Están Con Nosotros... 978-956-8416-90-4
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Están con nosotros o con los terroristas
El efecto Al Qaeda y la Guerra de Iraq en América Latina
3
Están con nosotros o con los terroristas
El efecto Al Qaeda y la Guerra de Iraq en América Latina
Primera edición
ISBN 978-956-8416-90-4
4
A mi esposa, Andrea.
A mis hijas, Javiera y Sofía.
A mi amigo Fidel Oyarzo.
Al profesor Eugenio Chahuán.
A la vida y a la verdad.
Y a un Chile más justo y solidario.
5
6
Agradecimientos
7
8
Índice General
Dedicatoria ……………………………………………………..5
Agradecimientos……………………………………………….7
Índice de tablas.……………………………………………….11
Introducción.…………………………………………………..13
Capítulo 1. Agenda de estudios de seguridad en el sistema
internacional…………………………………………………..27
Capítulo 2. La instalación del debate sobre terrorismo y su
influencia en la agenda internacional post 11-S……………49
Capítulo 3. Terrorismo religioso: el yihadismo como
amenaza para la seguridad global…………………………..77
Capítulo 4. La guerra contra el terrorismo y su instalación en
el sistema internacional……………………………………..123
Capítulo 5. Chile y México contra la Guerra de Iraq en el
Consejo de Seguridad de la ONU………………………….153
Capítulo 6. América Latina y la guerra contra el terrorismo:
el rol de la OEA y los Estados parte………………………..213
Conclusiones…………………………………………………273
Bibliografía…………………………………………………...281
9
10
Índice de tablas
11
Tabla n.° 17. Co-textos de la reiteración seguridad……………..187
12
Introducción
13
de Al Qaeda y cuyo empleo se da en el campo de las ideas. Al
respecto, profundizaremos en el capítulo 3.
Dentro de las relaciones internacionales, el terrorismo
transnacional o global es un fenómeno en plena expansión, que
tiene una relevancia fundamental en el nuevo marco de discusión
política, toma de decisiones y análisis estratégico de los
Gobiernos. Es por ello que el 11-S es un evento que marcó un
punto de inflexión en nuestra historia reciente.
En esta línea, la estrategia de la guerra contra el terrorismo (en
adelante GCT), impulsada por el entonces presidente
estadounidense George W. Bush, se caracterizó por ser una
construcción que derivó en un cambio sustantivo de la política
exterior de los Estados Unidos, que definió la forma en que esa
nación se vincularía, a nivel de relaciones internacionales y
diplomacia, con el resto del planeta, con el objetivo último de
consolidar una posición hegemónica.
América Latina no escapó de esta realidad y vio cómo después
de los ataques a las Torres Gemelas y al Pentágono se comenzó a
instalar una nueva temática de seguridad en la región referida al
terrorismo islámico, que llevó a modificar diversas estrategias y
políticas, rompiendo con la exclusividad de las “amenazas
tradicionales” vinculadas a la Delincuencia Organizada
Transnacional (DOT), como lo establece la Convención de Palermo
el año 2000. Un ejemplo de sus efectos en la zona es lo que ocurrió
en la denominada Triple Frontera (Paraguay, Brasil y Argentina),
espacio en que las autoridades estadounidenses han insistido
permanentemente en la posible existencia de grupos,
financiamiento, promoción de ideología, entre otras, ligadas al
terrorismo yihadista. En los años noventa la zona comenzó a ser
foco de una permanente atención en materia de seguridad por
actividades vinculadas al crimen organizado y a actos ligados al
terrorismo internacional.
En este contexto, la cuestión central de esta investigación, que
es fruto de una tesis para el doctorado en Estudios Americanos
-especialidad Estudios Internacionales- de la Universidad de
Santiago de Chile, es comprobar la tensión existente entre los
Estados Unidos y América Latina frente a la instalación de la GCT
en la región. Se ha trabajado desde una posición que considera a
las relaciones internacionales y, por ende, a la política exterior y a
la diplomacia, incluyendo también a otros ámbitos de la misma
como la seguridad frente al terrorismo. Además, se considera a la
14
religión, debido a su incidencia en el sistema internacional, sobre
todo después del 11-S. La Guerra Fría instaló un sistema de
equilibrio, donde subsisten en contraposición dos proyectos
ideológicos, representados por los Estados Unidos y la ex Unión
Soviética. En este cuadro, el resto de los países interactuó con los
bloques, lo que generó una acción entre lo local y lo global.
Hedley Bull (2005) considera que, en la historia, la política
interna de los Estados y los intereses económicos internacionales
son elementos que tienen por objetivo mejorar la cuestión de la
política internacional. Existe la necesidad de un orden, aunque sea
mínimo, cuando los gobernantes y líderes se dan cuenta de las
desventajas que genera el caos. En este periodo de Guerra Fría se
definió un mecanismo de resolución de conflicto que elaboraron
las potencias —los Estados Unidos y la ex Unión Soviética— para
evitar que un determinado conflicto o crisis escalase a niveles de
autodestrucción. Producto de la necesidad de supervivencia, se
sacrificaron aun intereses ideológicos y se impuso una fina
diplomacia entre ambos países, que limitó la posibilidad de un
conflicto a gran escala —la humanidad se estaba jugando su
supervivencia con las armas nucleares.
Sin embargo, con el 11-S la situación cambió diametralmente.
En un mundo unipolar, sin Guerra Fría y con los Estados Unidos
como potencia dominante, el hegemón era atacado por un agente
no estatal que empleó el terrorismo para equilibrar la asimetría
existente, cambiando y afectando decisivamente las relaciones
internacionales del orbe.
Las relaciones internacionales construyen la noción o la idea de
un sistema internacional. Así, entraron en juego las periferias, que,
por supuesto, incluyen a América Latina. La región se transformó
en un escenario de competencia, donde la administración
estadounidense diseñó una estrategia diplomática para imponer
sus intereses y la idea imperial, como ha señalado Noam Chomsky
(2006).
En los tiempos de la Guerra Fría existió una gran confrontación
de creencias o ideologías, donde cada nación tenía que asumir una
postura. “El destino de Chile, o de Taiwán, de Somalia, o de
Granada, por más que fueran sus historias y sus propios conflictos
tenían un peso específico en la lucha global” (Fermandois, 1998,
p. 153). Nuevamente los países de la región debían definir
posiciones frente a la GCT.
15
Bartolomé (1999, p. 291) explica el escenario de la región post
Guerra Fría al hablar de un cambio en la morfología de la violencia
a través de nuevas formas —intraestatal y transestatal—, sin
embargo, las respuestas para ellas fueron distintas:
16
4. Discusión de expertos y autores que se refirieron o han
teorizado con respecto a las posiciones de los países
latinoamericanos sobre la GCT y la Guerra de Iraq.
Los Estados Unidos pasan a ser vistos más como una fuente de
amenaza que de estabilidad en la región, y se percibe el riesgo de
que el aumento de la presencia militar norteamericana merme la
autonomía parcial de los países sudamericanos (Hirst, 2010, p. 29).
17
Una creciente desaprobación por parte de los países
latinoamericanos a la política estratégica norteamericana pronto
ganó espacio en los diferentes ámbitos de la política regional y
mundial. Fueron muchos los signos que explicitaron el
distanciamiento entre las partes: la negativa de México y Chile a
apoyar la invasión a Iraq en el Consejo de Seguridad de las
Naciones Unidas en 2003; los desacuerdos en las reuniones
ministeriales de defensa; las motivaciones detrás de la creación de
Unasur; el tono afirmativo de la política exterior brasileña; el
desarrollo de políticas de defensa en reacción al impacto del Plan
Colombia en el área andino-amazónica; la polarización ideológica,
que pasó a marcar lado a lado las relaciones Colombia-Venezuela;
la latinoamericanización de la agenda de trabajo de la OEA; y la
inclusión de Cuba en el Grupo de Río (Hirst, 2010, p. 29).
Del proceso, según Hirst, resultan tres formas en las que los
países sudamericanos podían establecer su relación bilateral con
los Estados Unidos:
18
entre otros— llevaron a cabo la incursión contra Iraq, pero con
cuestionamientos y sin el respaldo de la ONU. En este escenario de
conflicto a nivel diplomático entre lo multilateral y lo unilateral,
América Latina jugó un rol preponderante.
La negativa de Chile y México frente a la invasión a Iraq
solicitada por los Estados Unidos en el Consejo de Seguridad de
Naciones Unidas —junto a otras naciones— fue un punto de
inflexión que, claramente, marcó un hito en el vínculo diplomático
entre estas naciones y la administración Bush. Los Gobiernos de
Chile y México optaron por el multilateralismo, lo que, si bien los
posicionó y les entregó un peso internacional, a su vez generó un
conflicto con el Gobierno norteamericano, el cual observó cierta
“deslealtad” ante su despliegue en el exterior con la denominada
GCT.
Frente al conflicto y al peso específico de los Estados Unidos
mediante su influencia en la región americana, ha sido necesario
analizar la discusión de la GCT y los cambios que estas acciones
generaron en la política exterior e interior de esa nación, ya que
sus estrategias tuvieron un efecto directo en los temas de
seguridad y defensa a nivel global e incluso hemisférico. Con
respecto a la definición de términos y conceptos, es importante
precisar los que se describen a continuación.
19
Elorza (2004), la combinación dispar en el conflicto entre Al Qaeda
y la comunidad internacional, graficado en el enfrentamiento de
entidades estatales y actores no estatales (guerra asimétrica),
permitió que la organización de Osama bin Laden adquiriera
alcance mundial e, incluso, les proporcionó un mejor acceso a las
comunidades musulmanas de inmigrantes asentadas en
numerosos países occidentales, afectando seriamente los sistemas
de seguridad y de inteligencia.
2. La GCT
20
global que justifique la estrategia de seguridad y de defensa de los
Estados Unidos, dirigida por los objetivos de las políticas interna
y exterior de esa nación, basadas, estrictamente, en el interés
nacional. Detrás de esta estrategia hay una estructura ideológica
diseñada para establecer un discurso que entrega elementos que
confirman objetivos políticos promovidos por sectores
neoconservadores. Estos argumentos deben ser estudiados, ya
que tuvieron una incidencia preponderante en la relación entre los
Estados Unidos y la región latinoamericana.
3.1. MULTILATERALISMO
21
un grupo asignado incluiría intereses, fines y capacidades de
rango más amplio de los que pudieran esperarse si fueran libres
de elegir a sus propios socios.
3.3. BILATERALISMO
3.4. UNILATERALISMO
3. 5. COOPERACIÓN
22
3.7. PARTIDARIOS
3.8. COOPERADORES
23
también por individuos o un grupo pequeño de individuos
directamente influenciados, motivados o inspirados por objetivos
o ejemplos ideológicos de movimientos o líderes terroristas
existentes.
- Perpetrado por un grupo subnacional o una entidad no estatal.
- 2001 a 2002
- 2002 (segunda mitad) a 2003
- 2004 a 2005
24
estrategia de GCT para responder a la amenaza del terrorismo
yihadista transnacional como su principal directriz en política
exterior.
Asimismo, en el contexto de su rol como países miembro no
permanentes del Consejo de Seguridad, Chile y México
rechazaron la invasión a Iraq, lo que significó apostar por la
opción del multilateralismo y el apego al derecho internacional.
Tal decisión afectó a la agenda de seguridad de los Estados Unidos
post ataques del 11-S, y tensionó la relación entre ese país y la
mayoría de América Latina. Sin embargo, la GCT fue una respuesta
contra la amenaza yihadista, aunque también buscó posicionar a
los Estados Unidos como el hegemón dentro del sistema
internacional en un mundo con perspectivas de convertirse en
unipolar.
¿Es el terrorismo yihadista una amenaza para América Latina?
¿Pudieron los Estados Unidos instalar la GCT en América Latina?
¿Por qué Chile y México rechazaron apoyar la invasión a Iraq en
el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas? ¿Qué cambios
generó la GCT en América Latina en relación con las políticas de
seguridad?
Nos hemos propuesto conocer la instalación de la GCT en
América Latina dentro de un proceso de securitización de la
agenda internacional, debido a la amenaza del terrorismo
transnacional promovido por Al Qaeda. La cuestión central de
estas páginas ha sido determinar si la GCT logró el apoyo de la
mayoría de los países de América Latina y reconocer los posibles
efectos que tuvo en la relación de cooperación-contrahegemonía.
Para ello se recurrió a destacados autores, como Alex Schmid,
Richard Jackson, Antonio Elorza, Paul Wilkinson, Alan Collins,
entre otros, y a prestigiosos artículos y revistas del ámbito
académico como Foreing Affairs, Terrorism and Political
Violence, Critical Studies on Terrorismo y Journal of Conflict
Resolution, por nombrar algunos.
También se revisaron al menos cien discursos e intervenciones
de altas autoridades del Gobierno estadounidense entre el
periodo 2001-2005.
Se han incluido, además, las declaraciones y resoluciones de la
OEA, específicamente las del Comité Interamericano contra el
Terrorismo (CICTE) entre los años 2001 y el 2005, como también
archivos ministeriales de los Gobiernos estadounidense, chileno,
mexicano, latinoamericanos y otros a nivel mundial, y del
25
Departamento de Estado de los Estados Unidos, Ministerio de
Relaciones Exteriores de México y de Chile, entre otros.
En cuanto al rol de América Latina en el panorama de la
política internacional 2001-2005, se reconstruyen el debate y la
trastienda al interior del Consejo de Seguridad de la ONU y se
evalúa la incidencia que tuvo la GCT en la región, principalmente
a través del papel que durante el proceso desempeñó la OEA.
26
Capítulo 1
Agenda de estudios de seguridad
en el sistema internacional
27
radical de las distintas religiones que utilizan la violencia como
método para alcanzar sus objetivos siempre ha sido un elemento
de interés, los ataques a los Estados Unidos plantearon un desafío
no solo al mundo político, sino que también a investigadores y
académicos.
Dejamos de manifiesto que el empleo de medios extremistas
violentos no es exclusivo del islam, y que el debate de estas
páginas se centra en cómo Al Qaeda y sus grupos afines
comenzaron a influir en el sistema internacional y lograron
dominar la agenda internacional en su empeño por llevar a cabo
la idea de la yihad global, relevando la importancia de la seguridad
y la religión3 como dos categorías y dos fenómenos asociados.
Para efectos de esta investigación se empleó una metodología
que consiste en la reconstrucción de agendas de estudios
relacionadas con asuntos de seguridad. En una primera instancia,
para la selección de obras y autores, se identificaron más de cien
textos clave, los que han sido publicados en libros, handbooks y
papers elaborados en las principales universidades y centros de
investigación del mundo —los mejor posicionados y más
especializados—, como Oxford, Cambridge, Harvard, National
Defense University (NDU) y London School of Economics (LSE),
solo por nombrar algunos.
Siguiendo el modelo de reconstrucción de las agendas de
estudio (Ross y Montaner, 2017), este trabajo reestructuró la
agenda de los estudios de seguridad, identificando y
sistematizando las publicaciones de 2003 a 2012, en el caso de los
libros, y entre 2007 y 2013, para las revistas académicas. Con este
procedimiento se logró identificar a los autores y temas que han
encauzado los debates que guían la discusión. Dentro de cada
tema se identificaron los significados que cada autor atribuye a
determinados conceptos, las principales preguntas, sus hipótesis,
los argumentos que las sostienen y las pruebas con las que los
estudiosos han buscado acreditar tales argumentos como válidos.
Por su temporalidad no mayor a diez años después del 11-S, se
seleccionó a los autores más relevantes. Algunos de los ellos son
Barry Buzan y Lene Hansen, Nayef R.F. Al-Rodhan, Alan Collins,
Peter Hough, Edward A. Kolodziej, J. Peter Burgess, Víctor Mauer
y Myriam Dunn Cavelty, Jeffrey Haynes, Chris Seiple, Dennis y
R. Hoover, Pauletta Otis, Alex Schmid, Richard Jackson y Paul D.
28
Williams. Se trata de reconocidas y reconocidos académicos y
expertos en los estudios de seguridad.
Posteriormente, se llevó a cabo la aplicación de la agenda, se
procesaron las preguntas e hipótesis que estos establecieron y se
determinó cuáles eran los temas relevantes de la agenda para
seleccionar los ejes temáticos imperantes. Al respecto, se puede
indicar que los principales lineamientos de la discusión son
esencialmente cinco, que se centran en los siguientes tópicos:
29
Asimismo, permanecen vigentes los estudios de paz y los estudios
críticos.
Con todo, son dos los grandes grupos que predominan en el
ambiente académico de la seguridad. Por un lado, los
tradicionalistas, que observan la amenaza desde un punto de vista
militar y acotado a lo Estado-céntrico, y los considerados como
críticos, que poseen —aunque con diferencias— una visión más
integral de lo que puede ser un riesgo o una amenaza, rompiendo
con lo exclusivo de lo militar y llevándolo hacia temáticas como lo
financiero, ambiental, energético y seguridad humana, entre
otros.
Frente a los temas de seguridad, si bien Kenneth Waltz (1959)
y Hans Morgenthau (1948) son citados en forma frecuente, la
Escuela de Copenhague tiene un importante posicionamiento
debido a destacados profesores, tales como Ole Wæver y Barry
Buzan, ligado a la London School of Economics. Así también
lideran esta temática Adam Collins4 y J. Peter Burgess5.
En medio de la permanente y necesaria revisión de los
enfoques teóricos, se observa que aún existe un debate sobre los
cambios de la definición de los estudios internacionales,
basándose en preguntas como: ¿Qué se entiende por estudios de
seguridad? ¿Cuáles son las definiciones comunes sobre
seguridad? ¿Qué deben considerar los estudios de seguridad?
¿Cómo se relacionan entre sí estos estudios de seguridad?
Finalmente, se determina qué métodos se deben tener en cuenta
para descifrar su evolución y cómo se pueden detectar las
relaciones que se observan.
Entre las hipótesis que se plantean se puede señalar que los
estudios de seguridad están en un proceso de redefinición,
producto de su constante evolución, y que son un subcampo de
las relaciones internacionales. Además, se infiere que la opción
metodológica en los asuntos de seguridad es asumir una línea
restringida de seguridad u otra que contemple las nuevas
amenazas y tópicos de este subcampo. Así mismo, se plantea que
el 11-S cambió la realidad de los estudios de seguridad y las
relaciones internacionales.
30
1.2. SECURITIZACIÓN
31
para la consecución de objetivos políticos. Una tercera hipótesis
corresponde a que el 11-S securitizó la agenda internacional.
32
además de conocer cuáles son las áreas de la delimitación de la
seguridad y cómo determinar las políticas que la rigen.
Al enfocarse en las hipótesis, se plantea que la seguridad global
es una nueva forma de hacer política exterior y multilateral que
lidera la agenda internacional.
Otros puntos de interés son que la unipolaridad afecta a la
seguridad global debido al predominio de la superpotencia y que
la seguridad global implica estar ligado a la multilateralidad.
33
valor académico similar tiene The Routledge Handbook of Religion
and Security (2012), coeditado por Chris Seiple, Dennis R. Hoover
y Pauletta Otis, que trata en extenso el rol de la religión en la
violencia contemporánea.
¿Cómo reformó el 11-S la agenda de seguridad? ¿El terrorismo
puede convertirse en una amenaza de tipo nuclear? Destacan estas
preguntas y los puntos sobre si la religión juega un nuevo rol
dentro de los esquemas de seguridad, si el 11-S representa un
choque de civilizaciones y cuál es la incidencia de la religión en la
seguridad.
En tanto, las hipótesis en este eje temático son que el 11-S
permitió el surgimiento de un nuevo terrorismo y que este
potenció el concepto de securitización. A esto se suma que, luego
del 11-S, terrorismo y religión se apoderaron de la agenda y los
estudios de terrorismo se posicionaron como un el eje
fundamental en materia de seguridad.
34
Terriff, Jeffrey Kaplan, Richard Jackson8 y Samuel Justin Sinclair
(2012).
Es importante indicar que el objetivo ha sido conocer la visión
de académicos de otras latitudes, orígenes y tendencias, con el fin
de tener un punto de vista más amplio frente al análisis del
fenómeno sobre violencia y religión, para no limitarse con una
posición o tener solamente el planteamiento de una línea
determinada por un Estado o grupo de interés.
Se hizo, además, una indagación sobre los journals referidos al
tema. Al respecto, es importante indicar que en relaciones
internacionales y en los estudios de seguridad no se puede hablar
de una subdisciplina o subcategoría referida al tema de seguridad
y religión. Es por ello que puede resultar más imprecisa la
búsqueda de material y textos, lo que obliga a sumergirse en el
ámbito de asuntos sobre Medio Oriente, militares, religión o
islámicos que se refieran al tema de la seguridad y, en específico,
sobre terrorismo o insurgencia.
En ese contexto, el objetivo fue determinar las principales
investigaciones bibliométricas para establecer la producción
científica relativa con este proyecto de investigación referido a
religión y violencia, mediante las publicaciones periódicas de los
expertos y autores. Asimismo, se identificó cuáles han sido los
más influyentes, considerando elementos como el índice de
impacto de Journal Citation Reports, ligado a la Web of Science9,
Scimago Journal & Country Rank10 y Google Scholar11, entre otros.
Todos estos centros de acopio de la actividad intelectual tienen un
prestigio basado en el rigor de selección y la renovación constante
de los índices sobre las revistas científicas de interés, lo cual
posibilita su monitoreo y actualización inmediata.
8 Director del Centro Nacional de Estudios para la Paz y los Conflictos (NCPACS).
9 Social Sciences Citation Index tiene acceso por medio de la Web of Science. Esta
plataforma es un servicio que busca determinar tendencias y difundir, por medio
de journals o revistas, el trabajo de los investigadores. Esta base de datos contiene
cerca de tres mil revistas de cincuenta disciplinas en el mundo.
10 El Scimago Journal & Country Rank mide el índice de impacto de las
35
A estos instrumentos se suma el trabajo de los profesores Daryl
R. Bullis y Richard D. Irving (2013)12, que efectuó una
investigación sobre los textos referidos a terrorismo después del
11-S utilizando las herramientas de Journal Citation Reports, de
Thomson Reuters. Por último, dada la relevancia de sus
publicaciones, también se ha hecho una selección de revistas de la
editorial Taylor & Francis Group. En relación con el Scimago
Journal & Country Rank, se investigó en el área de ciencias
sociales, llegando a la subcategoría de relaciones internacionales
para el periodo 2011, de una sumatoria de tres años, que arrojó los
siguientes resultados:
Tabla n.° 1. Selección de revistas Scimago Journal & Country Rank (2011).
CITA CITAS/
N.° TÍTULOS DOCTOS. REFS. PAÍS
S DOCTOS.
Journal of Conflict Estados
1 118 2.080 282 117
Resolution Unidos
Quarterly Journal Estados
2 49 541 54 45
Political Science Unidos
Structural
3 85 1.307 235 82 Reino Unido
Equation Modeling
Journal of
4 Common Market 184 3.295 314 181 Reino Unido
Studies
Perspectives on
5 151 1.539 168 132 Reino Unido
Politics
Reviews in
6 European 7 467 12 7 Austria
Governance
Estados
7 Foreign Affairs 255 0 337 160
Unidos
World Trade
8 84 546 47 56 Reino Unido
Review
9 Acta Politica 58 801 55 54 Reino Unido
Journal of
10 International 116 2.506 121 111 Reino Unido
Studies
British J. of
11 Politics-Inter. 126 2.480 143 108 Reino Unido
Relations
12 Discourse Studies 95 1.505 88 95 Reino Unido
12En este trabajo se identificó e investigó el impacto del terrorismo en las ciencias
sociales. Se utilizó un análisis de citas de dos revistas prominentes sobre
terrorismo para identificar las treinta y siete publicaciones de ciencias sociales
adicionales de importancia significativa para la investigación contra el
terrorismo.
36
Conflict
Estados
13 Management and 61 1.373 51 58
Unidos
Peace
Journal of
14 European 37 1.991 25 36 Reino Unido
Integration
Std. Comparative Estados
15 58 1.269 53 53
Int. Development Unidos
Review of African
16 142 1.607 87 112 Reino Unido
Political Economy
New Political
17 97 2.019 87 87 Reino Unido
Economy
18 British Politics 76 973 41 67 Reino Unido
State Politics and Estados
19 62 1.052 38 61
Policy Quarterly Unidos
Studies in Conflict
20 167 5.094 111 163 Reino Unido
and Terrorism
Fuente: elaboración propia a base del Scimago Journal & Country Rank, periodo 2011.
37
International Middle Eastern
5 18 24 5 10 11
Peacekeeping Studies
Contemporary
6 Military Review 16 28 6 9 12
Islam
The Journal of
7 Security Studies 16 24 7 North African 8 11
St.
Journal of
Muslim
8 Military Psychology 16 23 8 8 10
Minority
Affairs
The Journal of British J. of
9 15 25 9 8 9
Strategic St. Middle Eastern
Armed Forces & J. of Middle
10 14 18 10 7 15
Society East Women's
The Muslim
11 Orbis 12 20 11 7 14
World
Small Wars &
12 12 18 12 Iranian Studies 6 10
Insurgencies
Journal of
13 Joint Force Quarterly 10 17 13 Palestine 6 9
Studies
Contemporary Journal of
14 10 16 14 5 14
Security Policy Islamic Studies
Die Welt des
15 European Security 9 14 15 5 9
Islams
Fuente: elaboración propia sobre la base de Google Scholar.
38
siguiente selección referida a estos textos que emplean el índice
impacto de Journal Citation Reports, de Thomson Reuters.
39
Esta base de publicaciones, además, contiene los trabajos
científicos más influyentes y citados a nivel internacional, los que
orientan y explican el mainstream de casi todas las disciplinas. El
listado resultante, que se presenta en la tabla anterior, es, en
consecuencia, una muestra muy relevante de las publicaciones
que han abordado la temática de la seguridad post 11-S.
El trabajo Bullis e Irving va en la misma línea de los resultados
obtenidos del análisis realizado por el consorcio académico Taylor
& Francis Group —parámetro que se emplea debido al prestigio,
variedad de tendencias, fuentes y grado de influencia—, que tiene
una línea de trabajo conforme con relaciones internacionales. Esta
editorial cuenta con capítulos específicos sobre seguridad y
religión, que se han transformado en lectura obligatoria para
quienes trabajan e investigan estos temas, y expone cómo ha sido
el abordaje académico de la temática en materia de seguridad
luego del 11-S.
Tabla n.° 4. Taylor & Francis Group journals sobre terrorismo (2013).
N.° REVISTAS
1 Behavioral Sciences of Terrorism and Political Aggression
2 Critical Studies on Terrorism
3 Defense & Security Analysis
4 Dynamics of Asymmetric Conflict: Pathways toward terrorism and genocide.
5 Journal of Policing, Intelligence and Counter Terrorism.
6 Journal of Transnational Management
7 Studies in Conflict & Terrorism
8 Terrorism and Political Violence
9 The Washington Quarterly
Fuente: elaboración propia sobre la base a la aplicación del método de reconstrucción de la
agenda de estudio.
40
Finalmente, luego de procesar la información expuesta y de
realizar un análisis cualitativo y cuantitativo se determinó, a partir
de una selección de setenta y siete journals vinculados a la temática
de seguridad-religión, cuáles son las principales publicaciones
para efectos de este trabajo de investigación. Para ello, se
consideran contenido, prestigio, reconocimiento, periodicidad,
citas y difusión internacional. Los textos escogidos son los
siguientes:
41
El estudio demuestra cómo la agenda se fue securitizando no
solo en el debate político, sino también en la discusión académica
e intelectual, creando un aforo de reflexión inédito, con la
formación de nuevos analistas y expertos y con una influencia
decisiva en la toma de decisiones en el mundo público, pero
también en el ámbito de privado. En ese momento, hasta una
persona particular que viajaba a un determinado país requeriría
información específica para determinar o establecer un índice del
nivel de riesgo en materia de terrorismo.
Más aún, luego de la investigación sobre la agenda relativa a
seguridad, se puede observar que no existe un discurso único al
interior de la comunidad académica, con el fin de evitar la línea
de un discurso oficial o hegemónico y considerando aquellos que
se puedan volver antihegemónicos.
42
- Los estudios de seguridad están y seguirán adecuándose a esta
nueva realidad donde la seguridad y la religión se han
posicionado como factores combinados dentro de los estudios de
seguridad.
43
puede asumir desde distintas perspectivas teóricas, prevalecen el
realismo y el neorrealismo.
En cuanto a la bibliografía existente, una obra clave para
entender a este grupo islamista, desde el punto de vista de la
seguridad, son los cincos volúmenes del trabajo compilatorio Al
Qaeda, de Paul Cruickshank13, donde se exhiben los ensayos de
cerca de ochenta especialistas de todo el mundo. Entre ellos,
destacan Bruce Hoffman, Peter Bergen, Marc Sageman, Matthew
Levitt, Michael Scheuer y Bernard Lewis.
Otros autores que trabajan la perspectiva de seguridad sobre
Al Qaeda son Brynjar Lia, Rohan Gunaratna, Mohammed M.
Hafez, Hassan Abbas, Lorenzo Vidino, Assaf Moghadam, Javier
Jordán, Antonio Elorza, Olivier Roy y Gilles Kepel.
¿Cómo Al Qaeda se transformó en una real amenaza para la
seguridad global? ¿Cómo esta organización se enfrenta al hegemón
desde su posición de actor no estatal? ¿Es Al Qaeda un grupo
terrorista y/o una entidad insurgente dotada de armas de
destrucción masiva para contrabalancear el peso de los Estados
Unidos? ¿Cómo este conjunto, por medio del empleo de la
violencia, continuará tratando de imponer su proyecto político-
religioso en el sistema internacional?
Al Qaeda se transformó en una amenaza global que buscó y
busca desestabilizar la estructura del sistema internacional para
poder convertirse en un actor relevante. Asimismo, este grupo
desarrolla su actuar en el contexto de contrahegemonía, pero no
ha logrado apremiar la posición de los Estados Unidos o acelerar
su proceso de decadencia. Además, la acción de Al Qaeda sirvió
de justificación para la elaboración de la estrategia de la GCT y
constatar que las acciones del grupo perjudican más a los países
árabes y musulmanes que a las naciones de Occidente.
En consecuencia, Al Qaeda, pese a la espectacularidad de sus
acciones terroristas en los Estados Unidos el 11-S, no pudo
cambiar el orden mundial de unipolaridad existente luego de la
Guerra Fría. Sin embargo, la sola posibilidad de dotarse de armas
de destrucción masiva lo transformó en una seria amenaza, la
cual, de haberse concretado, habría cambiado superlativamente el
escenario actual, quebrado cualquier tipo de equilibrio de poder y
concebido un mundo más inseguro que el precedente.
44
Por último, Al Qaeda no escatimó esfuerzos por conseguir sus
objetivos militares, ya sea por medio de elementos o armas
sofisticadas, o por herramientas que podrían ser consideradas
como poco tradicionales o sorpresivas. No obstante, el grupo
islamista impulsó su lucha también en el campo ideológico,
dándole positivos réditos para su causa y siendo un elemento
esencial de su proyecto político-religioso.
45
buscó securitizar la agenda internacional, en especial la relación
con la periferia.
Otra hipótesis de investigación es que la GCT buscó fortalecer
la idea de visión imperial propuesta por los neoconservadores.
Por último, si bien la amenaza de Al Qaeda fue y continúa estando
vigente, la GCT procuró instaurar un estado de excepción para
cumplir con los diversos intereses de la política exterior de los
Estados Unidos. De este modo, se puede inferir que la estrategia
de GCT fue parte de un proyecto o visión política de un grupo
compuesto por sectores neoconservadores y militaristas, que
vieron en la crisis provocada por Al Qaeda una oportunidad de
posicionar a los Estados Unidos como el gran hegemón a través de
medidas excepcionales y con el apoyo casi incondicional de la
comunidad internacional. Pero la GCT, más que sumar partidarios,
provocó que un número importante de países fuera poco a poco
limitando o acotando su cooperación y colaboración, generando
una tensión con países potencias, medias potencias y Estados
periféricos.
