Clase 4
Clase 4
Clase 4
DE LA CDN. A 27
AÑOS DE SU
SANCIÓN
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Los niños no deben ser considerados objetos de
protección segregativa, sino sujetos de pleno
derecho que deben recibir protección integral, y
gozar de todos los derechos que tienen las
personas adultas, además de un grupo de
derechos específicos que se les otorga por la
particularidad de que los niños se encuentran en
desarrollo.
No sólo se deben proteger sus derechos, sino
también es necesario adoptar medidas especiales
de Protección.
Opinión Consultiva C17 CIDH.
INTRODUCCIÓN
La1 Convención sobre los Derechos del Niño, es el tratado de derechos humanos que ha
sido ratificado por la mayor cantidad de países del mundo. Solo dos, Estados Unidos y Somalia,
no lo han hecho y los Estados Unidos nunca lo harán, ya que, como todos sabemos, éste no
somete su soberanía a los sistemas internacionales o regionales de derechos humanos. En
contraposición, tal vez sea la Argentina el país que, por su historia reciente, más se somete y
coopera con ambos sistemas.
Nuestro país ratificó todos los tratados de derechos humanos que forman parte del Derecho
Internacional de los Derechos Humanos. En ese mismo momento, se comenzaron a aplicar a
rajatabla, con particular virulencia en la Argentina - a la que se llamó “su mejor alumna”-, los
principios y acciones que impuso el Consenso de Washington; en primer lugar, la “reforma del
1 Autora_ Marisa Graham
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Estado” que, en nuestro país, se tradujo en el slogan “Achicar el Estado es agrandar la Nación”.
Sobre el papel del Estado, el dogma del consenso decía: dado que el sector privado gestiona
más eficientemente los recursos que el sector público, los gobiernos deben disminuir al Estado a
su mínima expresión y dejar en manos del sector privado la mayor parte de su gestión, aun
cuando se trate de "servicios universales" (como el acceso al agua potable o a la electricidad). El
Estado debe ser un mero facilitador de los negocios del sector privado, un regulador ocasional
de los excesos del mercado (programas de alivio de la pobreza y protección del medio ambiente)
y un garante de la paz social.
Así fue como en la década de los 90’, se dio una situación absolutamente perversa; por un lado
exhibíamos los estandares más altos en relación a normativa internacional sobre derechos
humanos y, por el otro, se implementaban con mayor crudeza las políticas de ajuste inauguradas
ya a fines de los 80`.
Las políticas neoliberales provocaron la exclusión de gran parte de nuestra población, afectando
principalmente a niños, niñas y adolescentes y produciendo la ruptura del lazo social. El hiato
entre lo prescripto en los Tratados de Derechos Humanos ratificados - a partir de 1994, de rango
constitucional- y las condiciones de vida de nuestro pueblo, tanto objetivas como subjetivas, era
inconmensurable.
En ese contexto, surge una masa crítica defensora de los derechos humanos de los niños. Una
masa crítica no solo apartidaria, sino también apolítica, o mejor, anti política, que se
autodenominó “sociedad civil”; la voz de los infants. Y que identifiqué, hace ya varios años,
como « la niñologia » en oposición a la minoridad. (Graham, Marisa, 2010. Precongreso
Sudamericano sobre Derechos de la Niñez y Adolescencia. Universidad de Morón. 12 y 13 de
Agosto de 2010)
En el caso de los niños, surgieron dos tipos de organizaciones: las de atención directa,
denominadas con el tiempo hogares, y las de control del Estado; los “decidores” de los derechos
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humanos de niñas, niñas y adolescentes.
Vale la pena volver a contextuar. Finalizan los años 60 y 70, la época de los grandes relatos
emancipatorios y, con ellos, la lucha de clases. Comienza una etapa donde lo que se impone es
el diseño de políticas sociales orientadas a garantizar derechos sectoriales:
Las mujeres, las personas con discapacidad, los aborígenes, los niños y niñas, etc. Los Fondos
Internacionales (Ford Fundation, Novib, entre muchas otras) subvencionan a las ONG’s. que se
dedican fuertemente a presentar proyectos a esos fines.
