APRENDIZAJE
APRENDIZAJE
APRENDIZAJE
INTRODUCCION
En el presente artículo se procura ofrecer un resumen con las distinciones que Leadership
considera más importante en relación al Aprendizaje, su confección se basa en los libros “El
observador y su mundo Vol. 2” de Rafael Echeverría y “Metamanagment” de Fredy Kofman.
Lo anterior asusta a muchos, nos hacemos cargo de ese miedo, pues resulta perfectamente
legítimo y comprensible. Y frente a él respondemos con los siguientes alcances:
APRENDER A APRENDER
Los seres humanos, en un nivel inicial, no necesitan ser instruidos acerca de cómo aprender.
Desde los primeros instantes de nuestra vida, aprendemos sin que nadie nos diga cómo. Y
seguimos aprendiendo por el resto de nuestros días. Esta competencia para aprender en forma
continua a menudo produce una ceguera que nos hace tomar el aprendizaje por garantizado,
estamos más ocupados por “que” aprendemos que por “como” lo hacemos.
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Hay sin embargo una competencia que no todos hemos adquirido: la de realizar en forma
competente la acción de aprender. El aprendizaje no es solo una manera de incrementar
nuestras competencias, nuestra capacidad de acción. Es, en sí mismo, también una acción que
requiere competencias propias.
Supongamos que alguien dice “Tomas aprendió” ¿Qué es lo primero que se nos presenta cuando
esa persona dice eso? Es el hecho de que alguien está observando algo, algo que lo lleva a decir
eso. El aprendizaje emerge como tal para un observador en particular. En segundo lugar ¿Qué
es aquello que ese observador hace cuando dice eso?: UN JUICIO. “Tomas aprendió” es un juicio
emitido por un observador en particular. Y como juicio requiere situarse en la temporalidad.
Para decir que alguien aprendió requerimos estar comparando presente con un determinado
momento del pasado. Al pasado lo llamaremos el momento A, al presente lo llamaremos
momento B. Para que digamos que alguien aprendió algo requiere exhibirse en el momento B,
algo que no se exhibía en el momento A. El aprendizaje es un fenómeno que tiene lugar en el
tiempo y en el que se compara, se evalúan dos momentos distintos: A y B. Eso que la persona
exhibe es una capacidad de acción efectiva, la persona puede hacer en el presente lo que no
podía hacer en el pasado.
Todo aprendizaje representa una transformación de uno mismo. Sin embargo, no toda
transformación de uno mismo es necesariamente aprendizaje (podemos alterar nuestra
fisonomía, apariencia, imagen externa frente a los demás, por ejemplo). El aprendizaje implica
una transformación de nuestra capacidad de acción o de observación, es decir implica alterar la
manera como me comporto o como hago sentido de lo que sucede.
Sin Vision es imposible decidir racionalmente, todos los caminos dan lo mismo, no hay ninguna
meta que alcanzar. Todas las obras del ser humano han sido creadas dos veces. Primero en la
mente del creador, luego en el mundo material. La “tensión creativa” surge cuando se ve
claramente donde se quiere estar y donde se esta. “Sin visión, no hay tensión creativa” dice
Peter Senge.
He aquí los dos primeros motores de la acción humana que se enfrentan dialécticamente
configurando una brecha. Esta diferencia al igual que la diferencia de potencial en una batería
es la que genera la energía para el circuito en acción.
La brecha de inefectividad se
hace visible en el futuro
proyectado (en ausencia de
acciones correctivas)
Es imposible buscar (y adquirir) nuevos conocimientos, a menos que uno tome conciencia y
reconozca que “no sabe”. Para que los procesos de aprendizaje se desencadenen es preciso
arrancar con la declaración de ignorancia, decir “¡Esto no lo sé!”
Son muchas las personas que evitan hacer esta declaración. Sienten que hacerla los disminuyen,
exhibe no solo sus debilidades, sino también sus vulnerabilidades. Piensan a veces que el honor
pareciera estar comprometido si declaramos que hay algo que no sabemos. Estas dificultades
suelen estar ligadas a determinadas circunstancias o contextos (el jefe en el trabajo, un padre
con sus hijos, etc.), y con ellas comprometemos nuestras posibilidades de aprendizaje,
prolongamos nuestra ignorancia y a su vez tiene un efecto en el sistema social, porque tiende a
generar en otros la misma dificultad. Y si examinamos los temores que los inducen descubrimos
que ellos suelen ser infundados.
Si se nos pidiera hacer una lista con todas las cosas que sabemos, todas aquellas que hemos
aprendido, eso sin duda nos va a tomar mucho tiempo. Sin embargo, podemos imaginar que
llegará un punto en el que vamos a dar la lista por completa. el universo es finito. Este es el
universo de LO SI SE QUE SE.