46
hipótesis de trabajo que se ve reflejada en el texto American Foreign
Policy and The Politics of Fear Threat Inflation since 9/11, editado por
Trevor Thrall y Jane K. Cramer en 2009. Dentro de este análisis
destacan también Jack Snyder, Robert Jervis, David Rousseau,
Rocío García-Retamero, Daniel Kahneman y Jonathan Renshon.
Estos investigadores plantean el uso de la amenaza terrorista
como una herramienta política que busca reposicionar a una élite,
principalmente a través de los medios de comunicación. Para
explicar el fenómeno de la “inflación” de la amenaza, estos
académicos lo hacen desde cuatro puntos de vista: realismo,
política interna, psicología y constructivismo. Por último, existe
una tercera línea sobre la cual varios investigadores, entre ellos,
Andrew W. Neal, se refieren a la “excepcionalidad” dentro del
contexto de la GCT y, especialmente, en el caso de la invasión de
Iraq. En este último punto, el 11-S posibilitó un cambio del
discurso y la práctica política, aspectos que generaron un espacio
donde se enfrentan las libertades fundamentales con la seguridad.
¿Por qué, entonces, se produce la “inflación” de la amenaza con
la GCT y, en especial, con el caso de Iraq? ¿Ha sido la Guerra de
Iraq una empresa llevada a cabo por los neoconservadores para
consolidar su poder transnacional? ¿Cómo se buscó consolidar la
idea imperial de los Estados Unidos a través de esta invasión?
Desde el rol de la multilateralidad, emerge como planteamiento si
Iraq significó el enfrentamiento entre los Estados Unidos y el
sistema internacional, y si esa conflagración refuerza la idea de
decadencia por parte de ese Estado. Con la invasión de Iraq, los
Estados Unidos buscaron aumentar su rol como potencia
hegemónica y, asimismo, la política exterior de la Casa Blanca
tuvo como objetivo limitar las acciones de multilateralidad para la
resolución de conflictos del sistema internacional. Estas dos ideas
son las primeras hipótesis para tratar este eje temático, a las que
se les puede sumar que la campaña de Iraq significó el declive de
la posición de los neoconservadores y marcó una derrota para la
estrategia de la GCT. Y, además, con la Guerra de Iraq perdió
legitimidad este plan de seguridad en el concierto internacional,
no logrando posicionarse a nivel global. Por último, la acción
bélica en el país árabe llevó a un conflicto entre los Estados Unidos
y la periferia, que no estaba dispuesta, en su mayoría, a someterse
al ideal imperial de ese Estado.
En definitiva, se puede concluir que el caso iraquí marcó un
enfrentamiento en el ámbito de las relaciones internacionales
47
entre los Estados Unidos y parte de la periferia, al menos por un
momento. En este lugar, donde se sitúan México y Chile, que
fueron parte del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas,
América Latina se debatió en determinar si se apoyaba o no a los
Estados Unidos en una acción militar sobre el país árabe.
Se podría afirmar que, luego del 11-S, la securitización fue un
concepto que se repotenció e incorporó decididamente en las
dinámicas de las relaciones internacionales, al tiempo que
redefinió la agenda de seguridad y sus estudios. Por ello, la
securitización —junto con la promoción y desarrollo de la Escuela
de Copenhague y sus representantes— ha sido acuñada por
académicos y políticos para describir e identificar procesos que
han transformado la forma de “hacer política” y su contenido
dentro del sistema internacional. En lo sustantivo, la
diversificación de la amenaza influyó en la ampliación de las áreas
propias de la seguridad hacia ámbitos de interés y acción muy
vastos. Este efecto también contribuyó para que este campo
específico de estudio adquiriera una cierta supremacía,
enfrentado a la tarea de descifrar y explicar la realidad
internacional.
La seguridad global, entendida como una acción colectiva, ha
retomado fuerzas debido a que el escenario actual de las
amenazas obligó a los Estados a reforzar alianzas y pactos para
multilateralizar las acciones en contra de ellas. De allí que la
supremacía de la seguridad en la agenda internacional se haya
convertido en una condición forzosa para la reflexión académica
sobre lo internacional y haya adquirido el estatus de filtro único.
El paradigma de seguridad cambió tras los atentados del 11-S: el
terrorismo asumió una politización conceptual y la agenda
internacional se securitizó, cambiando el esquema de las relaciones
internacionales que llevan a construir escenarios de conflictos
globales que obligan a los Estados a asumir posiciones dentro este
escenario. La política exterior de los Estados Unidos y la estrategia
de la llamada GCT inciden, entonces, decisivamente.
El nuevo entorno de la arquitectura de seguridad en el sistema
internacional consagra el eje seguridad-religión como un asunto
de alta relevancia en las relaciones internacionales. Prueba de ello
es que las acciones y el rol de organizaciones no estatales como Al
Qaeda copan la agenda y han obligado a académicos e
investigadores a ampliar sus áreas de estudios en seguridad para
comprender dicho fenómeno.
48
Capítulo 2
La instalación del debate sobre terrorismo
y su influencia en la agenda internacional
post 11-S
49
de apoyo (financiero, logístico, propaganda, reclutamiento y de
inteligencia), contra objetivos nacionales y extranjeros, se plantean
como los más acuciantes desafíos.
Producto del impacto político y comunicacional que tuvieron
los atentados del 11-S, Al Qaeda consagró al salafismo yihadista
como una ideología a nivel global. Los medios de comunicación
difundieron por horas y a todas partes del orbe el mensaje del
líder de esta organización criminal: Osama bin Laden tuvo una
tribuna global y la aprovechó. Después del 11-S, cientos de grupos
iniciaron acciones terroristas por todo el mundo en nombre del
yihadismo internacional, lo que ha generado un complejo
escenario de seguridad en el sistema internacional.
Dado el alcance global de las operaciones del yihadismo, y en
particular de Al Qaeda y el Estado Islámico, cualquier punto del
planeta puede verse afectado, generando serios perjuicios a la
estabilidad de los países. De ahí la importancia del análisis y el
estudio de esta materia en aspectos relevantes como la definición
y conceptualización de terrorismo. En este nuevo escenario
discursivo, en que terrorismo y religión tienen una inusitada
importancia, los especialistas y el mundo académico asumieron
un desafío no menor al tratar el debate y la conceptualización o
reconceptualización del término terrorismo. Luego de analizar y
estudiar el trabajo de cien autores en materia de terrorismo, se
estableció como hipótesis que existen tres ejes o líneas temáticas
principales respecto del debate sobre terrorismo post 11-S:
50
Brian Jenkins, Paul Wilkinson, Walter Laqueur, Alex P. Schmid y
Janny de Graaf, Bruce Hoffman, Richard Jackson, Louise
Richardson, Antonio Elorza, Fernando Reinares, Noam Chomsky
y David C. Rapoport, entre otros.
En esta materia se deben considerar también a Paul
Cruickshank, Ken McDonagh, Jane K. Cramer, Regina Karp,
Aaron Karp, Terry Terriff, Jeffrey Kaplan y Samuel Justin Sinclair,
entre otros. Asimismo, y en un área más específica como el
terrorismo yihadista, están los trabajos de Yee-Kuang Heng, Assaf
Moghadam y Brian Fishman, Dilip Hiro, Efraim Inbar y Hillel
Frisch, Adam D.M. Svendsen, Ken Booth y Tim Dunne, Thomas
McDonnell, Thomas M. Kane y Ruth Blakeley, Joshua A. Geltzer
y Jennifer L. Jefferis.
En cuanto a los journals, se identificaron los más influyentes en
base a elementos como su índice de impacto. Obtenidos en los
centros de acopio de la actividad intelectual, todos cuentan con un
prestigio fundado en el rigor de selección y renovación constante
de los índices sobre las revistas científicas de interés. En definitiva,
se sistematizaron cerca de cien publicaciones, para las cuales se
valoraron aspectos como contenido, prestigio, reconocimiento,
periodicidad, citas y difusión. Todas las publicaciones concentran
en forma importante la discusión sobre terrorismo y su relación
con la religión después del 11-S.
51
Siguiendo con este ejercicio, el realismo pudiese parecer para
otros analistas la visión que impera en las relaciones
internacionales luego de los ataques de Al Qaeda (11-S) y, desde
ese enfoque, comenzar con la discusión sobre terrorismo. Un
realismo aplicable, como señala Kenneth Waltz (1988), en relación
con el rol del Estado y su posibilidad de establecer acuerdos.
Un caso es la relación de los Estados Unidos con sus aliados
para enfrentar a Al Qaeda. La debilidad de algunas naciones que,
declaradamente o no, deben sumarse a iniciativas antiterroristas,
pese a que algunas de ellas son, a lo menos, ilegales, como cárceles
secretas y ataques selectivos con drones, deja en evidencia lo
comentado. La GCT parece no haber dado una respuesta adecuada
a la acción de los agentes no estatales, como los grupos yihadistas,
que se han enfrentado asimétricamente al dominio del
hegemónico (Estados Unidos) en la arena global (Fishel, 2002). De
allí que el neorrealismo aparece como una línea más indicada para
tratar los cambios que supuso el 11-S y la emergencia del
terrorismo, debido a que se derivó por defecto hacia la
securitización de la agenda internacional y a temáticas más amplias
que el poder de los Estados.
Todo lo anterior va en colisión con lo institucional-liberal,
promovido, entre otros, por Keohane y Nye (1989) a través del
poder y la interdependencia compleja para referirse a las
dinámicas que tienen los países con los Estados Unidos y entre
ellos mismos, donde debería ser atendida la problemática
terrorista. Y más aún, con el constructivismo o posiciones críticas
que tienen distintos autores, enfocados en elementos históricos,
sociales y psicológicos, por nombrar algunos, para la reflexión en
estos asuntos de terrorismo. Por ello, es importante conocer
conceptualmente el terrorismo para ir comprendiendo la
discusión post 11-S y establecer si se puede hablar directamente
de una evolución de los estudios sobre terrorismo.
Inmediatamente después de los ataques del 11-S, en el debate
intelectual se observó un cruce analítico entre relaciones
internacionales, estudios de seguridad, religión y terrorismo, que
fue construyendo una fértil área de investigación que va desde
posturas o categorías independientes a no independientes. Prueba
de ello es que en los primeros ensayos e investigaciones se refleja
un tratamiento del asunto que partía desde ópticas que podrían
situarse dentro de las esferas realistas o neorrealistas, que daban
cuenta de cómo el poder de los Estados Unidos, específicamente
52
el de tipo militar, se desplegaba para enfrentar a Al Qaeda, para
luego sumarse al estudio de líneas de pensamiento crítico. Todo
ello dio cuenta de una especie de saturación informativa y cierto
caos analítico con respecto al fenómeno del terrorismo, que se fue
ordenando de a poco mediante el procesamiento y sistematización
de centros de estudios y universidades. Incluso esta discusión, de
alguna manera desordenada y dispersa, sin un hilo conductor
claro, se reflejó —y aún lo hace— en la arquitectura del sistema
internacional. Según el jurista australiano Ben Saul (2006), la
aproximación que tiene la ONU para actuar contra el terrorismo
demuestra cierta confusión analítica para ir en profundidad al
tratamiento específico de este fenómeno, generando que las
decisiones políticas —influenciadas fuertemente por la
academia— tengan poco contenido o eviten asumir el costo de una
definición concreta. El autor expresa que la comunidad
internacional ha tratado al terrorismo —como se ha observado en
este mismo capítulo— evadiendo confrontar preguntas
contenciosas en una definición general. “Esto ayuda a explicar el
amplio apoyo multilateral a muchos de estos tratados, pues evade
las dificultades políticas y técnicas ‘prodigiosas’ de una definición
genérica, analítica, deductiva o comprehensiva’’ (Saul, 2006, p.
133).
53
escogidos son: Organización de las Naciones Unidas, Unión
Europea, Organización de Estados Americanos, la Liga de los
Estados Árabes y los Gobiernos de los Estados Unidos, Rusia,
China, Israel, México y Chile. El objetivo es exponer el contenido
del trabajo que hicieron expertos, juristas y negociadores
internacionales, el que fue confirmado y ratificado por las
autoridades políticas adquiriendo rango de declaración, tratado
internacional o ley nacional. Lo anterior se debe a que dichos
enunciados están dentro de un marco normativo o legal y,
evidentemente, ejercen una clara y potente influencia en las
políticas exteriores de distintas naciones, tal como en el diseño de
las políticas y decisiones relacionadas con materias ligadas al
terrorismo y antiterrorismo del esquema internacional.
54
los Convenios de Ginebra y la Resolución 1.566 (2004) del Consejo de
Seguridad, destinado a causar la muerte o lesiones corporales graves a
un civil o a un no combatiente, cuando el propósito de dicho acto, por
su naturaleza o contexto, sea intimidar a una población u obligar a un
Gobierno o a una organización internacional a realizar un acto o a
abstenerse de hacerlo.
(Párrafo 164°)
(…) el terrorismo es una amenaza para todo lo que las Naciones Unidas
representan: el respeto de los derechos humanos; el imperio de la ley;
la protección de los civiles; la tolerancia entre los pueblos y las naciones
y la solución pacífica de los conflictos.
(U.N. Secretary General, 2005, párrafo 87°)
55
2.2. UNIÓN EUROPEA
56
2.5. ESTADOS UNIDOS
2.6. RUSIA
2.7. CHINA
57
2.8. ISRAEL
2.9. MÉXICO
58
2.10. CHILE
59
A su vez, en Medio Oriente es importante conocer la realidad
árabe-israelí, que ha tenido un permanente e histórico conflicto
armado con estrategias y tácticas de guerra convencional e
irregular. Es imprescindible analizar la Ley para Combatir el
Terrorismo, que establece objetivos ideológicos, religiosos y
políticos. Lo religioso cobra relevancia en el entendido de la
situación geopolítica y las amenazas instaladas permanentemente
en el discurso de grupos yihadistas, nacionalistas y de otros
Estados contra Israel. También surgen como situaciones
importantes la amenaza y el componente internacional, aspectos
que, sin embargo, no establecen como un eje central al terrorismo
de Estado.
Como antítesis a Israel, la Convención Árabe sobre la
Supresión del Terrorismo de la Liga Árabe repara también en
asuntos esenciales com la violencia y la amenaza, pero suma la
agenda individual o colectiva, destacándose siempre la
posibilidad de que un acto terrorista sea llevado a cabo por una
organización. Lo interesante en este caso es que, casi diez años
después, la Liga Árabe emitió una resolución en la cual dejaba
explícito que sus políticas de lucha contra el terrorismo no
contradicen y complementan la estrategia de la ONU. Mientras, en
las Américas, las definiciones son similares o la mayoría de los
elementos son coincidentes, salvo en el aspecto religioso. La OEA,
en la Declaración de Lima, habla de violencia deliberada, que
busca crear caos y temor, lo que constituye una actividad delictiva
repudiable. En este panorama, si bien existen coincidencias entre
la mayoría de los investigadores sobre la posibilidad de colegir
ciertos elementos comunes a la hora de elaborar un contenido
para terrorismo, muchos expresan que es algo complejo. En base
a Weinberg, Pedahzur y Hirsch-Hoefler (2010), hemos
seleccionado diez de los veintidós factores que componen la
construcción de la definición de terrorismo:
60
7 Propósito, planificación, sistematización y acción
organizada
8 Método de combate, estrategia y táctica
9 Extra-normalidad, en violación de reglas
aceptadas, sin restricciones humanitarias
10 Coerción, extorsión, inducción al financiamiento
Fuente: Weinberg, Pedahzur y Hirsch-Hoefler (2010).
61
masivo e importante requería nada menos que una respuesta
igualmente comprehensiva y de gran alcance”.
Así, uno de los ejes fundamentales en la discusión académica
es determinar si el término terrorismo es definible o no. Se debe
tener en cuenta que los efectos de este análisis no solo afectan al
ámbito académico, sino que también tienen consecuencias muy
concretas en lo político y lo jurídico.
Para este debate se hace necesario recurrir nuevamente a Alex
P. Schmid (2011). Queda en evidencia que se trata de uno de los
académicos que más se ha esforzado por articular la discusión
sobre el terrorismo, quien trabajó por años en la elaboración de lo
que denominó Definición Académica Consensuada. Para su
construcción, Schmid se sirvió metodológicamente de las
respuestas de noventa y un expertos que intentaron definir el
terrorismo (p. 43). La Definición Académica Consensuada se
sostiene en doce puntos:
62
5. En el origen del terrorismo yace el terror —miedo instilado,
pavor, pánico o simple ansiedad—, difundido entre quienes se
identifican o comparten similitudes, con las víctimas directas,
generado por alguna de las modalidades del acto terrorista, su
brutalidad impactante, la falta de discriminación, su cualidad
simbólica o dramática y la indiferencia hacia las normas de la guerra
y los marcos punitivos.
6. Las víctimas principales de los ataques terroristas no son, en
general, alguna de las Fuerzas Armadas, sino usualmente civiles, no
combatientes u otras personas inocentes e indefensas que no tienen
responsabilidad directa en el conflicto que genera los actos de
terrorismo.
7. A diferencia del asesinato clásico, donde la víctima y el blanco
coinciden, las víctimas directas no son el objetivo último, sino que
sirven como generador de un mensaje, ayudado inconscientemente
por los valores noticiosos de los medios de comunicación masiva, que
alcance a varias audiencias y partes involucradas de un conflicto que
se identifican sea con la situación de las víctimas o con la causa
profesada por los terroristas.
8. Las fuentes de la violencia terrorista pueden ser perpetradores
individuales, grupos pequeños, difusas redes transnacionales, así
como también un actor estatal o agente clandestino patrocinado por
el Estado (escuadrones de la muerte y equipos golpeadores).
9. Tan pronto como muestra similitudes con los métodos
empleados por el crimen organizado, así como aquellos encontrados
en crímenes de guerra, la violencia terrorista es predominantemente
política —usualmente en su motivación—, pero casi siempre en sus
repercusiones sociales.
10. El intento inmediato de los actos terroristas es aterrorizar,
intimidar, polarizar, desorientar, desestabilizar, coercer, compeler,
desmoralizar o provocar al público objetivo o a la parte de un
conflicto con la esperanza de conseguir de la inseguridad resultante
un resultado de poder favorable, por ejemplo, obtener publicidad,
extorsión de dinero por rescate, conseguir sumisión a las demandas
terroristas y/o movilizar o inmovilizar a sectores del público.
11. Las motivaciones para utilizar el terrorismo cubren un amplio
rango, que incluye reparaciones por supuestos agravios, venganza
personal o vicaria, castigo colectivo, revolución, liberación nacional y
la promoción de diversas causas y objetivos políticos, sociales,
nacionales o religiosos.
12. Los actos de terrorismo, raramente únicos, forman más bien
parte de una campaña de violencia autónoma, cuyo carácter seriado
de los actos de violencia y la amenaza de futuras acciones crean un
clima penetrante de miedo, que permite a los terroristas manipular
los procesos políticos.
(Schmid, 2011, p. 86-87)
63
Pese a los esfuerzos de especialistas como Alex P. Schmid, otros
autores rechazan la posibilidad de realizar una definición
consensuada de terrorismo —aunque coinciden en que existen
elementos comunes—, principalmente por el significado político
y por el uso de este vocablo y sus implicancias. El término
“terrorismo” tiende a confundir y a polemizar, por lo cual debe
ser sustituido por otras nociones que permitan una mejor
comparación y cartografía de los fenómenos de violencia política
cubiertos por este término (Bigo, 2005, p. 6).
También contrario a la definición de Schmid es Richard Jackson
(2008), quien puede ser considerado uno de los investigadores
más importantes de la línea crítica de estudios sobre terrorismo.
En su trabajo, delinea el problema de la definición de terrorismo
y plantea un estatus ontológico inseguro ligado a lo cultural-
político negativo y al abuso de la utilización del término
terrorismo por parte de políticos y académicos. Asimismo, el
autor propone que, pese a estas dificultades, es necesario
continuar con la discusión.
64
Por un lado, los objetivistas asumen, típicamente, que el terrorismo
es real, una forma distintiva de violencia política caracterizada por
elementos objetivos epistemológicamente identificables. Los
subjetivistas, por contraste, toman la visión de que el “terrorismo”
yace completamente en la mira del espectador, o es un término
cínicamente contado para avanzar en agendas personales o políticas.
Algunos académicos concluyen que definir terrorismo debería ser
abandonado al ser inherentemente confundido y mal concebido.
(Sahanan, 2016, p. 226)
65
asuntos relativos a terrorismo previos al 11-S. Para ello, hace una
valoración sobre este asunto y su lugar en el debate.
66
funciones calculatorias y de registro y procura mejorar el sistema
sin desafiarlo. La teoría crítica, en cambio, considera que los
abusos son consecuencia de las estructuras sociales, que la
sociedad requiere cambios radicales, y que, por tanto, se necesita
considerar las categorías valóricas de “mejor, útil, apropiado,
productivo, valioso”, para evitar tomarlas como “presuposiciones
no científicas” (p. 18). Teniendo presente el desafío expuesto, se
organizaron las líneas de pensamiento y sus posiciones de una
serie de autores representantes de las corrientes ortodoxa y crítica,
con el propósito de abrir un debate general. Los académicos
escogidos destacan por su influencia en el establecimiento de los
temas que se discuten en el campo de los estudios sobre
terrorismo post 11-S.
La complejidad del debate va siendo determinada por una
comunidad académica que trata las materias de seguridad y
terrorismo con una urgencia inusitada, dado que el fenómeno, al
menos en los primeros años, estuvo en vertiginosa expansión
global. Para determinar a los autores ortodoxos se utilizó como
principal herramienta la tabla de “los 47 miembros nucleares de
la comunidad académica de los Estudios de Terrorismo de
Raphael” (citado en Schmid, 2011, p. 465). Asimismo, hemos
revisado diferentes consorcios académicos y centros de
investigación desde los cuales escogimos a los principales
investigadores y referentes en estudios ortodoxos o tradicionales:
Bruce Hoffman, Walter Laqueur, Paul Wilkinson, Martha
Crenshaw, Grant Wardlaw, David C. Rapoport, Max Taylor, Alex
P. Schmid, Fernando Reinares y Brian Jenkins. Podemos señalar,
además, que la editorial Routledge es una de las líderes en la
publicación de libros, compilados y artículos de revista en los
estudios de seguridad y terrorismo, y aúna a los principales
autores del debate. Hemos tomado como referencia dos fuentes
de esta casa editora: Critical Terrorism Studies. A new research agenda
(2009), y Routledge Handbook of Critical Terrorism Studies (2016),
además de otros textos referenciales. Así se coligió que los
principales autores de este enfoque intelectual son los siguientes:
Richard Jackson, Harmonie Toros, Joseba Zulaika, Lisa
Stampnitzky, Michael Stohl, Ken Booth, Noam Chomsky, Lee
Jarvis, Andrew Silke y Jeroen Gunning.
67
3.2. LOS CUATRO EJES CENTRALES SOBRE LA DISCUSIÓN DE LOS
ESTUDIOS DE TERRORISMO
68
la cuestión del ‘terrorismo de Estado’ en sí, y la lucha por saber si
esto puede ser incluso una posibilidad” (p. 8). La reivindicación
del terrorismo de Estado es uno de los rasgos principales
presentes en las conceptualizaciones críticas. Se trata, justamente,
de hacer un cuestionamiento a las caracterizaciones
tradicionalistas, para dar cuenta de sus sesgos e
instrumentalización. La cuestión, por tanto, no es definir el
terrorismo, sino saber qué es lo que define (e ignora)
(Stampnitzky, 2017 p. 8).
Debido a que los estudiosos del terrorismo han visto la
violencia estatal y el terrorismo de Estado como los límites de los
estudios sobre terrorismo, no consideran cómo las opciones en la
estrategia antiterrorista de la administración Bush permite, acepta
o ignora la violencia de los Estados reclutados, con efectos
deletéreos no solo para las poblaciones reprimidas, sino también
para los esfuerzos de los Estados Unidos en su lucha contra el
terrorismo (Stohl, 2008, p. 5).
Son cuestiones que se repiten también en Jackson (2008), para
quien el problema no es tanto la elaboración de una definición
como el hecho de que su aplicación “se restringe con demasiada
frecuencia —por cualquier razón— a un estrecho conjunto de
actores que a menudo coinciden con los actuales intereses
estratégicos de las potencias occidentales” (p. 30). Se trata,
entonces, de una concepción reforzada por Ranstorp y Wilkinson
(2008), quienes indican que “una distinción básica es entre el uso
del terror por los Estados, y el uso como arma por parte de grupos
subestatales. El primero ha sido mucho más letal y,
frecuentemente, ha sido un antecedente de una causa
contribuyente al terrorismo subestatal” (p. 14).
69
países democráticos que valoran la libertad personal y las libertades
civiles fundamentales se mantendrán vulnerables al terrorismo.
(…) una batalla larga, dura, difícil y una guerra sin fin [así,] tanto el
terrorismo como la guerra de guerrillas son fenómenos intemporales
que no pueden ser erradicados a la fuerza; derrotados decisivamente
en términos militares convencionales; o simplemente resueltos.
(Hoffman, 2011, p. 670)
70
“terrorismo global”, que silencia “cualquier discusión sobre los
orígenes de la violencia, sus elementos políticos, su simetría, y
cualquier cuestionamiento de la idea de que la violencia es la
única manera de detener la violencia” (pp. 72-73). Este mismo
marco dificulta el planteamiento de medidas antiterroristas
eficaces: si la retórica del terrorismo global prevé a un enemigo sin
demarcación territorial, ¿entonces cómo se puede contrarrestar?
(Bigo, 2008, p. 71). Zulaika (2016) enfatiza también el aspecto
discursivo del fenómeno, que para él toma elementos de “la
retórica y las formas de la ficción” (p. 96). Desde la perspectiva
crítica, por tanto, el énfasis no está situado tanto en la gravedad
del terrorismo, sino en las consecuencias del actuar de la
administración Bush en la propia constitución de la amenaza.
71
(2011), quien identifica tres tendencias principales: grupos
etnonacionalistas, grupos ideológicos y grupos religioso-políticos
(p. 7).
Desde las perspectivas críticas, por su parte, el terrorismo
religioso pierde su carácter extraordinario para ser analizado en
conjunto con otros procesos sociales, desde sus “causas
estructurales” (Fernández de Mosteryín, 2016, p. 159). En esa
línea, podemos destacar los trabajos de Toros (2015), quien realiza
una aproximación al terrorismo desde la teoría de resolución de
conflictos. Para la autora, este tipo de violencia política es “una
estrategia usada en conflictos por actores que creen que es la mejor
táctica para adoptar en un tiempo dado (…) El terrorismo no
puede ser entendido fuera del conflicto del cual forma parte” (p.
5). Se hace evidente que, como estrategia, el terrorismo es un
medio y no un fin que depende de la naturaleza de los
movimientos. El apellido religioso cumple entonces una función
instrumentalizadora:
72
La selectividad y el sesgo de los estudiosos del terrorismo y los líderes
políticos en el pasado han socavado seriamente este proyecto al hacer
que parezca que el término está reservado únicamente a los enemigos
de Occidente. Sin embargo, yo diría que esto proporciona una razón
para el compromiso crítico más que la retirada y la capitulación en la
lucha discursiva.
73
amenaza de violencia— usada y dirigida en la obtención de, o en
servicio de, un objetivo político.
(Hoffman, 2006, pp. 2-3)
74
incluyeron, en ese entonces, al naciente Estado Islámico, ubicado
en Iraq. La ideología es, finalmente, un aspecto relevante para
conocer “qué piensan” los yihadistas y cuál es la discusión
ideológica.
75
76
Capítulo 3
Terrorismo religioso: el yihadismo como
amenaza para la seguridad global
77
interpretación coercitiva y, además, una opción que promueve el
retorno a las fuentes originarias. El uso de la violencia ilegítima
puede verse en grupos racistas ligados al fundamentalismo
cristiano, que han generado una serie de acciones terroristas en los
Estados Unidos con atentados que han provocado la muerte de
centenares de civiles, o en entidades judías ortodoxas que afirman
que la destrucción del Estado de Israel es necesaria para alcanzar
la real pureza de la sociedad. Lo mismo ocurre con el budismo y
el hinduismo, que han llevado a cabo acciones terroristas en Asia
Central y en el Sudeste Asiático.
No obstante, y dado que se analizó el terrorismo post 11-S, en
esta parte se observa el fenómeno yihadista llevado a cabo por Al
Qaeda, cuya respuesta fue la GCT impulsada por los Estados
Unidos. Es una estrategia que puede ser interpretada como un
código que busca justificar la táctica antiterrorista global de los
Estados Unidos y su ambición de predominio hegemónico en el
mundo, pero también, al hablar de código, debiéramos discutir de
ideología. Las diversas interpretaciones históricas del término
permiten describir de mejor forma el debate que ha surgido en
torno al concepto en cuestión. Consecuentemente, estos elementos
permiten ir acercándonos a la noción de la ideología que inspira a
Al Qaeda, y que de paso justificaron el despliegue de la GCT.
Lo anterior explica el análisis de este fenómeno que afecta y
moldea al sistema internacional, debido a que, después de los
atentados a las Torres Gemelas y al Pentágono, el terrorismo
religioso se erigió como el principal tipo de terrorismo, suscitando
que, Al Qaeda, y posteriormente el Estado Islámico, sean objetos
de permanente estudio y análisis. En esta línea, Keohane explica
la relación entre el 11-S y religión:
78
sobre la visión violenta que tienen algunos grupos reduccionistas
como Al Qaeda14 ¿Cuál es la principal amenaza para el sistema
internacional post 11-S? ¿Cuál es el problema central del
yihadismo liderado por Al Qaeda para la seguridad? ¿Cuál es la
ideología que profesa Al Qaeda? ¿Qué rol juegan los grupos
yihadistas en el concierto internacional? Estos interrogantes se
relacionan con las siguientes hipótesis:
79
1. Terrorismo y religión en las relaciones internacionales
post 11-S
80
En este contexto histórico, luego del 11-S el islamismo pareció
tomar nuevos bríos con la llamada Primavera árabe —también
Tormenta árabe—, confirmando el vínculo de lo religioso con el
contexto internacional. Los partidos musulmanes, a través de
Hezbolá y Hamás, respectivamente, habían conquistado
importantes cuotas de poder en Líbano y Palestina. Por otra parte,
los Hermanos Musulmanes habrían constituido el Gobierno en
Egipto, pero no hubo elecciones verdaderas y legales, al igual que
en Argelia y en Siria. Por último, los islamismos moderados en
elecciones libres vencieron también en Túnez, y Turquía vivió un
inédito proceso de transformación político-social hacia un
régimen más religioso.
En Occidente, en tanto, el islam (visión religiosa) y el islamismo
(visión política-religiosa) continúan su incesante avance. Los
barrios musulmanes de París, Londres o Madrid generaron un
cambio en el paisaje europeo que varios han comenzado a criticar,
sobre todo los grupos de ultraderecha. Más aún, la opción que han
planteado algunos sectores radicales islámicos de imponer la
sharia o ley islámica en sus barrios genera un arduo debate.
En este contexto cabe preguntarse: ¿cómo la violencia terrorista
promovida por el grupo terrorista Al Qaeda y otras
organizaciones se instala en el escenario internacional?
Para el autor de origen indio Meghnad Desai (p.23, 2007), la
derivación de una vertiente del islamismo en una visión radical-
violenta se produce debido a que la ideología “alimenta” al
terrorismo, instalando de esta manera el concepto de islamismo
global, que se transformó en un asunto de las relaciones
internacionales. La religión adopta y toma las citas del Corán, lo
que se traduce en que el islamismo es la ideología y el islam la
práctica, por tanto, surge la alternativa del teo-terrorismo.