Allí aparece la sociedad civil, las ONG’s., para hacerse cargo de los que, planificada e
inevitablemente, quedarían afuera, no sólo del aparato productivo, sino también de la cultura,
entendida como sistema de valores colectivos.
Hago un paréntesis aquí, para realizar una necesaria distinción. También surgieron cantidad de
entidades llamadas Organismos de Derechos Humanos; familiares de detenidos-desaparecidos
por razones políticas, incluso las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo. Estos organismos
respondieron a otra lógica; la búsqueda de los desaparecidos de la dictadura militar y el reclamo
por verdad y justicia, frente a gobiernos que, si bien eran democráticos, resultaron sordos o
impotentes frente a dichos reclamos.
Así se construyó la relación entre el Estado, corrupto, ineficiente e ineficaz y la sociedad civil,
transparente, eficiente y eficaz en la administración de los fondos públicos, ya que, en nuestro
país, las ONG’s son prebendarias del Estado. Una gran parte de la política fue funcional al
sistema neoliberal y una gran parte de la sociedad civil (ONG’s) también lo fue.
Todo ello, tuvo un cariz más preocupante en el caso de los niños, niñas y adolescentes, ya que
éstos no se agrupan alrededor de la reivindicación de sus derechos como lo hacen otros grupos
excluidos o subordinados ( las mujeres, los trabajadores, los pueblos originarios) sino que
dependen de aquellos que ejercen el poder sobre ellos, los adultos.
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En este marco, se desarrolló el proceso de transición entre los dos modelos, el tutelar clásico y el
de protección integral de derechos o neoproteccionismo. Proceso este que, en la Argentina
particularmente, se transitó en espejo; en un espejo asimétrico que nos devuelve una
imagen invertida y distorsionada. Un espejo que refleja, pero no mira y que, muchas
veces, no protege.
Debieron pasar muchos años hasta que se sancionara la ley 26.061 (remitimos comentarios a
las clases anteriores) y, finalmente, culminara con el proceso de constitucionalización del
derecho civil y la democratización de las relaciones familiares en el código civil, precedido por la
sanción de gran cantidad de leyes, de reconocimiento y ampliación de derechos.
El sistema de protección que se diseñó en la etapa neoliberal, (simbolizado por un triángulo que
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habrán visto miles de veces), era el adecuado para sostener esa política. En la base se
encontraban la mayoría de las personas menores de 18 años, sujetos de derecho, integrados a
las políticas universales: los niños. El segundo tramo corresponde a los niños en situaciones de
vulnerabilidad, con medidas de protección integral, candidatos posibles a subir hacia el vértice de
la pirámide, en el cual se encontraban aquellos sometidos a las políticas excepcionales; los
separados de sus familias, los solos: los menores.
alentar a los Estados Partes a crear una institución independiente para la promoción y
vigilancia de la aplicación de la Convención
deberían establecerse de conformidad con los Principios relativos al estatuto de las
instituciones nacionales de promoción y protección de los derechos humanos, los
“Principios de París” normas mínimas que brindan orientación sobre: el establecimiento,
la competencia, las atribuciones, la composición, las modalidades de funcionamiento y
las actividades cuasi jurisdiccionales de tales órganos nacionales. (Comité de Derechos
del Niño. Naciones Unidas. Año 2002. Observación Nro. 2: El papel de la Instituciones
nacionales independientes de los derechos humanos en la promoción y Protección de
los derechos del niño).
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cumplimiento de un plan nacional de acción por los derechos de niñas y niños. Un plan con
indicadores, metas y plazos, que obligue al Estado, a las organizaciones y al pueblo a cumplirlos,
tendiendo a garantizar aquello que las leyes dictan y respetando el principio de no regresividad y
de progresividad de los DDHH. Éste es un esfuerzo importante, que se vino haciendo y podemos
pensar que es posible que esté en riesgo.
