La Biblia Su Necesidad

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LA BIBLIA SU NECESIDAD Y NATURALEZA

Del Libro “Enseñemos la Biblia Creativamente”


Lawrence O, Richards
Gary O. Bredfeldt

LA NECESIDAD DE LA BIBLIA

Consideremos las palabras de J. I. Packer.

¿Para qué hemos sido hechos? Para conocer a Dios. ¿Qué meta debemos
fijarnos en esta vida? Conocer a Dios. ¿Qué es esa “vida eterna” que Jesús
nos da? El conocimiento de Dios. ¿Qué es lo mejor que existe en la vida, lo
que ofrece mayor gozo, delicia, y contentamiento que ninguna otra cosa? El
conocimiento de Dios.

Este pensamiento es absolutamente correcto. Nada podría describir mejor el propósito de la


humanidad que esto: conocer a su Creador de una manera íntima y personal. ¿Pero cómo
puede uno conocer a Dios? ¿Cómo sabe uno que conoce a Dios? Existen dos perspectivas
principales de lo que significa “conocer a Dios” y ambas tienen partidarios en nuestros días.

DOS PERSPECTIVAS DEL CONOCIMIENTO DE DIOS

El punto de vista de la inmanencia. El primero de estos dos conceptos de conocer a Dios


considera la percepción de Dios como el resultado de una búsqueda dentro del indagador
mismo. La palabra inmanencia significa “que permanece dentro” y lleva aparejada la idea
de algo que se halla completamente metido dentro de otra cosa.

Los que sustentan ese punto de vista insisten en que Dios es uno con su creación. Lo
conciben como una fuerza o poder de naturaleza impersonal. Dios no puede ser separado
de su creación y, de hecho, se encuentra dentro del orden de las cosas creadas. Algo de
esa chispa divina se encuentra dentro de cada persona. Por tanto, para conocer a Dios, el
que lo busca debe conocerse a sí mismo y descubrir dentro de su propio YO las cualidades
de Dios. En el proceso, el que lo busca alcanza un estado de tranquilidad y paz. Ya que
conocer a Dios no implica conocimiento proporcional y objetivo acerca de Él, conocerlo es
una experiencia personal e indefinible que es distinta para cada buscador. Dios no se revela
al buscador.

Para ellos la Biblia no es la Palabra revelada e inspirada por Dios, solo es un libro sabio
entre muchos otros libros sabios. Esta postura tiene sus orígenes en religiones orientales
místicas tales como el hinduismo y el budismo, pero hoy encuentra su expresión más
prominente en el movimiento de la Nueva Era. Hoy en día podemos pensar en muchos
conocidos que están claramente influenciados por este punto de vista.

El punto de vista de la trascendencia. Este punto es opuesto al anterior y ha sido


sustentado por la cristiandad histórica. Esta verdad teológica proclama a Dios como
diferente y distinto de su creación en esencia. Él se considera “totalmente otro” de lo que Él
ha creado. “Totalmente otro” no significa que no pueda Él ser conocido de alguna manera
por los humanos que lo buscan, sino que no depende de su creación para su existencia. Él
es más excelso y más grande que todo lo que ha creado y, por tanto, son infructuosos todos
los esfuerzos humanos para entenderlo y contenerlo completamente. Más bien, Dios debe
tomar la iniciativa si va a ser conocido.

Dios es ciertamente tanto inmanente como trascendente, pero la razón es que Él mismo ha
decidido serlo; la inmanencia en el sentido cristiano de la palabra significa que Dios está
cerca de su creación, no que forme parte de ella.

(Ejemplo de la Trascendencia e Inmanencia / Ejemplo del museo de artes y las esculturas


artísticas que nos dan una idea del artista)

Los cristianos que creen en la Biblia insisten en que esto fue exactamente lo que hizo Dios,
el Artista Creador. Aunque es cierto que Él se dio a conocer en su creación mediante lo que
los teólogos llaman la revelación natural o general, Él hizo más que eso: se comunicó con
nosotros, por medio de lo que se conoce como su revelación especial. Por medio de esta
revelación Dios da a conocer aspectos de sí mismo que de otro modo no podrían ser
conocidos. Lo hace de dos maneras fundamentales. Primero Él se revela por medio de su
Palabra escrita, plasmada en las páginas de la Biblia. En segundo lugar Él se revela
también mediante la Palabra encarnada, la persona de Jesucristo, la cual se hizo carne y
habitó entre nosotros.

