Ciencia y Tecnología en Argentina
Ciencia y Tecnología en Argentina
Ciencia y Tecnología en Argentina
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El Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) fue creado por Decreto Ley N°
1291 del 5 de febrero de 1958, respondiendo a la percepción socialmente generalizada de la necesidad de
estructurar un organismo académico que promoviera la investigación científica y tecnológica en el país.
Su primer presidente fue Bernardo A. Houssay -Premio Nobel de Medicina en 1947-, quien le infundió a la
institución una visión estratégica expresada en claros conceptos organizativos que mantuvo a lo largo de
más de una década de conducción.
Instituido como organismo autárquico bajo dependencia de la Presidencia de la Nación, se lo dotó entonces
de una amplia gama de instrumentos que se juzgaban adecuados para elevar el nivel de la ciencia y de la
tecnología en la Argentina al promediar el siglo y que aún hoy constituyen el eje de sus acciones: las
Carreras del Investigador Científico y Tecnológico y del Personal de Apoyo a la Investigación, el
otorgamiento de becas para estudios doctorales y postdoctorales, el financiamiento de proyectos y de
Unidades Ejecutoras de investigación y el establecimiento de vínculos con organismos internacionales
gubernamentales y no gubernamentales de similares características.
CONICET hoy
Actualmente, el CONICET revista como ente autárquico del Estado Nacional bajo la órbita de la Secretaría
de Gobierno de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, dependiente del Ministerio de Educación,
Cultura, Ciencia y Tecnología.
Tras 61 años de existencia, el CONICET constituye uno de los activos más importantes del capital nacional
en materia científica y tecnológica:
Integra investigadores de todas las áreas disciplinarias, quienes desarrollan sus tareas mayoritariamente en
Universidades Nacionales, en organismos de investigación en ciencia y tecnología y en Unidades Ejecutoras
propias o en asociación con otras instituciones.
Cuenta con un sistema de evaluación implementado desde los orígenes del CONICET y actualizado según la
experiencia propia e internacional acumulada. Este sistema de evaluación participativo y riguroso,
contempla y pondera la calidad de los proyectos de investigación presentados, la productividad derivada de
ellos, así como la trayectoria de individuos y grupos de investigación.
Representa una fuente de información y asesoramiento tanto para los distintos estamentos del Estado
Nacional como para la actividad privada.
https://www.cfkargentina.com/decada-ganada-ciencia-y-tecnologia/
“Juntame a ocho o diez de los mejores científicos argentinos, quiero saber qué les duele y dónde les duele”
le dijo el ex presidente al matemático Adrián Paenza
Con la asunción en 2003 del presidente Néstor Kirchner, comenzó el final de una época oscura en materia de
ciencia en Argentina. “Juntame a ocho o diez de los mejores científicos argentinos, quiero saber qué les
duele y dónde les duele” le dijo el ex presidente al matemático Adrián Paenza tras anunciar una suba del
50% en los sueldos de los investigadores del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas
(CONICET) a principios de 2004. Esa primera medida se cristalizaría en la creación, en 2007, del Ministerio
de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva.
El aumento del presupuesto, el financiamiento para proyectos productivos y científicos, la mayor cantidad
de investigadores, la construcción de infraestructura, la repatriación de científicos residentes en el exterior,
el desarrollo de un plan estratégico de ciencia, la realización de Tecnópolis, junto a destacados
descubrimientos y desarrollos nacionales, permiten hablar de una década ganada para la ciencia argentina.
Por primera vez en la historia, Argentina cuenta con un Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación
Productiva. Creado en diciembre de 2007 por la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, es el primero en
Latinoamérica que contempló a la innovación productiva asociada a la ciencia y la tecnología. Desde su
creación, está dirigido por el doctor en Ciencias Químicas Lino Barañao.
Durante el año 2002 la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica, ejecutó fondos por un
monto superior a $55.000.000 para financiar proyectos de investigación, desarrollo e innovación. Solo en
2012, la Agencia adjudicó más de $1.000.000.000 a más de 2.000 proyectos para acompañar el crecimiento
sostenido del sector científico y productivo del país.
Por su parte el CONICET recibió desde 2003 un impulso significativo. Un investigador adjunto que percibía
alrededor de $1.600, recibe en la actualidad más de $13.500. Un técnico auxiliar que cobraba $764, ahora
tiene un sueldo de más de $7.600. Finalmente las becas doctorales pasaron de $900 a $6.100 en el mismo
período.