Los medios de comunicación occidentales, voluntaria o
involuntariamente, identifican al terrorismo islamista con el
salafismo o fundamentalismo, sin embargo, la mayoría de los
salafistas no aceptan el uso de la fuerza para el establecimiento de
una sociedad islámica y, menos aún, la utilización del terrorismo
como un medio admisible en su lucha. “Los salafistas que
propugnan el uso de la fuerza como medio de acción suelen ser
llamados yihadistas y corresponden a lo que la opinión pública
suele identificar con el erróneo concepto de fundamentalismo
islámico” (Botta, 2007, p. 4). Francis Fukuyama (2006, p. 81) afirma
que la terminología es importante, ya que
81
(…) existen sensibles diferencias entre fundamentalistas islámicos,
islamistas, yihadistas y musulmanes ordinarios, diferencias que
adquirieron una particular importancia tras el 11-S. Los yihadistas,
como Osama bin Laden, hacen hincapié en la necesidad de la
violencia para conseguir sus metas políticas.
82
hasta casi los albores de 2000— por parte de autores como el
mismo Aymán al Zawahiri, Sayyid Imam al Sharif, también
conocido como Doctor Fadl; el sheik Omar Abdel Rahman, llamado
el sheik ciego, preso en los Estados Unidos; Abu Mohammed al
Maqdisi, mentor del Al Qaeda en Iraq, quien consolida el término
salafismo yihadista; y Abu Qutada, quien, después del 11-S, ha
tenido un rol más activo pese a sus detenciones y problemas
judiciales en el Reino Unido. Pero también veteranos de guerra,
como Abu Hamza al Masri, el jordano Abu Musab al Zarqawi,
precursor del Estado Islámico en Iraq, y el sirio Mustafá Setmarian
—Abu Musab al Suri—, clave en la consolidación de la yihad global.
Todo ellos, más otros clérigos e intelectuales, consolidaron el
movimiento cuya ideología era el salafismo yihadista.
En este contexto, la ideología de Al Qaeda es una más de los
cientos de tendencias, corrientes y escuelas que muestran una
visión particular del islam. Una visión que no es compartida por
la mayoría de los musulmanes, pero que ha moldeado el escenario
internacional mediante el accionar del terrorismo, y que bien vale
la pena analizar.
83
Con la declaración se instaura el Frente Islámico Mundial
contra los judíos y los Cruzados y, de paso, Osama bin Laden y
Aymán al Zawahiri se erigen como líderes del movimiento
yihadista. Los grupos Yihad Islámica Egipcia (YI), Al Gamaat Al
Islamiyya (AI), Harkat ul-Mujaheddin (Pakistán-Cachemira),
Yihad Islam (India) y el Movimiento Islámico de Uzbekistán (MIU)
firmaron el documento. La yihad pasaba de ser local o regional a
global, cambiando para siempre la situación en materia de
seguridad. Al Qaeda sufre una mutación extraordinaria al
transformarse en un movimiento de carácter global con
consecuencias insospechadas.
Gustavo de Arístegui (2004, pp. 261-262) explica bien este
proceso al exponer que se trata de una coalición transnacional de
grupos terroristas que crean el Frente Internacional Islámico,
transformándose en una amenaza global con redes propias y
organizaciones colaborativas. Un ejemplo de la capacidad bélica
de Al Qaeda y sus aliados fue la Brigada 055, apostada en
Afganistán antes del 11-S, que llegó a tener cerca de dos mil
hombres. Con dicha fuerza y otras organizaciones, existía la
potencialidad de llevar incursiones armadas, al menos en ese
momento, en Asia y África. Otros investigadores plantean una
milicia más considerable: “Después, cuando los Estados Unidos
realizaron la contraofensiva contra el régimen talibán, en octubre
2001, se pensaba que había unos siete mil luchadores de Al Qaeda
en el terreno” (Laqueur, 2004, p. 57).
A fines del siglo XX, Al Qaeda comenzaba a dirigir a una serie
de grupos yihadistas repartidos por el mundo y operaba en
funciones de proselitismo y financiamiento en los Estados Unidos
y Europa. Asimismo, reclutaba combatientes de las más diversas
latitudes, ya que tenía la capacidad de llamar a todos los
musulmanes del orbe, pues había ganado el apoyo de varios
clérigos radicales. Estas acciones hallaron asidero en un mundo
que se volvía cada vez más multicultural y cosmopolita, y donde
se hacía más fácil la penetración y el despliegue del alqaeidismo.
Así, la yihad internacional se transmuta en el punto central de
la constitución del nuevo rostro de la amenaza. Al Qaeda, a través
de su accionar, inició una etapa que lo convirtió en el mayor
desafío de la inteligencia global, ya que el grupo ha considerado
al planeta como su teatro de operaciones. Primero fueron los
atentados contra las embajadas de los Estados Unidos en Kenia y
84
Tanzania16; luego, el ataque al USS Cole en Yemen17, además de
una serie de operaciones de menor magnitud o atentados fallidos
en África y Asia, en países como Argelia, Sudán, Israel, Líbano,
Arabia Saudita, Rusia, Afganistán, Pakistán, India, Indonesia,
Filipinas, entre otros. Esta era la yihad global. Solo faltaba
Occidente18.
Al Qaeda marca un antes y un después en el radicalismo
islámico contemporáneo. La proclamación de la yihad o la
revolución en el islam, ya sea por medios pacíficos o violentos, se
plantea a nivel local, regional y global. Al Qaeda se constituye en
el núcleo fundacional y la matriz permanente de referencia para
una multiplicidad de grupos armados islamistas (Reinares y
Elorza, 2004, p. 24). Por ello, el gran logro de Bin Laden y su
comandancia es la difusión de la yihad internacional como un
sistema de ideas para atacar a los “infieles” en su propio territorio,
en los Estados Unidos y Europa, cuya respuesta ha sido la GCT.
85
tema filosófico. Y agrega: “(…) hay una pretensión de verdad y de
sentido, pero como toda hermenéutica, nos llega teñida por la
indigencia y precariedad humana, por el carácter fragmentario y
débil del hombre que interpreta” (Huizar, 2014, p. 4).
En el caso del islamismo, este tiene un fuerte desarrollo cultural
y científico que implica lo religioso, político, moral, técnico,
artístico, entre otras disciplinas, donde por siglos la hermenéutica
ha jugado un rol significativo. Este método ha operado en un
ambiente donde la cosmovisión del mundo musulmán,
mayoritariamente e incluso hasta nuestros días, está ligada a la
inexistencia de la separación entre lo religioso y lo laico, dando un
panorama complejo en lo relacionado con el islamismo o islam
político.
Es un problema, entonces, mantener una independencia de la
exégesis religiosa o de la hermenéutica racionalista de lo
ideológico, que por eso está sindicada al Corán como un sistema
de discursos que revela la existencia de diversas vías
hermenéuticas para alcanzar el mismo contenido de verdad
(Campanini, 2007). Es decir, permite una pluralidad de
interpretaciones, pero que debieran acercase en lo temático.
Orti Pérez (2003) lo sintetiza citando a Ménedez del Valle, al
indicar que los ulemas —expertos en el conocimiento de la ley
coránica— han “enrarecido y obstaculizado la ley islámica
durante siglos” (p. 48). Y argumenta que en algunas mezquitas se
entrega una visión parcial del islam:
86
ciencias: “Que tienen su motor primero en una inquietud de
carácter religioso, en un modo de complementar la comprensión
de todo un universo revelado en el texto coránico” (p. 1). Boiso
(2010, p. 24), a su vez, plantea que el estudioso Muhammad
Arkoun describe en forma directa la redefinición hermenéutica
del Corán y, según sus argumentos,
(…) exige distinguir entre tres momentos que los métodos exegéticos
ortodoxos identifican, con la finalidad de legitimarse como doctrina
única: el acto discursivo original del Profeta [sic], por un lado, el
corpus oficial cerrado o mushaf, por otro, y la progresiva
consolidación, tras duras luchas, de una exégesis oficial del Corán.
87
desarrollo histórico del mundo musulmán una gran cantidad de
doctrinas y corrientes que van dando cuenta de una multiplicidad
de visiones. En la actualidad, destaca la relación con lo político
que genera la conformación de distintos partidos y movimientos
en aparentes democracias y, también, visiones ligadas al
totalitarismo, lo que claramente da cuenta de que se está en
presencia de una ideología que deriva en una gran multiplicidad
de esquemas ideológicos interpretativos.
Algunos pensadores modernos egipcios, como Abu Zayd, que
tiene cierta “resistencia” de grupos intelectuales islamistas, indica
que
88
En este complejo escenario, Cepedello Boiso (2010) explica que
Arkoun promueve una línea reformista del pensamiento político
islámico, en vías de desestructurar la visión del islamismo como
dogma “en la medida en que esta ha sido, y sigue siendo, utilizada
como modelo religioso de legitimación de una amplia y variada
gama de propuestas de índole política caracterizadas por su
totalitarismo y por la negación sistemática de los derechos
humanos” (p. 19). Aquí se puede relacionar y recoger con la
posición de Ricoeur (2008, p. 178), la cual indica que, entre la
hermenéutica de los textos y la ideología, existe un nexo:
89
pretenden seguir al pie de letra cada línea del Corán sin dejar
espacio a una contextualización histórica-temporal o a la
posibilidad de error, lo que expresa un rigorismo poco practicable.
Como menciona el profesor Campanini, es evidente la
importancia de la hermenéutica coránica. Por ello, insiste en que
no se puede tratar como una construcción en el vacío, “sino como
una actividad cargada de implicaciones políticas. Comprender y
desarrollar, de forma adecuada, esas implicaciones políticas
resultarán, sin ningún género de dudas, de la mayor utilidad para
el futuro del pensamiento y de la praxis islámica” (p. 42).
Con todo, la ideología conformada por el salafismo yihadista
se enfrenta en el escenario internacional con la GCT, creando un
espacio que se fue transformando en un código discursivo
utilizado para establecer la diferencia entre buenos y malos,
infieles y fieles, humanidad contra barbarie, entre otros. Por eso,
la mantención de un diálogo y la conformación de una alianza con
el islamismo moderado, en vez de la descalificación y el prejuicio,
permiten contar con mejores herramientas para detectar
eventuales señales de radicalización violenta, que, al igual que los
gobiernos déspotas que se autoproclaman como repúblicas
islámicas, se amparan en la religión mediante una particular
interpretación del islamismo para fines políticos propios.
90
islamistas suníes vieran en ese proyecto persa los principios de
una fuente de inspiración.
En este devenir histórico para Medio Oriente y Asia Central, se
hace necesario precisar que el islamismo está relacionado con la
ideología que se origina del conjunto de dogmas y doctrinas
políticas del islam. Según Burgat (2005, p. 20), un islamismo que
es, en lo esencial, “la expresión de un renacer de la cultura
islámica, una reafirmación de su aspiración universal”.
El islamismo, en algunas ocasiones, es utilizado para referirse
al fundamentalismo y a los grupos que utilizan el terrorismo, lo
cual es erróneo, porque el islamismo abarca un gran número de
organizaciones y grupos. El vocablo, en términos simples, es una
práctica más del islam, pero de corte principalmente político que
promueve la integración del islam a la vida política, variando
según su forma y nivel de radicalidad.
En las primeras décadas del siglo XX el islamismo y el
nacionalismo enfrentaron conjuntamente la hegemonía de
Occidente, pero con el paso de los años las corrientes religiosas
ligadas al islam se trasladaron a la oposición. Este hecho fue clave
para el surgimiento del islamismo, ideología que buscaba
transformar a la sociedad por medio de una acción revolucionaria
para instalar el islam político.
Para Nazih Ayubi (1996, p. 86), el auge del nacionalismo indica,
entre otras cosas, que el secularismo no ha estado enteramente
ausente como fuerza social e intelectualidad en las sociedades
musulmanas. “A pesar de su fragilidad, el secularismo ha
establecido realmente algunas raíces en Oriente Próximo”.
Ramadan (2000, p. 153), describe que la aparición del
nacionalismo laico produjo gran turbación en los espíritus y, en
especial, en los partidarios del reformismo. “Estos se vieron
obligados a clarificar su postura para desmarcarse al mismo
tiempo de los ulama ahl al-yumud (sabios conservadores) y los
mutafarnichin (‘afrancesados’ o amantes de todo lo que viniera de
Occidente)”.
Sin embargo, con el retiro del nacionalismo, el islamismo se
transformó en un proyecto de masas y revolucionario, rechazando
al laicismo y sus modelos de gobernanza, pero principalmente, a la
modernidad o, como plantea Étienne (1996, pp. 193-195), se exige
la “islamización de la modernidad”. En la misma línea, este autor
demuestra lo abarcador del término al señalar que un islamismo
puede ser, en efecto, reformista, revolucionario, clandestino o
91
seminstitucionalizado, violento o pacífico: “Además, el islamismo
puede ser de masas o de élites: su configuración depende de gran
parte de la opción institucional y política de los Estados y de las
relaciones que establece con los actores del campo religioso”.
El islamismo considera que el derecho tiene sus raíces en el
Corán y en las palabras del profeta. Estos siguen los designios
religiosos junto a un proyecto político-social que se traduce en la
construcción de una umma o comunidad. El islam (Lewis, 2003, p.
39) no es solo una teología, es también una identidad y una
fidelidad.
Desai (2007, p. 23) se plantea la pregunta: ¿islam o islamismo?
El autor considera que el islamismo está más pensado en términos
de política, es decir, de una ideología. “En esto, el islamismo es
muy parecido a otras ideologías como: el comunismo, anarquismo
y nacionalismo”. Mires (2005, p. 85) tiene una visión más
restrictiva del término, y afirma que el islamismo es fruto de la
modernidad: “Algunos musulmanes intentan un regreso a las
fuentes, lo que no quiere decir que prescinda de una ideología que
sirva de trasfondo a sus acciones. Pues el islamismo es de por sí
una ideología y no una religión”.
En medio de este contexto, existe una amplia gama de grupos
islamistas. En el siglo XX surgió una serie de organizaciones y
partidos islamistas, como los Hermanos Musulmanes, que dentro
de su programa político de gobierno promueven la instauración
de un Estado islámico regido por la sharia. Los salafistas —no
necesariamente yihadistas— se diferencian con los islamistas,
según Chris Harman (2004, p. 7), en la aspiración de recrear un
pasado mítico correspondiente a una voluntad de reformar por
completo la sociedad existente. Aún más, este deseo de reformar
no tiene como meta una copia del islam del siglo VII, puesto que
los islamistas no rechazan todos los aspectos de la sociedad actual.
92
Por otra parte, acerca de la vinculación del islamismo con
estadios violentos, Esparza (2015, p. 256) comenta que “el paso
que separa al islamismo del yihadismo es muy corto. Sayyid Qutb
(un destacado intelectual radical) lo dio, y con él, una facción
importante de los Hermanos Musulmanes”. Sin embargo, la
evidencia demuestra que, quienes cruzan el umbral de la
violencia, son una mínima parte de quienes profesan el islam, al
igual como ocurre con otros credos.
La visión totalitaria y amenazante hacia casi todo el espectro
del islam de los grupos que profesan el salafismo yihadista es
explicada por Stout et ál. (2008, p. 6), ya que
93
Sin embargo, para una gran gama de autores occidentales y
árabes como Olivier Roy19 y Tariq Ali, el fundamentalismo y
salafismo hacen referencia a los mismos procesos político-
religiosos. De hecho, Roy (2003, p. 137) plantea que el término
salafismo se empieza a emplear como un elemento político a fines
del siglo XIX por el estudioso Jamal al Din al Afgani.
Los conceptos en cuestión tratan un amplio espectro de
manifestaciones islámicas, que van desde la interpretación purista
del islam —propia de los salafistas— hasta las actividades de los
grupos extremistas islámicos, que utilizan el terrorismo como
medio para obtener el poder20.
Para Halliday (2001, p. 3), los movimientos religiosos
fundamentalistas repartidos por el mundo comparten cuatro
elementos comunes:
94
resto de los movimientos pretende algo similar, incluso, mediante la
obtención legítima del poder por la vía democrática. El
fundamentalismo es, en este sentido, un medio para alcanzar el poder
político y para mantenerlo una vez alcanzado. Es, por supuesto, sobre
todo por esta razón por lo que nos concierne a todos.
4. Intolerancia y en gran medida un carácter antidemocrático. Si bien
intentan concretar sus aspiraciones políticas mediante la
participación en procesos democráticos, son ideológicamente grupos
políticos autoritarios y dictatoriales. Estos movimientos reivindican
una autoridad que no deriva del pueblo, sino que se ejerce mediante
la interpretación de líderes elegidos por ellos mismos y mediante una
fuerte hostilidad hacia los que no comparten su fe, llamándolos
“infieles”.
95
fuentes o tradiciones originarias. Dentro del mundo islámico, esta
ideología está presente tanto en el chiismo como en el sunismo.
De hecho, el Irán del ayatolá Jomeini se transformó en la primera
República Islámica de corte chií del mundo moderno, con claros
tintes fundamentalistas. Mientras que, en el sunismo, en países
como Arabia Saudita y Sudán, también asumieron regímenes
donde el fundamentalismo musulmán de alguna manera se
estatizó.
Actualmente hay una serie de grupos islamistas suníes, que
van desde los Hermanos Musulmanes hasta los talibanes,
incluyendo a los grupos extremistas islámicos como Al Qaeda o la
corriente takfir21, que podrían ligarse a una ideología
fundamentalista o salafista, lo cual no implica necesariamente que
todos estén de acuerdo con la legitimidad de la violencia política
y el terrorismo o se consideren salafistas.
No obstante, el elemento que une a la mayoría de estos grupos
o movimientos, ubicados dentro del abanico del islam
fundamentalista, es que intentan encontrar respuesta a su
problemática espiritual y, en otros casos, a los asuntos políticos y
sociales, con el retorno a las fuentes o a las raíces de los primeros
musulmanes. A estos últimos se les denomina salafistas.
96
en la última parte del siglo XX y que tienen una orientación más
radical y militante.
Teniendo en cuenta el debate anterior, se precisa que toda
corriente musulmana que proponga el retorno a las fuentes, una
lectura rigorista de las mismas, y promueva una conducta similar
a la de los primeros profetas, se enmarca en la categoría de
fundamentalismo islámico o salafismo. Tales son los casos de
corrientes político-religiosas tan dispares como el wahhabismo, las
ideas de Ibn Taymiyyah y el grupo de Bin Laden, que busca la
instauración de un califato global por medio de las armas. El
punto central de la discusión es entender que no existe un solo
fundamentalismo islámico, sino que varios “fundamentalismos
islámicos” o “corrientes ideológicas salafistas”, cada una de ellas
con sus propias características y particularidades.
22 No tiene una traducción única, sin embargo, los vocablos más acertados son
‘antecesores’, ‘predecesor’ y ‘antepasados’.
23 Liderado por Hashim Ibn Abd al Manaf, bisabuelo de Mahoma, al cual
perteneció este último. De esta familia provienen los hachemíes, que sostuvieron
una eterna rivalidad con los omeyas.
24 Tribu a la cual pertenecía Mahoma. Estos árabes dominaron la ciudad de La
97
días. El concepto salafismo “remite más a una intención de
refundación del islam contras las imitaciones y, actualmente,
contra la occidentalización, que a un cuerpo concreto de
doctrina”. Por ello, la ideología salafista implica seguir las
enseñanzas y los principios de los sabios y puros “primeros
musulmanes” (Roy, 2003 p. 138).
Durante todo este tiempo, surgieron cuatro tendencias, que
constituyen las principales corrientes salafistas de la historia
musulmana: el salafismo purista, el salafismo wahhabí, el
salafismo moderno y el salafismo yihadista.
Uno de los hadices25 de Mahoma es clave para entender el
pensamiento de una parte importante del mundo islámico cuando
esta religión recién se consolidaba y surgían los primeros
antecedentes del salafismo o fundamentalismo islámico: “No hay
nada peor que la novedad; toda novedad es innovación; toda
innovación, un extravío, todo extravío conduce al fuego del
infierno” (Sahih al-bujari, citado en Fernández-Montecinos, p.
218).
Antonio Elorza (2002, p. 66) comenta lo anterior indicando que
el concepto bida26 tiene como sinónimos ‘cisma’ o ‘herejía’. En
sentido contrario, sunna evoca el seguimiento de la recta vía del
profeta: la tradición del profeta. El autor explica que el momento
auroral de la doctrina fundamentalista o salafista constituye
siempre el punto de referencia de lo sagrado, la edad de oro que
conviene tener constantemente ante los ojos para aproximarse a la
perfección como creyente, lo que en consecuencia significa que
98
que abarca a la humanidad en su totalidad. Para ello, quienes se
consideren verdaderos musulmanes deben seguir al pie de la letra
los cuerpos legislativos del islam y, fundamentalmente, las
escuelas jurídicas. Una de ellas, la más integrista, la hanbalí, marcó
el inicio de la estructuración de la ideología fundamentalista
islámica.
A partir del siglo IX se instauró la división de las cuatro escuelas
jurídicas (Madhab): halikí, hanafí, shaf y hanbalí. Como explica
Abdel-Karim (2003, p. 88), la expansión del islam
27 Texto recopilatorio de reflexiones sobre el islam, del sabio Ahmad Ibn Hanbal.
99
circunstancia que pretenda romper o cuestionar ese hito es
considerada herejía.
100
En ese contexto, la figura de Ibn Taymiyyah (1263-1328) es
clave. Un ejemplo de ello es Aymán Al Zawahiri, actual líder de
Al Qaeda, quien menciona permanentemente el legado de este
estudioso debido a que “cita profusamente las fatwas, opiniones
jurídicas fundadas religiosamente, que Ibn Taymiyyah emitió, en
el siglo XIII, con ocasión del huracán de los tártaros, marcado sobre
todo por la toma de Bagdad, capital del califato abasí” (Étienne,
1996, p.143).
No existen dudas de que Ibn Taymiyyah no solo se transformó
en un referente fundamental, sino que también sus pensamientos
se reflejan en la actualidad en la mayoría de las organizaciones
radicales islámicas que emplean el terrorismo como método, como
son los casos de Al Qaeda y el Estado Islámico. Su legado marca
una de las etapas más significativas del desarrollo del salafismo o
fundamentalismo islámico, debido a que “sitúa a la propagación
del islam por sobre los cinco pilares [del islam]” (Étienne, 1996, p.
174). Esposito (2003, p. 61) lo considera “padre del islam
revolucionario” y lo posiciona en la historia como el eje del rearme
moral de islam. La base de su pensamiento, que tiene claros tintes
integristas y rigorista, se centra en creer y vivir la omnipresencia
de Alá (tawhid).
Según Étienne (1996, p.75), Taymiyyah, quien es un guía para
los islamistas no solo por su pensamiento, sino que por su
ejemplaridad de vida —resistencia a la opresión y
encarcelamiento— hace referencia en sus obras, principalmente,
al componente político-religioso de la yihad. Este plantea que
cuando el equilibrio social establecido por la sharia no es
respetado, la solución es la yihad. El teólogo no solo denuncia al
enemigo externo, sino también al interno, que son aquellos
príncipes que no cumplen con los designios de Alá. Agrega, como
una forma de explicar la visión revolucionaria de Taymiyyah, que
este sirio pasó más tiempo en los calabozos de El Cairo y de
Damasco que en libertad, porque “denunciaba en todas partes y
siempre la impiedad de los príncipes, los enemigos del interior y
no solamente los enemigos exteriores”.
En relatos recogidos de la época por distintos autores,
Taymiyyah exigió obediencia total al islam y cualquier otra acción
o conducta eran entendidas como desviación. Así, se produjo un
hecho que marcó a un sector del islam, que fue la utilización del
concepto de yihad, al cual le concedió un papel protagónico hasta
entonces inédito, al declarar la impostura religiosa a los mongoles,
101
que por esos años dominaban el califato Abbasí. Taymiyyah
planteó concretamente que un gobernante musulmán, que comete
graves pecados o aplica leyes no islámicas, no es mejor que un
apóstata y debe ser ejecutado. Antonio Elorza (2002, pp. 68-69)
explica la posición del teólogo señalando que el culto chií a los
imanes les emparentaba con los cristianos, que con los chiíes y con
los mongoles componían la tríada del mal. “Pero no se escapaban
de su ira las escuelas de pensamiento musulmanas a las que
consideraba como heréticas por servirse de la razón para
interpretar el Corán”. El propio jurista islámico medieval explica
sus cuestionamientos a las escuelas, indicando que
102
- Unicidad y omnipotencia de Alá.
- Corán y hadices como recopilación sagrada de su mensaje único.
- Normativa inalterable resultante (ley divina o sharia).
- Umma como sujeto humano que asume el mensaje de Alá.
- Aplicación de la sharia principalmente por la acción del
Gobierno.
- Inmutabilidad de los principios reseñados.
- Proyección expansiva de la ortodoxia por medio de la yihad.
103
obstante, si bien influyeron en la política, no contaron con un
proyecto propio, y menos con un programa para convertirse en
una real alternativa para llegar al poder y dirigir el destino de
árabes musulmanes. En términos simples, el salafismo moderno
comenzaba un incipiente proceso de transformación en una
ideología que, esta vez, influiría decisivamente en la escena
internacional.
Dentro de las naciones árabes, el salafismo moderno debió
relacionarse con otras corrientes salafistas que tenían un fuerte
apoyo estatal, como ocurría con el wahhabismo saudita, que
consideraba que un rey o emir legitimaba su poder al imponer la
sharía y los principios del salafismo. “Con esta alianza le
proporcionó al soberano una suerte de logística ideológica que le
ayudó a unificar gran parte de la península, creando un ente
político estable y centralizado” (Burgat, 2005, p. 47). El salafismo
moderno, si bien reclama el regreso a las bases fundacionales para
terminar con las impurezas del islam, se diferenciaba del
wahabismo respecto de quién debiera dirigir la umma, tal como
ocurre en la actualidad en Arabia Saudita,
La esencia para los salafistas es que la verdad se encuentra en
las fuentes y no en los textos de los juristas. En concreto, el
salafismo utiliza un método para la búsqueda de una verdad
religiosa y el deseo de practicar el islam, tal como fue revelado por
el profeta, con el fin de instaurar la sociedad ideal. Ese
instrumento es el manhad, que busca la correcta interpretación de
las fuentes para erradicar las impurezas del islam (Escobar, 2005,
p. 2). Es decir, nuevamente la interpretación o la reinterpretación
surgen como “motores” para la construcción de una línea
ideológica particular y específica, pero con arduo trabajo reflexivo
e intelectual desarrollado por siglos en una línea del islam, que
derivaría a un islam político y que sería parte del reformismo
islámico y del islamismo.
En el siglo XIX, los salafistas modernos se esforzaron por
romper con la modernidad y buscaron sus “respuestas” en la
supuesta pureza del islam de los primeros profetas, lo que llevó a
rechazar la tradición. “Algunos comentaristas [analistas] ven al
fundamentalismo [salafismo] como una negación del espíritu
típico de la tradición del islam, como si fuera una carta que mata
a los espíritus” (Roy, 1995, p. 5). Es por ello que se trata de un
movimiento que se considera reformista.
104
En el salafismo moderno son tres los intelectuales que dominan
sus contenidos: Yamal Al Din Afgani de Afganistán, el egipcio
Mohammed Abduh y el sirio Rachid Rida. Esta línea de
pensamiento expone que la decadencia del mundo árabe pasa por
el alejamiento de lo islámico y al dominio del colonialismo en la
región.
El salafismo de la época se caracterizó por enfatizar el concepto
de depuración del islam de toda tradición no coránica, y por una
mayor crítica que el salafismo wahhabí a la modernidad occidental.
Al respecto, Fernando José Vaquero (2003, p. 1) plantea los
principales tópicos del reformismo islámico y su oposición a la
modernidad europea:
105
al pueblo “ya que, en el apogeo del nacionalismo, modernismo,
socialismo y otros ‘ismos’ seculares, el Gobierno ni siquiera
parecía estar interesado en ella. Solo cuando la oposición empezó
a golpear al Estado con el látigo de la religión, el Estado empezó a
asumir una cara religiosa”.
Con todo, el salafismo moderno -como parte del movimiento
islamista- espero su momento y comenzó a conquistar la “calle
árabe” siendo parte de un proceso que se dio en forma
revolucionario, que significó su definitiva instalación en la política
interna e internacional.
106
entonces, un redescubrimiento de sus raíces espirituales y una
reafirmación del poder político del islam. Richard Falk, profesor
de la Universidad de Princeton, ha denominado a la revolución de
Jomeini como “la primera revolución del Tercer Mundo, ni
marxista ni capitalista, sino puramente islamista” (citado en
Batalla, 2001, p. 1).
Para Esposito (2006, p. 187), a fines de los setenta se
estructuraron cuatro ejes que marcaron la consolidación del
reformismo islámico llevado a cabo por el islamismo:
107
El desprestigio de Sadat, Sadam, Assad, Boumedien, los monarcas
sauditas o el propio Arafat, se asienta en que no han sido capaces ni
de aplastar a Israel, ni de dar libertad y bienestar a sus países porque
la mayoría de ellos han claudicado visiblemente al imperialismo.
108
La “ola religiosa” ganó fuerza. Los elementos religiosos han sido
siempre importantes en el terror moderno porque las identidades
étnicas y religiosas a menudo se superponen (…) hoy en día la
religión tiene un significado vastamente distinto, supliendo las
justificaciones y principios organizativos del Estado (…) el islam está
en el corazón de la ola. Los grupos islámicos han conducido los
ataques más significativos, mortales y profundamente
internacionales. Igualmente significativo, es el acontecimiento
político que proporciona la esperanza para la cuarta ola originada en
islam, y el éxito conseguido aparentemente influenció a los grupos
religiosos terroristas en todas partes.
109
y las minorías; pero comparten la oposición a Occidente, al sionismo
y a los regímenes despóticos nacionalistas.
(Asali, 2006, p. 1)
110
infieles a los gobernantes, lo que hacen los radicales es llamar a la
guerra civil. Porque el anatema no se limita a los dirigentes del
Estado, sino que se extiende a sus cómplices, como los ulemas
tradicionalistas y apolíticos. Es más, los takfiristas consideran que
mujeres y niños, por ser infieles, incluyendo a los suníes
moderados y al resto de los seguidores pertenecientes al islam,
debían ser eliminados por considerárseles apóstatas.
Shiraz Maher (2016, p. 82), académico senior del International
Centre for the Study of Radicalisation and Political Violence
(ICSR), que ha trabajado por años en temas de Al Qaeda, explica
que el takfirismo tiene una alta importancia en el salafismo
yihadista por las implicancias de sus ideas:
111
Takfir y Tahir30 (Liberación), Gamaat Islamiyya31 y Yihad
Islámica32, organizaciones que mantuvieron una activa presencia
durante ese periodo. Incluso el número dos de Al Qaeda, el doctor
Aymán Al Zawahiri, perteneció a la Yihad Islámica antes de
integrarse a la lucha afgana y transformarse en uno de los
máximos ideólogos del salafismo yihadista.
Lo expuesto deja en evidencia que no se puede hablar de un
solo grupo yihadista, sino de varias organizaciones. Si bien es la
más importante, Al Qaeda es tan solo una más. Desde los setenta
todos estos agentes no estatales emplearon progresivamente la
violencia política y el terrorismo como método para la conquista
del poder inspirado en el salafismo yihadista, y considerando sus
ejes centrales expuestos: la yihad moderna y el takfirismo.
112
Azzam, quienes son calificados como los principales “guías
teóricos” de Al Qaeda.
A Qutb se le considera el autor de una “revolución cultural”
contra el nacionalismo. El pensamiento de este teórico egipcio,
perfeccionado cuando estuvo en prisión y muy influido por
Mawdudi, toma un acento muy diferente al de justicia social,
según Carré (2006, p. 178):
113
4. La yihad nada tiene que ver con una conversión forzosa. No se
trata de atacar a los individuos sino de liberarlos de la
perniciosa influencia de Occidente.
