Marchioni Ramirez La Intervencion Comunitaria

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La intervención comunitaria

La intervención comunitaria
Marco Marchioni y Luz Morín Ramírez
Comunidad septiembre 2016;18(2):11
ISSN: 2339-7896

Marco Marchioni. Trabajador e investigador social


Luz Morín Ramírez. Licenciada en Ciencias del Trabajo y experta en desarrollo

1. PREMISA

Cuando hablamos de intervención comunitaria, hablamos de procesos participativos y de


transformación en tiempos complejos que implican diferentes niveles y diferentes papeles, personas
y profesionales, administraciones y entidades, organizaciones ciudadanas con prácticas muy
arraigadas; estamos en presencia de nuevas agregaciones y movimientos sociales que ya no permiten
dudas en cómo gestionar la cosa pública; existen colectivos social y culturalmente diversos que ya
no podemos considerar como una variable más que puede influir en el desarrollo del territorio, sino
como parte indisoluble de la vida y del funcionamiento cotidiano de nuestras realidades locales.
Actores y situaciones que siguen necesitando una metodología coherente y acorde a sus objetivos,
ritmos adaptados a la realidad (tiempos de procesos no de proyectos finalistas), recursos estables
para trabajar la participación y relaciones dialécticas y colaborativas que permitan construir una
comprensión compartida de las alternativas a construir entre todos los actores implicados, con una
perspectiva de proceso continuo y sostenible en el tiempo.

Teniendo en cuenta lo anterior, así como el contexto existente, podríamos subrayar algunos aspectos
y planteamientos teóricos y metodológicos de la intervención comunitaria que resultan innovadores1:

 La intervención puede darse en cualquier comunidad, por su capacidad de adaptarse


potencialmente a cualquier realidad, y se configura como un servicio público, parta de quien
parta.
 La intervención no tiene fijados de antemano los objetivos concretos de la misma, ya que
estos tendrán que ser definidos a lo largo del proceso y por los propios protagonistas
comunitarios. Es preciso tomar como punto de partida y referencia permanente de la acción las
necesidades e intereses sentidos de quienes forman la comunidad: no hay otro lugar del que
partir.
 Desde la intervención comunitaria no se debe ni se puede intervenir como otro proyecto que
aumente o complique la fragmentación de las intervenciones ya existentes. Tiene que ser, desde
el comienzo, un recurso comunitario, es decir, un recurso para todo lo que ya existe y para el
conjunto de actores que ya actúan en el territorio.
 La intervención comunitaria se sitúa decididamente en el terreno de la intervención social que se
cualifica de acuerdo con la posibilidad de construir relaciones positivas y colaborativas entre
las personas participantes en un mismo ámbito territorial municipal y demográficamente
delimitado.
 Pero todo ello requiere trabajo y método y, por ello, debe aportarse, desde el inicio, un elemento
fundamental: el equipo comunitario, cuya función consiste en aportar metodología y capacidad
de construir relaciones asertivas y colaborativas con y entre los protagonistas comunitarios.

2. ELEMENTOS ESTRUCTURALES QUE DEFINEN LA INTERVENCIÓN


COMUNITARIA

2.1. Qué entendemos por comunidad

La categoría y término comunidad es algo de considerable uso, polisemia y complejidad. Se viene


usando desde hace mucho tiempo, por muy diferentes actores y con variados sentidos. Junto
a desarrollo –endógeno, local, social–, comunidad es el concepto central en la trayectoria histórica,
campos de actuación y estrategias de la intervención comunitaria. En las ciencias sociales –
particularmente en antropología, con sus numerosos estudios de comunidad, y con las complejas
relaciones entre comunidad y cultura–, la categoría de comunidad adquiere elementos tanto objetivos
como de representación colectiva. Por todo ello, es necesario una definición clara y operativa que
sirva para la finalidad, enfoque y metodología de la intervención comunitaria en sentido amplio.
Desde la dimensión estrictamente operativa, entendemos por comunidad «un territorio habitado por
una población, que cuenta –o no– con determinados recursos y que expresa –o no– determinadas
demandas»2. Por ello, la metodología de la intervención comunitaria tiene siempre en cuenta estos
elementos y sus mutuas interrelaciones.

