mc Namee, S. y Gergen, K, comps. (1996) La terapia como construcción social.

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o Maturana, H. (1997): Sistémica. Revista de la Asociación Andaluza de Terapia
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Paul Watzlawick. Rev. Sistemas Familiares. Año 5. Nº2.
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de la terapia narrativa. Ed. Paidós. Barcelona.
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o Varela, F. (1990): Conocer. Barcelona. Gesida.
o Von Foester, H. (1991): Las semillas de la cibernética. Barcelona. Gedisa.
o Watzlawick, P. Y Krieg, P. (1991): EL ojo del observador. Barcelona. Gedisa.
o White, M. Guías para una terapia familiar sistémica. Ed. Gedisa.

Fecha: 5 de Noviembre y 19 de Noviembre de 2008


Profesora: Melba Aragón
Módulo: 2. Terapia Familiar con niños

TERAPIA FAMILIAR CON NIÑOS Y ADOLESCENTES

Extracto del Libro "Terapia Familiar".Sidney Bloch. (2002)

Todas las escuelas de terapia familiar están fundadas en conceptos teóricos que son
aplicables de manera específica al tratamiento de familias en las que hay niños y jóvenes. En las
familias “entrometidas” donde no hay diferenciación entre sus componentes una distancia y
objetividad suficiente s que permitan la diferenciación de los niños a través de los procesos de
separación e individuación. Los niños presentan importantes dificultades en sus relaciones
escolares y sociales, lo que dificulta todavía más su maduración .La implicación excesiva entre el
niño y sus padres ,los mecanismos familiares de carácter proyectivo y la triangulación (tal como la
describe Bowen) dan lugar a una indiferenciación que se transmite a través de las generaciones
sucesivas.
El concepto de “identificación proyectiva” describe la proyección en el niño de los conflictos no

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resueltos entre los padres, de manera que aquel asume una identificación fundamentada en un rol
asignado históricamente. La asunción de este rol asignado interfiere con la formación adecuada de
la identidad del niño. Los episodios traumáticos como la negligencia infantil y el abuso físico o
sexual en la historia temprana de la familia pueden dar lugar a la replicación de estas situaciones
traumáticas en las generaciones siguientes. La “paternalización” constituye otro impedimento para
el desarrollo del niño y consiste en asignar a uno de los niños un rol de padre privándole de las
experiencias apropiadas para su edad.

Aunque muchas escuelas de terapia familiar reconocen la significación del proceso de


separación-individuación en los adolescentes de la familia, sólo unas pocas de ellas describen la
intrincada trama de problemas del desarrollo existentes en la familia y en el adolescente, que
socavan el proceso de separación –individuación.

Starlin (1974) propuso que el establecimiento de vínculos, la delegación, y la expulsión son


tres mecanismos que pueden adoptar las familias con separación patológica para superar el temor
a una fusión prolongada.

En el modelo de establecimiento de vínculos, la unión excesiva de la familia al adolescente


puede hacer que éste muestre un comportamiento psicótico o suicida para liberarse de la unidad
familiar.

En el modelo intrincado de delegación, la familia permite al adolescente separarse de la


unidad familiar “sólo a la distancia que permite la correa de un perro”, de manera que éste tiene
que retomar periódicamente para compartir sus experiencias con la familia y compensar así la vida
restringida de los padres.

En el modelo de expulsión, el adolescente es expulsado de la familia de manera que quede


liberado de la unidad familiar.

Con frecuencia la terapia familiar en niños se lleva a cabo en dos fases. Durante la primera
fase, que corresponde a las aproximadamente 10-20 primeras sesiones, el objetivo del tratamiento
es la conducta sintomática del niño, que tolera la situación terapéutica sólo porque se lo proponen
los padres .La primera fase facilita una mejora del comportamiento del niño con potenciación de
su rendimiento escolar, de sus relaciones con los compañeros, de su actividad deportiva y de su
interés por los niños del mismo sexo y del sexo opuesto. Animados por los resultados es cuando
los padres aceptan la segunda parte del tratamiento y se plantean los necesarios objetivos para
potenciar su matrimonio y resolver sus problemas de disfunción conyugal o de psicopatología
paterno-filial.

En ocasiones puede ser necesaria una tercera fase de tratamiento cuando uno de los padres
decide alcanzar un objetivo terapéutico más ambicioso con un mayor grado de productividad,
madurez y creatividad.

Un problema que a veces surge y que el profesional tiene que evaluar es cuando los padres

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cambien el objetivo terapéutico centrado en el niño y lo sustituyen por un objetivo consistente en
la exploración prematura de sus propios problemas de pareja. Esta forma de “desviación” puede
representar un mecanismo de resistencia frente al a fase del tratamiento centrada en el niño y
puede dar lugar a que el tratamiento sea ineficaz tanto para el niño como para los padres.

Deberíamos reconocer estas resistencias y cesar el tratamiento hasta no resolver esas


contingencias.

Terapia Familiar y Psiquiatría Infanto-Juvenil

Las tensiones entre la psiquiatría infantil y la terapia familiar han sido resumidas en varios
artículos en los que se ha evaluado el estado de las “guerra entre ambos campos” (Malone;
MacDermott y Char).