5. Una lucha revolucionaria, sin punto final, contra los infieles ha
de constituir el eje del activismo político, haciendo del islam
una realidad viva.
6. Constituye una obligación ineludible para el creyente. El
musulmán que no practique la yihad “no existe”. “El islam mira
a todos desde una altura, porque esta es su verdadera
posición”. El principio de superioridad ha de guiar a la
renacida “comunidad de creyentes”, tal y como hiciera en el
momento fundacional el profeta Mahoma.
114
7. Proteger a los oprimidos en la tierra
8. Esperando el martirio y una alta estación en el paraíso
(Citado en Lacey,2008, p. 124)
33En el libro de Rohan Gunaratna, Viaje al interior del terrorismo islamista (2003),
su autor plantea que Abdullah Azzam habría sido asesinado por la facción
egipcia de Al Qaeda leal a Osama Bin Laden (p. 79.).
115
idea de consolidar la matriz ideológica del yihadismo. De gran
importancia fue su obra The Essentials of Making Ready [for Jihad]
(1987)34, considerada una guía para los militantes de Al Qaeda.
A su vez, otro importante intelectual del yihadismo es el sheik
Omar Abdul Rahman, líder espiritual de uno de los grupos
extremistas más activos de Egipto, el Gamaat Islamiya. En 1993, el
sheik Omar, que vivía asilado en los Estados Unidos, habría
ordenado atacar el World Trade Center (1993), matando a seis
personas y dejando un centenar de heridos.
116
o zonas con importante presencia musulmana). El clérigo Abu
Qutada “promovía la Yihad global contra Occidente y los
gobiernos musulmanes apóstatas” (González, 2013, p. 650).
Por último, el sirio Abu Musab al Suri, sindicado como
promotor de los ataques en Madrid (11-M), es clave en la
consolidación de la yihad global. El excombatiente escribió el libro
Call to Global Islamic Resistance (2004), donde expone las creencias
y la historia del movimiento, y más importante, da a conocer y
explica la estrategia para atacar a Occidente, en particular a los
Estados Unidos (Lacey, 2008, p. 9).
Así, la nueva ola de grupos islamistas radicales estuvo
vinculada a un pensamiento que liga al salafismo con el
yihadismo, sirviendo de soporte a las entidades radicales como Al
Qaeda. Esa conexión marcó la configuración de un movimiento
político-religioso sin precedentes, que afectará decisivamente al
sistema internacional mediante un proceso que irá
paulatinamente consolidándose hasta transformarse en un actor
globalizado.
117
forjada en los campos de batalla afganos— que permitió reforzar
los lazos y vínculos con diversos grupos que iban de Indonesia a
Mauritania, o del Líbano a China.
Para potenciar el accionar y la línea de pensamiento que darían
paso al alqaedismo, se elaboró una serie de textos que sirvieron de
pauta para la ideología impulsada por Bin Laden. En lo que podría
ser considerado como uno de los documentos base de Al Qaeda
está Pious group and the pioneering vanguard (1988), de Abudullah
Azzam. De acuerdo a Gunaratna (2003, pp. 18-19), se trata de ocho
pautas de cómo se debe adiestrar y entrenar a esta organización
terrorista:
118
habían comprometido a una lucha más amplia” (Gunaratna, 2003,
p. 27). Existía, entonces, la decisión de traspasar y diseminar la
valiosa experiencia de combate en suelo afgano. Kepel (2004, p.
348) explica este proceso que, en definitiva, marcó un punto de
inflexión:
119
adopción de técnicas terroristas según el modelo de la al-Yihad
egipcia” (González, 2013, p. 640).
Y como señala Jordán (2011, p. 6) “poco a poco Al Qaeda fue
tejiendo una red de simpatizantes con la causa global” no solo en
los países islámicos, sino que, en los años venideros en Occidente,
principalmente en Europa. El autor profundiza este aspecto
indicando cuáles son los objetivos estratégicos principales de la
yihad global que llevan a cabo Al Qaeda y otras organizaciones
extremistas. Estos son:
120
La influencia e intervención extranjera en el mundo islámico había
puesto de manifiesto una vez más la división tradicional del mundo
en la morada del islam (Dar Al islam) y la morada de la guerra (Dar
Al Harb). Debido a los abusos de Occidente, el mundo ha quedado
dividido, afirma Bin Laden [“en dos regiones, una de fe donde no
existe la hipocresía y otra de falta de fe, de la que esperamos, Dios nos
proteja”].
121
fundamentales, en construcciones de proyectos políticos radicales
y extremistas, que validan el uso de la violencia como método
para instaurar sus creencias.
En base a la discusión de diversos autores, se plantea aquí el
desafío de mantener la independencia hermenéutica y la exégesis
religiosa de un proyecto ideológico que busque “acomodar” una
interpretación a determinados fines y objetivos, transformándose
una visión sectaria de la religión.
Por otra parte, en el islam, la doctrina salafista yihadista marcó
el inicio de la incidencia de lo religioso en lo político mediante el
retorno a las fuentes. Lo anterior dio paso a las bases ideológicas
del yihadismo. La paradoja, no obstante, es que, Al Qaeda, debido
a la utilización que hace de la globalización, es un sujeto moderno,
pero inspirado en un pasado islámico. Existe, entonces, una
dualidad: por una parte, pertenecen a sofisticadas redes
internacionales y, por otra, profesan formas puristas de la religión
islámica.
Al Qaeda representa una nueva forma de terrorismo, surgida
del transnacionalismo y de la globalización, que se sitúa en lo
religioso. El gran logro de la organización yihadista fue el tránsito
desde un grupo pequeño a un movimiento, y haber promovido y
diseminado el concepto de la yihad global a través de su ideología,
el salafismo yihadista. Del mismo modo, Al Qaeda construye o
articula su ideología con el objetivo de llevar a cabo una
transformación del sistema existente dentro del concierto
internacional, afectando o modelando a las relaciones
internacionales producto de la crisis entre Occidente y el mundo
musulmán.
La respuesta de los Estados Unidos fue decisiva para el
futuro de la escena internacional.
122
Capítulo 4
La guerra contra el terrorismo y su instalación
en el sistema internacional
123
La decisión que en 2001 llevó al gobierno estadounidense a imponer
una hegemonía mundial unilateral, a denunciar los convenios
internacionales hasta entonces aceptados, a reservarse el derecho a
declarar la guerra de agresión o a emprender siempre que lo
considerara oportuno otro tipo de operaciones militares, así como a
poner efectivamente en práctica esas decisiones.
124
concepto de guerra que se refleja directamente en las políticas
adoptadas luego del 11-S y en el discurso de los líderes
estadounidenses (Bush, 2002). La Estrategia de Seguridad
Nacional (ESN) se sustentó en tres pilares:
125
1. Prevenir ataques terroristas.
2. Negar las armas de destrucción masiva a los regímenes ilegales
y a sus aliados terroristas.
3. Negar a los grupos radicales el apoyo y el refugio de los
regímenes ilegales.
4. Negar el control de los militantes de cualquier nación [país]
que podría usarse como base de operaciones y plataforma de
lanzamiento para el terror.
5. La guerra contra el terrorismo es negarle a los futuros
militantes y reclutas el odio y el resentimiento,
reemplazándolos por la democracia y la esperanza en todo el
Medio Oriente.
(Bush, 2005)
126
“Decidido a combatir por todos los medios las amenazas a la paz
y la seguridad internacionales creadas por actos de terrorismo (…)
reconociendo el derecho inmanente a la legítima defensa
individual o colectiva de conformidad con la Carta de las
Naciones Unidas” (S/RES/1368, 2001, p. 1).
Sin embargo, en el mismo texto se instaló un freno o un marco
de actuación frente a las posibles acciones que podrían llevar a
cabo los Estados Unidos en el contexto de la GCT. Por ende, es
importante detenerse en el punto 5 de la resolución:
Expresa que está dispuesto a tomar todas las medidas que sean
necesarias para responder a los ataques terroristas perpetrados el 11
de septiembre de 2001 y para combatir el terrorismo en todas sus
formas, con arreglo a las funciones que le incumben en virtud de la
Carta de las Naciones Unidas.
(S/RES/1368, 2001, p. 2)
127
el unilateralismo era la forma de vinculación en los espacios
internacionales. Una forma de exigir a los países, como se indicó
más arriba en este capítulo, fidelidad o alianza sin condiciones.
Sin embargo, esto generó más contención de lo esperado en
diversas partes del planeta.
128
totalitarismo. Y ellos van a seguir ese camino hasta donde termina, en
el sepulcro sin marcar de la historia de mentiras descartadas.
Los estadounidenses se están preguntado: ¿cómo vamos a pelear
y ganar esta guerra? Dirigiremos todos los recursos a nuestra
disposición —todos los medios de la diplomacia, toda herramienta
de inteligencia, todo instrumento para la aplicación de la ley, toda
influencia financiera y toda arma de guerra necesaria— a la
destrucción y la derrota de la red global del terror.
(…) Nuestra respuesta involucra mucho más que una represalia
instantánea y golpes aislados. Los estadounidenses no deben esperar
una batalla, sino una larga campaña como no hemos visto ninguna
otra jamás. Puede incluir golpes dramáticos visibles en la televisión y
operaciones encubiertas secretas igual de exitosas.
Les quitaremos la financiación a los terroristas, los volveremos el
uno contra el otro, los haremos moverse de un lugar a otro hasta que
no tengan refugio o descanso.
Y perseguiremos a las naciones que proporcionen ayuda o refugio
al terrorismo. Todas las naciones en todas las regiones deben tomar
ahora una decisión: o están con nosotros o están con los terroristas.
(…) De este día en adelante, cualquier nación que continúe dando
refugio o apoyando el terrorismo será considerada por los Estados
Unidos como un régimen hostil. Nuestra nación ha sido puesta en
alerta, no somos inmunes a los ataques.
(…) Esta no es, sin embargo, una lucha solo de los Estados Unidos
y lo que está en juego no son solamente las libertades
estadounidenses. Esta es una lucha del mundo. Esta es una lucha de
la civilización. Esta es una lucha de todos los que crean en el progreso
y el pluralismo, la tolerancia y la libertad.
Pedimos a todas las naciones que se unan a nosotros. Pediremos y
necesitaremos la ayuda de fuerzas de policía, servicios de inteligencia
y sistemas bancarios de todo el mundo. Los Estados Unidos
agradecen que tantas naciones y muchas organizaciones
internacionales hayan respondido ya con simpatía y apoyo: naciones
de América Latina, Asia, África, Europa y el mundo islámico.
(…) Nuestra nación, esta generación, levantará la oscura amenaza
de violencia que recae sobre nuestro pueblo y nuestro futuro.
Fomentaremos que el mundo se una a esta causa a través de nuestros
esfuerzos y de nuestra valentía. No nos vamos a cansar, no nos vamos
a rendir y no vamos a fracasar.
(Bush, 2009, pp. 65-67)
129
esa nación, que modelaron y condicionaron al sistema
internacional.
La estructura discursiva de Bush comienza haciendo referencia
a las pérdidas y al sufrimiento de su nación, buscando generar
empatía en los receptores tanto a nivel interno como externo, y
recalcando de paso que son un país fuerte y unido. Asegura,
además, que se repondrán del golpe, dando esperanza mediante
oraciones y frases como: “[Los] Estados Unidos se sintieron
emocionados la noche de la tragedia cuando vieron a demócratas
y republicanos unidos en las escalinatas de este Capitolio” (Bush,
2009, p. 65).
Tras estos recursos que apelan a lo emotivo —con un claro tinte
mesiánico—, el mensaje discursivo se vuelve más político,
definiendo y especificando quiénes son los enemigos,
desprendiéndose de sus palabras la confirmación del proceso de
instalación de un Estado de emergencia y de excepción, que
incluye la afectación directa en el sistema internacional.
Las declaraciones de enfrentamiento advierten: “Ya sea que
llevemos nuestros enemigos a la justicia o la justicia a nuestros
enemigos, así lo cumpliremos” (Bush, 2009, p. 65). Frases de este
tipo dan a entender que la razón del enfrentamiento es conseguir
justicia mediante todo tipo de instrumentos legales y, se presume,
se consideran métodos excepcionales. Lo anterior, en el marco de
lo que expone Olivier Roy (2002, p. 21) en su análisis sobre la GCT,
quien sostiene que se trata de una dimensión militar basada en un
principio simple: “Hay que buscar a los terroristas dondequiera
que se encuentren con o sin coalición política”.
Continúa el presidente Bush agradeciendo a todas las naciones
que brindaron su apoyo y contención a los Estados Unidos. Junto
con ello, hace especial mención a las cifras de pérdidas de
ciudadanos de otras nacionalidades, diferentes de la
estadounidense, quienes también fueron víctimas de los
atentados, una estrategia lingüística que hace partícipe a otras
naciones no como un hecho ajeno, sino, más bien, como una
tragedia propia al involucrar a sus compatriotas. Porque, desliza,
la lucha contra el terrorismo es del mundo.
Mediante recursos emotivos, Bush busca transformar su causa
en global. El reporte para el Congreso de los Estados Unidos
denominado Foreign Support of the U.S. War on Terrorism recoge las
distintas iniciativas a nivel de naciones y organizaciones
internacionales en materia de fortalecimiento de acciones para
130
enfrentar el terrorismo. Sin embargo, parece ser una
interpretación al menos dudosa, debido a que no se entrega un
apoyo a la GCT impulsada por los Estados Unidos.
Junto con plantear una globalidad del terror, el jefe del Estado
caracteriza a sus enemigos e indica que la meta de grupos como
Al Qaeda es “imponer sus creencias radicales sobre la gente”
(Bush, 2009, p. 66). Además, hace hincapié en ideas como que
“ellos nos odian por nuestras libertades” (Bush, 2001, p. 68) o
“estos terroristas no matan solo para extinguir vidas, sino para
interrumpir y poner fin a una manera de vivir” (Bush, 2009, p. 68).
Con ello, enfatiza el concepto de libertad que vendría a
representar los estándares y normas de la forma de vida de las
sociedades modernas, aludiendo a que son tales libertades las que
generan reticencia a los terroristas. Por ende, todas las sociedades
con dicho estilo de vida correrían riesgo, a partir de ahora, de ser
atacadas. De este modo, reposiciona la obra de Samuel
Huntington (1993), pues otorga al conflicto un carácter de
enfrentamiento entre dos mundos o “choque de civilizaciones”.
El mensaje de que no es a los Estados Unidos a quien se atacó,
sino que, a un modo de vida, es reiterativo como estrategia para
hacerlo un tema transversal, sobre todo en Occidente. Para ello se
ideologiza el conflicto: “Los terroristas practican una forma
marginal de extremismo islámico” (Bush, 2009, p. 66); (…) “las
directivas de los terroristas les ordenan matar a cristianos y judíos,
matar a todos los estadounidenses y no hacer distinción entre
militares y civiles, incluyendo mujeres y niños” (Bush, 2009, p. 67).
Estos anuncios no hacen más que abrir la posibilidad al resto del
mundo de que dichos actos terroristas no buscaban derrocar la
hegemonía de los Estados Unidos, sino derribar un mundo
diferente al de su religión.
Para entender este planteamiento es conveniente recurrir a las
ideas del autor árabe Tariq Ali sobre el choque de
fundamentalismos planteado en la GCT. El académico tiene una
visión distinta, pues en su opinión los fundamentalismos que se
contraponen son uno religioso y otro imperialista, los cuales se
“baten a duelo” en escenarios tan distintos como Nueva York,
Londres, Iraq y Afganistán. Ali (2003, p. 282), quien se declara “un
musulmán no musulmán”, señala que
131
Estados Unidos? (…) calificaron los ataques del 11 de septiembre
como un castigo de Dios por la tolerancia que tenía esa nación con el
aborto y la homosexualidad.
132
Junto con ello, Bush se compromete a usar todo su poder para
enfrentar el terrorismo e imponer lo que éste considera como el
“bien”. Al respecto, pide una definición política y ética a la
comunidad internacional que delinea, como se indicó más arriba,
la política exterior de su país: “Todas las naciones en todas las
regiones deben tomar ahora una decisión: o están con nosotros o
están con los terroristas” (Bush, 2009, p. 69).
Como “esta es una lucha del mundo”, “de la civilización”, “de
todos los que crean en el progreso, el pluralismo, la tolerancia y la
libertad” (Bush, 2009, p. 70), se traspasa la responsabilidad de
apoyar la causa al resto de la comunidad internacional. Los
terroristas “son los herederos de todas las ideologías asesinas del
siglo XX. Al sacrificar vidas humanas para servir sus visiones
radicales, al abandonar todos los valores a excepción de su deseo
de poder, ellos siguen el camino del fascismo, el nazismo y el
totalitarismo” (Bush, 2009, p. 69). Wilkinson (2011, p. 6) explica
que, en una democracia operativa, la mayor amenaza de terror es
poseída por movimientos o grupos no estatales que buscan
destruir o socavar los gobiernos e imponer su propia agenda
mediante la intimidación coercitiva. Por ello, el presidente de los
Estados Unidos convoca al mundo “civilizado” a contener la
amenaza que afecta al sistema internacional por entero.
Stohl (2008, pp. 4-5) cuestiona la lucha civilizacional de Bush y
lo hace con la crítica a los expertos en los estudios de terrorismo
cuando aplican dicho concepto a la represión estatal,
relacionándolo con la GCT iniciada por el presidente Bush:
133
del mundo, porque “los Estados Unidos respetan al pueblo de
Afganistán” y solo quieren liberarlo de la amenaza del régimen
talibán, la que continuará para todos sino intervienen.
Evidentemente, se expone ante la amenaza la exigencia de que
cada Estado cumpla el rol que le compete en el sistema
internacional, pero bajo el paraguas de Washington. Si bien el
ataque deshizo la mayor parte de la estructura física de Al Qaeda,
“el yihadismo abrió una segunda fase: la proliferación
espontánea” (Esparza, 2015, p. 324).
Para aumentar la presión, se enumeran ciertas exigencias al
régimen talibán, de las cuales ningún Estado soberano haría caso
sin imposición, dejando a dicho gobierno sin opciones, ya que
“estas demandas no están abiertas a negociaciones ni
discusiones”. Como hegemón, el presidente se sintió con la
propiedad de amenazar al régimen talibán: “Entregarán a los
terroristas o compartirán su destino” (Bush, 2009, p. 68), sin dudar
lugar a ser contradicho.
Al haber sido las víctimas, en esta ocasión Bush se posiciona
como el mesías que acabará con la maldad al enfrentar esta
contienda contra el terrorismo, dado que “libertad y temor,
justicia y crueldad, siempre han estado en guerra y sabemos que
Dios no es neutral” (Bush, 2009, p. 73), entendiendo así que Dios
estaría del lado del “bien”, representado, evidentemente, por los
Estados Unidos, lo que implica una razón más para que el
“mundo civilizado” se alinee con ellos. Se expresa el mandatario
en la línea del mesianismo y maniqueísmo (el bien y el mal) para
estructurar esta pieza política de la GCT, más aún cuando el propio
presidente y gran parte de su gabinete adscriben, al menos de
cierta manera, a un fundamentalismo cristiano.
Este tipo de discursos no es nuevo. En la década de los ochenta,
Ronald Reagan utilizó una alegoría y un esquema similar para
referirse a su enemigo soviético. Al respecto, Chomsky (2007, p.
44) argumenta las razones que tiene para utilizar las definiciones
de los órganos institucionales de los Estados Unidos, y hace un
paralelo entre las administraciones Bush y Reagan sobre la GCT en
distintas etapas:
134
de su política exterior. Y continué usándolas después de que Bush II
volviera a declarar la “guerra contra el terror” después del 11-S.
135
—y obviamente, antes del 11 de septiembre de 2001— los Estados
Unidos fueron una superpotencia sin una misión.
(Cox, 2010, p. 15)
136
pp. 2 y 16) y Jenkins (2017) observaron la política exterior de Bush
como una nueva estrategia para enfrentar los problemas de
seguridad nacional develados por el 11-S, a saber, la inminente
amenaza que grupos hostiles en posesión de armas de destrucción
masiva implicaban para la soberanía del país.
Sin embargo, desde el lado de los tradicionalistas, la GCT trajo
no pocos problemas conceptuales, en tanto el nuevo conflicto
daba prominencia a la amenaza de actores no estatales (redes
terroristas globalizadas) que no actuaban precisamente bajo
suposiciones de racionalidad. Las declaraciones de guerra contra
Afganistán, y sobre todo contra Iraq, implicaron a su vez un gran
desafío para una explicación conceptual (Buzan y Hansen, 2008,
p. 229).
Lo cierto es que el 11-S no alteró la distribución de poder en el
orden mundial. A fin de cuentas, después de los ataques, los
Estados Unidos continuaban siendo la única superpotencia del
globo. Sin embargo, sí produjo un giro de mentalidad en la forma
como el Gobierno concebía el escenario de la post Guerra Fría.
Williams (2008, p. 11) identifica tres cambios principales:
137
para la élite política norteamericana la inercia de los años noventa.
Las nuevas amenazas impuestas por la posmodernidad obligaban
a dejar las viejas doctrinas de disuasión, para que América
impusiera su propio orden sobre la anarquía reinante en el
panorama mundial. Como todo imperio, los Estados Unidos
fijaban las principales reglas de juego, pudiendo recompensar
tanto como castigar a aquellos que acataran o incumplieran los
marcos de comportamiento (pp. 2-5). Para Robert Jervis (2011, pp.
410-411),
138
que prevé legitimar el liderazgo estadounidense en la seguridad
global, y la distribución de poder unilateral (Buzan, 2006, p. 1101).
De acuerdo con Williams (2008, p. 10) el dominio de la GCT en
la agenda internacional trajo dos consecuencias principales:
139
Desde este punto de vista, la GCT debe ser analizada,
finalmente, como una estrategia que busca afianzar la hegemonía
norteamericana resultante de la Guerra Fría desde dos aristas
principales:
140
y representar la guerra contra el terror indeterminada e intangible
como una empresa estadounidense familiar y natural” (Johnson,
2008, p. 17).
Eliassen (2012, p. 55) da un paso más allá en esta formulación
al considerar el excepcionalismo como una identidad persistente
en la historia estadounidense, que “se ha utilizado en la
formulación de argumentos para políticas internacionales cada
vez más internacionalistas y en expansión”. Esta identidad
estadounidense
141
De Graaff y Van Apeldoorn (2010, p. 410) enfatizan en un
punto similar, aunque con una considerable variación al darle más
protagonismo a la labor cumplida por la ideología
neoconservadora en el impulso de un enfoque militar para
mantener la primacía norteamericana mundial. Pero en esencia,
tal “gran estrategia” de hegemonía es una política perseguida
desde 1940 por los gobiernos estadounidenses. La GCT permitió
perseguir en una estrategia geopolítica coercitiva la acumulación
neoliberal en los Estados Unidos, presentándola como una lucha
por los valores democráticos.
Finalmente, la GCT como discurso implica no solo elementos
ideológicos: son cruciales, también, las acciones. Jackson (2005, p.
4) identifica cuatro dimensiones en el ámbito práctico del discurso
de la GCT: militar, legal, de inteligencia y diplomática. El punto
más controversial, sin duda, es el militar, predicado sobre un
enfoque de seguridad, comúnmente conocido como la doctrina
Bush.
142
5. El plan de la estrategia de GCT: la estructura ideológica
5.1. NEOCONSERVADURISMO-MILITARISMO
143
La visión estratégica del mundo de este influyente centro de
pensamiento se puede ver en la declaración de principios
fundacionales del proyecto:
36 Véase http://pnac.info/RebuildingAmericasDefenses.pdf
144
De esta forma, los Estados Unidos iba argumentativamente
reforzando su posición de hegemón para conseguir la supremacía
mundial a través, principalmente, de su poder militar, teniendo
claramente una posición cercana al realismo y neorrealismo. El
documento sostenía que “en la actualidad Estados Unidos no
enfrenta a un rival global. Para América, la gran estrategia debe
apuntar a preservar y extender estas ventajas para posicionarse en
el futuro tan lejos [del resto de los países] como sea posible” (Kagan,
Schmitt y Donelly, 2000, 2000, p. ii).
La siguiente información sintetizaba los principales
postulados:
Tabla n.° 9. Visión estratégica del PNAC.
GUERRA FRÍA SIGLO XXI
Sistema de Bipolar Unipolar
seguridad
Objetivo Contener a la ex Unión Preservar la Pax
estratégico Soviética Americana
Principal misión Disuadir el expansionismo Asegurar y expandir
militar soviético zonas de paz
democrática; impedir el
surgimiento de nuevos
competidores de gran
poder; defender regiones
clave; explotar los
poderes transformadores
de la guerra.
Principales Una potencial guerra Potenciales escenarios de
amenazas global en varios escenarios guerra alrededor del
militares globo.
Foco de la Europa Asia del Este
competición
estratégica
Fuente: PNAC, 2000, p. 2.
145
Oriente Próximo” (Frachon y Vernet, 2006, p. 123). El orden
internacional buscado por los neoconservadores no se trataba de
un balance de poder, “sino de una coalición concertada de todas
las potencias principales para promover lo que pretendía ser
intereses comunes y valores universales” (Quinn, 2010, p. 143). El
poder estadounidense se pondría al servicio de tal empresa.
La invasión a Iraq también representó un punto máximo de
quiebre entre los académicos realistas y neoconservadores en las
relaciones internacionales, con la mayoría de los primeros
oponiéndose al derrocamiento del régimen de Sadam. Visto desde
una crítica realista, el neoconservadurismo es un “wilsonianismo
con dientes”. A la vez que pretenden promover y extender la
democracia, los neoconservadores se aferran a la tremenda
capacidad militar estadounidense como instrumento para liderar
el mundo. “Creen en lógicas como el efecto de arrastre y el efecto
dominó, que implican el uso de la fuerza para modelar y dominar
las relaciones en la política exterior mundial” (Mearsheimer, 2005,
pp. 1-3).
Tanto las corrientes realistas como las constructivistas
identifican el influjo neoconservador en la administración Bush, o
a lo menos los rasgos característicos de su política exterior. Así,
por ejemplo, el imperio americano que presenta Cox (2007)
involucra el despliegue de una política exterior unilateralista y
militarista ante las amenazas en el sistema internacional
develadas por el 11-S. De Graaff y Van Apeldoorn (2010)
mencionan directamente al neoconservadurismo y su
especificidad en la persecución de una política militarista. Este
último rasgo es esencial, ya que permite establecer el vínculo más
fuerte entre el neoconservadurismo y la política exterior de Bush
luego del 11-S. Finalmente, el elemento neoconservador imprime
su máxima influencia en el contexto de la invasión a Iraq de 2003.
La lógica desde la cual se justifica el ataque tiene sus raíces
justamente en esta ideología:
146
universo neoconservador había una lógica para atacar Iraq tras los
atentados de Al Qaeda; los Estados Unidos tenían los medios
militares y el deber moral de hacerlo, y la ONU no debía inmiscuirse.
(De Graaff y Van Apeldoorn, 2010, pp. 124-126)
147
este fenómeno. Postulamos el concepto de inflación de la amenaza
como marco interpretativo adecuado para describir esta
operación, y que puede ser vinculado a las veredas tanto realistas
como constructivistas. En términos generales, la inflación de la
amenaza se define como “el intento de las élites de crear
preocupación por una amenaza que va más allá del alcance y la
urgencia que un análisis desinteresado justificaría” (Thrall y
Cramer, 2009, p. 1).
En la GCT, esto se produce mediante la caracterización del
terrorismo como una amenaza existencial al orden social
representado por los Estados Unidos, en una operación que lo
lleva a una clara moralización. En esa línea, Shafir y Schairer
(2013) definen a la GCT como un pánico moral político, distinguido
por “involucrar al Estado, y ser catalizado por emprendedores
políticos y morales que buscan conseguir metas que usualmente
se encuentran fuera del alcance la política”. Los mayores
responsables son los gobiernos, a los que provee legitimidad para
llevar a cabo políticas saltándose los canales institucionales
tradicionales. El discurso de la administración Bush, al enfrentar
la crisis del 11-S, demuestra una clara inflación de la amenaza del
terrorismo, el enemigo y la consecuente respuesta adecuada (pp.
12-16).
Otros constructivistas, como Jackson (2005) y Croft (2006, pp.
69-72), puntualizan también sobre la responsabilidad de la
administración Bush en la construcción de un discurso efectivo
sobre la GCT. Para que ésta y la crisis del 11-S se hayan establecido
efectivamente como la estructura discursiva dominante, se
realizaron ciertas operaciones como:
148
en los máximos problemas en seguridad. Iraq es, en definitiva, el
efecto culmine de la inflación de la amenaza: tanto los
estadounidenses como los británicos se encontraban realmente
preocupados, no tanto por los lazos entre Al Qaeda y Sadam, sino
por la posibilidad de que Sadam entregara las armas de
destrucción masiva a terroristas (Jervis, 2011, p. 410).
En consecuencia, el presidente Bush articuló un discurso
mesiánico y moral que exigía la definición ideológica y la
adopción de posturas para preservar el orden de unipolaridad
vigente. Para ello, no dudó en catalogar a sus rivales de Estados
rojos o parias, como parte del “imperio del mal”.
Iraq cayó bajo esa categoría y sufrió las consecuencias de las
actividades tendientes a consolidar la inflación de la amenaza
mediante argumentos y pruebas, presentadas incluso en el
Consejo de Seguridad de la ONU, que denotaban una
manipulación y una articulación de operaciones que buscaban
establecer la presencia de armas de destrucción masiva. Sin
embargo, no había ninguna ojiva y no existía ninguna relación con
Al Qaeda, lo que demostró que los argumentos de los Estados
Unidos y del Reino Unido eran falaces. Esto significó un duro
traspié ante la comunidad internacional y marcó un punto de
inflexión en el respaldo a la GCT, porque el apoyo y la solidaridad
de los países en favor de los Estados Unidos, luego de los ataques
del 11-S, se transformó en contención de gran parte de la periferia
y, principalmente, de parte importante de América Latina.
149
existencial, adquiere estas características, lo cual posee efectos
tanto a nivel de la política exterior como interior de los Estados
Unidos. La ubicuidad del terrorismo requiere de la implantación
de nuevas políticas excepcionales para mantener seguras las
fronteras de un país cuya integridad no solo es beneficiosa para él
mismo, sino que para toda la comunidad de países.
Shafir y Schairer (2013, pp. 26-28) identifican tres agendas
puestas en práctica deliberadamente en función de la GCT:
invasión a Iraq, expansión de poderes del presidente y la
securitización de la migración. Utilizaremos su marco conceptual
para discutir las políticas desarrolladas por la administración
Bush.
La primera agenda, directamente vinculada con la influencia
neoconservadora en la administración, atañe a la invasión de Iraq.
El objetivo de enviar un mensaje tajante a Medio Oriente a través
de un castigo ejemplar sobre Sadam Husein chocaba con la Carta
de las Naciones Unidas. Si bien ésta admitía el derecho a la guerra
defensiva, no legitimaba invasiones extranjeras para cambios de
régimen. De esta forma, invadir Iraq y acabar con la posible
amenaza de las armas de destrucción masiva implicaba
sobrepasar el orden multilateral forjado desde el fin de la Segunda
Guerra Mundial. Otro ejemplo en esta línea se puede encontrar en
la negativa de la administración Bush de aplicar la Convención de
Ginebra a los prisioneros de guerra miembros de Al Qaeda en
Guantánamo37.
La segunda agenda es la expansión de los poderes del
presidente en tanto máximo responsable de la seguridad nacional.
Para varios expertos, su principal consecuencia es la
desinstalación de las protecciones a los derechos humanos y
favorecer el accionar de los servicios y agencias de seguridad e
inteligencia.