Mediante un cuidadoso estudio de la creación, el buscador llegará a saber algo de de la


naturaleza divina de Dios y de sus atributos invisibles. Pero mediante la revelación especial
de la Biblia y en la persona de Jesús, se puede conocer de manera personal e íntima, es
decir, entablando una relación.

El concepto de trascendencia es una perspectiva de revelación. Ella sostiene que Dios es


un Ser personal que trasciende a su creación y que debe revelarse si es que se ha de llegar
a conocer. Sin la revelación divina, Dios permanecería como el Dios desconocido. Es ese
entonces el papel de la Biblia: dar a conocer a Dios.

EL DIOS DESCONOCIDO

Si Dios se ha revelado en la revelación natural y en la especial, ¿por qué la gente no le


conoce? ¿por qué Dios es desconocido? Es desconocido por dos razones: su naturaleza y
la nuestra.

Su naturaleza hace que sea desconocido. El profeta Isaías cita a Dios cuando Él describe
su propia naturaleza sublime y peculiar con estas palabras: “Porque mis pensamientos no
son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más
altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis
pensamientos más que vuestros pensamientos” (Isaías 55:8-9). Dios se diferencia de
nosotros en su capacidad cognoscitiva. No podemos entender la motivación de sus
acciones. Dios debe venir a nosotros, por cuanto ciertamente jamás podríamos llegar a Él
debido a ese abismo de comprensión.
Dios explica las limitaciones de Job en comprender y conocer al Dios de la creación.
“¿Descubrirás tú los secretos de Dios? ¿Llegarás tú a la perfección del Todopoderoso? Es
más alta que los cielos; ¿qué harás? Es más profunda que el Seol; ¿cómo la conocerás?”
(Job 11:7-8). “He aquí, Dios es grande, y nosotros no le conocemos, Ni se puede seguir la
huella de sus años (Job 36:26). Dios resulta, por su naturaleza, imposible de ser sondeado
por nosotros. Pero Él no está limitado en su capacidad de encontrarnos y darse a conocer a
nosotros.

Nuestra naturaleza hace que sea desconocido. No sólo está Dios fuera de nuestro alcance,
sino que somos limitados por nuestro propio pecado y por nuestra tendencia a suprimir
cualesquiera de las verdades que Dios ha dado a conocer. Pablo nos recuerda que el
pecado nos ha cegado a la revelación del Espíritu de Dios “Pero el hombre natural no
percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede
entender, porque se han de discernir espiritualmente” (1 Corintios 2:14).

Satanás también hace su parte, pues nos ciega para que no veamos y comprendamos la
verdad divina , que incluye el evangelio de Jesucristo: “en los cuales el dios de este siglo
cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio
de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios” (2 Corintios 4:4).

Dios en realidad ha dado a conocer la verdad acerca de sí, pero los humanos suprimen esa
verdad, escogiendo creer en mentiras en vez de la revelación dada por Dios. Pablo escribió:

Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e


injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad; porque lo que
de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó. Porque las
cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente
visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las
cosas hechas, de modo que no tienen excusa. Pues habiendo conocido a
Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se
envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido.
Profesando ser sabios, se hicieron necios y cambiaron la gloria del Dios
incorruptible en semejanza de imagen de hombre corruptible, de aves, de
cuadrúpedos y de reptiles. Por lo cual también Dios los entregó a la
inmundicia, en las concupiscencias de sus corazones, de modo que
deshonraron entre sí sus propios cuerpos, ya que cambiaron la verdad de
Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al
Creador, el cual es bendito por los siglos. Amén (Romanos 1:18-25).

DIOS SE HA DADO A CONOCER

Por medio de la revelación especial, por su Palabra, inscrita en la Biblia y encarnada en


Jesucristo, Dios ha actuado y se ha hecho conocible.

