3 El Humanismo La Necesidad y La Estetica

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3.

EL HUMANISMO EN LA PEDAGOGÍA CRÍTICA


DE PAULO FREIRE
Fabiola Becerril Bonilla*

La pedagogía crítica se fundamenta en la teoría crítica, que tuvo


como punto de partida la investigación sociológica y cuya “labor
fue comprender la crisis de la modernidad desde todas las pers­
pectivas posibles” (Bórquez, 2006, p. 58). Una de ellas, por dar un
ejemplo, es la económica, de la que se puede decir que el sistema
capitalista que la rige ha fomentado una sociedad clasista, en la que
las riquezas son mal distribuidas y las desigualdades son cada vez
más acentuadas.
Por su parte, la pedagogía crítica apuesta a que la forma de evitar
la explotación, la cosificación y desigualdad entre los hombres es a
través de la educación, porque “formar es mucho más que simple­
mente adiestrar al educando en el desempeño de destrezas” (Freire,
1999, p. 16). Es necesario, en este sentido, ir más allá de la lógica ca­
pitalista de acumulación, es decir, formar no es equivalente a intro­
ducir de manera intacta una gran suma de saberes prácticos o no.
Formar implica todas las dimensiones que componen al hombre.

* Licenciada en Pedagogía por la upn y estudiante de la Maestría en Desarrollo


Educativo en la misma institución.

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La necesidad de la ética y la estética en la teoría pedagógica

La pedagogía es la disciplina que de hecho se ocupa de la formación


del hombre en sus diversas dimensiones, es continuo movimiento,
emotividad que lleva a la reflexión-acción, “en el centro de su propia
definición se encuentra la tarea de educar a los alumnos y alumnas
para que se conviertan en agentes críticos” (McLaren, 1997, p. 17).
Sólo se puede hablar de pedagogía cuando se trata de hacer pensar al
hombre, de situarlo en un lugar en el que puede emitir juicios de su
propio contexto e intervenir para modificarlo positivamente.
La pedagogía pues, está atenta a los procesos formativos y no
pierde de vista que “la educación constituye la tarea continua de ser
más que un mecanismo para la reproducción social” (Giroux, s/a,
p. 150). Ciertamente es válido decir que “la pedagogía nunca es ino­
cente” (p. 42) pues existe en el acto educativo una intención, en el
caso de la pedagogía crítica hay una negación a admitir un conoci­
miento que no tenga valor ni histórico, ni moral (McLaren, 1997).
“La pedagogía crítica se interesa en la articulación del conocimiento
para los efectos sociales” (Giroux, s/a, p. 42). Es necesario que lo que
se aprende se ponga en movimiento para transformar las condicio­
nes de vida de los sujetos.
Se puede notar una evidente dimensión ética en los procesos pe­
dagógicos, sobre todo en los que llevan la premisa de lo crítico. La
pedagogía forma conciencias y en ese sentido “negarse a tratar la pe­
dagogía como una práctica moral y política hace más que socavar la
oportunidad de los educadores para explorar sus posibilidades trans­
formativas” (Giroux, s/a, p. 128). Es necesario para el óptimo desa­
rrollo de la pedagogía crítica –y de cualquier pedagogía– reconocer
cuál es su lugar en la conformación de los sujetos, comprender que lo
que aprenden, los lleva a la acción.
Es un hecho que nada humano está determinado una vez y
para siempre, de igual modo “Cualquier noción viable de pedago­
gía crítica tiene que reconocer su propio carácter indeterminado y
parcial” (Giroux, s/a, p. 136). Esa peculiaridad es la oportunidad
de seguir creciendo, de transformarse en comunión con el mundo
humano, eternamente cambiante.