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Si se nos pide ahora, que hagamos una lista de todo lo que no sabemos, nuevamente es muy
posible que volvamos a invertir en ello muchos días pero, nuevamente, podemos imaginar que
llegará un momento en el que nuestra lista estará completa. otro universo finito. Este es el
universo de LO SI SE QUE NO SE.
Sin embargo, nuestro saber sobre lo que sabemos y lo que no sabemos no logra dar cuenta del
inmenso universo de lo que podríamos saber. Además de estos dos dominios de arriba existen
otros dos que no son parte de lo que sabemos. Estos otros dos están en un espacio de penumbra
y dan cuenta de un fenómeno que llamamos ceguera cognitiva.
LO QUE NO SE QUE SE: Primera ceguera cognitiva. Aprendizajes que realizamos de manera no
consciente, espontáneo, cosas que han devenido transparentemente en nuestro operar.
LO QUE NO SE QUE NO SE: Segunda ceguera cognitiva, la que más nos interesa. Se trata de una
que suele tener un inmenso impacto en nuestra capacidad de aprendizaje. Y ella es un universo
INFINITO de cosas.
Kofman propone la siguiente grilla al respecto, ubicando los 4 estados en un estado cíclico :
CIEGO= SEGUNDA
CEGUERA COGNITIVA)
hasta el cuadrante
superior derecho
(EXPERTO)
Ello implica instaurar en nosotros una nueva actitud, una nueva disposición, una nueva
emocionalidad. Se trata de instituir en el observador que somos una particular curiosidad por lo
desconocido, una mayor disposición a ser sorprendidos, una mirada que mira aquello que mira
aceptando que existen espacios que le son inaccesibles. Esto implica también tomar lo que
sabemos con HUMILDAD, evitando la soberbia y la arrogancia que se genera cuando solo nos
afirmamos en lo que creemos saber y no abrimos espacio para el asombro frente a lo que no
sabemos.
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En ciertas culturas, se valora los principiantes. Serlo denota que se esta dispuesto a franquear el
umbral del aprendizaje. En nuestra cultura, por otro lado, declararse principiante tiene ciertos
“riesgos” aparentes y solo el que privilegia su competencia futura sobre su apariencia presente
podrá asumir el compromiso de convertirse en principiante.
Como ya se habló más arriba el enemigo del aprendizaje por excelencia es la imposibilidad de
declarar “no sé”. La Ceguera (a cerca de la propia incompetencia) produce una ilusión de que no
se tiene nada que aprender.
Muchas de las razones por las cuales la gente pierde la oportunidad de aprender remiten al tipo
de observador que son en los apartados siguientes las desagregaremos según el domino del
observador al que remiten.
Todas las acciones humanas están determinadas por nuestra estructura biológica, y por eso
tenemos que aceptar que ella es también un factor de determinación en nuestra capacidad de
aprendizaje. Todo aprendizaje sucede en el cuerpo y este se encuentra involucrado en él, es
importante alejarse del supuesto que el aprendizaje es un proceso que solo tiene lugar en el
cerebro o en la mente, en general todo el cuerpo está involucrado. Además, así como el
aprendizaje afecta la corporalidad, de la misma manera la corporalidad afecta las posibilidades
de aprendizaje. Hay cuerpos dispuestos al aprendizaje, así como hay también otros a partir de
los cuales se hace muy difícil aprender: la respiración, las posturas, los movimientos, la
gestualidad, el nivel de relajación muscular, etc. Todos ellos deben revisarse antes de iniciar un
proceso de aprendizaje.
“Esto yo ya lo sé” hay personas que suelen no ver lo nuevo como nuevo. Más bien, lo ven como
más de lo antiguo, como algo que ya conocen. Otra modalidad equivalente es “Esto es lo mismo
que…” hay innumerables ejemplos de cómo se ha perdido oportunidades de negocios por la
gente vio lo nuevo como más de lo viejo. Lo mismo sucede en el dominio del conocimiento.
¿Cuántas veces nos hemos visto reaccionar diciendo “Sé de qué se trata” solo para darnos
cuenta más tarde que no teníamos la más vaga idea de lo que estaba sucediendo? Cuando se
está en este juicio el mayor obstáculo es nuestra resistencia a abandonar nuestros supuestos.
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Donde quiera que estemos o cualquiera sea nuestro nivel de comprensión, tendemos a hacernos
coherentes a nosotros mismos y al mundo. Cualquier nuevo suceso, cualquier dominio de acción
inexplorado es, de alguna manera, una amenaza para esa coherencia. Y a menos que estemos
dispuestos a desaprendernos de nuestras formas usuales de dar sentido a las cosas, puede
resultar difícil abrirse a lo nuevo y reconocerlo como tal.