En la naturaleza Dios nos ha dejado una tarjeta de presentación, la utiliza para llamar
nuestra atención. Pablo habló de esto en Hechos 17 cuando se dirigió a los filósofos
atenienses:

El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que en él hay, siendo Señor del
cielo y de la tierra, no habita en templos hechos por manos humanas, ni es
honrado por manos de hombres, como si necesitase de algo; pues él es quien
da a todos vida y aliento y todas las cosas. Y de una sangre ha hecho todo el
linaje de los hombres, para que habiten sobre toda la faz de la tierra; y les ha
prefijado el orden de los tiempos, y los límites de su habitación; para que
busquen a Dios, si en alguna manera, palpando, puedan hallarle, aunque
ciertamente no está lejos de cada uno de nosotros. Porque en él vivimos, y nos
movemos, y somos; como algunos de vuestros propios poetas también han
dicho: Porque linaje suyo somos. Siendo, pues, linaje de Dios, no debemos
pensar que la Divinidad sea semejante a oro, o plata, o piedra, escultura de
arte y de imaginación de hombres. Pero Dios, habiendo pasado por alto los
tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar,
que se arrepientan; por cuanto ha establecido un día en el cual juzgará al
mundo con justicia, por aquel varón a quien designó, dando fe a todos con
haberle levantado de los muertos (Hechos 17:24-31).

Por medio de la creación, aprendemos sobre la naturaleza divina de Dios, su papel creador
y sus atributos invisibles. Pero es en la persona de Jesucristo que Dios se da a conocer de
una manera íntima y personal, solo a través de Él llegamos a conocer verdaderamente a
Dios. Juan nos habla de la encarnación de la Palabra de Dios. Dios se hizo carne para que
nosotros podamos conocerlo a Él.

En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este
era en el principio con Dios. Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él
nada de lo que ha sido hecho, fue hecho. En él estaba la vida, y la vida era la
luz de los hombres. La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no
prevalecieron contra ella...Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre
nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de
gracia y de verdad… A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el
seno del Padre, él le ha dado a conocer (Juan 1:1-5,14,18).

Según el autor de los Hebreos, Jesus no es una mera reflexión de la gloria y la naturaleza
de Dios. Él es como el sol que difunde su luz. Él irradia la gloria misma de Dios. Él es la
representación exacta de su ser.

Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a


los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo,
a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo; el
cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y
quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado
la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la
diestra de la Majestad en las alturas, hecho tanto superior a los ángeles,
cuanto heredó más excelente nombre que ellos. Porque ¿a cuál de los ángeles
dijo Dios jamás: Mi Hijo eres tú, yo te he engendrado hoy, y otra vez: Yo seré a
él Padre, y él me será a mí hijo? (Hebreos 1:1-5).

Pablo nos resume esa verdad en su Carta a los Colosenses y agrega un punto adicional. En
Cristo somos reconciliados con Dios y podemos conocerlo en una nueva relación que no
está manchada por el pecado.

El es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación. Porque en él


fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la
tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean
potestades; todo fue creado por medio de él y para él. Y él es antes de todas
las cosas, y todas las cosas en él subsisten; y él es la cabeza del cuerpo que
es la iglesia, él que es el principio, el primogénito de entre los muertos, para
que en todo tenga la preeminencia; por cuanto agradó al Padre que en él
habitase toda plenitud, y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas,
así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz
mediante la sangre de su cruz (Colosenses 1:15-20).
Pablo dice que Jesus es el Dios de la creación. Él lo sostiene todo con su poder. De forma
notable, él logra la paz con Dios por medio de su sacrificio de sangre expiatoria en la cruz, y
así hace posible que conozcamos a Dios.

¿Cuál es, pues, el propósito de la Biblia como revelación especial? Es este: Por medio de la
revelación escrita de Dios llegamos a conocer y creer en Cristo, el Mesías.

Por consiguiente, mediante la verdad objetiva de las escrituras, podemos confirmar la


validez de nuestro conocimiento de él. Juan lo expresa de esta manera: “Hizo además
Jesús muchas otras señales en presencia de sus discípulos, las cuales no están escritas en
este libro. Pero éstas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios,
y para que creyendo, tengáis vida en su nombre” (Juan 20:30-31). Es esta la razón por la
que necesitamos la Biblia para que podamos creer y, al hacerlo, podamos llegar a
conocerlo.

Próxima clase continuaremos con este tema y hablaremos de la Naturaleza de la Biblia.

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