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3. El humanismo en la pedagogía crítica de Paulo Freire

En la actualidad, el mundo se deja llevar por la vertiginosa co­


rriente de la globalización y el neoliberalismo, en este contexto la
naturaleza cambiante del hombre se acentúa y su capacidad reflexi­
va se ve nublada debido a lo efímero de la vida cotidiana. En el
intento de estar a la vanguardia para sobrellevar el mundo actual,
el hombre moderno se pierde, pues deja su formación humana en
segundo término.
El hombre que está en continuo aprendizaje, se ve obligado a
enfocar esa capacidad en el exterior, porque pretende saber cómo
operar un ordenador o un teléfono inteligente, se enfoca en apren­
dizajes técnicos que consumen su existencia. A causa de ello no rea­
liza una reflexión sobre él mismo, su propia naturaleza y condición:
se queda afuera, en las apariencias, no conoce sus emociones, su
dualidad, su libertad. Todas características que conforman al hu­
mano, aquel al que el hombre debe aspirar llegar a ser.
En consecuencia, hay una ignorancia de los hombres sobre sí
mismos, lo que no es una nimiedad, porque los reduce de la po­
sibilidad de ser humanos a ser autómatas, esclavos de sus deseos
siempre crecientes, que “instalándose en el trágico descubrimien­
to del poco saber de sí, hacen de sí mismos un problema” (Freire,
2000, p. 31). No sólo en su propia inconsciencia, sino en la de los
otros, pues al desconocer que se es, se ignora al otro, se le cosifica,
se le hace objeto; el hombre en su pluralidad no se refleja en el otro,
porque no sabe quién es él mismo, mucho menos se percata de su
valor o capacidad, de su condición de posibilidad.
El pedagogo brasileño Paulo Freire pudo darse cuenta de que
las problemáticas del hombre, consecuencia del sistema económi­
co y de la modernidad han permitido el surgimiento de regímenes
autoritarios y despóticos (Bórquez, 2006), él mismo fue víctima de
ello, en su intento por educar –porque la vida se le fue en eso– ganó
el exilio que lo mantuvo lejos de Brasil largos años. Sin embargo,
nunca fue pesimista, ni perdió la esperanza de lograr un cambio
mediante la transformación de las prácticas educativas, a causa de
ello “Freire representa, en el contexto latinoamericano y el tercer

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La necesidad de la ética y la estética en la teoría pedagógica

mundo, la conjunción o comunión entre la teoría y la práctica”


(Malagón, 2010, p. 34).
En sus escritos encontraremos una serie de ideas que serán ca­
racterísticas de la construcción teórica que tanto se esforzó por
llevar a la práctica. A lo largo de su obra, hay ideas que son cons­
tantes, que se pueden definir como premisas fundamentales para
la comprensión de su pensamiento; pero sobre todo, la claridad de
que en todas ellas hay implícita y explícitamente una permanente
invitación a humanizar, puesto que Freire es un educador por ex­
celencia y “la educación ha sido considerada como un proceso de
formación, de humanización” (Malagón, 2010, p. 15).
Freire es uno de los principales exponentes de la pedagogía crí­
tica, lo que en suma con las disertaciones anteriores, permite tener
una idea de la naturaleza de su obra. Al respecto, se intentará, en
adelante, realizar una puntualización de los aspectos que resaltan a
la educación como proceso de humanización.
En primer término, una de las constantes que se encuentran en
los escritos del educador brasileño es el conocimiento de sí. Esta idea
es el punto de partida en la pedagogía Freireana, porque para él, el
conocimiento implica conciencia, es necesario romper con la igno­
rancia de sí mismo para dar apertura a procesos de formación y tras­
formación, porque en la historia del hombre “fue en la conciencia de
su inconclusión lo que generó su educabilidad” (1999, p. 57).
En la medida en que el hombre como especie sabe de sus ca­
pacidades y sus limitantes, reconoce en sí una dualidad en tensión
constante, en la que la armonía sólo se logra con un conocimiento
pleno y una educación permanente de las partes que constituyen
al ser humano, dimensión ética que es la libertad de hacer uso de
las posibilidades de ser “digno a la vez de admiración y de espan­
to; esencialmente ambiguo, literalmente ambivalente” (González,
1996, p. 18) y sin embargo, incompleto, indeterminado.
La vida del hombre es búsqueda, cambio, formación y trasfor­
mación. Hay en él un continuo aprendizaje, debe haberlo, su vida es
evolución. Desde la forma de ver Freireana es justo: “En la inclusión