Los psiquiatras infanto-juveniles han acusado a los terapeutas familiares de falta de consideración
de esta terapia hacia el niño como individuo, de sus características específicas del desarrollo,
aparte de no tener una visión a largo plazo del desarrollo.

Además, según los psiquiatras infantiles, los terapeutas familiares no han tenido en cuenta la
vulnerabilidad biológica y la farmacoterapia. Por su parte, los terapeutas familiares han acusado a
los psiquiatras de no tener conocimiento de las dimensiones interpersonales de la vida del niño y
de las múltiples fuentes de estrés en la vida de la familia actual.

En los años 1980 ambos campos iniciaron una aproximación. El reconocimiento cada vez mayor
de las limitaciones de la terapia de familia en el tratamiento de ciertos pacientes, como los que
presentan trastornos relacionados con sustancias (Friedman, 1990), hizo que muchos terapeutas
familiares sobrepasaran los límites de la terapia familiar y abordaran las dimensiones de grupo,
psicológicas (intrapsíquicas y cognitivas), educativas y sociales de los trastornos del
comportamiento.

Estimulantes, antidepresivos, ansiolíticos e incluso antipsicóticos son cada vez más empleados por
los psiquiatras familiares con buenos resultados.

Desde hace veinte años la terapia familiar es parte imprescindible del programa de formación de
psiquiatras infantiles y generales.

El abordaje integrado en el tratamiento de las enfermedades mentales graves ha permitido la


consolidación de un enfoque biopsicosocial real es decir, la psiquiatría familiar (Malone, 1970,
1983, Sholevar, 2003). Las terapias familiares psicodinámica y de relaciones de objeto han
demostrado las muchas ventajas que conlleva el reconocimiento de las relaciones existentes entre
los procesos interpersonales e intrapsíquicos (Lansky, 1983; Ravenscroft, 1991; Sholevar, 2003).

A la hora de una Terapia Familiar es necesario hacer algunas consideraciones

1) El ciclo de la vida de la familia

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La familia tiene un ciclo de vida típico con una serie de fases previsibles:

o Formación del matrimonio .Hablamos de cuando dos personas (hoy día la cuestión
es más amplia que desde la concepción tradicional pues hay familias donde los
progenitores son del mismo sexo) se enamoran, mantienen un periodo de noviazgo
y se casan (tampoco esto define forzosamente hoy día a la familia)
o El nacimiento del primer hijo hace que la familia consistirá en una pareja de
adultos más un bebé o niño pequeño y más tarde tal vez un segundo bebé
o El hijo mayor está entre los dos años y medio y la edad escolar y puede estar ya en
la guardería.
o El hijo mayor inicia la escuela y después la secundaria pero aún es preadolescente.
o El hijo mayor entró en la adolescencia pero aún no sale de casa sólo por las noches
o La fase entre que el hijo comienza a salir de casa y el del hijo menor
o Todos los hijos ya salen de casa y uno de los padres al menos aún trabaja
o Los padres se jubilan

Las exigencias y los desafíos son evidentemente diferentes a lo largo del tiempo en función
del ciclo que atraviese la familia. El tratamiento también abordará la familia de forma diferente.
 

2) El modelo transgeneracional de la vida familiar

Es importante estudiar el modelo de funcionamiento de los progenitores de los que ahora son
padres. Así la elección de pareja y el funcionamiento familiar puede ser un reflejo de una tentativa
por parte de uno de los cónyuges de resolver un conflicto que no fue resuelto en la familia de ese
cónyuge .Por ejemplo un padre dominador o distante o una madre superprotectora ,pueden llevar a
un “guión” especial y particular de conducta en la forma como criar a los hijos y hacer funcionar
su familia actual (Byng-Hall,1986)).Así ,padres que no fueron suficientemente protegidos en la
infancia pueden repetir este patrón de comportamiento o adoptar una postura completamente
contraria con vistas a evitar dar a sus hijos una experiencia que para ellos fue lamentable.

3) Funcionamiento de una familia: disfuncionalidad en la familia

Se trata de saber el funcionamiento normal de la familia en el “aquí y ahora”, para ir al


encuentro de las necesidades de supervivencia y de crecimiento psicológico de cada miembro (Mc
Goldrick e col, 1982).

El funcionamiento familiar (y sus problemas asociados) se puede evaluar considerando seis


apartados:

a) Comunicación e intercambio de información

La familia intercambia comunicación verbal y no verbal, siendo esta última la que a veces
tiene más impacto. La comunicación varía considerablamente en términos de si existe o no, cuál
es el grado de claridad de la comunicación, apertura y sinceridad de sus miembros, y capacidad de

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respuesta entre sus miembros. Muchas veces una incongruencia entre lo que se expresa oralmente
y lo que se dice de forma no verbal es un indicador de disfunción familiar.

b) Estado emocional

Las expresiones emocionales de los sentimientos, son una faceta importante del
funcionamiento familiar. Algunas familias son muy parcas en expresiones emocionales. Otras son
de una emoción única: la rabia e irritabilidad. En otras simplemente existe ausencia de expresión
emocional con un sentimiento flotante de muerte o de vació .Por otro lado un miembro de la
famila puede expresar emociones pero no desencadenan las respuestas apropiadas en el resto.

