Marchioni Ramirez La Intervencion Comunitaria
Marchioni Ramirez La Intervencion Comunitaria
Marchioni Ramirez La Intervencion Comunitaria
La intervención comunitaria
Marco Marchioni y Luz Morín Ramírez
Comunidad septiembre 2016;18(2):11
ISSN: 2339-7896
1. PREMISA
Teniendo en cuenta lo anterior, así como el contexto existente, podríamos subrayar algunos aspectos
y planteamientos teóricos y metodológicos de la intervención comunitaria que resultan innovadores1:
El territorio.
La población/ciudadanía.
Los recursos (técnico-profesionales, administrativos, comunitarios).
Las demandas, necesidades y potencialidades existentes.
Se subraya la importancia de que los tres protagonistas se impliquen en procesos participativos, cada
uno en su papel y sin confusión de funciones. Es decir:
Que las personas elegidas democráticamente para gobernar y para tomar decisiones lo hagan de
la forma más participativa posible, contando con la ciudadanía no solo en el momento del voto,
sino también durante el ejercicio de su mandato, introduciendo fórmulas y normas que hagan de
la participación un elemento diferencial y positivo de la convivencia y del modo de gobernar.
Que los recursos técnico-profesionales, públicos y privados, que realizan su trabajo en directo
contacto con la población no limiten su actividad a la gestión asistencial de las prestaciones, sino
que contribuyan –aportando conocimientos técnico-científicos– a que la ciudadanía pueda
participar más activamente en la acción de mejora de su realidad individual y colectiva, y a que
las administraciones puedan gobernar contando con esos mismos conocimientos.
Que la participación de la ciudadanía y de las organizaciones sociales constituya un elemento
central de la participación y una referencia constante para las administraciones y para los
servicios públicos y privados.
Las dificultades son muchas y diversas y, seguramente, se repiten en muchos lugares. En cualquier
caso, es muy importante destacar que los procesos participativos que se quieran poner en marcha no
son algo que se hace en un día... Son procesos que facilitan y vivifican nuevas y más democráticas
relaciones entre quienes han sido elegidos para gobernar y para administrar la cosa pública y la
ciudadanía.
Los demás recursos –específicos– también necesarios para el desarrollo del proceso comunitario ya
existen en la comunidad. La actividad propia del equipo comunitario es establecer relaciones
correctas y adecuadas con y entre los tres protagonistas, valorando lo existente y conectando
iniciativas, proyectos y programas comunes (tabla 1). La ciudadanía, las administraciones y los
recursos técnico-profesionales del territorio deben sentirse parte del proceso, y su participación tiene
que repercutir en las decisiones colectivas de su comunidad. Y si en el territorio no existe un equipo
que atienda a las necesidades de información, a las relaciones con y entre los tres protagonistas y a la
visibilización de los intereses generales, será muy difícil hablar de participación o de procesos
participativos en contextos locales.
Facilitador Aporta métodos para facilitar relaciones asertivas con y entre todos los protagonistas
Dinamizador Fomenta la confianza y la colaboración entre los protagonistas
Capacitador Proporciona conocimiento de la metodología comunitaria (finalidades, estrategias, herramientas) a los profes
Genera condiciones para facilitar la creatividad social, implicando a la comunidad en la exploración de altern
Co-creador
establecido y de nuevas realidades
2.4. La documentación
Además del fichero comunitario, informes trimestrales o cuatrimestrales, informe anual, etc., la
metodología prevé instrumentos para la documentación del proceso, como los sociogramas, mapas
comunitarios, actas de reuniones, etc. A ellos se les suma instrumentos de documentación e
información que algunas experiencias comunitarias han ido generando a partir de sus posibilidades,
como: mapa físico y en soporte online de recursos, banco de experiencias y un largo etcétera.
Ahora bien, en un proceso con multitud de personas implicadas, con diferentes niveles y con
distintas culturas, no basta con informar y difundir las informaciones y los conocimientos de una
manera determinada. Teniendo en cuenta estas diferencias y la necesidad de asegurar a todo el
mundo la posibilidad de poderlos usar, la metodología avanza un paso y plantea el tema
de «socializar y devolver» estas informaciones y estos conocimientos; es decir, difundirlos en
diferentes formas y lenguajes que permitan a todo el mundo poderlos usar. «[…] un proceso
participativo de calidad debería prever una devolución de resultados […]. Esta práctica es un
elemento fundamental de transparencia para garantizar la legitimidad de los procesos participativos e
incrementar la confianza de la ciudadanía en las instituciones»4.
Por ello, la difusión de las informaciones también requiere una red extensa de relaciones y el
conocimiento de los espacios/lugares de relación del territorio (formales, informales; visibles e
invisibles), para asegurar una real devolución y socialización de las mismas.