“Yo nunca podría aprender esto” es otro juicio que hace de barrera al aprendizaje y surge
aceptando que estamos frente a algo nuevo este dominio que se presenta no les parece
asequible. Otras variaciones pueden ser: “No soy lo suficientemente hábil” “esto es muy
complicado para mi” “A mí me cuesta aprender esto” “Yo soy malo para…”. En cierto sentido lo
nuevo inhibe a la persona en tanto parece estar más allá de su alcance. Llamamos falta de
autoconfianza (o autoestima) a la emocionalidad que resulta de este juicio.
“Estoy dispuesto a aprender, pero siempre que se me enseñe de tal o cual forma” pertenece a
un grupo de juicios que interfiere en el aprendizaje desde una serie de creencias sobre cómo se
le debería enseñar o sobre cómo debería ser el proceso de aprendizaje. También pertenece a
este grupo el juicio “Dado que todo no me queda claro de inmediato, es seguro que no lo voy a
poder aprender”. En esta última situación el que está aprendiendo también supone que sabe
cómo debiera aprenderlo.
Cada vez que enfrentamos una situación de insatisfacción, se nos suele abrir una posibilidad de
aprendizaje. Del tipo de juicios que hagamos en ese momento dependerá si aprovechamos o no
la situación para aprender. La persona que tiende a responsabilizar a los demás, o apuntando a
dar explicaciones o justificar la situación escasamente abrirá oportunidades de aprendizaje.
Típicos casos son los juicios “Esto me sucedió porque soy…” “esto paso porque Juan es un…”
La Arrogancia. Para que ocurra el aprendizaje, debemos abrirnos a la posibilidad de que haya
algo por aprender. El aprendizaje requiere apertura a lo nuevo y una disposición a cuestionar lo
que conocemos. La arrogancia por otra parte es una emoción que permite ser reconstruida
lingüísticamente de la siguiente manera “Conozco todo lo que está ahí para ser conocido y nada
ni nadie a mi alrededor representa para mí una posibilidad de aprender algo nuevo”.
Simplemente no estamos disponibles para aprender.
Por otro lado, cuando ya somos capaces de ver que estamos frente a algo nuevo aún podemos
reaccionar de diferentes maneras, este es el caso del grupo de emociones de: Confusión,
perplejidad y Asombro.
La Perplejidad. Cuando nos reconocemos en esta emoción nos debatimos entre el riego de
perder parte de nuestras coherencias adquiridas (heredadas del pasado) y el reconocimiento de
las nuevas posibilidades (lo nuevo). No sabemos que es mejor, decimos: “Juzgo que esto es
nuevo, no lo estoy entendiendo del todo y no estoy seguro si me gusta o no. Estoy a la espera de
ver que resulta de esto”.
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El asombro. Esta experiencia emocional es muy diferente, nuevamente somos capaces de ver lo
nuevo como tal, pero en lugar de confundirnos o quedar perplejos, podemos visualizarlo como
una expansión de lo que será posible en el futuro. Es como decir “Juzgo que esto es nuevo, y
aunque todavía no lo entiendo cabalmente ¡esto me gusta!”
Una vez que ya el proceso de aprendizaje se inicia, pueden llegar otro tipo de emociones, tal es
el caso de: La resignación y el aburrimiento.
La resignación. Nos cierra a las posibilidades que otros observan como posible, ya que no es
percibido así por el resignado. Su respuesta a la acción es “¿Para qué?” “¿Qué se obtiene de
esto?”
El aburrimiento. Emoción desde la que se percibe que lo que sucede no conduce a nada, que no
abre, ni incluso cierra, posibilidades: las cosas sucedes como si no pasara nada, todo pareciera
lo mismo.
Por ultimo quisiéramos dejar un apartado especial para la emoción del Miedo.
En primer lugar, quisiéramos aludir a las reacciones emocionales que surgen del maltrato, del
abuso que puede ejercer aquel sobre quien recae el rol de enseñar, en cuanto a la confianza que
le ha sido conferida por quien desea aprender. La relación de enseñanza- aprendizaje es una
relación desigual de poder y no puede ser de otra forma, pero cuando el alumno siente que la
experiencia del aprendizaje compromete su dignidad, el propio aprendizaje se ve seriamente
comprometido.
Por otro lado, es importante ver también el miedo a declarar ignorancia. La autoestima del
sabelotodo es extremadamente frágil. La revelación de áreas de ignorancia e incompetencia
puede quebrar su imagen. Por eso prefiere sufrir (y causar sufrimiento), antes que admitir la
necesidad de aprender. En referencia a este tipo de miedo Carlos Castaneda presenta un análisis
sobre el enemigo del aprendizaje: el miedo.
¿Qué le pasa al hombre que vuelve atrás asustado? Nada, salvo que nunca
aprenderá. Nunca se convertirá en un hombre de conocimiento. Tal vez sea un
rufian agresivo, o tal vez sea un alfeñique miedoso, de cualquier manera, será un
hombre derrotado. Su enemigo habrá puesto fin a sus anhelos de saber.