En 2003, el déficit de infraestructura para la ciencia argentina era de 120.000 metros cuadrados. Durante
décadas no se construyeron laboratorios ni institutos de investigación y los edificios existentes presentaban
serias condiciones de abandono. Desde el 2007, el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación
Productiva, lleva construidos en el marco del Plan de Obras para la Ciencia y la Tecnología, más de 45.000
metros cuadrados que demandaron una inversión cercana a los $250.000.000. Además, hay otras 19 obras en
construcción y 11 comprometidas por un monto superior a $290.000.000 y más de 66.000 metros cuadrados.
Se destaca el actual Polo Científico Tecnológico y sede administrativa del Ministerio de Ciencia, que
demandará una inversión total de $250.000.000 en 44.712 metros cuadrados de superficie.
Desde el año 2004, el Ministerio fomentó la repatriación de 972 científicos que vivían y ejercían su
profesión en el exterior. A partir de la promulgación de la “Ley RAICES” (Ley 26.421) la repatriación de
investigadores es política de Estado. Esta ley promueve no solo el retorno de científicos e investigadores,
sino que también fomenta la vinculación entre los científicos residentes en Argentina y aquellos que viven
en el extranjero.
El CONICET está integrado en la actualidad por 7.194 investigadores, 2.312 técnicos y 8.553 becarios
(entre doctorales y posdoctorales). En 2003 solo había 3.804 investigadores, 2.378 técnicos y 2.221 becarios.
El presupuesto de la institución pasó de 260 millones en el 2003 a 2.900 millones en 2013.
El Ministerio presentó en 2013 el Plan Nacional Argentina Innovadora 2020. A través del Plan, el Ministerio
pone el acento en políticas focalizadas en tecnologías (nanotecnología, biotecnología y TIC) y sectores
(ambiente y desarrollo sustentable, agroindustria, energía, salud, industria y desarrollo social) estratégicos.
Además, el mismo identifica 34 núcleos socio-productivos hacia donde orientar las capacidades de trabajo
del sistema científico con el objetivo de federalizar el impacto de la innovación. Del proceso de discusión
participaron más de 300 referentes de todo el país.
En noviembre de 2007, se firmó un convenio entre autoridades argentinas y de la Sociedad Max Planck de
Alemania para la creación del Instituto de Investigación en Biomedicina de Buenos Aires – CONICET –
Instituto Partner de la Sociedad Max Planck (IBioBA-CONICET-MPSP). Funciona dentro del Polo
Científico Tecnológico, cuenta con 1200 metros cuadrados de laboratorios y un plantel de 61 investigadores.
Es el primer instituto Max Planck de Latinoamérica.
Tecnópolis
Tecnópolis es la megamuestra de ciencia, tecnología y arte organizada por la Unidad Ejecutora Bicentenario
de Secretaría General de Presidencia en Villa Martelli. Tiene dos objetivos fundamentales: ser un lugar de
esparcimiento y educación para el público en general y generar un espacio para que los jóvenes consideren
la opción vocacional por las carreras científico tecnológicas. Durante la primera edición, en 2011, la muestra
contó con 17 espacios del Ministerio de Ciencia y 13 en 2012. Durante el año pasado la visitaron más de
3.500.000 personas.
TecTV
En abril de 2012 comenzó a transmitir oficialmente y con su programación completa el canal TECTV, el
primer canal público destinado a la difusión de la ciencia, la tecnología y la industria nacional. Cuenta con
una programación íntegramente producida y emitida en alta calidad digital (HD).
Hitos científicos
El fuerte impulso en materia de políticas científicas experimentado desde 2003 y acrecentado tras la
creación del Ministerio, se reflejó en nuevos desarrollos y descubrimientos. Los hechos más destacados de
esta década se detallan a continuación.
Científicos del CONICET y de la Universidad Nacional del Litoral, con el apoyo de la empresa Bioceres
S.A., desarrollaron un gen para mejorar semillas de diferentes cultivos. Se halló la forma de generar plantas
tolerantes al estrés hídrico y salino y aumentar la productividad. El descubrimiento se da a partir de la
inserción de un gen, de la familia del ya patentado HAHB-4, en plantas de soja, trigo, alfalfa y maíz para
generar especímenes más resistentes.
El Ministerio financia grupos de investigación participantes del proyecto científico que utiliza el Gran
Colisionador de Hadrones del Consejo Europeo para la Investigación Nuclear (CERN), en Ginebra, Suiza.
Durante la primera etapa de construcción del colisionador, científicos argentinos contribuyeron a generar
circuitos eficientes de conversión de potencia. Investigadores pertenecientes a las universidades de Buenos
Aires y La Plata participaron asimismo del proyecto ATLAS que tuvo a su cargo el diseño y la construcción
de uno de los cuatro detectores de partículas que contiene el colisionador.