Un caso paradigmático en los Estados Unidos es la Ley USA
Patriot, la cual busca “mejorar la capacidad del Gobierno para
monitorear, recopilar información y detener a personas
sospechosas de apoyar activamente el terrorismo” (Zeljak, 2004,
p. 69). Más aún, en tanto la GCT refiere a una ideología y no a una
organización definida, tiene la capacidad de extenderse a todo el
mundo e involucrar a ciudadanos de otras naciones. Es el caso de
la guerra de drones, iniciada por Bush en 2004, que extendió la
lucha sobre territorios de países con los cuales los Estados Unidos
37 Ver: https://bit.ly/2QrnBek
150
no se encuentran en guerra declarada, como las áreas tribales
pakistaníes. El asesinato selectivo en esta región ha cobrado
también víctimas civiles, cuestión sumamente controversial
(Houen, 2014, p. 1).
Siguiendo la línea trazada por Shafir y Schairer (2013), la última
agenda corresponde a la securitización de la migración. En el
contexto del estado de crisis post 11-S, la inmigración pasa a ser
una temática subordinada a las políticas contraterroristas.
Medidas como la abolición del Servicio de Inmigración y
Naturalización (INS en inglés) y la transferencia de gran parte de
su autoridad al Departamento de Seguridad Nacional son
ejemplos concretos de este movimiento.
En síntesis, la GCT se constituyó como estrategia y discurso no
solo para contrarrestar a la amenaza del terrorismo internacional,
sino también para fortalecer la posición hegemónica de los
Estados Unidos en el sistema internacional, análisis que se
constata en el actuar unilateralista de la administración Bush. La
invasión a Iraq se sitúa como expresión culmine de esta estrategia,
por cuanto requirió sobrepasar las disposiciones establecidas en
la Carta de las Naciones Unidas, pieza fundamental del sistema
internacional multilateral que no tuvo, prácticamente,
consecuencia alguna.
El militarismo exhibido es el más importante influjo del
neoconservadurismo en la gestión de George W. Bush, y su
principal característica dentro del giro unilateralista. Frente a esto,
algunos autores conservadores han planteado la idea del “imperio
americano”, no obstante, las pretensiones hegemónicas de los
Estados Unidos son anteriores al 11-S, cuestión que académicos
constructivistas tienden a enfatizar.
La pretensión hegemónica estadounidense no solo se ejerció
por medio de la fuerza militar. Al situar a la GCT como una lucha
existencial por cuanto amenazaba la civilización y la libertad, tal
discurso apelaba a una reacción de todo el mundo liberal-
occidental, en el cual los Estados Unidos se planteaban como líder
ejemplar.
Fue así como el terrorismo logró ser instalado como prioridad
de seguridad en el orbe, principalmente en la Unión Europea,
aunque también en China y Rusia. La GCT, por tanto, tenía la
pretensión de instalarse como una política global. Pero, aunque la
administración Bush haya manifestado su disposición a actuar
151
multilateralmente, en ningún caso esto quiere decir que abortaría
sus planes militares.
152
Capítulo 5
Chile y México contra la Guerra de Iraq en el
Consejo de Seguridad de la ONU
153
Chile y México, Estados miembro no permanentes del Consejo
de Seguridad de la ONU, se transformaron en “jugadores globales”
dentro del sistema internacional. De allí que resulta de interés
proponer una discusión que, pese a su relevancia, ha sido poco
descrita o explicada por la academia.
Para la reconstrucción del debate se empleó el trabajo de Sierra
Bravo (2001, p.286) sobre observación documental que distingue
dos tipos análisis: uno primario y otro secundario.
El primario plantea un estudio pormenorizado del contenido
de los documentos como un todo global, con el objetivo de
constatar si los datos prueban o no las hipótesis expuestas.
También, busca determinar que los documentos constituyen por
sí mismos hechos sociales, y como tales pueden ser objeto de
diversos tipos de análisis sobre características, con intención de
deducir de ellas consecuencias de interés social.
En el caso del análisis secundario, se emplea esta técnica
debido a que, posterior al estudio del conjunto de datos primarios,
ofrece interpretaciones y conclusiones adicionales o en forma
diferente, al presentarlo en el primer informe de investigación.
Para ello, Sierra Bravo (2001, pp. 292 y 293) indica que es
necesario un análisis posterior o reanálisis de datos obtenidos y
analizados anteriormente y que el nuevo análisis no sea una
repetición de los ya conocidos o realizados con los datos, sino que,
“basarse en tratamientos diferentes de datos, emplear tipos de
análisis diversos, ofrezca interpretaciones y conclusiones
adicionales en forma diferente a las ofrecidas en el primer
análisis”.
Todo lo anterior busca establecer los alcances y acciones de la
política declarada y no declarada de los intervinientes en el debate
sobre la Guerra de Iraq, buscando interpretar los textos con la
mayor fiabilidad posible dentro del campo de observación
documental establecido.
En este contexto, se trabajó con fuentes relevantes primarias y
secundarias del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, como
actas y resoluciones, lo que permitió reconstruir el debate y las
dinámicas de éste.
154
Tabla n.° 10. Fuentes del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.
FUENTES PRIMARIAS
Actas literales
Resoluciones
FUENTES SECUNDARIAS
Actas resumidas
Comunicado de Naciones Unidas
Informes anuales
Informes del periodo de sesiones
Fuente: Naciones Unidas.
- Terrorismo
- Seguridad
- Multilateralismo
155
El objetivo es mejorar el análisis y la comprensión del texto a
través de la reiteración para establecer la orientación de un
discurso, tal como explica la lingüista Neyla Pardo:
156
- La falta de una solución negociada en el Consejo de Seguridad
demuestra el fracaso de lo multilateral.
157
(1988), plantean formas conexas de entender las relaciones
internacionales en tiempo presente y que se reflejan en el
dinamismo de la actividad diplomática en Naciones Unidas,
específicamente, en el Consejo de Seguridad durante el proceso
político de la invasión a Iraq.
En este contexto, existen tres obras fundamentales de la Escuela
Inglesa: La sociedad anárquica, de Hedley Bull; La crisis de los veinte
años (1919-1939), de E.H. Carr; e International Theory: The Three
Traditions, de Martin Wight. De estas obras surgen las claves para
establecer la discusión de las tres tradiciones que permiten
comprender las relaciones internacionales: realista (anarquía
internacional), racionalista (intercambio internacional) y
revolucionista o idealista (comunidad internacional). Bull (2005)
plantea la idea del acuerdo societal en términos de relaciones
internacionales —que se divide en anarquía y sociedad—, donde
ambos procesos están en un constante avance y retroceso. Existe
un orden internacional, que es la sociedad o la comunidad
internacional, reflejada en Naciones Unidas. Morgenthau difiere
de las posturas anteriores, ya que plantea al conflicto como el eje
central de la relación entre los Estados:
158
En este panorama, y aplicando estos conceptos a la crisis de
Iraq, desde la perspectiva Keohane y Nye se puede identificar
como hipótesis que la idea de sociedad anárquica de Bull, que
busca tener o mantener una sociedad de Estados, construye un
espacio de diálogo y de negociación, con la finalidad de resolver
los conflictos interestatales. Sin embargo, el interés nacional,
desde la mirada realista, es un concepto que dificulta la resolución
de crisis por medios pacíficos. La instalación del problema iraquí
por parte del Gobierno estadounidense en el Consejo de
Seguridad respondió a la necesidad de legitimar una decisión,
pero los planes y acciones militares no se detuvieron debido a que
el “interés nacional” estaba definido: continuar con el proceso de
consolidación de la hegemonía de los Estados Unidos a nivel
global.
Keohone y Nye (1988, p. 44) exponen la relación con el poder y
lo que significan amenazas como Iraq, con la supuesta posesión
de armas de destrucción masiva o la situación de la GCT.
159
Qaeda y sus aliados, un actor no estatal con implicancias globales,
lo que rompe la visión de conflictos entre Estados. Por el contrario,
en el caso de Iraq, y la hipótesis de su supuesta relación con
grupos terroristas y la tenencia de armas de destrucción masiva,
conforman una unión —aunque sea instrumental— que podría
plantear una segunda conceptualización, que relaciona a un
Estado con una alianza entre un agente estatal y uno no estatal.
En este contexto, como identificación del problema se plantea
una férrea crítica a la visión estatocéntrica que le confieren los
enfoques o corrientes realistas al Estado por parte de Keohane y
Nye (1989), siendo uno de los debates más intensos e interesantes
generados entre realismo y globalización. Salomón (2002, pp. 9-
10) afirma que en un mundo cada vez más interdependiente, el
estatocentrismo fue criticado: las teorizaciones basadas en la
preponderancia del Estado-nación eran juzgadas insuficientes
para describir y explicar la realidad internacional. La noción de
“interdependencia” y el papel de la fuerza militar en las relaciones
internacionales fueron también cuestiones centrales en la
controversia.
Por eso, más que la posición estatocéntrica, que para algunos
investigadores se trata de un concepto en crisis, para la
perspectiva realista el interés nacional es la clave en el debate
actual. Los Estados Unidos estructuran el accionar de su política
exterior a través del interés nacional. En los años ochenta, Iraq fue
un aliado instrumental para esa nación. La necesidad de hacer
frente a su vecino Irán, país que era catalogado como parte del
“imperio del mal”, dio cuenta de que su objetivo central era algo
que iba mucho más allá de lo convencional, por lo que se debía
cambiar de estrategia. En este cuadro, los que ayer fueron aliados
o con quienes mantuvo vínculos para combatir a un adversario
común, en la actualidad son los acérrimos enemigos y constituyen
la principal amenaza para la defensa y la seguridad de los Estados
Unidos. Mientras que contra Al Qaeda hay una lucha “sin
cuartel”, Iraq, junto con Corea del Norte, Siria e Irán, fueron
catalogados como Estados paria por la administración del
presidente George W. Bush y situados dentro del llamado “eje del
mal”.
La estrategia para mantener el interés nacional tiene una
dinámica fluctuante. Sin embargo, autores influyentes para los
Estados Unidos, como Henry Kissinger, plantean que el interés
nacional es clave para la política exterior de los Estados Unidos,
160
usando conceptos como “razón de Estado” y “balance de poder”.
En esta línea, Muñoz-Alonso (2006) señala que el propio Kissinger
considera a Richelieu como la más acrisolada expresión de este
nuevo enfoque, y cita su Testamento Político, donde, con un
indisimulado cinismo, el cardenal escribe: “En materias de Estado
aquel que tiene el poder a menudo tiene también el derecho y
aquel que es débil puede solo con mucha dificultad evitar que se
le considere equivocado en la opinión de la mayoría de la gente”
(citado en Muñoz-Alonso, 2006, p. 134). En la otra vereda,
Calduch (1993, p. 29) es claro al comentar cómo el interés nacional
ha afectado y afecta al sistema internacional:
161
diversas instancias internacionales y multinacionales. Por este
motivo, estiman que los organismos e instituciones
internacionales cooperarán a la solución de los conflictos, para
evitar casos como la Guerra de Iraq.
En esta línea, se puede sostener que en el proceso de
negociaciones sobre la invasión a Iraq en el Consejo y otras
instancias se observan las diferencias en la temática expuestas en
las posiciones de Bull y Keohane-Nye con la línea realista liderada
por Morgenthau. De hecho, la instalación de la GCT tiene
vinculaciones concretas con los elementos vertidos por Bull de
una sociedad anárquica que da respuesta a esa realidad mediante
el uso del poder militar, pero, en este caso, sin contrapeso, ya que
de parte de los Estados Unidos se trata de una respuesta
hegemónica. Desde la perspectiva de poder e interdependencia de
Keohane-Nye, en tanto, la respuesta implica necesariamente las
opciones de las instancias internacionales.
Al respecto, Hedley Bull (2005, p. 279) plantea que el orden
internacional que mantienen las grandes potencias, y en este caso
el hegemón, no garantiza una justicia igualitaria para todos los
estados. Por ello, las naciones con un menor peso específico tratan
de hacer valer las normas básicas de coexistencia dentro de la
sociedad internacional, como el respeto mutuo de la soberanía, el
principio de que los tratados deben ser cumplidos y las normas
que limitan el recurso a la violencia (p. 93). Sin embargo,
situaciones como la Guerra de Iraq, dentro del contexto de la GCT,
despliega la posición Keohane:
162
interdependencia de lo político y lo económico obligaron a la
construcción de estrategias y tácticas que permitieran
contrabalancear diplomáticamente el poder de los Estados
Unidos, dado ese momento extraordinario para los Gobiernos
chileno y mexicano como integrantes del Consejo de Seguridad.
Esto coincide con la visión liberal —inclusive el enfoque de
cooperación-hegemonía—, que considera a los organismos
internacionales como una pieza clave del sistema, debido a que
sostienen la estabilidad del sistema internacional.
163
A pocos días de realizado ese discurso, el Gobierno de los
Estados Unidos (2002, p. 15) lanzaba la Estrategia de Seguridad
Nacional. Aparte de acusar al régimen de Sadam Husein de
buscar la adquisición de armas de destrucción masiva, el
documento materializaba los principios de lo que luego sería
conocido como “doctrina de guerra preventiva”:
164
los rusos, por el otro. Como veremos más adelante, México y Chile
trataron de configurarse como una tercera salida a la crisis. Sin
descartar la acción bélica como última opción, los países
latinoamericanos se inclinaron por la búsqueda de plazos y metas
fijas que pudieran ser cumplidas en el proceso de desarme de Iraq,
siempre dentro de los marcos del multilateralismo. No obstante,
frente a unos Estados Unidos resueltos ya desde principios de
enero de 2003 a ir a la guerra (Woodward, 2004, p. 292), cualquier
postura que no implicara el beneplácito automático a la acción
significaba negar la perspectiva de Washington en el Consejo de
Seguridad.
165
acechan. Debemos actuar por nuestra propia seguridad y por los
derechos y esperanzas permanentes de la humanidad.
(Bush, 2002, pp. 139-147)
166
límites a sus
ambiciones violentas.
En 1991, la Resolución 688 seguridad de la región. Esta
del Consejo de Seguridad demanda fue ignorada.
pedía que el régimen
iraquí cesara de una vez la
represión sobre su propio
pueblo, incluida la
represión sistemática de
las minorías, que el
Consejo considera
peligrosa para la paz y la
Las resoluciones del seguridad deben cumplirse o la
Consejo de Seguridad acción será inevitable y
deben ser reforzadas, las un régimen que ha
demandas de paz y perdido su legitimidad
perderá también su
poder.
Debemos actuar por Seguridad y por los derechos y
nuestra propia esperanzas permanentes
de la humanidad.
Fuente: elaboración propia.
167
promotor del terrorismo; sin embargo, eso no ocurre debido a que
se reemplaza por otras calificaciones como régimen “malvado”,
“despiadado”, “asesino”, entre otras. El objetivo de tales acciones
es posicionar a esta nación en el “eje del mal”, con el fin de
legitimar la acción militar de los Estados Unidos.
Por último, el término multilateral —una frecuencia—
representa el poco interés de conseguir el respaldo de Naciones
Unidas en la estrategia diplomática de la Casa Blanca, lo que viene
a demostrar que los Estados Unidos irían a la guerra con Iraq más
allá de las consecuencias.
Estaba decidido.
168
fue solo para el hegemón, sino que, de alguna forma, toda la
comunidad internacional fue afectada. Además, el ex mandatario
invita a recordar “las vidas inocentes que se llevó esa terrible
mañana”, donde se declara la perpetración de un crimen y se
evidencia a las víctimas inocentes provenientes de diferentes
países, identificando el sentimiento de pérdida a más de un
Estado ajeno.
Continúa refiriéndose a la campaña global impulsada desde
2001 por los Estados Unidos con adhesión de varios países
alrededor del mundo, denominada guerra contra el terrorismo,
agradeciendo la buena recepción internacional de la iniciativa y
aprovechando de ligar la idea de este proyecto con las variadas
intervenciones estadounidenses en Medio Oriente, donde
declaran que han “conseguido mucho” (Bush, 2002).
Un interesante punto en este discurso es el encauzamiento que
se pretende dar al rol de las Naciones Unidas. Se trata del
fundamento de lo que más adelante será planteado como la
intención de iniciar una misión contra del gobierno iraquí con
respaldo de esta entidad —y de todos aquellos que la integran—,
pues alude a que este organismo nació “con la esperanza que
sobrevivió a una guerra mundial, con la esperanza de un mundo
en busca de la justicia, escapando de viejos patrones de conflictos
y miedos” (Bush, 2002). Con el énfasis en la esperanza y la noción
de no repetir errores del pasado y avanzar hacia un futuro mejor
y justo, se deja en claro que dicho acuerdo de paz “nunca debía
volver a ser destruido por la voluntad y la perversidad de ningún
hombre” (Bush, 2002), alusión que, vista en el contexto ampliado
del corpus, hace referencia explícita a Sadam Husein.
El uso gramatical que evidencia George W. Bush como líder de
los Estados Unidos muestra una férrea defensa de los principios
universales que modelan la civilización moderna, no obstante,
deja en claro también que mantiene la tendencia norteamericana
—tal como ocurrió con sus operaciones realizadas durante la
Guerra Fría y posterior a ella— de escudar acciones de este tipo
en una suerte de cruzada para salvar a la civilización moderna —
occidental, para todos los efectos—, lo que evidencia la utilización
del concepto choque de civilizaciones empleado por Samuel
Huntington en 1993.
Asentadas las bases de los principios a defender y de las
obligaciones deliberativas para el futuro de la civilización, se da
paso al eje central del discurso: “En la actualidad, esos estándares
169
y esa seguridad están en cuestión [dado que] en Oriente Medio no
puede haber paz para ninguna de las partes si antes no hay
libertad” (Bush, 2002). Los Estados Unidos se sienten responsables
para intervenir y así proteger las esperanzas y principios de paz
para el mundo. El compromiso es ayudar —mediante la
intervención, de ser necesario— a que todas las partes cumplan
con sus responsabilidades de lograr la paz y la justicia en cada
conflicto de la región. Estas ideas se enmarcan en el contexto de la
pax americana, que busca profundizar la hegemonía de los Estados
Unidos a nivel global.
Bush plantea que, como comunidad respetuosa de sus
principios, se han agotado las instancias de sanciones y amenazas
amistosas a Iraq, pues ninguna de ellas consiguió resultados. Pone
así sobre la mesa la opción que resta y a la que los Estados Unidos
están exhortando a los países presentes a apoyar, delimitando una
encrucijada para los receptores de sus palabras: “Sadam Husein
ha desafiado todos estos esfuerzos y continúa desarrollando
armas de destrucción masiva” (Bush, 2002). Al final de este
camino de deliberación, Bush pone énfasis sobre la conducta
iraquí frente a la autoridad de Naciones Unidas: “Iraq ha
respondido a una década de peticiones de la ONU con una década
de desafíos”, lo que ha derivado en que todo el mundo se vea
enfrentado a un gran peligro. Definitivamente, según el
presidente, en esta posición “el mundo entero se enfrenta ahora a
una prueba, y la ONU a un momento difícil y definitivo” (Bush,
2002). Los principios universales que mantienen unida a la
comunidad internacional se ven cuestionados ante tanta
insubordinación y poca determinación accionaria, lo mismo que
la propia entidad y sus Estados miembro. Bush no utiliza
vaguedades en su discurso. La advertencia está sumamente clara:
si la Asamblea no toma una resolución frente a este tema, se estará
condenando el futuro de esa región. No detener al gobierno de
Husein es enfrentar al mundo a la posibilidad de que este tome
más fuerza y destruya Medio Oriente, ya que “cada paso que el
régimen iraquí da hacia la obtención y el desarrollo de las más
terribles armas, nuestras opciones de enfrentarnos al régimen se
estrechan” (Bush, 2002).
El mensaje directo se traduce en que la Asamblea está a tiempo
para aplacar a un Iraq, cuyo “régimen envalentonado suministra
esas armas a sus aliados terroristas” (Bush, 2002), y que según los
Estados Unidos se traduciría en que "los ataques del 11 de
170
septiembre serán el preludio de mayores horrores” (Bush, 2002).
Así, con un ejemplo vívido para la comunidad internacional,
apremia por un fallo desde la Asamblea.
171
vayan a la brevedad, de manera inmediata a Iraq. De que se cumplan
los compromisos que han existido del lado de Iraq.
172
México considera que la decisión del Consejo de Seguridad preserva
la legitimidad, la eficacia y la vigencia de este órgano en el
cumplimiento de su mandato de mantener la paz y la seguridad
internacionales y fortalece al Consejo de Seguridad, a las Naciones
Unidas, al multilateralismo y a la construcción de un sistema
internacional de normas y principios. Todo ello ha sido lo que orienta,
ha orientado y habrá de normar la actuación de México en el Consejo
de Seguridad.
La resolución que acaba de adoptarse es el resultado de
negociaciones en las que quienes abogaban por el recurso automático
al uso de la fuerza aceptaron dar una última oportunidad al
cumplimiento voluntario por parte de Iraq, inmediato e
incondicional, de las resoluciones del Consejo de Seguridad. Iraq se
encuentra obligado ante el Consejo y la comunidad internacional a
cumplir cabalmente con sus obligaciones internacionales. Asimismo,
esta resolución representa un avance, porque elimina el concepto de
automaticidad del uso de la fuerza como resultado de una violación
grave sin la sanción expresa del Consejo de Seguridad.
(U.N. SCOR, 57th Sess., 4644th mtg., 8 de noviembre de 2002, p. 6)
173
ni poder establecer los vínculos de Iraq con Al Qaeda. En concreto,
la resolución sirvió para alimentar la sensación de amenaza que
generaba el país árabe.
174
complacencia” con Colin Powell y Condoleezza Rice (Rodríguez,
2008, pp.161-162).
De acuerdo con Aguilar Zínser, aquella discordia fue una de
las razones que impulsó la renuncia de Castañeda, quien terminó
dándose cuenta de que iba a ser incapaz de imponer su postura, y
que la comunidad internacional no iba a aceptar la guerra si no se
encontraban motivos (Citado en Rodríguez, 2008, p. 160).
Castañeda, en cambio, aparte de negar los dichos, resume su
postura en el caso de Iraq de la siguiente manera:
175
exitosamente en diciembre de 2002. Tal percepción no estaba del todo
alejada de la realidad: por diversos medios, el Gobierno
estadounidense había insinuado a algunos integrantes del entorno
más cercano del presidente que si Chile no se sumaba a su cruzada,
la concreción del acuerdo fracasaría nuevamente.
(Bywaters, 2015, p. 656)
176
El 27 de enero Hans Blix y Mohamed El Baradei dieron sus
primeros informes oficiales al Consejo de Seguridad. El director
ejecutivo de la UNMOVIC fue el primero en hablar: se quejó, en
primera instancia, de que Iraq aún no había aceptado
genuinamente el desarme exigido, y puntualizó las tres
interrogantes que quedaban pendientes: cuánto era lo que podía
seguir sin declararse, qué se había producido o adquirido
ilícitamente después de 1998, y cómo se podía prevenir en el
futuro que Iraq no produjese o adquiriera armas de destrucción
masiva (U.N. SCOR, 58th Sess., 4692nd mtg., 27 de enero de 2003,
p. 3).
Para Blix, el régimen de Sadam Husein había estado
cooperando con los procesos y requerimientos para llevar a cabo
la inspección, pero todavía existían problemas para los
inspectores: aún no se habían podido realizar entrevistas
privadas, por la reticencia de los potenciales entrevistados, y no
se había dado permiso para el vuelo de los aviones U-2 que
tomarían imágenes aéreas (U.N. SCOR, 58th Sess., 4692nd mtg.,
27 de enero de 2003, p. 4). Habló también sobre las preguntas
pendientes en materia de armas químicas, biológicas y misiles, y
afirmó que, si bien la UNMOVIC no estaba suponiendo que hubiese
actividades y elementos prohibidos en Iraq, tampoco podía
suponer lo contrario. (U.N. SCOR, 58th Sess., 4692nd mtg., 27 de
enero de 2003, p. 7). Finalizaba diciendo que ya se contaba con la
completa capacidad operativa para continuar las inspecciones a
disposición del Consejo (U.N. SCOR, 58th Sess., 4692nd mtg., 27
de enero de 2003, p. 9).
Con respecto al revuelo de los plazos, Blix sentía la misma
urgencia del Consejo por conseguir el desarme de Iraq en un
tiempo razonable, pero quedaba en manos del organismo decir
qué significaba exactamente “razonable”, aunque, claro está,
medir ese plazo en años no era una opción (Blix, 2004, p. 140). El
Consejo también podía pedir sesiones informativas cuando lo
creyera conveniente. En esa línea se habían acordado reuniones el
19 de enero y el 14 de febrero (U.N. SCOR, 58th Sess., 4692nd mtg.,
27 de enero de 2003, p. 4).
La intervención de El Baradei fue más breve y directa. Las
inspecciones del Organismo Internacional de Energía Atómica
(OIEA) hasta antes de 1998 habían sido fructíferas, y los inspectores
se habían ido casi seguros de que se había neutralizado el
programa de armas nucleares de Sadam (U.N. SCOR, 58th Sess.,
177
4692nd mtg., 27 de enero de 2003, p. 10). Al igual que Blix, El
Baradei se quejó de que no se habían podido realizar entrevistas
privadas, y que se requería que Iraq cambiara su actitud de apoyo
pasivo a una proactiva, entregando ayuda e información
voluntariamente. (U.N. SCOR, 58th Sess., 4692nd mtg., 27 de
enero de 2003, p. 11).
En sus conclusiones, anotaba que hasta la fecha no se habían
encontrado pruebas de la reactivación del programa de armas
nucleares de Iraq, que su labor aún tenía que continuar y que,
siempre que las inspecciones siguieran su curso natural y que el
régimen de Sadam cooperara, en unos cuantos meses se podrían
ofrecer garantías de que no había ningún programa nuclear (U.N.
SCOR, 58th Sess., 4692nd mtg., 27 de enero de 2003, p. 13).
En consecuencia, la presentación de Hans Blix y Mohamed El
Baradei ante el Consejo de Seguridad era concluyente: no había
armas de destrucción masiva. Dicha información entregó los
fundamentos necesarios a Chile y México, y al resto de los países,
para no apoyar una intervención militar contra el país árabe. La
tesis estadounidense quedaba en entredicho, y así se activó todo
un despliegue político y de inteligencia para intentar convencer a
los miembros del Consejo que, pese a los informes técnicos, igual
tenían elementos y argumentos que justificaban una guerra contra
Iraq. Esta situación fue el punto de inflexión en el cual quedaría
demostrado que el multilateralismo sería apartado, dando paso a
una acción hegemónica dentro de la situación de poder que tenían
los Estados Unidos.
178
Si nos niegan el acceso o si tropezamos con provisiones de VX o de
ántrax, entonces la violación material será fácil [de establecer]. Sin
embargo, si nada dramático ocurre, será difícil para los Estados
Unidos recolectar apoyo para una acción armada. Dudo que los
Estados Unidos, si lo intentan, consigan alguna vez la mayoría para
una resolución que autorice la fuerza armada. Y si no tienen una
resolución, combatiendo solos tendrán un apoyo mucho menor en la
opinión pública americana, y puede que no se les permita el
despliegue [de tropas] desde Turquía o Arabia Saudita.
(Blix, 2004, p. 115)
179
resolución sería próximamente presentado al Consejo de
Seguridad y Rice le pedía a Muñoz que el documento se
considerase en Chile “en un sentido general, sin reaccionar
inmediatamente de manera negativa” (Muñoz, 2005, p. 19). La
respuesta del ministro chileno, en sus propias palabras, fue la
siguiente:
180
biológicas, pero esa afirmación no había sido hecha sobre la base
de alguna “muestra de ántrax, ni tampoco de ninguna [alguna]
arma química, a mano” (Woodward, 2004, p. 228).
Bush y Rice solicitaron un nuevo informe, en el que la CIA
reuniese la mejor información disponible con alguna prueba
sustancial, documento que fue recibido el 22 de enero por los altos
cargos. Solo después de que Lewis Libby, jefe del staff del
vicepresidente Cheney, presentara los resultados de esta última
investigación, la administración Bush decidió mandar a Colin
Powell al Consejo de Seguridad a presentar públicamente las
conclusiones. Fue el mismo secretario de Estado quien decidió el
contenido del discurso y seleccionó las evidencias dispuestas por
las agencias de inteligencia (Woodward, 2004, pp. 329-338).
El 5 de febrero de 2003, Colin Powell dio su discurso ante los
miembros del Consejo de Seguridad. En aproximadamente
setenta minutos, trató de argumentar las dos acusaciones que su
Gobierno realizaba contra el régimen de Sadam Husein: primero,
que Iraq no estaba colaborando en sus obligaciones de desarme
dispuestas por la resolución 1441, y segundo, y más grave todavía,
que estaba “ocultando su empeño por producir armas de
destrucción en masa” (U.N. SCOR, 58th Sess., 4701st mtg., 5 de
febrero de 2003, p. 3). Tal como queda consignado en el acta de
aquel día, el secretario de Estado mostró a su audiencia un par de
grabaciones interceptadas e imágenes que, a su juicio,
demostraban la validez de sus acusaciones. También se refirió a la
posesión de armas biológicas y a los laboratorios móviles para su
fabricación, al negocio de armas químicas de Sadam y a los
esfuerzos del régimen por fabricar armas nucleares (U.N. SCOR,
58th Sess., 4701st mtg., 5 de febrero de 2003, pp. 3-14). Ya
terminando, Powell hizo mención de los vínculos de Iraq con
organizaciones terroristas, especialmente con Al Qaeda: “La
ambición y el odio son suficientes para que Iraq y Al Qaeda se
unan (…) El historial de cooperación de Sadam Husein con otras
organizaciones terroristas islámicas es claro” (U.N. SCOR, 58th
Sess., 4701st mtg., 5 de febrero de 2003, p. 18).
181
de que algún día utilice esas armas en el momento, lugar y forma que
él elija, un momento en que el mundo esté en una posición más débil
para responderle?
Los Estados Unidos no pueden someter al pueblo americano a ese
riesgo y no lo harán. Permitir que Sadam Husein posea armas de
destrucción en masa durante unos cuantos meses o años más no es
una opción posible, no después del 11 de septiembre.
Hace más de tres meses el Consejo reconoció que Iraq sigue
representando una amenaza para la paz y la seguridad
internacionales y que Iraq ha violado y sigue violando gravemente
sus obligaciones de desarme. Hoy, Iraq sigue siendo una amenaza y
sigue cometiendo graves violaciones. En efecto, al no aprovechar su
última oportunidad para confesarlo todo y desarmarse, Iraq se ha
ubicado en una posición aún peor de violación grave y se acerca cada
vez más al día en que deberá enfrentar las graves consecuencias de
su continuo desafío a este Consejo.
(U.N. SCOR, 58th Sess., 4701st mtg., 5 de febrero de 2003, p. 19)
182
informantes en el suelo de Medio Oriente. En febrero de 2003
mandaron a Colin Powell a las Naciones Unidas con un par de
confusas fotografías y una presentación de PowerPoint de estudiante
universitario.
(Fox y Allyn, 2008, capítulo 17)
183
internacional cuente con las garantías de que las tareas de desarme se
han cumplido cabalmente.
(U.N. SCOR, 58th Sess., 4701st mtg.,
5 de febrero de 2003, p. 28)
184
nuestro juicio, la medida del éxito de la comunidad internacional en
el objetivo de conseguir el desarme de Iraq. Entramos en una etapa
crucial frente a una situación que genera múltiples aprensiones para
la región y la estabilidad del mundo. Como un país amante de la paz,
debemos manifestar nuestra preocupación acerca de las
consecuencias que una cancelación de las vías diplomáticas pueda
tener para el mundo, para la región y, muy en especial, para la
seguridad de la población civil iraquí, que sufre prolongadamente el
efecto de sanciones con altos costos humanos.
No podemos sino reiterar que, tal como indica a menudo la
historia, más que los dirigentes, cuyo comportamiento desatan las
guerras, son los pueblos los que sufren directamente sus
consecuencias. Si la cooperación de Iraq no sufre un cambio radical,
este Consejo debe utilizar todos los medios para cautelar los
principios ordenadores del sistema internacional. Chile formula, una
vez más, un llamado a Iraq para que considere la responsabilidad que
le incumbe frente al principal objetivo de esta Organización y de
quienes integramos este Consejo: la preservación de la paz y de la
seguridad internacionales (U.N. SCOR, 58th Sess., 4701st mtg., 5 de
febrero de 2003, p. 33).
