Ensayo Espacio Público

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Espacio Público

Estefanía Salguero
Facultad de Arquitectura y Urbanismo
Taller de Proyectos Urbanos

Introducción

Se puede definir al espacio público como el territorio de la ciudad donde cualquier


persona tiene derecho a estar y circular libremente, ya sean espacios abiertos como
plazas, calles, parques; o cerrados, como bibliotecas públicas, centros comunitarios,
entre otros; sin embargo, el significado del espacio público no se reduce a un lugar físico,
más bien resulta ser un componente fundamental para la organización de la vida
colectiva y la representación de la sociedad.
Este significado de espacio público se ha visto distorsionado; por lo que se analizarán
los distintos significados del espacio público y se contrastará con la realidad actual.

El espacio Público.

El espacio público puede considerarse un lugar donde las personas existen libremente,
a la vez que constituye una representación de la sociedad; por lo cual, este espacio
cuenta con diferentes dimensiones donde se consideran los siguientes ámbitos:
territorial, político, social, económico y cultural.
Abordando el ámbito territorial, se puede caracterizar al espacio público como un
territorio visible, accesible y de carácter central; fácilmente reconocible, de uso cotidiano
e irrestricto; identificado como parte de la ciudad con capacidad de adaptación, es decir,
que cuenta con apertura para diversas actividades y nuevos usos.
Respecto al ámbito político, el acceso al espacio público constituye el eje central de lo
que se conoce como derecho a la ciudadanía, ya que resulta la expresión del diálogo
entre la administración pública como propietaria jurídica del territorio (faculta el dominio
del suelo y garantiza su uso) y la ciudadanía que ejerce un uso real del mismo
(apropiación cultural – colectiva); siendo la apropiación la que cualifica al espacio
colectivo y le otorga la condición de público, es decir, el espacio público se define por el
nivel de apropiación más que por el equipamiento de dicho espacio.
Si se habla de la gente, se debe tratar el ámbito social, siendo el espacio público un
punto donde se debería dar una verdadera integración social, una igualdad; sin
embargo, esta condición se ve confrontada por las relaciones de poder que imposibilita
el uso equitativo del espacio público, esto se ve reflejado en las disputas por el control
de los espacios públicos, conflictos que se producen por las características de individuos
o grupos que hacen uso de estos espacios, incluso la incompatibilidad de las dinámicas
que se dan, tales como transitar y estar, lo comercial y lo residencial, lo deportivo y
recreativo, etc.
Al mencionar lo comercial, es necesario señalar que el ámbito económico en los
espacios públicos se encuentra desequilibrado. Siendo la economía de subsistencia la
base del sustento de gran parte de la población, el espacio público se ha transformado
en un centro laboral de tiempo completo en lugar de un espacio de intercambio e
intersección entre lugar y flujo; como en teoría, debería ser.
El parque, la plaza, la avenida, incluso el medio de transporte; se han convertido en
centros cotidianos de comercio en la ciudad.
Además de lo mencionado anteriormente, no se puede dejar de lado que el espacio
público es también un espacio de historia, de identificación con el pasado de toda
ciudad, que expresa identidad, siendo una mezcla del tiempo pasado y las acciones del
presente. Es esto lo que convierte al espacio público en un espacio de relación social,
de expresión cultural, al representar físicamente la idea de lo colectivo en la ciudad como
un hecho cotidiano.
En este sentido, el espacio público no se agota ni está asociado únicamente a lo físico-
espacial, como se ha explicado anteriormente, más bien constituye un ámbito
contenedor de la conflictividad social, que contiene distintas significaciones
dependiendo de la coyuntura y de la ciudad de que se trate.
Es por todo lo anterior que se puede decir que el espacio público constituye el eje de la
ciudad; dado que es una representación de lo colectivo, del encuentro social, de la
centralidad urbana.
Tal es el caso, que se puede citar como ejemplo al Rey Carlos I de España, quien
dictaminó que las ciudades del Nuevo Mundo debían originarse en una Plaza Mayor, a
partir de la cual emergerían calles, a lo largo de las cuales se distribuirían solares y
plazas que unieran a los mismos. Incluso, si se mira a la actualidad, se tiene como
ejemplo la Av. República del Salvador, en Quito; avenida que se caracteriza porque sus
espacios son completamente privados, al contar con bares y restaurantes en su
mayoría, pero que a la vez se ha convertido en un espacio público dada la cantidad de
personas que, por diversas razones, frecuentan esta zona y pasan su tiempo en ella.

Crisis del Espacio Público.