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3. El humanismo en la pedagogía crítica de Paulo Freire

del ser que se sabe como tal, donde se funda la educación como
proceso permanente” (1999, p. 57).
La educación es inherente al hombre, pero no siempre lo sabe;
cuando lo reconoce, se sabe incompleto, necesitado de ella, entonces
la buscará continuamente, porque algo en él lo pedirá. El autocono­
cimiento es igual a la conciencia de sí, a su vez “la concientización
es una exigencia humana, es uno de los caminos para la puesta en
práctica de la curiosidad epistemológica” (Freire, 1999, p. 54).
La curiosidad lleva a la investigación a buscar conocimiento y a
saber que los seres humanos pueden actuar bien o mal con relación
a lo moral, porque “Sólo los seres que se volvieron éticos pueden
romper con la ética” (Freire, 1999, p. 57). Freire, entonces, mediante
su pedagogía indica que es necesario educar para que los sujetos
decidan cómo dirigir su libertad de acción hacia lo mejor.
Lograr la frónesis, la prudencia, “la frónesis viene de adentro, es
una capacidad del sujeto de decidir qué es lo mejor, lo más adecua­
do” (Malagón, 2010, p. 34). Por eso, para Freire es tan importante el
auto-conocimiento, el saber de la naturaleza propia del hombre es
el origen de la posibilidad de transformación. La educación es un
acto inherente al hombre porque es ambiguo y necesita saberlo, de
lo contrario está mutilado.
En este primer punto hay una conexión de ideas: el hombre re­
quiere conocerse, saber qué es para decidir quién es. Luego enton­
ces habrá una conciencia de la existencia, del deber ser y hacer; sólo
es posible cambiar de la ignorancia al conocimiento a través de la
educación. Es decir, no es una idea lo que se expone, es un proceso
que va vinculando experiencia y transformación. Empero, no toda
educación lleva a la conciencia del ser, de tal modo que podemos
percibir en el pensamiento de Freire una red de complejidades en­
trelazadas entre sí.
En segundo término, encontraremos el proceso educativo, el
cual es un punto medular. Es necesario salir de la memorización, se
debe llevar al educando a una cierta emotividad que le haga desear
el aprendizaje, involucrarse con él, introyectarlo de tal modo que

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La necesidad de la ética y la estética en la teoría pedagógica

sea parte de su existencia, en contraste con la práctica actual que


“revela una incapacidad fundamental para referirse a lo que podría
significar crear las condiciones necesarias para que el conocimiento
sea significativo con vistas a convertirlo en crítico o transformador”
(Giroux, s/a, p. 131).
Es menester cambiar la educación en la que se estereotipa a los
actores de la misma, reduciéndolos a ser entes pasivos, con pocos
retos de aprendizaje, señalados como seres vacíos que necesitan ser
llenados. El docente y el alumno están en lugares muy distantes el
uno del otro, pero inamovibles, pues los roles son muy específicos y
claros, el maestro es el que sabe y el alumno el que aprende y nece­
sita del primero para salir de su ignorancia. Freire hace una crítica
severa a este tipo de educación al decirnos que “en esta visión dis­
torsionada de la educación, no existe creatividad alguna, no existe
transformación ni saber” (1973, p. 73).
La crítica de Freire es detallada, con fundamento y estudio de los
hechos. De modo que categoriza las prácticas descritas como educa-
ción bancaria (1973); el alumno recibe con actitud pasiva, mientras
que el docente le deposita el conocimiento. Para Freire “La rigidez
de estas posiciones niega a la educación como proceso de bús­
queda” (p. 73), existe una reducción en las capacidades del alumno,
se le minimiza suponiéndolo ignorante, incapaz de conocer por sí
mismo, necesita alguien que le proporcione conocimientos.
Pero, para el pedagogo brasileño debe haber en el proceso
enseñanza-aprendizaje algo más que la acumulación de conoci­
mientos, se debe trabajar en una elaboración mental que debe
estar en constante movimiento, hay que dar a los sujetos posi­
bilidades de actuar, porque “estudiar no es un acto de consumir
ideas, sino de crearlas y recrearlas” (Freire, 2003, p. 53). No puede
reducirse a la repetición exacta de enunciados, requiere su com­
prensión e incorporación a cada una de las dimensiones que com­
ponen a los sujetos.
La enseñanza como proceso formativo compromete a los docen­
tes y alumnos a una interacción permanente; los dota de un vínculo