Este es un concepto pre-CDN que muchos lamentamos que se haya incorporado, en esos
términos, a la misma. Hablar del Interés Superior del Niño es tan vago como hablar del peligro o
abandono moral o material. Es un principio tan abstracto y pasible de las lecturas más diversas,
que resulta muy difícil interpretar de una manera sistemática. Les proponemos la lectura de
muchos fallos, en particular el caso “Fornerón” (CorteIDH. Caso Fornerón e hija vs. Argentina
Sentencia 27 de Abril 2012, www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/seriec_242_esp.pdf) para
ver como se puede ser arbitrario y abusivo alegando el interés superior.
Nos parece que corresponde definir qué es el Interés Superior del Niño porque, de no hacerlo,
éste se verá definido por aquél que interpreta y aplica. Hay muchos intentos en este sentido.
Algunos dicen que el interés superior del niño es el cumplimiento a cabalidad de todos los
derechos de los niños, en simultáneo. Sin embargo, es casi imposible que esto suceda y,
además, no deja de ser un principio abstracto.
Nos interesa empezar a ahondar respecto de qué es el Interés Superior del Niño. En este
sentido, podemos asegurar que, en los fallos jurisprudenciales; es decir, en las sentencias de los
jueces, pero también en los dictámenes de los trabajadores sociales, de los psicólogos y los
sociólogos que tienen que opinar sobre el destino de un niño, ante la misma situación,
invocando el Artículo 3 de la CDN, unos dicen “A” y otros dicen “Z”.
Creemos que debemos empezar a definir jurídicamente ese concepto. La Convención Americana
de Derechos Humanos - en el artículo 27, inc.2 (Convención Americana de Derechos
Humanos. Sancionada en 1969. Organizaciones de Estados Americanas. 1996.
https://goo.gl/1CJk8j ) enuncia una cantidad de derechos que jamás podrán ser suspendidos o
restringidos, aun en casos de conflicto armado, peligro público o cualquier emergencia que
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amenace la independencia o seguridad del Estado. Menciona 10 derechos (vida, integridad
personal, protección a la familia, derechos del niño, etc.) . Podríamos pensar si la CDN y las
propias leyes no debieran definir algunos derechos que jamás podrían ser suspendidos o
restringidos; lo que podríamos llamar un núcleo duro de derechos.
Otra solución es aplicar a cabalidad –y esto no siempre es sencillo- el principio pro homine para
interpretar qué es el Interés Superior del Niño. El principio pro homine informa todo el derecho
internacional de derechos humanos y se traduce en que se aplicará la norma e interpretación
más amplias cuando se trate de reconocer y garantizar derechos y aquélla más restrictiva y
restringida, cuando se trate de limitarlos o suprimirlos”.
“El interés superior del niño es un concepto triple: a) Un derecho sustantivo: el derecho del niño a
que su interés superior sea una consideración primordial que se evalúe y tenga en cuenta al
sopesar distintos intereses para tomar una decisión sobre una cuestión debatida, y la garantía de
que ese derecho se pondrá en práctica siempre que se tenga que adoptar una decisión que
afecte a un niño, a un grupo de niños concreto o genérico o a los niños en general. El artículo 3
(de la CDN), párrafo 1, establece una obligación intrínseca para los Estados, es de aplicación
directa y puede invocarse ante los tribunales. b) Un principio jurídico interpretativo fundamental:
si una disposición jurídica admite más de una interpretación, se elegirá la interpretación que
satisfaga de manera más efectiva el interés superior del niño. Los derechos consagrados en la
Convención y sus Protocolos facultativos establecen el marco interpretativo. c) Una norma de
procedimiento: siempre que se tenga que tomar una decisión que afecte a un niño en concreto, a
un grupo de niños concreto o a los niños en general, el proceso de adopción de decisiones
deberá incluir una estimación de las posibles repercusiones (positivas o negativas) de la
decisión… (Comité de los Derechos del Niños de Naciones Unidas. 2014. Observación General
Nro. 14. Sobre el derecho del niño a que su interés superior sea una consideración primordial.
