La Biblia Su Necesidad
La Biblia Su Necesidad
La Biblia Su Necesidad
LA NECESIDAD DE LA BIBLIA
¿Para qué hemos sido hechos? Para conocer a Dios. ¿Qué meta debemos
fijarnos en esta vida? Conocer a Dios. ¿Qué es esa “vida eterna” que Jesús
nos da? El conocimiento de Dios. ¿Qué es lo mejor que existe en la vida, lo
que ofrece mayor gozo, delicia, y contentamiento que ninguna otra cosa? El
conocimiento de Dios.
Los que sustentan ese punto de vista insisten en que Dios es uno con su creación. Lo
conciben como una fuerza o poder de naturaleza impersonal. Dios no puede ser separado
de su creación y, de hecho, se encuentra dentro del orden de las cosas creadas. Algo de
esa chispa divina se encuentra dentro de cada persona. Por tanto, para conocer a Dios, el
que lo busca debe conocerse a sí mismo y descubrir dentro de su propio YO las cualidades
de Dios. En el proceso, el que lo busca alcanza un estado de tranquilidad y paz. Ya que
conocer a Dios no implica conocimiento proporcional y objetivo acerca de Él, conocerlo es
una experiencia personal e indefinible que es distinta para cada buscador. Dios no se revela
al buscador.
Para ellos la Biblia no es la Palabra revelada e inspirada por Dios, solo es un libro sabio
entre muchos otros libros sabios. Esta postura tiene sus orígenes en religiones orientales
místicas tales como el hinduismo y el budismo, pero hoy encuentra su expresión más
prominente en el movimiento de la Nueva Era. Hoy en día podemos pensar en muchos
conocidos que están claramente influenciados por este punto de vista.
Dios es ciertamente tanto inmanente como trascendente, pero la razón es que Él mismo ha
decidido serlo; la inmanencia en el sentido cristiano de la palabra significa que Dios está
cerca de su creación, no que forme parte de ella.
Los cristianos que creen en la Biblia insisten en que esto fue exactamente lo que hizo Dios,
el Artista Creador. Aunque es cierto que Él se dio a conocer en su creación mediante lo que
los teólogos llaman la revelación natural o general, Él hizo más que eso: se comunicó con
nosotros, por medio de lo que se conoce como su revelación especial. Por medio de esta
revelación Dios da a conocer aspectos de sí mismo que de otro modo no podrían ser
conocidos. Lo hace de dos maneras fundamentales. Primero Él se revela por medio de su
Palabra escrita, plasmada en las páginas de la Biblia. En segundo lugar Él se revela
también mediante la Palabra encarnada, la persona de Jesucristo, la cual se hizo carne y
habitó entre nosotros.
EL DIOS DESCONOCIDO
Su naturaleza hace que sea desconocido. El profeta Isaías cita a Dios cuando Él describe
su propia naturaleza sublime y peculiar con estas palabras: “Porque mis pensamientos no
son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más
altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis
pensamientos más que vuestros pensamientos” (Isaías 55:8-9). Dios se diferencia de
nosotros en su capacidad cognoscitiva. No podemos entender la motivación de sus
acciones. Dios debe venir a nosotros, por cuanto ciertamente jamás podríamos llegar a Él
debido a ese abismo de comprensión.
Dios explica las limitaciones de Job en comprender y conocer al Dios de la creación.
“¿Descubrirás tú los secretos de Dios? ¿Llegarás tú a la perfección del Todopoderoso? Es
más alta que los cielos; ¿qué harás? Es más profunda que el Seol; ¿cómo la conocerás?”
(Job 11:7-8). “He aquí, Dios es grande, y nosotros no le conocemos, Ni se puede seguir la
huella de sus años (Job 36:26). Dios resulta, por su naturaleza, imposible de ser sondeado
por nosotros. Pero Él no está limitado en su capacidad de encontrarnos y darse a conocer a
nosotros.
Nuestra naturaleza hace que sea desconocido. No sólo está Dios fuera de nuestro alcance,
sino que somos limitados por nuestro propio pecado y por nuestra tendencia a suprimir
cualesquiera de las verdades que Dios ha dado a conocer. Pablo nos recuerda que el
pecado nos ha cegado a la revelación del Espíritu de Dios “Pero el hombre natural no
percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede
entender, porque se han de discernir espiritualmente” (1 Corintios 2:14).
Satanás también hace su parte, pues nos ciega para que no veamos y comprendamos la
verdad divina , que incluye el evangelio de Jesucristo: “en los cuales el dios de este siglo
cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio
de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios” (2 Corintios 4:4).
Dios en realidad ha dado a conocer la verdad acerca de sí, pero los humanos suprimen esa
verdad, escogiendo creer en mentiras en vez de la revelación dada por Dios. Pablo escribió:
En la naturaleza Dios nos ha dejado una tarjeta de presentación, la utiliza para llamar
nuestra atención. Pablo habló de esto en Hechos 17 cuando se dirigió a los filósofos
atenienses:
El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que en él hay, siendo Señor del
cielo y de la tierra, no habita en templos hechos por manos humanas, ni es
honrado por manos de hombres, como si necesitase de algo; pues él es quien
da a todos vida y aliento y todas las cosas. Y de una sangre ha hecho todo el
linaje de los hombres, para que habiten sobre toda la faz de la tierra; y les ha
prefijado el orden de los tiempos, y los límites de su habitación; para que
busquen a Dios, si en alguna manera, palpando, puedan hallarle, aunque
ciertamente no está lejos de cada uno de nosotros. Porque en él vivimos, y nos
movemos, y somos; como algunos de vuestros propios poetas también han
dicho: Porque linaje suyo somos. Siendo, pues, linaje de Dios, no debemos
pensar que la Divinidad sea semejante a oro, o plata, o piedra, escultura de
arte y de imaginación de hombres. Pero Dios, habiendo pasado por alto los
tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar,
que se arrepientan; por cuanto ha establecido un día en el cual juzgará al
mundo con justicia, por aquel varón a quien designó, dando fe a todos con
haberle levantado de los muertos (Hechos 17:24-31).
Por medio de la creación, aprendemos sobre la naturaleza divina de Dios, su papel creador
y sus atributos invisibles. Pero es en la persona de Jesucristo que Dios se da a conocer de
una manera íntima y personal, solo a través de Él llegamos a conocer verdaderamente a
Dios. Juan nos habla de la encarnación de la Palabra de Dios. Dios se hizo carne para que
nosotros podamos conocerlo a Él.
En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este
era en el principio con Dios. Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él
nada de lo que ha sido hecho, fue hecho. En él estaba la vida, y la vida era la
luz de los hombres. La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no
prevalecieron contra ella...Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre
nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de
gracia y de verdad… A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el
seno del Padre, él le ha dado a conocer (Juan 1:1-5,14,18).
Según el autor de los Hebreos, Jesus no es una mera reflexión de la gloria y la naturaleza
de Dios. Él es como el sol que difunde su luz. Él irradia la gloria misma de Dios. Él es la
representación exacta de su ser.
Pablo nos resume esa verdad en su Carta a los Colosenses y agrega un punto adicional. En
Cristo somos reconciliados con Dios y podemos conocerlo en una nueva relación que no
está manchada por el pecado.
¿Cuál es, pues, el propósito de la Biblia como revelación especial? Es este: Por medio de la
revelación escrita de Dios llegamos a conocer y creer en Cristo, el Mesías.