Si se reflexiona un poco más a profundidad, se puede notar que el espacio público se
encuentra en crisis; siendo sensaciones de rechazo incluso miedo por parte de la
población las que están caracterizando a estos espacios al considerar que se han vuelto
peligrosos, no ofrecen protección y tampoco son protegidos; en muchos casos su
mantenimiento ha pasado de ser escaso a ser inexistente (más aún con la crisis
sanitaria); reafirmando aún más dichas sensaciones.
Resultado de estas sensaciones, el espacio público se encuentra en peligro, dándose
las siguientes circunstancias:
La fragmentación de la ciudad, al dividirse en centralidad y periferia. En la centralidad
se viven fenómenos de gentrificación en el caso del comercio y negocios, y tugurización,
al presentarse hacinamiento y densificación de estos sectores. En la periferia en cambio
se pueden distinguir dos tipos de urbanización; el primero corresponde a los llamados
cinturones de pobreza y el segundo corresponde a la autosegregación, grandes
conjuntos habitacionales y urbanizaciones cerradas que cuentan con equipamiento e
infraestructura, destinadas a los sectores de altos ingresos económicos, lo que lleva a
la segmentación.
Precisamente, la ciudad se encuentra segmentada y esto ha dado paso a la inseguridad.
Las ciudades, sobre todo en América Latina, se han vuelto altamente inseguras y
violentas, lo cual reduce el tiempo de la urbe (al no poder transitar por A o B sectores y
calles a partir de ciertas horas dada su peligrosidad), disminuye el espacio (restricción
de lugares), aumenta la desconfianza y se pierde el sentido de colectividad. Justamente
de aquí procede el temor a la ciudad y al espacio público, así como la proliferación de
espacios cerrados (urbanizaciones, centros comerciales) como una solución al
problema de seguridad.
Esta búsqueda de seguridad ha ocasionado en parte, la privatización del espacio
público, al observar que el uso de calles y autopistas se ve regulado por peajes, cómo
muchos parques y plazas se reservan el derecho de admisión mediante el pago a
empresas privadas que administran estos espacios. Caso que se puede observar con
la imposición del peaje de Pintag, el peaje de la vía Alóag – Santo Domingo o el ultimo
caso que se viralizó, que fue el del parque de Guápulo, donde las personas deben pagar
excesivas sumas de dinero si quieren tomarse fotos en el parque con su celular; si a
todo esto se suma la restricción de aforo a causa de la pandemia, se puede evidenciar
un cambio en la cultura, del espacio público al domicilio.
Es necesario que el espacio público recupere su lugar dentro de la estructura de la
ciudad, siguiendo las cuatro condiciones que lo definen; siendo lo simbólico, lo
simbiótico, el intercambio y lo cívico.
Se sabe que el espacio público se define como comunicacional y funcional, dada su
capacidad de dar soporte a múltiples actividades y roles, por lo cual la centralidad
urbana (al ser espacio público por excelencia), es el lugar que mayor carga simbólica
tiene en la ciudad.
Los espacios públicos, como se ha mencionado anteriormente, son lugares de
integración social, de encuentro, de diversidad y respeto; son espacios que
proporcionan identidad colectiva a la población a lo largo del tiempo, es decir, al ser
públicos, dejan un legado en tiempo y espacio que define a la ciudadanía. Las políticas
de simbiosis constituyen transporte, nomenclatura, mobiliario urbano, comunicación;
donde no se trata de disminuir la diferencia, sino de respetarla mediante la inclusión; al
ser la ciudad un espacio heterogéneo, es necesario potenciar la diversidad mediante el
encuentro.
Finalmente, es necesario recordar que el espacio público también es cívico, es donde
se forma la ciudadanía, donde se origina la política; marchas y concentraciones
empiezan o terminan en plazas públicas; siendo lugares de consenso y conflicto a la
vez. En la actualidad, sin embargo, el poder de la plaza ha sido sustituido por el de las
redes sociales y medios de comunicación, ya que, si el conflicto no consta en estos
medios, para la población simplemente no existe.

Conclusión.

Es evidente que la definición teórica del espacio público se encuentra bastante alejada
de la realidad, al contemplar diferentes puntos de vista como el político, económico,
social, seguridad, y ahora con la crisis sanitaria a causa de la pandemia, el factor de
bioseguridad; el espacio público dista mucho de ser lo que plasman los libros. En la
mayoría de los casos se han vuelto lugares peligrosos que causan miedo y rechazo a la
población y en otros, se ha optado por exigir un pago para poder gozar de estos con
seguridad.
Si se contempla desde una perspectiva incluso más amplia, es claro que la cultura del
capital ha influido en la creación de estos “espacios públicos” seguros y privatizados,
puesto que espacios públicos tales como parques, plazas y canchas deportivas no
otorgan ganancias económicas a las empresas privadas, en cambio los centros
comerciales, parques y plazas privados y grandes estadios sí; es por eso que, al no
generar ingresos, la inversión en espacio público de calidad se ha dejado de lado, el
mantenimiento se ha vuelto inexistente y la versatilidad de estos espacios ha quedado
atrás; dejando de lado a la vez su identidad y significado.

Bibliografía.
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