3. ALGUNOS CONCEPTOS CLAVE
La participación es, a la vez, un fin y un medio: sin participación no habrá proceso y no habrá
cambios sustanciales y sostenibles. Para la intervención comunitaria, la participación se relaciona
con una serie de elementos básicos –derivados de experiencias concretas– que han manifestado su
importancia a lo largo de los años. Estos elementos pueden ser sintetizados de la siguiente forma:
La participación es, al mismo tiempo, una necesidad humana básica, un derecho y un requisito
para el éxito de cualquier iniciativa.
La participación es, a la vez, un fin y un medio: sin participación no habrá proceso y no habrá
cambios sustanciales y sostenibles.
No trabajamos y no nos relacionamos con usuarios, clientes, pacientes o beneficiarios. Nos
relacionamos con ciudadanos y ciudadanas, teniendo en cuenta su papel –derechos y deberes–
en la vida comunitaria.
La participación no es asistencia a actos o actividades. La participación es implicación, es
sentirse parte de algo y contribuir a que este algo merezca la pena de ser mejorado, potenciado,
etc.
No vinculamos la participación de una persona –en una actividad, en un espacio de relación,
etc.– con la presencia física de esta en todas las actividades, momentos de encuentro, reuniones,
etc. Lo fundamental es mantener la relación con esta persona, que, muy a menudo, no puede
estar presente en todos los momentos.
La participación tiene que ir vinculada a procesos que faciliten la autoorganización. Si las
personas que participan no sienten que forman parte de una organización propia, siempre
sentirán que dependerán de otros. «La participación no se produce de forma espontánea, sobre
todo si se pretende que sea organizada»5.
Con la intervención comunitaria no intervenimos en los territorios para realizar acciones que
atiendan a demandas específicas, sino para promover procesos participativos y colaborativos entre
todos los actores implicados y para contribuir así a la mejora de la realidad comunitaria. Se trata de
un planteamiento innovador que a la larga se ha ido convirtiendo en una clave de éxito de la
metodología y en un elemento, también clave, para superar las dificultades existentes, dando vida a
algo sustancialmente nuevo respecto a la que hemos definido como cultura predominante.
Al decir «todo el mundo participa» construimos un espejismo. Sabemos que no todo el mundo puede
participar en todo –dependerá de los momentos, las circunstancias, las posibilidades, etc.–. Cuando
decimos que «todo el mundo participa», queremos expresar que el proceso está potencialmente
abierto a todo el mundo. La cuestión es que quien quiera o pueda participar lo pueda hacer en el
momento que pueda o en la medida que quiera. Desde la metodología comunitaria, debe trabajarse
para que todo el mundo pueda participar, aun sabiendo que, en la praxis y en la realidad, solo
participa una minoría. Pero la metodología debe funcionar para que esta minoría se mantenga
siempre abierta a la integración de nuevos participantes y no se cierre en sí misma. También se debe
tener siempre muy en cuenta que la participación activa puede resultar un «peso» para las personas,
y por ello se debe actuar para que este peso sea el menor posible –por ejemplo, haciendo menos
reuniones y más cortas– y para que la participación sea un hecho normal y sostenible. Para ello,
utilizamos la teoría de los tres círculos (figura 3).
Desde el inicio se ha puesto el acento sobre el contexto de complejidad en el que nos movemos. Un
elemento que se deriva de la complejidad es la necesidad de favorecer un mejor conocimiento de la
realidad comunitaria por parte de los tres protagonistas, ya que existen hoy en día variados y
relevantes conocimientos de esta realidad, pero dispersos y que, a menudo, representan un factor de
desigualdad entre los mismos. Si los conocimientos son dispares, también lo son los diagnósticos y
las consiguientes hipótesis para cambiar la realidad. Este hecho complica o impide la posibilidad de
una visión compartida y de relaciones colaborativas para la mejora de lo existente.
Partiendo de una estructura –que cada territorio puede ampliar e integrar de acuerdo con sus
características–, se debe facilitar una visión integrada de todos los ámbitos, sectores, aspectos, etc.,
que permitan visualizar la realidad comunitaria, tanto en términos de globalidad como de
sectorialidad, tanto en términos generales como particulares. La monografía permite que puedan
colocarse intervenciones particulares, teniendo en cuenta el contexto global, o realizar una
intervención sectorial, teniendo en cuenta otros sectores que se relacionan con él, etc. También
permite poder tener una visión dinámica e histórica que aporte elementos fundamentales para
comprender el presente y para poder programar más adecuadamente el futuro próximo.