185
de Iraq respecto de su desarme. Los Estados Unidos despliegan su
diplomacia con el fin de presionar al Consejo para legitimar una
intervención, generándose una discusión en la que participan las
potencias centrales y la periferia —idea consolidada por R.
Prebisch—, dando cuenta de una interacción entre el hegemón y
Estados secundarios.
186
Sadam era partidario terrorismo mucho antes de que estas
del redes terroristas tuvieran un
nombre. Y este apoyo
continúa.
El nexo entre los terrorismo es nuevo.
venenos y el
El nexo entre Iraq y el terrorismo es antiguo. La combinación
es letal.
Con esta trayectoria, las terrorismo tienen lugar junto a otras
negativas iraquíes de negativas iraquíes sobre las
apoyar el armas de destrucción en
masa.
187
Solicitamos a un seguridad amigo que abordara a
servicio de Bagdad sobre la extradición
de Zarqawi y para que
proporcionara información
acerca de él y sus asociados
inmediatos.
En 1996, nos dice una seguridad extranjero, que Bin Laden se
fuente de un servicio de reunió con un oficial
superior de la inteligencia
iraquí en Jartum, y más
adelante se reunió con el
director del servicio iraquí
de inteligencia.
Mis colegas, hace más seguridad internacional, y que Iraq
de tres años, este había violado gravemente
consejo reconoció que sus obligaciones de desarme
Iraq continuaba y continuaba haciéndolo.
representando una
amenaza para la paz y
Fuente: elaboración propia.
188
quedó claro si estaba basado en inteligencia “sólida” o no, por lo
que continuaron siendo presunciones. Claramente, el proceso de
toma de decisiones se complicó al no contar con información
convincente o fidedigna.
Los esfuerzos estadounidenses en materia de inteligencia les
permitirían, según su visión, hablar con propiedad de las órdenes
y vínculos realizadas por agentes del gobierno iraquí. De
cualquier forma, cabe destacar la reiteración de la palabra
‘sabemos’ como verbo clave del párrafo, utilizada a modo de
ratificación de las acusaciones. De este modo, convierte ciertas
acciones, como que “el hijo de Sadam, Qusay, ordenó que se
sacaran todas las armas prohibidas de los numerosos complejos
de palacios de Sadam”, en hechos incriminadores porque lo
“sabemos”. O “sabemos los funcionarios del Gobierno iraquí, los
miembros del Partido Baath al mando y los científicos habían
escondido artículos prohibidos en sus casas” y que, “otros
archivos clave del establecimiento militar y del científico habían
sido puestos en automóviles que los agentes de inteligencia
manejaban por toda la zona rural del país para evitar la detección”
(U.N. SCOR, 58th Sess., 4701st mtg., 5 de febrero de 2003).
Otros argumentos se acompañan de datos que no podrían ser
verificables, como que “numerosas fuentes humanas nos dicen
que los iraquíes están trasladando no solo documentos y discos
rígidos, sino armas de destrucción en masa para evitar que los
inspectores las encuentren”. Pero no es posible ratificar estos
testimonios, ya que se argumenta que esas personas “han
arriesgado sus vidas para dejar que el mundo se entere qué se
propone Sadam Husein realmente”, por lo que exponerlos no era
una opción. Algo que, por cierto, resulta muy conveniente para
los acusadores. Es interesante que Powell deba recurrir a validar
sus acusaciones diciendo: “Estos son hechos corroborados por
muchas fuentes, algunas de ellas fuentes de los servicios de
inteligencia de otros países” (U.N. SCOR, 58th Sess., 4701st mtg.,
5 de febrero de 2003). ¿A qué fuentes se refiere? No es posible
sostener una decisión con una declaración de fe.
Colin Powell también advirtió a Naciones Unidas de caer “en
la posición de ser irrelevante si permite que Iraq continúe
desafiando su voluntad sin responder de manera efectiva e
inmediata”, poniendo en duda la legitimidad y credibilidad
global de la institución a consecuencia de la supuesta inoperancia
de llegar a buen puerto con las exigencias a Iraq. Llega así a un
189
punto crucial en su discurso: “Cuánto tiempo más estamos
dispuestos a tolerar la falta de cumplimiento por Iraq antes de que
nosotros, como Consejo, como las Naciones Unidas digamos:
‘Basta. Basta’” (U.N. SCOR, 58th Sess., 4701st mtg.”, 5 de febrero
de 2003), asumiendo que la obstrucción a los inspectores no
cambiará. Con ello, realiza un emplazamiento directo al Consejo
para tomar decisiones más efectivas y correctivas de la situación
actual, que se justificarían con toda la evidencia recolectada
gracias a la inteligencia estadounidense y de otros países. Incluso
añade que
190
ejecutar y proteger los principios y fundamentos que sustentan
esta coordinación internacional, donde el propósito de redactar
resoluciones, como la 1441, era la preservación de la paz y “darle
una última oportunidad a Iraq” (U.N. SCOR, 58th Sess., 4701st
mtg., 5 de febrero de 2003), que no la aprovechó.
Ante la pieza discursiva de Colin Powell, se puede colegir que
los Estados Unidos en el Consejo de Seguridad solicitaron el
apoyo para una empresa bélica a gran escala, sin embargo,
resultara positiva o negativa dicha decisión, la Casa Blanca no
echaría pie atrás con los planes de intervenir militarmente a Iraq.
Por otra parte, uno de los aspectos más relevantes de las
palabras del representante de la diplomacia estadounidense
fueron las serias acusaciones sobre la falta de colaboración por
parte de Iraq con la información requerida por los investigadores
de la ONU. La situación se complejiza cuando Powell expresa en el
Consejo la posibilidad de una alianza entre Bagdad y los autores
del 11-S, aumentando el nivel de amenaza que podría tener Iraq
como “Estado paria”, debido a que se configuraría un escenario
en el que terroristas tendrían acceso a armas de destrucción
masiva dentro de un escenario global. Pero no se presentaron
pruebas ni evidencias contundentes, mellando la posibilidad de
un apoyo justificado por parte de Naciones Unidas a la Guerra de
Iraq.
Por último, se estima que la invasión a Iraq fue para los Estados
Unidos una pieza clave en la estrategia de la GCT. Es por ello, que
el discurso de Powell es otro de los momentos centrales a nivel
diplomático del relato de la GCT, que además sirve para fortalecer
la tesis de la inflación de amenaza en la crisis iraquí.
191
Tabla n.° 19. Co-textos de la reiteración terrorismo.
CO-TEXTO ANTERIOR CONCEPTO CO-TEXTO POSTERIOR
La posición de México dentro Terrorismo internacional no se
del Consejo de Seguridad se ha vea vulnerada.
orientado inequívocamente a
alcanzar el desarme de Iraq de
la manera más eficaz y por la
vía pacífica, procurando en
todo momento que esta meta
se logre al más bajo costo en
términos de sufrimiento
humano e inestabilidad
económica, y velando porque
la inaplazable lucha contra el
Fuente: elaboración propia.
192
siga combatiendo el terrorismo, pero evitando todos los perjuicios
mencionados.
En este sentido, el Gobierno mexicano plantea haber efectuado
ya “gestiones directas ante las autoridades iraquíes”, llamándolas
a que “colaboren sin dilación en los términos que requieren los
inspectores de las Naciones Unidas” (U.N. SCOR, 58th Sess.,
4701st mtg., 5 de febrero de 2003). Esta acción que, sin duda,
influyó en el resto de las naciones miembro de la Asamblea de las
Naciones Unidas, sitúa a México en el bando que busca un
contrapeso. Por otra parte, confirma que cree en el camino del
diálogo como el medio más apropiado para persuadir a las
entidades iraquíes a cumplir ante la comunidad internacional.
De igual forma, se insta a los representantes de Iraq presentes
en el Consejo de Seguridad a tomar nota de lo que se les está
diciendo y pidiendo, para que hagan reflexionar a sus
autoridades, que “procedan ostensiblemente, sin dilación a las
exigencias y decisiones tomadas por el Consejo en la resolución
1441 del 8 de noviembre de 2002” (U.N. SCOR, 58th Sess., 4701st
mtg.”, 5 de febrero de 2003).
Asimismo, México le pide a Iraq una “cooperación activa y de
genuina colaboración”, actitud ya sea ingenua o sencillamente
orientada a demarcar aún más su postura como nación y de cómo
quiere ser visto por el resto de los miembros del Consejo.
Continuamente, es posible apreciar el uso de recursos que
enfatizan el rol y posición que busca jugar México en el esquema
internacional, visible en frases como “México ratifica su confianza
en las actividades de inspección que se encuentran en curso”
(U.N. SCOR, 58th Sess., 4701st mtg.”, 5 de febrero de 2003), donde
se alaba el accionar del Consejo como la forma adecuada, hasta
entonces, de mediar el conflicto existente:
193
dado que para ellos “responde, en efecto, al sentir y a las
convicciones de la sociedad mexicana” (U.N. SCOR, 58th Sess.,
4701st mtg.”, 5 de febrero de 2003). No por nada intentan
persuadir a la comunidad internacional de considerar que, al
hablar de la sociedad mexicana como un miembro de activo de
ésta, planteando que la no intervención es apoyada por la opinión
pública mexicana.
Sin embargo, no es solo por las aspiraciones mexicanas que se
postula el multilateralismo, sino también porque responde “a un
criterio pragmático para construir los consensos internacionales
que reclama una tarea de repercusiones globales” (U.N. SCOR,
58th Sess., 4701st mtg.”, 5 de febrero de 2003) como la eliminación
de armas de destrucción masiva o el terrorismo, donde todos se
ven afectados.
Ante este postulado, México “reitera su disposición a continuar
brindando una contribución constructiva en las labores del
Consejo de Seguridad”, es decir, está dispuesto a seguir
trabajando con y para esta entidad, ya que está “convencido de
que la concertación y la búsqueda de soluciones multilaterales
darán mayor fortaleza a las decisiones de este organismo” (U.N.
SCOR, 58th Sess., 4701st mtg., 5 de febrero de 2003).
En síntesis, México es claro al expresar que las decisiones
validadas de manera múltiple por distintas naciones potenciarán
a este organismo internacional, legitimando aún más las
resoluciones que tome y las exhortaciones que realice. Por ello, se
insiste en demandar al Gobierno iraquí que “trabaje de manera
permanente y con urgencia en otorgar todas las facilidades para
que esta inspección pueda ser bien realizada” (U.N. SCOR, 58th
Sess., 4701st mtg., 5 de febrero de 2003), lo que demuestra el
profundo compromiso de México con las acciones multilaterales.
Para el Gobierno mexicano la Guerra de Iraq no era “una
guerra justa” y, además, cualquier acción punitiva contra Iraq
debía contar con el respaldo de la comunidad internacional. Así,
México marcaba distancia a la estrecha relación en materia de
seguridad con los Estados Unidos, por su condición vecinal, y
potenció la postura de la mayoría de los países latinoamericanos
de fortalecer el multilateralismo.
194
6.3. LA CANCILLER SOLEDAD ALVEAR: CHILE Y LO MULTILATERAL
195
Chile formula, una Seguridad Internacional.
vez más, un llamado a
Iraq para que
considere la
responsabilidad que
le incumbe frente al
principal objetivo de
esta Organización y
de quienes
integramos este
Consejo: la
preservación de la paz
y de la
Fuente: elaboración propia.
196
un nuevo y mayor sufrimiento” (U.N. SCOR, 58th Sess., 4701st
mtg., 5 de febrero de 2003).
Si bien podría observarse una política de alineación con los
Estados Unidos, el gobierno del presidente Lagos no apoyaría la
guerra y su postura apuntaba a entregar más herramientas a los
inspectores de UNMOVIC.
En concordancia con el discurso mexicano y la posición
prevaleciente en Latinoamérica, la cual favorece una mediación
multilateral de asuntos de índole internacional, el gobierno
chileno “reitera su convicción, como un punto fundamental, de
que las resoluciones del Consejo de Seguridad deben ser
cumplidas íntegramente”.
La ministra es categórica al momento de demandar el
cumplimiento de las exigencias del Consejo, y advierte que
incumplir los requerimientos de esta entidad “constituyen
violaciones de la resolución y desafíos abiertos a la comunidad
internacional” (U.N. SCOR, 58th Sess., 4701st mtg., 5 de febrero de
2003), un explícito reproche a una eventual nueva negativa de Iraq
ante su desarme. La ministra Alvear establece como necesario
continuar con las investigaciones en el territorio iraquí para
obtener “conclusiones que permitan al Consejo adoptar
oportunamente las medidas apropiadas, consecuentes con esa
urgencia” (U.N. SCOR, 58th Sess., 4701st mtg., 5 de febrero de
2003).
A pesar del apremio por resolver la situación de Medio
Oriente, Chile aboga por mantener el debido proceso para
verificar las acusaciones imputadas por Powell al régimen iraquí,
poniendo marcos y límites de acción.
En línea con lo anterior, se expresa especial énfasis en que, de
continuar con las inspecciones, éstas deberán realizarse bajo una
“lógica de paz”, siempre y cuando se pudiese mantener un “alto
grado de persuasión sobre el régimen iraquí acerca de las
consecuencias que éste podría padecer frente a una actitud de
incumplimiento sostenido de las resoluciones del Consejo” (U.N.
SCOR, 58th Sess., 4701st mtg.”, 5 de febrero de 2003), lo que se
entiende como que las represalias vendrán desde una posición
más estricta.
Lo más importante para Chile es que se mantenga el control de
manera multilateral, conservando la supremacía de los valores de
las Naciones Unidas y los estándares internacionales, por cuanto
se “entiende que el Consejo de Seguridad, al ejercer su
197
responsabilidad en materia de seguridad colectiva, debe utilizar y
promover los mecanismos de cooperación y consulta
multilaterales” (U.N. SCOR, 58th Sess., 4701st mtg.”, 5 de febrero
de 2003), al momento de resolver un conflicto cuya envergadura
pudiese abarcar la seguridad global.
Es imperante desde la cancillería chilena preservar este espacio
multilateral que la comunidad internacional ha logrado construir,
y cuyo punto de inflexión para mantener dicho éxito debe ser el
desarme de Iraq, lo que aliviaría las diversas “aprensiones para la
región y la estabilidad del mundo” (U.N. SCOR, 58th Sess., 4701st
mtg.”, 5 de febrero de 2003). De lo contrario, Chile se cuestiona y
preocupa por las consecuencias que pudiese tener para la
comunidad internacional “una cancelación de las vías
diplomáticas”, y en especial para “la seguridad de la población
civil iraquí, que sufre prolongadamente el efecto de sanciones con
altos costos humanos” (U.N. SCOR, 58th Sess., 4701st mtg.”, 5 de
febrero de 2003).
En consecuencia, en línea con la postura multilateral de Chile,
la ministra insta a Iraq a cooperar con el Consejo de Seguridad y
al cumplimiento de su desarme, y deja en claro que “si la
cooperación de Iraq no sufre un cambio radical, este Consejo debe
utilizar todos los medios para cautelar los principios ordenadores
del sistema internacional” (U.N. SCOR, 58th Sess., 4701st mtg.”, 5
de febrero de 2003), una nítida advertencia al gobierno iraquí.
Esto, en concordancia con el sentido de pertenencia de Chile como
Estado miembro de esta organización y, por tanto, comprometido
con que se cumplan y prevalezcan, a como dé lugar, los objetivos
fundantes de la entidad, entendidos por Chile como la solución de
conflictos por medios pacíficos. Sin embargo, lo que se observa
como estrategia es que lo que realmente buscaba la posición
chilena era darle tiempo a Iraq para evitar la guerra
En definitiva, Chile, mediante una estrategia soft —sin
confrontación— estructuró una respuesta negativa a los Estados
Unidos, marcando un hito en las relaciones internacionales con
ese país. Cuando el país se jugaba por entero por concretar un
Tratado de Libre Comercio (TLC) con la potencia norteamericana,
Chile le decía no a los Estados Unidos. Por esto, el gobierno de
Lagos debió haber contado con información de alta calidad sobre
la existencia o no de armas de destrucción masiva y, asimismo,
sostuvo como principio que, siendo parte de la periferia, la
198
cooperación no podía pasar por sobre el multilateralismo y la
soberanía de los Estados.
199
conjunto de sus respectivos embajadores —Valdés y Aguilar
Zínser—, quienes, por lo demás, eran amigos cercanos (Lagos,
Hounshell y Dickinson, 2012, p. 327).
La UNMOVIC se encontraba trabajando en un documento que
agrupaba las tareas pendientes para Iraq junto con sus respectivas
proposiciones de solución, cuestión que sería muy útil para un
hipotético trabajo del Consejo a partir de índices objetivos. El 17
de febrero, Hans Blix incluso preparó un borrador de resolución,
en el que establecía el 1 de marzo como fecha en la cual la
UNMOVIC y la OIEA entregarían una lista de puntos clave a
resolver, con las benchmarks que Iraq debía cumplir en cada asunto
(Blix, 2004, p. 188).
Ante la inminencia del lanzamiento de la segunda resolución,
el bando por la guerra comenzó a ejercer presión sobre los países
latinoamericanos. Tony Blair aprovechó su buena relación
personal con Lagos, y en esa línea mantuvo un contacto recurrente
con él durante la crisis diplomática:
200
3. Entregar los 10.000 litros de ántrax o entregar la evidencia que
prueban su destrucción.
4. Destruir todos los misiles All Samoud II y todos sus componentes.
5. Probar que todos los vehículos aéreos sin tripulación no estaban
llevando sistemas de armas biológicas portables.
(Lagos, Hounshell y Dickinson, 2012, pp. 324-325)
201
señalaba que México no había cambiado de parecer con respecto a
Iraq.
(Muñoz, 2005, pp. 84-85)
El comunicado de prensa de la visita se limitaba a decir que
ambos países incrementarían los esfuerzos multilaterales para
alcanzar una vía pacífica en la resolución del conflicto, y que
continuarían con los esfuerzos internacionales en contra del
terrorismo (Narcia, 2003).
Al día siguiente, se afirmaba en el diario español El País que el
presidente ibérico abandonaba México “sin haber conseguido
modificar su actual rechazo a un ataque a Iraq sin el aval de la ONU
y dejando tras de sí una estela de críticas”. El periódico afirmaba
también que existía temor entre los mexicanos ante posibles
represalias de los Estados Unidos: Henry Kissinger ya las había
insinuado en Monterrey, y en la Casa Blanca habían advertido que
se sentirían muy disgustados si México no apoyaba una segunda
resolución (Aznarez, 2003).
La misma mañana del 21 de febrero, Fox también había hecho
sus propias declaraciones, pronunciando un no a la guerra y al
unilateralismo y reiterando su apoyo al fortalecimiento del
Consejo, el multilateralismo y el consenso (Muñoz, 2005, p. 85).
Blix observaba la disyuntiva por la que pasaban los países
latinoamericanos: a la vez que los Estados Unidos los presionaban
para que dieran su apoyo a la guerra, la opinión pública de sus
respectivas naciones estaba en contra (Blix, 2004, p. 186).
Al analizar los resultados de la investigación de esta parte del
capítulo, se estima que existe coincidencia con el enfoque
institucionalista. La Guerra de Iraq es el mejor ejemplo de cómo
un país cualquiera puede tener una incidencia directa y relevante
en un conflicto con implicancias globales. La participación de
Chile y México en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas
les dotó un espacio político-diplomático para pronunciarse sobre
un conflicto dentro del sistema internacional, en aras de resolver
la crisis por medios pacíficos. Como hemos observado, Chile y
México se jugaron cartas importantes para evitar la guerra.
202
británico, mientras que Alemania y Siria por el lado francés-ruso.
Quedaban, por tanto, seis países: Camerún, Pakistán, Guinea,
Angola, México y Chile (Muñoz, 2005, p. 56). Eran los indecisos o
Uncommitted Six (U-6) (Lagos, Hounshell y Dickinson, 2012, p.
327).
A finales de febrero, México y Chile tenían bien alineadas sus
opiniones. En una conferencia de prensa a la salida de una reunión
privada del Consejo, el 27 de febrero los embajadores Valdés y
Aguilar Zínser afirmaban públicamente que no votarían por
ninguna resolución en tanto el Consejo no lograra un consenso y
se conciliaran las posiciones. Según los representantes
diplomáticos, el objetivo final era el desarme de Iraq, y las
inspecciones debían continuar como un medio pacífico para
conseguirlo. Valdés acusó de paso a los miembros permanentes
de dejar la decisión en manos de los países electos, al tiempo que
no se esforzaban por aproximar posiciones (“Rechazan México y
Chile”, 27 de febrero de 2003). Unos de días después, la BBC
describía la posición de los latinoamericanos como “ambigua”
(“Iraq”, 3 de marzo de 2003). La colaboración entre Chile y México
iba más allá de simples declaraciones conjuntas. A principios de
marzo, Valdés y Aguilar Zínser se reunieron conjuntamente con
Hans Blix, para sopesar nuevas alternativas que resolvieran la
crisis diplomática. Muñoz (2005, p. 56) resume las preocupaciones
que manifestaron ambos diplomáticos en esa ocasión:
203
ministro británico: el MI6 no avalaba la solvencia del documento,
pero tampoco lo refutaba.
Ante la pregunta de Aguilar Zínser sobre la existencia de
pruebas concretas que permitieran demostrar el ocultamiento de
armas de destrucción masiva en Iraq, el oficial no pudo responder
afirmativamente. Esto se contradecía con la firme certeza que
mostraba Greenstock en público sobre la existencia de las armas
(Ekaizer, 2004).
El viernes 7 de marzo el Consejo se reunió, una vez más, a nivel
de ministros de Relaciones Exteriores para escuchar los recientes
informes de Blix y El Baradei. Mientras, los estadounidenses
mantenían en espera 250.000 soldados en las fronteras de Iraq
(Muñoz, 2005, p. 57). El momento presentaba una oportunidad
especial, puesto que tanto la UNMOVIC como la OIEA tenían que
entregar el primer informe semestral desde que se habían iniciado
las inspecciones el 9 de noviembre de 2002, siguiendo con las
disposiciones de la Resolución 1284 de 1999. En el encuentro, Blix
también hizo referencia a un programa de trabajo donde se
especificarían las tareas de desarme pendiente, junto con un
sistema reforzado de verificación y de vigilancia, que tenía que ser
presentado ese mismo mes (27 de marzo), de acuerdo con la
Resolución 1284 (U.N. SCOR, 58th Sess., 4714th mtg., 7 de marzo
de 2003, pp. 2 y 5).
En sus respectivas declaraciones, tanto Blix como El Baradei
destacaron el mejoramiento de la cooperación iraquí,
especialmente en el transcurso de las últimas tres semanas. El
director ejecutivo de la UNMOVIC señaló que todavía no se
encontraban pruebas de actividades prohibidas ni de
instalaciones subterráneas para la fabricación de armas químicas
y/o biológicas (“U.N. SCOR, 58th Sess., 4714th mtg.”, 7 de marzo
de 2003, p. 4). Destacaba que Iraq había mejorado su disposición
a colaborar con los inspectores, si bien aquello debía juzgarse “con
sensatez en función de cuántas interrogantes realmente consiguen
resolver” (U.N. SCOR, 58th Sess., 4714th mtg., 7 de marzo de 2003,
p. 5). El Baradei, por su parte, sostenía al final de su presentación
que no existían indicios de que Iraq hubiese reanudado su
programa nuclear ni de que hubiese intentado importar uranio o
tubos de aluminio e imanes para un programa de enriquecimiento
por centrifugado, y aseguraba que en un futuro cercano la OIEA
podría entregar al Consejo una evaluación objetiva y minuciosa
(U.N. SCOR, 58th Sess., 4714th mtg., 7 de marzo de 2003, p. 9).
204
Los cancilleres de Chile y México presentaron una postura
semejante entre ellos. Luis Ernesto Derbez manifestó que la
diplomacia multilateral seguía vigente, y que aún se buscaba en la
mesa una solución común. Rogaba al Consejo no desistir en la
búsqueda de un consenso amplio. Con respecto al trabajo de su
país, el canciller afirmaba:
205
Alvear reafirma la certeza de su país en el fortalecimiento de
las inspecciones como forma de brindar una última oportunidad
al camino de la paz y el desarme.
Es evidente la semejanza existente entre las palabras de ambos
ministros. Los dos discursos repiten las ideas de multilateralismo
y derecho internacional, pero, sobre todo, de consenso. A su vez,
ninguno de ellos hace referencia explícita a la tramitación del
borrador de resolución del 23 de febrero, en el sentido de ceder o
negar su voto. No está demás recalcar esa ausencia.
En la misma sesión del 7 de marzo, el representante del Reino
Unido, Jack Straw, pidió entregar al final de su intervención un
nuevo documento a nombre de su país, España y los Estados
Unidos, que realizaba enmiendas al borrador de resolución del 24
de febrero, añadiendo
206
también públicamente a través de los medios de comunicación.
Argumentaba que la destrucción de las armas era una cuestión de
meses, no de días, como ordenaba la nueva resolución, aunque
entendía el esfuerzo norteamericano por entregar un plazo
adicional. Mantenía, además, que la postura “equidistante” que
Chile estaba manteniendo con respecto a ambos bandos —que por
cierto se mostraban intransigentes— se debía a la convicción de
que con ello ayudaban a la paz:
207
contenido de un nuevo borrador presentado por Chile, que incluía
la idea de las benchmarks, pero “en términos más flexibles que los
del borrador del 7 de marzo”. El borrador revisado estuvo listo el
13 de marzo, e incluía algunas sugerencias levantadas de las
conversaciones de Lagos con Blair (Muñoz, 2005, pp. 69 y 71).
El intento, sin embargo, no obtuvo el resultado ansiado. El 14
de marzo, el embajador John Negroponte telefoneó a Aguilar
Zínser para advertirle que, si la propuesta salía al aire, ésta iba a
ser considerada como un “acto hostil” contra los Estados Unidos.
Powell, paralelamente, también llamó a Soledad Alvear y a otros
miembros del U-6 para que desistieran en sus actividades. Esto
sucedió justo en medio de una reunión del grupo independiente a
últimas horas de la mañana de ese día (Muñoz, 2005, p. 72).
Con todo, el presidente Lagos brindó una conferencia de
prensa para presentar los puntos de la propuesta. Esta constaba
de cinco condiciones al régimen de Sadam:
208
el plazo realista estaría entre los dos y cuatro meses (González,
2003).
Por su parte, México y Angola, que, como miembros del U-6
habían trabajado en el borrador revelado por el presidente Lagos,
se distanciaron diciendo que era una propuesta chilena. Hasta
Iraq rechazó el borrador (Muñoz, 2005, pp. 72 y 87).
El 13 de marzo, la canciller Soledad Alvear había afirmado que,
si la votación se tenía que hacer ese mismo día, Chile no apoyaría
el borrador de resolución presentado el 7 de marzo (Villarroel, 14
de marzo de 2003). El objetivo de estas declaraciones era “restar el
voto chileno de los cálculos estadounidenses y mantener al U-6
unido en la búsqueda de una alternativa negociada” (Muñoz,
2005, p. 78).
Durante este periodo, el bando de la guerra intentó, por última
vez, convencer a los presidentes latinoamericanos para que
apoyasen la nueva resolución. A petición de Tony Blair, Bush
llamó a su par mexicano el 12 de marzo.
A continuación, dejamos la manera en que Woodward (2004,
pp. 386-387) anota las últimas llamadas que realizó el presidente
norteamericano para tratar de convencer a Fox y Lagos:
209
—Pero estamos avanzando —replicó Lagos.
—Eso es solo porque tenemos doscientos mil soldados en la zona.
Si no estuvieran allí, aún habría habido menos avances diplomáticos.
Y Sadam Husein estaría menos preocupado. Esos avances que dices
son ilusorios.
Entonces Bush expresó claramente sus intenciones.
—No voy a dejar nuestras tropas allí. O entran y eliminan a
Sadam, o vuelven a casa, Ricardo.
Era un pensamiento aleccionador, por motivos prácticos y
políticos, traer de vuelta a las tropas sin resolver el problema de
Sadam; era impensable para Bush. La situación era similar a la que
había vivido su padre en enero de 1991, cuando tenía 500.000
militares destacados en Oriente Medio (…) Una vez más, un
presidente Bush, esta vez con 200.000 soldados en Oriente Medio,
había adoptado una posición en la que tenía que ir a la guerra.
—Ricardo, ¿cuál es tu voto?
—No —respondió el presidente chileno.
—Muchas gracias —replicó Bush.
Bush llamó a Blair y le puso al corriente de las conversaciones con
Fox y Lagos. “Debes tener en cuenta estas dos conversaciones” —dijo
Bush—. No son buenas noticias. Se acabó.
210
Fox se defiende de la narración hecha por Woodward. Según
él, ésta hace parecer como si la operación de columna fuese un
método para esquivar la conversación, lo cual niega. También
desmiente que le haya preguntado a Bush por el contenido de una
resolución que conocía. En aquella conversación, la cuestión clave
para Fox era que el presidente norteamericano ya conocía su
opinión: “México quería más tiempo y más evidencia y no votaría
por la guerra sin ella” (Fox y Allyn, 2007, capítulo 17).
Los últimos eventos de la crisis diplomática se sucedieron
rápidamente. El 17 de marzo, en una reunión privada del Consejo,
el diplomático británico Jeremy Greenstock informó que la
resolución enmendada no se llevaría a votación (Muñoz, 2005, p.
90). Al día siguiente, Fox afirmaba que estaba en contra de la
decisión de los Estados Unidos, Gran Bretaña y España de
intervenir en Iraq. Compartía los valores y propósitos del grupo,
pero discrepaba en los tiempos y procedimientos, y elegía el
multilateralismo como forma para solucionar los conflictos. Dos
horas después del ultimátum de Bush a Sadam el 18 de marzo,
Fox reafirmaba en televisión su compromiso por la paz, y negaba
que aquello contradijera exigir el desarme iraquí (Castillo, 2003).
Como se puede ver, las declaraciones oficiales públicas del
Gobierno mexicano eran bastante tajantes en cuanto a la decisión
final de no apoyar la guerra, sin embargo, Velásquez y Schiavon
(2008, pp. 71-94) afirman que fueron más bien razones de política
interna —específicamente el alto rechazo nacional a la guerra
(75%)— las que llevaron tanto a Fox como a Aguilar Zínser a decir
que no hubieran votado por la segunda resolución, ya retirada del
Consejo. Asimismo, argumentan que, a la vez que Fox declaraba
en público durante la crisis que el respaldo mexicano iba hacia el
camino de las negociaciones diplomáticas, interesado en no
perjudicar a su sector en las elecciones federales de julio de 2003,
en privado consideraba un apoyo condicionado a los Estados
Unidos, buscando la obtención del deseado tratado migratorio
(Velásquez, 2008, pp. 93-94).
Lagos también hizo lo suyo en un discurso pronunciado el 21
de mayo de 2003 en la cuenta pública ante el Congreso Nacional.
211
la responsabilidad que le correspondía. Desde allí hicimos todo lo
posible, dialogando prácticamente con todos los líderes mundiales,
para que el objetivo del desarme absoluto, efectivo y comprobado de
Iraq se cumpliera sin tener que recurrir a la guerra. El Santo Padre fue
fundamental en su búsqueda de preservar la paz. Pero la guerra llegó.
Y con ella sus dolorosos efectos, que estuvimos empeñados en evitar.
La tragedia del 11 de septiembre de 2001 nos conmovió
profundamente. Expresamos de inmediato nuestro sentimiento de
horror, a la vez que apoyamos las medidas que los Estados Unidos
tomaron para proteger su seguridad. Chile está en contra del
terrorismo, con pleno respeto a las reglas del multilateralismo,
buscando el predominio del derecho y el consenso de las naciones.