 El territorio.
 La población/ciudadanía.
 Los recursos (técnico-profesionales, administrativos, comunitarios).
 Las demandas, necesidades y potencialidades existentes.

2.2. Los tres protagonistas

Figura 1. Los tres protagonistas


Tradicionalmente, la idea básica de la participación se basaba en un único protagonista, la población,
llegando a considerar a las administraciones como el «enemigo» o, si se quiere, «la contraparte» de
la misma. Aquí se aporta la idea de que quien administra en un sistema democrático ha sido elegido
a través de elecciones por sufragio universal, a las que, además, cualquiera puede concurrir. Por
coherencia, por lo tanto, quien administra es parte de la comunidad así como quienes viven o
trabajan en ella (figura 1).

Se subraya la importancia de que los tres protagonistas se impliquen en procesos participativos, cada
uno en su papel y sin confusión de funciones. Es decir:

 Que las personas elegidas democráticamente para gobernar y para tomar decisiones lo hagan de
la forma más participativa posible, contando con la ciudadanía no solo en el momento del voto,
sino también durante el ejercicio de su mandato, introduciendo fórmulas y normas que hagan de
la participación un elemento diferencial y positivo de la convivencia y del modo de gobernar.
 Que los recursos técnico-profesionales, públicos y privados, que realizan su trabajo en directo
contacto con la población no limiten su actividad a la gestión asistencial de las prestaciones, sino
que contribuyan –aportando conocimientos técnico-científicos– a que la ciudadanía pueda
participar más activamente en la acción de mejora de su realidad individual y colectiva, y a que
las administraciones puedan gobernar contando con esos mismos conocimientos.
 Que la participación de la ciudadanía y de las organizaciones sociales constituya un elemento
central de la participación y una referencia constante para las administraciones y para los
servicios públicos y privados.

La centralidad de la institución municipal representa y constituye un elemento fundamental y


totalmente innovador cara a cualquier planteamiento relacionado con la evidente necesidad de dar
nuevas respuestas y nueva articulación a las políticas sociales en los territorios, no solo para paliar
las consecuencias sociales de la crisis, sino para poder afrontar colaborativamente los retos del
futuro. Esta centralidad municipal a su vez se ve reforzada e institucionalizada por la centralidad del
territorio –el municipio–, que es donde, concreta y simbólicamente, se realiza y se desarrolla la
participación.

Las dificultades son muchas y diversas y, seguramente, se repiten en muchos lugares. En cualquier
caso, es muy importante destacar que los procesos participativos que se quieran poner en marcha no
son algo que se hace en un día... Son procesos que facilitan y vivifican nuevas y más democráticas
relaciones entre quienes han sido elegidos para gobernar y para administrar la cosa pública y la
ciudadanía.

2.3. El equipo comunitario

Un elemento fundamental que aporta la intervención comunitaria es la existencia de un equipo


comunitario que permita el desarrollo del proceso y su sostenibilidad. El equipo es un recurso
inespecífico, es decir, no presta ningún servicio determinado, ni atiende a ningún colectivo concreto,
sino que aporta metodología, tiempo y recursos técnicos para el proceso y para la participación de
los protagonistas.

Los demás recursos –específicos– también necesarios para el desarrollo del proceso comunitario ya
existen en la comunidad. La actividad propia del equipo comunitario es establecer relaciones
correctas y adecuadas con y entre los tres protagonistas, valorando lo existente y conectando
iniciativas, proyectos y programas comunes (tabla 1). La ciudadanía, las administraciones y los
recursos técnico-profesionales del territorio deben sentirse parte del proceso, y su participación tiene
que repercutir en las decisiones colectivas de su comunidad. Y si en el territorio no existe un equipo
que atienda a las necesidades de información, a las relaciones con y entre los tres protagonistas y a la
visibilización de los intereses generales, será muy difícil hablar de participación o de procesos
participativos en contextos locales.