c) Atmósfera-climax

La expresión de emociones contribuye al clima familiar. Cada familia, tiene una atmósfera
diferente: caótica, de pánico, sobreexcitada, apática, crítica, agresiva, viva, malhumorada, alegre,
irónica, destructiva, etc. Aunque hay alternancias en el comportamiento de una familia, siempre
predomina un tipo de constelación.

d) Cohesión

Cada familia tiene su sentido de la solidaridad, de la lealtad, de la pertenencia .La cohesión


es amenazada cuando se forman alianzas que excluyen algunos miembros de la familia, cuando
surge una discordia entre dos o más miembros, cuando un hijo o adulto es visto como chivo
expiatorio de un problema que toda la familia debía haber compartido y cuando los miembros de
la familia ignoran el bienestar del grupo como valor más fundamental.

e) Límites

La familia es formada por subsistemas, divididos por “fronteras”.En una familia con un buen
funcionamiento, estas fronteras son suficientemente permeables para facilitar una comunicación
fácil entre sus subsistemas y a su vez ser suficientemente intactas para permitir la autonomía de
los mismos .La familia debe respetar las reglas que gobiernan los subsistemas. En algunas familias
las fronteras no existen y los miembros están completamente mezclados. Por ejemplo, un hijo
adolescente que tiene padres que no quieren dejar de serlo (jerga, vestimenta, diversiones,…
frecuente hoy día). El adolescente se le está privando de su territorio La familia tendrá un mal
funcionamiento. Las referencias estarán diluidas .El proceso de maduración también.

En otras familias las fronteras son muy rígidas y los miembros de la familia actúan como si
se limitaran a compartir la misma casa.

f) Operaciones Familiares

La familia opera de manera particular. La manera de resolver los conflictos en cada familia
es diferente. Una familia puede actuar inhibirse, desentenderse, acobardarse, ante determinados
problemas. La manera de lidiar la familia los conflictos las diferenciará, e incluso podrá perpetuar
un comportamiento claramente patológico.

 Indicaciones y contraindicaciones de la Terapia Familiar

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Conflictos abiertos y estresantes entre los miembros de la familia con o sin presencia de
comportamientos sintomáticos en uno o varios de los miembros de esa familia

Problemas encubiertos de la familia que pueden dar lugar a conducta disfuncional de uno
más miembros así como en situaciones en las que otros miembros de la familia apoyan y
perpetúan de manera encubierta el trastorno.

El reconocimiento de problemas familiares encubiertos en presencia de una disfunción


manifiesta en uno o varios miembros de la familia es la contribución más específica del abordaje
mediante terapia familiar.

Recientemente se han aplicado intervenciones familiares en el tratamiento de trastornos


psiquiátricos graves como la esquizofrenia, la depresión, el alcoholismo y los trastornos
somatoformos. Tienen, principalmente, un objetivo psicoeducativo y han ejercido efectos
beneficiosos en combinación con otras modalidades terapéuticas, como la farmacoterapia.

Los terapeutas eligen la terapia de familia u otras modalidades en función de la naturaleza y


la idoneidad de la comunicación, la estructura, los límites, los conflictos, los factores estresantes y
los recursos de las familias.

BIBLIOGRAFÍA TERAPIA FAMILIAR CON NIÑOS

Andolfi, M ( 1989) - Los niños y el juego en terapia familiar. Ed. Paidós

Bedard, Nicole. Como interpretar los dibujos de los niños. ed. Sirio

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Moreno JL (1991): El sistema familiar antes el nacimiento de los hijos. Ed. Borobo

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Clínicas pediátricas

Población, Pablo (1997) – Teoría y práctica del juego en terapia. Ed. Fundamentos

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Ríos, JA: Orientación y Terapia Familiar Ed. Instituto de Ciencias del Hombre

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Stern Daniel (1991- El mundo interpersonal del infante. Buenos Aires. Ed. Paidós.

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Artículos:

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de salud crónicos o graves. Rev. Bienestar y Protección Infantil. 1996

Langeseth, Trude: El teatro de títeres reflexivo. Rev. Terapia familiar y niños Marzo 1999

Perlman, CH- Family tratment with families young children. Rev. Families in society .April
1990

Tilmans E. (1980): La terapia familiar y su aproximación especifica en el caso de niños


pequeños. Lyón, 4° Jornadas de Terapia Familiar.

Fecha: 12 de Noviembre de 2008 y 13 de Noviembre de 2008


Profesora: Liliana Levi
Módulo: 3. Dramaterapia
Clase: Aplicación de la Dramaterapia en el ámbito clínico

DRAMATERAPIA
TRABAJO CON FAMILIAS

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Cuando las familias llegan a terapia ya sea referida por alguna organización o en forma
privada, han perdido la capacidad de hablar juntos, de escucharse, entenderse, de reír, de
compartir una comida, de estar en el mismo techo sin que haya gritos, agresión o indiferencia.

Han andado muchos caminos intentando diferentes alternativas, han pasado mucho tiempo
recriminándose los unos a los otros, buscando culpables, victimas y victimarios, como si
estuviesen estancados en una rotonda que da vueltas y vueltas pero que no pueden ver una salida
posible.

Es como si el lenguaje utilizado por los distintos miembros de la familia fuese diferente, si
bien son las mismas palabras, el significado, valor de las mismas es distinto. Pareciera que se ha
perdido el interés de comprender o escuchar al otro. Se ignora mutuamente el dolor, la ansiedad
que cada uno siente.