https://goo.gl/JQYuEa )
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Además, la justificación de las decisiones debe dejar patente que se ha tenido en cuenta
explícitamente ese derecho. En este sentido, debe explicarse cómo se ha respetado este
derecho en la decisión, es decir, qué se ha considerado que atendía al interés superior del niño,
en qué criterios se ha basado la decisión y cómo se han ponderado los intereses del niño frente
a otras consideraciones, ya se trate de cuestiones normativas generales o de casos concretos.
(Comité de los Derechos del Niños de Naciones Unidas. 2014. Observación General Nro. 14.
Sobre el derecho del niño a que su interés superior sea una consideración primordial.
https://goo.gl/JQYuEa )
Es importante rescatar todo lo transcripto en general, pero, en particular, la última parte. Son casi
nulas las veces en que en los tribunales, el Juez o cualquier persona significativa del juzgado de
cuenta y explique, en particular a los niños, niñas y adolescentes, cuáles han sido los criterios en
que se ha basado la resolución; cómo ha sido considerado su superior interés en el caso
concreto. Es usual que el fundamento jurídico de la sentencia sea el interés superior, pero no se
dicen los porqués de que ése sea su real interés y no otro.
El derecho de todos los niños a ser escuchados y tomados en serio constituye uno de los valores
fundamentales de la Convención. El Comité ha señalado el artículo 12 como uno de los cuatro
principios generales de la Convención, junto con el derecho a la no discriminación, el derecho a
la vida y el desarrollo y la consideración primordial del interés superior del niño, lo que pone de
relieve que este artículo no solo establece un derecho en sí mismo, sino que también debe
tenerse en cuenta para interpretar y hacer respetar todos los demás derechos. Nos interesa que
los niños y niñas participen y ejerzan sus derechos, desde el lugar y en los ámbitos donde tienen
que estar los niños, las niñas y los adolescentes: la familia, la escuela, el club, los talleres de
arte, de música, los centros de estudiantes, etc. No se trata de exigirle a un niño de 8 años que
diseñe el saneamiento de su barrio, porque ninguno de nosotros a los 8 años estábamos
pensando en eso.
Ahora bien, en los procesos administrativos y judiciales, el Derecho del Niño a Ser Oído es el
derecho a ser parte; a participar en una forma eficiente y eficaz en un proceso que lo
involucra. Posiblemente, a veces nos regocijamos cuando escuchamos a los niños, por ejemplo,
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en los parlamentos de niños, utilizando un vocabulario y un decir propio del mundo adulto, pero
que no lo hace partícipe necesariamente; la participación debe ser no sólo simbólica, sino,
fundamentalmente, representativa.
En la misma observación, el Comité señala que el artículo 12 establece el derecho de cada niño
a expresar su opinión libremente en todos los asuntos que lo afectan, así como también, el
subsiguiente derecho de que esas opiniones se tengan debidamente en cuenta, en función de la
edad y madurez del niño. Recae así sobre los Estados Parte la clara obligación jurídica de
reconocer ese derecho. Tal obligación supone que los Estados Parte, con respecto a su
respectivo sistema judicial, deben garantizar directamente ese derecho o adoptar o revisar leyes
para que el niño pueda disfrutarlo plenamente. Es claro que, en nuestro país, tal como vimos en
la clase anterior, sólo logramos alcanzar la máxima satisfacción de ese derecho a través de
asegurar ese artículo en el nuevo CCyCN, ya que, aún incluido en el artículo 24 de la ley 26.061,
la mayoría de los tribunales no cumplían con esta garantía constitucional. Continúa el desafío en
el ámbito de los procesos administrativos, así como en los procesos penales.