Tabla 1. Equipo comunitario3

El equipo comunitario: roles

Facilitador Aporta métodos para facilitar relaciones asertivas con y entre todos los protagonistas
Dinamizador Fomenta la confianza y la colaboración entre los protagonistas

Informador Pone en común el conocimiento existente. Presenta, devuelve y socializa resultados

Comunicador Favorece la visualización de ideas, emociones, conocimientos, etc.

Investigador Coordina y desarrolla la investigación utilizando métodos participativos y el conocimiento existente

Capacitador Proporciona conocimiento de la metodología comunitaria (finalidades, estrategias, herramientas) a los profes

Mediador Media entre las partes y favorece la resolución creativa de conflictos

Genera condiciones para facilitar la creatividad social, implicando a la comunidad en la exploración de altern
Co-creador
establecido y de nuevas realidades

2.4. La documentación

Todo proceso comunitario necesita de un adecuado sistema de documentación que permita la


recogida y sistematización de datos, informaciones, aportaciones, etc., para poder realizar un análisis
del trabajo, una adecuada evaluación y una información permanente a la comunidad.

Para ello, hay que tener en cuenta algunas consideraciones generales:

 El sistema de documentación debe responder a los principios metodológicos de globalidad y


flexibilidad, lo que supone que, atendiendo a las características propias de cada territorio,
también debe buscarse cierta homogeneidad de los datos con indicadores generales de
participación y desarrollo social.
 Los datos que se registren tienen carácter público, exceptuando aquellos que tengan que ver
con los supuestos contemplados en la Ley de Protección de Datos.
 El sistema debe combinar elementos cuantitativos y cualitativos que faciliten un análisis y
reflexión continua del trabajo y permitan la verificación de los avances –o retrocesos– del
proceso en el territorio.
 Los instrumentos de recogida de datos deben ser parte del trabajo y la organización del
equipo comunitario, con una correlación directa entre fases, objetivos y periodicidad de los
informes u otros instrumentos de análisis y sistematización de la documentación.

Además del fichero comunitario, informes trimestrales o cuatrimestrales, informe anual, etc., la
metodología prevé instrumentos para la documentación del proceso, como los sociogramas, mapas
comunitarios, actas de reuniones, etc. A ellos se les suma instrumentos de documentación e
información que algunas experiencias comunitarias han ido generando a partir de sus posibilidades,
como: mapa físico y en soporte online de recursos, banco de experiencias y un largo etcétera.

2.5. La información comunitaria y la socialización de los conocimientos


Un proceso comunitario solo puede ser dinámico y dialéctico. Dinámico, porque no es cíclico, se
desarrolla pasando por fases, momentos, avances y retrocesos, siempre diferentes. Siempre habrá
procesos en las comunidades locales, pero no habrá proceso comunitario sin un trabajo y un método
que lo permitan y lo mantengan. Dialéctico porque el proceso comunitario implica diferentes
protagonistas, toca diferentes intereses y afronta una realidad compleja; dialéctico también, porque
cada uno de los actores o protagonistas representa una realidad compleja y dialéctica en sí misma.
Cuando hablamos de administraciones, no hablamos de una realidad única, sino diferenciada por
muchos y distintos elementos. Cuando hablamos de ciudadanía, también hablamos de algo muy
diferenciado por historia, cultura, origen e intereses. Y esta dialéctica también existe –aunque por
motivos muy diferentes– en el conjunto de recursos técnicos y profesionales que, de diferente
manera y con diferentes roles, intervienen en el territorio. Por fin, dialéctico, porque el proceso
comunitario requiere y permite unas nuevas relaciones entre los tres protagonistas con diferente
papel en la vida comunitaria; y estas nuevas relaciones no son ni fáciles ni muy a menudo conocidas
y experimentadas por todos ellos. Se trata de un cambio cultural y político que requiere muchas
cosas para consolidarse, entre ellas, el tiempo y la necesidad de producir resultados y productos
que lo hagan visible y comprensible. De aquí la importancia de la documentación del proceso
comunitario y de la Información comunitaria para visibilizar y hacer comprender estos resultados
señalando un cambio profundo y significativo respecto a lo hecho hasta ahora.