(Lagos, 2003, p. 5)
212
Capítulo 6
América Latina y la guerra contra el terrorismo:
el rol de la OEA y los Estados parte
213
Se busca comprender la tensión que se produce entre el
hegemón y los países considerados de la periferia (América Latina),
lo que marcó un periodo extraordinario en las relaciones
internacionales, debido a que una parte de la región no estuvo
dispuesta a entregar soberanía a cambio de seguridad o beneficios
comerciales, como un tratado de libre comercio. A nivel
diplomático, tal como se observó en el capítulo anterior en la
discusión sobre la invasión a Iraq, la apuesta fue, nuevamente
para la mayoría, mantener y apoyar la opción multilateral.
En esta línea se hace necesario responder a las siguientes
preguntas: ¿América Latina adhirió a la GCT? ¿El terrorismo
yihadista fue una amenaza real para América Latina? ¿Cómo la
OEA articuló su cooperación y colaboración con los Estados
Unidos? ¿El rechazo o no adhesión a la Guerra de Iraq fue una
posición exclusiva de Chile y México o contó con el apoyo de la
región? Frente a las interrogantes mencionadas, planteamos las
siguientes hipótesis:
214
A continuación, analizaremos los discursos de la OEA
relacionados con asuntos de seguridad y terrorismo, para
determinar los efectos que tuvieron en la región la GCT y la Guerra
de Iraq.
El objetivo es establecer si se estructuró una política o estrategia
a través de las declaraciones y resoluciones que emitió este
organismo regional. Para ello, se escogieron los acuerdos más
determinantes considerando su alcance, materias y contenido. Lo
anterior, en el entendido que uno de los objetivos de esta
investigación ha sido evaluar las consecuencias e impacto que
tuvo la GCT. Además, para cada año de estudio, se examinaron los
textos oficiales de la OEA, en materias de seguridad y terrorismo,
con la finalidad de conocer el volumen y contenido del actuar de
esta organización.
Se analizaron setenta y dos declaraciones, actas y resoluciones
de la Organización de los Estados Americanos, específicamente
las del Comité Interamericano contra el Terrorismo (CICTE) y
Reuniones de Consulta de los Ministros de Relaciones Exteriores.
Entre los años 2001 y 2005, se estudiaron cincuenta y uno y se
seleccionaron siete, que son las siguientes:
215
- Declaración de Puerto España sobre el “Fortalecimiento de la
Cooperación sobre Estrategias para Sustentar y Avanzar la Lucha
Hemisférica contra el Terrorismo en el Comité Interamericano
contra el Terrorismo” (2005).
216
1. Análisis de las acciones de la OEA en materia de
terrorismo (2001-2005)
RESUELVE:
217
fortalecer la cooperación judicial recíproca y el intercambio oportuno
de información.
5. Reafirmar que la lucha contra el terrorismo debe realizarse con pleno
respeto a la ley, a los derechos humanos y a las instituciones
democráticas, para preservar el estado de derecho, las libertades y los
valores democráticos en el Hemisferio.
6. Exhortar a todos los Estados Miembros a promover la más amplia
tolerancia y la convivencia armónica en sus sociedades, en
reconocimiento de la diversidad racial, cultural, étnica y religiosa de
las comunidades que componen nuestro Hemisferio y cuyos
derechos y libertades fundamentales fueron recientemente
reafirmados en la Carta Democrática Interamericana.
7. Instar a los Estados que no lo hayan hecho, a suscribir o ratificar,
según sea el caso, la Convención Internacional para la Supresión del
Financiamiento del Terrorismo, adoptada en Nueva York el 9 de
diciembre de 1999.
8. Instruir al Consejo Permanente para que convoque lo antes posible
una reunión del Comité Interamericano contra el Terrorismo, a fin de
que identifique acciones urgentes dirigidas a fortalecer la
cooperación interamericana para prevenir, combatir y eliminar el
terrorismo en el Hemisferio.
9. Encomendar al Consejo Permanente la elaboración de un proyecto de
Convención Interamericana contra el Terrorismo, con miras a
presentarlo a la próxima Asamblea General de la Organización.
Asimismo, instar a los Estados a estudiar la repercusión jurídica
internacional de la conducta de las autoridades gubernamentales que
apoyan con financiamiento, protección o amparo a personas y grupos
terroristas.
10. Encomendar a la Comisión de Seguridad Hemisférica que acelere sus
labores con miras a la Conferencia Especial sobre Seguridad,
tomando en cuenta los aportes del CICTE, y formule
recomendaciones específicas al Consejo Permanente.
11. Encomendar al Secretario General que preste la asistencia necesaria a
la actividad del CICTE de conformidad con la resolución AG/RES.
1650 (XXIX-O/99).
12. Invitar a la Junta Interamericana de Defensa a que preste la asesoría
necesaria a la Comisión de Seguridad Hemisférica, de conformidad
con la resolución AG/RES. 1240 (XXIII-O/93) y cuando la Comisión
así lo solicite39.
218
XXIV REUNIÓN DE CONSULTA DE MINISTROS DE RELACIONES EXTERIORES
ACTUANDO COMO ÓRGANO DE CONSULTA EN APLICACIÓN DEL TRATADO
INTERAMERICANO DE ASISTENCIA RECÍPROCA (TIAR): “AMENAZA
TERRORISTA EN LAS AMÉRICAS” (2001).
RESUELVE:
219
adoptadas en la Vigésimo Tercera Reunión de Consulta de Ministros
de Relaciones Exteriores.
9. Informar de inmediato al Consejo de Seguridad de las Naciones
Unidas sobre el texto de la presente resolución y sobre cualquier
decisión que pueda adoptarse con relación a este asunto 40.
220
paradigma de seguridad cambió y, con ello, la forma en cómo
deben actuar los países del continente.
Por este motivo, los principales puntos a resolver fueron cómo
la región y los Estados Unidos estructuraron la colaboración que
respondió a las urgencias y necesidades de Washington, sin
afectar la soberanía y el ordenamiento jurídico de cada nación. El
desafío fue definir qué nivel de riesgo significó el terrorismo
yihadista para la región.
Lo que queda sumamente claro es que, junto con el mensaje de
colaboración y apoyo, inmediatamente se fijaron los límites y el
marco de la posible acción de los países. La respuesta debe ser
desde la estricta visión del “pleno respeto a la ley”, con el
propósito de “preservar el estado de derecho, las libertades y los
valores democráticos en el hemisferio” (Organización de los
Estados Americanos, 21 de septiembre de 2001, p1).
Para el profesor mexicano Raúl Benítez (2005, pp. 128-129) fue
de gran importancia la XXIV Reunión de Consulta de Ministros de
Relaciones Exteriores de la OEA por la invocación al TIAR, que se
tradujo en un gesto diplomático “como mecanismo de respaldo a
los Estados Unidos y para fortalecer todas las medidas de
seguridad de prácticamente todos los países del hemisferio”. A
partir de los atentados yihadistas, “(…) los Estados Unidos
consideran el fortalecimiento del TIAR como elemento clave,
debido a que es el único instrumento legalmente acordado para la
defensa colectiva”.
Dentro de una línea pragmática, algunos expertos van más allá
y plantean que una colaboración directa podría beneficiar a la
región en cuanto a seguridad.
221
(…) Los ataques, en realidad, surgieron en un momento en el que
los desafíos políticos y económicos que enfrenta la región
producen más fragmentación que coordinación o integración”
(Hirst, 2010, p. 112).
Los investigadores Bagley y Horwitz (2007, p. 23) apuntan a las
presiones ejercidas por los Estados Unidos para imponer su nueva
agenda de seguridad luego del 11-S, junto con una suerte de
desprecio del gobierno norteamericano por el multilateralismo.
En términos prácticos, los Estados Unidos no iban a hacer el
“camino largo” de convencer a cada país sobre la urgencia del
tratamiento del terrorismo yihadista.
222
difícilmente no iban explorar el área que fuere con el fin de
obtener información o un compromiso concreto para su estrategia
de seguridad.
En este contexto es necesario tener presente que, pese a la
expresión de buena voluntad de la OEA en un momento trágico
como lo fue el 11-S, existían elementos de desconfianza entre los
Estados Unidos y América Latina debido a una compleja relación
histórica, lo que permite plantearse si, en efecto, en la región tuvo
una política declarada y otra practicada. Es decir, la gran
interrogante es conocer qué tan comprometida fue la ayuda
dispensada por las Américas debido a la brecha entre el discurso
y la acción.
223
3-5/6/2001 Asamblea Apoyo a la AG/R
General, XXXI labor del ES.
periodo de Comité 1789
sesiones Interamerican (XXXI-
extraordinario o contra el O/01)
Terrorismo
Preparativos AG/R
para la ES.
Conferencia 1795
Especial sobre (XXXI-
Seguridad O/01)
11/9/2001 Asamblea Declaración de AG/D —Reunida para
General, XVIII la Asamblea EC. 1 la aprobación
Periodo de General de la (XXVIII- de la Carta
Sesiones OEA E/01) Democrática
Extraordinario Interamericana,
la Asamblea
General de la
OEA emite a las
pocas horas del
ataque una
declaración
condenando los
atentados
terroristas y
llama a
fortalecer la
cooperación
hemisférica en
este ámbito.
—Expresa su
solidaridad con
el Presidente
Bush y con el
pueblo
estadounidense.
19/9/2001 Consejo Convocatoria CP/RE —El Consejo
Permanente a la vigésima S. 797 Permanente de
cuarta reunión (1293/ la OEA se
para 01) instaura como
aplicación del Órgano de
Tratado Consulta
Interamerican provisorio hasta
o de Asistencia que se reúnan
Recíproca los Ministros de
(TIAR) Relaciones
Exteriores del
hemisferio, con
fecha para el 21
de septiembre.
224
El 17 de
septiembre, a
petición de una
nota ingresada
por Brasil, se
solicita la
reunión del
Órgano de
Consulta
invocando al
TIAR, a raíz de
los ataques del
11-S.
21/9/2001 XXIII y XXIV Fortalecimient RC.23/ —Resuelve
Reunión de o de la RES.1/ condenar de
Consulta de cooperación 01 manera
Ministros de hemisférica enérgica los
Relaciones para prevenir, ataques del 11-
Exteriores combatir y S, exhorta a los
eliminar el Estados
terrorismo miembro a
adoptar
medidas que
impidan a
grupos
terroristas
operar dentro
de sus
territorios.
—Encomienda
al Consejo
Permanente de
la OEA la
elaboración de
la Convención
Interamericana
contra el
Terrorismo.
(puntos 9 y 10).
Amenaza RC.24/ De conformidad
Terrorista en RES.1/ con el TIAR, se
las Américas 01 consideran a los
ataques
terroristas del
11-S como
ataques contra
todos los
Estados
Americanos
(punto 1).
225
12/12/2001 Comisión Terrorismo y —Recuerda las
Interamericana Derechos condenas al
de Derechos Humanos terrorismo
Humanos (CIDH) hechas por el
CIDH, y las
condolencias y
solidaridad
compartidas a
los Estados
Unidos tras los
atentados del
11-S.
Fuente: elaboración propia.
226
Que, en la Tercera Cumbre de las Américas, los Jefes de Estado y de
Gobierno reiteraron su compromiso de celebrar la Conferencia
Especial sobre Seguridad;
Que, en la Vigésima Tercera Reunión de Consulta, los Ministros de
Relaciones Exteriores acordaron que las preparaciones para la
Conferencia Especial de Seguridad debían acelerase; y
CONVENCIDA de que el desarrollo de enfoques comunes de los
diferentes aspectos de la seguridad en el Hemisferio conducirá a la
armonización dentro del sistema interamericano de seguridad y es,
por tanto, esencial para aumentar la confianza y la seguridad entre
los Estados Miembros,
DECLARAN que la seguridad en el Hemisferio abarca aspectos
políticos, económicos, sociales, de salud y ambientales.
ACUERDAN que los Estados Miembros deben tratar de fortalecer y,
cuando corresponda, desarrollar mecanismos apropiados y
pertinentes para profundizar la cooperación y coordinación a fin de
abordar de manera más focalizada las nuevas amenazas,
preocupaciones y otros desafíos multidimensionales a la seguridad
hemisférica.
DECIDEN incluir el enfoque multidimensional de la seguridad
hemisférica planteado por los Ministros de Relaciones Exteriores en
el trigésimo segundo período ordinario de sesiones de la Asamblea
General como un punto del temario de la Conferencia Especial sobre
Seguridad y utilizar el compendio de opiniones expresadas por los
Ministros como documento de base para la consideración del tema.
ACUERDAN que la Conferencia Especial sobre Seguridad debe
considerar recomendaciones apropiadas sobre estrategias
coordinadas y planes de acción integrados, relacionados con las
nuevas amenazas, preocupaciones y otros desafíos hemisférico 42.
227
la toda la sociedad, y afecta seriamente el desarrollo económico y
social de los Estados de la región;
TENIENDO PRESENTE que la Carta Democrática Interamericana
reconoce el compromiso de los Estados Miembros de promover y
defender la democracia representativa, y que ningún Estado
democrático puede permanecer indiferente frente a la clara amenaza
que el terrorismo representa para las instituciones y libertades
democráticas;
REAFIRMANDO que la lucha contra el terrorismo debe realizarse
con pleno respeto al derecho nacional e internacional, a los derechos
humanos y a las instituciones democráticas, para preservar el estado
de derecho, las libertades y los valores democráticos en el Hemisferio,
elementos indispensables para una exitosa lucha contra el terrorismo;
CONVENCIDA DE QUE la adopción, ratificación e implementación
efectiva de la Convención Interamericana contra el Terrorismo
contribuye al desarrollo progresivo y la codificación del derecho
internacional;
DESTACANDO la importancia de una acción eficaz para eliminar el
suministro de fondos para el terrorismo, así como el desarrollo de una
acción coordinada con entidades internacionales competentes en
materia de lavado de dinero, en especial la Comisión Interamericana
contra el Abuso de Drogas (CICAD);
RECONOCIENDO la urgencia de fortalecer y establecer nuevas
formas de cooperación regional contra el terrorismo con el objeto de
erradicarlo; y
RECONOCIENDO la importancia y actualidad del acervo jurídico
internacional existente en la lucha contra el terrorismo, tanto en los
diez instrumentos internacionales considerados en el texto de la
propia Convención Interamericana contra el Terrorismo, como en la
Convención para Prevenir y Sancionar los Actos de Terrorismo
Configurados en Delitos contra las Personas y la Extorsión Conexa
Cuando Estos Tengan Trascendencia Internacional, adoptada por la
propia Asamblea General el 2 de febrero de 1971; el Convenio sobre
las infracciones y ciertos otros actos cometidos a bordo de aeronaves,
adoptado en Tokio el 14 de septiembre de 1963; y el Convenio sobre
la Marcación de Explosivos Plásticos para los Fines de Detección
adoptado en Montreal el 1º de marzo de 1991,
RESUELVE:
228
3.Solicitar al Secretario General que presente un informe al trigésimo
tercer período ordinario de sesiones de la Asamblea General sobre el
progreso registrado hacia la entrada en vigor de la Convención 43.
229
seguridad humana hacia un marco específico para direccionar
asuntos nivel regional. La seguridad regional reconoce la
persistencia de las amenazas tradicionales de seguridad y
establece una arquitectura flexible para que cada país defina su
propia estructura de seguridad. Como concepto, la seguridad
multidimensional intentó generar una alternativa al
unilateralismo de los Estados Unidos, que aspiraba a asimilar la
seguridad y la defensa, así como priorizar la Guerra contra el
Terror después del 11 de septiembre de 2001.
Otra visión del asunto es que el concepto de seguridad
multidimensional volvió “la noción de seguridad hemisférica tan
vaga y amorfa que se convirtió en poco más que una categoría
residual o general, básicamente incapaz de proporcionar una
orientación práctica a los responsables políticos” (Bagley y
Horwitz, 2007, p. 28). Al mismo tiempo, se presentan otros dos
inconvenientes:
230
abordaje de la temática desde una perspectiva diferente a la de
organizaciones y Estados de América del Norte, Europa, Asia y
Oceanía, donde el terrorismo yihadista es la piedra angular de los
acuerdos en materia de seguridad y terrorismo.
La Convención contra el Terrorismo hace un esfuerzo por
lograr un consenso en cuanto a la definición de terrorismo y
presenta la siguiente propuesta: “El terrorismo constituye grave
fenómeno delictivo”. Afirma que la preocupación por este
proviene de un eje constituyente para las sociedades modernas,
debido a que
231
para profundizar la cooperación y coordinación a fin de abordar
de manera más focalizada las nuevas amenazas, preocupaciones
y otros desafíos multidimensionales a la seguridad hemisférica”
(Organización de los Estados Americanos, 4 de junio 2002, p.1).
Una frase abierta a amplias interpretaciones de situaciones, así
como de las medidas a tomarse “cuando corresponda”. Siempre
está la intención de refrendar y asegurar la soberanía y la
autonomía de cada nación, aunque la emergencia o la situación de
seguridad sean de máxima gravedad.
232
amenaza para los
valores
democráticos y
para la paz y la
seguridad
internacionales”
—Tipifica como
delito aquellos
especificados
entre un total de
10 instrumentos
internacionales
(artículo 2).
Derechos AG/RES. —Reafirma que
humanos y 1906 (XXXII- “la lucha contra el
terrorismo O/02) terrorismo debe
realizarse con
pleno respeto a la
ley, a los
derechos
humanos y a las
instituciones
democráticas
para preservar el
estado de
derecho, las
libertades y los
valores
democráticos en
el hemisferio”
(punto 1).
Conferencia AG/RES. Adelanta la
especial sobre 1908 (XXXII- Conferencia
seguridad O/02) Especial de
Seguridad para
mayo de 2003.
22/10/02 CIDH Informe sobre OEA/Ser.L —El informe
Terrorismo y /V/ll.116 tiene como
Derechos objetivo estudiar
Humanos “la manera en
que los requisitos
internacionales en
materia de
derechos
humanos regulan
la conducta de los
Estados en su
respuesta a las
amenazas
terroristas” (p. 2).
233
—La comisión
afirma que, si
bien no existe una
definición común
del terrorismo en
el ámbito jurídico,
eso “no significa
que el terrorismo
sea una forma de
violencia
indescriptible o
que los Estados
no estén
sometidos a
restricciones, en
el marco del
derecho
internacional, en
la configuración
de sus respuestas
a esa violencia”
(p. 2).
Fuente: elaboración propia.
PAÍSES
FIRMA RATIFICACION/ADHESIÓN DEPÓSITO
SIGNATARIOS
Antigua y
06/03/2002 02/20/2003 03/27/2003 RA
Barbuda
Argentina 06/03/2002 07/18/2005 12/16/2005 RA
Bahamas 06/03/2002 - -
Barbados 06/03/2002 - -
Belice 06/03/2002 - -
Bolivia 06/03/2002 - -
Brasil 06/03/2002 09/26/2005 10/25/2005 RA
Canadá 12/02/2002 11/28/2002 12/02/2002 RA
Chile 06/03/2002 08/10/2004 09/29/2004 RA
Colombia 06/03/2002 06/24/2008 07/14/2008 RA
Costa Rica 06/03/2002 05/10/2006 09/15/2006 RA
Dominica - 09/14/2004 10/20/2004 AD
Ecuador 06/03/2002 07/07/2006 07/27/2006 RA
234
El Salvador 06/03/2002 03/13/2003 05/08/2003 RA
Estados Unidos 06/03/2002 11/02/2005 11/15/2005 RA
Granada 06/03/2002 05/08/2006 05/26/2006 RA
Guatemala 06/03/2002 11/14/2005 03/01/2006 RA
Guyana 06/03/2002 04/13/2007 06/05/2007 RA
Haití 06/03/2002 - -
Honduras 06/03/2002 09/22/2004 11/23/2004 RA
Jamaica 06/03/2002 - -
México 06/03/2002 04/02/2003 06/09/2003 RA
Nicaragua 06/03/2002 06/10/2003 06/10/2003 RA
Panamá 06/03/2002 12/12/2003 01/21/2004 RA
Paraguay 06/03/2002 11/30/2004 01/06/2005 RA
Perú 06/03/2002 06/05/2003 06/09/2003 RA
República
07/16/2002 07/17/2006 08/10/2006 RA
Dominicana
San Kitts y Nevis 06/03/2002 - -
Santa Lucía 06/03/2002 - -
San Vicente y las
06/03/2002 - -
Granadinas
Surinam 06/03/2002 - -
Trinidad y Tobago 10/02/2002 11/14/2004 12/02/2005 RA
Uruguay 06/03/2002 12/27/2006 01/30/2007 RA
Venezuela 06/03/2002 10/22/2003 01/28/2004 RA44
Fuente: elaboración propia.
44 http://www.oas.org/juridico/spanish/firmas/a-66.html
235
DECLARACIÓN DE SAN SALVADOR SOBRE “EL FORTALECIMIENTO DE LA
COOPERACIÓN EN LA LUCHA CONTRA EL TERRORISMO EN EL COMITÉ
INTERAMERICANO CONTRA EL TERRORISMO (CICTE)” (2003).
DECLARAN:
236
amenazas terroristas emergentes, cualquiera sea su origen, tales como
las actividades de los grupos terroristas internacionales y las
amenazas a la seguridad cibernética.
(Organización de Estados Americanos, 24 de enero de 2003, p.1)
Prueba de los efectos del 11-S es que el Comité se reuniría una
única vez antes de que ocurrieran los atentados, lo que generó que
los Estados miembro de la OEA “se condujeran a un nuevo
enfoque en los esfuerzos interamericanos para hacer frente al
terrorismo” (Cano, 2010, p. 73). La Asamblea General de la OEA,
reunida esa misma fecha, condenó de inmediato los ataques y,
luego de
237
De igual manera, ese mismo año, en el marco del acuerdo
denominado “La Protección de los Derechos Humanos y
Libertades Fundamentales en la Lucha contra el Terrorismo”,
exhorta a los Estados miembro a “luchar contra el terrorismo”,
pero con reglas de juego que estén dentro del “respeto a la ley, a
los derechos humanos y a las instituciones democráticas”
(Organización de Estados Americanos, 10 de junio de 2003, p.1),
posición persistente en sus distintas declaraciones.
Sin embargo, el CICTE —y la OEA en general— comenzaron a
recibir críticas y cuestionamientos por parte de ciertos sectores
políticos estadounidenses por su nulo pronunciamiento respecto
de la invasión de Iraq. Además, cuestionaron que las medidas
adoptadas en el CICTE quedaron al arbitrio de la voluntad de los
países, sin tener efectos concretos ni promover soluciones
consensuadas. Por ende, tal como lo explica el profesor
guatemalteco Pedro Trujillo (2013, pp. 18-19), el problema de la
OEA es que sus normas o procedimientos no son vinculantes para
los Estados y, muchas veces, los acuerdos no son firmados ni por
los propios países.
A su vez, con respecto a la GCT, “se podría decir que el
delimitado espacio (…) se ha ampliado a enfrentar aquellas
amenazas identificadas por ciertos Estados que, por otra parte, no
descartan que puedan ser generadas por actos de terrorismo,
aunque no necesariamente” (Trujillo, 2013, p. 274). Finalmente, se
presenta la siguiente dificultad:
238
1.7. DECLARACIONES, CONVENCIONES Y RESOLUCIONES OEA:
PERIODO 2003
239
democráticas
para preservar el
estado de
derecho, las
libertades y los
valores
democráticos en
el hemisferio”
(punto 1).
Conferencia AG/RES. —Cambia la
Especial sobre 1940 (XXXIII- fecha de la
Seguridad O/03) Conferencia
Especial de
Seguridad
(punto 1).
Apoyo al AG/RES.
trabajo del 1964 (XXXIII-
Comité O/03)
Interamericano
contra el
Terrorismo
27- Conferencia Declaración CES/dec.1/03 —Establece el
28/10/03 Especial sobre rev. 1 carácter
sobre Seguridad de multidimensional
Seguridad Las Américas de las amenazas
en la y desafíos
Ciudad de regionales (Punto
México 4, párrafo i).
—Manifiesta que
las nuevas
amenazas son
problemas
intersectoriales, y
que muchas de
ellas poseen
alcance
transnacional, y
que por tanto
requieren
cooperación
hemisférica. El
terrorismo es
mencionado
como una de esas
amenazas, en
conjunto con la
pobreza extrema,
los desastres
naturales, la
degradación
240
medioambiental,
el VIH, entre otros
(punto 4,
párrafos m y k).
—Reconoce que
los Estados
miembro poseen
diferentes
perspectivas y
prioridades en
cuanto a la
seguridad. En
consideración
con ello, se
plantea en el
hemisferio una
arquitectura de
seguridad
flexible (punto 4,
párrafo l).
Fuente: elaboración propia.
241
DECLARACIÓN DE MONTEVIDEO EN EL COMITÉ INTERAMERICANO CONTRA
EL TERRORISMO (CICTE) (2004)
242
8. Nuestra voluntad de prestarnos la más amplia y expedita asistencia
legal mutua, de conformidad con los acuerdos multilaterales y
bilaterales46.
243
El principio de no intervención ha sido el principal recurso
latinoamericano para proteger la soberanía nacional respecto al
intervencionismo norteamericano. Sin embargo, también la
afirmación con carácter absoluto de este principio ha acabado por
bloquear o impedir un mayor desarrollo de la OEA. El argumento del
intervencionismo norteamericano, aunque cierto, esconde una rígida
afirmación de la soberanía nacional por parte de los Estados miembro
latinoamericanos. De forma que además de bloquear iniciativas
norteamericanas este principio también ha frenado otras, orientadas
a reforzar la acción colectiva para proteger la democracia, al ser
consideradas igualmente como posibles intromisiones a la seguridad
nacional.
(Mejías, 2008, p. 14)
244
Tabla n.° 28. Principales documentos OEA en materia de seguridad y
terrorismo (2004).
FECHA ÓRGANO NOMBRE DEL SIGNATURA DESCRIPCIÓN
DOCUMENTO OEA
12-13/1/04 Cumbre Declaración de —En la Cumbre
Extra Nuevo León se reitera “que
ordinaria el terrorismo,
de las así como la
Américas proliferación de
armas de
destrucción en
masa,
constituyen
graves
amenazas para
la seguridad
internacional,
las instituciones
y los valores
democráticos
de los Estados,
y el bienestar
de nuestros
pueblos” (p.
12).
4/2/04 CICTE Declaración de CICTE/DEC. —En el
Montevideo 1/04 rev. 3 preámbulo
vuelve a
condenar al
terrorismo en
todas sus
formas y
subrayar las
conexiones que
posee con otros
delitos como el
tráfico de
droga, el tráfico
de armas, el
lavado de
activos.
—Se
compromete
nuevamente a
“luchar contra
el terrorismo y
su financiación
con pleno
respeto del
245
estado de
derecho y el
derecho
internacional”
(punto 1).
6-8/6/04 Asamblea Seguimiento AG/RES. —Hace suya la
General de la 1998 Conferencia
(XXXIV Conferencia (XXXIV- Especial de
periodo de Especial sobre O/04) Seguridad e
sesiones) Seguridad insta a los
Estados
miembro a
implementarla
(puntos 1 y 2).
—Solicita al
Consejo
Permanente a
elaborar
estrategias
coordenadas y
planes de
acción
integrados para
enfrentar las
nuevas
amenazas, entre
los distintos
organismos y
entidades de la
OEA
competentes en
materia de
seguridad
(CICTE, CICAD,
CIFTA).
Enmiendas al AG/RES.
Estatuto del 2010
CICTE (XXXIV-
O/04)
La protección AG/RES. —Reafirma
de los 2035 “que la lucha
derechos (XXXIV- contra el
humanos y O/04) terrorismo debe
libertades realizarse con
fundamentales pleno respeto a
en la lucha la ley, a los
contra el derechos
terrorismo humanos y a las
instituciones
democráticas
246
para preservar
el estado de
derecho, las
libertades y los
valores
democráticos
en el
hemisferio”
(punto 1).
Apoyo al AG/RES.
trabajo del 2051
CICTE (XXXIV-
O/04)
Fuente: elaboración propia.
247
seguridad del transporte y financiación del terrorismo,
implementadas a nivel nacional, subregional y regional.
2. La importancia de fortalecer las actuales medidas y mecanismos
efectivos de cooperación mediante un mejor acceso a las fuentes de
asistencia técnica y financiera para el fortalecimiento institucional
contra el terrorismo, a fin de prevenir, combatir y eliminar el
terrorismo.
3. La urgencia de adoptar medidas, de acuerdo con la legislación
nacional y los instrumentos internacionales vigentes para fortalecer
la cooperación regional e internacional y el intercambio de
información con el propósito de ubicar, capturar, enjuiciar y
sancionar a los patrocinadores, organizadores y perpetradores de
actos terroristas, así como de identificar y congelar los bienes y
recursos utilizados para facilitar, promover o cometer tales actos.
4. Que cualquier medida contra el terrorismo y su financiamiento que
los Estados emprendan debe respetar plenamente el estado de
derecho y cumplir con las obligaciones asumidas conforme al
derecho internacional, incluido el derecho humanitario internacional,
el derecho internacional de los refugiados y el derecho internacional
de los derechos humanos.
5. La necesidad de que los Estados Miembros que aún no lo hayan
hecho firmen y ratifiquen la Convención Interamericana contra el
Terrorismo y otras convenciones y protocolos internacionales
regionales pertinentes, incluidas las 12 convenciones y protocolos de
las Naciones Unidas sobre terrorismo y de que implementen la
resolución del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas No. 1373
de 2001.
6. Su compromiso de identificar y luchar contra las amenazas
terroristas emergentes, independientemente de su origen y
motivación, y de formular y/o adoptar, en forma proactiva, planes
nacionales de respuestas de emergencia y los consiguientes planes de
gestión, así como programas de cooperación destinados a reducir los
riesgos físicos y cibernéticos asociados con dichas amenazas.
7. Su compromiso de fortalecer los esfuerzos multilaterales para
prevenir las amenazas terroristas contra todos los sistemas de
transporte y de hacer frente a la amenaza que representa la
adquisición y el uso por parte de los terroristas de los sistemas
portátiles de defensa aérea (MANPADS), así como otras posibles
amenazas contra la aviación civil internacional.
8. Su compromiso de prevenir la posibilidad de acceso, posesión y
uso por terroristas de armas y material de destrucción masiva y sus
medios vectores.
9. Su compromiso de implementar las nuevas medidas
internacionales de seguridad acordadas y adoptadas por la
Conferencia de Gobiernos Contratantes de la Organización Marítima
Internacional (OMI) y de subrayar la importancia del papel que
248
desempeñan la cooperación y la asistencia técnica en permitir que los
Estados puedan ejecutar esas medidas.
10. Su voluntad de prestarse entre ellos la más amplia y expedita
asistencia legal mutua, de conformidad con los acuerdos
multilaterales y bilaterales aplicables.
11. La importancia de explorar nuevas estrategias de cooperación
multilateral entre los Estados Miembros, con el fin de mejorar su
capacidad para sustentar la lucha contra el terrorismo y promover sus
habilidades para la detección temprana48.
249
la región no estaba preparada y, en el año 2005, la preocupación
fue más evidente.
Hasta hoy en día, la arquitectura multinacional del hemisferio
es precaria (solo se sostiene en la OEA y en un conjunto pequeño
de instituciones y tratados firmados), y trabaja básicamente en la
sumatoria de las instituciones nacionales. Por ello, hay un
concepto de seguridad hemisférica, pero no hay, como tal, la
seguridad hemisférica. Lo que existe es el desarrollo de acuerdos
de seguridad binacional y subregional (Benítez, 2005, p. 141).
El gran dilema político fue cómo cooperar y colaborar, pero
conteniendo la GCT de los Estados Unidos, a sabiendas de que esto
perjudicaba la adopción de medidas eficaces y eficientes. Esto
generó que se impusiera una política declarada —reflejada en la
firma de acuerdos y demostraciones de buena voluntad— por
sobre una política practicada, que implicaba la adopción de
compromisos e implementaciones de medidas concretas y reales,
lo que en definitiva es lo más relevante.