Lo que esta presente son las intensas emociones que existen como marañas selváticas,
entrelazadas y anudadas que oscurecen el camino, paralizan el movimiento, impidiendo
transitar.

Cuando la familia ha perdido su mapa que le informa como movilizarse, necesita reconstruir
o crear nuevos planos que le permitan encontrar otras rutas o formas de relacionarse

La Dramaterapia posibilita un lugar de encuentro donde la familia crea un idioma común


que les permite comunicarse, respetarse, verse y negociar. La familia necesita reencontrase con
las partes sanas del sistema que sirvieron en el pasado para superar las crisis y estimular el
desarrollo de las mismas.

La Dramaterapia es una disciplina establecida en varios países Europeos y en America.


Forma parte de las artes terapéuticas tales como la música terapia, arte terapia y danza-
movimiento terapia.

La Dramaterapia como lo define La Asociación Británica de Dramaterapeutas “el uso


intencional de los aspectos curativos del teatro como procesos terapéuticos. Es un método de
trabajo y juego que utiliza técnicas de acción para facilitar la creatividad, la imaginación, el
aprendizaje, el insight y crecimiento”. (BADth 2004:1)

Dramaterapia utiliza el juego y los medios artísticos para lograr sus objetivos. Trabaja,
como en el teatro con dos realidades. La imaginativa y la real.

Invitando una situación de juego padres y niños entran en un espacio creativo e imaginativo.
Citando a Winnicott podemos decir que la sesión de dramaterapia ofrece un “espacio
potencial” donde todo es posible. Representar escenas vividas, sonadas, temidas y experimentar
también diferentes formas de ser y estar con los otros
.

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Asimismo, trabaja con el espacio real, del “aquí y ahora”. Si bien las personas están jugando
a que son otros, tomando diferentes roles, no pierden conciencia quienes son y que están
haciendo. La sesión ofrece tiempo para reflexionar y conectar entre lo imaginativo y lo real que
es lo que esta pasando.

Los objetivos de las sesiones son:

1. Ayudar a la familia a verse a si misma, cómo se relacionan entre sí, cuál es la dinámica
creada que los ha estancado y no los deja mover. Con el uso de una escultura, un cuento o
una metáfora la familia toma distancia de sí misma y comienza a observarse cómo funciona
como sistema.

2. Reflexionar sobre qué ve cada uno en el otro, qué impacto tiene la comunicación verbal y
no verbal.

3. Intentar encontrar formas diferentes, funcionales de relacionarse y comunicarse.

La Dramaterapia utiliza técnicas dramáticas, juegos, role play, improvisación, esculturas


corporales e incorpora también otros medios artísticos tales como la música, el dibujo, la
escritura libre, la poesía y el cuento.

La familia puede relajarse y distanciarse del problema estresante que esta viviendo. El poder
jugar les da permiso a expresarse libremente, los ayuda a conectarse y estimula una forma
diferente de relacionarse.

El juego estimula la imaginación, la espontaneidad y abre la posibilidad de resolver


problemas o buscar diferentes alternativas.

En el juego dramático el terapeuta actúa como testigo activo, en cuanto hace observaciones,
pausas, da estructuras y comenta pero no impone. Es importante que la familia realice su propio
trabajo personal.

Los métodos creativos dan la posibilidad desenmarañar y cambiar aquellos modelos de


relación que paralizan las relaciones maritales y familiares. La terapia se focaliza en el proceso
creativo y no en el producto. Es importante comentarle a la familia que no es una clase de arte o
drama sino una forma de expresión.

Se pueden emplear diversos instrumentos:

1. Uso de materiales de arte: cartones, tijeras, colores, hilos, plastilina, recortes de revistas
etc.
a. La familia se representa a si misma en el pasado, presente y en futuro deseado.
b. Cada miembro representa sus emociones en el mismo papel.
c. Representación de la familia como un cuerpo humano.
d. Representación de tres momentos: conflicto, transición y resolución.
e. Mapa de la familia.
i. Representación de la historia familiar dibujando un mapa (líneas, curvas,
caminos, precipicios, etc.)

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ii. Marcar 7 momentos importantes en la vida familiar (tales como
nacimientos, pérdidas, enfermedades, cambios de casa, etc.)
iii. Utilizar lápices de colores simbolizando dichos momentos. Seguidamente
explorar cuales fueron las dificultades y que los ayudo a superar esas
situaciones críticas. Explorar cuales son los recursos familiares y que
aprendieron de esos momentos.

2. Esculturas corporales. En las esculturas corporales la familia muestra el conflicto


presente. En primera instancia cada miembro observa y comenta que piensa y siente. Y a
continuación se les preguntan como quisieran resolver la problemática presentada.
Cuales son los pequeños cambios cada uno tiene que hacer para poder llegar al futuro
deseado.