Ahora bien, en un proceso con multitud de personas implicadas, con diferentes niveles y con
distintas culturas, no basta con informar y difundir las informaciones y los conocimientos de una
manera determinada. Teniendo en cuenta estas diferencias y la necesidad de asegurar a todo el
mundo la posibilidad de poderlos usar, la metodología avanza un paso y plantea el tema
de «socializar y devolver» estas informaciones y estos conocimientos; es decir, difundirlos en
diferentes formas y lenguajes que permitan a todo el mundo poderlos usar. «[…] un proceso
participativo de calidad debería prever una devolución de resultados […]. Esta práctica es un
elemento fundamental de transparencia para garantizar la legitimidad de los procesos participativos e
incrementar la confianza de la ciudadanía en las instituciones»4.

Un proceso comunitario debe garantizar un principio fundamental: asegurar a todo el mundo


el mismo contenido informativo, aunque con diferentes lenguajes y formatos. Del proceso
comunitario no hay una información para las administraciones; otra, diferente, para los técnicos y
otra para la población. En el trabajo para la información comunitaria se aplica el principio de no
excluir a nadie, por lo que tendremos que inventar instrumentos y formas para que el contenido de la
información comunitaria llegue a todo el mundo. Habrá que pensar, por ejemplo, en ámbitos de
población en los que la lectoescritura no resulta el medio más apropiado. Este tema tiene una
particular importancia, por ejemplo, en territorios de alta diversidad cultural, con presencia
importante de minorías étnicas o con colectivos o sectores de población invisibles o que viven en una
situación de aislamiento o marginación. Sin este trabajo, aumentaría el nivel de exclusión de
aquellos sectores que están participando (o que podrían participar) en condiciones de marginación.

Por ello, la difusión de las informaciones también requiere una red extensa de relaciones y el
conocimiento de los espacios/lugares de relación del territorio (formales, informales; visibles e
invisibles), para asegurar una real devolución y socialización de las mismas.
3. ALGUNOS CONCEPTOS CLAVE

3.1. La participación como eje y como proceso continuo

La participación es, a la vez, un fin y un medio: sin participación no habrá proceso y no habrá
cambios sustanciales y sostenibles. Para la intervención comunitaria, la participación se relaciona
con una serie de elementos básicos –derivados de experiencias concretas– que han manifestado su
importancia a lo largo de los años. Estos elementos pueden ser sintetizados de la siguiente forma:

 La participación es, al mismo tiempo, una necesidad humana básica, un derecho y un requisito
para el éxito de cualquier iniciativa.
 La participación es, a la vez, un fin y un medio: sin participación no habrá proceso y no habrá
cambios sustanciales y sostenibles.
 No trabajamos y no nos relacionamos con usuarios, clientes, pacientes o beneficiarios. Nos
relacionamos con ciudadanos y ciudadanas, teniendo en cuenta su papel –derechos y deberes–
en la vida comunitaria.
 La participación no es asistencia a actos o actividades. La participación es implicación, es
sentirse parte de algo y contribuir a que este algo merezca la pena de ser mejorado, potenciado,
etc.
 No vinculamos la participación de una persona –en una actividad, en un espacio de relación,
etc.– con la presencia física de esta en todas las actividades, momentos de encuentro, reuniones,
etc. Lo fundamental es mantener la relación con esta persona, que, muy a menudo, no puede
estar presente en todos los momentos.
 La participación tiene que ir vinculada a procesos que faciliten la autoorganización. Si las
personas que participan no sienten que forman parte de una organización propia, siempre
sentirán que dependerán de otros. «La participación no se produce de forma espontánea, sobre
todo si se pretende que sea organizada»5.