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3. El humanismo en la pedagogía crítica de Paulo Freire

perpetuo, porque el hombre puede ser docente o alumno, ocupar


cualquiera de estos roles, pero su naturaleza lo lleva a humanizarse.
Eso lo sujeta a la educación, entonces se entiende que cuando hay
un cambio en ella, también lo hay en los educandos, idea que deriva
del planteamiento freireano: “Que el acto de estudiar, en el fondo
es una actitud frente al mundo” (Freire, 2003, p. 51). Según como
sea definida la práctica educativa, cada uno de los actores tomará su
lugar y su hacer será en directa relación con ella.
Una tercera idea que deviene, casi como consecuencia inmedia­
ta de las otras, es la alfabetización. Tanto énfasis le da Freire, que
de hecho escribió (entre muchos otros textos en relación) un libro
entero sobre ello: La importancia del acto de leer. Para Freire el prin­
cipio del conocimiento está en aprender a leer y escribir, no como
dos acciones aisladas, sino como las partes de un proceso que cul­
mina con la reflexión de lo que se es: hombre. El analfabetismo es
un acto perverso, pues implica que se ha “despojado de su palabra”
(Freire, 2000, p. 41) a determinados grupos sociales, sumiéndolos
en una abrumadora desigualdad.
Sin embargo, “Este mundo humano, histórico y cultural no exis­
te fuera de la intersubjetividad y la comunicación” (Freire, 2006,
p. 26). Todo lo creado por el hombre tiene una interpretación que
puede cambiar a través del conocer, del aprendizaje que se torna
inherente a todo hombre. Pues a pesar de pretender convertirlo en
objeto, quitándole la oportunidad de alfabetizarse, el hombre tiene
la capacidad de comunicarse, descifrar el lenguaje y a través de ello
sumar saberes que le permitan formarse y transformarse.
El mundo se construye y constituye por palabras, la comunica­
ción es un proceso básico en el desarrollo del hombre porque: “El
conocimiento humano es una estructura dialógica” (Freire, 2006,
p. 26). Siempre que hay contacto con otro hay aprendizaje, pero
cuando se conoce el significado de los símbolos gramaticales una
puerta nueva se devela, el camino de ser siempre lo mismo se abre
en infinidad de veredas, de posibilidades, el acto de leer, de ser alfa­
betizado para Freire es la llave de la libertad.

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La necesidad de la ética y la estética en la teoría pedagógica