Es dable rescatar que la suprema Corte de Justicia de la Provincia de Buenos Aires, ya hace
años, ha sentado jurisprudencia declarando nulas las sentencias en cuyo proceso se haya
omitido escuchar a los niños de manera directa. Este es un gran avance del supremo provincial.
Sin embargo, todavía falta asegurar que la opinión de los niños, niñas y adolescentes sean
debidamente tenidas en cuenta y, si sus opiniones son rechazadas, que se les informe cuales
son los criterios por los cuales se procede de tal manera en la resolución del caso que los afecta.
Cierto es que las opiniones de los chicos no son vinculantes para el Juez, como no lo son las
distintas posturas que todas las partes aducen en un pleito. Pero no es menos cierto que aún
prevalecen muchos prejuicios en relación a la verosimilitud de los dichos de los niños. Resulta
imperioso remover los obstáculos culturales que aún se mantienen, en la sociedad en general y
en el Poder Judicial en particular, basados en distintas teorías derivadas de aquella del “niño
fabulador”, tales como el Síndrome de Alienación Parental y la co-construcción, entre otras. Es
por ello que, ya hace años, distintos especialistas vienen tratando de desmontar estas supuestas
teorías anticientíficas que terminan convirtiendo al derecho humano de los niños a ser oídos, en
mero acto formal. Los escuchamos, nadie puede negarlo, pero no les creemos nada, no
conmueven sus palabras, ni siquiera a riesgo de poner en peligro su integridad física, psíquica y
espiritual.
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En ese sentido, el reconocido psicoanalista de niños, Juan Carlos Volnovich ha escrito:
La prestigiosa psicoanalista Eva Giberti también cuestiona el aval que ciertos jueces y
comunicadores le dan al falso Síndrome de Alienación Parental, conocido como SAP, y opina
que:
“El SAP ha aparecido como estrategia para frenar el impulso que socialmente habían
tomado los temas vinculados con el incesto y abuso sexual contra niños y niñas. Surge
cuando se inician campañas contra tales delitos, sumadas a la aparición de grupos de
madres que denunciaban... Pueden ser mujeres o varones que disfrutan con el ejercicio
de un poder que avasalla las narraciones de las niñas y adolescentes; suponen que es
sencillo “lavarles el cerebro”, lo cual supone una afrenta a las víctimas 2”.
Podemos concluir entonces que no basta con escuchar al niño; las opiniones del niño tienen que
tomarse en consideración seriamente a partir de que el niño sea capaz de formarse un juicio
propio.
Al exigir que se tengan debidamente en cuenta las opiniones en función de su edad y madurez,
el artículo 12 deja claro que la edad en sí misma no puede determinar la trascendencia de las
opiniones del niño. Por ese motivo, las opiniones del niño tienen que evaluarse mediante un
examen caso por caso. El mismo Comité ha advertido que “El objetivo de lograr oportunidades
de aplicar verdaderamente el artículo 12 hace necesario desmantelar las barreras jurídicas,
políticas, económicas, sociales y culturales que actualmente inhiben la oportunidad de que los
niños sean escuchados y el acceso de los niños a la participación en todos los asuntos que los
afecten. Ese objetivo exige preparación para hacer frente a los prejuicios acerca de la
capacidad de los niños” (Comité de los Derechos del Niños de Naciones Unidas. 2009.