3.2. La transversalidad y la globalidad de la intervención

Con la intervención comunitaria no intervenimos en los territorios para realizar acciones que
atiendan a demandas específicas, sino para promover procesos participativos y colaborativos entre
todos los actores implicados y para contribuir así a la mejora de la realidad comunitaria. Se trata de
un planteamiento innovador que a la larga se ha ido convirtiendo en una clave de éxito de la
metodología y en un elemento, también clave, para superar las dificultades existentes, dando vida a
algo sustancialmente nuevo respecto a la que hemos definido como cultura predominante.

Desde otros ámbitos –sectoriales o específicos–, lo comunitario tendría que traducirse en


intervenciones específicas que se intentan promover o promocionar con proyección comunitaria; o
intervenciones que tienen en cuenta la realidad comunitaria para que la misma intervención pueda
resultar y ser más efectiva y más útil. Pero la comunidad, en estos casos, siempre será la destinataria
de la intervención y no el sujeto. Por ejemplo, si pensamos en un trabajo con enfoque comunitario,
en el ámbito de la salud, estamos dentro de un tema sectorial y técnicamente definido (el sanitario)
que solo puede aspirar a mejorar la calidad de vida de la población en términos de salud, mejorando
sus prestaciones e intentando implicar la población destinataria en un papel menos pasivo de lo que
tradicionalmente le es asignado en el terreno asistencial e individual. Se trataría de ver qué
iniciativas pueden ser realizadas dentro y fuera del centro de salud, prioritariamente con grupos ya
existentes y con los que hay que establecer mecanismos relacionales (horarios, espacios, locales,
dinámicas, etc.) que faciliten la participación. Pero se trata de decisiones y, consecuentemente,
propuestas de intervención que se inscriben en el ámbito propio del servicio, de su disponibilidad
concreta, etc. En este caso, el sujeto será siempre quien decide intervenir desde su propio ámbito y
los objetivos serán establecidos por la misma, aunque la comunidad los pueda asumir como propios.

4. ALGUNOS ELEMENTOS METODOLÓGICOS QUE ESTÁN EN LA BASE


DE LA INTERVENCIÓN COMUNITARIA

La metodología es el conjunto de elementos técnico-científicos que permite la concreción en una


realidad determinada de las finalidades y principios que están en la base de una teoría o
planteamiento teórico. Tratándose en nuestro caso de una intervención social, la metodología es la
que permite que el enfoque conceptual, los principios y los planteamientos teóricos de la
intervención comunitaria puedan ser aplicados concretamente a nuestra realidad y puedan
transformarse en praxis real del cambio de la misma. Siendo las realidades humanas complejas y
diversas, es evidente que la metodología y su articulación técnica –elementos operativos e
instrumentos– tendrán que ser, por una parte, suficientemente uniformes e invariables –en
coherencia con el enfoque conceptual, principios, finalidades y planteamientos teóricos de la
intervención–, y, por otra parte, flexibles, para adecuarse a dicha complejidad y diversidad. También
la aplicación de la metodología dependerá del contexto existente que puede favorecerla, complicarla
u obstaculizarla. Para ello, planteamos unas mismas premisas conceptuales y teóricas y aplicamos
unos mismos elementos operativos –adaptados a las circunstancias específicas locales– que permitan
un avance sustancial hacia las finalidades previstas.

Figura 2. Marco metodológico de la intervención comunitaria


Para identificar más fácilmente los pasos a seguir en un proceso comunitario, se tendrá en cuenta el
siguiente itinerario: de las relaciones iniciales y de confianza con y entre los tres protagonistas a la
construcción participativa del conocimiento compartido de la realidad comunitaria y al despliegue
de la programación comunitaria y su evaluación (figura 2).