Empero, Freire nos deja una premisa elemental en este sentido,


consiste en la necesidad de reconocer “la dimensión socio-política
de la alfabetización” (Malagón, 2010, p. 12), darle su lugar en el
contexto formativo, no sólo dentro de la escuela, sino en la vida
de los sujetos, pues la lectoescritura es un medio de aprendizaje,
es “el proceso a través del cual la vida se hace historia” (Freire,
2000, p. 4), es inmortalizar ideas y pensamientos heredándolos al
devenir del hombre. Es la manera de construir, de formar y trans­
formar el pensamiento, logrando como consecuencia “La praxis
que es el hombre como ser humano” (Malagón, 2010 p. 37).
Es muy clara la intención de Freire en sus planteamientos pe­
dagógicos. Hay una idea implícita que nos deja ver que la pedago­
gía representa un compromiso con el futuro (McLaren, 2008),
porque es una propuesta formativa a largo plazo, que pretende dar
otra lógica a la vida del hombre, liberarlo del yugo de sus títulos:
fuerza de trabajo, consumidor, desarrapado. Se debe buscar cons­
truir una educación junto con los educandos, pues la educación
misma es un proceso dialógico; las ideas deben fluir de todas las
bocas, el docente tiene su lugar como guía, pero está cerca de los
alumnos porque reconoce que no sólo enseña, también aprende.
La pedagogía freireana, la escrita por Freire y la hecha retomando
a Freire, debe tener como fin último el transformar a los hombres
en humanos. Que sean conscientes de la libertad que tienen de ser
y de hacer, pero que sus actos sean orientados positivamente. Así
Freire abre una dimensión exclusivamente humana, la ética. Sobre
ello, considera que más allá de los problemas filosóficos en la mate­
ria se debe definir una ética universal, para lo que expone: “cuando
hablo de la ética universal del ser humano estoy hablando de la ética
en cuanto marca de la naturaleza humana, en cuanto algo absoluta­
mente indispensable a la convivencia humana” (1999, p. 19).
Es posible, hasta aquí, identificar algunos rasgos que hacen del
humanismo, el destino de la obra freireana, cada uno tiene que ver
con sus ideas centrales; la necesidad de concientizar a los sujetos
sobre su propia condición, la educación como creación y necesidad

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3. El humanismo en la pedagogía crítica de Paulo Freire

del hombre, la libertad de actuar o dimensión ética. Todos los pun­


tos son de vital consideración y reflexión para comprender y cons­
truir sobre los cimientos de la pedagogía freireana.
El pedagogo brasileño hace una invitación a la congruencia, a
llevar una práctica realmente pensada, y pensada bien, para lo que
nos dice: “Pensar acertadamente es una postura exigente, difícil, a
veces penosa, que tenemos que asumir frente a los otros y con los
otros” (Freire, 1999, p. 48). Es una invitación a actuar de acuerdo
con lo que se cree y con lo que se sabe, demostrando lealtad a las
propias convicciones.
No obstante, en el abismo de las acciones hay decisiones que se
toman a cada momento, no siempre con plena reflexión y concien­
cia, hay una posibilidad latente de faltar incluso al credo mismo del
que se proclama ser afecto, porque para el hombre “El problema de
su humanización, a pesar de haber sido siempre, en un contexto
real, concreto, objetivo, son posibilidades de los hombres como seres
incon­clusos y conscientes de su inconclusión” (Freire, 2000, p. 32).
El hombre es un ser cambiante, que vive preso de sus decisiones,
porque se define a cada momento, después de cada acción. Es en esa
medida el hombre debe ser formado permanentemente para llegar
a ser humano.

Referencias

Bórquez, R. (2006). Pedagogía Crítica. México: Trillas.


Freire, P. (1973). ¿Extensión o comunicación?: La concientización en el medio rural.
México: Siglo XXI.
Freire, P. (1999). Pedagogía de la autonomía. Saberes necesarios para la práctica edu-
cativa. México: Siglo XXI.
Freire, P. (2000). Pedagogía del oprimido. Uruguay: Siglo XXI.
Freire, P. (2003). La importancia del acto de leer y el proceso de liberación. México:
Siglo XXI.
Freire, P. (2006). La importancia del acto de leer. Caracas: Laboratorio educativo.

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La necesidad de la ética y la estética en la teoría pedagógica

Giroux, H. (s/a) Estudios culturales, pedagogía crítica y democracia radical. México:


Editorial popular.
González, J. (1996). El ethos destino del hombre. México: fce.
Malagón, L. (2010). Las ideas pedagógicas de Paulo Freire. Pedagogía Política y socie-
dad. Bogotá: Magisterio Editorial.
McLaren, P. (2008). Pedagogía crítica: de qué hablamos, dónde estamos. Barcelona,
España: Graó.

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