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Observación General Nro. 12. El derecho del niño a ser escuchado)
“Los Estados Partes adoptarán todas las medidas administrativas, legislativas y de otra
índole para dar efectividad a los derechos reconocidos en la presente Convención. En lo
que respecta a los derechos económicos, sociales y culturales, los Estados Parte
adoptarán esas medidas hasta el máximo de los recursos de que dispongan y, cuando sea
necesario, dentro del marco de la cooperación internacional” (Asamblea General de
Naciones Unidas. 1989. Convención sobre los Derechos del Niño. CDN
https://www.unicef.org/argentina/spanish/7.-Convencionsobrelosderechos.pdf )
Podemos analizar el artículo dividiéndolo, solo a los fines pedagógicos, en dos partes. La
primera, que obliga a los Estados a adoptar las medidas de toda índole para dar efectividad a los
derechos reconocidos y la segunda, que hace referencia exclusiva a los llamados derechos
económicos, sociales y culturales. Son muchos los artículos que hacen referencia a esos
derechos, pero lo que interesa aquí resaltar es la forma en que finalmente quedó redactado el
artículo de marras. Adviertan que, en su segunda parte, obliga a los Estados “hasta el máximo
de los recursos de que dispongan”. Mucho se ha criticado esta fórmula, pero es claro que, de no
haber existido, posiblemente la CDN no hubiese logrado la cantidad de ratificaciones que obtuvo.
En otras palabras; todos sabemos que los tratados de derechos humanos son operativos, es
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decir, se aplican en forma inmediata, sin necesidad de reglamentaciones o procesos que
declaren su aplicación, sin embargo, podemos asegurar que el artículo 4 es la única norma de
cumplimiento progresivo de la CDN.
Téngase en cuenta que otras convenciones utilizan fórmulas similares, como por el ejemplo, el
propio Pacto de derechos económicos, sociales y culturales.
Es difícil obligar a los Estados a que, al momento de ratificar un tratado de derechos humanos,
pueda hacerlos efectivos en forma inmediata. El derecho a la salud, la educación, la vivienda
digna, el trabajo protegido para los adolescentes con edad suficiente para laborar, implican
grandes inversiones presupuestarias. Está claro también que la mayoría de los países llamados
“emergentes” no pueden garantizar las condiciones de vida que ostentan los países “centrales”.
Más allá de lo expuesto, que parece una observación objetiva y razonable, el compromiso de los
Estados de asegurar la inversión a favor de los niños hasta el máximo de los recursos de que
dispongan, no puede quedar a elección de los gobiernos de turno y sus políticas económicas. Ya
vimos en la introducción de esta clase, lo que sucedió en la República Argentina durante los
años 90 y, sin ir más lejos, lo que estamos viviendo hoy. Esta afirmación podría ser polémica, si
no fuera porque el propio Comité tuvo la necesidad de expedirse sobre el tema en la
Observación Nro.5 del año 2003, en los siguientes términos:
“Ningún Estado puede decir si para dar efectividad a los derechos económicos, sociales
y culturales está adoptando medidas “hasta el máximo de los recursos de que disponga”,
como lo dispone el artículo 4, a menos que pueda determinar la proporción de los
presupuestos nacionales y de otros presupuestos que se destinan al sector social y,
dentro de éste, a los niños, tanto directa como indirectamente” (Comité de Derechos del
Niño, Naciones Unidas, 2003, Observación General Nro. 5 :Medidas generales de
aplicación de la Convención sobre los Derechos del Niño )
Está claro entonces que, a los fines de efectivizar los derechos reconocidos deberán
implementar prestaciones de distinta índole. Dicho en otros términos, los derechos de prestación
imponen a los estados, en sus distintos niveles, la obligación de llevar a cabo todas las tareas
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necesarias para hacerlos efectivos.
Una de las manera en que el Estado puede demostrar que se encuentra dando cumplimiento al
artículo 4 de la CDN es exhibiendo, no sólo la cantidad de recursos invertidos en los derechos de
los niños, sino también la asignación de esos recursos. Afirma además que “El Comité,
subrayando que las políticas económicas no son nunca neutrales en sus consecuencias sobre
los derechos del niño, expresa su profunda preocupación por los frecuentes efectos negativos
que tienen sobre los niños los programas de ajuste estructural y la transición a una economía de
mercado”.