4.1. La teoría de los tres círculos

Al decir «todo el mundo participa» construimos un espejismo. Sabemos que no todo el mundo puede
participar en todo –dependerá de los momentos, las circunstancias, las posibilidades, etc.–. Cuando
decimos que «todo el mundo participa», queremos expresar que el proceso está potencialmente
abierto a todo el mundo. La cuestión es que quien quiera o pueda participar lo pueda hacer en el
momento que pueda o en la medida que quiera. Desde la metodología comunitaria, debe trabajarse
para que todo el mundo pueda participar, aun sabiendo que, en la praxis y en la realidad, solo
participa una minoría. Pero la metodología debe funcionar para que esta minoría se mantenga
siempre abierta a la integración de nuevos participantes y no se cierre en sí misma. También se debe
tener siempre muy en cuenta que la participación activa puede resultar un «peso» para las personas,
y por ello se debe actuar para que este peso sea el menor posible –por ejemplo, haciendo menos
reuniones y más cortas– y para que la participación sea un hecho normal y sostenible. Para ello,
utilizamos la teoría de los tres círculos (figura 3).

Figura 3. Teoría de los tres círculos


 Círculo 1. Personas o entidades que
comparten el proceso, una iniciativa,
etc., y lo apoyan totalmente.
 Círculo 2. Personas o entidades que
comparten el proceso, una iniciativa,
etc., pero participan solo de manera
puntual, parcial, provisional, etc.
 Círculo 3. Personas o entidades que no
quieren o no pueden participar –los
motivos no interesan–, pero se les
mantiene informados del proceso, la
iniciativa, etc.

4.2. Construcción participativa del conocimiento compartido. Monografía y


diagnóstico

Desde el inicio se ha puesto el acento sobre el contexto de complejidad en el que nos movemos. Un
elemento que se deriva de la complejidad es la necesidad de favorecer un mejor conocimiento de la
realidad comunitaria por parte de los tres protagonistas, ya que existen hoy en día variados y
relevantes conocimientos de esta realidad, pero dispersos y que, a menudo, representan un factor de
desigualdad entre los mismos. Si los conocimientos son dispares, también lo son los diagnósticos y
las consiguientes hipótesis para cambiar la realidad. Este hecho complica o impide la posibilidad de
una visión compartida y de relaciones colaborativas para la mejora de lo existente.

Partiendo de una estructura –que cada territorio puede ampliar e integrar de acuerdo con sus
características–, se debe facilitar una visión integrada de todos los ámbitos, sectores, aspectos, etc.,
que permitan visualizar la realidad comunitaria, tanto en términos de globalidad como de
sectorialidad, tanto en términos generales como particulares. La monografía permite que puedan
colocarse intervenciones particulares, teniendo en cuenta el contexto global, o realizar una
intervención sectorial, teniendo en cuenta otros sectores que se relacionan con él, etc. También
permite poder tener una visión dinámica e histórica que aporte elementos fundamentales para
comprender el presente y para poder programar más adecuadamente el futuro próximo.

La monografía contempla dos partes –la objetiva y la subjetiva, la cuantitativa y la cualitativa–,


porque estas dos partes se integran y se complementan mutuamente. Las calificaciones
de objetivo y subjetivo no se refieren en absoluto a correcto o no, y menos a verdadero o no. La que
denominamos parte objetiva de la monografía remite al conocimiento que aportan los estudios y
documentos existentes, mientras que la que denominamos subjetiva se refiere a las representaciones
–ideas, opiniones, valoraciones, etc.– de los propios actores. Este conocimiento cualitativo/subjetivo
se elaborará a través de la audición (véase apartado 4.2.1.).
Tras la monografía comunitaria, el diagnóstico nos permitirá priorizar temáticas de interés general,
facilitar proyectos innovadores y concretar acciones estratégicas y transversales. El diagnóstico,
como la monografía, debe ser asumido por los tres protagonistas, y es el punto de partida para la
elaboración de la programación comunitaria (figura 4). Para la elaboración del diagnóstico, puede
utilizarse diferentes técnicas y herramientas:

 DAFO: debilidades, amenazas, fortalezas y oportunidades.