Rosita ISA
Yogurito
El “Yogurito” es un alimento lácteo fermentado que contiene el probiótico Lactobacillus rahmnosus CRL
1505. Fue desarrollado por el Centro de Referencia para Lactobacilos (CERELA-CONICET). Su consumo
permite reforzar el sistema inmunológico que se encarga de proteger al organismo de bacterias causantes de
enfermedades. Actualmente el programa Yogurito-Escolar beneficia a 100.000 niños y niñas que reciben el
yogurt probiótico tres veces por semana como complemento alimentario.
Argentina puso en órbita el pasado 26 de abril, el primer nano satélite de plataforma abierta de su historia.
Se trata de un desarrollo nacional financiado por el Ministerio de Ciencia y producido por la empresa
Satellogic en colaboración con INVAP. El “Capitán Beto”, cuyo nombre técnico es CubeBug-1, es un
satélite de 2 kg de peso, concebido, diseñado y fabricado en el país. Tanto el software como el hardware son
de plataforma abierta y están disponibles para aficionados, universidades e institutos de investigación.
En 2011 se apoyó fuertemente la investigación en la misión del satélite argentino SAC-D/Aquarius llevado a
cabo por la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE) y la National Aeronautics and Space
Administration (NASA). El satélite fue lanzado el 9 de junio desde la base Vanderberg en Estados Unidos.
La cartera aportó U$S 1.300.000 para financiar la ejecución de 15 proyectos de investigación que se realizan
en nuestro país con los datos que provee el satélite para aumentar el conocimiento sobre el océano, el clima
y el medioambiente.
Pierre Auger
Para resolver el enigma de los rayos cósmicos ultra-energéticos, el Observatorio Pierre Auger mide las
cascadas de partículas que se producen cada vez que un rayo cósmico choca contra las moléculas de la
atmósfera superior. Así se determina la energía, dirección de llegada y la naturaleza de los rayos cósmicos
de las más altas energías observables. Está ubicado en los departamentos de Malargüe y San Rafael,
provincia de Mendoza. El Observatorio consiste en 1.600 detectores de superficie, distanciados a 1,5 km
entre sí y cubriendo una superficie total de 3.000 km2. Fue inaugurado en 2008.
En 2012 se realizó la inauguración de la primera planta de América del Sur que producirá anticuerpos
monoclonales para el tratamiento de cáncer y enfermedades autoinmunes y que contó con financiamiento de
la cartera de Ciencia. Estos medicamentos ofrecen tratamientos novedosos y efectivos para el cáncer y otras
enfermedades infecciosas e inflamatorias. Actualmente, el costo de estas terapias resulta muy elevado, por
eso es estratégico para el país el desarrollo de una producción local que amplíe su acceso a una mayor
cantidad de personas.
https://noticias.perfil.com/2018/09/02/desfinanciamiento-en-ciencia-y-tecnologia-regreso-al-menemismo/
Los niveles de reducción en términos de porcentaje del PBI y subejecución presupuestaria alcanza niveles
no vistos en los últimos 15 años. La fuga de cerebros, a un pestañeo de hacerse masiva.
L a situación del sector científico en la Argentina está alcanzando una situación que no se vivía desde los
días de la presidencia de Carlos Menem y del “que se vayan a lavar los platos” del ex super ministro
Domingo Felipe Cavallo. El problema es que en aquella época el desarrollo de la Ciencia y de la Tecnología
(CyT) venía mal. Pero desfinanciar el sistema ahora es como frenar el carrito de la montaña rusa en plena
subida. y bastante antes de llegar a la cúspide. El presupuesto actual para el sector retrocedió un 30%
respecto del del año 2015, y se acerca a los niveles que tenía hace una década. Para recuperar el nivel de
inversión que hubo en aquél 2015, habría que aumentar el presupuesto actual en unos 12.000 millones de
pesos. En medio de los recortes impuestos por el Fondo Monetario Internacional (FMI) no parece posible
que esto vaya a lograrse.
Hace unos días, el ingeniero Jorge Aguado, Subsecretario de Políticas en Ciencia, Tecnología e Innovación
Productiva del Ministerio de Ciencia, dijo en una entrevista que la inversión pública argentina en CyT es
superada únicamente por Corea del Sur. Pero eso no es así. De acuerdo con la UNESCO, la inversión
pública de la Argentina en CyT es del 0,5% del PBI. Corea del Sur, con el 4,3%, es (efectivamente) el país
que más invierte en I+D en el mundo, seguido por Israel (4,2%). Con diferencias, Japón, Finlandia, Suiza,
Austria, Suecia, Dinamarca y Alemania no se bajan del 2,9%.