3. Escena familiar. Las mismas muestran la dinámica familiar, como se relacionan entre
ellos y a si mismo como cada uno de sus miembros percibe la familia. La familia decide
en una escena real como: el cumpleaños de la abuela, la hora de la cena o imaginaria
planear un viaje, tomar una decisión, estar perdidos en la selva. Dicha escena puede ser
representada como una escultura estática o con movimiento en donde los participantes
hablan o usan sonidos. Un miembro representa la escena elegida colocando a cada uno
de ellos, en una posición en un determinado espacio. Cada miembro se guarda el
derecho de negarse a cambiar la posición que lo han colocado, pero necesita proponer
que estaría dispuesto hacer. Es importante observar la distancia y la posición que han
sido puestos. Ej. Quien esta cerca de quien, quien mira a quien, quien es puesto en un
rincón, quien tiene resistencias, etc. Se explora como cada miembro se siente o piensa
en la posición que ha sido colocado. Se le ofrece a la familia explorar físicamente un
pequeño cambio. Tal como girar la cabeza, tocarse, mirar a los otros, relajarse, acercarse
o alejarse del otro etc. Este paso se repetirá varias veces hasta que la familia pueda
reencontrar su equilibrio, permitiendo estar juntos en forma más armoniosa y balanceada
que la situación presente. Este trabajo es como un ensayo a la realidad, que implica
muchas negociaciones entre sus miembros. La función del terapeuta es de facilitador, sin
interferir o imponer, sus soluciones.

4. Representación de las emociones que el grupo familiar esta sintiendo en el aquí y ahora.
Focalizarse en las diferentes relaciones. Padres, relación de la pareja, relación con los
hijos, relación con los abuelos, etc.

5. Foto familiar. Presente pasado futuro, buscar una situación familiar. Imaginar que se
puede rebobinar y también usar el “fast forward” de la escena. Explorar que
posibilidades de cambio, que es lo que cada miembro esta dispuesto hacer para lograr un
cambio en el sistema.

6. Pequeño teatro. Creación de una escultura familiar utilizando objetos simbólicos: llaves,
muñecos, hilos, botones, caracoles, piedras, etc.

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7. Metáfora familiar. Representar la metáfora familiar. En el presente el pasado y el futuro
deseado. El siguiente es un ejemplo de una familia biparental con dos hijos adultos
jóvenes, Juan es hijo mayor y vive con sus padres. Sufre de esquizofrenia Sergio el hijo
menor, es abogado. Visita a su familia semanalmente. En los últimos meses ha
comenzado con síntomas de Fatiga crónica. Siempre ha intentado satisfacer las
expectativas de sus padres, pero siente que nada de lo que hace es suficiente para lograr
el reconocimiento de sus padres. Se siente excluido de su grupo familiar, ya que toda la
atención esta sobre el “enfermo” y siente resentimiento contra su hermano.

La madre sobreprotege a Juan por temor a que tenga otro brote psicótico no dejándolo
crecer, el padre se siente excluido de esa díada, trabaja y viaja mucho reforzando la
distancia que existe en la pareja.

La familia se representa a si misma como “un tea party” inglés donde todos están
sentados alrededor de una mesa, muy tensos, muestran una sonrisa estereotipada, hablan
de cosas muy superficiales y son muy gentiles intentando complacerse los unos con los
otros. No expresan lo que sienten.

El terapeuta le pide a la familia congelar la escena. Le toca la espalda a cada uno de “los
personajes” y le pide a cada uno que diga que es lo que realmente siente. Los siguientes
son algunas de las palabras expresadas por los invitados de la tea party.: desconectado,
hastiado, quiero correr, me siento perdido, me siento sola, no hay nada para comer.

En la metáfora del “tea party” los distintos miembros expresan como se sienten,
emocionalmente desconectados y distantes. Al mismo tiempo hay mucha tensión y rabia
contenida. Cada miembro se siente excluido y al mismo tiempo incapacitado de salir del
grupo familiar que lo ahoga.

Se le propone a la familia realizar pequeños cambios en la escena en los cuales puedan


sentirse mejor. Juan propone cambiar la metáfora y representar un picnic, algo al aire
libre donde haya posibilidades de moverse. Esta sugerencia trae oposición del padre que
quiere seguir la instrucción del terapeuta: pequeños cambios. Después de muchas
discusiones acuerdan representar un “tea party” en un jardín donde los invitados se
mueven y donde existe diferentes interacciones entre los invitados. Cada miembro tiene
la posibilidad de explorar pequeños cambios en la escena (tales como la distancia que se
sientan o se paran uno de los otros) y ver como los mismos afectan a los demás.

El terapeuta congela la escena y le pide a cada invitado decir que siente: “conectado,
“puedo moverme si quiero”, “quisiera comer algo distinto”, por lo menos hay aire”

Es importante que cuando se esta representando el grupo se quede en la metáfora y siga


jugando su rol en el mundo de la imaginación. El proceso dramático de creación es
terapéutico en si mismo. El grupo tiene una tarea, donde necesitan hablar, escucharse,
tolerar, respetar las diferencias, darse tiempos y negociar

A través de la improvisación la familia puede observase a si mismo Su objetivo esta


focalizado en pasar de un “sistema patológico o uno de interacción y dialogo”

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La familia comparte y reflexiona como fue el proceso de jugar y representar algo junto. La
familia se sorprende del material que se ha explorado “solo jugando” Se les propone hacen
conexiones entre la metáfora y la vida familiar real. Que paralelos existen entre estas dos
realidades”, la metafórica, creada por la familia (tea party y picnic) y la real. Haciendo un
cambio en la “realidad metafórica, dramática, la familia comienza a plantearse la
posibilidad de transferir el cambio a la vida real. Darse espacios, la posibilidad de respirar,
moverse, expresar lo que sienten.