 Árbol de problemas y objetivos o árbol de retos o iniciativas.
 DRAFPO: variante del DAFO que puede tener aplicaciones similares y otras. Los elementos
son: debilidades, resistencias, amenazas, fortalezas, potencialidades y oportunidades.

Figura 4. Del conocimiento compartido a la programación comunitaria

4.2.1 La escucha comunitaria. La audición

La audición6 es un método de intervención social para modificar una situación partiendo del
conocimiento que los propios interesados tienen de esa situación y contando con su participación
también en las acciones consiguientes. Es un método que, más que preguntar, escucha a las personas
interesadas, partiendo del presupuesto de que la opinión y la participación de esas personas son
fundamentales para cualquier acción de cambio y de modificación de esa situación.

La audición no es otra cosa que un intento de construir relaciones diferentes entre los protagonistas
de la comunidad, relaciones de confianza, que luego tendrán que confluir en la acción participativa.
Es, por lo tanto, parte integrante del proceso de intervención comunitaria y es, a su vez, un proceso.

La audición, como método de investigación participativa, está basada en la «escucha» de los tres
protagonistas del proceso comunitario.

La audición se realiza a través de coloquios abiertos en los que la persona coloquiada –o el grupo– es
la que decide los temas que desea aportar al conocimiento de la realidad comunitaria, sin ninguna
presión por parte de quien dinamiza el coloquio. Los coloquios se realizan a:

 Personas que tienen una responsabilidad pública o desempeñan un papel profesional relacionado
con la vida comunitaria: responsables de las instituciones y de las administraciones; dirigentes
políticos, sindicales, del movimiento asociativo y asociaciones y grupos informales de todo tipo;
responsables de servicios, ONG, empresas, cooperativas, etc.
 Personas que, por su ubicación física, rol social o por el tipo de función que desempeñan,
pueden tener una visión de la comunidad –o de un tema específico– que hay que tener en cuenta.

Por lo tanto, no hablamos ni de entrevista ni de cuestionario. Otra característica de la audición es que


se realiza por personas que viven o trabajan en la comunidad, siendo estas mismas personas, por lo
tanto, también parte del proceso que seguirá a la audición.

La técnica de la audición a través de los coloquios favorece la consecución de diversos elementos


clave en el desarrollo del proceso: no se trata únicamente de la aplicación de una u otra técnica de
investigación, sino del hecho de que, al utilizar esta técnica, lo que se favorece es el impulso del
proceso comunitario en su globalidad. Podría afirmarse que la escucha forma parte permanente de la
metodología y que el proceso comunitario es algo que permite a todo el mundo ser escuchado.

4.3. La programación comunitaria

Por programación comunitaria se entiende la elaboración de una propuesta –hipótesis de


intervención– para la mejora de la realidad existente y que, al mismo tiempo, incluye el cuadro
completo de actividades, iniciativas, programas, recursos técnicos y comunitarios, servicios, etc., que
se desarrollan en el ámbito comunitario. Esta propuesta no procede de una entidad externa, sino que
es el producto del mismo proceso comunitario.