La audición6 es un método de intervención social para modificar una situación partiendo del
conocimiento que los propios interesados tienen de esa situación y contando con su participación
también en las acciones consiguientes. Es un método que, más que preguntar, escucha a las personas
interesadas, partiendo del presupuesto de que la opinión y la participación de esas personas son
fundamentales para cualquier acción de cambio y de modificación de esa situación.
La audición no es otra cosa que un intento de construir relaciones diferentes entre los protagonistas
de la comunidad, relaciones de confianza, que luego tendrán que confluir en la acción participativa.
Es, por lo tanto, parte integrante del proceso de intervención comunitaria y es, a su vez, un proceso.
La audición, como método de investigación participativa, está basada en la «escucha» de los tres
protagonistas del proceso comunitario.
La audición se realiza a través de coloquios abiertos en los que la persona coloquiada –o el grupo– es
la que decide los temas que desea aportar al conocimiento de la realidad comunitaria, sin ninguna
presión por parte de quien dinamiza el coloquio. Los coloquios se realizan a:
Personas que tienen una responsabilidad pública o desempeñan un papel profesional relacionado
con la vida comunitaria: responsables de las instituciones y de las administraciones; dirigentes
políticos, sindicales, del movimiento asociativo y asociaciones y grupos informales de todo tipo;
responsables de servicios, ONG, empresas, cooperativas, etc.
Personas que, por su ubicación física, rol social o por el tipo de función que desempeñan,
pueden tener una visión de la comunidad –o de un tema específico– que hay que tener en cuenta.
Esta hipótesis de intervención no se sobrepone a lo existente, sino que, partiendo de este, plantea
también la necesidad de dar vida a algo que no existe y que el conocimiento comunitario ha puesto
en evidencia: las prioridades comunitarias.
La programación se articula en dos grandes ámbitos:
La evaluación comunitaria es la que se realiza con métodos participativos por los mismos
protagonistas y contempla la medición, en términos cualitativos y cuantitativos, de los cambios que
se han producido en la comunidad desde el momento inicial; el papel de los protagonistas y su
implicación, dificultades y obstáculos encontrados; el papel del equipo comunitario, y todos aquellos
elementos que permitan efectuar un balance de la experiencia realizada respecto al punto de partida
inicial.
A esta evaluación la llamaremos interna y comunitaria, ya que es parte integrante del proceso y se
realiza con los actores que han participado en el mismo. Otra cosa es la evaluación que puede ser
realizada por otros medios, como entidades especializadas en el tema, a las que se encarga el análisis
de la experiencia realizada. En este caso, hablaríamos de una evaluación externa.
De todas formas, hay que tener en cuenta que ninguna evaluación de un proceso participativo es
posible –ni interna, ni externa– si el trabajo realizado no ha sido documentado.
BIBLIOGRAFÍA
1. Marchioni M, Morín LM, Giménez C, Rubio, JA. Metodología. Juntos por la convivencia.
Claves del Proyecto Intervención Comunitaria Intercultural. Vol. 2. Barcelona: Obra Social “La
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4. (OIDP), O. L. Guía práctica de evaluación de procesos participativos. [Internet.] Barcelona;
2006.Disponible en: www.oidp.net.
5. Moreno Mejías A, De la Riva F. ¡¡¿Otra vez con el cuento de la participación?!! 03 de 09 de
2015. Recuperado el 14 de 06 de 2016, de Apuntes para la participasion. Un blog colectivo
sobre participación y ciudadanía. Disponible en: http://participasion.wordpress.com
6. Marchioni M. La audición. Un método de investigación participativa y comunitaria. Teoría,
metodología y práctica. Santa Cruz de Tenerife-Las Palmas de Gran Canaria: Benchomo; 1992.
LECTURAS RECOMENDADAS
Marchioni M, et al. Experiencias de traballo comunitario en Galicia. Vol. IXX. (X. d. Galicia,
Ed.) Galicia: Colección Drogodependencias; 1996.
Marchioni M. Unos recursos técnicos infrautilizados. La Veu del Carrer. 2004;86:19.
Marchioni M. Atención Primaria de Salud y procesos comunitarios. Cuaderno de Políticas de
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Marchioni M. Planes y procesos comunitarios. En: Kniffki J, Reutlinger C (editores).
Comunidad transnacionalidad trabajo social. Una triangulación empírica. América Latina-
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Miguélez F, Alós R, Carrasquer P, Lope Peña A, Molina O, Pastor A, et al. Diagnóstico
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Sotelo I. El Estado social. Antecedentes, origen, desarrollo y declive. Madrid: Trotta Editorial;
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VV.AA. [M. Marchioni (coordinador y editor)]. Comunidad y cambio social. Teoría y praxis de
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