El proceso de crear juntos ya sea una metáfora, un cuento, una representación dramática, le
permite al grupo familiar distanciarse momentáneamente del motivo de consulta y
concentrarse en un proyecto diferente. Paradójicamente este proceso de distanciamiento los
acerca mas ya que tienen que trabajar, crear juntos, negociar, darse mutuos espacios y
ensayar diferentes maneras de relacionarse.

Una vez finalizado el trabajo creativo la familia se sienta a reflexionar haciendo conexiones
entre el trabajo realizado (esculturas, dibujos, rol play) y la vida real, explorando que alternativas la
familia se atreve a probar.

BIBLIOGRAFIA

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Fecha: 26 de Noviembre de 2008 y 3 de Diciembre de 2008


Profesor: Carlos Alvarado
Módulo: 4. Terapia Familiar con adolescentes

TERAPIA FAMILIAR CON ADOLESCENTES

El Modelo Cuatridimensional de Charles Fishman

Se trata de un enfoque evaluativo del sistema familiar desde diversas perspectivas. El modelo
es cuatridimensional en varios sentidos. Hay cuatro aspectos a considerar: las presiones evolutivas
contemporáneas sobre la familia, la historia, la estructura y el proceso. Este último, es una
dimensión extra que incluye la dimensión subjetiva del terapeuta, similar a la inclusión de una
perspectiva espaciotemporal en la física, por ejemplo.

En este modelo, la dimensión transformadora es el propio terapeuta. Mientras otros


modelos son lineales y objetivos, la cuarta dimensión es subjetiva y está determinada por los
sentimientos del terapeuta cuando trabaja con las familias y por su participación activa en el
mismo tratamiento, a veces como observador neutral y a veces como protagonista comprometido
que respalda a un miembro o que de improviso adquiere conciencia del control familiar. Se trata
entonces de una terapia experiencial que enfoca la representación de los patrones disfuncionales y
luego otros modos correctivos y más funcionales.

Las principales dimensiones de este modelo son:

EVOLUCIÓN

Las presiones evolutivas de la familia son el eje de esta dimensión, en la cual se reflejan las
situaciones contemporáneas que desestabilizan y que incitan a la familia a evolucionar. Estas
fluctuaciones creadas pueden dar lugar a un estado disipante que es formado y mantenido por
condiciones de falta de equilibrio que conducen a una nueva estructura.

Algunos sistemas transforman las reglas que les rigen y otros generan la aparición de
síntomas.

Los factores que inciden en esta dinámica pueden ser: situación socioeconómica, variables
externas de la paternidad, edad, relaciones con las familias de origen, emancipación de los hijos,
nacimientos, muertes.

Cualquiera que sea la índole, una vez aparece el síntoma se produce un atascamiento y una
organización en torno al síntoma, y de esta manera los miembros de la familia no pueden atender a
su propio desarrollo.

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HISTORIA

En este caso se incluye la historia del sistema, es decir los antecedentes individuales y
familiares que aporten información relevante para la terapia. Por ejemplo:
1. Muertes, divorcios, enfermedades, crisis económica, etc.
2. Situación socioeconómica
3. Presencia de procesos biológicos: síndrome cerebral orgánico o cualquier otra condición
clínica.

Asimismo, también se han de valorar las medidas que ha adoptado la familia para afrontar
estas circunstancias incluyendo la presencia o no de otros profesionales que incidieron en el intento
de resolución de las mismas.

La historia suministra información sobre la influencia en la cronicidad y la gravedad de la


disfunción familiar.

Asimismo ayuda a recolectar información sobre los problemas actuales de la familia. De la


cantidad y calidad de información recolectada y de su influencia en el problema, dependerá el plan
terapéutico a implementar.

ESTRUCTURA

Esta dimensión implica la organización y demarcación del sistema terapéutico, incluyendo


las personas y las relaciones importantes internas y externas al sistema familiar.

Será necesario delimitar qué constituye la familia y qué no lo constituye. Por lo que no sólo
se incluirá la familia extensa sino a los sistemas externos como el colegio, organismos sociales,
amigos y otros terapeutas.

Otra consideración importante concierne a la proximidad y la distancia entre las figuras


importantes del sistema. Se evalúa el sistema según la corrección de la proximidad y la distancia
entre los miembros del sistema según el ciclo vital y los cambios resultantes en la estructura
familiar.

Los cambios en el ciclo vital tienden a seguir patrones regulares. Estos cambios resultan del
desarrollo simultáneo de niños y adultos dentro del sistema familiar. Es importante pues, tener en
cuenta las crisis de desarrollo adulto dentro de los ciclos vitales: el desprendimiento de los padres,
las crisis de los cuarenta, la madurez y la jubilación. Estas crisis se dan con la misma regularidad
que la de los niños. Con lo cual se superponen dos crisis de desarrollo a las que habría que aportar
las de la familia como unidad. Una estructura cambiante en la que se deben distinguir los grados
de proximidad y distancia correctos.

La estructura evidencia la unidad terapéutica operante y la interacción dentro de la unidad de


acuerdo con las etapas del desarrollo dentro del ciclo vital.