Esta hipótesis de intervención no se sobrepone a lo existente, sino que, partiendo de este, plantea
también la necesidad de dar vida a algo que no existe y que el conocimiento comunitario ha puesto
en evidencia: las prioridades comunitarias.
La programación se articula en dos grandes ámbitos:

 El ámbito de la organización, en el que se organiza lo que ya existe, ahora mejorado gracias a


las nuevas relaciones cooperativas y sinérgicas que se han ido estableciendo entre los recursos
técnico-profesionales y gracias al mejor conocimiento global de la realidad comunitaria.
 El ámbito del desarrollo, en el que se intenta organizar y promover algo que no existe y que
permita afrontar aquellas temáticas prioritarias para la mejora de la realidad comunitaria, que
requieren de la aportación integrada de las diferentes administraciones públicas y privadas, del
conjunto de los recursos técnicos y una más directa y comprometida participación de la
ciudadanía.

4.4. La evaluación comunitaria

La evaluación comunitaria es la que se realiza con métodos participativos por los mismos
protagonistas y contempla la medición, en términos cualitativos y cuantitativos, de los cambios que
se han producido en la comunidad desde el momento inicial; el papel de los protagonistas y su
implicación, dificultades y obstáculos encontrados; el papel del equipo comunitario, y todos aquellos
elementos que permitan efectuar un balance de la experiencia realizada respecto al punto de partida
inicial.

A esta evaluación la llamaremos interna y comunitaria, ya que es parte integrante del proceso y se
realiza con los actores que han participado en el mismo. Otra cosa es la evaluación que puede ser
realizada por otros medios, como entidades especializadas en el tema, a las que se encarga el análisis
de la experiencia realizada. En este caso, hablaríamos de una evaluación externa.

De todas formas, hay que tener en cuenta que ninguna evaluación de un proceso participativo es
posible –ni interna, ni externa– si el trabajo realizado no ha sido documentado.

BIBLIOGRAFÍA

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Claves del Proyecto Intervención Comunitaria Intercultural. Vol. 2. Barcelona: Obra Social “La
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3. Jiménez Martínez C. Cultura del diseño y desarrollo local sostenible: aportes teóricos,
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4. (OIDP), O. L. Guía práctica de evaluación de procesos participativos. [Internet.] Barcelona;
2006.Disponible en: www.oidp.net.
5. Moreno Mejías A, De la Riva F. ¡¡¿Otra vez con el cuento de la participación?!! 03 de 09 de
2015. Recuperado el 14 de 06 de 2016, de Apuntes para la participasion. Un blog colectivo
sobre participación y ciudadanía. Disponible en: http://participasion.wordpress.com
6. Marchioni M. La audición. Un método de investigación participativa y comunitaria. Teoría,
metodología y práctica. Santa Cruz de Tenerife-Las Palmas de Gran Canaria: Benchomo; 1992.

LECTURAS RECOMENDADAS

 Marchioni M, et al. Experiencias de traballo comunitario en Galicia. Vol. IXX. (X. d. Galicia,
Ed.) Galicia: Colección Drogodependencias; 1996.
 Marchioni M. Unos recursos técnicos infrautilizados. La Veu del Carrer. 2004;86:19.
 Marchioni M. Atención Primaria de Salud y procesos comunitarios. Cuaderno de Políticas de
Salud. 2010; VI.
 Marchioni M. Planes y procesos comunitarios. En: Kniffki J, Reutlinger C (editores).
Comunidad transnacionalidad trabajo social. Una triangulación empírica. América Latina-
Europa. Madrid: Popular, S.A.; 2013. pp. 59-86.
 Miguélez F, Alós R, Carrasquer P, Lope Peña A, Molina O, Pastor A, et al. Diagnóstico
socioeconómico sobre las políticas de empleo en España, 2012-2014. Universidad Autónoma de
Barcelona, Centre d'Estudis Sociològics sobre la Vida Quotidiana i el Treball (QUIT).
Barcelona: UAB; 2015.
 Sotelo I. El Estado social. Antecedentes, origen, desarrollo y declive. Madrid: Trotta Editorial;
2010.
 VV.AA. [M. Marchioni (coordinador y editor)]. Comunidad y cambio social. Teoría y praxis de
la acción comunitaria. Madrid: Popular S.A.; 2001.

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