El proceso de privatización de los servicios dedicados a los niños en los años 80 y 90, las
ONG’s. a las que hicimos referencia en la Introducción, que llamamos prestadoras privadas y
que perdura hasta nuestros días; no desresponsabiliza al Estado, que es el que se compromete
al cumplimiento de los Derechos Humanos reconocidos en los Tratados, Pactos y Convenciones
que ratifica.
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LAS OPINIONES CONSULTIVAS
La resistencia obedecía a, por lo menos, dos factores: 1.- La mirada reduccionista (estrictamente
jurídica y preferentemente penal) que existió sobre la CDN en sus primeros 10 años de
aplicación. 2.- La interpretación · en espejo, a la cual ya hicimos referencia, entre “lo tutelar” y
“lo proteccional” y el temor, a nuestro criterio inocente, pero que hizo obstáculo durante esos
años, de ser atrapados por la lógica de la situación irregular.
Es decir, existía cierto temor a reconocer a las personas menores de edad un plus de derechos y
de protección que sólo tiene su fundamento en el hecho de que son niños. Aceptar que los niños
recién nacidos son más vulnerables que los chicos y chicas de 8, 9 años y éstos, a su vez, más
dependientes que los adolescentes, era aceptar la vida misma, sin que implique admitir que ello
los ubique en ”situación irregular” o “peligro moral o material” .
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Interpretar la doctrina de la protección integral, inaugurada con la CDN, a través del cristal del
tutelarismo clásico, fue una de las razones del retraso argentino en alcanzar una Ley de
Protección. Por esa razón, es de vital importancia el reconocimiento a la autonomía progresiva,
que es ni más ni menos que reconocerle a los niños, niñas y adolescentes la capacidad de
ejercer sus derechos por sí mismos, de acuerdo al grado de independencia que van adquiriendo:
A mayor autonomía, menor representación.
El gran mérito de esta opinión consultiva, más allá de cierta fragilidad jurídica, es haber puesto el
acento en éste concepto, a punto tal que se la tituló “Nueva condición jurídica de la infancia”.
Finalmente sentencia:
“Los niños no deben ser considerados objetos de protección segregativa, sino sujetos de
pleno derecho que deben recibir protección integral, y gozar de todos los derechos que
tienen las personas adultas, además de un grupo de derechos específicos que se les
otorga por la particularidad de que los niños se encuentran en desarrollo. No sólo se
deben proteger sus derechos, sino también es necesario adoptar medidas especiales de
Protección”
17
su formación en niveles más elevados del sistema educativo.
Las familias no sólo deben asegurar protección y promover y facilitar el desarrollo de los hijos e
hijas, sino que también deben proporcionar la mejor protección de los niños contra el abuso, el
descuido y la explotación. Es dable recordar que existen graves vulneraciones a los derechos de
los niños y niñas que ocurren en el seno de la propia familia. Allí, donde debe suceder el amor,
sucede el horror y es ese uno de los grandes desafíos que tenemos por delante; erradicar los
castigos corporales y la violencia contra niñas, niños y adolescentes. En ese sentido la OC
destaca que: “...el Estado se haya obligado no sólo a disponer y ejecutar directamente medidas
de protección de los niños, sino también a favorecer, de la manera más amplia, el desarrollo y la
fortaleza del núcleo familiar” (ibidem). Esta sigue siendo entonces una tarea central del Sistema
de Protección.