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PROCESO

El terapeuta familiar no guarda una distancia fija con la familia al momento de describirla. A
veces podemos ser parte del sistema a través de técnicas como el desequilibramiento, en el que el
terapeuta actúa como protagonista del drama familiar. Es necesario ser capaz de distanciarse de
los acontecimientos y describir la experiencia subjetiva del sistema.

El proceso consiste en buscar los patrones de interacción internos de la familia:

1. Los patrones que el terapeuta ve operar dentro del sistema, como pueden ser la
intrincación y la dispersión del conflicto. Ambos casos se observan a medida que ocurren en
sesión.

2. Los patrones de respuesta del terapeuta, que incluyen el ámbito más complejo de las
respuestas subjetivas del propio terapeuta tanto en la intervención como en el
distanciamiento

En el proceso de interactuar con la familia y desligarse de ella, el terapeuta a la vez influye y


es influido. Debe tener conciencia de los patrones de interacción de los que pasa a formar parte y
reconocer que sus reacciones se verán afectadas por su propio contexto profesional (supervisores y
colegas) y personal (familia de origen, familia actual)

Si reconocen y combaten estas presiones podrán comprender mejor el sistema y evaluar la


información que reciben por parte y acerca de las familias.

Otros aspectos importantes a considerar serían:

1. La identificación del mantenedor homeostático

Es decir, los individuos o fuerzas sociales que están manteniendo un problema dado y que,
por lo tanto, deben ser incluidos en el tratamiento.

La homeostasis significa el “mismo estado”, es decir, mantener la igualdad por la vía de


restituir un sistema a un estado del que periódicamente se aparta. Por ejemplo, el sistema
termotáctico corporal. El sistema homeostático puede resultar una fuerza tanto positiva como
negativa.

En el caso de una familia, puede operar fuerzas que mantienen el statu quo de un modo
perjudicial para el sistema, impidiéndole cambiar ante la aparición de presiones del desarrollo.
Por ejemplo, en el caso de padres sobreprotectores con hijos transgresores, se da la circunstancia
de que se establece una homeostasis negativa que no permite ningún cambio productivo y una
tremenda disfunción es aceptada como una norma.

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El terapeuta familiar utiliza el concepto de mantenedor homeostático procurando volver
ineficaces los modos estereotipados y estables de responder de las familias.

El primer paso es descubrir el mecanismo mantenedor del problema [el(los) individuo(s)] y


luego la unidad terapéutica que lo contiene. Por unidad terapéutica podemos entender sistemas y
subsistemas familiares.

El segundo paso es romper el sistema y observar quien intenta mantener el statu quo: esa
persona o fuerza social es el mantenedor.

2. La identificación de los patrones de transacción claves

Una vez identificado el mantenedor homeostático lo siguiente es identificar los patrones que
contribuyen a la disfunción en el sistema. El objetivo es utilizar esos patrones para delinear una
estrategia de terapia breve: un tratamiento que produzca el cambio más rápido posible. Lo
importante es cambiar sistemas mas que describirlos. Para hacer esto de forma eficiente debemos
describir escuetamente, identificar los patrones que posibiliten un cambio más rápido.

3. La evitación del conflicto

Las familias disfuncionales suelen tomar precauciones para esquivar la confrontación y


evitar reconocer el conflicto. El terapeuta puede introducir temas delicados y observar los
movimientos para eludir y desviar la atención sobre otros temas tal vez irrelevantes para ellos.

4. La cismogénesis complementaria o simétrica

La cismogénesis son secuencias de interacciones en escalada que conducen a un cisma. En


su forma complementaria, este patrón puede aparecer como una serie de conductas recíprocamente
ajustadas (síntomas alternos en escalada). En su forma simétrica, los individuos actúan de forma
concertada (discusión que desemboca en espiral de violencia)

5. La intrincación

Es una forma extrema de proximidad e intensidad en las interacciones familiares, que da


lugar a una diferenciación insuficiente de las fronteras entre los miembros de la familia y a una
falta de distinciones apropiadas en las percepciones que tienen esos miembros uno de otro y de sí
mismos. Por ejemplo, las familias psicosomáticas.

6. La rigidez
Se refiere a la incapacidad de las familias para abandonar el statu quo cuando las
circunstancias parecen indicar la necesidad de un cambio. Este tipo de familia se mantiene

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comprometida con los patrones habituales de interacción y se resiste a cambiar. La situación es
particularmente problemática en el caso de familias con adolescentes, en las cuales ciertos
aspectos relativos a la autonomía del adolescente tienden a forzar las reglas usuales de la
interacción familiar. Por ejemplo, las exigencias permanentes.

7. La sobreprotección

Los miembros de la familia se preocupan exageradamente uno por el otro, y esto suele
impedirle al adolescente desarrollar su propia competencia y su autonomía.
Por ejemplo, los adolescentes con discapacidades o enfermedades.

8. La dispersión del conflicto

El conflicto se dispersa a través de la activación y la concentración complementaria de un


miembro de la familia, a menudo el adolescente sintomático. El resultado es una incapacidad para
confrontar diferencias y negociar soluciones satisfactorias. Se diferencia de la evitación del
conflicto porque la dispersión puede describir lo que realmente puede suceder en una sesión de
terapia familiar. En la descripción del conflicto algún miembro intercede y el conflicto se olvida.