Hay 26 países con más inversión en Ciencia y Tecnología que la Argentina, incluyendo a Turquía (0,9%,
aún con la crisis de la lira) y Brasil (1,3%). Es cierto que los sectores que financian al sector no son siempre
el Estado, porque a mayor desarrollo del país, mayor participación de los privados. Con lo cual, cerca del
75% de la inversión en CyT en la Argentina proviene del sector público, mientras que en Corea esa relación
es de poco más del 20%.
Con la intención de aclarar este punto, el Ministro de Ciencia Lino Barañao comenta a NOTICIAS, “lo que
decimos respecto a la inversión es que la Argentina es de los países en que el Estado invierte más en ciencia
básica en proporción al PBI. Esos son datos de la OCDE. Obviamente la inversión global de otros países es
mayor pero con mayor aporte a la investigación aplicada y desarrollo tecnológico. Y también con mucha
mayor proporción del sector privado”.
Sin embargo, hay dos factores a tener en cuenta en este sentido: que cada país que ha logrado entrar al grupo
de las denominadas “naciones desarrolladas” lo consiguió en base a apalancar sus áreas científico-
tecnológicas. Y el modelo, más allá de los signos políticos y económicos, es siempre similar: el Estado pone
el foco en uno o en más áreas a las que toma como estratégicas y que pasan a ser política de Estado.
Financia esas áreas mientras las mismas maduran y se crean empresas hasta que el país está en condiciones
de autoabastecerse y, luego, de exportar. Israel y Estados Unidos tomaron al área de Defensa como motor
impulsor; Francia, a la energía nuclear; Corea y Singapur, a la informática de punta; la Unión Soviética, en
su momento, a la tecnología espacial. En algún momento, ese apoyo es sobre lo que se llama “ciencia
básica”. No es factible hacer crecer una planta sin haberla sembrado primero unas cuantas semillas.
En el caso de Israel, además, ese impulso al sector científico y tecnológico se apoyó sobre la gran cantidad
de doctores que tenía el país. Y este es uno de los aspectos que miran las empresas inversoras de alto valor
agregado cuando se asientan en una nación: no es la mano de obra esclava la que atrae inversiones de
calidad, son la infraestructura, la calidad del conocimiento, la cantidad de doctores y de especialistas y de
técnicos. Costos bajos, sí, pero con formación.
Es por eso que todo el ecosistema científico está de pie y en estado de alerta, pidiendo que se trate y se
apruebe la Ley de financiamiento para Ciencia y Tecnología que ya fue aprobada por el Senado pero que
está trabada en la comisión de Presupuesto de la Cámara de Diputados. Es por eso que 240 directores de
institutos del CONICET (el 90%, sobre un total de 266) firmaron una carta advirtiendo que están en
“situación de emergencia total”. Porque las becas para entrar a la carrera del organismo se redujeron en un
66%, porque con la devaluación los insumos licitados ahora no se pueden comprar, porque hay obras de
infraestructura que quedaron a medio hacer, porque el salario de un becario post doctoral (recurso humano
de altísimo valor agregado) ronda los 25.000 pesos o menos. Porque esta semana (y antes de la corrida que
puso el dólar a casi 40 pesos) se le anunció a investigadores argentinos que trabajan en el extranjero con
convenios de cooperación que no recibirán el dinero de sus subsidios, con lo cual algunos no pueden
siquiera viajar.
El ministro Lino Barañao le dijo a NOTICIAS que “esto sucede porque algunas misiones se reprogramarán
para adecuarlas al ingreso de las partidas presupuestarias que se desembolsan trimestralmente. Además, el
aumento de los costos se debió a la diferencia en el tipo de cambio y a aumentos adicionales en algunas
aerolíneas”. Por ahora, los investigadores no saben en qué situación están.
A esto se le suma la situación de las universidades nacionales, que ya pasaron su cuarta semana de paro con
toma de universidades y manifestación masiva incluida (se calcula que hubo unas 500 mil personas en las
calles el jueves pasado), algunas sin poder pagar servicios tan básicos como luz y gas. Aunque pocos lo
toman en cuenta, ellas aportan entre un 22% y un 30% del presupuesto en investigación científica.
Otra vez, con la corrida del dólar, un investigador que hoy está en la carrera del CONICET, con diez años de
antigüedad, cobra menos de mil dólares. Si tenemos en cuenta que en el exterior esa suma ronda
mínimamente los cuatro mil dólares, la fuga de cerebros ya está en marcha.