Otro capítulo está dedicado a los Derechos Económicos, sociales y culturales y al cumplimiento
progresivo de acuerdo al máximo de sus posibilidades, avanzando en relación a no admitir, por
parte de los Estados, retrocesos y demoras injustificadas. Haciendo eje en el nivel de vida en
general y, en particular, a las políticas destinadas a educación y salud : “El pleno ejercicio de los
derechos económicos, sociales y culturales de los niños se ha relacionado a las posibilidades del
Estado obligado (artículo 4 de CDN), el cual debe realizar el mayor esfuerzo, de manera
constante y deliberada, para asegurar el acceso de los niños a esos derechos, y el disfrute de los
mismos, evitando retrocesos y demoras injustificadas y asignando a este cumplimiento los
mayores recursos disponibles. La Conferencia Internacional sobre Población y el Desarrollo (El
Cairo, 1994) resaltó que [t]odos los Estados y todas las familias deberían dar la máxima prioridad
posible a la infancia. El niño tiene derecho a un nivel de vida adecuado para su bienestar y al
más alto nivel posible de salud y de educación”. (OC 17 Ibídem)
En igual sentido, se desprende de las normas contenidas en la CDN que los derechos de los
niños requieren, no sólo que el Estado se abstenga de interferir indebidamente en las relaciones
privadas o familiares del niño, sino también que, según las circunstancias, adopte prestaciones
positivas para asegurar el ejercicio y disfrute pleno de los derechos. Esto requiere la adopción de
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medidas, entre otras, de carácter económico, social y cultural. En particular, el Comité ha
enfatizado, en su primer comentario general, la relevancia del derecho a la educación.
Efectivamente, es, sobre todo a través de la educación, que gradualmente se supera la
vulnerabilidad de los niños.
Asimismo, declaró responsable al Estado Argentino por la violación del derecho a la protección a
la familia, en perjuicio del Señor Fornerón y su hija, consagrado en el art. 17 de la CADH. Por
último, declara que el Estado Argentino incumplió con su obligación de adoptar las disposiciones
de derecho interno, establecida en el art. 2 de la CADH.
Este fallo, así como el caso Bulascio, Furlan, Mendoza, etc., es testimonio de cómo opera el
Sistema Regional de Derechos Humanos (Comisión y Corte Interamericana). El reciente fallo de
la Corte Suprema de Justicia de la Nación (Fontevecchia y D·Amico) pareciera dar un duro golpe
a la eficacia de los fallos regionales en el territorio nacional.
Nos abocaremos particularmente al estudio del primero, por la relación inmediata que tiene con
la clase 3 y la presente clase. (Ver ANEXO)
ACTIVIDAD 2
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CONSIDERACIONES FINALES
Los Tratados de Derechos Humanos, son un intento de la humanidad por cambiar estos
sistemas asimétricos, de subordinación y de poder, por otro sistema de organización social y
política más igualitaria, basado en el respeto a la libertad, a la dignidad y a la no discriminación.
Por ello es vital que la lucha por la ampliación de derechos, su reconocimiento y las garantías
para hacerlos efectivos, no se reduzca al ámbito jurídico.
Como dijimos en el comienzo, la Convención sobre los Derechos del Niño es un texto en un
contexto, y podemos distinguir que en estos 27 años de vigencia, los sistemas de derechos
humanos internacional y el regional han ido avanzando en su interpretación y aplicación.
Era necesario, delinear, con mayor precisión que queríamos decir cuando formulábamos que las
niñas y niños no son objetos sino sujetos. Definir que es el interés superior del niño, qué implica
el derecho del niño a ser oído y que su opinión sea tenida en cuenta.
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niñología, disputa que no hizo más que enmascarar la tensión entre las políticas neoliberales y
los derechos humanos. Mucho se ha avanzado en este siglo, es imperioso no retroceder.
Alessandro Baratta es el que ha logrado sintetizar en una frase el camino recorrido y lo que falta
por conquistar: “Aún cuando el "menor" vuelva a ser niño no se convertirá, solamente por eso, en
un ciudadano”. ( Baratta, Alessandro . 2000. Infancia y Democracia. Publicación Instituto
Interamericano de Derechos del Niño)
REFERENCIA BIBLIOGRAFICA
21
Corte Interamericana de Derechos Humanos. Opinión Consultiva Nro.
17 del 28 de Agosto de 2002: Condición Jurídica y Derechos Humanos del Niño.
http://www.corteidh.or.cr/docs/opiniones/seriea_17_esp.pdf
BIBLIOGRAFÍA COMPLEMENTARIA
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