En definitiva, si la terapia se dirige a estos patrones el tratamiento podrá avanzar más


rápidamente. De lo contrario, si los patrones no se modifican en terapia, es momento de cambiar
de estrategia.

Técnicas esenciales del tratamiento

1. Establecimiento de límites. La cuestión fundamental de desarrollar una identidad


independiente depende del grado de corrección con que la familia haya establecido los
límites necesarios. Cuando se aborda este aspecto para atenuar y/o reforzar los límites
entre subsistemas, se trabaja en el proceso interactivo fundamental. Establecer límites
implica controlar la inclusión de miembros de la familia en los subsistemas. Se puede
favorecer relaciones con miembros de otros subsistemas o bien excluir a algunos
miembros, a través de la proximidad y la experimentación. Los límites no son visibles,
son una construcción sobre las transacciones y exclusiones. Definen a los miembros a
partir de la inclusión y la exclusión o mejor dicho de la intrincación y la desvinculación.
El grado de funcionalidad de un límite depende de la etapa del desarrollo del individuo.

2. La representación. Se crearán libretos sobre las transacciones disfuncionales y se inicia


una secuencia que incluye los siguientes pasos:

Paso 1: Escenificación espontánea e identificación de transacciones disfuncionales.


Paso 2: Intensificación de las transacciones disfuncionales.

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Paso 3: Cuestionamiento, autocorrección y emergencia de transacciones más
funcionales.

Será necesaria la descentralización de la posición terapeuta. Se centra en la


provocación, la evaluación y la mejoría de los patrones interaccionales. Permite observar
el problema en plena operación, así como presenciar el cambio. Si se sigue la progresión
de los nuevos patrones familiares y se ven transacciones nuevas y más funcionales,
existe una certeza de que los patrones anteriores no reaparecerán. Si no se ven los
cambios, no hay modo de garantizar que aparezcan. El “sentirse mejor” no es suficiente.

3. El desequilibramiento. Es una técnica basada en el cuestionamiento y el cambio de la


organización familiar. El terapeuta en lugar de presentar un punto de vista equilibrado
produce alianzas y coaliciones cambiantes. El objetivo es cambiar las señales habituales
que dirigen la conducta interpersonal dentro de la familia. Las nuevas señales pueden
favorecer actuaciones inéditas y libertad para explorar nuevos funcionamientos
personales e interpersonales. Es de mucha utilidad en la alteración de alianzas de poder
dentro de un sistema. No obstante produce muchas tensiones en la familia y en el
terapeuta por la exigencia que supone. Se hace necesario el cuidado del cambio que se
pretende suministrar dada la proximidad del mantenimiento del sistema, en el caso de
que se incurra en el patrón disfuncional de la familia y se convierta en cómplice del
reforzamiento y no del trastocamiento.

4. El reencuadre. Implica la introducción terapéutica de otras realidades posibles que


brinden un marco distinto, por tanto la terapia evoluciona a partir del choque entre
realidades antiguas y nuevas. El encuadre familiar favorece el mantenimiento y la
continuidad del sistema. El encuadre terapéutico conlleva una reformulación de la
realidad disfuncional a fin de favorecer el cambio cognitivo, nuevas autopercepciones y
la aparición de patrones interaccionales diferentes tanto en la sala de consulta como en el
hogar.

5. La búsqueda de la competencia. Introducida con el objetivo de ampliar alternativas y a


descubrir identidades nuevas y más positivas
La terapia familiar insiste en el sí-mismo multifacético individual y familiar.
La finalidad es la confirmación del individuo y el cuestionamiento del sistema que
impide el surgimiento de una conducta más positiva y funcional

6. La intensidad. Para producir un cambio en el sistema familiar es necesaria la


transmisión efectiva del mensaje terapéutico, para que sea comprendido. Para superar “la
sordera” y que la familia “oiga” nos podemos valer de comunicaciones simples y de bajo
tono pero también de crisis intensas. Todo dependerá del nivel homeostático familiar y
de su predisposición a responder. Un bajo nivel puede entrañar una no alusión y una no
captación del mensaje. Una señal inequívoca de que el mensaje fue recibido es la
traducción en el cambio de patrones. El control de la intensidad y el aumento de su nivel
han de ser constantes

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BIBLIOGRAFÍA

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Journal of Consulting and Clinical Psychology, 70, 21-43.

Fecha: 10 de Diciembre de 2008


Profesora: Maribel Moreno
Módulo: 5. Terapia Sistémica con parejas
Clase: Las parejas funcionales hoy. Amor, enamoramiento, construcción de la vida de pareja.
Identidad y pareja. El amor líquido.

EL MATERIAL CORRESPONDIENTE A ESTA CLASE SE ENVIARÁ


CON SUFICIENTE ANTELACIÓN

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Fecha: 17 de Diciembre de 2008


Profesora: Carmen Bermúdez
Módulo: 5. Terapia Sistémica con parejas
Clase: Primera entrevista con parejas. Evaluación y exploración de áreas de conflicto

EL MATERIAL DE ESTA CLASE SE ENVIARÁ EN FORMATO


ACROBAT PARA NO PERDER LA ESTRUCTURA

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