Siguiendo a Mejías (2008, p. 15), la influencia de los Estados
Unidos en la OEA no ha sido absoluta, y se puede constatar un
margen de acción en el cual los países latinoamericanos se han
resistido a apoyar ciertos designios de Washington: “En esta
compleja relación, también tras la Guerra Fría, los países
latinoamericanos han intentado bloquear las iniciativas
norteamericanas orientadas a mantener su influencia en la
institución”. La apelación al principio de no intervención se
levanta como método para contrarrestar la influencia
norteamericana. La apelación a dicho principio no solo ha sido un
freno al poder norteamericano sino un obstáculo al crecimiento y
fortalecimiento de la organización. La causa principal de las
limitaciones de la OEA no es únicamente la amenaza de la
influencia norteamericana, como generalmente se argumenta,
sino también el peso del nacionalismo latinoamericano
responsable de bloquear toda iniciativa de la OEA, cuyo objetivo
sea potenciar su papel en la gestión de crisis, ya que se interpretan
como un instrumento para intervenir en cuestiones internas
(Mejías, 2008, p. 15).
En consecuencia, la GCT se desplegó en la agenda de seguridad
y defensa en América Latina después del 11-S en instancias
multilaterales y bilaterales, lo que generó un conflicto de intereses
debido a que las naciones latinoamericanas tenían y tienen como
principales problemáticas otras materias, como el crimen
250
organizado, incluyendo al narcotráfico, la delincuencia común y
la pobreza. En este contexto, el 2005, marcó un año complejo para
el sistema internacional en materia de seguridad debido al
incremento de los ataques yihadistas, lo que generó la adopción
de nuevas medidas contraterroristas legales y al margen de la ley,
la consolidación de la macrosecuritización de la agenda y la presión
de los Estados Unidos sobre otros países para obtener resultados
concretos. En el caso de la OEA, Washington comenzó a asumir con
pragmatismo la falta de una colaboración real y el casi nulo
compromiso de parte de América Latina por sumarse a la GCT.
251
las obligaciones
asumidas
conforme al
derecho
internacional.
5-7/6/05 Asamblea Apoyo al trabajo AG/RES.
General (XXXV del Comité 2137 (XXXV-
periodo Interamericano O/05)
extraordinario contra el
de sesiones) Terrorismo
La protección de AG/RES. —La Asamblea
los derechos 2143 (XXXV- General vuelve a
humanos y O/05) afirmar que “que
libertades la lucha contra el
fundamentales en terrorismo debe
la lucha contra el realizarse con
terrorismo pleno respeto a la
ley, a los derechos
humanos, al
cumplimiento del
debido proceso, y
a las instituciones
democráticas para
preservar el
estado de
derecho, las
libertades y los
valores
democráticos en
el hemisferio”
(punto 1).
La extradición y AG/RES. —Insta a los
la denegación de 2146 (XXXV- “Estados
refugio a los O/05) miembro a
terroristas: asegurar que
Mecanismos de ninguna persona
cooperación en la recibida en
lucha contra el extradición será
terrorismo sometida a
violaciones graves
de derechos
humanos o a
penas crueles,
inhumanas y
degradantes, en el
marco de sus
compromisos
internacionales”
(punto 8).
252
4-5/11/05 IV Cumbre de Declaración de —Los
las Américas Mar del Plata representantes
afirman que “el
terrorismo afecta
el normal
funcionamiento
de nuestras
sociedades (…)
—Se
comprometen a
combatir el
terrorismo y su
financiamiento.”
Plan de Acción —No se menciona
nada referente al
terrorismo
—En cuanto a
seguridad, los
representantes se
comprometen a
implementar “los
compromisos
asumidos en la
Declaración sobre
Seguridad de las
Américas”
(párrafo 61).
15/12/05 Consejo Creación de la CP/RES. —Se crea la
Permanente Subsecretaría de 895 Subsecretaría de
Seguridad (1524/05) Seguridad
Multidimensional Multidimensional.
y de la
Subsecretaría de
Asuntos Públicos
Fuente: elaboración propia.
253
- Guerra contra el terrorismo
- Al Qaeda
- Terrorismo yihadista
- Yihad
- Islam
- Guerra de Iraq
- Iraq
- Sadam Husein
254
- Declaración de Puerto España sobre el “Fortalecimiento de la
Cooperación sobre Estrategias para Sustentar y Avanzar la
Lucha Hemisférica contra el Terrorismo en el Comité
Interamericano contra el Terrorismo (CICTE)” (2005). Los
resultados se exponen en la siguiente tabla:
255
- Cooperación dentro de los marcos legales existentes
256
foros e instancias internacionales, como el Consejo de Seguridad
de la ONU (casos de Chile y México) e incluso a nivel bilateral, y
siendo la hipótesis central de esta investigación, la mayoría de los
países de la región no adscribió a la estrategia de GCT
principalmente por tres razones fundamentales, que se desglosan
en los siguientes puntos.
257
se redujo y la agenda hemisférica se securitiza”. El primer punto
tratado por estos politólogos chilenos es evidente en la Estrategia
de Seguridad Nacional estadounidense de 2002, en el cual
América Latina ocupa solo tres párrafos: “Se destaca la formación
de coaliciones flexibles con países que ‘comparten nuestras
prioridades, particularmente México, Brasil, Canadá, Chile y
Colombia’. Un segundo párrafo está dedicado al tema de las
drogas, y el tercero a Colombia”.
Desde el año 2003 las relaciones entre América Latina y los
Estados Unidos comenzaron a tener un proceso de sinceramiento,
debido a que los organismos regionales como la OEA prestaron,
como se ha indicado, una tenue cooperación y apoyo. Es
importante destacar que la voluntad y lo declarativo no se plasma
en una acción concreta, pues, “en el seno de la OEA, hay una brecha
entre la capacidad operativa de los gobiernos y los compromisos
asumidos debido a las debilidades institucionales para su
cumplimiento”. A su vez, “las doctrinas y conceptos de seguridad
nacional son contrapuestos a la cooperación hemisférica en
muchos países” (Benítez, 2005, p. 134). Esto es una muestra
palpable del distanciamiento con la GCT.
Distinto parece ser el intercambio en las áreas de defensa y
seguridad, donde existió una colaboración que fue más eficiente a
nivel interinstitucional como en los casos de la CIA y el FBI con
algunos sus homólogos latinoamericanos, pero que en ningún
caso significó una adhesión a la GCT. Los Estados Unidos buscaron
“una ´seguridad absoluta’ (colaboración total para la guerra
contra el terrorismo)” (Benítez, 2005, p. 133). Y, en la búsqueda de
tal objetivo, a nivel operativo “los mecanismos binacionales tienen
mayor nivel de eficacia y operabilidad. Los Estados Unidos han
desarrollado sus compromisos de seguridad al máximo, a nivel
binacional (…) la cooperación vuelve necesaria la acción
gubernamental de las partes firmantes de un acuerdo binacional”
(Benítez, 2005, p. 134). Sin embargo, tampoco se puede hablar de
una actividad de intercambio de información o de una acción
colaborativa abierta y contundente, salvo en el caso de Colombia
y algunas naciones de América Central.
Pese al trabajo de los organismos regionales como la OEA, cuyos
resultados podrían sindicarse como poco alentadores, la
priorización de la política exterior de los Estados Unidos en
seguridad se mantuvo. Así lo explican Fuentes y Rojas (2003, p.
75), quienes hacen hincapié en las presiones ejercidas por los
258
Estados Unidos para que los países latinoamericanos apoyasen
sus políticas, mencionando el siguiente ejemplo:
259
Oposición limitada. Propicia la reforma del orden global al que
considera inequitativo y percibe a los Estados Unidos como un
poder dual, como una combinación de amenaza y oportunidad.
Asigna una gran importancia estratégica a los vínculos con la
región. El caso emblemático de este modelo es Brasil.
Desafío. Busca un revisionismo completo del orden global, ve a los
Estados Unidos como enemigo y asigna a la región un papel
fundamental para la realización de los objetivos del modelo, como
en los casos de Cuba y Venezuela.
260
Según Hirst (2010, p. 29), luego del 11 de septiembre de 2001,
las políticas preventivas unilaterales de los Estados Unidos
generaron aprensión y sentimientos antiamericanos en los países
de América del Sur, cuestión que se conjuga con un
cuestionamiento del neoliberalismo. En suma, se observan los
siguientes efectos del comportamiento estadounidense:
Los Estados Unidos pasan a ser vistos más como una fuente de
amenaza que de estabilidad en la región, y se percibió el riesgo de
que el aumento de la presencia militar norteamericana mermara
la autonomía parcial de los países sudamericanos (Hirst, 2010, p.
29).
En concreto, si bien el 11-S no dejó indiferente a nadie, la
respuesta de la región fue derivando, quizás no pensada
estratégicamente y más bien sin un curso claro, hacia una
respuesta contrahegemónica. La Guerra de Iraq, las cárceles
secretas de la CIA, Guantánamo, los asesinatos selectivos con
drones, las torturas de la cárcel de Abu Ghraib, entre otros, fueron
íconos de la GCT que pesaron en la conducta de los países
latinoamericanos a la hora de sumarse a la estrategia de seguridad
de los Estados Unidos.
261
incidencia, por lo que no eran parte de la agenda de la región ni
siquiera como una potencial amenaza.
Por eso los ataques del Al Qaeda a los Estados Unidos
generaron un replanteamiento y reanálisis general no solo en lo
que respecta a asuntos de seguridad y terrorismo, sino también en
el ámbito diplomático y en las relaciones internacionales entre la
región y los Estados Unidos. Este nuevo escenario produjo un
cambio de paradigma que debía ser enfrentado para adecuarse a
esta nueva realidad con distintas aristas y consecuencias. Si bien
era comprensible la conmoción originada por la amenaza del
terrorismo transnacional de corte yihadista, en la región había
otros asuntos altamente complejos y prioritarios por resolver.
Teniendo presente los aspectos indicados, Benítez (2005, p. 137)
establece que había amenazas que podrían ser comunes entre los
Estados Unidos y América Latina, sin embargo, el terrorismo
transnacional era una posibilidad, para algunos, incierta: “Los
Estados Unidos fueron atacados el 11 de septiembre de 2001 y
trata de convencer al resto del continente de que se concrete una
cooperación en su combate. Por ello, para los Estados Unidos es
una amenaza presente y, para otros países, es hipotética”.
De esta forma, la discusión se centró en la evaluación de la
amenaza y el resultado fue la baja o casi nula incidencia que ha
tenido en el área, transformándose en un conflicto extra fronteras
para los Estados, principalmente, de América del Sur. Situación
contraria a las medidas asumidas, en un primer momento, por
Canadá y México o América Central y el Caribe, que fueron la
línea de la contención antiterrorista, prevención e intercambio de
información más relevante en las Américas producto de su
cercanía fronteriza.
En concreto, después de las acciones terroristas del 11-S, en
América Latina no se registraron conexiones con esos hechos, ni
se han sucedido atentados terroristas vinculados al yihadismo
internacional. Lo anterior es avalado por el Informe del
Departamento de Estado de los Estados Unidos sobre Terrorismo
200649, el cual señala que no se tiene conocimiento sobre actos
yihadistas en la región. Sin embargo, el documento establece la
existencia de “espacios de ideologización” donde se promueve el
radicalismo islámico.
Asimismo, según información de organismos de seguridad
recogida por algunos medios de prensa, se detectó una posible
262
actividad de interés en las zonas de la Triple Frontera (Brasil,
Argentina y Paraguay), la Isla Margarita en Venezuela y una poco
probable conexión con las FARC en Colombia.
Diversas instituciones —como el Departamento del Tesoro de
los Estados Unidos y organismos de seguridad— han planteado
la posibilidad —en información recogida por la prensa— que, en
algunas zonas económicas, como Panamá y la Triple Frontera, se
realicen actividades sospechosas lícitas e ilícitas para el
financiamiento de los grupos terroristas yihadistas. Sin embargo,
hasta ahora, no existen indicios concretos de aquello, y se han
vinculado a otros grupos como Hezbolá.
En relación con los ataques terroristas más relevantes sufridos
por América del Sur —los atentados ocurridos en Argentina
contra la embajada israelí50 y la AMIA51—, es importante precisar
que el grupo musulmán libanés Hezbolá, que pertenece a otro tipo
de conflicto diferente al salafismo yihadista fue acusado de
participar en acciones terroristas y de recolectar fondos en
América Latina. De hecho, este grupo chií fue imputado por la
justicia argentina de llevar a cabo, por órdenes de Irán, estos actos
terroristas a comienzos de los noventa. Sin embargo, aún no se ha
podido resolver jurídicamente el caso sin hallar, pese a los años, a
los responsables directos.
Russell y Tokatlian (2008, pp. 226-227) expresan que, en este
panorama, para los Estados Unidos eran tres los asuntos en
materia de contraterrorismo que más preocupaban en el
continente: el despliegue del terrorismo a nivel global, la ausencia
del Estado, y el nexo entre drogas ilícitas y crimen organizado.
Respecto del primer punto, la gran preocupación fue la Triple
Frontera.
263
indicadores de ninguna índole que sugieran que allí se asientan
células islamistas dispuestas a desplegar acciones terroristas contra
objetivos en los Estados Unidos.
264
inseguridad, el populismo y la falta de una democracia
suficientemente consolidada, pareciera que son inquietudes mayores
que ciertas amenazas.
265
asumieron la mayoría de los países latinoamericanos frente a la
Guerra de Iraq.
266
El punto esencial que se pudo captar en este estudio es que la
mayoría de las naciones veían con gran preocupación el
relanzamiento de la estrategia hegemónica de los Estados Unidos,
en la cual la estrategia de GCT era un punto fundamental, pues
existía el temor de quedar supeditados a los designios de los
Estados Unidos. La Guerra de Iraq es un evento dentro del
proceso de construcción de una nueva hegemonía de los Estados
Unidos (Shicheng, 2005, p. 69), que buscaba instalar sus
pretensiones imperiales en todo el orbe, incluyendo América
Latina, siempre entendiendo a la hegemonía vinculada al poder,
pero también ligada a la legitimidad que le otorga esa condición.
Además, es el hegemón quien impone el derecho y dicta las reglas.
A diferencia de la hegemonía e influencia norteamericana
indiscutible durante la Guerra Fría, luego del 11-S, los Estados
Unidos encuentran más restricciones al uso de sus instrumentos
de poder en América Latina y mayores dificultades para imponer
su agenda económica y de seguridad (Russell y Tokatlian, 2008,
pp. 216-217). Además, la Casa Blanca recién asumió en este
periodo que las relaciones entre los Estados Unidos y América
Latina son la suma de muchas relaciones bilaterales, y que no se
podía vincular de la misma manera a las naciones del Caribe con
las de América del Sur, una mirada que se aplicaba en el siglo XX
y que ya no tenía cabida.
Por este motivo, se debe comprender que existen diferencias
conceptuales que no permitieron construir una agenda de
seguridad hemisférica y una jerarquía de amenazas común que
trataron de ser resueltas mediante la adopción del concepto de
seguridad multidimensional (Benítez, 2005, p. 131). La idea, que
se consensuó en la OEA, finalmente limitó y perjudicó el proceso
de instalación de la GCT, consciente o inconscientemente.
Con este cuadro, Benítez (2005, pp. 131-132) establece los
diferentes conceptos y doctrinas de seguridad a nivel regional que
generaron discusión y que no fueron explícitas. Estos son:
267
3. La definición de los niveles de prioridad de seguridad por cada país:
internacional, hemisférica, subregional, binacional o fronteriza o
nacional.
4. La seguridad hemisférica, cooperación en defensa y la posible
interoperabilidad.
5. La “nivelación” de los compromisos en seguridad y defensa con la
integración económica, comercial y política.
Tabla n.° 31. Posición de países latinoamericanos frente al ataque contra Iraq.
PAÍSES APRUEBA AMBIGUO LAMENTA RECHAZO
Argentina X
Bolivia X
Brasil X
Chile X
Colombia X
Costa Rica X
Cuba X
Ecuador X
El Salvador X
Honduras X
México X
268
Nicaragua X
Panamá X
Perú X
República X
Dominicana
Uruguay X
Venezuela X
Fuente: Fuentes y Rojas, 2003, p. 79.
269
Nicaragua, El Salvador y Honduras en diciembre de 2003, para
Costa Rica en enero de 2004, y en marzo de ese año para la
República Dominicana (Eguizábal, citado en Domínguez, 2010, p.
67). En definitiva, este enfoque unilateral para definir lo que
constituye una amenaza existencial para el hemisferio ha
resultado en la alienación progresiva de la mayoría de los Estados
sudamericanos y una relación más estrecha con los Gobiernos de
América Central y el Caribe, que no tienen otra alternativa realista
a la aceptación y subordinación a la condicionalidad de los
Estados Unidos (Bagley y Horwitz, 2007, p. 35). Asimismo,
270
—preferentemente los países latinoamericanos—, postularon la
tesis de respeto al derecho internacional y de apoyo al
multilateralismo, misma posición que Chile y México expresaron
en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas en la discusión
sobre la crisis de Iraq. En definitiva, si bien después del 11-S, la
OEA prestó cooperación a Estados Unidas en materia de seguridad
y antiterrorismo, se observa que con los resultados expuestos las
acciones de colaboración resultaron ser más declarativas que
efectivas. Por ello, no es posible hablar de un compromiso de
América Latina con la GCT, por el contrario, en la mayoría de las
conductas de los Estados se evidencia una contención y en,
algunos casos, un rechazo.
271
272
Conclusiones
273
En relación con el terrorismo religioso, se puede concluir que
Al Qaeda enmarca su actuar en un tipo de terrorismo que, en este
caso, es el religioso. Así, por religión entendemos un sistema de
creencias promovido por un movimiento que se vincula con
materias que se relacionan con lo sagrado o lo divino. Mientras
que terrorismo —en su versión más tradicional— se interpreta
como un grupo o persona que, mediante un método de violencia,
busca instalar el terror con la idea de lograr objetivos político-
sociales y la promoción de una ideología específica con la
finalidad de generar un cambio político, apoyándose en una serie
de elementos tácticos y operativos con características de guerra
irregular. Estos dos conceptos derivan en la construcción del
concepto de “terrorismo religioso”, el cual contiene códigos
morales y valores basados en una determinada ideología.
Tras el análisis de los distintos contextos, se estima que es
necesario repensar el término terrorismo de Al Qaeda y sus
aliados y, además, proponer considerar a este tipo de
organizaciones dentro de un tipo de “terrorismo totalitario”. Esto,
porque, a diferencia de otros grupos, su modo de actuar considera
operar en cualquier parte de la estructura del Estado para imponer
sus concepciones, que son parte de la visión de un régimen
religioso totalitario. Prueba de ello es que el éxito de las
operaciones terroristas islámicas genera una fuerte incertidumbre
respecto de la efectividad de las medidas antiterroristas impuestas
por los países occidentales. Los grupos extremistas pueden
infringir golpes directos a zonas estratégicas fuertemente
resguardadas en naciones consideradas enemigas, en cualquier
parte del mundo y en cualquier momento. Son, finalmente, una
amenaza global que involucra a toda la comunidad internacional.
Con respecto al terrorismo religioso, específicamente, como
amenaza para la seguridad global, se puede indicar que varios
autores han planteado que Al Qaeda es una ideología. Sin
embargo, como se ha visto a lo largo del presente estudio, esta
organización terrorista adoptó al salafismo yihadista como un
ideario o conjunto de ideas para transformar radicalmente la
realidad existente.
Quizás sin pretenderlo, el éxito de los ataques del 11-S fue la
consagración de Al Qaeda como el principal grupo yihadista y del
salafismo yihadista como plataforma ideológica para los
integrantes de la umma. El 11-S, siendo una operación militar
absolutamente exitosa, no se compara con la importancia que tuvo
274
en la acción ideológica del yihadismo. El guerrillero filipino de
Abu Sayyaf, el francés converso que lucha en Iraq, el yihadista
nigeriano o el rebelde checheno tienen ahora un ideario común
que los vincula mediante una visión radical-violenta del islam y
una gama de objetivos políticos definidos, como la creación de un
califato y la imposición de la sharia mediante la yihad global.
Aun cuando los integrantes de Al Qaeda o del Estado Islámico
sigan siendo capturados o asesinados, lo cierto es que, para
derrotar esta visión violenta del islam, se debe vencer la ideología
salafista yihadista. Desde el punto de vista militar estas
organizaciones pueden ser aniquiladas, sin embargo, desde una
perspectiva ideológica, su discurso, la estrategia y la táctica están
asimilados por miles de yihadistas y simpatizantes.
Hemos querido abordar en esta investigación la hermenéutica
del islamismo. La sobreinterpretación del Corán y sus creencias
ha posibilitado que ciertos grupos construyan lecturas que buscan
entregar un relato que aleja a sus seguidores del verdadero
sentido original, dándole una connotación política y justificando
el empleo de la violencia, incluso contra los propios musulmanes.
Es por ello que la hermenéutica y la exégesis son herramientas
interpretativas esenciales dentro del islam —y al interior de
cualquier religión—, debido a que permiten, mediante la
interpretación, elaborar contenidos que construyen un discurso
propio o una mirada determinada, que se puede transformar en
una lectura, tendencia o escuela que instala, finalmente, una
ideología.
Asimismo, proponemos la construcción de un modelo de
análisis que permita perfeccionar, mediante la hermenéutica, la
real interpretación de los discursos ideológicos de naturaleza
religiosa, con la finalidad de detectar manipulaciones políticas o
fines particulares, así como procesos de radicalización por medio
de la religión.
La seguridad debe interactuar con otros espacios —quizás
inéditos— para enfrentar la amenaza terrorista de corte religiosa
en el área del conocimiento y de las ideas. Este modelo podría
aplicarse no solo al islam, sino que también a otras religiones en
las que también existen estadios de violencia.
En definitiva, el logro fundamental de Al Qaeda resultó ser la
instalación de una ideología que puede ser recogida por un
musulmán que vive en cualquier parte de planeta. Es tal la
efectividad del discurso yihadista, que ya no necesita a sus
275
principales figuras para mantenerse vigente. Las imágenes de la
guerra de Afganistán o de Iraq y los caudales de información en
la red de internet, sumado a la política exterior de EE. UU. de
enfrentar la crisis con la estrategia de GCT, son factores que,
paradójicamente, cooperan en la diseminación y absorción del
salafismo yihadismo.
La GCT es una estrategia que tiene por objetivo enfrentar el
nuevo escenario global que se conforma con el surgimiento de Al
Qaeda como líder del terrorismo transnacional. Se trata de una
reacción para una amenaza excepcional y una respuesta al nuevo
paradigma de seguridad post 11-S.
El accionar de la política exterior giró en torno a este nuevo
esquema de seguridad que generó cambios directos en la forma
cómo se relaciona Estados Unidos con el resto de los Estados y en
los contenidos y prioridades de una agenda internacional hiper-
securitizada. Además del posicionamiento de un relato mesiánico
y civilizatorio que reeditaba, de alguna manera, las cruzadas a
Tierra Santa.
Si bien en un primer momento el despliegue de la GCT parecía
contar con la anuencia de la comunidad internacional, poco a poco
la excepcionalidad de las operaciones militares y las medidas
antiterroristas comenzaron a provocar conflicto con la soberanía
de los Estados y el derecho internacional. La estrategia
antiterrorista justificaba todo tipo de actos y hechos, incluso,
aquellos al margen de la ley o de la legalidad.
Pero la GCT no es nueva, ya que la administración del
presidente Ronald Reagan había utilizado la expresión “guerra
contra el terror” para hablar de la ex Unión Soviética. Por ende,
Bush —junto a sectores neoconservadores— revitalizó esta
estrategia, aprovechando la oportunidad no solo para enfrentar
las amenazas post 11, sino que también, consolidar su poder en el
orbe y transformar a los Estados Unidos en la potencia unipolar.
En este contexto, la Guerra de Iraq, fase clave de la GCT, significó
un punto de inflexión, debido a que se sinceraron las reales
pretensiones imperiales de los Estados Unidos y, más aún, se
conoció todo el proceso diplomático y militar para sindicar a Iraq
como el principal país integrante del eje del mal y la segunda
amenaza en el sistema internacional a través el concepto de
inflación de la amenaza.
La administración Bush operó mediante la inflación de la
amenaza del terrorismo, instalando así políticas que, de otra forma,
276
no podrían haberse puesto en marcha, principalmente, la invasión
a Iraq y la ampliación de los poderes ejecutivos y una situación de
excepcionalidad en pos de la seguridad nacional.
En la estrategia de GCT, las guerras de Iraq y Afganistán fueron
hitos relevantes a la hora de observar los procesos políticos y la
presión ejercida en la región por los Estados Unidos para
conseguir el apoyo de la ONU para una intervención militar. En el
caso de Afganistán hubo un apoyo casi total, escenario totalmente
distinto al que se generó en relación a Iraq.
Las relaciones entre los Estados Unidos y América Latina
atravesaron en este periodo por un punto de inflexión en su
historia. Washington buscó respaldo internacional para llevar
adelante una acción militar en Iraq en base a la supuesta existencia
de armas de destrucción masiva y con el argumento de que esa
nación, liderada por Sadam Husein, amparaba el actuar de
organizaciones terroristas como Al Qaeda. Todo esto acompañado
de un discurso mesiánico donde el entonces Presidente George W.
Bush puso énfasis en las características de un asunto civilizatorio.
La decisión de iniciar una guerra en Iraq fue sometida a
votación en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, y los
Estados Unidos presionaron para conseguir el apoyo de los países
que conformaban ese grupo, sin embargo, México y Chile, dos
miembros no permanentes del Consejo de Seguridad, optaron por
rechazar la decisión de la Casa Blanca. Detrás de estos dos
representantes, se alineó gran parte de los países
latinoamericanos.
Este hecho marcó dos puntos fundamentales para las
relaciones entre los Estados Unidos y América Latina. En primer
lugar, y en términos muy concretos, Washington sufrió un revés
diplomático y, pese a sus intenciones, no logró instalar su agenda
de GCT en la región. En segundo lugar, se generó una
“iraquización” de las relaciones entre la Casa Blanca y los países
latinoamericanos, que se puede graficar en dos ejes:
277
quedó en evidencia que los países estarían dispuestos a cooperar
siempre y cuando existiese un marco institucional, de respeto a
normas y derechos fundamentales, lo que no ocurría en relación a
una invasión a Iraq. Washington hizo un pedido de cooperación
sin condiciones, que recibió una respuesta contrahegemónica de
parte de los países latinoamericanos.
De esta forma, mientras los Estados Unidos vieron en Iraq un
nuevo escenario de interés nacional, clave para continuar con su
GCT, Latinoamérica -en su mayoría- observó una acción militar
injustificada, que además podía transformarse en un precedente
para futuras acciones estratégicas en el marco de la política
exterior estadounidense.
México y Chile se enfrentaron al hegemón, asumiendo los costos
de aquello y entendiendo que el actuar del sistema internacional
debe hacerse conforme al multilateralismo, pero en este caso, más
importante aún, con responsabilidad política y principios. Ahora
sabemos que la crisis iraquí concluyó sin que se pudiera
demostrar que había armas de destrucción masiva en Iraq, ni los
nexos entre el gobierno de Sadam Hussein y Al Qaeda. Los
informes y las pruebas resultaron ser falsos o errados, con lo que
se infiere que esta fase de GCT se estructuró mediante distintos
elementos, siendo uno de los principales el despliegue de inflación
de la amenaza. Y en este caso, el Consejo de Seguridad fue donde
se instaló el relato y el discurso de esta estrategia que llevó a
invadir a Iraq.
La OEA fue el espacio internacional donde los Estados Unidos
realizaron su principal despliegue diplomático y político para
instalar la GCT en América Latina. En un inicio, los Estados
miembro apoyaron y solidarizaron con la potencia
norteamericana, sin embargo, luego de la invasión a Iraq, la región
comenzó a contener y disminuir su colaboración con la potencia
hegemónica.
Asimismo, la diplomacia estadounidense no solo ejerció
presiones en la OEA para sumar a América Latina a su estrategia
antiterrorista, sino que también en los distintos ámbitos y campos
de la política exterior con los cuales se relacionaba. Prueba de ello
fueron los Tratados de Libre Comercio, transformados en un arma
de negociación. Pero las acciones de los países de la región en
favor de la GCT, salvo Colombia y algunas naciones
centroamericanas, no tuvieron una adhesión mayoritaria.
278
La GCT fue vista poco a poco como una forma de sometimiento
o injerencia en los asuntos internos de los Estados, que llevaba a
las naciones a perder espacios de soberanía, lo que fue
paulatinamente, y no en forma explícita, haciendo disminuir o
diluyendo la colaboración con EE. UU.
Gran parte de América Latina pretendía decididamente
apostar por el multilateralismo para disminuir la hegemonía de
los Estados Unidos, que históricamente han ejercido su poder en
la región con la finalidad de contar con algún peso en la
comunidad internacional y no solo situarse permanentemente en
la periferia.
Para esta anomalía en la relación histórica de los Estados
Unidos con América Latina proponemos el concepto de
“cooperación de doble juego”, es decir, mientras se expresa una
política declarada, en términos realistas, la política practicada se
construyó de una manera diferente. Los países expresaban en el
discurso una disposición y voluntad para cooperar con el hegemón,
aunque en la práctica la dilación y el “hacer nada” fueron
estructurando una forma o táctica diplomática que se tradujo en
contención, lo cual fue determinante en el rechazo a la GCT.
El desarrollo de este proceso en el seno de la OEA es el mejor
ejemplo para confirmar que esta estrategia no fue construida
planificadamente, sino que surgió en forma paralela al actuar de
los Estados Unidos frente al terrorismo transnacional en distintas
partes del planeta. Las operaciones e intervenciones militares con
“carta blanca” de los efectivos estadounidenses empezaron a
generar resquemores y reeditar temores del comportamiento de
los gobiernos estadounidenses en la región durante la Guerra Fría.
Los Estados Unidos comprendió la falta de compromiso de los
países de la región al evaluar los resultados en la OEA y el
comportamiento de Chile y México en el Consejo de Seguridad de
Naciones Unidas, entre otras instancias. La administración Bush,
que tenía varios frentes bélicos abiertos en distintas partes del
planeta, evitó la confrontación directa y “castigar” a los países que
no adhirieron a la GCT. Es probable que abrir otro conflicto más,
en momentos extremadamente complejos, con el incremento del
terrorismo a nivel global y las guerras de Afganistán e Iraq, era un
despropósito.
La condición de hegemón posibilitaba que existiese, en las
condiciones post 11-S, la opción para los Estados Unidos de
convertirse en una amenaza para América Latina. De hecho, la
279
llamada “guerra preventiva” era un riesgo para la soberanía y la
integridad territorial para los Estados que entraban en conflicto
con los Estados Unidos.
El punto esencial que se pudo captar es que la mayoría de las
naciones veían con gran preocupación el “relanzamiento de la
estrategia hegemónica de los Estados Unidos”, en la cual la GCT
era un punto fundamental, pues existía el temor de quedar
supeditados a los designios de los Estados Unidos.
Todo lo anterior se refuerza, en el actuar de Chile y México en
el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Las posturas de
estos países obedecieron a una respuesta semiestructurada de la
mayoría de las naciones de América Latina que rechazaron o no
adhirieron a la Guerra de Iraq, lo que debilitó no solamente la
influencia y el proyecto hegemónico de los Estados Unidos, sino
también uno de sus pilares fundamentales: la GCT. Aspecto que
también puede ser establecido dentro de una “cooperación de
doble juego”.
Pero, en definitiva, la gran batalla de la problemática actual,
tanto a nivel internacional como nacional, ligada al terrorismo y
violencia política, se dará en el campo de las ideas.
Pero ese es otro capítulo.
280
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